antorchas encendidas en una noche de...
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Antorchas encendidas en una noche de 1211
Francisco Suárez Salguero
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Francisco Suárez Salguero ha compuesto estos escritos esmerándose en ofrecer
la crónica cronológica que el lector podrá aprovechar y disfrutar. Lo ha hecho
valiéndose de cuantas fuentes que ha tenido a mano o por medio de la red in-
formática. Agradece las aportaciones a cuantas personas le documentaron a tra-
vés de cualquier medio, teniendo en cuenta que actúa como editor en el caso de
algún texto conseguido por las vías mencionadas. Y para no causar ningún per-
juicio, ni propio ni ajeno, queda prohibida la reproducción total o parcial de este
libro, así como su tratamiento o transmisión informática, no debiendo utilizarse
ni manipularse su contenido por ningún registro o medio que no sea legal, ni se
reproduzcan indebidamente dichos contenidos, ni por fotografía ni por fotocopia,
etc.
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A MODO DE PRÓLOGO
CLARA DE ASÍS
En 1211, día de Lunes Santo, 29 de marzo, la noble y joven Clara de Favarone, a
quien llamaremos de Asís, que a la sazón tiene 18 años de edad, tras haber rechazado
propuestas matrimoniales de algunos pretendientes, habiéndose escapado de su casa du-
rante la noche que era todavía Domingo de Ramos, se retiró con Francisco de Asís en-
contrándose con él en la Porciúncula. A Clara la siguieron luego su hermana Inés (antes
llamada Catalina) y otras amigas o compañeras. Fueron las primeras clarisas. El obispo
Guido de Asís las apoya.
Los franciscanos de la Porciúncula, con Francisco al frente, las esperaron con antor-
chas encendidas. Ante el altar de la Virgen, va cortando Francisco los rubios cabellos de
Clara, mientras ella profesa sus votos de pobreza, castidad y obediencia.
San Francisco las destinó pronto a la iglesia de San Damián que él había restaurado
entre los años 1206-1208. Allí –y en la Porciúncula– había profetizado que el lugar se
convertiría en monasterio o convento de santas señoras.
Ese mismo día (29 de marzo) la trasladan los frailes al monasterio de San Pablo de las
Abadesas, en Bastia, cerca de Asís, de donde Monaldo, tío de Clara, con otros de sus
parientes, quiere devolverla a casa por las buenas, pero no lo consigue.
Curiosamente era éste un monasterio muy privilegiado. El Papa Inocencio III le había
concedido en el año 1200 un [cerrado] privilegio de propiedad para que nadie pudiera
arrebatarles sus tierras o bienes. Clara de Asís, unos años después solicitará al mismo
Papa que le conceda lo contrario, un [abierto] privilegio de pobreza.
Llegado el 12 de abril fue trasladada Clara a otro monasterio, el de benedictinas del
Santo Ángel de Panzo, en las laderas del monte Subasio.
El 14 de abril sigue a Clara su hermana Catalina de Favarone y se le une en Panzo. Y
luego las siguen otras.
No tardan luego en trasladarse a la iglesia de San Damián, como antes adelantábamos.
Así, San Damián es la cuna de las clarisas, como la Porciúncula es la cuna de los fran-
ciscanos. La iglesia de San Damián la cederá el obispo Guido de Asís, según consta en
documentación de 1253.
Recogemos a continuación, sacado del Directorio Franciscano (Internet),1 el siguiente
escrito del franciscano Vittorino Facchinetti sobre San Damián, Santuario de Asís.2
San Damián, verdadero oasis de serenidad y de paz, surge en medio del verde de los
cipreses, de los viñedos y de los olivos, bajo el declive del Subasio, fuera de Porta Nuo-
va, al oriente de la ciudad. Llégase allí después de diez minutos de camino por una
1 2 de junio de 2016.
2 Facchinetti, V. (1928): Los Santuarios Franciscanos. Tomo II: Asís, en la Umbría, Barcelona, Biblio-
teca Franciscana, 100-119.
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senda campestre, llena de encantos y sonrisas, y aparece rodeado de toscos muros, como
de austero y blanco collar.
Iglesia de San Damián
En los tiempos del Pobrecillo no era más que una pobre capilla, dedicada al Santo
Mártir cuyo nombre lleva; pertenecía a los Canónigos de la Catedral, los cuales, como
estaba casi completamente en ruinas y por todos abandonada, la cedieron con gusto a
Francisco, en los primeros tiempos de su conversión.
El piadosísimo joven había aprendido a amarla en aquellos días de lucha y de congoja
en que pensaba abandonar el mundo y se dedicaba con entusiasmo al servicio de los po-
bres y de los leprosos, alternando aquellos cuidados con largas y ardientes oraciones so-
litarias ante la imagen del Crucifijo que se levantaba sobre el altar de la pequeña capilla.
Una mañana, mientras Francisco rogaba con extraordinario fervor al Altísimo para
que se dignase hacerle conocer su divina voluntad, se animó el rostro del Cristo y por
tres veces dejó salir de los labios estas palabras: “Ve, Francisco, y repara mi iglesia que
se cae”. El joven, volviendo tembloroso la mirada en torno suyo, notó que la capilla te-
nía urgente necesidad de ser restaurada, y se ofreció en seguida a seguir el mandato del
cielo.
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Empezó regalando a D. Pedro, el viejo custodio del santuario, su bolsa, rogándole tu-
viese siempre encendida una lámpara, por él, delante de la imagen del Crucifijo. Luego
corrió a su casa, cargó su caballo de telas preciosas, las vendió todas en el mercado de
Foligno y entregó lo recaudado en manos del sacerdote. Después de la prisión en la cár-
cel familiar, la renuncia de la propiedad hecha a los pies del Obispo y el noviciado en el
hospital de Gubbio, el Pobrecillo de Dios volvió nuevamente a San Damián para empe-
zar la restauración de la capilla, con las piedras mendigadas en limosna. Con la alegría
del pajarillo que construye a sus pequeñuelos un blando nido viósele laborar día y noche
en torno de la capillita, y a los que se maravillaban de ver al antiguo rey de los convites
y de las fiestas transformado en un sencillo albañil, Francisco se contentaba con res-
ponderles: “Venid más bien a ayudarme también vosotros en esta obra, porque pronto
surgirá aquí un monasterio de mujeres, cuya santa vida dará gloria, en toda la Iglesia,
al Padre Celestial”.
El místico y pequeño coro La profecía del Pobrecillo no tardó en cumplirse. Estamos en 1212. Clara Scifi, la vir-
gen pura elegida por Dios para ser colaboradora de Francisco en la restauración religio-
sa y social que la Providencia le confiara, ha cumplido ya su heroico sacrificio sobre el
altar de la Porciúncula. El Padre santo, después de la breve estancia en Bastia, la manda
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a vivir en el monasterio de benedictinas de San Pablo de Panzo, donde se le une su her-
mana Inés. Pero tampoco será ésta la morada estable de las seráficas palomas, porque
habrían de tener su nido en la soledad de San Damián.
Y un día de aquella florida primavera seráfica, las fundadoras de las Clarisas dejaron
el hospedaje en la Abadía para encerrarse en pobre claustro franciscano, cercano al de-
voto santuario, que poco después había de ser rodeado por el dormitorio de las herma-
nas, el coro donde recitaban el oficio, y el refectorio encima del cual estaba la enfer-
mería. Desde aquel día, no obstante las ampliaciones hechas posteriormente para adap-
tarlo a la morada de los religiosos, bien poco es lo que se ha cambiado en San Damián,
“la roca espiritual de la señora pobreza”, que habla a nuestro corazón el más místico
de los lenguajes. En efecto, allí la piadosa plantita del bienaventurado Francisco, ro-
deada de sus virginales hermanas, hizo una vida de oración, de pureza, de caridad, de
inmolación y de sacrificio. Confiando en su Esposo eucarístico, pudo un día desde aque-
llos muros echar a los sarracenos que rodeaban y asediaban la ciudad y habían ya asal-
tado el monasterio; desde la pequeña puerta que servía a las hermanas para recibir la
santa comunión, Clara con sus hijas pudo mirar por última vez las reliquias del dulce
Padre y Maestro, contemplar los restos transfigurados por el dolor y por el amor, besarle
devotamente los prodigiosos estigmas.
El minúsculo coro, tan recogido, tan sencillo, tan pobre, con los toscos bancos, y los
facistoles de madera apenas desbastada, que sirvió ya de prodigioso refugio a Francisco
perseguido por la cólera paterna, bien merece una ilustración particular. Todo el que lo
visita se queda aún hoy conmovido por tanta sencillez. Arrodillándose por algunos ins-
tantes en aquella tabla carcomida, dejándose embriagar el espíritu del silencio fasci-
nador que envuelve el mísero oratorio ¿no sentís el perfume angélico de las Damianitas
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sepultadas allí cerca? ¿No veis entrar de nuevo, devotas y modestas, a las piadosas reli-
giosas, llamadas de sus celdas al son de la campanilla de Clara, para venir a saludar al
Esposo, cantando los divinos oficios, leyendo en el breviario miniado por Fray León?
El refectorio de Santa Clara
Otro lugar que conmueve profundamente el alma de los piadosos visitantes del santua-
rio de San Damián, es el antiguo refectorio, que se conserva casi como estaba en el
tiempo en que servía de cenáculo a las pobres religiosas. En las paredes ennegrecidas y
en el pavimento desgastado vénse vivas las huellas de siete siglos de historia. También
los toscos tableros de la mesa, carcomidos, son todavía los que sirvieron a Clara y a sus
hijas para su frugal comida; una pequeña cruz de madera amarilla incrustada señala el
puesto que solía ocupar la santa Abadesa.
Aquí, en el año 1228, Gregorio IX, encontrándose en Asís, quiso visitar, según es cos-
tumbre, a las santas Damianitas para hablar con ellas de cosas divinas, y sucedió el pro-
digio registrado en el capítulo XXXIII de las Florecillas:
Mientras se hallaban así entretenidos en divinos razonamientos, Santa Clara hizo
preparar las mesas y poner el pan en ellas, para que el Santo Padre lo bendijera. Con-
cluido el coloquio espiritual, Santa Clara, arrodillada con gran reverencia, le rogaba
tuviera a bien bendecir el pan que estaba sobre la mesa. Respondió el Santo Padre:
–Hermana Clara fidelísima, quiero que seas tú quien bendiga este pan y que hagas so-
bre él la señal de la cruz de Cristo, a quien tú te has entregado enteramente.
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–Santísimo Padre, perdóneme –repuso Santa Clara–; sería merecedora de gran repro-
che si, delante del Vicario de Cristo, yo, pobre mujercilla, me atreviera a trazar esta
bendición.
–Para que no pueda atribuirse a presunción –insistió el Papa–, sino a mérito de obe-
diencia, te mando, por santa obediencia, que hagas la señal de la cruz sobre estos pa-
nes y los bendigas en el nombre de Dios.
Entonces, Santa Clara, como verdadera hija de obediencia, bendijo muy devotamente
aquellos panes con la señal de la cruz. Y, ¡cosa admirable!, al instante apareció en to-
dos los panes la señal de la cruz, bellísimamente trazada. Entonces comieron una parte
de los panes, y la otra parte fue guardada en recuerdo del milagro. El Santo Padre, al
ver el milagro, tomó de aquel pan y se marchó dando gracias a Dios, dejando a Santa
Clara con su bendición.
El refectorio de las Clarisas está ahora ocupado por los Menores, que habitan el con-
vento y custodian el santuario. Los devotos pueden verlo por una pequeña ventanilla
abierta en el coro. No es raro el ver dentro a cualquier pintor afanoso de reproducir
aquel ambiente sugestivo y poético, imaginándose tal vez sentadas en la parca mesa y
atentas, más que al alimento del cuerpo al sustento del espíritu, a las inocentes comen-
sales.
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El jardincillo
También Francisco, sobre todo en los primeros tiempos de la fundación de la Orden,
solía retirarse a San Damián para conversar sobre temas espirituales con la hermana
Clara y las demás religiosas, para descansar algo de las fatigas del apostolado, y edifi-
carse contemplando y admirando los ejemplos de virtud de los que cada una de aquellas
místicas esposas de Nuestro Señor era una radiante encarnación. La visita más memo-
rable de todas fue la del otoño de 1225, cuando habiendo ya recibido de Cristo el último
sello sobre la roca de la Verna, el Pobrecillo de Dios se retiró cerca de aquel asilo de
paz, donde Santa Clara se apresuraba a construir con sus manos virginales, próxima al
minúsculo jardincito, una pequeña cabaña para el dulce Maestro.
Ocurrió que una mañana, mientras el sol se levantaba sobre el horizonte, y los pájaros
entonaban sus canciones de amor, y el viento cantaba entre los cipreses, y las flores son-
reían en torno, y la hermana agua murmuraba cerca, y todas las maravillas del poético
valle espoletano se desplegaban ante sus ojos, Francisco, en aquel mismo pequeño jar-
dín, improvisó las primeras estrofas del Cántico del Hermano Sol:
Altísimo, omnipotente, buen Señor,
tuyas son las alabanzas, la gloria y el honor y toda bendición.
A ti solo, Altísimo, corresponden,
y ningún hombre es digno de hacer de ti mención.
Loado seas, mi Señor, con todas tus criaturas,
especialmente el señor hermano sol,
el cual es día, y por el cual nos alumbras.
Y él es bello y radiante con gran esplendor,
de ti, Altísimo, lleva significación.
Loado seas, mi Señor, por la hermana luna y las estrellas,
en el cielo las has formado luminosas y preciosas y bellas.
Loado seas, mi Señor, por el hermano viento,
y por el aire y el nublado y el sereno y todo tiempo,
por el cual a tus criaturas das sustento.
Loado seas, mi Señor, por la hermana agua,
la cual es muy útil y humilde y preciosa y casta.
Loado seas, mi Señor, por el hermano fuego,
por el cual alumbras la noche,
y él es bello y alegre y robusto y fuerte.
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Loado seas, mi Señor, por nuestra hermana la madre tierra,
la cual nos sustenta y gobierna,
y produce diversos frutos con coloridas flores y hierba.
Inútil todo comentario al himno maravilloso, celeste poema de fraternidad y de amor,
alba radiante de la Divina Comedia, primera página de la literatura italiana. Notaremos
solamente con Nediani que “jamás cántico humano y divino a la vez fue entonado en
lugar más santo y más puro, más lejos del mundo y más cerca de Dios”. Las dos es-
trofas del perdón y de la muerte fueron añadidas poco después en circunstancias diver-
sas; pero entonces ciertamente que del corazón del Seráfico Padre brotó otra estrofa pe-
regrina que no fue transcrita por la pluma de los hagiógrafos:
Laudato si’, mi Signore, per sora nostra Chiara,
silenziosa l’hai formata, operosa et ingeniosa
a far che la sua luce allumini il cor nostro.
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AÑO 1211
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REINO DE CASTILLA
En un viaje que realizaron juntos el rey Alfonso VIII de Castilla y el arzobispo to-
ledano Rodrigo Jiménez de Rada, pasando por Talavera,3 decidieron elevar a colegiata
la iglesia de Santa María la Mayor.4
Pero no tanto se dedica el rey castellano a darse unos paseos durante este año 1211
sino a preparar un combate que sea de verdadero golpe definitivo contra los almohades.
Para ello donó Moya y la aún musulmana Mira5 a la Orden de Santiago.
Anda muy irritado por ello Zayd Abu Zayd, el rey moro de Valencia,6 teniendo en
cuenta que Alfonso VIII había pactado con él que la zona entre los ríos Cabriel y Turia
fuera “tierra de nadie”.
3 Talavera de la Reina (Toledo). En tiempos romanos se llamó Caesarobriga y luego Talabriga (= Ciudad
del valle). El añadido “de la Reina” lo tendrá esta localidad a partir del 24 de junio de 1328, cuando el
rey Alfonso XI de Castilla, de 17 años de edad entonces, contraiga matrimonio con su prima María de
Portugal, de 15 años, siendo esta ciudad un regalo de bodas entre otros. Curiosamente, durante la Segunda
República Española (1931-1939) la ciudad pasó a llamarse Talavera del Tajo. Ciertamente, su elemento
físico más característico es el río Tajo, barrera geográfica que en el pasado sólo podía ser salvada en es-
casos lugares. En uno de ellos se levantó la fortificación defensiva que supuso el origen de su actual y
central espacio urbano.
4 Su origen parece remontarse a la época romana, habiendo sido templo, tal vez dedicado a Júpiter, ubi-
cado en el foro de la Caesarobriga romana de Lusitania. En la época visigoda, pudo estar en ella la sede
del obispado Aquense-Eborense. Las primeras noticias de la existencia del edificio actual datan de entre
los años 1194 y 1211. Durante el siglo XIV se irá documentando su reconstrucción en estilo gótico-mu-
déjar. Actualmente funciona como destacada parroquia.
La planta es rectangular, con tres naves longitudinales rematadas por ábsides poligonales y sin crucero.
Las tres naves están cubiertas por bóvedas de crucería, con terceletes en la nave central.
El retablo mayor es neoclásico, presidido por un lienzo de la Asunción de María de Mariano Salvador
Maella (1739-1819). Las capillas laterales atesoran valiosas obras de arte. Entre ellas destaca, en la ca-
pilla de Santa Leocadia, el lienzo de la Aparición de Santa Leocadia a San Ildefonso y el rey Recaredo,
fechado en 1592, y que es una de las escasas obras conservadas del pintor toledano Blas de Prado (ma-
nierista del siglo XVI). La capilla de los Santos Mártires alberga dos monumentos funerarios góticos del
siglo XV. La de Santa Ana o de los Reyes, la de Santa María del Pópulo y la del Cristo de los Espejos son
otras capillas a destacar. La iglesia alberga además importantes muestras de cerámica talaverana. Algunos
lienzos destacados son del siglo XVI, como el del retablo de los Santos Mártires. El retablo del Cristo del
Mar es obra del ceramista Ruiz de Luna (1863-1945).
El claustro se construyó en el siglo XV en estilo gótico. En él se encuentra enterrado el autor de La
Celestina, Fernando de Rojas (muerto en 1541). La sacristía se construyó en el siglo XVI, y está presidida
por una imagen de la Virgen del siglo XV, probablemente la que presidía el antiguo retablo mayor. Los
cuerpos superiores de la torre se construyeron a principios del siglo XVIII en estilo barroco.
En la colegiata de Talavera de la Reina se desarrolla el “Poema de los Canónigos de la Colegial de
Talavera”, incluido en el Libro de El Buen Amor de Don Juan Ruiz, el Arcipreste de Hita. Ir a Epílogo I.
5 En la provincia de Cuenca, al este, ambos lugares.
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El caso fue que Alfonso VIII permaneció durante prácticamente todo el año 1211 en
su corte y campamento de Alarcón,7 ciertamente disponiéndose a dar decisiva batalla en
su momento, contando con buenos tercios y pensando cuanto estratégicamente se en-
carte.
Muy cercano en todo al rey castellano estuvo su hijo Fernando, el infante o príncipe
heredero, de 22 años de edad. Y decimos estuvo porque murió en este año 1211, el 14
de octubre, en Madrid, como ahora relatamos.8
Fernando gustaba de las armas y de la caza, siendo hábil al respecto. Era generoso y
prudente, muy buena persona y valiente. Su mayor ambición, o la ilusión que abrigó
siempre, fue luchar contra los musulmanes y poder derrotarlos del todo a ser posible
cuanto antes. A muy temprana edad comenzó a participar en el gobierno del reino. Sus
padres, toda su familia y todo el reino habían depositado en él muchas ilusiones y mu-
chas esperanzas.
Antes de su muerte, volvía de la campaña que había dirigido para romper el cerco
musulmán de Salvatierra,9 enfermando luego de manera repentina e inesperada. Acabó
su vida en poco tiempo, sucediéndole como heredero en el trono de Castilla su hermano
el infante Enrique, de 7 años y medio de edad. Fernando tuvo traslado y sepultura en el
Monasterio de Santa María la Real de las Huelgas en Burgos. El cortejo fúnebre que
condujo su cadáver hasta la ciudad de Burgos estuvo formado, entre otros, por su her-
mana la infanta Berenguela, por el arzobispo de Toledo Rodrigo Jiménez de Rada, así
como por otros varios prelados y por muchos miembros de la nobleza.10
6 Tenía tanta autonomía respecto al Imperio Almohade que venía a considerarse y a ser considerado rey,
y Valencia como siendo un reino de taifa.
7 Hacia el sur de la provincia de Cuenca.
8 Fernando fue hijo del rey Alfonso VIII y de su esposa, la reina Leonor de Plantagenet. Por parte paterna
eran sus abuelos los reyes Sancho III de Castilla (muerto en 1158) y su esposa Blanca Garcés de Pam-
plona (muerta en 1156, hija del rey García Ramírez de Pamplona, muerto en 1150) y por parte materna el
rey Enrique II de Inglaterra (muerto en 1189) y su esposa Leonor de Aquitania (muerta en 1204).
El infante Fernando de Castilla había nacido en Cuenca, el 29 de noviembre de 1189, un año después de
que su hermana Berenguela y su entonces prometido, Conrado II de Suabia, fueran proclamados herede-
ros del trono castellano. Fue un reconocimiento luego sin validez al nacer Fernando, por ser varón. Desde
entonces Fernando fue ensalzado en las crónicas de la época por sus virtudes, al tiempo que, como he-
redero e hijo del rey de Castilla, figurando su nombre en los documentos oficiales hasta el momento de su
muerte.
9 Ir a Epílogo II.
10
Los restos mortales del infante Fernando yacen en un sepulcro de piedra caliza, colocado en la nave de
Santa Catalina o del Evangelio de la iglesia del monasterio, hallándose a su lado izquierdo el sepulcro que
contiene los restos de su hermano, el rey Enrique I, y a su lado derecho el sepulcro que se supone con-
tiene los restos del infante Manuel de Castilla, hijo de Fernando III el Santo y padre del escritor Don Juan
Manuel.
Durante la exploración del monasterio de las Huelgas llevada a cabo a mediados del siglo XX se com-
probó que los restos mortales del infante Fernando de Castilla, momificados, se hallaban incompletos y,
además de la calavera del infante, se encontraba otra en su interior, pues, durante la Guerra de la Inde-
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Desde Madrid, donde Alfonso VIII y su hijo Fernando, ahora difunto, preparaban la
más decidida campaña contra los almohades, el rey se trasladó a Alarcón, y en una
expedición relámpago de un par de semanas desde aquí, en noviembre, fue conquistan-
do territorios a los almohades.11
Pasó también que Rodrigo Jiménez de Rada exigió sus derechos diocesanos de la villa
de Moya, considerándola parte del obispado de Albarracín12
y no de Cuenca, pero no los
consigue. Sabemos del poderío señorial de Albarracín en manos de los Azagra, del todo
inclinados a Toledo, pero también sabemos de la relevancia episcopal de Cuenca, siendo
su obispo García Ruiz.13
pendencia (1808-1814), las tropas francesas profanaron los sepulcros reales, a fin de hallar en ellos obje-
tos de valor, y terminada la contienda, los restos mortales de los allí sepultados fueron devueltos a sus
sepulcros, aunque en numerosos casos no pudo hacerse por desconocerse de cuáles procedían, ocurriendo
entonces incidentes como el del infante Fernando. El ataúd de madera del infante mide 1,90 metros de
largo, y está forrado interiormente con badana y exteriormente con tafetán blanco, prolongado con un fal-
dón y guarnecido con galones lisos, que rodean su tapa y forman la cruz que se halla sobre ella, y junto a
los restos mortales del infante se encontró una cofia realizada con un paño de tapicería, y adornada con
oro y sedas, y con adornos dispuestos en listas a lo largo de la cofia, y una inscripción cursiva de tipo al-
mohade.
11
Afectaron estas conquistas a los castillos de Garadén (cueva fortificada), Jorquera y Alcalá del Júcar,
todo en la provincia de Albacete, dejando estos lugares bien guarnecidos, pero el dominio cristiano sobre
los mismos sólo se consolidará a partir de la victoria de 1212 en la batalla de Las Navas de Tolosa.
12
Provincia de Teruel.
13
El pleito que inició ahora el arzobispo toledano se prolongará hasta la sentencia del año 1231, a favor
de Cuenca. También, a instancias de Rodrigo Jiménez de Rada, en fecha 11 de abril, el rey Pedro II de
Aragón sometió perpetuamente a la iglesia diocesana de Albarracín como sufragánea de Toledo, con las
iglesias de Serreilla (en la conquense Alcalá de la Vega), El Cuervo (Teruel), Pina Jahya (hoy Castiel-
fabib, provincia de Valencia) y Ademuz (Valencia), con sus mezquitas, diezmos, primicias y oblaciones.
Se trata de conflictos y disputas territoriales y jurisdiccionales, de fronteras, entre las sedes episcopales de
Toledo y de Cuenca, estando la sede de Albarracín también implicada o de por medio.
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REINO DE PORTUGAL
En Coímbra murió el rey Sancho I de Portugal, el 26 de marzo de este año 1211. Te-
nía 56 años de edad y era el año vigésimo sexto de su reinado. Había hecho testamento
en 1199. Le sabemos hijo del rey Alfonso I Enríquez (muerto en 1185) y de su esposa
Mafalda de Saboya (muerta en 1157). Vino a ser conocido como el Poblador, por haber
impulsado mucho la repoblación de sus territorios. Podemos recordar su propósito al
respecto cuando fundó la ciudad de Guarda en 1199.
De 1166 a 1168, Alfonso I Enríquez, su padre, se había apoderado de varias plazas
pertenecientes a la corona leonesa. Recordamos que el rey Fernando II de León (1157-
1188) repobló por entonces Ciudad Rodrigo.14
Sabemos del parentesco de ambos mo-
narcas (Fernando, casado con Urraca de Portugal, era yerno de Alfonso). Sospechó Al-
fonso que Fernando fortificaba Ciudad Rodrigo con la intención de molestarle o crearle
problemas, por lo que envió Alfonso a su hijo Sancho mandando al ejército portugués
contra Ciudad Rodrigo. Acudió Fernando II de León en auxilio de su plaza amenazada,
resultando que los portugueses fueron completamente derrotados y muchos de sus sol-
dados hechos prisioneros.
El 15 de agosto de 1170, Sancho fue armado caballero por su padre, que le hizo así su
brazo derecho y su ayuda más directa, tanto en lo administrativo como en lo militar.
Durante los primeros años de la independencia de Portugal como reino existieron nume-
rosos enemigos de la corona, siendo el más destacado al respecto el reino de León, don-
de se veía que Portugal dejaba de controlarse y se le iba de las manos. De otra parte, la
Iglesia se mostraba remisa en el reconocimiento de Portugal como reino. Por todo ello,
Portugal se fraguaba como reino buscando algún aliado donde pudiera, encontrando así
al reino de Aragón, enemigo tradicional de León. Hubo tratado de alianza que se firmó
en 1174, corroborándose el acuerdo con el compromiso matrimonial de Sancho, herede-
ro de la corona, con la infanta Dulce de Aragón, hija de la reina Petronila y de su esposo
el conde Ramón Berenguer IV de Barcelona. Podemos recordar la muerte de Dulce en
1198.
Tras la muerte del rey Alfonso I Enríquez en 1185, Sancho se convirtió en el segundo
rey de Portugal. Con Coímbra como corte central del reino, Sancho I de Portugal no
continuó las guerras fronterizas por la posesión de Galicia (como antes había ocurrido)
sino que se volvió contra los musulmanes del sur. En 1189, pertrechado de fuerzas, con-
quistó Silves, siendo esta ciudad de muy considerable importancia en todos los órdenes.
Pero los musulmanes la recuperaron sin demasiada tardanza, en 1191.
Sancho I dedicó muchos esfuerzos a la organización de su reino y a la consolidación
política del mismo, también en lo administrativo, económico, militar, etc. Acumuló un
considerable tesoro real e incentivó la creación de industrias. Concedió diversos fueros
14
Provincia de Salamanca.
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y creó nuevas ciudades; además pobló zonas áridas, en particular con gente emigrante
procedente de Flandes y del ducado de Borgoña.
De su matrimonio con Dulce de Aragón le nacieron a Sancho I de Portugal once hijos,
de los cuales fueron nueve los que llegaron a edad adulta: Teresa,15
Sancha,16
Constan-
za, Alfonso (quien ahora le sucede como rey Alfonso II de Portugal),17
Pedro,18
Fer-
nando,19
Enrique,20
Ramón,21
Mafalda,22
Blanca23
y Berenguela.24
Sancho I de Portugal tuvo también sus hijos naturales o ilegítimos. Con María Aires
de Fornelos, hija de Aires Núñes de Fornelos y Mayor Páez, tuvo dos hijos, nacidos an-
tes de su matrimonio con Dulce de Aragón: Martín Sánchez y Urraca Sánchez.25
Después de enviudar tuvo sus relaciones con María Páez de Ribeira, “la Ribeiriña”,26
de quien también tuvo descendencia, dejando la debida provisión en bienes y morabe-
tinos.27
Además, con María Moniz de Ribeira, hija de Munio Osorio, tenente en la comarca de
Cabrera y Ribera (señorío de tierras leonesas, gallegas y portuguesas), y de María Nú-
ñez de Grijó, tuvo a Pedro Moniz.
15
Sabemos que había contraído matrimonio con el rey Alfonso IX de León, habiendo sido anulado este
matrimonio en 1196 por el Papa Celestino III (por razones de parentesco), no obstante teniendo tres hijos:
Sancha, Fernando y Dulce. Su muerte será en Lorvão (año 1250).
16
Nacida en 1180 y muerta en 1229.
17
Nacido en 1186 y muerto en 1223.
18
Nacido en 1187 y muerto en 1255. Sirvió al rey Alfonso IX de León y después fue conde de Urgel por
su matrimonio con Aurembiaix.
19
Nacido en 1188 y muerto en 1233. Fue esposo de la condesa Juana de Flandes o de Constantinopla
(muerta en 1244).
20
Nacido en 1189 y muerto niño.
21
Nacido en 1190 y muerto niño.
22
Nacida en 1200 y muerta en 1256. Fue esposa del rey Enrique I de Castilla.
23
Monja en Lorvão.
24
Que contrae matrimonio en 1214 con el rey Valdemar II de Dinamarca y tendrá cuatro hijos, todos re-
yes: Sofía, Eric o Erico, Abel y Cristóbal. Muere con poco más de 20 años de edad en 1221.
25
Ambos de interés para los genealogistas (y aun para nosotros, como puede que comprobemos) por sus
enlaces con diversos linajes.
26
A ella le dedicó una cantiga de amigo (del género lírico galaico-portugués, que guarda semejanzas con
las jarchas): A Ribeirinha, escrita en 1199. Es el texto más antiguo conocido de poesía portuguesa.
27
Por lo menos seis hijos (con interesantes biografías): Rodrigo, Gil, Nuño, Mayor, Teresa y Constanza.
~ 17 ~
Ya iremos viendo el desenvolverse del reinado del sucesor y heredero de Sancho I, su
hijo Alfonso II.
También murió en Coímbra Urraca de Portugal, que había sido reina consorte de León
por su matrimonio con el rey Fernando II y madre del rey Alfonso IX.28
Urraca, her-
mana del difunto rey Sancho I de Portugal, fue hija de Alfonso I Enríquez y de su es-
posa Mafalda de Saboya.
Urraca se había casado con Fernando II de León en primavera29
del año 1165. De este
matrimonio nació, hijo único, en Zamora, el 15 d agosto de 1171, el rey Alfonso IX de
León, el cual fue bautizado en la catedral zamorana.
Debido al parentesco existente entre Fernando y Urraca (primos segundos), se vieron
obligados a separarse, habiendo sido anulado el matrimonio pro el Papa Alejandro III.30
Urraca optó entonces por ingresar como freira hospitalaria en la Orden de San Juan de
Jerusalén, viviendo retirada en los lugares del entorno zamorano que su esposo le había
concedido, siendo finalmente su retiro el del monasterio de Santa María de Wamba31
perteneciente a la mencionada orden hospitalaria. Aquí recibió sepultura, tras haberse
efectuado el traslado de su cadáver.
El 25 de mayo de 1176, la reina donó varias tierras y villas a la Orden de San Juan.32
En 1188 asistió a la coronación de su hijo Alfonso IX de León, que heredó el trono leo-
nés tras la defunción de su padre, ocurrida el 22 de enero de 1188, y ese mismo año, el
día 4 de mayo, ambos confirmaron los privilegios concedidos por el difunto Fernando II
a la Orden de Santiago.33
28
Abuela paterna de Fernando III el Santo rey de Castilla y León en su momento.
29
Mayo o junio.
30
En el año 1171 ó 1172.
31
Provincia de Valladolid.
32
Probablemente coincidiendo la fecha con su ingreso en la orden hospitalaria. Las mencionadas tierras
incluían Castroverde de Campos (Zamora), Mansilla Mayor (León), Salas y San Andrés (ambas en As-
turias).
33
La última aparición documentada que se sepa de la reina Urraca es del año 1211 del que ahora ofrece-
mos los relatos. Fue documento de donación a la catedral de Zamora de la villa zamorana de Castroto-
rafe, que había recibido como parte de las arras que le entregara el rey Fernando II en 1165.
~ 18 ~
El rey Sancho I de Portugal
Urraca (abuela paterna de San Fernando)
~ 19 ~
REINO DE LEÓN
Podemos destacar del reino de León en este año 1211 la reconciliación del rey Al-
fonso IX con los templarios.
Recordemos que allá por el año 1178 permitió el rey Fernando II de León que los tem-
plarios se establecieran en Ponferrada y en 1180 expidió el rey fuero para la repoblación
del lugar, una villa que ya llevaba un siglo de existencia, documentándose su primera
fortificación en 1187, llamándose en origen La Puebla de San Pedro.
En 1196, en el contexto de los ataques al reino de León perpetrados por Alfonso VIII
de Castilla, apoyado por los templarios, Alfonso IX de León, quitó Ponferrada a los
templarios dándola a los caballeros de la Orden de San Juan (hospitalarios). Tras suce-
derse algunas disputas con los templarios, pasa ahora que el rey Alfonso IX de León se
reconcilia con ellos, haciéndoles donación de la villa de Ponferrada a cambio de que los
templarios le cedan algunos castillos.
De otra parte pasó también algo no menos destacable, el 21 de abril: la solemne con-
sagración de la catedral románica de Santiago de Compostela,34
oficiada por el arzo-
bispo Pedro Muñiz,35
concelebrando con él otros diez obispos gallegos y portugueses,
en presencia del rey Alfonso IX y de su hijo Fernando, de 18 años de edad.36
Las obras
de la catedral inaugurada y consagrada ahora se iniciaron, como podemos recordar, en
1075.
Una de las doce cruces de la consagración de la catedral compostelana en 1211
34
Actualmente se siguen contemplando 12 cruces de consagración repartidas por las naves de la catedral.
35
Apodado el Nigromántico, fue arzobispo compostelano entre los años 1207-1224. Tuvo muy buena re-
lación y amistad con el Papa Inocencio III.
36
No Fernando III el Santo (hijo de Berenguela de Castilla) sino Fernando, hijo anterior de Alfonso IX
con la que fue su primera esposa Teresa de Portugal.
~ 20 ~
Aspecto exterior de la catedral románica de Santiago de Compostela
en su consagración
Pórtico de la Gloria
~ 21 ~
REINO DE ARAGÓN
El concilio que se celebró en Montpellier durante el mes de febrero dirigió otro ulti-
mátum al conde Ramón (o Raimundo) VI de Toulouse, planteándole unas condiciones
que le parecieron inaceptables: deponer del todo las armas, licenciar a sus tropas, entre-
gar a los herejes y judíos de su territorio y permitir a Simón de Montfort tomar cuanto
desee de sus territorios, haciendo y deshaciendo a su gusto como jefe absoluto de la cru-
zada católica contra los cátaros.
El rey Pedro II de Aragón estaba justo con Ramón VI, su cuñado, cuando éste recibió
el referido ultimátum. El monarca trató de desenvolverse en este caso negociando
cuanto pudo. Decidió darle a Simón de Montfort como rehén y futuro yerno a su propio
hijo, el pequeño Jaime, de 3 años de edad.37
Todavía invierno entró el rey con su hijo en
Carcasona, tratando de arreglar las cosas.
Pero no se arreglaron así como así. Los cruzados atacaron por todo el condado de
Toulouse (el primer señorío realmente poderoso al que se enfrentan), entrando el 3 de
mayo en la villa de Lavaur,38
desatándose allí una feroz represión: el señor del lugar y
80 de sus caballeros fueron ahorcados, la hermana del señor, estando embarazada, fue
arrojada a un pozo y lapidada, mientras 400 cátaros eran quemados vivos. En fin, un
episodio más que sangriento y del todo cruel.
37
El futuro Jaime I de Aragón tuvo una infancia difícil, nada querido y del todo despreciado por su padre
(no llegó a conocerlo sino a la edad de 2 años). Luego vino este pacto con Simón de Montfort, siendo da-
do Jaime para que llegara a casarse con Amicia, hija de Simón. Lo pactado incluía que Jaime permane-
ciera recluido en el castillo de Carcasona hasta que cumpliera sus 18 años de edad.
38
A poco más de 30 kilómetros de Toulouse.
~ 22 ~
En respuesta a tanta crueldad se unieron los occitanos poniéndose al mando de Ramón
VI de Toulouse y de Ramón Roger I de Foix atacando a los cruzados en Castelnaudary.
Combatieron mucho en el mes de septiembre, siendo la batalla de gran masacre y mu-
chas bajas por ambos bandos. No era la primera vez que Castelnaudary había sido cas-
tigada por Simón de Montfort. En 1109 habían perecido allí unos 50 cátaros en las ho-
gueras.
A pesar de haberle prohibido intervenir el propio Papa Inocencio III, Gastón VI de
Bearn y Bigorre cumplió con sus deberes en cuanto vasallo del rey Pedro II, partici-
pando en el contraataque sobre Simón de Montfort, viéndose éste obligado a retirarse
del sitio de Toulouse y fracasando también del todo en Castelnaudary.
Pasó también que se celebró en este año la boda de Ramón,39
hijo de Ramón VI de
Toulouse (y de Juana Plantagenet, muerta en 1199), con Sancha de Aragón, hermana del
rey Pedro II.
De otra parte, en el reino de Sicilia, otra aragonesa, Constanza, también hermana del
rey Pedro II de Aragón, esposa de Federico II Hohenstaufen, tendrá su protagonismo o
será noticia, al dar a luz allí al Hohenstaufen Enrique.40
Ramón o Raimundo VI de Toulouse y Simón de Mont5fort
39
Futuro Ramón VII de Toulouse. Sancha de Aragón le dará a su hija y heredera Juana de Toulouse.
40
Que será enseguida rey de Sicilia (1212-1217), duque de Suabia (1216-1235) y rey de romanos (1220-
1235).
~ 23 ~
REINO DE NAVARRA
Del reino de Navarra podemos destacar en este año 1211 la muerte del obispo de Pam-
plona Juan de Tarazona.41
El óbito le sobrevino en Roma, el 2 de septiembre, siendo las
circunstancias las que relatamos a continuación.
Juan de Tarazona fue obispo de Pamplona dese 1205, cuando sucedió a García Ferrán-
dez, hasta el momento de su muerte.42
Desde muy joven se educó y desenvolvió en la catedral de Santa María de Pamplona,
llegando a ser arcediano. Fue secretario del obispo Pedro de Artajona, su predecesor en-
tre los años 1167-1193. También fue abad o rector del santuario de San Miguel in Ex-
celsis o de Aralar.43
Su posicionamiento a favor del obispo Martín de Tafalla (electo en los años 1193-
1194), enfrentado con el rey Sancho VI de Navarra (1150-1194), le hizo caer en des-
gracia con éste, discordia que quedó olvidada con la muerte del rey en 1194.
Juan de Tarazona fue electo obispo de Pamplona en 1205 gracias a la autoridad de
Sancho VII, el monarca reinante en Navarra, con quien Juan se comprometió a saldar
las deudas que la iglesia pampilonense había contraído durante el episcopado de García
Ferrández. Su nombramiento no fue del agrado de gran parte del cabildo, que entabló
ante la Santa Sede un pleito alegando que la elección había sido ilegítima y acusando a
Juan de simonía y dilapidación de bienes. Los jueces eclesiásticos comisionados por el
Papa Inocencio III dictaron sentencia de deposición, ordenando al cabildo llevar a cabo
la elección de un nuevo obispo, pero ante las amenazas del rey Sancho, los canónigos
encargados de nombrar sucesor dejaron transcurrir el plazo prefijado para la elección.
Entretanto se resolvía el proceso, el obispo se distinguió en obrar sin el consenti-
miento del cabildo: otorgó el arcedianato a Martín Pérez, supuestamente a cambio de
4.000 óbolos, y enajenó arbitrariamente numerosos bienes propiedad de la iglesia, entre
ellos los castillos navarros de Monjardín44
y Huarte, que fueron entregados al rey.
En 1209, decididos los canónigos del cabildo a seguir las disposiciones eclesiásticas,
enfrentándose al monarca, fueron casi todos ellos desterrados. En 1210 viajó Juan
personalmente a Roma para comparecer ante el tribunal que debía resolver el proceso
que le tenía tan liado, pero murió al año siguiente, en este 1211, antes de que se dictase
sentencia, dejando pendientes de pago grandes cantidades de dinero.
41
Probablemente era de algún lugar de Navarra, pero se desconoce, como también se desconoce su edad,
pues no se sabe la fecha de su nacimiento ni otras circunstancias al respecto.
42
Algunos autores le atribuyen la institución del cargo de chantre (maestro cantor o del coro) de la cate-
dral.
43
Ir a Epílogo III.
44
Villamayor de Monjardín (Navarra).
~ 24 ~
Pamplona queda ahora como sede vacante en lo episcopal, bajo el gobierno del prior
catedralicio o vicario general Pedro Sánchez.45
45
El sucesor de Juan de Tarazona será, en 1212, hasta 1215, el occitano Espárago de Barca, quien luego
será, hasta su muerte, en 1233, arzobispo de Tarragona.
~ 25 ~
DIÁSPORA BIZANTINA
Exiliado en un monasterio de Nicea,46
murió en este año 1211 el que fue emperador
bizantino Alejo III Ángelo, segundo hijo del general bizantino Andrónico Ángelo y
nieto de Alejo I Comneno (muerto en 1118).
En 1195, mientras su hermano Isaac II estaba de cacería en Tracia, Alejo fue procla-
mado emperador bizantino por las tropas del ejército. Capturó entonces a Isaac en Sta-
gira (Macedonia) y le mantuvo preso, a pesar de que hubiera merecido reconocimiento y
favores.
En compensación por tanto mal y para asegurarse en su puesto como emperador,
Alejo tuvo que repartir dinero con tanta liberalidad que llegó a vaciar el tesoro imperial;
y concedió tantos permisos a los oficiales del ejército que casi dejó indefenso el Impe-
rio. Así consumó la ruina financiera llevando a la total quiebra del Estado. La capaz y
activa emperatriz Eufrosine Ducas, su esposa, también muerta en este año 1211, intentó
en vano mantener su crédito y su corte; pero Vatatzes, el instrumental y favorito perso-
naje de sus intentos de reforma, antes de ningún acierto fue asesinado por orden del pro-
pio emperador.
Pasó que, por su territorio oriental, el Imperio Bizantino estaba siendo invadido por
los turcos selyúcidas, mientras por el norte bajaban sin oposición los búlgaros y los va-
lacos saqueando fácilmente los llanos de Macedonia y Tracia. Alejo se dedicaba al de-
rroche del tesoro público en sus palacios y jardines, dándose y dando buena vida a unos
cuantos. Y vino la gran amenaza, como todos recordamos, el más temible peligro, la
cuarta cruzada.
En 1202 se congregaron los cruzados latinos en Venecia disponiéndose a arreciar so-
bre Constantinopla. Alejo, el hijo del depuesto Isaac, había escapado de Constantinopla
y pidió ayuda a los cruzados, prometiéndoles, a cambio de su apoyo para destronar a su
tío, el fin del cisma (religiosa y políticamente consumado ya de mucho tiempo) entre
Oriente y Occidente, entre Constantinopla y Roma.
Los cruzados, que hasta entonces habían tenido Egipto como objetivo de momento,
decidieron cambiar su ruta y dirigirse a Constantinopla, ante la cual aparecieron, como
podemos recordar, en junio de 1203. Proclamaron emperador a Alejo como Alejo IV,
tras convocar a los ciudadanos para que depusiesen a su tío. Alejo III, abrumado, no to-
mó ninguna medida para resistir. Su yerno, Teodoro Láscaris,47
que fue el único que
46
Una muy antigua y destacada ciudad de Bitinia, en Asia Menor, a orillas del lago Íznik. Podemos re-
cordarla como ciudad de concilios importantes (años 325 y 787). En tiempos imperiales de los romanos
fue uno de los centros culturales más sobresalientes, además de un próspero enclave comercial y econó-
mico. En 1078 fue tomada por los selyúcidas y pasó a ser capital del sultanato de Rüm. Volvió a manos
de los cristianos en 1097, convirtiéndose, tras la conquista cruzada de Constantinopla, en capital del Im-
perio Bizantino (en la diáspora), entre los años 1204-1261. Desde 1331 su nombre en turco es Íznik, pro-
vincia de Bursa. Actualmente es una ciudad turca de Anatolia.
47
Emperador bizantino en Nicea entre los años 1205-1222.
~ 26 ~
intentó resistir, fue derrotado en Scutari,48
y así dio comienzo el sitio de Constanti-
nopla. El 17 de julio, los cruzados, dirigidos por el anciano Enrico Dandolo, dux de
Venecia, escalaron las murallas y conquistaron la ciudad, saqueándola y violentándola
del todo. Durante la lucha y carnicería que siguió, Alejo se escondió en el palacio, para,
finalmente, con una de sus hijas, Irene, y todos los tesoros que pudo recopilar, huir en
un bote y escapar a Develton, en Tracia, dejando a su mujer, sus demás hijas y su Im-
perio a los invasores. Isaac, sacado de su prisión e investido de nuevo con la púrpura
imperial, recibió a su hijo Alejo IV.
Poco después, Alejo III, con la ayuda de Murzuflo (que habría de ser Alejo V Ducas,
como podemos recordar), intentó recuperar el trono. Pero no prosperó en el intento y,
tras recorrerse Grecia, se rindió, junto con su esposa Eufrosine (que mientras tanto se
había reunido con él), a Bonifacio de Montferrato, que entonces dominaba gran parte de
la Península Balcánica como rey de Tesalónica según podemos recordar (y que murió
en 1207).Tras abandonar su protección, buscó ayuda en Miguel I Ducas, déspota de Epi-
ro, tras lo cual viajó a Asia Menor, donde su yerno Láscaris se acaba de establecer para
resistir a los latinos.
Alejo, aliado con Kaikosru I, el sultán de Rüm,49
exigió la corona de Láscaris como
correspondiéndole a él, y ante el rechazo de éste, marchó contra él. Pero Láscaris lo
48
Actual Üsküdar (Turquía).
49
También conocido como sultán de Iconio o Konya, fue otro que murió en este año 1211. Kaikosru I, de
nombre completo Ghiyath al-Din Kaykhusraw bin Qilij Arslan, fue el undécimo y más joven hijo de Kilij
Arslan II, y su sucesor como sultán selyúcida de Rüm en 1192, pero tuvo que luchar con sus hermanos
por el control del sultanato (lo gobernó entre los años 1192-1196 y 1205-1211).
Se casó con una hija de Manuel Maurozomes, destacado dignatario bizantino, hijo de Teodoro Mauro-
zomes y de una hija ilegítima del emperador bizantino Manuel I Comneno. Por esta alianza matrimonial,
Manuel luchó en nombre de Kaikosru en 1205 y 1206.
En 1207 se apoderó de Antalya (una ciudad de la costa mediterránea en el suroeste de Turquía), defen-
dida por una guarnición franca, gracias a lo cual contaron los selyúcidas con un puerto en el mar Medi-
terráneo.
De acuerdo con el cronista Nicetas Coniates, Kaikusru I de Rüm fue muerto por Teodoro I Láscaris,
emperador de Nicea combatiendo en la batalla de Antioquía del Meandro.
Dicha batalla, conocida también como batalla de Alaşehir, fue un enfrentamiento militar cerca de An-
tioquía del Meandro entre las fuerzas del Imperio de Nicea y el sultanato selyúcida de Rüm. La derrota
turca aseguró la hegemonía de Nicea en la costa egea de Asia Menor.
Había pasado que, tras la caída de Constantinopla a manos de los cruzados (de la cuarta cruzada, en el
año 1204) y la división o repartición del Imperio Bizantino, el sultán selyúcida de Rüm, Kaikosru I, dio
cobijo o asilo al derrotado Alejo III Ángelo. En realidad, el sultán utilizó el pretexto de ayudar a Alejo
para ponerlo de nuevo en el poder atacando a Teodoro Láscaris, coronado emperador de Nicea en 1208,
habiendo construido Teodoro una base de poder en el antiguo territorio bizantino del oeste de Anatolia, en
territorio constituido como Imperio de Nicea, afirmando siempre sus emperadores ser los legítimos (con-
tinuadores) emperadores romanos (que era lo que se consideraban los emperadores bizantinos). Pasó,
pues que habiendo fracasado el sultán Kaikosru en convencer a Teodoro de que abdicara en favor de Ale-
jo, el sultán invadió el territorio de Teodoro en la primavera de 1211. Y se encontró que fue derrotado y
muerto.
En efecto, Kaikosru iba a pagar caro, un alto precio, por su invasión, aunque su ejército fue inicialmente
victorioso contra los 800 jinetes mercenarios latinos de Láscaris, quienes se llevaron la peor parte en víc-
timas, debido a la carga impetuosa de los selyúcidas contra ellos; cuando se agotó el esfuerzo latino, ata-
~ 27 ~
derrotó y lo hizo prisionero. Así fue como Alejo III fue preso y enviado a un monasterio
de Nicea.50
También murió en este año 121151
Eufrosine Ducas Kamaterina, emperatriz consorte
bizantina de Alejo III Ángelo.
Eufrosine ayudó a su esposo para que usurpara el trono bizantino, en 1195, mediante
sistemáticos sobornos. Ella era una mujer dominante, políticamente talentosa; puede
decirse que fue ella realmente la emperatriz que gobernó en nombre de Alejo III, más
ocupado en divertirse y pasarlo bien que en gobernar. Eufrosine daba órdenes por ella
misma, siendo obedecida en lo que más le convenía. La pareja imperial fue muy criti-
cada por su afición a las galas y por enriquecerse la familia a costa del dinero público.
Hubo mucha corrupción en todos los sentidos. Luego vino todo lo que fuimos contando:
la cuarta cruzada.
Eufrosine acabó sus días en Arta (Epiro). Podemos decir de su familia que tuvo tres
hijas de su relación conyugal con Alejo III Ángelo: Irene,52
Ana53
y Eudoxia.54
caron los selyúcidas por flanco y retaguardia, pero se detuvieron o entretuvieron los selyúcidas en el sa-
queo del campamento niceno, permitiendo así que las fuerzas de Teodoro se reagrupasen y contraatacaran
a los cada vez más desorganizados turcos. Teodoro buscó a Kaikosru I y lo confrontó en combate sin-
gular, causándole la muerte. Entonces las fuerzas selyúcidas fueron derrotadas y el antiguo emperador
Alejo, el suegro de Láscaris, fue capturado durante la batalla y posteriormente encarcelado, terminando
sus días recluido en un monasterio. Después de la batalla, los turcos llevaron el cadáver de su sultán de
nuevo a Iconio o Konya, siendo enterrado en su correspondiente mausoleo dinástico.
La lucha que se libró favoreció a Nicea quitándole la presión de los selyúcidas, pero el ejército de
Láscaris sufrió muchas bajas. En particular, su muy efectiva caballería mercenaria latina casi había sido
destruida. Como resultado, Láscaris no podía defender ya sino de modo muy insuficiente su territorio ante
un más que eventual ataque latino, de modo que tuvo que ceder parte de su territorio del entorno del mar
de Mármara. Sin embargo, la victoria prestigió mucho a Láscaris y la captura de Alejo III terminó la
oposición interna a su gobierno. La batalla fue el último encuentro importante entre los selyúcidas y los
bizantinos. Finalmente, los selyúcidas no pudieron tomar toda Asia Menor. Sin embargo, aunque el Im-
perio de Nicea se fortalecía a costa de los latinos y los selyúcidas se debilitaban, los turcos, bajo el lide-
razgo otomano, conquistarán finalmente Asia Menor, pero algo más de un siglo después de estos acon-
tecimientos aquí relatados.
Uno de los hijos que tuvo Kaikosru I de Rüm con la hija de Manuel Maurozomes, Kaikubad I, gobernó
el sultanato entre 1220 y 1237, y su nieto Kaikosru II entre los años 1237 y 1246.
50
Siendo dicho monasterio y la fecha del óbito, como sus circunstancias, históricamente indetermina-
dos.
51
Fecha indeterminada o sólo probable.
52
Que será abuela del futuro emperador Miguel VIII Paleólogo (1259-1261), que reconquistará Constan-
tinopla a los latinos en 1261, transformando el Imperio de Nicea en un restaurado Imperio Bizantino.
53
Matrimonialmente emparentada con el emperador Manuel I Comneno y casada en segundas nupcias
con Teodoro Láscaris, emperador de Nicea. Parece ser que muere en 1212.
54
Muerta en este año 1211. Tuvo tres matrimonios (con triple viudedad): con el rey Stefan Prvovenča-
ni (Primercoronado) de Serbia, con el emperador Alejo V Ducas (Murzuflo) y con León Sgouros de
Corinto.
~ 28 ~
Alejo III
~ 29 ~
EPÍLOGO I
POEMA O CANTIGA DE LOS CLÉRIGOS O CANÓNIGOS DE TALAVERA
(Del Libo de buen amor, Arcipreste de Hita)
Allá por Talavera, a principios de abril,
llegadas son las cartas de Arzobispo don Gil,
en las cuales venía un mandato no vil
que, si a alguno agradó, pesó a más de dos mil.
Este pobre Arcipreste, que traía el mandado,
más lo hacía a disgusto, creo yo, que de grado.
Mandó juntar Cabildo; de prisa fue juntado,
¡pensaron que traía otro mejor recado!
Comenzó el Arcipreste a hablar y dijo así:
-"Si a vosotros apena, también me pesa a mí.
¡Pobre viejo mezquino! ¡En qué envejecí,
en ver lo que estoy viendo y en mirar lo que vi!"
Llorando de sus ojos comenzó esta razón:
Dijo: -"¡El Papa nos manda esta Constitución,
os lo he de decir, sea mi gusto o no,
aunque por ello sufra de rabia el corazón."
Las cartas recibidas eran de esta manera;
Que el cura o el casado, en toda Talavera,
no mantenga manceba, casada ni soltera:
el que la mantuviese, excomulgado era.
Con aquestas razones que el mandato decía
quedó muy quebrantada toda la clerecía;
algunos de los legos tomaron acedía.
Para tomar acuerdos juntáronse otro día.
Estando reunidos todos en la capilla,
levantóse el Deán a exponer su rencilla.
Dijo: -"Amigos, yo quiero que todos en cuadrilla
nos quejemos del Papa ante el Rey de Castilla.
"Aunque clérigos, somos vasallos naturales,
le servimos muy bien, fuimos siempre leales
~ 30 ~
demás lo sabe el Rey: todos somos carnales.
Se compadecerá de aquestos nuestros males.
"¿Dejar yo a Venturosa, la que conquisté antaño?
Dejándola yo a ella recibiera gran daño;
regalé de anticipo doce varas de paño
y aún, ¡por la mi corona!, anoche fue al baño.
"Antes renunciaría a toda mi prebenda
y a la mi dignidad y a toda la mi renta,
que consentir que sufra Venturosa esa afrenta.
Creo que muchos otros seguirán esta senda."
Juró por los Apóstoles y por cuanto más vale,
con gran ahincamiento, así como Dios sabe,
con los ojos llorosos y con dolor muy grande:
-"Novis enim dimittere -exclamó - quoniam suave!-"
Habló en pos del Deán, de prisa, el Tesorero;
era, en aquella junta, cofrade justiciero.
Dijo: -"Amigos, si el caso llega a ser verdadero,
si vos esperáis mal, yo lo peor espero.
"Si de vuestro disgusto a mí mucho me pesa,
¡también me pesa el propio, a más del de Teresa!
Dejaré a Talavera, me marcharé a Oropesa,
antes que separarla de mí y de mi mesa.
"Pues nunca tan leal fue Blanca Flor a Flores,
ni vale más Tristán, con todos sus amores;
ella conoce el modo de calmar los ardores,
si de mí la separo, volverán los dolores.
"Como suele decirse: el perro, en trance angosto,
por el miedo a la muerte, al amo muerde el rostro;
isi cojo al Arzobispo en algún paso angosto,
tal vuelta le daría que no llegara a agosto!"
Habló después de aqueste, Chantre Sancho Muñoz.
Dijo: -"Aqueste Arzobispo, ¿qué tendrá contra nos?
Él quiere reprochamos lo que perdonó Dios;
por ello, en este escrito apelo, ¡avivad vos!
~ 31 ~
"Pues si yo tengo o tuve en casa una sirvienta,
no tiene el Arzobispo que verlo como afrenta;
que no es comadre mía ni tampoco parienta,
huérfana la crié; no hay nada en que yo mienta.
"Mantener a una huérfana es obra de piedad,
lo mismo que a viudas, ¡esto es mucha verdad!
Si el Arzobispo dice que es cosa de maldad,
¡abandonad las buenas y a las malas buscad!
"Don Gonzalo, Canónigo, según vengo observando,
de esas buenas alhajas ya se viene prendando;
las vecinas del barrio murmuran, comentando
que acoge a una de noche, contra lo que les mando."
Pero no prolonguemos ya tanto las razones;
apelaron los clérigos, también los clerizones;
enviaron de prisa buenas apelaciones
y después acudieron a más procuraciones.
~ 32 ~
EPÍLOGO II
EL CASTILLO DE SALVATIERRA,
ANTESALA DE LAS NAVAS DE TOLOSA
El castillo de Salvatierra fue una fortaleza o hins de origen musulmán, al sur de la
provincia de Ciudad Real, en el Campo de Calatrava, término municipal de Calzada de
Calatrava, frente al vecino Sacro Castillo-Convento de Calatrava la Nueva, por donde
pasa cercana una de las más importantes vías naturales que cruzan Sierra Morena unien-
do la Meseta Central y el Valle del Guadalquivir. Los descarnados muros del castillo, de
silueta inconfundible, se resisten al paso del tiempo como testigos evocadores de haza-
ñas legendarias e históricas, con resonancias y ecos de guerras, plegarias, esperanzas…
Realmente, el origen de este castillo es todavía una incógnita, pues unos autores ha-
blan de su construcción musulmana de entre los siglos X-XI, y otros, se remontan in-
cluso hasta la época romana. Las fuentes escritas son pocas, por eso, hasta que no se
realice una campaña intensiva de excavaciones arqueológicas, no sabremos más sobre la
génesis de esta fortaleza. Aunque las crónicas se refieren a lo acontecido a finales del
siglo XI y principios del XII, cuando esta zona era frontera y campo de batalla entre la
Cristiandad y el Islam, la existencia anterior de este castillo pudiera haber obedecido al
control de la población bereber manchega, que protagonizó algunos episodios de re-
beldía durante los siglos XI y XII y a la confusión y perturbación propias de las épocas
taifas. Su carácter es geoestratégico.
A mediados del siglo XII la frontera entre cristianos y musulmanes fluctuó por el valle
del Guadiana, siendo Salvatierra punta de lanza en plena línea de vanguardia. En 1158
(como podemos recordar) fue por aquí la creación o fundación de la Orden de Cala-
trava. Desde entonces este castillo debió estar bajo el control calatravo, pues ya en
1170, en el seno de las primeras luchas internas por el maestrazgo, el maestre Don Gar-
cía y sus partidarios, según se cuenta, “fuéronse al castillo de Salvatierra”.
La misión de Salvatierra como elemento de control del territorio siempre fue impor-
tante, aunque su verdadero protagonismo como vanguardia de la cristiandad llegó como
consecuencia de la derrota cristiana en la batalla de Alarcos (año 1195), desastrosa para
el rey Alfonso VIII de Castilla y las tropas cristianas. Esto supuso un importante retro-
ceso de estas huestes en la zona, llegando a perder el castillo de Calatrava la Vieja, cen-
tro de la Orden de Calatrava, que había sido reconquistado a mediados del siglo XII. La
Orden de Calatrava quedó al borde de la extinción, moralmente hundida y territorial-
mente reducida a su mínima expresión. Sin embargo, en 1198, el maestre Don Martín
Pérez de Siones, con 400 caballeros y 700 peones, entraron por Manzanares (Ciudad
Real) desde tierras de Zorita de los Canes (Guadalajara) y, tras la supuesta traición de
un musulmán, conquistaron la fortaleza. A partir de entonces, el recinto se convierte en
escenario de acontecimientos memorables que han gestado el mito y la leyenda de esta
fortaleza como “castillo de salvación”. En pleno territorio musulmán, rodeados de un
perímetro de 100 kilómetros, los calatravos decidieron encastillarse en Salvatierra y
trasladar aquí su convento y sede de la Orden que, a partir de ahora, se llamará en
~ 33 ~
aquellos años Orden de Salvatierra. La importancia de esta hazaña es más simbólica y
moral que puramente táctica, valorándose por unos como una “obra de Dios” y por
otros como una auténtica humillación. Así lo percibió el propio califa almohade Al-
Nasir (Miramamolín) en una carta comunicando la pérdida de Salvatierra: “Habían he-
cho de ella los cristianos como unas alas para ir a todas partes y la habían dispuesto
para que fuese la llave de las puertas de las ciudades y humillarse a los hijos de Dios
con sus grandes fosos y torres…”.
Durante los años siguientes, el castillo de Salvatierra se convirtió en un referente para
el occidente cristiano, y los calatravos lo fortificaron y poblaron ante la comprensible
inquietud de los musulmanes, quienes ciertamente se fueron alarmando o poniendo ner-
viosos: “la fortaleza llamada de Salvatierra había caído en manos de los adoradores de
la cruz, y la presencia de un campanario en la torre de su iglesia, era una afrenta para
los musulmanes que, en los cuatro puntos cardinales alrededor de esta plaza, oían a los
muecines glorificar a Allah, y llamar a la oración...”. Se trataba por tanto de una guerra
psicológica.
En 1211, durante los preparativos o preliminares de la batalla de Las Navas de Tolosa
en 1212, el califa Al-Nasir cruzó Sierra Morena con un potente ejército, emplazó sus
tropas en la llanura de Salvatierra y conquistó el castillo, de lo que nos ofrecieron re-
latos sus cronistas. Durante los 51 días que duró el asedio, lo primero que cayó fue la
puebla o villa situada en la ladera del cerro, así como el resto de fortificaciones del en-
torno. Los calatravos resistieron, pero hicieron falta poderosas máquinas de guerra para
destruirlo: “Mandamos disponer máquinas, que se acercaron a la fortaleza arrojando
piedras como montañas, al mismo tiempo que caía sobre sus defensores una espesa nu-
be de flechas, en la que los hierros chocaban unos con otros, y el que se libraba de las
piedras montañas, no se libraba de las flechas como nubes…”. Supuso un duro golpe
anímico para los cristianos y al final, los exhaustos frailes pidieron permiso a Alfonso
VIII para capitular y así lo hicieron, de modo que el moro “purificó el castillo de sus
inmundicias y cambió las campanas por almuédanos; la iglesia se transformó en mez-
quita donde se honrase a Allah y los musulmanes tuvieron una consolación, la cual no
habían tenido hacía tiempo y quedó Salvatierra en poder de los musulmanes...”. La
capacidad defensiva de esta fortaleza se demuestra en el hecho de que el ejército cristia-
no de camino a Las Navas, a pesar de acampar en los alrededores del castillo, siguió su
camino sin intentar tomarlo, algo que sí habían hecho con todos los demás que encon-
traron a su paso, por ver demasiado costosa su rendición. Tras Las Navas, los cristianos
lograron la conquista definitiva entre 1213 y 1215. Aún después del traslado de la Or-
den a su definitiva sede, el castillo de Calatrava La Nueva, este castillo siguió funcio-
nando hasta el siglo XIV.
Destaca aún del castillo su torre del homenaje, que se yergue orgullosa desafiando al
tiempo, estando construida en mampostería, siendo sus esquinas de sillería de roca vol-
cánica de gran tamaño, que le dan un contraste en tonos rojizos verdaderamente original
y atractivo. Se pueden observar distintos lienzos de muralla y torres defensivas, que
conformaban un espacio inabordable, aprovechando la escarpada orografía de la falda
sureste para completar las protecciones. Igualmente, se pueden distinguir en estos muros
los dos tipos constructivos que encontramos en el recinto, cada uno correspondiente a
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las dos culturas que lo poseyeron: el hormigón de cal y canto cristiano y el hormigón
islámico o tapial conocido como “tabiya”. En la ladera frente a Calatrava se aprecia el
espacio donde se asentaba la población en torno al castillo y que debió ser la zona de
más temprano abandono ya en el siglo XII. En el interior del monumento aún se con-
servan varias bóvedas completas pertenecientes a espacios militares y de almacena-
miento, cámaras subterráneas, aljibes construidos en mampostería e incluso, adentrán-
dose en algunas zonas al pie de la torre del homenaje, el arranque de una cúpula corres-
pondiente a algún espacio cultural o de diversa índole.
En la actualidad, el castillo de Salvatierra se encuentra en ruinas, siendo de titularidad
privada, habiendo quedado dentro de lo que en su día fue la Encomienda de la Sacrista-
nía Mayor. A pesar de la situación en la que se encuentra, quien se acerca a visitar lo
que en otros tiempos fueron imponentes murallas pueden percatarse de la impresionante
potencia y tamaño de la fortaleza. Está protegido por la Declaración genérica del De-
creto de 22 de abril de 1949, y la Ley 16/1985 sobre el Patrimonio Histórico Español.
Resumiendo lo pasado desde el punto de vista de los almohades, tenemos que, en
abril, el califa Muhammad ibn Yaqub al-Nasir salió de Rabat y embarcó en Qasr Kuta-
ma (Al-Qasr al-Kabir, Alcazarquivir, cerca de Larache), el 16 de mayo, rumbo a Al-
Ándalus; desembarcó en Tarifa (Cádiz) y en Sevilla fusionó las fuerzas magrebíes y an-
dalusíes, aunadas y organizadas luego dividiéndolas en cinco cuerpos (árabes, berebe-
~ 35 ~
res, voluntarios, andalusíes y almohades); así hizo una variada incursión hasta Xàtiva
(Játiva, Valencia), sitiando o cercando luego la fortaleza de Salvatierra (Ciudad Real),
obligando a los calatravos a su entrega, yéndose luego los calatravos desposeídos al
castillo de Zorita de los Canes (Guadalajara), o sea, retrocediendo del Guadiana al Tajo,
con su maestre Ruy Díaz de Yanguas. De otra parte, finalmente, el poderoso ejército
almohade se retiró a Sevilla. Todos pasan el invierno en paz, hasta que llegue la prima-
vera y se dispongan de nuevo a la guerra, aún más decisivamente o en serio…
~ 36 ~
EPÍLOGO III
EL SANTUARIO NAVARRO DE SAN MIGUEL IN EXCELSIS O DE ARALAR
El Santuario de San Miguel de Aralar se halla en la localidad navarra de Huarte-Ara-
quil, en la comarca de La Barranca, a 32 kilómetros de Pamplona.
Desde que se ponía fin al Imperio Romano y sobre todo a partir de noticias relativas a
las apariciones del Arcángel San Miguel por Italia, en el Monte Gargano (siglo V), en
Roma (siglo VI) y por Francia, en Avranches (siglo VIII), el Occidente europeo fue
contando con numerosos lugares de culto a San Miguel. Muchos de esos lugares fueron
erigidos en alturas, donde se le atribuía el doble ministerio de taumaturgo y protector de
los reinos o dominios cristianos. También en la evangelización de la tierra de los vas-
cones tuvo su importancia la devoción a San Miguel, llegando a constituir, a partir del
siglo X, uno de los cultos o devociones mayores impulsados por los reyes de Pamplona,
junto al tributado a la Virgen María. Por eso, buena parte de las más antiguas iglesias y
ermitas del reino navarro se pusieron bajo la advocación del príncipe de la celestial mi-
licia además de contarse también con la relevancia mariana de muchos lugares.
Así tenemos aquí en Huarte-Araquil la iglesia de Excelsis, de estilo románico, siendo
la fecha de su primera referencia la del año 1032, aunque se supone la existencia previa
de una construcción prerrománica ya en el siglo IX.
Se restauró tras un incendio en el siglo X, ampliándose entonces con dos naves late-
rales. Vista la iglesia desde el este, destaca de inmediato el triple ábside con el atrio-re-
fugio adosado al sur y la cúpula coronando el conjunto. En el pasadizo que da acceso a
la iglesia se encuentra una sobria portada formada por cuatro arcos de arista viva so-
bre imposta y pies derechos. Por aquí se pasa a un nártex o pórtico cerrado, cubierto
con bóveda de cañón algo apuntado, de la misma anchura que el templo, con el que co-
munica por tres portadas, sencillas las laterales y más decorada la central.
La iglesia del santuario tiene tres naves casi de la misma altura. Está rematado por una
cabecera de tres ábsides semicirculares, aunque la central desde fuera sea poligonal. Las
tres naves están cubiertas por bóvedas de cañón y la cabecera por bóveda de horno.
Los pilares son de planta cruciforme, excepto uno que la tiene circular. No hay capi-
teles, sino que de una simple imposta arrancan las bóvedas de medio cañón y, en los áb-
sides, de cuarto de esfera. Carece de toda ornamentación escultórica que pueda distraer
la contemplación de la piedra lisa en su función arquitectónica.
Antes de llegar a la capilla mayor nos encontramos con un pequeño santuario del siglo
XII con cubierta a dos aguas, situado sobre la gruta en la que, según la leyenda, se apa-
reció el Arcángel San Miguel. Este santuario alberga una imagen de San Miguel.
En el tramo anterior a la capilla mayor hay una linterna octogonal, siendo el foco de
luz más importante del interior.
Contemplemos ahora el retablo que preside la capilla mayor (un frontal de altar en su
origen). Es una de las obras maestras que alberga este santuario y el ejemplo más nota-
ble de la preciosa decoración del altar cristiano en época románica. Realizado, al pare-
cer, en tiempos del rey Sancho VI el Sabio, a finales del siglo XII, se trata de un con-
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junto de cobre dorado y esmaltado, formado por 39 piezas de esmalte, placas y meda-
llones, con adorno de pedrería semipreciosa. El programa iconográfico representa a la
Virgen con el Niño, el tetramorfo o símbolos de los cuatro evangelistas, los apóstoles,
los reyes magos, la escena de la Anunciación del Ángel del Señor a María y la figura de
San José. Desde que hay constancia de la existencia de esta pieza, sólo ha salido del
santuario en tres ocasiones: en 1765 para ser limpiado en Pamplona (según reza la ins-
cripción del mismo retablo), en 1979 por robo perpetrado por Erik “el Belga” 55
y en
2006 para ser exhibido temporalmente en una exposición en Pamplona.
Una hipótesis de no mucho tiempo atrás supone que este retablo fuera un regalo de
novios de Ricardo de Inglaterra, Corazón de León,56
para ratificar su compromiso matri-
monial con Berenguela de Navarra, negociado en secreto con Sancho VI de Navarra
(muerto en 1194), padre de ella, cuando corrían los años 1185 y 1188. Esto se corres-
ponde con que dicho retablo refleja mucho el patronazgo de la dinastía Plantagenet ejer-
cido en la producción de esmaltes de Limoges (Lemosín, Francia) en la representación
de la escena esponsalicia de María y José, viéndose una imagen de San Miguel sobre la
cumbre de Aralar. Para ratificar esta idea se tiene en cuenta, además, la coincidencia de
la vestimenta de San José y uno de los Reyes Magos con otras representaciones de los
Plantagenet, que se supone característica de ellos.
La imagen de San Miguel, titular del santuario, presenta una iconografía muy antigua
y peculiar: en lugar de ser representado alanceando al demonio o pesando las almas en
una balanza, como es habitual, aparece como el portador de la Santa Cruz, signo de la
victoria de Cristo. En su inspiración debieron de influir textos bíblicos, patrísticos y li-
túrgicos que presentan a San Miguel como el signífero de Dios, el “alférez” de Cristo
Rey. La actual efigie de San Miguel de Excelsis es un relicario de plata sobredorada rea-
lizado en 1756 para sustituir al anterior. Alberga en su interior los restos de la antigua
imagen de madera y un “lignum crucis” o reliquia de la cruz de Cristo. El ángel es cen-
tro, también en nuestros días, de una de las corrientes devocionales más populares en
tierras navarras y guipuzcoanas. De hecho, año tras año, esta venerada imagen abandona
su santuario en el Domingo de Pascua o Resurrección, estando ausente de allí durante
tres meses, visitando en todo este tiempo cerca de 280 poblaciones de Navarra. En mu-
55
Conocido como Erik el Belga, René Alphonse van den Berghe, nacido en 1940, pasa por ser uno de los
más destacados ladrones de arte europeo y muy particularmente del patrimonio español.
En 1966 fue detenido cuando acudía con intención de robar en la catedral de El Burgo de Osma (So-
ria). En 1976 fue detenido de nuevo y condenado a 10 años de prisión en Bélgica, pero poco después se
fugó de la cárcel de Verviers y se refugió en España definitivamente, donde aprovechó las insuficientes
medidas de seguridad de iglesias y monasterios. Tras entregarse, fue detenido en 1982 por recepta-
ción. Estando en la cárcel Modelo de Barcelona, llegó a un acuerdo con las autoridades para adquirir su
libertad provisional a cambio de colaborar en la recuperación de las piezas robadas. Tras 35 meses y
1.500 obras devueltas, abandonó la prisión en 1985, quedando absuelto de sus 14 juicios pendientes por
robos contra el patrimonio histórico artístico debido a la prescripción de los delitos. Viviendo en Málaga,
colaboró con la policía en la recuperación de obras de arte robadas. Publicó sus memorias en un libro
titulado Por amor al arte, editado por Planeta.
56
Oficialmente comprometido desde 1169 con Alix o Adela de Francia, hermana del rey francés Felipe
II Augusto.
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chas de éstas la imagen del ángel y sus portadores se alojan en las casas de los miem-
bros de la Hermandad de San Miguel, institución que agrupa a las familias que ofrecen
este inestimable servicio. Un cuidado o protocolo ritual regula la visita del Arcángel y
su Cruz a cada pueblo: bendición de los campos con la imagen y proclamación de los
Evangelios a los cuatro puntos cardinales, visita a los enfermos, etc. Entra también en
Guipúzcoa el segundo domingo de agosto con la romería a la ermita de Igaratza. Una de
las salidas más antiguas es la que el Santo Arcángel realiza a la ciudad de Pamplona,
donde pasa una semana, visitando parroquias, conventos, hospitales, centros educativos,
e instituciones públicas, si bien el motivo fundamental de su llegada a la ciudad es la
participación en la Fiesta de la Dedicación de la Catedral (martes siguiente a la Octava
de Pascua).
Si nos fijamos en algunas costumbres, podemos decir que al santuario de San Miguel
de Aralar subían los matrimonios que querían tener hijos. Había allí una piedra, actual-
mente retirada o desaparecida, sobre la cual se colocaba la mujer deseosa de tener des-
cendencia, de modo que allí sentada atendía a la misa que se celebraba en el altar del
Santo Arcángel. En el lado derecho del altar de la capilla central existe un ventanillo u
orificio que comunica con un hueco de poco fondo. La gente cree que llega hasta la
sima sobre la cual se supone que está construido el santuario. Muchos devotos intro-
ducen allí su cabeza y rezan un Credo a fin de verse libres de dolores de cabeza. Prác-
tica semejante es observada en otros huecos existentes en otras varias ermitas, como en
las guipuzcoanas San Pedro de Cegama, San Juan Bautista de Orio, San Esteban de
Usúrbil, Nuestra Señora de Zikuñaga de Hernani y en una arqueta de San Formerio
(Condado de Treviño). Junto a la puerta meridional de la citada capilla central de Aralar
penden de la pared unos supuestos trozos de cadena del (mítico y legendario) caba-
llero Teodosio de Goñi.57
Muchos romeros que acuden dan tres vueltas alrededor de
57
En Navarra, antes de que existieran los reyes navarros, cuenta la leyenda que vivía en el valle de Goñi
un caballero llamado Teodosio, Buruzagia (jefe) de la comarca, casado con Doña Constanza de Butrón.
Se cuenta que poco después de casarse tuvo que abandonar su casa palaciega para combatir a los musul-
manes.
Doña Constanza quedó sola en su palacio con los padres de Teodosio, a los que tuvo la deferencia de
hacerles dormir en la habitación señorial, pasando ella a otra más pequeña. Cuando Teodosio volvía vic-
torioso a su castillo, se le apareció el diablo disfrazado de Basajaun (“el Señor de los Bosques”) que le
hizo creer que su mujer le engañaba con un criado.
Teodosio, fuera de sí, fue a galope hacia su casa palaciega. Al amanecer penetra en al interior de la casa
y se dirige decidido, lleno de furia, a su habitación matrimonial con la daga desenvainada. Entra en la
alcoba y apuñala reiteradamente a las dos personas que dormían en su lecho convencido de que eran su
esposa y el amante de ésta.
Creyendo haber vengado el agravio, sale de casa y sobrecogido se encuentra con su esposa que salía de
misa. Aterrado, conoce que quienes dormían en su cama y a quienes había asesinado eran sus padres.
Atemorizado por el crimen, va a Pamplona a pedir perdón al obispo, el cual, horrorizado, le envía a Roma
para que sea el propio Papa quien le absuelva de su pecado.
Teodosio, arrepentido, va de peregrino a Roma y el Papa le absuelve, poniéndole como penitencia que
arrastre unas gruesas cadenas hasta que por un milagro divino se le desprendieran. Esto sería el signo
inequívoco del perdón divino.
Teodosio, estando retirado en Aralar, un día vio salir de una sima un gran dragón que amenazaba de-
vorarlo. El caballero, indefenso y temeroso, cayó de rodillas e imploró la protección de San Miguel,
exclamando: “¡San Miguel me valga!”.
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esos trozos de cadenas, con lo que también esperan evitar dolores de cabeza. El cerro de
San Miguel es también considerado como escenario de algunas hazañas de Roldán.58
Así pues, hay también mucha relación de Aralar con el País Vasco, haciéndose fiesta del
Santo Arcángel en varias poblaciones vascas.
San Miguel in Excelsis o de Aralar
Entonces, con mucho estrépito, apareció el Arcángel, que mostrando la cruz sobre su cabeza venció y
mató al dragón al grito de “¡Quién como Dios!”: Nor Jaungoikoa bezala!
En aquel mismo momento, Teodosio quedó libre de las cadenas, perdonado por Dios, que le dio una re-
liquia.
Ya libre volvió a su casa de Goñi, donde le esperaba su esposa. Y ambos, agradecidos a Dios, erigieron
un santuario al Arcángel en lo alto de Aralar, al que llamaron San Miguel in Excelsis. Y ésta es la
leyenda.
58
Supuestamente sobrino de Carlomagno (hijo de su hermana Gisela), muerto en la batalla de Ronces-
valles a manos de los vascones el 15 de agosto del año 778, cantándose las gestas del héroe en la célebre
Canción de Roldán (La Chanson de Roland), de finales del siglo XI.
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Retablo de San Miguel de Aralar (detalle)
Retablo (al completo) de San Miguel de Aralar
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ÍNDICE
A modo de prólogo
Clara de Asís ………………………………………………………. pág. 3
Reino de Castilla ………………………………………………….. pág. 12
Reino de Portugal …………………………………………………. pág. 15
Reino de León …………………………………………………….. pág. 19
Reino de Aragón ………………………………………………….. pág. 21
Reino de Navarra ………………………………………………….. pág. 23
Diáspora bizantina …………………………………………………. pág. 25
Epílogo I
Poema o cantiga de los clérigos o canónigos de Talavera ………… pág. 29
Epílogo II
El castillo de Salvatierra, antesala de Las Navas de Tolosa ………. pág. 32
Epílogo III
El santuario navarro de San Miguel in Excelsis o de Aralar ……… pág. 36