articulo udch beneficios penitenciarios
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LOS BENEFICIOS PENITENCIARIOS DE SEMI-LIBERTAD Y
LIBERACIÓN CONDICIONAL Y LA NECESARIA EVALUACIÓN
OBJETIVA DEL JUEZ A LA LUZ DE LOS PRINCIPIOS
CONSTITUCIONALES DEL RÉGIMEN PENITENCIARIO.
JUAN CESAR ULLOQUE SANDOVALABOGADO.CONCILIADOR. ARBITRO
*Egresado de la UNPRG*Egresado de la E.P.G de la UNPRG (Maestría en Ciencias Penales.
*Fiscal Adjunto Provincial 2da Fiscalía Provincial Penal Corporativa de Utcumbamba
* Docente de la Fac. de Derecho - Universidad de Chiclayo – Sede Jaén
RESUMEN
La concesión de los Beneficios Penitenciarios de Semi-libertad y
Liberación Condicional, está condicionada al cumplimiento de
requisitos y condiciones de necesaria evaluación objetiva y racional
por parte del Juez, quien verificará si el tratamiento penitenciario ha
logrado sus fines, resultando en la práctica un alto índice de
resoluciones judiciales denegatorias de estos beneficios pero muchas
veces basadas en criterios jurisdiccionales y extra-jurisdiccionales de
naturaleza subjetiva, lo cual genera efectos perniciosos pues el
condenado siente que su esfuerzo de conducirse dentro de los cánones
oficiales, no es valorado por la comunidad, además que su
denegatoria indiscriminada, incide en la sobre-población de nuestras
cárceles generándose consecuencias negativas al interno y al mismo
Estado.
ABSTRACT
The concession of the Penitentiary Benefits of Semi-freedom and
Conditional Liberation, it is determined to the fulfillment of
requirements and conditions of necessary evaluation targets and
rational on the part of the Judge, who will check if the penitentiary
treatment has achieved his ends, proving in the practice a high index
of judicial negative resolutions of these benefits but often based on
jurisdictional and extra-jurisdictional judgement of subjective nature,
which generates pernicious effects since the reprobate feels that his
effort to behave inside the official cánones, is not valued by the
community, besides the fact that his negative indiscriminate one,
affects in the overcrowding of our jails negative consequences being
generated to the boarder and to the same state.
INTRODUCCION
Los Beneficios Penitenciarios de Semilibertad y Liberación
Condicional, representan una de las posibilidades que tiene el
condenado para egresar del Establecimiento Penitenciario de manera
antelada al cumplimiento de la sentencia condenatoria que se le ha
impuesto, siempre y cuando, éste, cumpla con algunos requisitos y
reúna ciertas condiciones de readaptación, que hagan prever que su
salida del centro de reclusión, no genera un peligro para la sociedad,
de modo que su concesión, está condicionada a una evaluación judicial
previa, crítica y objetiva, consistente en analizar fundamentalmente si
el tratamiento penitenciario brindado al condenado durante la
ejecución de la pena, permite prever que éste, está en condiciones
para ser reincorporado a la sociedad. Sin embargo, en la práctica,
sobre la base de los criterios adoptados por el Tribunal Constitucional
y la jurisprudencia emitida por el Poder Judicial, encontramos
reiteradas resoluciones denegatorias de Beneficios Penitenciarios
(Improcedencia de solicitudes de Semi-libertad y Liberación
condicional), las cuales están fundamentadas en que la naturaleza del
delito, la personalidad o la conducta del agente dentro del
Establecimiento Penitenciario, constituyen una prognosis negativa, es
decir, que éste cometerá nuevo delito de otorgársele un Beneficio
Penitenciario, desestimando sin mayor sustento, los documentos
emitidos por el INPE, mediante los cuales se sustentan que el
solicitante del beneficio, está en condiciones de continuar su
tratamiento en el medio libre, situación que considero, genera
consecuencias negativas para el interno de un centro carcelario, que
ve destruida su legítima expectativa de alcanzar su libertad, de sentir
que su esfuerzo para conducirse dentro de los cánones de las reglas
oficiales del Establecimiento Penal, aún en las condiciones más
adversas que significa la prisión, no es valorado por la comunidad, a
través de sus Jueces y sobre todo que un inadecuado manejo de los
Beneficios Penitenciarios, contribuye a la sobre-población de las
cárceles, máxime que a mayor tiempo en prisión mayor el efecto
nocivo para el interno.
Esta problemática se ha intensificado con factores externos al criterio
jurisdiccional y que de alguna manera influyen sobre las decisiones
que al respecto toman nuestros jueces, tales como la actuación de la
Oficina de Control de la Magistrada (OCMA) que viene realizando
investigaciones y emitiendo recomendaciones sobre la actuación de
los Jueces en la concesión de estos beneficios y las circulares
(resoluciones administrativas) que han emitido últimamente el Poder
Judicial y Ministerio Publico, mediante las cuales se fijan criterios
sobre los alcances de estas instituciones y que sin lugar a dudas,
enmarcan u orientan el criterio de los jueces y fiscales al momento de
pronunciarse respecto de la concesión de un beneficio penitenciario,
lo que podría significar por ende una forma de direccionamiento de la
decisión de los magistrados o una intromisión en su libertad de
criterio.
DESARROLLO DEL TEMA.
En nuestro país, ya desde el Código Penal de 1924, se puede verificar
los primeros atisbos de regulación de los Beneficios Penitenciarios,
cuando se legisló la Liberación Condicional, como mecanismo de pre-
libertad, sin embargo, no existe mayores antecedentes hasta el 15 de
Abril de 1969, con la dación del Decreto Ley N° 17581 “Unidad de
Normas para la Ejecución de Sentencias Condenatorias”, el cual ya
está derogado, pero en su época “…constituyó un texto legal muy
importante, aunque algunas de sus normas fueron mal utilizadas y
otras no tuvieron vigencia real, por lo que no se alcanzaron cambios
significativos en la realidad penitenciaria”, 1 no obstante lo indicado,
su trascendencia radica en que “…recoge las recomendaciones de las
Naciones Unidas sobre prevención y tratamiento de los delincuentes e
incorpora a la legislación nacional los Beneficios Penitenciarios de
Semilibertad, entre otros, como medios que concitan en el recluso
mayor disposición para el trabajo, educación y disciplina...” 2
En la actualidad, al hacerse un análisis de la legislación penitenciaria,
encontramos su marco constitucional en el inciso 22) del Art. 139 de
nuestra Carta Magna, que señala que el régimen penitenciario tiene
por objeto la reeducación, rehabilitación y reincorporación del penado
a la sociedad, pues, en efecto, estos principios que son enarbolados
1 Solís Espinoza, Alejandro, Política Penal y Política Penitenciaria Cuaderno 8, Pontificia Universidad Católica del
Peru, Lima Perù 2008, p. 6
2 Small Arana, Germàn, Situaciòn Carcelaria en el Perù y Beneficios Penitenciarios, Editora Jurìdica GRIJLEY. Lima Perù, 2006, p. XV.
por un Estado Democrático de Derecho, concuerdan con lo dispuesto
por la Convención Americana de Derechos Humanos y con lo
establecido por Art. 10.3 del Pacto Internacional de Derechos Civiles
y Políticos que textualmente señala: "El régimen penitenciario
consistirá en un tratamiento cuya finalidad esencial será la reforma y
la readaptación social de los penados", de allí que normas más
especificas como nuestro Código Penal (Art. X del T.P) y Código de
Ejecución Penal (Art. II T.P y Art. 60) y su reglamento, contemplan la
rehabilitación, la readaptación y la reincorporación del penado a la
sociedad como punto de partida del retorno a la comunidad de
quienes alguna vez delinquieron y como objetivo trascendente del
régimen penitenciario.
En este orden de ideas, podemos indicar preliminarmente, que los
fines constitucionales que persigue el régimen penitenciario, se
alinean necesariamente con la previsión y concesión de los Beneficios
Penitenciarios y no con su exclusión, sin embargo, las sentencias
emitidas por Tribunal Constitucional, el Pleno Jurisdiccional Superior
Nacional Penal de Trujillo del año 2004 y ultimamente el acuerdo
plenario 8-2011/CJ-116, han puesto, como debe ser, en manos del
Juez, la decisión final en relación al otorgamiento o no de dichos
beneficios penitenciarios, por lo que el Magistrado del Poder Judicial,
está en la obligación de realizar un análisis objetivo y razonado antes
de tomar cualquier decisión sobre la conveniencia de los mismos. En
tal sentido, resulta claro que en éste análisis, los jueces no deben
dejarse influir o seducir por una cultura de miedo y terror ascendente
que denuncia la sociedad, como si ella, estuviera per se, en grave
riesgo, por el regreso a su seno de personas que egresan de un centro
penitenciario, pues, no cabe duda, que se percibe en la comunidad
una preocupación significativa y a veces un tanto desmesurada, por el
avance de la criminalidad, por la aparición de nuevas formas y
manifestaciones de delincuencia y por los fenómenos de reincidencia y
habitualidad de los cuales somos testigos, que la han llevando a
olvidar su primera responsabilidad en la comisión del delito (principio
de co-culpabilidad de la sociedad), mediante el cual se reconoce que
la colectividad no brinda iguales posibilidades a todos sus miembros
para comportarse con adecuación a los intereses generales y por otro
lado, la sociedad también olvida su segunda responsabilidad que es la
reforma del interno, pues, no cabe duda, que los mandatos
constitucionales de reeducación, rehabilitación y reincorporación del
condenado, en principio están dirigidos a todos los Poderes Públicos
comprometidos con la ejecución de la pena, pues, si bien es cierto la
reeducación importa un compromiso para el interno, no podemos
soslayar “el deber del Estado de articular políticas públicas idóneas
para promover la reinserción del penado en la sociedad, preparándole
para la vida en democracia, y estableciendo mecanismos para
motivarle a administrar responsablemente su libertad”, 3 quedando
como responsabilidad del interno, su colaboración, “…por ejemplo,
demostrando una buena conducta, contribuyendo a una convivencia
ordenada dentro del establecimiento penal y participando en
actividades educativas o laborales” 4 En efecto, el artículo VI del T.P
Código de Ejecución Penal (Dec. Leg. N° 654 del 02-08-1991), en clara
redacción señala que “la sociedad, las instituciones y las personas
participan en forma activa en el tratamiento del interno y en acciones
de asistencia post-penitenciaria”, sin embargo, se puede advertir que
poco o nada aportan estos actores en el tratamiento penitenciario de
los internos, pues a nadie le interesa cumplir a cabalidad con este rol
a favor de quienes han sido recluidos en las cárceles.
Con las ideas preliminares antes esbozadas, se puede señalar que el
otorgamiento de los Beneficios Penitenciarios de Semilibertad y
Liberación Condicional de manera particular, están regulados por los
Art. 48 y 53 del Código de Ejecución Penal, mediante los cuales se
permite al sentenciado egresar del Establecimiento Penitenciario,
para efectos de trabajo o educación cuando ha cumplido la tercera
3 Delgado Menendez, Laura. Artículo: Lori Berenson y el Beneficio Penitenciario de Liberaciòn Condicional. Revista
Electrónica Justicia Viva, del 10.06.2010. http://www.justiciaviva.org.pe/webpanel/doc_int/doc10062010-232529.pdf.
4 Delgado Menéndez, Laura. Artículo cit.
parte de la pena o la mitad de la misma, respectivamente, siempre
que no tenga proceso pendiente con mandato de detención,
indicándose adicionalmente por estipulación de los Arts. 50 y 55 del
mismo Código de Ejecución Penal, que el beneficio será concedido
cuando la naturaleza del delito cometido, la personalidad del agente y
su conducta dentro del establecimiento penitenciario permitan
suponer que no cometerá nuevo delito.
Es precisamente, en interpretación de los Arts. 50 y 55 del Código de
Ejecución Penal, que el Tribunal Constitucional, ha mantenido una
línea jurisprudencial en sus sentencias (Exp. Nº 010-2002-AI/TC -
fundamento 208-; Exp. Nº 1594-2003-HC/TC: Máximo Llajaruna Sare;
Exp. Nº 1607-2003-HC/TC: Hugo Duran Martínez y Exp. Nº 1161-
2006-PHC/TC: Alberto Núñez Herrera), sentando como posición
recurrente que “...El otorgamiento de los Beneficios Penitenciarios,
como la Semilibertad y la Liberación Condicional, no está circunscrito
únicamente al cumplimiento de los requisitos que el legislador pudiera
haber establecido como parte del proceso de ejecución de la condena,
pues, ésta tarea, está condicionada a una evaluación judicial previa,
consistente en analizar si el tratamiento penal brindado al condenado
durante la ejecución de la pena, permite prever que éste, está apto
para ser reincorporado a la sociedad. En resumen, en palabras del
Tribunal Constitucional, lo verdaderamente trascendental al momento
de resolverse una solicitud de acogimiento de un determinado
Beneficio Penitenciario, es la evaluación del Juez y no la opinión que
sobre este tema tengan las autoridades competentes del Instituto
Nacional Penitenciario, la cual sólo tiene un valor indiciario, ya que si
se admitiera que lo verdaderamente predominante para la concesión
del Beneficio es el informe favorable expedido por el INPE, se
reduciría la labor del Juez a evaluar sólo si se cumplieron los
requisitos formales y el plazo que la ley exige como mínimo para su
otorgamiento, entonces, se desvincularía al Juez de la verificación de
una tarea que constitucionalmente le compete, máxime que no se
puede olvidar que se trata de personas ya condenadas y que la
justificación de la pena privativa de libertad es en definitiva, la
protección de la sociedad contra el delito”. Sin embargo, esta labor
jurisdiccional objetiva y razonada de verificación de los requisitos no
solo formales sino de fondo de los beneficios penitenciarios, está
llevando a nuestros jueces, a rechazar las solicitudes de Beneficios
Penitenciarios sobre la base de los razonamientos asumidos en las
sentencias del Tribunal Constitucional, en las jurisprudencias emitidas
por el Poder Judicial, en los informes y recomendaciones de la OCMA,
que viene realizando diversas investigaciones en relación a la
actuación de los jueces al momento de conceder Beneficios
Penitenciarios, en las circulares expresadas en la resoluciones
administrativa N° 297-2011-P-PJ, de fecha 12-08-2011, emitida por el
presidente de la Corte Suprema de la Republica y de la Resolución de
la Fiscalía de la Nación N° 1809-2011-MP-FN de fecha 14-09-2011 y
ahora último sobre la base también del acuerdo plenario Nº 8-2011-
CJ-116.
En relación al acuerdo plenario Nº 8-2011-CJ-116., si bien es cierto,
parte reconociendo: que las modalidades violentas y graves de
criminalidad organizada han generado decisiones sucesivas de
sobrecriminalización de determinados delitos, se han suscitado
prohibiciones legales de concesión de beneficios penitenciarios de
Semi Libertad y Liberación Condicional, que éstas situaciones, han
sido toleradas, incluso por el Tribunal Constitucional, en la medida
que se trataba de delitos de especial gravedad y trascencidencia
social y que contemporáneamente prima la idea de la reinserción
social, lo cual constituye un mandato al momento de orientar la
política penal y penitenciaria, también es cierto, que en realidad, el
acuerdo plenario que vengo citando, en nada flexibiliza el
régimen de otorgamiento de dichos beneficios, sino por el
contrario, sigue otorgando argumentos, para que los jueces
permanezcan en ésta línea dura y de serveridad al momento de
evaluar un beneficio penitenciario, pues de su texto se lee que
mediante este acuerdo plenario se privilegia la ratificación de
las reglas señaladas en la circular aprobada por la Presidencia
del Poder Judicial mediante Resolución Administrativa Nº 297-
2011-P-PJ, máxime que se sostiene en este documento, que aún
cuando resulte opinable, se debe poner un mayor acento en la
prevención general respecto a la prevención especial, esto es,
que de manera encubierta se justifica el sacrifico de la reeducación,
rehabilitación y reincorporación del penado a la sociedad, frente a esa
función que tiene el Estado de enviar mensajes generales a sus
ciudadanos, y que en el presente caso, ese mensaje sería la
drasticidad del Estado con las personas que un día delinquieron y se
alejaron de su comunidad, pues en efecto en el acuerdo plenario
citado, aún cuando indica que es oportuno plantear criterio
vinculantes que posibiliten un tratamieno homogéneo y predecible en
torno a la concesión de beneficios penitenciarios en delitos de
terrorismo y de criminalidad organizada, de tal suerte que la
interpretación de las normas aplicables debe hacerse compatibles con
todos aquellos, permitiendo la máxima eficacia de reinserción
del penado en la sociedad, debe quedar claro que ésta máxima
eficacia de reinsercion social del penaldo en la sociedad, no solo se
exige para los deltios de terrorismo y de criminalidad organizada, sino
hasta en delitos de menor trascendencia social.
En efecto los criterios, recomendaciones y directivas que se han fijado
en los documentos mencionados en los párrafos anteriores, se vienen
emitiendo el marco de una política criminal que el Estado pretende
imponer para enfrentar y combatir a la criminalidad que afecta la
seguridad ciudadana en el país y contrarrestar la pérdida de
credibilidad que la población tiene en sus instituciones como lo
reconoce la Resolución Administrativa N° 297-2011-P-PJ. Son estos
fundamentos, las verdaderas causas del elevado índice de denegación
de solicitudes de Beneficios Penitenciarios, que parece ser el
resultado de la aplicación de una ponderación de intereses que se
resuelve a favor de la sociedad y en sacrificio de la libertad individual,
pues, no obstante que en el tema de beneficios penitenciarios, el
acuerdo plenario 8-2011/CJ-116, ha desarrollado el concepto del
juicio de probabilidad, esto es la exigencia de una “...dosis de
prudencia y un análisis de tal intensidad que conduzca con
seriedad a una convicción razonable de no reiteración
delictiva...”, la judicatura nacional, ha marcando una férrea e
inconmovible defensa de una supuesta tranquilidad y paz social,
internalizando la idea, que la comunidad en general tiene la
expectativa legítima de estar segura, que al momento que un interno
egrese del centro penitenciario por haber obtenido Semi-Libertad o
Liberación Condicional, haya completado su tratamiento, sea un
hombre útil y con aptitud positiva de respeto a las normas de
convivencia social que un día quebrantó, es decir que su
tratamiento penitenciario haya sido exitoso, por lo que ésta
situación, nos deja la sensación, que el Juez, al momento de analizar
la naturaleza del delito, la personalidad del agente y la conducta del
mismo dentro del Establecimiento Penitenciario, impone vallas muy
altas y severas de difícil cumplimiento por parte del interno,
que no se condicen con las condiciones readaptativas que el
mismo Estado no es capaz de brindar a la población
penitenciaria y que si bien, buscan eliminar riesgos de errores en el
otorgamiento de los Beneficios Penitenciarios que incidan en un
perjuicio a la sociedad, también es cierto que no se está siendo
coherente con el sentido mismo de la institución penitenciaria materia
del presente trabajo, olvidando que el fin del Tribunal Constitucional,
no ha sido otro, que evitar que los delincuentes más avezados accedan
a estos beneficios, pero de ninguna manera, limitar la expectativa de
quienes se han comportado adecuadamente, han trabajado o
estudiado y han dado muestras de su interés en reivindicarse con la
comunidad, a pesar de las condiciones negativas que significan la
prisión, de allí, que no se justifica desde ningún punto de vista,
análisis sumamente rigurosos de los dictámenes sociales y
psicológicos emitidos por los profesionales del INPE, con la sola
finalidad de desestimarlos, aun cuando estos sean favorables al
interno, pues no obstante, que es cierto que para la concesión de tales
beneficios, el Juez debe realizar una apreciación crítica de dichos
informes y que los mismos deben ser exhaustivos y minuciosos, en el
caso que no exista claridad en algún punto, bien pueden sus autores
concurrir a la audiencia pública para que ilustren al Juez sobre dichos
informes, lo que permitirá al Magistrado, bajo el principio de
Inmediación, tener un concepto más amplio de la personalidad del
condenado que solicita el Beneficio Penitenciario, todo esto en virtud
de una vocación favorable a su otorgamiento.
En este orden de ideas, es claro que el artículo 44° de la Constitución
Política del Perú, impone al Estado dos deberes primordiales, de un
lado la protección a la población de las amenazas contra su seguridad
y del otro la plena vigencia de los derechos humanos y las garantías
individuales. Es decir una clara controversia entre la eficacia en el
combate del delito y la garantía de la libertad del ciudadano, lo cual
refleja la permanente tensión que existe en el Estado entre los
intereses de la seguridad colectiva y los derechos fundamentales y
libertades individuales, tensión que como es lógico, también abarca a
los procesos de beneficios penitenciarios y que de ninguna manera se
puede solucionar en un indubio pro societatis no razonado. En efecto,
siguiendo los lineamentos del Tribunal Constitucional, este órgano,
ha marcado posición jurisprudencial inequívoca al señalar que los
Beneficios Penitenciarios constituyen garantías de los principios
constitucionales de reforma y recuperación del penado privado de su
libertad, por lo que, no obstante, que los Beneficios Penitenciarios no
son derechos absolutos, sino expectaticios, su denegación, revocación
o restricción al acceso de los mismos, debe obedecer a motivos
objetivos y racionales y no basarse en temas meramente subjetivos.
Por lo antes expuesto parece que nuestros jueces, están buscando
tratamientos terminados y exitosos, como requisito del otorgamiento
del Beneficio Penitenciario, sin embargo, se debe tener en cuenta que
el tratamiento penitenciario se realiza mediante un sistema
progresivo, conforme lo establece el artículo IV del T.P del Código de
Ejecución Penal y tal como lo ha desarrollado el Pleno Jurisdiccional
de Trujillo (2004), “no es necesario que el condenado esté
completamente reeducado y rehabilitado en el interior del
establecimiento penal, debiendo otorgarse el beneficio teniendo en
cuenta el grado de evolución progresiva de su tratamiento
penitenciario, pues una vez otorgado estos beneficios, la reeducación
y la rehabilitación debe continuar en el medio libre con la asistencia
de otros entes previstos en el artículo VI del Título Preliminar del
Código de Ejecución Penal”
“En este contexto, el tema de los Beneficios Penitenciarios cobra gran
importancia en el campo del tratamiento del interno y en la ejecución
misma de la condena, porque aquellos funcionan como incentivos para
la buena conducta y para el sometimiento a los diversos mecanismos o
modalidades de tratamiento programados en el Establecimiento
Penitenciario, tendientes a evitar los factores negativos que se dan en
las prisiones, que muchas veces actúan como medios que atentan
contra la recuperación propia del recluso, como es la prisionización y
otros fenómenos carcelarios que actúan en sentido contrario a las
acciones rehabilitadoras, dificultando la labores de tratamiento”, 5
5 Small Arana, Germán, Ob. Cit. Pag. XV
por lo que a manera de reflexión, podemos decir que la sola
carcelería no resocializa, la permanencia de una persona en un
establecimiento penitenciario, más que efectos positivos,
genera consecuencias dañinas al ser humano, en proporción
directa al tiempo de su estancia, lo cual no se condice con el
artículo I del Título Preliminar del Código Penal, que pregona la
finalidad preventiva y protectora de este Código y “que resulta ser
una formulación legislativa vinculada a valores y principios de nuestra
Carta Política y que tiene por objeto la prevención del delito como
medio protector de la persona, concretizándose así, en sede del
Derecho Penal y en la legislación positiva, los principios y el derrotero
axiológico, marcado por la Constitución, cuando reconoce la primacía
de la persona humana como fin de la sociedad y del estado, no
tratándose de una declaración carente de sentido, ociosa o
superflua”.6 En este sentido el autor Germán Small Arana, plantea la
interrogante ¿Cómo se pretende reincorporar al penado a la
sociedad alejándolo por completo de ella? y citando a Dautricourt,
ha señalado que “la prisión cerrada corrompe completamente a
los que estaban solo medios corrompidos, desocializa a los que
se integran en la artificial comunidad carcelaria, pues el
encierro produce en el sujeto mas inidoneidad social que la
6 Alva Castillo, Luis, Artículo Finalidad del Código Penal, publicado en el libro Código Penal Comentado, Editorial
Gaceta Jurídica, Lima Perú, 2004, t. 1, p. 25.
poseída al entrar”, mas aun si se tiene en cuenta los efectos
negativos de la pena privativa de libertad, como son los fenómenos de
estigmatización y etiquetamiento penitenciario y que “la situación
penitenciara peruana se caracteriza fundamentalmente por tres
factores que vienen a constituir sus problemas principales: la
sobrepoblación, la deficiente infraestructura y el escaso
recurso económico que inciden desfavorablemente en las
acciones de tratamiento y rehabilitación”. 7 En efecto el problema
de sobrepoblación y hasta de hacinamiento (problema mas crítico de
la sobreblación) de los penales de nuestro país, se evidencia, según
datos oficiales a Enero del presente año, pues el Perú tiene 66
establecimientos penales que poseen una capacidad de albergue
para 28,508 internos, mientras que la población penitenciaria
bordeaba al mes de referencia, los 53203 reclusos, es decir una
sobre población de 24695 internos, mas aún que el indice de
crecimiento de la población penal (intramuros), es de 15.5% en
referencia al período Enero del 2011 a Enero del 2012, pues en el
referido período la población penal creció de 46054 a 53203 internos.
En efecto, se conoce que, el penal del Lurigancho (Penal mas grande
del país), tiene una capacidad de albergue de 3,204 reclusos, mientras
que Enero del 2012, alcanza una población penitenciaria de 6,713
7 Small Arana, Germán, Ob. Cit. Pag. XIV).
internos, es decir con una sobrepoblación de 3509 reclusos; por su
parte el Establecimiento Penal de Picsi (hoy establecimiento Penal de
Chiclayo), solo tiene capacidad para 1,113 internos, sin embargo
alcanzó al mes de referencia una población de 1784, teniendo por
consigiente un excedente poblacional de 641 internos; asimismo,
conforme información oficial, se conoce que el E.P. de San Rafael
(Hoy Estableimient Penal de Jaén), esta preparado par recibir 50
internos, pero su población alcanzada a Enero del presente año, fue
de 208 internos, es decir tiene un excedo de 158 reclusos, es decir
con 316% de sobre poblacion, por consiguiente, se constituye en uno
de los establecimientos penitenciarios en condiciones mas
preocupantes de hacinamiento del país. 8 Estos problemas acentúan,
como es lógico, los fenómenos intracarcelarios, que convierten a los
penales en depósitos de seres humanos carentes de asistencia de todo
orden, tal como era en sus albores, pues no podemos olvidar que las
cárceles “fueron creadas como casas de corrección, con el claro
propósito de recoger en aquellas, las parcelas de la población excluida
(mendigos, meretrices, desocupados en general entre otros tantos
adjetivos comúnmente empleados para aquellos que no tuvieron
acceso a mínimas condiciones dignas de vida), que desde entonces ya
incomodaban sobremanera, a la parcela incluida del cuerpo social” 9
En este sentido frente a una realidad carcelaria preocupante, 8 cifras oficiales emitidas por el INPE en su página web: http://www.inpe.gob.pe/pdf/enero_2012.pdf
los Beneficios Penitenciarios juegan un rol importante en la
descongestión de los Establecimientos Penitenciarios.
CONCLUSIONES
Los Beneficios Penitenciarios, son estímulos gratificantes que
deben concederse, a los internos que han logrado un nivel de
autodisciplina y se han esforzado por regirse por las reglas de la
convivencia pacífica dentro del Establecimiento Penal, observando
buena conducta y aptitud para el trabajo.
Los Jueces al analizar las solicitudes de Beneficios Penitenciarios
y emitir sus resoluciones, deben estar desprovistos de excesivas
cargas de subjetividad, amparándose en criterios razonados, sin
magnificar el riesgo que puede significar el retorno de un interno al
seno de la sociedad al egresar del centro penitenciario, siendo
suficiente establecer mecanismos de neutralización del riesgo de
reincidencia.
Al analizarse las solicitudes de Beneficios Penitenciarios, debe
tenerse siempre presente el fin constitucional del régimen
penitenciario (la reeducación, rehabilitación y reincorporación del
9 Gabriel Guimaraez, Claudio Alberto, Artículo “La Pena Privativa de Libertad, en la visión de don Juan Bustos
Ramírez”, publicado en el libro Modernas Tendencias de Dogmática Penal y Política Criminal, Editorial IDEMSA, Lima Perú, 2007, p. 282).
penado a la sociedad) y el rol social de control poblacional de los
Centros Penitenciarios que juega la concesión de un Beneficio
Penitenciario.