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~;,; ~.... .. pero nunca se estrecharon sus manos nI sus labIOs~~: se juntaron en uQ casto. beso. Cuando María,~i::Y deshecho su hogaren~Kingstonpor la muerte de(/' su madre, ,debía v.enir al valle del Cauca a resi-•> dir al 'lado de su tío, la fatalidad de un golpe es-¡1. ..•• tulto derribó el palacio.de las fantasías de Efraín,
y la ruina de los ,negocios del padre de Jorge impidió que la doncella jamaicana, prima del poe-ta, realizase su viaje al Cauca".
Una de las teorías literarias y biológicas másfácilmente av:eriguadas es la de que hay extensovalor autobiográfico en las obras de arte, novela'o poema, drama Q leyenda. Pero la misma naturaleza del arte, especialmente si pensamos en elromántico, supone una idealizªción de los asuntos y de las figuras. Por tal, en la novela de Jorgelsaacs, continuaremos creyendo en María, ya fuese su prima entrañable o ya confluyesen en elpersonaje ideal los rasgos soñados y las experiencias sentidas y lo que el poeta hubiera querido deperfección y fid.elidad pflra su amada del espíritu. ¿Fue María la doncella de Kingston vista porél en fotografías? ¿ Pudo, en realidad, acariciarsus "hombros de porcelana sonrosada" y entretejer con ella el diálogo amoroso de las ondinas?¿ Se la arrebató la muerte o una diversa fortuna'torció el camino que se complacía en labrar paraella con toda la floresta del valle? .¿ Pudo ser laesposa de otro o la dama bogotana que, recluyéndose en un retiro monjil, vino a morir, comoha referido una .leyenda, en nuestro frígido Machachi ?
Pero María, vitalizada en el libro, es y será lade lsaacs y el lector de mañana ha de verla siempre en su romántico avanzar, con un clavel rojoentre los labios, efímera y durable.
Despué,s
¿ Estará envejecido el libro del poeta cuyo centenario abrillanta la tarde abrileña de este recordatario? La pregunta inane ha de quebrarse deseguro, pues que ya sabemos del destino secularpor el cual se han salvado las obras humanas, paraofrecerse en otros tiempos, vivas como en el pri-mer día. .
Habría que leer, en justificación de su perennidad, el testimonio de aquel sapiente viejo juvenil que se llamó don Miguel de Unamuno, en el.párrafo de una carta dirigida a Cornelio Hispano:"Teniendo ya S9 años--dice el entonces exiladode Hendaya-, leí por primera vez aMaría deIsaacs, en un ejemplar que mi hijo había regaladoa su María cuando eran novios. Si la hubiera leido a mis quince años, no me habría calado tanhondo. En rigor yo no.he tenido mocedad. sinoniñez. Voy pasando de mi primera ancianidad ami segunda infancia. Y así siento la eternidad delamor. Eternidad no como envolvente de pasado.presente y porvenir, sino como siempre presenteabismático. Y ahora un desahogo lírico: amorviejo no envejece-siempre niño, sobre edadnació entero, así aparece-su vida es eternidad-oEs ciego,_ mas su· ceguera-ve en tinieblas, másallá-y sin deslumbrarse espera-que el alba lellevará.-Amor viejo es niño eterno-flor de flores, leaItad,-no se agosta, que es de invierno
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-diciembre, natividad-:-. f;:~ '~",flu~ - :',0.:'.a mi amor,niño viejo, no\l~~ . W:u.e~;', '~
, muerte de un sueño encarnad~~~ii!R~p,iE1~::t!;~iq,.;la .juventud, como a Isaacs, ·que~~~i~j:i?{sY;~3~9.emacuand? yo n~~ía en ¡364.Es deq~~~Q~~i~.ndó:y naCI tamblen, -como otras vecesp'9.Jl.an..do~n."casa
de mi María, la de mi hijo; leí esa .gq~.q~téd- lla-ma "Biblia de los quince años". Li s.QrbJ;;co,moEfraín el agua fresca y clara deJas. ·n;anó.s: deMaría". ; _o ~:: •• :.
Artistas colombianos pretendiero~' ,uq.,ayez~le
var la novela a.Já movilidad ci~en1átográfic3;;ha
biéndose perdido su valor introspectivo-y la viveza del paisaje y para entonces algu~o q\;Ü;;o reparar en su vida de pretérito y en el anacronismoque toda evocación representa en nuestr,o. :Siglovert-iginoso. Pero aun cuando escri~mos para elfuturo, hemos de sospechar que en un mañanamás tardío nuestras páginas tendrán" gor fuerza.la resonancia evocadora, digna de la .revivi$cencia, sólo si ellas supieron cumplir ton su .¡:Iictado húmano. Y la frase diariana, "¿ quién que esno es romántico ?", dirá de lo que estos libros sentimentales tienen de afín con el alma c.olectiva.
¿ Será verdad que ya no es posible: abrir el .libro de Isaacs, por cuanto'la mayor parte d~ loshombres de ahora están aprendiendb a defenderse,en la dispersión o en la misantropía," de la enemiga sonriente a quien ya no se le puede llamarcon-la frase del poeta: "j María, María-! Cuántote amé, cuánto te amara!"? .Quede temblandQ lasustentación insolutiva aun cuando el tema de al-
. guna novela futurista, nos diga de un idilio ensacudimiento de shimy, de una luna de -miel enavión y de un divorció firmado apénas la parejaabandonó el monoplano, parabolizador de un vértigo en los espacios y raudo, luego,. en la caídade la hoja seca. Puede que así sea. Pero Maríase queda coronada de azucenas.
(De {(Repertorio Americano". San José,CostaRica).
Un Monstruo Musical
Por D E E M S T A Y L o R
E STABA hecho como para inspirar' curiosidad.Era un hombrecillo desproporcionado, enfermizo,con una cabeza demasiado grande para su cuerpo, Sus nervios aiIdaban mal; tanto, que, no podía él soportar solfee su epidermis ninguna telaque no fuese precis;tmente de seda. y sus delirios de grandeza convertíanlo en un monstruo deamor propio.
Creía ser uno de los más' grandes. dramaturgosdel mundo, uno de los más grandes -pensadores,uno de los más grandes compositores-Shakespeare, Beethoven y Platón,. fundidos en una sola·pieza-. Era uno de los hombres más -parlanchines que jamás hallan sido. Una tarde transcurri- .da a su lado; era, de seguro, una tarde ga$tada
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U N 1 V E I~ S 1 DAD
en escuchar un largo monólogo. Conseguía, a veces, ser brillante, mas en ocasiones era rabiosamente aburrido. Y no tenía jamás si'no un motivoele cOnversación; su propia persona.
Tenía la manía ele considerarse siempre en 10justo. El menór signo de inconformidad de partede cualquiera de sus interlocutores, así fuese sobre la mayor. t¡:ivialidad, era ya motivo suficientepara ar·rancarle· una andanada de palabras qut'bien podía alargarse por varias horas, discurso enel que; de tantas maneras y con tal verbosidadtrataba de demostrar encontrarse en lo cierto, quesu oyente, aturdido y sin la menor oportunidadpara meter baza acababa siempre por mostrarse
. ~nteramente de acuerdo, con tal de que se le deJase en paz.
Teorizaba sin término sobre casi todo 10 existente, ya fuese vegetarianismo, arte dramático, política o música.' En apoyo de sus teorías no sólopodía escribir ceñtenares de folletos, cartas y libros y darles publicidad-por 10 general a expensas de alguien-, sino que había de sentarse a
'leerlos por largas hóras, en voz alta, a sus pa-rien!es y amigos, y cl~ro está, no para que se le<;riticase, sino para que se le aplaudiese. Cuandose· ponía a tocar el piano, hacíalo como un compositor---eñ el_ peor sentido que puede darse a'esta fr,ase; 10 que ha era obstáculo para que to-
_ case incluso ante los mejores pianistas de su tiemp()--'-, claro está, su propia música. Tenía unavoz de compositor, 10 que no le impedía tampocoinvitar a su casa a los mejores cantantes y cantar para eJ.los las óperas que había escrito, tomando por' su cuenta todos los papeles.
Tenía la inestabilidad emotiva de un niño de 6años _de edad. Cuando se sentía azotado por unaracha de mala suerte, encolerizábase y pataleabarabioso, o se hundía -en' un deseo de suicidio yhablaba entonces obscuramente de terminar susdías en el Oriente, cual un monje budista. Perodiez minutos más tarde, si algo venía a compla,cer su ánimo, podía saltar ágil por una ventanabacia el jardín, ponerse a brincar en el sofá, 9pararse de cabeza. La muerte de un perrillo faldero podía impresionarle vivamente y, sin embargo, .en· otras- ocasiones, podía ser tan eluro ele entrañas, que habría hecho temblar de mieelo a unemperador romano. '
Era iricapaz de todo sentido de responsabilidad. Nunca se le ocurrió, 1?0r ejemplo, que teníala obligación de subvenir a su propia vida. Teníael convencimiento de que esto les incumbía a losdemás. A todos pedía dinero prestado-a hombres, mujeres, amigos o extraños-o En las carias que escribía con estas pet\ciones, adoptaba untono ampuloso, brindándole al benefactor el privilegio de venir en su ayuda y se ofendía mortalmente si el destinatario declinaba aquel honor.Yo no sé Cjue haya pagado a nadie las deudas contraídas, a menos que haya mediado demanda.
I Cuantas monedas caían en sus manos, dilapi-dábalas como un rajah de la India. Faltábale di-
. nero para pagar el alquiler de la casa, pero lasparedes y el éielo de su estudio tenían que estartapizados de seda color de rosa. Nadie supo 11t111
ea-·:), él mucho menos que nadie-a cuánto ascendían .sus ckudas. Su mayor benefactor le dió
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60,000 dólares para que pudiese pagar, en unasola ciudad sus deudas úrgentes. y un año después hubo de darle 16,000 dólares más en 'otraciudad, para que no fuese puesto en la cárcel, porcausa también de deudas.
Igual falta de escrúpulos en otros aspectos. Uninterminable cortejo de mujeres vemos pasar através de su vida. Su esposa pasó veinte aiios.procurando olvidar las infidelidades de él. Su segunda mujer era la esposa de su mejor amigoél la raptó-. Y, precisamente por los días enque trataba de persuadir a esta mujer para queabandonase a su marido, ocupábase .ya en escribira otro amigo pidiéndole que le informase de alguna mujer rica-cualquier mujer rica~on quie!;lél pudiese contraer matrimonio para hacerse desu dinero.
La fidelidad hacia sus amigos dependía ele lautilidad que le prestaran-nada más-o En cuanto fallaba ésta-así fuese por caus¡J.. tan baladícomo la de no aceptar una invitación suya a comer-, les echaba en olvido. Al final de su vidacontaba ya solamente con un amigo de los quehabía hecho en otra edad. Y era genial para provocarse enemistades. Cierto ,personaje, en una desus óperas, es la caricatura de uno de los másimportantes críticos -musicales de su época. 'Nocontento con esta burla le invitó a su casa y leleyó el libreto, en voz alta, rodeado ele amigos.
¿ El nombre de este monstruo?, Ricardo \iVagner. De cuanto he dicho de él aquí, hállanse testimonios-en los periódicos de la época,' en losreportes de policía, en el dicho de las gentes quecon él trataron, en su correspondencia-y, 10 máscurioso y admirable, es que ninguno de estos testimonios le afecta en naela, pues siempre, si biense mi ra, tenía razón este hombrecillo enfermizo,fascinador, desagradable. Era uno de los másgrandes dramaturgos del mundo; un gran pensadar; uno de los más estupendos g-enios musicales.
Cuando se pone uno a considera .su obra-13óperas y dramas musicales, 11 de las cuales siguen poniéndose en escena, y 8, que incuestionablemente cuentan entre las mejores obras maestras elel mundo; cuando uno escucha esta prodigiosa obra, nos parece realmente que no fueronun precio alto las deudas y los engorros que hizopasar a sus prójimos. Las mujeres cuyos corazones quebrantó hace ya largo tiempo que murieron; pero aquel hombre que nunca supo amara ninguna d.e ellas, les ha daelo, ciertamente, in-'mortal expresión en el poema de "Tristán e Isolda". Algunos millares de dólares de sus deudasson, ciertamente, precio insignificante para pagarla Trilogía.
Y no es que al oír su música uno se olvicle delo que fue. • o es cuestión esta de olvido. Es queuno se queda maravillado al considerar que estecerebro y este cllerpecillo" no se hayan deshechnante el tormento demoníaco de la energía uea(lo·ra que vivia allí dentro y que luchaba si'l d:"scanso, feroces las garras, para libertarse. El milagro está en que lo que vVagner hizo en el cortoespacio ele setenta años, hubiese podido ser hechoaun por un genio más grande. ¿ Qué de sorprendente tiene, entonces, que Wagner no haya dispuesto de tiempo para lograr ser un hombre?
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