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LOOKING THE STARS

CAPITULO 1: LATE MI CORAZÓN

……………………...................... Ж……………………………….……..

Y así es como todo sucede, las impresiones cada día entran por nuestros sentidos

agudizándolos o despistándolos, o quizás, pasando de improviso… pero eso no paso

contigo. ¿Destino? Quién sabe… solo recuerdo las largas aceras que poseen nuestra

capital “Halfworld” esa que después de bastas peleas pasase hacer la zona espacial más

importante de nuestro planeta Tierra, ahí donde en todo su centro se forma una inmensa

cruz, cuál es el nuevo símbolo de paz intergaláctica, esa que se inauguró con la victoria

de Marte, nuestro planeta vecino, en la anterior guerra… en fin, digamos que en este

futuro no tan lejano, el humano terrestre ha llegado lejos y ahora pues; tenemos a uno

que otro extraterrestre a nuestro alrededor, no obstante, continuo por las calles, cansada

y con el sudor a cuestas, no puedo regresar a casa, no sin ir a ver primero, a uno de los

críticos literarios más densos de la zona y a quién debo entregar mi nueva obra, con la

esperanza de que esta vez, guste de ella y me dé la gracia de poder prosperar. Bueno…

así estoy toda la tarde, buscándole.

—Cuanto calor hace en esta epata del año. —Suspira agotada. —Este hombre

me tiene persiguiéndole por cada agencia… Pensaba Gagui, una chica de

aproximadamente veinticinco años, baja estatura, cabello castaño y ojos cafés, esta que

se balanceaba entre todo el gentío, no había que más hacer, constantemente miraba su

reloj ¿Cuando fue que su pacifico país y su tranquila ciudad cambió a ser una súper

metrópolis? Gagui sabía que llegaría tarde, que no le recibirían, que no le trataban

enserio y ¿Quién confía en una mujer tan rara? La mala suerte le había acogido fuerte,

nada le salía, ninguna editorial le daba la oportunidad, a pesar de que esta estaba segura

de sus dotes y su interminable imaginación.

Sin embargo; entre toda la atestada calle, Gagui se detiene sintiendo como la gente

continua tropezándola infatigablemente, empero, sus ojos vigilaban a cada cuál, notando

de varias cosas y detalles; y es que muchas de ellas vivían para mantenerse, ¿Siempre la

pobreza? Tal vez no. Más la joven muchacha entrecerraba sus ojos— No era pobreza,

en realidad es la soledad.— La mayoría de las masas coexisten sin amor, en la ausencia

de esa calidez que nos llena de alegría, muchos rostros se muestran de una manera

miserable y con miradas apagadas o enajenadas en los varios problemas, lejos del

presente. Y Gagui respiraba hondamente, no quería que tal escena le baje los ánimos,

siempre se consideraba una persona optimista, empero, ya algo de tiempo habría pasado

en la decepción de no encontrar un empleo fijo.

—Bueno, venga… —Se mencionaba a ella misma. —Ya habrá algo mejor. Y

con una ligera sonrisa se abría de la vereda con dirección al frente, ahí donde era el

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“Parque de los lagos”, un lugar turístico de la ciudad de Halfworld. Así, entre uno de

sus asientos, se distraía viendo de las nubes, pensando en que excusa dar cuando regrese

a casa. —Bueno, chicos… la verdad es que… otra vez se me ha zafado la oportunidad.

—Murmuraba aparentemente serena. Empero, Gagui se sentía desilusionada, quizás las

cosas no eran tan fáciles como sabían verse en las películas, o como en las novelas que

tratan de superarnos. La jovenzuela introducía sus dedos entre las hebras de su cabello,

con una expresión algo pesimista, rompía en melancolía. ¿Estaría transitando por el

camino correcto? ¿Mis decisiones son las adecuadas? ¿Qué había de malo en dedicarse

a lo que uno más adoraba?. Tal vez la vocación era más complicada de realizar.

En fin, yo (Gagui) barría el césped con mis pies, mi constante inhalación daba vitalidad

a mi cuerpo, aun cuando mi corazón parecía dedicarse hacer lo contrario, yo miraba de

mi nueva novela, de esa romántica épica que muchos años de mi vida se había llevado,

no me arrepiento, como me divertía escribirla. Más… —Que mal me siento. —Soltaban

mis labios con desesperanza, ya sabía que nada podía hacerme recuperar de tal mal

pasada, ni siquiera mi música que donde sea me acompañaba, nadie ni por muy querido,

ni por muy chistoso. ¿Qué haría con tanta pena?.

Y las calles seguían llenas de personas, esas que conversaban de sus muchas vanidades,

otras que eran pegadas en sus iphones, con sus ojos abiertos a todo lo nuevo que le traía

el mundo. Y es que con la nueva alianza de Planetas, las tradiciones, la política y

sobretodo el arte era un intercambio fantástico y algo aceptado entre la mayoría de

juventud terrestre. Por ende, no era de asombro escuchar a las chicas hablar de tal artista

o actor Marciano.

Entonces, así empezó todo, mi miraba se asomaba a buscar de un escondite, algo que

me consuele y como cosa del destino, la pantalla grande del centro se alumbraba con sus

luces, la tarde caía rápidamente, no sé cuánto tiempo he de haber pasado sentada en el

parque, empero, el ruido del presentador, de aquella voz conocida, llamó mi curiosidad,

mis ojos se chocaban con la figura de “Teego” un cantante de pop Terrestre, muy

conocido, este se reía, Teego presentaba a otros cantantes, al parecer extranjeros, unos

que robaban el suspiro de las demás, de esas que yo dejaba a un lado; pues ya era de

tarde y tenía que regresar a la casa, a ver a mi familia.

—¿Un nuevo video musical?. Murmuré sin detenerme, pero tampoco sin

quitar ojo, sin dejar de ver a los nuevos tipos, aquellos que con raro acento y brillantes

sonrisas, se daban espacio para presentar su nuevo single y video a todos los habitantes

de la Tierra.

No estaba mal.— Esto era algo realmente movido y ameno, más puedo confesar que

nada llamó tanto a mi sentimiento, como leer la profunda letra que contenía esta

canción, como ver la expresión de aquel cantante y sentir que su voz acariciaba mi oído,

aconsejándome y disipando de mi dolor. —Bueno, Dios aunque tarde… es oportuno y

ocurrido. —Solté con una leve sonrisa, a la vez que llegaba a la estación de bus, que no

estaba tan lejos de la pantalla, cuál seguía con concentración.

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Y el artista notablemente extranjero, bailaba singularmente con volteretas y leves

sacudidas de cadera, agitaba sus brazos con fuerza, todo en armonía, en una danza casi

urbana, casi folclórica, algo impredecible pero asombroso. Así, mis ojos se llenaban de

él, algo nuevo para mí, una sensación diferente… Yo veía sus profundos ojos, su

deslumbrante risa que parecía dar primavera a quién le vea. ¿Este podría ser real?. Más,

que podía cambiar, el bus tocaba con su estruendoso sonidito, cuál llamaba a que suban

todos los pasajeros, yo no me podía quedar y con algo de apesadumbre, adentré la mitad

de mi cuerpo al autobús, ese que sin esperar más, echó a andar. No obstante, a pesar de

que nos alejábamos, pude notar el final del video y con ello, la sonrisa tan amable de

aquel hombre que abrazaba a todas las fans que en la televisión presentaban, este

hombre era semejante a un Ángel, tan luminoso pero tan sencillo.

—¿Quién eres? Y por qué has hecho latir fuerte mi corazón… —Pensaba

Gagui a medida que en la TV salía el nombre del famoso que alejase su tristeza, Kassu,

un hombre de mediana estatura, piel bronceada, cabellos cobrizos y ojos cafés, aquel

provenía de Marte, el Planeta vecino, ese que hacia estremecer las gargantas de las

terrestres.

—Qué extraño que ahora me sienta feliz por ello… —Gagui se arrimaba a la

ventana, viendo del recorrido del bus, muchas calles tenía que pasar, más a la chica

parecía no molestarle en absoluto, adoraba estar en movimiento, esto le hacía crear e

imaginar, así que no era nada nuevo ver a la extraña sacar de un cuaderno y escribir a

velocidad, todo mientras presentaba diversas caras, depende de lo que detallaba. Sin

embargo, inusualmente Gagui se veía perdida entre sus pensamientos; pues, habían

momentos en los que su pluma dejaba de componer, dejándose tentar por su mente

caprichosa, cuál le regresaba la imagen de aquel artista, por ello, levemente Gagui

anotaba varias veces el nombre de este «Kassu».

—Quiero saber de él… escuchar su voz nuevamente... Dijo en silencio, con

sus ojos algo iluminados y su corazón acelerado.

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Más por consiguiente, luego de media hora, Gagui llegó a su casa, a sus pies ya no les

importaba estar cansados, ellos corrían hacia el recibidor, donde saludaba al portero,

tomaba el ascensor y en el quinto piso, alistaba sus llaves y abría su departamento.

—Ya llegué. Mencionó Gagui a fuerte pero alegre tono.

—Bienvenida. Respondió una mujer a su exclamación. Esta se mostraba desde

la cocina, con una sonrisa de esperanza, atraía a los demás que estaban en sus diversas

actividades, todos reunidos para la futura cena. —Llegó Gagui, ahora sí vengan a la

mesa. Terminó la mujer, que a pesar de su edad, se mantenía en buena forma, llena de

vitalidad y belleza; esta era conocida con el nombre de Yuuri, la tía de Gagui.

Y Gagui dejaba sus cosas en la recamara, un cómodo y medio ordenado espacio, donde

el olor del incienso o esencias vagaban por alrededor de los adornos de buena suerte que

colgaban en las esquinas, así como cartelitos con mensajes de superación o reflexiones,

Gagui, contrario a su edad, era una mujer extremadamente seria, con una psicología que

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muchos calificaban de anciano, por ello, su tía Yuuri le decía con constancia que no

tendría amigos y peor un novio. Esta rechazaba a todo muchacho, cuál se le acerque.

—Bueno… —Se estiraba. —Vamos a probar de los inventos de mi tía…

¡Muero de hambre!. Así, la joven regresaba por las escaleras hacia donde los demás le

esperaban con una cara de emoción y curiosidad, algo que realmente no percibió la

chica, que aún pensaba en el marciano.

—Y dinos… ¿Cómo te fue con la Editorial?. Se adelantó un adolescente, cuál

se abalanzaba hacia Gagui, quién recién se sentaba a su lado, abriendo de sus ojos con

sorpresa, su garganta se secaba con rapidez, se le había olvidado esa mala pasada, esa

misma que traía su melancolía, cual les determinó a los presentes lo que nuevamente

había sucedido.

—Otra vez lo mismo… —Dijo el púber rebelde. —Gagui debes simplemente

buscarte un oficio útil que te dé dinero. Determinó aquel, este que respondía al nombre

de Nine, su primo. Y Gagui le miraba con vergüenza, más no tenía que decir, nunca se

podía con el sabido Nine, este que con un silbido molestoso recogía y extendía de sus

bombachas bermudas.

—No le vuelvas hablar así a tu prima, Nine. Exclamó Yuuri, su madre.

Aquella que tenía una tolerancia bastante amplia para con Gagui, ella confiaba en los

sueños de su sobrina, en que se convertiría en una gran escritora, cuyos cuentos animen

el corazón aprisionado de la gente.

—Discúlpalo, este muchacho está loco… más la verdad, como que tiene

razón… ¿No?. —Interrumpió la última integrante, Elyel, una estudiante de intercambio,

compañera de Nine, misma que arrendaba una suite en la casa de Yuuri, esta tenía un

gato negro, llamado “Hermes”. —Pero dinos por favor, que ha pasado que llegaste con

muy buena cara. Terminó la chica y con ello, la mesa se llenó de un leve silencio que

pintaba de carmesí las mejillas de Gagui.

Bueno, Gagui era una mujer comunicativa, más no hablaría del bochornoso suceso…

vamos, ¿Enamorarse de un artista? Para Gagui, esto era infante, uno podía admirar a

alguien lejano, pero no encapricharse, obvio era que sería una ilusión muy dolorosa. No

obstante, los demás esperaban respuesta y el jugo de Gagui como su sorbo, no durarían

para toda la vida.

—Y bien prima…. ¿Te nos ruborizaste?. Intervino Nine con su cantado hablar.

—¿Yo ruborizarme? ¿!Por qué lo haría!?. Excusó Gagui con su escondido

orgullo. Así, ambas mujeres se miraban entre sí, era fácil determinar lo ocurrido.

La sonrisa pícara de Yuuri se unía con la impertinencia de Elyel, cuál apoyando de su

espalda a la silla, menee su mano y ría ante la presencia de Gagui. —¡Es un chico!. Dijo

la conocedora Elyel, haciendo que la otra se admire ante su precisión.

Así, Gagui, no sabría dónde ocultar sus ojos ni como hablar del tema, era seguro de que

Nine se burlaría todo el mes de ella.

—Sí es un chico… por fin esta solterona consiguió en quién fijarse. Habló

Nine riéndose a carcajadas, Gagui le miraba con molestia, más solo suspiro. —Bueno, si

es un chico, yo no tengo obligación de decir nada… más no es algo parecido, solo es

que… —Y Gagui miraba a todos, cuales no creían de sus palabras. —¿Qué les pasa? He

creado una nueva novela… es todo. Dijo ella con toda normalidad, no le gustaba mentir,

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era una regla para con ella, pero que bien lo hacía, todos al final y al cabo, terminaban

convencidos.

Y así, la comida se presentaba con la cotidiana plática de todos, con las aventuras y

peleas de Nine, con los chistes y críticas de Elyel y los consejos extremistas de la muy

“madura” Yuuri. En fin, nada que llame mi atención, una vez más, terminé de comer,

recogí los platos y fui a la cocina, ahí desde donde podía sentir como cada cual se iba a

su cuarto, uno escuchando Rap y la otra, leyendo sus románticos mangas (historietas).

—¿Un chico?. Pensaba Gagui mientras enjabonaba sus manos, ausente, sin

percatarse de que Yuuri rodeaba sus brazos salvajemente sobre su cuello, obviamente

esto hizo saltar a Gagui, quién quedó frente a frente con ella.

—A todos les puedes mentir, a mí no... Yo sé que te has interesado en alguien.

Soltó Yuuri con sus extraños ojos que parecían leer la mente de Gagui, misma que

encogiendo sus hombros, suspirase amarga. —Es simplemente un desliz… eso es algo

imposible. Mencionó Gagui con algo de presura, no obstante, Yuuri agarró su mano.

—Para el amor nada es imposible… claro, siempre y cuando sea amor. Dijo

la señora, casi que interrogando a la otra, esta que no sabía ni donde estaba parada y que

nerviosa, intentaba escapar de las filudas afirmaciones de su tía.

—Es un hombre amante de las artes… escribe, pero es distinto a ti, lo hace

poco, de seguro que compone poemas o letras. Adivinó la rara Yuuri, esta que hacia

crecer la impaciencia de Gagui, quien a pesar de que daba su brazo a torcer, terminaba

encerraba entre las aseveraciones de su tía. —Mmm… pero él no es de por aquí… viene

de la lejanía. Murmuraba la mujer que parecía abstraerse en medio de los ojos de la

muchacha, cuál admirada, se lanzó hacia su pariente.

—¿Cómo lo supiste? ¡Tú me espías! —Saltaba Gagui. —Siempre sabes lo que

hago o lo que me pasa… y tú quieres que te cuente todo y hacer el papel de mi madre y

aconsejarme y… Gagui miraba la constancia de su tía, eran muchas las veces que esta se

sentía tan pequeña frente a ella, descubierta e indefensa. ¡Cuánto extrañaba a su madre!

Bueno, en un mejor lugar ha de estar. En fin, Gagui miraba de reojo a su tía, esta que

sacando pecho, echase a reír de las impertinencias de su sobrina.

—¿Qué cómo lo hago? ¿No es obvio? ¡Yo soy una bruja!. Exclamó la mujer

asombrando por completo a su pariente, quién viendo a todos lados, regresase admirada

hacia ella, hacia Yuuri.

—¿Es verdad lo que me dices? ¡Estás loca!. —Gagui entrecierra sus ojos con

curiosidad. —Tú me estas molestando… ¿La magia es verdad?.

—Claro que sí, tontuela. Aseguró Yuuri como sí el tema fuese tan sencillo.

Gagui suspiraba, en realidad tenía una familia extraña, pero bueno, con cierta sonrisa en

su rostro, se aventuró a creerle, cuanto le llamaba la atención esos temas y es que ella

adoraba escribir sobre lo invisible e imperceptible, sobre lo que muchos no creían.

—Y qué quieres decir con que eres bruja… ¿Me vas a ayudar? ¿Acaso vas a

hechizar a ese pobre muchacho para que se fije en mí?. Expresó la descuidada Gagui,

cuál se arrimaba al mesón. Yuuri le miraba de pie a cabeza. —Pobre muchacho, fijarse

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en ti. Murmuró, causando del sobresalto de la otra, quién resentida, hacía de sus muecas

chistosas. Más, Yuuri se reía, golpeaba leve su cabeza, ella no haría tal cosa. —Hasta

para las brujas, existen reglas, uno no puede meterse en el corazón de nadie, porque

eso sería como violar la misma magia; pues del corazón es que salen los poderes y

depende de cómo sea, es su magia. Habló Yuuri con delicadeza y comprensión.

Gagui se disculpaba, pero ya era demasiado tarde como para seguir hablando, quería

descansar de su largo día de actividades. Empero, antes de siquiera irse, Yuuri estiró su

mano y con sus penetrantes ojos, le sugirió su ayuda.

—Sí tu consideras que él te roba de tu aliento y que tu sentimiento es lo

suficientemente noble, sincero y serio, regresa a mí y yo te daré un espacio para que

hables con él. Mencionó Yuuri.

La exaltación de Gagui se mostró en su cuerpo, esta devolvió sus pasos, casi despistada

hacia su tía, a quién agarraba de sus hombros.

—¿Tu puedes hacer eso?. Preguntó pasmada, Yuuri no demoró en asentir.

—Cada bruja tiene su táctica y su secreto… Acotó Yuuri, justo en el momento

en que Gagui, con sorpresa, gritase lo primero que saliese de su mente. —¡Lo harás

aparecer dentro de una bola de cristal!. Exclamó la jovenzuela y Yuuri, no tuvo más

que reprenderla de su ignorancia, esta se adelantó a ella y saliendo, subió las escaleras y

se adentró a sus aposentos.

Así, Gagui quedaba sola, con las ideas entremezcladas y confusas, pero no tenía por qué

pensar en esas cosas inusuales, de todos modos, solo fueron impresiones nuevas, algo

que según ella, pronto se le pasaría. Entonces, sin perder tiempo, Gagui fue hacia su

habitación, en la cual prendió sus inciensos y se recostó en su cama, intentaba dormir,

más los minutos se convertían en horas y Gagui no concebía el sueño, su mente y su

corazón se entrometían, uno con orgullo, otro con suma curiosidad, todo acerca del

marciano. —¿Pero qué puedes hablar con un desconocido?. Me decía la mente, más el

corazón respondía. —Bueno, todos llegamos a este mundo como desconocidos… —Una

buena respuesta, pero la reflexión no terminaba, yo me involucraba, yo el escepticismo

y el orgullo, pensando en que mi tía solo quería sacarme información, nada más.

Pero mil vueltas daba en esa cama, veía todo a mi alrededor, más me centraba en esa

laptop de la esquina, ahí en mi escritorio donde me sentaba a trabajar. —Quizás, quería

escribir un poco.— Pero yo, solo yo, sabía que no era así, más que difícil es controlar al

cuerpo, a este le gusta todo lo que le hace mal y bueno… —Una mujer es fuerte de

carácter y débil de sentimientos.— No sé en qué momento, ya estaba sentada frente a la

luz de este aparato que iluminaba mis concentrados ojos cafés, mis dedos se movían

solos, entraba a la net y en poco tiempo frente a mí, se mostraban todas las fotos, videos

e información sobre este hombre, sobre Kassu, al cual sus mejores amigos, incluyendo

al famoso “Teego” le llamaban Kat ¿Por qué? le atribuían a que se parecía a un gato...

En fin, muchos, muchos datos sobre él… ¿Dónde Nació? En la ciudad de Tanio, capital

de Marte. ¿Qué signo es? Piscis. ¿Tiene familia? Sí, padres… es hijo único, le gustaba

mucho el deporte, pero optó por la música, dice que le llena de alegría y le une a su

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corazón. —Qué bonito ¿No?.— Gagui seguía investigando y viendo videos, era que

cada vez se sentía más extraña, sentía que le gustaban las mismas cosas, eran afines y

que tenían las mismas manías.

Por ello, de esa manera, Gagui sin darse cuenta, pasaba sus restantes horas frente a la

PC, no medía del tiempo, esta estaba admirada de la sonrisa dulce, tan especial que este

hombre le entregaba a todo cuál se topaba con él. Y es que Kassu era un encanto, era de

los pocos Marcianos que había creado una gran fama dentro de la Tierra y ni hablar de

su propio Planeta. Cada imagen, cada gesto, cada frase llenaba el vacío corazón de

Gagui, esta que se estremecía de romance al denotar su humildad.

—Pero… Gagui reacciona. —Se interrumpía a ella misma. —Él vive en Marte

y tú en la Tierra, él es famoso y grande; tú eres una novata que ni siquiera un libro has

vendido… en fin, es solo emoción. Susurraba la muchacha cerrando la laptop, ya no

vería más sobre Kassu, no porque ya tenía su música en su mp3, cuál al prenderlo, le

permitió volverse a recostar, pudiendo con tal sonora y bella voz, dormir plácidamente.

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Ahora bien, Gagui dormía, cruzada entre la fantasía de sus sueños y la afanada jornada

diaria, esta soñaba que caminaba por el parque de los lagos y que entre los árboles, se

sentaba a dibujar, serena, veía de los pájaros, su ensueño era como un cuento de hadas,

en donde a pesar de los instantes, no había rastros de ningún príncipe.

—¡Qué chica!.— Soltaron los labios de una indiscreta mujer, cuál le vigilaba a

su distancia, aquella era Yuuri, cuál sumergida dentro del sueño de la otra, curioseaba sí

aparecería Kassu, más todo continuaba con normalidad. —Está es de las jóvenes que

aunque ruegue soñar con tal hombre, su afanada conciencia no le permite, no al menos

que Gagui tome riendas. —Yuuri rascaba su cabeza. —¿Cómo explicarlo?... para

nosotras las brujas, los sueños en realidad son una dimensión, una en donde el Alma

del humano pasea por todas las limitaciones que la carne tiene, ella puede volar entre

continentes y en medio del espacio, ir donde quiera y hablar con quién desee… esto es

algo que se hace todos los días, pero la diferencia es que unos lo hacen con conciencia,

es decir por consentimiento y voluntad propia… lo que no es tan común de ver; más

otros, lo hacen inconscientemente, la mente les lleva a repetir la continuidad de sus

actos o quizás… a donde su psiquis se sienta cómoda…—Y Yuuri se veía a sí misma,

parecía loro hablando para con ella sola, empero no le sorprendía, siempre era de ese

modo, extraña pero muy feliz. —Bueno… no olvido abuelita, que tú me enseñaste

esto… más, puedo decir que la inconciencia es el caso de mi querida sobrina.

De cualquier modo, dentro del mundo de los sueños de Gagui, todo se veía calmado,

lleno de melodías y arte, algo de lo que gustaba Yuuri, aquella que con tranquilidad, se

sentase a lado de su querida, no demoró en saludarla y hablarle. Para Gagui, quién creía

de su sueño una cotidianidad, le continuó su conversación.

—Hola tía ¿Cómo estás?. —Sonreía Gagui. —¿Cómo has llegado al parque?

Tú nunca sales de casa. Mencionaba despistada, hundiendo su vista en su dibujo.

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—Bueno… he dejado de hacer mis obligaciones y estudios para venirte a

ver… de seguro que mi maestro ha de estar muy disgustado, perderme una clase de

Antropología por ti... —Yuuri se recostaba en el verde césped, podía ver a las personas

de alrededor, muchas volaban por los aires sin asombrarse de lo que hacían, otros

traspasaban paredes, todos con los ojos cerrados, durmiendo dentro de su propio sueño.

—¿Desde cuando tienes un maestro, tía? Yo pensaba que tú eres una vaga

que sacaba dinero, debido a tu esposo que vive en el extranjero. Confesó Gagui sin el

velo que atrapaba la vergüenza y la insolencia. Yuuri solo se rio, la golpeó con su pie,

conocía que en el mundo de los sueños todo se mostraba tal como era en realidad.

—Ya basta de charla… ¿Quieres ir a ver a tu Romeo?. Interrumpió Yuuri a la

vez que se ganaba la vista y la conciencia de Gagui, quién a veces cerraba de sus ojos y

otras, los abría. —¿Mi Romeo? Hablas de Kassu.— Reveló Gagui al mismo tiempo que

asentía a su tía. —Así que se llama Kassu, él es un artista Marciano… ¡Vaya gustos,

Gagui!. Y Yuuri se reía con emoción.

—Bueno, te ayudaré, pero primero te explicaré algo… más debes creer en mí,

ciegamente. Aseveró su tía.

Gagui la miraba, cierta expresión de desconfianza se sumaba a sus ojos, algo por lo que

Yuuri le reprendía, esto de la magia era creer sin dudar, sino, ella no tendría resultado

alguno. Gagui, se volvía a disculpar y prestando atención a su pariente, le oía atenta.

—Tú y yo estamos dentro de un sueño, tú estás soñando ahorita mismo, es

decir que tu cuerpo reposa sobre tu cama. Aseguró Yuuri asombrando en gran manera a

Gagui, cuál el honor a la verdad, no le creía nada. —¿Cómo puede ser eso? ¡Ay! Tía, tu

siempre tan loca. Soltó mientras que se levantaba, caminaba por las calles; pues, veía de

la hora, ya era tarde y tendría que volver. Yuuri, chasqueaba sus labios, conocía que no

era fácil aceptar lo que decía, más le seguía de lado, conversaban y atestiguaba, como de

vez en cuando, Gagui se traspasaba con alguna otra persona o pared, algo que su tía le

hacía denotar, no era normal. Gagui, lo aceptaba pero aún no creía, así que sus pasos

continuaban camino a su casa, como en todos los días.

—Vas a ver que cuando regreses a casa, te encontrarás con una sorpresa.

Aseguró Yuuri mientras que le seguía, Gagui era prendida de sus ideas, escribiendo en

su cuaderno, sonriendo de manera despistada, ganándose la vista de los demás, estos

que criticaban, a pesar de verse sencilla, Gagui expulsaba una atmosfera especial.

No obstante, Gagui llegaba junto a su tía, misma que le conducía de la mano hacia su

habitación, esta le insistía en que tenía que ver algo y entonces, Gagui se dejaba jalar,

esta se disponía frente a su puerta, cuál no tardaron en abrir. Y así, con un fuerte pasmo,

Gagui se encontró a sí mismo, acostada sobre su cama.

—Ves que estás dormida. Mencionó Yuuri hacia su asombrada sobrina, quién

sin más, tuvo que aceptar las frases de su tía, cuál le trataba de mantener serena para que

no se vaya a levantar. —Entonces, sí ya sé que es un sueño… ¿Yo qué debo hacer?.

Preguntó la confusa jovenzuela. Yuuri se reía, parecía recordarle sus años mozos.

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—Bueno, nosotros los que conocemos este secreto, utilizamos esta dimensión

para ir a aprender de las cosas que ya no se aprenden aquí, puedes ir al pasado y

revisar libros antiguos, o quizás hablar con alguien importante… —Yuuri veía a su

emocionada sobrina. —Pero… ¡Hey no te distraigas! Yo sé que quieres ir a conocer a

ese muchacho, a Kassu. Mencionó la mayor.

Y Gagui se admiraba; pues, de alguna manera, ella ya lo veía más real, esto era una idea

increíble, algo que jamás imaginó. ¿Podía ser real? Sí lo era… nada le impedía hacer lo

que quisiera, ya no habían limitaciones, era su única oportunidad para acercársele, aun a

pesar de las distancias, de un planeta a otro, donde solo se podía ir a través de esas

naves planetarias, cuales costaban demasiado dinero.

—Bueno, sí quiero verle... ¿Cómo le hago?. Preguntó Gagui, esta vez con más

energía y alegría. Y Yuuri le miraba con misterio, esta estaba decidida a mostrarle de

sus trucos, desde cómo saber sí soñaba hasta como viajar más rápido a otros lugares.

Así, Gagui perseguía a Yuuri, la que se lanzaba de edificios y de precipicios, esta le

enseñaba a su familiar que habían mil maneras de volar, unas eran como sí corrieses y te

impulses por las nubes, otras como sí nadarás, otras como sí tuvieras alas, en sí, como lo

dictase tu imaginación. Más también, mostraba que uno podía traspasar paredes, techos

o pisos, que podías ir arriba como de igual manera abajo, que podías viajar y que habían

también muchas formas, que una era por las puertas, pensabas en el lugar que quieras ir

a visitar, abrías el portón y ya estabas allí, otra era por los espejos, otra por los armarios,

o dando muchas vueltas, o quizás cerrando tus ojos y cruzando por tus mismas piernas.

¡Qué va! Miles de cosas y tácticas. Que podías ver la realidad de la persona, que si en el

físico era buena y en el sueño era orgulloso, era porque la verdad, fingía. Como de igual

manera, existían cosas y personas que ya no estaban en la actualidad, que podías hablar

con ellos, que podías comer de todos los manjares, que podías aprender, que podías ser

tú en otro mundo.

—Esto es fantástico, Yuuri. Gritaba Gagui desde un alto risco, su tía sonreía,

más mencionaba que debía marcharse, ya tenía que despertar; pues a esta hora, su hijo

Nine siempre venía a despertarla, sea por pesadilla o soledad.

Gagui entreabría sus ojos, le tomaba de su hombro, pedía que no la deje sola; pues, ante

ese plano desconocido, sentía algo de temor, no obstante, Yuuri se zafaba, esta le decía

lo que debía hacer, ya había aprendido mucho, ahora solo le quedaba ir a comprobarlo.

Así, Yuuri desapareció de los ojos de la joven, está despertaba, regresaba de su alma a

su cuerpo, abría su mirada, recordando lo pasado.

Y Gagui, se veía sola en medio de riscos y montañas. Esta daba una inhalación nerviosa,

estaba preparada para hacerlo, para ir hacia Marte, a ese planeta en donde vivía su amor

lejano. Entonces, la muchacha empuñó sus manos, cerró sus ojos y empezó a dar vueltas

sin parar, un sin número de veces, al principio, sentía que eran lentas y que se mareaba,

más ante los instantes futuros, sus giros se hicieron imperceptibles y todo se coloreó de

blanco, Gagui sentía como su corazón se aceleraba y como su cuerpo se reducía a nada,

solo la velocidad rodeaba su alrededor, aquella empezaba a viajar.

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Más, luego de unos segundos, la joven regresaba a la normalidad, a su forma humanoide

pero fantasmal. Gagui respiraba nuevamente, se agarraba de las paredes para no caerse,

esta veía de su nuevo ambiente, calles largas y grandes, muchas personas algo distintas

circulaban de lado a otro, con ojos rojos, otros negros, altos, algunos de tés morena,

otros bronceados. Y Gagui se admiraba de todo lo nuevo, de la fauna y de la flora, de

las costumbres y de las ropas, del lenguaje y del acento, la verdad parecía estar viendo

un canal de turismo, pero no, estaba ahí… podía sentir la brisa cálida que corría por sus

mejillas, el buen olor sea de la comida, como de las personas, o los bosques.

—Estoy en Marte. Susurraba, mientras que caminaba, aventurándose a hablar

con otras personas, quienes le instruían por las calles a las que podía tener acceso; pues,

Gagui notaba estar en Tanio, Capital de Marte, esa que al igual que “Halfworld” —La

capital de la Tierra— Era más bien una base espacial y comercial, poco habitable, solo

eran ciertas casas en donde “Buenas familias” vivían.

Y Gagui deleitaba su vista y sus sentidos, corría por allí, volaba por acá, gritaba o tal

vez coreaba alguna canción, en fin, esta estaba emocionada. Más, su conmoción estaba

pronta a terminar y con ello, también su estancia frente a Marte y a ese mundo místico

de los sueños. Pues; diagonal a ella, caminaba un hombre, este rodeado de su personal,

miraba de papeles y hablaba por teléfono, realmente se veía muy ocupado como para

ver hacia el frente, ahí donde estaba la otra despistada, misma con la que chocó.

—¡Ah! Disculpa. Mencionó Gagui, excusándose.

—¡Eh! No importa, al final ha sido culpa mía… Respondió aquel, este que sin

parar, continuase de su camino. Gagui levantaba su vista, le miraba y ¡Oh! pasmo, aquel

hombre era Kassu, el famoso marciano, que a pesar de la indiferencia, del descuido y de

los segundos, alegrase el interior de Gagui, esta que impulsivamente, sin pensar, gritase

de su nombre, aquella, con su basta emoción, corrió hacia él, hacia Kassu, cuál giraba a

verla, junto con Kai, su hermano baterista, aquel de oscura cabellera y cafés ojos, cuál

clavó misteriosos en ella.

Que iba a imaginar, Gagui que su misma euforia le iba a jugar sucio, que su impresión

descontrolada le iba a afectar en su equilibrio, esta veía a Kassu, quién con curiosidad,

se acercaba a ella, este de la mano de Kai, irían a hablarle, no obstante, para los ojos de

los marcianos, Gagui desapareció. ¿Qué sucedió? Lo que todos conjeturan, Gagui abrió

sus ojos, despertó con el brillo de la mañana, con el nuevo de en la Tierra, la chica había

abandonado el mundo de los sueños, había regresado a lo que ella llamaba la realidad.

Y Gagui dejaba caer sus pies sobre el helado piso, miraba sus manos y recordaba del

rato vivido, no fue imaginación, fue real, al menos en el sueño, lo fue. La joven, sonreía

con esperanzas, no estaba triste, a pesar de que no hubo platica con él, Gagui era llena

de ilusión… ¿Qué pasa? habrían muchos más días para intentarlo.

—Gagui… tu puedes hacerlo… —Abre sus cortinas. —Tú conocerás a Kassu.

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CAPITULO 2: EL ENCUENTRO INESPERADO.

……………………...................... Ж……………………………….……..

Y los pies de Gagui se adelantaban con presura por encima de las pisadas de los demás,

esta regresaba con su novela entre sus manos, quizás, otro día laboral fallido, más Gagui

no se veía triste, esta caminaba hacia la estación de bus, regresaría hacia su casa, al sur,

donde vivía, no obstante, Gagui llevaba una sonrisa en sus labios, sus ojos se expandían

por más allá de su mirada, esta se iba con su imaginación a recordar de eso, que ya

remembraba por días, su primer encuentro con Kassu, aquel que chocó su mirada serena

y casi indiferente con ella.

—¡Ay! Porqué la casa está lejos del centro. Gagui cruzaba de la calle, no sin

antes ver esas hermosas flores y gruesos árboles que adornaban el parque de los lagos.

La muchacha sonreía, respiraba hondo e iba por su autobús, cuál ya se paraba para dar

camino a los pasajeros, Gagui corría, daba espacio a los más adultos y luego, se sentaba

en uno de los pocos puestos vacíos, ahí donde sacaba de su bolso, un extraño libro, uno

muy viejo que le hubiese prestado su tía, Yuuri. —Mi tía me ha dicho que esto es de su

abuela… que lo cuide más que mi vida. —Pensó Gagui a la vez que lo abría y empezaba

a leer, justo donde había dejado su separador.

Así, la gente se acumulaba, unos, alado de ella, otros con sus miradas por encima, todos

viendo de lo que leía la joven, unos con curiosidad, otros con espanto, calificando a esta

chica de loca… ¡Va, tal vez no se equivocaban!. Y el libro trataba sobre artes ocultas,

sobre lo tan llamado “Astral” el mundo de los sueños, aquella dimensión o cuerpo que

con tu poder de voluntad podías utilizar conscientemente y averiguar la realidad propia

y hasta del mundo.

—Debo practicar… quiero volver a ver a Kassu. Determinaba Gagui sin dejar

de lado el recuerdo de todos sus fracasos durante la semana, Yuuri accedió a ayudarla,

más solo el libro le dio y desapareció, debía hacer demasiado trabajo. —Los dos chicos

llegan a la casa a eso de las dos. Murmuraba sin perder de vista su reloj, ahí marcaban

casi las once, Gagui conocía que debía hacer la comida, era martes y le tocaba su turno.

Levemente suspiraba, no le quedaba tiempo para sus cosas.

—Pero… Gagui, ¿Por qué quieres ver a este chico, nuevamente?. Se decía

para sí misma, confundida entre lo interesante que era lo que había aprendido y entre la

ciertamente vergüenza que Gagui sentía de buscar a un chico y uno muy famoso. Pero,

esta discusión interna no era nueva para ella, de igual manera, terminaba accediendo a

su capricho y a su lucha por volver a estar consciente en su sueño.

No obstante, la joven castaña llegaba a su departamento, esta saludaba al portero y subía

hacia el quinto piso, donde solo se encontró con “Hermes” el gato negro de Elyel, cuál

estaba junto con Nine, en el colegio.

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—Hola, Hermes… como estás. —Le soba la cabecita. —¿Te dejaron comida?.

Gagui dejaba sus cosas, salía hacia la cocina y le servía croquetas al gato, esta sonreía,

gustaba mucho de estos animalitos, más no debía perder tiempo, prendía su mp3 y

empezaba a cocinar, ahí en aquel lugar que también se convertía en su pista de baile.

Y las cebollas se freían sobre el sartén, el olor de la carne y los condimentos, llamaban

la atención al olfato del mañoso Hermes, cuál se ponía a los pies de la joven a maullar,

más esta solo coreaba las canciones de Kassu, agitaba su cadera y aumentaba la llama

de las hornillas, esta no demoraba, si podía, todo lo hacía rápidamente. Por ello, en

menos de una hora, todo el almuerzo estaba listo, apenas serian la una, tenía casi media

hora libre hasta que llegué Yuuri y una hora, hasta que regresen los ruidosos chicos.

Por ende, Gagui limpió de sus manos, abrió del místico libro y empezó a practicar todo

lo que este le ilustraba, desde métodos inusuales hasta rutinas sencillas de respiración y

concentración, ahí donde tenías que relajarte y escuchar tu corazón, más Gagui era algo

inquieta y su misma ansiedad, no le permitía quedarse serena, sin contar que los mantras

le hacían doler su garganta y no probaría de bebidas extrañas. Así, Gagui se lanzaba al

mueble, conocía que las pastillas para dormir no le servirían, estas no les permitían que

recuerde sus sueños y más bien, empeoraban su situación.

—Otra vez me veo aquí… en la nada. Murmuraba Gagui, atestiguando lo muy

difícil que era para ella dormir por las tardes, pero sin olvidar que más complicado era

no zafarse de sus novelas por las noches, estas que la dejaban cansada. —Con este ritmo

de vida no podré volver consciente al mundo de los sueños nunca más… Gagui daba un

suspiro, iría a cerrar el libro, más aquel se cayó de sus manos y este se abría por las

últimas páginas, en donde se relataba de un extraño ritual, donde el practicante usaba la

mirada de un gato negro, según místicos, los animales tenían de un elemental que le

otorgaba al dueño, su magia dimensional.

Bueno bien, Gagui estaba emocionada, leía del sencillo procedimiento, esta sonreía algo

curiosa, levantaba su vista y la chocaba con el gatito, este insospechado que lamiendo su

manita, mirase quieto a los sombríos planes de la aventurera Gagui.

Por el contrario, cerca de la morada, unos energéticos pasos golpeaban del piso con cada

salto, el ruido de un llavero se asomaba tras ser sacado de un llamativo bolso, los dedos

buscaban de la llave correcta, era esa azul que tenía una estrella dibujada, misma que se

introdujo dentro de la cerradura, esta cuál le permitió entrar. Y lo que era una mujer, se

reflejaba en aquel espejo de Yuuri, ese que estaba frente a toda la entrada, sus negras

hebras, tan bien cuidadas, se enlazaban con el aire, aquella parecía una modelo, esta era

la extranjera Elyel, misma que oliendo de la comida, sospechase de que no estaría sola

en la casa, más, con sumo silencio, se adentraba a la sala, ahí donde sus ojos se abrieron

con admiración al ver a su gato y a Gagui.

Y Gagui tenía a Hermes a su frente, casi que obligado a estar sentado, esta era a pocos

centímetros de él, con sus pies dentro de una lavacara con agua, pidiéndole al gato que

le llevase hacia el astral, hacia el mundo de los sueños. —Vamos sr. Elemental del gato

Hermes, lléveme hacia el otro mundo. —Mencionaba Gagui, Elyel se acercaba con

cautela, veía que en la mesita del centro, estaba el libro enigmático, suspiraba hondo, la

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joven ya empezaba a conocer de qué gente era rodeada. Así, que con su propia cartera,

golpeó la cabeza de Gagui, esta que reaccionando, se levantase hacia la otra, misma que

por su carácter ariano y algo pendenciero, empiece con una discusión.

—¡Deja a mi gato en paz!. —Gritó Elyel. —Tú de todos, eres la más loca…

¿!Qué te pasa!? Necesitas ayuda, amiga. Criticaba la pelinegra, Gagui entrecerraba sus

ojos con algo de torpeza, más ante las reprensiones, sacaba a flote su orgullo.

—No me hables así, yo también soy dueña de esta casa. Dijo Gagui.

—Y yo por más que tú, porque pago mi renta y aunque no trabajo, mis padres

me dan dinero… Expresó Elyel, misma que alejaba a su gato y se enfrentaba a Gagui, la

que se encogía de a poco y guardaba espacio. —Ok, lo siento… solo quería a tu gato,

pero no debí sin tu permiso. Aludió la castaña, la pelinegra chasqueaba sus labios, ni

con o sin su permiso, no para con tales propósitos extraños, a los cuales la escéptica no

era dispuesta a aceptar.

—Yo no sé a quién has aprendido tales ocurrencias y no sé porque las haces,

pero no es sano, Gagui. Habló Elyel, sacudiendo de su cabellera. —Más, es seguro que

es por algún chico... vamos, no tienes que hacer esas cosas. Acotó la a veces creída

chica, Gagui se exasperaba, esta unía sus labios en una mueca de disgusto y con un loco

grito de rebeldía, se abalanzaba hacia Elyel, misma que al notarla, exaltada, la echase

con su fuerza, no hay que olvidar decir que Elyel hacia mucho ejercicio y que tenía un

buen físico, mismo que tumbó con Gagui y la mandó a golpearse con el mueble.

—¡Oh diablos! La mate. Gritó Elyel al denotar del golpe y del pronto desmayo

de Gagui, cuál casi que babeando se deslizaba por los pisos. Elyel batía sus brazos y con

nerviosismo, se dispuso a ocultar su acto, jalando de los pies de Gagui, a cuál arrastraba

hacia arriba, hacia su habitación. —Tú mismo te la buscaste… ¿Quién se lanza encima

así de repente?. Y Elyel se adentraba al aposento sereno de Gagui, miraba de sus sabias

frases y sus amuletos, como de su buen aroma y recuerdos, —En verdad era la recamara

de esta chica.— Bueno, Elyel acostó a Gagui y la dejó ahí abandonada.

Y Elyel bajaba rápido; pues, sus oídos podían escuchar que Yuuri había llegado, misma

que se asombraba de su presencia, la pelinegra mencionaba que por el día de hoy, todos

los estudiantes habían salido temprano, más Nine se había quedado haciendo trabajo

para sacar más dinero.

—Niño tonto, yo no sé en qué se halla… él sabe que yo le doy todo el dinero

que él quiera. Confesó Yuuri con aires de enojo, Elyel sonreía aun nerviosa. —Tal vez

quiera demostrarle que ya es todo un muchachón. Respondió la delgada.

Yuuri suspiraba, buscaba de la presencia de Gagui, Elyel bloqueaba de la escalera, esta

le mencionaba que la chica cansada de caminar, había hecho la comida y se lanzó a la

cama a dormir, lo mejor era no despertarla.

—De seguro que no encontró a alguien que agrade de sus historias… Habló

Yuuri con rostro entristecido, Elyel hacía de una confundida mueca, le seguía.

—Pero es que sí no la quieren es porque es mala. Opinó la más joven.

—Lo que sucede es que nadie entiende la cabeza de mi sobrina, como de igual

manera, nadie a estas alturas, acepta la magia. Indicó Yuuri, dejando impresionada a la

otra, quién bajando su mirar, empezaba a sentir remordimiento ante el trato hacia Gagui.

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Más, Yuuri con una sonrisa, comenzaba a servir del almuerzo con la ayuda de Elyel.

Empero, de cualquier modo, por encima de ellas, descansaba sobre su lecho, la serena

Gagui, esta que con sus cerrados ojos, se dejaba llevar nuevamente de sus ilusiones y de

esa atmosfera mágica que sacaba su alma hacia otro lugar, hacia otra dimensión. Y esta

abría sus ojos apagados dentro de su habitación, se sentaba sobre su cama, ahí donde a

su lado, también estaba su cuerpo durmiente.

—¿Qué estaba haciendo?. Se preguntó, mientras se levantaba para seguir con

sus actividades diarias, no obstante, como un destello de comprensión, se detenía frente

a la puerta, cuál estaba pronta a abrir, Gagui giraba lentamente su cara hacia su litera,

ahí donde para su pasmo, se encontró a sí misma. Y Gagui saltó de la sorpresa, ya sabía

que estaba dentro de un sueño, en el cuál prontamente volvía a controlar, ella sonreía, lo

había conseguido y tal vez con procedimientos no esperados ni ortodoxos. —Te debo

agradecer, Elyel. Soltaron sus labios, todo al tiempo que decidía marcharse hacia otros

horizontes, hacia Marte. Así, Gagui devolvía su mirada a la puerta, está la tocaba y

concentrándose, imaginaba que aquella misma, le transportaría cercano a donde estaba

su ídolo, a donde estaba Kassu.

Y la chica, luego de segundos, giraba de la perilla y se adentraba al nuevo lugar que su

portón le mostraba. —Esta vez, Gagui… esta vez, sí háblale. Murmuró dándose paso a

sus pisadas, esta cerraba de su entrada y se chocaba con mucha gente que apurada, iba

con platos llenos y vacíos, Gagui se veía dentro de la cocina de un restaurante y frente a

un disgustado jefe, cuál no soportaría de su vagancia, este era convencido de que Gagui,

trabaja para él.

—Mira niña, aquí no se te paga para descansar, anda y toma tu uniforme y

recibe la orden de los clientes. Gritó el gordo y alto hombre, este que le entregaba de un

traje, mismo que obligaba a usar. Gagui era confundida, más hacia lo que él le dictaba.

Entonces, en poco tiempo, Gagui se involucraba, ayudando a meseros, sirviendo platos

y hasta regalando sonrisas, no parecía molestarle, pero tampoco gustarle; pues, esta no

quitaba de lado, que tenía que encontrar a Kassu. Por ello, Gagui buscaba una que otra

manera para escapar, más el vigilante jefe, todo lo tenía calculado.

—Oiga, en verdad… ¿No conoce a su personal? Yo no trabajo aquí… es más

yo soy una cliente. Expresó Gagui, empero el jefe, la regresaba afuera. —Los usuarios

no aparecen en mi cocina, además dime jefe. Exigió, Gagui volvía a tomar la libreta.

No obstante, entre las mesas, el llamado de un chico atraía su atención, esta iba hacia él

y con la pluma afirmada entre su nariz y sus labios, se dio a oídos. El chico le veía algo

extrañado, más solo sonrió, al parecer para este, no era la primera vez que se conocían.

—No me había fijado que trabajabas aquí… la vez pasada, te nos acercaste,

¿Algo pasaba? ¿Se nos olvidó de darte propina?. Dijo el joven, Gagui le miraba fijo y

con curiosidad, esta que le ayudó a notar que aquel hombre, no era nada más ni nada

menos que Kai, el baterista de Kassu, su hermano.

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Y Gagui saltó, esta sonreía nerviosa, mencionaba equivocarse de persona, más Kai ante

su exaspero, solo se disculpó.

—Bueno, que pena… ¿Vas a tomar mi orden?. Terminó el amable Kai.

Gagui asentía, levemente suspiraba, anotando lo pedido, enajenándose entre las palabras

del baterista, llevando distraídamente sus ojos hacia un lado, ahí donde vio, leyendo de

las revistas, al concentrado Kassu, este que ocultaba sus ojos con unas oscuras gafas. La

chica lo reconoció, no había como dudar, era él y por ende, debía hablarle, así que casi

hablando por encima de Kai, preguntó a Kassu sobre lo que quería comer, no obstante,

este no le respondió.

—Está trabajando, entonces está en cero para el mundo. —Sonríe Kai.—Eh…

¿Sí escuchaste lo que te dije?. Terminó, más Gagui entre golpeaba el brazo de Kassu,

esta con confianza le aconsejaba, debía ser equilibrado y comer, luego podía volver a

trabajar. Kai ligeramente se sorprendía. —Eh… ni a mí me hace caso. Decía Kai.

Sin embargo, Kassu aún no prestaba atención, miles de intentos tuvo que hacer la joven

para que aquel, girase hacia ella y la viese, definitivamente este le hacía notar que no la

conocía, que era una simple mesera, que la verdad, se le había pasado de libertad. Más,

Gagui se le acercaba, con cálida sonrisa y ojos sinceros, le menciona del menú, Kassu

entrecerraba sus ojos con cierta cortesía.

—No quiero nada, no tengo hambre… gracias. Respondió él, interrumpiendo

a la mesera, esta que algo asombrada, guardaba su libreta.

—Sabes… —Y Gagui sacude sus manos. —No eres como pintas ser en la TV,

eres completamente distinto, nada alegre, nada carismático… ¡Claro! Sí toda la fama

es una ilusión… Kassu, eres una mentira. Exclamó la resentida joven llamando también

los ojos de Kai, quién admirado de lo que pasaba, recorría su mirada por su alrededor,

hacia el gentío del área, estas inconscientes, que se centraban solo en ellos, que no

prestaban atención a nada, por muy escandaloso o por muy pequeño, ellos se veían con

ojos apagados, mirando solo hacia su escena personal. Y Kai suspiraba, volvía sus ojos

hacia la enojada Gagui, aquella que contemplaba la poca importancia de Kassu, mismo

que también dormido, regresaba a su ocio, a seguir leyendo. Era obvio que esto disguste

en gran manera a la incomprensible Gagui, quién tumbando sus manos sobre la mesa, se

abra espacio hacia el jefe, este al cuál, sin paciencia alguna, encaró.

—Me voy ahora mismo de aquí. Dijeron sus labios de peligro y sus ojos de

fuego, esos que se escondían tras la serenidad de lo que parecía visible. Entonces, el

Jefe retrocedió, aquel sin palabra, señalaba la puerta, Gagui se dio vuelta, ni siquiera vio

de nuevo a su tan nombrado Kassu, salió y viéndose afuera, suspiró con decepción.

Y Gagui era afuera, no sabía dónde ir; pues, no conocía Marte, más que le daba, caminó

unos cuantos pasos y se sentó en una de las bancas de un cercano parque, esos de los

que tanto gustaba la muchacha.

—No puedo creer que realmente sea así… ¿Por qué tiene tantas fans?. Gagui,

se preguntaba para sí, esta unía sus manos y soplaba en medio de ellas, aquellas que las

rosaba por sus labios. —Kassu no es como yo pensé, como mi corazón lo imaginó… La

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chica se sentía arrepentida de sus tantos esfuerzos, de su tiempo invertido, digamos que

perdido; pues, hasta había dejado de escribir, por solo quedarse practicando en que le

diría, en cómo se comportaría con Kassu. ¡Bah, todo era farsa!. Gagui miraba del piso…

¿Por qué no presentarse al mundo como uno mismo es? Bueno… era mejor que esta no

hablase, ya que sin querer, también había hecho lo mismo, así que, ¿Con qué cara culpar

a Kassu?.

No obstante, las cosas no terminaban, la aventura para Gagui seguía a medida que su

cuerpo descansaba, que su alma era en medio de su mundo fantasmal. Entonces, ella era

sentada dentro del parque, ahí donde a su frente, como ensueño o pesadilla, volvía a

aparecer Kassu, aquel ya no estaba con Kai, esta vez estaba con su Manager, aquel que

le explicaba de sus planes en la semana, mismo que le amontonaba de decisiones como

también de preguntas. Kassu se veía algo cansado, pero esta era su vocación, alegrar los

corazones de las personas con su música.

—Debes ahora ir a una sección de fotos. Manifestó el Manager.

—Lo sé… ya estoy listo, me lo has repetido más de mil veces. Alegó Kassu a

la vez que cruzaban de la avenida cercana.

Gagui les miraba, era notable que la brisa imperceptible del astral, le haya permitido a la

joven escuchar de lo previsto, esto que llamaba su curiosidad intensamente, que le

obligaba a pararse y dar una ojeada. —Simplemente, me ocultaré bien. Cantó esta con

algo de picardía, levantándose del asiento y corriendo hacia el lugar, hacia una especie

de garaje muy bien arreglado, a un ambiente urbano pero folclórico, tal como era el look

del cantante.

Así, la vista de Gagui se colgaba por las paredes, mismas que traspasó sin problema,

ella se escondía y desde ahí veía como todo el personal se alistaba para dar comienzo a

sus actividades, mujeres terminaban de decidir el vestuario y accesorios, otras, se iban al

escenario a rectificar de que nada faltase, hombres calentaban, al parecer iban a captar

fotos en movimiento, coreografías. —¡Qué genial!— Gagui, se sentaba sobre el piso, al

juzgar, parecía que nadie la notase, empero el manager clavó sus ojos en ella, en esta

que con una sonrisa, contemplaba las rutinas del emocionado Kassu.

—Niña, ya vamos a empezar… —El adulto jala su mano. —Deberías ya estar

lista para el maquillaje. Y dicho esto, a pesar de las explicaciones extremistas de Gagui,

fue llevaba, con un nuevo uniforme, hacia el camerino, ahí donde todo estaba lleno de

cosméticos, cepillos, y un sin número de artículos de belleza.

—No sé porque, aquí todo el mundo me da trabajo. —Gagui suspira. —No sé

porque Kassu se pone estas cosas, a él se le ve bien sin pintura encima. Gagui rascaba

su cabeza, la verdad era algo brusca, esta no sabía ni como colorearse a ella misma, por

ende ¿Cómo lo hará con Kassu?. Ciertamente, sus dedos temblaban de solo imaginar

que lo haría mal.

Más, a pesar de su frustración, el tiempo que no apremiaba ni esperaba, hizo que en un

abrir y cerrar de ojos, Kassu se siente a su frente, viéndose en el espejo, esperando de su

acción, de que le maquillase y le aliste.

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—Quiero lucir algo más oscuro, ya que mi hermano lo ha previsto así, sé que

es algo nuevo, pero bueno, vamos a intentarlo, Ok. Comentó Kassu a la vez que cerraba

sus ojos y se acomodaba en el sillón. Gagui le observaba, le tenía tan cerca, pero en una

situación algo desesperante. Si bien, Gagui debía empezar, comenzó por recordar las

mañas modernistas de Elyel, sus ganchos en los ojos, su base que le hacía tener su cara

tal como una porcelana, sus sombras que le daban más peso a su mirada, en fin, con

ello, intentaba hacer lo mejor que podía. Así, colocaba la base sobre el rostro de Kassu,

más era notable para ojos del demás personal, que en realidad, a esta se había pasado de

blanco, Kassu se veía como un fantasma.

Y las horas pasaban y con ello, la paciencia de todos, entonces, cansado e impaciente,

Kassu abría sus ojos, viéndose con impacto, en lo que estaba convertido. Obviamente,

su grito, asustó en gran manera a Gagui, cuál se alejó de él.

—¿!Pero que es esto!? ¡Es broma!. Mencionó el avergonzado, cuál tomaba la

toallita y se desmaquillaba, este veía de reojo a Gagui, quién se disculpaba, confesando

no saber mucho de cosméticos, la que siempre le arreglaba, era Yuuri.

—Entonces… ¡Que haces aquí!. Exclamó Kassu con cierto disgusto.

—El hombre me obligó. Respondió Gagui algo estresada.

Kassu suspiró, se veía nuevamente al espejo, repetía que todo este día le había ido mal,

que todo era un desastre y que simplemente ya no quería hacer la sección, Gagui le veía,

ciertamente, en su rostro se presentaban algunas muecas, ella no entendía las represalias

de Kassu, así que volviéndose a enojar, cruzaba de sus brazos.

—Oye, ¡Hice lo mejor que pude!. Recriminó Gagui, misma que dejando las

palabras en la boca de Kassu, se dirigiese hacia la puerta, hacia la salida. Y Kassu veía

del fracaso, más se daba fuerzas para volver las cosas a la normalidad, él llamaba a las

otras señoritas, todo empezaría de nuevo.

—Hay que ver cuánto tiempo nos queda. Indicó Kassu, expresando también,

que ya era tarde y que debían apresurar a Kai, quién seguro ya dejaba el restaurante, no

obstante, Kassu buscaba de su celular, mismo que no encontraba por ninguna parte. Por

ello, con algo de preocupación, tomó del móvil de una de sus maquillistas y marcó al

suyo, este que solo sonaba sin respuesta.

Entonces, Kassu lo abandonaba todo, aquel con suma inquietud, se ponía su capucha y

sus gafas, abría de los portones y corría lo más rápido que podía, este regresaría al lugar,

tomaría su celular, ese que contenía todas sus privadas cosas, con las que era bastamente

cuidadoso. Y pasó, que Kassu cruzó alado de Gagui, esta que fue tropezada por él.

—¿Y ahora? ¡Sera que me lo encontraré donde sea!. Aludió Gagui con algo

de resentimiento, sin perder de vista la rapidez del otro, aquel que antes de cruzar la

calle, se encontrase con su hermano, mismo que sin detenerle, le distraiga.

—¿A dónde vas? Ya termino tu sección. Conversó Kai, este comía de una gran

hamburguesa, en la cual rebosaba de la deliciosa mayonesa. Kassu negaba con su rostro.

—Voy por mi móvil… se me ha quedado en el restaurante… ¿Lo tienes?.

—No, Kassu… yo no me he dado cuenta. Respondió el baterista.

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Y Kassu chasqueaba sus labios, Gagui se acercaba según sus pasos, cuál le conducirían

al acto, al hecho que sus ojos empezaban a presenciar; pues, el cantante atravesaba de la

calle, su mente despistada, nublaba de su visión, con esta que no notaba del carro, que a

gran velocidad, se acercaba a él. Y Kai entreabría sus ojos con susto, más no estaba lo

suficientemente cerca para ayudarlo, no tanto como Gagui, quién con un estrepito grito,

sin siquiera pensar. —Como algunas veces. —Se lanzase hacia el cuerpo del otro, ese

mismo que se estrelló contra la acera, junto con Gagui, ambos viendo lo tan cerca que

estuvieron de la muerte. Y Kassu atestiguaba de la prisa del auto, como también, de la

valentía de la joven, cuál era congelada, viendo sin creer lo ocurrido.

Así, por consiguiente, el amable Kai se acercaba aliviado, este abrazaba a su hermano,

reprendía su abstracción, como también agradecía a la chica, a cuál volvía a reconocer,

todo contrario a su hermano, quién la saludaba como alguien nuevo.

—¡Me has salvado!. Señaló Kassu con contento, este abrazaba a Gagui, la cual

se admiraba, ciertamente podía denotar la naturaleza algo cambiante de Kassu, la verdad

era que sí reía, que era carismático, pero también entregado y serio.

—No fue nada. Murmuró Gagui algo animada. Kai sonreía abiertamente. —Es

decir, que tu vida no es nada, Kassu. Se ríe el baterista, Kassu golpea su hombro al

tiempo que Gagui se rectificaba, eso no era lo que quería decir. —Es que todos estamos

para servirnos. Aclaró la chica, seguido por la presentación de Kassu, al igual que su

hermano. Por fin, se había cumplido el deseo de Gagui.

—Venga, vamos a la sección de fotos… ¡Te invito! Y luego… eh, todos vamos

a cenar, ¡Muero de hambre!. Señaló Kassu, jalando la mano de Gagui, cuál aceptó con

toda la alegría y placer. Kai les seguía de lado, mencionaba ya haber comido demasiado,

que no quería oír nada de comida.

Sin embargo, ante la celebración, Gagui pasó en primera fila, viendo del espectáculo y

de los flashes, compartiendo de experiencias y de chistes, conociendo de las personas y

de sus mañas y manías, así supo que el Manager, quién era un viejo amigo de los chicos,

era un tímido hombre de antiguas costumbres, como que Kai era algo excéntrico —¿En

qué? ¡Vaya a saber! Este calló a todos.— de igual manera, Gagui se enteró que Kassu

era un hombre muy hogareño pero que no dejaba de lado, las maravillas de viajar por

todo su planeta y por el Cosmos.

—Yo soy Gagui y vengo de la Tierra, su hermana vecina. Expresaba la chica,

esta que se asociaba con todos, que se sentaba alado de Kassu, cuál comía pizza.

—Tenemos a grandes amigos dentro de la Tierra, uno de ellos es Teego ¿Le

conoces?. Preguntó Kassu estirándose un poco, Gagui asentía, era muy escuchado en la

Tierra, un buen artista. —Es el ídolo de mi tía Yuuri y de Elyel. Mencionó la joven sin

olvidar decir, que estas eran parte de su familia. Y así, Gagui hablaba y hablaba, esta

con su sonrisa amplia, daba cumplidos y también, se lanzaba a dar propuestas, estas que

el Manager aceptaba o criticaba, ganando y robando de las carcajadas del personal.

—Algún día iremos a la tierra, ¿Verdad, Kai?. Intervino Kassu.

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—Claro, Teego nos está arreglando un concierto allá. Habló Kai junto con su

Manager, cuál tapaba con los oídos de Gagui, cuál a pesar de ello, podía escuchar. —No

le digan nada, que no ven que le dicen después a las otras fans. —Todos reían.—

Y la velada de Gagui era impresionante, más como todo comienzo, tiene un final. La

joven sin darse cuenta, tan rápido como el segundo, se desapareció de la escena, aquella

alma regresaba veloz por los cielos, países, ciudades, avenidas y calles, todo hasta llegar

a su casa, ahí donde sobre su cama, despertó.

Gagui, se movía lentamente, recordaba del momento vivido, de la sonrisa energética

pero galante de Kassu, de los chistes del Manager y de la cortesía de Kai. —Ya me he

despertado y ni siquiera me despedí… Murmuró bostezando, estirando su cuerpo, cuál

pesado, le mostró de la presencia de Hermes sobre ella, de ese gato negro que con ojos

cansados, vigilaba de su estado, tal vez hubiese sido obra de Elyel, misma que hablaba y

reía, de esta fuerte voz, se escuchaba hasta arriba. Así, Gagui se levantaba, colocaba sus

sandalias y se dirigía a la ventana, cuál le mostró que no era de mañana, contrario, aún

estaba de noche.

Entonces, la joven se sentía confundida, como adolorida; pues el malestar de su cabeza,

tras el golpe dado, regresaba. —Ya recordé que Elyel me lanzó al mueble. Susurró

abriéndose paso hacia las escaleras, mismas que al bajarlas, encontrase a su familia, cuál

en compañía de Elyel, reían a carcajadas. Y Gagui se arrimaba a la pared, clavaba sus

ojos en la pelinegra, en la dramática que contase a los demás, sobre su rara y tétrica

experiencia, cuál hubiese vivido hace unas horas.

—¡No les miento! Yo me dormí y entonces empecé a sentir que flotaba, que

tenía como que náuseas… así, abrí mis ojos, iba a ir al baño… —Elyel ponía seriedad.

—Empero, giré mi rostro y ¡AH! ¡Vi mi cuerpo! ¡Estaba muerto!... así que del susto,

me desperté… dije, ¡Ay! Diablos, esta familia, es un grupo de brujos. Criticaba Elyel

con su tono de burla pero también de admiración.

—Yo te dije. —Interviene Nine. —Desde pequeño supe que mi mamá era una

bruja, yo le espiaba. Ella habla con mi abuela en sueños, dice que es su maestra y que

sigue viejas tradiciones. Contaba el rubio, este que era abrazado por Yuuri, misma que

solo reía de las experiencias de Elyel. —Estabas haciendo lo mismo que haces todas las

noches, más esta vez, sí lo sentiste, sí estabas consciente. Explicaba Yuuri, misma que

se percataba de la presencia de Gagui, aquella que soltando una sonrisa caprichosa, se

burlaba leve de Elyel.

—Ósea que salió rápido y sin esfuerzo… ¡Suertuda!. Decía Gagui, misma que

hundiendo sus labios, desvié su mirada hacia el ventanal, este cuál era alado de la

escalera, ahí donde ella pudiese ver del cielo, de ese que le regalaba de sus amadas

estrellas, mismas a las que siempre pedía la inspiración necesaria para continuar su vida,

más Gagui, esta vez guardaba silencio, contemplaba la estrella más grande, esa que

parecía estar a su frente, tintineando sin parar, como sí le hablase desde la distancia.

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Gagui sonreía con algo de delicadeza y enajenamiento. —Eres Marte… eres Kassu, la

estrella que le ha dado un giro a mi vida… que le ha dado color a mis grises tristezas…

eres Kassu, el cuál vuelve a unir mi corazón. Y Gagui suspiraba, más no había tiempo

que olvidar, así, con su habitual ánimo, giró y se lanzó encima de su familia, todo, para

volver a compartir de la cena con ellos.

CAPITULO 3: EL DESPERTAR

……………………...................... Ж……………………………….……..

Los gritos abundaban en la casa de Gagui, las correteadas y los estruendos de muchas

cosas estrellándose en el piso, los insultos y las advertencias, llamaban de la atención de

Elyel, aquella que bostezando, recibiese del nuevo día. Y la joven se estiraba, se ponía

sus sandalias, su bata y arreglaba su cabello, está a pesar de la curiosidad de saber qué

mismo pasaba afuera, no saldría de su recamara hasta estar bien arreglada, así que luego

de limpiar sus dientes, peinó su cabello y pintó sus cejas y ojos. Así, una vez lista, Elyel

salió, encaminándose a las escaleras, se chocó con la molesta Yuuri, esta que no sabía a

donde mismo correr, todo para detener a su sobrina y a su hijo, cuales peleaban peor que

gatos y perros.

—¿Qué está pasando, ahora?. Interrogó Elyel, la bronceada pelinegra.

—Nine se ha leído el diario de Gagui y descubrió que a esta le gusta Kassu, el

cantante marciano, entonces, Nine se ha metido en su Blog y le ha puesto en ridículo…

bueno, Gagui esta enfurecida. Confesó Yuuri sin quitar sus ojos a su hijo, aquel que ya

viéndose en las garras de Gagui, lanzase del librillo y se eche por entre los muebles, ahí

donde también se desmayó, por un golpe. Elyel miraba lo sucedido, esta con sorpresa,

se acercaba rápidamente junto con la preocupada Yuuri.

—A ese mueble le voy a bautizar con el nombre del sillón de la muerte. Dijo la

pelinegra obteniendo la vista de Yuuri, cuál sonrió sarcástica. —Cuando los compré, me

dijeron que ahí siempre venía a dormir un chico, un modelo que había muerto de una

manera algo trágica. Contó Yuuri, misma que se arrodillaba a recoger a su hijo, Elyel

se quedaba helada, ciertamente se sentía tan extraña, no había como tratar con aquellas

personas, más levemente se acercaba a Gagui, la eufórica que revisaba de su libro, que

este en perfectas condiciones, que ninguna hoja le falte.

—Pero tía… cuando Nine se levanté, yo lo mataré de todas formas. Dijo ella.

—Todo por un simple diario. Aseveró la adulta enojada.

—¡No es un diario! Es más íntimo que eso… ¡Es el libro de mis sueños! Aquí

anoto mis experiencias oníricas, tú como bruja debes saber que eso es más sagrado que

cualquier cosa. Aludió la resentida Gagui, Elyel sonreía algo curiosa, hecha la burlona,

asomaba sus ojos entre las hojas, Gagui le cerraba el libro con una molesta mueca.

—Oye… yo no sabía que te gustaba un Marciano. Conversaba Elyel a medida

que le alcanzaba en largos pasos, Gagui veía hacia atrás, no se podía deshacer de la otra.

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—¿Y que tiene?. Preguntó la castaña a la defensiva.

El rubio que estaba en los brazos de su madre, despertaba, para este no habría pausa

cuando se trataba de molestar o criticar, así que oyendo a su prima, se levantaba aun con

dolor, la señalaba y alzaba su voz. —¿Qué, que tiene?. Pues son marcianos, son una

raza muy rara y además tienen costumbres ambiguas, esas que ellos imponen tras su

arte y su política, son de extraña religión, sin decir que su color de ojos rojos son igual

al diablo, así que hay muchas puntos de porque discriminarlos. Declaró Nine, este que

era considerado por las damas, como un muchacho muy celoso y racista.

—Pero Kassu tiene ojos cafés. Intervino Elyel, colocando sus dedos entre sus

labios, Nine chasqueaba sus labios —¡Que interesaba!— La cosa es que era marciano.

—Bueno… nadie ha preguntado tu opinión, cabeza de paja, sin contar que eso

no te da la autorización ni el perdón por lo que escribiste en mi blog. Reclamó Gagui

con su paciencia al límite, con sus mejillas rojas de la indignación y sus ojos chiquitos,

rebosando de esa llamarada.

Yuuri jalaba las orejas de Nine, ella le mencionaba a su oído, con tétrico tono, que era

mejor que se marche, que no salga por el resto de la tarde; pues ya había dicho mucho y

además causado mal aspecto hacia Elyel, quién era su adinerada inquilina.

—Cuanto lo siento… Elyel. Susurró Yuuri alejándose junto con Nine.

Gagui quedaba impactada, ofendida de las acciones de su tía. ¿Por qué pedirle disculpas

a Elyel? ¿Por qué no a ella?. Gagui se cruzaba de brazos, hacia muecas y se encaminaba

a su habitación, no sin antes, ser detenida por la extranjera, cuál con su fuerza, la puso

frente a ella.

Y Elyel sonría amable. —Sabes, no debes hacer oídos a lo que te diga Nine… ese es un

tonto ¿Qué sabe de los Marcianos? Mi padre es Marciano y es súper gente, sin contar

que carismático y de excelente cultura… —Elyel pone sus manos sobre sus caderas. —

Además los marcianos son guapos, al igual que los terrestres, no hay diferencia en

ellos, así tan brusca, como para hacer tal discriminación. Dijo la seria extranjera.

Gagui veía la veracidad de su compañera, más sin darle importancia a sus afirmaciones,

continuó su camino hacia su habitación, sin embargo, Elyel insistía, con sonreía picara,

le mostraba de su mp3, mismo que al encenderlo, llevaba a los oídos de Gagui, la suave

voz de Kassu. Y Gagui se sorprendía, veía de la lista de reproducción que siempre

escuchaba la joven Elyel, toda era llena de los singles del cantante Marciano.

—Acaso a ti… ¿También te gusta Kassu?. Preguntó Gagui con curiosidad.

—No… a mí me gusta su baterista, el que le hace los trasfondos, Kai. Confesó

la pelinegra esta que con toda la confianza, le comentaba sobre cómo había crecido su

furor por aquel dúo, que llevase en nombre del vocalista. Bueno, Elyel mencionaba que

cuando vivía en Marte, en una fiesta privada, reunión social de su Padre, hubo de varios

conciertos, entre ellos, estaba Kassu, quién en ese entonces, no era tan famoso. Cuenta

Elyel, que junto a su madre se había perdido y que entre toda la gente, Elyel se chocó

con Kai, mismo que respondiendo a sus sonrisas, la ayudase a encontrarse con su padre.

—Esa fue la última vez que lo vi en persona, luego me enteré que era baterista

y luego que firmaron un contrato y subieron como la espuma… —Elyel sonríe. —Esos

dos tienen talento. Exaltó la pelinegra algo coqueta.

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Gagui se alegraba notablemente, citaba la suerte que Elyel tuvo al pasar palabras con

Kai, no muchas personas, aun con recursos, tenían de ese bonito recuerdo.

—Pero Kai es muy amable, no diré que Kassu no lo sea… —Gagui apretaba

su barbilla. —Solo que es más reservado. Mencionó con toda libertad.

Elyel sonreía extrañada. —Y ¿Cómo puedes asegurar tu esto?. Preguntó la curiosa.

—Porque yo lo vi, tal vez no como tú, pero sí en sueños, ahí nos conocimos…

—Gagui se contentaba. —Y… fuimos a comer pizza, vi de su sección de fotos, supe que

al le gustaba mucho la mayonesa, sin contar que adora a los animales, más que nada a

los perritos… y que es excéntrico. Contaba Gagui hacia la asombrada Elyel, cuál a pesar

de que criticaba mentalmente a su compañera, se admiraba de su precisión; pues, Gagui

le hacía notar que nunca había buscado sobre Kai, pero que estas cosas las descubrió en

el astral, en el mundo de los sueños.

—Así que tú fuiste a Marte y hablaste con ellos, ¿Sin ningún permiso ni nada?

Ósea, solo imaginaste y ya, estabas conversando de lo bien con Kassu. Interrogó Elyel

con la mucha intriga que se pintaba en su rostro, Gagui sonreía atontada, aquella asentía

sin pudor alguno, le confesaba que al principio, igual que ella, no creía; pero que luego

de experimentarlo, no perdería la oportunidad de conocer a tal interesante persona.

Elyel quedaba fría, su sonrisa nerviosa se plasmaba en su rostro, lentamente guardaba su

mp3 y retrocedía con disimulo, mencionaba de todas las actividades que debía hacer, su

agenda está llena y no había tiempo que perder. Así, la confundida Elyel se retiraba, esta

dejaba sola a Gagui, misma que burlándose de su escepticismo, entrase a su cuarto.

Y Gagui se estiraba, sus pasos se dirigían hacia un extremo de la habitación, ahí donde

estaba su laptop, la cual prendía, después de colocar su botella de agua a un lado, de

acomodar su almohada y de subirle a su música, para así por fin, sentarse a escribir, a

llenar la hoja digital de todas sus grandes ideas, tanto de misterios como de romances,

tanto de guerras como de liberaciones, de horrores y placeres. Asi, Gagui se enajenaba

de todo lo que pasaba a su alrededor, de la bulla de los niños jugando en las calles, de

los autos que pasaban por la avenida, en sí, Gagui tenía como un filtro en sus oídos, ella

solo podía escuchar de todo armónico, de los pájaros, de su música clásica y del ruidito

que sus campanillas hacían junto con la brisa.

—Bueno… ¿Y qué te pasará, William?. Mencionaba Gagui algo pensativa, a la

vez que acariciaba del mouse, a la vez que aclaraba sus ideas y se daba espacio a un sin

número de desenlaces. A Gagui le emocionaba ser la hacedora de las situaciones, ser la

salvadora o la jueza de sus propias creaciones, de todos sus personajes.

Entonces, Gagui pasaba, al igual que la mayoría de sus días, ocupada frente a la laptop,

escribiendo y escribiendo, viendo como las horas se le hacían cortas y viendo que lo que

empezó como una mañana, continuaba como una tarde, ahí donde solo hacia un espacio

para ir a comer y para salir a caminar, para volver a regresar y terminar su jornada en la

solitaria noche.

No obstante, entre la concentración de Gagui, un halito intruso cruzó contra sus oídos,

esto le despistó al momento, por ello, no dudó en girar su cuerpo y encontrarse con su

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tía Yuuri, cuál con los pies arriba, encima la pared, le miraba fijamente. Gagui saltó del

susto, cerró su laptop y se dirigió hacia ella, ciertamente Yuuri le sonreía con misterio.

—¿Qué haces ahí de cabeza?. Preguntó Gagui con intriga.

—Es un ejercicio para hacerme más joven. Respondió la mujer, reponiéndose

al momento, caminando hasta su sobrina, cuál sin entender, se sentaba sobre la cama.

Yuuri hacia lo mismo, le daba una palmada en su espalda.

—Cuanto lo siento, Gagui, por todas las frases que te dice mi hijo… aunque

no lo creas, Nine te quiere mucho, al igual que yo. Yuuri perdía sus ojos en los cafés de

Gagui, le regalaba un abrazo caluroso y limpiaba sus lágrimas, Gagui era bastamente

sentimental y esos nobles detalles conquistaban su auto-control.

—Ustedes son mi familia… mi pasado lo dejé atrás, son mi presente y siempre

los incluiré en mi futuro. Confesó Gagui peinando de su cabello.

Y Yuuri siempre exaltaba la sinceridad de la joven, la delicadeza y feminidad que muy

pocas veces era tan visible, como cuando convivías con ella. Empero, Yuuri asevera no

haber venido solo para tal propósito; pues, a pesar de las disculpas, lo que decía Nine

era verdad y Gagui tenía que solucionarlo.

—Aún hay trabajo, aun tus libros no ganan de los suficientes lectores para ser

distribuidos por otros estados… no hace falta el dinero, yo siempre estoy contenta de

cubrirte… más, yo quiero verte realizada, feliz. —Yuuri toma las manos de Gagui. —Yo

anhelo que triunfes… y, las cosas no se están dando, tal vez, debes cambiar un poco tu

manera de ser, quizás tu manera de escribir, será mejor que relates cosas que al mundo

le gusta, así comprarán tu libro. Afirmó Yuuri, viendo con pesar como los gachos ojos

de Gagui se entristecían, ella no quería dejar de ser como era, disfrutaba escribir lo que

su corazón le dictaba, le gustaba ser sencilla y contar lo que la naturaleza le inspiraba.

—Gracias por tu consejo, tía. Apreció Gagui, ella cuál veía de sus libros en la

repisa, de sus ideas en el aire y de su laptop, su compañera.

—Tienes que esforzarte. —Animó Yuuri con fuerza. —Dejar de distraerte…

ya no más Kassu, ni su música, esa te eleva y te saca de tu propósito. Habló la mujer,

Gagui se admiraba, negaba tal suposición, al contrario, el conocer a este le había traído

de alegrías y esperanzas. —Es mi amigo. Dijo Gagui.

—¿Y solo lo quieres como amigo?. Interrogó Yuuri con seriedad.

—Quiero hablarle, compartir y entenderle… eso es de amigos y yo estoy feliz,

más si lo mismo me convierte en algo íntimo, es cosa de la vida. Respondió la joven que

no alcanzaba a comprender las determinaciones de esta; pues ¿No fue Yuuri quién le

mostró el astral y con el fin de conocer a Kassu?.

Yuuri miraba a Gagui con serenidad pero también con severidad. —Es que lo que vives

Gagui, no es real… él no lo recuerda, para él no es nada… no te das cuenta que Kassu

duerme plácidamente. Declaró la adulta y Gagui entreabría sus ojos con verdad, su tía

tenía mucha razón y esta realidad le dolía mucho a la jovenzuela, quién no olvidaba de

su risa y de la celebración ocurrida.

—Pero… debe haber una forma, Yuuri. Determinó Gagui sin perder el aliento.

—¿Para qué?... que es lo que te mueve ¿Qué sientes por ese tipo?. Intervino

la otra, Gagui quedaba en silencio nuevamente, su miraba viajaba por su habitación, sus

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suspiros invadían sus labios. —Solo estoy movida por mi intuición, por mi sentir... cuál

me pide que lo vuelva a ver. Respondió la muchacha.

La adulta exhalaba preocupada, no había que hacer, Gagui estaba encaprichada y ella

era muy seria con sus sentimientos.

—La única manera de que ambos vivan sus experiencias, es que Kassu sepa

que está dentro de un sueño, que él despierte. Confesó Yuuri, sin terminar de decir, que

era muy difícil hacer que una persona tome consciencia; pues sí no vivía el presente en

su vida diaria, ni se estudiaba a sí mismo, interna y externamente, de nada valía, ningún

esfuerzo o prueba, resultarían.

Gagui veía pesadumbre de su tía, misma que sin decir más, se levantaba y se marchaba.

Gagui veía de su ventanal, la tarde se despedía y atraía de la presencia de las primeras

estrellas, esas que brillaban acogiendo la congoja de Gagui, misma que veía también de

las personas que caminaban, de las parejas que se abrazaban y de las que igual a ella,

alzaban sus rostros y señalaban las nubes. Gagui, sonreía leve, nada era imposible, esta

lo sabía, sí uno le ponía esfuerzo a las cosas, todo saldría perfecto.

—Kassu despertará… Mencionaron sus labios aventureros. —Y no importa lo

que seamos, lo importante es él y yo, son los detalles y las sonrisas. Y Gagui reunía sus

manos, inhalando de la brisa, retrocedía, sus pasos le llevaban nuevamente a su cama,

sus cansados ojos y su agitada mente quedaban en silencio, escuchando solo del motor

de su corazón, aquel que poco a poco, le enajenaba, le perdía, le extasiaba.

Entonces, la muchacha se iba con su concentración hacia sus sueños, su alma salía de

nuevo y descubriendo de su realidad, despertando a ese nuevo mundo, Gagui veía de su

espejo, esta no demoró en lanzarse contra él y cruzar a su destino, a volver con Kassu.

Bueno bien, Gagui tocaba del piso, aun no controlaba sus mareos, esta se agarraba de un

poste cercano, daba un respiro a la vez que levantaba su mirada, cuál le presentaba de

un extraño paisaje, de flores hermosas pero llenas de espinas que la ahogaban, de lindas

montañas cuales a su alrededor eran llenas de nubes negras, de un gran Castillo, mismo

que desbordaba una tétrica aura. Gagui quedaba en la nada, abstraída de la situación, no

obstante, antes de siquiera pensar en algo, un fuerte grito se abalanzó sobre ella, más no

fue lo único que cayó, porque el peso de un cuerpo aplastó el de ella.

—¡Corra señorita!. Y el clamor llamaba su atención, Gagui era movida por el

aquel, por Kassu, mismo que corriendo con su vida, jalaba la mano de la perdida.

—¿De qué huimos, Kassu?. Preguntó Gagui insospechadamente.

Más, al rato de sus palabras, un fuerte rugido se alzó por un lado del Castillo de hadas,

este era un horrible dragón, sí un animal que tiraba fuego y amenazaba mortalmente. Un

vertebrado que identificaba totalmente a Gagui, misma que olvidando de su filosofía y

de su despertar, corriese aterrorizada junto con el valiente y serio Kassu, cuál le metía a

su escondite.

—¿Tu eres la ayudante que me ha mandado Kai?. Pregunta Kassu.

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Gagui le mira confundida. ¿Por qué le pasaban mil ocurrencias?. —No lo sé. Respondió,

con resentimiento; pues, era verdad lo dicho, Kassu no le reconocía, había olvidado todo

lo que habían vivido en experiencias anteriores.

—Bueno no te ves tan fuerte… empero te explicaré el plan. —Intervine Kassu.

—Debemos derribar al terrible Dragón, ir al Castillo y salvar a la princesa, esta que

está siendo cuidada por Kai, solo así, tendremos paz. Contó el cantante, bien metido en

su fantasía. Gagui entrecerraba sus ojos, veía a la feroz criatura ¿Matarla? Como le hará,

la joven solo temblaba de pensar que volvería a salir.

—Somos valientes ¿Verdad?. Animó Kassu con su sonrisa deslumbrante y

heroica, Gagui sonreía nerviosa, encogía sus brazos y asentía con horror. —Lo que uno

hace por la persona que estima.

Y ambos salían blandeando su honor y valor, Kassu empuñaba una espada, misma que

se alumbraba con los rayos del sol, aquel llamaba fuertemente al Dragón, aquel que con

su furia, se acercaba hacia vibrar el piso que sostenía a los joven.

—Esa espadita no lo matará, Kassu… estamos fritos. Pensó la chica, viendo

como la bestia absorbía del aire, aquel que en su interno, transformase en fuego, en esa

llamarada que lanzaba hacia los humanos. —¡Esto está mal!. Gritaba aquella.

Así, Gagui se lanzaba de lado a otro junto con el joven, cuál volvía a encararlo, más no

había que decir, esto era un suicidio, Kassu se lastimaba seriamente con cada arrebato

que al animal le daba, Gagui cada vez desesperaba más, ninguna arma que imaginaba,

por muy grande o explosiva que sea, parecía poder lastimar al titán de fuego, nada le

hacían, ni el agua servía.

—Tal vez resulte el cortarle la cola, amarrar sus pies y… —Kassu pensaba, su

sucio traje de noble se veía manchado ante las cortadas y suciedad. —¡Ya sé! Tú, chica,

serás la carnada, le despistarás mientras que yo intento cumplir mi plan. Determinó él.

Gagui se sobresaltaba, agarraba las manos del hombre a cuál miraba con energía.

—Esto es una locura, ya lo hemos intentado y míranos como estamos… es una

pesadilla, Kassu. Soltó la preocupada que intentaba curar los golpes de Kassu, empero,

su frase aun circulaba su mente, era verdad, esto no era real, era una sueño. Y Gagui se

miraba con Kassu, quién sin prestarle atención, regresaba su vista al dragón.

Y la chica se levantaba con furor, saltaba aliviada y sacudía a Kassu.

—Kassu ¡Esto es un sueño!. Gritó aquella, esta que dejase al otro boquiabierta,

sinceramente aquel pensaba que ella había perdido el rumbo, que estaba loca.

—El sufrimiento de la princesa no es una fantasía. Recriminó disgustado, más

Gagui se empinaba en sus ideas, hacía de todo para que el serio hombre le crea, desde

traspasar los muros, estirar irrealistamente sus dedos o su cabello, desde volar o hacerse

muy pequeña. Kassu se admiraba, más no admitía de la realidad.

—Sí tienes tantos poderes, porque no hechizas al Dragón. Exigió Kassu. La

joven suspiraba, ella no era una bruja.

—Solo sí despiertas, el Dragón se va a desaparecer, por qué debes vencerlo,

eres el dueño del sueño, yo no me puedo meter. Explicó Gagui, cuál solo denotaba de

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los inútiles intentos de Kassu, cuál aun al lograr lastimar al dragón, también conseguía

disminuir su vida y su tiempo dentro de aquel mundo.

Gagui ya no sabía qué hacer ni decir, a esta le tocaba pelear, haber sí en verdad podían

destruir a aquel gigante, por ello, ambos se lanzaron a la indecible lucha, con fuertes y

pesadas armas y con el corazón de héroes, cuál les brindaba la fuerza para acorralar a la

terrible bestia; sin embargo, entre los trajines de sus movimientos, Gagui caía entre las

garras del dragón, aquel que le aprisionaba fuerte contra el piso, no había caso, aun

cuando ella supiese que era un sueño, dentro de otro estaba. Y Kassu veía de la trágica

escena, aquel estiraba su mano queriendo ayudar a su compañera, más era imposible

para Gagui salirse de tal pesado obstáculo.

—Morirás como valiente. Murmuró Kassu viéndose impotente.

Gagui saltaba admirada. —¡Como me puedes decir eso! —Gritaba alterada. —No tengo

porque morir, tampoco quiero… no he publicado ni un libro. Angustiaba Gagui, esta

que tras su aflicción no podía imaginar nada que la salvase, ella solo gritaba, le exigía a

Kassu despertar, reflexionar sobre todo lo que le rodeaba. Kassu alzaba sus cejas, veía

de su alrededor, se enajenaba en los gritos de la princesa, quién pedía que la rescatasen.

—¿Desde cuando vemos en nuestra vida a un Dragón?. Interrogó Gagui.

—No mucho, la verdad son mitológicos. Respondió Kassu aun intentando con

dificultad, sacarla de abajo del animal. Gagui empezaba a sentir dolor, más continuaba.

—Ya en nuestros tiempos no hay castillos tan antiguos, ni princesas ambiguas

que piden socorro… esto es una pesadilla, Kassu. Murmuraba Gagui con esfuerzo.

Kassu veía la veracidad de lo dicho, poco a poco se arrodillaba ante ella, clavaba sus

ojos con los de esta, Kassu hundía sus labios, aun no estaba seguro, aquel sentía el sabor

amargo de sus heridas, de la adrenalina y la desesperación.

—No lo sé, señorita. Expresó el derrotado hombre, aquel que con entristecidos

ojos, acariciaba las manos de Gagui, misma que impactada, le rogaba que no se marche.

Sin embargo, entre los reclamos y discusiones, aparecía Kai, el hermano de Kassu, este

que con su ceño fruncido y de un gran carácter de mando, lanzase de una increíble

patada al imposible animal, así, logró que Gagui se libere. Y Kassu al igual que la otra,

se levantaban impresionados de la hazaña hecha por el misterioso Kai.

—¿Esta de broma? Él hizo lo que tú, ni con armas, pudiste. Susurró suave a la

vez que notaba que Kassu abrazaba fuertemente a su hermano, a cuál veía con rareza.

Más, era obvio que Gagui perciba que las cosas no terminan aquí, que el dragón volvía a

pararse y esta vez, mucho más enfurecido, dispuesto a eliminarlos. Entonces, ella daba

del grito y acto de alarma, cuál continuaba con un largo salto, para lanzarse a la carrera,

ya no se quedaría ahí, sí estaba en sus manos, viajaría con todos, a otro lugar. Empero,

Kassu no se quería mover, no hasta comprender lo que sucedía, hasta entender porque

su hermano estaba distinto, porque había cambiado su apariencia.

Gagui detenía sus pasos, sacudía nuevamente a Kassu, más aquel, la calmaba.

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—Kai ¿Desde cuando eres rubio? Tú no gustas de ello. Afirmó Kassu, Gagui

jalaba sus cabellos —¿Había tiempo para eso?— El suelo empezaba a temblar insistente

con cada acercamiento de la criatura, Gagui las veía negras.

Y Kai sonreía. —Yo no soy rubio, estás loco… eso solo pasaría al menos que sea una

pesadilla. Aseveró el baterista, este que hacia sobresaltar a Kassu, quién volviendo su

atención a Gagui, la agitaba constantemente. Kassu había determinado sus pensamientos

e ideas, la joven tenía razón, nada tenía coherencia, esto en realidad era un sueño.

—Señorita ¡Estamos en un sueño!. Clamó Kassu, sintiendo como tenía todo el

poder para desaparecer al terrible monstruo.

—Eso es lo que yo le dije durante todo el tiempo y llega Kai con cabellera

rubia y ¡oh! Es cierto… —Gagui golpeaba su frente. —¡Que vanidoso!.

—Se llama ser observador con su familia. Sonreía Kai, expresándole a Gagui

el ya haberla visto algunas veces. —Tú eres la chica del restaurante y del festejo.

Gagui asentía, se sorprendía de las habilidades de Kai.

Y así, todo regresaba a la calma, Kassu desaparecía al dragón, todo al quitarle su razón

de ser, al ver la lógica de las cosas, por ello todo se pintaba de armonía, las espinas se

hacían cenizas, dejando a las flores, deslizarse con el aire y el sol; las grandes montañas

se despejaban y enseñaban de sus verdes pastos. Gagui respiraba hondo, la batalla había

terminado y su felicidad se clavaba en que esta locura, sería recordada por ella, por Kai

y principalmente por Kassu.

—Bueno… vamos por la “Princesa”. Exclamó Kassu adelantándose hacia los

portones del Castillo, Gagui y Kai le seguían, estos intercambiaban palabras.

—Me ha parecido algo infantil… pero fue como estar dentro de una novela…

adoré este drama. Opinaba Gagui entre risas con Kai, quien compartía la sensación.

—Así es Kassu, es que este le gusta leer cuentos, mangas e historias de mucha

fantasía, es lógico que su psiquis se llene de ello. Confesaba Kai con aires de madurez,

Gagui entrecerraba sus ojos, ellos dos eran muy especiales. —¡Ay! Sí estuviese aquí la

enamoradiza de Elyel.—

Empero, lo que empezó como un ocurrido, lunático y fantástico momento, terminó cuál

fatal encuentro, con un sentir como el de recibir un balde de agua encima, quedarse fría,

congelada ante las circunstancias. Y es que en frente de los vibrantes ojos de Gagui, la

figura esbelta de una mujer abrazaba tiernamente a Kassu, a quién ¡Oh sorpresa! Fuese

su príncipe valeroso.

—¿Quién es ella?. Pensaba Gagui para sí. Todo a medida que la nueva fémina

se engancha apasionadamente de los labios de Kassu, aquel que no le ponía barreras,

este que le abría camino hacia su cándido corazón.

Y Gagui tragaba su amarga saliva ¿Qué sucedía? No debía afectarle, más era imposible

dejar de ver a aquellos dos, dejar de sentir esa punzada cruel que le daba su corazón.

—¿Es su enamorada?. Habló ella hacia Kai, intentando no demostrar mucho.

—Es su prometida, nuestros padres les unieron desde muy jóvenes. Contó Kai

con cierta serenidad, llevando una sonrisa a su rostro.

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Gagui asentía con falso regocijo, veía la felicidad de Kassu, sí él estaba bien ¿Por qué

compartir su dicha?. Y Kassu se hundía en los ojos de aquella doncella de largo cabello.

—Estaba tan preocupada por ti. Aclamó la novia.

—Yo solo pensaba en rescatarte. Respondió Kassu.

Gagui entrecerraba sus ojos con tristeza, con aquella sensación que la expulsaba de la

escena, que la llevaba a borrarse del mapa, a alejarse poco a poco de la figura de Kassu,

su querida ilusión.

—Tal vez… mi tía Yuuri tenía razón… ¿Qué lugar quiero ocupar? ¿Qué deseo

de él?. —Gagui entrecerraba sus ojos, cada vez la escena se veía más borrosa para ella,

cada vez, todo se iba esfumando. —Kassu… él no me corresponde. Y Gagui se iba, más

la sonrisa deslumbrante del joven quedaba en su mente, en su corazón y en la atmosfera.

CAPITULO 4: DESTINO PRODIGIOSO

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La tarde llegaba al grande estado de Halfworld, ahí donde estaba la mitad del mundo, el

inmenso museo que mostraba todas las tradiciones terrestres, que enseñaba de los ritos y

las costumbres de sus principales países, ahí donde también se había forjado la alianza

planetaria, por ende, había un monumento de los planetas, esta que era en la entrada de

la base espacial terrestre, ahí donde de vez en cuando, descendencia o ascendían naves

extraterrestres, trayendo comercio o tratados de información. No obstante, el sol rojo y

vespertino iluminaba también la iglesia cercana, donde turistas hacían de sus plegarias,

Halfworld era un lugar mágico. Empero, este mismo astro también daba su calor a los

locales centrales y a las casas norteñas y sureñas, ahí en aquella zona donde estaba el

departamento de Gagui, misma que salía a la calle junto con su familia.

—Bueno… ¿Y qué tipo de comida vamos a comer?. Mencionaba Elyel, esta

que se balanceaba a medida que la música surcaba su audición, aquella moneaba con las

llaves, daba largos pasos, adelantándose a los demás.

—Quiero comida china. Respondió Nine ocupado en las redes de su móvil.

—No, sí es comida asiática, yo prefiero el sushi o que tal un ramen. Dictó

Yuuri, esta que se enganchaba al brazo de su mediano hijo, mismo que ya le daba igual,

lo importante era comer.

—No me gusta comer afuera… Susurraba Gagui, quién en cambio era viendo

de las plantas y las mascotas que se lanzaban a los jardines. —No es tan saludable como

hacerlo en casa. Terminó. Elyel hacia una molesta mueca, mostraba su sarcástico rostro

hacia Gagui, esta no gustaba de la cocina.

—Mira, yo les invito de una buena comida, no critiques y acepta, ok.

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—Tranquila, era un comentario. Contestó Gagui, entrecruzando sus brazos,

desviando su mirada con estrés. La joven ya llevaba algunos días con aquella expresión,

con esa cara entre enojo y decepción, entre amargura y desconsuelo.

Y Yuuri le miraba de reojo, esta conocía el porqué de su actitud, sabía que se trataba de

Kassu, más no le diría ni a ella sola, ni en frente de nadie.

Entonces, los cuatro llegaban a su Sushi Bar acostumbrado, ahí donde entre deliciosos

jugos, postres y la tradicional gastronomía, se embelesaban con sus chistes, ocurrencias

y conversaciones. Elyel era el centro de atención, aquella con su fuerte voz, imitaba a

las mujeres que en el karaoke, se identificaban con tragedias, Nine se gozaba, aplaudía a

su madre, cuál siempre se quería destacar entre las otras adultas, empero, faltaba una y

esa marginada era Gagui, quién viéndose como extraña entre el grupo, miraba del cielo.

—Kassu… Susurraba para sí, anotando una que otra palabra en su servilleta,

alguna idea para su nueva novela, algún dibujo triste que refleje su interior.

Elyel sonreía junto con el rubio, pero no dejaba de lado la preocupación que sentía por

Gagui, a aquella, que en un momento de distracción, se le acercase amigable, con unos

jugos en la mano y con su blanca sonrisa en su rostro.

—Gagui ¿Qué tal?. La pelinegra se sentaba a su lado, golpeaba su espalda, le

mencionaba que le tenga confianza, cualquier problema, por duro que sea, le apoyaría.

Y más demoró Elyel en su testamento que Gagui hablando.

—Es Kassu, no sabía que tenía una prometida. Confesó Gagui con su mirada

perdida y enajenada. Elyel se admiraba de sus dichos. —¿Y eras su fan?. Dijo esta.

—Claro que no, yo no soy su fan, soy su amiga.

—Con más motivos, pues. Interrumpió Elyel.

—No es así, la amiga no puede conocer mucho a su compañero, pero ambos

comparten emociones, disgustos, peleas y aficiones, en las que se van conociendo, no

debe ser tan fácil, como leerte la biografía. Interpretó Gagui, Elyel hacia su mueca, más

despeinaba del cabello de la otra, no había porqué sentirse mal, hombres guapos había

donde sea, uno más, uno menos. Empero, Gagui suspiraba, era lo menos que quería oír.

—¿Cómo te diste cuenta? En los sueños… Hablaba Elyel con curiosidad.

—Sí, después de una aventura, ambos se besaron, entonces Kai me lo contó,

sus padres habían hecho la alianza entre estos. Indicaba Gagui, la pelinegra se pasmaba

de las historias de la otra, más al parecer empezaba a gustar de ellas, sin contar que las

comenzaba a aceptar.

—Bueno, ok… sí me dijeses lo mismo de Kai, me sentiría mal. Sonrió Elyel,

esta risa que fue transmitida hacia Gagui, cuál golpeando de su hombro, balanceaba su

rostro y su cabellera en son de pedir paciencia.

Y Gagui pedía disculpas a su tía, ya no cantaría con ella en el Karaoke, prefería salir a

caminar con Elyel, quién le proponía ir hacia el museo de Halfworld, al centro de aquel

estado; pues la pelinegra tenía unos cupones privados y quería canjearlos. Así, tomando

de un taxi, estas jóvenes con rostros más animados, empezaban a hablar, a comentarse

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de todas las últimas noticias sobre sus personajes preferidos, Elyel siempre tenía acceso

a todo, no se sabía cómo lo lograba.

—He escuchado que los “Kassu-s” están organizando un concierto aquí, en

la Tierra ¿No sería fabuloso ir a verlos?. Expresaba Elyel con felicidad.

—No lo sé, sí hay mucha gente no me gustaría ir, me da miedo las multitudes.

Conversó Gagui, aquella que se gana el chasqueo de Elyel, quién se arrimaba al asiento

del auto, viendo de las revistas que el transporte le ofrecía, ahí donde estaba en toda la

portada, la imagen de Teego, el cantante terrestre.

—Sabes he oído que Teego va a cantar con ellos, tres de sus singles y uno que

han hecho los tres juntos… ¡Sacrifícate! Debemos ir, yo te invito. Declaró Elyel, Gagui

sonreía, sentía que entre ellas había crecido una buena amistad.

Más, luego de casi una hora, cuando el reloj marcaba las cuatro de la tarde, estas chicas

llegaban a su destino, ambas bajándose del carro, se encaminaban a la entrada de la base

espacial, esa que era toda pintada de blanco, con banderas e imponentes honores, con

símbolos de paz y un gran sol tallado en el piso del interior. Gagui sacaba su móvil, esta

tomaba fotos a lo que le rodeaba, incluyendo a la vanidosa Elyel, cuál se interponía en

medio de todas. Y las señoritas saludaban a los uniformados, estos que les designaban

un guía, cuál les haría conocer los lugares a los que era accesible pasar.

—Esto es muy hermoso. Mencionaba Gagui entrando a la iglesia en donde solo

una cruz, símbolo del espacio matemático, se mostraba brillante entre las muchas velas.

—¿Es la primera vez que vienes?. Preguntaba Elyel, saliendo hacia donde, a lo

lejos, se veían los teleféricos, esta respiraba del aire puro. Gagui le seguía. —Sí, es la

primera visita que le doy a este lugar. Sonreía la castaña junto con el guía, mismo que

ahora les conducía a donde estaban las placas de los héroes que habían fallecido a través

de la absurda guerra, como también donde eran las estatuas de esos pacifistas que con

ese amor humanitario, establecieron los protocolos de paz.

Gagui se distraía notablemente, gustaba de la serena música de fondo, del buen olor que

en esas salas había, como de igual manera, de las preguntas algo necias de Elyel ante las

descripciones del guía, cuál contaba una reseña de lo ocurrido en esos tiempos.

—Es verdad… yo recuerdo que en la tierra, momentos de gran desesperación

pasamos por esa pelea. Dialogó Gagui, Elyel asentía, esta explicaba que ella era muy

pequeña, pero que levemente remembraba la preocupación de su padre, ambos estaban

dentro de las fuerzas Marcianas. —Esto era algo malo para ambos planetas. Dijo Elyel,

esta que se ganaba la atención del asesor, quién intercambiando ideas y determinaciones

con la pelinegra, se dio espacio, pidiendo de las disculpas necesarias; pues, él explicaba

que debía ir a dejar un informe y antes que se le pase la hora, no obstante, le mostraba a

las jóvenes de los últimos lugares que debían visitar. Las muchachas no le vieron algún

problema, estas aceptaron de su independencia asumiendo las responsabilidades.

Así, Elyel y Gagui caminaban entre los puentes que les dirigían a la galería externa del

museo, desde ahí donde, por casualidad, divisaron el aterrizaje privado de una gran nave

terrestre, esta que era recibida por algunos hombres y mujeres de buen vestir, esos que

con teléfono en mano, planificaban la salida del recién arribado.

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—Quién llegó… ¿El presidente?. Mencionó la burlona Elyel, aquella que sin

prestar tanta atención, al igual que Gagui, continuaba por los pasillos. Así, visitaban de

todas las atracciones del lugar, de sus boutiques de ropas regionales, compraban de

lindos recuerdos y comían uno que otro dulce.

Empero, no tan lejos de ellas, caminaba junto con aquel personal de antes, el joven que

pisaba nuevamente la tierra, ese que era conocido con el nombre de Teego, quién viendo

de su pacifica soledad, se diese espacio para contestar una de sus tantas llamadas. Y el

claro castaño se escapaba por los corredores aledaños, este saludaba a su familia, les

mencionaba que su gira había terminado, que estaba feliz de regresar para unas, aunque

cortas, vacaciones. —Claro, Mamá —Risas. —Te traje muchos vestidos. Afirmó Teego,

este que al arrimarse a la pared, insospechado e imperceptible, viese pasar a aquellas

dos chicas frente a él, tal vez, iban a tomar del mismo e único camino a la salida.

Y el destino obraba con sorpresa; pues, las chicas eran delante del quién continuaba con

sus pasos, estas que sin imaginarlo, se creaban una atmosfera de intimidad en la cual la

pelinegra Elyel presentaba de sus dudas, de sus preguntas sobre las raras costumbres

que poseía Yuuri.

—Es que ella es una bruja. —Contaba Gagui. —Mira, yo sé que ella se ve tal

como una lunática, pero es verdad, yo lo he comprobado, inclusive tú también… viste tu

cuerpo ahí durmiendo mientras que tu alma flotaba encima de él. Refería Gagui, esta

cuál se disponía a explicar, tal como lo hicieron con ella, a Elyel.

—¿Entonces en ese mundo puedes volar? ¡Es mentira!. Expresaba Elyel entre

risas, Gagui meneaba de su índice dedo, no era fantasía, era verdad, quizás una realidad

más real que la que vivimos despiertos.

—El astral es una dimensión en donde el alma tiene la gracia de conocer

muchas cosas, en donde puede estudiar y crecer tanto intelectual como espiritual, en

donde puedes aprender de los mismos maestros, en donde visitas lugares modernos o

antiguos, en donde el tiempo no es excusa, donde no hay limitaciones, claro que esto

tiene un precio y es el estar despierto, es decir, saber que es un sueño. Detalló Gagui,

Elyel se admiraba, llevaba sus manos a sus labios, no podía creer lo que escuchaba y no

era la única persona; pues, no hay que olvidar que el atónito Teego, caminaba detrás de

ellas, con una expresión casi indescriptible cercana al pasmo y a la incomprensión.

—Es tan increíble que me sorprende que no se conozca de ello. Dijo Elyel.

—Sí, lo mismo opino… más sabes, siento cierta vergüenza que sirviendo para

tanto este mundo, yo me dedique a divertirme en vez de, no sé, tal vez aprender de otros

escritores, preguntarles sí su vida también fue tan dura. Resumía la joven, esta que con

personalidad algo despistada, echase su móvil por los pisos, accidente que ocasionó que

ambas se detengan y por ende, girasen a tomar del aparato. Sin embargo, Elyel miraba

al enfrente, donde con asombro, reconoció a Teego, cuál tampoco cubría su figura. De

tal manera, un leve suspiro de emoción llamó la atención de Gagui, quién también vio al

cantante, mismo que colgando su llamada, extrañándose de tales rostros, sonriese.

—Hola que tal, chicas. Mencionaba el amable castaño claro.

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—¡Oh! Muy bien… por favor, regálanos una foto, Teego. Rogó Elyel, cuál al

notar el acercamiento de uno de los guardias, le pidió favor a este, así, los tres se unían,

con sonrisas y expresiones muy modernas, se echaban a la merced de los flashes. Teego

reía, les regalaba un beso sobre sus mejillas, mencionaba que le pasasen la foto; pues él

gustaba coleccionarlas, las pegaba en el mural de su cuarto. Y Elyel se emocionaba, le

imprimía una y se la entregaba, junto con sus nombres y deseos para con él, cuales eran

detrás del retrato.

—Son tan súper, gracias muchachas. Expresó el joven ídolo.

—Es todo lo contrario, debemos agradecer de tu amabilidad. Exaltó Gagui,

sin siquiera pensar en lo que creía este chico de ellas, en que a este le parecía interesante

tener la foto de dos mujeres tan raras. —Yo colecciono rarezas. Pensaba Teego. Más,

como el tiempo no era eterno, aquel estaba de apuro, debía ir a su casa, entonces con

tacto y candidez, el hombre se despedía de las jóvenes, con abrazos y buenos deseos, así

aquel se marchaba junto con todo su personal, con aquellos que agradecían el hecho de

que adelantasen secretamente su viaje; pues, de no ser así, muchas fans rodearían el

aeropuerto espacial.

—Súper que genial, Gagui. Saltaba la alegre Elyel.

—Hoy hemos tenido una suerte única. Expresó Gagui, misma que abría la

puerta de salida, ahí donde veía por última vez, al nombrado Teego, cuál se subía dentro

de su limosina.

Así, en consecuencia de que su paseo hubiese terminado, ambas jóvenes tomaban de un

taxi, este que tras las mismas calles, le regresaban hacia el sur de Halfworld. Y las risas

como las pláticas no terminan, Elyel mencionaba a Gagui el enseñarle su habitación, en

donde coleccionaba de posters y dibujos, hechos por ella misma, de Kai. Gagui sonreía,

mencionaba lo divertido que sería ver aquello, empero, aun en sus emociones, ambas

debían admitir que tal paseo y encuentro, la dejaban poco a poco sin fuerza, por ello,

opacando sus palabras, sus ojos se asomaban hacia el recorrido del auto, una hacia las

personas y tiendas, Gagui hacia los árboles y el cielo.

Sin embargo, no tardaron en que el chofer les despierte, expresándole haber llegado a su

destino, las jóvenes agradecieron y pagando de su servicio, saludaron al portero y dentro

del ascender, subieron a su departamento, cuál para admiración de ambas, sus puertas

estaban abiertas. Gagui miraba a Elyel, cuál veía de la hora, eran las seis de la tarde de

un día miércoles, horario en el que, a decir verdad, siempre se salía, sea al Karaoke, a

hacer tareas o pasear.

—De seguro que hay visitas. Mencionó Elyel pasando hacia el recibidor, cuál

era repleto de personas desconocidas, estas que con tickets en manos, se hacían llamar

clientela. Y Gagui les veía de igual manera, más sin preguntar nada; pues, ya imaginaba

lo que pasaba allí, iría a su habitación, jalando de la mano de Elyel. No obstante, antes

de cualquier movimiento, las personas se alzaron contra ellas, las obligaban sin siquiera

escuchar sus excusas, a que formen fila, a que respeten el turno.

—Pero… —Elyel era metida entre la gente. —¿Para qué es la fila?. Preguntó.

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—Es para saber que depara nuestro destino, venimos por la Maga Yuu. Dijo

uno de los hombres amables, este que sonreía hacia Gagui, cuál también se involucraba.

—Ya lo veía venir, así que este es el horario del trabajo de Yuuri, ya veo cómo

es que tiene plata. —Gagui ve hacia adelante. —Hay mucha gente.

—Ok, está bueno, pero necesitamos ir a nuestras habitaciones. Señaló Elyel

sin prestar tanta atención a lo ocurrido, ella volvía a salir de la fila, junto con Gagui.

—Necesito ir a escribir, además de descansar. Respondió la castaña, abriendo

camino para las escaleras, más toda acción era imposible de realizar, la gente no las

dejaban moverse y en un abrir y cerrar de ojos, todo se convirtió en caos, en una lluvia

de gritos, reclamos y empujes.

Así, fueron los mismos empujones los que hicieron que las muchachas, como las olas

del mar, naveguen de lado a otro, lanzadas por los de la derecha y los de la izquierda,

sin rumbo fijo a sus decisiones. Gagui se veía ante el tumulto por los pisos, la presión

era basta y en un instante de desequilibrio corporal, la castaña no obtuvo más, que caer

sobre una tolda, ahí donde junto con Elyel, atestiguaron de la figura mística y mágica de

Hermes, el gato negro, que era encima de la mesa, lugar en donde las manos de Yuuri se

sostenían, barajando de sus cartas de la suerte.

Gagui miraba a su tía, esta era vestida tal como una gitana, un olor agradable marcaba

del ambiente, de esa casilla prepuesta de la nada, de todo el escenario improvisado.

—¿Quieren saber su suerte señoritas?. Mencionaron los seductores labios de

Yuuri, esta que siquiera les veía.

Elyel chocaba miradas con Gagui, era lógico determinar que su tía era profesional y que

además, parecía estar en una especie de trance.

—Bueno, adivina Yuu. Respondió la pelinegra. Yuuri sonreía, esta tiraba todas

sus cartas sobre la mesa, mencionaba que cada una, escoja tres, cualquier de ellas, para

así poder leer lo que les deparaba el futuro. Las jóvenes no demoran en hacer lo dicho,

sin nada de interés, giraron las cartas y con ello, los ojos de Yuuri se entreabrieron.

—Tu, la pelinegra, eres estudiante y siempre andas buscando de algo que

llene tu vida, de hacer lo que adores… sinceramente la profesión que has escogido no

te ayudará mucho, al final terminarás abandonándola; pues, hay un profesor… —Yuuri

cierra sus ojos y se concentra. —Ese te dejará de materia.

Elyel hacia una pesada mueca, esta clavaba sus ojos en el Tarot, sonaba sus dedos, no le

creía del todo, pero conocía que había un docente que le sacaba canas verdes, que era

muy injusto con ella. —¿Qué más hay?. Intervino Elyel con curiosidad.

—En la salud, haces mucho ejercicio y te cuidas, no veo nada malo… pero en

el amor… conocerás a quién por tanto tiempo has suspirado, Venus te sonríe y está de

tu lado, aquel hombre es extranjero y viene de lo lejos, amante de las artes. Habló la

mujer recogiendo sus cartas, suspirando fuerte, enajenándose en su interior, aun sus ojos

se veían cerrados, dispuesta a interpretar la suerte de Gagui, quién algo nerviosa, llevaba

sus dedos entrecruzados, a sus labios.

—Ahora veo frente a mí, a una castaña… ¡Oh! en lo laboral no te va nada

bien, ya nadie cree en ti, muchos te dicen que cambies, pero tú eres terca y fuerte, niña

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sigue así, veo que pronto el triunfo llegará a ti… —Yuuri pasa su mano por la segunda

carta elegida. —Venus, también te sonríe, ella busca de Marte… y que coincidencia que

de allí, vendrá un hombre, aquel con el que llevas lazos de estrecha amistad, más he de

pronosticarte algo, que las cosas no serán tan fáciles… empero, el destino los tiene a

ambos juntos. —Yuuri suspira. —A los cuatro, tú estarás siempre junto a Elyel, ambas

verán a esos dos, estos son familia…

Gagui sentía fuertemente el latido de su corazón, sabía a quién se estaban refiriendo, era

de Kassu y de Kai, por ello, volteaba con admiración hacia Elyel, quién llevaba una cara

de no creérselo.

—¿!Estas bromeando con nosotras, Yuuri!?. Entonces, la exaltada Elyel, se

dio a gritos, mismos que rompieron la concentración de la bruja, cuál se vio frente a sus

dos conocidas. Yuuri se asombraba de ello.

—¿¡Qué hacen aquí!? ¡Ah, Claro! Tenía que ser, yo hablando de esos dos y

ustedes frente a mí… era de suponerse. —Yuuri golpea su cabeza. —Yo no sé… ustedes

me deben de pagar… ¡No acepto nada que no sea el dinero!. Reclamó la adulta, Elyel

suspiraba, sacaba su billetera y le lanzaba un billete, algo que ofendió a la otra, cuál le

mencionaba que solo por una, le faltaba unos dos más de esos. Elyel saltó, no estaba con

la predisposición de hacerlo.

—Solo por decirnos mentiras, no, yo tengo en que ocupar mi dinero. Dijo ella

al tiempo que Gagui se disculpaba, esta no tenía como pagarle tal cantidad, más le daba

las gracias, Gagui sí confiaba en las predicciones de su familiar. Y tal acto, de cierta

manera manipulador, hizo que Yuuri baje sus humos, aquella levantaba y les abrazaba

de lado, sus misteriosos ojos se clavaban sobre ambas.

—Ustedes se podrán reunir con ellos, más Gagui, tal encuentro te ocasionará

algunos problemas, tanto con tu alrededor como con el interior de este muchacho…

más, eres su amiga y él te necesita, creo que sabrás a lo que me refiero, cuídate de

todas maneras. Mencionó Yuuri volviendo a afirmar hacia la sorprendida Elyel que sus

frases eran verídicas y que tragaría de su escepticismo. La pelinegra desviaba su mirar

con enajenamiento. ¿Podía ser cierto? Elyel estaba dispuesta a solo esperar.

No obstante, Elyel terminaría con la escena; pues, también los gritos de la clientela a sus

afueras, les apuraba, les exigían que salgan, así, Elyel con cierto disgusto, cargó entre

sus brazos a Hermes, su gato, con el cuál la bruja hacia sus trabajos.

—¡No te lo lleves!. Gritó Yuuri saliendo tras ella.

—¡Dejen en paz a mi gato!. Respondió furiosa, abriéndose temeraria, camino

entre las personas, espacio que Gagui también aprovechó para subir y entrar a su cuarto.

Bueno bien, Gagui estaba alegre, esta cerraba su puerta y con rápidos pasos, se lanzaba

a la cama, desde ahí veía su ventana, veía de las estrellas que empezaban a salir; pues, el

reloj ya sonaba con las ocho de la noche, sonaba con ese sonidito sonoro y melodioso,

con esa musiquita que solo transmitía paz y serenidad a Gagui, cuál obviando su laptop,

se entregaba a un descanso. Y Gagui jugaba con sus amuletos, con su collar de estrella,

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cuál lo cruzaba entre sus dedos y lo tiraba por los aires, la castaña sonreía, ciertamente

todo lo que su tía le había dicho, era complaciente para ella.

—No dejaré mis sueños… yo seré una gran escritora, es mi vocación… quiero

animar a las almas, aportar a la felicidad y a la imaginación con mis ideas. —Gagui se

abrazaba a sí mismo. —Dios, sé que siempre ayudas a las personas que admiran todo

lo que creas… sí algo me ha de funcionar, es gracias a ti. La chica se estiraba, poco a

poco sus ojos se cerraban, sus pies le pedían recuperarse al igual que cada parte de su

cuerpo. Así, Gagui ocultaba su iris tras la oscuridad, su corazón era su canción de cuna,

cuál se unía al cantar de esta, mismo que constaba en una leve mantralización, misma

que con un suspiro profundo, llevó su alma, su conciencia hacia aquel mundo del Astral,

al mundo de los sueños.

Y Gagui entreabría sus ojos dentro de su habitación, esta peinaba su cabello hacia atrás

con algo de serenidad, veía su cuerpo durmiente, este que era rodeado de una energía,

misma que era la encargada de reparar el físico. No obstante, la joven era pronta a salir,

¡Quién sabe! hacia Marte, empero, antes de dar un paso, una voz masculina le detuvo,

Gagui no estaba sola dentro de su recamara.

—Hola, te he venido a ver. Dijeron los labios del cobrizo, del sereno pero a la

vez seductor Kassu, cuál sin esperar, se levantase del sillón de la esquina y se avecinase

hacia la sorprendida Gagui.

—¿Estás dentro de mi cuarto?. Preguntó abstraída.

—Bueno… digamos que supe que era un sueño y me dije a mi mismo, antes de

cruzar la puerta que quería verte y mi portón me trajo al tuyo. Sonríe, él mencionaba

que esperaba con ansias a que se durmiese para así, ella levantase dentro de su mundo

privado, ahí donde Kassu era un ídolo, donde no habían cámaras que le vigilasen, donde

podía caminar libremente donde sea. —Quería conocer más la Tierra, ¿Serás mi guía?.

Añadió el muchacho, aquel que saliendo de la casa junto con Gagui, caminasen por las

calles, aquellas que les llevaron a los más lindos lugares del centro, más la joven no se

olvidaría de enseñarle a su querido Kassu sobre su lugar favorito, sobre el parque de los

lagos, ese que visitaba con cotidianidad.

Kassu se sentaba encima del verde césped, escuchaba de una suave melodía que llenaba

sus oídos, él respiraba hondo, veía de los árboles y de las coloridas flores, aquellas que

bailaban con la brisa, ambos estaban felices, Gagui le enseñaba de sus costumbres, está

siempre le cantaba a la naturaleza, era una de las cosas que tanto admiraba.

—¿En verdad haces eso?. Preguntó el curioso y admirado Kassu.

Gagui sonreía divertida. —Sí, entono lo que salga de mi interior. Respondió la chica.

Y el joven entrecerraba sus ojos cautivados, él le seguía entre su composición, esto era

un rato muy ameno y entretenido. No obstante, Kassu también quería demostrar a Gagui

de su lugar favorito, así que luego de unos instantes, estos se echaron con increíble salto

hacia los cielos, ahí donde volando sobre las nubes, llegaron a un límite, semejante a un

hilo que cruzaba con toda la anchura, ese que al pasar, les transportó a las puertas de la

capital de Marte.

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Así, aquellos pasaron del ensueño de Gagui al de Kassu, del mundo psicológico de la

joven al del hombre.

Entonces, Kassu y Gagui se veían también frente a un parque, el hombre le mencionaba

que aquí venia siempre a practicar deporte, que desde pequeño, este parque compartió

sus alegrías y tristezas, que a veces solía reunirse allí con su familia para así, darse un

espacio de sus ajetreadas tareas. Gagui era muy sentimental y tales palabras, llegaban a

su delicado corazón, para ella la familia era lo más importante.

—Imagino los momentos tan preciados que tienes aquí. Habló la joven.

—Sí, venga vamos a jugar, además hay un picnic esperándonos. Invitó el otro,

cuál echando sus rápidas pisadas encima del césped, saltase hacia la cancha, ahí jugaba

de muchos deportes con Gagui, desde béisbol hasta futbol, todo mientras continuaban la

charla, esa en donde Kassu confesaba ya recordar a Gagui, como la mesera, como la

inexperta maquillista y como la heroína que lo salvase.

Gagui sonreía, también remembraba de esos locos momentos, más esta era clavada en

ganar el juego, así que sin esperar, aprovechando la distracción de Kassu, se lanzó

encima de él y metiendo el punto, logró su sobre-esforzado triunfo. El hombre admirado

la quedó viendo, Gagui saltaba, Más él solo encogía sus hombros regalando otra sonrisa.

—Ok, me ganaste. Mencionaba Kassu, entrecruzando sus dedos, omitiendo el

decir la verdad, que este la había dejado vencerle.

—No soy tan buena en los deportes, pero soy competitiva. Dijo la chica, quién

cansada, se sentaba sobre el mantel, ahí donde era puesta la comida, esa que al igual que

Kassu, empezó a degustar. Deliciosos emparedados eran bañados en una agridulce salsa,

uvas y manzanas, un colorido jugo de cítricos y algunos que otros snacks, todo esto era

lo que consistía su picnic.

—Los sanduches los ha preparado Kai. Contaba Kassu con alegría.

—Es bueno en la cocina ¿No?. Indicaba Gagui, el otro asentía, además que

citaba que luego de la comida debían irlo a ver, Kai había ido a estudiar y pronto sus

clases terminarían. —Me mencionaba que había oído que aquí podía tomar clases de

temas especiales… y ahora recibe clases con alguien que en vida siempre admiro. Dijo

Kassu continuando con su lunch, Gagui aseveraba su dicho.

—Deberíamos hacer lo mismo ¿Verdad?. Sugirió Gagui entre risas.

—No lo sé… yo tomo clases con mi ídolo de canto, pero también me encanta

la historia, me gustaría aprender más sobre antropología. Discutía Kassu, Gagui le oía,

esta expresaba que su Tía también estudiaba de ello con un reconocido maestro.

—Bueno, mañana veo eso. Determinó el joven.

Y así, después de comer, ambos salían del parque con dirección al centro de Marte, a la

ciudad de Tanio, donde también estaban sus históricas ruinas, esas que los Marcianos

contasen haberse hecho con ayuda de extraterrestres. No obstante, Kassu andaba por las

largas calles, Gagui veía de todos los locales, de las luces que empezaban a prenderse y

de los luceros que por encima de ellos, latían fuertemente.

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—Kai está en la siguiente calle. Refirió Kassu perdiéndose entre las películas

que se estrenaban en un cine cercano, Gagui también veía, ella saltaba al ver que en la

cartelera, había una que en el físico recién se estaba filmando. Kassu, admirado, sonreía.

Empero, entre las risas y el acercamiento, los ojos cafés de Kassu denotaba que entre las

personas que salían del cinema, caminaba una mujer familiar, aquella bien agarrada del

brazo de otro hombre, besaba su mejilla de manera muy romántica. Kassu clavaba de su

atención, distraídamente, se adelantaba a Gagui. —No podía ser. —Era su novia, esta

que sus padres hubiesen escogido desde temprana edad, ¿Ahora qué? Ella era con otro

hombre y aquel, era un artista conocido de Venus.

—¿Kassu?. Y Gagui se volteaba, esta veía la espalda del hombre, aquel que

congelado, presenciaba de ese amargo beso de los externos, de esa angustiosa traición.

Kassu no soportaba sus propios instintos igual que su apesadumbrada tristeza interior,

este quería explicaciones, así que aquel sin dudar en sus pasos, fue hacia su prometida,

misma que al verle, quedase quieta, en pasmo al ser descubierta.

—¿Puedo saber que está pasando aquí?. Interrogó Kassu ganándose la vista

del Venusto, quién regresando su mirar a su también novia, le jaló leve, con la intención

de ignorar al cantante ofendido. Más, Kassu detuvo a la fémina, Gagui temblaba, temía

por que Kassu se vea envuelto en una pelea, esta que tras las palabras, se veía venir.

—¡Quiero que me lo digas! ¿Por qué hiciste eso?. Reclamó el disgustado, que

por mucha rabia, no perdía el tono de cortesía y serenidad ante la mujer, quién al notarse

encerrada, en las acusaciones y preguntas de Kassu, se echó a hablar.

—¡No te quiero, Kassu!. Gritó la joven. El adulto se pasmo de su dicho, aquel

quedaba en silencio, desviaba su atención por detrás de él, donde encontró a Gagui, cuál

con cara de angustia, apretaba sus dedos entre sí.

—¿Lo que dices ahora, es verdad?. Preguntó Kassu con la disposición de ya

retirarse de aquel lugar, la mujer levantaba sus tristones ojos hacia él, asentía su rostro.

—No era nuestro, esto era de nuestros padres… no me odies, Kassu.

—Siempre te mostré sinceridad, lo mínimo era que me lo digas… ¿Cómo no

odiarte? Empero… no soy así. —Kassu se da la vuelta con ojos resentidos. —Creo que

está de más decir que esto terminó. Culminó el hombre, mismo que haciéndole señas a

Gagui, saliesen del cinema.

Así, la muchacha presenciaba de la filosa y amarga melancolía que el hombre cargaba

encima de sus hombros, esta que pintaba sus lindos y rasgados ojos de un sombrío gris.

—Recuerda que esto es un sueño, Kassu… no es real. Intentó consolarlo.

Kassu le miraba de reojo. —Yo sé que es este lugar y sé que me muestra lo que es…

Gagui entrecerraba sus ojos, suspiraba hondo, era preferible quedarse callada. Y así fue

durante toda la caminata que duró hasta llegar a casa, ahí donde Kassu le pidiese que le

dejase, ahí donde también le agradecía su compañía; pues, quién sabe de qué era capaz.

—Yo conozco a ese tipo, ella me hablaba mucho de él. Comentó Kassu al rato

que metía sus llaves en la cerradura, aquel entraba, sonreía algo taciturno.

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—De igual manera, el astral nos muestra también de nuestras vaguedades, es

bueno que antes de cualquier cosa, lo confirmes cuando despierte tu cuerpo. Sugirió la

joven, esta que dándole un abrazo, se despidiese de aquel.

Y la muchacha retrocedía, sentía una espina en su corazón, como le dolía ver a su amigo

tan adolorido, ella prefería que su novia le besase y le consienta, antes de que le de este

gran espectáculo.

—Voy a despertar mi cuerpo, yo regresaré... después de todo, en Tanio es de

tarde y mi Manager me espera. Señaló Kassu antes de cerrar la puerta.

—Que mejoré tu día. Despidió Gagui, dándose la vuelta, escuchando como la

puerta se cerraba fríamente a sus espaldas. —Cómo fue que algo tan bonito se convirtió

en un día tan horrible. Susurraron sus labios junto con su mirada de intriga, cuál veía de

ese cielo, de esa estrellada bóveda que acogía con las alegrías, con las tristezas, con las

paciencias y angustias, no solo de ella ni de Kassu, sino de todos los seres que vivían

bajo su regencia.

Entonces, Gagui suspiraba honda y cansada, ella estaba lista para regresar también a su

casa y despertarse, así no demoró, desapareció totalmente de Marte, de los ausentes ojos

de Kassu, cuál tampoco estaba en aquel mundo, solo los ámbar ojos de Kai se colgaban

de la escena, este era encima del techo de su casa, junto con una sonrisa serena, lejos del

resentimiento y del dolor, este solo presenciaba lo que sucedía.

—Mira como resultan las cosas… la vida es tal como una rueda de la fortuna,

en la que a veces ganas o en la que a veces pierdes, que te tocará a ti, Gagui. Sonreía el

misterioso Kai, entrecerrando sus ojos, también desaparecía del mundo de los sueños.

CAPITULO 5: MI AMIGA LEJANA.

……………………...................... Ж……………………………….……..

Y los días pasaban convirtiéndose en una semana, Kassu no cambiaba de humor, aquel

no salía de su habitación, enajenado y distraído se encontraba entre sus cuatro paredes,

él tampoco quería comer, ni ver TV ni leer libros o revistas, aquel había entrado en una

crisis, no podemos decir emocional, porque más bien, Kassu se le veía tranquilo y en

suma reflexión. Así, regresaba otro nuevo día dentro de Marte, el sol alumbraba toda la

atmosfera, todas las esculturas inspiradoras, las catedrales, las casas y de igual manera,

toda la fuerza espacial, zona mediterránea, cercana a donde vivía Kassu, este que tenía

tal privilegio, gracias a que su padre era un conocido piloto. No obstante, el resplandor

también despertaba con los habitantes, llenándolos de vitalidad y energía.

Por ello, asomando sus ámbares ojos por el ventanal, el carismático Kai se abstraía por

segundos, en estos en cuales limpiaba su frente dando un respiro, terminaba de preparar

la comida justo a tiempo y siempre a la hora acostumbrada, entonces, de tal manera, se

daba espacio para ir a levantar a su perezoso hermano. Kai ya lo veía suficiente, Kassu

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comería el día de hoy, así sea obligado, como también, le hablaría sobre lo que pasaba,

aun cuando Kai ya supiese, por su cuenta, del asunto.

—No puede ponerse en ese estado por su novia… mujeres hay muchas. Pensó

al momento de subir las escaleras, continuar al pasillo y tocar tres veces la puerta, esta

era una señal de cortesía, para luego, aun sin respuesta, pasar.

Y la habitación se veía oscura, tétrica, más Kai no tenía temor, aquel prosiguió hasta las

ventanas, cuales abrió de par en par, lanzando de los fuertes rayos solares a la cara de su

molesto familiar, este que se cubría con las sabanas.

—Ya es hora de que te levantes, el desayuno te espera… —Kai jalaba de las

sabanas, las doblaba y las ponía sobre la cama. —Sin contar que hoy tenemos un acto en

uno de los complejos de Tanio, es segundo más grande… debemos dar lo mejor de nos

y obviamente, eso empieza con despertarse temprano. Aconsejó Kai ordenando todo lo

que veía a su alrededor, viendo también de reojo, a Kassu, cuál con cierto mal humor, se

encaminaba al baño, ahí desde donde le hablaba.

—Yo no quiero ir a ese concierto. Determinó con seca voz.

Kai se asombraba, casi que dejaba caer las revistas que llevaba entre sus manos.

—No puedes decir eso, el Manager ha luchado mucho para obtener de este

contrato, no puede ser tan difícil por lo que estás pasando… ¡Kassu! Es un concierto y

eso es laboral, no lo podemos mezclar. Exclamó el ahora disgustado Kai, quién tocando

fuertemente la puerta de su hermano, le obligaba a salir. Kassu lavaba sus dientes, más

le abrió y mostró su pesado semblante. Kai encaraba a su pariente.

—No sé Kai, no te metas… solo no me siento bien para pararme y cantar, así,

para hacer el ridículo, es mejor no salir… postúlalo para otro día. Habló Kassu, cuál

sin darle importancia, revisaba su armario.

—¿Para otro día? Imposible de ti, Kassu… —Kai golpea su hombro. —Dime

que te pasa, que es lo que te aflige. Mencionó apacigüe pero molesta voz del baterista.

Kassu chasqueaba sus labios, entrecerraba sus ojos y contemplaba del violáceo y celeste

cielo marciano, de sus sin número de naves que surcaban las nubes, de los pájaros que

cantaban cerca de los muchos árboles coloridos. Kassu sabía que ya no podía seguir así.

—Es mi novia… —Murmuró, lo suficientemente alto para ser oído. —Ella me

engañó, no me quiso y nunca me lo dijo… me pone pensativo el imaginar porque no lo

hizo, porque se guardó lo que tanto deseaba gritar. ¿Miedo? ¿Deshonra? O tal vez,

solo deseaba jugar de dos. Kassu suspiraba, veía a los niños que saltaban y reían, todos

en medio de sus juegos infantiles, parecía recordarle, que hace muchos años atrás, él y

su novia hacían lo mismo. —A veces no sé si “madurar” es lo peor que hace el hombre.

Kai compartía su vista, hundía sus labios, abrazaba a su hermano de lado.

—Madurar no es agrandarse, es ser consciente de las cosas que hacemos, es

ser jueces no de las decisiones ajenas, sino de las propias, al igual que de nuestros

sentires, madurar es ser aptos para tomar las riendas nuestra vida. Recitó Kai, al rato

que no callaba al hablar de la novia de Kassu, Kai mencionaba que era mejor olvidarla y

no guardar resentimiento, preferible que no estén juntos; pues prueba de ello, era que la

misma vida se encargó de separarlos.

—Mira que de tan grande que es Tanio, te la encuentras con su otra pareja.

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—Ni lo menciones, me moría de vergüenza. Kassu se cambiaba de vestuario,

se estiraba nuevamente, calentaba su cuerpo con ejercicios matutinos. Más, el otro iba

hacia la puerta, le mencionaba esperarlo abajo para desayunar como también, para oír

de su determinación con respecto al concierto vespertino. Kassu asintió.

—Date cuenta Kassu, que el amor sobra en este mundo. Opinó el baterista.

—¿Pero qué clase de amor? Pasajeros no deseo. Dijo el cobrizo tomando su

móvil y continuando los pasos de su allegado.

—Lo que es pasajero no es amor, Kassu... pero, dime ¿Cómo te enteraste de

la traición de tu prometida?. Preguntó Kai a medida que regresaban hacia el comedor.

—No me vas a creer, pero lo supe en un sueño… —Kassu se peinaba. —Dirás

que no es algo seguro, pero lo siento en mi corazón, como si fuese intuición.

Kai reía. —Yo creo más lo que veo en mis ensueños que lo que veo en la vida cotidiana,

cuando estoy despierto, siento que la realidad es aquella que veo con el alma y no con

el cuerpo… en fin, yo sí te voy a creer… Mencionó el baterista, Kassu quedaba intrigado

junto a sus ideas flotando en su cabeza, más que se iba a imaginar que su hermano era

un hombre cuya habilidad, era estar despierto en los sueños.

Kai se sentaba, dejaba de lado la plática y daba gracias por la comida que degustarían,

de igual manera, lo hizo Kassu, ambos en un rato de mística, en donde parecía a Kassu

recordarle de las extrañas costumbres de Gagui, su ficticio personaje de ensueños.

—Gracias Kai. Agradeció Kassu dando, después de casi tres días, un grande y

buen bocado a su estómago. Kai se burlaba levemente, comenzaba también a comer de

todos los manjares que este mismo había preparado, los alimentos en manos de Kai, se

convertían en un banquete.

No obstante, entre el corto silencio que se desplazaba al digerir, Kassu daba un sorbo a

su jugo y se dirigía a Kai.

—Sí voy a ir al concierto… ¡Cuanto lo siento! Debes entender a tu hermanito

menor. —Risas. —Bueno… sí es así, debemos apresurarnos. Respondió Kai.

……………………………………………………………………………………………

Entonces, todo empezó a andar rápidamente, las presuras iban de la mano con la

emoción y la organización, los veloces pasos de Kassu y de Kai iban fuera de casa, entre

las muchas calles como también por adentro de los autos, sus ojos, con el transcurrir del

tiempo se adentraban en los de su Manager, aquel hombre que les mostraba el escenario

en donde cantarían, cuál les ordenaba las canciones que cantarían, mismo cuál ajustaba

detalles tales como vestuario, maquillaje, bailarines, en fin, toda una tarde de intenso

trabajo. Kassu practicaba una y otra vez junto a la batería de Kai, aquel que alegre, daba

un sin número de gritos excitados. —¡Que se podía hacer! Kai amaba tocar y Kassu

adoraba cantar.— Y los flashes aun fuera de escena empezaban a llegar, personas con

suma curiosidades comenzaban a guindarse entre las puertas, los corazones inquietos

rogaban porque ya sea la hora, mucho faltaba y la adrenalina estaba por los aires.

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Y Kassu bailaba seductoramente, se adentraba en la hermosa letra de su canción, su

mirar se perdía entre las luces de mil colores, estas que le enfocaban junto con Kai,

quién para qué hablar, había creado y dirigido todo el escenario.

—Esto ha sido fabuloso. Determinaba el Manager saltando de la felicidad, al

igual que todo el personal de apoyo. Kassu se reía abiertamente, abrazaba a Kai.

—Sí y esto es gracias a todos ustedes, juntos somos el grupo perfecto. Admiró

el joven cobrizo, quién se sorprendía de ver como en un abrir y cerrar de ojos, la tarde

les había caído, allí solo faltaba ir a comer, regresar y prepararse para uno más de sus

grandes eventos. Kai se estiraba, se quitaba su camisa e iba hacia el baño, todo se veía

envuelto en una vibra de amistad y ocurrencias; pues, los chistes del Manager nunca se

callaban y las risas de Kai intensificaban cualquier palabra.

—Vamos que el hombre que perdió su camisa se va a bañar… dejémoslo y nos

comemos su almuerzo. —Risas. —¿¡Qué es cierto!?. Disponía el Manager.

—¡No! Espérenme por favor… muero de hambre. Respondía Kai apurándose.

Kassu se sentaba a tomar agua, quemaba el tiempo ojeando una que otra revista, como

de igual manera, inspeccionando los planos del concierto, que nada se les quede zafado.

—Esto será dinamita. Exclamó el Manager golpeando la espalda de Kassu.

—¡Vaya que lo creo!. —Kassu guiña su ojo. —Todo ve tan genial. Respondió.

Si bien, algún día tuvo que salir Kai del baño, todo el personal fue a un restaurante

cercano, no comerían mucho, dejarían espacio para el súper festejo que harían luego del

esperado número de ambos artistas, por ello, tampoco tardaron, estos pidieron ciertos

aperitivos y sodas, cuales tomando de manera ciertamente apurada, les hizo regresar a

su zona de trabajo, ahí donde Kassu y Kai se sentaban en una silla, a ser maquillados y

peinados, escuchando desde allí como las fanáticas que llegaban al auditorio, alzaban

sus gritos, llamándolos y elogiándolos.

—Kassu, suerte. Susurraron los labios de Kai, este que le veía por el espejo.

—Junto a ti, la suerte me acompaña, Kai. Respondió Kassu, quién llevando de

varias trenzas en su cabello, se levantaba para acomodar sus últimos detalles de la ropa,

sin contar de los aparatos auditivos y sonoros, micrófonos y cámaras.

Kassu agradecía y caminando por el pasillo, daba su último sorbo a su botella de agua,

veía a su espalda, Kai era con sus baquetas practicando en el aire, una sonrisa surcaba

por ambos rostros, ellos estaban listos para salir, no sin antes, hacer del acostumbrado

silencio, de esa plegaria en la que se unían todo el staff.

—Danos inspiración, damos fuerza… —Silencio de todos. —Y ¡Vamos por

ello, muchachos!. Gritaron al unísono, Kassu chasqueaba sus labios con euforia, Kai

trotaba entre calurosos saltos. El evento se abría y con las figuras de aquellos artistas

sobre la tarima, la gente gritaba y aplaudía.

—Para que hablar de ello.— Todo fue un éxito, Kassu y Kai habían hecho un impecable

trabajo, sus rostros se levantaban con orgullo, sus agradecimientos salían de sus felices

labios y sus ojos brillaban más que todas las luces del lugar. Y Kassu se despedía de sus

fans, lanzaba regalos y con un sonoro beso, se adentraba en la misma logística planeada,

igual hizo Kai, con un fuerte grito de agradecimiento y también, su beso.

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—Ustedes hacen que este concierto haya valido la pena… ¡Ustedes son lo

máximo!. Fue lo que expresó Kassu segundos antes de irse, en ellos en donde también,

en primera fila, para su asombro, vio a su novia.

Y por ello, Kassu quedaba pensativo nuevamente, se bajaba de las escalinatas y recibía

de las glorificaciones del resto, no obstante, Kassu a pesar de que sonreía y asentía a

ellas, estaba enajenado, clavado en su mente, cuál le ayudaba a decidirse porque hacer

con respecto a su prometida.

—¿Pasa algo, Kassu?. Más acercándose a él, estaba Kai, mismo que intuía lo

que pasaba. Kassu le veía, entrecerraba sus ojos pacientes, demostrándole serenidad.

—Debo hablar con ella, así como lo hice en sueños. Y Kassu se abría camino

por el pasillo, pedía a los guardias que dejasen pasar a su novia, esa que todo el mundo

conocía muy bien y esa misma, que no demoró en caminar junto con Kassu hasta su

camerino, allí hablarían en privado y claramente.

Entonces, Kassu le sentaba sobre su sofá, él se acomodaba en frente, daba un suspiro,

no sabía cómo comenzar; pues, notaba la ignorancia de su insospechada novia.

—Digámonos la verdad. —Soltó Kassu. —¿Nos queremos?. Expresó viendo

del asombro de su fémina, está a la que acarició delicadamente sus manos. Aquella era

confundida, empero la insistencia de Kassu le hacía hablar.

—Yo lo sé, tu corazón le pertenece a otra persona… tú quieres a otro hombre

y yo no me voy a interponer, deseo que lo sepas ni de mi lado ni del lado de mi familia,

no es ninguna deshonra el anhelar estar con alguien que realmente amamos. Habló

Kassu con toda la seriedad del caso, la mujer no sabía que decir, ni siquiera imaginaba

como este se había enterado; pues, ella estaba segura de lo cuidadosa que era.

—Creo que terminar es lo mejor… para ambos. Susurró Kassu guardando de

su tristeza, regalando a la presente, una delicada sonrisa.

Y la chica le correspondió, empero, no se veía muy agradada de lo transcurrido.

—¿Tienes a otra persona, Kassu?. Preguntó la resentida femenina.

Kassu entreabrió sus ojos con asombro ¿Por qué la pregunta? Kassu jamás le fue infiel a

su novia, ni siquiera tal idea surcaba su mente.

—Yo no tengo a nadie… —Kassu se levantaba. —Tu estás confundiendo las

cosas… ¡Ya dime de una vez! No me lo ocultes… Acaso no eres tú quién tiene a otro, a

ese venusto modelo con el que hablas y admiras. Declaró Kassu, quién carecía de cierta

paciencia. Su novia se levantaba, con rostro de ofendida, esta le negaba totalmente toda

acusación, sin embargo, Kassu se veía muy seguro y esto al fin y al cabo, hizo que la

otra hablase.

—Es verdad. —Dijo ella. —Sí ando con él.

—¿No somos amigos? ¿Por qué me lo ocultas?. Interrogó Kassu con aires de

melancolía, ante la desconfianza. La chica le daba la espalda, veía la puerta de salida,

más no se iría, no sin antes y con cierto dolor, contestarle.

—Kassu… tú me imaginaste siempre como la mujer perfecta y no lo soy, aun

cuando por no decepcionarte, quise intentarlo, no pude… además, este amor no es de

nosotros, es de nuestros padres, ellos quisieron esta alianza, yo me siento avergonzada

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porque has sido tan bueno conmigo y yo… yo me he portado pésimo. Expresó la joven,

esta que sin esperar más palabras de su prometido, avanzó a la puerta y la cerró junto a

la ausencia de su figura. —Adiós, Kassu. Fue lo último que dijo.

Y todos vieron marcharse a la empedernida mujer, todos se preguntaban del porqué de

su expresión ¿Qué había pasado? Los rumores y chismes empezaban a circular por cada

área alrededor de Kassu, cuál quitándole importancia, salía del evento, aquel expresaba

no ir al festejo, muchas emociones invadían su interior y lo que más quería era ir a su

casa y descansar. Kai suspiraba, más conocía del esfuerzo que su hermano había hecho,

por ello, convenciendo al grupo, se alejaban del cobrizo, aquel que sin atrasarse más,

tomó al auto y se encaminó a su hogar.

—No sé porque me pongo así, ya pasaron días desde que me enteré de esto,

días en los que he podido superarlo… —Kassu miraba del cielo. —Vamos, Kassu… tu

sabes que te pasa, había cierta duda en ti… nunca creíste que lo que fue un sueño se

convierta en realidad, tu no crees en ello y estas seguro que esto es una coincidencia

muy dolorosa. Kassu apretaba su cabeza, arrimaba su cálida mejilla en el frío vidrio que

le separaba del exterior, ahí donde las rosas recibían de los brillos de la luna, donde la

naturaleza se veía llena de mística y elegancia. El hombre sonreía, como quería estar a

solas para lanzarse hacer las locuras que Gagui hacía, el cantar y dar vueltas libremente.

—Ella me dijo… “Cuando estés triste, siempre anda donde hay vida, donde

están los pájaros o los árboles, ellos te devolverán la alegría”. Recordó Kassu, este que

miraba su celular, sus muchas fotos en donde eran plasmados los momentos entre él y la

mujer traicionera. Y levemente Kassu quedaba en blanco, más él sabía que debía hacer,

debía olvidar para empezar de nuevo, ser optimista, como solo él conocía ser.

—Adiós, esto ya terminó querida amiga… Terminó.

Entonces, Kassu llegaba a su casa, abría de los portones y se lanzaba a su cama, no sin

antes prender su música y abrir las ventanas, desde ahí donde continuaría viendo de las

estrellas. Y un notable bostezo se enganchó en los labios del cobrizo, este que intentaba

entretenerse contando luceros, mismos que poco a poco, le hacían dormir, le llevaban a

su concentración y a su acostumbrado viaje, así el alma de Kassu salía a su mundo y a

las aventuras que este le traía.

Por ello, con el pasar de los segundos, los ojos de Kassu se volvían a abrir, este conocía

dónde estaba y parándose saldría a caminar, quién sabe, tal vez a encontrarse con Gagui,

empero, de la misma manera que él lo hizo una vez, la muchacha le tomó de sorpresa,

recostada sobre su sillón, le saludaba animada, más Gagui le hacía ver que no estaba

sola, ella estaba en compañía de un viejo señor, alguien que Kassu reconocía.

—Sé que era tu cantante favorito en tus tiempos de niñez… —Gagui rasca su

cabeza. —Digamos que lo leí en el internet, en una entrevista que te hicieron.

Kassu sonreía, se sentaba alado de Gagui, saludándola a ella y al artista ídolo, este que

sin esperar, se levantase en frente de ellos, respirando hondo y convirtiendo la recamara

de Kassu en un escenario.

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—¿Qué va a hacer?. Preguntó el curioso hombre.

—Quiere dedicarte una canción… le he contado que cuando eras niño, tu

rogabas por ir a una de sus presentaciones, más cuando tuviste la edad apropiada, él

ya había muerto… —Gagui tomaba la mano de Kassu. —Le he enseñado tus canciones,

cuales varias de ellas han sido producto de tu inspiración hacia él. Comentó la chica,

aquella que sin decir más palabras, girase el rostro de Kassu y lo pusiese frente a frente

con el del cantante, aquel que alzaba su voz por encima del ambiente, cuál regalaba una

inmensa armonía en los corazones de los jóvenes y de toda la atmosfera que les rodeaba.

Los ojos de Kassu se cristalizaban llorosos, pero esto no era una sensación amarga, más

bien, era algo que aliviaba sus heridas y le abrazaba cálidamente. Gagui entrecerraba su

mirada cautivada, parecía recordarle ciertos eventos, estos cuales no callaría más.

—Sabes… —Gagui entrelaza sus dedos. —Así te conocí a ti… cuando pensé

que nada me sacaría de la melancolía y la decepción… estaba ahí parada, vencida de

espíritu, cuando por arte de magia, te vi salir en la TV de la capital, tu letra, tu voz, tu

canto, era como sí me diese alientos… tal como te está pasando ahora. Expresó Gagui

hacia Kassu, aquel que liberando una amplia sonrisa, abrazase a la muchacha, todo a

medida que la suave voz del cantante consumía los oídos de ambos.

—Eres tan especial, Gagui… eres una gran amiga. Kassu miraba fijamente a

la avergonzada Gagui, esta que hundiéndose entre sus hombros, sé abrasase a sí misma.

—Solo he hecho lo que te vi hacer a ti…—Gagui contemplaba la mejor cara

que llevaba Kassu. —Tú también eres un gran amigo. Confesó ella.

Y Kassu recostaba su cabeza sobre las manos de la joven, desde allí terminaba de ver y

oír todo el número de su ídolo, aquel que al culminar, agradeció la invitación y animó a

Kassu a seguir adelante, el viejo le mencionaba que nunca deje que nada le limite como

tampoco que nadie le aflige.

—Así lo haré Señor. Exclamó Kassu apretando la mano del otro.

—Que le vaya muy bien en este mundo… ojala que algún día pueda regresar

entre los vivos. Predicó Gagui con amable tono.

Y así fue que el hombre se marchó, esfumándose con la brisa, dejando a ambos jóvenes

a solas dentro de la fantasmal habitación. Entonces, Kassu levantaba su atención hacia

Gagui, cuál parándose del sillón, sugirió salir a pasear, siempre y cuando, él no tenga

cosa que hacer, no obstante, como en la primera vez, Kassu quedó abstraído y callado.

—¿Qué pasa, Kassu? ¿Te sientes bien?. Interrogó Gagui jalando de su brazo.

—Solo… —Kassu traga saliva. —A veces quisiese que seas real, que tú estés

conmigo, que existas cuando despierte y que me aconsejes, que me hagas reír con tus

acontecimientos, que me hagas sentir que no estoy soñando. Kassu se alejaba leve, todo

a medida que el asombro de Gagui crecía como la espuma. ¿Él creía ciegamente que la

muchacha no existía? ¿Qué podía hacer o decir, Gagui?. La chica entrecerraba sus ojos,

no podía obligar a Kassu a creer algo que no quiera, como tampoco, le diría que esta

frase la lastimaba mucho, es decir, que lo vivido, aun cuando parecían dos despiertos,

fue solo una fantasía.

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—A mi también me gustaría existir para ti, Kassu. Murmuró la chica, aquella

que era acogida por los fuertes brazos del cantante, aquel que hundía su barbilla sobre la

cabeza de la pensativa Gagui.

—Créeme que sería genial. —Sonríe él. —Que despertemos y que por cosa

del destino, nos veamos el uno al otro… tal vez, no te encuentre como Gagui, pero sí

como esa chica inspirada, sonriente y luchadora, como mi amiga incondicional.

Gagui hundía sus labios a la vez que cerraba sus ojos, presta a calmarse y a poder decir

las mejores palabras hacia su amigo.

—Lo importante es que encuentre a tu amiga incondicional… Respondió ella,

con esa sonrisa brillante y esos ojos sinceros que tranquilizaban el alma del joven, aquel

que no demoró en jalar a Gagui hacia la calle, ahí donde empezaba a contarle todo lo

que le había sucedido en el día, lo de la discusión con Kai, lo del ensayo y el concierto

—¡Y cómo no!— el rompimiento con su prometida.

—Es decir que estoy nuevamente soltero. Sonríe el despistado Kassu. Gagui

solo asentía, jugaba con su collar de estrella. —Ahora tienes tiempo para pensar en tus

decisiones. Aconsejó la chica.

Kassu volteaba a verla, con sonrisa coqueta e innata estiraba sus manos hacia Gagui, la

quién le correspondió sin pensar.

—Créeme que buscaré a una señorita como tu…Confesó Kassu.

Gagui entreabría sus vistas con admiración, ciertamente estaba ruborizada, empero a la

vez, se sentía tan apenada; pues sí era el deseo de Kassu, ella estaba allí, no tenía por

qué haber otra parecida.

Sin embargo, aun ante tales confidencias, ambos continuaron hablando, enterándose del

uno al otro, conversando sobre sus familias y sus mañas, sobre empleos y hobbies, de

sus sentires y pensares. Kassu siempre se entretenía en compañía de Gagui y viceversa,

estos siempre buscaban hacer de la cotidianidad una sorpresa, de las sorpresas unos

bellos recuerdos y de estos últimos, una parte de su corazón.

Así, Gagui agarraba la mano de Kassu, estos caminaban por un puentecillo estrecho, en

donde pretendían sostenerse, donde pretendían demostrar su equilibrio.

—Así que Yuuri, tu tía con la que vives, es bruja… —Kassu se ríe. —¡Vaya!

Que graciosa familia. Opinó el hombre sin aguantar la gracia. Gagui levantaba una de

sus cejas, ciertamente no entendía el chiste.

—Es verdad, Kassu… ella me enseñó que podía ir a verte en este mundo. Dijo

ella con la seriedad pero humor que le distinguía. Kassu seguía balanceándose adelante.

—Yo te creo, Gagui… —Guiña su ojo. —Pero me da risa, tienes a una bruja,

a un niñito agrandado que no deja de fastidiarte, a una chica fresa y adinerada y un

gato que lo usan para rituales. —Vuelve a reírse. —¿¡Es que no te parece inusual!?

Ósea, algo que uno jamás se imaginaría… bueno, tú también tienes un aura extraña,

ahora que lo noto. Sonríe el burlón Kassu.

—¡Kassu!. Más Gagui gritando, logró silenciarlo, esta se empinaba tras de él,

tirando su mano y logrando golpear su cabeza. —Bueno, lo siento. Se disculpó el otro.

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Y Gagui miraba a Kassu nuevamente.

—¿En verdad me veo rara?. Preguntó con curiosidad.

—Eh… sí Gagui. Respondió el animado Kassu, mismo que sin esperar alguna

emoción en Gagui, la jaló hacia un lado, haciendo que aquella, asustada de caer al lago,

se aferrase a él fuertemente. Kassu reía, a veces parecía ser un travieso niño.

—¡Hubieses visto tu cara!. Señaló el hombre despeinándola levemente.

—¿Tú crees que fue chistoso?. Preguntó Gagui golpeando suavemente de su

pecho, Kassu asentía caprichoso, más los ojos rencorosos de la joven inventaban junto

con su mente de algún plan con el cuál vengarse. Entonces, de tal manera, Gagui tiraría

a Kassu al lago, más para que ni sospeche, iba ser cautelosa, una señorita de honor, de

delicado y seductor proceder.

Así, Gagui se acercaba a Kassu, cuál borrando de a poco su sonrisa, se centraba en el

rostro de la doncella.

—No importa… yo te disculpo Kassu. Murmuraron dulcemente sus labios, el

joven pestañaba algo nervioso. —Ok, gracias… Desvió su mirada algo avergonzado.

Y Gagui sonreía, era el momento y la joven no lo perdería, con una sonora risa, encogió

sus brazos e impulsándolos hacia adelante, lo arrojó al agua, empero el astuto Kassu, no

se quedaría brazos cruzados, del mismo instinto, aquel logró pellizcar con la camisa de

la muchacha, esta que sin más, por el bochorno y además por la fuerza, caía junto a él.

Entonces, Gagui gritaba ofuscada; pues la distancia ente el puente y el agua, era basto

como para sufrir unos segundos en el vértigo del espacio. Y Kassu reía a carcajadas, él

sostenía el cuerpo de la jovenzuela.

—Por vengativa, Gagui. Determinaba el joven; sin embargo, entre el instante,

para sorpresa de Gagui, la silueta de Kassu iba desapareciendo de a poco, al parecer él

iba despertando y por ende se retiraría del astral. Gagui sacudía a Kassu, no quería caer

sola a la laguna, empero así lo tocó, puesto a que sin más, el admirado artista se esfumó.

Y Gagui se sumergió entre las ondas, entre el fondo del estanque, en donde a pesar de

no ser clara y concisa, gritaba desde su interior. —¡¡Kassu!!.

Empero, Kassu abría sus ojos, pensando verse sobre la cama, no obstante, para su total

pasmo, lo único que encontró fue el aturdimiento de verse entre las nubes, de hallarse

realmente cayendo entre la nada, a miles de metros lejos del suelo. Kassu gritaba con

sumo pánico, este miraba a su alrededor, siendo atraído por una conocida voz, esa que

solo podía ser del odioso Teego, el terrestre que siempre inventaba una que otra broma

pesada con que molestar al serio Kassu.

—Bueno amigos, esta es la broma # 25 de como despertar a Kassu. —Teego

dirige su grabadora hacia el cobrizo. —Lanzarlo de un avión y esperar veinte segundos

hasta que reaccione. Y Teego se interponía entre la filmación, mostraba de sus blancos

dientes y hacia señas con sus dedos.

Kassu gritaba maldiciones, este ahorcaba a Teego en medio del aire, mismo que al notar

del acercamiento de ambos contra el piso, le advirtiese que abra su paracaídas, más el

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alto estaba encaprichado en hacer que Teego le pida disculpas, cosa imposible; pues,

este solo se carcajeaba de la impotencia del temeroso Kassu.

—¡Por qué siempre me haces esto!. Kassu se aferraba del cuerpo de Teego, el

que sin esperar un segundo más, abriese su paracaídas.

—Porque cada vez que llegó a Marte te encuentro dormido, Kai siempre está

atento, entonces no se deja de las bromas, en cambio tu… dejas mucho que deseas,

Kassu… —Teego filmaba a ambos. —Mis queridas fans ¿No sé ve tan bonito Kassu?

Parece un gatito asustado. Gritaba Teego a medida que el vértigo se incrementaba y de

igual manera la tensión de Kassu, cuál se desmayó en media aventura.

Sin embargo, luego de siquiera unos largos minutos, Kassu volvía a abrir sus ojos, él era

alado de Kai, su preocupado hermano, cuál le atendía, secando su frente y peinándolo.

—¡Oh, Kai! Tuve una pesadilla. Exclamó el cobrizo levantándose veloz.

—Eh… creo que no fue un sueño, en verdad Teego te botó del avión. Contó el

nervioso Kai, mismo que bajaba los exasperados humos de su familiar, este le confesaba

que esta vez Teego vino para algo muy serio, lo cuál era la señal de la alegría de Kai.

Y Kai se levantaba animado, daba un aplauso y entrecruzaba sus dedos.

—Teego ha venido a decirnos que todo está listo para que demos un concierto

en Halfworld, en la capital del planeta Tierra. Pronunció el emocionado Kai, todo al

tiempo que Kassu quedaba boquiabierta, no lo podían creer, por fin, saldrían a la Tierra.

—¡Eso es verídico!. —Interviene Teego. —Y ante tal excelente noticia, vine

personalmente a mencionárselos, los presidentes lo han aceptado, la Tierra abre de sus

puertas para su concierto, chicos. Y Teego se lanzaba a abrazar a sus compañeros, estos

que con sus brillantes sonrisas, se aprisionaban entre ellos.

Más, a pesar del júbilo, Kassu entrecerraba sus ojos, no podía quitar de su mente la

figura de Gagui, aquella ficticia que tantas maravillas le hablaba del planeta Tierra, ese

en donde supuestamente, ella vivía. —Ahora voy a ir para allá, Gagui. Sonrió Kassu.

CAPITULO 6: KASSU Y GAGUI

……………………...................... Ж……………………………….……..

Los ojos de una pelinegra se clavaban con insistencia sobre la pantalla de la TV, aquella

ni siquiera pestañaba y es que no se podía creer aún, a pesar de que en todos los diarios

se anunció, a pesar de que en todos los programas esa era la sensación, Elyel continuaba

impactada de saber que Kassu y Kai estaban en la Tierra. Entonces, Elyel junto con su

gato “Hermes” no dejarían pasar ni un detalle, desde la mañana eran frente al aparato en

donde se mostraba en vivo la bienvenida del dúo y además, de la pequeña entrevista que

estaban teniendo.

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—¡Oh, Hermes! Él es tu padre. Pronunció Elyel emocionada, señalándolo a

Kai, quién siempre se veía sonriente y además, él que más hablaba, este era el líder, el

que todo lo organizaba y mantenía a raya.

Y Elyel veía a Kassu, cuál también robaba con los suspiros de las fans presentes, ambos

explicaban que se quedarían al menos tres días en la Tierra y que en el segundo, darían

su mega concierto en compañía de muchos talentos Terrestres, entre ellos, Teego.

—Ha sido algo muy trabajoso, algo por lo que hemos esperado bastamente,

más hace unos días atrás, la dirección artística terrestre nos ha dado espacio. Discutía

Kai ante las cámaras, este achinaba sus ámbares ojos delineados, mostraba la chamarra

negra que tapaba su blusa estampada, misma que caía sobre sus jeans plomos. Elyel solo

sabía suspirar por tal muchacho, imaginaba y rogaba en silencio que algún día, las frases

de Yuuri se cumplan. —Es tan hermoso, Kai. Susurró la pelinegra estrujando a Hermes.

No obstante, Elyel reaccionaba al rato que su asfixiante gato le aruñase, ella debía decir

de esta increíble noticia a Gagui, así que parándose del sofá, poniéndole pausa a su TV,

corrió hacia las escaleras, desde ahí gritaba el nombre de la castaña, empero a pesar de

sus tantos llamados, nadie contestó. Elyel estiraba su cabello, esta imaginaba que Gagui

era prendida, como de costumbre, a la laptop y que ante su concentración, sus sentidos

se bloqueaban por sí solos. Empero, al subir la pelinegra y abrir sorpresivamente de la

puerta, esta se encontró con que Gagui no estaba en la casa, ni Yuuri como tampoco el

problemático Nine, tal vez habían salido, una escapada familiar.

—Claro… —Gira los ojos. —No inviten a Elyel ¿Verdad?. Mencionó con algo

de resentimiento, pero no basto, para opacar sus anhelos de continuar viendo la TV. Y

así, Elyel volvía a acomodarse en el sofá, daba <Play> a la TV y reiteraba su vista ante

Kassu, aquel que llamase la atención por los raros collares que ante cada movimiento, se

deslizaban sobre su pecho casi que descubierto, esto era debido al buzo en V que vestía.

—Sí aquí estuviese Gagui… le diría “Mira aquí está en vivo y no en sueños”.

Elyel reía, estaba feliz y esto lo publicaba en sus redes sociales, ahí cerca de su última

entrada, en donde se veía una foto de ella junto con la entrada VIP del concierto.

Sin embargo, acto más seguido a su dicha, fue la llegada pronta de Yuuri y Nine, estos

que cansados de tanto caminar, llegaban con un montón de fundas, al aparecer habían

ido de compras a las ferias del centro, ahí donde los alimentos estaban a un descuentico.

—¡Por fin llegamos!. Y el ruido ajetreado de la voz de Nine y de las fundas

contra el piso, atrajeron la vista de Elyel, cuál no siendo desconsiderada, volvía a pausar

su programa y se acercaba con el fin de dignarse a saludar. Yuuri sonreía amable, esta

le enseñaba todos los víveres que habían logrado comprar, muchos eran encargos de la

misma Elyel, que para que decir, comía cosas que cuidaban su línea.

—¡Oh! Trajiste mis proteínas ¡Te amé, Yuuri!. Exclamaba Elyel tomando sus

cosas y ordenándolas en la estantería. Más, Nine se arrimaba a la pared, chasqueaba su

boca y pellizcaba la espalda de esta, misma que molesta, le abalanzó de una cachetada,

como le disgustaba a Elyel que le estén toqueteando.

—¿!Qué quieres, eh!?. Expresó Elyel careciendo de paciencia.

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Nine se levantaba, con su ceño fruncido, desviaba su mirar. —Sí que esta chica es muy

impulsiva… solo te iba a molestar; pues solo arreglas las cosas que son tuyas. Dijo él.

—Ya pues; para eso estás tú. Mencionó Elyel, aquella que terminando de sus

cortas tareas, regresaría a sus asuntos, empero, antes preguntaría por Gagui, ya que esta

pensaba que la castaña había ido con ellos y era así, más Yuuri contaba que la chica no

quería regresar a casa, más bien, aprovecharía estar cerca del centro para ir a visitar al

parque de los lagos.

—Todo por no cargar las fundas, es otra vaga igual a ti. Criticó Nine.

—No es así. —Yuuri golpea a Nine. —Es que no la vi tan contenta, de seguro

que quiere reflexionar y serenarse. Habló la adulta, Nine suspiraba. —Cómo no va a

estar depre, sí otra vez le negaron su novela, dicen que está muy loca. Declaró Nine.

Y Elyel torcía sus labios con disgusto pero a la vez con pesar.

—Quería decirle que Kassu ha llegado a la Tierra, que yo la invitaría a su

concierto, le he comprado entrada VIP. Indicó Elyel sorprendiendo a Yuuri, quién al

seguir los pasos de la otra, comprobó la veracidad de su dicho. —Esto sí la va a animar.

Habló Yuuri, misma que daba espacio a Nine, quién al ver a Kassu, se retiró, hay que

recordar que al rubio no le gustaban los extranjeros, aquel se fue sin callar su rechazo.

—No sé qué le ven de bueno a esos Marcianos, sí Terrestres hay muchos y son

mejores… Expresa Nine torciendo su mirada.

Yuuri menea su mano, una señal para que se desaparezca rápido; pues Yuuri, no es que

era fan de alguno, más esta sabía apreciar el arte en todos sus sentidos, como que no hay

que obviar que la mujer rubia siempre gustaba de ver a Teego, quién era una especie de

embajador artístico.

—Qué bello que es ese muchachón… sí yo fuese más joven no más. Dijo ella.

—Y sí fueses soltera sobretodo, Yuuri. Añadió la importuna Elyel, esta que se

ganaba con la fría y casi que sarcástica mirada de la bruja. —Bueno ok… dime ¿Me has

comprado entradas a mí también?. Preguntó Yuuri hacia Elyel, quién con su sinceridad

matadora, le dijo. —Ni me acordé de ti… además ya estás adulta para esas cosas, Yuuri

por favor. Aludió a la vez que Elyel regresaba su atención al TV y Yuuri, entreabría sus

ojos con sumo coraje, mismo que le hizo apagar el aparato y se dirigirse, en silencio, a

su cuarto, desde ahí donde oía los reclamos de Elyel. —¿!Vieja!? Infante inmadura.

Empero, por otro lado, estaban tres los famosos, estos que eran en medio de una comida

social, ahí donde compartían de palabras y de fotos, donde se unía todo el personal que

estaría encargado de toda la planificación del evento. Así, Kassu y Kai escuchaban cada

propuesta que estos profesionales les otorgaban, Teego revisaba el diseño de los trajes,

incluyendo del suyo, todo se veía muy calmado y sereno, más para ser ciertos, este trio

estaba muy ocupado, aun cuando comían.

—Quiero que nuestra primera canción sea “Love game”. Decretó Kassu ante

su hermano Kai, quién se veía complacido de la sugerencia.

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—Me parece bien ya que es muy movida. —Kai anotaba en su libreta. —De

ahí podemos continuar con “Girls, come on”. Aconsejaba el baterista, este que apenas

le daba un sorbo a su bebida para seguir con sus actividades.

Teego sonreía, veía el esfuerzo que todos le ponían, la felicidad y meditación ante cada

complemento, cuál entregarían como preciado presente al público que concurría en esa

noche, aquella que no estaba tan lejana.

—Chicos no olviden que desde mañana vamos a estar en prácticas y ensayos,

estamos a full. —Teego guiña su ojo. —Más he abogado porque hoy tengan libre para

que conozcan Halfworld y para que pasemos una velada de jóvenes. Decía aquel, este

que robaba una mueca graciosa a Kai, quien ya estaba acostumbrado a sus locuras.

Y Kassu sonreía animado, este degustaba de la gastronomía Terrestre, de sus muchos

postres y platos, provenientes de los estados cercanos a Halfworld. No obstante, aquel

contaba los segundos para lanzarse a visitar de los turísticos museos, las muy famosas

catedrales de piedras y por qué no, los coloridos parques, que con cada cinco cuadras,

arreglaban de la gran capital.

—Kassu se ve muy emocionado, ¿Verdad Kai?. Susurró Teego con picardía.

Kai miraba a su hermano, asentía contento. —Él quería conocer Halfworld desde hace

mucho tiempo atrás. Mencionó el baterista, Teego entrecerraba sus ojos con curiosidad.

—Sí ¿Y por qué será?... —Teego se guindaba del hombro de Kai. —Quizás

nuestro Kassu está interesado en alguna terrestre; pues, nos ha asombrado a muchos

con la culminación de su compromiso. Citó el castaño de claras hebras. El baterista se

daba un instante para contemplar a su hermano ¿Será verdad? Ni él mismo lo sabía con

clara certeza.

—Tal vez, Teego… pero ¿Acaso no es normal fijarse en una muchacha?.

—Sí, pero me pregunto qué clase de chica es en la que se fija Kassu; pues

digamos que su ex no fue elegida por él. Sonríe el Terrestre, este que sin más, viendo de

la hora, se levante junto con su personal, aquellos que se despedían de Kai y Kassu,

puesto a que tenían pruebas de sonido y escenario.

Kassu apretaba las manos de sus compañeros, agradecía la atención prestada ante cada

rato, empero, ambos preferían estar a solas, no había de que preocuparse, sabían cómo

cuidarse y cubrirse de las muchas vistas.

Así, Kassu junto con Kai entraban al tocador, estos cubrían de su presencia con gorras o

sombreros, con gafas oscuras y sencillas vestimentas, estas que le ayudarían a pasar en

completo disimulo hacia donde sea que deseen ir.

—¿Y a dónde vamos? Quiero ir al museo de la base espacial. Refirió Kai, más

Kassu insinuaba tener otros planes, este quería visitar “El parque de los lagos” deseaba

saber sí este lugar existía. Kai suspiró, no le veía problema.

—Pero la verdad es que sí existe aquel lugar, es uno de los atractivos de la

Capital. —Kai saca su mapa. —Lo he leído en el manual turístico. Explicó el mayor,

cuál parándose en la punta de la vereda, detenga un taxi, este que les llevaba entre calles

y semáforos hacia su lugar de destino.

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Entonces, con el transcurrir de los minutos, el carro amarillo se estacionó y abriendo de

sus puertas, permitió bajar a Kai, cuál pagaba sus servicios y a Kassu, quién enajenado,

se asombraba de ver lo tan igual que era ese lugar a sus sueños.

—Cuantos recuerdos… cuantas veces vi a esta mujer sentada sobre el césped

de este parque. Pensaba Kassu adelantándose a su hermano, barriendo las hierbitas con

sus botas, sonriendo abstraído, respirando hondo del nuevo ambiente. Kassu robaba con

la atención de Kai, quién entre zancadas se aferraba a la espalda de su familiar.

—Se parece un poco a nuestro parque familiar, ahí donde sabemos reunirnos

toda la familia. Evocó Kai, aquel que veía a todas esas personas, muchas trabajando al

pintar retratos, pescar, tomar fotos; como otras recreándose como al trotar, caminar o

hacer ejercicio o quizás, jugar deportes. —Es un lindo lugar. Opinó Kai continuando los

pasos de Kassu, quién remembrando cada espacio, se adentraba entre los árboles, él iría

al lugar secreto de Gagui, una espaciosa hueca que le daba una hermosa vista hacia los

lagos y los cisnes y patos que había nadaban.

Kai caminaba tras él, la verdad tenía mucha curiosidad por las acciones de Kassu.

—¿A dónde te diriges, Kassu?. Soltó el indagador Kai.

—A un lugar especial, ven mira. Y Kassu agarraba las finas ramas que tapaban

con el espacio, este les hacia a un lado y ambos se adentraban en el área, en esa donde

en compañía de los rayos solares, parecían darle un incandescente brillo al lago. Así,

Kai se admiraba de tanta belleza, este se sentaba alado de su hermano, cuál se veía muy

complacido de su viaje.

—¿Cómo sabias de este lugar?. Interrogó Kai, como quién no lo sepa.

—Digamos que lo vi en un sueño. Contestó Kassu encogiendo sus hombros.

El baterista se recostaba entre las hojas secas, veía como a brisa iba de lado a otro, este

entrecerraba sus ojos, ya no le guardaría secretos a su hermano.

—Aquí te trajo, Gagui ¿Verdad?… —Kai ve a Kassu. —La chica que en el

festejo, nos dijo que venía de la Tierra, misma que te salvó y te “Maquilló”. Confesó el

mayor. Kassu abría sus ojos con sorpresa. ¿Kai acaso recordaba del sueño?.

—¿También estabas despierto?. Preguntó Kassu con sus labios entreabiertos.

—Sí, es más, yo recuerdo que ella se nos acercó desde antes que esa vez en el

restaurante… Dime, Kassu ¿Crees verla aquí?. Manifestó el cauteloso Kai.

Kassu quedaba en silencio, esto ya no era un acontecimiento de dos, sino de tres. Y él

quedaba en reflexión, no imaginaba ver a Gagui, ya que este estaba seguro de que esta

señorita no existía, que solo era una creación de su cabeza.

—Yo estoy aquí por el concierto. Habló Kassu luego de un rato.

—En el parque no estás por el concierto… —Kai sonríe. —¿Qué sucedería sí

ella es de carne y hueso? Qué le dirías… después de todo, mucho han hablado entre

sueños, que tal vez, si el destino lo quiere así… se encuentren aquí. Reiteró Kai, más el

cobrizo negaba su idea. —Estoy seguro que no la veré. Decretó aun cuando su corazón

rebosando de intuición, le presentaba ligeros presentimientos, mismos que él ignoraba.

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Igualmente, Kai no insistiría, aquel se estiraba y se daba puesto para descansar, Kai, sin

guardarle respeto al tiempo, cruzó sus piernas como cerró sus ojos, esos que agudizaban

de sus oídos, cuales escuchaban de los pájaros, de los patos y del sonido de las ondas

que retumbaban con las rocas. Kassu observaba a Kai, más su consciencia era entre las

nubes mismas que eran tapadas por los frondosos árboles, esos que una vez, recibieron

de las melodías de Gagui.

—Sí en verdad existes, ven a mí. Susurró también recostándose, oyendo de los

gritos felices de los niños, que cercanos, jugaban a las escondidas, aquellos saltaban por

las ramas y otros se ocultaban entre los juegos infantiles, ellos eran vigilados por sus

madres, esas que cuchicheaban sobre revistas y programas de TV. Kassu suspiraba, se

perdía en los colores de las cometas que volaban con el aire, de los silbidos de ciertos

jóvenes que escuchaban música y de aquellas que disimuladamente bailaban, golpeando

su pie sobre el césped.

Empero, Kassu no notaba del acercamiento de una persona a su recóndito espacio, esta

que también distraída, levantaba de las ramas y se adentraba a la cierta oscuridad que el

árbol les regalaba. Y la jovenzuela chocó sus pies con los brazos de Kassu, aquel que

veloz, se repuso a ofrecer disculpas, ambos lo hicieron. Así, esta bajó su mirar hacia él,

y fue en ese momento que la chica mostró al pasmado Kassu, su identidad, esta era

Gagui, misma que repitiendo de su cotidianidad, iba a su sitio secreto.

Los labios de Kassu temblaban al nombrar suavemente el nombre de aquella, cuál sin

siquiera imaginárselo ni oírlo, avanzó hasta el borde del lugar, ahí donde suspendía sus

piernas en el aire, donde veía del paisaje. Kassu no dejaba de verla, no podía creerlo.

—Es ella. El cobrizo despertaba a Kai, como un instinto involuntario.

Kai bostezaba, se estiraba y soñoliento, clavaba sus cansados ojos en el preocupado y

admirado Kassu.

—Tuviste razón. —Susurra Kassu. —Ella está aquí… no puedo asimilarlo,

pero Gagui está con nosotros. Expresó señalándola con disimulo. Kai dirigía su vista a

ella, era cierto y este solo repetía su pregunta. —¿Qué haría, Kassu?.

Entonces, Kassu volvía a sentirse presionado, atrapado entre sus propias demandas y de

igual manera en las ajenas, estas que eran de Kai, mismo que sugería ir a hablarle. Más,

Kassu no era tan des-complicado con tales asuntos y más aún cuando esto encerraba sus

fantasías y sus pensamientos en los cuales estaban Gagui.

—¿Quién es esta mujer?. Se interrogó a sí mismo, muy serio fijaba su mirar a

ella, esta que ante el murmullo y la atención, empezaba a sentirse incomoda, con ganas

de marcharse a un lugar más seguro.

Y Gagui volteaba su rostro, chocándose con ambos, con uno que estiró amable su mano,

saludándola y con el último, mismo que frunciendo su ceño, se resignaba a acercársele.

La chica no se quedaría a escuchar que cosas le dirían, esta algo asustada, se abría paso

para retirarse, empero —¡Quién podía con Kassu!. —Aquel hombre, sin temor a las

reacciones de aquella, agarró fuertemente su brazo y con ello, Gagui gritó por auxilio.

—Suéltame, por favor. Clamó Gagui.

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—Quiero que me digas porque lo hiciste. Interrogó Kassu, aquel que quitaba

de sus ojos sus gafas y de su cabeza, el sombrero, este no demoró en decirle quién era y

Gagui en darse cuenta y afirmarlo con una aturdida expresión de incredulidad; pues esta

sabía muy que no era un sueño.

—Eres tú en verdad, Kassu. Soltó la chica llevando su mano a la cara de este,

cuál algo brusco, la tiró lejos de él. La chica quedaba extrañada.

—De seguro que ya sabias que nos íbamos a ver… ¿Por qué te haces la que

nada sabes? —Kassu entrecierra sus ojos con disgusto. —¿Quién eres? ¿Para qué me

has buscado? Que es lo que quieres conmigo o mi familia. Discutió fuertemente Kassu,

aquel conocía bien que muchos harían lo que sea para hacerle daño; pues, su padre era

un reconocido militar y piloto. Entonces, ante la pronta discusión, Kai se acercó hacia el

iracundo, intentaba calmarlo, ya que este no creía que Gagui era de ese tipo de chicas.

—¿Qué está pasando?. Expresó Gagui sin entender la euforia de los presentes.

—Te estás confundiendo, Kassu… no le hables así a ella. Se interponía Kai,

más Kassu se dirigía a Gagui. —Por favor, ¡Ir a ver a una persona hasta en los sueños!

¿Por qué? ¡Solo por convertirse en su amigo y conocerlo! —Kassu empujaba a Kai. —

Es es algo enfermo y debí darme cuenta de ello…esta es una bruja y yo descubriré sus

verdaderas intenciones. Gritó Kassu al tiempo que sentía la resistencia del fuerte Kai,

quién no le dejaba pasar. —Qué más da.— Kassu chasqueó sus labios y dándose por

vencido, giró dispuesto a irse.

Gagui estaba congelada, ninguna palabra salía de su boca, esta ahora comprendía lo que

pensaba Kassu, entonces ella solo retrocedió, de igual manera, agradeciendo a la ayuda

de Kai, quién se sentía apenado por los actos ajenos.

—Cuanto lo siento, Gagui. Excusó Kai, cuál despidiéndose, mencionaba ir por

su despistado hermano. —Créeme que esto ha sido una confusión, él solo se asustó…

no creyó nunca verte. Confesó segundos antes de irse corriendo.

Y Kai jalaba los brazos de Kassu, aquel que ya estaba por más allá de unas dos cuadras,

pronto a tomar un taxi para regresar al departamento que Teego le brindaba. Kai miraba

seriamente a su familiar, le mencionaba sin pelos en la lengua, sobre su mal proceder, él

no debía actuar así, sin contar que no era parte de su naturaleza.

—Sí ella te hubiese querido hacer daño, lo hubiese hecho desde hace mucho;

pues tú le entregaste muchos secretos, sin contar que le enseñaste hasta nuestra casa y

nuestra familia. —Kai sacude a Kassu. —Es una simple chica, una simple fan… date

cuenta… mira sus ojos, ella no haría lo que piensas. Expresó Kai. Kassu suspiraba, no

podía dejar de lado el remembrar lo dicho, como tampoco, todos los momentos, risas y

palabras que aquellos habían compartido en el mundo de los sueños.

—Ella dijo que siempre era muy sincera… —Susurró Kassu con algo de pesar.

—Sin contar que es muy sentimental… de seguro le hice pasar mal rato. Dijo aquel.

Kai suspiraba ante el testarudo, mismo que discutiendo, llegaba a la conclusión de pedir

disculpas a Gagui y esto no demoró; pues, Kassu corrió hacia el secreto lugar, empero,

ya era tarde, la castaña no estaba allí.

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—Qué haré… ¿Cómo la volveré a encontrar?. Kassu aplastaba su frente, Kai

le veía, no había nada que hacer, ambos tenían que ir a descansar, así por ende, llamar a

Teego y pedir la dirección del lugar acordado. Entonces, ambos salían del parque, uno

con la atención puesta en la gran pantalla, donde salían ellos mismos cantando, y Kassu,

con la cabeza llena de sus ideas, en donde a pesar, de lo que él excuse, se pintaba como

el malo de la escena.

Así, Kassu entrecerraba sus ojos con decepción, este era muy perfeccionista para con su

persona y no poder arreglar el problema, le mantenía tenso, enajenado en sus pensares.

—Tal vez… era lo mejor, Kassu. Susurró a medida que cruzaba la gran calle,

la principal en donde muchas personas caminaban de lugar a otro, donde se paraban los

muchos; pues ahí estaban varias estaciones, en una de las cuales, para nuevamente

sorpresa del cobrizo, encontró en las filas, a Gagui, aquella que se determinaba por subir

al bus azul, de regreso a su casa.

Y Kassu saltó, agarró el brazo de Kai, mismo que solo se veía corriendo hacia un lado

de la calle, presionado por el seguro y obstinado Kassu, quién viendo como el bus se

retiraba con el sin número de personas, tomase un taxi, pidiendo al conductor que siga

todo el recorrido de esa buseta.

—¡Qué demonios, Kassu!. Gritó el afanado Kai, aquel que se estrellaba contra

el asiento de atrás, mismo que golpeaba constantemente, con su puño, del vidrio.

—La volví a ver… —Kassu aprieta su barbilla. —Esto ya es personal, Kai…

no tiene que ver con nadie más que conmigo… debo hacerlo para sentirme mejor.

Kai chasqueaba sus labios con disgusto. —Bueno, ¡Sí es personal! No me arrastres a mí

a tus ocurrencias. Clamó el agotado Kai, viendo desde el parabrisas todas las carreteras,

avenidas, calles, locales y casas, que recorría este autobús al cuál seguían. Más Kai

bostezaba, le restaría importancia, de todas maneras, descansaría de su atareado viaje,

por ello, arrimándose a la ventana, cerraba sus ojos, dejándose llevar de sus sueños, todo

lo contrario al concentrado Kassu, quién pasó todo los demás minutos pendiente de la

bajada de la jovenzuela.

Y así fue, que Gagui cerró su cuaderno de apuntes y apretando el botón de parada, se

bajó una vez las puertas se abran, la chica agradecía, continuaba caminando a la vez que

guardaba sus cosas en su maleta. Kassu la veía, ella no llevaba un buen semblante, por

ello, también detuvo al taxi y despertando a Kai bruscamente, lo sacó obligándole a que

no cometa errores, ambos debían esconderse, Gagui no tenía que descubrirlos.

—Pero viniste hasta acá para dar tus disculpas, Kassu. Habló el confundido

Kai, mismo que ya no opinaba sobre el asunto, rogaba a su hermano por encontrar de un

cómodo lugar en donde dormir. Kassu se lo prometía, pero primero lo primero.

—Vamos a ver dónde vive y como vive… qué es lo que hace cuando está sola,

cuando es Gagui, ok. Susurró Kassu mientras que entre saltos, se escabullía por todas

las aceras, de vez en cuando, tras la paranoia de Gagui, se ocultaba tras árboles o postes.

—Eso suena acosador, Kassu. Mencionó Kai al instante en que detenían sus

pisadas, en los cuales veían que la chica saludaba del portero y subía al ascensor. Kassu

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quedaba en la esquina junto con su hermano, estos quedaban en la nada, en todo el rato

que duró la llegada de la joven a su habitación, aquella que por suerte, conectaba con el

exterior, ahí donde ambos hombres le vieron prender la luz; pues, la tarde ya les acogía

con rapidez.

—Ok, ¿Y ahora qué? Ella entró a su casa y no le diste tus disculpas. Indicó

Kai, este echándose contra la pared vigilase de las expresiones de Kassu, quién con una

retadora sonrisa, se diese vuelta, chocando sus ojos con el departamento de enfrente, era

una locura, Kai entendía sus intenciones y él no le acompañaría.

—¿No quería dormir?. Preguntó Kassu algo burlón. Kai fruncía su ceño a la

vez que estiraba de su rostro, aguardando paciencia.

—Vamos a pedir una habitación.

—Teego ya nos tenía una suite reservada, Kassu él se va a enojar. Soltaba

Kai, empero Kassu no le prestaba oídos, aquel sin pretextos, entró a la recepción donde

se chocó con el administrador, al mismo al cuál sobornaba descaradamente, a Kassu no

le interesaba sí el lugar estaba ocupado, el caprichoso quería un departamento dentro del

quinto piso, y uno que tenga vista hacia la calle.

Kai tragaba saliva ante el silencio formado por las demandas de Kassu, aquel que sabía

cómo ocultar su imagen pero a la vez como lanzar de su elegancia y exigencia.

—Entonces… ¿Hacemos negocio? Te estoy pagando casi el triple… solo por

una noche y más. Expresó Kassu hacia el interesado señor, aquel que hablando con todo

su personal, decidiesen dar aceptación a la sugerencia del artista encubierto.

—Venga Kai, vamos a que descanses. Susurró Kassu con esa molesta risa que

aturdía al otro, mismo que sin más, también entró al ascensor, cual les llevó a la entrada

de su nueva recamara, un lugar espacioso, no tan caro ni arreglado como quizás ellos

gustaban vivir, o como lo había planeado Teego. Esto más bien se veía sencillo, con las

reparticiones básicas, ni tan pobre como tampoco tan rico, de una clase intermedia.

Kai caminaba vigilando cada habitación, convenciéndose de su confortabilidad, más era

notable que lo que ganase su consentimiento, fue la cómoda cocina, cuál estructura y

marca le traían el recuerdo de su vieja vida en Marte.

—Está bien quedemos aquí. Enunciaba el baterista, cuál veía como Kassu ya

se había posicionado en una aparente habitación, misma cuya visión se enlazaba con la

recamara de Gagui. Kai encogía sus brazos, de que valía su opinión ante este terco.

Y Kai se alejaba, tomaba su celular y le comunicaba a Teego de sus nuevas decisiones,

ellos habían preferido una sencilla habitación al sur de la Capital, Kai expresaba ojala

no moleste estas atribuciones al Terrestre, mismo que con una sonora sonrisa, expresó

de su soltura, no había problema, siempre y cuando le reciban en la noche; pues, él tenía

planeado compartir una cena con ellos y además hablar de muchos puntos sueltos con

respecto a su presentación. Kai asentía, este declamaba tener una deliciosa velada, a lo

cual Teego no le puso contra, este conocía de las artes culinarias de Kai como también,

de lo mucho que gustaba hacer de ello.

Y Kassu escuchaba la conversación de su hermano, más no se involucraba, este estaba

con la mirada fija a Gagui, quién levantándose de su cama, tomase su toalla y su ropa y

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se adentrase a su tocador. Esto le daba un espacio a Kassu, quién dejando caer su cuerpo

sobre el colchón, miraba del cielo raso y entonaba una de sus canciones a capela.

—Teego va a venir en la noche, así que debo salir de compras al súper, ya vi

en el GPS, hay un supermercado cerca… ¿Vienes conmigo?. Invitó Kai, más Kassu le

negó, prefería descansar, más prometía ayudar a preparar la comida, lo cual dejó más

que complacido al juicioso Kai, quién colocándose sus gafas oscuras y su larga bufanda,

esa que tapaba con casi la mitad de su cara, se encaminaba a abrir la puerta de salida, no

sin antes oír de las serias advertencias de Kassu, cuál entrecerraba del portón levemente.

—Nadie tiene que reconocerte, no hables con ninguna persona… compras los

víveres y sin pasear, regresas, ok. Declamó Kassu obviando las expresiones del otro,

este que asintiendo con despreocupación, saliese a las calles.

Y Kai caminaba libremente, miraba el tipo de personas que vivían aledañas a su nuevo

hogar, algunas eran gentes humildes y serenas, de edad adulta, cuales se preocupaban

por dar de comer a los pájaros o a los peces del estanque público, otros intermedios, se

ocupaban en la TV o en el internet, sea por distracción o trabajo, no quitaban sus ojos de

aquellos medios, más sí que habían jóvenes de toda clase, desde los púber sin oficio que

paraban en alguna esquina molestando a quién pasase, como las caseras chicas que igual

que una madre cuidaban de los demás, más todos estaban envueltos entre la música

conocida para los oídos de Kai, este que sabía que era el éxito de su grupo, la voz de

Kassu sonaba alrededor de todo el parque, ahí donde cerca, estaba el supermercado.

—Parece que en esta zona tenemos una gran fan. —Kai dirige su mirada hacia

una casa de color pastel, de ahí donde en un balcón, se veía el poster inmenso de ambos

artistas. —Sí supiesen que no estamos tan lejos. Kai muerde una de sus uñas, animado y

hasta elogiado, entraba a la tienda, es en donde se veía una larga fila.

Empero, Kai avanzaba, tomaba de una canasta y se perdía por las muchas estanterías,

este tomaba varias cosas, le emocionaba entrar por el pasillo de las verduras, tomar de

hasta lo que no necesitaba y sin contar de que reflexionaba en cuál carne era de mejor

calidad, Kai se tomaba su tiempo, la mediana canasta parecía llenarse con cada paso que

daba, con cada llamativo producto o tal vez con cada nuevo ingrediente.

—Cierto, tomates no… —Kai deja esas verduras. —Pero a Kassu le llevaré

dulces, una tarta tal vez. Y el baterista iba por las sodas y cervezas, mismas con las que

terminó de llenar su lista de compras.

Así, Kai se encaminaba hacia la caja, ahí donde debía respetar la fila, donde entre el rato

de espera, despistado, empezaba a jugar con sus manos, aquel las moneaba tal como sí

practicase sobre su batería, dejándose llevar de la música del fondo, al igual que de las

otras voces de alrededor, donde resaltaba una, cuál era más fuerte que las demás, una

cuya dueña era una jovenzuela que entablaba una conversación telefónica. Ella, eufórica

y sin paciencia, golpeaba el piso constantemente con su pie, mencionaba a sus amigas lo

injusto que había sido el día para ella, no podía ser que siendo la ponga el dinero, para

rematar la situación, le hayan obligado a ir de compras.

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—Como si fuese bonito venir a chantarse una hora, aquí parada, para más de

llevar una que otra cosa... —La chica hace puños disgustada. —Y es que acababan de

llegar del mercado, solo porque a la boba de la sobrina de mi casera se le da la gana

de hoy comer tallarín. Expresa la señorita, esta cuyos cafés ojos se fijaban en el hombre,

en Kai, quién al notar que su vista, también mirase a la pelinegra, cuál respondía ante el

nombre de Elyel. —¡Mira tú! Que la vida es ocurrida y Elyel insospechada.—

Y la chica desviaba su mirar, su mueca hacía notar a Kai que no estaba interesado en él,

que solo le parecía extraño lo que hacía. El baterista sonreía algo avergonzado.

No obstante, la fila continuaba y ambos, en distintas cajas, dejaban sus víveres, mismos

que pasaban por la máquina cuál registraba de su compra, así Kai veía como sus muchos

alimentos ya se iban enfundando, él sacaba su billetera del bolsillo, más no solo buscaba

del dinero sino también de esa tarjeta roja y terrestre que le diese Teego para facilitar de

sus transacciones. Empero, aun cuando casi sacaba todos sus documentos, el chico no

encontraba de su objeto, esto empezaba a llamar la atención de la cajera como también

de Elyel, quién notaba que aquel era un extranjero.

—Venga usa mi tarjeta, ahí pones tus datos y los cupones son para mí. Dijo la

chica acercándose a la otra cobradora, misma que aceptó igual que Kai, de su ayuda.

—Gracias, muy amable. Habló el joven mostrando su blanca sonrisa, esta que

robó también la de Elyel, cuál pensaba que lo más llamativo de un hombre, era ello.

Y la pelinegra, algo coqueta, sacaba pecho, recibía de sus papeles, tomaba su funda e

iba hacia la puerta electrónica, igual que Kai, quién sonriente y amable, como pago por

su favor, llevaría sus compras, al menos hasta donde dividan camino.

—¿Vives cerca?... nunca te he visto. Interrogó Elyel, aquella que caminaba de

manera suelta, sin recargo al denotar a Kai lleno de fundas.

—Eh… digamos que por ahora, sí. Respondió el muchacho, este que volvía a

cruzar del parque de la ciudadela, desde ahí donde veía al grupo de fans, aquellas que se

reunían a hablar o a planificar de algún presente para los artistas. Kai las veía, volvía a

sonreír descuidado, sus mejillas se pintaban avergonzadas. Elyel levanta su ceja.

—¿Te gustan esas tipas? Ellas son muy raras. Soltó la pelinegra, a la vez que

Kai se enseriaba, negaba con su cabeza, solo le parecían graciosas.

—¿Ah? Te parece que ser fan de alguien es ser una payasa. Habló Elyel con

su tono de aparente discusión, Kai se mantenía al margen, se rectificaba, no era eso lo

que él quería mencionar. —Ósea, me parecen lindas. Opinó él.

Elyel sonreía. —Entonces, sí te gustan, amigo. Y dado una leve carcajada, se empinaba

al pasar junto a ellas, estas que conocían muy bien de la extranjera Elyel, con quién de

seguro que llevaban algunas riñas.

—Que malos gustos, chico. Declaraba Elyel, ciertamente avergonzando a Kai

frente a las demás mujeres, Kai suspiraba, apresuraba su paso a lado de Elyel.

Más, para qué alargar la cosa, Elyel empezaba a hablar sobre los precios del mercado, le

parecía que todo había subido y era debido a la fama que le daban a los alimentos

adulterados, esos que según ella, con su recta voluntad, no estaba dispuesta a comer. Kai

le continuaba con la plática, este también prefería lo natural.

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—Adoro cocinar. Compartió Kai muy alegre.

—Yo no, yo adoro comer. Elyel reía burlona, levantaba la mirada, en frente, a

una calle, estaba ya su casa. Así, la chica pidió sus bolsas, quería engañar a los vecinos

cercanos, hacerles creer que había cargado las compras. Kai la miraba confundido.

—Yo vivo aquí, gracias. Mencionó la chica despidiéndose de lejos.

Kai entreabría sus ojos con admiración, sonreía, le señalaba que él vivía en frente.

—Así que somos como que vecinos. Manifestó Kai, mismo que sin detenerse,

caminaba hacia la recepción de su edificio.

Elyel le miraba con disimulo, la verdad fue que ella gustó mucho del chico, aun cuando

no lo haya demostrado. —¡Uy! Tenemos un cercano muy guapo. Sonrió la pelinegra,

esta que con bailado caminar, se adentrase a su piso.

No obstante, Kai se quedaba conversando con el portero, a este le agradaba hablar, sea

del clima, de la política o del comercio, buscaba cualquier tema para distraerse él y de

igual manera, distraer a la persona que tal vez, aburrida se veía.

—Sí hoy tenemos una visita, es un chico castaño de un look algo infantil y

causal, déjele entrar. Mencionó Kai, mismo que despidiéndose del trabajador, se entre

en el ascensor y llegué a la casa, ahí donde para su sorpresa, Kassu había adelantado lo

suficiente, como para que no lo molestasen.

—Esto sí es nuevo. Aludió Kai, este que dejaba las fundas sobre el mesón, cuál

iba a ver a su hermano, quién salía de la ducha.

—Ya no me molestes con la comida, acabo de quitarme el olor de ello. Habló

el cobrizo, aquel que revisaba de la maleta que Kai había traído; pues la suya, se quedó

en el departamento que Teego les había otorgado.

Entonces, Kassu empezaba a vestirse mientras que Kai salía hacia la cocina, ambos se

pasaban de minutos en sus cosas, Kassu oyendo y componiendo letras y Kai, cortando

cebollas y guisando carnes, preparando rápidamente lo que faltase; pues la noche le caía

veloz y la presencia arrolladora de Teego ya estaba sobre sus hombros.

—¿Oye, estás muy ocupado?. Y la voz de Kai se asomaba, luego de casi

media hora, tras las paredes del cuarto de Kassu, mismo que habiendo dejado sus cosas

de lado, estaba colgado sobre la ventana, desde ahí veía a Gagui quién era en compañía

de… —¡Oh sorpresa para Kai!. —De Elyel, pelinegra con la que conversase en la tarde.

—Sí, estoy ocupado. Más, sin sospechar el atolondro de Kai, Kassu respondió

señalando hacia enfrente, invitando al otro a sentarse a su lado.

Y los ámbares ojos del baterista veían de la muda escena; pues tras la distancia, estos no

podían escuchar lo que Elyel hablaba, más se veía claramente que esta simulaba ser un

huracán dentro de la habitación de la apagada Gagui, quién contemplaba en la pelinegra

su consuelo para sentirse mejor. Así, Elyel prendía de la alta y algo ruidosa música, esta

se lanzaba contra ella, era notable que estese muy emocionada y que de cualquier forma,

quería traspasar su euforia a Gagui, cuál era jalaba y ultrajada de lado a otro, invitada a

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bailar sin complejos, a saltar como si estuviese dentro de un concierto, a tocar de la loza

como si estuviese tocando las estrellas.

—Mueve Gagui, debes animarte ¡Tenemos que ponernos hermosas!. Gritaba

Elyel sacudiendo y meneando las caderas de la castaña, quién soltando una nerviosa

risa, alejaba a la pelinegra de su lado.

—¿Qué pasa?. —Gagui se burla. —¿Qué te hicieron? ¿Te nos cambiaron,

Elyel? Tú eres una clase de alienígena. Clamó Gagui, Elyel clava su mirar con seriedad.

—Claro que sí, soy mitad marciana, tonta. Respondió cortante, Gagui rascaba

su cabeza, se disculpaba, a la vez que empezaba a cantar junto con su amiga, ambas si

quiera sospecharían ser observadas; pues, conocían que en el quinto piso de enfrente, no

había nadie. Más, eso era pasado, puesto a que un par de ojos masculinos, se fijaban en

cada detalle y acción que estas hacían.

Así, Kai se fijaba que Elyel animaba a Gagui, sin contar que le enseñaba de sus entradas

VIP al concierto, esto hizo que la optimista castaña saltase de la emoción, echándose a

lado de Elyel a bailar de manera graciosa y alocada. Kassu también la observaba, una

ligera sonrisa se asomaba en su rostro.

—Sabes. —Intervine Kassu. —Es una buena chica… Determina el cobrizo.

—Me imagino que la has espiado lo suficiente para decir eso. Expresa Kai

con su serenidad pero a la vez, tan aguda lengua. Kassu le torcía los ojos sin enojarse.

—Ahora sí quiero disculparme, de seguro que la veré, quizás mañana. Y los

cafés ojos de Kassu encerraban la figura energética y alegre de Gagui, esta que tomando

su abrigo y pintando sus ojos y labios, salía corriendo detrás de Elyel, quien ya había

parado un taxi, estas saldrían a una velada apacigüe, a comprar ropa e ir al cine.

—Ojala que esta vez, sí le pidas perdón y no vuelvas a inventar otra locura. Y

Kai veía como el carro donde estaban las jóvenes, empezaba a andar, aquel continuaba

hasta las puertas de la ciudadela, en donde se chocaron, para sorpresa de los cuatro, con

un súper limosina, la cual sin detener su camino, seguía recto, estacionándose frente al

departamento de los muchachos.

—¿Viste esa elegancia?. Elyel sacaba la cabeza por la ventana, espera poder

atestiguar al creído que bajase del lujoso coche, empero era imposible, puesto que con el

girar del carro, la vista fue otra.

—Te diste cuenta que se estacionó debajo de nuestro edificio… ¿Quién será?.

Acotó Gagui, quién ya dejando de lado la impresión, revisaba las imágenes de su móvil,

esos lindos diseños textiles que había guardado. —Compraremos muchas cosas. —

—Sí debemos estar listas para el concierto de mañana. —Elyel levanta sus

manos en son de gloria. —Vamos a estar cara a cara, yo con Kai y tú con Kassu... La

pelinegra veía a Gagui, le mencionaba que no había de que preocuparse; pues de seguro

que con lo preciosa que iría Gagui ese día, Kassu se disculparía por su actuar. Gagui

solo sonreía algo avergonzada.

—Debo vencer el temor que tengo a ver mucha gente gritando, es la primera

vez que voy a un concierto. Volvió a comentar hacia Elyel, cuál despreocupada, decía

que eso se pasaba una vez, se ve con Kassu.

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Y así, ambas mujeres se adentraban por las calles que le conducían al corazón, al centro

de la capital Halfworld, la metrópolis de la Tierra, donde las culturas se unían, donde la

moda, el arte y lo demás estaba junto en un solo lugar. No obstante, contrario a aquellas,

estaban los congelados marcianos, mismos que contemplaban la serenidad y perplejidad

de Teego, cuál sin siquiera cubrir su figura, bajaba de su limosina, buscaba por todo su

alrededor.

—Es mejor bajar. —Se apresura Kassu. —Este es capaz de gritar nuestros

nombres. Exclamó Kassu a la vez que corriendo, tomase el ascensor y bajase hacia el

recinto que le dirigía a la calle, ahí donde arreglando sus gafas, con señas, llamase al

alegre Teego, este que reconociéndolo, se le acercase. Era notable que ciertas vistas del

personal del edificio, clavasen sus ojos en estos dos misteriosos. Y Kassu cruzaba de sus

brazos algo enojado, aquel le colocaba a Teego unas gafas y una bufanda.

—¡Oh! tu no quieres que me descubran. Determinó Teego mientras que veía

como su limosina se retiraba junto con su chofer. Kassu suspiraba tolerante, aquel iba de

regreso a su departamento en compañía del nuevo.

—¿Por qué habéis venido a este lugar?. Pero la curiosidad de Teego se abría

ante la presencia de Kassu, mismo que sin darle importancia, contó que al tomar un bus

les dejó aquí y rápidamente decidieron quedarse.

Y Kai arreglaba la mesa, terminaba de poner las servilletas, los cubiertos y las salsas,

para así, de inmediato, correr a tomar sus toalla, ir hacia el baño y dejar correr de la

tibia agua que recorría con su cuerpo, cada gota reanimaba el cansancio del meticuloso

hombre, cuál ya podía oír la voz de Teego en su sala.

—Estamos aquí porque es bonito, al fondo de la ciudadela hay un parque de

muchas flores coloridas. Manifestaba Kassu al momento que Kai se burlaba. —Como

sabia Kassu de esto, si aquel ni siquiera había puesto un pie afuera.—

—Ah bueno. —Teego se sienta en el mueble. —La verdad yo no nací aquí en

Halfworld pero sé que es muy conocida por su comercio de flores, aquí nacen las más

grandes y hermosas rosas. Voceaba Teego tal como si fuese un guía turístico, empero él

no se dejaba engañar, podía ver en los ojos de Kassu, que este le ocultaba algo.

—¿Y por qué tomaste ese bus? ¿Querías pasear?. Interrogó Teego.

Kassu levantaba sus cejas, imaginaba sentirse dentro de un confesionario.

—Sí, Teego… porqué muchas preguntas. Respondió Kassu al mismo tiempo

que Teego le comentaba, todo le parecía tan extraño, desde la culminación de la relación

con la mujer que llevaba desde la juventud, muchos años juntos y ahora, se le veía bien,

sin sentir dolor ante tal acción. Claro, Teego utilizaba unas palabras tan delicadas ante el

severo problema, cuál Kassu vio solo como curiosidad, lo mismo que le hizo soltar una

leve sonrisa.

—Cuando pasan cosas terribles, no hay medicina tan buena como la de tener

amigos a tu lado, Teego. Confesó Kassu.

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—Tienes razón, pero sí yo estaba en la Tierra… ¿Quién te alentó?. Expresó

algo burlón, Kassu entrecerraba sus ojos aguardando paciencia, pues Teego no era su

único amigo. —Bueno…sí, más en ese tiempo tuve una incondicional amiga. Soltó.

Y los ojos de Teego se abrían de par en par, todo en medio de las confesiones de Kassu,

quién viéndole normal, se avanzaba a comentar de todo lo sucedido. Kai ya salía de su

cuarto, secando su cabello con sus manos y saludando a los demás, al instante en que de

igual manera, compartía de la plática.

—Ella estaba con otra persona y yo no iba a ser parte de ese círculo. Confesó

Kassu a medida que se arrimaba al espaldar de los muebles. Teego tapaba sus labios en

son de admiración. —¿!Y como lo supiste, Kassu!?. Habló el rubio.

—Lo vio en sueños. Se adelanta Kai, este que aprovechando de la reunión, se

daba espacio para servir de las cervezas y sodas. Todos tomaban a medida que se cruzó

una corta intervención, esta que volvió a continuar con su charla.

—¡En los sueños! —Hace mueca de incrédulo. —Pero, Kassu…

—Ella me afirmo en cuanto la vi, justo el día del concierto en Tanio. Declamó

el mismo Kassu, aquel que dejase callados los labios del rubio. —Estaba de novia con

un Venusto, un modelo conocido en Marte. Terminó el cobrizo.

Las muchas muecas de Teego se presentaban en el ambiente, desde asombro hasta una

cierta pena que se ceñía entre sus cejas. Kai le observaba, más este se carcajeó de todas

sus expresiones, no había por qué entristecerse, Kassu estaba mejor que antes.

—Al principio, sí se deprimió mucho… pero su excelente amiga ¡No sé qué

hizo! Pero él despertó con buena cara, bueno luego de que tiraste del avión. Intervino

Kai, más Kassu hablaba sobre él. —Todos estábamos felices de venir a Halfworld, es

otra buena oportunidad para nuestra carrera. Declaró el despistado, este que cayese

bajo su misma boca. Y Teego reía entre dientes, se acercaba mucho más hacia Kassu.

—Entonces la nena es Terrestre y por lo dicho, es de Halfworld. —Teego

muerde sus labios. —Y sí ustedes dos están aquí, es porque ella debe vivir cerca, o tal

vez… ¡En frente!. Y Teego abría las ventanas de la sala, chocándose con la otra calle.

Kassu miraba a Kai y viceversa, tragaban saliva, después de todo, Teego no era del todo

tan inocente.

—¿Qué estás hablando?. Kassu jala la camisa de Teego y lo vuelve a sentar.

—Mejor ya vayamos a comer. Opinó Kai.

Así, sea por el nervio o por el hambre, los tres se sentaron en las sillas, con las manos

sobre la mesa y sobre los cubiertos, agradeciendo por la comida, empezaron a degustar

de todos los manjares hechos por Kai. —¡Hey! también le ayude. Expresó Kassu, ante

la risa incontenible de su hermano, mismo que vociferaba, que este solo había hervido

las verduras y cortado las papas, del resto nada. Y los jóvenes se reían, pasaban de una

amena velada, donde la suave melodía surcaba sus oídos, sin contar que en la destapada

sala, solo la luz de las velas iluminaba de lo ocurrido. —Y por qué no contar.— Que fue

ese mismo resplandor el que llamaba la atención de ciertas personas, en especial, de la

vecina de enfrente, de esa mujer adulta que cruzase sus ojos por las cortinas. De Yuuri.

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—Acaso… —Clava muy bien sus ojos. —¿Esa gente está haciendo un ritual?

Tenemos brujos cercanos y yo ni lo sabía. Expresó la rubia adulta, esta que ya vistiendo

de su corta pijama, iba con su hijo a la cama. Y Nine también se asomaba, este como si

fuese un detector de Marcianos, chasqueaba sus labios y se daba la vuelta.

—Y todavía son extranjeros, madre… —Toma su mano. —Es mejor volver a

estar cautelosos, vaya a ser que te vuelvan a querer atacar. Revelaba el jovenzuelo de

siempre mal humor. Yuuri reía de manera retadora, empero, algo le mantenía prendida

de esa escena y era que esta empezaba a reconocer al trio.—¡Claro! Era Kassu, Kai y el

hermoso Teego, este que robaba los suspiros de la mujer.

—¡Oh! pero sí son los príncipes de estas pérdidas, sin contar que también ha

llegado el mío. Soltó el poética tono de Yuuri, Nine levantaba una ceja. —¿Espero que

hables de mi papá?. Mencionó el crio problemático, mismo que bostezando, se adelante

a la cama. Y Yuuri acomodaba su pijama con cierto nervio, seguía a su hijo, no sin antes

apreciar del destino, cuál a veces también tenía sus huecas. —Sí estas no se hubiesen

ido, estarían viendo ahorita a sus estrellas. Murmuró Yuuri perdiéndose del área.

En cierto modo, dentro de la morada de los hombres, todo se veía prendido y no solo

por los velones, sino también por las confesiones, los chistes y sin olvidar los chismes,

que aunque malos e insanos, nunca faltan sobre una reunión. Y Teego sé sabia la vida

de todo el mundo, este como centro de toda la atención, siempre estaba enterado del arte

y de la moda.

—Oye y ese Venusto ya tiene contrato con la tierra, va hacer un comercial de

una marca importante de ropa. Recalcaba Teego, más Kassu ignoraba sus palabras.

—Que Kassu no se vea enojado, no cambia que sí le moleste hablar del tema,

Teego. Acentuó Kai, este que volvía tomar en compañía de su hermano, cuál tal como

niño consentido, asentía con su cabeza. —Pero mira, que Kassu se hace líos, ahora está

peleado con la chica que él dice es su amiga, con una terrestre llamada Gagui. Soltó el

impaciente Kai, aquel que se ganaba con la incontenible mirada de su pariente.

Teego veía la hora, ya pronto regresaría su chofer por él; pues, aunque no pareciese ya

algunas horas habían pasado, el vivía en el norte, un sendero algo largo, no obstante, no

se perdería de este buen chisme.

—¿Gagui? Así se llama su “Amiguita”. Mencionaba Teego con burlón tono.

—También la conoció en sueños. Continuaba Kai, Kassu golpeaba fuerte de su

brazo, acusándole de que ya estaba muy mareado. —Kassu, Teego es nuestro amigo…

no seas tan conservador. Concluyó el molesto Kai. Y Teego solo reía de su complicada

relación familiar, estos pelean y vuelta volvían a llevarse, el uno tolerante, Kassu de una

naturaleza perfeccionista.

—¡Y por qué te peleaste con Gagui, Kassu?. Preguntó Teego.

—Porque me di cuenta que era real… —Kassu se manda todo su vaso. —Tu

alguna vez has soñado con algo y lo ves cuando despiertas… es sorprendente ¿Verdad?

Ahora imagínate que siempre sueñes con alguien quién resulte de carne y hueso, tal

como la viste… es algo que te eriza, que te asusta. Declaró Kassu a la vez que atraía a

su mente el recuerdo de la figura y la voz de Gagui.

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Y Teego observaba a Kai, mismo que se veía complacido ante las declaraciones de su

hermético hermano, este que empezaba a abrir su corazón.

—Los sueños son como un mundo, cuál sí lo sabes controlar, puedes hacer

cosas increíbles, recibir grandes regalos y enseñanzas. Expresó Kai ayudando a que su

allegado no se vea como un lunático. Teego sonreía nervioso, este remembraba no haber

sido la única vez que escuchó aquello, a su memoria llegaba la plática de aquellas fans,

que con extraños ojos, se enseñaban la una a la otra.

—Créeme que ese cuento ya se ha hecho popular… habían dos chicas en la

base espacial que justo hablaban de eso. Contaba Teego sin negar de las creencias de

los demás, ni tampoco la de sus amigos, aquel mencionaba que mejor era soñar, estar

envuelto en las ilusiones de su mente. Una leve tristeza se asomaba en el rostro de Kai,

pero ya era tarde y el pito delicado de la limosina, llamaba con la atención y la presura

de Teego, mismo que informaba, debía ir a una cita con su madre.

Y el rubio se levantaba, aquel ya estaba de retirada, más no olvidaba agradecer y como

no, de despedirse muy afectuoso de sus grandes amigos, a estos que quería tal como si

fuesen hermanos.

—Kassu… a veces debemos dejar el orgullo a un lado, sé que te da miedo y

que muchas ideas se clavan en nuestros complejos, pero sí es buena chica y amiga, dale

una oportunidad y también date una oportunidad a ti mismo. Aconsejaba Teego, aquel

que le daba un presente a Kassu, una linda bufanda de cuadros. Empero, Teego tampoco

se olvidaba de Kai, a quién le regalaba una camisa negra con un tejido urbano. —No

creas a ti no te veo… ¡Ya pues Kai! Cuando te veo con una señorita. Soltó el rubio, este

que no debía ni hablar, ya que él tampoco había concebido de una relación seria con

alguien, no desde hace algún tiempo. Más, ambos hermanos sabían que era un tema que

no habría que mencionar, así que aceptando sus consejos, le acompañaron a la puerta de

recepción, ahí donde le despidieron y además, gracias al escándalo, pasaron un dinero al

personal, todo para que se queden callados.

Así, las manos de los tres hombres se bandereaban por el aire, la oscuridad de la noche

hacia que el coche se desaparezca entre las calles. Teego ya se había ido y los chicos se

veían más calmados pero completamente cansados.

—Crees que nos considera unos chiflados. Habló Kassu al tiempo de darse la

vuelta y regresar a su habitación.

—¡Quién sabe!. —Rasca su cuello. —Lo siento, Kassu… yo sí que estaba algo

mareado. Confesó Kai, cuál recogiendo de los platos y las servilletas, regrese hacia la

cocina, la cual sin esperar, empezaba a arreglar.

Y Kassu se reía leve, este se estiraba, agradecía los detalles de su hermano, más no se

quedaba, este iba a su habitación, en la cual se cambia de vestuario con la determinación

de dormir, no obstante, si quiera antes de hacerlo, la luz de enfrente, llamó su atención.

Sí, Gagui había vuelto de la calle, agotada por lo que se notaba, así, esta también se

daba su estirón y un marcado bostezo, más de alguna manera, Gagui no se acostaría, ella

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debía hacer antes. Entonces, la joven dejaba sus cosas, todo al mismo instante, que

Kassu, desde su pieza, se asomaba con cautela a contemplarla.

—Sí que hemos comprado algunas cosas. Gagui guardaba sus objetos dentro

del armario, apagaba las luces de su recamara y prendiendo de una lámpara, se asomaba

a la ventana, llevaba su mirada a lo alto, hacia el cielo que nublado se veía.

Y Kassu de la misma forma lo hacía, con disimulo, observaba los grandes nubarrones,

que sobre las casas, se movían con la fuerte y fría brisa, más hay que decir que esto no

entristecía a la amante de los luceros, a Gagui, quién inhalando, insospechada de ser

vista por su ídolo, entrecerraba sus ojos, aquella con suma integración, abría lentamente

sus labios, de ellos, de los cuales salían la más delicadas y dulces composiciones, esos

poemas que en tiempos libres, Gagui le dedique a sus compañeras de trabajo.

Así, la melodía de Gagui volaba con el viento, llegando a rozar de los oídos de Kassu,

este que presentando su sincera y fascinada sonrisa, acueste su cabeza en el murito de la

ventana, desde ahí miraba el cielo, cuál para él, era semejante a ver a la muchacha, más

la canción se prendía de sus oídos y este, como si se uniese a conformar una clase de

dúo, también soltaba de sus sentimientos hacia el espacio. Así, un concierto inspirado y

exaltado se arrancaba de sus corazones, uniéndose e impregnándose del ambiente.

—Cuando estés triste… —Murmuraba él. —No hay medicina más excelente

que la misma naturaleza y su inocente gallardía, esas que te abrazan y te liberar de las

terribles tristezas. Declaraba Kassu, quién apretaba su corazón apaciguado.

—Cuando estés feliz… —Cantaba Gagui. —No hay dicha más inmensa que

compartirla con el cielo, con el mar, con la tierra y con la atmosfera. Lanzaba la serena

chica, está uniendo sus manos y apegándolas a sus labios, con alegría, notaba como a su

canto, las nubes se retiraban dejando ver la elegancia de las estrellas, ambas rebosando

de consciencia y vida, daban una fiesta de destellos y latidos.

Y ambos se sentían tan pequeños ante tales regalos que el destino le daba, Kassu se veía

extasiado, aquel peinaba su cabello hacia tras, todo a la vez que con sorpresa, notase de

una estrella fugaz, esta que de norte a sur, corriese por la casa de Kassu hasta la casa de

Gagui, mismo recorrido que llevó a este hombre a perderse en la figura de la otra, ella

que sin verlo ni notarlo, terminando con su canción, suspire y mostrando sus iluminados

ojos, diese gracias por todo lo dado. Kassu, en su intimidad, también lo hizo, más ya era

tarde y este con algo de pesar, observaba como la joven se volvía adentrar entre sus

aposentos, donde se cambiaba de ropa y alistaba su cama, lista para arroparse y dormir.

Más, Kassu aún estaba en la ventana, su mente no hacía más que detallar tal hermosa

escena, como su corazón, no dejaba de latir más fuerte al saber que, sin sospechar, la

compartiese con Gagui.

—Gagui tu eres como una estrella, alguien brillante cuál pocos ven y notan

ante su aparente distancia… más, que tan cerca y tan preocupada eres… —Kassu de

una sonrisa. —Eres la estrella que yo siempre estuve buscando… y que mañana, como

el alba, volveré a ver. Y Kassu cerraba sus cortinas y de igual manera, se iba a dormir.

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CAPITULO 7: EL FINAL DE LAS SORPRESAS

……………………...................... Ж……………………………….……..

Más, después de tan larga noche, el sol salía desde temprano, este desde las seis de la

mañana animaba a que todos los seres se despierten, empero, aun cuando mucha gente

hacia caso omiso, Kai se levantaba animado, este se estiraba con leves movimientos que

le ayudan a mantenerse con energía, el responsable hombre sabía que hoy tendrían una

agenda muy larga, que debían salir desde temprano hacia sus respectivos ensayos y que

además, tenían que desayunar temprano. Bueno, entonces este mayor, se arreglaba, sin

olvidar ponerse sus gafas y su bufanda, se pasaba por el cuarto del adormitado Kassu, a

este a cuál dejaría solo por unos momentos; pues, Kai iría nuevamente al súper, esta

vez, sin olvidar su tarjeta de compras.

Entonces, el castaño salía a las calles, con su sonrisa brillante y su animoso carácter, se

daba espacio para saludar a todos los vecinos que madrugando, salían a recrearse con

alguna rutina de ejercicios. Kai avanzaba y llegando al mercado, se adentraba a la zona

de la panadería, tomaba algunos dulces y masas, para luego ir por las carnes, tal vez,

haría un sanduche de lomo.

—Bueno, vamos por algunas frutas para hacer un batido y de ahí… —Kai va

por los cereales, toma el integral, ese que Kassu siempre le exigía más que los coloridos

de varios sabores. —¡Ah! Los huevos, cierto. Mencionó colocando en su canasta lo que

faltase, así como la miel y la leche. Más, de todas formas, eran las compras de Kai, este

que pagando en la caja y recibiendo de sus cupones, saliese nuevamente en dirección al

parque, ese espacio verde por el cuál debía de pasar para ir hacia la casa.

—Después de todo, este lugar es muy tranquilo y familiar. Comentó el joven

que no dejaba de lado la figura de sus familiares, estos que a pesar de las diferencias, de

las alegrías o de los disgustos, siempre estaban ahí para con ellos.

Y Kai recorría del camino, cruzaba de la calle y llegaba al portón del edificio, donde al

todavía no despertar el portero, buscaba las llaves para entrar, empero, él no estaba solo

esperando a entrar, atrás de aquel, unos piececitos negros caminaban hacia sus largas

piernas, estas con las que rozaba con insistencia.

—¿!Qué pasa!?. Exclamó el alarmado Kai, quién bajando rápidamente de su

mirada, se fijase que tenía entre sus pies a un mediano gatito, uno conocido por la zona,

a Hermes, la mascota de Elyel. Y Kai gritaba con mucha emoción, este era un amante

empedernido de los animales, por los cuales había estudiado bastamente.

—¡Un gato negro!. Expresó Kai dejando sus compras en el piso y alzando al

felino por los aires, estrujándolo entre sus brazos y acariciando su cuellito, por lo cual

Hermes se veía con suma satisfacción, se sentía como un Rey, mismo que ya imaginaba

comer de las deliciosas carnitas que Kai llevaba en su bolsa. No obstante, Kai no creía

que el gato estaba por ello, este inventaba lo bueno que era con las mascotas y como

estas siempre buscaban de él, claro del habiloso chef.

—¡Qué lindo minino! ¿Me quieres?. —Susurraba notando como el animal se

bajaba de sus hombros y con un saltó, se apresuraba a meterse entre las fundas de Kai,

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quién con curiosidad, se arrodillaba a su lado. —¿Qué buscas, gatito?. Preguntó al notar

con gracia, como Hermes arrastraba con sus colmillos la funda que contenía las carnes.

Así, Kai empezó a carcajearse, acariciaba la cabecita del animal, mencionaba que no le

podía dar ese alimento, ya que si lo hacía, la furia consentida de Kassu recaería sobre

ambos. No obstante, el gato maullaba fuertemente haciendo que el otro, con tristeza se

compadezca de aquel, así veíamos a Kai hablando a solas con el felino, al cual invitaba

a su hogar, una señal, como alarma de fuego o peligro, que aun a pesar de la distancia,

interrumpía bruscamente con el sueño de Kassu, quién escuchando del agudo cantito del

minino, se levantase rápidamente, sin siquiera pensar, abriendo la puerta y tomando del

ascensor, todo para bajar y negar la petición de su carismático hermano. Empero, no era

solo Kassu el que se sobresaltaba, sino también Elyel, cuál era dentro del jardín de su

condominio, encima del césped, haciendo ejercicios respiratorios. Era obvio que esta, al

ori la voz del masculino, detuviese sus prácticas, abriese de la puertecilla de madera y

cruzase la calle, no sin antes, secar su sudor y vestir su cuerpo de un oloroso aroma.

Y Elyel llamaba a su gato, esta miraba con algo de admiración que su Hermes estaba

junto al vecino de agradable semblante, mismo con el que se regresó ayer de compras.

—¡Oh! es tu gato, pensé que no tenía dueño. Soltó el inocente Kai, sin notar

que su comentario, ofendiese a Elyel, quién cuidaba a su gato más que a ella misma.

—Oye, señorito… —Ella cruza sus brazos. —Este gato tiene placa registrada

por código GPS, además que come de los más deliciosos manjares, por ende tiene una

buena dueña y esa soy yo. Elyel toma a Hermes en sus brazos, este que tenía puesto sus

ojos en la carne que traía Kai, mismo que disculpándose, sonreía nervioso. —Vaya, que

coincidencia nuevamente, el baterista se chocaba con Elyel, quién ya no era una mujer

cualquiera, sino la mejor amiga de Gagui, la chica por la que Kassu se ocultaba.—

—…Bueno, él lo tiene todo… solo le falta un papá… Acotó Elyel esfumando

con la vibra de problemas y discusiones. Kai tragaba saliva, era mejor retirarse antes de

que ella le descubra y diga a los demás o antes de que salga la misma Gagui.

—Claro, tienes razón. Exclamó Kai retrocediendo sus pasos, terminando por

buscar las llaves y abrir la puerta, casi que de espaldas. Elyel hacia una mueca extrañada

al notar el cambio de este joven. —¿Qué le pasaba?.—

Ella empezaba a preocuparse, le estiraba su mano y le calmaba, más Kai empujaba la

puerta, este estaba pronto a entrar; sin embargo, como cosa del destino, la puerta de jaló

hacia adentro, de donde la figura enigmática y reconocida de Kassu saliese a la luz, ante

los ojos de Elyel. Y Kassu no veía a la joven, aquel volteaba la cara de su hermano, se

ponía frente a frente con él.

—¡No Kai! No me traigas animales a la casa… —Frunce el ceño. —Ya hemos

discutido sobre eso, sabes que no tenemos tiempo para cuidarlos. Expresó disgustado.

Kai entrecerraba sus ojos con admiración, este le alejaba de a poco con sus manos, le

mencionaba entrecortadamente, que no estaban solos y ante tal confesión, la impactada

mirada del cobrizo se lanzó contra Elyel, la mujer que obviamente le reconoció y aún

más al escuchar fuerte y claro del nombre del joven con él que había estado hablando.

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Entonces, el corazón de Elyel sonaba fuertemente, esta no decía nada, solo impregnaba

sus ojos ante las descubiertos hombres. Un rayo de silencio alumbraba la sombría pero a

la vez aventurera escena. Kassu miraba nuevamente a su hermano, este que mencionaba

no tener culpa; pues a él, nadie lo había reconocido.

—Tú la dañaste, Kassu. Criticó Kai con total quietud, sonriendo a Elyel y al

gatito Hermes, disculpándose por los gritos y mal entendidos. —Espero querida Elyel,

que sepas guardar el secreto. Rogó el baterista, este que robaba veladamente con el

alma y el aliento de la joven, misma que con notable frescura, aceptase de la petición.

—Nunca imaginé que Kai y Kassu estarían viviendo en frente de mi casa. ¡No

lo puede creer!. —Elyel hunde sus labios con sus dedos. —¿Cómo así? Bueno, venga

que no diré nada. Expresó la chica quién, como siempre, tomándose una divertida foto,

cierre de su promesa.

Empero, Kassu le miraba desconfiando —Que más daba. — aquel tomaba a Elyel de los

hombros, ya no tenía como ocultar sus acciones, este miraba los ojos de la pelinegra y

con seriedad, le mencionaba que llamase a Gagui, que tendrían una cita dentro de una

hora, en medio del parque de la ciudadela. Y dicho esto, Kassu entró al edificio junto

con Kai, quién se encerraba en las pupilas de Elyel.

Bueno bien, Elyel no se quedaría parada toda la vida, esta debía regresar e ir a la casa,

por ello junto con Hermes, cruzaba la calle, abría serenamente del portón y se metía a la

recepción del edificio, tomaba el ascensor y metiendo sus llaves a la puerta, abrió de su

departamento, ahí donde Nine, cuál estaba sentado sobre un diván cercano, observase de

su repentino desmayo. Y el muchacho llamó a su madre, Yuuri la cargaba y la acostaba

sobre los muebles, todos dándole aire y armando una revuelta.

—¡Te dije que estaba muy flaca!. —Nine la sacude. —¡Le faltan vitaminas!.

—No, yo presiento que es por emoción… —Yuuri cierra sus ojos y empieza a

tocarla por todos lados. —Sí… así es, Elyel vio a alguien… Mencionaba.

Más, al tiempo de gritos y discusiones, Gagui, llamada por la curiosidad, dejaba a un

lado su laptop y salía, esta avanzaba por el pasillo y las escaleras, cuales le conducían a

la sala en donde encontró a su amiga postrada. Gagui corrió lanzándose a ella.

—¿!Qué le ha pasado!?. Preguntó la alarmada Gagui, esta que se arrodillaba a

su lado con cara de trágica. —Y esto sí que era un problema, Nine llamaba al doctor,

este estaba encaprichado en que se trataba de mala alimentación, empero, Yuuri recitaba

de algunos conjuros para reanimarla, todo este drama a medida que la admirada Elyel

volvía a levantarse.

—¡No me manosees!. Gritaba la chica alejando de un solo golpe a Yuuri y a

Gagui, quién caía sentada en el piso, aliviada de verla mejor, pero con la curiosidad de

saber que le había pasado.

Gagui se reponía, sacudía su ropa y ayudaba a Elyel a levantarse, esta que remembraba

lo ocurrido, no había sido un sueño, era real.

—Gagui… —Elyel pierde su mirada. —Kassu y Kai están aquí, viven en frente

de nuestra casa. Confesó con aura de misterio y sombra. Gagui comenzaba a temblar,

no creía las palabras de Elyel, imaginaba que esta había enloquecido ante la euforia de

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saber que este día, en la noche, sería el concierto esperado. —Tranquila, amiga. Decía

Gagui al momento que guardaba de su espacio, empero la desesperada Elyel insistía,

está delante de toda la familia, les contaba sobre su encuentro con Kai, quién en ese rato

no sabía de quién se trataba, después de que el mismo muchacho estaba con Hermes y

que Kassu, sin disfraz alguno, se mostró ante su cara.

—No había como equivocarse, eran ellos… además que se llamarón por sus

nombres. —Elyel tomaba un vaso con agua. —Kassu me habló, él me miró y dijo que te

diga que deben hablar. Confirió la pelinegra sin gota de gracia, cual empezaba a creer

Gagui, sin contar que su involucrada tía lo aseveró.

—Ayer, cuando ustedes salieron, llegó una limosina, en esta había llegado

Teego, cuál hizo una fiesta con esos dos hermanos. Reveló la bruja, cuyas declaraciones

eran verídicas para con las muchachas, quiénes no entendían el propósito de que ambos

estén en frente de ellas.

—¡Ay! Vino por mí. Soltó Elyel con aires de enamorada, Gagui chasqueaba

sus labios, debía haber otro motivo, tal vez, más importante. —Quizás, Kassu quería

asegurarse de que no sea una terrorista. Pensó la resentida Gagui, quién no callándose,

sacaba la información de los labios de Elyel.

—Kassu dijo que en una hora dentro del parque de la ciudadela. Informó la

pelinegra al tiempo que Gagui, viendo la hora, se apresure a cambiarse y arreglarse un

poco, sin contar que dejar su laptop apagada y su habitación organizada.

—Me voy, deséenme suerte. Exclamó Gagui justo al momento de retocar por

última vez su ondulado cabello y saltar hacia el ascensor. Yuuri le miraba, esta corría a

tomar fuerte de su mano, le aconsejaba que lo mejor fuera no ir hacia esa cita. Gagui se

sorprendía de la predicción de su tía, más no podría hacerle caso, aquella tenía que ir a

ver a Kassu.

—Sí vas es posible que te pase algo incómodo. —Yuuri entrecierra sus ojos

con misterio. —Además el conversar con él, no va a ir bien… Acotó la bruja.

Gagui suspiró decepcionada, entrecruzaba sus brazos e insistía aplastando con el botón

que llamaba al ascensor. —Debo verlo, tía. Fue lo último que la joven mencionó antes

de desaparecer de los ojos de su preocupada familiar.

Y Gagui caminaba por las calles, llevaba su mente llena de muchas preguntas y dudas,

sus manos temblaban de a poco al igual que un nudo se amarraba en su garganta. Y es

que Kassu estaba enojado con ella, aun cuando esta no lograba entenderlo del todo.

—Bueno… yo seré sincera con él. Susurró caminando al final de la calle, en

donde se encontraba la puerta del parque, cuál era llenos de gente, niños, adolescentes y

adultos que disfrutaba de su fin de semana. Así, Gagui pisaba del interior del lugar, esta

se recogía de a poco, más su aura siempre denotaba ante los demás, de mucha seguridad

y liderazgo, esto que también llamaba la atención de ciertas mujeres, de las complicadas

jóvenes de la casa pastel.

—¡Hey! ¿Te perdiste?. Y la voz de un hombre cruzaba por los oídos de la

perdida Gagui, misma que al reconocerle quedase quieta, viendo como aquel muchacho

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que vestía de su bufanda y gafas, avanzaba alado de ella, este le hacía señas, era mejor ir

a un lugar más privado.

—¿A dónde vamos?. Más, Gagui le continuaba los pasos, esta se veía detrás

del joven, esta, casi nunca salía, por ende no conocía de sus vecinos, empero ellos sí de

ella, así aquellas personas, disimuladamente empezaban a chismear como también a dar

una ojeada a ambos jóvenes, cuales a la distancia, accedieron a sentarse bajo un árbol,

en donde se saludaron más cordialmente.

—Hoy tengo un ensayo, no puedo quedarme mucho tiempo. Dispuso Kassu,

Gagui asentía, desviaba su mirada algo acomplejada; pues, no sabía cómo comenzar con

esta plática, que más bien, se convertía en un interrogatorio. Entonces, se veía a Kassu

entrelazar sus brazos, dar un respiro y tomar la posta del llamado.

—Solo quiero saber porque no me dijiste que eras real… porque fuiste a

verme aun estando tan lejos. ¿Qué te motivo? ¿Con que propósito?. Preguntó Kassu

con la curiosidad sobre sus ojos. Gagui hundía sus labios, se sentía avergonzada, más

tenía que demostrar soltura y fortaleza.

—Yo siempre te dije de donde venía, que era Terrestre de Halfworld, te hablé

de mi forma de vivir y de mi familia, creo no haberte ocultado nada. —Se sinceró la

seria muchacha, esta que sin hacer pausa, siguiese. —Y con respecto a porque tomé esa

decisión de irte a ver… bueno, también te conté que te vi en la pantalla en mi instante

de angustia, luego llegué a mi casa, estaba muy feliz de saber que habían personas que

aun escribían tan lindas letras que ayuden a las personas. Gagui denotaba la frialdad

del hombre, este que no demostraba ninguna mueca, muy entregado, se concentraba en

las confesiones de Gagui.

—Y ¿Qué más? Eso sí me lo habías dicho, en sueños. Murmuró el hombre,

este que tampoco quitaba de vista a las miradas entrometidas que de vez en cuando, se

clavaban sobre ellos.

—Ok, de ahí mi familia empezó a preguntarme del porqué de mi contento a

pesar del rechazo de la editorial, no hablé más mi tía, la bruja, lo supo bien y esa noche

cuando dormía, cuando estaba dentro de mi sueño, ella se apreció y así como lo hice

contigo, ella me despertó, me hizo ver que era un sueño. —Gagui se sentaba sobre sus

piernas, se levantaba de a poco; pues, quién sabe, la conversación pronto termine. —Y

ella, quién ya sabía de ti… me dijo anda verlo y conócelo. Acotó la joven.

Y Kassu asentía creyendo todo lo que la joven le mencionaba.

—Pero ello es lo quiero que me digas… ¡Podías ir donde sea!. Expresaba el

indagador Kassu, mismo que era callado por Gagui. —¡Por qué me moría de curiosidad

ante ti! Yo quería saber sí eras tan increíble cómo te vi en TV, sí eras ese mismo tipo

que robó mi mirada… —Gagui entrecierra sus ojos con disgusto. —Sí eras ese Kassu

del cual yo me fijé y no como una fan, ni como tampoco una amiga. Declaró la agitada

Gagui, cuál gritó de todas sus palabras, la perturbada muchacha que no entendía porque

Kassu le daba tantas vueltas al asunto, sí esto para ella, era algo tan normal.

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Si bien mucha gente oyó las declaraciones de la impertinente Gagui, Kassu estaba del

más que impregnado de lo oído, con el corazón vibrante sobre la mano y sus ojos fríos e

impactados, avergonzado, sin siquiera poder hablar o ampliar sus preguntas sobre ello.

—Pensé que era por amistad. Susurró el joven demostrando decepción.

Gagui entristecía su semblante, claro que era así, más hubieron entre ellos, experiencias

bastamente vividas que de la amistad al amor solo había una pequeña tela de separación.

—Yo soy tu amiga. Mencionó Gagui tomando de las manos del hombre.

—No, tú eres mi fan. Respondió Kassu cortamente, levantándose del césped,

peinando su cabello para atrás, viendo de reojo la desilusionada cara de Gagui, misma

que en medio de su silencio, atestiguaba de la decisión de Kassu, aquel que empezaba a

caminar, estos que eran pasos que se alejaban de ella. Y Gagui no quería de esto, había

luchado tanto por ganar su amistad, cuál no dejaría escapar fácilmente, así esta saltó de

las piedras cercanas, agarró de su bufanda y lo nombró con fortaleza. Kassu, al igual

que unas cuantas, regresaron a ver a la fuerte Gagui.

—No dejes que esto se quede en el olvido. —Gagui apretaba la tela que tenía

entre sus dedos. —Yo sí quiero ser tu amiga, no solo tu fan…porque una es la que

conoce por dentro y la otra la conoce por fuera, una es la que comparte tu corazón y la

otra la que comparte tus éxitos. Kassu… Reveló la dulce pero sincera Gagui, esta que

robaba con la atención completa del hombre.

—¿Tu, acaso me conoces?. Interrogó el joven intentando ser firme.

—Sí, porque tú sabes que de donde nos conocemos, vemos nuestras verdades,

sin contar que muchos problemas hemos enfrentado y ante ellos, salimos como somos,

sin mascaras ni antifaces. Contestó la chica, Kassu asentía, tomaba las manos de esta y

las hacía que suelten su prenda. Gagui miraba a Kassu y él a esta, como sí no hubiese

nadie más que ellos dentro del parque.

—Tú eres mi amiga. —Indico Kassu junto con la aseveración de Gagui. —No

otra cosa más… por ello, te pido que no nos volvamos a ver, al menos no en los sueños,

no me busques ahí. Exigió el cantante, Gagui entreabría sus ojos con asombro. —Cómo

más lo va a ver, este solo estaba cortando con ella.—

Y las pocas personas del alrededor unían sus vistas al problema, así como las chicas de

la casa pastel, esas que habiendo notado la presencia de Elyel, cuál obviamente no se

perdería de este caso, se habían acercado a pelear con ella. Estas cuatro se miraban entre

ellas, todas accedían saber que pasaba y los pasos se avecinaban a Kassu y a Gagui,

quién muy claro era reconocida por Elyel.

Así, Gagui se enfrentaba hacia el intolerable Kassu; pues esta se sentía ofendida ante él,

no iba a aceptar sus condiciones, no si es que seguían siendo amigos.

—Tú estás siendo un testarudo. —Gagui se aleja de él. —¡Solo dime que me

vaya! ¡Que me desaparezca!... más no ocultes tus palabras. Exclamaba la chica, quién

era oída por Elyel y el grupo de —¡Oh sorpresa!— Fans de Kassu, mismas que viéndole

de cerca, empezaban a reconocerle. Estas no creían que era él y peor discutiendo con su

vecina, una tipa que pasaba encerrada, que no era ni siquiera popular.

Y Kassu consideraba volver a ser el malo del problema.

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—Bueno… —Kassu gira hacia Gagui. —Sí tú lo dices así, es porque tal vez lo

sea de esa manera. Terminó el vocalista, este que sin volver a ver hacia atrás, levante su

mano en son de despedida, él ya debía toparse con Kai, mismo que le esperaba afuera

del parque, dentro de una furgoneta roja.

Kassu se subía y empezaba el auto a dar señales de marcha, no obstante, ahí no termina

todo; pues este, sobrando de seguridad, sacó casi en ojos de todos, sus gafas y la tela

que cubría su cara, así demostró a sus fan que era él, se trataba realmente de Kassu, de

quién jamás pensaron ver tan cerca como en aquella escena.

—Chicas. —Menciona la líder. —Era Kassu… nuestro mayor ídolo hablando

con esta. ¡Quiero morirme!. Gritaba aquella, esta que dejaba caer sus rodillas al piso,

junto con las demás, cuales se unían a su repentina depresión. Elyel las miraba burlona,

esta meneó su cabellera y fue hacia su melancólica amiga, hacia Gagui.

Empero, una de las compañeras, amigas de la líder, clavó con disgusto sus ojos en la

castaña Gagui, a su mente llegaban uno de los planes más necrófagos.

—No podemos dejar que esto pase… es nuestra única oportunidad, chicas.

—¿Pero qué podemos hacer?. Preguntó la última, la más chica.

—Vamos a secuestrar a esa muchacha. Determinó la mujer intermedia, esta

que llamaba el susto de la líder, quién no quería verlo de manera tan extrema, más la de

la idea continuaba, abría los ojos de las demás. —Sí es tan importante para Kassu, sí

ella dice ser su amiga y él la considera, vendrá a recatarla y así le obligaremos a que

nos firme autógrafos y también nos regale fotos. Expresó aquella de sonrisa pícara.

Todas se veían dudosas; pues no era una broma pesada, era algo realmente peligroso, ya

que hay que imaginar sí es que Kassu llamase a la policía.

—Tengo miedo. Dijo la pequeña junto con la alta líder, quién la abrazaba.

Más, la otra reafirmaba su gusto por Kassu, quién estaba decidida, podía lanzarse hacia

el plan. —Qué otra cosa podían hacer. —Las fans de Kassu, aceptaron.

Entonces, aquellas se ocultaban, veían como Elyel consolaba a Gagui, estas salían del

parque en dirección a su casa, discutiendo o intentando cambiar el tema. Gagui se veía

muy molesta ante las frases de Kassu, que difícilmente se hallaba entre las palabras de

su preocupada amiga Elyel.

—Ya no quieres ir al concierto. Mencionó Elyel algo resentida.

Gagui quedaba en silencio, en medio de ese instante en donde su teléfono sonando, les

interrumpió, la llamada era de Yuuri, quería confirmar que todo estese bien… Gagui se

lo hizo saber, a pesar de que conocía lo que le diría, sí tuvo razón, las cosas terminaron

pésimas. <Sin embargo, cuando hay sombras, el sol siempre está destinado a salir.>

Yuuri se notaba intensamente contenta por dentro del móvil y esto admiraba a ambas

jóvenes, quienes adentraban sus oídos en el aparato.

—Han llamado de la editorial más grande de la capital… —Contaba Yuuri.

—Me han dicho que tu obra ha sido admitida, que les ha gustado y que quieren hacer

un contrato contigo. Confesó la alegre mujer, esta cuya alegría también creció en Gagui,

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quién dejando, por unos segundos, todo de lado, se lanzó a saltar como loca, a gritar con

júbilo y hasta con ciertas lágrimas.

—¡Por fin Gagui!. Vociferó la feliz Elyel.

—¡Que feliz que me siento!. Clamó Gagui, quién se abrazaba energéticamente

con su amiga pelinegra. Más, Yuuri no se callaba, tenía muchas cosas más que decir.

—Tienes una reunión con ellos... es hoy en la noche. Culminó la adulta y con

ello, la perplejidad de Elyel se mostró, Gagui asentía a todo, esta se le había olvidado de

su cita nocturna, del gran concierto de Kassu, por el cuál mucho habían esperado.

Y Elyel bajaba sus ánimos, poco a poco su euforia disminuía, aquella hundía sus labios,

cuánto deseaba que su amiga vaya con ella, además, que se amigue de nuevo con Kassu.

Más, la joven sabía que no podía ser egoísta, que Gagui había esperado tanto para que

este día llegue. —Mírala. —Olvidándose de todo.

—Amiga, nadie te detendrá esta noche… —Guiña su ojo. —Déjalos con la

boca abierta a esos editores. Expresó Elyel guindándose del hombro de quién metía su

celular nuevamente en su pantalón. —Sí, estoy tan feliz. —Gagui ve a Elyel. —Pero…

aun entre tanta dicha, aparecen las palabras de Kassu… sí deseaba ir a su concierto a

pesar de mi temor. Gagui suspiraba, veía de su alrededor, de los árboles y de la brisa,

realmente intentaría sentirse mejor, así como algunas de las personas que transitaban

por las calles de ahí donde rápidamente lo carros iban de lugar a otro, Gagui no le veía

importancia, empero, ante sus mismos ojos, un auto azul se dirigía veloz hacia ella, a la

vez que se parqueaba bruscamente.

Gagui, enajenada, solo hizo más que alejarse de a poco. —Lo que es estar en otro lado,

sí hubiese vivido atenta en el presente, de seguro, nada le hubiese pasado. —

—¡Oye idiota!. Gritaba Elyel con pendenciera expresión, viendo al igual que

la otra, como tres personas con sus caras tapadas y grandes buzos de colores, se bajaron

y corrieron a ellas, las extrañas, con suma fuerza y agilidad, no demoraron en jalar las

manos de Gagui, echándola contra su voluntad dentro del auto. Elyel veía la increíble

escena, estaba congelada, —¿En qué momento pasó todo esto? Bueno, ya no importaba,

Elyel debía moverse.— Empero, ya era muy tarde, el auto empezó a andar, entre risas

féminas y aplausos; pues, sus secuestradoras, lo habían logrado.

—¡Regresen a mi amiga!. —Gritaba Elyel desesperada. —¡Auxilio! ¡Raptan a

mi amiga!. Anunciaba la angustiada, no obstante, aun con la ayuda de uno cuantos, el

carro de marchó, no sin antes, gritarle a Elyel sobre su demanda y botándoles un sobre

de papel, en donde estaba anotado un número de teléfono.

La pelinegra escuchaba los lamentos de Gagui, esta quién asustada clavaba sus ojos por

última vez, en los de Elyel, cuál cayendo de rodillas, se sentía desmayar.

—Ahora que le diré a Yuuri. Elyel apretaba su corazón, justo ahora pasaban

las cosas, cuando todo parecía aclarecerse. La bronceada estiraba su rostro, carecía de

tiempo para perderlo, Elyel abría el papel y con asombro, leía de su contenido, ese en

donde exigían que no llamasen a la policía, lo único que querían era que Kassu mismo

venga por ella; pues, estas prometían no hacerle daño a Gagui.

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—¿Cómo encuentro a Kassu?. —Elyel empezó a correr, sus pasos se paraban

al enfrente de ese edificio en donde, según el portero, algún día atrás, vivieron aquellos

dos chicos, los cuales solo dejaron el dinero y la propina, todo antes de marcharse, quién

sabe a dónde, tal vez a la gran capital. —Gracias, por la información.— Elyel quedaba

en blanco, pensando en su amiga, regresando a la casa, por la única persona, que podría

ayudarla, por aquella mujer que haría lo que sea por encontrar a su sobrina. Yuuri.

Y Elyel abría la puerta del hogar, esta subía las escaleras apresurada y casi que tumbaba

el aposento místico de Yuuri, quién ya sospechaba lo malo que había acontecido.

—¡Se raptaron a Gagui! —Exclamó Elyel. —Para liberarla, quieren que el

mismo Kassu venga por ella, sin nada de trampas. Contó la pelinegra enseñándole los

datos a su casera, misma que asentía, Yuuri utilizaría sus poderes, para saber dónde era

el famoso cantante. —Cierra las ventanas, prende una vela blanca y que todo quede en

silencio, solo el sonido de la flauta debe sonar. Advirtió Yuuri aquella que se acostaba

sobre su cama, cerraba sus ojos y con fuerte inhalación, se echaba a su meditación.

Elyel desesperaba, pero tenía que ser paciente, aguardar los largos minutos que duró el

silencio de Yuuri, aquella que se esforzaba por encontrarlos en su mapa mental, con su

táctica de también salir con su alma y volar por todos lados de la capital, llegando por

fin al lugar de encuentro, ahí donde sus verdes ojos vieron al urbano Kassu.

—Ya lo vi. Balbuceaba Yuuri hacia Elyel.

—¿Dónde están?. Preguntó la insistente muchacha. Yuuri hacia puños para no

cortar bruscamente con la conexión que llegaba.

—Está en una casona, cerca del estadio naval, a unas siete cuadras de donde

queda el parque de los lagos, ahí está junto a Kai y Teego, van a ir hacia el auditorio,

sino llegamos pronto, no podrán salir de ella y no lo veremos hasta de mañana. Contó

Yuuri despertando de inmediato, tomando su chaqueta y corriendo junto a Elyel, quién

aconsejaba tomar un taxi.

—Vamos ahora mismo mujer, los taxistas conocen una ruta en donde nos

demoraremos una media hora. Aclamaba Elyel está que abría la puerta de la casa para

esperar del ascensor. Yuuri chasqueaba sus labios, no podían perder media hora, debían

estar ahí mismo, en máximo diez minutos. Elyel se sorprendía, era imposible para el

taxi, más no para Yuuri, quién volviendo a entrar a su departamento, sacó una vieja

escoba. —Debía ser una broma. ¿Cómo en las películas?— Elyel tragaba saliva, ella no

intentaría tal locura.

Yuuri estaba frente a una inmensa altura, ambas habían subido a la terraza, con sus pies

al vaivén del viento, lejos de los ciegos ojos de los que andaban por debajo. Empero,

Elyel sudaba frío, haría tanto esfuerzo por su recién amiga, más no hay que obviar que

dentro de sus ojos asustados, la adrenalina de vivir algo nuevo, le enloquecía de poco.

—Yo tengo experiencia en volar con escoba, además de una licencia. Habló

Yuuri intentando calmar los humos de la valerosa Elyel, quién se determinaba a hacerlo.

Así, con un desgarrado grito y con el vértigo que sumía sus abdómenes y ampliamente

abría sus ojos, aquellas caían por las nubes, agarradas fuertemente del palo de madera,

Elyel sentía el viento sobre su cara, este que estiraba con presión de su piel, más nada

asombraba tanto a la pelinegra como ver las calles y pasar de largo y tan cerca de las

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ventanas de los altos edificios que tenía la capital, en estos en donde empezaba a verse,

o a reflejarse, la sonrisa intrépida de Elyel.

—¡Esto es emocionante, Yuuri!. Gritaba la joven.

—Ya te haré olvidar de esto… es ilegal para mí, pero digamos que fue una

emergencia. Informaba Yuuri, quién ya se veía dentro del corazón de Halfworld, con

sus pies flotando por encima del parque de los lagos, ahí donde decidía bajar en picada,

arrastrando a su vez, todos los miedos y estrepitas amenazas de Elyel.

—Mira, Elyel… —Yuuri iba por las calles, su velocidad era casi imperceptible

para los demás. —Ahí están ¿Los ves?. Señaló la bruja, Elyel tenía los ojos cerrados, no

quería marearse, o peormente, morir de la impresión.

Más, no tan lejos de las quienes ya ponían sus pies sobre el piso, estaban los tres chicos,

ellos quienes ocupados entre sus cosas, con papeles y planos en la mano, avanzaban de

la calle, esa en donde estaba la gran estada del auditorio. Kassu, como de costumbre, al

igual que su entregado hermano, se notaban bien concentrados en las explicaciones y en

el orden que dictaba Teego, dando Kai de vez en cuando, ciertas sugerencias, o pidiendo

de pequeños cambios.

—Yo creo que todo está perfecto, Teego. Mencionó Kai, aquel que no quitaba

de vista al callado Kassu, aquel que ya llevaba tiempo, sin decir nada. —Algo extraño

en él. —Pero Kai sabía que se debía a su manera de actuar con la Terrestre.

—Kassu… ¿Qué te parece el vestuario que usarás en “Love Game”?. Saltó la

voz de Teego, mismo que quedó en el vacío de su sigilo. Kassu apenas le asentía con su

rostro, no tenía problema alguno.

Teego y Kai se miraban mutuamente, más no dirían nada, solo esperaban que la voz y el

papel de Kassu saliesen de impecable manera, aun con tal inconveniente.

—¿Y la chica vendrá?. Preguntó Teego en secreto. Kai encogía sus hombros y

levantaba sus manos, no tenía ni idea de cómo reaccionaría Gagui, más no se silenciaba

al mencionar que sentía un mal presentimiento.

—Pero juro que haremos el mejor acto, no te decepcionaremos, Teego. Dijo

Kai abrazando de lado a Kassu, quién esforzándose por tener la mejor cara, le asentía.

No obstante, los tres jóvenes presentaban sus tarjetas, mismas que le darían paso libre a

entrar en las instalaciones del auditorio, empero, antes de dar un paso, los fuertes gritos

de Elyel, llamaron la atención de Kai, quién le reconoció rápidamente. Aquel jalaba la

camisa de su hermano, ambos veían el cansancio de la pelinegra, quién les rogaba que

por favor le escuchasen, Yuuri también corriendo, se abrazaba del sorprendido Teego.

—¿Qué ha pasado?. Interrogó el preocupado baterista. Elyel retomaba de su

respiración, arreglaba su ropa como también su cabello, a la vez que Kassu se asomaba

con cierto interés.

—Raptaron a Gagui. —Soltó Elyel ante el asombro de los hermanos. —Ellas

piden que Kassu vaya, solo así la dejarán libre. Reveló la chica.

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Kassu parpadeaba sin creerlo. —No, eso era una broma de mal gusto. —Y el cobrizo les

dio la espalda, este les miraba de reojo, mencionaba que entraría a su ensayo; pues, no

creería en las mentiras de estas tres mujeres.

—¡Oye niño bonito!. —Yuuri agarra su camisa, enojada. —Sí por ti fue que la

raptaron ¡Tú la mandaste a llamar! Y te reconocieron. Kai veía los ojos de la mujer, no

había como engañarse, esto era real.

Kai se acercaba a su terco hermano, se arrimaba a su oído y le convencía de lo dicho.

—Ellas en verdad están preocupadas… —Kai peina a Kassu. —Y creo que tú

también lo estarás si no vas por ella. Susurró en la intimidad de ambos parientes. Kassu

suspiraba, entrecerraba sus ojos y estiraba su rostro. Sí Kassu iba, se perdería el último

ensayo y esto tal vez le causaría problemas a la hora de actuar.

—Kai… ¿Qué es todo esto?. Se acerca Teego con intriga.

—Sé que es verdad… —Kai se dirige a todos. —Yo tuve un sueño donde lo vi,

unas mujeres celosas se llevaban a Gagui. Manifestó Kai llamando la vista de Yuuri,

cuál al oírlo, se sintió subestimada ante el joven, aquella se acercaba al serio baterista, le

estiraba su mano y se presentaba quién sea una hechicera. —¿Tu también eres brujo?.

Interrogó Yuuri, frente a sus demás dudas, tales como… —¿En qué rama desempeñas?

¿Quiénes eran sus maestros? Etc. Kai sonreía nervioso, aquel no era nada de lo que ella

describía y esto lo revelaba frente a todos y como no, delante del confundido Teego.

—Yo no soy brujo… solo tengo sueños premonitorios. Expresó avergonzado

ante Teego, quién rascando su cabeza, contemplase a Elyel, a la rara chica con la que un

día se tomó una foto.

Empero, Kassu tomaba una decisión, sacaba su celular y empezaba a marcar el teléfono

que Elyel le había dado, todos quedaban en expectativa. Más, luego de varias timbradas,

al móvil se asomó la voz delicada de Gagui, cuál hizo saltar al preocupado Kassu.

—¿¡Gagui donde estás!?. Exclamó el alarmado Kassu.

—No lo sé. —Gagui miraba su oscuro alrededor. —Pero estoy bien, no me han

tratado tan mal… solo estoy amarrada a una silla. Contó la muchacha, esta que era

obligada por sus secuestradores a pedir que Kassu venga. Gagui desviaba su mirar, ella

no quería ver a Kassu, más las mujeres jalaban de sus cabellos haciendo que Kassu oiga

de sus débiles lamentos.

—Yo iré a verte, Gagui… —Voceó Kassu, exigiendo a que se le diga a donde

debía ir. —Estaré ahí apenas corte el teléfono. Pronunció el vocalista. Y las mujeres del

móvil le daban las instrucciones, como las advertencias, no tenía que llamar a la policía,

solo él debía llegar. Kassu aceptaba sus políticas, este aún con el teléfono en la mano, se

despedía de los demás y paraba de un taxi. Kai veía el alejamiento de su hermano, más

por alguna razón mística, este no temía de lo que pase, estaba seguro que Kassu volvería

y con Gagui a salvo.

—Kassu… —El susurro de Gagui sonaba nuevamente. —No creo que sea algo

tan peligroso, ellas son fans tuyas, solo pasan hablando de ti. Expresó en disimulo.

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—No seas tonta, de igual manera, estoy yendo para allá. Contestó Kassu con

su serio y arisco tono. Gagui veía a las chicas, estas saltaban emocionadas, planeando

todo lo que harían, las preguntas y las fotos.

—Solo creo que no son malas… solo son ocurridas y te quieren conocer como

de cualquier manera. —Gagui sonríe leve. —Tal como me pasó a mí… sabes, quizás sí

sea tu fan, Kassu. Soltó la serena Gagui, esta que detenía las palabras de Kassu, quién

solo se disponía a colgar, a ver de las aceras y del cielo, cuyo ojo del destino, siempre le

jugaba de alguna travesura, todo para encontrarse con aquella doncella.

—¿Mi fan?. Sonríe Kassu algo tolerante. —Estás loca, Gagui.

Y Kassu bajaba del automóvil; pues el taxista mencionaba sobre el final de su destino,

aquel sombrío y desértico lugar era donde se vería con aquellas demandantes, el joven

pagó la cuenta al poco instante, que contemplaba con impotencia como el taxi se alejaba

de él. Bueno, Kassu debía ponerse firme, no tenía ni idea de con quienes trataba, más así

ya había dado su palabra de salvar a Gagui.

—Será que torturarán, ¿Le pedirán dinero a mi familia?. —Kassu respiraba

hondo, este tomaba su celular, daría una última llamada, quizás la que pueda, ya que de

seguro las mujeres no le dejarían una vez a dentro. Así, Kassu llamaba a su hermano

Kai, empero, ante los timbres, le contestó una mujer, esta era Elyel, quién expresaba que

el baterista estaba en la tarima, probando y asegurándose de que todo esté bien.

—Esto es un lugar muy tenebroso, no hay ningún alma… —Hablaba Kassu. —

Es un terreno baldío, de plantas muertas y de un olor a arena. Kassu rascaba su cuello

a medida que escuchaba a Elyel, esta le daba fuerzas. —Al menos, sí es que mueres…

mueres como un valiente. Soltó la pelinegra causando una mala impresión en Kassu,

quién al tiempo, recordaba haberle dicho esas palabras dentro de un sueño a Gagui.

—Debes salvar a mi amiga, ella te necesita. Expresaba Elyel con sus ojos bien

clavados en Kai, cuál estaba junto a Teego, mismo que también era observado por la

coqueta mirada de Yuuri, quién alado de Elyel, habían convencido a Kai para quedarse

en el ensayo, con la excusa de la preocupación que sentían ante Gagui.

Kassu suspiraba, debía cortar la llamada, adentrarse a lo inesperado.

—Yo traeré a Gagui. Profirió Kassu valerosamente.

Elyel se lo agradecía, más había que sincerarse, la jovenzuela estaba prendida de cada

serio gesto que Kai hacía, Elyel no sería mala, más cuanto gratificaba de esta suerte, al

igual que Yuuri, cuál ya tampoco se veía preocupada. —Ambos estarán bien. —

Kassu caminaba hacia donde se asomaban unas personas, estas que haciéndole señas, le

abrían de la puerta, cual interior se mostraba oscuro, Kassu dirigía su atención ante las

encapuchadas, quienes con amabilidad, jalaban suavemente de sus manos, vigilaban que

haya cumplido con su palabra para así, pasar a cerrar del pesado portón.

—Pase ¡Oh! gran Kassu. Hablaba la líder, aquella que le sentaba encima de

un cómodo sillón, en donde a su lado, habían bebidas y snacks, los cuales ofrecían con

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toda cordialidad, más Kassu no se fiaba de ella, este hacia puños tras su espalda, estaba

dispuesto a defenderse como sea.

No obstante, antes de siquiera gesticular palabra, sus cafés ojos contemplaron la figura

de la mártir Gagui, quién amarrada, le veía desde la silla. Kassu saltó con disgusto, este

se enfrentaba a las temerosas encapuchadas, quienes se escondían detrás de Gagui, a la

cuál destapaban sus labios, obligándole a hablar, tal como estas tres, lo habían planeado.

Gagui observaba el ímpetu y el arrebato del cantante, este que por casi, guindase a una

de las chicas del cuello.

—Kassu. —Llamó la castaña. —No les hagas daño, por favor. Rogó la chica

admirando en gran manera al cobrizo, quién no concebía tal razón. Gagui miraba a estas

que incorrectamente se habían portado, más ella les comprendían, eran unas señoritas de

fuertes caprichosos. —Ellas son tus fans, todo lo han hecho para verte. —Gagui hace

muecas confundidas. —Sé que no lo merecen… más mientras he estado aquí, me han

contado historias tan lindas de como tus músicas le ayudaron en sus problemas, de

cómo te conocieron… ellas hicieron esto para congratularte. Declaró la apacigüe voz

de Gagui, cuál regaló una serena sonrisa a las jovencitas que afirmaban la una a la otra.

Kassu queda en blanco, abría sus labios sin aliento. —¿Era cierto lo dicho? ¡Que locura!

Y él que estaba tan asustado e inquieto.— Así, Kassu fruncía de su ceño, la verdad no

podía dejar de disgustarse ante la inmadurez de las cuatro, ya que Gagui, en cierto

modo, les estaba apoyando.

—¡Estoy muy enfadado!. Exclamó el hombre levantándose violentamente.

Las mujeres se apegaban a Gagui, aun con fortaleza, amenazan no soltar a Gagui, sí este

no se calmaba y cumplía con lo que pedían. No obstante, Kassu no escucha, él caminaba

con pésima cara hacia ellas. Gagui tragaba saliva, tomaba aliento y volvía a hablarle.

—Acabemos con esto, por favor. Aclamó la sincera, quién se ganaba con los

ojos de todos los presentes, la castaña quería como también necesitaba irse, así al igual

que las chicas a sus casas y Kassu a su concierto. Y Gagui observaba a las jóvenes, a

estas a las cuales obligaba a hablar, a soltar de una vez, sus propuestas.

Por lo tanto, la líder se levantó entre las demás, primero quería escuchar de la promesa

de que Kassu no las delataría, que se comportaría bien con ellas. Muchas veces tuvo que

abogar Gagui para que el hombre aceptase resignado.

Entonces, ante su juramento, las tres chicas descubrieron sus rostros, Kassu las veía al

igual que Gagui, quienes con asombro, las reconocían, las chicas que siempre pasaban

en el parque, las jóvenes de la casa pastel.

—Queremos que te tomes fotos con nosotros. Dijo la más pequeña.

—Que nos firmes nuestras camisas. Soltó la de la mente maestra.

—¡Nada de eso! Que nos contestes muchas preguntas y que comas junto a

todas nosotras… hemos preparado muchos dulces. Comentó la líder, aquella, que tenía

todo preparado para su llegada, una mesa bien arreglada y velas. Kassu se hallaba algo

confundido, más tenía que aceptar y sentarse en la mesa, donde los flashes de la una, las

preguntas de la otra y las camisas de la última, caían sobre el ofuscado cantante, cuál no

dejaba de vigilar a la sonriente Gagui, quién notaba la alegría de las menores.

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Y así pasó, que lo que se era una obligación y una mala pasada, se convirtió en un grato

momento de risas y memorias; pues, las chicas le hacían revivir buenos momentos de su

carrera a Kassu, aquel que sin darse cuenta, declaraba del esfuerzo de sus triunfos como

de lo amargo que fueron sus caídas.

—Pero nunca me rendí… —Kassu suena sus dedos. —Es que nunca hay que

caer, siempre debemos dejar fuerzas para las peores batallas. Aconsejaba este.

Gagui le miraba cautivada, ella aun estando amarrada, se reía y era participe de la charla

y de confesar ciertos secretitos de Kassu, en los que se hallaba encerrada su recóndita y

enredada personalidad. Kassu se carcajeaba con cada ocurrencia, como disfrutaba de las

atenciones de las fans.

—Yo escuché a Kassu cuando mi novio me termino, dijo que era muy intensa.

—¡Vaya que tenía razón!. —Suelta Kassu riéndose, Gagui le reprendía, pero

de todas formas, se burlaba de ello.

—Yo lo conocí la primera vez que me escapé de la casa y al oírlo, regresé y le

pedí disculpas a mamá. Confesaba otra, Gagui entrecerraba sus ojos, más el ruido de su

celular alborotaba a todos, esta era la alarma, cuál le repetía de lo muy tarde que estaba

para su cita, la tarde era secuestrada de igual manera por la lenta noche.

Y Kassu miraba su reloj, entre palabras, chismes, comida y recuerdos, transcurrió casi

una hora, por lo cual, Kassu culminando la reunión, se apresuró arbitrariamente a soltar

a Gagui, aquel contaba que tenía que ir al concierto, a alistarse y empaparse del asunto.

—Ustedes han de querer que yo salga bien ¿Verdad?. Anunció Kassu hacia

las fans, quienes también debían alistarse para el concierto, ellas no faltarían por nada.

Kassu sonreía incrédulo, llevaba su celular lleno de fotos sobre la loca aventura, aquella

que ya había terminado.

—Regresemos, ok. Dijo Kassu sujetando la mano de Gagui, quién daba gracias

por su detalle de venirla a ver, el hombre solo le abrazó, viéndola fijamente. Llamando

la atención de las otras, quienes no demoraron preguntar del porqué de la importancia.

Gagui sonreía nerviosa, igual Kassu, quién adelantándose a ellas, saliendo al lote vacío,

las despida. —Gagui es una de mis mejores amigas. Kassu ve a Gagui, cuyo corazón se

sentía más aliviado.

Así, ambos se alejaban del escondido espacio, iban hacia la avenida para tomar un taxi,

sus pasos retumbaban en el piso, era el ruido que se escucha entre ellos, al menos hasta

que Kassu habló, aquel suavemente acercaba su mano a la de Gagui, sujetándola tierno

y amigable. Gagui perdía su mirada en él.

—Yo te quiero pedir disculpas, querida amiga. Exaltó Kassu con humildad.

—Yo también te pido perdón. Gagui se lanza a los brazos del hombre, quién

quedaba muy cerca de ella, con sus respiraciones juntas. Kassu se avergonzaba basto, él

sonreía de lado, unía sus brazos alrededor de la cintura de la fémina.

—En verdad… —Él la mira. —Doy gracias porque eres real. Confesó Kassu.

Gagui reposaba su cabeza en su masculino hombro. Y aquellos jóvenes conformaban

una romántica escena, una como hecha en novelas o películas juveniles, parecía como si

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todo fuese un montaje único, donde los brillos de los carros alumbraban sus ojos y sus

labios sonrientes, donde los luceros latían similares a la velocidad de sus pechos unidos,

para Gagui no había nada más que Kassu y para este viceversa.

—Te quiero, Kassu. Declaraba Gagui sin temor a nada, rozando sus labios por

entre el cuello de la camisa del contento joven, mismo que mordiendo sus propios

besos, con dicha, estrujase a Gagui hacia él.

No obstante, como siempre en la vida de estos impredecibles algo tenía que suceder, fue

así, que de la nada, un despistado hombre, un taxista… —Quién sabe, algo ciego, tal

vez. —Detuvo sus sentires, aquel se parqueada a su lado, preguntando si acaso quería

que los llevase a algún lugar. Ambos al escuchar su voz, quedaron atónitos, perplejos de

toda la imprudencia del tipo, más bueno, era cierto, necesitaban de un auto y en esta

avenida, no cruzaban muchos.

Kassu estiraba su barbilla, la verdad era graciosa, más se aguantaría de cualquier chiste

ante la seria cara de Gagui, cuál saludando fríamente al taxista, se sentaba atrás junto a

su animado compañero, quién le daba la dirección al empleador. Y Gagui oía a Kassu,

más no podía callarse, debía decirle lo ocurrido.

—No puedo ir al concierto…—Dijo ella, Kassu se sorprende. —Me ha salido

una reunión informal con unos editores, esto es gracias a un viejo conocido… ¡Yo lo

siento! Quería ir… pero, he esperado tanto para este trabajo. Gagui aprieta la mano de

Kassu, quién algo melancólico aseveraba la importancia de que no falte, era su sueño y

ella debía ir tras de él.

—Mi concierto lo puedes ver en el internet o en la TV en vivo. Murmuró este,

diciéndole al taxista del nuevo destino, Kassu iría a dejar a Gagui a su casa y de ahí

saldría para el centro; pues aunque su móvil ya se había apagado, este estaba seguro de

la inquietud que ahora estaría sufriendo Kai ante su ausencia.

—Te deseo mucha suerte, Kassu. Gagui adecentaba el vestuario de Kassu, este

que miraba de sus manos en su cuerpo, hacia una mueca de conformidad ante sus frases,

él estaba seguro que tenía la energía necesaria para hacer temblar a su público.

—Yo también quiero los mejores deseos para ti. Dijo Kassu colocando de sus

manos sobre las de ella, percatándose que pronto estarían llegando a su casa, después de

todo, aunque fue complicado llegar al “desierto” no estaba tan lejos de la “civilización”.

Gagui mira el vidrio del parabrisas, ahí delante estaba su edificio, cuál era la señal que

hacía que el auto se detenga de a poco. La joven sonreía, no quería bajarse, pero ambos

tenían muchas cosas que hacer.

—Te estaré viendo por mi móvil. Pronunció la chica acercándose al rostro del

sorprendido Kassu, aquella entrecerraba sus ojos y posaba sus labios sobre la piel suave

de sus mejillas, Gagui sonreía. —Yo sabía que vendrías por mí... más cuando te vi en

esa puerta… fue muy feliz, gracias Kassu. Confesó ella.

Y la chica se alejaba con cálido semblante, esta ponía sus pies sobre el piso y cerraría la

puerta, empero, Kassu no le quitaba ojo de encima. —¿Perdería otra oportunidad?. —El

joven respiraba hondo ante cada milésima de segundo, ya no le quedaba más que dejar

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sus impulsos sueltos y su orgullo afuera, por ello, Kassu se abalanzó a detener la puerta

y estirando su otra mano, jaló a la admirada Gagui para sí. Entonces, el cuerpo de la

chica quedó agachado hacia él, sus caras volvían estar cerca, Kassu le guiñaba un ojo,

mostraba sus blancos dientes y alanzando su mentón, de igual manera que ella, clavó

sus labios sobre los rosados pómulos de la doncella.

—Yo también estaba muy feliz. Indicó el hombre, este que cerraba el carro y se

volvía a recostar en el asiento, dando señal para que el auto continúe.

Gagui veía la presura del transporte, esta tocaba su mejilla, la apoyaba con su hombro,

todo a medida que daba vuelta y se adentraba hacer el rutinario procedimiento para ir a

su vivienda. Gagui saludaba a Nine, el único que se encontraba en casa y que por orden

de su madre, iría al concierto de Kassu.

—Oye muévete. —Nine criticaba a Gagui. —O es que quieres perder el único

trabajo que te han dado en tu vida. Nine toma sus llaves, se da sus últimos retoques de

pequeño galán y sale a la calle.

—Es un tonto este niño. Gagui suspiraba, aquella entraba a su recamara la cuál

empezaba a desordenar, viendo que vestir, como arreglarse, que llevar en su cartera o

que sacar, en fin, organizando todo para su cercana cita.

Y así igual que ella, lo hacia Kassu, mismo que ya llegando al auditorio, se chocase con

Elyel y Kai, mismo que abrazándole, le llevaría al camerino para que se arregle, más

Kassu no se iría, no sin antes, dirigirse a la pelinegra.

—Graba todo lo que puedas, tú tienes paso libre… quiero que le muestres a

Gagui que este será el mejor concierto de tu vida. Exclamó Kassu, cuál se sentaba en la

banca de la maquillista, aquella que colocaba sus manos sobre él, sobre aquel cantante

que se reflejaba en el espejo. —Parecía que no haya pasado mucho.— Pero este, se veía

en reflexión, su imagen le parecía atraer la figura de Gagui, cuál se plasmó en su mente

con todas sus facetas, ahí Kassu veía a la intensa mesera, la atolondrada maquillista, a

esa impulsiva heroína, como también a su divertida guerrera de ensueños y finalmente,

a aquella damisela en peligro, la imagen de su amiga, imágenes diferentes que juntas,

conformaban a Gagui, la chica que siempre le sacaba una sonrisa.

Entonces, Kassu contemplaba hacia un lado, hacia esa ventana abierta, donde la noche

se asomaba con elegancia. Él sonreía, apretaba levemente su pecho.

—Gagui… Pronunciaban sus labios y sus ojos ansiosos de lucir ante esa bulla

que sus primeros fan hacían desde el escenario, esos mismos gritos que se oían hasta

más allá de unas cuadras, en donde el taxi de Gagui recorría, aquella que veía como el

lugar se prendía de muchas luces, quién notaba del gran movimiento de las personas y

de la enorme fila de alegres jóvenes. Gagui miraba del cielo, de las estrellas a las cuales,

como siempre, les pedía de su ayuda, de su brillo para que todo salga bien, para que esta

logre impresionar a los agentes y Kassu a todos los terrestres.

Y Gagui entrecerraba sus ojos, al oír como la gente aclamaba a Kassu, su celular estaba

entre sus manos, ahí se mostraba el escenario que las diferentes cámaras grababan, más

la castaña no estaba allí, ella también remembraba a Kassu, como ese lejano ídolo,

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como ese indiferente y serio cliente, como el seductor y talentoso bailarín, cuál con sus

sonrisas e inocencia se convirtió en su amigo, mismo que luego ante sus tiernas dudas,

se transforme en el motor de su corazón. —Kassu. Mencionaba la jovencita, apretando

su pecho, sintiendo su latir, sonriendo enajenada, dejando lejanamente el auditorio y a la

gente, yendo hacia el norte de Halfworld, escuchando luego de casi media hora, la voz

del taxista, aquel que le expresaba ya haber llegado a su destino.

………………………………………………………………………………………….

Y todo ocurría simultáneamente, Gagui bajaba del auto al tiempo que Kassu saltaba al

escenario, la mujer se encontraba con los ojos de los serios editores y el hombre con los

ansiosos ojos de sus seguidores.

—Mucho gusto, soy Gagui. Se presentaba la muchacha siendo bien recibida,

entrando al edificio y a la cena que habían organizado tan amablemente. Como Kassu

agradecía a su público. —Estamos aquí por ustedes… ¡Mil gracias! Ahora disfruten del

ritmo musical que le hemos preparado. Kassu sentía la dicha de Gagui, quién con el

pasar del tiempo, se soltaba platicando de su inspiración, sus objetivos y sus destrezas,

como de la misma manera, Gagui se identificaba con la frescura de Kassu, quién encima

de la tarima, deslumbraba con sus coreografías, con su espectacular voz y presencia.

Así, Kassu junto con Kai alzaban de su sonido, estos que enredaban las sensaciones que

hacían olvidar las preocupaciones y las tristezas, estas cuyas positivas y hermosas letras

se clavaban en los buenos deseos de la gente reunida.

—Esta canción. —Interrumpe Kassu ante su eufórico público. —Se la quiero

dedicar a alguien especial… a una gran amiga, a una chica muy multifacética… esta es

“!Girls, come on!”. Gritó Kassu saltando de su puesto, tomando con fortaleza su micro

y yendo al son de la asombrosa batería de Kai, aquel que demostraba de su éxtasis y de

su contento, aquel que era admirado por los cercanos ojos de Elyel, quién en primera

fila, llena de energía, gritaba radiante. —¡Te amo Kai!. Reía la pelinegra ganando de la

atención del mismo, quién oyéndola entre la multitud, le lanzaba un beso.

Y esto era el concierto de Kassu, una embriagante velada de emociones y deseos de toda

índole, de esperanza y de seducción. Kai animaba al público, aquel robaba de suspiros

con su tan conocida sonrisa y Kassu, con su serena belleza y coquetería, hacia bailar a

todas las masas. Estos dos sí que eran un dúo, una combinación perfecta.

—¡Son lo mejor!. Y uniéndose a las exclamaciones, estaba Teego, aquel que

detrás del escenario, se meneaba junto a Yuuri, cuál sin siquiera nosotros imaginar que

estaba haciendo y como logró estar allí, se deleitaba sacudiéndose y riendo. Nine, quién

le acompañaba, le miraba de reojo, más que daba, este se acercaba a las chicas del staff,

él les enredaba con sus cumplidos y muy labiosos elogios. —La noche estaba solidaria

con todos, hasta con Hermes, quién solito en la casa, se sentía en la tranquilidad de

dormir sin ser molestado.—

Entonces, el nocturno ambiente acogía las sonrisas de las multitudes, esta con suave voz

rozaba los oídos de Kassu y de Gagui, les invitaba a liberarse, a ser parte del espacio

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infinito, a levantar sus miradas y borrar de sus mentes las limitaciones, así Gagui desde

la mesa, con sumo disimulo, veía del techo, ella al igual que Kassu, imaginaba estar sin

aquello, solo bajó el cielo inmenso y sus amigables luceros.

—Y fue así que viendo a las estrellas te encontré. Murmuró Gagui a la vez que

recibía de los aplausos y firmaban de los contratos.

—Y fue así, que buscando de la luz, me choqué contigo. Kassu entreabría sus

ojos, abrazando con complacencia todas las admiraciones de su público, de sus regalos,

de sus besos, de sus cumplidos y de sus coros.

Así, podíamos ver que la misma naturaleza había unido a este par, que sus corazones, de

manera caprichosa, se cosían en uno con el otro, para sorprendentemente ser uno.

…………………………………………………………………………………………..

Bueno bien, el espectáculo había sido un exitazo, la despedida dejó a mucha gente con

lágrimas en los ojos, muchos sentían pesar al imaginar que los marcianos regresarían a

su planeta, más el aura no permitía melancolías, Kassu salía del escenario, recibiendo

junto con Kai todas las congratulaciones del staff, de los abrazos de Teego y las dichas

de la sonriente Yuuri y por qué no, de la enamorada Elyel, misma que se guindaba de

los hombros del alto Kai, quién le correspondía ante su satisfacción.

Y los cantantes, el staff y los tres invitados se reunían, con un fuerte grito de gloria

culminaban con la noche de concierto, estos organizaban de una súper fiesta, misma con

la que siempre cerraban el número, no obstante, como la otra vez, pero con otro sentir,

Kassu retrocedía, se disculpaba por no acompañarlos, el Manager alzaba sus cejas como

sí no lo permitiese, empero Kassu mencionaba tener otros planes.

—Debo ir a ver a alguien, de seguro que nos unimos más tarde. Habló Kassu,

aquel que se despojaba de sus accesorios y sus micrófonos, cuál se alistaba para salir a

la calle, para reunirse con su amiga, cuál figura aparecía en su móvil, señal de que le

estaba llamando, de que también se había desocupado.

Así, Elyel se enganchaba del fuerte brazo del sonriente Kai, quién abogaba por Kassu

ante el resentido Manager, quién sin poder retenerlo, le asentía a su aventura.

Bueno, Kassu no demoró, este muy contento, tomó en secreto un auto en donde era él

mismo quien manejaba, por las calles y las avenidas, hasta llegar al lugar de encuentro,

a ese parque en donde su cariño por ella había crecido. Y Gagui estaba sentada sobre

una de las bancas de madera, veía con detenimiento al carro que se acercaba, de donde

bajase Kassu, este que echando sus gafas a un lado de su cara, con sonrisa intrépida y

seductora, caminaba hacia la chica.

—¿Todo bien?. Preguntó Gagui tirando su cabellera hacia atrás, levantándose

para encontrarse con él.

—Sí todo perfecto. Soltó Kassu, mismo que volvía a sentir la cercanía de esta,

aquel que con detalle, asentaba sus manos sobre el rostro de Gagui, a quién miraba con

paciencia, como sí el tiempo nunca se vaya a acabar. La castaña sonreía delicada, veía

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de todas las luces de su alrededor, esta vez estaba dispuesta a que nadie le interrumpa,

por ello, estiraba sus manos hacia el cuello del hombre, le acercaba de a poco.

Kassu le miraba, entrecerraba sus ojos, se dejaba llevar de esa atmosfera delirante, de

ese rosa pálido con el cuál se pintaba sus mejillas, de ese olor a amor.

—Te quiero, Kassu. Repitió Gagui sintiendo de la respiración de Kassu sobre

sus labios, este sonreía, levemente se decidía a abrazarlos con los suyos, a darle uno de

sus calurosos besos, uno de sus dulces regalos. Y ambos cerraban sus ojos, se sostenían

el uno al otro, como sí no quieran volverse a separar nunca.

—Te quiero Gagui. Entre habló Kassu acariciando el cabello de esta sonriente,

cuál hundía su rostro en el pecho del cantante, quién posó su barbilla sobre su cabeza.

Kassu estaba muy feliz, todo a pesar de lo extraño y amargo que se veía durante el día,

resultó increíble, con un final feliz, con una conclusa historia de romance.

—Oye… sí puedes irme a visitar en sueños, es más… —Kassu levanta de la

barbilla de Gagui. —Es una orden, escuchaste. Sonríe el cobrizo.

Gagui quedaba en silencio, recordaba que mañana sería el último día en que Kassu se

quedase en la Tierra, que luego volvería a Marte. Más, era mejor pensar en el presente,

en ese hermoso recuerdo que tenían ahora.

—También es una orden que regreses a la Tierra. Bromeó Gagui enlazando

sus manos a las de Kassu, aquel que riendo de lado, besase su frente. —¿Y por qué dices

eso? Me estas botando de tu planeta.

—Claro que no, es que mañana te vas. Expresó la preocupada Gagui, ella cuál

de la mano de Kassu, se dirigía al auto, irían a la fiesta del grupo. Más, Kassu le oía con

atención, este hundía sus labios, abrazaba la cadera de Gagui.

—Es verdad. —Susurró Kassu. —Más, quién sabe sí hoy me convenzan de

quizás quedarme… ¡Hey! Unos días más. Exclamaba el vocalista, este que compartió su

alegría con la castaña, misma que dichosa, se aferraba de su espalda, desde ahí donde

Kassu la cargaba, bajo ese cielo estrellado, bajo ese destino que se cubre como un ancho

firmamento de infinitas luces de todo índole, bajo ese paraíso cuyos ojos siempre están

atentos de los humanos que le buscan.

—De alguna manera te voy a convencer. Gagui entraba al auto, este que de

una vez, empezó a arrancar, hacia un nuevo camino, hacia un nuevo horizonte, a pintar

sobre la vida, cuál lienzo, una fabulosa fortuna, llena de optimismo, fuerza y sobretodo,

eso que Gagui siempre decía que faltaba al mundo, eso que sí tienes, aun en todas las

necesidades, podrás ser feliz, aquello que se llama Amor, pero que pocos comprenden,

porque es semejante al fuego, porque es la misma magia con sus varias expresiones y

tácticas, eso que muchos niegan y no creen, el amor es la magia que radia en el corazón

de cada humano, la que nos ayuda a buscar de nuestras astros, cuales son nuestros más

íntimos regalos de Dios.

LOOKING THE STARS

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Ж

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“Hay que dejar las teorías, ir al grano, a los

hechos a la práctica. La mayor parte de los

hombres han perdido el tiempo teorizando

inmensas bibliotecas ¿para qué? Sin embargo

los pobres estudiantes no tienen facultades,

no saben salir en cuerpo astral, nunca han

hablado con un maestro, no han conversado

con un Elohim cara a cara, es muy triste el

estado en que se encuentran… cabezas

llenas de teorías y confusión, eso es todo…

Es urgente que practiquéis para que podáis

ver, tocar y palpar la realidad de los mundos

superiores.”

V.M. SAMAEL AUN WEOR.