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Macronarrativa Huellas de la Memoria Serranía del Perijá | 2019
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Foto: Mural Villanueva, tomada por PRODETER, julio de 2019
Huellas de la memoria Macro Narrativa |
Serranía del Perijá
Corporación para la Protección y Desarrollo de
Territorios Rurales - PRODETER
Centro Internacional de Justicia Transicional - ICTJ
Redacción
Jhenifer Mojica
Conceptualización y metodología
Juan Carlos Villamizar
Coordinación
German Cardoza
Carlos Andrés Ospina
Equipo de memoria
Enulfo Barrios, José Chona, Carolina Vargas, Francisco de la Hoz, Carlos Andrés Ospina, Fredy Escobar, Diego
Chinomes, Juan Carlos Villamizar, Jhenifer Mojica, Germán Cardoza, César Jerez.
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El presente documento hace una aproximación a los hallazgos del proyecto
“Huellas de la Memoria de la Serranía del Perijá”, dentro del proceso de
construcción colectiva de narrativas de memoria y activaciones culturales, en el
ejercicio desarrollado durante nueve meses con la participación de múltiples
actores, alrededor de 500 personas, en 15 municipios del Cesar y La Guajira.
Retoma las principales ideas que componen la memoria colectiva de las
comunidades que habitan en la Serranía y que crean factores identitarios, su
macronarrativa.
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Contenido Introducción ............................................................................................................................................. 5
Mapa de la Serranía del Perijá ................................................................................................................ 7
A. Metodología .................................................................................................................................... 8
B. Hitos del Perijá ............................................................................................................................... 11
Colonización (1950) ....................................................................................................................... 11
Bonanza algodonera (1960- 1979) ................................................................................................ 13
Bonanza marimbera (1977) ........................................................................................................... 14
Paro cívico (7 de junio de 1987) .................................................................................................... 15
Guerrilla (1982 – 2016) .................................................................................................................. 15
Paramilitarismo (1996) .................................................................................................................. 17
Post acuerdo de paz ...................................................................................................................... 19
C. Factores identitarios ...................................................................................................................... 20
Pueblos étnicos .............................................................................................................................. 20
Campesinado ................................................................................................................................. 21
Identidad cultural: entre la Virgen del Carmen y el vallenato ..................................................... 23
Victimización .................................................................................................................................. 25
Boom minero (1985) ...................................................................................................................... 26
D. Voces y ecos: conceptos recurrentes ............................................................................................ 28
Guerra/ conflicto ............................................................................................................................ 28
Minería ........................................................................................................................................... 28
Resistencia ...................................................................................................................................... 29
Etnocidio ......................................................................................................................................... 30
Buena tierra .................................................................................................................................... 30
Abandono estatal ........................................................................................................................... 30
Estado agresor de comunidades .................................................................................................... 30
E. Silencios ......................................................................................................................................... 32
Diálogo interétnico e intercultural ................................................................................................. 32
Post extractivismo .......................................................................................................................... 33
Responsables y responsabilidades ................................................................................................. 33
Recuperación de tierras ................................................................................................................. 33
Post conflicto .................................................................................................................................. 34
Agua ................................................................................................................................................ 34
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Post paramilitarismo ...................................................................................................................... 35
Post acuerdo................................................................................................................................... 35
Bibliografía ............................................................................................................................................. 36
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Foto: Parque de las víctimas Ramiro Moisés Campo, Barrio El Cafetal, Villanueva (La Guajira), en
honor a las víctimas de la masacre de las velitas del 8 de diciembre de 1998, foto tomada por
Andrés Ospina, 22 de mayo de 2019
Introducción La memoria no admite homogenización de sus componentes, es imposible hacer
un relato totalitario que estandarice la vida y la información. Realizar ejercicios de
memoria es escarbar las múltiples memorias de los individuos que componen la
colectividad, y luego intentar decantar lo que es común a sus relatos, lo que
constituye ese “imaginario” que los identifica, ese acuerdo no explícito de lo que
dan por hecho, esos elementos identitarios que diferencian a dicho colectivo de
otros.
En este ejercicio en el Perijá la memoria colectiva está asociada a la Serranía, ese
cuerpo vivo que se transforma conforme a las comunidades que lo habitan.
Producto de este ejercicio durante 9 meses, en el que participaron habitantes de
la Serranía, niños y niñas, jóvenes, mujeres, víctimas, campesinado,
excombatientes y expertos académicos, se ha podido confirmar una identidad en
esta región, alimentada por ideas centrales que se recogen en la presente
macronarrativa.
“Estas narrativas que surgen de la construcción de la memoria establecen
una relación directa, íntima y subjetiva con el territorio por parte de
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quienes recuerdan; y por ello sus construcciones analíticas se recrean
desde y hacia la naturaleza, y revelan las relaciones que se tejieron en los
territorios entre los seres humanos y su entorno, configurando los
cuerpos, los paisajes, los hogares, las tierras y los lugares”
Reflexión del profesor Joaquín Molano durante el ejercicio realizado por la Comisión para la
Reconstrucción de la Memoria Histórica Ambiental (2017), citado por Censat Aguaviva, Memoria
Ambiental y Reconciliación La enunciación de la vida, 2018.
Por ello la memoria del Perijá es la de su territorio, los relatos individuales y los
extraídos de grupos focales coincidieron en la memoria colectiva del territorio, en
la importancia del ecosistema de serranía, del paisaje, del clima, de los conectores
biológicos como los ríos y las montañas, de la vocación campesina y del daño de
la industria minera del carbón.
Asimismo, los habitantes del Perijá se auto reconocen como una cultura anfibia
entre gentes del interior y gentes de la costa, no se sienten costeños ni cachacos,
dicen tener las mejores virtudes de ambas culturas, producto de ese choque dado
a partir de los procesos de colonización de la serranía.
Y, finalmente la variable de la violencia, del conflicto armado y de la paz,
constituyen los hitos que transforman a este territorio y con él a su pueblo.
Aunque la memoria es infinita y los resultados de este ejercicio son muchos y
variados, esta macronarrativa pretende simplificar toda la información
recolectada y analizarla de manera que sirva como un primer referente a la
constitución de Las Huellas de la Memoria de la Serranía del Perijá.
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Mapa de la Serranía del Perijá
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Imagen: Extracto mapa de hitos históricos, PRODETER ICTJ, agosto de 2019
A. Metodología El trabajo de memoria realizado en la Serranía del Perijá está enmarcado en la
perspectiva transicional que rodea la implementación del Acuerdo de Paz, y
responde, desde la construcción de memoria, al espíritu del Sistema Integral de
Verdad, Justicia, Reparación y No Repetición, especialmente como un ejercicio
para el esclarecimiento y la convivencia. De tal manera, no habría sido posible
desarrollar el ejercicio con enfoques y metodologías predeterminadas, todo lo
contrario, todas las herramientas del proceso de recolección de datos, diálogo
social, sistematización y producción final, fueron concebidas a partir de la
constitución de un equipo compuesto por miembros de las organizaciones
campesinas y de los Espacios Territoriales de Capacitación y Reincorporación. En
éste mismo sentido es posible imaginar la dimensión del reto cuando el ejercicio
de memoria se realiza entre ciudadanos y ciudadanas con arraigos profundos en
el territorio y los nuevos ciudadanos y ciudadanas surgidos después de la dejación
de armas. Muchos de ellos que, siendo de la región, salieron de allí años atrás para
nutrir la guerra en otras regiones y otros campos de batalla.
Todo lo anterior para decir que este resultado no es una elaboración academicista,
aun cuando se tuvieron en cuenta las principales reflexiones del debate
académico sobre la materia. El esfuerzo principal tuvo que ver con la necesidad
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de encontrar, en los recuerdos individuales y colectivos de los habitantes del
Perijá, rasgos concretos y significativos que permitieran vislumbrar la unidad
territorial de la región y, en consecuencia, provocar la necesidad de medidas de
reparación, agendas de trabajo organizativo y un proceso de reincorporación de
excombatientes, con un enfoque colectivo y territorial.
El enfoque del proyecto obliga a pensar en la memoria como una herramienta útil
y funcional a los intereses de bienestar y desarrollo de la comunidad: la utilidad
de la memoria está en la capacidad transformadora que contenga. Por ejemplo,
los testimonios dejan en evidencia la imbricada relación con la tierra y la
conciencia, especialmente campesina, de los cambios sufridos por las bonanzas,
especialmente, la marimbera. El ejercicio de recordar les permite ubicar un antes
y un después de la llegada de los conflictos y los cambios en el modelo productivo
de la región.
Hacer memoria desde una perspectiva transicional significa hacer memoria con
un sentido reparador y restaurador. Para ello, se llevaron a cabo varios ejercicios
cartográficos y de georreferenciación que permitieron a la mesa campesina
ASOPERIJÁ y los líderes de las Zonas de Reserva Campesina identificar predios que
fueran susceptibles a ser parte del Fondo de Tierras acordado en el Punto 1 del
Acuerdo de Paz, y así proyectar una agenda de acción y movilización en torno a
ellas.
Por otra parte, esta construcción de memoria creó escenarios de encuentro y
diálogo entre la comunidad del Perijá y los excombatientes de FARC que hoy son
sus nuevos vecinos. Esto implicó el reto de encontrar una forma de cruzar las
versiones, de contrastar e identificar puntos comunes para elaborar una única
narrativa. El resultado es este texto, un texto que, por lo demás, evidencia un
carácter transversal en las vidas de los pobladores viejos y nuevos: el de la
trashumancia. Colonización, desplazamientos, migraciones, huidas y retornos que
configuran la memoria colectiva de la región.
Para la recolección de la memoria y los objetivos específicos que surgieron de ella
se recurrió a varias técnicas de investigación cualitativa, tales como entrevistas,
grupos focales, líneas de tiempo, cartografías sociales, entre otros. Se llevaron a
cabo varios talleres de construcción colectiva de memoria, tales como:
campesinos fundadores (colonos), víctimas, excombatientes; jóvenes y mujeres,
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adicionalmente, se realizaron talleres específicos con mujeres excombatientes y
mujeres de la comunidad. Estos últimos se llevaron a cabo con el fin de identificar
los diferentes roles que cumplieron las mujeres en la colonización, arraigo y
desarrollo territorial de la comunidad.
Este ejercicio de memoria ha sido una elaboración artesanal que intenta
salvaguardar la identidad y la voz de las personas, llevando, de la manera más
fidedigna posible, sus testimonios, a espacios de difusión popular y propia de la
región.
El trabajo de campo realizado por el equipo territorial durante nueve meses
(noviembre de 2018- julio de 2019) en los 15 municipios que comprenden la
Serranía de Perijá en La Guajira y Cesar, permitió recoger información asociada a
los procesos sociales, configuración territorial y el conflicto armado desarrollados
en esta región. Esta información primaria es insumo importante, que se
complementa con la revisión documental de fuentes secundarias, para perfilar los
hitos y experiencias más significativas que configuran la memoria de la Serranía
de Perijá.
En el desarrollo del trabajo en campo se definieron cuatro líneas que agrupan los
diferentes hitos y experiencias significativas: 1. Poblamiento; 2 Dinámicas del
conflicto armado; 3. Transformaciones culturales y 4. Procesos organizativos.
A lo largo del documento se citarán entrevistas de las recaudadas en desarrollo
del proyecto, las cuales se han identificado con número y fecha de entrevista para
salvaguardar la identidad de las personas que participaron en el ejercicio.
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Foto: Mural Conejo, tomada por PRODETER, 27 de junio de 2019
B. Hitos del Perijá1
El territorio que hoy se reconoce como Serranía del Perijá es producto de una
cadena de sucesos que marcaron cambios en el curso de la historia para siempre.
Estos hitos son compartidos por los relatos retomados en este ejercicio de
construcción de memoria, así como por la literatura y el folclore vallenato. A
continuación, en orden cronológico los principales hitos:
Colonización (1950)
La colonización en la región se dio desde 1950 por parte de personas provenientes
del interior del país que huían de la violencia bipartidista, especialmente de los
departamentos de Santander y Norte de Santander, en especial de los pueblos
aledaños a la serranía por la cara que da al Catatumbo. Ellos buscaban la parte alta
de la Serranía para poder ocultarse de la violencia [Entrevista #1, febrero de 2019].
Por su ubicación geográfica, los departamentos del Cesar y La Guajira siempre han
sido receptores de poblaciones que vienen desplazadas o migrando desde otras
regiones de Colombia o del país vecino Venezuela. El primer grupo de personas
del interior que llegó a la Serranía fue proveniente de los Santanderes, y se asentó
1 Acontecimientos significativos que marcan un momento importante en el desarrollo de la Serranía del Perijá
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en Manaure, Urumita y Villanueva, principalmente como productores de café.
Después llegó otro grupo de personas de los alrededores de Bogotá,
Cundinamarca, Boyacá, que llegó directamente a Conejo y a Fonseca. Luego estos
pobladores empiezan a traer más gente y se va poblando la zona que se constituye
a partir de la agricultura [Entrevista #7, febrero de 2019].
El afianzamiento de la nueva población campesina en la Serranía del Perijá se dio
principalmente a través de procesos de colonización de tierras baldías de la falda
de la Sierra; campesinos que venían huyendo de la violencia, preferían evitar
nuevos choques a partir de la “recuperación de tierras” y prefirieron colonizar
tierras altas en las montañas [Centro Nacional de Memoria Histórica- CNMH, 2017a, pág.
24].
Zonas como Media Luna, Corregimiento de San Diego, fueron pobladas
totalmente por población procedente del interior del país. Así también las partes
altas de Chimichagua, Curumaní y Pailitas fueron pobladas por gentes que venían
del interior, sobreviviendo a la violencia [CNMH, 2017a, pág. 22].
Adicionalmente también llegaron personas de otros lugares de la Costa Caribe, lo
cual dio lugar a una mezcla de culturas que hace que las personas de la Serranía
del Perijá se reconozcan como un híbrido cultural, una zona multiétnica y
multicultural, entre tradiciones del interior y de la Costa.
Posteriormente se dio un proceso de migración hacia la región de colombianos
que estaban en zona fronteriza por acciones de la guardia venezolana en los años
70, lo cual dio lugar al inicio del proceso de organización campesina para
reaccionar a este hecho y reclamar al Estado mayores acciones en respuesta a las
demandas de tierra y apoyo a la agricultura en la región [Entrevista #15, febrero de
2019]. Así fue como se posicionó en el Perijá la Asociación Nacional de Usuarios
Campesinos- ANUC, generando un primer Comité de Usuarios Campesinos en
Conejo que prontamente se replicó en otros municipios de la Serranía [Entrevista
#1, febrero de 2019].
El territorio de la Serranía era territorio ancestral étnico, algunos pobladores
relatan que tuvieron una buena interacción con los indígenas al momento de
llegar a la Serranía, que se generaron lazos de amistad y que por ello los indígenas
les permitieron a los campesinos compartir territorio con ellos. [Entrevista #5,
febrero de 2019]. En el transcurso de la historia no se había sentido confrontación
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con los pueblos indígenas, hasta en años recientes cuando campesinos iniciaron
con sus proyectos de Zona de Reserva Campesina, a lo cual los Yukpas presentaron
oposición. En la actualidad, los Yukpa también han discutido la constitución del
Espacio Territorial de Capacitación y Reincorporación de Tierragrata. Es una
necesidad para el futuro de la Serranía, lograr espacios de diálogo territorial
multicultural.
En los años 70, el Instituto Colombiano de Reforma Agraria- INCORA empieza a
adelantar procesos de titulación de las tierras colonizadas en la Serranía, fue así
como los campesinos empiezan a ser propietarios de las tierras colonizadas,
logrando acceder a créditos y apoyo financiero para la agricultura [Entrevista #11,
febrero de 2019]. La titulación de baldíos se dio hasta la década de los 90, asignando
propiedad sobre una buena parte de lo colonizado.
Bonanza algodonera (1960- 1979)
Entre 1960 y 1979, Codazzi se convirtió en la capital algodonera de la Costa,
haciendo que las zonas valle de la región se consagraran por completo al cultivo
de la fibra, volviéndose en motor de desarrollo que atrajo nueva mano de obra de
otras zonas de la Costa y del interior del país. Fue una bonanza plena en el Perijá,
donde abundaba el trabajo, las empresas, los jornales y jornaleros. Esto hizo
crecer rápidamente la población y mejorar su calidad de vida por los ingresos
económicos garantizados, pero también hizo afianzar el latifundio, fortaleció a las
empresas y aumentó su capital a partir de esta agroindustria. El tren fue
fundamental para sacar el producto hacia el interior y lograr su comercialización,
medio de transporte que cambió la vida de los pobladores.
Los trabajadores del algodón iniciaron sus procesos de recuperación de tierras en
la región, mediante procesos de colonización de baldíos donde se asentaron,
construyeron sus viviendas y sus cultivos de agricultura familiar.
Como la economía de la región dependía por completo del algodón, entrado este
proyecto en crisis (1977), para la población se constituyó en un hito las dificultades
surgidas por la caída de la bonanza algodonera, que alimentó el espíritu
organizativo campesino y de exigibilidad política de derechos, y a la
transformación del uso del suelo hacia los cultivos de usos ilícitos que se
posicionaron ampliamente en la región. “En un tiempo se cultivó algodón, luego
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de esto vino la época del cultivo de Marihuana, la amapola y la coca” [Entrevista
#14, febrero de 2019].
Bonanza marimbera (1977)
Inició en 1977 tras la crisis del algodón, auspiciado por el contrabando de alcohol
y tabaco y se posicionó en los años 80, afianzando la cultura de ilegalidad y
violencia en la zona. Los pobladores dicen que la marihuana fue una semilla traída
por los “gringos” y que esa semilla alimentó el crecimiento de la violencia en el
Perijá [Entrevista #1, febrero de 2019]. El auge del cultivo acabó con productos
agrícolas campesinos como el arroz y el maíz, incapaces de competir en
rentabilidad.
Las bonanzas del café, el contrabando y la marihuana se entrelazan y son vigentes.
El contrabando permitió un intercambio ilegal de la producción de café de la sierra
nevada y la serranía del Perijá. La cultura vallenata ha reflejado, en varias
canciones, el negocio que enriqueció a clanes del Cesar y la Guajira. El propio
Escalona reivindica en sus canciones la importancia del contrabando en la región
de Padilla. Café y ganado se contrabandeaban para Venezuela, Aruba y Curazao y
de allá de manera ilegal se introducía whisky, acordeones, cigarrillos y armas de
fuego. Las canciones “el chevrolito” y “el almirante Padilla” de Escalona describen
claramente el auge de la economía ilegal en el Perijá.
La comercialización y tráfico de marihuana daba lugar al flujo de grandes
cantidades de dinero en efectivo, lo cual ocasionó el surgimiento de bandas de
asaltantes, los denominados combos, como los ladrilleros o los pastusos, con el
consecuente recrudecimiento de la violencia [CNMH, 2017a, pág. 43]. “Con la
bonanza marimbera vino la violencia debido a que trajo mucha riqueza, venían
carros muy lujosos. La ambición trajo masacres. La plata la traían en mochilas, en
sacos, debajo del colchón, pero por pacas mucho dinero. Ya no bebían chirrinchi,
sino tragos finos, whisky. Se volvió una locura. Se empezaron a cuidar las caletas,
tenían que poner personas a cuidar la marimba. Fue donde empezaron los
conflictos entre familias, entre la misma gente del pueblo. Dejaron la malanga, el
ñame, el guineo. Todo era marimba” [Entrevista #16, marzo de 2019].
Lo que parecía una bonanza en realidad trajo violencia y pobreza [Entrevista #3,
febrero de 2019]. La gente de la región no recuerda que le haya quedado algo bueno
a nadie de esta época, salvo muertos y desaparecidos. Finalmente, la marimba
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decae hacia finales de los ochenta, principios de los noventa cuando dio paso a
otros negocios ilegales como la coca y el resurgimiento del contrabando.
Paro cívico (7 de junio de 1987)
Causado fundamentalmente por la bomba social a partir de la crisis de la bonanza
algodonera que redujo drásticamente los empleos en la región, y con ello los
jornales, los ingresos y la pérdida de calidad de vida de la población campesina
[CNMH, 2017a, pág. 51].
Demanda de una reforma agraria y condonación de deudas agropecuarias que
habían dejado de pagarse a causa de la crisis económica, lo cual estaba
ocasionando la pérdida de las tierras [Grupo focal fundadores, 16 de febrero de 2019].
Este fue el paro que cambió todo en la región [CNMH, 2016, pág. 73]. Una masiva
movilización de base campesina de más de ocho mil personas se conglomeró en
la plaza Alfonso López durante 90 días. Su impacto simbólico no sólo tuvo
repercusión en la memoria del Perijá, sino en el imaginario colectivo al volverse
emblema de la movilización social replicado en otros lugares de la Costa, que cada
cierto tiempo se conmemora.
En el paro tuvieron participación activa nuevos liderazgos de grupos de guerrilla
como ELN y FARC y, de manifestaciones políticas de las mismas como A Luchar,
UP y Causa Común; lo cual les ayudó a ganar reconocimiento y legitimidad social
dentro de la población campesina y obrera inconforme [Ospina, 2019].
El paro generó marchas en todo el Caribe y uno de los resultados fue el Plan
Nacional de Rehabilitación y una respuesta institucional más proactiva como por
ejemplo la del INCORA a través de sus programas de titulación de tierras. La
respuesta de la clase política vallenata fue la persecución y el asesinato a líderes
comunales promotores del paro, bajo el señalamiento de ser integrantes de las
guerrillas, lo que se tradujo en una victimización colectiva del campesinado y en
el debilitamiento de las organizaciones campesinas [CNMH, 2017a, pág. 51].
Guerrilla (1982 – 2016)
La llegada de las FARC a la región Caribe era parte del despliegue estratégico
definido en su séptima conferencia de 1982. Ese mismo año incursionó el cuarto
frente por Codazzi y para 1983 se conformaría el frente 19 en la Nevada, el cual
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se desdoblaría posteriormente en el frente 41 Cacique Upar [Grupo focal
excombatientes Farc Pondores y Tierra Grata, 7 de febrero de 2019]. En la década de 1990,
las FARC se extendieron hasta La Guajira con la conformación del frente 59,
constituyendo junto a los frentes 41, 19, 35 y 37 lo que se conoció como el Bloque
Caribe, logrando ganar un posicionamiento amplio en la región. Estados Unidos
en Curumaní, fue una importante base operacional de las FARC que es
considerada como un lugar histórico para excombatientes2 [Grupo focal mujeres
excombatientes de Farc en Pondores, 6 de marzo de 2019].
Con la llegada de las FARC al Perijá se acabaron los diferentes combos
delincuenciales que existían y azotaban la región desde la bonanza marimbera.
La cercanía de las guerrillas con la población civil, en especial la rural, se dio a
partir de “la protección” que las FARC representaban frente a los combos, se
afianzó con la participación en el paro cívico de Nororiente y posterior apoyo en
el fortalecimiento organizativo campesino, traducido en formación política3.
Las guerrillas (FARC y ELN) además participaron en la construcción de obras civiles,
como vías y puentes, en conjunto con la comunidad; así también intervinieron en
“ecología fariana” [Entrevista #5, febrero de 2019], y en algunos casos en el reparto de
tierras (parcelaciones), realizadas dentro del proceso de “recuperación de tierras”
promovido por las organizaciones campesinas desde la década de los setentas
[CNMH, 2017a, pág: 17].
Algunos recuerdan el reparto de tierras de la guerrilla “aquí en esta finca que era
de un solo propietario nos reubicaron a 6 familias, así se fue poblando esto, por
ejemplo, en San Antonio también pasó lo mismo, le dieron de 10 hectáreas a cada
persona, en esta finca son 72 hectáreas y nos reubicaron a 6 familias”. Hoy algunas
de estas tierras son reclamadas en procesos de restitución de tierras de la ley 1448
de 2011; San Antonio en Manaure, y Betania en San José de Oriente son fincas
que ya fueron restituidas a propietarios despojados por la guerrilla de las FARC
[Entrevista #15, febrero de 2019].
2 Con la incursión paramilitar, la población de Estados Unidos fue objeto de múltiples masacres y desplazamiento forzado masivo. “Era la tercera masacre en menos de dos años que sufría Estados Unidos, ese poblado agrícola y pujante de 1.300 habitantes que se vació por completo”. CNMH, 2016, pág: 88. 3 Participación de guerrillas (ELN y Farc) en el paro cívico de 1987 ayuda a ganar legitimación social [CNMH 2017a]
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El repertorio de violencia más usado por las guerrillas fue el secuestro y la
extorsión. Se recuerda el intento de secuestro del alcalde de El Molino en 2002
Yesid Mantilla, frustrado por la oposición de la comunidad [Entrevista #4, febrero de
2019]. Fueron víctimas de manera generalizada todos los pobladores de la región,
relata una víctima de secuestro del ELN [Entrevista #19, marzo de 2019].
La debacle de las guerrillas se dio tras enfrentamientos entre ellas por el control
territorial, combates y ofensiva militar y paramilitar [Grupo focal intergeneracional
fundadores y jóvenes en Conejo Guajira, 17 de marzo de 2019].
La guerra contra las guerrillas por parte del Estado, y los enfrentamientos guerrilla
vs. Ejército con bombardeos y combates de gran dimensión, afectaron duramente
a la población civil. Los pobladores recuerdan tragedias vividas en la vereda Los
Manantiales [Entrevista #4, febrero de 2019]; en Manaure [Entrevistas #6 y 15, febrero de
2019)]; en Pavas- Barranca en el 2011, donde el enfrentamiento produjo
desplazamiento forzado masivo [Entrevista #10, febrero de 2019].
Dentro de la ofensiva militar del Plan Patriota (2003) con el objetivo de exterminar
la guerrilla FARC de la Sierra Nevada de Santa Marta, se dieron extensos combates
en los Picos Colón y Bolívar, donde la altura y falta de ropa adecuadas ocasionaba
hemorragias y congelamientos en las extremidades de los guerrilleros; en la
memoria de los excombatientes quedó la marcha hacia el Perijá, un mes
caminando con necesidades humanitarias, sed y hambre, y un alto número de
pérdida de vidas. Esto impacta en la Serranía del Perijá, ya que terminó siendo la
zona de repliegue de las FARC [Grupo focal excombatientes Farc Pondores y Tierra Grata,
7 de febrero de 2019].
Paramilitarismo (1996)
A partir de la crisis algodonera, posterior bonanza marimbera con el surgimiento
de los combos y el creciente descontento social campesino y obrero manifestado
en el Paro Cívico de Nororiente, la élite económica y política tradicional de
Valledupar se preocupa e inicia con los primeros grupos de autodefensa4. En 1992
la familia Prada impulsó la creación de las Autodefensas de Palmicultores y
Ganaderos del sur del Cesar en fincas de San Martin Cesar. La superintendencia
de seguridad le otorgó licencia para establecer las convivir de Renacer (Roberto
4 Verdadabierta, 2010, “¿De dónde salieron los Paras en el Cesar?”, consultado el 10 de mayo de 2019
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Prada Delgado) y Los Arrayanes (Juan Francisco Prada - Juancho Prada). En la
disputa por el control de Aguachica, asesinaron al alcalde Luis Fernando Rincón y
varios líderes políticos.
A partir de 1996 dejaron de ser Convivir y se convirtieron en grupos paramilitares
fundados por Jorge Gnecco Cerchar, Rodrigo Tovar Pupo y Huges Rodríguez,
desplegando una oleada de terror por toda la región como carta de presentación.
Las Autodefensas Unidas de Colombia- AUC ya consolidadas lograron detentar el
control territorial en la región en el año 2000.
La aparición de estos grupos paramilitares se dio bajo la sombra del accionar de la
fuerza pública, generando acciones violentas principalmente contra guerrilleros,
sus familiares y comunidades campesinas y organizaciones sociales que lideraban
procesos de recuperación de tierras en la región.
El vengativo refrán del “ojo por ojo” fue el primer repertorio de violencia aplicado
por los paramilitares quienes se dedicaron a golpear a familiares de la guerrilla,
como el caso del asesinato de Leonor Palmera, hermana de Ricardo Palmera alias
“Simón Trinidad” perteneciente a las FARC [CNMH, 2016, pág: 39].
Las violaciones sistemáticas de derechos humanos que constituyeron el repertorio
de violencia paramilitar en la región fueron las masacres y el desplazamiento
forzado para dar lugar al despojo de tierras. De todas las violencias sufridas por
los pobladores del Perijá, las masacres son las más recurrentes, generadoras de
terror e indignación. Son muy recordadas la Masacre de Casacará (1997), la
Masacre de las velitas el 8 de diciembre de 1998 en Villanueva, las Masacres en
Curumaní en el 2003 y 2006 [Entrevista #17, marzo de 2019], la Masacre de Lamas
Verdes en 2005 donde fueron secuestradas y torturadas 45 personas y asesinadas
9 en Curumaní.
Es un hecho notorio que las masacres y el desplazamiento forzado masivo fueron
acciones dentro de una estrategia paramilitar orientada al despojo de tierras con
varios fines: para rescatar las tierras invadidas por los campesinos
“recuperadores” y expulsar a los invasores, para generar una contra reforma
agraria que volviera a consolidar el latifundio de grandes extensiones con las
tierras repartidas por el INCORA a los campesinos, y para dar paso al
acaparamiento agroindustrial y a la minería de carbón [entrevistas #2 y 18, febrero
y marzo de 2019; CNMH, 2018, pág: 63].
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Mientras los paramilitares vendían sus servicios de “tierras” (masacres y
desplazamiento forzado) [Forjando Futuros, 2018] y la violencia crecía imparable,
empresas agroindustriales en especial de palma de aceite y empresas mineras de
carbón (Drummond y Glencore) adelantaban gestiones y transacciones
inmobiliarias para “limpiar” los títulos de propiedad de los predios recién
adquiridos [CNMH, 2016, pág: 91].
Post acuerdo de paz
Luego de firmado el Acuerdo de Paz en el 2016, se han presentado cambios
profundos en la vida de la guerrillerada en su reincorporación a la vida civil: vida
en familia, estudio, capacitación, libertad de locomoción, participación, medios
productivos, que ha cambiado la dinámica de la región en donde se instalaron dos
Espacios Territoriales de Reincorporación, uno en Pondores Guajira y otro en
Tierra Grata Cesar [Grupo focal mujeres ex combatientes de Farc en Pondores, 6 de marzo
de 2019]. Pese al esfuerzo por lograr acercamientos con vecinos de la comunidad
y con autoridades locales, la estigmatización contra los excombatientes aún tres
años después de haberse dado la dejación de armas, sigue siendo muy fuerte.
Los excombatientes sienten temores respecto a la implementación del acuerdo:
incumplimiento de lo pactado por parte del Gobierno Nacional (ataques a la
Jurisdicción Especial de Paz- JEP, incumplimiento del Programa Nacional Integral
de Sustitución- PNIS y vuelta a política antidrogas tradicional de la erradicación
forzada), falta de tierras, asesinatos y falta de garantías. Así como también
identifican el reto para el post acuerdo de fortalecer el partido de la FARC.
El campesinado de la región ve oportunidades del Acuerdo de Paz para el
desarrollo local a raíz de la presencia de agencias de cooperación, el aumento de
oferta institucional por los Programas de Desarrollo con Enfoque Territorial- PDET
y la posibilidad de alianza y trabajo mancomunado con excombatientes: “La paz
como un consenso regional”.
Macronarrativa Huellas de la Memoria Serranía del Perijá | 2019
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Foto: Grupo de teatro Tierra Grata, presentación Teatro Maderos, tomada por Francisco de la
Hoz, 27 de mayo de 2019
C. Factores identitarios5
Pueblos étnicos
La región era ocupada ancestralmente por los pueblos indígenas Yukpas hacia el
centro del Cesar, Los Cariachiles, Wiwas y Japreria en el centro sur de La Guajira,
y los Wayuú hacia el centro norte de La Guajira. Los pobladores hacen un
reconocimiento de la presencia de grupos étnicos indígenas y afro en la Serranía
y lamentan la pérdida de la cultura y su lengua, como el caso del exterminio
Wayuú en Fonseca [Entrevista #3, febrero de 2019].
En la actualidad se presenta una controversia interétnica e intercultural sobre el
territorio, donde aparentemente se da un choque entre las pretensiones
territoriales de los indígenas Yukpas y los proyectos de Zona de Reserva
Campesina y ETCR. Durante este ejercicio de memoria no se pudo establecer
actividades con los pueblos indígenas.
5 Rasgos que identifican a la Serranía
Macronarrativa Huellas de la Memoria Serranía del Perijá | 2019
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Campesinado
El Perijá tiene identidad campesina, las comunidades quieren ser reconocidas así
y fundan su plan de vida en torno al proyecto de agricultura campesina [Grupo focal
intergeneracional fundadores y jóvenes en Conejo Guajira, 17 de marzo de 2019]. “Los
campesinos de la zona del Perijá queremos ser reconocidos, por el amor y entrega
que tenemos para con nuestro territorio” [Entrevista #10, febrero de 2019], siendo el
territorio y esta identidad origen, presente y futuro de la construcción del
colectivo social.
La identidad campesina, se conformó entre otras cosas a partir de la relación de
tenencia con la tierra y de una identidad común: “campesino sin tierra,
organizado” [CNMH 2017a, pág. 77]. La unión permitía, a futuro, ser propietario.
Formalizar la tierra para muchos campesinos significó igualmente formalizar la
comunidad. También a partir del cultivo y cultura cafetera “La identidad de la
Serranía se ha forjado en torno al café y su gente, por mantener esa tierra tan
bendecida” [Entrevista #9, febrero de 2019].
El surgimiento del movimiento organizativo campesino en el Perijá se dio en los
años 60 y desde entonces, en la región se ha consolidado como una manifestación
social fuerte y reconocida por su constante lucha. La Asociación Nacional de
Usuarios Campesinos- ANUC fue la primera organización campesina que tuvo
incidencia en el territorio, especialmente la denominada línea Sincelejo, con
demandas sobre la efectiva redistribución y acceso a la tierra y el desarrollo rural
integral incluyendo peticiones sobre agua, educación, salud, vivienda, vías y
soberanía alimentaria.
El Bloque Unido de Juntas de Acción Comunal desde 1985 a 1995 tuvo una gran
trascendencia en la región [Ospina, 2019], sus líderes fueron muy reconocidos por
su capacidad de organización e interlocución con entidades públicas.
Hubo un fortalecimiento organizativo y político del movimiento campesino por
parte de la guerrilla de las FARC en el impulso de las Juntas de Acción Comunal,
donde se daba orientación sobre la creación de figuras organizativas con el fin de
promover la auto gestión de proyectos y recolección de fondos para solventar la
ausencia del Estado, para la construcción de carreteras, colegios, obras sociales,
entre otras necesidades comunitarias [Entrevista #10, marzo de 2019].
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El campesinado logró promover un trabajo conjunto con el INCORA exigiendo el
cumplimiento del lema de “La tierra para el que la trabaja”; gracias a ello, una
buena parte de las tierras colonizadas en el Perijá fueron tituladas a los
campesinos [Grupo focal Campesinos, 13 y 14 de abril de 2019]. Asimismo, logró adquirir
una enorme capacidad de gestionar por sí mismos la construcción de
infraestructuras necesarias para mejorar su calidad de vida.
La visibilización alcanzada por campesinos y líderes en el paro de Nororiente
(1987) aumentó la violencia contra ellos. Durante los años 80 se incrementaron
los asesinatos selectivos, la persecución y la estigmatización de los líderes de
organizaciones campesinas en la Serranía [CNMH, 2017a].
Sobre el campesinado recayó un estigma alimentado por sectores políticos y
económicos de la sociedad vallenata de ser señalados como guerrilleros. La
violencia paramilitar se ensañó contra el campesinado, bastaba con ser
identificado como proveniente de zona rural para ser señalado, perseguido y
asesinado. “Los campesinos en las urbes son estigmatizados o tildados como
militantes de grupos guerrilleros, puesto que todo aquel, que se encuentren en
zona rural tiene vínculos directos con la insurgencia.” [Entrevista #9, febrero de 2019].
Las principales violaciones de derechos humanos padecidas por los campesinos
del Perijá fueron las masacres que dejaron una gran y dolorosa cicatriz en la
memoria y el desplazamiento forzado masivo que abrió paso a pueblos fantasmas
que durante años estuvieron abandonados6. La época de mayor recrudecimiento
de la violencia fueron los años 1996 a 2008, siendo el año del pico más alto de
victimización el 20027.
Junto con las masacres y el destierro, los campesinos tuvieron otra pérdida
irreparable: se cambió el uso de los suelos en zonas anteriormente dedicadas a
labores agrícolas que fueron transformadas al desarrollo de actividades
extractivas de minería de carbón que se expandió en la región; esto acabó con la
vocación agrícola, alteró el uso de suelo y agua, cambió el paisaje y genera daños
al medio ambiente, vida y salud de los habitantes.
6 En el ejercicio de diseño y elaboración de murales se hizo énfasis en memorizar masacres como la de las velitas en Villanueva y la de Casacará en Codazzi, así como el pueblo fantasma en que quedó convertido Codazzi tras la ola de desplazamientos forzados ocurridos por causa del conflicto armado. 7 Unidad de Atención y Reparación Integral a Víctimas- UARIV; reporte consultado en el RNI en https://cifras.unidadvictimas.gov.co/Home/Vigencia agosto 30 de 2019.
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Desde 2011 el movimiento campesino está promoviendo ante el Instituto
Colombiano de Desarrollo Rural- INCODER (hoy Agencia Nacional de Tierras- ANT)
la conformación de dos Zonas de Reserva Campesina en la región; la primera en
Chiriguaná, Chimichagua, Curumaní y Pailitas, y la segunda en San Diego,
Manaure, Codazzi y La Paz. Con esta figura buscan proteger la vocación
campesina, ya que su sueño para el futuro es mantener su identidad y potenciar
a la Serranía del Perijá como despensa alimentaria del Cesar y Guajira [PNUD, 2012].
“Los campesinos queremos ser reconocidos como gente trabajadora, que ama y
cuida su territorio, que lucha constantemente por la preservación y conservación
de los diferentes ecosistemas” [Entrevista #9, febrero de 2019]. El campesinado tiene
hoy la necesidad de parar la minería para fortalecer la soberanía alimentaria
sostenible y la protección del medio ambiente [Grupo focal campesinos, 13 y 14 de abril
de 2019].
Los campesinos del Perijá tienen sus esperanzas sembradas en el Acuerdo Agrario
de Paz con el que piensan poder conquistar la tierra y desarrollo rural tan
anhelado en su lucha.
Identidad cultural: entre la Virgen del Carmen y el vallenato
La Serranía del Perijá vivió un proceso de colonización por sobrevivientes de la
violencia bipartidista provenientes del interior del país, de la Costa y de Venezuela,
hacia mediados del siglo XX, lo cual dio lugar a una mezcla de culturas que hace
que las personas de la Serranía del Perijá se reconozcan como un híbrido cultural,
una zona multiétnica y multicultural, que comparte tradiciones del interior y de la
Costa. “Lo positivo es que somos una comunidad pujante con sangre cachaca norte
santandereano y hoy en día somos una sola raza ni cachaco ni costeño”.
“Mediaselenita por el hecho de haber nacido aquí me siento mediaselenita, por
mis venas pasa sangre cachaca y sangre costeña, amo la cultura cachaca y la
cultura costeña, mi abuela hace unas arepas en tiesto de barros eso es una delicia
norte santandereana y el café negro de la serranía del Perijá hecho por nuestros
campesinos, los mejores del mundo eso me hace sentir mediaselenita” [Entrevista
#18, marzo de 2019]
Dentro de la cultura del Perijá, uno de los elementos más importantes son las
fiestas mayoritariamente de origen religioso, provenientes de la iglesia católica.
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En toda la extensión del Perijá desde Barrancas en La Guajira, hasta Curumaní en
el Cesar, históricamente se han celebrado las fiestas patronales con base en
creencias traídas por las personas que migraron desde el interior del país hasta
esta región.
En algunas comunidades, estas fiestas fueron desapareciendo debido al
desplazamiento forzado por causa del conflicto armado, pero en otros lugares,
estas fiestas fueron creciendo y desarrollando nuevas dinámicas que se fueron
incluyendo en estas celebraciones, en Fonseca por ejemplo se celebra las fiestas
de San Agustín y se fueron incluyendo dinámicas de la música vallenata y en la
actualidad se conoce como el Festival del Retorno que involucra a todo el pueblo
guajiro en estas celebraciones; así mismo en Codazzi se celebran las fiestas
patronales, a las que también se le fueron sumando elementos de la música
vallenata, estas fiestas se conocen hoy como el Festival de música Vallenata en
guitarra, que tiene hoy total relevancia en todo el departamento [Grupo focal
campesinos, abril de 2019]. “La canción vallenata es el himno de nosotros como
pueblo, porque es ahí donde nos desahogamos, donde decimos lo que sentimos,
porque no tenemos otra forma de expresarnos” [Entrevista #3, febrero de 2019].
Las fiestas patronales más allá de ser un elemento religioso jugaban un papel
integrador, puesto que toda la comunidad se organizaba en función a la logística
y buen desarrollo de éstas; fiestas que jugaban un papel económico, puesto que
en su desarrollo se realizaban mercados campesinos para que los pequeños
cultivadores comercializaran sus productos, éste era quizá, el elemento más
importante de estas fiestas.
Por lo anterior, la cultura de este territorio está íntimamente ligada a la agricultura
como actividad económica, pero también como actividad integradora, puesto que
el común denominador en los habitantes de este territorio, son sus saberes en la
cultura de la producción de alimentos y su arraigo a la tierra, lo que ocasiona que
se genere una cultura agrícola como acto de resistencia y lucha en esta comunidad
campesina.
De las fiestas patronales la predilecta es la de La Virgen del Carmen respecto de la
cual toda la Serranía se declara devota. Existe una creencia en los milagros de la
virgen, que dan lugar a procesiones de gente proveniente de todos los lugares
hacia Fonseca, por el milagro que la virgen hizo en una inundación. “Existe una
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historia sobre una inundación que estaba ocurriendo en el territorio, entonces
todos los pobladores se dirigieron a la parte más alta, razón por la cual
actualmente hay una iglesia en ese lugar y alguien empezó a clamar al Espíritu
Santoy a la Virgen del Carmen para la salvación del pueblo. El agua se quedó quieta
y allí amanecieron. Se genera un consenso en torno al milagro realizado por la
Virgen del Carmen. Eso generó una unión inconsciente en torno a la religión. Esto
influyó incluso en los nombres de la población, muchos hombres y mujeres llevan
como segundo nombre del Carmen debido a esta historia milagrosa” [Entrevista #3,
febrero de 2019]. No en vano es la Virgen del Carmen a quien más canciones
vallenatas le han cantado.
Victimización
Todas las personas de la Serranía del Perijá son víctimas de una u otra forma por
parte de los actores armados legales e ilegales, fuerza pública, guerrilla y
paramilitares [Grupo focal de víctimas, 23 de febrero de 2019]. Pobladores del Perijá
siempre han tenido relacionamiento con los grupos armados con los que
comparten el territorio y, lamentablemente los grupos los obligan a tomar partido,
lo cual repercute en una mayor violencia, con casos de víctimas que han sido
violentadas en más de una ocasión y por diferentes actores [Grupo focal jóvenes en
Codazzi, 16 de febrero de 2019].
Los residentes de la serranía del Perijá, recuerdan ciertos sucesos que marcaron
de forma permanente a sus comunidades, entre los cuales se hace alusión a la
masacre que tuvo lugar en 1997, en el corregimiento de Casacara-Codazzi, donde
un número significativo de personas resultaron asesinadas, simultáneamente en
el año 97, en Media Luna-Cesar, pierden la vida 15 personas a manos de grupos
al margen de la ley indeterminado; en 1998 en la misma región, los paramilitares
secuestran a 14 personas, produciendo la muerte a 7 de ellas. En 1999 para el
mes de septiembre en la vereda la Clementina, del corregimiento de Casacara las
FARC asesinan a 6 personas, 10 días después de ocurrido ese hecho se produce el
homicidio del dueño de la tienda el carrizal en Casacara. En el 2001 en una vereda
de Pailitas los paramilitares asesinan a 17 personas, lo que ocasiona el
desplazamiento de gran parte de los habitantes de la misma; para el 2003 en la
vereda San Jacinto y Guaimaral Bajo ocurrió el asesinato a 6 conductores de
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Toyota, los denominados Comisariatos [Grupo focal de víctimas, 23 de febrero de 2019].
Las masacres dejaron una huella imborrable en la memoria del Perijá.
El secuestro y la extorsión guerrillera, el discurso contrainsurgente “justificatorio”
de la violencia paramilitar, y, los casos de falsos positivos y otras agresiones
cometidas por la fuerza pública que han padecido las comunidades en el Perijá
confirman que en la guerra el perdedor fijo es la población civil [Entrevistas #3, 4, 6
y 10 de febrero y marzo de 2019].
Han surgido organizaciones de víctimas que reclaman sus derechos a partir de la
ley 1448 de 2011, ejerciendo liderazgo especialmente en el Cesar [PAX, 2019], lo
que ha generado una reactivación importante de la organización social en la
región.
Uno de los principales retos es la presencia de grupos armados en el territorio que
continúan con la violencia hasta hoy, generando situación de amenaza a líderes y
liderezas de la región, incluso a algunos de los que participaron en el ejercicio de
memoria.
Boom minero (1985)
Desde 1985 inició el apetito empresarial por las reservas de carbón del subsuelo
del Perijá, más el boom minero se afianzó en las décadas de los noventa y dos
miles de la mano del conflicto, mediante un vínculo innegable entre empresas
mineras y paramilitarismo [PAX, 2019].
“A la par del boom de la gran minería, se produjo una presión ascendente sobre
la tierra y una especulación con los títulos mineros, lo que alimentó el
desplazamiento, el despojo y, claro, la guerra. En todos los municipios carboneros
los relatos de las víctimas se repiten una y otra vez. Campesinos y campesinas
amenazados que a punta de fusil y asesinatos tuvieron que abandonarlo todo:
finca, animales y hogar. Entre 1996 y 2006, los años más álgidos del conflicto
armado, en La Jagua, Becerril, Codazzi, El Paso y Chiriguaná se desplazó a 57.696
personas, mataron a 5.928, secuestraron a 374 y desaparecieron a 332. Unas
cifras descomunales para un territorio que no tiene más de 140.000 habitantes. —
En todo el Perijá sembraron terror. La Sierra quedó vacía” [CNMH, 2016, Pág: 91].
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“Desde el año 1995 se ha impuesto la extracción minera en el territorio y no se ha
hecho una consulta para tener en cuenta a las comunidades que habitan ese
territorio”. La falta de consulta social es muy grave tomando en cuenta que
además los proyectos se iniciaron estando una gran parte de la población en
situación de desplazamiento forzado y sus tierras abandonadas [Entrevista #3,
febrero de 2019].
Se sabe del daño socio ambiental de la minería y su terrible impacto en la
agricultura, lo cual no sólo daña al territorio sino a la forma de vida y cultura
campesina. Desde que se impuso la minería, aumentó la pobreza y la violencia
[Entrevista #3, febrero de 2019]. Hay una gran inconformidad de las comunidades
frente al daño ambiental generado por la minería en sus territorios [Grupo focal de
mujeres liderezas en La Paz, 11 de abril de 2019].
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Foto: Grupo de teatro Tierra Grata, presentación Teatro Maderos, tomada por Francisco de la
Hoz, 27 de mayo de 2019
D. Voces y ecos: conceptos recurrentes Guerra/ conflicto
“Las personas que salían de la zona rural o corregimientos eran considerados guerrilleros y por lo tanto objetivo militar. No podían salir a la zona urbana de Fonseca. La guerrilla también solía pensar que algunos tenían relación con los paramilitares. Por todos los lados era malo. Muchos de la gente desplazada se fueron para Venezuela, para el Magdalena”. Entrevista #3, febrero de 2019
Minería
“el nacimiento de la economía minera, acción llevada a cabo por el Estado aprovechando la época de violencia para arremeter contra el campesino en su afán por explotar la tierra”
Entrevista #2, febrero de 2019
“El uso de la tierra ha cambiado a medida que ha pasado el tiempo teniendo como principal factor a la violencia en el territorio, al principio, la tierra se trabajaba para la agricultura ya que se vivía de la siembra y comercialización de productos en donde el campesino era quien se encargaba de todo ese trabajo, seguidamente,
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se utilizó el territorio como un corredor comercial sano, también para productos de los mismos campesinos. Ya desde hace unas décadas atrás, se nos vino la minería, y ese ha sido el uso que se le ha dado a esta tierra, sólo para explotarla, destruirla y sacarle el mayor provecho económico para las grandes multinacionales sin importar cómo se destruye” Entrevista #2, febrero de 2019
“Algunas de las razones y quizás la más importante a la hora de hablar de ese tránsito de los campesinos hacia la parte urbana dejando deshabitada en gran manera la Serranía generado por algunos conflictos sociales, pero, sobre todo por parte del estado al querer mantener ese conflicto armado viene siendo, porque de esa manera se logró delimitar algunas zonas que ahora son propiedad de transnacionales mineras, porque ya tienen concesión de ese territorio, y eso queda ubicado en donde desplazaron la gran mayoría de los campesinos, de ese modo, el papel del estado vino siendo más bien como facilitador de esos desplazamientos ya que con el tiempo esto les generaría explotación minera en gran parte del territorio donde nadie se podría interponer debido a esos desplazamientos masivos, mientras tanto la guerrilla actuaría como habitante de la tierra y prácticamente defensora. Como razón más importante en la permanencia del conflicto armado en la zona y en la siembra de terror por parte del mismo viene siendo esta explotación minera de gas y carbón en donde antes era zona de reserva y de producción agrícola, sabiendo que a quien más le convenía esta situación de violencia y de terror era al mismo estado o gobierno ya que siempre han sido ellos los que han apoyado todo este proceso de deforestación y minería en toda esta zona.” Entrevista #2, febrero de 2019
“La Serranía del Perijá es una despensa minera, eco ambiental del país, la serranía del Perijá tiene unas reservas petrolíferas oro, cobre, inclusive que el pueblo colombiano no sabe esto, la serranía del Perijá se ha convertido en la solución del futuro para la economía de Colombia. Hay la minería a cielo abierto de la minería de la Jagua de Ibirico más grande del mundo, ya le estamos ganado al cerrejón, y lo que falta por explorar en la serranía del Perijá” Entrevista #18, marzo de 2019
Resistencia
“La mejor forma y muestra más grande de resistencia anteriormente dada por los campesinos fue haberse quedado en el territorio, aun cuando se vivía en medio del terror y de la desesperanza”
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Entrevista #2, febrero de 2019
Etnocidio
“La etnia Wayuú antiguamente no tenía ninguna necesidad, no pasaba hambre, cosa que cambió debido al exterminio indígena. Cuando se le quitan las fuentes de ingresos y la base de la economía Wayuú es cuando empieza el exterminio. Ha habido un abandono sistemático del estado colombiano, han dejado quitar territorio de frontera y han dejado que se instaure la violencia. El papel del estado ha sido de abandono y complicidad con actores extranjeros y el mismo paramilitarismo.” Entrevista #3, febrero de 2019
Buena tierra
“la Serranía del Perijá es bendecida, lo que tú tiras da fruto” Entrevista #3, febrero de 2019
Abandono estatal
“El papel del estado ha sido de abandono, no garantiza la seguridad ni los derechos
de las comunidades.” Entrevista #4, febrero de 2019
“La problemática que hay es de la formalización de la propiedad y el acceso a
tierra, estamos desde el 42 en el territorio que está en ley segunda del 59 y,
nosotros este punto (la titulación) lo tenemos como reparación y nunca ha habido
(…) Nosotros carecemos de todo tipo de cosas, vías, salud, electrificación,
mejoramiento de viviendo no tenemos, a pesar que estamos en una parte
céntrica, tenemos el abandono por el Estado.” Entrevista #16, febrero de 2019
Estado agresor de comunidades
“El Estado como tal cumplió un papel en la represión hacia los campesinos
acusando a la población simpatizantes a los grupos armados como auxiliares de la
guerrilla, es así como ellos crean los paramilitares.” Entrevista #11, febrero de 2019
“Cuando se dan los primeros procesos de toma de fincas por parte de la ANUC es
el ejército quien hace los desalojos. La policía también participaba de la
recuperación de las tierras, de forma violenta quemaban los ranchos que los
campesinos hacían. El ejército siempre estuvo presente, pero parecía que había
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una alianza con los paramilitares porque entraban y salían tranquilamente” Entrevista #6, febrero de 2019
“La fuerza pública era cómplice, cerraron los puntos donde entrada y salida de los
campesinos, por ejemplo, los campesinos, entraban los paramilitares y el ejército
estaba afuera, yo fui testigo de eso cuando en mi finca entraba los paramilitares y
a las dos tres o horas entraba el Ejército, Taponaban las vías en complicidad con
el Estado”. Entrevista #16, marzo de 2019
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Imagen: Bosquejo de mural Conejo, elaborado por Grupo Maderos, mayo de 2019
E. Silencios
Diálogo interétnico e intercultural
Desde fuentes primarias y secundarias se identifica un choque entre grupos
indígenas y campesinos en la región, así como la lucha afro por su reconocimiento.
Los tres grupos poblacionales comparten territorio, y en distintos momentos han
sido aliados o enemigos. Esclarecer maneras de resolver las controversias,
espacios de acercamiento y relatos de reconciliación es clave para la construcción
de un relato compartido sobre la Serranía del Perijá. Vale aclarar que esta macro
narrativa recoge la lectura campesina no étnica.
“El caso de los Yukpas. El conflicto con ellos es porque el gobierno quiere quietarnos nuestros derechos, que desde niños estamos en este territorio; yo por ejemplo tengo 78 años de vivir aquí. Entonces el Estado desconoce nuestra presencia en este territorio y quiere otorgarle a los Yukpas algo que no les pertenece” [Entrevista
#21, marzo de 2019].
La necesidad de resolver el conflicto interétnico e intercultural mediante la generación de escenarios de diálogo y acercamiento social desde abajo también se evidenció en la construcción del Plan de Acción para la Transformación Territorial- PADTR de la subregión Sierra Nevada- Perijá- Zona Bananera, realizada durante el año 2017 para la implementación del enfoque territorial del Acuerdo
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Final de Paz, donde no fue posible construir una metodología de participación conjunta. Por ello, este es el principal silencio guardado en esta macro narrativa.
Post extractivismo
Uno de los principales problemas que hoy convulsiona la región es la minería de
carbón en sus distintos procesos (extracción, producción, transporte y
comercialización). Aunque se identificaron afectaciones socio ambientales, la
relación entre la minería y la violencia y la dependencia económica de la región en
torno al carbón, no se planteó nada sobre lo que sigue a futuro, la agenda de
expansión minera o alternativas para el post extractivismo. Un relato del Perijá
que no aborde qué sería de la región sin minería es inconcluso, partiendo del
reconocimiento de diversos actores hacen de esta región como una despensa
agrícola.
Responsables y responsabilidades
Aunque se aceptó que todas las personas en la Serranía han sido víctimas y que
los actores de las violaciones son múltiples (guerrilla, paramilitares, fuerza pública,
empresas), se guardó silencio en torno a cómo contribuyen o debieran contribuir
estos a la construcción de paz y sus responsabilidades sobre reparación, verdad y
garantías de no repetición. Es probable que sea un asunto no resuelto y que la
Serranía no esté preparada para hablarlo.
“El municipio de El Molino se había caracterizado porque no permitieron que entraran grupos paramilitares, esto ya no se puede hacer porque hay miedo, no se sabe quién está detrás de esto. Antes se ignoraba de dónde provenían esas alianzas paramilitares, ahora hay miedo incluso de ir a la personería a hacer una declaración.” [Entrevista #4, febrero de 2019]
Otro vacío grande tiene que ver con la búsqueda e identificación de las personas
de la región que se incorporaron en la guerrilla y que hoy son desaparecidos para
sus familiares.
Recuperación de tierras
El Cesar es un departamento donde el movimiento campesino en las décadas de
los 70 y 80 tuvo un auge importante, promoviendo procesos de “recuperación de
tierras” consistentes en la toma física de extensiones de tierra incultas e
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improductivas que los campesinos ocupaban y distribuían por su cuenta para
luego pedir la titulación al INCORA. Esto no sólo marcó un esquema informal de
reparto de tierras, sino también activó el surgimiento del paramilitarismo
promovido por finqueros para expulsar a los campesinos invasores. Muy poco se
dijo al respecto en esta primera aproximación, cuando fue así que se pobló parte
de esta región y fue por esto que muchos campesinos fueron asesinados.
La recuperación de tierras fue una propuesta central del movimiento organizativo
campesino. Así lo recogió el Centro Nacional de Memoria Histórica (2017a): “los
campesinos ocupaban predios que a su vez habían sido abarcados por
terratenientes para ampliar sus dominios. No se invadían tierras privadas sino que
recuperaban tierras baldías cuyos derechos de propiedad eran cuestionados
jurídica y socialmente por los campesinos. No se despojó al terrateniente de la
tierra, en tanto las tierras no eran de ellos. Se trataba de recuperar un derecho
perdido sobre la tierra baldía.” (pág. 18)
Post conflicto
Término ausente en los relatos, hay aproximaciones a algunos elementos del
acuerdo de paz, en especial el punto agrario, pero no un reconocimiento del
momento en que se encuentra la implementación del acuerdo y la construcción
de paz en el posconflicto. Puede ser falta de pedagogía, que el conflicto subsiste,
o falta de fe; también porque los conflictos no armados, los sociales, ambientales,
mineros, económicos son los que copan la agenda pública.
“Una de las mayores amenazas que sufren actualmente es que a pesar de que hubo un momento de paz cuando se estaban dando los diálogos, ya está comprobada la nueva presencia paramilitar en el territorio, que amenaza a las personas no por sus pertenencias materiales si no por sus papeles de líderes en los territorios. El posconflicto es más duro que el mismo conflicto, hay que estar preparados. Uno de los temas pendientes es la negociación con otros grupos, porque se queda como a medias. Ya no se siente seguridad ni libertad.” [Entrevista
#4, febrero de 2019]
Agua
Poca o casi nula la mención al agua en las memorias de las fuentes directas
consultadas. Siendo el agua el recurso principalmente afectado en la región Caribe
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por causa de la cadena de producción y transporte minero, y presentándose
graves conflictos socio ambientales, es inquietante que no haga parte activa este
elemento en el discurso.
“Uno siente un cambio grande antes Curumaní ha tenido bastantes montañas lindas ahora es muy seca, antes Curumaní tenía bastante agua, ahora llega le agua por ratos y la quitan, porque los terratenientes han comprado fincas en la parte de arriba y han talado los árboles cerraban las fuentes de agua. También con la mina han sacado la arena de la quebrada para sacar arena, del 2000 para acá han comprado las quebradas ellos son dueños de las quebradas y las quebradas se han secado.” [Entrevista #17, marzo de 2019]
Post paramilitarismo
En la identificación de hitos no se logra identificar uno siguiente al
paramilitarismo, como si dicha etapa no se hubiera superado. Tampoco hay
alusiones en torno a la desmovilización e implementación del proceso de justicia
y paz luego del 2005, cumplimiento de compromisos de los desmovilizados, ni
sobre la subsistencia de este fenómeno en la región. Tampoco se resaltaron
cambios en la estructura política promotora del paramilitarismo en la región.
Post acuerdo
A dos años y nueve meses de la firma del acuerdo de paz, hay más territorio que
Estado. El Estado no ha llegado a cumplir los acuerdos de paz, no cumple, no
atiende las necesidades de las comunidades. Este incumplimiento cierra la
comprensión de la construcción de paz en el imaginario colectivo golpeado por la
desesperanza.
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Bibliografía
▪ Agencia para la Renovación del Territorio, Plan de Acción para la
Transformación Territorial- PADTR de la subregión Sierra Nevada- Perijá-
Zona Bananera, 21 de diciembre de 2018, ARN, Valledupar.
▪ Centro Nacional de Memoria Histórica (2016), La maldita tierra. Guerrilla,
paramilitares, mineras y conflicto armado en el departamento de Cesar,
CNMH, Bogotá.
▪ Centro Nacional de Memoria Histórica (2017a), Campesinos de tierra y
agua: memorias sobre sujeto colectivo, trayectoria organizativa, daño y
expectativas de reparación colectiva en la región Caribe 1960- 2015.
Campesinado en el departamento del Cesar, CNMH, Bogotá.
▪ Centro Nacional de Memoria Histórica (2017b), Campesinos de tierra y
agua: memorias sobre sujeto colectivo, trayectoria organizativa, daño y
expectativas de reparación colectiva en la Región Caribe 1960-2015.
Campesinado en el departamento de La Guajira, CNMH, Bogotá.
▪ Centro Nacional de Memoria Histórica (2018), Paramilitarismo. Balance de
la contribución del CNMH al esclarecimiento histórico, CNMH, Bogotá.
▪ Fundación Forjando Futuros, Desplazamiento, abandono forzado y despojo
de tierras en Colombia. Informe a la JEP, 2018, Medellín.
▪ Ospina, Carlos Andrés, Cronología de hitos históricos y experiencias
significativas de la Serranía del Perijá, 2019, Bogotá.
▪ PAX Colombia, Los años del retorno, Caso El Toco, PAX, 2019, Bogotá.
▪ Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo en convenio con el
Instituto Colombiano de Desarrollo Rural- INCODER, Plan de desarrollo
sostenible de la Zona de Reserva Campesina del Perijá, PNUD, Bogotá.