ebony clark - la chica de mis sueños

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La chica de mis sueños Ebony Clark. Argumento: Ella tenía algo especial. No era la chica más atractiva. Ni la más femenina. Por descontado, no era un buen partido. Pero era especial. Lo había adivinado en el primer instante en que la vio. Por ello, Gabriel había decidido que aquella joven estrafalaria y despistada, sería su esposa. La cuestión era, ¿estaría ella de acuerdo con los planes que Gabriel había hecho? Alex estaba tratando de impedir que sus apuntes escaparan de la carpeta, cuando la puerta del ascensor se abrió repentinamente. Alguien que parecía tener mucha prisa, salió de interior y la golpeó al pasar, provocando que sus cuartillas se esparcieran por el suelo. - Estupendo…- masculló entre dientes, mientras realizaba la increíble proeza de mantener la puerta del ascensor abierta con su pierna izquierda a la vez que recogía todo y lo introducía de nuevo en la carpeta. Al levantar la mirada y ver la expresión del hombre que aguardaba en el interior del elevador, se sonrojó avergonzada. Espió de reojo su propia imagen en el espejo situado en el corredor de las lujosas oficinas. No podía resultar más patética: las piernas completamente abiertas, el pantalón y la blusa arrugados como si nunca hubieran visto una plancha y el moño caído hacia un lado. Para colmo, su coche se había averiado por cuarta vez ese mes y la lluvia la había sorprendido en el camino, convirtiendo el escaso maquillaje que se había puesto por la mañana, en “aquello”. Por suerte, el tipo del ascensor centraba su atención en sujetar la puerta para que ella pudiera recobrar la compostura. Entró apresuradamente y se pegó al fondo, restregando con disimulo los churretes de lápiz y máscara de pestañas bajo los ojos. - Pruebe con esto. Alex ni siquiera le miró, pero aceptó el pañuelo que él le tendía, se quitó las gafas y utilizó la mano libre para arreglar el desastre en su cara. Era una suerte que el edificio tuviera

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este libro lo encontré en la web por que no lo encontré en mi país , le pido el favor que si en su país lo encuentran apoyen al autor comprándolo

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  • La chica de mis sueos

    Ebony Clark.

    Argumento: Ella tena algo especial. No era la chica ms atractiva. Ni la ms femenina. Por descontado, no era un buen partido. Pero era especial. Lo haba adivinado en el primer instante en que la vio. Por ello, Gabriel haba decidido que aquella joven estrafalaria y despistada, sera su esposa. La cuestin era, estara ella de acuerdo con los planes que Gabriel haba hecho? Alex estaba tratando de impedir que sus apuntes escaparan de la carpeta, cuando la puerta del ascensor se abri repentinamente. Alguien que pareca tener mucha prisa, sali de interior y la golpe al pasar, provocando que sus cuartillas se esparcieran por el suelo. - Estupendo- mascull entre dientes, mientras realizaba la increble proeza de mantener la puerta del ascensor abierta con su pierna izquierda a la vez que recoga todo y lo introduca de nuevo en la carpeta. Al levantar la mirada y ver la expresin del hombre que aguardaba en el interior del elevador, se sonroj avergonzada. Espi de reojo su propia imagen en el espejo situado en el corredor de las lujosas oficinas. No poda resultar ms pattica: las piernas completamente abiertas, el pantaln y la blusa arrugados como si nunca hubieran visto una plancha y el moo cado hacia un lado. Para colmo, su coche se haba averiado por cuarta vez ese mes y la lluvia la haba sorprendido en el camino, convirtiendo el escaso maquillaje que se haba puesto por la maana, en aquello. Por suerte, el tipo del ascensor centraba su atencin en sujetar la puerta para que ella pudiera recobrar la compostura. Entr apresuradamente y se peg al fondo, restregando con disimulo los churretes de lpiz y mscara de pestaas bajo los ojos. - Pruebe con esto. Alex ni siquiera le mir, pero acept el pauelo que l le tenda, se quit las gafas y utiliz la mano libre para arreglar el desastre en su cara. Era una suerte que el edificio tuviera

  • dieciocho plantas y que el ascensor no se detuviera una sola vez. Eso le proporcion el tiempo justo. Cuando hubo terminado, observ el pauelo con lstima y se lo devolvi, rezando para que l no se percatara de todas aquellas manchas oscuras justo encima de las iniciales bordadas. Trag saliva cuando l volvi a colocarlo en su mano. - Lo siento. Si quiere, puede dejarme sus seas y se lo devolver como nuevo. - No tiene importancia.- el hombre sonri y por primera vez, Alex se fij en l. Traje de Armani, zapatos de piel y un perfume masculino o quiz una locin para el afeitado que no supo identificar pero que ola de maravilla. Se concentr en sus facciones: mentn pronunciado, labios finos que se curvaban y mostraban aquellos dientes inmaculados, ojos oscuros del mismo tono del cabello y una ligera cicatriz en el pmulo derecho. Cmo se la habra hecho? - Fue cuando tena siete aos.- le oy decir y se sobresalt. Qu estpida. Otra vez haba pensado en voz alta? Tena que pensar seriamente en corregir aquel defecto. Se mordi los labios a modo de disculpa, pero l sigui hablando como si realmente, aquello fuera de su incumbencia.- Mi primo Nico senta debilidad por subirse a los tejados. - Y usted le salv la vida.- Alex trag saliva. Por qu no poda permanecer callada? Aquel tipo deba pensar que era una de esas chicas entrometidas y descaradas que aprovechan la menor oportunidad para coquetear y husmear en su billetera. Bueno, tal vez no exactamente de ese tipo de chicas. Desvi la mirada hacia sus pantalones llenos de arrugas y sus zapatos y Oh, no Acababa de descubrir que llevaba uno de cada color. Cruz los pies, apelando a su buena suerte. Eso y la pantalla digital del ascensor, que indicaba que estaba a punto de llegar a su planta, la salvara del ms espantoso ridculo. - No. Tambin me gustaba el riesgo.- le escuch rer. Era una risa queda, discreta.- Los dos camos y me toc la peor parte. - Qu mala suerte.- respondi, sin saber exactamente de qu estaban hablando. Suspir cuando las puertas del ascensor se abrieron. Se volvi hacia l antes de salir y agit el pauelo.- En serio, puedo devolvrselo si quiere. - Muy amable, pero no. Adems seal su cara en los espejos y ella mir hacia donde l apuntaba.- Creo que an lo necesita. Y eso fue todo. La puerta se cerr y Alex se alegr en el fondo. El tipo deba estar pasndoselo en grande, rindose de ella. En realidad, ella se hubiera redo de no ser porque no poda presentarse en su primer da de trabajo con aquella imagen deplorable. Pareca un mapache desgreado y vestido con ropa holgada. Peor an, pareca un mapache desgreado que haba robado ropa desgastada y pasada de moda a alguna mujer que se preocupaba poco por su aspecto. Pens en los cientos o miles de veces que su madre le haba repetido el mismo sermn: Cario, puedes ser muy buena, muy cariosa y por descontado, que muy inteligente. Pero has de cuidar ms tu aspecto. Ningn hombre se va a la cama con Teresa de Calcuta y por supuesto, ningn hombre se acuesta con un cerebro A menos, claro, que se trate de un pervertido. Y esos, no cuentan. Pues bien, eso era ella. Un cerebro para las

  • finanzas y una nulidad absoluta para los secretos de belleza. De hecho, lo ms cerca que haba estado de un estuche de maquillaje, era toda aquella porquera que la lluvia haba destrozado sobre su cara. No tena que haberte hecho caso, mam, refunfu y se dio cuenta de que volva a hablar en voz alta, porque la recepcionista la mir extraada. Alex se esforz porque la mujer no notara el rechazo instantneo que le ocasionaba el verla all, hermosa y perfectamente vestida y maquillada. - Perdone- dej la carpeta sobre el mostrador y se present.- Alex Newton. Tena una cita con el Sr. Moss a las diez. La chica la analiz de pies a cabeza y despus, frunci el ceo despectivamente. A Alex no se le escap el modo en que la mujer haba mirado de soslayo su reloj de pulsera. Ya saba que llegaba tarde diez minutos. - Con el Sr. Moss, dice? Alex asinti. Tierra, trgame. Y si es posible, Seor, no permitas que esta modelo anorxica retirada de las pasarelas, haga ningn comentario sobre mis zapatos. - Espere un momento. Voy a mirar.- tecle algo en el ordenador y Alex supuso que estaba repasando la agenda de su superior. Aprovech para analizarla tambin. Pelirroja, pechos elevados, cintura de avispa Estaba inclinndose sin darse cuenta sobre el mostrador para adivinar la talla de caderas, cuando ella carraspe. Alex se apart con brusquedad.- Cmo me ha dicho que se llama? - Newton. Alex Newton. Tena que- iba a disculparse por el retraso, pero la pelirroja la interrumpi. - El Sr. Moss ya se ha ido. - Pero no es posible - Claro que lo es, querida.- la mujer intentaba mostrarse amable con ella, pero por la forma en que le brillaban los ojos, Alex supo que slo finga.- El Sr. Moss es un hombre muy ocupado. No pensara que iba a quedarse aqu sentado conmigo slo para esperarla, verdad? Y qu tal si te hago tragar la centralita, cableado y memoria de llamadas, todo incluido y despus me siento yo a ver como revientas? Por supuesto, no se lo dijo. Pero la idea la hizo estar de mejor humor. - Sera tan amable de decirme a qu hora volver?- pregunt con exagerada cortesa. - Djeme ver.- el telfono son al menos una docena de veces antes de que la diosa de cabello encendido, le diera una respuesta.- Qu pena, querida. El Sr. Moss sala hoy de viaje y no volver hasta dentro de quince das.

  • - Bromea?- Alex tuvo que aferrarse al mostrador para evitar que sus piernas flaquearan. Cuatro semanas de pruebas interminables, dos entrevistas y una revisin mdica Todo perdido. Mam se pondra furiosa cuando se lo contara. Ni siquiera se haba incorporado al trabajo y ya estaba despedida. Lo mejor era tranquilizarse. Tom aire y apret los labios al comprobar que la mujer segua sonriendo con aquella sonrisa estpida de anuncio que provocaba borrarla a puetazos. - Se encuentra bien? - He estado mejor. Gracias por su ayuda.- contest entre dientes y se gir dispuesta a marcharse, pero la mujer la llam por su apellido. - Y ahora, adnde va? - Tranquila.- Alex agit la mano en el aire.- No voy a esperar en el mostrador esos quince das. Por favor, cuando el Sr. Moss regrese, podra? Est bien, no importa. - No tiene que esperar en el mostrador, Srta. Newton. Alex arque las cejas sin comprender. - El Sr. Moss me encarg que le indicara cul sera su oficina cuando llegara. Alex estaba pensando seriamente en llevar a cabo su anterior idea. Pero finalmente, lo pens mejor y decidi que agredir fsicamente a aquella mujer y estropear el valioso mobiliario, no era precisamente entrar con buen pie en su primer da de trabajo. - Y bien cul es?- pregunt, controlando el tono agresivo de su voz. - Esa de ah.- la mujer extendi un dedo largsimo de uas esmaltadas con la manicura francesa y Alex lo sigui con la mirada. Acto seguido, la obsequi con una enorme sonrisa.- Si necesita cualquier cosa, no tiene ms que pedirla. Mi nombre es Rita. Alex estaba a punto de atravesar la puerta del despacho, cuando se le ocurri algo. Volvi al mostrador y se encar con la mujer. Ella levant ligeramente la barbilla, retuvo la llamada que atenda y volvi a sonrer. Esta vez, Alex se convenci de que realmente, haba metido la pata. - S? - Porqu lo ha hecho? - Hacer qu, Srta. Newton?... Un momento, por favor.- retuvo otra llamada. A decir, verdad, haba al menos quince lucecitas parpadeantes en la pantalla de la centralita y Alex admir su destreza con el telfono. - Eso

  • - Esto?- la chica presion y solt una de las teclas, pensando que se refera a su enorme habilidad con las lneas. - No, no. Eso no.- Alex movi la cabeza hacia los lados, sintindose como una idiota. No saba exactamente la razn, pero algo le deca que aquella chica segua tomndole el pelo.- Quiero decir, porqu no me ha dicho desde el principio que ese era mi despacho? - Usted no me lo pregunt.- respondi ella con naturalidad. Alex la miraba con la boca abierta, incapaz de decir una palabra. - Pero yo- lo dej estar. Se meti en su oficina, mascullando e imaginando unas cuantas escenas poco agradables en las que ella retorca el precioso cuello de la mujer llamada Rita. Sin embargo, Rita no pareca que estuviera por la labor de dejar las cosas como estaban. A los pocos minutos, atraves su puerta y coloc una taza de humeante caf sobre su mesa. Alex lo mir unos segundos antes de atreverse a probarlo. Estara envenenado? Lo sabore. No, estaba delicioso. La mir con recelo. - Gracias. - No hay de qu.- Rita cruz los brazos sobre el pecho.- Es su caf de bienvenida. Pero no habr ms. No sirvo caf, no hago recados personales y no permito que nadie me trate como si fuera la chica tonta del pelo rojo que se sienta en la recepcin. De pronto, Alex lo comprendi todo. Record como la haba observado al entrar y sospech que se haba ganado a pulso el modo en que haba sido tratada. - Entiendo. Hay algo ms que no hagas y que yo deba saber?- hizo la pregunta con humildad y esper que as se lo pareciera. - S. No me convierto en la enemiga de nadie en su primer da de trabajo.- le tendi la mano y Alex la estrech, aliviada.- Y procuro no hacer comentarios sobre los dems que puedan herir su sensibilidad. Aunque en este caso, har una excepcin por su propio bien. Alex asinti y ella baj un poco el tono de su voz. - No se si se ha dado cuenta, pero lleva un zapato de cada color. Las dos rieron a la vez. Rita se despidi con un gesto y contone sus caderas hasta la puerta. - Estar ah afuera si me necesita, Srta. Newton. - Rita - la llam.- Puedes llamarme Alex. Es decir, si quieres.

  • Ella sonri. - Claro. Alex se estir en su silla y la hizo girar un par de veces, contemplando extasiada la cantidad de objetos valiosos que decoraban la estancia. Se sinti feliz. Pareca un buen sitio. Y Rita no estaba tan mal, ahora que lo pensaba. Exceptuando que tena un cuerpo escultural y un rostro de portada del Vogue, pareca buena chica. Ri para sus adentros. Maldito Al. Estaba empezando a contagiarla con sus prejuicios sobre los dems. Demasiado rico, demasiado atractiva Se pregunt si todo eso no sera una estrategia de Al para conformarse y conformarla consigo mismo. Porque, al fin y al cabo, qu importaba, realmente y a quien? Desde luego, a ella no. An as, Al no era precisamente un dechado de humildad. Tambin era atractivo y disfrutaba de un buen empleo. Practicaba el golf y el tenis y frecuentaba los mismos crculos sociales que luego criticaba. Es por mi trabajo, sola decir. Pero Alex empezaba a sospechar que en el fondo, Al se senta seguro estando con ella. - Bueno, habr que empezar por algo- apart a Alan de su mente y sac las cuartillas de su carpeta. Alex invit a pasar con un gesto a la mujer, mientras terminaba de imprimir los ltimos grficos. Rita, como siempre, sera su salvacin. Durante aquellas dos primeras semanas, se haba convertido en su ngel de la guarda. Haba descubierto con enorme agrado, que Rita cursaba estudios de economa en su tiempo libre y que era increblemente buena redactando. Por ese motivo, le haba pedido ayuda para estructurar los cientos de pginas de

  • su proyecto en la empresa. Aunque no entenda bien todo lo que ella quera plasmar en los grficos, se esforzaba y tena la paciencia de un santo. - Rita, mi hroe. - No es para tanto.- ella se sonroj, pero Alex movi la cabeza con insistencia y le seal la silla para que la ocupara frente a ella. - S que lo es.- insisti.- Eres guapa, ordenada e inteligente. Ahora que lo pienso, te llevaras bien con mi madre. Eres lo que siempre ha soado. - Si sigues, me voy. - En serio- apunt al telfono que apareca descolgado sobre la mesa.- Por cierto, no estaras interesada en adoptarla? Estoy tratando de explicarle que no puedo ir a comer con ella porque estoy hasta arriba de trabajo. Pero no lo entiende Mam, sigues ah? Alex la escuch gritar al otro lado de la lnea y Rita se apresur a tomar el auricular. Deba ser deformacin profesional. No se le ocurra otra razn por la que nadie quisiera aguantar los aullidos de su madre. - Seora Newton? Oh, no, no soy Alex. Soy Rita, su asistente S, claro que se lo dir No, no se preocupe. Le prometo que la obligar a salir a comer Bien, de acuerdo.- colg y la mir con ojos chispeantes por la diversin. - Qu ha dicho?- pregunt Alex, desquiciada porque la maldita impresora no paraba de atascar las pginas una y otra vez. - Tu madre acaba de desheredarte.- anunci Rita y la voz le temblaba a causa de la risa contenida. - Qu bien. Ha dicho algo del jarrn de porcelana de la abuela?- brome. - Ha dicho que eso puedes quedrtelo.- respondi Rita en el mismo tono. - Nunca le cay bien la abuela. Rita le palme el hombro, mir su reloj y se sent con tranquilidad. - Mi jornada ha terminado hace dos minutos. Pero tengo un par de horas libres. Despus he quedado para estudiar en casa de unos amigos. Alex saba lo que aquello significaba. Significaba que slo tenan un par de horas para convertir aquel desastre en algo parecido a un buen informe. No perdieron un minuto y ambas se pusieron manos a la obra. Al terminar y mientras salan del edificio, Alex se percat de que eran las ltimas y no le extra. Era viernes,

  • preludio del fin de semana. Los dems empleados ya habran planeado la diversin de los dos das siguientes y ella Apret su carpeta bajo el brazo. Bueno, como Alan estaba de viaje, se entretendra repasando la presentacin de su proyecto. Acompa a Rita hasta los aparcamientos y rechaz su ofrecimiento de llevarla a casa. Ya haba abusado bastante de su generosidad. - No se como agradecerte tu ayuda- comenz, pero Rita encogi los hombros.- Es cierto, no lo hubiera conseguido sin ti. Y si te soy sincera, me da mucha rabia que mucha gente tonta y prejuiciosa como yo, se lleve una impresin equivocada al conocerte. - Vas a lograr que llore.- pero Rita sonrea y pona en marcha el motor de su coche.- Oye, el lunes es el gran da. Moss, el temible y su squito de agasajadores, te pondrn contra las cuerdas. Intentarn ponerte nerviosa, para probarte. Ya sabes como son esos tipos. Alex no lo saba, pero confiaba en ella. - Hazme caso. Reljate el fin de semana. Haz algo, vete a nadar, haz yoga o tmate unas copas por ah, lo que quieras. Y cuando, llegue el momento, plntate delante de esos machitos prepotentes y djalos de una pieza. - Y si no lo consigo? Rita sac la mano por la ventanilla y estrech la suya. - Lo conseguirs, creme. Confo en ti. Y adems, necesito que ests aqu cuando apruebe el ao que viene los exmenes que me quedan y tenga mi ttulo. Alex arque las cejas. - Quin si no les hablar bien de la pelirroja tonta que atiende el telfono? - Cuenta con ello.- asegur Alex. - Bien. Tengo que irme. Saluda a tu madre de mi parte. - Seguro.- Alex esper a que su coche se alejara y sali al exterior. No es posible, pens. Pero s que lo era. No haca ni unas horas, el sol brillaba en todo su esplendor y la cegaba al colarse por la ventana de su despacho. Y ahora, justo ahora, empezaba a llover de nuevo. Se ajust el abrigo sobre el cuerpo y trat de cruzar la calle para tomar un taxi en el otro lado. Esquiv como pudo un coche que pasaba a gran velocidad, pero no pudo evitar que al pasar, su abrigo y todo lo dems, quedara salpicado de agua y lodo. Se agach para sacudirse los pantalones y al hacerlo, sus gafas resbalaron por la nariz y cayeron junto a sus pies.

  • - Maldita monturaTengo que ajustarla algn da.- murmur y estaba a punto de recogerla, cuando unos dedos largos se cerraron sobre su mano para impedirlo. - Permtame que la ayude. Alex levant la cabeza y observ al hombre. Le conoca? Tuvo la sensacin de que s. El se entretuvo limpiando con la manga de su abrigo los cristales de sus gafas y despus, se las devolvi como nuevas. - Debera comprar unas nuevas.- coment, observndola mientras ella se las colocaba nuevamente sobre la nariz. - Oh, qu va. Es que les tengo cario, sabe?- menta. En realidad, conservaba aquellos lentes desde la universidad y era Alan quien les tena cario. Siempre deca que le sentaban bien, que le daban un aire intelectual que la haca muy atractiva. Y deba ser cierto, porque aquel tipo no dejaba de mirarla. - Tambin al abrigo?- pregunt el hombre y Alex no supo si su tono era de burla o de compasin. Aunque no entenda a qu se refera y por su expresin, l debi adivinarlo.- Tambin le tiene cario? El estaba sealando el remiendo de la tela, justo debajo del bolsillo izquierdo. Vaya, as que era eso. Bueno, no se le daba muy bien eso de la costura. Pero a aquel abrigo s que lo apreciaba. Era tan calentito Y adems, a l que le importaba? Empezaba a incomodarla con su mirada. La haca sentirse como la pobre Eliza de la pelcula Pygmalion y temi que en cualquier momento, alguien pondra un canastillo de flores sobre sus manos y sera el final de su dignidad. - Pues si. Gracias otra vez.- se dispuso a cruzar de nuevo, decidida a no permitir que se siguieran mofando de ella. Pero casi en el mismo instante en que otro vehculo estaba a punto de arrollarla, aquel tipo la sujet con brusquedad y tir de su brazo para atraerla hacia l. Alex se qued muy quieta. Era agradable estar entre aquellos brazos, aspirando el aroma que emanaba de su cuello y sintindose segura y arropada bajo aquel cuerpo enorme, sin preocuparse de nada ms. Ni de su abrigo que estaba hecho un asco, ni de sus gafas rotas ni de los tiburones que el lunes siguiente la haran pedazos en aquella reunin. S, no estaba mal. Slo que en realidad, s que estaba mal. Pero, qu estaba haciendo? Slo porque

  • algn luntico haba intentado atropellarla con su flamante deportivo, iba a abandonarse a los brazos de aquel desconocido? Le observ de reojo. Un desconocido que, por cierto, era bastante atractivo. Sacudi la cabeza, avergonzada por los pensamientos obscenos que de repente cruzaban por ella. Sin saber porqu se encontr pensando que aquellos pensamientos no se le haban ocurrido en los seis meses que ella y Alan llevaban saliendo juntos. Se separ con brusquedad y esper que el hombre no hubiera ledo entre lneas las tonteras que se le haban ocurrido mientras le daba las gracias efusivamente. - Dgame una cosa.- el hombre la observaba ahora perplejo.- Realmente, est intentando que la maten o slo me lo imagino? Tena que pensar con rapidez. Tena que inventar una buena excusa para lo que pareca un intento de suicidio, ya que el tipo probablemente la haba visto cruzar la misma calle haca unos segundos. De otro modo, podra creer que slo intentaba volver al otro lado para no estar cerca de l, que era justo lo que haba intentado. - Claro que no, me toma por una loca? Pero, qu estaba diciendo? Y qu si lo era? Qu poda importarle a aquel hombre? Si ella quera lanzarse una, dos o una docena de veces sobre la carretera a riesgo de quedar chafada en el asfalto, no era asunto suyo. O s lo era? - Eh yo le conozco a usted de algo?- se lo pregunt directamente, sin tapujos. Haba decidido cambiar de tctica. Como dira su madre, la ametralladora del protocolo haba entrado en accin. - No lo creo. l sonri y esta vez, la imaginacin de Alex fue mucho ms lejos. Primero, le vio estampando aquellos labios sensuales sobre los suyos. Despus, se vio a si misma, reclinada en el confesionario de aquella vieja iglesia que no visitaba desde que era una nia, relatando algo que deba ser escandaloso. El sacerdote estaba al otro lado de la cortina y ella ya no encontraba hueco en su mano para anotar con su gastado rotulador de propaganda, la sarta de padrenuestros y avemaras que le estaba recetando. Y an haba ms. Alan. El bueno de Alan, estaba tambin all, escondido tras la cortina. Le estaba pidiendo el divorcio. El divorcio? Alex parpade sin darse cuenta. Si ni siquiera estaban casados! Oh, Dios. Ahora que lo pensaba, Alan nunca le haba pedido que se casaran. - No es tan terrible. Alex sali como por arte de magia de aquella iglesia, dejando plantado al sacerdote y a Alan. Qu haba dicho? Por favor, por favor Dime que no he hablado en voz alta. Tena los ojos elevados hacia el cielo pero, hacia qu? No haba ms que nubes all arriba. Y por cierto, an segua lloviendo a cntaros. - Cmo dice? Qu no es tan terrible?- Alex se dijo que se refera a los motivos que segn l la empujaban a querer suicidarse. - Que no se lo haya pedido.

  • Alex apret los labios, furiosa con aquel tipo y con ella misma. Esto ya era demasiado. - Oiga, yo no- le espet, pero l levant su mano de dedos enormes como l para acallar la sarta de improperios que ella estaba dispuesta a lanzar. - En realidad, creo que es un idiota si no lo ha hecho.- concluy l, pero Alex estaba demasiado indignada como para prestar atencin y le mir con expresin confundida. El hombre suspir contrariado. Es que aquella chica no escuchaba nunca? Aadi - Pedrselo. Pedirle que sea su esposa. Alex estaba a punto de decirle donde poda meterse su opinin. - Mire l la interrumpi de nuevo y seal los aparcamientos cercanos, mientras se levantaba las solapas del abrigo para protegerse de la lluvia. Alex ya no se acordaba de la lluvia, tendra eso algn significado?.- Tengo mi coche all mismo. Si quiere, puedo llevarla a su casa. - Claro que no.- contest con brusquedad. - No? la expresin del hombre era seria. Aunque por el modo en que brillaban sus ojos, Alex tuvo la sensacin de que ms bien se parta de risa observando los intentos de la mujer por salvar su orgullo. Sobre todo, porque ella no paraba de tiritar de fro y tiraba tambin de las solapas de su abrigo inconscientemente. El carraspe antes de hablar.- Querida, va a congelarse si se queda aqu. Mejor congelada, que humillada, pens Alex. - No sea tonta, por Dios. Deje que la lleve a casa.- l comenzaba a impacientarse. - Cmo se que no es un manaco o un violador?- pregunt y le escuch rer quedamente. Despus la examin de pies a cabeza y la mir fijamente a los ojos. - Querida su tono era controlado Le aseguro que no hay nada en usted que yo quiera violar. Alex apret los dientes, conteniendo el impulso de decirle que en ese momento, ya se senta como si la hubieran violado una docena de camioneros. Maldito arrogante. Pero admiti que tena razn. Y por otro lado, tuvo la certeza que no era la clase de hombres que necesitaban usar la fuerza para obtener algo de una mujer. La cuestin era: aquello la tranquilizaba o la desilusionaba? - Est bien, voy con usted. - Aleluya.- l la tom de la mano y tir de ella hacia su coche, cerciorndose antes de que la carretera era segura. Cuando le abri la puerta de su lado primero, Alex sonri. No se lo dira, pero era la primera vez que un hombre tena ese gesto con ella. Imagin la misma

  • situacin con Alan. Cerr los ojos y pudo ver claramente como Alan arrancaba el motor de su coche sin recordar siquiera que ella estaba calada hasta lo huesos esperando afuera. Claro que Alan no tena la culpa de ser como era. Simplemente, ellos no tenan ese tipo de detalles. Es que, en realidad, era una tontera. Analiz la situacin hipottica. Estaba lloviendo y era perfectamente comprensible si Alan decida que quera poner sus huesos a buen recaudo. Porque, qu importaba quien se mojara ms tiempo? Bueno, era obvio que aquel tipo s le importaba. Cuando los dos estuvieron dentro, l se gir hacia ella para preguntarle la direccin. Alex titube y l se pas la mano por el cabello mojado, en un gesto de impaciencia. - Oiga, le prometo que soy un buen chico. Pero estoy cansado, empapado y adems, tengo hambre. As que la llevo a algn sitio o nos pasamos la noche aqu sentado mirando las estrellas? Lo hara? Pasarse la noche mirando las estrellas junto a ella? A Alex, la idea le pareci increblemente romntica. - Y bien? Ella le dio la direccin a regaadientes y se acomod en su asiento, pegando la nariz al cristal para ver como el agua resbalaba por l. Se qued callada durante un buen rato, lo cual era toda una proeza para ella. - Se encuentra bien? - Porqu lo dice? - No lo se.- l volva a ser el tipo serio de antes.- Supongo que porque han pasado cinco minutos y an no ha protestado contra nada. - Y contra qu iba a protestar?- pregunt enojada. No era protestona. Puede que un poco cabezota y susceptible. Pero no protestona. - Y yo que se.- l agit la cabeza.- Contra la lluvia, contra el fro, contra el asiento que no es de su gusto, contra mi manera de conducir No se. Se me ocurre que usted es la tpica persona que discute por cualquier cosa. Ya sabe, quejndose siempre, todo el da dispuesta a luchar contra el mundo, aunque el mundo no lo necesite. - Eso es porque no me conoce.- se defendi.- Simplemente, no me gustan los extraos. Y no me gusta que me miren como si fuera una chiflada. - Es que se comporta como una chiflada.- replic l sin mirarla.- Va a decirme que no estaba pensando en hacer una tontera cuando la he visto lanzarse delante de aquel coche? - Claro que no!- se irgui y se volvi hacia l con la mirada encendida por la rabia. Pero qu le pasaba? Aquel tipo estaba dispuesto a convertirla en su buena obra del da.- Porqu

  • iba a hacer algo as? - No me lo pregunte a m. respondi, pero pareca pensativo y al cabo de unos segundos, aadi.- Tal vez porque ese novio tonto suyo, no le ha ofrecido matrimonio. - En serio? ella cruz los brazos sobre el pecho en actitud orgullosa.- Mire, ni Alan es tonto ni yo iba a hacer nada de lo que usted piensa. Y adems, no se porqu tengo que darle explicaciones, ya que su opinin me importa Escuch las voces que provenan de su cerebro. Oh, Dios, era mam qu haca ella all? Claro que no estaba fsicamente, pero an as, le pareci una invasin de su intimidad. Trat de no hacer caso, pero era imposible ignorar a su madre. Alex, has vuelto a hacerlo. Has vuelto a ser grosera y eso no es propio de una seorita. - Un rbano? La voz de l la devolvi a la realidad. - Cmo? - Digo que mi opinin le importa un rbano. - Qu listo es usted.- coment con sarcasmo.- Debera aprovechar todo ese potencial mental para dedicarse a algo mejor que incordiar, no cree? - A lo mejor lo hago. De hecho l detuvo el motor para sentarse cmodamente y mirarla de frente se me est ocurriendo algo interesante. - De verdad?- Alex fingi que el hecho de que estuviera oscuro y de que estuviera perdida en mitad de la carretera sin que se observara ms vehculo que aquel, junto a un tipo que no conoca, no la pona nerviosa. La pregunta era si l se lo estaba tragando. No es que la inquietara tanto. Era solo que la estaba observando con fijeza y a Alex se le ocurri que tal vez, ese era el modo en que miraban los asesinos antes de descuartizar a sus vctimas y repartir los trozos por el jardn. Fuera como fuera, meti las manos bajo el abrigo para que l no percibiera el temblor de sus dedos. Era la misma tctica que utilizaba con el perro de su vecina y con el animal, haba funcionado. Mantn su mirada y no permitas que vea tu miedo, le haba dicho Alan en una ocasin.Tienes que demostrarle quien manda. Alex suspir. Muy bien. Se lo demostrara. - No me engaa.- le dijo con voz firme y le record - Antes dijo que no haba nada en mi que quisiera violar. Le escuch rer en la oscuridad. - Pero no dije nada sobre cortarla en trocitos, o s? - No, no lo dijo- murmur ella y levant los ojos para mirarle disimuladamente.- Lo

  • hara? - Hacer qu? l arque las cejas. - Eso. Cortarme en trocitos. Esta vez, l solt una sonora carcajada. - Pero bueno la voz de l sonaba entrecortada a causa de la risa.- De qu manicomio se ha escapado usted? - Es que ha dicho que se le ocurra algo interesante y yo... - He dicho algo interesante, no algo morboso. - Bueno, da igual.- Alex se arm de valor.- Quiero que sepa que soy cinturn negro. - De qu? - Y eso qu importa?- casi grit. No saba si rer o llorar. A lo mejor, haca ambas cosas. - A m me importa. Tengo que saber a lo que me enfrento.- l se lo estaba pasando en grande. Alex lo pens antes de contestar. - Cul es la disciplina ms completa? En cul se pega ms fuerte?- pregunt y al instante, se sinti completamente ridcula. - Boxeo?- sugiri l. - Pues esa. Soy cinturn negro.- repiti. - Querida- l no ocultaba la diversin que todo aquello le proporcionaba.- No hay cinturones en el boxeo. - Es que yo era muy buena insisti, como habra dicho su madre, ms tozuda que una mula. - Me ha convencido.- l sacudi la cabeza y puso en marcha el motor nuevamente.- Por hoy, ha salvado el pellejo. Qu bien, pens Alex. Pero no se alegraba. Y aunque fuera un poco masoquista reconocerlo, la verdad es que lo estaba pasando bien dejando que aquel extrao se burlara de ella. - An no le he dicho qu era lo que tena pensado.- le oy decir y la sorprendi gratamente, que l quisiera continuar la conversacin.- Antes de que me convirtiera en Jack el destripador. Tiene hambre?

  • Ella asinti. - Le apetece que paremos a comer algo o no? Despus de todo, es viernes. A los dos nos ha sorprendido la lluvia y los dos estamos solos. No le parece que tenemos mucho en comn? - Ni lo suee. - Cenar juntos? Alex le dirigi una mirada asesina. - Que tenemos algo en comn.- aclar Y no se crea que porque sea poco atractiva y porque lleve agujeros en el abrigo, estoy tan desesperada. - Desesperada para qu?- l abri un poco la ventanilla para estudiar los luminosos a los lados de la carretera.- Mire, creo que eso de ah es una hamburguesera Y bien, desesperada para qu? - Lo sabe muy bien. Para lanzarme en los brazos del primer tipo guapo y podrido de pasta que se cruce en mi camino. El aparc a un lado y se volvi. - Eso es un insulto?- al ver que ella no contestaba, sonri Ya me lo pareca. Qu, entramos o me espera aqu? - No voy a cenar con usted. Quiere que se lo diga en chino? Y adems, ya no tengo hambre. El abri la puerta y sali. Rode el automvil para abrir la de ella, pero Alex no se movi. - Yo s. Mire, voy a entrar a la maldita cafetera, le guste o no. Y adems imit el tono de ella Adems de ser una chiflada, es tambin una mentirosa. Y me niego a seguir conduciendo escuchando como suenan sus tripas todo el camino. Viene conmigo o no? Alex admir el tremendo poder de persuasin del hombre. Dej su carpeta sobre el asiento y le sigui como un perrito faldero. El se sent e hizo un gesto a la camarera para que se acercara. Como Alex no abra la boca, pidi por los dos. Despus, apoy los codos sobre la mesa y la observ con toda naturalidad. - Gabriel. Alex no contest y l extendi su mano sobre la mesa para estrechar la de ella. - Yo soy Gabriel y t eres- la tute por primera vez.

  • - Alex. - Alex.- repiti y a ella le pareci que haba un deje de irona en su voz.- Es un nombre de chico, no? Alex ni siquiera se molest en contestar. Poda haberle dicho que su nombre completo era Alexandra y que se lo haban puesto en honor a su bisabuela, que haba sido una gran mujer. Poda haberle dicho que se senta orgullosa de llamarse como ella, ya que por lo que le haban contado sus padres, su bisabuela haba sido espa durante la segunda Guerra Mundial y gracias a ella, se haban salvado muchas vidas. Pero no se lo dijo. No quera darle ms motivos de burla esa noche. - Y bien, Alex. l se dio por vencido, consciente de que la chica no estaba por la labor de proporcionarle ventaja.- Porqu supones que estoy podrido de pasta? Lo llevo escrito en la frente o qu? - En la ropa, en tus zapatos, en ese coche.- seal hacia el vehculo aparcado a pocos metros. - Y te parece ofensivo? - El qu? - Has dicho que no estabas tan desesperada.- le record, mientras agradeca con un gesto a la camarera que acababa de servirles lo que haban pedido.- Consideras ofensivo que alguien como tu se sienta atrada por alguien como yo? - Define alguien como t.- le ret al tiempo que mordisqueaba su hamburguesa. - Oh, no. Eso es lo que esperas que haga. - Es igual, lo har por ti.- Alex dej a un lado su plato para disponer de espacio suficiente. Empez a hacer alardes con las manos, representando a la perfeccin el papel del chico rico e imbcil que se cree irresistible que ella despreciaba. Incluso modul su voz para lograr la interpretacin perfecta.- Ves a esa chica de ah? Esa, la que lleva gafas... s, esa con pinta de pedir a gritos un buen revolcn. Ey, qu te apuestas a que la tengo en mi cama con solo chasquear un dedo? No te lo crees? Si lo est deseando Todas las mujeres como ella lo desean. El aplaudi con entusiasmo. - Has estado genial. Pero, dime una cosa.- se inclin sobre la mesa para acercarse ms a ella.- Qu es lo que desean? Las mujeres as Qu desean? - Que alguien como t se fije en ellas, supongo.- contest despus de un momento, pero se arrepinti enseguida. Haba pensado en voz alta y sera su destruccin. Sin embargo, le oy

  • rer.- Excepto yo, claro. A mi me apasionan otras cosas. - Qu cosas? Alex retom su cena, pero l insista con la mirada. - Oye, por qu te interesa tanto? - Sencillamente, me interesa. - Es que ests estudiando al gnero opuesto o algo as? - Tal vez. - Eres bastante curioso, lo sabas? - Y t eres muy divertida. - Genial Alex dio un buen sorbo a su batido de chocolate, procurando hacer el mayor ruido posible.- Est bien, te lo dir. Pero como te ras, te dejo plantado, capichi? Gabriel levant su mano y la coloc sobre el pecho como juramento. Entonces, como si alguien le hubiera colocado una manecilla en la espalda y le hubiera dado cuerda, Alex comenz a hablar sobre su trabajo, su familia, el perro de su vecina, montar en bicicleta, llevar a su grupo de disminuidos de camping Diantres, pens cuando comprendi que llevaba un buen rato parloteando como una cotorra, este tipo tiene mucho ms aguante del que crea. La idea la hizo sonrer. - Increble.- solt l finalmente y Alex supuso que se refera a la cantidad de actividades que llevaba a cabo ella solita. Pero Gabriel estaba observando su reloj y rea abiertamente.- No has parado para respirar durante quince minutos. Ella supo que slo lo deca por hacerla rabiar. Le haba visto prestar atencin todo el tiempo y no pareca aburrirse. - Y ese no es mi rcord.- le amenaz en broma.- Y qu me dices de ti? Qu te apasiona? Gabriel se limpi los labios con la servilleta y Alex no pudo evitar que su mirada siguiera el movimiento sensual de aquellos dedos sobre la boca. - Si te lo digo, prometes no salir corriendo? Alex no se lo prometi, pero intuy que de todas formas, l iba a decrselo. - Esta noche, me apasiona que ests aqu, conmigo.- lo dijo en un tono tan provocador que Alex tuvo que apretar los pies contra el suelo para no caerse con silla y todo.- En realidad,

  • me apasiona la idea de que nos larguemos de aqu y terminemos la noche haciendo cosas poco decentes en mi cama. Y creo, que incluso sera apasionante que despus de eso, batieras tu rcord contndome ms cosas sobre ti. Alex trag saliva e hizo ademn de levantarse, pero l sujet su mano por encima de la mesa. - Asustada?- pregunt y ella neg con la cabeza. Pero a quin iba a engaar? Claro que estaba asustada. No, ms bien aterrorizada. De repente, resultaba que ella era una especie de Mata Hari y que aquel tipo le propona todo aquello como si fuera lo ms normal del mundo. - Como has sido tan sincera, pens que deba serlo tambin.- dijo l sin soltar su mano. - Oye, no te ofendas, pero yo - Ya se. Tienes a ese novio aburrido Alan, no? l se encogi de hombros.- Bueno, pero l no est aqu y yo si. No te parece una seal? S, una seal. Una muy grande, pens, Una de: Peligro, hormonas alborotadas Pero por otra parte, la idea de que un tipo como l le hiciera aquel ofrecimiento, la sorprenda y la halagaba al mismo tiempo. Porque, siendo del todo realista: A) ella no era precisamente atractiva, B) se haba portado arisca y agresiva casi toda la noche y C) no le llovan ofertas como aquella todos los das. Ah, y se le olvidaba lo ms importante: D) Alan estaba de viaje y no necesitara inventar una excusa para no verle, suponiendo que l quisiera verla, porque despus de un viaje, Alan no sola estar para citas. - No!- exclam sin darse cuenta. Pero qu demonios estaba haciendo? Era vergonzoso que lo pensase siquiera. Sali de la cafetera con rapidez y l la sigui despus de pagar la cuenta. Alex se coloc en la orilla de la carretera, rezando porque algn taxi se apiadara de ella y apareciera en cualquier momento. Gabriel estaba a su lado y la observaba con expresin divertida. - Te invito a un caf.- l la tom de la mano y la oblig a cruzar. Estaban frente a un lujoso edificio y le vio sacar de su bolsillo unas llaves e introducirlas en la cerradura. - Vives aqu?- pregunt, no saba si contrariada o feliz porque no la dejaba escapar. - En el tico. Hay una vista maravillosa, ya lo vers. - No voy a verlo. Y no voy a tomar ese caf - ella se plant, tan tiesa que nada habra podido arrancar sus pies del cemento.- Es que lo tenas planeado? Como no contest, le apunt con el dedo.

  • - Parar tu coche aqu, junto a tu casa Y ese rollo de mira, aquello parece una hamburguesera Qu farsante.- estaba furiosa, pero l no se inmutaba. Slo la miraba y Alex se impacient.- Qu qu miras? No dijo nada. La atrajo hacia l y rode su cuello con ambas manos para acercar su cara a la de ella. Tom su boca con lentitud, venciendo la escasa resistencia que le ofrecan sus labios. Alex pens que iba a desmayarse, por lo surrealista de la situacin y por el efecto devastador que la lengua del hombre causaba en sus sentidos. Y eso fue todo. Ya saba que haba dicho que nada podra arrancar sus pies del cemento. Pero no contaba con aquello. Ni en un milln de aos hubiera contado con aquello! Eso era lo que se repeta una y otra vez mientras entraban en el edificio, mientras la guiaba en la oscuridad de su apartamento y la llevaba hasta el dormitorio Era lo que se repeta mientras se mova sobre las sbanas, sintiendo como l se mova tambin para arrebatarle la ropa con manos expertas. En el ltimo momento, l se detuvo, jadeante, para susurrarle algo al odo. - Seguro que es lo que quieres? Alex jade tambin. Qu clase de pregunta era aquella, justo ahora? Si era lo que quera? Si quera entregarse a un desconocido y sentirse el resto de su vida como una fulana porque traicionaba la confianza de Alan, aunque Alan no se hubiera definido con respecto a la relacin de ambos? La verdad, no se lo estaba poniendo fcil. Repas mentalmente la posibilidad de que aquello se repitiera alguna vez. Saba que esa posibilidad era nula. Pero no lo haca por eso. Lo haca porque nunca ningn hombre la haba hecho sentir como aquel extrao. No le conoca, no saba nada de l. Pero supo que una sola noche bastara para que le recordara cuando fuera una anciana. Sin embargo, era lo que quera? Ay, Dios. Y si le deca que no? Justo en aquel momento en el que a l parecan salirle manos de todas partes y ella yaca tendida sobre su cama como su madre la trajo al mundo. Idiota. Por qu tena que hacerle ahora esa pregunta? De repente, le pareci que la magia se esfumaba. Lo mir espantada. Se lo quit de encima como pudo y recogi su ropa esparcida por el suelo. Mientras bajaba las escaleras del edificio a toda prisa, lo escuch llamarla varias veces. Por el camino, se coloc la ropa con nerviosismo. Pens que era mejor no mirar hacia atrs, no dar ninguna explicacin. En realidad, no la haba. Porque, qu poda decirle? Lo siento, pero soy demasiado decente para llegar al final. Ya le pareca or las carcajadas del hombre. Se tap los odos con ambas manos y busc desesperada un taxi. Era mejor as. Nadie tena porqu enterarse. No le conoca. La probabilidad de que volvieran a encontrarse era de una entre un milln. Entonces, por qu se senta como una estpida? Al fin, un taxi se detena junto a ella. Volvi la mirada hacia la puerta del edificio y se mordi los labios, angustiada. El estaba all, a punto de alcanzarla. Se haba puesto solo unos vaqueros y su pecho desnudo se elevaba agitadamente a causa de la persecucin. Diablos, qu atractivo era La llam nuevamente y Alex lo ignor. Subi al taxi y le dio las seas al hombre que la observaba extraado desde el asiento delantero. - Seorita, creo que ese tipo de ah la est llamando. - No haga caso y arranque de una vez.- le grit y el hombre emprendi la marcha despus de encoger los hombros con indiferencia.

  • Alex acept el cepillo que Rita le ofreca y se cepill el cabello con insistencia. - Chica, vas a quedarte calva si sigues as.- le advirti Rita, observndola con desconfianza.- Dime la verdad. A ti te ha pasado algo este fin de semana. - Es solo que estoy nerviosa por la reunin.- minti. En realidad, todava estaba trastornada por lo sucedido el viernes. Haba sido todo tan rpido. El casi le haba hecho el amor, dulcemente, con fiereza La haba hecho sentir tantas cosas que resultaba difcil concentrarse en algo que no fuera el recuerdo de aquella noche. Despus, ella haba huido en mitad de la noche dejndole con la miel en los labios. Bueno, exactamente no saba quien haba dejado con la miel a quien. Qu pensara de ella? Qu era una ms en su lista de conquistas? Cmo la describira en su lista? Inteligente, atolondrada, desvergonzada, fecha y mal vestida, era lo ms probable. Y Alan? Cmo iba a hacer para fingir que cuando l la besara con sus besos castos de despedida, no supiera que estaba pensando en los labios de un desconocido? No. Eso no era lo peor, ya que estaba totalmente decidida a encerrar bajo llave aquel secreto que se llevara hasta la tumba. Lo peor era que en su huida, haba olvidado la maldita carpeta que contena los informes de la reunin. Y aunque se consideraba bastante lista, no crea que su memoria tuviera la capacidad de reproducir los grficos y las notas que tan bondadosamente Rita le haba ayudado a preparar. Titube. Se lo contaba o directamente se arrojaba a los leones a ver qu pasaba? - Est bien, no puedo ms.- estall y en un par de minutos, le relat el extrao acontecimiento que haba convertido su vida en un caos. Al terminar, Rita la miraba como si acabara de ver aterrizar un platillo volante. - Ests bromeando.- dijo, pero por la expresin de la otra mujer, supo que no era as. La abraz con fuerza, consolndola.- Pobre conejillo Los lobos van a comerte ah adentro, lo sabas? Alex asinti, controlando el impulso de echar a correr.

  • - Pero, es que no me lo puedo creer- Rita la alej un poco para ver bien su cara.- Dices que un tipo al que no conocas te rescat de la lluvia en su flamante coche, te llev a cenar y casi te hizo el amor, todo el mismo da en la primera cita? Pero, Alex Eso es de busconas, no? Alex sonri al captar el mensaje de humor en las palabras de su amiga. - Bueno, no pasa nada. Y bien? - Qu? - Qu tal fue? - Rita, ahora no tengo tiempo - Tienes todo el tiempo del mundo. Alex mir su reloj. - Tienes razn. Van a despedirme de todos modos.- se sent sobre la mesa y Rita la sigui.- FueBueno, no sabra describirlo. - En una escala del uno al diez? - Un diez.- contest Alex sin dudarlo.- Bueno, un ocho si le restas su arrogancia y consideramos que no llegamos al final, ni hubo desayuno ni flores ni nada de eso. - Qu esperabas? Le dejaste en el primer plato cuando l esperaba el postre. - Y qu queras que hiciera, que me quedara para ver como me humillaba? Ni lo suees. - Porqu iba a humillarte? Est claro que le gustas. De lo contrario, no te habra llevado a la cama. - No seas ingenua, Rita. Los tipos como l solo quieren a las mujeres como yo para una cosa. - Que es- Rita la invit a continuar con expresin divertida. - El experimento.- sentenci, lo que hizo soltar una carcajada a su amiga. - El experimento? - S, ya sabes Quieren confirmar su teora Ya me entiendes. - Pues no.

  • - No seas tonta.- exclam exasperada.- Mujer poco agraciada fsicamente siempre cae rendida a los pies de hombre increblemente atractivo y encantador. - Oh, pero eso no es una teora, Alex Es una realidad. Y tambin el caso contrario. Qu creas? A todas nos gusta sentirnos deseadas por aquello que deseamos. Y no es nada malo, ni convierte a ese tipo en un desgraciado. - Lo se. Pero lo que est hecho, hecho est No le quiero dar ms vueltas. Y no quiero volver a verle nunca. Punto final de la historia. - Bien. - Bien. - Y en cuando a lo de estar despedida, vas a permitirlo? - Tengo otra alternativa? Rita se mordi los labios y luego dio unos saltitos de alegra. - Creo que s. Espera aqu Podemos imprimir al menos las notas que redact y los grficos Bueno, no son imprescindibles, verdad? - Supongo que no. - Y eres lo bastante lista como para defender tu proyecto. Con lo que lo has repasado, no necesitas nada ms. - En serio lo crees? Rita sonri. - No. Pero tengo que animarte o saltars por la ventana en cualquier momento. Durante la media hora que le quedaba libre antes de la reunin, Rita hizo cuanto pudo para rescatar el informe perdido. Y por fin, lleg el momento de hacer su gran aparicin. - A por ellos - le susurr Rita antes de abrirle la puerta de la sala de reuniones y hacerla pasar. Alex repas las caras que bordeaban la gigantesca mesa oval. Despus, su mirada se pos en el retrato colgado en la pared, enmarcado con un lujoso marco de madera tallada. Lo estudi cuidadosamente. Unos sesenta y tantos, cabello plateado, gesto severo, atractivo para su edad. Vaya, Sr. Moss, por fin vamos a conocernos, se dijo y se dirigi a la mesa con paso firme. Ocup su asiento, nerviosa porque Moss, el Grande, como le llamaban los empleados, no mostraba el menor signo de inters por su presencia. Su silln se

  • encontraba girado hacia la ventana y Alex trataba de espiarlo por el rabillo del ojo. Sin embargo, aquel silln era como una fortaleza y entonces, ella se resign a comenzar su exposicin sin ms dilacin. - Buenos das, seores.- se aclar la garganta antes de hablar.- Permtanme que me presente... Alexandra Newton. Es un placer conocerles a todos. Ellos hicieron gestos diversos que se podran traducir en una bienvenida poco calurosa. Seguro que estaban pensando: otra mujercita listilla que debera estar remendando calcetines en lugar de meterse en cosas de hombres. Se convenci de que no iba a permitirlo. - Antes de empezar, me gustara disculparme por no presentar un informe en condiciones- reparti las copias que Rita le haba facilitado y ocup su asiento.- La razn es que debido a un accidente, el original ha sido extraviado. Pero eso no ser un problema para el desarrollo de la exposicin, les doy mi palabra. - Se refiere a este informe? Quin haba hablado? Antes de que pudiera reaccionar, el seor Moss hizo girar su silla hacia los presentes y en un rpido movimiento y como por arte de magia, su aorada carpeta fue a parar justo encima de la mesa. Alguien la haba lanzado desde el otro de la mesa con tanta fuerza que Alex tuvo que detenerla con sus manos para que no cayera al suelo de parqu. Levant los ojos y entonces, supo que ni en sus peores pesadillas habra imaginado lo que se encontrara en aquella reunin. - T!... iba a abandonar su asiento, pero l fue ms rpido y con gran destreza en el arte de la interpretacin, lleg hasta ella sin que los presentes parecieran afectados en absoluto. Se inclin, rozando casi su oreja con los labios. - Hola. - Hola, pero T

  • - Sorpresa. - T - baj la voz para evitar que la escucharan.- T no eres Moss, el Grande - Ah, no?- el tono de l era extrao. Alex seal el retrato de la pared. - T no- balbuce.- El El es Moss, el Grande - En serio? Creo que esto te pertenece.- sac algo de su bolsillo y Alex tuvo que morderse la lengua para no gritar al comprobar lo que era. Se lo arrebat con disimulo y lo guard bajo la falda, aplastndolo con su trasero. Oh, Dios, dime que esto no est sucediendo. Era su gran da, su mejor trabajo, su gran oportunidad. Lo que siempre haba soado desde que estudiaba en la universidad. Tena que sentirse orgullosa. Sin embargo, lo nico que quera es desaparecer del planeta y que ninguno de los all presentes se percatara de lo que l acababa de devolverle. No, tena que ser una broma. Aquello no estaba pasando. El no estaba all y ella no tena bajo su trasero el sujetador que l le haba quitado antes de hacerle el amor. - T Debe haber un error - No lo hay, querida. El del retrato es mi padre. El es Moss, el Grande.- le comunic y la expresin de su rostro era imposible de analizar al hacerlo.- Yo solo soy el pequeo Moss. Claro que eso ya lo sabas cuando decidiste perder eso en mi apartamento, me equivoco? Eso era lo que asomaba debajo de su falda y Alex se movi para evitar que cayera. - Claro que no lo saba. Pero, qu importancia tiene? - No lo sabes?- l pareca furioso.- Qu eres, una cazafortunas de tres al cuarto? - Oye, yo no El se alej y volvi a ocupar su puesto en la mesa. - Bien, seorita Newton.- se dirigi a ella formalmente - Nos har el honor de compartir con nosotros la ideas que rondan su linda cabecita? Maldito! Lo estaba haciendo a propsito. La estaba dejando en ridculo delante de todos. - Ser un placer para m.- respondi, controlando su rabia. - Y para m, seorita Newton.- dijo l con una sonrisa y los dems sonrieron tambin. Haba dicho algo gracioso? A ella no se lo pareca. Pero hizo de tripas corazn. La hora

  • que sigui fue la ms larga de la historia. Su reloj, concretamente, pareca haber detenido las manecillas para torturarla an ms si es que eso era posible. Y cuando termin de hablar y atender las preguntas de los asociados, se senta como si un tren de mercancas le hubiera pasado por encima varias veces. Con todo, el resultado no fue del todo un desastre. En general, mostraron inters por sus consejos y por el plan diseado para recortar costes en la empresa. Incluido, el pequeo Moss. No ces de bombardearla con preguntas complejas mientras la miraba con aquella expresin de a ver si puedes con esta. Alex respondi a todas pacientemente, aunque tena la certeza de que no eran esas las preguntas que l haba preparado para ella. Por eso, cuando los dems fueron desapareciendo y solo quedaron ello dos en la sala, Alex se apresur a recoger sus cosas. Por supuesto, l no iba a ponerle las cosas fciles. Se plant delante de ella, con los brazos cruzados sobre el pecho y una expresin helada en el rostro. - Y bien? Alex fingi que no le haba escuchado y permaneci con la cabeza inclinada sobre sus apuntes. - An estoy esperando una explicacin.- coment l con frialdad. Alex se arm de valor y le mir directamente a los ojos. Qu esperaba de ella? Acaso pretenda que se arrodillara y le pidiera disculpas porque se haba vuelto loca una noche? No. Eso no poda decrselo, ya que l estaba convencido de que ella se comportaba como una chiflada todo el tiempo. Y por el desprecio que vea en sus ojos, tampoco iba a creerla si le deca que entonces, an no tena la menor idea de quien era l. - Oye, si quieres, puedes sacar tus propias conclusiones.- le dijo con la misma frialdad que l haba utilizado.- Yo no estoy de humor para eso. Y adems, como supongo que estoy despedida, me importa un pimiento lo que pienses. - Vas a decirme que no sabas quien era cuando aceptaste subir a mi apartamento?- l estaba realmente furioso. - No, no lo saba. Y por si no lo recuerdas, no acept subir. T me obligaste.- explot Alex y con un rpido movimiento, guard la prenda ntima en el interior de su carpeta.- Qu crees, que contrato a un detective cada que quiero acostarme con alguien? Bueno, no aadi que en realidad, no haba un cada vez. Lo cierto es que ella y Alan an no haba llegado a intimar tanto. Y antes de Alan, su experiencia sexual se haba reducido a unos pocos toqueteos con algn chico de la universidad. Claro que en cuanto haba descubierto que a ellos solo les interesaba escribir cosas sobre ella en el lavabo de chicos, se haba dedicado plenamente a sacar las mejores notas. No es que le molestara que sus compaeros se partieran de risa cuando lean grabados del tipo de Alex Newton es frgida. Bueno, un poco s que le molestaba. Pero lo que la haba hecho tomar la decisin de apartarse del gnero masculino definitivamente, haba sido su breve historia de amor con Steve McKenzie. An recordaba claramente como se haba burlado de ella. Haba sido durante el segundo curso. Despus de agasajarla con regalos, invitarla al cine unas cuantas

  • veces y convencerla de lo increblemente inteligente y hermosa que era, Alex casi haba cado en sus redes. La noche de su gran cita, ella estaba esperndole en la mesa de aquella cafetera a la que acudan los estudiantes. El se haba excusado para ir al lavabo y Alex pens que era el momento de retocar sus labios para estar ms sexy. As que se haba dirigido al lavabo de chicas dispuesta a que Steve se sintiera el hombre ms feliz del mundo aquella noche. Lo tena todo previsto, incluso haba comprado por catlogo un conjunto de ropa interior especialmente provocativo que quedaba perfecto en el cuerpo de la modelo de la revista. Lo que no tena previsto, era escuchar la conversacin que Steve mantena con sus compaeros del equipo de hockey. >. Una apuesta! Alex nunca se haba sentido tan ridcula, tan humillada como aquel da. Haba salido como alma que lleva el diablo y al da siguiente, haba dejado en la taquilla de Steve el sexy conjunto, con la caja y la etiqueta y una nota que deca: Murete, desgraciado. Y despus de aquello, no volvi a saber de l. Hasta hoy, porque el pequeo Moss le haba hecho recordarle. - No lo se. Lo haces?- l an aguardaba una respuesta.-Contratar a un detective. - Vete al infierno.- Alex trat de apartarse, pero l le sujet un brazo con fuerza. - OH, no querida. Crees que va a ser tan fcil?- sus ojos la taladraron al hablar. - No te entiendo.- ella ocult el rostro para que l no pudiera ver su expresin avergonzada. - En serio? Alex gimi al sentir como los dedos ejercan mayor presin sobre su piel. Al escucharla, l afloj un poco aquellos dedos como garfios, pero no la solt.- Voy a decirte una cosa, seorita Newton. De m no se re nadie. Nunca. Esperas que haga una excepcin con una vulgar cazafortunas que encima parece sacada de un algn albergue para mendigos? Era el colmo! Cmo se atreva a insultarla de aquella manera? Alex levant su mano libre para abofetearla, pero l fue ms rpido y la detuvo en el aire. - Piensas utilizar tu cinturn negro conmigo?- l se mofaba deliberadamente.- Muy valiente por tu parte. Pero permite que te de un consejo: antes de enfrentarte al adversario, siempre hay que medir sus fuerzas primero. Y contigo, querida, yo no tengo ni para empezar. - Sultame, Gabriel.- rog ella, pero por mucho miedo que tuviera, era incapaz de dominar el veneno de su lengua y aadi.- Te juro que si llego a saber que eras el rico nio de pap que eres, nunca hubiera permitido que sucediera nada la otra noche. - De verdad?- l torci los labios en una mueca que poda haber sido una sonrisa de no ser el brillo peligroso de sus ojos.- Eres increble. He conocido a todo tipo de cazafortunas, pero te aseguro que esta variedad es nueva para m. - No se a qu te refieres.

  • - Ya me entiendes- l la humillaba conscientemente - Las he visto hermosas, glamorosas, elegantes y una vez, incluso conoc a una que haba falsificado su ttulo para poder entrar en la empresa y pescar un buen partido Pero nunca haba tropezado con la mismsima versin femenina de Ivana Trump y el profesor chiflado. Es que no tienes dignidad, seorita Newton? No te encuentras ridcula, utilizando tus escasos encantos para escalar un puesto? Porque lo cierto, es que yo s me he sentido ridculo cayendo en tu trampa. - Quieres que te pida perdn, que derrame unas cuantas lgrimas?- pregunt ella, enfrentndose a su fra mirada. - S, la verdad es que s. Me gustara mucho.- acept l y sus facciones se endurecieron an ms. - Ni lo suees.- Alex sonri al ver la sorpresa en los ojos del hombre.- Tal vez ests acostumbrado a que tus mujercitas tontas, estallen en sollozos cada vez que a ti te apetece. Pero yo no soy una de tus mujercitas, Gabriel Moss. Y ni por asomo, te creas que me intimidas. - Qu valiente.- se burl l. - Y aparta tus pezuas de m antes de que empiece a gritar y haga que todos los empleados vengan a ver qu pasa. - Lo haras?- l apart su mano, pero se mantuvo frente a ella para evitar que huyera. - Y porqu no? Alex encogi los hombros.- Ya sabes que las cazafortunas vulgares como yo, son capaces de cualquier cosa. El permaneci en silencio, observndola fijamente. - Por esta vez, voy a dejar que te salgas con la tuya.- la apunt con su dedo ndice, subrayando sus palabras.- Pero quiero que sepas que voy a vigilarte muy de cerca. - Entonces, no estoy despedida?- Alex frunci el ceo, tratando de imaginar el tipo de venganza que l preparaba contra ella. - Claro que no.- l sonri, aunque esta vez, su sonrisa ya no era la misma sonrisa encantadora que la haba hecho perder la cordura.- No tengo intencin de explicarle a mi padre y a los dems, los motivos que tengo para quererte bien lejos. - Te avergenza, Gabriel? Ahora era ella quien se burlaba.- Qu sucede, no estoy a la altura de tus conquistas habituales? - No, no lo ests.- l pareca a punto de estallar. Le hubiera confesado que eso, era precisamente lo que le haba atrado de ella aquella noche. Pero la expresin desafiante de

  • la mujer, le enfureca tanto que se dijo que no iba a darle aquella satisfaccin. - Me alegra orlo. Porque no quiero que pienses que puedes entrar y salir de mi cama cada vez que sientas la necesidad de regalarle tus encantos a esta pobre vulgar cazafortunas sacada de un albergue para mendigos. El apret los puos contra las caderas y Alex supo que era el momento de echar a correr. Pero una vez ms, l fue ms rpido. - Te lo advierto.- su voz se asemejaba bastante al silbido de una serpiente venenosa.- No juegues conmigo. A la primera oportunidad, al primer fallo que cometas Har que te pongan de patitas en la calle. Te conozco. A mi no me engaas con esa pinta de refugiada y esa carita de no haber roto nunca un plato, seorita Newton. - Oh, no me conoces tan bien, seor Moss- Alex imit intencionadamente el tono sarcstico del hombre.- No creas que me conoces porque hiciste tu buena obra del da y comet la tontera de caer en tu cama. - T no caste en mi cama, querida.- l alarg los dedos para rozar su mejilla y por un momento, Alex crey ver al desconocido al que recordaba con estpida emocin. Claro que solo dur un instante.- Yo hice que entraras en ella. Y por si tampoco lo recuerdas, an tenemos ese pequeo episodio pendiente. No lo olvides. - No lo olvidar, puedes estar seguro.- Alex se dirigi hacia la puerta y se volvi hacia l antes de salir para amenazarle.- Y t no olvides que existe algo llamado acoso en el trabajo y que, como soy una mujer tan maquiavlica, no dudara en utilizarlo contra ti. - Bromeas?- l torci los labios y Alex supuso que en el fondo, la idea de que ella hiciera algo as, le haca mucha gracia. Eso la enfureci an ms. - No bromeo.- insisti.- Pinsalo bien, seor Moss. A quin piensas que iban a creer? Al rico y atractivo hijo del todopoderoso Moss, dueo de ms de diez empresas que cotizan en Bolsa o a una pobre y desvalida empleada con cara de no haber roto un plato? El apret los dientes y Alex pudo escuchar como rechinaban en mitad de aquel silencio que ella haba provocado con sus palabras. - Fuera de mi vista.- orden con fiereza. - Ser un placer.- Alex se apresur a desaparecer, antes de que l se arrepintiera y decidiera llevar a cabo su amenaza anterior de cortarla en pedacitos.

  • Alan la esperaba en el exterior del edificio. Alex mir su reloj. Est furioso, pens mientras analizaba su expresin desde la distancia que an les separaba. Se acerc y se meti en el coche a toda velocidad, sin darle tiempo a que la sermoneara por su retraso. - Llevo ms de diez minutos esperando.- se quej l y Alex no contest. Estaba concentraba estudiando sus atractivas facciones y el ligero bronceado de su piel. Vaya, ese viaje de negocios le ha sentado estupendamente bien, pens.- Tendrs una buena excusa, supongo. Alex estuvo a punto de explicarle lo difcil que era mantener el puesto de trabajo cuando tu jefe es una mquina de matar dispuesta a aniquilarte. Tambin poda haberle hablado de lo difcil que era mantener la serenidad y concentrarse en grficos y curvas de oferta y demanda, cuando slo puedes pensar en la mgica noche compartida con un extrao. Claro que no era oportuno que lo hiciera, as que mantuvo la boca cerrada. - Estoy cansada, Alan.- se limit a contestar.- Puedes llevarme a casa o puedo tomar un taxi. La verdad es que no importa. El encendi el motor. Pero antes de arrancar, se volvi hacia ella. - Ese tipo de ah, est hacindote seas. Le conoces? Alex gir la cabeza hacia donde Alan sealaba. Maldito! All estaba otra vez. Gabriel Moss les saludaba desde los aparcamientos y Alex pudo ver la expresin de burla en su rostro. Le ignor, cerr la ventanilla del coche y le dirigi una mirada a Alan para que comenzara la marcha. - Quin es?- pregunt Alan con curiosidad. - Es Gabriel Moss.- contest con aparente indiferencia. - Parece muy educado. Fjate como se ha despedido de ti. Y apenas llevas un mes trabajando para l.- observ Alan y Alex sonri ante la idea de que era una suerte para ella que Alan estuviera tan en la luna.- Cmo has dicho?

  • Alex comprendi que haba hablado en voz alta otra vez. Haba dicho es un cretino y ahora, Alan la miraba como si ella hubiera pronunciado una frase totalmente fuera de lugar. - No lo parece.- replic l, observndola con sorpresa. - Pues lo es. Un autntico cretino con maysculas.- agit las manos, rezando porque Alan no quisiera centrar la conversacin en ese tema. Tema que entre la primera y la ltima palabra, su subconsciente terminara por traicionarla y sin saber cmo, acabara por confesar su adulterio entre llantos poco sinceros.- Y no me apetece hablar de l. No me apetece hablar de nada que est relacionado con mi trabajo, entiendes? - Has tenido un mal da?- Alan pareca preocupado y ella se sinti culpable por tratarle con aquella falta de delicadeza que, justo hoy, no mereca. - Horrible.- respondi. - Ests bien? Alex asinti y agradeci que el resto del trayecto, l no dijera nada. Pero al mismo tiempo, la asalt el terrible pensamiento de que, muy a menudo, ambos no decan nada cuando estaban juntos. Realmente, tenan tan poco de que hablar? La idea la entristeci. Cuando l detuvo el vehculo frente a su casa, se qued un buen rato all sentada, pensando todava en ello. Le mir a los ojos. - Quieres entrar? Mam tiene partida esta noche. Podemos ver alguna pelcula y preparar algo de cenar. - No. Es tarde y maana tengo que madrugar.- se disculp l. Alex guard silencio. Por qu Alan nunca intentaba acompaarla a casa? Porqu nunca insista cuando la besaba y ella le rechazaba con disimulo y finga que estaba demasiado cansada? Estpida, estpida, se grit a si misma mentalmente. Maldito seor Moss! Por su culpa, ahora se haca preguntas que antes no le hubieran pasado por la cabeza. An as, se encontr repitiendo aquellas preguntas. Alan la miraba como si se hubiera vuelto loca o algo parecido. - Alex, de verdad ests bien? Ella sonri a modo de disculpa. - Es que- no saba como decrselo, pero pens que ya era hora de que l se definiera con respecto a su relacin.- Oye, Alan No te lo tomes a mal, pero yo Yo te gusto, Alan? Le haba tomado por sorpresa. Alan se pasaba la mano por el cabello rubio con nerviosismo.

  • - A qu viene eso ahora, Alex? - No lo se, Alan Es que Bueno, me parece muy raro que nunca hayas- desvi la mirada avergonzada.- Ya sabes que no hayas En fin, que nunca hayas intentado - Qu no haya intentado acostarme contigo?- Alan termin por ella y Alex dese que se la tragara la tierra para evitar el ridculo.- Alex, yo te respeto. Lo dijo como si estuviera hablando de una pieza de museo y no de la persona que supuestamente, iba a compartir su vida. - Y yo te lo agradezco, Alan.- murmur y esper que l no percibiera la decepcin en su voz.- Pero a veces No me hagas caso, es solo una tontera. El hizo un gesto que indicaba que lo mejor era dejarlo como estaba. Sin embargo, Alex ya no poda controlar su lengua. - Alaneres gay?- se arrepinti enseguida. Cerr los ojos, notando como sus mejillas se encendan ruborizadas. Imagin la escena que montara su madre cuando le contara que Alan, el bueno de Alan, la haba dejado plantada despus de que ella le recriminara el hecho de ser un hombre decente que la respetaba.- Dios, Alan Perdname, no se porqu - Nunca en mi vida me haba sentido insultado de esta manera.- Alan estaba rojo de la humillacin.- Pero, qu te pasa? Es lo ltimo que esperaba de ti, Alex. Ella reaccion, estrechando las manos de l entre las suyas con ternura. - Por favor, no te enfades. - Qu te ocurre?- l estaba fuera de s.- Pensaba que te gustaba estar conmigo. Salir al cine, ir a cenarQue furamos amigos. Es que me lo he inventado todo? - Claro que no, Alan. Es slo que - Me parece que eres enormemente desagradecida, Alex.- la rega con seriedad.- Dime una cosa. Cuntas chicas como t crees que tienen la suerte de salir con hombres como yo? Ella se irgui, sacudiendo la cabeza con estupor. Haba escuchado bien? Le haba parecido or que l se consideraba algo as como un regalo de los dioses que ella deba agradecer infinitamente. - A qu te refieres con eso de una chica como yo?- pregunt con cautela. - Bueno, ya me entiendes

  • - No. Explcamelo.- esper pacientemente a que l lo hiciera. - No te lo tomes a mal, Alex. Pero t - Alan buscaba las palabras adecuadas.- Bueno, t no eres precisamente una mujer sofisticada, ya sabes. Ella apret los labios, furiosa. Qu quera decir exactamente, con sofisticada? - No lo soy?- inquiri, controlndose a duras penas. - Alex Mrate bien, quieres?- l extendi las manos hacia ella y Alex obedeci. Observ su rostro desmaquillado y los cabellos desordenados en el espejo del retrovisor. Despus, volvi a mirar a Alan.- No te enfades, Alex. Pero reconoce que normalmente, no te arreglas para despertar mi pasin. - Y porqu no me lo habas dicho antes? - Alex, yo no quiero herirte, de verdad.- l hablaba en voz baja, como si lo siguiente que iba a decir fuera un secreto o algo por el estilo.- Pero cuando empezamos a salir, yo nunca dije que buscara una relacin seria contigo. No me malinterpretes. Me encanta estar contigo, lo pasamos bien juntos y de verdad, eres una chica muy divertida Pero t solita llegaste a esa conclusin, Alex. Yo nunca dije que quisiera algo ms. Y por otro lado, es fcil sentirse a gusto contigo. Nunca haces preguntas, nunca me has exigido nada. Realmente, eres la chica perfecta de no ser porque - Por qu no doy la talla?- ella no daba crdito a lo que escuchaba. Ahora lo comprenda. Era lo bastante buena para que l estuviera seguro en cuanto a su libertad, pero no lo bastante como para llevarla a las fiestas con l. Era increble! - Alan Sales conmigo porque te parezco una chica muy divertida? - Alex, ests sacando esto de quicio. - No, no Espera un momento, es eso lo que intentas decirme? En realidad, la idea la tranquilizaba bastante, ya que llevaba varios das sintindose una rata de cloaca por lo que haba sucedido durante su viaje. Claro que estaba demasiado furiosa para confesrselo. - Alex - Esto s que es gracioso.- insisti ella y esta vez, ya no pudo evitar sonrer.- Todo este tiempo, he estado pensando que realmente, suceda algo malo contigo, sabes? El se ruboriz. Alex comprendi que a l, como a ella, le traicionaba a veces su lengua. Porque lo cierto, es que aunque l le hubiera confesado sus sentimientos y a ella no le gustara escucharlo, l haba sido sincero. Alan era en el fondo buena persona, un poco presumido y a veces manitico. Pero Alex saba que no era su intencin herirla.

  • - Ests enfadada conmigo? - Claro que no. Pero, si queras que furamos solo amigos, por qu no me lo dijiste? - No me atreva.- reconoci l y a Alex le pareci que era sincero.- Recuerdas la primera vez que me invitaste a conocer a tu madre? Bueno, ella, t Las dos parecais tan decididas a cargarme con el papel de pretendiente, que no fui capaz de decir nada. Alex lo recordaba. Su madre se haba encargado personalmente de enredar la situacin y antes de que se diera cuenta, ya estaba haciendo planes sobre su futura boda a pesar de las protestas de Alex. Nunca hubiera imaginado que dira esto, pero tena que decirlo. - Alan, has sido muy noble, lo sabas? - Yo no quiero perderte, Alex.- l volvi a tomar sus manos y las bes con dulzura.- En serio, nunca he conocido a una mujer como t. Eres el mejor amigo que tengo. Alex sonri. - Pero no soy tu tipo. - No, no lo eres.- reconoci l con pesar.- Al menos, no en ese sentido. Pero eres la nica mujer con la que puedo salir a tomar algo sin preocuparme de mi billetera o de si el restaurante es lo bastante caro para impresionarte. Alex suspir. Eso era lo ms bonito que le haban dicho en los ltimos diez aos, al menos. Le bes en la mejilla con efusividad. - Me odias?- pregunt l y su expresin era la de un nio desvalido que necesitaba proteccin. Ella le pellizc la nariz. - No seas tonto. Pero sers t quien le diga a mi madre que devuelva los regalos de la lista de bodas- brome y aadi ms en serio.- No te preocupes, lo superar. Y no le dijo que era un alivio que las cosas quedaran claras entre ellos. Supo que por mucho que Alan no estuviera loco por ella, eso sera un golpe para su orgullo. - Amigos?- le tendi la mano y l la estrech con alegra.- Bueno, tengo que subir o mi gato piojoso saldr a buscarme para que le de su racin de leche. - Tienes un gato? Alex se pregunt porqu hasta ese momento, a ninguno de los dos les haba importado tan poco saber cosas del otro. La razn era evidente ahora. - S.- contest con buen humor.- Un da se col por mi ventana y desde entonces, decidi adoptarme. Ya ves, causo ese efecto en los gatos.

  • Pero solo en los gatos, pens. Por ms que se esforzara y por ms que Alan no fuera su prncipe azul, no poda evitar que su orgullo estuviera por los suelos. - Te ver el viernes? - Cuenta con ello.- Alex se despidi con un par de besos sonoros en la frente y subi de dos en dos las escaleras hasta su apartamento. Era extrao, pero tena la sensacin de que no estaba sola cuando introdujo la llave en la cerradura. Con los nervios, la llave se desliz de sus dedos y cay al suelo. Estaba inclinada a punto de recogerlas cuando una sombra emergi del pasillo. - Dios!- se apresur a abrir la puerta para cerrarla a sus espaldas, pero antes de que pudiera evitarlo, el intruso meti la pierna e intercept la hoja de madera.- Pero qu La expresin de su cara cambi al verle. En aquel momento, hubiera preferido que se tratara de algn delincuente en lugar del hombre que tena ante s. - No vas a invitarme a pasar?- el tono de l era burln. Alex empuj la puerta, pero aquel tipo era un gigante comparado con ella y finalmente, entr en su apartamento para analizar el desorden con desaprobacin. Alex le ignor, se despoj de la arrugada chaqueta y la lanz sobre el sof aparentando seguridad. No tena intencin de permitirle que la amedrentara. - Estoy bien, gracias. Eres muy amable por invitarme a tomar asiento.- el tono de l era sarcstico. Alex fingi que no le escuchaba. Encendi el televisor y trat de centrarse en las noticias que pasaban en ese momento. Se marchar en cuanto se de cuenta de que no pienso

  • hacerle el menor caso, pens. Pero l ya se haba quitado tambin la chaqueta y sentado en su sof preferido, estiraba las piernas para acomodarse. - Piensas quedarte mucho tiempo?- le pregunt con irona.- No es por nada. Es que an tengo que cepillarme a unos cuantos millonarios antes de irme a la cama. Y el primero est a punto de llegar. El lanz una carcajada sonora. - Muy aguda, Alex.- pronunci su nombre con lentitud.- Espero que no te refieras a ese idiota que te cortejaba en la entrada hace un momento. Cmo dijiste que se llamaba Alan? Alex le taladr con la mirada. - Cunto tiempo llevas espindome?- le increp furiosa. - Lo bastante como para saber que esta noche no sonarn los violines para ti, querida.- l estaba disfrutando con aquello - Qu le pasa? No es lo bastante rico o lo bastante estpido para ti? - Bromeas? Comparado contigo, Alan es solo un aficionado.- respondi, consciente de lo peligroso que era enfrentarse a l. Como sospechaba, el comentario, lejos de parecerle gracioso, hizo que sus facciones se endurecieran. - Por lo de rico o por lo de estpido?- la oblig a sentarse junto a l y en ese momento, Alex dese haber hecho caso a su madre cuando le haba aconsejado que compraran un sof ms grande. - Por ambas cosas. El le apres el rostro entre las manos y Alex le mantuvo la mirada con valenta. - Estoy pensando qu hacer contigo, seorita Newton.- murmur, los labios muy cerca de los de ella. Su aliento la acariciaba con suavidad y Alex tuvo que hacer un gran esfuerzo para que l no percibiera el efecto que causaba en ella.- No estoy seguro de qu me dara ms placer, besarte o estrangularte. - Porqu no pruebas olvidarme?- le ret ella A mi eso s que me proporcionara un gran placer, creme. - En serio?- la solt, divertido. Era testaruda aquella mujer y la admir en silencio.- Querida, no seas tan arisca conmigo. No tengo la culpa de que tu Alan haya huido de aqu como alma que lleva el diablo. Alex se mordi la lengua para no contestar. No iba a darle el gusto de compartir con l los pormenores de su ruptura. Y adems, intuy que era ms seguro para ella que Gabriel

  • siguiera pensando que era una mujer comprometida. - Qu le has hecho, pedirle un extracto de su cuenta bancaria?- insisti l con sorna. Pero, qu le ocurra a aquel tipo? Por qu se empeaba en verla como la reencarnacin de Lucrecia Borgia? Acaso pensaba que despus de vaciar los bolsillos de sus vctimas, los envenenaba con su locin hidratante? - Muy gracioso.- le sonri con falsa dulzura.- Y dime, a qu debo el honor de tu visita? O prefieres que nos saltemos el prembulo de la conversacin y pasemos directamente a la escena de seduccin? El volvi a soltar una carcajada. - No es mi intencin seducirte, Alex. Eso ya sucedi el otro da, o lo has olvidado? Ojal pudiera, se dijo Alex y le dedic una mirada fulminante como respuesta. - Desilusionada? Ella se encogi de hombros con falsa indiferencia. - Te segu desde la oficina.- confes l, mientras deslizaba sus dedos largos sobre la tela del pantaln de la chica, a la altura de los muslos. Alex se puso rgida ante el contacto.- Desde que nos conocimos, eres peor que un dolor de muelas, lo sabas? No puedo dejar de pensar en ti todo el tiempo. Y si te soy sincero, es una experiencia agotadora. - Servira de ayuda que desapareciera de la empresa?- lo pregunt con cierto temor. Pero si era lo nico que lograra que l dejara de acariciarla de aquel modo, lo hara. - Servira de ayuda que desaparecieras del planeta.- contest y de pronto, su expresin era tan extraa que Alex no supo descifrarla.- Alex, ya te dije que nadie se re de mi. Y por supuesto, nadie me deja plantado. - Oh, djalo ya, quieres?- estall ella - Qu es esto, una terapia? Te divierte jugar al ratn y al gato conmigo? - Mucho, Alex. - Pero, qu quieres de m? Gabriel titube sin dejar de observarla fijamente. - An no lo se. Pero en cuanto lo averige, te prometo que sers la primera en saberlo.- asegur y sin previo aviso, su boca tom la de ella con brusquedad. Cuando la solt, Alex estaba demasiado aturdida para protestar De momento, no quiero que vuelvas a ver a ese Alan?

  • Por qu se refera a Alan con aquel tono de desprecio? No le conoca, no tena ningn derecho y por descontado, no se lo iba a permitir. Estaba a punto de decrselo cuando le oy soltar una maldicin. Sonri al ver como su gato, acababa de trepar por sus pantalones y clavaba sus uas en el cuello del hombre. - Maldito saco de pulgas- l lo apart y se frot las marcas ligeramente enrojecidas en la piel. Alex tom al gato entre los brazos y lo acarici. - Este es mi chico.-le susurr y se volvi hacia Gabriel con expresin de victoria.- Ser mejor que te vayas. Creo que a Hrcules no le gusta que ests aqu. Y tampoco a m. Pero para su asombro, el animal permiti que el hombre acariciara su lomo y ronrone de manera dcil cuando Gabriel lo invit a subir a su regazo. - Es el comienzo de una gran amistad.- dijo, elevando sus cejas en un gesto diablicamente atractivo. Traidor, pens y debi exteriorizar sus pensamientos, porque l sonri como si la hubiera escuchado. - Ya est bien. Quiero que te largues ahora mismo.- estaba de pie, con los brazos en jarras y sin duda, la imagen deba ser de lo ms graciosa, porque l no dejaba de rer estrepitosamente. Alex frunci el ceo y se gir sobre los talones para observarse en el viejo espejo colgado de la pared. Demonios, haba vuelto a colocarse la blusa del revs. Las costuras y la etiqueta con las instrucciones de lavado, quedaban bien visibles despus de despojarse de la chaqueta. Sin hacer caso de sus burlas, se dirigi a la puerta y despus de un momento, l la sigui. - No vas a invitarme a cenar?- pregunt y la voz le temblaba an a causa de la risa. Alex se volvi hacia su gato un instante. - Hrcules, quieres compartir tus albndigas con este tipo?- como el gato no contest, mir a Gabriel de nuevo.- Lo siento, no quiere. - Alex En cuanto a lo de ese novio huidizo tuyo- coloc un dedo sobre los labios de ella para evitar que replicara.- En serio, no es nada personal. Pero no vuelvas a verle. No es para ti. - Vete al diablo.- le cerr la puerta en las narices y apoy la espalda contra la pared. Maldito gusano miserable Ya le dira ella lo que poda hacer con sus consejos.

  • Alex haba intentado por todos los medios, evitarle. Con la ayuda de Rita, haba logrado averiguar los hbitos del joven seor Moss. Al principio, su buena amiga no comprenda el sbito inters de Alex en controlar los horarios de llegada y salida de Gabriel Moss. Y un buen da, desesperada porque l siempre la sorprenda cuando menos lo esperaba, decidi contrselo. Por supuesto, Rita se haba desecho en toda clase de regaos, pero finalmente y despus de que ella le explicara la actitud del hombre, ambas haban decidido que lo mejor era someter a aquel tirano a estricta vigilancia. Rita la avisaba si estaba cerca y Alex procuraba estar a la defensiva cuando l trataba de pillarla por sorpresa. Se dijo que ambas hacan un gran equipo, pero no saba cuanto tiempo podra soportar aquella situacin. No fue necesario que lo pensara demasiado. Aquella tarde, mientras esperaba que Rita activara el servicio de contestador y recogiera sus cosas, tuvo la respuesta sobre cuanto le durara la paciencia en lo relacionado con aquel tipo. El primer hecho revelador, fue que el Gran Moss la haba llamado a su despacho haca unos minutos. Era tal y como lo imaginaba por los retratos. Grande, imponente, de expresin seria y voz grave que acusaba el paso de la edad. Alex nunca sabra la razn de su entrevista, ya que apenas la vio y cruz un par de palabras con ella sobre la buena marcha de su trabajo, la despidi con un gesto de impaciencia. La segunda revelacin se produjo a eso de las cinco menos cuarto. Como bien haba dicho, esperaba a Rita, oculta en el pasillo de salida por si a l se le ocurra torturarla con su presencia antes de irse. Sin embargo, le vio entrar en la sala de reuniones seguido de su padre. Alex no supo que la impuls a escuchar tras la puerta, aprovechando que los dems empleados ya se haban marchado. - Has conocido a la seorita Newton? - Claro, hijo. Como me pediste. Una chica lista, tal y como la describiste. Se hizo el silencio al otro lado y Alex peg literalmente el odo a la puerta.

  • - Es ms que eso, pap. Ya lo sabes. Y bien, qu me dices? Ms silencio. Les escuch moverse. - Djame a m.- dijo Gabriel. - Ya lo he intentado antes, Gabriel.- la voz del anciano tena un ligero tono de decepcin.- Te prometo que me he mostrado amable, pero es terca la condenada. Crees que te dar lo que quieras solo porque se lo pidas? - Djame a m, pap.- insisti l.- Yo s como tratarla. Si la trato con cario, la engaar y har lo que le pida. Alex no quiso escuchar ms. Miserable! Cmo se atreva cmo se atreva a hablar de ella como si no fuera ms que otro de los trofeos de su larga lista de conquistas? Sali huyendo antes de que la descubrieran. No es que le importara, porque de todas formas, no pensaba trabajar para ellos ni un segundo ms. Pero pens que no merecan siquiera que les dirigiera unos cuantos insultos. As que atraves la recepcin con rapidez y le hizo un gesto a Rita para indicarle que la esperara en los aparcamientos. Mientras tanto, en el interior de la sala de reunin, Gabriel Moss segua agitando la dichosa pluma con las iniciales de pap grabadas en oro y garabateando insistentemente sobre una cuartilla. Al ver los primeros rastros de tinta, sonri y se la entreg al anciano con expresin triunfal. - Lo ves? Si la tratas con cario, siempre funciona.- Gabriel palme el brazo de su padre.- Lo que no entiendo pap, es porque no dejas que te compre una nueva y tiras esta antigedad a la basura. - Ya sabes porqu, Gabriel.- el anciano estamp su firma en los documentos que su hijo iba colocando en la mesa frente a l. Cuando hubo terminado, volvi a enganchar la pluma en el bolsillo de su elegante camisa y le mir.- Tu madre me regal esta pluma en nuestro dcimo aniversario. Y ni por asomo, se me ocurrira desprenderme de ella. Gabriel asinti en silencio, admirado por lo increblemente sentimental que poda llegar a ser aquel viejo genio de las finanzas. Desde que su madre muriera, l pareca querer revivirla en cada detalle, en cada objeto que los dos haban compartido durante su larga vida de casados. Le pareci que era hermoso amar a alguien de aquel modo, incluso despus de la muerte, como si realmente, nada pudiera separarlos. - Hemos terminado, hijo?- pregunt Stuart Moss, visiblemente agotado por el duro da de trabajo. Gabriel fingi que no perciba el ligero temblor en sus dedos. El no quera aceptarlo, pero tarde o temprano, tendra que asumir que ya no poda mantener el ritmo de trabajo de antes.

  • - Creo que s.- Le rode el hombro con los brazos Te llevar a casa. - No es necesario, Gabriel. Tengo el coche esperando fuera. Pero antes- el anciano clav en l sus ojos inteligentes y an curiosos.- Dime una cosa, qu hay de esa chica Newton? Por qu tanto inters porque la conociera? Gabriel le devolvi la mirada. - Porque voy a casarme con ella, pap. El hombre parpade antes de lanzar una carcajada. - Lo dices en serio? - Nunca he hablado ms en serio.- afirm Gabriel.- No es algo inmediato, pero - Lo sabe ella? - An no. Pero es solo cuestin de tiempo, creme. Stuart Moss no se dej convencer. Haba algo raro en toda aquella historia sobre la chica que distraa la atencin de Gabriel por aquellos das. - Gabriel, las personas no son como los negocios.- le advirti seriamente No es algo que puedas hacer o deshacer a tu antojo, lo sabes, verdad? - Porqu lo dices, pap? - No lo se. Pero sospecho que esa seorita como se llame, es una buena chica.- su expresin era ahora severa.- Y t nunca has sido un buen chico, Gabriel. Quiz tu madre y yo te malcriamos en exceso Pero nunca te enseamos que jugar con los sentimientos de los dems estaba bien. - Deja que haga las cosas a mi manera, quieres, pap?- Gabriel estaba molesto. - Encantado, hijo. Siempre que me prometas que a tu manera, no incluye tomar lo que quieras sin importarte nada ms. Gabriel hizo ademn de replicar, pero despus lo pens. En realidad, aquel viejo le conoca mejor que nadie. Aunque esta vez, no estaba siendo del todo justo. Era solo que ella Ella le sacaba de sus casillas todo el tiempo. Y fuera como fuera, estaba dispuesto a demostrarle a la orgullosa seorita Newton quien de los dos llevaba la batuta en aquella orquesta. - Confa en mi, pap. El anciano asinti y le pellizc la mejilla como cuando era un nio. Y acto seguido, lanz un par de maldiciones poco convincentes como bienvenida al viejo Hommer, su chofer

  • haca ms de dos dcadas. Gabriel le observ mientras se meta en el coche. Eres muy listo, pap. Pero esta vez, har que te sientas realmente orgulloso de m. - Lo dejas? Cmo que lo dejas? Rita no daba crdito a lo que escuchaba y detuvo el motor con brusquedad. Suerte que ya estaba en casa. Alex ya no poda pensar con claridad mientras recordaba la conversacin entre los hombres. Lo tena merecido. Como dira su madre, uno nunca escucha nada de su agrado cuando espa a los dems. Si tan aprendida tena la leccin, porqu se senta como si la hubieran azotado en la plaza pblica? Estaba realmente desecha. - Ya me has odo.- agit las manos en el aire y sali del coche, buscando una bocanada de aire fresco que la devolviera a la realidad. Es decir, a su realidad antes de conocer a aquel desgraciado. Antes de que Gabriel Moss pusiera patas arriba su mundo y lo convirtiera en un completo caos. - Pero, Alex - Ya se lo que vas a decirme, Rita.- la detuvo en seco.- Pero no ser nada que no me haya dicho yo antes, creme. Sencillamente, no puedo seguir con esto. - Pero, Alex...- repiti y Alex la bes cariosamente antes de despedirse. - Te llamar y hablaremos. Ignor la voz de Rita gritando su nombre desde el automvil. No le apeteca hablar con nadie, ni siquiera con ella, que todo el tiempo haba sido un encanto. Poda llamarla cobarde. Lo era. Prefera reconocerlo antes que soportar la doble humillacin de relatarle a Rita la conversacin entre Gabriel y su padre. Abri la puerta y se apresur a entrar. Suspir. De repente, le pareca que su hogar tampoco le proporcionaba la paz que buscaba. - Hola, Hrcules - acarici el lomo que el animal le ofreca en seal de bienvenida. Se inclin para tomarlo en brazos.- Me has echado de menos? El gato ronrone como respuesta y ella le sonri. Con diferencia, el animal era su mejor amigo. No peda nada, no le recriminaba nada. Slo se dejaba querer con aquella expresin mimosa que ella adoraba ver al llegar a casa. El timbre de la puerta son. - Perdona, Hrcules- le dijo, tratando de no contagiarle su desnimo.- Pero Rita a veces no acepta un no como respuesta. Se dirigi a la puerta y la abri, preparndose para todo un interrogatorio en el que la pelirroja quedara agotada como siempre. Pero quien la observaba no se pareca en nada a

  • Rita. Desde luego, no era pelirroja ni tena las curvas tan ceidas. Aunque s pareca dispuesto a someterla igualmente al tercer grado. Alex hizo ademn de cerrar de un portazo, pero l fue ms rpido y se col en el interior del apartamento. Cerr con brusquedad y la oblig a seguirle hasta el saln, arrastrndola literalmente de la mano. Una vez llegaron junto al sof, la empuj, hacindola caer y permaneciendo de pie frente a ella. - Es una nueva tctica para impresionarme?- pregunt Alex, temblando de pies a cabeza a causa de la rabia.- No me das miedo, Gabriel. El no dijo nada. An la observaba con aquella expresin que helara los infiernos, los ojos encendidos como llamas y las facciones contradas por la ira. Pero, qu le haba hecho ahora? No saba el motivo, pero Alex tena la sensacin de que el hecho de que ella existiera, ya era una razn para provocar la furia del hombre. - Qu es eso de que te vas?- l se lo pregunt sin tapujos y Alex maldijo a Rita en silencio. Supuso que deban haber tropezado en la puerta y que su amiga, se haba desecho en lamentos. Alex comprenda que las intenciones de Rita eran buenas, pero Diantres! No poda haber mantenido la boca cerrada al menos unas horas antes de hablarle a todo el mundo de su marcha? Y por otro lado, qu haca l all?