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El G rabado en la C asa Revista electrónica lovecraftiana de la Nueva Logia del Tentáculo - ESPECIAL nº 3 - Termidor 07

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Page 1: El Grabado Casa - Lovecraft - Nueva Logia del Tentáculo · Las pinturas en la casa del señor ... os amantes del terror frecuentan los lugares misteriosos y remotos. Para ellos son

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Grabadoen laCasa

Revista electrónica lovecraftiana de la Nueva Logia del Tentáculo - ESPECIAL nº 3 - Termidor 07

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C O N T E N I D O

PortadaIlustración de Ebenezer Holt . . . . . . . . .1

Editorial . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .2

El grabado en la casaRelato de H. P. Lovecraft con notasde S. T. Joshi traducidaspor Henry Armitage . . . . . . . . . . . . . . .3

Las pinturas en la casa del señor KempeTraducción de Dogon . . . . . . . . . . . . .11

El redescubrimiento de la fronteraArtículo de Daniel J. Gall . . . . . . . . . .14

El grabado en la casa.Imágenes de complicidadTraducción de Dogon . . . . . . . . . . . . .19

El grabado en la casa.Influencias y adaptacionesen el cine lovecraftianoArtículo de Joseph Curwen . . . . . . . . .26

Las traducciones del MonólogoArtículo de Henry Armitage . . . . . . . .30

Comic; El grabado en la casaAdaptación de Ebenezer Holt . . . . . . .24

Recreación de la Lámina XIIIlustración de Cyrus Llanfer . . . . . . . .32

Contraportada.Recreación de la Lámina XIIIlustración de Ebenezer Holt . . . . . . . .32

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Es inusual en la obra de Lovecraftla ausencia de elementos sobrenaturales

o fantásticos que, sin embargo, caracterizaeste breve y nutritivo relato que nos

disponemos a homenajear.

Nada de hechicería hoy, ni seres deotros lugares, tiempos o dimensiones,

ni prehumanos entes malignos... ¿o sí?

Porque ¿no es cierto quenosotros mismos portamos la huella

de los prehistóricos abismos?.

Camuflado por las capas másevolucionadas del cerebro late

el núcleo básico y ancestral,el reptiliano, el salvaje y depredador.

Sin reglas ni remordimientos...

¿No es acaso suficiente monstruo?¿No cumple los requisitos debidos?

El grabado en la casa abre una tétricapuerta hacia lo más oscuro del interior

humano, la que conduce al sótanotenebroso en el que se oculta lo que

quizá fuimos en alguna oscuranoche de los tiempos...

¡Buen provecho!

La Estela de Luveh-Kerapt Número especial 03. Termidor 2007.Revista electrónica lovecraftiana de la Nueva Logia del Tentáculo (NLdT).

Coordinación: Henry Armitage. Colaboradores Neologios: Henry Armitage (Eulogio Ga. Recalde),Joseph Curwen (José María Prósper), Dogón (Jorge Roberto Ogdón) Cyrus Llanfer (Miguel Ángel Morales)

y Ebenezer Holt (Antonio Blázquez). Colaboración especial: Daniel J. Gall (Hug the Soggoth).Edición y diseño: Ebenezer Holt.

web: dreamers.com/logia - foro: gritos.com/logia - correo-e: [email protected]

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, 1937

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Los amantes del terror frecuentan los lugares misteriosos

y remotos. Para ellos son las catacumbas de Ptolomeo [1] ylos labrados mausoleos de tantos y tantos mundos de pesadi-lla. A la luz de la luna escalan las torres de los ruinosos casti-llos del Rhin [2] , y tropiezan una y otra vez por las oscurasescalinatas cubiertas de telarañas bajo las desperdigadas pie-dras de olvidadas ciudades de Asia. El bosque encantado y ladesolada montaña son sus santuarios, y merodean en torno alos siniestros monolitos que se erigen en despobladas islas[3]. Pero el verdadero epicúreo de lo terrible [4], aquel paraquien un nuevo estremecimiento de inconmensurable horrorrepresenta el objetivo principal y la justificación de toda unaexistencia, aprecia por encima de todo las antiguas y solita-rias granjas que se levantan entre los bosques de NuevaInglaterra, pues es en esta región donde mejor se combinanlos sombríos elementos de fuerza, soledad, fantasía e igno-rancia, hasta constituir la máxima expresión de lo tenebroso.

El paisaje más horrible es aquel en que pueden verse agran distancia de los caminos transitados, casitas de maderasin pintar, generalmente agazapadas bajo alguna laderahúmeda y cubiertas de hierbas o recostadas en algún rocosomacizo de dimensiones gigantescas. Durante doscientos años,e incluso desde mucho antes, han estado recostadas o agaza-

padas en aquellos parajes mientras las enredaderas reptabanpor el suelo y los árboles aumentaban de grosor y se multipli-caban por doquier. Hoy las casas están prácticamente ocultasentre incontenibles frondosidades de vegetación y veladorasmortajas de sombra, pero las ventanas de pequeña hoja [5]siguen observando fijamente, como si parpadearan en mediode un estupor letal que detuviera la locura a la vez que disi-para el recuerdo de las cosas inexpresables.

En tales casas han habitado generaciones de las másextrañas gentes que hayan podido poblar la tierra. Dominadospor creencias lóbregas y fanáticas que les llevaron a alejarsede sus congéneres, sus antepasados buscaron la libertad enla soledad de los yermos. Allí, los vástagos de una raza con-quistadora crecieron en libertad, sin ninguna de las limitacio-nes impuestas por los representantes de su especie, pero, enpatético servilismo, se entregaron de lleno al culto de lossiniestros fantasmas producto de su imaginación. Divorciadosde los avances de la civilización, toda la fuerza de estos puri-tanos [6] se orientó por canales autóctonos; y en su aisla-miento, morbosa autorrepresión y lucha por la vida en mediode una implacable naturaleza, acabaron adquiriendo sombríosy subrepticios rasgos de los prehistóricos abismos de su fríadescendencia septentrional. Prácticas por necesidad y auste-ras por convicción, tales gentes no hallaban agrado en sus

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el grabado en la casaH. P. Lovecraft

"The Picture in the House" fue escrito el 12 de diciembre de 1920 y publicado en el número del verano de 1921en la revista "Nacional Amateur". Es uno de los relatos de H.P. Lovecraft publicado con más frecuencia.

Traducción de Aurelio Martínez Benito. En la Cripta. Alianza Editorial, 1980.

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pecados. Cometiendo errores como cualquier otro mortal, seveían forzadas por su estricto código a tratar de encubrirlospor encima de todo, hasta el punto de discernir cada vezmenos lo que encubrían. Sólo las silenciosas, somnolientas vconspicuas casas de apartadas y frondosas comarcas puedenrevelar lo que desde tiempos remotos permanece oculto,pero, poco dispuestas como están a desperezarse del letargoque las ayuda a olvidar, raramente se muestran comunicati-vas. A veces uno piensa que lo más prudente sería demolerestas casas, pues dan la impresión de soñar con harta fre-cuencia.

Fue precisamente a uno de estos edificios desvencijadospor el paso de los años adonde me vi obligado a encaminar-me una tarde de noviembre de 1896, como consecuencia deuna lluvia tan copiosa y desapacible que hacía preferible cual-quier refugio a tener que sufrir sus efectos. Llevaba viajandoalgún tiempo por la comarca del valle de Miskatonic [7] enbusca de ciertos datos genealógicos, y dada la remota, desca-rriada y problemática naturaleza de mi recorrido, había juzga-do oportuno servirme de una bicicleta a pesar de lo avanzadode la temporada. En cierto momento de mi periplo me encon-tré en un camino aparentemente abandonado que habíatomado creyéndolo el atajo más corto para llegar aArkham[8], cuando me vi sorprendido por la tormenta en unpunto alejado de todo núcleo habitado, y enfrentado a lasituación de que no me quedaba otro refugio que aquel des-tartalado y desapacible edificio de madera, cuyas empañadasventanas parecían parpadear entre dos grandes olmos dehojas caídas que había casi al pie de una rocosa montaña. Auncuando estaba un tanto lejos de lo que quedaba de una anti-gua carretera, no por ello la casa me impresionó menos favo-rablemente desde el momento mismo en que la divisé. Loscimientos que se conservan íntegros y en buen estado no sequedan mirando; con tan taimada y pertinaz expresión a losviajeros que aciertan a pasar delante suyo, y en mis investi-gaciones genealógicas había encontrado leyendas con un siglode antigüedad que me predisponían de entrada contra lugares

como aquél. Pero la fuerza de los elementos era tal que tuveque dejar a un lado mis escrúpulos, y no dudé ni un instanteen dirigir mi bicicleta hacia la pendiente cubierta de malezahasta llegar a la cerrada puerta que, de pronto, me parecíatan sugestiva y encubridora.

En seguida pensé que se trataba de una casa abandona-da, pero a medida que me acercaba a ella perdía terreno misuposición, pues aunque los senderos rebosaban de maleza,parecían conservar sus rasgos demasiado bien como parahacer pensar en un total abandono. Así que en lugar de inten-tar abrir sin más llamé a la puerta, al tiempo que se apodera-ba de mí una ansiedad que resultaría difícil de explicar.Mientras aguardaba en la roca accidentada y cubierta demusgo que hacía las veces de escalón de entrada, eché unamirada a las ventanas y bastidores del montante que habíaencima de mí, y noté que aunque viejos, chirriantes y casiopacos por la arena que los cubría, no estaban rotos. El edifi-cio, pues, debía estar habitado, a pesar del aislamiento y delestado general de abandono en que se encontraba. Con todo,mis golpes no evocaron la menor respuesta, así que tras repe-tir la llamada traté de abrir el herrumbroso picaporte y com-probé que la puerta estaba desatrancada. En el interior habíaun pequeño vestíbulo de cuyas paredes estaba cayendo elyeso. A través de la puerta se filtraba un olor ligero pero par-ticularmente insoportable. Entré, sin soltar la bicicleta, y cerréla puerta tras de mí. Al frente mío había una estrecha escale-ra, flanqueada por una pequeña puerta que seguramentedebía conducir al sótano, mientras que a la izquierda y a laderecha se veían sendas puertas cerradas que llevaban aotras tantas habitaciones de la planta baja.

Tras apoyar mi bicicleta contra la pared, abrí la puertasituada a la izquierda y me adentré en una pequeña cámarade techo bajo en la que apenas entraba luz a través de susdos polvorientas ventanas y estaba amueblada con la mayordesnudez y primitivismo imaginables. Daba la impresión detratarse de una sala de estar, pues había una mesa, variassillas y una inmensa chimenea sobre cuya repisa hacia tic-tac

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un antiguo reloj. Apenas había unos cuantos libros y papeles,y en la oscuridad reinante difícilmente podía distinguir los títu-los. Lo que más me interesaba de aquel lugar era el aire arcai-zante perceptible en cualquier detalle, por mínimo que fuese.En la mayoría de las casas de la comarca había encontradoabundantes reliquias del pasado, pero en ésta la antigüedadera sorprendente y total: en toda la habitación no conseguílocalizar un solo artículo de fecha indudablemente post-revo-lucionaria [9]. Si el mobiliario no hubiese sido tan humilde,aquel lugar habría constituido el paraíso de un coleccionista.

Mi aversión, suscitada en un principio por el desoladoexterior de la casa, fue en aumento a medida que recorría conla mirada tan singular vivienda. No sabría decir qué era exac-tamente lo que me inspiraba temor o detestaba de aquellacasa, pero había algo en aquella atmósfera que me recordabauna fragancia de épocas licenciosas, de ignominiosa brutali-dad y de secretos que era mejor relegar al olvido. No teníaganas de sentarme, así que me puse a dar vueltas y a exami-nar de cerca los objetos que había advertido al entrar. El pri-mer objeto que atrajo mi curiosidad fue un libro de tamañomedio que había sobre la mesa y presentaba tan antediluvia-no aspecto que me sorprendí de verlo fuera de un museo obiblioteca. Estaba encuadernado en cuero con guarniciones demetal, y se encontraba en excelente estado de conservación.No resultaba nada corriente encontrar semejante volumen entan humilde vivienda. Mi sorpresa aún fue mayor cuando loabrí por la primera página, pues resultó ser nada menos quela descripción de Pigafetta de la región del Congo [10], escri-ta en latín a partir de las observaciones recogidas por el mari-nero Lope e impresa en Frankfurt en 1598. Había oído hablaren repetidas ocasiones de aquella obra, con sus curiosas ilus-traciones obra de los hermanos de Bry [11], y por unosmomentos me olvidé, mientras hojeaba las páginas, delmalestar que sentía. Los grabados eran sumamente intere-santes; inspirados en la imaginación y sin preocuparse porrespetar la exactitud de las descripciones, en ellos se repre-sentaba a los negros con piel blanca y rasgos caucásicos.

Habría estado hojeando el libro durante un buen rato deno ser por una circunstancia absolutamente trivial que irritómis exasperados nervios y reavivó la sensación de desasosie-go que me invadía. Lo que me fastidiaba era simplementeque, quisiera o no, el volumen se abría siempre por la LáminaXII, que representaba con estremecedor detalle una carnece-ría en las caníbales Anziques [12]. Experimenté cierta ver-güenza ante mi susceptibilidad por tan mínimo detalle, pero locierto es que no me agradaba nada ver aquel grabado, sobretodo en relación con ciertos pasajes adyacentes descriptivosde la gastronomía aziqueña.

Me volví hacia un estante y me detuve a examinar suescaso contenido literario - una Biblia del siglo XVIII, unPilgrim's Progress [13] de la misma época, ilustrado con gro-tescos grabados sobre madera e impreso por el autor dealmanaques Isaiah Thomas [14], el detestable «MagnaliaChristi Americana» de Cotton Mather [15]y unos cuantoslibros más indudablemente del mismo período -, cuando derepente mi atención se vio atraída por el inconfundible sonidode unos pasos en la habitación de encima. Sorprendido y per-plejo al principio, sobre todo tras la falta de respuesta a misgolpes en la puerta, no tardé en concluir que quienquiera quefuese quien andaba por allí acababa de despertarse de un pro-fundo sueño, y menos sorpresa me causó oír pasos que des-cendían por la chirriante escalera. Las pisadas eran fuertes,pero parecían encerrar una singular nota de precaución, unanota que aún me gustó menos si cabe precisamente porquelos pasos eran pesados. Al entrar en la habitación había cerra-do la puerta detrás de mí. Al cabo de un rato, tras unos ins-tantes de silencio en que el caminante debió de pararse a exa-minar la bicicleta que había dejado en el vestíbulo, oí un des-mañado forcejeo en el picaporte y luego vi cómo se abría laartesonada puerta.

En medio de la puerta había una persona de tan singularapariencia que si no proferí un grito se debió, sin duda, a loque de buena crianza me quedaba. Anciano, con la barbacanosa y con unos andrajos por toda ropa, mi anfitrión tenía

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un semblante y un físico que inspiraban admiración y a la vezrespeto. No tendría menos de un metro noventa de estatura,y a pesar de su aspecto general de persona entrada en añosy viviendo en la más absoluta miseria, era de complexiónfuerte y vigorosa. Su cara, casi oculta por una larga y pobla-da barba que le cubría por completo las mejillas, tenía una tezextraordinariamente sonrosada y menos arrugada de lo quecabría esperar, mientras que por encima de una ancha frentele caían unas greñas de pelo canoso que escaseaba debido alpaso de los años. Sus azules ojos, aunque un poco inyectadosen sangre, parecían inexplicablemente vivos y lanzaban mira-das abrasadoras. Si no hubiese sido por su estrafalaria apa-riencia, aquel hombre tendría un porte tan distinguido comoimponente era su contextura. Ese aspecto desgreñado, noobstante, era lo que le hacía repulsivo a pesar de su físico yexpresión. No sabría exactamente decir en qué consistía suvestimenta, pues me daba la impresión de que no era sino unmont6n de harapos sobre un par de gruesas botas de caña.La absoluta falta de limpieza que evidenciaba sobrepasabatoda posible descripción.

La apariencia de aquel hombre y el miedo instintivo queinspiraba suscitaron en mí un sentimiento como de hostilidad,hasta el punto de casi estremecerme ante la sorpresa y sen-sación de siniestra incongruencia que me produjo al indicar-me con la mano que tomara asiento y dirigirse a mi en unadébil y modulada voz de lisonjero tono respetuoso y hospita-lario. Su lenguaje era muy extraño: una variante extrema deldialecto yanqui que creía extinguida desde hacía tiempo, ytuve ocasión de estudiarla atentamente mientras sosteníamosuna conversación sentados frente a frente.

- Sorprendiole la lluvia ¿no? [16] - me dijo a modo desaludo -. Por fortuna hallábase cerca de la casa y orientosepara llegar hasta aquí. Presúmome que estaba dormido, puesde lo contrario habríale oído... que ya no soy joven, y necesi-to dormir largas horas todos los días. ¿Viaja lejos? No transi-ta mucha gente por este camino desde que suprimieron la dili-gencia de Arkham.

Le dije que me dirigía a Arkham y le presenté mis excu-sas por haber entrado tan bruscamente en su vivienda, trasde lo cual el anciano volvió a tomar la palabra.

- Alégrame verle, caballero... apenas se ven caras nuevaspor aquí y no tengo mucho con que solazarme estos días.Presumo que es de Boston [17], ¿no? Nunca he estado allí,pero puedo distinguir a un hombre de ciudad con sólo verle...tuvimos un maestro para todo el distrito allá por el 84, perohubo de irse un buen día y nadie ha vuelto a oír hablar de éldesde entonces... - Al llegar a este punto el anciano emitióuna especie de risa sofocada, y no me dio explicación algunaal inquirirle el motivo de la misma. Daba la impresión de estarde muy buen humor, pero tenía las rarezas propias de unhombre de tan desastrada apariencia. Durante algún tiemposiguió hablando sin parar como si encontrase una febril com-placencia en ello, hasta que me dio por preguntarle cómohabía llegado a sus manos un libro tan raro como el RegnumCongo de Pigafetta. No me había repuesto de la sorpresa queme produjo ver allí aquel libro y me mostraba un tantorenuente a hablar de él, pero la curiosidad se impuso sobretodos los difusos temores que habían ido apoderándose de mídesde la primera mirada que lancé a aquella casa. Para aliviomío, la pregunta no resultó embarazosa pues mi anciano anfi-trión respondió de modo espontáneo y con harta facundia.

- ¡Oh! ¿El libro africano? Cambiómelo el capitán EbenezerHolt [18] por algo mío allá por el año 68... antes que muriereen la guerra. - Algo había en el nombre de Ebenezer Holt queme hizo levantar la vista al instante. Había encontrado aquelnombre en mis trabajos genealógicos, pero no había logradoencontrar datos suyos desde los tiempos de la Revolución. Mepregunté sí aquel hombre podría ayudarme en la tarea en queestaba embarcado, pero decidí aplazar mi pregunta para másadelante. Entre tanto, el anciano prosiguió su relato.

- Navegó Ebenezer por espacio de muchos años en unmercante de Salem, y no había puerto por el que pasare en elque no se encaprichara de alguna peregrina rareza. Creo que

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esto lo adquirió en Londres... Gustábale comprar cosas en lastiendas. Una vez fui a su casa, en las montañas, a vendercaballos, y vi este libro. Gustáronme los grabados y lo inter-cambiamos. Es un libro muy raro... Veamos, he de ponermelos lentes... - El anciano escarbó entre sus harapos, y extrajoun par de gafas sucias e increíblemente antiguas con peque-ñas lentes octogonales y patillas de acero. Una vez puestas,cogió el volumen que había sobre la mesa y pasó las páginascon sumo cuidado.

- Ebenezer sabía leer algo del libro (está en latín,¿sabe?), pero yo no puedo. Leyéronme partes dos o tresmaestros, y también el reverendo Clark, del que se rumoreamurió ahogado en la laguna... ¿acaso entiende usted algo delo que dice? - Le que sí, y para demostrárselo le traduje unfragmento del principio. Si cometí errores, el anciano no eraningún docto latinista para corregirme; además, parecía pue-rilmente encantado de mi versión inglesa. Su proximidad seiba haciendo cada vez más insoportable, pero no veía la formade desembarazarme de él sin ofenderle. Me causaba regocijoel pueril entusiasmo de aquel ignorante anciano por los gra-bados de un libro que no podía leer, y me preguntaba si podríasiquiera leer los escasos libros en inglés que adornaban lahabitación. Esa misma impresión de sencillez eliminó una granparte de la difusa aprensión que hasta entonces había expe-rimentado, y sonreí mientras mi anfitrión proseguía hablando.

- Extraño cómo los grabados pueden hacerle a uno pen-sar. Tomemos, por ejemplo, éste que hay aquí al comienzo.¿Viéronse alguna vez árboles como éstos, con tan grandeshojas colgando de las ramas? Y estos hombres... no puedenser negros... ¡Pardiez! Más bien parecen indios, aun cuandoestén en África. Algunas de estas criaturas que se ven aquímiran cuál si monos fueren, o medio monos medio hombres,pero jamás he oído que hubiere nada parecido a esto. - Yseñaló con el dedo una fabulosa criatura obra del artista, quepodría describirse como una especie de dragón con la cabezade un lagarto.

- Pero ahora le mostraré el mejor de todos... veamos,aquí... hacia la mitad... - El habla del anciano se volvió algomás pastosa y sus ojos cobraron un brillo más resplandecien-te, en tanto que sus desmayadas manos, aunque parecíancada vez más torpes, desempeñaban a la perfección sumisión. El libro se abrió, en parte por decisión propia y enparte por ser consultada con frecuencia aquella página, por larepelente lámina XII en la que se veía una carnecería en unpoblado caníbal de Anzique. La sensación de desasosiego vol-vió a apoderarse de mí, aunque mi rostro no la reflejó paranada. Lo realmente extraño de aquel grabado era que el artis-ta había pintado a sus africanos como si de hombres blancosse tratase; los cuartos y piernas que colgaban de las paredesdel establecimiento constituían un horrible espectáculo, y elcarnicero con su hacha resultaba terriblemente incongruente.Pero a aquel anciano parecía gustarle tanto el grabado comoa mí me horrorizaba.

- ¿Qué le parece? A que nunca ha visto por esos mundosnada semejante, ¡eh! Apenas vilo dije a Eb Holt que le encen-día a uno y le calentaba la sangre. Cuando leo en lasEscrituras sobre matanzas - cómo murieron los medianitas[19], por ejemplo -, viénenseme a la cabeza ideas así, perono tengo ningún grabado que mostrarle. Aquí uno puede vertodo lo que se precisa. Supongo que es pecado, pero ¿acasono nacemos y vivimos todos en pecado? Cada vez que miro aese hombre cortado en pedazos un hormigueo recórreme elcuerpo... no puedo quitar los ojos de encima suyo... ¿ve cómoel carnicero cortó los pies de un hachazo? Sobre el banco estála cabeza, y al lado suyo se ve un brazo; el otro está del ladoopuesto del tajo.

Mientras el anciano seguía mascullando en su lenguapresa de un horrendo éxtasis, la expresión de su velluda caracon las lentes encima adquirió caracteres indescriptibles, suvoz fue desvaneciéndose en lugar de subir de tono. Apenaspuedo describir mis propias sensaciones. Todo el terror quedifusamente había experimentado hasta entonces se apoderóde repente de mí, haciéndome detestar con todas mis fuerzas

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a aquella anciana y abominable criatura que tenía junto a mí.Su locura, o cuando menos su parcial perversión, parecía deltodo punto incuestionable. Su voz se había ido apagandohasta casi no pasar de un susurro, y su tono ronco - más terri-ble que cualquier chillido - me hacía temblar de estremeci-miento al oírla.

- Como decía, es curioso cómo los grabados le hacencavilar a uno. ¿Sabe, joven? Refiérome a éste que tenemosdelante. Cuando Eb me dio el libro solía mirarlo muy a menu-do, sobre todo después de oír al reverendo Clark despotricarlos domingos tocado con su gran peluca [20]. Espero que nose asuste, joven, de lo que voy a decirle, pero una vez ocu-rrióseme una diablura: antes de sacrificar las ovejas para ven-derlas en el mercado miraba el grabado... matar ovejas eramucho más agradable después de mirarlo... - La voz delanciano bajó muchísimo de tono en adelante; a veces era tandébil que apenas podía oír sus palabras. Hasta mí llegaba elruido de la lluvia y el batir de los empañados marcos de laventana, y de repente perciba el estruendo de un trueno cer-cano, algo muy raro para aquella época del año. Un impresio-nante resplandor seguido de un fenomenal estruendo hizoestremecer hasta los cimientos de la endeble casa, pero elanciano, que no cesaba de susurrar, pareció no advertir nada.

- Matar ovejas era mucho más agradable... pero, ustedya sabe, no era tan agradable. En verdad, es extraño cómollega uno a prenderse de un grabado... Por lo más sagrado,joven, no se lo diga a nadie, pero júrole por Dios que el gra-bado empezaba a despertarme hambre de alimentos que nopodía cultivar ni comprar... pero no se me altere, ¿le pasaalgo?... a fin de cuentas no hice nada, preguntábame senci-llamente qué habría sucedido de haberlo hecho... Dícese quela carne es buena para el cuerpo humano y que infunde a unonueva vida, así que pregunteme si el hombre no viviríamuchos más años si comiese una carne más igual a la suya...- Pero aquí el susurro del anciano se apagó del todo. La inte-rrupción no fue debida al espanto en que me hallaba sumido,ni a la cada vez más fuerte tormenta, en medio de cuyo desa-

tado furor abrí de repente los ojos para verme ante unahumeante soledad de ennegrecidas ruinas. La causa de todoello fue un suceso harto simple aunque nada corriente.

Ante nosotros se encontraba el libro abierto, con grabadomirando repulsivamente hacia arriba. Al musitar el anciano laspalabras «más igual a la suya» se oyó un golpecito como deun chapoteo, y algo se dejó ver en el papel amarillento deaquel tomo abierto del revés. En un principio pensé si seríaalguna gota de lluvia procedente de una grieta en el tejado,pero la lluvia no es roja. En la carnecería de los caníbales deAnzique relucía pintorescamente una pequeña salpicadura decolor rojo, añadiendo intensidad al ya de por sí espantoso gra-bado. Al verlo, el anciano dejó de susurrar, incluso antes deque mi horrorizada expresión le forzase a hacerlo; al instan-te, echó una mirada al piso de la habitación de donde habíasalido una hora antes. Seguí la trayectoria de su mirada y vijusto encima de nosotros, en la escayola suelta del antiguotecho, una gran mancha irregular, como de carmesí húmedo,que daba incluso la impresión de agrandarse cuanto más semiraba. No grité ni me moví un ápice de donde estaba, sim-plemente cerré los ojos. Un momento después descargó elmás titánico rayo que imaginarse cabe, haciendo saltar por losaires aquella maldita casa de indescifrables secretos y rele-gando todo al olvido, con lo que mi mente se salvó.

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NOTAS

(de S. T. Joshi, traducidas por Henry Armitage)

[1] catacumbas de Ptolomeo: Cementerios de los primeroscristianos, localizados en cualquiera de las ciudades deOriente Medio o el Norte de África, llamadas así enhonor del linaje de los reyes del Antiguo Egipto, desdePtolomeo I (murió en el 284 antes de Cristo) a PtolomeoXIV (47-30 a.C)

[2] castillos del Rhin: Este río con sus paisajes espectacula-res y su trasfondo de leyendas antiguas era el escenariohabitual en las primeras novelas góticas.

[3] siniestros monolitos que se erigen en despobladas islas:posiblemente se refiera a las misteriosas caras labradasen piedra volcánica, que se encuentran en la Isla dePascua, situada en el Pacífico Sur y que pertenecen aChile.

[4] el verdadero epicúreo de lo terrible: Un epicúreo es unapersona que aprecia las cosa más sutiles y elegantes dela vida. La palabra procede de Epicuro (341-270 a.C.)filósofo griego que creía que el placer es el fin de todamoralidad y que el placer real se conseguía llevando unavida de prudencia, honor y justicia. Una importantecolección de ensayos sobre H.P. Lovecraft ha tomadoesta frase como título, "Un Epicúreo de lo Terrible"

[5] las ventanas de pequeña hoja: Las casas de la Américacolonial estaban típicamente construidas con ventanasdivididas en múltiples secciones, porque el cristal eramuy caro; así, cuando se rompían podían ser reempla-zadas de manera cómoda y más barata que reponer uncristal en una hoja completa.

[6] Puritanos: Fueron unos de los primeros asentamientosprocedentes de Europa, llegaron a Plymouth en 1620.Eran muy estrictos en la religión, pues creían que el ser

humano era pecador por naturaleza y debían conseguirla virtud a través del trabajo duro. En la imaginaciónpopular su actitud severa y recia estaba estereotipada.Quizás el autor norteamericano más distinguido que daa los puritanos un tratamiento en la ficción literaria esNathaniel Haethorne (1804-1864) y que influyó decidi-damente en Lovecraft.

[7] la comarca del valle de Miskatonic: La primera mencióndel río Miskatonic, según el canon lovecraftiano de suslocalizaciones ficticias.

[8] Arkham: Esta ciudad tan emblemática en la obra deLovecraft se cita aquí por primera vez. Más tarde sellegó a identificar con la población de Salem enMassachussets. Es posible que en este relato Lovecraftno tuviese tan clara esta identificación. Tanto Miskatoniccomo Arkham parecen derivar de partes de diferentesmuestras topográficas características de NuevaInglaterra.

Arkham - Nombre de ciudad inventado por Lovecraft yque aparece en El grabado de la casa, Herbert West:reanimador, El horror de Dunwich y Los sueños en lacasa de la bruja. Arkham está situada junto al ríoMiskatonic, en el Condado de Essex, Massachussets.Fundada a finales del siglo XVII por librepensadores queconsideraban demasiado estrictas las comunidades reli-giosas de la zona. Se vio afectada por los sucesos ocu-rridos en Salem y una de las brujas locales más conoci-das fue Keziah Mason (Los sueños en la casa de labruja). En el siglo XVIII se convirtió en un prósperopuerto de mar, pero el comercio fue decayendo poco apoco. En 1861 el Instituto de Artes Liberarles deMiskatonic pasó a ser la Universidad Miskatonic, quedesde entonces se convirtió en la seña de identidad másfamosa de la ciudad y la comarca. (Ver Especial "LoInnombrable" en "La Estela de Luveh-Kerapt")

[9] El autor se refiere a la fecha del levantamiento de los

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colonos americanos contra la metrópoli inglesa que cul-minaría con la independencia (1774-76). (N. del.T.)

[10] descripción de Pigafetta de la región del Congo: Es unlibro real escrito por Filippo Pigafetta (1533-1604), pri-mero en italiano en 1591, luego en inglés y en alemánen 1597 y finalmente en latín en 1598. Su título en latínes el que utiliza Lovecraft y hay que decir que él conoceeste libro - "Regnum Congo" - a través del ensayo deThomas Henry Huxley "On the History of the Man-LikeApes". (Ver los artículo de Joseph Curwen y Dogon eneste mismo Especial de "La Estela de Luveh-Kerapt")

[11] Los hermanos Bry, Johann Theodor (1561-1623) yJohann Israel De Bry (1510-1611) ilustraron muchoslibros de los siglos XVI y XVII. Lovecraft no vio las lámi-nas en el libro de Pigafetta, sino alguna reproducciónparcial y poco exacta en el ensayo de Huxley.

[12] Anziques: Nativos del Reino de Anziku, estado africanohistórico cerca del río Congo.

[13] Pilgrim's Progress: Alegoría cristiana del inglés JohnBunyan (1628-88). En su momento fue el libro que solíaestar en los hogares de mucha gente, uno de los máspopulares después de la Biblia.

[14] Isaiah Thomas (1749-1831): Impresor y periodista radi-cal y anti-británico, fundador del "Massachussets Spy".

[15] «Magnalia Christi Americana» de Cotton Mather: CottonMather (1663 -1728) fue un pastor protestante puritanode gran influencia social y política. Prolífero autor que

escribió gran cantidad de panfletos. Muy recordado porsu implacable persecución de las brujas. MagnaliaChristi Americana es un libro escrito en 1702 por CottonMather. Este título en latín suele traducirse por LaHistoria Eclesiástica de Nueva Inglaterra. (Nota en elEspecial "Lo Innombrable")

[16] - Sorprendiole la lluvia ¿no? [...] hallábase cerca de lacasa y orientose [...] Presúmome que estaba dormido[...] habríale oído... Éstas y las demás formas verbalesque aparecen en la traducción de Aurelio MartínezBenito es un intento de imitar el discurso anticuado ydieciochesco del personaje.

[17] Boston. Esta referencia nos hace pensar que Arkhamestá situada cerca de Boston, la ciudad colonial másgrande de Massachussets.

[18] Ebenezer Holt: ¡Que sirva esta referencia de Lovecraft anuestro insigne Editor, que adoptó el seudónimo de estepersonaje (N. del T.)

[19] Midianitas: Pueblo nómada enemigo de los israelitas. Elpasaje al que se refiere es "Jueces, 7:25"

[20] gran peluca: que era parte del atuendo en las clasessuperiores durante el siglo XVIII, que acabó por decaertras la Revolución Francesa (1789), cuando los noblesperdieron sus cabezas (junto con sus pelucas) en la gui-llotina. A Lovecraft se le solía representar como un hom-bre del siglo XVIII, como lo popularizó Virgil Finlay en suilustración para la portada de "Amateur Correspondent"(1937)

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Un hombre viajando a través de una región que no esfamiliar para él llega a una casa habitada por un viejo excén-trico vestido a la antigua, cuya obsesión le ha conducido atomar las vidas de sus visitantes. Cualquiera que crea queesto describe el relato breve de Lovecraft, "El grabado en lacasa", escrito en diciembre de 1920, publicado poco despuésen la prensa amateur y publicado profesionalmente primeroen el número de enero de 1924 de Weird Tales, está en locorrecto. Igualmente acertado está cualquiera que crea queesto describe el cuento de Walter De La Mare, "El señorKempe" (Mr. Kempe), que primeramente apareció en losnúmeros de noviembre de 1925 del London Mercury y elHarper's Magazine. Aunque Lovecraft alaba a "El señorKempe" en su ensayo Supernatural Horror in Literature, esclaro que el cuento de De La Mare no pudo influenciar aLovecraft, tanto como es dudoso de que Lovecrft le hayainfluído a De La Mare. Y, sin embargo, hay sorprendentesparalelos, así como muy sorprendentes parecidos entreambos trabajos.

El protagonista de Lovecraft, "a la búsqueda de ciertosdatos genealógicos", termina "en un viejo edificio derruido" alintentar tomar un atajo por una ruta abandonada. El inclemen-te tiempo le obliga a buscar un no deseado refugio en la cons-trucción. El maestro de De La Mare malinterpreta un mapadurante un paseo a pie y encuentra la casa del señor Kempe

mientras trata de corregir su ruta. Aún cuando la mujer que leda unas direcciones apunta que no todo parecería estar biencon el señor Kempe, actuando "casi como si creyera que elseñor Kempe ha encontrado un método propio de zafar delembate de la Mortalidad", el maestro decide hacer un cortoviaje para visitar la "vieja y antigua construcción" antes de

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LAS PINTURAS EN LA CASADEL SEÑOR KEMPE

Comentario sobre H. P. Lovecraft y Walter De La Mare

por JIM ROCKHILL *

Traducción deDogonJorge R. Ogdón

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seguir su camino. Esto prueba ir más lejos de lo que suponía,y, en un punto, se da cuenta que no tiene elección sino seguirhasta llegar a ella, a menos que corra el riesgo de caer y moriral intentar regresar o ser despedazado al resbalar por la faldade la colina. Pronto se da cuenta de que teme a más que a losdaños físicos sugeridos por los elementos:

"Lo que me aterrorizaba más allá de las palabras eraalguna positiva presencia aquí, que estaba en una condiciónmás desesperada que la mía. Estaba deprimido".

Después de desembarazarse del peligro físico, este sen-timiento se vuelve más agudo:

"… la extraña sensación persistía de que, aunque asalvo, no estaba seguro. Era como si todavía estuviera enfren-tando algún peligro de la mente… (como si) desde algúnpunto de esta vaciedad alrededor mío una firme y devorado-ra mirada estuviera fija sobre mí - como si fuera vigilado".

El protagonista de Lovecraft también se siente vigilado,aunque tenga el dudoso privilegio de conocer a su vigilante:

"Honestamente, los cimientos que se conservan íntegrosy en buen estado no se quedan mirando con tan taimada ypertinaz expresión a los viajeros que aciertan a pasar delantesuyo …"

En tanto no puede alardear de tener una bien anteriorfecha en el siglo IX, como lo hace el santuario del señorKempe, esta estructura yanki está llena de antigüedades,todas las cuales anteceden a la revolución de 1776. Ambasconstrucciones enseñan obvios signos de deterioro. La estruc-tura yanki huele a muerte, pero es el edificio del señor Kempeel que posee su propio cementerio. Símbolos cristianos en yalrededor de ambas construcciones están abandonados o sonde dudosa eficacia, del grotescamente ilustrado Pilgrim'sProgress, La Biblia del siglo XVIII y "el detestable MagnaliaChristi Americana de Cotton Mather" en la vivienda yanki,hasta "la grotesca cruz, con uno de sus brazos rotos" al estede la del señor Kempe. Ambas estructuras y sus alrededores

tienen, como escribió De La Mare, su "aspecto siniestro. No esun lugar seguro cuando las lentas horas oscuras del día apa-recen". Para Lovecraft, "A veces uno piensa que lo más pru-dente sería demoler estas casas, pues dan la impresión desoñar con harta frecuencia".

Los habitantes de ambas casas están motivados por elhambre. El yanki describe cómo su satisfacción en matar ove-jas se incrementó después de ver la descripción de la carnice-ría caníbal en el Regnum Congo de Pigafetta, y luego se vuel-ve totalmente explícito sobre su deseo de tener "vituallas queno puedo criar ni comprar". El señor Kempe parece ni comerni beber. Cuando se le pide un vaso de agua, se queda pen-sando en una pausa, como si el pedido no tuviera sentido paraél. Sin embargo, el narrador "nunca ha visto a un ser huma-no que estuviera tan desesperado de hambre. Pero, ¿por qué?Era inposible decirlo".Carece de la honesta "fisicalidad" delyanki, y su primera aparición apresura una comparación conel fantasma de Baquo en Macbeth, pero, tal como lo demues-tran él y el maestro al revisar las fotografías, está presentef´sicamente. Son sus obsesiones, su necesidad de "pruebas yevidencias", las que son puramente espirituales. Ésa es suqueja al maestro:

"No debe pensar en dejar la casa esta noche. Necesitocompañía, la necesito"

es una tan aterradora expresión de hambre como la del yanki.

Lovecraft escribe que los antepasados del yanki estaban"atrapados por una sombría y fanática creencia", pero siambos hombres pueden ser mórbidamente fanáticos en susfines, el rudamente barbado y glotón yanki no muestra rasgosde melancolía. Él es "gordo", "poderoso" y exhibe "un abun-dante buen humor". Reflexionando acerca de su comporta-miento eufórico y sus hábitos alimenticios, uno hasta podríallamarlo "sanguíneo". Es el demacrado, ascético y rústicamen-te enfundado en botas señor Kempe el que muestra "estaterriblemente perruna desesperación". Flotando sobre lamuerte de su esposa, fotografiando su cadáver para prueba

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del alma, deseando encontrar mayores evidencias de cual-quier parte que se le presente y llorando agriamente ante elescape del maestro.

El maestro de De La Mare puede llamarse afortunado dehaber caído en las manos del señor Kempe y no del yanki, por-que el último tiene un decidido apetito por los de su profesión.Su escape al forzar una ventana podrida y caer en un montónde vegetación también es menos traumático, si bien menosdigno, que el del genealogista de Lovecraft. El último, empe-zando a darse cuenta de las intenciones canibalísticas de suanfitrión, de pronto ve "en la escayola suelta del antiguo techo,una gran mancha irregular, como de carmesí húmedo, quedaba incluso la impresión de agrandarse cuanto más la mira-ba". Más bien que "el gran borrón" que tiene lugar "al apare-cer el gran as de corazones" que anuncia el escape de Tess delos D'Urbervilles, nuestro héroe, la casa y el Pigafetófilo sonigualmente mandados al olvido por un "titánico rayo". Unodebe asumir, leyendo el relato de lo que le aconteció, que elolvido del narrador fue de una más breve duración que el desu anfritión y que el último no guarda más sueños.

El climax en ambos relatos depende de las reaccionesante las pinturas. Lo dicho por el yanki de Lovecraft: "Comodecía, es curioso cómo los grabados le hacen cavilar a uno",puede ser replicado, si bien más elegantemente, por el gene-alogista, el señor Kempe y el maestro. El yanki de Lovecraftencuentra fascinantes a todas las ilustraciones del RegnumCongo, pero elige para emular a la carnicería caníbal repre-sentada en la lámina XII, prolongando así su vida antinatural-mente. El genealogista se equivoca al no atrapar la conclusiónde que su anfitrión ha pasado de la teoría a la práctica hastael último momento posible. Sin recurrir a un providencial rayodel cielo, la revelación de las actividades del señor Kempe lellega al maestro no a través de las implicancias completas deuna pintura, sino a través de la vista de otro juego de fotosdesconocidas para él:

"Retrocedí alelado - sus detalles fijos en mi mente comocapturados por un flash de luz".

Ya que los objetos de estas fotos están, a lo mejor, mori-bundos, y como ninguno de los que oyen el relato parecierallamarse Eliot, el maestro no está en posición de decir si esque esas imágenes no son "una foto de la vida (real)".

REFERENCIAS

Walter De La Mare, Short Stories 1895-1926 (Giles DeLa Mare, 1996), pp. 215-246.

Thomas Hardy, Tess of the Urbervilles (1891, SignetClassics, 1964), p. 403.

H. P. Lovecraft, The Dunwich Horror and Others (ArkhamHouse, 1963. Edición corregida, 1984), pp. 116- 124.

Nota Bene: Para los extractos del cuento de H. P.Lovecraft se ha utilizado la versión en español H. P. Lovecraft,En la cripta; Biblioteca de Fantasía y Terror BT 8.151 (Madrid:Alianza Editorial, 3ª reimpresión, 2001), pp. 109-21.

(*) Tomado de: The Weird Review On-Line. (c) 2001, Jim Rockhill. (URL: http/www.violetbooks.com/REVIEWS/listed.html).

(**) Traducido por: (c) 2007, Jorge R. Ogdon (a) Dogon.Queda hecho el depósito que marca la Ley 11.723 deRegistro de la Propiedad Intelectual de la RepúblicaArgentina. Derechos Reservados. Es propiedad. Especialpara la Nueva Logia del Tentáculo, Valencia (España).

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Fue en 1935 cuando Howard P. Lovecraft viajó por pri-

mera vez más allá del Mississipi y hacia el oeste. Él llevabaun ominoso artefacto, que portaba los signos del gran y pode-roso Cthulhu. En Texas visitó el hogar de su amigo y colegaRobert E. Howard y juntos fueron a consultar a Clark AshtonSmith, otro prominente miembro del Círculo de Lovecraft paraarrojar luz sobre la naturaleza del artefacto.

Desgraciadamente, este peculiar viaje sucedió sólo en laficción (1). El Lovecraft real nunca fue más allá del oeste deNueva Orleans, que visitó en junio de 1932. Esta sería lamayor distancia que él haya puesto nunca entre él mismo y elpequeño círculo alrededor de su ciudad natal Providence, enla cual pasó la mayor parte de su vida. La vida de Lovecraftse desarrolló casi exclusivamente en Nueva Inglaterra y lomismo ocurre en su obra de ficción. Otros escritores nortea-mericanos de los años 20 y 30 llevarían habitualmente suspersonajes a Europa o los situarían en las calles en las metró-polis americanas (2) - Lovecraft, por el contrario, redescubreel lado oscuro de la Nueva Inglaterra más profunda y allí ins-tala la nueva frontera de la civilización en la que localiza sushistorias de mayor envergadura.

En la época en que Lovecraft fue más productivo, oficial-mente la frontera más o menos ya se había cerrado. Durantesiglos ésta había sido el lugar más importante en la historiade los Estados Unidos. Al moverse adentrándose al oeste del

continente, cada generación de colonos extendería el concep-to de frontera, llevando su noción de civilización aún más pro-fundo hacia nuevas fronteras. En 1893, el historiador nortea-mericano Frederick Jackson Turner (3), en respuesta a uninforme sobre el censo, señalaba que esto suponía "el final deun gran movimiento migratorio histórico". El continente fueexplorado hasta sus confines, la frontera había desaparecido:A partir de este momento, si la civilización americana hubierahecho algún progreso serio, tendría que haber sido al otrolado del océano.

No fue así para Lovecraft. Por supuesto que él era cons-ciente de las implicaciones problemáticas del progreso tecno-lógico y ocasionalmente se enfrentaba al terror en su prosa,

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porDaniel J. Gall(Hug the Shoggoth)De la Universidad de Bamberg (Alemania)http://hugtheshoggoth.wordpress.com/

el Redescubrimientode la frontera

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por ejemplo cuando situaba la labor del científico demoníacoHerbert West en los sangrientos campos de batalla de la IGuerra Mundial. Con frecuencia, sin embargo, él situaba a suspersonajes en áreas más tradicionales de la patria Americanapara descubrir allí los horrores que todos los escritores de his-toria, que pecaban de demasiado optimistas, procurarían evi-tar. Dicho con pocas palabras, él reinventó el territorio fronte-rizo de Nueva Inglaterra, tal y como los puritanos lo habíanconocido y restableció una experiencia del suelo norteameri-cano como algo frágil y plagado de peligros, mientras que loscolonos puritanos, que practicaban la brujería, la magia yotras desviaciones diferentes de la cultura dominante, siem-pre parecían estar a la expectativa en mitad de la sociedadcolonial. Sólo unas décadas después de que el Arbella habíallegado con los colonos puritanos a Massachussets, en 1630,la sociedad colonial se encontraba en grave peligro y los colo-nos tenían que invertir su tiempo en el exilio donde surgíannuevos peligros. La herejía y la brujería tenían que ser expul-sadas de la comunidad, de esta manera y para no confundirel grupo de creyentes puritanos. Imbuido de todas estasideas, el famoso teólogo renegado Roger Williams abandonóMassachussets y llegó a la ciudad natal de Lovecraft,Providence. La brujería, por otro lado, había estado presenteen este entorno desde 1630 y la reacciones contra ella desem-bocaron en los conocidos Juicios de las Brujas de Salem(1692): Un ejercicio del poder colonial que mataría docenasde personas. La vida puritana en la frontera sería una expe-riencia comunitaria, encerrando a esas gentes en una moralrígida y en un código ético para asegurar la supervivencia dela comunidad.

Lovecraft reconoce los valores de esta frontera tradicio-nal en los párrafos iniciales de su historia de 1920, El graba-do de la casa (4), pero los convierte en elementos propios dela novela gótica y los transforma en un semillero de terror,desencadenando, como se dirá en la historia, en todo unexceso de canibalismo. Él retorna aquí a lugares góticos mástradicionales - como los Castillos del Rhin - y lanza al narra-

dor como un explorador a lo más profundo y apartado de losbosques. La frontera está muy cerca del corazón de la civili-zación - el narrador hace una excursión en bicicleta y nopuede estar más que a unas pocas docenas de millas de dis-tancia - pero de manera sistemática le impiden el paso lasvallas de madera obligándole a tomar "caminos remotos, tor-tuosos y problemáticos" (pág. 35, Lovecraft, Howard Phillips.The Call of Cthulhu and other Weird Stories. New York:Penguin, 1999. 34-42) o caminos poco transitados.

Llevaba viajando algún tiempo por la comarca del vallede Miskatonic en busca de ciertos datos genealógicos, y dadala remota, descarriada y problemática naturaleza de mi reco-rrido, había juzgado oportuno servirme de una bicicleta apesar de lo avanzado de la temporada.

Un sentido convencional del espacio y la geografía esalgo inútil allí en un lugar agreste, donde las cosas llevan laimpronta de la maldad, y no como "las honradas, saludablesestructuras que nunca contemplan a los viajeros tan malicio-samente y de manera tan obsesionante" (pag. 35). A pesar desus recelos contra el lugar, el narrador no puede resistir la fas-cinación del explorador por lo desconocido y dedica un exten-so párrafo a la descripción del insalubre edificio donde vive elcaníbal y donde ha tenido que refugiarse de la lluvia.

En cierto momento de mi periplo me encontré en uncamino aparentemente abandonado que había tomado cre-yéndolo el atajo más corto para llegar a Arkham, cuando mevi sorprendido por la tormenta en un punto alejado de todonúcleo habitado, y enfrentado a la situación de que no mequedaba otro refugio que aquel destartalado y desapacibleedificio de madera, cuyas empañadas ventanas parecían par-padear entre dos grandes olmos de hojas caídas que habíacasi al pie de una rocosa montaña. Aun cuando estaba untanto lejos de lo que quedaba de una antigua carretera, nopor ello la casa me impresionó menos favorablemente desdeel momento mismo en que la divisé. Los cimientos que se con-servan íntegros y en buen estado no se quedan mirando; con

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tan taimada y pertinaz expresión a los viajeros que aciertan apasar delante suyo, y en mis investigaciones genealógicashabía encontrado leyendas con un siglo de antigüedad que mepredisponían de entrada contra lugares como aquél. Pero lafuerza de los elementos era tal que tuve que dejar a un ladomis escrúpulos, y no dudé ni un instante en dirigir mi bicicle-ta hacia la pendiente cubierta de maleza hasta llegar a lacerrada puerta que, de pronto, me parecíatan sugestiva y encubridora.

En seguida pensé que se trataba deuna casa abandonada, pero a medida queme acercaba a ella perdía terreno mi supo-sición, pues aunque los senderos rebosa-ban de maleza, parecían conservar susrasgos demasiado bien como para hacerpensar en un total abandono. Así que enlugar de intentar abrir sin más llamé a lapuerta, al tiempo que se apoderaba de míuna ansiedad que resultaría difícil de expli-car. Mientras aguardaba en la roca acci-dentada y cubierta de musgo que hacía lasveces de escalón de entrada, eché unamirada a las ventanas y bastidores delmontante que había encima de mí, y notéque aunque viejos, chirriantes y casi opa-cos por la arena que los cubría, no estabanrotos. El edificio, pues, debía estar habita-do, a pesar del aislamiento y del estadogeneral de abandono en que se encontra-ba. Con todo, mis golpes no evocaron lamenor respuesta, así que tras repetir lallamada traté de abrir el herrumbrosopicaporte y comprobé que la puerta esta-ba desatrancada. En el interior había unpequeño vestíbulo de cuyas paredes esta-ba cayendo el yeso. A través de la puertase filtraba un olor ligero pero particular-

mente insoportable. Entré, sin soltar la bicicleta, y cerré lapuerta tras de mí. Al frente mío había una estrecha escalera,flanqueada por una pequeña puerta que seguramente debíaconducir al sótano, mientras que a la izquierda y a la derechase veían sendas puertas cerradas que llevaban a otras tantashabitaciones de la planta baja.

De repente majestuoso y desarrapado,un anciano es el noble salvaje que elnarrador-colonizador había estado buscan-do. Le parece interesante que se parezca alos nativos descritos en el ejemplar deRegnum Congo (El Reino del Congo) escri-to por Filippo Pigafetta que hay sobre lamesa. Ambos comparten un extraño colorblanco (el caníbal de Nueva Inglaterralleva una barba blanca que cubre la mayorparte de la cara y unos ojos azules inyec-tados en sangre) y, por supuesto, su cani-balismo.

Durante un breve momento, el caníbalacepta al narrador como un colonizador yle oye dar una traducción ad hoc del latínde Pigafetta, entonces empieza a crecer enuna posición de poder sobre el narrador.Apartándose de la palabra escrita y lasilustraciones del libro, el anciano explica sufascinación por el tema de la sangre y enespecial por la ominosa ilustración número12, un dibujo del artista belga Theodore deBry que muestra una escena explícita deuna batalla, así como también a un carni-cero caníbal en plena acción. La fascina-ción por la escena sangrienta obviamentetiene para el viejo caníbal un fuerte com-ponente sexual (5). Él parece jugar con unchocante éxtasis (pág. 41) y asume lanarración de una manera intrusista. El

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Mujer caníbal de Leonhard Kern, 1650

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ingenuo y pueril gozo del que el narrador se maravilla rápida-mente se convierte en una lascivia caníbal con la que el narra-dor no podía contar. A partir de este momento será un oyen-te silencioso para un viejo que es cada vez más explícito enlas confesiones sexualizadas de su canibalismo.

- ¿Qué le parece? A que nunca ha visto por esos mun-dos nada semejante, ¡eh! Apenas vilo dije a Eb Holt que leencendía a uno y le calentaba la sangre. Cuando leo en lasEscrituras sobre matanzas - cómo murieron los medianitas ,por ejemplo -, viénenseme a la cabeza ideas así, pero notengo ningún grabado que mostrarle. Aquí uno puede ver todolo que se precisa. Supongo que es pecado, pero ¿acaso nonacemos y vivimos todos en pecado? Cada vez que miro a esehombre cortado en pedazos un hormigueo recórreme el cuer-po... no puedo quitar los ojos de encima suyo... ¿ve cómo elcarnicero cortó los pies de un hachazo? Sobre el banco está lacabeza, y al lado suyo se ve un brazo; el otro está del ladoopuesto del tajo. (pág. 40)

La creencia de los puritanos en el pecado original com-

partido por cada ser humano todavía se hace eco en las pala-bras del anciano, pero él ya no busca redención de ese peca-do: las Escrituras (o la escritura, como Lovecraft menciona eneste pasaje en un falso acento yanqui) no le satisfará comotampoco les satisfizo a otros clásicos puritanos que él tiene,obviamente sin leer, en el estante de su biblioteca, ThePilgrim's Progress de John Bunyan 1678) y Magnalia ChristiAmericana de Cotton Mather (1702). Fuera en las profundida-des de los bosques, en la primera frontera los colonos purita-nos donde se encontraban originalmente, su proyecto de colo-nizar el suelo americano y convertirlo en un ejemplo moralpara el mundo entero fue un fracaso rotundo y es aquí dondese acabó convirtiendo en un sangriento ejercicio de sexualidadnecrofílica. Casi como respuesta a la moralidad réproba, laescena se resuelve, de modo sorprendente, no por ningunaintervención del narrador, sino por la intervención divina.Algún ejemplo - quizás el Dios cristiano frustrado con la per-versión de los ideales puritanos - finalmente ha sido suficien-te y destruye la casa con una "titánica tormenta de truenos yrayos" (pag. 42)

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Un momento después descargó el más titánico rayo queimaginarse cabe, haciendo saltar por los aires aquella maldi-ta casa de indescifrables secretos y relegando todo al olvido,con lo que mi mente se salvó.

No queda claro cómo y por qué el narrador pudo esca-par de la explosión. Él originariamente viajaba por una regiónen la frontera como genealogista, luego se convirtió en colo-nizador y se encontró fatigado en extremo por la tarea enco-mendada: El salvaje caníbal puritano prevalece y solamenteconsigue su extinción las fuerzas que vienen desde arriba. Alcontrario de la tradición norteamericana, la frontera en elmundo de Lovecraft es sin dudas la frontera final. Esto es cier-to en sentido geográfico. Sitios como Dunwich, Innsmouth, ola residencia del caníbal en The Picture in the House, seencuentran al final de todos los caminos, aislados de las infra-estructuras modernas, nunca aparecen en los mapas, nisiquiera en las señales de las calles: Están apenas fuera de lavida de la ciudad, el terreno se convierte más inaccesiblecomo habría sido para los colonos del Siglo XVII. También escierto en el sentido social. La lujuria pornográfica del caníbalpor los desnudos y desmembrados cuerpos en el libro dePigafetta está muy lejos del el sistema de valores del narra-dor. El caníbal está de esta manera erigiendo sus propia fron-tera - una de las perversiones necrofílicas - y arrastra tanto alnarrador como al lector hacia ella, incapaces de resistirse asus sangrientas excursiones. La frontera en la historia deNorteamérica tradicionalmente vio a los predicadores cristia-nos llevar el evangelio a los lugares más apartados. En la ver-sión de Lovecraft de la frontera, el evangelio es uno de losexcesos caníbales: el progreso ya no es una posibilidad y lahumanidad se devora a sí misma o si no fuera así, una fuer-za desde arriba intervendría con una tormenta de rayos en elúltimo momento. Después de todo, uno al menos tiene quesobrevivir para contar el relato del declive de la civilización.

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NOTAS

(1) Barbour, David, y Richard Raleigh. Shadows Bend: A Novelof the Fantastic and Unspeakable. Nueva York: Ace Books,2000.

(2) Ver, por ejemplo, Ernest Hemingway's A Farewell to Arms[Adiós a las armas] (1929) o Manhattan Transfer de JohnDos Passos (1925).

(3) Turner, Frederick Jackson. The Frontier in American History.Tucson: The University of Arizona Press, 1986. 1-2.

(4) Lovecraft, Howard Phillips. The Call of Cthulhu and otherWeird Stories. Nueva York: Penguin, 1999. 34-42. Todas lasreferencias a la historiapertenecen a esta edición

(5) Namias, June. White Captives. Gender and Ethnicity on theAmerican Frontier. Chapel Hill: The University of NorthCarolina Press, 1993. 88-89

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VVarias personas que han leído mi ensayo sobre los dife-rentes seres de Lovecraft en el Volumen del Centenario "Un epi-cúreo de lo terrible", hallaron sus argumentos indudablementealgo abstracto; cuatro tipos de "egos", de paisajes y de dioses,parecen más bien mucho. A fin de corregir esta impresión y desa-rrollar algunos de los reclamos de este ensayo, deseo aplicar losconceptos del mismo a su cuento El grabado en la casa, un cortotrabajo escrito en 1920, antes de desarrollar la mayoría delmaterial de su mundo.

En breve, el ensayo discute cuatro modos de percepción: elpersonal, el ideal, la sombra y el doble. El personal está identifi-cado con el acostumbrado, insignificante e incuestionable mundoen el que vivimos, ni más ni menos, lo que nos parece; el perso-nal es un modo neutral. El ideal es aquel mundo que, de pronto,parece más que lo que es lo usual, expansivo y prometedor. Lasombra es el mundo que parece menos de lo usual, sin significa-do; pero la nada que parece proyectar es poderosamente agre-siva. La doble percepción funde el mundo ideal y el de la som-bra; es una visión del mundo personal como sería lleno de sen-tidos ambiguos a través del modo ideal y el de la sombra, que,de otra manera, parecen fragmentos del mundo personal en elque se iniciaron. Diferentes tipos de imágenes son representati-vas de los diferentes modos, especialmente, del ideal y del de lasombra: la imaginería del mundo personal es sin acento, un lugarcomún, para Lovecraft es el hecho de Nueva Inglaterra; la ima-

ginería del ideal comprende cosas como ventanas, puertas, espe-jos, piletas, juegos de luces; la imaginería de la sombra es elInframundo, siempre al otro lado del ideal, y una distorsión de él,y, aunque rechazado, siempre lleno de energía; la imaginería dela sombra recurre a la del mundo personal a la luz del ideal y dela sombra, sutilmente sintética del mundo como lo conocemos(Waugh, 221-26).

En el primer párrafo de El grabado en la casa (DH 116-24),el protagonista ofrece su relato a lectores ideales, como si él yellos se entendieran uno al otro, a los "buscadores del horror", y"el verdadero epicúreo de lo terrible", que busca un "nuevoestremecimiento". Pero hace su oferta con cierta ironía, como siesos lectores ideales no fueran todo lo que parecen, no habien-do entendido nunca el mundo que buscan; como StefanDziemianowickz señala, no es imposible que Lovecraft se com-placiera en una auto-parodia crítica (167). Dos tipos de lectoresestán implicados en esta oferta: el primer tipo incluye a los bus-cadores de "extraños y lejanos lugares"; el segundo, a los lecto-res de Weird Tales, que suspenden su modo personal de existen-cia a través de la lectura de la revista en beneficio del "estreme-cimiento" vicario y del viaje vicario, ambos de los cuales sonmodos ideales, porque ofrecen "el principal fin y objeto de laexistencia". A estos lectores, el narrador ofrece un nuevo "estre-mecimiento" que es cercano a ellos; ofrece reinterpretar un pai-saje personal tanto como ideal, a causa de que es un "estreme-

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Traducción deDogonJorge R. Ogdón

EL GRABADO EN LA CASA:IMÁGENES DECOMPLICIDAD

Por Robert H. Waugh (*) (Lovecraft Studies n° 32)

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cimiento ", y como sombra, a causa de su amenaza. Podría pare-cer que este narrador anunciaba que tomaría a sus lectores a unrecorrido de al menos tres de estos modos, quizá para dejarlosdentro de la fusión con el doble. Como un conocedor lleno desabiduría, sin embargo, él es previo a la sombra, aparentemen-te sin verse afectado, y, por lo tanto, un narrador ideal; él esintocado por la incerditumbre que es inherente al doble modo. Éles "a la vez, el racionalista y el romántico" (Cannon, 38), peroestos aspectos no están coordinados. Él está un poco demasiadoseguro de sí mismo, siendo demasiado el crítico literario. Detallestardíos, sin embargo, sugieren que el narrador es un mero ser,un pedante buscando "datos genealógicos", que ha tomado unatajo a Arkham en su bicicleta, y se ha extraviado al ser sorpren-dido por una tormenta. Luego del portentoso inicio, su presenciase hace accidental por un tiempo. Y, aunque el viejo lo llama"joven señor", la impresión de ser un pedante se refuerza cuan-do su mirada le recuerda al anciano de un maestro que tuvo añosatrás. Pero, un detalle de este material acerca del narradorrequiere más detalle: la bicicleta que monta. Lovecraft manejó supropia bicicleta entre 1900 y 1913, "quizá formando de estamanera este conocimiento con la Nueva Inglaterra rural que meha convertido en un anticuario local" (SL III, 369). La bicicleta ledio "un íntimo contacto con el campo" (SL I, 109). Está tambiénconectado con su descubrimiento de la astronomía, ya que viaja-ba al Ladd Observatory en 1903 (SL I, 38). Biográficamente, labicicleta tiene reverberaciones personales e ideales. Más tarde,Lovecraft recordaba viajar en bicicleta en 1904, y contemplar laidea del suicidio después del fallecimiento de su abuelo materno,Whipple Phillips: "Aquel verano siempre estaba sobre mi bicicle-ta, deseando estar lo más lejos de casa que fuera posible, ya quemi vivienda me hacía recordar el hogar que había perdido" (SLIV, 358). Incapaz de imaginar cómo un "anciano de 14 años"podía ajustar su vida, consideraba cómo ahogarse en "el tibio,tranquilo y de crecidas cañas río Barrington, en la costa este dela bahía" (SL I, 358). Fue su abuelo "quien observando mi gustopor la lectura, usaba todos los recursos para fomentarla … Era laúnica persona que conocía - joven o vieja - que se preocupabapor lo macabro y la ficción de horror" (SL IV, 354). ¡Qué penadebió causar la muerte de semejante abuelo! Seguramente unendemoniado abuelo Phillips, cuya biblioteca tuvo tanta influen-

cia sobre un joven Lovecraft, acecha en el preternatural viejo delcuento, tanto como Lovecraft acecha en el joven, más viejo quesus años, que construyó el relato: una reliquia de los libros a loscuales el abuelo Phillips le introdujo, un emblema de la pena porla muerte de su abuelo, ofrece un escape que sólo conduce en elcuento a una amenaza de muerte. Personal, ideal y sombra, labicicleta es también un doble potencial que el resto del relatoactiva. Este hombre anciano, sin embargo, no es el único viejoque Lovecraft trata en este tiempo; ya que en enero de 90 escri-bió "El anciano terrible", con la poderosa dicción contradictoriaque Donald Burleson ha descrito tan hábilmente: "¿Es el ancianoreservado, retraído, poco amistoso, débil, vulnerable, desampa-rado? O, ¿está poseído por reservas, es fuerte, capaz, poderosa-mente aliado, potencialmente peligroso?" (pp. 29-30).

Contradicciones de este tipo rodean al viejo de El grabadoen la casa. Aunque "de barba blanca", con "una delgada, débilvoz llena de respeto adulador", es "alto y poderoso", y "anormal-mente rudo", y "sus ojos azules, aunque algo rojizos, pareceninexplicablemente astutos y fogosos". La contradicción implícitaen este último detalle es bastante rara, inexplicable como subra-ya Lovecraft, porque los ojos azules difícilmente queman. Si eldetalle es reminiscente del ojo en The Tell-Tale Heart, el opaco"pálido ojo azul, con una película sobre él", el ojo "de un buitre"(792), "todo azul borroso, con un odioso velo" (795), un "mal deojo" (793) que persigue potentemente al asesino antes de queencienda el rayo oscuro de la linterna sobre él, Lovecraft hatomado la imagen que Poe racionaliza para su argumento y la hacondensado según sus propósitos; y esta altamente gran mani-pulación de una imagen para sus fines es sintomática de muchomás en este cuento. La impotencia que envuelve al viejo delcuento de Lovecraft apenas cubre la intensa sombra que estádebajo; ésta vívidamente reinterpreta el pasado en sus comen-tarios oblicuos sobre el maestro de escuela, el capitán, y el cura;figuras del sistema puritano. Aunque el narrador le considera un"viejo ignorante" que sólo puede mirar los grabados en su libro,este anciano es capaz de poner el pasado bajo una nueva luz. Suamor por el pasado es más vital que la tradición folclórica que elpedante joven investiga; y contando tales cuentos llenos de

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rumores, pero también con una suerte de afecto (el afecto queun buen "degustador" tendría por la comida), historias de hom-bres que de otro modo vivirían sólo en la página de una crónica,los hace ambiguamente estar vivos. Poca relación existe hastaentonces con el ser personal del narrador y la sombra del viejo;cada uno, sin embargo, combina opuestos en una forma original,que tiene que ver con la edad y la juventud.

Paralela a esta confrontación, una crecientemente signifi-cativa serie de detalles se construye, que indica una profundamediación en varias imágenes ideales. Esta serie empieza con laconvencional imagen del montículo, "catacumbas", "mausoleos"y "torres", desplegados por las ventanas de las antiguas casas yla casa del viejo, tan "fatigadas" y "opacas", que "miran al viaje-ro indolentemente"; más intensamente, "ellas miran conmocio-nadas, como cegando a través de un estupor que rechaza la locu-ra, nublando la memoria de cosas innombrables". Las caracterís-ticas de los ojos del viejo, opacos pero penetrantes, son antici-padas por el paisaje, que comparte con su comunidad puritana.Las ventanas sirven a la función, como frecuentemente lo hacenlas ventanas, de ocultar y medio revelar. Este estupor terrible,halla su correlación en las del viejo, el narrador supone, desper-tando de "un profundo sueño", como confirma el viejo cuandodice: "necesito una visión poderosa de siestas hoy en día": ¡queextraña frase que combina visión y sueño! No digamos nunca queLovecraft no podía conseguir efectos especiales con su uso deldialecto.

El tercer párrafo usa idénticos términos ideales para descri-bir a los puritanos, en un pasaje destacable en este tempranocuento por su complejidad, en tanto y en cuanto mezcla elemen-tos visuales y cinéticos con la amenaza de imaginería oral:"divorciados de la iluminación de la civilización, la fuerza de estospuritanos se volvió a canales singulares; y en su soledad, auto-represión mórbida, y lucha por la supervivencia con la incansa-ble Naturaleza, vinieron a ellos oscuros rasgos furtivos de lasprofundidades prehistóricas de su fría herencia norteña". Estedestacable aroma a Darwin y Freud contrasta las urgencias inter-nas de auto-soledad y represión, con las urgencias externas deapetito, que también están representadas por los "oscuros ras-gos furtivos" tan oscuramente aludidos. Estas sugerencias de

canibalismo Lovecraft puede haberlas asociado a la brujería,siguiendo el ejemplo de Sir Walter Scott (231-232). El pasajesigue a la persona, más que a los rasgos, hacia abajo:"Equivocándose como todos los mortales deben hacerlo, estuvie-ron forzados a ello; su rígido código de buscar esconderse sobretodo, así que cada vez tuvieron menos gusto en lo que escondí-an". Aquí, también, aparece la imaginería oral básica del cuentoy lo escondido que afirma, dando lugar rápidamente al materialvisual: "sólo las silentes y mironas casas del bosque pueden decirtodo lo que ha estado yaciendo escondido desde los días tempra-nos; y no son comunicativas, siendo pesado sacudir la pesadum-bre que las ayuda a olvidar". Pero si el discurso no ayuda, sehace espacio a la función oral para reaparecer. El pasaje es unnudo de aproximación y alejamiento. Los sombríos destellos dehambre son hambrientos. La amenaza del cuerpo accidental,material e irracional es atemperada. Pero el cuerpo y el hambrereaparecerán ha medida que el cuento avance.

El otro componente de este pasaje es su uso ligero de laimaginería personal de la Madre, que Lovecraft asocia con el ori-gen histórico de Nueva Inglaterra. Cuando escribió el cuento, endiciembre, su madre tendría seis meses más de vida, la madre aquien la muerte del padre ha causado tanto trauma en la vida tem-prana de Lovecraft. El narrador pone la escena de esta manera:

"La más terrible visión [en Nueva Inglaterra] son laspequeñas casas de madera sin pintar, que se encuentran aleja-das de las vías transitadas, usualmente puestas contra un basu-ral o pastizal o descansando contra alguna gigantesca saliente depiedra. Doscientos años o más; ellas han estado apoyadas o sen-tadas allí, en tanto las viñas se han arrastrado y los árboles sehan esparcido.”

Este es el lenguaje que más tarde Lovecraft asociaría alCaos Reptante, Nyarlathotep - de quien tuvo el sueño en el quese originó su figura, en el mismo mes que escribió este cuento -, y con varias divinidades-sapo - sobre todo el Tsathoggua deClark Ashton Smith , que Lovecraft encontraba tan acorde con suimaginería. Pero la Madre no sólo está presente en el paisaje,también está presente en esos "oscuros rasgos furtivos" de cani-balismo que Scott descubre en la brujería. Esta envolvente y

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personal imaginería cristalizará luego como amenaza, como laimaginería oral.

Finalmente, con respecto a este tan rico tercer párrafo,debemos prestar atención a su estilo ensayístico; por un momen-to, podemos creer que no estamos leyendo una narrativa, sinoun análisis y síntesis de varios relatos de los bosques deMassachusetts y su cultura. Lovecraft escribe de esta manera alcomienzo de varios cuentos, más obviamente al principio de "Elllamado de Cthulhu", y nos alienta a descubrir la doble naturale-za de tal predicamento, en tanto intenta, futílmente, de copar lacompleja naturaleza de la historia que está por contar. Déjesenosretomar la serie de imágenes que estamos examinando, que aúnparecen subrayar la imagen maternal que recién vimos. La"sugestiva y secreta puerta" de la casa revela un cuarto "rico enreliquias", un "paraíso de coleccionista", incluyendo el más gran-de tesoro, un libro que pertenece a un museo o biblioteca y quehace crecer el deslumbramiento del narrador, así como el aspec-to ideal crece. En el libro, en el último párrafo del cuento, un"grabado mirando repulsivamente hacia arriba" al protagonista,el ser personal u otro ideal, y a la sombra, recuerda las ventanasmironas del principio. Así, nos movemos a través de una secuen-cia de tumbas, ventanas, horizonte puritano (con su atada ima-ginería visual, oral, kinética y maternal), puerta, libro y grabado(o ventana), los sucios vasos del viejo y la implicancia de los ojosmirones del protagonista y el antagonista, una secuencia quepromete más y más significación. La imagen climática, sinembargo, es el rayo en la lluvia y el "pequeño salpicado rojo",que da una vivacidad pintoresca, una realidad, al grabado; en elcielorraso, la gota da paso a "una gran mancha de humedad roji-za que parecía expandirse", la única imagen que representa elsegundo fogonazo que el narrador no ve porque "tenía los ojoscerrados" - o porque este fogonazo y la revelación que muestraestá más allá de la comprensión humana y destruye "la casa desecretos indecibles… trayendo el olvido que sólo ha salvado mimente". A través de esta serie de imágenes el narrador devieneidéntico con el estupor de aquellas ventanas "que rechazan lalocura al obnubilar la memoria de cosas inenarrables, y, porimplicación, con el viejo, cuya comunidad representan dichasventanas. Las últimas palabras del viejo "más de lo mismo",

toman un sentido solipsístico a más de un nivel, sin ser menosel que tanto él, como el narrador y el lector, son más de lo mismoque necesita para vivir por incorporación.

Estas consideraciones, por supuesto, hacen surgir el temadel final del cuento, que puede sacudir a los lectores como "ente-ramente gratuito" (Schweitzer, 12), por su falacia al manejar elargumento en su desarrollo. Pero no puede haber duda sobre lanecesidad imaginaria del último párrafo del cuento dada la mane-ra en que cumple con los distintos pasajes que conducen a él:ventanas y ojos, luz y sangre, habla y olvido, joven y viejo, todoconverge allí.

Paralelamente a esta serie de imágenes ideales, variasoposiciones ocurren que implican el proceso por el cual el mundoideal y el mundo de la sombra se convierte en el doble mundo através de la serie de cajas chinas. Lovecraft implícitamente con-trasta la fertilidad del paisaje con sus "lujurias sin ley de verde ycubiertas guardianas de sombra", su "lluvia de crispante copiosi-dad", a los "olmos sin hojas", a la "rocosa colina" y a la sucia,polvorienta y desnuda casa, con su "herrumbroso picaporte", porun lado, y la anormal energía en el cuarto superior, por otro.Difíciles de ser diferenciados, en este sentido, los puritanos "cier-tamente florecieron libres de las restricciones de sus vecinospero, en patético servilismo, se entregaron de lleno al culto delos siniestros fantasmas de sus propias mentes". Este doble pai-saje es, claramente, más que ideal o sombrío, y modula sus sim-ples particularidades. La casa misma está dividida. El joven eligeentre puertas cerradas "que conducen a habitaciones a derechae izquierda. Aunque, por supuesto, tiene sentido que elija lasiniestra puerta a la izquierda, en donde el fatídico RegnumCongo yace sobre la mesa, no puedo sino sentir una irracionalansiedad causada por la trama que hemos "notado que el mismolibro yace sobre la misma mesa en el mismo cuarto a la derecha;su imagen de espejo, "más de lo mismo".

Dentro de este modo del doble, el narrador siente la inquie-tante complicidad con el viejo, un "deseo de dar vuelta a la pági-na" y una vergonzosa sensación "en mi susceptibilidad por lomás insignificante", es decir, la espantosa pintura, que se sientecompelido a minimizar porque le mueve a ello, y se pregunta "si

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mi huésped podría ayudarme en mi labor", tan rico en el pasadose ha vuelto el viejo al alimentarse con ello. Ambos el narrador yel viejo parecen compelidos; el "antojo" del viejo, su esclavitud ytraspaso que su "nueva vida", aunque exitosa, meramente racio-naliza, se corresponde con los deseos del narrador. En este puntoel narrador no es más accidental a su historia, sino parte inte-grante de ella. Es inimaginable que el viejo hable tan confidente-mente a una persona que no mostrara un signo de estar intere-sado en las mismas cosas curiosas que él; el narrador debe estarauto-revelado para que el viejo sea auto-revelador. De otromodo, una simple rotura sobre la cabeza terminaría con el joveny la posibilidad de relatar su historia, que ahora es su historiacomo siempre fue, así como es la nuestra, leyéndola como lohacemos. Es a través de nuestra existencia y naturaleza porquedeseamos volver las páginas, y porque nos ruboriza algo tan lige-ro como estas pinturas, y nuestra debilidad al leer tan controver-tido cuento como este, que el libro y el relato cobran su existen-cia. Las palabras de Bacon resultan muy a propósito: "Algunoslibros son para ser deleitados, otros para ser devorados, y pocospara ser masticados y digeridos" ("Of Studies", 130). El RegnumCongo y los sabores de la manzana de Eva. Como ha demostra-do S. T. Joshi, el volumen de masa antigua eleva interesantespreguntas de autenticidad e imitación, dado el hecho de queLovecraft sólo conocía sobre ella por la fuente secundaria de lacolección de Thomas Henry Huxley, Man's Place in Nature andOther Anthropological Essays (13), un trabajo cuya insistenciasobre la continuidad entre el mono y el hombre vuelve dudosa lapregunta acerca de cualquier falta de continuidad entre caucási-cos y africanos, aunque tanto Lovecraft como Huxley desecharí-an tal conexión. Pero toda evidencia es difícil de entrever. Elensayo de Huxley sobre los monos humanizados que abre y cie-rra sobre el material Pigafetta concluye también con las descrip-ciones de gorilas de Paul Belloni Du Chaillu, en donde es pococlaro si las bestias hacen el sonido Kooloo o "de acuerdo a esteeminente y atento observador, el Dr. Savage,… un sonido comoWhoo-whoo" (71). Huxley decide que "en tanto y en cuanto sunarrativa (la de Du Chaillu) permanezca en su presente estadode falta de explicación y, aparentemente, inexplicable confusión,no tiene reclamo de autoridad original alguna" (72), una opiniónque debemos mantener en mente cuando consideramos cómo

pronunciar el nombre de esta entidad anómala llamada Cthulhu."Tulu" es la aproximación en el cuento de Lovecraft como escri-tor fantasma del cuento The Mound. En 1934 escribió que "Klul'-hloo" sería tan correcto como la lengua humana lo permiteexpresar (SL V.11). Ahora creo que nuestra pronunciación debetener un acento francés. Pero darse cuenta de la posibilidad deque la narrativa "no tiene reclamo de autoridad original" es tam-bién darse cuenta de una mayor significación de las pinturas queel narrador y el viejo examinan con tanto cuidado: su significa-ción iconográfica. Los caníbales representados en el volumen dePigafetta son los dioses de la historia, a quienes estamos tenta-dos a adscribir tales significados como Lovecraft desarrolla en suficción última. Estos dioses están explicados por el libro, elmediador ideal, que contiene importantes dibujos de "mediomonos y medio hombres", "una suerte de dragón con la cabezade un cocodrilo" y "negros de piel blanca y rasgos caucásicos",un detalle lo suficientemente importante como para que el narra-dor lo repita: "La cosa especialmente bizarra era que el artista'hizo que sus africanos lucieran como hombres blancos'". Estadescripción es puramente de Lovecraft, no de Huxley, en cuyorelato la única base en todo el ensayo es el informe de que lacara del mandril "está cubierta con piel blanca" y la réplica de unafricano a su atormentador blanco: "No, ésta no es mi esposa,ésta es una mujer blanca, una esposa apropiada para usted"(17). Es poco claro si el no expresado y ambivalente horror deeste detalle consiste en la posibilidad de que el caníbal africanopase por ser blanco, que el blanco pueda ser imitado fácilmentede que la diferencia esté en verdad en un mundo ideal no exis-tente, o que el blanco pueda no retrotraer al canibalismo, comoel viejo lo hace. Estas pinturas existen en el doble modo endonde los opuestos están ligados a intercambiar cualidades, acombinarse, a confundirse y a fusionarse, para demostrar la difi-cultad de líneas en que son delineados el modo ideal y el de lasombra. Pero debemos admitir, junto con el narrador y el viejo,aquello latente en las varias ambivalencias de este pasaje, quehace que lo masculino se pase a lo femenino, lo nativo a lo colo-nial, lo animal a lo humano, lo negro al blanco; tal ambivalenciase vuelve el dominio de Nyarlathotep en la ficción tardía. Estosdioses están embebidos en un panteón en este relato para el cualpodemos escribir una genealogía. Por un lado, el abuelo Phillips

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engendra a Howard Phillips Lovecraft, quien engendra al viejo yal narrador, quien da nacimiento, en su narrativa, al viejo (es difí-cil no pensar en la parodia de Buck Mulligan de la teoría deDédalo en Hamlet: "Él probó por el álgebra que el nieto deHamlet es el nieto de Shakespeare y que él mismo es el fantas-ma de su padre"; Joyce, 1.555-71). Lovecraft también concibe aCthulhu y Nyarlathotep, a quienes encontramos presente poranalogía en este cuento; Lovecraft se encuentra en un trabajo departo aquí. Pero también debemos considerar a Huxley como unode los concebidos por Lovecraft; y, en cuanto a esta historia,Huxley, por una parte, debe su nacimiento a Pigafetta, él debe elsuyo a Eduardo López, quien debe el de él a los Anziques - porel otro lado, Huxley debe su nacimiento a Du Chaillu, quien debeel suyo al Mono (ya sea Kooloo o Wooloo, lo que es difícil dedecir). En adición al nacimiento de Huxley, Pigafetta da nacimien-to a la imaginación del viejo por intermedio de los diarios delCapitán Ebenezer Holt y los hermanos De Bry con sus ilustracio-nes, aunque debemos recordar que el "escrito sobre masacre"tiene una parte en darle nacimiento a él; y pasando al viejo, loshermanos De Bry tienen un efecto inmediato sobre el narrador.Finalmente, debemos admitir que el viejo engendra a ParsonClark y al maestro que se parece al joven; el gul da una vidanarrativa a la gente que devora. El autor mismo, en relación atodos estos ancestros, es un limpia-casas de divinidad. Ya hemosvisto que para dar vuelta la página a tales relatos uno tiene quetener un cierto gusto por ello, "ser - como dijo el narrador en suprólogo - un epicúreo". Sólo ese enérgico envolvimiento hace queel relato viva.

Un problema con esta genealogía es que es una mera filia-ción: las madres, esposas e hijas aparentemente son excluidascomo personajes humanos en el drama. Pero no están ausentes.En el ensayo de Huxley ellas aparecen como el mandril - "apro-piada esposa para usted". En el cuento de Lovecraft aparecencomo los bosques, casas, cuartos, bibliotecas, libros, barcos eincluso las lenguas, los variados lenguajes-madre de italiano,francés (en Du Chaillu), Kooloo y el dialecto pre-revolucionaro delviejo; también aparecen como la pileta de Parson Clark, la lluviay la meditación de que "el tono de voz del viejo se puso bajo"inmediatamente antes de la revelación final. Creo que podemos

caracterizar a los dioses en el relato algo más. El intento del viejode volverse como el caníbal ciertamente sugiere sus identificacio-nes. Y la complicidad de la reacción del joven, su deseo y ver-güenza, apunta a la posibilidad de que cualquiera que manejetales asuntos puede sufrir una regresión. ¿Qué hay entoncespara el autor de segunda mano, ya que el libro es "per PhilippumPigafettam, olim ex Edoardo Lopez acroamatis lingua Italicaexcerpta, num Latio sermone donata" (Huxley 2). ¿Fue por el tri-vial accidente del nombre, Phillips, el abuelo de Lovecraft, aquien ya reconocimos involucrado con el viejo? ¿Y fue el abueloPhillips quien devoró la autonomía del joven niño cuando murió?¿Qué entendemos por canibalismo en este cuento? La costumbrede los Anziques es destacable por mantener una carnicería. ¿Sonlos caníbales gules o miserables yanquis? ¿Qué está pasando enel segundo piso de la casa del viejo? ¿Es esto un desastre, omejor, un sistema ordenado de exsanguinación? La reticencia deLovecraft nos invita a imaginar varias narrativas para los diosesde nivel superior.

Es el poder de estos dioses para fusionar al narrador y alviejo, el timorato genealogista y el gul caníbal en una serie deimágenes de expansión. El narrador ha descubierto un significan-te preservando el paisaje, no todavía brujeril, pero ciertamenteasí por implicación, antes siquiera de haber llegado a Arkham,mientras va en bicicleta hacia Arkham, por un atajo, en esta casafuera de camino, con un arrastrar de pies en el piso de arriba ysu despliegue de libros en el piso inferior. Lovecraft, podríamosdecir, también ha llegado a su Arkham real al no llegar al ham-bre. Arkham, que el joven ha aprendido a temer, yace detrás desu búsqueda genealógica. Pero el joven no estaba equivocado,porque ha llegado a muchos más de los que tenía derecho aesperar; hasta ahora, este relato anticipa los cuentos deLovecraft en los cuales el protagonista confronta a sus poderososy devoradores ancestros. Pero decir tanto es decir mucho másque de lo que el blanco de luz permite, mucho más de lo que"más de lo mismo" permite.

Pero no podemos tener refugio en la iluminación sin exami-nar las cenizas. El joven abre sus ojos "en una humareda solita-ria de ruinas ennegrecidas", todo lo que queda del "viejo y arrui-nado edificio" al que ha entrado. La luz arrojada por Júpiter, "el

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titánico relámpago de relámpagos", tan frecuentemente asocia-do en la tradición con la Justicia y la retribución, porta más deuna relación en este cuento con la imagen de los ojos ardientesdel viejo. Júpiter se encuentra en conflicto con Saturno, su padre,como quizá debía estarlo, siendo que es el único de sus descen-dientes que escapa al hambre de su padre y asume el trono delviejo Titán. Cuando Lovecraft se refiere a la pintura de Goya en

El Modelo de Pickman, el contexto hace probable que el trabajosea Saturno devorando a uno de sus hijos (DH 14), Los ardien-tes ojos del viejo devoran su casa y a sí mismo - en su soledadse ha vuelto un caníbal de "su propio corazón" (Bacon, OfFriendship, 72). Pero el narrador sobrevive para dar nacimientoy devorar al lector. ****

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TRABAJOS C ITADOS

Bacon Francis, The Complete Essays. Introducción de Henry LeRoy Finch. Nueva York: Washington Square Press, 1963.Burleson Donald R., Lovecraft: Disturbing the Universe. Lexington: University Press of Kentucky, 1990.Cannon Peter, H. P. Lovecraft. Boston: Twayne, 1989.Dziemanowicz Stefan, "Outsiders and Alliens: The Uses of Isolation in Lovecraft". Schultz and Joshi 159-87.Huxley Thomas Henry, Man's Place in Nature and Other Anthropological Essays. Nueva York: Appleton, 1996.Joshi S. T., "Lovecraft and the Regnum Congo", en Crypt of Cthulhu 28 (Yuletide 1984), 13-7.Joyce James, Ulysses. Ed. Walter Gabler. Nueva York: Random House, 1986.Poe Edgar Allan, Collected Works. 3 vols. Ed. Thomas Ollive Mabbott. Cambridge, MA.: Harvard University Press, 1969-78.Schultz David E. y S. T. Joshi, ed. An Epicure in the Terrible: A Centennial Anthology of Essays in Honour of H. P. Lovecraft.

Rutherford, NJ: Fairleigh Dickinson University Press, 1991.Schweitzer Darrel, "Abnormal Longevity in 'The Picture in the House'", en Crypt

of Cthulhu 28 (Yuletide 1984), 10-2.Scott Sir Walter, Letters on Demonology and Witchcraft. 2ª ed. Introducción de Henry Morley. Londres: Routledge, 1895.Waugh Robert H., "Landscapes, Selves and Others in Lovecraft". Schultz-Joshi, 220-43.

(*) Traducción (c) 2007, Jorge R. Ogdon (a) Dogon. Agradezco la asistencia del Dr. Henry Armitage con algu-nas palabras inglesas y su traducción al español. Especial para Nueva Logia del Tentáculo (Valencia, España).

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Howard Phillips Lovecraft (1890-1937) escribe el relatobreve titulado "The Picture in the House" ("El grabado en lacasa") en diciembre del año 1919, a la edad de 29 años. Estaobra fue publicada en julio de 1920 en The National Amateur,volumen 41, nº 6, páginas 246-49. The National Amateur erala revista oficial de la UAPA (United Amateur PressAssociation), asociación de escritores amateurs de todo el paísdonde estos escribían y publicaban sus propios trabajos. Laprimera edición en castella-no de "El grabado en lacasa" tuvo lugar en el año1973 (con el título "La casade la imágenes") en unarecopilación titulada "El colorsurgido del espacio" pertene-ciente a la colección Erus dela editorial Veron. La traduc-ción del original fue realizadapor Antonio Ribera Jordá(1920-2001), escritor, traduc-tor e importante investigadorconsiderado como uno de lospadres de la ufología españo-la. En la mencionada recopila-

ción aparecían los siguientes relatos: "El color surgido delespacio", "La llamada de Cthulhu", "El terrible viejo", "Airefrío", "El que susurraba en las tinieblas", "La casa de las imá-genes" y "La sombra surgida del tiempo".

"El grabado de la casa" es una obra corta de gran inten-sidad narrativa en la que el argumento gira entorno a un anti-guo libro africano, el "Regnum Congo", escrito en latín yestampado con una serie de macabras y repulsivas láminas.

Libro conseguido por el capitán Ebenezer Holten uno de sus viajes alrede-dor del mundo pero, actual-mente, perteneciente a unextraño y misterioso ancianoque reside en una solitaria yabandonada casa ubicada enun apartado camino que llegahasta Arkham. Este excelentetrabajo narrativo no pertene-ce a ese grupo de relatos másconocidos y reconocidos delescritor americano; esta faltade conocimiento se reflejaincluso en la cinematografíadel género siempre tan ocupa-

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porJoseph CurwenJosé María Prósper

"EL GRABADO EN LA CASA":INFLUENCIAS Y ADAPTACIONES EN

EL CELULOIDE LOVECRAFTIANO.

[…los cuartos y piernas que colgaban de las paredes del establecimiento constituían un horrible espectáculo…]

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da en adaptar y referenciar únicamente unapequeña parte (la mayoría de las ocasiones insis-tiendo reiteradamente en las mismas obras) de laextensa bibliografía del autor.

Centrándonos en cuestiones cinematográfi-cas, existe en la filmografía del género una impor-tante y reconocida producción americana del año1974 titulada La matanza de Texas [The TexasChainsaw Massacre], dirigida por Tobe Hooper,uno de los grandes nombres del género; director,guionista, productor, actor e incluso compositor yeventual fotógrafo que ya forma parte de esosindispensables personajes del cine más terroríficodel panorama del denominado Séptimo Arte.Quizás sea este título el más notorio y represen-tativo de su filmografía y, quizás también, seaesta producción la que le encumbró como directorimprescindible en la temática cinematográfica quenos ocupa. Esta película de bajo presupuesto estácoguionizada por el propio Tobe Hooper junto aKim Henkel, también productor, director, actor,guionista… de este tipo de producciones del géne-ro. Ambos guionistas se inspiran para ambientarel argumento de este producción en el referencia-do relato "El grabado de la casa" del escritor deProvidence. De esta manera logran recrear excep-cionalmente ese terror rural y ese ambiente abso-lutamente demencial, insano, asfixiante y dege-nerado que Lovecraft describe en el texto: [Sólolas silenciosas, somnolientas y conspicuas casasde apartadas y frondosas comarcas pueden reve-lar lo que desde tiempos remotos permaneceoculto…]. La verdadera intensidad del título deHooper, más que en las imágenes de terror, secentra en su propia ambientación absolutamentetensa, densa e insana, así como en aquellosaspectos que H.P. Lovecraft llamaba "el más anti-

guo y más fuerte tipo de miedo: miedo a lodesconocido". La película retrata a una fami-lia formada por una serie de miembros psicó-patas, caníbales, fetichistas, sádicos e inclusonecrófilos que muestran un comportamientocompletamente pervertido: [En tales casashan habitado generaciones de las más extra-ñas gentes que hayan podido poblar la tierra].

Continuando con el tema de la cinematogra-fía es muy importante mencionar la gran impor-tancia que el cortometraje independiente, bien deadaptación bien de clara inspiración o referencialovecraftiana, tiene en la filmografía del autoramericano; este tipo de producciones está conti-nuamente presente entre los títulos del género.Con referencia al relato que nos ocupa, existe uncorto de quince minutos de duración del año 2003que tiene el mismo título que la obra en cuestión[The Picture in the House] dirigido por GantHaverstick. En esta ocasión el argumento noscuenta la historia de un ladrón que es herido alescapar de una galería de arte, la GaleríaPickman, e intenta ocultarse entre las profundi-dades del bosque hasta que en su huida llega auna aislada casa en la que habita un veteranodel Vietnam. Esta adaptación cinematográficahace mucho hincapié en el diseño del libro queaparece descrito en la obra de Lovecraft, el"Regnum Congo" del escritor y explorador ita-liano Filippo Pigafetta (1491-1525), obra ilus-trada con impresionantes láminas de los gra-badores y cartógrafos alemanes, además dehermanos, Johann Theodor de Bry (1561-1623) y Johann Israel de Bry (1570-1611).Este volumen de Pigafetta sobre la regiónafricana del Congo es completamente real,aunque algunos de los detalles que describe

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Lovecraft son un tanto imprecisos. "Relatione del reame diCongo" (nombre original de este ejemplar) fue publicado porprimera vez en 1561 en italiano; posteriormente se traduciríaal inglés (1597), al alemán (1597) y finalmente al latín (1591)con el nombre de "Regnum Congo", que es el utilizado por elescritor de Providence en su relato "El grabado en la casa".Lovecraft nunca vio las láminas de los hermanos De Bry, ni tansiquiera el libro, sino que toda la información sobre éste la obtu-vo del ensayo del biólogo inglés Thomas Henry Huxley (1825-1895) titulado "On the Natural History of Man-Like Apes" publi-cado en 1863.

Este libro es el verdadero y más importante protagonistade la historia que Lovecraft nos cuenta en su narración: [El pri-mer objeto que atrajo mi curiosidad fue un libro de tamañomedio que había sobre la mesa…], [Estaba encuadernado encuero con guarniciones de metal, y se encontraba en excelenteestado de conservación]. Sobre esta cuestión, y teniendo encuenta que el cortometraje dura únicamente quince minutos,destacaría el importante y destacado trabajo de diseño del libroque aparece en el filme porparte de Jaime Follis, diseñadorde la producción; éste realizóuna magnífico trabajo de inves-tigación y diseño con la finalidadde ofrecer al espectador unbuen espectáculo lovecraftiano.Follis realmente creó una espe-

cie de duplicado del original escrito por Pigafetta. Se dirigió alarchivo de colecciones de la Universidad de Indiana (EE. UU.)donde se encuentra el libro original; una vez lo tuvo delante ycon máximo detalle lo analizó, estudió, midió y fotografío.Solicitó un permiso a la propia Universidad para poder escane-ar algunas páginas del texto, de manera que el libro que apa-rece en la película dirigida por Gant Haverstick ofrece realmen-te copias digitales del original. Una vez finalizadas estas arduaslabores, se encargó una cubierta grande, un cierre metálico yse sometió a un proceso de envejecimiento, dando como resul-tado una imagen del "Regnum Congo" verdaderamente excep-cional. […el volumen se abría siempre por la Lámina XII, querepresentaba una carnicería en lascaníbales Anziques].

Únicamente afirmar a modode conclusión que con seguridad, yteniendo en cuenta la cinematogra-fía más vanguardista, cada día unmayor número de los trabajos de

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Pfigafetta; el autor deRegnum Congo. De Bry;su ilustrador, la terriblelámina XII y Huxley; lafuente de Lovecraft.

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H.P. Lovecraft se verá proyectado en la gran pantalla.Progresivamente el cine va descubriendo a un Lovecraft conmás y más posibilidades; quizás gracias a estos jóvenes rea-lizadores y al denominado "cine independiente" que, no suje-to a los modos y maneras más comercial-convencionales, sepermite y atreve a representar a un Lovecraft más puro, másauténtico, más profundo, más literario. Considero que, hoypor hoy, precisamente ahí radica la base más interesante delllamado "cine lovecraftiano", en esa indispensable cantera de

atrevidos jóvenes realizadores que apuestan muy fuerte porgrabar en celuloide, a modo del "Regnum Congo", las másimpresionantes imágenes extraídas de los monstruos biblio-gráficos de H.P. Lovecraft.

Nota: Ver anotaciones del S.T. Joshi y P. Cannon incluidas en elrelato "El grabado en la casa" publicado en este mismo número.

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[No grité ni me moví un ápice de donde estaba, simplemente cerré los ojos].

Bibliografía consultada:

- Lovecraft H.P.: "El grabado en la casa". En la Cripta (Traducción A. Martínez Benito). Ed. Alianza: Madrid (España), 1980.- Migliore A., Strysik J.: "The Lurker in the Lobby: A Guide to the Cinema of H.P. Lovecraft". Ed. Night Shade Books: Portland, Oregon

(USA), 2006- H.P. Lovecraft, Annotated by S.T. Joshi and Cannon P.: "More Annotated H.P. Lovecraft". Dell Publishing , New York USA), 1999- Joshi S.T.: H.P. "Lovecraft: A Life". Necronomicon Press. West Warwick, RI 1996- Weltbild-Kartenbild: Geographie und Kartographie in der früen Neuzeit. Ausstellung aus den Beständen der Niedersächsischen

Staats-und Universitätsbibliothek. Göttingen 2002.

-Otros:

- La Nueva Logia del Tentáculo (www.dreamers.com/logia)- The Internet Movie Database (IMDB)- Cthulhu Coffee (www.cthulhucoffee.com)- Biblioteca de la Tercera Fundación

(www.tercerafundacion.net)- Unfilmable.com: H.P. Lovecraft cinema (www.unfilmable.com)- The Top Ten Disturbing Images in the Chapin Library (www.williams.edu)

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En el relato "The Picture in the House" , H.P. Lovecraft -

como es habitual en sus obras narrativas - apenas utiliza eldiálogo, quizás porque sentía que no tenía aptitudes para ello,como apuntan S.T. Joshi y Meter Cannon (1). En esta historiaincluye un largo monólogo del anciano caníbal y tiene comointerlocutor mudo, tal vez paralizado por el terror de sus tru-culentas palabras, al narrador y protagonista pasivo en lasescasas acciones que compone el relato.

Lovecraft caracteriza el habla de este personaje con eluso del arcaico dialecto de Nueva Inglaterra y pretende refle-jar la forma de hablar que siempre procuró imitar y que pro-cedía de sus lecturas de los autores del siglo XVIII. En laactualidad, los lectores británicos y norteamericanos apenaspueden seguir esta representación fonética dialectal, puestoque les parece básicamente ininteligible; por este motivo, losautores modernos procuran evitar o al menos reducir al míni-mo su utilización.

El gran reto de los traductores de Lovecraft se encuen-tra en la adaptación de estas caracterizaciones arcaicas tanidiomáticas y específicas; en definitiva, tal difíciles de trasva-sar de una lengua a otra.

***

- Le ha pillado la lluvia, ¿eh? - empezó - . Me alegrode que le pillara cerca de casa y que decidiera refugiar-se en ella. Supongo que me pilló dormido, ya que de noser así le hubiera oído llegar... Ya no soy joven comoera, y mis sentidos se van debilitando. ¿Viene de muylejos? No había pasar a muchas personas por este cami-no desde que suprimieron la diligencia de Arkham [...]

Me alegro mucho de verle, joven... El ver un rostronuevo siempre es motivo de alegría para mí. Es ustedde Boston, ¿no es cierto? Nunca he estado allí, peroconozco a un hombre de ciudad cuando lo veo. (2)

Esta traducción no caracteriza de ninguna manera espe-cial el habla del personaje. Lo único destacable es la repeti-ción de la palabra coloquial "pillar" que se repite tres veces enla traducción y que no corresponde a ninguna repetición deltexto original. La cacofónica reiteración se podría haber evita-do utilizando los convenientes sinónimos, como por ejemplo:"Le ha sorprendido la lluvia" ... "Me alegro de que se encon-trara cerca de casa..." "Supongo que me pilló dormido"

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- Sorprendiole la lluvia ¿no? - me dijo a modo desaludo -. Por fortuna hallábase cerca de la casa y orien-

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LAS TRADUCCIONESDEL MONÓLOGO EN

"EL GRABADO EN LA CASA"

porHenry ArmitageEulogio Gª Recalde

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tose para llegar hasta aquí. Presúmome que estaba dor-mido, pues de lo contrario habríale oído... que ya no soyjoven, y necesito dormir largas horas todos los días.¿Viaja lejos? No transita mucha gente por este caminodesde que suprimieron la diligencia de Arkham [...]

Alégrame verle, caballero... apenas se ven carasnuevas por aquí y no tengo mucho con que solazarmeestos días. Presumo que es de Boston, ¿no? Nunca heestado allí, pero puedo distinguir a un hombre de ciu-dad con sólo verle... (3)

En este caso, el traductor intenta recoger alguna carac-terística del español del siglo XVIII para caracterizar la mane-ra arcaica de hablar del personaje. Se trata de la posposicióndel pronombre afijo. El efecto arcaizante se refuerza con algu-nos vocablos muy significativos como "solazarme", "presu-mo", "transita" y "diligencia", que es un vehículo que evocaépocas pretéritas.

***

- ¿Lo sorprendió la lluvia? - inició la conversación -.Afortunadamente se hallaba cerca de la casa. Supongoque debí haber estado dormido... de lo contrario, lohabría escuchado... No soy joven y necesito dormirmuchas horas todos los días. ¿Va muy lejos? No esmucha la gente que pasa por este camino desde quesuprimieron la diligencia de Arkham [...]

Me alegra verlo, caballero. Son muy pocas las carasnuevas que suelen verse por aquí y no hay mucho conqué entretenerse. Supongo que es usted de Boston.Nunca estuve allí, pero soy capaz de distinguir aalguien de esa ciudad con sólo verle. (4)

Esta traducción es totalmente neutra, sin añadir ningúnmatiz arcaizante que nos pudiera recordar el carácter extem-poráneo del personaje.

***

- Alcanzao po la lluvia, ¿eh? - dijo a modo de saludo- suerte qu'estaba a la vera de la casa y se l'ocurrióallegarse. Creo que dormía, o l'habría escuchao... yono soy mozo y necesito mis buenas cabezás estos días.¿Y s'encamina pa lejos? No se ve a mucho por estavereda desde que nos privaron del coche d'Arkham [...]

Merced que m'hace, señorito... se ven pocas carasnuevas po aquí, y no hay demasiao pa entretenerseestos días. Me da qu'es usté bostoniano, ¿eh? Nuncaestuve acullá, pero sé decí quién es de ciudá na másecharle l'ojo encima. (5)

Sin lugar a dudas es la versión más arriesgada, la másextrema y la que pretende adaptar todas y cada una de laspalabras dialectales del texto original. Los recursos quizás nosean muy acertados, pues en ocasiones el personaje pareceadoptar formas dialectales del español meridional y algunosrasgos que tienden a ser coloquiales e incluso del habla vul-gar. Tal vez se podría considerar un logro parcial la expresión"Merced que..." que se acerca más a los cánones clásicos,más de los Siglos de Oro que del XVIII.

***

- Le ha cogido la lluvia, ¿eh? - dijo a modo de salu-do -. Me alegro que estuviera cerca de la casa y quehaya tenido la sensatez de venir. Yo estaba dormido; sino, le habría oído... No soy tan joven como antes, ynecesito descabezar más de un sueño al día. ¿Va muylejos? Hace mucho que no veo gente por este camino,desde que quitaron la diligencia de Arkham. [...]

Me alegro de verle, señor; escasean las caras nuevaspor aquí, y estos días no he tenido mucho de qué ale-grarme. Imagino que viene de Boston, ¿no? Yo nuncahe estado allí, pero enseguida calo al que es de ciudadcuando lo tengo delante. (6)

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La traducción de Francisco Torres Oliver es sencillamentecorrecta, sin demasiadas complicaciones. El lector puede seguirsin dificultades el monólogo del personaje, aunque se pierde losregistros que H.P. Lovecraft pretendió al reproducir la forma dehablar de este peculiar personaje de "The Picture in the House".Lo que sí habría que destacar es la traducción tan precisa quehace del título del relato: "La lámina de la casa"

Las conclusiones las debe sacar el propio lector y el lec-tor riguroso debería manejar ediciones bilingües, que les ser-virán para comprender aún mejor las intenciones literarias delautor.

Bibliografía

(1) More Annotated H.P. Lovecraft, S.T. Joshi and PeterCannon. Dell Trade Paperback. Dell Publishing. USA,1999.

(2) El grabado en la casa. Traducido por José Mª Aroca.Editorial Acervo. Barcelona, 1974

(3) El grabado en la casa. El Traducido por Aurelio MartínezBenito. En la Cripta. Alianza Editorial, 1980.

(4) El grabado en la casa. Traducido por Jon Wakeman.Andrómeda. Buenos Aires, 1991

(5) El grabado en la casa. Traducido por José A. ÁlvaroGarrido. Editorial Edaf. Madrid, 1995

(6) La lámina de la casa. Traducido por Francisco TorresOliver. Valdemar, 2005

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Lámina XII, recreación.Ebenezer Holt.

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La Lámina XII (recreación) por Cyrus Llanfer.

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