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RESUMEN DE EXPOSICIÓN
TRASTORNO ANTISOCIAL DE LA PERSONALIDAD
LUCÍA ARIAS TOBÓN
DAVID ALEJANDRO ARANGO
El concepto de Trastorno Antisocial de la Personalidad hace referencia
a un desorden permanente de la personalidad caracterizado
esencialmente por un patrón recurrente de desprecio y violación de
los derechos de los demás, el cual tiene comienzo en la infancia o
adolescencia y continúa hasta la edad adulta, cuyas características
más notorias incluyen una falta de interés o preocupación por los
sentimientos de los demás, un comportamiento impulsivo y la falta de
remordimiento por los daños que pudiesen llegar a provocar a causa
de este comportamiento. Estas características suelen ocasionar el
fracaso de estos individuos en ciertos roles sociales que requieran
fidelidad (como padre o esposo, por ejemplo), honradez y/o confianza.
Historia del Concepto
A lo largo de la historia, y en función del marco teórico desde el cual
ha sido estudiado, el Trastorno Antisocial de la Personalidad ha
recibido varias denominaciones, las cuales fueron durante mucho
tiempo usadas indiferenciadamente. De esta forma, los términos
“personalidad criminal”, “psicopatía”, “sociopatía” y “trastorno
disocial” llegaron a usarse como sinónimos, y fue solamente hasta
1994, año de publicación del DSM-IV, cuando se abolieron estos
términos y se instituyó oficialmente el concepto “Trastorno Antisocial
de la Personalidad” (TAP), que ya venía siendo empleado desde el
DSM-II.
Si bien las primeras referencias de este desorden se remontan a los
primeros años del siglo XIX, conviene anotar que ya en el siglo XVII se
hablaba de individuos que no obraban ni sentían como los demás. En
1806, Pinel acuñó el término “Manía sin Delirio”, con el que designó a
aquellas personas cuyo comportamiento no se ajustaba a las normas
culturales y sociales, pero que no presentaban síntomas delirantes.
30 años después, Prichard habló de “Locura Moral”, en referencia a
un patrón de conducta caracterizado por deficiencias morales en el
cual no se deterioraba la capacidad de razonamiento. Algunos años
más tarde comenzarían las discusiones y reflexiones sobre este
“nuevo” trastorno, y es así como en 1850 Morel enfatiza en la
herencia genética como factor etiológico. En 1888, Koch hace
referencia a las “Inferioridades Psicopáticas”, dentro de las cuales
distingue las Neuropatías (presentadas en el individuo que sufre por
su anormalidad) y las Psicopatías (el individuo que hace sufrir a los
demás); y en 1918 Freud señala que estos individuos son enfermos
cuya característica principal es la repetición de conductas, y que
“actúan sin pensar”. En 1941 Harvey Checkley elabora una completa
descripción clínica del Trastorno, que sirve como base para la
descripción que se establece en el DSM-I y DSM-II, mientras que la
incluida en el DSM-III está basada en los trabajos empíricos de Robins
en 1966. Por último, la combinación de estás dos caracterizaciones
clínicas dio como resultado la actual clasificación disponible en el
DSM-IV-R.
Clasificación del Trastorno
Los criterios diagnósticos de clasificación del Trastorno Antisocial de
la Personalidad difieren ostensiblemente entre el DSM-IV y la CIE-10.
Mientras la clasificación de la APA se basa en la presencia de
conductas específicas, la clasificación propuesta por la OMS recoge
criterios referidos a características de estables personalidad, y lo
denomina “Trastorno Disocial de la Personalidad”. Los criterios
diagnósticos de ambas clasificaciones son los siguientes:
Criterios para el diagnóstico de Trastorno Antisocial de la
Personalidad (según el DSM-IV de la APA) :
A. Un patrón general de desprecio y violación de los derechos de los
demás que se presenta desde la edad de 15 años, como lo indican
tres (o más) de los siguientes ítems:
(1) fracaso para adaptarse a las normas sociales en lo que
respecta al comportamiento legal, como lo indica el perpetrar
repetidamente actos que son motivo de detención
(2) deshonestidad, indicada por mentir repetidamente, utilizar
un alias, estafar a otros para obtener un beneficio personal o
por placer
(3) impulsividad o incapacidad para planificar el futuro
(4) irritabilidad y agresividad, indicados por peleas físicas
repetidas o agresiones
(5) despreocupación imprudente por su seguridad o la de los
demás
(6) irresponsabilidad persistente, indicada por la incapacidad de
mantener un trabajo con constancia o de hacerse cargo de
obligaciones económicas
(7) falta de remordimientos, como lo indica la indiferencia o la
justificación del haber dañado, maltratado o robado a otros
B. El sujeto tiene al menos 18 años.
C. Existen pruebas de un trastorno disocial que comienza antes de la
edad de 15 años.
D. El comportamiento antisocial no aparece exclusivamente en el
transcurso de una esquizofrenia o un episodio maníaco.
Criterios de la CIE-10 para el diagnóstico del trastorno disocial de la
personalidad:
Pautas de diagnóstico para los trastornos específicos de la
personalidad
Se requiere la presencia de una alteración de la personalidad no
directamente atribuible a una lesión o enfermedad cerebral
importante, o a otros trastornos psiquiátricos, que reúna las
siguientes pautas:
a) Actitudes y comportamiento marcadamente faltos de armonía,
que afectan por lo general a varios aspectos de la personalidad
b) La forma de comportamiento anormal es duradera, de larga
evolución y no se limita a episodios concretos de enfermedad
mental
c) La forma de comportamiento anormal es generalizada y
claramente desadaptativa para un conjunto amplio de
situaciones individuales y sociales
d) Las manifestaciones anteriores aparecen siempre durante la
infancia o la adolescencia, y persisten en la madurez
e) El trastorno conlleva un considerable malestar personal, aunque
éste puede también aparecer sólo en etapas avanzadas de su
evolución
f) El trastorno se acompaña, por lo general aunque no siempre, de
un deterioro significativo del rendimiento profesional y social
Pautas específicas para el diagnóstico de Trastorno Disocial de la
Personalidad
Se requiere la presencia de al menos tres de los siguientes rasgos o
formas de comportamiento
a) Cruel despreocupación por los sentimientos de los demás y
falta de capacidad de empatía
b) Actitud marcada y persistente de irresponsabilidad y
despreocupación por las normas, reglas y obligaciones sociales
c) Incapacidad para mantener relaciones personales duraderas
d) Muy baja tolerancia a la frustración, con bajo umbral para
descargas de agresividad, dando incluso lugar a un
comportamiento violento
e) Incapacidad para sentir culpa y para aprender de la
experiencia, en particular del castigo
f) Marcada predisposición a culpar a los demás o a ofrecer
racionalizaciones verosímiles del comportamiento conflictivo
En términos generales, las pautas de conducta del Trastorno
Antisocial de la Personalidad pueden sintetizarse en seis
características comunes:
1. Ausencia de conciencia y de sentimientos de remordimiento o
culpa cuando viola una norma moral o, incluso, cuando
ocasiona daño a otra persona
2. Carencia de lazos emocionales o falta de habilidad para
establecer relaciones interpersonales profundas
3. Impulsividad e incapacidad para demorar el refuerzo
4. Búsqueda constante de sensaciones y estimulación
5. Incapacidad para aprender de la propia experiencia
6. Capacidad para causar buena impresión: puede aparecer como
alguien inteligente, simpático, seductor, con grandes dotes
histriónicos para manipular a las personas con tal de conseguir
sus objetivos
Comorbilidad
Según el DSM-IV, los individuos con Trastornos Antisocial de la
Personalidad pueden presentar de forma asociada trastornos de
ansiedad, trastornos depresivos, trastornos relacionados con el abuso
de sustancias, trastorno de somatización, juego patológico y otros
trastornos del control de los impulsos. Los sujetos con TAP también
tienen frecuentemente rasgos de personalidad que cumplen los
criterios para otros trastornos de la personalidad, en especial los
trastornos límite, histriónico y narcisista. Las probabilidades de
desarrollar un trastorno antisocial de la personalidad en la vida adulta
aumentan si el sujeto presenta un trastorno temprano disocial (antes
de los 10 años) y más aún si tiene un TDAH asociado.
Hipótesis Etiológicas
Factores familiares, sociales y ambientales: Algunos autores han
planteado el desarrollo de la personalidad antisocial a causa de malos
tratos en la infancia como consecuencia de padres agresivos o
abusadores. Suele presentarse más frecuentemente asociado a la
crianza en clases sociales bajas, sin embargo, este diagnóstico puede
ser aplicado erróneamente a sujetos que viven en un medio en el que
estos comportamientos forma parte de una estrategia protectora de
supervivencia; por tanto, al evaluar los rasgos antisociales, es
importante tener en cuenta el contexto social y económico en el que
se desenvuelve el individuo. Por otra parte, también se han
reportado casos provenientes de familias disfuncionales, o que han
sido víctimas de abandono de alguno de los padres o del divorcio
entre ellos, especialmente cuando el clima emocional que precede al
divorcio es perjudicial para el niño (por ejemplo, discusiones, luchas
violentas, promiscuidad o alcoholismo) y hay una gran inestabilidad
familiar.
Factores genéticos: A pesar de que los estudios realizados no
muestran aún resultados concluyentes, existe alguna evidencia que
muestra una elevada proporción de psicopatía en padres de
individuos diagnosticados como antisociales. También se han
realizado estudios en gemelos monocigóticos y dicigóticos, en los
cuales se muestra una gran concordancia entre las conductas
antisociales de estos, aunque de este tipo de estudios no es posible
extraer una conclusión final, pues es muy difícil determinar el alcance
real de los factores hereditarios y la incidencia de los factores
ambientales en las conductas desadaptativas. Una línea de
pensamiento alterna, basada en evidencia empírica, atribuye la
personalidad antisocial al síndrome del cromosoma Y extra, aunque
aún no existen datos confirmatorios al respecto.
Factores neuroanatómicos y neurofisiológicos: Se han encontrado
disfunciones en la serotonina en algunos individuos con
características psicopáticas, mientras que en otros se ha reportado un
aumento en los niveles circulantes de testosterona, lo cual podría
explicar la prevalencia esencialmente masculina del trastorno. A
nivel anatómico cerebral, se ha propuesto esencialmente un defecto
hipotalámico, o de otros núcleos de la base, encargados de la
regulación emocional y de funciones primarias.
Características Psicológicas del TAP
Conducta Interpersonal
La conducta interpersonal hace referencia a la forma en que las
personas se relacionan en interactúan con los demás. En los sujetos
con TAP, la conducta interpersonal va desde ser oposicionista en las
formas leves a ser agresivo y beligerante en formas extremas. Los
antisociales han aprendido a confiar en sí mismos y a desconfiar de
los demás; no suelen tener grandes sentimientos de lealtad y sienten
escasos remordimientos al manipular a los demás para conseguir sus
objetivos.
Los individuos antisociales casi siempre tienen dificultades para
mantener durante un periodo largo de tiempo responsabilidades o
relaciones íntimas con compañeros de trabajo, amigos, parejas
sexuales o miembros de su familia debido a su conducta desafiante y
oposicionista. Tienden a veces a ser agresivos, abusivos y crueles, y
a despreciar sentimientos y conductas como la compasión, puesto
que para ellos representa un signo de debilidad. También son
altamente competitivos y malos perdedores. En los casos extremos,
pueden dar la impresión de que obtienen satisfacción con los errores
y humillaciones de las demás personas, especialmente si representan
alguna amenaza o competencia.
Presentan incapacidad para planear sus conductas, actuando de
forma precipitada y espontánea, sin analizar las consecuencias
negativas y sin tener en cuenta los deseos de los demás.
Cuadro 1. Aspectos conductuales característicos del TAP.
Tienen un comportamiento agresivo, temerario, precipitado y espontáneo.
Mantienen conductas impulsivas dirigidas hacia un objetivo. Se muestran arrogantes de forma continuada. Su conducta aparente puede ser encantadora. No mantiene las promesas ni los compromisos de honor
No suelen decir la verdad ni se puede confiar en ellos. Estimulan la compasión de los demás diciéndoles lo que quieren
escuchar. Discuten con facilidad. No son cooperativos provocan peleas. Son vengativos y beligerantes con quienes se consideran sus
enemigos. Desarrollan comportamientos fraudulentos o ilegales, como si las
normas de conducta no se aplicasen a ellos. No se inhiben ante un peligro. Buscan sensaciones nuevas continuamente. Tiene una conducta oposicionista que dificulta las relaciones
interpersonales de larga duración. Se muestran resistentes a la autoridad.
Estilo cognitivo
Las personalidades antisociales suelen poseer patrones cognitivos
rígidos e inflexibles orientados externamente. La flexibilidad
cognitiva representa para ellos una muestra de inconsistencia, y la
introspección no es más que un esfuerzo inútil. Habitualmente, estos
patrones cognitivos dirigidos externamente están caracterizados por
una naturaleza controladora, puesto que, en general, tienen una muy
baja tolerancia a la frustración. En las formas leves de TAP, este
estilo cognitivo puede ser considerado de forma positiva por las
demás personas, como asertivo y realista. Sin embargo, en formas
más severas, pueden percibir el medio externo como amenazante y
por lo tanto permanecen vigilantes ante todo, atribuyendo su
hostilidad y sus características vengativas a las acciones de los
demás, por lo que piensan que todo lo que hacen está bien hecho, y
que simplemente actúan dentro de las normas y en defensa propia.
Construyen e interpretan el mundo según sus creencias que carecen
totalmente de valores éticos y morales.
Evidencian una visión de si mismo: solitario, autónomo, fuerte e
independiente. Una visión de los demás: Hostiles, desafiantes,
vulnerable a ser explotados. Utiliza como estrategia principal:
Agresión, mentira, robo, engaño, son individuos que seducen,
manipulan y exigen.
Los individuos antisociales presentan en su mayoría las siguientes
creencias centrales que guían su conducta:
"Mis acciones se justifican porque quiero algo o quiero evitar
algo"
"Mis pensamientos y sentimientos son totalmente exactos,
simplemente porque se me han ocurrido a mí"
"Siempre elijo bien"
"Sé que tengo razón porque siento que está bien lo que hice"
"Lo que piensen los otros no tiene por qué pesar en mis
decisiones, a menos que controlen las consecuencias
inmediatas para mí"
"No habrá consecuencias indeseables, o no me importan"
Cuadro 2. Aspectos cognitivos característicos del TAP.
Presentan patrones cognitivos rígidos e inflexibles. No son capaces de hacer planes a largo plazo. No suelen temer al castigo. Son incapaces de aprender las consecuencias negativas de sus
acciones. Falta de consideración por los derechos de los demás. Gran confianza en si mismos y desconfianza en los demás, a los que
consideran equivocados. Ven a los demás como objetos de los que se puede usar y abusar. Desprecio por las normas sociales. Ausencia de empatía y de remordimiento cuando utilizan a los
demás. Baja tolerancia a la frustración. Vulnerables al aburrimiento. Incapaces de demorar e l refuerzo. Poseen pocos sentimientos de lealtad interpersonal. Perciben el medio externo como hostil y amenazante. Permanecen vigilantes la mayor parte del tiempo. Suspicaces ante la compasión y el altruismo de los demás. Necesidad de controlar el ambiente.
Algunos pensamientos automáticos (Distorsión cognitiva y esquema)
del trastorno:
“La única forma de sobrevivir en siendo autosuficiente
(Sobregeneralización, Autosuficiencia).
“Me golpearán a mí si no golpeo primero”. (Adivinación al
futuro, Hostilidad del entorno).
“Puedo hacer las cosas y no tengo que preocuparme por las
malas consecuencias” (Idealización extrema, Autosufiencia,
Superioridad).
“Lo que los demás piensen de mí no tiene ninguna
importancia”. (Pensamiento dicotómico y minimización,
Autosuficiencia.
Expresión afectiva
La expresión afectiva característica de las personalidades antisociales
suele ser hostil, incluso malévola. En general, vigilan sus emociones
y no suelen expresar “emociones tiernas”, que ven como muestras de
debilidad. Al mismo tiempo, muestran sus emociones más agresivas
e irritables. Sin embargo, si así lo quieren, pueden parecer afables,
cordiales y simpáticos, si esto conviene a sus intereses. Estos sujetos
rara vez establecen una relación de pareja profunda, cariñosa y
responsable, ya que su capacidad de amar o solidarizarse es limitada.
Incapacidad para apreciar los sentimientos de otra persona o para
entender el sufrimiento que genera su comportamiento. Su baja
tolerancia a la frustración les hace ponerse furiosos ante cualquier
indicio de pérdida de control sobre el ambiente en el que se mueven.
Cuadro 3. Aspectos emocionales característicos del TAP.
Impulsividad, intranquilidad, irritabilidad, ira, hostilidad. Ausencia de sentimiento de cordialidad e intimidad. Emocionalmente vacíos, fríos. Frustrados ante la pérdida de control del ambiente.
Humor irascible. Hostilidad y agresividad fácilmente activadas.
Evaluación
Para la evaluación del TAP, además de utilizar los criterios
diagnósticos antes mencionados, se utilizan técnicas de autoinfomes,
(Escala para la evaluación del Trastorno Antisocial de la Personalidad
ETAPA, Cuestionario de Conducta Antisocial CCA), donde se hace
necesario realizar una biografía del paciente, que debe incluir una
reseña de las relaciones, los logros en el estudio y el trabajo, el
servicio militar, etc.; así como las circunstancias de su vida, su salud
física, la historia de consumo de drogas y la concepción de sí mismo.
Así mismo se sugiere la realización entrevistas clínicas estructuradas.
Tratamiento
La evidencia de que el Trastorno Antisocial de la Personalidad pueda
ser tratado satisfactoriamente es escasa. Son pocos los estudios que
se han realizado hasta el momento sobre el tema en especial. En
términos generales, se establecen dos objetivos en la intervención
sobre este tipo de sujetos:
1. El desarrollo del interés por las consecuencias a largo plazo y la
comprensión de la forma en que las conductas antisociales
repercuten sobre las demás personas
2. La adquisición de responsabilidades sociales y/o interés en los
demás
Debido a los rasgos habituales de la personalidad antisocial, es muy
difícil la aceptación de un tratamiento psicológico y la adherencia al
mismo; los antisociales se ven como personas sanas, realistas,
normales, mientras que los demás son los que están mal y sólo
quieren restringir su libertad. Generalmente van a terapia porque son
forzados a hacerlo. Es por todo esto que algunos solamente logran
alguna mejoría en sus conductas más extremas, otros simplemente
pueden adquirir conciencia de las consecuencias de sus acciones,
aunque sin efectuar mayores cambios en sus conductas, y otros no
cambian absolutamente nada, y ni siquiera llegan a motivarse por el
cambio.
En caso de que los sujetos con TAP estén recluidos y puede
controlarse el ambiente, se han planteado algunos tipos de
intervención:
a) Programas de economía de fichas
b) La comunidad terapéutica
c) Programas llevados a cabo en la naturaleza.
Así mismo es de anotar que en estos casos se han construido algunas
directrices o principios:
1. Los programas son más eficaces con sujetos que se encuentran
en el rango moderado del trastorno.
2. La intervención es más eficaz cuando se abordan aspectos que
conducen a la conducta delictiva, como los valores y actitudes
antisociales, relaciones con otros delincuentes, dependencia de
las drogas y déficit educativos-laborales.
3. El tratamiento debería enseñar y fortalecer las habilidades
interpersonales y modelar las actitudes prosociales.
La Terapia Cognitiva de Beck
Aaron Beck es uno de los pocos teóricos que ha propuesto un modelo
estructurado de intervención del Trastorno Antisocial de la
Personalidad. De acuerdo con la Terapia Cognitiva de Beck, es
posible lograr cambios en los afectos y la conducta de los pacientes
antisociales por medio de un proceso de evaluación y puesta a
prueba de sus creencias básicas: en lugar de tratar de crear una
“moral” más adecuada en estos pacientes, la terapia cognitiva
aplicada en el TAP puede concebirse como una mejoría de la
conducta moral y social por medio de la intervención en las funciones
cognitivas. Podría conceptualizarse en los términos de una jerarquía
de operaciones cognitivas, en la que el terapeuta intentará orientar al
paciente hacia un proceso de pensamiento más elevado, más
abstracto, por medio de discusiones guiadas, ejercicios cognitivos
estructurados y experimentos conductuales.
Como primera medida, es totalmente necesario realizar un adecuado
encuadre del proceso con el paciente, en el cual se le explicará muy
detalladamente el diagnóstico de TAP y sus implicaciones. También
se hace muy importante tratar de generar cierta “empatía” (en la
medida que lo permita el trastorno), con lo cual se pretende mejorar
la adherencia y la cooperación con el proceso. Después de haber
explicado el trastorno, el terapeuta puede proponer un ensayo de
terapia en el cual el paciente pueda saber con más exactitud en qué
consiste el tratamiento, y si decide iniciarlo o no.
La técnica principal propuesta por Beck para el tratamiento del TAP es
denominada por él “Reseña de Opciones”. Esta técnica consiste en la
elaboración paulatina de un formato estructurado, cuyo propósito es
ayudar al paciente a desarrollar la capacidad para considerar toda
una gama de diversas posibilidades. El primer paso consiste en
identificar alguna situación global en la que haya problemas o
tensiones, y después listar todos los factores pertinentes que puedan
ser enmarcados dentro de esa situación global. El paciente debe
valorar su satisfacción en cada uno de los factores en una escala que
va de 0 a 100. A continuación, en la segunda columna se enumeran
todas las opciones posibles. La columna de opciones suele incluir la
conducta inadaptada presente, así como alternativas más
adaptativas; están las reacciones inmediatas, "automáticas", del
paciente, y también otras posibilidades que surgen de una discusión
entre paciente y terapeuta. En las columnas adyacentes se
puntualizan las ventajas y desventajas de cada alternativa. El
terapeuta señala las desventajas de la conducta inadaptada que el
paciente haya pasado por alto, lo mismo que las ventajas de la
conducta más adaptativa. Finalmente; el propio paciente evalúa la
eficacia probable de cada elección, en una escala de 0 a 100. El
seguimiento adecuado de este ejercicio incluye la reseña constante
de las opciones conductuales consiguientes realizadas en las zonas
problema examinadas, con una concomitante evaluación de su
eficacia. Las reiteradas elecciones ineficaces indicarían la necesidad
de repasar de nuevo las ventajas y desventajas, o quizá subrayen la
conveniencia de abordar el déficit en alguna habilidad específica.
También es posible que el paciente necesite revisar por qué continúa
realizando opciones ineficaces. Ello podría deberse a alguna creencia
disfuncional que antes no fue detectada.
Tomado de Beck, Aaron; Terapia Cognitiva de los Trastornos de Personalidad
BIBLIOGRAFÍA
AMERICAN PSYCHIATRIC ASSOCIATION (APA). DSM-IV: Manual
Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales, 4ª. Edición.
Masson, Barcelona, 1994
BECK, Aaron. Terapia Cognitiva de los Trastornos de Personalidad.
Paidós, Barcelona, 1995
Ejercicio de "Reseña de las Opciones"
Problema Opciones Ventajas Desventajas
Situación Global: Trabajo: "He sido
descendido y puesto en periodo de prueba, y quiero conservar mi
empleo". Satisfacción: 10
“Cantarle la tabla” al jefe e irse de la
empresa Estimación de la eficacia: 20
Es fácil. Permite vengarse
Hay que buscar trabajo de nuevo. No
quiero irme de la empresa
Exigir el puesto anterior. Estimación
de eficacia: E: ?
Demuestra que no soy un tonto. Podría dar
resultado
Corro el riesgo de que me despidan.
Encontrar un modo de hacer quedar mal al jefe para vengarme.
E: ?
Me sentiría mejor después de lo que él
me hizo
Podría descubrir que lo hice quedar mal.
No me ayudaría mucho
Adoptar una actitud positiva y tratar de
ascender nuevamente. E: ?
Demuestro que me interesa la empresa
La empresa sacaría provecho de mi
trabajo luego de lo que me hizo
CABALLO, Vicente E. Manual de Trastornos de la personalidad:
Descripción, Evaluación y Tratamiento. Síntesis, Madrid
CABELLO, Javier y BRUNO, Antonio. Personalidad Psicopática o
Trastorno Antisocial de la Personalidad. En: Cuadernos de Medicina
Forense, No. 2, p. 83-92
GRAÑA, José Luis y CRESPO, María. Trastorno Antisocial de la
Personalidad. En: CABALLO, Vicente; BUELA-CASAL, Gualberto y
CARROBLES, José Antonio. Manual de Psicopatología y Trastornos
Psiquiátricos, Vol 2: Trastornos de la Personalidad, Medicina
Conductual y Problemas de Relación. Siglo XXI, Madrid, 1996; p. 87-
121
HALES, Robert; YUDOFSKY, Stuart y TALBOTT, John. DSM-IV, Tratado
de Psiquiatría, Tomo I, 3ª. Edición. Masson, Barcelona, 2000.
ROCA, Elia. Tratamiento Cognitivo-Conductual de los Trastornos de
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Trastornos de Personalidad Antisocial y Limítrofe. En: Conducta
Antisocial: Causas, Evaluación y Tratamiento, Vol. 1. Oxford
University Press, Ciudad de México, 1997
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