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III CONGRESO INTERNACIONAL DE DESARROLLO HUMANO “LA CIUDAD POPULAR, VARIEDAD URBANA Y AUSTERIDAD ENERGÉTICA” Agustín Hernández Aja Profesor Titular Departamento de Urbanística y Ordenación del Territorio http://www.aq.upm.es/Departamentos/Urbanismo/ Grupo de Investigación en Arquitectura Urbanismo y Sostenibilidad http://habitat.aq.upm.es/gi/ Universidad Politécnica de Madrid Madrid 28 de abril de 2011 Los problemas que se plantean en el horizonte de nuestras ciudades: Crisis económica, Crisis energética, migraciones masivas y segregación social, nos obligan a repensar si el modelo de planificación y desarrollo que hemos ido aplicando sobre ellas en los últimos 50 años, es el modelo adecuado para resolver los nuevos problemas. No parece que el modelo de la ciudad industrial, en el que los espacios se dividían mediante la zonificación, donde los ciudadanos quedaban reducidos a mano de obra durante un tercio de su tiempo y a espectadores durante el resto, y la única sustancia del desarrollo urbano era la localización segregada de los mejores productos inmobiliarios adecuados a cada renta y a cada modo de vida. Frente al modelo de la Ciudad Industrial, o su versión degradada del Disperso Metropolitano, proponemos un nuevo modelo que hemos dado en llamar Ciudad Popular o ciudad compleja. Sería aquélla que es producida por la acción social y donde la influencia de los mecanismos de asistencia pública, del planeamiento formal, o del mercado (en su visión más radical) son modulados por el cuerpo social mediante la creación de un sistema propio de redes y relaciones que la dota de identidad y de capacidad de adaptación al cambio y a las crisis. En ella se reproducirían una serie de nuevas y viejas propiedades o valores originales distintos a los de la ciudad global, planificada e institucionalizada (al servicio del sistema económico dominante), como nuevas estructuras de cohesión social autónomas, y una utilización imaginativa del tejido urbano que ocupa. En nuestras propias ciudades (incluso en los Barrios Informales) podemos encontrar ejemplos y experiencias que pueden ayudarnos a desarrollar este modelo. En algunos casos, a pesar de la precariedad material y los problemas económicos y de gestión, encontramos (con frecuencia en estado embrionario), formas de habitar significativamente sostenibles (en lo social, lo económico y lo ambiental) y una serie de estructuras sociales auto-organizadas y cohesionadas propias, así como una apuesta por formas de ciudad productiva y no residencial exclusivamente, donde encontramos algunos de los parámetros aconsejables en el discurso de la sostenibilidad: mezcla de usos, microvariedad e interacción social. 1. Hacía un futuro incierto.- La constatación de que hemos alcanzado los límites de la producción de recursos de nuestro planeta, hace que nos replanteemos el concepto de desarrollo humano. El concepto de desarrollo implica un crecimiento constante de la disponibilidad de uno o varios recursos y una posición de carencia o abundancia relativa frente a otro. Pero esta situación se demuestra insostenible, no se puede incrementar la disponibilidad de un bien en un mundo de recursos finitos sin disminuir el número de individuos que acceden a éste. En un mundo en el que sigue creciendo constantemente la población solo puede incrementarse el consumo de los bienes que se determinen como básicos para el desarrollo humano, reduciendo el número de beneficiarios de éstos. Nos enfrentamos a la realidad de los límites físicos de nuestra biosfera. Si consideramos como factor limitante los combustibles, podemos ver (cuadro 1) como probablemente hemos alcanzado el cenit de la producción de petróleo y estamos alcanzado el de la producción de gas (el carbono tendrá su máximo sobre 2030), por lo que no parece posible pensar que las ciudades podrán seguir funcionando con el

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III CONGRESO INTERNACIONAL DE DESARROLLO HUMANO “LA CIUDAD POPULAR, VARIEDAD URBANA Y AUSTERIDAD ENERGÉTICA” Agustín Hernández Aja Profesor Titular Departamento de Urbanística y Ordenación del Territorio http://www.aq.upm.es/Departamentos/Urbanismo/ Grupo de Investigación en Arquitectura Urbanismo y Sostenibilidad http://habitat.aq.upm.es/gi/ Universidad Politécnica de Madrid Madrid 28 de abril de 2011 Los problemas que se plantean en el horizonte de nuestras ciudades: Crisis económica, Crisis energética, migraciones masivas y segregación social, nos obligan a repensar si el modelo de planificación y desarrollo que hemos ido aplicando sobre ellas en los últimos 50 años, es el modelo adecuado para resolver los nuevos problemas. No parece que el modelo de la ciudad industrial, en el que los espacios se dividían mediante la zonificación, donde los ciudadanos quedaban reducidos a mano de obra durante un tercio de su tiempo y a espectadores durante el resto, y la única sustancia del desarrollo urbano era la localización segregada de los mejores productos inmobiliarios adecuados a cada renta y a cada modo de vida. Frente al modelo de la Ciudad Industrial, o su versión degradada del Disperso Metropolitano, proponemos un nuevo modelo que hemos dado en llamar Ciudad Popular o ciudad compleja. Sería aquélla que es producida por la acción social y donde la influencia de los mecanismos de asistencia pública, del planeamiento formal, o del mercado (en su visión más radical) son modulados por el cuerpo social mediante la creación de un sistema propio de redes y relaciones que la dota de identidad y de capacidad de adaptación al cambio y a las crisis. En ella se reproducirían una serie de nuevas y viejas propiedades o valores originales distintos a los de la ciudad global, planificada e institucionalizada (al servicio del sistema económico dominante), como nuevas estructuras de cohesión social autónomas, y una utilización imaginativa del tejido urbano que ocupa. En nuestras propias ciudades (incluso en los Barrios Informales) podemos encontrar ejemplos y experiencias que pueden ayudarnos a desarrollar este modelo. En algunos casos, a pesar de la precariedad material y los problemas económicos y de gestión, encontramos (con frecuencia en estado embrionario), formas de habitar significativamente sostenibles (en lo social, lo económico y lo ambiental) y una serie de estructuras sociales auto-organizadas y cohesionadas propias, así como una apuesta por formas de ciudad productiva y no residencial exclusivamente, donde encontramos algunos de los parámetros aconsejables en el discurso de la sostenibilidad: mezcla de usos, microvariedad e interacción social. 1. Hacía un futuro incierto.- La constatación de que hemos alcanzado los límites de la producción de recursos de nuestro planeta, hace que nos replanteemos el concepto de desarrollo humano. El concepto de desarrollo implica un crecimiento constante de la disponibilidad de uno o varios recursos y una posición de carencia o abundancia relativa frente a otro. Pero esta situación se demuestra insostenible, no se puede incrementar la disponibilidad de un bien en un mundo de recursos finitos sin disminuir el número de individuos que acceden a éste. En un mundo en el que sigue creciendo constantemente la población solo puede incrementarse el consumo de los bienes que se determinen como básicos para el desarrollo humano, reduciendo el número de beneficiarios de éstos. Nos enfrentamos a la realidad de los límites físicos de nuestra biosfera. Si consideramos como factor limitante los combustibles, podemos ver (cuadro 1) como probablemente hemos alcanzado el cenit de la producción de petróleo y estamos alcanzado el de la producción de gas (el carbono tendrá su máximo sobre 2030), por lo que no parece posible pensar que las ciudades podrán seguir funcionando con el

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mismo modelo de movilidad e importación de recursos (a precios baratos) con el que han funcionado hasta hoy día.

Cuadro1. El fin del petróleo barato. Fuente: International Workshop on Oil Depletion. Uppsala, Suiza 2002 No nos dejemos engañar por el aparente éxito del sistema tecnológico-industrial. Durante algunos años pudimos mantener la ficción de que era posible esquivar la realidad física, todo ello fue debido a que hemos “disfrutado” de dos décadas de precios baratos del petróleo (1985-2005), de forma que esa ingente cantidad de energía barata nos ha permitido ocultar la real ineficacia de un sistema que devoraba los recursos no renovables y hacía posibles proyectos y actuaciones que no sabemos si podremos sostener más adelante. Como podemos ver en el gráfico 2, el petróleo a precios de 2009 (línea superior), ha sido significativamente bajo durante esas dos décadas.

Gráfico 2. Comparación de las gráficas del precio del petróleo a precios de 2009 y a precios corrientes. Las recientes turbulencias económicas no son ajenas al ajuste que la economía de las variables físicas impone sobre la economía financiera. Como podemos ver en el Gráfico 3, la subida del precio del petróleo tiene una repercusión inmediata sobre todos los bienes y servicios y sobre los alimentos, no tenemos que olvidar que la agricultura y la ganadería ya no dependen tan solo de la propia capacidad de

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reproducción de la biosfera, si no que son una agroindustria acoplada a la utilización de maquinaria, abonos sintéticos y transporte y por tanto de la energía y el petróleo. Esta relación directa entre precios del petróleo, bienes y alimentos se puede ver en la relación que existe entre el precio de estos últimos y la inflación en los países latinoamericanos.

Gráfico 3. Evolución de los precios generales y de los alimentos en relación al petróleo.

Gráfico 4.Inflación general y de los alimentos en América del Sur, 2007. Inflación general y de los alimentos en América Central y el Caribe, 2007 La pregunta es si podemos pensar que es posible mantener las actuales ciudades en un futuro de altos precios de petróleo, o si no ha llegado la hora de pensar en la “Ciudad Post-petróleo”. ¿Cuáles deben ser sus pautas? ¿Cómo podemos rehabilitar o readecuar la ciudades existentes? O lo que es más acuciante como actuar sobre las grandes periferias urbanas que ya no pueden aspirar a ser regularizadas para hacerlas equiparables a la ciudad sobre la que se desarrollan. La reconstrucción de la ciudad post-petróleo y al intervención sobre las periferias desarticuladas de las ciudades del Sur, debe realizarse, con la participación de las poblaciones afectadas, desde tres ejes básicos: La ciudad como eje de la sostenibilidad La Calidad de Vida Urbana La ciudad como espacio complejo De forma que podamos construir el modelo de la Ciudad Popular, mezcla de usos, actividades y culturas, basada en una necesaria austeridad como marco de su adecuación a los principios del desarrollo sostenible. Que sea capaz de reducir en su interior el consumo de recursos y la producción de los residuos. Capaz de producir parte de su energía y alimentos, y reducir la necesidad de consumir objetos a

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cambio de participar en la resolución de sus necesidades, reconvirtiendo el concepto de Desarrollo Humano a una dimensión más participativa. 2. Sostenibilidad o Desarrollo Sostenible Puede que haya gente que se declare cansada de la continua utilización del término sostenible, opinan que su presencia es excesiva y vacía de contenido, que ya han oído sobre ese concepto todo lo que necesitaban, y que lo único que hace falta es “hacer bien” las cosas, y que la eficacia viene dada por el mejor ajuste al coste económico, a la producción y a la “demanda social”. Y puede que tengan razón ya que lo que oyen (lo que escuchan de lo que oyen) es un discurso repetitivo y carente de contenido, porque antes de que hayamos podido discutir sobre lo que acontece y sobre los peligros de mantener nuestro actual modelo de producción, consumo y reparto, se ha impuesto un discurso “posibilista” que con el objetivo de no producir graves disfunciones al sistema, va ocultando y suavizando sus graves problemas. Se sustituye el discurso radical (que atiende a las razones profundas) por la discusión sobre la aplicación de reformas en los aspectos menos críticos del problema. La Sostenibilidad queda reducida a la aplicación de la mejora de los protocolos de producción, a la incorporación de nuevas tecnologías y al desarrollo de programas publicitarios; todo con el objetivo de no discutir sobre el verdadero problema: la extensión planetaria de un modelo depredador de recursos al servicio de una parte limitada de la humanidad, un modelo que cualquier mínimo análisis de flujos físicos determina como imposible de extender a toda la población del planeta, pero también de mantenerlo indefinidamente para aquellos que en estos momentos disfrutan de él.

Hasta ahora el término triunfante ha sido el “Desarrollo Sostenible” en la enunciación formulada en 1987 por la Comisión Mundial sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo (Comisión Brundtland), que lo definía como "El desarrollo que satisface las necesidades actuales de las personas sin comprometer la capacidad de las futuras generaciones para satisfacer las suyas". Término y definición tuvieron éxito por su ambigüedad. Unir en un mismo concepto, dos términos antitéticos, lo sostenible (entendido como conservación, y asociado a una permanencia, casi inmutable, de los ecosistemas), con desarrollo (asociado a la provisión continua de recursos y productos), resultaba atractivo para todos, los conservacionistas podían entender que se planteaba la necesidad de mantener la base natural y los desarrollistas pensar que no se planteaba frenar el proceso del modelo industrial, si no tan sólo introducir las medidas correctoras necesarias (siempre que no supusiesen un freno al crecimiento). La parte vencedora del imposible binomio era el “desarrollo” entendido como la producción continua e indefinida de bienes y servicios independiente de la base natural, lo sostenible queda como la parte marchita del término, asociada al aseo de las partes más sucias del sistema. Mientras que el término desarrollo queda en manos de las empresas y los sectores más importantes del poder político, lo sostenible queda en manos de las ONG y los sectores secundarios de la administración.

Parte del éxito del término “Desarrollo Sostenible” es debido a que su definición introduce un “moralismo débil” al incluir la responsabilidad con unas posibles “generaciones futuras”, de forma que nuestra responsabilidad no es el aquí y ahora, si no que queda relegada a un legado para nuestros descendientes. De nuevo la ambigüedad: ¿Se trata de nuestro linaje o del linaje de la raza humana? Un dilema que podemos retardar y resolver en el último momento. La enunciación del concepto permite crear un artefacto de ocultación, resulta posible defender que un mayor desarrollo (poseer más cosas, consumir más recursos), puede equilibrar la degradación del planeta (limitado en recursos, y donde sólo la energía solar “recrea” la riqueza mediante la fotosíntesis), siempre que al final dejemos plantada una semilla (obviando que nuestro planeta es un sistema de relaciones y no un almacén de cosas separadas) que fructifique más adelante. La semilla puede ser un árbol pero también puede ser la esperanza (sin necesidad de fundamento) de una solución técnica que resuelva el problema que hemos generado (hay quien espera una generación de bacterias que conviertan nuestros residuos tóxicos en materiales aprovechables). No es de extrañar el éxito institucional y empresarial, del concepto, ya que permite utilizar todo el artefacto técnico y publicitario para justificar que sí, que al final del todo el problema quedará resuelto ¿acaso no se ha resuelto siempre?

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La ambigüedad del término Desarrollo Sostenible hizo que los más críticos no lo utilizasen (resultaba obvio que no era el adecuado para acometer los problemas que se vislumbraban), por lo que se comenzó a acuñar el término “Sostenibilidad”, mediante el que se quería retomar el enfoque real del problema: la existencia de un planeta de recursos limitados (cuya explotación masiva había eludido los límites ambientales) donde la única producción relevante se realiza gracias a la energía solar, y en el que existen un conjunto de bienes fondo que no pueden ser apropiables ni mercantilizados, como el agua, el aire, y el suelo como base de la vida. Pese a su radicalidad, el sistema ha intentado absorber el concepto de Sostenibilidad, intentado convertirlo en sinónimo de Desarrollo Sostenible, o como un cajón de sastre en el que se mezclan medio ambiente (referido a la calidad de entorno en que vivimos y que puede incluir desde la limpieza de las calles a la calidad de la atmósfera), la protección del medio natural, entendida como la simple conservación de los ejemplares y zonas de mayor rareza (aunque sea a costa de mantenerlos con recursos externos) y la propia Sostenibilidad en sentido fuerte, en referencia a los verdaderos problemas del planeta: el agotamiento de los recursos y la contaminación de los ecosistemas hasta hacerlos inviables. La mixtificación conceptual busca que, al final, no nos quede claro si es más o menos importante la limpieza viaria, la conservación de ciertos animales o limitar la emisión de gases de efecto invernadero (de hecho podrían ser indicadores que una Agenda 21 local incluyese sin diferenciarlos jerárquicamente), por lo que debemos de hacer un esfuerzo en diferenciar la sostenibilidad fuerte de otros conceptos que se le asocian, de manera que nos sirva para evaluar nuestras acciones frente al problema real: el agotamiento de los recursos y el envenenamiento de los ecosistemas.

No es posible seguir creyendo en el proyecto del crecimiento indefinido. El sistema puede seguir aparentando eficacia hasta el fin del primer cuarto del siglo, a partir de ese momento, si no se toman las medidas necesarias, se puede producir una quiebra del sistema, con una equiparación de los parámetros de población, esperanza de vida, producción industrial semejantes a los del principio de siglo XX, en un corto periodo de tiempo y en un marco de degradación espectacular de las condiciones ambientales y de una esperable degradación de las relaciones sociales. Todas las mejoras culturales, sociales y políticas pueden desaparecer en el plazo de 30 años. La única posibilidad de evitarlo es desarrollar un nuevo proyecto que haga de la sostenibilidad su eje central. Campos críticos.- Dentro de los campos críticos de la sostenibilidad en nuestras ciudades, proponemos los siguientes: Movilidad y transporte. Si aplicamos los criterios de contabilidad de la cuentas ecológicas, deducimos que frente al porcentaje usualmente atribuido al transporte en el consumo de energía final (entre el 35% y el 40%), el enfoque global apunta hacia un porcentaje muy superior: del orden de la mitad de energía final consumida en España se destina directa o indirectamente a la producción de transporte (ESTEVAN, Antonio. 1994.). Deduciéndose que el automóvil es el medio menos eficiente en su cruce de consumo y tasa de ocupación. Pero la extensión del análisis al resto de cuentas (ambiental, social, económica y fiscal) nos dará una visión mas completa en la que los tres medios con balances mas desfavorables serían: el automóvil, el AVE y el avión. Se plantea como objetivo prioritario reducir la movilidad y el uso de los medios mas ineficientes (Automóvil, avión, AVE), mediante:

- Políticas activas de restricción del uso del vehículo privado. - Mezcla de usos y actividades en las zonas urbanas. - Diseño integrado de equipamientos y redes de transporte. - Potenciación de los desplazamientos no mecanizados: peatón, bicicleta. - Potenciación y eficiencia del transporte público.

Residuos. La producción de residuos es uno de los mayores problemas de las sociedades industrializadas, en la ciudades entran recursos y se expulsan elementos tóxicos que degradan la calidad ambiental y ponen en peligro la salud de sus habitantes. No somos conscientes de los residuos que producimos solo vemos 1 Kg./persona/día de basura doméstica cuando en realidad la producción total (incluyendo los residuos de todas las fases de la producción) puede llegar a los 40 Kg./persona/día. Una política urbana en cuestión de residuos debe basarse en una triple línea:

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- Reducción y prevención - Recogida selectiva, reutilización y reciclaje - Incineración y vertederos controlados. Podríamos considerar como posibles las siguientes medidas: - Planes integrales de tratamiento de basuras. - Traperías complejas asociadas al tejido urbano. - Integración en el ciclo económico. (España importa más de 5 millones de toneladas de residuos reciclables al año con un valor de 1000 millones de euros al año. El reciclaje de 1.000.000 de Tm. supone la creación de 1.600 puestos de trabajo, la recogida y su transporte a vertedero 600). Ciclo del agua. El principal objetivo en este campo sería la máxima integración del ciclo del agua en la estructura urbana, reduciendo su consumo y reutilizando el agua. Se plantean como objetivos posibles: - Reducción de perdidas. - Reciclaje, que podría realizase dentro de proyectos de integración del ciclo del agua en los edificios y urbanizaciones. - Incremento del agua para repoblaciones. - Modernización de: la fontanería doméstica, reciclaje industrial, climatización.( La distribución de Kits de ahorro en Los Ángeles supuso un ahorro del 25% a los seis meses.) - Eficiencia de los regadíos. Energía. El objetivo prioritario es el de reducir el consumo de energía, pero al mismo tiempo aparece como necesaria la revisión de las fuentes energéticas, reduciendo aquellas que tienen un mayor impacto sobre el medio ambiente global, planteándose como objetivos: - Reducción del consumo neto de energía. - Sustitución de las fuentes no renovables - Eliminación de la energía nuclear. Y se plantean como medidas efectivas: - La Reducción de la movilidad. - La cogeneración y la eficiencia energética. - La utilización de energía alternativas. - Producción local de energía Ciudad y entorno natural. Se trata de construir un nuevo tipo de relaciones entre la urbano y lo rural, valorando la repercusión que las actividades urbanas tienen sobre su entorno y buscando una interrelación mas armoniosa entre ellos, entendiendo que la calidad ambiental de la ciudad depende en gran medida de la calidad de su entorno. Se considera fundamental la máxima integración del ciclo ecológico en las distintas escalas, haciendo especial hincapié en la integración de los flujos entre la ciudad y el campo. Aparecen como políticas fundamentales: - La reducción del consumo y deterioro del agua. - Reducción de las emisiones atmosféricas. - Relacionar el ciclo agrícola y la regeneración de suelos con la producción de residuos fermentables. - Proteger y potenciar la agricultura urbana y periurbana. - Realizar acciones decididas encaminadas a aumentar el Capital Natural. Ecología de la arquitectura y la construcción. La ciudad es el objeto construido por excelencia, el tipo de edificios, los materiales de los que están hechos y el tratamiento que en ellos se realiza de los ciclos naturales (energéticos, biológicos...), tiene relación directa tanto sobre el "ecosistema urbano", como sobre la conciencia de sus habitantes. Es por tanto fundamental realizar una construcción y rehabilitación de los objetos urbanos, que sean conscientes

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de las repercusiones que su implantación, construcción y funcionamiento tienen sobre los ciclos naturales y sobre las conciencias de sus habitantes. Aparecen como acciones interesantes: - Internalización del ciclo energético en la arquitectura. - Estudio de técnicas pasivas de obtención de confort. - Integración de ciclos ecológicos en las distintas escalas residenciales (reciclaje y reutilización de residuos, producción de biogás, etc....). - Realización de "Las cuentas ecológicas" del desarrollo urbano, analizando los costes ambientales de las nuevas intervenciones. ¿A dónde van los las tierras y escombros desechados? ¿Qué perdidas de capital natural se producen en una nueva implantación? 3. Ciudad y Calidad de Vida.- La realidad espacial de la globalización se caracteriza por la incorporación de gran parte del espacio a las leyes de lo urbano, es difícil (sino imposible) encontrar espacios ajenos a las leyes económicas y a las estructuras culturales urbanas. Este fenómeno tiene su correlato espacial en la explosión de usos y actividades sobre el territorio generándose "áreas metropolitanas" y regiones urbanas, que han venido a absorber los espacios que conocíamos como ciudades, con un correlato de disfunciones ambientales y sociales que se han comenzado a percibir como problema y que han conducido a políticas concretas a fin de paliar los problemas y a invertir las tendencias, desplazando la atención de la construcción de nuevos barrios a la rehabilitación y conservación de los espacios urbanos existentes. Planteándose que la gestión del medio ambiente urbano y de la calidad de vida de los ciudadanos de las ciudades europeas es una cuestión que pone "en juego la calidad de civilización" (CEE, 1990), y proponiéndose redefinir el concepto de ciudad como proyecto de estilo de vida y de trabajo frente a las "zonas urbanas" como concepto estadístico, definiéndose como objetivo de la unión europea la recuperación de la ciudad: "El restablecimiento de la ciudad diversa y multifuncional de la Europa de los ciudadanos es por tanto un proyecto económico y social para el cual la Calidad de Vida no representa un lujo sino un rasgo esencial" (CEE, 1990). La Calidad de Vida lleva implícita la idea de sostenibilidad superando el estrecho margen economicista del concepto de "Bienestar", sólo medible en crecimiento económico y en estándares dotacionales. Estamos dando un paso más allá que nos muestra tanto los límites de las aspiraciones humanas como el derecho a una calidad ambiental suficiente. La Calidad de Vida introduce los aspectos ambientales en intersección con las necesidades humanas, implicando no sólo la aplicación de los principios de sostenibilidad ecológica, sino también la articulación de la sostenibilidad de la estructura social y económica, buscando la transición no traumática del sistema de intercambios de nuestras metrópolis contemplando la evolución y reconversión del sistema financiero, el sistema inmobiliario, el sistema de producción y consumo y el sistema de información, hacia un nuevo modelo sostenible en el sentido fuerte. Solo mediante la inclusión de los conceptos de sostenibilidad y participación, se podrá realizar un nuevo pacto social capaz de sustituir al pacto del estado de bienestar. Se garantizará así la necesaria reducción del consumo, gracias a la recuperación de la autonomía del ciudadano; que será solo posible en tanto y cuanto los ciudadanos habiten sobre espacios socialmente apropiados, complejos y articulados. El pacto por la Calidad de Vida y la sostenibilidad urbana que debería sustituir al pacto del estado del bienestar, tendrá que basar la necesaria reducción del consumo en la recuperación de la autonomía del ciudadano; que solo se podrá mantener en tanto y cuanto los ciudadanos dispongan al máximo de su tiempo y de su espacio. La "sostenibilidad" no es en si misma un valor si no incluye la mejora de las condiciones del espacio para la potenciación de las cualidades humanas del individuo, supone crear una estructura social que dote al individuo de lo necesario para el desarrollo de las capacidades humanas. La evaluación de la calidad de las ciudades ha ido evolucionando, para reflejar las demandas sociales y los problemas emergentes, búsqueda una mejor determinación de la realidad y una mayor adecuación a las demandas de sus ciudadanos. En Europa a partir de la publicación del Libro Verde del Medio Ambiente Urbano (CEE, 1990) se determinaron las ciudades como espacio crucial en la construcción de

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la Unión Europea, considerándolas como fundamentales en la Calidad de Vida, la capacidad de innovación y la competitividad europea; determinando como temas clave aquellos que competen a la calidad de su medio ambiente, su influencia en la sostenibilidad y los parámetros de cohesión social que aseguran un mínimo de calidad común para todos los ciudadanos. Nos enfrentamos a la necesidad de ampliar los estándares que determinaban la calidad de los espacios urbanos generados por el despliegue del modelo industrial, necesitamos ampliarlos al resto de las dimensiones que demanda el ciudadano. El crecimiento indefinido del consumo no puede solventar las carencias ambientales de nuestro entorno (ni tampoco la destrucción del medio ambiente global), ni la enajenación de un ciudadano que no participa de la construcción de su entorno. La calidad de vida urbana es la concreción de la Calidad de Vida sobre el espacio urbano, pudiendo considerarse como un constructo social formado de tres dimensiones básicas (Alguacil, 2000):

- Calidad ambiental - Bienestar - Identidad

Calidad ambiental. La calidad de nuestro ambiente es básica en la satisfacción del ciudadano, no es posible sustituir la calidad ambiental del aire que respiramos o de la accesibilidad peatonal a los espacios de uso diario con ningún valor económico, antes o después las carencias se harían explícitas y los efectos sobre nuestra salud o vida cotidiana irreversibles. La degradación de las condiciones de vida del entorno de las ciudades industriales fue uno de los primeros avisos de que los beneficios del crecimiento económico no eran suficiente para satisfacer las necesidades del ciudadano. Cuando hablamos de calidad ambiental incluimos lo construido y la relación entre sus partes. Su evaluación deberá atender a distintas escalas, yendo desde la más próxima, la vivienda, hasta la forma en que la ciudad se relaciona con el territorio y percibe su huella ecológica, las escalas básicas para su análisis serán:

- El ámbito doméstico, la vivienda y el vecindario: calidad y accesibilidad. - El barrio, como entorno próximo, representativo de lo local. - La ciudad, como el espacio de máxima complejidad accesible. - La huella ecológica, síntesis de la relación de lo urbano con el medio del que depende (próximo y global). Bienestar. Aquí entendemos como “bienestar” la satisfacción en la provisión de los bienes y servicios definidos como básicos y que deberían de ser garantizados institucionalmente, de hecho suelen estar recogidos en las constituciones y desarrollados en legislaciones específicas, como ocurre en España con la sanidad y la educación. En nuestro entorno sociocultural se entienden como imprescindibles: el empleo, la salud, la cultura y la vivienda, podemos determinar por tanto como áreas a cubrir con los indicadores correspondientes: - La provisión y calidad del Empleo - La provisión de dotaciones (Espacios libres, equipamientos, servicios, dotaciones complementarias) - La accesibilidad a la salud y la educación El bienestar es una construcción social, su grado de satisfacción se mide por comparación a un nivel de referencia, que una vez superado es sustituido por otro más alto, su satisfacción es por tanto relativa asociada a parámetros administrativos, que para su comparación con otras ciudades deberán de ser homogeneizados. Identidad. Al referirnos a identidad, buscamos determinar el grado de intervención y apropiación de los individuos sobre su medio, la forma en que participan en la construcción social, en sentido amplio deberá incluir también la forma en que se ejercen los derechos políticos de los ciudadanos. Alguno de los campos de análisis serían:

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- Apropiación a través del tiempo disponible - Participación en la producción del entorno. - Relaciones sociales y asociacionismo. Se trataría de evaluar la participación social en la ciudad, la utilización del tiempo y el espacio por parte de los ciudadanos y la satisfacción de las necesidades subjetivas de estos. La Calidad de Vida no depende de la satisfacción de uno solo de los aspectos anteriores, sino de la satisfacción articulada de sus distintas dimensiones. Las tres perspectivas de la calidad urbana se pueden componer en parejas, por ejemplo: el equilibrio entre el Bienestar y la identidad cultural será representativo del Desarrollo Social. El equilibrio entre medio ambiente y bienestar nos desvelará la calidad de la Ecología urbana. Y así podremos componer las parejas de perspectivas que forman el calidoscopio de la calidad urbana. 4. Variedad Urbana.- El éxito de las ciudades se ha basado históricamente en su capacidad de garantizar la libertad de los ciudadanos, que permitía al individuo la esperanza de libertad, de transformación de su destino, dotándole de un espacio donde construir, si quería, su propio futuro. Pero también la responsabilidad social, que históricamente se reflejó en la solidaridad de los gremios, y mas tarde en la solidaridad de clase, y que el modelo económico y social del estado del bienestar transformó en el modelo asistencial que nos ha legado la posguerra europea. Y que ha permitido por una parte el desarrollo de las potencialidades individuales y el cuidado de los mas débiles a través de los servicios y equipamientos públicos. Ha sido el cumplimiento (o la esperanza de cumplimiento) de estas promesas lo que realmente ha mantenido las ciudades, si queremos mantener o recuperar estas en el maremagnun de lo urbano, deberemos realizar la reinterpretación de estas cualidades, a las que la percepción de los límites ambientales tendrá que unir una necesaria responsabilidad ecológica. Parece pues que ha llegado la hora de reclamar la ciudad para los ciudadanos, y que se realicen las previsiones y controles necesarios para garantizar la calidad urbana, garantizando tres condiciones básicas: - Libertad individual. - Responsabilidad social - Responsabilidad ecológica. La libertad individual, que permita que los ciudadanos dominen su tiempo y su espacio, que puedan elegir entre mantenerse en el interior de su grupo social o de abandonarlo por otro, sin graves costos emocionales que posibiliten la elección, según lugares y tiempos del anonimato o del contacto social. La responsabilidad social, reflejada en la realización de actividades socialmente útiles y en la generación de un espacio urbano que dote a los individuos de las condiciones necesarias para el desarrollo de sus capacidades humanas, y que permita el cuidado de los mas débiles. La responsabilidad ecológica, no consumiendo recursos sobre su tasa de renovación ni produciendo residuos sobre la tasa de absorción del medio. Pero todo lo anterior significa que la ciudad debe ser capaz de contener esa multiplicidad de opciones y elementos. La imposibilidad física y social de abandonar la ciudad existente nos obliga a afrontar su Rehabilitación Urbano Ecológica. Rehabilitación por que implica la reutilización del soporte existente, urbana por que pretendemos la recuperación de las bases que han contribuido al éxito de la ciudad: " Lo que ofrece la ciudad es el acceso directo a la diversidad. Acceso directo, inmediato sin intermediarios, sin recurrir a pesados y costosos medios de comunicación. En una especie de captación instantánea, la ciudad ofrece la realidad de la diversidad de los hombres y sus actividades. Diversidad hecha de hombres status, origen, cultura , religión y proyectos diferentes...... ...Esta diversidad permite comprender la diferencia entre uno mismo y los demás, dotarla de sentido en relación con proyectos que

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conducen o bien al repliegue sobre uno mismo (en cuyo caso se abomina de la ciudad, lugar de conflictos racistas en el que el otro debe desaparecer o mantenerse aparte), o bien a la revisión de uno mismo, al cambio, de papel social, de status." (SCHOONBROT, 1995). Y ecológica por que su objetivo último es avanzar en el desarrollo de la Sostenibilidad, cerrando los ciclos ecológicos en su entorno y vigilando la magnitud de su huella ecológica. En cualquier caso la Rehabilitación Urbano Ecológica no solo supone la aplicación de los principios de la Sostenibilidad:

- No poner en peligro la supervivencia de las siguientes generaciones. - No consumir recursos sobre su tasa de renovación. - No producir residuos sobre su tasa de absorción por el medio.

Sino también la recuperación de la calidad de vida de sus habitantes, permitiendo el control de su tiempo y de su espacio como base de la auténtica libertad (LEFEBVRE, 1970). El tiempo del ciudadano, porque el recurso menos renovable de todos es la vida. El tiempo de que disponemos los seres humanos para vivir aquí y ahora es irreproducible y no merece ser pasto de una movilidad que le ofrece el espejismo del paraíso unos kilómetros mas adelante. Y el espacio porque implica la posibilidad de desarrollar su propio proyecto de vida, decidir la estructura social a la que desea pertenecer, permitiéndose abandonar o reafirmarse en su espacio inicial. La ciudad no puede ser la suma de redes territoriales, de elementos de gran calidad dispuestos en los nodos de comunicación y transporte. El modelo metropolitano se ha mostrado segregador, solo unos cuantos pueden acceder a estos espacios, y despilfarrador por su correlato de consumo de energía al tener que trasladar a los ciudadanos, convertidos en consumidores, de un punto a otro en tediosas jornadas de transporte, destruyendo así su tiempo. La ciudad, tiene que ser capaz de garantizar los elementos que la dotan de calidad: dotaciones y equipamientos, lugares de esparcimiento y reunión en la escala de la apropiación física del ser humano: andando, el acceso a la variedad tiene que hacerse en la escala del peatón. Pero la ciudad para sobrevivir necesita también disponer de múltiples espacios construidos, suficientes en variedad y tamaño para acoger las distintas necesidades de convivencia y alojamiento, pero también las múltiples necesidades que genera la adaptación a la producción local, que ya no puede ser solo de “conocimiento” si no que tiene que ser de productos, energía y alimentos. La Ciudad Popular debe ser la suma de múltiples barrios, suficientemente grandes y complejos para que en ellos puedan encontrar acomodo las nuevas actividades, con espacios porosos donde localizar actividades inesperadas o aún desconocidas. La variedad significa no diseñar para una única función. La ciudad que tenemos que reconstruir con urgencia se construyó desde el paradigma de la eficacia funcional: viviendas mínimas, espacios productivos, zonas verdes ornamentales… De forma que cuanto más eficiente fue el cálculo mayor es el problema al que ahora nos enfrentamos: barrios degradados incapaces de absorber las necesidades cambiantes de sus habitantes encerrados en bloques repetitivos en los que no es posible la expresión personal ni la adecuación funcional. Polígonos industriales al borde del abandono, en los que no es posible hacer convivir las nuevas actividades si no es a un costo inabordable. Espacios libres sin un uso definido que suponen una carga para unas arcas municipales cada vez más exhaustas. Lo que proponemos es aprender de como nuestras ciudades se construyeron, de cómo la ciudad histórica se muestra a menudo mucho más eficaz para absorber los cambios y las nuevas funciones que las periferias fruto del urbanismo funcional. Es en esa mezcla de múltiples espacios exteriores y diversidad de edificios, tipologías y tamaños, lo que permite el alojamiento de múltiples actividades con múltiples demandas. Pero no podemos entender variedad tan solo como el reajuste espacial del espacio público y la edificación. La nueva variedad tiene que romper la ruptura entre consumo y producción. Ya no es posible pensar que las ciudades pueden pagar sus consumos energéticos y de recursos naturales solo con su

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producción intelectual, con su capacidad de innovación y desarrollo tecnológico. Las ciudades tienen que acoger en su interior la producción de alimentos, la producción de energía y absorber una parte significativa de sus residuos, si es que quieren tener opción a seguir siendo el espacio que mejor ha dado satisfacción a las necesidades humanas. 5. Áreas críticas.- Las áreas críticas.- Para desarrollar un modelo como el que creemos necesario, existen múltiples dimensiones, pero creemos que en estos momentos serían críticas: La determinación de la escala de análisis.- La calidad de vida es una composición multidimensional, pero a la vista de la variable de la Identidad, requiere de que sus condiciones se cumplan en el espacio próximo al ciudadano. El barrio es la unidad mínima de apropiación y participación de la ciudad. Se trata de espacio multidimensional, capaz de soportar y sostener tipologías, usos y poblaciones diversas, dotado de sociabilidad y asociacionismo. Su tamaño funcional esta limitado por la posibilidad de permitir su apropiación andando. El barrio es el espacio de lo domestico agrupado en torno a un elemento simbólico (LEFEBVRE, 1970). Es el espacio en que el individuo puede sentirse parte de un colectivo social, pero necesita contener una mínima variedad. Los barrios completan su complejidad en una unidad superior que hemos dado en llamar barrio-ciudad (ALGUACIL, HERNÁNDEZ, MEDINA. 1997), se trata de un espacio intermedio entre la familiaridad del barrio y la anomia de la ciudad. Se trata del primer ámbito con capacidad de contener la máxima complejidad y variedad accesible. Permite la existencia de distintas forma de vida y culturas y debe de contener las dotaciones necesarias para el desarrollo de sus poblaciones y algún equipamiento que suponga un foco de atracción e identidad para el resto de la ciudad. Su población se encuentra entre los 20.000 y los 50.000 habitantes. En él el individuo es capaz de generar sentimientos de identidad y arraigo se puede identificar con el territorio. Su dimensión sería la implicase un recorrido medio de 30 minutos a pie (un círculo de radio 1000 m). Ahorro frente a eficiencia.- Del análisis de los indicadores municipales y de las propuestas de las otras entidades, vemos como el ahorro directo no aparece como un indicador prioritario ni en el campo de la energía ni del agua, sustituidos por la eficiencia energética o la reutilización de aguas residuales. Es necesario recuperar el concepto de austeridad en el consumo de recursos, lo importante no es si ha aumentado el porcentaje de energía renovables sobre el total de energía consumida, si no cuanta energía hemos consumido y si estamos reduciendo el total (no el porcentaje de la que tiene una procedencia no renovable). Igual ocurre con el agua, la reutilización del agua depurada no es ahorro, sigue siendo un expolio al río, sólo es justificable como reducción del desarrollo de nuevas infraestructuras de regulación del agua (embalses, trasvases, etc..). Los programas de arquitectura bioclimática aparecen barridos por los programas de eficiencia energética y utilización de energías renovables. Conciencia de los ciclos ecológicos.- Los indicadores relacionados con recursos parecen más fruto de un consenso con el sector industrial que una apuesta decidida de reintegrar los recursos al ciclo ecológico. En el caso de los residuos los indicadores de reciclajes aparecen mayoritariamente relacionados con la tasa de recuperación de materiales aprovechables por la industria (papel, vidrio, etc) mientras que el reciclaje ecológico basado en la recogida selectiva de la materia orgánica y su compostaje aparece marginalmente y tan sólo en los indicadores municipales. También resultan escasos los indicadores municipales dedicados a la disponibilidad de los recursos, que sólo se reseñan respecto al agua. La conservación del suelo.- Desgraciadamente la práctica común reduce las posibilidades de preservar el suelo de la urbanización mientras que un criterio de precaución debería de invertir la carga de la prueba: que el suelo sólo se consuma con una causa justificada. En cualquier caso parece necesario dar un valor mayor a la existencia de superficies agrícolas mantenidas con criterios biológicos o ambientales, tanto por su capacidad de

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conservar el suelo, colaborar en la calidad de la calidad del agua y los alimentos que consumimos como por su valor cultural, al aportar un conocimiento sobre los ciclos naturales imprescindible para los ciudadanos de las ciudades. La Calidad de Vida.- Este es el concepto emergente, los ayuntamientos trabajan por ella sin haberla conceptualizado. Los indicadores sociales deben de estar atentos a las necesidades reales de los ciudadanos a su participación real y al desarrollo del asociacionismo. La sostenibilidad como proyecto local.- Los municipios deben de asumir su responsabilidad en el proyecto de la sostenibilidad, incluyendo indicadores sobre la huella ecológica de su población y la determinación de la implantación e impacto de medidas que fomenten la sostenibilidad local y global, incluyendo indicadores como “Productos que fomentan la sostenibilidad” o “Gestión sostenible de la autoridad local y de las empresas locales”. La gestión de una sociedad compleja e igualitaria.- Las ciudades no pueden dar la espalda al futuro de sus sociedades, serán ciudades más complejas, suma de poblaciones de distintas razas y orígenes, en un marco económico de acentuación de diferencias. Las ciudades tienen que ser capaces de prever su futuro y de adelantarse a sus problemas. Los indicadores socioeconómicos son fundamentales así como aquellos que evalúan el impacto de las políticas de cohesión social. BIBLIOGRAFÍA: Alguacil, Julio. Calidad de vida y praxis urbana. Madrid. Centro de Investigaciones Científicas. Madrid. 2000 Alguacil, Julio. Hernández, Agustín. Medina, María, Moreno, Carmen. La ciudad de los Ciudadanos.1ª ed Madrid: Ministerio de Fomento 1997 (386 p. ISBN 84-498-0305-5) Comisión de las Comunidades Europeas. “Libro verde sobre el medio ambiente urbano”. Bruselas. 1990 Córdoba, Rafael.; Hernández, Agustín. Título: Atribuciones Municipales Frente Al Cambio Climático http://www.ugr.es/~ambientalia/articulos/art_recientes/18_Codoba_Hernandez%282011%29Ambientalia_es.pdf Ambientalia. Revista interdisciplinar de Ciencias Ambientales. ISSN. 1699-3063. Depósito Legal: GR-1700-07. FECHA: 2010 Estevan, Antonio. Estabilización ecológica del transporte urbano. 1993 El Estado del Mundo 1993 Worldwatch Institute. CIP Agustín Hernández Aja. Urbanización Contra Sostenibilidad.Madrid 2009 Claves del ecologismo social PÁGINAS: 103-108. ISBN: 978-84-92641-11-6. EDITORIAL: Libros en Acción, Madrid Agustín Hernández Aja, Carlos Verdaguer, Isabel Velázquez Valoria. Ecobarrios Para Ciudades Mejores. Madrid 2009 REVISTA: Ciudad y territorio: Estudios territoriales. Nº 161-162. ISSN 1133-4762. EDITORIAL: Ministerio de Vivienda Hernández Aja, Agustín (dir) (2004) Informe sobre los indicadores de sostenibilidad Dirección General de la Vivienda, la Arquitectura y el Urbanismo; Ministerio de Fomento, Madrid. ISBN 84-498-0714-X. http://habitat.aq.upm.es/indloc/ Lefebvre, Henri. La revolución urbana. 1º ed París: Éditions Gallimard.1970. Ed española. Alianza Editorial 1972 (200 p. Deposito Legal: M.5.364-1972) MINISTERIO DE MEDIO AMBIENTE. “Tronco común de indicadores ambientales”. Memoria Medio Ambiente en España 2000. editada por el Ministerio de Medio Ambiente 2001 http://www.mma.es/info_amb/estado_ma/memor/memoria00 Naredo, José Manuel (2002) «Instrumentos para paliar la insostenibilidad de los sistemas urbanos», Boletín CF+S, 24: http://habitat.aq.upm.es/boletin/n24/ajnar.html Rueda, Salvador. “Modelos e indicadores para ciudades más sostenibles Workshop: Indicadores de huella y calidad ambiental urbana –Fundació Forum Ambiental. Barcelona. 2001. (publicación interna) Schoonbrodt, Rene. La ciudad es la organización física de la coexistencia. Rev. Estudios territoriales-Ciudad y territorio nº 100-101. MOPTMA. Madrid, 1994. NACIONES UNIDAS.“Indicadores de desarrollo sostenible, marco y metodologías” CSD-ONU 2001. Versión reducida en español (63 Pág.): http://www.latautonomy.org/lae_arc.htm Versión integra en inglés (315 Pág.): http://www.un.org/esa/susdev/isd.htm Redifining Progress (s.f.) La Huella Ecológica: sustentabilidad del concepto a hechos concretos http://www.RedifiningProgress.org Rees, William E. y Wackernagel, Mathis (1996) Our Ecological Footprint: Reducing Human Impact on the Earth Gabriola Island, BC, CAN: New Society Publishers. Versión en castellano: Nuestra Huella Ecológica: Reduciendo el Impacto Humano sobre la Tierra. Colección Ecológica & Medio Ambiente, Lom ediciones, Santiago de Chile, 2001 UNIÓN EUROPEA “6º Programa de Acción Comunitaria en materia de Medio Ambiente para el periodo 2002-2012” . En cualquier caso se recomienda la consulta del Biblioteca CF+S (Ciudades para un futuro más sostenible) en http://habitat.aq.upm.es