cuestionamiento al sr. dussel

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1 Como marxista-leninista, frente al ataque a la doctrina y a la práctica, es obligación salir por los fueros de su defensa. Por tanto, quién crea hallarse ubicado en esa posición, no debe pasar por alto el mensaje inscripto en las presentes líneas. CUESTIONAMIENTO AL Sr. DUSSEL. SOBRE ALGUNAS TESIS FILOSÓFICO-POLITICAS DEL Sr. DUSSEL (borrador-avance). Justo Castillo Freire. En la historia la población ha puesto su percepción sobre los comportamientos humanos reiterativos (los que constituyen la base formadora de patrones y que tornan predecible una actuación), según la modalidad expositiva de refrán. Uno de ellos es: “Del árbol caído, todos hacen leña”. Esta forma de apreciar ese tipo de hechos, en la dimensión esencial capta la realización de su ley. Puesta la narración en el plano de los procesos histórico-sociales, la misma entrevé la conducta del capital, de sectores socialdemócratas y de los de la izquierda, frente a sucesos como los de 1917-1953, 1956-1989 (primera [enfrentamiento entre socialismo y capitalismo] y segunda [pugna por el dominio del mundo entre capitalismo clásico e imperialismo social soviético] guerras frías, respectivamente) y 1993, que acaecieron en la ex URSS y su Campo. En dichos ambientes, el denominador común de aquella “derivación” en torno de la experiencia, no es otro, que el solaz. Unos (el frente intelectual burgués global), han tergiversado el carácter de los acontecimientos y han reaccionado de manera ideológicamente compulsiva y artera, a efecto de desprestigiar al socialismo; en suma, lo han hecho de ese modo, con el objeto de poner un nuevo velo sobre el rostro de la población (uso de la ideología en su acepción: falsa conciencia): que ésta palpe al capitalismo en cuanto orden bueno, mientras que su tacto también le diga, que el sistema alternativo, es negativo (There is not alternative). Socialdemócratas y socialistas por su parte han elegido similar forma de proceder (han unilateralizado y absolutizado su percepción particular), de acuerdo al criterio de que el proceso de Europa del Este fue un hecho no debido, connotado también como fallido; sentencia realizada con la intención de guardar distancias, deslindar responsabilidades con el “fracaso”, para verse exentos de contaminación con él, a efecto de poder reivindicar y mantener viva su utopía “socialista”. Las lumbreras del pensamiento marxista y sus colaterales a escala mundial: principalmente los economistas de izquierda, que por fuerza (por Lenin) deben ser políticos, han producido ideas al respecto, y han sido voceros de esa tendencia. Uno de ellos, además: filósofo, pero que no ha recibido el favor mediático que merece, sobre todo en dominios geográficos de Occidente, es el Sr. Enrique Dussel; quién, con “argumentos” (y la comillas en este caso simplemente aluden al tipo específico de visión, pues, no se tiene la intención de

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Como marxista-leninista, frente al ataque a la doctrina y a la práctica, es obligación salir por los fueros de su defensa. Por tanto, quién crea hallarse ubicado en esa posición, no debe pasar por alto el mensaje inscripto en las presentes líneas.

CUESTIONAMIENTO AL Sr. DUSSEL. SOBRE ALGUNAS TESIS FILOSÓFICO-POLITICAS DEL Sr. DUSSEL (borrador-avance). Justo Castillo Freire.

En la historia la población ha puesto su percepción sobre los comportamientos

humanos reiterativos (los que constituyen la base formadora de patrones y que tornan predecible una actuación), según la modalidad expositiva de refrán. Uno de ellos es: “Del árbol caído, todos hacen leña”. Esta forma de apreciar ese tipo de hechos, en la dimensión esencial capta la realización de su ley. Puesta la narración en el plano de los procesos histórico-sociales, la misma entrevé la conducta del capital, de sectores socialdemócratas y de los de la izquierda, frente a sucesos como los de 1917-1953, 1956-1989 (primera [enfrentamiento entre socialismo y capitalismo] y segunda [pugna por el dominio del mundo entre capitalismo clásico e imperialismo social soviético] guerras frías, respectivamente) y 1993, que acaecieron en la ex URSS y su Campo. En dichos ambientes, el denominador común de aquella “derivación” en torno de la experiencia, no es otro, que el solaz.

Unos (el frente intelectual burgués global), han tergiversado el carácter de los acontecimientos y han reaccionado de manera ideológicamente compulsiva y artera, a efecto de desprestigiar al socialismo; en suma, lo han hecho de ese modo, con el objeto de poner un nuevo velo sobre el rostro de la población (uso de la ideología en su acepción: falsa conciencia): que ésta palpe al capitalismo en cuanto orden bueno, mientras que su tacto también le diga, que el sistema alternativo, es negativo (There is not alternative). Socialdemócratas y socialistas por su parte han elegido similar forma de proceder (han unilateralizado y absolutizado su percepción particular), de acuerdo al criterio de que el proceso de Europa del Este fue un hecho no debido, connotado también como fallido; sentencia realizada con la intención de guardar distancias, deslindar responsabilidades con el “fracaso”, para verse exentos de contaminación con él, a efecto de poder reivindicar y mantener viva su utopía “socialista”.

Las lumbreras del pensamiento marxista y sus colaterales a escala mundial: principalmente los economistas de izquierda, que por fuerza (por Lenin) deben ser políticos, han producido ideas al respecto, y han sido voceros de esa tendencia. Uno de ellos, además: filósofo, pero que no ha recibido el favor mediático que merece, sobre todo en dominios geográficos de Occidente, es el Sr. Enrique Dussel; quién, con “argumentos” (y la comillas en este caso simplemente aluden al tipo específico de visión, pues, no se tiene la intención de

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poner en duda la valía perceptual inherente), versación y avezación, intensamente se ha referido en forma peyorativa sobre el marxismo-leninismo y sus ejecutorias (cree que el marxismo-leninismo está superado, muerto [“sueños de perro”]). No obstante, tal capacidad de agudeza y sapiencia, enfilada como crítica al “imaginario” europeo viene bien, pues, la recusación al eurocentrismo per se, reduce las ínfulas sectarias, chovinistas, racistas, inmaduras, de dicho sector.

Por ejemplo, el Sr. Dussel dice: el primer principio (de la economía), es la afirmación de la vida (postulado: la vida perpetua -sic). La pregunta surge inmediatamente: “afirmación de la vida”, ¿para qué? La respuesta se convierte en el verdadero primer principio: para que el ser humano se halle vivo y pueda cumplir su tarea, o sea, para que se produzca la idea (mientras que en la naturaleza los animales tienen la función de mantener vigente la vida mediante la participación en la formación de ciclos de equilibrio, el ser humano viene puesto para aprovechar el ecosistema, para cumplir una nueva y única misión: plantear el concepto [el ecocidio, en este caso, queda sin piso]). En realidad, el ser humano forma parte de la naturaleza y –para usar la terminología dusseliana- es exterior a ella; el resto de seres se hallan subsumidos en los ciclos naturales, el ser humano renuncia a esa “alienación”, se exterioriza para crear un nuevo elemento que no está en la materia: su representación; y, al subjetivisar la objetualidad, la persona se totaliza, subsume a su exterioridad: la realidad.

Al respecto, Marx parece que no dice, de modo directo, que la razón de ser del ser humano sea dotar de conciencia a la materia (en atención a lo que habría que preguntarle al propio Sr. Dussel, quién dice haber leído –traducido y comentado- los últimos escritos inéditos de Marx en original alemán, si el Marx “viejo” hace una aseveración expresa en esa dirección), pues, en el documento, que suele citar la persona que escribe: Los grundrisse, Marx afirma, que una vez fuera del trabajo, el ser humano se dedica a aprovechar de la proveeduría de la mecánica (de las operaciones de automatización, de la robótica), y a conocer y a dominar a la naturaleza (por tanto, la dignidad humana radica por entero en la praxis, en el arribo a la meta, en el cumplimiento de la misión: la producción del saber total). Dicho sea de modo incidental, se tiene la impresión, que sólo Kant (teleología), Marx (con el paso del trabajo al autómata, el ser humano se dedica a conocer y a dominar a la naturaleza) y el Sr. Dr. Alfredo Castillo B. (el ser humano incorpora en su gran Universo espiritual, a la naturaleza entera), formulan ese tipo de prognosis.

En el discurso de Marx la “visión de futuro” filosófico-científica es perfecta; en exposición diacrónica, el orden total de la vida humana: el pasado (Las formen), el presente (El capital) y el futuro (Los grundrisse); en su disposición: la formación de la comunidad humana sin clases, “equivalencial”, como ahora se está dando en llamar a esa “etapa común” del género por parte del sector del que el Sr. Dussel es cabeza, las subsecuentes clasistas precapitalistas: la esclavitud y las formas servil/señoriales, luego la burguesa y finalmente las postclasistas: el socialismo y el comunismo (etapa superior de aquella ésta y estructura humana completa); época última ésta, en la que se superan los conflictos ligados a la sobrevivencia, en que impera la racionalidad, florece y reboza el saber (afirmación del objetivo de la vida: producir el alter ego material, esto es, la dimensión simbólica).

Sobre el “postulado” (develar todas las leyes de estructuración y funcionamiento del Universo), el Sr. Dussel, en sus alocuciones deja entrever (como lo hacen Hegel, San Agustín [La Biblia: la mitología cristiana en general], Godel, Lanz, Báez,…]), que también para él, el “absoluto” no está al alcance de la mano de la mente, que es imposible. Pero el cerebro humano es un órgano productor de órganos; por tanto, que rebasará los límites cognitivos naturales; se formará en cuanto tamaño del Universo (interfaz cerebros humanos, luego en conexión orgánica con un centro de inteligencia artificial). Al subsumirse el trabajo en el capital, aparentemente el trabajo se ha cosificado: “ha perdido su dignidad”; en verdad, la persona-trabajador cosificado es el medio (junto con el capitalista, en cuanto dualidad contradictoria o totalidad, que reifica material y subjetivamente) en la realización de la necesidad histórica: el progreso; progreso, que no es un “mito”; es la elevación de la humanidad in abstracto, en último término: de formación de la conciencia (de cumplimiento del objetivo superior y único de todo lo dado).

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“La justificación del acto humano es el consenso, no la ley”, en otro momento el referido señor afirma. Pero, “… en democracia no todas las decisiones se pueden tomar por consenso, apelándose a las mayorías, pues, existen derechos que son intrínsecos, necesarios; por ejemplo: si se somete a consulta la pregunta sobre la paz en Colombia, si el pueblo, inducido por la mediática de los poderes exógeno y endógeno, se pronuncia en contra del acuerdo de paz entre el Estado colombiano y la FARC-EP, habría que recurrir a otro mecanismo para conseguirlo”. En subconjuntos humanos de formación intelectual estratificada, posicionados ideológicamente en el frente adverso a sus intereses (efecto de la asimetría material y la alienación), la “cumbre estratégica” es la que domina; y, en el caso de la política de la “línea de masas”, el proceso de gestión se torna empírico.

El pensamiento del Sr. Dussel tiene la pretensión de pasar a cumplir una nueva “función de faro”, para los años que vienen y para el grupo de países que han sido colonizados y que deben liberarse para dejar atrás la situación de tales, sobre todo de América Latina. Entrar a formular una crítica de todo su pensamiento, es posible sólo si se hiciera todo el camino recorrido por él, paralelamente a la revisión/aprehensión de otros planteos, pero sobre todo ir más allá de ellos, de modo de hallarse armado para ensayar una crítica profunda. En este caso, solo se topan aquellos aspectos, a juicio personal, considerados medulares, es decir, de interés, en la medida en que los mismos de antemano refieren de modo recusatorio en fundamento de la doctrina que se profesa. Así como no es probo demeritar el trabajo del Sr. Dussel, puesto que sería falta de respeto y seriedad, tampoco se puede con ligereza desestimar lo hecho por Lenin y Stalin.

El Sr. Dussel, para posicionar su paradigma (como lo han intentado hacer Gramsci o Habermas), caricaturiza irresponsablemente al marxismo-leninismo y a su histórica praxis. Presenta a la “burocracia” en cuanto fenómeno de pura discrecionalidad, en su condición de hecho carente den conexión con la acción de la conciencia inserta en la necesidad histórica. De lo cual se desprende que tres posturas se pueden entrever en la actitud de la crítica in abstracto: recusar a partir de la incomprensión, cuestionar con pie en un enfoque diferente; o hacerlo a través del ensayo de una maniobra de ridiculización de lo cuestionado. El Sr. Dussel lo hace parapetado en su específica visión y en acto de simplificación intencional del marxismo-leninismo; por esa vía desautoriza a todos y a todo (por ejemplo: sobre el socialismo dice que su finalidad fue el “aumento de la tasa de producción”, es decir, fetichiza: unilateraliza un aspecto medial abstracto del proceso, y deja de lado la reacción restauracionista interna, la necesidad de atender las demandas básicas urgentes de reproducción de un pueblo atrasado, la agresión imperialista, etc.). Cree que el socialismo se derrumbó (“implosionó”), porque la voluntad falló (también el Sr. Dieterich despotrica contra la ex URSS, Stalin, Cuba, la Venezuela de Chávez-Maduro, siempre a partir del lirismo [en tiempos de Chávez mismo predijo la caída de Venezuela]; el pueblo dice: “calladito se ve mejor”).

En efecto, se asume que Lenin y Stalin fueron personas faltas de juicio, que tomaron el poder en la Rusia zarista, crearon la burocracia y lo utilizaron en su propio beneficio, mediante la explotación estatista del pueblo; que no se ciñeron a las enseñanzas de Marx, para la organización de la “sociedad” socialista. Empero, Lenin fue un marxista portador de un poderoso cerebro teórico, estratégico-táctico y práctico (administrativo), que desarrolló y aplicó la teoría marxista a las condiciones de una realidad concreta; su propósito fue eliminar el capitalismo e instaurar el socialismo, y lo logró junto con el gran pueblo soviético. Stalin desarrolló las fuerzas productivas, avanzó en la instauración del sistema socialista según dictados de la necesidad histórica (de la regularidad: la “ley del valor socialista”). Luego de la muerte de Stalin accedió al organismo de coordinación soviético (dictadura estalinista, según el capital y el antisovietismo) una camarilla traidora revisionista en 1956 (enfrentamiento de voluntades), la cual lo transformó en Estado a la manera de Occidente, instaurándose la fase socialimperialista (la segunda “Guerra fría”), modelo que se agotará en 1989, y el que se toma como base para negar el proceso de conjunto.

Es que la burocracia, alega el Sr. Dussel: “… no fue elegida por nadie, sino por ella misma…”; manejó el excedente sin haberlo producido en su provecho, al interior de un

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modelo productivista de dominación, fruto del siglo XX y de la modernidad, concluye. Aunque dice que el “socialismo real” no se trató de “capitalismo de Estado”, el Sr. –que es historiador, economista y filósofo a la vez- no consiente el hecho, de que la “burocracia” constituye una circunstancia histórica sui generis, un proceso dual: emergió de la historia y se integró en su curso, pues, tautología: nada hay al margen de ella. La “burocracia leninista” (luego “estalinista” -sic), fue un intento de librarse de los “rigores del destino”: por primera vez de no “ser elegido”, de presentarse como personalidad madura, que tiene confianza en sí misma, que decide por mano propia, o sea: superar esa figura fetichizada de la “democracia”, para imponer argumentos (el plan quinquenal, el Gosplan), o sea, “postulados”: el ideal comunista, no como simple disquisición, sino como práctica real. Y, al interior de esta última, aparecen imperfecciones, sesgos (incluso sin serlo) de lidiar con las circunstancias (¿justificación del estalinismo?; o, ¿exposición de las determinaciones?). Rosa Luxemburgo, persona valorada por el Sr. Dussel (precapitalismo subconsumista), encontró razones: “no es la legitimidad la que lleva a la estrategia, sino ésta la que conduce a aquella”.

Sobre Marx, el Sr. Dussel simula reconocer y relievar su valía, pero finalmente termina empequeñeciéndolo (Marx también es moderno, afirma); dice (según su “critica ´marxista´ del marxismo-leninismo”), de modo dañino, que el marxismo-leninismo redujo todo el proceso complejo de reproducción de la vida a la economía (“quería sacar todo de la manga de la economía”, asevera), que incluso de la belleza (“estética realista”, se mofa) se la puso como fuente a la clase obrera, obrero que estaba feo con sus músculos y su sudor (aunque para la fecha la otrora gran Unión de Repúblicas Socialistas soviéticas ya se había convertido en socialimperialista, al Sr. Dussel habría que mandarle a mirar ese “baile” de tan bellas mujeres: ninfas divinas, cubiertas, perfectamente ataviadas en el teatro Bolshoi de Moscú: valet Berezca, Enzamble Beriozca). El Sr. no tiene en cuenta el modo de trabajo y las categorías del marxismo-leninismo: la producción y reproducción de un orden (estructura y garantía), por ejemplo, que bien lo desarrolla Althusser (y no es que la persona que escribe sea necesariamente althusseriano, puesto que también el Sr. Athusser actuó de forma zalamera: se vio envuelto en la crítica a Engels y acogió el psiquismo, el psicoanálisis, y lo entremezcló con el marxismo; terminó como revisionista).

El “socialismo real” fue “una ideología productivista de dominación”, de la modernidad, asevera el Sr. Dussel, y lo coteja con el capitalismo (el socialismo, visto a partir de un prisma diferente, en cambio, aparece como la vía alternativa de desarrollo de las fuerzas productivas, para cuyo efecto se hizo un “préstamo cultural” –sic-: la empresa capitalista [la organización y el sistema de gestión más óptimos hasta entonces creados], con miras a implantar la igualdad; proceso en el que, no es que iban a ser suprimidos el Estado, el mercado, el dinero -creencia que pone en labios de quienes impugna el Sr. Dussel-, sino que estos hechos históricos se suponía [supone] espontánea y lentamente devendrían [en realidad, “cuando seamos perfectos, las instituciones no serán necesarias”]). Este “límite” lo asocia a la pobre formulación cognitiva, que según el Sr. Dussel adolecería el marxismo-leninismo (de Lenin dice, que apenas leyó la Lógica de Hegel [pero al que golpea inmisericordemente es a E. Mandel]).

En el socialismo de Lenin-Stalin (no en la denominación zalamera de “socialismo real”; expresión que aquí, en todo caso, se reserva para etiquetar al período 1956-1989, esto es al proceso precedido inicialmente por Jruschov y concluido por Gorbachov; strictu sensu: el socialimperialismo soviético), el trabajo se subsume a sí mismo; “vale decir”: el trabajo ha dejado de ser “exterioridad”, se ha convertido en “totalidad”, en cuyo interior el trabajo subsume al trabajo; por tanto, no es el capital (la burocracia o la nueva clase explotadora, como suele decir sobre todo el trotskismo) el que subsume al trabajo. El trabajo, que es la mediación entre el satisfactor y el consumo (o entre necesidad y recurso/producto), esta vez, no sólo que es la base de la formación del propio ser humano (frente a la posición de Habermas, que considera a la comunicación como la mediación en el proceso de hominización, A. Leontiev alza la voz y le dice, que primero es el trabajo, luego las relaciones comunicativas), sino que antes de retirarse su aureola de esencialidad, pone una contribución

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más: fija el rumbo del devenir humano, resuelve la rencilla con el modo de producción burgués y absolutiza el único valor, sin necesidad ética: el conocimiento.

El Sr. Dussel, para acicalarse más, toma como novedad el concepto de “categoría”; no obstante en el mundo se ha trabajado con ese útil teórico ampliamente y con mayor sencillez, claridad y efectividad operativa (sostener lo contrario equivaldría a suponer, que tanto cerebro habría estado varado; por ejemplo, la persona que escribe, en varios libros de autores marxistas ha leído la idea de Marx, de que se proponía criticar todo el sistema de categorías económicas burguesas, tarea que el Sr. Dussel lo presenta como descubrimiento suyo). Respecto de Stalin, lo común es la reacción adversa irracional multitudinaria de la equívoca percepción presente (del capital: por su mezquino interés; y, de la población, efecto dañino de inducción mediática modelante de la subjetividad de parte de la intelligentzia pro burguesa), y el Sr. Dussel extraviarte una impresión de similar catadura. Si es verdad, que el nacismo consideraba a la aria como raza la superior y única que debía poblar la Tierra, por lo cual se proponía depurar el Planeta, Stalin hizo más por el resto de pueblos que el Sr. Dussel, al derrotar con las armas (no con discusiones filosóficas pedantes [un pigmeo censura a un gigante]) a la corporación de capitalistas imperialistas, que estuvo tras Hitler.

En el capitalismo, dice el Sr. Dussel con sorna, “se trabaja de luz eléctrica a luz eléctrica”; ni bien sale el sol, ya se está en la tarea del trabajo, y cuando éste se ha ocultado, el trabajo continúa. En las comunidades andinas (y en otros estadios geoespaciales similares) se trabaja lo necesario para subsistir en armonía con la naturaleza, el resto de “tiempo” (de vida”) se ocupa en tareas lúdicas, distractivas. Esas loas al hedonismo primitivo no moderno, no son pertinentes, si las mismas se ponen en perspectiva de la gran tarea humana a realizar, que da sentido superior y objetivo a su vida: representar la realidad. Si se mira sin mucha locuacidad histórica la parte óntica de la existencia, se advierte que la historia se expresa en tanto desarrollo material y espiritual humano; ese hecho plenamente natural, tiene su costo: el sistema preparado por todo el orden pasado para producir la “base material del mundo nuevo”: el capitalismo, toma como recurso a la naturaleza y a las 9/10 partes de los miembros de la humanidad; acumulación privada, que se produce en desequilibrio, en confrontación, lejos de la visión utópica de la paz; que la armonía, la equivalencialidad y la moral no se dan en cualquier momento, sino al legar a determinado grado de desarrollo las fuerzas productivas (y esa determinación, Marx lo empezó a ver en la etapa madura de su vida).

El Sr. Dussel sostiene: “Pensar es uno de los actos humanos. Y, no he nacido para pensar: pienso para vivir”. No obstante, Descartes tiene razón: “pienso y luego existo”, no la idea que sostiene: “como” o “danzo” (pensamiento hedonista africano), luego vivo (en verdad, antropología racionalista: ser humano –neocórtex en movimiento-: “conciencia sensible”, con fin propio; este ser, finalmente pasa a ser un ser exclusivamente cognoscente: de la sensibilidad a la racionalidad –espiritualidad objetiva). En realidad, “vivimos para argumentar”, no al revés (por tanto, en este punto tendrían razón los Sres. Apel y Habermas). La ciencia no es un acto fofo; la técnica, no es algo simplemente utilitarista burgués; la ciencia es la conversión de la realidad en idea, mientras que la técnica es la mostración objetiva, del máximo poder de la realidad: la inteligencia humana. Una de las funciones del neocórtex (dada por la conciencia, es decir, por la necesidad y su confrontación con el entorno): captar la mayor cantidad de información que está en la nube, para seleccionarla y utilizarla con provecho, entra a desplegar todas las potencias (la vida ha dado otro salto: se ha virtualizado).

Precisamente por eso, con la ciencia (instancia formadora de la conciencia) y la técnica, todo se vuelve renovable (mientras el Sr. Dussel avanza su Filosofía latinoamericana o del Sur, los gringos trabajan en la producción de la “gasolina del aire”: método que vuelve renovable el combustible fósil; el CO2 del aire se recicla, a la vez que se limpia el cielo: se elimina el calentamiento global [los Sres. ecólatras deben buscarse otro empleo]) y el Universo se convierte en recurso (a la entropía se opone el carácter cíclico de funcionamiento de la materia). En realidad, en la naturaleza no se produce gasto (de “energía”, de “tiempo”, de recursos) de nada, sino tan sólo transformación material. Si se asume la premisa filosófica, de que en el Universo existe una cantidad fija de materia (el porqué de esta situación, es una

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de las últimas inquisiciones cosmofilosóficas a resolver [la otra es: ¿Por qué la esencia de la materia es sólo existir?]), lo relevante es el movimiento interno de ésta: su modo de ser, esto es, los procesos múltiples de transformación reiterados (reciclación de procesos), que vuelven infinita a la materia finita en su cantidad; si la conciencia y la técnica pasan a dominar estos procesos, los recursos se vuelven infinitos, absolutamente renovables (de modo ideológico, fetichístico, aviesamente tecnocrático: la fricción antrópica se abstrae).

Fuera de la ocupación en las tareas de reproducción material, la ciencia es uno de los dos entretenimientos fundamentales que tiene el ser humano (el otro es el político, también de carácter racional, hasta cuando el desarrollo material no haya elevado la subjetividad colectiva a un grado tal, que de consuno instauren la comunidad de igualdad y armonía). Aquí entran en colisión los dos conceptos sobre la existencia humana (debería decirse: entre la filosofía euro-yanquicentrista y la filosofía latinoamericana, del Sur u Oriental). Sin desmerecer la sabiduría filosófica de los “pueblos originarios”, su constructo no es el germen de la forma intelectual futura, como sí lo es la moderna, positivista y tecnocrática de Europa, EU, Japón, Corea el Sur, las propias Rusia, China e India (claro, si se deja de lado la Filosofía marxista, la que está por ahí, por Constantinov). En el trayecto, los pueblos originarios y similares en el Planeta, sólo acompañan el proceso, se han vuelto simple “banco germoplásmico”; a este sector es difícil entretenerlos, mientras empujan la rueda de la historia (de esta tarea se ocupa el capital: teatro, inducciones ideológicas, quimeras suntuarias, etc.).

Ahora bien, ¿qué tiene que ver el programa televisivo: “Rumbo al 2111” con el hedonismo arcaico de los “Pueblos originarios” y la zalamería de algunos citadinos occidentales ecologistas y de izquierda? (frente a las faenas, a la tecnología y a las transformaciones antropomórficas, requeridas para conquistar el Cosmos). Por un lado está “Rumbo al 2111” (para esa fecha, la humanidad ya está en el comunismo), por otro “Auroville” (incluso ahora, que la humanidad se acerca al futuro no es viable ese modelo); el bemol de estos dos hechos, es que el primero proyecta el desarrollo técnico un siglo a futuro, pero mantiene las mismas relaciones sociales (gente que trabaja, con propiedad, que compra y vende, que realiza pagos, en la que hay delincuentes, por tanto, policías, etc., que se desenvuelve en altas condiciones tecnológicas: sociedad red, en casas inteligentes, virtual, interconectada, articulada a la nube, con apoyo nanotecnológico, etc.); mientras que el segundo (Auroville) piensa que su ensayo “comunista” puede resultar efectivo, generalizable, al margen del desarrollo de la técnica (en verdad, como las ideas de los “pueblos originarios”, este experimento puede ponerse a contravía del movimiento histórico, el cual es progresivo, prometeico).

El Sr. Dussel impugna la relocalización de las personas en las ciudades. Dice que la humanidad (y resalta éste, como el único cambio –en realidad: formal- vistoso –negativo- en la humanidad, en el presente) se está volviendo homo urbano (parásito urbano). China construye multifamiliares por ahora, ciudades fantasmas, para aglomerar en ellas a la población rural. ¡Correcto! Si el campo tiende a envejecer, debido a la migración de la juventud hacia las ciudades, dicho fenómeno no es negativo, como para que se intente revertir la tendencia, con propuestas que se dice propenden el desarrollo del campo; en realidad, el campo no se desarrolla porque allí resida la población joven o debido a que en él se concentre la mayoría de la población, sino en función del grado de desarrollo de las fuerzas productivas materiales. Los procesos de automatización por el momento se producen en el sector secundario o industrial (según la clasificación sectorial de la economía de un tal C. Clark), también ocurre en el sector terciario o de los servicios, y pronto se concentrará mucho más en el primario o extractivo.

Eurocentrismo plus (el que anima a quién escribe estas líneas). El proceso (progreso) civilizatorio se produce en la ciudad (en la hermosa “selva de cemento”; ella resume, transparenta las ejecutorias de la praxis: la laboriosidad, sujeta a la ley del valor). La ciudad (escenario de la acción racional corporativa; centro de desarrollo de la conciencia) con todos sus bemoles es la que permite se conforme el tejido intercerebral –condición de superación del idiotismo, que causa el aislamiento del campo; mientras no se esté conectado en red, desde luego-, el cual eleva a la enésima potencia los poderes de la inteligencia, del

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razonamiento (sitio determinación del acelerado desarrollo de la subjetividad); ciudad capitalista (lugar de la reproducción colectiva de la fuerza de trabajo –M. Castells: La cuestión urbana): hiperurbanización, daño, pero esa evolución negativa ha sido una de las bases del poderío de la mente al asociar las conciencias y provocar el inusitado desarrollo material y la racionalidad positivista.

A propósito, Filosofía: no es “amor a la sabiduría” (planteo clásico de corte hedónico-mitológico), sino (la acción) el producto del pensar sobre el mundo urgido (motivado) por disponer de la base de conocimiento para atender necesidades prácticas de sobrevivencia. La Filosofía (que no es ideología, como lo asume el Sr. Dussel [la definición de ideología del Sr. Castells es sugestiva: “formas de existencia y de ejercicio de la lucha de clases en el seno de las prácticas significantes: hábitos, deseos, intereses…”]) evoluciona como comprensión del mundo, a medida en que se superan los problemas de desconocimiento y se afirma la reproducción material de la vida a través del conocimiento científico, de la técnica y de los métodos de actuación ligados a la intención de sustentar la existencia, siempre in crescendo la conceptualización de los hechos; para luego terminar como comprensión objetiva total de la realidad (en esa esfera se realiza la misión de la humanidad en la realidad: formular la idea total, crear el alter ego del Universo material: el Universo espiritual, con el cual la realidad se torna dual, a la manera religiosa cristiana, pero invertida: materia y movimiento representados).

El ser humano (verdad de Perogrullo) tiene que trabajar todos los días para obtener el estipendio; cuando no necesite hacerlo, la vida pasará (en un primer momento, pero es el peligro de que la sentimentalidad pase a dominar y se quede) a realizarse en la dimensión hedonista monótona. En la referencia episódica práctica, la persona que escribe, suele ir a rozar monte con machete en las tierras de una pariente: ella quiere que no vuelvan a crecer las “malas hierbas”, pero estas reaparecen, porque el ser humano debe estar entretenido por el momento todavía en el trabajo físico; caso contrario cundiría el ocio, los malos pensamientos, el hedonismo. En el período previo a la comunidad primitiva, y también en ella, el ser humano debía trabajar todo el “tiempo” para subsistir: no tenía “tiempo” para recrearse; en el comunismo (forma humana que viene) el supra ser humano de entonces no trabaja (la automatización de todas las esferas de la vida es completa) y tiene todo el “tiempo” (el proceso integro de su existencia), no para recrearse, sino para dedicarse a tareas de producción de la idea. Y, el “teletrabajo” es una forma intermedia: una mediación entre el trabajo y su cesación; pero el “teletrabajo” abarca sólo una dimensión de las tareas componentes del proceso de reproducción humana (la intelectual), el cual se tornará concreto, una vez que la automatización haya previamente alcanzado dicha condición.

En verdad, en circunstancias de conciencia formada, elevada, el ocio se dirige hacia las acciones significativas; en los casos en los que la conciencia está en formación o directamente deformada, el “tiempo libre” conduce al hedonismo, a la lúdica (al arte, a la estética); el planteamiento prospectivo dusseliano se inscribe en ese escenario perceptivo hedonista (la transmodernidad): la humanidad se pone reglas ético-racionales, para ser en la felicidad (“tanto nadar para volver a la orilla de salida a morir”). El primer caso se presenta en la época madura de la o de las personas, la cual viene dada por el grado más alto de desarrollo de las fuerzas productivas, estado que se refleja e induce la formación cada vez más alta de la propia conciencia, en su orden (A propósito: sobre la “modernidad [en la perspectiva del Sr. Juan Boltvirnik]. Esta es la expresión progresiva del movimiento histórico, “y nada más”; en realidad, primero fueron los instrumentos [parte material de la cultura {la técnica}], luego los instrumentos y las ideas [la esfera espiritual de la cultura], finalmente las ideas; el progreso: la modernidad, tomada en su sentido racional, tendrá vigencia hasta cuando las ideas se hagan coextensivas con el Universo).

Se ha vuelto normal exacerbar la acusación unilateral al capitalismo, en cuanto orden destructor de la vida humana en la explotación y de la naturaleza en el uso excesivo de sus elementos, asociado al estándar de vida europeo y yanqui. En esta tradición, también se halla incurso del Sr. Dussel. Sobre el problema ecológico (decrecentismo, crecimiento cero, entropía, etc.), se subestima a las nuevas generaciones: será devuelta a ellos una naturaleza

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destrozada, se dice (sin embargo, ellos deberán repararla con el uso precisamente del know-how, que también se les legará). Por tanto, las promociones que reemplacen a la presente, no necesitarán de la escrupulosidad de las presentes: ellas no nacerán sin manos (el enfoque ecológico, como buen evangélico, propende dejar atados –sin nada que hacer [no al extractivismo, a los transgénicos, a la clonación, a la intervención sobre la naturaleza {a la “era Antropocena”}: convertirle al ser humano en ser pasivo: vigía y garante tan sólo del orden natural dado, condición supuesta de su propio bien]- a las futuras generaciones, con la promulgación de leyes eternas).

Strictu sensu, no solamente se va a heredar a la descendencia un mundo destruido, sino además ciencia y tecnología, con lo cual ellas deberán actuar (se dice que “Hoy los niños están naciendo con una hebra del ADN más activa”, con una “forma más sutil de energía …[sic]… de pensamiento” [en verdad, de “materia”, debe entenderse, puesto que todo en la realidad es materia {masa y propiedades –movimiento- y la “energía” es únicamente una forma de cinetismo}]). Por otra parte, si se les hereda un mundo automatizado, el problema ecológico les permitirá tener de inmediato algo en que seriamente ocuparse; por supuesto, dicha preocupación cubrirá el hiato: el tránsito como mediación necesaria, entre la era del trabajo para sostener la reproducción de la vida y la asignación de toda la existencia a la formulación de la idea “de la nada” de la materia. Ya que se introdujo el tópico “energía”; se asevera, que en ningún hecho de la naturaleza hay “energía”, sino sólo movimiento, es decir, transformación de una forma de materia a otra; en verdad, Engels tuvo razón, y su pensamiento es mejor que el de cualquier físico, químico o biólogo actual, en este punto.

La presencia del león se corresponde con la función que debe cumplir: controlar el crecimiento poblacional de herbívoros, que puede desertificar el Planeta (su comportamiento es instintivo, sensorial); el ser humano –sin que sea posible zafarse de la esfera de la sentimentalidad arcaica (puesto que es la faceta sensitiva la que vuelve consciente a la conciencia)- tiene otra función que cumplir en el orden metadeterminado del Universo: su propiedad especial, que le diferencia de los animales es el neocórtex (aquella delgada lámina de neuronas cerebrales, especializadas en la función asociativa, o sea, en la actividad de pensar), precisamente esta característica privativa define su ser: homo sapiens (mono que piensa); por lo que debe producir el retrato hablado del Universo; para allá lleva el progreso de las fuerzas productivas, proceso progresivo dado en condiciones de explotación primero, luego en las de la comunidad democovivencial racional.

A consecuencia, desarrollo, progreso: ¡no son mito alguno!, como cree el hedonismo posmoderno de todo pelaje; en realidad, son supuestos reales, formas de ser de los hechos, tanto naturales como sociales (el desarrollo es factual; constituye la determinación absoluta de la historia y de todo lo existente); y, la modernidad no es una etapa de la historia, sino también un rasgo típico del acontecer histórico, pues, en sentido lato: todo cambia, se moderniza. Para unos ojos, los procesos naturales e históricos se hallan determinados de modo direccionado, en orden y con jerarquía; de manera que “a la política siempre le precede la economía”, pues, “del liberalismo sólo se empezó a hablar luego de la revolución industrial”; y, “ésta es una concepción y un método de comprensión de la historia, dados de una vez y para siempre”. En ese sentido, una es la conducta connocente, que primero elabora ideas (conceptos y métodos) y con ellos procede a posteriori a mirar la realidad; mientras que otra es la actitud de quién deriva la realidad, con el objeto de pasarla a la mente del modo más fiel posible.

También de modo indirecto, el Sr. Dussel deplora el comportamiento humano inherente a consumir proteína animal (animales que no les sirve para comer, los descarta, dice; ha elegido a las reses que están feas, continúa, a las cuales: no sólo que las caza, sino que las ha encorralado, para luego comérselos, concluye). Los leones y demás fieras devoran inocentes herbívoros; el ser humano procede de modo más temerario: produce vacunos, porcinos, ovinos, etc., para luego “devorarlos”. Si bien es cierto que los herbívoros justifican de mejor su existencia al ser consumidos por humanos que por las fieras (y las fieras mismas se autorregulan –a más de la de orden maltusiana- destrozándose entre ellos, como es el caso de los leones); de todos modos en la época posmoderna, sacrificar animales se ve con repudio.

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Es por eso que la técnica es necesaria: para producir proteína de la misma calidad que la de procedencia animal en laboratorio, para luego hacerlo empresarialmente (todavía de modo comercial, esto es, mientras no se haya modificado el modo de relacionamiento humano); sólo de esa forma se suspenderá la caza, la producción, es decir, las tareas conocidas a través de las cuales se provee el género, del principal e imprescindible alimento. Por tanto, el “mito” del progreso, es fecundo.

En lugar de crear nuevas categorías políticas (para ese efecto, la objetualidad de la abstracción debe estar formada, ya que la mente va siempre a la saga de la realidad –dixit Stalin), el Sr. Dussel, con mucha prestancia y autosuficiencia, tan sólo resignifica las existentes (de Hobbes, Montesquieu,…). Es por eso que critica a Lenin, a partir de la simple y oportunista abstracción; cuando Lenin trata de destruir la institucionalidad burguesa y no reconceptualizarla, reestructurarla y reoperatibilizarla, de modo de crear nuevas, que devendrán en el substrato de la renovada representación. El marxismo-leninismo niega ese saber (el político burgués) con la transformación de la realidad, no a partir de su reutilización con otro concepto de lo dado, como lo propone el Sr. Dussel en sus famosas Veinte Tesis de Política. Por un momento aquí se actúa mecanicísticamente y se dice, que con la transformación de la base (althusserianismo, ¿no?) económica (de producción/reproducción) aparece la necesidad de una nueva institucionalidad por la base demandada; institucionalidad, “que no es preconocida, pues, no existe preconcepto sobre ella” (tipo y forma de la institucionalidad): por tanto, no debe recurrirse al uso de la misma institucionalidad reformándola subjetiva y ónticamente.

De modo terminante se concluye, que no puede representarse algo que no existe (los artistas creen hacerlo). Es por eso que la ciencia precisamente interviene para subsanar este límite, de modo de poder hacer factible formular los escenarios posibles futuros a partir de la proyección de las leyes del desarrollo material (de la tendencia reconocible), esto es, a través de la identificación de la causalidad relacional en movimiento. A dicha operación lógico-real, se ha dado en llamar “prospectiva”, de la que reúsa hablar el Sr. Dussel (en su lugar pone su creencia en: “se hace camino al andar”, los postulados, los principios, los criterios, etc.). Incluso los brujos (que no los meteorólogos con sentido pertinente racional), personajes de los que no está muy lejos el Sr. Dussel con su “Filosofía latinoamericana”, al igual que el Sr. de Sousa Santos, se representan el futuro; pero el Sr. Dussel niega el carácter predictivo de la ciencia. La realidad, por su carácter regular, se prospecta; esta anticipación es posible, puesto que el tipo de organización humana no depende del parecer de sus integrantes: “sociedad jerarquizada” o “plana”; tiene que ver, más bien, con la regularidad interna de los procesos, de la necesidad histórica, de su determinación inmanente.

El Sr. Dussel asume que el capitalismo ha entrado en estado de crisis terminal (punto de vista que se comparte [“Desde el 2008 el capitalismo se encuentra sumido en la senda de crisis agónica; de entropía perpetúa, de la que no puede salir, o si lo hace, ingresa nuevamente en ella” {la “unisemia” ha sido cuestionada porque el capitalismo se ha realizado, ha cumplido su misión y deja la historia; la recuperación de las tradiciones filosóficas orientales no conducen al sucedáneo, sino la superación en conjunto: de las occidentales como de las orientales}]); el plazo es en lo que se difiere, pues, el Sr. sostiene que la transición durará uno o dos siglos. No obstante, como no demuestra el proceso de degeneración capitalista de modo empírico, sus aseveraciones son sólo filosóficas, especulativas, en vista de que sus conclusiones no incluyen el movimiento de las fuerzas productivas: el aspecto principal frente a las relaciones sociales, modelante de ellas (es en la teorización histórica del progreso de la ciencia y de la técnica de orden burgués, el frente en el que está descrito el proceso).

Pero, ¿por qué la juventud humana –el capitalismo- en el instante en el que se acerca al más alto nivel de su productividad y de perfección automatizada, cuando precisamente pone el supuesto abstracto sobre el que se instalen las dimensiones ordenadas de racionalidad, serenidad y sabiduría –experticia-, no debe ser recogida como etapa transcurrida en medio de procesos repletos de solemnidad, como un momento en la existencia, que se deja atrás con pesar y que está presto a perecer? No es posible perder de vista la nostalgia que produce en la conciencia el ingreso del atardecer (la reducción del trabajo a pura abstracción), tanto como la

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noción de la realidad del cierre de la vida, de la posmodernidad: el anochecer. Muchos pueblos actuales ya están entrando en esta categoría: europeos y japoneses son viejos normales, luego de haber trabajado en el interior de formas conflictivas, primitivas, de relacionamiento social –la mayoría, todavía lo hace, pese a su cosmética madurez y magnanimidad-, han entregado a la humanidad el despliegue del trofeo de la ciencia y de la técnica; su misión, por tanto, está cumplida.

El muy elevado respeto y la admiración que produce esa fase de desarrollo (la burguesa de la febril acumulación en declive, presupuesto necesario del mundo nuevo, de conclusión del proceso de reproducción ampliada del capital, en la extensión transnacionalizada del sistema de dominación), deviene del hecho de que la misma representa el futuro y el desenlace de las contradicciones maduras inscritas en la dimensión de la reproducción material de la vida, como planos superados, al final de cuya senda forzosamente las sociedades neocoloniales se hallan destinadas a integrarse, como portadoras del “código genético” del nuevo amanecer. El Sr. Dussel no ve de ese modo al sistema moderno de free trade, respecto del cual formula su proyecto emancipatorio centrado simplemente en la región ideológica y de ella, en la ética; su proceder es básicamente subjetivista especulativo abstraccionista (de su lado, la historia como tal se realiza a espaldas de esta actuación discursiva).

Para el Sr. Dussel el Planeta está superpoblado; debe, por tanto, reducirse la población, porque los recursos son limitados (reprocha a Marx el no haber percibido el límite de recursos, que tiene la Tierra [y concluye unilateralmente, que el capitalismo destruye a la humanidad y a la naturaleza, sin que esa destrucción tenga contraparte alguna en la forja del hecho progresivo histórico {se insiste en que el capitalismo es sólo destructor; “el capitalismo lleva a un abismo de muerte próximo”, se asevera; empero dicha “negatividad” ocurre sólo cuando el sistema burgués está demás: una vez que ha cumplido su misión o en el caso de que el sucedáneo racional suyo, se halle con todas sus letras, para reemplazar al sistema que ha perdido la “dignidad de ser”; por tanto: “no hay que ponerle freno” alguno, como insinúa Benjamín}]).

En lo tocante a la cuestión planteada en parágrafo precedente, el Sr. Dussel se volvió de pronto todo un burgués (control de la natalidad, Caritas, Planificación familiar, el SIDA, la homosexualidad). No tiene en mientes el hecho de que se necesita que esta presión llegue a superar los 10 mil millones de habitantes, para que el ser humano tenga ante sí el acicate y se ponga efectivamente en pie de terraformar otros planetas y migrar a ellos. Curiosamente en Ecuador ya se habla del recurso infinito: el conocimiento. Ahora bien, como ya se ha dicho atrás en este mismo documento: con la ciencia y la técnica, todo se vuelve renovable; y, el principio fetichista, machacón de la ideología económica convencional: la “escasez”, salta hecho añicos.

El Sr. Dussel, al diagnosticar la experiencia de la ex URSS, coincide con el Sr. M. Castells (Fin de milenio): producción de mercancías con mayor valor (producción extensiva de híper industrialismo); para el marxismo-leninismo, en cambio, la “implosión” se produjo como efecto de la traición del revisionismo jruschoviano; en los hechos, las dos conclusiones configuran el proceso de la defección. Según el Sr. Dussel, el socialismo fracasó, ningún papel jugó en la historia; más bien, fundiéndose con el “imaginario” de la derecha, declara que el socialismo fue perjudicial, y se imputa a la burocracia (igualitarismo burocrático) el fiasco, y a la ausencia del móvil de la competencia, la congelación del progreso. El Sr. Dussel fetichiza –según sus propias palabras- también este hecho al atribuir sólo a la competencia el proceso de progreso tecnológico; deja de lado la “lucha de clases” y el movimiento direccional autónomo sobre los procesos que ejerce el desarrollo de las fuerzas productivas.

“Todo en este mundo tiene un fin que conseguir, son designios que se tiene cumplir” (Por un mundo nuevo; los Kjarkas). La Revolución de Octubre y el socialismo participaron del proceso de emancipación de la humanidad (salida de los sistemas clasistas), al poner en la mente de la población la índole histórica del capitalismo (en la acepción moderna: “Otro mundo es posible”) y haber forzado la marcha de la Especie hacia la salida del trabajo de la escena histórica: el proceso de proveeduría material (e incluso espiritual) pasa a manos de la máquina, mediante el creciente proceso de automatización (también el desarrollo de la ciencia

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y de la técnica ha preparado al ser humano para hacer frente a catástrofes, efecto de posibles fallas en la operación de alguna de las leyes cósmicas). Esta verdad, inadmite el Sr. Dussel; pero: “No hay más ciego, que el que no quiere ver”.

Afirma que la moda vuelve inútil al “valor de uso”; por acá, en cambio, se diría que la moda acorta intencionalmente la vida útil del “valor de uso”, con el propósito de recrear el mercado (como en otro lugar se trabaja con la estrategia de la “obsolescencia programada”). Además, asevera que hay que utilizar un bien hasta que esté inútil; hay que ser coherente: eso, ¿no hizo el socialismo de Stalin, del cual el Sr. se burla? (dicho sea entre paréntesis, la persona a la que se hace referencia, en casi todo los pasajes de su alocución se muestra respetuoso; pero hay momentos en que su exposición se transforma en todo un “botafuego” contra Stalin; pero Stalin tiene el mérito sobre el Sr. Dussel y demás, de la práctica).

Por otra parte, el Sr. Dussel imputa la idea de la “planificación perfecta” (como el alter ego de la creencia burguesa de la “competencia perfecta”) a la intelligentzia del “socialismo real” (es decir, el Sr. Dussel “dice lo que quiere”, como el Cura –personaje que nunca se ha desposado-, que se desempeña como consejero matrimonial). Sostiene que sin moneda y sin mercado, no es posible calcular los precios (asignar recursos, debería decirse), y “eso es el estalinismo”, concluye; pero O. Lange habla al respecto en su “Cálculo económico”. Debe recordarse, que en la ex URSS no se eliminó el “mercado”, ni siquiera en la época de Stalin (se preveía hacerlo en fecha previsible, sí); más bien, con Jruschov se consolidaron las relaciones mercantiles. En realidad, el Sr. Dussel despotrica siempre contra el marxismo-leninismo; empero, no había razón alguna para hacerlo, para que enfile sus dardos como un enemigo contra una doctrina fraterna, la que se había cifrado como propósito eliminar el capitalismo, sistema frente al cual el Sr. Dussel dice también estar en contra. Los católicos, frente a exabruptos similares sentencian: “No tiene perdón de Dios”.

Apoteósicamente el Sr. Dussel llega a felicitar a los jóvenes por no haber entrado en contacto con el marxismo-leninismo, de esa manera asume que su cerebro no corre el peligro de ser deformado; esta conducta es insidiosa, narcisista, transparenta el prurito coercitivo de toda posición hegemónica a priori, al propalar que su propuesta epistémica es la única que vale, que las otras no pueden ser tomadas en cuenta, incluso en tanto referencia histórica. Ese descaro debe ser contestado; empero, la presente protesta frente a tales desafectos, es todavía primaria, puesto que no se la hace de modo sistemático, para lo cual habría que hurgar en el modelo de marras, a fin de alcanzar el hilo conductor inserto en la intensa disertación (el Sr. Dussel mismo manda a estudiar su obras, independientemente de cual sea la posición etaria o ideológica del replicante o del criticado); en verdad, en este “cruce de espadas” no se recurre a los útiles teóricos y metodológicos de marxismo-leninismo, para ripostar (en verdad, se está persuadido, de que no se necesita echar mano del panel discursivo del marxismo-leninismo, para rebatir su pensamiento). Quizá esta tarea se deba emprender, si la misma muestre que tiene sentido práctico.

Por tanto, nótese que en esta respuesta parcial no se ha recurrido –todavía- al arsenal categorial de la formación ideológico-teórica marxista-leninista; tampoco se acude a sus principales exponentes (que los hay, que son muchos y excelentes, quienes han realizado estudios concretos sobre el capitalismo y han formulado modelos matemáticos [cuando se le dice por qué el Sr, Dussel no preparó un sistema de ecuaciones, simplemente manifiesta que ha trabajado el fundamento y que otros fácilmente lo harán]) o a los desarrollos teóricos inherentes (por ejemplo, su crítica a Lenin sobre la categoría “política” tal como Vladimir lo deriva, no es pertinente, pues, el prisma a través del cual Lenin ve el hecho es diametralmente opuesto al del Sr. Dussel [esta diferencia el Sr. Dussel lo toma como “error”: confunde política {relaciones entre las clases por el poder} con gestión {acciones técnicas para “hacer felices a los pueblos”}; de paso considera que el nuevo locus debe ser el abordaje de las contradicciones derivadas: culturales, de género, étnicas, etc., y al que quiere llevar al marxismo-leninismo el Sr. Dussel]). Verbi gracia, su forma particular de percepción contrasta con la propuesta sobre la evolución del pensamiento de Marx desde la filosofía (ideología) hasta la ciencia: la “ciencia de la historia”, como la única totalidad el pensamiento (Kedrov).

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El Sr. Dussel, por otra parte, desconoce hacia dónde lleva el progreso al ser humano; hace caso o miso del desarrollo de las fuerzas productivas y de su influjo (su papel reificante positivo [en realidad, “fuerzas productivas”: inteligencia objetualizada, históricamente potencializada, que, como las fuerzas de la naturaleza han modulado las morfologías física, perceptual y conductual de todo lo vivo, como también del ser humano, éstas “fetichizan” de modo prometeico la contextura humana {de esto: ¡ni idea! tiene el Sr. Dussel}; en realidad, las fuerzas productivas, de análogo modo como los documentos, transfieren la influencia de la experiencia de los muertos sobre los vivos]) sobre el proceso progresivo espiritual (desarrollo de la conciencia, del conocimiento del mundo), por eso no alcanza a ver el destino del mundo y se limita a decir (a repetir): “se hace camino al andar”.

El meta objetivo (destino) común de la humanidad: elaborar el “saber absoluto”, es el producto supremo, el cual sólo será posible conformarlo al interior de una humanidad unidimensionalizada (guerras, enfermedades, catástrofes –necesidades/problemas- tienen el sentido de urgir al ser humano, mientras lucha por precautelar la sobrevivencia, a conocer el mundo, a producir y desarrollar instrumentos, como impulso escondido sobre el proceso de formulación de la idea total); el Sr. Dussel, en cambio, sostiene que el género no se desplaza hacia una “cultura universal”, sino hacia el “pluriuniverso” (prospectiva, que no es el futuro). Dicho sea de modo incidental pertinente, la “visión de futuro” permite plantearse el “proyecto de vida” para la humanidad, para la especie toda como unicidad (lo cual es distinto a la idea de “utopía”, “postulado”, o “criterios y principios” para “hacer” la senda futura); dicha “visión” para el género es una sola: producir el concepto; de modo que, si bien existen “opciones de futuro” para individuos y ciertos segmentos humanos (los cuales son ramales de la senda general), en el caso de la humanidad en su conjunto, éste es uno solo y viene metadeterminado. En el fondo de todos los conflictos mundiales, que en este mismo momento experimenta la humanidad, está la necesidad histórica del desarrollo de las fuerzas productivas.

La persona en mención, en otro frente de reflexión, no sólo que pone al hedonismo mitológico de los saberes orientales (“diálogo de saberes” –epistemología del Sur, sociología de la ausencias y de la emergencias: de Sousa Santos; populismo: Laclau) en igual plano con el racionalismo positivista occidental (y, de paso, con el marxismo “ortodoxo”), sino que la ubica sobre dichos modelos discursivos, con las tesis en torno de la filosofía latinoamericana (empero, la aseveración del “… pasaje del mito al logos”, es correcta [“La unidad material del mundo” –N. B. Biessonov-, quita piso a la especulación “alteridad” –Levinas, Todorov- {el conocimiento no es relativo; cuando todos los cerebros se hallen conectados en red, la especie constituirá “un solo cerebro en distintos cuerpos”}]). Alguna vez sostuvo el Sr. H. Díaz Polanco (hoy: uno de los mentores del Sr. Dussel), que lo propio es situarse sobre los hombros de la forma humana materialmente más desarrollada, para de allí continuar por la senda progresiva, que el proceso natural impone.

Incluso de manera sarcástica, el Sr. en cuestión concluye que la visión occidental eurocentrista del marxismo, respecto de que no se tomó en cuenta a otras formas de reproducción (otros actores; las etnias, por ejemplo), fue la razón por la que fracasó o no prendió en América Latina. Ahora bien, el marxismo (un enfoque de él) consideró a las formas precapitalistas como procesos “hacia sí”, para la forma más moderna: la capitalista, y que ésta (este nivel de desarrollo de las fuerzas productivas) era la base sine qua non, para saltar a la etapa superior, madura, concreta, de realización histórica (en el sentido expuesto, todos los procesos deben desorientalizarse de modo global para dar el salto; y, las formas humanas al margen, la historia las habrá de subsumir en la nueva modalidad de existencia).

Por oposición al marxismo oficial (sic), el Sr. Dussel (con Mariátegui) sostiene, que en el Perú la revolución no lo hace la “clase”, sino la “etnia”; concluye, que ello ocurre hoy en Bolivia. Empero, en la perspectiva del “marxismo estándar (sic), sólo el proletariado hace la revolución (hablándose en sentido técnico); para el efecto, las fuerzas productivas deben haber avanzado en su desarrollo (lineal) hasta la “revolución industrial” (en Ecuador, con mucha más perspicacia, se ha dicho: “construir discursos para construir actores y viceversa”). Si es verdad que de la comuna rusa se podía pasar directamente al socialismo (en relación con

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la inquietud de Vera Zassoulitch), pero en cuanto situación especial: cuando ya existen las condiciones para este pasaje en otra zona apreciable del Planeta que se ha vuelto dominante, o una vez que socialismo ya exista (subsunción del precapitalismo al poscapitalismo [caso contrario el símil absurdo sería: que un niño pase a ser directamente persona madura con juguetes]); en esas circunstancias, un fragmento humano en estado pretérito puede omitir el realizar una etapa histórica necesaria en su recorrido natural.

El Sr. Dussel critica de manera embozada el “eurocentrismo de Marx”; ciertos “defectos” en su pensamiento, que cree el Sr. haber encontrado en Marx, lo imputa a esa locación espacial. Ahora bien, es mejor que Marx haya nacido en Europa; o, era el único lugar y situación en las que pudo surgir Marx (el marxismo: la concepción científico-prometeica de la historia), por una parte. Por otra, se piensa que es adecuado que Marx no haya tenido contacto lógico-cronológico extenso y profundo con el pasado (e incluso con el presente suyo: con las “culturas” del Este de Europa), con los segmentos humanos orientales (las llamadas “grandes civilizaciones”, desde la mesopotámica hacia acá, pasándose por China, hasta llegar a la precolombina), puesto que esa información podría haber desviado la atención de la esencia: de la forma de reproducción más moderna como la abstracción real inicial más desarrollada del proceso histórico, que había alcanzado el nivel más avanzado de desarrollo de las condiciones materiales de vida.

En el plano de continuidad del contenido de la idea expuesta en párrafo precedente, se lo generaliza: sólo en Europa, tal como este sitio se conformó (feudalismo típico), podía emerger la doctrina científico progresiva (y revolucionaria) de la historia, más no en las zonas orientales. Por lo que el Sr. Dussel mismo refiere, en ninguno de los grupos humanos constituyentes de las grandes civilizaciones antiguas se advierte la eclosión de una forma cosmovisiva como la producida por Marx; eso por cuanto el modelo moderno de ciencia (el positivista), también como la forma más desarrollada y objetiva de representación, tenía que darse cuando la humanidad haya avanzado en la comprensión del mundo, preparado métodos (el científico) adecuados, producido potentes instrumentos auxiliares en la actividad cognoscente, o que emergiera la necesidad como su móvil (la contradicción burguesa): la competencia, y la experticia necesaria. Por el contrario, el “eurocentrismo” de Marx, se presenta como una fortaleza, no como un atavismo, como lo pone el Sr. Dussel.

Se tiene la impresión, por tanto, que en el cambio histórico el Sr. Dussel quiere excluir a los europeos, pues, como lo hace con Stalin y el “socialismo real” (en el plano más amplio: con la modernidad, el capitalismo, el productivismo, la colonización o la dependencia), sólo ve males en esa personalidad y hechos; de ningún modo reconoce paralelos aspectos civilizatorios imbricados a impactos sociales y ecológicos negativos, en los mismos (en este punto, el levantamiento subjetivo de la forma humana burguesa que realiza el Sr. Dr. Bolívar Echeverría: capitalismo sistema esquizoide destructivo/constructivo, se apega más objetivamente a la realidad). En tanto que por acá, se cree que existe actualmente un nuevo y último tipo de división del trabajo a nivel global: el “eurocentrismo” completa el desarrollo de las fuerzas productivas hasta ubicarlo en la mecánica, mientras que la “filosofía latinoamericana” avanza las nuevas relaciones humanas; que estos dos frentes deben encontrarse en un punto a futuro para dar lugar a las condiciones materiales (automatización y relaciones democovivenciales) en las que se produzca el último recorrido-estuario, mediante el que el ser humano redondea la producción de la idea.

Respecto de las formaciones sociales (categoría que no topa el Sr. Dussel [como tampoco lo hace con la de “ley”, esto es, según Marx: la tendencia principal, que se abre paso enfrentada a propensiones contrapuestas –A. Shaikh]), según una posición, el feudalismo, a nivel global, es la etapa que media entre el esclavismo y el capitalismo (en sentido lineal, pues, la humanidad, como ocurre en una vida, no puede suprimir o alterar el orden de sus fases de existencia), al margen de si en dicho momento se tributó, si el comercio floreció, el artesanado dominó y las ciudades crecieron y se multiplicaron. Es obvio, que la forma de reproducción simple (la que se presenta en todas las formaciones sociales, sin llegar a hacerse dominante) desempeño un papel de importancia en dicho escenario; no obstante, el sostén de todo el complejo, fue la forma de propiedad servil-señorial.

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Capital hubo en la Mesopotamia, es –puede ser- verdad, pero no capitalismo. Esta indicación, no obstante, no tiene su derivación explicativa. El nivel de desarrollo de las fuerzas productivas es su intelección, en el sentido en que para que aparezca el sistema (en su particular terminología: sistema, campo, etc. [en otro lado [marxismo-leninismo, althusserismo, etc.]: articulación de formas de reproducción con la primacía de una, como en Marx: “… un éter especial que baña todos los colores…”]) en el que el capital se vuelve dominante, la manufactura debía ser superada. Por el contrario, el Sr. Dussel dice que un sistema se transforma en capitalista una vez que el capital se torna dominante (cuantitativamente). Dicho sea a propósito, el capital no tiene ni “espacio” ni “tiempo”; detenta espacialidad, o sea, extensión y ubicación; posee movimiento y momento (lugar en una trayectoria). Con su “descubrimiento” el Sr. Dussel compromete la tarea de Marx en El capital, al sostener que el capital (la ley del valor) tiene una existencia antediluviana y no una existencia histórica concreta.

El poner al descubierto la farsa europea sobre la grandeza creativa de su pasado y su importancia (centralidad) en él y el reivindicar a los pueblos históricos orientales, a más de realizar un acto de negación/reconocimiento, no cambia para nada el protagonismo europeo actual, como el haberse transformado en el ariete de la historia. Los grandes imperios de Oriente: el mogol, el chino, el árabe, el egipcio, el persa, el maya, el inca, fueron formas de entretenimiento, de expansión, de cubrimiento del mundo por parte de la inteligencia (de multiplicación de las “unidades de pensamiento”), de desarrollo de las fuerzas productivas, de constitución y fortalecimiento de la especie, de captación subjetiva del mundo, mientras no emergieran en Occidente (Grecia, Roma) los verdaderos punta de lanza (cabezas de playa) del progreso: de proyección al conocimiento y dominio del entorno.

Del “laboratorio de civilizaciones” (A. Toynbee): los distintos pueblos, sostén y a la vez aporte del y al desarrollo de las fuerzas productivas y en las formas de estructuración humana, respectivamente, una es la que ha absorbido y potencializado todo lo viable de ellas: Europa, modernidad, colonialidad, capitalismo de consuno a partir de la formación servil-señorial (según enfoque dusseliano), la que se expande sobre sus colaterales en apariencia urbanos, comerciales, tributarios, y asume la determinación pionera en el proceso progresivo (¿a qué queda reducido el Sumak kausay frente a la impresora 3D?). La conocida norma, que es también general en el movimiento renovador permanente de lo existente, se impone en la senda de los diversos segmentos humanos; su antecedente inmediato es la propia constitución del “homo sapiens”: entre los diversos homínidos que precedieron o que coexistieron, sólo quién tuvo la conformación antropofísca, orgánica y genéticamente neuronal necesaria, es la que se ha puesto al frente de la realización del sino universal: el monismo material, que se auto encamina a formar su dualidad: el ser y su representación.

En lo concerniente con el “hegemón” de turno China (en todo caso, de la corporación BRICS), la diferencia de la China de los emperadores y la actual, es que su reflorecimiento lo hace en el marco de relaciones económicas mixtas: capitalismo/socialismo (propiedad social y privada: emulación/competencia [el relance económico de China no es el calvinismo de Weber, sino el neoconfusionismo dice el Sr. Dussel; pero, más bien, es la expansión del capitalismo colonizador, posmoderno, yaqui-eurocéntrico su razón]). Para el Sr. Dussel, China no es más, que un subconjunto humano en el que tan sólo se rehabilitó el capitalismo; en la percepción personal de quién escribe estas líneas, en cambio, China –como ellos mismos se definen- es un pueblo que tiene un modo de reproducción mixto: socialismo de mercado; pero, mucho más, es el líder del sistema liberal tardío: último hegemón, con el cual se clausura el modo de reproducción burgués (la larga formación clasista de la humanidad).

China es la nueva y última punta de lanza del progreso (contrariamente que en el pasado, hoy adopta y adapta todo el saber de Occidente); en su época se concreta el desarrollo material de la humanidad, pues, con está “primavera” (que experimenta ya las primeras convulsiones otoñales del agotamiento del modelo de acumulación de los “mercados emergentes”) el momento evolutivo social llega a su cima. La aseveración precedente se la hace, por cuanto se ve a la historia como Marx: en sentido prometeico, en cuanto progreso (sobre el particular, conmueve ver a varios economistas ganados por las creencias ecologistas,

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culturalistas, hacer verdaderos esfuerzos por demostrar la “cuadratura del círculo”: hacer de Marx antiprogresista, antiproductivista, antiprometeista); pues, el capitalismo es un sistema controversial: crea/destruye; y, la historia siempre es progreso: de modo indefectible va a algún lado, a un lugar avanzado, superior; por tanto, la visión de progreso y meta es una utopía, un postulado sui generis, excepcional: que se va a hacer realidad.

Las provincias unidas, el hegemón inglés, el estadounidense –I. Wallerstein- (grandes sistema “elegidos” por el proceso de desarrollo humano): formas imperiales de conquista e internacionalización tienen pleno sentido prometeico en cuanto modos de realización histórica según la ley natural hasta cuando se ha globalizado la humanidad, se ha formado una sola comunidad ilusoria escindida, mutatis mutandis: hasta finales y principio de los nuevo siglo y milenio (XX-3000). A partir de entonces, el capitalismo (y todo sistema de clase) se vuelve nocivo: el balance esquizoide (B. Echeverría) entre “construcción y destrucción” se pierde: el proceso se inclina hacia la destrucción, sobre todo frente al grado elevado de conciencia, que un sector de la humanidad ha alcanzado sobre el hecho, por lo que plantea la tesis de “otro mundo es posible”.

La perspectiva dinámico-sincrónica: a cada otoño le sigue una nueva primavera (“el líder de la expansión anterior del comercio mundial… es desplazado… de las alturas del mando del capitalismo hemisférico por un emergente nuevo liderazgo”); núcleos conflictivos, que crean balance temporal (“el ´sistema mundial moderno´ requiere la existencia de ´potencias hegemónicas´ sucesivas para mantener el orden político y el buen funcionamiento de la economía internacional”); el círculo se cierra en el “sistema-mundo”: realiza su último eslabón, pues, “el sistema ya no está en ´expansión´ sino en ´reversión´” (Arrighi, Fiori, Wallerstein). Contrario sensu a S. Huntington (Choque de civilizaciones) y a Hardt y Negry (Imperio [en el capitalismo, la esencia del imperio es el imperialismo]), este orden está muy bien derivado en la composición nocional: el desarrollo humano se difunde a la manera del crecimiento expansivo del cosmos (J. L. Fiori), de modo gradual mediante la sucesión de “hegemones” (G. Arrighi), hasta ubicarse en la cima del proceso, luego del cual se produce el cambio de época (I. Wallerstein).

El Sr. Dussel –filósofo- dice que su pensamiento está atrasado, porque el mundo, que se decía que se estaba globalizando, se está –más bien- desglobalizando (declaración, que deja entrever su método de trabajo al tratar dicho “objeto”: el descripcionista, no el categorial propiamente, en tanto sigue de manera histórica el movimiento de la realidad, no de forma lógica). Aporía reflexiva: un proceso se despliega, va de las partes a la conformación como todo. Es la humanidad, que desde su locación en las distintas latitudes, cromáticas, formas de reproducción, ideologías, la que se junta para tornarse una sola. En adelante, el camino no es de regreso, como jocosamente refiere Baudrillard al aludir al criterio de la “calidad total” nipona: a caminar para atrás, volver a reproducir lo imperfecto; el futuro no es de “des”, sino de mayor concreción de la totalidad (globalización), de acercamiento a la perfección. Según criterio personal, la forma humana que viene es el comunismo: verdadero “último gran sistema”, en la que la entera unicidad es la base del proceso de completamiento de la misión humana: dotarle de conciencia a la materia. Luego, sea que se llegue a la meta o no, una vez ahí, no queda más que el declive progresivo (quizá también el salto en forma inversa hacia la liquidación): fin del ciclo cósmico, de cara a la apertura de otro.

La “dependencia”, según el Sr. Dussel: transferencia de valor de unas empresas a otras (“ecualización”), efecto de la desemejante composición orgánica del capital (diferente valor/mismo precio de los productos transables en el mercado hemisferizado) y del diverso grado de explotación del trabajo. Pero, para otro frente de reflexión, la “dependencia” no es el proceso de transferencia de valor (“explotación entre capitalistas” [¿?]) de una empresa de escala menor hacia otra de mayor (la esencia del intercambio desigual, no de la dependencia, es la sobreexplotación; la dependencia está en que los burgueses de unidades territoriales del capital se necesitan mutuamente [es la necesidad de realizar el producto en el mercado internacional, no la dependencia lo que pone en contacto a los capitalistas, los cuales en competencia monopolista venden el producto al precio medio y se realiza la redistribución interburguesa de la plusvalía], pero esa no es la causa última de la ecualización internacional).

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La “dependencia” es uno de los mecanismos, presupuesto de ese proceso (en realidad, redistribución de la plusvalía entre empresas, efecto de la ley del desarrollo desigual -Lenin); en los hechos puede haber dependencia y no transferencia de excedente de trabajo social del tipo descrito (es el caso de Cuba frente a la ex URSS, al que se lo denominaba “imperio al revés”: suero directo a la vena de la Abana, subsidio por mantener este satélite, etc.). A través de esta sujetación –división internacional del trabajo- (que es consecuencia del desarrollo heterogéneo del capital) se produce el intercambio desigual (acumulación a escala mundial); pero la dependencia no es la transferencia misma, como supone el señor Dussel (mercancías que tienen igual precio pero diferente valor [el Sr. Dussel tiene razón; el término empleado: dependencia, es el controversial {Teoría de la dependencia: un centro de poder mundial domina –organiza la relaciones en el mundo-; hay un grupo interno a los países que intermedia las relaciones de dominación/dependencia, por cuanto se beneficia de ellas –T. Dos Santos}].

En suma: el concepto de “desarrollo” es marxista, pero no el de “subdesarrollo” según el parecer del Sr. Stavenhagen (se atrevería a decir, que allí tiene razón el Sr. Dussel); en el de “dependencia”: no (aquí, en cambio, la tiene el Sr. Agustín Cueva D. [de modo que el Sr. Dussel, no es que en la nueva edición de uno de sus libros de escribir correctamente el apellido del conterráneo Agustín, sino que debe revisar su “inexactitud” sobre él]). Sin embargo, ni dependencia ni neoliberalismo son formulaciones críticas que sustenten un proyecto; las neocolonias solamente saldrán del atraso con su vinculación al mundo (cuando domine las conquistas de la época burguesa). Si bien es verdad, que “El capitalismo no es precisamente el progreso que resuelve todas las demandas humanas”; sin embargo, el frente capitalista “subdesarrollado” “no debe partir de la idea de la dependencia, porque no está allí ningún camino de desarrollo…”, en un mundo interrelacionado, dominado por el capital, en el que su sentido se halla condicionado por el proceso de la ciencia y de la técnica, factores que hallan a merced de los designios de los poderes mundiales (dixit Dr. Alfredo Castillo B.). Por tanto, tampoco la categoría “soberanía” (que lo fue en su momento) es pertinente hoy, pues, se opone a la proclama: todo en el mundo debe pasar a ser de todos.

En el modelo mental del Sr. Dussel: “el trabajo vivo crea valor de la nada del capital”. “En su lectura de Marx, un lugar central lo ocupa la concepción de Dussel del trabajo como producción y creación”. “Puede mostrarse que en una vertiente de su pensamiento Dussel, ha naturalizado y deshistorizado el trabajo vivo, desnudo, tendencialmente privado de componente intelectual y cultural, que es un producto histórico del capitalismo. Pero otra vertiente del pensamiento de Dussel atribuye al trabajo vivo, corporal del ser humano desnudo y virtualmente bestializado, una creatividad ex nihilo y una dignidad ética absoluta, ahistórica, con obvias resonancias o incluso explícitas referencias teológicas” (Alan Rush).

“… el capital aprovecha y explota al trabajo vivo para crear valor desde esta fuente de energía. Si el trabajo vivo es la fuente de la acumulación del capital, esto todavía deja a la dinámica del capital como el principio creador. Sencillamente, no se puede afirmar en forma convincente que se crea a partir de la nada, como la Idea de Hegel”. “… el plusproducto está determinado como plusvalor… no es un resultado del trabajo vivo y su finalidad, sino del trabajo alienado, del trabajo como valor de uso del capital, imbuido por el impulso del capital hacia la acumulación”. “… sería apropiado afirmar que el valor es nada más que ´trabajo alienado, reificado´, pero afirmar que el trabajo es la ´materia´ del valor, por así decir, no prueba que lo creó, así como afirmar que el mármol es la materia de la estatua tampoco prueba que la creó” (Arthur Cristopher).

En torno del proceso dinámico del desplazamiento histórico, el Sr Dussel impone su consideración sistémica sin determinación: determinación-determinada-determinante (condición-condicionada-condicionante); dicha apreciación no se la comparte en lo absoluto (la posición marxista “ortodoxa”, es clara sobre el particular: totalidad con determinación [no obstante, en algún momento de su exposición, el Sr. Dussel dice: “Marx dio en el clavo” {en referencia a la pregunta: por qué quien crea la riqueza es pobre}; y, concluye: es la esencia, el fundamento, de allí deriva todo; empero, no está de acuerdo con el hecho –no advierte,

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debería decirse-, que los sistemas –según su forma de nombrar componentes y procesos- se hallan presentes en la realidad histórica de las formas clasistas, para garantizar la reproducción de la estructura]).

Frente a los indeterminintas, que motejan a sus antípodas como economicistas (para Marx, la economía: el proceso de reproducción material, es el esqueleto del conjunto), el Sr. M. Godelier recuerda: “... lo que es claro, es que ni la edad media podía vivir del catolicismo, ni la antigua de la política, por el contrario, las condiciones económicas son las que explican por qué en una el catolicismo y en otra la política jugaban el papel principal” (K. Marx). En verdad, en torno del momento histórico que viene para la humanidad (que para el Sr. Dussel se presenta desconocido [en realidad, con apego al carácter predictivo de toda ciencia, en la perspectiva de otra persona cuestionada por el Sr Dussel: el Sr. M. Bunge, y del propio marxismo-leninismo, el nuevo estadio histórico en el horizonte, es el comunismo]), el mismo no es efecto del nuevo “gene” (sic), gen que crea la nueva realidad humana; pues, dicha realidad está dada en la instrucción genética, esto es, en el proceso direccional inmanente, que paradójicamente de modo estocástico realiza el despliegue de las leyes que presiden el modo de ser de la materia.

El Sr. Dussel no se está por las ramas: en su fijación por destruir a Althusser, el cual cree que es el único ideólogo del marxismo-leninismo, enfila en contra del texto en el que Marx resuelve uno de los problemas clásicos de ciencia: la relación sujeto/objeto, en lo que concierne a la formulación del “objeto” en las ciencias sociales; cuestión candente que el Sr. Dussel afirma como otros (Néstor Braunstein, p. e.), que es falso dilema, para lo cual recurre a decir, que el problema verdadero es entre sujeto y sujeto, el cual lo sitúa disqué en su origen: el ser humano siempre fue sujeto, por eso tiene cordón umbilical (y se lanza en toda una apología al feto y al vientre materno, de modo candoroso). Ese texto es el del Prólogo de la contribución a la Crítica de la Economía Política. Allí Marx por fin establece el modelo lógico de la realidad, que permite pensar al proceso humano, a la historia de modo científico, para lo cual arremete –como ya se ha dicho- esta vez contra Mario Bunge y su concepto de ciencia, el cual asevera también que está errado, que se aparta de la noción de ciencia de Marx, pero no dice claramente en qué y por qué.

Marx finalmente establece dos parámetros necesarios para representar la historia como ciencia y aprovechar su carácter predictivo: exponer la tendencia de desarrollo, proeza de la mente que crea la posibilidad de la actuación humana (lógica que tampoco le gusta el Sr. Dussel, por lo que trata con sorna de devaluarlo ideológicamente, fetichísticamente): fuerzas productivas y relaciones de producción, los dos elementos de la contradicción, a través del cual “vive” el objeto, se desarrolla, se mueve. Aquí reside la ley, noción a la que oportunísticamente el Sr. Dussel poca importancia da; para lo cual recurre a la bagatela de decir, que el marxismo-leninismo es algo inventado, reiteradamente que fracasó (fracaso del Socialismo: tesis de la derecha reaccionaria), que yace sepultado, sobre lo cual invita a poner más tierra, sobre todo a la juventud (como que la representación fuese efecto de la voluntad). Mucho ego el del Sr. Dussel y exceso de novatada: descalificar y subestimar al oponente, para hacer que resplandezca la figura propia (en ese cometido, el Sr. Dussel enfila críticas demasiado ingenuas al Marxismo-Leninismo; un buen marxista-leninista se mofaría de la postura ridícula, que muchas veces adopta el susodicho Sr.).

Que a Marx simplemente se le ocurrió escribir ese texto (el Prólogo de la contribución a la Crítica de la Economía Política) para dar gusto a Engels, que luego lo dejó de lado y nunca más se ocupó de él; cuando claramente dicho escrito es la refiguración epistemológica, que como directriz encaminó todo su pensamiento posterior; está lejos de asumir el Sr, Dussel ese hecho, puesto que quizá como genio marxólogo sí lo haya advertido. Pero el Sr. Dussel, según dice, es también un inmenso ruptor de esquemas y a formar su propio paradigma a la manera de Gramsci (“gobernantes/gobernados”) o Habermas (“relaciones comunicativas”), persona última a la que acerbamente recusa. En el texto citado, Marx, como revolucionario, liga la ciencia con el partidismo: la posibilidad de que el ser humano deje, ahora sí, de ser una “cosa”: que pase a tomar las riendas y a “someter” a ese “potro chúcaro”, que es el progreso

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histórico, con lo cual ideológico-políticamente resuelve el problema de la relación sujeto/objeto y su nexo con la acción racional del sujeto.

Sobre la formación humana clasista última: el capitalismo, para la historia, ambos intereses: el burgués y el proletario, son suyos: la burguesía realiza el progreso (bloquea el anquilosamiento, la marcha en el propio terreno derivado de formas primitivo-equivalenciales o de raigambre etnicistas o ecologistas), el proletariado propende conservarse como fuerza de trabajo (cuando no le disputa al capital el sentido de la historia, allí donde el capital también se vuelve reaccionario, puesto que asume que sus sistema es eterno), para producir la riqueza bajo el mando del capital. Desde esa perspectiva, ningún (sistema de reproducción humana) modelo de política económica es errado o ha fracasado, pues, son sólo respuestas programáticas inherentes a cada interés, que por su lado de modo inconsciente empujan la historia (lo que es ética negativa particular, es positiva en el plano histórico).

La negación del papel civilizatorio de Occidente, de la modernidad, de Europa, por parte del Sr. Dussel. “Las ideas críticas emancipadoras de la ilustración, que… se desarrollan por primera vez en la Europa de los siglos XVI y XVII; son una primera forma de conciencia universal de la humanidad, no tienen patria, ni pertenecen a una cultura específica, son propiedad de todos los seres humanos que quieran continuar en el horizonte intelectual abierto por las libertades modernas”. “Las ideas críticas y emancipadoras de la modernidad no son pues solamente un proceso autoreflexivo y solipsista de Europa; son más bien un primer momento constitutivo de una conciencia de la humanidad, de una igualdad universal entre los seres humanos y de sus comunes aspiraciones a la libertad, por encima de sus diferencias culturales y religiosas” (José F. Cornejo).

Pretensión de innovación: cómo se maneja el excedente, las tesis -20- sobre política (“relato” no exento de voluntarismo; en los hechos: disociación de lo económico de lo político, de las fuerzas productivas, de las formas de propiedad [su modelo político es coherente; pero irrealizable antes de la experiencia leninista y del moderno movimiento de las fuerza productivas, que crean las condiciones de posibilidad para aquella normativa]). En realidad, ¿“manejo del excedente” o “formas de propiedad”? (“… los sistemas económicos se definen por el manejo del excedente”, tajantemente dice; cuando, en realidad, solamente en el capitalismo la “forma de reproducción” asume la nominación de “economía”). La producción es el elemento fundamento de todo el proceso de reproducción de la vida; es en ese sentido en que el marxismo-leninismo plantea la primacía de práctica económica sobre el resto de esferas, campos, sistemas o estructuras, según es la lexicología del Sr. Dussel, de reproducción de la vida humana. Ahora bien, anteponiendo su propio modelo reflexivo al Sr. Dussel, en la historia aparecen muchos hechos, pero no su fundamento; éste refiere al contenido histórico, a su fin: la producción de la idea

Asume que el marxismo-leninismo no es marxismo, realiza el análisis de todo el período de existencia de la ex URSS con la ley del valor. Para el Sr. Dussel, materialismo es sólo el “contenido del acto”, no la base real de todo acto; es por eso que para él la razón de la existencia humana es tan sólo inmanente, en la perspectiva gramsciana de “humanismo inmanentista absoluto” (hedonismo ilustrado: vida y felicidad estética), pues, en el concierto de macromoléculas, mineral, del Universo, el ser humano nada tiene que ver (aun por sobre su consideración de que “una célula es más compleja que todo el Universo”). La posición alternativa, teleológica, en cambio, consiste en entender a esta entidad (la humana) como el elemento racional encargado de dotar de conciencia (alter ego) a la materia (sentido del acto).

Los principios de la “totalidad” y de “exterioridad” el Sr. Dussel los enfila contra el Materialismo histórico (planteamiento teórico, que junto con el de Materialismo dialéctico, el Sr. Dussel deshecha): respecto de la primacía de la contradicción entre “fuerzas productivas” y “relaciones de producción” en el proceso de desarrollo humano (como se deja dicho más atrás, solamente con este extraordinario planteamiento epistémico-heurístico de Marx, es posible convertirle en “objeto de conocimiento” a la historia [Durkheim lo llama “cosa”], de aprehender de modo subjetivo científico la realidad humana, esto es, como proceso regular de desarrollo [en realidad, el Marx maduro, no fue ético, sino objetivo, científico]). El Sr. dice que el marxismo tradicional no entendió/utilizó muchos términos y desarrollos discursivos de

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raigambre marxista, tal es el caso de la categoría “subsunción”; lo cual: ¡no es cierto! Por tanto, frente a tanta petulancia, se advierte que todas las objeciones que propone el Sr Dussel al marxismo-leninismo son convincentemente refutables a partir de la formación ideológico teórica recusada. Marx critica el sistema “… desde el criterio vida/muerte”, asevera el Sr. Dussel; pero, según percepción personal, el Marx maduro supera este “vitalismo antropológico de izquierda”, para pasar a plantearse la razón de la existencia del ser humano en el Cosmos: conocer y dominara la y a la naturaleza (por tanto, todo el pensamiento extraordinario del Sr. Dussel –por más que denigre a sus detractores-, se desploma).

En efecto, el Sr. cree que con su modelación logicista ha derrotado al marxismo-leninismo; arremete de modo violento contra Althusser: lo llama “farsante”; Althusser que es más original, pues, “sin haber leído los tres tomos de El capital, mucho peor los últimos escritos de Marx (“la cuarta versión de El capital” –sic) produjo la visión más coherente, lógica, objetiva (“formalista”, “estructuralista”) del marxismo (esta agresividad gratuita del Sr. Dussel para con Althusser, trae a la mente una realidad: la pobre noción simplemente descriptiva de la historia del Sr. Dussel, frente a la poderosa concepción categorial de la misma, de Althusser). Su posición indeterminista cuántico-heisenbergiana (circular en espiral), le hace decir, que la revolución política en Inglaterra impuso el sistema capitalista; el hecho, no obstante, es al revés (fácilmente M. Dobb, refutaría al Sr. Dussel); pues, el capitalismo estuvo ya en la realidad, pero de modo políticamente subordinado; la revolución puso en coherencia la nueva base con la institucionalidad.

Marx formuló una corriente de pensamiento: el marxismo (la que se desarrolló en términos políticos como marxismo-leninismo); Althusser lo hizo como despliegue de la visión marxista: el althusserismo; el Sr. Dussel no ha podido elaborar un modelo coherente orgánicamente total: una visión armónica de sus “descubrimientos” y desarrollos teóricos. Recoge (comenta; aunque esta tarea en su léxico es peyorativa: “jamás seré comentarista, sucursalero”, sentencia) el pensamiento mítico latinoamericano, cristiano, lo transforma en categorial, pero esta propuesta no alcanza el status de sistema alternativo al eurocentrista. El Sr. Dussel es útil, en este caso, en tanto interviene en la difusión del marxismo: lo da a conocer; su fortaleza está en fundamentar de manera más precisa cierta terminología, en desarrollarla y en replantearla (tal es el caso de su recomposición histórica); pero cuando formula su propia versión sobre la realidad y propone lo que se debe hacer, en ese momento la persona que escribe deja de seguirle.

El Sr. Dussel afirma, que “El conocimiento está hecho para la vida, no ésta para aquel”. Empero, visto el hecho a partir de una perspectiva lógica diferente, la sentencia difiere. La vida está hecha para el conocimiento, porque el ser humano no tiene la misma catadura, que los animales; en verdad, sólo los cerebros de los animales deciden permanentemente entre la vida y la muerte: si se equivocan, mueren). “El criterio de verdad es la vida”, también dice. Tal vez. Si la vida tiene éxito, quiere decir, que la práctica fue efectiva, y la intelección: objetiva (“en la tradición materialista, reduccionista estalinista” -sic); pero el criterio de verdad absoluto, responde al cumplimiento del sentido de la vida: dotar de conciencia a la materia (lo que demuestra, que la genialidad [y la realización de ésta en condiciones favorables] no es garantía de justeza, de objetividad [y lo cual expone una aporía: las conceptualizaciones profundas y acabadas tienen carácter estratégico inoperable, resienten el “principio de factibilidad”]). Fetichismo antropológico en del Sr. Dussel: la racionalidad de la vida humana, juicio que oculta el objeto del principio: la producción de la idea; por tanto, se vive para argumentar, no al contrario.

Sin embargo, todo ser humano (unidad mínima de inteligencia) luce un cerebro prodigioso; en cada entidad sapiente reside la característica héroe, en espera de que las condiciones (necesidad histórica) hagan, que esas potencias se conviertan en acto (que le digan: “levántate y anda” –dixit F. Castro R.); a unos se les ha dado la oportunidad, a otros no; unos han pasado a ocupar posiciones estelares, otros se han recluido en el anonimato. No obstante, eso de la genialidad, es un mito; no se produce al margen de las condiciones y necesidad históricas, del carácter del acontecer, del tipo subjetivo de las masas (si no hubiesen estos hechos, no eclosionaría el “carisma”); pues, la genialidad de todos modos, no es otra

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realidad, que el efecto de concentración de las potencias intelectuales de una época en las neuronas de una sola persona, en varias de ellas, cuando la historia, para su movimiento cualitativo, requiere de ella. Los pueblos son los genios, es la humanidad la que se lleva el mérito, la inteligencia in abstracto.

Liberación frente a la manumisión. El ser humano sólo alcanza su libertad, se manumite, volviéndose “Dios”. El proletariado no se libera: se emancipa, o sea, reafirma y generaliza su identidad; el capitalista no se elimina, sino que también se emancipa: torna multilateral y abstracta lo que ya es; los dos sujetos históricos se emancipan interpenetrándose y pasan a compartir su identidad en la forma humana que deviene: satisfacción de necesidades en estándar elevado, como el patrón de vida del proletario (carencia de propiedad, no explota ni domina, vive en colaboración en el trabajo, todavía hoy); o sea: la negación de determinaciones, las cuales se superan y se conservan (pero también se anulan) en el resultado: el devenir (proceso no “analéctico”, sino sólo dialéctico, pues, el proceso histórico es regular). El ser humano se identifica como una sola substancia, porque tiene el mecanismo de la inteligencia (neocórtex), cuyo despliegue colectivo, en la “práctica social del trabajo”, históricamente le lleva a volverse providencial.

No tiene sentido, por tanto, ahondar en las diferencias a lo interno de la especie humana, magnificarlas y propender profundizarlas y perennizarlas. La persona que escribe, hace abstracción de todas las especificidades antropofísicas y antropo“culturales” entre las personas. Más bien, se ubica en aquello que es común y que los identifica: los vuelve iguales, indiferenciables: el neocórtex, esto es, la base material del pensamiento: las neuronas de la asociación (último eslabón evolutivo natural, dado sólo en el homo sapiens, que, junto con las interneuronas –lugar en las que se almacena la memoria adquirida, entre los enlaces de hidrógeno de los nucleótidos de la cadena del ADN no cubiertos por la memoria genética- generan la conciencia, la cual es, únicamente cuando el individuo está centrado en la praxis). Luego, la humanidad, no es más, que la comunidad de “unidades de pensamiento”.

La especie debe occidentalizarse por entero, es decir, asumir la “modernidad”, como la forma progresiva prometeica última, más desplegada, desde la cual proseguir; en ese caso, el eurocentrismo es pertinente, no los procesos precapitalistas “hacia sí”. Ahora bien, si se frena el calentamiento global (la industria), se lo hace también con el desarrollo de las fuerzas productivas, con el progreso; el origen de estas desarmonías se ubica en el sistema de mediación de este movimiento progresivo: el capitalista, el cual, mientras más eficiente es en el desarrollo de la ciencia y de la técnica y en la acumulación privada, de modo creciente afecta a la naturaleza; la solución al problema radica en actuar sobre la causa (la forma de reproducción burguesa): ralentizar el progreso, para morigerar los efectos antrópicos y negativos sociales del movimiento histórico.

Materialismo ingenuo, cosmológico, intuitivo, llama el Sr. Dussel al planteamiento sobre qué es primero: la materia o la idea. Las tareas y las circunstancias de un momento definen la conducta y el tipo de nacionalidad sobre la realidad; el concepto, por tanto, no “responde a imperativos simplemente teóricos o metodológicos”. Cuando Engels y Konstantinov plantean que materialista es un pensamiento que asume que primero es la materia, luego la conciencia, describen el contenido del enfrentamiento ideológico en un momento: el ser humano como “carne con necesidades” es lo primordial, no los motivos del alma, como era la ofensiva alineante de la cristiandad en ese entonces. La crítica, luego, no puede partir de la condición futura para impugnar o apoyar posiciones pasadas (lo pertinente es encontrar las determinaciones del momento). Esta postura, dígase con todas las letras: ¡no es seria! En el marxismo-leninismo no se deja de lado el aspecto dinámico (espiritual [la cual es la forma más alta de movimiento de la materia {masa}]) de la historia; se tiene –más bien- precaución de no exagerar el papel de la voluntad en la producción del mundo; por tanto, no es que la vida, el trabajo y la idea no sean momentos progresivos, lo que se dice es que no se debe dejar el estudio de la condición de todo: la naturaleza y su modo de ser (la dialéctica ontológica).

“Marx no era ateo”, dice el Sr. Dussel. Esta afirmación, asume que Marx rechazó el carácter burgués ideológico-político de la religión cristiana, en este caso; pero, a su vez

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tácitamente, se afirma que Marx compartía la composición mitológica: la existencia del alma (o del espíritu, según el caso), de la continuación de la vida luego de la muerte de las personas; por tanto, la existencia de un lugar para el alma: el cielo, de una organización y de un ente regente en ese mundo: Dios; como consecuencia, la presencia de un ser superior hacedor de todo lo existente: su principio y fin. No obstante, queda la demostración expresa documental de esa conclusión (con le gusta al Sr. Dussel, el cual es “su plato fuerte”, puesto que presume haber leído manuscritos de Marx aún no publicados), o sea, que no se trate la misma, de una simple deducción. Aquí se expone una posición, como es usual e intencional, contraria. Es el plano en el que la noción ontológica de la Filosofía marxista: espíritu o materia, topa su sentido pertinente, la que, para el Sr. Dussel le parece una elementalidad, de la cual se mofa.

El Sr. hace piruetas en pro de justificar y hacer pasar subrepticiamente su cristianismo, su embozada creencia en el “más allá”; de allí su arremetida contra el “problema fundamental de la Filosofía”: “qué es lo primero, el pensar o el ser”, “la materia o la conciencia”; y, casi indilga a Marx su escolasticismo. De allí su reiterada referencia sobre la prevalencia del espíritu, de la dinamia frente al supuesto fijismo del “marxismo estándar” (sic). En realidad, la materia lo es todo: masa y movimiento; materia blanda en la que se realiza la materia compacta y toda ella (Sólo porque la materia está dividida [átomos –Demócrito] y porque existe materia blanda [“vacío” –sic], es que los procesos ocurren); la llamada “energía”, es movimiento de la masa (Bosón de Higgs [Física de partículas, de ningún modo Física cuántica {idealismo mitológico en el seno de la práctica científica}, energía = fuerza o intensidad del movimiento de un cuerpo –de su masa]): cinético, calórico, lumínico, químico, orgánico, biológico, conciencial (Engels, F. Dialéctica de la naturaleza).

Dicho de otro modo. A partir de sus creencias, el Sr. Dussel enfila la crítica de modo ímprobo sobre el marxismo-leninismo. ¿Cuál es el sustento de su postura? Su enfoque sistémico sin determinación del proceso (progresivo) humano; la eliminación de su modelo del motor de la historia: la “lucha de clases”; la reconceptualización de algunas categorías: de la “política” en sentido aristotélico y ético; su concepción paradójicamente determinista sui géneris también de la historia: la estrategia, la táctica y la revolución (el leninismo), carecen de importancia, pues, la transformación histórica no ocupa la voluntad, en cuanto ésta se mueve según el sentido que abren los hechos estocásticos, fijándoselos a posteriori, a través de “criterios” y “postulados”.

El Sr. Dussel trabaja con algunos conceptos propios de la Física cuántica, lo cual incorpora imprecisiones a su formación subjetiva; son los casos de “entropía”, “energía”, “espacio”, “tiempo”; una muestra: el ser humano no suple necesidades con “energía” (enfoque físico idealista [la materia se transforma en energía y viceversa: ¡bah!]), sino con materia. Sin embargo, la precisión de conceptos, la aclaración y la exposición de otros, es una de las fortalezas indiscutibles del pensamiento dusseliano (lo cual no quita, que la conclusión sobre todo normativa sobre el “nuevo mundo a construir”, se inscriba en la nocionalidad fenomenológica utópica).

Se insiste, los censurable (por los censurados) no está en sus ideas (pues, cualquiera puede tenerlas) sino en (atreverse a) ejercer la crítica de otros, a partir de la presunción soberbia, megalómana, de que el criterio propio es el correcto y el de otros, erróneo; el pensar, que porque se ha leído a Marx (en este punto tienen pertinencia las admoniciones de Rigoberto Lanz y de James Petras; en el primer caso: “… no interesa si Marx lo dijo o no…”, en el segundo: recurrir al pensamiento ajeno –autoridad- para legitimar el propio): por su hermenéutica, se está envestido de la facultad para juzgar e incluso desautorizar otros puntos de vista.

En verdad, bastante egolatría la del Sr. Dussel, puesto que sin ambages afirma, que porque no se entiende sus tesis, es la razón por la que no se las asume (y porqué la realidad no marcha según esos apotegmas). La revisión de algunas líneas del pensamiento del Sr. Dussel, permitió establecer la comparación con las de Marx, de Lenin y de Althusser (dice que ellos ven a la política en sentido negativo; y, concluye que ese es un error, que él lo supera [se falta veladamente el respeto a Marx, con el concurso de argumentos de dudosa objetividad o

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inherentes a otra vertiente perceptiva {es fácil criticar a “manos lavadas” a quién dio los primeros pasos, sobre cuyos hombres se actúa}]); como resultado: en lugar de tomar partido por el enfoque del Sr. Dussel, más bien se procedió a cerrar filas en torno del marxismo-leninismo.

Se advierte cómo en la web y en otros sitios en los que se ha socializado su pensamiento, de modo casi consensual se relieva unilateralmente los méritos del Sr. Dussel. Por lo que se cree, una vez llegada a este punto la reflexión, que es pertinente intercalar una nota disonante sobre esa uniformidad de criterio. Para quién escribe, luego de haberse acercado algo más al pensamiento del referido Sr., se puede entrever, que la solidez, exactitud, elegancia e invulnerabilidad de mismo, es aparente, pues, el mismo tiene muchos flancos débiles, aún si la mirada sólo se mantiene en el interior de su propio constructo. En lo que interesa: en el plano político (lucha revolucionaria violenta por derribar el sistema e iniciar la organización de otro superior), el pensamiento-Dussel, es propio del pequeño burgués intelectual (burócrata) oportunista, que por su situación en la estructura social, está imbuido de la ideología pacifista, que cree y promueve la tesis de que el cambio se da de modo gradual, por la sola vía de la actuación racional.

Ahora bien, contradiciéndose a sí mismo (puesto que en otro lado dice contraponerse a la revolución), el Sr. Dussel recomienda que para hacer la revolución hay que descolonizarse (modificar la percepción subjetiva); bueno, esa es su apreciación (voluntarista-especulativa); otra, en cambio, diría que la revolución sale del seno del propio proceso a revolucionar (interioridad, no exterioridad). Se está frente a la típica conducta de quienes han dedicado su vida a la sola “práctica teórica”, por lo que llegan a la conclusión (conclusión: en la “posmodernidad” convincente), de que las ideas cambian la realidad. Olvida este grueso sector, que la idea es la representación de la realidad, por tanto, que ésta debe existir para que se refleje; y, esto lo dice una persona que prospecta, que se adelanta a decir lo que viene en la historia, frente al Sr. Dussel que continuamente dice, que no sabe en qué va a consistir el futuro humano. Luego, una es la actitud que propende que la revolución no se dé, cual es la posición del Sr Dussel; otra la que constata lamentablemente, que la revolución (toma del poder por la fuerza de las armas), aunque se quisiera, no va a ser, pero que en el caso de darse, se estaría presto a participar en ella, no a torpedearla.

La presente reacción ante la crítica, arranca del capitalismo como realidad y del marxismo como “epistemología”; no le interesa para nada, otras filosofías (las que son objeto de atención y promoción por parte de los señores Grosfoguel, de Sousa Santos, Dussel), puesto que dichos saberes no son útiles para efecto de la formulación del emprendimiento reflexivo en el que se ha embarcado, o sea, suponer la meta humana y propender entronizar la vida en esa perspectiva. La premisa de la que se parte, como es obvio, es: la forma humana progresiva más desarrollada dada de modo natural es el capitalismo (el eurocentrismo, la modernidad, el silgo XX –sin que se comparta esta caracterización subjetiva de la realidad); a partir de esta plataforma se piensa el porvenir, con sustento en la extrapolación de las tendencias del desarrollo material (de las fuerzas productivas), particularmente de la ciencia y de la técnica (la variable principal es la tasa de robotización, en coherencia con la “ley de la tendencia decreciente de la tasa de ganancia”, en su expresión física: composición orgánica del capital). A ese respecto, no son necesarias explicación o justificación adicionales.

En sentido amplio: ¿cuál es, cámbiese lo que deba, el denominador común del estatuto ideológico de la pléyade de pensadores (Holloway-Kohan [aunque este exponente del pensamiento trotskista-gramsciano: Kohan, como “leninista”, está lejos de la del Sr. Dussel] y del resto de personajes de similar talante)? En realidad, se ha convertido en “deporte mundial” criticar al marxismo-leninismo, sobre todo esa conducta deviene de quienes nada práctico tienen que presentar. Se cree que la no empatía reside en los siguientes puntos, los que se da a conocer sin empacho alguno, puesto que todos deben conocer “la idea” antes de que ésta se realice (se lanza de golpe y aunque de modo todavía provisional y grueso, todo el arsenal perceptivo propio sobre el Sr. Dussel, para no darle la ocasión “a nuestro autor”, de que le indilgue el anatema de “sucursalero” a quién estas notas escribe).

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1.- La historia no es concebida en términos de progreso (“esencialismo”, “milenarismo”, se dice peyorativamente), por tanto, no está dentro de su horizonte perceptivo, la noción sobre su desenlace (proclaman la existencia de varias opciones de futuro);

2.- No confieren importancia a la tesis coevolutiva: ser humano-naturaleza (evo-devo), de Marx (en referencia al ecocidio, al ecosocialismo, al decrecentismo, a la ecolatría);

3.- Desconocen el papel que desempeñan el ser humano en la historia y ésta, en el Universo (o sea, la tesis de que la persona crea su propia naturaleza [tercera], se auto produce como sujeto de pensamiento, cuyo fin es dotarle de conciencia a la materia, en su orden);

4.- Impugnan, sin beneficio de inventario, al capitalismo: sostienen que su presencia no es necesaria en la historia (crisis capitalistas, crisis civilizatoria, fracaso capitalista,… [Pero el capitalismo ni está en crisis ni ha fracasado: sólo ha cumplido –sigue en esa tarea, aún en su etapa senil- su misión histórica necesaria: “producir la base material del mundo nuevo” –K. Marx-, como proceso “esquizoide” –B. Echeverría-: construcción/destrucción, con prevalencia del progreso {al capitalismo se lo juzga, pero no se ubica su papel en la historia}]);

5.- Creen que el trabajo es esencialidad histórica (determinación concreta) eterna de la humanidad: el paso del trabajo a la máquina, no está en su mapa mental (no se advierte, que la esencialidad del ser humano, es la producción de conocimientos; pues, el ser humano es inteligencia que piensa; su tarea primordial consiste en formar la conciencia);

6.- Su percepción omite la noción hipotética sobre el momento cumbre de la evolución natural y el papel del neocórtex: la ley que preside el movimiento de la realidad (realización progresiva de todas las potencias materiales: la formación de la base ontológica del reflejo);

7.- Sostienen que en la ex URSS, jamás se organizó el socialismo (la “revolución traicionada”), tampoco demarcan los dos períodos internos al proceso: el socialista y el socialimperialista;

8.- Carecen de la intelección sobre el papel del “socialismo real” y la razón de su “implosión” (La ley del valor socialista, la acumulación socialista [intento racional de compatibilizar progreso y equidad; la historia devolvió la primacía al capitalismo en la senda del progreso]);

9.- No está a su alcance la repuesta a la pregunta: ¿qué le pasa a la humanidad? (compleja subfase transicional, no de orden socialista sino socialdesarrollista [ciudadanía/crecimiento]: la historia marcha por rieles capitalistas y socialistas); tampoco lo está sobre otras inquisiciones: ¿en qué momento de su desarrollo se halla ésta? (a punto de concluir el desarrollo de las fuerzas productivas: la automatización completa de todas las actividades de reproducción humana), y, ¿cuál es estadio que niega y reemplaza al presente (a la forma burguesa)? (el sistema democovivencial);

10.- Ignoran la progresión: instrumento mecánico, máquina, automatización, robot inteligente, y la razón y conclusión del proceso (esto es, la primacía de las condiciones materiales [también niegan la dialéctica ontológica; enfilan contra Engels {aquí se “venera” a Engels; pero no a cualquier Engels, sino al viejo Engels, al Engels ontológico –¿ingenuo?; ¡bah!- del Diamat y del Hismat}]);

11.- Tienen la tendencia a plantear la felicidad humana en la vuelta al “valor de uso” (epistemología del Sur, Filosofía latinoamericana, ethos estético,…); y,

12.- Han dejado de lado, en el análisis de la historia, el papel modelador histórico de las fuerzas productivas (inteligencia objetualizada, positivamente alienante); el carácter regular de la historia (la ley general y las particulares de cada etapa).

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Por supuesto, por lo que queda dicho, el enfoque asumido en las presentes reflexiones de disenso no ve a la historia “desde” la perspectiva europea o de la de la América Latina (el Sr. Dussel, en este caso, asume que su método se diferencia por “ver desde los oprimidos” la historia); tampoco se lo hace a partir de la percepción capitalista del mundo o de la del socialismo, o de otro régimen subjetivo adosado a cualquier modo de reproducción humana precapitalista, ni siquiera responde a una actitud crítica al sistema imperante; por el contrario, el punto de mira (“el ojo visor”) es el del sentido de la presencia de la humanidad en los hechos (metahistoria, saber absoluto). La verdadera “exterioridad”: la obra humana completa por venir, la que reside fuera de la propia realidad humana y de su entorno natural, cósmico, no se le representa en la mente al Sr. Dussel, como tampoco en el “imaginario” de la prolífera variedad de sabios que pueblan el Planeta (claro, según sabe la persona que borronea estas líneas, se exceptúa a Kant, a Marx y al Dr. A. Castillo B.); la referida alude a la creación del Universo espiritual, el cual es la fotografía, el relato objetivo de la totalidad real. Sólo con ese producto, el ser humano se hace con la aureola de la dignidad, justifica su vida, se realiza. El Sr, Dussel se muestra con una confianza verdaderamente temeraria respecto de su certeza intelectual; en su crítica al “socialismo real” (en verdad: al socialimperialismo soviético de 1956 a 1989) se entrevé que dice, que si él hubiese estado en lugar de Lenin, de Stalin, de Castro, de Ortega o incluso de Mao, el socialismo hubiese sido un éxito, estaría vivo, pues, habría aplicado bien a Marx (hubiese impuesto el manejo comunitario del excedente; reformado las instituciones del Estado, el mercado, la moneda -sic). Por tanto, en esta ocasión al Sr. Dussel, experto en encontrar errores y limitaciones, “se le pilló”. Expresa: Marx entendió bien la realidad porque fue economista y filósofo a la vez y los que son: o filósofos o economistas por su lado, no pueden hacerlo; pero el señor en referencia no considera la “teleología” del ser humano, aun en su condición de economista y filósofo a la vez, como el mismo lo aclara, puesto que se opone a Engels, o sea, ha descartado la “dialéctica de la naturaleza” (la “exterioridad exterior” del individuo), componente sin el cual es imposible entender el concepto de ser humano: de “trabajo vivo”. Por otra parte, nuestro pensador y otros en su línea, tienen el menoscabo de no mirar el papel civilizatorio del capitalismo, niegan el progreso, mucho peor aceptan que éste se da –por vía natural, espontánea- sólo en condiciones de desigualdad, explotación, acumulación, destrucción de la naturaleza y dominación; empero: así procede la historia, y dicho escenario se mantendrá mientras el desarrollo de las fuerzas productivas no haya avanzado hasta un nivel, que provea de las condiciones objetivas y subjetivas, para que el desarrollo prosiga exento de los males de raigambre burgués. La paz se instituye con la automatización completa; y, de la prescripción de Marx: “de cada quién según su capacidad, a cada cual según su necesidad”, en una forma humana sin trabajo sólo mantiene vigencia la segunda parte: “… a cada cual según su necesidad”. El salvaje vagaba en la naturaleza y tomaba lo que ella le presentaba en lucha con otros seres; las producciones mercantiles simples y la capitalista realizan la sobrevivencia y la acumulación mediante explotación y la conducta antrópica, y devienen. Los capitalistas no tienen otro objetivo para la vida, que el de enriquecerse; esa muy limitada conciencia es, sin embargo, positiva en términos históricos: la acumulación de capital es la base sobre la que se instala el mundo nuevo; en la producción maquinizada, el nuevo ser toma lo que ésta le provee en paz, pues, la escasez (y la apropiación jurídica de los elementos naturales) ha desaparecido (“Mandar obedeciendo” en el “sistema equivalencial”, señor E. Morales, señor E. Dussel: no le corresponde al ser humano, sino a las máquinas a través de un software de lógica administrativa). Estas, algunas impresiones respecto de un autor, que ha derramado palabras y gastado tanta tinta de modo impugnador sobre el llamado “socialismo real” (un botón más: dice que intencionalmente no se publicó en el período inicial soviético las obras de Marx, puesto que de haberlo hecho: “todo el tinglado se venía abajo” [no cabe duda ya, la posición subjetivista especulativa]). Como su trabajo es profundo y extenso, quizá –de ser necesario- haya vida para poner más atención y penetrar a mayor profundad sobre esa producción. Por ahora, se cree que esta recensión basta, en virtud de que hay que alzar la voz, cuando alguien ha

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observado la actuación cristalizada por un sector de la praxis, que actuó con la palabra y la espada sobre la realidad con el propósito de cambiarla: el socialismo, proceso incluso en el que se puso en vilo la existencia. La “estrategia” deconstructiva de este pensamiento, pasa por revisar su esencia, no por su extensión discursiva, es decir, se ha buscado un atajo, para llegar a su médula, a la axiomática.

Ahora bien, no se duda de lo que es evidente: de la capacidad, de la dedicación, de la profundidad del saber del Sr. Dussel. Su forma de analizar la realidad es propia, aunque su específico enfoque lo imputa a Marx; por tanto, es difícil someter a crítica su posición sin distorsionarla y hacerlo también con la de quién profesa y ensaya la exégesis. Pero el Sr. Dussel se da el lujo sí, de actuar de manera recusatoria frente al pensamiento y proceder de otras personas; y, aquí no surte efecto la actitud de precisión epistémica frente a la verdad, pues, la moral también es prospectiva, tiene que ver con el “deber ser” particular de cada sujeto social, sin que necesariamente se actúe especulativa o voluntarísticamente. Verbi gracia: si habría que anteponer objeciones a la visión dusseliana a partir de la perspectiva marxistaleninista (como lo hace él en sentido inverso), la misma asumiría el siguiente carácter (desde luego, ya que el señor Dussel se manifiesta de modo crítico picante sobre el “socialismo real” –sic-, esa alusión da derecho de palabra, de réplica, a quienes profesan ese modelo; caso contrario, lo sensato sería “hacer mutis por el foro” [ahora bien, la persona que escribe, trabaja sobre otro objeto, no en torno del que lo hacer el Sr. Dussel; éste es el teleológico, con apoyo en el pensamiento marxista]). Su enfoque de la economía se inclina a ser formalista institucionalista: empresa, mercado, Estado; deja de lado en sentido político la lucha de clases; se tiene la impresión, que no le se confiere importancia a la ley de la tendencia decreciente de la tasa de ganancia, sino para fundamentar su criterio de “transmodernidad”; considera que instituciones históricamente creadas (dinero, Estado, mercado, empresa), no deben desaparecer, sino sólo transformarse, en la perspectiva de I. Mészarós. La posición crítica no conduce a decir, como es usual respecto de los demás, que el Sr. Dussel esté equivocado (esa sería una actitud irresponsable, incluso de irrespeto para con las canas de un venerable personaje); únicamente se desvía por la tangente la incursión reflexiva sobre tales ideas, con la declaración de que el Sr. trabaja con otra perspectiva de significación. La ventaja (esa si superioridad real) del marxismo-leninismo sobre el Sr. Dussel (también sobre el gramscismo y neomarxismo), es la práctica, la experiencia histórica, es decir, la realidad, que por haber sido, puede ser juzgada de diversos modos, incluso por el parecer especulativo. En verdad, si una actuación humana la realidad lo admitió o se impuso sobre ella, es porque tiene poder: la fuerza de la resolución; en cambio, el trabajo prospectivo intelectual del Sr. Dussel no se puede someter a validación, tampoco aplicarlo como “test de coherencia”, como criterio de verdad sobre la práctica. “No hay proyecto”, sostiene el Sr. Dussel, sino criterios: el “a” se despliega, luego viene el “b” y así se va construyendo el camino (“criterios y brújula”; pero la brújula solamente sirve si se tiene un punto de referencia, de llegada, y es de lo que carece el Sr. Dussel en su magnífica y locuaz peroración). Esta vía, no obstante, no se abre de modo racional o cuasi racional; la misma lo hace el desarrollo material de la humanidad, por tanto, hay que descubrirla (“libertad: conciencia de la necesidad”); es la proyección del movimiento evolutivo natural: de la materia física a la orgánica (la vida), de la célula procariota a la eucariota, de ésta al tejido, al aparato y al sistema; del animal inferior al homínido, luego al ser humano (la única realidad que no existe en el Universo es su representación; pues bien, esa es la tarea humana: el punto de referencia, la meta).

Se entrevé la impresión, de que la historia se la concibe con impronta racional; en realidad, el capitalismo burdo, ignorante, ha sido el encargado de llevar a cuestas a la humanidad (de sacarla de las cavernas, del circo romano, de las catedrales góticas) y, aunque de modo criminógeno, la especie está viva y cerca de su objetivo. La escogencia y fijación de la senda de criterios es efectiva si descubre o coincide con la dirección del desarrollo de las fuerzas productivas; esa ruta va la comunismo, o sea, se trata de una utopía paradójicamente realizable, la que fue fijada de modo terminante por el proletariado, el socialismo de Lenin-

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Stalin y las luchas populares en la entera extensión del Planeta (por tanto, se está de acuerdo con el libro sobre “La idea del Comunismo” de A. Badiou). En otro lugar, el Sr. Dussel trabaja con algo que no existe: los términos "espacio” y “tiempo”. En el Planeta, la lucha política por acceder a los puestos de gobierno, aunque por sí mismo el carácter de esta institucionalidad estuvo siempre determinada (por el capital en negación y subsunción de otros sectores sociales), en el presente ha perdido importancia para la realización de la historia; insustantividad que se va a incrementar, a medida que la vida avance. La pequeña incidencia que la presidencia de la república y el gobierno todo, tienen razón de actuación el ladear la balanza sobre los intereses consumistas burgueses o hacia el cumplimiento a niveles adecuados la atención de las necesidades de reproducción de la vida de las amplias mayorías. Esta inclinación a uno u otro lado, no reenrumba el curso de la historia.

Según la perspectiva cognitiva del Sr Dussel, “polisemia”: múltiples significados (empero, la historia [la experiencia personal] no “construye” el concepto; éste es el reflejo dinámico de la realidad, es decir, es un hecho objetivo representado); no obstante, la controversia no reside en la analogía o en el esencialismo, sino en el objeto que figuran los términos. La palabra “pueblo” se la constituye como categoría al aplicar el criterio polisémico, pero en verdad lo que hace es (de acuerdo a una perspectiva distinta) negar la concreción de un hecho real, apelándose a una posición simplemente discursiva (se indefine el hecho, no es posible encontrar el eslabón decisivo, la tendencia principal, pues, todo vale; tampoco es posible formular las tareas inmediata y de mediano plazo –I. Wallerstein).

Que la “cultura”, según la forma en cómo la concibe el Sr. Dussel, es la que crea a las personas masculina y la femenina; al respecto se deja de lado el hecho de que el entorno histórico social opera sobre la basa y ratifica el origen orgánico de esta dimensión (lo cualifica); de modo que para una persona racional, no hay opción fuera de la realidad óntica. Por ejemplo, los esclavos, los siervos, los obreros nunca (hasta que vinieron Marx: el secreto de la riqueza, la plusvalía, y Lenin: el Partido como pedagogo) por razones subjetivas (de comprensión del hecho) lucharon por el cambio de la situación; lo hicieron, porque el peso real de la explotación y de la dominación les era corporalmente insoportable (aquí el voluntarismo gramsciano y todo subjetivismo, caen por su propio peso).

Para la persona que escribe, no interesa marcar diferencias entre seres humanos: de edad (niños, jóvenes, viejos), de raza (amarillos, colorados, blancos), de género (femenino, masculino,…), de idioma, de lugar (norte, sur, éste, oeste); se da importancia absoluta, más bien, a su condición: humana, a lo que tiene de común: la capacidad de pensar; lo cual implica mirar en perspectiva “temporal” de otro modo el hecho: no del presente hacia atrás (porque en ese caso aparecen esas categorías de raza, etnia, “cultura” [identidad no en relación con la historia, sino con el futuro: con esos seres angelicales, que luego poblarán ya no la Tierra, sino el Universo {las presentes ideas, por tanto, se sitúan de golpe en la forma humana más desarrollada: la “modernidad”, la eurocentralidad, el capitalismo clásico, y de allí se avanza en la reflexión especulativa prospectiva}]), sino hacia adelante, o sea, en función de la tarea fundamental a cumplir por parte del ser humano; por tanto, es la categoría neocórtex la que resalta; y, la inteligencia es la identidad absoluta.

Telos: utopía racional; ésta, debe efectuarse según su determinación, con el trabajo actual, enfilado deliberadamente en esa dirección (“… el progreso es algo objetivamente definible, que al mismo tiempo apunta hacia lo deseable; el libre desarrollo de los seres humanos depende de la justeza del análisis según el cual el desarrollo histórico conduce a la humanidad a esa meta” –Hobsbawm sobre Marx, en Las Formen). Solución, que no va dirigida a ordenar el proceso darwiniano, sino a salir de él (hominización completa): el ser humano deja de pertenecer a la naturaleza (primera naturaleza, naturaleza originaria), pese a que su principio está en ella (Marx: Formen; dixit E. Hobsbawm): compone su propia naturaleza, una vez que ha pertenecido a la “primera naturaleza” (valor de uso), atravesado la “segunda naturaleza” (valor de cambio; “reino animal del espíritu” –F. Hegel), hasta componer, se ha dicho, su reino: la “tercer naturaleza” (“valor” de usufructo).

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En efecto, se trata de tres reinos superpuestos: el reino animal y vegetal en operación con sus propias leyes y opcional en su vigencia, el reino de las máquinas en funcionamiento según la “programación lógica” que llenan la alacena del posthumano, y el reino “celestial”, “Cielo”; “campo de conciencia”, el Olimpo (los griegos domaron, moldearon las fuerzas de la naturaleza en la ficción; el progreso prometeico de la historia realiza efectivamente el sueño). Al hacerlo, todas las potencias de la naturaleza, de la historia y de la mente quedan realizadas, el Universo “ha demostrado” su optimidad, cuando su producto máximo se ha vuelto providencial. En realidad, hay una delgada capa “parte aguas” de la moral y la racionalidad; moral: hedonismo, corazón, hemisferio derecho del cerebro, hormona, y racionalidad: el proceso que corresponde a los hechos, al sistema, a la finalidad inmanente.

En el caso de la progresión artificial, proceso que pone las diferentes formaciones humanas (comunidad, esclavismo, feudalismo, capitalismo, comunismo): de la herramienta a la máquina, después a la automatización, de allí a la robótica inteligente, finalmente al poshumano. La automatización es el tránsito del capitalismo/socialismo al comunismo; mientras que la inteligencia artificial, el robot sapiens es el comunismo: el estadio al que va la humanidad (Marx tiene noción al respecto: “si el molino del viento lleva a la forma feudal, el de vapor lo hace a la burguesa”; por extensión se dice: el molino del conocimiento conduce al comunismo).

El Sr. Dussel cuestiona la “metáfora del edificio”. Dicho cuerpo de categorías alegóricas no constituyen simple invento de Althusser o del pensamiento marxista francés: Marx, claramente hace referencia a ellas en el Prólogo a la Introducción; al respecto el Sr. Dussel asume que fueron frases que se le escaparon a Marx para alagar a Engels, que jamás volvió a hacerse cargo de ellas, que en su madurez las descartó; cuando, en realidad –como ya se manifestó más adelante, son el principio rector de toda su conformación discursiva ulterior (el descubrimiento crucial de Marx [la formulación de la base epistemológica materialista: de los cimientos teórico-metodológicos de su edificio comprensivo-explicativo-predictivo-práxico, esto es, los “principia” científicos, guía de todo el proceso de investigación, es borrado por Dussel de un solo y plumazo). Recusa las categorías de determinación (producción material), dominancia (instancia jurídico-política) y condicionalidad (factores del entorno natural y artificial, y el resto de esferas del modo de vida: “cultura”, arte, deporte, raza, género,…), como categorías que representan la dinamia de la reproducción social. Sobre el norte del pensamiento de Marx se puede hacer especulaciones; con todo derecho, en torno de las mismas se impondrá la objeción legisladora del Sr. Dussel, pues, dirá que el conoce el último aliento perceptivo de Marx. Por acá se tiene la propia (que no es “intuición”, porque dicha “realidad”: no existe). En efecto, del humanismo filosófico ético antropológico de los Escritos del 44, se ve que pasa a la propuesta revolucionarista de El manifiesto, luego se ubica en una posición racional (científica o “cientificista”) en El capital; la que sigue se supone fue (tendía a ser) una de orden prospectivo-teleológica (milenarista) esbozada en Los grundrisse, en la que se supera el enfoque voluntarista para aplicar el carácter predictivo que sí tiene la ciencia (en la perspectiva de Mario Bunge; y, heurística que impugna el Sr Dussel): el capitalismo es visto como una fase necesaria en el devenir humano, el cual tiene una misión (sin ética) en ella, puesto que el flujo de la especie tiene un sentido y un fin inmanente natural: conocer y dominar a la naturaleza (la vida fue la indeterminación absoluta; cuando se creó el neocórtex, la negación se puso: la determinación). La manera de proceder usual del Sr. Dussel (incluido Gramsci, Echeverría, Lukács) no le hizo advertir, que la historia –“ahora mismo”- es un proceso cuasi sin sujeto consciente; y, se dice “casi”, por cuanto de 1917 a 1956, dejó de serlo sobre un segmento humano (la ex URSS de los Soviets en el lapso aludido), o sea, precisamente en el período respecto del cual despotrican, tanto el Sr. Dussel como otros. Por consiguiente, la historia sigue sin necesidad del Sr. Dussel y de su planteamiento moral, de Habermas o de de Sousa Santos. Pero ésta: ¿la ha hecho sin Marx, Engels, Lenin o Stalin (también de Mao, de Castro)? No, pues, su obra (mala para unos, buena para otros), está allí para mirarla y calificarla, del modo que se antoje. Sin embargo, lo poco de incidencia de la voluntad sobre la estructura está de lado de quién el Sr. Dussel critica, esto es, de Habermas (la observación del Sr. Dussel sobre el Sr. Habermas,

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en torno de que de su discurso ha eliminado la base económica, se la coparte [así como el planteamiento de la “comunidad de vida, de trabajo, de producción”, en lugar de la “comunidad de comunicación”]; pero Habermas es pertinente, lo mismo que Gramsci, ahora)

El hilo conductor que se opone al enfoque referido, es el postulado sobre la razón, sentido y fin último de la vida humana: producir el retrato hablado del Universo (la racionalidad absoluta); esta premisa pone de cabeza a todo el pensamiento a la mano en el Globo. A ese respecto, el Sr. Dussel anatemiza la posición filosófica teleológica de Kant; pero ese es su punto de vista, el cual es problematizable, por sobre su grado de erudición y versación sobre materias filosóficas e históricas (la fortaleza aparentemente irreductible, que sobaja a todo oponente, es precisamente la nada despreciable abundancia de información en sentido histórico de la que es poseedor y maneja el Sr. Dussel, la cual no se condice con el carácter cualitativo, interpretativo, de dicha datación); en otro sector, en cambio, se piensa que la “intuición” finalística de Kant, es uno de los aciertos de dicha lumbrera clásica. La historia muestra, por tanto, que hay gente brillante en el mundo; que, en todo ser humano reside un cerebro poderoso, dispuesto a realizarse de acuerdo a sus circunstancias.

La hipótesis en torno de que el Universo transita hacia dotarse de su alter ego consciente; que quién lo hace es el producto supremo suyo: en ser humano, cambia todo el panorama del saber en general (incluso por sobre la discusión histórica en torno de edades: antigua, clásica, medieval, moderna, posmoderna, hípermoderna, transmoderna, etc.). Pero, sobre todo, pone verdadero sentido en todos los procesos humanos devenidos y los por hacerlo. Según el supuesto, emerge el capitalismo (la juventud) en tanto etapa fundamental encargada de crear el “seguro de vida” que sostenga la existencia, cuando ésta, liberada del trabajo, se dedique de modo exclusivo a pensar y, el comunismo (la vejez) en cuanto el período último, en el que el ser humano redondea, cumple totalmente su tarea: producir la idea (la vida se objetiva como “valor” de saber, no como “valor de cambio”, tampoco como “valor se uso”). Para la historia, los actos humanos no son éticos (la historia no se pone en el lugar de los pobres (“la lógica del no ser”, según el Sr, Dussel), no le interesa con qué sistema de reproducción humana se realiza, si con el capitalista, con el socialista o con uno mixto; de hecho, en el siglo anterior y en lo que va del presente, su proceso ha sido la trabazón de los dos modos de acumulación: el privado y el social [despectivamente nominado “estatista”]); pero sí pone las condiciones para devolver al último momento el modo de ser primitivo reeditado en el nivel más alto de desarrollo de las fuerzas productivas: el comunismo [instante humano de agregación simple de “unidades pensantes”, dedicadas a producir la idea]); es en la esfera interior del ser humano, en la que se somete al criterio de finalidad a ésta, en la cual opera la moral, como un mecanismo de vigilancia clasísticamente comprometida. Hegel dice al respecto: los actos humanos no son ni buenos ni malos, sólo son, se colige: en el proceso progresivo.

El flujo dado de su historia entrevé, que los procesos de cambio están dados sin el preciosismo director de la conciencia pensante, doctoral; tampoco por razones éticas; sino por los burdos actos, que cumplen el simple deseo de atender requerimientos de la reproducción social cuasi material (no de la “economía”), emparentados con los designios de la necesidad histórica. El capitalismo permanecerá en el mundo hasta cuando lleve el desarrollo de las fuerzas productivas al concreto (la automatización, la robótica, la inteligencia artificial, el poshumano). Por tanto, no habrá poder humano, que sea capaz de arrancarlo totalmente de la faz de la Tierra. Es por eso que frente al de “edades”, la perspectiva marxista trabaja con la categoría de formaciones sociales (humanas); la misma expresa el carácter dinámico progresivo de la realidad, en cuanto sucesión lineal de totalidades intrínsecamente determinadas.

Respecto de los subconjuntos humanos “americanos” precolombinos, según el criterio de periodización histórica cubana, se considera que los mismos a la llegada de los españoles, lusitanos e ingleses, se hallaban en la primera fase del esclavismo: del esclavismo generalizado (la segunda, que se desarrolló en el Viejo Mundo, fue la del esclavismo individualizado): una persona en la cima era dueña y señor de todo y de todos (de las

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comunidades dispersas en un territorio). Incluso en América el capitalismo mercantil no pudo establecerse como verdadero sistema y tuvo que subsistir con relaciones serviles, de modo que la linealidad histórica, en su decurso, es evidente. No obstante, ahora el capital, una vez que ha cubierto al mundo: que se ha desplazado a los “mercados emergentes” (China, Rusia, India [“deslocalización de las fábricas para poder competir”]) no cuenta ya con esferas no capitalista para expandirse (se cierra de modo definitivo el planteamiento de R. Luxemburgo); en realidad, el sistema debe “reproducirse” con base en sus “propios fundamentos”; el mercado mundial ya no tiene un mercado interno (como es obvio, tampoco externo).

Epistemología del sur, filosofía de la liberación, giro descolonizador, proyecto emancipatorio o directamente socialista, son estrategias inocuas frente a la determinación del proceso dado de lo real. Pero si bien como se dice con fundamento en los datos del modo de ser histórico capitalista, que el capitalismo vivirá en el largo plazo de tumbo en tumbo (y también el Sr. Fiori es partícipe de esta idea con su modelo de la expansión, es decir, que la crisis –una vez llegado a una etapa determinada de desarrollo de las fuerzas productivas: la automatización- no es el momento terminal sino siempre el inicio de un nuevo ciclo de recuperación y auge), la extrapolación de la tendencia histórica del desarrollo de las fuerzas productivas, lo que equivale a decir: la realización plena de la ley de la tendencia decreciente de la tasa de ganancia, indica que el sistema está por cumplir su misión en no más allá de 30 años (Moravec, Vinge, Wallerstein).

En ese caso, el sistema extenderá (¿“Expandirá”? No. El sistema se halla en reversión ya) su plazo de existencia un poco más, debido a la acción de la voluntad de la clase capitalista en ese entonces viva. Llegado a ese momento, mutatis mutandis, el 2050, no habrá fuerza instrumental capitalista, que pueda detener el cambio y el salto tendrá lugar. Para la humanidad, como no puede manipular por hoy la historia (libertad: disponer de conocimiento total de la regularidad y poder incorporar su impronta en su despliegue), tampoco es su sino mantenerse en la reiteración fofa al interior del sórdido capitalismo hasta la consumación de los siglos: producir, vender/comprar hasta la vejez de generación en generación, según una forma de existir a la manera animal.

De Sousa Santos, por ejemplo, se ha encargado de estudiar las variadas formas de reproducción humana paracapitalistas, para seleccionar y afincar la viable como tendencia; sin advertir, que la forma de reproducción humana efectiva, necesaria, aparece sola, se impone por sí misma, y ese es el modo de realización de la historia (y la única audacia práctica de la razón por intervenir de forma modeladora sobre la realidad, ha sido el tan denostado marxismo-leninismo, el socialismo de Lenin-Stalin; la cual: ¿fracasó? [el Sr. Dussel considera que es la falsa conciencia {la ideología marxista-leninista}, la equívoca praxis {el modelo}, quienes hicieron fracasar al sistema soviético {“se vino abajo”}; o sea, expresamente deja completamente de lado las estructuras, la necesidad histórica]; no; la experiencia fue un hecho como tal, que entró en la historia y salió de ella, luego de haber cumplido su papel: coadyuvar en el desarrollo de las fuerzas productivas, pues, vistos bien los hechos, en la historia ningún proceso es fracaso, sino una opción, un modo de ser de ella -metahistoria). Pero, sobre todo, mediante esa realidad, la historia fija su ruta preestablecida, a través, ahora sí: del principio del “intento y error”.

Por tanto, toda esta parafernalia petulante desemboca en la formulación de una propuesta inviable, no factible, no realizable, que no topa, no hace mella sobre la realidad. A Gramsci se lo ha criticado por su deficiente conceptualización económica y su divorcio con la región política; el Sr. Dussel, en cambio, quién domina a la perfección la Economía política marxista, deja de lado el eslabón fundamental, decisivo entre economía y política: la “lucha de clases”, por lo cual cree, como Habermas, que la formulación normativa puede actuar como herramienta de transformación social. En realidad, dicho planteamiento está fuera de la realidad, precisamente por su distanciamiento de Engels, el cual asume correctamente, que el pacifismo es romanticismo ingenuo (oportunismo espantadizo pequeño burgués intelectual), y que para cambiar la realidad debe recurrirse a la violencia. La cita de Engels al respecto tomada del prefacio a su obra: Las pretendidas escisiones en la internacional:

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Una revolución es, indudablemente, la cosa más autoritaria que existe, es el acto por medio del cual una parte de la población impone su voluntad a otra por medio de fusiles, bayonetas y cañones, medios autoritarios si los hay; y el partido victorioso, si no quiere haber luchado en vano, tiene que mantener ese dominio por medio del terror que sus armas inspiran a los reaccionarios… Así pues, una de dos: o los autoritarios no saben lo que dicen, y en este caso no hacen más que sembrar la confusión; o bien lo saben, y en este caso traicionan el movimiento del proletariado. En uno y en otro caso, sirven a la reacción.

El Sr. Dussel poco especula en torno de los cambios dramáticos que la automatización (el grado final de desarrollo de las fuerzas productivas, la producción artificial de sí mismo: el robot sapiens) va a tener sobre la humanidad, puesto que deambula por flancos falsos (el preciosismo conceptual filosófico, el eticismo, las filosofías andina, latinoamericana y oriental en general, etc.). Con el autómata, en primer lugar desaparece el trabajo: su división; con él, las clases, los estamentos o cualquier otra forma de diferenciación social (y, lo que no le gusta al Sr. Dussel: pierden funcionalidad el mercado, el Estado, la política, la producción); de modo que el género de reestructura en su entera complexión: se forma como comunidad, desaparece la familia monogámica, el ser humano se vuelve un ser de hielo, se torna un ente plenamente acabado: racional, que sin embargo debe contar con vestigios de la emocionalidad, puesto que la conciencia puede serlo de sí misma, sólo en presencia de esa esfera (el sentir, la sensación).

La vida de la humanidad consiste en ese viaje: en el de la búsqueda del conocimiento; el constante, progresivo, relevo generacional, hacia el conocimiento absoluto (paráfrasis del consejo que le da el profeta ciego del Reino de los Muertos: Tiresias, a Ulises). Debe preferir reposar por un instante en los brazos de la ciencia antes que vivir sin ella, aunque esa decisión implique la renuncia al paraíso eterno, pues, una vez recorrido el telón del capitalismo, el ser humano debe comprender, que sin la ciencia: ¡no es nada!

“Porque en la mucha sabiduría hay demasiada molestia; y quien añade ciencia, añade dolor”. No obstante, Atenea le dice a Odiseo: “debes hacer ese viaje”; Eolo le disuade

facilitándole el retorno a casa; Poseidón le lleva por los procelosos mares en los que encuentra la sabiduría, el periplo lo encamina a casa: al comienzo, pero este retorno a su mundo es también su conciencia del mismo (en Telémaco se produce el reencuentro con la nueva generación: el inicio de la “sublime y constante recapitulación” del saber; la descendencia de Ulises, no hace más que reiterar el viaje en la realidad o en la tradición oral –el reino de la monotonía se ha erigido).

En este trayecto, si la madre y el padre, del futuro supramoderno, se hallan propensos a experimentar sensaciones diferentes a aquellas a las que se encuentra acostumbrado el género hasta la fecha en el episodio de la procreación cuando ésta se haya trocado artificial, esto es, frente a un producto (el crío), que no es el resultado del disfrute en el acto sexual o, directamente: de la pasión, tampoco lo es de la experiencia formadora del sentimiento materno en la maternidad: “desarrollo del sentimiento hacia el hijo” (el malestar del vómito, los mareos, la lentificación de la vida, la obesidad, el sentir los movimientos del nuevo ser en el vientre,...), del influjo espiritual proveniente de la práctica de los ritos inherentes al cuidado del neonato y del púber en el posparto, o del impacto sobre la personalidad del proceso social dado alrededor del evento por el grupo familiar y demás allegados, también el nuevo ser se redefine sentimentalmente de cara a sus padres biológicos para los cuales éste es simplemente un hijo biológico.

La niñez, la juventud: es crecimiento, es maduración (este último constituye no otro, que un proceso de concretización, pues, en el propio cigoto, a modo de información, se encuentran instaladas todas las determinaciones auspiciantes de los complejos componentes de un ser destinado a desarrollarse, a totalizarse: a llegar a ser concreto). La niñez, como la mercancía, contiene todas las contradicciones en estado larvario, en potencia, que tienen que

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desplegarse; sus juegos son simulacros en la ejercitación respecto de tareas, que le prepararán para la vida adulta, en un entorno que sacude al ser infante (la lúdica) y al joven (el hedonismo), del aburrimiento. Estas etapas, en el ser humano del futuro, con modificaciones significativas, se mantienen como efecto de la aplicación de los nuevos procedimientos de reposición de cerebros en deceso: la fertilización in vitro, la clonación, la “división celular”, la “replicación”,... (incluso impacto sobre la personalidad tendrán los grupos GLBT –el falso hermafroditismo humano-, como la influencia de las máquinas a cuyo cargo estará el cuidado corporal y la formación de la conciencia de la niñez que viene).

Este nuevo ser, de este modo producido, criado y “socializado”, en verdad: procreado en nuevas condiciones tecnológicas y de “cultura” (de “ideología práctica” [En el sentido de “programa mental grabado históricamente, que tiene cada adulto –programa que es homogéneo- y que sirve de referencia para otorgar sentido y significado a los episodios singulares y concretos presentes” -Bartra, Roger]), contiene todas las características asociadas a la instalación de una nueva naturaleza en la personalidad humana (momento de la explosión de la “singularidad”): “psiquis” fría, frugal, racional, seria, posthumana, metahumana, la cual subvierte las otras conductas, razones, intereses y móviles de la vida (al fin y al cabo, en ese instante ya no habrá que deslomarse trabajando para sobrevivir, copulando para reproducir las unidades de inteligencia que generacionalmente sostengan la tarea intelectual, mitoligizando para mantener la cohesión del grupo) ligadas al placer, a la diversión, al proceso colectivo de recuperación de la fuerza de trabajo.

Este ser de hielo, de hierro, insensible (el cual hoy figurase parece monstruoso, detestable, inimaginable), es el que debe dedicarse por entero a la actividad que produce el saber concreto, a viajar por el Cosmos con ese objeto. Los lectores de Borges dicen que el literato argentino tiene en una de sus obras un personaje: “aquel Rey al cual los súbditos le ciegan, dejan sordo, cortan todas sus extremidades y su sexo para que sea Dios”. En efecto, esa debe ser la descripción de Dios, de existir; esa deberá ser la estructura corporal del ser humano, cuando llegue a ser “Dios”.

El proceso instintivo, sobre todo ligado al comportamiento de la mujer en razón de la maternidad, debe ser sometido al imperio del neocórtex y progresivamente superado. Debido a que dicha modificación en la conducta, además, también implica cambios en la estructura y funciones del cerebro (en el “cerebro derecho”, en el “límbico”, en el “reptil”,..., aquello que significa, que dichas partes del cerebro o se tornan funcionales o pasan –por manipulación genética- a incrementar el torrente de la inteligencia); lo cual presupone, que la voluntad se desarrolla mucho más (y la voluntad es un software especial de la conciencia, que regula los estados emocionales del cerebro), dado que la estimulación externa, que pone a operar al cerebro de modo químico-eléctrico, es inhibida de respuesta (por ejemplo: escuchar una melodía alegre y cambiar el estado de ánimo).

Si el robot libera “vida” humana para ocuparlo en las faenas del conocimiento, la negación de partes o en su totalidad de la esfera afectiva, lo hace en proporciones mucho mayores, con lo cual están dadas las condiciones para que la existencia deje de lado cualquier pretexto baladí, y curse por el sendero que conduce a alcanzar su objetivo superior (este aspecto se relaciona con el incremento de la capacidad de memoria por ruta de la manipulación genética o por incorporación de un chip en el cerebro, puesto que el software operativo ya casi está puesto de una vez y para siempre, al menos en el sector de cerebros marxistas).

Ahora sí, se falta a la palabra. Con base en la argumentación marxista-leninista, otra “torpeza” (según el Sr. Dussel, por supuesto): la economía se halla en la base de la conducta, de la psicología. ¿De qué relación material, real, es expresión el pensamiento del Sr. Dussel? (claro, la misma “introspección” se debe plantear con respecto de la especulación propia). Esa percepción y esa actitud ante la vida (como se dice en sentido clásico), responde a una posición y a una práctica, que están muy lejos del “trabajo productivo”; si bien se conoce y se describe el proceso, el esclarecimiento, identificación y defensa de la explotación es formal, en el sentido de la testificación, de posición exterior a ella. Es por eso que se deplora la revolución: la violencia organizada para tomar el trono del dominador; por el contrario, se

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asume la vía oportunista pacífica de transformación social, pues, como no se sufre las secuelas del despojo y en tanto se tiene garantizado el financiamiento de la “vida inmediata” individual e incluso se goza de reconocimiento, la transformación puede esperar a que trabajen las ideas, la persuasión, el descubrimiento y la acción de las razones morales.

En este punto (el expuesto en párrafo anterior), los señores Dussel, Habermas o Gramsci, no se diferencian mucho (la posición del pequeño burgués intelectual, que da preeminencia a la racionalidad y a la moral, y no a las leyes de desarrollo material, que modelan primigeniamente la historia). En substancia, en lo tocante con la vía propuesta para realizar la transformación de la realidad, el Sr. Dussel finalmente coincide con la posición de Gramsci, Habermas, Foucault o Echeverría (personajes que, entre otros, reciben la arremetida infidente del Sr. Dussel); su credo, es que el cambio se debe realizar sin violencia, con la mediación de reformas pequeñas, cuya acumulación (¿dialéctica?) provocará el salto, en su caso: la liberación (del eurocentrismo, de la modernidad, del capitalismo, de la colonialidad). Pero si hay diferencia entre las dos posiciones (la negación de la revolución hecha por parte del Sr. Dussel y la paralela coincidente, que sostiene la persona que escribe). Una es la actitud, que declara asumir e inducir el pacifismo como vía de transformación; y, otra, en cambio, la que expone el fundamento por el cual se niega a la revolución (violenta) como el proceso de base, del cambio social, así también de su derivación práctica: el socialismo.

No es posible la revolución, porque está ya fue (en Rusia, en China, en Cuba, en Nicaragua); no es dable el socialismo, porque esta experiencia ya la cursó la especie: en un sitio, para un segmento humano: la ex URSS y su Campo (Cuba resiste), en un momento: 1917-1956, a nombre de la humanidad y de la historia; por tanto, el papel que es permisible a la voluntad se hizo realidad: el marxismo-leninismo se cumplió con éxito en la práctica; quién en lo fundamental, ha cambiado el mundo, mientras que su conclusión corre a cargo del forcejeo reformador de los movimientos ciudadanos (neosocialismo) de modo paralelo a la negación que hace la burguesía del trabajo en la automatización y de ella misma: los contrarios se anulan en conjunto, de manera que el comunismo: la última formación reproductiva humana, es la que está en el horizonte. Frente a la ocurrencia mañosa de la derecha (“plantear la felicidad por decreto”), la historia trabaja, va hacia adelante y su sistema quiérase o no: envejece; y, en algún momento va a periclitar (frente a este hecho real, cierto sector de la izquierda se mofa: “esperar que el cambio se dé de modo autónomo”).

Si “cambiar para reconocer el curso actual de la historia”, es lo adecuado; esta renovación subjetiva, no obstante, no consiste en rescatar formas arcaicas, anticientíficas (antipositivistas, antimodernas) de concebir la realidad, mucho peor la ubicación en el bando de los pobres (latinoamericanos), como el Sr. Dussel precisamente intenta conseguir que proceda la intelligentzia contra hegemónica latinoamericana. El proceso de transformación que vive el mundo es de naturaleza neosocialista: capitalismo y socialismo, no obstante de parecer, que el uno se reafirme triunfante y el otro fuera de la historia, trabados entregan lo último de sí, mientras recíprocamente se anulan, con lo cual dan paso al nuevo orden, el cual los supera: recoge lo positivo de los dos y sedimenta lo nuevo; como proceso “sin sujeto consciente”, que en estos precisos momentos ocurre a espaldas de la humanidad.

En apretada síntesis, el algoritmo perceptual de principios inscrito en las presentes líneas, a partir del que se mira los hechos históricos y generales, se halla desarrollado en el documento: “La nueva concepción de la historia” (www.nuevaconcepciondelahistoria.com]); el citado trabajo fue realizado antes de conocer y acercarse al pensamiento del Sr. Dussel, pues, luego de elaborado el quinto tomo: el Resumen, se tuvo recién noticias del Sr. Dussel, y como, como parte central de su esfuerzo, según afirma el mismo, era destrozar al marxismo-leninismo, a Althusser, a la Sra. M. Harnecker, a Balivar, a Badiou, a Hauck, entre otros, con el concurso de Marx (sic), al pertenecer a esa tradición se creyó estar obligado a contestar (curiosamente este documento, sin habérselo propuesto, es ya una respuesta casi deliberada a las acusaciones del Sr. Dussel, a algunos aspectos de sus critica al marxismo-leninismo y al “socialismo real”).

Si se mira en sentido progresivo (o de atrás para adelante) la historia, muchas de sus versiones (incluida la del Sr. Dussel, para empezar) son correctas. En el caso del marxismo (el

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marxismo-leninismo, es obvio), la recusación al capitalismo: su deseo de derrumbarlo de modo revolucionario, de manera de proseguir a instaurar otros sistema: con trabajo (pero el comunismo se da con robot o no se da, o sea, en tanto formación humana exosustentable: sin trabajo humano), equitativo, que cree condiciones para que se produzca el desarrollo multifacético de todos, es probo. En cambio, si se lo hace en sentido retrospectivo (como el joven que se asume viejo: realizado, sabio, tranquilo, y que como anciano mira el camino recorrido), para lo cual, como es evidente, se debe especulativamente formular el estadio-meta de la humanidad, y a partir de ese escenario considerar el “proceso ´hacia sí” de la etapa terminal, la noción sobre la historia cambia.

En efecto, el capitalismo ya no aparece indeseable, sino tan sólo como una etapa requerida, necesaria, dada, en la historia, sin la cual ésta sería imposible; en política suavizaría la idea, en el sentido en que la posición racional –como en Marx- se limitaría a acortar su permanencia sin que se afecte a su función histórica, por una parte; por otra, al margen de la intención de cohonestar el genocidio, los procesos humanos que no entren en el escenario capitalista, aparecen únicamente como la reunión reproductiva de individuos garantes, reserva del genoma humano; finalmente, que el socialismo (la primera madurez) cumplió también un papel (que no fue un accidente, un absurdo que implosionó) en la historia, en cuanto auxiliar en el proceso de desarrollo de las fuerzas productivas y orgulloso intento de renunciar a su papel de simple marioneta (del mercado, de la “mano invisible”, del “se hace camino al andar”, del “intento y error”); y, a ritmo con el desarrollo de las fuerzas productivas hacia la automatización, que son las formas de conducción intermedias al capitalismo y al socialismo, las que cumplen el papel decisivo en la transición hacia la etapa madura (comunista).

Pensamiento helenocéntrico; no se ha producido el “destete”; ¿por qué? La racionalidad, la decisión volitiva, no únicamente es inherente al “estado de la mente” (comprensión, composición y decisión audaz), sino que en ella interviene la condicionalidad real. Guerrilla, revolución, teología de la liberación, ecologismo contrahegemónico, etc., se han dado de bruces contra las estructuras capitalistas. A la revolución la historia le dio un período de ejercicio: 1917-1956; al resto les cerró el paso de modo inmisericorde. Ni la verdadera acción cruenta revolucionaria ha tenido apoyo de la historia (ésta tenía que realizarse con uno o con otro sistema, esto es, sea capitalista o socialista, o de modo mixto), mucho peor el voluntarismo especulativo gramsciano, neomarxista o dusseliano. En el último caso, es posible pasarse ocho décadas de la vida discurseando, pero no conseguir nada real en el interés del cambio (a no ser que convertirse en objeto de divertimento, de quienes les gusta machacar y machacar en el preciosismo retórico filosófico abstracto).

El Sr. Dussel no ha reparado en el hecho de que no puede librarse de la determinación eurocentrista; precisamente a partir de esa matriz es de donde reacciona contra sí mismo; pero lo curioso es que su lucha está perdida, puesto que el paradigma contra el que choca es invulnerable, en virtud de que el mismo ha sido puesto por la historia (o está en su perspectiva), que ha cumplido una tarea, y momento desde el cual sólo puede ajustarse al futuro (los gringos al respecto tienen un principio conductual, que es verdad: “sabe por dónde se dirige la historia y va con ella”). Los idiomas que habla (español, inglés, alemán,…), la religión que profesa (la Cristiana), la formación ideológico-teórica a la que adhiere: el “marxismo”, son modernos, eurocéntricos, capitalistas (si no se hubiese instalado el capitalismo –la modernidad, el eurocentrismo, el productivismo, el “mito” del progreso [sic]- en la historia, el marxismo no tendría lugar). Al intentar filosofar a partir de las posiciones de los pobres, de los oprimidos, de los colonizados, de los “pueblos originarios” (“exterioridad”), en tanto la historia es implacable: siempre va para adelante, el Sr. Dussel, después de estudiar tanto el marxismo, se coloca en sitiales premarxistas, socialista-democráticos (niega frontalmente la revolución); su trabajo tiene locación en el pasado, representa un retroceso.

Para concluir, el “principio material” (el contenido) del discurso desde el cual se ha ensayado la exégesis de la crítica del Sr. Dussel al marxismo-leninismo, es la historia, concebida como la “teoría del desarrollo humano, hasta el saber absoluto”; los elementos de su desarrollo son:

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Método: dialéctico prospectivo/dialéctico retrospectivo. Escenario meta de la humidad: el Comunismo.

- “Economía” (reproducción humana): ley del “valor” de usufructo (automatización).

- “Política”: democovivencia (cohesión humana por ajuste mutuo; alta racionalidad, ocupación básica: trabajo intelectual para redondear la idea).

- “Ideología”: saber científico-objetivo. Procedimiento descencional.

Formulado el concreto, camino de regreso reflexivo sobre el presente y el pasado; en verdad, revisión histórica, puesto que para el futuro realizado (prospectivamente hipotetilzado mediante la extrapolación de las tendencias naturales e históricas), tanto el pasado como el presente son historia.

Directriz de la praxis (“Proyecto de vida” para la humanidad). Si se conoce el punto de llegada, se hacen todos los arreglos para cumplir de mejor manera el viaje.

Alcanzada la “visión”, cumplida la función, plasmada plenamente la potencia de la mente, no se puede ir más allá, puesto que al llegar al perfecto (“perfecto”: la potencia realizada como acto), tan sólo queda el viaje de regreso: a reproducir lo imperfecto (J. Baudrillard). La mente únicamente será necesaria (la reproducción vegetativa humana, la inmortalidad), hasta cuando haya algo qué representar. Una vez que termina la utilidad de la inteligencia, el instrumento de la mente no tiene más qué hacer (o viceversa).

Quito, 7 de julio del 2016.