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Desde que era niña, Adela ha respirado en su familia un buen clima cristiano, lo que la
ha llevado a amar a Jesús, confiar en la Virgen María y prestar especial atención a los pobres. A
los 14 años, mientras se preparaba al sacramento de la Confirmación, manifiesta el gran deseo de
pertenecer totalmente al Señor. ¡Quiere ser toda suya! Y, en este proyecto, cuenta con María,
convencida de que para llegar a Jesús el camino más seguro es acogerse a los cuidados
maternales de su Madre.
Consciente de su naturaleza impulsiva y orgullosa, Adela encuentra en María un
excelente modelo para imitar, para convertirse, con la gracia del Señor, en humilde, mansa y
paciente.
En la correspondencia con sus amigas, al contemplar a María en el Evangelio, Adela se
complace en resaltar la pureza de María: "que nuestros corazones no ardan más que para el
Señor" (35.13); La obediencia de María a la voluntad de Dios, ella se puso a su servicio con todo
lo que es: "¡Soy la esclava del Señor!" (35.1); la humildad de María, que ha atraído la mirada y la
atención del Señor, de tal modo que ha hecho en ella grandes cosas, porque se ha abandonado a
su voluntad (287.4); la fe, esa fe viva que ha acompañado a María a lo largo de su vida, marcada
por el sufrimiento, por acontecimientos inesperados y malentendidos, hasta llegar al Calvario y
aceptar con coraje y dignidad el dolor desgarrador, unida al sufrimiento del Hijo para engendrar
la humanidad a una vida nueva (160.6). En la simplicidad y el ocultamiento de María en la casa
de Nazaret, Adela ve la eficacia de la fe para hacer meritorias todas nuestras acciones, incluso las
más comunes, si se realizan con amor.
Cuando Adela funda la “Pequeña Asociación” con su amiga Juana, escribe: “Acudamos con
frecuencia a la protectora de la Asociación: la Santísima Virgen María. ¡Qué poderosa es ante su Hijo!
Pongámonos bajo su protección."(88.11).
“Somos de Ella. Debemos pues tener un corazón filial, recurrir a menudo a Ella con la confianza
que inspira la más tierna de las madres.” (574.3). “Es la Madre de nuestra esperanza. Echémonos en sus
brazos maternales, que ella nunca se echará atrás para dejarnos caer.” (94.2)
Con el padre Chaminade, Adela descubre la consagración a María, se regocija y también
compromete a sus amigas para entregarse a María.
"Debemos pues tener un corazón filial", para dejarse formar por ella a imagen de su Hijo Jesús (574.3).
BEATA ADELA DE BATZ – FUNDADORA DE LAS HIJAS DE MARÍA INMACULADA (MARIANISTAS)
MARIA, NUESTRO MODELO Y PATRONA
MAYO 2018 EN PALABRAS DE ADELA — Nº 4
Sr. Caty Pilenga, FMI
Comunidad de Monteortone (Italia)
“Tomemos como
modelo en todo a
la Santísima Virgen,
nuestra patrona ”
(229.4)
Reflexión del Papa Francisco sobre María (Jornada Mariana con ocasión del año de la Fe,
homilía del 13 de octubre de 2013 )
Lo primero que María nos enseña, dice el Pontífice, es confiar en Dios incluso sin
comprender todo. El asombro, la maravilla que María siente al saber que ella ha
sido elegida para ser "Madre de su Creador" no es una razón para no confiarse
completamente a Jesús. En su sí, en la acogida que hace de la Palabra de Dios hay
un ejemplo para todos nosotros: "Dios nos sorprende siempre, rompe nuestros esquemas,
pone en crisis nuestros proyectos, y nos dice: Fíate de mí, no tengas miedo, déjate sorprender, sal
de ti mismo y sígueme".
Dios nos sorprende con su amor, pero nos pide que le sigamos fielmente. María no ha
dicho solamente aquel primer “sí”, ha pronunciado muchos “sí” a lo largo de su
vida hasta el último y más difícil, aquel de la cruz, pero sin nunca perder la con-
fianza en Dios. Aquella confianza que ella expresó en el primer “sí” permanece
constante en toda su vida. Ésta es pues la segunda enseñanza de Maria: ser fiel
en el tiempo. Es difícil “ser constantes, ser fieles a las decisiones tomadas, a los compromi-
sos asumidos. A menudo es fácil decir “sí”, pero después no se consigue repetir este “sí” cada
día. No se consigue ser fieles.”
Como religiosa, al hacer alianza con María, siente el deber de ayudarla en
su misión apostólica: "Unamos nuestros esfuerzos para arrancar sus víctimas al demonio y
para atraer los corazones a Jesús y a María." (320,4).
Para procurar la gloria de Dios y la salvación de las almas, Adela nos invi-
ta a “colocarse en el seno de María". (480.2).
“María, traspasada por una espada de dolor, nos dio a luz al pie de la cruz” (192.7)
Adela está convencida de que en la Cruz están los "predilectos" de Dios, hechos
más conformes a él. Afirma que no podemos agradar a Jesús si no es amando a
su Madre, a quien Él tanto ama y a quien ha hecho dispensadora de sus gracias
(574.3).
Adela se compromete a dar a conocer, amar, honrar y servir a María, se-
gura de que al hacer amar a María, se ama y sirve también a Jesús (334.10).
"Hay un talismán en la Congregación, que une los corazones, y ese ta-
lismán es el amor a Jesús y a María" (324.4).
Aunque el amor ha ido creciendo progresivamente hacia el final de su
vida, Adela cree que aún no hace lo suficiente por María. Mientras se anima a sí
misma, insta a sus hermanas a hacer todo "en nombre de María" (688.3).
Habiendo confiado todo a María, persona y bienes, debemos actuar como
enviadas por ella, conscientes de estar a su servicio y, como ella, siempre tratar de
cumplir la voluntad de Dios.
PÁGINA 2 MARIA, NUESTRO MODELO Y PATRONA
“Hay un talismán
en la
Congregación,
que une los
corazones, y ese
talismán es el
amor a Jesús y a
María.”
(AdelA de Batz)
(Virgen de la silla;
Rafael Sanzio)
La tercera enseñanza, concluye el Papa Francisco, es agradecer. Ensegui-
da, después de su primer “sí”, las primeras palabras de María son “Proclama mi alma
la grandeza del Señor”. Así, todos nosotros tenemos que dar las gracias constante-
mente a Dios por su continua fidelidad, incluso cuando nosotros no le somos fie-
les a Él, por su misericordia que perdona siempre nuestros pecados.
Agradecer a Dios, pero además tenemos que agradecer también a los otros,
porque aceptando a Jesús que viene a habitar en nosotros, en nuestro corazón, Él
vive en nosotros y nos convertimos en sus instrumentos.
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“Proclama mi alma
la grandeza del
Señor”, es decir, un
cántico de alabanza
y de acción de
gracias a Dios no
sólo por lo que ha
hecho en Ella, sino
por lo que ha hecho
en toda la historia
de salvación.”
(P. FrancIsco)
“Visitación” de Jacopo Pontorno
Oración a la Virgen María del Papa Francisco
Bienaventurada Virgen María, con renovada gratitud por tu presencia maternal
unimos nuestra voz a la de todas las generaciones que te llaman bienaventurada.
Celebramos en ti las grandes obras de Dios, que nunca se cansa de inclinarse con misericordia hacia la humanidad,
afligida por el mal y herida por el pecado, para curarla y salvarla.
Acoge con benevolencia de Madre el acto de consagración que hoy hacemos con confianza.
Estamos seguros de que cada uno de nosotros es precioso a tus ojos y que nada de lo que habita en nuestros corazones es ajeno a ti.
Nos dejamos alcanzar por tu dulcísima mirada y recibimos la consoladora caricia de tu sonrisa.
Custodia nuestra vida entre tus brazos: bendice y refuerza todo deseo de bien;
reaviva y alimenta la fe; sostiene e ilumina la esperanza;
suscita y anima la caridad; guíanos a todos nosotros por el camino de la santidad.
Enséñanos tu mismo amor de predilección por los pequeños y los pobres,
por los excluidos y los que sufren, por los pecadores y los extraviados de corazón:
congrega a todos bajo tu protección y entrégalos a todos a tu dilecto Hijo, Jesús, nuestro Señor.
Amén.
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La Palabra de Dios nos dice...
(Lc 1, 38)
Dijo María: <<He aquí la esclava del
Señor; hágase en mí según tu pala-
bra.>> Y el ángel la dejó y se fue.
(Lc 1, 46-55)
Dijo María: «Alaba mi alma la grandeza
del Señor y mi espíritu se alegra en
Dios mi salvador, porque ha puesto los
ojos en la pequeñez de su esclava. Des-
de ahora, todas las generaciones me
llamarán bienaventurada, porque ha
hecho en mi favor cosas grandes el Po-
deroso, Santo es su nombre y su mise-
ricordia alcanza de generación en gene-
ración a los que le temen. Desplegó la
fuerza de su brazo, dispersó a los de
corazón altanero. Derribó a los poten-
tados de sus tronos y exaltó a los
humildes. A los hambrientos colmó de
bienes y despidió a los ricos con las
manos vacías. Acogió a Israel, su sier-
vo, acordándose de la misericordia —
como había anunciado a nuestros pa-
dres- en favor de Abrahán y de su lina-
je por los siglos.»
(Lc 2, 19)
“María lo conservaba y meditaba todo
en su corazón.”
(Jn 2, 5)
La madre dice a los que servían: —
Haced lo que os diga.
(Jn 19, 26-27)
Jesús, viendo a su madre y al lado al
discípulo predilecto, dice a su madre:
—Mujer, ahí tienes a tu hijo. Después
dice al discípulo: —Ahí tienes a tu ma-
dre. Y desde aquel momento el discípu-
lo se la llevó a su casa.
(Hch 1, 14)
Todos ellos, con algunas mujeres, la
madre de Jesús y sus parientes, persist-
ían unánimes en la oración.
María lo
conservaba y
meditaba todo
en su
corazón
(Lc 2,19)
(La venida del Espíritu Santo, Beato Angelico)
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SUGERENCIAS PARA PROFUNDIZAR Y ORAR
1) ¿Qué virtud, de las que contemplas en María, te gustaría vivir con mayor compromiso?
2) ¿Sientes la presencia de María en tu vida, en tu misión?
3) ¿Qué te interpela? Comparte con Ella tus expectativas, tus preocupaciones…
4) ¿Qué rasgo de María te atrae más? ¿Qué actitud necesitas poner en práctica más en tu vida diaria?
Oración final
María, gracias por tu presencia,
tu estar ahí,
tu entrega llena de ternura,
tu mirada continuamente maternal.
Todo el cuidado
que diste a tu Hijo Jesús
ahora lo vuelcas sobre mí, día y noche
y lo pones a disposición de todos, día y noche.
Las generaciones pasan,
tu fiel ternura sigue siendo nueva para cada uno.
(Ernesto Olivero)
Comisión de Beatificación