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María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
María Alexandrina Muñiz de Ruiz
Cortando estrellas
Volumen II
María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
PRÓLOGO
Cortando Estrellas es la crónica del viaje de un alma en su camino de
regreso a la casa del Padre, cada poesía es un alto en el tiempo, es donde se
describe de manera sencilla y artística un anhelo, una experiencia, una
ilusión, una esperanza, una visión, un mensaje, un paisaje, una reflexión o
un estado de ánimo, por el que la autora ha pasado en esta aventura.
Es el legado de mi mamá a su familia, amigos, compañeros de viaje ya la
humanidad, en el que comparte y quedan manifiestos su amor y algunos de
sus grandes dones: el arte, la sabiduría, el sentido del humor, la claridad y la
sencillez, siendo todo esto un reflejo de lo que ha sido su vida.
Su intención al escribir este libro viene de lo más profundo del corazón:
compartir y transmitir lo mejor de sí misma, espero que como lector recibas
este regalo y que sea una chispa de luz en el viaje de tu alma.
José María Ruiz Muñiz
María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
Dedicatoria
A mis padres,
a México y España,
a mi marido,
a mis hijos,
a mis nietos y bisnieto
a mis hermanas y parientes,
a mis amigos entrañables,
a todos los que sufren
y a todo el que quiera buscar
a Dios en la sencillez de un poema.
A mis queridos lectores:
En estas páginas que reflejan las diferentes etapas
de mi vida, y en las que se puede contemplar mi desarrollo
emocional y humano y donde se traslucen mis raíces hispano-
mexicanas hay un mensaje y un ideal espiritual:
Siempre soñé tener la dicha de hacer correr mis
sentimientos hacia los demás para llevarles lo que Dios me
dio gratuitamente para entregarlo a todos.
Expreso mi profunda gratitud a mi hijo José María,
gracias a su bondad y empeño fue posible dar a luz estas
poesías.
A mi hija Lucía que, con su lealtad y paciencia me
ayudó en la formación de este libro.
Con gran amor y ternura
Ma. Alexandrina
María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
El canto de las estaciones -pintura hablada -
Primavera
¿Quién es esa que en lluvia de corolas
bordado ha la bellísima campiña?,
¿quién es esa que da a las aves trinos
y el aire llena así de melodías?...
¿Aquella que da al cielo transparencias
y al sol vivo fulgor que el grano activa
y corre por los surcos de las mieses
que han de dar en verano mil espigas?
¿La que interna su vuelo por los bosques
y espeja su hermosura entre las linfas,
triscando con los tiernos corderillos,
jugando con las ondas de las brisas?
¿Quién es esa que junta allá en la vega
a las mozas y bellas zagalillas
y pone las canciones en sus labios
que el baile acompasado les animan?...
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María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
La doncella que siembra floraciones
y esparce con sus gracias maravillas,
es la rubia y hermosa primavera,
su reinado derrama luz y vida.
Ella el campo perfuma y engalana
de su voz deja un eco en las esquilas
y los tibios aleros a su paso
se pueblan de graciosas golondrinas.
Verano
¡Qué alegre está el paisaje de los campos!,
el verano los cubre y en su vuelo
va dejando, en lugar de floraciones,
sabrosos frutos en maduros huertos,
Cambio por uno dulce y encarnado
sus pálidas corolas el cerezo,
y el olor de la poma sazonada
difunden por doquier auras y céfiros.
Hay bochorno de casa bajo el techo,
y al agua cristalina del regado
a beber van sedientos corderuelos,
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María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
que el calor que se siente es cosa seria
y el verano no pinta ser ligero,
y si bien corre frsco por las frondas,
no es posible estar siempre bajo el fresco.
Mas parece que acércase una nube…
¡sí!, ya rompe y descarga el aguacero
que empapa la extensísima campiña
y moja a los zagales y labriegos.
Escampa, sale del sol, y ocurre en tanto,
tempranas presunciones ya sintiendo,
que una rubia y traviesa zagalilla
se adorna con cerezas el cabello.
Otoño
Cae la tarde, Allá, del horizonte
en la línea borrosa cual lejana,
muere un sol otoñal, y del celaje
el bermejo matiz el cielo mancha.
Colora el astro rey valles y montes
con desteñida luz, si bien dorada,
y en las ramas del árbol ya desnudo,
ni un nido de avecillas se destaca.
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María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
No hay campánula o trébol en el prado,
pues tiempo no es de trébol ni campánula,
que tan sólo la hierba amarillea
temblando de los vientos a las ráfagas.
La tierra, que ha perdido sus vigores,
dejó a Naturaleza sin sus galas,
después de dar la flor su dulce fruto
y el fruto dar cosecha en abundancia:
Es tiempo de los mudos pensamientos,
el mismo en que las vívidas nostalgias,
en llanto reprimido de tristezas,
ahogan, dentro el pecho presa, al alma.
Y mientras surgen estas reflexiones,
cargadas de tristísima añoranza,
cruje arremolinada por el viento,
volando sin destino, la hojarasca.
Invierno
Blanquísimo cendal cubre el paisaje,
ni un ave, ni una flor color le presta,
que en los árboles sólo de carámbanos
existen colgaduras asimétricas.
El blanco y apretado caserío
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María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
perfila entre la sombra su silueta;
y una luz diminuta en sus ventanas
borrosa se percibe a veces. Nieva:
ya bajan por la atmósfera silente
los copos que al caer se balancean
y alfombran la extensión de la campiña
y cubren los tejados de la aldea.
Adentro, en el hogar dulce y amable
en corro junto al fuego se aglomera,
concluido el trabajo, la familia,
que charla, que medita, que comente.
El padre cuenta historias de otros tiempos,
la esposa, que le escucha, hace calceta,
los hijos van pidiendo más relatos
y todos con la lumbre se calientan.
Afuera azota el cierzo los cristales,
repica la campana de la iglesia,
y arriba, en el azul del firmamento,
¡temblando están de frío las estrellas!
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María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
Y fue así…
Como llega la noche sin astros,
sin luz de esperanza,
como surge la nota doliente
al piano arrancada,
como brota la íntima queja,
hiriente y amarga,
como sube del pecho a los ojos
el llanto del alma,
así nace en la mente del bardo
la triste balada…
Yo que amé la ilusión de los sueños
que alegran si pasan,
que forjeme una amable existencia,
serena, sin ansias,
que soñé en un gozar silencioso
con dichas del alma
que suavizan las horas tranquilas
con dulces nostalgias,
me encontré que la vida no es sueño
ni beso de calma…
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María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
Y sin beso callado y tranquilo
de dulces nostalgias,
con ruidoso vivir que no goza
las dichas del alma,
sin aquella existencia forjada,
serena, sin ansias,
sin la luz de las mil ilusiones
que alegran si pasan
me sentí sin mi mundo soñado
un sueño sin alas.
Y fue así que en la mente nacióme
la triste balada,
como sube del pecho a los ojos
el llanto del alma,
como brota la íntima queja
hiriente y amarga,
como surge la nota doliente
al piano arrancada,
como llega la noche sin astros,
sin luz de esperanza…
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María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
Canción sin palabras
¿La percibes, musa mía?,
no es la copla abigarrada
que en melódica tonada
siembra en torno algarabía,
ni es la nota, que, bravía,
vibra con eco repetido,
es un canto sin sonido
que es un mundo de armonía.
La barruntan de Natura
las hermosas realidades
y en sus castas soledades
se percibe aún más pura;
la murmuran en la altura
lo solemne de los cielos
y el dolor con sus desvelos,
y el amor con su ternura.
Y se esboza a cada instante
en los goces de la infancia
a través de la distancia
la adivina el pecho amante.
Y hasta el alma, delirante
en sus místicas reacciones,
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María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
la pronuncia en oraciones,
de su fe llama incesante.
Es el más dulce sentir
en las cosas del querer,
en la esencia de su ser,
la que lo hace subsistir;
es secreto del vivir
y la clave del amor
es ensueño su rumor,
si en rumor se deja oír.
Vibración
ideal,
es cristal
de ilusión;
en su son
hay latir,
hay surgir
de canción.
--------------------------
¿La percibes, musa mía?
no es la copla abigarrada
que en la melodía tomada
siembra en torno algarabía;
ni es la nota, que bravía,
vibra en eco repetido,
es un canto sin sonido
que es un mundo de armonía
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María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
Romanza
Zagalilla hermosa,
mágica zagala,
campo de azucenas,
vaso de fragancias,
¿por qué tan risueña?,
¿por qué tan ufana?,
¿por qué la alegría
que su pecho exalta?...
¿Acaso vas, niña,
a encontrar al alba,
o a tomar del manto
de la noche clara
ajorcas de estrellas,
collares de plata?...
¿acaso de flores
de rica fragancia
a tu sien coronan
vas a dar de nácar?...
Zagalilla hermosa,
mágica zagala,
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María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
risa de las fuentes,
beso de las auras,
ya sé, ya sé, niña,
por qué así te ufanas,
por qué así despliegas
tu sonrisa clara,
luz hay en tus ojos
gozo en tu mirada:
tiene el Rey divino,
dueño de tus gracias,
Dios de tus amores,
Hijo de tu alma,
viene, y en la altura,
hay cantos de “hosanna”,
gasas azulinas,
nubes que sin mancha,
el vellón semejan
de ovejuelas blancas.
El que es Rey del cielo,
hasta ti se baja
y pasa dejándote
siempre inmaculada,
¡pura como el oro
Que el crisol inflama!...
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María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
Canten los arroyos,
rían las fontanas,
fuljan las estrellas
que en su pie descansan;
zagalilla hermosa,
mágica zagala,
¡que llevas el cielo!...
¡y el cielo a ti baja!
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María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
La Asunción
Bajaron los ángeles,
Pararon su vuelo,
Cayeron de hinojos
temblando de amor;
plegaron las alas
las frentes hundieron
y el polvo besaron
donde Ella pisó.
En lecho blanquísimo
cuajado de esencias
de nardos y rosas
de níveo color,
está la más pura,
está la más bella,
la Virgen sagrada,
¡la Madre de Dios!
Sus ojos cerrados
denotan que duerme,
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María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
sus labios sonriendo
la dicha entreabrió,
sus manos, que lirios,
semejan de nieve,
dejó sobre el pecho
en cruz la oración.
¡Qué hermosa la Virgen!,
¡qué dulce y qué santa!,
cuán pura la quiso
¡Aquél que la creó!;
¿bajar al sepulcro
la más agraciada?...
¡primero extinguiese
sus rayos el sol!
Primero faltárale
apoyo a la tierra,
cayeren los astros
causando estupor;
los mares volcasen
sus aguas sirvieran
sepulto a ese cuerpo
que es parte de Dios.
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María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
Por eso los ángeles
bajado han del cielo,
tomado han a Aquella
que da luz al sol;
abierto han las alas
y alzado han el vuelo
¡cantando la gloria
de aquella Asunción!
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María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
Deuda
Duérmanse los vientos,
los murmullos duerman,
duérmanse las auras
que en las ramas juegan,
que el divino Niño
dormido se encuentra
en los brazos blandos
de la Madre buena.
------------------------------------
Lucerito claro,
cáliz de azucena,
rosa desprendida
de otra rosa bella,
nacida entre pajas
delicada perla,
¿cómo es que quisiste
bajar a la tierra?,
¿cómo si en la gloria
do tu trono asientas,
te adoran los ángeles
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María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
que en Ti se recrean,
buscado has los cardos
de aquesta existencia,
pobre en alegrías
pródiga en tristezas?...
Vienen los pastores
y te traen ofrendas,
vienen las zagales
y tus plantas besan;
llegan desde lejos,
guiados por la estrella,
sabios del oriente,
magos que te entregan
oro, mirra, incienso
de su amor en prenda;
y Tú, lucerito,
cáliz de azucena,
tu fulgor ocultas
y al mortal te muestras
como pobre Niño
sin poder ni ciencia...
¿Por qué, Jesús mío?,
¿por qué a tal bajeza
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María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
humillar quisiste
tu divina esencia?...
¿Por amor al hombre?,
¿por cargar sus penas?,
¿por llevar el peso
de su culpa a cuestas?...
Lucerito claro,
lirio de Judea,
Hijo de la Madre
más hermosa y buena;
qué divino afecto,
qué feliz clemencia
guardan tus bondades
a tan gran miseria;
místicos amores
e ilusiones célicas
sepan nuestras almas
abrigar por ella,
y ya que Tú eres
del amor esencia,
en amor pagarte
tan hermosa deuda. -------------------------------------
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María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
Duérmanse los vientos,
los murmullos duerman,
duérmanse las auras
que en las ramas juegan,
que el divino Niño
dormido se encuentra
en los brazos blandos
de la Madre buena.
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María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
Regreso del Calvario
¿Por qué tan triste la más hermosa?,
¿por qué tan sola la cuesta umbrosa
que del Calvario a la cumbre va,
deja llorando con desconsuelo?;
¿por qué ese llanto que enjoya al suelo
con cada gota que en tierra da?...
¿Qué de aquel monte allá en la altura
buscan sus ojos con amargura
y con el ansia de un gran sufrir?;
¿qué de la sombra de aquel madero
hiere a la Madre con golpe fiero
lo más profundo de su sentir?...
En vano ofrece la noche en calma
sueño a su cuerpo, paz a su alma
que sangra, herida sin compasión;
en vano el cielo borrar intenta
la angustia horrible que violenta
la entraña del corazón.
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María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
Y es que la Madre que al Hijo adora,
del Hijo muerto la pena llora
y traspasada por un puñal
quedó su alma, de amor más llena
que el blanco cáliz de la azucena
con el aljófar matutinal.
¡Por eso sufre la más hermosa!,
por eso sola la cuesta umbrosa
que del Calvario a la cumbre va,
deja con llanto de desconsuelo,
y a cada gota que riega el suelo
¡nace una rosa que aromas da!
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María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
María
¡La amo, la amo!,
con divinos arrobos de fuego,
con profundos y santos deliquios,
con la fiebre de místico afecto.
¡La amo!, pues Ella
de virtudes y gracia es centro,
es santa y perfecta
y de culpa su ser está excento,
que así lo exigía
aquel que la ha hecho,
porque quiso tomarla por Madre
y donaros su luz, que en reflejos
ilumina la ardua pendiente
que lleva hasta el cielo.
Y mi alma la admira
y la busca mi amor con su fuego
y de Ella procura
imitar la virtud, que modelo
mejor no lo encuentra
ni en criatura ni en ángel excelso.
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María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
¡La amo, la amo!,
y es que es Ella, feliz privilego,
aurora divina,
el resumen de todo lo bueno,
la mirada del Dios amoroso
posada en el suelo;
y por eso la nombran mis labios
y en llamarla cual Madre me alegro
y pienso en la gloria
que en María nos ha dado el Eterno.
Sobre la poesía al Cristo de Velázquez,
de José María Gabriel y Galán.
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María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
La pajarera
Con la charla vocinglera
de cien aves trinadoras,
por las calles bullidoras
viene ya la pajarera,
y en la copla callejera
del pregón, que es legendario,
corre todo el vecindario
que ha escucharla sale fuera.
Y hay que oírla entre rumores
de la alegre algarabía
pregonar con alegría:
‟‟Ruiseñores, ruiseñores,
agraciados, primorosos,
con un arpa en la garganta
y es esa arpa la que canta
en sus trinos armoniosos;
y canarios amarillos,
y gorriones, encarnados
de los trémulos pechillos,
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María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
y pequeños, delicados
colibríes pintureros;
traigo alondras y jilgueros
que de trinos son tesoro;
su cantar, el más sonoro
de las aves del Señor,
dice cosas del amor
en compases hechiceros,
¿quién me compra los jilgueros
o el pardillo lucidor?...
Pájaros de clase varia,
la calandria, extraordinaria
en su estampa que figura
un esmalte, una pintura
que se agita en la enramada,
y también traigo enjaulada
la vistosa primavera
que derrocha colorines,
¿quién me compra los clarines,
lo mejor de la pradera?...‟‟
„‟Cardenales, ruiseñores,
pajarillos trinadores
con un arpa en la garganta...‟‟
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María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
Y así va, canta que canta
con la charla vocinglera
de cien aves trinadoras,
alternándose ligeras
con su canto extraordinario
deja mudo el vecindario
que a escucharla salió fuera.
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María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
Himno de acción de gracias -Salmo-
Gratias agamus domino Deu nostro
Te doy gracias, Señor, Rey de los cielos
por la aurora que llega suavemente
y disipa la sombra, que, imponente,
soledad y pavor siembra en sus vuelos.
Por la luz matutina que despierta
la creación, por la noche adormecida
y en su tibio fulgor vuelve a la vida,
a la tierra, poco antes muda y yerta.
Te doy gracias, Señor, dueño del mundo,
por el sol que se eleva soberano,
por su fuerte calor que activa el grano
en el campo que el sol hace fecundo.
Por la flor que matiza la pradera
por el pólen sutíl, oro en polvo,
por el torpe y pequeño gusanillo,
por la miel, por la abeja, por la cera.
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María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
Te doy gracias, Señor, Dios absoluto,
por el árbol copudo cual gigante,
por su sombra que alivia al caminante,
por su tronco, sus ramas y su fruto.
Por la aves que alegran con su canto,
por su gama de trinos y colores,
por la brisa que amaina los calores,
por la nube que perlas da en su llanto.
Te doy gracias, Señor, a toda hora
por los astros prendidos en la altura,
por la pálida luna que fulgura
disipando la sombra aterradora.
Por la bruma que al mundo silencioso
por piedad da la magia de su encanto,
por la noche, Señor, que, si da espanto,
de la paz a las almas da el reposo.
Te doy gracias, Señor de los señores,
por el mar y el océano bravío,
por el manso arroyuelo, por el río,
por la lluvia que al suelo da vigores.
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María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
Por el fuego que arrasa y vivifica,
por la nieve que luce inmaculada,
por la dicha que ayuda en la jornada
y el dolor que desprende y purifica.
Te doy gracias, Señor, por tu venida
a la tierra, de espinas relicario,
por tu Madre, Señor, por tu Calvario
que dejó nuestra culpa redimida.
Por la Historia en que estás, Señor, realmente,
por amor a los hombres, humillado,
por la fe, don que gratis nos has dado
para amarte y seguirte ciegamente.
Te doy gracias, Señor, por la esperanza
que en morir es de todas la postrera,
la que aguarda la vida venidera
y en su fuerza tenaz todo lo alcanza.
Por tu amor, que tradúcese en desvelo
de tu santa y divina providencia,
por el don primordial de la existencia
y la muerte que llévanos al cielo.
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María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
Te doy gracias, Señor, rendidamente,
por la paz que en herencia nos has dado,
por el hoy, el mañana y el pasado
y tu gloria que adoro reverente.
Que la canten con santo regocijo
la creación con los ángeles y el hombre
y alabado por siempre sea tu nombre
con el Padre, el Espíritu y el Hijo.
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María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
Todo es viejo en el curso de la vida...
Todo es viejo en el curso de la vida;
hasta el brillo del sol es ya sabido
y aún torpe la ilusión ha envejecido
a fuerza de mirarse repetida.
Sin cambiantes, el punto de partida
de objeto y circunstancia es conocido;
estar, obscuridad, luz y sonido,
¡todo es viejo en el curso de la vida!
Mas suele el corazón, de anhelos lleno,
encontrar, en su amor, justo en lo anciano,
¿que es viejo el astro rey?, ¡sí!, por eso es bueno
en su brillo fecundo y soberano;
¿que es vieja la ilusión?, ¡sí!, mas el cieno
se oculta bajo el toque de su mano.
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María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
Regateos -Estampa provinciana-
Son las doce y en el patio
con dosel de limoneros
y perfumes de jazmines
y murmullos de gorjeos,
corre el agua de la fuente,
vuela en ráfagas el céfiro
que a las frondas presta arrullo
con pausado movimiento.
Son las doce y en la casa
se oye ruido y canturreo,
trabajar de muchachuelas
y trajines de mozuelos,
que la voz del ama se oye
las faenas dirigiendo.
Las ventanas bien abiertas
y entre rejas y entre tiestos,
filtra en rayos luminosos
su poder, un sol de fuego.
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María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
A la puerta llegan voces
de pregones callejeros,
de chiquillos que alborozan
con sus risas y sus juegos;
y de música espontánea
forman típico concierto,
los pregones, los chiquillos,
el trajín y el canturreo.
En la calle hay alboroto
y alegría de chicuelos
y percíbese a intervalos...
„„Vendo flores, el florero,
fruta rica y sazonada,
traigo cestas a buen precio‟‟...
Y después, a media calle,
„„¿Quién me compra los plumeros?,
son de gallo, de los finos...
¡Aquí viene el plumerero!‟‟...
Y hasta el patio rumoroso
de tal grito llega el eco...
Sale el mozo y la mozuela,
sale el ama y va tras ellos
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María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
e interroga al que pregona:
-Oiga, ¿a cómo los plumeros?,
aquel largo, ¿cuánto vale?
-Este largo a cuatro pesos.
-¿La docena?
-¡No patrona!,
por docena no los vendo;
es por pieza solamente,
que por ser “pa‟ asté, el precio
es de altiro regalado”.
-¡Que lo sea, no lo quiero!;
yo le doy uno cincuenta
y ya es mucho dar por ello.
-¡No patrona, no sea mala!,
de la clase que le muestro
a la vuelta los he dado,
ya no a cuatro, ¡a cinco pesos!,
que son fuertes y durables...
¡Si “asté” quiere tire de ellos!,
y verá cómo se queda...
-¡Con las plumas en los dedos!,
que ya usted en ocasiones
me ha vendido sus plumeros
y diciendo que los cambia
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María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
si en verdad no salen buenos;
ni los cambia y luego dice
que esos tratos no son ciertos.
-Es que... ¡claro!... bueno... niña...
-Dime ya el último precio.
-Pues con muchas concesiones,
que se quede en los tres pesos.
-¿En tres pesos?, ¡qué locura!,
pues, ¿qué barro yo el dinero?...
Uno veinte es lo que vale.
-¿Uno veinte?, ¡ni los viejos!,
deme asté los más usados
que a uno veinte yo los vendo.
-¡Ni un centavo más, he dicho!
-Dos cincuenta y no uno menos.
-¡Es un robo, no hago trato!
-Con que un robo, ¿eh?... ¡¡hasta luego!!
A las bregas de la casa
vuelven mozas y mozuelos
y en el patio de jazmines
hay olor de limoneros.
-¡Niña, niña!, que en la puerta
busca a “asté” el plumerero.
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María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
-¿Y qué quiere?
-Creo que hablarle.
-¡Qué fastidio!... ya voy luego.
-Patroncita, pos que tenga
en lo dicho su plumero...
-¿En los dos cincuenta dice?,
¡pero si es que no lo quiero!
-¡No!, que quede en uno veinte...
-Así ya nos entendemos,
¡venga pues en uno veinte,
que ese sí es su justo precio!
-----------------------------------------
-Mira Rosa, mira Juana,
¡qué hermosísimo plumero!,
la verdad que en uno veinte,
¡regalado es por completo!
Es la una y en el patio
con dosel de limoneros
y perfume de jazmines
y murmullos de gorjeos,
corre el agua de la fuente
y en cortinas cae al suelo,
que el tazón blanco reboza
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María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
y la tierra huele a riego.
En los ámbitos del barrio
hay cadencias cuyos ecos
se dilatan poco a poco...
„„Los plumeros, los plumeros,
son de gallo, de los finos...
¿quién los compra a fijo precio?...‟‟
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María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
Él reinará Levate pueblos vuestros,
et pídete regiones, quier
albac sint jam aid mesem.
Juan, 4,35
I
Al borde de los bíblicos caminos
que siguieran las greyes patriarcales,
junto al pozo de espejos cristalinos,
descanso de las tribus ancestrales,
detúvose el maestro. Su mirada
de dueño y soberano de la vida,
en mieles de bondades engastada,
clavose en la extensión ilimitada
de espigas como el oro, enriquecida.
Radiantes, luminosas,
como mares rizadas por el viento,
mostrábanse las mieses anchurosas...
¡Qué azul el firmamento!,
¡qué cargados los camos de bellezas!,
¡qué encantos!, ¡qué grandezas
en el fondo sin fondo de las cosas!...
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María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
La luz de un sol candente
coloreaba de fuegos el paisaje...
bajo el sol, ante aquel soberbio oleaje
en brisas y perfume adormecido,
¿qué miraba el Señor Omnipotente
con mirada de Dios enternecido?...
¿Miraba acaso la extensión profunda
que en el vasto horizonte se fundía,
o la mies rubia y fecunda,
que abundante cosecha prometía?...
¿Miraba el grano reventar maduro?,
¿miraba el surco por la mies sembrado?,
¿miraba el cielo puro
o el campo bajo el cielo dilatado?...
Sí, miraba el Señor sobre la tierra,
mas su amor, que divino celo encierra,
contemplaba otro campo, otras espigas:
el campo de las almas, tan fecundo
que no existe en el mundo
otro igual en el fruto y las fatigas.
Y así dijo Jesús lleno de amores:
„„El campo apto está para la siega‟‟,
45
María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
y el tiempo nos devuelve los clamores
del eco de su voz, que aún nos llega
pidiendo para el campo segadores.
II
Y un alma oyó su voz. Con fe resuelta
se lanzó por los campos de la vida
y halló la mies revuelta,
la cosecha perdida
y el grano por doquier diseminado,
hallólo pisoteado...
Sin vigor, vio la tierra empobrecida,
y en tal desolación logró mirarla,
que dióse a la tarea de remozarla
con almas compasivas, generosas,
que como ella, deseaban trabajarla.
Sembró simientes nuevas y abundosas,
labró el polvo sediento
y dio al sembrado aumento
con riegos y con lluvias provechosas.
Esfuerzo tan heróico no fue en vano:
la mies volvió a dorar, creció la espiga
y el fruto que su ardor veía lejano,
46
María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
maduró, coronando su fatiga,
al sol vivificante del verano.
E igual que un día Jesús, vio su mirada,
azul el firmamento,
las mieses anchurosas
rizadas en sus ondas por el viento,
la espiga sazonada
y luces de belleza y de portento
en el fondo sin fondo de las cosas...
„„El campo, apto está para la siega‟‟.
Un sol de majestad su luz despliega
sobre el amplio y magnífico sembrado,
y el suelo que no ha mucho fue baldío,
hoy es vasto y plantío
de espigas como el oro tapizado.
„„¡Oh, Hijas de Jesús, el campo es vuestro!‟‟
Vosotras, segadoras virginales,
no dejeis que malignos vendavales
asolen los sembrados del Maestro.
Inmensa es su extensión, abrid la brecha,
lanzaos a recoger nueva cosecha
por el campo sin lindes de la vida
47
María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
que espera vuestra siega bendecida
y alzad el corazón, que perpetuada
quedó vuestra misión, siendo aprobada
del Vicario dignísimo de Cristo.
¡Al fin Él reinará por todo el mundo!,
su reino sea fecundo,
su siega, ¡la más grande que se ha visto!
48
María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
Tú eres Rey
Peregrina sedienta de bellezas
y a implorar de tu amor preciosa gracia,
he escalado el camino sacrosanto
que conduce a tu mística montaña.
En ella, mi Señor, trono vastísimo
que la mano del hombre te prepara,
en ella, da tu gran misericordia,
quiso en mi corazón hacer morada
y llenarle en el santo sacrificio
del misterio insondable de tus gracias,
he bebido la luz de tu realeza
que en mi espíritu vive y se dilata...
Señor, en la altitud de aquella cumbre,
¡qué cerca de su Dios el ser descansa!...
la luz del regio sol sobre la tierra
y el fuego del amor dentro del alma,
te miran Rey divino de poderes,
te sienten, Dios, Inmenso de esperanzas.
49
María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
¡Qué claro el cielo azul que te hace palio!,
¡cuán puro el aire aquel que te embalsama!...
Señor, bajo tus pies se extiende el mundo:
mirando de aquél monte hacia la falda
se amplía el ancho valle que, espacioso,
hasta el vasto horizonte se dilata;
domínanse tremendas extensiones,
honduras y planicies y montañas,
brumosas y lejanas perspectivas,
parajes y llanuras solitarias.
Señor, bajo tus pies se extiende el mundo...
¿quién duda que natura te regala
y brinda la creación su pleitesía
en voces de sus mudos panoramas?...
Señor, sobre aquel monte, sólo el cielo:
hermoso con sus luces y sus galas,
encierra misteriosas transparencias
que en tibias claridades se derraman.
Y sobre ti Señor, ni el cielo mismo,
tan sólo el dulce peso de la santa
y espléndida corona que te ciñe
y al precio de tu sangre conquistaras.
50
María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
¡Tú eres Rey!, abatido, el universo
lo dice ante la corte que te exalta;
¡Tú eres Rey!, y del cielo lo repiten
los cánticos que en triunfo lo proclaman;
¡Tú eres Rey!, hasta el más ignoto abismo
pregona tu realeza soberana...
¡Rey eterno!, extiende tu reinado
sobre el campo bendito de las almas;
sobre el cielo y la tierra reina siempre
y pueblos y naciones avasalla;
domina con tu amor los corazones,
con todo tu poder el mal aplaca
y que al peso infinito de tu gloria
se doble toda frente ante tu planta.
---------------------------------------------------
Peregrina sedienta de bellezas
y a implorar de tu amor preciosa gracia,
he escalado el camino sacrosanto
que conduce a tu mística montaña...
Aquella, que, de nombre Cubilete,
y enclavado en las tierras mexicanas,
promete darte gloria y homenaje
atrayendo hacia Ti toda mirada.
51
María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
“Yo soy el buen Pastor”
Yo soy el buen Pastor que te ha buscado,
aquel que por salvarte dio la vida...
yo soy el buen Pastor, mira la herida
que abierta está en mitad de mi costado.
En ella está un asilo preparado
en donde encontrarás dicha cumplida:
oveja, de mi amor la más querida,
¡no quieras alejarte de mi lado!
Yo soy el buen Pastor, vuelve al aprisco,
vuelve, oveja, a pastar en el collado
que no presenta abrojos como el risco.
En donde te encontré yerta en el suelo:
entrégate a mi amor y mi cuidado,
que sólo así hallarás la paz del cielo.
52
María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
A Jesús por María “En vano busca nada,
quien no quiere hallarlo todo
con María. ”
(San Buenaventura)
Nunca sabrán mis labios, Madre mía,
enunciar dignamente tus loores,
que para enumerarlos, mis amores
encuentran toda frase pobre y fría.
Sin saber cuánto y cómo te quería,
de mi tierna niñez en los albores
te entregué dulcemente los ardores
de mi alma, que anhelos ya sentía...
Y ahora miro cuajar esos anhelos:
por Ti soy de Jesús la esposa amante
que al esposo se entrega plenamente,
vivo en la tierra, sí, mas de los cielos
paréceme escuchar la voz vibrante
que dice soy de Dios eternamente.
En una celebración de la religiosa con votos perpetuos.
53
María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
Letrilla
Brilla, brilla, encumbrado lucero,
con tus más esplendente fulgor,
que cabalga con rumbo a la gloria
sobre ti mi feliz corazón.
Sobre el piélago de luces
en que surca tu esplendor,
con lumínico lenguaje
de tu historia se escribió
que en fulgir allá en la altura
fue el primero tu fulgor,
que tus rayos acortaron
de la noche la extensión,
cuando anuncio diste al mundo
que en Belén un Dios nació.
Brilla, brilla, encumbrado lucero,
con tu más esplendente fulgor
que cabalga con rumbo a la gloria
sobre ti mi feliz corazón.
54
María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
Y fue entonces que tu alcurnia
elevada se fijó...
Tú humillado ante la Virgen
alabaste su candor;
tú del Hijo de esa Madre
que en pureza pasa al sol,
entornaste los ojitos
que llorando fatigó;
tú a los más sabios y pastores
prosternaste ante el Señor.
Brilla, brilla, encumbrado lucero,
con tu más esplendente fulgor,
que cabalga con rumbo a la gloria
sobre Ti mi feliz corazón.
Tú del dulce Nazareno
tras las huellas fuiste en pos,
y en la vida pobre y ruda
que al amarnos eligió,
en su ruta de milagros,
en su senda de dolor,
en los ecos doctrinales
que en herencia nos dejó,
55
María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
le seguías con anhelo,
le escuchabas con amor…
Brilla, brilla, encumbrado lucero,
con tu más esplendente fulgor,
que cabalga con rumbo a la gloria
sobre ti mi feliz corazón.
Tú de aquella Madre Virgen
presenciaste la Asunción;
tú besaste con los ángeles
sobre el polvo que pisó;
tú seguiste el raudo vuelo
que su alma tendió a Dios
y admirando la corona
con que el Padre la ciñó,
a las plantas de la Reina
prometiste sumisión.
Brilla, brilla, encumbrado lucero,
con tu más esplendente fulgor,
que cabalga con rumbo a la gloria
sobre Ti mi feliz corazón.
56
María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
Y tú, en fin, que del destierro
aquilatas mi prisión,
la cadena a la que al alma
su miseria condenó;
tú que miras sus combates,
tú que palpas su ilusión,
has de ver, cuando se rompan
estos lazos de dolor,
cómo sube hasta la gloria
a fundirse con su Dios.
Y por eso, a brillar, oh lucero,
con tu más esplendente fulgor,
¡que cabalga con rumbo a la gloria
sobre Ti mi feliz corazón!
57
María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
A la Madre Santísima de la Luz
Estuve junto a Ti... de tu belleza
anegose mi ser en la dulzura,
que nadie como Tú para ser pura
e inspirar plenitudes de pureza.
Estuve junto a Ti... luz de realeza
emana de tu angélica pintura
y surge de tu mística figura
la celeste visión de la grandeza:
¡Oh Madre de la Luz, Virgen María!,
estuve junto a Ti y en la alegría
que aquella tu expresión feliz imparte,
pude cerca de Ti, beber poesía
y sentir la impresión de que eras mía
en la dicha sublime de besarte.
58
María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
Poema al insigne Juan Diego -en el IV centenario de su gloriosa muerte-
“Confiter tibi, pater domine
caeli et terrae, quia abscon_
disti maec a sapienti bus et
prudenti bus, et revelasti ca
parvulis.” Mat, 11, 25
I
De tinieblas y sombras arrancado
hallábase de Anáhuac el imperio.
Su pueblo, que no ha mucho sepultado
durmiera entre las selvas virginales
bajo el velo tupido del misterio,
contaba singular destino escrito,
más allá de los campos siderales;
donde empiezan a verse los umbrales
que señalan la luz de lo infinito...
La obra misional de las Españas
hallábase encauzada y definida;
la conquista en lo humano concluida
miró el conquistador de mil hazañas.
59
María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
Mas siendo la actuación de la criatura
tal como ella, medida y limitada,
estaba para el cielo reservada
la conquista final, a lo divino,
y el mundo estremeciose de ventura
al mirar entre ráfagas de aurora
a María, por gran conquistadora
y a Juan Diego, por arma y por camino.
II
Y allá del Tepeyac en la colina,
vibraron armonías celestiales;
las auras, en carrera peregrina,
por valles y montes esparcieron
perfume delicado de rosales
que a un toque milagroso florecieron...
Y pudo contemplar gozoso el día
en aquel dichosísimo escenario,
convertido a Juan Diego en relicario
de todos los secretos de María;
de la dulce Señora, que, morena,
en toda su expresión profetizaba
dos razas en fusión noble y serena,
por medio del amor que ella inspiraba.
60
María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
Y fue Juan Diego, sí, su mensajero,
y el hijo predilecto en su ternura,
y el ser que burilara con esmero,
y el alma que selló para la altura.
Y el orbe contempló con María,
con rostro celestial cuanto risueño,
al místico sencillo sonreía
nombrándole su hijito y su pequeño.
---------------------------------------------------------
¡Señor!, cuán insondables y amorosos
los designios sin par de vuestra mano;
vuestros caminos son tan misteriosos
que el hombre en comprenderlos lucha en vano.
El mundo busca siempre del talento
el fulgor, juntamente con la ciencia,
porque piensa en ello su inconsciencia
ha de hallar un feliz contentamiento.
Mas yo te alabo, oh Dios, pues tus anhelos
inclina tu bondad a la inocencia
de los pobres y humildes pequeñuelos,
porque al fin, ya lo dijo tu clemencia,
es de ellos el reino de los cielos.
61
María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
Y tú, Juan Diego, luz enunciadora
del nacer celestial de un nuevo día,
vaso puro, que lleno de la aurora,
con rosas embalsamas su celaje,
¿qué puedo más decir en tu homenaje
que fuiste predilecto de María?...
Quiera Ella, la reina que te ha honrado,
compensar tus servicios singulares
haciendo te miremos elevado
a la gracia y honor de los altares.
62
María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
Dios existe (creo en Dios)
“Pater, dimitte illis: non
enim sacient quid facient.”
¡Detén, Señor, detén el brazo airado
que miro descargar sobre el ateo!;
tu justicia es suprema e infinita
que en ti todo infinito es y supremo,
mas deja desbordar de tu clemencia
el perdón para el pobre, que está ciego.
Sí, ¡ciego!, no me engaño; mas negruras
existen en su oscuro pensamiento,
que en la noche absoluta de los ojos
que jamás han mirado algún destello:
sí, ¡ciego!, que el que ve la luz, no insiste
en seguir entre sombras existiendo,
y mira hacia la luz con insistencia,
y la luz lo sumerge en claro piélago...
Señor, si viera, mudo contemplase
que pide en su existencia el universo,
una causa evidente y necesaria,
pues exige una causa todo efecto.
63
María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
Si viera, percibiese la armonía
y el orden de las cosas, que supremo,
desde el campo estelar que absorbe al sabio
hasta el más microscópico elemento,
requiere un primer motor inmóvil.
Si viera, descubriese los secretos
de la clara y sutil inteligencia
del hombre y su libre movimiento.
Si viera, la conciencia confesara
que advierte lo que es malo y lo que es bueno;
notara que las mil generaciones
consienten en que existe un Ser Supremo.
Si viera, en los campos de la historia
palpara las verdades de los hechos,
y si viera, por fin, comprendería
la fuerza y la razón de un Ser Eterno.
Señor, si hablara, torpe, con la humana
justicia, te pidiera que al soberbio
dignáraste humillar con mano férrea
haciéndole sentir su propio cieno.
64
María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
Mas yo que marcho en pos de tu doctrina
que me habla de perdón y abatimiento
detén, ¡oh Dios!, te digo, el brazo airado,
apiádate, Señor, del pobre ateo,
concédele tu luz y con clemencia,
Tú que abriste los ojos de los ciegos
destierra de los suyos tanta sombra
y entonces, cuando mire tus reflejos,
cuando palpe la luz de tu grandeza
y sienta de tu gloria todo el peso,
hundido bajo el polvo de la nada,
habremos de escucharle decir: ¡Creo!
En tanto de mi fe de roca acepta
el cálido homenaje que te ofrezco:
¡Creo en Dios!, en sus grandes perfecciones,
en su esencia divina y santa, creó;
en todas las criaturas de sus manos
un libro que de Él habla miro abierto,
creo en Dios como espíritu inmutable,
el único que Es y Él solo bueno;
creo que ha de venir sobre las nubes
a juzgar a los vivos y a los muertos.
¡Creo en Dios!, y a su Ser y existencia
se debe cuanto abarca tierra y cielo.
65
María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
Parábola
Cuando pasa el peregrino
abrumado de dolores;
cuando riega con sudores
de su rostro ya cansino,
del sendero los ardores,
honda siento la dureza
de su vida dura y fría,
que buscando la alegría
de una dicha sin tristeza,
ha encontrado la agonía.
Sus alforjas, sólo llenas
de dolor y desengaños,
van diciendo de los daños
que le abruman por las penas
cosechadas con los años.
Va cansado, va sediento;
sus pisadas vacilantes
dejan huellas abundantes
del total desangramiento
de sus venas palpitantes.
66
María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
Lleva arrugas en la frente
en la sien fiebre le daña,
y su mano fría y huraña
va empuñando débilmente
el bastón que le acompaña...
¡Cómo hiere la amargura
de su grande abrumamiento!;
¡cómo salta el sufrimiento
que se obstina en su figura
de mortal abatimiento!...
Y es que el pobre caminante,
peregrina da la vida,
ha palpado que cumplida
no es la dicha, que inconstante
nunca sacia la medida.
Ha probado los amores,
ha bebido las bellezas;
de la gloria las grandezas
prometiendo darle flores
sólo diéronle asperezas.
67
María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
¡Pobre, pobre peregrino
que va en pos de lo visible!...
¿Qué tan sólo eres sensible
a las luces del camino
de ese mágico imposible?...
¿Qué no encuentras ambrosía
más que en cosa pasajera?...
¿Qué no sientes verdadera
la durísima alegría
de la Cruz dura y austera?...
Si creada fue tu alma
para cosas inmortales,
¿cómo en lides mundanales
has querido gozar calme
que convenga a tus ideales?...
No, tu vida no es el mundo,
ni su senda tu destino;
sólo afiánzate al camino
del sufrir rudo y fecundo,
y, ¡sonríe, peregrino!
---------------------------------------
68
María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
Al revés de peregrino
de existencia entristecida,
tu ilusión, madre querida,
has cifrado en el destino
de sufrir toda la vida.
Al revés del caminante
agobiado en sus ardores,
tú has sembrado los amores
de tu alma a cada instante
entre espinas de dolores.
Y por eso son fecundos
los senderos que caminas;
y por eso es que iluminas
los abismos más profundos
con la luz de tus espinas.
Y siendo ellas, como he visto,
tu corona madre amada
sea tu dicha más preciada,
al igual que un nuevo Cristo,
el vivir crucificada. A mi madre Doña Carmen G. de Peláez de Muñiz,
con profundo amor y admiración por su
equilibrio y grandeza de alma.
69
María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
A la Catedral de México
Hermosa Catedral, sobre las ruinas
del Azteca Teocalli te levantas,
poniendo de realce sacrosantas
promesas de dulzuras peregrinas.
Rodeada de la luz con que iluminas
la Cruz preside tus bellezas santas
y en torno de la Cruz, la vista encantas
de todo el que a tus puertas encaminas.
Hermosa Catedral, repica a vuelo,
pregona por la tierra y por el cielo
de tus bronces el goce ilimitado,
que gustando venturas celestiales
el Pastor que su sede en Ti ha fijado
cumple bodas de plata episcopales.
Al Hmo. Sr. Dn. Luis María Martínez
70
María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
A la Sma. Virgen
“Yo no tengo confianza
mas que en Ti, oh Virgen
purísima.”
(Sr. Efrén)
Lejos del falso mundo y de su ruido,
que a las almas apresa entre sus lazos,
en el blando refugio de tus brazos,
confiada dulces años he vivido.
Ansiosa de mirar mi ideal cumplido,
que lucha por vencer todos los plazos
hoy renuevo mis votos, ¡son chispazos
del amor que en mi pecho va encendido!
¡Oh Madre!, a Jesús por Ti se llega
y sólo el que te toma por camino
en Jesús vivirá dichosamente;
por eso, mira mi alma, a Ti se entrega
pidiendo que aceleres su destino
que es ser toda de Dios eternamente.
En la renovación de votos de la Madre Auxilio Roma. Del Intituto del
Sagrado Corazón de Jesús
71
María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
Tríptico sideral
I Himno al sol
¡Salve, oh, Tú!, magnífica lumbrera
entre luces la tuya la más clara,
¡salve, Padre del día!, en Ti se ampara
la vida y movimiento de la esfera.
¡Salve, bendito sol!, por ti prospera
la tierra que a tu paso se prepara
rompiendo el fértil surco, que depara
a la rica y extensa sementera.
¡Salve, prolongador de la existencia!,
sin ti no hay fuerza que al calor coincida;
tu poder es feliz por excelencia,
tu visión es fecunda y bienvenida.
Eres como el amor, porque tu ausencia
engendra muerte para toda vida.
72
María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
II
Himno a la luna
¡Salve, Selene, pálida y serena!,
la novia refulgente de la noche,
quien ostenta en tu honor claro derroche
de luces que a tu séquito encadena.
¡Salve perla de Ofir, blanca sirena
que oleaje de zafir tienes por coche!;
tu imagen se me antoja como el broche
con que cierra el espacio su cadena.
¡Salve, nacar de luz, luna plateada!,
polvo de ensoñación dejan tus huellas.
Princesa entre las sombras encantada,
por formar tu cortejo, surgen bellas,
temblando de ilusión a tu mirada,
millares de blanquísimas estrellas.
73
María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
III
Canto a las estrellas
Al borrarse del sol la ígnea pintura
que cumbres y siluetas festonea
tan raudas como el giro de la idea,
salís, estrellas, a enjoyar la altura.
Mirando en el cristal de vuestra albura
el iris que se agita y parpadea
evoco claro aljofar que platea
bajo el rayo de luz que en él fulgura.
¡Estrellas!, caracteres de granito
del libro do con signos inmortales
el nombre del Creador se encuentra escrito.
74
María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
¡Labriego!
¡Labriego!, con la frente calcinada
por el fuego de un sol esplendoroso,
trabaja sobre el campo generoso
en bregas y trajines de la arada.
Esa tierra que pisas, es sagrada:
es el lecho del grano vigoroso,
es la rica besana, que dichoso
premio dará mañana a tu jornada.
¡Labriego!, sobre el surco con amores,
derrama en tus entrañas tus sudores
y canta, que al sembrar tus regocijos,
aumentas de la patria el gran tesoro
y espigando gavillas como el oro
tendrás seguro el pan para tus hijos.
75
María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
Andalucía
Reina en trono de luz, sultana altiva
que presa en tus alcázares de flores
tejiendo a la guitarra tus amores
te das al viento en copla fugitiva.
Gitana bullanguera y atractiva
cristal que roto en prisma de colores
espejo eres del sol, que en sus ardores
la reja besa donde estás cautiva.
Te dio tu origen moro sortilegio
tu sangre te dio estampa musulmana
y tu propia ilusión te dio alegría;
te dio el creador en flores regio florilegio
y al mirarte por fin mora cristiana
te dio España su amor, ¡Andalucía!
Para mi hija Lucía, con mucho amor.
76
María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
A Manolete
En el primer aniversario de su muerte
Portento de valor y torería
Califa cordobés en filigrana,
hiciste de la fiesta más galana
un derroche con ciencia y gallardía.
Tu nombre a la afición estremecía
y en honra de tu noble estirpe hispana
aún suena en el calor de quien se ufana
del triunfo que tu capa recogía.
España llora triste por tu muerte;
si ayer vistió de sol por ir a verte
de sombra hoy se atavía sin tu gloria;
y cuando va a los toros, siente pena
y de su corazón de madre buena
caen claveles de sangre en tu memoria.
77
María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
Tormenta - Pintura hablada -
I
El cielo está plomizo, encapotado;
airecillo de lluvia se desliza
y negro nubarrón se localiza
sobre el núcleo pequeño del poblado.
La paja de las eras ha volado;
en fuerte remolino se tamiza
el polvo y el ambiente se electriza
al choque del relámpago azulado.
Brama el trueno; la nube cenicienta
empieza a descargar en goterones
que empapan desde el roble hasta el lentisco,
y en medio de la lluvia que acrecienta,
un zagal, tarareando unas canciones,
conduce sus quejas al aprisco.
78
María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
II
Arrecia el aguacero, bajo el puente
está una lavandera resguardada,
e inicia a amenazar la granizada
que ofrece comentarios a la gente.
Avívase el relámpago imponente
no cesa ni un momento la tronada
y temen los labriegos la riada
mirando cómo crece la corriente.
Parece que la lluvia está amainando;
el cielo va cediendo en su negrura
y ráfagas de sol en lontananza
conjurar la tormenta. Va clareando
esplende el arco iris en la altura
y triunfa a su presencia la esperanza.
79
María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
III
Escampa. A la lumbre gigantea
del sol, desaparecen los nublados
y vuelve por senderos anegados
el rústico gañán a su tarea.
La hierba del rocío centellea,
los árboles destacan empapados
y vuelven los rebaños a los prados
y tornan los trajines a la aldea.
El cielo está sereno, transparente;
la tierra cenagosa y fecunda
descansa acariciando una promesa;
despéñase el arroyo en su torrente
y suena, a sus cadencias acoplada,
la esquila que retiñe en la dehesa.
80
María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
IV
Declina el astro rey, la cresta huraña
del monte, besa en rayo purpurino
y enciende del celaje vespertino
el rizado vellón, que en fuego baña.
Recoge su armonía la montaña
y baja por la cinta del camino
un carro de boyeros que al vecino
poblado, a sus amos acompaña.
La noche va tejiendo su negrura
la tierra vierte sus aromas nocturnales
y en luz el caserío se delata;
la luna se perfila en su blancura
y en torno a sus encantos siderales
el cielo llora lágrimas de plata.
81
María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
Quisiera...
Quisiera a la sombra arrancar su misterio,
quisiera agregarme a la corte estelar;
quisiera a la luna confiar de un imperio
el dulce secreto que canta el salterio
en trova vibrante de ritmo sin par.
Quisiera, a la aurora, mirar la mañana
romper en destellos del cielo en el tul;
seguir a la alondra que trinos desgrana,
cantando dichosa rozar la besana
y luego cual flecha lanzarse al azul.
Quisiera en regalos de linfa turgente
beberme los cielos y el rayo solar;
quisiera en su guzla de son persistente
cantar la alegría fugaz de la fuente
que va en su murmullo muriendo hacia el mar.
Quisiera robar de la brisa la onda
el gérmen fecundo de ideal floración,
82
María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
y oír al arpegio del viento en la fronda,
cólicas arpas, que el eco responda
en vago quejido de errante canción.
Quisiera del valle bajar a la hondura
y al punto la cumbre más alta escalar;
quisiera en la selva de virgen bravura
dejar a mis plantas hollar la espesura
y el seno ignorado del bosque habitar.
Quisiera con alas de cóndor, a ignotas
regiones de ensueño mi ardor dirigir;
mirar en países de playas remotas
auroras boreales, y luego, ya rotas
las alas potentes bajar y morir.
Quisiera cobrar a la mar su bramido
y el suave vaivén de la playa imitar,
y al ver el cristal de esmeralda abatido
luchar contra el viento que lo ha enfurecido,
tornarme en esquife y al viento retar.
Quisiera en un risco, elevado, imponente,
fijar mi morada, y en luz de arrebol
83
María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
beber claridades y al alba naciente,
cual águila rauda que vuela hacia oriente,
mirar cara a cara los rayos del sol.
Quisiera en un astro viajar por el mundo;
tender la mirada y el pecho ensanchar,
cruzar sus abismos, su suelo fecundo;
oír sus rumores y en soplo profundo
de efluvios sutiles, su aroma aspirar.
Quisiera cortar el espacio en un vuelo
y ya en mediodía y ya en septentrión,
medir las azules regiones del cielo,
saber el por qué de las sombras al velo
en perlas recama su inmensa extensión.
Quisiera adherida del cosmos notable
al libro intangible, de ciencia ir en pos;
seguir de su urdimbre el hilo admirable,
saciar de verdades mi pecho insaciable
y a tanta grandeza… ¡pensar solo en Dios!
84
María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
En Castilla - Pintura hablada –
Deja, moza, el argadillo
y el trajín, que en luz febea
ya la tarde festonea
el perfil duro y sencillo
de las torres de la aldea.
Ya ha volado la cigueña
hasta el viejo campanario;
repicando está al rosario
la campana, que halagueña,
te convida al rezo diario.
Ya en el tosco labrantío
han cesado las labores;
y de risas y rumores
ha quedado mudo el río
donde el sol quiebra fulgores.
Ya en el zorzal voló ágilmente
por el monte y los canchales;
85
María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
ya entre pardos pizarrales
al aprisco lentamente
van ovejas y zagales.
Sal, mozuca, a la ventana,
bebe luces de arreboles
con tus ojos, que, españoles,
me parecen, castellana,
algo así como dos soles.
Ya tu padre el campo deja
y tu madre no se atrasa
con la cena; ya repasa
el galán que te corteja
las paredes de tu casa.
Y a la dulce tonadilla
de los cantos lugareños
piensa en ti y en los risueños
anchos campos de Castilla
que estos son sus dos ensueños.
Sí, Castilla en su llanura
y tus gracias, Castellana
han fundido en su alma sana
86
María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
un ideal que el mozo apura
en trajines de besana.
Y por eso tan ufano
le verás en sementera;
y por eso allá en la era
le verás el rubio grano
acarrear a la panera.
Pues fijar ya quiere hogaño
con tu padre el casamiento
si tú das consentimiento,
y para ello dan tamaño
su trabajo y rendimiento.
Porque el mozo castellano
cuando está penando amores,
no escatima ni sudores
ni faenas, que su mano
las derrocha con vigores.
Y así está su sembradío,
y así rinden sus jornadas,
y así crecen de cargadas
las espigas que al estío
dan cosechas sazonadas.
87
María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
Y así el grano es de lustroso,
y la harina así de buena,
y así siempre la alacena
con el pan tierno y sabroso
esperanzas almacena...
Mas si el mozo es de valía,
tú también eres juiciosa,
y por seria y hacendosa
has de ser, llegando el día,
para el mozo buena esposa.
Pues el vulgo, que verdades
en hablillas siempre riega,
dice que andas en la brega
derramando habilidades
por tu casa solariega.
Dice que eres previsora
como buena campesina;
y que igual que golondrina
te levantas con la aurora
en afán que no termina.
88
María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
Dice que, hábil has bordado
con tus manos laboriosas,
blancas ropas primorosas,
que en el arca han perfumado
las camuesas olorosas.
Dice que amas a tu madre
y le evitas los quehaceres;
dice en fin lo buena que eres
y el amor con que a tu padre
le suavizas los deberes.
Ya ves, moza, pues yo mido
que tu hogar será dichoso,
y que amante al fiel esposo
tornarás caliente el nido,
que ya siento bullicioso.
Porque Dios, que del buen hijo
siempre colma los deseos,
poblara de mil gorjeos
a tu hogar con regocijo
de infantiles balbuceos.
89
María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
Y tu casa será honrada
y su paz será durable,
y en el fuego inapagable
de amor, será sagrada
la familia venerable.
Mas... te miro algo impaciente...
¡Ah, perdona! mi imprudencia
no advirtió que tu presencia
solicita finamente
tu galán con insistencia.
Pues acude ya a la cita,
guapa moza castellana,
y no olvides flor temprana,
que quien te habla así, se invita
a tu boda de mañana.
Goza, goza de ilusiones
se recrea tu alma sencilla,
mientras yo veo cómo brilla
el lucero en las regiones
anchurosas de Castilla.
90
María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
Claro de Luna
La luna besa en rayos el paisaje,
navega por el cielo luminoso
e hila bajo el palio rumoroso
del bosque, su ilusión en raro encaje.
El lago se ha rizado en suave oleaje
de un céfiro al contacto tembloroso,
y un cisne, blanco esquife, majestuoso
surca el lago que copia su plumaje.
El loto entre las linfas se desmaya,
despliega la magnolia su blancura
vertiendo de su cáliz los olores;
la fronda se adormece, el viento calla,
y el nido, abandonado en la espesura,
entona un ruiseñor cantos de amores.
91
María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
Tríptico
a Ntra. Sra. de Fátima
Las apariciones
I
Sembrado el orbe en mil calamidades
del bien y la inocencia destructoras,
bajaste con tus gracias redentoras
a nueva redención de sus maldades.
Mensaje de divinas voluntades,
anuncio de promesas salvadoras,
donaron tus palabras bienhechoras
a pueblos y naciones y ciudades.
Y allá, en Aljustrel, tres pastorcillos
tomó tu corazón por mensajeros;
Señora, y en el mundo de los fueros
que sabe solo en grandes hallar gloria,
los pobres, los pequeños, los sencillos
heraldos fueron, Reina, de tu historia.
92
María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
La Virgen Peregrina
II
Dejando Portugal y tu santuario
mediste las regiones de la esfera
y el orbe de tu gloria duradera
ha sido fiel testigo y escenario.
Seguida de cortejo extraordinario
las gentes te aclamaron por doquiera
y el himno que tu huella recogiera
fue el rezo milagroso del rosario
¡Triunfaste, oh celeste Peregrina!;
el caos de la tierra se termina
al paso de tu imagen sacrosanta;
el arco guarda, bella Cazadora
la presa que a tus fechas enamora
¡no tarda en derribarse ante tu planta!
93
María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
Devoción
III
Te vi y te amé, Señora. De tu historia
arrobada escuché la maravilla
y supo descifrar mi fe sencilla
la clave misteriosa de tu gloria.
Llevando tu mensaje en la memoria,
me amparo en sus promesas y se humilla
mi frente contemplando cómo brilla
el sol meridional de tu victoria.
Señora, si te amé con solo verte
y amante diera dicha por seguirte
muy justo me concedas con la muerte
el gozo y el consuelo de mirarte,
si sabes me parecen, por servirte,
la vida y corazón muy poco darte.
90
María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
¡Haz el milagro!...
¡Señor, haz el milagro!, si en poderes
presides la armonía del universo,
si logras con tu mano creadora
la furia encadenar de los oceanos
y hacer puedes que el sol de su carrera
detenga la ascención y el movimiento,
¡Señor, haz el milagro!, te lo imploro
porque sé que eres grande y eres bueno.
¡Señor!, si de la noche con el día
disipas la negrura y el silencio,
si mandas que la tierra se despierte
pasadas las crudezas del invierno,
si tornas a la rama despojada
la gala perfumada de sus pétalos
y el nido abandonado resucitas
con hálitos de música y gorjeos.
95
María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
¡Señor, haz el milagro!, y como Lázaro,
que un día despertaras de su sueño,
devuélveme las muertas floraciones
que antaño germinaran en mi huerto,
revive de mi alma el mudo nido
rasgando en vibraciones su silencio
y préstale una nueva primavera
al pobre corazón de dichas huérfano.
96
María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
Dos soles
Hiere mis ojos la visión pristina
del rayo precursor de la mañana
y miro que tiñendo el mundo en grana
solemne asciende el sol tras la colina.
Siguiendo en carrera peregrina
que el cielo en arreboles engalana,
escucho el repicar de la campana
diciendo que la misa se avecina.
Me llego hasta el recinto sacrosanto,
me postro ante el altar y ya de hinojos,
viviendo la emoción que el acto encierra,
percibo la presencia del Dios Santo
al punto que se eleva ante mis ojos
el Sol más esplendente de la tierra.
97
María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
Rompe los lazos...
Señor, rompe los lazos
que me aten a la tierra,
quebranta las prisiones
del pobre corazón;
no quiero otro reposo
que el que la lucha encierra,
ni admito yo otro yugo
que el yugo de tu amor.
Señor, tras los halagos
de toda humana gloria
existen claridades
capaces de cegar;
no quiero falsos brillos
que encubran baja escoria,
prefiero ir por el yermo
en pos de la verdad.
Señor, en los amores
estériles del suelo,
98
María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
los ruines egoísmos
sepulcro son del bien;
despréndeme de todos
y cérqueme el anhelo
de hallar sólo en el tuyo
mi gozo y mi placer.
Señor, conduce al alma
a amarte con delirio
y sea su fuerte escudo
tu santa comunión;
sé Tú su fortaleza
en medio del martirio
y sea su solo yugo
el yugo de tu amor.
99
María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
Balada
En estas tardes de otoño
cuando la brisa llora en las ramas;
en estas tardes dolientes
en que hay quejumbres en la hojarasca
me da tristeza el silencio,
me da tal muerte nostalgia
al ver la tierra desnuda
de tibios nidos, de ricas galas.
En estas tardes de invierno
cuando las voces duermen calladas;
cuando en la helada arboleda
su queja pulsan cierzos y ráfagas,
se me desborda a torrentes
una amargura en el alma
que me congela en su vuelo
las ilusiones, las esperanzas.
Que pasen las primaveras
con su reguero de flores blancas;
100
María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
que se lleguen, sí, los otoños
con sus quejumbres en la hojarasca;
que surjan, ay, los inviernos
con sus crudezas y escarchas;
mas cuando el alma se encuentre
al fin llegando de su jornada,
que se abra un cielo a su angustia
y la recoja disuelta en lágrimas.
101
María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
Quo Vadis?...
Huyendo del engaño cruel, impío,
llego a Ti con el pecho lacerado
y el roto corazón ensangrentado
en busca de perdón a mi extravío.
Ten piedad y clemencia, oh, Jesús mío,
del llanto que mis ojos han cegado
y dame tu reposo, que, cansado,
vivir cabe tus llagas sólo ansío.
¿Dónde vas, me interroga tu mirada?...
Voy a Ti, con el alma traspasada
y el cáliz apurado hasta las heces;
voy a Ti, a humillarme en mis errores
y a darte el corazón que en tus amores,
Señor, ¡has de perdonar tantas veces!
102
María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
Dedicatoria
“Leva in circuit oculos tuos et vide: omnes isti
congregati sunt, vene_runt tibi.”
(Is. c. XLIX, v. XVIII)
Señor, bajo la sombra de estos muros,
cerrados para el mal y al bien abiertos,
se teje con la voz de los latidos
que agitan emociones dentro el pecho,
un himno delicado,
un cántico armonioso que el silencio
desgarra en vibraciones concertadas
de notas y de arpegios,
y hendiendo como flecha los espacios
y la bóveda azul del firmamento,
se interna en las regiones siderales,
más allá del brillar de los luceros.
Señor, de aqueste himno delicado,
humilde portadora soy, y vengo
no con música torpe de palabras
que hiera vuestro oído, por modesto,
103
María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
ni por vanas y pobres reflexiones
que por pobres y vanas lleve el viento...
Antes bien, traigo música sencilla
de rústico cantar pero sincero.
Señor, he preguntado a vuestras hijas
con la voz elocuente del silencio
por qué os aman, Señor, tan tiernamente,
por qué os suelen llamar con tanto afecto
su Padre, y al deciros este nombre
lo dicen con unción y con respeto...
Y la clave Señor de estos sentires
para mí ya no mora en el misterio:
¡Ya sé, pues me lo han dicho!,
que las huellas siguiendo del Maestro,
tenéis corazón caritativo
capaz de los más nobles sentimientos;
ya sé que vuestro espíritu
generoso y viril, es todo celo
y que igual que Jesús cifráis la dicha
en luchar por las almas con denuedo.
Señor, esto me dicen vuestras hijas,
y me dicen aún más, y yo que a tiempo
104
María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
persigo vuestras huellas,
ya de cerca, Señor, o ya de lejos,
también os llamo Padre,
por Padre os reconozco con respeto
y cierta de la mística grandeza
de vuestra alma, de Cristo fiel reflejo,
me obstino en imitar vuestras pisadas
que en sendas de virtud van rumbo al cielo. --------------------------------------------------------------------------
Señor, bajo la sombra de estos muros,
cerrados para el mal y al bien abiertos,
tened vuestra mirada por doquiera,
palpad el regocijo y el afecto
que aquí nos ha reunido
al amparo de un mismo sentimiento;
y oíd, en el latir de corazones
que agita la emoción dentro del pecho,
un himno delicado,
un cántico de gracias que al Eterno
presenta nuestro amor en alabanza
por ese don supremo:
El don de un Padre Santo y bondadoso
que enseña la virtud por el ejemplo.
Dedicada al Hmo. Sr. Dr. Dn. Vicente Villegas en
testimonio de eterna gratitud y estima a sus virtudes
105
María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
¡Despierta!
Después de reposar, no en el olvido,
en la noche sin voces del silencio,
¡despierta, bella lira septicorde!,
desgarra las tinieblas de tu sueño
y alienta en tu cordaje luminoso
cual polvo centellante de luceros,
un canto delicado, transparente,
sutil como las alas de los céfiros,
¡aquel que entre tus cuerdas apresado
pugnara por vibrar en tus acentos!
¡Despierta, lira mía!, no vaciles,
que así como a los fríos del invierno
suceden las copiosas floraciones,
los cálidos derroches de gorjeos,
así, tras del invierno de la prueba,
desgrana tus ardores en arpegios,
retorna a tus baladas y cántigas
y deja se propague con el viento
el himno que en tu luz quedó temblando
no sin fuerza o vigor, sino suspenso.
106
María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
Ya escucho tus primeras vibraciones,
ya en trémulo cantar tu ritmo siento,
que formas una alianza tan compacta
con las fibras vivientes de mi pecho,
que confundo tu voz con los latidos
del pobre corazón que llevo dentro.
Prosigue, no interrumpas tus acordes,
quebranta las cadenas donde preso
quedó el canto de amor que te dio vida
al contacto igniciente de su aliento.
Tú puedes conquistar en resonancias
la región donde duermen los misterios;
Tú puedes emitir las armonías
do todos tus sentires toman cuerpo
y dar a tu canción los mil matices
que saltan en tus místicos anhelos...
¡Despierta, bella lira septicorde!,
¡sacude de tus cuerdas el silencio!...
Si el amor te dio vida con su canto,
¡forja un himno al amor con tus arpegios!
107
María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
¡Ven Jesús!
Ven a fundir mi vida con tu vida,
ven a llenar, oh, dulce Jesús mío,
aqueste de mi nada gran vacío
y a dejarme en un Cristo convertida.
Ven a darme la dicha inmerecida
de prenderme en tu amor, igual que el río
se pierde dentro del piélago bravío,
que da a su pequeñez de mar medida.
Ven Pastor de la nada enamorado,
y encierra esta ovejuela en tu costado
haciendo que a tu gracia no sea esquiva,
¡ven, Jesús!, y ante el sol de tu clemencia
sucumba mi maldad y mi impotencia
y dáteme a beber en agua viva.
108
María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
Si Tú lo quieres...
Señor, si Tú lo quieres, que venga el sacrificio,
aniden las angustias en torno al corazón
y cerco de dolores al alma dé cilicio
que arranque a su contacto, de amores floración.
En aras de tu gloria inmola mi ventura,
por sendas de tinieblas condúceme a la luz
y no hallen mis anhelos de dicha, más dulzura
que aquella deliciosa, del cáliz y la cruz.
Tú eres el que Es siempre, yo soy la misma nada,
Tú das omnipotencia y yo debilidad:
al pie de tu sagrario y al sol de tu mirada
revísteme de Cristo, la sola santidad.
Escucha, Jesús mío, mi polvo ruin humilla,
inflámame de celo, consúmame tu amor,
que, apóstol de tu gloria, confiada sea y sencilla
poniendo a tu servicio mis fuerzas y mi ardor.
109
María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
Escúdeme en la lucha fe ciega y gran pureza,
derrote al enemigo con sólida humildad,
y tenga como fuerza tu propia fortaleza
en tanto que en los triunfos vea sólo tu bondad.
Despréndeme de todo, aviva tu presencia
en mí, que por santuario te brindo el corazón;
sé Tú mi solo dueño y dale a mi existencia,
en místicos ideales, suprema elevación.
Así, y en tu costado teniéndome apresada,
y dándole por centro tu amor a mi vivir,
¡qué importa el sufrimiento!, la lucha está ganada...
Señor, si Tú lo quieres, ¡sufrir, siempre sufrir!
110
María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
Salutación
Año tras año, a la voz de júbilo
que vibra pregonando este festejo,
reunidos encontrais los corazones
brindándonos homenajes de respeto.
¡Año tras año!... Ya quizá la cuenta
perdísteis de las veces que el afecto
filial de vuestras hijas, os devuelve
amores por amor, celo por celo.
Así, siguiendo viejas tradiciones,
que en lazos invisibles une el tiempo,
miráis una vez más el regocijo
que agita una emoción en torno vuestro:
aquella que al calor de vuestras obras
engendra gratitud dentro del pecho.
Por tanto, no pretendo, inoportuna,
forjaros panegíricos egregios,
pintar con esplendente colorido
los múltliples matices del afecto...
¡Ah no!, porque hacer tal fuera negaros
111
María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
la suave comprensión que muy adentro
el padre guarda siempre para el hijo,
aunque grande sea aquél y éste pequeño,
¡ah, no!, que descifrar las emociones
fuera darle un marco tan estrecho
que ahogado en sus contornos limitados
quedara el corazón con sus recuerdos.
No soy, no, quien pretenda sujetarlo
en cárcel de lenguaje, aunque sea bello,
antes bien, quiero darle libre cauce
de noble libertad, pues dad por cierto
que en ella sus sentires se agigantan,
y es justo que sean grandes si son buenos.
Así, guardo mis rústicas canciones
en el arca sin fondo del silencio,
dejándolas morir, como se mueren
las voces, los murmullos y los ecos...
----------------------------------------------------
No vino a hacer derroche de armonías
pulsadas en alarde juglaresco,
ni vino a profanar el rudo vate
el íntimo santuario del afecto.
112
María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
Por eso, porque mide y aquilata
que un templo es el amor, sublime y bello;
sin ruido, sin palabras ni cadencias,
os deja... ¡penetrad solo en el templo!
Al Hmo. y Rvmo. Sr. Dr. Dn.
Vicente Villegas Chávez,
con profundo respeto.
113
María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
Salida de ejercicios
Caminando por la vida como pobre peregrino,
arrastrando la fatiga a lo largo del camino
donde grande muchedumbre se desliza sin cesar,
me aparté por un momento del bullicio de la gente
atendiendo a tu llamado y a apagar mi sed ardiente
en el suave refrigerio de un venero secular.
Me acerqué a la dulce sombra que me diste por abrigo,
descargando las alforjas, le confié a tu pecho amigo
el terrible abrumamiento del exhausto corazón;
agotados en la lucha sus recursos expiraron
y en la brega del combate a su sangre se mezclaron
los torrentes abundantes que desborda la opresión.
A tu amor abandonada, escuché tu voz amante
confortando mis heridas en su paz vivificante
que en veneros de ternura aumentó su suavidad
en la luz de tu mirada me he vestido de pureza
y empapada en tu palabra renové mi fortaleza
colectando en mis alforjas provisiones de verdad.
¡Piadosísimo Maestro!, a su fin tocó el retiro,
el descanso delicioso que, fugaz como un suspiro
114
María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
puso fuego a mis ardores y templó mi decisión;
amoroso Jesús mío, ¡tengo anhelo de tu gloria!...
no permitas que fracase porque tuya es la victoria
y es su celo en mis ideales la mayor elevación.
De la tregua la ventura pertenece ya al pasado;
las reservas he repuesto y en tus aguas he saciado
los afanes infinitos que me suelen consumir
la victoria me deslumbra con su intensa luz el elma
pero el triunfo está en la lucha y dejando atrás la calma,
me incorporo ya a las filas del deber y del sufrir.
Pero antes de enfrentarme con la vida y el destino,
de engolfarme en la pelea e iniciarme en el camino
donde tantos enemigos halla el bien y la virtud,
te suplico ardientemente, por las lágrimas ahogadas,
¡no permitas, Jesús mío, que tu voz deje apagado
el clamor ronco y profundo de la loca multitud!...
Guardo cuenta minuciosa de las gracias recibidas,
tengo planes valerosos y estratégias atrevidas,
llevo un íntimo secreto que me incendia el corazón...
no permitas, te lo ruego, que mi amor vaya a perderte,
¡antes siega, Jesús mío, mi existencia con la muerte
y destroza mis ideales en suprema inmolación!
115
María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
Yo qué he hecho por tu amor
Todo, todo en la Natura
teje en cántico en tu honor:
el radiante firmamento
la sidérea floración,
con su ténue luz la luna,
con su intensa luz el sol,
y di, dulce Jesús mío,
¿yo qué he hecho por tu amor?
Canta el ave y te gloria,
corre el río y te da loor,
por Ti, aroma la floresta,
por Ti tórnase oración
aura, música y colores,
refulgencias de arrebol;
y di, dulce Jesús mío,
¿yo qué he hecho por tu amor?
Brilla el pez bajo el agua,
tiembla en ella su visión
116
María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
y el cristal a su vez brilla
y a su vez tiene temblor;
todo, todo te proclama
con su brillo o su moción;
y di, dulce Jesús mío,
¿yo qué he hecho por tu amor?
Homenajes te prodigan
selvas, campos y rumor,
la eclosión de las auroras,
de las noches el crespón,
¡y hasta el débil gusanillo
que mi planta despreció!...
y di, dulce Jesús mío,
¿yo qué he hecho por tu amor?...
Todo canta a tu grandeza,
todo bulle en tu loor,
todo rinde una alabanza
a tu gloria y perfección.
Sólo yo, triste locura,
Sólo yo, que nada soy,
¡no he hecho nada, Jesús mío,
no he hecho nada por tu amor!
117
María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
El niño del circo
Hay escenas que llegan muy hondo,
realidades que hieren el alma
y la invaden de tristes ternuras,
de penas amargas,
¡el niño del circo!...
¡Qué cuadro doliente
ofrece a la humana mirada!
Lo encontré sentadito a la puerta
de mísera carpa...
¡Qué expresión de dolor en su rostro!,
¡qué tristeza en la faz reflejada!...
Tan rubio y pequeño,
con la tez como un cirio de pálida,
con los ojos de azul muy intenso,
que a mí se me antojan
con brillo de lágrimas;
cuenta seis abriles
y en su tierna infancia,
más que primaveras de vivos colores,
florecen nostalgias.
Dos profundas y negras ojeras
le enlutan la cara…
118
María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
El chiquillo no sabe su nombre:
‟‟Payaso‟‟ en el circo lo llaman,
y en verdad de payaso no tiene
la cómica facha,
antes bien, bajo el traje de raso
con encaje en el cuello y la manga,
me parece un infante pequeño
al ocaso llegado a la carpa.
Es huérfano el niño;
ha tres años que el pobre trabaja
en hacer asombrosas piruetas,
maromas y gracias
que con risas y aplausos el público
tan frívolo paga,
sin pensar que en aquel payasito,
al que un hijo imitar no dejaran,
hay una criatura,
un chiquillo inocente con alma,
con un corazón tan sensible
cuánto ha sido de triste su infancia...
Y que el pobre, sin padre ni madre,
sin juguetes ni amables palabras,
119
María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
va arrastrando una sed de ternura
que nadie le sacia.
Su tutor, que es el dueño del circo,
sin ningún miramiento lo trata,
le grita las órdenes,
explota su infancia
lo fuerza a trabajar contínuo
y aún le hecha en cara
la limosna del duro mendrugo
con que recompensa
su actuación menguada.
¡Pobre pequeñuelo!,
¡qué pena me causas!,
avecilla privada de nido,
¡qué calor a tu vida le falta!
¡Pobre payasito
vestido de gala!...
Aprisionan tu exangue figura
el traje de raso,
las blondas nevadas,
y en la espuma del cuello de encaje
¡qué dogal encontró tu garganta!...
120
María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
De poder te llevara conmigo,
y te diera mi casa por casa
y tornara a encender tus mejillas
dando juego y calor a tu infancia.
De poder, borraría las ojeras
de tu faz demacrada,
te alisase los rubios cabellos
y resucitara
el caudal armonioso de trinos
que duerme en tu alma...
¡Pobre payasito!,
¡nota viva de viva desgracia!;
¡cómo punza el afán doloroso
que se agita en tu ser sin palabras!,
y cómo parece un reproche
la expresión de pesar de tu cara,
el absurdo sentir de las gentes
que en su aplauso y su risa sarcástica
te proclaman muñeco de trapo
¡sin derechos de vida ni de alma!
121
María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
Al Paricutín
¡Salve, fragua imponente y gigantea,
de la tierra a las eras engendrada!,
¡salve, regio volcán, llama sagrada
del fuego que en tu cráter centellea!
Al punto de encender tu roja tea
creciste con presteza inusitada
y ruge con la piedra vomitada
el trágico fragor que te recrea.
¡Paricutín sin par!, ¡titán airado!,
tu víctima es el pueblo sepultado
que al correr de tu afán perdió la vida;
sus ruinas de tu enojo son derroche
más surge de entre ellas cual reproche
la torre de la iglesia siempre erguida.
122
María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
Despedida
¡Te vas!... nuevos caminos la vida nos diseña
y el libro de mi infancia por fin voy a cerrar;
he sido hasta este instante la hermana más pequeña,
la niña irreflexiva de suerte tan risueña
que en rosas las espinas le hubieron de trocar.
¡Te vas!... de nuestras almas, gemelas más que hermanas,
las linfas bulliciosas se van a dividir;
y sean mis días oscuros o claras mis mañanas
por sendas diferentes o en tierras muy lejanas
mis dichas o amarguras ya no has de compartir.
No extrañes, pues, que el llanto desborde su torrente
y ahogen los sollozos al pobre corazón;
en el hogar paterno tú fuiste confidente
de mis pueriles dudas, de mi sentir ardiente
y diste a mi existencia tu propia elevación.
¡Te vas!... pero tu ausencia, de fúnebres crespones
las rutas de mi vida no hará nunca enlutar,
123
María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
ni logrará que en llanto las rotas ilusiones
despoje mi futuro de nuevas floraciones
que den a mi existencia fecundo germinar.
Es Dios el que te llama, por Él fuiste elegida,
su amor tal sacrificio exige de las dos;
y siendo tú de Cristo y a Cristo yo adherida,
con Cristo tú te marchas y a Él yo quedo unida
de suerte que por Cristo hayémosnos en Dios.
¡Te vas!... mas tu partida no hará que me amedrente:
Jesús queda conmigo y en Él voy a luchar;
si somos dos arroyos nacidos de una fuente,
dejemos que en dos cauces nos lleve la corriente
¡al piélago divino de Cristo, que es el mar!
124
María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
A mi lira
Preciso fue que el filo
hiriente de la pena
clavárase sangrando
mi pobre corazón
para arrancar, oh lira,
de nuevo la cadencia
que en rústicos acordes
me da tu vibración.
Ya sé, vas a decirme
que presa eras del sueño,
de aquel del que yo sólo
te puedo despertar;
que mudos en tus cuerdas
estaban tus arpegios,
los que mi mano huraña
no quiso hacer sonar.
Ya sé, no me lo digas
que mi actitud reprochas,
125
María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
tildando de cobarde
mi extraño proceder;
y sé, aunque lo ocultes,
que en tu silencio lloras,
porque hoy te da al olvido
quien vida te dio ayer.
¡Perdón, oh compañera
de penas y alegrías!;
¡perdón a la locura
de hacerte así callar!;
si el canto de tus cuerdas
latido es de tu vida,
ahogar ese latido,
¡bien puede ser matar!
126
María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
Arrullo
Encendiendo las luces
de las estrellas,
moviendo los arroyos
y en las riberas
y playas renovando
conchas y arenas,
fatiga han encontrado,
Jesús, mi cielo,
tus ojos de paloma
que tienen sueño.
Matizando las flores
de la campiña,
aromando de esencias
auras y brisas
fatiga han encontrado,
Jesús, mi cielo,
tus ojos de paloma
que tienen sueño.
127
María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
Impregnando de sones
ríos y fontanas
prendiendo a los celajes
tules de nácar,
fatiga han encontrado,
Jesús, mi cielo,
tus ojos de paloma
que tienen sueño.
Mitigando amarguras
de corazones,
corriendo tras las huellas
de pecadores,
fatigados no miro,
Jesús, mi cielo,
tus ojos de paloma,
¡tus ojos bellos!
Pero escucha Bien mío
que aquí en mis brazos
podrás a tus fatigas
hallar descanso;
que mientras yo te arrullo
con canto tierno,
tus ojos de paloma
ciérrense al sueño.
128
María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
Duerme ya, niño mío,
duerme mi encanto,
que tu sueño divino
quedo velando;
mas, ¡qué miro, mi vida!,
¡se nubla el cielo!...
¡Tus ojos de paloma
ya están durmiendo!
129
María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
Villancico
Coro: Corre zagalillo
corre gozoso a ofrendar
con tu caramillo
al Niño Dios un cantar.
Estrofa: De sus labios rojos
nace el arrebol;
de sus bellos ojos
toma luz el sol.
De Belén, pastores,
id el prodigio a adorar:
un Dios por amores
quiso a la Tierra bajar.
Oh, Jesús, mi encanto
siempre te he de amar
y tu amargo llanto
cese a mi cantar.
130
María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
Duerme mi lucero,
duerme, Jesús, sin temor
que a tu sueño quiero
arrullos dar con amor.
Cuando estás dormido
muere el arrebol
de tu luz perdido
no da luz el sol.
Calla, zagalillo
cese ya el pobre cantar
de tu caramillo
que al Niño supo arrullar.
¡Mi Jesús,
duerme ya!
131
María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
Paisaje de invierno
-Pintura hablada-
Paisaje de invierno,
estepa nevada
que ahuyenta a las aves
a climas de sol;
se han ido los trinos
se han muerto las galas
y el río bullicioso
helado quedó.
Azotan los cierzos
de fuerte silbido,
el viento las hojas
arrastra al azar;
desnudo está el roble,
desnudo está el pino
y cuelga en sus ramas
helado cristal.
Descienden los copos
menudos de nieve
132
María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
y el aire los mece
con suave vaivén;
resbala la tarde
brumosa y crujiente,
la lumbre hogareña
chispea al arder.
Envuelve la niebla
las pobres casitas,
concentran las sombras
su denso negror;
asoma un lucero,
la luna perfila
en tenues reflejos
su blanca visión.
¡Paisaje de Invierno!,
qué tristes tus campos
tus horas, cuán lentas
contemplo pasar;
tu ambiente sin vida,
tu frío escenario
despierta en el alma
tristeza mortal.
133
María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
Que rompan tus hielos
los soles de junio,
que rasguen tus brumas
las auras de abril
y ya en primavera
con germen fecundo
florezca el arpegio
de un nuevo vivir.
134
María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
Acapulco
¡Acapulco!, fantástica quimera
nacida de los mares tropicales;
sultana que entre espumas y corales
te arrullan abanicos de palmera.
Eres magia encantada en la hechicera
suavidad de tus playas y edeniales,
y murmullo en tus riscos y arenales
te tornas, con la brisa marinera.
¡Acapulco!, ciudad de maravilla,
en Hornos, en Caleta y Caletilla
eres beso de plata en cada ola;
y es tu mar esmeralda, que encrespada,
azota fuertemente en La Quebrada
¡con canto de marina caracola!
135
María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
Bienvenida
I
Señor, en viaje largo y apostólico,
cumpliendo una misión de vuestro celo,
del Nuevo hasta el Antiguo Continente
volasteis en un pájaro de acero;
en él surcasteis raudo los espacios
hendisteis el azul del firmamento
y rompisteis la bruma y la distancia
que separa el destino de los pueblos.
Lisboa os recibió y supo Fátima
el faro salvador de nuestros tiempos
de voces de plegarias y emociones
que nacieran muy hondo en nuestro pecho;
después tocó a Madrid vuestra presencia
y a instancias de aquel pueblo madrileño,
coronasteis la sien de nuestra Reina
en medio de apoteósicos festejos.
A Asturias, alegró vuestra llegada...
¡Cómo no visitar el noble suelo
que arrulló con sus cántabras canciones
136
María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
la cuna que meció a nuestros ancestros!...
Señor, ¿qué os pareció de cerca España?,
¿qué belleza plasmada en áureo verbo
no visteis que con creces superase
la patria, que es santuario y es museo?...
Después de Francia, Italia, ¡Roma eterna!,
testigo de la Cátedra de Pedro,
tesoro de indulgencias y reliquias
y asombro secular de los imperios.
Audiencia en el Palacio Vaticano,
la Sede del Pontífice Supremo,
el Ángel de la Paz, cuyo martirio
ha sido no encontrar paz en su reino.
De la Eterna Ciudad, siguiose Líbano...
Y hallando tan lejano vuestro suelo,
herido de nostalgia y de „„saudades‟‟,
¿no amabais el instante del regreso?
II
Pero ya estáis aquí, Padre querido
retornáis de ese viaje al extranjero
con la frente serena humedecida
por las brisas salobres del océano;
pero ya estáis de vuelta en estos lares
137
María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
vastísimos y hermosos de Cuauhtémoc,
do el Arquelo del Sol en otros días
sus flechas apuntara al firmamento,
enclavando en los campos siderales
de sus dardos agudos el trofeo;
en la tierra de todas las leyendas,
en la tierra de todos los ensueños,
donde unidos a las auras matutinas
y del ave a los trinos mañaneros,
escucháis el pregón que a las ciudades
despierta de sus notas al concierto.
Pero ya estáis aquí, Pastor amado,
de la Virgen Morena cabe el templo
contemplando los mágicos volcanes
custodios vencedores de los tiempos.
Excusad que en mi rústica poesía
pretendiera apresar, con torpe intento,
del afecto filial de vuestros hijos
el canto siempre viejo y siempre nuevo.
¡Bienvenido seais a vuestros lares!,
¡bienvenido seais a vuestro México!,
que ansioso ya esperaba este rebaño
el silbo familiar de vuestro acento.
Al Hmo. Sr. Luis Ma. Martínez,
Arzobispo de México
138
María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
¿Por qué?
¿Por qué tu voz en mí hase apagado?...
¿Por qué dejó de ser tu luz serena,
el faro que disipe mi pena,
el negro y espesísimo nublado?...
¿Por qué así te perdí, Jesús amado,
de triste confusión quedando llena?;
¿por qué tu soledad de amores plena
de la mía al dolor no se ha apiadado?...
¡Jesús, ten compasión de mi amargura!;
si sed has puesto en mí de tu hermosura,
de amor y de pureza, Tú, mi dueño,
ven a ser en mi ardor fresco rocío
o no extrañes entonces, Jesús mío,
que te implore la muerte con empeño.
139
María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
Dedicatoria
No sé adornar, oh, Padre, en frases bellas
la prosa y la rudeza de mis estros,
ni trovar con los íntimos sentires
que mudos en la cárcel de mi pecho,
se ahogan, cuando intento hasta mis labios
llevarlos, por vestirlos de mi verbo.
No sé cantar, oh, Padre, melodías
de rara precisión y ritmo egregio,
ni arrullar con hechizo sorprendente,
que es canto de sirena en su embeleso,
las fibras delicadas del espíritu
y el numen catador del intelecto.
Mi canto que de clásica retórica
ignora los magníficos arpegios
mi canto, que confunde con la esquila
la humilde resonancia de sus ecos,
desconoce la urdimbre de las ciencias
y la pronta agudeza del ingenio,
140
María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
es pobre, rudo es en sus cadencias,
es nota pastoril que en sus acentos,
encierra sencilleces campesinas
y efluvios naturales de poleo,
y rústico tañer de caramillo
y arisca timidez de corderuelo.
Así, no imaginéis que de mi lira
sonidos para hablar del hondo afecto
que, alentado hacia vos desde muy niña
y crecido al calor de vuestros hechos,
conserva semejanza con el vino
que mide su excelencia por lo añejo.
Así no imaginéis que sepa daros
más títulos que aquel que es como un sello
de confianza filial, y es todo un mundo
de nobles y arraigados sentimientos.
Por eso, al dedicaros este libro
la paupérrima herencia de mis versos,
no es otro su valor ni otra su ofrenda
que el tributo amistoso de mi afecto.
141
María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
Es este su total significado
y al dároslo quizá también pretendo,
que al fijar vuestros ojos en sus líneas,
quizá muerta su autora o quizá lejos,
trascienda de sus hojas un lejano
perfume de amistad y de recuerdo.
Al Rmo. e Ilustrísimo Sr. Dr. Padre
Vicente Villegas Chávez, Proto Notario
Apostólico y Deán de la Catedral de León.
142
María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
Toma de hábito
I
Me he puesto a contemplar las luminarias
que adornan el zafil del firmamento,
y mirando la luz magnificente
junto al tenue brillar de los luceros,
he pensado en la mano sempiterna
que eslabona, con lazos de misterio
egregias y asombrosas magnitudes
al humilde existir de lo pequeño.
Y así, bajo la luz de las estrellas,
y engolfada en mis hondos pensamientos
ha fulgido en mi mente tan oscura
cual luz maravillosa, tu recuerdo.
II
Tenías once años, y el destino,
al mundo del Altísimo, sujeto,
143
María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
de Lourdes te llevó a la santa gruta
que es arca de milagros y portentos;
contabas once años, y tu alma,
pletórica de místicos afectos,
y presa de las dulces emociones
que impregnan el ambiente de aquel templo.
Formuló una plegaria fervorosa
cuyo encanto, sutil como el incienso,
los límites rompió de lo finito
por llegar a las plantas del Eterno.
Y fue tu petición voz milagrosa
cuyos frutos, maduros hizo el tiempo.
Y hoy que en santas libreas ataviada
con dicha indescriptible te contemplo,
recuerdo la oración de tu inocencia
que vuelve, realizando tus anhelos.
III
Tu alma, de virtud es blanca estrella,
tu vida es claro trazo de destellos
que van iluminando con potencia
las rutas de dolor y sufrimiento;
144
María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
en los puros albores de tu infancia
y en los días pasados y hogareños,
tu paso ha sido rayo deslumbrante
de hermosos y magníficos reflejos.
No extraña pues que en sendas luminosas
realices tus más caros sentimientos,
ni que lleves envuelta en claridades
la frente que, ahora nimba blanco velo;
lo que extraña es, hermana queridísima,
que exista tan profundo y hondo afecto
entre tu alma, serena luminaria,
y mi espíritu, oscuro y tan pequeño.
Para mi hermana Ma. Cristina el día
de su toma de hábito, con mucho amor.
145
María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
¡Gracias Señor!...
Gracias, Señor, os doy con toda el alma
porque diste de nuevo a tu ovejuela
el refugio de amor de tus rediles
y la paz que a tu sombra se cosecha;
gracias, porque su sed viva y ardiente
calmarás con frescor de tus riberas
volcando en sus heridas desgarradas
el bálsamo eficaz de tus promesas.
Gracias te doy mil veces, Jesús mío,
y una plegaria más alzo por ella:
Que expire antes mil veces que dejarte
la que es hoy de tus brazos prisionera.
Y a mí que con ternura tal te he amado
que por verla vivir en Ti, muriera,
concédeme, oh Pastor, la gracia insigne
de ser fiel seguidora de tus huellas.
146
María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
A Cristo Rey
Reina en mi corazón, Jesús amado,
reina, sí, en cada instante de mi vida
y aprisiona en la cárcel de tu herida
mi existencia y mi ser de Ti prendado.
Reina siempre en mi pecho, enamorado
de un ideal que es antorcha, y encendida
con su brillo ignicente me convida
a dejar cuanto quiero y cuanto he amado.
Y si logro, alejada ya del mundo,
aumentar con mi vida tu reinado
a base del dolor santo y fecundo,
reina en mi corazón, dulce amor mío,
y olvide del dolor el dardo frío
al mirarte por mí crucificado.
147
María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
Despedida
Me voy Padre querido, me alejo de tu lado,
¡cuán rápido ha llegado el tiempo del adiós!...
me voy, y la partida mi pecho ha lacerado:
lo mucho que por ella mis ojos han llorado,
quizá tú lo presientas, saberlo, sólo Dios.
Me voy, ¡cómo me duele la triste despedida!,
su idea y su recuerdo me llenan de pesar;
tú sabes, Padre amado, lo dora que es la vida
y viéndote a ti cerca parece que se olvida
lo rudo de la brega, lo amargo del luchar.
A veces, en las horas terribles de desvelo,
sintiendo cómo pesa tu ausencia sobre mí,
pronuncio una plegaria doliente que hasta el cielo
penetra, con las alas sutiles de mi anhelo
que implora toda suerte de gracias para ti...
Me voy con el recuerdo sin fin de tus bondades
grabado en lo más hondo del pobre corazón;
148
María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
¡cómo he yo de pagarte tus grandes caridades,
si forman mis haberes miserias y maldades
y tales pequeñeces, que causo compasión!...
Es esto lo que en mi alma tus manos han sembrado:
filial y puro afecto, profunda gratitud,
que yo de tus ejemplos y trato he colectado
sublimes floraciones de paz... ¡quien a tu lado
no siente que se empapa de vida y de virtud!...
Me voy, Padre querido, el llanto se rebela
y anuda mi garganta la frase del adiós;
me voy, hacia el combate mi barca, abre su vela
y sólo un pensamiento dichoso me consuela:
con Dios a ti te dejo y parto yo con Dios.
Y bulle aquí en mi alma una íntima esperanza,
aquella que me dice que pronto he de volver:
¡no sufras Padre amado!, que a ti también te alcanza
la dicha de pensar que, con viento o con bonanza,
aquí nos reuniremos y en Cristo he de vencer.
Rvmo. P. Vicente Villegas Chávez
149
María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
Queja
Con temblores de sollozos en el alma malherida,
caminando fatigada por la senda de la vida,
he llegado hasta tus plantas, Madre pura y virginal;
he llegado con el llanto que resbala en mis mejillas
a tejer una plegaria y una queja de rodillas
y a contarte mis tristezas y mi angustia sin igual.
¡Madre mía Inmaculada, vaso lleno de pureza!,
Tú, que, amante, de la vida me ocultaste la crudeza
protegiendo mis miradas con la sombra de tu amor;
Tú, que has dado a mis anhelos sed ardiente de hermosura
e iluminas mis ideales con la luz de tu alma pura,
sé muy bien que con el mío ahora mezclas tu dolor.
Necesito que me escuches, que me brindes tus caricias,
necesito que compenses con tu amor y tus delicias
esa dicha que en mi vida para siempre huyó tal vez,
que han caído poco a poco del jardín de mi existencia
las mejores floraciones, que, sin duda tu clemencia,
defendió por prolongarme la ilusión de la niñez.
150
María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
Necesito que me mires con tus ojos de paloma,
que al fijarlos en los míos, donde el llanto triste asoma,
me ilumines esta noche de infinita oscuridad;
necesito que me acerques al abrigo de tu pecho,
y brindándome tu amparo, en abrazo muy estrecho,
me defiendas del embate de tan fiera tempestad.
Madre mía, mi garganta ya no emite dulces trinos,
se acabaron las auroras de arreboles purpurinos
y las claras vibraciones del sonoro manantial;
ya no ríen en mi vida los murmullos de la fuente
ni el susurro de las auras, que soplando suavemente
me alegraban con los ecos de su canto de cristal.
Se secaron los jazmines de que mi alma estaba llena,
la blancura de los lirios y el candor de la azucena
que a mi pecho embalsamaba con aroma virginal;
que, talando el desencanto floraciones nacarinas,
donde ayer crecieron rosas ahora crecen sólo espinas
y mi huerto de esperanzas se trocó en un triste erial.
Se apagó la luz serena de mis más puros amores,
sensaciones de abandono agigantan mis dolores
aumentando las angustias de mi ser sin compasión;
151
María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
¡Madre mía!, necesito de tu amor y tu consuelo,
necesito, ¡Madre mía!, que me lleves pronto al cielo
donde nunca ya me aparte de tu amante corazón.
A pesar de ser aún breve, en mi vida ya atardece,
un lucero en lontananza sus fulgores desvanece,
y se extinguen poco a poco mis afanes de vivir.
¡Ten piedad de la que ha amado tu pureza con locura!,
¡ten piedad de sus tristezas y surgilaza, Virgen pura,
esta vida de agonía con la dicha de morir.
152
María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
Vicentito...
Sus ojos semejaban dos cristales
do asomaba de su alma la pureza,
y en su frente serena había nobleza
y había en su corazón fuego de ideales.
Atendiendo llamados celestiales
dejó patria y hogar con entereza
bebiendo la verdad y la belleza
en divinos y eternos manantiales.
¡Quién fuera como él!... Su edad primera,
pasó clara y tranquila cual las fuentes
que corren por campiñas de ventura;
y lleno de virtud, ¡quién como él fuera!...
que al paso de los años inclementes
¡conserva cual de niño el alma pura!.
Al P. Villegas en recuerdo de su infancia.
153
María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
Oración
Esta cruz, oh, Jesús, que me has dado
ensarzada con redes de espinas,
esta llaga que sangre ha manado
es, Jesús, un regalo preciado
que me ofrecen tus manos divinas.
Sufrir por tu amor, ¡qué ventura!;
el tormento de aquestos dolores
y el acibar de aquesta amargura,
¡cómo sabe, Jesús, a dulzura
y a canción delicada de amores!
No le temo al Calvario sangriento,
que es Tabor a la luz del sagrario
ni le temo al más cruel sufrimiento
más le temo, Jesús, al contento
que es valor que se torna Calvario.
Sufrir siempre sea mi destino
sin hallar en la tierra consuelo,
porque así la extensión del camino
va acortando el contacto divino
del dolor que en la tierra es el cielo.
154
María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
Mi poema
¿Que te escriba un poema, cielo mío?,
¿que te diga en un verso y con palabras
el sentir del amor que tú me inspiras
y que arrulla con cantos mi esperanza?...
No, no pidas que logre ese imposible,
pues cumplir tal capricho, más costara
que encerrar en el hueco de la mano,
de la mar la magnífica esmeralda.
Por lograrte decir cuánto te quiero
las cifras estelares no bastaran,
ni bastaran las grandes longitudes
que miden las regiones planetarias.
No, mi amor no es objeto limitado
ni sentir que varía o que se acaba:
gérmen es de algo eterno e infinito
y el cumplir de un destino que grabara,
desde el mismo principio de los tiempos,
el Creador, para bien de nuestras almas.
155
María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
No pidas, pues, mi bien, que en un poema
exprese mi cariño y lo que abarca...
Puedo en cambio decirte aquí otras cosas,
sencillas como voces de fontana,
como el manso correr del riachuelo
que canta a la campiña perfumada.
Tu amor es mi ilusión, tuya es mi vida,
tuyo es mi corazón que tanto te ama,
tuya es la vibración de mis ternuras
que a la luz de tus ojos despertaran,
y puesto que tu amor ha transformado
mi existencia, de flores muy sembrada,
¡deja mi dulce bien, que tu cariño
sea el poema mejor que yo soñara!
A mi marido José Ma. Ruiz Alvarez
con gran amor.
156
María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
Amar
Amar es padecer honda tortura
es vivir del ensueño enamorado;
amar, es el haber por fin hallado
la clave y el por qué de la ternura.
Amar es el dolor y la dulzura
y un goce y un sufrir entremezclado,
amar es esperar ilusionado
y revestirlo todo de hermosura.
Por eso, porque te amo con delirio,
porque eres mi ilusión y mi alegría,
mi vida es una dicha y un martirio
así sólo se explica, dulce encanto,
que sufra, que suspire, que sonría
y a veces mi reír termine en llanto.
A mi marido, José María
con gran cariño.
157
María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
Soneto (Tu nombre)
Tu nombre es para mí dulce armonía,
es arrullo sutil y persistente
que suena allá en el fondo de mi mente
con ecos de enigmática poesía.
Tus ojos son la luz del alma mía,
son estrellas de brillo refulgente
que alumbran mi camino suavemente
con rayos de ilusión y de alegría.
Tu amor, es el amor de mi existencia:
porque no amé otra vez, inexperiencia
e ingenuidad revisten mi cariño;
así, mi solo amor, ya no te asombre
que te ame con ternura como a un niño
y adore locamente como a un hombre.
Al único amor de mi vida
con exclusivo afecto y cariño,
José María Ruiz Alvarez.
158
María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
¡Tengo celos!
Tengo celos de todo, vida mía,
tengo celos tan locos y profundos
que la mole igniciente de los mundos
con los celos de amor extinguiría.
¡Tengo celos de todo, vida mía!...
Anoche cuando en sueños te miraba
y en tus verdes pupilas contemplaba
un rostro de mujer que te veía,
sentí fiebre de celos en la mente,
sin poder distinguir, ¡pobre demente!,
¡que esa faz de mujer era la mía!
A mi marido que fue el
amor de mi vida José Ma.
159
María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
Despedida A María de la Virgen de Fátima,
mi hermana misionera. (Ma Cristina)
Me dices que te marchas a tierras muy lejanas,
lo dices tan radiante y llena de ilusión,
que en ese amor a Cristo y fuego que tú emanas
no dudo ni un momento que en tierras africanas
provoques un incendio con ese corazón.
Me dices que por Cristo te vas hasta ese suelo:
por Él, que tanto te ama, irás regando luz;
serás la portadora de amor y de consuelo
para esas pobres almas, que ignoran que hay un cielo
y un Dios martirizado por ellas en la cruz.
Leyendo tu misiva, ¡qué bien te he comprendido!;
que es duro el sacrificio, lo sabes y lo sé;
pero también, ¡qué importa!, si así Él es conocido
y rompes las tinieblas de un mundo empobrecido
sin esas claridades sublimes de la fe.
160
María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
Es don de privilegio el don que se te diera;
es gracia de escogidos el ir a misionar
por eso me resigno a verte misionera,
pues ir a esos lugares... ¡si sólo se me diera
el verte entre los negros a Cristo predicar!...
Dichosa tú, que partes de Cristo a ser testigo,
feliz porque le has dado tu vida y corazón;
no sabes lo que diera por ir más allá contigo...
mas viendo que ya es tarde, con pena yo me digo,
¡no se hizo para todos tan bella vocación!
Por eso y el afecto que mi alma en ti pusiera,
no puedo por tu ausencia dejar de padecer;
mas Cristo te reclama y si África te espera,
hasta África dirige tus pasos, misionera,
y dale miles de almas a Cristo, cual Javier.
Y así, cuando el recuerdo me lleve a la ventana
y mire en lontananza destellos de ignición,
diré por ese fuego que tu alma siempre emana:
¡Señor, allá está África, y en ella está mi hermana
que el África ha incendiado con ese corazón!
161
María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
Y en tanto que tu vida consumes con desvelos,
y sabes que te sigo los pasos con amor
sintiendo la nostalgia profunda de los cielos
se vuelcan mis ardores tras místicos anhelos
¡luchando para Cristo, por un mundo mejor!.
162
María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
El primer encuentro
„„Vive de tal manera que puedas
recibir todos los días este pan‟‟
San Agustin, sermón 24.
¡Despierta, hijo, despierta!,
por fin ha llegado el día,
el que tanto preguntabas
cuándo había de llegar;
¡despierta, mi amor, despierta!,
escucha el Ave María...
¡Es el coro de los ángeles
que te viene a saludar!
Ya el sol besa el horizonte:
¡Abre presto la ventana!;
hay perfume de azucenas
en las nieves de tu altar;
que tu Madre de los Cielos,
con su gracia soberana,
de la gloria se ha ausentado
por venirte a acompañar.
163
María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
Cuando pienso en la belleza
de tu alma floreciente,
que en tus cuatro primaveras
de piedad hizo un jardín
a Jesús, tu dulce Amigo,
me parece ver sonriente
porque al fin halló en la tierra
un ardor de serafín.
¡Cuánto afán de sacrificio!,
de la espera, ¡cuánto anhelo!;
a mí misma me encendías
con tu fuego el corazón;
¡qué regalo para Cristo!,
¡qué sonrisa para el cielo!,
y de Dios para tu alma,
¡qué feliz predilección!
Este pan que es fortaleza,
sea tu místico alimento;
que jamás sin recibirlo
sea feliz tu corazón,
y que vivas de tal suerte
164
María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
que no dejes ni un momento
de ser digno de acercarte
a la santa Comunión.
Si lo come con respeto
vivirás eternamente;
tendrás fuerzas en la lucha
y un ideal pleno de luz;
y en llegando a ser un hombre
en tu fe serás valiente,
no importándote por Cristo
ni la muerte ni la cruz.
Yo te quiero con el alma,
tú lo sabes, hijo mío,
pero quiero que seas puro
cual los lirios de tu altar;
y te quiero ver luchando
sin temores ni desvío
alentado por un lema:
„„¡Morir antes que pecar!‟‟
Y por eso tu alma bella
voy forjando con esmero
165
María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
sin medir el sacrificio
y elevando una oración;
que una gracia, ¡dulce gracia!,
arrancar del cielo quiero
¡que el Señor me ponga el precio
y te de la vocación!
Paladeando esta esperanza
vibra mi alma de ternura,
y besando esas manitas
que ahora empleas en jugar,
he soñado muchas veces
¡Dios perdone mi locura!,
que Él recoja un día esos besos
de tus manos al bajar.
Ya te he dicho mi secreto:
un secreto de cariño
y hoy que vas por vez primera
tu Jesús a recibir,
¡pide, pide, con confianza!,
que Jesús jamás a un niño
le ha negado la alegría
de quererle hasta morir.
166
María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
Y si llegas a imitarle
cual mi alma te convida;
y si logras retenerle
con el fuego de tu amor,
no te olvides, hijo mío,
cuando llegues a la Vida
de este encuentro, que del otro
solamente es precursor.
Que no cruces la palestra
sin esfuerzo ni alegría,
que no acudas por el premio
sin el precio de la Cruz,
y que sepas buscar siempre
en los brazos de María
¡el camino más seguro
para hallar a tu Jesús!
A mi niño ejemplar, mi hijo José Ma. que
con fe y amor extraordinario, preparó
dignísimamente su alma, a muy temprana
edad, para su Primera Comunión…
¡Te amo José María!
167
María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
Primera Comunión „„Dejad a los niños,
no les impidais que
vengan a mí.‟‟
Hoy, Jesús, es día de fiesta,
pues traigo a Susanita;
tiene apenas cuatro años
acabados de cumplir;
¿que es inquieta y es traviesa?...
¡bien lo sé!, pero en su almita
ha nacido ya el deseo
de venirte a recibir.
Mucha gente al contemplarla
se dirá: ¡Qué atrevimiento!;
¡una niña tan pequeña
acercarse hasta el altar!...
Pero el mundo no comprende
y al contrario de él presiento
que sonríes al mirarla
de puntitas comulgar.
168
María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
Al igual que un angelito
pone juntas las manitas
y los ojos en el suelo
lleva fijos sin volver...
¡quién pudiera ver a su ángel
que al mirarla quietecita
se pregunta si es la misma
que le da tanto quehacer!
Muchas veces la disculpo
al mirarle a él abrumado;
y le digo: „„Ten paciencia!,
que ya pronto va a dormir‟‟;
y por eso ahora me asombra
al mirar que entusiasmado
le abre paso con las alas
cuando el Pan va a recibir.
Pero él sabe que ella es buena,
¡es un lirio en lo inocente!:
no conoce mancha alguna
su pequeño corazón,
y así, acepta mi disculpa
y si de algo está impaciente
169
María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
es de verla alba tras alba
recibir la comunión.
Ya los dos con un anhelo,
la acercamos a tu planta,
conjugando nuestro esfuerzo
tras idéntica inquietud:
Que tu dulce Susanita
llegue pronto a ser tan santa
que algún día en los altares
la coloque la virtud.
Puede ser ya en tal altura,
de imposible medianera
o de niños abogada
la querrá tu corazón,
eso sí no te aconsejo
que la pongas de portera,
pues verías de pilluelos
invadida tu mansión.
No te alarme lo sincero
y pueril de mi confianza,
pero el ángel de su guarda,
170
María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
que mirando está tu faz
hoy me ha dicho en confidencia
que, a pesar que no descansa,
él querría a Susanita
abogada de la paz.
¡Buena falta que nos hace
en el cielo tal influencia
hoy que el mundo corre loco
a su muerte y perdición!;
pues a quién extrañaría
que al mirar tanta inocencia
se doliera del castigo
tu amoroso Corazón.
Y como ella... ¡cuántos niños!,
¡cuántas almas inocentes!...
Tú que tienes de una Madre
una entraña de piedad,
¡ten clemencia, Jesús bueno!,
y a los hombres inconscientes
resuelta de esta noche
de pecado y de maldad.
171
María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
No permitas que se pierda
de tu amor tanto pequeño:
Tú dijiste, „„Que los niños
Acercados sean a Mí‟‟...
Yo he escuchado de tus ecos
el vibrar y con empeño
de los siete que me has dado
cuatro están cerca de Ti.
Yo no sé si mis anhelos
tienen algo de locura,
sólo sé que vibra en ellos
de una madre la ambición,
pues te pido que mirando
con amor alma tan pura,
te reserves solamente
para Ti su corazón.
De la Virgen soberana
copie todos sus ideales
y que aliente sus anhelos
al amparo de la Cruz...
no pretendo yo otra cosa
que al llegar a los umbrales
172
María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
luminosos de la vida
le abra paso a su Jesús.
¡Ah, perdóna, Jesús bueno!,
para hacer estos versillos
he dejado a mi custodio
pastoreando mi legión,...
y me está haciendo una seña
que no aguanta a mis chiquillos...
¡otra vez llegó mi turno
de cumplir mi obligación!
A mi pequeña hija Susanita con
gran cariño en este día feliz.
173
María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
Ana María A mi muñeca
recién nacida.
¡Ana María,
blanca paloma
del alma mía!,
tu dulce nombre
suena a canción;
tiene el encanto
de una poesía,
de una fontana
la melodía
y de un arrullo
la inspiración.
¡Ana María...
niña pequeña
del alma mía!...
Cuando sin verte
te presentía
y de la espera
tocaba el fin,
soñaba auroras
y luz de día,
soñaba cielos...
y me decía:
174
María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
„„¡Será lo mismo
que un querubín!‟‟
Y por ventura,
la maravilla
de mis ensueños
es realidad,
pues tiene nácar
en la mejilla
y en tus ojazos
azules brilla
del firmamento
la claridad.
¡Ana María,
nota viviente
de mi poesía;
íntima causa
de mi alegría!...
Sabes mi amor,
bendigo al cielo
que quiso un día
borrar la sombra
de mi elegía
con la presencia
de tu candor.
175
María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
Bodas de Oro
Al Ilmo. y Rvmo. Sr. Dean
Dr. Dn. Vicente Villegas Chávez
Admirada por los ecos de tus fiestas jubilares
que prendidos en las auras han llegado a estos lugares,
con el soplo luminoso de tu vida singular
he sentido fuerte impulso de tañer mi vieja lira,
esa lira cuyas cuerdas se estremecen cuando admira
y por eso ahora te ofrenda la humildad de su cantar.
Has tenido grandes fiestas, del amor demostraciones;
has oído mil poemas y magníficas canciones
y pudiera ser osado mi atrevido proceder;
pero el alma me lo pide y aunque quiero sujetarla,
no me bastan las razones que le doy para calmarla,
pues me dicen que eres Padre... y que sabes comprender.
Y me invaden los recuerdos... ¡los recuerdos de mi infancia!...
y me hiere el sentimiento evocando la fragancia
del afecto generoso que me dio tu corazón,
176
María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
que cual faro vigilante me sirvió siempre de guía,
alentándome en la prueba, compartiendo mi alegría
e invitando a mis anhelos a sublime elevación.
Reviviendo así el pasado, desde el alba de mi vida,
guardo fresca la añoranza de tu efigie tan querida
que es lumínico baluarte de tu angélica virtud...
¡cómo no pedir al cielo que te colme de ventura!,
¡cómo no cantar tus Bodas con la voz de la ternura
musitando una plegaria de cariño y gratitud!...
De tu ejemplo nunca olvido la enseñanza, Padre amado;
ya de cerca, ya de lejos, tus pisadas he observado
y tus normas son el oro de mi herencia paternal,
que en la brega dolorosa que me traza mi destino
tu recuerdo es clara estrella que aparece en mi camino
señalando las riberas de la playa celestial.
Muchas veces ha admirado tu heroísmo tan discreto
y en abuso de confianza, supliqué de ti el secreto
de esa paz maravillosa que tu ser sabe irradiar;
y cual siempre bondadoso, disculpando mi osadía,
me dijiste llanamente que esa paz puedo hacer mía
si me grabo en la conciencia „„morir antes que pecar‟‟.
177
María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
Y por eso de esta frase me forjé una ley suprema
y la llevo dentro el alma esculpida como un lema
que en la tarde de mi vida me introduzca ante el Señor;
que también de ti he aprendido a encontrar en los dolores,
más que el filo de los cardos, la belleza de las flores,
pues el precio de la gloria justamente es el dolor.
No quisiera que te fueras... ¡el pensarlo me estremece!;
porque sé que si te ausentas, en mi vida reaparece
la amargura desbordante que precede a la orfandad;
pero miro sazonadas tus fecundas plantaciones
y adivino que en el cielo ya preparan galardones
como pago de el Eterno a tu gran fidelidad.
Mas si al fin bebiera el cáliz que tu ausencia me depara,
y acudieras por el premio que tu fe y amor labrara
en feliz correspondencia a tu vida de elección,
ten presente, Padre amado, cuando estés allá en la gloria
que jamás podrás borrarte de tu hija en la memoria
y un santuario a tu recuerdo se alzará en su corazón.
178
María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
Salutación A la muy Rvda. M. Anita Leyva
y en ella a todas sus hermanas.
No tengo otro homenaje que ofrecerte
que un humilde cantar, pero sincero,
un poema que ensalce en tus virtudes
la misión abnegada de tu celo.
Enfermera, a la vez que religiosa,
eres paz y salud para el enfermo,
sonrisa de piedad para el que sufre
y eres del que muere junto al lecho,
mensajera de Dios, blanca figura
que encarnas de su amor el bien supremo.
Tú endulzas la amargura de las almas
y alivias los dolores de los cuerpos,
y tus pasos apenas perceptibles
semejan de palomas aleteos;
tu imagen se me antoja en tu pureza
un ángel escapado de los cielos
que viene predicando en su mensaje
la dulce caridad que hay en tu ejemplo.
179
María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
Quizá no todo el mundo te comprenda,
quizá sufras, callados sentimientos,
mas la luz la hizo Dios para que brille,
¡no importa que haya ingratos y haya ciegos!...
¡enfermera bendita y abnegada!,
son arduos, mas fecundos, tus desvelos:
tu vida de incesante sacrificio
es Gólgota enclavado en el silencio.
Mas no importa: tu Dios por ti es honrado:
de Cristo las pisadas vas siguiendo,
pues cumples ampliamente su mandato
de amarle siempre al pobre y al pequeño.
¡Prosigue tu carrera luminosa!,
derrama tu bondad sin regateos:
cada gota de sangre que destilas
mezclada a la de Cristo, es como el precio
que pagas por un mundo descarriado...
¡Enfermera, que Cristo sea tu premio!
180
María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
Plegaria
Con el alma destrozada por los garfios de una herida,
con los ojos empañados por las nieblas de la vida
que han envuelto mi existencia con un manto de opresión,
he venido hasta tus plantas cual refugio de esperanza
a entregarte, Jesús bueno, el amor y la confianza
que por Ti siempre ha tenido mi sangrante corazón.
¡Necesito que me escuches!... que te muestres indulgente:
que mi alma desahogue de sus penas el torrente
y se vuelque por completo en tu gran benignidad.
Porque siento una amargura que amenaza sofocarme
y por eso en tu ternura he venido a refugiarme
porque a ello me convida el calor de tu amistad.
Tú bien sabes que te amo, que busco con delirio,
tú bien sabes que te quiero, pues te sigo hasta el martirio
y en la cumbre del calvario nunca solo te dejé;
tú bien sabes que prefiero las angustias de la muerte
ante el triste pensamiento de dejarte o de perderte
y mi fuerza en esta lucha es que un día te veré.
181
María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
Sólo vengo a suplicarte que tus fuerzas me sostengan
que en las ansias de esta lucha del deber, no me detengan
ni las íntimas torturas de mi amarga soledad;
y que no busque consuelo aunque tenga que inmolarme
y que dócil te permita desprenderme y burilarme
cual convenga a los designios de tu amante voluntad.
Que mi espíritu rebelde ya no busque la ventura
y sujete con dos manos el raudal de mi ternura
que desborda en inquietudes a mi ardiente corazón.
Este loco prisionero que saltar quiere del pecho
cuando ahí tú le pusiste como en nido muy estrecho
porque sólo así sujeto latiría con discreción.
Que mis sueños esfumados sean la cruz de mi calvario;
que mis ansias reprimidas sean cual flor que en tu Santuario
se consuma suavemente sobre el ara de tu altar;
que el martirio de mi alma sea la ofrenda de mi misa
disipando mis tinieblas bajo el sol de una sonrisa
que sofoque mis anhelos infinitos de llorar…
No te vengo a dar las sobras de un amor sin fe y constancia,
porque puedo recordarte que en los días de mi infancia
ya mi amor y fe iniciaban esta entrega singular;
182
María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
no te vengo a dar los restos de un ideal roto y maltrecho
porque todos los latidos que alentado han a mi pecho
voz han sido del deseo de morir y no pecar.
Y aunque pobre pecadora arrepentida sólo anhelo
y me invade muchas veces la nostalgia de tu cielo,
de “tu amor ya sin distancias” que promete el porvenir,
porque tengo ya probado que en el mundo los amores
se parecen por fugaces al encanto de las flores
que no acaban aún de abrir y ya empiezan a morir.
Y por eso esta plegaria es un grito de agonía;
un dolor puesto en palabras, el dolor del alma mía
que ha podido de tu cáliz la amargura paladear,
mas no quiero rechazarlo, pues mi amor en aún más fuerte
no me arredra el apurarlo aunque beba en él la muerte
de este cuerpo, que a la Vida, ya sin él podré llegar.
En el mar de mi existencia fuerte viento se estremece,
y en el fondo de mi alma ya presiento que atardece
pues difusa luz anuncia que ya el día va a morir…
¡No te vayas, Jesús mío, que estoy sola en mi tristeza!;
no te vayas, Jesús bueno, que la noche pronto empieza
y contigo no me arredra lo que guarde el porvenir.
183
María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
Entre tanto mi camino voy siguiendo dulcemente,
con los ojos en la altura y tu imagen en la mente
y en los labios la sonrisa de un poema hecho oración
y que el mundo no sospeche la verdad que hay en mi vida...
¡qué me importa destrozarlo con los garfios de esta herida,
si serás mi recompensa a esta grande inmolación!
184
María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
Ofrenda
Me he puesto a contemplar las luminarias
que son gala del vasto firmamento
y admirando su luz munificente
que semeja de diamantes un reguero,
ha pensado en la mano poderosa
que crea con designios de misterio
egregias y asombrosas magnitudes
y ante el ténue brillar de los luceros.
Y así bajo la luz de las estrellas
y abstraída en mis hondos pensamientos
ha fulgido en mi mente tan oscura,
cual luz maravillosa tu recuerdo;
Tu alma de virtud es blanca estrella
tu vida es claro trazo de destellos
que van iluminando con potencia
las horas dolorosas del destierro.
He podido muchas veces,
quizá ni Tú has notado, Padre bueno,
185
María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
que mis ojos sedientos de belleza
bebido han mil, en silencio,
en tu alma profunda y generosa,
en los grandes de tu celo,
en tu mente tan clara y tan serena,
en la frase inspirada de tu verbo
en tu hondo sentir todo equilibrio
en tu sabio guiar que es todo abierto.
Y he pensado al mirarte tan sencillo
tan lleno de humildad, de fe tan lleno
que trasluces a Dios en tu persona,
y que irradias a Cristo con tu ejemplo.
Y al igual que la egregia luminaria,
no he podido alcanzar en vano intento,
cuanto más te conozco más te admiro,
más mi alma se llena de respeto
más te y me empeño en imitarte
aunque guarde este afán en el silencio
porque sé que es muy grande la distancia,
¡y de Ti cada vez estoy más lejos!...
¡Más no importa!, me gozo con que brilles,
con que inundes de luz todo sendero
186
María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
y forme tu existencia luminosa
la gloria y las delicias del Eterno.
Cuando poses tus ojos bondadosos
en tal prueba sencilla de mi afecto
quizá por tu humildad te ruborices
y pienses que elogiándote exagero,
¡no lo pienses!, que siempre fue sincera
mi lira enamorada de lo bello,
que mis ojos sedientos de hermosura,
de grandeza y amor también sedientos,
se velan de dulzuras anegados,
cuando brilla en mi mente tu recuerdo.
187
María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
Crepúsculo
La luz crepuscular el mundo envuelve;
un ave en el vaivén de la enramada
entona su dulcísima tonada
que en el aire callado se disuelve.
La brisa entre las flores ya va y vuelve
llegando a mi ventana, perfumada,
y una estrella de faz iridisada
su brillo tembloroso a dar resuelve.
La tarde al expirar se torna quieta
y envuelta en singular melancolía
quedó del templo augusto la silueta,
la campana repica, el sol ya no arde...
¡yo no sé... pero ha herido el alma mía
la tristeza profunda de la tarde!
188
María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
Dos rosas
Clavó el dolor su daga diamantina
en mi pecho que herido y lacerado,
se quiso deshacer de esa divina
sensación de vivir crucificado.
Cuando vi que una rosa purpurina
brotaba de mi pecho desgarrado
bendije mi dolor y aquella espera
que un valor a mi vida le había dado.
Y fue sufrir mi anhelo y mi ventura
que la cruz con su sombra generosa
proyectome hacia Dios camino breve;
ya no quise esquivar más su amargura
y aquella aceptación abrió otra rosa...
¡otra rosa más blanca que la nieve!
189
María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
Adiós a mayo
Te vas, oh mayo, y me has dejado un halo
de perfume de lirios y azucenas,
de coros de infantiles oraciones
que en el templo rezan
y suben como nube azul de incienso
al trono de la Reina.
Te vas y me has dejado el recuerdo
de tus noches serenas,
de tus mañanas claras y armoniosas
y tus tardes risueñas,
impregnadas del canto de las aves
y del correr de las fontanas frescas,
del vivo colorido de tus flores
que la campiña alegran.
Tú tienes para mí el suave encanto
que trae la primavera,
y has dejado en mi alma la nostalgia
de una dulce tristeza
190
María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
pues tu honras, oh mayo, a María
y María es mi Madre pura y buena,
la que llena mi alma de ternuras
la que calma mis penas,
la que pone una llama en mis amores
de generosidad y de pureza,
si lloro me acaricia
y si gozo, también Ella se alegra;
y si imploro su gracia, me prodiga
su amor a manos llenas.
Y por eso mi alma se entristece
ahora que te alejas,
y suspira mirando que esta noche
es tu noche postrera...
Mas al decirte adiós he formulado
el deseo de que vuelvas
con tus coros, devotos de oraciones,
tu perfume de lirios y azucenas,
tus mañanas hermosas
y tus noches de estrellas,
porque quiero que honremos a María,
¡que es mi Madre y mi Reina!
191
María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
Balada
¡Paloma blanca, paloma triste!,
¿por qué te fuiste
lejos de mí?...
tu ausencia agobia mi pecho amante
que ama el instante
de verte aquí.
Ha muchas noches que no hallo el sueño
y sin empeño,
sin ilusión
horas amargas mi alma llora,
¡y se desflora
mi corazón!
¿Por qué has dejado el tibio nido
si te he querido
con ansia y fe?,
¿por qué me niegas del canto tuyo
el suave arrullo,
dime, por qué?...
¡Ah, si me vieras mirar al cielo
Buscar tu vuelo,
192
María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
tu voz buscar!;
si me miraras subir al monte
y el horizonte
todo escrutar...
Ya no me alegra la blanca rosa
que crece airosa
en mi jardín,
ni de la brisa el suave aroma
de azahar y poma
me embriaga, ¡en fin!
Que yo te pido, si no es que herida
estás sin vida
y sin calor,
¡que vuelvas pronto!, que igual que un niño
da su cariño,
¡te doy mi amor!
¡Paloma blanca, paloma bella
como una estrella
de luz fugaz!,
¡vuelve te ruego, que aquí a mi lado
tendrás cuidado,
ternura y paz!
193
María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
Ausencia
No me dicen hoy nada las estrellas
que cruzan por el cielo
ni el trino de las aves se me antoja
de amor una canción,
sólo sé que la ausencia me entristece,
¡quizá me causa miedo!,
un miedo de perder lo que tanto ama
mi pobre corazón.
Yo sé que en las tinieblas de mi vida,
brilló una luz muy clara
que alumbró mi pisada vacilante
por sendas de virtud;
si esa luz no fulge ante mis ojos
se nubla mi mirada
y en mi pecho que es nido de quereres
se ensaña la inquietud.
Mas sé que éste dolor me purifica,
que mata el egoísmo
194
María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
y sé que abre una herida que es la puerta
del verdadero amor;
por eso yo te abrazo con ternura,
¡oh cruz de mi martirio!,
y digo sofocando mis sollozos:
¡Lo que quieras Señor!
– Ausencia que desgarras con tu angustia
las fibras de mi pecho,
y escribes una incógnita en mi vida
respecto al porvenir:
¡No importa que provoques de la duda
el íntimo tormento!;
sufrir le da pureza a mi cariño...
así, ¡quiero sufrir! –
195
María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
Soneto al Sto. Padre
Paulo Sexto Santísimo Padre:
No teniendo otra cosa que obsequiar a
Su Santidad, mi lira ha desmpolvado sus
cuerdas y con amor filial le dedico este
soneto.
„„Tu es Christus‟‟
Pastor que al trono máximo has llegado
y en sendas de verdad nos encaminas,
quizá, tu tiara sea cerco de espinas
y tu solio, la cruz do estás clavado.
La gloria no te tiene al mundo atado,
que persigue tu amor, glorias divinas
y admira, que, con ansias peregrinas
las murallas de Roma has traspasado.
Tu reino es caridad, ¡tú eres Cristo!;
tu paso va calcando de sus huellas
la inquietud redentora de su anhelo.
Tu sueño es realidad, porque habrás visto,
escrita con la luz de las estrellas,
la palabra „„unidad‟‟ allá en el cielo.
196
María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
¡Me has traicionado!
Amor... me has traicionado,
¡me has herido el corazón!,
y te llevas a girones
de mi vida lo mejor.
Me dejaste sin cariño,
sin apoyo, sin calor
y tiraste por la borda
mi ternura y comprensión
y si vamos por la vida
caminando, así, los dos,
me concedes tu presencia...
¡pero no tu corazón!
Yo no sé por qué me huyes,
por qué anhelas otro amor;
por qué vives añorando
lo que nunca se te dio...
pero sé que vives triste,
que te hiere la aflicción
que no encuentras el reposo
197
María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
que tu alma ambicionó;
pero tú... ¡no lo comprendes!,
y aunque sabes de mi amor
me aseguras, ¡ay!, que el tuyo,
de existir ya se murió...
mas no guardo, no, amargura,
¡no conservo algún rencor!;
al contrario, me enseñaste
la alegría del perdón.
Ya no quiero me desprecies,
¡no me hieras más, amor!:
no acumules más tristezas
por si lloras tu traición;
que si ves llanto en mis ojos,
donde tu alma se espejó,
llanto no es que sea un reproche...
¡porque lloro tu dolor!
Si algún día ya cansado
de sufrir, miras tu error,
sabe bien que mi ternura
todo el tiempo te esperó,
y se ha ido acumulando
198
María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
en mi amante corazón
para el día en que pueda darte
nuevamente su calor,
que no pierdo la esperanza,
o si quieres la ilusión,
de que juntos presentemos
nuestras almas al Señor.
--------------------------------------
Amor, me has abandonado,
¡me has matado la ilusión!...
y al hacerlo destrozaste
mis rosales aún en flor.
Cuando juntos caminamos
y yo tiemblo sin calor,
miro al cielo y a Dios digo:
¡Esto es mío... sí ha sido amor!
199
María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
A mis hijas
A todas mis hijas
y a cada una de ellas.
Hija mía, mi pequeña,
mi niña dulce y risueña
como un despertar en flor:
Ven... y siéntate a mi lado
ajena a todo cuidado,
¡muy cerca... más... ven, mi amor!
Mira... ese campo florido
de esperanza se ha vestido
ésta mañana gentil,
y de la brisa el aroma
trae, con quejas de paloma,
lo mejor de este pensil.
¡Ven... y junto a mí reposa!,
y contempla que la rosa
espejo es de tu candor;
200
María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
mientras oyes que la fuente
de cristal, puebla el ambiente
con un cántico de amor.
¿Ves aquí tanta belleza
y aquesta naturaleza
desplegada ante las dos?,
pues piensa siempre hija mía,
que detrás de esta armonía
está la mano de Dios.
¿Ves la flor de cáliz suave,
y ves la pluma del ave
y ves la lumbre del sol?;
¿y el celaje caprichoso
y el arroyo rumoroso
que devuelve el arrebol?...
¿Oyes reír al ambiente
y aquel caer imponente
del sonoro manantial?...
¿y escuchas trinos perdidos
de los mirlos escondidos
en las redes del zarzal?...
201
María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
Pues toda esa maravilla
es obra clara y sencilla
del poder del Hacedor;
pero... hay algo más hermoso
que este campo esplendoroso,
y se esconde en tu interior.
Es tu alma pura y bella,
luminosa cual estrella
sobre un cielo de cristal;
la que vierte en sus candores
la alegría de sus amores
con pureza angelical.
La que ignora tantos males
pero ya barrunta ideales
que la llevan a vibrar;
la que vive la esperanza
y navega con bonanza
de la vida por el mar.
La que es piadosa y sencilla
la que sin dolor se humilla
y se entrega sin medir;
202
María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
la que obliga en su presencia
a temblar, por la inocencia
que desborda en su sentir.
Más pura y delicada
la tendrás por flor sagrada
que tú debes proteger;
¡exagérale el cuidado!,
que la mancha de pecado
nunca llegue a conocer.
Porque toda la ventura
que derrama tu alma pura,
es un beso que el Creador
con la vida le ha donado...
¡deberás a su llamado
devolverlo con amor!
Como lirio en un pantano,
crecerás junto al gusano
y al abyecto lodazal;
pero tú, ¡manténte erguida!,
que los vientos de la vida
no te inclinen hacia el mal.
203
María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
Has honor a tu grandeza
y aferrada a tu pureza
vive ideal de alto valor;
y aunque crezcas con los años...
¡nunca dejes, por sus daños,
de ser niña en tu interior!
---------------------------------------
Hija mía, mi pequeña,
mi niña dulce y risueña,
floración de mi vivir;
alegre en dicha o pena,
de ti espero, hija buena,
un fecundo porvenir.
204
María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
Semejanza
Un ave hasta mi ventana,
con plumaje y alas rotas,
desde regiones ignotas
esta mañana llegó;
y con profunda ternura
a mi pecho lacerado
la acerqué, con el cuidado
que no tuvo quien la hirió.
–¿Por qué estás yerta y herida
avecilla desdichada,
de quién triste y destrozada
a mis pies te hizo rodar?;
¿acaso en tu raudo vuelo,
ávida de luz y altura,
encontraste desventura
donde paz soñaste hallar?...
Mientras esto le decía,
calentándola en mi pecho,
sentí roto y ya deshecho
205
María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
su pequeño corazón;
y a pesar de mis afanes
por curar tan honda herida,
¡ya no pudo darle vida
mi infecunda compasión!
Y tomándola en mis manos
lloré triste con sus males,
y entre lirios y rosales
sepultura le fui a dar,
y pensé que como ella,
es un ave el alma mía
y... ¡quien sabe si algún día
desangrada ha de expirar!
206
María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
A Nuestra Señora de Guadalupe
Por la senda sin fin de mis fracasos
he llegado a tus plantas Madre buena,
a entregarte mi alma, hecha pedazos
por la espada intangible de una pena.
En mi vida, el dolor rompió los lazos
que a la tierra me ataban cual cadena...
y sedienta tan sólo de tus brazos
en ellos sueño hallar la paz serena.
Tú eres para mí amor de cielo;
ternura para esta ansia de ternura
que siempre ha hecho vibrar el alma mía;
al verte se renueva mi ventura
y siento florecer el santo anhelo
de entregarme a Jesús por ti, ¡María!
207
María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
Desencanto
Esta noche no encuentro las estrellas,
que mis ojos, cegados por el llanto,
no perciben su luz maravillosa
que amo tanto.
Esta noche no hay música en mi alma,
que el silencio la envuelve tenazmente
y no hay fiesta de ideas armoniosas
en mi mente.
Sólo miro girar por el espacio
las hojas desprendidas de las frondas
y en las aguas, espejo de la noche,
formar ondas.
Sólo escucho el canto agonizante
del cisne que desmaya en la laguna,
y finge en su plumaje tembloroso
flor de luna.
208
María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
y al latir doloroso de mi pecho,
en do mi corazón triste suspira,
¡se han roto los cordajes luminosos
de mi lira!
209
María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
Liberación
¡Doctor, por Dios se lo pido!,
ahora que me va a operar
no le lleva mucho tiempo
el hacer un corte más:
Hágalo con mano firme,
de mi pecho en la mitad;
donde el dolor nunca deja
mi corazón descansar.
Tome a éste con cuidado
¡no se vaya a desangrar!,
y averigue de su angustia
cuáles las causas serán:
Por qué palpita tan fuerte,
por qué se quiere escapar;
por qué no encuentra reposo
en su profunda ansiedad.
Y si después de estudiarle
y tratarle con afán,
no logra toda su ciencia,
que por cierto es singular,
210
María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
poner fin a sus dolores
y dar alivio a su mal,
agrande el corte primero
con firmeza y sin piedad,
¡y abra una enorme ventana
para que pueda volar! Al Dr. Dn. Alfonso Alvarez Bravo,
con gratitud y admiración.
211
María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
Desafío
Si el caudal de mi llanto va a buscarte,
no desprecies beber de su amargura
recuerda nada más que por amarte
renuncié para siempre a la ventura;
que mis lágrimas bajan de mis ojos
cual dos brazos que quieren retenerte
sabiendo que tu amor me ha dado abrojos
que quizá me desposen con la muerte.
No quieras burla hacer de mi tristeza
amasada en hiel de tu desvío
que aunque veas inclinarse mi cabeza
a sufrir como yo te desafío.
Te amé con ilusión no te lo niego,
sin coraje lloré por tus agravios
y al mirar que el rencor te tiene ciego
aún te ofrezco caricias de mis labios.
Contemplo tus calladas soledades
y el íntimo dolor que te lacera,
y en tus noches de hirientes ansiedades
¡qué refugio feliz mi amor te diera!
212
María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
mas no quiero acosar tu sentimiento
y obligarte aun querer que te tortura,
que en mis horas sin fin de cruel tormento
en tu amor he de hallar mi sepultura.
213
María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
Ambición
Yo ambiciono un amor puro, cimentado en la ternura,
un amor firme y sereno que destierre la amargura
destilada por la herida de mi amante corazón;
un amor que se me entregue con la entrega de un hermano,
y me lleve por la vida, dulcemente de la mano
confortando mi flaqueza en su enorme comprensión.
Yo ambiciono un pecho amigo donde dar rienda a mi llanto,
donde pueda mi confianza, sin recelo, confiar tanto
que se vuelque llanamente en el mar de su bondad;
y unos ojos cariñosos que en la paz de su mirada
iluminen suavemente el temblor de mi pisada
y me den de sus caricias la infinita suavidad.
Yo ambiciono un alma pura que se sume a mis anhelos,
que me invite en sus ejemplos a escalar hasta los cielos
realizando así los sueños que tejiera en mi niñez;
que me empape de hermosura en la luz de su belleza
y que en pos de sí me arrastre y comparta su grandeza
a pesar de mi terrible y gigante pequeñez.
214
María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
Yo ambiciono que unos labios por mí oren diariamente,
que supliquen fervorosos al Señor Omnipotente
me transforme en el calvario que ha trocado a mi vivir;
y un afán de Padre bueno que me ampare en mis temores
y que acepte la ternura que le brinden mis amores...
y si logro todo esto... ¡qué me importa ya sufrir!
215
María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
Para ti
A mi niño querido: Jaime.
¡Niño bueno!, tus ojos
son un lago sereno,
donde mi alma se asoma
con temblores de amor;
y en tus labios callados,
busco ansiosa el consuelo
de tu dulce sonrisa,
que me borra el dolor.
¡Niño bueno!, tus manos
son dos lirios abiertos
do mis besos anidan
con ternura sin par;
y un refugio escondido
he encontrado en tu pecho,
¡y qué dicha tus pasos
inocentes cuidar!
216
María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
¡Nunca dejes de serlo
como hoy, niño bueno!;
¡nunca dejes de darme,
sin palabras tu amor!;
tú, mi rico tesoro
que soñé en cada sueño,
¡en mi vida sin flores
has sembrado una flor!
217
María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
Evocación
En ti siempre estoy pensando,
como el mar en sus espumas,
como la noche en la estrella,
como el cisne en la laguna;
en ti siempre estoy pensando...
¡cómo te puedo olvidar!,
te llevo dentro del alma
como a sus perlas el mar.
Eres parte de mi vida
como es al lirio el perfume,
como los trinos, al ave,
como la lluvia, a la nube,
eres parte de mi vida,
¡cómo acallar este amor!:
Estás prendido a mi alma
como a su tallo la flor.
No podré nunca olvidarte,
una herida es tu recuerdo
218
María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
que en mi mente está grabada
con hondos trazos de fuego;
no podré nunca olvidarte,
¡cómo tu imagen borrar!:
Tienes para mí el encanto
que tiene siempre el soñar.
Un sueño es este cariño
que se arrulla en el silencio;
es un canto sin palabras
cuyas notas llevo dentro;
un sueño es este cariño,
¡cómo dejar de soñar!;
la realidad es tortura
que siempre me ha hecho llorar.
Te quiero con alma y vida,
me han cegado tus fulgores:
Eres como el agua clara
que al pasar, ¡despierta flores!,
te quiero con alma y vida,
¡eres como una canción!,
¡no me pidas que te arranque
de mi amante corazón!
219
María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
Anhelo
Quiero que sepas que mi amor constante
te acompaña de cerca, aunque en silencio;
quiero que mires que mi afán no duerma
y en ello halles consuelo.
Quiero que escuches la plegaria ardiente
que por ti sin cesar dirijo al cielo,
quiero que sientas que si sufres, lloro...
¡me hiere tu tormento!
Y quiero mucho más y a Dios suplico
Que me dé de tu cruz el duro peso,
Que me deje subir por tu calvario,
¡y ser tu Cirineo!
220
María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
Queja
Vives ausente y en mi afán, errante
dar con la huella de tu paso intento
y en vano busco flores de esperanza...
¡tu corazón está lejos!
Tiemblo al mirar estrellas en mi noche
soñando que quizá en ellas te encuentro
y al irlas a tocar, desaparecen...
¡tu corazón está lejos!
Sangra mi alma y resbala el llanto
cuya niebla mis ojos tiene ciegos;
quisiera ahogar mi queja en un sollozo
ya que encontrarte, ¡no puedo!
221
María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
A mi madre
¡Madre!, el arrullo de tu nombre
aprendí a pronunciar desde la cuna;
no te extrañe que el niño y hasta el hombre
cifre en tenerte su mayor fortuna.
Cuando sufro, en ti siempre hallo consuelo,
tú, mi llanto recoges cuando lloro,
tú eres mi refugio en tu desvelo
y tu beso en mi frente siempre añoro:
Tú eres el ideal por mí soñado;
dotada de ternura y fortaleza
y siendo de virtudes un dechado
no mengua con los años tu belleza.
¡Bendigo a Dios que me entregó a tus brazos
y guardome al amparo de tu celo!,
que unida siempre a ti con fuertes lazos
en tu amor tengo puesto mi consuelo.
222
María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
¡Aleluya!
A mi pequeña hija Ana María,
con todo el cariño de mi corazón,
en este día feliz, que tanto ansiamos
las dos.
Niña vestida de blanco
que vas a gozosa al altar,
a comer por vez primera
de los ángeles el Pan;
niña que con cuatro abriles
apenas puedes contar...
¡cuánta luz hay en tus ojos,
qué alegría la de tu faz!:
El que te ama y el que tú amas,
¡por fin a ti va a llegar!
Muchos días y muchas noches
le tuviste que aguardar,
conteniendo los impulsos
que el amor tornó en afán;
muchas veces preguntabas:
„„¿Por qué tengo que esperar?‟‟,
y en tus ansias infantiles,
anhelando dicha tal,
223
María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
¡cuántas otras te he mirado
con el alma comulgar!
Niña, la de ojos azules,
que hoy te vienes a entregar:
Tu Jesús por fin es tuyo...
tú posees la inmensidad
del Señor de tierra y cielo
que la luz hizo brillar,
el que hiciera las estrellas
y tus ojos sin igual...
¡el que quiso ser pequeño
para en ti, cabida hallar!...
Ya no surjan las auroras
sin cumplir tu dulce afán;
ya no lleguen más las noches
para ti sin claridad;
ya a los ángeles del cielo
nada tengas que envidiar:
¡El que te ama y El que tú amas
para ti siempre será!...
Que no pasen los abriles
y marchiten tu piedad,
que los vientos de la vida
no la lleguen a truncar;
224
María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
que no deje de ser tu alma
como hoy, nieve y cristal,
porque el Dios que se te ha dado
en ti pueda descansar.
Iluminen los luceros
esta noche singular,
engalánense las flores
y sonría el manantial;
entonando estén las aves
„„aleluyas‟‟ al trinar,
que la gloria ha contemplado
con un gozo celestial,
a mi niña dulce y buena,
¡como un ángel comulgar!
--------------------------------------
Niña vestida de blanco
como un loto virginal,
niña... ¡mi niña pequeña
que sagrario eres y altar!:
Templa tu fe en esperanza
y en ardor tu caridad,
que este encuentro promete
de otro, eterno, disfrutar.
225
María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
Ya no sé mas sufrir “Los que siembran con lágrimas cosecharán con alegría”
Ya no sé más sufrir, porque, dichosa,
con la cruz que el amor me ha regalado
me asocio al que murió crucificado
como antorcha fecunda y luminosa.
Ya no se más sufrir, pues amorosa,
en Cristo, el padecer me ha transformado,
y el Padre, viendo en mí a su Hijo amado,
habita en mi interior y en él se goza.
Ser flor que enjoya el polvo del camino,
ser trigo que muriendo vida encierra,
ser luz en do pintó sombra el destino,
ser paz do la inquietud sembró la guerra
y no tener querer, más que el divino,
¡anticipo de cielo es en la tierra!
226
María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
Meditación
Esta tarde rubia
como una zagala,
se me está clavando
muy dentro del alma,
es para mis sueños,
¡puñal de nostalgia!,
y en mis inquietudes
es cruz que me abarca…
Las nubes navegan
por sendas doradas,
en beso de aromas
disuélvese el aura,
los trinos armónicos
del ave en la rama,
me dicen secretos
de alegrías pasadas.
¡me hiere el recuerdo!,
la impotencia amarga,
cual pájaro, ¡rotas
me dejó las alas!
227
María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
¡Señor, Dueño mío!,
por mi mente pasan
memorias de días
en que me alegraban;
el correr del río,
el frescor del agua,
la luz del crepúsculo,
la flor delicada
que mece sus pétalos
en linfas de plata…
la hierba creciendo,
la hormiga afanada,
el gusano que hila,
la abeja que labra;
las grises honduras,
las cumbres nevadas,
la paz de la noche,
el rubor del alba,
los niños que duermen,
las madres que aman,
las almas que oran,
las voces que cantan,
la nota doliente
de vieja campana,
228
María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
la pobre iglesita
de torres menguadas…
Mi alma de poetisa
o de visionaria;
bebió de lo bello
la esencia preciada
Señor tú lo sabes:
¡Estoy clavada,
con los miembros rotos,
las fuerzas escasas…
el cansancio quiebra
mis débiles ramas!
Jardín de silencio
tornose mi estancia,
la lucha sin tregua
me dejó asolada:
Amores que huyeron,
ilusiones, ansias
de dicha, ¡imposible
de ser apresada!...
¡cuánto has desprendido
de la tierra mi alma!
a golpes de sangre,
229
María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
a fuerza de llagas,
a través de heridas
que destilan lágrimas...
Pero no me importa
ser crucificada:
entre las bellezas
hallé la más santa:
La de tus amores
y tus semejanzas.
“No soy yo quien vivo”
no está sola mi alma;
por Tí soy vivida
¡y el Padre me ama!...
¡Qué importa la tierra!
las cosas que pasan,
los goces que mueren,
¡el amor que acaba!
La pared de arcilla
que aquí nos separa,
se va derruyendo…
¡seré liberada!
volaré a la Vida,
230
María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
la veo ya cercana,
y ya sin fronteras,
ni velos, ni trabas;
¡de tu amor divino
me veré inundada!
--------------------------
Esta tarde rubia
como una zagala,
se me está volviendo
balcón de esperanzas.
231
María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
Himno a la Trinidad “ La Trinidad es mi vida “ P: Philipón Q:P:
¡Oh, eterna Trinidad a quien adoro!,
don inefable que en dichoso día,
llegaste a habitar el alma mía
que en su centro te guarda cual tesoro.
Tu dulce intimidad amo y añoro
como fuente de mística alegría
que en silencio interior, da una armonía*
en do tu gloria y alabanza imploro.
El Padre que me envía su mirada,
el Hijo, luz del Padre y el divino
Espíritu de amor, en una esencia,
integran mi caudal de bautizada.
¡Oh, inmensa trinidad, Dios Uno y Trino!,
que escondes en mi nada tu presencia, *Esa armonía es la oración de recogimiento,en
expresión de adoración.
¡Para Gloria de la Trinidad! A quien adoro…
232
María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
¡Así quería yo verte!
¡Así quería yo verte!
levantando a tu chiquillo,
haciendo feliz su infancia,
dándole calor de nido.
¡Así quería yo verte!
en los ojos claro brillo,
en los labios la sonrisa
y tus ternuras en vilo…
¿No ves que tu amor reclama
este tierno pajarillo?;
¿que son inciertos sus pasos
y en tus brazos busca asilo
para llegar a ser hombre
y crecer sano y fornido
y poder seguir tu ejemplo
amasado con cariño?...
Las flores buscan la sombra
y el pájaro busca el nido
233
María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
y los brazos de su padre
busca con ansia mi niño.
Cógele como tu sabes,
juega y ríe con tu hijo,
para que siembres confianza
y entretejas lazos íntimos,
donde se grabe tu imagen
con cinceles de cariño.
Y entre caricias y besos
que son los mejores vínculos,
dale toda tu ternura,
lo mejor que hay en tí mísmo,
¡y que te veas en sus ojos
cómo en los tuyos me miro!
¡Así quería yo verte!
levantando a tu chiquillo,
con tánta alegría de amarle,
con tal ternura y tal mimo,
¡cual yo mísma lo levanto
cuando se queda dormido!
234
María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
Contemplación
Pusiste para mí sobre las flores
diamantes transparentes de rocío,
y un canto en el correr de cada río,
y un beso en cada luz, hecha temblores.
Creaste para mí mares, rumores
y un mundo de contrastes desafío;
¡Tú mismo te quisiste hacer tan mío
que habitas en mi ser, pleno de amores!
Y a cambio en mi silencio, ¿qué he de darte?,
mi ardiente corazón con su ternura
que adora, que contempla y reverencia;
¡no puedo, no, dejar nunca de amarte!,
y en éxtasis de amor y de ventura
vivir establemente en tu presencia.
235
María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
Desesperanza
Largamente he esperado
que llegará a mi vida
el gentil peregrino
cuyo nombre es “Amor”,
y esperando ha brotado
en mi pecho una herida,
que es como una purpúrea
floración de dolor.
Largamente he soñado
en las dichas sinceras
de un amor que comprende
y no hiere jamás,
y así… he visto alejarse
una y mil primaveras
sin dejar esperanza
de ese encuentro de paz.
Se han plateado mis sienes,
se han secado mis ojos,
236
María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
y en la noche silente
de uno a otro confín,
ya no busco otra senda
que la llena de abrojos
de la gris lontananza,
que señala mi fin.
237
María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
Fray Mínimo
o
las cosas pequeñas
-pintura hablada-
¡Quien fuera Fray Mínimo!,
el humilde lego
que servicios presta
a todo el convento…
Él barre los claustros,
recoge en silencio
las mil basurillas
con que juega el viento;
él, saca del pozo,
en cántaro viejo,
el agua que sirve
para los aseos.
Él lava la loza
y pasa el plumero,
que descuelga arañas
de los altos techos,
limpia los altares,
238
María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
y orando en secreto,
desprende las ceras
de los candeleros.
Pule las baldosas
trapeando los suelos,
y lava los hábitos
que repasa luego;
él cuida las flores
que adornan los setos;
cultiva legumbres
y descarda el huerto;
y en el amplio patio
que es ventana al cielo,
donde los azahres
aroman los céfiros,
recoge una a una
las hojas que el viento,
arrancó, jugando
con los limoneros.
Nadie lo percibe,
nadie le hace aprecio;
nadie ha adivinado
su fervor interno,
239
María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
y cuando en la noche
duerme el monasterio
e irradia la luna
sus suaves reflejos,
nadie le ha escuchado
frente al sacramento
decir en voz baja:
“!Señor, que te quiero¡,
que soy todo tuyo;
aunque polvo y cieno,
mi vida deshojo
por Tí en el silencio…
¡Señor, que yo megüe!:
olvido y desprecio
sean pan cotidiano
que me de alimento…”
“¡Fray Arturo entona
acordes excelsos,
Fray Jaime plasma
su amor en los lienzos;
Fray Roberto expone
con divino verbo,
la verdad eterna;
240
María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
Fray Ricardo en rezos
y éxtasis constantes,
admira al convento;
Fray Francisco escribe
con sapiencia y fuego,
místicas poesías,
magníficos versos…
y yo… ¡gusanillo!;
y yo, ¡pobre lego!,
soy menos que nada
y sólo te ofrezco
los pobres servicios
que a todos les presto…
¡las cosas pequeñas
que, amante, entretejo!...”
¡Y dos lagrimones
enormes y gruesos,
le surcan el rostro
que arrugará el tiempo!
------------------------------------
¡Quién fuera Fray Mínimo!,
el fraile pequeño
cuyas oraciones
suben hasta el cielo,
241
María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
Él no se imagina,
pero el Dios eterno
al que amante sirve
momento a momento,
sonríe en su alma
que es sagrario y templo
y recibe gloria
de su humilde siervo:
Son muchas las almas
a las que el buen lego
abre cada día
las puertas del cielo,
Éste es el sublime
y único secreto:
Las cosas pequeñas
hechas con empeño,
son perlas preciosas
del tesoro eterno.
242
María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
Bodas divinas “Ya no soy yo quien vive, es Cristo quien vive en mí”
Una tarde, allá en el templo
sin adornos ni campanas
en sencilla ceremonia
te etregué Señor, el alma.
Escuché de Tí el llamado
con un fuego, con un ansia…,
y tu amor, más impaciente
el momento adelantara.
No hubo ruido de invitados
que turbasen dicha tanta,
la presencia de tres íntimos
nuestra unión atestiguaba.
Una fórmula sencilla
y una cruz con una alianza,
son los símbolos sensibles
de mi vida consagrada.
243
María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
¡Bodas santas y divinas,
largamente tan ansiadas!,
que sumergen mi existencia
en la luz que no se apaga.
Ahora soy Señor, tu esposa;
Tú mi amado y yo tu amada,
y, ¡oh , misterio!, me asociaste
a tu vida Trinitaria.
Ahora el Padre en mí te encuentra
y Tú en mí su amor reclamas,
y el Espíritu me cubre
con la sombra de sus alas.
Cual tres clavos mis tres votos,
a tu cruz mi vida atan,
¡Dulce cruz y dulces clavos,
dulce vida a Tí entregada!
Nuestros bienes son comunes
y comunes nuestras ansias,
tuyas son mis impotencias,
mío el tesoro de tu gracia.
244
María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
tuyo el beso de mi entrega,
mío el sol de tu mirada,
tuyo el mundo de mis luchas,
mía tu gloria que no acaba.
Si alabarte es alegria
yo seré alegría que canta;
quiero ser ya, eternamente
de tu gloria la alabanza.
Viviré sola en el centro
más profundo de mi alma,
solamente con Dios, sólo
en silencio que es palabra.
Vivirá Cristo en mi vida
cual cristal que a Cristo pasa,
entregada a los hermanos
en servicio que es plegaria.
Contemplando ante tu trono,
el amor contempla y calla,
viviré sencilla y pura
en mi Dios ya sepultada.
245
María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
Y no extrañe que apacible,
en mi oficio de alabanza
me establezca en tu presencia
adorando siempre estática.
-------------------------------------
¡Venid, ángeles del cielo,
venid todos los que cantan!,
que el Señor selló conmigo
de su amor eterna alianza.
Ya no tengo que envidiaros,
porque Dios reina en mi alma
y la gloria sólo es gloria
donde Dios hace morada.
Que la virgen patrocine
de mi vida aquesta etapa
y prepare para bodas
eternales, níveas galas.
Ya no soy yo más quien vive,
Cristo vive en mí y me ama,
y su amor me ha introducido
en la glotria Trinitaria.
246
María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
Sed de Dios
He buscado por montes y llanuras
los pasos silenciosos de mi Amado,
y ansiosa de abrazarle, he preguntado
por su luz cegadora a las criaturas.
Prendada de su amor y sus dulzuras,
las cosas que yo amaba, he depreciado;
y aquello que perdí doy por ganado
con tal de serle fiel en mis ternuras.
¿Cómo puedo en mi fe, llorar su ausencia?,
¿cómo puedo vivir si estoy muriendo
al fuego que consume mi existencia?...
¡Tormento éste de amor que estoy sufriendo!,
como aquél que en la fuente está bebiendo
y el agua va aumentando su exigencia.
247
María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
Haz lo que quieras de mí - letrilla -
!Haz lo que quieras de mí
por lo mucho que te quiero!
Señor, mi fe en tu presencia
hace un cielo de mi alma,
y me establece en la calma
de tu luz y tu experiencia.
Sólo saborear tal ciencia
me da un goce verdadero
y aunque mi gozo es en Ti,
!haz lo que quieras de mi
por lo mucho que te quiero!
Con cuanto amor me has amado
yo te devuelvo mi vida
aunque te la doy herida
por dolor que no has curado;
te la doy tan sin medida
que aunque la muerte prefiero,
248
María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
si elegir me das por Ti,
!has lo que quieras de mí
por lo mucho que te quiero!
Tu luz me invade y rodea
y me ciega la mirada,
por eso en noche callada
la esperanza me recrea;
aunque yo tu luz no vea
al despertar lo primero,
sé que me establezco en Ti;
!has lo que quieras de mí
por lo mucho que te quiero!
Si en dolor quieres probarme,
quiero amarte en el dolor,
si me das gozo de amor
quiero gozosa entregarme;
pero si decides darme
algo más, no pongo pero…
como ya lo prometí…
!has lo que quieras de mí
por lo mucho que te quiero!
249
María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
Si voluntad yo tenía,
te la entregué por completo
así, yo me comprometo
a no hacer jamás la mía,
dame sólo la alegría
de quererte a Ti el primero,
que enamorada de Ti,
!has lo que quieras de mí
por lo mucho que te quiero!
Señor, si en mi vida existe
algo que tu amor impida,
corta y destroza mi vida
donde a tu amor se resiste.
Ya que con tu amor me heriste
con un dardo tan certero
que en mi entraña recibí,
!has lo que quieras de mí
por lo mucho que te quiero!
250
María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
Madrigal al divino crucificado
Tengo como tú en la frente
corona aguda de espinas,
como Tú, los miembros rotos
y amargo sabor a mirra;
el corazón florecido
con una rosa encendida,
pero dime, ¡cómo hago
para pasar a mi vida,
como la Tuya enclavada,
esa manera divina
con que a la cruz te aficionas,
cuando las fuerzas te quita!.
251
María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
Queja
Tríptico
I
Nunca mi corazón halló en la tierra
eco a su sed inmensa de ternura,
que en la noche sin fin de su amargura
vacío, soledad y frío encierra.
Nunca encontró el amor al que se aferra,
aquel que cada aurora clara y pura,
le brinda hora tras hora la ventura
y la paz, que hacen cielo de la tierra.
A pesar se su entrega sin medida,
ha encontrado en respuesta hiel de abrojos,
olvido, decepción, ardor de herida
que sube y brota en llanto hasta los ojos…
¡nunca mi corazón halló en la vida
el amor que aún derrama en sus despojos!
252
María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
Respuesta
II
No buscaré jamás en fuente humana
el amor, la experiencia ya me advierte
que lo busque en su fuente soberana
donde puedo saciarme hasta la muerte.
Qué dulce es pronunciar cada mañana:
¡Señor, un día más para quererte,
un día más para entregarte, ufana,
mi lucha, en el afán de poseerte!
Cuando en la cruz te miro ensangrentado
deshojando tu vida entre dolores,
¡divino agonizante enamorado!,
¿qué respuesta a tu amor mi amor a dado?;
perdona mi exigencia y mis ardores…
¡mi falta de respuesta te ha inmolado!
253
María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
Entrega
III
Viviré para Ti calladamente,
para Ti mis perfumes de ternura,
Para Ti, si la tengo, mi dulzura
y toda la ilusión que mi alma siente.
Pondré flores de amor sobre tu frente
y endulzaré con besos tu amargura,
cuidando de vivir, serena y pura,
tan sólo de tu amor siempre pendiente.
Cruzaré por la vida sin rencores,
sin buscar la respuesta tan deseada
ni llevar cuenta avara de dolores
o esperar sin medida ser amada…
solamente anhelando, Dios de amores,
¡acabar como Tú, crucificada!
254
María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
Dios en mí y yo en él Sor Isabel de la Trinidad.
Desde el día en que comprendí
que estaba inhabitada;
al Amor en vida dí:
vivo en Dios y Dios en mí
y de Dios enamorada.
Me establezco en su presencia
y me invade tal consuelo
que Él posea mi existencia,
que es más gracia que una ciencia
esta vida ya de cielo.
De mí misma ya olvidada,
inmóvil en Él me encuentro,
contemplando que, endiosada,
en Dios se pierde mi nada
y en mi Dios está mi centro.
255
María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
La adoración incesante
es mi “éxtasis de amor”;
y la alabanza constante
es el canto palpitante
de mi silencio interior.
Si sufro miro su mano
y si gozo, su clemencia;
en total, que, de antemano,
mi presente es ya liviano
y de Dios una presencia.
Perdida en Él noche y día,
con este divino modo,
mi oración es armonía
y su esencia, mi alegría…
“¡mi Dios, mi vida y mi todo!”
Ya nada priva mi vida
de una paz que no se altera,
pués en Dios vivo escondida
y es mi meta decidida
que de amor de Dios yo muera.
256
María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
Pues no tengo ya otro empeño
que consagrarme al Amor;
y es mi más hermoso sueño
el no admitir otro dueño
que ese Dios, en mi interior.
Que Él rompa el límite humano
de mi estrecho corazón,
para que en día no lejano
pueda llegar al arcano
del que soy ya posesión.
Seré con Dios “una llama”*
en unión viva y eterna;
será fusión con quien me ama
y a su goce me reclama
para boda sempiterna.
*San Juan de la Cruz.
257
María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
La cuna vacía “Luisito: Vivirás eternamente en nuestro corazón”
Largos meses de dicha expectante,
horas largas de anhelos y espera,
y al fin llega el día
en que un angelito
el hogar de los padres alegra.
La madre lo acuna,
el padre lo besa,
y de abuelos, tíos y parientes
el niño pequeño
es gozo y es fiesta.
Pero pasan en alas del tiempo
las horas primeras,
y el dulce querubín de todos amado…
a los cielos vuela.
¡No es la tierra mansión para ángeles,
ni los ángeles se hicieron para ella!
258
María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
El dolor es cruento y amargo
ya sin su presencia…
se diría que la vida se enluta
de gasas muy negras;
que los días se convierten en noches
y éstas son más oscuras y espesas:
¡Noche sin aurora, noche sin estrellas!
Se han guardado del ser diminuto
las ropas pequeñas;
los juguetes que al niño esperaban
con dulce impaciencia…
se han quitado los nímios detalles
que acusan su ausencia
y surcan los rostros las lágrimas
y el silencio, ¡quema!...
¡qué enorme amargura
en las almas deja
la cuna vacía
de un ángel que vuela!
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En cambio en el cielo
todo toca a fiesta;
campanas de gloria se escuchan
que revolotean.
259
María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
en el coro de seres angélicos
el niño se encuentra,
y del Dios amoroso y eterno
vive en la presencia.
Ya no giman sus padres amantes,
ya no lloren parientes su ausencia,
Luisito es dichoso
y en Dios se recrea,
y en sus padres vive
con presencia eterna.
Pronto otro angelito
llegará a la tierra,
y la cuna del ángel ausente
llenará con su risa y belleza.
Luisito querido:
Tus padres te besan,
cada lágrima que cae de sus ojos
es una caricia
de ternura llena.
260
María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
Esperamos tu ayuda constante:
¡Es dura la prueba!;
pero vamos de paso a la gloria,
peregrinos de amor en la tierra.
Queremos un día alcanzarte
y por ello luchar, ¡ay!, sin tregua,
y después, cuando llegue el momento
de rendir la cuenta,
encontrar junto a Dios a “nuestro ángel”,
¡que al volar dejó triste la tierra!
A mi queridísimo y primer nietecito, con todo el amor y
ternura que puso en él mi corazón desde que supe que
vendría a la vida, como un renuevo más de nuestra
propia existencia. Agradezco a Dios, que vivió lo
suficiente para poder ser bautizado y llegar al cielo.
261
María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
Silencio y Soledad
“En el silencio y soledad
se vive sola, con Dios solo”
Sor Isabel de la Trinidad.
Silencio y soledad para quererte,
silencio y soledad para guardarte;
silencio y soledad para entregarte
un corazón dispuesto a retenerte.
Silencio y soledad para fiel serte,
silencio y soledad para escucharte,
silencio y soledad para esperarte
en el ansía sin fin de poseerte.
Esto busco mi Dios, con tanto empeño,
pues quiero ser la escucha, que extasiada,
realice de la unión el dulce sueño.
Tu presencia es la voz de mi alegría,
que en silencio de amor, siempre callada,
gozaré en soledad tu compañía.
“La soledad es compañía de Dios,
del Dios vivo.”
Padre Philipon
262
María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
Ofrecimiento
Hoy, Señor, te ofrezco sólo
la flor de mi depresión…
es una flor sin perfume,
sin belleza y sin color;
flor nacida en el desierto
de una gran desolación;
flor sofocada entre cardos
de agonías y de dolor.
No alegra al que la posee:
¡Sólo angustia el corazón!,
y es el fruto lacerante
de la lucha en mi interior.
¡Pena me da el ofrecerla
al que es mi todo y mi Dios!,
pero en mis manos vacias,
que hace temblar el temor
no hay por desgracia otra cosa
que este pobre y triste don.
263
María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
Pero en ella te doy todo:
mi lucha y mi aceptación,
mi corazón lacerado,
si aún me queda corazón;
mi voluntad de ser fuerte,
de dar la espalda a mi “yo”,
de seguir dando alegría
cuando sólo veo, ¡oh, temor!,
incertidumbre en mi senda
con horizontes sin sol.
Pero mi fe no vacila
y apoyándose en tu amor
sabe bien que no rechazas
los dones del corazón.
Por eso vengo a ofrecerte
entre angustias, ¡oh, Señor!,
la flor triste y deshojada
de mi hiriente depresión.
Tú la tuviste en el huerto:
¡Tu agonía de hombre Dios!
Con profunda admiración y afecto al
Dr. Héctor Sentíes Castella.
264
María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
En tu Bautizo A mi linda y queridísima nieta Ma. Cristina Alejandra.
Con ojos azul de mar,
de un mar tranquilo y profundo,
llegaste, nena, a endulzar
las tristezas de este mundo.
Y te hizo el Señor tan bella,
como bella es la extensión
donde prende cada estrella
su purísima visión.
Te coronó de inocencia
y con amor sin igual,
te dió toda su presencia
en la pila bautismal.
¡Hija de Dios!, que divina
y amorosa filiación,
que es tu herencia y te encamina
a vivir esta elección.
265
María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
No conoces la mentira,
no has probado la maldad,
y tu Dios en tí se mira
¡templo de la Trinidad!
Por eso con gran ternura
te acoge mi corazón,
que adivina en tu alma pura
de Dios la predilección.
¡Hermosa como ninguna!,
yo, de tus gracias en pos,
me arrodillo ante tu cuna…
¡oh, transparencia de Dios!
266
María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
Isabel “El encanto de las rosas es que, siendo tan hermosas, no conocen
que lo son “
J. Ma. Pemán
Nació cuando la luz llega al ocaso
y se fué al empezar la luz del día,
y pienso en mi soñar que fue ella acaso
una estrella fugaz que al cielo huía.
Dejó huella de luz en cada paso,
de amor y fortaleza… yo diría
que su dolor tan grande le fue escaso
para entregarle a Dios lo que Él pedía.
Isabel, rosa bella y delicada
que el jardín de mi vida enriqueciste,
¡no te quiero decir jamás adiós!...
pues sabiéndote ya glorificada,
recuerdo aquel ejemplo que nos diste
y te encuentra mi fe, perdida en Dios.
A mi hija Isabel, a los cuatro meses de su
llegada a la casa paterna, con todo mi amor.
267
María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
Oda a la muerte
¡Muerte, ven porque te espero!...
porque te ansío y te quiero
y hasta eres parte de mí;
sé que al causarme tu herida
me llevarás a la Vida
donde está el bien que perdí.
Pero si miro a los que amo,
atendiendo a su reclamo
querré a la vida volver;
pués son un lazo tan fuerte
que al luchar contra ti, ¡oh muerte!,
trataré de defender.
Y estando así dividida,
¿cómo optar por muerte o vida
si las dos me dan dolor?;
no me queda otra manera
mientras viva o mientras muera
que mirar hacia el Señor.
268
María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
Y ya, sin medir mi pena
esperar de pie y serena
su divina Voluntad;
puesta en sus manos mi vida,
estará en paz, decidida
a empezar mi eternidad.
Elije Señor mi suerte,
dame vida o dame muerte
que ya es parte de mi haber;
sólo así hallaré la calma,
que entregándote mi alma,
ya no tengo que escoger.
Pues conozco bien Dios mío,
que la vida es desafío,
mas la das con tanto amor,
que yo siento que ya es suerte
el poner mi vida o muerte
¡en tus manos de Creador!
269
María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
Homenaje a México
Leyendo de mis poesías
el cumulo de recuerdos,
me vino un deseo ardiente:
el de cantarle a mi México.
A esa tierra de mis padres,
que dejó en mi mente impreso,
un amor tierno y profundo
que jamás se torna viejo.
A esa tierra de mis hijos,
que acogió a hispanos abuelos,
con el abrazo más suave
que ha dado el amor fraterno,
León, Toluca, Guanajuato
con jirones de oro viejo
y con plata cincelada
que era envidia de otros pueblos.
Y cerré entonces los ojos
y me dije: date tiempo,
270
María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
junta perfume de rosas,
y suavidades de pétalos,
haz un techo con estrellas
y una música de besos
y temblando en alma y vida
da ese regalo a tu México.
Con la voz de la ternura;
con un profundo embeleso,
!sal a cantarle el gran himno
de tu amor fuerte y sincero!
!México! tierra de flores
de leyenda y de misterios,
no quiero cerrar los ojos
sin decir,…!cuánto te quiero!
Como mis años son muchos,
temo no llegar a tiempo
para ensalzar tu hermosura
y de tu historia los hechos;
para hablar de tu provincia
y tu tradición de pueblo,
de tus sagrados volcanes
que son nieve, escarcha y fuego.
271
María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
Recuerdo cuando mi madre
me hablaba de tu abolengo,
de tus mujeres virtuosas
y tus hombres caballeros;
de tus niñas provincianas
de suave y largo cabello,
como ella misma de joven
cuando iba a rezar al templo.
Recuerdo cuando mi padre
me narraba mil portentos
de ese México de antaño
que encendió mis sentimientos
y me arrancó fantasias
desde lo hondo de mi pecho.
Como volaba mi mente
con las alas de los sueños…
más cuando crecí y fijéme
en los pobres sin remedio,
en los niños sin zapatos
y en la pena de los viejos,
reaccioné y así me dije:
¿serán ruines mis anhelos?
272
María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
¿será mi amor tan escaso
al ver llorar a mi pueblo?...
y urdí pronto la manera
de hacer verdad mis empeños.
Por eso me fui a la Villa
do la Virgen cabe el templo,
y a su amor le dí mi queja
para que salve a mi pueblo…
!y mi pena se hizo gozo
al contacto de sus besos!...
!Madre mía de Guadalupe!...
Agua, rosa, estrella y fuego,
la que alientas mis afanes
y me llenas de embeleso.
Eres tú el tesoro augusto
que aquilata nuestro pueblo:
Salva al hijo que te ama,
como a su Madre el pequeño:
Dale a mi patria un destino
de esperanza y de consuelo:
toma a México en tus manos
y condúcelo hasta el cielo;
273
María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
para que puedan sus hombres,
sus mujeres y chicuelos,
entonar un himno santo
donde todo sea fraterno,
do vivamos como hermanos
del más grande al más pequeño.
!México!, tierra de flores
y estrellas claras del cielo;
no quiero cerrar los ojos
sin decir…!!cuánto te quiero!!
A México, mi patria, que junto con España,
formaron el legado mejor de mi vida.
274
María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
Corazón
Me das miedo corazón,
con ese latir tan fuerte,
¡me vas a causar la muerte
en silenciosa explosión!
Siendo causa la aflicción
de tu multiforme herida,
como asegurar tu vida
¡pobrecito corazón!...
Me gustaría prolongar
tus anhelos de servicio,
¿pero existe el artificio
que te pueda hacer durar?...
Por eso hoy te quiero hablar
como al mejor compañero,
porque en todo lo que quiero
me has sabido acompañar.
275
María Alexandrina Muñiz de Ruiz Cortando estrellas vol. II
Me has enseñado a querer
y por lo tanto a sufrir;
me has enseñado a vivir
aceptando el padecer.
Y me enseñaste a callar
cuando hiere la aflicción;
me enseñaste la lección
de comprender y aceptar.
A vivir de cara a Dios
que es mi meta más amada,
bajo el sol de su mirada,
de su Luz arcana en pos…
Por eso el reconocerte
es casi una obligación,
y me cuesta corazón,
el no poder reponerte.
Mas no vayas a sufrir
porque es breve tu misión…
cuando dejes de latir,
¡¡has cumplido, corazón!!
276