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A Pm, LH ' EI< PAHA IHE El individuo y Ia masa y La Educacion de la libertad Precio: 10 cent s. Barce lona Ba BLJOTECA. E DITORIAL S ALUD Y F(JERZA Pl .. za Come rcial, 8 (BornE> ) 1008

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Page 1: A Pm,LH'EI< IHE

A Pm,LH'EI< PAHA IHE

El individuo y Ia masa y La Educacion de la libertad

Precio: 10 cents .

Barce lona •

BaBLJOTECA. E DITORIAL S ALUD Y F(JERZA

Pl .. za Come rcial, 8 (BornE>)

1008

Page 2: A Pm,LH'EI< IHE

A . PELLICER p A.RAIRE

El inOiviOuo y la masa y La Educaci6n de la libertad

Precio: 10 cents.

Barcelona BIBLIOTECA. EDITORIAL SALUD y F UERZA

Plaza Comerclal, 8 (llorne J

~1908

Page 3: A Pm,LH'EI< IHE

AL LECTOR :

Tenemos Ia. satisfacci6n de poder ofrecer ~ nuestros

lectores estas dos conferencias del que fue uno de los

maestros de Ia g ener&ci6n actual, a.l presente retirado ~

Ia vida. privada , Antonio Pellicer.

No han perdido su sabor de actualida.d ~ pesar de los

einte afios transcurridos desde que fueron escritas.

Ha bian permanecido inMitas , cuidadosamente guar­

dadas por un amigo del autor, y al entregarlas hoy al

publico tenemos la seguridad de que ofend emos la natu·

ral modestia del maestro, enemigo acerrimo de toda t>X­

hibici6n pers1 nal, y que Uev6 su amor al ideal hasta el

t>xtremo de hacer pasar su nombre complehmente des ·

apercibido, dando asi con el ej Pmplo una lecci6n a los

que solo buscfl n sat isf&cciones a su vanidad.

B L BDI TOR

EL INDIVIDUO Y LA MASA

Cua lqutera que observe y analice Ia htstoria humans, habra no. tado un neche rn uy curiosa. Bl papel que desempeilan los itldirlduos !I el qut hacen lrls "1asas.

Valiente guerren que nose conforms con ser cJmandado por otro, reune A Ia masa, Ia habla, C>xcita y rel.lela, y puesto a! frente 6 d_etrlis de Ia multitud, ataca a su contrincante, y si logra Ia vic­torts, ocupa su pu~sto y la masa despues de celebrar el triunfo, quMase cqmo antes. El despojado lie su cargv no se declara vtlnci . do, pues conspira y no le falla masa para luchar cnn el victorioso. Y si ambos llegan _A equ ilibrar sus fuerzas y se a viene n A coru partir las dulzuras de Ia Jefa tura, las masas celebran con jubilo tan feliz acuerdo.

? rador polftico por el estil o de los que conocewos, convoca re un16~ del pueblo, pr<!senta su programs ltberal 6 revoluc10uario· por ~J6IDplo , abolici6n _de quintas, y la multitud aplaude con ea: trep1to y le vola para d1putado; al ailo siguiente sostlt>ne que Ia li­berlad d~be afianzarse con un Pjercito patri6tico, al que todos debet~ contrlbutr, porque todos deben salvar Ia pat ria, y la masa aplaude y veta con_ entus1ss~o, y si otro auo le dice al pueblo otra coaa, que no sea 01 lo uno 01 lo otro, la multitud vola y aplaude.

_Cuando en Ia He' olucJ6n Francesa dominaba Dant6o, Ia mas a od1aba l1 Robespierre· cuando llegaba este al poder, Ia malla odiaba A Dan t6n; Y a med1da que ~nosy vlros sul>lau al mas alto poderio 6 ~es~enulan a_ lo mas l>aJo, !a masa vitoreal>a 6 guillotinaLa si guJen o lo~ vaneues de aquellas lucha pPrsonales como si a la vez la m ultJ tud se encaruase en aquellos iudividuo::..

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-4-Se ejecutan autos de f~, la maaa los prese~cia con ~egocljo, co­

mo una corrida de toros. Lev11ntase un conspuador seno contra el clero, y tam bien se exalta la masa y derriba al clero; aunque gen&­ralmente se decide major por las malas causas que por las buenas; pero que, para no desmentirre, en todo forma y en todo alborola y

en todo interviene. Si es Cesar que pasa, la multitud ae humilla y le vitorea; si. es

Bruto que clava el pui'lal ~Cesar, Ia muchedumbre exclama: jVlva Bruto!

NapoleOn sostiene la Republica, jviva NapoleOn! NapoleOn mata la Republica, jviva NapoleOn! .

yen nuestro pals, por ejemplo, hay mas~ para los. JSfes de las fracciones pollticas ml1s diferentes, masa d1spuesta s1empre ~ le­vantarlos sobre sus hombros.

Nadia 86 presenta en la esceua publica que no tenga su corres-pondiente comparserla, su dOcil masa.

y lo mismo que los hombres, sucede con las costumbres y con todas las cosas. . .

Hay masas para las procesioues, para las manifesteciones _~rreh-giosas, para las fiestas llamadas de barrio, como para solemmdades de librepensadores; lo mismo se va ~ lo_s toros que 11 ~os ateneos, _Y sl hay diferencia es li favor del toreo! v1ene '."n prlnClpe, se festeJa al principe; sale el obispo, se obsequ1a al ob1~po; pasa un general, se va detrlis del general; llega nn ateo, se rec1be ala teo; par~ todos los hombres y para todas las cosas, en fin, hay dispuestas s1empre las muchedumbres, Ia comparserla, lo qne se llama la masa, con ml1s 6 menos entusiasmo segun su representaciOn Y epoca, pero lo cierto es que hay masa para todos los gustos. .

Ahora bien: esta observaciOn hist6rica, c,no dice nada'? Pues d1~e que la masa carece de criteria, de propia personalidad. Cada mdl­viduo representa su papal en la sociedad, pero Ia_ ~asa _no repr~­senta nada. Es un conjunto de hombres sin defln1C16n, sm prop1? pensamiento ni voluntad, son los ~eros que se. ailaden 11 una un1· dad para formar cantidad; pero qUllemos Ia un1dad Y los ceros que­dan sin valor; asf es Ia masa , as[ son los pueblos.

Un individuo representa el valor, otro la abn~gac16n, aq~el Ia inteli~encia; es decir, cada uno representa algo, ttenen prop10 ca liicter; Ia muchedumbre no representa nada. .

Y advertid bien una cosa. La muchedumbre es s1empre pobre e ignorante, supersticiosa, conservadora y reaccionaria. Para todo sirve, es cierto; pero notadlo bien, gasta muchos remilgos p~ra todo propOsito revolucionario y le sobra abnegaci6n para toda 1dea re­trOgrade .

-5 -Buscad Ia maaa para protester de un atropello autoritarlo, pare

110B manifestaci6n revolucionaria de cualquier genE>ro que sea, v observar~is cuan rel1cia y perezosa se muestra; buscadla para pro'­p6sitos tradicionalistas, para una romerfa, para la fiesta mayor del pueblo, para toda ceremonia reaccionana , y vere!s cul1n soUcita anda y que bien cumple su cometido.

Y se comprende. EL pobre, por au misma falla de medios, es i~­uorante; y el conveocimiento de que pesa poco en Ia marcha so­cial le hace retrafdo por costumbre hasta en peo11ar, y acepta que todo se lo den hecho por quien quiera que sea; no le pregunteis que opina de tal 6 cual suceso, porque no os conlestara; interrogad­Je si le parece mejor lo que dice Fulano que Zutano y entonces

facilmeoie se moatrara partidario de lo que dice uno 6 otro. auaq".Je con Ia -;alvedad de que nolo entiende. Con todo Lo cual ~e clemuestra su profund!sima ignorancia.

Naturalmente, pues, el hombre ignorante que se deshaucia por s! propio de La sociedad, hade estar mas bien inclinado al reaccio ­narismo que ala revoLuci6n . Porque para ser revolucionario, es for­zoso pensar, sentir, estudiar, por poco que sea, y eolonces se sal drla ya de la masa, adquirieodo personaLidad propia; y como no piensa oi saba pensar, y se le tlgura que no hay m!is mundo ni Je ha habido que el que presencia, cualquier cosa que trastorne el mo­do de ser social, le trastorna 11 el tambi~n , que no acierta 11 alcan­zar c6mo se podr~ vivir con aquel cambio que se efectua; y s6lo 8 fuerza de acostumbrarse ~ ver un nuevo orden de cosas, unicamen­te presenciando que el mundo nose viene abajo con Ia innovaciOn, se decide a peosar que quizas sea bueno lo que ae ha hecho y pre­disponerse a declararse partidario de Ia reforma verificada.

Rstaa consideraciones, mejor dicho, estos hechos, que todos po­demos observar por poco que nos fijemos en ello, nos dan Ia lcerti­tud de que La masa es miserable y reacciooaria; y sOlo sirve para algo bueoo cuando se Ia cautiva con mucho arte 8 manera de co­mo se entuaiasman a los niiios con un juguete deslumbrador.

Por esto las gentes reaccionarias, explotado1BS y opresoras, son las que acostumbran mas li halagar las muchedumbres para major dommarLas, y saben excitarlas p~Arfertameote contra todos los tra­bejos revoLucionarios con sOlo Ia virtud magica de estas pa labras: «6stos revolucionarios todo lo trastornan; costumbres, familia, tranquilidad; jComo nos bemos de ver! Es claro, nosotros somos tan paclficos y siempre dejamos que hagan de nosotros lo que quiP­ran ... » y ya teneis exaltados los animos de todas las gentes de bien para impedir que se toque ni una piedra .

Nosotroa, en cambio, por ejempLo. noa desiaf1itamoa uno y otr<l

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-Ii-dia mostrando a Ia muchednmbrc que este quiPLlsmo nuestro s<'ilo Rirve para t[ne Ia infamia y la injusttcia n.n rio nine y aplastP; uuo v tllru dta In hablnmus de sus de1 cchos y du lu nt ce~1 laci de las rei­~· iudicaciou s; y obtend1• mos ruucho, muchisimo, s1 logramos que esta masa nos prcste sn at mci6n, para irse al fin de la jornada mur­murmurando entre diente~: «ya lo explican bien eslo; ya me ha gust ado oi lo· per.:> ,. <\I csto no lo veremos no3otros ni nu~stros hi­jos, y ... no puede ser, vaya que no puede ser!» Siu peosar qu~ cuan. los van dtciendo que no es posible y quo no lo veran, si se decidie­sen a verlo, lo \ erlan al mom en to, as1 que qutsiesen, c011 su pro pta voluntad, que en cste caso seria la fuerza mcontrasl10ble, apoyada por Ia razon y el dt>t·~cho.

De modo, pues, que llegaruos a esta conclusi6n: «Ia masa, lo que se entiende por masa, es iu~..onscieute, ignoranle y reaccionaria ; es, porta to. una fuerza enemiga pod e.oslsirua, que bay que t<>ner wucho eu cueula para nuestra obra reivindicadora, cou1o que por ella no alcanznmos todavia nuestra emancipaci6 1, y sin ella, p~r desdicha uue~tra, no nos emanciparemos nunca.

\lgui• n podra objetar que Ia masa era profundameute cat6licd y wonarqu ca durante el primer t<>rcJO dd siglo presente, y que hoy es indif.>rentu y quizas republicdna, por eJemplo; que su igoo­rancia d • ho) uo es en tanto grado como hace un siglo; que causas reaccionamls dt cierta especie ya las ha abandonado p r completo; para demostrar que no es tan inconsciente como suponemos, ni tan retr6grada.

Perfectameute; cim lode toda certitud que Ia masa ha progress­do y progrt>sa y progrt:sara, put's oe otro modo el progreso serla una ficci6n; p •ru e!>tn, no hace mas qua confirmar nuestros asertos! pues sf, grae1as al les6n de cierlos individuos, al constante trabajo de Ia minuria qua se mueve se ha podido implantar algi) progresivo, Ia masa, por su misma 1ncoosciencia, se acostu1ubra a ver lo nuevo ~ a I fin es I "onservador de lo nuevo, sobre to do cuando ya se hace rutltlario Es decir, progress en Ia misma proporci6u \{Ue avanza Ia sociedad en ~Pneral. Pondre un ejemplo para que sea mas compren­sible. Suuouuwos que vivimos sin el sufra~io universal, como po­drfa decir cualquir cosa. Una porci6n de entusiastas le prop1gan por todas parte:.. y est"s indi viduos logran convencer a Ia minorra que preside realment~> los destinos humanos, J el sufragio univer­sal st' implanta. La wasa se acostumbra al voto y acaba por ser su defensor acerrimo por rutina y porque se olvida ya de lo vit>jo, de lo que antes babla en lugar de 11ufrag10; •rue tarol>tl'D es la masa de suyo olvidadiza. De modo que ella no avanza por propio deseo de

avanzar, sino que, a pesar de todo, el progreso se realize, y se acos tnmbra a las nuevas manifestaciones del avanze social. . Y Ia prueba de .que asl e~ lambien, es que no so cotUprende, por

rJemplo, que una tdea lummosa, un gran pensamiento, por mlis na tural y verdadero que sea, aunque no trastornara iul~>rese~ privile­giados, nose implanta desde luego; muy al coutrario, ha de luchar mucho liPmpo para abrirse paso poco a poco, pal a que Ia idPa se gene.rahce, acepte y so ponga en practica. (,Y por qu~·~ Por Ia igno­ranc•a de Ia m~sa_, que es paslo de Ia reacc16n, y en ella apoyada I ucha basta el ul limo mom en to, basta que. no tiene un sMo ar"u­~ento que oponer, que no tiene un s~Idado que Ia apoye. Entou~es vtene Ia. masa a. cons?lidar Ia idoa nueva, habiendo contemplado con estncta res1gnac16n como se sacrificaban sus nobles partida­rios, como calan rendidos en Ia pelea. . ~Ie aquf, pues, determinada Ia masa y definido al individuo. El md.tvlduo es todo lo contrario de Ia masa. Esta es indolente; aquel acttvo; a l~a una le falta crilerio; al otro Je talla el numero, pero se tmpoue. Es el hombre s6lo formidable torre6n, le6n bravo, hercules d.el progreso; la muchedumbre es buey manso, charco inm6vil, de b!l cai1a.

Un Kosciusko levanta al pueblo polaco. 1 n :\Iazzini mueve a todo el pueblo italiano. Un Bismarck, d.;tiene el pro{lreso' del mun­do. Un Marx un Bakunin, un Kropotkin, destruyen los Es tados derrumban las murallas, levantan cual nuevus Espartacos las ma­sas abyectas y esclavas y las dignifican; pero aun vemos levantarse muc?ed.u~brPs, en virtud de aquellos esfuerzos, de aquellas ener­gias md~v1duales, de rien mil, dos cientos mil hombres, capaces por el nume10 de arrasar me:iio mundo si fuesen conacieotes como las ultimashuelgas de Alemania y de Inglaterra, volverse a s~s bo­gares Y someterse de nuevo &llat•go del explotador iohumano sin que se haya tocado una sola piejra de Londres ni de Berlin como si se hubies~ c~lebra.do mas bien uuajuerga y no una huelga, una proteata de •ndtgnaCJ6n contra los vampiros que chupan nuestros sudores, que nos roban nuestro trabajo.

Y si descendemos a particularidades, ;.no vemos por ventura, lo que general mente paaa entre nosotros, los meuos personalista~, los mas rebeldes, los mas decididos a infiltrar en Ia masa el eSfJiritu de dignidad y de justicia que nos anima'?

A fuerza de mucho trabajo, tral>ajo en0rme, logramos crear aso­ciaci~nes 6 agrupaciones de hombres, a veces agrupaciones nume­r~sfsJmas, no ya compuestas de ioconscienles, sino, al parecer y en vtrtud de propias declaraciones, de hombres que piensan, que de· sean, que anhelan emanciparse de toda suerte de tiranla. Todos los,

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-S-tiles se Jes babla, se les reparten peri6dlcos y folletoa, st- lt>s reune 11 menudo, se discute de todo, tot:lo se resuelve; que no hay iglesia ni partido, ui escuela, que, proporcionalm ~ute, haga mlis propaganda que nosotros ni que trabaj e mlis que DO~>Otros; y, sin embargo, de­cidme, tnor regia genera l cuant'ls veces se reunen todos los asocia­das 6 Ia gran mayorfa? i,quien lleva el peso de Ia agrupaci6n? t,quien procura dar sei1ales de vida y hacer algo de provecho? No me citei

8 un caso, que esto serla excepcional; lo que pasa es que unos pocos wuy pocos, asumen toda la actividad, todo el lrabajo, lodo el sacri­ficlO, para poder hacer algo. Entre quinientos 6 mi!, tres, cuatro 6 cinco hombres, se han de multiplicar para suplir Ia inactiv dad dt> los demlis, como si unos tu,•ieran s6lo el debary los otros s6lo t-1 de1echo.

Triste, muy trisle es entrt'garse a consideraciones rle este genero pl)rque dt>scorazonan al que, lleno de fe en su causa, qu.iere cum­plir como bueno. Paro tam poco h<>mos de ser lao ilusos y mentera­tos que queramog desconocer la verdad adrede y no sei'lalaremos un mal para procurar el remsdio, ya que !somos tan desuichados que uuestra libertad va engal'zadu con Ia inuiferencia, la murmu­rac•on y la ing ratitud de los mlis por (tUica recompense.

Concluyamol!. La masa, la muchedumbre, el pueblo, no ha stdo nunca, n1 es

a6n hoy, como he dicho, mas que ceros, pasto de todos, y casi, casi, mal abono revolucionario.

Eltndividuo, como las minorlas, lo son todo; luz, progreso, revo luci6n.

~osotros, los socialistas-anarquistas, como todos los que quieren un cambio radicfi l de la sociedad para que resulte garantido el de­recho, el bienestar social, no podemos emanciparnos sin Ia masa ; 6 con ella nos salvamos 6 con ella perecemos.

Pues lo qut> imports es aumentar cuanto nos sea posible el crrcu-o de individualidades dispuestas al trabajo revolucionario, para

que tengamos funza propia, con 6 sin la masa; esto es, tormar esa bastante minoris que sabe todo el mundo que represents una po­tt>ncia de primer orden. Despues desbaratar esa masa, conmoverla, agitalla , no darla punto de reposo mental hasta que busque el 'IO­siego porIa misroa revoluci6n.

Prec1sa que hagamos comprender muy bien t1 todosnuestros com­paneros, t1 todos nuestros coasociados, que cada uno debe conside_ rarse como una individualidad uti! y necesaria, que es bochornoso hacer entre nosotros el papel del soldado, sino, al contrario, que cada cual por lo que sirva, O"upe su puesto y trabaje, del miswo wodo que le ocupa en el taller para su explotador· que no hay ne-

9

ces1dad ue que se esperen los votoe de los demas, ui Ia aquiescencia de todos, para producirse, sino que d~be pose,tonarse del de~e r do contribulr al engrandt>cimiento del parttdo y :1 su_ meJOr puJanza; que si todos y c.1da uno, rivalizanrlo l'n calo, qut:stt>ra~os can•ar con todo e l peso ddl lrabajo de todos rPsulta~la . flllllf•ll ? tdP.al de Ja Auarqura, esto es, formarse un conjunto de utdividu hdades todas aptas, todas servibles, y con nluy poco esfuo>rzo entonces produ ct­rlamos trabaj os colosales; )que un bomb1·a no ba le,·antado J_am<'i~ piramides pero las han levuntado muchos h ombres de conctert >.

Entonc~s no nos lameotarramos de conUnuo, siendo mucbl)s, de falta tie pers'lnal para realizar cuanto se ao.; antojase, sin atrope­llarse nadte; que Ia carga bien com partida ltJCa a menos peso, y !o que sucede en m ecao ica , sucede Po las cosas 1uorales. .

F1jaos bien. compaiieros, en esto; para que el h~•m bre sea hbre, ha de q uf3rer Ia libertacl; Ia libertad no Ia c!!Jra nad1e a l ho~bre; e<; el hombre que se Ia hade procurar . puPs que cada uno se tmpon~a tlel deber de elaborar su libertad, y ver613 que poderosa fuerza ctr. cu lara entre los hombres quP qu1eren ~f'r lihres, ique de pt.ldigios no realizaremos!

Yen este mismo sentido, nosotros que hemos de conquistar la masa p'lra que apoye nuestros esfuerz)s, para su m1smo bien, he­mos de hacer cuanto nos sugiere nuestra imagioaci6n para qt:."' ap rend a, para qu e se convenza, que Ia muchedumbre debe deslp~­recer como resabios do aquella plebe que gozaba en las plazas pu­blica~ presenciando los autos de fey segula a Pedro el Ermitailo en su b arbara cruzada, para que los pueblos, como nuestras agr•tpa . clones, sean un conj unto, una reuni6n de seres Iibras, con pr. fda personalidad, distinta Ia una de Ia otra: que pueda buscarse al llo •J ,­bre, no al vulgo, no a Ia multitud.

1Basta ya de muchedumbres, carne de caiiunl iHombres li bres queremos! i La Anarqura no quiere, no puede querer masas: Ia Auarqu!a

s6lo quiere seres digaos, racionales, librt>s' Mucho, sin duda, se ha hecho para el levaotamienlo del pro~e·

tariado; pero nos falta mucbfsimo mas para ac~rtar Ia di~ta_nci,a que nos separa del envilecim1ento presente ala soc 1 ~dad red tmtda .

Compai'leros: rnedilemos y trabaj Pmo~, quf' d porvenir no se nos oegard.

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La educacion de la libertad

Con eltrabajo «El individuo y Ia masa», hemos determinado el papal que desewpeila en Ia sociedad el individuo y el que represen ­ts Ill masa, resolviendo que por el individuo y las minorras se veri­fica el progreso y que Ia masa es u'la cosa pasiva, de escaso valor, estacionaria, indolente y reaccionaria.

Examineruos a,)1ora la cuesti6u con otro prisma, para determinar c6mo se verifica la educaci6n de la liberlad, c6mo se produce Ia personalldad, el yo completamente desarrollado, el ser pensante, y nos explicaremos c6mo se proJuce el individuo, c6mo se anula esa masa sin propio criterio, petrificada en su rutinaridmo, para venir :1 Ia conclusi6n que todos anhelamos; :1la constiluci6n de una socie­dad verdaderamente libre, anarquica, que pa ra serlo necesiLa que sea compuesla de seres libres, dignos e intehgentes.

Toda Ia cuesti6n social se reduce en dos terminos: au~oridad y libertad.

Esautoridad todo lo quesojuzga, ava&a lla, oprime y tiraniza al individuo.

Eslibertad, manifestarse el individuo sin trabas d~ niogun gene· ro; producirse sin temor a opo; iciones mas 6 menos violentls; satis­facer todas las necesidades asr materiales como morales, asr fisicas como intelectuales, con toda exp mtaneidad, sin coacci6n ni coarla­ci6n de nioguna especie.

Bstos son los terminos precisos, absolutos de Ia cuesli6n social, de las luchas dela humanilad.

Peru lo absoluto en el mundo de las ideas, no existe como no existe en el mundo rrsico. Y si usamos la palabra absoluto, Ia usa-

..

-li-mos para !ligniflcAr el punto mas extremo conrehil.ue; f'slo f'S en r .. -laci6u cou otros ll'rwioos menos abso'uto~

As1, por ejt'ruplo, deciwos: -Querernos Ia libertad abs:>l uta Pero ya se compreo Je que no queremos decir Ia absoluta liber­

tad, sin coosideraci6n a nada ni a nadia; sino con relaci6n a aque­llos que quieren cierta libertad lirni tad a , con determioadas fa cui ta­des y coacciones, expresadas en estas 6 parecidas frases:

-Queremos Ia libertad del pensamiento. -Queremos Ia libertad l.le reuni6n y de asocial'i6u. -Queremos una libertad bien Mtendida. \ otras f'rases por el estilo. De mod~ que al expresar este concepto: la libertad absoluta; que­

remos mamf ·star el concepto de poseer la libertad, no absoluta, si­no toda Ia libcrtad posible; porque no puede admi tirse, verbigracia, Ia libertad de robar, asesinar, perjudicar a otro de algun modo, por poco que sea; pues en tonces serra (valga la frase), una libertad tira­nra, una violencia, un acto autoritario, con el nombre de !ibertad.

\I as decimos libertad absoluta, toda la libertad, porque Ia frase­ologra bumana no ha llegade a establecer las palabras precisas ma­temalicas, para expresar ciertas y determinadas situaciones y de­seos. Pen podemos expresar Ia relatividad de querer el maximum de libertad posible por medio de varias palabras, como lo hacemos en este momento, determmando nuestro pensamiento de que que. remos la mayor libertad compatible cou el individuo y la sociedau, Y. no Ia libertad restringida que algunos quieren, por temor a perju­diCar a otros seres, siendo realmeute ellos ruismos los perjudicados.

Ilecha esta digresi6n y aclarados los cooceptos autoridad y li­bertad, para que nose nos acbaquen unos absolutismos que recba­zamos, precisamente porque ni son factibles ci liberales, y determi­n.ado qu~ el mundo humano se mueve por estos ejes 6 polos: auto­rldad y hbertad; creeruos no sera necesario demostrar con citas h:s­t6ricas, con becbos practicos, que cuaoto mas se eleva el concepto autoridad , ml\s pierde, mas baja el de libertad; y al raves, que cuan to mas sube el concepto libertad, mas se anula el de autoridad; y no creemos necesarios estos detalles porque son tan de sentido co­mun, tan palpables, que casi. serfa ofensivo suponer que hecbo tan notorio fuese ignorado.

Y esto sen tado, entremos de llano en I~ cuesti6n que hemos plan tea do, esto es: como se realiza la ed·~cacidt~ de Ia libertad, 6 mejor d i cb o, cual es la mrjor ed !tcacuJn para el buet~ ejercicio de l" I ibertad.

Todos cuantos sistemas sociales basauos en el principio de auto­ridad han pretendido garantir Ia dbertad huma na, equivalents tam-

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-1~-

bi{m al bienestar general, hau catdo eu el mayor d~scr~·li to siu ha hPr conseguido su objeto. .

'\o pueden las monarqutas consti~uc10~ale~ y democraltcas-y abaudonamos las de regimen absoluttsta, stqu tera porque no usan la palabra libertad-, no pueden, repetiwos, ~11as forma~ ~e gobier­no garantir Ja libertad del individuo con su stste~a rel!gtoso, poH­tlco, administrativo y judictal, porque el despollsmo en todas las ramas gubernamentales cobibe todo derech_o y la_ley se ~all~ ~1 ar­bitrio del que manda: y sino puede garantlr Ia hbertad_tndtvtd~al, claro esta que los pueblos sojuzgados a esa cla~e de gob_ternos libe­rates, sl'l har. de acostumbrar a practi<"as y babttos servtles. ~ asl Ia educaci6n general noes para ~a libertad sino para la es~lavttud; Y por tanto, el hombre acostumbrado al yup:o de_ tiranos y ttranuelos, no sab(', no puede saber hacer buen uso de)a hbertad; no puede ser ho ::nbre libre sino se levant a con heroicidad admirable por sobre ('I medio que\e rodea y que mala sn personalida<t moral.

"lo pueden las repiiblicas de todas categorfas acostumbrar a los pueblos a Ia libertad, porque por mas qUI' ~retendan realizer esta suprema dicha, aun bay gobieroo, a(lD bay ttranta en to~os los ac­tos sociales, a\10 nose produce el hombre por su p~opto derecho, sino por medio de intermediarios, como se !Iaman dtputados, coo­cejales etcetera, y hade abandonar todas sus libertades y derechos en rua~1 .s de otros, que se hallan mny bien ejerciendo de mentor~s, protectores, disptmsadores del bieneitar humano. Ademas _substs­len las bases sociales-propiedad, re;igi6n, ley, Estado, ~teeters-, procedentes de tSpocas mas barbaras y desp6ttcas, y coextst~~ en el rondo por mas apariencias que tengau de hberales, el servthsmo Y Ia tir~nfa. Podra ser en algunos casos que la doblez, la servidumb~e no sea tanta, ni Ia tiranla tau asquerosa; pero, al fin, tiranta y servt­dumbre es lo unico que existe, y por ende, el hombre, acostumhra do a muy limitadas e inocentes libertades,_ pero mucho mas ala­condici6n bumillanle del inferior y del servtdor, no es hombre que sepa, que pueda hacer buen uso de la libe_rtad maxim~, no esta e~u­cado para ello. Las repiiblicas, pues, no ttenen Ia meJor educar t6n para el buen ejercicio de Ia libertad. , .

y lo que decimos de las monarqulas liberales y de las repubh-cas, podemos decir de todo sistema social, por av_a~zado que s~a, que mantenga inslituciones como el Estado, Ia rehgt6n, la prop1e dad individual tal como hoy se enliencle, Ia polltica, etc.

No pueden formar la buena educacion para 1~ li~ertad, las insti­luciones monacales, militares, autoritarias, prtvllegtadas, sean de Ia manera que fuesen, porque acostumbran al hombre al yugo, lila tnferioridad y 6 la subord\uacl6n opreaora.

--13-El fraile, el cura, el soldado, el empleado, el dependiente. el tra­

bajador, educa ios a uua sumisi6n y obediencia muy crueles, no pueden producirse de ninp;un modo como hombres Iibras. Su cora­z6n y su cerebro son esclavos por arraigados habitos, son seres que nose han desarrollado en el puro medio de la libertad y no sabeu, no puedeo comprender toda Ia magnitud, toda Ia iomeosfsima di­cha del hombre libre, de propia personalidad, del que a naclie COD f(a sus necesidades y sus derechos; sino que el mismo aliende a sus necesidades, el mismo ejercita sus derechos, su libertad, mantiene su iniciativa, como se impone sus deberes, como defiende sns dere­chos y su vida.

Yes por esto, pues, 4ue cuestan tan enormemente las conquistas dela libertad, del progreso; porque son muy pocos los individuos que tienen tal fuerza de co:x:prensi6n, voluntad tan decidida, que, sino de hecho, moral mente se hallan ya emancipados y se sobreponen con resoluci6n incontrastable a. toda practica servil y a todo Mbito de obediencia innob~e para batallar her6icamente contra toda do­miraci6o y tiranla, y reahzar el progreso humano, que se resume, con la hbertad que hemos llaml\dC absolute equivalente a verdade­ro bienestar social.

De lo cual deducimos, pues, que mient~as subsista autoridad, s~>a en conjunto, sea en detalle, no puede produc1rse Ia buena educacidu para elrMjor ejercicio rk la libertad itldividual y h1m1ana.

Y tambien llegamos por deduccion a Ia afirmaci6n siguiente: Que la buena educacldn para el mejor ejer ;icio de la llbertad, no pu•­

de o!Jtenerse sin'J con ~t ejerc;cto de l'% liberlarl mtsri1a. Y ya tenemos en principio resuelta la cuesti6n ; sin embargo,

precisa que argumeotemos algun tanto para demostrar, no la ver­dad de la resoluci6n, sino la posibilidad, Ia necesidad de adquirir en primer termi no la llbertad y despues la educaci6n para que esta libertad sea firme, s6lida y duradera, que es lo que muchos dudan y no ven tan dificilllegar, por movimientos de fuerza, a Ia destruc­ci6n de todo priucipio autoritario; asr co ao precisa, para apresurar estos movimientos, educar al mayor nu mero posible de hombres en las practices mas liberates posible, para que sean base del futuro estado social, vanguardia de la mas preciada de las revoluciones humanas.

Si hemos convenido, por ejemplo, que el soldado, acostumbrado a reducir sn personalidad a un numero s61o, no esta educado para la libertad, asimismo hemos de convenir que el joven que sin ideas ha cumplido el servicio militar, hade hallarse iaepto para produ cirse como hombre libra, y, lo que es mas sensible, casi inepto para poner au esfuerzo personal al servicio de la revoluci6n aocial.

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-11-Tendra eate joven, si se quiere, muy buen fondo, de generosidad

extrema, pero para to do trabajo r~volucionario pre gun tar11 incesan­temente quien es el jete que la ba de comandar para p~rder Ia vida a1 servicio de \a libertad, y se balir11 con auma desconfianza sino balla a su frente un hombre de renombre popular, al meno , sino de aptitud.

En cambio, buscad al obrero que ha perdido muchas borss en reuniones y en trabajos societarios y cuidado de preslar atenciOn a los ideales revohicionarios, este protestara de todo jefe y jefatura y afirmara que si como un cuerpo de ejercito subordinado hemos de alcanzar nuestra libert::~d, despues de logrado el triunfo de la revo­luci6n se proclamara Ia dictadura, 11ea 6 no revolucionaria, y mien­tras subsiste el m.cs pequefio resto de autoritarismo, Ia revoluci6n no habra c nseguitio su afianzamiento y Ia libertad no habrl1 defini-tivamente triunfado.

y si partiendo de estos dos puntos l6gicos y extremos, d o do el modo de ser de Ia sociedad, los vamos reduciendo a la mas infima importancia para llegar a esa admirable conJunci6n de una subor­dinaci6n consciente y libre, conservaodo Ia p'ena sol•eraoia del yo, del hombre emallcipado, del que conserva siempre y en todos los actos Ia propia personalidad, podremos averiguar y defioir que to­das las lnslituciooes humaoas son tanto mas raaccionarias y menos preparadas para Ia adquisici6n de \a libertad cuanto mas autorita­no sea su regimen, como, al raves, cuanto mas liberal, amplia, sea una instituci6o, mas los individuos que la compooen son aptos pa­ra Ia \ucha de la humans emancipaci6n.

Sin necesidad de remontarnos mucho, podrtamos determinar en nuestras sociedades obreras el grado de revolucionarismo que sos­tienen, con s61o dar una mirada en su s reglamentos 6 t'statutos, y casi contar el numero de individuos que cuenta como decididos re­volucionarios, investigando su regimen societario.

Este que parece fen6meno no e3 tal, atendiendo todas las consi­deraciones naturales que bemos puesto de relieve.

Una corporaci6n obrera que posea un reglamento socielario au­toritario, prueba que la componen una masa de individuos incons­cientes, por mas buena voluntad que tengan; porque, de lo contra­rio, si entre sus socios hubiese varios caracteres libres, hombres emancipados, no podr[an consentir Ia Urania de cierto& arUculos e infillrarian su espiritu revolucionario a loa compat'ieros de sano cri­teria y coraz6n generoso.

Revisad un reglamento 6 unas bases de las colectividades que tienen fama de revolucionarias y vereis en ellas retratado el esp[ri-

- 13-tu de sus socios, sus aspiraciones, la libertad que sienten, que de­tean, que quieren a todo trance.

Unos y otros reglamentos os diran taruhieo que son mas nume­rosos, muchos mas individuos educados para Ia libertad en las ulti­mas soc1edades que en las primeras; y 11 merlida que vereis consigns­do un regimen ampHsimo de libertad en un11s bases societarias, po­drli de lerminar el niimero de individuos aptps paro el cambio social que apetecemos, y 11 medida que observemos espiritu restringido, -autoritario, precavido en uu reglamento, deterruinaremos cuan po cos so n sus socios que tengan conciencia de la libertad.

Y as{ como toda aspiraci6n y todo regimen trae en sf necesaria­mente sus medios pro ;:. ios, las corporacioues que aspiran al plan­teamieuto de Ia libertud, necesitan forzosaruente medios que edu­queo al hombre en el buen ejercicio de la misma, este es el que forma en primer termino eo los movimienlos provocadores para el establecimieuvo de Ia libt'rtad humans.

lie aqui, pues, explicadcs lambilm las evoluciones de esa impor­tanUsima 1nstituci6n llamada Ioternacional, que su renombre ha do conservarse e ternamente como Ia Regional de los trabajadores y Ia Orgamzaci6n anarquista de la regi6n espanola, su sucesora le­gHima.

'o es posible eo buena 16gica que concebidos unos principios de organizaci6n mas conformes con las aspiraciones revolucionarias dejen de plantearse, cemo noes posible que un individuo de ideas muy avaozaJas pi erda el tiempo defendi en do idea 1es mas atrasados de los que concihe. ·

;,Y que tieoe de particular, por ejemplo, que educados en un re­gimen auloritario social y con cierlos resab1os en nuestras mismas asociaciones, el hombre no sepa producirse como ser independ1ente y libre si bas ta hoy no se ha procedido de otra maoera que por de­legaciones y confiando 11 otros que por e\los peosasen y trabaja­sen, por mas decididos que esten a secundar todo prop6sito revolu­cionario'? ;,Y por que no estamos educados a! propio ejercicio, a conducirnos expontl1neamente con loda Ia firmeza del coosciente de sus derechos y de sus deberes, hemos de retroceder?

Esto jamas; ser[a una verdadera reacci6n proceder de tal suerte. El hombre no puede ser libre, sino sintieodose libre; acostum­

brl1ndose a las practicas libres. P , r tanto, si s6lo por estas practicas liberales, si s61o obligado a producirse segun sus facultades, se ha­lla Ia educaci6n para el buen ejercicio de Ia libertad, precisa s6lo un poco de bueua voluntad por parte de todos, y no hade tardarse mucho en dar 6pimos frutos esta conducts, que cueota con Ia seve­ridad de los principios ml1s 16gicos y revoluciouarios y los medias

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mas en armonla con los ideates que se sus ten tan; y no dudemos que alcanzaremos con m:is rapidez el mayor contingente de hombres re­volucionarios, como, en consecuencia, ml1s pronto el triunfo de la revoluci6n social.

A algunas mas consideraciones se presta este tema y quedannos mucbos argumenlos as( hist6ricos como filos6ficos para apoyar nuestra tesis Pero, ya para no cansar at lector, como por no poder disponer de mas tieropo y sosiego para pulimentar este trabajo, atiendase mejor al espfritu que lo informa, que no a lo que la letra dice; y que otros llenen el vacfo que dej a mi insuflciencia.

l mprenta de SALUD y FUERZA- Barcelona.