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ROMANTICA DE EPOCA

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Amor en el circo

Brbara Cartland

Amor en el circo (1990)

Ttulo Original: A circus of love

(1990)

Editorial: Harmex

Portada: Francis Marshall

Gnero: Romntica

Protagonistas: Thelma Fern,

Conde Merstone

Argumento:

Thelma, la hija de Lord Fernhurst,

escucha cuando su madrastra dice

a su amante, Sir Richard Leith, un

noble sin recursos, que la ta abuela

de la muchacha ha muerto y le hered a sta una enorme fortuna. Lady Fernhurst

sugiere que Sir Richard se case con la heredera para que ambos puedan

apoderarse de su dinero. Aterrorizada por lo anterior Thelma huye, llevndose a

Watkins, quien fuera asistente de su fallecido hermano. Al segundo da de

escapar, vislumbra una esplndida mansin a la distancia, y para su sorpresa, no

lejos de la mansin, descubre el toldo de un circo y que conducen a un tigre,

sujeto con una correa, hacia una jaula. Movida por la curiosidad, entra en la tienda

del circo y se encuentra con el apuesto Conde de Merstone, quien acaba de

regresar de prestar servicio en el Ejrcito de Ocupacin en Francia. Cmo Thelma

descubre que el interior de la casa es muy diferente a su apariencia exterior, cmo

se entera de que el conde prepara un circo para conseguir dinero, y cmo ella no

slo salva la vida de l sino tambin pierde el corazn, se relata en esta

interesante novela de Brbara Cartland.

Captulo 1

1818

T

Brbara Cartland Amor en el circo

helma, quien cabalgaba de regreso a su casa bajo el sol primaveral, observ que

la mansin de su padre, a la distancia, se vea muy atractiva.

Originalmente de estilo Tudor, fue sufriendo alteraciones a travs de las

generaciones de la familia Fern durante trescientos aos.

El actual Lord Fernhurst qued muy abatido al perder a su nico hijo varn en

Waterloo.

A raz de esa tragedia dej de mostrar inters por sus propiedades y pasaba la

mayor parte de su tiempo en Londres.

El resultado fue desastroso.

A principios de mil ochocientos dieciocho decidi regresar al campo despus de

casarse con una mujer que desagrad a Thelma en cuanto la conoci.

El sentimiento fue recproco.

La nueva Lady Fernhurst pareca no escatimar esfuerzos para convertir en un

infierno la vida de su hijastra.

Al principio, Thelma pens que su padre la ayudara, al comprender cun difcil

resultaba para ella ver a una desconocida ocupar el lugar de su madre.

No obstante, Lord Fernhurst tom la actitud de menor resistencia.

Se haba consolado de la prdida de su primera esposa y de los caprichos de su

segunda entregndose a la bebida.

Era increble para Thelma que su padre hubiera cambiado a tal punto en tan corto

tiempo.

Pens, cuando l sola beber sin medida despus de la muerte de su hermano,

que slo sera un paliativo temporal y que pronto volvera a sus antiguas

costumbres.

Sin embargo, en su club de Londres beba en exceso. Y tambin se haba

enterado de que induca a otros a hacerlo con l y en cualquier lugar.

Despus de su ltima ausencia de casi seis meses volvi al campo y a Thelma le

fue difcil reconocerlo.

Poco tiempo despus de la muerte de su madre, ella ingres a un Colegio para

Seoritas.

Cuando volvi a su hogar se encontr que todo era diferente, especialmente su

padre.

Era indiscutible que Denise Fernhurst misma lo animaba a beber.

Eso, pens Thelma despectiva, era para que l no se percatara del escandaloso

comportamiento de su madrastra.

Jams consider que una dama pudiera comportarse de esa forma.

Habra sido muy torpe para no darse cuenta de que su madrastra tena un amante.

De hecho, haban sido dos desde que ella regresara a casa. Basndose en los

decires de la servidumbre, sac en conclusin que tuvo varios antes.

Se escandaliz terriblemente.

Su madre era dulce, tierna y amaba mucho a su padre.

Por lo tanto, Thelma jams haba estado en contacto con mujeres tan descaradas

como su madrastra.

Denise era hermosa, nadie podra negarlo; sin embargo, tambin era dura,

ambiciosa y slo pensaba en s misma.

Se mostraba desptica y desagradable con los viejos sirvientes que tenan

muchos aos en la casa.

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Brbara Cartland Amor en el circo

No visitaba a los granjeros de la propiedad ni a los ancianos de aldea.

Hablaba en contra de ellos durante las comidas, lo que significaba que sus

palabras eran eco en toda la propiedad.

Al principio Lord Fernhurst estaba muy entusiasmado con su mujer y sta poda

manejarlo a su antojo con slo mover el dedo.

Poco a poco, pens Thelma, su padre empez a descubrir quin er a ella y, para

evitar enfrentarse a su fracaso, reincidi en la bebida.

Thelma se acercaba a la casa, cabalgando sobre uno de los briosos caballos de

su padre.

Se encogi ante la idea de que, en unos cuantos minutos ms, estara en

compaa de su madrastra.

A la vez, la idea de abandonar su hogar la abrumaba. Sera decir adis a todo

cuanto le era familiar y querido.

Lleg a pensar que habra familiares que aceptaran cuidarla si se los peda, ms

el orgullo, parte de su herencia familiar, surga altivo en ella, hacindola sentir que

sera humillante explicar la penosa situacin de su padre.

El sirviente que la acompaaba se acerc a su lado cuando entraron en el patio.

Tom la brida del caballo mientras Thelma desmontaba.

Ella acarici al animal, que se frot contra su brazo y en ese instante comprendi

que no poda alejarse de los caballos que amaba.

Por desagradable que fuera su madrastra, siempre tena el consuelo de poder

cabalgar y alejarse de la casa.

Al menos por ese tiempo quedaba fuera del alcance de su lengua mordaz y

sarcstica.

Gr acias, Ben dijo Thelma al sirviente.

Subi la antigua escalinata de piedra y entr en el vestbulo.

Se quit el sombrero y lo coloc, junto con sus guantes, sobre una silla.

Al mirar hacia el reloj observ que era ms tarde que de costumbre, as que

decidi desayunar antes de cambiarse el traje de montar por un vestido.

Si dirigi hacia el desayunador.

Al disponerse a abrir la puerta, escuch la voz de su madrastra que mencionaba

su nombre.

Cmo iba a imaginar que a Thelma le heredaran tanto dinero? deca.

Es una joven con mucha suerte! respondi la voz de un hombre.

Thelma saba que quien hablara era el amante en turno de su madrastra.

Su nombre era Sir Richard Leith y a ella le desagrad desde que llegara a la casa

seorial, tres meses atrs.

Debemos ser listos en este asunto dijo Denise Fernhurst.

Astuto?

Su voz denotaba curiosidad, ms no un inters especial.

No seas tonto! exclam Lady Fernhurst cortante. Slo podr emos

apoderarnos de ese dinero si t lo haces!

No sabes lo que dices! respondi Sir Richard.

La voz de Denise se hizo ms baja y Thelma adivin que se inclinaba hacia l por

sobre la mesa.

Escucha dijo, lo primero que tenemos que hacer es evitar que Thelma lea el

peridico. Despus, partirs para Canterbury.

Transcrito por: Ninive_01 Pgina 3 / 75

Brbara Cartland Amor en el circo

Para qu? pregunt Sir Richard con asombro.

Porque, querido mo, esta es la oportunidad por la que has estado rezando.

Quieres dinero y sabemos que Thelma lo tiene!

Quieres decir ests sugiriendo? empez a decir Sir Richard.

Que debes casarte con la muchacha antes que lleguen los cazafortunas y te

hagan a un lado!

Fue evidente que Sir Richard guard silencio ante la sorpresa de escuchar esas

palabras y la mujer continu:

Piensa, cuando todo ese dinero te pertenezca, podremos divertirnos como

nunca, ya que ahora yo tengo que mendigar de rodillas cada centavo que me dan.

Hizo un ligero sonido de deleite antes de proseguir:

Podrs tener todo lo que siempre has ambicionado: un lugar en Londres donde

podamos estar juntos, caballos, faetones y un guardarropa que ser la envidia de

todos los petimetres de St. James.

Denise, eres un genio! exclam Sir Richard.

Siempre lo he pensado coincidi complacida Lady Fernhurst; sin embargo,

es cuestin de actuar con rapidez, antes que Thelma y ese tonto borracho con el

que estoy casada descubran lo que sucede.

Debo declararme a Thelma en seguida? pregunt Sir Richard.

No, por supuesto que no! respondi Denise. Debemos esperar hasta que

tengas la Licencia Especial en tus manos. Entonces yo la obligar a casarse

contigo antes que los abogados puedan informarle lo que dice el testamento.

Thelma no esper a escuchar ms.

Saba que deba leer los peridicos que su madrastra intentara ocultarle.

Cruz el vestbulo con tanta rapidez y silencio como pudo. Al fondo de otro pasillo

estaba el estudio de su padre.

Seguramente all encontrara un peridico.

Cada da, el viejo mayordomo Newman, durante treinta aos haba colocado el

Morning Post en la mesa del desayunador y el Times en el estudio de Lord

Fernhurst.

Thelma abri la puerta del estudio.

Corri hacia donde vio que estaba el Times junto con otras revistas y lo tom.

Mir hacia el escritorio de su padre.

Como de costumbre, ah estaba el correo que, ms tarde, revisara su secretario.

Thelma busc entre las cartas hasta que encontr la que deseaba.

Era una que, sin lugar a dudas, provenan de una firma de abogados.

Tena impreso en el sobre: MARLOW, THESTLETHWAITE AND DOWNING.

La guard en el bolsillo de su chaqueta y camin hacia la puerta que haba dejado

abierta.

No la cruz, se ocult tras ella y abri el peridico.

Pronto encontr lo que buscaba en la segunda pgina y deca:

MUERTE DE LA DUQUESA VIUDA DE WINTERTON

Lamentamos mucho anunciar el fallecimiento de la Duquesa viuda de Winterton, a

la edad de noventa y ocho aos. La Duquesa, Dama de Honor de Su Majestad La

Reina, estuvo enferma durante varios aos. Dej de existir en su casa de campo

de Northamptonshire.

Transcrito por: Ninive_01 Pgina 4 / 75

Brbara Cartland Amor en el circo

Continuaba describiendo que la dama fallecida fue hija del 4o. Lord Fernhurst y se

haba casado con el Duque de Winterton a los dieciocho aos.

Este fue el segundo hijo del Duque de Winterton y cuando su hermano muri se

convirti en heredero y titular del ducado.

Despus, se enumeraba una larga relacin de obras de caridad hechas por la

duquesa, as como los cargos de importancia que haba desempeado y los

honores de que se le hizo objeto.

Continuaba:

La duquesa hered una cuantiosa fortuna de su padrino, Sir Trevor Hayton, quien

fuera consejero de varios potentados del Oriente, Sir Hayton nunca regres a

Inglaterra y, a su muerte, leg cuanto posea a su ahijada.

Se sabe que la desesperada duquesa viuda dej su fortuna a su sobrina nieta, la

Honorable Thelma Fern, hija nica del 6o. Lord Fernhurst.

Despus de leer el reporte rpidamente, Thelma dobl el peridico y lo regres al

lugar de donde lo tomara.

Se apresur a regresar al desayunador.

Abri la puerta y, al instante, su madrastra y Sir Richard, quienes continuaban

hablando en voz baja, guardaron silencio.

Ambos la miraron de una manera que hubiera consider ado inusitada, si no

comprendiera con claridad la razn de ella.

Buenos das seora salud con voz tranquila. Buenos das, Sir Richard.

Ellos no respondieron.

Se dirigi al mueble lateral para elegir lo que comera de los platones que de

alguna forma utilizada entonces, haca que los alimentos se mantuvieran calientes.

Mientras tomaba asiento a la mesa, dijo:

Lament llegar tarde, pero es tan hermoso cabalgar bajo la luz del sol, que me

alej ms que de costumbre.

Me alegro que lo disfrutaras, querida repuso Lady Fernhurst con voz menos

agresiva de la que sola usar, mientras diriga a Sir Richard una mirada

significativa, que lo impuls a levantarse.

Ser mejor que me ponga en camino. Espero que no te importe que tome

prestado un faetn y un tiro de tus excelentes caballos.

No, por supuesto que no respondi Lady Fernhurst, y trata de no llegar

tarde para la cena.

A dnde va Sir Richard? pregunt Thelma con voz llena de candidez.

A visitar a unas amistades respondi su madrastra.

Thelma percibi la reveladora mirada que se cruz entre ellos antes que l

abandonara la habitacin.

Fingi no haberlo notado.

Cmo est pap esta maana? pregunt mientras se serva una taza de

caf.

Tu padre est dormido y no lo despiertes.

Por supuesto que no.

Lady Fernhurst se levant, con el Morning Post apretado en la mano.

Yo creo que tendrs bastante que hacer, Thelma coment, yo estar muy

ocupada esta maana.

Lo entiendo respondi Thelma, y yo tambin lo estar.

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Brbara Cartland Amor en el circo

Era verdad, tena muchos menesteres y poco tiempo para hacerlos.

Termin de desayunar y subi apresurada por la escalera.

Mientras, haca una lista mental de lo que necesitara.

Entr en su dormitorio, que las doncellas ya haban aseado. Cerr la puerta y se

sent para pensar con claridad.

Saba que sera preciso abandonar su casa.

Era demasiado inteligente para no darse cuenta de lo que vendra despus.

Su madrastra hara hasta lo imposible para obligarla a casarse con Sir Richard.

Tena slo dieciocho aos. Por ley, su padre era su tutor y ella tena que obedecer

todo cuanto ste le ordenara.

Cuando estaba pasado de alcohol, su madrastra poda forzarlo a acceder a cuanto

ella quera.

Thelma saba que ya haba gastado ms de lo conveniente y hasta haba

hipotecado parte de la propiedad que no estaba bajo inventario del ttulo, para

poder obtener ms dinero.

Habra vendido las pinturas si las circunstancias se lo permitieran.

Sin embargo, estaba bajo inventario para quien heredara el ttulo y a menos que

su padre tuviera otro hijo, el futuro duque sera un sobrino que nunca le haba

agradado.

Thelma comprendi que la idea de apoderarse de una fortuna era irresistible para

su madrastra.

Usara todas las maas que tuviera a su alcance por degradantes que fueran, para

conseguirlo.

Slo ella habra podido urdir tan vergonzoso plan como el de casar a su hijastra

con su propio amante.

Sir Richard se haba comportado de una manera que Thelma consideraba tan

humillante como escandalosa.

Cuando su padre estaba sobrio, Sir Richard lo halagaba y atenda.

No obstante, cuando se retiraba, hablaba de l despticamente con Lady

Fernhurst.

Lo detesto, es un hombre despreciable!, se dijo Thelma.

Prefera la muerte antes que casarse con un hombre as.

Le resulta difcil decidir adnde ira. Necesitaba ocultarse en algn lugar donde no

pudieran encontrarla, antes que Sir Richard regresara con la Licencia Especial.

Supuso que lo que su madrastra deba estar haciendo en ese momento era

preparar la capilla.

Construida al mismo tiempo que la casa, era muy hermosa.

Cuando su madre viva, el capelln personal de su padre, que era tambin el

vicario de la iglesia de la aldea, acuda cada domingo a la mansin para oficiar los

servicios a los que asistan todos los que la habitaban.

Desde muy pequea, a Thelma le parecieron siempre muy bellas las ceremonias.

Consideraba que todos los asistentes eran, en cierto modo, parte de una misma

familia.

Los sirvientes que llevaban aos en la casa, la consideraban como suya.

Amaban tiernamente a Thelma y a su hermano Ivn, a quienes conocan desde

que nacieron.

Transcrito por: Ninive_01 Pgina 6 / 75

Brbara Cartland Amor en el circo

La nueva Lady Fernhurst rpidamente cambi las costumbres establecidas desde

los viejos tiempos.

Aboli los servicios dominicales, diciendo que eran una prdida de tiempo para la

servidumbre, cuando deban estar trabajando.

Si su padre protest, Thelma nunca lo supo.

Slo estaba enterada de que haban cerrado la capilla. Los jardineros ya no

colocaban flores en el altar y el polvo se acumulaba en el piso y en los tallados.

Tomar bastante tiempo limpiarla, pens y era lo que necesitaba.

Eligi de su guardarropa los vestidos ms ligeros, de gasa y muselina, que

pesaban poco y podan ocupar menos espacio al empacarse.

Los coloc en la cama y agreg camisones y otras cosas necesarias.

Incluy un par de zapatillas de satn.

Cuando termin decidi que no sera demasiada carga para ser transportada en

dos caballos.

Varios aos antes, cuando por primera vez acudi a hospedarse con unas

amistades, su padr e le haba comprado bolsas especiales para llevarse atadas en

la silla del caballo.

Thelma record que estaban guardadas en un cajn de su dormitorio.

Las sac para llenarlas con todo cuanto haba considerado necesario.

En seguida las ocult bajo la cama y descendi por la escalera.

Lo ms importante y difcil era conseguir dinero. Tendra que durarle bastante

tiempo.

Mientras pensaba cul podra ser la solucin record que al da siguiente era

viernes y fin de mes.

Eso significaba que el seor Simpson pagara los sueldos y esa maana debera

haber ido al banco para sacar el importe de los mismos.

Ya para esa hora estara de regreso, para despus visitar las granjas y cobrar la

renta a los granjeros, as como las correspondientes a las casitas que se

alquilaban en la aldea.

Eso lo entretendra hasta muy avanzada la tarde.

Se dirigi a la oficina del secretario y la encontr vaca.

Estaba segura de que el seor Simpson se encontrara haciendo su recorrido.

El dinero que sacara del banco se encontrara en la caja fuerte.

Thelma ech llave a la puerta para que nadie pudiera sorprenderla y busc la llave

de la caja.

La encontr escondida en un lugar que el seor Simpson consideraba secreto y

abri la caja fuerte.

Tal como lo esperaba, encontr unas bolsas que contenan soberanos, otras

medio soberanos y, una ms, monedas de plata.

Tambin billetes de alta denominacin, que Thelma saba eran para su padre, a

quien molestaba cargar monedas que hacan bulto dentro de sus bolsillos.

Cont los billetes y descubri encantada que sumaban ms de cien libras

esterlinas.

Los guard en el bolsillo de su chaqueta y tambin tom las bolsas de monedas.

Busc ms adentro de la caja de seguridad y encontr la chequera de su padre.

Por un momento dud.

Transcrito por: Ninive_01 Pgina 7 / 75

Brbara Cartland Amor en el circo

No deseaba hacer nada que pudiera ser ilegal, aun cuando no era probable que la

llevaran ante las autoridades.

Durante los ltimos meses, con frecuencia haba firmado con el nombre de su

padre, cuando l era incapaz de hacerlo.

Su madrastra siempre se opuso a ayudar a los aldeanos.

Thelma haba acudido a su padre cuando alguno de los viejos sirvientes que

trabajaran para ellos durante aos, tenan alguna necesidad urgente.

Sin duda, pap haba suplicado, ayudars a la vieja Lucy, fue doncella aqu

durante muchos aos. Ahora necesita una muleta para poder moverse, pero no

tiene dinero para comprarla.

Claro, claro contesto su padre en voz gruesa, yo la pagar.

Saba que lo haras dijo Thelma, y tambin est Browning, quien limpiaba

los calentadores. Est casi ciego y necesita anteojos.

Ella continu mencionando la lista de necesidades que era preciso atender y para

las que necesitaba una fuerte suma.

Cuando Lord Fernhurst iba a firmar el cheque, ella se dio cuenta de que la mano le

temblaba tanto que le resultaba imposible hacerlo.

Intent guirsela, pero aun as fue intil.

Ella termin por firmarlo y se lo mostr.

As es tu firma, verdad, pap? pregunt.

S, as es contest l con voz gruesa.

El seor Simpson cobr el cheque en el banco sin problemas.

Ahora, Thelma pens que si llegara a sentirse muy necesitada, podra falsificar la

firma de su padre, as que tom dos cheques y se los guard en el bolsillo.

Despus escribi una nota al seor Simpson dicindole cunto dinero haba

tomado y le peda que se lo avisara a su padre, ms por ningn motivo a su

madrastra.

Dej la nota en la caja fuerte y regres a su dormitorio.

En el camino se encontr con doncellas que llevaban escobas, cubetas y cepillos

rumbo a la capilla.

Adivin que su madrastra todava se encontraba all.

Se puso su mejor traje de montar, que acababa de recibir de Londres.

Su padre se lo haba dado como regalo de cumpleaos. Llevado de un momento

de buen humor le dijo que lo encargara al mejor sastre, exclusivo de las damas de

la Alta Sociedad.

Era un hermoso traje, de tono azul oscuro.

Haca que su cabello se viera tan dorado como el sol de primavera y su piel ntida

como una perla.

Bajo la amplia falda, llevaba una enagua almidonada con orla de encaje.

Su bonita blusa de fina muselina estaba adornada con tiras tambin de encaje.

El sombrero complementario de su atuendo era muy elegante, con un velo de

gasa que haca juego con sus ojos y flotaba a su espalda cuando ella galopaba.

Tambin se puso un par de finas botas que le daban hasta arriba de los tobillos.

Tena una capa para cubrirse de la lluvia, en caso necesario, y decidi llevarla.

Al fin, estaba lista.

Recorri la habitacin con la mirada para cerciorarse si no faltaba algo de

empacar.

Transcrito por: Ninive_01 Pgina 8 / 75

Brbara Cartland Amor en el circo

Sobre una mesa, vio su caja de pinturas.

Durante un momento titube, y pens que podra necesitarla.

Sus maestros en la escuela le haban dicho que tena aptitudes paras el dibujo y la

pintura.

Pens entonces que sera atinado limpiar y restaurar algunos de los cuadros que

haba en la casa.

Su madre mostraba mucho inters en ellos, pero su padre era indiferente.

Denise, recordaba Thelma, apenas si los mir cuando supo que le sera imposible

venderlos.

Thelma puso especial cuidado con los que eran muy antiguos y que haban sido

heredados durante generaciones.

Limpio el polvo acumulado por espacio de aos y los restaur como le ensearan

a hacerlo sus maestros.

Haba llegado el momento de abandonar todo lo que amaba, incluyendo las

pinturas.

Su hermano Ivn se senta muy orgulloso de la casa y de todo lo que contena.

Thelma era cinco aos menor que l. Sin embargo, siempre jugaban juntos de

nios y era ella quien lo incitaba a las travesuras que hacan que sus risas se

escucharan por los corredores y que hicieran eco en las bajas habitaciones

isabelinas, llegando su infantil sonido hasta el amplio vestbulo medieval con el

vitral del escudo de armas Fern.

Cuando haca fro, Thelma sola recostarse frente a la chimenea donde arda un

tronco entero.

Ella jams se sinti sola all.

Sus antepasados se reunieron innumerables veces en el gran vestbulo antes de

una batalla, para celebrar sus bodas o para velar a sus muertos.

Poda sentirlos observndola y protegindola.

Ahora, abandonaba a sus antepasados as como la casa donde se deslizara

hasta entonces su existencia.

Dejara el recuerdo de su madre, cuya presencia poda sentir en cada habitacin,

especialmente en su dormitorio.

Es intil, mam, dijo con la voz de su corazn, tengo que huir! De lo contrario,

me casarn con Sir Richard porque mi madrastra tendr a la ley de su parte y

pap jams podr enfrentrsele.

Mientras pensaba, pona a buen resguardo su dinero.

Coloc parte en su equipaje y parte en el bolsillo interior de su chaqueta.

En seguida pens en algo ms, que era importante.

Tuvo la precaucin de echar llave a la puerta de su dormitorio antes de bajar por la

escalera.

Fue hacia la sala de armas, que daba al vestbulo.

Era una habitacin pequea, donde su padre guardaba sus rifles de tiro al blanco

y de cacera.

Thelma saba que guardaba varias pistolas de duelo en un cajn, dos de los

cuales eran ms pequeas que las otras y esas sac.

Despus de revisarlas, busc las balas.

Las encontr en un pequeo paquete y las desliz en el bolsillo. Ocult las pistolas

bajo su chaqueta y subi.

Transcrito por: Ninive_01 Pgina 9 / 75

Brbara Cartland Amor en el circo

Al fin, ya estaba lista para partir.

Tom las bolsas que haba empacado y camin por el corredor.

Baj por una escalera lateral que la conducira a la puerta ms cercana a la

caballeriza.

Sali a la luz del sol y en ese instante la invadi el pnico.

Se pregunt si deba hacer un ltimo esfuerzo de acudir a su padre y pedirle que

la apoyara.

No obstante, saba que aun cuando l accediera a hacerlo, despus sera intil.

Cuando llegara la noche y bebiera gran cantidad de clarete y brandy, estara

demasiado ebrio para poder discutir con su madrastra.

Para entonces ya la capilla estara lista y slo faltara enviar por el capelln.

Thelma poda imaginar con claridad el gesto reflejado en el rostro de Sir Richard

cuando regresara con la Licencia Especial.

l se consideraba un hombre apuesto; sin embargo, tena los ojos demasiado

juntos y su boca era pequea y delgada.

Thelma estaba segura de que no senta ningn tipo de afecto por su madrastra.

La admiraba y eso era comprensible.

Sin embargo, si la mujer no hubiera podido apoyarlo en Londres, con el dinero de

su marido, l la habra ignorado.

Como estaban las cosas, pens Thelma, l montaba los caballos de su padre y

beba de su vino.

Si eso no estuviera a su disposicin, pronto encontrara a alguien ms de quien

aprovecharse.

Estaba segura de que le complacera mucho casarse con alguna joven heredera

como ella.

No se limitara a compartir la fortuna de Thelma con Lady Fernhurst, que era lo

que sta pretenda, sino lo hara tambin con cualquier otra mujer bonita que le

interesara.

Y no le importara si era de la Alta Sociedad o simplemente una cortesana.

Cmo podra yo pasar el resto de mi vida con un hombre de tan pocos

escrpulos?, se pregunt y corri a la caballeriza.

Se acerc a un mozo de cuadra y le pregunt:

En dnde est Watkins?

Ejercitando a Juno, seorita Thelma.

Juno era una magnfica yegua por la que ella saba que el hombre tena un

profundo afecto.

Dedicaba grandes cuidados a todos los caballos, pero Juno era su favorita.

Buenos das, seorita Thelma! le dijo al verla llegar.

Mir sorprendido lo que ella llevaba.

Watkins era un hombre de baja estatura y muy gil que haba sido el asistente de

su hermano Ivn desde el momento en que ste ingres a su Regimiento.

Despus de la muerte de aqul, Watkins, quien result herido levemente, fue

enviado de regreso a Inglaterra.

De inmediato acudi a ver a Lord Fernhurst para comentarle cmo haba muerto

su hijo.

Thelma escuch tambin su relato. Comprendi cun sincero era el dolor que

mostraba Watkins y cunto haba querido a Ivn.

Transcrito por: Ninive_01 Pgina 10 / 75

Brbara Cartland Amor en el circo

Su padre lo conserv como uno de sus principales palafreneros y Watkins

demostr ser muy apto y responsable.

Se dedicaba a los caballos, ms siempre estaba dispuesto a hacer cuanto se le

solicitara.

Transfiri su amor por Ivn a la hermana de ste.

Thelma saba que, en su fuga, Watkins deba acompaarla.

Con voz que era casi un susurro, aun cuando no haba quin pudiera escucharla,

le cont lo que haba descubierto.

Watkins la oy en silencio hasta que termin de hablar.

Eso est muy mal, seorita Thelma exclam.

Cmo voy a casarme con un hombre as?

Es un malvado, y ni siquiera sabe montar!

Comprenders entonces que debo huir en seguida exclam Thelma. Y

necesito que vengas conmigo. Llevo suficiente dinero y pienso que t debes

cargar parte de l, por seguridad.

Le entreg las bolsas con monedas de soberanos y medios soberanos.

Sin discutir, Watkins las guard en su chaqueta.

Despus Thelma le entreg una de las pistolas y balas.

El hombre las tom y, como si slo fuera a dar un paseo, pregunt:

Qu caballo desea montar, seorita Thelma?

Ella titube un poco.

Si t montas a Juno, yo ir en Dragonfly.

Este ltimo era la ms reciente adquisicin de su padre.

Lo compr la ltima vez que visit Londres.

Se trataba de un magnfico semental y Lord Fernhurst pag una alta suma por l

en Tattersall, despus de competir con otros aspirantes.

Watkins aprob la eleccin de Thelma y con una ligera sonrisa se dirigi al

pesebre de Dragonfly para ensillarlo.

Despus ensillo a Juno y sac a ambos al patio.

Thelma mont a su caballo y como ste se mostraba inquieto, se adelant.

Sali por la puerta posterior de la caballeriza, donde nadie de la casa descubrira

su partida ni podra ver qu direccin tomaba.

Watkins tard slo unos minutos en recoger sus pertenencias y colocarlas dentro

de una bolsa atada a la silla de Juno.

Pronto alcanz a Thelma.

Ella no estaba segura de a dnde iran e, instintivamente, se dirigi hacia el sur.

Los caballos avanzaron a galope y ella se dijo que era lo ms emocionante y

arriesgado que hubiera hecho nunca.

Su huida era toda una aventura, parta hacia lo desconocido, sin tener ni la ms

remota idea de lo que encontrara o lo peligroso que resultara.

Transcrito por: Ninive_01 Pgina 11 / 75

Brbara Cartland Amor en el circo

Captulo 2

R

ecorrieron un buen tramo en silencio.

Thelma repasaba en su mente lo que llevaba consigo, preguntndose si no haba

dejado algo importante.

No haba olvidado la carta de los abogados; la abri antes de empezar a empacar

su ropa, ms al darse cuenta de que era muy larga, consider no contar con

tiempo para leerla.

Tiempo era lo nico que ella no tena. Deba encontrarse muy lejos de su casa

cuando Sir Richard regresara de Canterbury.

As que guard la carta entre su ropa y aadi varias hojas de papel con el escudo

de su padre y varios sobres.

Saba que tena que pensar con mucho cuidado la respuesta.

Abrigaba el temor de que, con alguna artimaa, su madrastra se apoderara de su

fortuna.

Esto la hizo decidir que sera conveniente informar a su padre de su partida.

Escribi:

Querido pap:

Voy a pasar unos das con unas amistades. Como no tengo deseos de discutir al

respecto, no avis a mi madrastra, sino slo a ti.

Estar recordndote y espero que te sientas mejor a mi regreso.

Con el cario de tu hija,

Thelma.

Meti la nota en un sobre y la dej sobre una mesa del corredor.

Saba que el mayordomo o alguna doncella la entregara a su padre cuando ste

despertara.

Ahora que cabalgaba junto a Watkins rumbo a lo desconocido, esperaba haber

pensado en todo.

Habra una conmocin cuando su madrastra descubriera que haba desaparecido.

Normalmente, Denise se habra alegrado de deshacerse de ella.

Sin embargo, en las circunstancias actuales y cuando Sir Richard regresara

triunfante llevando la Licencia Especial, no habra novia.

Como si slo pensar en ello le provocara temor, Thelma acelero el paso de su

caballo.

Dos horas ms tarde estaban a bastantes kilmetros de la casa.

Thelma empezaba a sentir apetito y supuso que tambin lo tendra Watkins.

En dnde nos detendremos para almorzar? pregunt.

Hay una aldea cerca de aqu, seorita Thelma respondi l, y tendrn

cuando menos pan y queso.

Estoy dispuesta a comer cualquier cosa siempre y cuando no nos lleve mucho

tiempo sonri la muchacha.

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Brbara Cartland Amor en el circo

Menos de un kilmetro ms adelante llegaron a una pintoresca posada situada en

las orillas de una aldea.

Se dirigieron al patio trasero, donde consideraron que estaran las caballerizas.

Thelma desmont y Watkins tom a Dragonfly de la rienda, mientras sugera:

Quiz sea mejor que se siente usted a esperar afuera, para evitar que hagan

preguntas.

Thelma lo consider pertinente.

Tom asiento sobre un banco que daba hacia la campia y que tena enfrente una

mesa.

Supuso que sera donde, por las noches, los aldeanos se sentaban a beber

despus de terminadas sus labores. Ahora no haba nadie, ms que ella.

Watkins llev el almuerzo, consistente en una hogaza de pan recin horneado,

una barra de mantequilla y un queso grande.

Tambin incluy pepinillos en vinagre, que explic haba preparado la esposa del

posadero.

Como estaba hambrienta, a Thelma le pareci todo exquisito.

Cuando partieron, se enter por Watkins de que todo haba costado slo unos

cuantos peniques.

Y haban avanzado bastante, cuando Watkins sugiri:

Es conveniente, seorita Thelma, que si va a ocultarse, se cambie de nombre.

Thelma lo mir sorprendida antes de responder:

Por supuesto, tienes razn. Yo misma deb haberlo pensado.

Yo no lo consider necesario hasta que el dueo de la posada me pregunt

quin era usted.

Y qu le contestaste?

Le dije que la acompaaba a reunirse con su esposo y que tenamos prisa

porque l est enfermo.

Thelma se ri.

Qu te impuls a decir eso?

Porque no me pareci correcto explic lentamente Watkins, que una

seorita de sociedad viajara por el campo con la sola compaa de un sirviente.

Thelma reflexion y comprendi que era sensato lo que Watkins deca.

Por supuesto que, como jovencita, debera llevar dama de compaa.

Estaba tan acostumbrada a pasear sola por la propiedad de su padre, que nunca

pens que la gente lo considerara extrao.

Fuiste muy astuto en pensar una respuesta as. Qu apellido elegir?

Pens que no deba parecerse al suyo y le result divertido el cambiar de

identidad.

Avanzaban a campo abierto, evitando los caminos.

Se le ocurri pensar en apellidos como Field, Meaodws o Wood, pero todos le

parecieron muy comunes, estaba segura de que podra pensar en otro menos

difundido.

Ya s! exclam de pronto. Me llamars seora Forde.

Watkins sonri.

Poco despus llegaron a un arroyo y cuando detuvieron los caballos, el hombre

dijo:

No est hondo, seorita, podremos cruzarlo.

Transcrito por: Ninive_01 Pgina 13 / 75

Brbara Cartland Amor en el circo

Hizo un guio y aadi:

Ser como pasar de un mundo a otro.

Thelma se ri.

Despus de cruzarlo, nos dirigiremos hacia esas distantes colinas.

Como no deseaba cansar demasiado a sus monturas, se detuvieron, ya avanzada

la tarde, en otra posada que se localizaba en una parte muy aislada del campo.

Thelma estaba segura de que aunque su presencia despertara su curiosidad, no

tendran con quin comentarlo.

La posada se vea muy tranquila y pequea y ella temi que no hubiera lugar para

que los hospedaran.

Envi a Watkins a preguntar si podran pasar all la noche.

Cuando l regres le explic que el lugar pareca limpio, las caballerizas

adecuadas y que la esposa del dueo se haba apresurado a subir para poner

sabanas limpias en las camas.

Thelma ayud a Watkins a acomodar los caballos y a darles de comer.

Mientras atenda a Dragonfly, Thelma se sinti feliz de tener con ella a su caballo

favorito.

En seguida entro en la posada.

Era pequea, con bajos techos con vigas y el nico ocupante del bar era un viejo

que estaba casi ciego.

Fue notorio que el posadero qued impresionado por su apariencia.

Es un gran honor, milady, poder tenerla con nosotros. Espero que podamos

atenderla lo mejor posible.

Estoy segura de que as ser sonri Thelma, y confieso que estoy muy

hambrienta.

Subi la angosta escalinata hacia el dormitorio escasamente amueblado, que le

fue asignado.

Sin embargo, estaba limpio y not que la cama tena un colchn de plumas que

sin duda sera muy cmodo.

Se quit la chaqueta y el sombrero para lavarse con agua fra.

Watkins haba arreglado con el posadero que les habilitaran la salita para su uso

privado.

As, Thelma pudo cenar una comida sencilla, sin que nadie la observara y se

alegr de no tener que hablar con ningn desconocido.

Cuando termin, abri la carta que enviaran los abogados de su madrina.

Tambin llevaba consigo las hojas de papel y sobres que tomara de su casa.

Mientras cabalgaban decidi asegurarse de que su dinero estuviera intacto

cuando llegara a reclamarlo, aunque no estaba muy segura de cmo lograrlo.

La carta de los abogados era muy concisa.

Escribieron para informar a su padre que tenan el honor de representar a la finada

Duquesa viuda de Winterton y anexaban una copia del testamento.

Al leer las siguientes tres pginas, Thelma, con los ojos muy abiertos, se dio

cuenta de que era inmensamente rica.

Su ta abuela le leg un capital de cerca de un milln de libras esterlinas.

Adems, joyas, cuadros y mobiliario que se encontraban dentro de la casa en la

cual haba vivido en la propiedad del duque en Huntingdoshire.

Thelma se emocion al saber que eran suyos y se dijo que siempre los atesorara.

Transcrito por: Ninive_01 Pgina 14 / 75

Brbara Cartland Amor en el circo

La carta finalizaba con un atento ruego a su padre, como tutor suyo, de dar

instrucciones a los abogados a la mayor brevedad posible.

Como todo era tan inesperado y abrumador, Thelma ley la carta una segunda

vez.

Despus de reflexionar un poco, tom una decisin.

Pidi a la esposa del posadero una pluma y tinta. Una vez que los tuvo en sus

manos, escribi:

A los seores Marlow, Theslethwaite y Downing.

Despus de los formulismos de rigor, continu:

Mi hija Thelma, heredera universal de mi ta, la duquesa de Winterton, se halla

por el momento ausente de casa.

Por mi parte, me encuentro mal de salud y, por lo tanto, estoy imposibilitado para

recibirlos.

Considerando lo anterior, les envi las siguientes instrucciones a nombre de mi

hija. Administren los fondos como lo han hecho hasta ahora y conserven

aseguradas todas sus dems propiedades hasta que Lady Thelma Fernhurst se

ponga en contacto con ustedes.

Bajo ningn concepto, podr alguien tener acceso a algo que le pertenezca a ella,

ni tomar ninguna decisin en su nombre.

Slo cuando mi hija acuda a verlos personalmente, lo cual ser lo antes posible,

se proceder a seguir aquello que la heredera indique respecto a sus nuevas

propiedades.

Como padre y tutor de Lady Thelma le concedo mi autorizacin para actuar como

ella prefiera en cualquier asunto que concierna a su herencia, sin que se permita

la interferencia de ninguna otra persona.

Suyo atentamente

Fernhurst.

En seguida, Thelma falsific la firma de su padre, como lo hiciera en anteriores

ocasiones.

Lo hizo con tal habilidad que concedi que sera imposible para alguien afirmar

que era falsificada.

Adems, dado el estado actual de su padre, estaba segura de que l no podra

recordar si era su firma o no.

Deposit la carta en un sobre y lo dirigi a los abogados. Antes de subirse a

acostar encarg a la esposa del posadero que la enviara al correo a la maana

siguiente.

Le asegur que as se hara.

Ella supuso que se mantendra despierta por la preocupacin de su futuro, pero el

colchn de plumas era tan cmodo que se qued dormida al instante.

D

espert al escuchar el canto de un gallo. Momentos despus percibi que el

posadero y su esposa se movan abajo.

Despus de un buen desayuno de tocino y jamn, ayud a Watkins a ensillar los

caballos y continuaron su viaje.

Cuando ya se haban alejado del lugar, Watkins pregunt:

Tiene alguna idea, seorita Thelma, de hacia dnde iremos?

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Brbara Cartland Amor en el circo

Ninguna! respondi Thelma. Pens que lo primero era alejarnos de casa lo

ms rpido posible antes que mi madrastra o Sir Richard me buscaran.

Ser mejor que tengamos cuidado, para evitar que nos encuentren.

Thelma estaba segura de que a Watkins le desagradaba su madrastra tanto como

al resto de la servidumbre.

Saba que haban sido muy felices en su casa, en vida de su madre.

Guardaba en su mente aquellos rostros plidos y llorosos durante su funeral, as

como la forma en que, durante mucho tiempo, se les quebraba la voz cuando la

mencionaban.

Saba tambin que estaban escandalizados por la forma en que su madrastra se

comportaba con Sir Richard.

A la vez, Thelma era lo bastante sensata para comprender que no podra

permanecer ausente de su casa para siempre.

Despus de escribir la carta la noche anterior, consider que tal vez pasados

algunos meses podra encontrar a un familiar, que de preferencia hombre, para

que la apoyara para enfrentar a su madrastra.

Tal vez su padre la echara de menos cuando no regresara y eso lo ayudara a

rectificar su lamentable comportamiento.

Al presente todo er a muy vago y le resultaba imposible hacer planes par a el

porvenir.

Todo lo que importaba ahora, era el hecho de que su madrastra intentara, por

todos los medios, apoderarse de su dinero.

Si regresaba a casa, indiscutiblemente la obligara a casarse con Sir Richard.

Si ella se negaba, podra intentar otras formas de administrar el milln de libras.

Le asust pensar en ello.

Podra terminar asesinndome, se dijo Thelma.

Se estremeci, pues saba que era una posibilidad real.

De lo nico que estoy segura, continuo pensando, es que debo mantenerme

lejos de casa hasta que encuentre el medio de revelar dnde estoy, sin ser

amenazada.

Por el momento, eso pareca imposible.

Intent concentrarse en pensar a dnde iran.

Supuso que, par a esa hora, se estaran acercando a la costa para llegar a Sussex

oriental.

Dese tener un mapa, pero no haba pensado en conseguirlo.

Continuaron avanzando.

Para almorzar, Watkins encontr de nuevo una posada, ms no tan agradable

como a la anterior.

Haba varios hombres en el bar, que se asomaron a la ventana para mirarla.

Hicieron comentarios que ella no pudo escuchar, pero que provocaron vulgares

carcajadas.

Una vez ms almorzaron pan y queso.

El pan estaba correoso, la mantequilla rancia y el queso era de psima calidad.

Se alejaron lo ms rpido que pudieron y Watkins pareca estar molesto.

Ser mejor que tengamos ms cuidado, seorita, para fijarnos a dnde vamos la

prxima vez.

Thelma estuvo de acuerdo.

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Brbara Cartland Amor en el circo

No obstante, tema entrar en posadas de mejor calidad o viajar por los caminos

principales.

Saba que su apariencia provocara muchos comentarios, as como lo fino de sus

caballos.

Si alguien la reconoca, podra, sin saberlo, dar a la madrastra una pista de dnde

se encontraba.

Se ser as, estara perdida.

Sin embargo, no puedo seguir as por siempre, se dijo con amargura.

Mientras cruzaban un bosque y la sombra de los rboles era un filtro maravilloso

para los intensos rayos del sol, Thelma descubri al otro lado del camino una

mansin de magnfico aspecto.

Con otro bosque al fondo, pareca una joya depositada en un estuche de

terciopelo.

Detuvo su caballo para admirarla y Watkins la imit.

Quin vivir all? pregunt.

El hombre no respondi y despus de un momento, Thelma dijo:

Vamos a verla ms de cerca. Es el tipo de mansin que siempre he deseado

conocer.

Record cmo en la escuela las chicas presuman de las esplndidas mansiones y

castillos donde vivan sus padres.

En cierta ocasin, ella se haba hospedado en el Castillo Warwick, y ste la

emocion enormemente.

La historia del lugar, con torres de piedra gris y habitaciones donde se alojaran

reyes y reinas, robaba el aliento.

Alguna vez, una amiga la invit a Longlet, donde la familia Thynne haba vivido

durante generaciones.

Para Thelma, era como el castillo de un cuento de hadas que figuraba en sus

sueos y haba pensado en l con frecuencia, ansiando volver.

Ahora estaba decidida a conocer la mansin que tena frente a ella.

Ella y Watkins cabalgaron por el valle hacia una pequea aldea.

Las casitas tenan techos de paja y sus jardines brillaban con el colori de las

flores primaverales.

Al fondo de la aldea observ lo que posiblemente era la entrada a la mansin.

Grandes portones de hierro, con puntas doradas, tenan a cada lado idnticas

casetas de piedra.

Las puertas permanecan abiertas y, sin pensarlo, Thelma cabalg al interior.

Tal como esperaba, haba una larga vereda flanqueada por antiguos robles.

Watkins la mir inquisitivo.

Slo deseo verla un poco ms de cerca explic Thelma. Si alguien nos

descubre, podemos preguntar quin vive aqu y decir que, sin darnos cuenta, nos

metimos en una casa equivocada.

Se ri y Watkins le hizo un guio.

Cuando se acercar on un poco ms a la mansin, ella lanz un grito de alegra.

A su izquierda haba una enorme tienda de lona, que no vieron antes porque la

ocultaban los rboles.

Es un circo! exclam. Qu emocionante!

Por el momento se olvid de la mansin y se dirigi hacia la tienda.

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Brbara Cartland Amor en el circo

Era muy grande y antes de llegar a ella, vio salir por su abertura a un hombre que

llevaba a un tigre tirado de una correa.

Fue algo tan sorprendente e inesperado, que Thelma detuvo a Dragonfly, para

observar.

Era un animal enorme y, ya bastante viejo.

El hombre lo condujo hacia una jaula rodante.

El tigre entr en ella sin necesidad de que lo obligaran y, despus de quitarle la

correa, el hombre cerr la puerta y le ech el cerrojo.

Intrigada, Thelma se aproxim un poco ms.

Pudo ver que haba otras seis jaulas que contenan leones, leopardos, chitas y

una media docena de changos.

Estaba tan interesada que desmont y Watkins tom la tienda mientras ella

caminaba hacia la jaula de los leones.

Eran dos estupendos animales.

Al mirarlos, pens que parecan bien alimentados y con excelente salud.

Permaneci ah unos minutos y se dispona a moverse hacia otra jaula cuando

escuch un ruido bajo la gran tienda de lona.

Curiosa, entr.

El lugar era tal como lo esperaba, con asientos alrededor destinados a los

espectadores.

En la pista del centro, un caballo joven saltaba con violencia y reparaba.

Un hombre, tal vez mozo de cuadra o actor de circo, lo detena de la brida,

mientras otro observaba, evidentemente divertido ante la lucha de ambos.

Con un ltimo salto violento, el caballo gan.

Arrebat la rienda de la mano del mozo y sin dejar de saltar sali a galope por la

parte trasera de la tienda.

El hombre corri tras l, mientras que el otro lanzo una risa espontnea que

tambin hizo rer a Thelma.

En ese momento, l al vio.

Durante unos segundos slo la observ, despus se dirigi hacia ella.

Thelma de inmediato se dio cuenta de que se trataba de un caballero.

Era muy apuesto, alto, con anchos hombros y, aproximadamente, de treinta aos

de edad.

No llevaba sombrero y su cabello oscuro estaba peinado hacia atrs de su frente

cuadrada.

Vesta pantalones de montar, camisa y una corbata anudada con descuido, como

si no le interesara particularmente su apariencia.

Buena tardes salud al llegar junto a Thelma. Si vino a la funcin, me temo

que se adelant. No ser sino hasta maana.

Slo sent curiosidad respondi ella, cuando vi sacar a un tigre de la tienda.

El caballero sonri.

Entiendo que le pareciera algo inesperado en pleno campo ingls.

Igual que me lo parecieron los leones y los changos sonri Thelma.

Entonces, permtame mostrarle mi circo.

Su circo? Entonces usted es el propietario?

Soy el propietario de los animales, que provienen de mi zoolgico particular.

Transcrito por: Ninive_01 Pgina 18 / 75

Brbara Cartland Amor en el circo

Qu emocionante! Siempre dese conocer un zoolgico partculas! Por

supuesto he odo hablar de ellos.

Entonces, no podra yo dejar de mostrrselos seal el caballero. A la vez,

como actuarn en el circo, no presentarn su mejor aspecto.

Por qu?

Por qu estn acostumbrados a la quietud e intimidad de sus alojamientos.

Ahora tienen que mostrarse en pblico.

Haba cierta nota de dureza en su voz que oblig a Thelma a mirarlo sorprendida.

Mientras hablaban haban salido de la tienda. Poco despus se detuvieron frente a

la jaula de los leones.

Traje a Sambo conmigo de la India explic el caballero. Era entonces slo

un cachorrito y hace tres aos me regalaron a Sita, y se me romper el corazn al

separarme de ellos!

Separarse de ellos? inquiri Thelma.

El caballero no respondi.

Abra la jaula.

Sambo, que sin lugar a dudas era un magnfico espcimen, se acerc a l y frot

la cabeza contra su brazo.

Como si Sita no quisiera pasar inadvertida, intent llamar la atencin del caballero

frotando su nariz contra su camisa.

Como puede ver, me quieren! dijo el caballero a Thelma en tono casi

desafiante.

No hay duda! respondi ella. Por eso no puedo comprender el porqu

habra de separarse de ellos.

De nuevo, el caballero no respondi.

Dio unas palmadas a los leones antes de cerrar y echar el cerrojo a la jaula,

mientras ellos lo miraban a travs de los barrotes.

Los mir un instante antes de decir:

No debo quitarle su tiempo, madam, y si desea asistir a la funcin maana, le

puedo reservar un asiento.

Pareci contener el aliento antes de agregar:

Le costar un soberano!

Thelma lo mir asombrada.

Saba que era una cantidad muy elevada para un boleto de circo.

Aun cuando jams asistiera a uno, el circo que ocasionalmente llegaba a la aldea

cercana a su casa cobraba slo un cheln por los mejores asientos.

Era evidente que el caballero esperaba que ella se retirara y, despus de un

momento de silencio, Thelma respondi:

Me pregunto si podra ser tan amable de aconsejarme dnde podemos, mi

sirviente y yo, pasar la noche. Hemos viajado todo el da y an me espera un largo

camino maana.

Viaja sola con su sirviente? pregunt el caballero.

La sorpresa en su voz indic a Thelma que Watkins haba tenido razn.

Deba dar una buena explicacin del porqu lo haca.

Soy la seora Forde. Mi marido se enferm y, por lo tanto, pretendo llegar a su

lado por la ruta ms rpida.

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Brbara Cartland Amor en el circo

Entiendo respondi el caballero, y, por supuesto, sera un honor para m

que aceptara mi hospitalidad.

Me ofrece hospedarme all? pregunt al tiempo que indicaba con la mano la

casa que apareca al otro lado del lago.

Soy el conde de Merstone.

Pienso que es la mansin ms hermosa que he visto! exclam Thelma.

Es lo que yo siempre opin contest el conde, y aun cuando me temo que

no tendr muchas comodidades, espero que, de todas maneras, me conceder el

honor de ser mi husped.

Acepto encantada, si no es una molestia para milord.

l sonri como si ella hubiera dicho algo absurdo; entonces llam al hombre que

conduca al tigre y orden:

Dan, treme a Mercury!

Muy bien, milord.

Mientras esperaban, Thelma not que el conde miraba hacia la casa que

resplandeca bajo el sol del atardecer con una expresin que Thelma no

comprendi.

Dan regres condiciendo un animal de magnfica presencia, aunque no alcanzaba

a igualar a Dragonfly o a Juno.

Sin embargo, el conde no hizo comentario alguno mientras ayudaba a Thelma a

montar a Dragonfly.

No obstante, ella comprendi por su expresin que apreciaba lo notable que era el

semental.

Se alejaron del circo y cruzaron un antiguo puente de piedra sobre el lago, rumbo

a la gran mansin.

Cuanto ms se acercaban a ella, ms esplndida demostraba ser.

El sol brillaba sobre las ventanas, las urnas y estatuas de piedra se recortaban

contra el azul del cielo.

Pareca, pens Thelma, como salido de un cuento de hadas.

Al sentir sus manos en su cintura, ella se dijo que era un hombre muy fuerte.

Tambin muy atractivo. De hecho, el ms atractivo que haba visto nunca.

El conde dijo a Watkins:

Si me sigue, le mostrar el camino a las caballerizas, pero tendr que atender a

sus caballos.

Est bien, milord, estoy acostumbrado a hacerlo respondi Watkins.

Thelma pens, con una sonrisa, que Watkins ya haba averiguado por s mismo

quin era el dueo de la casa.

Lo haba visto charlar con uno de los muchachos que trabajaban cerca de la

tienda y estaba segura de que habra conseguido el mximo de informacin.

Entre indic el conde a Thelma, en seguida vuelvo.

Ella subi la escalinata de piedra.

La puerta estaba abierta y entr en un amplio e impresionante vestbulo.

Haba una escalera tallada en dorado de un lado y una enorme chimenea de

piedra al centro del muro de enfrente.

Durante un momento qued fascinada por su hermoso diseo.

La luz del sol penetraba a travs de las altas ventanas, dando mayor luz a los

cuadros que colgaban de los muros.

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Brbara Cartland Amor en el circo

Entonces se dio cuenta, y fue casi un impacto, de que los muros necesitaban

repararse.

El piso de madera no estaba pulido y la ceniza de un fuego que haca tiempo se

apagara, permaneca dentro de la chimenea.

Observ con ms cuidado.

La alfombra de la escalera estaba gastada y las altas cortinas que colgaban de los

lados de las ventanas demasiado radas.

Cmo era posible que tan magnfica mansin se encontrara en tal estado?

No haba seales del conde.

Despus de lo que l dijera a Watkins, ella supuso que no habra servidumbres en

las caballerizas y, como era evidente, tampoco la haba en la casa.

Cruz el vestbulo y abri una puerta situada al fondo.

Tal como esperaba, era un saln, con tres grandes candelabros que pendan del

techo.

Las velas estaban a medio consumir y la cerca derramaba sobre el cristal.

La habitacin era de amplias proporciones. Pero el mobiliario Luis XIV, con patas y

brazos dorados, penosamente deteriorados.

En los muros haba huellas de donde alguna vez estuvieran colgados cuadros o

espejos y la porcelana de Svres, que haba sobre la chimenea, necesitaba

lavarse.

Pens que era una insensatez dejar que algo tan perfecto se ensuciara.

En ese momento, el conde entr en la habitacin.

Al notar que miraba a su alrededor, observ con voz dura y amarga:

Tal vez ahora que ha visto el interior de mi casa, prefiera irse a otra parte.

No por supuesto que no respondi Thelma. Ms, por favor, dgame qu

sucedi aqu. Cmo ha llegado a tal estado?

El conde pleg el labio al responder.

No creo que sea preciso decirles algo tan evidente.

Thelma guard silencio y l prosigui:

La explicacin es muy sencilla. No tengo dinero para pagar servidumbre, para

vivir cmodamente aqu ni para mantener mi zoolgico!

Thelma lo mir.

Lo lamento.

Como si la suavidad de su voz lo enfureciera, exclam molesto:

No necesito su compasin! Si esto no es bastante bueno para usted, puede irse

a otra parte.

Su voz reson en la habitacin.

Como su forma de hablar la asust, Thelma dio un paso hacia atrs.

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Brbara Cartland Amor en el circo

Captulo 3

I

nstintivamente, ya que su corazn lata apresurado, Thelma se llev una mano al

pecho.

Al verla, la expresin del conde se alter.

Disculpe, no era mi intencin asustarla.

Ella no respondi y l continu diciendo:

No tengo excusa, pero tal vez sea lo bastante generosa para intentar

comprender.

Me me gustara hacerlo susurr Thelma con voz dbil y titubeante; sin

embargo, no era mi intencin indignarlo.

Le juro que lo lamento mucho se disculp el conde. Por favor, sintese y

tratar de explicarle.

Como senta que sus piernas ya no podan sostenerla, Thelma se sent en el sof

ms cercano.

El conde se mantuvo de pie frente a la chimenea.

Thelma observ que, igual que en el vestbulo, las cenizas del fuego no se haban

limpiado y los implementos estaban sin pulir.

Cuando hace un mes regres de Francia empez a decir el conde, encontr

mi casa convertida en este caos.

Estuvo usted en Francia? lo interrumpi Thelma.

Con el ejrcito. Luch contra Napolen durante seis aos y, despus de

Waterloo, el duque de Wellington insisti en que permaneciera yo con l en el

Ejrcito de Ocupacin.

Thelma lo escuchaba mientras pensaba en cunta gente haba sufrido a causa de

la guerra.

Dej a mi primo a cargo de la casa continu el conde. Es mayor que yo y

pens que podra confiar en l.

Sin embargo, l lo traicion.

As es, y en lugar de cuidarlo todo hasta mi regreso, dej el lugar tal como lo ve

usted ahora.

Cmo pudo hacer tal cosa? pregunt Thelma.

Supongo que fue ingenuidad de mi parte no advertir que se senta celoso de m

porque ocupo la posicin que desea para s.

No puede ser tan malvado as

Es peor, mucho peor. No slo dej que la casa casi se me caiga encima, sino

que tambin descuid por completo a los pensionados, a los granjeros y, por

supuesto, a mis animales!

La voz del conde se suaviz al mencionar su zoolgico.

Cuando yo los vi pens que se vean bien alimentados y sanos coment

Thelma.

Transcrito por: Ninive_01 Pgina 22 / 75

Brbara Cartland Amor en el circo

La amargura se intensific en la voz del conde al responder:

Dos hombres permanecieron leales a m, los que dej a cargo del zoolgico.

Cuando se acab el dinero cazaron a los ciervos del bosque.

Aspir hondo y agreg:

Y ahora se han acabado tambin.

As que, por eso organiza un circo.

Es mi ltimo intento desesperado por salvar a mis animales. De lo contrario,

tendrn que ser sacrificados.

Thelma lanz un grito de protesta.

Oh, no, eso no debe suceder!

Todo depende de cunto consiga con mi muy especial y ms caro circo que se

haya presentado jams.

Se sent en una silla cerca de ella antes de agregar.

Es una empresa arriesgada, aunque por mucho dinero que consiga, no ser

suficiente.

La nota desesperada en su voz indic a Thelma lo mucho que sus animales

significaban para l.

Un poco nerviosa, porque tema que se indignara, pregunt:

No hay nada en la casa que se pueda vender?

Supone que no he pensado en ello? pregunt el conde. Pero la casa y

todo su contenido estn inventariados para el sucesor del ttulo, que es mi primo.

As que l es su heredero?

Exacto y, por supuesto, l aguarda que no tenga yo dinero para casarme y

procrear un hijo.

Es terrible terrible exclam Thelma, pero estoy segura de que habr

alguna solucin.

Dgame cul es y la llevar a cabo.

Como si de nuevo estuviera molesto, el conde se puso de pie.

Ahora que ha visto el interior de lo que fue una vez una esplndida mansin,

puede continuar su camino.

Thelma lo mir, consternada.

Se dio cuenta de que se haca tarde, se senta cansada y estaba segura de que

los caballos tambin.

Milord me invit a hospedarme murmur.

En este caos? pregunt el conde. Mi querida seora, puedo deducir, por

su apariencia, que est acostumbrada a algo mucho mejor de lo que yo puedo

proporcionarle en estas ruinas.

Thelma no respondi.

Se levant del sof y camin hacia la ventana.

Afuera haba lo que alguna vez fuera un hermoso jardn de rosas, ms ahora slo

estaba cubierto de maleza. Sin embargo, saba que un mes despus las rosas

floreceran.

Los rboles de lilas estaban cubiertos de botones y algunos ya empezaban a

florecer.

Estaba descuidado, pero era hermoso.

Algo en el interior de ella respondi a esa belleza de una forma inexplicable.

Detrs suyo pudo escuchar al conde levantarse de su silla y caminar hacia ella.

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Brbara Cartland Amor en el circo

No lo mir al rostro cuando l lleg a su lado. Slo dijo, con voz dolida:

Por favor permita su seora que me quede. No tengo ningn otro lugar

adonde ir.

l al mir sorprendido durante un momento y entonces pregunt:

Qu quiere decir?

Thelma se dio cuenta de que haba hablado sin pensar y levant su mirada hacia

l, oscura y preocupada.

Los caballos estn cansados tartamude, cabalgamos una gran

distancia

Entonces, por supuesto, deben quedarse. Venga, le mostrar dnde podr

dormir.

Afuera del saln, Watkins esperaba.

Llevaba consigo las bolsas de ropa de Thelma que haban estado atadas a las

sillas de los caballos.

Estn bien los animales? pregunt el conde.

Estn muy cmodos; gracias, milord.

El conde empez a subir por la escalera. Lo siguieron Thelma y Watkins.

Llegaron al piso donde ella supuso se encontraban los dormitorios principales.

Se dio cuenta de que no se haba equivocado cuando el conde abri la primera

puerta.

La habitacin era en verdad estupenda, con una enorme cama de poste, tallados y

dorados, pero el mobiliario estaba cubierto de polvo y las cortinas radas.

Es lo mejor que puedo ofrecerle dijo el conde con amargura.

Es preciosa! coment Thelma, y le estoy muy agradecida.

El conde se volvi hacia Watkins:

El armario de blancos es una puerta verde que est al fondo. Tendr que hacer

la cama de su ama. No hay nadie ms que pueda ocuparse de eso.

Est bien, milord dijo Watkins, yo me encargar de ello.

Dej el equipaje sobre una silla y sali de la habitacin.

Thelma recorri el lugar con la mirada.

Los cuadros son magnficos coment, tambin el mobiliario.

Todo pertenece al ttulo explic el conde, mientras yo me muero de

hambre!

Se dirigi hacia la puerta mientras lo deca. Al llegar se volvi.

Supongo que habr algo que cenemos, ms no debemos ser optimistas.

Cerr la puerta con fuerza al salir.

Thelma lanz un suspiro. Lo lamentaba mucho por l, mucho.

A la vez, se senta muy agradecida de tener dnde quedarse.

En cierta forma era emocionante ver por dentro una de las residencias ms

hermosas que jams haba imaginado.

Watkins regres minutos despus, con sbanas con puntas de encaje.

No es un lugar tan malo, a pesar de todo, seorita Thelma.

Es toda una sorpresa indic ella. Hay sirvientes en la casa?

Una anciana, en la cocina respondi Watkins, y un viejo tan imposibilitado

por la artritis, que casi no puede dar un paso.

Tendrs que ayudarles a preparar la cena.

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Brbara Cartland Amor en el circo

Eso pens, pero al menos tenemos un techo sobre nuestras cabezas y no

tenemos que pagar por l.

Pagaremos al conde lo que comamos contest con rapidez Thelma. Su

seora no tiene dinero y no debemos causarle ms gastos con nuestra presencia.

No tiene dinero? pregunt Watkins.

Con habilidad tendi la cama y pregunt a Thelma si deseaba agua caliente para

asearse.

En cuanto sali, ella sac uno de sus vestidos.

Como era de la gasa ms fina, son slo sacudirlo desaparecieron todas sus

arrugas y lo colg en el armario.

Cuando Watkins le subi el agua caliente, empez a desvestirse.

Todo en la habitacin podra venderse.

Ella conoca lo suficiente para darse cuenta de que los cuadros eran de pintores

distinguidos y muy valiosos.

No era difcil comprender la tortura que debera representar para un hombre verse

rodeado de tal tesoro y, al mismo tiempo, no contar con un cntimo.

Debo ayudarlo, se dijo.

Se sorprendi de sus propios sentimientos.

De alguna manera, pens, deba intentar levantar el nimo del conde.

Puso gran esmero en arreglarse el cabello y cuando termin, se le vea muy

elegante con su vestido de gasa.

Cuando entr en el saln encontr que el conde la esperaba vestido de etiqueta.

Si pareca apuesto y atractivo antes, con los pantalones ajustados a la rodilla,

medias de seda y chaqueta de noche tena un aspecto tan magnfico como la

casa.

Mientras avanzaba hacia l, el conde le sonri y dijo:

Ya que fue tan amable en aceptar ser mi husped, revis bien la cava. Para mi

sorpresa, encontr una botella de champaa, que sin duda ser ms de su gusto

que el clarete.

Me gustara una copa respondi Thelma. Sin embargo, tal vez debera

conservarla para una ocasin especial.

Est usted buscando halagos observ el conde, y le aseguro que nada

podr ser ms especial en este momento que, en lugar de permanecer solo y

triste, cenar con una dama tan bella.

Thelma le hizo una reverencia.

Gr acias, y le aseguro que para m tambin es un momento muy especial.

Ambos se rieron.

El conde abri la botella de champaa y le entreg una copa.

No tena idea de que todava estaba ah coment, de lo contrario, me la

habra debido antes para ahogar mis penas.

Thelma levant su copa.

Porque tenga un gran xito la primera representacin de su circo!

Para asegurarme de eso, creo que usted debera participar sugiri el conde.

Thelma se ri.

Dudo que alguien me mirara a m cuando puede admirar a tan maravillosos

animales.

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Brbara Cartland Amor en el circo

Creo que el elemento humano es tambin importante apunt el conde, y

usted montando su caballo, sin duda llamara muchsimo la atencin.

Cunteme con exactitud cules son sus intenciones pidi Thelma. Rent

la tienda y todas las sillas?

Pens al decirlo que debi ser muy costoso.

El conde neg con la cabeza.

No, tuve suerte. Me enter por mis hombres que hace cinco aos, cuando

estbamos en guerra, el circo que sola venir aqu cada ao, cerr.

Qu tristeza! exclam Thelma.

Record entonces el circo ambulante que haba ido a la aldea cercana a su casa

cuando ella era nia.

Nunca le haban permitido asistir, pero los nios de la aldea solan rondar la gran

tienda y mirar a los animales prisioneros en sus jaulas.

Supongo aadi, que el nmero de empresas, como los circos, se

desbancaron con la guerra y no pudieron seguir adelante.

Exacto respondi el conde, y eso incluye mi casa, mis granjas y la gente

empleada aqu!

La amargura regres a su voz.

Siga hablndome del circo intervino con rapidez Thelma.

El dueo del circo pregunt si podran dejar la tienda y el resto del equipo en

uno de mis graneros, por fortuna sin consultar a mi primo que sin duda se habra

negado.

Sonri.

Fue al encontrar todo ese equipo cuando pens en montar un circo, con la

esperanza de obtener suficiente dinero para continuar manteniendo a mis

animales.

Cree que la gente asistir?

Thelma hizo la pregunta un poco nerviosa. Tema de nuevo molestar al conde.

Ya avis a mis vecinos y creo que gran parte de ellos se dan cuenta del aprieto

en que estoy.

No me ha dicho lo que sus animales pueden hacer.

Los dos hombres que los mantienen vivos, a pesar de las nefastas

intervenciones de mi primo, les ensearon algunos trucos. Uno de mis tigres, que

se llama Jacko, saltar a travs de un aro, los leones se perseguirn uno al otro

alrededor de la pista y los changos harn cuantas travesuras se les ocurran.

Suena encantador, qu ms tiene?

Hay chitas y tambin una jirafa, que es en s todo un espectculo para la gente

que jams ha visto una.

Thelma se ri.

Eso me incluye a m! Me encantara ver una jirafa!

En ese momento, Watkins se present y anunci:

La cena est servida, milord!

A Thelma le pareci que el conde se sorprenda y le explic:

Watkins ayud en la cocina y es un excelente cocinero.

Qu afortunada es en tenerlo a su servicio!

Watkins era el asistente de mi hermano exclam Thelma, y cuando ste

muri en la guerra, mi padre le dio empleo.

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Brbara Cartland Amor en el circo

El conde no hizo comentarios y avanzaron los dos por el pasillo.

Como Thelma supona, el comedor era muy grande y elegante.

Haba enormes retratos de los anteriores condes en los muros y una enorme mesa

de centro que poda alojar treinta comensales.

Ella intent no fijarse en el polvo que imperaba por doquier, incluso en las

pinturas.

Haba un candelabro con cuatro velas.

Estaba frente a la cabecera de la mesa, donde fue colocado un silln con el

escudo de armas del condado.

Ella se sent junto a l. Senta como si estuviera en una diminuta isla de luz,

mientras el resto del mundo permaneca a oscuras.

Watkins sirvi la cena.

Consista en una sopa bien condimentada, por lo que adivin que l haba tenido

que ver con ello, y despus conejo que, al menos, era comible.

Lo sirvieron con unas cuantas colecitas de Bruselas y algunas papas.

El conde comi con buen apetito y como ella tambin estaba hambrienta, se comi

cuanto le sirvieron.

Sin embargo, en eso consisti toda la cena.

Por la expresin de Watkins y la mirada que le dirigi, comprendi que haba

hecho cuanto estuvo en sus manos.

El conde tom la botella de champaa y despus de llenar la copa de Thelma, ella

dijo:

Por favor ya no ms no estoy acostumbrada a beber.

l arque la ceja, pero no dijo ms.

Cuando terminaron, l se reclin en su silla y sugiri:

Ahora, deseo que me hable de usted.

Thelma desvi la mirada.

No hay mucho que contar.

A dnde va y por qu?

Se hizo el silencio. Despus l dijo:

Considero que debera decirme la verdad.

De nuevo hubo silencio, hasta que Thelma expres:

No s por qu siente curiosidad.

El conde se ri.

No puede ser tan ingenua as! Slo piense en lo sucedido!

En lo sucedido?

Me encuentro sumido en la ms profunda desesperacin, intentando organizar

mi circo cuando, de la nada, surge una dama bella y elegante que acepta ser mi

husped.

Hizo una pausa antes de continuar:

Viaja sola con un sirviente y me explica que, a menos que se quede aqu, no

tiene adnde ir.

De nuevo, el conde hizo una pausa antes de preguntar:

Usted no sentira curiosidad?

Soy la seora Forde. Me apresuro a reunirme con mi esposo, que est enfermo

y por eso viajo a travs del campo.

Thelma lo dijo con torpeza, como si intentara recordar lo que Watkins le dijera.

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Brbara Cartland Amor en el circo

Le desagradaba mentir y se ruboriz.

Inesperadamente el conde extendi la mano.

Ponga la mano en la ma.

Sin pensarlo, ella obedeci.

Durante un momento los dedos de l se cerraron sobr e los de Thelma, entonces

mir hacia el dedo central de su mano izquierda.

No hay anillo matrimonial dijo con voz suave, y sospecho que tampoco

marido.

Thelma retir su mano con brusquedad.

Eso fue trampa! exclam. Me tom por sorpresa!

Pens al decirlo que haba sido una tonta al no conseguirse un anillo de bodas.

Se sinti segura de que llevaba consigo cuanto necesitaba.

Pero adoptar la historia inventada por Watkins sin hacerla parecer como

verdadera, haba sido un error.

Ahora, cunteme la verdad. Huy!

Ya que se muestra tan inquisitivo protest Thelma, adivnelo y yo le dir si

est en lo cierto o no.

Est bien, entonces, lo descubrir por m mismo asinti el conde.

La mir, sentada a su lado.

Su cabello brillaba a la luz de las velas y sus ojos eran un tanto desafiantes, y a la

vez bellsimos.

Se fij en la elegancia de su costoso vestido que haca lucir su esbelta y juvenil

figura.

Se dijo que pareca surgida de alguna de las pinturas que colgaban del muro y que

no era real, sino producto de su imaginacin.

Como l permaneciera en silencio, ella habl despus de un momento:

Estoy esperando.

Pienso muchas cosas empez a decir el conde, pero como desea guardar

el secreto, no me entrometer en el.

Thelma se ri y fue un agradable sonido.

Sea sincero y admita que no puede!

Podra suponer muchas cosas respondi el conde, pero no me gustara

molestarla al cometer un error o conturbarla, si acierto.

Thelma se ri de nuevo.

Ahora se quiere pasar de listo. Mejor permtame guardar mis secretos.

Muy bien, pero debe citarme algn nombre para dirigirme a usted.

Me llamo Thelma.

Un nombre muy adecuado, para una persona tan bella.

Como pens que sera un error mostrar demasiada seriedad, ella dijo con voz

ligera:

Su voz suena sincera, pero estoy segura de que ha dicho eso a muchas otras

mujeres, y cuando lo pens la primera vez estaba tomando un bao!

El conde se rio con sincer a espontaneidad.

Como si eso hubiera borrado los formulismos, empezaron a charlar con mayor

libertad.

El conde le habl de las batallas en la pennsula, de la derrota de Napolen en

Waterloo y de algunos de los problemas del Ejrcito de Ocupacin.

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Brbara Cartland Amor en el circo

Ella pareca escuchar fascinada.

Permanecieron en el comedor hasta que las velas estaban a punto de consumirse

y el conde casi se haba terminado la botella de champaa.

Thelma se incorpor.

Creo que debera irme a la cama y estoy segura de que milord desear

levantarse temprano maana, ya que habr mucho que hacer para preparar la

funcin de la tarde.

Muchas cosas, en realidad admiti el conde, pero usted se quedar para

ayudarme.

Era una afirmacin, ms que una sugerencia.

En verdad desea que lo ayude? pregunt Thelma.

Por supuesto. Si se va ahora, me quedar convencido de que jams existi y

que slo la imagin.

Con lentitud se dirigieron del comedor hacia el saln.

Cuando el conde abri la puerta, ella vio que alguien, y supuso que haba sido

Watkins, haba encendido las velas de los candelabros de la chimenea.

La habitacin se vea preciosa.

A la suave luz de las velas, el polvo era casi imperceptible.

Se dirigi hacia la chimenea.

En lugar de las cenizas que permanecieron ah por tanto tiempo, ahora arda un

pequeo fuego.

Se volvi hacia el conde para decir:

Se siente todo muy acogedor por la noche!

l estaba ms cerca de ella de lo que esperaba y la miraba de manera extraa.

Entonces afirm:

Es usted preciosa! Demasiado para andar sola por ah sin nadie que la proteja.

Tengo a Watkins.

No pensaba en sirvientes.

Ella no comprendi y, despus de un momento, el conde prosigui.

Hace un mes, yo habra tenido la solucin para ello, pero ahora slo puedo

ofrecerle un lugar en mi casa, si puede usted pasar por alto sus incomodidades.

No hay razn para que hable as respondi Thelma, y si me disculpa

porque lo diga, creo que se muestra innecesariamente desalentado.

Por qu?

Porque estoy segura de que algo podra hacer.

Estbamos hablando de usted.

Asom una leve sonrisa a los labios de l y una expresin en sus ojos que Thelma

no percibi.

Yo estaba pensando en la situacin de su seora dijo Thelma. Estoy

segura de que si milord revisara el inventario, que debe ser extenssimo para una

mansin como esta, podra descubrir algo, una pintura, un adorno, tal vez un

mueble, que no perteneciera al ttulo y pudiera venderse.

La mirada del conde cambi.

Tal vez tenga razn acept despus de un momento, pero cuando regres

me sent tan abatido ante lo que encontr, que slo poda pensar en mis animales.

Lo entiendo, pero me gustara, con el permiso de milord, revisar las pinturas, no

las colgadas en las habitaciones principales como esta o como las de la Galera

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Brbara Cartland Amor en el circo

de Pinturas, sino aquellas dejadas en lugares donde pudieron olvidarlas o no

notarlas.

El conde movi las manos en un gesto expresivo.

Todo lo que tengo es suyo, como dicen en Oriente. Ahora me brinda usted una

esperanza.

Es lo que deseo respondi Thelma. Cmo podra alguien vivir en esta

esplndida mansin, especialmente un soldado, y aceptar la derrota?

Me est retando!

Exactamente, y me gustara verlo con ms valor y optimismo del que tiene en

este momento.

Lo mir provocativa al decirlo.

A la vez, tena un poco de temor de ofenderlo.

En cambi, l insisti:

Yo estaba hablando de usted.

Me aclar que poda permanecer como un ministerio contest con rapidez

Thelma, y eso es lo que deseo ser.

Un misterio est destinado a ser resuelto.

Ya habr tiempo para eso despus respondi Thelma. Ahora debemos

concentrarnos en su seora y lo ms importante es, como dijo con toda razn,

alimentar a los animales.

Extendi la mano y empez a contar con los dedos.

Lo segundo es limpiar la casa y para ello se requiere servidumbre. Lo tercero,

atender a sus granjeros que, como los de otras partes del pas, padecieron

durante la guerra y ahora sufren las consecuencias en la paz y, por ltimo

Se detuvo, con su pequeo debo extendido.

S y por ltimo? pregunt el conde.

Hacerlo feliz.

Lo dijo con evidente inocencia.

Pens al decirlo que estaba mal que alguien tan apuesto y con esa personalidad

tan arrebatadora, estuviera sumido en la desdicha.

Comprenda, por la forma de hablar del conde y por las expresiones de su rostro,

que todava estaba bajo el impacto de la desilusin recibida al encontrar su casa

en tal estado y, por el horror que debi ser descubrir que no tena dinero.

Si desea que sea yo feliz dijo el conde con suavidad, hay una indiscutible

solucin para eso.

Thelma levant la vista haca l.

Encontr una expresin en sus ojos que no le haba visto antes y sinti

inesperadas vibraciones que emanaban de l.

De pronto se dio cuenta de que todo haba cambiado.

No estaba segura de cmo o en qu sentido. Slo saba que algo en el conde le

produca turbacin.

Ahora, como dije antes indic con rapidez, se hace tarde y estoy cansada.

Extendi la mano y aadi:

Muchas gracias por darme alojamiento y por ser tan amable.

El conde tom la mano de ella entre las suyas.

Est usted cansada y, por lo tanto, debo dejarla irse a la cama a dormir.

Hubo una pausa antes de la ltima palabra.

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Brbara Cartland Amor en el circo

A qu hora desayuna? pregunt Thelma.

Retir su mano al hablar y le pareci que l se mostraba renuente a soltarla.

A las ocho contest l. Bueno, si es que hay desayuno.

Estoy segura de que Watkins se encargar de eso asegur Thelma con voz

ligera.

Se volvi hacia la puerta.

El conde alarg la mano, como para retenerla. Entonces cambi de opinin.

La sigui cuando ella sali del vestbulo, que permaneca a oscuras con excepcin

de dos velas en una mesa al pie de la escalera.

Thelma tom una de ellas.

Espero que no haya fantasmas en su casa!

Mir hacia la oscuridad de los altos techos.

A la luz de las velas pareca un tanto siniestro.

Si tiene miedo, ir con usted para protegerla de ellos sugiri el conde con

suavidad.

Thelma se ri.

Slo bromeaba. Estoy segura de que no los hay. En cualquier caso, si los

hubiera, seran de sus antepasados, quienes anhelan ayudarlo, aun cuando, por

supuesto, primero tiene usted que ayudarse a s mismo.

Haba subido varios escalones y entonces se volvi para sonrerle.

Tal vez maana aadi, encontraremos un barril lleno de oro al final del

arco iris. Piense en ello mientras duerme.

Lo intentar respondi el conde, aunque es ms probable que est

pensando en usted.

Thelma se ri.

Estoy muy segura y hasta dispuesta a apostarlo, que estar pensando en sus

animales!

No esper su respuesta, subi aceleradamente los ltimos escalones.

Como la luz de la vela parpadeaba, aminor el paso al llegar al pasillo.

Antes de dirigirse hacia su dormitorio, agit su mano hacia l.

El conde permaneci observndola hasta que la perdi de vista.

En cuanto escuch su puerta cerrarse, regres al saln para apagar las velas.

Tom otra encendida y subi por la escalera.

Al pasar frente a la puerta de Thelma, titube un momento.

Entonces, con un esfuerzo, prosigui hacia su dormitorio.

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Brbara Cartland Amor en el circo

Captulo 4

T

helma despert con una sensacin expectante.

Saba que ver a los animales actuar sera una de las cosas ms emocionantes

que le haban sucedido.

A la vez, no poda evitar sentir inquietud por el conde.

Cmo era posible que algo tan esplndido como esa mansin y l mismo se

encontraran en tan precaria situacin?

Estaba ansiosa por hacer preguntas, pues senta una inmensa curiosidad.

Se puso una blusa y su falda de montar y baj apresurada a desayunar.

Aun cuando era temprano, l ya se encontraba presente y se puso de pie al verla

entrar en el comedor, diciendo con una sonrisa:

Estaba empezando a pensar que realmente haba sido producto de mi

imaginacin.

No, soy de carne y hueso y estoy hambrienta!

Tuvo suerte de que le dejara un huevo dijo l.

Mientras le entregaba su plato, ella pens que haba mostrado poco tacto.

La cena de la noche anterior result muy escasa.

Slo esperaba que Watkins tuviera el buen sentido de conseguir algo mejor para

el almuerzo.

Podra pagarlo sin que el conde se diera cuenta.

Como tengo mucho trabajo esta maana dijo el conde, le sugiero que,

despus de ver a los animales, regrese a la casa para explorarla.

Estoy ansiosa por hacerlo contest Thelma, ms, sin duda, su zoolgico es

primero.

Como el conde estaba vestido con ropa casual, Thelma no recogi su sombrero ni

su chaqueta y cabalg con l hacia la tienda del circo vestida tal como estaba.

Los dos hombres que haba visto antes, cuyos nombres eran Walter y Bill, ya se

ocupaban, el primero con los tigres y el otro con los leones.

Los animales estaban afuera de sus jaulas, al parecer muy tranquilos mientras los

hombres jugueteaban con ellos.

En cuanto apareci el conde, Sita se incorpor y trot hacia l.

Se apoy en sus hombro