cuentos para el andén nº35

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Este Cuentos para el andén trae novedades: publicamos un relato de Cuentos como Churros inspirado en una de las fotografías que ves en el muro de este mismo número, vuelve el Poema a 100 manos, tenemos a los ganadores de Microconcurso, descubrimos dinero en Saturno y revelamos que existen perros que son amantes de las letras. Y más cosas. No te quitamos más tiempo, esperamos que lo disfrutes.

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Page 1: Cuentos para el andén Nº35
Page 2: Cuentos para el andén Nº35

metroligero [29]

brevemente [23]

Relatos en cadena

dindondin [25]

entrecocheyandén [27]

A la plaza llega un camión lleno de jaulas, Luis Ángel Guerras

andéndos [9]

Preocupaciones de un empleado de oficina, Fernando Cañero

elmuro [3]

decamino [26]

cuentoscomochurros [16]

lapuertadelanevera [20]

microconcurso [18]

marzo2015nº35

andénuno [5]

Educación, Pilar Fraile

Publicamos tres microrrelatos de lectores, ganadores de Microconcurso, el pri-

mer certamen que contó con votación abierta en Facebook además de jurado.

48 horas, más de 150 textos presentados.

diccionariodesaturno [21]

poemaacienmanos [22]

Edita: Grupo Andén C/ Feijoo, 6 - 4ºA - 28010 Madrid | [email protected] | www.grupoanden.com

Comité editorial: Alejandro Moreno, Víctor García Antón, Leticia Esteban | Editora: Natalia Muñoz.

Asesores de contenidos: Sergi Bellver, Juan Carlos Márquez, Kike Cherta, Juan Martini (Buenos Aires, Argentina)

y Mónica Pano (Argentina)

Publicidad: [email protected] | Diseño: www.jastenfrojen.com

Ilustración: Coordinación: www.leticiaestebanilustracion.com

Ilustración portada e interior: © Iván Solbes | http://ivansolbes.com | Facebook: Iván Solbes, ilustrador

nove

dade

s

Con la colaboración de:

andéntres [13]

Dos microrrelatos de Carlos Almira Picazo

nueva estación

Page 3: Cuentos para el andén Nº35

3

Este Cuentos para el andén trae

novedades: publicamos un relato de

Cuentos como Churros inspirado en una

de las fotografías que ves en el muro de

este mismo número, vuelve el Poema

a cien manos, tenemos a los ganadores

de Microconcurso, descubrimos dinero en

Saturno y revelamos que existen perros que

son amantes de las letras. Y más cosas. No

te quitamos más tiempo, esperamos que

lo disfrutes.

Cuentos para el andén

@cuentosanden

[email protected]

www.grupoanden.com

Te escuchamos:

Concurso de fotografía Participa enviando tus fotos a [email protected] las bases y mira las fotos en Facebook y grupoanden.comTema del próximo concurso: El paso del tiempo

elmuro

Finalistas:

Mar titilante en Creta

Xosé Castro, Madrid (España)

Rompeolas

Trinidad Pinazo, Toulouse (Francia)

Si título

Segundo González, Badalona.

Barcelona (España)

Tema: Agua Ganadora: Esperándote - Sonia Morejón, Madrid (España)

Page 4: Cuentos para el andén Nº35
Page 5: Cuentos para el andén Nº35

andénuno

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PREPARAR el desayuno no supuso mayor problema, a pesar de que tuvo

que ayudarse con la barbilla para abrir el tarro de café, porque tenía rosca.

Se recordó a sí mismo comprar tarros que no se taparan con rosca. Le vinie-

ron a la mente esos tarros de cristal con una tapa de madera que encaja

con holgura. Sí, definitivamente esos eran los mejores.

Vestirse fue un poco más difícil, especialmente abotonar la camisa,

pero lo logró, aunque despacio. Cerrar la puerta, pasar por el torniquete

del metro y llegar hasta la oficina no entrañó mayor dificultad. En total

solo había tardado diez minutos más que un día normal. Se recordó men-

talmente poner el despertador diez minutos antes.

El jefe de planta se pasó por su mesa:

—Ha llegado diez minutos tarde.

—Sí, he tenido un pequeño inconveniente.

—Recuperará usted el tiempo a la hora del cierre, supongo.

—Por supuesto.

Manejarse en el ordenador con una sola mano le resultó complicado

al principio, pero en menos de una hora lo tenía casi resuelto. Tecleaba

con la mano derecha a doble velocidad, transcribiendo, transcribiendo.

Los datos iban pasando de una tabla a otra, de una tabla a otra y en este

ritmo se sintió cómodo, esbozó una sonrisa.

Lo esperaban para comer. Estuvo tentado de decir que no iba, pero al

final decidió afrontar la situación. Ellos iban a acabar por enterarse. Era

mejor responder a todas las preguntas juntas. Pidió sopa y albóndigas.

Con eso podía apañarse. Intentó no poner el muñón encima de la mesa.

Lo dejó reposando en el regazo, aunque de vez en cuando no podía evi-

tar que subiera solo. El muñón subía con la intención de sujetar el plato o

de pellizcar un trocito de pan y él tenía que obligarlo a bajar, tenía que

someterlo.

El muñón tenía un aspecto pulcro. Empezaba justo a la altura de la

muñeca y era redondeado, la piel lisa y brillante; sin cicatrices, sin cortes,

sin señales. No lo había mirado desde por la mañana y ahora que había

EducaciónPilar Fraile

Page 6: Cuentos para el andén Nº35

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andénuno

tenido que hacerlo para apartarlo, no le había parecido mal. Era como si

siempre hubiera estado ahí.

Ellos no notaron nada. Bien, se dijo, mejor así.

Una semana después él tampoco notaba ya nada. Siempre se había

adaptado bien a los cambios. Lo habían educado para eso.

Sus rutinas siguieron como de costumbre: la oficina los días laborables,

una carrera por el parque el sábado por la mañana. La mañana del domin-

go en la cama y la tarde un partido, descansar y comer, quizá un poco de

más. Ellos seguían tratándolo como de costumbre. El vendedor de perió-

dicos lo saludaba cuando salía del portal de casa por la mañana, el cama-

rero del restaurante en el que tomaba un café los sábados después de

correr, le sonreía cuando entraba por la puerta del bar, la limpiadora de

los baños de las oficinas lo miraba de hito en hito frunciendo el ceño,

como había hecho desde la primera vez que lo vio.

Compró los tarros de apertura fácil, se deshizo de las camisas con

botones y las sustituyó por otras que se pegaban con velcro, renunció a

comer filetes. En sueños acariciaba su muñón.

En el mes siguiente recibió dos amonestaciones: una del jefe de plan-

ta y otra de Ellos. El jefe de planta le escribió un mail en el que le recorda-

ba que su productividad había bajado tres décimas y, si seguía así, la baja-

da se reflejaría en su nómina. Ellos hicieron una broma acerca de la seme-

janza de sus nuevas camisas con las de un campo de concentración.

El mail del jefe de planta fue inmediatamente respondido con otro en

el que se disculpaba, aseguraba que su producción no se vería afectada y

se lamentaba larga y efusivamente por su "descuido". Cuando Ellos termi-

naron con su broma lacónica se rió, intentando modular el volumen de

su risa con el de Ellos.

—He decidido que este look me sienta mejor.

—Si tú lo dices.

Le incomodaban: los cabellos desordenados, el polvo encima de la

televisión, las películas con largas escenas de diálogo, los diálogos de tú

a tú.

La mañana después de haber alcanzado su estándar de productividad

notó dificultades para agarrar el cepillo de dientes —tenía la costumbre

de cepillarse nada más levantarse—, vio su mano derecha en el espejo y

notó que le faltaban el meñique, el anular y el corazón. Observó un

momento los muñones, estaban, como el otro, lisos y relucientes.

Page 7: Cuentos para el andén Nº35

7

andénuno

Esta vez tardó una hora más en llegar al trabajo. Los ojos del jefe de

planta se clavaron en él cuando pasó por delante de su acristalado des-

pacho. No volvería a suceder, explicó después, con convencimiento, sin

patetismo.

Todos tenemos contratiempos y eso no nos impide cumplir con nues-

tras obligaciones.

—Por supuesto.

—Por supuesto.

El jefe de planta tenía accesos de ira y era algo que no podía ocultar. A

menudo intentaba contenerse. El problema era que al contenerse se

ponía tan rojo que parecía que la cara fuera a estallarle y tenía que ir al

baño, a remojarse. Así que intentaba evitar los conflictos. Intentar evitar

los conflictos multiplicaba por dos el rubor, lo que lo obligaba a remojar-

se todavía con más frecuencia. Esa mañana fue al baño seis veces. Ellos

temblaban. Él comprendió que tenía que buscar soluciones más imagina-

tivas a sus problemas.

Dejó de comer con Ellos. Optó por comida que se pudiera sorber con

pajita y en su mesa. Era más fácil, rápido y le permitía seguir trabajando.

Muchos zumos para no deshidratarse. Empezó a poner el despertador

dos horas antes para prever cualquier otro contratiempo.

Ante la adversidad, acción: así lo habían educado.

Ahora los retos diarios eran: conseguir mantenerse despierto desde las

cinco de la mañana, abrochar todos los botones que no había consegui-

do descartar de su indumentaria, meter el bono bus en la ranura, impedir

que los muñones tomaran protagonismo; daba la impresión de que siem-

pre quisieran estar en primer plano. La ventaja era que había dejado de

preocuparse por Ellos. El vendedor, los otros tecleadores de planta, la

señora de la limpieza, nadie parecía notar sus percances. Los saludaba

como siempre, con una abierta sonrisa.

Cuando un día se levantó sin medio pie derecho se quedó azorado. No

pensaba que los pies pudieran desaparecer. Volvió a recordar sus ense-

ñanzas: nunca ceder ante los contratiempos, la acción todo lo resuelve.

Eran las cuatro de la mañana. Eso le daba un margen.

tw Del libro: Los nuevos pobladores, Ed. Traspiés, 2014.Pilar Fraile Amador (Salamanca, 1975) ejerce como profesora de filosofía. Premio de poesía de laUniversidad de Zaragoza y dos veces accésit de poesía en el Certamen de Jóvenes Creadores del Ayto. deMadrid. Ha publicado tres libros de poesía, y sus poemas han aparecido en diversas antologías. Parte de suobra ha sido traducida al inglés por el poeta norteamericano Forrest Gander y antologada en Reino Unido.

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andéndos

SI en el transcurso de esta tediosa mañana de otoño Lasa irrumpe en

la oficina del modo enérgico y huracanado que le caracteriza, grita qué

hay, buenos días a todos, mientras se deshace del sombrero -que perma-

nece todavía un buen rato batiendo el aire desde una percha-, se desa-

brocha mediante un golpe de muñeca el botón superior de la blazer,

abre y cierra las manos dos veces de esa forma que tiene Lasa de abrir y

cerrar las manos, como si estuviese diciéndole hola a un niño, se lanza

hacia su mesa con su aire deportivo y algo brutal de cada mañana y -a

mitad de trayecto- se detiene ante mi escritorio para saludarme median-

te el habitual aplauso ante mis ojos, me veré impelido a asesinarle.

En efecto, en el caso de que Lasa aparezca por aquí en el transcurso

de esta tediosa mañana y obre del modo antedicho, yo -se lo juro a uste-

des por mis muertos- me levantaré con parsimonia de mi silla giratoria,

tomaré en mis manos esta Olivetti tan grande y de apariencia tan con-

tundente -acero, carbono, aluminio- que tengo ante mis narices y la hun-

diré sin demora en su cráneo de un único y descendente golpetazo.

Será fácil hacerlo.

En realidad es incluso posible que nadie -excepción hecha del propio

Lasa- se dé cuenta de nada, al menos en un primer momento.

Quizás -es un suponer- la primera que advierta el suceso sea la seño-

rita Rusa. Tarde o temprano le llevará una taza de café al malogrado Lasa

y, para hacerlo, se verá obligada -como a mitad de camino- a pasar ante

mi mesa. Entonces le verá. Lo más probable es que pegue un grito y que

se ponga hecha una loca, la señorita Rusa tiene pinta de ser bastante his-

térica. En caso de que sea eso lo que suceda, el día terminará de forma

embarazosa y multitudinaria, entre declaraciones juradas y amenazas

familiares. Un fastidio. Pero yo prefiero pensar que lo que ocurrirá será

muy diferente.

Preocupaciones de unempleado de oficinaFernando Cañero

Page 10: Cuentos para el andén Nº35

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andéndos

Lo que en realidad sucederá es que la señorita Rusa, lejos de ponerse

a gritar, echará un vistazo a mi mesa quizás atraída por la ausencia sobre

ésta de la reglamentaria Olivetti que en ese momento permanecerá ridí-

culamente incrustada en el cráneo de Lasa. Le llamará la atención que en

el lugar de mi mesa destinado a la Olivetti haya ahora, únicamente, un

cuadrilátero vacío con un espesor de polvo muy inferior al reinante en el

resto de la oficina. Se sonreirá discretamente. Con disimulo empujará con

el pie el cadáver de Lasa bajo mi escritorio. Me confirmará -mediante un

carraspeo cómplice o quizás un guiño furtivo- su predisposición a echar-

me una mano más tarde cuando se imponga deshacerse del cuerpo.

De especial relevancia es el hecho de que esta oficina sólo dispone de

una puerta de acceso -hecho acerca del cual todos los empleados nos

hemos desgañitado a base de protestas-, por tanto, no es ilógico imagi-

nar que, para deshacernos del cuerpo, la señorita Rusa y yo nos veremos

obligados a ser los últimos en abandonar la oficina.

Cumplir tal requisito nos supondrá un sufrimiento extremo, despiada-

do -tal es la tenacidad de nuestro compañero Rodríguez-, pero al final

también Rodríguez se verá en la necesidad de marcharse a la cama. Será

nuestro momento.

Afuera la noche lo habrá invadido todo. No habrá gente por las calles

porque la policía hace ya mucho tiempo que lo interpretó como una

provocación. El resplandor procedente de cada ventana será idéntico, si

bien es cierto que habrá rezagados cuando haya un corte publicitario. En

un extremo de la avenida surgiremos la señorita Rusa y yo arrastrando el

cuerpo de Lasa con mi Olivetti reglamentaria todavía adjunta a su cráneo.

Yo llevaré cogida con los dientes mi linternita-llavero. Meteremos a Lasa

y a la Olivetti en el maletero de mi Volkswagen. No nos reiremos mientras

lo hacemos pero lo recordaremos el resto de nuestros días.

(Conduciré hasta las afueras, buscaremos una cuneta libre, deposita-

remos en ella a Lasa y compañía teniendo gran cuidado con no dejar

huellas en la Olivetti, cuando terminemos será ya de madrugada, el cielo

de un azul lustroso).

Más tarde caben dos posibilidades. Ambas tienen sus pros y sus con-

tras. No sé con cual quedarme.

Page 11: Cuentos para el andén Nº35

11

andéndos

tw Del libro: El deseo de ser alguien en la vida, Universidad Complutense de Madrid, 2008. Fernando Cañero (Madrid, 1977) es escritor y profesor. Es autor del libro de relatos El deseo de seralguien en la vida (Premio Ramón J. Sender de Narrativa 2007). Parte de su obra ha aparecido publica-da en diferentes antologías y medios de comunicación. En la actualidad trabaja como coordinador detalleres de escritura y clubes de lectura.

En la primera, la señorita Rusa y yo lo pasamos de miedo en su apar-

tamento de soltera. Descubro no pocas bondades en lo que hasta ayer

mismo consideraba meras cochinadas. Constato que la señorita Rusa es

una histérica. Lloro -literalmente- de placer.

En la segunda, obramos con más cautela, con más cerebro, como si

no fuésemos -figúrense- un par de animales salvajes: conduzco de nuevo

hasta la oficina, lo limpiamos todo a la perfección con una gamuza que

más tarde incendio, ni un gramo de sangre escapa a nuestro ojo severo,

incluso el agente más listo de la ciudad coincidiría con nosotros en que

aquí no ha pasado nada. Antes de abandonar el despacho, la señorita

Rusa, en un rapto de inspiración, toma en sus manos la reglamentaria

Olivetti de Rodríguez, yo la miro con gesto de sorpresa -las cejas bien

altas, los labios entreabiertos-, ella se limita a sonreírme mientras la trans-

porta en volandas hasta mi mesa y la coloca en el cuadrilátero vacío del

escritorio (sobre la más delgada superficie de polvo). Le propino un sono-

ro beso en la frente.

Semanas más tarde la desposo.

Evidentemente, estas meras conjeturas con las que me entretengo

durante esta tediosa mañana de otoño no hacen mal a nadie, pronto

darán las dos.

Pero la sola suposición de que pueda llegar Lasa y no hacer todo lo

previsto -quizás no desabrocharse el botón superior de la blazer, quizás

saludarme con una palmadita en la espalda en lugar de con un aplauso

ante mis ojos-, o incluso -aún peor-, la mera suposición de que Lasa

pueda no llegar en absoluto, me resulta casi dolorosa.

Page 12: Cuentos para el andén Nº35

¿Qué pasa cuando los niños nos cuentan cuentos a los adultos?

30, 31 de marzo y 1 de abril

Biblioteca pública de Paracuellos de Jarama

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andéntres

Revolución

DEPUESTO el tirano, la turba irrumpe incrédula y cohibi-

da en su palacio. Tras recorrer pasillos, vestíbulos, salas, des-

pachos, gabinetes, alcanza el comedor y va ocupando las

sillas de altos espaldares; se escancia el vino; se sirve la sopa

y las ensaladas; se trincha las carnes y pescados; se reparte

las salsas; y al fin, los cigarros, el champán y el postre.

Los que no encontraron silla curiosean por los jardines,

los despachos, la biblioteca. Algunos alcanzan las coche-

ras y las cocinas y, en un ambiente más familiar, degustan

buena cerveza y guisos caseros, entre pellizcos y sabrosas

anécdotas.

Por último, los más osados se embuten en vistosos tra-

jes militares; se hacen lustrar botas inverosímilmente altas

por improvisados asistentes; cargan sus armas, y disparan

contra la turba que no ha encontrado su lugar ni siquiera

en los sótanos.

Dos microrrelatos de Carlos Almira Picazo

Page 14: Cuentos para el andén Nº35

14

Hombre que llora

UN desconocido llora solo en el compartimiento de

un tren. Cuando está a punto de desvelarse la causa de su

aflicción, de pronto el tren se detiene en medio de un

páramo. Caras de asombro pegadas en las ventanillas; el

estupor, el vaho y los murmullos recorren los vagones,

entre corrientes inmisericordes. De pronto alguien

recuerda al hombre que llora. Cunde la sospecha, la alar-

ma, de que tenga algo que ver con la brusca detención

del convoy. Se elige inmediatamente un comité, en repre-

sentación de los viajeros (a quienes esperan novias,

madres y trabajos) para que aporree la puerta del com-

partimiento del hombre que llora. Al poco, resuenan los

pasos, las voces educadas pero firmes, que exigen expli-

caciones. Un silencio mortal del otro lado. Algunos, pero

no están seguros, creen distinguir el llanto aunque muy

tenue, tras la puerta atrancada. Se decide por unanimidad

echarla abajo, quebrar el cristal, y obligar al hombre que

llora a deponer su pena inconsolable.

andéntres

tw Del libro: La llave dorada, Ed. Talentura, 2014.Carlos Almira Picazo, castellonense afincado en Granada, ha publicado varias novelas y un ensa-yo. En lo que se refiere al microrrelato ha publicado Fuego enemigo (Nowevolution, 2011) y Lallave dorada (Talentura, 2014) y ha sido seleccionado para las antologías El cuarto género narra-tivo: el microrrelato en España (1909-2011), (Cátedra, 2012), y Mar de Pirañas, los nuevos nom-bres del microrrelato español (Menoscuarto, 2012).

Page 15: Cuentos para el andén Nº35
Page 16: Cuentos para el andén Nº35

16

cuentoscomochurros

La sillaUNA vez mi padre nos llevó de vacaciones a la

casa de un amigo suyo. Fuimos toda la familia en

tren. Era una casa de campo con un porche enorme,

columpios para mis hermanos y una cancha de tenis

que no tenía red. No estaban los dueños. Mi padre

nos dijo que si manchábamos o rompíamos alguna

cosa nos mataría. Aunque jugábamos a ser ricos,

cenábamos siempre en la cocina.

Page 17: Cuentos para el andén Nº35

17

cuentoscomochurros

Cuando terminaron las vacaciones y tuvimos que

abandonar aquella casa, yo me llevé una silla del por-

che. No sé por qué lo hice. Supongo que había dema-

siadas alrededor de aquella mesa larga y pensé que no

se iba a notar. Era una silla de hierro forjado con un

almohadón mullido de los que no te duele el culo. Mi

abuela, al verme con la silla debajo del brazo camino de

la estación, dijo: "no somos eso, no somos eso".

De vuelta a nuestra casa en el tren, yo iba sentado

en mi silla a un lado del pasillo, junto a mi abuela. Las

ventanillas iban abiertas, corría el aire en el vagón y me

sentía mejor que en un crucero por el Mediterráneo.

Llevábamos un par de horas de viaje cuando mi padre

se fijó en mí. "¿De dónde ha sacado este idiota esa

silla?", le preguntó a mi madre. Cuando se enteró de

que la había robado de la casa de su amigo, mi padre

no perdió el tiempo en cabrearse conmigo. Me apartó

de un empujón, cogió la silla con las dos manos y la

arrojó por la ventanilla abierta del tren.

Apenas me dio tiempo a asomarme para ver cómo

la silla rebotaba una y otra vez contra los cardos y se

perdía a lo lejos en medio de la nada. No se rompió. Me

quedé un buen rato con la cabeza fuera, dejando que

el aire me secara las lágrimas. Lloraba de rabia. Me daba

vergüenza que mi familia me hubiera visto desear algo

con tanta fuerza. Y que no tuviera remedio.

tw Hoy inauguramos una colaboración mensual con Cuentos como Churros, interesan-te para ambas comunidades: ellos eligen una de las cuatro fotografías seleccionadas deel muro y cocinan con ella un rico churro que publicamos aquí. La fotografía"Esperándote" es de Sonia Morejón, ganadora de nuestro Concurso de Fotografía deeste mes.

Page 18: Cuentos para el andén Nº35

microconcurso

18

Treinta segundos

ME gustó sentir su mano firme y suave mientras cruzá-

bamos la calle entre aquel barullo de coches y gente. Una

ráfaga de viento lanzó un mechón de su pelo a mi cara y

durante un segundo disfruté de su caricia. Era suave y olía

a recién lavado. Le hice una pregunta banal solo para escu-

char la sonrisa de su voz en la respuesta. Entonces anunció

que habíamos llegado, le di las gracias y nos despedimos.

Habría dado cualquier cosa por saber cómo era. No me

perdono no haberme atrevido a pedirle que me dejara

tocar su cara.

Ana Belén de Santiago MoroBerlín. Alemaniahttps://unlibroyuncappuccino.wordpress.com/

Microconcurso es un

certamen internacional

abierto a nuestros lectores.

Con votaciónpopular.

48 horas, 100 palabras.

Page 19: Cuentos para el andén Nº35

19

microconcurso

La virgen

UNA virgen debe ser temerosa de Dios. Ahí tiene a

Chimalma, madre de Quetzalcóatl, o a Semíramis que

vengó el asesinato de Nimrod engendrando sola a

Tammuz, al igual que Isis. Y por supuesto la sufrida María.

Pero vea a esta Mariela, trabajadora de maquila, negán-

dole la entrada al ángel de la segunda anunciación, denun-

ciando a Dios por acoso sexual. Un escándalo televisado,

una vergüenza nacional para nosotras las creyentes.

Ahora el cristo nacerá en quién sabe qué país de paco-

tilla y perderemos la gloria de ser la nueva casa del señor.

Todo por una virgen egoísta, atea y feminista.

Alberto Sánchez ArgüelloManagua. Nicaraguahttp://ofrendando.blogspot.com/

Alguna vez alguien

EL nene vuelve a tomar la leche, esta vez con los ojos

abiertos, cada tanto interrumpe, mira a la madre en plena

cara y sonríe. Lalea. Mira la boca de la madre, serio, fijo, des-

pués, como si se acordara en qué estaba, sonríe y vuelve a

buscar el pezón y a mamar y a mirarla y ella vuelve a sentir,

tal cual, como le dijo alguna vez alguien, no se acuerda

quién, hace mucho, que nunca, nunca en una vida, ni en

diez vidas, nunca, ningún hombre, jamás, va a mirarla con

esos ojos.

Flavia PantanelliBuenos Aires. Argentina

Page 20: Cuentos para el andén Nº35

Felipe

Tu espíritu… es el

secreto mudo más

compartido.

SandraNo existe nada

viejo. Solo son fres-curas acumuladas.

Nuria PSi buscas el cargador delmóvil, aquella cuerda deguitarra o mi pasado, miraen el baúl de la entrada.

Juan Carlos Garrido

Sueños en formol

Disecciones del tiempo

Amor de viejo.

Pilar

He borrado todas mis

huellas. Nadie notará

mi ausencia.

Mauricio Rodríguez

Medrano

Tengo el espíritu de

aventuras y sed de pasión.

Fui a comprar pan de

centeno a Troya.

Firma: Ulises

Hugo PassasSale la huella del

destino disparada de tu sonrisa.

BBaaúúll

VViieejjoo

Huella

M. Caballero

En el fondo de un baúl

secreto he puesto un

espejo. Si alguna vez me

pierdo, me alegrará

encontrarme.

https://hugopassas.wordpress.com/

http://www.wattpad.com/user/ManoloCaballerohttps://nurananu.wordpress.com/

http://tenemostato.blogspot.com.es/http://desiertosyjardines.blogspot.com.es/

Espíritu

20

lapuertadelanevera

Déjale una nota al mundo en La puerta de la nevera: www.grupoanden.com

Page 21: Cuentos para el andén Nº35

DINERO

1. Diablo de papel. Sandra

http://d

esiertosyjardines.blogspot.com.es/

2. Dios al q

ue los a

salariados o

frecen un te

rcio

de su vida. Juan Carlos G

arrido

http://n

ovelasombraschinescas.blogspot.com.es/

PARAÍSO

1. Envase donde la Deidad Máxim

a guarda almas e

n

excelente estado. M

arco Garcia

2. (Del gr. πα

ρα- 'junto a', y ισο

- 'igual')

1. m. Lugar e

n el que lo

s consumidores n

ecios creen dis-

frutar o

encontrar e

l bienesta

r y la

placidez, rodeados d

e

iguales. Javier Ximens. h

ttp://d

esiertosyjardines.blogspot.com.es/

HISTORIA

1. Pavesas de un su

ceso. Luis San José.

http://w

ww.cariciasycarencias.com/

2. Mecanism

o gracias al cual la

memoria

(siempre al

gusto del u

suario) se

lecciona y moldea lo

s hechos q

ue

constituyen el yo. M

aría G.de Enterría

TELEVISIÓN

1. Ventana que abrimos a

l universo

de otro. Fabata

2. Aparato de diversas fo

rmas q

ue aporta una

visión te

ledirigida con la fin

alidad de amoldar e

l

intelecto. Adela Inés

Una nueva civilización está empezando de cero en

Saturno, aún no tienen claros algunos conceptos, ¿les

echas una mano con el diccionario?

Participa en www.grupoanden.com

2

3

1

4

21

diccionariodesaturno

Page 22: Cuentos para el andén Nº35

22

poemaacienmanos

Sé que eres tú, celebro que has venido

como río de sangre y leche mana

que me curaba de tu piel lejana,

para estar en tu corazón perdido.

Esta mentida paz de porcelana,

estamos juntos, solos, sin testigos,

temblando de calor estremecido,

tan ciega herida que no ve quién gana.

Así fue, la verdad y la mentira

por la mañana triste si nos vemos.

Regresarán al campo las ortigas

maquillando de colores blasfemos

espero no encontrarte en esta vida,

¿cuántas negras mentiras más diremos?

En Poema a cien manos los lectores nos envían versos sueltos y

después componen sonetos con ellos. El resultado es un poema

como éste, con un director de orquesta y diez músicos.

Participa en www.grupoanden.com

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(8)

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(14)

tw Autor: Marco García

(1) Carolina (2) Gabriel Merino (3) Albureano (4) Fernando Bruno Quiroz http://micer9.webnode.es/(5) Verso guía (6) Graciela B (7) Albureano (8) Ilse Susana (9) Pablo (10) José Luis(11) Marco García (12) Gabriel Merino (13) Graciela B (14) Graciela B

Page 23: Cuentos para el andén Nº35

Sin vuelta atrásSemana 19 de concurso: 16 de febrero de 2015Ganador: Juan Antonio Vázquez Alcayada

Se dirige a la jaula de los leones para demostrarle cuánto se equivoca. Le seña-

la dentro, no están; y el pequeño empieza a convencerse: el circo se acaba. Papá

lo ha vendido y ahora tendrá un trabajo serio, se levantará pronto y vestirá traje;

se acabaron los entrenamientos, los saltos, el trapecio, los payasos y los viajes. Con

la carpa se irá también su sonrisa, aunque él aún no lo sabe. Dará la bienvenida a

la hipoteca, al hablar de política y a la televisión por cable. Cuando le encuentren

en el patio de luces dirán que se suicidó. Que estaba deprimido. A nadie se le

ocurrirá que solo quiso volar, como antes.

DestierroSemana 20 de concurso: 2 de marzo de 2015Ganador: Juan Antonio Vázquez Alcayada

A nadie se le ocurrirá que solo quiso volar, como antes, y que por eso le

sugería ideas extravagantes como lo de cruzar la plaza con una cacerola en la

cabeza y una palangana en la mano para arremeter contra mil y un soldados

imaginarios; o como lo de esconderse entre tebeos y usar el aburrido diario

como cazamariposas con el que apresar recuerdos y buscar hadas de colores

con ojos de gato. A nadie, y menos a él: el hombre gris que delante del espejo,

al apretar el nudo de la corbata, estrangulaba sin saberlo al niño que un día fue

y que seguía atrapado allí dentro.

El incomprendidoSemana 21 de concurso: 9 de marzo de 2015Ganador: Raúl Clavero Blázquez

Seguía atrapado allí dentro, aunque lo había intentado en varias ocasiones,

una fuerza superior le impedía salir de caza con sus hermanos. Su madre procu-

raba alentarlo en la extravagante tarea en la que se había embarcado, pero en el

fondo no podía evitar sentirse preocupada. Ella tampoco lograba comprender

por qué su hijo pequeño se pasaba las tardes encerrado en la cueva, pintando

aquellos extraños bisontes.

marzo

febr

ero

23

brevemente

tw Relatos finalistas de febrero y marzo de 2015 del concurso Relatos en Cadena, organi-zado por la Cadena SER y Escuela de Escritores. Puedes leer todos los seleccionados enwww.escueladeescritores.com o www.cadenaser.com.

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dindondin

Primer Premio de Dramaturgia Joven Vicente Leñero 2015

Entrega hasta el 30 de junioSecretaría de Cultura del Gobierno del D.F. México

http://www.cultura.df.gob.mx

¿Cómo te lo cuento? Hasta el 25 de abrilInfantil. Teatro Alfil. Madrid. España

http://teatroalfil.es/espectaculos/como-te-lo-cuento/

Paseo de la historietaEvento gratuito durante todo el año Capital Federal. Buenos Aires

https://paseodelahistorieta.buenosaires.gob.ar/

Exposición: Libros en las maletas. Universitarios en el extranjero (1945-1979)Hasta el 26 de abrilEntrada gratuita. Universidad de Valencia.

Valencia. España

http://www.guiadelocio.com

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decamino

www.perrosyletras.com

¿Sabías que un perro puede ser el

mejor "profe" de lectura que un niño

pueda imaginar? El Programa READ de

Lectura con Perros mejora las habilida-

des lectoras de los niños mediante la

intervención de perros especialmen-

te adiestrados para leer con ellos.

Los perros son los acompañantes

ideales de lectura porque escuchan

atentamente, ayudan a relajarse, no

juzgan, no se burlan, intimidan menos

que los compañeros de clase. La lectura

se transforma en un juego, no en una

obligación.

Todos pueden participar en el Programa

READ: los niños que necesiten mejorar

su hábito lector, pero también los gran-

des lectores que quieran disfrutar de

una experiencia mágica en la mejor

compañía (un perro y un libro).

tw Sí, pero ¿dónde leemos? Los Perros READ de Perros y Letras trabajan en colegios, bibliotecas, librerías...Si eres un "peque", puedes leer con ellos el viernes 13 de marzo en la Biblioteca de Galapagar. Y si no erestan pequeño y quieres conocernos, presentaremos READ próximamente en la Universidad Complutense.

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entrecocheyandén

A la plaza llega un camión lleno de jaulas. Del camión

bajan diez operarios. Todos llevan un mono blanco lucien-

do en la pechera el logotipo. Parecen decididos, seguros de

sí mismos. Organizados por parejas, se distribuyen por las

calles aledañas. Las personas mayores que toman el sol

sentadas en un banco son las primeras en verlos. No mane-

jan bien sus móviles, no pueden avisar. No saben lo que

pasa. La situación no les permite seguir disfrutando de la

mañana. Dos ancianos se mueven finalmente para ir al bar

más cercano. Cuentan al dueño lo que han visto. Pronto la

noticia circula por todo el pueblo. Las señoras mayores van

de un portal a otro y repiten de casa en casa lo que han

oído. Los teléfonos hacen el resto. Algunos se topan con

una pareja vestida de blanco pero no se atreven a pregun-

tar. Nadie les ha visto antes por el pueblo y no parece que

tengan ganas de querer responder. Poco a poco, la plaza se

va llenando de gente. Al principio, unos pocos. Luego,

algunos más. Todos se miran asombrados, sin saber a qué

atenerse. Alguien llega y genera un corrillo en torno a sí. Ha

visto a una pareja de blanco entrar en la casa de su vecino.

Jacinto no está. Salen y continúan calle arriba. El tiempo

pasa. El pueblo cada vez más revuelto. Las preguntas sin

respuesta siguen circulando en la plaza. El conductor del

camión, también con mono blanco, no se inmuta. Sentado,

en su puesto. Alguien pide que llamen a las autoridades

municipales. Nadie sabe dónde están. Ninguno entre la

gente. Nunca aparecen cuando se les necesita. Pasan unos

A la plaza llega un camiónlleno de jaulasLuis Ángel Guerras Alumno de Fuentetaja Talleres de Escritura Creativa

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entrecocheyandén

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minutos, parecen horas. Una pareja con mono blanco apa-

rece por una bocacalle. Traen a Jacinto, lo meten en una de

las jaulas. Los murmullos crecen, se convierten en voces.

Otra bocacalle, otra pareja. Ahora es Francisco quien va a

una jaula vacía. Las preguntas siguen circulando, las res-

puestas siguen sin aparecer. Anselmo, Rodolfo, Ignacio.

Completan las jaulas. Los hombres de blanco suben al

camión. El conductor arranca y sale de la plaza casi como

había llegado. Ya no hay autoridades municipales. Alguien

comenta que ha podido ver el logo en la pechera de uno

de los hombres. Le resulta familiar. El hallazgo circula rápi-

damente. Muchos quieren saber. Algunos prefieren que no,

sospechan. Poco a poco las voces se vuelven murmullos,

los murmullos bajan de intensidad. Por fin, el silencio se

hace de nuevo dueño de la plaza. La gente vuelve a sus

casas.

tw Luis Ángel Guerras Martín es profesor de universidad. Siempre le gustó escribir. Tiene publicados varios libros de texto de temas aburridos aunque algunos dicen queson interesantes. Sólo recientemente ha empezado a escribir cuentos y relatos breves enlos talleres de Fuentetaja. Le gustaría tener más tiempo para disfrutar escribiendo.

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metroligero - holakokoro

tw Kokoro es un personaje singular, que se cuela en CpA, para contarte historias en pocas palabras.

© Jasten Fröjen

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