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DE LA REFLEXIÓN METODOLÓGICA A LAS PRÁCTICAS DE INVESTIGACIÓN Eduardo L. Menéndez* CIESAS RELACIONES 88, OTOÑO 2001, VOL. XXII

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DE LA REFLEXIÓN METODOLÓGICAA LAS PRÁCT ICAS DE INVEST IGACIÓN

E d u a r d o L . M e n é n d e z *C I E S A S

R E L A C I O N E S 8 8 , O T O Ñ O 2 0 0 1 , V O L . X X I I

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as técnicas de investigación de tipo cualitativo y en me-nor medida las aproximaciones metodológicas cuali-tativas tuvieron una notoria expansión a partir de finesde los sesenta y especialmente desde los setenta sobreuna serie de campos de investigación y de acción so-

cial, y en particular sobre toda una gama de problemáticas referidas alproceso salud/enfermedad/atención (de ahora en adelante procesos/e/a).

La aplicación de las técnicas cualitativas si bien favorecieron la ob-tención de información y el impulso de determinadas actividades den-tro del campo de la salud, ha tenido un decurso conflictivo expresadoen ciertas orientaciones dadas a estas técnicas, que frecuentemente nosólo han modificado negativamente algunos de sus usos, sino que ha

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Desde la década de los sesenta y especialmente desde los setentaobservamos un creciente uso de técnicas –y en menor medidaaproximaciones– cualitativas en el estudio de una diversidad decampos, y sobre todo en las investigaciones de los procesos de sa-lud/enfermedad/atención.Si bien las técnicas y aproximaciones cualitativas han sido partenuclear de las perspectivas teórico/metodológicas desarrolladaspor la antropología social, no ocurre lo mismo con las ciencias so-ciales en general y menos aun con las ciencias de la salud, por locual enumeramos toda una serie de causas que explicarían el no-torio incremento del uso de dichas técnicas. Sin embargo, y es locentral de este artículo, la utilización de las técnicas cualitativasestá dando lugar a una serie de incongruencias, que observamosen particular en las relaciones entre el marco teórico del cual separte y las formas de utilizar dichas técnicas. Estas incongruenciaslas analizamos especialmente en las tendencias teóricas interpre-tativas, a través del uso/no uso del lenguaje nativo por el investi-gador, así como respecto de la problematización de la realidad yla formulación o no de hipótesis respecto de la misma (cualitati-vo, significado, metodología, antropología médica).

*[email protected]

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ba– en el denominado “trabajo de campo” su expresión más emblemáti-ca, en la medida que el trabajo de campo refería no sólo al uso de técni-cas cualitativas, sino al uso personalizado de las mismas por parte delantropólogo. Es decir de un profesional que aplicaba lo cualitativo entérminos personales a través de todos los pasos de su proyecto de inves-tigación, desde el diseño del mismo hasta la descripción y análisis de losdatos, pasando por la obtención de información directa en campo.

La aproximación cualitativa fue desarrollada por las diversas ten-dencias antropológicas respecto de múltiples campos de investigación,y en particular respecto del proceso s/e/a, generando un tipo de produc-ción en cierta medida complementario de la investigación desarrolladapor las denominadas ciencias de la salud, pero que en términos meto-dológicos aparece como antagónico o por lo menos diferenciado, res-pecto de dicha producción y especialmente de la generada desde laepidemología identificada exclusivamente con las aproximaciones ytécnicas de tipo estadístico.

Si bien durante la mayoría de sus respectivas trayectorias, la antro-pología social y la epidemiología se ignoraron mutuamente, varios pro-cesos iban a impulsar el paso a primer plano de las técnicas cualitativasen el estudio y acción del proceso s/e/a y a favorecer un mutuo recono-cimiento que no obstante no se tradujo sino escasamente en procesos dearticulación y complementación entre ambas aproximaciones (Janes etal. 1986, Menéndez 1998)

Toda una serie de procesos de diferente índole contribuyeron a estereconocimiento y uso de las técnicas cualitativas, que no puede ser refe-rido exclusivamente a la eclosión generada por el SIDA como reiterada yabusivamente se señala, sino a toda una serie de fenómenos de diferenteíndole que potenciaron la casi necesidad de redescubrir y frecuente-mente “descubrir” la existencia y utilidad de las técnicas cualitativas.

Uno de los principales factores que incidió en esta recuperación fuela modificación generada en el pérfil epidemiológico de los países cen-trales y la medicalización de ciertos comportamientos en términos pro-blemáticos y, o, peligrosos, así como las dificultades crecientes por partede las ciencias de la salud para obtener información confiable y estraté-gica respecto de varios de esos problemas/padecimientos en particularde las adicciones, homicidios, suicidios, sida, así como de fenómenos de

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conducido a una creciente incongruencia entre los marcos teóricos ymetodológicos formulados expresa o tácitamente, y las formas en quedichas técnicas son utilizadas tanto en términos de investigación comode intervención.

En este trabajo trataré de describir y analizar algunos de estos pro-cesos de apropiación y resignificación de las técnicas cualitativas quehan sido impulsados especialmente por el desarrollo de un mercado desaberes que reorienta constantemente las técnicas y aproximaciones entérminos de costo/beneficio, operando inclusive a través de aquellasaproximaciones donde lo cualitativo es fundamentado en términosepistemológicos a través, por ejemplo, de propuestas fenomenológicas,pero que frecuentemente es trivializado en sus aplicaciones técnicas, se-ñalando que de aquí en adelante cuando me refiero a las propuestas fe-nomenólogicas, interpretativas o críticas, me refiero exclusivamente alas utilizadas por las ciencias antropológicas y sociales para investigary, o, actuar sobre el campo de la s/e/a. Si bien estos procesos no son nue-vos, la incongruencia que observamos entre los marcos teórico/metodo-lógicos y las técnicas utilizadas, adquiere actualmente un carácter ex-pansivo que trataré de explicar.

ALGUNOS PUNTOS DE PARTIDA

La antropología social se caracteriza por haber desarrollado y utilizadoa través de casi toda su trayectoria aproximaciones y técnicas de tipocualitativo, hasta casi identificarse con las mismas. Mientras que la so-ciología, la economía e inclusive la historia desarrollaron central o par-cialmente aproximaciones de tipo cuantitativo e inclusive estadístico, laantropología social no sólo se centró en lo cualitativo sino que excluyólo estadístico hasta fechas relativamente recientes.1

La aproximación cualitativa junto con el énfasis en lo holístico, en lolocal, en lo simbólico, en el punto de vista del Otro constituye parte delos núcleos identificatorios de una disciplina que halla –o tal vez halla-

1 Dentro de la producción socioantropológica se han utilizado técnicas estadísticas,pero las mismas han sido secundarias y marginales hasta fechas recientes.

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ción, especialmente en el nivel de la comunidad y de los grupos domés-ticos.

El desarrollo de las aproximaciones cualitativas es correlativo del re-conocimiento del papel de sujetos y grupos sociales en casi todos los pa-sos del proceso s/e/a, de tal manera que el desarrollo de los grupos deautoayuda, el énfasis colocado en la creación o apoyo de redes socialeso grupos sostén, así como las estrategias tipo coping es decir basadas enlos recursos de todo tipo que un sujeto o microgrupo tienen para enfren-tar sus problemas, dieron lugar a la visualización del papel de estasprácticas de vida, algunas de las cuales fueron ulteriormente converti-das en técnicas. En última instancia, la aproximación cualitativa, y sobretodo ciertas técnicas, supone una suerte de apropiación académica delas técnicas de vida cotidiana desarrolladas previamente por los actoresulteriormente estudiados.

Estas tendencias aparecen estrechamente ligadas a la denominadainvestigación/acción o investigación/participativa que está basada casiexclusivamente en el uso de técnicas cualitativas, asi como al desarrollode movimientos y/o grupos sociales organizados en torno a procesos des/e/a., o para los cuales ciertos aspectos de dicho proceso tenían una sig-nificación y papel especiales. De tal manera que desde el movimientofeminista hasta el movimiento gay pasando por los grupos de autoayu-da constituidos en torno a muy diferentes padeceres se desarrollaránprácticas sociales que darán lugar a la utilización de aproximaciones ytécnicas cualitativas. Dichas aproximaciones y técnicas para varios deestos grupos, especialmente para ciertas corrientes feministas o para losdenominados grupos de base, no sólo constituían instrumentos para ob-tener o difundir información, sino que sobre todo operaron como unode los principales mecanismos de concientización y acción.

En consecuencia, me interesa subrayarlo, una parte sustantiva de larecuperación e impulso dado a las técnicas cualitativas surge de los in-tereses, objetivos y prácticas de grupos de la sociedad civil, que incluiráel desarrollo de organizaciones no gubernamentales a partir de su tra-bajo con los problemas de grupos específicos. Este proceso dará lugar auna dinámica según la cual instituciones preocupadas por aspectospuntuales de la vida cotidiana de las mujeres o de las condiciones deatención de determinados padecimientos propiciarán la investigación y

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violencia intrafamiliar referidos especialmente al niño y a la mujer gol-peados (Menéndez y Di Pardo 1998, Romaní 1999).

El cambio en el perfil epidemiológico se expresa en el paso a primerplano de las enfermedades crónico/degenerativas, varias de las cualesal igual que los padecimientos enumerados previamente aparecen estre-chamente vinculados a determinados estilos de vida (Armstrong 1990,Conrad 1990, Gerhardt 1990). Éstos y otros tipos de procesos, referidosespecialmente al Tercer Mundo como los programas de planificación fa-miliar redefinidos y ampliados ulteriormente en términos de “saludreproductiva”, iban a impulsar la necesidad de desarrollar una “epide-miología de los comportamientos” y, o una epidemiología de las repre-sentaciones, epidemiología hasta entonces casi inexistente, y que enparte comenzó a ser producida a traves de la aplicación de aproximacio-nes cualitativas (Almeida-Filho 2000).

Estas nuevas orientaciones expresaban en los setenta no sólo la mo-dificación en el perfil epidemiológico generada en los países centrales,así como determinadas prioridades de salud/enfermedad/atención ob-servadas en el Tercer Mundo y, o las limitaciones de las técnicas estadís-ticas para obtener determinado tipo de información, sino que tambiénexpresaba una crisis de eficacia del saber biomédico (Menéndez 1978,1982). Esta crisis se evidenciaba a través de varios indicadores, pero so-bre todo de dos aspectos contrastantes, el continuo incremento en elcosto de la enfermedad especialmente en los países de alto desarrollocapitalista y particularmente en Estados Unidos, y la desaceleración enel decremento de las tasas de mortalidad en los países del Tercer Mundoy especialmente en América Latina. Dicha crisis condujo a la formula-ción de varias propuestas, especialmente las denominadas políticas deAtención Primaria de la Salud que por una parte propondrían y a vecesimpulsarían la prevención, la promoción, la educación y la participa-ción en salud, y por otra desarrollarían un tipo de atención centrado nosólo en el médico familiar sino, donde fuera posible y/o necesario, en eluso de recursos comunitarios incluidos los curadores populares asícomo la formación de promotores de salud comunitaria.

Estas propuestas, más allá de la discontinuidad con que fueron apli-cadas (Menéndez 1993) impulsaron con diferente énfasis el uso de técni-cas cualitativas tanto en términos de investigación como de interven-

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so s/e/a estaba dominado por la biomedicina, y la salud colectiva erabásicamente pensada a través de una epidemiología centrada en lo es-tadistíco. Y así mientras que la sociología o la psicología social, aun enlos momentos de mayor énfasis estadístico, desarrollaron siempre ten-dencias teóricas que utilizaban técnicas y aproximaciones cualitativas,la epidemiología desde su constitución como disciplina científica exclu-yó lo cualitativo y se centró exclusivamente en lo estadístico por lo me-nos hasta la actualidad (Dunn y Janes 1986, Gaines 1992, Gerhardt 1990,Menéndez 1998, Nations 1986, Trostle 1986a y 1986b).

Lo que venimos desarrollando evidencia que el reconocimiento yuso de lo cualitativo se ha dado conflictivamente por lo menos en lo querefiere al proceso s/e/a, y especialmente dentro de las instituciones y sa-beres profesionales legitimados científica, legal y socialmente para tra-bajar con los padecimientos –es decir dentro del campo biomédico–, ydesde esta perspectiva recuperamos positivamente el desarrollo de unproceso que ha posibilitado la creciente inclusión de lo cualitativo a par-tir de evidenciar sus aportes en el plano de la investigación y de la ac-ción. Pero este reconocimiento no implica desconocer los usos teóricos,metodológicos y éticos cuestionables que están teniendo determinadostrabajos cualitativos por lo menos referidos al proceso s/e/a.4

Ahora, si bien mi análisis se centrará en la producción cualitativa,debo subrayar que por lo menos una parte de los usos que analizaré seobservan también en las técnicas de tipo estadístico, pero dado los obje-tivos –y mi propia formación profesional– me centraré en la produccióncualitativa pero subrayando la presencia de problemas similares en am-bas aproximaciones. Así, por ejemplo, la revisión de la producción, in-cluída la producción metodológica, en ciencias antropológicas y socialesy en epidemiología, posibilita observar en ambas aproximaciones dos

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sobre todo la investigación/acción sobre ciertos campos, sobre los cualesse han ido constituyendo grupos de interés que frecuentemente daránlugar al desarrollo de organizaciones no gubernamentales, y que ten-drán como común denominador el uso de técnicas cualitativas, en for-ma tal que por lo menos algunas de las instituciones que más financiandeterminados campos como el de la salud reproductiva, exigen o por lomenos inducen al uso casi exclusivo no sólo de técnicas cualitativas sinode determinadas técnicas.

Por supuesto que existen otras razones además de las enumeradas,2

pero sintetizando podemos decir que las principales causas de la recu-peración de las técnicas y en menor medida de las aproximaciones cua-litativas en el caso del proceso s/e/a fueron: a) las limitaciones eviden-ciadas por las técnicas estadísticas para obtener información estratégicay confiable para describir, explicar y/o actuar sobre problemas gravesy/o en incremento sobre todo en los paises capitalistas centrales; b) lacapacidad de las técnicas cualitativas para producir por lo menos partede dicha información, análisis e implementación; c) la potencialidad delas técnicas cualitativas para ser utilizadas no sólo para la investigación,sino para la concientización, acción y participación grupal o comunita-ria; y d) la existencia de sectores sociales que impulsaron estas técnicasy aproximaciones en función de sus propios objetivos/necesidades ymás allá de las definiciones, exclusiones o dubitaciones desarrolladaspor el sector salud y por el mundo académico biomédico en particular.3

Es importante recordar que la recuperación de las técnicas cualitati-vas, se dio en gran medida no sólo desde los propios grupos que teníandeterminados padecimientos y de organizaciones construidas ad hoc,sino dentro de un campo donde el estudio e intervención sobre el proce-

2 Entre los más importantes tenemos el desarrollo de la perspectiva del actor, asícomo la existencia de corrientes teóricas como el interaccionismo simbólico, la etnome-todología, la fenomenología que han fundamentado la legitimidad de las aproximacio-nes cualitativas.

3 Para algunos autores las limitaciones de la aproximación estadística no fue un fac-tor relevante en el desarrollo y uso actual de las técnicas cualitativas, dado que la mayo-ría de los estadísticos que trabajaban el proceso s/e/a no asumieron sus autolimitacio-nes, o las consideraron provisorias y no decisivas, y además no consideraron como unaopción científica aceptable a las técnicas cualitativas.

4 Este reconocimiento se está dando actualmente dentro de varios de los campos ymovimientos que más impulsaron el uso de las técnicas cualitativas “[...] como es el casodel feminismo y de los estudios de la mujer, ya que durante los noventa varios autores(De Vault 1996, Miller 1997, Pattai y Koestge 1994, Ridgeway y Smith-Lowin 1999) seña-lan las generalizaciones incorrectas producidas sobre diversos aspectos a partir de los re-sultados obtenidos en trabajos realizados sobre pequeños grupos de mujeres, así como lacreación de un falso dualismo cualitativo/cuantitativo” (Cardaci 2001).

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La segunda tendencia se caracteriza por no darle importancia a lareflexión teórica sobre la metodología, y a reducirla a la producción yanálisis de información, al trabajo de campo. Una gran parte de los an-tropólogos expresan esta tendencia que inclusive conduce a muchos aver la teoría como una limitante de la propia investigación.

Respecto de estos dos sesgos propongo: primero, que el uso de teo-rías, técnicas, niveles de análisis, etcétera, sean pensados en términos decomplementariedad y no de exclusión, pero a partir de aplicacionesconcretas y no de apelaciones exclusivamente verbales. Y segundo queel uso exclusivo o complementario de lo estadístico y de lo cualitativodebería ser definido por el problema a investigar y no por adhesiones oexclusiones a priori.

Es a partir de esta doble propuesta que analizaré algunas relacionesque observo entre el marco teórico y metodológico propuesto en la in-vestigación y las formas en que son transitados algunos pasos del pro-ceso de investigación, especialmente los referidos a como se obtiene o sise prefiere como se produce información. Y esto lo haré a partir de in-vestigaciones que sobre procesos de s/e/a se están realizando en térmi-nos cualitativos en América Latina.

La reflexión exclusivamente teórica sobre la investigación puede serinteresante, pero corre el peligro de no observar los aspectos más deci-sivos de la misma a partir de lo que realmente se produce. Y así yo pue-do señalar la existencia de técnicas estadísticas sofisticadas que posi-biliten análisis similares a los de tipo cualitativo o puedo recordar laexistencia de técnicas cualitativas que incluyen criterios de validez, peroresulta que cuando analizo la producción generada por la epidemiolo-gía y la sociología de orientación estadística o por la antropología médi-ca cualitativa observo que las mismas prácticamente nunca utilizandichas técnicas o su uso es mínimo y marginal. Desde nuestra perspec-tiva el denominado “estado del arte”–en este caso metodológico– debeanalizarse no sólo por sus posibilidades sino por lo que realmente seproduce y como se produce, o mejor dicho por comparar las posibilida-des metodológicas con la metodología realmente existente.

Nuestra propuesta no tiene nada que ver con la recuperación delempiricismo, o con la idea tan frecuente en antropología de que la únicaverdad está en los hechos –es decir en el trabajo de campo– y secunda-

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sesgos constantes. El primero es la tendencia al maniqueismo, es decirla tendencia a considerar explícita o implícitamente los objetivos, teo-rías, técnicas o niveles de análisis propios como los correctos, y a igno-rar o negar los que se diferencian de los mismos. Esto lo observamosjustamente en la división entre cualitativos y estadísticos, pero no tantoen lo que ahora decimos a nivel manifiesto, sino sobre todo en lo que ha-cemos. Es decir no sólo en la fundamentación teórica de las diferenciasy similaridades, sino en las prácticas, ya que si bien es cada vez más co-mún hablar de un acercamiento entre dichas aproximaciones según elcual existiría un reconocimiento mutuo de sus aportaciones así comocontinuas propuestas de complementariedad, sin embargo en la prácti-ca la mayoría de los estadísticos sólo usan técnicas estadísticas y los cua-litativos exclusivamente cualitativas, y ello más allá de las característicasdel problema investigado y de las invocaciones a la complementariedady a las denominadas “triangulaciones”.

Señalo expresamente, para evitar equívocos, que estoy de acuerdocon el uso complementario o como algunos dicen “triangulado” de técni-cas, lo cual por otra parte vengo realizando desde principios de la décadade los setenta (Menéndez e Izurieta 1971), pero lo que estoy subrayan-do ahora es que en la práctica de la investigación esto no es lo dominan-te; por el contrario la articulación estadística/cualitativa es sumamenteescasa, por lo menos en América Latina, en el campo del proceso s/e/a.Considero por otra parte que, además de proponer la necesidad de arti-culación entre aproximaciones y técnicas, debería investigarse si la mis-ma expresa una articulación en términos del problema investigado o loque expresa es el dominio de una de ellas, que generalmente es la másacorde con los puntos de partida teórico/metodológicos de los autores,con las habilidades artesanales y/o con las fuentes de financiamiento.

El segundo sesgo, es en gran medida una ejemplificación del ante-rior, y refiere a la existencia de dos tendencias en el análisis de teorías ymetodologías a las que denomino teoricista y empiricista. La primera seexpresa a través de autores que sólo reflexionan teóricamente sobre lametodología y especialmente respecto de los aspectos teóricos de la mis-ma, y que frecuentemente es realizada por autores que no han hecho in-vestigación. Desde hace años autores que han tenido notoria influenciaentre nosotros como Giddens o Habermas ejemplifican esta orientación.

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ducción etnográfica, asi como por su desarrollo teórico. Estas dos escue-las aparecen fuertemente antagonizadas en términos teóricos y metodo-lógicos e incluso ideológicos, lo cual se expresa sobre todo a través de laobra de algunos antropólogos en particular de M. Singer (AMC) (1981,1988, 1990; Singer y Borrero 1984, Singer et al. 1984, 1992) y de A. Gaines(AMI) (1978, 1979, 1985, 1991, 1992) quienes se caracterizan además porsu notable producción tanto en investigación como en reflexión teóri-co/metodológica.

Ahora bien, si nosotros leemos sus trabajos exclusivamente teóricos–que por otra parte son frecuentemente muy polémicos– llegamos a laconclusión de que existe una incompatibilidad casi total entre ambastendencias, pero si leemos los trabajos de investigación de estas dos ten-dencias, incluidos los trabajos etnográficos de estos dos autores segui-mos observando diferencias, pero también observamos notorias simili-tudes en términos de descripción y análisis como, por ejemplo, el usopor ambos de la dimensión interpretativa; del trabajo frecuente con pe-queños grupos, así como del uso de las mismas técnicas de investiga-ción, por lo cual llegan por ejemplo a conclusiones similares sobre algu-nos aspectos sustantivos del proceso de alcoholización.

Estas escuelas han influenciado en América Latina a antropólogos yen menor medida a salubristas sobre todo en países como Brasil y Mé-xico, donde recurrentemente observamos que los usos de estas escuelasse dan casi exclusivamente a través de sus textos teóricos con escasas oninguna referencia a sus investigaciones, contribuyendo a reproducir lapolarización teórica en términos ideológicos.

Pensar y analizar lo metodológico exclusivamente en el nivel teóri-co conduce a polarizar los aspectos teóricos, convirtiéndolos conscien-temente o no en polarizaciones ideológicas, dada, entre otras, la tenden-cia a utilizar el análisis teórico como un “cierre” de la realidad analizadao la escasa o directamente falta de articulación entre la información pro-ducida y la reflexión teórica sobre el problema a investigar. En conse-cuencia mi trabajo consistirá en describir y analizar algunos aspectosque he observado reiteradamente en las investigaciones cualitativas so-bre procesos de s/e/a (Menéndez 1999).

rizar o negar el papel de la teoría, sino por el contrario lo que buscamoses la articulación teoría/investigación y no seguir impulsando mani-queamente el teoricismo y el empiricismo.

Si subrayamos la necesidad de esta articulación es por la fuerte ten-dencia a analizar y/o discutir las teorías y metodologías sólo o básica-mente a través de la producción teórica, es decir de aquella que expre-samente teoriza y donde suele excluirse el análisis –no el comentario ola referencia marginal– de la metodología utilizada en las investigacio-nes, que es donde sin embargo podríamos observar el funcionamientode las teorías que los autores aplican realmente, y sobre todo si la infor-mación analizada tiene algo que ver con las teorías propuestas comomarco referencial. El cambio de perspectiva posibilitaría observar quetoda una serie de investigadores que entre nosotros han apelado a lateoría del ritual de Turner, de las relaciones hegemonía/subalternidadde Gramsci, de la producción de sujetos a partir de las instituciones se-gún Foucault o de la experiencia de enfermedad según Conrad no pro-dujeron en la mayoría de los casos en sus investigaciones la informaciónque posibilita articularla con dichas propuestas teórico/metodológicas.El cambio de perspectiva permite además comenzar a explicar la nota-ble carencia de teoría en gran parte de la producción epidemiológica yantropológica referidas al proceso s/e/a, pero no para evidenciar nueva-mente su empiricismo, sino –como luego veremos– para poner de mani-fiesto la existencia de teorías –o por lo menos ideas– no explicitadas enlas mismas así como el significado de dicha omisión (Menéndez 1999).

Por otra parte el hecho de que el análisis de las teorías se concentreen la reflexión teórica sobre lo teórico más que en el análisis teórico, me-todológico y técnico de las investigaciones, da lugar a una agudizaciónde las diferencias entre las orientaciones teórico/metodológicas hastaconvertir frecuentemente dichas diferencias en oposiciones ideológicas.Como expresión de esta tendencia voy a presentar un ejemplo que re-fiere no sólo a la situación latinoamericana sino sobre todo a la estadou-nidense, dado que estos problemas no son exclusivamente nuestros. Enantropología médica hay actualmente varias corrientes importantes,pero hay dos escuelas –la antropología médica crítica y la antropologíamédica interpretativa/clínica– que se caracterizan por su notable pro-

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clusive monolingües, sin tener conocimiento de la lengua de dichos gru-pos o sólo teniendo un manejo rudimentario de la misma.5 Si bien estaactitud metodológica no es nueva, la misma se ha incrementado en losúltimos años respecto de temas como la sexualidad, la enfermedad o laexperiencia religiosa, no sólo en investigaciones antropológicas, sino eninvestigadores procedentes de otras disciplinas, y que estudian cualita-tivamente SIDA o salud reproductiva en grupos indígenas cuya lenguabase no es el español y donde las mujeres son frecuentemente monolin-gües o con un reducido manejo del español.

En la trayectoria de la antropología y mucho antes de que pasaran aprimer plano las tendencias interpretativas actuales, autores como Ra-din en los veinte o Lowie en los treinta –que también eran interpretati-vos– planteaban la incorrección de realizar investigación etnográfica sintener un buen manejo de la lengua del grupo estudiado, y ello por va-rias razones teóricas y prácticas. Radin tanto en sus textos metodológi-cos (1965(1933)), como en su libro sobre “el hombre primitivo como filó-sofo” (1960(1927)), demuestra a partir de su propio trabajo etnográficola importancia decisiva de la palabra para estos grupos, en particularcuando es manejada por ciertos sujetos, que evidencian el nivel de com-plejidad del universo simbólico no sólo “filosófico”, sino afectivo de losmismos.

Tempranamente éstos y otros autores sostuvieron que la falta de ma-nejo de la lengua del Otro limitaba conseguir información estratégicay/o información tabuada/ocultada por la comunidad. Respecto del tra-bajo con informantes bilingües o con intérpretes reconocieron desde lospeligros de la deformación y ocultamiento de información generadospor los mismos, hasta recordar que en los sujetos bilingües la nueva len-gua aprendida es generalmente instrumental, mientras que los procesosculturales propios y profundos, incluidos los no concientes, se expresana través de la lengua original.

ESCISIÓN TEORÍA/INFORMACIÓN EN ALGUNAS INVESTIGACIONES

INTERPRETATIVAS

La aproximación cualitativa es usada por algunas disciplinas y orienta-ciones exclusivamente como técnica que posibilita obtener cierto tipo dedatos, que de otra manera sería difícil o directamente imposible de ob-tener. Esta posibilidad refiere no sólo a determinados aspectos decisivosde temas como drogadicción, violaciones sexuales, infanticidio o inten-tos de suicidio sino también a determinados aspectos tabú, ocultados onegados de la realidad y que pueden referir a aspectos económicos, po-líticos o religiosos. Uno de los casos más relevantes es la corriente detrabajos realizada a través de la observación participante respecto de lasdenominadas instituciones totales o semitotales que posibilitaron a par-tir de finales de los cincuenta observar, describir y analizar todo un es-pectro de actividades que casi nunca habían sido detectadas y descritaspor las investigaciones realizadas a través de aproximaciones estadísti-cas basadas en encuestas. Así este tipo de investigación en hospitales,hospicios, orfelinatos, instituciones para discapacitados, cárceles, etcé-tera, posibilitó describir relaciones no sólo de dominación o de hegemo-nía/subalternidad en términos de reglas institucionales, sino de accionesde control físico que llegaban al castigo corporal, a la violación sexual einclusive a la muerte de los internados.

Pero lo cualitativo no sólo refiere a técnicas de recolección, sino quepara determinadas tendencias teóricas refiere también a la concepciónque éstas tienen de la realidad y de los sujetos sociales a los cuales unaparte de dichas tendencias definen en términos de significado. Ahorabien, en toda una serie de investigaciones que parten de considerar larealidad como significado, que consideran a la realidad como produci-da por los significados que se desarrollan a través de relaciones inter-subjetivas, observamos ciertas formas de producir información que notermino de entender y/o que evidencian contradicciones o por lo menosincongruencias entre las propuestas teóricas y los usos de las técnicascualitativas.

Uno de los casos que reiteradamente evidencia esta situación es elde los investigadores que estudian, a través de marcos teóricos interpre-tativos diferentes tipos de problemas en grupos étnicos bilingües o in-

5 Es obvio que lo señalado no sólo refiere a los grupos étnicos amerindios, sino a todogrupo con el cual trabaje el investigador y cuya lengua sea diferente de la suya, así comotambién al manejo del lenguaje coloquial o técnico en la medida que el investigador tra-baje con adolescentes, con grupos que hablan básicamente caló o con profesionales médi-cos. En todos los casos el investigador debe apropiarse del lenguaje del Otro, no sólopara “comunicarse” sino para obtener información estratégica y poder comprenderla.

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trabajo, lo central no radica en analizar la desigualdad y la diferenciatextual y contextual, sino como las mismas son asumidas e incluidas porlos que estudian la realidad en términos de significado, dado que ellosproponen que la realidad se construye a través de significados produci-dos/ejercidos en relaciones intersubjetivas, y que dichos significados seexpresan básicamente a través de un lenguaje que en este caso no mane-ja o maneja rudimentariamente el investigador. Me interesa subrayarque esta asimetría lingüística y social, expresa las situaciones de desi-gualdad y diferencia dentro del propio trabajo de investigación o de in-vestigación/acción como parte intrínseca del mismo.6

Es decir ¿cómo se articula la teoría de la cual se parte con la manerade producir la información, cuando observamos incongruencias o inclu-sive contradicción entre las mismas? Me parece que en la práctica –noen la teoría– la producción de información pasa a ser secundaria paramuchos investigadores y que lo interpretativo pasa a jugarse sobre todoen el análisis del texto construido más allá de cómo se produjo la infor-mación, lo cual expresa la tradición hermeneútica de estas escuelas, que

Pero esta forma de trabajo pasa de ser limitativa a ser incongruentecuando es usada por las aproximaciones interpretativas, porque en elcaso de éstas, el manejo del lenguaje no es sólo cuestión de obtener bue-na información, sino que refiere a la concepción de la realidad basadaen gran medida en el papel del lenguaje, según esto el manejo del len-guaje del Otro es decisivo para describir e interpretar la realidad delOtro y/o para construir el texto a partir del Otro.

Es “su” lenguaje lo que permitiría describir los significados dados ala realidad por el Otro, lenguaje que debo en consecuencia manejar parapoder obtener y comprender esos significados en la relación intersubje-tiva que se establece entre el investigador y los sujetos de la comunidad.Trabajar con significados implica el desarrollo de una estrategia dialógi-ca en todos los pasos de la investigación –como suelen enfatizar algunosinterpretativistas– pero incluyendo el diálogo que se gesta en el trabajode campo, dado que la relación investigador/actor supone un continuoproceso de interpretación y reinterpretación, por supuesto que dentrode relaciones de hegemonía/subalternidad, donde el investigador gene-ralmente fue el hegemónico, pero no siempre.

Si bien respecto del trabajo antropológico –y por supuesto no antro-pológico– surgen diversos tipos de problemas referidos por ejemplo a laconfiabilidad de una información obtenida dentro de contextos de do-minación, discriminación y/o estigmatización, y esto tanto a nivel mi-crosocial en el caso de las relaciones de dominación al interior del grupofamiliar, como a nivel macrosocial dentro de situaciones de violencia ra-cial, debemos también incluir las situaciones de desigualdad que sonparte del status diferencial que existe entre el investigador y los sujetosy grupos de la comunidad con los cuales trabaja, constituyendo el nomanejo de la lengua del Otro parte de dicho estatus/relación de desi-gualdad y diferencia.

Por lo cual algunos autores, entre los que sobresale Clifford (1995),han propuesto que la falta del manejo del lenguaje del Otro por el an-tropólogo, expresa concientemente o no, una situacion de micropodery/o subalternización hacia un Otro que es investigado sin el conoci-miento de “su” lengua (véase también Hymes 1974).

Pero sin desconocer la existencia de éste y otros procesos similaresde subalternización técnica y profesional, dados los objetivos de este

6 Algunos antropólogos han reflexionado sobre esta situación de desigualdad pues-ta sobre todo de manifiesto en el trabajo de campo; E. Terray en un texto más o menosbiográfico sobre su trayectoria como antropólogo, enumera varios procesos que refierena un tipo de desigualdad entre el antropólogo y el grupo estudiado que generalmente elinvestigador no incluye. Según Terray la investigación de campo “[...] que constituye elcorazón del oficio antropológico se encuentra cada día más sometida a la influencia co-rrosiva del dinero. Este es un hecho del cual los etnólogos no gustan hablar, ya que si loabordan temen alterar la imagen que han forjado públicamente acerca de sí mismos. Sinembargo, por lo menos en el caso del trabajo antropológico en África, resulta ya imposi-ble eludirlo, ya que el antropólogo en su calidad de blanco, llegado de la ciudad con au-torización o por orden del gobierno aparece como alguien rico, y lo es en comparacióncon las personas a quienes acosa con sus preguntas” y agrega que los sujetos estudiadospor los antropólogos “[...] se muestran escépticos respecto de los beneficios que obten-drán del trabajo etnológico; conocen nuestros hábitos intelectuales y saben que el antro-pólogo utilizará su trabajo de campo como un trampolín para progresar en su carrera,por lo cual el informante ahora tiende a venderle su información”(1989: 35-36). El dinerocomo indicador de desigualdad interviene estableciendo diferencias en los diferentesmomentos del trabajo de campo según la experiencia del propio Terray, y sin embargono es incluido como parte de las relaciones de investigación y aun menos como factorque puede incidir en el significado de los datos.

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pos étnicos en México siguen sin manejar su lenguaje? ¿Cuál es la con-cepción que tienen estos investigadores respecto de la interpretación sisaben de antemano que su información será en términos comparativosde escasa calidad y confiabilidad por lo menos para aspectos centrales desu estudio, dado su limitado manejo del lenguaje del Otro y su reduci-do trabajo de campo?

No obstante, no niego que un antropólogo estudie un grupo del cualno maneje su lenguaje a partir de establecer cuales son los medios a tra-vés de los que suplirá esa limitación (uso de intérprete confiable; graba-ción de todas las entrevistas, para luego desgrabarlas y traducirlas conun especialista; papel dado a la observación sistemática, etcétera), asícomo de proponer los problemas y procesos que pueden ser realmenteestudiados desconociendo el lenguaje local. Es decir señalando expresa-mente el lugar dado al lenguaje en el proceso de investigación.

Desde esta perspectiva recuerdo que nuestro análisis lo referimossobre todo a las investigaciones que no sólo parten de marcos interpre-tativos, sino a los investigadores que hablan de relaciones dialógicas,inclusive polifónicas, pero que no pueden “dialogar” en el trabajo decampo con los sujetos de investigación por lo menos en términos de supropio lenguaje, de tal manera que el “diálogo” sólo se dará en el textoconstruido. De autores que parten de subrayar que la palabra de la co-munidad estudiada constituye para los sujetos la “palabra verdadera”,que inclusive en el caso de varios investigadores que denuncian crítica-mente por su desconocimiento del lenguaje del grupo al personal de sa-lud y especialmente a los médicos que atienden a estas poblaciones, locual paradójicamente ocurre también con el investigador que cuestionaesta situación, pero que estudia dichos grupos sin conocer la “palabraverdadera” pese a su énfasis en la significación de la misma.

Señalo, para evitar equívocos, que el manejo del lenguaje del Otroconstituye un factor decisivo para el estudio de determinados proble-mas y sobre todo en función del marco teórico del cual se parte, peroque esto no significa concluir que dicho conocimiento del lenguaje ge-nere en sí trabajos que describan e interpreten satisfactoriamente la rea-lidad de una comunidad determinada. El manejo del lenguaje constitu-ye un instrumento y/o una aproximación, cuyos resultados dependeránde cómo sea utilizado.

puede ser interesante y decisiva para el análisis literario pero no para elanálisis socioantropológico.

Esta situación se complica cuando observamos los tiempos reales detrabajo de campo dedicados a este tipo de investigaciones, dada la ten-dencia a reducir la extensión y continuidad de dicho trabajo. Es decir entérminos reales los tiempos son cada vez más cortos y más escandidos,lo cual reducirá potencialmente la calidad y confiabilidad de la informa-ción, así como el carácter estratégico de la misma. Gran parte de las bue-nas etnografías ponen de manifiesto esta necesidad del trabajo intensoy extenso; para dar un ejemplo dentro del campo de la salud/enferme-dad/atención observamos que Trotter y Chavira (1981) tardaron un añoy medio para obtener información sobre los diversos tipos de tratamien-to del alcoholismo realizados por curanderos de comunidades del sur-oeste de Estados Unidos, aplicados especialmente a población de origenmexicano. La información sobre los tratamientos del alcoholismo se ob-tuvo en el propio contexto, lo que posibilitó comprender la racionalidady prácticas de los curanderos, que de otra manera hubieran podido pa-recer incompletas e inclusive absurdas. Según estos autores, pese a ha-ber estado año y medio en trabajo de campo no lograron sin embargodescribir todos los tratamientos específicos utilizados por los curadorespopulares de dicha área respecto de un solo padecimiento.

Sin negar la producción de etnografías extensas e intensas entre no-sotros y con buen manejo del lenguaje del Otro por parte del investiga-dor, ésta no es la tendencia dominante. Pero respecto de lo que estoyanalizando, algunos investigadores podrían señalar que se hace lo quese puede, y que si no manejo el lenguaje del Otro o lo manejo poco, lacuestión central refiere a si obtengo o no información. Yo no niego estetipo de respuestas pese a su inconsistencia metodológica y tal vez ética,pero me pregunto ¿por qué no elegir entonces grupos respecto de loscuales se tenga un manejo correcto del lenguaje del Otro? ¿Por qué insis-tir en obtener “relatos” del padecimiento o de la sanación, inclusive re-feridos a las condiciones religiosas locales a través de un material obte-nido mediante intérpretes, dado el escaso o nulo conocimiento del len-guaje local? ¿Por qué no dedicarse a aprender realmente el lenguaje delOtro, dado que inclusive nos encontramos frecuentemente con casos deinvestigadores que luego de varios años de trabajar con los mismos gru-

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fías?, sobre todo cuando algunas de las mismas están hechas en un cortotiempo y a través de grupos focales o de encuestas.7

Y esto me lleva a otro punto importante; considero que si un investi-gador propone que va a generar etnografía densa, descripción fenome-nológica, etnografía dialógica o etnografía tradicional, es correcto, perosería de gran utilidad que junto al enunciado de lo que propone descri-biera minuciosamente en que consiste el trabajo de campo y el trabajode análisis o de interpretación, para así poder observar la relación entrelas propuestas de densidad fenomenológica, las técnicas utilizadas y lainformación producida. Pero una de las costumbres antropológicas másacendradas –y por supuesto también en otras disciplinas– es no descri-bir o describir muy esquemáticamente como se realiza la investigación.Más aun esta tendencia la observamos en prácticamente todas las escue-las, inclusive en las que en los últimos años nos hablan de experiencia yde narración, y sobre todo en los setenta y ochenta algunos antropólo-gos nos han narrado –a veces muy psicológicamente– sus experienciasetnográficas, lo predominante en ellos y en la disciplina en general es nodescribir como se hizo la investigación.

En los últimos años la tendencia a presentar un proyecto de investi-gación escasamente desarrollado y explicitado, ha sido reforzada por losformatos a través de los cuales diferentes instituciones, incluidas las demayor apariencia científica, establecen las condiciones de cómo debe pre-sentarse un proyecto de investigación para obtener financiamiento, el cualgeneralmente limita explícita o tácitamente el desarrollo del proyecto encasi todos sus pasos y especialmente de los dedicados a los desarrollosteóricos y metodológicos. Más aun, en algunos de dichos formatos el es-pacio dedicado a aspectos administrativos y financieros es comparati-vamente más amplio que el dedicado al diseño de la investigación.8

En función de varios de los aspectos que vengo señalando, uno delos que más me preocupan es la tendencia que observo hacia el conti-nuo deslizamiento donde lo coyuntural –hago lo que puedo– se con-vierte en un hecho normalizado; es decir se va normalizando el estudiode grupos sociales sin un manejo del lenguaje del Otro o sólo con un co-nocimiento rudimentario de su lenguaje. En mi experiencia como do-cente, casi exclusivamente de postgrado en los últimos veinticinco años,observo reiteradamente que cuando un alumno de maestría o doctora-do de antropología, a modo personal o de seminario de investigación,propone estudiar un grupo, y le pregunto si maneja su lengua; se pro-duce un efecto de asombro y casi de desconocimiento del sentido de lapregunta, debido a la aceptación normalizada dentro del proceso de for-mación profesional de que es importante pero no necesario manejar ellenguaje del grupo que se va a estudiar. Esta situación es aun más acu-sada en personas formadas a través de otras disciplinas y que hacenpotsgrados en antropología.

Esta normalización no sólo se da respecto del desconocimiento dellenguaje del Otro, sino de toda una serie de aspectos del proceso de in-vestigación, expresado sobre todo en la secundarización o directamenteinexistencia de criterios explicitados respecto a la confiabilidad y cali-dad de la información obtenida a través de técnicas cualitativas.

Considero que si la mayor parte de los antropólogos, por lo menoshasta los ochenta, han insistido en la realización de trabajos de campocomparativamente largos y continuos, no es por una especie de maníaterrenal o territorial, sino por razones que tienen que ver con la calidady confiabilidad de la información, así como con asegurar que la mismarefiera a la mayor variedad de situaciones posibles para justamente cap-tar la mayor variabilidad de significados.

Los últimos aspectos analizados refieren además, por lo menos enparte, a las tendencias que nos proponen que van a realizar etnografíasdensas en unos casos, en otros descripciones fenomenológicas y en al-gunos casos ambas cosas a la vez, lo cual no se observa frecuentementeen la información producida, ya que suelen ser en el mejor de los casosetnografías tradicionales. Uno de mis interrogantes se centra en detec-tar ¿en que reside lo fenomenológico y/o lo denso de dichas etnogra-

7 El análisis de la producción socioantropológica respecto al proceso s/e/a desarro-llado en México y en otros contextos latinoamericanos, nos permite concluir que la etno-grafía densa es muy escasamente aplicada entre nosotros más allá de que se hable de ellaen cursos y reuniones académicas. Esta constatación también ha sido establecida para laproducción norteamericana.

8 Cuando me refiero a que no conocemos los procedimientos a través de los cualesse investiga, no me refiero sólo a los problemas que el investigador tuvo o a la experien-

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Debe aclararse que mientras algunos investigadores plantean que enningún caso se dedican a estudiar problemas, otros reconocen que lo ha-cen en la medida que los mismos surjan en el trabajo de campo, y ade-más que emerjan como problema de los conjuntos sociales con los cua-les trabajan.

Coherentemente con la no problematización de la realidad algunosinvestigadores señalan que ellos no proponen hipótesis al realizar susinvestigaciones; y al respecto hay dos tendencias fuertes, una que es do-minante en la investigación interpretativa y que desecha la utilizaciónde hipótesis; y otra que propone que las hipótesis no se construyen apriori sino a partir de lo que se va procesando en el trabajo de campo.

Estas propuestas son legítimas y atendibles y están basadas en dossupuestos: no se pueden formular hipótesis sobre lo que se conoce nadao casi nada y la formulación de hipótesis tiende a sesgar la búsqueda deinformación, tiende a “cerrar” la realidad. Respecto de estas propuestasconsidero que la idea de que las hipótesis tienden a “cerrar” la realidadse maneja a través de considerar las hipótesis como si fueran las pregun-tas cerradas de una encuesta, así como –y es lo que más me interesa su-brayar– a pensar las hipótesis como propuestas definitivas que debenmantenerse y probarse como sea.

Nosotros consideramos que toda hipótesis debe ser siempre provi-sional, es decir manejada como una explicación provisoria de un proble-ma, y en consecuencia como un instrumento modificable a partir deltrabajo con la realidad. Pero frecuentemente las hipótesis se utilizancomo tesis para evidenciar necesariamente o –hipotético deductivo depor medio– para descartar, y no como propuestas provisionales a obser-var. La tendencia a pensar en las hipótesis como propuestas a verificarcasi necesariamente y no como una posibilidad que puede explicar/in-terpretar o no la problemática planteada, se correlaciona con una socie-dad que coloca la competencia y el éxito “a como sea” en el centro delproceso social y de investigación.

Algunos autores proponen que el trabajo de campo de larga dura-ción evita la producción de hipótesis iniciales, lo cual puede ocurrir enlos términos que venimos desarrollando, pero este tipo de trabajo delarga duración no niega la utilización de hipótesis, sino que posibilita

Dentro de esta tendencia hay actualmente algunos procesos que laimpulsan en forma constante y sesgada, me refiero a la relación tiempo,productividad e ingresos del investigador y/o de su institución. Dedi-carme a aprender el lenguaje del Otro y/o a realizar trabajos de campode larga duración limitan la obtención de “puntos”, “estímulos”, “so-bresueldos” o como se los quiera llamar, todos los años y a veces duran-te varios años, dado que la descripción y análisis etnográfico suelen im-plicar tiempos comparativamente mucho más extensos que por ejemplola descripción y el análisis estadísticos de la realidad a partir de encues-tas. Los ingresos de un investigador dependen cada vez más de su “pro-ductividad”, y es esta orientación hacia la productividad la que –por lomenos en parte– está definiendo en la práctica ciertas formas de investi-gar más allá de las reflexiones metodológicas sobre la investigación. Yes esta orientación la que está afectando el desarrollo de las ciencias engeneral, pero especialmente el de una disciplina que como la antropolo-gía social, organizó su quehacer en términos de un trabajo de campo yde análisis o interpretación de “larga duración”.

EL INTERPRETE DESNUDO

El segundo aspecto que analizaré se refiere al papel de la problemati-zación de la realidad y del uso o no uso de hipótesis en la investigaciónsocioantropológica. Una parte de los investigadores que parten de unmarco de referencia interpretativo y utilizan técnicas cualitativas, seña-lan expresamente que no estudian problemas, que no decriben y anali-zan la realidad a partir de problematizarla. Lo que ellos describen einterpretan es la vida cotidiana de la gente o según algunos la experien-cia de los actores, que puede ser una experiencia de enfermedad o unaexperiencia religiosa.

cia con sus informantes sino también a cuestiones más sencillas como cuáles fueron suscriterios de selección de informantes, cuántas veces entrevistó a cada informante y du-rante qué cantidad de tiempo real o en qué consistió realmente su observación partici-pante y cuáles fueron sus criterios de observación, etcétera, etcétera.

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ceptos respecto del grupo que voy a estudiar.9 Pero, más allá de estas in-congruencias o tal vez inconsecuencias, lo que me interesa subrayar esque pretender esta desnudez metodológica contradice los puntos departida de las tendencias interpretativas según los cuales toda realidades significativa para los actores, en este caso el investigador en su rela-ción con el problema/tema y universo a investigar.

La pretensión de ir sin hipótesis a investigar la realidad constituyeademás una paradoja partiendo de concepciones interpretativas, puesal único a quien se le negaría la capacidad de producir significados es alinvestigador, inclusive al investigador interpretativo. Más aun una delas paradojas del empiricismo y de varias corrientes interpretativas esque proponen, explícitamente o no, un investigador de tipo activo, peroal cual se le niega su activismo casi exclusivamente en lo referente a pro-blematizar e hipotetizar sobre la realidad con la cual trabaja. Y así se re-conoce y avala el papel del sujeto activo en el trabajo de campo, en laobservación, en la toma de notas, en las entrevistas, en la filmación peroexcluyendo su tendencia a pensar y por supuesto sentir respecto de losgrupos y problemas con los cuales trabaja.

La no formulación de hipótesis y la no problematización de la reali-dad lo que evitan es justamente explicitar los supuestos que existen entodo investigador respecto de una realidad que le es significativa, ycuya no formulación ha conducido a lo largo del tiempo a generar cons-tantes profecías autocumplidas. Desde nuestra perspectiva todo investi-gador, en la medida que la realidad a estudiar tiene significados para él,no puede evitar generar hipótesis, más allá del nombre que les dé y másacá de que las proponga explícitamente como tales.

De allí que nuestra propuesta no sólo es hacer explícitas las ideasprovisionales –hipótesis– que tengo sobre el problema, realidad y grupoa estudiar;10 sino formular dichas ideas –hipótesis– en términos inter-

reformular las hipótesis –explicitadas o no– iniciales a través de la con-tinua producción de nueva información y de análisis.

Lo señalado asume el riesgo de que las hipótesis “cierren” la “reali-dad”, dado que las mismas pueden tender a cosificarse, pero esto de-pende en gran medida de los dispositivos aplicados por el investigadorpara manejar las hipótesis realmente en términos provisionales. Pero paranosotros el problema más grave radica en aquellos cualitativos quepiensan que sólo se “cierra” la realidad cuando se formulan explícita yformalmente las hipótesis, autoexcluyéndose de ese riesgo metodológi-co, en el cual sin embargo frecuentemente caen a partir de la no explicita-ción de sus propios supuestos. Pareciera que piensan que al no formularexplícitamente hipótesis, éstas no “existen”; olvidándose o desconocien-do que no hace falta formularlas para que éstas “existan” y cierren larealidad. Lo sepa o no el investigador, sus presupuestos no explicitados,las condiciones institucionales, las características de la carrera académi-ca y profesional “cierran”–y por supuesto también “abren”– determina-dos aspectos de la realidad que se está investigando, es decir proponendeterminadas hipótesis sobre dicha realidad.

Podríamos seguir fundamentando la importancia y necesidad deformular hipótesis explicitadamente, pero lo que me interesa –en fun-ción de los objetivos propuestos– es observar la congruencia entre la ne-gación a utilizar hipótesis y el marco teórico del cual se parte, y desdeesta perspectiva considero que los que partiendo de una concepción in-terpretativa dicen que se acercan a la realidad sin problematizarla y sinhipótesis están contradiciendo su marco referencial que define a la reali-dad en términos de significado.

Si yo elijo investigar sexualidad, religión, pobreza o alcoholismo endeterminadas comunidades, supongo que debe ser porque me interesandichas temáticas y en dichas comunidades; debe ser porque las mismasalgo me significan. Si además antes de ir a hacer el trabajo de campo heleído bibliografía sobre la región y/o la comunidad y sobre el tema, hehecho cursos y seminarios específicos, y si además en algunos casos estaes mi segunda o tercera investigación sobre esta problemática y a vecessobre la misma área e inclusive comunidad, como puedo llegar a afir-mar que voy sin significados, sin problematización, sin presupuestos ysin hipótesis a investigar dicha realidad, cuando incluso tengo precon-

9 Los preconceptos respecto del grupo seleccionado ya sea un grupo de enfermos desida, un grupo de personas en situación de extrema pobreza o un grupo caracterizadopor sus actitudes racistas remite a valoraciones de muy diferente tipo, incluidas las detipo afectivo. Véase Devereux 1977.

10 Debemos asumir que potencialmente un investigador no sólo tiene ideas provisio-nales sobre los problemas a investigar sino también sobre los grupos que investiga. Losinvestigadores pueden tener representaciones –y aun prácticas– negativas o positivas

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dad, luego de trabajar durante un tiempo en la comunidad así como re-formularlas durante un lapso que puede implicar un año o más de tra-bajo de campo, y otra no establecer hipótesis iniciales y pretender quelas va a encontrar en la realidad a través de un trabajo de campo de unaspocas semanas y/o frecuentemente en forma escandida. Nuevamente sehace evidente la incongruencia o si se prefiere “distancia” que se obser-va entre la propuesta metodológica y la investigación realmente realiza-da, lo cual no significa que un investigador no pueda realizar su trabajode campo en cuatro o cinco semanas –o aun menos–, sino en la necesi-dad de articular su teoría de la práctica con su práctica real por lo menosen el plano investigativo, y en consecuencia asumir la necesidad de ex-plicitar las hipótesis que en tan escaso tiempo será difícil encon-trar/reformular en el campo, sobre todo porque una parte de las hipóte-sis ya viene con él, y porque su trabajo de campo no dura suficientetiempo como para conmoverlas.11

Considero que en algunos investigadores, especialmente una partede los que proceden del campo biomédico y se han introducido en laaproximación cualitativa, se ha producido una suerte de fascinación aldescubrir que pueden obtener relatos de padecimientos y describir la ex-periencia de los sufrimientos o al enterarse que pueden construir carre-ras del enfermo que articulan las prácticas de los sujetos, y en algunoscasos aplicando técnicas de historia de vida; pero me parece que fre-cuentemente esta fascinación se juega en las dimensiones teóricas eideológicas del descubrimiento de estas posibilidades más que en el de-sarrollo de un trabajo de campo extenso y continuo que posibilite obte-

pretativos/explicativos y no descriptivos, como forma de relacionarmeprovisionalmente con la realidad, así como utilizar la formulación dehipótesis como uno de los principales dispositivos de autocontrol epis-temológico. Justamente la mayor, y a veces exclusiva, formulación dehipótesis descriptivas y la escasez o inexistencia de la propuesta de hi-pótesis explicativas o interpretativas limitan la posibilidad de eviden-ciar la presencia y significación de los presupuestos del investigador,dado que arriesgar una explicación o una interpretación provisoria so-bre un problema, evidencia casi indefectiblemente algunos de los prin-cipales presupuestos del investigador.

Los antropólogos en particular no se han preocupado demasiadopor observar los presupuestos con que van al trabajo de campo y reali-zan sus descripciones y análisis, lo cual ha sido reforzado por el peso dealgunas –no todas– tendencias interpretativas, y especialmente por lasde origen fenomenológico dado que la descripción fenomenológica po-sibilitaría poner entre paréntesis los supuestos del investigador, sin ne-cesidad de explicitar por lo menos en el caso de los antropólogos comorealizan esta operación, y posibilitando que un investigador luego dehaber trabajado durante cerca de diez años en una comunidad, preten-da que la aproximación fenomenológica le permite ir sin presupuestosa estudiar ciertos problemas, que inclusive el mismo investigador –so-bre todo cuando trabaja dentro de los lineamientos de la investigaciónparticipativa– contribuyó a constituir en los términos en que actualmen-te los manejan por lo menos algunos miembros de la comunidad.

Pero además, y esto lo considero central, una cuestión es proponerno establecer hipótesis si no después de conocer parcialmente la reali-

respecto de grupos étnicos, mujeres, homosexuales o grupos religiosos que están operan-do en su forma de definir el problema, obtener información y analizarla tal como lo haevidenciado Devereux (1977). Si los científicos alemanes bajo el nazismo desarrollaronparte de sus investigaciones in vivo con gitanos, judíos y eslavos, y no con ingleses y fran-ceses es porque tenían definiciones y representaciones colectivas y técnicas diferentes dedichos grupos humanos. Y no me estoy refiriendo a “investigadores” tipo Mengele sinoa investigadores tipo Eppinger, posiblemente el máximo especialista en funciones hepá-ticas durante las décadas de los treinta y cuarenta, quien generó gran parte de sus apor-tes científicos a través de investigaciones in vivo, que implicó la muerte de gran parte desus sujetos de estudio (Menéndez 1972).

11 Al señalar la importancia del tiempo en el trabajo de campo no estoy concluyendoque toda investigación debe ser de larga duración, ni pretendo hacer una apología deltrabajo de campo, sino que trato de evidenciar la congruencia/incongruencia de preten-der manejar ciertos pasos metodológicos (formulación de hipótesis, confiabilidad deldato, etcétera) desligado de las características del trabajo de campo en términos de corta,mediana o larga duración. Y así cuando los antropólogos que no manejan el lenguaje na-tivo, proponen reemplazarlo por la observación participante (OP), o cuando una parte delos interpretativos apelan a la reflexividad como una característica del trabajo etnográfi-co, debe quedar claro que tanto la OP como la reflexividad refieren a trabajos de campoextensos y continuos, y no a pequeñas estadías interrumpidas. La no relación de estos as-pectos convierte en incongruente la apelación a la OP y a la reflexividad.

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y las incluya intencionalmente en su diseño del proyecto, en su trabajode campo y en su análisis o interpretación.

Ahora bien lo desarrollado hasta ahora refiere a la discusión meto-dológica sobre el uso o no uso de hipótesis y sobre la necesidad o no deproblematizar la realidad que se investiga, lo cual no es lo mismo queasumir que muchos de nosotros tenemos dificultades prácticas paraproducir hipótesis y para problematizar la realidad en forma intencio-nal y reflexiva. Para la mayoría de nosotros es más fácil formular la rea-lidad como tema, que problematizarla, dado que producir hipótesisconstituye frecuentemente uno de los pasos más dificultosos de un pro-yecto de investigación. Esta afirmación no contradice lo señalado pre-viamente, sino que lo refuerza, dado que una de las principales dificul-tades de todo investigador es asumir/hacer emerger sus presupuestos,que como ya hemos señalado constituyen, por lo menos en parte, sus“verdaderas” hipótesis iniciales.

Desde nuestra perspectiva la realidad a investigar debe ser proble-matizada, y esto más aun a partir de las nuevas tendencias productivis-tas en ciencia y tecnología que impulsan la descripción y análisis de larealidad a través de criterios de mayor rapidez. Por lo tanto debemosformular interrogantes que posibiliten no sólo problematizar sino esta-blecer cortes de la realidad lo menos arbitrarios posibles; que inclusopermitan aplicar una cierta perspectiva holística a los campos específi-cos, perspectiva que sigue siendo propuesta por la mayoría de los inter-pretativos. Esta problematización debe ser explicitada sobre todo siasumimos que la realidad(tema) será definida intencionalmente o no apartir de los objetivos/intereses de cada investigador y/o financiador.La problematización explicitada de la realidad no sólo es necesaria paradefinir la realidad que queremos/podemos investigar, sino como auto-control epistemológico en el uso de teorías, conceptos o técnicas.

Es la problematización de la realidad en términos específicos la quenos posibilita trabajar con la teoría a nivel de especificidad y no de gene-ralidad; articular la teoría al problema específico, para así poder tal vezsuperar las dos tendencias dominantes en la actualidad en el uso de teo-rías en los proyectos de investigación cualitativos. Por una parte los quehan decidido no trabajar con teorías, y por otra los que utilizan la teoría

ner información estratégica que de razón de ser al uso de relatos, carre-ras y biografías de los padecimientos.

Lo que estamos señalando conduce a recuperar algunos interrogan-tes que están presentes tácitamente en nuestro análisis ¿Se puede real-mente investigar una realidad que no nos genera algún nivel de proble-matización, algún tipo de interés? ¿Cuál es mi objetivo al describir lossignificados de la tuberculosis bronco/pulmonar o del hambre para los su-jetos que la padecen y no describir solamente los agentes causales entérminos “objetivos”? ¿Qué busco al plantear la muerte y la mortalidaden términos de significado para los sujetos a los cuales se les están mu-riendo sus hijos?

Éstos y otros problemas pueden implicar y/o “comprometer” nosólo teórica, sino afectiva, ideológica y/o socialmente al investigador,máxime si es él quien “produce” la información en su trabajo de campo;pero es sabido que toda una serie de investigaciones se hacen no porqueel investigador esté interesado, conmovido y/o comprometido profun-damente por el problema sino por una suerte de juego intelectual, ycada vez más frecuentemente porque existen financiamientos sobre esatemática, lo cual no cuestionamos sino que señalamos. Todo indica quesobre todo esta última tendencia va a ir en incremento, y la cuestión ra-dica en discriminar si la problematización no sólo metodológica sinotambién experiencial, posibilita una mayor o menor capacidad paraproducir hipótesis, orientaciones teóricas e implementaciones técnicasque los acercamientos no problematizados, y si el dominio de esta nue-va modalidad excluye –junto con el sujeto– la producción de hipótesisproblematizadas.

Ya sabemos que para algunas tendencias hermenéuticas más o me-nos a la moda tipo Gadamer, siempre se conoce desde determinado ho-rizonte y a partir de determinadas problemáticas. Pero más allá de queestemos o no de acuerdo con esta posición, lo que quiero recordar esque esta concepción metodológica viene intermitentemente aparecien-do/desapareciendo por lo menos desde la década de los veinte. Y frentea ella debemos decidir nuestra posición a partir de reconocer que entodos los casos el investigador casi siempre genera hipótesis o si se pre-fiere ideas provisorias sobre la realidad más allá del nombre que les dé

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Pero generalmente la reflexión y discusión metodológica y a vecesideológica, se centra en los dos primeros aspectos, mientras que el terce-ro –salvo excepciones– permanece en la vaguedad. Sin embargo si acep-tamos la existencia y papel de los presupuestos en el proceso de inves-tigación y especialmente en el caso de la investigación cualitativa, lacuestión a resolver es ¿qué hacemos en términos metodológicos y técni-cos con dichos presupuestos para que no permanezcan, como tantosproblemas metodológicos, sólo en el campo reflexivo?

Desde mi perspectiva la cuestión no radica en negarlos o afirmarlosen sí, primero porque son parte de la manera en que todo investigadorse acerca conciente o no concientemente a un problema, y segundo por-que de estar incidiendo necesita manejarlos reflexivamente tanto paraincluirlos como para excluirlos, lo cual supone objetivarlos hasta lo po-sible. Para ello, y para no permanecer en la reflexión, todo investigadordebería aplicar toda una serie de dispositivos de autocontrol metodo-lógico de tipo estadístico y cualitativo que posibilitara objetivar y mane-jar por lo menos una parte de sus presupuestos. Pero esto no suele ha-cerse, lo cual me remite a nuestros puntos de partida, que refieren a laconstante escisión que observamos entre el marco teórico/metodológicoy los procesos de investigación concretos, así como la tendencia respec-to de algunos aspectos cruciales de la investigación a negarlos o a discu-tirlos exclusivamente en el nivel teórico.

Consideramos que debieran aplicarse a nuestras investigacionesdispositivos artesanales que posibiliten tanto a los que proponen la ne-cesidad de generar una ruptura epistemológica con el sentido común,como a los que por el contrario parten de la convalidación del sentidocomún, evidenciar el papel de sus supuestos ya sea para “controlarlos”o para convivir metodológicamente con ellos.12

como marco referencial genérico. No es raro que en la actualidad estasdos orientaciones y especialmente la primera, se hayan reforzado a par-tir del impulso dado a los trabajos cualitativos de corto tiempo y aplica-ción rápida, como veremos más adelante.

Lo desarrollado hasta ahora se centró en lo cualitativo, pero podríaser también referido a la aproximación estadística, dado que más allá desus diferencias, ambas aproximaciones establecen pasos similares en susactividades concretas de investigación. Aunque es obvio, necesitamosrecordar que ambos enfoques se aplican al estudio de un tema o proble-ma determinado, respecto del cual proponen objetivos, establecen al-gún tipo de marco referencial, aplican técnicas de obtención de informa-ción, así como de análisis o de interpretación.

Es en parte debido a estas similaridades que en ambas aproximacio-nes existen problemas similares, de los cuales uno de los más señaladospero menos trabajado metodológicamente es el de la existencia y papelque cumplen los presupuestos de muy diferente tipo en el proceso deinvestigación.

INVESTIGACIÓN CUALITATIVA COMO MERCADO DE SABERES

Respecto de los presupuestos el primer punto a dilucidar es si conside-ramos que existen presupuestos de diferente tipo (institucionales, profe-sionales, académicos, religiosos, ideológicos, políticos, etcétera) en elproceso de investigación; el segundo: como intervienen y con cualesconsecuencias, y el tercero; y más importante para mi dentro del análi-sis que estamos desarrollando: ¿qué hacemos con estos presupuestos,cómo los manejamos al realizar nuestras investigaciones?

Quiero subrayar que estos aspectos no son sólo problemas de socio-logía del conocimiento o de la ciencia, sino situaciones concretas quecada investigador debería plantearse y resolver, no sólo en términos dereflexión sobre la existencia o no de los presupuestos, sino respecto de lainclusión/exclusión intencional de los mismos en los diferentes pasosde su propia investigación, porque de hecho, intencionalmente o no,siempre el investigador incluirá/excluirá algún tipo de presupuesto.

12 En nuestro trabajo docente y de investigación hemos venido desarrollando dispo-sitivos artesanales que pueden contribuir a la objetivación y autocontrol de por lo menosuna parte de los supuestos que operan en el proceso de investigación específica. Dichosdispositivos refieren a la aplicación de técnicas estadísticas de distanciamiento, a larevisión de teorías fuertemente contrastadas y su aplicación al problema específico, a latécnica de “pensar” en contra de nuestra orientación dominante, a la formulación de hi-pótesis interpretativas, etc., y sobre todo a la construccion de talleres “problematizado-res” respecto de los aspectos centrales del problema a investigar.

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Esta falta de autocontrol metodológico la observamos especialmenteen la aplicación de algunas de las principales perspectivas a través delas cuales se han impulsado no sólo las técnicas sino la aproximacióncualitativa como es el caso del denominado “punto de vista del actor”.En nuestro análisis del mismo (Menéndez 1997a), hemos observadocomo ha sido utilizado en términos a-relacionales cuando es una meto-dología que implica casi necesariamente la relación del actor con losOtros. Hemos observado que se le utiliza a partir de considerar explíci-ta o tácitamente que el actor siempre dice la(su) verdad o que su pers-pectiva es la correcta respecto de “su” realidad, pero frecuentemente sindescribir ni analizar que su punto de vista puede ocultar, negar o des-conocer algunos de los procesos que generan consecuencias negativaspara “su” propia realidad. Uno de los aspectos más interesantes, sobretodo en los usos fenomenológicos de esta perspectiva, radica en la eli-minación de casi toda reflexión y acción sobre los supuestos que operanno sólo en el punto de vista del actor sino también en el punto de vistadel investigador. Y cuando señalo esto, y lo subrayo, no me refiero a loque proponen los textos metodológicos sino a lo que observamos en lostrabajos de investigación.

Esta exclusión es coherente con una concepción teórica que pretendela homogeneidad de lo dado, que no incluye las diferencias y desigual-dades que operan conjuntamente en la realidad, que no incluye los des-garramientos y fragmentaciones en términos de género, de edades o declases donde operan los actores; que en fin tiende a excluir las relacionesdiferenciales y/o opuestas que operan entre los sujetos y grupos debidoa sus puntos de partida teórico/metodológicos a-relacionales. Todo locual se correlaciona con su tendencia a poner entre paréntesis los presu-puestos, que como tempranamente señalara K. Mannheim no sólo noson eliminados sino que el tipo de “intuiciones” de la realidad formula-das por los diferentes autores evidencia que las mismas “[...] dependensiempre del pasado histórico del sujeto que intuye” (Mannheim (1924)en Remmling 1982: 246), es decir de sus presupuestos.

Subrayando que lo que Mannheim planteó para los sociólogos fe-nomenólogos alemanes de los veinte y Bernstein (1983) para los de len-gua inglesa de los sesenta y setenta, lo seguimos observando en gran

parte de la producción latinoamericana actual sobre proceso s/e/a quese asume como interpretativa.

Pero no todos los presupuestos están explicitados; justamente unode los presupuestos frecuentemente explicitado, aunque parcialmente,es el que considera a las aproximaciones y técnicas cualitativas comomás flexibles que las estadísticas. Que las piensa como un tipo de inves-tigación que puede modificarse mientras se realiza; que puede incluirdurante el proceso de investigación y en cualquiera de sus pasos, pro-blemas y reflexiones y por supuesto información no considerada ni pen-sada previamente. Lo cual es en gran medida posible, aun cuando dichapotencialidad depende nuevamente de los tiempos reales dedicados altrabajo de campo y al análisis o interpretación.

Dicha noción de flexibilidad suele referir además a presupuestos se-gún los cuales las aproximaciones y técnicas cualitativas son más senci-llas y fáciles de aplicar y de aprender, y sobre todo que son menos rigu-rosas que las estadísticas, confundiendo flexibilidad con una especie deespontaneidad permanente, según la cual no se necesita utilizar crite-rios de selección ni fundamentar el tipo y número de informantes conlos cuales trabajar, ni establecer criterios de confiabilidad y calidad –queno de validez– de la información obtenida o a obtener. Como en tantosotros aspectos se suele confundir frecuentemente la emergencia de in-formación no esperada con la noción de que el trabajo antropológico esuna especie de espontaneidad constante que no requiere planificación osi se prefiere “diseño de investigación”.

Estos presupuestos se han desarrollado y afirmado en los últimostiempos a través de una suerte de potenciación entre los cualitativos deformación socioantropológica que se han dedicado a trabajar con deter-minadas agencias financiadoras y/o dentro del sector salud, y los profe-sionales que han asumido lo cualitativo desde la biomedicina y otrasprofesiones. Al respecto debe asumirse que desde la década de los se-senta se ha reforzado un constante proceso de apropiación, resignifica-ción y uso no sólo de las técnicas cualitativas sino también de conceptossocioantropológicos por parte de las ciencias de la salud y/o por profe-sionales formados en estas disciplinas (Menéndez 1999), que ha con-ducido además a un proceso de resignificación y/o de adecuación de las

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mismas por una parte de los propios científicos sociales en función deobjetivos técnico/científicos, pero también en función de un mercado detrabajo (saberes) centrado en el proceso s/e/a, que ha impulsado el usode las técnicas cualitativas por agencias financiadoras, organizacionesno gubernamentales y en menor medida por el sector salud.13

Durante la década de los ochenta la demanda del uso de técnicascualitativas por instituciones dedicadas a trabajar con el proceso s/e/acondujo a algunos antropólogos a proponer el desarrollo de “técnicasrápidas” (RAP) de obtención de información y de análisis (Scrimshaw yHurtado 1988). Las principales razones fueron reducir el costo financie-ro y reducir el tiempo de investigación dado que las técnicas cualitati-vas suelen ser mucho más prolongadas en el tiempo dedicado tanto arecolección de información como de análisis de la misma y según algu-nas evaluaciones más costosas.14 Junto a esto hubo otras razones, siendola principal, la posibilidad del uso de estas técnicas por personal no pre-parado formalmente, es decir agentes comunitarios de la propia comu-nidad. Las técnicas rápidas tienen como antecedente inmediato las pro-puestas y discusiones desarrolladas durante la década de los cincuentaal interior de la antropología en torno a la técnica del informante clave,de la cual son sólo una variante. Dichas técnicas, al igual que la del in-formante clave, pueden tener excelentes resultados utilizadas dentro deobjetivos puntuales y limitados como es establecer un diagnóstico pro-visional de la situación de salud respecto de determinados padecimien-tos infectocontagiosos, pero a lo largo de su aplicación se las utilizótratando de reemplazar el trabajo antropológico cualitativo intenso y

extenso, simulando o estableciendo tácitamente ser su equivalente, omanejando la información obtenida como si fueran los datos decisivosy no información provisional a profundizar. Pero además en muchoscontextos –como en el caso de algunas instituciones del sector salud– enlugar de ser aplicada por agentes comunitarios fue aplicada por in-vestigadores profesionales perdiéndose el sentido de aprendizaje y tra-bajo comunitario. Sin negar otros usos, así fue utilizada en varios paísesde América Latina por algunos investigadores, subrayando que gene-ralmente no informaban sobre las bases previas en las que sustentaronlos informes sobre la aplicación inicial de estas técnicas rápidas; merefiero explícitamente al hecho de que la posibilidad de obtener infor-mación calificada y profunda en muy corto tiempo, se montaba sobreun conocimiento previo e intensivo de la comunidad y de los problemasa investigar por el investigador que las estaba aplicando, así que la rapi-dez se basaba en gran medida en un saber previo (Menéndez 1997b).

Pero más allá de estos usos determinados por un mercado que buscarapidez y abaratamiento de costos, lo que me interesa subrayar son lasorientaciones dadas a las técnicas cualitativas por instituciones y auto-res que operan dentro de un sistema de oferta/demanda que conduce areorientar frecuentemente, en un sentido opuesto al que fueron cons-truidas, el papel de por lo menos algunas técnicas cualitativas.

Algo similar a lo ocurrido con las técnicas rápidas, lo observamoscon la notoria penetración y expansión de la técnica denominada grupofocal, grupo de discusión u otra denominación similar;15 esta técnica seexpandió por varias razones, algunas de tipo epistemológico que cues-tionaban las formas dominantes de obtener información tanto en el ni-vel cualitativo como estadístico por estar centradas en el individuo ais-lado y por desarrollarse en una situación social “simulada y artificial”como son las de entrevista o encuesta, ajenos a los tipos de encuentrodominantes en la vida cotidiana.

Pero no fue, como ya lo señalamos, sólo este tipo de causas las queimpulsaron su difusión en el mundo académico y/o en el de la investi-

13 Uno de los aspectos que más está incidiendo en la orientación negativa dada ac-tualmente a las técnicas cualitativas, es un proceso de apropiación de las mismas exclusi-vamente en términos de técnicas, desprendidas de sus fundamentos epistemológicosy/o de su trayectoria profesional antropológica. Si bien este proceso se da sobre todo através de profesionales que desde otros campos se apropian de las técnicas cualitativas,las actuales tendencias productivistas inducen a que este proceso también se dé al inte-rior de nuestra disciplina y de las que son resultado el desarrollo de las RAP (técnicas deobtención de información y análisis rápidos) o la utilización indiscriminada y a-teóricade grupos focales.

14 Si bien no vamos a analizar esta afirmación, digamos que la investigación cualita-tiva no es necesariamente más costosa que la estadística.

15 Por supuesto que no es lo mismo el grupo focal de las agencias de mercadeo queel grupo de discusión tal como lo propone por ejemplo Ibáñez (1979, 1985), pero la raízes la misma, más allá de las derivaciones.

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gación participativa, sino varios aspectos que van desde su mayor ade-cuación para el tipo de objetivos impulsados por algunos movimientossociales, hasta el reconocimiento y presión de ciertas instituciones sobreinvestigadores y sobre las acciones de ONG para utilizarlas. Más aun nu-merosas financiadoras determinaron que ésta fuera la única o por lo me-nos la más importante forma de trabajo con la comunidad o grupo.

Esto condujo a que esta técnica fuera empleada para toda una diver-sidad de problemas y más allá de que fuera la más adecuada, lo cual hatenido consecuencias en el tipo de información obtenida y en la formade impulsar acciones de participación. Pero además el uso de estas téc-nicas no ha sido acompañada de un aprendizaje de las mismas que pro-vea habilidades de control sobre algunas de sus posibles consecuenciasen los sujetos que participan; me refiero a nociones aunque sean míni-mas de dinámica de grupo y/o de manejo de situaciones críticas dadoque las mismas suelen emerger conflictivamente en grupos focales cons-truidos respecto de problemas como violencia, sexualidad o adicciones.

Una de las consecuencias más cuestionables del uso de los gruposfocales en términos de investigación refiere al tipo de información pro-ducida, ya que suele ser referida al grupo concebido como homogéneo,sin tomar en cuenta una dinámica de participación que puede conducira que el producto del grupo sea realmente producto de los líderes y/osujetos activos y no del conjunto del grupo. Un problema adjunto, peromuy frecuente, se crea a partir de la forma en que se construyen los gru-pos focales, ya que suelen incluir sujetos ya sensibilizados y orientadosideológicamente no sólo hacia las temáticas seleccionadas sino inclusiverespecto de las orientaciones impulsadas por los investigadores/actores,orientaciones que no expresan necesariamente las concepciones domi-nantes en la sociedad global.

Otras situaciones que observamos, y que algunos consideran per-versas en términos metodológicos, se refieren a que las técnicas cualita-tivas son utilizadas –inclusive por los cualitativos– para obtener infor-mación que luego es convertida en variables para generar un análisiscorrelacional y no interpretativo, lo cual no negamos como posibilidad,pero siempre y cuando no se pretenda generar interpretaciones holísti-cas, comprensivas y relacionales, dado que sería una contradicción ensus términos.

Congruentemente con esta tendencia es interesante observar que al-gunos autores que trabajan con marcos teóricos interpretativos inclusi-ve procedentes del interaccionismo simbólico y de la fenomenología,suelen aplicar a los datos obtenidos cualitativamente técnicas de análi-sis que tienden a la descomposición del material en unidades discretasen función del programa utilizado lo cual también limita la posibilidadde comprensión, además de otras consecuencias como la pérdida decontextualización de la información justamente en términos cualitati-vos. Si bien la aplicación de determinados programas favorece la rapi-dez en la codificación y análisis de la información obtenida, los agrega-dos y desagregados analíticos producidos a través de procedimientosque entran –por lo menos desde fuera del “actor”– en directa contradic-ción con sus propuestas teórico/metodológicas dan por resultado unmaterial poco recuperable en términos de descripciones interpretativas.

Prácticamente casi todas las técnicas cualitativas están siendo modi-ficadas con el objetivo de reducir tiempos y costos de aplicación, y asítenemos las propuestas de microhistorias de vida “estructurales” cuyaextensión es de entre media página y dos páginas; o la aplicación del cri-terio de saturación para reducir el número de sujetos a entrevistar y depreguntas a aplicar a un mismo informante a través de una determina-da manera de definir saturación que es insostenible e incongruente porlo menos desde las perspectivas críticas y fenomenológicas desarrolla-das en antropología médica. Así como también tenemos adaptacionesgeneradas por el sector salud de las técnicas de entrevistas abiertas y detestimonios,16 expresando el conjunto de estas apropiaciones y resignifi-caciones las necesidades de los investigadores y de las instituciones deadecuarse a un mercado de saberes que orienta cada vez más sus inves-tigaciones en términos de mayor rapidez y menores costos, de tal mane-

16 El Sector Salud mexicano utilizó durante los ochenta y noventa diversas técnicascualitativas, como las RAP y las entrevistas abiertas, y aplicadas especialmente a estudiarel uso de los servicios de salud; inclusive algunas técnicas cualitativas fueron aplicadasy articuladas con instrumentos estadísticos. Pero es interesante observar la tendencia autilizar el material cualitativo como material descriptivo con muy escaso análisis o inter-pretación; es decir como testimonios, que dada la rapidez con que fueron obtenidos ge-neralmente tienden a cierta superficialidad etnográfica, la mayoría de estas aplicacionesfueron realizadas por investigadores de campo que nunca habían utilizado estas técnicas.

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ra que estas modificaciones obedecen más que a reflexiones metodoló-gicas sobre las técnicas de investigación, a las orientaciones producti-vistas del conocimiento actual.

Reitero que una parte creciente de estas modificaciones y orientacio-nes están siendo desarrolladas por los propios antropólogos en funcióndel mercado de trabajo en el cual desempeñan sus actividades. Así eluso cada vez más frecuente, sobre todo en ciertas especialidades, de en-cuestas de tipo estadístico no sólo obedece a la necesidad metodológicade trabajar con muestras representativas y no únicamente con casos ge-neralizables o sólo generalizables en términos tipológicos como ha sidopropuesto por el comprensivismo desde Dilthey y Weber hasta Wolf yManners, sino que obedece también a que la obtención de la informa-ción estadística y su procesamiento son más rápidos y/o no comprome-te el tiempo personal e institucional del investigador con el trabajo decampo sino en términos de supervisión. Es decir, el antropólogo puedeproducir más rápido, lo cual no es un hecho desdeñable en un mediodonde la productividad se convierte en una de las principales medidasde los ingresos económicos personales e institucionales del investiga-dor. En el manejo de éstas y de otras técnicas se están generando ten-dencias que colocan sus objetivos en la rapidez y/o simplificación másque en la calidad de la información y del análisis o interpretación.

Esta tendencia está también interviniendo en el proceso formativode los antropólogos, dado que hasta hace unos quince años estaba casiestablecido en México que el director de tesis de un alumno de grado opostgrado visitara el terreno para observar directamente como se ibadesarrollando la investigación de campo. Esta tarea de supervisión delaprendizaje del trabajo cualitativo –y más allá de que la misma adquiri-era características burocratizadas y rutinarias– se fue reduciendo hastacasi desaparecer en la mayoría de las instituciones por falta de recursosfinancieros para este tipo de actividades y/o por la jerarquización que elpropio supervisor hace de sus tiempos productivos.

Lo que está ocurriendo con las técnicas cualitativas es, por lo menosparcialmente, una expresión de la influencia de los criterios de produc-tividad sobre la manera de trabajar antropológica, de tal forma que esta-mos reduciendo los tiempos de trabajo de campo y de análisis, y estamosimpulsando y modificando técnicas que justamente posibilitan reducir

dichos tiempos. Las instituciones y los financiamientos impulsan funcio-nalmente criterios de productividad que simultáneamente actúan sobrela calidad de la investigación y sobre los ingresos de los investigadores.

Considero que el uso creciente dentro de nuestra disciplina de técni-cas aparentemente tan opuestas como la encuesta estadística o el “pa-seo” antropológico/literario urbano de unos pocos días a la Baudelaireo a la Benjamin, tienen que ver con estas tendencias que suelen generaruna interesante adecuación con las rapideces y los financiamientos, auncuando aparecen frecuentemente como incompatibles en términos epis-temológicos.

La organización productivista y empresarial del conocimiento se hadado inicialmente a través de las denominadas “ciencias duras” dondeel rol de los financiamientos, la competetividad económica llevadas alplano de la investigación han conducido a reducir cada vez más algu-nas de las características que eran (¿son?) consideradas intrínsecas y ne-cesarias del proceso de investigación, me refiero no sólo a la libre circu-lación de las ideas sino a la voluntad de difundirlas y discutirlas abiertay comparativamente. Según investigadores de la talla de King, la comu-nidad científica –y se refiere expresamente al campo de la ingeniería ge-nética– institucionaliza cada vez más el secreto como parte del trabajodel investigador, dado que si un investigador da información a un cole-ga sobre los resultados obtenidos, esta información puede ser vendidaa empresas productivas o de servicios por dicho colega y no por quiendescubrió y comunicó la información.17

Pero esta situación se viene constituyendo desde fines del siglo XIX

y en forma cada vez más acelerada desde la década de 1940 (Nieburg1973; Rose y Rose 1979, 1980), que es cuando comenzamos a observaresta situación también dentro de las ciencias sociales y antropológicas,y especialmente a través del papel de las empresas y agencias financia-doras en la orientación de las investigaciones a realizar. Esto se ha pues-

17 Según King en “[...] la última reunión de la Sociedad Norteamericana de Microbio-logía, un vicepresidente de la Exxon Corporation aconsejó a los científicos que registra-ran ante notario sus ponencias antes de acudir a la reunión y que no hablaran con nadiehasta llegar allí. La risa que provocó este relato oculta en realidad un asunto de gravepreocupación” (citado en Chefar 1984: 236).

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to reiteradamente en evidencia desde los cincuenta hasta la actualidadcon resultados casi siempre parecidos a sí mismos (Menéndez 1970). Enlos últimos años esta situación se observó sobre todo en algunos cam-pos con mayor financiamiento como es el referido a la salud reproducti-va, donde las agencias, como ya señalamos, indujeron el uso de deter-minadas orientaciones metodológicas en las investigaciones, incluida lainvestigación/acción.

Si bien esta tendencia –por lo menos en los estudios respecto delproceso s/e/a– ha sido criticada especialmente por investigadores nor-teamericanos, varios de los cuales describen y analizan el desarrollo deun contexto de colonialismo científico [sic] en la imposición a los inves-tigadores del tercer mundo de determinadas normas de investigación(Barrett 1997, Herman y Bentley 1992); sin embargo dicha situación hasido durante los ochenta y noventa no sólo escasamente cuestionadasino mencionada por los investigadores latinoamericanos, por lo cualresulta interesante observar que durante el Segundo Taller sobre inves-tigación de la sexualidad realizado en 1994 en Brasil se cuestionaronciertas orientaciones dadas a las investigaciones por las agencias finan-ciadoras y entre las cuales están el manejo de protocolos de investiga-ción preestablecidos, el hecho de que las propuestas de investigaciónque no cumplen con los requisitos fijados sean rechazados, la imposi-ción de metodologías cualitativas y especialmente la técnica de gruposfocales o la falta de financiamiento para hacer investigaciones desdeperspectivas latinoamericanas (Herrera y Rojas 1999: 19).

Esta actitud actual contrasta con las tendencias críticas dominantesen las ciencias sociales y antropológicas latinoamericanas durante lossesenta y parte de los setenta hacia éstos y otros aspectos, y que dio lu-gar no sólo a la interrupción de proyectos de investigación sino a su re-definición y reformulación. Pero en las últimas dos décadas no sólo sehan reducido o casi desaparecido las críticas sino que sobre todo no ob-servamos una reflexión y oposición real por parte de los propios investi-gadores, incluidos los que trabajan en investigación participativa.

Es decir que las agencias financiadoras y el mercado así como las po-líticas académicas crecientemente ligadas a los mismos, orientan, por lomenos en parte, no sólo la selección de la problemática a investigar sinotambién las técnicas de investigación a aplicar, por lo menos en la inves-

tigación de ciertos procesos de s/e/a. Esto no significa que explíci-tamente se restrinja la libertad de investigación o que se limite la posi-bilidad de investigar determinados problemas. No, lo que supone esestablecer orientaciones que tienen mayor destino financiero que otras,lo cual dadas las condiciones de saturación ocupacional de las institu-ciones académicas o las limitaciones financieras de las antropologías ac-tuales, favorece la orientación de los investigadores hacia ciertos cam-pos y hacia ciertas técnicas de investigación más que hacia otros.

Este efecto cobra mayor significación en los investigadores jóvenesdado que se orientan hacia los campos con mayores posibilidades labo-rales, sobre todo en términos de trabajo free lance, dadas las cada vezmenores posibilidades de inserción ocupacional estable. Estos procesosno operan en forma mecánica ni inmediata, sino que ejercerán influen-cia dentro de una mediana duración histórica y en función de las coyun-turas dominantes en el nivel de cada antropología nacional o regional.

En consecuencia el cambio más significativo que se está dando en lainvestigación actual, es la tendencia a organizar la producción de cono-cimiento como una empresa de producción y venta de servicios; de tra-bajar a partir de lo que le interesa al cliente, es decir de quien demanda,financia y/o apoya económicamente el estudio lo cual es facilmente ra-cionalizado por algunos antropólogos al relacionar dicha demanda conla metodología del “punto de vista del actor”. Esta orientación está mo-dificando la forma de pensar/hacer disciplinaria en particular de tipometodológica, de tal manera que cada vez más los investigadores debe-rán desarrollar habilidades específicas y dedicar tiempos cada vez ma-yores para obtener financiamiento. Deben aprender a vender sus servi-cios en un mercado de saberes constituido por fundaciones, editoriales,universidades, agencias nacionales o internacionales y/o empresas demuy diferente tipo, estableciéndose un juego cada vez más frecuente –ytambién perverso– entre el campo académico y los compradores de ser-vicios donde las habilidades negociadoras y los controles administrati-vos frecuentemente ajenos al propio investigador, pasan a tener unpapel cada vez más decisivo (Marcus y Fisher 1986). Es dentro de estosjuegos, que las técnicas cualitativas han tenido un notorio desarrollo, enparte a través de modificaciones y adecuaciones que frecuentemente re-ducen su potencialidad descriptiva, interpretativa y aplicativa.

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Si bien en el último apartado me concentré en los aspectos “produc-tivistas” relacionados con el uso de las técnicas cualitativas, subrayoque tal como lo hemos desarrollado a lo largo del texto, toda una seriede condiciones y procesos teóricos, académicos, institucionales e ideo-lógicos se articulan con los de tipo “productivista” para incidir en losusos y desusos de las técnicas cualitativas.

En consecuencia la idea central de este trabajo fue reconocer justa-mente la potencialidad de las aproximaciones cualitativas y sus aportespara el estudio y acción respecto del proceso s/e/a, pero a pártir de asu-mir que se están desarrollando determinadas orientaciones que no sóloreducen la potencialidad descriptiva, analítica y/o interpretativa de lastécnicas cualitativas, sino que impulsan usos no sólo conflictivos e in-congruentes respecto de los fundamentos epistemológicos de dichas téc-nicas, sino directamente limitativos e inclusive negativos para explicar,interpretar y/o intervenir sobre los problemas con los cuales trabaja.

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DE L A R E F L E X IÓN METODOLÓG ICA

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EDUARDO L . MENÉNDEZ

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