grecia clásica

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Grecia Clásica Orígenes Los griegos legaron un imperecedero tesoro literario y artístico a nuestro mundo europeo, y lo mismo se puede afirmar en lo que atañe a la especulación filosófica. El interés de la filosofía griega no consiste simplemente en el hecho de ser la primera fase de la especulación europea, en su planteamiento inicial de problemas que han ejercido una extraordinaria influencia en el pensamiento posterior y que conservan aún hoy toda su relevancia; sino que su importancia también deriva del propio valor intrínseco de sus respuestas. Desde sus inicios en el Asia Menor, la filosofía griega se fue desarrollando ininterrumpidamente hasta alcanzar sus más logrados frutos en las filosofías de Platón y Aristóteles, así como en el Neoplatonismo de Plotino, que ejercieron gran influencia en el pensamiento cristiano posterior. Roma, que destacó en su genio político y en el campo del derecho, también fue deudora del legado griego en lo que a la especulación filosófica se refiere pues no debemos olvidar su influencia en las doctrinas de Lucrecio, Séneca, Marco Aurelio, Epicteto o Cicerón. El estoicismo, el escepticismo y el epicureísmo son corrientes de pensamiento que se i nician en la Grecia del siglo IV, pero que se extienden por el mundo mediterráneo de la mano del Imperio romano. Tanto el término como el concepto de filosofía fueron acuñados por el pueblo griego. Afirmar dicho origen griego de la filosofía no significa negar todo posible influjo oriental en su nacimiento, sino simplemente sostener el hecho de que tales influencias (sobre todo de tipo matemático, astronómico y, en general, de carácter práctico) no disminuyen la originalidad del genio griego. La filosofía, en el sentido que generalmente se daba a la palabra en el mundo antiguo, puede definirse como la búsqueda de la verdad sobre la naturaleza del universo y del hombre. En el mundo antiguo no se experimentaba aún la necesidad de separar la filosofía de la teología y de la ciencia. Así, la filosofía supone una pregunta sobre toda la realidad, sin exclusión alguna. El saber filosófico no sólo es universal sino que pretende conocer las causas y razones ("primeras causas y principios") de esa totalidad que constituye su objeto. Además, su finalidad es exclusivamente teórica o contemplativa: la filosofía es una ciencia libre en cuanto no persigue ninguna utilidad práctica, no busca ninguna ventaja o provecho que no sea el conocimiento mismo; es decir, la satisfacción del deseo natural de todo hombre por saber. Podemos afirmar que ese modo de entender la filosofía por los griegos, como un saber racional que versa sobre la

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Filosofía, catedra de la UCP

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Page 1: Grecia Clásica

Grecia Clásica

Orígenes

Los griegos legaron un imperecedero tesoro literario y artístico a nuestro mundo europeo, y lo mismo se puede afirmar en lo que atañe a la especulación filosófica. El interés de la filosofía griega no consiste simplemente en el hecho de ser la primera fase de la especulación europea, en su planteamiento inicial de problemas que han ejercido una extraordinaria influencia en el pensamiento posterior y que conservan aún hoy toda su relevancia; sino que su importancia también deriva del propio valor intrínseco de sus respuestas. Desde sus inicios en el Asia Menor, la filosofía griega se fue desarrollando ininterrumpidamente hasta alcanzar sus más logrados frutos en las filosofías de Platón y Aristóteles, así como en el Neoplatonismo de Plotino, que ejercieron gran influencia en el pensamiento cristiano posterior. Roma, que destacó en su genio político y en el campo del derecho, también fue deudora del legado griego en lo que a la especulación filosófica se refiere pues no debemos olvidar su influencia en las doctrinas de Lucrecio, Séneca, Marco Aurelio, Epicteto o Cicerón. El estoicismo, el escepticismo y el epicureísmo son corrientes de pensamiento que se i nician en la Grecia del siglo IV, pero que se extienden por el mundo mediterráneo de la mano del Imperio romano.

Tanto el término como el concepto de filosofía fueron acuñados por el pueblo griego. Afirmar dicho origen griego de la filosofía no significa negar todo posible influjo oriental en su nacimiento, sino simplemente sostener el hecho de que tales influencias (sobre todo de tipo matemático, astronómico y, en general, de carácter práctico) no disminuyen la originalidad del genio griego. La filosofía, en el sentido que generalmente se daba a la palabra en el mundo antiguo, puede definirse como la búsqueda de la verdad sobre la naturaleza del universo y del hombre. En el mundo antiguo no se experimentaba aún la necesidad de separar la filosofía de la teología y de la ciencia. Así, la filosofía supone una pregunta sobre toda la realidad, sin exclusión alguna. El saber filosófico no sólo es universal sino que pretende conocer las causas y razones ("primeras causas y principios") de esa totalidad que constituye su objeto. Además, su finalidad es exclusivamente teórica o contemplativa: la filosofía es una ciencia libre en cuanto no persigue ninguna utilidad práctica, no busca ninguna ventaja o provecho que no sea el conocimiento mismo; es decir, la satisfacción del deseo natural de todo hombre por saber. Podemos afirmar que ese modo de entender la filosofía por los griegos, como un saber racional que versa sobre la realidad entera y cuyo fin es contemplativo, sigue siendo hoy el único modo posible de entenderla que permite conservar su autonomía y razón de existir, sin reducirla a otras formas de saber.

Geográficamente, el nacimiento de la filosofía hay que situarlo en la costa del Asia Menor, en las colonias griegas de Jonia. Fueron los jonios (Tales, Anaximandro, Anaxímenes) los primeros filósofos de quienes tenemos noticia. Los jonios, aunque conservan en parte ciertos elementos irracionales y míticos, intentan ofrecer una explicación racional del mundo. Con el paso del tiempo la filosofía desplazó su centro geográfico a otras colonias y a Atenas, pero en la Jonia del siglo VI a.C. se habían dado unas condiciones socio-económicas favorables para el nacimiento de la filosofía: la libertad derivada de peculiares formas políticas, la actividad comercial y el consiguiente bienestar material, el florecimiento de actividades artísticas y científicas.

Así pues, la filosofía griega inicia su andadura en el siglo VI a.C. y la concluye en el 529 d.C., año en que el emperador Justiniano prohibe las enseñanzas paganas

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Periodo Presocrático

El período presocrático, caracterizado por el problema cosmológico. Los presocráticos pretenden conocer el principio de todas las cosas; cómo surge y se genera el universo. Son, siguiendo la terminología aristotélica, los filósofos físicos o naturales: jonios, pitagóricos, eléatas y pluralistas.

La primitiva filosofía jonia se halla representada por tres hombres: Tales (uno de los Siete Sabios de Grecia, según la tradición), Anaximandro y Anaxímenes, todos ellos de Mileto que, en aquella época, era la más rica y poderosa de las ciudades jonias. De ahí que frecuentemente se les denomine colectivamente con el nombre de milesios. Prácticamente, todo cuanto conocemos sobre la filosofía de los milesios atañe a su cosmogonía o explicación de cómo nació el mundo, que ofrece analogías con la mitología griega (como, por ejemplo, la Teogonía de Hesíodo), si bien su pretensión era muy diferente. La escuela milesia intentó reducir la variedad desconcertante del mundo físico a una única sustancia material subyacente (el arjé, o "primer principio"). Los milesios fueron los filósofos que de modo original y radical respondieron a la pregunta ¿de qué está hecho el mundo?. Tales afirmó que el agua o "lo húmedo" era el primer principio o materia primordial del mundo; Anaximandro consideró que todas las cosas estaban hechas de un sustrato material que denominó ápeiron (lo "indefinido" o "ilimitado"); mientras que Anaxímenes postuló el "aire" como el elemento a partir de cuya rarefacción y condensación surge toda la realidad.

La decadencia de Jonia comenzó con su conquista por los persas en 546 y culminó con la destrucción de Mileto en el año 494 a.C. Durante la segunda mitad del siglo VI el centro de la vida intelectual griega se trasladó a las brillantes y prósperas ciudades de la Magna Grecia, Italia Meridional y Sicilia, todas ellas colonias de la Grecia continental. Las escuelas itálica, pitagórica y eleática constituyen el segundo estadio importante en la historia de la especulación presocrática. Si a los milesios les motivaba una innata curiosidad intelectual y el descontento con las explicaciones míticas que les llevó a intentar explicar el mundo de una forma puramente naturalista, los pitagóricos se interesaron más por la forma o estructura del mundo que por su mero principio material e intentaron adoptar principios y elementos explicativos no sensibles. Detrás de la filosofía pitagórica se hallaba la influencia de un movimiento religioso conocido con el nombre de orfismo, que les llevó a interesarse por el cultivo de la música y de las matemáticas como instrumentos de purificación y liberación del alma. El más destacable descubrimiento pitagórico consistió en pensar que la esencia del universo es el número; es decir, que la realidad esencial de las cosas puede ser expresada en términos numéricos y que la estructura formal del universo debe entenderse como una relación numérica armónica.

El siglo V a.C. se inicia con dos figuras antagónicas: Heráclito y Parménides.Heráclito era un jonio de la ciudad de Éfeso e insistió en la mutabilidad de la realidad. Afirmaba que todo se encuentra en movimiento, en estado de permanente flujo o devenir, si bien insistía en la existencia de un principio universal (el Logos) que es la causa del orden, proporción, equilibrio, armonía y racionalidad en ese continuo fluir del ser. Por otro lado y como consecuencia de sus planteamientos lógicos, Parménides de Elea llegó a negar la realidad de todo cambio y a afirmar la existencia de lo Uno, eterno e inmóvil.Los filósofos "armonistas" (Empédocles, Anaxágoras y atomistas: Leucipo y Demócrito) pretendieron reconciliar la filosofía del ser de Parménides con la filosofía del devenir de Heráclito. Dichos filósofos también fueron denominados "pluralistas", ya que ante la imposibilidad de explicar con un solo principio la formación de la variedad del universo, pretendieron resolver el problema estableciendo una pluralidad, por lo menos cuantitativa, en lo que se refiere a los elementos que constituyen el cosmos

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Periodo Sofístico

El período de la sofística: En las últimas décadas del siglo V a.C. la reflexión filosófica deja de lado los problemas cosmológicos y físicos y se centra en el hombre y en lo humano. La filosofía ya no dirige su mirada hacia la realidad natural circundante, sino hacia el hombre mismo. Este cambio coincide con el florecimiento de la filosofía en Atenas y debe situarse en su contexto histórico, social y político, fundamentalmente en el marco de la Atenas de Pericles. Las Guerras Médicas habían terminado en el 479 a C., con la batalla de Platea; siguieron entonces los llamados "Cincuenta años", en los que toda Grecia, y especialmente Atenas, alcanzó la cumbre de su prosperidad material y el mayor esplendor de su realización artística. Pero también fue un período en el que se fueron desintegrando rápidamente los fundamentos tradicionales de la sociedad griega. Todo ello se evidenció con claridad en la trágica Guerra del Peloponeso entre Atenas y Esparta, y la desmoralización que ésta trajo consigo, durante el último tercio del siglo.

La Atenas del siglo V a.C. era la más importante y poderosa ciudad de Grecia, foco cultural y político en cuyo contexto democrático el poder político se alcanzaba a través del debate en los distintos foros (Consejo, Asamblea, tribunales...). A Atenas llegaron extranjeros de muy diferentes lugares, entre los que se encontraban también los sofistas (Protágoras de Abdera, Hipias de Elide, Gorgias de Leontino, Pródico de Queos, Trasímaco de Caldedón), si bien Critias y Antifonte eran naturales de Atenas.

Los sofistas fueron profesores del arte de obtener éxito en la vida pública a través del dominio y poder de la palabra: viajaban de ciudad en ciudad, impartiendo sus enseñanzas a los jóvenes de las más ricas familias a cambio de sustanciosos honorarios. El tema principal de sus cursos era la retórica, es decir, el arte de la persuasión mediante elocuentes discursos. En este sentido, se preciaban de poder enseñar a sus discípulos a hablar de modo convincente en cualquier litigio, así como a sostener alternativamente los dos argumentos opuestos de cualquier causa.

Como movimiento filosófico, la sofística trató sobre temas de carácter gnoseológico y de naturaleza político-social. En gnoseología adoptó una actitud escéptica y subjetivista; en política defendió el origen convencional de la sociedad y el relativismo de sus leyes. No sólo propugnaron el carácter convencional y relativo de las normas sociales, sino también de las morales. En este mismo contexto cabe situar la figura de Sócrates (470 a.C.-399 a.C). Acusado de corromper a los jóvenes y no creer en los dioses de la ciudad, fue considerado por la mayoría de sus coetáneos como un sofista más. Sin embargo, sus doctrinas, vida y muerte ejemplares nos demuestran no sólo su íntima coherencia sino su clara oposición frente a las tesis sofistas. Mártir de los derechos y deberes de la propia conciencia, su filosofía representó una revolución de los valores. A través de su método mayéutico intentó encontrar, a través del diálogo, definiciones universales, ideas verdaderas orientadas a una acción justa. Hizo suya la exhortación "conócete a ti mismo", y fue probablemente el primer filósofo que vio en el alma la personalidad intelectual, promoviendo la doctrina del cuidado del alma como la suprema actividad del hombre. Su "intelectualismo ético" le llevó a identificar el saber y la virtud; una virtud que no consiste en las propias de los nobles y guerreros (ensalzadas por los antiguos poetas), ni en el éxito social y político (buscado por los sofistas) sino en una riqueza interior que consiste en el conocimiento del bien. Debemos tener en cuenta que Sócrates (al igual que su discípulo Platón) no entiende por conocimiento la simple aprehensión abstracta de una proposición sino que, en su sentido más propio y elevado, el conocimiento supone un "abrirse" o "volverse" del "ojo del alma" que lleva a una comprensión, visión directa o intuición plena e inmediata del bien.

El principal discípulo de Sócrates fue Platón. Junto a él hay que situar a los llamados socráticos menores: Jenofonte, Esquino, Antístenes (fundador de la escuela cínica), Aristipo (fundador de la escuela cirenaica), Euclides (iniciador de la escuela de Megara) y Fedón (fundador de la escuela de Elida).

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Periodo Platónico y Aristotélico

El período platónico y aristotélico: Platón (427 a.C.-347 a.C.) y Aristóteles (384 a.C.-322 a.C.) representan para la filosofía un decisivo enriquecimiento, tanto por la diversidad temática de su interés especulativo como por la profundidad de su pensamiento.

Siendo ambos autores objeto de un desarrollo específico e independiente, no nos parece adecuado someter su pensamiento a una síntesis necesariamente injusta con la riqueza de sus ideas y a la que, por otra parte, nos vemos obligados en el tratamiento de los otros autores pertenecientes al mundo griego.

Periodo Helenístico

El período helenístico: Convencionalmente se denomina época helenística al período comprendido entre la muerte de Alejandro Magno (323 a.C) y la conquista de Grecia por Roma en los últimos días de la República. Alejandro Magno intentó crear un imperio, pero con su prematura muerte desaparece no sólo su imperio, sino también la Atenas de la democracia, de la filosofía y del arte. Tras el ocaso general de Atenas, emergen en la periferia las ciudades de Alejandría, Pérgamo, Antioquía... Surge una nueva realidad, una mentalidad distinta. El ciudadano, sin su polis, marco de seguridad, se siente huérfano, desconectado, inseguro. El sabio helenista buscará su salvación en la individualidad. La filosofía se convierte en ciencia moral, entendida no como la búsqueda de la virtud con vistas a la educación, sino como camino hacia la felicidad. Así pues, se abandonarán las cosmovisiones

Periodo Neoplatónico

El período neoplatónico: El neoplatonismo es la última manifestación del platonismo en el mundo antiguo. Sin embargo, dicha corriente no es sólo, como su nombre parece indicar, una renovación de la filosofía de Platón, sino un sistema que, además del pensamiento platónico, recoge con gran vigor especulativo las restantes direcciones fundamentales de la filosofía antigua, así como ideas religiosas y míticas incluso de Oriente.

Si bien algunos consideran a Ammonio Sakkas (175-242 d.C) como su fundador, lo cierto es que el neoplatonismo tuvo en el mejor de sus discípulos, Plotino (m. 270 a.C.), su verdadero fundador y figura más representativa. Plotino resume y formula sistemáticamente las tendencias y orientaciones que se habían manifestado en la filosofía griega y alejandrina del último período. Elementos pitagóricos, aristotélicos y estoicos se funden con el platonismo en una vasta síntesis de gran influencia en la filosofía patrística y en todo el curso de la mística y del pensamiento cristiano, y a través de él también en el pensamiento moderno.

En las Enéadas de Plotino se hallan íntimamente relacionadas su concepción de la estructura de la realidad y su noción acerca de la vida espiritual. Concibe un proceso constante y circular formado por dos grandes momentos correlativos: de un lado la procesión o emanación a través de la cual brota la realidad a partir del Uno pasando por el Intelecto o Inteligencia, y a través del Alma hasta llegar a la materia. Pero, en correlación con ello, el alma humana debe tender a un proceso inverso de elevación hacia el Supremo Principio, y este proceso de regresión adquiere en Plotino una dimensión religiosa. Por consiguiente, el primer movimiento o movimiento cósmico se aleja de la unidad y se dirige a una multiplicidad cada vez mayor; el segundo, el movimiento de la vida espiritual, vuelve desde la multiplicidad hacia la unidad perfecta y originaria, hacia el supremo grado de unificación.

Entre los autores neoplatónicos también encontramos a Filón de Alejandría, Porfirio, Jámblico, Juliano el Apóstata y Proclo.