capÍtulo iv - mapa.gob.es€¦ · metamorfosis complicada.-cinc^ artejos en los tarsos. solo una...
TRANSCRIPT
CAPÍTULO IV
Lcsiones producidas por los animales.
Prescindiendo de las heridas causadas á los olivos por
los ganados, por ciertos roedores (como el Mus silvati-
cus y el Arvicola arvalis) y aun por e] hombre, á causa
de los cortes de ramas y podas inconsideradas, prescin-
diendo, decimos, de estas heridas, que por sus efectos
podrian estudiarse en estas páginas, debemos ahora fi-
jarnos en las lesiones producidas por los animales del
típo articulados y clase insectos.
Dichas lesiones tienen. una gran importancia y varía
su naturaleza según se trate de ínsectos masticadores
que arrebaten á las plantas tejidos ya formados, ó de
insectos chu^adores que vivan á expensas de las jugos
internos destinados á la nutrición y crecímiento de1 ve-
getal .
Cuando las heridas hayan sido producídas por insec-
_73_
tos del primer grupo en la raíz del vegetal, la5 conse-
cuencias morbosas dependerán de (a amplitud y del lu-
gar en que residan laŝ lesiones, pues fáciimente se com-
prende que si los destrozos llegaron á afectar al eje
leñoso, es muy difícil su curación, y aun cuando se for-
me el peridermo cicatricial , forzosamente han de que-
dar huecos entre la zona generatriz y el eje leñoso, por
los que actuarán el oxígeno, la humedad del aire y el
parasitismo, produciendo al fin la muerte de dicha raíz;
y si Ia región invadida por el insecto fuese ia llamada
de los pelos radiculares , la lesión producida tendría
también importancia, puesto que imposibilitaría las fun-
ciones de absorción.
Si la parte del vegetal atacada fuese el tronco ó las
ramas, perforados los tejidos , interrúmpese la marcha
de la savia ascendente, que en los olivos (como plantas
dicotiledóneas leñosas) verifícase por la albura, así como
la descendente circula por la corteza ó sistema cortical;
sobrevienen derrames exteriores de líquidos internos del
vegetal, la nutrición del olivo es incompleta y prodúce-
se la enfermedad, que á veces viene á agravarse con la
implantación de ^,rérmenes morbosos existentes en el
aire y desde luego con la desecación de los tejidos que
quedan al descubierto. .IO
-74-
Las heridas causadas por los insectos masticadores
en 1as hojas, sóio tendrian verdadera importancia cuan-
do por su número pudieran influir di6cultando las fun-
ciones de exhalación, respiración, etc., por más que la
desirucción parcial de !as hojas sea siempre perjudicial.
En cuanto á las lesiones producidas por estos insec-
tos en los frutos de[ ofivo, son de 1a mayor gravedad;
sirva de ejemplo las que el `Dacus oleae determina en
las aceitunas, heridas que, á más de mermar la pulpa,
son causa de 1a propagación de gérmenes que alteran
su composición é inutilizan el fruto.
Los insectos chupadores determinan, de la misma
manera, lesiones er^ las plantas, causando en ellas en-
fermedades de mayor ó menor importancia, según la
parte de vegetal herido, la ^iaturaleza de1 insecto y eI
número de las picaduras. Sabido es que éstas causan
la irritación de los tejidos y las hipertrofias ó hincha-
zones `.
En las ramas y brotes tiernos del olivo producen es-
^tos insectos deformaciones, determinadás por causas in-
ternas; así vemos á la5 hojas y á dichos brotes tiernos
rizarse y retorcerse. Por último, recordaretnos que al-
^ Recuérdese la acciGn producida por la ^hilloxera en las raícesde la vid.
_^S_
gunos hemípteros, como el Co^cus olecx, segregan una
especie de melaza que viene á ser un excelente medio
de cultivo de ciertas pa^ásitas, la negrilla del olivo, por
ejemplo.
Para que estas generalidades resulten menos incom-
pletas, digamos que el hombre ha destruído, en una
gran parte, la vegetación expontánea que cubría las tie-
rras que hoy ha dedicado á las diversas producciones
impuestas por las necesidades del mercado: ha variádo,
por consecuencia, las condiciones de alimentación de los
insectos: al cultivar las plantas, las ha sacado, en cierto
modo, de sus condiciones naturales, determinando per-
turbaciones en el organismo vegetal, y aquéllos han en-
contrado en esta transformación una nutrición más
apropiada, que han utilizado reproduciéndose en gran
número y con una c^ariedad de formas verdaderamente
maravillosa.
En muchos casos es solamente el insecto la causa ge-
neradora del mal, y en otros es simplemente un sín-
toma de una alteración, producida por circunstancias
atmosféricas, por acciones del suelo, etc.
La preferencia que, generalmente, tienen aquellos se-
res para hacer objeto de su alimentación á ciertas espe-
cies de vegetales y la necesidad de conocerlos, nos obli-
-^^-
gan, como ya hemos dicho, á su estudio específico, y,
forzosamente, hay que entrar en e) vastísimo campo de
la Entómologia, enumerándolo'S, fijando e) lugar que
en la clasificación corresponde á cada uno de ellos, y
describiendo los caracteres dé los que atacan al olivo,
bien sean radici fagos, cauh fagos ú ovart fagós (masti-
cádores ó c6upadores).
E) orden que, para este estudio, nos parece más acep-
table, es el establecido en las clasificaciones entomoló-
gicas, y claro está que suponemos conocidos los funda-
mentos de la Historia natural, sin cuyo conocimiento
previo habría que encabezar este trabajo con los carac-
teres del tipo articulados y clase insectos, y con los per-
tenecientes á los órdenes himenb^teros, neurópteros,
coleópteros, ortópteros , hemtpferos, lepidópteros y
dl^teros.
Comencemos, pues, la descripción del primero de
estos órdenes, en el cual no se encuentran insectos que
tengan verdadera importancia por los daños que cau-
san en los olivos.
- i7 -
Himenópteras.
PRINCIPALES CARACTERES llEL ORUEN
Labio inferior prolon^ado en tengtleta pelosa yue sir^^e para lamer.Metamorfosis complicadas. - Cuatro alas membranusas con cel-dillas.
Dos especies de este orden podemos citar como ene-
migos del olivo. Una de ellas, que causa daños á esta
planta, es el Cynips olec^ (Risso), que pertenece á la fa-
milia de los C;ynipidos y I)ipiolepia^tos, que fueron
comprendidos por el gran Linneo en el género Cyni^s.
Las antenas de todas las especies de este género tienen
Iq artejos en las hembras y- 15 en los machos, según
Mr. Weswood (el Profesor Hartig aíirma que no exis-
ten estos últimos}. Las alas son grandes, con una pe-
queña mancha triangular y el escudo conveao.
De la especie que ataca al olivo, sólo podemos decir
que perfora el pedúnculo de las aceitunas para deposi-
tar, en el agujerito producido por la picadura, un hue-
vecillo, del cual nace una larva que, introduciéndose en
el fruto, ataca la pulpa y determina la caida de aquél '.
i Varios cynzpia^os son parásitos de otros insectos, y el Profesor
Costa menciona una especie que es parásita de los insectus que ata-
can al olivo.
-^^_.
Otro de los insectos que se citan en este orden como
enemigos del olivo, es el Blennocampa melanopygia
(Costa) que, ordinariamente, vive sobre los fresnos, y,
alguna vez, dirije sus ataques á aquella oleaginosa.
^ Ignoramos su existencia en nuestro país; por esto, y
por los pocos datos que poseemos relativos á su vida ŝ•
costurnbres, nos limitamos á citarlo.
Neurópteros.
PRINCIPALES CARACTERES UEL ORDEN
Boca dispuesta para masticar; alas membranosas é iguales.
Metamorfosis complicada.-Cinc^ artejos en los tarsos.
Solo una especie perjudicial á los olivos, y sin que
sus ataques tengan importancia, podemos citar en este
orden de insectos. Nos referimos á la denominada Ca-
lotermes_flavicollis (Fabricius), que vive en la región
meridíonal de Europa y que Olivier la cita como propia
de !a fauna andaluza. ^
Pertenece al grupo de los Termitianos.
El macho tiene una longitud de 5 á ^ milímetros, y,
contando las alas, de zo á la. Es de color obscuro, con
la boca, antenas y patas amarillas. El protórax es tam-
bién de este color y obscuro por su base , bordeado ex-
- ^9 -
teriorn^ente, grande y oblongo. La cabeza es cuadran-
gular y las alas con la nerviación mediana separada de
la subcostal, que es,ahorquillada en el ápice.
Sue1e confundirse esta especie con la Termes Jlavi-
collis, que es de otro género '.
Coleópteros .
PRINCIPAI,ES CARACTERES DEL ORDEPi'
Boca dispuesta para masticar: en general, cuatro alas; las anteriores
coriaceas, las posteriores membranosas y dobladas al través.-Me-
tamorfosis complicada.
Phlaeotribus oleae (denominado por los aaricultores barrenillo
ó escarabajuelo: lám. 6.•, fig. q.•)
Pertenece á la familia de los Scolitidos, ai género
Phlc^otribus de Latreille y especie ^hlc^otribus olec^ de
Fabricius, y es de color negruzco, de a milímétros de
longitud, provisto de una vellosidad grisácea, con ]a ca-
beza.oculta en el corselete, los élitros más largos que
anchos, las patas de color obscuro y las antenas rosa-
i Según Girard, Vitruvio é Isidoro de Sevilla fueron los prime-
ros que emplearon esta palabra Termes para designar un pequeño
gusano que roe la madera de los olivos y encinas.
-SO-
das. Su larva es apoda, blanca, y provista de robusta^
mandíbulas. ,
Esta especie exíste en todo el litoral del Mediterráneo
y ataca á los olivos enfermos (en [talia se le llama Pun-
teruolo y `f^osica^^ate del olivo.
DIAGNOS'fICO. - Además de los caracteres específicos
del insecto, debe tenerse presente que de las incisiones
hechas por las hembras, en la corteza de las ramas para
penetrar en ellas 3- depositar sus huevecillos, fluye una
substancia gomosa (lám. d.°, fig. I.a x) que indica la
presencia de las larvas y de las hembras de esta espe-
cie, presencia que, por otra parte, acusa el polvillo de
la madera que con sus mandíbulas produce el insecto.
PROFILÁxIS Y MEDIOS DE ATACAR Á ESTE COLEÓPTERO.-
Reseñemos ligeramente sus costumbres, pues de éstas
podremos deducir algún medio profiláctico.
La hembra fecundada hacia principios del mes de
Abril ' practica en las ramillas secas una galería tor-
tuosa (lám. 6.A, I. b y c y 2), en cuyo interior deposita
sus huevecillos, en número de So, próximamente: á los
quince días aparecen las larvas, que comienzan á roer
la albura, hasta que 1legan á su completo desarrollo (al
i Esta época es algu variable con el clima.
- 81 -
mes, poco más ó menos). Transfórmanse luego en nin-
fas, y, á los diez y seis dias, llegan á estado de inse ŝ to
perfecto. De manera que á fines del mes de Mayo, ó sea
duranté la floraci8n del olivo, apárece el citado insecto,
que tiené la fatal costumbre de hacer sus galerías en la^
axilas de las ramas sanas, que, frecuentemente, llegan
á desecarse por efecto de este ataque á sus tejidos in-
ternos.
Es, pues, necesario separar, al efectuar la poda del
árbol, todas las ramillas secas, puesto que en el primer
período de la vida de este scolítido las hacen objeto de
sus ataques.
Es indispensable, además, para destruir este caleóp-
tero, llevar dichas ramas secas lejos del olivar y que-
marlas enseguida, con lo cual evitaremos que el insec-
to, siguiendo su evolución, abandone sus galerías y
vuelva á repetir sus ataques.
Este procedimiento de destrucción del insecto, está
basado en las observaciones del distinguido Profesor y
entomólogo italiano L. Costa, que, en la provincia de
Bari, al visitar los almacenes en que se guardaba la
léña del olivo procedente de la poda, encontró, como
sospechaba, al insecto que venimos estudiando, y ob-
servó que después de pasar su primer período de vidaII
-8s-
en las leñas secas, salía al exterior y se trasladaba á los
olivares.
Según afirma nuestro querido maestro D. Casildo
Ascárate ', el naturalista Brehen y el Profesor italianb
A. Alvi, este insecto solamente ataca á los olivos pre-
viamente enfermos, por lo cual debe el agricultor fijar -
se principalmente en la enfermedad que vienen sufrien-
do estos árboles al ser atacados por el ^hlc^otribi^s
olecP.
Hylesinus oleiperda (lám. 7.•, fig. ^.•)
Pertenece á la tribu que Mr. Girard denomina esco-
litianos y género hylesi^ius (de Fabricius), caracteriza-
do por tener el funículo de las antenas de siete artejos
y el cuerpo cilíndrico ú oblongo ovalado.
La especie Hylesinus olei^erda (de Fabricius), tam-
bién conocida con el nombre de barrenillo, tiene, en su.
estado perfecto, de dos á tres milímetros de longitud,
es de color negruzco, y los élitros, redondeados en su
extremidad, son dos veces más largos que anchos, mar-
cados por io estrías punteadas, erizadas de pelos. El
corselete es negro, convexo, con vello de color amari-
i Fallecido recientemente.
-8;-
llento y la cabeza gruesa y ancha con una línea longi-
tudinal.
DIAGNÓSTICO, PROFILÁXIs Y CURACIÓN .-Además de los
caracteres, que sirven para conocer al insecto, las ramas
roidas y habitadas por las larvas presentan manchas de
color rosado , violáceo ó moreno grisáceo, que tienen
bastante extensión.
Este coleóptero ataca preferentemente a] olivo, pero
en el Norte vive también sobre el fresno y las lilas. Las
hembras, según Boyer de Fonscolombe, alojan sus hue-
vecillos entre la corteza y la albura de las ramas de los
olivos enfermos, viviendo á expensas de sus jugos, y las
larvas (procedentes de dichos huevos), que son blan-
quecinas, roen los tejidos indicados, transformándose
en ninfas en Abril ó Mayo, dejando en las ramas de los
olivos que han habitado pequeños agujeros redondos.
Se recomiendan para combatir á este insecto los cui-
dados culturales, así como la poda y límpia de todas las
ramas invadidas, que deben quemarse (lám. 7.°, figu-
ras 1, a y 3). Esta especie vive en el medi^día de Fran-
cia y también en España.
Rhynchites libripennis (Desb.).
Este insecto, poco estudiado, pertenecc á la familia
-K4-
dé los curculionidos y género rhynchites, caracteriza-
da por sus colores metálicos, azules, verdes, cuprosos,
dorados, etc. Conócense 75 especies de este género en
todos los países (excepto Australia). .
El Profesor italiano A. A1vi dice de este coleóptero lo
5iguiénte: uHasta eí año i8^q nadie había indicado este
insecto como perjudicial á los olivos; se venía confun-
diendo con el ^hlc^otribus oleca. En dicho año fué no-
tada su existencía en Conversano, provincia de Bari;
en i88o en Bari; en i8$i en Barletta, y en el 8z en
Gallipoli, provincia de Lecce. Ataca á las aceitunas an-
tes de su maduración, haciéndolas caer. n
Se indica como remedio el quemar en 1os olivares
paja húmeda ó alquitrán, á fin de hacer humo abun-
dante, lo cual hace caer á los insectos de los árboles:
inútil nos parece consignar que hay que obrar con pre-
cáución para no perjudicar á las plantas.
Chantaris vescicatoria (Linneo) ( lám. q).
Esta especie es la denominada vulgarmente cantári-
da, que hace objeto de sus ataques al fresrio, chopo;
saúco, sauce y madreselva. Los oíivos son invadidos
por este coleóptero en su última fase de vida, pues
désde que la hembra depoŝita sus huevecillo5 háŝta
__ K5 __
qué aparece el insecto perfecto, pasa éste por cinco
estados.
^ Los caracterés más salientes de esta especie, son los
siŝuientes: cuerpo alargado, de bordes casi paralelos,
eonvexo, con élitros muy flexibles, un poco más ancho
gue el corselete, antenas y tarsos negros y coloración
general verde metálica '.
Su tamaño varía de i 5 á Zo á 25 milímetros.
MEV^os nE A^^ncnK Á EsTE ixsFCro. - Reseñemos bre-
verriente sus costumbres: las ca^zt^ridas aparecen en
gran número en el mes de ,junio y se las vé agitarse
alrededor de los olivos para nutrirse de los brotes tier-
nos y de las flores, destruyendo de este modo, no sola-
mente el producto del año, sino el de los siguientes.
Los machos perecen después de la fecundación, y las
hembras sobreviven algunos días para hacer la postura
de sus huevecillos, que depositan en el suelo. Las 1ar-
vas, que aparecen á los quince ó veinte días de la aova-
ción, son de un color amarillo de limón y luego se obs-
curecen.
Las cantáridas tienen un vuelo rápido durante las
fioras de mayor calor, mostrando mucha vitalidad con
^ Esta especie se la conoce en Francia con el nombre dé mosca de
Es^aña.
- R6 --
el ardor del sol, mientras que están adormecidas en las
primeras horas de la mañana y últimas de la tarde.
De este hecho se deduce el procedimiento de ataque
que debe seguirse contra este coleóptero, y que consis-
te sencillamente en sacudir, por las mañanas, las ramas
de los olivos, cuando !as cant^tridas están adormecidas,
y en recojerlas del árboi sacudido en mantas oliveras,
previamente extendidas á su pie.
Los insectos recojidos se venden á los farmacéuticos,
que, como es sabido, los emplean en preparar vejiga-
tAC10S.
De este modo, el agricultor libra al olivo de un ene-
migo y lo hace con una pequeña utilidad, que compen-
sa, en parte, el trabajo de la recolección.
Anobium domesticum (Fourer).
Esta especie, según el Profesor Alvi, se nutre de las
ramas y hojas del olivo (así como de las de la vid). ,
- Las larvas de fos insectos del género a^tobium y tribu
^itiniairaos, tienen el cuerpo corto, blanco, carnoso,
abultado por la parte anterior y encorvado por detrás `
y enteramente recubierto de pelos finos. Su cabeza es
^ Como las larvas de los larreelicor^nios.
-8^-
semicórnea, lisa, redondeada, pequeña y con antenas
de dos artejos, al lado de los cuales se ven ]os esten-
mas, uno á cada costado de la cabeza. Su boca va pro-
vista de un labio saliente y de mandibulas cortas, ar-
queadas, con tres ó cuatro dientecitos.
Otiorrhyncus meridionalis (Gyllien) (16m. 8.°)
Perteneciente á la familia de los curculionidos '. Esta
especie ataca á la vez á la madera y á las hojas del oli-
vo, y tiene un color negro con reflejos rojizos, produci-
dos por los pelos. Su tamaño viene á ser como el de un
guisante, y ataca á 1os olivos, durante la noche, co-
miendo los tallos, hojas y brotes tiernos, mientras que
en el transcurso del día permanece escondido en el sue-
lo y cerca de las raíces de los árboles ( lám. 8.a Hoja
atacada).
MEDIOS DE DESTRUCCIóN DE ES'rE IN5ECT0. - Dad'dS
sus costumbres nocturnas y su reposo al pie de los oli-
vos durante el día, e] mejor medio de atacarle será el
de remover ]a tierra inmediata á la base de los troncos,
y ya que el agricultor se ha empeñado en hacer una
guerra encarnizada á las aves insectívoras, no queda
^ Muy numerosa en especies. Según Lacordaire pasan de 400.
-- RR -
atro remedio que recojer y^ matar los insectos que si; en^
cuentren entre la tierra removida. '^
Sinoxylon muricatum (Linneo).
Incluído entre los insecfos perjudiciales al olivo por
Fonscolombe y con el Sino.r^^lon sexedentatum vive á
expensas de dicho árbol.
[Todavía se indican como enemigos del olívo otros va-
rios coleópteros, tales como la ^lvfelolontha vulgaris (Fa-
bricius) y el Orictes nasicornis (í.at.) (lám. 8.a))
Cionus Fraxini (de Geer) (I^m. q.*)
Este curculionido ataca á los brotes tiernos é inger-
tos del olivo, á los que despoja rápidamente de sus ho-
jas. Sus caracteres principales son los siguientes. La
cabeza y el corselete son de un color gris obscuro, con
la parte superior negruzca. l,os élitros son grisáceos
blanquecino5, algo más anchos que el corselete y pre-
sentan estrías poco marcadas y punteadas y á veces una
gran mancha negruzca común á los dos élitros. La
parte inferior de su cuerpo va cubierta de escamas de
coloración gris obscura. Ia macho es más pequeño que
la hembra. ^
Aparece este insecto en Abril; la larva es amarillenta,
-8q-
viscosa, y ataca á la parte blanquecina del envés de la^
hojas del olivo, que devora por placas ó fracciones irr.e-
gulares, sin tocar la cara superior de la hoja.
A los diez ó doce días, ha adquirido esta larva todo
su desarrollo : colócase entonces sobre una hoja, allí
pierde su color amarillento y su viscosidad; vuélvese de
color gris, pasa luego al blanco, se deseca y se hace
transparente. A las veinticuatro hóras puede verse una
envoltura ovoídea adherente á la hoja y en la cual se
inueve libremente la larva despojada de dicha envoltu-
ra. Esta larva segrega por un apéndice retractil , situa-
do en la parte superior del segmento terminal de su
abdomen, una materia pegajosa que la sirve para man- .
tanerse con facilidad sobre las hojas y para protejerse
de la 1luvia y del ardor del sol. Convertida en ninfa,
descansa y se prepara para su última transEormación,
que se efectúa en ocho ó diez días.
En el estado perfecto es cuando este curculionido cau-
sa los mayores daños. Su apetito no solamente le indu-
ce á devorar las hojas, sobre las que pasa y repasa una
doble lengiieta contenida en su aparato bucal, haciend<.^
huellas en el parénquima de un mílímetro de anchura,
siño que ŝausa, además, lesiones en los brotes tiernos,
Ilenos de jugo, produciendo así la pérdida de las flore^rz
-- C^O --
y frutos. De Abril á fines de Julío (según ^. Peraga-
llo), hace la hembra de este insecto dos posturas, efec-
tuando la primera sobre los brotes é ingertos.
MoDO DE ('AMBA?IRLE.-Parece que sus enemigos na-
turales más temibles son ciertos hymenópteros, proba-
blemente de los ^teromalianos, que se encargan de de-
positar sus huevecillos sobre las larvas de aquellos co-
leópteros. Se recomienda, como procedimiento artificial,
e) sacudir los brotes tiernos del olivo sobre un paraguas
invertido y destruir los insectos recogidos.
Periteius Schacuherri (Boh.) (lám. g.•i
Este coleóptero pertenece á la familia de los curculio-
nidos, y sólo vive en los países meridionales.
Los caracteres principales de esta especie son Ios si-
guientes:
Presenta un color gris plateado á veces con un ligero
reflejo amarillento ó bronceado, que, en cada uno de los
élitros, forma una banda longitudinal más obscura: la
línea de separación del protórax y de los élitros es recta
(carácter muy propio de la especie); su longitud de cin-
co á seis milímetros; el rostro es tan Iargo como la ca-
beza; (as antenas de color grisáceo, en maza, y)os éii-
tros en forma de óvalo estrecho y cortados en ángulo
-- yr --
recto por la base, terminados en punta, ^striados y c^n
puntuaciones marcadas.
Este insecto vive sobre los brotes tiernos del olivo, y
sus transformaciones debe efectuarlas en la tíerra, pues-
to que jamás se han encontrado las larvas en los árboles.
El color gris plateado de este insecto, contrastando
con ei verde tranquiio de las hojas de1 olivo, permite
verle fácilmente, y cuando el número de ellos sea muy
(;rande, pueden recojerse y destruirlos, sacudiendo (as
ramas invadidas sobre mantas eYtendidas en el suelo y
debajo del árbol.
Peritelus cremieri (Boh.).
Este insecto es muy parecido al anterior; vive como
él de los brc^te5 tiernos de1 olivo y de otras varias plan-
tas, y, según Mr. A. Peragallo, abunda en las inme^
diaciones de Niza. Es algo más pequeño que el ante-
rior, más abultado y de un color ^;ris blanquecino, con
dos bandas sobre el protóral, que es casi cilíndrico.
Presenta sus antenas también en forma de maza; los
^litros son ovalados y las patas fuertes.
Othiorhynchus Ghilianii (Fairmaire).
No creemos que exista.en las regiones meridionales,
_.. y^ -
por lo que nos limitaremos á decir que sc le cita como
enemigo del olivo, que es de I a á i 3 milímetros de lon-
gitud, de un color negruzco, con pelos grisáceos, finos
y cortos; sus élitros son anchos; las patas rojas, con las
articulaciones y tarsos más obscuros. ^
Oryetes grypus (Ill.).
Tarnbién se le acusa á este lamellicomio de atacar á
las raíces del olivo cuando se encuentra en estado de
larva. No parece fundada esta opinión, y lo mismo pue-
de decirse del precioso longicomio nocturno denomina-
do Ves^erus stre^ens, que quizás por buscar alguna vez
obscuridad y refugio en los huecos de los troncos de al-
l;unos olivos, se ha creído que vivía á sus expensas.
Ortópteros.
PRINCIPALES CARAC'1'ERES llEL ORDEN
nrganos bucales dispuestos para la masticación y compuestos de
mandibulas y máxilas: cuatro alas, no siempre bien desarrolladas,
en unos rudimentarias y aun nulas en oiros; en el primer caso, las
anteriores son elitroideas, y cubren, duratste el reposo, las del se-
gundo par, que se pliegan á lo largo, como un abanico, y á veces
también altravés.-Metamorfosis incompletas ó sin ellas.
Stauronotus maroccanus (Thumberg).
Corresponde al suborden segundo de los ortó^teros,
- yj -__
denominado ulonatus, familia acrididos y género stau-
ronotus, de Fischer. Vulgarmente se le denomina lan-
gosta, por más que estc nombre se aplica á varias es-
pecies que tienen de común la forma de plaga en que
se presentan sus individu^s.
En estado perfecto de desarrollo (voladora), ataca,
eomo es sabido, á casi todos los cultivos y gran núme-
ro de plantas expontáneas. Los brotes tiernos del oliv^
^ del naranjo son roídos y devorados por la langosta, y
por esta ra^ón creemos debe figurar en el presente tra-
bajo el terrible insecto que, en distintas épocas ha cons-
tituído plaga en nuestro país en las provincias de Se-
villa, Córdoba, Jaén y Huelva.
Leopoldo Enrique Fischer, en su obra Ortho^tera
europea, dá, entre otros, los siguientes caracteres á esta
especie: color gris; cabeza un poco vertical, grande, con
los hoyuelos ó fosetas del vértice casi cuadrados; la cos-
tilla frontal señalada cerca de los ojos sencillos ó estem-
mas; pronoto anguloso posteriormente; quillas laterales
amarillas distintamente cruzadas; élitros y alas en el
macho y en la hembra, más largos que el abdomen,
provisto de fajas con manchas obscuras y esparcidas;
alas casi hialinas; en la parte superior de los fémures
posteriores tres manchas, que en la rótula se continúan
__ 94 - -
pur dentro y fu^ra , v tibias posteriores sanguíneas.
Estudiemos brevemente la biología de la langosta.
Los hucvc,^:illos, en número variable (término me-
dio 26), están encerrados y generalmente dispuestos en
capas dentro de un c^znutillo formado de tierra amasa-
da con una materia pegajosa, dé naturaleza albuminoí-
dea, que la hembra de la langosta segrega por su ovis-
capto. La pared interna de tstos canutillos está revesti-
da de esta materia pegajosa. De los huevecillos proce-
den las pequeñas larvas q^ie generalmente se llaman
mos^uitos, los cuales , en su primera edad , forman
manchone^, que no son otra cusa que sociedades que
pueden observarse en las dehesas y en 1os sitios de po-
bre ve^retacíón.
Los mos^ut'tos, después de varios cambios de piel, se
danominan ntoscas, }^ entre éstas y aquéllos existen,
ademá^ de la diferencia de tamaño, variaciones en el
modu d^ vívir, puesto que los ^nosauitos se agrupan en
sociedades más ó menos numerosas y las moscas se dis-
per^an generalmente, formando cordones que marchan,
e;n una dirección aproximada, hacia el Oriente.
La alimentación dc estas últimas es variada: viven de
plantas herbáceas y leñosas, y};racias á esta variedad
de alimento pasa c;l insecto al estado de nin,fa, vulgar-
45 --
mente saltón; entonces ya ataca á los f;rranos y semillas
que contienen los elementos que la evolución de la lan-^
gosta necesita, y terminado su crecimiento y ya en dis-
posición de poder reproducirse, transfórmase la ni^afa
en insecto perfecto ó langosta voladora, con todos los
caracteres enumerados anteriormente.
Sólo en este estado perfecto causa daños en los oliva-
res: su vida es efímera, puesto que el macho muere tan
pronto como ha fecundado á la hembra, y ésta, ense-
guída que ha confiado al suelo los gérmenes ^ncerrados
e q los canutillos. Para realizar esta importante función
de propagar la especie, y en busca de agua para cal-
mar su sed, la langosta emigra, cayendo sobre todo gé-
nero de cultivos ^• llevando la ruina agrícola á comar-
cas enteras, que quedan destruídas, é infestando, á ve-
ces, las aguas por ]a abundancia de langostas muertas
que quedan en su superficie, descomponiéndose y pro-
duciendo gases y gérmenes que envenenan la atmós-
fera.
DESTRUCCIÓN DE LA PLAGA DE LA LANGOS'rA. - No des-
cribiremos la variedad de medios empleados para com-
batir este insecto. Sólo indicaremos el empleo de la ga-
solina, con la cual, una estadística verdadera y comple-
ta de los terrenos infestados por el canutillo, una buena
^ ^^ ^
campaña de in^•ierno por tnadio de e.5carificadores v
arados y otra de primavera (valiéndose de ia gasolina),
basta para combatir á este fatal insecto `. ,
Hemípteros.
PRIIV(.IPALEti (,AFtACCEHES UEI. ORUEN
Boca con un picr^ articulado, dispuesta para chupar: alas anteriores
elitruidc:as.---^bletamorfosis sencilla.
En la interesante família de los cócci^os (gallinsec-
tos de Geoffroy), caracterizados principalmente por la
falta de órganos bucales en los machos '(solamerzte en
estado perfecto) y por la falta de alas en las hembras,
que van provistas de un pico triarticulado, en esta agru-
pación natural de insectos chupadores, que vulgarmen-
te se conoeen con el nombre común de cochinillas, se
encuentran muchos enemigos de1 olivo, tales como los
denominados en la ciencia con los nombres de ^s^i^
t El yue desce detalles de cstos medios de destrucción, puede
consultar la preciona obra del Sr. Ascácate titulada Insectos_y cri^tó-
sarnns qiee in^^ade^c los cultíi^os de ^rspai^a.
^ Aun cuando éstos tienen tan sólo dos alas en el estado perfec-
to, no puedén comprenderse entre lus di^te^os por la disposición de
loy ór^ánus ^ucale^ en lo, ^e^tados anteri^>res.
-. y^ -
cí^iotus villosus, A. lirnoraii, Dixspi.c ole^ (Colosc.), Fi-
llippia follecularis ("rarg.), Leucaspis Ric^ (Targ.),
^ŝ^fytilispis olecP (Targ. ), y Pollinia costc^ (Targ. ) y
otros muchos. En la imposibilidad de describirlos todos,
y teniendo en cuenta las analogías que en su modo de
vivir presentan, nos fijaremos en pocas especies, meré-
ciendo el lugar de preferencia el conocido vulgarmente
con e1 nombre de cochinilla del oliz^o, perteneciente
actualménte á 1a familia Lecanidos, de Mr. Girard, y
especie Lecaniurn oleae, de Bernard '.
La forma de este insecto y, sobre todo, la inmovilidad
de las hembras, hace que se confunda con una exere-
cencia del árbol (lám. iu, fig. a). Estas últimas son
ovoídeas, de color obscuro grisáceo, con dos nervadu-
ras transversales en el dorso y de unos ^ milimetros de
longitud. Respecto del macho , dicé el Profesor Alvi
ccque es tan distinto de la hembra, que parecen anima-
les de género diferente. Fl primero tiene un cuerpo pro-
longado, deprimido (lám. to, fig. ^), de un color rosa-
dó moreno. La cábeza es pequeña, provista de dos lar-
gas antenas plumosas y de un pico rudimentarío; el
abdomen termina en dos prolongaciones más largas
i Coceus ole^ (de Latréille y F'abricius) y antes Ker^nee olece de
F3ernard.
- yR -
que el cuerpo, y las alas son completamente transpa-
rentes». Las hembras de estos insectos pueden verse en
gran número agrupadas en la cara inferior de las hojas
de los olivos invadidos, así como én sus ramillas, recu-
brtendo estas partes d^el árbol y debilitándole con sus
picaduras (láminas ^.° y io, figuras i y a).
Mas no sólo debilitan al árbol por la extracción de los
jugás necesarios para la nutrición de insectos, sino que
éstos segregan (como los pulgones) una materia azuca-
rada tan abundante, que llegan á humedecer las hojas,
ramas, troncos y aun la tierra que hay al pie del olivo '.
- Privadas las hojas y partes verdes del vegetal de la
aceión directa de la luz, y debilitadas, además, por la
extracción de sus jugos internos, practicada por los in-
sectos, los gérmenes ó esporas de la parásita denomi-
ñada antennaria olaeophila (y vulgarmente negrilla), no
tardan en implantarse en un medio tan favorable á su
desarrollo como eI que le ofrece el líquido azucarado ó
rnelaza, agravando así el estado de debilidad del árbol.
Es muy curiosa la manera de multiplicarse la cochi-
nilta del olivo. La hembra fecundada produce en el mes
de Mayo un gran número de huevecillos (lám. io, figu-
^ De aquí los nombres de aceit6n y melar^a con que los agriculto-
res designan este hecho.
^9y^
ra Io), colócase sobrc ellos y muere, cubriendo con et
pequeño caparazón que constituye su cuerpo la futura
áeneración. Estos huevos, prote^idos de la manera in-
dicada, avívanse un mes después, ó sea para Junio.
i^EDIOS DE ATACAI2 Á ESTE I1V5ECT0. - Var105 medlOS Se
han propuesto para librar á los olivos de este cóccido.
Gasparín y Roche aconsejan los azufrados, á la mane-
ra que se hacen los de la vid. Ridolfi indica la conve-
niencia de podar las ramas atacadas y quemarlas. Este
mismo procedimiento es el recomendado por D. Jos^;
Hidalgo de Tablada en su obra, Cultivo del olivo en
F.s^a^^a y modo de mejorarlo. Dicen los autores italia-
nos que en Sici{ia algunos agricultores han librado á 1os
olivos de esta enfermedad frotando á las ramas y tron-
cos con un trapo empapado de petróleo. También se
asegura que las aspersiones, por medio de uná bamba,
de ^iitteleina y de rubina, practicadas en primavera,
son eficaces contra esta cochinilla. Por nuestra parte,
sin dejar de creer en la eficacia de algunos de estos me-
dios de destrucción del insecto, opinamos que ninguno
dé ellos va dirigido á colnbatir la verdadera causa de la
enfermedad, que es una modificación de los jugos in-
ternos y tejidos del árbol, producida, bien por pertina-
ces sequías ó intensas heladas (en cuyo caso poco pue-
- IGO -
de hacer el agricultor para detener la propagación del
mal), bien por la acción de un suelo de poco fondo, bien
por la falta de ventila ŝión á causa de la espesura de los
árboles ó por éxceso de abonos en el terreno: y no in-
sisti^nos más en este asunto, porque al tratar en la sec-
ción de criptógamas de la negrilla del olivo, qué es,
como hemos indicado, la parásita que acompaña á la
cochinilla ó kermes, exponemos las ideas que nuestro
querido maestro D. Casildo Ascárate profesaba respecto
á esta serie de afecciones del olivo, con las cuales esta-
mos de perfecto acuerdo.
Coccus Pollini (Costa).
De otro cóccido, que presenta analogías en el modo
de vivir con el que acabamos de describir, debemos ha-
cer mención en este lugar. Nos referimos á la cochini-
lla que el Dr. A. Costa ` denomina Coccus^ollini, por
referirse á Ciro Pollini las primeras indicaciones relati-
vas á las bolsitas ó excrescencias que, más tarde, se ha
comprobado encerraban los huevecillos de dicho cóccido
(lám. lo. B, figuras 2 y 3) y que se observan en las rami-
^ Véase la obra del Dr. Aquille Costa, `Degl'insetti che attaccanol'albero et il fruto dell'o/ivo, del cilegio, del pero, del melo, del cas-
t^gno é della i^ite.
- 10^ -
lias, peciolos y axilas de las hojas de los olivos atacados
por esta cochinilla (lám. i o. B, fig. r. a y b). Estas ex-
crescencias tienen el aspecto de pequeñas agalias, dcl
tamaño de un grano dé mijo, de forma cilíndrica,^y, al
abrirlas, se las vé constituídas por una envoltura de pa-
red interior lisa, á la cual sigue otra de color blanco
que recuerda, por su aspecto, la espuma desecada. Fi-
nalmente, la cavidad más interna de estas bolsas está
ocupada por un cuerpo blando que se aisla fácilmente y
no tiene adherencia con las peliculas e^zternas, ^• exami-
nada, aparte, se vé que su forma de saco cerrado se
asemeja á la de un cora^ón (lám. io. $, fig. 3}, de color
rancio y pardo. Esta bolsa membranosa está llena de
un líquido denso amarillento, dentro del cual se vén los
huevecil los (figuras 3^ 4 Y 5)•
Las larvas de esta cochinilla tienen una forma pro-
longada, ovoídea (figuras h a y: 6 b); las antenas, de seis
artejos, y el último abdominal transversal, con tres cor-
tos apéndices: dos laterales, simétricos, compuestos de
tres artejos y uno central de menor longitud.
La disposición y forma de las extremidades puede
verse en las figuras 6 a y b b y, más detalladamente, en
6 c y 6 d, y el último anillo abdominal en 6 e.
Cuanto á profitá^xis Z^ curación de la enfermedad pro-
-- 101 -
ducida por esta cochiniila, es perfectamente aplicable lo
dicho para la anterior.
Por nuestra parte, no hemos tenido ocasión de ver
níngún ejemplar vivo, ni la descripción del insecto per-
fecto.
Psilla olex (Fonscolombe).
En e( g^nero Psill^i, de G^offroy, Chermes, de Beau-
mur, Linneo y rabricius, se encuentra la especie deno-
minada Psilla ole^ ó Euphillura vlec^ (Foset), á la cual
se da el nombre vulgar en España de Pulgón ó Pul-
^uill^x del olivo (lám. ŝ .', fi^;uras i, a, 3^ 4 Y 5)•
Tiene este insecto unos dos milímetros de longitud,
antenas piliformes, abdomen puntiagudo, de color ver-
de, 3• patas amarillentas; tres ojos lisos sobre la frente;
las alas ovoídeas y transparentes, dispuestas en forma
de tejado sobre e] cuerpo.
La larva es, al nacer, de la mitad de tamaño que el
insecto perfecto y de color verde claro (lám. ŝ .^, fig. 3).
La ninfa (lám. ŝ .', fig. 4) presenta dos botoncillos
planos adheridos al corselete; la cabeza, envoltura de
los^ muñones de las alas y extremidad del abdomen, de
un color rojo amarillento. En este estado, se la vé, con
frecuencia, en las axilas de las hojás y pedúnculos al
-- ^ o; -
^comenzar la floración: producen una substancia ^^iscosa
y blanca que nuestros {abradores denominan algod(a^i,
que dificulta el desarrollo de los ramos florales.
Los mayores daños los causa este insecto, en el esta-
do de larva , absorbiendo la savia v produciendo el
aborto de bastantes flores de1 árbol.
MODO DE ATACAR ESTE 1NSECTU.-I^eCOml^ndase , antes
que 1a enfermedad tome gran incremento, las aspersio-
nes con ^itteleisaa, ^^ rubina, y, como remedio más enér-
gico, la poda de las ramas invadidas, que deben que-
marse inmediatamente.
Aspidiotus conchyformis.
Con dicho nombre describe el Sr. Hidalgo de Tabla-
da, en su Tratado del cultivo del olivo en c^spar^a, esta
especie, de la cual extractamos lo que sigue: «Algunas
veces habrán observado nuestros hombres de campo
que sobre las cortezas vivas del olivo se forma una cos-
tra de millares de insectos de una forma particular, que
forman costra ó capa no interrumpida, y que espelen
polvillo ceniciento: comprimiendo esta corteza, se ad-
vierte que es una capa viva de insectos, de unos cinco
milimetros de largo, redondeados por la parte inferior
y adelgazados por la superior, en la que tiene el chu--
-- 1 ^l.} -
pador qua introduca an la corteza del olivo. Estos insec-
tos se disponen de man^ra quc, juntando lo grueso de
unos con la parte adelgazada de los otros, no queda en-
tre ellos espacio. :^Io vive, como la especie anterior, so-
bre las hojas y ramas tiernas, pero como ella se alimen-
ta de los jugos del árbol. u
.^EDI^^S DE llF.STI2UiRLE.-Recomienda el mismo autor
friccíones en los troncas y ramas del árbol con cepillos
de esparto y también embadurnar las partes invadidas
con una brocha impregnada de petróleo.
Phlaeothrips oleae (Targ.) Thrips oleae (Costa).
F.ste insecto que, según Heliday, debe ser incluído
entre los Th_^^sanój^teros tubul feyos, tiene unos dos ó
tres milímetros de longitud, es de un color completa-
mente ne^;ro y brillante; presenta la cabeza redondeada
por de(ante, tan larba como ancha (lám. 8.^, figuras i
y a); los ojos abultados y con facetas; las antenas con
nueva artejos, insertas delante de la cabeza; el protórax
casi prismático, exagonal, y cuatro alas muy transpa-
rentes, rojiza^ y estrechas; membranosas, que arrancan
d^ 1a parte alta de la cspalda, provista de largos pelos
y unidas dos ^:^ dos, y viniéndosa á cruzar sobre el cuer-
po del ins^cto; sus patas son neg^ras, cortas y con dos
- to5 -
tarsos, de l05 cuales el último termina por una ventosa
provista de pelos finos y espesos y armada de ganchos.
EI abdomen es negro, con nueve segmentos, terminan-
do, tanto en los machos como en las hembras, por un
tubo con pelos negros en su extremidad.
COSTUMBRES DE ESTE INSECTO. - Según el Dr. Marti-
nenq, este hemíptero vive, durante el invierno, debajo
de las cortezas del olivo, y preferentemente en las gale-
rías abandonadas por el Phlc^trhibus oleae, escogiendo
para vivienda las más abrigadas.
En el verano se le vé sobre el tronco y las hojas de
1os olívos efectuando la postura de sus huevecillos en
las citadas galerías (según habia ya dicho el naturalista
francés Bompart).
Dícese que ataca á los frutos recientemente cuajados.
Monos DE co^KBATIRLE.-Passerini indica como reme-
dio reunir y quemar, después de la recolección de la
oliva, las ramas y ramillas que hay en el suelo, provis-
tas de hojas, y embadurnar los troncos con lechadas de
cal. - Targioni recomienda los insecticidas, las legías
alcalinas, la nitrobencina, etc., y lo que parece más efi-
caz es la poda de abundantes ramillas, que deben que-
marse inmediatamente , así como limpiar y cultivar
bien los árboles.c4
- ioó -
Aspidiotus villosus (Targioni).
Esta especie ha sido encontrada por Targioni en la
cara inferior de las hojas de los olivos, en Florencia.
Este autor sólo de5cribe la hembra, yue es de co(or
gris, cubierta de pelos y de materia algodonosa.
Mytilaspis fiaba (Targioni).
Se encuentra esta cochinilla confundida con la que
hemos de describir á continuación, denominada Polli-
^zia Costae. La hembra de la primera está recubierta de
un polvo grisáceo que impide distinguirla fácilmente de
la corteza del árbol.-Suponemos que esta especie es la
descripta por el Sr. Hidalgo Tablada con el nombre de
,-1^s^idiotus^ conch},^orrnis.
Pollinia Costae (Targioni).
Forma este cóccido una masa redondeada, recubier-
ta de una película espesa, producida por una secreción.
blanquecina, más ó menos regular, muy adherente al
árbol, pero en la cual e1 insecto está libre.
A veces estas masas están aglomeradas, formando un
conjunto que paréce una exhudación producida por la
savia .
- iu^ ^
LI macho as ba^tante largo; el abdoman grande; la
cabeza más ancha que larga, ^^ las antenas con nueve
artejos. La hembra carece de patas y 1as antenas son
rudimentarias.
Philippia follicularis (Targioni) ó Ph. Oleae (Costa).
La hembra de esta especie segrega y deposita debajo
de las hojas del olivo un saquito blanco, bastante volu-
minoso.
En todos los estados, las antenati de dicha hembra
tienen seis artejos (el macho es desconocido), y el con-
torno de su cuerpo preser^ta una infinidad de pelos
ŝortos.
No se conocen otros medios profilácticos y curativos
que los generales, relativos á dar mayor vigor al árbol.
No queremos terminar estas notas incompletas acer-
ca de los hemípteros, sin citar, por lo menos, una es-
pecie del suborden homópteros y género cicada ', cono-
cida vulgarmente con el nombre de cig^arra y abundan^
tísima en Andalucia. Ignoramos si esta especie es per-
judicial á los olivos, es decir, si se alimenta de sus ju-
gos. Sólo podemos decir que M. Rambur afirma, en
c La palabra cicada prucede del griego y significa gallo.
- ^08 -
la Collection des suites de Bu(ŝ'on, que ha recogido, en
las inmediaciones de Málaga, la especie Cicada orni so-
bre los olivos y pitas. No la describiremos •^ sí sólo re-
cordaremos que los machos presentan en la base del
abdomen dos cavidades en que se ven unas membranas
tensas y otras plegadas, á manera de abanico, que mue-
ven mediante la contracción de ciertos músculos, á los
que se deben los sonidos ^que producen; las hembras
carecen de este aparato, y entre las especies más nota-
bles se citan la indicada Cicada orni y la Cicada ^le-
beia (Scop.).
Los antiguos griegos tenían de la cigarra unas ideas
más poéticas que exactas, y en la incertidumbre dc si
se trata de un insecto perjudicial al olivo, omitimos de-
talles relativos á sus curiosas costumbres '.
r Anacreonte dedica á la cigarra el si;;uiente canto, que, á titulo
de curiosidad, traducimos.u"Te consideramos feliz, ioh ciñarra!, porque después de haber be-
bido un poco de rocío en las copas de los árboles, cantas como una
reina. Todos los bienes que tu vés en los campos y que el curso delas estaciones produce son tuyos. 'fu eres la amiga del labrador, á
guien no haces n^ngún mal. Tu eres dibna de que te rindan culto los
mortaies. Tu, et cncantador profeia del Estío. Las musas te aman,
Febo también, y él te ha dado tu sonoro canto. I,a vejez no te alcan-
r,a, ioh sabia hija de la tierra, amiga de la música! Tu no sufres
nunca, puesto yue no tienes carne ni sanare, Tu eres eerdaderamente
:;emejante á los dioses.n
- ^ oq ^
Lepidópteros.
YRINCIPALES CARACTERES DEL ORDEN
i3uca dispuesta para chupar, mediante una trumpa yue se arrolla en
espiraL - Metamorfosis complicada. - Cuatro alas cubiertas de
escamas.
Cossus ligniperda (de Linneo).
Corresponde esta especie á la familia nocturnos y tri-
bu bombicitas, de Latreilfe; á los rn^zcrole^idópteros
heteróceros y familia cossicieos, de O. Staudinger, y á
la familia falenidos, según la clasificación seguida por
Pérez Arcas.
Es uno de los insectos caulífagos masticac^ores más
temibles que se conocen. El olivo, entre otros varios ár-
boles, figura entre los atacados por su gran oruga; el
álamo, el sauce, la acacia, la encina (tnenos frecuente-
mente) y algunos árboles frutales, son objeto de sus
ataques. Eti el estado de oruga (lám. c^.A, fig. t p"),
presenta, vista por encima, un color rojo viscoso, más
intenso en la parte media de los anillos ó segmentos que
en las articulaciones, y un tono amarillento algo rosado
por debajo: su forma es cilíndrica, comprimida, y va
provista de un par de mandíbulas muy robustas. Su
cabeza es de color obscuro y las patas escamosas y ama-
- I I fl -
rillentas, presentando algunos pelos blanquccinoy por
todo el cuerpo.
La mariposa tiene ( iám. 9.°; ftg. t p) una anchura,
por la parte de las alas anteriores, de seis y medio á
siete centimetros; la región superior de la cabeza y an -
terior de) tórax es de color rosado; las antenas blancas
en su costado externo y negras por la parte interna, que
es dentada; las alas superiores son de un color amari-
llento, y éstas y las inferiores van surcadas de lineas
negruzeas transversales, onduladas y reticuladas, muy
marcadas en 1a extremidad del ala; el abdomen presen-
ta divisiones blanquecínas.
Las mariposas depositan en las cortezas-de los árbo-
]es sus huevecillos. Las orugas procedentes de éstos, que
viven tres años en este estado, dirijen sus ataques al in-
terior del tronco, no llegando, generaimente, en el pri-
mer año de su vida de oruga, más que al tejido externo
de) liber. Penetran en el segundo á 1a albura, y no es
raro que en el tercero lleguen hasta la médula de] tronco.
E1 trabajo de destrucción del árbol, á que viene dedi-
cada la oruga, se ve favorecido por un líquido especial,
de olor fuerte, segregado por ia misma.
Para su transformación en crisálidas, aproxímanse
}as larvas á la parte exterior del árbol, ó sea á la corte-
-- I11 -
za, y sólo dejan en la piel dc ésta un disco, formado
dei tejido epidérmico, que rompe más adelante la mari-
posa con gran facilidad. Muy próxima la larva al exte-
rior, y oculta detrás de la debil membrana que tapa su
correspondiente agujero , forma un capullo tejido con
hilos de seda y partículas de madera, y allí duerme el
sueño de crisálida, hasta que llega el instante de su
transformación, que, generalmente, se efectúa en pri-
mavera y estío. La crisálida, como todas las del géne-
ro, tiene forma cilindrocónica, y sobre cada segmento
del abdomen dos líneas transversales de espinas incli-
nadas hacia atrás.
DIAGNÓSTICO.-Las extravasaciones de savia produci-
das por el insecto, se acusan, generalmente, en los árbo-
les invadidos por el Cossus, y unas veces se presentan
produciendo una c^erdadera hemorragia de un líquido
azucarado, muy grato á ciertos vespidos, y otras veces
los jugos del árbol humedecen la parte interna del tejido
epidérmico, apareciendo exteriormente la corteza de los
árboles como si hubiese sido mojada y provista de
manchas bastantes extensas. La presencia de los restos
ó partículas de madera producidas por las fuertes man^
díbulas de la oruga, es un carácter que puede obser-
varse en !a boca ó entrada de las largas galerías que
- I^Z -
aqutlla produce. Estas partículas van impregnadas del
liquido azucarado de que antes hemos hablado.
Movo vE cu:nt3^^^riR r*, FsTn oRt,cn.-No es fácil su des-
trucción, pues aun cuando el remedio que vamos á in-
dicar es eficaz, su empleo requiere una paciencia que
lo hace casi inaplicable. Nos referimos al sulfuro de car-
bo^io que, inyectado en la cantidad de unos cuantos
bramos por la boca de la galería en que vive la oruga,
teniendo cuidado de tapar aqu^lla, produce la muerte
del insecto.
El medio propuesto por el naturalista Boisduval de
conceder premios por los Ayuntamientos de los pueblos
á los que presentasen un cierto número de orugas de
Cossus, nos parece muy recomendable `.
Margarodcs unionalis.
Esta mariposilla es muy abundante en la Provenza.
Ataca á varios árboles, pero, particularmente, al olivo
y al jazmín.
La oruga, que es de un color verde blanquecino, se
i Dícese que los romanos, á fin de def'enderse de un roedor de la
madera llamado cossus, habian hecho de él uno de los platos favori-
tos de sus comidas. ^Sería el cossus liauiperda? Mr. Girard cree que
fuesen las larvas del Cera^nbix cerdo y las del Cucanus cer^r^us las que
constituían el deliciosó manjar, tan grato á los romanos.
- ii; -
dedica á roer por !as noches la cara inferior de las ho-
jas: durante el día se oculta entre varias hojas tiernas
que ha unido por medio de hilos. La transformación
qué la oruga sufre la realiza, en cinco ó seis semanas,
en las hendiduras de los árboles.
El insecto perfecto tiene las antenas blancas, sus alas
anchas, sedosas y semidiáfanas y el tórax y el abdomen
blancos.
Zelleria oleastrella (Milliere).
Vive esta mariposilla, de la tribu de las `?'ineitas, so-
bre el olivo (principalmente sobre los árboles no inger-
tados), á expensas del envés de las ho}as tiernas.
La oruga es piriforme, de color verde obscuro, con
lineas longitudinales. ,
,La crisálida es de color rojizo obscuro y su transfor-
mación en mariposa es obra de quince días.
EI insecto perfecto tiene las alas superiores ]argas,
estrechas, rectangulares, de aspecto terroso, así como
el abdomen y el tórax; las alas inferiores son alarga-
das, de un calor gris intenso; las antenas piliformes,
morenas, tan largas como el cuerpo, y la cabeza blan-
quecina, con los ojos gruesos y negros. .
Otros varios lepidópteros se citan por algunos auto-^5
- ^^q _
res como perjudiciales al olivo: tales son la Boarmia
umbraria (Milliere), que se la encuentra en Francia en
las mantas, al hacer Ia recolección de las olivas, que se
extienden al pie de los árboies. Ataca las hojas viejas
de 1os árbc,les grandes.
Mencibnanse entre las orugas perjudiciales á los oli-
vos !as correspondientes á las mariposas Acherontia
atropos y Sphinx ligustri, y más digno de mencionar-
se que los dos anteriores es el denominado
Metrocampa honoraria (Latt.).
Es frecuente encontrar su oruga sobre los olivos y en-
cinas: se la vé adaptada á las ramas, de las que se des-
prende alguna vez ŝon el avareo de los árboles. Tiene
doee patas y once segmentos. Cada uno de éstos pre-
senta un abultamiento ó saliente gris blanquecino ó de
color rojizo.
La crisálida es de un color rojo obscuro, y la mari-
posa, de un color rojizo, acude al fuego por las noches.
Oecophora oleaella (Tiña del olivo).
Al separar la pulpa de cada uno de los frutos ataca-
dos por la ti^a, y triturado con cuidado e] hueso, nóta-
se que su parte más interna. 8 sea la pepita, hállase
roida por un in^;cto que, generalmente, ha desapareci-
do, pudiéndose ver el agujero de salida pegado al pun-
to de inserció;i del pedúnculo del fruto: en dicha parte
interna del hueso encuéntranse bastantes excrementos,
y^examinada detenidamente la oruga causadora de ta-
les daños, se vé que reúne todos los caracteres propios
de la especie denominada vutgarmente Tir^a c^el alivo.
Ofrece esta especíe para nosotros un gran interés
científico, por ser muy pocos los tratados de entomolo-
l,ría en que se haga un estudio completo de su biología,
mereciendo especial mención, desde este punto de vista,
las obras de Achille Costa y del Dr. Peragallo `. Otros
autores que hemos consultado en varias ocasiones, des-
criben dos especies, cuando, en realidad, se trata de una
sola que, en sus generaciones sucesivas, ataca á las ho-
jas, después á las flores, y, por último, al fruto deI
olivo.
La enfermedad determinada por esta especie, que de-
nominaremos, siguiendo al citado Profesor Costa, Oeco-
^hora oleaella, no es nueva, ni muchísimo menos. Es,
por el contrario, conocida desde la más remota antigiie-
dad, y Teofrasto hablaba ya de ella. No hay para qué
i Tituladas, respectivameate `De gl'insetti che attaccano 1'albero
ed il frutto dell'olivo, etc., ya citada, y L'olinier: son histoire, etc.
decir que en épocas cercanas á nosotros se ha estudiado
este insecto de un modo más 8 menos completo: asi,
F3ernard la llama oruga minadora (chenille mineuse),
y^-este naturafista declara que dicha oruga es la misma
especie denominada tii^a, que roe primero el parénqui-
ma de las hojas y después la almendra del hueso, y de
esta misma opinión participaba Fabricius ; Royer de
Fonscolombe creía, por otra parte, que la ti^ia del olia.^o
no había sido descrita por níngún naturalista, y, en ar-
monía con esta creencia, llamaba á la oruga que vive á
expensas de las hojas oleaella y á la que ataca al fruto
olivella, incluyendo á las dos, con algunas reservas, en
el género tinea. Otros muchos autores han estudiado
esta importante cuestión, tales como Macquar, Roma-
no, Laonde, etc.; pero conocida actualmente la genera-
ción i^itermedia, que ataca á las flores del olivo, y por
consiguiente , la evolución completa de la especie en
cuestión, podemos hacer la descripción de este insecto,
en sus diversos estados, deducida, en gran parte, de los
interesantísimos datos publicados en el citado libro de
^chille Costa, comenzando por el
HUE^'ECILLO, que es casi esférico, de color blanco le-
choso, de '/^ de m/m, próximamente, y con ]a superficie
erizada de pequeños tubérculos (lám. i i, fig. 6).
OHUCn (lám. i^, figuras ^, ^ a^^ ^ b).- Presenta la
cabeza cdnica, un cuerpo proiongado y blando, con ca-
torce anillos, uno cefálico, tres torácicos v diez abdomi-
nales; tres pares de patas verdaderas en los anil{os to-
rácicos y cinco de falsos pies ó tuhc^rculos colocados en
ei tercero, cuarto, quinto, sexto y décimo anillos. La
cabeza es más corta que ancha, posteriormente redon-
deada por los costados ^^ sinuosz en el centro, con los
lóbulos laterales algo convexos y limitados en su inte-
rior por dos líneas que converg-en, reuniéndose en la
parte central del occipucio, formando una V. Los ojos,
en número de cinco ó seis, forman un grupo á cada
lado de la cabeza. El labro es corto y las mandíbulas
también cortas y robustas, con los ^alpvs pequeños y
cónicos. Las antenas sólo tienen tres artejos : el prime-
ro, tambi^n de forma cónica, truncado y más grueso
que los siguientes: el segundo, que es cilíndrico y más
largo que ancho, vá provisto de varias sedillas, y el terce-
ro es delgadísimo y termina en tres ó cuatro sedas cor-
tas. El primer anillo torácico es aplanado, liso, sin plie-
guies transversales, con pocos pelos, y presenta en su
cara superior una ventosa retractil con un ^nter dis-
puesto detrás de su base. El segundo y tercer anillos to^
rácicos van provistos de un pliegue transversal forman-
do un arco, con cuatro tubercuiilios (dos á cada tado). Los
primeros ocho anillos son iguales entre si, más anchos
que largos, redondeados por los costados también con
un pliegue transversal, en el dorso, impreso en el tercio
posterior de su longitud y con tres tuberculillos pilífe-
ros. EI noveno anillo abdominal, que es bastante corto„
va provisto de seis de ^stos, con los pelos dispuestos en.
serie transversal. EI último anillo e5 casi circular y prc-
senta 1as correspondientes falsas patas, bastante mayo-
res que las anteriores. I.os pies, torácicos, son de color
negruzco, compuestos de piezas cónico-truncadas, cortas
y terminadas por uñas robustas poco aguzadas y fuer-
tes por su extremidad. Las falsas patas abdominales
Ilevan también en su cara inferior uñas muy cortas. El
color, al salir la larva del huevecillo, es verdoso ceni-
ciento, pálido y unifornie. La cabeza va ligeramente te-
ñida de color rosáceo, bastante c)aro, con 1os costados
frontales más ^bscuro5 y dos manchas morenas en el
primer anillo torácico.
A^entúanse estos colores al crecer la larva; distíngue-
se mejor el tono color de rosa claro y la parte negra de
los costados (lám. i i, fig. ^ b); el dorso, en el primer
anillo, tiende al amarillento pálido, con las dos man-
chas negras bien perceptibles y de contorno casi cua-
- i^q --
drado, y, algunas veces; el último anillo abdominal se
hace moreno.
Transcurrido algún tiempo, comienzan á aparecer á
lo largo del dorso dos líneas más obscuras, una á cada
lado, las que se extienden desde el segundo anillo torá-
cico hasta el noveno abdominal, percibiéndose, por úl-
timo, una estría de color amarillo pálido.
Acláranse alguna vez estos colores en el último pe-
ríodo de desarrollo de la oruga, que Ilega á adquirir
uná longitud máxima de unos ocho milímetros.
CRISÁLIDA (lám. I I, figuras 8 y 8 a). - Es de forma
prolongada, que se estrecha gradualmente desde la ex-
tremidad anterior á la posterior en cono bastante pro-
longado, dejando ver con claridad el contorno dé las
alas, que ŝe unen al borde anterior del quinto anillo
abdominal. Su coloración, durante los primeros días,
es verde clara, obscureciendo después y apareciendo las
dos estrías morenas, una á cada lado: la coloración ge-
neral de la crisálida corresponde, ordinariamente, al
principio, al que tenía la larva en su último período.
La longitud de dicha crisálida es de unos 5eis milí-
rrletros. E) capullo que encierra el insecto se compone
de hilos sedosos blanquecinos, que permiten percibirla
á trav^s.
- f 2^l -
^^`^,^,KIP^SA ó ^NtiEC7•c ŝ F^EKH'ECTO (lám. ^^, figuras y, y a
y y b). - Presenta la cabe-r.a revestida de escamas pro-
longadas y es de forma redondeada, con palpos tan lar-
gos como su diámetro mayor. Las antenas, casi filifor-
mes, son poco menores en longitud que et cuerpo y
compuestas de artejos pequeñísímos, globosos, algo sa-
lientes del lado interno, haciéndolas aparecer como den-
tadas. Los bordes de las alas superiores son casi para-
lelos, en una longitud algo menor de 1os dos tercios, es-
trechándose después gradualmente por el lado poste-
rior. Las alas inferiores, más cortas que las superiores,
terminan en punta y van ornadas de franjas más largas
en la margen posterior que en la anterior: el ano va
terminado por un pincelito de escamas prolongadas, y
las tibias posteriores se las vé provistas, en la mitad de
su longitud, de dos espinas largas.
Todo el cuerpo, las antenas y los palpos, así coma
las patas, van recubiertos de escamas grisáceas: las alas
superiores son blanco-cenicientas, de brillo plateado, y
Ilevan una mancha negra colocada, próximamente, ha-
cia la mitad del ala y algo más próxima al borde d^
atrás que al de delar^te: otra mancha negra, menos (i-
mitada y perceptible, puede verse cerca de1 ángulo pos-
tero-exterior, y en el resto de dichas alas anteriores exis-
- l2l --
ten numerosas manchitas negras asparcidas irregular-
mente y más ó menos numerosas.
Las alas inferiores son de color ceniciento uniforme.
La longitud de la mariposa, comprendidas las álas
plegadas, es de unos seis milímetros: su anchura, con
las alas desplegadas, I I milímetros.
Así se presenta la ti^a del olivo en sus condiciones
típicas y de perfecta conservación. Varían, sin embar-
go, el número y magnitud de las manchas de ia5 alas
superiores, y sus variedades pueden ceducirse á los tres
tipos siguientes:
I.° Alas superiores con las manchas redondeadas,
algunas angulosas y gran número de manchitas espar-
cidas por su super6cie.
2.° Alas superiores con las manchas redondeadas,
más pequeñas que en el tipo anterior.
3.° Alas superiores con gran número de manchas
puntiformes, más ó menos numerosas.
Estos tres tipos han sido observados en individuos
obtenidos en diversas generaciones y en la proporción
de ^o, 2o y Io por Ioo del I.°, a.° y 3.°, respectiva-
mente.
Es de advertir, dice el profundo observador Achille
Costa, que cuando las mariposillas, encerradas en cajasc6
-- 112 -
ó recipientes, agitan las alas, se desprenden de un gran
número de escamas negras y queda debajo un color
blanco gris uniforme con brillo plateado.
B^oLOCiA.---Sobre Ias tiernas ramas de los olivos, en
la cara inferior de las hojas ó en su pecioio, puede un
observador atento ver, hacia el mes de Febrero, hueve-
cillos de la ti^ia del olivo, siempre solitarios, pequeñísi-
n^os, que dificilmente se aprecian á simple vista. 'Tan
pronto como, á fines de dicho mes, se avivan las larvas,
fijanse en la cara ,inferior de las hojas, en cuyo parén-
químa forman una galería (lám. i i, fig. i) ' que que-
da recubierta por la epidermis, la cual toma un color
pardo y sé hace transparente de tal manera, que se pue-
dc observar á la oruga, que p^resenta su extremidad
anal haeia la abertura por la que penetró.
Cuando la galeria ya no es bastante alta para conte-
ner á la larva, que, por virtud de su crecimiento, ha
aumentado de tamaño, y cuando, por otra parte, ésta
puede ya resistir las variaciones atmosféricas, rompe la
pelicula vegetal epidérmica que la recubría y continúa
royendo a! descubierto el parénquima de la hoja, te-
jiéndose una especie de envoltura, con pocos hilos, que,
i Generalmente, una larva en cada hoja, siendo raro encon-
trar dos.
en cierto modo, le sirve de protección. Pueden obser-
varse con toda tranquilidad, pues son poco irritablés, y
sólo cuando se las molesta se enroscan y mueven, de-
jándose caer y permaneciendo suspendidas de las hojas
por medio de un hilo que segregan por su boca; huyen
estas orugas, en cuanto les es posible, de Ea acción di-
recta de los rayo5 del 501, y después de una vida de
veinticuatro á treinta días, y al declinar el mes de
Marzo, se disponen á convertirse en criscYlidas, para lo
cual tejen sus capullitos en la misma hoja sobre que
han vivído (raramente sobre otra).
Doce ó catorce días, próximamente, pasan en 'estado
de letargo, librándose de sus envolturas y apareciendo
la mariposilla en los primeros días de Abril. Claro es
que esta fase del desarrollo no es simultánea en todas
las orugas. Las más atrasadas, que todavía no han ini-
ciado para dicha c;poca su transformación en crisálidas,
abandonan las hojas para dirigirse á los nuevos y tier-
nos brotecillos, que para entonces ya han aparecido, y
atacan á su parte más interna, haciéndoles secar. Estas
orugas, á causa de la mayor temperatura propia de
Abril, se transforman en crisálidas en un período de
tiempo que no excede, generalmente, de diez días.
Duran las mariposillas un mes, y aún viven las más
-^^^^
precoces cuando aparecen las que pudiéramos llamar
tardias. Durante el día permanecen éstas inmóviles so-
bre las ramas de los o)ivos, en las que depositan sus
huevecillos, y sólo se las vé volar durante el crepúsculo.
A mediados de Mayo aparecen las orugas de esta ge-
neración, y como para dicho mes ya comienzan á apa-
recer las inflorescencias de los olivos, dirígense á los ra-
millos florales, ^^ especialmente á los que aún no están
abiertos, en ellos introducen su cabeza y devoran los
tiernos ovarios (lám. 11, fig. a). Vaciada una flor, pa-
san á otra, de tal manera, que una sola oruga puede
destruir, en el período de su vida, más de veinte flores,
que son otras tantas olivas.
En esta generación y en la siguiente, que vamos á
describir, es cúando produce la fir^a los mayores daños.
Durante la primera mitad de Junio, las orugas de esta
segunda generación se convierten en cris^lidas, de las
yue salen las mariposas "a los siete ú ocho dias: así es,
que en la segunda mitad de Junio encuéntranse todas^
en su perfecto desarrollo, viéndoselas volar alrededor
de los árboles.
Viven, como 1as precedentes, cerca de un mes en tal
estado, y á principios de Julio depositan las hembras
sus huevecillos; mas entonces lo haceñ en la cara exter-
-- i^S -
na del caliz de la oliva (lám. i^, fguras 3 y 3 a), pa-
sando sucesivamente de un fruto á otro; «costumbre
admirable, por cierto, díce Achille Costa, que tienen to-
das estas mariposillas, cuyas correspondientes orugas
deben vivir solitarias en el interior del fruto, sea para
que aquéllas encuentren el suficiente alimento hasta Ile-
gar á su completo desarrollo, sea á fin de que viviendo
un solo individuo por fruto, no tengan que hacersc la
guerra para disputarse la vidan. Es muy excepcianal
encontrar una oliva con más de un huevecillo: hay,
pues, necesidad de admitir que las mariposas hembras
conocen cuándo existe ya algún germen depositado en
el fruto al ir e(las á efectuar la postura del suyo.
Continuando, pues, con el estudio de estas genera-
ciones, vemos qué, próximamente á los diez días, cada
huevo ha producido una pequeña oruga, dueña, por
consiguiente, de un fruto, al cual penetra de la manera
siguiente: atraviesa, sin dificultad, hasta el hueso, por
medio de una galería rasante al pedúnculo de la oliva,
traspasa el mesocarpo, roe la extremidad del hueso, y,
por dicho extremo, se introduce en la cavidad que con-
tiene la pepita (lám. i i, fig. 4). EI agujero por donde
penetró la larva en el hueso Ilega á no percibirse exte-.
riormente, y aquélla, una vez alojada en lo más interno
- raó -
del fruto, comienza á r^:r ia almendra, que durante su
desarrollo consume casi por completo, sirviendo el es-
pacio que va quedando vacío para alojarse y para depo-
sitar sus excrementos ( lám. i t, figuras 4 y 5). '
Cuando las oru^,ras han liegado ai máximum de su
crecimiento, roen, vali^ndose de sus robustas mandíbu-
las, el hueso, por su parte interna y menos dura, esto
es, por el sitio ^n que existe la galería de entrada (que
no ha llef;ado á cerrarse perfectamente con tejido leño-
so) y que, como ya digimos, era inmediato al pedúncu-
lo de) fruto.
Por efecto de esta perforación, las olivas se despren-
den fácilmente. del pedúncuio y caen del árbol.
Esto sucede en el mes de Septiembre, ó sea cuando
las olivas van alcanzando el máximum de su des-
arrollo.
Las orugas, que desde la parte más interna del fruto
han salido al exterior, tejen inmediatamente su capulfo
sobre la epidermis del mismo fruto ó del pedúnculo ó
entre las olivas y las paredes del recipiente, si se con-
servan los frutos en el gabinete.
En todos los casos, á los díez días, próximamente,
sale la mariposilla de esta tercera generación á fines de
Septiembre ó principios de Octubre, y los huevecillos
depositados por ellá son los encargados de asegurar la
reproducción dé la ti^^a.
Resulta, pues, que desde el punto de vi5ta de Ia apá-
rición de la óruga, debemos considerar en el estudio de
esta especie tres generaciones:
I.a Generación invernal, que vive á expensas dél pa-
rénquima de las hojas ó de los brotes tiernos.
a.a Generación de primavera, que devora los ovarios
de las flores; y
3.' Generación de verano, que ataca á la pepita del
hueso de la aceituna.
MEDIOS DE IMPEDIR, Ó POR LO MENOS DE DISMINUIR, LA
PROPAGACIÓN DE LA TIÑA DEL OLIVO.-1^emOS deSCrlptO de-
talladamente las costumbres y caracteres de esta espe-
cie. Los medios que el agricultor debe emplear para
combatir una plaga de sus cultivos, han de derivarse
de1 estudio minucioso de la biologia del insecto que la
origina, y desde este punto de vista no huelga lo dicho.
Compréndese, desde luego, que debe ser muy difícil
combatir 'a un enemigo que se reproduce por tan diver-
sos modos, que tiene una vida tan variada durante to-
das las estaciones y que se alimenta de hojas, flores,
brotes y frutos.
Ahora bien : i en cuál de estas generaciones puede
- ^s8 -
atacar5e más fácílmente á la plaga? Creemos que ^ó10
durante el período en que las orugas viven á expensas
del parénquima de las hojas, ó en la primera genera-
ción, que es la más fácilmente atacable. Las manchas
que las hojas presentan, correspondientes á 1as galerías
practicadas por las orugas, las hace f^cilmente visibles,
sin cuya condición de visibilidad no hay que pensar en
ningún medio de destrucción: por esto no es posible
atacar al huevecíllo ní á la oru^;a, que se ocuitan entre
las flores.
Será preciso, en vista de lo dicho, durante los meses
de Febrero y ^Vlarzo, dedicar mujeres y niños á la faena
de recojer todas las hojas que vean manchadas, echar-
las á un saco y quemarlas al fin de la jornada.
ESte procedimiento es, como se vé, minucioso y lento;
pero , desgraciadamente , sólo podemos recomendar,
como complemento, el recojer las olivas que caen en
Septiembre (puesto que algunas aún contienen orugas),
y, además, puede contribuirse á la extinción de esta
plaga dirigiendo la acción contra las mariposillas en
cada una de las tres épocas de su aparición , pudiéndo-
se emplear con este objeto el sistema de encender pe-
queñas hogueras en distintos puntos del olivar invadido
á la hora del crepúsculo y en tardes tranquilas, multi-
plicando el número de éstas si se trata de una finca ex^
tensa, y haciendo sacudir suavemente las ramas de l05
olivos á 6n de hacer salir de su reposo á las mariposas,
que acuden, en gran número, á la luz de las hogueras,
en las que encuentran su muerte.
Por último, debemos indicar, en este lugar, que las
aves insectí^•oras devoran con avidez un gran número
de estas orugas, y no podemos menos de recordar á los
agricultores que !os remedios más eficaces de las plagas
del campo no5 los presenta la Naturaleza, y que no se
puede impunemente destruir un gran número de indi-
viduos de una especie determinada (llegando en ciertas
regiones á su extinción completa) sin que aparezca el
desarrollo extraordinario de otros de diferente especie
que servían de alimento á los primeros. Esto es lo que
en zonas extensas de España ocurre con las aves insec-
tivoras, á las que se persigue implacablemente, intervi-
niendo el hombre de un modo brutal en ia ley natural
de lucha por la existencia, tan perfectamente estudiada
por el sabio naturalista C. Darvin.
17
^30 -
Dfpteros.
PRINCIPALES CAk.4CTERES DEI. ORDEN
Boca dispuesta para chupar, con una trompa corta flexibte d rí^ida.Metamorfosis complicada.-Dos alas membranosas ó desIIUdas.
Dacus oleae (Fabricius).
Cuanto acabamos de decir respecto á las aves írisec-
tívoras, es aplicable á esta especie, denominada vulgar-
mente mosca del olivo, y bien conocida de nuestros oli-
vicultores andaluces.
^Existiria esta plaga si ]as aves insectívoras no fueran
ob}eto de una persecución implacable? Creemos que la
muerte de cada una de aquéllas ` representa la vida de
muchos millares de moscas.
Tal es la importancia de la pla^;a denomínada de la
s ŝlosca del olivo, que los agricultores no escuchan ya á
quien estudia las causas probables de la invasión y so-
lamente oyen al que les habla de un remedio eficaz, rá-
pido y lo que es peor... barato: y como nosotros no co-
nocemos ninguno que reuna estas condiciones, pues e1
^ Consúltese la Real orden de a5 de Noviembre último determi-
nando las aves insectivoras cuya caza debe estar prohibida siempre.
^- I;( -
único apli^able al objeto es el propuesto por el Padre
Giudice, el que es una consecuencia de la evolución y
modo ds vida dei insecto, y que se reduce á sacrificar
una ó dos cosechas (que representan algunos millones
de pesetas), no tiene nada de barato y, por lo tanto, no
satisfac@ )as exigencias de los olivicultores.
Describamos, pues, el insecto, como uno de tantos de
la serie que venimos reseñando, conocido en Italia con
los nombres de Stomomus y Keironi, en Francia con
el de Cheiron, y en Fspaña con el más gráfico de ^^los-
ca de la aceituna, pues, en efecto, se trata de una mos-
ca perteneciente al suborden braquEferos, tribu musci-
nos y género dacus (de Meigen).
Tiene esta especie un tamaño algo menor del de la
mosca común (lám. 9.8, fig. i 2); la cabeza de un color
amarillo anaranjado ó rancio, los ojos verdosos y la
frente marcada con dos gruesos puntos negros. Lleva
adornado el corselete con cuatro manchas de un color
amarillo pálido, 3^ el vientre de amarillo anaranjado
con manchas negras á ambos lados.
Las alas son transparentes, con reflejos verdes, rosa-
dos ó dorados, según la incidencia de la luz, y con una
mancha negra caracteristica en la extremidad. ^
La hembra vá provista de un oviscapto de color ne-
- i ; ^ --
^rro, del que se sirve para perforar las olivas, en las que
deposita sus huevecillos.
l.a larva es ápoda (lám. y.", fig. io) y blanda, de
cinco á seis milímetros de longitud, de color blanco,
algo amarillento, con 1a cabeza retractil puntiaguda y
las mandíbulas negras. En el estado de }^upa (lám. y.',
figura t i}, afecta este insectó la forma ovoídea muy re-
gular, tiene el tamaño de unos cuatro milímetros y el
color amarillento, con los anillos bien señalados. Pre--
senta al lado de la cabeza una fina sutura, que marca
una especie de casquete que la mosca hará saltar con
5u cabeza.
DincNÓSr^co.-Basta observar los frutos atacados por
la mosca, en los que veremos galerías que llegan hasta
el hueso (lám. y.^, figuras i, 2, 3} 4^ 5^ 6 y ^}. En mu-
chas olivas sólo encontramos la galería vacía; pero si la
observación es más detenida, no tardaremos en recono-
cer, en otros frutos , alguna larva , pupa ó huevecillo
que por sus caracteres nos sirva para diagnosticar la
enfermedad.
PROFI[.ÁXIS Y CI'xncióN.- Indiquemos las costumbres
de este terrible insecto, puesto que de ellas se deduce el^
único medio conocido de atacarle.
Esta mosca tiene movimientos bruscos, Íleva las alas
- .^33 -
extendidas y sálta más bien qve vuela. Hacia el mes d ŝJulio podemos ver á las hembras d^e) Dacus perforar con
su oviscapto la epidermis de un fruto e q formación, de-
positando un huevecillo en el pequeño orificio practica-
do (lám. q.8, fig. i). Si observamos á la mosca, inme-
diatamente después de efectuado el desove , veremos
cómo pasa y repasa las patas sobre la cabeza y cómo se
las frota una con otra, según dice un autor italiano,
iccomo en señal de satisfacción» por 1a faena que acaba
de realizar.
Echase á volar la mosca y vá á buscar otra segunda
oliva, en la cual deposita del mismo modo otro hueve-
cillo, repitiendo esta operación más de trescientas veces
(según aseguran varios entomólogos).
Avivado el huevecillo (ó huevecillos, puesto que á ve-
ces son dos ó tres los que se encuentran en cada oliva),
la pequeña larva penetra en ]a pulpa de) fruto, hacien-
do una galería, que al principio es vertical, hasta )]egar
al hueso, y después inclinada y rodeando á éste. Cuan-
do las^ larvas Ilegan al máximum de su desarral lo, se
aproximan á la superficie de la aceituna, ensanchan la
primitiva galería y no dejan entre ésta y el aire exterior
sino una débil película, en medio de 1a cual se percibe
el pequeñísimo agujero que la madre de la larva efec-
-- ^;# -
fúa al poner el huevecillo. En e5te estado pasa el insec-
ta quince ó diez y seis días dentro de la aceituna.
I.a transformación de la larva en pupa tiene lugar en
el interior dei fruto de que aquélla 5e ha alimentado ^,
y á los doce dias de la metamorfosis de una en otra
aparece la mosca. De manera que, á contar de) momen-
ta en que el huevecillo quedó depositado, hasta la apa-
rición de la mosca ó ínst:cto perfecto, transcurren vein-
tisíete ó veintiacho días.
Así se comprende I^^s ^;randcs perjuicios que este díp-
tero puede producir, puesto que desde el mes de Julio
hasta el fin de otoño, tienen sobrado tiempo de apare-
cer dos ó tres generaciones.
Para salvar una parte de la cosecha, Mr. Guerin de
Meneville, que en i8,^^ publicó una Memoria, invitado
por la Sociedad Imperial de Agricultura de París ',
aconsejaba la r^colección temprana de la aceituna, á fin
de no dar tiempo á que las larvas de la última genera-
ción hubiesen abandonado los frutos, indicando que, si
na bastase el procedimiento para la destrucción de la
plaga, volviera á repetirse al siguiente año.
^ Aun cuando el frutu haya caído del árbol y también en las al-
mazaras.a Véase la `l^evue reouvella de i^ de Julio de ^847.
Este remec^ip fué propuesto anteriurmente por el Pa-
dre Giudice en ef Con^,rreso agrícola reunido en Génova
en e) año ^ 8^6.
Resulta de lo dicho Que no basta, para destcuir á la
plaga , efectuar la recolección temprana , sino q ue es
preciso verificar ínmediatamente la molienda del fruto
y quemar los restos que quaden en los sitios en que se
depositó la aceituna en las alrnazaras, y, además, es i^z-
dispensable, para que e] proc^dimiento resulte bueno,
que todos los olivicultores de urta rc^,rión procedan á di-
cha recolección anticipada de la aceituna, pues de no
:^er general el acuerdo, sería ruinoso y completamente
ineficaz.
A los Poderes públicos corresponde dictar disposicia-
nes en este sentido.
La recolección anticipada afrece , desde luego , las
ventajas de saivar una parte de la cosecha, puesto que,
de esperar la época ordinaria, las larvas, continuando
su labor destructora, atacan más intensamente la pulpa
de las aceitunas agrandando sus galerías, y claro está
yue se destruyen de este modo un número muy grande
de individuos que, siguiendo su evolución, llegarían al
estado de mosca y propagarían la especie.
En un folleto titulado Instruccione^ p^zra cozzocer y
- t ;6 -
combalir el :^s^idiotus perniciosus, recientemente pu-
blicado por orden de Ia Direcció ŝ i general de Agricultu-
ra (en Abril del corriente año), citábamos un ejemplo
referente al ínsecto que venimos estudiando y decíamos
lo siguiente: «Este díptero tomó repentinamente el ca-
rácter de plaga, por causas que, á decir verdad, no se
conocen. Periódicamente (y cuando en los períodos de
tiempo no haya tampoco ley conocida) se repite en to-
dos los países olivicultores el mismo fenómeno ', con
rriayor ó menor intensidad. ŝ^
Es de presumir, en vista de c5to, que Ia causa de es-
tas propagaciones extraordinarias dei insecto resida en
los cambios atmosféricos, y es también muy verosimil
suponer que la desaparición re^entina de esta plaga (ya
que actualmente ha quedado reducido el número de in-
sectos á sus límites ordinarios) deba atribuirse al calor
excesivo que dominó en los meses de Febrero y Marzo
del año próximo pasado (i89^), temperatura elevadísi-
ma é impropia de la estación, que adelantó considera-
blemente la evolución del `Dacus olec^ ó mosca del oli-
vo, y al llegar ésta al estado perfecto, no pudiendo las
hembras hacer la aovación en el único lugar en que,.
i Recuérdese que los historiadorea grieg^os hablaban ya de la^loscá del olivo.
-- ^37 -
por la organización de su oviscapto, pudieran hacerlo,
esto es, en una substancia relativamente bianda, como
la pulpa de las aceitunas, por. no existir el fruto en di-
chos meses , parece lógico suponer que estas causas
anormales terminaran con la plaga.
Réstanos, para terminar esta larga é íncompleta des-
cripción de los in5ectos perjudiciales al olivo, citar otros
dos dípteros , de ios cuales no podemos asegurar su
exístencía en el mediodía de Francia ni en España.
Uno de ellos es el denominado
Diplosis oleisuga (Lovsow).
Pertenece, según Mr. Girard, a( suborden raemoce-
ros, fauiilia de los cecidomydos y género diplosis.
EI Profesor italiano Alvi nos dice que en 1884 notose,
en los olivares de los alrededores de Florencia, una nue-
va enfermedad del olivo, caracterizada por las hojas y
frutos desecados en la extremidad de los ramillos y de
las ramas principales del árbol. AI cortar aquéllas,
veíanse, dice, en su corteza pequeñas galerías con lar-
vas blanquecinas 'que, sin salir de estas excavaciones,
se convertían en pupa.
Los daños producidos consisten en la pérdida de los
frutos correspondientes á los ramil(os invadidos: las he-Ió
ridas causadas por las larvas, en dichas ramas, Ilegan
á cicatrizarse casi por completo.
Se trata de un insecto poco conocido y tampoco se in-
dica ningún remedio para combatirle.
Lo propio sucede con el segundo díptero afin del an-
terior y denominado
Cecidomya oleae.
S©lo sabemos que, con sus picaduras, determina en el
envés de las hojas del olivo la formación de una agalla.
NOTA. En la clase miria^odos y orden guilognalos,
encontramos algunas especies que atacan al olivo. Ta-
les son los denominados lulus lucifagus é I. arborum,
caracterizados por sus cortos y numerosos pies y por la
costumbre de arrollarse en espiral, cuando se le sorpren-
de. En algunos puntos de España se le llama Cardado-
res. En el género blaniolus, distinto del anterior por-
que sus especies carecen de ojos, se encuentra también
el conocido con el nombre de Blaniolus ^iulchellus. No
creemos tengan importancia los daños causados por és-
tos, y lo mismo puede decirse del Lithobius,forficatus,
por ]o cual nos limitaremos á mencionarlos.