iglesias y comunicacion

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Roberto J. Blancarte** Un triángulo poco analizado Religión, medios masivos de comunicación y poder * * Conferencia Magistral presentada en la 4th International Summer School on Religions in Europe (ISSRE): “Mass Media, mondo della vita, religioni, in età telematica”, Castello Abbazia di Badia in Passignano (30 de agosto de 1997). **Investigador del Centro de Estudios Sociológicos de El Colegio de México. D el triángulo de las relaciones entre poder, medios masivos de comunicación (mass media) y religión, dos de estos aspectos han sido ampliamente estudiados y debatidos; el de las relacio- nes entre el poder y los medios masivos de comunicación es un tema que en las últimas décadas ha adquirido creciente importancia, el de la relación entre poder y religión es uno de los más antiguos de las socieda- des humanas. Pero el aspecto de las relaciones entre la religión y los medios masivos de comunicación no ha recibido hasta ahora un trata- miento sistemático. Una razón de lo anterior reside en que, incluso hasta ahora, la mayor parte de los estudios sociológicos de las religiones continúan discutien- do los paradigmas establecidos por los fundadores de la disciplina, particularmente Max Weber y Emile Durkheim: modernidad, racionali- zación, secularización, valores sociales cambiantes y nuevas formas de cohesión e integración de la sociedad. Pero ni Durkheim ni Weber conocieron la radio ni la televisión. Por lo tanto, no dieron importan- cia a un elemento de la vida en el siglo XX que ha sido central para el desarrollo de las sociedades del planeta y que define incluso el carácter global del futuro inmediato. Sociológica, año 14, número 41, La profesión académica en el fin de siglo Septiembre-diciembre de 1999

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iglesia y comunicacion

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  • Roberto J. Blancarte**

    Un tringulo poco analizado

    Religin, medios masivosde comunicacin y poder *

    * Conferencia Magistral presentada en la 4th International Summer School on Religions inEurope (ISSRE): Mass Media, mondo della vita, religioni, in et telematica, Castello Abbazia diBadia in Passignano (30 de agosto de 1997).

    **Investigador del Centro de Estudios Sociolgicos de El Colegio de Mxico.

    D el tringulo de las relaciones entre poder, medios masivos decomunicacin (mass media) y religin, dos de estos aspectoshan sido ampliamente estudiados y debatidos; el de las relacio-nes entre el poder y los medios masivos de comunicacin es un temaque en las ltimas dcadas ha adquirido creciente importancia, el de larelacin entre poder y religin es uno de los ms antiguos de las socieda-des humanas. Pero el aspecto de las relaciones entre la religin y losmedios masivos de comunicacin no ha recibido hasta ahora un trata-miento sistemtico.

    Una razn de lo anterior reside en que, incluso hasta ahora, la mayorparte de los estudios sociolgicos de las religiones continan discutien-do los paradigmas establecidos por los fundadores de la disciplina,particularmente Max Weber y Emile Durkheim: modernidad, racionali-zacin, secularizacin, valores sociales cambiantes y nuevas formasde cohesin e integracin de la sociedad. Pero ni Durkheim ni Weberconocieron la radio ni la televisin. Por lo tanto, no dieron importan-cia a un elemento de la vida en el siglo XX que ha sido central para eldesarrollo de las sociedades del planeta y que define incluso el carcterglobal del futuro inmediato.

    Sociolgica, ao 14, nmero 41,La profesin acadmica en el finde sigloSeptiembre-diciembre de 1999

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    En la poca de Durkheim y de Weber, los peridicos eran el nicomedio de comunicacin social establecido y haban alcanzado su puntode mximo esplendor, pero el cine y la radio apenas estaban en sus ini-cios y la televisin no exista. El siglo XX, el siglo corto como lo handenominado algunos historiadores, es esencialmente el siglo de lascomunicaciones. Son ellas las que determinan en primera instancialos grandes cambios sociales y polticos del mundo: o no fue la cadadel Muro de Berln un fenmeno que en gran medida se puede atribuira la difusin de las ideas, noticias y productos (como el Mc Donalds o lamsica rock) a travs de las comunicaciones? Los padres de la socio-loga de la religin no vieron ni pudieron prever todas estas transfor-maciones sociales. Por lo tanto, no hay una reflexin sistemtica ensus escritos sobre la relacin entre religin y medios masivos de comu-nicacin.

    Por otro lado, al haberse asumido en la teora clsica que las religioneseran, al menos en su carcter pblico, fenmenos en vas de extincino formas de integracin social decadentes, no se hizo ningn esfuerzopor asociarlas a la parte ms sobresaliente de la modernidad, como loeran las comunicaciones y los medios de comunicacin social.

    Sin embargo, el hecho de que la relacin entre religin y comunica-cin social no haya sido examinada de manera sistemtica no significaque no exista una gran veta de anlisis y que la cuestin haya sido tra-tada de manera marginal, pero profunda. Peter Beyer, por ejemplo, ensu libro Religion and Globalization, a travs del caso de Salman Rush-die, ejemplifica cmo la globalizacin trae consigo la relativizacin delas identidades particularistas junto con la relativizacin y marginaliza-cin de la religin como modo de comunicacin social. Con la condenaque Jomeini hizo de Rushdie, tenemos en suma, una situacin en la quela revitalizacin de la religin es una manera de reforzar una particularidentidad (grupal), que a su vez es un mtodo primordial para competirpor el poder y la influencia en el sistema global (Beyer, 1994: 4).

    Cmo llega Beyer a estas conclusiones? Siguiendo a Niklas Luh-mann, considera que lo social como distinto especialmente de lo psico-lgico es la comunicacin. Los sistemas sociales consisten en comuni-caciones, es decir situaciones en que un ego transmite informacincon sentido (meaningful) a otro que a su vez entiende su sentido. Dosimplicaciones son por lo tanto importantes: la primera es que los ele-mentos de los sistemas sociales no son las personas sino la comunica-cin que generan. La segunda implicacin es que la religin es por lo tan-to, sociolgicamente hablando, una cierta variedad de comunicacin.En otras palabras, la religin, como uno de los sistemas centrales quedefinen la sociedad (en trminos durkheimianos), es comunicacinpor excelencia. Ciertamente, de la comunicacin como caracterstica

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    de lo social a medios de comunicacin social hay una gran distancia.Pero lo anterior muestra tambin que lo religioso no es ajeno (incluso esintrnseco) al tema de la comunicacin.

    Si la informacin es poder y an ms la posibilidad de comunicar-la, si la sociedad es comunicacin y la religin tambin lo es, pareceque estamos en el fondo hablando de un slo fenmeno: el fenmenodel poder social a travs de la capacidad de ciertos grupos organizadosque controlan o pretenden controlar la gestin de la palabra. De all que eldebate sobre los medios masivos de comunicacin y su uso social seaprimordial en el diario acontecer de las sociedades contemporneas.

    Medios masivos de comunicacin, tica y civilidad democrtica

    Ahora bien, quien dice medios masivos de comunicacin dice periodis-tas, comuniclogos e informadores. Y en el contexto actual, los profe-sionistas de estos medios y en particular de la televisin son percibidoscon creciente desconfianza.1 Un reciente sondeo en cinco pases euro-peos, publicado por el peridico catlico francs La Croix, muestraque la mayor parte de la gente (alrededor de dos tercios), piensa que losperiodistas no son independientes y no resisten a las presiones de los par-tidos polticos, del poder o simple y sencillamente del dinero. Las varia-ciones entre Francia, Alemania, Gran Bretaa, Espaa e Italia son rela-tivamente menores, aunque sobresale el caso de Espaa, por la menordesconfianza que tiene la opinin pblica de los periodistas. Pudieratratarse, y esto lo veremos en nuestras conclusiones, del papel espe-cfico, ms combativo, que desempean los medios en sociedadesmenos acostumbradas a la normalidad democrtica, mientras que stostienden a ser ms anquilosados en pases que cuentan relativamentecon una mayor tradicin democrtica en el ltimo medio siglo.

    El sondeo, en general muestra una mayor desconfianza hacia losmedios escritos que hacia la radio y la televisin, pero los promediosno son muy distintos. Como veremos ms adelante, la opinin pblicacatlica ha desarrollado en los ltimos tiempos una particular crtica dela televisin, por los efectos nocivos en el tejido social. Al respecto, esinteresante anotar que en esta crtica se han realizado confluenciashasta cierto punto novedosas o inesperadas entre catlicos y liberales,como lo muestra el caso del filsofo Karl Popper. Este filsofo, en undeclogo respecto a la televisin y basado en la idea central de que

    1 Reproducido como Disinformati dEuropa, en el peridico de la Conferencia delEpiscopado Italiano (CEI), Avvenire, martes 4 de febrero, 1997, p. 17.

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    cada libertad debe ser limitada, propuso la creacin de un Institutopara la Televisin, compuesto por los profesionistas del ramo, encar-gado de controlar, de la misma manera que hacen por ejemplo los mdi-cos, el comportamiento de sus asociados.2 Popper propuso, en defensade la civilidad, la creacin de un cdigo de conducta que con medidasdisciplinarias mantuviera un mnimo control sobre la actuacin de losprofesionistas de los medios. Sobra decir que muchas de estas propues-tas son defendidas y promovidas por agrupaciones e intelectuales catlicos.

    En este contexto cultural, el debate sobre el destino de la televisiny las posibilidades no slo tecnolgicas sino sobre todo polticamenterevolucionarias del futuro prximo que parece anunciarse con el telepu-ter (ese hbrido entre televisin y computadora), es vasto y nos interesadirectamente. George Gilder, uno de los nuevos gurs de la comunica-cin americana sostiene por ejemplo que la cultura televisiva no es unaverdadera expresin de la cultura popular, sino que se adecua sola-mente al gusto del mnimo comn denominador y por lo tanto empujasiempre ms hacia las pulsaciones ms bajas que son las que ms sejuntan.3 El internet, segn l, por el contrario permite llevar la verda-dera cultura, donde sta existe, al video o pantalla en la casa. Los Es-tados Unidos cuentan ya por ejemplo con ms de siete millones desitios, a los cuales tiene acceso cualquiera, o casi cualquiera, tomandoen cuenta que en 1995 por primera vez en ese pas se vendieron mscomputadoras personales que aparatos de televisin. Segn estosclculos, en el ao 2000 la mayora de las casas americanas tendrn unteleputer.

    El poder, para regresar a uno de los tres puntos de nuestra reflexin,estar segn Gilder con el internet en manos del oyente quienpodr escoger entre miles de oportunidades. No tendr que escogerms entre Berlusconi y Murdoch. Si la televisin y en general losmedios tienden mucho ms a dividir porque son demaggicos, hacenreferencia a mnimos comunes denominadores, argumentos xenfobosy nacionalistas que son congnitos a estos medios porque reducen laspersonas a masas, la revolucin de la computadora derrumbarjerarquas, monopolios y pirmides de poder, permitiendo que el indi-viduo recupere muchas de sus libertades. Desde esa perspectiva, lasalianzas entre gigantes de la televisin, o entre el cine, la televisin yalgunas compaas de computadoras son alianzas entre dinosauriosque no evitarn su extincin.

    2 TV, Il Decalogo di Popper, en la seccin Agora de Avvenire, martes 7 de enero, 1997, p. 15.3 Gualtiero Peirce, La televisione senza futuro; Intervista a George Gilder, la Repubblica,

    seccin Cultura, lunes 18 de marzo, 1996, p. 25.

  • 187Religin, medios masivos de comunicacin y poder

    Si la revolucin de las computadoras, del internet o del teleputerdar mayor libertad a los individuos es un asunto que est por definirseen el futuro prximo. Pero lo que es evidente es el fin de una cierta erade la televisin y del poder absoluto que detentaba y detent sobretoda una generacin. Cul ser, en todo caso la interrelacin que ten-drn las religiones con esta nueva realidad? Cul ha sido la que hastaahora han tenido con los medios masivos de comunicacin?

    Los medios de las iglesias

    Las iglesias cristianas tienen como meta principal la salvacin de loshombres, lo cual se logra en principio mediante la difusin del Evan-gelio. No todas las religiones tienen esta pretensin. Por lo tanto, notodas las religiones buscan la utilizacin de los medios masivos parala difusin de su mensaje. Eso no significa que no exista ningn tipode relacin, sino que no es una relacin misionera y, en ese sentido,utilitaria. Entre la comunidad hebraica por ejemplo, no hay esfuerzosespecficos para la difusin de sus creencias, y mucho menos para laconversin. Incluso el Islam ha permanecido hasta cierto punto reacioa la utilizacin de los medios electrnicos. Pero en el cristianismo, in-sisto, la difusin del Evangelio es la tarea central de todos sus hombres,sobre todo de su burocracia profesional.

    Debido a lo anterior, es inevitable el encuentro, el cual conduce yasea a su rechazo o a su utilizacin. De all la preocupacin de estasiglesias por la televisin y el resto de los medios masivos de comuni-cacin. La historia de la relacin entre Iglesia catlica y televisin esya antigua. La primera telemisa en Italia fue en 1952 cuando, de maneraexperimental, se transmiti la misa de Navidad desde la iglesia de SanGottardo al Corso en Miln.4 De all, la Iglesia ha continuado hasta laposesin de canales propios. En Italia misma, la radio y la televisincatlicas se han agrupado en torno a un consorcio llamado Corallo,que integra alrededor de 300 radiodifusoras y 35 televisoras eclesialeslocales.5 Recientemente se dio a conocer tambin la iniciativa de la Con-ferencia del Episcopado Italiano (CEI) de lanzar una televisora nacional,capaz de transmitir las 24 horas del da.6 En otras partes del mundo,tambin se estn llevando a cabo iniciativas similares, como por ejem-plo en Amrica Latina, donde una empresa americana ha ofrecido al

    4 Alberto Laggia, Messa in onda, Famiglia cristiana, nm. 41/1996, pp. 35-37.5 Avvenire, 14 de diciembre, 1995, p. 16.6 La Repubblica, 13 de agosto, 1997, p. 12.

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    Consejo Episcopal Latinoamericano (Celam), dos canales para transmi-tir programacin catlica por va satlite en espaol y portugus,7 o enMxico donde de manera subrepticia y contra las disposiciones legalesvigentes existe un canal por cable (Claravisin) de la Iglesia catlica.

    Las preocupaciones centrales de estos consorcios se observan muyclaramente en sus encuentros organizados alrededor del tema. En elForum europeo del laicato cattolico sulle nuove sfide dei mass media(Foro europeo del laicado catlico sobre los nuevos retos de los mediosmasivos de comunicacin), las demandas se dirigen hacia cuestionesrecurrentes: insertarse en el amplio debate que tiene lugar en mu-chos pases europeos sobre el papel del servicio pblico, sostener sufuncin social desvinculada de la lgica de la audiencia, solicitar elreconocimiento de los valores religiosos y espirituales como funda-mento de la vida del hombre y por lo tanto espacios adecuados en elflujo de la comunicacin.8 Estos temas se repitieron en uno de los re-cientes congresos nacionales del Corallo, titulado Nueva Evangeli-zacin y mass media: se sostuvo all que el sistema radiotelevisivoactual no slo penaliza indiscutiblemente a las realidades pequeas,sino que tambin induce debido a la competencia que determinadesvalores destructivos profusos a manos llenas a todas las horasdel da y de la noche. Se habl tambin de la cooperacin y el Coralloen los medios catlicos: las posibles sinergias. De manera sintomtica,el secretario de la CEI, Monseor Ennio Antonelli habl en su interven-cin acerca del compromiso de la Iglesia italiana despus de Palermo[reunin de la CEI] para la nueva evangelizacin con el uso coordinadode los medios. En otras palabras, la Iglesia catlica considera esencialel uso de estos medios, pero en el fondo los considera ajenos a su es-tructura interna; los sigue considerando externos y no parte integrantede su misin pastoral. Esta ambigedad, no es ms que un reflejo de lacultura de desconfianza que existe entre el mundo catlico y los medios.

    Y sin embargo, los catlicos practicantes en el mundo occidentalestn inmersos en una cultura secularizada, que los lleva a no teneruna postura muy distinta del conjunto social en el cual estn inmersos.Por cultura secularizada entiendo una situacin social donde, comodefine mile Poulat en su reciente libro L re postchrtienne (1994:16), el espacio pblico est abierto a todos, incluso a las iglesias,pero est organizado y funciona sin ellas, segn reglas que no dependende ellas. Siendo los medios masivos de comunicacin parte esencial deeste espacio pblico, que ya no se rige por las reglas confesionales nidepende de las iglesias, la situacin de stas y de sus miembros mili-

    7 Avvenire, 15 de julio, 1997, p. 17.8 Radiogiornale stampato de la Radio Vaticana, jueves 11 de julio, 1996, p. 8.

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    tantes se torna ciertamente difcil y complicada. Los catlicos y sus me-dios se mueven en una sociedad cuyos valores no slo no dominan yen ocasiones no comparten, sino que adems les impone las reglas deljuego y los introduce en una cultura de la cual reniegan.

    De esa manera, de acuerdo con un sondeo acerca de la relacin en-tre los practicantes y los medios de comunicacin son pocas las especi-ficidades en la utilizacin de la televisin, aun si el 21 por ciento conocey ve los programas de las emisoras catlicas. Si el 78 por ciento de losadultos italianos ve la televisin todos los das o casi todos los das, lohace tambin el 76 por ciento de los catlicos practicantes. De esteporcentaje, una quinta parte de los fieles conoce y sigue las emisionestelevisivas catlicas.9 Esto reafirma la tesis de que en efecto existe unestrato de teleauditorio cultural catlico, pero ste se encuentra inmersoen un sistema de medios secularizado.

    Confesionalidad o secularismo en los medios religiosos

    De lo anterior se desprende una interrogante que es vital para la relacinentre religiones y medios de comunicacin y que no hace sino reflejaruna de las principales alternativas de la mayor parte de las iglesias:conviene desarrollar medios confesionales o es preferible integrarsea la cultura dominante y proponer desde all una visin que fomentelos principales valores morales y religiosos que se pretenden difundir?En la Iglesia catlica, en realidad todo el debate sobre la nueva evangeli-zacin y la inculturacin del evangelio gira en torno a esta alternativa.En el fondo, se trata del debate permanente que enfrentan la mayorade las religiones respecto a la necesidad de adaptarse a los tiempos paracrecer o, por el contrario, encerrar su doctrina (y por lo tanto su memo-ria histrica) en un punto del pasado, para reafirmar su identidad.10

    La Iglesia catlica no da una respuesta absoluta a esta interroganteporque, como hace en otros casos, se adapta a las circunstancias nacio-nales o regionales en que se encuentra y ofrece por lo tanto accionesmuy diversas acordes al contexto social y poltico especfico. En gene-ral, se puede decir que en los pases donde existe libertad para poseermedios propios de comunicacin social la Iglesia prefiere incidir atravs de ellos, mientras que en los pases donde hay ms restriccionesse desarrolla una accin pastoral a travs de los medios existentes.

    9 Avvenire,15 de noviembre, 1996, p. 4.10 Me refiero aqu a la nocin de la doctrina religiosa como memoria colectiva de la Iglesia

    y la discusin en torno a ella que desarroll Maurice Halbawchs en su clsico libro escrito en1925, Les cadres sociaux de la mmoire (2 ed., 1952), en particular el captulo sobre La memoriacolectiva religiosa (pp. 178-221).

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    En Mxico, por ejemplo, donde la Ley de Asociaciones Religiosasy Culto Pblico impide la posesin o administracin de cualquier mediode comunicacin masiva,11 las iglesias, particularmente la catlica, hanoptado por la participacin en los medios existentes, particularmentelos privados. En Polonia, donde las iglesias tienen un espacio concedidopor la televisin de Estado, de manera curiosa, pero por dems intere-sante, la Iglesia catlica ha decidido no dar espacio a la misa dominical,que se transmite por Radio, para drselo a transmisiones para nios oprogramas que enfrentan problemas culturales y sociales vistos, desdela perspectiva cristiana. Un alto representante del laicado de ese pasafirm al respecto: Nosotros no queremos ms seguir el camino tra-zado en los regmenes pasados, que limitaba la religin a la liturgiadominical.12

    La situacin actual parecera remitirnos a la cuestin que la prdi-da de los Estados Pontificios condujo a plantear a la Santa Sede a fina-les del siglo XIX: la misin de la Iglesia necesita de medios propiospara su realizacin, o por el contrario sta se desarrolla mucho mejoruna vez que la Iglesia est liberada de sus ataduras materiales? Se-ra un error, en consecuencia, asumir que la situacin de las iglesias res-pecto a los medios masivos de comunicacin es automticamente mejorall donde stas tienen la capacidad de poseerlos.

    Ciertamente, la libertad de poseer sus propios medios les permite alas iglesias controlar mejor su producto. Pero eso no significa quesu influencia social es por lo mismo mayor, ya que ese producto es de-masiado especfico para una gran y, sobre todo, secularizada audiencia.Por el contrario, es comn que los medios de comunicacin socialconfesionales tengan ndices bajos de audiencia y que el mensaje re-ligioso pase mejor en emitentes laicas, como la Rai (Radio y Televi-sin Italiana). No es raro or por lo mismo las quejas provenientes delos sectores laicistas o secularistas respecto a la excesiva influenciade las iglesias (particularmente la catlica) en los medios e incluso dela censura a la libertad de pensamiento que de all se deriva, en pasesmuy diversos.

    As, de manera paradjica, en algunos pases con legislacin restric-tiva, la presencia de las iglesias o de una Iglesia dominante es muchomayor de lo que sta supondra. En Mxico, por ejemplo, para hablardel caso que mejor conozco, a pesar del laicismo imperante y de las res-tricciones legales vigentes, la presencia de la Iglesia catlica en los me-dios es relativamente grande pero sobre todo, desproporcionadamente

    11 Ley de asociaciones religiosas y culto pblico, publicada en el Diario Oficial de laFederacin, el 15 de julio de 1992.

    12 Radiogiornale (stampato) de la Radio Vaticana, lunes 8 de julio, 1996, p. 6.

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    mayor que la que pueden tener el resto de las iglesias y asociacionesreligiosas en el pas. Lo anterior significa que la capacidad de las igle-sias de influir en los medios depende ms de su propia situacin socialque del marco legal, aun si ste es fundamental.

    De esa manera, una declaracin de un arzobispo catlico en un pascomo Mxico tiene de manera automtica mucho ms cobertura porlos medios que la que pueda hacer un dirigente religioso de cualquierotra Iglesia. Pero no slo porque la gran mayora (entre el 85 por cientoy el 90 por ciento) de la poblacin mexicana se declara catlica, sinoporque los medios de comunicacin privados y pblicos as lo deciden,al formar parte todos ellos de una cultura tradicionalmente dominadapor el monopolio religioso que hasta pocas muy recientes tuvo laIglesia catlica. De all que la funcin pblica (y la privada donde staexiste) de los medios se diluye en el marco de las grandes tendenciasdominantes culturales de cada pas.

    Los medios y la transmisin de valores tico-religiosos

    Ya se ha hecho mencin de la tradicional desconfianza del mundo ca-tlico hacia los medios de comunicacin. Quisiera insistir en este punto,ya que nos permitir entender parte del problema que se le plantea aesta Iglesia en su relacin con los medios. Al asumir la presidencia delconsorcio catlico Corallo, el entonces recientemente electo Luigi Bar-delli, expres de manera muy clara la impresin de los responsablesnacionales de las emitentes eclesiales respecto al sistema radiotelevisivoitaliano:

    No funciona sostuvo Bardelli porque en lugar de discutir acerca de losobjetivos y por lo tanto dar vida a una estructura, a una ley que regulase el sistema,seguimos caminando as, donde vence el ms fuerte, donde prevaleci no el interseconmico, que evidentemente nosotros respetamos en tantas actividades, sino laespeculacin econmica. Por el contrario, en el mundo de las radiotelevisionescatlicas lo que a veces no funciona es la sensacin de estar sumergidos por estegran sistema que pasa por encima de todo. A veces aquellas luces que haban sidoencendidas con tanto entusiasmo por radios y televisiones locales poco a poco sefueron debilitando porque hubo la sensacin de estar sumergidas.13

    Por su parte, la nueva presidenta del foro europeo del laicado cat-lico, la holandesa Maria Martens se expres en forma similar respectoa lo discutido en el forum bienal: se habl mucho dijo tambin

    13 Ibidem, viernes 21 de julio, 1996, p. 7.

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    del uso de los medios y de la exigencia de superar un cierto temor aveces difuso en la Iglesia.14

    Expresiones de este tipo se pueden encontrar de manera multiplicadaen el mundo catlico y, como mencionamos antes, incluso fuera de l(Popper), por las evidentes coincidencias en muchas de las crticas di-rigidas a los medios. Este sentimiento es sin duda alimentado por unmagisterio eclesistico. Un ejemplo de esto fue el mensaje del papa,emitido el 24 de enero de 1996, con motivo de las 30 Jornadas Mundia-les de la Comunicacin Social, en cuya ocasin, Juan Pablo II escogiel tema: Los medios: moderno arepago para la promocin de la mu-jer en la sociedad.

    Juan Pablo II afirm en ese mensaje que los medios masivos decomunicacin tienen un papel especial no slo como promotores de lajusticia y de la igualdad para las mujeres, sino tambin como coautoresde los dones especficamente femeninos y que los operadores de lacomunicacin social convirtindose con frecuencia, encomiablemente,en los abogados de aquellos que no son escuchados y de los marginados,estn en una posicin nica para estimular la conciencia pblica parallamar la atencin sobre dos serios problemas concernientes a la situa-cin de las mujeres en el mundo de hoy. El papa reconoci que losmedios masivos estn destinados a ejercitar una fuerte influencia paraque la sociedad reconozca y aprecie no slo los derechos sino tambinlas especficas cualidades de las mujeres. Sin embargo agreg quecon tristeza asistimos frecuentemente a la explotacin de las mujeresen los medios ms que a su exaltacin.15

    El papa volvi a la carga en el Angelus [rezo de medioda] de esemismo domingo 28 de enero, recordando el papel positivo de los medioscomo moderno arepago donde se forjan los comportamientos y dondede hecho se va delineando una nueva cultura, pero agregando que losmensajes que transmiten son diversos y contradictorios, por lo cualse interrogaba. puede ser que un terreno tan delicado permanezcasin reglas y orientaciones ticas equilibradas? El pontfice ha hechoentonces un llamado a la responsabilidad de los que trabajan en elmundo de los medios, pero tambin a la sociedad entera, que no puedeser destinataria pasiva de cualquier tipo de mensajes e informacio-nes: un sector tan decisivo en la sociedad no puede abandonarse a lasfuerzas del mercado, sino que debe estar oportunamente tutelado. Ello,sea para garantizar una equilibrada y democrtica confrontacin delas opiniones, sea para salvaguardar los derechos de los simples miem-

    14 Ibidem, jueves 18 de julio, 1996, p. 6.15 Juan Pablo II, Messagio per la XXX Giornata Mondiale delle Comunicazioni Sociali,

    en LOsservatore romano, 25 de enero, 1996, pp. 1, 6.

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    bros de la sociedad, especialmente de los ms jvenes y de los menosdotados de sentido crtico.16

    Las mltiples reacciones a este mensaje por parte del mundo cul-tural, poltico y religioso son interesantes de examinar porque muestrande manera clara no slo las posturas ideolgicas y doctrinales de losdiversos actores sociales, sino por las relaciones de poder que entranen juego en este debate.

    En ese sentido, resulta comprensible la toma de posicin del respon-sable del partido democrtico de la izquierda (PDS) para la informacin,Vincenzo Vita, cuando sostuvo que las bellsimas palabras dedicadaspor Juan Pablo II a los problemas de la informacin estimulan a todosaquellos que quieren luchar por la democracia y la libertad de los me-dios. Despus agreg: el mundo de la comunicacin vive una fase di-ficilsima, presionado como est entre riesgos del autoritarismo y gran-des concentraciones propietarias. En otras palabras, gracias pontficepor atacar a las cadenas televisivas de nuestros adversarios (aunque nofuera ese el objetivo del pontfice).17 El mismo dirigente de este partido,Massimo DAlema y actual presidente del Consejo de Ministros, noslo se manifiesta de acuerdo con lo que ha dicho el papa sobre elmundo de los medios, sino que agrega y creo incluso que si l tuvie-se que ver de manera cotidiana con los peridicos, quizs pensara lomismo que yo sobre la informacin. Pero l, afortunadamente tieneuna relacin ms mediata.18 No hay que olvidar adems que estas de-claraciones se insertan en el contexto de un ambiente de precampaaelectoral, donde la imagen de una parte de los medios est ligada a uncandidato.

    Buena parte de los dirigentes de los medios estuvieron de acuerdoen principio con el llamado del papa, an si manifestaron las dificultadespara lograr frmulas especficas de control deontolgico de la profesin.Otros, como Enzo Biagi, manifestaron ms bien un escepticismo ymarcaron una distancia respecto a lo dicho por el papa: nosotros somosprofesionistas: que nos pida de ser honestos, no apstoles.19

    Pero ms all del aparente consenso de lo dicho por Juan PabloII afloran tambin las reticencias en el mundo laico: En el mundomoderno, nada es as de simple. En cada campo es necesario alcanzarun punto de equilibrio. La Iglesia debera saberlo, dice el director delMessaggero, Giulio Anselmi. Por su parte, Enzo Forcella expresa an

    16 LOsservatore romano, 29 y 30 de enero, 1996.17 Corriere della sera, lunes 29 de enero 1996, pp. 1, 10.18 Nello Ajello, Wojtyla vade retro giornalista, la Repubblica, martes 20 de enero 1996,

    p. 27.19 Enzo Biagi, Il reportage di Wojtyla, en Corriere della sera, 30 de enero 1996, p.1.

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    ms claramente la desconfianza de un medio que ha ganado con la secu-larizacin un espacio de libertad que no pretende ceder nuevamente:

    Se sigue pensando en esos ambientes [de la jerarqua catlica] que los peridicosy los periodistas deben ser educados. Es decir que deben someterse al magisteriode la Iglesia, el cual est en ruta de colisin con la cultura contempornea. Nobasta en una poca, la predicacin religiosa coincida largamente con el sentircomn. Dir incluso ms: haba un neto parecido entre lo que la Iglesia juzgabaun pecado y lo que el Estado consideraba un delito. Y de hecho, el trono y el altarse alineaban para limitar la libertad de prensa. Hoy, no. Ciertas acusaciones se ex-plican tambin as.20

    Por el lado de la Iglesia catlica, ciertamente el consenso es casiabsoluto, pero habra que apreciar los matices y leer entre lneas. Elcardenal de Miln prefiri tratar el tema de manera un poco ms generaly sostuvo que los peridicos deberan desarrollar la dialctica de laposmodernidad en modo tal de iluminar los elementos actualmente enjuego, citando como ejemplo positivo el dilogo entre el ex directorde la Repubblica, Eugenio Scalfaro y Giovanni Reale. Luego agreg,confirmando as su visin optimista sobre los medios que en muchasocasiones ha sostenido: Espero mucho de ustedes en estos ltimosaos del segundo milenio.21 Pocas semanas despus, en ocasin delcoloquio La Iglesia y los medios de la Facolt Teologica dellItaliasettentrionale, el Cardenal Martini sostuvo que la Iglesia tiene bienpresente la ambigedad de los medios pero record que a pesar deesta ambigedad la Iglesia, a partir del Concilio Vaticano II, ha queridoinvertir positivamente en los medios.22

    Cuando el debate sobre el papel de los medios se volvi a encender,debido al nuevo llamado del papa a stos para que adquieran un reno-vado sentido del servicio pblico y niveles ms elevados de decenciae invit a los catlicos para una abstinencia o ayuno televisivodurante la cuaresma, el arzobispo de Miln coincidi con esta preocupa-cin e insisti, como lo haba hecho en su libro Il lembo del mantello,en que los comunicadores que se hacen multiplicadores de la violenciadeben ser expulsados del templo. Sin embargo, al mismo tiempo, comosostiene en un titular el Corriere de la sera, el cardenal Martini corrigeal papa, al sostener que no es necesario apagar la televisin: hay ne-cesidad de autorreglamentacin: Ni rechazo ni renuncia total.

    20 Ibidem.21 Avvenire, martes 30 de enero, 1996, p. 2.22 Radiogiornale (stampato) della Radio Vaticana, martes 27 de febrero, 1996, p. 5.

  • 195Religin, medios masivos de comunicacin y poder

    En suma, la percepcin del papa sobre el papel de los medios, apesar de la validez de las preocupaciones expresadas, no es totalmentecompartida por la opinin pblica ni por el gremio de comunicadores,creando as una relacin de tensin que no est resuelta, en la medidaen que la Iglesia pretende que este asunto se convierta esencialmente enun asunto de sociedad o asunto de Estado, mientras que los comu-nicadores laicos (y no pocos catlicos liberales) insisten en que sigasiendo un asunto de conciencia. Pero las divergencias respecto a losmedios no existen nicamente frente al mundo laico. Dentro de laambigedad existente en la Iglesia catlica frente a los medios, comolo muestra el caso del arzobispo de Miln, caben mltiples posturasante el fenmeno de la comunicacin, que las convierten en partesconstitutivas de un amplio esquema de poder, dentro y fuera de la ins-titucin religiosa. No debe de extraar, por eso, que cada vez que surgeun debate sobre el papel de los medios desde el punto de vista religioso,aparezcan cuestionamientos del tipo: existe una opinin pblica en laIglesia? Las informaciones que circulan tienen que ver con todos o slocon una parte de sus sujetos? La Iglesia puede permitirse de verdaduna opinin pblica? Es conocida, al respecto, la opinin del cardenalMartini: Nosotros, miembros de la Iglesia, no estamos cmodos enlos medios porque no estamos cmodos en la comunicacin, ni siquieradentro de la Iglesia. Estos cuestionamientos nos recuerdan nicamenteque la Iglesia catlica, como todas las religiones, est inmersa en unasociedad con la cual interacta y por la cual est condicionada, tanto oms, que tiene capacidad para influir sobre su curso.

    A manera de conclusin: profeca y poder

    En el anlisis de la relacin de la religin con los medios masivos decomunicacin, la cuestin del poder muestra su extrema complejidad:el poder no es algo externo a las agrupaciones religiosas, como tampocolo es para los medios. El poder existe ciertamente fuera de las iglesias,pero tambin dentro de ellas. Las relaciones con los medios laicos ylos propios constituyen por lo tanto parte esencial de las relaciones depoder que se tejen fuera y dentro de las iglesias. Por ello, ms que ana-lizar al poder como algo externo a las agrupaciones religiosas, convieneconsiderarlo como una parte intrnseca de las relaciones sociales y,por lo tanto de las que las iglesias establecen en su entorno y en el inte-rior de ellas mismas. De esa manera, en la relacin entre poder, me-dios masivos de comunicacin y religin, se pueden distinguir por lomenos tres niveles; el intraeclesial, el interreligioso y el social, estre-chamente ligados unos con otros.

  • 196 Roberto J. Blancarte

    Los medios masivos de comunicacin son un elemento central enestas relaciones de poder. Cabe recordar, por ejemplo, el importantepapel que tuvo en las elecciones italianas de 1996 el tema de los medios,en el contexto de la moralidad pblica de los candidatos y del voto ca-tlico. La crtica que el entonces candidato del Ulivo [coalicin electoralde centro-izquierda] el entonces Ministro Romano Prodi, hizo al candi-dato de la derecha Silvio Berlusconi, fue un factor si no decisivo, porlo menos muy importante en su victoria: Los programas Fininvestdijo en una entrevista a Famiglia cristiana, con argumentos que re-tomara en un debate televisado descristianizan los modelos de vidaitalianos... gran uso de violencia y sexo en una televisora de propie-dad de quien se ha enriquecido con Beautiful y despus se pretendealfil del cristianismo. El punto involucraba el voto catlico, ya quepona en cuestin la legitimidad y representatividad de un candidato.Pero sobre todo planteaba el problema de la moralidad de los mediosy su uso poltico, con lo cual la crtica tena un eco en un pblico toda-va ms amplio que el limitado de los catlicos practicantes.

    En suma, religin y medios masivos de comunicacin constituyena su vez una fuente y un instrumento muy poderosos de legitimacin.Pero en una sociedad secularizada y democrtica, como la nuestra, lautilizacin de esa fuente y de ese instrumento no es monopolio exclu-sivo de una persona o de un grupo poltico o religioso. Esto los conviertea ambos en sujetos de tensin permanente.

    Debido a lo anterior, en el plano interreligioso, la disputa por elcontrol de los medios puede llegar a ser spera. Mucho depende de lasituacin religiosa de cada pas. All donde existe un mercado de bienesde salvacin monoplico y controlado, los conflictos son escasos.Pero en donde se da una situacin de pluralidad y competencia las ten-siones aumentan. En Mxico por ejemplo, donde a pesar de que existeuna gran mayora catlica se da tambin un crecimiento acelerado deotras iglesias y confesiones, en el momento de la redaccin de la leyde asociaciones religiosas en 1992 se termin por adoptar un criterio deexclusin total a los medios. Lo paradjico de la situacin es que dichaprohibicin a la propiedad de los medios se realiz por peticin de lamayora de las agrupaciones religiosas. La jerarqua catlica prefirino exigir ese derecho por temor a la penetracin de las mal llamadassectas. Las iglesias evanglicas lo hicieron tambin por temor a lafuerza y el dinero del Vaticano. Es difcil decir cul de las iglesias sur-gi ms beneficiada de esa legislacin restrictiva, pero el hecho es que,en la medida que la Iglesia catlica sigue siendo la que predomina so-cialmente, contina siendo prcticamente la nica con acceso (as seapoco o limitado) a los medios.

  • 197Religin, medios masivos de comunicacin y poder

    Por lo dems, lo anterior nos remite al punto acerca de la capacidadreligiosa del uso de los medios de comunicacin y su relacin con elpoder. En la sociologa poltica y en la sociologa religiosa existe unacategora que se adecua perfectamente a la realidad meditica: el profe-ta. No se trata de una categora superada por las circunstancias histri-cas. En las iglesias actuales existe una verdadera sed de profeca, depersonas que osen predicar y vivir el mensaje religioso con provocacin,con originalidad y con visin.23 El verdadero profeta es un gran comu-nicador. No slo posee una sensibilidad y una vida emocional intensa,sino que la sabe transmitir y convertirla en autoridad a su alrededor. Elprofeta es un hombre frugal y simple, que surge generalmente delpueblo y se convierte en su conciencia, en contra de la corrupcin ci-vil o moral. Por eso, podemos decir por ejemplo que Juan Pablo II esun profeta: no slo porque vio o crey anticipadamente en la cada delMuro de Berln, sino porque transmiti esa gran conviccin y luchcotidianamente para alcanzarlo.

    La profeca en nuestros tiempos tiene sin embargo un doble problema.Por una parte, como siempre, el carisma proftico conduce en la mayo-ra de las ocasiones a conflictos con los poderes establecidos. No slocon el poder civil, sino tambin y sobre todo con el religioso. Comosostiene Wach: la historia prueba que el sacerdote, adems de ser elsucesor del profeta, es frecuentemente tambin su adversario. YaWeber mostr ampliamente cmo la autoridad carismtica, como ladel profeta, se opone a la burocrtica, que es la del sacerdocio organizado.

    Pero adems de la lucha con los poderes establecidos, el profetacontemporneo tiene que competir con el profeta ciberntico que sematerializa en los medios masivos de comunicacin. Si adems de todo,resulta que es precisamente en el seno de estos medios que se concen-tra el poder de corrupcin civil y religiosa, el profeta de carne y huesose ve obligado a combatirlos, al mismo tiempo que los usa. La Iglesiacatlica, en la medida en que pretende ser proftica, tiene una granambigedad frente a los medios, no slo porque stos son buenos ymalos al mismo tiempo o porque se encuentre incmoda frente al pro-blema de la comunicacin en su interior, sino porque tiene que usar alprofeta ciberntico al mismo tiempo que lo combate. Es por ello quees difcil prever la desaparicin de la ambigedad de esta y otras reli-giones hacia los medios masivos de comunicacin, por lo menos en elfuturo prximo.

    23 Ver por ejemplo la entrevista a Fausto Colombo sobre los mass media y la informacinreligiosa, en Avvenire, 22 de febrero, 1996, p. 19.Citado en una entrevista al padre Pierre Babin,experto internacional de comunicacin, en Avvenire, 18 de julio, 1995, p. 17.

  • 198 Roberto J. Blancarte

    Bibliografa

    Beyer, Peter (1994), Religion and Globalization, Sage Publications,Londres-Thousand Oaks-Nueva Delhi.

    Halbawchs, Maurice (1952), Les cadres sociaux de la mmoire, PressesUniversitaires de France, Pars, 2a. edicin.

    Poulat, mile (1994), Lre postchrtienne, Flammarion, Pars.