LO PRIMEROEN LA VIDAMATEO 6:33

CALEB FERNÁNDEZ PÉREZ

Lo primero en la vida / Caleb Fernandez PérezNoviembre 2012

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Las palabras de Jesús no pueden ser más claras. Lo primero que he-mos de buscar sus seguidores es "el reino de Dios y su justicia"; lo de-más viene después. Pero, ¿qué significa esto? La respuesta más básica es que “Dios nos llama a priorizar el Reino de Dios, es decir, las cosas de la Igle-sia”. Pero, el texto no necesariamente, o mejor, no exactamente dice eso. ¿En qué estaba pensando Jesús al decir esto? El contexto nos dice que estaba hablándoles a los discípulos de la confianza que de-bían tener en Dios a la hora de asumir la misión que les encomendaría. Es tanta su preocupación que les exhorta pidiéndoles que “no se atormenten diciendo: ¿Qué comeremos, qué beberemos o con qué nos vestiremos?”. El Dios de la misión ya se encargó de eso. De hecho les dice: “Esas son las cosas que preocupan a los paganos; pero el Padre celestial ya sabe que las necesitan”. Entonces, ¿qué necesitamos para dejar de preocuparnos por lo secundario y concentrarnos en la misión de Dios? De eso se trata ese versículo. De las cosas secundarias que ocupan un lugar que no les corresponde. Y en este sentido, este mismo versículo esconde la forma en la que podemos revertir esto. Lo primero, no es necesariamente el Reino de Dios, sino un proceso que implica al menos tres etapas, tres face-tas, tres lados que nos llevan a tornar al Reino una prioridad en nues-tra vida. Lo primero en la vida no es el Reino de Dios como tal, sino el pro-ceso que nos lleva a tornarlo primero en nuestra vida. Veamos en qué consiste este proceso.

PARA COMENZAR...

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33 Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas

estas cosas os serán añadidas.

Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas.

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BÚSQUEDA CONSTANTE

La vida cristiana no es estática, es mas bien dinámica. No se trata de to-mar la decisión un día. No basta decir: “no mentiré más”. Cada día debe-mos hacer una opción por “No mentir”, lo que implica una decisión diaria de compromiso en contra de la mentira. Por lo tanto, no basta para el cristiano decir: “Buscaré primeramente el Reino de Dios”. No funciona así. Es necesario una búsqueda constan-te, diligente, responsable, dedicada, perseverante, y hasta obstinada. Lo primero en la vida, no es decidir por el Reino de Dios como algo estático que decido una vez en la vida, sino algo dinámico que decido cada día. Es muy interesante que la forma en la que está puesto el verbo “bus-car” implica el ser absorbido en la búsqueda, implica un esfuerzo perse-verante, una perseverancia obstinada y hasta a veces agotadora por obte-ner lo que se busca. Entonces, ¿cómo vivimos nuestra relación con el Reino de Dios? ¿Ba-sado en una decisión estática y conformista? ¿o basado en una búsque-da constante y persistente? La vida cristiana tiene que ver más con lo se-gundo, con esa búsqueda constante y persistente de tornar a Dios el pri-mero en nuestras vidas. La religiosidad se alimenta de una sola decisión estática y conformis-ta, la espiritualidad saludable se alimenta de la constancia y la persisten-cia. Por eso el texto, no nos dice solamente que debemos buscar en pri-mer lugar el Reino, sino que debemos reencantarnos cada día, buscar constantemente lo que se nos escapa con facilidad, e ir asimilando cada día, paso a paso, el Reino como prioridad en nuestras vidas. Así, lo primero en la vida es la búsqueda obstinada de tornar al Rei-no de Dios primero en nuestras vidas.

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Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas.

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ÉTICA COHERENTE

Es muy interesante notar que siempre que hablamos de este texto, sólo men-cionamos que debemos buscar el “Reino de Dios”, y nos hacemos los distraí-dos en relación a la otra frase que está justo al lado: “y su justicia”. Pero, esta expresión es como un nombre compuesto (ej. “María José”), de la misma manera, no es “Reino de Dios” por un lado y “Su justicia” por el otro. Se trata de un sólo objeto: “su reino y su justicia”. De todas maneras, cada una de ellas tiene su significado. Buscar el Rei-no significa entrar en el proceso de reconocer cada día a Dios como rey en sus corazones y vidas, y de hacer todo lo que les sea posible para que otros puedan reconocerle como rey también en sus corazones y vidas, y en toda esfera: la educación, el gobierno, el comercio, la industria, la ciencia, etc. Y cuando hablamos de “justicia” hablamos de una justicia imputada e impartida, un proceso judicial que me torna justo, una justicia que es una po-sición legal, pero que también - y esto es importante - una justicia que repre-sente una conducta ética consecuente al mismo tiempo. No es compatible ser una persona justa y ser éticamente cuestionable. Por eso, es lógico que cuando se reconoce a Dios como rey, prevalece-rá la justicia, la coherencia de nuestra ética, y seremos ejemplo de buenas obras. Tal vez, la manera más práctica de reorientar nuestra espiritualidad ha-cia el “reino de Dios y su justicia” es comenzar por cuidar la forma en la que vivimos cada día, no solamente desde el púlpito religioso de nuestras doctri-nas, sino desde la espiritualidad expresada en los detalles de la vida, en la acogida, la escucha y el acompañamiento a la gente desfavorecida en sus penas, trabajos y desesperanzas. Así, lo primero en la vida es también una ética coherente que responde a la justicia impartida por el mismo Dios.

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Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os se-rán añadidas.

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DEPENDENCIA DIVINA

¿Qué problema tenemos con la insatisfacción? ¿Por qué debemos siempre compensar nuestra misión en la vida con cosas que no son el Reino de Dios? Jesús les habla de las riquezas, de la comida, de la ropa. Y claramen-te la preocupación de Jesús era que sus discípulos estarían siempre con la tentación de ser un movimiento religioso destinado a la satisfacción de las diversas necesidades humanas, que por lo demás, son lícitas y váli-das, pues son preocupaciones de gente normal. Esta claro, que el asunto no era dejar de preocuparse por eso, sino que sean conscientes que aún teniendo todas estas cosas necesarias, habrá un día que “tendrá su pro-pio mal” (v.34), y posiblemente no tendrían el control de ellas. A lo largo de la historia, el temor de Jesús se cumplió, la iglesia cons-tantemente deja de ser una organismo en combate y en permanente mi-sión, y se convierte vez tras vez, en una iglesia hospital, decidida a satisfa-cer aquí y ahora las diversas necesidades que se presentan en el camino. El cristianismo no debería ser una religión que ofrece servicios para responder a la necesidad que tiene el ser humano. El cristianismo debe ser un movimiento que genere dependencia y satisfacción plena en el Dios de la historia. No debe ofrecer sanidad, felicidad, prosperidad, sin an-tes ofrecer EL REINO DE DIOS. Una relación personal y sumisa al Dios de la historia, de la cual es dueño y benefactor único y absoluto. La consecuencia de esto, de la búsqueda constante, de la ética coherente, es la providencia divina. La recompensa de la gracia, finalmen-te será su provisión: “todas estas cosas os serán concedidas como un don especial”. Y debe quedar claro que mientras nosotros concentremos nuestra atención en el reino y su justicia el regalo de Dios para nosotros, es velar para que tengamos comida, bebida y ropa. Es decir, justamente lo que necesitamos.

DEPENDENCIA DIVINA

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Entonces, debemos anunciar el Reino de Dios. Debe ser la gran prioridad de la vida, pero, no basta una decisión, es necesario un proceso que comienza con una búsqueda constante, perse-verante, diligente, responsable y obstinada. Debemos aprender cada día a ser una iglesia profética na-cida de Jesús para humanizar la vida según el proyecto de Dios. Podemos "funcionar" como comunidades religiosas reuni-das en torno al culto, pero si no contagiamos compasión ni exi-gimos justicia, si nuestra vida no refleja una ética coherente, la búsqueda por el reino queda carente de sentido, vacío, mucho ruido pocas nueces. Si cada día aprendemos a vivir buscando y encarnando el reino de Dios y Su Justicia, la carga se tornará más ligera, me-nos ansiosa, menos competitiva, menos hipócrita; se tornará una búsqueda y una experiencia de la providencia de Dios. ¿Qué tipo de espiritualidad desea vivir? La de una deci-sión estática y conformista por el Reino de Dios? ¿O la de una búsqueda constante y persistente de tornar a Dios el primer lu-gar de su vida?.

HACIA NUESTRA ESPIRITUALIDAD

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© 2012 www.valparaisoipch.cl Caleb Fernández Pérez, Pastor de la 1ra Iglesia Presbiteriana de Valparaíso; capellán del Colegio Presbiteriano "David Trumbull", y profesor del Seminario Teológico Presbiteriano en Santiago, Chile.

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