historias buseteras

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©Estefanía Fajardo De la Espriella©Por la presente edición, Editorial Tres Gatos

Diseño cubierta: Estefanía Fajardo De la EspriellaTodos los derechos reservados

Impreso en Colombia

Ninguna parte de esta pulicación, incluido el diseño de cubierta, puede ser reproducida, almacenada o transmitida de manera alguna ni por ningun medio, ya sea eléctrico, químico, mecánico, óptico, de grabación o de fotocopia, sin el previo permiso escrito del editor.

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A todos los queridos asalariados buseteros que me llenan de historias día a día

Estefanía.

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HISTORIAS BUSETERAS

1. Montarse a un bus.

Si usted se ha montado en un bus, y no le ha pasado nada para reírse, le comento ¡No ha vivido!

Iniciemos con el proceso de salir a las 6:00pm a tomar su bus.

Tiene 3 posibilidades:

1. Que pase de largo, o sea, sea usted lo sufi-cientemente invisible para que el chofer no lo vea y no frene.

2. Que efectivamente el bus frene, pero venga llenísimo, que salga la gente por las ventanas.

3. Ser muy de buenas, y que por conspiración divina, una mezcla de Mayas, chamanes, con-juros, usted logre irse sentado.

Queridos asalariados buseteros (porque los que montamos en bus somos asalariados, o mantenidos en su defecto… Dudo que un rico se monte a un bus para experimentar el toque

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toque, comprar el ‘maní pegao’ y las cartillas de sopa de letras) analicemos:

No hay nada más cansón que esperar un bus, y si es de esos que pasa cada hora ¡Peor!

Pero más cansón, traumante, y que lo pone a pensar en el fin de su existencia en este mun-do, es que el bus se le pase. ¿Por qué? O fue lo bastante lento para estirar la mano y mar-car la parada, o el chofer ya tiene mucha plata y no le interesa un pasaje más, es decir, su plata no vale, o, lamento informarle que usted divaga por la vida siendo invisible.

No hay “deporte” que iguale al de montarse a un bus lleno a las 6:00pm. El primer reto: Pa-sar el torniquete. Si usted logra esto, vamos bien, siéntase feliz, pues ya no saldrá herido por quedar en la puerta del bus con medio cuerpo afuera.

Segundo reto: Desfilar por aquel estrecho ca-mino, lleno de obstáculos. Sí, efectivamente, caminar por ese pasillo entre las sillas, pasillo repleto de gente (gente que huele a de todo un poco) y lograr un medianamente adecuado sitio para estar. Si usted logra pasar dicho pasillo sin toque toque y sin pisar a nadie ¡Mis respetos!

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Tercer reto: Después de estar ubicado, lo pri-mero es lograr ver por donde va, si lo logra, el paso siguiente es caminar hasta aquel punto en el que se encuentra su libertad, la puerta.

Llega usted a la puerta… respire profundo, extienda su brazo, toque el timbre ¡Piiiii! Aquí tiene varias posibilidades:

1. Tocar el timbre, el chofer sea lo suficien-temente efectivo y frene de inmediato, pero aquel freno viene con acción-reac-ción, usted termina abrazando a quien va a su lado.

2. Tocar el timbre, tocar el timbre, tocar el timbre… Y allí viene el grito ¡Seeeee-ñooooooooor! Otros lo acompañan con ciertas palabras como hijo de fulana.

3. Si no hay timbre, usted posee proble-mas. Aliste su garganta para ¡Me deja en la esquinaaaaa! Lo más probable es que jamás lo deje en esa esquina, aquí viene el siguiente grito, mucho más potente que el anterior, ¡Se-ñooooooooooor en laaa esquiiinaaa le diiiijeeee!

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Cabe destacar: Al bajar, revise sus pertenen-cias, pues en tal odisea, usted puede quedar sin celular, billetera, etc.

Y por último: Si pertenece a la minoría afor-tunada, aquella que tiene pacto con Mayas, constelaciones, etc, y logra irse sentado, no sea tan mala clase y ceda el puesto a los ancianos y embarazadas (aunque hay muje-res que no se sabe si son rellenitas o están embarazadas, los entiendo), y claro, colabore con las carpetas, bolsas, y demás, que no to-dos somos malabaristas ni equilibristas para poder apoyarse con una mano, sostener lo que lleva con la otra, y ante todo, proteger sus pertenencias.

Ahh, y si ve una niña linda de pie, no le dé el puesto sólo por eso, a su alrededor segura-mente hay una señora que de verdad necesita el lugar, ¡No sea iluso! la joven no le dará el número de celular, pin, o lo que sea, sólo por-que usted se sintió con el ‘feeling’ de parecer caballero.

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2. Rockola con llantas¿De repente no está con sus amigos, tararea una canción (medio ordinaria) y todas las personas que lo rodean lo miran con cara de bicho raro, a lo que usted responde ‘La escuché en el bus’?

Y lo peor, dicha canción se queda en su mente por el resto de sus días, o hasta que otra, igual o mayormente ordinaria entre en su reemplazo.

Experiencia personal: Bus, a eso de las 4:00pm, relativamente lleno, música corta venas (Aquella de Julio Jaramillo, Alci Acosta, etc, etc). Uno por pena, va cantando en la cabeza, mirando por la ventanilla. Suena la ‘Copa Rota’, Aturdido y abru-mado, por la duda de los celos… De repente, ¡ZAAAZ! llega el coro, todas las voces que van en el bus al unísono cantan… ‘Moooooozoooooo, sírvame la copa rota’ con aquél sentimiento, con el aguardiente imaginario y las lágrimas a punto de salir (me incluyo). No termina la canción y ¡CA-TAPLUM! el chófer, que ya había ganado puntos por ir conduciendo a velocidad moderada y llevar buena música, cambia el cd. Suena ahora una champeta de esas mete y saca, y una vez más, al unísono las voces del bus dicen ‘Nooooooooo’ pero en menos de un minuto ya todos llevan el compás con los pies.

La mejor forma de estar actualizado en música es en un bus. ¿No les ha tocado en el bus esos jóve-

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nes con pintoresca ropa que llevan un cubito mu-sical con canciones jamás escuchadas, pero que cuando nos bajamos ya nos sabemos la mitad?

¿O la mujer que cree llevar el suuuper celular, y lleva un cacharro con radio fm, sin audífonos, emisora mal sintonizada y música para planchar?

¿El viejito que va con radio sin botones arreglado con cinta adhesiva, sobre el hombro y escuchando las noticias?

Cualquier parecido con la realidad, NO es pura coincidencia.

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Estudiante de Comunicación Social y periodismo, dedicada al periodis-mo deportivo, con participación en diferentes emisoras colombianas.

Aficionada a la lectura de misterio y la poesía, sus autores preferidos: Dan Brown, Agatha Christie y Mari Benedetti.

En sus escritos se refleja la sátira, humor negro y finales inésperados. Trata temas de la vida cotidiana en ellos.

Este es el inicio de una serie de escritos dedicados a esos momentos cruciales que suceden en la vida, esos momentos que no podemos apartar de nuestro día a día, sí, esas historias tras una montada en un bus.

¿No se han reído de alguien cabeceando en el bus? ¿No le han ‘men-tado la madre’ al chófer porque los dejó dos cuadras más abajo de su destino?

Estefanía Fajardo De la Espriella

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