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1 Javier Tafur González Jorge Isaacs Documentos inéditos y nuevas aproximaciones Apuntes para la historia Los procesos judiciales De Jorge Enrique Isaacs Adolfus 1861-1864 Universidad Javeriana de Cali Manuelita S.A. Familia Tafur-González Cali, Colombia, 2011

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Javier Tafur González

Jorge Isaacs

Documentos inéditos y nuevas aproximaciones

Apuntes para la historia

Los procesos judiciales

De Jorge Enrique Isaacs Adolfus

1861-1864

Universidad Javeriana de Cali

Manuelita S.A.

Familia Tafur-González

Cali, Colombia, 2011

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Agradecimientos

La preocupación sustancial de este trabajo es la de entablar un diálogo “entre el individuo y su

contexto”, utilizando la expresión del historiador Gilberto Loaiza Cano, y la experiencia de su

elaboración ha sido muy grata, no solo porque ha permitido dar cuenta del objeto de estudio,

sino porque ha redundado en la explicitación de aspectos fundamentales de nuestro País

Vallecaucano. No menos importante ha sido compartir su recorrido con todos aquellos que me

dieron su apoyo, para quienes dejo expresa constancia de mi gratitud y aprecio: al doctor

Antonio De Roux, al doctor José Ricardo Caicedo, Vicerrector y Decano de Humanidades de

la Universidad Javeriana de Cali; a la profesora María Antonia Garcés, Ph.D., y a los

miembros del Grupo Arte y paz, de la Universidad Javeriana de Cali vinculados a la

investigación sobre la vida y obra de Jorge Isaacs; al profesor Darío Henao, Decano de la

Facultad de Humanidades de la Universidad del Valle, y a la profesora María Teresa Cristina,

de la Universidad Nacional, por sus orientaciones; a los profesores Francisco Zuluaga y

Eduardo Mejía Prado, del Departamento de Historia de la Universidad del Valle, por sus

observaciones y recomendaciones; a Ximena Hoyos Mazuera y Freddyur Tovar, que como

pares leyeron la monografía e hicieron importantes sugerencias; al profesor Juan de la Cruz

Rojas, de la Asociación Colombiana de Lingüistas, por su minuciosa y afectuosa lectura; a los

compañeros de la Academia de Historia del Valle del Cauca; al doctor Édgar Penagos, de la

Academia de Historia del Cauca; al Centro de Documentación del Banco de la República,

Cali; al Archivo Central del Cauca, de Popayán; a la señora María del Rosario Erazo García,

por su paciencia, permanente disposición y transcripción de los avances de investigación hasta

su versión final; a la historiadora, paleógrafa y archivista Yamileth Ortiz Vanegas, que

transcribió los juicios de Jorge Enrique Isaacs Adolfus y de Jorge Ricardo Isaacs Ferrer; a

Ignacio Murgueitio Restrepo y Jaime Alexandrovich, por sus ideas sobre la concepción de la

edición; a la familia Eder y a la Universidad Javeriana de Cali, por hacerla posible, y muy

especialmente a mi esposa, Jacqueline Betancourt Valderruten, que ha debido soportar mi

dedicación monacal al estudio y escritura de este texto. Para todos, muchas gracias.

Javier Tafur González

Cali, febrero 2011.

3

ÍNDICE

INTRODUCCIÓN

CAPÍTULO I

LOS PROTAGONISTAS

1.1. La familia Isaacs Ferrer en el contexto de la vida nacional

1.2. Las dificultades en los negocios y los problemas económicos de don Jorge

Enrique Isaacs Adolfus (Su repercusión en la obra de Jorge Ricardo Isaacs Ferrer).

CAPÍTULO II

DE LA CONFORMACIÓN DE LA LEGISLACIÓN NACIONAL

2.1. Vigencia del derecho español e indiano

2.2. Proceso constructivo de la legislación nacional

2.3. Pacto de la Unión, legislación nacional y distrito federal

2.4. Los códigos nacionales (del particularismo a la generalidad)

2.5. Leyes y procedimientos de competencia exclusiva de la nación

CAPÍTULO III

SÍNTESIS DE LOS PROCEDIMIENTOS JURÍDICOS QUE SE TRANSCRIBEN (las

intervenciones de don Santiago M. Eder y don Pío Rengifo)

CAPÍTULO IV

DE LA VIDA COTIDIANA EN EL PROCESO DE FORMACIÓN DE NUESTRAS

INSTITUCIONES Y DE LA NACIONALIDAD COLOMBIANA

4

4.1. Las guerras

4.2. Vida cotidiana a finales de la colonia, durante la independencia y los primeros

años de la república.

CAPÍTULO V

FOCALIZACIÓN DE LOS PROCESOS. MIRADA POLISCÓPICA

5.1. El caso de los muletos

5.2. Diligencia de remate de los bienes pertenecientes al concurso del señor Jorge

Enrique Isaacs, para pago de sus acreedores

5.3. Sentencia de graduación o prelación de créditos dentro del concurso de

acreedores de Jorge Enrique Isaacs (1864).

5.4. Perspectivas para las ciencias del lenguaje (El corpus lingüístico).

APÉNDICE I

FUENTES ORIGINALES ACTUADAS MANUSCRITURALMENTE1.

APÉNDICE II

CORPUS JURÍDICO (Transcripción de los textos legales citados o referidos por las

partes intervinientes en los procesos y que figura en la transcripción paleográfica).

1 Con este volumen se entrega la transcripción del primer libro, correspondiente a la sucesión y formación del concurso necesario de acreedores del finado Jorge Enrique Isaacs Adolfus, con el respectivo corpus jurídico, como se explica dentro de esta investigación. Tratándose de un proyecto editorial de gran envergadura, se encuentra previsto dar cuenta de la totalidad de los procesos judiciales, en ediciones sucesivas.

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REFERENCIAS, BIBLIOGRAFÍA

CRONOLOGÍA (Periplo vital de Jorge Isaacs y relación de algunos acontecimientos

importantes de su época).

GLOSARIO (Términos jurídicos relevantes que figuran en los documentos

originales)

ÍNDICE ONOMÁSTICO

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INTRODUCCIÓN

El comienzo de este estudio es la obra Jorge Isaacs, biografía de un hombre y radiografía de

un pueblo (1942), del doctor Leonardo Tafur Garcés, mi padre, escrita para refutar al conocido

humanista Baldomero Sanín Cano, quien, al prologar en 1920 la edición de las poesías de

Isaacs, consignó que había nacido en la Nueva Granada, en la provincia del Chocó. Al

encontrarse los historiadores Mario Carvajal, Luis Carlos Velasco Madriñán, Leonardo Tafur

Garcés, el presbítero Alfonso Zawadsky y José Ignacio Vernaza, miembros de la Academia de

Historia del Valle con esta versión, y conocedores del error de Sanín Cano, decidieron unir sus

esfuerzos para rectificarla, a partir de distintas y variadas fuentes documentales, testimoniales

y literarias2.

Los académicos del Valle lograron refutar a Sanín Cano reuniendo abundante documentación

sobre el poeta y su familia. Como resultado de ese proceso demostrativo, el doctor Leonardo

Tafur Garcés solicitó y obtuvo autorización del señor Juez Civil del Circuito de Palmira,

doctor Luis E. Manrique Silva, para compilar el juicio de sucesión de Jorge Enrique Isaacs

Adolfus, padre del poeta, que falleció en 1861, y el subsiguiente concurso de acreedores que

se prolongó hasta 1864. De igual manera, reunió los procesos seguidos contra Jorge Ricardo

Isaacs Ferrer, referentes a la hacienda Guayabonegro (1876) y a la hacienda Santa Bárbara del

Frayle (1883-1889).

A la muerte del doctor Tafur Garcés, estos documentos originales, actuados a mano, quedaron

en poder de mi madre, María Cecilia González de Tafur, que con amoroso celo los conservó.

Por su parte, el doctor Antonio de Roux, al conocer de su existencia, propuso a la Universidad

Javeriana la investigación de la vida y obra de este vallecaucano universal, en el marco del

proyecto Jorge Isaacs: entre la ficción y la realidad nacional, del grupo de investigación Arte

y Paz, uno de cuyos trabajos es esta monografía, que busca contextualizar el juicio de sucesión

2 Respecto de esta polémica puede consultarse el libro Jorge Isaacs, hijo de Cali (1943). El punto de vista contrario lo expone

Baldomero Sanín Cano en su libro La cuna de Jorge Isaacs (1943) y Reinaldo Valencia Lozano, en el folleto Jorge Isaacs no

nació en Cali, sino en Quibdó (1926).

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y el concurso de acreedores en su época y, al mismo tiempo, recuperar y reunir las normas y

procedimientos jurídicos en los que se tramitaron3.

El estudio de los procesos judiciales de Jorge Isaacs se entregará a los historiadores, juristas,

estudiosos de las ciencias sociales, de las ciencias del lenguaje y a la comunidad en general, en

diferentes volúmenes, según el avance de su investigación. En esta entrega, como primer

número de los Cuadernos de Humanidades, del Departamento de Humanidades, de la Facultad

de Humanidades de la Pontificia Universidad Javeriana de Cali, se presentan tres partes

representativas del trabajo, que más adelante, junto con el resto del trabajo, se publicarán en

un libro y un CD-ROM con la transcripción paleográfica del juicio de sucesión y del concurso

de acreedores, realizada por la historiadora, paleógrafa y archivista Yamileth Ortiz Vanegas.

Esta monografía da cuenta de los orígenes de la familia Isaacs y de la llegada de don Jorge

Enrique a Quibdó, procedente de Jamaica; refiere su matrimonio con doña Manuela Ferrer

Scarpetta, la obtención de su carta de ciudadanía, el incendio de su almacén, su traslado a Cali;

el desempeño de muy importantes cargos públicos, entre ellos el de Gobernador de la

Provincia de Buenaventura, y su participación en la apertura del camino hacia allí, la

adquisición de sus haciendas en Palmira (La Rita, La Manuelita, Oriente y El Paraíso), su

debilidad por el juego, su enfermedad, su adultez, su muerte y el consiguiente concurso de

acreedores, que termina con el remate de sus propiedades (La Rita y la Manuelita; las otras ya

no le pertenecían, por haber salido de su patrimonio antes de su enfermedad), que son

adquiridas por don Santiago Eder y Pío Rengifo. Por esta razón, nos ocuparemos de don Pío

Rengifo y de la familia Eder, su llegada al Valle del Cauca, su participación en la subasta y su

arraigo trascendente en la comarca, como quiera que esta familia es una de las que ha

impulsado el desarrollo del departamento y de la industria azucarera del país.

Se destaca la importancia de la recuperación de los procedimientos judiciales (el de la

sucesión de don Jorge Enrique Isaacs Adolfus y el subsiguiente concurso de acreedores, que

cursaron de 1861 a 1864; el de la Hacienda Guayabonegro, tramitado en 1876, y el de la

Hacienda Santa Bárbara del Frayle, en 1883) y se señala el hecho de que estos procedimientos

3 La existencia de documentos históricos como estos ha motivado a varias familias vallecaucanas a pensar en constituir un

Fondo Regional que las reúna, restaure, si fuere del caso, y conserve, como valiosas fuentes de nuestra historia.

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fueron afectados por varias guerras civiles, cambios de constitución, de gobierno y rebeliones

locales, por lo que ha resultado una tarea exigente y dispendiosa.

El siglo XIX fue un siglo convulsionado en todo el mundo, como resultado de la influencia de

la guerra de independencia de los Estados Unidos de Norteamérica (1776) y de la Revolución

Francesa (1789), que condujeron a la difusión universal de los Derechos del Hombre y del

Ciudadano, además de las ideas igualitarias contra el absolutismo, que nutrieron los

movimientos independentistas en América. El espíritu de la época había asimilado y hecho

suyas las ideas, los valores y la sensibilidad de la Ilustración.

Al aproximarnos al marco legal que regía por la época de estos procedimientos nos vimos

forzados a adentrarnos en el estudio, no solo del Derecho Republicano, sino de la

supervivencia del Derecho Castellano e Indiano, que se prolongó hasta 1887 cuando, mediante

la ley 57 del 15 de abril, se adoptaron los códigos y se unificó la legislación nacional, que

entró en vigencia el 22 de julio de 1887, 90 días después de su publicación, tal como lo

dispusiera la ley.

El examen de la normatividad jurídica condujo al estudio de la época, a contextualizar los

procedimientos judiciales y a conocer la vida de sus protagonistas en el decurso de la vida

cotidiana de la Nueva Granada, de la Confederación Granadina, de los Estados Unidos de

Colombia y los principales antecedentes históricos de su conformación.

Para facilitar la consulta de los procesos acumulados, se elaboró una relación de ellos, que

aparecerá en el libro como apéndice 1, y la transcripción paleográfica de los textos legales

citados o referidos por las partes intervinientes en los procesos, que se publicarán en el

apéndice 2. El trabajo no es una biografía de Isaacs, ni un análisis literario, aunque se recurra a

su vida y a su obra como hilos conductores para ilustrar el origen, trámite y finalización de los

procedimientos judiciales recuperados.

Esta monografía se inscribe en la propuesta explícitamente formulada por historiadores

comarcanos de responder “a una necesidad social que solicita un conocimiento sobre los

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procesos que, en la historia económica, política y social, dan razón de las características

actuales de los diferentes grupos humanos existentes en el Departamento del Valle” (Valencia

y Zuluaga, 1992: 7), en este caso, abordando la historia desde la actividad judicial en un caso

relevante en la región a mediados del siglo XIX, que permite identificar valores de nuestra

cultura.

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1. Los protagonistas

La familia Isaacs Ferrer en el contexto de la vida nacional

Es pertinente aclarar que esta investigación gira en lo esencial sobre los problemas

económicos de don Jorge Enrique Isaacs Adolfus, padre del poeta, que se abordan a partir de

fuentes fidedignas y de datos históricos debidamente documentados de sus actividades

económicas y de las intervenciones judiciales que estas suscitaron. Las acciones judiciales

permiten conocer a este vallecaucano por adopción, a otras importantes personalidades y

recuperar los procedimientos legales de aquel entonces. Así mismo, tener una mayor

comprensión y entendimiento de ese periodo de la historia nacional.

Como se anota en la introducción, en este trabajo se estudiarán los procesos judiciales propios

de Jorge Ricardo Isaacs Ferrer.

Dados los problemas económicos en que se vio inmerso Jorge Ricardo Isaacs, se alude, por

asociación, a situaciones similares vividas por otros distinguidos literatos del país, como José

Asunción Silva4 (Valencia y Zuluaga, 1996: XVI) y Tomás Carrasquilla, que debieron

soportar las incomprensiones de sus contemporáneos a causa de sus problemas económicos

como empresarios. Se les reprochó su inhabilidad para los negocios por responder a la llamada

de las musas, por sus inclinaciones poéticas y literarias e incluso fueron acusados de

deshonestidad y mala fe, lo que los volvió motivo de sátiras y burlas.

4 Gabriel García Márquez anota al respecto (1996: XVI): “al poeta lo acusaron por la prensa de haberse jugado los cuatro mil

pesos que el gobierno le adelantó de su sueldo de secretario del consulado de Guatemala. El anticipo fue cierto, pero no se lo

jugó –ni jugó nunca– y lo devolvió al gobierno cuando no pudo asumir el empleo. Lo atormentaron con cargos de torpeza y

deshonestidad en su manejo del negocio heredado del padre, y de haber burlado a sus acreedores en la liquidación de las

deudas. La quiebra fue cierta y con gran estrépito, pero las deficiencias de Silva no fueron morales ni técnicas, ni fue el único

ni el más quebrado del país por el desorden de las finanzas públicas, pero solo él navegaba con bandera de dandy y de poeta.

Su capacidad y su interés en los negocios que no parecían cosa suya se notan no solo en De sobremesa, sino en muchas de sus

cartas y en testimonios de la época. Empezaron en el almacén de su padre desde la adolescencia, y siempre encontró tiempo

en Europa y en Caracas para mejorarlos. Pagó hasta el último céntimo de las obligaciones de la quiebra, y siguió viviendo y

manteniendo a su madre, Vicenta Gómez, y a su hermana Julia, con lo que podían dejarle sus colaboraciones en periódicos y

revistas, o dibujando y redactando anuncios de publicidad. Hasta la víspera de su muerte estuvo trabajando en su proyecto

personal de una fábrica de baldosines y mármoles artificiales. Con la misma seriedad fue consecuente con su credo liberal y

mantuvo siempre su buena amistad política y literaria con el general Rafael Uribe Uribe, a pesar de algunas discrepancias

tardías”.

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Los escritores citados pagaron las deudas a sus acreedores, pero quedaron profundamente

ofendidos y tales hechos repercutieron para siempre en sus vidas y se reflejaron en sus

composiciones literarias, en sus actividades, tanto privadas como públicas, y en la toma de

decisiones trascendentales: Jorge Ricardo Isaacs se quejó en sus escritos y poemas de la

actitud de sus coterráneos; como protesta abandonó el Cauca y dispuso que sus restos mortales

fueran depositados en Medellín. Por su parte, José Asunción Silva, que en sus últimos años, al

tiempo que reconstruía la novela De sobremesa (perdida en el naufragio del barco Amérique

en 1895, cuando regresaba de su gestión como secretario de la legación colombiana en

Caracas), intentaba la construcción y montaje de una fábrica de baldosines, sin lograr mejorar

su situación económica, en la noche del 23 de mayo de 1896, tras una velada íntima, se retiró a

su habitación y a la mañana siguiente fue hallado muerto sobre su cama: se suicidó de un tiro

en el corazón.

Lo mismo se dice de Tomás Carrasquilla5 (Londoño, 2004: 8) y de tantos otros hombres de

letras. Con relación a Carrasquilla, sus biógrafos comentan que en 1904 el Banco Popular de

Medellín se declaró en quiebra y, en su caída, arrastró a Carrasquilla. Obligado a aceptar un

puesto en la mina de San Andrés, cerca de Sonsón, trabajó como encargado de provisiones

entre junio de 1906 y principios de 1909.

Al igual que con Jorge Ricardo Isaacs y con José Asunción Silva, la producción literaria de

Tomás Carrasquilla también se vio afectada por las circunstancias, pero la experiencia le sirvió

para la observación de la realidad, materia prima de sus escritos. En razón de las coyunturas

anteriores, desde agosto de 1914 se radicó en Bogotá, en donde ocupó un empleo público de

pequeña categoría, en el Ministerio de Obras Públicas. Vivió por ese entonces en la casa de

unos familiares de Jorge Isaacs. Carrasquilla, al trasladarse a Bogotá, siguió colaborando con

el periódico El Espectador.

Si bien el estudio habla de las dificultades administrativas y financieras, es paradójico, cuando

menos, este dato numismático sobre Jorge Ricardo Isaacs Ferrer: los billetes del Banco de la

5 Veamos lo que, respecto de Isaacs, anota Londoño: “A la muerte de su padre, Jorge Isaacs se encargó de la administración

de las propiedades con la proverbial torpeza que los poetas estilan. Recuérdense los casos de José Asunción Silva y Tomás

Carrasquilla, que tampoco dieron pie con bola en el manejo de sus herencias”.

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República se ilustran con ilustres personajes colombianos. El de cincuenta mil le rinde

homenaje a Jorge Ricardo Isaacs Ferrer con un dibujo de su rostro y una ilustración de María,

en una cara y, en la otra hay un texto que destaca la naturaleza del Valle del Cauca y le rinde

homenaje a la Casa de la Sierra, El Paraíso, donde transcurre la novela.

Ciertamente es irónico que aquel, que “las guerras, los malos negocios, los malos socios, sus

sueños fallidos en busca de oro y de carbón” (González White, 2002) llevaron a la ruina

económica, hoy tenga estampada su figura en un medio de pago.

Jorge Enrique Isaacs Adolfus

Como telón de fondo para este estudio es pertinente referir la llegada a la Nueva Granada de

don Jorge Enrique Isaacs Adolfus, de ascendencia judía, procedente de Jamaica, y dar al lector

algunos datos biográficos que permitan presentar al protagonista y a su familia, para

comprender el alcance de su testamento, el juicio de sucesión y la actuación de sus acreedores.

Para ello se recurrirá, entre otras, a las obras El caballero de las lágrimas, de Luis Carlos

Velasco Madriñan (1987), Jorge Isaacs, hijo de Cali, de los miembros de la Academia de

Historia del Valle Mario Carvajal, Luis Carlos Velasco Madriñán, Leonardo Tafur Garcés,

Alfonso Zawadsky y José Ignacio Vernaza (1943), y a Jorge Isaacs –Biografía de un hombre

y radiografía de un pueblo, de Tafur Garcés (1942).

Sostiene Tafur Garcés (1942)6 que de las declaraciones rendidas en Palmira, en 1864, por los

señores Miguel Buch y Manuel Antonio Scarpetta se sabe que conocieron al señor Isaacs

Adolfus desde antes de su matrimonio con la señora Manuela Ferrer, ejerciendo la profesión

de comerciante, y que perdió gran parte de su fortuna, más de setenta mil pesos ($70.000), su

6 El presbítero Alfonso Zawadsky, en su opúsculo La ciudad de Cali, cuna de Jorge Isaacs (1943: 79), aludiendo a la

polémica suscitada por Sanín Cano, anota, refiriéndose al valor de las investigaciones realizadas por Tafur Garcés a este

respecto, que fueron transmitidas por Radio Pacífico en el programa “Hora de los intelectuales”, dirigido por J.M. Álvarez

Dorsonville, anota lo siguiente: “En esta misma serie de conferencias vibró la palabra del doctor Leonardo Tafur Garcés. Sus

investigaciones han acumulado riquísimos datos extraídos de documentos auténticos, que darán tema para la controversia en

favor de la tesis que sostiene que Isaacs nació en Cali. Los argumentos cronológico-jurídicos, si puedo usar con exacta

propiedad esta denominación, aducidos por Tafur Garcés, ponen el estudio en plano superior, en cuanto el juramento prestado

por los declarantes no es simplemente una interpretación de inspecciones colaterales por analogía, ya que la palabra

pronunciada por ellos, bajo gravedad sagrada, no puede llevarse a los morteros desacreditados de la hipercrítica, eterna

enemiga de la verdad objetiva del documento historialmente digno de crédito, por ser auténtico y corresponder al hecho del

que da testimonio, ya por su aspecto cronológico y geográfico, como por su autenticidad, comprobada por la crítica interna y

externa de la ciencia de la historia”.

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casa y muebles, en Quibdó, dos meses después de haberse casado, lo cual sucedió en junio de

1828 a causa de un incendio, y que el señor Isaacs hacía frecuentes viajes a Cartagena para

traer mercancías. Scarpetta agrega que este vino con algún capital al Valle, lo que le consta

por ser primo hermano de la señora Manuela Ferrer de Isaacs. Esto lleva al doctor Tafur

Garcés a concluir que el matrimonio debió celebrarse en abril de 1828.

Jorge Ricardo Isaacs Ferrer, en su carta de Guayabonegro, del 2 de diciembre de 1874,

advierte que su padre “solicitó carta de naturaleza en Colombia a la edad de 20 años y la

obtuvo del Libertador en 1829”. Sostiene Tafur Garcés que el matrimonio de Isaacs con

Manuela Ferrer fue causa determinante para obtenerla.

Según Phanor James Eder, Jorge Enrique Isaacs vino a Colombia en 1822, poco después de la

independencia, desde Jamaica, donde había nacido: “cuando se vislumbraba para el país un

brillante futuro. Era entonces un muchacho. A poco se estableció en Quibdó, Chocó, ciudad

importante que después vino a menos. Le habían precedido otros comerciantes jamaicanos que

habían importado a la región mercancías hasta entonces desconocidas. A la sazón Quibdó

quedaba en la ruta del Valle del Cauca al exterior” (1959: 83).

Sabemos también que Jorge Enrique Isaacs nació en Jamaica, en 1809, y que tenía 28 años

cuando nació el poeta. En su solicitud de Carta Colombiana de Naturaleza, del 18 de agosto de

1829, manifestó al Gobernador de Quibdó, que era “inglés de nación”; que desde su ingreso a

la plaza de Cartagena, en el año de 1822, “había alimentado un deseo positivo de ser un

ciudadano de Colombia” y que desde aquel tiempo la habría solicitado “si como menor no

hubiera estado sujeto a la voluntad de su padre” (Tafur, 1942).

El Gobernador elevó al Libertador Simón Bolívar la solicitud, apoyándola en los siguientes

términos: “es mi deber manifestar que el postulante es un honrado padre de familia, amante de

nuestro Gobierno y un religioso observador de las leyes, digno de obtener título de ciudadano

de Colombia” (Tafur, 1942: 120). Se tiene conocimiento de que el señor Jorge Enrique Isaacs

Adolfus acompañó su partida de matrimonio, celebrado en la Santa Iglesia Matriz de San

Francisco, de Quibdó, el 5 de abril de 1828, con doña María Manuela Ferrer Scarpetta, luego

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de acreditar el contrayente “ser cristiano, católico”. Testificaron el matrimonio Manuel

Antonio Scarpetta y Juana Delgado, su esposa (Tafur, 1942: 121).

El 14 de agosto de 1829, en Quibdó, capital de la Provincia del Chocó, ante el Juez Político

del Cantón del Atrato, Nicolás Bonolo, Antonio Botto y Eleuterio Cárdenas declararon

conocer al señor Isaacs desde 1823, sin haberse separado de Colombia, y que su conducta

había sido “conforme a la moral y buen comportamiento de un ciudadano”. Así mismo, en

agosto 18, el señor Fermín Vargas, del Gobierno del Chocó, Departamento del Cauca, envió la

documentación al Ministro de lo Interior, doctor José Manuel Restrepo, quien el 17 de

septiembre de 1829, en Bogotá, elaboró la Carta de Naturaleza al señor Jorge Enrique Isaacs

Adolfus y, con fecha 22, la pasó al Libertador para la firma. El Libertador la firmó el 4 de

noviembre y el 3 de diciembre de 1829 se envió al Gobernador del Chocó, entonces el General

Pedro Murgueitio, y este, en la Sala de la Comandancia de Armas, conforme a la Ley de 4 de

julio de 1823, la entregó al señor Isaacs el 14 de enero de 1830.

Phanor James Eder anota que Jorge Enrique había llegado a tener una gran fortuna “pero que

el incendio acaecido poco después de su matrimonio le destruyó los almacenes de mercancías”

(Eder, 1959: 83); entonces Pío Rengifo y los parientes de doña Manuela, los Scarpetta, lo

instaron a que dejara el Chocó y se radicara en el Valle del Cauca. No se conoce la fecha de su

llegada a Cali: “aunque en 1833 compró allí una residencia para su familia. Ingresó

activamente a la vida nacional y era Gobernador de la Provincia de Buenaventura, cuya capital

entonces era Cali, cuando nació su ilustre hijo Jorge” (Eder, 1959: 83).

El testigo Nicolás Bonolo, que declaró ante el Juez Político del Cantón del Atrato el 14 de

agosto de 1829 es el mismo Bonolo que ante el Notario Ventura Díaz, en Quibdó, otorgó

poder escriturario a favor del señor Jorge Enrique Isaacs, que ya en este año estaba avecindado

en Cali, para que lo ejerciera en esta ciudad, en diversos negocios. Y Antonio Botto es el

mismo a quien Isaacs le vendió la parte de una embarcación que había comprado a Guillermo

Eduardo Coutín el 18 de octubre de 1827 (Tafur, 1942: 122).

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El nombre del señor Guillermo Eduardo Coutín tiene una trascendencia decisiva para

esclarecer algunas dudas sobre el lugar y la fecha de nacimiento del poeta, pues estuvo con

don Jorge Enrique Isaacs en Cali, a finales de 1836, y a comienzos del 37 tornó al Chocó. Por

ser su amigo íntimo y confidente, Isaacs escribió y envió con Coutín la siguiente epístola, al

señor José Antonio Abadía, concuñado del señor Isaacs, pues estaba casado con doña

Magdalena Ferrer, hermana de doña Manuelita, madre del poeta. En esta carta le anunciaba al

señor Abadía que doña Manuelita estaba encinta, justamente en el periodo de gestación del

poeta, setenta y siete días antes del alumbramiento. Por el carácter íntimo de la carta, escrita

por el padre del poeta, vale la pena copiarla completamente, con su ortografía original:

Sr. José María Abadía:/ Cali, 13 de enero de 1837/ Mi querido amigo: con el amigo

Cuten remití a Ud. la criada que compré para Madalena por su ord., y no dudo que

mucho ha lo ha recivido, i que ha sido del agrado de V. i de Madalena, élla costó

doscientos veinte i cinco ps. con su hija como le verá V. pr. El documento que le

incluyo, i cinco pesos más para bestia hasta juntar treinta pesos, de esta cantidad

deducirá V. los doscientos pesos que yo le devía por Rengifo, y por mi lo que resta a

mi fabor que son treinta (30) pesos tendrá V. la bondad de pasarme al señor

Nicomedes Conto a quien escrivo sobre el particular, debiéndose V. persuadir que si

yo no le he mandado más antes la criada ha sido porque no he querido comprar todos

cuantos se me han ofrecido, i no dudo que el remitido será de agrado de V. y

Madalena. / Hasta ahora no he podido llamarme con el Sr. Castro pero a presentar

ocasión de cojerlo, haré todo lo que pueda en fabor de V./ Manuelita saluda a V., a su

hermana i Sra. Teresa con el íntimo cariño, i ella no escribe a Madalena por que la

barriga que tiene no la deja ni asercar a la mesa, i según disen las brujas va a parir

cuatro (qué tal para un pobre hombre?). “Mis niñitos” cada uno en particular, saluda a

V., a su tía i primos i V. disponga de este su fiel amigo, que lo ama./ (fdo.) JORGE

HENRIQUE ISAACS./ (Hay una rúbrica) (Tafur, 1942: 124).

Tafur Garcés sigue de cerca el proceso de solicitud y obtención de la Carta Colombiana de

Naturaleza y las concatenaciones de las citas testimoniales a las que acude para refutar a

Reinaldo Valencia y a Baldomero Sanín Cano, en el sentido de que Jorge Isaacs no nació en

Quibdó, sino en Cali. Así concluye: “Cuando nació el poeta, el padre había entrado en el

decurso del año 29 de su edad, se había trasladado con la familia a Cali, trayendo pequeño a

Alcides, el primogénito, nacido en Quibdó el 27 de abril de 1829, a Lisímaco, no Licianesco,

como afirma Valencia, y a Primitiva. A parte de los Scarpetta, don Pío Rengifo lo animó a

trasladarse al Valle. Influyó en esta decisión la búsqueda de mejor clima para su salud y la de

su familia” (Tafur, 1942: 125).

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Tafur Garcés también se refiere a los cargos políticos del padre de Isaacs, que no habría

podido ejercer sin tener Carta Colombiana de Naturaleza, y observa: “fue nombrado don

Jorge, Jefe Político del Cantón de Cali, conforme a la Constitución Política de la Nueva

Granada de 1832; ejercía el cargo cuando nació Jorge Ricardo Isaacs; y cuando murió el

Gobernador, doctor Tomás Núñez Conto, el 1º de julio de 1837, Isaacs Adolfus, padre de don

Jorge, entró a ejercer interinamente el cargo de Gobernador de la Provincia7. El poeta tenía 64

días de nacido” (Tafur, 1942: 126).

Dada la motivación del libro dedicado a Jorge Isaacs, cuyo propósito era refutar a Reinaldo

Valencia y a Baldomero Sanín Cano, después de su minuciosa investigación rastreando los

distintos documentos jurídicos en los que intervino su progenitor, argumenta que: “A Isaacs

Adolfuss, sucedió don Juan de Dios Borrero como Gobernador y conviene anotar que

conforme al art. 153 de la Constitución de la Nueva Granada de 1832, vigente entonces, se

requerían 3 años de residencia en el territorio antes del nombramiento. De manera que, ni por

razones de orden fisiológico, ni de orden geográfico, ni de orden político, militar y

administrativo, podría sucederse, o podía haberse sucedido lo afirmado por Sanín Cano de que

el poeta vino en pañales a la ciudad de Cali” (Tafur, 1942: 126). Y agrega este historiador que

también se equivoca Sanín Cano al escribir que el poeta llevara el mismo nombre de su padre;

“Jorge Enrique Isaacs Adolfuss, era este; el poeta, Jorge Ricardo Isaacs Ferrer” (Tafur, 1942:

128). Y teniendo en cuenta el proceso que nos ocupa, comenta que a doña Manuelita le había

correspondido en la herencia de su abuelo, señor Mateo Scarpetta, una hijuela valiosa y de

esos bienes dispuso don Jorge Enrique8: “por ello, en la sucesión trató de asignarse hijuela

7 Paredes Cruz, en su Monografía de Buenaventura (1955: 19), siguiendo a Gustavo Arboleda, relaciona los nombres de los

gobernadores de la antigua provincia de Buenaventura, creada en 1824. La lista se inicia con Tomás Cripriano de Mosquera,

hasta Nicolás Caicedo y Cuero, posesionado el 26 de julio de 1831. Indica que el 18 de mayo de 1835, reformó el Congreso la

demarcación de Buenaventura, cuya capital era Iscuandé, agregándole cantones de Popayán y segregándole otros de la costa,

que se añadieron a Pasto, trasladó la capital a Cali, a donde pasó el gobernador a organizarlo todo, y al poco tiempo se retiró

del puesto. Le sucedió Luis Félix Vergara en 1835, Manuel José Camacho en 1836, siendo designado el 26 de agosto de 1836,

Núñez Conto, que murió en ejercicio el 31 de mayo de 1837, habiéndose nombrado jefe político cantonal a Jorge Enrique

Isaacs para reemplazarle. 8 A continuación Tafur Garcés relaciona algunos datos de interés de la sucesión de doña Manuela Scarpetta:

El 22 de enero de 1838 se verificó, en Quibdó, la partición de bienes de la sucesión de la madre de doña Manuelita Ferrer, que

fue representada en ese acto, cuando su hijo Jorge estaba de brazos, en Cali, por los primos que menciona este documento:

Nosotros, los herederos de la finada Manuela Scarpetta, a saber: Carlos Ferrer por sí y como apoderado general del señor

Jorge H. Isaacs, legítimo esposo de la Sra. Manuela Ferrer, hermana del primero; Nicomedes Conto (padre de don César),

representante de su esposa, señora Marciana Ferrer; José Antonio Abadía, representante de su esposa Magdalena Ferrer, y

Vicente Ferrer, por sí, usando del competente permiso que se nos ha concedido para dividir, partir y adjudicar

17

para alimentar y educar a sus hijos menores” (Tafur, 1942: 128). Con estos datos fehacientes

como premisas, concluye el silogismo afirmando que no estaba la familia Isaacs Adolfus-

Ferrer Scarpetta en el Chocó cuando nació Jorge Ricardo, en 1837, razón por la cual otorgó el

poder referido. Así mismo, sostiene que el matrimonio sí se contrajo en abril de 1828, que

hubo 15 hijos9, de los cuales fallecieron Lisímaco, Julia, Eloísa, Juan y Carlos, algunos por el

mal clima del Chocó, y vinieron a Cali, entre los pequeños, Alcides, Primitiva y Rebeca. Por

la secuencia de los nacimientos, sostuvo también que era imposible que Jorge hubiera nacido

en el Chocó, pues este siguió a Rebeca. Entre los sobrevivientes nacidos en Cali se cuentan:

Rebeca, Jorge, Enrique, Carlos, Sara, Manuelita, Julio y Alberto.

Es pertinente dar cuenta, brevemente, de la línea materna, la de los Scarpetta: Mateo Scarpetta,

según Gustavo Arboleda (1956), era nativo de San Bartolomé de Parite, Obispado de Nocera,

Reino de Nápoles y Sicilia, y se casó en Cali con María Tomasa Roo, de ascendencia

española, oriunda de Cali, el 1º de agosto de 1767. Mateo Scarpetta Guariglia y Lazebrino

tuvo con doña Tomasa Roo los siguientes hijos: Francisco José, casado en primeras nupcias

con Ana Joaquina Bedoya, de Palmira, en 1789, de cuya unión nació en Cali una niña que fue

la madre del doctor Manuel María Mallarino y la abuela de Carlos y Jorge Holguín.

Igualmente, Mateo Scapertta contrajo segundas nupcias con Narcisa Martínez del Caso,

teniendo varios hijos.

Los Scarpetta Roo fueron: Pedro Antonio; Manuel; Ana Josefa, casada con Ignacio Javier

Delgado Borja; Joaquín; Jerónimo, casado con Catalina Brassell; José Agustín; Manuel María;

Camilo; María Manuela, nacida en Cali, en mayo de 1784, que se casó con Carlos Ferrer y

extrajudicialmente los bienes de que consta esta mortuoria, procedemos a verificarla en la siguiente forma: Cargo general /

$1.507,2rs /Se deducen los gastos que ascienden a 175,41/2 / Líquido caudal partible...$1.331,51/2 / Adjudicación y pago al

señor Carlos Ferrer, por sí y como apoderado del Sr. Jorge H. Isaacs, esposo de la Sra. Manuela Ferrer: $532,5 rs. / La esclava

Ana María en $ 30,--/ La esclava Alonso, con sus dos hijos, Juana y Santos, en 300,-- / Manuel, liberto, en 25,-- / En dinero

177,5rs Suma...$532,5rs (Tafur, 1942: 128).

El Juez 1º Cantonal de la Primera Instancia de Quibdó, doctor Juan José Mas, aprobó esta partición, el 23 de enero de 1838. 9 Sobre la familia del bardo anota con detalle Velasco Madriñán, su biógrafo por excelencia: “Quince fueron los hijos de don

George Henry Isaacs y Manuela Ferrer: Lisímaco, quien casó con doña Julia Holguín, el día de la boda partió para el exterior.

Al regresar, le sorprendió en Buenaventura una fiebre perniciosa que lo llevó a la muerte; Manuelita, a quien se ha señalado

como Emma, en la novela, murió en 1923, siendo priora en un convento ecuatoriano; Carlos, quien, como Manuelita, tuvo una

educación esmerada en Bogotá; Alberto, que se desempeñó en cargos en el Gobierno Soberano del Cauca, siendo empleado

también en la Hacienda Guayabonegro; Julio, que vivió y murió sencillamente en el Tolima; Sara contrajo matrimonio con

don José María Mallarino, constituyendo un hogar respetable y tranquilo en la ciudad de Popayán; Rebeca y Primitiva

formaron respetables hogares con José María Irragorri y Francisco Córdoba, respectivamente; Enrique, de quien el biógrafo

no pudo obtener mayores datos; Eloísa y Juan, que figuran como niños en la cronología de la novela y son citados en los

primeros capítulos de María (Velasco Madriñan, 1987: 54).

18

Xiques10

, abuela de César Conto y de Jorge Isaacs. Tafur Garcés destaca que entre los

Scarpetta hubo próceres de la independencia, religiosos, profesionales y personas dedicadas al

cultivo de las bellas letras.

En la historia de Colombia, y particularmente en la del suroccidente, es necesario referirse a

esta rama de los Conto, por sus distintos aportes a la vida nacional. César Conto era mayor que

Jorge Ricardo Isaacs solo ocho meses y doce días. Muy niño, César se trasladó a esta ciudad,

donde fueron compañeros de la infancia; de manera que el ambiente de Conto también fue el

vallecaucano. Compartieron las clases de humanidades de David Peña, Pedro Pablo y Manuel

José González, y otros caleños, en el Colegio de Santa Librada. Conto se trasladó a Bogotá a

doctorarse en jurispruencia y, ya graduado, actuó en 1858 de Secretario del Juzgado Nacional

del Cauca, centralizado en Cali. Cuando la familia Isaacs se encontraba en La Rita, en 1859,

Conto era Juez en Palmira.

La casa de los Isaacs, con asistencia de los Mallarino, los Iragorri, los Scarpetta, los Holguín,

los Ferrer, los Núñez, los Rengifo, los Córdoba y los Conto, se convirtió en un jardín

académico, aun cuando con la muerte de don Jorge Enrique y con la revolución iniciada en

1859, había comenzado para los asistentes a La Rita una era de adversidad. Conto entró de

lleno a la política al ser elegido Representante al Congreso Nacional, en 1851; al batirse en

Bugalagrande como revolucionario, en 1862; al encargarse de la Secretaría de la Gobernación

de Cali, en 1863; al pasar luego a la Fiscalía, en 1862, y a la magistratura del Tribunal de

Occidente, radicado en Cali, en 1864; en este mismo año presidió la Legislatura del Cauca.

10 A propósito de los ancestros de Jorge Ricardo Isaacs Ferrer, por parte de sus ascendientes maternos, los Ferrer-Xiques y

Scarpetta-Roo, anota Velasco Madriñan: “La región española de Cataluña, que ha sido inagotable fuente de belleza literaria,

dio nacimiento a Carlos Ferrer y Xiques, capitán de fragata de la marina catalana, el abuelo materno del poeta Jorge Isaacs. Y

Nápoles, la romántica ciudad de Vesubio, llamada la Antigua Africana de los Griegos, fue la cuna de Mateo Scarpetta, oficial

de los ejércitos reales, Alférez en 1774, en Popayán, de la compañía de españoles, que contrajo matrimonio en Cali con doña

Tomasa Roo, hija de español y de dama payanesa. De este matrimonio nacieron diez hijos, entre estos María Manuela

Scarpetta, que vio la primera luz en Cali, en 1784, y casó con Carlos Ferrer y Xiques. Fue abuela de César Conto y Jorge

Isaacs.

Don Carlos Ferrer tuvo varios hijos: Carlos, Manuela, Magdalena, Leoncio, Vicente, Mariana, Ángel y María de Jesús.

Manuela casó con Jorge Enrique Isaacs y Mariana, con Nicomedes Conto. De esta última unión nace César Conto, que

íntimamente estuvo unido en la política, la familia y las letras con su primo Jorge Isaacs. César Conto falleció en Guatemala

en 1891. El autor de María escribió un hermoso recuerdo necrológico.

Ferrer, alias pica pica, el primero que entró por el río Atrato, había conocido todos los mares en su misión de aventurero.

Capitán de navío, sin miedo y sin tacha, luchó por su rey y por su patria con aquella fidelidad de antaño, cuando los hombres

se escudaban en el carácter y se defendían con el valor singular aprendido al personaje de la gesta o al poeta de la endecha

heroica. Se sabe que fue hombre de mucha confianza del Virrey Juan Sámano, que le sugirió que se trasladara a Cartagena.

Hizo el viaje en una chalupa y por esto mereció entusiastas felicitaciones. Su fusilamiento se verificó en Majagual (Nueva

Granada) el 20 de mayo de 1820, por orden del general Córdoba” (Velasco Madriñán, 1987: 48).

19

Las referencias anteriores son convenientes para la comprensión de los documentos que se

publican e imprescindibles, por cuanto en el curso de estos procesos interviene doña Manuela

Ferrer Scarpetta, en su condición de cónyuge supérstite; Alcides, el hijo mayor, en su calidad

de albacea, y el propio Jorge Ricardo, autor de María11

, que representó en un principio los

intereses familiares en dichos procedimientos por expresa petición de su padre, antes de

vincularse a la apertura del camino de ruedas a Buenaventura.

Dada la importancia de Jorge Ricardo Isaacs Ferrer en el acontecer nacional, su vida y su obra

aparecen bastante documentadas, por lo que al aproximarnos a ellas podemos dar cuenta de

aspectos familiares de gran interés. En efecto, siguiendo a Ricardo Rodríguez Morales (1995:

1), sabemos que de 1840 data la adquisición, por parte de Isaacs Adolfus, “de dos enormes

haciendas azucareras en las cercanías de Palmira, La Manuelita, llamada así en honor de su

esposa, y La Santa Rita”, y Phanor James Eder (1959: 83) precisa que el vendedor fue

Mariano Becerra Carvajal. En 1854 compró la hacienda El Paraíso, en las vecindades de Buga,

ámbito en el que se desenvuelve la novela que le dio fama a Jorge Isaacs y en donde pasa su

adolescencia12

.

Velasco Madriñán comenta que el poeta dio importancia a sus dos hermanos menores, Eloísa

y Juan, en la novela, para destacar cuadros de infancia que eran imprescindibles, “si se tiene

en cuenta la marcada intensión de efectuar pinturas domésticas” (Velasco Madriñán, 1987:

55).

Eloísa, Juan, Carlos, Julia y Lisímaco ya habían muerto antes del testamento de su padre,

como se colige de este documento de 1861, según observa Velasco Madriñán, que le reserva

11 Fue necesario profundizar en el estudio de la vida y obra de Jorge Isaacs para comprender, con mayores elementos, pasajes

de la su novela, de su poesía, de su dramaturgia, sus artículos periodísticos, sus ensayos, intervenciones políticas, viajes,

exploraciones y descubrimientos. 12 Se tiene conocimiento de que estas haciendas formaron parte de la gran Hacienda de Llanogrande que perteneció a la

Compañía de Jesús. Germán Colmenares, en su libro Haciendas de los jesuitas en el Nuevo Reino de Granada, siglo XVIII

(1998: 41), relaciona entre las adquisiciones de la Compañía, y con relación al colegio de “Popayán, en 1639, mina de

Honduras, con 22 esclavos, legado de Francisco Vélez Zúñiga; en 1641 tierras de Jesús, donación de Ana de Tovar y estancia

entre el río Amaime y Buga, con 300 reses, donación de Francisco Ramírez y Ana de Llanos; casa donada por Francisco

Ventura Belalcázar; en 1651 la hacienda Llanogrande, con 7 esclavos, 300 yeguas y 40 caballos, donación y legado de

Rodrigo Arias, de Cali; en 165[sic], tierras en Quilichao, por compra al capitán Francisco Morriones; en 1657, hacienda de

Papío, minas: Pila Grande y Sungusunga por compra, adjudicación de Fernando de Salazar Betancur; en 1651, minas de

Relima por remate, de Francisco Ventura Belalcázar”.

20

un puesto especial a Alcides, hermano mayor del novelista, nacido en Quibdó, el 27 de abril

de 1829, siendo trasladado a Cali, aproximadamente a la edad de 7 años (1987: 55).

Alcides estudió al mismo tiempo que su hermano Jorge en el Colegio del Espíritu Santo en

Bogotá y llegó a ser director de la Escuela Normal de Popayán, rehusó la rectoría del colegio

de Buga, pero allí fue profesor, al igual que en los colegios oficiales de Palmira y Santa

Librada. Fue maestro de muy distinguidas personalidades. Entre ellas, César Conto, David

Peña, Eustaquio Palacios, Lucio Velasco, Adolfo Valdés, Isaías, Francisco y Ezequiel

Gamboa, Evaristo García, Manuel María Buenaventura y Jorge Zawadzky. Poeta él mismo,

gramático e insigne educador, Alcides había contraído matrimonio el 28 de julio de 1850 con

doña Filomena Reyes Caicedo.

Las fuentes bibliográficas consultadas muestran que varias de sus experiencias militares

fueron compartidas por Alcides y el poeta, pues ambos debieron empuñar las armas en defensa

de la causa constitucionalista contra la dictadura de José María Melo, y les correspondió

enfrentar dificultades judiciales en 1863 y 1864. Alcides, en sus últimos años, escribió su libro

Breve tratado sobre la conjugación de los verbos españoles, que no fue incluido en el plan de

estudios, “porque su coterráneo Jorge Roa, Ministro de Educación por aquellos tiempos, le

negó tan merecido derecho” (Velasco Madriñán, 1987: 66). Alcides murió en Cali, el 7 de

septiembre de 1899.

Refiriéndose a don Jorge Ricardo Isaacs Ferrer, anotaba Francisco Ramos Hidalgo, miembro

de la Academia de Historia del Valle, que Vivió este notable vallecaucano, cincuenta y ocho

años de edad, precisamente en el tiempo menos estudiado de nuestra comarca. No se han

escrito con perspicacia, hasta ahora, las relaciones y comentarios de sugerencia novedosa que

descorran el velo que permitan mirar con amplitud importantes episodios, como sería de

desearse, y de allí que muchos miren con desdén el tomarse la tarea de pesquisar y recoger

hechos sobresalientes de la época más conflictiva y tormentosa de la historia colombiana

(Ramos, 1954: 189).

En este documento se apunta a dar cuenta de las circunstancias más representativas de dicha

época, ubicando la familia Isaacs Ferrer en el contexto que le correspondió y, de manera

21

particular, la de su padre, que nos sitúa en los comienzos mismos de la República. Seguiremos

el decurso de sus vidas, eje narrativo de estas búsquedas históricas.

Una primera mirada al País Vallecaucano

Debemos detenernos en el inmueble y el ambiente de La Rita, porque como sostiene Téllez

“cada casa de hacienda importante en el Valle del Cauca es un hecho de cultura arquitectónica

y socioeconómica de primer orden” (En la presentación de Haciendas Azucareras, siglo XVIII,

Luis Jorge Borda Molina). A este respecto debemos ubicarnos históricamente en esta hacienda

cañamelera.

Sostiene Borda que el origen y contemporaneidad de la arquitectura en las haciendas

neogranadinas “es el mismo de haciendas, cortijos y fincas del sur de España” (2007: 61); que

las construcciones se adaptaron a la nueva geografía y al uso de los materiales, evolucionando

hasta los rasgos espaciales característicos de la hacienda de trapiche de caña de azúcar,

comparada con la hacienda andaluza de olivar o manchega, de viñedos o el cortijo. Es

importante notar, como lo señala Germán Colmenares, que en los inventarios de las haciendas

caucanas del siglo XVIII, “los esclavos, aperos y herramientas de labor tenían un valor más

elevado que el de las casas rurales que los albergaban, situación que no cambia hasta el siglo

XVIII” (Borda Molina, 2007: 63).

La construcción de la casa de La Rita corresponde al denominado periodo de transición. Al

respecto, señalan estos autores, que tras la observación del conjunto total de casas de hacienda

es posible identificar dos periodos: “uno colonial, del siglo XVIII hasta mediados del siglo

XIX, y uno republicano, de mediados del siglo XIX hasta principios del siglo XX” (Barney-

Ramírez, 1994: 138). Aclaran que estos periodos no están enmarcados en fechas precisas y no

responden a los cambios políticos de la región. La influencia mudéjar es incuestionable. Así lo

afirman investigadores como Santiago Sebastián y Graziano Gasparini. A propósito de la

construcción misma, La Rita está puesta “sobre un basamento, frecuente en algunas casas de la

época. Las zapatas talladas y los piederechos, sin embargo, mantienen formas usuales en la

arquitectura colonial. La escalinata para subir al corredor del frente es similar a la de El

Paraíso. Fue parte de la antigua Hacienda Real” (Barney-Ramírez, 1994: 138).

22

En la historia de la cultura del Valle del Cauca la emancipación fue época de gran transición

política, económica y social. Sostiene Óscar Gerardo Ramos (1996: 123) que al conjuro de las

alzas de las alcabalas al aguardiente se organizaron revueltas en 1765 y en 1781. Anota que “si

bien en esas primeras agitaciones municipales nunca se pretendió la independencia de España,

si se clarificó plenamente entre los criollos el deseo de autonomía”. Los hacendados de las dos

bandas del Río Cauca tuvieron importantísima participación, “Cañasgordas fue hogar de los

movimientos que acaudilló el prócer Joaquín de Cayzedo y Cuero; como lo fueron El Alisal

para Cabales y Martínez; San Jerónimo, Concepción de Amaime y el Hatico, para Molinas y

Baronas, y Japio, para Arboledas” (Ramos, 1996: 123). Estas haciendas se convirtieron en

foros de deliberación. En Cali se dio el Grito de Independencia el 3 de julio de 1810, y

Anserma, Buga, Cali, Caloto, Cartago y Toro constituyeron la liga de ciudades amigas o

confederadas, cuyo bicentenarios se conmemoraron en el 2010.

La economía sufrió mucho durante las contiendas, no tanto porque las huestes expoliaran los

plantíos y las ganaderías, sino porque el alistamiento de los campesinos en los ejércitos, o de

los hacendados o terratenientes en las comandancias de los escuadrones, arrancaba gentes a los

campos y causaba el consiguiente descuido a los tablones (Ramos, 1996: 125). Es que el país

de entonces era agrícola, de tal manera que cuando algunos de esos guerreros regresaban

debían dedicarse a reimpulsar las sementeras y los hatos o a la tarea primordial de la “armazón

republicana”, sobre el horizonte del nuevo país.

Comenta Óscar Gerardo Ramos: Sin embargo, para los campesinos, los que no marcharon a la

guerra por ser niños o adolescentes o casi ancianos y los que batallaron en refriegas y pudieron

retornar, su existencia de cada día volvió a caminar no muy distinta de lo que había sido antes.

Muchos de los señoríos siguieron siendo los mismos y otros poderíos se instauraron en cabeza

de los caudillos de la guerra. Pocas preeminencias criollas se abolieron. A esas gentes de la

gleba les interesaba la redención de su pobreza, disponer de mejores herramientas, poseer en

sus veredas más escuelas de artes y sobre todo escapar de la leva para esas otras guerras civiles

que al parecer nunca habrían de terminar. Se apegaban a su tierruca, porque de esa entraña

sacaban los frutos para criar las familias. Otros siguieron ganándose el condumio como

23

aparceros o jornaleando a destajo. Lo mismo ocurría con los artesanos y asalariados de villas y

poblachos. Para muchas de esas gentes la cotidianidad no se transformó en mucho, al menos

por entonces cuando las nuevas instituciones democráticas no habían logrado percollar hasta

lo hondo y las reformas sociales se hacían esperar. Y para largo que se demoraban (Ramos,

1996: 126).

De esta época datan las fundaciones de Zarzal (1809), San Pedro (1812) y Tuluá y

Llanogrande se emancipan de la jurisdicción de Buga (1813). En 1816 se protocolizó a

Llanogrande como Villa o distrito de Palmira y como ciudad, en 1824; en 1825 se fundó

Cerrito. En cuanto a la dimensión nacional y de los países regionales, anota Ramos que: “La

población de Colombia con los cuatro departamentos, Boyacá, Cundinamarca, Cauca,

Magdalena, en 1822, era de 1.147.600 habitantes, descontando la población de los

departamentos de Venezuela y Quito con la que el censo subiría a 2.644.600 habitantes. Allí

aparece la jurisdicción de Popayán, con 171.000 habitantes, que junto a Chocó, con 22.000

habitantes, formaban el Cauca. Tal era la dimensión del país nacional y de los países

regionales” (Ramos, 1996: 126).

Por aquellos días la vida mercantil del Valle del Cauca con el exterior se hacia por el Chocó y

se iba a esas comarcas por los antiguos caminos de tierra; las hoyas auríferas de los ríos Atrato

y San Juan eran “todavía un territorio de impenetrada verdura, arropado de nieblas húmedas,

con escaso sol en el día y pocas estrellas en la noche, hábitat de toda familia de los animales,

dueños del trópico húmedo” (Ramos, 1996: 126).

Para 1820, habían llegado a Quibdó casas comerciales establecidas por extranjeros, a lo cual

había contribuido la navegación de vapores por el Atrato. Los comerciantes habían llevado

comodidades desconocidas. Para el Cauca esta vía resultaba más expedita que la de Honda,

por el Magdalena, pues había que atravesar la cordillera del Quibdó o de Panamá, tradicional

desde el siglo XVI para el comercio por el Atlántico. Las mercancías extranjeras se

introducían al Cauca por el Chocó: de Quibdó a través de Nóvita. Comenta Ramos que Jorge

Isaacs lo ratificó y que los mercados de Kingston y Cartagena eran los más frecuentados por

los importadores. Se traía harina desde Norteamérica. Existía en Turbo una bodega. “También

24

era Quibdó sitio de contratas adonde acudían los cunas a cambalachar con algunos de esos

mercadantes afuereños, carey, tagua, pieles, cacao y caucho por sales, aguardiente, pólvora,

armas y baratijas.” Se importaba aguardiente desde Cartagena y es de suponer que se trajeran

rones desde Jamaica para competir con los aguardientes caucanos. Las recuas del Cauca al

Chocó acarreaban carne curada, maíz y panela, base de alimentación de los negros que

laboraban en las minas. Jorge Enrique Isaacs había sido comerciante en el Chocó y había

llegado a Cali, como tal, haciéndose después hacendado en Palmira” (Ramos, 1996: 128).

Ramos agrega que: “El comercio hacia el Citará y a Cartagena por el Atrato determinaba que

siempre fuese tan importante la vía a Nóvita desde Cartago, y que entonces esta última villa

rivalizara en importancia con Cali; además de que era sitio adonde afluía el oro de las minas

de Quiebralomo y otras ubicadas en el distrito de la Vega de Supía” (Ramos, 1996: 128).

En el Cali al que llegó Jorge Enrique Isaacs Adolfus ya funcionaba el Colegio de Santa

Librada, creado por Francisco de Paula Santander en 1823, con sede en el antiguo Convento

Agustiniano, en el que se dictó la cátedra de jurisprudencia y se graduaron distinguidas

personalidades, como Eliseo Payán y Joaquín de Cayzedo y Cayzedo; de igual manera,

funcionó una escuela práctica de medicina, en el Hospital San Juan de Dios. “A partir de 1847

se introdujeron en Santa Librada estudios de botánica, física, química, ciencias exactas,

mineralogía y geografía, muy en consonancia con la evolución científica de la época” (Ramos,

1996: 129).

Buenaventura había sido declarado puerto franco, abierto a importaciones y exportaciones en

1827, por el General Santander. El Libertador Simón Bolívar, dos años después, le dio el título

de villa, “la erigió en residencia del Cantón de Buenaventura y le otorgó el privilegio de ser

regida por un gobernador, siendo el primero Tomás Cipriano de Mosquera” (Ramos, 1996:

127); después, en 1833, alcanzaría esta distinción Jorge Enrique Isaacs Adolfus.

Una idea de las poblaciones del valle geográfico del río Cauca nos la podemos hacer teniendo

en cuenta el número de los habitantes por cantones, según los siguientes datos: “Cali contaba

con 13.727 habitantes; Palmira, 12.111; Buga, 10.544; Caloto, 10.330; Cartago, 9.947;

Roldanillo, 5.782; Tuluá, 5.202; Toro, 4.860; El Raposo, 4.346. Total 76.857” (Ramos, 1996:

25

130). Otra caracterización de la vida social y cultural de esos tiempos la obtenemos de la

introducción de la primera imprenta en Cali, por parte de Fray José Joaquín Ortiz, en 1837, de

quien, en 1838, “editó el periódico La Balanza, bajo dirección del General Usebio Borrero.

Pocos años después, en 1844, apareció La Lavativa, periódico dirigido por su fundador,

Manuel María Alonso de Velasco Patiño, en imprenta de su propiedad, la segunda en llegar,

instalada desde 1838. Por tener apenas una circulación comarcana estos periódicos no emitían

ediciones numerosas. Se sostenían económicamente por la voluntad y peculio de los editores”

(Ramos, 1996: 130).

Es importante tener presente que el Tribunal Superior del Cauca se creó en 1848 y que se

designó a Buga como sede, teniendo en cuenta el número de sus habitantes, su importancia

como ciudad, como residencia de hacendados y comerciantes, y por estar ubicada en el centro

de la región vallecaucana, equidistante del sur y del norte, factor que estuvo siempre a su favor

“para que se asentara allí el poder administrativo de la comarca” (Ramos, 1996: 131).

Riqueza y fortunas13

Como se ha expuesto, la Nueva Granada hereda el aparato de la administración colonial, por

lo que los sucesivos gobiernos se vieron avocados a la implementación de las importantes

reformas, lo cual se refleja en la estructura de las clases sociales de la región. La economía de

Cali y del Valle del río Cauca se habían organizado alrededor de las haciendas, con mano de

obra esclava, “dedicadas fundamentalmente a la ganadería extensiva y a las provisiones para

surtir el núcleo minero de Popayán” (Escorcia, 1981: 101).

Dado que los procesos que motivan esta publicación se originan en problemas económicos, es

del caso focalizar estos aspectos, en cuanto tienen que ver con la riqueza y fortuna de esta

comarca y particularmente de algunos de los sujetos intervinientes en el juicio. Comencemos

por una perspectiva algo más amplia, en la época de plena actividad empresarial de don Jorge

Enrique Isaacs Adolfus:

13 Siguiendo la denominación dada por Escorcia en su artículo La sociedad caleña en la primera mitad del siglo XIX, en el

libro Santiago de Cali 450 años (1981).

26

Entre 1850 y 1853 el gobierno reformista liberal desde una nueva posición ideológica que tuvo

muy corta vida trató de establecer una contribución directa como impuesto único, en

reemplazo de la multitud de alcabalas o impuestos indirectos que sobrevivían de la época

española.

El gobierno expidió decretos que establecían el monto de la contribución individual según el

nivel de fortuna. Los funcionarios locales debieron seguramente hacer evaluaciones

individuales de la riqueza o fortuna de cada uno de los habitantes sujetos a la contribución

(Escorcia, 1981: 112).

Para el cobro de estas contribuciones se hizo una división correspondiente a las parroquias de:

“La libertad/ La Fraternidad/ Río Claro/ Vijes/ Yotoco/ Yumbo / Queremal/ y en cada

parroquia se lista por orden alfabético la persona y el monto de su impuesto” (Escorcia, 1981:

113).

En esta investigación se encontró que el total de habitantes gravados en las 7 parroquias era de

1.500 personas, de una población total de 19.200 habitantes, aproximadamente.

Estos 1.500 casos incluían la población que tuviera “bienes de cualquier clase o alguna

industria, profesión u oficio y algún empleo o cargo público”. Aparecen tanto hombres como

mujeres, estas últimas en minoría, y figuran en los altos rangos de la jerarquía social, pues son

mujeres que han heredado fortunas considerables de padres y maridos. A los que no se les

pudiera atribuir un ingreso definido, por no tener trabajo definido, y esto incluye a las “ama de

casa”, hijos de familia, sirvientes, peones, antiguos esclavos ahora transformados en

concertados forzosos por las leyes de vagancia no se les aplicaba la contribución. Esto explica

por qué la capitación solo cubría a 1.500 personas (Escorcia, 1981: 113).

No es una digresión inconveniente ver la escala jerárquica correspondiente (Escorcia, 1981:

114):

MONTO DE IMPUESTO No. DE CASOS

4 reales 685

10 287

27

35 184

60 reales 143

120 77

210 35

260 16

530 30

700 20

Más de 1200 23

1.500 personas

Son muy pertinentes a este estudio las conclusiones a las que llega Escorcia: se esperaba que

esta población gravable de 1.500 proporcionara al gobierno una contribución total de 150.593

reales. Algunos cálculos sobre las desigualdades internas mostrarían que en la base de la

pirámide un 45,6% de la población poseía el 2,27% de la riqueza gravable, mientras que en el

ápice –de 1.200 reales hacia arriba un 1,5% de la población tenía que pagar el 51,5% de la

contribución, y podemos inferir que poseía el 51,5% de la riqueza gravable. / En un caso

sobresaliente, el doctor José Antonio Borrero, cabeza del clan Borrero, fue gravado de un

14,6% a un 16,5% de toda la riqueza gravable en el Cantón de Cali. / Esto indica una región

dominada por una verdadera oligarquía y un grado extremo de concentración de la riqueza.

Si tomamos el decreto de octubre de 1851, en que se establecen 19 clases diferentes, según el

monto de los bienes de fortuna, encontramos que la 1ª clase, la que debía pagar 4 reales,

incluía a los que tenían bienes o ingresos de un mínimo de 250 pesos anuales y un máximo de

500 pesos. Los casos que hemos logrado identificar muestran que la base de la pirámide social

estaba formada por artesanos y labradores independientes.

En el ápice de la pirámide social, según dichas tablas, los hacendados y comerciantes gravados

en cantidad de 1.200 reales poseían bienes que oscilaban entre 30.000 y 40.000 pesos. En ese

caso se encontrarían hacendados como el doctor Manuel D. Camacho y Manuel Garcés, de la

parroquia de El Salado (Queremal); Luis Delgado, comerciante de la parroquia de la Libertad,

y Manuel María Barona, en sus propiedades de la parroquia de Caicedo. Todos ellos

personajes destacados de la política local.

28

Los que fueron gravados en 1.800 reales, como los hacendados Juan Antonio Caicedo

(Hacienda de Mulaló), Manuel María Barona, Pascual Riascos y el doctor Tomás Fernández

de Córdova, poseían fortunas cercanas a los 50.000 pesos.

El doctor José Antonio Borrero debía poseer bienes en Jamundí entre 50.000 y 75.000 pesos al

ser gravado en 2.400 reales. El doctor Pío Rengifo, acaudalado comerciante, bienes cercanos a

los 150.000 pesos, al ser gravados en 5.450 reales.

El doctor Manuel José Caicedo, heredero de la Hacienda Cañas Gordas, disponía de bienes

cercanos a los 175.000 pesos, representados fundamentalmente en sus derechos en esta

Hacienda y, desde luego, la fortuna del doctor José Antonio Borrero, solamente en la

parroquia de Caicedo (La Fraternidad), debía estar entre 300.000 y 400.000 pesos, al juzgar

por su contribución de 22.000 reales, la mayor de toda la región ((Escorcia, 1981: 114).

Escorcia se adentra en otros más detallados análisis, pero bástenos con haber ubicado a uno de

los actores más importantes en este juicio, a don Pío Rengifo, cuya participación fue definitiva

en la vinculación de don Santiago Martín Eder y la solución de este concurso.

Del Diccionario biográfico y genealógico del antiguo departamento del Cauca (Arboleda,

1962), se han extractado varias notas que dan cuenta de la familia y de la tradición de Pío

Rengifo Díez, por cuya intervención, se sabe, vino Jorge Enrique Isaacs Adolfus a esta región.

En efecto, en los registros encontrados, se consigna que: Nació en Cali, en 1794, del

matrimonio de Vicente Rengifo Loaiza y María Josefa Díez de la Fuente, hija de Margarita

Mejía y Guerrero. Vicente había nacido en Quilichao, en 1756, del matrimonio de Gregorio

Rengifo y Jerónima Loaiza y Galarza, hijo él de Juan Rengifo, quien testó en Popayán en

1754, y Dionisia Valencia; Juan, descendiente, posiblemente bisnieto, del conquistador Juan

Velásquez Rengifo (Rengifo Cayetano).

De las ejecutorias de Vicente, padre de Pío, se cuenta que: “cooperó con su persona, dinero e

influencias al triunfo de Palacé primera, también para la campaña que remató en el Palo e

igualmente para la que tuvo infausta coronación en el Tambo. Ocultose, huyendo de las

29

persecuciones de Warleta, y era Pío quien le llevaba alimentos. Denunciado el joven, fue

apresado y condenado a servir en el ejército. Creyó evadirse del servicio fingiéndose sordo, lo

cual le valió para que le sujetaran a innúmeros suplicios, no siendo el mayor el exponerse a

perder de veras el oído, por las bárbaras pruebas a que lo sometieron. Al fin obtuvo su

licencia, que constituyó la prueba final, por tener que ocultar las emociones que

experimentaba al escuchar la lectura, para que no se dieran cuenta de que se enteraba. Viajó

por las Antillas e hizo un capital en el comercio. Fue juez cantonal, presidente del cabildo

caleño (1854). Murió en Cali el 12 de octubre de 1867” (Arboleda, 1962: 377).

Veamos algunos datos de su linaje y tradición: Pío Rengifo Díez, según Arboleda, se casó el

30 de enero, de 35, con María Dolores Martínez (Micolta Joaquín Esteban), padres de Pío, con

Manuela Fernández (Restrepo Federico), sin prole; Ricardo con Herminia Borrero (Borrero

Costa), (padres de Ricardo, doctor Ignacio, abogado, diputado, representante, senador,

magistrado en Cali, secretario de gobierno y gobernador del Valle, gobernador del efímero

departamento de Tumaco, escritor, político y jefe de partido. Gonzalo, Pío, Mercedes); María

Josefa, casada el 10 de febrero de 1865 con el institutor español Francisco Firmat, hijo de

Ignacio y de Bárbara Cabrero (padres de Francisco, Alfonso, Emilio, Julio y María); Manuela,

casada con el General Lucio Velasco, padres de Julia (Velasco Manuel María); Dolores, con

Rafael González Umaña (González José Ignacio); Rosario, mujer de su primo el doctor

Enrique González Otoya (Micolta Joaquín); Vicente (casado con María Jesús Orejuela, padres

de Enrique, Ernesto, Alfonso, Manuel, Jorge, Luis, María y Tulia); Julio A.

“Los Rengifo Díez fueron: Miguel Jerónimo, que sirvió a la República hasta ofrendarle la vida

en Popayán, fusilado en 1816, después de distinguirse lo mismo que otro Rengifo, Juan

Bautista; María Simona, madre de María Teresa Llanos y viuda de Joaquín Rengifo Salazar;

María Narcisa, María Jerónima y Agustín Píoquinto, el biografiado. Del primer Vicente fue

también hijo Manuel, padre de Francisco Fermín y abuelo de Wenceslao. Del prócer Pío,

Adelaida, mujer del doctor Francisco José Chaux” (Arboleda, 1962: 378).

Este mismo historiador y genealogista refiere los datos biográficos del primogénito del prócer

Pío Rengifo Martínez, a quien igualmente pusiera su nombre, dando una breve semblanza

30

suya, indicando que nació en Cali, el 5 de octubre de 1835; que estudió medicina en Alemania

e Inglaterra, países donde obtuvo el título de doctor, que le fue otorgado también en París, en

1863, y revalidado en Lima, a cuya capital pasó a ejercer la profesión; que “vuelto a la Patria

fijose en Bogotá y pronto gozó allí de renombre. El gobierno del Cauca lo nombró profesor de

esta universidad. En 1880 fue representante de Colombia en la confederación sanitaria

internacional de Washington; se quedó ejerciendo con gran provecho en Nueva York, se

trasladó luego a Panamá y en esa ciudad falleció en enero de 1896. Hablaba y escribía

correctamente en francés, inglés, alemán e italiano” (Arboleda, 1962: 378).

El Calendario biográfico y genealógico de Santiago de Cali (Cobo Velasco, 1962), se ilustra

con una fotografía del Cali-Viejo, cuyo pie de página es el siguiente: “CALI-VIEJO –Antigua

casa de don Paulino Córdoba, hoy Edificio Sierra; “Los Portales”, residencia de don Ulpiano

Lloreda González, hoy Edificio Lloreda; antigua casa de la familia Rengifo-Martínez, hoy

Banco de la República y Hotel New York; al frente, antigua Casa Municipal, hoy Palacio

Nacional; al fondo, la torre de Santa Librada” (Cobo Velasco, 1962: 155), lo que da buena

cuenta de la posición destacada de esta familia en Santiago de Cali.

Phanor J. Eder (1981: 96), describiendo un retrato en que aparece Pío Rengifo Diez en su

juventud, lo presenta: “alto, apuesto, de figura aristocrática, sin barba ni bigote, de cabellera

negra y abundante; cejas arqueadas y brillantes ojos oscuros; la nariz y la barbilla bien

formadas y vestido con elegancia”14

.

Otros datos demográficos y culturales de la región y de la Nueva Granada

En 1851 los habitantes del país eran “2.240.054, con 1.086.705 hombres y 1.153.349 mujeres

(…) La cifra total de Popayán era de 77.105; la del Cauca, 70.748, y la de Buenaventura,

14 Eder hace una breve referencia a sus viajes y a su familia, que aporta otros datos de interés para la elaboración de su perfil:

“En 1830 había viajado por los campos de Champaña en Francia, Bélgica, el Rhin e Inglaterra, acompañado del Coronel

Joaquín Acosta, no menos notable por sus conocimientos científicos y su contribución al adelanto de las ciencias en

Colombia, como por su deferencia hospitalaria con los extranjeros. Tal viaje ha quedado descrito a gran detalle en la biografía

que hizo de Acosta su hija Soledad Acosta de Samper. Regresó Rengifo con el citado Coronel a los Estados Unidos, saliendo

el 2 de septiembre y llegando a Nueva York el 15 de octubre. Acosta contrajo matrimonio con una dama norteamericana.

En otro viaje de Rengifo a Europa, en 1845, ayudó a Manuel María Mosquera, entonces Ministro de Colombia en París, a

escoger los catedráticos de ciencias y matemáticas para el colegio de Santa Librada de Cali: Francois Chassard, que viajó con

Estanislao Zawadzky y llegó en 1846 a Cali, donde murió en 1851; y Edmond Charles, que llegó en 1847 y permaneció en la

capital del Valle hasta 1850” (1981: 96).

31

31.150, según las jurisdicciones administrativas de entonces” (Eder, 1981: 133); y de esos días

datan los enfrentamientos llamados “La revuelta de perrero”, que Óscar Gerardo Ramos relata

en los siguientes términos:

“Verdadero enfrentamiento entre clases, iniciado cuando Rafael Cayzedo y Cuero impuso un

peaje en el camino público que atravesaba su hacienda La Floresta, el cual salía al puerto de

las Cañas (Juanchito). La revuelta no fue continua sino que se desarrolló en fases, larvada a

veces, descubierta en otras. El perrero o zurriago fue el principal instrumento de castigo contra

los revoltosos. También la recuperación de los ejidos entró como tema en la revuelta, a pesar

de que como tales habían fenecido desde el siglo XVII, pero el Virrey Flórez los había en

cierto modo revivido en 1779, cuando ordenó a los hacendados, colindantes con la ciudad,

ceder tierras para el pueblo caleño. Poco después estalló la revolución conservadora de 1851,

dominada rápidamente (Eder, 1981: 133).

Para 1854 se ampliaron en la región los hatos ganaderos, con apertura de potreros sembrados

de pará y guinea, importándose nuevas razas, realizando cruces con las caucanas, buscando

reses más resistentes y productivas, coexistiendo con las ciénagas que formaba el Cauca, “solo

útiles para los pescadores de bagre y sábalo” (Eder, 1981: 134).

La imprenta se instaló en Palmira en 1857, manejada por Juan Bautista Escobar; José Pío

Durán montó otra, en Cartago. Rememorando este periodo Luciano Rivera y Garrido recuerda

las vivencias de su infancia entre 1850 y 1860, en la Isla, la hacienda de su familia, en Sonso;

y anota Ramos, que Rivera y Garrido “describió el trapiche, que era un edificio antiguo

sólidamente construido en adobe y ladrillo, con alta techumbre cubierta en teja”. Y agrega:

“Jorge Isaacs cuenta en María que su padre, Jorge Enrique Isaacs, disponía de costosa y bella

fábrica de azúcar en una de las haciendas de abajo que geográficamente correspondía a La

Rita. Se mantenía el sistema tradicional de granar azúcar por gravedad y cuajar panelas por el

alto punto de cocinamiento que se daba a los jarabes” (Eder, 1981: 136).

En 1853 llegan a este Valle los primeros trapiches construidos en hierro, importados desde los

Estados Unidos; en 1855 llegan a Cali las hermanas de San Vicente de Paul; las Madres

Carmelitas Descalzas organizan un convento. En este mismo año se extienden las traviesas

32

que unen uno y otro océano desde Colón hasta Panamá; en 1858, se inicia el alumbrado en

algunas calles de la ciudad, con farolas de petróleo “que se encendían a las 7 de la noche y se

apagaban a las cuatro de la madrugada, excepto en épocas de luna” (Ramos, 1996: 141); y en

1861, es el momento en que Santiago M. Eder, que había venido a Buenaventura a cobrar unas

cuentas, delegado por su hermano Enrique, sube al Valle del Cauca y decide asentarse en esa

tierra.

Como es sabido, el siglo XIX fue conflictivo ideológica y bélicamente y en su transcurso se

expidieron disímiles ordenamientos constitucionales, como se verá más adelante: en 1832 el

país se denominó Estado de la Nueva Granada; en 1842, República de la Nueva Granada; en

1853, Nueva Granada; en 1858, Confederación Granadina; en 1863, Estados Unidos de

Colombia; y en 1886, República de Colombia. Historiadores y constitucionalistas señalan que

estas constituciones fueron resultado de las respectivas revoluciones de 1840, 1851, 1854,

1860, 1876 y 1885. “Muchas de estas refriegas no se extendieron a todas las regiones y a

veces solo fueron el tránsito eventual de huestes por una zona o el fragor de una batalla que de

ordinario se circunscribía a los ejércitos combatientes en un sitio determinado” (Ramos, 1996:

134). Las zonas históricamente más afectadas fueron Santander, Cundinamarca, Antioquia,

Tolima y el Valle del Cauca, donde se obligaba a las haciendas a proveer de viandas y

vituallas a los ejércitos y donde la leva arrebató gente joven a muchos hogares. Un ejemplo

ilustrativo de su gravedad es lo ocurrido con la Hacienda Japio que de 10.000 reses que había

tenido 30 años antes llegó a 195.

Breve esbozo histórico del siglo XIX

Esto nos lleva a hacer el siguiente esbozo del siglo XIX. Javier Ocampo López (1989), al

examinar la historia del país en ese siglo, anota que presentaba tendencias a la formación y

fortalecimiento de un Estado Nación para lograr la unidad y la identidad de propósitos

nacionales, en áreas de tradiciones regionales con singularidad provincial.

Una de las tendencias político-administrativas, después de la disolución de la Gran Colombia,

fue el régimen centralista con el que se consolidó el Estado de la Nueva Granada desde 1831

33

hasta 1858, año en el que se instauró el régimen Federalista con la Confederación Granadina

(1858-1863), llegando a la Constitución Política de 1863, que organizó el Estado Federal con

el nombre de Estados Unidos de Colombia, cuya vigencia llegó hasta 1886, cuando se creó la

República de Colombia, caracterizada por la centralización política y la descentralización

administrativa. La característica de los gobiernos centralistas era su política de proteccionismo

económico, con el respaldo a la industria nacional, el fortalecimiento de la educación y la

consolidación de las instituciones democráticas y republicanas. En esos años de

postrevolución, el mundo occidental entró en el proceso histórico de la contrarrevolución15

.

Ocampo (1989: 193) considera que según los filósofos contrarios a la revolución francesa,

entre ellos el británico Edmundo Burke16

, autor de Reflexiones sobre la Revolución Francesa,

era necesario el orden, la estabilidad de las instituciones, el respeto a las tradiciones, contra la

anarquía y el caos. Anota que Burke defendió el orden, como condición indispensable de la

libertad y la prosperidad. En Europa y América, frente a las libertades absolutas, se defendió el

pensamiento contrarrevolucionario que exigía la libertad controlada, el proteccionismo

económico, el centralismo político y demás tendencias del orden para consolidar las naciones.

Sin entrar a dar cuenta de cada uno de estos gobiernos, lo que excedería el propósito de este

trabajo, es pertinente recordar el ideario civilista en la defensa de la constitución y las leyes del

General Santander; su objetivo de fortalecer la educación oficial para las grandes mayorías; la

educación popular, con maestros laicos para el fortalecimiento de las provincias colombianas,

en las que se fundaron grandes colegios, que hoy se llaman santanderinos. Santander se

preocupó por la fundación de escuelas, colegios y universidades; así surgieron las

universidades de Boyacá, Cauca, Cartagena y la Universidad Central, en Bogotá. Se compara

que al iniciar su mandato (1832) había en el país 378 escuelas y al finalizar el gobierno (1837)

15 No obstante, el alcance de estos términos debe matizarse. Dado que este ha sido un país de regiones, el criterio de

protección no fue cumplido en toda su extensión y no había estrictamente una industria nacional, en el sentido en que hoy se

emplea esta expresión. 16 Anota Diego Castrillón Arboleda que Europa, a raíz de la derrota del Emperador Napoleón Bonaparte en Waterloo, el 18 de

junio de 1815, y su posterior abdicación del trono de Francia, fue ocupada por los aliados vencedores y en Viena se reunió un

Congreso formado por representantes de los llamados cuatro Grandes (Rusia, Inglaterra, Austria y Prusia) para resolver a su

arbitrio los problemas del continente. Observa que “se perfilaban sendas tendencias sociopolíticas enfrentadas como

consecuencia de la Revolución Francesa: la de los absolutistas, que venían del pasado, con omnímodos poderes para el

monarca, y la del liberalismo rousoniano, basado, entre otras cosas, en la separación de los poderes del Estado, en la libertad

de imprenta y reunión, en el derecho a la independencia y libertad de los pueblos y en la imparcialidad del Estado en materia

de cultos religiosos, los mismos que habían inspirado las constituciones de Nueva Granada, desde la Primera República”

(1979: 67). En el lapso de 1815 a 1830 se desarrolló el llamado periodo de la Restauración, con predominio del absolutismo,

representado en España en Fernando VII, y en Francia, primero en el Duque de Provenza (hermano de Luis XVI), que asumió

el poder con el nombre de Luis XVIII y, posteriormente, en Carlos X, su hermano, después de su muerte, acaecida en 1824.

34

existían 1.050 escuelas públicas y privadas. El censo de población de 1835 arrojó un total de

1.687.129 habitantes en la Nueva Granada (Ocampo, 1989: 193). El gobierno del General

Santander también se preocupó por las relaciones internacionales, especialmente con los

países de la Gran Colombia, y aprobó las insignias nacionales: la bandera y el escudo.

Al general Francisco de Paula Santander lo sucedió José Ignacio de Márquez (1837-1841), que

fue un presidente civilista. Su gobierno fue proteccionista en lo económico, se manifestó en

contra de la apertura económica. Márquez fortaleció la agricultura, en especial la producción

de tabaco, y respaldó la industria nacional. Como su antecesor, prosiguió la creación de

escuelas, colegios y universidades. Su gobierno tuvo que afrontar la guerra civil de Los

Supremos17

(Tirado Mejía, 1992: 368), entre 1839 y 1842, caracterizada por ser la primera

guerra de dimensiones nacionales y de graves consecuencias económicas y políticas. Esta

Guerra de los supremos se generó cuando se suprimieron los conventos de Pasto. Algunos

consideran que fue el primer conflicto civil que vivió el país. Recibió ese nombre por la

participación que tuvieron revolucionarios que se llamaban a sí mismos “jefes supremos”, que

buscaban hacer oposición al gobierno de José Ignacio de Márquez.

Jorge Isaacs sería sensible a este propósito educativo y su vida estaría signada por la toma de

partido en pro de una educación laica, para ambos géneros, con facilidades para las personas

de menos recursos, los indígenas y los negros manumisos. Susana Zanetti (1967), detallando

los comienzos de la educación del niño Isaacs, recuerda que pasó sus primeros años entre las

haciendas paternas, Cali y Popayán, donde aprendió las primeras letras con Matilde Pombo,

madre de Sergio y Julio Arboleda, y luego en la escuela de Manuel María Luna, que también

fue maestro del poeta Guillermo Valencia (Zanetti, 1967: 10). Por su parte, Rodríguez Morales

(1995) recuerda cómo en 1848, el niño Isaacs, de once años, fue enviado a Bogotá para

estudiar en el Colegio del Espíritu Santo, regentado por el notable pedagogo Lorenzo María

Lleras. Según una carta autobiográfica, Isaacs también estudió en los colegios de San

Bartolomé y de San Buenaventura, sin haberse graduado. Al parecer, a su regreso a Cali, en

17 “El caudillo militar José María Obando, decepcionado porque el gobierno central no lo había designado como jefe militar

para combatir la rebelión y ante un sumario por la muerte de Sucre, exhumado políticamente en su contra, se puso al frente de

la rebelión que originariamente aspiraba a combatir. Caudillos militares supérstites de la Independencia, los “supremos” de

cada región, no satisfechos en sus aspiraciones por el poder central, se levantaron en guerra y la mantuvieron durante tres

años, a nombre de la religión ultrajada. A su vez, algunos de ellos, como Obando, en guerras posteriores serían atacados como

enemigos de la religión que en esta ocasión decían defender”.

35

1853, su deseo era seguir estudios de medicina, mientras que su familia había planeado

enviarlo a Londres, como sucede con el Efraín de María, pero las circunstancias económicas

no hicieron posible la realización de este proyecto (Rodríguez, 1995: 4).

Después del gobierno del presidente Márquez se suceden los gobiernos de Pedro Alcántara

Herrán y de Tomás Cipriano Mosquera, luego de la guerra civil de Los Supremos18

, con el

triunfo de las fuerzas del presidente Márquez. El presidente Alcántara Herrán se preocupó por

las vías públicas, entre ellas, el camino del Quindío; en cuanto a la educación, creó las

escuelas normales. Por su parte, el general Tomás Cipriano de Mosquera se preocupó por la

modernización de la nación e inició la era de los ferrocarriles en Colombia, con la

construcción del ferrocarril de Panamá. Impulsó la navegación por el río Magdalena, hizo

levantar la carta geográfica del país, fundó el Colegio Militar y abrió la Escuela de Ingeniería

y Matemáticas. Fue partidario del librecambismo en la Nueva Granada.

Álvaro Tirado Mejía observa que la guerra de Independencia había sido en gran parte

comandada por los sectores terratenientes y esclavistas del sur del país, cuyo epicentro estaba

en el Cauca, en Popayán, y por la burguesía comerciante, en Cartagena y otros centros. Al

concluir la guerra, estas clases sociales, ninguna de las cuales era lo suficientemente fuerte

para imponerse a la otra, “establecieron una alianza inestable a nivel del Estado en la que el

grupo terrateniente logró la preservación del statu quo y el sector comerciante, el libre

comercio, fundamentalmente con Inglaterra, que fue ejercido a través de Jamaica y otras

posesiones antillanas” (Tirado Mejía, 1992: 336). Comenta también que esta situación dio

lugar a nuevas realidades. Que la influencia inglesa, por ejemplo, que se manifestó en las

carreras de caballos, en el periódico que en inglés se redactaba en Bogotá y en la Sociedad

Bíblica, en la que participó gran parte del clero; que con las mercancías inglesas vino también

18 A propósito de caudillos surgidos en el Gran Cauca, tales como José María Obando, Tomás Cipriano de Mosquera, José

Hilario López o Julio Arboleda, es del caso aclarar que estos buscaron tomarse el poder central, representado en Bogotá, “para

lograr una proyección nacional y despertaron un régimen de lealtades en torno suyo, tan grande, que se convirtieron en un

elemento unificador entre los colombianos”, como lo sostienen Llano y Zuluaga (1992: 137).

Teresa Findji afirma que los caudillos “cumplen entonces un importante papel para mantener la cohesión social -en ausencia

del rey y también en la ausencia de la nación- lo hacen sobre la misma base de lealtades personales a una familia que

heredaron del periodo colonial, lealtades que a nivel americano no desaparecieron del todo en el momento de la

independencia” (Llano y Zuluaga, 1992: 137).

36

el pensamiento político de Bentham19

, “que proponía un sistema dirigido a la investigación de

la naturaleza y la observación de los hechos, el racionalismo jurídico y su ética típicamente

burguesa, la posibilidad de crear un sistema de normas jurídicas claras que reemplazara la

casuística y el particularismo de la legislación indiana” (Tirado, 1992: 336). Anota este

historiador que el debate sobre la obra de Bentham se prolongó durante el siglo XX.

19 A este respecto son muy importantes los aportes de Manuel Ancízar; su vida polifacética y comprometida con el desarrollo

intelectual del país es ilustrativa de aquellos conflictos ideológicos; por ello mismo es pertinente esta pequeña digresión sobre

su periplo existencial, con la certeza de que ayuda a ambientar la época que nos ocupa. No puede dejar de mencionarse la

polémica filosófico-política de mediados del siglo XIX, uno de cuyos principales exponentes fue José Manuel Ancízar (1881-

1882). Por aquellos días se difundían las filosofías del entendimiento humano, que, según Loaiza Cano (1996: 44), parecían

cumplir con la función de describir y explicar sus operaciones, y fundamentos mediante reglas, una dirección de los actos.

Precisa este autor: “Vista así la filosofía se reducía a una psicología y a una moral. Y a esa tradición pertenecieron: Locke,

Ensayo acerca del entendimiento humano, Condillac, Ensayo sobre el origen de los conocimientos humanos; Hume, Ensayos

filosóficos sobre el entendimiento humano. Quizá fue Andrés Bello quien tuvo el honor en América Latina de prolongar y

aclimatar esa tradición, cuando tradujo, entre 1802 y 1807, la obra de Locke. Para quienes estaban próximos a asumir la

dirección de las jóvenes sociedades de la postindependencia, era urgente adoptar una concepción filosófica que legitimara su

existencia y su preponderancia política”. Y agrega que estas filosofías contribuyeron a satisfacer ese propósito y, por tanto,

podríamos decir que cumplían una función ancilar. A ellas se recurría para legitimar nociones de soberanía, de

representatividad política, de dominio social. Acaso por ese motivo, Ancízar se unió a esa tradición con sus Lecciones de

psicología y moral. renovable

Ancízar sostenía que la filosofía había descendido “de las abstracciones metafísicas a las aplicaciones prácticas de la política,

y en moral” (Loaiza, 1996: 50), pero lo cierto es que Ancízar se inscribió en la escuela ecléctica. Estudiando sus lecciones de

psicología y moral, Loaiza Cano observa. “Después de examinar someramente los fundamentos de la escuela de la sensación,

del idealismo, del escepticismo y del misticismo, Ancízar culmina demostrando “la oportunidad y la necesidad de la escuela

ecléctica”. Y con esa escuela admite que, en orden jerárquico, conciencia, sensación y revelación conforman las tres grandes

fuentes del saber. La apelación a la conciencia parece provenir de la filosofía alemana, especialmente de Kant y Hegel; la

admisión de la sensación proviene de aceptar en parte los legados del sensualismo; reconocer la revelación es el más nítido

abandono de los lemas de la Ilustración filosófica”.

Ancízar, en sus lecciones a propósito de las condiciones sociales, aún señalando que por naturaleza “todos los hombres traen

un mismo origen; todos se hayan dotados de alma inteligente, amante y libre, servida por órganos semejantes de ocupación,

expresión y locomoción”, en sociedad en igualdad se desvanecen y se imponen elementos diferenciadores, por “sus

disposiciones individuales para la industria y las ciencias, estableciéndose un sistema ordenado, en cual si bien todos los

asociados tienen deberes que llenar y derechos de que gozar, no son iguales para todos ni enteramente comunes a la

generalidad, sino que muchos son peculiares al lugar social que los individuos van ocupando según su capacidad y su mérito”.

Al respecto, comenta Loaiza, que esta concepción meritocrática de Ancízar hace evidente su filiación con el surrealismo

moderado de los franceses y considera que, además de Cousin, debió conocer con algún detalle los escritos de Francois

Guirot, “quizá uno de los hábiles exponentes ideológicos de ese liberalismo basado en un balance muy crítico de los

resultados de la Revolución Francesa. Para Guizot, la noción de capacidad consistió en el otorgamiento de una trascendencia

radical a la razón como atributo superior de determinados hombres, como línea de demarcación entre dominantes y

dominados. Quienes estaban facultados para actuar según su nivel de posesión de la razón, tenían el derecho de ser los

ciudadanos activos de la sociedad y asumir el papel de los selectos individuos gobernantes”. Para concluir que “las nuevas

generaciones republicanas encontraban en semejante argumentación a favor de la razón y las luces una justificación de su

activa participación política, una vía expedita para adquirir el derecho de gobernar las jóvenes sociedades”.

Por las realizaciones, políticas, y por su caracterizada vida privada, Manuel Ancízar es considerado un ejemplo ilustrativo del

político burgués de aquel entonces (como bien la describe Gilberto Loaiza en su aproximación biográfica, publicada en el

Anuario Colombiano de Historia Social y de la Cultura (1999: 59). Estos estudios, además, nos permiten sacar conclusiones

acerca del individuo en los procesos históricos y, en su caso, subrayan sus importantes aportes.

La destacada vida de los Isaacs, y las de muchos otros de los sujetos intervinientes en estos juicios, ofrece explicaciones

relevantes sobre la historia de la Región Vallecaucana y hasta se habla de sus aportes al país, como podrá apreciarse al valorar

el alcance de sus ejecutorias, sin menoscabo de hombres que ocuparon estratos intermedios, más modestos, o de las personas

comunes, ni de los movimientos y grupos sociales. El estudio y análisis de estos juicios, según Braudel, debe llevarse a cabo a

la luz del estudio de la vida de los protagonistas y de los hechos determinantes de la época en que se tramitaron, pues, tal

como sostienen historiadores contemporáneos, el recurso biográfico es un “elemento interpretativo de obras y trayectorias

encaminadas en relación con un entorno histórico cultural” (1999: 230), ya que en el estudio de un caso concreto, individual,

“no podía desconectarse en estructuras más amplias que podrían cobijar y ayudar a explicar ese caso” (Loaiza, 1996: 232). En

nuestro caso, se trata de recuperar estos juicios como un momento de la vida de los actores, dando cuenta de su situación.

37

Desde esa época viene la confrontación del catolicismo iberoamericano con el espíritu

calvinista de las instituciones anglosajonas, que tanta trascendencia ha tenido en el estilo de

vida de las personas y las naciones, según su práctica. Louis Rougier (Ámbito Jurídico, 2009),

agrega que, a medida que la ética protestante reemplazaba la ética católica medieval, emergía

una mentalidad capitalista, “que alentaba a los pobres a aceptar la disciplina de trabajo, a los

ricos a acumular capital por medio de una vida frugal y a la reinversión de ganancias. La

resultante estandarización de bienes y servicios despejó el camino para la producción en masa.

Las virtudes económicas, industria y frugalidad, reemplazaron a las virtudes teológicas”

(Rougier, 2009: 14).

A este respecto son interesantes las observaciones del expresidente Alfonso López Michelsen,

que acepta estar influido por el trabajo del inglés Tawney, que en el fondo, dice, es un

desarrollo indirecto de Max Weber. Sostiene López Michelsen que la inestabilidad del siglo

XIX provino del tránsito de las instituciones católicas a las calvinistas. “Hacer el tránsito de la

autoridad de origen divino a la emanada de la sabiduría popular, hacer el tránsito del dogma al

libre examen y de la economía regida por la ley canónica, al laisser faire”. Y agrega: “La

burguesía naciente adoptó las instituciones anglosajonas, de estirpe protestante evangélica;

entonces, nuestras sociedades de repente se encontraron en un tránsito durante ese siglo”

(Urueña, 2001: 171).

De los comerciantes en el siglo XIX

A mediados del siglo XIX los comerciantes en Colombia eran un grupo poderoso que

participaba del Estado. Inglaterra establecía el libre cambio en su economía y lo proponía para

otros países. Todo ello era consecuencia del empuje de sus fábricas, la necesidad de alimentos

baratos para nutrir su población proletaria y reducir el valor de la reproducción de su fuerza de

trabajo, llegando hasta abolir la protección para los cereales producidos en la isla.

Durante la colonia, el Estado Español tenía en cuenta la capacidad tributaria de los indígenas,

cuya política se complementaba con los resguardos, pero con la Independencia el sector de la

38

burguesía comerciante estaba interesado en eliminarlos para comercializar la tierra, pasando

los indígenas a proveer mano de obra libre y barata, a convertirse en asalariados, agregados,

aparceros, arrendatarios, etc., “este abaratamiento en la mano de obra contribuyó aún más a

hacer antieconómica la esclavitud y a precipitar su supresión” (Tirado Mejía, 1976: 463).

En 1850, en casi todo el país, desaparecieron los resguardos, aunque subsistieron en el sur,

especialmente en Nariño y en el Cauca. De igual manera, los ejidos (que pertenecían a la

comunidad, a los vecinos de las poblaciones), pasaron subrepticiamente a poder de los

terratenientes (corrimiento de cercas), lo que generó una lucha entre los vecinos pobres “que

pretendían retener las tierras que les pertenecían y los terratenientes que en forma ilegítima

ensancharon sus predios con estas valiosas propiedades” (Tirado Mejía, 1976: 467). Tal como

sucedió con los ejidos de Cali (Tirado Mejía, 1976: 469).

En 1824 se había suprimido en Colombia el mayorazgo (que limitaba la libre enajenación de

las propiedades territoriales y por medio del cual los bienes inmuebles pasaban indivisos del

padre al hijo mayor). Por ley 20 de 1850 se suprimieron los diezmos (que consistían en una

contribución de carácter eclesiástico, recaudados y percibidos por el Estado, en virtud del

patronato); “el agricultor que se negaba a pagarlo estaba compelido no solo por las penas de la

otra vida, sino por la real coacción del Estado” (Tirado Mejía, 1976: 469). Finalmente, la ley

30, de mayo de 1850, eliminó el censo (una carga patrimonial que gravitaba sobre las

propiedades territoriales urbanas y rurales; los edificios también podían ser gravados con

censos).

En la Nueva Granada, los propietarios utilizaron tanto mano de obra indígena como de los

esclavos. En las haciendas de ganado, de labranza y trapiches de caña de azúcar del Cauca se

emplearon indígenas, negros, mulatos y pardos. Plantea Tirado Mejía que: “los indígenas en

estado semiservil por medio del trabajo en las encomiendas y mitas en los primeros años de la

colonia, y luego como peones, arrendatarios y aparceros, sobre todo a partir del ataque a los

resguardos en el siglo XVIII, así como una gran cantidad de mestizos e inmigrantes pobres

explotados en la misma forma, constituyeron, con los esclavos, la mano de obra trabajadora en

el periodo colonial. Para el siglo XIX la esclavitud se hizo antieconómica y de allí que hubiese

39

sido liquidada, no obstante, los argumentos presentados por los terratenientes esclavistas en

contra de la medida” (Tirado Mejía, 1976: 471).

La desamortización de bienes de la iglesia fue una medida que tomaron las burguesías

liberales en Europa y América “para quebrar rezagos aún vigentes de situaciones feudales e

impulsar el capitalismo en el campo, al hacer negociables las tierras antes inmovilizadas”

(Tirado Mejía, 1976: 474). Era un recurso fiscal para aliviar el tesoro público y para liberar las

tierras, opinan Zuluaga y Prado (2010).

La historia ilustra que en realidad el latifundio se afianza “trastrocándose de religioso a seglar”

(Tirado Mejía, 1976: 475). Los bienes expropiados fueron sacados a remate (en forma

indivisa), por lo cual se beneficiaron los acaudalados, especialmente los comerciantes liberales

(que se apoderaron en forma legal de los bienes eclesiásticos). Aníbal Galindo lo llamó “la

enfeudalización”, del dominio agrario (Tirado Mejía, 1976: 476).

En este periodo, correspondiente a la Nueva Granada, los esclavos y manumisos, los

indígenas, los campesinos y artesanos, los primeros sustratos de la formación étnica de la

nación, incluso los antiguos militares de la guerra de Independencia, discriminados por su

situación de clase, veían como algo favorable un cambio en el statu quo. Por otro lado, los

terratenientes, los esclavistas, los altos burócratas civiles, el clero o la milicia mucho tenían

para conservar. “En muchos casos sus intereses económicos eran múltiples, por ejemplo, ser a

la vez terratenientes y comerciantes y, aunque de las medidas propuestas por los partidarios

del cambio unas les interesaban, otras les eran adversas y otras no les tocaban directamente, el

hecho de estar en la cúspide de la pirámide social les impelía a ser cautos respecto a los

cambios y a preferir el statu quo” (Tirado Mejía, 1976: 476).

Sobre la esclavitud

40

Las reflexiones de Jorge Isaacs sobre Lo que fue, es y puede llegar a ser la raza africana en el

Cauca20

son sin duda esclarecedoras de la condición vivida por los afrodescendientes desde su

llegada a la actual Colombia, a raíz de la propuesta de Bartolomé de las Casas (1502) en

defensa de los indígenas. En razón de su maltrato, Isaacs se ocupa de la trata, cacería y

travesías de su tierra natal a estas regiones (Pedro Claver S.J.), de su vida en el periodo de la

colonia, su participación en la Gesta de la Independencia, su sangre en el suelo colombiano,

señalando su explotación y la ignorancia en que fueron mantenidos, la libertad de vientres, la

manumisión e indemnización a los esclavistas y su aporte posterior en la economía nacional.

Se considera que entre 1848 y 1849 surgieron los partidos políticos, conservador y liberal,

cuando se luchaba contra la esclavitud y había un ambiente de caudillismo, regionalismos, y

de guerras civiles. Observa Javier Ocampo López que el periódico El aviso publicó, el 16 de

julio de 1848, el primer programa del partido liberal, propuesto por Ezequiel Rojas, bajo las

influencias de Vicente Azuero. Sus seguidores plantearon las libertades en todas sus

manifestaciones: “de cultos, pensamiento, cátedra, prensa y libre comercio. El liberalismo se

manifestó partidario de la educación laica, oficial y gratuita para todos los colombianos, la

20 Isaacs, en este texto, reprocha la discriminación de los afros y afrodescendientes, a los blancos, recordándoles que su sangre

“tal vez mamaron” y, sin embargo, los mantuvieron sometidos a la esclavitud y a la ignorancia forzosa. Isaacs hace un

recuento de la forma vigorosa como la iglesia combatió a la esclavitud y cómo los cuáqueros fueron los primeros que

declararon en Inglaterra la libertad de los negros; cita a la sociedad de amigos de los negros establecida en Francia y, entre

ellos, a La Fayette, Brisot, Mirabeau, Gregoire y Condorcet. Isaacs refiere que Pitt abogó enérgicamente en 1793 por la

extirpación de la esclavitud; que Dinamarca prohibió el comercio de negros en todas sus colonias, por decreto del 16 de mayo

de 1792, y que incluso llegó a establecer la pena de muerte (1817) a aquellos de sus súbditos que se ocupasen de este tráfico.

Anota Isaacs: “Y bien, a pesar de tan ilustres y poderosos enemigos, aquel infame comercio se continuó haciendo por mucho

tiempo en grande escala”. Cita cifras de cuantas personas perdía África al año y las inmensas proporciones que llegó a tener

este mercado, comentando cómo los propios jefes de las tribus de las costas africanas vendían a los europeos, en cambio de

fierro, armas, pólvora, sal, aguardiente y baratijas, los prisioneros que hacían en la guerra, y a falta de estos, a sus súbditos y

muchas veces a sus mujeres y a sus hijos. Relata cómo completaban las cargas para los buques internándose en suelo africano,

abusando de la hospitalidad unas veces, empleando la astucia y la crueldad otras, regresando con el número de esclavos que

necesitaban. En este ensayo escribe con hondo dramatismo: “Concluida la compra o caza, eran conducidos los esclavos a la

nave que debía alejarlos para siempre de la tierra nativa. Amontonados en bodegas estrechas e inmundas, cargados de

prisiones, los que no tenían la fortuna de sucumbir en la larga travesía al rigor de sus conductores, víctimas de las

enfermedades, de dolor al verse separados de la patria y de las personas amadas; los que no se daban la muerte, o que durante

alguna tormenta no eran arrojados al mar como lastre excesivo, llegaban desnudos, casi esqueléticos a las costas de América.

Y cada uno de esos infelices, tras una vida más o menos larga de trabajo y suplicios, descansaba en una tumba sobre la cual no

había siquiera una cruz de leño que pidiese al caminante extraviado o al misionero perdido en los desiertos, una oración por el

alma ya libre del mártir y del esclavo”.

Entre los propósitos de Isaacs en este ensayo estaba el de resaltar las contribuciones de los negros desde la conquista misma,

en la colonia y el papel que desempeñaron en la independencia. Dice Isaacs: “En justicia, pues, aquellos africanos y sus

descendientes tuvieron el mismo derecho que nuestros mayores para creerse dueños de las tierras que conquistaban”. Describe

su situación en la Cartagena de la Nueva Granada; su aporte en la minería del Cauca, en la navegación del Dagua y otros ríos

del Pacífico, su labor en las haciendas del Valle del Cauca y el aporte de su sangre en la guerra de Independencia; reclama que

no se haya sido consecuente con sus aportes y que además los dueños de los esclavos hayan sido indemnizados como parte de

la deuda doméstica de Colombia. Era de la opinión de que el Congreso de Cúcuta ha debido conceder sin restricción alguna la

libertad a todos los esclavos existentes en Colombia y contrasta las medallas que lucían los Padres de la Patria con la aberrante

permanencia de la esclavitud. Con relación a su futuro, lo cifra dependiendo de su educación (Revista Poligramas, 2008: 33).

41

separación entre la iglesia y el Estado y defendió la filosofía del progreso, la democracia

parlamentaria, el espíritu civilista, la propiedad privada, la desamortización y fortalecimiento

de la autonomía local (Ocampo López, 1989: 196).

Frente a este manifiesto, el partido conservador, siguiendo las influencias de Julio Arboleda,

Mariano Ospina Rodríguez y José Eusebio Caro, elaboró la Declaración Política de ese

partido, cuyo programa se comprometió en la defensa del cristianismo, de la moral, de la

educación cristiana, el orden constitucional, contra la dictadura y la legalidad contra las vías

de hecho.

En 1849, las Sociedades Democráticas21

llevaron a la presidencia al general José Hilario

López, una de cuyas realizaciones más importantes fue la libertad absoluta de los esclavos, el

21 de mayo de 1851. Es importante señalar que este triunfo del partido liberal fortaleció las

Sociedades Democráticas. En su administración fueron expulsados los jesuitas del país, se

declaró la separación entre la Iglesia y el Estado, se suprimió la pena de muerte para delitos

políticos y se creó la Comisión Corográfica, bajo la orientación del italiano Agustín Codazzi.

López debió afrontar la guerra civil de 1851, encabezada por Julio Arboleda en el Cauca, que

fue ganada por el gobierno.

Le sucedió como presidente José María Obando22

, que gobernó de 1853 a 1854, siendo

derrocado por el golpe militar del general José María Melo, el 17 de abril de 1854, que a su

21 Detalles interesantes referentes al estado social y a las costumbres del país en esta época pueden verse en las Memorias, de

Salvador Camacho Roldán (1946). También, en este autor, puede seguirse la confrontación entre las sociedades de artesanos y

las sociedades populares o católicas, antagonistas, “dos hornos en donde se levantaban hasta el rojo-blanco las pasiones”, que

pronto habrían de encontrarse en el campo de batalla. 22 Obando es uno de los personajes más polémicos de la vida nacional. Veamos algunos datos biográficos que ofrece Raffo

Rivera, al relatar la entrevista de Bolívar y Obando: Al tener noticia del viaje del Libertador a Cali, Obando, atraído por la

fulgurante personalidad de Bolívar, resolvió trasladarse a aquella ciudad para entrevistarse con el Jefe Supremo de la Causa

Republicana y cumplir así una importante comisión. La entrevista de los dos personajes tuvo lugar en la casa de dos plantas,

situada a continuación del templo de la Merced, cuya propietaria era la señora Margarita Barona, madre de los próceres y

mártires Miguel y Francisco Cabal Barona, y en la cual se hallaba alojado el padre de la patria. Obando llegó acompañado de

la aristocrática dama doña Micaela Iragorri de Borrero, hermana por línea paterna del guerrillero realista, y esposa del

esclarecido repúblico caleño don Juan de Dios Borrero. Se ignora el tema principal de la conversación, pero sí es tradicional la

creencia de que ella fue el desiderátum de la conversión del Teniente Coronel José María Obando a las ideas republicanas;

conversión que se había iniciado en Popayán mediante gestiones adelantadas por el General Pedro León Torres y el Coronel

Antonio Obando. Después de la memorable entrevista, Obando concurrió en compañía del Libertador a los festejos celebrados

en su honor, durante los cuales se pudo observar la extremada cordialidad de los dos personajes. El 7 de febrero de 1822,

Obando se presentó en Popayán a ofrecer sus servicios ante la Jefatura del Ejército Nacionalista, al cual se incorporó hasta

terminar la campaña del Sur (1956: 97).

42

vez fue derrocado por un frente militar encabezado por los generales Mosquera, López y

Herrán. Melo fue desterrado a América Central.

La vida de Isaacs se desenvolvió, pues, en medio de los acontecimientos nacionales y de las

guerras civiles. Desde los 17 años se enrola en el ejército del coronel Manuel Tejada, defensor

del gobierno contra el golpe del general José María Melo. Es alférez y toma parte en varias

batallas. Tras la rebelión, que duró siete meses, intentó sin éxito montar un negocio en Cali. Al

igual que su padre, se casó a los 19 años con Felisa González Umaña, en 1856. En 1860

vuelve al campo de batalla, “esta vez a combatir infructuosamente contra la revolución

comandada por Tomás Cipriano de Mosquera. Este servicio militar lo presta en Antioquia,

donde conoce al poeta Gregorio Gutiérrez González. Es la época en que comienza a escribir

poesía. Muchos de sus poemas, incluido el aplaudido Río Moro, fueron escritos durante sus

campañas militares” (Rodríguez Morales, 1995: 2).

Al contextualizar la producción dramática de Jorge Isaacs y otros autores en el periodo de la

Nueva Granada, María Teresa Cristina (2005) señala que esta se inspiraba en la realidad local,

en su mayoría de tipo costumbrista, que abundaban los melodramas y los dramas históricos,

que se ponían en escena episodios y héroes romanos y europeos, traducciones y adaptaciones

de las novelas de moda, que otros dramatizaban episodios y figuras de la colonia o se

ocupaban de hechos más recientes.

En medio de los sucesos nacionales ya descritos, y de los familiares, Cristina hace una clara

aproximación a los comienzos de la obra literaria de Jorge Isaacs, que es pertinente transcribir,

dado que ilustra justamente el momento en que el joven autor debe interrumpir sus estudios,

venir a hacerse cargo de los bienes paternos y enfrentar los referidos juicios. Observa Cristina

que es notable la diferencia temática y de ambientación entre los dramas juveniles de Isaacs y

el resto de su obra, eminentemente arraigada en lo nacional. Respecto de su inclinación por el

drama histórico, con temas y personajes europeos, indica que es atribuible a la influencia de

una moda dominante, la tendencia extranjerizante de un sector de la juventud de mediados del

siglo. Lo cierto es que en noviembre de 1852 la situación económica del padre obligó al joven

a regresar a Cali, razón por la que no pudo proseguir sus estudios. En 1853 combate contra la

43

dictadura de Melo en el Cauca. En carta del 21 de octubre de 1877 a don Adriano Páez le

cuenta: “Empecé a ser soldado en 1853; tenía a la sazón dieciséis a dieciocho años, y batallé

en la campaña que se hizo en el Cauca contra la dictadura de Melo” (Carvajal, 1979: 146).

Después de su matrimonio23

, reparte su tiempo entre la familia, la guerra de 1860, los negocios

sin éxito y el cultivo del tabaco. Las condiciones económicas empeoran y la familia se ve

obligada a vender sus fincas.

En estas circunstancias el joven Isaacs, “por no perder el tiempo”, empieza a “borrajear

versos” y a escribir sus obras dramáticas. Estas reciben la denominación de dramas, a la que

añade el adjetivo “histórico” en la versión inconclusa de Los montañeses en Lyon. Son trabajos

juveniles, redactados en Cali entre 1859 y 1860, contemporáneos a sus poemas más tempranos

y revisados con posterioridad.

Todo parece indicar que el autor de María se inició en la literatura como poeta y dramaturgo.

Él mismo afirma su afición juvenil por el teatro y haber escrito Amy Robsart “cuando soñaba

todavía poderme dedicar, siguiendo mis fuertes inclinaciones, al ramo de literatura a que

pertenece”. En la carta autobiográfica de Guayabonegro, del 2 de diciembre de 1874, escribe:

Regresé al Cauca en 1861, con motivo de la muerte de mi padre y por haberlo ordenado él así,

hube de hacerme cargo de sus intereses hasta 1863. Manejando sus haciendas en aquella época

escribí en las veladas los dramas que conservo inéditos y varias de las poesías publicadas por

la sociedad del Mosaico (Cristina, 2007: XIX).

Los conservadores Manuel María Mallarino y Mariano Ospina Rodríguez, que gobernaron

entre 1855 y 1861, dieron las bases para llevar la Nueva Granada hacia el federalismo.

Empero, como ya se ha señalado, entre 1860-1861 ocurrió la guerra civil encabezada por el

General Tomás Cipriano de Mosquera, imponiéndose sobre los gobiernos conservadores.

23 Isaacs en carta del 4 de abril de 1870 dirigida a Rivera y Garrido, escrita en Bogotá, relata así, su amor por ella: “Yo era

aún un niño cuando me enamoré. Mi novia era una muchachita de catorce años, fresca como los claveles del Paraíso, y tímida

como una cuncuna recién aprisionada. Yo era todo corazón (y así moriré) y ese corazón era todo, todo de ella. Aquella mujer

tan pura y amorosa era mi sueño de todas las horas, mi sueño de los dieciocho años, vivo, encarnado por un milagro”

(Carvajal, 1979: 147).

44

Después de estos hechos se realizó la Convención de Rionegro, en la que intervinieron los

liberales radicales, estableciendo el federalismo total en Colombia, con una soberanía nacional

y para cada uno de los estados. Esta convención “fortaleció el congreso y debilitó el poder

ejecutivo; estableció el periodo presidencial de dos años; reafirmó la separación entre la iglesia

y el Estado; dio importancia a la libertad de cultos, libertades individuales, libertad de

pensamiento, libertad de prensa y libre comercio de armas” (Ocampo López, 1989: 197).

Los estados federales que conformaban los Estados Unidos de Colombia eran entonces:

Antioquia, Boyacá, Cauca, Cundinamarca, Magdalena, Panamá, Santander, Tolima y Bolívar,

cuyos gobernadores eran elegidos por voto popular.

La segunda mitad del siglo XIX se caracterizó por un ambiente de caos y anarquía: nueve

guerras civiles que comprometieron todo el territorio nacional y cincuenta y dos guerras

civiles entre los estados, por las aspiraciones de los caudillos. En estas guerras intervinieron el

general Tomás Cipriano de Mosquera, el general José Hilario López, los generales Santos

Gutiérrez, Santos Acosta y Sergio Camargo; el general José María Obando; el general Julián

Trujillo; el general Próspero Pinzón, el general Benjamín Herrera y el general Rafael Uribe

Uribe, entre otros.

Pasada la primera mitad del siglo XIX, tuvo lugar la colonización del Cauca Antioqueño y del

Quindío, la generalización del cultivo del café y la siembra del pará, pasto de engorde; se

tumbaron los bosques y surgieron extensas dehesas; cambiaron las costumbres; se abrió la

economía; la construcción de vías absorbió la mano de obra y se elevó el nivel general de

ingresos. Simultáneamente había luchas entre los latinfundistas y los colonos, que llegó hasta

un levantamiento popular en Manizales, para lograr el reconocimiento de sus asentamientos.

Como ha planteado Tirado Mejía, “con la colonización antioqueña se conoció un proceso de

democratización de la propiedad nunca antes visto en el país. Proliferó la mediana y pequeña

propiedad y millares de personas sin tierra llegaron a tenerla” (Tirado Mejía. 1976: 485).

En este siglo de tantas guerras, la propiedad se vio afectada por cada una de ellas: fue botín

burocrático permanentemente, desde la guerra de Independencia, pasando por todas y cada una

45

de las guerras civiles. Con cada guerra, anota Tirado Mejía, venían las contribuciones forzosas

que cada bando imponía a sus adversarios y lo expropiado no iba en todos los casos a parar a

las arcas de los ejércitos, sino que en muchos casos, parte o todo, se quedaba en manos de

oficiales, políticos e intermediarios. “Al mismo tiempo, para salvar los bienes de la

contribución forzosa, muchos los ponían en manos de extranjeros o de personas del bando

dominante, que no siempre hacían la gestión de manera desinteresada, sino por una comisión o

que no siempre procedían a devolver los bienes puestos en su cabeza” (Tirado Mejía, 1976:

495).

El estudio muestra cómo, por las contribuciones forzosas, por los premios al vencedor y por el

despojo a los vencidos, la propiedad se concentraba y crecía el latifundio; que las masas eran

obligadas a combatir sin saber por qué, siendo carne de cañón de ambos bandos; que los

campesinos perdían sus cultivos y sus predios eran anexados a las grandes propiedades; que

por ello mismo las deserciones eran frecuentes y las medidas que tomaban los oficiales para

impedirlas eran drásticas. Este historiador refiere cómo en la guerra de 1860, don Ángel

Cuervo, uno de sus protagonistas, relata la ejecución de un recluta perteneciente al escuadrón

de los Húsares, recibiendo los auxilios eclesiásticos y la descarga de la fusilería, y cómo

Gutiérrez Lee arengó a la tropa en presencia del cadáver (Tirado Mejía, 1976: 498).

Según lo habíamos registrado, Jorge Ricardo Isaacs Ferrer regresó al Cauca en 1861 con

motivo de la muerte de su padre, por cuya decisión testamentaria debía hacerse cargo de las

haciendas. Al futuro escritor se le reprocha la adquisición de nuevos préstamos y una gestión

incompetente, tal vez distraída por el quehacer literario, que lo distanció de los criterios

agropecuarios y de producción de azúcar, criterios que estaba llamado a emplear, en defensa

del patrimonio familiar. Ante esta situación, a finales de 1863, Alcides, su hermano mayor, se

puso al frente de la administración de las haciendas. No obstante, no logró atender

cumplidamente las obligaciones, por lo que los acreedores se hicieron presentes en la

mortuoria, reclamando sus derechos, entre ellos, los herederos de Pedro José Piedrahíta.

Más de treinta acreedores entablan pleito

46

En desarrollo del estudio se relacionará a todos y cada uno de los demandantes, sus títulos,

argumentos, valores y memoriales, pero cabe anotar, según comenta Alonso Valencia Llano,

que los ataques de los acreedores no estuvieron dirigidos únicamente contra el poeta, que a

doña Manuela, albacea de la sucesión, también “se le criticó su forma de vida y sus niveles de

consumo”. La defensa estuvo a cargo del escritor y abogado José Eustaquio Palacios, que

reivindicaba el derecho de la albacea a asegurar el sostenimiento de los herederos (Valencia

Llano, 1993: 184)24

.

A fines de 1863, Jorge Isaacs se traslada a Bogotá. En abril de 1864 más de treinta acreedores

entablan pleito ante los jueces y para responder a los compromisos son vendidas La Manuelita

y Santa Rita, en remate público. El norteamericano James Eder las adquiere por las dos

terceras partes de su valor25

. El Paraíso ya había sido vendida en vida del padre. Eder puso a

producir en poco tiempo el trapiche.

Vida del poeta en Bogotá

Durante la estadía del escritor en Bogotá no faltaron las acusaciones de sus acreedores. El 20

de abril debió comparecer ante el Juzgado Segundo Civil del Circuito para defender su causa,

recurriendo a los servicios de Aníbal Galindo y de José María Vergara y Vergara, abogados

conocidos como sobresalientes literatos del país y miembros del círculo literario El Mosaico26

,

24 Los memoriales de las partes y los fallos judiciales sirven para evidenciar los recursos, estrategias y la argumentación

jurídica en aquel tiempo, que se retomará más adelante. 25 En realidad, las consigue para la sociedad Rengifo-Eder, como se expondrá más adelante. 26 A propósito de lo que sucedía en el mundo de las letras nacionales por aquella época, y en particular en Santafé de Bogotá,

conviene ver las siguientes observaciones de Susana Zanetti: “Cuando Isaacs viaja a Bogotá para asesorarse sobre las

reclamaciones judiciales que pesan sobre sus fincas, reinaba en las letras nacionales el cuadro de costumbres, por influencia

de Larra y Mesonero Romanos.

Baldomero Sanín Cano ha dicho que así como en la madre patria cada contribuyente llevaba en el siglo pasado un drama en el

bolsillo, en la Nueva Granada todo posible candidato a la presidencia de la nación se presentaba a sus conciudadanos con un

cuadro de costumbres. En verdad, aunque no fue género exclusivo, casi todos los escritores colombianos de entonces lo

cultivaron profusamente. El romanticismo había proclamado el color local y estos cuadros –aunque muchos críticos los

asimilaban al realismo– permitieron a los hispanoamericanos describir viva y minuciosamente tipos y escenas de la vida

campesina o ciudadana, reproduciendo el lenguaje regional. En estos episodios lugareños campeaba el humor, la sátira, la

crítica de costumbres y su brevedad favoreció la proliferación.

Manuel Rivas Groot lo introdujo en Colombia y siguieron sus huellas el entusiasta animador y primer historiador de las letras

colombianas, don José María Vergara y Vergara, quien compuso, entre muchos otros, el memorable Las tres tazas; José

Caicedo Rojas –el Mesonero Romanos de Colombia”–, que perdura aún con sus Apuntes de ranchería; Ricardo Silva, padre

del poeta José Asunción, fue el autor de los cuadros de costumbres de mayor ingenio y elegancia; Eugenio Díaz, cuya fama

por su novela Manuela no empañaba la de su festejado Una ronda de don Ventura Ahumada; David Guarín y tantos otros,

entre los cuales descuella la penetrante observación del pueblo antioqueño de Juan de Dios Restrepo (Emiro Kastos) –amigo y

protector de Isaacs en los últimos años de su vida (Zanetti, 1967: 21).

47

que publicaba una revista quincenal. “Ellos lo invitaron a leer sus manuscritos en una de las

veladas del mes de mayo del año 64, en casa de José María Samper. Los contertulios

recibieron con aplausos los poemas del joven escritor y los editaron en un pequeño volumen

donde lo presentaban como ‘una novedad literaria” (Rodríguez Morales, 1995: 3).

Este encuentro fue vital para la actividad literaria del poeta, que se enriqueció en el trato con

los miembros de El Mosaico y particularmente de su propensión a los cuadros de costumbres,

apuntes de viaje y relatos ambientados en el espíritu científico, y la pintura detallada de las

regiones y sus gentes, legados por la Comisión Corográfica, en la que tomaron parte algunos

de sus miembros.

La fama que adquiere en Bogotá en 1864 lo reafirma en su vocación literaria y renueva su

interés por el teatro. Como lo sostiene la profesora María Teresa Cristina, comienza a escribir

la nueva versión de Los montañeses en Lyon, drama que dejó inconcluso. Esta investigadora

informa cómo Isaacs somete los dramas a consideración de sus nuevos amigos de El Mosaico,

que se convierten en sus asesores literarios. Entre estos estaban Ricardo Carrasquilla y José

Manuel Marroquín. En una carta dirigida a este último, el 28 de junio de 1864, Isaacs le

solicita que les “acaricie algo el estilo” a sus dramas y le confiesa: “Esos hijos míos, que he

entregado a usted y a mis amigos, me son muy queridos; llámelos también usted hijos suyos,

puesto que su tutor es”. Cristina sugiere que con Carrasquilla Isaacs había acordado algunas

modificaciones al último acto de Amy y de María Adrián (Cristina, 2007: XX b).

La construcción del camino de ruedas de Buenaventura

La comunicación del Valle del Cauca con el mar, la búsqueda de una salida para este valle

interandino al océano ha sido, desde siempre, “una necesidad sentida”. Pocos años después de

la conquista del Valle por Belalcázar, el historiador Cieza de León describió las penalidades

que pasaban los indios cargueros27

y los abusos de los encomenderos. Los anales del Cabildo

de Cali y otros documentos constantemente se refieren a las dificultades que presentaba la

navegación por el Dagua y el camino, situación que se prolongó a lo largo de los siglos. Se

27 Llamados también acémilas o tamemes.

48

buscaron diferentes opciones y rutas, según dan cuenta documentos de 1584, 1602, 1605,

1612, 1639, 1678, 1700 y 1708. En 1715, el cabildo aceptó una propuesta del alcalde, Pérez

Serrano, para reparar el camino hasta el puerto fluvial de Zabaletas, “vía que atravesaba una

montaña áspera y fragosísima, para lo cual eran menester cuatro días, durante los cuales se

perdían muchas mulas, se dañaba la mayor parte de los bastimentos que conducían al Chocó y,

en cuanto al transporte, se hacía todavía a espaldas de cargueros, sacrificando muchos indios”

(Eder, 1981: 119). Pérez ofrecía ponerlo en condiciones de hacerlo utilizable para mulas hasta

el puerto del Raposo, y el Gobernador de Cali, Nicolás Caicedo, con su propio peculio,

encargó a su hermano Salvador de reparar el camino de herradura.

Ocupándose de la dramática situación de los caminos, y conforme a las investigaciones

realizadas por él, observa Ph. J. Eder, “que los españoles intentaron durante la guerra de la

Independencia abrir la ruta de Anchicayá, pereciendo allí centenares de caleños que habían

sido enviados por Warletta a trabajar en el camino. No obstante, el comerciante francés Jullien

Mellet tuvo que acudir en 1819 a cargueros negros, sobre cuyo lomo se hacía la última etapa

del viaje por la montaña entre Naranjo y Juntas” (1981: 119). Eder remite a la novela María,

en la que Isaacs describe con detalle los obstáculos y dificultades que deben enfrentar Efraín y

los bogas para remontar el río28

.

Según el historiador Paredes Cruz (1955), por decreto de 27 de marzo de 1836 se invitó a abrir

un camino de Cali a Buenaventura y por decreto de 24 de mayo del mismo año se concedía

28 Como se anotó al principio, se acude a la obra de Jorge Isaacs, pues ella ayuda a ambientar las condiciones de la época.

Aquí la cita de un fragmento del capítulo LVIII de María, que hace Ph. J. Eder. Se conserva su transcripción y algunas

supresiones, respecto del texto original, que él indica con puntos suspensivos: “Era increíble que la navegación fuese más

penosa en adelante que la que habíamos hecho hasta allí, pero lo fue; en el Dagua es donde con toda propiedad puede decirse

que no hay imposibles…

“Las palancas, que cuando se baja el río sirven mil veces para evitar un estrellamiento general, son menos útiles para subirlo.

Desde Fleco a cada paso caían al agua Gregorio y Laurean, siempre desla canoa asiéndola por el galindro, mientras el

compañero la impulsaba por la popa. Así se subían los chorros o cabezones inevitables; pero para librase de los más furiosos

había pequeños caños llamados arrastraderos, parctcados en las playas, más o menos escasos de agua, por los cuales subía la

canoa rozando con el casco los guijarros del cauce y balanceándose algunas veces sobre las rocas más salientes.

“Los botaderos empeoraron de condiciones por la tarde. Más y más descolgadas las corrientes a medida que nos acercábamos

al Saltico, los bogas, al cambiar de orilla, impulsaban simultáneamente la canoa, subiendo al mismo tiempo de un salto sobre

ella para empuñar las palancas; y abandonándolas en el mismo instante, una vez atravesado el río, impedían que nos arrebatara

el raudal enfurecido por haber dejado espacar una presa ya suya…

“Pernoctamos aquel día en El Saltico, pobre y desapacible caserío a pesar del movimiento que le daban sus bodegas…Del

Saltico al Salto los peligros del viaje salieron de la esfera de toda ponderación…

“Los peñazcos escarpados de La Víbora, Delfina con su limpio riachuelo que brotando del corazón de las montañas parece

que mezcla después tímidamente sus corrientes con las impetuosas del Dagua y el derrumbo del Arrayán fueron quedando a la

izquierda… Hacía una hora que un aguacero nutrido nos acompañaba y el río empezaba a traer cintas de espumas y algunas

malezas menudas…

“Eran las cuatro de la tarde cuando pasábamos al pie de los agrios peñascos de Medialuna. Salimos poco después del temible

Credo y por fin dimos dichoso término a la inverosímil navegación saltando a una playa de Juntas” (Eder, 1981: 126).

49

privilegio a la persona natural o jurídica para abrirlo, por razones de carácter comercial y

político-administrativas. Son muy valiosas las aportaciones del historiador Nicolás Ramos

Hidalgo sobre este camino, llamado antiguamente de Las Hojas29

.

Eder comenta el informe que en 1843 hizo Manuel María Buenaventura, en el cual se hace

mención a que había dos rutas de Cali a Buenaventura: La primera: vía San Antonio, hacienda

Campoalegre (4 leguas de Cali), Papagayeros (4 leguas de Campoalegre) y Juntas del Dagua

(4 leguas de este último), y la segunda: el camino de Pavas (5 leguas de Cali) hacienda del

Dagua (6 leguas de Pavas) y luego uniéndose con el camino de San Antonio. Entre Juntas y el

Saltillo, en el lugar llamado Desparramado, se bifurca un ramal al Chocó. Así mismo,

menciona dos caminos entre Cali y Palmira: el más corto, llamado camino de Yunde,

transitable únicamente en verano debido a las inundaciones del río Bolo en el invierno, sobre

Palmaseca y el viejo pueblo de Yunde, a cuatro leguas y media de Palmira atravesando el río

Cauca en canoa, por el Embarcadero a legua y media de Cali. El otro camino era el llamado de

La Torre que servía también para llegar de Cali a Buga, vía Yumbo y la hacienda de Mulaló,

atravesando el Cauca en La Torre, también en canoa a 4 leguas y media de Cali (Eder, 1981:

126).

Era imperiosa la apertura de vías de comunicación a lo largo y ancho del país, dada la

conformación topográfica accidentada, la existencia de regiones aisladas por las tres grandes

cordilleras que lo cruzan de norte a sur. Los gobernantes eran conscientes de ello y dieron

prioridad a la construcción de caminos, entre estos, en el sur y occidente, el camino del

Quindío, partiendo de Ibagué desde el filo de la cordillera hasta Cartago; el de ruedas de

Buenaventura; el de Túquerres a Barbacoas, por San Pablo, etc.

En alocución dirigida al Congreso con motivo de su instalación, el 1 de marzo de 1848, el

general Tomás Cipriano de Mosquera, entre los temas de carácter administrativos que destacó,

expuso, luego de referirse a la navegación por vapor en el río Magdalena, las mejoras de las

vías nacionales y a los estudios para fijar la dirección del camino, carretera que debe ir a Santa

Marta; que “del mismo modo se han verificado los estudios del terreno para el importante

camino que abrirá el comercio exterior los hermosos valles del cauca por Buenaventura. A él

29 Dado el interés histórico que despierta este camino remitimos al lector a Paredes Cruz (1955: 21), y a las investigaciones de

Piedad Gómez Benítez (1979), Eneida Tamayo (1980), Evelyn Franco (1980) y de Ana Beiba Martínez Capote (2005).

50

he destinado otro batallón de zapadores30

y se emplearán algunos obreros hasta completar

siquiera quinientos brazos” (Castrillón, 1979: 153).

Esta situación motivó que tanto el Gobierno Nacional como el Estado Soberano del Cauca

promulgaran leyes tratando de superar tales condiciones. Entre las personas que se

distinguieron por impulsar el camino de ruedas al Pacífico estaban Tomás Cipriano de

Mosquera y Julio Arboleda.

Los documentos de la época registran la vinculación de Isaacs Adolfus al camino de

Buenaventura. Eder señala que la primera compañía se organizó el 31 de agosto de 1850 de

conformidad con la Ley del 1 de julio de ese año, por el cual concedía un privilegio exclusivo.

Fueron miembros de la junta directiva inicial Federico G. Byrne (presidente); Manuel Ma.

Mallarino y José Sanclemente (vicepresidentes); Pedro Pablo González (secretario); Eusebio

Borrero, Tomás Cipriano de Mosquera, Manuel Antonio Sanclemente, Federico Caicedo,

Jorge Juan Hoyos, Manuel J. González, Jorge H. Isaacs, Manuel de J. Quijano, Antonio Olano,

Manuel S. Caicedo y, como miembro adjunto, Estanislao Zawadzky (Castrillón, 1979: 128).

El historiador Diego Castrillón, al relatar el momento por el que pasaba el general, comenta el

aliento progresista e innovador “que impulsaba el corazón de Mosquera (cuya imaginación

desbordada, con frecuencia lo desviaba del sendero práctico), el empeño que, al margen de las

promisorias operaciones comerciales de “Mosquera y Herrán Ltda.” (con oficinas en Panamá,

Nueva York, Washington y Brooklyn), solía imprimir a proyectos de singular importancia y

riesgo empresarial, tales como la compra de un submarino y la matrícula de una moderna

máquina para buscar perlas” (Castrillón, 1979: 165). Luego de registrar el episodio anterior,

que figura en la carta dirigida al señor Patricio Wilson a Bogotá, desde Brooklyn, el 11 de

noviembre de 1851, anota Castrillón que “otra empresa en la que persistió fue la del camino de

Buenaventura, en asocio del general Herrán y de Julio Arboleda (quien se encargó de presentar

ante el Congreso el proyecto de autorización para poner manos a la obra) por lo demás (dados

los recursos de que se disponía en la época) de dimensiones colosales. El documento

30 Los zapadores o trabajadores de combate son los soldados que se dedican a la construcción de puentes y otras estructuras en

tiempos de guerra.

51

correspondiente señala las bases retributivas del Estado para con los empresarios” (Castrillón,

1979: 166)31

.

En 1854, cuando las cosas no iban bien en Nueva York para la sociedad Mosquera y

compañía, y presintiendo que no tenían arreglo, el general Tomás Cipriano de Mosquera “dio

nuevamente vida al proyecto del camino por Buenaventura, al que ahora vinculó, a más de

Julio Arboleda y a su yerno, a su hijo Aníbal. Todo lo llevó en forma reservada y cuando

planeaba regresar a Bogotá con este fin, recibió la noticia de haber sido electo, como lo había

anunciado el general Herrán, gobernador de la provincia de Panamá” (Castrillón, 1970: 181).

Dicha misión era especialísima con el propósito de afrontar los problemas que se derivaran del

conflicto sobre la bahía de Mosquitos, promovido por Estados Unidos e Inglaterra.

Por decreto del 12 de abril de 1854, el General Mosquera recibió la concesión exclusiva del

camino carreteable entre Cali y Buenaventura (Eder, 1981: 128).

En 1855, el general Pedro Alcántara Herrán, su yerno, le escribía pensando en lo que

políticamente pudiera estar gestándose en la mente del general Tomás Cipriano de Mosquera:

“Mi muy querido Tomás: no he recibido carta tuya por el último vapor pero Aníbal me ha

informado que habías pasado de Mompós sin novedad. En días pasados cité a Julio y Aníbal

para que tuviésemos una sesión con el objeto de tratar sobre el proyecto de camino del Cauca

a Buenaventura, y acordar las medidas que conviene tomar para promover de un modo eficaz

la empresa” (Castrillón, 1979: 185).

El expresidente Herrán le comenta que después de haber conversado sobre el asunto

“convinimos en que no se publicase programa alguno hasta no contar con seis personas de

toda respetabilidad y entre ellas algunas de más alto crédito que presten su nombre y suscriban

el programa; y cada uno de los tres quedó comprometido a solicitar estas personas según

nuestras relaciones. La cosa me parece no solo posible sino fácil” (Castrillón, 1979: 185). Y le

31 Este documento, dirigido a los señores del Senado y de la Cámara de Representantes, solicita la concesión de un derecho

exclusivo de tener vehículos de ruedas, en el mencionado camino; a cobrar medio real de peaje por cada caballería que transite

por él; así como doscientas mil fanegadas de tierras baldías a orillas del camino o donde los solicitantes escogieren. Los

interesados explican los beneficios de la apertura del camino carreteable, la valorización de las tierras, y los beneficios que

obtendría el gobierno. Este documento se encuentra transcrito en Biografía del General, de Castrillón (1979: 166), que remite

a documentos del Archivo Histórico Mosquera.

52

agrega que las noticias que les han llegado por diferentes conductos son desalentadoras; que se

dice que las elecciones de Presidente serán causa de una revolución. “Creo que tú puedes

hacer mucho para evitar con tiempo que las cosas lleguen a ese extremo fatal, y creo también

que si no obras con abnegación y tolerancia cargarás con una parte muy considerable de

responsabilidad por los resultados. No te hablo en el sentido de ninguno de los partidos, ni

teniendo en mira candidato alguno; te hablo como patriota y como amigo tuyo… Tus cinco

nietos desean que regreses pronto y te saludan afectuosamente. Tu invariable y más cordial

amigo, Pedro” (Castrillón, 1979: 186).

La carta transcrita refleja bien la importancia del camino de Buenaventura en los proyectos

familiares y la forma como avanzaban estos. En abril de 1857, el encargado de sus negocios en

Nueva York le escribió para comunicarle que el señor Williamson había entregado “por fin los

mapas, planos, perfiles y cálculos de costo del camino” (Castrillón, 1979: 189). Existen

diversas referencias a que Don Jorge Enrique Isaacs acompañaba al norteamerciano

Williamson, como intérprete, cuando este intervenía en la plaza pública de Cali, con el

propósito de levantar el entusiasmo de los caleños sobre el proyecto (Eder, 1981: 129).

En 1856 se organiza una compañía para llevar a cabo tan importante empresa y llegan a Cali

los ingenieros norteamericanos que deben realizarla. Según Pombo (1969: 137), el capitán

Williamson, ingeniero en jefe, “ha hallado fácil y pronto la construcción del camino a la

Buenaventura, y así lo manifestó al pueblo de Cali en un discurso que le dirigió en el mes de

junio, terminándolo con las siguientes frases: ‘Otra consideración importante, al contemplar

esta empresa grandiosa, es que los hombres, encontrando ocupación constante que remunere

su trabajo, olvidarán la miserable política, las divisiones de partido y las animosidades y

rencores’”.

Manuel Pombo, en su cuadro de costumbres Una excursión por el Valle del Cauca, dejó

anotada para la posteridad la siguiente sentencia: “El cauca se muere si no se le abre

comunicación con el Pacífico” (Pombo, 1969: 131).

53

En 1858, Mosquera contrató a Williamson, que trajo numerosos ayudantes; el general

reorganizó la compañía a la que traspasó la concesión, aumentando el capital, todo lo cual fue

autorizado por decreto de 27 de agosto de 1859 (Eder, 1981: 129).

En la Gaceta del Cauca, año II, Popayán, 3 de septiembre de 1859, No. 62, del Estado

Soberano del Cauca de la Nueva Granada, aparece el decreto 46 “reconociendo i garantizando

la asociación anónima del camino de ruedas de Buenaventura”. El texto del decreto se inicia

con la fórmula sacramental “El Pueblo Soberano del Cauca, i en su nombre el Senado i la

Cámara de Diputados, del Estado. DECRETAN: Art. 1º Se reconoce como legítimamente

instalada la asociación anónima del camino de ruedas de Buenaventura, conforme a los

estatutos acordados por ella en la ciudad de Cali a 8 de diciembre de 1858” (A.C.C.)32

. Se

transcriben sus estatutos, divididos en XI capítulos y 40 artículos, los cuales aparecen suscritos

por “Tomas Cipriano de Mosquera pos í i como apoderado. Pedro José Piedraita. Manuel

Santos Caicedo. Jorge H. Isacs. Fernando González. Federico Guillermo Birne por sí i como

apoderado. Rafael González Umaña por sí i como apoderado. Vicente Borrero por sí i como

apoderado. Vicente Velazco por sí i como apoderado. Manuel María Buenaventura por sí i

como apoderado. Juan de Dios Borrero. Manuel E. Pedrosa. Manuel María Velazco por sí i

como apoderado. NOTA: Los apoderados recibieron poder para representar a los accionistas

ausentes” (A.C.C.).

Los trabajos se suspendieron por la revolución de 1860, “una de las más desastrosas de la

historia de Colombia, y en la cual sufrió más el Cauca que las otras regiones de la república”

(Eder, 1981: 129).

Felipe Pérez escribió en 1862 que la única vía que de Cali conduce al Puerto de Buenaventura

es el río Dagua, frecuentada a pesar de mil peligros, y manifiesta su impresión de que es la

destreza de los negros la que los evita, conduciendo largas y pequeñas canoas, construidas de

un solo tronco y en las que el pasajero está casi siempre expuesto a mojarse por las olas de los

chorros “tan rápidos en algunos puntos, que es preciso desembarcar para evitarlos” (Eder,

1981: 127). Se hace mención a la exuberante vegetación, al calor excesivo, a la abundante

32

Archivo Central del Cauca (Popayán).

54

precipitación fluvial, a la frecuente pérdida de vidas humanas. El 19 de mayo de 1863,

mediante la Ley 29, se autoriza al Gobierno Ejecutivo para contratar un empréstito de

destinación exclusiva para la construcción del carreteable, mas sobrevino la revolución que

dirigía el general Córdoba. Julián Trujillo “organizó a los peones de la carretera en un grupo

militar y se puso a orden del presidente del Estado, general Payán. Fue entonces cuando a

Santiago se lo nombró Superintendente del Camino” (Eder, 1981: 131). Pío Rengifo era el

representante del gobierno ante la junta directiva y el doctor Eustaquio Palacios, el abogado.

Fue sugerido por don Santiago, en carta de don Santiago Eder al General Julián Trujillo,

fechada el 20 de febrero de 1866, para atender un pleito iniciado por el señor Pacífico

Orejuela, que reclamaba por un daño “de árboles frutales i un cerco de piedra en frente de

Juntas” (Eder, 1981: 131).

Phanor J. Eder refiere que a Mosquera lo conoció Santiago en Buenaventura y que

probablemente por traer cartas de presentación de distinguidos personajes, entre ellas una para

el padre del general Alfredo Vásquez Cobo. Así vemos interactuando a Jorge Enrique Isaacs, a

Rafael González Umaña, a Pío Rengifo Diez, a Tomás Cipriano de Mosquera y a Don

Santiago Eder.

En 1864, el general Tomás Cipriano de Mosquera lanza en Cali una proclama a los caucanos

en relación con la vía a Buenaventura, que estos tanto anhelaban33

. Alternando entre la

administración de esta empresa y sus frecuentes viajes a Popayán para organizar sus negocios

familiares, recibió la misión del gobierno nacional de negociar en Europa, en su calidad de

ministro de los Estados Unidos de Colombia, un empréstito. Viajó a Europa para tal fin, no sin

antes haber encargado de la dirección del camino Cali-Buenaventura, al general Trujillo.

33 “Conciudadanos: Me tenéis entre vosotros con el objeto de llevar a cabo la apertura del camino de ruedas de Buenaventura

a esta ciudad. Vosotros sabéis que hace 14 años vine otra vez con el objeto de plantear una compañía y pedir el privilegio al

Congreso. Logré lo uno y lo otro y se concedió el privilegio a la compañía pero nada se pudo obtener por las vicisitudes

políticas de aquella época. Solicité particularmente segundo privilegio y me fue concedido en 1854; igualmente las

convulsiones políticas hicieron demorar la empresa hasta 1856 en que llevé a efecto el estudio del terreno por medio de un

cuerpo de ingenieros a mi costa, y formé entonces la compañía para que diera principio a los trabajos. Sin la revolución de

1860 cuyos males se prolongaron por cuatro años la obra se habría llevado a efecto tanto por los esfuerzos de los socios como

por el contrato que celebré con el gobierno del Estado. Aniquilado el Cauca y en incapacidad el Estado para auxiliar la

empresa con sus propios recursos, me vi en la necesidad de solicitar de la Convención Nacional reunida en Rionegro la

protección de esta empresa por medio de un empréstito extranjero afianzado con las rentas nacionales de Salinas. Vosotros

sabéis que lo conseguí de un modo ventajoso y que por tanto contamos con fondos suficientes para llevar adelante esta obra

que va a transformar nuestro Estado empobrecido en el más floreciente de los Estados Unidos de Colombia; que su

prosperidad no quedará limitada a él solo sino que se hará extensa a toda Colombia sirviendo de empresa modelo para

continuar obras de igual naturaleza…” (Castrillón, 1979: 254).

55

En la Gaceta oficial de los Estados Unidos de Colombia -Estado Soberano del Cauca-, año XI,

Popayán, sábado 4 de julio de 1868, correspondiente al número 272, el Gobierno de la Unión

decretó “que prorroga a la compañía empresaria del camino de Buenaventura el termino que le

fue concedido por decreto legislativo de 8 de mayo de 1866” (A.C.C.).

En noviembre de 1864, Jorge Ricardo Isaacs Ferrer se vincula como inspector a la

construcción del camino que comunicaría a Cali con Buenaventura, empresa que contó con el

impulso de su padre en sus inicios; Phanor James Eder comenta que durante un año vive en las

insalubres selvas del litoral, donde contrae la malaria34

.

Se encuentra claramente documentado que en el campamento La Víbora, a orillas del río

Dagua, convaleciente, Isaacs trabaja en los primeros capítulos de María, involucrando las

penalidades de su trabajo en las vicisitudes de la novela, cuyo primer borrador concluye en

Cali, hacia 1865, con el concurso de su hermano Alcides, que era profesor de gramática, según

se ha anotado. Más adelante, sus amigos de Bogotá, Vergara y Vergara, Ricardo Silva,

Marroquín y Ricardo Carrasquilla, leerán también el manuscrito de la obra, que aparecerá en

junio de 1867, en una edición de cerca de 800 ejemplares, de la Imprenta de Gaitán. Del

mismo año es la reseña que Isaacs publica en El Iris sobre la novela Manuela, de Eugenio

Díaz, fundador con Vergara de El Mosaico (Rodríguez Morales, 1995: 3).

Con relación a la historia del camino carreteable se encuentran críticas a la determinación del

presidente Murillo Toro, de haber abandonado su construcción, para emplear los fondos del

empréstito inglés, empleándolo para gastos generales del Gobierno.

Las dificultades en los negocios y los problemas económicos de Don Jorge Enrique Isaacs

Adolfus (Su repercusión en la obra literaria de Jorge Ricardo Isaacs Ferrer)

34 El propio Isaacs relata esta experiencia a los señores Ramírez y Rivera, en carta de fecha 2 de diciembre de 1874, suscrita

en Guayabonegro: “Adición. Agreguemos algo, por si es útil a este triste examen de conciencia./ Desde abril de 1860 hasta

diciembre del mismo, residí en la capital del Estado de Antioquia y en los pueblos del sur, y en Sonsón./ Regresé al Cauca en

1861, con motivo de la muerte de mi padre y por haberlo ordenado él así, hube de hacerme cargo de sus intereses hasta 1863.

Manejando sus haciendas en aquella época escribí en las veladas los dramas que conservo inéditos y varias de las poesías

publicadas por la sociedad del “Mosaico”. En 1864, al regresar de Bogotá, serví durante un año, hasta octubre de 1865, el

destino de subinspector en las tierras de La Castilla y riberas del Dagua. Entonces hice los borradores de los primeros

capítulos de María, en las noches que aquel rudo trabajo dejaba libres para mí. Perdida la salud en esos climas, volví a Bogotá

en 1866” (Carvajal, 1973: 146). María Teresa Cristina precisa que fue en el campamento de La Víbora, a orillas del Dagua,

“siendo inspector del camino de Buenaventura” (Cristina, 2005: 329).

56

Si a más de un siglo de la muerte de Jorge Isaacs “poco se sabe” de su obra literaria (de su

novela inconclusa, de dramas inéditos, poemas y textos dispersos), de sus registros históricos,

geográficos y etnológicos, de sus artículos de prensa sobre asuntos políticos y pedagógicos,

como anotan Fernando Hinestroza y Gonzalo Cataño, en la presentación de María, volumen I

de las Obras Completas de Jorge Isaacs (Cristina, 2005: IX), ¡qué podemos decir de la

absoluta desmotivación por conocer, desde el punto de vista jurídico, los procedimientos

judiciales que debieron afrontar él y su familia, primero con la muerte de su padre, Jorge

Enrique Isaacs Adolfus, y el subsiguiente concurso de acreedores, y luego, el proceso que

derivara de su fallido proyecto en las haciendas Guayabonegro y Santa Bárbara del Frayle, en

Palmira!

Salvo la preocupación de algunos historiadores, entre los cuales es dable mencionar a su

biógrafo por excelencia, Luis Carlos Velasco Madriñán, a don Mario Carvajal, a Leonardo

Tafur Garcés y, recientemente, al profesor Alonso Valencia Llano, los sucesos concernientes a

dichos procesos no han tenido otro interés entre los estudiosos nacionales que el de

condimentar la crítica de sus contradictores y detractores, por razones asociadas a su

participación en el ala radical del liberalismo.

Las dificultades económicas de la familia de Jorge Isaacs a la muerte de su padre, se

encuentran mencionadas por casi todos sus biógrafos y, este aspecto es, podría decirse, un

lugar común. No faltan alusiones a la tendencia al juego, de Jorge Enrique, ni tampoco a la

oposición “romanticismo vs. pragmatismo”, que la propia vida del autor se encargó de

encarnar, las dos en grado extremo. Borges, por ejemplo, sostiene que Isaacs “no era más

romántico que nosotros” (Cristina, 2005: XI). No obstante, las guerras en que participó, las

exploraciones que hizo, los cargos desempeñados, los negocios emprendidos, las posturas

ideológicas y políticas asumidas y las aventuras vividas no lograron quitarle la aureola de

romántico.

Una aproximación bastante caracterizada de esta mirada, a la vez romántica y pragmática, y

por cierto peyorativa, que algunos tienen de Jorge Isaacs, la podemos ilustrar con el artículo de

57

Rafael H. Moreno (1996) que sirve de prólogo, a la edición de María, de la Biblioteca

Familiar de la Presidencia de la República, donde apunta: “a pesar del deliberado timbre

sentimental de la novela –el lado cursi y sensiblero que el vulgo confunde con la única

acepción de lo romántico–, hay también una serie de elementos que ponen de presente el

hondo sentido de la realidad y el pragmatismo de Efraín: la actitud ante los descalabros

financieros de su padre, el viaje de retorno por el río Dagua, sus ideas sobre la esclavitud,

algunos títulos de su propia biblioteca” (Moreno, 1996: XVII). Algo similar se percibe al

abordar los aspectos relacionados con sus orígenes semíticos, lo cual contrasta con la forma

como se ocupan de ellos, su entrañable amigo Luciano Rivera y Garrido (1968) y el escritor

Max Grillo (1927). Tampoco resulta clara la aproximación que hace al respecto Doris Sommer

(2004), en su libro Ficciones Fundacionales, al referirse al origen judío de María, y de su tío,

en la novela, en el cual afirma que: “El judaísmo funciona como un estigma proteico que

condena a los protagonistas de un modo u otro, como “aristocracia” de hacendados debilitada

por la redundancia incestuosa de la misma sangre, y también como disturbio racial entre los

blancos”. Sommer afirma que la familia de hacendados de María, o bien es demasiado

conservadora y blanca para sostener alianzas con los liberales y llegar a ser una clase

hegemónica, o no es suficientemente conservadora y blanca. Esta autora concreta su

observación de la manera siguiente: “El problema es, por un lado, la endogamia a nivel de

clase y, por el otro lado, la exogamia corruptiva. Por los dos lados el futuro está cerrado y la

tragedia se sobredetermina”. Así concluye sosteniendo que no importa cómo se formule, el

problema es ser “judío”, un problema de naturaleza doble que sirve de vehículo para

representar el callejón sin salida de la clase hacendada cuya melancólica apología hace Isaacs

(Sommer, 2004: 226).

Comentando este texto, el profesor Óscar Marino Zambrano Sánchez (2009), miembro del

Grupo de Investigación Jorge Isaacs: entre la ficción y la realidad nacional, de la Universidad

Javeriana, anota: “Pero lo particular de la lectura de Sommer, y que a mí me desconcierta, es

su enfoque centrado en el aspecto eminentemente racial”.

Refiriéndose a esta focalización, Zambrano comenta que a partir de ahí, Doris Sommer va a

mirar la realidad que subyace a la novela, que sin ser propiamente una novela fundacional en

58

el sentido en que lo son las otras que ella estudia en su libro, va a permitir fijar una idea de

nación, problemática en sus orígenes; “tremendamente conflictiva, a pesar de dibujar el mundo

paradisiaco del Valle del Cauca con sus grandes haciendas, escondiendo una nación de

grandes antagonismos sociales con relaciones complicadas entre los grandes propietarios y los

esclavos libertos” (Zambrano, 2009).

La mención al tema judío fue recurrente para hablar de Isaacs35

, incluso de manera concreta se

hace referencia a los judíos antillanos, como lo toca Miguel Antonio Caro36

(1962),

ocupándose de providencias tomadas por el gobierno de Venezuela y del Consejo Nacional de

Colombia, autorizando la imposición de un gravamen adicional del 30% de las mercaderías

procedentes de Las Antillas (Ley 8 de 1887, artículo 6), asunto que aborda en su artículo El

darwinismo y las misiones, publicado en El repertorio Colombiano (Caro, 1962: 1049).

Cada uno de los biógrafos de Isaacs privilegia, pues, uno u otro aspecto, según el propósito del

estudio. Este documento pretende recuperar los procedimientos jurídicos del juicio de sucesión

35 A este respecto otros estudiosos del tema opinan que para esa época los Isaacs ya se encontraban “asimilados”. 36 La crítica que hace Miguel Antonio Caro al Estudio sobre las tribus indígenas del Magdalena, de Jorge Isaacs, impreso en

los Anales de la instrucción pública, correspondiente a los últimos meses de 1884, es caústica, irónica y corrosiva, llena de

epítetos y descalificaciones ideológicas y subjetivas; el ataque “a nuestro explorador darwiniano”, (Caro, 1962: 1101), es

sistemático y sostenido de principio a fin, incluso antisemita. La cuestión religiosa y la enemistad personal permean todo el

escrito. Caro defiende a ultranza el catolicismo, le reprocha “la detestable doctrina Darwiniana”, para concluir el apartado

VIII de su escrito, diciendo: “¿Qué queda de esta inextricable confusión de ideas y de aspiraciones? Tristeza y aflicción de

espíritus… La esperanza tal vez de que el señor Isaacs vuelva algún día a la poesía y a las enseñanzas de su cristiana madre”

(Caro, 1962: 1103). Caro le reprocha los gastos, las ideas, y al gobierno mismo por haber mandado a imprimir el informe, sin

antes revisarlo; y se pregunta: “¿Qué sería de la sociedad, qué del señor Isaacs mismo y su familia, si admitiese la sociedad y

tradujese en instituciones las teorías darwinianas que sigue el señor Isaacs, si el señor Isaacs pretendiese obrar como

descendiente de animal?” (1962: 1106).

Y advierte Caro: “El que hace la guerra a la religión es enemigo de la patria” (1962: 1107). Y termina reconviniéndolo en el

mismo tono irónico y mordaz que impregna todo el escrito: “El señor Isaacs debe comprender que es tan sincero el horror

que nos inspiran sus conceptos darwinianos, como son sinceros los votos que hacemos para que él, para gloria suya, para

honra de la patria y regocijo de los que hemos sido sus amigos, vuelva sobre sus pasos y los enderece por el camino de la

verdad” (1962: 1107).

La reseña biográfica y el perfil ideológico que de Miguel Antonio Caro hace Alberto Maya Londoño (2007: 329), ayuda a

comprender mejor las grandes diferencias existentes entre estos dos grandes hombres de las letras y la política colombiana.

Maya Londoño resume con precisión “la característica del pensamiento de Caro es su defensa inquebrantable de la idea de

la hispanidad. (2007: 330) A continuación agrega este antólogo de la poesía universal: “Caro está convencido de la

superioridad de los ideales hispánicos sobre los ideales anglosajones. A diferencia de la mayoría de los intelectuales

decimonónicos en América Latina, no se deja seducir por el progreso industrial, la sociedad individualista, el liberalismo

económico o el método de las ciencias naturales. El ethos hispánico es, para él, la esencia misma de la civilización, porque

solo en él se encarnan los ideales del cristianismo. Todo lo grande y valioso de la civilización ha sido producto del

cristianismo y de España, el pueblo elegido providencialmente para llevar adelante la redención de la humanidad. Ningún

otro pueblo de la tierra puede compararse a España en sus logros a nivel del arte, la literatura, la organización del Estado y

la vida moral. Caro sabe muy bien que en España no han florecido las ciencias experimentales, pero cree que aún estas son

producto del espíritu cristiano, pues sus raíces deben buscarse en la desmitificación que hace la religión cristiana de la

naturaleza. Con todo, la más sublime de todas las ciencias, el tronco del cual se desprenden todos los demás saberes de la

teología, y en ella sí que sobresalen los aportes de España, con su magnífica escuela teológica de Salamanca” (Maya, 2007:

330).

59

de Jorge Enrique Isaacs Adolfus y el concurso de acreedores subsiguiente contra él y su

familia, lo mismo que sobre los concursos relacionados con las haciendas Guayabonegro y

Santa Barbara del Frayle. Entregar a la comunidad académica científica estos documentos

permitirá profundizar y entrar en detalles sobre aspectos de interés que ellos ilustran.

Con relación a la bancarrota de la familia de Isaacs Ferrer, el profesor Donald McGrady

(2006) hace esta breve referencia sobre lo que él rotula “fracaso en los negocios”: “Después de

la muerte de George Henry Isaacs, en 1861, se decidió que Jorge manejara las empresas de la

familia. El joven e inexperto poeta aumentó las ya gravosas hipotecas y no logró poner en

marcha los negocios. Es indudable que fue en gran parte culpable de este fracaso, porque

olvidaba sus tareas para escribir poesía y drama. Su ruinosa administración de la herencia

familiar continuó hasta finales de 1863, cuando renunció a la agricultura y viajó a Bogotá,

dejando las secuelas de su administración a su hermano Alcides” (2006: 21). McGrady a

continuación se refiere a los numerosos acreedores que se hicieron parte en el concurso y

entablaron sus respectivas demandas, concluyendo con el remate de las propiedades por parte

de James Eder, y contrastando el dinamismo de este para poner a producir las mismas

propiedades.

En el estudio Sociedad y economía en el Valle del Cauca, de José María Rojas G. (1983), se

observa que entre Santiago Eder y Ernesto Cerruti se dio siempre una amistad sólida. Ambos

eran masones. En este mismo sentido, Phanor James Eder, a propósito de Cerruti, comenta que

este había militado en las huestes de Garibaldi y, al igual que Santiago Eder, fue desde un

comienzo amigo del general Tomás Cipriano de Mosquera, llegando más tarde a casarse con

Emma, su nieta, hija de María Engracia Mosquera y Tomás Davies, ciudadano galés traído a

Popayán por el propio Mosquera en 1848 para ejercer la gerencia de la Casa de la Moneda. Se

dice que Cerruti había asegurado una fortuna considerable y, al decir de Eder, tenía la más

bella hacienda del Cauca, Salento. Conviene aclarar que esta hacienda está situada en el

municipio de Yumbo, Valle, para no confundirla con otra del mismo nombre en el

Departamento del Quindío, ubicada en valle de Cocora37

. Es de recordar que los bienes de

Cerruti fueron confiscados, lo que dio origen a una querella entre Colombia e Italia, en la que

37 Mayor información sobre esta hacienda se encuentra en el libro del profesor Luis Alberto Londoño Rosero Estancias,

Encomiendas y Haciendas en el Municipio de Yumbo. Siglos XVI – XVII.

60

se sentó jurisprudencia sobre derecho internacional. Rojas G. también refiere la estrecha

amistad de Pío Rengifo con la familia Eder y con la familia Isaacs, “tanto que era padrino de

bautismo de Jorge, el famoso autor de la novela romántica María, escenificada en el Paraíso”

(Rojas, 1983: 52).

Se conoce que las haciendas La Manuelita y La Rita, ubicadas cerca de Palmira, habían

formado parte de la antigua hacienda de los jesuitas, luego Hacienda Real, y de La

Concepción del Amaime38

, predios estos que fueron adquiridos en 1840 por don Jorge Enrique

Isaacs, por compra que hiciera a Mariano Becerra Carvajal, y cuyos nombres fueron dados por

él. “La Manuelita, en homenaje a su esposa, Manuela Ferrer, madre del autor” (Cristina. 2005:

14).

Tal como se menciona al comienzo, uno de los objetivos de este trabajo es hacer un estudio de

derecho comparado que reconstruya los procedimientos jurídicos, marcos constitucionales y

legales, de la vida nacional del siglo XIX con base en el proceso de sucesión de don Jorge

Enrique Isaacs Adolfus y el concurso de acreedores. A este respecto se tendrán en cuenta las

38 Según Raffo Rivera, “Anapónima, que era la herencia del otro hijo de don Pedro Cobo, don Lázaro Cobo, pasó a su muerte

a manos de su heredero, don Lorenzo de los Cobos, y posteriormente encontramos en los archivos históricos a don Francisco

Escobar, descendiente de los Cobos, como propietario, corriendo el año de 1650, y cuando ya la Hacienda se conocía con el

nombre de Concepción de Nima.

Todos estos datos nos llevan a acotar que Llanogrande ya contaba con grandes haciendas, tales como El Palmar, La

Herradura, San Jerónimo, Aguaclara y la Concepción de Nima, todas ellas densamente pobladas por españoles, criollos y unos

cuantos indios, pues muchos de ellos se habían dispersado para no trabajar con “los invasores”, lo que hizo necesario la

compra de negros africanos para que desempeñaran las labores agrícolas.

La Compañía de Jesús también figuraba como propietaria de unos predios que recibió como donación por parte de don

Rodrigo Arias, las cuales dichos religiosos administraban con gran sentido de empresa y progreso.

Posteriormente dicha comunidad religiosa recibe en donación en 1651 la Hacienda Real, situada entre los ríos Aguaclara,

Amaime y Nima, patrimonio este que acrecentaría dicha comunidad con diversos legados testamentarios que recibe y

beneficios en la definición de linderos con las tierras de Aují y de la hacienda Llanogrande, propiedad de don Feliciano

Escobar, escenario este propicio para que los jesuitas dieran muestras de su notable capacidad de administradores, hacendados

y ejemplares hombres de empresa en el mejor aprovechar de la tierra, la que por sus pingües ganancias acrecentaron los bienes

de la Comunidad, hasta ponerla como una de las latifundistas más grandes del Valle del Cauca.

En 1767 por orden del Rey Carlos III fue expulsada la comunidad del nuevo continente, como provincia que era del imperio

español, y sus propiedades pasaron a ser manejadas como “Bienes de Temporalidades” entre prestantes caballeros de Cali y de

Buga.

Entre los caballeros figuran los nombres de Manuel Vicente Martínez, Manuel Antonio Cabal, Miguel Jerónimo González,

que tomaron la administración de las haciendas Llanogrande, Nima, Barragán y Sepulturas. En cuanto a la Hacienda Real, que

los jesuitas reconocían como Concepción de Nima, se entregó a don Pedro González de la Penilla, que a su muerte pasó a

manos de sus herederos legítimos, sus 11 hijos, con lo cual definitivamente se dividió esta hacienda y se terminó con el

patrimonio de la Compañía de Jesús en 1864.

Los nombres de algunos de los herederos de don Pedro González de la Penilla los conserva la historia y ello son: Florencia,

Judas, Sixta, Pedro, Santiago, Isabel y Manuela González de la Penilla, así como Joaquín Larena, Ramón Becerra y Luis

Molina, lo que da origen a que algunos de esos derechos fueran comprados por don Jorge Enrique Isaacs, los que

posteriormente adquiere don Santiago M. Eder, en 1864, que con gran sentido futurista comprende que los inmensos terrenos

que ahora son suyos, y entre los cuales se encontraban las Haciendas Oriente y La Rita, podrían servirle para montar un

emporio de riqueza representado en azúcar, ganado, café, tabaco, a más de otros incipientes cultivos, que ya presagiaban unas

exportaciones significativas de este país, que apenas iniciaba su vida comercial” (Raffo Rivera, 1993: 25).

61

normas fundamentales de la Nueva Granada, la Confederación Granadina, de los Estados

Unidos de Colombia y, finalmente, la Constitución de la República de Colombia; las normas

civiles, comerciales y judiciales aplicadas, a los referidos procesos, todo circunscrito a las

circunstancias socioeconómicas de la época, liberación de los esclavos, oscilación entre

librecambismo y proteccionismo, las contiendas nacionales, básicamente referidas a “La

hacienda como medio de producción”.

Por lo anterior es pertinente contrastar los términos de “hacienda” y “latifundio”, que en

algunas oportunidades se utilizan indistintamente, pero que tienen y han tenido alcances

histórico-semánticos, diferentes. Al respecto el profesor Germán Colmenares (1975) distingue

estos términos, así: “Latifundio, tal como se ha empleado al describir la apropiación de tierras

en el Valle del Cauca en el curso del siglo XVI, designa la acumulación de tierras en cabeza de

una persona sin una función económica aparente o con el objeto de apropiarse ganados que

pastaban libremente en ellas”.

Colmenares describiendo su función anota que prima faciae era la de catalizador social,

aunque este efecto solo pueda percibirse en el transcurso de varias generaciones; que el

latifundio identificaba un sector social y mantenía una cohesión que remedaba los linajes

europeos, y precisa: “Todavía en el siglo XVIII, al desprenderse en un derecho inmueble, el

vendedor usaba la fórmula medieval que indicaba la continuidad del linaje: lo hacía ‘en su

nombre y en el de sus hijos y descendientes’. En cuanto al término de hacienda, aclara que ‘es

una unidad económica cuyo significado y amplitud conviene precisar. En el uso cotidiano en

Colombia la palabra sirve para subrayar la importancia de una propiedad, su extensión o su

uso productivo y se distingue de una simple ‘finca’ o heredad familiar. Aunque de una manera

no explícita, en ocasiones se alude con ella a una verdadera empresa, en contraposición a la

mera unidad familiar” (Colmenares, 1975: 56).

El viejo Isaacs se vinculó plenamente al Valle del Cauca y en particular a las poblaciones

cercanas a sus haciendas, como Palmira y El Cerrito. Aparece en diferentes documentos

notariales, judiciales y religiosos. El arqueólogo Luis Francisco López C. (2009), investigando

a propósito del imaginario colectivo en la formación de la leyenda de María en el cementerio

62

de Santa Elena, documenta una intervención suya del 17 de julio de 1855. Anota este

investigador: “Jorge Enrique Isaacs Adolfus se convirtió en padrino de bautismo de la niña

María de la O. López, hija de los mestizos Joaquín López y Ángela Hurtado que habían

contraído matrimonio en 1829. Dos meses después la pequeña falleció y su cuerpo fue

conducido hasta la aldea de El Cerrito, donde recibió sepultura en el cementerio parroquial:

“(…) a quince de setiembre de mil ochocientos cincuenta y cinco”, escribe el sacerdote José

Patricio Paredes (APNCHC, Defunciones, Libro 3, f. 18v” (López, 2009: 6).

La vida económica de la familia Isaacs-Ferrer se refleja en los concursos de acreedores de los

que da cuenta este estudio. En ellos se conocen el origen de los créditos y las obligaciones, las

garantías, cumplimientos parciales, inversiones, insolvencia, etc., en el marco de la vida

familiar, regional y nacional. De igual manera, el análisis de estos documentos permite

inventariar una serie importante de normas que constituyen un “corpus jurídico” que, pasando

por el derecho español e indiano, se remonta a las Siete Partidas de Alfonso X, el sabio, y al

mismo derecho romano. Como veremos, pues, desde la creación de la Gran Colombia,

pasando por la creación de la Nueva Granada, la Confederación Granadina, los Estados

Unidos de Colombia y la República de Colombia, las constituciones y las leyes han

reconocido la expresa vigencia de tal normatividad, hasta 1887, mientras no se opusiera a la

nueva concepción y leyes del país.

El problema económico en María

Jorge Isaacs, en su libertad creativa, se sirvió de muchos datos de la realidad de su vida

familiar. Así lo hacía notar Luis Carlos Velasco Madriñán a propósito de Juan y Eloísa, en los

primeros capítulos de la novela. Así mismo, los estudiosos de su obra se refieren a

innumerables circunstancias que en sus páginas se reflejan.

Sobre la ficción autobiográfica y la poética narrativa, Francoise Perus (1998), hace claridad en

su muy reconocido libro De selvas y selváticos, texto en el que se aproxima a la obra de

Isaacs, particularmente a María, y a La Vorágine, de José Eustasio Rivera. Por ello resulta de

interés contrastar los problemas económicos de su padre con el siguiente pasaje de María:

63

- ¡Ese hombre me ha muerto!, lee esa carta: al cabo sucedió lo que tu madre temía.

Recogí la carta para convencerme de que era cierto lo que ya me imaginaba.

- Léela alto, añadió mi padre paseándose por la habitación y enjugándose el sudor

que le humedecía la frente.

- Eso no tiene ya remedio, dijo apenas concluí. ¡Qué suma y en qué

circunstancias!... Yo soy el único culpable.

Le interrumpí para manifestarle el medio de que creía podíamos valernos para

hacer menos grave la pérdida.

- Es verdad, observó oyéndome ya con alguna calma; se hará así. ¡Pero quién lo

hubiera temido! Yo moriré sin haber aprendido a desconfiar de los hombres.

Y decía la verdad: ya muchas veces en su vida comercial había recibido iguales

lecciones. Una noche, estando él en la ciudad sin la familia, se presentó en su

cuarto un dependiente a quien había mandado a los Chocoes a cambiar una

considerable cantidad de efectos por oro, que urgía enviar a los acreedores

extranjeros. El agente le dijo:

- Vengo que me dé usted con que pagar el flete de una mula, y un balazo: he

jugado y perdido todo cuanto usted me entregó.

- ¿Todo, todo se ha perdido?, preguntole mi padre.

- Sí, señor.

- Tome usted de esa gaveta el dinero que necesita.

Y llamando a uno de sus pajes añadió:

- El señor acaba de llegar: avisa adentro para que le sirvan. Pero aquellos eran otros

tiempos. Golpes de fortuna hay que se sufren en la juventud con indiferencia, sin

pronunciar una queja: entonces se confía en el porvenir. Los que se reciben en la

vejez parecen asestados por un enemigo cobarde: ya es poco el trecho que falta

para llegar al sepulcro… ¡Y cuán raros son los amigos del que muere, que sepan

serlo de su viuda y de sus hijos! ¡Cuántos los que espían el aliento postrero de

aquel cuya mano, helada ya, están estrechando, para convertirse luego en verdugos

de huérfanos!... (Isaacs, 2005: 158).

Phanor James Eder encuentra en este último párrafo la expresión del resentimiento del autor

de María, recriminándole tal actitud y haciendo notar que los inversionistas habrían podido

optar por adquirir bienes de manos muertas, confiscados por el gobierno, cuya hacienda estaba

en bancarrota, puestos a la venta a bajos precios desde 1862.

El texto es suficientemente explícito, pero lo roza una misteriosa alusión al juego, debilidad

que tenía su padre y que aparece ilustrada con otro hecho no menos llamativo, como es el de

que el propio Isaacs Adolfus se impusiera una curiosa fianza por 500 pesos a favor de la

Provincia de Palmira “en garantía de que no volvería a jugar. Esta suma sería cobrada por la

64

Provincia si se comprobaba, por la simple declaración de dos testigos, que había sido hallado

jugando dados, tresillo o cualquier otro juego de azar” (Londoño, 2004: 8).

Que los problemas económicos de la familia paterna se reflejen en la obra de Isaacs, es

patente; lo que maravilla es sentir cómo el dolor se transforma en poesía, como líricamente lo

demuestra Luciano Rivera y Garrido, que sostiene que “esos cantos y ese poema de inmortal

belleza, solo con lágrimas pudieron escribirse” (1968: 304).

La motivación “de entablar un diálogo entre el individuo y su contexto” concuerda con las

reflexiones de Darío Henao Restrepo (2008), Decano de la Facultad de Humanidades de la

Universidad del Valle, en las Memorias del primer simposio internacional Jorge Isaacs, El

creador en todas sus facetas:

Por calar tan hondo, María es un texto excepcional de la cultura colombiana, al lado de obras

cumbres como La Vorágine, La Marquesa de Yolombó, Cien años de soledad y Changó, el

gran putas. Aunque, es bueno recordarlo, no siempre esta densidad fue atisbada, con algunas

excepciones, por una recepción conservadora que durante décadas hegemonizó la crítica y los

manuales escolares, engolosinando a miles y miles de lectores, hasta el hartazgo, enfatizando y

aislando ciertos aspectos que la encapsulaban en una visión sacralizada del mundo patriarcal y

del pathos sentimental. Esta valoración ha sido superada y se ha abierto todo un campo para

lecturas desde los más diversos enfoques y perspectivas.

Como anota Darío Henao, en todo el inmenso material hasta ahora escrito encontramos ideas

claves para adelantar otros estudios e interpretaciones. A sabiendas de que, como lo advierte el

antropólogo Clifford Geertz, los estudios de la cultura se realizan sobre otros estudios, pero no

en el sentido de que reanudan una cuestión en el punto en que otros la dejaron, sino en el

sentido de que, con mejor información y conceptualización, los nuevos estudios se sumergen

más profundamente en las mismas cuestiones.

Sostiene Henao, que “el reto es releer y volver a analizar otras estructuras de sentimientos,

actitudes y referencias que están en la obra de Isaacs y así realizar estudios en favor del

65

restablecimiento de experiencias históricas o bien tergiversadas o bien excluidas tanto del

canon principal de la literatura colombiana como de la crítica. Se trata de abarcar, calificar,

reinterpretar y redescubrir la experiencia real de grandes grupos sociales en una gran obra de

la literatura, como lo es María” (Henao, 2008: 54).

La perspectiva de este trabajo es la de presentar las circunstancias sociales, económicas,

culturales y jurídicas subyacentes a su obra, que encuentran correspondencia en la pluma del

autor, en su poesía, novelas, en los diálogos de los personajes, en descripciones de la

naturaleza, dramas, artículos, obra periodística, ensayos, actividad política, descubrimientos,

etc., todo lo cual se evidencia en la correspondencia sostenida con sus amigos, detractores,

defensores, abogados, acreedores, en los memoriales presentados ante los funcionarios,

acuerdos de las partes y decisiones judiciales tomadas en estos procesos. E incluso más allá de

la obra literaria, en lo que tiene que ver con el periplo de su vida.

Unas palabras más sobre el mundo de María, partiendo del guion de la exposición

iconográfica Jorge Isaacs, el creador en todas sus facetas, elaborado por Cristina E. Valcke,

permiten observar que la novela de Isaacs “ha sido leída tradicionalmente como la dulce y

trágica historia de amor de Efraín y María en el paraíso vallecaucano” (2005: 13). Valcke

señala que durante años, sus lectores creyeron ver en esas páginas el más fiel relato

autobiográfico: Efraín y Jorge Ricardo quedaron fundidos para siempre en el imaginario

popular. Así mismo, los críticos más avezados, en su intento de desligar ficción y realidad,

llegaron a plantear que la novela era una sublime idealización del mundo que el autor vivió en

la infancia, pero no sabían encontrar en María las palabras que narraban el mundo real y

conflictivo de la época. La crítica apunta que, más allá de lo autobiográfico, nuevas lecturas

“comprenden esta novela como un texto de ficción y señalan la maestría con la que el autor

entreteje la historia amorosa en un complejo contexto social. Aspectos temáticos como el amor

y el erotismo, las mujeres, la culinaria y la esclavitud aparecen en la obra representados bajo

los códigos sociales del Gran Cauca” (Valcke, 2005: 13).

66

CAPÍTULO II

De la conformación de la legislación nacional

2.1. Vigencia del derecho español e indiano

Los temas específicos que se tratan en este capítulo son pertinentes y necesarios

para conocer el ámbito jurídico en el que se tramitó la sucesión de don Jorge Enrique

Isaacs, tanto por la pervivencia del Derecho Español e Indiano, como por la

necesidad de dar cuenta de los sucesivos cambios de constitución y de legislación

nacional. Para poder comprender estos procesos, se reitera, es del caso conocer

las normas que los rigieron. Por tanto, más allá de los aspectos vitales, existenciales,

familiares y socioeconómicos que les dieron origen, la normatividad jurídica es el

referente fundamental para su estudio.

Como anotábamos, las normas del Derecho Castellano e Indiano se prolongaron

hasta 1887, e incluso aparecen citadas dentro de los juicios que estamos

recuperando. De otra parte, los continuos cambios constitucionales y legales durante

el siglo XIX, en lo que hoy es Colombia, crearon una dispersión de normas que sólo

vino a superarse tras la constitución de 1886 y la unificación de la legislación

nacional. Realizaremos un seguimiento a este proceso normativo acerca de las

normas de la administración colonial.

Se afirma que la Revolución de Independencia alteró desde el primer momento las

bases del Estado, eliminando la dependencia de España y erigiendo un nuevo

gobierno regido por normas también nuevas que, acomodándose a esa separación

política, iban creando un sistema distinto del anterior. Así lo afirma Mayorga García

67

(2002), miembro de la Academia Nacional de Historia de Colombia, en su estudio

sobre El notariado en el Estado Soberano de Cundinamarca.

Sin embargo plantea este historiador que no todo el sistema jurídico cambió de

inmediato: “Al contrario, gran parte del derecho castellano-indiano continuó en vigor

durante buena parte del siglo XIX, hasta que paulatinamente se fueron adoptando las

disposiciones que en definitiva lo derogaron totalmente. Este proceso debe de

estudiarse analizando, por un lado, la perduración del antiguo sistema y, por el otro,

el derecho que lo reemplazó” (Mayorga García, 2002: 1).

La primera constitución nacional colombiana mantuvo expresamente en vigor la

legislación vigente hasta entonces. La Constitución Política, producto del Congreso

reunido en la Villa del Rosario de Cúcuta entre el 8 de mayo y el 14 de octubre de

1821, dispuso que: “se declaran en su fuerza y vigor las leyes que hasta aquí han

regido todas las materias y puntos que directa o indirectamente no se opongan a

esta Constitución ni a los decretos y las leyes que expidiere el Congreso” (Mayorga

García , 2002: 1).

Esta disposición dio primacía a la legislación nacional, pero conservó la antigua

con carácter supletorio. Ello era lógico ante la imposibilidad de un corte radical.

Expresamente la Ley de Procedimiento Civil sancionada el 13 de mayo de 1825

estableció el orden de prelación de fuentes en todos los tribunales de la república,

civiles y criminales, señalándolo así: “1° Las decretadas o que en lo sucesivo se

decreten por el Poder Legislativo; 2° Las pragmáticas, cédulas, órdenes, decretos y

ordenanzas del Gobierno español sancionadas hasta el 18 de marzo de 1808 que estaban

en observancia bajo el mismo Gobierno en el territorio que forma la República; 3° Las leyes

68

de la Recopilación de Indias; 4° Las leyes de la Recopilación de Castilla, y 5° Las de Las

Siete Partidas” (Mayorga García, 2002: 2).

En cuanto a la posible contradicción de normas, el artículo siguiente estableció: “En

consecuencia, no tendrán vigor ni fuerza alguna en la República las leyes, pragmáticas,

cédulas, órdenes y decretos del Gobierno español posteriores al 18 de marzo de 1808, ni las

expresadas en el artículo anterior, en todo lo que directa o indirectamente se opongan a la

Constitución o a las leyes y decretos que haya dado o diere el Poder Ejecutivo” (Mayorga

García, 2002: 2).

En 1829, mediante el decreto de 12 de diciembre, en su artículo 10, repitió el

mismo orden, indicando que debían observarse en todos los tribunales y juzgados de

la República, incluyendo de manera expresa a los tribunales eclesiásticos.

Durante la República de la Nueva Granada, en la vigencia de la Constitución de

1832, se dictó una nueva ley de procedimiento civil, sancionada el 14 de mayo de

1834, en la cual se consigna el orden de observancia de las leyes en todos los

tribunales del Estado, civiles, eclesiásticos y militares. Dispuso el artículo 10 de la

referida ley: “1° Las decretadas, o que en lo sucesivo se decreten por la legislatura de la

Nueva Granada;/ 2° Las decretadas por la autoridad legislativa de Colombia;/ 3° Las

pragmáticas, cédulas, órdenes, decretos y ordenanzas del Gobierno español, sancionadas

hasta el 18 de marzo de 1808, que estaban en observancia bajo el mismo Gobierno Español,

en el territorio que forma la República Neogranadina;/ 4 ° Las leyes de la Recopilación de

Indias;/ 5° Las de la Nueva Recopilación de Castilla;/ 6° Las de Las Siete Partidas”

(Mayorga García, 2002: 2).

69

El artículo segundo de la misma ley señalaba que, por consiguiente, no tenían

vigencia en el Estado las leyes, pragmáticas, cédulas, órdenes y decretos del

Gobierno Español posteriores al 18 de marzo de 1808, ni las leyes españolas

expedidas con anterioridad a tal fecha, que se opusieren a la Constitución de la

Nueva Granada, a los decretos dejados en vigor por el artículo 219 de ésta, a las

leyes dictadas por la legislatura de Colombia, a las expedidas por la Convención y,

finalmente a las emanadas o que en el futuro emanaren del Congreso Constitucional

de la Nueva Granada.

Como mencionamos, el gobierno del presidente Santander (1832-1837) se

caracterizó por su ideario “civilista”, con la defensa de la constitución y las leyes

como bases para la consolidación del Estado. Lo sucede en el gobierno el

presidente José Ignacio Márquez (1837-1841). El gobierno de Pedro Alcántara

Herrán se inicia el 10 de abril de 1841, y en 1843 se adopta una nueva constitución,

de tipo mixto entre federalista y centralista. Fernando Mayorga García, siguiendo a

Fernando Vélez en sus Datos para la Historia del Derecho Nacional, registra que el

20 de abril de 1843 se sancionó una nueva constitución, bajo cuya vigencia se

expidió la ley del 4 de mayo siguiente, ley que ordenó al poder ejecutivo formar y

publicar el conjunto de todas las leyes y decretos expedidos por la República. “Esta

obra, que comprende las leyes expedidas por el Congreso entre 1821 y 1844, y que

es conocida con el nombre de Recopilación Granadina, fue publicada en 1845 por

Lino de Pombo sobre el proyecto redactado por Clímaco Ordoñez” (Mayorga García,

2002: 2).

El gobierno del presidente Tomás Cipriano de Mosquera discurre entre los años

1845 y 1849. Durante su gobierno a la Recopilación Granadina se le hizo un

70

apéndice, que la adicionó con las leyes expedidas entre 1845 y 1850. La obra fue

ordenada y publicada en este último año por José Antonio De Plaza.

El 22 de mayo de 1858 se promulga una nueva constitución, y se le da a la

República el nombre de Confederación Granadina, compuesta por ocho estados

soberanos: Antioquia, Bolívar, Cauca, Cundinamarca, Magdalena, Panamá,

Santander y Tolima. Esta nueva constitución, surgió como “consecuencia de las

variaciones hechas en la organización política de la Nueva Granada por los Actos

Legislativos que han constituido en ella ocho Estados Federales”, según dice su

preámbulo. Al tenor de su artículo octavo todas las materias no atribuidas

expresamente a los poderes de la Confederación eran competencia exclusiva de los

Estados.

El orden en que debían observarse las leyes en los asuntos judiciales que eran

competencia de la Confederación, era el siguiente (establecido un mes y unos días

más tarde, el 29 de junio, mediante el artículo 49 de la ley orgánica del poder

judicial): “1 ° Las que expida el presente Congreso y las que en lo sucesivo se expidan por

los Congresos de la Confederación./ 2° Las expedidas por los Congresos de la Nueva

Granada desde 1845 hasta 1857./ 3° Las de la Recopilación Granadina./ 4 ° Las

pragmáticas, cédulas, órdenes, decretos y ordenanzas del Gobierno español, expedidas

hasta el 18 de marzo de 1808, que estaban en observancia bajo el mismo Gobierno español

en el territorio que forma la Confederación Granadina./ 5° Las de la Recopilación de Indias./

6° Las de la Nueva Recopilación de Castilla./ 7° Las de las siete Partidas” (Mayorga

García, 2002: 3).

Mayorga García anota que cinco años después, el 8 de mayo de 1863, “la

Convención”, en cuyo seno tomaron asiento exclusivamente miembros del Partido

71

Liberal, expidió una carta política que organizó los Estados Unidos de Colombia,

nombre que tomó entonces el país. El segundo capítulo de esta Constitución

determinó los asuntos confiados al Gobierno General y los que correspondían a los

Estados. La competencia del Gobierno alcanzaba únicamente los asuntos que

especial y claramente le encomendaba la Constitución, conservando los Estados, tal

como en la constitución de 1858, la facultad de expedir la legislación en todas las

áreas no atribuidas al poder central.

Para las materias de su competencia, el Congreso de los Estados Unidos de

Colombia dictó el 30 de abril de 1864 la Ley No.19, orgánica del Poder Judicial de la

Unión, que fue adicionada y reformada por la No.42, del 16 de mayo de 1865, cuyo

artículo 17 señala:

El orden en que deben observarse las leyes en los asuntos judiciales de la Unión, es éste: 1° Las leyes que expida el presente Congreso y las que en lo sucesivo se expidan por el Congreso de la Unión;/ 2° Las leyes expedidas por el Congreso anterior de 1864 y por la Convención Nacional de Rionegro en 1863;/ 3° Los decretos de carácter legislativo expedidos por el Gobierno provisorio desde 1861 hasta el 4 de febrero de 1863;/ 4 ° Las expedidas por el Congreso de la Confederación Granadina en 1858;/ 5° Las expedidas por los Congresos de la Nueva Granada, desde 1845 hasta1858, inclusive;/ 6° Las de la Recopilación Granadina; 7° Las pragmáticas, cédulas, ordenes, decretos y ordenanzas del Gobierno español, expedidas hasta el 18 de marzo de 1808, que estaban en observancia bajo el Gobierno español en el territorio que forma hoy la Unión Colombiana;/ 8° Las de la Recopilación de Indias;/ 9° Las de la Nueva Recopilación de Castilla;/ 10° Las de las siete Partidas (2002: 3).

El Código Judicial de la Unión, adoptado por ley 57bis de 7 de junio de 1872,

estableció en su artículo 1941 el orden en que debían observarse las leyes; dicho

ordenamiento dispuso:

1 ° Las leyes que expida el Congreso de este año, y las que en lo sucesivo expida la misma Corporación39;/ 2° Las expedidas por la Convención Nacional de 1863, y por los Congresos posteriores a ella, y anteriores al del presente año, en orden

39 Se ha utilizado las cursivas para llamar la atención respecto del orden que debía observarse las leyes en los asuntos, conforme al cambio de cada constitución, al cual recurría de manera sistemática cada nuevo gobierno.

72

cronológico inverso;/ 3 ° Los decretos de carácter legislativo expedidos por el Gobierno provisorio desde 1861 hasta el 4 de febrero de 1863;/ 4° Las leyes expedidas por el Congreso de la Confederación Granadina en 1858;/ 5° Las expedidas por los Congresos de la Nueva Granada desde 1845 hasta 1857, en orden cronológico inverso;/ 6° Las de la Recopilación Granadina;/ 7° Las pragmáticas, cédulas, ordenes, decretos y ordenanzas del Gobierno español, expedidos hasta el 18 de marzo de 1808, que estaban en observancia bajo dicho Gobierno en el territorio que forma hoy la Unión Colombiana;/ 8° Las leyes de la Recopilación de Indias;/ 9°

Las de la Nueva Recopilación de Castilla, y/ 10° Las de Las Siete Partidas (Mayorga García, 2002: 4).

El Código Judicial de la Unión, y ya bajo la vigencia de la constitución unitaria,

sancionada el 15 de agosto de 1886, por mandato del artículo 10 de la ley 57, del 15

de abril del año siguiente, amplió su ámbito de aplicación a toda la nación.

Fecha de trascendental importancia es la que corresponde al día 24 de agosto de

1887, año en el que se expidió la ley 153, que adiciona y reforma los códigos

nacionales; la ley 61 de 1886 y la ley 57 de 1887, pues el artículo 15 dispuso

terminantemente, que “Todas las leyes españolas estan abolidas” (Mayorga García,

2002:4).

2.2. Proceso constructivo de la legislación nacional

Se ha señalado la pervivencia de las normas españolas hasta 1887, y cómo cada

nueva constitución y cada nuevo gobierno dieron reglas para la aplicación e

interpretación de las normas que iban expidiendo.

Dada la naturaleza de este trabajo, profundizaremos en el proceso constructivo de

la legislación nacional, tanto antecedente al juicio de sucesión y al concurso de

acreedores de don Jorge Enrique Isaacs Adolfus, como en las cesiones y concursos

de Jorge Ricardo Isaacs Ferrer, concernientes a las Haciendas Guayabonegro y

Santa Bárbara del Frayle, y aun en la legislación posterior a dichos procedimientos,

73

ya que este estudio busca dar cuenta más amplia del estatuto legal en el siglo XIX y

no limitarlo al breve término de la apertura de la sucesión de Jorge Enrique Isaacs

Adolfus y a la sentencia respectiva.

Tal como hemos señalado, a partir de 1810, se fueron sancionando normas que

modificaron el Derecho Hispano-Indiano. Si bien estas reformas cambiaron

totalmente la Constitución del Estado, las demás ramas del derecho sólo parcial y

paulatinamente fueron alteradas. Las normas, por tanto, fueron variando de acuerdo

con el transcurso de la conflictiva historia nacional.

No obstante que el artículo 188 de la Constitución de 1821 dejó vigente la

normativa existente en cuanto no se opusiera a sus preceptos, algunos de éstos

implicaron un corte radical con determinadas instituciones civiles españolas. Muy

poco tiempo después de expedida la Constitución, concretamente al año siguiente, el

General Francisco de Paula Santander expidió un decreto en el cual creó una

comisión de letrados para que preparara un proyecto de Código Civil y uno de

Código Criminal, a fin de presentarlos al Congreso. Para ello Santander expuso los

siguientes motivos: “Deseando el Gobierno emplear todos los medios posibles, a fin de

presentar al futuro Congreso un proyecto de Código Civil y Criminal que facilite la

administración de justicia en la República, sin las trabas y embarazos que ofrece la actual

legislación española, y considerando que un trabajo de tal naturaleza demanda tiempo y

serias meditaciones a que tal no podría entregarse el Congreso ocupado en el corto período

de las sesiones de objetos de mayor preferencia...” (Mayorga García, 2002: 5).

Tales razones obligaban a crear una comisión que debía redactar un "proyecto de

legislación propio y análogo a la República", teniendo en cuenta tanto los códigos

74

civiles y penales más célebres de Europa y la legislación española como las bases

fundamentales de organización del gobierno de Colombia. El trabajo de la comisión

sería, junto al ya indicado, redactar la parte del Código "que trata sobre el modo de

conocer y proceder en los juzgados y tribunales de justicia" (Mayorga García, 2002:

5).

Siguiendo a Mayorga podemos registrar que para conformar la comisión fueron

nombrados el Secretario del Interior, José Manuel Restrepo; el Ministro de la Alta

Corte, Félix Restrepo; el Ministro de la Corte Superior de Justicia del Centro, Diego

Fernando Gómez, y el abogado Tomás Tenorio. A pesar de ello no se expide Código

Civil alguno, y las reformas a este ramo de la legislación se van a continuar haciendo

parcialmente mediante leyes que abarcan principalmente, aparte de los temas

referidos, los de matrimonio, baldíos, vacantes, mostrencos, tesoros, escribanías,

notariado y registro.

A mediados de 1829 Bolívar ordenó que una comisión, presidida por el Ministro

del Interior, examinara el Código de Napoleón con el objeto de ser presentado, con

las reformas del caso, al Congreso Constituyente. Para la ejecución de esta tarea el

Consejo de Ministros designó en el mes de agosto a Miguel Tovar y a Rufino Cuervo,

el primero de los cuales renunció poco tiempo después. Esta comisión, para el mes

de octubre, estaba conformada por el doctor Cuervo, Manuel Camacho Quesada y

José Ángel Lastra. Se ignora, sin embargo, hasta dónde avanzó la revisión

encomendada. Se sabe, por otro lado, que hacia finales de 1829 continuaban sus

trabajos.

En 1843 se dictó la ley de 4 de mayo, en la que se ordenó al Ejecutivo formar un

conjunto de todas las leyes y decretos expedidos por la república. La nueva

75

Recopilación, llamada Granadina, comprende las leyes expedidas por el Congreso

entre 1821 y 1844. Fue publicada en 1845 por Lino de Pombo, como ya se señaló,

sobre el proyecto redactado por Clímaco Ordóñez. Posteriormente, se hizo un

apéndice que adicionó la Recopilación con las leyes de 1845 a 1850, inclusive. Dicha

obra fue organizada y publicada en 1850 por José Antonio de Plaza, por disposición

del Poder Ejecutivo. Como en la Recopilación, cada una de las leyes fue colocada en

uno de los siete tratados, que se hallaban a su vez subdivididos en partes. Las leyes

de 1850 están en la última parte del apéndice, colocadas en el orden en que fueron

expedidas.

A mediados de 1852, concretamente el 3 de junio, el presidente de la república,

José Hilario López y el secretario de gobierno Patrocinio Cuellar, firmaron el decreto

acordado tres (3) días antes por el Congreso, el cual creó y organizó "el oficio de

notario público". En cada cantón debía haber una notaría pública; sin embargo, si

una no fuera suficiente, la cámara de provincia podía ordenar el establecimiento de

dos o más, "que se distinguirán numerándolas". Al año siguiente el jurisconsulto

panameño, Justo Arosemena, presentó a consideración del Congreso los proyectos

de Código Civil, Penal, de Organización Judicial y de Procedimientos en Asuntos

Civiles y Criminales.

ESTADO DE PANAMÁ. Bajo la vigencia de la Constitución de 1853 se dictó el 27

de febrero de 1855, un "Acto adicional a la Constitución", por el cual se creó el

Estado de Panamá. El artículo 4° del Acto señalaba: "En todos los demás asuntos

de legislación y administración, el Estado de Panamá estatuye libremente lo que a

bien tenga por los trámites de su propia Constitución" (Mayorga García, 2002: 7).

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Considera Mayorga que de esta manera se abrió la posibilidad de que Panamá

dictara su propia legislación, en todas las materias en las que no fuera dependiente

de la Nueva Granada, materias éstas, definidas en el artículo 30 del Acto adicional

que venimos comentando. “ Así, y de acuerdo con el Acto legislativo, el naciente Estado

continuaría haciendo parte integrante de la Nueva Granada, sometido a la soberanía de ésta,

pero con plena libertad para organizar su legislación civil, penal, comercial, judicial, de

policía, así como las milicias que juzgase indispensables” (Antonio Pérez Aguirre, citado en

Mayorga García, 2002: 7).

Por su parte, los congresistas de las otras provincias exigieron que se dejara

abierta la puerta para la erección de nuevos Estados Federales y, en consecuencia,

el artículo 12 del Acto adicional señaló: “Una ley podrá erigir en Estado que sea

regido conforme al presente acto legislativo, cualquiera porción del territorio de la

Nueva Granada. La Ley que contenga la erección de un Estado, tendrá la misma

fuerza que el presente acto de reforma constitucional, no pudiendo ser reformado

sino por los mismos trámites de la Constitución...” (Mayorga García, 2002: 7).

ESTADO FEDERAL DE ANTIOQUIA. Un año y unos meses más tarde se creó el

Estado de Antioquia. El artículo 1 ° de la ley expedida para el efecto el 11 de junio de

1856, consignaba: “De conformidad con lo dispuesto en el artículo 12 del acto

adicional a la Constitución, expedido en 27 de febrero de 1855, erígese el Estado

Federal de Antioquia, compuesto de la actual provincia de ese mismo nombre” (2002:

7). El artículo 2° de la ley confirió al nuevo Estado las competencias que le fueron

dadas al de Panamá.

77

ESTADO FEDERAL DE SANTANDER. El 13 de mayo del año siguiente se expidió

la ley que, unificando el territorio que tenían en el momento las provincias de

Pamplona y Socorro, creó el Estado Federal de Santander, al cual se otorgaron

(artículo 3° de la ley) las atribuciones que les fueron dadas tanto al Estado de

Panamá como al de Antioquia.

Registra Mayorga que por los días de la creación del Estado Soberano de

Antioquia, don Manuel Ancízar quien había conocido y estrechado una gran amistad

durante su estancia como diplomático en Santiago de Chile, con don Andrés Bello le

escribía con acento radical:

... se ha dado en mi país el último paso para establecer por fin la completa independencia municipal de las secciones, las cuales en lo sucesivo se gobernarán por sí mismas siendo dueños de todos sus intereses peculiares. Entre las nuevas atribuciones que están a punto de conferirse a las grandes provincias que se organizarán dentro de un año con el nombre de Estados, se numera la de darse cada cual la legislación civil y penal que le convenga. Pues bien, de varias partes me han manifestado el deseo de poseer el Código Civil que U. elaboró para Chile, y me han hecho el encargo de solicitarlo. Es seguro que U. con su bondad genial, se prestará a satisfacer aquel deseo recomendable, pues se trata de aprovecharnos del saber de otros países y de preferir a cualesquiera otras las doctrinas legales profesadas en nuestra Sur América, lo cual puede ser un primer paso dado hacia la apetecida

unidad social de nuestro continente (Mayorga García, 2002: 7).

Tan pronto recibió la carta de Ancízar, o mejor, el mismo día, Bello solicitó al

Ministro de Relaciones Exteriores de Chile, Francisco Javier Ovalle, el envío a

Ancízar de cuatro ejemplares del Código Civil. El 10 de octubre de 1856, el señor

Ovalle, en circular enviada a Perú, Bolivia, Argentina, Paraguay, Uruguay, Ecuador,

Venezuela, Nueva Granada y México, a la que acompañaba un ejemplar del Código

Civil, señalaba que: “Sancionado y publicado el Código Civil que debe regir en esta

República desde el 10 de enero del año próximo, tengo el honor de remitir a V.S. el

adjunto ejemplar, rogándole se sirva presentarlo al Excmo. Señor Presidente de la

República a nombre de este Gobierno” (Mayorga García, 2002: 8).

78

Para marzo de 1857 Ancízar tenía en su poder cuatro ejemplares del Código Civil

chileno, enviados desde Lima. En ese momento había conseguido la orden de la

Cámara de Representantes para que se hiciera una edición nacional de la obra, a fin

de "distribuirla entre las legislaturas de nuestros Estados" (que por entonces, eran

tres).

ESTADOS FEDERALES DEL CAUCA, CUNDINAMARCA, BOGOTÁ, BOLÍVAR Y

MAGDALENA. Poco más de tres meses después, y como le había anunciado

Ancízar a Bello, se dictó la ley en virtud de la cual se erigieron como Estados

Federales el de Cauca, el de Cundinamarca, el de Boyacá, el de Bolívar y el de

Magdalena, dándoseles, la potestad de expedir su propia legislación en todos

aquellos asuntos en los que no dependían de la Nueva Granada.

En materia de notariado, la primera disposición fue dictada por la Asamblea

Constituyente del Estado de Cundinamarca a finales de 1857, concretamente el día

19 de noviembre, menos de un mes después de expedida la primera Constitución

Política del Estado de Cundinamarca. La Ley, sancionada por el gobernador del

Estado Joaquín París y por el Secretario de Orden Público M. Medina.

Para el trabajo de redacción de los códigos del Estado de Cundinamarca se

nombró a Lino de Pombo, Ignacio Gutiérrez Vergara, José María Rubio Frade,

Manuel María Mallarino y Pastor Ospina. Como los tres primeros se excusaron, la

tarea quedó en manos de los dos últimos y de José María Rivas Mejía, Liborio

Escallón y Miguel Chiari. El encargado de preparar el proyecto de Código Civil fue

Miguel Chiari, Secretario del Interior y de Relaciones Exteriores, quien para cumplir

su encargo se basó en el Código Chileno, al cual introdujo algunas modificaciones. El

proyecto, junto con los referentes a los otros códigos, fue presentado a la Asamblea

79

Constituyente en sus sesiones de 1858, durante las cuales fue discutido, modificado

y finalmente aprobado.

Los Códigos Civiles de Cauca, Santander y Cundinamarca empezaron a regir

durante la vigencia de la Constitución de 1858, surgida como “consecuencia de las

variaciones hechas en la organización política de la Nueva Granada por los Actos

Legislativos que han constituido en ella ocho Estados Federales..." (Mayorga García,

2002: 10). Respecto a la posibilidad de los Estados de legislar en aquellas materias

no atribuidas al Gobierno central, no se hizo ninguna variación en el nuevo

ordenamiento constitucional.

EL ESTADO SOBERANO DEL TOLIMA. El 8 de mayo de 1860 el general Tomás

Cipriano de Mosquera se levantó contra el Gobierno de la Confederación, a cargo de

Mariano Ospina Rodríguez. Vino la guerra, la derrota del Gobierno y la victoria del

general Mosquera, quien con anterioridad a su entrada en Bogotá, la que se produjo

el 18 de julio de 1861, expidió un decreto de alcance legislativo, por el cual creó el

Estado del Tolima. El artículo 10 de este decreto expresa: “Erígese el Estado

Soberano del Tólima, compuesto del territorio que formaban las antiguas provincias

de Mariquita y Neiva y con los límites señalados por las leyes de 14 de mayo y 15 de

junio de 1857, cuya capital provisoria será la Villa de Purificación” (Mayorga García,

2002: 11).

2.3. Pacto de Unión, legislación nacional y Distrito Federal.

A los dos días de su entrada en Bogotá, el General Mosquera expidió un decreto

en virtud del cual, y considerando "urgente determinar cuáles son las disposiciones

legislativas nacionales que, afectando de cualquier modo los intereses generales y

80

particulares de los Estados Unidos, quedan vigentes" (Mayorga García, 2002: 11),

declaró la legislación aplicable a las materias de competencia de la nación en los

siguientes términos: “Se declaran vigentes en los Estados Unidos de Nueva Granada

las leyes generales de la extinguida Confederación Granadina, anteriores al 10 de

febrero de 1859” (Mayorga García, 2002: 11). Tres días después se expidió un

decreto más basado en la estipulación 12 del Pacto de Unión, suscrito el 10 de

septiembre de 1860 por los Estados Soberanos de Cauca y Bolívar, al cual

adhirieron posteriormente los de Magdalena, Santander, Boyacá, Cundinamarca y

Tolima, según el cual el Gobierno General debía residir en un Distrito Federal,

"regido por disposiciones especiales y que no haga parte de ningún Estado"

(Mayorga García, 2002: 11). El decreto por el cual se creó tal Distrito Federal dispuso

en el tercero de sus seis artículos: “Se declaran vigentes en el distrito federal las

leyes generales de la extinguida Confederación Granadina anteriores al 10 de

febrero de 1859 en todo lo que sean compatibles con las disposiciones del Gobierno”

(Mayorga García, 2002: 11).

El 20 de septiembre de 1861 un Congreso de Plenipotenciarios de siete de los

Estados existentes, suscribió en Bogotá un Pacto de Unión, que dio al país el

nombre de Estados Unidos de Colombia; el Pacto no fue suscrito por el Estado de

Antioquia, abiertamente enfrentado a Mosquera, ni por el de Panamá, que

permanecía neutral. Una vez dueña la revolución de todos los Estados, Mosquera

convocó a una Convención que debía reunirse en la ciudad de Rionegro para expedir

una nueva Constitución Nacional. La Convención se instaló el 18 de febrero de 1863

y organizó provisionalmente un gobierno ejecutivo, compuesto de cinco ministros, al

cual le correspondió sancionar la Constitución expedida el 8 de mayo de 1863.

81

El Capítulo 20 de la Constitución de 1863, siguiendo en esta materia los

lineamientos de la Constitución Confederal de 1858, determinó los asuntos confiados

al Gobierno General y los que correspondían a los Estados Soberanos, que eran

aquellos cuyo ejercicio no se delegara expresa y claramente al Gobierno de la Unión.

Entre las materias cuyo ejercicio se reservaron los Estados Federales quedó la

referente al derecho civil que debería regir en sus territorios. A la competencia del

Gobierno de la Unión se asignó la definición de la legislación aplicable en los

llamados territorios nacionales que estuvieran a su cargo, de conformidad con el

artículo 78 de la Constitución, del siguiente tenor: “Serán regidos por ley especial los

territorios poco poblados u ocupados por tribus de indígenas, que el Estado o los

Estados a que pertenezcan consientan en ceder al Gobierno General, con el objeto

de fomentar colonizaciones y realizar mejoras materiales” (Mayorga García, 2002:

12).

2.4. Los códigos nacionales (Del particularismo a la generalidad)

A mediados de 1884, y antes de tomar posesión de la Presidencia de la

República, Rafael Núñez quiso buscar un avenimiento con el radicalismo, para lo

cual sostuvo primero una entrevista con don Aquileo Parra y luego otra con el

General Salgar, encaminadas a conseguir el apoyo de esa fracción para la reforma

de la Constitución en los puntos que Núñez consideraba esenciales, como dar mayor

autonomía al Poder Ejecutivo Central, aumentar a cuatro años el período

presidencial, establecer relaciones con la Santa Sede, centralizar la legislación

electoral y, para el tema que nos ocupa, nacionalizar la legislación civil, penal y

procesal. El pliego contentivo de las reformas fue entregado por Núñez a los

82

señores Parra y Salgar, quienes lo llevaron al conocimiento del comité que formaban

los ex-presidentes Santiago Pérez, Santos Acosta, Eustorgio Salgar y Aquileo Parra.

Estas reformas, por los motivos conocidos, nunca se llevaron a cabo. El radicalismo

se levantó contra Núñez, siendo derrotado.

El 9 de septiembre de 1885, al festejarse en Bogotá el resultado de la batalla de

La Humareda, donde murieron algunos de los más importantes jefes radicales, y al

frente de la manifestación que se formó ante el Palacio de San Carlos, Rafael Núñez

señaló: "En virtud de hechos cumplidos, la Constitución de 1863 ha dejado de

existir". (Mayorga García, 2002: 16). Al día siguiente, jueves 10 de septiembre, el

Poder Ejecutivo, mediante el decreto No.594, “considerando necesario promover el

restablecimiento del régimen constitucional, desorganizado por la reciente rebelión, y

teniendo en cuenta las manifestaciones escritas de la opinión pública, a la vez que los

antecedentes de la Constitución que debe ser reemplazada, decretó urgir: a los Gobiernos

de los Estados para que envíen Delegatarios a un Consejo nacional que habrá de reunirse el

11 de noviembre próximo en la capital de la Unión, para deliberar sobre los términos en que

deberá procederse a la reforma de la Constitución” (Mayorga García, 2002: 16).

En la fecha indicada se instaló en el edificio, aun inconcluso del Capitolio

Nacional, el Consejo Nacional de Delegatarios, cuerpo ante el cual pronunció Núñez

uno de sus discursos más importantes señalando en uno de sus apartes que: “...El

curso de los acontecimientos ha destruido el régimen constitucional, productor de

permanente discordia, en que hemos agonizado, más que vivido, durante un cuarto de siglo;

y la opinión del país, con lenguaje clamoroso, inequívoco, reclama el establecimiento de una

estructura política y administrativa enteramente distinta de la que, manteniendo a la nación

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en crónico desorden, ha casi agotado sus naturales fuerzas en depararle inseguridad y

descrédito” (Mayorga García, 2002: 16).

Refiriéndose a la materia legal, expresaba Núñez en otro de los apartes: “…Esa

nueva Constitución, para que satisfaga la expectativa general, debe, en absoluto, prescindir

de la índole y tendencias características de la que ha desaparecido dejando tras sí

prolongada estela de desgracias. El particularismo enervante debe ser reemplazado por la

vigorosa generalidad. Los Códigos que funden y definen el derecho deben ser nacionales; y

lo mismo la administración pública encargada de hacerlos efectivos...” (Mayorga García,

2002: 17).

2.5. Leyes y procedimientos de competencia exclusiva de la nación

En la sesión del día 13 de noviembre el delegatario Ospina Camacho presentó

una proposición que enunciaba los principios cardinales, sobre los cuales debía

desarrollarse la Constitución que hubiera de darse la República. Después de largos

debates, en los que el proyecto sufrió sustanciales modificaciones, el Consejo aprobó

el "Acuerdo sobre reforma constitucional", cuya cuarta base señala lo siguiente: "La

legislación civil y penal, electoral, comercial, de minas, de organización y

procedimiento judicial es de competencia exclusiva de la Nación” (Mayorga García,

2002: 17).

En cumplimiento de lo dispuesto en el Acuerdo, éste fue sometido a la sanción del

Poder Ejecutivo y a la aprobación del pueblo colombiano. El Presidente Núñez lo

sancionó el l° de diciembre de 1885 y lo sometió a ratificación de las

municipalidades, las cuales lo aprobaron.

84

Empezando el Consejo sus deliberaciones, le fueron sometidos a su

consideración tres proyectos de Constitución Nacional: el primero elaborado por el

delegatario José María Samper; otro por el delegatario Rafael Reyes (elaborado por

el presidente del Directorio Nacional Conservador, don Sergio Arboleda, mediante

encargo de la misma entidad); y, otro, por el delegatario José Domingo Ospina

Camacho, obra del doctor César Medina y que aquél presentó haciendo constar su

disentimiento en algunos puntos sustanciales. Todos estos proyectos, que

conservaban el sistema federal, fueron finalmente archivados, nombrándose una

comisión encargada de redactar un nuevo proyecto. Ésta, compuesta por los

delegatarios Miguel A. Caro, José Domingo Ospina Camacho, Carlos Calderón,

Felipe F. Paul y Miguel A. Vives, propuso el 13 de mayo de 1886 un nuevo proyecto,

cuya disposición transitoria "E" establecía:

Interin se expiden los Códigos que han de regir definitivamente en la República, se aplicarán en todo el territorio colombiano, en cuanto no se opongan a la presente Constitución y al nuevo Estado político de la Nación, las siguientes disposiciones legislativas: Código Civil del extinguido Estado de Cundinamarca, excepción hecha del Capítulo 10, Título 33, Libro 40. Código de Comercio del extinguido Estado de Panamá, sancionado en 12 de octubre de 1869. Código de Minas del extinguido Estado de Antioquia. Código Penal del extinguido Estado de Cundinamarca, sancionado en 16 de octubre de 1858. Código Judicial de la Nación, expedido en 1872, y las leyes que lo han adicionado o reformado, debiéndose, en lo que se refiere a la competencia y jurisdicción de los Juzgados inferiores y Tribunales Superiores, dar aplicación a las leyes especiales de cada uno de los extinguidos Estados dentro del territorio del respectivo Departamento que lo ha sustituido. Códigos Fiscal y Militar de la Nación, y demás leyes nacionales. En los asuntos de organización política, policía, fomento, beneficencia e instrucción pública y en los negociados de competencia exclusiva de los Departamentos, regirán las leyes del respectivo extinguido Estado, hasta tanto que el Consejo Nacional, o el

Congreso, o las respectivas Asambleas, determinen lo conveniente (Mayorga García, 2002: 17).

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La fórmula propuesta por la Comisión redactora del proyecto de Constitución no

fue aceptada en esta materia. El literal "H" de las disposiciones transitorias de la

Constitución de 1886, aprobado por el Consejo Nacional Constituyente, decretó la

continuidad de la legislación de cada Estado hasta que el Poder Legislativo tomara

otra determinación. Concretamente, prescribía: “Mientras el Poder Legislativo no

disponga otra cosa, continuará rigiendo en cada Departamento la legislación del respectivo

Estado. El Consejo Nacional Constituyente, una vez que asuma el carácter de Cuerpo

legislativo, se ocupará preferentemente en expedir una ley sobre adopción de códigos y

unificación de la legislación nacional” (Mayorga García, 2002: 18).

La ley 57 del 15 de abril de 1887, de unificación nacional

Esta ley recoge las más importantes experiencias jurídicas del país, al adoptar los

códigos referentes a sus respectivas materias.

Tal como lo previno la disposición transitoria, el 15 de abril de 1887 se expidió la

Ley No.57, "sobre adopción de códigos y unificación de la legislación nacional", cuyo

primer artículo dispone:

Regirán en la República, noventa días después de la publicación de esta ley, con las adiciones y reformas de que ella trata, los códigos siguientes: El Civil de la Nación, sancionado el 26 de mayo de 1873. El de Comercio del extinguido Estado de Panamá, sancionado el 12 de octubre de 1869; y el Nacional sobre la misma materia, edición de 1884, que versa únicamente sobre comercio marítimo. El Penal del extinguido Estado de Cundinamarca, sancionado el 16 de octubre de 1858. El Judicial de la Nación, sancionado en 1872, y reformado por la Ley 76 de 1873, edición de 1874. El Fiscal de la Nación, y las leyes y decretos con fuerza de ley relativos a la organización y administración de las rentas nacionales; y

El Militar nacional y las leyes que lo adicionan y reforman (Mayorga García, 2002:

18).

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La ley entró en vigencia el 22 de julio del año 1887, exactamente noventa días

después de su publicación en el Diario Oficial.

87

CAPÍTULO III

3.1. Intervenciones de don Santiago M. Eder y don Pío Rengifo

en el juicio de sucesión de don Jorge Enrique Isaacs y el concurso de acreedores

Tal como se anuncia en la introducción de este trabajo, en un próximo volumen se dará cuenta

de los procesos instaurados por los acreedores de don Jorge Enrique Isaacs en la sucesión, por

el interés jurídico que representan. No obstante, es del caso mencionar que la mayoría de ellos

fueron resueltos mediante la fórmula presentada por don Santiago M. Eder, que, con Pío

Rengifo, adquirió gradualmente los créditos que se presentaron, dando plenas garantías para la

satisfacción de ellos.

Recordemos que entre los acreedores figuraban: Carlos Isaacs Ferrer, reclamando varias

especies; Braulio José Romero; Carlos María Álvarez, como personero sustituto del señor

Braulio José Romero; oposición presentada por el Fisco Nacional y por el Presbítero Manuel

Alejo de la Pedrosa, como representante de los intereses de la Iglesia Parroquial del Salado,

por un principal de censo que se cargó sobre la hacienda La Manuelita; Manuela Ferrer de

Isaacs; articulación promovida por varios interesados del Concurso, contra la señora María

Manuela Ferrer de Isaacs, por alimentos consumidos por su familia y por no rendir las cuentas

de la administración de los bienes como albacea testamentaria; Carlos Guerra, como

apoderado de la señora María del Rosario Rodríguez de Caicedo; señor Juan Demetrio

Arizabaleta, y por este mismo, como personero del señor Francisco Rebolledo; Luis Molina;

Rafael Prado Concha, como apoderado sustituto de la señora Celedonia Navarrete; Carlos

Guerra, como personero del Presbítero Cayetano González; Carlos Guerra, como apoderado

del señor Federico Guillermo Byrne; juicio ejecutivo promovido por el apoderado del señor

Jorge Enrique Isaacs Adolfus contra Braulio Arana Valencia en el año de 1855; proceso

ejecutivo adelantado por el señor Ramón González, para que el señor Antonio Scarpetta

declare sobre unos potros que le tomó el señor Jorge Enrique Isaacs, los cuales eran de su

propiedad. Año 1861; Rafael Prado Concha, como apoderado del señor Rafael González

Umaña; Rafael González Camacho, como apoderado de los señores Francisco y Ramón

Sinisterra; Carlos María Álvarez, como apoderado del señor Pío Rengifo; José Antonio

González, como Apoderado del señor Joaquín Cuero, albacea testamentario del finado Justo

Nieva; Francisco Córdova; Cerveleón Núñez, como apoderado del señor Bautista Feijó; Carlos

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María Álvarez, como apoderado de los señores Margarita Valenzuela de Molina y Pedro

Antonio Molina Cuellar, tutores y curadores de los hijos menores del finado Miguel José

Molina; Joaquín Herrera, como personero de la señora Micaela Borrero, esposa del señor

Miguel Borrero Piedrahíta; Miguel Caldas, como personero de la señora Asunción Cajiao de

Bustamante; Antonio Peña, como curador Ad litem de los hijos menores del finado Estanislao

Zawadsky; Fisco Nacional, por el crédito de $250 pesos donado por el señor Sebastián

Zorrilla; Fidel Calero, como personero de los herederos del finado Pedro José Piedrahíta; Juan

Demetrio Arizabaleta, como personero del señor Carlos Holguín; Manuel Joaquín Herrera;

Alcides Isaacs; José María Medina.

Por lo anterior, es del caso pasar a estudiar las intervenciones de don Santiago M. Eder y don

Pío Rengifo.

Debemos ubicarnos, con relación a la familia Eder, atendiendo el texto escrito por Phanor

James Eder (1981), El fundador Santiago M. Eder, cuya versión castellana, a cargo de

Antonio José Cárdenas, contó con la dirección y supervisión de Luis Carlos Velasco

Madriñán, en 1959. En este libro se anota que no se sabe en qué época don Santiago realizó el

primer viaje al interior del país, pero destaca que había sido en canoa, por el río Dagua,

atravesando los peligrosos “rápidos”, y luego cruzando la cordillera, a lomo de mula, hasta

llegar a este hermoso valle interandino.

Cuenta su hijo que “existe la leyenda de que viajando de Chile hacia el norte, el barco se

demoró varios días en Buenaventura y entonces realizó una excursión al interior quedando

encantado del Valle del Cauca, y por esto decidió quedarse” (Eder, 1981: 95). Se tiene

conocimiento de que don Santiago Eder hizo varios viajes seguidos, pero que no tuvo intereses

aquí, sino hasta 1864. En algunos documentos se lo describe como vecino de Buenaventura, y

negociaba con mercancías en cantidad apreciable.

Casa, haciendas, y actividad política de Isaacs Adolfus

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Sobre sus comienzos y primeras amistades, relata don Phanor que quien tuvo mayor

importancia invitando a su padre a labrar su destino fue Pío Rengifo (Eder, 1981: 95), de quien

dice era un capitalista de excelente reputación, que había viajado extensamente por el exterior

y gozaba de buenas amistades entre los extranjeros, progenitor de una numerosa y distinguida

prole. Precisa, que no es una simple digresión, “pues nos lleva directamente al centro de

importancia de nuestra historia; al acontecimiento de la vida de Santiago más trascendental

que cualquier otro, porque fijó su destino definitivo: la compra de la hacienda La Manuelita”

(Eder, 1981: 97).

El biógrafo del fundador de La Manuelita, luego de relatar la llegada de Jorge Enrique Isaacs a

Colombia, su matrimonio con Manuela Ferrer Scarpetta, y la obtención de su carta de

ciudadanía, con la expresa aprobación de Bolívar, relata cómo Pío Rengifo y los parientes de

doña Manuela, los Scarpetta, lo motivaron a dejar el Chocó y a radicarse en el Valle del

Cauca. Como ya lo anotamos, también Eder se refiere a que don Jorge Enrique había llegado a

tener una fortuna importante y a la pérdida que sufrió con ocasión del incendio en Quibdó y,

aunque no precisa la fecha de su llegada a Cali, en 1833, anota que compró “una residencia

para su familia. Ingresó activamente en la vida política nacional y era gobernador de la

provincia de Buenaventura, cuya capital era entonces Cali, cuando nació su ilustre hijo Jorge”

(Eder, 1981: 97). En 1840 adquirió las haciendas de La Rita y La Manuelita, dándole a esta

última el nombre de su esposa.

Phanor James Eder refiere que el vendedor fue Mariano Becerra Carvajal; que Isaacs fue

miembro del Consejo Municipal de Palmira y posteriormente Gobernador de la provincia del

mismo nombre; que “en un principio hizo grandes mejoras en La Manuelita”; refiere a la

forma como el poeta describe esta hacienda en la novela María40

, y recuerda detalles de la

manera de ser del viejo Isaacs.

40 Aunque el propósito de este estudio no es la obra de Isaacs, sino los aspectos históricos y jurídicos del juicio de sucesión

que hemos venido tratando, es de gran interés compartir esta opinión de Phanor James Eder sobre María: “Una novela

colombiana, publicada en 1867, ha alcanzado una reputación internacional y ha sido traducida a varias lenguas. María tal vez

ha recibido los más altos elogios de la crítica y ha sido el más popular y ampliamente leído de todos los libros

hispanoamericanos. Dondequiera que se habla el español, María es conocida y amada, y lloran los lectores leyéndola. Su

autor, Jorge Isaacs, nació en 1837 en el Cauca, hijo de un hacendado acomodado. El padre era un jamaiquino judío que muy

joven se casó con una católica y se convirtió al catolicismo, religión en la que crio a sus hijos. Hay poco en el libro que

muestre alguna huella de las influencias o ascendencias judías e inglesas; la novela es característicamente hispanoamericana,

escrita en una exquisita prosa poética, en un estilo exuberante y hasta florido, con la intensidad del primer amor y los tiernos

90

De los problemas económicos de Isaacs Adolfus a los litigios. La sucesión y el concurso de

acreedores

Parece que a Jorge Enrique Isaacs Adolfus le comenzó a fallar la salud hacia 1858, que

contrajo fuertes deudas y se vio envuelto en litigios. Anota J. Ph. Eder “que cuando murió en

1861 la sucesión quedó insolvente. Pero las propiedades eran valiosas y los acreedores

pacientes … y “bien manejada la situación no hubiera sido desesperada en absoluto” (Eder,

1981: 97), pero que, desgraciadamente para la familia Isaacs, le tocó hacerse cargo de los

negocios a Jorge. “Fue este un gran poeta y novelista, pero careció en todo de habilidades

comerciales y en esta, como en todas sus posteriores aventuras en el campo de los negocios,

formó un nefasto lío” (Eder, 1981: 97).

Entre el juicio de valor (o disvalor) que resulta de comparar sus actuaciones al frente de las

haciendas paternas con el estado en que las entregó a su hermano Alcides, Eder comenta, con

cierta ironía: “Prefería cultivar la musa en lugar de la tierra. Pesaban sobre las propiedades

nueve hipotecas, y había más de treinta acreedores sin garantía alguna” (1981: 97). De manera

que, finalmente, “se instituyó contra la sucesión de Jorge Enrique Isaacs un concurso

voluntario de acreedores, en diciembre de 1863, y fue cuando Pío Rengifo, padrino de Jorge

Isaacs, entró en escena con Santiago, quien le escribe una carta el 4 de marzo a Vidal, socio de

su hermano Enrique, anunciando su llegada a Cali y su expectativa de poder arreglar

satisfactoriamente sus negocios” (Eder, 1981: 97).

Es este el momento en que se forma la sociedad entre Rengifo y Eder. Conviene, por tanto,

profundizar algo más en el conocimiento de este legendario personaje de la vida comarcana.

Breve semblanza de don Santiago Eder

sentimientos que conmueven el corazón y humedecen los ojos de todo hijo verdadero del trópico. Para el extranjero, el

principal encanto de la novela reside en sus descripciones de escenas y costumbres tropicales y, sobre todo, en el bosquejo de

esa feliz e íntima vida hogareña característica de la Colombia rural. A pesar de todo su sentimentalismo y patética expresión,

de su estilo del tiempo pasado de Pablo y Virginia, de Chateubriand y Lamartine, María no deja de ser una novela de la vida

real –la vida real vista con los ojos de un poeta. Es un idilio del hogar, una narración de alegrías y penas hogareñas, la sencilla

historia de un primer y puro amor en el seno del círculo familiar, demasiado pura, demasiado tierna, demasiado

reverentemente ensoñadora como para terminar de otra manera que con la muerte de la angelical heroína. La popularidad de María se debe principalmente no a su importancia como novela sino a sus cualidades poéticas, pues la

poesía bate en los corazones y exalta las emociones del colombiano” (Eder, 2001: 288).

91

¿De dónde venía? ¿De dónde procedía su familia? ¿Cuál fue su legado? Phanor James Eder,

ilustre como él, digno hijo de su padre, nos responde que James (Santiago) Martín Eder nació

en Mitau, Ducado de Curlandia en las Provincias Bálticas (hoy Letonia), el 24 de junio de

1838, que “era el Benjamín de una larga familia. Su padre fue Martín Sass Eder, arquitecto; su

madre, Dorena Kaiser, a veces llamada Dora. De ellos poco se sabe y menos aún de nuestros

antepasados más remotos. Martín Eder era todo un gigante: con 1,98 cm de altura y gran

fuerza física. Cuentan que una vez durante una feria fue atacado por un grupo de rufianes.

Levantando en vilo un torete, lo blandió contra sus atacantes y así logro ponerse a salvo”. Y

agrega que, al juzgar por el apellido de su familia, es de origen Germano. Hace referencia al

Río Eder, pequeño tributario de Weser, en Alemanía Occidental, el cual figuró en las noticias

de primera plana en la Segunda Guerra Mundial. Anota que el apellido Eder se conoce hoy en

día en diversas regiones del mundo, pero es más común en Austria y Hungría; que en los

catálogos de las bibliotecas suelen encontrarse numerosos libros suscritos por diversos Eder y

que él mismo no ha podido escapar a estar propensión hereditaria (Eder, 1981: 20).

En cuanto a su progenitor, que motiva esta digresión biográfica, cuenta que tuvo una niñez

feliz; que sus padres fueron personas cuerdas, bien equilibradas y cariñosas. Hablando acerca

de su familia comenta que no parece haberse presentado ninguna de las inquietudes

psicológicas de culpabilidad, miedo, aislamiento, frustración, autocompasión, inferioridad u

otros de los complejos que preocupan a la sociedad, por la frecuencia con que se nombran. De

su padre dice: “Precoz, pudo haberlo sido física y mentalmente, pero no neurótico; capaz de

valerse por sí mismo, pero no vanidoso, Se enfrentaba a la vida con sanas perspectivas, lleno

de ánimo y optimismo y con capacidad para resistir las pruebas violentas que le interpusieran

a su paso los sucesos del mundo exterior” (Eder, 1981: 25).

Santiago Eder debe haber salido de Curlandia, en 1851, con destino a los Estados Unidos,

rumbo a Nueva York. En 1853 salió para California, viajando por el Istmo de Panamá (Eder,

1981: 65). En 1847 ingresó a la Facultad de Derecho y todo indica que fue un estudiante

distinguido y aplicado. La Facultad gozaba de la mejor reputación y obtuvo un grado de

excelencia, ganando el aprecio de sus profesores. Harvard por aquella época no tenía rival. Por

92

aquellos días Santiago Eder viajó a Nueva York; a Mazatlán, en México; a Chile y a Panamá.

Justamente al llegar a este país su hermano Enrique lo envió a cobrar cuentas a Buenaventura

(1861), época por la cual “lo hallamos establecido en un negocio en Buenaventura” (Eder,

1981: 86), donde se dedicaba al oficio de árbitro y al cobro de créditos de firmas del exterior.

A principios de 1867, Santiago Eder salió del Cauca rumbo al exterior. Anota Phanor J. Eder

que “lo atraía la exposición de París y el deseo de visitar a su hermano David, con quien hacía

muchos años no se veía” (Eder, 1981: 123). En febrero, estuvo en Washington, pero ya en

abril estaba en Londres, “donde conoció a Lizzie Benjamin, con quien contrajo matrimonio

después de un corto noviazgo”. Se casaron el 11 de junio 1867 y su encuentro y determinación

de unirse están rodeados de aparentes oposiciones y detalles románticos. Dice Phanor J.

James: “Ni Lizzie ni Santiago exteriorizaban mucho sus sentimientos, pero entre ellos existió

un amor profundo” (Eder, 1981: 223)41

.

Después de su matrimonio, Don Santiago Eder preferiría trabajar por cuenta propia y, dado

que el contrato de la sociedad Rengifo Eder, establecía que cualquiera de los dos socios tenía

derecho a utilizar la residencia, inició gestiones para comprarle a Don Pío Rengifo su parte y

liquidar la sociedad, como así se hizo mediante escritura 186, otorgada en Palmira el 19 de

agosto de 1867. A los pocos meses murió Don Pío, sin testar, y Don Santiago se obligó a

pagar inmediatamente a los acreedores de la sociedad. Por documento privado, firmado en

Cali el 15 abril de 1868, la viuda y demás herederos dieron por cancelados los créditos (Eder,

1981: 235). Los esposos Eder Benjamin se fueron a vivir a la casa de La Rita.

Phanor J. Eder describe a su madre calmada y práctica, que comenzó a trabajar sin temor a las

nuevas costumbres extrañas, al idioma, ni a las condiciones de vida que la rodeaban, poniendo

toda su parte para hacer triunfar los proyectos familiares. Recuerda que no era efusiva, pero sí

sincera y que se ganó pronto el afecto de trabajadores y vecinos que la trataron por el nombre

de “Misiá Elisa”. Cuenta su hijo que “los deberes domésticos que se había impuesto en el

interior como al aire libre, amén de las obligaciones sociales, le dejaban poco tiempo de

descanso. Muchos de los artículos que hoy día se compran eran entonces elaborados en el

41 “Lizzie nació en Londres, el 7 de mayo de 1843. Decía ser “cockney”, o sea, de la clase popular de Londres, por haber

venido al mundo en la sección de Bow Bells. Fueron sus padres Henry Benjamin y Fanny Myers. Henry era mercader de

pescado al por mayor. En el directorio de Londres correspondiente al año de 1843 aparece como “vendedor de pescado”, del

No. 40, Sr. Mary at Hill” (Eder, 1981: 224).

93

hogar, tales como el pan y la ropa. Las verduras no podían adquirirse en el mercado, había que

cultivarlas y ella tenía que enseñar a los campesinos” (Eder, 1981: 239). Y detalla: “Aún las

velas de cebo había que fabricarlas en casa. Bien recuerdo la forma de elaborarlas. Los

sirvientes y los niños ayudábamos, bajo la vigilancia de Lizzie: a cada extremo del aposento

había un barril de cebo derretido dentro del cual metíamos las mechas, las colgábamos de

cuerdas para que se secaran, y al estar secas se sumergían nuevamente en el líquido para que

así fueran formándose” (Eder, 1981: 239). Relata que también engordaba cerdos con los

desperdicios de la cocina. Asistía a los enfermos entre la servidumbre y sus familias y velaba

por un centenar de detalles que podían escapar al ojo de don Santiago.

Phanor J. Eder, precisa: “En esta casa –La Rita– nacimos todos en rápida sucesión, excepto

Philip, quien nació y murió a los pocos meses en Inglaterra, en 1877, y yo, que nací en una

nueva casa que construyó mi padre en aquel año” (1981: 239).

Refiriéndose a otros momentos de la vida familiar, anota que Lizzie salió de Colombia

definitivamente a principios de 1886, acompañada de sus tres hijos menores. “Los tres

mayores ya asistían a la escuela en Inglaterra. Luisa había quedado en ese país con la hermana

de Lizzie, Louisa Beyfus, desde el viaje anterior, cuando fue con toda la familia en 1877. En

esta ocasión mi padre se unió a ellos después en Londres. Lizzie se establece con los

muchachos en una casa de pensión en Torquay, agradable balneario a la orilla del mar que le

gustaba mucho. Allí nació un varoncito: Philip, quien murió a los pocos meses”42

(Eder, 1981:

553).

La venta judicial de bienes, desde la perspectiva de los acreedores Rengifo y Eder

Rengifo mediante sus propias actividades y las de su abogado, Carlos Guerra, obtuvo cesiones

de varios acreedores preferidos. Y entre Rengifo y Eder se formó una sociedad por escritura

privada, fechada en Cali el 29 de marzo de 1864, en la que se menciona a Eder como vecino

de Buenaventura, temporalmente residente en Cali.

42 Phanor J. Eder, en este libro sobre su padre, es prolijo y documentado, y en él ofrece una completa información sobre los

ancestros, la familia y la Manuelita.

94

Las estipulaciones del convenio eran las siguientes:

1.- Se rematarán por ambos por las dos terceras partes de su valor La Rita, La

Manuelita, etc… 2.- Pío Rengifo dará para hacer frente al remate un documento a

favor del presbítero Francisco José Scarpetta, de valor principal de 2.000 pesos, dará

otro documento a favor de los señores Sinisterra de valor de ocho décimos de cuatro

mil pesos; otro a favor de Rafael González Umaña, de valor de mil pesos i los

intereses que hayan ganado estos tres documentos hasta el día del remate. Cuyos

documentos se pagarán por la Compañía con el interés que ellos representan. 3.- Un

documento a favor de la señora María del Rosario Rodríguez de Caicedo e hijos, en

que es fiador Rengifo del valor de ocho décimos de 16.077 pesos, que se pagará a los

tres años, 6.096 pesos ochenta cvs.; a los seis años 6.097.80 i el resto de contado de

por mitad. Asimismo se pagarán de contado i de por mitad el resto del valor de la

finca según se exijan las sumas i el honorario del Sr. Carlos Guerra, en los términos

siguientes: de contado 800 pesos de ocho décimos, a 8 meses 1.100 pesos id. I a 16

meses 1.100 pesos id. 4.- Como Rengifo es el agente principal en este negocio,

porque se ha procurado los documentos i dado fianza, Eder se obliga a administrar la

finca, llevando los libros necesarios i presentar la cuenta cada tres meses. 5.- De los

productos se amortizarán las deudas, como se vayan reuniendo fondos, sin perjuicio

de las mejoras que haya que hacer para que la finca sea más productora. 6.- La

Compañía durará por seis años… 7.- No podrá enajenar ninguno de los socios su

parte a otra persona que el otro socio. 8.- La finca queda hipotecada hasta que se

cubran todas las deudas i el capital que ha desembolsado cada socio i verificado esto

queda la finca de ambas partes… por mitad. Este contrato se elevará a escritura

pública cuando lo exija cualquiera de los socios… pues el remate lo debe hacer el Sr.

Santiago M. Eder en su nombre i mantener la finca como suya, para evitar

expropiaciones i en caso que las haya, hacer el reclamo como extranjero. Ninguno de

los socios podrá poner en la finca otros animales que los de la compañía a no ser por

convenio mutuo.- Cali, 29 de marzo de 1864. –Pío Rengifo –Santiago M. Eder–

Testigo, Gabriel Martínez Micolta. –Testigo, Fidel Jordán (Eder, 1981: 98).

Se resalta en este documento la concepción y estrategia de la empresa que emprendieron los

socios Rengifo y Eder para adquirir, garantizar los créditos, participar en el remate de las

haciendas y proteger sus inversiones. Es de gran importancia la acotación del biógrafo de don

Santiago Eder, en el sentido de que era costumbre en aquellos días en Colombia, como lo fue

también en otros países de la América en general, en épocas de revolución, poner los bienes

muebles e inmuebles en cabeza de extranjeros, para evitar que fuesen incautados por los

políticos de un bando como represalia contra los del bando opuesto. Es ilustrativo el caso de

Ernesto Cerruti, propietario de la Hacienda Salento, en la comprensión de Yumbo, por lo que

se hace una breve referencia sobre él: aclara don Phanor James Eder, que “en tales traspasos

95

no entraba la menor sospecha de incorrección y, en el que nos ocupa, las partes contratantes no

tuvieron inconveniente en hacer público el convenio, dos años más tarde, mediante escritura

pública en una notaría” (Eder, 1981: 98).

Veamos la relación que hace Phanor J. Eder de la forma como se resuelven los problemas

jurídicos. Dado el interés que comporta este registro, se transcribe gran parte. Podría

considerarse extenso, pero su inclusión es conveniente, al exhibir un documento que da cuenta

de un hecho de extraordinarias implicaciones en la vida del país Vallecaucano y de la Nación,

por los pormenores con los que ilustra su narración:

Venta judicial de los bienes en remate se llevó a cabo debidamente en el juzgado de

Palmira el 20 de abril de 1864; Santiago M. Eder hizo postura por las dos terceras

partes del avalúo dado a los bienes y no habiendo más postores no obstante los

repetidos pregones, le fueron adjudicados. El precio pagado fue de $34.000, de los

cuales 12.000 se pagaron en efectivo por partes iguales entre los dos socios, y el

resto en los pagarés e hipotecas que Rengifo había procurado. Para entender esta

última transacción hay que tener en cuenta las disposiciones legales que regían a la

sazón. Colombia era entonces una federación de estados soberanos, cada uno de los

cuales tenía su propia legislación. El concurso de acreedores se regía por los

artículos 392 a 431 del Código de enjuiciamiento Civil del Cauca (Ley 120 de 1863),

cuyo artículo 407 disponía así:

Art. 407. Cuando en estos juicios un acreedor sea postor, podrá hacerse el remate por

cuenta de la respectiva acreencia, otorgándose una fianza a satisfacción del juez de

pagar al acreedor de mejor derecho, según lo que resulte de la sentencia de

graduación.

Los bienes fueron adquiridos con el más precario capital. La parte más importante de

este era lo asignado a la señora Rodríguez, cuya cesión Rengifo había logrado

obtener con crédito a largo plazo.

Santiago otorgó inmediatamente la fianza requerida por la ley, siendo los fiadores de

ella Pío Rengifo y Manuel Joaquín Herrera y además formalizó hipoteca sobre las

propiedades.

Para aquellos tiempos el precio pagado fue relativamente alto en vista de la

condición de abandono en que se hallaban los bienes y la depreciación de los valores

ocasionados por la desastrosa guerra civil de tres años, que había terminado solo el

año anterior.

La mayor parte de los terrenos eran selvas vírgenes, de poco o ningún valor

económico, pobladas por “micos” que abundaban en los árboles y otros animales

forestales. La opinión general juzgaba que se había pagado un precio demasiado alto

por la hacienda. Seis años más tarde (3 de julio de 1870) escribe Elías Reyes, el

principal comerciante del Cauca, a don Santiago, quejándose de un negocio que

96

había hecho con Carlos Patiño: “Yo he comprado esa hacienda sumamente cara y

para comprarla por ese precio fui tan bárbaramente engañado por Carlos, como lo

fue usted en la compra de La Manuelita con Rengifo (Eder, 1981: 98).

Ph. J. Eder, para hacer notar algún resentimiento que abrigaría Jorge Ricardo contra los

allegados de su padre, escribe: “en lugar de culparse a sí mismo por las desgracias de la

familia. Lo indica un pasaje de María redactado en estos términos: Y cuán raros son los

amigos del que muere que saben serlo de su viuda y de sus hijos… Cuántos lo que espían el

aliento postrero de aquel cuya mano, helada ya, están estrechando, para convertirse luego en

verdugos de huérfanos”. Eder considera que mejor negocio se hubiera podido hacer

“comprando los bienes de manos muertas, confiscados por el gobierno, cuya hacienda estaba

en bancarrota, y puestos a la venta a bajo precio desde 1862”. Estos, indica el historiador,

podían pagarse en “papeles de la Nación que los especuladores podían obtener por una

fracción del valor nominal. Por ejemplo: una hacienda que se remataba por $8.000 requería tan

solo una inversión de $1.200 en efectivo”43

(Eder, 1981: 98).

Otros documentos

A continuación Phanor J. Eder refiere el viaje de don Santiago a Panamá, para financiar, con

su hermano Enrique, las mejoras más urgentes de la empresa y comenta una serie interesante

de documentos, pasa a explicar la relación entre don Santiago Eder y don Pío Rengifo, de la

sociedad civil constituida entre ellos, y de la forma como adquirieron los créditos. Veámoslos:

“El 23 de octubre de 1865 se firmó un instrumento privado del siguiente tenor: Conste por el presente

documento que yo, Santiago M. Eder, de nacionalidad rusa y ciudadano de los Estados Unidos de

Norte América, residente en esta ciudad: confieso que en el remate que hice en pública subasta en la

ciudad de Palmira, el día 20 de abril de 1864, de las haciendas denominadas La Rita y La Manuelita

43 Aclaración pertinente: en la notificación de venta original se incluía la hacienda El Oriente, propiedad adyacente, situada,

como su nombre lo indica, al este de La Manuelita, pero el dueño, José María Iragorri, aclaró que la finca la había dado Isaacs

como donación válida a su esposa en 1858, época en la cual Isaacs estaba solvente. “Iragorri elevó un memorial de protesta

ante el Juzgado de Palmira en favor de su esposa Rebeca contra la inclusión de El Oriente entre los bienes de la sucesión de

Isaacs, aduciendo, además, que ya había caducado el tiempo en que los acreedores hubieran podido tener derecho a objetar la

validez de la donación. Dicha protesta fue presentada el 23 de febrero de 1864 y se dio aviso al síndico Francisco Antonio

Paláu, el 26 del mismo mes. En dicha protesta se hace constar que Isaacs había comprado los bienes mencionados que

llevaron el nombre de El Rodeadero, a Miguel A. Gómez. Por tal motivo, Santiago negoció las propiedades con Iragorri.

José María Iragorri era médico. La negociación se hizo por la suma de 4.000 pesos fuertes, suma que pagaría don Santiago

importando una farmacia. En efecto, el 25 de julio de 1884 reconoció Iragorri que desde el 3 de julio de 1864 ciertos bienes

pertenecían a Eder y los relaciona en una lista con sus correspondientes valores. El 7 de octubre de ese mismo año se hizo, en

Palmira, la escritura de traspaso, distinguida con el número 151 (Eder, 1981: 100).

97

pertenecientes al concurso del finado señor Jorge Enrique Isaacs, en la suma de treinta y cuatro mil

doscientos treinta y seis pesos de a ocho décimos y cinco reales, con todos sus enseres y muebles de

esta ciudad (Eder, 1981: 104).

Respecto de la compra de la hacienda El Oriente, como se ve, la hizo al señor José María

Iragorri en la misma provincia de Palmira y colindante con la hacienda de La Manuelita. De

igual manera que le adquirió una casa de teja, situada en la plaza mayor de la ciudad de

Palmira; compra de alambique y trapiche de agua y el valor de varios animales y “otras

partidas que constan en la cuenta que se copia al pie de este documento, tiene el Sr. Pío

Rengifo por la cantidad de veinticuatro mil quinientos ochenta pesos y seis reales de a ocho

décimos en las citadas fincas por haber hecho el remate arriba citado el 20 de abril de 1864 en

compañía con el Sr. Pío Rengifo, como consta en el documento de fecha 29 de marzo de 1864;

y en los mismos términos hice la compra del Oriente, alambique y trapiche de agua” (Eder,

1981: 105).

En lo concerniente a una de las acreedoras más importantes, como lo fue la señora María del

Rosario Rodríguez de Caicedo y sus hijos (en documento suscrito en marzo citado), declara

que se reconoce sobre las haciendas La Rita y La Manuelita la suma de $15.237 8/10, al

interés anual de seis por ciento, a su favor. Y haciendo claridad sobre el remate consigna: “en

esta fecha me ha firmado el Sr. Pío Rengifo un documento en el que declara que no debo nada

sobre el remate de las haciendas de La Rita y La Manuelita y que ha recibido este Sr. Rengifo

y el Sr. Manuel Joaquín Herrera todo el valor del remate, como fiadores y principales

pagadores que fueron en el citado remate; y otro documento me fue otorgado por el Sr. Pío

Rengifo por constar en el presente documento los términos en que ha sido hecho este arreglo”

(Eder, 1981: 105).

Historiadores y juristas han mostrado interés en los aspectos del denominado Caso Isaacs, por

lo que se resaltan otros documentos de la asociación de Rengifo y Eder para la compra de las

fincas, entre ellos en el que este informa que ha puesto “la cantidad de $13.948. 8/10 2r., en

los términos siguientes: $8.997. 8/10 4r., para hacer frente al remate y otros gastos, y $3.589.

1/10 6r. para la compra del “Oriente”, el alambique y trapiche de agua $550 8/10 que he

puesto en animales y $736 1/10 que he desembolsado en dinero para gastos de hacienda y $75

98

8/10 que me han correspondido de utilidad en la redención de los $300 8/10 que se reconocía

en la hacienda de La Manuelita” (Eder, 1981: 105).

Eder indica que “es claridad que este documento se elevará a escritura pública cuando lo tenga

a bien el Sr. Pío Rengifo, de conformidad con el documento de fecha 29 de marzo de 1864 que

queda con toda su fuerza y vigor” (Eder, 1981: 105). Y anota, para precisar, que “por ser todo

lo relacionado en este documento cierto y verdadero me obligo con mi persona y bienes

habidos y por haber; renuncio a todas las leyes que puedan favorecerme, mi domicilio y

vecindad y en los mismos términos se advierte que el Sr. Pío Rengifo será cubierto de la

mayor cantidad que ha desembolsado cuando haya fondos sobrantes y en prueba de su acuerdo

en todo lo expuesto firma este documento conmigo por duplicado, con testigos, en Cali, el día

veintitrés del mes de octubre de 1865. –Pío Rengifo. Santiago M. Eder. Tgos.: Carlos Guerra.

F. Firmat C”44

(Eder, 1981: 105).

Ph. Eder se detiene en el documento aquel en el que consta que su padre y Pío Rengifo, socios

de las haciendas de La Rita y La Manuelita, Oriente y una casa de Palmira, celebraron

contrato para el evento que sobre las expresadas fincas y semovientes, recayesen empréstitos,

suministros y expropiaciones, como consecuencia de los trastornos públicos que pudiesen

surgir de la política del país. Examinemos tan interesante memoria de esos tiempos azarosos:

1º. –Santiago M. Eder en su calidad de extranjero se obliga a hacer las reclamaciones ante el

gobierno por el valor de los empréstitos, suministros y expropiaciones que recaigan sobre

dichas fincas y sus semovientes, siendo del cargo del socio Pío Rengifo abonar al socio Eder

por estos reclamos el quince por cierto del valor que se reclama y siempre que tenga buen

éxito las reclamaciones. Este 15% será pagado por el Sr. Rengifo al socio Eder en la misma

moneda en que el Gobierno pague el valor de estos reclamos.

44 Copiamos la cuenta abreviada que a continuación relaciona el señor Phanor J. Eder, en su libro citado. “Copia de la cuenta

(abreviada) “9.118.4½ que ha puesto el Sr. Rengifo en dinero para hacer frente al remate y de esta suma se ha pagado a la Sra.

María del Rosario Rodríguez y Caicedo $918 8/10; al Sr. Carlos Guerra $900 8/10; de escrituras, $59 8/10; y más a la Sra.

María del Rosario Rodríguez de Caicedo $457; y 578 1/10¼ r. en gastos de la hacienda. Total $9.118. 4½ r. Letra a favor del

Dr. Cayetano González por el crédito de este señor cedido a mi favor…2.000 8/10 / Por el crédito del Dr. Rafael González

Umaña cedido a mi favor…1.000 / “ Letra a favor de los señores Ramón y Francisco Sinisterra. 3.584.6 r Por valor de los

animales que puse en 31 de octubre de 1864…2.399.5 r” / Valor de unos pares de tijeras dos pesos de a ocho… 2 / De

redención de los $300 que reconocía la hacienda de La Manuelita a favor de la iglesia del Salado…300. 8/10 / Entregado al

Sr. Eder para la compra del Oriente, alambique y trapiche…3.589.6 r Dado al carpintero Hauesler…75/ Dado al conductor del

alambique… 60 / Dado al Sr. Eder para gastos de la hacienda…200 / Gastos de la cancelación de escritura de remate La Rita

y La Manuelita…145 /Valor de la casa en la plaza de Palmira… 1.250 8/10/ Valor de 15 caballos, nueve potros y 59 yeguas…

1.000/ 8/10 24.724.5½ r/ Los muebles de esta ciudad importan $266.2 r. / de esta suma me corresponden $138.1 y abono igual

suma. Estos muebles han sido recibidos por las 2/3 de su valor… 138.1 $8/10 24.586.4½ r. Santiago M. Eder. Pío Rengifo.

Testigos: Carlos Guerra – F. Firmat C.” (1981: 105).

99

2º. –Las pérdidas que sufran las citadas fincas por consecuencia de estas expropiaciones,

empréstitos y suministros que sean decretados contra la persona del socio Rengifo, son

imputables solamente al capital de este socio Rengifo, que como nacional es él solo contra

quien pueden dirigirse tales exacciones.

3º. –En el caso de empréstitos, suministros y expropiaciones sobre las citadas fincas sin

designar la persona contra quien obran, toca al Sr. Eder resistirlos y hacer valer sus derechos

de extranjero, pero si hubiera insistencia en esto, por las acciones del socio Rengifo,

manifestará que solo debe gravarse la parte libre del socio Rengifo, si de otro modo no se

pudiere eludir la exacción.

A la seguridad, etc… Cali, el día veinte y cinco del mes de enero de 1866 – Santiago Eder,

Pío Rengifo – Tgos. F. Firmat C. – Antonio Mercado (Eder, 1981: 104).

El instrumento privado en que se establecía la sociedad Rengifo-Eder, firmado en 1864, se

protocolizó mediante escritura pública No. 33, del 26 de enero de 1866, en Palmira, siendo el

propósito la explotación de las haciendas La Rita, La Manuelita, y El Oriente.

Así se vincula la familia Eder a esta región.

Examinando El caso Jorge Isaacs, Alonso Valencia Llano recuerda cómo a la muerte de

don Jorge Enrique, su padre, Jorge Isaacs se vio obligado a enfrentarse a la administración de

las propiedades de su familia, cargadas de deudas, y al incremento que estas tuvieron cuando

debió adquirir nuevos préstamos para poner las haciendas de la Rita y la Manuelita en

producción, “lo que no logró”. En su análisis, Valencia alude a la coincidencia de sus

biógrafos al señalar como causa de su gestión desafortunada, su inclinación a la escritura, lo

que hizo, como se ha anotado, que su hermano mayor, Alcides, decidiera encargarse de la

administración de los bienes familiares. No obstante, observa Valencia que el cambio de

administración “no impidió que Jorge se viera envuelto en una serie de pleitos desarrollados

por el abogado de los herederos del Sr. Pedro José Piedrahíta, uno de los principales

acreedores, que demandaron la mortuoria de don Jorge Enrique ante el juzgado de Palmira, el

13 de mayo de 1864” (Valencia Llano, 2010: 2).

Valencia Llano se refiere a las preguntas que el abogado solicitó que se hicieran a los

testigos45

, indicando que “no dejan ninguna duda acerca de la pésima administración del

45 Dichas preguntas son las siguientes: “Si es cierto i les consta que las haciendas de Santa Rita i la Manuelita quedaron

perfectamente arregladas o reparadas a mediados del año de 1860 i en estado de producción. / Si así mismo es cierto que

cuando el señor Jorge Ricardo Isaacs se encargó del manejo i administración de dichas haciendas de Santa Rita y Manuelita

100

escritor” (2010: 2). Valencia Llano también alude a los ataques de los acreedores y observa

que no estuvieron dirigidos únicamente al poeta. A su madre, doña Manuela Ferrer de Isaacs,

albacea de la mortuoria, también se le criticó su forma de vida y sus niveles de consumo, ya

que, según los acreedores, ello había influido en el decrecimiento de los bienes. Sobre el

particular comenta Valencia Llano: “supuestamente, debía abstenerse de cosas necesarias para

ella y su familia y destinar sus recursos a cancelar las deudas que su marido había contraído,

puesto que se le reclamaba hasta por los alimentos que habían consumido en los tres años

posteriores a la muerte de don Jorge Isaacs” (Valencia Llano, 2010: 3).

Es claro que este tipo de controversia jurídica, en la que intervienen las partes, es de gran

interés en el análisis del derecho, pero especialmente de las estrategias argumentativas de los

abogados, en su propósito de convencer al juez en uno u otro sentido.

A lo expuesto, respecto de la crítica que se hacía a doña Manuela Ferrer Scarpetta, esposa de

don Jorge Enrique Isaacs y madre de la prolífica familia, de la que formara parte nuestro vate

universal, el profesor Valencia se refiere a la intervención de uno de los más destacados

escritores, periodistas y abogados vallecaucanos, la del Dr. Eustaquio Palacios, que “inició la

defensa de la familia señalando que la albacea no tenía responsabilidad si durante la

administración de los bienes se infligía algún daño a los acreedores, sustentando esto en la

justeza de asegurar la sustentación de los herederos legítimos”46

. En el estudio del “Caso”,

señala que para solucionar el problema se recurrió a un “recurso mañoso”. Cuenta que el 2

junio de 1864, Carlos, uno de los hijos, “intervino en la mortuoria reclamando el pago de los

bienes por haber aportado al patrimonio familiar un toro y seis novillonas que le habían sido

ya no había reparo alguno de hacerles, sino solo recoger los fuertes rendimientos que ellas producían, expresando poco más o

menos el mes i el año en que el referido señor Jorge R. Isaacs, por la muerte de su padre, tomó a su cargo las haciendas que

fueron de este. / Digan si en su concepto, no solamente no necesitó el Sr. Jorge Ricardo Isaacs de pedir dinero prestado para

fomento de las haciendas que estaban a su cargo, sino que con los pingües productos de estas pudo mui bien, con algo de

voluntad de su parte, haber pagado alguna cosa de la deuda del finado señor Jorge Enrique Isaacs” (Valencia Llano, 2010: 2). 46 Y a continuación agrega el profesor Valencia Llano que Eustaquio Palacios señaló en su alegato que el deterioro del

patrimonio provenía más bien a los siguientes factores: “1º del menor precio dado a la labranza de las cañas por haberse

pasado estas. / 2º de la destrucción de las cercas i pérdida consiguiente de parte de los animales por la soltura del terreno. / 3º

pérdidas de los mismos por robo i expropiaciones. / 4º disminución en el avalúo de algunos bienes raíces como ramadas i

parte del edificio de habitación. / I si eso es así, ¿puede decirse con justicia que la señora viuda es responsable por el déficit

que ha resultado? ¿Cómo podía remediar el daño de la caña i la destrucción de las cercas i la pérdida de los animales, cuando

es notorio que estos perjuicios han sido inevitables por consecuencias de la guerra? I últimamente, ¿cómo podía impedir que

se nombrasen otros evaluadores i que estos diesen un avalúo distinto a casi todos los bienes i aún a las fincas raíces? ¿Tienen

acaso los evaluadores obligación de sujetarse a una regla fija e invariable para la apreciación de las cosas?” (2010: 3).

101

dadas por sus padrinos Mariano Córdoda y Leonor Vallecilla. Previa declaración de los

testigos, el coronel Cerveleón Núñez y Rafael González Camacho, que lograron que 7 reses se

convirtieran en 280, la deuda le fue pagada” (Valencia Llano, 2010: 3).

Como es sabido, y expone el estudioso del “Caso Jorge Isaacs”, el remate de los bienes de la

familia no llevó a que los problemas jurídicos del poeta terminaran, puesto que el 20 de abril

de 1864, cuando se había traslado a Bogotá, “se vio obligado a recurrir al Dr. José María

Vergara y Vergara para que lo representara jurídicamente, pues aún se le seguían cobrando

dineros tomados por él para poner en producción las haciendas” (Valencia Llano, 2010: 3).

Fue por haber acudido a los servicios de este distinguido profesional que entró en contacto con

El Mosaico47

, donde lo invitaron a leer su poesía, alcanzando el reconocimiento sincero y la

altísima admiración de sus miembros, que de inmediato acordaron publicar sus versos,

iniciando una figuración literaria que lo acompañaría hasta el último día de su vida. Esta

figuración trascendió las fronteras nacionales y lo hizo universal, como ha llegado hasta

nuestros días.

Dados los problemas económicos, Jorge Ricardo Isaacs opta por su participación en la

administración pública y, en 1864 y 1865 actúa como subinspector del Camino de

Buenaventura, por nombramiento que le hiciera el General Tomás Cipriano de Mosquera. Es

47 Gómez Restrepo registra la ocasión, en su Historia de la Literatura Colombiana, que en 1864 volvió a Bogotá. Nadie lo

conocía como poeta; se presentó a don José María Vergara y Vergara, generoso animador de la juventud y favorecedor

entusiasta de todo cuanto creía digno de aplauso. Encantado con los versos del joven desconocido, lo invitó a una reunión de

la tertulia literaria de El Mosaico a la que concurrieron eminentes personalidades. El éxito fue inmediato. Lo romántico y

hermosa figura del joven caucano, el grato timbre de su voz y la belleza de las composiciones que leyó, y que eran verdadera

poesía, merecieron a Isaacs un fervoroso aplauso de todos los concurrentes, quienes, con rara generosidad, resolvieron costear

la impresión en volumen de aquellas muestras de un original ingenio. Allí mismo se firmó un acta, muchas veces reproducida,

y que merece conservarse, porque honra tanto al poeta como a sus nuevos amigos. Dice así: “En una de las últimas noches del

mes de mayo, estábamos reunidos en casa de uno de nosotros y esperábamos oír las poesías de un joven cuyo nombre nos era

hasta entonces apenas conocido. / “Leída la primera composición, experimentamos dos sentimientos: de admiración el

primero, admiración semejante a la que produce la vista de una de las magníficas auroras del Cauca. De temor el segundo, al

pensar que aquellas armonías, que tan dulces nos habían parecido, podían quizás desvanecerse, que la inspiración del poeta

pudiera haber sido fugitiva. / “Pero nuestra admiración creció, y la lectura de las otras composiciones disipó nuestro temor.

Entusiasmados al fin, ofrecimos al inspirado joven las sinceras simpatías de nuestros corazones, expresadas en fervorosos

elogios. / “Dímosle cuanto pudimos darle; devolvémosle ahora las poesías que entonces nos leyó manuscritas; dámosle

también nuestros nombres, firmando no una recomendación, que para tánto no nos creemos competentes, sino una carta de

introducción para el público: a este toca juzgar el mérito del libro que le presentamos./ Bogotá, 24 de junio de 1864./ J.M.

Samper, J. Manuel Marroquín, Ezequiel Uricoechea, Ricardo Carrasquilla, Aníbal Galindo, Próspero Pereira Gamba, Diego

Fallon, J.M. Quijano Otero, Rafael Samper, Teodoro Valenzuela, J.M. Vergara y Vergara, Ricardo Becerra, Salvador

Camacho Roldán, Manuel Pombo” (1946: 177).

102

del caso recordar, como ya se dijo, que su padre había sido socio de esta empresa, en la que

participó el General, y a quien su padre igualmente había representado en ella.

Las duras condiciones de trabajo a las que se vio sometido son expuestas por el mismo Isaacs,

en carta que le dirigiera a su amigo Adriano Páez:

Hay una época de lucha titánica en mi vida: la de 1864 a 1865; viví como inspector

del camino de Buenaventura, que se empezaba a construir entonces, en los desiertos

vírgenes y malsanos de la costa del Pacífico. Vivía entonces como salvaje a merced

de las lluvias, rodeado siempre de una naturaleza hermosa, pero refractaria a toda

civilización, armada de todos los hálitos emponzoñados de la selva. Los trescientos o

cuatrocientos obreros que tenía bajo mis órdenes y con quienes habitaba como un

compañero, tenían casi adoración por mí. Trabajé y luché hasta caer medio muerto

por obra de la fatigante tarea y del mal clima (Valencia Llano, 2010: 5).

Con ocasión de su vinculación al liberalismo, Isaacs fue nombrado Cónsul en Chile, como

hemos visto, cargo que desempeñó entre 1871 y 1872. Valencia Llano retoma las actividades

de este, cuando decidió, en asocio con el señor Recaredo Miguel Infante, en 1873, volver a

dedicarse a las labores agrícolas, adquiriendo el 1 de marzo de dicho año la Hacienda

Guayabonegro, igualmente situada en la municipalidad de Palmira. Observa que las

especulaciones agropecuarias terminaron nuevamente en rotundos fracasos, por lo que su

socio, el señor Infante, regresó a Chile, obligando a que el poeta se endeudara para poder

pagar los aportes que el chileno no había hecho a la sociedad.

En aquel tiempo el escritor publicó un aviso en los principales periódicos caucanos ofreciendo

la propiedad, en lo que él denominaba, “términos muy ventajosos”, y al no aparecer

comprador intenta, durante los primeros meses de 1875, que el anterior propietario, señor

García Echeverri, se la recibiera de nuevo, con las mejoras como pago total de las deudas que

con él tenía. Como García Echeverri rehusó las diferentes propuestas, el poeta se vio obligado

a concurrir, el 12 de abril de 1875, ante el señor Juez del Circuito de Palmira, para ceder a sus

acreedores los bienes que poseía, publicando, además, un folleto titulado A mis amigos y a los

comerciantes del Cauca (Cali, 20 de julio de 1875); publicación que muestra “las angustias

económicas por las que pasaba el poeta” (Valencia Llano, 2010: 7).

103

Con este nuevo fracaso la imagen de Isaacs como empresario rural, volvió a afectarse.

Comenta Valencia Llano: “la situación era tan grave que existían serias dudas acerca de su

probidad, pues se pensaba que se trataba de una ruina fingida con la que se pretendía timar a

los acreedores” (2010: 8). Luis Carlos Velasco Madriñán, en su libro El caballero de las

lágrimas, trae la expresión de los sentimientos del poeta en aquellos momentos, que quedaron

plasmados en las primeras frases del folleto: “Ya no se especula solamente sobre el fruto de

mis tareas penosísimas desde febrero de 1873 hasta hoy; se especula sobre mi honra, y siendo

esa honra la de mis hermanos, y lo único que podré legarles a mis hijos, defenderla es un

imperioso deber48

.

La publicación motivó a que otros empresarios y políticos caucanos, como César Conto,

Jeremías Cárdenas, Modesto Garcés, José Quijano W., Zenón Fabio Lemos y Roberto

Zawadzky, igualmente publicaran una nota refiriéndose a los reveses de fortuna de Isaacs, a

las dificultades derivadas de los problemas ocasionados por la mortuoria de su padre,

resaltando su honorabilidad y criticando a aquellos que se hacían eco de las murmuraciones

que se propalaban en su contra, todo, como un homenaje a su amistad y en el deber de hacerle

un justo reconocimiento.

Isaacs, aludiendo a la acción judicial que iniciara en su contra el señor Manuel García

Echeverri, por intermedio de su apoderado, el Dr. Rafael Prado Concha, dijo: “Jorge Isaacs, en

la cesión voluntaria de bienes que tengo hecha en favor de mis acreedores, a usted

respetuosamente digo: que después de haber agotado los medios de conciliación para llegar a

un arreglo amistoso y justo con el señor don Manuel García Echeverri, me ejecutó este sin

piedad, y me vi en la imprescindible necesidad de hacer cesión de bienes”. Añade Isaacs que

48 El folleto citado continúa así:

“Cuando en enero de 1873 volví de las repúblicas del sur al Cauca, el país tenía confianza y sobrados motivos para tenerla, en

la inmediata y formal construcción del ferrocarril que ha de proporcionarle fácil comercio con los ricos mercados de ambos

mundos y una prosperidad que ni sospechan algunos hijos de esta fecunda región, poco menos que despoblada aún y apenas

conocida en América./ Nadie ignora las seguridades que se habían recibido y recibían del gobierno nacional y de los

empresarios, y bien se recuerda lo raro que debía ser, en esta ciudad y en el Cauca todo, encontrar personas de buen criterio

que estimase en poco aquellas seguridades confirmadas en publicaciones frecuentes. / Contándose con que pronto se le daría

comienzo a la construcción del Ferrocarril del Pacífico, y siendo obvio que en cualquier caso perjudicaría a los empresarios

interrumpir la obra; calculando principalmente por lo visto en otros países de Sud América que se han hallado en iguales

circunstancias, el rápido aumento que habría de adquirir el valor de ciertas propiedades rústicas, ningún plan de negocios pudo

haber sido más sencillo y certero que comprar en el Valle haciendas de excelentes condiciones por su feracidad, situación,

etc., mejorarlas y conservarlas por algún tiempo y venderlas después aprovechando el mayor precio que fincas de tal clase

habrían de obtener./ Si calcular así fue un error mío, como ya tarde hube de reconocerlo, también lo ha sido de muchos

hombres inteligentes y laboriosos del Cauca, que pagan hoy muy cara la confianza que en la alta posición y recursos de la

Compañía empresaria se tuvo aquí, fundándose tan funesta confianza en la honorabilidad de los agentes y abogados de la

Compañía. ¡Ojalá hubiese sido yo en el Cauca la única víctima de aquel error!” (Velasco Madriñán, 1987: 343)

104

hizo la cesión de bienes ante el juez del circuito de Cali, que era el de su domicilio de

siempre49

, y ya estaría finiquitado el asunto si el señor García Echeverri no se hubiera

“obstinado en llevar el asunto a Palmira, teatro de sus mayores influencias, y donde creyó que

todo marcharía a su favor, teniendo por abogado al más hábil de los abogados de la ciudad.

Así consiguió el señor García Echeverri, no lo que se proponía lograr –quedarse con todo lo

que yo había costeado en mejorar la hacienda de Guayabonegro–, sino el deterioro de la finca

durante la revolución, sin recibirla cuando quise lo hiciera antes” (Valencia Llano, 2010: 11).

Por su parte, el Dr. Prado Concha, abogado de la contraparte, se dirigió al tribunal, el 14 de

noviembre de 1877, manifestando: “No me ocupo del escrito del señor Isaacs, porque nada, y

menos que nada, me importan las opiniones que se forme este señor de mi poca o mucha

habilidad como abogado; y con razón tanto mayor cuando que nunca he hecho alarde de esta

habilidad; como no la he hecho, ni la haré jamás, de ser un práctico y hábil negociante para

arruinar a mis acreedores” (Valencia Llano, 2010: 12).

Lo cierto es que, como anotan Valencia Llano y otros estudiosos de los problemas económicos

y jurídicos de don Jorge Isaacs, como se puede constatar en su correspondencia, Isaacs

“intentó valerse de leguleyadas y de influencias políticas para lograr un avalúo de bienes que

le fuera favorable” (2010: 12).

Entre la importante documentación que contiene El caballero de las lágrimas, Velasco

Madriñán incluye la carta escrita por Isaacs en Popayán, el 16 de diciembre de 1877, a su

amigo Simón Arizabaleta que demuestra, efectivamente, tal juicio de valor sobre su proceder

judicial. A esa carta que se refiere Valencia Llano pueden remitirse los lectores interesados en

conocer este rasgo de la personalidad del polifacético hombre público. Lo mismo se evidencia

en la misiva de fecha 30 de septiembre (Velasco Madriñán, 1987: 278).

Valorando las estrategias de Isaacs, se llega a la conclusión de que estas no le dieron los

resultados esperados; sus bienes fueron embargados, avaluados y rematados en favor del señor

49 Al margen de todas estas polémicas sobre el lugar del nacimiento de Isaacs y su domicilio, dialogué con el académico

Alberto Silva Scarpetta, quien considera que, en todo caso, fueron los paisajes palmiranos de las Haciendas La Rita y La

Manuelita la impronta que llegó al alma del poeta, los mismos que canta y exalta en su hermosa novela y en muchos de sus

poemas (Encuentro en La Rita, 23 de octubre de 2010).

105

García Echeverri. El avalúo alcanzó la suma de $17.934,60 de pesos y el señor Echeverri pagó

la suma de $18.000 por ellos. Incluso quedó un acreedor inconforme, el señor Ernesto

Cerrutti50

, que demandó la acción judicial presentando una escritura de hipoteca, en la que

Isaacs le reconocía una deuda, que no prosperó, dado que la hipoteca del señor García

Echeverri era más antigua. También queda en evidencia el estado de los bienes que fueron

motivo de la acción judicial, reflejo de la situación económica de Isaacs, tal como puede verse

en el siguiente aparte de la información que suministra Velasco Madriñán: “la casa de

habitación, parte de ella en mal estado, un tinajero viejo, un trapiche montado de piedra, un

cántaro de cobre con su culebra, etc., etc. Un cacaotal, una parte limpio y otra en mal estado,

un rastrojal, un monte que pertenece a la hacienda a orillas del llano, un mangón de pasto

común a orillas del río Fraile” (Velasco Madriñan, 1987: 278).

Otros momentos de la dura lucha por la supervivencia de Isaacs fueron igualmente difíciles y

dolorosos. Esta angustia pasa por las actividades empresariales que realizó en 1881, cuando el

presidente Rafael Núñez lo nombró secretario de una comisión científica que se encargaría de

estudiar los territorios colombianos en lo referente a ciencias naturales y geografía. Aunque la

comisión comenzó sus labores dirigiéndose hacia los estados de Bolívar y Magdalena, Isaacs

se separó e inició investigaciones por su propia cuenta. En el occidente del Magdalena, entre

los ríos Aracataca y Fundación, descubrió los primeros yacimientos de carbón, cuyas muestras

fueron enviadas al gobierno nacional, que hizo poco caso de ellas. El nuevo explorador da

cuenta en su correspondencia de que vivió once meses, únicamente con $200 que le había

suministrado el gobierno nacional, y casi año y medio sin recibir sueldo alguno. En 1884 se

desempeñó como director de instrucción pública en el Tolima.

Al enterarse de que se pretendía formar una compañía de accionistas nacionales y extranjeros

para aprovechar los yacimientos de carbón que él había descubierto, se dirigió al Ministerio de

Hacienda, para que se le permitiera a él explotarlos por su cuenta, y el presidente Rafael

Núñez, que era amigo suyo, le otorgó este privilegio en 1886. En noviembre de ese mismo año

dio comienzo a la segunda expedición, que lo llevó a descubrir grandes yacimientos de fosfato

de cal en la Guajira. Esa expedición terminó en abril de 1887, cuando se enrumbó a las costas

50 El mismo al que nos referimos anteriormente.

106

de Urabá, auspiciado por el señor José María Goenaga, Gobernador de Bolívar. Allí descubrió

bancos de hulla, fuentes de petróleo y depósitos de fosfato. Este fue un momento de gran

alegría para Isaacs51

.

Relatando lo que fueron los últimos años de vida de este hombre carismático, Valencia Llano,

resalta, una vez más, las afugias que vivió:

En 1888, minada su salud por el paludismo, decide establecer una finca pequeña en

Ibagué, bautizada con el nombre de La Clemencia, donde logra establecer algunas

explotaciones de oro. / Los contratos para la explotación de las hulleras solo

quedaron perfeccionados en 1890, cuando se promueven negociaciones con

industriales de Nueva York que fracasan en 1892. Posteriormente, en el Estado de

Virginia se establece la Sociedad Pan America Investment Company, la que propuso

a Isaacs la compra de sus derechos en hulleras y petróleo, los que fueron traspasados

en junio de 1894 (Valencia Llano, 2010: 16).

Las operaciones de compra de las propiedades, completamente documentadas, contribuyen de

manera abundante al conocimiento de las normas y procedimientos de aquella época,

constituyendo un referente histórico-jurídico de gran valor para la región vallecaucana y para

el país en general.

51 El profesor Valencia Llano, transcribe apartes de la carta que Jorge Isaacs le escribiera al señor Justo Sierra, fechada en

Ibagué el 4 de mayo de 1888, y en la cual le relata la alegría del descubrimiento: “Acabé los estudios de la costa felizmente,

con mucha fortuna. Las hulleras que descubrí en el Golfo de Urabá (Darién del norte) son una riqueza fabulosa. Estoy ya

asociado para coronar la empresa, contratar en el extranjero, etc., etc., con la fuerte y bien acreditada casa de los señores José

Camacho Roldán & Compañía. El socio administrador de la casa irá en junio y julio a los Estados Unidos y Europa, ocupado

en esa labor, y en agosto o septiembre me reuniré en la costa con el ingeniero doctor que el Sindicato constituido al efecto,

envíe a estudiar las hulleras. Hallarán que son más que lo que –sobrio en mis informes– he dicho” (2010: 18).

107

CAPÍTULO IV

De la vida cotidiana en el proceso de formación de nuestras instituciones y de la

nacionalidad colombiana

Es conveniente retomar dos aspectos determinantes del siglo XIX: a) sus guerras;

y b), el discurrir de la vida cotidiana en el proceso de formación de nuestras

instituciones y nacionalidad.

Aunque aparentemente este capítulo se aparta del juicio de sucesión y del

concurso de acreedores de don Jorge Enrique Isaacs Adolfus, su finalidad no es otra

que la de contextualizar su periplo vital en el decurso de ese siglo, caracterizado por

tantas guerras, rebeliones y contradicciones ideológicas. Trasunto de toda esta

conflictividad, fueron los sucesivos tránsitos de legislación, y las consiguientes

dificultades de interpretación normativa. Es necesario, pues, tener presentes a los

acontecimientos que caracterizaban el discurrir la vida cotidiana de aquellos días, los

cuales permiten entender, de una manera más adecuada, las dificultades

económicas, los pleitos entre las partes, las determinaciones judiciales y medidas

gubernativas que aparecen en estos juicios.

Siguiendo a Anderson, Uribe de Hincapié y López Lopera (2006) consideran que

“la nación moderna es algo más que territorio, pueblo, religión, lengua, cultura e

historia colectivamente vivida; es ante todo, una comunidad política imaginada,

formada a través de representaciones sociales muy complejas pero nucleadas en

torno a una supuesta identidad de los miembros con el colectivo, que es

precisamente lo que le otorga cohesión, integración, permanencia, estabilidad y

continuidad en el tiempo al grupo social que se autodefine como nacional” (p. i). En

este estudio hemos venido resaltando algunos factores históricos que inciden en la

108

formación de los rasgos más característicos de nuestra concepción nacional

multiétnica y policultural; referentes que nos permite reconocernos como miembros

de este país.

4.1. Las guerras.

Sobre las guerras civiles y las confrontaciones armadas ocurridas en el territorio

de la Nueva Granada, en especial las del periodo comprendido entre 1839 y 1854,

anotan Uribe de Hincapié y López Lopera (2006), “guerras entre ciudadanos, guerras

por la nación, por la definición y unificación del territorio, por el establecimiento de

poderes y dominios con capacidad de control y dirección política; por la instauración

del Estado moderno y por la generalización y ampliación de sus referentes de orden:

soberanía, derechos y ciudadanía; luchas cruentas y violentas por el control de los

grandes monopolios públicos: el de la violencia legítima, el de los impuestos, el del

control administrativo territorial y el de la definición moral y cultural del pueblo de la

nación” (p. ii).

Estas investigadoras consideran que las guerras por la nación y por el estado no

se agotan en los enfrentamientos armados ni directos, en el choque de ejércitos

rivales, en la sangre derramada, en el humo de las batallas o en los cadáveres

esparcidos por campos y ciudades; que las guerras por los estados nacionales no se

circunscriben a la acción bélica propiamente dicha, pues se desenvuelven en

contextos sociopolíticos y en tramas de relaciones de poder, dominio y control, que

coimplican al conjunto o por lo menos a sectores amplios y representativos de la

nación que no participa en las confrontaciones armadas directas. “Las guerras por la

nación como las que nos ocupan se anudan con la política e impregnan y redefinen

109

sus prácticas, sus discursos, sus acciones, sus representaciones e imaginarios y

para el caso latinoamericano, como bien lo dice Escalante Gonzalbo, “conllevan una

forma de hacer política y de entender la política que no podría prescindir del Estado

pero que nunca se agota en el Estado” (Uribe de Hincapié y López Lopera, 2006: ii).

En aquellos tiempos la población vivía con las armas empuñadas. En este capítulo

retomaremos, a grandes rasgos, las guerras del siglo XIX en Colombia, y algunas de

las numerosas rebeliones en los Estados, llamando la atención sobre aspectos de la

vida de Jorge Isaacs padre, como también resaltando la intervención del poeta en el

curso de las mismas.

Es del caso principiar, obviamente, por la contienda de independencia: 1810-1824,

siguiendo a este respecto al historiador Álvaro Tirado Mejía, en su artículo El Estado

y la Política en el siglo XIX (Tirado Mejía. 1992: 363). Se considera que en razón de

la quiebra del estado colonial y el desbarajuste consecuente de la guerra, ante una

burocracia no rehecha, sólo había dos fuerzas organizadas: el poder militar y el

eclesiástico. Anota Tirado que los proyectos bolivarianos eran jerarquizados y

“cesaristas”, y como Venezuela fue el principal teatro de las operaciones militares, el

grueso de la oficialidad procedía de allí; que de hecho surgió una oposición entre el

proyecto bolivariano y sus oficiales, con los hacendados y comerciantes de

Colombia.52 A la vez, los estudiosos de esta época señalan que el ejército, al permitir

el acceso de negros, mulatos y mestizos, generó cierta movilidad social. Los

conflictos, entre civiles y militares, tomaron muchas veces la forma de un conflicto

racial.

52 A los granadinos se les denominaba “Lanudos” y, a los venezolanos, “Caraqueños”. (Tirado Mejía. 1992: 363)

110

La Guerra de los Conventos, o de los Supremos (1839-1841).

El punto de partida de esta guerra fue la ejecución de una disposición tomada

desde 1821, que se venía posponiendo, por la cual se debía suprimir por

antifuncionales los conventos que albergaran menos de ocho religiosos, para

destinar sus locales y bienes a la educación.

La anterior determinación, y a nombre de la religión ultrajada, logró concitar a la

población del sur contra el gobierno. El clero de la región buscó el apoyo de la

jerarquía ecuatoriana, “y el gobierno de aquel país, dentro de un contexto de

fronteras aun no definidas, terció como elemento en el conflicto” (Tirado Mejía, 1992:

368). Así mismo, los caudillos militares, supérstites de la Independencia, los

“Supremos” de cada región, a la muerte de Santander, no satisfechos en sus

aspiraciones por el poder central, bajo la coordinación de José María Obando

(primus interpares), se levantaron en guerra y la mantuvieron durante tres años.

Jorge Enrique Isaacs en 1840 compra la hacienda Concepción de Amaime,

antigua Hacienda Real, que perteneciera a los jesuitas; y el 6 de marzo de 1847,

firma una hoja volante, con otros 22 terratenientes caucanos, en la cual, por una

parte, apoyándose en la Biblia, señalan que los propietarios de esclavos53 sí pueden

ser buenos cristianos y, por otra, que es ruinoso seguir el ejemplo colombiano de

decretar la libertad de partos sin indemnización (Cristina, 2005: 230).

53 Sobre la resistencia que suscitó la liberación de los esclavos, son ilustrativos los argumentos expuestos por los propietarios, los cuales aparecen relacionados en los Ensayos de historia social de Jaime Jaramillo Uribe (2001). Ver al respecto la controversia jurídica y filosófica librada en la Nueva Granada en torno a la liberación de los esclavos y la importancia económica y social de la esclavitud en el siglo XIX (p. 167-191).

111

La propuesta abolicionista de la esclavitud tuvo influencia en la Guerra de los

Supremos e importantes implicaciones políticas en el proceso de diferenciación de

los grandes partidos tradicionales de Colombia. En este sentido Frank Safford, citado

por Jorge Castellanos (1980).

Sostiene Castellanos que “toda afiliación al obandismo en aquella época equivalía

a una afiliación a la tesis abolicionista” (1980). Este autor examina la causa criminal

que guarda el Archivo Central del Cauca, seguida contra José Antonio Tascón (libre),

por rebelión y asesinato; José Antonio Hoyos (esclavo), por asesinato; Bernabe

Rincón (libre), por rebelión y traición, y Apolinario Castro (esclavo), quienes fueron

sentenciados con ocasión de los alzamientos residuales de La Guerra de Los

Supremos, como lo fueron los ataques a escoltas judiciales en Quebradaseca, el

asalto a la casa del mayordomo de la Hacienda de Japio, o el robo de ganado en el

Paso de la Bolsa, a las penas de muerte e infamia, y cuya ejecución se llevó a cabo

el 31 de octubre de 1843 en la Plaza Mayor de Caloto. Otros insurrectos vinculados a

esta causa fueron condenados a trabajos forzados en la cárcel pública de Popayán.

Al respecto opina Castellanos: “los esclavos y los hombres libres que seguían a José

Antonio Tascón y a Bernabé Rincón, tenían sin duda de ninguna clase, como uno de

los propósito esenciales de su movimiento, la liquidación definitiva de la esclavitud en

la provincia de Popayán y en toda Colombia” (Castellanos, 1980: 71)54.

Una interesante aproximación a la formación de los partidos se encuentra en la

biografía del General Tomás Cipriano de Mosquera (1979), escrita por Diego

54 Otro documento de gran valor para conocer de este momento histórico, es el Memorial que los vecinos de Popayán enviaron a la Cámara de Representantes, el cual puede leerse íntegramente en Carlos Restrepo Canal, La libertad de los esclavos en Colombia, según lo refiere Castellanos (1980: 66).

112

Castrillón Arboleda (pp. 151-158). Refirámonos brevemente a este protagonista,

considerado una de las personalidades más singulares de la política neogranadina:

“El segundo hijo de una familia aristocrática de Popayán, ambicionó hazañas y

honores. En 1826, como intendente de Guayaquil, fue el primero de los líderes

militares en conseguir apoyo local para instaurar un orden bolivariano. No mucho

después, el liberal moderado Juan de Dios Aranzazu lo describió como poco

confiable y “versátil”, un hombre <<que cambia a menudo de opiniones; que hoy

besa el látigo dictatorial y mañana entona himnos a la libertad>>…” (Palacios y

Safford, 2002: 371).

Mosquera “durante la guerra interna de 1839-1842, horrorizó incluso a algunos

partidarios del gobierno al ejecutar a varios líderes rebeldes” (Palacios y Safford,

2002: 371), mientras la mayor parte de los moderados que apoyaban al gobierno

pensaba que la guerra civil era un desastre, “Mosquera consideraba que la

contienda, y aparentemente también sus ejecuciones, eran sucesos gloriosos”

(Palacios y Safford, 2002: 371).

Palacios y Safford se detienen a considerar una carta fechada en 1841, en la que

daba cuenta de las ejecuciones más notables, cuando escribió: “<<La República ha

tomado una actitud hermosa, y aunque estamos empobrecidos, hay ya mucha

fuerza moral (…) Una guerra interior militariza la Nación y la prepara para

grandes hechos>>.55

55 Antes de su elección, la posibilidad de que el general Mosquera pudiera ocupar la presidencia era

vista con alarma por algunos, incluso por sus propios hermanos” (Palacios y Safford, 2002: 371 Resalto).

113

A propósito de este lenguaje, es del caso volver a Las palabras de la guerra,

sobre las memorias de las guerras civiles en Colombia, de Uribe de Hincapié y López

Lopera (2006), quienes al respecto anotan: “Si la acción política no puede escindirse

de las acciones bélicas cuando se trata de guerras por la nación y por el Estado, esto

querría decir que las guerras por la nación no son mudas, son guerras con palabras,

con relatos, con narraciones, con discursos y metáforas; con propósitos y proyectos

explícitos que deben ser conocidos y acatados por el pueblo-nación en el intento por

articular de manera orgánica a los sujetos sociales con los grandes propósitos

político-militares que se definirían por la vía armada” (p.iii)56.

56 Observan Uribe de Hincapié y López Lopera que esto quiere decir que las guerras civiles por la

construcción de órdenes nacionalitarios y Estados modernos, demandan justificaciones morales; que exigen razones y explicaciones, requieren argumentos sobre la necesidad o la utilidad de la misma, con el objeto de que las acciones trágicas y violentas tengan sentido y su dimensión pública. Y anotan que “las palabras en las guerras civiles o guerras por el Estado-nación, son predominantemente públicas, van dirigidas a un público y no se circunscriben a la simple descripción de eventos o sucesos episódicos. Como van orientadas a justificar el sentido de las acciones, presentan los eventos en una trama argumental mediante la cual se interpreta lo acontecido inscribiéndolo en un contexto histórico-político más general; lo que lleva aparejado una visión de la moral y la política; una utopía que debería alcanarse o un gran peligro que sería necesario evitar” (p. iii).

El estudio de estas autoras sobre Las memorias de las guerras civiles en Colombia, desde la perspectiva de las ciencias del lenguaje, evidencia la dimensión retórica de la política. Al respecto sostienen que las palabras de la guerra van dirigidas a convencer, a argumentar, a lograr compromisos e identificaciones, a producir efectos pertinentes en el lector o en el oyente, “de tal manera que lo induzcan a las adhesiones y los respaldos contribuyendo de esta manera a que el público se identifique con los procesos bélicos que se llevan a cabo o a que rechace y critique los del contrario” (p. iii). Sostienen que se trata, de discursos y relatos dichos en público y dirigidos a públicos y auditorios susceptibles de ser convencidos por la movilización de valores. Las autoras expresamente consideran la posibilidad de que los destinatarios sean movidos por la justeza, la necesidad o la oportunidad de usar las armas y aplicar la fuerza para lograr objetivos políticos o que al menos puedan expresarse como tales y presentes como si fuesen de interés para el conjunto de la sociedad, así no los tengan o respondan a procesos más privados y menos presentables o representables; por lo tanto, las palabras en las guerras tienen que ser creíbles, convincentes y verosímiles.

En la relación entre la retórica y la política, siguiendo a Aristóteles, concluyen que existe una retórica asociada con los eventos bélicos y que las palabras de la guerra “no escapan a la poética”. Anotan que “las guerras en su estructura, son tragedias, poemas épicos o a veces comedias y sátiras sangrientas y también van dirigidas al público y orientadas a producir efectos pertinentes en el lector y en el oyente” (p. iii); que apelan a sus sentimientos y vivencias y buscan producir determinados efectos: terror, compasión, develan noblezas y bajezas de héroes y villanos, “caracteres y emociones que inducen al público a experimentar el placer de conocer y de sentir aquello que constituye el eje central de la tragedia; esto es, terror y compasión” (p. iv).

114

La guerra de 1851

Las transformaciones llevadas a cabo por el Presidente José Hilario López, dieron

lugar a esta guerra, en la que se alinearon los contendientes en los dos partidos, ya

como liberales y conservadores. Los esclavistas del occidente del país se levantaron

contra la medida abolicionista y las disposiciones laicizantes; de igual manera,

jóvenes políticos pregonaban el cambio en reemplazo del círculo que venía

detentando el poder. Constatamos en estos pronunciamientos ideológicos, el

enfrentamiento de dos proyectos diferentes de nación, el cual repercutirá

significativamente en la historia del país, no sólo durante el agitado y convulsivo siglo

XIX, sino también durante el siglo XX, hasta el actual momento de la vida nacional.

Como lo considera Jaramillo Uribe (2001) a propósito de la generación romántica

de 1850, es sorprendente que el pathos romántico que satura el pensamiento

neogranadino hacia 1850, no se hiciera presente con la debida intensidad al enfocar

el problema de la esclavitud. Este autor afirma que aparte de algunas frases y de uno

que otro poema, “los argumentos teóricos que se esgrimen en pro o en contra de la

situación del esclavo, son los mismos que había apoyado la lucha de la generación

de la independencia en pro de la abolición” (Jaramillo Uribe, 2001: 186).

Expresamente se refiere a que la esclavitud es contraria a la razón y a la filosofía, a

la civilización y a los intereses de la humanidad, para concluir, “es decir, los

argumentos que la generación anterior había escuchado de los labios de Reynal, de

Clarckson o de Filanggieri”. (Jaramillo Uribe, 2001: 186).

Jaramillo Uribe se pregunta: ¿Cuáles pudieron ser las razones de este fenómeno?

“Se pueden aventurar dos hipótesis. Por una parte, la conciencia de la imposibilidad

115

de mantener la esclavitud había llegado a su grado absoluto de saturación.

Defenderla era una osadía impermisible. A lo sumo podrían discutirse los caminos

prácticos para eliminarla y el derecho que tenían los propietarios a recibir una

indemnización del Estado. Sólo voces aisladas y anacrónicas, como fue el caso en

Colombia de algunos propietarios de la ciudad de Cali, se atrevían tímidamente a

justificarla”. (Jaramillo Uribe, 2001: 186).

Tratando de responder este autor a su pregunta, anota que todos los matices de

la opinión pública y política estaban de acuerdo en que la esclavitud era, como lo

expresaba el presidente de la Nueva Granada José Hilario López en un mensaje al

congreso en pro de la liberación definitiva, “un legado de la barbarie, incompatible

con la filosofía del siglo y con los dictados de la fraternidad cristiana” (Jaramillo Uribe,

2001: 186). Y a propósito de la libertad definitiva que acababa de aprobar la ley del

21 de mayo de 1851, Jaramillo Uribe cita al historiador Restrepo <<Aunque la ley

fuera un ataque directo contra la propiedad, la opinión general de los granadinos la

favoreció por ser ya necesaria para conservar el orden y la tranquilidad pública.

Después de las continuas declamaciones de los liberales contra la esclavitud

personal, habría sido peligroso no haber dado este paso, arduo por cierto, pero que

debía producir bienes muy grandes en lo venidero. Todo el mundo se persuadió en la

Nueva Granada de que grandes males no se pueden curar sin remedios enérgicos

como la citada ley>> (Jaramillo Uribe, 2001: 186).

La segunda explicación del fenómeno analizado por Jaramillo Uribe57 era la

presencia de los nuevos fenómenos sociales propios de la sociedad industrial en la

57 Este autor no deja de sorprenderse que mientras poetas, novelistas y dramaturgos mitifican el

pueblo y traen a la poesía y a la novela el tema del pobre, del mendigo, del presidiario, del huérfano,

116

época del crecimiento del capitalismo europeo, “que hizo aparecer los nuevos tipos

desgraciados que conmovieron la conciencia social de los románticos,

particularmente de los románticos franceses” (Jaramillo Uribe, 2001: 186). En este

ensayo de historia social el autor se refiere a cómo Hugo, Lamartine, Dumas, Sue, se

conmueven con la suerte del obrero, del niño huérfano, de la mujer desgraciada, de

los miserables de los bajos fondos urbanos y hacen de sus tribulaciones la materia

de su temática novelística y poética. Y agrega: “y fue tan avasalladora la influencia

de sus ideas en la Nueva Granada de entonces, que el espíritu romántico no aparece

al tratar el problema de la esclavitud o al menos no adquiere la intensidad que posee

cuando se refería a los seres de los subfondos humanos” (Jaramillo Uribe, 2001:

187).58 Este momento histórico permite contrastar la mentalidad iluminista de los

precursores de la independencia, bajo la influencia de la Expedición Botánica; las

determinaciones de los independentistas y sus promesas de libertad, en especial las

dirigidas a obtener la adhesión de los esclavos; la resistencia de los terratenientes y

esclavistas, dándole largas a la manumisión; y la llegada de una nueva generación

deseosa de fundar una nación más igualitaria. Hay que detenerse en el análisis de

los documentos de la época, para darse cuenta de la repercusión de la propuesta de

la abolición de la esclavitud en la vida económica, política y social de Colombia,

desde las proclamas de Bolívar en 1816, 1817, 1818, las cuales reiteró en Angostura

de la mujer desgraciada y de la prostituta “el tema de la esclavitud se deja a los juristas, se convierte en un problema de abogados, debatido con pobre argumentación filosófica y casi sin presencia en la literatura” (Jaramillo Uribe, 2001: 187). 58 Este autor no deja de sorprenderse que mientras poetas, novelistas y dramaturgos mitifican el pueblo y traen a la poesía y a la novela el tema del pobre, del mendigo, del presidiario, del huérfano, de la mujer desgraciada y la prostituta “el tema de la esclavitud se deja a los juristas, se convierte en un problema de abogados, debatido con pobre argumentación filosófica y casi sin presencia en la literatura” (Jaramillo Uribe, 2001: 187)

117

en 1820, y frente a las cuales el decreto sobre la libertad de esclavos del 11 de enero

de 1820, significó un retroceso. El congreso de Cúcuta reunido en 1821 aprobó la

medida que habría de regir el proceso manumisorio de la Gran Colombia en el cual

se decretó la abolición de la esclavitud, pero sólo gradualmente y con indemnización

para los amos. Se ratificó el decreto de 1811 que había ordenado la abolición del

comercio internacional de esclavos; se dispuso la libertad de vientres; que los

propietarios de esclavos podían beneficiarse con el trabajo de los libertos hasta que

cumpliesen los 18 años; y se diseñó el mecanismo de las juntas locales de

manumisión.

A la ley manumisoria de Cúcuta siguió una serie de decretos y disposiciones

administrativas encaminadas a reglamentar su práctica. Así se dictaron normas en

1822, 1823, 1824, 1825, 1827, 1828, pero pasados los años no se veía la realidad de

la abolición de la esclavitud sino de manera muy reducida y poco significativa, si se

observan las estadísticas desde el año de 1831 a 1845. Los funcionarios de las

juntas de manumisión no se sentían particularmente inclinados a acelerar el proceso,

el cual consideraban injusto, ya que afectaban sus intereses económicos. Es aquí

donde los investigadores señalan la dimensión social de la Guerra de los Supremos,

y las propuestas de la llamada generación del 48 (Castellanos, 1980: 88), versada en

la cultura clásica, en las ideas básicas del iluminismo y el romantismo europeo,

hondamente influidas por el radicalismo Inglés de Bentham, el liberalismo político

francés de Constant y De Tocqueville y el liberalismo económico británico, y

particularmente de la escuela manchesteriana. “Esta nueva generación republicana

entra en la arena pública con ánimo de franca oposición al status quo, es decir, con

118

una decidida proyección reformista. Su tesis básica era el dictum anticolonialista de

la “revolución incompleta”.59

El proyecto abolicionista, luego de hacer su curso en la Cámara y en el

Senado, fue votado favorablemente el 21 de mayo de 1851, “el mismo día 21 el

presidente López estampó su firma en el histórico documento convirtiéndolo en ley

de la República” (Castellanos, 1980: 102). No obstante lo anterior debió expedirse la

ley del 17 de abril de 1852.60 Ésta dispuso en su artículo primero que los hijos de las

esclavas nacidos libres en virtud de la legislación vigente “han quedado exonerados

desde el 1 de enero del presente año de toda obligación de servicio o concierto

especial que a título de tales les habían impuesto leyes anteriores de la República”

(Castellanos, 1982: 125).

La guerra de 1854.

En estos acontecimientos se presenta un claro enfrentamiento de clases. En

desarrollo del proyecto liberal se estaban liquidando los resguardos y ejidos, se había

implantado el libre cambio y suprimido aranceles. Estas medidas contaban con el

apoyo de los artesanos y sectores populares. Los comerciantes, abogados y

tribunos, que por su atuendo europeo se denominaban “Cachacos”, quedaron en la

fracción liberal llamada “Gólgota”, que proponía el libre cambio. Por su parte los

59 “Camacho Roldán lo resume muy bien: puesto que “la revolución de la independencia había

dejado en pie muchas de las instituciones del régimen colonial”, era preciso “completar el proceso” iniciado en 1810 eliminando los residuos de ese pasado negativo” (p. 88). 60 Legalmente la esclavitud dejó de existir en la Nueva Granada en 1852. Este año marca el comienzo de una nueva era. Como consecuencia de la aprobación de la ley abolicionista, anota Castellanos, algunos de los terratenientes esclavistas del sur del país se alzaron en armas contra el gobierno liberal, bajo el liderazgo de una de las figuras más destacadas de la aristocracia payanesa de la época, el Dr. Julio Arboleda. De este modo comenzó la revolución de 1851.

119

sectores populares, organizados con los artesanos, que por sus ruanas eran

llamados “guaches”, militaron en la fracción “Draconiana” del liberalismo. “Como es

lógico, su acción política iba a mantener las tarifas proteccionistas” (Tirado Mejía,

1992: 369).

La pugna presentada con el licenciamiento de oficiales desde el fin de la Guerra

de Independencia, y la posición laicizante del Estado, tenía su correlativo en la

ideología civilista, pero aunque los altos grados del ejército tenían una posición

boyante, los oficiales de extracción popular estaban ligados al ejército como

posibilidad de subsistencia. La situación de clase se hizo evidente en la milicia y el

ejército se dividió.

Con el apoyo popular fue elegido presidente, en 1853, el General José María

Obando, quien debió sancionar la constitución de aquel año expedida por “Gólgotas”

y conservadores, para mermarle atribuciones. No obstante, era claro que los

sectores populares y los oficiales profesionales eran quienes lo habían elegido y,

apoyado en ellos, José María Melo dio el golpe de estado el 17 de abril de 1854.61

Raffo Rivera (1956) refiriéndose al desarrollo del país en el periodo de la Nueva

Granada, anota que al Cantón de Palmira le llegó “el soplo benéfico que se hizo

notorio en todas las ramas de la administración pública y de manera singular en la

educación” (Raffo Rivera, 1956: 111); que se fundaron colegios y escuelas de ambos

sexos; se estimuló el personal docente con mejores asignaciones, y se procuró la

selección del magisterio mediante concurso; ambiente de calma y de progreso que

61 En este año Jorge Ricardo Isaacs hizo campaña militar por siete meses, tiempo que duró la

revolución, con el Coronel Manuel Tejada, en el Estado Soberano del Cauca contra la dictadura de Melo.

120

se mantuvo durante un lapso prolongado hasta cuando resurgieron la agitación

política y la anarquía, con grave detrimento para el ritmo ascendente de la patria. Y

respecto de la acción de armas que se diera en Palmira entre las fuerzas melistas y

las constitucionales recuerda que “el 31 de agosto de 1854, con motivo de la

dictadura entronizada por el general Melo, hubo en Palmira reñido encuentro entre

las fuerzas melistas al mando de Manuel Calle, y los constitucionales comandados

por el coronel Manuel Tejada… En este combate quedó herido don Jorge Isaacs”

(Raffo Rivera, 1956: 112).

Este es un ejemplo bastante ilustrativo de la vida nacional por aquellas calendas,

cuando Isaacs era apenas un joven de escasos 17 años. Comenta Raffo Rivera que

estos hechos contribuyeron a exaltar los ánimos y a perturbar la buena marcha de la

región, cuya tranquilidad y desarrollo material se vieron gravemente perjudicados.

Retomando algunos datos expuestos, esta es la época en que Jorge Enrique

Isaacs Adolfus compra El Paraíso, la hacienda donde se desenvuelve la novela de

María y el poeta lucha contra la dictadura de Melo. El 19 de noviembre de 1856 éste

se casa a los 19 años, con Felisa Eulogia González Umaña, quien contaba con 14

años. Por eso días llega el ingeniero norteamericano Williamson, contratado por el

general Tomás Cipriano de Mosquera, quien inicia los trabajos de la vía Cali-

Buenaventura, en la cual tenía intereses la familia Isaacs, cuando ya comenzaba a

decaer la salud de Jorge Enrique Isaacs Adolfus.

En cuanto a los hechos bélicos que veníamos narrando, éstos se desenvuelven

así: “Cuatro generales: Herrán, Mosquera, López y Herrera, armaron ejércitos y

desde los cuatro costados de la república convergieron sobre Bogotá, en donde con

catorce mil hombres vencieron a Melo y sus seguidores” (Tirado Mejía, 1992: 370).

121

Tirado Mejía observa que la situación de clase en la comandancia del ejército borró

las barreras doctrinales por las cuales, en contiendas anteriores, ellos mismos se

habían batido entre sí. Como consecuencia de esta guerra se propiciaron ideas

civilistas que condujeron al gobierno conservador-liberal de Manuel María Mallarino,

quien sucedió a Obando. El ejército fue reducido, y de catorce mil hombres pasó a

quinientos ochenta en 1858. Cuando se organizaron las milicias en Panamá, la

reducción llegó a trescientos sesenta y tres unidades. Estos datos los toma el

profesor Álvaro Tirado Mejía del historiador Antonio Pérez Aguirre. Sin un ejército

central, el federalismo podía operar; y, dentro de su forma constitucional, las

oligarquías regionales autónomamente podían someter a la población y disponer del

patrimonio nacional.

El melón de Panamá: un intermezzo62

La creciente importancia del Istmo, la creación del Estado Federal de Panamá,

presagió su futura independencia de la Nueva Granada. Desde la década de 1820

los empresarios “británicos, franceses, norteamericanos y neogranadinos habían

propuesto planes para construir carreteras y canales a través del istmo. El

establecimiento en 1843 de un servicio de vapor que conectaba a Chile y Perú con

Panamá reflejó y reforzó el desarrollo de la costa pacífica de la América hispana y,

por consiguiente, acentuó el interés en una conexión con el Atlántico a través del

istmo” (Palacios y Safford, 2007: 416).

62

Título que los historiadores Marco Palacios y Frank Safford (2007), dan al apartado de su libro

Colombia, país fragmentado sociedad dividida. Su historia, en el cual tratan la cuestión panameña (2007: 416-422).

122

El Istmo comenzó a tener cada vez más importancia para el comercio mundial, y

ello reclamó de los dirigentes políticos de la Nueva Granada, mayor atención, y una

preocupación creciente con relación a su soberanía dado el interés que despertaba

para las potencias mundiales como Gran Bretaña, Francia y el emergente Estados

Unidos. La situación era la siguiente: “el primer gobierno del general Mosquera

(1845-1849) comprendió que tendría que tratar sobre todo con Estados Unidos; esta

verdad se hizo palpable cuando Estados Unidos se apoderó de gran parte de México

en 1846-1848” (Palacios y Safford, 2007: 416). Lo cierto era que el creciente interés

del gobierno estadounidense en Panamá y la dependencia implícita de la Nueva

Granada con respecto a Estados Unidos, se reflejaron en las negociaciones del

tratado Mallarino-Bidlack (1846-1848), según el cual Estados Unidos garantizaba la

neutralidad del istmo y la libertad de transitar por él.

Descubrimiento del oro en California, construcción del ferrocarril en Panamá; auge

del transporte y gobiernos locales de facto

Poco después de la firma del tratado, y con motivo del descubrimiento de oro en

California, se generó la conocida migración hacia el oeste de los Estados Unidos. En

este contexto la presencia estadounidense en el istmo llegó a ser una realidad, y es

justamente en esta época, en 1849 que una compañía neoyorquina celebró un

contrato para construir un ferrocarril a través del istmo, suplantando un contrato

anterior suscrito en 1847 con una empresa francesa. “Con la ayuda de trabajadores

importados de China, India y diversas regiones de Europa, pero sobre todo de

Jamaica y Cartagena, el ferrocarril de 80 kilómetros se terminó en enero de 1855”

(Palacios y Safford, 2007: 417). Los datos históricos dan cuenta de que el cruce de

123

norteamericanos por Panamá no aguardó a la construcción del ferrocarril: “En 1849,

antes de que se iniciaran siquiera las obras, cerca de 8.000 personas atravesaron el

istmo, casi todas con destino a California, y el siguiente año la cifra fue de más del

doble. En 1853, cuando apenas se había construido la mitad del ferrocarril, ya

transportaba más de 32.000 pasajeros”.

Palacios y Safford anotan que la avalancha de estadounidenses deseosos de

cruzar el istmo le acarreó grandes problemas a la Nueva Granada. “Muchos

norteamericanos que atravesaban el istmo despreciaban a los habitantes y a las

autoridades locales. Llegaban hasta el punto de constituir sus propios gobiernos

locales de facto en las ciudades porteñas y de expedir decretos que aplicaban

incluso a los residentes neogranadinos” (Palacios y Safford, 2002: 417). Ya en 1850

buques de guerra norteamericanos comenzaron a intervenir en los momentos de

crisis.

Los hechos anteriores fueron observados con preocupación por los líderes de la

Nueva Granada, la situación apremiaba, y crecía la preocupación, dada la toma de

gran parte de México por los Estados Unidos (1846-1848). José Manuel Restrepo

predijo en marzo de 1850 que los norteamericanos iban a terminar por apoderarse de

todo México y de Centroamérica, hasta el istmo de Panamá. “En julio de 1850,

Restrepo concluyó que la prosperidad de Panamá significaría la pérdida del istmo y

su incorporación a los Estados Unidos”.

El temor que suscitaba el expansionismo de Estados Unidos era bien fundado y se

acentuó en 185563 con las actividades de los filibusteros norteamericanos en

63 En ese año el senador panameño Justo Arosemena planteó que la Nueva Granada sólo podría

conservar a Panamá si la convertía en un estado más autónomo, no obstante en Bogotá se

124

Nicaragua. Los federalistas de la Nueva Granada, en Bogotá, pretendieron formar

una gran confederación, que incluyera no sólo a Venezuela y a Ecuador, sino a toda

Centroamérica, incluso a la República Dominicana, pues creían que de esta manera

podrían hacer frente a los deseos expansionistas de los Estados Unidos. Lo que en

realidad se observaba eran las fallas del federalismo liberal, todo lo cual se evidencia

en el llamado Incidente del melón.

-¿En qué consistió éste?

-Frank Safford lo describe así: “El 15 de abril de 1856 estallaron grandes disturbios

cuando un norteamericano amenazó a un vendedor de melones en Panamá. Una

turba de panameños irrumpió violentamente en la estación del ferrocarril donde los

pasajeros norteamericanos habían buscado refugio, y desde donde los

estadounidenses habían disparado sus rifles contra los panameños. Dos panameños

y unos quince norteamericanos murieron” (Palacios y Safford, 2002: 418). A

continuación los Estados Unidos reclamaron una indemnización de $400.000, y

exigió “la creación de municipalidades independientes con gobierno autónomo en los

dos puntos terminales del ferrocarril, Colón y Panamá, y la cesión de 16 kilómetros

de territorio de lado y lado del ferrocarril, además de dos islas en la bahía de

Panamá, en donde se construiría una base naval estadounidense” (Palacios y

Safford, 2002: 418).

El examen de los hechos anteriores permite concluir que la Nueva Granada, sin

armada, y con un ejército nacional reducido a menos de 500 hombres, le resultaba

imposible defender el istmo, coincidiendo además, estos sucesos, con las amenazas

consideraba que la creación de este estado soberano constituiría el primer paso hacia su separación e independencia.

125

de un bloqueo naval británico, debido a una disputa en torno al reembolso de un

préstamo anterior, conocido como Préstamo Mackintosh. Se dice que la reacción

neogranadina se expresó, con bravuconadas, clamando por la defensa del honor

nacional; que veteranos de las guerras de independencia ofrecieron sus cuerpos

para defender la causa; que fueron muchos los que se inclinaban por la retórica

patriótica, incluidos miembros del Congreso…, pero la realidad fue que había una

sensación de indefensión al verse enfrentados al poderío de los Estados Unidos64.

Para los liberales la crisis fue bastante conflictiva y lo cierto es que su exaltación

federalista de la década de 1850 había debilitado y desarmado al gobierno central y

la Nueva Granada no podía oponer una resistencia defensiva. Los gobiernos de

Mallarino y Ospina señalaban la responsabilidad de las autoridades del istmo,

criticando la forma como manejaron la turba panameña que había participado en el

ataque contra los norteamericanos. La sensación de la pérdida de Panamá era

evidente y pensaron “en vender las tierras baldías de Panamá antes de que la

Nueva Granada perdiera el istmo” (Palacios y Safford, 2002: 421). La idea fue tratar

de zanjar la controversia con Gran Bretaña sobre el préstamo Mackintosh

reembolsando el préstamo con baldíos panameños. Este momento de la historia

nacional lo describe Safford: “Lino de Pombo, el secretario de Relaciones Exteriores

de la Nueva Granada en 1856, combinó la bravuconería con el deseo de aprovechar

rápidamente a Panamá como recurso fiscal. El plan de Pombo consistía en incitar a

Estados Unidos a que se apoderara de Panamá para luego cobrar una

indemnización a los yanquis. Pombo casi logró provocar un ataque estadounidense”

64 Un país que había sido considerado una república modelo.

126

(Palacios y Safford, 2002: 421). Cuando se presentó la contrarreclamación de

$150.000 a los Estados Unidos, la opinión pública norteamericana se enfureció, y el

gobierno de ese país despachó flotillas a Colón y a Panamá, y los filibusteros

particulares se prepararon para invadir el istmo.

En abril de 1857, Mariano Ospina asumió la presidencia, y a él, que desde la

guerra de 1840-1842 se ilusionaba con la idea de que esta fuera un protectorado

británico, le quedó claro que la Gran Bretaña consideraba mucho más importantes

sus relaciones con los Estados Unidos que la suerte de la Nueva Granada o de

Panamá. “Cuando Ospina comprendió que no se iba a recibir apoyo europeo, intentó

otro camino: propuso anexar no sólo Panamá sino toda la Nueva Granada a Estados

Unidos” (Palacios y Safford, 2002: 422). La anterior propuesta no era nueva; ya

tenía antecedentes. “Después de la fallida revolución conservadora de 1851, cuando

los liberales radicales estaban en su apogeo, algunos conservadores antioqueños

consideraron la posibilidad de convertir a Antioquia en parte de Estados Unidos,

como un medio para obtener la estabilidad política y la seguridad de la propiedad”

(Palacios y Safford, 2002: 422).

Los datos históricos anteriores permiten una idea de los pensamientos políticos

que circulaban en la época. La preocupación por la política expansionista de los

Estados Unidos, la presencia de los filibusteros yanquis, avivó las diferencias entre

los conservadores y los liberales, exacerbó prejuicios religiosos y raciales, ya que

con estos criterios se llegó incluso a tratar de justificar la invasión de los sajones.

La guerra de 1859-1862

127

Esta guerra la inició Tomás Cipriano de Mosquera65. Siendo pertinente volver a

Tafur Garcés (1942) para retomar sus anotaciones relacionadas con la Revolución

de 1859. Respecto de esta contienda anota que, con motivo de las elecciones para

suceder a Mallarino (1857-1861), Mosquera se había proclamado Jefe del Partido

Nacional y émulo del doctor Mariano Ospina en el Estado del Cauca. Los Gólgotas

de Santander y del Tolima rodearon a Murillo. La fuerza de Ospina radicaba en

Antioquia y gran parte de Cundinamarca, Boyacá y la Costa Caribe. De allí que el

doctor Ospina tratara de atraer la opinión que rodeaba a sus dos opositores y en

parte neutralizó la corriente de Murillo Toro. Hizo varios llamamientos al Intendente

del sur, señor Zarama, y se dieron facultades para recibir armamentos por vía de

Pasto a personas de Cali, Tumaco, Pasto y Buenaventura, para cercar las

actividades de Mosquera, y ampliamente tomó sus precauciones contra el norte del

Cauca, cuyo lindero encerraba el Quindío, por Chinchiná.

A pesar de las precauciones tomadas por el Gobierno en 1859, el General

Mosquera reaccionó, primero contra los agentes de Ospina, los reclutamientos y

apropiación de caballerías, verificados por ellos; conoció de las importaciones de

armas procedentes del Ecuador, Perú y Chile. Consideró que la Constitución de la

Confederación Granadina debilitó la fuerza del gobierno central o “general”, y que

esto era favorable a sus planes. El 8 de mayo de 1860, proclamó la separación del

Estado Soberano del Cauca, del Gobierno General Federal, presidido por el doctor

Ospina, con el apoyo de “Los Gólgotas”, y algunos “conservadores”.

65Este caudillo, que inicialmente había sido conservador y disputaba la presidencia contra Ospina y Manuel Murillo Toro, fue derrotado en las urnas. Con los liberales se alió contra Ospina, y a nombre de ese partido hizo sus tres posteriores presidencias (1860-1863; 1863-1864; 1866-1867).

128

Vino la Revolución que culminó en la Convención de Ríonegro, y el Valle del

Cauca, el mejor cooperador a los planes de Mosquera, por su situación geográfica y

estratégica, se comprometió en ésa contienda. El Presidente tomó medidas

preventivas contra el Valle, ascendió a Coronel al Comandante Pedro José Carrillo,

prócer de la Independencia; en el norte del Valle, entre Roldanillo, Toro, Huasanó,

etc., se levantaron fuerzas, que engrosadas, serían las que debían oponerse a

Mosquera.

Las acciones fueron registradas así: Mosquera, Gobernador del Estado, nombró

a su turno al General Pedro José Murgueitio, prócer también, organizador de fuerzas

vallecaucanas para oponerlas a Carrillo. En el Sur, los agentes de Ospina fueron los

coroneles Jacinto Córdoba, José Antonio Erazo, Paulino Patiño y Manuel Antonio

López, y los de Mosquera, el doctor Antonio José Chávez, José María Garzón, el

General José María Sánchez y otros. Tafur Garcés (1942) apunta que, en el norte del

Valle el primer desangre ocurrió entre vallecaucanos, en el sitio de los Caracolíes,

donde perdió la vida Murgueitio66, compañero de armas de Nariño, de Cayzedo, de

Servíez, de Cabal, de Bustamante, de Pedro León Torres, de Sucre y de Bolívar. Los

primeros encuentros cruentos y las primeras víctimas cayeron en la parte meridional,

en Chillanquer, Túquerres y Barbacoas.

La victoria de Los Caracolíes entusiasmó al Gobierno de la Confederación

Granadina, que envió refuerzos a los conservadores, entre ellos la “División

Antioquia” al mando del General Braulio Henao, Giraldo y Pagola; en tanto que

Mosquera, ante el primer fracaso sufrido en el Norte del Estado, movilizó a sus

66 El mismo que le entregara en la Plaza de Armas de Quibdó, la carta de naturaleza firmada por el Libertador a don Jorge Enrique Isaacs Adolfus.

129

tenientes Eliseo Payán, y David Peña, Policarpo Martínez, Julián Trujillo, Olimpo

García, Manuel María Victoria, Francisco y Rafael Escobar, Benjamín Núñez, etc.,

para que se trasladaran al centro del Valle, entre los Municipios de Palmira, Cerrito, y

Guacarí, a fin de que establecieran un cuartel general. Envió comisiones para

proveerse de caballos del Valle, y solicitó el concurso del General Obando, quien por

parentesco de consanguinidad con algunas familias caleñas, tenía relaciones con

Isaacs, y entre otras cosas, sentía cariño por Cali, porque fue aquí, donde el

Libertador le convenció de que debía tornar a las filas patriotas, en 1822. (Tafur

Garcés, 1942).

Registran los anales de la historia regional que los primeros refuerzos

procedentes del Sur del Valle fueron los que organizó el General caleño Eliseo

Payán, con 400 hombres de infantería, armados de fusiles67. La infantería de Payán

era seguida por una caballería colecticia68 de 600 lanceros, distinguidos por capas

amarillas y banderolas coloradas.

El quince de agosto de 1860 se avistaron las fuerzas de Payán y Henao, sin

ataques de “guerrillas”, al “redoble de vanguardias”, y los antioqueños hicieron sus

primeras descargas “rodilla en tierra”. Payán después de 6 descargas, ordenó la

retirada, tornó hacia Cali, pero por temor a ser encerrado por dos flancos, de Palmira

tomó la dirección del paso de La Torre, en el río Cauca, pasó a Mulaló, y dirigióse al

occidente, pasando por Pavas, río Bitaco, La María o Cimarronas, Venteadero o

67 Fusiles de piedra, cuyo gato se rastrillaba con un tornillo en la recámara o “casoleja”. El gato, sobre una plancha de acero colocada en la casoleja, golpeaba sobre una yesca o piedra de chispa y al cerrarse la recámara incendiaba ½ onza de pólvora, que expulsaba un proyectil, generalmente de una onza o de varios balines venaderos. Igualmente los documentos se refieren a la “tercerola”, o rifle de cada soldado, tenía una provisión de 10 cartuchos (Tafur Garcés, 1942). 68 Decíase colecticia por cuanto se trataba de un cuerpo de tropa, compuesto de gente nueva, sin disciplina y recogida de diferentes lugares.

130

Espinal, Boquerón del Dagua, Alto de la Iglesia, Las Hojas, Hormiguero y Juntas.

Prado Concha felicitó a Henao por el desempeño de sus tropas y por la rapidez con

que actuaron; el 15 de agosto lo ascendió a Cabo.

Cuando esto sucedía en La Honda, don Julio Arboleda con los restos de sus

ejércitos de la Costa y con la experiencia adquirida en la Campaña de Santa Marta,

había podido auxiliar a los constitucionalistas del Sur (abril 1861) y, después de

reorganizarse triunfalmente en Pasto (mayo 1861), se batía con Córdoba, Rosas,

Erazo, y José del Carmen Villa en Los Árboles, aprovechando la colaboración

preparada de antemano por José Francisco Zarama, que le despejó la vía Tumaco,

Barbacoas, Túquerres y Pasto, en tanto que Palomocho se atrincheraba en Popayán.

Arboleda decretó honores al Coronel Antonio José Rosas, caído en ésa acción, le

cantó en versos, en octubre 16 de 1861, y se proclamó Jefe del Ejército Unido de la

Confederación.

Para guardar los planes de Arboleda, la División Antioquia siguió a Payán, que de

Cali tomó la dirección de Buenaventura, por la vía del Dagua, y llegaron hasta El

Rucio o El Cenizo, tomaron algunos armamentos a las retaguardias, pero Payán

prosiguió en canoas hasta Buenaventura. Con algunos heridos y enfermos regresó la

división Antioquia a Cali y con ella Isaacs69.

Durante los azares de esta guerra, muchas personas compraban a bajo precio los

ganados del Valle para venderlos a las tropas, cuando éstas, en uno u otro bando,

guardaban tales apariencias; las menos, pues en lo general, las tropas se abastecían

por confiscaciones o contribuciones forzosas. Es del caso señalar que desde el año

de 1858 empezaron a decaer tanto la salud como los otros bienes del viejo Isaacs y,

69 Esta, fue la primera excursión del poeta al histórico camino.

131

para mayor desgracia, sobrevino la desoladora guerra civil que duró tres años. Como

hemos anotado, en el año de 1860, Jorge Isaacs, el poeta, vuelve a la guerra, esta

vez a ordenes del gobierno del presidente Mariano Ospina Rodríguez, contra el

revolucionario general caucano Tomás Cipriano de Mosquera, quien se había aliado

con los caudillos liberales José María Obando y José Hilario López. Combatió

durante esta contienda en el puente de Cali y participó, bajo las órdenes del general

antioqueño Braulio Henao, en la batalla de Manizales, el 28 de agosto de este año.

Escribe Isaacs:

Ví en el general Mosquera, no al defensor de la democracia, no al héroe republicano, sino al orgulloso patricio, descendiente de los Montijos; al ambicioso que en 1867 debía cobrar caro el precio de sus hazañas; y combatí al general Mosquera en 1860 en el puente de Cali, formando en el número de ciento veinte reclutas para batallar contra ochocientos… (Arciniegas, 1967: 6).

De esta época datan algunos versos suyos. Conoce en Antioquia al poeta

Gregorio Gutiérrez González, autor de Aures y de Las memorias del cultivo de maíz.

Algunos autores consideran que Isaacs reunió las coplas y canciones populares70

70 Sostiene Rafael Maya (1969), que “El costumbrismo, en Colombia, fue algo más que una escuela literaria. Fue una modalidad del pensamiento nacional que involucró, en una amplia zona de sus posibilidades literarias, un conjunto de propósitos que fueron más allá del intento descriptivo. El costumbrismo aspiró a dar una explicación, si no profunda, sí muy acertada de la vida social del país a mediados del siglo pasado, y a dejar consignados en sus páginas aspectos interesantes, unos fugaces y otros permanentes, de la vida política, social y religiosa, durante esa centuria fecunda, casi todo ello concebido con intención anecdótica y pintoresca. Efectivamente, quien desee obtener una imagen de Colombia hacia 1860, con sus luchas intestinas, su ambiente doméstico, sus costumbres públicas y privadas, sus gobiernos, sus ciudades, sus pueblos y sus campos, que abra los dos volúmenes de “Cuadros de Costumbres”, publicados al rededor del año citado, y logrará el mismo efecto de quien repase un álbum de fotografías viejas o de estampas arcaicas, que conservasen su color primitivo y ese aire inexplicable de cosas rescatadas al naufragio del tiempo. Esos cuadros le darán la imagen de una Colombia sorprendida en cierto momento muy interesante de su evolución, cuando sobre un fondo de viejas costumbres rutinarias, herencia de Colonia, comenzaban a infiltrarse inquietudes nuevas y se operaban cambios que ya anunciaban la República de hoy. Son documentos de una época de transición, interesantes porque encubren un doble testimonio, digámoslo así: el del pasado y el del porvenir. Algo que entra en liquidación y algo que empieza a desenvolverse con el brío de las fuerzas nacientes. No son, pues, los cuadros de costumbres páginas de sabor literario, condimentadas de gracia picaresca, sino documentos históricos, verídicos hasta donde es posible mantener los fueros de la verdad dentro de la creación artística, y exactos hasta donde lo puede ser el arte realista, si hay

132

durante su recorrido por Antioquia en 1860, durante la campaña contra Mosquera;

así mismo opinan que fueron transcritas después de la publicación de poesías y

antes de las de María (Cristina, 2006, Vol. II, Tomo 1: lxxiii).

El 16 de marzo de 1861, muere Jorge Enrique Isaacs Adolfus; y su madre,

Manuela, y Alcides, su hermano mayor en su condición de albaceas, encargan al

joven autor, conforme a la voluntad de su padre, de la administración de los bienes

familiares, sobre los que pesan numerosas obligaciones. Tratando de defender el

patrimonio familiar y sacar avante los negocios, se endeuda aún más. Su pulsión a

escribir persiste en medio de los avatares y de las dificultades económicas. Tal

parece ser el destino de la irrefrenable vocación literaria.

Tránsito de Jorge Ricardo Isaacs Ferrer del partido conservador al partido

liberal.

Sostiene Tafur Garcés que las relaciones de Isaacs con los caudillos de la

Revolución Mosquerista, entre ellos César Conto y los Núñez, lo atrajeron antes de

este suceso en ocasiones contra éllos, porque se había enterado de que Mosquera

había proclamado la separación del Cauca de la Confederación Granadina; y, luego

en su favor, cuando, después de Segovia, donde se hizo célebre Cesareo Sánchez

Martínez, tras los combates del Derrumbado, El Albergue, Los Cristales, Manizales,

etc., y de la toma de Bogotá, con la caída del Gobierno de Ospina.

Una complicada serie de sucesos, que culminaron en la Convención de Ríonegro,

fue la que, con la amistad constante con los jefes de la revolución en el Cauca y su

realismo que, efectivamente, constituya una captación escueta de las cosas, sin complemento de visión subjetiva (p. 9).

133

ambición que buscaba remedios en ella para la tragedia económica familiar, le hizo

abandonar sus simpatías políticas por Bustamante, por Arboleda y por Henao,

concebir y realizar su tránsito al partido liberal, que se operó ideológicamente al

organizarse los Estados Unidos de Colombia71.

Cuando asistió a las reuniones del Mosaico -y con esto rectifica a Mario Carvajal-

ya se había operado el cambio de sus ideas políticas. Los Pombo, y José María

Vergara y Vergara, le ayudaron a encumbrarse y le prodigaron su amistad, porque

ellos, como Isaacs, también eran de sangre caucana. En Isaacs veían al cantor de

los paisajes que llevaban en el alma, pero comprendían que su política era ambigua,

como fue la de Arboleda a los 27 años, la de Santander, la de Mallarino, la de

Mosquera, la de Samper, la de Murillo y la de Núñez, todo el tiempo (Tafur Garcés,

1942: 144).

Una vez vencedor Tomás Cipriano de Mosquera en la contienda hecha a nombre

de la Soberanía de los Estados, se expidió la constitución de Ríonegro (1863), la cual

prohibía al Estado a hacer la guerra a los Estados Soberanos (art. 19). Poco

después, el 12 de febrero de 1867, la ley 6ª dispuso que el Gobierno de la Unión

reconoce que los Estados tienen por la constitución, facultad “para mantener en

tiempo de paz la fuerza pública que juzguen convenientes” (Tirado Mejía. 1992: 371).

Ese mismo año, la ley 20 del 16 de abril, estableció que el Gobierno de la Unión

debería observar la más estricta neutralidad cuando en un Estado se produjera un

71 La profesora Cristina Valcke (2005), anota que Jorge Ricardo Isaacs Ferrer en su vida, como político y guerrero, combatió al lado de los conservadores por lograr algunas de estas reformas, luego, al cambiarse al liberalismo radical, luchó por la realización de otras, y que “sin embargo, un análisis de su comportamiento político permite deducir que nunca atacó lo que antes hubiera defendido y viceversa, es decir, que desde el punto de vista ideológico fue un hombre coherente” (p. 5).

134

levantamiento para derrocar las autoridades. Los presidentes se sucedían cada dos

años, “…ni reinaban ni gobernaban y limitaban su papel al sacrosanto lema de: dejar

hacer” (Tirado Mejía, 1992: 372).

Siguiendo el periplo de Isaacs por aquellas calendas, en el año de 1869 actúa

como Secretario de la Cámara de Representantes. Antes de terminar la Guerra de la

Triple Alianza contra Paraguay, el Congreso dicta una ley declarando ciudadanos

colombianos a todos los paraguayos, e Isaacs firma dicha ley como Secretario de la

Cámara. Al año siguiente (1870), como se había anotado precedentemente, fue

electo como miembro del sector radical del Liberalismo y nombrado cónsul en Chile,

cargo que desempeñó de 1871 a 1872. De paso por Lima, se hace amigo de

Ricardo Palma; en Chile lo rodean los poetas, donde colabora en El Mercurio, Sud-

América, la Revista de Santiago y la Revista Chilena.

Respecto de su gestión anota: “En 1872 (noviembre), a pesar de haberme

instado el poder ejecutivo nacional para que permaneciera en Chile dos años más,

insistí en dejar tal empleo, después de haber terminado los trabajos que el gobierno

me había dado instrucciones para concluir, convenciones, etc” (Isaacs, 2008:13). En

1873, Isaacs regresa a Colombia en compañía de su amigo chileno Recaredo Miguel

Infante, con quien se asocia para comprar y explotar la hacienda Guayabonegro,

cerca de Palmira, sobre el río Fraile, quien a los pocos meses, vuelve a Chile, e

Isaacs tiene que contraer nuevos compromisos para hacer frente a sus deudas

(Arciniegas, 1967: 8). En 1874, aparece la versión francesa de María. Maria Teresa

Cristina ocupándose de los años de madurez del poeta, y particularmente de los

últimos veintiún años (1874-1895), registra setenta y cuatro composiciones suyas

135

entre las cuales se encuentran Saulo y La tierra de Córdoba (Cristina, 2006, Vol. II,

Tomo 1: lxv). De este año son La tumba del soldado y ¡Ten piedad de mí! (Cristina,

2006, Vol. II, Tomo 2: 27 y 30).

En 1875, César Conto, su primo, es nombrado presidente del Estado Soberano

del Cauca. Por su parte Isaacs de nuevo tiene dificultades económicas en la

administración del campo, se ve envuelto en discusiones con sus acreedores e

implicado en situaciones incómodas que le traen muchas contrariedades. Queriendo

evitar procesos judiciales, trata de vender Guayabonegro a su anterior dueño

Manuel García Echeverri, pero sin éxito. Publica el folleto “A mis amigos y a los

comerciantes del Cauca”. Su ambiente personal, familiar y social se ve afectado

significativamente, y en abril 12 hace cesión de bienes.

Así transcurrió la vida de don Jorge Ricardo Isaacs por aquellos días.

Las guerras quedaron reducidas al ámbito regional; y se presentaron cerca de

cuarenta rebeliones y levantamientos durante la vigencia de la Constitución de

Ríonegro, y una guerra de tipo nacional, la de 1876-1877.

Con especial detalle, este período comprehendido entre 1845 y 1876, denominado

la era liberal, es tratado por Frank Safford, en el libro escrito con Marco Palacios,

Colombia país fragmentado, sociedad dividida. Su historia (2002).

La guerra de 1876-1877, el “problema religioso” y la enseñanza laica.

Antioquia y Tolima estaban gobernadas por conservadores; allí estuvo el baluarte

de la lucha contra los liberales que controlaban el Estado Central. Antioquia equipó

un ejército poderoso de 13.000 hombres con armas modernas y se lanzaron al

136

ataque en nombre de la religión. Los conservadores fueron detenidos en su avance

por dos derrotas militares famosas en la historia de Colombia: los Chancos y

Garrapatas. Surgieron celos entre los dirigentes de Antioquia y los de otras regiones,

sobre quién decidiría y aprovecharía, cuando triunfara la causa; y se evidenciaron

prejuicios raciales de los antioqueños frente a los “negros del Cauca”, por lo cual, al

margen de aspectos ideológicos, concluyeron que era preferible “económicamente

un arreglo con el enemigo doctrinario a una guerra en su propio territorio, aunque

fuera victoriosa pero que dejara como secuela la destrucción de sus bienes. El

resultado fue el arreglo” (Tirado Mejía, 1992: 372).

En los estudios sobre la vida y obra de Jorge Ricardo Isaacs Ferrer, los

historiadores tienen documentado que éste se instala en Popayán, donde es

nombrado Superintendente de Instrucción Pública y luego, Secretario del ramo,

cargo que desempeñó hasta 1877. Isaacs funda, entonces, las primeras escuelas

nocturnas para obreros. La defensa de la laicidad en la educación, en un país de

tradición católica, vendrá a generarle nuevos y más grandes enfrentamientos. Dirige

El Escolar y co-dirige El Programa Liberal, antorcha fulgurante del radicalismo, con

César Conto, Presidente del Estado Soberano del Cauca.

El 31 de agosto toma parte en la batalla de los Chancos, entre Buga y Tulúa, del

lado del gobierno liberal. Al caer el coronel Manuel Vinagre Neira, jefe del Batallón

Zapadores de la Guardia Colombiana, Isaacs lo reemplaza en el mando, después de

retirar del campo al héroe moribundo. Relata Juan de Dios Uribe: “Yo lo vi al otro día

en la puerta de la barraca, silencioso en ese ruido de la guerra, los labios apretados, el

bigote espeso, la frente alta, la melena entrecana, como el rescoldo de la hoguera, y en su

137

rostro, bronceado por el sol de agosto y por la refriega, me parecieron sus ojos negros y

chispeantes como la boca de dos fusiles.” (Grillo, 1927:207)72.

Después de la batalla entre las fuerzas del gobierno liberal y las revolucionarias

conservadoras, en las Colinas de Chancos (entre Buga y Tulúa, cerca de San

Pedro), Isaacs escribió el poema Después de la victoria. Los historiadores recuerdan

que esa batalla fraticida fue sangrienta, y describen a Jorge Isaacs en términos

heróicos, como viene de verse en el párrafo precedente.73

“Los Pártes de los Chancos” son documentos muy ilustrativos de lo que fue el

enfrentamiento de Antioquia y Tolima contra el Cauca. El boletín de divulgación de la

Academia de Historia “Leonardo Tascón”, de Guadalajara de Buga, trae estos partes,

así como la Proclama Relativa a la Batalla, suscrita en San Pedro, al primero de

72 I// Con albas ropas, lívida, impalpable,/ en alta noche se acercó a mi lecho;/ estremecido, la esperé en los brazos;/ inmóvil, sorda, me miró en silencio. // Hirióme su mirada negra y fría…/ sentí en la frente como helado aliento;/ y las manos de mármol en mis sienes,/ a los míos junto sus labios yertos.// II // La hoguera del vivac agonizante:/ infla las lonas de la tienda el viento:/ olor de sangre… Fatigados duermen:/ de centinelas, voces a lo lejos…// ¡Largo vivir!... ¡La gloria…! ¿Quién laureles/ y caricias tendrá para mí en premio?/ ¿Gloria sin ti?... ¡Dichoso los que yacen/ en la llanura ensangrentada muertos!. 73Pero es la propia voz del poeta quien relata su mundo interior: “La revolución de 1876 me sorprendió, o mejor dicho, me encontró haciendo preparativos contra ella en los municipios del norte del Cauca, según el plan acordado con el doctor Conto. Tomado el norte del Cauca por los revolucionarios, no pude regresar al lado del presidente Conto; atropellando todo peligro y dificultad, fui a poner en conocimiento del doctor Parra la fuerza efectiva con que contaba la revolución y el carácter que asumía. Mucho sirvió eso. Volví a salir de Bogotá el 5 de agosto, después de cuatro días de permanencia allí; atravesé por el medio del enemigo desde las orillas del Magdalena hasta Tierra Adentro; trasmonté la cordillera; el 23 de agosto estaba ya en Cali; pudiéndole comunicar al coronel Vinagre Neira la orden del doctor Parra para combatir en ‘Los Chancos’ con los Zapadores, y ya entonces había logrado avisarle al general Trujillo, desde el Valle del Tolima, que no debía combatir hasta la llegada de la Guardia Colombiana a su campamento; el 31 de agosto me batí como capitán del ‘Zapadores’ en la batalla de ‘Los Chancos’. Cuando forcé el paso de Otún el 13 de noviembre del 76, con dos batallones de la tercera división y el ’14 de María’, para que pudiera efectuarse el movimiento que desconcertó a los defensores de las riberas del Otún, pasando el ejército por las montañas del Nudo, era sargento mayor y jefe del estado mayor de la tercera división del ejército del sur. Hice la campaña por la banda occidental del Cauca con el general Payán (ya me era hostil el general Trujillo, porque conocía mi adhesión a Conto, por cuyas venas corre la misma sangre que en las mías), y terminé la campaña con la recuperación de Popayán el 26 de abril de 1877. Volví fervoroso a la tarea de instrucción pública sin quitarme la blusa de soldado, única riqueza que saqué de la campaña”. (Carta a Adriano Páez, 21 de octubre de 1877) (Carvajal, 1973:146).

138

septiembre de 1876, por César Conto (marzo de 2010, págs. 40 y ss). Ellos dan

cuenta de las motivaciones y serias diferencias de carácter ideológico existentes

entre quienes enarbolaban la bandera del famoso Batallón Pío IX, y las ideas

radicales de la causa liberal74.

En el año de 1877 la actividad política no ayudó a que superara sus problemas

económicos. Como se ha anotado, su principal acreedor, el señor García Echeverri,

no aceptó la cesión de bienes y optó por iniciar un proceso ante el Juzgado Segundo

de Palmira. Sus alusiones desobligantes para con el abogado de la contraparte, Dr.

Rafael Prado Concha, motivó una airada respuesta por parte de éste. Las estrategias

para defenderse judicialmente muestran a Isaacs poco ortodoxo e intentando valerse

de leguleyadas y de influencias políticas75.

Isaacs se ocupa intensamente de la educación primaria y secundaria del Cauca.

Lo nombran secretario de gobierno. Sale en defensa de los indígenas, como bien lo

registra el maestro Germán Arciniegas (1967): “Si la raza africana ha sido protegida

en el Cauca por la sabia ley que la libró por completo de la esclavitud, la indígena,

que en muchas poblaciones del sur del Estado ha vivido ahora como bajo el sistema

feudal o de encomiendas, exige la misma protección, y justo y legal y humanitario es

que la tenga” (Arciniegas, 1967: 13)76. Lucha contra los conservadores y el clero que

74 Una distinta valoración de la batalla de “Los Chancos” la encontramos en los Recuerdos para la historia, de Manuel Briceño (1947: 185-199). 75 A este respecto ya hemos hecho referencia al “caso de Jorge Isaacs”, tal como lo analiza el profesor Alonso Valencia Llano, algunos de cuyos apartes transcribimos al referirnos a los procedimientos jurídicos recopilados por el Dr. Leonardo Tafur Garcés, y que motivaron la realización de este trabajo de investigación y la publicación de esta obra. 76 Llama la atención que no se encuentren documentadas las naborías en el Valle geográfico del río Cauca, dada la existencia de encomiendas, resguardos y haciendas; tan solo he encontrado referencias sobre esta modalidad doméstica del servicio indígena en Londoño Rosero (2010). Francisco Zuluaga y Eduardo Mejía Prado, con ocasión de la lectura de esta monografía opinan que no se registran las naborías dado que la resistencia indígena en el Valle fue muy fuerte, y estos fueron

139

se le opone. Renuncia a la Secretaría de Gobierno y pasa como diputado radical a la

Cámara de Representantes (Arciniegas, 1967: 13). En este mismo año de 1877,

aparece la primera edición chilena de María.

Los datos anteriores, al tiempo que permiten contextualizar la vida del autor,

ilustran lo que era la vida de la sociedad colombiana en guerras y rebeliones

incesantes por aquellos años, y reflejan cómo repercuten sus problemas en la

creación literaria y en la actividad política.

La guerra de 1885-1886.

Los radicales de Santander se levantaron contra el Gobierno Central, presidido

por Rafael Núñez, quien como liberal había sido elegido Presidente por segunda vez

en 1884. En esta ocasión los conservadores apoyaron a Núñez y al grupo liberal que

lo seguía, y formaron lo que se llamó el “Partido Nacional”, base política de la

Regeneración. Para el año de 1885 sucede una rebelión más. La política de “Orden

de la Regeneración”, se traducía en represión para un sector del liberalismo; también

el partido conservador estaba dividido entre “Nacionalistas”, que apoyaban al

gobierno, e “Históricos”, que lo impugnaban. Núñez fue reelegido en 1886.

La guerra de los Mil Días.

En 1898 fue elegido Manuel Antonio Sanclemente (con 84 años de edad). Fue un

período de intrigas: el sector guerrerista del liberalismo, excluido del parlamento y

“amordazado en la prensa se fue a la guerra pensando contar con el apoyo de los

prácticamente exterminados en los primeros 80 años de la conquista del Valle del Cauca, y aunque hubo intentos de creación de poblaciones indígenas como en Tuluá y Roldanillo, los nativos se replegaron hacia las montañas.

140

conservadores Históricos, descontentos con el gobierno y quienes a la hora de las

definiciones prefirieron apoyarlo. La exclusión política del sector liberal, la mala

situación económica (de un precio de 15.7 centavos la libra en 1896, el café cayó a

8.5 centavos en 1899 en el mercado de Nueva York), y los escándalos monetarios y

financieros, dieron elementos para la rebelión” (Tirado Mejía, 1992: 373).

Tras las batallas iniciales de la guerra las tropas rebeldes fueron vencidas; no

obstante, la contienda fue devastadora y se prolongó durante tres años, tornándose

en guerra de guerrillas. Se firmó, entonces, el tratado de Neerlandia el 24 de octubre

de 1902: un sector de los rebeldes se entregó, y el tratado de Wisconsin, “que lleva el

nombre del barco de guerra norteamericano en que se firmó, el 21 de noviembre del

mismo año, puso fin a las actividades militares en Panamá” (Tirado Mejía, 1992:

373).

4.2. Vida cotidiana a finales de la Colonia, durante la gesta de la Independencia y

en los primeros años de la República

Hemos registrado los más conocidos acontecimientos, en los cuales combatieron

entre sí los colombianos en el siglo XIX, en cuyo devenir transcurrió la vida de don

Jorge Enrique Isaacs Adolfus, y participó activamente su hijo Jorge Ricardo, quien

incluso compusiera varios himnos de guerra de Colombia, y una importante saga de

poemas en la que se puede observar la repercusión de los conflictos en el pueblo y

en el alma del poeta.

Para comprender mejor el discurrir de la vida por aquellos tiempos, acudimos a los

aportes del profesor Eduardo Mejía Prado (2002), quien, como lo señala Valencia

Llano al prologar su libro Campesinos, poblamiento y conflictos: Valle del Cauca

141

1800-1848, permiten mostrar: “Una profunda complejidad social colonial que había

sido descuidada o ignorada por muchos autores reseñados: se trata de la presencia

de una gran población mestiza, que convive con una minoría de blancos y con una

población indígena casi desaparecida” (Mejía Prado, 2002: 14).

Mejía Prado estudia las poblaciones de Toro, Anserma, Cartago, Tuluá, Buga,

Llanogrande (Palmira), Cali, Quilichao y Caloto, su aspiración a ocupar un lugar

reconocido frente a las ciudades coloniales y a ser tenidas como “villas”, para adquirir

“mayor autonomía frente al poder de los cabildos locales”. Tal es el caso de

Quilichao y Tuluá, respecto de Caloto y Buga (Mejía Prado, 2002: 36).

Debe tenerse presente que la evangelización se organizó en doctrinas, que se

constituyeron en núcleos, atendidos por los misioneros, quienes con los fieles

construían capillas, cuyos diseños eran acordes a los elementos que el medio les

ofrecía. A su alrededor fue creciendo el pueblo. En torno a estos núcleos los

misioneros construyeron escuelas en las cuales adoctrinaban a los indígenas sobre

la fe, enseñaban la lectura y escritura del español, además de prepararlos y

ejercitarlos en la elaboración de artesanías. A través de la Iglesia se difundió el arte

europeo, la arquitectura, pintura, escultura y música, principalmente con temática

religiosa.

Este período corresponde a los cambios que generan las guerras de

Independencia, algunos de los cuales ya se venían dando desde la Colonia y

alimentaron las aspiraciones de las transformaciones sociales. Fue así como en la

República de la Nueva Granada (1832), se crearon Cantones que estaban

142

compuestos por parroquias, viceparroquias.77 Al respecto es pertinente remitirnos al

estudio que hace Margarita Garrido (1996), a propósito de la vida cotidiana y pública

en las ciudades coloniales, cuyas descripciones nos ponen al tanto del transcurrir de

aquellos días, incluso hasta poco tiempo antes de las guerras de independencia, en

la trama de los valores culturales resultantes de la interacción de las diferentes

etnias.

Del ensamblaje de lo civil y lo religioso, anota Garrido, que lo civil y lo religioso

parecían unido por las “Dos Majestades”, como se decía, “Dios y el Rey”. La

parroquia era el núcleo para la administración, tanto eclesiástica como civil, y

quienes vivían en una misma área urbana, eran al mismo tiempo vecindario y

feligresía. Observa esta historiadora, que no se podía en aquella concepción del

mundo, ser buen ciudadano si no se era buen padre, buen hijo, buen esposo y buen

parroquiano; no se podía faltar a la ley, sin pecar; faltar al rey, sin faltar a Dios. Así,

se tenía un doble sentido, civil y religioso, del orden político, del jurídico y del

espacial. Las fiestas y ceremonias, de regocijo o duelo, también tenían los dos

sentidos. Podemos decir que se hacía uso civil, de las normas religiosas; y, religioso

de las civiles, cuyas fronteras no siempre eran claras.

Superposición del sistema de control social.

Anota la autora en referencia, que desde las primeras épocas del período colonial

los sermones de los curas apoyaban a las autoridades en la imposición de tributos

como la alcabala y otros impuestos. Precisa que: “Vecinos, oficiales y sacerdotes,

77 Tal como observan estos historiadores, se recurrió a la organización eclesiástica como base de

la administrativa.

143

acostumbraban justificar sus actos por amor a ‘las dos Majestades’: Dios y la Corona.

Si por un lado la Iglesia y las misiones suplían al Estado en áreas alejadas o no

integradas, por otro, la lucha contra los pecados públicos no era sólo asunto de la

Iglesia sino también de los gobernantes” (Garrido, 1996: 141).

Poco antes del Grito de Independencia, las respuestas a la Cédula de Aranjuéz,

entre 1801 y 1804, permiten observar que en ciudades y villas la asistencia a la misa

y el control sobre la moral familiar, eran mucho más efectivas que en las zonas

rurales. No obstante, no había uniformidad al respecto. En algunas de las parroquias

multiétnicas se encuentra el caso de que los blancos no querían ir a la Iglesia para

distinguirse de los indios. Además de notar lo anterior, el obispo de Cartagena se

horroriza de los bundes de negros que se daban “no sólo en los sitios y lugares, sino

también en las villas y ciudades” (Garrido, 1996: 141). Lo anterior le permite a

Garrido concluir que todos los discursos, civiles y religiosos, públicos y privados,

están permeados por el lenguaje moral. Con relación a las autoridades observa que

éstas tratan de controlar al vecindario con las disposiciones de orden y policía; el

vecindario a su vez ejerce control, no sólo sobre sus semejantes sino sobre las

autoridades, en defensa de la moral pública, la justicia y el bien común.

Abordando el estudio de los partidos coloniales en el valle geográfico del río

Cauca, transformados en cantones, parroquias y viceparroquias, como hemos visto,

y a partir de fuentes como los censos de población, Mejía Prado señala los alcances

de la población apartándose (transgrediendo en la cotidianidad) el control social

formal de cuño colonial, habiendo más libres “de todos los colores”, registrando la

disminución de la población blanca, la casi desaparición de la población indígena y el

144

surgimiento de una “mayoría mestiza y campesina que va a caracterizar el Valle del

Cauca republicano” (Valencia Llano, prólogo, 2002: 16).

La vida cotidiana en aquellos poblados dependía de su entorno rural, y los

cambios que sufrieron se encuentran reflejados en los documentos de la época de

una manera indirecta, documentos que poseen un gran valor, no obstante estar

referidos muchos de éstos a asuntos judiciales, cuyo interés era resolver un pleito o

sancionar un delito.

-¿Qué registran estos documentos?

-Dichas fuentes primarias documentan el escándalo, el chisme, el

amancebamiento, los lugares clandestinos para la actividad sexual, las riñas

callejeras, en general las contravenciones simples a las normas establecidas, al igual

que los delitos que atentaban contra la autoridad, la propiedad y las personas. Al

convertirse en materia de juicios dejan consignados relatos de los funcionarios.

Mejía Prado tiene en gran estima estas fuentes porque dejan “escuchar la voz de

los iletrados”, de aquellos campesinos y habitantes pobres de los pueblos, cantones

y capitales de provincia, que permiten introducirse en aspectos diversos que hacen

parte de su mundo, de su imaginario, y constituyen las llamadas “mentalidades

colectivas”.

En los últimos años de la dominación española, este territorio era un espacio

ocupado por haciendas, parcelas campesinas, reducidos núcleos urbanos y sitios de

pobladores libres. En el valle geográfico del río Cauca las jurisdicciones de las

ciudades marcaban los límites de términos y espacios, que incluían el poblado y su

entorno rural. La producción agropecuaria estaba dirigida al abastecimiento de los

distritos mineros y los mercados locales. Desde el punto de vista administrativo,

145

aquellas poblaciones dependían de Popayán, sede de la Gobernación de su nombre

que, a su vez, pertenecía al Virreinato de la Nueva Granada, en la cual y a expensas

del auge minero del siglo XVII, se había desarrollado una sociedad esclavista

colonial, como lo registra Germán Colmenares (1978), en su libro Historia Económica

y Social de Colombia.

Las seis principales ciudades eran Caloto, Cali, Buga, Toro, Cartago y Anserma,

con su respectivo alcalde y juez pedáneo78. Beatriz Patiño, anota, respecto del cargo

de Juez pedáneo, que en el nivel más bajo de la administración de justicia actuaban

los alcaldes pedáneos, que eran los jueces de un lugar o sitio, sujeto a la jurisdicción

de la villa o ciudad, en cuyo distrito estaba ubicado (citada en Mejía Prado)79.

La dinámica productiva y poblacional dio lugar a núcleos que luego se

transformaron en las ciudades intermedias. Puede decirse que la transformación

correspondió a procesos de poblamiento espontáneo, aunque la presencia de

blancos nobles –propietarios de haciendas pequeñas y de derechos mayoritarios en

terrenos indivisos- le imprimieron cierta legalidad e institucionalidad, “…al ser ellos

los que abogaban ante las autoridades y el cabildo de las ciudades para que se les

78 Es pertinente resaltar que después de los acontecimientos del 3 de julio de 1810 en Cali y del 20 de julio en Santafé de Bogotá, en febrero de 1811 se constituyó el acuerdo de las ciudades confederadas e iniciaron su proceso independentista, que como se sabe no fue propiamente contra el rey, “sino en contra de la cercana Popayán en manos del español Tacón”, se conformaron las milicias, los hacendados se volvieron generales y los campesinos, esclavos y libres de los poblados fueron sus tropas. Después de precarias victorias patriotas, en 1816, los españoles reconquistaron todas las ciudades del Valle bajo el mando de Warleta. Después deberá esperarse los acontecimientos del Pantano de Vargas en Boyacá, y a la emblemática batalla en el Valle del Cauca, en San Juanito, Buga, el 28 de septiembre de 1819. 79 La misma investigadora aclara que esta denominación proviene de los jueces romanos, a quienes se les llamaba así, por el hecho de que para las causas de poco interés, cuyo despacho les estaba encargado, no necesitaban sentarse al dar Audiencia. Estos funcionarios tenían sus limitaciones claramente determinadas: sólo podían castigar con prisión de tres o menos días a los que faltaban al respeto a las autoridades, escandalizaban con obscenidades, causaban pendencias, proferían injurias, violaban propiedades ajenas, siempre que no se tratara de hechos graves. (citada en Mejía Prado).

146

reconociera su existencia, que al lograrla a través de la figura jurídica –administrativa

de partido obtenían los cargos de juez o alcalde pedáneo del respectivo territorio”

(Beatriz Patiño citada en Mejía Prado, 2002: 69).

Así mismo, es importante señalar que “la existencia de parroquias coadyuvó a

definir límites jurisdiccionales de tipo eclesiástico que bajo la forma de curato, con su

respectiva feligresía y templo a cargo de un cura, ofreció elementos comunes de

identificación espacial para sus pobladores” (Beatriz Patiño citada en Mejía Prado,

2002: 69).

Mejía Prado estudia el establecimiento de carnicerías en estos sitios, debidamente

autorizadas por el cabildo, señalando que ello sirvió como medio cohesionador y

facilitador de un espacio para la compra y venta de productos, un día a la semana, y

la reunión e intercambio social de sus habitantes; y considera que el partido, el curato

y la venta autorizada de carne constituyeron, “los hitos fundacionales considerados

por las autoridades coloniales –especialmente el cabildo- para dar reconocimiento

jurídico-administrativo a un caserío” (Beatriz Patiño citada en Mejía Prado, 2002: 69).

La reconstrucción de la vida de aquellos tiempos revela que los esclavos eran

considerados más como bienes productivos que como personas, con los conflictos

propios e inherentes a su situación (compra y venta, rupturas familiares, nacimientos

en libertad, pero de hecho sometidos a la prolongación de la esclavitud, hasta la

indemnización de sus dueños por su manutención, prohibiciones sociales, fuga y

cimarronismo, ya fueran destinados al servicio doméstico, a la iglesia, a la minería, o

a las haciendas, etc.). Por aquel entonces se labraron muchas parcelas, por parte de

los esclavos fugados de las haciendas y minas, desde antes de la abolición en 1851,

las cuales aumentaron después de esa fecha. Dicho estudio da cuenta de la

147

existencia de “enmontados”, cuadrillas de bandidos, malhechores, cultivadores

clandestinos de tabaco o productores ilegales de aguardiente, y de muchos que se

resistían a someterse a normas de disciplina social de la época (como por ejemplo el

servicio social subsidiario80), en la realización de obras públicas u onerosas, a riesgo

de ser tenidos como “ladrones, vagos y mal entretenidos”, y de no pocos que

luchaban por la propiedad colectiva de la tierra, cuando ésta era apropiada por algún

terrateniente inescrupuloso81.

También había problemas por la cría de cerdos en los montes, en tierras

cenagosas y a orillas de los ríos, ya que era realizada sin ningún tipo de encierro o

cercos para los animales, que permanecían en cierta libertad durante días; por lo

tanto era frecuente que se confundieran los cerdos de dueños diferentes.

Con humor magistral, Eugenio Díaz Castro (1967), en su novela Manuela, registra

la ocurrencia de estas situaciones, por lo que no vacilamos en recomendar su lectura

a los interesados en la vida y Cuadros de costumbres de esta época82. Después de

80 Para mayor información consultar el texto de “Empresarios y políticos en el Estado Soberano del Cauca” del profesor Alonso Valencia Llano, Editorial Facultad de Humanidades, especialización en la enseñanza de las ciencias sociales, historia de Colombia, pags. 98 y ss., Cali, 1993. 81 “Los “globos de tierra indivisa” al contener en su área parcelas campesinas, potreros de hacendados, ciénagas y montes eran el escenario de conflictos permanentes. Los más frecuentes estaban relacionados con la obstrucción de caminos, construcción de cercos sin autorización de los demás “derechosos” o “comuneros”, hurto de guaduas y maderas, uso de aguas para riegos, inundación de terrenos por desvío de una acequia, y los linderos entre los predios. Con la instauración de la república y la abolición legal de los mayorazgos, los indivisos aumentaron considerablemente en número y, por supuesto, la frecuencia de los conflictos” (Mejía Prado, 2002: 91). 82 “Era lunes, día muy aciago en las parroquias de tierra caliente. La gente de la casa de Manuela se había trasnochado en el baile, y habiendo quedado el portillo abierto por causa de Ascensión, que fué la última que entró a la madrugada, la marrana grande que había salido sin la horqueta legal, y sabiendo don Tadeo que andaba en el ejido, se aprestó para terminar de una vez una trama que tenía preparada, y dio todas las órdenes del caso. No tardó mucho tiempo en aparecer corriendo por la mitad de la calle del Caucho, la marrana de Manuela, seguida por el alcalde y un policía, que le tiraba lazos inútilmente. Resurrección, la entenada de don Tadeo, que estaba echándoles de comer a unos pollitos en la puerta de la calle, azuzó a Tintero y a Papel, los perros de su padrastro, para que acometiesen a la marrana y la acosaran contra

148

las guerras de independencia proliferaron bandas de saqueadores por toda la

región83, pero hubo zonas donde su presencia fue mayor y por más tiempo, como lo

fueron las que operaron en las cercanías de Tuluá.

la pared. Ayacucho se puso en movimiento excitado por el alboroto y les acometió a los otros dos perros; pero salió Resurrección a pegar a Ayacucho con el palo de la escoba, y Manuela, que se había levantado del quicio de la puerta de la casa, donde estaba cosiendo, llegó con las tijeras en la mano y quitó el palo a Resurrección, a tiempo que se acercó el policía a tirar lazos para coger a la marrana. José intervino a ese tiempo y echó mano al rejo de enlazar que el policía defendía con todas sus fuerzas, de manera que en un instante se armó un grupo de racionales e irracionales que se batían unos a favor de la marrana y otros en contra de ella. A todo esto los gruñidos de la marrana y los gritos de Resurrección y los latidos de los perros, y las maldiciones y juramentos de los policías se levantaban en una confusión infernal, y Resurrección y Manuela se habían dado sus cachetadas; Ayacucho y Tintero, sus mordiscos; y José y los dos policías, sus pescozones y patadas. No tardó en aparecer luégo la terrible Sinforiana seguida de Cecilia, para aumentar el número de los enemigos de Manuela, que la hubieran vuelto polvo si no se hubieran aparecido Simona y sus dos hermanas; el combate vino a ser tan encarnizado como el encuentro de una galera de argelinos y otra de cristianos” (Díaz Castro, 1967: 137-138). 83 Detalles y referencias particulares, inscritos en la vida cotidiana durante las guerras de independencia contra el dominio colonial español, podemos encontrarlos en Dolores, de Soledad Acosta de Samper. Eduardo Serrano Orejuela (2006), en su interesante estudio Voces textuales y discursivas en Dolores de Soledad Acosta de Samper, analiza las transgresiones cometidas por Basilio Florez. Veamos sus observaciones y comentarios: “Retrato de un subalterno enriquecido. La observación benevolente y ligeramente irónica del pueblo por parte del narrador, portavoz de las elites ilustradas, se convierte en mirada feroz y condenatoria cuando se ocupa de Basilio Flores, un subalterno enriquecido mediante sucios manejos durante las guerras de independencia contra el dominio español. Basilio, hijo de una campesina, llamó la atención, por su viveza y talento, de un rico hacendado español de los alrededores de Bogotá. Éste lo tomó bajo su tutela y lo puso a estudiar con la finalidad de «sacar de él un buen dependiente, sobre quien pudiese, con el tiempo, descargar una parte de sus complicados negocios» (p. 51). A raíz de la guerra, el hacendado decidió regresar a su país y le encomendó a Basilio una gran suma de dinero. La situación se complicó, el español finalmente murió, sus herederos no pudieron reclamar la herencia, de la cual se apropió ilegalmente Basilio, quien, decía, se había ido a la provincia para hacerle compañía a un supuesto pariente rico.

Basilio volvió a la capital diciendo haber heredado a su incógnito pariente, y haciendo alarde de su riqueza trató de introducirse en la sociedad distinguida, pero fue rechazado con desdén. Disgustado, pero decidido a poner todos los medios que tenía a su alcance para hacer olvidar su origen, partió para Europa y permaneció algunos años en París. Sin relaciones ni disposición, se entregó a los vicios y acabó de corromper el escaso corazón con que la naturaleza lo había dotado. Alimentando su espíritu con la lectura de obras escépticas como las que entonces estaban en moda, imitaciones de los nuevos sistemas filosóficos de la moderna Alemania, el joven americano se convirtió en un materialista sin ningún sentimiento de virtud (Serrano Orejuela, 2006: 52).

Varias son, según el punto de vista del narrador, que es el de las elites dominantes, las transgresiones cometidas por Basilio:

1. Se apropió ilegalmente de una fortuna que no le correspondía. 2. En su calidad de nuevo rico, trató de introducirse en el medio social de las elites criollas. 3. Rechazado con desdén, viajó a Europa y se dedicó a los vicios y a la

149

Conviene reiterar la ambigüedad y confusión existente entre los límites de la

competencia civil y la eclesiástica, en los casos relacionados con la moralidad

pública.

Este período se caracterizó, pues, en cuanto a los controles, por no comportar

rupturas importantes; las modificaciones se presentaban en la resistencia de

sectores sociales subalternos que mostraban una mayor organización, utilización de

armas para cubrir las fugas, denuncias de los abusos de autoridades, manejo de un

lenguaje republicano, esbozado en principios de igualdad, justicia y patria, “aunque

mediados por el discurso de los tinterillos y funcionarios que redactaban sus quejas y

peticiones” (Mejía Prado, 2002: 137).

El crecimiento de la población –sobre todo mestizos y mulatos-, la consecuente

ampliación de la frontera agrícola en el interior del Valle y de mercados para los

productos, el ambiente bélico, propiciador de caos y desorden político-administrativo,

la nueva concepción de la ley y las instituciones de la recién creada república, fueron

factores que coadyuvaron en ese proceso de lenta transformación de una sociedad

esclavista colonial en crisis, hacia una sociedad republicana, que aunque esclavista

aún, ya vislumbraba los cambios que se producirían a mediados del siglo XIX.

Mejía Prado concluye su examen del paso de la Independencia a la Gran

Colombia, señalando que: “a diferencia de la Colonia, en este período los campesinos se

comprometen en la conformación de los pueblos, definiendo pertinencias e identidades

locales; la posibilidad del mercado unido al encuentro social y económico de los pobladores,

afianzó la creación de los caseríos que en las décadas siguientes se convirtieron en

pequeños centros urbanos, vecinos de las viejas ciudades. Este entramado de haciendas,

lectura de obras escépticas, lo que lo convirtió, finalmente, en un materialista sin virtudes”. (Serrano Orejuela, 2006: 13).

150

fincas campesinas, caseríos y pueblos fue la característica en el paisaje durante el siglo XIX

y las primeras décadas del XX” (Mejía Prado, 2002: 137).

De otra parte, se resalta la forma cómo se redefine la élite que, siendo letrada, se

impone sobre el resto de la población, sumido en el analfabetismo, manteniéndose y

consolidándose en la burocracia republicana.

En cuanto a lo que le sucedió a la hacienda, en tanto que como unidad productiva,

este investigador anota que el proceso de independencia política de la Nueva

Granada frente a la Corona Española, no afectó radicalmente la sociedad y la

economía del valle geográfico del río Cauca, pero que la crisis de la minería y del

sistema esclavista, que se había incubado a finales del siglo XVIII, se agudizó

durante este período. La hacienda fue la unidad productiva más golpeada por las

guerras. Y ello sucedió así, al ser convertida en centro de operaciones militares,

abastecedora de los ejércitos y objeto de confiscación y saqueo por parte de los

realistas y los patriotas. Por su parte, las viejas ciudades y los nuevos poblados

también sufrieron los avatares del conflicto bélico, pues fueron lugares de referencia

para el avance o retroceso de las tropas, al igual que premio –a manera de botín-

para la soldadesca. Y agrega este autor que los hacendados, mineros y

comerciantes de la región, convertidos en comandantes militares, no involucraban

propuestas en favor de los grupos subalternos; y que, sin embargo, el discurso de

libertad e igualdad de los criollos, sí fue aprovechado por los pobladores libres para

apuntalar las luchas que venían adelantando contra el abuso de las autoridades,

propietarios y eclesiásticos, por la defensa de sus posesiones campesinas, sus

actividades productivas, comerciales y el impulso de los nuevos poblados.

151

Fue por estos años cuando, en una revuelta, llegó Rafael Urdaneta al poder: las

provincias del Departamento del Cauca que respaldaban al derrocado gobierno de

Domingo Caicedo, decidieron en 1830 realizar en Buga una asamblea para acordar

la unión al gobierno de Urdaneta, “o la anexión al Ecuador”. En 1831 José Hilario

López y José María Obando lideraron el levantamiento contra Urdaneta.

Es por esta misma época que Isaacs Adolfus se casa, solicita y obtiene su carta

de naturaleza, que ocurre el incendio de su almacén en Quibdó, y viaja a la ciudad

de Cali, donde fija su domicilio.

Las provincias decidieron anexarse al Ecuador.

Derrocado Urdaneta, Juan José Florez, Presidente del Ecuador, invadió con sus

tropas las provincias de Pasto y Buenaventura, llegando a tomarse algunos puntos

del valle del río Cauca, pero fueron enfrentados por Obando y López. En aquella

oportunidad los cantones fueron protagonistas, teniendo como referencia a Santafé

de Bogotá y no a Popayán, reafirmándose las aspiraciones autonomistas de las

localidades.

Estas digresiones de orden económico, político, social y administrativo, tienen

como finalidad ubicarnos en los días de don Jorge Enrique Isaacs Adolfus y su

familia en el Valle del Cauca, donde luego deberá enfrentar sus procesos judiciales,

se tramitará el correspondiente a su sucesión y el concurso de acreedores; estas

referencias a la vida cotidiana nos ubican en un modo de vida totalmente influido por

los continuos conflictos, y en el cual los habitantes vivían empuñando las armas,

regidos por instituciones inestables, en medio de la inseguridad física, jurídica,

política y social.

152

Téngase presente, según se ha consignado que la constitución de 1832 abolió los

departamentos y conservó el orden de provincias, cantones, parroquias y

viceparroquias. Popayán fue cabecera de provincia; perdió jurisdicción sobre Pasto,

Chocó y Buenaventura, pero ejercía poder sobre los cantones de Caloto, Cali,

Palmira, Buga, Tuluá, Toro, Cartago y Supía, lo cual es superado con la creación de

la Provincia del Cauca, el 17 de abril de 1835, por la que se separan de la de

Popayán los cantones de Supía, Cartago, Anserma, Toro, Buga, Palmira, Cali y

Tuluá.

Es pertinente recordar que la importancia de la apertura de caminos estaba al

orden del día.

En nuestra visita al Archivo Central del Cauca (Enero 2010), a documentos de la

Nueva Granada (leyes y decretos), el Registro Oficial de los Estados Unidos de la

Nueva Granada, la Gaceta Oficial del Cauca (Estados Unidos de Colombia, Estado

Soberano del Cauca), vimos las diferentes reseñas de aquellos caminos,

considerados prioritarios a lo largo y ancho del país, para poder comunicar las

diferentes regiones, dando las bases de la primera infraestructura vial con el

propósito de facilitar su desarrollo; entre éstos, el camino de Popayán al mar

Pacífico (José María Obando, mediante decreto de 6 de mayo de 1885); el camino

de Buenaventura (Jorge H. Isaacs, 1859), y fue el mismo Simón Bolívar, quien el 25

de enero de 1830 pernoctando en Boquía, quien ordenara oficialmente “la apertura

de un camino de herradura en el paso de los Andes que, denominado Quindío, fuese

153

desde la ciudad de Cartago hasta Ibagué” (Lopera Gutiérrez, 1986: 63). Más tarde se

expidió la ley 26 de 183584.

Por dicho camino ya habían transitado José Celestino Mutis (con la Expedición

Botánica, en 1873), el sabio Francisco José de Caldas y Alejandro Humboldt (1801),

Juan Bautista Bousingault (1827) y, después, el célebre viajero Ernest Rothlisberger

(1884).

Conviene a esta aproximación al siglo XIX, referirnos al estudio de las Guerras

civiles y la vida cotidiana, del profesor Carlos Eduardo Jaramillo (1996), quien al

iniciar su artículo, sobre la vida cotidiana en nuestros conflictos civiles, comenta que

este discurrir es casi lo mismo, ya que hablar de la vida diaria, es tanto como hablar

de las confrontaciones, grandes y pequeñas entre colombianos, pues “fueron tan

frecuentes que, mal contadas y dejando de lado la guerra de Independencia, se

suceden en un promedio de más de una por año”, y acota que “así es que la pólvora

y el ruido de sables y machetes fue la música de fondo que orquestó la vida

colombiana del siglo XIX. De ella sólo lograron escaparse los inmensos y

despoblados territorios de selva y llano que sirvieron de madriguera a los vencidos”

(Jaramillo, 1996: 291).

Tras detallar la guerra y la vida urbana, describiendo los centros urbanos como

“campamentos”, y la brutalidad de los “Cívicos”85, que ilustra con la muerte del

84 Sobre caminos y la colonización de la Costa Pacífica, puede consultarse a Alonso Valencia Llano, en su libro “Empresarios y políticos en el Estado Soberano del Cauca, 1860-1895”, al igual que sobre empresarios y políticos del Cauca, a finales del siglo XIX, entre los cuales se ocupa de Ernesto Cerruti, Santiago Martín Eder, Pío Rengifo, Rafael Reyes, Primitivo Crespo, José María Domínguez Escobar, Alfonso Menotti y la familia Uribe Uribe. Valencia Llano en el referido libro (págs. 286 y ss.), registra el remate que Eder hizo de los bienes de don George Henry Isaacs Adolfus, el 20 de abril de 1864, y da cuenta del desarrollo posterior de sus actividades empresariales, sus contratiempos con la guerra sobreviniente en 1865, y las dificultades de explotación en ese conflictivo período.

154

General Tulio Varón, el reclutamiento o “levas”, como se denomina el enrolamiento

de la gente, cuyo anuncio producía tanto pánico como una epidemia de fiebre

amarilla, da cuenta de lo que era la vida de la sociedad en campaña militar; así la

describe: “Dada la multiplicidad de conflictos armados vividos en este siglo, podemos decir

que la vida cotidiana de la nación transcurrió más de la mitad de su tiempo inmersa en una

85 “En todas las poblaciones había un número apreciable de civiles que durante los combates en ellas o en sus aledaños, marchaban a la retaguardia de las tropas haciendo el papel de las aves carroñeras. Cayendo sobre heridos y muertos para despojarlos de sus pertenencias, los remataban con saña cuando alguno daba muestras de vida. La mayoría de estas personas eran gentes humildes que hacían de la contienda un motivo de fiesta, e impulsados por el alcohol se reunían en pandillas brutalizadas que recibían el nombre decoroso de los Cívicos. Sus jefes, casi todos con oficio conocido, eran personajes amargos y siniestros que vivían escarbando entre los desperdicios de la guerra, para darle curso a sus pasiones” (Jaramillo, 1996: 301). José María Espinosa (1971), recordaba en sus memorias, en las cuales relata los primeros años de las guerras de independencia, que ya desde aquellos tiempos se observaba este fenómeno, aunque los describe, siendo anciano, de una manera pintoresca. Nos cuenta que salió con Antonio Nariño, como abanderado del batallón granaderos de Cundinamarca, y que al llegar a Portillo se detuvieron mientras la gente pasaba el río magdalena en barquetas. “Aquí ocurrió un incidente que por tener tanto de poético como de prosáico, merece referirse en pos del ejército iba una bandada de mujeres del pueblo, a las cuales se ha dado siempre el nombre de voluntarias (y es muy buen nombre, porque éstas no se reclutan como los soldados) cargando morrales, sombreros, cantimploras y otras cosas” (Espinosa, 1971: 50-51). El general Nariño no creyó conveniente que este ejército auxiliar continuase “y prohibío que continuase su marcha, para lo cual dio orden terminante a los paserosde que no le permitiesen el paso y las dejasen del lado de acá del río”. (Espinosa, 1971: 51). Espinosa relata que llegaron a Purificación, y a los dos días de estar allí se les aparecieron todas las voluntarias; que ya era visto que el Magdalena no las detenía, “y así el general dio la orden de que dejasen seguir a estos auxiliares, por otra parte muy útiles, a quienes el amor o el patriotismo, o ambas cosas obligaban a emprender una dilatada y trabajosa campaña” (Espinosa, 1971: 51). También recuerda este abanderado que “el general Bolívar mismo reconoció en otra ocasión que no era posible impedir a las voluntarias que siguiesen al ejército, y que hay no se qué de poesía y encanto para la mujer en las aventuras de la vida militar” (Espinosa, 1971: 51). Suyo es también el siguiente comentario referente a la entrada del ejército de Nariño a Popayán después de la batalla de Calibío: “Entre los prisioneros de esta jornada cayeron varias mujeres vestidas de hombre, que peleaban al lado de los soldados, y entre los muertos se hallaron también algunas” (Espinosa, 1971: 59). Y refiriéndose a su regreso a Quilichao recuerda que tuvieron noticia de que los aficionados de Cali se habían llevado el botín, y los describe: “eran estos una turba de conversadores y chisperos, de esos que suelen infestar los pueblos, sobre todo en tiempo de guerra, y que se presentan después de una acción, haciendo el papel de héroes y refiriendo haber cogido prisioneros por centenares, cuando en realidad los prisioneros han sido los relojes, cadenas, anillos, caballos, pistolas, dinero y demás que pertenecía a los infelices muertos, de que los despojan a mansalva” (Espinosa, 1971: 114). Espinosa dice que esto parece suceder en todos los países y los compara con zamuros, que “siguen siempre a los ejércitos, como aquellos pájaros que acompañan al ganado para pillar los animalitos que éste hace salir de la hierba al rumiar. Sobre éste punto he deseado siempre dos cosas: que a cada ejército siguiese un cuerpo de policía neutral que impidiese tales depredaciones; y que algunos de tantos escritores elegantes como tenemos, describa el tipo de estos zanganos en un artículo de costumbres” (Espinosa, 1971: 114).

155

campaña militar. Todo giraba pues, en torno a las culatas de los fusiles. Aunque ya desde

1848 se habían realizado intentos por dotar al país de un centro de formación militar

permanente que permitiera constituir un ejército profesional, el siglo XIX concluyó sin que se

hubiera logrado pasar de algunos intentos esporádicos” (Jaramillo, 1996: 301).

Comenta el autor que la falta de un ejército profesional y el carácter civil de las

contiendas, hicieron que necesariamente toda la sociedad se viera involucrada en las

campañas. La precariedad de los bandos no permitía mayor autonomía para el

desarrollo de las operaciones, obligando a las comunidades que estaban detrás de

sus banderas, a suplir su aparato logístico. Los oficiales y soldados salían todos de la

sociedad civil, en la que sistemáticamente debían abandonar sus oficios para tomar

las armas y cubrirse de oropeles, asesinando a sus congéneres. Ello, por fuerza,

arrastraba la sociedad toda al corazón de la contienda. Describiendo las escenas de

aquellos días, muestra el impacto del conflicto en la comunidad: “El gobierno levantaba

su ejército con reclutamientos forzosos y sus opositores movilizando clientelas políticas,

posteriormente ambos enrolaban de forma indiscriminada. Como regla general, ninguno de

los contendores contaba con un aparato logístico eficiente, obligando a las fuerzas en

campaña, a dar soluciones propias a todas sus necesidades. Así, un ejército en operación,

no era simplemente una tropa en marcha sino una sociedad en campaña” (Jaramillo, 1996:

301).

La retaguardia de los ejércitos estaba constituida por abigarradas multitudes que

practicaban desde el espionaje hasta el contrabando y la prostitución. En primer

rango estaban las esposas, las amantes, las parientes y las prostitutas, todas ellas

encargadas de preparar la comida, lavar la ropa, cuidar las heridas y satisfacer las

156

pasiones de los soldados. Después venían los comerciantes, los reducidores, los

prestamistas, los curanderos, los contrabandistas, los zapateros y los abigeos. Todos

ellos, a más de ejercer sus oficios, eran gentes dispuestas al pillaje de muertos y

heridos, cuando por razones de la contienda este privilegio les era cedido por los

vencedores (Jaramillo, 1996: 301).

Jaramillo refiere que en las poblaciones quedaban los jefes, los contratistas y los

reducidores mayores, junto con una multitud de empleados que engrasaban la

maquinaria administrativa y los privilegios que otorgaba la contienda. Junto a ellos

convivían los miembros ricos del bando contrario, quienes con relaciones y plata

mitigaban su condición, así como otra serie de gentes que sin mayores recursos

vivían escondidos en el mundo de las trastiendas y los zarzos; y que, en el campo,

las gentes permanecían escabulléndose de la violencia, ocultándose en el monte,

acechando los caminos, escondiendo las cosechas y convirtiendo el quehacer diario

en la aventura cotidiana que cada noche debía celebrarse con oraciones.

Para conocer esa época, debemos comprender que la cercanía de la muerte en

que vivían los combatientes, ya fuera por el temor a las armas o a las pestes, los

conducía a emprender todo como el último acto de sus vidas y por tanto a sacarle el

mayor provecho a las circunstancias. Por esta razón, en los campamentos las

pasiones eran desatadas y antes de los combates los desenfrenos manifiestos.

El autor ilustra aquellos días con detalles tales como los relativos a los hombres,

que cuando no tenían mujer en la retaguardia, andaban siempre buscando una, no

sólo por placer sino porque quien no tuviera mujer, estaba condenado a contratar su

manutención y a cargar a cuestas todas sus pertenencias.

157

Y es que las mujeres86 eran una parte esencial de las contiendas y, en particular,

de las fuerzas en operación; al punto que en el siglo XIX es inconcebible un ejército

en cuya retaguardia no aparezcan de manera orgánica las mujeres (Jaramillo, 1996:

301).

Parece una constante de la historia de la humanidad alterar los sentidos; con

mayor razón, en circunstancias de confrontación bélica, en las que el lindero entre la

vida y la muerte es tan aleatorio, indefinido y dramático; por ello mismo el abuso del

licor, para infundirle valor a los soldados era frecuente; y se dice que: “El brandy y el

coñac eran los tragos preferidos por la oficialidad, en tanto que el aguardiente,

particularmente el llamado de olla, lo era para la soldadesca” (Jaramillo, 1996: 301).

Y concluye que el siglo XIX fue un rosario de confrontaciones y de constante

desasosiego, donde la vida en campaña fue parte del quehacer diario de esas

generaciones. “La historia de la vida de cualquier hombre de ese siglo, es, en la

práctica una hoja de servicios militares. Muchos iniciaron de soldados en la

Independencia y terminaron de generales en la República, después de ganarse un

grado en cada guerra” (Jaramillo, 1996: 301).

Cada día se es más consciente de la importancia del siglo XIX en Colombia; y,

con el paso del tiempo los esfuerzos que se hicieron por constituir una nación,

comienzan a ser reconocidos, no sólo en este continente sino en el ámbito mundial,

porque se dan en un momento de la historia en que Europa misma se encontraba

86 En el estudio que realiza Eduardo Mejía Prado, respecto de la población y el orden territorial en la Nueva Granada, y tras comparar los datos correspondientes a la provincia de Popayán, y los cantones de Anserma, Toro, Caloto, Palmira, Tuluá y Cali, anota la notable desproporción entre el número de hombres con relación a las mujeres en especial en Buga; el profesor indica que “se debía al hecho de que los hombres, ante el temor de ser registrados por el censo, se escondían y de esta manera evitaban reclutamientos militares forzosos; las guerras también incidieron en la disminución en la población masculina” (Mejia Prado, 2002: 142).

158

dominada por los grandes imperios; de ahí que estas regiones aporten con las

guerras de independencia y los proyectos de formación de las naciones, nuevos

valores, en cuanto a la autodeterminación y gobierno de los pueblos. Esto se

observa al hacer un examen de nuestra historiografía: partiendo de la exaltación de

los héroes y las conmemoraciones de las batallas, tal como las registra José Manuel

Restrepo; y de ésta, a la historia de Henao y Arrubla, para llegar a la escuela

revisionista de Indalecio Liévano Aguirre, en la cual se incluye expresamente la

participación del pueblo.

Respecto de la perspectiva de Lievano (2002), anota Alberto Zalamea: “Nunca

podrá considerarse como un hecho casual o como el producto de un olvido la

circunstancia de que en la historia escrita de Colombia se haya ignorado el hecho de

que el movimiento de la independencia se redujo a un simple cambio de metrópoli, y

se haya silenciado la lucha de las gentes por la tierra” (Lievano, 2002: 14). Y en este

comentario tan contundente, en el texto que sirve de introducción a su obra, agrega

Zalamea, que las condiciones que determinaron el bajo nivel de vida, el sistemático

desmantelamiento del Estado en el siglo XIX, el saqueo de los resguardos de los

indios y de las tierras baldías, se propiciaron “para constituir el latifundio

improductivo, la ruina del artesanado y de la pequeña industria en el siglo XIX”

(Lievano, 2002: 14). Con este mismo enfoque arremete contra lo que considera “la

periódica deformación de todas las reformas agrarias y particularmente de la que se

intentó con la desamortización de los bienes de manos muertas; la conversión de los

campesinos, de propietarios que eran, en peones y arrendatarios de las grandes

haciendas; y los secretos que se esconden en la configuración dada al crédito y al

159

control de la moneda, o a la intervención del Estado en la economía colombiana”

(Lievano, 2002: 14).

En estos días en que se conmemora el Bicentenario de la Independencia, hay

una pluralidad de miradas en las cuales se tienen en la cuenta a las etnias, a la

participación de la mujer y se precisan aspectos regionales, los cuales no eran

considerados debidamente en la mirada tradicional y centralista de la historia. En

este sentido apuntan las recientes reflexiones de Álvaro Tirado Mejía, de Marco

Palacios y Frank Safford, tal como lo sostienen los profesores Francisco Zuluaga y

Eduardo Mejía Prado, profesores de la Universidad del Valle (2010)87. De tal manera

que hoy el examen del siglo XIX en Colombia y América en general, comporta una

revaluación de su importancia, e incluso de sus aportes a las ideas políticas para

Europa, la cual todavía padecía en aquel siglo los efectos del absolutismo de los

reyes y de las ambiciones imperiales.

Las guerras afectaron las actividades económicas de don Jorge Enrique Isaacs

Adolfus y su familia; por ello mismo, tales conflictos, permanentes en la realidad

nacional, fueron tenidos en cuenta para las precauciones tomadas por Pío Rengifo y

Santiago Eder, al momento de participar en el remate, para proteger sus inversiones;

por ello fue que don Santiago Eder figuró en el remate de las propiedades, dado el

carácter de ciudadano norteamericano, circunstancia ésta que de alguna manera

ofrecía mayores ventajas en los eventos de posibles conflictos, en razón de las vías

de hecho, empréstitos, suministros y expropiaciones; así lo acordaron para proteger

dichas fincas y sus semovientes, lo cual ilustran los documentos transcritos que

87 Conversaciones con el autor, con ocasión de la lectura de esta monografía.

160

figuran en este volumen, y a los que se han referido de manera detallada Luis Carlos

Velasco Madriñán y Alonso Valencia Llano, las investigaciones mencionadas.

Fueron estas las circunstancias en las que le correspondió vivir a Isaacs Adolfus,

de las cuales quedan abundantes vestigios en los documentos transcritos y

estudiados, como de igual manera se pueden observar al examinar la vida y obra del

escritor, pues su obra poética, su correspondencia y un número importante de sus

escritos dan cuenta de ellas. En el juicio de sucesión y en el concurso afloran

referidas, tanto por los herederos como parte de los acreedores, para sustentar y

argumentar sus distintas pretensiones. En efecto, tal como lo indicábamos al inicio de

esta monografía el propósito es el de contextualizar la sucesión, pero la riqueza de

las fuentes originales requiere que se acometan otros estudios complementarios, no

ya del caso de la Hacienda Guyabonegro y del caso de la Hacienda Santa Bárbara

del Frayle, sino incluso del mismo juicio de sucesión entrando a ocuparnos, con

detalle de los procesos que fueron sometidos al concurso necesario, pues cada uno

tiene su particular interés y su valor ilustrativo.

161

V. Focalización de los procesos. Mirada poliscópica

Seguir el periplo del viejo Isaacs, paso a paso, es recorrer en detalle buena parte del siglo XIX,

pues nació en 1809 y falleció en 1861. En el decurso de esos 52 años se lo ve llevar su vida

lleno de ímpetu y realizaciones, establecer negocios, fundar familia, explotar las haciendas y

trapiches, desempeñar cargos públicos y, finalmente, morir agobiado por la enfermedad y las

deudas.

Para conocer los bienes que dejó a su muerte, podemos observar en la misma fuente referida,

la práctica de la diligencia de inventarios y avalúos de los bienes concursados, realizada el día

11 de febrero de 1864 por el señor Juez Civil del Circuito, Vicente Quintana, con la asistencia

de los señores avaluadores nombrados para tal fin, señores Elías Fernández de Soto y

Francisco Antonio Gómez, el tercero en discordia, señor Manuel Antonio Scarpetta, y el señor

secretario del despacho, Felis Montaño (CTG42-YOV2011: Ff. 50-53)88

; se relacionan allí: la

portada, la casa principal y la de los criados; libros, objetos, muebles, enseres, utensilios

domésticos, máquinas, herramientas, monturas y aperos; se describen los terrenos de las

haciendas, instalaciones, ramadas, semovientes, cultivos, guaduales y corrales.

Dado su interés, se transcribe el aparte de los inventarios correspondiente a los libros que el

viejo Isaacs tenía en la hacienda, indicando sus valores.

Libros

*Un código Civíl del Estado en 4 pesos * Napoleon en Santa Elena en ocho tomos,

en cuatro pesos. * El Subterraneo en tres tomos en sesenta centavos. * Aventuras

del Telémaco en un tomo, en 1 peso 60 centavos * El Fruto de mis lecturas en un

tomo, en sesenta centavos * Suma (novela) en cuarenta centavos * La Casandra en

10 tomos, en cuatro pesos * Avelina novela en un tomo en cuarenta centavos *

Código de comercío en dos pesos cuarenta centavos * Manuel el Capitalísta en tres

pesos. * Los plantadores en 4 tomos, un peso veinte centavos * Abadía de gracvila

(novela en 4 tomos, un peso cuarenta centavos * Romances de Saavedra en un peso

sesenta centavos * El Brabo en 4 tomos, un peso sesenta centavos * Urcullú

(gramática inglesa estropeada un tomo, un peso. *Eudocía novela, en ochenta

centavos * Ordenanzas de Bilbao en tres pesos (CTG42-YOV10: 45-49).

88

Compilación Tafur Garcés 1942, Yamileth Ortiz Vanegas 2011, folios 50-53.

162

Como se ve, fueron más de cuarenta los acreedores que se hicieron presentes en el concurso;

mas, a título de ejemplo, es dable destacar algunos aspectos del caso de don Braulio José

Romero, que permite una interesante aproximación a estos procesos.

El caso de los muletos

Jorge Isaacs, el viejo, o sea Jorge Enrique Isaacs Adolfus, padre de Jorge Ricardo Isaacs

Ferrer, el vallecaucano universal, vendió 81 cabezas de ganado macho que pertenecían al

señor Braulio José Romero. De esta venta le pagó la suma de $62-8/10, y le quedó debiendo

$1315-8/10. Jorge Isaacs acordó pagarle el 1% mensual, y para su cumplimiento obligó sus

bienes presentes y futuros, según documento que suscribió en la Hacienda La Rita, el 20 de

noviembre de 1858.

El 19 de agosto de 1859, el viejo Isaacs le escribe a su compadre y amigo que desea pagarle la

deuda con tres partidas de muletos, accediendo a una petición del propio Braulio José Romero.

Al mismo tiempo le pide que le compre 500 sobres de carta. El 3 de septiembre de ese mismo

año, Jorge Enrique Isaacs le reitera que mande por los muletos, y le pide que compre “una

docena de espladares á gusto de usted para hacerme una docena de taburetes para el uso

común y que cuesten en esa de dies á doce pesos docena, pues los necesito para la casita de

hija Rebeca”.

El viejo Isaacs muere el 16 de marzo de 1861 y Braulio José Romero nombra como apoderado

al doctor Francisco Antonio Paláu, que después será representante de la mayoría de los

acreedores al ser nombrado Síndico del concurso.

Debe observarse el deterioro de la relación de la familia Isaacs con el representante del señor

Romero y, para ello, se muestran apartes del memorial del doctor Paláu y de la respuesta de

los herederos:

Al folio 184 del cuaderno original, correspondiente al memorial presentado por el doctor Paláu

se lee:

163

Los herederos del finado Señor Jorje Henrique Isacs, i mui particularmente su

estimable viuda estan bien al corriente de este hecho, i de la sagrada obligacion

contraida por su causante i despues de haber acreditado mi podatario la propiedad i el

dominio absoluto sobre esos muletos, i cerciorados como estan de la justicia de su

reclamo i que dichos muletos no correspondian á la mortuoria, han debido

entregarselos, sin tela de juicio– Así habría sucedido, si el Señor Jorje Ricardo Isacs no

se hubiera resistido a una exijencia tan justa, pues los Señores Doctores Francisco

Córdova, Alcides Isacs, i José Maria Iragorri i la apreciable Señora viuda del Señor

Isacs han manifestado las mejores disposiciones para ello, persuadidos de que este era

un negocio de honor i delicadeza i de álta trascendencia para la mortuoria del Señor

Isacs, una vez que este sujeto pundonoroso habia dejado consumado el contráto, i que

él no quedaba sujéto a controversia judicial.

Por tal incidente inesperádo, me veo en el caso de establecer como establezco a

nombre de mi poderdante la acción real reinvindicatoria o de dominio contra la Señora

viuda i herederos del finádo Señor Jorje Henríque Isacs (CTG42-YOV10, Ff. 184,

184v y 185).

Los herederos contestan el traslado de la demanda, arguyendo:

Por el documento que ha presentado el demandante, aparece que el finado Señor Isaacs

debía una suma al Señor Romero, i que debía pagarla en dinero, i esta es la obligacion

que grava hoi sobre la mortuoria; por las dos cartas que presenta el mismo

demandante, aparece una promesa que el Señor Isaacs hacia de pagar dicha suma en

muletos; pero habiendo muerto ántes de efectuar el pago, no estamos obligados sus

herederos á entregar los muletos al Señor Romero, pues que el finado Isaacs, al ofrecer

los muletos, no habia hecho otra cosa que determinar un articulo con el cual pagaría,

en caso de que no muriera ántes. I debe notarse que cuando Isaacs se constituyó

deudor por el documento citado, no dijo que había recibido dinero á venta de muletos,

sinó simplemente que debía dinero, i que lo pagaría. La promesa de dar muletos ha

164

sido posterior, i de esto no aparece un contrato en debida forma; i aunque apareciera,

no seria válido, por ser en perjuicio de los demas acreedores, á todos cuales le había

ofrecido pagar con los productos de la hacienda, sin esceptuar especie alguna. I cuando

ofrecia pagar con una especie determinada, como con azúcar, muletos, ecetera, era sin

perjuicio de los demas acredores, suponiendo que él había de vivir lo suficiente para

dar cumplimiento á todos. Pero habíendo muerto, es indudable que todos sus bienes

están afectos al pago de todos los acreedores, sin mas privilejio que el que [Testado:

el] resulte de la antigüedad i mayor solemnidad del documento.

Las cartas presentadas no hacen fuerza alguna, i solo queda válido el documento.

Debe tener en cuenta el Señor Romero que nosotros no defendemos los bienes de la

mortuoria para nosotros mismos, sinó para los acreedores, los cuales no podrán

permitir una injusticia, como la que pretende el Señor Romero, pues si á él se le dieran

los muletos, á otro se le tendría que dar todo el azúcar que produzca la hacienda en

cierto tiempo, pues sobre esto tambien hubo un contrato y a otro se le daría otra cosa, i

de este modo se pagarían unos pocos, i nada quedaría para los otros (folio 187).

José María Iragorri no acepta ser el secuestre de los muletos, y reclama que “el nombre de mi

suegro se conceve con la honra que él lo mantuvo” (folio 189v). El abogado Francisco Paláu

sustituye el poder en la persona del doctor Carlos María Álvarez (folio 189). Obsérvese que

desde esa fecha existía la costumbre de llamar “doctor” al abogado, quien adiciona la

demanda (o la corrige), para el evento en que se considere que se le debe el dinero y no los

muletos (folio 189).

De nuevo, el apoderado del señor Braulio José Romero, en esta oportunidad el doctor Carlos

María Álvarez, argumenta al folio 191, dirigiéndose al doctor Vicente Quintana, Juez del

Circuito de Palmira, en los siguientes términos:

Usted sabe que confiere al artículo 882 del mismo código la accion de dominio tiene hoi lugar

aun por el valor de la cosa, i como ya he probado por las declaraciones de los Señores doctor

165

José Maria Yragorri i Alcídes Ysacs que el Señor Jorge Ricardo Ysacs, después de haber

invitado a mi constituyente para que viniera á recibir los muletos, como lo acreditaré después,

ha enajenado una parte, i es mui seguro que continuará disponiendo del resto, porque es

[Enmendado: ya] bien conocida la falta de buena fe con que procede, aguardo que usted

pondrá remedio pronto haciendo inmediatamente que los muletos secuestrados pasen á poder

del doctor José Maria Yragorri de acuerdo con los articulos 885, [Enmendado: 2223] i 2225

del código civil. Espero que usted obrando con la debida rectitud, no permitirá que éllas se

hagan ilusorias por la chicana i la malicia.

El finado señor Yacs en una de sus cartas invitó á mi poderdante para que concurriese por sus

muletos, i hoi despues de habérsele hecho emprender un largo i costoso viaje se le ha burlado,

oponiéndose á su justo reclamo con miserables chicanas, i queriendo comprender en la

mortuoria unos muletos que ya habia pagado, i cuya entrega se le habia hecho por cartas, i

sobre los cuales habia ya mi podatario adquirido un positivo dominio con arreglo á la lei 46,

Titulo 28, Parte 3ª. Pido pues, á usted que sin pérdida de tiempo ordene i lleve á efecto el

secuestro decretado, por ser así de justicia que de usted imploro i espero fundadamente

jurando no proceder de malicia.

A lo que replican los herederos de don Jorge Enrique Isaacs, a folio 192v:

…dice que los herederos han confesado de llano en plano que Romero tiene derecho a los

muletos, i que Jorje a invitado a este señor para que venga á recibirlos í ha eludido despues el

cumplimiento de la obligacion que contrajo con invitrarlo. Esto, señor Juez, solamente merece

la contestacion que debe darcele al impostor que asebera un hecho que no ha existido, un

mentis i nada mas, por que Jorje Ricardo no ha invitado de manera alguna al señor Romero

para tal entrega de muletos: nuestros coherederos ní nosotros hemos asegurado que el señor

Romero tenga derecho con accion real sobre tales muletos, las contestaciones dadas al

traslado de demanda del señor Romero son la mejor prueba de la falcedad que ha aseverado el

dicho señor Alvares.

Y agregan:

166

Dice tambien este señor que Jorje Ricardo continuara disponíendo, como ha dispuesto de los

muletos “por que es ya bien conocida la falta de buena fé con que procede”. Semejante injuria

debería llenar de bergüenza a Jorje, si fuera un [Enmendado: hombre] sensato que el que se la

dirije ó tuvíera algun motivo fundado para decirlo; pero quíen esto dice es el mismo que

asevera lo que no existe í el mísmo impostor que calumnia puede tambien injuriar “por que el

delito enjendrara delito”. Demasiado conocida es la historia del señor Alvares i de Jorje, para

evitarce este el trabajo de sincerarce de esta injuria: Los hombres sensatos que conocen la

frente limpia de los Isaacs no pueden dudar ni por un momento de la buena fé de Jorje; él

desde la altura a donde lo han colocado su honradez i la estimacion de la buena sociedad mira

con desprecio estas injurias i compadece cinceramente a su calumniador. Sin embargo la luz

pública vera bien pronto la honradez i buena fé con que Jorje ha manejado esta mortuória i

esto será el mejor freno que puede ponerce a sus [Roto: calumniadores] (folios 192 y 193).

Concluyen su respuesta al memorial del doctor Álvarez, argumentando:

Dice por, último, el escrito de este señor que despues que Jorje hizo emprender al señor

Romero un largo i penoso bíaje [Roto: ofreciendo] entregarle los muletos; lo ha [Roto:

burlado] “oponiendose a su justo reclamo con miserables chícanas”. Es falzo que Jorje haya

hecho venir al Señor Romero i el Señor Alvares al asegurar esto ha [Roto: dicho] otra mentira

tan atros como la primera. ¡Suponer á Jorje capas de míserable chicana! Jorje no vive, por

falta de actitud para otro trabajo, metido en los archivos enbrollando los asuntos judiciales, ni

torciendo la justicia de las leyes, para que meresca, tal imputacion. Nuestro hermano debía

repetir aquí las palabras que un selebre [Roto: hombre] dírijia a su abversario que le achacaba

sus obras.

I por hacerme nécio, “chicanero” i tonto por eso me atribuye sus obras por de pronto. Pero

dejaremos a un lado al doctor Alvares í su escrito; í contestando al traslado del auto del señor

Juez le suplicamos reboque o [Enmendado: anule] por contrario imperio su auto de secuestro i

el en que fija á Jorje un termino para prestar la fíanza. Para esta peticion nos fundamos en que

Jorje no es el alvacea de la mortuoría de nuestro fínado padre Jorje Henrique Isaacs; sino

167

apoderado de los alvaceas, i en esta virtud el no tiene mas obligaciones que las que ha

contraido con sus poderdantes. Estos seran los que pueden ser obligados, a dar la fianza ó á

entregar en depósito lo muletos en cuestion, segun lo elijan ellos.

Asi lo pedidos: por creerlo justo/ Palmira Septiembre 4 de 1863/ [Rubricado] Jorge Ricardo

Isaacs [Firmado] Carlos Isaacs/ Por sus podatarios José Maria Mallarino y Enrique Isaacs—/

[Rubricado] Jorge Ricardo Isaacs. (folio 193).

Como puede verse, los documentos transcritos tienen un valor excepcional para la

recuperación de la normatividad de los procedimientos judiciales de la época, que pueden ser

examinados no solo desde la historia y el derecho, sino también desde otras disciplinas, como

la historia, la sociología, la política y las ciencias del lenguaje.

Diligencia de remate de los bienes pertenecientes al concurso del señor Jorge Enrique Isaacs,

para pago de sus acreedores

En Palmira, á los veinte días del mes de abríl del año de míl ochocientos sesenta i cuatro, día

señalado para verificar el remate de los bíenes pertenecientes al concurso del Señor Jorje

Enrique Isaacs, para pago de sus acreedores, despues de haberse dado los pregones

preparatorios que empesaron desde las dies del dia, habiendo llegado las doce, el Señor

Santiago María Eder natural de la Rusia i ciudadano los Estados Unidos de norte américa hízo

la siguiente postura: “Ofreció consignar el valor de las dos terceras partes del avaluo dado á

dichos bíenes, que segun él ascienden á la cantidad de veíntisiete míl trescientos ochenta i

nueve pesos treinta i cuatro centávos (S.Y) 27.389 $ 34 C/) en dinero sonante i en metálico de

oro ó plata tan pronto como se dicte la sentencia de prelacion en dicho concurso, se haga la

liquidacion respectiva i el Señor Juez ordene su entrega, dando para su seguridad por fiadores

i principales pagadores á los Señores Pio Renjifo i Manuel Joaquín Herrera, quienes se

constituyen responsables de mancomun insolidum para el pago de la mencionada cantídad,

quedándo ademas como depositarios de dicha suma para entregarla tan pronto como se

disponga por el juzgado, hipotecándo ademas especialmente las fincas rematadas para el pago

de la cantidad producto del remate i obligándose á otorgar la correspondiente escritura de esta

168

obligacion. I como no hubiése otra persona que mejorase esta postura, á pesar de haberse

pregonado repetidas veces, i que el Señor Juez admitió por ser conforme á lo dispuesto en el

articulo 39 de la lei 70 del Estado i al 2453 de la lei 95 del mísmo i estar convenídos con ella

los principales acreedores hipotecarios, según los documentos que exhibió, se apercibió a

remate, i se verificó la venta de las fincas mencionadas por las dos terceras partes de su valor

Folio 111v

bajo las bases i estipulaciones hechas en dicha postura en el cítado Señor Santiago María

Eder, advirtiendose que en esta venta no quedan incluidos dies i seis muletos de aparta que

constan en el inventario i valuo, por haberlos reclamado con accíon de domínio el Señor

Braulio José Romero en el concurso, hasta que la sentencia definitiva que se pronuncie en él

determine lo conveniente con arreglo á lo díspuesto en el artículo 35 de la lei 13 Parte i

Tratado 2º Recopilacion Granadína, pero en el caso de que se mandaran entregar al citado

Romero, se deducirá el valor de la cantidad del remate como abono á favor del rematador,

disponiendo el señor Juez que se otorgara la correspondiente escrítura, cuya cópia debe

agregarse al concurso, dándose ademas al rematador la certificada de que habla el articulo 38

de la lei 70 citada, con cuyos titulos se entregaran inmediatamente las fincas rematadas al

Señor Santiago María Eder, quien firma la presente dilijencia con el señor Juez i los fiadores

por ánte mí el infrascrito Secretario de que certifico./ [Rubricado] Vicente Quintana

[Rubricado] Santiago M. Eder/ [Rubricado]/ Manuel Joaquin Herrera [Rubricado]/ Pio

Rengifo/ El Secretario [Rubricado] Félis Montaño. (CT42-YOV11: ff 111 y 111v).

Sentencia de graduación o prelación de créditos en el concurso de acreedores de Jorge

Enrique Isaacs (1864).

Se preguntará el lector, ¿en qué quedó el caso de los muletos?

Conviene, pues, dar cuenta de lo sucedido al respecto. Y nada mejor que acudir a la sentencia

de graduación o prelación de créditos del concurso de acreedores de Jorge Enrique Isaacs,

texto fundamental para el desenlace de tantas demandas de oposición presentadas al juicio de

sucesión de este distinguido personaje de la historia del Valle del Cauca. Como se observa, el

169

crédito del señor Braulio José Romero fue relacionado de segundo en esta providencia del

Juzgado Civil del Circuito de Palmira, reconociéndose que los “muletos que el deudor comun

le dió en pago desde en vida por la cantidad de mil trescientos quince pesos de ocho décimos a

razon de dies í ocho pesos sencillos cada muleto, i que Romero no pudo llebar por las

circunstancias de la Revolucion que se lo impidieron”.

No obstante que se trata de un texto extenso, se considera del caso, transcribirlo in integrum,

dada su trascendencia en la decisión del juicio:

Folio 678

[Al margen: Sello para papel timbrado con escudo de los ESTADOS UNIDOS DE

COLOMBIA. ESTADO SOBERANO DEL CAUCA. VALE TREINTA CENTAVOS. Para

los años de 1864 I 1865.]

Sentencia en el concurso de Jorje Enrique Isaacs

Juzgado de Circuito. Legajo nº 62—

Palmira, veinte de Julio de mil ochocientos sesenta i cuatro.

Resultando: que formado concurso de acreedores necesario á los bienes que quedaron por

muerte de Jorje Enrrique Isaacs, i surtido el juicio por la tramitacion prescrita por la lei 13,

Partida 2ª, Tratado 2º de la Recopilacion Granadina entonces vijente, se han presentado las

siguientes demandas de opocision que el jusgado debe enumerar i analizar para darles el lugar

que a cada uno corresponde con arreglo á las leyes sustantivas que rejian en el Estado á

tiempo en que fueron celebradas las obligaciones que constituyen los diversos cuadernos de

opocisiones– 1ª la de Cárlos Isaacs– hijo lejitimo del concursado por seis novillonas i un tóro

con sus productos que reclama del concurso con accion de dominio– 2ª La de Braulio José

Romero por unos muletos que recibió en pago de una cantidad que le hizo el finado Isaacs i

que quedaron entre los bienes mortuorios del deudor comun i que Romero ha reclamado con

170

lo mismo accion de dominio como un hecho ya consumado al tiempo de la muerte del deudor.

– 3ª Los gastos funerarios i de última enfermedad del deudor, i los costos causados en la

formacion del concurso, depócito i administracion de bienes, i en el reclamo de los créditos,

los honorarios del Sindico i acredores i demas costas últeriores hasta la clasificacion de

créditos i liquidacion final del concurso– 4ª La del fisco nacional representado por el ajente de

bienes desamortizados por la cantidad de trescientos pesos de ocho décimos de un censo

constituido sobre la hacienda de la Manuelita a favor de la Iglesia del Salado en el Municipio

de Cali. 5ª La de la señora Manuela Ferrer de viuda del deudor por la cantidad de cinco mil

novecientos treinta i nueve pesos sencillos con veinte i cinco céntavos en estos términos: tres

mil seiscientos sesenta i tres por arras donadas por su finado esposo: doscientos sesenta i seis

con veinte i cinco céntavos por herencia materna dies pesos procedentes de una restitucion, i

dos mil pesos de unas alhajas vendidas por su esposo. – 6ª La de Maria del Rosario Rodriguez

[Al margen inferior rubricado]

Folio 678v

en su carácter de tutora i curadora de sus pupilos hijos por la suma de doce mil ciento ochenta

i nueve pesos con ochenta céntavos de lei, ó sea lo de quince mil doscientos treinta i siete

pesos de ocho décimos con accion especial hipotecaria, segun la escritura de 13 de Noviembre

de 1857 que ha acompañado á su demanda, en la [Enmendado: cual] se constituyó como

especial hipoteca a favor de este crédito la hacienda de la Manuelita. – 7ª El Señor Juan de D.

Arizabaleta con el titulo de accionarios de Colmenares i hermano reclama en calidad de

acreedor [Enmendado: refaccionario], la suma de tres mil pesos de ocho décimos con sus

correspondientes intereses al uno por ciento. – 8ª El mismo como personero del Señor

Francisco Revolledo demandó del concurso con el caracter de refaccionario, i de

singularmente privilejiado, la cantidad de trescientos [Enmendado: setenta] i cinco pesos de

ocho décimos prestados por su poderdante para los gastos del funeral del deudor comun i la de

dos mil docientos setenta i seis pesos tambien de ocho décimos que el señor Jorje Ricardo

Isaacs tomó prestados despues de la muerte de su finado padre al mismo Revolledo para

mejorar i reparar la hacienda de la Manuelita en el año de mil ochocientos sesenta i uno. – 9ª

El señor Luis Molina tambien con el caracter acreedor refaccionario reclama la suma de cinco

mil cuatrocientos pesos de ocho décimos prestados al finado Isaacs por documento de 1º de

171

abril de 1861 para invertirlos en la reparacion i mejoras de la hacienda de la Manuelita: 10ª El

señor Rafael Prado Concha como personero sustituto de Celedonia Navarrete reclama con

igual privilejio de refaccionaria la cantidad de ciento noventa i siete pesos cuatro reales de

ocho décimos: 11ª El Señor Cárlos Guerra como apoderado del Presbitero Cayetano Gonzales

demanda el crédito de dos mil pesos de ocho décimos con sus correspondientes premios resto

de lo de cuatro mil pesos fincados sobre el fundo de la Rita como especial hipoteca por

escritura pública de 20 de Octubre de 1848– 12ª El señor Federico Guillermo Byrne demanda

la cantidad de mil novecientos treinta i cinco pesos uno i medio real de ocho décimos

[Al margen inferior rubricado]

Folio 679

[Al margen: Sello para papel timbrado con escudo de los ESTADOS UNIDOS DE

COLOMBIA. ESTADO SOBERANO DEL CAUCA. VALE TREINTA CENTAVOS. Para

los años de 1864 I 1865.]

con sus premios resto de mayor cantidad que el finado Jorje Enrrique Isaacs quedó debiendole

de la venta de la hacienda del “Paraisó” para cuyo hipotecó el deudor a favor del reclamante

hasta dies mil pesos del valor de la hacienda de la Manuelita por escritura pública de 19 de

mayo de 1855– 13ª El señor Manuel Antonio Scarpetta como curador del menor Anjel Maria

Benites demanda un principal de seiscientos treinta i cuatro pesos tres reales fincados sobre la

hacienda de la Manuelita por escritura pública de 24 de Febrero de 1847, cancelada por la de

2 de Junio de 1854.– 14ª Con el carácter de acreedores escriturarios pretenden preferencia

sobre los quirografarios los señores Rafael Gonzales Umaña por la suma de mil pesos

sencillos resto de la de tres mil novecientos ochenta pesos quince céntavos causados á deber

por escritura pública de 23 de Abril de 1856. i Francisco i [Enmendado: Ramon] Sinisterra

por la acreencia de [Enmendado: tres] mil quinientos ochenta i cuatro pesos siete reales,

sencillos, comprobada por la escritura pública de 6 de octubre de 1856– 15ª Por último figuran

los simples acreedores quirografarios que son: Pio Renjifo por la cantidad de mil seiscientos

ochenta pesos de ocho décimos cinco i cuartillo reales un tercio resto de dos mil segun el

documento de 11 de abril de 1859 comprobado legalmente: el albacea de la testamentaria de

Justo Nieva por la cantidad de mil seiscientos pesos de ocho décimos conforme al documento

de 18 de abril de 1860: El doctor Francisco Córdova por la cantidad de dos mil pesos de ocho

172

décimos, constantes por las obligaciones de siete de Enero de 1853 i 29 de Septiembre 1859:

Cerveleon Nuñez por la acreencia de cuatro mil pesos de ocho décimos á favor de Nicolas

Estela justificado por el documento de 27 de Enero de 1858: Margarita Valenzuela viuda de

Manuel José Molina por el crédito de mil pesos de ocho décimos comprobado por el

documento de 8 de Marzo de 1858: Micaela Borrero esposa del doctor Borrero Piedrahita por

la suma de mil docientos pesos de ocho décimos, segun consta por el pagaré otorgado en 14

de agosto de 1859: Ascencion Cajio

[Al margen inferior rubricado]

Folio 679v

de Bustamante por la cantidad de cuatrocientos pesos sencillos con arreglo del documento de

19 de agosto de 1859: El Curador adlitem de los menores hijos del finado Estanislao

Zawadzki por la suma de tres mil pesos procedentes de un crédito comercial, comprobado por

el pagaré de 4 de Octubre de 1858: El fisco como cesionario de Sebastian Zorrilla por la

cantidad de docientos cincuenta pesos sencillos constantes por el documento de 5 de

Noviembre de 1859: Los herederos del finado Pedro José Piedrahita representados por el

ciudadano Fidel Calero por la cantidad de quinientos pesos de ocho décimos, segun el

documento de 22 de Junio de 1859 legalmente comprobado: El doctor Juan D. Arizabaleta

como apoderado del doctor Carlos Holguin la suma de mil novecientos pesos sencillos

confesados en la clausula sesta del testamento que otorgaron los comisarios nombrados por el

testador: El doctor Alcides Isaacs por la cantidad de docientos cuarenta pesos de lei, resto de

la de cuatrocientos treinta i dos procedentes de unas mercancias, que segun las declaraciones

de tres testigos se invirtieron en pagar peones que trabajaron en la hacienda i esta acreencia

esta declarada por el testador: Manuel Joaquin Herrera por la cantidad de cuatrocientos

cuarenta i siete pesos sencillos de unas mercancias, segun se comprueba por una informacion

de testigos; i ultimamente Jose Maria Medina por ciento setenta i cinco pesos sencillos de

cuatro pollinos vendidos al finado Jorje Enrrique Isaacs. – Estos son en Resumen los

acreedores que se han opuesto al concurso necesario á los bienes del finado Isaacs, en cuya

sustantacion no aparece que se haya [Entre lineas: omitido] algunas de las formalidades

esenciales de las espresadas en el articulo 419 de la lei 120. Es pues, llegado el caso de dictar

173

la Sentencia de graduacion que señale á cada acreedor el lugar que le corresponda con arreglo

á las leyes i

Conciderando: 1º que el presente concurso debe fallarse conforme á las disposiciones vijentes

cuando se celebraron las obligaciones cuyo cumplimiento se exije: 2º que segun los preceptos

de

[Al margen inferior rubricado]

Folio 680

[Al margen: Sello para papel timbrado con escudo de los ESTADOS UNIDOS DE

COLOMBIA. ESTADO SOBERANO DEL CAUCA. VALE TREINTA CENTAVOS. Para

los años de 1864 I 1865.]

aquella lejislacion los primeros acreedores que deben ser cubiertos en todo concurso son los

propietarios ó de dominio: 3º que de esta naturaleza son Carlos Isaacs i Braúlio José Romero,

el primero por el valor de un toro i seis novillonas, i sus productos ó frutos por donacion que

le hicieron sus padrinos de baútismo Mariano Córdova i Leonor Vallecilla, i el 2º por un

número de muletos que el deudor comun le dió en pago desde en vida por la cantidad de mil

trescientos quince pesos de ocho décimos a razon de dies í ocho pesos sencillos cada muleto, i

que Romero no pudo llebar por las circunstancias de la Revolucion que se lo impidieron: 4º

que todo lo que adquiere el hijo de familia por su industria, donacion ó herencia forma su

peculio adventicio, cuya propiedad corresponde al hijo, i el usufructo al padre conforme á las

leyes 5ª Tratado 17 Parte 4ª, 8ª i 9ª Titulo 1º Libro 5º Recopilacion Granadina– 5º que aun

cuando se probado con las declaraciones de Mariano Córdova i su esposa Magdalena

Vallecilla que la donacion de Toro i las seis novillonas se hizo con la condicion de que los

productos fuesen del donatario, aceptando su padre tal condicion, no se han justificado la

ecsistencia de estos productos ni su número, i ántes si la testigo Vallecilla [Enmendado: al]

ratificarse en su declaracion, dice: Que no sabia si las novillonas eran ó no de vientre ó

criaderas i el padre del agraciado en una partida que dejó escrita en su libro de cuentas

espresó que solo era deudor á su hijo Carlos por cuenta de esta donacion de la cantidad de

setecientos cuarenta pesos sencillos, hecho que prueba á lo mas que habia dispuesto de dicho

174

ganado. Esta misma deuda aparece confesada por la clausula dies del testamento otorgado por

poder: 6º que la accion de dominio segun el articulo 882 del Código civil del Estado no solo

puede ejercitarse por el reclamo de la cosa sino tambien sobre su valor si aquella no ecsiste: 7º

que el hijo tiene ademas el beneficio de hipoteca tácita sobre los bienes del padre para

demandar su restitucion, segun la lei 24, Titulo 13, Parte 5ª u aun hoi el articulo 2455 del

Código

[Al margen inferior rubricado]

Folio 680v

Civil en el inciso 4º, califica este crédito como privilejiado: 8º que respecto á los muletos que

se reclaman por Bráulio José Romero constando por el testimonio de los doctores José Maria

Iragorri i Alcides Isaacs, Elias Rodriguez i aun por declaracion de la viuda del finado Isaacs, i

por dos cartas de este reconocidas por sus herederos, que el comun deudor hizo desde en vida

este pago en su acreedor en especies determinadas de muletos obligándose á no disponer de

estos i remitiendo una parte, este pago quedó consumado por ministerio de la lei, i los muletos

pasaron a ser de la propiedad de Romero, sin que antes ó su valor pudieran figurar en la

mortuoria del deudor ni formar parte de los fondos de su concurso, así como no habria entrado

al concurso la hacienda de la Manuelita si el finado Isaacs, la hubiese enajenado: 9º que

ademas de que la [Enmendado: dacion] en pago es una verdadera venta, el finado Jorje

Enrique Isaacs hizo una pocitiva tradicion á Braúlio José Romero de los muletos vendidos con

el hecho de encargarse de ponerlos a su dispocision en su hacienda segun el articulo 668

inciso 4º del Código civil del Estado, i la tradicion es un modo de adquirir el dominio de las

cosas con arreglo al articulo 654 del mismo código, es indudable que al tiempo de la muerte

del Concursado Romero habia adquirido un completo dominio sobre el número de muletos

dados en pago las especies asignadas por su número que por no ser de las funjibles ha

conservado el derecho de reclamarlas segun los articulos 585, 591 i 877 del espresado Código,

i en caso de no ecsistir, un valor como un pago perfecto i consumado. 10ª que despues de

estos créditos deben cubrirse los singularmente privilejiados, i son los que proceden de gastos

funerarios i de la última enfermedad del deudor por disponerlo asi á las leyes 12 Titulo 13

Partida 1ª i 30 Titulo 13, Partida 5ª con las cuales se conforma el articulo 2446 del Código

civil del Estado, de cuyo carácter es la acreencia de Francisco Rebolledo por la cantidad de

175

trecientos setenta i cinco pesos sencillos que prestó con tal objeto á la viuda del deudor: los de

inventarios, avaluos, confeccion del concurso, depocito

[Al margen inferior rubricado]

Folio 681

[Al margen: Sello para papel timbrado con escudo de los ESTADOS UNIDOS DE

COLOMBIA. ESTADO SOBERANO DEL CAUCA. VALE TREINTA CENTAVOS. Para

los años de 1864 I 1865.]

i administracion de bienes, las costas causadas á los acredores en el reclamo de sus acreencias,

incluyendose las de aquellas que no alcansan a cubrirse segun el espiritu de la lei i la practica

de todos los tribunales, el honorario del Sindico i todas las que se causen hasta la clasificacion

i liquidacion del concurso. – 11ª que pagados estos créditos deben ser satisfechos los

hipotecarios privilejiados, ó que tengan hipoteca tácita entre los bienes del deudor, en cuya

categoria figuran en este concurso– 1º El fisco nacional por la cantidad de trecientos pesos

sencillos i sus intereses de un principal que el finado Jorje Enrrique Isaacs reconocia sobre su

hacienda de la Manuelita, a favor de la Iglesia del Salado en el Municipio de Cali, i que hoi

pertenece a bienes desamortizados, pues aun cuando no aparece la [Enmendado: constacia] de

la anotacion de la hipoteca i del rejistro, el deudor confiesa en su testamento la ecsistencia del

censo, lo mismo que sus herederos, i el fisco aun por los créditos personales, goza del

privilejio de hipoteca tácita i debe ser preferido á los que tengan la misma hipoteca, i á los

posteriores de la tácita ó espresa, segun las leyes 25 i 33 Titulo 13, Partida 5ª. – La falta de

escritura no destruye la naturaleza de la obligacion que para ser personal de acuerdo con el

articulo 2,002 del Código civil: 2º La viuda del deudor señora Manuela Ferrer por la suma de

tres mil seiscientos sesenta i tres pesos sencillos procedentes de arras i que con el carácter de

dote constituyó á su favor su difunto esposo por escritura pública en 8 de Mayo de 1828. Bien

sabido es que el dominio de las arras pertenece en la mujer durante el matrimonio

perteneciendo al marido únicamente los frutos para sostener

[Al margen inferior rubricado]

Folio 681v

176

las cargas del matrimonio de conformidad con la lei 7ª, Titulo 11, Partida 4ª, i aun cuando

para su restitucion no goza de la misma prelacion que la dote, tiene el privilejio de hipoteca

tácita sobre todos los bienes del marido. No obsta que la escritura no fuese rejistrada por que

la lei de 23 de Mayo de 1826 que ordenó el rejistro de los instrumentos públicos no fué puesta

en ejecucion hasta el año de 1830. – La misma señora Ferrer demanda la cantidad de

docientos sesenta i seis pesos sencillos con veinte i cinco céntavos por herencia materna que

recibió su esposo. Probada como está la realidad de este crédito la viuda tiene tambien para su

recobro el privilejio de hipoteca tácita sobre los bienes de su difunto marido, segun la lei 17,

Titulo 11, Partida 4ª pues estos bienes llamados en el derecho estradotales ó parafernales

siguen la naturaleza de los dotales en cuanto al privilejio de tácita hipoteca. Sus frutos se

asignan como gananciales sujetos á la responsabilidad de las deudas de la Sociedad. Del

mismo privilejio goza la cantidad de dies pesos sencillos procedentes de una restitucion– No

sucede así con los dos mil pesos del producto de la venta de unas alhajas hecha por su esposo

por que no se ha acreditado la procedencia de estas alhajas, ni el carácter de este crédito, i en

caso de duda se presumen como gananciales. En cuanto á los demas reclamos que hace el

apoderado de la señora Viuda, el testador en el poder que confirió para testar declara bien

terminantemente que solo habia aportado á su matrimonio la cantidad de tres mil quinientos

pesos sencillos, que habia dado en calidad de dote á la esposa: 12º El crédito de doce mil

ciento ochenta i nueve pesos de lei con sesenta céntavos, reducidos á quince mil docientos

treinta i siete pesos en moneda de ocho décimos

[Al margen inferior rubricado]

Folio 682

[Al margen: Sello para papel timbrado con escudo de los ESTADOS UNIDOS DE

COLOMBIA. ESTADO SOBERANO DEL CAUCA. VALE TREINTA CENTAVOS. Para

los años de 1864 I 1865.]

que demanda Maria del Rosario Rodriguez como tutora i curadora de sus hijos pupilos

comprobado por la escritura hipotecaria de 13 de Noviembre de 1857, debe cubrirse despues

del anterior por que a virtud de la hipoteca tácita de que gozan los menores sobre los bienes de

sus deudores, i des que no pueden venderse al fiado, debe colocarse entre los acreedores

177

hipotecarios privilejiados. Ademas, para el pago de esta acreencia se constituyó como

hipoteca especial i única la hacienda de la “Manuelita” con todas sus pertenencias, Debe pues,

cubrirse con la antelacion que le dá la lei con sus premios legales. 13º Entre los acredores

hipotecarios privilejiados de hipoteca tácita que deben pagarse ántes que los hipotecarios

ordinarios figuran los refaccionarios, que son los que prestan dinero, materiales, local, i su

trabajo personal, para la reparacion, mejora, conservacion i traslacion de la cosa hipotecada.

Estos deben ser pagados ántes que cualesquier otro acreedor hipotecario con arreglo á las

leyes 26, 28 i 29 Titulo 13 Partida 5ª, pues conservandose la comun hipoteca con el dinero

que prestaron tienen el privilejio de ser preferidos por el orden inverso de sus fechas cuando

concurren varios refaccionarios. – De esta clase es el crédito de tres mil pesos de ocho

décimos con sus correspondientes intereses del uno por ciento mensual que demanda el doctor

Juan Demetrio Arizabaleta como cesionario de Colmenares i hermano, pues habiendo probado

con las declaraciones de la viuda señora Manuela Ferrer i los doctores Alcides Isaacs i José

Maria Iragorri i de los señores Luis Molina i Nemecio Hernandez, que esta cantidad se

invirtió en mejorar i reparar la hacienda de la “Manuelita” i en constituir i refaccionar las

cercas de piñuela i guadua que encierran las dehesas de dicha hacienda, es mui justo que sea

pagada con la preferencia que le conceden las leyes. – 14 Que de igual prelacion debe gozar el

crédito de dos [Entre líneas: mil] docientos setenta i seis pesos de ocho décimos que reclama

el mismo doctor Arizabaleta como apo-

[Al margen inferior rubricado]

Folio 682v

derado de Francisco Rebolledo por ser privilejiado como refaccionario tambien, por que

consta probado por declaraciones de los Señores Manuela Ferrer viuda del deudor comun,

doctor Alcides, Carlos i Jorje Ricardo Isaacs hijos de este, que esa suma fue empleada en la

conservacion i mejora de la hacienda de la Manuelita i basta esta circunstancia conforme á la

lei 28 Titulo 13 Partida 5ª para obtener esta prelacion, pues esta lei solo ecsije que el dinero

prestado se empleé en estos gastos. – 15º Tambien goza de este privilejio el crédito del señor

Luis Molina pero solo se estiende á la cantidad de dos mil pesos de ocho décimos con sus

intereses, que afirmativamente asegura el doctor José Maria Iragorri haberse empleado en la

178

refaccion i mejora de la hacienda de la Manuelita, pues aun cuando el testigo Alcides Isaacs

hace esta aseveracion con respecto á toda la cantidad no hai otro testigo que concuerde con

este, pues Francisco Mercado es de concepto i referente en sus declaraciones. Debe citarse

pues á la cantidad menor en que convienen los testigos Isaacs é Iragorri. Los tres testigos

indicados testifican el completo deterioro en que se hallaba la finca i la necesidad urgente de

su reparacion, que la suma indicada se invirtió en tal reparacion i que se prestó para este fin,

por manera que llenan todos los requisitos que ecsijen las leyes 26, 28 i 29 Titulo 13 Partida

5ª. – Mas como la deuda total és de cinco mil cuatrocientos pesos: cuatro mil constantes del

documento de 1º de Abril de 1859, i mil cuatrocientos procedentes de unos novillos invertidos

en la mejora de la finca segun se ha justificado por la prueba testimonial, los tres mil

cuatrocientos que quedan deducidos el crédito [Enmendado: refaccionario] de dos mil con sus

intereses, deben figurar entre los acreedores quirografarios personales. 16. Con respecto á la

cantidad de ciento noventa i siete pesos de ocho décimos con cuarenta céntavos i á la de

docientos cuarenta pesos de lei que reclaman Celedonia Navarrete i Alcides Isaacs tambien

con el carácter de refaccionarios no se han justificado todas las circunstancias que requieren

las leyes 26, 28 i 29 del Titulo 13 Partida

[Al margen inferior rubricado]

Folio 683

[Al margen: Sello para papel timbrado con escudo de los ESTADOS UNIDOS DE

COLOMBIA. ESTADO SOBERANO DEL CAUCA. VALE TREINTA CENTAVOS. Para

los años de 1864 I 1865.]

citada.– 17 En seguida debe cubrirse la cantidad de dos mil pesos de ocho décimos con sus

correspondientes premios que demanda Cárlos Guerra como personero del Presbítero

Cayetano Gonzales asegurado con hipoteca especial sobre el Fundo de la “Rita” por escritura

pública de 20 de Octubre de 1848. – 18 A continuacion debe satisfacerse la suma de mil

novecientos treinta i cinco pesos con uno i medio reales i sus premios legales perteneciente á

Federico Guillermo Byrne, i para cuyo pago se hipotecó especialmente la hacienda de la

“Manuelita” – 19 El menor Anjel maria Benites no debe tener colocacion en el Concurso por

que su crédito fué cancelado con todas las formalidades legales por escritura pública de 2 de

179

Junio de 1854– 20 Los creditos escriturarios personales sin hipoteca que demandan Rafael

Gonzalez Umaña, Francisco i Ramon Sinisterra deben ser pagados con antelacion á los

simples quirografarios por que asi lo previene la lei 48 Titulo 25 Libro 4º Recopilacion

Castellana, equivalente á la lei 5ª Titulo 24 Libro 10 Novisima Recopilacion. – 21 Deben por

último ser pagados a prorrata con la masa de los fondos sobrantes del Concurso los acreedores

simples quirografarios relacionados en el conciderando 15 por que así lo disponia la lei 11

Titulo 14, Partida 5ª i hoi el articulo 2,423 del Código Civil del Estado– Por estos

fundamentos el Jusgado, administrando justicia en nombre del Estado Soberano del Cauca por

autoridad de la lei se declara: Que los acredores que se han opuesto al presente concurso

deben ser graduados i pagados en el órden siguiente: —En primer lugar se pagará el valor del

Toro i seis novillonas que demanda Carlos Isaacs a justa apreciacion de peritos.

En 2º lugar se pagará la cantidad de mil trecientos quince pesos de ocho décimos que en

muletos del precio de dies i ocho pesos habia dado en pago el finado Jorje Enrrique Isaacs á

Braulio José Romero i que no le fueron integramente entregados, recibiendo a cuenta de esta

suma siete muletos, –

[Al margen inferior rubricado]

Folio 683v

dies i seis que ecsisten secuestrados i el resto del dinero.

En tercer lugar se cubrirá á Francisco Rebolledo la cantidad de [Enmendado: trescientos]

setenta i cinco pesos de ocho décimos, que suministró para los gastos funerarios i de última

enfermedad del deudor, i en el mismo grado i lugar se satisfaran á todos los acreedores que se

han opuesto en este concurso las costas que se les han causado en el reclamo de sus créditos

incluyendo en estas sus honorarios, el del Sindico tasados i regulados conforme á la lei, los de

inventarios, avaluos, formacion de concurso, depócito i administracion de los bienes

concursados i últeriores hasta la liquidacion final del Concurso.

En cuarto lugar los trecientos pesos sencillos con sus correspondientes intereses del censo

relacionado por el deudor a favor de la Iglesia del Salado, que hoi pertenece al fisco, salvo los

privilejios concedidos al rematador de la finca si lo ha denunciado en tiempo. – Los intereses

180

que no han sido pagados hasta el dia que el fisco adquirió derecho sobre ese principal,

corresponden á la fundacion.

En quinto lugar la suma de tres mil seiscientos sesenta i tres pesos que por arras se deben á la

viuda Señora Manuela Ferrer, la de docientos sesenta i seis pesos veinte i cinco céntavos en la

misma moneda que se deban á la misma de herencia materna que recibió su finado esposo i

dies pesos mas sencillos de una restitucion, declarandose sin lugar los demas reclamos hechos

por dicha viuda.

En sesto lugar la cantidad de doce mil ciento ochenta i nueve pesos de lei con sesenta

céntavos, ó sea la de quince mil docientos treinta i siete pesos de ocho décimos con sus

correspondientes intereses que demanda con accion hipotecaria Maria del Rosario Rodriguez,

como Tutora i Curadora de sus hijos.

En setimo lugar la suma de tres mil pesos sencillos con sus correspondientes premios que

[Al margen inferior rubricado]

Folio 684

[Al margen: Sello para papel timbrado con escudo de los ESTADOS UNIDOS DE

COLOMBIA. ESTADO SOBERANO DEL CAUCA. VALE TREINTA CENTAVOS. Para

los años de 1864 I 1865.]

reclama el señor Juan D. Arizabaleta con el caracter de acreedor refaccionario como

cesionario de Colmenares i Hermano. En este lugar debe pagarse la cantidad de dos mil

docientos setenta i siete pesos sencillos que reclama el mismo señor Arizabaleta, como

apoderado de Francisco Rebolledo, como privilejiado, como acreedor refaccionario i de que

habla el conciderando 14.

En octavo lugar, la cantidad de dos mil pesos con los premios que correspondan al Señor Luis

Molina como acreedor refaccionario.

181

En noveno lugar la cantidad de dos mil pesos sencillos que demanda el señor Cárlos Guerra,

como apoderado del Presbítero Cayetano Gonzales con la parte de premios que le

correspondan.

En décimo lugar la suma de mil novecientos treinta i cinco pesos uno i medio real, de ocho

décimos con los premios que legalmente se deban á Federico Guillermo Byrne por accion

hipotecaria.

Se declaran sin lugar el reclamo hecho por Manuel Antonio Scarpetta á nombre de su menor

Anjel maria Benites.

En undecimo lugar i grado se pagará la cantidad de mil pesos sencillos con sus premios que

por escritura pública se deben á Rafael Gonzales Umaña.

En 12º lugar la de tres mil quinientos ochenta i cuatro pesos siete reales, de ocho décimos que

tambien por escritura pública se deben á Francisco i Ramon Sinisterra con sus premios

correspondientes.

En 13º i último lugar se pagaran a justa prorrata todos los acreedores quirografarios

relacionados en el conciderando decimo quinto por haber todos comprobado legalmente sus

creditos, entre los cuales se incluyen los tres mil cuatrocientos pesos sencillos que se quedan

restando al señor Luis Molina i los ciento noventa i siete pesos cuatro reales sencillos de

Celedonia Navarrete– Los intereses se pagarán i liquidarán teniéndose en consideracion la

rebaja hecha por la lei 128 del Estado desde 1º de Enero de 1860 hasta 16 de septiembre de

1863. Y por cuanto los herederos

[Al margen inferior rubricado]

Folio 684v

del finado Jorje Enrrique Isaacs recibieron algunas sumas de dinero por herencia anticipada i

no ecsistiendo herencia cuando hai deudas, estas cantidades inventariadas i reconocidas como

deudas por dichos herederos que suscribieron el inventario aprobado judicialmente entran a

182

formar con los demas créditos activos particulares i contra el Gobierno parte de los fondos del

Concurso. Con tal objeto, los administradores de las haciendas presentaran i entregaran al

Sindico del concurso todos los documentos de espropiaciones i suministros. Notifiquese por

edicto. Enmendado= cual= refaccionario= setenta= tres= Ramon= al= dacion= una=

constancia= rio= Entrerenglones= omitido= mil= todo vale—/ [Rubricado] Vicente Quíntana

El Secretario/ [Rubricado] Félis Montaño

* * *

En veintiuno de julio de mil ochocientos sesenta i cuatro, siendo las tres de la tarde, se fijó el

edícto prevenido, en el local de la Secretaria. –/ [Rubricado] Montaño/ Secretario

* * *

Se desfijó el edícto que se previno fuése fijado publicándo la sentencia anterior, i que se fijó

segun consta de la [Enmendado: anterior] razon, hoi veintiseis de julio de míl ochocientos

sesenta i cuatro, siendo las dies del dia. – / [Rubricado] Montaño (CT42-YOV10: f 678).

El documento se explica por sí mismo y quedan resueltos los conflictos al tenor de lo

dispuesto en dicha providencia, pero, como en todo lo que corresponde a las actuaciones

humanas, “unas traen otras”, sobrevendrían otras diferencias, pero en cuanto al conocimiento

de la sucesión y del concurso se refiere, esta documentación es de gran valor e importancia y

con esos criterios fue considerada para la historia por el Académico Leonardo Tafur Garcés.

Guerras, batallas, escaramuzas, refriegas verbales y acciones judiciales

Para concluir esta aproximación al siglo XIX –el Siglo de las Guerras–, es pertinente retomar

un texto del maestro Francesco Carnelutti (1961), a propósito del valor originario de los

conceptos de acción y de jurisdicción, pero, más propiamente hablando, de los alcances

filosóficos de lo que significa un proceso, para contrastar las acciones bélicas registradas en

183

esta contextualización, con los procesos judiciales examinados. Anotó el maestro:

“Históricamente el derecho nace del hecho. Yo compruebo esta verdad sin preguntarme el

porqué. Dos ciudadanos que tienen intereses en conflicto, en vez de hacerse la guerra, o

después de habérsela hecho, se dan la mano: he ahí el contrato, el cual no es, en origen, sino

un contrato de paz. A veces, si no llegan a entenderse, se interpone un tercero a fin de ponerlos

de acuerdo: he ahí la conciliación, la cual desemboca, si consigue hacerlo, también en el

contrato” (Tafur, 2010: 3). Y precisa: “Pero si no lo consigue, y como casi siempre ocurre, la

guerra entre ambos ocasiona sufrimiento a los neutrales, el conciliador impone a los

beligerantes su solución: he ahí el juicio, el cual, en origen, no es otra cosa que una

conciliación impuesta, esto es, el arbitraje. Contrato y juicio son las dos formas originarias del

derecho” (2010: 3).

Sirvan estas consideraciones finales para señalar el alcance y la importancia que tienen los

documentos que se transcriben en esta edición, para valorar el espíritu de la época y la

circulación de los valores sociales y culturales, observando simultáneamente el discurrir de las

acciones bélicas y las modalidades propias de las controversias jurídicas.

Perspectivas para las ciencias del lenguaje (el corpus lingüístico)

La búsqueda y los hallazgos normativos contribuyen a un mejor estudio de estos documentos y

potencian su valor, no solo para historiadores y juristas, sino también, y significativamente,

para los analistas de las ciencias del lenguaje, que podrán seguir con mayor precisión la

argumentación y recursividad de los distinguidos juristas colombianos que intervinieron en los

procesos, entre los que recordamos los nombres del doctor Eustaquio Palacios (célebre

abogado, educador, periodista y autor de la conocida novela vallecaucana El Alférez Real); la

del abogado Carlos Guerra, representante de doña María del Rosario Rodríguez de Caycedo;

la del síndico de la sucesión, Francisco Antonio Paláu, y las propias determinaciones del señor

Juez Civil del Circuito de Palmira, Vicente Quintana. Asimismo, escuchar las voces de la

viuda Manuela Ferrer Scarpetta; de Alcides, hijo mayor del causante; de Carlos, el menor, y

demás miembros de la familia Isaacs Ferrer y, entre estos seguir con especial atención, la

intervención de Jorge Ricardo Isaacs, su duelo verbal con el doctor Carlos María Álvarez,

184

abogado sustituto de Braulio José Romero (CTG42-YOV11: 188,189 y 190), lo que redunda

en un mayor conocimiento de este vallecaucano universal, extraordinario y polifacético, cuyas

realizaciones en tan diversos campos no cesan de admirarnos.

El viejo Isaacs se convierte en deudor y otros ciudadanos en acreedores. Estos documentos

están narrando estas situaciones. El corpus, entonces, tiene status de enunciados y en él es

posible distinguir sus enunciantes y sus enunciatarios, configurados discursivamente mediante

memoriales (palabras).

La narración y la argumentación judicial se orientan a la persuasión y al convencimiento del

funcionario que habrá de producir el fallo respectivo. Este es un lenguaje caracterizado por la

preservación de fórmulas rituales que vienen desde el derecho romano, el derecho español e

indiano, claramente influidos por el derecho canónico y el poder terrenal de la Iglesia Católica,

en una época de fuertes contradicciones ideológicas, en las que se propugna por el radicalismo

liberal, la separación de la iglesia y el estado, el laicismo, la desamortización de los bienes de

manos muertas, etc., todo lo cual influye y se refleja en los problemas que afectan a los

administradores de los bienes de la mortuoria y a las partes en el proceso, invocándose, entre

otros, los efectos de la guerra para estimar el valor mayor o menor de ellos al momento de

llevar adelante el remate.

Las partes, como sujetos pragmáticos que son, llevan a cabo actos discursivos que introducen

en el proceso voces con registros sociolingüísticos que las caracterizan, con léxico y sintaxis

que las distinguen, con una elaborada y escogida semántica. Así mismo, movilizan saberes,

representaciones, creencias y opiniones en su comunicación, aspiran a producir determinados

afectos (emociones, sentimientos, pasiones) y que sean reconocidos ciertos valores

(económicos, políticos, culturales, estéticos, religiosos, morales y filosóficos).

Esta aproximación se hace desde la lingüística, como sujetos discursivos que se valen de

estrategias narrativas y argumentativas, que permiten esclarecer la configuración de aquello de

lo que hablan y sus planteamientos transformativos hacia futuros estados a los que apuntan sus

pretensiones legales.

185

Los alegatos, como actos jurídicos-discursivos, se inscriben en el proceso transformador. Es la

manera de llevar a cabo el proceso. Este es su marco narrativo, la situación narrativa. De igual

manera, los testimonios, en tanto que enunciados, son huellas de referentes, enunciadores y

enunciatarios, voces narrativas construidas desde el enunciado mismo.

Este análisis nos conduce de las voces consignadas en los memoriales y solicitudes, autos y

sentencias, determinaciones, convenios, obligaciones y garantías, a precisar y a evidenciar los

valores que fluían en aquellos procesos.

Por lo demás, “El caso Isaacs”, como ha sido llamado por algunos de los historiadores, entre

ellos Alonso Valencia Llano, permite establecer interesantes comparaciones con otros

reconocidos autores de la literatura colombiana, como José Asunción Silva, que fue amigo de

Isaacs, y de su contemporáneo Tomás Carrasquilla, que igualmente vivió en Bogotá en casa de

familiares de Isaacs, con ocasión de sus dificultades económicas.

186

Apéndice I

Fuentes originales actuadas manuscrituralmente89

Libro I. Sucesión y formación de concurso necesario de acreedores del finado Jorge

Henrique Isaacs Adolfus. (Rótulo del libro que contiene los documentos originales).

A continuación se transcribe la relacion de demandas, procesos, diligencias,

oposiciones, avalúos, autos y sentencias, reclamaciones, traslados, y demás

actuaciones relacionadas con la mortuoria del señor Jorge Enrique Isaacs Adolfus, y

el concurso necesario de acreedores formado a sus bienes, conservando la

ortografía y redacción de la época:

1. Diligencias mortuoriales y apertura de la sucesion del finado señor Jorge

Henrique Isaacs Adolfus…….Folios 1-33v.

2. Cuaderno principal del Concurso Necesario de Acreedores Formado a los

bienes del finado Jorge Henrique Isaacs Adolfus…….Folios 34-48v.

3. Mortuoria del finado Jorge Henrique Isaacs Adolfus…….Folios 49-117v.

4. Oposición presentada por el señor Jorge Henrique Isaacs Adolfus a la nueva

obra realizada por el señor Bernardo Velez. Año 1846……. Folios 118-151v.

5. Oposicion realizada por el señor Carlos Isaacs Ferrer reclamando varias

especies con accion de dominio al Concurso Necesario de Acreedores formado a los

bienes de su finado padre Jorge Henrique Isaacs Adolfo……. Folios 152-168v.

6. Proceso ordinario adelantado por el señor Braulio José Romero contra la

Mortuoria del finado Jorge Henrique Isaacs Adolfus……. Folios 176-194v.

89 Según relación de la licenciada en historia, Yamileth Ortiz Vanegas, paleógrafa y archivista. Comp. LTG.42,YOV2010

187

7. Oposicion al Concurso Necesario de Acreedores formado a los bienes del

finado Jorge Henrique Isaacs Adolfus, realizada por el Doctor Carlos María Álvarez

como personero sustituto del señor Braulio José Romero……. Folios 195-205v.

8. Comprobantes de la cuenta de administración de los bienes mortuorios del

finado Jorge Henrique Isaacs Adolfus…….Folios 206-242v.

9. Oposición presentada por el Fisco Nacional y por el Presbítero Manuel Alejo

de la Pedrosa, como representante de los intereses de la Iglesia Parroquial del

Salado, al Concurso Necesario de Acreedores formado a los bienes del finado Jorge

Henrique Isaacs Adolfus, por un principal de Censo que se cargó sobre la hacienda

La Manuelita…….Folios 243-261v.

10. Oposición presentada por la señora Manuela Ferrer de Isaacs al Concurso

Necesario de Acreedores formado a los bienes de su finado esposo Jorge Henrique

Isaacs Adolfus, por una suma que le adeuda dicha mortuoria…….Folios 262- 281v.

11. Revocatoria de la apertura del Concurso Necesario de Acreedores formado a

los bienes del finado Jorge Henrique Isaacs Adolfus, decretada el 31 de Diciembre

de 1863, presentada por el señor Carlos Guerra por alegar nulidad en la cesión de

bienes realizada por los albaceas para el embargo y apertura del mencionado

Concurso…….Folios 282-287v.

12. Articulación promovida por varios interesados del Concurso Necesario de

Acreedores formado a los bienes del finado Jorge Henrique Isaacs Adolfus, contra la

señora Maria Manuela Ferrer de Isaacs, por alimentos consumidos por su familia y

por no rendir las cuentas de la administración de los bienes de la mortuoria que

realizó como albacea testamentaria…….Folios 288-325v.

188

13. Juicio Ejecutivo promovido por el señor Carlos Guerra como apoderado de la

señora Maria del Rosario Rodriguez de Caicedo, contra la mortuoria del señor Jorge

Henrique Isaacs Adolfus…….Folios 326-350v.

14. Oposicion realizada por el señor Juan Demetrio Arizabaleta en el Concurso

Necesario de Acreedores formado a los bienes del finado Jorge Henrique Isaacs

Adolfus, como acreedor……. Folios 351-372v.

15. Oposicion realizada por el señor Juan Demetrio Arizabaleta en el Concurso

Necesario de Acreedores formado a los bienes del finado Jorge Henrique Isaacs

Adolfus, como personero del señor Francisco Rebolledo…….Folios 373-388v.

16. Oposicion realizada por el señor Luis Molina en el Concurso Necesario de

Acreedores formado a los bienes del finado Jorge Henrique Isaacs Adolfus, como

acreedor…….Folios 389-400v.

17. Oposicion realizada por el señor Rafael Prado Concha como apoderado sustituto

de la señora Celedonia Navarrete, en el Concurso Necesario de Acreedores formado

a los bienes del finado Jorge Henrique Isaacs Adolfus ……. Folios 401-411v.

18. Oposicion realizada por el señor Carlos Guerra como personero del Presbítero

Cayetano Gonzalez, en el Concurso Necesario de Acreedores formado a los bienes

del finado Jorge Henrique Isaacs Adolfus……. Folios 412-426v.

19. Oposicion realizada por el señor Carlos Guerra como apoderado del señor

Federico Guillermo Byrne en el Concurso Necesario de Acreedores formado a los

bienes del finado Jorge Henrique Isaacs Adolfus……. Folios 427-445v.

20. Juicio ejecutivo promovido por el apoderado del señor Jorge Henrique Isaacs

Adolfus contra Braulio Arana Valencia en el año de 1855……. Folios 446-454v.

189

21. Proceso ejecutivo adelantado por el señor Ramon Gonzalez para que el señor

Antonio Scarpetta declare sobre unos potros que le tomó el señor Jorge Henrique

Isaacs, los cuales eran de su propiedad. Año 1861……. Folios 455-459v.

22. Oposicion realizada por el señor Rafael Prado Concha como apoderado del

señor Rafael Gonzalez Umaña, en el Concurso Necesario de Acreedores formado a

los bienes del finado Jorge Henrique Isaacs Adolfus……. Folios 460-472v.

23. Oposicion realizada por el señor Rafael Gonzalez Camacho como apoderado de

los señores Francisco y Ramon Sinisterra, en el Concurso Necesario de Acreedores

formado a los bienes del finado Jorge Henrique Isaacs Adolfus……. Folios 473-481v.

24. Oposicion realizada por el señor Carlos Maria Alvarez como apoderado del señor

Pio Rengifo en el Concurso Necesario de Acreedores formado a los bienes del finado

Jorge Henrique Isaacs Adolfus……. Folios 483-510v.

25. Oposicion realizada por el señor José Antonio Gonzalez como Apoderado del

señor Joaquin Cuero, albacea testamentario del finado Justo Nieva, en el Concurso

Necesario de Acreedores formado a los bienes del finado Jorge Henrique Isaacs

Adolfus……. Folios 511-525v.

26. Oposicion realizada por el señor Francisco Cordova en el Concurso

Necesario de Acreedores formado a los bienes del finado Jorge Henrique Isaacs

Adolfus, como acreedor……. Folios 526-540v.

27. Oposicion realizada por el señor Cerveleon Nuñez como apoderado del señor

Bautista Feijó, en el Concurso Necesario de Acreedores formado a los bienes del

finado Jorge Henrique Isaacs Adolfus……. Folios 541-546v.

28. Oposicion realizada por el señor Carlos Maria Alvarez como apoderado de los

señores Margarita Valenzuela de Molina y Pedro Antonio Molina Cuellar, tutores y

190

curadores de los hijos menores del finado Miguel José Molina en el Concurso

Necesario de Acreedores formado a los bienes del finado Jorge Henrique Isaacs

Adolfus……. Folios 547-556v.

29. Oposicion realizada por el señor Joaquin Herrera como personero de la señora

Micaela Borrero esposa del señor Miguel Borrero Piedrahita en el Concurso

Necesario de Acreedores formado a los bienes del finado Jorge Henrique Isaacs

Adolfus……. Folios 557-570v.

30. Oposicion realizada por el señor Miguel Caldas como personero de la señora

Asuncion Cajiao de Bustamante, en el Concurso Necesario de Acreedores formado a

los bienes del finado Jorge Henrique Isaacs Adolfus…….. Folios 571-580v.

31. Oposicion realizada por el señor Antonio Peña como curador Ad litem de los hijos

menores del finado Estanislao Zawadsky, en el Concurso Necesario de Acreedores

formado a los bienes del finado Jorge Henrique Isaacs Adolfus…….Folios 581-591v.

32. Oposicion realizada por el Fisco Nacional en el Concurso Necesario de

Acreedores formado a los bienes del finado Jorge Henrique Isaacs Adolfus, por el

crédito de $250 pesos donado por el señor Sebastian Zorrilla…….Folios 592-600v.

33. Oposicion realizada por el señor Fidel Calero como personero de los herederos

del finado Pedro José Piedrahita, en el Concurso Necesario de Acreedores formado

a los bienes del finado Jorge Henrique Isaacs Adolfus ……. Folios 601-627v.

34. Oposicion realizada por el señor doctor Juan Demetrio Arizabaleta como

personero del señor Carlos Holguin, en el Concurso Necesario de Acreedores

formado a los bienes del finado Jorge Henrique Isaacs Adolfus……. Folios 628-636v.

191

35. Oposicion realizada por el señor Manuel Joaquin Herrera en el Concurso

Necesario de Acreedores formado a los bienes del finado Jorge Henrique Isaacs

Adolfus, como acreedor…….Folios 637-644v.

36. Oposicion realizada por el señor Alcides Isaacs como acreedor en el Concurso

Necesario de Acreedores formado a los bienes de su finado padre Jorge Henrique

Isaacs Adolfus……. Folios 645-650v.

37. Oposicion realizada por el señor José Maria Medina como acreedor en el

Concurso Necesario de Acreedores formado a los bienes del finado Jorge Henrique

Isaacs Adolfus…….Folios 651-655v.

38. Documentos varios del Concurso de Necesario de Acreedores formado a los

bienes del finado Jorge Henrique Isaacs……. Folios 656-663v.

39. Cuenta corriente formada por los interesados al Concurso Necesario de

Acreedores formado a los bienes del finado Jorge Henrique Isaacs Adolfus, en

rebeldia contra los albaceas administradores de dichos bienes

concursados……Folios 664-673v.

40. Anexo al Concurso Necesario de Acreedores formado a los bienes del finado

Jorge Henrique Isaacs Adolfus, sobre honorarios del Sindico……. Folios 674-676v.

41. Sentencia dictada al Concurso Necesario de Acreedores formado a los bienes del

finado Jorge Henrique Isaacs Adolfus……. Folios 677-688v.

42. Proceso adelantado por el señor Santiago Maria Eder para que sea indemnizado

por el Concurso Necesario de Acreedores formado a los bienes del finado Jorge

Henrique Isaacs Adolfus……. Folios 689-724v.

192

43. Proceso ordinario adelantado por el señor Miguel Zorrilla demandando la nulidad

de la sentencia dictada al Concurso Necesario de Acreedores formado a los bienes

del finado Jorge Henrique Isaacs Adolfus……. Folios 725-731v.

44. Peticion de los señores Pio Rengifo y Manuel Joaquin Herrera para que se anule

la escritura que otorgaron a favor del señor Santigo Eder, afianzando el remate que

dicho señor hizo de la hacienda La Manuelita, a favor del Concurso Necesario de

Acreedores formado a los bienes del finado Jorge Henrique Isaacs Adolfus...... Folios

732-738v.

Apéndice II

Corpus jurídico

(Relación de normas expresamente citadas dentro del juicio de sucesión y el

concurso de acreedores)

Después de haber contextualizado la vida de don Jorge Enrique Isaacs Adolfus y

Jorge Ricardo Isaacs Ferrer, y hecho seguimiento a la formación de la Nación

Colombiana desde los últimos años de la Colonia hasta la Constitución de 1886,

abordamos el tema específico de la recuperación de los procedimientos que

regularon el trámite de la sucesión de don Jorge Enrique Isaacs y el subsiguiente

concurso necesario de acreedores.

Las normas expresamente referidas se citan según aparecen en la transcripción

paleográfica y en las fichas catalográficas, indicando el folio respectivo de la

actuación manuscrita, según la foliatura asignada a la presente transcripción, como

también la página que corresponde a la digitalización de la misma, tal y como se

anuncia en las convenciones iniciales, y a triple columna, así:

193

LEYES REFERIDAS

LIBRO I

SUCESIÓN Y FORMACIÓN DE

CONCURSO NECESARIO DE

ACREEDORES DEL FINADO

JORGE HENRIQUE ISAACS

ADOLFUS

FOLIATURA DE LA

TRANSCRIPCIÓN

FOLIOS

PÁGINA

Artículo 1º, inciso 3º de la ley

13, parte y tratado 2º de la

Recopilación Granadina.

35, 36, 65

Incisos 2º y 3º del artículo 3º,

4º, 30 y 34 de la ley 13 parte y

tratado 2º de la Recopilación

Granadina.

35v

Artículo 2º, de la ley 13 parte y

tratado 2º de la Recopilación

Granadina.

36v, 55, 65

Incisos 2º y 3º del artículo 1º de

la ley 13 parte y tratado 2º

Recopilación Granadina.

36v, 55

Artículo 3º, de la ley 13 parte y

tratado 2º de la Recopilación

Granadina.

37, 55, 65v, 73v, 74, 104,

283, 284, 287

194

Artículo 4º, de la ley 13 parte y

tratado 2º de la Recopilación

Granadina.

104

Artículos 29 y 44, de la ley 13

parte y tratado 2º de la

Recopilación Granadina.

37, 55, 65v, 283v, 284, 287

Artículo 1260 del Código Civil. 32v, 33

Artículos 1279, y 1280 del libro

III, título VIII del Código Civil.

12

Artículos 2451 y 2453, del

Código Civil.

35, 440

Leyes de la Confederación y del

Estado.

20v

Incisos 1º, 2º y 6º del artículo

55, ley 3 de junio de 1852.

23, 265v, 435v, 463v

Ley 13, parte 2ª, tratado 2º,

Recopilación Granadina.

93, 104v, 105, 106, 282,

285

Articulo 8º de la ley 13 parte y

tratado 2º Recopilación

Granadina.

61v, 62, 70

Código Civil Sustantivo, ley 95. 77

Antigua legislación española. 77

Leyes 5ª título 17 parte 4ª 47 y 77v, 680

195

48.

Ley 24, título 13, parte 5ª. 77v, 680

Artículo 35 de la ley 13 parte 2ª

tratado 2º Recopilación

Granadina.

77v

Artículo 748 del Código Civil. 77v

Artículos 585 y 877 del Código

Civil.

77v, 680v

Artículo 34, inciso 1º y 2º de la

ley 13 parte 2, tratado 2º de la

Recopilación Granadina

57, 57v, 58, 69, 283, 284,

287, 290

Ley 46 título 28, parte 3ª 78, 191v

Ley 6ª, Título 30, parte 3ª, 78

Artículo 668, inciso 4º del

Código Civil del Estado.

78, 680v

Ley 25, título 28, parte 3ª. 78

Leyes 26, 28 y 29, título 13,

parte 5ª.

78v, 81, 411v, 681, 682,

682v

Ley 19, título 5º, parte 5ª. 78v

Ley 11, título 14, parte 5ª. 78v, 81v, 187v

Articulo 1790 del Código Civil

del Estado

78v

Ley 12, título 13, parte 1ª. 78v, 386, 680v

196

Ley 30, título 13, parte 5ª. 78v, 386, 680v

Ley 48, título 25 (Libro) 4º

Recopilación Castellana;

81v, 683

Ley 5ª, título 24 (Libro) 10 (Nov)

Recopilación.

81v, 472v, 556v, 683

Artículo 387 del Código Civil del

Estado (Ley 95).

184v

Artículos 591 del Código Civil. 188, 680v

Artículos 873, 874, 879, 883,

885, 889 y 1219 del Código

Civil.

185

Artículo 882 del Código Civil. 185, 191, 680

Artículo 885 del Código Civil. 185v, 186, 188, 191

Artículo 1219 del Código Civil. 185v

Artículos 1375, 1376 y 1386 del

Código Civil.

168

Artículo 2455 del Código Civil. 168, 680

Artículos 2223 y 2225 del

Código Civil.

191

Artículo 2453 de la ley 95

(Código Civil)

111

Artículo 2433 del Código Civil

del Estado (Ley 95).

81v

197

Ley 120 del Código de

enjuiciamiento civil.

79

Artículo 62 de la ley 120. 172, 175

Artículo 412 de la ley 120 del

Código Estado, de

enjuiciamiento civil.

84

Acuerdo 623 de la ley 120 del

Estado.

84v, 85, 87, 88

Artículo 412, de la ley 120. 87, 88

Artículo 417, de la ley 120. 90v, 314, 316, 316v, 661,

661v, 675, 697

Artículo 419, de la ley 120. 84v, 85, 679v, 731

Artículo 426, de la ley 120. 90, 90v, 675, 676

Ley 23, título 13, parte 5ª y la

glosa 2ª.

79, 79v

Ley orgánica del Poder Judicial

del Estado.

79

Art. 7º, ley 13, parte 2ª, tratado

2º de la Recopilación

Granadina.

104v

Leyes 23, 25 y 33, título 13,

parte 5ª (Lib) 1º (Nov)

Recopilación.

79, 681

198

Ley 9ª, título 9º, (Lib) 1º (Nov)

Recopilación.

79

Ley 7ª, título 11, parte 4ª. 79v, 681v

Ley 22 de mayo de 1826. 80

Artículo 5º, ley 13, parte 2ª,

tratado 2º de la Recopilación

Granadina.

100v, 104

Artículo 32, de la ley 13, parte

2ª, tratado 2º de la Recopilación

Granadina.

105, 106

Artículo 38 de la ley 70 del

Estado.

111v, 114v

Artículo 39 de la ley 70 del

Estado.

111

Artículo 35, ley 13, parte y

tratado 2º Recopilación

Granadina.

111v, 114v

Artículo 39, ley 13, parte y

tratado 2º Recopilación

Granadina.

209

Artículo 427, ley 1ª, parte 4ª,

tratado 2º de la Recopilación

Granadina (Código Penal).

123, 124, 125, 125v, 126,

126v, 127, 128v, 132, 140v,

146

199

Artículo 32 de la ley de 23 de

marzo de 1843.

123v

Artículo 53, ley 1, parte y

tratado 2º Recopilación

Granadina.

144

Doctrina de Hevia Bolaños,

tratado de prueba No. 20,

parágrafo 17 y 6 parágrafo 18.

151

Hevia Bolaños. Curia Filipina,

libro 2, capítulo 12, números 25,

26 y 27

81

Ley 1ª, título 31, partida 3ª. 142v

Leyes 28 y 29, título 16, partida

3ª;

143

Ley 8ª, título 14, partida 3ª; 143

Derecho Real de España,

número 4º, título 6º, libro 3º,

página 226.

143

Ley 29 de mayo de 1837. 170

Título 19, capitulo 7º, 8º de la

Ordenanza Española.

170

Capitulo 24 de las Ordenanzas

de Pando.

170v

200

Artículo 3º de las Ordenanzas

de Pando.

171

Artículo 2º de la ley 10 de mayo

de 1855.

180

Ley 100, título 18, parte 3ª. 184v

Ley 5ª, título 6º, parte 6ª. 184v

Leyes 7ª y 8ª, título 15, parte 5ª. 187v

Artículos 1570 y 2465 del

Código Civil

250, 250v, 733v, 737, 738

Art. 43, ley 13, parte 2ª y

tratado 2º

259, 404, 544

Ley 33, título 13, parte 5ª 259

Arts. 1589, 1590 y 1591 del

Código Civil

285, 285v

Art. 2447 del Código Civil 80

Art. 1592, inciso 5º del Código

Civil

285, 285v

Art. 1593, inciso 7º, Código Civil 296

Art. 1284 de la ley 95 del

Estado

289v, 290, 291v, 292, 293,

296v, 301v, 318

Art. 1585 del Código Civil 293v, 318v

Art. 2446, número 5º del Código

Civil

295, 296, 301, 680v

201

Art. 2500 del Código Civil 296v

Art. 2129 del Código Civil 297, 318

Arts. 259, 1260, 1261, 1262,

1263, 1268, 1269 del Código

Civil

297, 314, 318, 318v, 319

Art. 397 del Código Civil 297, 318, 318v

Art. 1271 del Código Civil 297, 318v

Arts. 490 y 491 del Código Civil 297, 319

Art. 1255 del Código Civil 297, 301v, 317

Arts. 579 y 580 de la ley 120 297v

Art. 987 de la ley 95 299

Art. 2499 de la ley 95 299

Art. 1256 de la ley 95 299v, 318

Art. 2127 del Código Civil 301v

Art. 37 de la ley 120 312

Art. 2090 del Código Civil 317

Art. 44 de la ley 120 317, 323

Art. 414 de la ley 120 317v

Arts. 2202, 2203, 2261 del

Código Civil

318

Art. 415 del Código Civil 318, 318v

Art. 1274 del Código Civil 318

Ley 4ª, Tratado 10, parte 6 285

202

Sección 9, Título 14 del Código

Civil

285v

Art. 418 del Código Civil 318v

Arts. 595, 596, 597, 598, 600 de

la ley 120

319

Art. 418 de ley 120 319, 697, 721

Art. 325, inciso 5º de la ley 120 319v, 661, 661v

Ley 62, titulo 18, partida 3ª 320v

Ley 1, titulo 12, libro 10,

Novísima Recopilación

320v

Ley 55, titulo 32, libro 2º,

Recopilación de Indias

320v

Art. 51 de la ley 120 317v, 323

Art. 214 de la ley 120 323

Art. 632 de la ley 120 323

Incisos 1º, 2º y 6º, artículo 55

del arancel

332, 338v

Ley 96, título 18, partida 3ª 335v

Ley 32, título 2º, partida 3ª 339

Art. 2º, inciso 6º de la ley 70 de

28 de septiembre de 1859 del

Estado

339, 340v, 344, 466, 467

203

Art. 8º de la ley 70 339

Art. 11 de la ley 70 340v, 467

Art. 16 de la ley 70 341, 467v

Art. 1471, inciso 2º del Código

Civil

344

Arts. 2401 y 2402 del Código

Civil

344, 344v

Art. 426 del Código Civil 318v

Art. 140 de la ley 120 350, 445

Ley 27, titulo 13, partida 5ª 350, 445

Ley 40, título 16, parte 3º 386v

Ley 2ª, título 15, parte 3ª 387

Ley 28, título 13, parte 5ª; 387, 682v

Ley 26, título 13, parte 3ª; 400

Glosa 2ª de Gregorio López 79v, 80

Glosa 10ª de Gregorio López 400

Artículo 28 de la ley 13, parte

2ª, tratado 2º, Recopilación

407

204

Granadina

Curia Filípica, libro 2, capítulo 3,

número 33

411v

Artículo 2º, ley 7ª, parte 5ª,

tratado 1º de la Recopilación

Granadina

411v

Decreto de 9 de septiembre de

1861

424

Artículo 17 de la O. de la C. de

25 de octubre de 1851

435v

Artículo 3º de la ley de 10 de

mayo de 1855

439, 477

Artículo 38 de la ley 10 de mayo

de 1855

491

Artículo 2º de la ley 1ª, parte 5ª,

tratado 1º de la Recopilación

Granadina

445v

Artículo 15 de la ley 16 de junio

de 1856

464

Artículo 1687 del Código Civil 510

205

Artículo 654 del Código Civil 680v

Artículo 2002 del Código Civil 681

Artículo 1803 de la ley 95 690, 706, 718

Artículos 1799 y 1801 de ley 95 718

Artículo 1521 de la ley 95 690

Inciso 3º, artículo 655 de la ley

95

718, 718v

Parágrafo 2º, artículo 1789 de

la ley 95

706, 721v, 723,724

Artículos 1538 y 1540 de ley 95 717v

Artículo 1780 de la ley 95 718v, 719, 719v

Artículo 1653 de la ley 95 719, 719v

Artículos 1826 y 1840 del

Código Civil

693v, 694v, 699, 704, 705,

720, 721v

Artículo 1808 del Código Civil 699, 721v

Artículo 1810 del Código Civil 699

Artículo 1813 del Código Civil 720

Artículo 1832 de le ley 95 720

206

Artículo 1833 del Código Civil 723v

Artículo 1795 del Código Civil 699

Título 8º, libro 4º del Código

Mercantil

510v

Artículo 1053 del Código

Mercantil

510v

Artículo 228, número 7º del

Código Mercantil

509v

Artículo 1044, titulo 8º del

Código Mercantil

650v

Leyes 114 y 119, título 18, parte

509v

Leyes 118 y 119, título 18, parte

509v, 510

Ley 2ª, título 13, parte 3ª 509v

Ley 40, título 2º, partida 3ª 516v, 518v

Artículo 4º de la ley 69 del

Estado

517v

Artículo 42 de la ley 13, parte 556

207

2ª, tratado 2º de la Recopilación

Granadina

Artículo 227 y 349 del Código

de Comercio

588

Artículo 73 de la ley 145 656

Ley 5ª, tratado 17, parte 4ª de

la Recopilación Granadina

680

Leyes 8 y 9ª, titulo 1º, libro 5,

Recopilación Granadina

680

Ley 23 de mayo de 1826 681v

Ley 17, título 11, partida 4a 681v

Ley 128 del Estado 684, 687

Ley 13, título 11, partida 5ª 690

Artículo 124 de la ley 120 693

Artículo 138 de la ley 120 718

Artículo 109 de la ley 120 730v, 731

Artículo 636 de la ley 120 731

Artículo 111 de ley 120 731

208

Las normas citadas remiten a fuentes bibliográficas determinadas, las cuales se

relacionan en el apartado siguiente, denominado “Referencias, bibliografícas”; y,

de igual manera, se incluyen en apéndice II, correspondiente al “Corpus jurídico”,

en el CD-ROM adjunto a esta monografía.

No obstante lo anterior es pertinente anotar que en este corpus están presentes los

principios generales del Derecho Occidental los cuales permean las referidas

disposiciones de origen Romano, Español, Indiano y Neogranadino, influidos por los

mandamientos y ritos de la Iglesia Católica, con expresas invocaciones a Dios y

referencias a las Sagradas Escrituras, como sucede en las Siete Partidas de Alfonso

X –llamado El Sabio-, haciendo alusiones al Profeta Daniel, al Rey Salomón,

definiendo un rito específico para la realización del juramento tratándose de

diligencias judiciales. Veamos, a manera de ilustración, el siguiente texto:

“Quántas maneras son de prueba Pruebas et averiguamientos son de muchas naturas para poder probar los homes sus entenciones; et son estas, otorgamiento et conoscencia que la parte faga contra sí en juicio ó fuera de juicio en la manera que desuso mostramos en las leyes que fablan en esta razon, ó testigos que dicen acordadamente el fecho, son tales que por razon de sus personas ó de sus dichos non se pueden desechar, ó cartas fechas por mano de escribano público ó otra qualquier que deba seer creida et valedera, asi como adelante se muestra complidamente en las leyes de sus títulos: et aun hi ha otra natura de prueba á que dicen presuncion, que quiere tanto decir como grant sospecha, que vale tanto en algunas cosas como averiguamiento de prueba. Et como quier que el rey Salomon diese su juicio por sospecha tan solamente sobre la contienda que era entre la muger libre et la que era sierva en razon del fijo; pero en todo pleyto non debe seer cabida solamente prueba de señales et de sospecha, fueras ende en aquellas cosas que mandan las leyes deste nuestro libro, porque las sospechas muchas vegadas non aciertan con la verdat. Otrosi hay otra natura de prueba asi como por vista del judgador veyendo la cosa sobre que es la contienda: et esto serie quando contendiesen las partes ante el judgador sobre términos de villas ó de otros heredamientos; et otrosi si fuese pleyto en razon de alguna moza que dicen que era corrompida, ó de muger que dicen que fincara preñada de su marido; ca tales contiendas como estas se deben librar por vista de buenas et honestas mugeres que sean sabidoras, asi como mostramos en las leyes deste nuestro libro en sus títulos. Et hay otra que se face por fama, ó por leyes ó por derechos que las partes muestran en juicio para averiguar et vencer sus pleytos asi como adelante mostraremos: et aun

209

acostumbraron antiguamente et úsanlo hoy en dia, otra manera de prueba, asi como por lid de caballeros ó de peones que se face en razon de riepto ó de otra manera: et como quier que en algunas tierras hayan esto por costumbre, pero los sabios antiguos que ficieron las leyes non lo tovieron por derecha prueba: et esto por dos razones; la una porque muchas vegadas acaesce que en tales lides pierde la verdat et vence la mentira: la otra porque aquel que ha voluntad de se aventurar á esta prueba semejan que quiere tentar á Dios nuestro señor, que es cosa que él defendió por su palabra alli do dixo: ve á riedro satanas, non tentarás á Dios tu señor”. Ley 8ª, título 14, partida 3ª; legajo 2, folio 105. (Siete Partidas, Tomo II, págs. 506 y 507).

210

Incluso estas leyes estudian las costumbres, las prácticas sociales y dan lecciones y

modelos de actuación forense. Se observa, en términos generales, la pertinencia de

las normas traídas al debate y la capacidad narrativa y argumentativa de los sujetos

intervinientes relatando los hechos y presentando sus pretensiones tratando de

persuadir al señor Juez del Circuito, orientándolo hacia sus puntos de interés; y por

su parte, tanto el síndico como el juez, se detienen en exámenes integrales, y

despliegan interesantes consideraciones axiológicas, jurídicas y discursivas.

211

Referencias, bibliografía

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1. Fuentes primarias.

Originales del juicio de sucesión y formación de concurso necesario de acreedores del finado

Jorge Henrique Isaacs Adolfus, actuados a mano.

Originales del concurso voluntario de acreedores formado a los bienes del señor Jorge Isaacs,

actuados a mano.

Originales del concurso particular de acreedores formado a la Hacienda Guayabo Negro, en la

cesión de bienes realizada por el señor Jorge Isaacs. Año 1876.

Originales del concurso particular hipotecario formado a la Hacienda de Santa Bárbara del

Fraile, en la cesión de bienes realizada por el señor Jorge Isaacs. Año 1883-1889.

Los anteriores documentos originales fueron compilados por el Dr. Leonardo Tafur Garcés,

miembro de número de la Academia de Historia del Valle del Cauca, por autorización del

señor Juez Civil del Circuito de Palmira, Dr. Luis E. Manrique Silva, en 1942, y transcritos

por la paleógrafa Yamileth Ortiz Vanegas, Mayo de 2010. Las referencias a estos documentos

se identifican con la sigla (CTG42-YOV10), indicando su respectivo folio.

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Cronología

Periplo vital de Jorge Isaacs y relación de algunos acontecimientos importantes de

su época

1800. Edición interrumpida del Genio del cristianismo, de Francisco Renato

Augusto de Chateaubriand (1990), quien estaba refugiado en Londres, con ocasión

de los sucesos de la Revolución Francesa de 1789, y vuelve a Francia cuando

Bonaparte impone la conciliación nacional (p. IX)90.

Nace Lord Thomas Babington Macaulay, historiador y ensayista inglés, cuya obra

Estudios literarios, estudios históricos, estudios biográficos, estudios críticos y

discursos parlamentarios, poseía Isaacs en su biblioteca.

Publicación de los Himnos de la noche (Novalis). Trabaja en Enrique de

Ofterdingen.

1801. 25 de marzo. Muerte de Novalis.

3 de abril, R. de Chateaubriand publica Atala, los amores de dos salvajes en el

desierto, que debía formar parte del Genio, pero que adelanta para dar publicidad a

la obra mayor.

90 Chateaubriand, René. El genio del cristianismo. Introducción de Arturo Souto. Editorial Porrúa, S.A., México. 1990. Esta obra es básica para entender el pensamiento de Isaacs. Según Arturo Souto Alabarce en la referida introducción “si el romanticismo es, en efecto, un movimiento reaccionario, pocas veces ha tenido más cabal sentido el término aplicado a un escritor que en el caso de Chateaubriand. Su vida y su obra, tanto literaria como política, son en esencia una reacción. Sus libros están motivados por la nostalgia del pasado, la inadaptación del presente y la desconfianza ante un futuro amenazador. Sus mejores creaciones, y en particular el Genio del cristianismo, representan el rechazo emotivo, presuroso, apasionado, a las tesis propuestas por la ilustración y los enciclopedistas. El genio es obra apologética y polémica. Más que contra Voltaire, se dirige contra sus discípulos, que parecen haber heredado su incredulidad sin su talento. Lo que defiende en sustancia son casi mil ochocientos años de cristianismo, metódica, sarcásticamente (lo que más le irrita) atacados por el racionalismo de los últimos cincuenta. No se puede explicar el arte, la literatura, la civilización toda occidental sin recurrir a la fe cristiana. El genio representa, en el plano intelectual, la antítesis de la filosofía del siglo de las luces. En el plano poético, el ensueño romántico. En el vital, el horror ante los estragos que había causado la revolución francesa, y en general todas las revoluciones”.

233

Juan José Florez (1801-1864). General venezolano que apoyó la separación del

Ecuador de la Gran Colombia, fue designado presidente de este país (1829-1834) y

trató de incorporar el Cauca a esta república. Este general mantuvo buenas

relaciones con los terratenientes caucanos.

Excepción hecha de la referencia a las leyes que restringían la esclavitud, Isaacs

evita cuidadosamente referirse a sucesos o a personajes históricos contemporáneos

(Cristina, 2005: 16).

1802. Concordato entre el Papa y Napoleón. Ese mismo día 14 de abril aparece el

Genio del cristianismo.

Publicación de los Cantos Espirituales de Novalis. Publicación de Enrique de

Ofterdingen.

1803. R. de Chateaubriand va a Roma como Secretario de la Embajada.

1804. R. de Chateaubriand renuncia como ministro de Francia al enterarse de la

ejecución del Duque de Enghien.

1805. Edición definitiva de Atala (publicada con René), que se publicara, separada

del Genio del cristianismo.

1809. Nace en Jamaica Jorge Enrique Isaacs Adolfus.

1810-1816. La primera República Granadina. Disputas y guerras entre centralistas

y federalistas.

1811. Confederación de las seis ciudades amigas del Valle del Cauca. El 1 de

febrero de 1811, los cabildos de Cali, Buga, Cartago, Caloto, Anserma y Toro,

234

inspirados por don Joaquín de Caycedo y Cuero, decidieron formar una

confederación independiente de Popayán91.

La Inquisición funcionó en Cartagena de Indias hasta la revolución del 11 de

noviembre de 1811, regresando en 1816 con el Pacificador Pablo Morillo.

1814. Se acentúa la política antinapoleónica de René Chateaubriand.

1811-1819. La Guerra de Independencia (Campaña Libertadora).

El gobernador de Popayán, Miguel Tacón y Rosique, salió al encuentro de las

tropas patriotas que habían marchado desde La Factoría (Palmira), junto a las de

Baraya, Giradot y Ayala, hacia dicha ciudad, y en las orillas del río Palacé se libró

una encarnizada batalla (la del Bajo Palacé), el 28 de marzo de 1811, que concluyó

con la derrota del jefe realista, y permitió la toma posterior de la Plaza de Popayán

(Becerra Toro: 2007: 8).

1815. Batalla que tuvo lugar el 5 de julio de 1815 cerca del río Palo, en la que los

patriotas al mando de José María Cabal y Serviéz, se enfrentaron al ejército realista

de Vidaurrázaya y obtuvieron la victoria que libertó el Valle del Cauca y permitió la

recuperación de Popayán (Cristina, 2006 Vol. II, Tomo 1, p. 165).

1816-1819. La Reconquista Española en el Nuevo Reino de Granada.

1819. La Gran Colombia (el 17 de diciembre de 1819, el Congreso de Angostura

dictó la ley de la República de Colombia).

1820. Los aportes de las Ciudades Confederadas a la causa de la independencia,

fueron motivo de reconocimiento por parte de las autoridades de la República, y

particularmente de las proclamas de Bolívar (Tafur González, 1970: 87).

91 Conmemoración de la misma, según acta No. 65 del consejo de Santiago de Cali, en la sesión solemne del 3 de julio de 1968.

235

1821. El Congreso de Cúcuta, reunido en la Villa del Rosario de Cúcuta, entre el 8

de mayo y el 14 de octubre de 1821, estableció un sistema centralista.

La inquisición es desterrada definitivamente en 1821, con la liberación de

Cartagena de Indias por parte del ejército patriota.

1822. Proveniente de Jamaica, y con el propósito de explotar yacimientos de oro

en el Chocó, llega a Colombia el ciudadano inglés de ascendencia judía, Jorge

Enrique Isaacs Adolfus, hijo de Henry Isaacs y Sara Adolfus. Pisa suelo colombiano

en la plaza de Cartagena.

1825. Decreto sancionado por Francisco de Paula Santander (marzo), en el que

se ordena la división territorial del departamento del Cauca en tres provincias:

Popayán, Pasto y Buenaventura; se constituyen los cantones de Caloto, Cali,

Palmira, Buga, Tuluá, Roldadillo, Supía y Toro, y los cuales se dividen en parroquias.

1826. Rebelión de José Antonio Páez.

Primera publicación del ensayo sobre La cristiandad en Europa.

1827. Jorge Enrique se establece como comerciante en Quibdó.

1828. 5 de junio sufre pérdidas considerables con ocasión de un incendio en

Quibdó.

El 24 de junio de este año, Simón Bolívar gobierna por decreto (dictadura de

Bolívar); y el 25 de septiembre, se atenta contra su vida, en lo que se conoce como

la noche de la conspiración septembrina.

Jorge Enrique Isaacs Adolfus se convierte al catolicismo para desposarse con

Manuela Ferrer Scarpetta, chocoana, de ascendientes catalanes y napolitanos, hija

de Carlos Ferrer y María Manuela Scarpetta.

236

5 de abril de 1828 contrae matrimonio en la iglesia matríz de San Francisco de

Quibdó (Tafur Garcés, 1942: 48).

El 8 de mayo de 1828, ante el escribano José María Díaz, Jorge Enrique Isaacs

constituyó dote y arras propternuptias a favor de su esposa, la señora Manuela

Ferrer.

1829. El 18 de agosto solicitó carta de naturaleza colombiana ante el gobernador

de Quibdó, señor Fermín Vargas, acompañando partida de matrimonio y

demostrando ser cristiano católico. Presenciaron el matrimonio Manuel Antonio

Scarpetta y Juana Delgado.

La carta fue otorgada por el ministro del interior, Dr. José Manuel Restrepo, el 17

de septiembre, en Bogotá, y autorizada por el Libertador Bolívar el 4 de noviembre.

El 3 de diciembre se envió al Gobernador del Chocó, entonces general Pedro

José Murgueitio, y éste, en Sala de la Comandancia de Armas, conforme a la ley 24

de julio de 1823, la entregó al señor Issacs el 14 de enero de 1830, en Quibdó.

Nace Alcides Isaacs, hermano mayor del poeta.

1830. 17 de febrero nace en Roldanillo el abogado, escritor, gramático, educador

y periodista Eustaquio Palacios, autor de la célebre novela “ El Alférez Real”.

El 8 de mayo, Bolívar renuncia a la presidencia; muerte en Santa Marta en la

Quinta de San Pedro Alejandrino. Desintegración de la Gran Colombia.

Chateaubriand protesta contra la monarquía.

1831-1858. Estado de la Nueva Granada.

El 10 de febrero de 1831 tuvo lugar la batalla de El Papayal, en las cercanías de

Palmira, donde las fuerzas al mando de José María Obando, derrotaron a las de la

dictadura del general Rafael Urdaneta, al mando del general venezolano Pedro

237

Murüerza, quien desde 1813 había tomado parte en la guerra de independencia

(Cristina, 2006:134).

1832. Constitución de la Nueva Granada. Esta constitución abolió los

departamentos y conservó el orden de provincias, cantones, parroquias y

viceparroquias.

Chateaubriand arrestado por conjurar contra el gobierno.

Muere el novelista escocés Walter Scott (autor de Ivanhoe), quien había nacido en

Edimburgo en 1777 y militó en el romanticismo, lo mismo que Chateaubriand.

1833. Jorge Enrique Isaacs Adolfus se encuentra radicado en Cali, y vinculado a

la vida política de la región. Desde este año principia a adquirir créditos personales,

que ya en 1836 eran elevados (Tafur Garcés, 1942: 53)92.

1837. Jorge Ricardo Isaacs Ferrer, nace el 1 de abril en Cali. “Oigamos al propio

Isaacs: Nací en el Estado del Cauca (basta eso) el 1º de abril de 1837. Fueron mis

padres: el señor Jorge Enrique Isaacs, súbdito inglés, que solicitó carta de naturaleza

en Colombia a la edad de 20 años, y la obtuvo del Libertador en 1829; la señora

Manuela Ferrer, colombiana de nacimiento” (Romero, 1991: 12).

Cuando murió el gobernador Dr. Tomás Núñez Conto, el 1 de julio de 1837,

Isaacs Adolfus, padre de don Jorge, entró a ejercer interinamente el cargo de

gobernador de la provincia; el poeta tenía 64 días de nacido.

92 “Entró a la vida de los negocios, y con los negocios a la vida de los litigios, siendo su primer litigio en el Valle uno sobre tierras ante el juez letrado de Palmira, doctor Pedro Pablo Cruz, con un señor don Bernardo Vélez. Desde este año hasta la muerte de don Jorge Enrique en Cali en 1861, estuvo comprometido en una intensa actuación judicial. Con él se comprometieron sus hijos, porque al morir quedó comprometido el patrimonio, y después de su muerte, especialmente el poeta continuó la odisea económica del padre con múltiples dificultades y vicisitudes, hasta su fallecimiento”.

238

1838. 22 de enero se verificó en Quibdó la partición de bienes de la sucesión de la

madre de doña Manuelita Ferrer, que fue representada en este acto, cuando su hijo

Jorge estaba de brazos en Cali, por el señor Carlos Ferrer (Tafur Garcés, 1942: 127).

1839. Nace Enrique Isaacs, uno de los hermanos menores del poeta.

1840. 25 de julio nace en Cali el poeta Adolfo Valdez.

Jorge Enrique Isaacs compra la hacienda Concepción de Amaime.

1842. El comerciante Jorge Enrique Isaacs Adolfus compró la Chagra de Menga

en 1842 por 1760 pesos a José Domingo Araos (la hacienda Menga fue segregada

de la gran hacienda de Arroyohondo. Durante el siglo XVIII, perteneció al capitán

Dionisio Quintero. (Londoño Rosero, 2010: 277).

1843. Jorge Enrique Isaacs no tuvo la Chagra de Menga por mucho tiempo, un

año después la vendió a los señores Miguel y Ramón Caldas por el mismo valor que

la compró (Londoño Rosero, 2010: 280).

1847. Isaacs Adolfus defiende la esclavitud apoyándose en la Biblia y argumenta

que sería ruinoso decretar la libertad de partos sin la respectiva indemnización.

1848. El partido liberal y el partido conservador en Colombia se estructuraron a

mediados del siglo XIX; como fechas de referencia el historiador Álvaro Tirado Mejía

indica 1848, para el programa liberal, que esboza Ezequiel Rojas; y, 1849 para el

programa conservador, redactado por Mariano Ospina Rodríguez y José Eusebio

Caro.

Se tiene noticia de que los primeros estudios los hizo Jorge Ricardo Isaacs en Cali

y los continuó en Popayán, en la escuela del maestro Manuel María Luna. En 1848

viaja a Bogotá, capital de la Nueva Granada, para iniciar sus estudios en el Colegio

239

del Espíritu Santo, dirigido por Lorenzo María Lleras. Según una carta autobiográfica

estudió en los colegios de San Bartolomé y San Buenaventura.

Muerte de Chateaubriand.

1849. 26 de Mayo, abolición de la pena de muerte por delitos políticos (Loaiza,

2010, diapositiva 9).

2 de junio, el istmo de Panamá es declarado zona de librecambio. (Loaiza, 2010,

diapositiva 9).

1850. 25 de Marzo. Nace Ignacio Palau Valenzuela, promotor de la creación del

Departamento del Valle; muere en Cali, en 1925 (Cardona, 2010:22).

El 21 de Mayo decreto de expulsión de los Jesuítas firmado por José Hilario

López. Es la segunda expulsión, considerando que se encontraba vigente la

pragmática sanción de Carlos III, quien los había expulsado de España, y extrañado

de sus posesiones de América, al ser perseguidos por el insuceso que se presentara

contra José I, Rey de Portugal, preludio de la extinción de la orden, por el Papa

Clemente XIV, en 1773 (Gutiérrez S.J., 2004: 27).

1 de enero, ratificación de la ley del 23 de abril de 1848 que abolía el monopolio

del cultivo y la exportación del tabaco (Loaiza, 2010, diapositiva 9).

20 de abril, descentralización administrativa. (Loaiza, 2010, diapositiva 9).

15 de mayo, abolición de la exigencia de títulos universitarios para la actividad

profesional (Loaiza, 2010, diapositiva 9).

16 de mayo, supresión del impuesto sobre la hacienda. (Loaiza, 2010, diapositiva

9).

1851. 14 de mayo, abolición del fuero eclesiástico o estatuto privilegiado del clero

católico ante la ley (Loaiza, 2010, diapositiva 9).

240

21 de mayo se decreta la abolición de la esclavitud, puesta en marcha a partir de

1852.

24 de mayo, ley sobre las libertades de prensa, de expresión, de opinión y de

educación. Ley sobre el derecho al sufragio de los adultos masculinos letrados, para

elegir presidente de la república, jueces y gobernadores de provincias (Loaiza, 2010,

diapositiva 9).

27 de mayo, la selección de los curas de parroquia pasa al control de los consejos

o cabildos de los distritos (Loaiza, 2010, diapositiva 9).

1852. Lisímaco Isaacs, que había contraído matrimonio con Julia Holguín, murió al

regreso de viaje de bodas, el 10 de noviembre de 1852. En este mismo mes, dada la

situación económica de su padre, Jorge Ricardo regresa a Cali, probablemente sin

haberse graduado de bachiller.

1853. 25 de abril, Jorge Enrique Isaacs se presenta a la notaría pública de

Palmira y firma un curioso documento por medio del cual se autosancionaría en el

evento de que se compruebe que: “ha jugado cualquiera suma a los dados o al tresillo”

(Arciniegas, 1967: 17).

15 de junio, ley sobre separación de la Iglesia y el Estado (Loaiza, 2010,

diapositiva 9).

1854. Jorge Ricardo Isaacs Ferrer lucha contra la dictadura de Melo.

1855. La casa paterna, marco espacial del idilio, corresponde en realidad y con

lujo de pormenores a la hacienda “El Paraíso”, adquirida por George Henry Isaacs en

1855 y vendida en 1858; sin embargo, en la novela el autor siempre se refiere a ella

como “la casa de la sierra”. En la obra de Isaacs la casa paterna no denota

solamente el espacio físico de ésta, sino una amplia y compleja red de relaciones

241

personales, familiares, sociales, económicas y un sistema de valores que representa

la totalidad del mundo perdido.

1856. El 19 de noviembre, Jorge Ricardo Isaacs, a los 19 años de edad, contrae

matrimonio con la joven Felisa Eulogia González Umaña, quien contaba con 14 años.

Este mismo año llega a los Estados Unidos de Colombia la comisión exploradora

al mando del capitán e ingeniero norteamericano Williamson, quien hizo los estudios

y trazó los planos del camino de Buenaventura (Cristina, 2006: 216).

1858. Termina la Nueva Granada y se funda la Confederación Granadina. Jorge

Enrique Isaacs, enfermo, vende El Paraíso.

Se inician los trabajos de la vía Cali-Buenaventura, año en que el general Tomás

Cipriano de Mosquera, que había adoptado el lema “Escuelas y caminos”, contrató al

ingeniero Williamson (Romero Lozano, 1967: 193), quien trajo un crecido personal de

ayudantes. Este camino inicialmente fue conocido con el nombre de “Senda

Williamson”, y así aparece en el poema Al mar de Jorge Isaacs.

Desde este año empieza a decaer la salud del viejo Isaacs, la administración de

sus bienes y sobreviene la desoladora guerra civil que duró tres años.

1859. Muere Lord Thomas Babington Macaulay.

1860. Jorge Ricardo Isaacs vuelve a la guerra, esta vez a órdenes del gobierno

del presidente Mariano Ospina Rodríguez, contra el revolucionario general caucano

Tomás Cipriano de Mosquera.

El 28 de enero de 1860 muere el general Pedro José Murgueitio, quien atendiendo

las instrucciones del general Tomás Cipriano de Mosquera, presidente del Estado del

Cauca, se encaminó a disuadir al coronel Pedro José Carrillo, quien había empezado

a organizar fuerzas en la banda occidental del río Cauca y en los pueblos del norte

242

del Valle, ocultando los propósitos del gobierno del doctor Mariano Ospina de

derrocar a Mosquera93.

1861. Muere Jorge Enrique Isaacs Adolfus el 16 de marzo y, el joven autor, queda

encargado de la administración de los bienes familiares, sobre los cuales pesan

numerosas obligaciones.

El 26 de julio, Tomás Cipriano de Mosquera decreta el destierro de los Jesuitas

(en 1857 los había vuelto a llamar el presidente Mariano Ospina Rodríguez, y habían

comenzado a prestar sus servicios en la reforma educativa alrededor del Colegio de

San Bartolomé). Es la tercera expulsión, y se les fijó a los desterrados un plazo de

72 horas para salir del país, plazo ampliado a 8 días más. Con los Jesuítas salió el

nuncio Ledochowski (Gutiérrez S.J., 2004: 31).

1863. Constitución de Ríonegro. Termina la Confederación Granadina y se crean

los Estados Unidos de Colombia.

El 31 de diciembre se declaró formado el concurso de acreedores. Los bienes de

la sucesión estuvieron manejados por el poeta 1069 días desde la muerte del padre

y, por este motivo, varios acreedores pidieron en el año 64 hacerlo comparecer por

medio de exhorto librado al Señor Juez del Circuito en lo Civil de Bogotá. Al mismo

tiempo varios acreedores pidieron que la señora Manuela Ferrer de Isaacs entregara

a los acreedores el producto de las haciendas de que disfrutó por 36 meses. Y

comenta Tafur (1952) “estos detalles fueron los que más mortificaron a la familia del

poeta” (1952:55).

93 Sobre los pormenores de su muerte puede consultarse a L. Scarpetta y S. Vergara, citados por Tulio Enrique

Tascón (1915). El general Murgueitio trató de disuadir a Carrillo, pero lo cierto es que éste lo atacó “en la llanura de los caracolíes, despejado y ameno campo que demora a cortísima distancia de la capital del Quindio. El combate, aunque de poca duración, fue reñido y terminó en las calles de Cartago. En él cayó herido de muerte el denodado general Murgueitio, compañero de glorias de Bolívar y de Sucre…” (p. 130-131).

243

En medio de las dificultades propias de la administración de los bienes familiares,

y acosado por los acreedores viaja a Bogotá. En este viaje conoce a José M. Vergara

y Vergara, historiador de la literatura colonial en Nueva Granada y miembro

importante de la tertulia El Mosaico. Allí lee sus primeros versos con tal éxito que el

grupo literario decide publicar un volumen de sus poesías94.

1864. En abril, La Rita y la Manuelita se venden en subasta pública.

El 20 de abril Jorge Ricardo Isaacs, comparece ante el juzgado 2º del circuito de

Bogotá para presentar su alegato de defensa contra los acreedores. Lo asesoran

Aníbal Galindo y José María Vergara y Vergara (Romero Lozano, 1967: XXX).

13 de mayo. Jorge Isaacs ingresa, a los 27 años de edad, a la masonería, a la

Logia Estrella del Tequendama. “Investido del Sublime Grado de Maestro Masón, el

21 de mayo de 1864. Miembro del Gran Consejo de Caballeros Kadosch de Bogotá

del Grado 30. Fue uno de los fundadores de la Logia “Aurora del Cauca” No. 27 del

Or. de Cali, el 17 de diciembre de 1865, y elegido Secretario de la misma. Se

reincorpora a su Logia Madre Estrella del Tequendama, entonces distinguida con el

número 2, el 23 de marzo de 1878. (Carnicelli, 1975: 81).

24 de Junio, los miembros de la tertulia El Mosaico presentan la primera edición

de sus poesías, la cual contiene 27 poemas que llevan fechas comprendidas entre

1860 y 1864 (Cristina, Vol. II, Tomo 1, 2006:xxix)95.

95 “si bien resulta arriesgado establecer cortes cronológicos netos, al comparar los textos juveniles con los de su madurez podemos observar unos cambios notables que representan dos grandes épocas. La primera corresponde a los años 1859-1867, es decir a la poesía anterior y contemporánea de María y la segunda va desde 1874 hasta 1894, fecha de su último poema conocido. Entre las dos hay un periodo de transición de seis años durante los cuales abandonó casi del todo la poesía. Esta

244

Syllabus, fue un documento de ochenta puntos, publicado por la Santa Sede

durante el papado de Pío IX, en 1864, al mismo tiempo que la encíclica Quanta cura.

Fue muy polémico en su tiempo, y aún hoy en día, porque condenó conceptos

modernos, como por ejemplo la libertad de pensamiento, y la separación entre la

Iglesia y el Estado (Wikipedia).

1865. Termina 30 de octubre su trabajo como inspector de carreteras y regresa a

Cali. Había contraído malaria.

Nace en Bogotá el 27 de Noviembre, José Asunción Silva. Padres: Ricardo

Silva Frade, conocido hombre de negocios y miembro del grupo costumbrista de El

Mosaico, y Vicenta Gómez Diago, distinguida dama de la sociedad capitalina (Orjuela

citado en Silva, 1996: 509).

Presidencia de Manuel Murillo Toro en Colombia (1864-1866). Fin de la guerra de

secesión en los Estados Unidos. Tolstoi da a conocer su novela Guerra y Paz (1864-

1869) (Orjuela citado en Silva, 1996: 509).

1866. Continúa escribiendo María en su quinta de El Peñón, en Cali. Es

elegido diputado por el partido conservador. En el Congreso, un correligionario le

echa en cara sus simpatías por el partido liberal. Isaacs contesta: “Sí; he pasado de

las sombras a la luz” (Arciniegas, 1967: 7). Se establece en Bogotá. Emprende allí

sin éxito, un comercio de miscelánea.

Última presidencia de Tomás Cipriano de Mosquera. Gregorio Gutiérrez González:

Memoria sobre el cultivo del maíz en Antioquia. Aparece la antología Le Parnasse

contemporain, con poemas de Gautier, Banville, Leconte de Lisle, Coppée,

cronología es fácil de señalar ya que Isaacs indica, en la mayoría de los casos, la fecha –y a veces el lugar de composición de sus versos-“

245

Baudelaire, Sully Prudhomme, Verlaine y Mallarmé (Orjuela citado en Silva,

1996:509).

Algunos avisos con los cuales promocionaba su negocio se pueden ver en Jorge

Isaacs polígrafo (Aguilera Ardila. 1995).

Muere doña Manuela Ferrer Scarpetta, esposa de don Jorge Enrique Isaacs

Adolfus y madre del poeta.

1867. En el mes de junio aparece María, impresa por José Benito Gaitán en su

taller tipográfico. Esta primera edición fue de ochocientos ejemplares.

Jorge Isaacs es redactor de ‘La República’, periódico que se fundó por la fracción

moderada del antiguo partido conservador, y fue colaborador de varios periódicos

literarios (Isaacs, 2008: 13).

Mosquera es hecho prisionero (mayo 23) y es sometido a juicio ante el Senado.

Presidencia del general Santos Acosta (1867-1868). Se crea la Universidad Nacional

de Colombia. Muere Charles Baudelaire. Aparece El capital, de Marx. La casa

Appleton de Nueva York publica los Cuentos pintados para niños, de Rafael Pombo

(Orjuela citado en Silva, 1996:509).

1868. Dirige en Bogotá el periódico conservador La República. En los años

inmediatamente posteriores a la publicación de María no fue prolífico en

composiciones poéticas, ni lo fueron los dos años transcurridos en Chile. Comenta

María Teresa Cristina que al revisar la cronología se descubre que entre 1868 y 1873

sólo resultan siete poemas: 1869 (Hortensia Antomarchi); cinco en 1870 (Inocencia,

Tus ojos, ¡Sólo amistad!, Un mundo por un soneto y uno compuesto en Lima en el

mes de octubre, Colombia); en 1872 (Apólogo). “Cuando redacté ‘La República”,

creía aún posible poner de todo en todo la fracción avanzada del partido conservador

246

al servicio de la república democrática. En 1868 y 1869, siendo diputado al congreso

nacional, obtuve el doloroso engaño y empecé a ser víctima de la demagogia

ultramontana y de la oligarquía conservadora…” (Isaacs, 2008:13).

Gobierno del general Santos Gutiérrez (1868-1870). Sarmiento, presidente de

Argentina (1868). Revolución en España y nueva constitución liberal. Isabel II es

expulsada. Lautremont: Los cantos del Maldoror (Orjuela citado en Silva, 1996: 509).

1869. Actúa como secretario de la Cámara de Representantes. Antes de terminar

la Guerra de la Triple Alianza contra Paraguay, el Congreso dicta una ley declarando

ciudadanos colombianos a todos los paraguayos. Isaacs firma la ley como secretario

de la Cámara. (Isaacs, 2008: 13).

Las crecientes simpatías de Jorge Isaacs por la causa liberal culminan en su

adhesión a ese partido. Edición mexicana de María. Muere Clementina, hija mayor

de Isaacs, en Bogotá el 10 de enero de 1869 a los once años de edad; luego la hija

menor del matrimonio fue bautizada con el mismo nombre (Cristina, 2006:193).

Se pone en servicio el Canal de Suez. Concilio del Vaticano y abolición del poder

temporal del Papa. Grant, presidente de los Estados Unidos. Verlaine: Fiestas

galantes. Mallarmé: Herodiade (Orjuela citado en Silva, 1996:510).

1870. Fue electo como miembro del sector radical del Liberalismo. Es nombrado

cónsul en Chile.

Nace el 2 de marzo Elvira, hermana de José Asunción Silva. Silva tuvo cinco

hermanos: Alfonso, Guillermo, Inés, Elvira y Julia, de los cuales los tres primeros

murieron muy jóvenes. Elvira fue la hermana favorita del poeta y su confidente

(Orjuela citado en Silva, 1996:510).

247

Presidencia liberal de Eustorgio Salgar (1870-1872). Proclamación de Amadeo de

Saboya rey constitucional de España (1868-1873). Prim es asesinado. Fundación del

Banco de Bogotá, primer banco privado en Colombia. Cae en Francia el segundo

imperio y como consecuencia de la guerra francoprusiana es tomado prisionero

Napoleón III. Muere Gustavo Adolfo Bécquer. Época de Antonio Guzmán Blanco en

Venezuela (1870-1888) (Orjuela citado en Silva, 1996:510).

1871/2. Se desempeña como cónsul en Chile. De paso por Lima, se hace amigo

de Ricardo Palma. En Chile lo rodean los poetas. Colabora en El Mercurio, Sud-

América, la Revista de Santiago y la Revista Chilena. (Zanetti, 1967:37).

Rafael Pombo, el gran poeta colombiano autor de Cuentos Infantiles, de la Elegía

a Elvira Tracy y traductor de Longfellow, es nombrado secretario de la Cámara de

Representantes en Bogotá.

Mueren los poetas colombianos José María Vergara y Vergara, y Gregorio

Gutiérrez González (Arciniegas, 1967: 7).

Se reemplaza la moneda de plata por el peso oro como unidad monetaria de la

República. Fundación de la Academia Colombiana de Lengua. Roma es hecha

capital de Italia. En Alemania, Guillermo I de Prusia es elegido emperador. Abolición

del feudalismo en el Japón. Se crea la Commune de París: Consejo Ejecutivo de 80

miembros. Proclamación del II Reich. Primera edición de las Rimas, de Bécquer.

Zola comienza la publicación de las serie de novelas naturalistas Les Rougo-

Macquart (1871-1893) (Orjuela citado en Silva, 1996:510).

1872. “En 1872 (noviembre), a pesar de haberme instado el poder ejecutivo

nacional para que permaneciera en Chile dos años más, insistí en dejar tal empleo,

248

después de haber terminado los trabajos que el gobierno me había dado

instrucciones para concluír, convenciones, etc” (Isaacs, 2008:13).

Nacimiento de Inés, la segunda hemana de José Asunción Silva (Orjuela citado en

Silva, 1996:511).

Segunda presidencia de Murillo Toro (1872-1874), durante la cual se afianza el

poder de la facción liberal llamada Olimpo Radical. Se termina en Bogotá la

publicación de la revista El Mosaico. Muere Benito Juárez, en México. Segunda

guerra carlista española que termina con el triunfo de los liberales (1872-1876). José

Hernández publica la primera parte de Martín Fierro. Banville imprime la obra Petit

Traité de Poésie Française, considerada teoría del movimiento parnasiano. R. Palma

comienza a hacer conocer sus Tradiciones peruanas (1872-1891). Nietzsche: El

origen de la tragedia. H. Spencer: Estudios de sociología. Campoamor publica:

Pequeños poemas (Orjuela citado en Silva, 1996: 511).

12 de diciembre, nace en Cali el poeta y novelista Isaias Gamboa.

1873. Regresa a Colombia en compañía de su amigo chileno Recaredo Miguel

Infante, con quien se asocia para comprar y explotar la hacienda Guayabonegro,

cerca de Palmira, sobre el río Fraile. A los pocos meses, Infante vuelve a Chile, e

Isaacs tiene que contraer nuevos compromisos para hacer frente a sus deudas

(Arciniegas, 1967: 8).

Se establece en Bogotá el alumbrado de gas. Nace Guillermo Valencia. J.E. Caro:

Obras escogidas en prosa y verso. Abdicación del rey Amadeo. Se proclama la

primera república española. Galdós comienza la publicación de Episodios

nacionales. En Une saison en enfer, Rimbaud esboza algunos anticipos surrealistas

(Orjuela citado en Silva, 1996: 511).

249

1873. El 29 de octubre, muere en Valparaiso, el poeta caleño Adolfo Valdez.

1874. Aparece la versión francesa de María.

Maria Teresa Cristina ocupándose de los años de madurez del poeta, y

particularmente de los últimos veintiún años (1874-1895), registra setenta y cuatro

composiciones entre las cuales se encuentran Saulo y La tierra de Córdoba. De este

año son La tumba del soldado y ¡Ten piedad de mí! (Cristina, 2006, Vol. II, Tomo 1:

lxvi).

Gobierno de Santiago Pérez en Colombia (1874-1876), del Olimpo Radical. Se

firma contrato para la construcción del ferrocarril de Antioquia. Restauración de la

monarquía con Alfonso XII, hijo de Isabel II Ministerio conservador de Israelí en

Inglaterra. Presidencia de Nicolás de Avellaneda en Argentina. Juan Valera: Pepita

Jiménez. J.M. Bartrina: Algo. Un cuadro del poeta francés Monet, Impresión: Soleil

levant, sugiere al crítico LEroy el nombre de “impresionismo” para caracterizar la

estética del grupo (Orjuela citado en Silva, 1996:511 y 512).

1875. César Conto, su primo, es nombrado presidente del Estado Soberano del

Cauca.

De nuevo tiene dificultades económicas en la administración del campo y como

consecuencia se ve envuelto en discusiones con sus acreedores e implicado

posteriormente en contrariedades queriendo evitar procesos judiciales. Trata de

vender Guayabonegro a su anterior dueño Manuel García Echeverri, pero sin éxito.

Publica el folleto “A mis amigos y a los comerciantes del Cauca”. Su ambiente

personal, familiar y social se ve afectado significativamente. Abril 12: hace cesión de

bienes.

250

Fundación del Banco de Colombia. Fin de la dictadura de García Moreno en el

Ecuador. Es asesinado en Quito y asume el poder Veintimilla (sept. 8). Nace Antonio

Machado. Se estrena en París la ópera Carmen, de Bizet. Nobel fabrica la dinamita.

Tolstoi: Ana Karenina (1875-1877). Bell perfecciona el teléfono inventado por Maucci

(Orjuela citado en Silva, 1996:511- 512).

1876. Se instala en Popayán donde es nombrado Superintendente de Instrucción

Pública y luego, Secretario del ramo, cargo que desempeñó hasta 1877, funda las

primeras escuelas nocturnas para obreros. La defensa de la laicidad en la educación,

en un país de tradición católica, vendrá a generarle nuevos y más grandes

enfrentamientos. Dirige El Escolar y co-dirige El Programa Liberal, antorcha

fulgurante del radicalismo, con César Conto, presidente del Estado Soberano del

Cauca.

Presidencia de Aquileo Parra (1876-1878). Guerra civil en Colombia entre

gobiernistas y conservadores que termina con el triunfo del gobierno central (1876-

1877). Se clausura El Tradicionista, de M.A. Caro. Época de Porfilio Díaz en México

(1876-1911). Mallarmé: La tarde de un fauno. Benito Pérez Galdós: Doña Perfecta

(Orjuela citado en Silva, 1996:512).

1877. Aparece la primera edición chilena de María.

Fundación en Bogotá del Banco Popular. Victoria, emperatriz de la India. Guerra

ruso-turca. Muerte de Juan Manuel Rosas. Hayes asume la presidencia de Estados

Unidos. Thomas A. Edison inventa el fonógrafo. Victor Hugo: La leyenda de los siglos

(Orjuela citado en Silva, 1996:512).

Nace Julia (10 de Octubre), hermana de José Asunción Silva (Orjuela citado en

Silva, 1996:513).

251

1878. Jorge Ricardo Isaacs, renuncia por presiones a la Secretaría de Gobierno

del Estado Soberano del Cauca y regresa al Congreso Federal en Bogotá. Lucha a

favor del proyecto de construcción del ferrocarril del Cauca.

Muere Inés, hermana de José Asunción Silva, y escribe el poema Crisálida

(Orjuela citado en Silva, 1996:513).

Gobierno de Julián Trujillo en Colombia. Muere Tomás Cipriano de Mosquera. Se

concede a una compañía francesa la excavación del canal de Panamá. Se inicia la

construcción del ferrocarril del Pacífico. Fundación de la revista El Repertorio

Colombiano. Al morir Víctor Manuel II, rey de Italia, le sucede Humberto I. León XIII

es proclamado Papa. Pasteur da a conocer su teoría de los gérmenes. Invención de

la lámpara eléctrica (Orjuela citado en Silva, 1996: 513).

1879. Jorge Ricardo Isaacs, se traslada a Antioquia, donde su amigo, el general

Tomás Rengifo, preside dicho Estado Soberano. Colabora con el periódico La Nueva

Era, de Medellín, redacta violentos artículos contra la Asamblea. 29 de noviembre: la

Asamblea clausura sus sesiones, declarando que toma esa medida por falta de

garantías (Arciniegas, 1967:10).

Edición argentina de María. El regreso de Isaacs a las actividades políticas se

caracterizó por un desempeño bastante sectario.

Agitación política en Antioquia. Asume la presidencia Guzmán Blanco en

Venezuela. Guerra del Pacífico en que se enfrentan Perú y Bolivia contra Chile.

Concluye con el triunfo chileno (1879-1883). Jules Grévy, presidente de Francia. Se

funda el partido socialista español. Ibsen presenta el drama Casa de muñecas. Se

publica La última lamentación de Lord Bryon, de Gaspar Núñez de Arce. Aparece

252

Los hermanos Karamazov, de Dostoievski (1879-1880). J.L. Mera: Cumandá (Orjuela

citado en Silva, 1996:513).

20 de octubre nace en Palmira el poeta, abogado, ensayista, periodista y

educador Ricardo Nieto.

1880. El 12 de enero nace en Cali el poeta Mateo Gamboa.

En confusos hechos que alejan a Tomás Rengifo de la presidencia del Estado, y

el general Ricardo Gaitán Obeso desconoce al vicepresidente Pedro Restrepo Uribe,

Jorge Isaacs arremete contra Gaitán Obeso y se proclama jefe civil y militar del

Estado Soberano de Antioquia el 28 de enero, posición en la que se mantiene

durante más de un mes sin recibir reconocimiento por parte del gobierno federal, por

lo cual debe bajar las armas el 9 de marzo. En ese mismo mes es expulsado del

Congreso por sus actividades revolucionarias, cuando pretendía reasumir su curul,

retando en duelo a Benjamín Palacio, como consecuencia de sus hirientes

intervenciones en su contra. Publica La revolución radical en Antioquia, y se

establece en Ibagué.

Jorge Isaacs establece su familia en Ibagué a mediados de 1880.

Administración de Rafael Núñez (1880-1882). Con la construcción del ferrocarril

que comunicó a Medellín con el río Magdalena se inicia la época del café. Jorge

Isaacs escribe La revolución radical en Antioquia. Roca asume la presidencia en

Argentina. Se organiza la Compañía del Canal de Panamá. Gladstone, primer

ministro de Inglaterra. Koch estudia los bacilos de tifus, cólera, tuberculosis y sienta

las bases de la bacteriología (1880-1885). Les Soirées de Médan, con relatos de

Huysmans, Zola, Maupassant, etc., sirve de manifiesto a la escuela naturalista. M.

253

Menéndez y Pelayo: Historia de los heterodoxos españoles (Orjuela citado en Silva,

1996:513).

1881. Jorge Isaacs publica el primer canto de su poema Saulo, dedicado a Julio

Roca, presidente de Argentina. El presidente Rafael Núñez lo nombra, en

septiembre, Secretario de la Comisión Científica (considerada por algunos sucesora

de la Expedición Botánica)96 en el Magdalena, la cual fue encargada de estudiar la

riqueza mineral de las regiones inexploradas. En la costa del Caribe, separado de

sus compañeros, Isaacs continúa por su cuenta la expedición. (Arciniegas, 1967: 10).

5 de abril nace en Roldanillo el poeta, escritor y periodista Carlos Villafañe.

Fundación en Bogotá del Banco Nacional. Ferrocarril de la Dorada. Se

restablecen relaciones con España. Se inicia la publicación del Papel Periódico

Ilustrado (agosto) donde publicará Silva algunos de sus primeros poemas. León

Gambetta es elegido presidente del Consejo de Francia. Alejandro III, zar de Rusia.

Nace en Málaga, España, el pintor Pablo Picasso (Pablo Ruiz). Anatole France: El

crimen de Silvestre Bonard. Wilhem Roux formula los principios de la fisiología del

desarrollo embrional (Orjuela citado en Silva, 1996:514).

96 Enrique Pérez Arbelaez, en el proemio a “La Expedición Botánica” de Florentino Vezga (1971: 30), la secuencia de las investigaciones que continuaron la obra de José Celestino Mutis, después de su muerte acaecida el 8 de noviembre de 1908, haciendo expresa mención a Jorge Isaacs. Anota este autor: “Fallecido Mutis el grande, despachados a Madrid los materiales de la Expedición, nuevos valores vinieron a continuar la secuencia que nos ocupa: Céspedes (1772-1848); Vezga como historiador, arquitecto de la continuidad, Francisco Bayón (1817-1893); José Jerónimo Triana (1828-octubre 1890); Nicolás Osorio (1833-1905); Santiago Cortés (1854-1924); Carlos Cuervo Márquez (1858-1930); Jorge Isaacs (1837-1895); Emilio Robledo (1875-1961); Andrés Posada Arango (1839-1909); Joaquín Antonio Uribe (1858-1935); Lorenzo Uribe Uribe (1900); Armando Dugand (1905); Daniel Mesa Bernal (1921); Alvaro Fernández Pérez (1921); Rafael Romero Castañeda (1910); Victor Manuel Patiño (1912); Polidoro Pinto (1926); Luis Eduardo Mora Oscejo (1932); Raúl Echeverri (1928); Hernando García Barriga (1913); María Teresa Murillo (1928); Enrique Pérez Arbeláez (1896); Mauricio Arango Santamaría (1929); Carlos Páez Pérez (1922); Luis A. Camargo (1920); Gustavo Huertas E. (1920) y Jesús M. Idrobo (1917).

254

1882. En Barcelona, la primera edición española de María. Isaacs trabajó en las

minas La Mutis, La David y La White, en el Tolima; tenía grandes expectativas sobre

la mina La Clemencia.

En febrero se encuentra Isaacs en la región del Valle de Upar habitada por los

descendientes de los chimilas, tribu indómita que resistió hasta el siglo XVIII a los

invasores. En Ariguaní departe con los indígenas y con el cacique Marasa. En sus

informes deplora la situación actual de esta tribu (Romero Lozano, 1967:318).

En marzo y en agosto Isaacs visita detenidamente la región de la Sierra donde

copia petroglifos, recoge muestras del lenguaje y relatos míticos de los busincas. En

varios artículos denuncia el mal gobierno y el abandono en que son tenidos los

indígenas (Romero Lozano, 1967:318).

Fernando de Lesseps inicia los trabajos para abrir un canal en Panamá. Se

organizan en Francia los partidos obreros. Formación de la Triple Alianza (Austria,

Alemania, Italia). Veintimilla se proclama dictador del Ecuador. Los poetas que

siguen a Baudelaire adoptan el calificativo de “decadentes” confiriendo a la palabra

un sentido especial no peyorativo. M.A. Caro: Menéndez y Pelayo y la ciencia

española (1882-1883). Aparece la primera edición de Ismaelillo, de José Martí.

Montalvo: Siete tratados. Muere Dante Gabriel Rossetti, pintor prerrafaelista inglés.

Charcot: Experiencias en la salpetrière (Orjuela citado en Silva, 1996:514).

1883. El 27 de enero de 1883, y por espacio de ocho meses, asume interinamente

la Dirección de Instrucción Pública del Estado Soberano del Tolima. Escribe en

Ibagué el Himno de guerra colombiano (Cortes Amador, 2005:100). El maestro

Síndici, amigo de Isaacs, escribió su música marcial.

255

Fundación del Banco Central Hipotecario en Bogotá. Ricardo Silva publica

Artículos de costumbres, obra dedicada a su hijo José Asunción. Nacen Luis C.

López y Porfirio Barba Jacob. Termina la guerra del Pacífico. Gutiérrez Nájera:

cuentos frágiles. Nietzsche: Así hablaba Zaratustra. Dilthey: Introducción a las

ciencias del espíritu. Paul Bourget: Ensayos de psicología contemporánea.

Huysmans: L’Art Moderne (Orjuela citado en Silva, 1996:515).

1884. En Septiembre publica algunos estudios etnológicos en los Anales de

Instrucción Publica, entre ellos Estudio sobre las tribus indígenas en el Estado del

Magdalena. El presidente Julio Roca le envía dinero para facilitarle su traslado a la

República Argentina; a su vez, el presidente Núñez le ofrece un cargo diplomático en

ese país, pero Jorge Isaacs no realiza tal viaje.

Segunda administración de Rafael Núñez (1884-1886). Núñez crea el Partido

Nacional con conservadores y liberales independientes. Crisis financiera en el país

que obliga al Congreso a autorizar empréstitos especiales y a tomar medidas de

emergencia. El comercio se ve afectado. Porfirio Díaz, presidente de México (1884-

1911). J. Crespo asume la presidencia en Venezuela. En Inglaterra conceden el voto

a los campesinos y en Francia establecen la ley del divorcio. Crisis en la bolsa de

Nueva York. Muere en París María Bashkirtseff (octubre) que ejercerá una profunda

influencia sobre Silva. Verlaine: Los poetas malditos. Núñez de Arce: un idilio.

Huysmans publica Al revés, que servirá de modelo a De sobremesa. Gaudí: La

sagrada familia. Barrès funda la revista Les Taches d’ancre (Orjuela citado en Silva,

1996: 516).

256

18 de Julio, nace en Santiago de Cali, Pablo Borrero Ayerbe, primer gobernador

del Departamento del Valle (muere en Cali, el 15 de junio de 1950) (Cobo Velasco,

1970:96 y 116).

1885. Durante la guerra civil, que dura nueve meses, Jorge Isaacs se pone del

lado de la rebelión, no obstante que Rafael Núñez había sido su benefactor.

Permanece en Fusagasugá, donde su amigo Ramón Argáez; mientras su familia

continúa en Ibagué, en una casita que le ha prestado Juan de Dios Restrepo (“Emiro

Kastos”). Durante esa época explora las montañas de Sumapaz y descubre minas de

carbón de piedra.

Su hijo Jorge Isaacs González es capturado por las autoridades de Ambalema y

Honda. El Dr. Carlos Holguín y el Presidente Núñez interceden por él; y a finales de

marzo le fue expedido el salvoconducto al joven Isaacs “con el compromiso de

constituir fianza de dos mil pesos en persona radical de reconocida respetabilidad,

siempre y cuando se dedicara a ocupaciones pacíficas” (Cuartas Coymat, 1998: 32).

Revolución en Colombia al levantarse un grupo de liberales contra el gobierno.

Consecuencias graves para el comercio y la economía del país. Se paraliza el crédito

bancario y se establece el papel moneda de curso forzoso. Se liquida el Banco

Central Hipotecario y se manifiesta un descenso en las importaciones.

Al morir Alfonso XIII la reina María Cristina asume la regencia en España.

Cleveland, presidente de los Estados Unidos. Juan Moreas proclama la escuela

simbolista que inicialmente se formó con el grupo de poetas decadentes. Darío:

Epístolas y poemas. Anatole France: El libro de mi amigo. Ottmar Mergenthaler

fabrica el linotipo. Muerte de Víctor Hugo (mayo 31) (Orjuela citado en Silva,

1996:516).

257

1886. Se crea la República de Colombia. Última presidencia de Rafael Núñez

(1886-1894). Nueva constitución centralista colombiana. La nación toma el nombre

de República de Colombia. Se establece como patrón monetario el billete del Banco

Nacional. Inauguración de la Escuela de Bellas Artes., Muerte de Ricardo

Carrasquilla, Guzmán Blanco, presidente de Venezuela. Campoamor hace imprimir

sus Humoradas (1886-1888). Díaz Mirón: Poesías escogidas. Nietzsche: Más allá del

bien y del mal. Rimbaud: Las iluminaciones. Schopenhauer, Die Welt as Willie und

Vorstellung (Orjuela citado en Silva, 1996:517).

Los periódicos mexicanos publican notas sobre las condiciones de miseria en las

que vive el autor de María, pero él lo niega. En junio el gobierno le otorga un

privilegio para explotar los yacimientos de hulla que descubrió en 1881. En

noviembre de este año, en la segunda expedición al norte de Colombia, acompañado

de su hijo Jorge, en el litoral oeste descubre yacimientos de fosfato de cal en la

Guajira.

1887. “El 22 de abril parte rumbo a las costas de Urabá. Bautiza su barco con el

nombre de “Cáscara de nuez”. “Vea de dónde le escribo: no es ya de las pampas

guajiras; es del fondo de este golfo, salvaje aún, casi lo mismo que lo dejaron

Bastidas, Ojeda y Enciso. Cumplo la consigna, caro amigo, la que usted me dio en

1864: amar y laborar”. (Carta a Adriano Paéz)” (Arciniegas, 1967: 11). Descubre

nuevos yacimientos de carbón. Recorre las márgenes del Sinú y después, tomando

por Cartagena y Barranquilla, regresa a Ibagué. En diciembre, ya en Bogotá, informa

al gobierno sobre su expedición científica. Complementa su estudio con minerales,

herbarios, piezas arqueológicas, planchas de jeroglíficos, pinturas y grabados

rupestres que regala al museo. Posteriormente recibirá derecho exclusivo de

258

explotación de los depósitos pero no logra reunir el capital necesario. La segunda

etapa de la explotación minera en el Tolima, va “…del 12 de diciembre de 1887 al 11

de octubre de 1888 durante la cual denuncia nueve minas, en su mayoría de filón de

oro y plata, del nuevo descubrimiento en la fracción de Cocora, municipio de Ibagué”

(Cuartas Coymat, 1998: 35).

En 1887 nace en Supía, el poeta Gilberto Garrido.

En 1887 y 1892, Colombia firma concordatos con la Santa Sede. Se inicia la

construcción de los teatros Colón y Municipal. Se promulga ley sobre la propiedad

artística y cultural. Darío: Abrojos. Primera edición del Diario, de María Bashkirtseff.

Mallarmé: Poesías. Fabricación de los primeros automóviles (1887-1891). El

norteamericano Hannibal Goodwin inventa el moderno rollo fotográfico. Publicación

de la trilogía el “Culte de moi”, de Barrès (1887-1891) (Orjuela citado en Silva,

1996:517).

La Compañía de Jesús regresa a Bogotá. El Colegio Nacional de San Bartolomé,

es puesto de nuevo bajo su dirección.

1888. Jorge Isaacs se radica en una finca pequeña, en Ibagué bautizada con el

nombre de La Clemencia, donde logra establecer algunas explotaciones de oro. Su

salud se encuentra afectada por el paludismo, contraído en sus expediciones. Viaja a

menudo a Bogotá a visitar a José Asunción Silva.

Gobierno del primer designado Carlos Holguín en ausencia de Núñez (1888-

1892). Muere el político y escritor José María Samper. Cae Guzmán Blanco en

Venezuela. Nacen J. E. Rivera y R. López Velarde. Se suspenden los trabajos del

Canal de Panamá Guillermo II, emperador de Alemania. Darío publica Azul.

Mallarmé: Un golpe de dados. Nietzsche: El anticristo. Pasteur descubre cura contra

259

la hidrofobia. Perfeccionamiento de la llanta neumática por John B. Dunlop (Orjuela

citado en Silva, 1996:518).

1889. Para este año se han publicado 14 ediciones de María en México y 25 en el

resto de América. Jorge Isaacs publica Démeter.

Durante el gobierno de Carlos Holguín hay represión contra la prensa y se cierran

varios periódicos. Se inaugura el ferrocarril de la sabana. Se publica Víctor Hugo en

América, compilación de José A. Soffia y J. M. Rivas Groot. El Brasil se convierte en

República. Primera conferencia internacional de estados americanos en Washington,

D.C. (1889-1890). Inauguran la exposición universal en París. Paul Bourget: El

discípulo. Juan Valera: Cartas americanas (Orjuela citado en Silva, 1996:518).

1890. Harper and Brothers publica en Nueva York la primera edición de María, en

volumen, en inglés. Poco antes se había publicado en San Francisco, en folletín.

Se expide el nuevo Código Penal, reproducción del código de 1837, el cual

responde a la corriente filosófica conocida como la Propuesta ilustrada del derecho

penal.

El gobierno colombiano expide leyes para regular el comercio. Carlos Pellegrini,

presidente de Argentina. Se publica la 2ª edición de América literaria, del argentino

Francisco Lagomaggiore. J. del Casal: Hojas al viento. O Wilde: El retrato de Dorian

Gray (Orjuela citado en Silva, 1996:518).

1891. 11 de enero, muere en Bogotá, Elvira Silva, hermana de José Asunción

Silva y gran amiga de Isaacs.

Aumenta la división del partido conservador en Colombia en históricos y

nacionalistas. España arbitra el litigio de límites entre Colombia y Venezuela. Se

260

renueva la Triple Alianza. Martí: Versos sencillos. Barrès: El culto del yo. (Orjuela

citado en Silva, 1996:519).

1892. A este año corresponde la publicación de la Tierra de Córdoba.

Gobierno de M.A. Caro, siendo Núñez presidente titular (1892-1898). J. Crespo,

dictador de Venezuela. Presidencia de Sáenz Peña en Argentina. Escándalo por

Panamá, en Francia. Bancarrota de la compañía de Lesseps. Comienza a publicarse

El Cojo Ilustrado, de Caracas. Barrès: De la sangre, del placer y de la muerte.

Fallece Renán. Nace César Vallejo. Se publica Terre promise, de Paul Bourget

(Orjuela citado en Silva, 1996:519).

1893. Isaacs trabaja en la redacción de una trilogía de novelas históricas. Le

escribe una carta a su amigo Juan C. Arbeláez, donde expresa su deseo de pasar

sus últimos días en Antioquia. Pide que sus restos sean enviados allí, en caso de

morir en Ibagué: “que pronto envíe Antioquia por mis huesos: a ella le pertenecen; y

tú y mis amigos haréis que los sepulten en el valle de Medellín o cerca de la tumba

de Córdoba” (Arciniegas, 1967:13). Inicia su novela Camilo, o Alma Negra.

Agitación política en Colombia. Segundo período presidencial de Cleveland en los

Estados Unidos. R.J. Cuervo: Diccionario de construcción y régimen de la lengua

castellana, II. Nace Mao Tse-Tung. Mueren J. del Casal y Taine. Max Nordau publica

Degeneración. Heredia: Los trofeos. Menéndez y Pelayo: Antología de poetas

hispanoamericanos (1893-1895). Nace Vicente Huidobro. Diesel produce el motor

que lleva su nombre. Edison, Lumière, Skladanovsky, Messler y otros investigadores

sientan las bases de la técnica cinematográfica (1893-1896) (Orjuela citado en Silva,

1996:519).

261

1894. Isaacs trabaja en sus novelas Alma negra (Camilo) y Fania. Quiere mostrar,

en los comienzos de la república, las desventuras e ilusiones de su pueblo, y

presentar el triunfo del radicalismo desde una perspectiva más o menos lejana.

Nunca llegará a publicarlas (Orjuela citado en Silva, 1996:519-520). “En Julio finaliza

en Bogotá el contrato con la Panamericana Investment Comp., haciendo el traspaso

de sus derechos. A pesar de la negociación, que deberá asegurarle cierto bienestar

económico, no está contento. En un álbum que le presentan por esos días, escribe:

“Fría y larga noche de invierno es la vejez, e infortunios de la patria me han

entristecido. Afortunados los que pueden reír. Jorge Isaacs, agosto de 1894” (Orjuela

citado en Silva, 1996:519 y 520).

Se ordena la liquidación del Banco Nacional en Bogotá. J. Crespo, presidente

de Venezuela (1894-1898). El “Affaire Dreyfus” en Francia. Nicolás II, zar de Rusia.

Aparecen Revista Azul (México) y la Revista de América (Buenos Aires) que

ayudarán a difundir el modernismo. D’Annunzio publica El triunfo de la muerte

(Orjuela citado en Silva, 1996:520).

1895. A comienzos del mes de febrero Isaacs sufre un grave trastorno,

experimenta una leve mejoría, pero las fiebres son recurrentes y su salud empeora.

“El miércoles 17 de abril, a las seis de la tarde, muere Isaacs en la casa a orillas del

Combeima, apenas cumplidos los 58 años de edad” (Cuartas Coymat, 1998: 43).

1897. El 6 de agosto su familia, tras 18 años difíciles en Ibagué, cruza el

Combeima, quedando en el Tolima “no solo los huesos del poeta, sino tristes y

también maravillosos recuerdos y un grupo solidario de amigos que salió a

despedirlos” (Cuartas Coymat, 1998: 49).

1898. El 6 de septiembre, muere en Cali, Eustaquio Palacios.

262

1899. Muere Alcides Isaacs, hermano mayor de Jorge.

1904. “El 21 de noviembre, en el cementerio católico de Ibagué, a las nueve de

la mañana fueron exhumados sus restos. Allí estuvieron presentes su hijo Daniel, el

Doctor Juan Clímaco Arbelaez, gestor del proyecto de trasladar las cenizas, en

cumplimiento de la petición del propio Isaacs, contenida en la carta del 2 de agosto

de 1893…” (Cuartas Coymat, 1998: 50). Permanecen en Bogotá varios días, en la

Capilla del Sagrario. “El día 22 de diciembre llegan los restos de Isaacs a Medellín

conducidos por el Doctor Dionisio Arango y por el General Marcelino Vélez. Luego de

recibir la calurosa bienvenida del pueblo antioqueño, fue depositada la urna cineraria

en la iglesia Metropolitana, donde permaneció hasta el 15 de febrero de 1905, fecha

señalada para realizar la celebración de la ceremonia religiosa y la definitiva

inhumación en el panteón de San Pedro” (Cuartas Coymat, 1998: 51).

Muere en el Puerto del Callao, Isaías Gamboa.

1905. Sus restos permanecen en la cripta que hoy sirve de base al monumento a

su memoria, obra del artista Marco Tobón Mejía.

1922. Se filma en Colombia una película basada en su novela María.

1937. Aparece su novela Camilo, publicada en el Boletín de la Academia

Colombiana.

1948. El 15 de julio, muere Mateo Gamboa.

1952. El 2 de agosto, muere en Cali, Ricardo Nieto.

1959. El 26 de noviembre, muere en Cali, Carlos Villafañe.

1962. Se descubre la cabeza en bronce de Jorge Isaacs en la Universidad de

Jerusalén (Arciniegas, 1967: 13).

263

1967. Celebración del centenario de la publicación de “María”.

264

Glosario

(Términos jurídicos relevantes que figuran en los documentos originales)

A

Absuelva (Absolver): En el proceso civil, desestimar, a favor del demandado, las

pretensiones contenidas en la demanda. Contestar las preguntas que se formulan

verbalmente o por escrito a alguna de las partes.

Acumulación (Acumular): Unir unos procedimientos a otros para que sean

resueltos por una sola sentencia o resolución.

Albacea testamentario: Persona encargada por el testador o por el juez de

cumplir la última voluntad del finado, custodiando sus bienes y dándoles el destino

que corresponde según la herencia.

Albaceazgo: Cargo y función de albacea

Alcabala: Tributo del tanto por ciento del precio que pagaba al fisco el vendedor

en el contrato de compraventa y ambos contratantes en el de permuta.

Alegar: Dicho del interesado o de su abogado: Argumentar oralmente o por

escrito, hechos y derechos en defensa de su causa.

Alhaja: joya (adorno).

Amoneda: Venta pública de bienes

Almud: Unidad de medida de áridos y a veces de líquidos, de valor variable

según las épocas y las regiones. (Áridos: Granos, legumbres y otros frutos secos a

que se aplican medidas de capacidad).

Acción: 1. En sentido procesal, derecho a acudir a un juez o tribunal recabando

de él la tutela de un derecho o de un interés.2. Facultad derivada de un derecho

265

subjetivo para hacer valer en juicio el contenido de aquel. Acción reivindicatoria, de

nulidad.3. Cada una de las partes alícuotas en que se divide el capital de una

sociedad anónima.4. Título o anotación contable que acredita y representa el valor

de cada una de aquellas partes.

Acción personal: 1. Se persiguen los bienes que conforman el patrimonio de una

persona natural o jurídica. 2. Derechos personales o créditos son los que sólo

pueden reclamarse de ciertas personas que, por un hecho suyo o la sola disposición

de la ley, han contraído las obligaciones correlativas; como el que tiene el

prestamista contra su deudor por el dinero prestado, o el hijo contra el padre por

alimentos. De estos derechos nacen las acciones personales (C.C.).

Acción real: 1. Recae sobre la cosa o un bien específico. 2. Derecho real es el

que tenemos sobre una cosa sin respecto a determinada persona. 3. Son derechos

reales el de dominio, el de herencia, los de usufructo, uso o habitación, los de

servidumbres activas, el de prenda y el de hipoteca. De estos derechos nacen las

acciones reales.

Acción reivindicatoria: 1. La acción reivindicatoria o de dominio corresponde al

que tiene la propiedad plena o nuda, absoluta o fiduciaria de la cosa. 2. La

reivindicación o acción de dominio es la que tiene el dueño de una cosa singular, de

que no está en posesión, para que el poseedor de ella sea condenado a restituirla.

Acreedor: 1. Que tiene acción o derecho a pedir el cumplimiento de alguna

obligación. 2. Que tiene derecho a que se le satisfaga una deuda.

Ac. Hipotecario: 1. Perteneciente o relativo a la hipoteca.2. Que se asegura con

hipoteca.

266

Ac. Privilegiado: Que goza de un privilegio al momento de la graduación de los

créditos por parte de los funcionarios judiciales.

Ac. Quirografario: Perteneciente o relativo al quirógrafo, o en esta forma

acreditado. (Quirógrafo: Perteneciente o relativo al documento concerniente a la

obligación contractual que no está autorizado por notario ni lleva otro signo oficial o

público).

Ac. Refactario (Refacción): Relacionados con la compostura o reparación de lo

estropeado.

Ac. Verbal: Que se hace o estipula solo de palabra, y no por escrito (Contrato

verbal).

Agente de manos muertas: Funcionario encargado de atender lo relacionado

con el decreto del 9 de septiembre de 1861 sobre la desamortización de bienes de

manos muertas, dictado por el presidente Tomás Cipriano de Mosquera (“de acuerdo

con los cálculos económicos, la tercera parte de las propiedades de la nación

estaban en manos eclesiásticas”97).

Alcabala: Impuesto castellano, que representaba generalmente el 10% del valor

de lo que se vendía o permutaba.

Al fiado (fiar): Vender sin tomar el precio de contado, para recibirlo en adelante.

Arancel: 1. Tarifa oficial que determina los derechos que se han de pagar en

varios ramos, como el de costas judiciales, aduanas, ferrocarriles, etc. 2. Tasa,

valoración, norma, ley.

97 Ocampo López Javier. Nueva enciclopedia de Colombia. Historia. Edición especial para Dismundial. Planeta DeAgostini. 1989.

267

Arras: 1. Cosa que se da como prenda o señal en algún contrato o concierto. 2.

Entrega de una parte del precio o depósito de una cantidad con la que se garantiza el

cumplimiento de una obligación.

Arras propter nupcias: La garantía que da el cónyuge que recibe los bienes al

otro que las aporta.

Articulación: Actuación especial que se tramita dentro de un proceso.

B

Baldío: Dicho de un terreno: Del dominio eminente del Estado, susceptible de

apropiación privada, mediante ocupación acompañada del trabajo, o de la

adquisición de bonos del Estado.

Bayetas: tela rústica.

Beneficio de inventario: aceptar la herencia sólo en lo favorable.

C

Cantón: División político-administrativa del territorio nacional, en el período de la

Gran Colombia, y de la Nueva Granada.

Capellanía: Fundación en la que ciertos bienes quedan sujetos al cumplimiento

de misas y otras cargas pías.

Carta de naturaleza: Documento por medio del cual se le otorga y confiere la

calidad de nacional a un extranjero.

Causante: Persona de quien proviene el derecho que alguien tiene; (de cujus:

aquel de cuya sucesión se trata).

Censo: Contrato por el cual se sujeta un inmueble al pago de un canon o pensión

anual, bien como interés perpetuo de un capital recibido, bien como reconocimiento

de la propiedad cedida inicialmente. (Redención de censos: cancelación de los

268

mismos). (Escritura de censo: formalidad notarial en la que debía de constar la

obligación).

Cercas de piñuela y guadua (cercar): Rodear o circunvalar un sitio con un

vallado, una tapia o un muro, de suerte que quede cerrado, resguardado y separado

de otros. En este caso las propiedades estaban divididas por cercos naturales de

plantas de piñuela y guadua.

Cesión: Renuncia de algo, posesión, acción o derecho, que alguien hace a favor

de otra persona (cedente, quien lo cede; cesionario, quien lo recibe)

Chicana: Artimaña, procedimiento de mala fe, especialmente el utilizado en un

pleito por alguna de las partes.

Citación: 1. Acción de citar.2. Aviso por el que se cita a alguien para una

diligencia. 3. La que se hace al vendedor para que responda al saneamiento por

evicción. 4. La que en juicio ejecutivo se hace al deudor emplazándole para que

pueda oponerse a la ejecución (Evicción: Pérdida de un derecho por sentencia firme

y en virtud de derecho anterior ajeno).

Cívicos: Grupos que acompañaban a los combatientes en las guerras del siglo

XIX, que después recorrían los campos de batalla buscando beneficiarse sin

consideración ni compasión alguna de aquello que encontraban.

Clasificación de créditos: para su graduación según el orden establecido por la

ley.

Cláusula quarentijia: voz italiana, con firmeza y seguridad. Ref. al derecho civil.

Colecticio: Dicho de un cuerpo de tropa: Compuesto de gente nueva, sin

disciplina y recogida de diferentes lugares.

Comiso (Pena de): Privación de la cosa.

269

Comodatario: Persona que en el contrato de comodato toma prestada una cosa.

Comparación de firma y rúbrica. Cotejo

Concurso forzado de acreedores: Cuando el deudor debe entregar por

disposición judicial sus bienes para cubrir sus acreencias.

Concurso necesario de acreedores: Idem.

Concurso voluntario de acreedores: Cuando el acreedor ofrece a los

acreedores sus bienes para el pago de sus obligaciones y éstos las aceptan.

Cónyuge supérstite: dícese del cónyuge que sobrevive al que fallece.

Corografía: Descripción de un país, de una región o de una provincia (en la

Nueva Granada, la Comisión Corográfica se creó, bajo el gobierno de José Hilario

López en 1851 y bajo la orientación de el italiano Agustín Codazzi).

Costas: Gastos relacionados con un proceso.

Costo: Cantidad que se da o se paga como consecuencia de ser vencido por su

contraparte en un juicio, en una articulación, o alguna otra actuación judicial.

Cotejo: Prueba pericial que se practica cuando no se reconoce o niega la

autenticidad de un documento privado presentado en juicio.

Curadora: Persona elegida o nombrada para cuidar de los bienes o negocios de

un menor, o de quien no estaba en estado de administrarlos por sí. (Curador de la

herencia yacente).

D

Daño: Delito consistente en causar daños de manera deliberada en la propiedad

ajena. Daño emergente. Valor de la pérdida sufrida o de los bienes destruidos o

perjudicados. Daños y perjuicios. Compensación que se exige a quien ha causado un

daño, para reparar éste.

270

Data: 1. Nota o indicación del lugar y tiempo en que se hace o sucede algo y

especialmente la que se pone al principio o al fin de una carta o de cualquier otro

documento.2. Tiempo en que ocurre o se hace algo.

Declaraciones contestes: Dicho de un testigo que declara lo mismo que ha

declarado otro, sin discrepar en nada.

Dehesas: Tierra generalmente acotada y por lo común destinada a pastos.

Depositario: Persona en quien se deposita algo.

Derecho Español e Indiano: conjunto de disposiciones dictadas por la Corona

Española, o en desarrollo de éstas, para regir los destinos de sus colonias en las

Indias Occidentales durante el período de su dominación.

Desamortizar: 1. Dejar libres los bienes amortizados. 2. Poner en estado de

venta los bienes de manos muertas, mediante disposiciones legales.

Diezmo: 1. Derecho del diez por ciento que se pagaba al rey sobre el valor de las

mercaderías que se traficaban y llegaban a los puertos, o entraban y pasaban de un

reino a otro. 2. Parte de los frutos, regularmente la décima, que pagaban los fieles a

la Iglesia.

Diligencia: Actuación judicial en un procedimiento criminal o civil

Dinero contante y sonante: efectivo, en metálico

Doctrina: jurisprudencia (o doctrina que se deduce del conjunto de las sentencias

de los tribunales).

Donación: Liberalidad de alguien que transmite gratuitamente algo que le

pertenece a favor de otra persona que lo acepta.

271

Dote: Conjunto de bienes y derechos aportados por la mujer al matrimonio, que

tiene como finalidad atender al levantamiento de las cargas comunes y que le deberá

ser devuelto una vez disuelto aquel.

E

Edicto: Escrito que se fija en los lugares públicos de las ciudades y poblados, y

en el cual se da noticia de algo para que sea notorio a todos.

Efecto rectroactivo: Que obra o tiene fuerza sobre lo pasado.

Ejecutoria: 1. Sentencia que alcanzó la firmeza de cosa juzgada. 2. Despacho

que es trasunto o comprobante de ella.

Ejido: Campo común de un pueblo, lindante con él, que no se labra, y donde

suelen reunirse los ganados o establecerse las eras.

Encomienda: En América, institución de contenidos distintos según tiempos y

lugares, por la cual se señalaba a una persona un grupo de indios para que se

aprovechara de su trabajo o de una tributación tasada por la autoridad, y siempre con

la obligación, por parte del encomendero, de procurar y costear la instrucción

cristiana de aquellos indios.

Endoso (Endosar): Ceder a favor de alguien una letra de cambio u otro

documento de crédito expedido a la orden, haciéndolo así constar al respaldo o

dorso.

Endosante: Quien cede la letra u otro documento de crédito expedido a la orden.

Endosatario: Persona a cuyo favor se endosa o puede endosarse un documento

de crédito.

Esclavo: Dicho de una persona: Que carece de libertad por estar bajo el dominio

de otra.

272

Escribano: Persona que por oficio público está autorizada para dar fe de las

escrituras y demás actos que pasan ante él.

Escriturario: Que consta por escritura pública o que a esta pertenece.

Estafetas (portadores del correo): 1. Casa u oficina del correo, donde se

entregan las cartas que se envían, y se recogen las que se reciben.2. Oficina donde

se reciben cartas para llevarlas al correo general.3. Correo especial para el servicio

diplomático.4. Correo ordinario que iba a caballo de un lugar a otro.5. Postillón que

en cada una de las casas de postas aguardaba a que llegase otro con el fardo de

despachos, para salir con ellos en seguida y entregarlos al postillón de la casa

inmediata.

Estipular: Convenir, hacer constar. Hacer contrato verbal

Evacuar: Cumplir un trámite

Exhorto: Despacho que libra un juez a otro de igual categoría para que mande

dar cumplimiento a lo que le pide.

Expropiación: Acción y efecto de expropiar (Expropiar. Dicho de la

Administración: Privar a una persona de la titularidad de un bien o de un derecho,

dándole a cambio una indemnización. Se efectúa por motivos de utilidad pública o

interés social previstos en las leyes).

F

Fijar y desfijar edicto: Colocar en los lugares indicados por la ley, las

informaciones correspondientes a las decisiones judiciales tomadas, que así deben

comunicarse.

Finado (dícese del ser humano fallecido): Persona muerta

Fincando (dando):

273

Fisco: 1. Erario, tesoro público. 2. m. Conjunto de los organismos públicos que se

ocupan de la recaudación de impuestos.

Franquicia (dícese de la exoneración u obligación del pago de correo): Exención

que se concede a alguien para no pagar derechos por las mercaderías que introduce

o extrae, o por el aprovechamiento de algún servicio público.

Fundo (predio rural): Heredad o finca rústica.

G

Graduación de créditos: Refiérese al orden que el funcionario debe dar a las

obligaciones de acuerdo a las leyes vigentes.

H

Hacienda: Modo de producción rural vigente a finales de la colonia y que se

mantuvo durante el siglo XIX.

Herencia yacente: Conjunto de bienes, derechos y obligaciones que, al morir

alguien, son transmisibles a sus herederos o a sus legatarios.

Hijuela: Documento donde se reseñan los bienes que tocan en una partición a

cada uno de los partícipes en el caudal que dejó un difunto.

I

Id (Idem, ibidem): 1. El mismo, lo mismo. Empleado generalmente en las cuentas

y listas, para denotar diferentes partidas de una sola especie. 2. Lo mismo que ya se

ha dicho. 3. Lo mismo es lo uno que lo otro.

Infame: El condenado por falso testimonio (juramento).

Infrascrito: 1. Que firma al fin de un escrito. 2. Dicho abajo o después de un

escrito.

274

Insinuación: Autorización del juez para donar.

In solidum: Por entero, por el todo. U. más para expresar la facultad u obligación

que, siendo común a dos o más personas, puede ejercerse o debe cumplirse por

entero por cada una de ellas.

Insertos: Documentos que se introducen dentro de un despacho judicial, o

exhorto.

Interin: Intertanto, mientras tanto.

Interrogatorio: 1. m. Serie de preguntas, comúnmente formuladas por escrito.2.

m. Papel o documento que las contiene.3. m. Acto de dirigirlas a quien las ha de

contestar.

J

Juez cantonal: Funcionario judicial correspondiente al cantón, dentro de la

organización administrativa de la Nueva Granada.

Juez de Circuito: Funcionario judicial cuyo conocimiento circunscribía dentro de

un perímetro determinado.

Juez pedáneo: Los alcaldes (Nueva Granada) actuaban como tales en las causas

menores; su nombre se derivaba del hecho de que no necesitaban sentarse en la

audiencia.

Juicio: Conocimiento de una causa en la cual el juez ha de pronunciar la

sentencia.

Juicio de sucesión (o mortuoria): La que se defiere y regula por la voluntad del

causante, declarada con las solemnidades que exige la ley.

275

Juez letrado: Forma de cortesía a la usanza neogranadina para dirigirse al

funcionario.

K

L

Lastar: 1. Suplir lo que alguien debe pagar, con el derecho de reintegrarse.2.

Padecer en pago de una culpa.

Latifundio: Finca rústica de gran extensión.

Libelo: Memorial o escrito con el que se expone o argumenta alguna razón en los

estrados judiciales.

Librar: Dar o expedir algo, especialmente una orden. Librar sentencia, real

provisión, decretos, carta de pago. Expedir letras de cambio, libranzas, cheques y

otras órdenes de pago, a cargo de alguien que tenga fondos a disposición del

librador.

M

Madrina: Mujer que tiene, presenta o asiste a otra persona al recibir esta el

sacramento del bautismo, de la confirmación, del matrimonio, o del orden, o al

profesar, si se trata de una religiosa.

Mancomun et insolidum (mancomunados): Aquella obligación cuyo

cumplimiento es exigible a dos o más deudores, o por dos o más acreedores, cada

uno en su parte correspondiente.

Manumiso: Liberto. Dicho de una persona que ha alcanzado la libertad.

Mayorazgo: 1. Institución del derecho civil, que por las leyes de desvinculación

del siglo XIX quedó circunscrita en España a títulos y derechos honoríficos, y que

tiene por objeto perpetuar en la familia la propiedad de ciertos bienes con arreglo a

276

las condiciones que se dicten al establecerla, o, a falta de ellas, a las prescritas por la

ley. 2. Conjunto de estos bienes vinculados.3. Poseedor de los bienes vinculados.4.

Hijo mayor de una persona que goza y posee mayorazgo.5. Hijo primogénito de

cualquier persona.

Mérito: Valor que se le reconoce a una prueba en el proceso.

Mortuoria: Perteneciente o relativo al muerto o a las honras fúnebres.

Mostrencos: Dicho de bienes que no tienen dueño.

Muletos: Hijo de caballo y burra o de asno y yegua, casi siempre estéril

Municipios: Conjunto de habitantes de un mismo término jurisdiccional, regido

por un ayuntamiento.

N

Non numerata pecuria: Bienes no enumerados.

Notificación: 1. Acción y efecto de notificar.2. Documento en que consta la

resolución comunicada.

Novillonas de vientre: Res vacuna hembra que inicia su desarrollo fértil (de dos

o tres años), en especial cuando no está domada.

Ñ

O

Oficina: Local donde se hace, se ordena o trabaja algo. Generalmente despacho

oficial.

Otorgar: Disponer, establecer, ofrecer, estipular o prometer algo. Utilizado por lo

común cuando interviene solemnemente la fe notarial.

P

277

Padrino: Hombre que tiene, presenta o asiste a otra persona que recibe el

sacramento del bautismo, de la confirmación, del matrimonio o del orden si es varón,

o que profesa, si se trata de una religiosa.

Parroquias (se elevaban a municipios): División político-administrativa de la

Nueva Granada, derivada del antiguo poder terrenal de la iglesia en el periodo

colonial.

Perjuicios: 1. Detrimento patrimonial que debe ser indemnizado por quien lo

causa. 2. Indemnización que se ha de pagar por este detrimento.

Personero: Representante, apoderado.

98 Cárdenas Herrera en sus Apuntes historiográficos de la independencia en Colombia, pasa a referirse a la obra de Hans-Joachim König, En el camino hacia la nación. Nacionalismo en el

proceso de formación del Estado y de la Nación de la Nueva Granada, 1750-1856. ”. Este tan

importante cambio lo documenta citando las palabras de König: Al decir patria no se pensaba sin embargo, en España, sino en el territorio más íntimamente experimentado y conocido del propio país; esta patria era el objeto de un sentimiento de pertenencia cada vez más profundo no sólo entre los conocedores del país sino entre muchos criollos. En ese sentido, el territorio conformado por los límites administrativos coloniales tomaba forma como una comunidad política y social y no sólo como un nombre.Cárdenas Herrera resalta, siguiendo a König, cómo la geografía contribuyó a crear una identidad nacional, y cómo persevera aún después de la independencia. Esta última afirmación la corrobora mencionando el papel que desempeñará posteriormente la Misión Corográfica, dirigida por Agustín Codazzi, a mediados del siglo XIX. Se trata de la representación identitaria del territorio para la República en formación.Todo lo anterior viene a sustentar la hipótesis de Cárdenas Herrera referente a la formación del Protonacionalismo Neogranadino.

Patria: John Jairo Cárdenas98 nos recuerda la evolución de la noción de patria,

que por aquella época se refería al territorio específico donde se había nacido, pero

que luego va evolucionando hasta representar a la unidad territorial que significa los

territorios de la Nueva Granada, y adquiere las características de “comunidad

imaginada

278

Podatario: (Representante, apoderado). Persona con poder para representar a

otra.

Postura: Precio que el comprador ofrece por algo que se vende o arrienda,

particularmente en almoneda o por justicia. Almoneda. (Venta pública de bienes

muebles con licitación y puja).

Pregón: Promulgación o publicación que en voz alta se hace en los sitios públicos

de algo que conviene que todos sepan. Anuncio del valor de un bien que se remata

en pública subasta.

Pregonero: Oficial público que en alta voz da los pregones, publica y hace notorio

lo que se quiere hacer saber a todos.

Prevenido: Próvido, advertido, cuidadoso, previsto.

Privilegiado: Ventaja especial de que gozan algunos créditos.

Proindiviso (sin demarcar límites): Bienes que están en comunidad, sin dividir.

Pro-rata (en proporción): Cuota o porción que toca a alguien de lo que se reparte

entre varias personas, hecha la cuenta proporcionada a lo más o menos que cada

una debe pagar o percibir.

Prórroga: 1. Continuación de algo por un tiempo determinado.2. Plazo por el cual

se continúa algo.

Pupilo: Huérfano menor de edad, respecto de su tutor.

Q

R

Recaer: Venir a caer o parar en alguien o sobre alguien beneficios o gravámenes.

279

Redención (redimir): 1. Dicho de quien cancela su derecho o de quien consigue

la liberación: Dejar libre algo hipotecado, empeñado o sujeto a otro gravamen. 2.

Librar de una obligación o extinguirla.

Rédito: Renta, utilidad o beneficio renovable que rinde un capital.

Rescindir: Dejar sin efecto un contrato o una obligación por decisión de una o

ambas partes.

Reses: Ganado vacuno.

Resguardo: Territorio que los españoles entregaban a los indígenas y en el que

éstos, se regían por sus propios cabildos y alcaldes.

Restitución in integrum: Íntegra, completa, total.

S

Secuestre: Depositario.

Secuestro: Depósito judicial por embargo de bienes, o como medida de

aseguramiento en cuanto a los litigiosos.

Seglar: 1. Perteneciente o relativo a la vida, estado o costumbre del siglo o

mundo.2. Que no tiene órdenes clericales.

Semovientes: Animal de granja.

Sentencia: La que termina el asunto o impide la continuación del juicio, aunque

contra ella sea admisible recurso extraordinario.

Servidumbre: Derecho en predio ajeno que limita el dominio en este y que está

constituido en favor de las necesidades de otra finca perteneciente a distinto

propietario, o de quien no es dueño de la gravada.

Síndico del concurso: representante de los acreedores.

280

Subrogración (Subrogar): Sustituir o poner a alguien o algo en lugar de otra

persona o cosa.

Suministros: 1. Provisión de víveres o utensilios para las tropas, penados,

presos, etc. 2. Cosas o efectos suministrados.

Surtir: Proveer a alguien de algo.

T

Tasación (tasar): Fijar oficialmente el precio máximo o mínimo para una

mercancía.

Tememe: Carguero indígena.

Término: El que señala el juez, con arreglo a la ley, para proponer y hacer las

probanzas, presentar memoriales, interponer recursos, etc; individuales, comunes,

perentorios, prorrogables, o improrrogables, etc.

Testador: Persona que hace testamento.

Testamentaria: Perteneciente o relativo al testamento.

Testamento numcupativo: oral; sin las formalidades legales; por ejemplo, el que

se otorga en peligro de muerte.

Testigo a ruego: quien firma por quien no sabe leer ni escribir, o en un momento

dado se encuentra impedido de hacerlo.

Testimonio irrecusable: Que no se puede recusar; válido, inevitable.

Trapiche: Molino para extraer el jugo de la caña de azúcar.

Traslado: Término concedido a las partes para que presenten sus pruebas o sus

memoriales según el caso.

Tutor: Persona que ejerce las funciones propias de la tutela.

U

281

Up supra: arriba, por encima de.

V

Viceparroquias: Organización político-administrativa propia de la Nueva

Granada.

Vínculo: se formaban cuando un individuo decidía por voluntad testamentaria

asegurar la permanecia de su propiedad en manos de sus descendientes, después

de su muerte, ordenando que no fuera objeto de venta a particulares sino para el

disfrute de las familias de sus herederos y sus descendientes; a cambio se solicitaba

crear obras pías y capellanías, contando para ello con las donaciones que

anualmente hicieran los beneficiarios y con el producto de los arriendos o terraje, en

caso de ser alquilada a particulares partes de las tierras en vínculo (Mejía Prado,

2002: 121)

W

X

Y

Z

282

Índice onomástico

A

Abadía Quintero, Carolina.

Abadía, José Antonio.

Abello, Jorge.

Acosta, Joaquín.

Acosta de Samper, Soledad.

Acosta, Santos.

Acuña, Luis Alberto.

Adolfus, Sara.

Aguilera Ardila, Alberto.

Aguilera Peña, Mario.

Alcántara Herrán, Pedro.

Alcedo, Antonio de.

Alejandro III.

Alemany, José.

Alfonso X El Sabio.

Alvárez, Carlos María.

Alvárez Gardeazabal, Gustavo.

Ancízar, Manuel.

Anderson Imbert, Enrique.

Ansensi, Julia de.

Antomarchi, Hortensia.

283

Añez, Julio.

Aparicio, Aquilino.

Aprile-Gniset, Jacques.

Arana Valencia, Braulio.

Arana, Mario.

Arango, Dionisio.

Arango Santamaría, Mauricio.

Arango Jaramillo, Mario.

Araos, José Domingo.

Arbelaez, Juan Clímaco.

Arboleda, Gustavo.

Arboleda, Julio.

Arboleda, Sergio.

Arciniegas, Germán.

Argáez, Ramón.

Argüelles, Mariano.

Arias, Rodrigo.

Arizábaleta, Juan Demetrio.

Arizabaleta, Simón.

Armiño, Mauro.

Arrubla, Manuel Antonio.

Arocha Jaime.

Asunción, José.

Álvarez Gardeazabal, Gustavo.

284

Ansensi, Julia de.

Azambuja, Diego d’.

Azuero Vicente.

B

Bacon, Francis.

Baratt, Luis Andrés.

Baraya, Antonio.

Barba Jacob, Porfirio.

Barbour M., James.

Barbour, Regina

Barona, Armando.

Barthelemy, Jean Jacques.

Bashkirtseff, María.

Baudelaire, Charles.

Bayly, Thomas Haynes.

Bayón, Francisco.

Becerra Carvajal, Mariano

Bécquer, Gustavo Adolfo.

Bedoya, Ana Joaquina.

Beethoven, L.V.

Bello, Andrés.

Beltrán, San Luis.

285

Benedict, Anderson.

Bentham, Jeremy.

Bernate Ochoa, Francisco.

Blair, Hugh.

Blasco, Eusebio.

Blue, Adolfo.

Bolaños, Hevia.

Bolívar, Simón.

Bonaparte, Napoleón.

Bonaparte, José.

Bonolo, Nicolás.

Borda Molina, Luis Jorge.

Borges, Jorge Luis.

Borrero, José María.

Borrero, Juan de Dios.

Borrero Ayerbe, Pablo.

Borrero Garcés, Luis Enrique

Borrero Piedrahita, Miguel.

Borrego Plá, María del Carmen.

Borrero, María Petrona.

Borrero Micaela.

Botto, Antonio.

Boussingault, Jean Baptiste Joseph Dieudonné.

Bravo, Clementina.

286

Broca, Paul Pierre.

Bryon, Lord.

Buch, Miguel.

Buenaventura, Manuel María.

Buitrago Bermúdez, Oscar.

Burgos Cantor, Roberto.

Burke, Edmundo.

Byrne, Federico Guillermo.

C

Cabal, Gregorio.

Cabal Molina, Víctor.

Cabal, José María.

Caballero y Góngora, Antonio.

Caicedo, Jerónimo.

Caicedo Licona, Carlos Arturo.

Caicedo Rojas, José.

Cajiao de Bustamante, Asunción.

Caldas, Francisco José de.

Caldas, Miguel.

Caldas, Ramón.

Calderón, Carlos.

Calderón de la Barca, Pedro.

287

Calderón de Laso, Teresa.

Calero, Fidel.

Calero Mercado, Carlos.

Calzada, Sebastián.

Camacho Guizado, Eduardo.

Camacho, José Joaquín.

Camacho Roldán, José.

Camacho Roldán, Salvador.

Camacho Quesada, Manuel.

Camargo, Luis A.

Camargo, Sergio.

Camoes, Luis de.

Campoamor y Campoosorio, Ramón María de las Mercedes de.

Campos Serrano.

Canabis, Pierre Jean George.

Cardona, Carlos Andrés.

Cárdenas, Antonio José.

Cárdenas, Eleuterio.

Cárdenas, Jeremías.

Cárdenas Herrera, John Jairo.

Cardona, Carlos Andrés.

Carlos III.

Carlos IV.

Carnelutti, Francesco.

288

Carnicelli, Américo.

Caro Copete, Jorge.

Caro, José Eusebio.

Caro, Miguel Antonio.

Carvajal, Mario.

Carrasquilla, Ricardo.

Carrasquilla, Tomás.

Carrillo, Pedro José.

Casas, Bartolomé de las

Casas, Pedro de las.

Castellanos, Jorge.

Castellanos, Juan de.

Castillejo, Cristóbal de.

Castro y Serrano, José de.

Castro Carvajal, Beatriz.

Cataño, Gonzalo.

Cautelar y Ripio, Emilio.

Celedón, Rafael.

Cerruti, Ernesto.

Chaignon, Pierre.

Charles, Edmon.

Chassard, Francois.

Chateaubriand, Francois Auguste René.

Chávez, Antonio José.

289

Chiari, Miguel.

Clausius, Rudolf Julius.

Cobo Velasco, Alfonso.

Codazzi, Agustín.

Colmenares, Germán.

Colmenares y hermano.

Colom González, Francisco.

Colón, Cristóbal.

Conto, César.

Conto, Margarita Lucía.

Conto, Nicomedes.

Copérnico, Nicolás.

Córdoba, Francisco.

Córdoba, Jacinto.

Córdoba, Mariano.

Cortés Amador, Aura Rosa.

Cortés, Santiago.

Costa, Juan.

Coutín, Guillermo Eduardo.

Claver, Pedro. S.J.

Crespo, Primitivo.

Cristina, María Teresa.

Cruz, Pedro Pablo.

Cuartas Coymat, Alvaro.

290

Cuellar, Patrocinio.

Cuero, Joaquín.

Cuervo, Angel.

Cuervo, Luis Augusto.

Cuervo Márquez, Carlos.

Cuervo, Rufino José.

D

Darwin, Charles.

Davies, Tomás.

De Avellaneda, Nicolás.

De Bastidas, Rodrigo.

De Caycedo y Cuero, Joaquín.

De la Pedrosa, Manuel Alejo. Presbitero

De Lesseps, Fernando.

De Ojeda, Alonso.

De Plaza, José Antonio.

De Pombo, Lino.

De Salazar Betancur, Fernando. Delgado, Juana.

Díaz Castro, Eugenio.

Díaz de Zuluaga, Zamira.

Díaz, José María

291

Díaz, Porfirio.

Díaz, Ventura.

Dick, Van.

Doman, Danion Larry.

Domínguez Escobar, José María.

Dopsch, Alfons. Dugand, Armando.

Duque y Merino, Demetrio.

Durán Casas, Vicente. S.J.

Dymon.

E

Eastman, Jorge Mario.

Echeverri, Raúl.

Eder, Phanor James.

Eder, Santiago Martín.

Egea, Leandro.

Enciso.

Erazo, José Antonio.

Escallón, Liborio.

Escobar, Avelino.

Escobar, Francisco.

Escobar, Rafael.

292

Esguerra Ortiz, Joaquín.

Espinosa, José María.

Espriella, Enrique de la

F

Fajardo, José del Rey.

Fallón, Diego.

Faverón Patriau, Gustavo.

Feijó, Bautista.

Fernández Madrid, Pedro.

Fernández Pérez, Alvaro.

Fernando VII.

Ferrer, Carlos.

Ferrer Scarpetta, Manuela.

Ferrer, Magdalena.

Flaubert, Gustavo.

Florián Buitrago, Maribel.

Flórez, Basilio.

Flórez, Juán José.

Franco, Evelyn.

Friedemann de Nina S.

G

293

Gaitán, José Benito.

Gaitán Obeso, Ricardo.

Galileo, Galilei.

Galindo, Aníbal.

Gambeta, León.

Gamboa, Ezequiel.

Gamboa, Francisco.

Gamboa, Isaías

Garcés, Modesto.

García Barriga, Hernando.

García, Evaristo.

García Echeverri, Manuel.

García Márquez, Gabriel.

García Vásquez, Demetrio.

García, Olimpo

Garrido, Margarita.

Garzón, José María.

Geertz, Clifford.

Giraldo, José Luis.

Girardot, Atanasio.

Goenaga, José María.

Goethe, J.W.

Gómez Benítez, Piedad.

294

Gómez, Diego Fernando.

Gómez, Miguel A.

Gómez Picon, Alirio.

Gómez Restrepo, Antonio.

Gómez Valderrama, Pedro.

Gómez, Vicente.

González, Cayetano. Presbítero.

González Camacho, Rafael.

González Escobar, Luis Fernando.

González Guzmán, Flora.

González Guzmán, María.

González, José Antonio.

González Manrique, Venancio.

González, Margarita.

González Narváez, Humberto.

González Rodas, Publio.

González, Ramón.

González, Rodolfo.

González Toledo, Aureliano.

González Umaña, Felisa Eulogia.

González Umaña, Rafael.

Goodwin, Hannibal.

Grillo, Max.

Grévy, Jules.

295

Guarín, David.

Guerra, Carlos.

Gutiérrez, Alberto S.J.

Gutiérrez González, Gregorio.

Gutiérrez, Santos.

Gutiérrez Vélez, Guillermo.

Gutiérrez Vergara, Ignacio.

Gutiérrez Lee.

Guzmán Blanco, Antonio.

H

Hamilton, J.P.

Heidegger, Martín

Heliodoro V, Rafael

Henao, Braulio.

Hernández de Alba, Gregorio.

Henao Restrepo, Darío.

Hernández, Iván.

Herrera, Benjamín.

Herrera, Joaquín.

Herrera Michel, Iván.

Herrera, Manuel Joaquín.

Hinostroza, Fernando.

Hispano, Cornelio.

296

Hogg, James.

Holguín, Carlos.

Holguín, Jorge.

Holguín, Juan.

Holguín, Julia.

Hoyos Mazuera, María Ximena.

How, James.

Huidoro, Vicente.

Hugo, Víctor Marie.

Huertas E., Gustavo.

Humboldt, Alejandro.

Humboldt, Friederich Heinrich Alexander von,

I

Idrobo, Jesús M.

Infante, Recaredo Miguel.

Irragorri, José María.

Isaacs Adolfus, Jorge Enrique.

Isaacs Ferrer, Alberto.

Isaacs Ferrer, Alcídes.

Isaacs Ferrer, Carlos.

Isaacs Ferrer, Eloisa.

Isaacs Ferrer, Juan.

297

Isaacs Ferrer, Jorge Ricardo.

Isaacs Ferrer, Julio.

Isaacs Ferrer, Lisímaco.

Isaacs Ferrer, Manuelita (Emma).

Isaacs Ferrer, Primitiva.

Isaacs Ferrer, Rebeca.

Isaacs Ferrer, Sara.

Isaacs González, Clementina.

Isaacs González, Daniel.

Isaacs González, David.

Isaacs González, Jorge.

Isaacs González, Julia.

Isaacs González, Lisímaco.

Isaacs González, María.

Isaacs, Henry.

J

Jagoe, Eva-lynn Alicia.

Jaramillo Agudelo, Darío.

Jaramillo Castillo, Carlos Eduardo.

Jaramillo de Gutiérrez, Matilde.

Jaramillo Uribe, Jaime.

Jenner, E.

298

Jordán, Fidel.

Juárez, Benito.

Julián, Antonio.

K

König, Hans-Joachim.

L

Lalinde, Fidel.

La Sage, Alain René.

Larra, Mariano José de.

Laso, Joaquín.

Lastarria, José Victorino.

Lastra, José Angel.

Lefèvre, André Paul Emile.

Lemos Guzmán, A.J.

Lemos, Zenón Fabio.

León, Luis Ponce de.

Lievano Aguirre, Indalecio.

Llanos de, Ana.

Lleras, Lorenzo María.

299

Lobo y Malagamba, Miguel.

Loaiza Cano, Gilberto.

Londoño, Emilio.

Londoño, Julio César.

Londoño Pinto, Nelson.

Londoño Rosero, Luis Alberto.

Lopera Gutiérrez, Jaime.

López, Luis C.

López Cano, Luis Francisco.

López Jimenez, Carlos Arturo.

López, José Hilario.

López Lopera, Liliana María.

López Michelsen, Alfonso.

López, Miguel Antonio.

López Portillo y Rojas, José.

Luna, Manuel María.

Lucero, Martín.

M

Macaulay, Thomas Babington Macaulay.

Madiedo, Manuel María.

Mallarino, José María.

Mallarino, Manuel María.

300

Manet, Edouard.

Manó, Argelino.

Manó, Carlos José.

Manrique Silva, Luis E.

Marconi, Guglielmo.

Márquez, José Ignacio de.

Marroquín, José Manuel.

Martel, Luis.

Martínez, Fabio.

Martínez Barona, José María.

Martínez Capote, Ana Beiba.

Martínez Micolta, Gabriel.

Martínez, Policarpo.

Martínez Toro, Pedro

Maya, Rafael.

Mayorga García, Fernando.

Mayn. Dr.

Max, Carlos.

Mcfarlane, Anthony.

McGrady, Donald.

Medina, José María.

Mejía D.

Mejía Duque, Jaime.

Mejía Prado, Eduardo.

301

Mejía Vallejo, Manuel.

Melendez, Felipe.

Melo, Jorge Orlando.

Melo, José María.

Mendeleiev.

Menotti, Alfonso.

Mercado, Antonio.

Merchán, Rafael María.

Mesa Bernal, Daniel.

Millet, Jean-François.

Mina, Mateo.

Miño, Mariano.

Molina Cuellar, Pedro A.

Molina, Gerardo.

Molina, Juan Ignacio.

Molina, Luis.

Molina, Miguel José.

Molina Ossa, Camilo.

Mollien, Gaspard Theodore.

Monet, Claude-Oscar.

Montoya, Francisco.

Moore, Thomas.

Mora Oscejo, Luis Eduardo.

Morales Benitez, Otto.

302

Moreno Durán, Rafael Humberto.

Morillo, Pablo. Morriones, Francisco. Mosquera, Manuel José.

Mosquera, Manuel María.

Mosquera, María Engracia.

Mosquera, Tomás Cipriano de.

Murgueitio, Pedro José.

Murillo, María Teresa.

Murillo Toro, Manuel.

Muruerza, Pedro.

Mutis S., José Alvario.

Mutis, José Celestino.

Mutis, Sinforoso.

N

Naranjo Martínez, Enrique.

Nariño, Antonio.

Navarrete, María Cristina.

Nebrija, Elio Antonio de.

Neininger, Nancy Marie.

Newton, Isaac.

Nieto Arteta, Luis Eduardo.

303

Nieva, Justo.

Novallis.

Núñez, Benjamín.

Núñez de Arce, Gaspar.

Núñez, Cerveleón.

Núñez, Rafael.

Núñez Conto, Tomás.

Ñ

O

Obando, José María.

Ocampo López Javier.

Ochoa y Ronna, Eugenio de.

Olano e hijos.

Ordoñez, Clímaco.

Ordoñez, Monserrat.

Orjuela, Héctor H.

Ortiz, José Joaquín.

Ortíz Vanegas, Yamileth.

Osorio, Nicolás.

Ospina Camacho, José Domingo.

Ospina Rodríguez, Mariano.

Ossian, Bardo.

304

OTS Capdequi, José María.

Otálora, José Eusebio.

Otero Álvarez, Joel.

Ovalle, Francisco Javier.

P

Pacheco, Juan Manuel S.J.

Páez, Adriano.

Páez, José Antonio.

Páez, Julián.

Páez Pérez, Carlos.

Palacio, Benjamín.

Palacios, José Eustaquio.

Palacios, Marco.

Palau, Antonio J.

Palau, Francisco Antonio.

Palau Valenzuela, Ignacio.

Palma, Ricardo.

Pardo Vergara, Joaquín.

Pareda, José María de.

Parra, Aquiles.

Pasteur, Louis.

Patiño, Beatriz.

305

Patiño, Carlos.

Patiño, Paulino.

Patiño, Victor Manuel.

Paul, Felipe F.

Payán, Eliseo.

Peinado Navarro, Augusto.

Peña, Antonio.

Peña, David.

Peña, Rafael.

Pereda, José María de.

Pereira Gamba, Próspero.

Pérez Aguirre, Antonio.

Pérez Arbeláez, Enrique.

Pérez, Angela.

Pérez, Benito.

Pérez, César.

Pérez, Felipe.

Pérez Galdós, Benito.

Pérez Mejía, Ángela.

Pérez, Santiago.

Perus, Francoise.

Pi y Margall, Francisco

Picasso, Pablo.

Picatoste y Rodríguez, Felipe.

306

Piedrahíta, Pedro José.

Pissis, Aimé.

Pinto, Polidoro.

Pinzón, Próspero.

Pío IX (Giovanni Maria Mastai Ferretti).

Pizarro, Francisco.

Pombo, Lucio A.

Pombo, Manuel.

Pombo, Matilde.

Pombo, Miguel.

Pombo, Rafael.

Posada Arango, Andrés.

Posada Gutiérrez, Joaquín.

Prado Concha, Rafael.

Prévost. D’exiles, Antoine Francois.

Price, Richard.

Q

Quackenbos, George Payn.

Quevedo y Villegas, Francisco Gómez de.

Quijano, W. José.

Quilis, Antonio.

Quintero, Dionisio.

307

Quintero Guzmán, Miguel Wenceslao.

Quiroga, Pedro.

R

Raffo Rivera, Alvaro.

Raffo, Tulio.

Ramírez, Francisco. Ramos, Oscar Gerardo.

Ramos Calderón, Iván Enrique.

Ramos Hidalgo, Francisco.

Rebolledo, Francisco.

Reboul, Olivier.

Reclus, Eliseé.

Rengifo, Pío.

Rengifo, Tomás.

Restrepo, José Manuel.

Restrepo, José Felix de.

Restrepo, Juan de Dios (Emiro Kastos).

Restrepo, Julia.

Restrepo Piedrahíta, Carlos.

Restrepo Uribe, Pedro.

Reyes, Alfonso.

Reyes, Elías.

308

Reyes Caicedo, Filomena.

Reyes, Gustavo.

Reyes, Rafael.

Riascos Grueso, Eduardo.

Ricaurte y Torrijos, Joaquín.

Riemann, Georg.

Rivas Groot, Manuel.

Rivas Mejía, José María.

Rivera, José Eustasio.

Rivera y Garrido, Luciano.

Roa, Jorge.

Robsart, Amy.

Robledo, Emilio.

Roca, Julio A.

Rodríguez de Caicedo, María del Rosario.

Rodríguez Freyle, Juan.

Rodríguez, Gustavo Humberto.

Rodríguez, Manuel del Socorro

Rodríguez, Miguel.

Rodríguez Morales, Ricardo.

Rodríguez PIñeres, Eduardo.

Rodríguez Rivera, Imelda.

Rojas, Arístides.

Rojas, Ezequiel.

309

Rojas, Fernando de.

Rojas, José María.

Romero Castañeda, Rafael.

Romero Lozano, Armando.

Romero, Braulio José.

Roo, María Tomasa.

Rosa, José Nicolás de la.

Rosas, Antonio José.

Ross, Waldo.

Rossetti, Dante Gabriel.

Rothlisberger, Ernest.

Rougier, Louis.

Rousseau, Jean Jacques.

Roux, Wilhem.

Rubio Frade, José María.

Ruiz, María Antonia.

Rúnel, Juan.

Ryan.

S

Safford, Frank.

Sainz de Robles, Federico Carlos.

Salgar, Eustorgio.

310

Samper, José María.

Samper, Rafael.

Samper Santiago.

Sánchez Martínez, Cesareo.

Sánchez y Hermano

Sánchez, José María.

Sanclemente, Manuel Antonio.

Sanín Cano, Baldomero.

Santander, Francisco de Paula (General).

Santa, Eduardo.

Santa María Alvarez, Juan.

Santos Acosta. Gral.

Santos Gutiérrez. Gral.

Sardi Garcés, Carlos Alberto.

Scarpetta, Antonio.

Scarpetta, Francisco José.

Scarpetta, Manuel Antonio.

Scarpetta, María Manuela.

Scarpetta, Mateo.

Scott, Walter.

Segur, Louis Philippe.

Séneca, Lucius Annaeus.

Serviéz, Manuel.

Serrano Orejuela, Eduardo.

311

Shakespeare, William.

Sierra, Justo.

Silva, Alfonso.

Silva, Elvira.

Silva, José Asunción.

Silva, Guillermo.

Silva Holguín, Raúl.

Silva, Inés.

Silva, Julia.

Silva, Renán.

Silva, Ricardo.

Silva Scarpetta, Alberto.

Sinisterra, Francisco.

Sinisterra, Ramón.

Sommer, Doris.

Soroa, G. de.

Souto Alabarce, Arturo.

Suarez González, Ricardo.

T

Tacón, Miguel.

Tadeo Lozano, Jorge.

Tafur Garcés, Leonardo.

312

Tafur González, Javier.

Tascón, Leonardo.

Tascón, Tulio Enrique.

Tejada, Manuel.

Tenorio, Tomás.

Thibaut, Eugene.

Tirado Mejía, Álvaro.

Tobón Mejía, Marco.

Tocqueville, Alexis Charles Henri Maurice Clerelde.

Tomás de Aquino.

Torres, Pedro león. Tovar de, Ana. Tovar, Miguel.

Triana, José Jerónimo.

Trujillo, Julián.

Tse-Tung, Mao.

U

Urbina, José Leandro.

Urdaneta, Alberto.

Urdaneta, Rafael.

Uribe de Hincapié, María Teresa.

Uribe, Joaquín Antonio.

313

Uribe, Juan de Dios.

Uribe Uribe, Heráclito.

Uribe Uribe, Julián.

Uribe, Uribe, Lorenzo.

Uribe Angel, Manuel.

Uribe Uribe, Rafael.

Uribe Uribe, Tomás.

Uricoechea, Ezequiel.

V

Valcke, Cristina E.

Valdéz, Adolfo.

Valencia Llano, Albeiro.

Valencia Llano, Alonso.

Valencia, Guillermo.

Valencia, M.

Valencia, Primitivo.

Valencia, Reinaldo.

Valenzuela, Eloy.

Valenzuela de Molina, Margarita.

Valenzuela, Teodoro

Valera y Alcalá Galiano, Juan.

Vallecilla, Leonor.

314

Vallejo, Víctor Hugo.

Varela, Héctor Fabio.

Vargas, Fermín.

Vargas Tejada, Luis.

Vargas Vila, Jose María.

Varón, Tulio.

Vega Belgrano, Carlos.

Velasco, Lucio.

Velasco Madriñan, Luis Carlos.

Velásquez, Jacinto.

Vélez, Fernardo.

Vélez, Marcelino.

Vélez Zuñiga, Francisco. Ventura Belalacázar, Francisco. Verdaguer, Mossen Jacinto.

Vergara, Estanislao.

Vergara y Vergara, José María.

Vernaza, José Ignacio.

Verne, Julio.

Victoria, Manuel María.

Villa, José del Carmen.

Vezga, Florentino.

Villegas, Luis Eduardo.

Vinagre Neira, Manuel.

315

Vingut, Francisco Javier.

Vives, Miguel A.

Volney, Constantin Francois Chasseboeuf.

Voltaire, Francois Marie Arouet de.

W

Warleta, Francisco.

Williamson.

Wolf, Ignacio.

Wolfe, María de Charles.

Wyse, Lucien Napoleón Bonaparte.

X

Y

Z

Zalamea, Alberto.

Zaldúa, Francisco Javier.

Zambrano Sánchez, Oscar Marino.

Zanetti, Susana.

Zapata, Felipe.

Zarama, José Francisco.

316

Zawadzky, Alfonso.

Zawadzky, Estanislao.

Zawadzky, Jorge.

Zawadzky, Roberto.

Zea, Francisco Antonio.

Zorrilla, Miguel.

Zorrilla, Sebastián.

Zuluaga, Francisco.

317

318

Javier Tafur González

Profesor de Humanidades de la Universidad Javeriana-Cali, miembro del grupo de

investigación sobre la Vida y Obra de Jorge Isaacs. Magíster en Lingüística y Español,

Universidad del Valle. Estudios de etnología, Universidad de París. Doctor en Derecho y

Ciencias Sociales de la Universidad Santiago de Cali. Presidente de la Asociación Colombiana

de Lingüistas, Asolingua. Miembro de número de la Academia de Historia del Valle.

Exconjuez del Honorable Tribunal Superior de Cali. Ex-Director del Instituto de Criminología

de la Universidad Santiago de Cali. Ex-Presidente del Colegio de Abogados Penalistas del

Valle del Cauca. Autor de diferentes textos históricos, criminológicos, folklóricos, lingüísticos

y literarios. Se lo tiene como un maestro de la minificción y de la poesía breve, géneros en los

que ha alcanzado reconocimientos nacionales e internacionales, destacándose igualmente por

sus logrados sonetos. Autor de Jovita, o la biografía de las ilusiones. El profesor Tafur

González viene de ser distinguido entre los poetas vallecaucanos por la Biblioteca

Departamental del Valle del Cauca (sept. 2010), y en la actualidad cursa el Doctorado en

Humanidades de la Universidad del Valle, Cohorte “Análisis del discurso”.

Leonardo Tafur Garcés

Dada la importancia de haber preservado para la historia los documentos originales de los

procesos de los Isaacs, damos unos cuantos datos biográficos del doctor Leonardo Tafur

Garcés. Hijo de Sabas Tafur Herrera y Ascensión Garcés Bustamante. Nació en Santiago de

Cali, el 30 de abril de 1895. Su padre, político, telegrafista y escritor, perseguido por el

General Rafael Reyes debió exilarse en el Ecuador, por lo que el joven Leonardo, de 11 años,

debió estudiar en el Liceo Pedro Carbo, en Bahía de Caráquez, población ubicada cerca de

Guayaquil, revalidó y continuó sus estudios en el Colegio Republicano de Santa Librada y

obtuvo su título de Bachiller en Filosofía y Letras el 14 de julio de 1916. Su diploma fue

suscrito por su profesor, el poeta, notario y abogado, Ricardo Nieto, de tan hondo arraigo en la

tradición literaria vallecaucana. Realizó sus estudios de Derecho en la Universidad del Cauca

y se graduó con honores en el Paranínfo del alma máter, el marzo 8 de 1920. Igualmente

realizó estudios de Derecho Comercial, en la Universidad de Columbia, en Nueva York. El

diario Occidente, de Cali, en su edición del 6 de junio de 1974, destacó al doctor Tafur Garcés

en estos términos: “Durante su vida meritísima ocupó importantes cargos dejando en cada una

de sus actuaciones, el sello inconfundible de su recia personalidad. Entre esas posiciones,

figuran la de Miembro de la Academia Colombiana de Jurisprudencia, Miembro y Presidente

de la Academia de Historia del Valle, Miembro de la Academia de Geografía y Ciencias

Políticas en Nueva York, Miembro de la Academia de Historia de Santander, Miembro del

Centro de Investigaciones Históricas de Guayaquil, Miembro de la Sociedad Bolivariana de

Ecuador, en Quito, Miembro del Instituto Colombiano de Antropología, Delegado de

Colombia a la Conferencia Suramericana e Interamericana de Radio Comunicaciones en

Chile, en 1940, Miembro Titular del Congreso de Criminología de Santiago de Chile, en 1941,

Miembro de la Sociedad de Estudios Antropológicos en 1956, Ex-Catedrático en Derecho

Romano en la Universidad de Santiago de Cali, Miembro de la Sociedad de Mejoras Públicas

de Bogotá en 1953, Presidente de la Sociedad de Mejoras Públicas y Ornato, en 1940,

Miembro de IV Congreso Nacional de Historia, en 1954, Miembro del II Congreso Nacional

de Hombres Católicos, en 1955, Miembro del II Congreso Jurídico Nacional del Trabajo, en

1959”.

319

Quiso entrañablemente a su tierra y la sirvió con verdadera devoción. Colaboró en la

realización de numerosas obras de progreso. Gracias a sus méritos personales, recibió las

siguientes condecoraciones: Medalla de “Las Ciudades Confederadas”, del Valle del Cauca,

en 1996, el Presidente del Ecuador lo condecoró con la medalla del Ecuador, por sus servicios

y estudios del Tratado Limítrofe con ese país; el Colegio San Juan Berchmans, con la Medalla

Especial por haber estudiado sus hijos en dicho plantel educativo, y Medalla del Municipio de

Dagua por sus servicios a la región.