albert salvadó - el maestro de keops

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El maestro de keops

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  • EELL MMAAEESSTTRROO DDEE KKEEOOPPSS

    AAllbbeerrtt SSaallvvaadd

  • A mis hermanos Carles y Guillem, con el agradable recuerdo de todas las aventuras que hemos vivido juntos.

  • BBRREEVVEE AAPPUUNNTTEE HHIISSTTRRIICCOO

    Es apasionante sumergirse en lo que sucedi hace ms de cuatro mil quinientos aos. A la dificultad que entraa la distancia temporal hay que sumar la escasez de textos que nos impide conocer con exactitud cmo eran la mentalidad de la poca y una organizacin de la cual disponemos de algunos apuntes, aunque no de una certeza absoluta. Egipto, el imperio que perdur tres mil aos, se ha visto envuelto en una aureola de misterio, ciertamente indescifrable, que los historiadores han procurado explicar con mayor o menor fortuna, con mayor o menor dosis de imaginacin, y que otros han magnificado o mistificado hasta extremos impensables, olvidando quiz que se trataba de simples hombres y mujeres que intentaban hacer lo mismo que nosotros: vivir en este mundo.

    Los propios historiadores no se ponen de acuerdo en un buen nmero de aspectos. Incluso los nombres aparecen escritos de forma diferente en funcin del investigador o del historiador. De manera que no es extrao encontrar que Zser tambin se llama Djser, que Jefren es Kefrn o que el propio Snefr sea Sneferu. Como tampoco debe causar extraeza que el nombre de las ciudades vare. Men-Nefer es Menfis, pero tambin es Ineb-Hedy, dependiendo de la poca o de quien dej constancia de los acontecimientos. A todo ello hay que aadir la helenizacin y la romanizacin. As, Iunu pas a ser Helipolis con la llegada de los soldados griegos al mando de Alejandro Magno. De igual forma, Iunu es Iwnw y Jemenu es Hermpolis, en honor a Hermes, que no es otro que Toth, dios de la sabidura, de las artes y de las letras, y patrn de los escribas.

    Sera demasiado largo y tedioso intentar establecer todos los puntos de divergencia que afectan adems al grado de cultura y de ciencia de un pueblo nacido de la prehistoria que alcanz un nivel increble a los ojos de nuestros das. Algn investigador afirma que desconocan la multiplicacin y la divisin, operaciones que realizaban mediante sumas y restas sucesivas. Otros hablan de ecuaciones matemticas complejas y hay quien apoya sus hiptesis en el hecho que el nmero tena que serles familiar, porque aparece en la divisin de las proporciones de ciertas pirmides. Sin embargo, lo que es innegable son los monumentos, los templos y las construcciones que nos han legado, muestra de un arte que se ha convertido en nico e inconfundible. Muchos de nosotros, aunque profanos en la materia, somos capaces de distinguir de inmediato una pintura, una escultura o incluso una muestra de su escritura.

    Sea como fuere, entre la III y la IV dinasta (hubo ms de treinta) se produjo un cambio fundamental y decisivo. Djser, fundador de la III, tena por visir un hombre de una inteligencia fuera de lo habitual. Su nombre, Imhotep. Arquitecto, artista, mdico... un verdadero Leonardo da Vinci que a su muerte fue divinizado y al que los griegos asimilaron a Esculapio. Este hombre, de origen humilde, fue el primero en emplear la piedra en la construccin de las pirmides.

  • Aunque en aquel tiempo eran escalonadas. Es decir: mediante la superposicin de mastabas, construcciones simples de un slo nivel y planta rectangular.

    En el instante de truncarse la III dinasta, con la muerte de Huni, e iniciarse la IV, con la entronizacin de Snefr, se produce la gran ruptura. Aqu, justamente aqu, aparecen las grandes pirmides de aristas rectas, tal como las conocemos hoy. A esta poca pertenecen la primera pirmide romboidal de Snefr y las posteriores de su hijo Keops y sus descendientes Kefrn y Mikerino. A este mismo perodo corresponde la famosa esfinge. Despus, ninguna otra pirmide ha podido igualarlas.

    Como siempre, la historia depende de quien la escribe y en aquellos momentos la cultura y la escritura no estaban en manos del pueblo llano. La clase sacerdotal tena la ltima palabra y se da la paradoja de que Keops fue maltratado por la historia, a pesar de ser quien ha dejado mayor rastro tras de s, mientras que Snefr fue mimado por los escritos y ha alcanzado la posteridad como un gran monarca.

    Lo que el lector va a encontrar en las pginas siguientes es una novela. La historia de la poca de un faran, Snefr, que rein desde el ao 2613 hasta el 2589 a. de C. y que rompi moldes y estableci unas bases seguras que permitieron que el imperio durara tres milenios, traspasara las fronteras del tiempo y nos alcanzara en forma de monumentos funerarios erigidos para toda la eternidad.

    De este perodo nos llegan unos misterios que an nadie ha sido capaz de explicar por entero. La pirmide romboidal es un claro exponente. Cuando la analizamos, no podemos entender la razn de que su pendiente cambie a media altura, ni porqu existen en su interior dos galeras, una superior y otra inferior. De hecho, Snefr mand construir una segunda pirmide, un poco ms al norte, y es como las que conocemos, con caras y aristas rectas. Naturalmente, alguna explicacin ha de existir y, si no era tcnica, tal como los clculos demuestran, haba de ser de otra ndole. Y qu mejor, que una explicacin simplemente humana?

    Durante la IV dinasta tiene lugar otro hecho capital. Por primera vez el faran se ve investido del poder absoluto. Este giro de la historia ser determinante en los perodos subsiguientes. Pero, cmo se lleg?

    Escribir novelas histricas es padecer la osada de pretender ahondar en la mente del hombre de tiempos pretritos, es buscar razones ms all de las puramente sociales o econmicas o blicas, ms all de las fechas y de los lugares. Es echar una ojeada al alma para poder aunar el sentimiento al pensamiento y a la accin, nica forma de comprender cmo eran, cmo vivan, cmo sentan y cules eran sus preocupaciones. Entonces, y slo entonces, aparece el vehculo que conduce los acontecimientos y los dota de un nexo lgico y coherente, dibuja palabras en los labios, pensamientos en el cerebro y llena el corazn de sentimientos.

    A lo largo de esta historia el lector encontrar trminos que, quizs, le resulten extraos. Unidades de medida, como el meh o el khet, unidades de intercambio, como el khar o el shat o el zites, no tienen traduccin posible. En aquella poca an no exista el concepto de moneda, pero

  • s disponan de una unidad bsica a la cual se refera todo. Por esa razn, el amable lector hallar un pequeo diccionario que puede consultar en todo momento. All descubrir que el khar equivale a 76,88 litros de grano o que un shat son 7 gramos de oro, de plata o de cobre, o que el meh equivale aproximadamente a medio metro de longitud.

    Ojal, algn da, accedamos a conocer con precisin, lejos de la magia y del misterio, todas y cada una de las razones que condujeron a unos hombres surgidos de la prehistoria a construir una de las siete maravillas del mundo. Quizs, entonces, descubriremos muchos enigmas y entenderemos mejor porqu hemos llegado hasta nuestros das y porqu somos como somos.

    El autor

  • PPEEQQUUEEOO DDIICCCCIIOONNAARRIIOO DDEE TTRRMMIINNOOSS

    Akit: Estacin que corresponde a las inundaciones de las tierras por las aguas del Nilo

    Aura: Unidad de extensin de tierra, equivalente a 0.35 hectreas

    Deben: Unidad de intercambio equivalente a 90 gramos de oro, de plata o de cobre

    Hamsin: Viento caliente del desierto

    Hawa: Viento fresco del desierto

    Heket: Cetro del poder del faran

    Jemenu: Ciudad a 20 Km. de Tel el-Amarna. Actualmente Al-Asmunayn

    Ka: Alma o espritu

    Khanisut-kha-bit: Ceremonia de coronacin del faran

    Khar: Unidad de medida, equivalente a 76.88 litros de grano

    Khet: 100 meh lineales

    Meh: Unidad de medida. Equivale a 523 m/m o 7 palmos o 28 dedos.

    Men-Nefer: Actualmente es la ciudad de Ments

    Nomarca: Gobernador de un nomo

    Nomo: Distrito. Alto Egipto: 22 nomos. Bajo Egipto: 20

    Peret:: Estacin que corresponde a la germinacin

    Pszheut: Smbolo de las dos coronas de Egipto (el Alto y el Bajo)

    Shaduf: Artilugio para sacar agua del Nilo

    Shat: Unidad de intercambio equivalente a 7 gramos de oro, de plata o de cobre

    Shedeh: Bebida alcohlica dulce de color rojo

    Shema: Estacin que corresponde a la siega

    Stat: 100 meh cuadrados

    Visir: Principal autoridad despus del faran

    Zet: Eternidad

    Zites: Unidad de intercambio equivalente a 9 gramos de oro, de plata o de cobre

  • CCaappttuulloo 11

    EELL NNOOBBLLEE YY EELL EESSCCLLAAVVOO

    La larga caravana se detuvo al pie de la montaa del Sina, cerca de la mina de turquesas. El oficial al mando estudi cuidadosamente el terreno. La llanura era ancha, flanqueada por dos pequeas colinas, y a sus espaldas se alzaba un muro de piedra. Era un buen emplazamiento y no sera difcil establecer los puestos de vigilancia y de defensa. Una vez tomada la decisin, orden plantar el campamento porque los viajeros llegaban cansados y sucios, cubiertos por el polvo del desierto y con el nimo de saciar su deseo de beber, de comer y de dormir.

    Khuta, el mercader, un hombre bajo y delgado con una nariz afilada que apuntaba al suelo, marchaba al frente junto al oficial, y tan pronto se hubo determinado el emplazamiento instruy a Nianjkaf, el eunuco gordo y rechoncho, enorme, afeminado y con voz chillona, para que cuidara de todo mientras l se acercaba a la mina.

    Seis meses atrs Khuta haba abandonado Egipto con un cargamento de telas, papiros y tinta y ahora regresaba con perfumes, aceites, oro y especias. La mitad de los beneficios seran para el gran faran Huni, seor de todas las tierras del Nilo, la nica persona del reino que segn la ley puede comerciar con los extranjeros, y l, el mercader Khuta, como los dems, tendra de pagar el tributo correspondiente, aunque nadie le impeda sacar el mayor beneficio posible y comerciar con los responsables de la explotacin de los yacimientos de turquesas para intercambiar perfumes por piedras preciosas, de la misma forma que las esclavas le haban proporcionado pinges beneficios durante toda la travesa por aquellas inhspitas tierras y todava llenaran ms su bolsa antes de alcanzar el Mar Rojo y proseguir hacia el Oeste, hacia Iunu, donde alquilara un barco y navegara Nilo arriba hasta Men-Nefer, la capital de todo Egipto, del Alto y del Bajo.

  • Ya haca dos semanas que haban abandonado los dominios de Agga y cuando se adentraron en el desierto, el viaje se torn largo y pesado bajo un sol abrasador, con unas noches fras y un viento agobiante y reseco que levantaba el polvo y les obligaba a cubrirse la boca con un pao y avanzar cabizbajos. Los soldados marchaban en tres grupos. El primero al frente, el segundo a la cola, protegiendo la retaguardia, y el tercero controlando los flancos y movindose a lo largo de la caravana.

    Nianjkaf, el eunuco, fiel al ritual de cada da, reuni a las once esclavas y las vigil como si fueran su rebao y l su perro pastor. Khuta pagaba generosamente al oficial. Por eso iba al frente y, cuando la caravana se detena, unos soldados le ayudaban a plantar la tienda. Mientras, Nianjkaf sentaba a las esclavas y esperaba ansioso a que el trabajo hubiera concluido. Entonces, sin que ninguna se hubiese descubierto la piel, para mantenerla blanca e inmaculada, les ordenaba entrar y l se plantaba en la puerta y de all no se mova hasta que su seor tomaba el mando y cobraba a los soldados los servicios de las mujeres. Despus, cuando llegaran a Egipto, Khuta las vendera en el mercado y la mitad de las ganancias sera para el gran Huni. Pero de esos dividendos del viaje, el faran no cobrara nada, porque nada haba anotado en los papiros de las cuentas.

    Una vez los soldados hubieron concluido el trabajo, Nianjkaf orden entrar a las mujeres y apart a Natia, una muchacha de trece aos, tambin con una piel blanca e inmaculada como el lino que usan para fabricar las telas, pero con el rostro desfigurado. Tena la nariz rota, era tuerta de un ojo, mellada de buena parte de los dientes y una ancha cicatriz cruzaba su mejilla derecha. Ella cocinaba y lavaba la ropa de sus compaeras, obedeca todas las rdenes sin rechistar y nadie le diriga ni una sola mirada.

    Si me las compras todas, te la regalo le haba dicho, a Khuta, el tratante que le vendi las esclavas.

    Para qu la quiero? se haba mofado el mercader menospreciando aquel despojo.

    Es lista y sabe muchas cosas. Cocina como nadie, conoce los animales y es obediente.

    Se la llev porque era un regalo. Fue en mitad del desierto que descubri que la esclava no hablaba su lengua, pero que era capaz de entender los signos y, tras unos das, repeta algunas palabras. Adems tena la ventaja de poder moverse por todo el campamento sin que ningn soldado la deseara. Nianjkaf, una vez plantada la tienda, le ordenaba traer agua para que las dems se lavaran y la obligaba a dormir apartada, en un rincn, agazapada y escondida tras una cortina.

    Aquella noche aconteci un hecho inusual. Cuando las tiendas ya haban sido plantadas y los viajeros cenaban, dos esclavos de las minas, aprovechando la algazara creada por la llegada de la caravana, aguardaron hasta que la atencin de los guardias estuvo prendida de la novedad y escaparon. Las hogueras ardan en mitad del campamento y el sol haba desaparecido del horizonte para ceder sus dominios a una luna creciente que reciba la compaa de las estrellas. Se inici la bsqueda e, incluso, el responsable de la mina solicit del oficial de la caravana permiso para registrar las tiendas. Sin embargo, por ms que removieron hasta las esteras, no

  • pudieron dar con ellos. Pareca como si la tierra se los hubiera tragado.

    Seguramente han escapado al desierto coment el oficial.

    Entonces, all morirn respondi con rabia el responsable de la mina y puso guardias a las puertas del desierto.

    Poco despus el campamento se qued de nuevo en silencio. Natia estaba en un rincn de la tienda, protegida de las miradas y sin poder ver nada. A travs de la cortina poda escuchar los suspiros de placer y los bofes de los soldados que se haban acercado para apagar el fuego que quemaba sus testculos. En alguna ocasin haba levantado ligeramente la cortina y haba espiado tmidamente, durante unos instantes, para contemplar los cuerpos desnudos que se abrazaban y se rozaban, las manos que corran y los labios que se buscaban. Entonces haba deseado ser una de aquellas mujeres y recibir las caricias de los soldados, pero, para ella slo haba gritos y golpes.

    Como cada noche, Natia cerr los ojos y so que su rostro era normal y que rea con las otras. nicamente en ese universo de su interior, el mundo apareca con los colores de su deseo. Poco a poco, sin darse cuenta se durmi.

    Sera incapaz de decir cunto tiempo llevaba dormida cuando, de pronto, un ruido la despert. La lona de la tienda se mova y la luz de la luna durante un instante se filtr por debajo y rasg la oscuridad, al tiempo que, antes de que pudiera reaccionar, un cuerpo se arrastr hasta ella, le tap la boca, le dio la vuelta de espaldas, la envolvi y la oblig a permanecer quieta y en silencio, cubrindola por entero. Un fuerte olor a sudor y unos brazos grandes y poderosos la rodeaban y le impedan todo movimiento. Asustada, no se atrevi a reaccionar. Las otras esclavas rean, hablaban y hacan las delicias de los soldados que haban pagado el precio de un rato de placer.

    Natia escuch un murmullo, junto al odo. No entendi ni una sola de las palabras pronunciadas en una lengua que le era completamente extraa, pero capt el tono de splica y dedujo que no le hara ningn dao, que tan slo deseaba esconderse, y se relaj.

    Ella haba pertenecido a una familia libre de Babilonia. Era esclava por circunstancias de la vida, por culpa de una guerra, porque el vencedor escoge y toma todo cuanto le apetece. Provena de casa noble, pero los soldados del rey de Mesopotamia, tras conquistar su pueblo, apresaron todas las nias y se las llevaron como botn del vencedor. Ella intent huir, tropez y cay al suelo. Entonces, un soldado la golpe con saa hasta dejarla tendida y cubierta de sangre. Cmo escap a la muerte? De puro milagro, porque un tratante de esclavos pens que le sera til, porque su esposa necesitaba una muchacha que la ayudara con los animales. Y como no le costara nada, porque ya la daban por muerta, se la llev consigo. De esto haca tres largos aos. Durante aquel tiempo Natia vivi con los perros, las ovejas, las vacas y los cerdos. Coma y dorma

  • con ellos y aprendi a quererlos y a curarlos. Ellos, los animales, eran sus nicos compaeros y amigos. Natia era inteligente y despierta hasta el punto que los vecinos se acercaban con su perro o un cabrito o una oveja para pedir a la esposa del tratante que la esclava les curara una pata rota o les recetara alguna hierba para avivarles la mirada o para dar lustre a su pelo. Sin embargo, la esposa del tratante se quejaba porque no le gustaba tenerla en casa, aunque fuera obediente. Sus amigos, cuando la visitaban, dejaban escapar ciertos comentarios a propsito de la cara de la esclava, aquella mscara que casi daba miedo. Un da lleg Khuta, el extranjero de tierras lejanas, y a ella la lavaron y la incluyeron en un lote de esclavas. Ahora, aquel hombre la abrazaba. No conoca su nombre. nicamente saba que era un esclavo en busca de libertad. Tal vez, como ella, en otro tiempo tambin fue libre. Este pensamiento y la clida voz del esclavo consiguieron que se abandonara y buscara el calor de aquel cuerpo viril. Haca tanto tiempo que nadie la abrazaba, que no reciba ni siquiera una sola palabra amable... Haba vivido prcticamente enjaulada, sucia y entre animales, escuchando nicamente la voz de la mujer del tratante, y se senta extraa y un poco excitada por el olor que se desprenda de aquellos brazos fuertes y poderosos. El esclavo afloj ligeramente la presin de sus manos y, viendo que Natia no ofreca la ms mnima resistencia, tambin se relaj.

    No hubo palabras, porque podan orles. No podan verse el rostro, porque todo estaba oscuro. Eran dos esclavos, dos desheredados de la fortuna perdidos en mitad del desierto. La mano que la haba agarrado por la cintura subi lentamente hasta alcanzar sus pechos, pequeos y duros, apenas el primer apunte de mujer, y los acarici por encima de la tela, estrujndolos cada vez con mayor deseo, pellizcndole con ternura los pezones como si los dedos tomaran la forma de unos labios y los sorbieran con ansia y pasin, intentando alargarlos. Ella se asust, pero no opuso resistencia porque no haba violencia sino deseo, porque no haba rechazo sino placer. Estaba vuelta de espaldas a l y sinti el contacto de los labios sobre su cuello, el aliento clido y hmedo que le recorra toda la espalda. De pronto, en oleadas, se alzaban sensaciones desconocidas de sus entraas, y se turb. Ronrone quedamente y la mano del esclavo abandon los pechos, atrap la cadera y recorri el muslo lentamente hasta alcanzar la rodilla, donde se detuvo, y los dedos, con agilidad, levantaron la tela del vestido, prosiguieron hacia el interior de los muslos y subieron para detenerse finalmente en la entrepierna, separarle los labios y acariciarle las carnes ms ntimas. El calor se adue de sus sentidos y fue consciente de que se senta hmeda. Ahora notaba una dureza firme que pareca crecer y la golpeaba por detrs rtmicamente mientras la respiracin de aquel hombre era cada vez ms agitada.

    De nuevo la embarg el miedo. La mano del esclavo abandon por un instante la presa y retorn hacia atrs para levantar plenamente el vestido. Natia not el contacto directo de aquella cosa dura que la tentaba a travs de la tela. Inmediatamente despus, el esclavo la oblig a levantar una pierna y la dureza que la golpeaba se desliz entre sus muslos, le abri las carnes y le desgarr las entraas. Fueron instantes de terror, durante los cuales quiso gritar, pero la mano que tapaba su boca se lo impeda. Le dola. El pensamiento se volvi turbio y entr en una nebulosa espesa. Notaba que su interior se mova a idntico ritmo que las impetuosas acometidas que reciba de aquel hombre. Deseaba (rezaba!) para que aquello no sucediera y, al mismo tiempo, no quera que se detuviera. Todo eran contradicciones. El esclavo la abraz con fuerza, le baj la cabeza, plegndola sobre s misma, la tom por los hombros, la oblig a ponerse a gatas y la cabalg como Natia recordaba que hacan los animales, cada vez ms rpido. De pronto, el cuerpo del esclavo se arque hacia atrs y as permaneci unos instantes mientras respiraba profundamente, para terminar al fin relajado sobre ella. Poco a poco, la opresin que

  • senta en el bajo vientre se afloj y ambos quedaron quietos y en silencio, en la oscuridad. Todo haba concluido. El esclavo se retir sin descubrirle la boca y la abraz de nuevo. Natia cerr las piernas y se cubri el pubis con ambas manos. Le haba hecho dao, mucho, pero no se quej. Tena miedo, muchsimo miedo. Una humedad pegajosa le chorreaba los muslos y la ensuciaba. Alarg la mano, tom un pequeo trozo de tela y se lo puso entre las piernas, cubrindose el pubis.

    Largo tiempo despus, justo antes del amanecer, medio entre sueos escuch que el hombre levantaba de nuevo el faldn de la tienda. Se volvi y vio que escrutaba el exterior. l le sonri, le dijo algo en aquella extraa lengua y desapareci. Entonces, con la dbil luz que se filtraba bajo la lona, Natia descubri que el trozo de tela estaba manchado de sangre. Se aterroriz, pero a la maana siguiente, medio muerta de miedo, prefiri no decir nada de cuanto le haba sucedido durante la larga noche.

    Temprano, casi con las primeras luces de la alborada, la caravana prosigui el viaje hacia el Nilo y Natia nunca ms volvi a saber nada de aquel esclavo, compaero de infortunio, de aquel hombre que le haba descubierto sensaciones ignoradas y que le haba desgarrado la parte ms ntima de su ser. Quizs muri?, tal vez consigui la tan ansiada libertad? Slo l lo sabe.

    Iunu era una ciudad grande, rica y limpia. Por encima de todo limpia. Eso fue lo que ms sorprendi a Natia, que los egipcios sentan verdadera obsesin por la pulcritud. Durante el viaje ya haba comprobado que Khuta, an siendo hombre, cada maana antes del amanecer iniciaba un ritual que comenzaba por los dientes y terminaba en las uas de los pies, aunque era consciente que tras un pequeo paseo por el desierto su trabajo resultaba infecundo.

    Aquella noche las esclavas descansaron. Khuta no cesaba de repetir que tenan que estar bonitas. De manera que, a la maana siguiente, Natia y el eunuco dedicaron tiempo y esfuerzo a baarlas, arreglarlas y acicalarlas para acabar escogiendo los mejores vestidos, y no se detuvieron ni un instante hasta no recibir la aprobacin del mercader, que muy satisfecho recogi su rebao y se dirigi a la plaza, donde expuso la mercanca y antes del medioda ya haba obtenido ms ganancias de las esperadas.

    Dos das ms tarde Khuta alquil un barco y navegaron por el Nilo con la vela desplegada y altiva que pareca dominar los vastos campos de cereales. Natia no dej de sorprenderse durante todo el trayecto hasta alcanzar el puerto de Men-Nefer, la ciudad fundada por Menes, el primer faran de la primera dinasta.

    Las tierras del Nilo eran ricas, inmensamente ricas, con un verdor que alcanzaba hasta donde la vista se perda. Y al fondo de todo, el desierto.

    Lo nico que Natia pudo ver de Men-Nefer fue el puerto, porque desembarcaron de

  • inmediato y ella fue conducida por Nianjkaf a casa del mercader, andando deprisa por las calles, a empujones y a gritos.

    Nait, la esposa de Khuta, era una mujer gorda y enrgica, dominadora y chillona, que contempl la esclava con una mezcla de asco y menosprecio, y la olisque como si se tratara de un pescado. Finalmente, cuando hubo satisfecho su curiosidad, le orden sentarse en un rincn del patio que haba en la parte trasera de la casa de una planta, y no le dirigi ni una sola palabra. Natia se qued quieta y asustada, sin apenas atreverse a levantar la mirada, ni siquiera para contemplar el inmenso cielo azul, hasta que lleg el amo.

    Qu me has trado? grit Nait, plantada frente a su marido, brazos en jarras y desafiante. Qu quieres que haga con esa piltrafa? Seal hacia el patio.

    T no tienes que hacer nada ri Khuta. Cocina bien y me la llevar conmigo hacia el Sur. Viajar hasta Aswan y vender perfumes y joyas. Luego comprar madera, descender por el Nilo y seremos ricos. T, mujer, procura que coma y que est bien fuerte. El viaje es largo.

    Unas semanas ms tarde, con buena parte de la mercanca y tras haber satisfecho el tributo al faran, Khuta alquil de nuevo un barco y se dirigi ro arriba, hacia el Sur, llevndose a la esclava y al eunuco.

    Durante los veinte das que dur la travesa Natia estuvo confinada en la bodega para que nadie la viera. Por primera vez senta vergenza de su aspecto. Lo poco que haba visto de aquel pas le haba mostrado que los egipcios eran un pueblo culto y limpio que gozaba con la belleza y rechazaba con vehemencia cuanto pudiera ofender la mirada. Por esa razn Nait la menospreciaba y la mantuvo escondida todo el tiempo en un pequeo cobertizo del patio y ahora slo poda contemplar las ricas tierras del Nilo a travs de la minscula ventana del barco, y no desembarc hasta llegar a Aswan.

    ooOOoo

    El noble Jeti era nomarca de la regin de Elefantina, en el Alto Egipto, justo antes de la primera cascada, en la frontera con Nubia. Su palacio ocupaba un pequeo montculo en medio de la ciudad y desde el ventanal de la sala principal, que haca las veces de saln de audiencias, poda contemplar la llanura y el puerto y controlar todas las entradas y las salidas. Desde haca cinco aos estaba casado con Fertare, una mujer hermosa y delicada por la que senta verdadera adoracin.

    Aswan era una ciudad no demasiado grande, rodeada de murallas construidas con adobes de arcilla y paja. Las calles eran estrechas y dispona de dos mercados. Uno junto al puerto, al pie de los barcos, serva para comerciar con los nubios, que tenan prohibido acceder al recinto

  • protegido, y para que los mercaderes procedentes de las tierras bajas del Nilo pudieran descargar y vender sus productos. All tambin acudan los artesanos de la ciudad y exponan las alfombras, los jarrones y los peces de madera tallada. Dentro de la ciudad haba otro mercado ms reducido donde vendan los alimentos.

    Bajo los designios del nomarca de aquella provincia Aswan haba ganado terreno a los inmensos bosques y haba crecido, pasando de simple asentamiento a ciudad que floreca y que ya apuntaba trazos que auguraban que se convertira en un centro de intercambio de mercancas tan grande y tan importante como la propia Buto que, en la ribera mediterrnea, reciba la visita de las naves fenicias y acoga las caravanas del Este. Con slo mirar se descubra en cualquier rincn que el azul, el bano y el marfil constituan los colores dominantes, smbolo de la riqueza y del lujo.

    Aquella maana Jeti se senta feliz. Acababa de recibir la buena nueva de que su esposa volva a estar embarazada. Ya era la cuarta ocasin que ella intentaba ser madre, las otras tres frustradas, y l comenzaba a ser mayor, pero en esta ocasin los mdicos decan que todo iba diferente. No obstante, aconsejaban reposo absoluto en todos los aspectos y oraciones.

    Ha llegado un barco. Dicen que trae perfumes y joyas. Bajar hasta el puerto y echar una ojeada dijo Feriare.

    Manda a una sirvienta. Ya has odo los consejos de Khufu. T no debes abandonar palacio.

    Ordenar que los esclavos me lleven en una litera y no me mover para nada.

    Jeti protest, pero ante la insistencia de Feriare accedi y dos esclavos la bajaron hasta el Nilo y la pasearon entre los tenderetes del mercado.

    La llegada de un barco procedente de Men-Nefer siempre representa todo un acontecimiento para los habitantes de la ciudad ms alejada del imperio, que ms al Sur slo cuenta con la vecina Nubia, la tierra de los hombres negros, de aquellos salvajes que no poseen ni refinamientos ni cultura. Por ese motivo el gritero del mercado aumenta sensiblemente con el pregn de las novedades.

    Fertare orden a los esclavos que avanzaran, y las mujeres y los hombres que llenaban la plaza, nada ms ver la litera y reconocer la personalidad de quien viajaba, se hicieron a un lado. Ellos con respeto y ellas con envidia.

    La esposa del nomarca fue despreciando todas las ofertas que los comerciantes le cantaban hasta llegar a las alfombras que Khuta haba desplegado para mostrar los frascos de perfumes y aceites, las joyas, las piedras preciosas y las especias. Entonces hizo una seal para que los esclavos se detuvieran. El comerciante de Men-Nefer abandon de inmediato una cuenta, se acerc a la litera y otorg a Fertare la mayor de las reverencias, mientras con gesto grandilocuente la invitaba a visitar su exposicin. La noble seora, desobedeciendo las rdenes

  • del mdico, abandon la litera y se acerc atrada por los pequeos recipientes que contenan los perfumes. Destap uno y sinti que se escapaba la esencia ms delicada de los ptalos de las rosas con tintes de jazmn y pellizcos de lirio. Nunca haba olido un embrujo semejante.

    Cunto pides? pregunt.

    Dos shats de plata para ti, noble seora.

    Muy caro murmur e hizo un tmido gesto de abandonarlo.

    Tiene el poder de enloquecer a los hombres dijo Khuta con una sonrisa picarona. Unas gotas y tu esposo vivir instantes de eterna felicidad, como si caminara sobre el blanco mar de las nubes que pasean por los cielos y los dioses le concedieran la bendicin del divino placer eterno que slo a ellos les est reservado.

    Dos shats, pero de cobre.

    Khuta era inteligente. No poda discutir con la esposa del nomarca y si ella compraba, las mujeres que permanecan atentas a la conversacin tambin lo haran. De manera que inclin respetuosamente la cabeza y acept el precio.

    A una orden de Feriare, el esclavo que caminaba a su lado pag los dos shats y tom el frasco. Despus la mujer examin algunas joyas.

    Las he trado de Mesopotamia y son de oro finsimo, del ms puro que puedas imaginar... Este anillo ha pertenecido a una hija del poderoso Agga... este otro dicen que posee poderes misteriosos... y el collar que tienes en las manos rodeaba el cuello de una bailarina que embrujaba a cualquier hombre con una sola mirada... Oh! Un brazalete digno de la mueca de una reina... No dejaba de exaltar la calidad de cada objeto que tocaba la mano de Feriare.

    Sin embargo, la esposa del nomarca no encontr nada de su agrado. De manera que se volvi y se dirigi hacia otro tenderete.

    Caminaba distrada, embrujada por los mil y un cachivaches que se le ofrecan a la vista, cuando de pronto tropez con una mesa y cay. Los esclavos reaccionaron de inmediato, apartaron los curiosos y se precipitaron sobre ella. Se haba torcido el tobillo y se quejaba de dolor. La izaron hasta la litera. Jeti les castigara por haber dejado que su ama se levantara. Feriare sinti una punzada en el vientre y se pleg sobre s misma. Unas mujeres se acercaron para ofrecer su ayuda, pero los esclavos las rechazaron. Deban regresar cuanto antes a palacio.

    Entonces apareci Natia, que haba presenciado la escena sentada junto a las alfombras, medio escondida y con el rostro cubierto por una tela que dej caer nada ms levantarse. Antes de que nadie pudiera reaccionar y detenerla, se arrodill junto a la litera, descubri la pierna de Feriare y busc un punto, justo bajo la rodilla, y con el dedo ndice le aplic una ligera presin. Feriare, al ver aquella cara, se asust, pero como la muchacha actuaba con tanta seguridad no la

  • detuvo. Los dos esclavos no saban cmo reaccionar y se quedaron estticos, mudos y temblorosos, mientras algunas mujeres hacan comentarios en voz baja y se espantaban ante la monstruosidad de aquellas facciones.

    Quita de ah, estpida! quiso apartarla Khuta, que haba presenciado la accin de la esclava y se precipitaba sobre ella.

    No se escuch la voz de Fertare, que ya notaba un cierto alivio, y Khuta se detuvo en seco.

    La esclava sigui aplicando el masaje en aquel punto de la pierna y la esposa del nomarca descubri que el dolor desapareca. Luego, Natia tom una cebolla, la cort y la aplic sobre el tobillo, para concluir cubrindola con barro y una venda.

    Cmo te llamas? pregunt Fertare.

    No habla nuestra lengua se avanz Khuta, con una nueva reverencia y una sonrisa comercial. Sin embargo, es muy lista. Es una pobre desgraciada, noble seora, y la llevo conmigo porque sabe cocinar y cura los animales.

    Cul es su nombre? repiti Fertare.

    Natia, seora respondi la esclava.

    Luego, hablas nuestra lengua?

    Poco, seora.

    Sabes? Ya no siento dolor en el tobillo.

    Dos das, seora. Dos das... fuera seal el emplaste de barro e hizo un gesto para dar a entender que tendra que mantenerlo durante dos jornadas.

    Acto seguido, Natia apunt con su dedo ndice el vientre de Fertare. La esposa del nomarca tambin se haba quejado.

    S. Estoy encinta. Sonri Fertare.

    La esclava puso la mano sobre el estmago de la esposa de Jeti, entorn los ojos y escuch con suma atencin, como sola hacer con las ovejas. Finalmente dijo:

    Bien, bien y seal de nuevo el vientre de la mujer.

    Khuta, viendo la sonrisa de Fertare, aprovech la ocasin. Se le acababa de ocurrir una idea

  • para obtener ms ingresos. Alz la voz y pregon:

    Ya te he dicho, noble seora, que es muy lista. No hay nadie en todo Egipto que conozca sus remedios y es capaz de curar cualquier animal. Su sabidura viene de Mesopotamia. Su fama se extiende a lo largo de las riberas del Nilo... Y continu vendiendo la nueva mercanca a todo aqul que quera escucharle.

    Feriare sonri, acarici la mejilla de la esclava, tom un shat de cobre y se lo dio. Luego, orden a los esclavos que levantaran la litera para volver a palacio. No habran andado ni diez pasos cuando se volvi y vio que Khuta ya haba arrancado el shat de manos de la esclava y la apartaba de un fuerte empujn. Entonces, mand a los esclavos que se detuviesen.

    Cunto quieres por ella? pregunt al mercader.

    Oh, noble seora! Se trata de una esclava muy valiosa. Se inclin Khuta en una larga reverencia, mientras asa a Natia por los hombros y la abrazaba. No podra desprenderme de ella con facilidad.

    S, ya me he dado cuenta de que la quieres mucho afirm Fertare con lentos movimientos de cabeza. Tres shats.

    Es muy lista y obediente.

    Tres shats de oro.

    De oro? a Khuta casi se le cort la respiracin.

    Esta misma tarde la quiero en palacio.

    Oh, noble seora! Tus deseos son rdenes, aunque me sabr muy mal perderla porque ya hace mucho tiempo que me sirve y la quiero casi como a una hija. El mercader se inclin an ms, y sigui parloteando y parloteando hasta que la litera desapareci de su vista.

    Tres shats de oro! Los dioses, todos los dioses!, le bendecan. Quin poda imaginar que vendera aquel pellejo? Y por semejante precio!

    Cuando el sol comenzaba a declinar hacia el horizonte el mercader se dirigi a palacio, libr la esclava y recibi el oro prometido a cambio de una mercanca (como deca l) estropeada.

    ooOOoo

  • Natia entr al servicio de la esposa de Jeti. Le hara compaa y procurara que no le faltara de nada y que no hiciera el menor de los esfuerzos. La noble seora orden que le proporcionaran vestidos y que nadie, bajo ningn pretexto, se atreviera a importunarla ni, menos todava, a rerse de su aspecto ni de su cara. Por primera vez la trataban con respeto.

    A partir de aquel instante, Natia, que era obediente y amable, viva pendiente a todas horas de la esposa del nomarca, como un perro a los pies de su ama. Incluso a la maana siguiente, cuando Feriare abri los ojos, lo primero que vio no fueron ni los cortinajes que coronaban su cama ni las columnas del ms fino de los alabastros ni las escenas de jardines pintadas en los muros de la estancia ni la luz del sol que le llegaba a travs del generoso ventanal que miraba al este, sino el rostro de la esclava. Entonces descubri que Natia haba preferido dormir a la puerta de su habitacin que con las otras sirvientas, por si su ama necesitaba algo. Y sinti un gran amor por ella.

    Dos das ms tarde Feriare se encontraba en el jardn, echada a la sombra junto al estanque de nenfares que le proporcionaba un blsamo frente al calor. Una criada se present. De todos era conocida la estimacin que la seora senta por la nueva esclava y aquella mujer no saba cmo explicarle lo que acababa de descubrir.

    Noble seora. La esclava... empez, y baj la cabeza.

    Qu sucede con Natia? pregunt Feriare.

    Me temo que est embarazada respondi la sirvienta, temerosa.

    Pero qu dices? Si slo es una nia! Se levant la esposa de Jeti y la luz del sol hiri sus ojos, que se haban abierto de par en par.

    Noble seora, tengo tres hijos y s muy bien lo que digo. Muy de maana se ha levantado mareada y ha vomitado, los ojos le cantan y cuando se baaba, he visto que la piel de sus pechos est tersa y tirante.

    Cmo es posible?

    La pobre sirvienta encogi los hombros. Ella tampoco se lo explicaba. Con aquella cara que espantaba, quin poda siquiera atreverse a tocarla?

    Ests equivocada an dud Feriare. Haz que venga ahora mismo.

    Natia, asustada, interpret la furia de su seora como la seal que precede al castigo y, cabizbaja y avergonzada no respondi a ninguna de las preguntas del ama. Entonces Feriare llam al mdico, que la examin y confirm las sospechas de la sirvienta. La esclava esperaba un hijo.

  • Apoltronado en el trono de la ms alta autoridad de la provincia, tras interrumpir una audiencia con un sbdito, Jeti escuchaba a su furiosa esposa que hablaba como si ella fuera la ultrajada, en lugar de la esclava. En la sala se hallaban el matrimonio, el mdico y los dos soldados de guardia. Mientras oa el relato, el nomarca pensaba con cierta sorna que, despus de todo, por el precio de una esclava tendra adems un nuevo esclavo. Por qu se quejaba su esposa? Ya era bastante milagro que alguien se hubiera acostado con aquel desastre! Sin embargo, Fertare amaba a Natia porque era dulce como la miel, obediente y abnegada.

    La ley es clara replicaba su esposa. El esclavo pertenece a su seor y puede ser castigado por sus faltas, pero no ha de recibir malos tratos y tiene derecho a denunciarlo.

    Ella no ha presentado ninguna denuncia. Sonri Jeti.

    Cmo quieres que lo haga? Extranjera, en un pas donde no conoce a nadie, ni siquiera conoce la ley ni nada de nada... No te das cuenta que est muerta de miedo? grit Fertare. A una esclava se la puede azotar, pero dejarla embarazada no es ningn castigo.

    Claro que no lo es! ri Jeti. En su caso es un milagro. Si no hay ms que contemplarle la cara. Quin se acostara con ella?

    Debes castigar al culpable.

    Has perdido el juicio? Es una esclava. El amo puede hacer con ella lo que le venga en gana. Qu quieres? Que todos se ran de m?

    Entonces, reclamo justicia. El mercader me ha engaado, me ha vendido una mercanca defectuosa y debe pagar por ello.

    De acuerdo cedi Jeti desesperado, y orden: Id en busca de ese mercader.

    El soldado no tard en encontrar a Khuta, que ya haba vendido toda la mercanca, haba sacado una buena tajada y haba comprado cereales, madera y marfil, pero an no haba abandonado Aswan porque no haba acabado de cargar los barcos.

    Qu quiere de m, el nomarca? pregunt el comerciante, pero no recibi respuesta alguna del soldado. Sus rdenes eran conducirlo a palacio y basta.

    Cuando lleg a presencia de Jeti, el pobre desgraciado no entenda nada de nada. El eunuco

  • Nianjkaf le acompaaba.

    Qu significa eso de que espera un hijo? exclam Khuta, desorientado.

    Pues que est embarazada respondi Jeti. Lo quieres ms claro?

    Es imposible. Estall en carcajadas el mercader. Nianjkaf la vigil durante todo el viaje desde Mesopotamia; en casa estuvo bajo la tutela de mi esposa; durante la travesa por el Nilo no abandon ni un instante el barco; y aqu, en Aswan, nicamente ha salido para venir a palacio.

    Y...?

    El todopoderoso Jnum, creador del universo, sabe que no miento, noble seor. De pronto, el mercader palideci. No creers que yo...? Nianjkaf no la perdi de vista ni un momento. Es imposible. Cmo puedes pensar, noble seor, que ni siquiera la mirara? Quin se atrevera a tocarla? Yo, no! Lo juro por todos los dioses. Pero, T le has visto la cara?

    Entonces ha sido l seal Jeti al eunuco.

    Yo? se puso a temblar Nianjkaf y se volvi hacia su amo. Cmo... cmo... cmo puedo haber sido yo, seor? Yo no... Hizo un gesto harto significativo, mirndose las partes bajas. Pregntale a ella.

    Y cmo lo hago, si casi no habla nuestra lengua? replic Jeti. Su vocabulario no da para ms de cuatro palabras.

    Pongo a Jnum por testigo que digo la verdad se defendi Khuta. Lo juro por lo ms sagrado de este mundo, por todos los dioses. Que no alcance la eternidad si miento.

    Devolvers los tres shats de oro a mi esposa y te llevars de aqu la esclava sentenci Jeti.

    No! grit Feriare. Natia es ma y l ha de pagar la manutencin del nio. Diez debens de oro.

    Diez debens de oro? de nuevo se qued blanco Khuta. Diez debens de oro por una estpida que no vale nada?

    Lo ves? Ha confesado su culpa. Me ha estafado y debes cortarle la mano. Feriare se levant y aadi: y si no lo haces, Aswan se reir de ti y abandon la sala.

    Mujeres embarazadas! exclam Jeti. Todas se vuelven locas! Se dirigi al mdico y pregunt: Qu puedo hacer ahora?

  • Khufu encogi los hombros y dijo:

    El mercader ha invocado la justicia de Jnum. Pues que sea l quien decida.

    S afirm Jeti con la cabeza. Era una buena idea. Conducidlos al templo y que el dignsimo Merenra encuentre la solucin.

    Al da siguiente, a primera hora, Natia, Khuta y Nianjkaf fueron conducidos a presencia de Merenra, sumo sacerdote de Jnum, que escuch las palabras de Feriare y las del mercader. Despus orden desalojar la sala y habl a solas con el mdico.

    Cundo nacer? pregunt Merenra.

    Si no fallan los clculos, dentro de seis meses respondi Khufu.

    Merenra se levant y se acerc a la ventana, desde donde poda divisar el puerto. A l poco le importaba si la esclava era virgen, si Khuta haba dormido con ella, si el padre era un soldado o si la haban dejado embarazada los mismos dioses. Pero como Feriare era la esposa del nomarca de aquellas tierras...

    Que venga Khuta orden.

    El mercader entr de nuevo en la sala y se acerc tembloroso.

    Son tuyos aquellos barcos? pregunt Merenra sealando el puerto.

    Khuta dirigi sus ojos hacia donde apuntaba el dedo del sumo sacerdote. Haba cuatro naves. Tres cargaban y otra permaneca quieta.

    Slo dos son mas. Mejor dicho: el cargamento es mo.

    Y qu llevan?

    Uno, madera y marfil. El otro, cebada, trigo y avena.

    Merenra le dio la espalda con estudiada lentitud, baj los tres escalones de la terraza, entr en la sala de visitas y se tom su tiempo para encontrar las palabras adecuadas. Saba que aquella estancia de techos altos impona respecto y temor, y que el comerciante, aunque procuraba no manifestarlo, ya haca un buen rato que no dejaba de temblar por dentro. De pronto, se detuvo y le mir directamente a los ojos.

    Qu prefieres: la mitad del grano o perder una mano?

    El desgraciado empez a sudar a mares, se mir la mano y no necesit demasiados clculos

  • para contestar.

    Si Jnum en su infinita bondad da una seal de mi inocencia, la mitad del grano ser tuyo, dignsimo seor.

    Mo, no sonri Merenra. De Jnum puntualiz.

    Merenra orden salir a Khuta y volvi a llamar al mdico.

    Cmo va el embarazo de la noble Feriare?

    Bastante bien dignsimo seor. Creo que esta vez no habr ningn problema. La semilla ha prendido con fuerza y la criatura lucha por su vida. Adems, esa esclava cuida de su seora como nadie.

    A la maana siguiente, Merenra llam a Feriare y Jeti, que se presentaron de inmediato, y tambin hizo venir al mercader, al eunuco y a la esclava.

    Esta noche he tenido una visin dijo el sumo sacerdote. Jnum me ha hablado en sueos. He visto una mujer que amamantaba dos criaturas se volvi hacia Feriare: Que hayas encontrado esta esclava es un mensaje divino. Los dioses quieren que tu hijo nazca vivo.

    Entonces, soy libre? sonri Khuta.

    S, pero en prueba de tu buena voluntad devolvers los tres shats de oro.

    Pero si soy inocente, por qu tengo que pagar?

    No eres el nico que pierde sentenci Jeti, sumamente enfadado con todo aquel estpido asunto. Si es una seal de los cielos, significa que la vida del hijo de la esclava queda sujeta por siempre jams a la vida de mi hijo. Se volvi hacia Feriare. Si nuestro hijo nace vivo, el hijo de la esclava vivir. Si nuestro hijo muere, los dioses permitirn que tome venganza en las vidas de la esclava y de su hijo.

    As ha hablado Jnum, y sta es la justicia de los dioses confirm Merenra.

    Escriba, toma nota orden Jeti, y el escriba se sent en el suelo con una tabla de barro y un punzn y escribi: La vida de la esclava y de su hijo quedan, por siempre jams, ligadas a la vida de mi hijo que ha de nacer. Si mi hijo muere, ellos tambin morirn.

    Khuta pag los tres shats a Feriare y Merenra contempl con alegra que los graneros del templo se llenaban y cmo su sabidura era cantada por todas las voces de Aswan.

    Natia, que empezaba a comprender la lengua de aquellas tierras, conoci la sentencia que

  • penda sobre su cabeza y cada maana rezaba a todos los dioses por la buena salud de Feriare. Deseaba seguir viva y amaba el fruto de una noche en el desierto a oscuras con un esclavo de quien no conoca ni el rostro ni el nombre. Era lo nico que poda considerar exclusiva y enteramente suyo, la nica ocasin en que un hombre la haba tocado, y los dioses haban dictado que tuviera descendencia para que, una vez muerta, alguien perpetuase su memoria.

    Durante las semanas venideras los cuerpos de ambas mujeres fueron cambiando da tras da. Sus vientres se abultaron, los pechos crecieron y una vida comenz a moverse en su interior mientras las aguas del Nilo discurran con parsimonia.

    Meses despus Natia dio a luz un precioso nio, al que pusieron por nombre Sedum. Jeti le mir y contempl el vientre de Feriare, a punto de reventar.

    Tres semanas ms tarde, Fertare tambin se puso de parto. Acudieron los mdicos y, aunque hicieron todo lo imaginable para conservarle la vida, no pudieron evitar que ella muriera. Sin embargo, el nio naci vivo y sigui con vida, y le pusieron por nombre Jian. Y Natia sobrevivi y amamant a dos criaturas: el noble y el esclavo.

    La prediccin de Merenra se haba cumplido.

  • CCaappttuulloo 22

    SSEEDDUUMM

    Sedum naci egipcio. Esclavo, naturalmente, pero egipcio al fin y al cabo. Durante unos aos fue el juguete de Jian. Siempre tena que estar disponible para el hijo del noble Jeti. Dorma a los pies de su cama, en los juegos segua sus instrucciones y en las peleas, aunque era ms fuerte, inevitablemente perda, porque otro resultado no convena a la vanidad de su joven seor.

    Natia cuidaba de ambos nios y amaba a Jian como a su propio hijo. El recuerdo de la nica persona que la haba tratado bien ocupaba una amplia parcela de su memoria. La muerte de Feriare haba arrancado astillas de dolor a su corazn y un torrente de lgrimas de sus ojos, que se convirtieron en devocin hacia el hijo de la que haba sido su protectora. Durante los primeros aos la esclava vivi enteramente dedicada a Jian, sin quitarle nunca la vista de encima. En su cerebro permaneca perpetuamente presente y viva la orden de Jeti. La vida de Sedum est ligada por siempre jams a la vida de mi hijo Jian. Y haba procurado educar a Sedum, desde el instante en que fue capaz de entenderla, para que se convirtiera en guardin de su seor. Y el nio, que era inteligente y despierto como una gacela, capt enseguida cul era su cometido en esta vida y lo asumi a las mil maravillas.

    Una maana los dos nios (tenan cinco aos) se encontraban en una de las dependencias de palacio que serva de patio de juegos. Jian empez a remover el fuego que arda a los pies de la imagen del dios Jnum, patrn de aquellas tierras, mientras Sedum padeca y le rogaba que no lo hiciera, pero su joven seor no le escuchaba. De pronto unas brasas saltaron, cayeron al suelo, rodaron y prendieron en las cortinas. Sedum apart a Jian, y los sirvientes, alertados por sus gritos, acudieron a sofocar el incendio.

  • Cuando Jeti supo lo ocurrido, llam a su hijo y le interrog.

    No s qu ha sucedido explic el nio, con cara de inocencia. Yo estaba all, sentado, y Sedum jugaba con el fuego que arde a los pies del altar de Jnum minti. No s cmo, todo ha ardido y me he asustado. Luego han venido los criados y han apagado el incendio.

    Entonces, Jeti mand venir a Sedum. El esclavo baj la cabeza y no contradijo ninguna de las palabras de Jian. No poda culpar a su amigo, presente, que le miraba con ojos amenazadores.

    Maana irs a los campos a trabajar con los obreros sentenci el nomarca.

    Aquella noche Natia escuch los sollozos de su hijo y conoci la verdad. No poda permitir que le castigaran envindole a trabajar al campo. Era tan slo un nio y su cuerpo no soportara aquel infierno bajo un sol de justicia. De manera que la esclava fue a hablar con Jeti y le cont la verdad de lo sucedido.

    No quera hacerlo. Ha sido un accidente confes finalmente Jian. Crea que te enfadaras mucho y como Sedum slo es un esclavo...

    Bien dijo Jeti. No ir a trabajar con la gente del campo, pero recibir diez latigazos.

    Pero, noble seor, mi hijo es inocente. Se sorprendi Natia. Incluso ha protegido a tu hijo insisti.

    Su vida est ligada a la de Jian. As est escrito. Todos los castigos que merezca Jian, los sufrir l.

    Y por ms que la esclava rog e intent razonar con Jeti, no hubo nada que hacer. Sedum recibi los diez latigazos y la piel de su espalda se cuarte y se cubri de sangre.

    Aquella noche, mientras Natia curaba las heridas de su hijo, con lgrimas en los ojos le aleccion.

    Debes obedecer y olvidar que tambin tienes tu orgullo le dijo, con rabia. El esclavo no piensa en voz alta, sino que vive en su interior. All eres libre y nada ni nadie puede entrar. A partir de ahora, observa, escucha y calla. Pero, recuerda: cuida de Jian, porque tu vida depende de la suya.

    Madre, yo no poda hacer otra cosa respondi el nio entre llantos. Si me hubiera opuesto, Jian habra ordenado a los sirvientes que me castigaran. Siempre lo hace.

    Hijo mo, ten paciencia y no olvides que debes luchar, porque un da sers libre, y tus hijos, y los hijos de tus hijos tambin. Por siempre jams. Me lo prometes?

  • Te lo juro, madre. Por todos los dioses. Un da ser libre y vendr a buscarte.

    Cuando cumpli siete aos, el heredero del nomarca Jeti comenz su instruccin tal como corresponda a su alta condicin. Pero, al contrario que los hijos de los dems nobles, no fue a la escuela sino que Jeti decidi traer dos escribas de Jemenu. Haba tardado mucho tiempo en conseguir descendencia y mimaba aquel mocoso en exceso. Sedum permaneca sentado all cerca, en un rincn, quieto y callado, y, como se aburra horrores, empez a prestar atencin a las explicaciones.

    Lo ves? deca el instructor. Escribe en la tabla de barro. Alargaba el punzn a Jian. Uno ms uno hacen dos, dos ms uno son tres, tres ms uno son cuatro... Y Jian asenta distradamente mientras su imaginacin se perda en fantasas y no escuchaba, obligando al escriba a repetirlo todo un montn de veces. Dos ms dos dan cuatro, dos ms tres hacen cinco... Y Sedum empez a garabatear lneas en el suelo mientras repeta en su interior las palabras del escriba. Una lnea une dos puntos, dos lneas forman un ngulo, tres lneas dibujan un tringulo... Y Sedum descubri que el tringulo tiene tres ngulos.

    Cuando conclua la instruccin se iniciaba de nuevo el juego. Jian corra y Sedum le segua, pero el esclavo, llegada la noche, soaba con ngulos, nmeros y signos de escritura, plantendose multitud de preguntas y buscando la respuesta en su interior. En aquellos das el nio esclavo aprendi mucho, sobre todo a pensar, a plantearse numerosos interrogantes y a encontrar respuestas donde nadie las buscara.

    As transcurri el tiempo. Jeti volvi a casarse y tuvo ms hijos. Mientras, Jian creci, y Sedum tambin, a su lado, procurando servirle y teniendo mucho cuidado de que nada malo le sucediera, y se convirti en un muchacho responsable y muy despierto, mucho ms de lo que le corresponda por su edad. Y as fue hasta que un da el noble Jeti fue consciente de que su hijo primognito alcanzaba la edad en que hay que olvidar los juegos infantiles y pasar a la accin. Entonces se pregunt qu poda hacer con el joven esclavo.

    Los campos de cultivo necesitaban de ms brazos y Sedum despuntaba como un muchacho fuerte y vigoroso. De manera que el nomarca tom la decisin de enviar a Sedum con los dems obreros cuando su hijo cumpliera aos.

    Una maana, padre e hijo hablaban. Jeti mostraba a Jian las cuentas y procuraba explicarle cmo anotar las cifras y controlar que no le engaasen en las negociaciones. Sedum se encontraba cerca como siempre, sentado en un rincn, y escuchaba. l siempre escuchaba, siguiendo las instrucciones de su madre, mirando hacia un lado como si nada le interesara, pero con los odos bien dispuestos.

    Hay un error en la tercera suma dijo de pronto, y ambos, padre e hijo, le miraron sorprendidos.

    Dnde? pregunt Jeti con una amplia sonrisa en sus labios que denotaba su incredulidad.

  • Sedum, asustado por haber roto una norma de oro y haber tenido la osada de abrir la boca ante su amo, se levant del suelo y se acerc. Ya era demasiado tarde para rectificar y no tena ms alternativa que sealar el error. Entonces, Jeti le orden corregirlo. Con mano temblorosa, tom el punzn y rehzo la suma sobre la tabla de barro.

    Era cierto. Haba un error.

    Aquel da Jeti hizo un gran descubrimiento. nicamente escuchando, sentado en un rincn y olvidado de todos, Sedum haba sido capaz de asimilar las enseanzas de los escribas mejor que su propio hijo. Y comprendi que haba sido una inmensa fortuna que todava no lo hubiera enviado a trabajar al campo.

    Sedum no engros las filas de los hombres que cultivan la tierra, sino que fue destinado a controlar las cosechas. Jeti era inteligente y capt de inmediato que le sera de mayor utilidad con la cabeza que con los brazos. Y as transcurrieron los aos y Jeti le otorg su confianza, aunque no la libertad, porque el nomarca era muy astuto. Demasiado como para perder un sirviente tan valioso y sin que le costara nada, excepto la comida y el vestido. Y Sedum haba aprendido mucho de su madre. Demasiado como para no saber mostrarse humilde y comprender que su hora, tarde o temprano, llegara y que la paciencia es una virtud que ha de formar parte del bagaje de un esclavo.

    ooOOoo

    En Egipto las leyes son claras y estn escritas. Quien sabe leer puede conocer la ley y quien conoce la ley puede interpretarla y quien la interpreta est por encima de los dems aunque sea esclavo. Por eso, Sedum se aplic an ms y aprendi a leer correctamente, a interpretar los jeroglficos y todo aquello que los escribas quisieron ensearle por orden de Jeti (no por propia voluntad) y en muy poco tiempo el esclavo fue capaz de memorizar los casi ochocientos signos que constituan el sistema de escritura y aprendi a situarlos correctamente.

    Durante aquel tiempo Natia enferm de fiebres. Los mdicos no encontraban remedio y Sedum contempl con dolor que aquel cuerpo que le haba dado la vida se deterioraba rpidamente y que aquellos ojos que rebosaban amor en cada mirada se apagaban da tras da, hora tras hora, de instante en instante. Finalmente, la esclava llam a su hijo y le dijo:

    Sedum, hijo mo, jrame una vez ms por todos los dioses que un da t sers libre, y tus hijos, y los hijos de tus hijos, por siempre jams le exigi casi con el ltimo aliento.

    Te lo juro, madre afirm Sedum con la cabeza, mientras los ojos se le inundaban de lgrimas. Pero t... Estars conmigo?

  • Siempre estar en tu interior. Por esa razn necesito que tengas hijos y que sean libres. Entonces yo tambin lo ser.

    S, madre.

    Busca el documento en el que Jeti redact que tu vida depende de la de su hijo y destryelo. Has comprendido?

    Lo har, madre. Por todos los dioses, que lo har.

    Aquella misma tarde muri. Fue una gran mujer. Como ha habido pocas. La ms hermosa entre todas, lloraba Sedum, porque su belleza era interna y viva en un mundo donde nada ni nadie puede destruirla. Naci libre y muri esclava, pero nunca perdi la esperanza de que Sedum llegara algn da a hacer el camino inverso, aunque tuviera que transgredir todas las leyes humanas. Su padre se haba rebelado contra la injusticia y haba huido. No conoca su nombre, ni siquiera le haba visto el rostro, pero debi de ser fuerte y hermoso porque poda ver su imagen en su hijo, y tambin debi de ser rico internamente porque buscaba la libertad, el ms preciado de todos dones, y su recuerdo sera eterno.

    La esclava fue enterrada en una pequea tumba, un agujero en el suelo sin ninguna seal, y slo Sedum y dos sirvientas lloraron su prdida. El noble Jeti no tuvo ni una palabra de recuerdo para ella y Jian encogi los hombros y exclam:

    Pobre mujer! Era muy servicial.

    Desde entonces, el joven esclavo se aplic ms y ms y se convirti en una pieza clave para la economa de aquella casa. Controlaba miles de auras de tierra, dominaba perfectamente el khar, la unidad de intercambio, y cerraba tratos con los mercaderes obteniendo substanciosos beneficios para su seor, convencido que Jian, su amigo y futuro amo, le concedera la libertad cuando muriera el noble Jeti.

    Hijo, Sedum es inteligente, hbil con la palabra y despierto con los nmeros. Apyate en l y escchale. Te servir como a m dijo Jeti un da a su hijo Jian. No le pierdas jams.

    Sedum oy aquellas palabras. Nunca sera un hombre, porque ni Jeti ni Jian jams le concederan la libertad. Un esclavo ha de ser inteligente, ms que su seor, porque la vida te despierta. Eso ya lo haba aprendido de su madre. Y todava haba aprendido ms, mucho ms. Sedum haba aprendido a moverse entre intereses contrapuestos, a no pronunciarse nunca, excepto cuando las circunstancias le obligaban, a quedarse quieto, a escuchar atentamente, a pensar y a callar. Jian le estimaba porque Sedum siempre le ceda la iniciativa o, mejor dicho, le comunicaba las cosas de tal forma que pareca que era Jian quien tomaba las decisiones. Tener a Sedum a su lado era disfrutar de dos ojos ms. Aquello que l no distingua, el esclavo lo vea; aquello que l no discurra, Sedum lo adivinaba; la palabra que l no encontraba, se la susurraba al odo cuando nadie les observaba. Pero, algn da..., no dejaba de pensar el esclavo.

  • ooOOoo

    Sedum acababa de cumplir diecisis aos cuando los nubios llegaron desde el Sur y cayeron sobre Aswan. Ya haca algn tiempo que se rumoreaba que preparaban alguna accin, pero l andaba demasiado atareado y no prestaba atencin a las comidillas; Jian no quiso escuchar a los mensajeros y Jeti era demasiado viejo y empezaba a desvariar.

    Aquella maana Sedum haba ido al campo con los obreros. El sol todava no haba alcanzado el cnit cuando contempl que las llamas se alzaban en el horizonte y se asust. Abandon los campos de cultivo, ech a correr hacia la ciudad y lleg cuando toda resistencia haba sido vencida.

    En el instante de cruzar las puertas el espectculo que se le ofreci era estremecedor. En Aswan todo andaba patas arriba; las calles aparecan cubiertas de cadveres, los techos de las casas humeaban, las paredes de adobe amarillo estaban manchadas de sangre, las mujeres huan aterradas con sus hijos en brazos, corriendo hasta que eran atrapadas por aquellos salvajes que las revolcaban por el suelo, las sometan a todo tipo de ultrajes y descuartizaban las criaturas ante sus ojos tras haberlas posedo.

    Sedum se escabull en mitad de la confusin, recorri las calles y las plazas agazapado entre las cisternas y los cestos del mercado, sucio, procurando confundirse con la algaraba, hasta que consigui alcanzar las puertas de palacio. En su cerebro repicaban las palabras de su madre. Tu vida depende de la vida de Jian.

    Desde el lugar en que se encontraba cerca del templo, Sedum vio que Jeti era ejecutado, ahorcado en la terraza con todos sus hijos. Jian quiso resistirse y le molieron a palos. Las dos esposas del nomarca fueron quemadas vivas frente a la casa, mientras el esclavo contemplaba el horrible espectculo con rabia, impotencia y dolor. De pronto, un pensamiento acudi a su mente, record la tabla de barro que le haba mencionado su madre y entr en palacio para dirigirse a la biblioteca. Nadie le vio. Revolvi deprisa entre las estanteras, y encontr el documento. Lo tom y sali de nuevo, pero dos nubios le descubrieron y le persiguieron.

    Despavorido ante el horror escap, alcanz el mercado y se col por los patios saltando los muros. Escuchaba a sus espaldas las voces de los dos nubios que se preguntaban dnde poda haberse escondido. Poco despus ech a correr hacia el templo. nicamente haba estado en una ocasin, pero conoca la existencia del pasadizo que haba detrs de la estatua de Jnum. All se escondi, implorando la proteccin del dios de la creacin, y all permaneci agazapado bajo la imagen del carnero cubierto de plumas que sostena el disco solar entre sus astas, sin alimento, sin agua, casi sin esperanza, muerto de miedo, confiado que nadie encontrara la pequea puerta bien disimulada que daba paso al subterrneo donde los sacerdotes guardaban los objetos del culto. Bien abrazada contra su pecho conservaba la tabla de barro y cuando se sinti a cubierto y

  • ms tranquilo la hizo trizas, hasta que qued reducida a polvo para que nadie, nunca ms, pudiera leer una orden escrita aos atrs y que era la viva representacin de la injusticia.

    Sera incapaz de decir cunto tiempo se qued quieto, temblando y rezando, rodeado por el perfume del senether, el incienso que empleaban los sacerdotes para elevar su espritu y comunicarse con Jnum. Tan slo poda escuchar los gritos y el ruido de aquellas bestias con forma humana que vivan una orga criminal. Haban entrado en el templo y se llevaban consigo cuantas riquezas encontraban a su paso. nicamente respetaron la estatua de Jnum, porque la asimilaban a Dedum, su dios de la creacin. Finalmente, sediento, muerto de hambre y agotado por la tensin, los prpados se le cerraron y los sonidos desaparecieron.

    Haca ya un buen rato que todo permaneca en silencio cuando de pronto unos murmullos le despertaron. Alguien abra la puerta del subterrneo. Oscuro como estaba, la luz de la antorcha le ceg. No poda distinguir quien llegaba, tan slo poda ver el reflejo del cobre de las espadas bien dispuestas para herir, y se acurruc en un rincn. Iba sucio a causa del barro y del humo.

    Quien entr en primer lugar le descubri y levant el brazo para descargar el golpe mortal. Sedum contempl unos instantes el filo de la espada y cerr los ojos resignado. Qu ms poda hacer?

    Quieto! se escuch una voz, y el esclavo abri los prpados.

    La figura de un hombre se interpona entre la espada y su cuerpo. Era alto y delgado. Tena la cabeza rapada, incluso las cejas, y sus ojos mostraban una mirada penetrante. Vesta una falda blanca con pliegues en la cintura que le llegaba hasta los pies y calzaba sandalias de hojas de palmera tintadas de blanco.

    Quin eres? pregunt aquel hombre.

    Sedum, contable de Jeti.

    El hombre le ayud a levantarse y entonces el joven esclavo pudo ver con ms detalle el rostro de su salvador. La mirada era ms penetrante de lo que haba imaginado en un principio. Casi se atrevera a decir que brillaba un tinte de crueldad en ella. Detrs entr otro hombre y los soldados se apartaron a su paso y se inclinaron con reverencia y respecto. Tambin lo hizo quien acababa de librarle de la espada del soldado.

    Qu habis encontrado?

    El contable de Jeti dijo quien le haba perdonado la vida.

  • Sedum alz los ojos para mirar el recin llegado. Entonces descubri el escarabajo real, distintivo de los parientes del faran y lo ms nobles dignatarios, que colgaba del cuello de aquel hombre. Baj de nuevo la vista y se arrodill.

    Dnde est el nomarca Jeti? pregunt el recin llegado.

    Oh gran seor!, que Jnum guarde por toda la eternidad... dijo Sedum.

    Basta! le cort. Responde a mi pregunta.

    Todos han muerto, gran seor. Los nubios les han asesinado.

    Matad a todos los prisioneros orden el hombre. Que no quede nadie con vida. Pero matadlos lentamente y colgad sus cuerpos bien altos para que puedan verlos desde cualquier parte.

    Qu hacemos con l, noble Snefr? dijo un soldado, sealando el esclavo.

    Que decida el digno Ramosi. l le ha perdonado la vida.

    Ahora el esclavo ya conoca el nombre de su benefactor y se postr a sus pies. Snefr abandon el pasadizo y los soldados le siguieron, dejndoles solos.

    Esta tarde al ponerse el sol ven a palacio. Entonces decidir qu hago contigo dijo el sacerdote, y tambin sali de all.

    Llegada la noche Sedum se present en palacio. Ramosi le esperaba en la sala de audiencias, ahora con las paredes ennegrecidas por el humo despus de que el fuego hubiera arrancado toda la riqueza de sus ornamentos y convirtiera la abundancia en miseria, destruyera todos los muebles y dejara nicamente pobres vestigios de los grandes cortinajes que haban protegido sus moradores de la luz y del calor del sol.

    Durante la tarde el esclavo no haba perdido el tiempo. Se haba informado de quin era Ramosi: uno de los grandes sacerdotes del templo del sol en Iunu, que siempre acompaaba los ejrcitos para darles su bendicin y rogar la proteccin de Ra. Tambin le haban explicado que toda la familia y todos los sirvientes de Jeti haban muerto.

    Durante horas Sedum haba meditado con atencin cada una de las palabras que deba pronunciar. Jnum le haba concedido su gracia y los nubios no descubrieron la pequea puerta que se esconda tras el altar. Aquello era una seal. Como tambin lo era que todos aquellos que

  • podan testificar que era un esclavo haban muerto o huido y la mayor parte de los documentos haban sido destruidos o quemados. Representaba su gran oportunidad para cumplir la promesa hecha a su madre a los pies del lecho mortuorio. Lo vio enseguida, con la misma claridad que nos otorga la luz del sol.

    Quin puede testificar que eres Sedum, uno de los contables de Jeti? le pregunt Ramosi, sentado en una de las repisas de aquella sala entristecida por la ausencia de colores.

    No lo s, digno seor. No creo que quede mucha gente con vida. Pero te lo puedo demostrar respondi el esclavo, arrodillado.

    Veamos tus pruebas.

    Sedum no se amedrent y le proporcion toda clase de datos y detalles sobre las cosechas, los almacenes, las cuentas, la cantidad de obreros y mil y un aspectos que el sacerdote tom como la prueba de las afirmaciones del joven.

    Dnde estabas cuando han atacado los nubios? le pregunt.

    En el campo, controlando la recoleccin.

    Y por qu has vuelto?

    No lo s a ciencia cierta, digno sacerdote. Ha sido un impulso. Despus, cuando he llegado a las puertas de palacio y he contemplado horrorizado que todos estaban muertos y que el fuego devoraba la ciudad, me he asustado y he corrido a esconderme en el templo explic el esclavo con sinceridad. He credo que era el nico lugar que no quemaran, porque ellos adoran Dedum y lo identifican con Jnum, dios de la creacin.

    Eres inteligente. Si me hubieras dicho que habas regresado para luchar, estaras muerto, porque nadie ha sobrevivido, Verdad? dijo Ramosi, alzando una ceja, y Sedum baj la cabeza, asinti y comenz a temblar. Sin embargo has hablado con sensatez y has dicho la verdad. Sonri el sacerdote, y orden salir a los guardias y dejarles solos. Entonces volvi a hablar. Qu puedo hacer contigo, con un esclavo?

    No soy un esclavo, seor replic Sedum de inmediato y mir directamente a Ramosi a los ojos desafindole.

    Si fueras un contable no vestiras as. Sonri el sacerdote.

    Es la ropa que he podido encontrar para que los nubios no reparasen en mi persona, gran sacerdote.

    Ramosi se levant y Sedum se postr de nuevo, escondiendo el rostro.

  • Te arrodillas como un esclavo insisti el sacerdote.

    Cmo podra un esclavo saber leer, escribir y contar? Si me arrodillo ante ti es porque siento respeto, agradecimiento y veneracin por quien me ha salvado la vida. Y rezar a Ra para pedirle que otorgue todas sus bendiciones a mi salvador.

    Siempre tienes respuesta para todo?

    Es el trabajo de un contable, tener respuesta para todo, digno seor.

    Ramosi sonri de nuevo.

    Qu crees que debera hacer contigo? le pregunt.

    Soy un buen contable. Si me tomas a tu servicio...

    Ya tengo demasiados contables en el templo. Y no me gusta cobrar los servicios poco a poco. Prefiero que me paguen las deudas de una sola vez.

    Pdeme lo que quieras y, si est en mis manos te lo pagar. Dijo Sedum levantando la mirada.

    Lo dejaremos as. Ya te comunicar el precio y la forma de pagarlo cuando llegue el momento. Por ahora, t slo has de tener muy presente que me debes la vida. Su sonrisa se hizo ms ancha y aadi, en voz baja: Y, posiblemente, la libertad.

    Gracias, digno Ramosi. Se postr de nuevo Sedum. Te doy mi palabra de que nunca tendrs la menor queja de m y rogar a Jnum para que te guarde de todo mal y te conceda larga vida y todas sus bendiciones.

    Es as como Sedum inici una nueva vida lejos de los campos de cultivo y... en libertad. Y todo porque el faran Huni s haba escuchado los rumores sobre un ataque de los nubios y haba enviado un ejrcito al mando de su yerno Snefr, que lleg por el Nilo hasta las puertas de Aswan e hizo huir a los atacantes. Sin embargo, los supervivientes se podan contar con los dedos de la mano y Sedum haba ganado su libertad.

  • CCaappttuulloo 33

    LLOOSS HHOOMMBBRREESS PPRRUUDDEENNTTEESS

    Sedum nunca haba abandonado Aswan y su mundo se reduca a aquella ciudad y a los campos de cultivo. Lo ms lejos que haba llegado era al pie de la primera cascada, la que seala el inicio del territorio de los hombres negros. Aparte de aquellas tierras cuanto conoca era por referencias, extrado de las conversaciones con los mercaderes que llegaban en los barcos, por haber ledo alguna cosa o por haber visto algn mapa.

    El viaje por el ro le descubri la grandeza del imperio de la unin del Alto y del Bajo Egipto, de todas las tierras del Nilo, desde la primera cascada hasta el mar, bajo los designios del gran Huni, faran de la tercera dinasta, hijo de Djser, fundador del nuevo reino y morador de la mayor y ms magnfica de las tumbas de todos los tiempos. Das y das navegando durante los cuales el paisaje cambiaba para dejar atrs las tierras rojas y adentrarse en las tierras negras, que as es como llaman a las extensas reas que se cubren de agua durante la crecida del Nilo con la llegada del akit, la estacin de las inundaciones.

    Despus, en esas mismas tierras germinan las semillas durante el peret, para, finalmente, entrar en el perodo del shema, momento de la siega, y caer en la secada para aguardar de nuevo la llegada de la estrella Sirio, que marca el inicio del ao.

    Todo eso l ya lo saba, porque desde haca tres largos aos tena a su cargo los cultivos. Mediante ese ritual que se repite ao tras ao, Hapy, (el dios hermafrodita del Nilo) aliado con Ra (el poder del sol) otorga a Egipto el alimento en forma de trigo, cebada y avena y permite a sus habitantes extraer los aceites, arrancar el vino de la uva y obtener la cerveza y el shedeh, la bebida rojiza y espiritosa que alegra las fiestas. Y mientras los graneros se llenan comienza la

  • recogida de cebollas, pepinos, ajos, lechugas y puerros.

    Hapy es magnnimo con las tierras del Nilo y el desierto tambin ofrece sus frutos en forma de dtiles al tiempo que los jardines proveen de higos. Los rebaos son abundantes y el pueblo puede escoger entre los cerdos, las vacas, las cabras, los patos y las ocas. Es un pas rico, surgido de los tiempos remotos y levantado gracias al trabajo y sobre todo a la imaginacin. Sus vecinos envidian incluso la caza que las tierras interiores regalan con liberalidad, desde el avestruz hasta las liebres, pasando por la gacela y los antlopes. Pero Hapy todava ofrece ms: los peces y, de vez en cuando en las tierras altas, algn hipoptamo, mientras que el desierto regala la aventura de la cacera de algn animal salvaje y poderoso, como el len, con el que slo se enfrentan los ms valientes.

    En Abudu el barco se detuvo unas horas y en Tebas permaneci un da entero. Cada ciudad era ms rica que la anterior, como si el Norte fuera el indicador de la flecha que marca la subida de la fortuna, y Sedum lo contemplaba todo con los ojos del joven que descubre la inmensidad de la vida por primera vez. Jardines como nunca haba visto, calles y avenidas guardadas por esfinges y coronadas por palacios y templos mucho mayores y suntuosos que en Aswan.

    La ltima escala fue Jemenu, centro cultural de Egipto y casa de Thot, dios de la sabidura, patrn de los escribas y protector de los sacerdotes. Pero su objetivo era Men-Nefer, porque haba conseguido que Snefr se fijase en su persona y le ofreciera un puesto de contable a su servicio. Sedum estaba contento, aunque no era ajeno a que algo tena que ver que Ramosi, su gran benefactor, hubiera hecho un comentario favorable sobre l.

    Antes de llegar a su destino el barco pas por delante de Sakkar y Sedum pudo contemplar, atnito y maravillado, la tumba de Djser, el padre de Huni, suegro de Snefr. Aquella que fue diseada y construida por el gran arquitecto Imhotep, una leyenda, casi un dios.

    Sedum haba ledo algo sobre Imhotep cuando estudiaba geometra y saba que l substituy el adobe, de barro y arcilla con paja, por la piedra. Este descubrimiento le haba permitido concebir un conjunto de mastabas superpuestas que se converta en escalera gigante que apuntaba hacia el cielo. All reposaba el cuerpo de Djser y estaba contenido su ka, el alma inmortal, el espritu, por toda la eternidad.

    El barco entr en Men-Nefer y enfil el ancho canal que permita cruzarse dos naves y que constitua la puerta de entrada a la red de canales que distribua el agua por todos los palacios de los nobles en una gigantesca obra de ingeniera que dejaba boquiabierto al visitante. Sedum contempl aquella magnificencia, nunca soada, y las calles llenas de gente, mucha ms que en cualquier otra ciudad. Su vista se perda entre la gran extensin de casas de una sola planta que bordeaban las aguas y, de trecho en trecho, se extasiaba con los altos muros de algn templo que sobresalan por encima del ocre de las paredes y mostraban la rica policroma que decoraba cada rincn. Despus, el barco enfil un canal secundario y atrac en el puerto que daba enfrente mismo de una avenida que acababa en una plaza cuadrada donde se ubicaba el mercado principal, enorme y rico y con todo tipo de mercaderas.

    El joven desembarc y el bullicio y el gritero le aturdieron, obligndole a caminar como un

  • idiota que tropieza con las paradas y se topa con los viandantes que le empujan y se lo quitan de encima como si tratara de un apestado, tomndolo por un pedigeo sucio y con un saco a las espaldas.

    Aquel espectculo, magnfico y sobrecogedor, continuaba mucho ms arriba y el joven enfil la larga avenida que se adentraba en la ciudad y se perda entre una multitud que discuta y regateaba los precios. Finalmente, consigui que una mujer le indicara el camino y se dirigi hacia su destino: el barrio de los nobles y las casas elegantes.

    Cuando lleg, la escena que se le ofreca a los ojos era completamente distinta. Los canales seguan paralelos a las avenidas principales, que ya no estaban pobladas por los gritos y la algaraba, sino que permanecan en silencio, flanqueadas por enormes estatuas representativas de los dioses y de los faraones que haban gobernado el imperio. Al fondo de la avenida de los reyes, donde los rostros de Menes, Aha, Djer, Den, Peribsen, Ya'sejem, Ya'sejemui y Djser esculpidos en piedra marcaban la historia de Egipto, se abra una llanura en la que se alzaba el palacio del faran, protegido mediante muros de ms de treinta meh de altura y guardados por soldados. Un canal bordeaba la muralla y se adentraba en el puerto particular a travs de un pasaje cerrado mediante una compuerta.

    Snefr tambin viva en un gran palacio, aunque ms pequeo que el inmenso edificio rodeado de jardines que serva de residencia real al faran Huni.

    Sedum se present ante los dos guardias de la puerta y les mostr la tabla de barro donde el escriba haba dejado constancia de la voluntad de su nuevo seor. El que pareca el responsable dud durante unos instantes, pero como no saba leer decidi que lo mejor era dejarle entrar. De manera que un sirviente le condujo a travs de los jardines y las terrazas. Al oeste flua indolente el Nilo, y al Sur, desde la terraza principal, se distingua la punta ms elevada de la tumba de Djser. Aquel sirviente le explic a Sedum que hacia el Norte, justo llegando a Iunu la ciudad de Ra, el dios con cabeza de halcn, las aguas se abran en dos inmensos ros y atrapaban el mar en siete brazos. Sedum nunca haba visto el mar, que segn comentaba el sirviente, se extenda hasta el infinito y la mirada se perda en mitad del azul intenso ribeteado de espuma blanca que besaba la playa. El esclavo convertido en contable jur que algn da vera el mar.

    El jefe de los sirvientes s saba leer, tom la tabla y le mir con desconfianza, con un tinte de desprecio, al mismo tiempo que haca un gesto bastante evidente y arrugaba la nariz para dejar claro que el olor del recin llegado no era de su agrado.

    Antes que nada, tienes que lavarte. Traes alguna ropa adems de la que llevas puesta?

    Sedum le mostr la que guardaba en el saco. El hombre la examin e hizo un ligero movimiento de cabeza. No era ninguna maravilla, pero por lo menos estaba limpia.

  • Heteferes, la esposa de Snefr, era hija del faran Huni. Bajo sus rdenes el palacio funcionaba a la perfeccin. Aquella mujer lo controlaba todo con unos ojos almendrados del color de las aceitunas. Los esposos no compartan el mismo techo, sino que ella haba escogido el ala oeste, la que daba directamente sobre el Nilo, mientras que Snefr haba preferido quedarse (se haba conformado, decan los sirvientes bajando la voz) con la parte Sudeste, desde donde se dominaban los cultivos, el templo de Apis, patrn de Men-Nefer, y, ms all, el desierto.

    Naturalmente, los mejores y ms floridos jardines pertenecan a la hija del faran y de ellos se cuidaban tres jardineros que obtenan agua abundante de los pequeos canales que partan del ro y entraban en palacio.

    Las leyes egipcias tambin son claras en este aspecto. Esposa y esposo poseen sus fortunas por separado y disfrutan de toda la libertad para utilizarlas como juzguen ms conveniente. La base de toda la sociedad es la familia, entendida como la unin de un hombre y de una mujer con sus hijos. Cuando alguien se independiza de la familia forma otra unidad, como si los lazos se diluyeran con rapidez. De manera que, si no existe una fuerte amistad o un inters acusado, tos y sobrinos pueden pasarse toda una vida sin apenas dirigirse la palabra. Es diferente entre la clase noble, donde los intereses siempre existen, aunque slo sirvan para mantener relaciones que pueden ser provechosas de cara a los negocios o al gobierno del pas. Y cuanto ms se acercan al faran, tanto mayores son los vnculos que les unen.

    Sedum se instal en un pequeo cobertizo, en un extremo del palacio de Snefr, ms all de los jardines, junto a las jaulas de los lebreles que servan al amo para cazar. Se trataba de una pequea habitacin con una sola ventana que daba a un rincn del jardn. Por todo mobiliario dispona de una pequea cama, una silla y una mesa para comer. En Egipto, excepto en las celebraciones en casa de los nobles, el acto de alimentarse se considera tan personal que las mesas son individuales.

    Cerca de all se ubicaban las dependencias de los contables: unas habitaciones amplias y luminosas, repletas de estantes y con grandes mesas que permitan desplegar los papiros y apilar las tablas de barro. Sedum fue informado de que compartira aquel lugar con otros dos colegas, que no le recibieron con demasiado entusiasmo sino como a alguien que vena a estorbarles.

    Tur, el contable principal, estaba casado. Tambin viva en palacio, aunque su dependencias ocupaban un lugar de privilegio y dispona de una pequea terraza que se proyectaba sobre el Nilo. Su esposa Dedet, nada ms ver llegar a Sedum, hizo una mueca de disgusto. Tur le asign tareas sencillas, sin importancia, que tena que realizar y mostrar a Useriv, el otro contable, para solicitar su aprobacin.

    Useriv era pequeo y esmirriado. Nunca miraba a nadie a los ojos. Tambin estaba casado, pero su esposa, Tiie, no quera vivir en palacio y se haba instalado en las afueras de la ciudad, en una finca propiedad de su marido. Para controlar a los obreros, deca.

  • Unos meses a las rdenes de Tur le hicieron comprender a Sedum que aquel par eran unos bribones que manejaban las cuentas importantes y no permitan que l las viese. Pero siempre hay un momento para todo y consigui echarles un vistazo. El secreto era muy simple: de cada cien shats, descontaban uno; de cada diez khar de grano, uno iba a engordar los graneros particulares de los contables. Con mucha habilidad, naturalmente, de tal manera que nicamente un ojo experto poda descubrir la prdida. Ahora ya entenda que Useriv hubiera podido comprarse una extensa finca y tener obreros a su servicio, como tambin entenda que Tur comerciase con los fenicios y su esposa exhibiera las ms ricas telas y los perfumes ms embriagadores a pesar de que el comercio con extranjeros estaba reservado nica y exclusivamente al faran.

    An as, prefiri hacerse el tonto. Tal como le haba enseado su madre: Observa y calla.

    Snefr les visitaba muy de tarde en tarde y se conformaba con cuatro explicaciones porque sus graneros estaban llenos y las arcas tambin. Sedum se quedaba maravillado de las historias que era capaz de tragarse sin pedir ms explicaciones, mientras Tur le sonrea y ni parpadeaba, por ms grande e impresionante que fuera la mentira.

    Heteferes, al contrario, no les haba confiado sus cuentas, sino que haba decidido buscar sus propios servicios. Deba de ser mucho ms inteligente que Snefr, pens el esclavo convertido en contable. Y no tard demasiado en corroborarlo.

    Durante aquel tiempo trat poco con ella. Quizs la vio en tres ocasiones y dira que con suerte cruzaron nicamente diez palabras a lo sumo. Pero fue ms que suficiente. No le qued la menor duda que Heteferes era una mujer inteligente, mucho ms que su marido. Y un gran carcter. Segn decan, bastaba una sola mirada de aquellos ojos almendrados para que los sirvientes temblaran; una palabra ms alta que otra y hasta los rboles del jardn plegaban las hojas; un grito y los soldados abandonaban sus armas y corran a esconderse.

    En pocas semanas Sedum descubri que las dependencias de Heteferes reciban muchas visitas. Ms que las de Snefr. A menudo, el propio Snefr pasaba ms tiempo en casa de su esposa que en cualquier otra parte. All se discuta del gobierno de Egipto, se hacan negocios y se cerraban tratos. Y todo bajo la atenta mirada de aquella mujer.

    Otra cosa que le sorprendi fue que en Men-Nefer estaban abandonando rpidamente las tablas de barro y el punzn para substituirlas por papiro y tinta. Del delta llegaban barcos cargados con hojas de aquella planta que trasladaban a los talleres de los fabricantes, donde eran cortadas en tiras que despus se entrelazaban y prensaban para fabricar hojas que se secaban. La propia sabia de la planta haca las veces de cola. De esa guisa se obtenan unas hojas mucho ms cmodas de trajinar, ms sencillas de guardar e infinitamente ms agradables a la hora de escribir porque con un pincel la tinta corra con facilidad y permita una precisin difcil de igualar. Tambin descubri que el papiro tena otras muchas aplicaciones. Con l se hacan cuerdas, redes para pescar, cestas, alfombras, sandalias e incluso ligeras barcas que navegaban por las tranquilas aguas del Nilo, porque los habitantes de Men-Nefer eran grandes amantes de los paseos acuticos y de las fiestas, sobre todo las religiosas y ms concretamente las dedicadas a glorificar Apis, el dios en forma de toro y traje dorado.

  • Men-Nefer era un pequeo paraso. Las fiestas abundaban a lo largo de todo el ao, los templos se llenaban de ofrendas y las procesiones recorran todas las calles de la capital para permitir que el pueblo disfrutase de la visin de las imgenes de los benefactores del pas, porque al recinto sagrado no poda acceder ningn profano. nicamente el faran y los ms altos nobles y dignatarios eran recibidos en la sala hipstila y asistan a las ceremonias de los sacrificios y elevaban sus plegarias directamente a los dioses. Algunas personas que eran invitadas para hablar con alguno de los sacerdotes tambin tenan acceso al templo, pero tan slo a los jardines y a la sala de visitas. El verdadero templo quedaba fuera del alcance de las miradas de los pobres mortales, bajo la responsabilidad del ejrcito de sacerdotes que poblaba sus dependencias, cuidaba de los jardines y cultivaba los huertos.

    Desde las terrazas del palacio de Snefr, a alguna de las cuales tena acceso Sedum, se podan distinguir las barcas de los nobles que navegaban lentamente por las aguas mientras las mujeres hablaban y los hombres intentaban cazar alguna ave. Esos frecuentes paseos convierten el Nilo en un ro acogedor y familiar, siendo las excursiones sobre el agua una de las diversiones ms apreciadas. Tambin hay que contar con las demostraciones atlticas y los juegos. Aquello que Sedum todava no haba podido admirar eran las fiestas en el interior de palacio, donde las danzarinas, segn le haban explicado, iban ligeras de ropa, adoptaban complicadas posturas y conseguan contorsiones inimaginables.

    Sedum se integr pronto a su nueva vida. Cumpla a la perfeccin todas las tareas que le asignaban, no discuta nunca y siempre callaba. Poco a poco, sus compaeros le tomaron confianza. Sera ms exacto decir que haban llegado a la conclusin que el joven era un inocente llegado de las tierras del Norte, un pobre campesino que se conformaba con un trabajo, un techo bajo el cual cobijarse y un plato caliente. De manera que se confiaron. Y as transcurrieron los meses, lentamente, con mucha calma y mayor tranquilidad.

    ooOOoo

    Men-Nefer, no slo era un paraso, sino tambin un hervidero de rumores que corran por las calles. Todos comentaban que Ramosi quizs haba substituido a su predecesor Kinne en premio por los servicios prestados o tal vez merced a una hbil maniobra que apart a su ms directo rival, expulsando del templo y desterrado cuando se descubri que dorma con una de las cantoras sin tener en cuenta su rango y haciendo caso omiso del mes de abstinencia (uno de cada cuatro) que ordenaba el culto, cuando caan bajo su responsabilidad las tareas de vestir y alimentar a los dioses. Ramosi, al contrario, guardaba una escrupulosa castidad impue