ENTRAMOS EN EL FABULOSO «PENTHOUSE» DE

DON PEEBLESEL MAGNATE INMOBILIARIO, QUE PODRÍA SER

EL PRÓXIMO ALCALDE DE NUEVA YORK

Está en el piso 62, tiene vistas privilegiadas sobre el «skyli-ne» de la ciudad, su superficie es de 700 metros cuadrados y se encuentra en el distrito fi-nanciero de Manhattan (Wall

Street es su calle principal)La familia Peebles, Don, Katrina y Chloé, posan en el gran salón, decorado con dos grandes sofás tapiza-dos en terciopelo lavanda de inspiración escandina-va, alfombras de cuero y una moderna araña circular de Swarovski. Izquierda, impresionante vista del «skyline» de Manhattan, en el que destaca, brillando con el sol del atardecer, la torre donde viven nues-tros protagonistas. El edificio fue diseñado por el ar-quitecto alemán Helmut Jahn, autor de la sede de la

Unión Europea en Bruselas

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Es una de las grandes promesas del partido demócrata y nos reci-be con su mujer, Ka-

tr ina, y su hi ja , Chloé, de dieci-

siete años, que habla español perfectamente

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Don posee un imperio de un millón de metros cuadrados construidos por todo Estados Unidos y una cartera de

inversiones de ocho mil millones de dólares

EL gran político británico Benjamín Disraeli dijo alguna vez que «el secreto del éxito es

la constancia en el propósito». Una máxima que se ve reflejada como un espejo en la vida de Donahue Peebles, uno de los magnates in-mobiliarios más poderosos de los Estados Uni-dos y hoy una de las más grandes promesas del partido demócrata. Nacido en Washington D. C., en el seno de una familia de clase media, Don —así lo llaman sus íntimos— supo desde muy pequeño que debía trabajar incansable-mente para hacerse rico y así poder hacer gran-des cosas por su país, pero, sobre todo, ayudar a los que menos tienen. Pero no todo surgió como por arte de magia. Hijo de un mecánico automotriz y de una agente inmobiliaria, sien-do aún adolescente se ofreció como voluntario para campañas políticas y comenzó a conocer los pasillos del poder en Capitol Hill, la sede del poder legislativo de los Estados Unidos. La política ya había despertado en él sus ganas de ayudar y de comprometerse con su país. Sin embargo, tuvo que dejar la Universidad des-pués de un año para ganarse la vida. Siguiendo los pasos de su madre, se convirtió en agente inmobiliario y, posteriormente, en tasador de propiedades.

SU PRIMER EDIFICIO CON VEINTISIETE AÑOS

Con solo veinticuatro años, fue nombrado presidente de la junta de recursos fiscales de la capital norteamericana por el entonces alcalde Marion Barry. Sus conexiones con el poder, tanto en política como en el mundo inmobilia-rio, ayudaron a Don a colocar los cimientos de lo que sería uno de los mayores imperios inmo-biliarios del mundo. En 1987, con solo veinti-siete años, construyó su primer edificio, y des-de entonces, su compañía, Peebles Corp., no paró de crecer hasta englobar en la actualidad una cartera multimillonaria de proyectos de apartamentos, hoteles y edificios de oficinas. Su éxito fue caso de estudio por las escuelas de negocios más prestigiosas, lo que lo llevó a es-cribir, entre 2007 y 2008, dos «best-sellers» so-bre riqueza e inversión.

Por supuesto, el amor fue un condimento importante en ese largo ascenso hacia el éxito. En 1992, mientras paseaba en su descapotable por las calles de Georgetown, quedó flechado por la belleza de Katrina Biggs, una joven alta y rubia nacida en Colorado que se cruzó en su camino. Publicista graduada en Periodismo e hija de un médico cirujano austríaco descen-diente de una familia que emigró a los Estados Unidos y que luchó en la guerra de Vietnam, Katrina no pudo resistirse ante la osadía del jo-ven caballero y aceptó su invitación a salir. Dos

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años más tarde se casaron, y ella pasó a ser un pilar fundamental de la compañía de su flamante mari-do. Con su experiencia en el sector de las relaciones públicas y su pa-sión por el interiorismo, se convir-tió en directora creativa de la firma y aportó lo que faltaba para que se posicionara en el alto lugar que hoy ocupa, con más de un millón de metros cuadrados construidos a lo largo del país y unas cartera de ne-gocio de ocho mil millones de dóla-res. A mediados de 2019, Don creó un fondo de 500 millones de dóla-res para impulsar el desarrollo de promotores inmobiliarios liderados por mujeres y representantes de las minorías. El matrimonio tiene dos hijos, Don, Jr. (1994), que ya es la mano derecha de su padre en los

negocios, y Chloé (2002), experta amazona que va a entrar en la Uni-versidad. Hoy, los Peebles dividen sus días entre sus mansiones de Miami, Bridgehampton y Man-hattan. Pero ha sido en su flamante e impresionante «penthouse» de más de 700 metros cuadrados del distrito financiero de Nueva York donde han recibido a ¡HOLA!

—Don, ¿tu fórmula para el éxi-to?

—Lo primero, comprender qué es el éxito y tener una visión de lo que quieres lograr. Después, es fun-damental trazar una hoja de ruta y cada obstáculo que se interponga no verlo como algo negativo, sino como un desafío y una oportunidad para mejorar. Para tener éxito tie-

(SIGUE)

La luz que penetra por los grandes ventanales invade el gran salón, decorado con muy pocos muebles. Las vistas dejan sin aliento. En otro ambiente de este mismo espacio se encuentra el comedor (iz-quierda), decorado con muebles y piezas de arte contemporáneo que acompañan armoniosamente a la vanguardista arquitectura del edificio. Derecha, Katrina y su hija, Chloé, posan con la famosa Es-tatua de la Libertad, que representa la libertad e independencia de

Estados Unidos, y el río Hudson, detrás

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Hijo de un mecánico de automóviles y de una agente inmobiliaria, Don tuvo que de-jar la Universidad al poco de matricularse para ganarse la vida y, sobre todo, ayudar

económicamente a su familia

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«Después de vivir en un “townhouse” de cinco pisos, cuando nos mudamos aquí fue fabuloso no tener que usar los teléfonos móviles para comunicarnos entre nosotros»,

cuenta Katrina

En la otra página, arriba, sala de estar familiar decorada con piezas «art déco» y obras de arte contemporáneo. «Tras el divorcio de mis padres —recuerda Don—, mi madre entró en el negocio inmobiliario y, en poco tiempo, creó su propia empresa, por lo que desde muy jovencito tuve una perspectiva muy clara del sector». Junto a esa imagen, el despacho de Don, cuya exitosa trayectoria profesional fue objeto de estudio por las escuelas de negocios más prestigiosas. Sobre estas líneas, Katrina

y su hija con «Porscha», su mascota bichón habanero

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nes que pensar un paso por de-lante y actuar con ética. Saber delegar y armar un buen equipo de trabajo. Y lo más importante: jamás descuidar a tus afectos, porque serán siempre ellos tu mayor apoyo.

—Siempre has estado muy in-volucrado en política.

—Durante mis dos últimos años de Secundaria, trabajé en el Congreso, lo que me marcó enormemente, y el Presidente Carter me entregó mi diploma

Junto a estas líneas, la gran cocina, de líneas mo-dernas, es uno de los ambientes donde los Pee-bles pasan más tiempo en familia. En la otra pági-na, la mesa del comedor, realizada con un gran ta-blero de madera rústica. La vajilla es de Limoges, las copas son de cristal eslovaco y la cubertería,

de plata antigua, la heredó Katrina de su madre

«Para triunfar es fundamental trazar una hoja de ruta y ver cada obstáculo como un desafío y una opor tun idad para mejorar», ad-

vierte Don

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Katrina, publicista graduada en Periodismo, es directora creativa de la em-presa de su marido e hija de un cirujano austríaco descendiente de una fami-

lia que emigró a Estados Unidos

de graduación en el Jardín de las Rosas de la Casa Blanca. Crecí en un ambiente donde la política era mo-neda corriente. Debo confesar que soy tan político como empresario, y por eso utilizo los negocios como una herramienta de transformación para lograr una sociedad más justa y equitativa. Somos muy pocos los em-presarios que estamos dispuestos a desafiar al sistema. Y pienso distinto porque me ha tocado jugar el mismo juego que todos mis colegas, pero he tenido que hacerlo como parte de

una minoría. Hoy, después de que he podido alcanzar el éxito y amasar una gran fortuna, me siento con la libertad y la autoridad de hablar des-de mi experiencia. Y no estoy tratan-do de decir que hay que quitarles a los que más tienen, sino simplemen-te crear un mundo en el que todos tengan las mismas oportunidades. Creo que esos cambios deben hacer-se desde la política, por lo que mu-chos me consideran una promesa. Pero solamente me lanzaría para al-calde, gobernador o Presidente. No

buscaría un puesto legislativo, pero sí uno ejecutivo. Porque desde esos puestos se pueden hacer cambios más rápidamente. Si entrara en polí-tica, probablemente buscaría ser al-calde de Nueva York.

—¿De qué forma te ha acompaña-do tu mujer en todo este proceso?

—Desde el inicio de nuestra rela-ción, Katrina ha sido una gran com-pañera y mi mayor inspiración. Ella es, sin duda, mi mejor consejera y valoro muchísimo su opinión. A su lado he aprendido a ser una mejor

persona y a sentirme muy orgulloso del largo recorrido que he tenido en el mundo de los negocios. Mi mujer no solo es una gran estratega y una líder, sino también una esposa soli-daria y una madre maravillosa.

—Katrina, ¿qué os llevó a decidi-ros por este fabuloso «penthouse»?

—Antes de mudarnos aquí, vivía-mos en un «townhouse» de cinco pisos, en el West Village. Amaba esa casa, pero un día comenzaron con una gran obra y el ruido realmente

(SIGUE)

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Chloé en su habitación con unas fabulosas vistas detrás. Abajo, los fines de semana los Peebles son muy aficionados a ver películas y series en el cine que instalaron en su «penthouse». Página de al lado. Arriba, al caer la noche, el dormitorio de Don y Katrina se inunda con una de las vistas más espectaculares del One World Trade Center, hoy considerado el sexto rascacielos más alto del mundo. Abajo, el baño principal, equipado con sauna finlandesa, hidromasaje, ducha sueca y

dos amplios lavabos. Las vistas también son fabulosas

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Al caer la noche, el dormitorio de Don y Katrina se inunda con la espectacular vista del nuevo World Trade Center, tras ser destruido el anterior por los ataques terroristas del 11-S

se convirtió insoportable, y deci-dimos buscar un lugar más tran-quilo y silencioso. Debo confesar que nunca había vivido en un piso tan alto, pero como quería-mos algo con luz, tuvimos la suerte de encontrar este piso ma-ravilloso. Fue fabuloso volver a vivir todos en una misma planta y darnos cuenta de que ya no era necesario usar nuestros móviles para comunicarnos de un piso a otro. Comenzamos a disfrutar de cosas tan simples como la buena música o reunirnos en la cocina para comer una «pizza» o hacer palomitas. Respecto a la decora-ción, hice lo que ha sido siempre mi rutina al mudarme: utilizar lo que tengo, pues así tu nuevo ho-gar se siente familiar de alguna forma, aunque termines colocán-dolo de manera diferente. El proceso de redecorar una nueva casa siempre es para mí una ex-periencia emocionante y diverti-da.

Realización y texto: RODOLFO VERA CALDERÓN

Fotos: ANDREA SAVINI

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