los grupos familiares y el crecimiento de la iglesia

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Los Grupos Familiares y el Crecimiento de la Iglesia Por David Yonggi Cho

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GRUPOS FAMILIARES, CRECIMIENTO DE LA IGLESIA

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Page 1: Los Grupos Familiares y El Crecimiento de La Iglesia

Los Grupos

Familiares y el

Crecimiento de la

IglesiaPor David Yonggi Cho

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La misión de EDITORIAL VIDA esproporcionar los recursos necesarios a fin dealcanzar a las personas para Jesucristo yayudarlas a crecer en su fe.©1982 EDITORIAL VIDA. Miami, Florida33166Publicado en inglés bajo el título: SuccessfulHome Cell Groups by Logos International©1981 por Logos InternationalEscaneado por Heber Calani Ticona

©2010 HBR UniversalTraducido por Susana Benítez LacyReservados todos los derechosISBN 0-8297-1346-8Categoría: Ministerio Cristiano / Crecimientode la IglesiaImpreso en Estados Unidos de AméricaPrinted in the United States of AmericaEscaneado…por Ahí.29 30 - 10 09 08

INDICE

Prefacio: El porqué de los grupos familiares________________ 31. La ambición personal: el motivo del desastre________________ 52. El programa divino de reeducación___________________________113. Cómo lograr que su iglesia acepte el plan___________________164. El contraataque de Satanás:

Los siete obstáculos________________________________________215. La seguridad que ofrecen los grupos familiares _____________316. Los grupos familiares:

La clave de la evangelización_______________________________357. Un nuevo tipo de misionero__________________________________438. La iglesia del milagro______________________________________479. Autoridad con amor__________________________________________5110. La Organización Internacional para el

Crecimiento de la Iglesia___________________________________5511. Cómo comenzar los grupos familiares_________________________6012. La importancia de la comunión con el

Espíritu Santo______________________________________________6713. Cómo estimular a los dirigentes laicos______________________7514. La predicación en una iglesia en crecimiento________________8015. Las ilimitadas posibilidades de

Crecimiento de la Iglesia___________________________________88

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PREFACIO: EL PORQUÉ DE LOSGRUPOS FAMILIARES

Durante años he viajado por todo elmundo, y he compartido en seminarios yconferencias la historia del milagro queDios ha hecho en nuestra iglesia de Seúl,Corea. En 1958 éramos una misióninsignificante que operaba bajo una carpaen el sector pobre de la ciudad. Hoy hemoscrecido hasta llegar a ser la congregaciónmás numerosa del mundo.

Sin embargo, para' lograrlo, Diostuvo que transformar no sólo mi personasino también mi manera de ser. Lossistemas tradicionales que por lo general seaplican al desarrollo y dirección de laIglesia, no funcionan en tan gran escala.Sólo El tiene el secreto del éxito, y es sudeseo que toda iglesia lo tenga. Además,nos lo ha dado también para que locompartamos con los demás.

Hoy día el mundo necesita demanera desesperada el mensaje de Jesúscomo Salvador y Señor. Nuestras iglesias ynuestras ciudades necesitan experimentarun avivamiento, no sólo de vez en cuandosino durante los trescientos sesenta y cincodías del año. Estoy convencido de que eseavivamiento es posible, porque se estállevando a cabo en estos momentos ennuestra iglesia, la Iglesia Central delEvangelio Completo. Se está llevando acabo porque he aplicado los principios queexpondré en las páginas de este libro.

Dios no quería que yo guardara estesecreto del éxito para mí mismo. Enrealidad, en 1976, me instó a que fundara laOrganización Internacional para elCrecimiento de la Iglesia, con el propósitode que llevara a todos los pastores y laicosdel mundo, el mensaje y los conocimientosde los principios de crecimiento de laIglesia. Sin embargo, el número depersonas que pueden asistir a losseminarios es limitado, y es necesario quela información impartida en ellos esté alalcance del mayor número posible decristianos. Esos principios no son míos; sonde Dios. El nos los ha dado para que todosnos beneficiemos de ellos.

Estoy convencido de que elcrecimiento de la Iglesia está llamado a seruna de las principales campañas delEspíritu Santo en la década del ochenta.Este libro trata del crecimiento de la Iglesia,a pesar de que no sea ese su tema principal.El crecimiento de la Iglesia es unsubproducto. El verdadero secreto está enlos grupos familiares.

Muchas iglesias que han sidofundadas alrededor de algún personaje,están llamadas a desaparecer. He tenido laoportunidad de visitar suntuosascatedrales donde sólo unos cuantoscreyentes rinden culto a Dios aún. Diversospredicadores famosos han predicado desde

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sus púlpitos, pero al desaparecer éstos, lasovejas se han desbandado. Eso no debesuceder. Las iglesias no deben depender deun solo pastor lleno de energía.

Hay otro camino. Los gruposfamiliares le proporcionan a cada miembrode la congregación la oportunidad departicipar en el ministerio de su iglesia, yde llevar el avivamiento a su propio barrio.Esa participación les proporciona una gransatisfacción íntima a nuestros miembros. Elresultado ha sido que el proceso deevangelización se ha multiplicado.

No obstante, para que los gruposfamiliares tengan éxito, es necesario seguirciertas pautas. El crecimiento de una iglesiay la labor de evangelización no son

subproductos automáticos. Varias iglesiaslo han intentando y han fracasado porhaber hecho caso omiso de ciertosprincipios fundamentales.

Al observar las normas que aquípresento, usted podrá llevar a su propiacongregación el milagro de los gruposfamiliares y del crecimiento de la Iglesia. Amedida que lea este libro, pregúntele alEspíritu Santo qué papel le ha reservado.Lo único que podrá limitar los resultadosserá su falta de franqueza hacia El.

Doctor David Yonggi ChoIglesia Central del Evangelio

CompletoSeúl, Corea

Noviembre de 1980

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1 LA AMBICIÓN PERSONAL : ELMOTIVO DEL DESASTRE

En 1961 me decidí a construir laiglesia más grande de Corea. Creí entoncesque la construía para Dios, pero hoy medoy cuenta de que en verdad lo que meanimaba era mi propia ambición, y fue undesastre. El Señor permitió que fracasarapara que en mi apuro me volviera a Él y lepermitiera construir su propia iglesia... dela manera que Él deseaba.

En aquellos momentos teníamos unaiglesia - que yo había fundado tres añosatrás - de seiscientos miembros. Hacía poconos habíamos mudado del lugar dondeoriginalmente se encontraba la "carpa-iglesia", en Taejo Dong, un barrio de Seffi, aun lugar más conveniente en la zona deSodaemoon (o Puerta occidental), en elcentro de la ciudad. Era una iglesia quecrecía de día en día, y me sentía orgullosode lo que había podido realizar en sólo tresaños. En realidad, confiaba demasiado enmí mismo. Razonaba así: Si me había sidoposible atraer seiscientos miembros en elcorto espacio de tres y me había vistoobligado a vivir en la pobreza más abyecta.Poco faltó para que muriera detuberculosis. Como reacción a mi vidaanterior, tenía una ambición desmedidapor ser famoso y alcanzar el éxito, así comopor hacer mucho dinero. En realidad, antesde reconocer a Cristo Jesús como miSalvador, había pensado en ser médico.

De ahí que al entrar al ministerioabrigaba en secreto, dentro de mi corazón,el deseo de convertirme en un predicadorfamoso y acomodado. Amaba a Dios ydeseaba trabajar para El, pero mi móvilsecreto era el deseo exagerado de teneréxito. Era muy personalista y deseabahacerlo todo a mi manera.

Dios se vio, obligado a destruir todoeso, puesto que de otra manera la iglesiahubiera sido mía y no suya. Tuvo quedoblegarme para que fuera digno de ser elpastor de sus ovejas. En aquel entonces nome daba cuenta de eso y por tanto, al tratarde hacer todos los esfuerzos posibles porservir al Señor, siempre sentía ciertaaprensión y el cansancio me invadía.

Al llegar 1964, no habíamosalcanzado los tres mil miembros que lehabía pedido a Dios. Nuestra congregacióntenía ya dos mil cuatrocientos miembros, ymis problemas eran serios. Aún creía quecorriendo de un lado para otro desde elamanecer hasta bien entrada la noche,lograba grandes cosas para el Señor. Sinembargo, mis nervios empezaban adesgastarse. A pesar de que siempre estabafatigado, continuaba esforzándome paraque la iglesia siguiera adelante. Predicaba,aconsejaba, visitaba los enfermos, tocaba alas puertas... Estaba en movimientoconstante.

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La crisis sobrevino un domingodespués del segundo servicio de lamañana. Íbamos a bautizar trescientaspersonas. (Era nuestra costumbre celebrarel bautismo de los creyentes dos veces alaño.) El doctor John Hurston, un misioneronorteamericano que compartía conmigomis labores de pastor, estaba presente. Sinembargo, debido a mi actitud -creía que erayo quien -tenía que hacerlo todo -, le habíadicho a John que yo bautizaría a cada unode los nuevos miembros personalmente.Puesto que me consideraba un instrumentoespecial de Dios", creía que sólo porintermedio mío, podía El bendecir a esaspersonas.

No obstante, John se dio cuenta demi cansancio cuando entré al agua a recibirel primer miembro. - Cho - me dijo -, creoprudente que me permitas ayudarte. - No,no, estoy bien - protesté. Sin embargo, noosaba detenerme a pensar en la granmuchedumbre que esperaba Ser bautizada.Fui tomando uno por uno, diciendo.-: Yo tebautizo en el nombre del Padre, el Hijo, ydel Espíritu Santo - a medida que, lossumergía en el agua. Por supuesto, queluego tenía que alzarlos.

Todo fue bien con los primeros, peroluego, --vinieron algunas señoras un pocogruesas, y tuve que hacer un gran esfuerzopara sostenerlas y volverlas a sacar delagua. No tardó mucho antes de que mesintiera agotado, y que los músculos de misbrazos temblaran.

Fue entonces cuando John Hurstonme dijo: - Cho, estás un poco pálido. ¿Tesientes bien?

- Estoy bien - le respondí, asintiendovigorosamente para demostrar mideterminación.

- No, creo que necesitas descansarun rato -insistió-. Sal fuera del agua ypermíteme continuar hasta que recobres lasfuerzas.

- Te dije que estoy bien - le contestécon firmeza.

Movió la cabeza para demostrar susdudas. Sabía que no estaba convencido. Enmi mente le pedí a Dios que me dierafuerzas.

Hasta el día de hoy no sé si enverdad lo hizo El o si yo, con mi decisiónférrea de permanecer en pie, pude lograrlo.Lo cierto es que pude sostenerme ybautizar a las trescientas personas. Cuandola última persona salió del agua, yo estabamareado y al borde del delirio.

A pesar de mi cansancio, mi trabajono había terminado. Esa tarde tenía querecibir a un evangelista procedente de losEstados Unidos que nos hacía una visita, yesa misma noche tenía que servirle deintérprete.

De nuevo John demostró supreocupación por mi salud, y me dijo: - Teves muy cansado. Por favor descansa estatarde, y yo iré al aeropuerto. - Le dije queno con la cabeza -. El me espera a mí - ledije -. No deseaba renunciar ni a una solade mis obligaciones como pastor.

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De ahí que, sin detenerme aalmorzar, me dirigí al aeropuerto, recibí alevangelista y lo llevé a su hotel. Durantetodo ese tiempo mis piernas temblabancada vez que me ponía de pie. Logrédescansar un rato antes de recogerlo yllevarlo a la iglesia.

Al empezar el servicio de la noche,varios de los diáconos se unieron a JohnHurston para expresar su preocupaciónpor mi salud. - Pastor Cho - dijo uno deellos -, usted se ve muy demacrado. Esimposible que pueda traducir esta noche.Permítame buscar otro intérprete.

Sin embargo, me dije a mí mismo:¿Quién podrá interpretar el mensaje de estehombre sino yo? El poder de Dios corríapor mis venas y yo era el único que podíainterpretarlo de manera adecuada.

- No, estoy bien - les aseguré.El evangelista empezó a hablar e

inmediatamente me di cuenta de que lascosas no iban bien. Era un fogosopredicador pentecostal típico, y empezó asaltar y a gritar tanto que, en mi labor deintérprete, me era muy difícil seguirlo. Elestaba ungido; yo no.

Para compensar mi propia falta deunción, traté de darle mayor calor a mi voz,y pronto empecé a vociferar lainterpretación de cada frase. El evangelistame miró de soslayo, y él también empezó agritar y a vociferar. Pronto, tanto él comoyo gritábamos y vociferábamos alrededordel púlpito.

Después de que llevaba predicandosu mensaje media hora, empecé a sentirgrandes contracciones alrededor delcorazón. No podía respirar. Mis rodillastemblaban. Por fin, mi cuerpo no pudoresistir más y, contra toda mi voluntad,empecé a caer. A pesar de que aún podíaoír al evangelista vociferando a medidaque se doblaban mis rodillas, me parecióque mis ojos se habían apagado. Todoquedó en tinieblas.

Mientras caía, recuerdo que le dije aDios:

- Señor, ¿por qué me castigasen público? Podías haberlo hecho enprivado, en mi oficina.Mis ojos se aclararon mientras

permanecía allí acostado, y los clavé en losde John a la vez que le decía: - John, memuero -. Mi corazón parecía temblar, ytrataba de respirar desesperadamente...Todo mi sistema parecía clamar poroxígeno. Por fin perdí el conocimiento.

Entretanto, la congregación orabapor mí, pero el evangelista huéspedpermaneció de pie, en el púlpito, olvidadode todos por el momento. Desconcertado,se limitaba a mirar. Con impotencia lo quesucedía. Nada podía hacer; había perdidosu vocero.

Cuando volví en mí, me puse de piecon gran dificultad y a pesar de mi grandebilidad volví al púlpito. Lo único quepodía hacer era suspender el servicio, y asílo hice. Luego los diáconos me condujeron

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hasta una ambulancia y me llevaron alhospital.

En la sala de emergencias me sentíahumillado. Yo era el pastor, el que orabapor los enfermos y éstos se sanaban. ¿Quéhacía en aquel lugar? Mi ego no podíaaceptarlo. Empecé a reclamar mi sanidad;eso era lo que creía que debía hacer.Esperaba que el Señor hiciera un milagro,me sacara del hospital y me enviara a casa.

- Sáquenme de este hospital -clamaba.

Tengo confianza en la Palabra deDios. Por su llaga fuimos curados. Nopermitiré que me inyecten; no me denmedicina alguna.

Por fin los doctores desistieron y losdiáconos me llevaron a casa.

Pero el Señor no estaba dispuesto asanarme. Continué reclamando todas laspromesas de sanidad que se encuentran enla Biblia. Si alguien ha clamado la Palabrade Dios, ese alguien soy yo. Estaba solteroen aquel entonces, y me sentaba en la camade mi apartamento e invocaba todas laspartes de las Escrituras que podía recordarsobre sanidad. Las citaba sin cesar,diciendo: - Dios mío, Tú lo has prometido.No puedes negar lo que has dicho. Yo loreclamo. En nombre de Jesús, estoy sano.

Sin embargo, no mejoraba. Sentía lasmismas opresiones en el corazón, y se mehacía difícil respirar. Entre los diáconos denuestra iglesia había varios médicos que seofrecieron a ayudarme, pero yo me negué. -Me acojo a la Palabra de Dios - decía.

Hoy, al pensar en el pasado, me doycuenta de que mi fe estaba en la cabeza yno en el corazón. La fe de la cabeza nopuede reclamar nada. Yo sólo reclamaba ellogos, que es la Palabra de Dios en general.Desde entonces he aprendido que sólocuando el Espíritu Santo da unaconfirmación específica (rhema, la Palabrade Dios revelada a un individuo), podemosreclamar cualquiera de esas promesascomo nuestras. Entonces nuestra fe seconvierte en fe del corazón y con esa fepodemos mover montañas.

En aquellos momentos, yo no sabíaeso, y por tanto, continué reclamando esaspromesas, usando la fe del entendimiento.Traté de hacer caso omiso de los síntomas ypasar por alto el hecho de que casi nopodía levantarme de la cama. Traté deignorar la presencia de la muerte quepresentía en mi dormitorio. No podíadarme por vencido.

Al domingo siguiente les pedí a losdiáconos que me llevaran a la iglesia parapredicar. Estaba tan débil que no podíasalir de la casa por temor a desmayarme, ynecesitaba un ama de llaves que mecuidara. Sin embargo, insistí en cumplircon mis obligaciones de pastor de la iglesia.(En mi ausencia, el doctor John Hurston yla señora que más adelante sería mi suegra,la reverenda Jashil Choi, desempeñabanmuchas de las funciones pastorales.)

Una vez que los diáconos meacompañaron hasta el púlpito, me mantuvede pie ante la preocupada congregación.

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Temblaba de pies a cabeza. Empecé apredicar con voz muy débil; hablabadespacio y me detenía después depronunciar unas cuantas frases. Pudesoportarlo sólo unos ocho minutos, antesde desmayarme.

Los diáconos me llevaron a mioficina y cuando desperté, empecé areclamar de nuevo las promesas de Dios: -Por su llaga fui curado... El llevó nuestrasenfermedades y sufrió nuestros dolores...

Traté de recurrir a la fe ciega. Sinembargo, no tenía en mí corazón esapreciosa confirmación del Espíritu Santo deque iba a sanar.

- Llévenme al segundo servicio - lesdije a los diáconos -. Voy a confiar en que elSeñor me dará fuerza.

En el segundo servicio me mantuvede pie ante el púlpito y oré débilmente: -Señor, ahora estoy haciendo uso de la fe, einsisto en tu Palabra. Dame fuerzas.

En esa ocasión pude predicar sólocinco minutos antes de desmayarme. Mástarde, después de que los diáconos mehabían llevado a casa, sentí que en verdadme iba a morir.

Pero algo sucedió entonces dentrode mí. Parecía como si Dios tratara dellegar hasta mí y decirme que no podíacontinuar reclamando a ciegas todas esaspromesas. Nunca le había preguntado cuálera su voluntad en mi caso. Es más, hastaentonces nunca había considerado laposibilidad de que Dios optara por nosanarme.

- Padre - le dije -, Tú nos diste todasesas promesas. Sin embargo, las reclamo yTú no me sanas. ¿No vas a sanarme?

Luego me sorprendió muy clara lavoz de Dios, - Hijo, voy a sanarte, pero elproceso de esa sanidad durará diez años.

No había sido una voz audible, perohabía sido tan clara, que sabía que no mehabía engañado. Me conmoví. Era como siDios hubiera dictado sentencia sobre mí y,no obstante, sentía cierta paz en mitrepidante corazón. Deseaba discutir, perosabía que con Dios no se discute.

Durante los diez años siguientes -desde 1964 hasta 1974 - hubo momentos enque me sentí morir. Por fin habíacomprendido que un hombre arrogantepaga un precio muy alto: un corazónendurecido es difícil de quebrantar. Yohabría deseado ser quebrantado en uninstante, y en cambio tuvieron quetranscurrir diez años para destruir al "granCho", como yo mismo había llegado aconsiderarme.

Me es difícil describir mi sufrimientodurante ese tiempo. Cada mañana, aldespertar, lo primero que sentía eran laspalpitaciones de mi corazón y unasensación de calor abrasador me subíadesde los dedos de los pies. Entonces medecía a mí mismo: - No creo que sobrevivaal día de hoy. - Sin embargo, entoncesrecordaba la promesa de Dios de sanarmey sabía que no iba a morir ese día. Portanto, me levantaba sudoroso, mareado yhaciendo esfuerzos para respirar, y tomaba

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la medicina que ahora comprendía quenecesitaba.

Mi sueño de tener la iglesia másgrande de Corea me vino a la mente.¿Cómo podría alcanzar esa meta, mepregunté, cuando no podía ser el pastorque necesitaban mis dos mil cuatrocientosmiembros?

No obstante, Dios había dicho queme sanaría, y de ahí que no estuvieradispuesto a claudicar. A pesar de queestaba tan débil que no podía permanecerde pie ante el púlpito y predicar un

sermón, insistía en que los diáconos meayudaran a llegar hasta la plataforma paraestar presente cuando John Hurstonpredicaba.

A medida que continuaba en eseestado de desesperación, me fui dandocuenta de que era posible que Dios tuvieraotro motivo para permitir mi sufrimiento, ycomprendí que necesitaba estar másdispuesto a recibir su orientación. Sóloentonces pudo El empezar a revelar el planque tenía para mí y para la Iglesia Centraldel Evangelio Completo.

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2 EL PROGRAMA DIVINO DEREEDUCACION

Alrededor de un mes después de micolapso, Dios empezó a hacermecomprender que los procedimientos quehabía empleado hasta entonces no eran loscorrectos para guiar a nuestra iglesia.

Me encontraba en mi apartamento,acostado, sin poder moverme. A pesar deque estaba resuelto a no dejar miministerio, se me hacía imposible cumplircon él. John Hurston y la señora Choillevaban el peso del trabajo, pero no podíanatender a las necesidades de los dos milcuatrocientos miembros. John no dominabael idioma coreano y, por tanto, sólo podíaaconsejar a muy pocos miembros y orarcon ellos. En cambio, por ser mujer, loshombres no iban donde la señora Choi enbusca de consejo.

Además, Corea era aún un país muypobre y a nuestros miembros se les hacíadifícil sufragar los gastos de nuestracreciente congregación. Un sexto sentidome decía que de alguna manera tenía quemovilizar más personas y atraer más laicosal ministerio de la iglesia. Sin embargo, nosabía cómo, ni tampoco si estaba justificadoque pidiera tal cosa.

Debido a mi debilidad excesiva, eraobvio que no podía hacer mucho.Permanecía en la cama la mayor parte deltiempo, entre momentos de depresión y deoptimismo, y me consideraba un trasto

inservible. Por temor a desmayarme en lacalle, no podía salir de mi apartamento sinque alguien me acompañara.

Había caído en la rutina de dormitary orar, dormitar y orar, y luchaba contra lasensación de una muerte inminente.También meditaba sobre el propósito quetenía Dios al permitir esa situación. Eso mellevó a una serie de estudios intensivos dela Biblia, que me sirvieron de preparaciónpara el momento en que Dios haría uso demí.

Sin embargo, antes de poder darmeuna revelación plena, me guió para quehiciera dos estudios bíblicos preliminares.El primero trataba de la sanidad divina. Yohabía predicado con mucha convicciónsobre el tema de la sanidad divina y habíapodido ver cómo muchas personas habíansido sanadas. Sin embargo, era obvio queno tenla fe suficiente para lograr mi propiasanidad, por lo que me di cuenta de que notenía un conocimiento bíblico profundo deltema.

El segundo tópico era la necesidadde establecer una relación íntima con elEspíritu Santo.

Al estudiar esos dos temas tuve lainspiración de escribir dos libros. Elprimero llevó por título Jesus Christ, theDivine Healer (Jesucristo, el médico divino)y el segundo, The Holy Spirit (El Espíritu

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Santo). Por medio de esos estudios pudecrecer en mi propia fe y comprensión.Encontré muy revelador el estudio sobre elEspíritu Santo.

Por ejemplo, a medida queestudiaba la Biblia, pude darme cuenta deque se nos dice que debemos estar en"comunión" con el Espíritu Santo (2Corintios 13:14). Pude comprender que lacomunión es algo mucho más profundoque una simple relación. Es una relacióníntima acompañada de una comprensiónprofunda. Es el acto de compartir nuestrospensamientos y emociones con el otro. Enmedio de mi necesidad, Dios me habló delo imprescindible que era estar encomunión con el Espíritu Santo... Teneruna relación íntima con El y compartir misemociones y pensamientos más profundoscon El.

Piensa en un matrimonio -me dijo elSeñor -. Cuando un hombre se casa conuna mujer, no se limita a traerla a su casa ya dejarla allí. No la trata como si ella fuerauna cosa más en su hogar. No; la ama ycomparte su vida con ella... de maneraíntima. Esta es la relación que debes tenercon el Espíritu Santo.

Durante todo un año, de 1964 a 1965,continué enfermo de cuidado, y la mayorparte del tiempo permanecía en cama. Sinembargo, durante ese tiempo mi relacióncon el Espíritu Santo se hizo más profunday cada día se asemejaba más y más a laverdadera comunión. Terminé ambos

libros y se vendieron con gran éxitoprimero en Corea, y más tarde en el Japón.

No obstante, sólo fueron estudiospreliminares a la verdadera revelación queDios me tenía reservada. Esa revelaciónhabía de tener un efecto sumamenteprofundo en mi ministerio. Dicho en pocaspalabras, el Señor deseaba mostrarme quedebía delegar responsabilidades en laiglesia.

Mientras me encontraba acostado enmi cama, y me preguntaba si podría volvera tomar alguna vez la dirección de lacongregación en la Iglesia Central delEvangelio Completo (ya ni pensaba en unamás numerosa), le pregunté al EspírituSanto: - Señor, ¿qué puedo hacer?

De improviso, sentí que el Espíritule hablaba a mi corazón: - Deja ir a mipueblo para que crezca. - Me quedé atónitoy perplejo. ¿Qué significaban esaspalabras?

El continuó: - Permite que mi pueblose aleje del reino de Yonggi Cho: déjalocrecer.

-¿Qué quieres decir con eso de“Permítele que se aleje? - le pregunté.

- Ayúdales a valerse por sí mismos.Ayúdales a ejercer el ministerio.

Eso hizo que estudiara las Escriturascon mayor ahínco. Llegué a la epístola dePablo a la iglesia de Éfeso. Esa epístola meinfundió valor. En Efesios 4:11 se dice queDios "constituyó a unos, apóstoles; a otros,profetas; a otros, evangelistas; a otros,pastores y maestros."

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Entonces me di cuenta. Losservidores de Dios (apóstoles, profetas,evangelistas, pastores y maestros) sondados a la Iglesia para preparar a los laicosa fin de que éstos estén debidamenteequipados y puedan llevar adelante suministerio, tanto dentro como fuera de laIglesia.

Luego leí en Hechos 2:46, 47 que enla Iglesia de los primeros días había dosclases de reuniones. Los discípulos no sólose reunían con regularidad en el Templo,sino que también se reunían todos los díasen sus casas para partir el pan y tenercomunión.

Yo sabía que en los primeros días dela Iglesia había en Jerusalén, unos cien milcristianos, en una población de doscientosmil habitantes. ¿Quién podía haberseocupado de todas esas personas si losapóstoles sólo eran doce? ¿Cómo podíanhaberse ocupado de ejercer el ministerio decasa en casa? Era necesario que existierandirigentes de grupos más pequeños... decomunidades familiares. Junto con los sietediáconos (Hechos 6), los dirigentes laicoshabrían compartido la responsabilidad deocuparse del ministerio por las casas.

Hasta entonces mi concepto de unaiglesia había sido siempre un edificiopúblico; jamás se me había ocurrido laposibilidad de convertir una casa eniglesia. Sin embargo, la Biblia mencionabade manera clara y específica que la Iglesiase reunía en las casas.

Pensé que sólo me había dedicado ami ministerio del templo, y que nocontábamos con un ministerio de casa encasa. Sólo me había limitado a decirle a lacongregación que viniera a la iglesia losdomingos y los miércoles. Algo faltaba.

Seguí estudiando y llegué al capítuloseis de Hechos, donde los apóstolesescogen siete diáconos para que se ocupende las necesidades físicas de lacongregación creciente, mientras que losapóstoles se limitan a orar y a predicar laPalabra. Sin embargo, después de queEsteban, uno de los diáconos, fueapedreado hasta morir, la Iglesia sedesbandó. Entonces, hasta los diáconos seconvirtieron en predicadores, como lodemuestra en Hechos 8 la campaña ' deevangelización de Felipe en Samaria. Losapóstoles habían delegado no sólo laautoridad de ministrar por las necesidadesfísicas, sino también la autoridad depredicar.

A medida que estudiaba los Hechos,comprendí que además de las tres milpersonas que se habían unido a la Iglesiaen Pentecostés, otras cinco mil habíanllegado al día siguiente, y sólo se contabacon doce apóstoles y siete diáconos. Portanto, como único podía atenderse a loscreyentes en las reuniones de las casas, eraque cada una de esas comunidades, ogrupos familiares, tuviera un dirigente. Deesa manera, la Iglesia estaría entonces bienorganizada para ministrar a lasnecesidades de una congregación creciente.

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- ¡Eso es! -me dije para mis adentros.Tenía sentido. ¿De qué otra manerahubiera podido la Iglesia de los primerosdías absorber tres mil conversos aquelprimer día de. Pentecostés, cuando elEspíritu Santo descendió sobre loscreyentes en el Aposento Alto? Lasnecesidades de esas personas eranatendidas en las casas, no en el templo.

A medida que continuaba leyendo,pude observar que se mencionaba queotras iglesias se reunían en las casas. Porejemplo, la iglesia de la casa de Lidia(Hechos 16:40); la iglesia de la casa dePriscila y Aquila (Romanos 16:3-5) y laiglesia de la casa de Filemón (Filemón 2).Era obvio que las Escrituras apoyabanampliamente las reuniones en las casas.

Luego empecé a estudiar el capítulo18 del Éxodo y la lucha de Moisés al tratarde juzgar a los israelitas en el desierto.Permanecía sentado ante ellos desde lamañana hasta la noche escuchando susdisputas y juzgando sus casos. Jetro, susuegro, comprendió que aquello erademasiado para él, y que necesitabadelegar autoridad a fin de no agotarse altratar de ministrar a las necesidades detodos los que estaban bajo su cargo.

“Escoge tú de entre todo el pueblo,varones de virtud temerosos de Dios -leaconsejó Jetro- varones de verdad queaborrezcan la avaricia; y ponlos sobre elpueblo por jefes de millares, de centenas,de cincuenta y de diez. Ellos juzgarán alpueblo en todo tiempo, y todo asunto

grave lo traerán a ti, y ellos juzgarán todoasunto pequeño. Así aliviarás la carga desobre ti, y la llevarán ellos contigo” (Éxodo18:21, 22).

Poco a poco fui comprendiendo quela delegación de autoridad es en realidadparte de la voluntad de Dios.

La idea fue cristalizando en mimente más y más: Supongamos que lespermito a mis diáconos que abran sus casascomo iglesias-hogares. Supongamos queellos enseñan, oran para que miembros dela congregación sean sanados y los ayudan,y supongamos que los miembros seayudan unos a otros de la misma maneraque lo hacían en aquellos grupos familiaresde] siglo primero. La iglesia podría floreceren las casas, y hasta podrían los miembrosevangelizar, si invitan a sus amigos yvecinos a esas reuniones. Más tardepodrían traerlos a la iglesia el domingopara el servicio. Eso me eximiría del trabajode visitar y aconsejar, así como de realizarcualquier otra labor que requiriera muchotiempo. De esa manera, quedaría enlibertad para ejercer mis funciones depastor: enseñar, predicar y preparar a losdirigentes laicos para el ministerio.

En el intervalo de tres semanasesbocé un nuevo plan para nuestra iglesia.No obstante, comprendía que necesitaba laaprobación de la junta de diáconos. Paraeso, era imprescindible que hiciera unabuena presentación del plan, pues a losdiáconos ya les preocupaba mi labor comodirigente.

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Poco tiempo después pudelevantarme de la cama, a pesar de que aúnme sentía muy débil y de tener que hacerun gran esfuerzo para permanecer de pie.Fui al médico, y éste me dijo: -Usted tieneun corazón muy débil ' al igual que todo susistema. Sufre de agotamiento nervioso ymi consejo es que abandone el ministerio.Es demasiado para usted.

- ¿No hay ninguna medicina quepueda tomar? - le pregunté.

- No - dijo -. En realidad, desde elpunto de vista físico, usted no tienepadecimiento alguno; sólo ha trabajo enexceso. Las palpitaciones del corazón y sudebilidad son una reacción natural a suexcesivo trabajo. Su enfermedad es, enrealidad, psicosomática. No puedo darlemedicina alguna. No serviría de nada.

Tendrá que buscar otra profesión que no,exija tanto de su persona desde el punto devista emocional.

Su consejo me pareció una sentenciade muerte para mi ministerio; sin embargo,yo no estaba dispuesto a claudicar. Dioshabía prometido edificar una iglesiausándome a mí, y también habíaprometido sanarme a pesar de que elproceso de la sanidad tomaría diez años.Preferí creer a Dios y no al doctor.

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3 CÓMO LOGRAR QUE SU IGLESIAACEPTE EL PLAN

Sólo tenía veintiocho años, pero micuerpo era una calamidad. El médico mehabía aconsejado que dejara de predicar yque me dedicara a otra cosa. Sin embargo, apesar de mi estado físico, sentía un granalborozo. Dios me había comunicado suPalabra durante los días que estuve de cama.Me había revelado todo su plan parareestructurar nuestra iglesia, de manera .queno tuviera que llevar toda la carga. Estabaansioso de ponerlo en práctica, pues tenía elconvencimiento de que sería un éxito.

No obstante, no era cosa de ir a laiglesia y ordenarles sin más a los miembrosque pusieran el plan en práctica.- Nuestraiglesia contaba con dos mil cuatrocientosmiembros, y tenía además una junta dediáconos que tendría que aprobarcualesquiera cambios en la estructura oministerio de la iglesia.

- Señor, este plan es tuyo - oré -.¿Cómo podrán rechazarlo, si es tu Voluntad?

Estaba seguro de que no habríaoposición.

Un mes después de habermelevantado de la cama, convoqué a la junta dediáconos y les dije: - Como ustedes biensaben, me encuentro muy enfermo, y me esimposible ocuparme de todo el trabajo de laiglesia, en especial del asesoramiento y lasvisitas a las casas. Además, no puedo orarpor los enfermos ni tampoco orar con las

personas para que sean llenas del EspírituSanto.

Les comuniqué las cosas que Dios mehabía revelado en las Escrituras, y lesinformé que de allí en adelante les permitiríaejercer el ministerio. Les dije que tenían quevalerse por sí mismos, y luego les presenté elplan según me lo había revelado Dios. Lesmostré a los diáconos cómo funcionarían lassesiones de los grupos familiares, y les hicepartícipes de la confirmación que habíaencontrado en las Escrituras para este nuevosistema.

- Sí, su argumento bíblico es bueno -dijo uno de los diáconos -. Parecería que elplan viene del Señor. Sin embargo, nosotrosno tenemos la formación que usted tiene,para hacer las cosas que usted hace. Por esole pagamos para que sea nuestro pastor.

-Yo soy un hombre muy ocupado -dijootro diácono-. Cuando termino mi trabajo yregreso a casa estoy cansado, y necesito laquietud de mi hogar. No podría dirigir unareunión en la casa.

No hubo muchos comentarios más. Lamayoría estuvo de acuerdo, en principio, quedesde el punto de vista de las Escrituras laidea era buena, pero no comprendían cómofuncionaría en la Iglesia Central delEvangelio Completo. Al parecer, no habíamanera de convencerlos para que actuaran.Nadie se alteró; sin embargo, estaban

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convencidos de que el plan no podríarealizarse, y eso era todo.

Después de la reunión, me asaltaronde nuevo toda clase de dudas acerca de miministerio. Estaba seguro de conocer el sentirde los diáconos, aun cuando no lo habíanexteriorizado durante la reunión.Consideraban que me pagaban a mí porhacer un trabajo que ahora yo pretendía queellos hicieran gratis. Temí que se resintieranconmigo por tratar de manipularlos para quehicieran mi trabajo, aduciendo mienfermedad como excusa.

Pensé que al parecer, los diáconos notenían compasión. Nadie había dicho nadaen cuanto a desear otro pastor, peroempezaron a llegar a mis oídos rumoresindirectos procedentes de miembros de lacongregación: si yo presentaba mi renuncia,los diáconos la aceptarían.

Aún me encontraba muy débil ypropenso a mareos. La reacción de losdiáconos me produjo una recaída. ¿Qué iba ahacer? Fui en busca de la señora Choi, laúnica persona en quien siempre creí quepodía confiar, y le relaté toda la historia.

- En este asunto debemos buscar alSeñor - dijo con sencillez -. Oremos juntos.

Después de orar y estudiar lasEscrituras, la señora Choi y yo estábamosestudiando juntos las distintas alternativasposibles para hacer realidad el plan de losgrupos familiares, y nos vino la idea de quepodíamos servirnos de las mujeres de laiglesia.

A medida que continuábamos orando,y mientras yo vertía mi corazón ante elSeñor, la señora Choi dijo: - Creo que Diosnos ha mostrado este camino, porque es sucamino. Creo que debemos reunir a lasdiaconisas y presentarles el plan.

Sacudí la cabeza. ¿Cómo era posible?¿Quién lo aceptaría? Estábamos en Seúl,Corea; no en los Estados Unidos. En Coreano había movimiento feminista, pues nuestracultura es oriental y en ella la mujer ocupaun lugar subordinado en todos los aspectosde la sociedad. Durante miles de años lamujer coreana ha estado sujeta a su marido.Las mujeres nunca han ocupado puestosimportantes, ni en la sociedad ni en la iglesia.Hasta a mí me resultaba difícil delegarautoridad en las mujeres. ¿Cómo era posibleque pudieran dirigir las reuniones de lacomunidad? Los hombres se sublevarían.Además, ¿no decían las propias Escriturasque las mujeres debían guardar silencio en laiglesia? Así lo escribió Pablo en su epístola aTimoteo (1 Timoteo 2:1 l).

Como oriental, yo comprendía demanera muy clara las instrucciones de Pabloa Timoteo. Al escribir, Pablo lo había hechodesde el punto de vista oriental. Cuando leísu consejo respecto de que las mujeres debenpermanecer silenciosas, lo relacioné connuestra propia sociedad coreana. En muchasiglesias de Corea se separaban los hombresde las mujeres durante los servicios. Alentrar en la iglesia, los hombres se sentaban ala derecha y las mujeres a la izquierda, y una

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enorme cortina colgada en la nave central lesimpedía verse.

No obstante, cuando el servicio tocabaa su fin, algunas de las mujeres másintrépidas empezaban a cuchichear con susesposos a través de la cortina: -¿Estás ahí?¿Estás listo para salir? Encuéntrame fueradespués del servicio. -En ocasiones lasmujeres causaban tal alboroto, que elpredicador tenía que decir-: Señoras, porfavor, guarden silencio hasta que estén fuerade la iglesia.

Y cuando Pablo hablaba de que Sarallamaba "señor" a Abraham, yo tambiénsabía lo que eso significaba. Aún hoy, en lasociedad oriental, una mujer trata a suesposo de "señor". De no hacerlo, lo estaríainsultando. Si usted le pregunta a una mujercoreana por la salud de su esposo, lecontestará: -Mi señor se encuentra bien,gracias.

Por tanto, al considerar la posibilidadde hacer uso de las mujeres, todas esas cosaspasaban por mí mente, y oraba: - Dios mío,en verdad que con ideas como esta,destruirás nuestra iglesia. Si se me ocurrieramovilizar a las mujeres y las alentara a llevaradelante los asuntos de la iglesia, lacomunidad entera se volvería contra mí. Esmás, toda la sociedad coreana se volveríacontra-mí, y me encontraría completamenteaislado.

Fue entonces cuando el Señor mecontestó de manera inequívoca: - Sí, esa es tuidea. La mía es usar las mujeres.

- Señor, si en verdad deseas que use alas mujeres, tendrás que probármelo pormedio de las Escrituras - le dije.

Luego me fui a casa. Estaba tan débil,que tuve que descansar.

Durante los días siguientes no cesabade consultar las Escrituras y de pedirle aDios que me revelara los versículos queconfirmarían el uso de las mujeres en elministerio. Poco a poco un nuevo cuadroempezó a surgir. Empezaba a comprenderque, a pesar de todo, Pablo no era unchauvinista. A menudo empleaba a lasmujeres en su ministerio, aunque siemprebajo su autoridad. En Romanos 16:1 se llama"diaconisa" a Febe, una dama de la iglesia enCencrea; eso significa que ella ocupaba unpuesto de responsabilidad en la iglesia, bajola autoridad de Pablo. Al recomendarla a laiglesia de Roma, era obvio que larecomendaba no sólo como servidora sinotambién como predicadora. Pablo le habíaconcedido autoridad para predicar, y paramí, aquello significaba que estaba en libertadpara ministrar.

Luego, en Romanos 16:3, Pablomenciona a Priscila y Aquila y habla de la"Iglesia de su casa" (versículo 5). ¿Quién seríael que predicaba en aquella casa? De nuevorecurrí a mis antecedentes orientales, puestoque en la cultura oriental el dirigentesiempre es mencionado primero. El orden enque Priscila y Aquila son mencionados, nadatiene que ver con la cortesía de "damasprimero". Cuando un occidental visita elhogar de un oriental, se considera una

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vergüenza para la familia si éste saluda a laesposa antes de saludar al esposo. Es más, alentrar en una casa coreana, se acostumbra -aun si el esposo no está en casa - que loprimero que el visitante le pregunte a laesposa sea: - "¿Cómo está su esposo?" -Luego podrá preguntar a la esposa -: "¿Cómoestá usted?" - El marido siempre es elprimero; es el jefe del hogar.

Además, en Corea no decimos:"Damas y caballeros". Eso crearíadificultades al instante. En cambio, decimos:"Caballeros y damas." En Corea, el hombreno se hace a un lado para abrirle la puerta auna mujer; la mujer espera y entra detrás delhombre. Esa es la costumbre oriental.

Así que, cuando Pablo habla de"Priscila y Aquila", el orden en que losmenciona debe tomarse desde el punto devista de la cultura oriental en la cual vivía.Priscila era la esposa de Aquila, pero cuandoel Espíritu Santo inspiró a Pablo para quemencionara a Priscila primero, eso significaque Priscila era la dirigente de la iglesia. Enla casa, Priscila era la "pastora", por decirloasí, y Aquila el ayudante. Si ella podía ejercerlas funciones de pastor, era porque Pablo lehabía dado la autoridad a ella, y no a Aquila.

El versículo 6 dice: "Saludad a María,la cual ha trabajado mucho entre nosotros."María es mencionada entre los que trabajanpara Dios, y eso no significa que trabajaba enla cocina, o que les cambiaba los pañales alos pequeños. Las mujeres a las que Pablo serefiere, trabajaban a su lado predicando elEvangelio. Entre ellas están Trifena y Trifosa,

dos mujeres que se mencionan en elversículo 12, llamadas "trabajadoras en elSeñor", no trabajadoras en la cocina. En elmismo versículo, Pablo menciona a Pérsida,la cual "ha trabajado mucho en el Señor".

¿Cómo trabajan las personas en elSeñor? Lo hacen cuando dan testimonio,cuando oran con las personas, cuandopredican y prestan ayuda espiritual.

Eso me demostró de manera muy,clara que en el Nuevo Testamento, Dios seservía de las mujeres, pero siempre bajo laautoridad de un hombre. Por ejemplo, Pablodice que cuando una mujer profetiza (1Corintios 11:5), debe cubrirse la cabeza pues,de no hacerlo afrenta a su cabeza. Esosignifica que las mujeres podían profetizar, yla profecía es una manera de predicar. Noobstante, al profetizar teman que demostrarque estaban bajo la autoridad de un hombre.

Entonces el Señor empezó a hablarme.- Yonggi Cho, ¿de quién nací yo?- De una mujer - le respondí.- Y, ¿en qué regazo me crié?- En el de una mujer, Señor.- Y, ¿quién me siguió durante mi

ministerio y se ocupó de mis menesteres?- Unas mujeres - dije.- ¿Quiénes permanecieron conmigo hasta

los últimos momentos de mi crucifixión?- Unas mujeres.- ¿Quiénes vinieron a ungir mi cuerpo en

la tumba?- Unas mujeres.- ¿Quiénes fueron los primeros testigos de

mi resurrección?

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- Unas mujeres.- Y, ¿a quién le di el primer mensaje

después de mi resurrección?- A María Magdalena, una mujer.- A todas mis preguntas has contestado

hablándome de las mujeres. Entonces, ¿Por quéles temes a las mujeres? Durante mi ministerioen la tierra estuve rodeado de mujeres amorosas ymaravillosas. Entonces, ¿por qué, de la mismamanera, la Iglesia, que es mi Cuerpo, no ha deestar rodeada y apoyada por mujeres?

¿Qué otra cosa podía hacer? El Señorme había revelado de manera muy clara queÉl deseaba que les diéramos trabajo a lasmujeres en la iglesia. A la semana siguiente,convoqué una reunión de la AsociaciónMisionera de Mujeres, y alrededor de unasveinte mujeres, todas diaconisas, vinieron aoír mis palabras. Les expliqué la situación, yles informé con toda sinceridad acerca demis problemas de salud; además les expliquéla revelación y la confirmación bíblica queJashil Choi y yo habíamos recibido.

En la reunión anterior con losdiáconos, los hombres se habían expresadocon mucha sensatez y lógica, pero en estareunión las mujeres demostraron sucompasión. Todas se preocupaban por misalud, y unánimemente convinieron enponerse bajo mi mando. La señora Choi

aceptó la responsabilidad de organizar eltrabajo, puesto que yo estaba demasiadoenfermo para hacerlo. Bajo su dirección, sedividió la ciudad de Seúl en veinte distritos,de acuerdo con el número de mujeres quehabían aceptado dirigir los gruposfamiliares.

Hubo algo que les exigí a las mujeres.Les pedí a la señora Choi y a todas lasdirigentes que usaran gorras para simbolizarque estaban bajo mi autoridad, de la mismamanera que Pablo había ordenado que alprofetizar, la mujer debe cubrirse la cabeza.Eso les indicaría a todos los miembros de laiglesia que las mujeres no hablaban porvoluntad propia, sino por la mía.

Esa noche regresé a mi apartamentotan enfermo como siempre, pero invadidopor la sensación maravillosa de que Diosestaba realizando algo en nuestra iglesia.Empezaba a creer que todas mispreocupaciones habían terminado.

Era cierto que Dios estaba realizandoalgo en nuestra iglesia, pero mis dificultadesno habían terminado aún. No estabapreparado para el contraataque de Satanás.

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4 EL CONTRAATAQUE DESATANÁS: LOS SIETE O BSTÁCULOS

Al domingo siguiente de mi reunióncon las señoras, le comuniqué el plan a lacongregación. Una vez más les relaté cómo,por medio de las Escrituras, el Señor mehabía mostrado la necesidad de establecergrupos familiares en las casas. Les expliquétodos los versículos de la Biblia queconfirmaban que era correcto delegarautoridad en las mujeres para dirigir esosgrupos.

-Este plan para la iglesia no es mío; esde Dios - insistí. Por tanto, es imprescindibleque todos ustedes participen en él. La iglesiase ha dividido en veinte distritos, y cada unode ustedes debe concurrir a la reuniónfamiliar de uno de esos distritos esta semana.

Distribuimos volantes a toda lacongregación. En ellos se les informabadónde se celebrarían las reuniones de losgrupos familiares.

Quizá fue ingenuidad de mi parte,pero creí en verdad que todos cooperarían eirían a la primera reunión. Estabaequivocado. Surgió una gran oposición.Muchos aducían que no tenían tiempo paraasistir a una "reunión extraordinaria". Loshombres protestaron en cuanto a recibirinstrucción de una mujer, pero eso ya yo lohabía previsto. Lo que no había previsto eralo poco dispuestas que estaban las mujeres.Después de todo, decían, ¿no se nos ha

inculcado siempre que son los hombres losque tienen la autoridad?

Esperaban que fueran hombres losque les dieran la enseñanza.

La primera semana parecía reinar unverdadero pandemónium en nuestra iglesia;tan violenta era la protesta. De nuestros dosmil cuatrocientos miembros sólo entrecuatrocientos y seiscientos asistieron a lasveinte reuniones familiares en los distintosvecindarios. Nadie parecía saber conexactitud qué esperar o cómo actuar, y lasmujeres dirigentes tuvieron que preparar suspropias lecciones para los grupos. (Yo no leshabía dado pauta alguna, por la sencillarazón de que no la tenía. Sólo había hechodos sugerencias: Ayuden a los cristianospara que no se extravíen, y salgan a ganar asus vecinos para Cristo.)

Por supuesto, fueron los hombres losque protestaron con mayor vehemencia. Nopermitían que una mujer les impusiera lasmanos para orar por su sanidad o para querecibieran el bautismo en el Espíritu Santo.Una de las mujeres casi fue golpeada por suesposo a causa de eso. También se quejabande que no había orden en las reuniones.

Al domingo siguiente, repetínuevamente que las mujeres estaban bajo miautoridad, y que en las reuniones hablaban anombre mío. Eso pareció calmar a muchos de

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los miembros, y de ahí en adelante, aquellosque estaban realmente comprometidos en sufe cristiana, aceptaron el programa. Porsupuesto que aún había muchos miembrosquisquillosos que se negaban a participar enlos grupos familiares. Estos trataron desabotear el plan, instando a otros a que noasistieran a las reuniones. Estoy seguro deque muchos creían que yo trataba de ejercerdemasiada autoridad en la iglesia.

La segunda semana aumentó laasistencia. A pesar de que aún no habíaestablecido pautas y de que mi dirección eracasi nula, los miembros se fueron dandocuenta de que las reuniones tenían ciertosentido. Sin embargo, puesto que carecían deorientación, a las mujeres dirigentes se leshacía difícil desenvolverse por sí solas. Noestaba preparado para algunas de las cosasque hicieron.

En primer lugar, yo no les había dadoa las mujeres entrenamiento alguno respectoa cómo enseñar, ni tampoco les habíaimpartido los conocimientos básicos de ladoctrina cristiana. Una de las dirigentes nocomprendía la doctrina de la Trinidad, yenseñaba en su grupo que los cristianosadoraban tres dioses: el Padre, el Hijo y elEspíritu Santo. Ella creía que Jesús y elEspíritu Santo eran dioses' subordinados alPadre. Otra enseñaba que una persona no sesalva hasta tanto hable en lenguas. Y unatercera decía que la manera de bautizarse notiene importancia. (Nuestra denominaciónordena que el bautismo se haga porinmersión en el agua.)

Por tanto, las mujeres hacían lo que lesparecía. Como consecuencia, reinaba el caosen la iglesia.

- Sí, como me lo esperaba - pensé.Estaba convencido de que nuestra iglesiaestaba a punto de desaparecer, tal como se lohabía dicho al Señor.

No obstante, oí que el Espíritu Santome decía con dulzura: - Sí, reina el caos, perorecuerda que la tierra fue creada del caos, ytodas las cosas buenas proceden de] caos.Sigue adelante y no desfallezcas.

Por otra parte, pude observar quealgunas de las mujeres hacían muy buenalabor. Recorrían sus vecindarios en busca depersonas que tuvieran algún problema, ylograban traerlas a los grupos familiares y alSeñor. Organizaban buenas reuniones paralos grupos familiares y el servicio erasatisfactorio. Llamé a mi despacho a lasdirigentes que presidían sus reuniones conéxito, y les pregunté cuál era su secreto.Comprendí que las que tenían éxito habíanrecibido algún entrenamiento.

- Pastor, usted no puede hacer quetodas esas mujeres dirijan sin haberles dadoalgún entrenamiento - me dijo una de ellas -.Tiene que entrenarlas. Así como ha delegadosu autoridad en nosotras, debe tambiéndelegarnos sus sermones. Usted no debepermitir que ninguna de nosotras prediquesu propio sermón.

Me di cuenta de que tenía razón y, apartir de ese mismo día, procedí a escribirmis propias notas sobre los sermones y adistribuirlas entre las dirigentes de grupo.

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Comencé a convocar una reunión semanal delas dirigentes para todos los miércoles. En lareunión distribuía y explicaba las notas, y lesindicaba lo que yo deseaba que enseñaran.Hasta preparé un orden del culto para lasreuniones de grupo. Se abría la reunión conplegarias y cantos, seguidos por una oraciónrepresentativa (o colectiva), y haciendo usodel bosquejo de mi sermón, se predicaba laPalabra de Dios para infundir ánimo; luegovenían las ofrendas. Se clausuraba la reunióncon testimonios, oraciones de sanidad, elbautismo en el Espíritu Santo y una oraciónde clausura.

No pasó un mes después de haberseestablecido los grupos familiares en la IglesiaCentral del Evangelio Completo, sin quehubiera orden en las reuniones. Creí que coneso se habían resuelto todos los problemas;sin embargo, no fue así. Uno por uno, fueronsurgiendo otros seis problemas importantes.Era obvio que Satanás no deseaba quetuviéramos éxito sin librar una batalla. Deahí que empezara a sembrar obstáculos paraimpedir que tuviéramos una comuniónauténtica.

La segunda fase de los problemassurgió a consecuencia de la falta dedisciplina. Los grupos familiares crecían, ylas dirigentes seguían mis programas. Esdecir, enseñaban la Palabra, oraban por lasnecesidades de las personas y ofrecían unafraternidad verdadera. Sin embargo, nosabían cuándo tenían que hacer alto., Muypronto, las reuniones adquirieron el carácterde festividades. Los miembros se alternaban

para servir de anfitriones, y las reuniones secelebraban hoy en una casa y a la semanapróxima en otra. En una casa se servían arrozy kimchi (vegetales encurtidos, calientes ymuy sazonados); a la semana siguiente, elnuevo anfitrión añadía pescado al menú; y latercera semana se servía biftec. Vinoentonces una competencia entre unos y otrospara demostrar lo buenos anfitriones queeran. Pronto algunas de las personasempezaron a sentirse deprimidas, y atitubear antes de tener un grupo familiar ensu casa, por no estar en condicioneseconómicas para ofrecer un banquete mássuculento que el de los anfitriones anteriores.

Además, esas "reuniones festivas" sealargaban de tal manera que las esposas sedespreocupaban de los quehaceres de sushogares, y al día siguiente los espososllegaban tarde a su trabajo. Con los festejos,se perdían el ministerio y el mensaje. Por fintuve que establecer otra regla. Los dirigentesdebían seguir el orden del servicioestablecido por mí, y la reunión no podíadurar más de una hora… Las reunionesdebían empezar y terminar a tiempo.Además, sólo se permitiría que se sirvieranté, y galletitas,

Las cosas mejoraron, pero aún lasreuniones se alargaban demasiado. El té y lasgalletitas se servían al empezar la reunión, ylas dirigentes nunca lograban empezar yterminar la reunión a tiempo. Por fin,después de transcurridos unos seis meses, lespedí que pospusieran el agasajo hasta que

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hubiera terminado la reunión, lo que pareciórestablecer el orden.

No obstante, surgían otros problemas.En su mayoría no eran de gran importancia,como los problemas iniciales de la enseñanzay la falta de disciplina, ni tampoco afectabana todos los grupos. Sin embargo, eran losuficientemente serios para obligarme atomar medidas para resolverlos.

El tercer aspecto de los problemastenía que ver con los conferenciantes que nosvisitaban. De vez en cuando, las dirigentesde los grupos familiares aprovechaban laoportunidad de que algún evangelista oalguna otra persona visitaban la ciudad.Entonces los invitaban a hablar en lasreuniones de los grupos. Muchos de losconferenciantes tenían su propio ministeriode evangelización, y esperaban recibir undonativo cuando hablaban en algún lugar.Por tanto, los grupos hacían una colecta paracada uno de ellos sin consultarme a mí o a lajunta de diáconos. Además, yo no sabía aquién invitaban, puesto que nunca meconsultaban, y me di cuenta de que no estabade acuerdo con algunas de las enseñanzas deestos predicadores.

Lo único que podía hacer era decirlesa las dirigentes de los grupos familiares queantes de invitar a un orador lo consultaranconmigo y que no debían hacer colectaalguna que no fuera para la obra de nuestraiglesia. Sólo las dirigentes eran las llamadas aenseñar, y sus lecciones debíanfundamentarse en los esquemas distribuidospor mí todas las semanas.

A pesar de que el problema de losconferenciantes traídos de fuera pudocontrolarse en esa oportunidad, surge aúnalguna que otra vez. No obstante, debido alsistema de verificación que he implantado enla iglesia, esos problemas ya no pasaninadvertidos.

Luego surgió el cuarto tipo deproblema. Una vez más, tenían que ver conla cuestión monetaria. En algunas de lasreuniones, los miembros empezaron apedirse dinero prestado, y hubo casos en quese cobró interés. No sólo eso, sino quealgunos de los miembros comenzaron afomentar las oportunidades de inversión. Asíque teníamos miembros que invertían dineroen los negocios de otros miembros, y queperdían toda su inversión debido a que eranmalos negociantes. Esa fue otra de las cosasque tuve que eliminar, y así lo hice.

El número cada día mayor de los queasistían a los grupos familiares, motivó laquinta crisis en el desarrollo de éstos. Amedida que los grupos crecían, algunos deellos llegaron a tener entre treinta ycincuenta familias. Durante las reuniones, laspersonas no sólo atestaban la sala y losdormitorios, sino que se desplazaban hasta elpatio. Era imposible que una sola dirigentepudiera atender a todas aquellas personas.

Era obvio que había que hacer algopara dividir los grupos en otros grupos máspequeños. Por tanto, ideé un plan paraformar subdirigentes en cada comunidad, yprocedimos luego a dividir los grupos, de

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manera que en cada uno no hubiera más dequince familias.

En un principio, las familias seoponían a la división. Muchas de ellas sehabían llegado a identificar profundamentecon la dirigente. No obstante, les dije que eranecesario que no olvidaran el propósitoprincipal de los grupos, es decir, evangelizarlos vecindarios proporcionando un lugardonde pudieran reunirse los amigos y losvecinos para conocer a Cristo Jesús.

Al final tuve que establecer una regla:cuando un grupo contaba con más de quincefamilias, tenía que dividirse. No fue fácil,pero poco a poco los miembros empezaron acooperar, a pesar de que algunos de ellosconcurrían tanto al grupo subdividido comoa su antiguo grupo, pues sentían ciertalealtad hacia la dirigente. Transcurrió algúntiempo antes de que cooperaran del todo.

La sexta fase de los problemas fuemuy enojosa. En cada una de las reunionesse hacía una colecta y en ocasiones las líderessentían la tentación de tomar ciertascantidades en préstamo, ya que no estabanobligadas a entregar el dinero a la iglesiahasta el próximo domingo. Sin embargo, eltesorero de la iglesia no siempre recibía todoel dinero que se había tomado "prestado".

Cuando me enteré de la situación, medi cuenta de que había llegado el momentode organizar los grupos de manera másformal. Por tanto, nombré un secretario y untesorero en cada uno de los grupos. Alhacerse la colecta todas las semanas, elsecretario estaba encargado de contar el

dinero y llevar una relación escrita. Eltesorero lo conservaba en su poder hastaentregarlo al tesorero de la iglesia eldomingo. De esa manera siempre había unapersona encargada de velar por que semantuviera la más estricta honradez.

Ya entonces había llegado a laconclusión de que era necesario manteneruna organización y un sistema deverificación muy estrictos, para podermantenerme al corriente de lo que sucedía enlos grupos. Preparé una hoja de datos quecada dirigente debía llenar después de lareunión semanal, En esa hoja, las dirigentestenían que hacer constar el nombre delorador, el número de concurrentes, elnúmero de los que aceptaban a Cristo, elnúmero de los que volvían al mundo, y elmontante de las ofrendas. Por ese medioempecé a ver de manera más clara ladirección que llevaban las comunidades quefuncionaban en los hogares. .. En realidad, laorganización se convirtió en una necesidad.Los grupos crecían tan aprisa, que la señoraChoi no podía atender todo el trabajoadministrativo. Debido a que todavía meencontraba muy enfermo, ella hacía la mayorparte del trabajo. El número de los grupos notardó en llegar a ciento cincuenta, yconvinimos en que había llegado el momentode contratar algunos pastores auxiliares.Contratamos tres, y asignamos cincuentagrupos, a cada ministro con licencia.

Quizá resulte sorprendente que apesar de mis problemas de salud y de losproblemas de nuestra iglesia, tuviera tiempo

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de pensar en una esposa. Sin embargo, asífue. La señora Choi, tenía una hijaencantadora llamada Sung Hae Kim,graduada de la Universidad de MujeresEwha, la universidad cristiana de mujeresmás grande del mundo. Además, Sung HaeKim tenía gran talento para la música, y amenudo tocaba en la iglesia. Me sentí muyatraído hacia ella, y me alegré de saber, conel tiempo, que la atracción era mutua. Noscasamos el primero de marzo de 1965.

No obstante, debo confesar que apesar de que nuestro matrimonio ha sidomuy feliz, nuestro día de bodas no fue un díamuy venturoso para mí. Estaba aún tanenfermo, que temía desmayarme durante laceremonia. Tuve que pedirle al Señor que mediera todas sus fuerzas, porque me sentíamuy nervioso,

Más de tres mil personas asistieron ala ceremonia religiosa, oficiada en nuestraiglesia por un misionero. El ministro se sintiómuy emocionado al ver tanta gente reunida,lo que hizo que se extendiera demasiado ensu sermón. Predicó durante una horamientras mi novia y yo permanecíamos depie. ¡Ah! ¡Qué esfuerzo hice por nodesmayarme! Eso es todo lo que recuerdo:que permanecí de pie allí y traté demantenerme erguido. No recuerdo nisiquiera haber hecho los votosmatrimoniales.

Durante nuestra luna de miel, miesposa se pasó todo el tiempo cuidándome.

Sin embargo, sentía que, por lo menos,la mayoría de los problemas más

apremiantes de los grupos familiares, sehabía resuelto. El éxito empezaba a sentirseen los grupos. Los miembros invitaban a susvecinos a las reuniones, y esas personasaceptaban al Señor Jesucristo como suSalvador. Los grupos crecían y se dividían, yel número de miembros que se unía a laiglesia era mayor cada semana. A medidaque aumentaba el número de los grupos,contratábamos más pastores auxiliares ynombrábamos más diáconos y diaconisaspara supervisar los nuevos grupos.

No obstante, debido a mi precarioestado de salud no podía observar en todo sudetalle el desarrollo de la Iglesia Central delEvangelio Completo. No llevábamos registrodel número de miembros, y la última cifraque recordaba haber visto era la de dos milcuatrocientos, asentada en 1964. Sabía queesa cifra había aumentado, debido al númerode grupos familiares, pero no podía calcularel número exacto de miembros. Es más, meera difícil concentrarme. Mi memoria era tandeficiente durante esos años, que enocasiones no recordaba los nombres de mishijos.

Parecía como si mi vida pendiera deun hilo. Cada momento me sentía a laspuertas de la muerte. Todos los días decía: -Señor, sólo permíteme predicar un sermónmás, y luego podré morir.

Aun estando en esas condiciones, elSeñor me ordenó salir. Las noticias corríanacerca del desarrollo que experimentabanuestra iglesia. No sólo toda Corea lo sabía,sino que nuestra denominación, las

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Asambleas de Dios, también sentía granregocijo al respecto. Se me nombrósuperintendente general de todas las iglesiasde las Asambleas de Dios en Seúl, y miembrodel comité asesor de la Conferencia MundialPentecostal, celebrada en Brasil y Seúl.

Además, nuestra iglesia estabainteresada en un gran programa misionero, yestaba ayudando a establecer los programasde grupos familiares en los lugares dondeprestaban servicio nuestros misioneros.

Solía desmayarme en los sitios másinesperados. En cierta ocasión me desmayéen el aeropuerto de Tokio. En otra, en unaIglesia de las Asambleas de Dios en losEstados Unidos, y también en la casa centralde la denominación en Springfield, Missouri.Me desmayaba en los hoteles y moteles. Mivida era un sufrimiento continuo.

No obstante, continuaba orando porlos enfermos, y muchos sanaban. Cada vezque presenciaba la sanidad de una persona,le suplicaba a Dios, en mi interior: - ¡Señor,por favor, yo también! ¡Yo también!

Pero Dios había dicho diez años, ydiez años serían. Durante todo ese tiemposufría dolores indecibles. Me daba cuenta deque había dejado de tener dominio sobre lasituación. ¿Cómo podía tenerlo si meencontraba tan enfermo? En un tiempo habíadeseado tener éxito y ser importante, y estaren control de todo lo que sucedía en nuestraiglesia. Deseaba construir la iglesia másgrande de Corea, pero esas cosas ya no erantan importantes. Cada día de mi vida, cadamovimiento de mi cuerpo, cada aliento,

dependía totalmente del Señor... y Dios metrataba con compasión.

Hoy me doy cuenta de que duranteese período de mi vida Dios me doblegaba, ycomprendo además, cuán necesario es queun dirigente se doblegue. De no hacerlo,jamás podrá conducir al pueblo de Dioscomo un pastor conduce a sus ovejas, porquesiempre lo hará sobrecogido por el temor.Estará pensando en el dinero o en el poder,ya que temerá perder su autoridad o sucargo jamás podrá confiar en los laicos ydelegarles autoridad por temor a perder supropio puesto y su autoridad. Temerá quecada uno de los errores que éstos cometan leperjudique. Hará muchas cosas para elSeñor, pero Dios no podrá hacer uso de él,porque tendrá miedo de escucharlo.

Dios se sirve de las personas según sugrado de quebrantamiento. Hoy comprendoque Dios no podía usarme hasta que mehubiera doblegado del todo; hasta queperdiera la seguridad en mí mismo. Y así,después de diez años de sufrimiento, meencontraba como reducido a polvo.

Durante los últimos años de esadécada, nuestra iglesia recibió la visión deconstruir un nuevo edificio en la nuevaurbanización de la isla Yoido, en el río Han.Allí era donde se construían nuevosapartamentos y edificios del gobierno.Compramos un terreno en el lugar, y elnuevo edificio quedó terminado en 1973.

Sólo entonces pude saber con ciertaseguridad el número de personas con lascuales contábamos. Cuando llegó el

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momento de mudarnos, la Iglesia delEvangelio Completo contaba con dieciochomil miembros, que participaban todos en losgrupos familiares. Sin embargo, como notodos deseaban abandonar el viejo edificio enSodaemoon, convinimos en permitir queocho mil de ellos permanecieran allí, y ladenominación nombró un nuevo pastor paraaquella iglesia. Luego nos trasladamos anuestra nueva Iglesia Central del EvangelioCompleto con diez mil miembros. Nuestraiglesia era aún más pequeña que la IglesiaPresbiteriana de Yong Nak, perocontinuábamos creciendo, y yo sabía que elpotencial era casi ilimitado debido al sistemade los grupos familiares.

El hecho más maravilloso que mesucedió durante esa mudanza, fue que lasanidad que Dios me había prometido seconvirtió por fin en realidad. No puedoprecisar un día u hora determinados, peropoco a poco la sanidad que sabía queocurriría, empezó a moverse en mi corazón,y éste experimentó una sanidad total. Laspalpitaciones cesaron, y recobré nuevafuerza física. Ya no sentía aquella sensaciónde muerte inminente.

No obstante, aún hoy, no puedo decirque estoy curado del todo, pues siempre queme encuentro exhausto, mi mente aún tiendea divagar, y la memoria me falla. Enocasiones se me hace difícil recordar losnombres de mis compañeros. Sin embargo,todavía me encuentro en proceso decuración, y confío plenamente en Dios.Ahora que "el Gran Cho" ha muerto, no

busco dinero, fama ni poder, porque he sidopurificado de todo deseo por tales cosas. Miexperiencia me dice que esas cosas son comouna gran burbuja que puede estallar encualquier momento.

Sin embargo, aun después de misanidad, seguía teniendo un gran problema...El séptimo y último ataque de Satanás paradestruir nuestra floreciente iglesia. Pero eseproblema no surgió hasta unos dos años mástarde.

El primer año que estuvo la iglesia enla isla Yoido, ganamos unos tres milmiembros nuevos Empecé a animar a losgrupos a que buscaran más miembros en susvecindarios y a que compartieran la buenanueva de lo que Dios había hecho por ellos.Luego establecí metas para cada uno de losgrupos. Mientras continuaba soñando conlos miembros que esperaba para llenar elnuevo edificio, Dios me dio la confirmación(rhema). Así, reclamaba el crecimiento, añotras año, y hasta mes por mes. Después devarios años, estábamos -ganando tres milalmas para Cristo al mes.

El séptimo ataque de Satanás fue unode los peores que podía imaginar. Lasmujeres de la iglesia jamás lo hubieranpodido pensar. Las mujeres estaban conmigociento por ciento. Sin embargo, algunos delos dirigentes varones permitieron poco apoco que sus responsabilidades y suautoridad se les fueran a la cabeza. Tres delos pastores auxiliares (cada uno de loscuales dirigía cincuenta grupos familiares)

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llegaron a creer que los miembros eran lealesa ellos, más que a mí o a la iglesia.

Los tres decidieron instar a susrebaños de cincuenta grupos cada uno, a quese separaran de la Iglesia Central delEvangelio Completo, y a que formaran suspropias iglesias. Esas iglesias tenían enpotencia la facultad de convertirse en iglesiasmuy grandes, puesto que cada uno de esosministros tenía a su cargo dos mil miembros.

Sin rodeos les dije a aquellos hombresque no aprobaba lo que hacían. ¡Estabanrobando mis ovejas! No obstante, se negarona escucharme y les notificaron a todos losmiembros de los grupos bajo su mando, quedejaran de asistir a los servicios de la IglesiaCentral del Evangelio Completo losdomingos en la mañana, puesto que tendríansus propios servicios en sus propios distritos.Por supuesto que yo les notifiqué también alos grupos mi desaprobación respecto de ladivisión.

La división duró unos seis meses.Cuando empezaron las reunionesdominicales separadas, cada uno de los tresministros descubrió que su congregaciónconstaba de unos trescientos a quinientosmiembros, y no de los dos mil más o menosque habían esperado. No obstante, siguieronadelante y continuaron reuniéndose porseparado, ya que se consideraban iglesiasnuevas.

Mientras tanto, para prestar serviciosa los miembros de nuestra congregación enesos distritos, nombré nuevos pastoresauxiliares que dirigieran los grupos que

permanecían leales a la Iglesia Central delEvangelio Completo.

Con el tiempo, los miembros que sehabían separado de la iglesia empezaron avolver. Al cabo de seis meses, esos tresministros tenían tan pocos adeptos que sevieron obligados a desistir de su intento yabandonar la ciudad. Cada uno de ellos tieneahora una pequeña iglesia en algún lugar deCorea, pero el Señor no los ha bendecidocomo pensaron que lo haría.

El error de esos hombres fue pensarque, por haberles yo delegado mi autoridad,la gente los iba a seguir. Estabanequivocados.

Desde entonces, he tomado ciertasmedidas para ayudar a los hombres denuestra iglesia que demuestren teneraspiraciones. Si un dirigente de los gruposfamiliares desea hacerse ministro, yo pago suinscripción en la Escuela Bíblica, con lacondición de que, al graduarse, trabajedurante tres años por lo menos como pastorauxiliar en nuestra iglesia. Después, si es quedesea tener su propia iglesia, puede contarcon mi ayuda. Le proporciono un sueldo ydinero suficiente para empezar su propiaiglesia en otro lugar. No obstante, ha de seruna iglesia que atraiga nuevos miembros, yno que se lleve los miembros de la iglesiamadre.

Hasta la fecha, los miembros de laIglesia Central del Evangelio Completo hanestablecido de esa manera setenta y cincoiglesias y programas misioneros,diseminados por todo el Mundo en lugares

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como Japón, Australia, los Estados Unidos, América Latina y Europa.

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5 LA SEGURIDAD QUE OFRECENLOS GRUPOS FAMILIARES

Uno de los problemas fundamentalesde la sociedad de hoy, es el "anonimato" delser humano. Con el aumento de la población,la persona se convierte en un rostro másentre la multitud. Se han escrito bastanteslibros acerca de las dificultades que hoytienen las personas, al tratar de hacerle frentea ese anonimato, en el cual se contemplan así mismas como números únicamente. Seencuentran apartadas, solas, sin rumbo.

El problema ha surgido también ennuestras iglesias. En especial, en las másnumerosas. Muchas de las iglesias másimportantes y dinámicas se han edificadosobre la base del ministerio personal de unhombre, un predicador ungido por Dioscuyos feligreses sienten gran necesidad desus enseñanzas y de su aliento. Los sereshumanos están hambrientos de la Palabra deDios y de tener la seguridad de que paraDios son algo más que números. Noobstante, mientras escuchan palabras dealiento desde el púlpito, estánexperimentando en la iglesia lo mismo queen su vida secular. Su único papel es el deespectadores.

No cabe duda de que en muchas deesas iglesias, algunos de los miembros de lacongregación se ven comprometidos hastacierto punto, en actividades de grupo yrelaciones humanas llenas de significado. Sinembargo, por regla general, sólo unporcentaje muy bajo de las personas decualquier congregación están relacionadascon esos grupos. Además, en ocasiones,

muchos tipos de grupos ofrecen pocasoportunidades para que las relaciones seanverdaderamente personales, sobre todocuando se trata de un grupo de estudiobíblico formal. El entusiasmo inicial de losmiembros nuevos va decayendo poco a poco,y con el tiempo se convierten en cristianos dedomingo, aun en algunas de las iglesias quetienen más "vida".

En cambio, los grupos familiares lesproporcionan a esas personas la oportunidadde comprometerse a través de una relaciónllena de sentido en la vida de su iglesia. Notodos están llamados a ser ancianos odiáconos de una iglesia importante; no todosestán llamados a enseñar en la EscuelaDominical o a ministrar a las personas. Sinembargo, con los grupos familiares todostienen la oportunidad de sentirsecomprometidos.

Me agrada referirme a la IglesiaCentral del Evangelio Completo como laiglesia que es a la vez la más pequeña y lamás grande del mundo. Es la más grandeporque, en la fecha en que escribo este libro,nuestra congregación consta de más deciento cincuenta mil miembros. Al mismotiempo, también es la más pequeña delmundo porque cada miembro es parte de ungrupo familiar de quince familias comomáximo.

Cada semana esos miembros tienen laoportunidad de estar juntos en las reunionesde los grupos familiares, donde juntosadoran al Señor, oran, aprenden la Palabra,experimentan la acción de los dones del

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Espíritu Santo, ven milagros y sanidades ydisfrutan de una relación llena de afecto consus hermanos cristianos. En los gruposfamiliares dejan de ser números paraconvertirse en personas; en individuos. Lapersona qué se une a un grupo familiar,descubre que es un "yo"; no un objeto. Eldirigente del grupo se convierte en unaespecie de pastor para ella, aunque seencuentre a su vez bajo la autoridad de laiglesia. El dirigente conoce a cada uno de losmiembros de su grupo personalmente ycomparte con ellos sus alegrías y susproblemas con la familiaridad que al pastorprincipal le es imposible establecer.

Los servicios dominicales de nuestraiglesia son muy organizados, muytradicionales. El número de personas queasiste a cada servicio es de unas quince mil,lo que limita la participación de cadaindividuo al canto de los himnos y amomentos limitados de alabanza a nivel detoda la congregación. Fuera de eso, están allípara recibir...ya sea instrucción mediante elmensaje, sanidad o la seguridad que da elSeñor. Además, están allí para disfrutar de lacelebración y para presentar sus ofrendas aDios.

En cambio, en los grupos familiares,cada uno tiene la oportunidad de que Dios louse para ministrar a las demás personas delgrupo. La Biblia dice que el Espíritu Santodistribuye sus dones como El quiere (1Corintios 12:11). En nuestros grupos, a pesarde que las enseñanzas del dirigente procedende la Palabra de Dios y tienen como base elesquema aprobado por la iglesia, los demásmiembros tienen la oportunidad de dar unaprofecía, hablar en lenguas, interpretarlas, odar una palabra de sabiduría o de ciencia.Cada miembro puede orar por los enfermos

y si lo hace con fe puede estar seguro de queDios oirá su oración, y sanará a la persona.

Sobre todo, cada persona puedeparticipar en el avivamiento de su propiovecindario. Trataré este asunto con másdetalle en el próximo capítulo, peropermítame decir aquí que mis miembros hansentido gran satisfacción en compartir suamor con los no creyentes de sus vecindarioso de sus edificios de apartamentos, enparticular cuando los vecinos aceptan debuen grado la invitación a asistir a uno de losgrupos familiares. De esa manera, cada unode mis miembros se convierte en misionero yagente del avivamiento dentro de los límitesde su vecindario.

Los miembros de la Iglesia Central delEvangelio Completo, son personasentusiastas que el avivamiento los trescientossesenta y cinco días del año. Cada iglesianecesita un avivamiento de esa índole., ynuestros miembros lo viven porqueparticipan en su vida de manera activa.

Ningún avivamiento debe ser el frutode una sola personalidad. Nunca heafirmado ser el responsable del avivamientoque se observa en nuestra iglesia. Enrealidad, el avivamiento continúa esté yopresente o no, y en la actualidad, viajo alexterior seis meses del año. La iglesia tienesu avivamiento cuando yo no estoy allí,porque el Espíritu Santo hace uso de todoslos miembros por medio de los gruposfamiliares. Eso significa que el avivamientono desaparecerá después de que mi vidatermine. Al menos, mientras la iglesia sea fiela los principios de los grupos familiares, bajola dirección del Espíritu Santo.

Los grupos familiares les ofrecen unalto grado de protección a los miembros.Cada uno de ellos se convierte en un

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miembro de la familia constituida por todoslos miembros del grupo, en una especie derelación comunitaria que significa algo másque una simple comunidad. En el grupo,cada persona está en libertad de discutir susproblemas y de pedir consejo y oración por símisma. En realidad, la relación va más alládel consejo y la oración; los miembros velanrealmente los unos por los otros.

Un ejemplo de cuánto nuestrosmiembros se preocupan los unos por losotros, es el caso de una familia en la cual elesposo estuvo cesante por largo tiempo. Losmiembros de su grupo familiar cooperaronpara proporcionarles alimentos de vez encuando, y hasta la ropa de abrigo quenecesitaban. Además, el grupo hizo unacolecta para enviar a uno de los hijos de esafamilia a la universidad.

Los miembros de los grupos van alimpiar las casas de las mujeres del grupoque caen enfermas. Visitan a otros miembrosen el hospital donde oran por sanación y lesinfunden gran aliento a los enfermos.Cuando hay una muerte en la familia de unode los miembros del grupo, es como si éstahubiera ocurrido en la gran familia delgrupo; todos los miembros van en ayuda dela familia que sufrió la pérdida, paracompartir su dolor y atender a susnecesidades más urgentes.

Es una vida comunitaria maravillosa.Cada quien ayuda a su semejante. Cuandoalguien pertenece a un grupo familiar, sabeque lo aman, y que velarán por él, y esa es laprotección que muchas personas nuncaencuentran en las iglesias donde no haygrupos familiares.

En nuestros grupos familiares esaprotección es aún mayor, debido a que lamayoría de esos grupos son algo más que

grupos de vecindad. Su especialidad va aúnmás lejos.

Muchos de nuestros grupos estánintegrados por núcleos de mujeres delmismo barrio. Debido a que los hombres,hacen la mayor parte del trabajo en Corea,las mujeres permanecen en el hogar y seocupan de la casa y de, los niños. Por tanto,disponen del tiempo suficiente para reunirsedurante el día. De quince a veinte amas decasa se reúnen en la casa o el apartamento deuno de los miembros cada semana, y una delas mujeres, actúa de dirigente.

Por regla general, los hombrestrabajan durante muchas horas y, como esnatural], están demasiado cansados parareunirse durante la semana. Porconsiguiente, celebramos muchas reunionesde grupos de varones los sábados por lanoche, y en ellos los hombres son losdirigentes. Por supuesto que esos grupos noestán limitados a hombres o mujeressolamente. En ocasiones, los hombres van alos grupos de las mujeres, especialmentecuando tienen un día libre durante la semanao se recuperan de alguna enfermedad olesión. También a veces las esposas van consus maridos a las reuniones de los sábadospor la noche, aun cuando hayan asistido asus propias reuniones durante la semana.

Además, tenemos reuniones dejuveniles y reuniones de niños; todas esasson variaciones de las reuniones de losgrupos familiares, aunque están orientadasen especial a la gente Joven.

También tenemos reuniones muyespeciales, como las que se celebran en lasoficinas y fábricas durante los díaslaborables. En cierto sector de la ciudaddonde había una gran concentración desecretarias, las mujeres descubrieron que la

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hora ideal para celebrar una reunión era lahora del almuerzo, Por tanto, acondicionaronun local en uno de los edificios de oficinas, ytodas las semanas se reunían para estudiar laPalabra de Dios y para compartir y orarjuntas. No sólo eso, sino que la reunión era elsitio ideal donde las mujeres podían invitar asus, compañeras de trabajo, con las que tantotenían en común.

En otro sector de Seúl, las trabajadorasacordaron que ellas también deseaban teneruna reunión de grupo durante las horaslaborables. Hablaron con el gerente y leexpusieron su deseo. En un principio lossupervisores estaban renuentes, porqueopinaban que el tiempo asignado para lahora del almuerzo no sería suficiente, ytemían que las empleadas regresaran tarde asu trabajo.

No obstante, ellas no estabandispuestas a darse por vencidas. Oraronsobre el problema, y luego le presentaron unplan al gerente.

- Denos una hora extra después delalmuerzo para celebrar nuestra reunión - ledijo la dirigente -, y trabajaremos una horaextra al final de la jornada de trabajo. Así,

trabajaremos las horas requeridas, laproducción no disminuirá y usted no tendráque pagarnos extra por el día de trabajo máslargo.

El gerente demostró algúnescepticismo, pero decidió darles unaoportunidad. Transcurridas varias semanasquedó maravillado. Las trabajadoras quepertenecían a la Iglesia Central del EvangelioCompleto, no sólo cumplían con lo quehabían prometido, sino que en realidadproducían más chocolate por empleada, quelas demás. Se encontraba tan satisfecho, quellamó a la oficina de la iglesia y pidió hablarconmigo.

- Pastor Cho, el entusiasmo de susmiembros es increíble - me dijo -. Son lasmejores trabajadoras de nuestra fábrica. Porfavor, si usted tiene más miembros comoellas, envíemelos. Me complacerá muchodarles trabajo.

En verdad, eso dice mucho deldinamismo de los miembros de nuestraiglesia. Todo se lo atribuyo a los gruposfamiliares. Nuestra gente siente verdaderoentusiasmo y esa es nuestra manera máseficaz de evangelizar.

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6 LOS GRUPOS FAMILIARES: LACLAVE DE LA EVANGELI ZACIÓN

El cuerpo humano está en constanteproceso de renovación y reproducción. De noser así, moriría. Ese proceso se aplicatambién al Cuerpo de Cristo, la Iglesia. Deahí que la evangelización sea uno de losrequisitos de una iglesia dinámica y pujante.Una iglesia sin un programa deevangelización formal, permaneceráestancada o irá muriendo poco a poco.

Sin embargo, hay algo más; alevangelizar cumplimos con un mandato delSeñor Jesucristo: el de ir por todo el mundopredicando el Evangelio y haciendodiscípulos.

Cuando Jesús les dijo a sus discípulosque serían sus testigos después de que elEspíritu Santo descendiera sobre ellos, lesdijo también que primero serían sus testigosen Jerusalén, en su, propio lugar, ahí endonde vivían. Sólo después de haberevangelizado a Jerusalén, llegaron hastaJudea y Samaria y, por último, a todos losconfines de la tierra.

Es necesario que cada una de nuestrasiglesias participe en un programa deevangelización similar. Necesitamos laevangelización que comienza en nuestrospropios barrios, en nuestras ciudades yaldeas, doquiera el Señor nos haya colocado.Esa es la evangelización que nosotrospracticamos en la Iglesia Central delEvangelio Completo de Seúl, y a ella se debeel crecimiento espectacular que hemosexperimentado.

No obstante, en nuestra iglesia no sesigue el conocido sistema de la

evangelización de puerta en puerta. Enmuchos aspectos, ese tipo de evangelizaciónconlleva una confrontación, ya que da pie aque la persona se resista, de la mismamanera que un cristiano se resiste cuando unmiembro de los Testigos de Jehová o de losMormones toca a su puerta. No hay quenegar que muchas personas se salvan pormedio del testimonio cristiano de puerta enpuerta, y que en ocasiones el Espíritu Santoinduce a los cristianos a que se dediquen a laevangelización de esa índole en los sectoresdonde El ya ha preparado los corazones delos incrédulos. Pero, en general, laevangelización de puerta en puerta frustra altestigo cristiano debido al poco fruto que ésteobtiene de ella.

Nuestra iglesia lleva a cabo laevangelización, ante todo, mediante elsistema de los grupos familiares. Cada grupose convierte en un núcleo de avivamiento ensu propio barrio, porque es en el grupodonde se puede encontrar verdadera vidadentro del vecindario. Cuando una reuniónde grupo familiar está llena de vida, ycuando las personas están contentas,comparten su fe y dan testimonio de lo queel Señor ha realizado en su vida, las demáspersonas se sienten atraídas hacia ellas. Losincrédulos sienten curiosidad. Desean saberpor qué ese pequeño grupo de cristianos estátan alegre a pesar de los muchos problemasque le rodean.

Ahora bien, aunque esos grupos seconviertan en imanes en sus propios barrios,nuestros miembros tienen aún necesidad de

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realizar su labor de evangelización. Losincrédulos rara vez tocan a la puerta paraenterarse de lo que sucede. Nuestrosmiembros tienen que salir a buscar a losposibles conversos. Sin embargo, nosotrostenemos otros medios de ayudarles aconvertirse en evangelistas interesados ensus semejantes.

Uno de esos medios es el que nosotrosllamamos "indiscreción santa". Nuestrosdirigentes de grupo les indican a susmiembros que estén alerta, a la búsqueda depersonas con problemas. Muchos denosotros escuchamos a diario conversacionesen las cuales las personas hablan de susproblemas. Siempre que escuchemos esasconversaciones, debemos apresurarnos apreguntarle al Espíritu Santo: - ¿De quémanera puedo dar testimonio ante estapersona? ¿Qué puedo hacer para queconozca a Jesús, que es en realidad quienpuede resolverle sus problemas?

A mis oídos llegó el caso de unahermana de nuestra congregación qué letestificó a una señora que habla conocido enel mercado del barrio. Había oído a aquellaseñora, que no era creyente, contarle susproblemas matrimoniales a una amiga.Estaba a punto de divorciarse. Era el casoque nuestra hermana había tenido problemassimilares, pero el Señor Jesús había salvado -su matrimonio por medio de la oración y delministerio del grupo familiar.

Al salir del mercado, la hermana ledio alcance a la otra señora y le dijo: -Nopude menos que escucharla cuando hablabade su problema con su amiga. Yo tuve unproblema muy parecido. ¿Desearía venir atomar el té conmigo mientras le relato cómolo superé y salvé mi matrimonio?

Se sorprendió de que la señoraaceptara al instante. Durante el tiempo quecompartieron sus experiencias, la hermana leconfió cómo ella y su esposo habían estado apunto de divorciarse, pero habíanencontrado al Señor, y su vida habíacambiado por completo. No la quisopresionar para que en aquel momentoaceptara a Cristo como su Salvador, pero sí ledijo cuánto significaban para ella lasreuniones de los grupos familiares, y lainvitó a que la acompañara a la siguientereunión. Le aseguró que había en el grupoun gran número de señoras comprensivasdel barrio, que podrían identificarse con susproblemas, por haber tenido otros similares.

Al venir por primera vez a la reunióndel grupo, la señora quedó muy bienimpresionada. A pesar de que el cantoemotivo, las palmadas, y cosas así no fuerondel todo de su agrado, pudo observar queaquellas señoras se parecían a ella. Sinembargo, demostraban tener la serenidadque ella añoraba. En aquella primerareunión, no le entregó su corazón a Jesús,pero se sintió atraída y con deseos deregresar. Luego de haber asistido a unascuantas reuniones, le entregó su vida alSeñor, y no tardó en unirse a la iglesia. Pocotiempo después, su esposo también veníacon ella a la iglesia. Con el tiempo, éltambién encontró al Señor, y el matrimoniopudo salvarse.

Este relato es un ejemplo de laimportancia de la evangelización de mujer amujer en nuestra iglesia. Tenemos másmujeres que hombres, característica de lamayoría de las iglesias cristianas. A pesar deno ser esa la razón por la cual hacemoshincapié en la evangelización de mujer amujer, hemos podido observar que cuando

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una mujer se hace cristiana y entra en lacomunión de la iglesia, pronto la siguen sushijos. Esto es casi una ley natural.Dondequiera que van las mujeres a recibiralimento espiritual, allí llevan a sus hijos.

Convengo en que los hombres son losllamados a ser los jefes espirituales de sushogares, pero por regla general, entre losincrédulos, los hombres no son los primerosen interesarse en las cosas espirituales. En lamayoría de los casos, la mujer es la primeraen aceptar la evangelización, como tambiénes la primera en entregar su vida a CristoJesús. A menudo el esposo es el último envenir a la iglesia. Observa a su mujer y a sushijos cuando salen del hogar para asistir a losservicios, y observa además, que parecensacar algo de ello. Con el tiempo, terminapor acompañarlos, aunque sólo sea con elpropósito de averiguar de qué se trata. Ennuestra iglesia hemos observado que si selogra atraer al hombre a una de las reunionesdel grupo familiar, pronto se entusiasmatanto como el resto de la familia.

En la actualidad, una de lasnecesidades más apremiantes de la Iglesia esevangelizar nuestras ciudades. No es ciertoque las iglesias de las grandes urbes esténllamadas a desaparecer. Me doy cuenta deque, a causa del materialismo que hoyimpera, muchas personas no asisten a laiglesia y tienen el corazón y la mentecerrados al Evangelio. Sin embargo, nuestraiglesia ha tenido mucho éxito en su labor deevangelización en el centro de una de lasurbes más grandes del mundo. Seúl tienemás de ocho millones de habitantes. Noobstante, durante los últimos siete añoshemos ganado ciento cuarenta milmiembros, y también hemos traído otros

miles al Señor y los hemos enviado a otrasiglesias. El número de miembros de nuestraiglesia es quince veces mayor de lo que eraen 1973, cuando nos trasladamos a la islaYoido.

En nuestra labor de evangelizar aSeúl, encontramos los mismos problemasque encuentra cualquier otra iglesia urbana.Seúl tiene muchos edificios de apartamentosy, por consiguiente, es difícil hacer nuevasamistades. Los cristianos no pueden irtocando de puerta en puerta en un edificiode apartamentos. Además, nosotros nosolemos evangelizar de esa manera.

A una de las dirigentes de los gruposfamiliares se le ocurrió una idea muy feliz.Cada domingo pasaba unas cuantas horassubiendo y bajando en el elevador de suedificio. En muchas de esas ocasiones se lepresentó la manera de ofrecer ayuda aalgunas personas. Una madre necesitaba unapersona que le cargara su bebé; una anciananecesitaba quien le ayudara a llevar suscompras hasta su apartamento. En esoscasos, nuestra dirigente de grupo estabasiempre dispuesta a ofrecer su ayuda.

Poco a poco, esa dirigente llena deiniciativa se hizo amiga de muchas de laspersonas a quienes ayudaba en el elevador.Mientras tanto, "sembraba" en secreto unareunión de grupo familiar en su edificio deapartamentos. Cuando estaba ayudando aaquellas personas y hacía amistad con ellas,oraba por ellas en silencio. Pasado algúntiempo, obtuvo sus números de teléfono y lasllamó para invitarlas a una reunión de grupoen su apartamento.

La dirigente tuvo tal éxito que, en laactualidad, si usted visita uno de los edificiosde apartamentos que se hallan cerca denuestra iglesia el sábado por la tarde,

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encontrará a nuestras dirigentes de gruposubiendo y bajando, subiendo y bajando enlos elevadores...

- ¿Desea que le ayude a cargar suscompras?

- Por favor, permítame detenerle lapuerta.

- ¿Que la llave del agua no funcionabien y el agua gotea constantemente? Miesposo es experto en arreglar grifos.

Y así sucesivamente; mientras tanto,se van sembrando las semillas de los gruposfamiliares.

Nuestros miembros están tanentusiasmados con la evangelización de estaíndole, que cuando se mudan fuera de Seúl,se niegan a abandonar nuestra iglesia ynuestro sistema de grupos familiares. Haceunos cuatro años, un, matrimonio se trasladóa Inchón, que se encuentra a más de treintakilómetros de Seúl. La esposa era una denuestras dirigentes de grupo. Cuando mehabló de su mudada, le dije: - Bien, creo queusted debe hacerse miembro de una buenaiglesia en Inchón.

- Oh, no, Pastor Cho. Eso no es lo quedeseamos hacer - replicó la mujer -. Creo queabriremos nuestro hogar para una reuniónde grupo. Luego, nos reuniremos el domingoy vendremos todos a Seúl para los servicios.

Ya había empezado a soñar con elmaravilloso grupo familiar que tendría enInchón.

- Bueno, eso es cosa suya - le dije, y ledi mi autorización.

Una vez que el matrimonio se hubotrasladado a Inchón, procedió a actuar talcomo lo había planeado. No tardó en tenerun floreciente grupo familiar. Los domingosen la mañana ellos y su grupo venían a laiglesia en un autobús alquilado. De eso hace

cuatro años. Hoy, ese grupo familiar deInchón se ha convertido en ciento treintagrupos con dos mil miembros. Todos losdomingos alquilan autobuses para asistir a laiglesia.

Debido a que uno de los gruposcomenzó a dividirse y a propagarse, hoy díaInchón es un distrito reconocido de nuestraiglesia, con un pastor auxiliar al frente delmismo.

Eso es algo extraordinario. Sin lanzaruna campaña de evangelización, sin"reuniones de avivamiento", sin granalboroto, sino sólo con el entusiasmo de unjoven matrimonio coreano, hoy tenemos dosmil miembros en Inchón. En todo ese tiempo,yo jamás he ido a Inchón a predicarpersonalmente; todos los miembros hanvenido a Seúl para escuchar mis prédicas.Dos mil hombres, mujeres, jóvenes y niñosencontraron a Cristo Jesús como resultadodel entusiasmo de aquel matrimonio.

En la actualidad, unos cien autobusestraen a los miembros a nuestra iglesia todoslos domingos. Al contemplar el espectáculo,muchas personas que visitan Seú1 dicen: -Yonggi Cho tiene un negocio de autobuses.Ese debe ser el secreto de su éxito. ¡Observenel número de autobuses que tiene!

No, yo no alquilo ni un solo autobús.Los grupos familiares se encargan de hacerloellos mismos, es decir, de traer a la iglesia atodos los miembros y a los que vienen porprimera vez. Y o no tengo nada que ver coneso. Sin embargo, confieso que me halaga loque está sucediendo.

Eso se llama evangelización. Eso sellama crecimiento de la iglesia. Para fines de1980 teníamos diez mil grupos familiares.Tengo la firme opinión de que, cuando unaiglesia adopta el sistema de los grupos

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familiares, no puede menos que crecer.Cuando la congregación ya es numerosa, losmiembros tienen imprescindible necesidadde los grupos familiares; de lo contrario, elpastor sufrirá un colapso nervioso al tratarde ministrar a toda su congregación, sobretodo si ésta tiene más de dos mil miembros.

En realidad, alguien me hapreguntado a cuántos miembros creo quepodría ministrar de manera adecuada sin elsistema de los grupos familiares. Confiesoque a no 'más de quinientos. En, estosmomentos sólo tengo que tratar con unnúmero relativamente pequeño dedirigentes. Esos dirigentes tienen a su Vez aotras personas bajo su dirección, y éstas sonlas que pastorean a los dirigentes de grupo.Esos dirigentes son los que realizan la mayorparte del trabajo ministerial de nuestraiglesia.

La Iglesia Central del EvangelioCompleto no se compone tan sólo deledificio donde están sus oficinas y susantuario. Nuestra iglesia está fuera, en lascasas y en los edificios de apartamentos, enlas oficinas y en las fábricas de Seúl y de sussuburbios. El ministerio se realiza allí. Laevangelización se realiza allí. El edificio de laIglesia Central es el centro donde se llevan acabo los cultos, donde las personas vienenlos domingos y en otras ocasiones, a alabar yadorar a Dios; donde reciben aliento,instrucción y enseñanza.

Nuestra iglesia se ha convertido en unorganismo viviente. Los grupos familiaresson grupos vivos, y funcionan poco más omenos como funcionan las células del cuerpohumano. En un organismo vivo, las célulascrecen y se dividen. Donde antes había unasola célula, ésta se convierte en dos. Luegohay cuatro, después ocho, dieciséis, y así

sucesivamente. Las células no se vansumando al cuerpo, sino que se multiplicanpor progresión geométrica.

Eso es precisamente lo que sucede connuestros grupos familiares. Cuando elnúmero de familias pasa de quince, el grupose divide en dos. Luego, los dos gruposnuevos invitan a otras personas hasta que denuevo cada uno tiene quince familias;entonces se dividen en cuatro.

Ya he mencionado que a principios denuestro ministerio de grupos familiares,muchas personas estaban renuentes a dividirel grupo. Por consiguiente, la división tuvoque hacerse obligatoria. Eso sucede aún devez en cuando; sin embargo, la mayoría delos miembros de la Iglesia Central delEvangelio Completo, comprenden que laVida del grupo y de la iglesia depende de ladivisión constante de los grupos. Enocasiones, nos vemos obligados a enviar auno de los pastores para que persuada a ungrupo familiar a que se divida, pero porregla general la división se realiza de maneraespontánea cuando el grupo tiene más dequince familias. Es una regla de nuestraiglesia, y la mayoría de los miembros laobedecen sin protestar.

Hay que admitir que a menudo correnlas lágrimas cuando los amigos se venobligados a separarse para asistir a otrasreuniones; no obstante, no es un problema devida o muerte. Todos los grupos familiaresestán limitados a sectores geográficosdeterminados. Cuando los amigos nopueden verse en la reunión del grupo,continúan reuniéndose en otras ocasionesdurante la semana, al igual que lo hacentodos los amigos. Además, son frecuentes lasactividades de distrito, en las que ciertonúmero de grupos familiares se reúnen para

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disfrutar de un almuerzo al aire libre, de unagran reunión de oración, o de algún otroacontecimiento.

Hay algo más que debe mencionarseen cuanto a la evangelización. El reverso dela moneda en cuanto a la evangelización, es"la puerta trasera" de la iglesia. Muchasiglesias se quejan de que la congregaciónpierde por la puerta del fondo tantosmiembros, como gana en las reuniones deavivamiento. Por supuesto, esas iglesias nocrecen. En nuestra iglesia podríamos decirque no hay "puerta trasera". Eso se debe aque cada grupo podría considerarse uncírculo familiar. Mediante esos círculosfamiliares, las personas llegan a sentirseparte integrante de la iglesia, y permanecenen ella. Además, cada dirigente de grupocuida de su pequeño rebaño, al igual que unagallina cuida de sus polluelos. El dirigente seocupa constantemente de las necesidades desu rebaño. Al mismo tiempo, si algúnmiembro de su grupo familiar no asiste a laiglesia, al día siguiente el dirigente de sugrupo lo llama para preguntarle si le ocurrealgo. Si hay algún problema, el dirigente va averlo y se ocupa del asunto sin pérdida detiempo. Quizá la persona esté enferma otenga cualquier otro problema que puedaresolverse mediante la oración y elministerio. Y si fuera que está comenzando adeslizarse hacia el mundo de nuevo, eldirigente puede discernir el origen delproblema y hablarlo con la persona.

Por tanto, una vez que una persona seune a nuestra iglesia mediante el sistema delos grupos, es poco factible que la perdamos.Siempre hay quien vele por ella, se ocupe deella y la ayude.

Cierto día un hombre y su esposa mevisitaron en mi despacho. Se presentaron

como nuevos miembros de la iglesia. Luego,el esposo rió, movió la cabeza y dijo: - Esimposible escapar de esta iglesia.

- ¿Qué quiere decir? - le pregunté.El esposo procedió a relatarme la

historia de cómo su hijo se había vueltohippie - Estábamos muy preocupados por éldijo. Pero entonces una señora muysimpática, miembro de esta iglesia y vecinanuestra, vino a nuestra casa y empezó atratar, a mi hijo; le hablaba y oraba con él, ypasado algún tiempo, se operó un cambioradical en mi hijo.

- Como es natural, nosotros leestábamos muy agradecidos por lo que ellahabía hecho. Era muy buena y compasiva.

- Luego nos invitó a visitarla en suhogar y nos dijo: "Tenemos una reuniónmaravillosa todas las semanas en nuestracasa. Es un momento precioso defraternidad, servimos té y galletitas yhablamos de religión. ¿Les gustaría venir?"

- Fuimos por agradecimiento. Deboconfesar que también lo pasamos muy bien.Escuchamos los cantos y los testimonios, queeran muy emocionantes. El mensaje fuebueno, y hasta nos sentimos muyagradecidos por el interés de los allípresentes cuando oraron por nosotros y pornuestro hijo.

- Sin embargo, al retirarnos, novolvimos a pensar en la reunión condemasiada frecuencia. Pensamos que sólo setrataba de una noche agradable con algunosde nuestros vecinos.

- No obstante, a la semana siguiente laseñora nos volvió a invitar. Creímos quesería bueno regresar, puesto que lo habíamospasado tan bien la-primera vez. jamás se nospasó por la menta comprometernos demanera constante.

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- Luego, nos volvió a llamar el sábadoy nos dijo: "Mañana es domingo. ¿Por qué noVienen conmigo a la Iglesia Central?Tenemos un pastor excelente. Siempre tieneun buen mensaje. ¡Acompáñenme!"

- Al día siguiente vino en suautomóvil, nos tocó la bocina y fuimos conella.

-Debo decirle con toda sinceridad quenos sentirnos sobrecogidos cuando llegamosa la iglesia, jamás habíamos visto un lugarsemejante. Su gran tamaño nos intimidaba.Sin embargo, lo que más nos alarmó fue elruido. jamás habíamos visto que las personasoraran y alabaran a Dios en voz alta, y quedieran palmadas.

Una vez terminado el servicio, cuandoya habíamos regresado a casa, le dije a miesposa: "Creo que es una magnífica iglesia,pero demasiado ruidosa. Además, mepareció que algunas de las personas estabanhistéricas; no creo que debamos regresar allí.

Aunque no se daban cuenta en aquelmomento, ya nuestro sistema de gruposfamiliares los había hecho "morder elanzuelo". A la semana siguiente, la dirigentedel grupo fue a su casa y los invitó de nuevoa que fueran a la reunión. Luego añadió: -Losvolveré a. recoger el domingo para ir a laiglesia.

- Tratamos de excusarnos - dijo elesposo -, pero de manera muy fina ella senegó a aceptar nuestras excusas. Porconsiguiente, todas las semanas íbamos a lasreuniones del grupo y a la iglesia con ladirigente. Sin embargo, no dejábamos desentirnos acorralados e incómodos. Nossentíamos tan acosados, que decidimosvender la casa y trasladarnos a otro lugar.

Llamaron a un agente de bienes raíces,vendieron su casa y salieron del barrio sin

que la dirigente del grupo lo supiera. Fuerona vivir a un lugar apartado de la ciudad, y elmarido le dijo a su esposa: - Por fin nosveremos libres de esa señora.

A la semana siguiente, cuando ladirigente fue a invitarlos a la reunión delgrupo, se encontró con una casa vacía. Noobstante, no se dio por vencida. Fue alayuntamiento y buscó la nueva dirección, lacopió y se la llevó al departamento pastoralde la iglesia. Los empleados ubicaron lanueva dirección y se la pasaron a la dirigentedel grupo de ese sector.

- No podía creerlo - me dijo el esposo,allí estábamos el viernes por la nochedisfrutando de nuestra libertad, cuandotocaron a la puerta. La abrí, y me encontrécon una señora que me dijo: Bienvenidos anuestra zona. Soy la dirigente del grupofamiliar de la Iglesia Central del EvangelioCompleto, y ustedes han sido transferidos ami zona. Esta noche vendremos a su casapara celebrar."

- Vinieron y celebraron un servicio ennuestra casa. Una vez más cantamos yoramos y el grupo oró por nosotros ennuestra nueva casa. Una vez terminado elservicio, cuando todos se habían retirado, ledije a mi esposa: "¿Qué vamos a hacer? ¡Paraescaparnos de esa iglesia tendremos queemigrar a América o al cielo!"

-Entonces me dijo mi esposa: "Bien, sino podemos esquivarlos, nuestra únicaalternativa es unirnos a ellos."

- Así fue como al domingo siguientevinimos a la iglesia, y batimos las palmas ygritamos, como todo el mundo. Ahora somosverdaderos miembros de la iglesia.

Desde entonces ese matrimonio se haconvertido en un verdadero pilar de nuestracongregación, y eso sólo se debió a la

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perseverancia de las dirigentes de grupo.(Debo añadir que todo se hizo de maneramuy delicada, y que en ningún momento sesintieron ofendidos en lo más mínimo. Enrealidad, estoy convencido de que durantetodo ese tiempo se hallaban bajo laconvicción del Espíritu Santo. No sólotrataban de abandonar nuestra iglesia o anuestra dirigente de grupo, sino que, enrealidad, trataban de escapar de Dios.Cuando se dieron cuenta de que les eraimposible escapar de El, se dieron porvencidos.)

No todas las dirigentes son tanperseverantes, por supuesto, y no todastienen tanto éxito en persuadir a losincrédulos a que vayan a las reuniones. Noobstante, tenemos suficiente éxito para quenuestra iglesia continúe creciendo.

Debemos hacer que los pecadoresvengan a nuestras iglesias y conozcan aCristo Jesús; necesitamos que sean salvos.Una vez que hayan venido, nunca losdebemos dejar ir. Como único puede un

miembro abandonar la iglesia es si se hacemiembro de otra, o sí pasa a mejor vida.

En nuestra iglesia, me es imposibleestablecer contacto personal con los cientocincuenta mil miembros. Sin embargo, pormedio de los dirigentes de grupo, memantengo en comunicación con ellos ypuedo cerciorarme de que todos reciban laatención, la disciplina y el alimento espiritualque necesitan, y de que se les corrija demanera adecuada en caso necesario.

Esa es la razón por la cual en nuestraiglesia tenemos una verdaderaevangelización, Nuestros entusiastasdirigentes traen a diario personas sin fe a laiglesia, y una vez que las han atraído,satisfacen sus necesidades de tal manera queson pocas las que se pierden por la "puertatrasera".

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7 UN NUEVO TIPO DE MISIONERODespués de todo lo anterior, debe ser

obvio que el sistema de grupos familiares dela Iglesia Central del Evangelio Completo esalgo que puede funcionar en cualquier lugar.Y lo que es más, ¡funciona! Funciona en otrasiglesias que han adoptado el programa y enlas iglesias misioneras fundadas porministros de nuestra propia congregación,tanto en Corea como en otros países.

Desde que la Iglesia Central delEvangelio Completo se dio a conocer por sucrecimiento acelerado mediante el sistema degrupos familiares, se me ha invitado a hablaren reuniones y conferencias celebradas en elmundo entero. Muchas iglesias han estadoperdiendo miembros. 0 bien, si no lospierden, no crecen. Todos desean saber cómoinvertir el presente estado de cosas.

Hace algunos años, las Asambleas deDios de Australia me invitaron a hablarsobre el crecimiento de la Iglesia. A millegada, los dirigentes de la denominaciónque me recibieron en el aeropuerto, meadvirtieron que no debía esperar que lasreuniones fueran muy concurridas.

Por consiguiente, les dije: -Si ustedesno empiezan ahora a fijarse metas y a aplicarlos principios de crecimiento por medio delsistema de los grupos familiares, lasAsambleas de Dios están llamadas adesaparecer de Australia.

Luego le pedí a cada ministro que sefijara una meta antes de clausurarse laconferencia. Subrayé la necesidad de poneren práctica los principios de fe, y los insté aformar los grupos familiares.

Me complace informar que losministros aceptaron mis principios y que

tuvieron éxito. Durante los tres añossiguientes, el número de miembros de lasAsambleas, de Dios aumentó en un cientopor ciento en Australia. ¡Estabanmaravillados! Durante los diez añosanteriores, sólo habían crecido en un dos porciento mediante las normas tradicionales deevangelización. Sin embargo, al poner enpráctica nuestros principios para elcrecimiento de la Iglesia, habían duplicado elnúmero de sus miembros en sólo tres años.En la actualidad, las Asambleas de Dios deAustralia se propagan como un reguero depólvora.

Actualmente, le dedico el sesenta porciento de mi atención al Japón. Muchospastores y misioneros creen que el Japón estámuerto. Los pastores japoneses estándescorazonados. En realidad, si un ministrojaponés tiene una congregación de treinta ocuarenta miembros, puede vanagloriarsecomo un pavo real. Algunos pastores sólologran tener unos veinte durante toda suvida. Es fácil comprender que una vez quetienen asegurado un salario, muchos de elloscaen en una rutina cómoda y desisten de suempeño de evangelizar.

Cuando hace dos años celebré unaconferencia en el Japón sobre el crecimientode la Iglesia, y les hablé de la necesidad defijar metas, se me dijo: - Aquí no haynecesidad de fijarse metas. Estamos en elJapón. Usted encontrará aquí muy pocasiglesias que cuenten con más de cienmiembros. En el Japón, una iglesia dequinientos miembros es una gran iglesia.

Se negaron a escucharme. - Sí, lasiglesias crecerán en Corea, en los Estados

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Unidos y en Australia, pero eso no es posibleen el Japón.

Por último me sentí exasperado, y lesdije: - Les voy a probar que están errados.

Debo mencionar que los coreanos sondespreciados en el Japón. Nuestro puebloestuvo bajo la dominación japonesa durantela Segunda Guerra Mundial, hasta quefuimos liberados por los norteamericanos.Durante treinta y seis años habíamos sufridola ocupación japonesa. Por tanto, losjaponeses llegaron a considerarse un pueblosuperior, y miraban a los coreanos comoinferiores.

Además, en el Japón, como en todo elOriente, la mujer está subordinada alhombre, y éste la trata como inferior., Enrealidad, las mujeres no tienen un lugar en elministerio en el Japón.

No obstante, estaba tan decidido aprobar que, mis principios funcionaban en elJapón, que regresé a Corea y escogí a una delas mujeres del personal de la iglesia paraque fuera al Japón como misionera. Enrealidad, escogí a una señora que nosobresalía gran cosa entre el resto denuestros ministros y le comuniqué que laenviaría al Japón. Me sorprendí cuando merespondió que ya ella había sentido elllamado de ir al Japón.

Así que le dije: -Usted bien sabe quelos japoneses nos desprecian, Además, ustedes mujer. Tendrá grandes dificultades. Sinembargo, la voy a enviar al corazón delcentro comercial de Tokio, y la reto a quefunde una iglesia que crezca hasta tener milmiembros. Deseo que usted alcance su metaen un periodo de cinco años. Ponga enpráctica todos los principios de crecíni4entode la Iglesia que ha aprendido.

-Y si no alcanza su meta -le dije-, noregrese a Corea.

Kamikaze, pensé.De eso hace dos años. Aquella señora

llegó al Japón con un objetivo de doscientosmiembros el primer año. Organizó suprimera reunión de grupo y se dedicó abuscar a las personas necesitadas. Sinembargo, la mayoría de los japoneses sereían de ella. Era como habíamos pensado.La miraban una vez y decían: -Es coreana, yademás, es mujer. ¿Quién la va a escuchar?

No obstante, nosotros teníamos fe yorábamos por ella. Entretanto, ella ayunaba yoraba. Al finalizar su primer año en el Japón,fui a hacerle una visita y a celebrar algunasreuniones. ¡Qué alegría la mía al ser recibidoen la nueva iglesia! Había sobrepasado sumeta, y contaba con doscientos cincuentamiembros, entre japoneses y coreanos.

La había enviado al Japón con seismeses de salario, pero a mi llegada un añodespués, me dio una ofrenda de dos mildólares de su congregación para el fondo deledificio de la iglesia madre de Seffi. Habíaalquilado un local con cabida para cienpersonas en un edificio de oficinas, y todoslos domingos celebraba tres servicios. Haciafines de 1980 esperaba tener unos quinientosmiembros. Estoy convencido de que notendrá dificultad alguna en alcanzar la metade mil miembros en cinco años.

Cuando prediqué en su iglesia, mesentí complacido de ver hombres denegocios japoneses y señoras, todos muybien vestidos y de educación esmerada, quellegaban a la iglesia para asistir a uno de lostres servicios del domingo. Su entusiasmo esfantástico.

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Ahora, cuando voy al Japón paraasistir a las conferencias de ministros, meestiro lo más posible para parecer más alto,echo los hombros hacia atrás y les digo: -Muy bien, la tarea de fijar metas para lasiglesias del Japón, que ustedes considerabanimposible, se ha realizado en sólo un año, yla ha llevado a cabo una mujer, y coreanaademás. Ahí está, en el propio corazón delcentro comercial de Tokio, y cuenta condoscientos cincuenta miembros. Es una delas iglesias cristianas más importantes de laciudad. Debía darles vergüenza.

Todos bajan la cabeza, porque sabenque tengo razón.

En la actualidad, muchas de lasiglesias del Japón empiezan a "arder", graciasa una misionera coreana de nuestra iglesia.Los hombres japoneses no están dispuestos aperder su prestigio. Piensan que si una mujerpuede hacerlo, y hacerlo bien, los hombrespueden hacerlo mejor. Esa es la forma depensar de los orientales.

Por tanto, debe ser obvio que, con elsistema de los grupos familiares, puedoenviar un misionero a cualquier parte delmundo y éste puede fundar una iglesia.Todo lo que tiene que hacer es buscar dóndese encuentran los necesitados, amarlos yayudarlos, y pronto tendrá el núcleonecesario para establecer un grupo familiar.Cada grupo crece y se divide, y la iglesia notarda en aparecer,

Este sistema ha funcionado muy bienen Corea. Además de nuestra propia iglesiacon sus diez mil grupos familiares, nuestrosmiembros han fundado otras cincuenta ycinco iglesias por todo el país. Hoyfuncionan como iglesias económicamenteindependientes dentro de la denominación

de las Asambleas de Dios, y todas crecenmediante el sistema de los grupos familiares.

Nuestras iglesias misioneras han idosurgiendo también por todo el mundo. En laactualidad, hay más de cincuenta iglesiasfundadas por nuestros miembros fuera deCorea, y más de cuarenta de ellas seencuentran en América del Norte y Américadel Sur. La más importante de estas iglesiasse encuentra en la ciudad de Nueva York,con una congregación de más de quinientosmiembros. También contamos con dieziglesias en Europa.

En su gran mayoría, esas iglesias sefundaron para cubrir las necesidades de lacomunidad coreana local. Muchos coreanoshan emigrado a los Estados Unidos, Europay Sudamérica. Algunos de ellos habían sidomiembros de nuestra iglesia en Corea,habían oído hablar de ella, o habían asistidoa una de las iglesias misioneras que formanparte del programa de superación de laIglesia Central del Evangelio Completo.Sienten la necesidad de tener iglesias en suspropias comunidades, y nos piden queenviemos a una persona que los guíe.

En cada uno de esos casos he enviadoun misionero. Siempre ha sido alguien queha hecho sus estudios en la escuela bíblica yque se ha formado en nuestra propia iglesiahasta el nivel del ministerio. Me aseguro deque tengan por lo menos tres años deexperiencia antes de enviarlos. Una vez queestán listos y hay un llamado, les entrego susueldo de seis meses a un año, y los envío afundar una iglesia.

En todos los casos, la cantidad dedinero que les he entregado ha sidosuficiente. Después de transcurridos seismeses a un año de establecidas, cada una delas iglesias misioneras es económicamente

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independiente. No tengo que continuarenviándoles dinero continuamente, como lohan hecho algunas iglesias y denominaciones

de occidente con sus misioneros. Las propiascongregaciones locales proporcionan todo lonecesario., incluso el sueldo del misionero.

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8 LA IGLESIA DEL MIL AGROHe explicado con anterioridad que el

crecimiento de nuestra iglesia se fundamentaen el establecimiento de metas y en losgrupos familiares. Hasta la fecha, hesuperado las metas que he establecido. Aprincipios de 1980 teníamos cien milmiembros en la Iglesia Central del EvangelioCompleto. Ahora he fijado una meta dequinientos mil miembros para el año de1984, cuando celebraremos el centenario delcristianismo en Corea.

Al enterarse de que había fijado unameta de quinientos mil miembros para 1984,muchos me preguntaron: - ¿Va usted ainiciar una campaña intensiva? ¿Va a tenerun programa para ganar almas, que abarquetoda la ciudad?

No necesito ninguna de esas cosas,porque tengo una forma de evangelizacióntotalmente diferente. Antes de conocer elsistema bíblico para evangelizar, pensabaque lo' único que tenía que hacer era teneruna grandiosa reunión de avivamiento contoda clase de oradores y programasespeciales. No obstante, con el sistema de losgrupos familiares, no necesitamos programasespeciales, puesto que, sin mayor esfuerzo,tenemos avivamiento todos los días.

Para dar un ejemplo de cómo funcionael avivamiento en nuestra iglesia, permítamevolver a junio de 1980. En aquella fecha,nuestra congregación constaba de cientoveinte mi 1 miembros. Teníamos ocho milgrupos familiares. Hacía escasamente seismeses que habíamos fijado una meta detreinta mil miembros nuevos para 1980. Sinembargo, en menos de seis meses nuestracongregación de cien mil miembros había

crecido a ciento veinte mil, dos tercios denuestra meta. Por tanto, aumentamos la metapara 1980 a ciento cincuenta mil. Les informéa los grupos familiares que durante el restodel año cada uno de ellos sólo debía alcanzara una familia para Cristo.

Eso significaría que con ocho milgrupos tendríamos ocho mil familias más alterminar el año. El número promedio demiembros de cada familia es cuatro. Portanto, al traer ocho mil familias más anuestra iglesia, el número de miembrosnuevos ascendería a treinta y dos mildurante los últimos seis meses de 1980.

¡Qué avivamiento tan maravilloso!...Sin alboroto, sin ejercer presión, sin hacerpublicidad. Mi única labor es motivar laactuación de los dirigentes de grupos. A cadagrupo se le pide traer una sola familia aCristo. Eso no es difícil. Las diez o quincefamilias de cada grupo familiar escogen unafamilia no creyente y empiezan a orar porella y a dar testimonio ante ella. No es difícilcomprender que muchos de esos grupostraigan más de una familia a Cristo - enrealidad, traen dos o tres - durante eseperíodo.

Por tanto, bien puede comprendersepor qué terminamos el año de 1980 conciento cincuenta mil miembros y diez milgrupos familiares. Ahora he aumentado lameta para 1981. .. Cuatro familias por grupo.Eso significará ochenta mil miembros nuevosdurante los primeros seis meses del año yotros ochenta mil durante los últimos seis.Para fines de año tendremos trescientos diezmil miembros. Es obvio que alcanzaremos untotal de quinientos mil miembros para 1984:

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sin problemas, sin alboroto, sin el estímulode la televisión, sin la distribución exageradade tratados. Únicamente con el contacto depersona a persona mediante los gruposfamiliares.

Debido al funcionamiento de estesistema, no debe haber períodos de pocomovimiento en el crecimiento de la iglesia.Son muchas las iglesias cuyascongregaciones aumentan hasta losquinientos o mil miembros, para luegoestancarse. No se trata de que no hay en lazona más personas que traer a Cristo; lo quesucede es que el ministro se siente satisfechoy pierde el entusiasmo por el evangelismo.Por consiguiente, la labor del Espíritu Santoempieza a enfriarse.

Sin embargo, cuando los gruposfamiliares están encargados de evangelizar,la iglesia puede continuar creciendo yprosperando, sean cuales sean lascircunstancias que la rodeen. En laactualidad tenemos un problema con elpetróleo debido a la situación en el CercanoOriente, Cuando la escasez de petróleo esseria en algún lugar, y el transporte públicoes, insuficiente, la asistencia a la iglesiadisminuye, a menos que los miembros vivanen las inmediaciones de ésta.

Eso no constituye problema paranuestra iglesia, puesto que cuando laspersonas no tienen medios de transportepara venir a la iglesia los domingos, se lesministra en las reuniones del grupo, y siguensiendo tan miembros de la iglesia como siasistieran a ella todos los domingos. Cuandose trata de reuniones más grandes, variosgrupos familiares del distrito puedenreunirse para un culto en su propia zona, y elpastor del distrito se encarga de la prédica.Allí celebran su servicio y ofrendan para la

iglesia madre. Si la escasez de petróleo seprolonga, puedo' hacer "videocasetes" de mimensaje para exhibirlos en las reuniones deoración de los distritos.

Si alguna vez hubiera una guerra enCorea, y los comunistas se apoderaran deSeúl, una de las primeras medidas quetomarían sería clausurar las iglesias yasesinar a los pastores. Si yo hubieraconstruido mi iglesia alrededor de mipersona, ésta se vendría abajo en el precisomomento en que se me prohibiera ejercerautoridad sobre ella. Sin embargo, dada laestructura de nuestra iglesia, es imposibledestruirla. Si vinieran los comunistas,destruyeran el local de la iglesia y measesinaran, todos los miembros de la iglesiapasarían a la clandestinidad. Sí, es posibleque los comunistas encuentren y eliminenalgunos de los grupos familiares; quizácientos de ellos. No obstante, jamás podránencontrar y destruir a los diez mil grupos. Laiglesia perdurará y continuará funcionandode manera clandestina.

En China, la Iglesia ha sobrevividoporque ha hecho así las cosas. (Mi ministerioradial me ha proporcionado bastanteinformación sobre China.) En ese país hay enla actualidad pocas iglesias "lícitas" visibles,y éstas están, en realidad, bajo el dominio delgobierno comunista. En ellas, los pastores nopueden predicar el Evangelio completo.

Sin embargo, en China, la Iglesia no seencuentra únicamente en esos contadosedificios visibles, ya que hay millares ymillares de grupos familiares por todo elpaís, muy parecidos a los grupos familiaresde nuestra iglesia. Es imposible conocer deinmediato a los miembros de los gruposfamiliares, puesto que éstos no se dan aconocer a los forasteros. La única manera de

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conocerlos es a través de un intermediario.Una vez que la persona los conoce, larecibirán con gran regocijo. Sé de millares deesos grupos cristianos en la zona de Cantón,entre los cuales hay algunos con más dequinientas personas.

Cuando conocí a los miembros de esasiglesias chinas por vez primera en una demis visitas a Hong Kong, lo primero que mepidieron fueron Biblias, así como cintasmagnetofónicas y grabadoras. Mepreguntaron: -¿Disfrutan las iglesias delresto del mundo de esta bendición plena delEspíritu Santo que tenemos nosotros enChina?

La mayoría de las iglesias chinasfueron fundadas por el Espíritu Santo. Lagente jamás había visto u oído a unmisionero, puesto que el gobierno comunistachino había eliminado de la vida pública elcristianismo con gran resultado, durante sustreinta y tantos años en el poder. Sinembargo, la mayoría de los conversos eranpersonas menores de treinta y cinco años deedad.

Algo más que aprendí acerca de losgrupos familiares-iglesias de China, fue queel noventa y nueve por ciento de losdirigentes son mujeres. Estas asumieron ladirección cuando los hombres temíanidentificarse como cristianos.

Las iglesias de China son iglesiasflorecientes, aun sin estar bajo la dirección deuna iglesia madre, sin pastores ni misionerosentrenados, y sin denominaciones. La vida setransmite de un grupo a otro. Su experienciademuestra que el sistema de los gruposfamiliares es la respuesta para las iglesias enestos últimos días.

En una era de crisis económica, ¿cómopuede una iglesia realizar el ministerio de

persona a persona cuando el número demiembros es tan crecido como el de la IglesiaCentral del Evangelio Completo? Una vezmás la respuesta es la misma: los gruposfamiliares. En esos grupos, los miembros sepreocupan verdaderamente unos por otros.Cuando alguien no tiene trabajo ni ingresos,los demás miembros del grupo lo ayudan acubrir sus necesidades. La preocupación quedemuestran los miembros de nuestrosgrupos familiares, va más allá de un afectosuperficial. Es, en verdad, el amor en acción.Nuestra gente hace más de lo necesario, yhasta se sacrifica, para cubrir las necesidadesde un hermano o hermana. Es algo así comola Iglesia de la era apostólica, cuando losmiembros compartían todos sus bienesmateriales.

Cuando las personas observan lo quesucede en nuestros grupos familiares, yobservan además cómo todos los creyentesse tienen un amor verdadero, se sientenatraídas a los grupos. Encuentran en ellostanta seguridad, que jamás deseanabandonarlos.

Como he observado antes, estesistema de grupos familiares no depende deuna persona. En nuestra iglesia no dependede mí. Depende del ministerio del EspírituSanto, porque es El quien les imparte laenergía necesaria a los dirigentes. Si yodejara la iglesia, creo que ésta no perderíamás de unos tres mil miembros de entre susciento cincuenta mil. Esos miembros notienen su confianza puesta en mí; confían losunos en los otros, y todos en el EspírituSanto.

La crisis económica, la escasez depetróleo, la persecución; nada de eso podráafectar a mi iglesia, puesto que continuarácreciendo, siempre y cuando sus miembros

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sigan fieles a los principios que les he mostrado.

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9 AUTORIDAD CON AMORCuando fundé mi iglesia en Corea,

ésta no era sino una pequeña misión de lasAsambleas de Dios bajo una tienda decampaña. Hoy día es la congregacióncristiana más importante del mundo. Hemoslogrado ese desarrollo dentro de laestructura de la denominación de lasAsambleas de Dios.

Digo esto para subrayar algoimportante. El tamaño, la fortaleza y lainfluencia de nuestra congregación no hacende nuestra iglesia una entidad aislada delresto de la Iglesia de Cristo Jesús, ni tampocode una denominación. Estarnos en comunióntotal con la Iglesia universal y con nuestradenominación. No obstante somos, por sobretodas las cosas, una iglesia local.

Por las descripciones que se hacen denuestra iglesia aquí y también en otraspartes, no sería de extrañar que alguien sepreguntara si en verdad estoy formando mipropia denominación, o si mis principios sonaceptables para el resto de la Iglesia. Mecomplace confesar que no hay división nifalta de aceptación en ninguno de los casos.Estoy demostrando que el sistema de losgrupos familiares funciona dentro de lasiglesias locales y dentro de lasdenominaciones establecidas.

En el pasado se han establecidomuchos grupos familiares fuera de la iglesialocal y fuera de las denominacionesestablecidas. Con frecuencia, esos gruposhan surgido de la renovación carismática quese ha extendido por las iglesias durante losúltimos veinte años. Los cristianos querecibían el bautismo en el Espíritu Santoencontraban que no se les comprendía en sus

propias iglesias, y de ahí que buscarancomunión e instrucción en esos grupos y enlas iglesias pentecostales.

Con el tiempo, algunos de los grupos(aunque no la, mayoría) empezaron a tenerconflictos con las iglesias y a restarlesautoridad. Los miembros de los grupos se"sometían" a la autoridad de sus dirigentes,más que a la de sus propios pastores(quienes por regla general no loscomprendían). De ahí surgió la controversiaentre "discipulado" y "pastoreo".

En algunos casos, esos gruposindependientes esclavizaron a muchoscristianos. Nadie podía tomar una decisión amenos que la confirmaran los ancianos delgrupo. Se hacía desistir de la comunicaciónpersonal con el Espíritu Santo, a medida quelos que llevaban el mando ejercían mayorcontrol sobre la vida particular de losmiembros. Llegaban a decirles hasta conquién debían casarse y, a los más jóvenes, sipodían relacionarse con sus padres "nocreyentes".

Huelga decir que algunos de esosgrupos se convirtieron en realidad enpequeñas sectas. Se destrozaroninnumerables vidas y se arruinaron muchasrelaciones. Con esto no quiero decir que esasea la consecuencia lógica de la existencia degrupos familiares independientes. Muchosde ellos han podido proporcionarles unabuena forma de fraternidad a los cristianosque han preferido permanecer en sus propiasiglesias y continuar sometiéndose de maneravoluntaria a la disciplina de éstas. Además,por supuesto, algunos de esos gruposindependientes se convirtieron en magníficas

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iglesias carismáticas. Los que se descarriaronfueron una clara minoría.

No tengo la respuesta en cuanto acómo evitar que dentro de esascircunstancias surja una secta. En realidad,tampoco la Biblia tiene la respuesta, pues esobvio que cierto número de ellas surgierondurante la época del apóstol Pablo. Tododepende del dirigente y de lascircunstancias. Una combinación equivocadade esos factores puede tener seriosresultados para la Iglesia. Esta es la razónpor la cual es tan importante que losdirigentes deban rendir cuentas ante otraspersonas constituidas en autoridad, bien seadentro de una denominación o de unacomunidad de pastores fuera de su propiaiglesia local.

Mi sistema de grupos familiares y laIglesia Central del Evangelio Completosurgieron dentro de la denominación de lasAsambleas de Dios. Aún debo rendir cuentasante el superintendente general de Corea y, apesar de que mis relaciones con él son muysatisfactorias, no siempre estamos deacuerdo en todo. Sin embargo formamosparte de una sociedad de trabajo y de amorfundada en el respeto mutuo. Nuestroobjetivo es la unidad. De vez en cuando hahabido personas que me han instado aretirarme de las Asambleas de Dios y aconvertir mi iglesia en una iglesiaindependiente. Me dicen que tendría máslibertad de acción sin tener que dar cuenta anadie. Sin embargo, jamás me he puesto aconsiderar esas sugerencias, porque creo enla necesidad de la unión. Además, creo quedebemos promover siempre la unidad delCuerpo de Cristo, y rechazar todo lo quetienda a dividir a la Iglesia.

Cuando una iglesia local se retira desu denominación, es un mal ejemplo para laIglesia y para el mundo, pues eso hace que,al ser interpretadas esas divisiones como unafalta del amor que predicamos, las personasduden del cristianismo.

Todos esos factores contribuyen amantenerme humilde, pues sé cuántonecesito a los demás líderes de lasdenominaciones. Necesito su amor y suafectuosa censura. Necesito ser franco conellos, y tener mi iglesia y mis libros decontabilidad abiertos para que losinspeccionen. De esa manera, nadasospechoso se hace en secreto. Porconsiguiente, me siento seguro en mi puesto.

Por tanto, con la anuencia de losancianos y de los dirigentes de ladenominación, los grupos familiares debenfuncionar en cualquier iglesia local decualquier denominación, si se observa losprincipios que expongo en este libro. Losgrupos familiares deben estar integrados alprograma general de la iglesia local, y suinfluencia no debe ir más allá de los límitesde ésta. Debemos convertir en discípulos alos miembros de nuestra propia iglesia, y noa los miembros de otra.

El programa de discipulado, quesurgió de los grupos familiaresindependientes, se convirtió en realidad enlo que podría llamarse un robo de ovejas.Ningún pastor respetable puede aceptar esto.Carece de ética. En realidad, cuando losmiembros salen en busca de personas nocreyentes a quienes ayudar e invitar anuestras reuniones de grupos, les advierto demanera terminante que eviten a los que yapertenecen a otras iglesias. No nos interesallenar nuestra iglesia con personas yaconvertidas. (Por supuesto, si alguien se

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retira de su iglesia espontáneamente y vienea la nuestra o a nuestros grupos familiares,porque su propia iglesia no llena susnecesidades espirituales, eso es otra cosa. Sinembargo, nosotros no vamos en busca de losmiembros de las demás iglesias.) En Corea,los creyentes a menudo exhiben en laspuertas de sus casas una cruz roja que losidentifica como cristianos. Cuando nuestrosmiembros ven ese símbolo, saben que lapersona que está detrás de esa puerta es unhermano que pertenece a otra iglesia, y no lomolestan.

La iglesia local es la fortaleza delcristianismo. Los grupos familiarescontribuyen a esa fortaleza. Todo lo quemenoscabe la fortaleza de la iglesia localdebe evitarse. Eso incluye algunos de losministerios secundarios que en ocasiones lerestan dinero y energía a la iglesia. Si unministerio secundario de la iglesia localcontribuye a darle fortaleza, debe alentarse yapoyarse. Sin embargo, si debilita a la iglesialocal, no se le deben dar aliento ni apoyo. Laiglesia local es la que conserva la fe y elcristianismo.

También me gustaría señalar que, apesar de que la estructura de nuestra iglesiaes muy sólida, sus miembros tienenverdadera libertad de acción. Comomencionara anteriormente, uno de losproblemas de los grupos familiares consisteen que algunos de ellos han ejercidodemasiado control sobre sus miembros, Esoes un error. En nuestra iglesia, los dirigentesde grupo están para supervisar el desarrolloespiritual de los miembros, y para alentarlosa formar comunidades y a evangelizar., Sinembargo, jamás han de inmiscuirse en losasuntos personales de los miembros. Esa noes la misión de la Iglesia. A cada miembro

debe alentársele y enseñársele a confiar en elpropio Espíritu Santo en cuanto al desarrollode su vida de fe. Yo nunca les pido a losmiembros que dependan los dirigentes degrupo, porque eso sería tan execrable comoel comunismo o los moonies. Todo lo quedestruya la independencia personal y lapersonalidad del individuo, procede deldemonio. Dios no nos creó para quefuéramos marionetas. El nos dio unapersonalidad que debemos desarrollar paraconvertirnos en hijos e hijas que vivan encomunión con El. Nuestros grupos familiaresestán llamados a promover ésa comunión.

En nuestra iglesia hay "autoridad conamor". Si un pastor ama de veras a losmiembros de su congregación, éstosrespetarán su autoridad y obedecerán susenseñanzas. Pero si el pastor trata de ejercersu autoridad valiéndose exclusivamente desu posición o de maquinaciones humanas, lagente se rebelará contra él y se verá en seriasdificultades.

Los miembros de la Iglesia Central delEvangelio Completo me obedecen, porquesaben que los amo de veras. Si cometo algúnerror, lo confieso ante todos y les pido queoren por mí. Cuando un pastor puede ser tanfranco con su congregación, los miembros lorespetarán y lo obedecerán. En elcristianismo, toda autoridad debe fundarseen el amor, de la misma manera que laautoridad de Dios sobre nosotros se funda enel amor.

Hoy día muchos cristianos norespetan a sus pastores o su autoridad. Esono es correcto, El pastor ha sido ungido porDios para guiar a las ovejas, pero para queéstas lo sigan, sin reserva alguna, debedemostrar al guiarlas, el verdadero amor deCristo.

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Hace poco aprendí una lección acercade lo que significa no concederles a losmiembros 1a importancia debida(demostrando así mi falta de amor). Uno denuestros ancianos me informó que otroanciano había dicho: - Yo no estoy encompleto acuerdo con todos los principios degobierno del pastor Cho en la iglesia, perolos acepto porque sé que él me ama de veras.Además, sé que hace todo esto en beneficionuestro.

Me sentí complacido con la lealtad deaquel hombre v al mismo tiempo, molesto deque no me hubiera comunicado cuáles eranlos principios con los que él no estaba deacuerdo. Cuando por fin le mencioné elasunto, me dijo: - Usted nunca me consultó

cuando me nombró jefe de la junta demisiones para Europa. Sabía que yo loaceptaría, pero no me lo pidió.

Tenía razón. Había dado por sentadoque aceptaría. - Por favor, perdóneme - ledije Había dado por sentados su amor y suobediencia.

Reaccionó positivamente deinmediato, y aquel día aumentó su confianzaen mí. A mi vez, tuve más respeto por él, ysu franqueza sirvió para establecer unarelación más estrecha aún entre nosotros.Cuando las personas saben que el pastoradmite sus propios errores y los trata conhonradez, no pueden menos que reaccionarde manera favorable.

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10 LA ORGANIZACIÓNINTERNACIONAL PARA E L

CRECIMIENTO DE LA IG LESIADesde 1964, cuando se me invitó a

participar en el Consejo General de lasAsambleas de Dios en Springfield, Missouri,he venido hablando de los principios decrecimiento usados en mi iglesia. Enrealidad, ese fue el año en que comenzaronmis viajes, a pesar de mi enfermedad y de midebilidad en aquel entonces. Entre 1964 y1973 estuve fuera de Corea por lo menos tresmeses al año. Viajé sobre todo a Japón, lasFilipinas y Taiwán para hablar sobre losgrupos familiares y el desarrollo de la Iglesia.

Después de nuestro traslado a la islaYoido en 1973, nuestra iglesia empezó a serconocida. Ese fue el año en que Billy Grahamcelebró su gran cruzada en Seúl, y laConferencia Pentecostal Mundial se reunióen nuestra iglesia. Además, al año siguiente,la Cruzada Estudiantil y Profesional paraCristo auspició una conferencia importanteen Seúl.

Con tantos acontecimientos cristianosque se celebraban en Seúl, nuestra iglesia seconvertía cada vez más en una atraccióninternacional. No había día en que norecibiera invitaciones para visitar América,Europa, Australia y el sudeste de Asia, ypara hablar sobre el crecimiento de la Iglesia.

A partir de 1973, comencé aausentarme de Corea hasta seis meses al año.Me sorprendía que la mayoría de lasinvitaciones procedieran de Europa. Se meinvitó hablar en Alemania Occidental,Francia, Suiza, Noruega, Dinamarca, Suecia,

Inglaterra, Italia y Portugal. Los libros quecontinuaba escribiendo habían tenido éxitoen Alemania, Suecia y Finlandia. Se meconocía más en Europa que en América.

En uno de mis viajes durante el año de1976, al terminar una serie de seminariosmuy concurridos en Alemania, oraba en miasiento a bordo de un avión de la Lufthansa.Le daba gracias a Dios por los maravillososmomentos que había compartido con lasdemás personas, en realidad, me sentía eníntima comunión con el Espíritu Santo.

De repente sentí en mi corazón unafuerte sensación de que estaba recibiendoprofecía, y que el Espíritu Santo me decía: -Cuando regreses a Seúl, deseo que fundes uncentro internacional de entrenamiento parael crecimiento de la Iglesia, al que puedasinvitar a pastores de todas las partes de]mundo. Estás haciendo una buena labor alllevar este mensaje por todo el mundo contus seminarios, pero deseo multiplicar elnúmero de pastores que aprendan esosprincipios. La manera más eficaz de hacerlo,es que ellos comprueben por si mismos loque tú estás haciendo en Seúl. Funda uncentro de formación donde ellos vengan aaprender de ti y se den cuenta de cómofunciona tu iglesia. Esa es la mejor manerade infundirles el entusiasmo debido para quelleven esa dimensión de la evangelización asu propio ministerio.

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Me sentí profundamente conmovido. -¿Cómo puede ser eso, Señor? - pregunté -.Pertenezco a un país del Tercer Mundo.Somos, para los cristianos de occidente, unpaís al cual se "envían misioneros". Porsupuesto que un centro de formación de esaíndole debe construirse en los EstadosUnidos o en Europa.

No obstante, el pensamiento persistía;lo tuve en la mente durante todo el viaje deregreso a Corea. Después, cuando estaba yaen mi hogar, la idea persistía, por lo quedecidí analizarla.

- Señor, si este deseo de mi corazónprocede de ti, te pido que me guíes - le dije.Si los miembros de mi iglesia contribuyencon la cantidad necesaria en una sola colecta,para construir un centro de misiones, ésaserá la señal de que debo seguir adelante.

Traté el asunto con los ancianos, ydecidimos fijar un domingo para pedirles alos miembros que contribuyeran con unmillón de dólares (en efectivo o en promesas)para la construcción del centro de misiones.Debo confesar que esa cantidad era superiora la que yo podía esperar en aquellosmomentos, Me sentía realmente preocupadoy temeroso de que la gente no contribuyera.

Por último, oré de todo corazón: --Padre, si es tu voluntad, dame un millón dedólares. Si no los recibo el domingo, meolvidaré del asunto.

Al domingo siguiente recogimos lasofrendas y los compromisos. Cuando sesumaron, el presidente del comité definanzas me presentó la cifra total: ¡un millónde dólares exacto!

En el acto pusimos manos a la obrapara construir el Centro Mundial deMisiones junto a la Iglesia Central delEvangelio Completo y formarnos una nueva

organización que se encargaría de eseaspecto de nuestro ministerio: LaOrganización Internacional para elCrecimiento de la Iglesia.

A medida que maduraban los planes,me di cuenta de la importancia de la empresay de que no podría llevarla adelante solo, yaque tenía también que desempeñar misfunciones de pastor, y los asuntos de laOrganización exigían un ejecutivo dedicadoa ella a horario completo. Ya no podíadesempeñar ambos puestos. ¿Quién podríaencargarse de la dirección de ese ministerio?

El nombre de John Hurston me vino ala mente. Era el misionero que habíatrabajado conmigo en mi pequeña iglesiabajo una carpa, en el sector pobre de Seúl; elmisionero que, a mi lado, habíadesempeñado un papel tan importante en lafundación de la Iglesia de la Puertaoccidental. Tenía más de cinco años de noverlo. John Hurston había estado conmigodurante diez años, hasta que se marchó en1969 a Vietnam, donde había fundado variasiglesias durante la guerra. Por fin tuvo queescapar en 1975, cuando el comunismo seapoderó de la parte sur del país.

Le seguí la pista hasta Pasadena,California, donde lo encontré convalecientede un ataque cardíaco. Cuando lo visité, mepareció muy cansado, y de mucha más edadque cinco años atrás cuando lo vi por últimavez.

- Fue una experiencia muy traumáticapara mí salir de Vietnam - me confesó -.Estuve allí seis años fundando iglesias, ylloré de veras cuando me vi obligado a salirde la manera en que lo hice. Sin embargo,sabía que no me quedaba otra alternativa.

- John, ¿qué piensas hacer ahora? - lepregunté.

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-No lo sé aún -me dijo-. La junta deMisiones me ha pedido que vaya a Tailandiacomo director de misiones para lasAsambleas de Dios. Sin embargo, deboconfesarte con toda franqueza que no mesiento llamado a encargarme de ese asunto.

Esa era mi oportunidad. Le expliquéla visión que Dios me había dado para quefundara la Organización Internacional parael Crecimiento de la Iglesia y le informécómo había proporcionado el dinero paraconstruir ese centro.

- Necesito un director ejecutivo - ledije -John, creo que tú eres el hombre paraese trabajo.

- Sí, creo que es el puesto que el Señordesea que acepte - dijo al fin -. Sin embargo,si debo hacerme cargo de ese trabajo en losactuales momentos, Dios tendrá quecomenzar por sanarme de esta afeccióncardíaca.

Al mes siguiente, la doctora JashilChoi, mi suegra, celebró varias reuniones enla zona de Los Ángeles. En una de esasreuniones, le impuso las manos a John, y alhacerlo, él sintió que había sido sanado porcompleto. Poco después, John iba de regresoa Corea.

Yo sentía que el Señor deseaba quehiciera algo más para darle a la Organizaciónuna base firme. Necesitábamos una juntaasesora de carácter internacional, que nosaconsejara en cuanto 1 cómo poner losrecursos de nuestro centro a la disposicióndel mayor número posible de ministros. Pocodespués de terminada la construcción delCentro Mundial de Misiones en el mes denoviembre de 1976, me dediqué a la tarea debuscar esos asesores.

En el transcurso del mes de febrerosiguiente, celebré una reunión en un hotel de

North Hollywood, a la cual invité a unosveinticuatro ministros de entre las iglesiasmás florecientes de los Estados Unidos. Fueuna gran sorpresa para mí que todosconcurrieran a la reunión.

En aquella primera reunión describí lavisión que el Señor me había dado, paradifundir los principios de crecimiento de laIglesia por todo el mundo mediante la nuevaorganización.

- Creo, en concreto, que debemoscompartir nuestros conocimientos con lasiglesias de los paises del Tercer Mundo - lesdije -. De esa manera, fortaleceríamos lasiglesias en esos países y las alentaríamos aque alcanzaran mayor desarrollo para laevangelización mundial.

Todos sintieron gran entusiasmo conla visión. Sugerí que se nombrara a uno deellos presidente de nuestro grupo.

- No, no, usted es el que ha tenido lavisión del desarrollo de la Iglesia -medijeron-. Vinimos aquí por usted. De otramanera no hubiésemos venido.

Procedieron a elegirme presidente porunanimidad, y convinieron en trabajarconmigo para preparar las reuniones de laOrganización, que se celebrarían no sólo enCorea sino también en los Estados Unidos, yen cualquier otro lugar del mundo.

Creo en verdad que la OrganizaciónInternacional para el Crecimiento de laIglesia enfoca las necesidades de la Iglesia enla década del ochenta, y que ésta habrá deser la era del crecimiento de la Iglesia, talcomo la década del sesenta fue una era desanidad que contribuyó mucho a difundir larenovación en las iglesias. La década delsetenta fue la era del movimientocarismático. Ahora es la época delcrecimiento para la Iglesia. La sanidad y la

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renovación carismática no significaránverdaderamente nada para la Iglesia, amenos que contribuyan a su crecimiento. Enrealidad, todos los dones del Espíritu Santoson dados para fortalecer el cuerpo de Cristo,lo que no sólo significa fortaleza espiritualsino también desarrollo físico.

Si nos preocupa el futuro de la Iglesiade Cristo, debemos pensar seriamente en sucrecimiento. Ese crecimiento no es unanovedad más. Jesús vino a fundar unaIglesia; esa Iglesia ha estado dormida y ahoraempieza a despertar. Cualquier iglesia quedespierte, comenzara a crecer.

El tipo de crecimiento que se observaen Corea, es posible en cualquier otra iglesia.Sé que hay quienes creen que se trata de unfenómeno estrictamente coreano; que nopuede suceder en los Estados Unidos ni en eloeste de Europa. Sin embargo, se trata deprincipios sólidos y comprobados dedesarrollo, que se han llevado a la práctica ennuestra iglesia de Corea. No hay razónalguna por la cual cualquier otra iglesia nopueda crecer hasta alcanzar el mismotamaño ~ o mayor aún - si emplea esosmismos principios, puesto que sonuniversales y pueden ponerse en práctica enSeattle, Sydney o Estocolmo, en la mismaforma en que se han usado en Seúl

Todos somos hijos de Adán.Comemos comidas distintas, pero todostenemos la misma a sangre. Todos somospecadores que necesitamos recibir lasalvación de Cristo Jesús. Todos tenemosnecesidad de que el Espíritu Santo nostransmita su poder. Cuando en una iglesia sepredica el Evangelio, la Palabra de Dios, conel poder del Espíritu Santo, esa iglesia tieneque crecer. Si a esto se unen los principios dedesarrollo de la iglesia y se fundan los

grupos familiares, pronto será una iglesiafuerte que se desarrollará a pasosagigantados.

Esos principios funcionan encualquier parte del mundo. Pensar locontrario sería peligroso, pues equivaldría acreer que Dios actúa según el lugar. Es decir,que Dios es poderoso en Corea pero no tanpoderoso en otras partes. Eso no puede sercierto. Los principios son invariables. Si enuna iglesia se adoptan esos principios y seestablecen grupos familiares, se encontraráque todo marchará de la misma forma queen nuestra iglesia, y que esa iglesia crecerá.

En realidad, esa enseñanza harevolucionado las iglesias de Australia. Ya hemencionado que las Asambleas de Dios deAustralia sólo habían alcanzado un dos porciento de crecimiento en un período de diezaños antes de adoptar estos principios, y quedespués duplicaron el número de miembrosen sólo tres años. También debo añadir quehoy hay dos iglesias de las Asambleas deDios en ese país con más de dos milmiembros cada una, una en Adelaida y laotra en Brisbane. Hasta que adoptaron losprincipios de desarrollo, las iglesiasnormales australianas eran más o menoscomo las del Japón: congregaciones de unoscuarenta o cincuenta miembros.

Había una iglesia luterana en Europaa la que sólo asistían unas quince personas eldomingo. Cuando el pastor concurrió a unode mis seminarios y puso en práctica losprincipios de crecimiento, en el período deun año a partir del establecimiento de susprimeros grupos familiares, la asistencia a laiglesia fue aumentando cada vez más, hastaque en los actuales momentos, unasquinientas personas asisten a la iglesia todoslos domingos. Además, esa iglesia pronto se

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dio cuenta de que había algo que le faltaba:el poder del Espíritu Santo. Sus gruposfamiliares cobraron vida, y hoy la iglesia estotalmente carismática.

En estos momentos, estoyconcentrando mis esfuerzos en el Japón. Lamisionera que envié a Tokio y su crecienteiglesia (pronto tendrá quinientos miembros),son sólo el principio. Creemos que el EspírituSanto puede llevar diez millones de

japoneses a Cristo en la década del ochenta,y estamos trabajando con El para atraer aesas personas a la Iglesia mediante nuestrosprincipios de desarrollo de la Iglesia.

No cabe duda de que la OrganizaciónInternacional para el Crecimiento de laIglesia ha demostrado ser producto de unadecisión soberana del Espíritu Santo. Susfrutos lo comprueban.

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11 CÓMO COMENZAR LOS GRUPOSFAMILIARES

Cuando se desea implantar en unaiglesia el sistema de grupos familiares comoinstrumento de evangelización, sólo hay unmedio de hacerlo para que tenga éxito. Elpastor tiene que ser la figura principal, yaque sin él, el sistema se desintegrará. Comose trata de un sistema, debe tener un centrode control. Este centro de control debe ser elpastor.

Por tanto, si usted es laico, mi primerarecomendación es que ponga un ejemplar enmanos de su pastor. Luego, ore para que éstelo lea y para que comprenda la visión quecontiene. Es imposible empezar algo sin elpastor. Cuando él lea el libro, vea supotencial para el desarrollo de la iglesia y sesienta impulsado a iniciar algo, será elmomento propicio para inaugurar los gruposfamiliares. Después de que él haya tenido laoportunidad de leer y asimilar el contenidodel libro, llámelo e invítelo a desayunar o aalmorzar. Entonces podrán hablar sobre losgrupos familiares como instrumento paradarle nueva vida a la iglesia y paraevangelizar.

De ahí en adelante, le toca al pastorhacer que la congregación se comprometa enel avivamiento y crecimiento de la iglesia, alllevar a la práctica los principios de losgrupos familiares. A usted le toca prestarlesu apoyo y trabajar con él para despertar elinterés de la congregación.

Si su iglesia está en condicioneseconómicas de hacerlo, les recomendaríaenviar al pastor a uno de los seminarios de laOrganización Internacional para el

Crecimiento de la Iglesia, que se celebran entodas partes del mundo. Nos complaceríamucho enviarles las fechas de los seminarios.El mejor es el de Seúl, donde es posibleobservar personalmente lo que se harealizado en la Iglesia Central del EvangelioCompleto.

Sé de muchas iglesias donde se hantratado de establecer los grupos familiaressin la figura central del pastor. Esas iglesiashan luchado de manera tenaz sin obtenergran éxito. Hay una iglesia importante en losEstados Unidos, cuyo pastor asistió a nuestroseminario de Seú1 y pudo observar el valorde los grupos familiares. Sin embargo, enlugar de respaldar el esfuerzo y de promoverlos grupos él mismo, delegó toda laresponsabilidad en un ministro asociado.Este hizo todo el trabajo de organización, yse establecieron los grupos familiares. Noobstante, dos años más tarde los grupos seencontraban estancados; la asistencia erapobre y no se estimulaba a los miembros aque evangelizaran. ¿Por qué? Lacongregación considera los grupos familiarescomo otro de los muchos programas quetiene siempre una iglesia grande. No losconsidera como la clave del avivamiento o dela evangelización. Al fin y al, cabo, haymuchos otros programas con las mismasmetas. Si el pastor no trabaja directamentecon los grupos, los miembros les restanimportancia.

Para que los grupos familiares tenganéxito, el pastor debe estar tan convencido deque son tan necesarios para la iglesia, que

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son asunto de vida o muerte. Una vez que seconvenza, el programa progresará.

Es necesario trabajar con empeño enlos cimientos antes de que el sistema puedallevarse a la práctica. Creo que es necesarioque el pastor dedique su energía y sudirección a echar los cimientos. Aun cuandoel programa está ya funcionando, el pastordebe continuar siendo su dirigente natural,dedicado a formar a los dirigentes de losgrupos, y animarlos a alcanzar las metasfijadas para cada grupo.

La parte administrativa se puededelegar en un ayudante, pero siempre debeser el pastor quien lleve el mando. Debetener continuamente una relación activa conlos dirigentes de los grupos.

Siempre he dicho que, para que elsistema tenga éxito, el ministro debe poneren él todo su esfuerzo, y eso requiere unaconcentración de poder y de entusiasmo. Deno hacerlo, la gente pensará que el sistemade grupos familiares es sólo una artimañapara atraer gente, y la iglesia de hoy ve esasartimañas con indiferencia. Están llamadas afracasar; no así los grupos familiares, porqueno son artimañas.

Si los miembros no están convencidosde que el pastor apoya la formación de losgrupos, ocurrirá una de estas tres cosas:

1. El sistema se atascará y comenzaráel estancamiento. Los grupos se reunirán por"compañerismo" únicamente, y no habráverdadero crecimiento espiritual ni tampocohabrá evangelización. Con el tiempodesaparecerán.

2. Las reuniones serán ritualistas, o losgrupos caerán bajo el influjo de ciertaspersonas. De ese modo, se convertirán con eltiempo, en algo superfluo, inútil y dañino.

3. El sistema se convertirá en uncáncer del cuerpo local, si no se les exige alos dirigentes que informen con regularidada sus compañeros o superiores, o al pastor.

Aun en Corea, muchas de las iglesiasque han organizado los grupos familiares yobservan el éxito que éstos han tenido ennuestra iglesia, no han podido hacerlosfuncionar, debido a que el pastor no es lafigura central. Algunas de ellas se imaginanque, por el hecho de que yo viajo seis mesesal año, es imposible que les proporcionedirección personal a los grupos familiares.Sin embargo, sí se la proporciono. Cuandoviajo, grabo mis mensajes a los dirigentes delos grupos en "video-casetes". Los dirigentesde las comunidades necesitan saber que sonuna de las primeras prioridades de la iglesia,para que así se sientan impulsados a trabajary a asumir responsabilidades. Cuando noreciben esa atención personal del pastor, nosienten ese impulso.

El pastor que opte por establecer losgrupos familiares, necesita estudiar elsistema a fondo, pues de otro modofracasará. Y si fracasa una vez, no se sentirádispuesto a tratar de nuevo. Por tanto, esmuy importante que el pastor puedaobservar el sistema en una iglesia dondefuncione con éxito. Una vez que lo hayacomprendido de manera clara, habrá llegadoel momento de poner manos a la obra.

Cuando se funda un grupo familiar,los primeros pasos son muy importantes. Heaquí mis consejos al pastor:

Primero, no debe empezar en grande.Tome una docena de dirigentes laicos quesean figuras clave y fórmelos comodirigentes de grupo. Luego, haga que ellosorganicen sus propias reuniones de grupo enlas casas, y vigílelos muy de cerca entre seis

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y ocho meses. Una vez que los gruposempiecen a dar fruto, habrá llegado elmomento de tratar de hacer que toda laiglesia participe.

Es esencial escoger a los dirigenteslaicos adecuados, pues posiblemente de ellosdependa el éxito o el fracaso de los grupos.Lo primero que el pastor debe hacer, esbuscar hombres y mujeres que sean llenosdel Espíritu. Si los dirigentes no reconocen laautoridad del Espíritu Santo, puedenentorpecer su obra. A continuación enumeroalgunas de las cualidades que yo busco enlos dirigentes de grupo.

1. Entusiasmo. Con frecuencia, losnuevos cristianos son muy buenosdirigentes, debido a que acaban de estableceruna relación personal con Cristo Jesús. Suentusiasmo es contagioso Cuando se trabajacon creyentes de mucho tiempo, a menudohay que "reprogramarlos" para que aceptenel sistema de los grupos familiares.

2. Testimonio. Los cristianos quepueden dar un testimonio claro yconvincente de lo que Dios ha hecho porellos, son pruebas irrefutables de que elEvangelio funciona en nuestros días. Esoscreyentes son una demostración de larealidad de la vida de Cristo, y los demás sesienten atraídos hacia ellos.

3. Entrega. Por regla general, esposible observar si una persona se haconsagrado al Señor y a su Iglesia, mediante(a) su asistencia a la iglesia y a otrasreuniones, incluso a los grupos familiares, (b)sus diezmos, que son parte esencial de unavida consagrada, y (c) la manera como hademostrado estar dedicada a mantener launidad en la vida de la iglesia. A aquellosque estén prontos a la crítica o que marchenpor su propio rumbo, les será difícil seguir

las indicaciones del pastor en la dirección delos grupos familiares.

4. La plenitud del Espíritu. Es esencialque la persona que dirija a los miembros deun grupo, reconozca la autoridad delEspíritu Santo. En nuestra iglesia, esosignifica que el dirigente tiene que haber sidobautizado en el Espíritu Santo, y que hableen lenguas. Sólo así tenemos la certeza deque esa persona está capacitada para llevar aotros a Cristo y que puede orarpoderosamente por las necesidades de los demás. Esto es imprescindible cuando se orapor sanidad física y espiritual.

5. Tiempo y dinero. Aunque hay unrefrán que dice que quien desee hacer unatarea, debe dársela a una persona ocupada,ese refrán no reza con la orientaciónespiritual. Cuando más ocupada esté unapersona, menos tiempo tendrá para escuchary recibir las instrucciones del Espíritu Santo,Los mejores dirigentes son los que no tienenque salir de su casa para trabajar, pues por logeneral tienen mucho más tiempo para orary para estudiar la Biblia. Lo mismo sucedecon los que cuentan con suficiente dinero yno tienen la preocupación constante de ganarel pan de cada día; esos también tienen mástiempo para la oración y el estudio de laBiblia. Sin embargo, eso no significa que nodebamos escoger gente pobre para ladirección de los grupos familiares. Si alguienllena todos los demás requisitos, estoyconvencido de que será buen dirigente degrupo. Además, quizá no siga siendo pobrepor mucho tiempo. Yo les enseño a laspersonas que, cuando trabajen para el Señor,dejarán de ser pobres, ya que Dios va acubrir todas sus necesidades.

Una vez que se han seleccionado losdirigentes, viene la formación de éstos para

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que sepan cómo dirigir las reuniones.Primero deben aprender del pastor, para quedespués puedan transmitir sus enseñanzas alos grupos familiares. Es imprescindible quelas enseñanzas que se ofrecen en los gruposfamiliares, estén de acuerdo con el programageneral de enseñanza de la iglesia. Convieneque las lecciones ofrecidas en los grupos seanuna continuación del sermón dominical delpastor, quizá para tratar más a fondo lospuntos más sobresalientes de su prédica.

Cada semana les proporciono unamisma lección a todos mis dirigentes degrupo. En uno de los capítulos anteriores,hice mención del caos que sobrevino ennuestra iglesia a causa de la falta dedirección, cuando se establecieron losprimeros grupos familiares. Eso se corrigiócuando empecé a escribir los esquemas delas lecciones para las reuniones semanales delos grupos. Hoy no dispongo del tiemponecesario para preparar todas las semanaslos esquemas de las lecciones individuales.En nuestra iglesia se ha adoptado un cursode estudio de la Biblia, muy parecido a loscursos de escuela dominical que tienenmuchas iglesias.

A pesar de que ya no preparo laslecciones individuales, aún trabajo demanera activa en la formación de losdirigentes. En un principio, los dirigentes sereunían conmigo todos los miércoles por lanoche, en vez de tener la reunión de oraciónde mediados de semana, para aprender lalección de la semana siguiente. Pasado algúntiempo, cuando yo no podía estar presente,les enseñaba por medio de cintasmagnetofónicas. Ahora que nuestra iglesiadispone de más espacio, les enseño pormedio de "video-casetes" todas las semanas.El esquema de la lección se publica en el

semanario de la iglesia, para que así todoslos miembros puedan prepararla conantelación.

Además de las lecciones sobre laPalabra de Dios, hay otras funciones de lasreuniones de grupo que hacen de ellasverdaderas reuniones del pueblo de Dios.Siempre hay adoración, mediante el canto delos himnos y los coros, y mediante lasoraciones del dirigente y de otros miembrosdel grupo. Además, siempre lesproporcionamos a los grupos tiemposuficiente para que haya oración en voz alta.En ese momento se les permite a todos llevarante el Señor sus oraciones deagradecimiento, confesión, intercesión ypetición.

Un tercer ingrediente de nuestrasreuniones de grupo, es el ministerio mutuo.Se insta a los miembros a que compartan conlos demás sus necesidades para que todospuedan orar por ellos. Hemos tenidosanidades milagrosas en las reuniones de losgrupos, mientras una persona oraba por otra.De esa manera ha quedado demostrado queel Espíritu Santo actúa en esas reuniones aligual que lo hace en los servicios de laiglesia.

Y, por último, se exige que lasreuniones tengan una motivaciónevangelística. La lección y los testimoniosdeben llevar a los que asisten por primeravez a un encuentro con la persona de CristoJesús. Se insta a los miembros a que busquena los no creyentes de sus vecindarios y losinviten a las reuniones. Muchos de esos nocreyentes llegan a conocer a Cristo Jesús y leentregan sus vidas allí mismo, en lasreuniones del grupo. Esa es, en realidad, larazón por la cual nuestra iglesia crece contanta rapidez. Opino que la evangelización a

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través de los grupos familiares es esencialpara que esos grupos le den verdadera vida ala iglesia.

Después de que los grupos originalesse hayan reunido por espacio de seis a ochomeses, habrá llegado el momento de ampliarel movimiento a toda la congregación. Yapara entonces, la iglesia habrá empezado aver el fruto de los primeros grupos, y lamayoría de las personas habrán oído hablarmucho acerca de ellos. Entonces será laocasión de celebrar una reunión conjunta dela iglesia y de presentarles el proyecto a lasdemás personas.

En la reunión conjunta de la iglesia,los dirigentes de grupo y sus miembrosdeben dar testimonio ante toda lacongregación, y demostrar lo que Dios estáhaciendo mediante las reuniones de grupo.Créame que serán momentos emocionantes.El entusiasmo de los dirigentes y de losmiembros del grupo será contagioso. Laspersonas llegarán al convencimiento de queel sistema de grupos familiares tiene algoque les interesa.

También se debe contar conestadísticas que respalden los testimonios yque muestren el número de personas que sehan sanado o que han recibido ayuda dedistintas maneras en las reuniones, elnúmero de no creyentes que han sidollevados a Cristo, y demás detalles.

Cada pastor debería conocer a supropia iglesia, y saber cómo obtener laparticipación máxima de su congregación.En el caso de nuestra iglesia, pude distribuira todos los miembros en los gruposfamiliares, A pesar de que en un principiohubo algunas quejas, todos se integraron enellos. Ese es el estilo que se sigue en nuestraiglesia. Sin embargo, otros pastores me dicen

que en sus iglesias la participación tiene queser espontánea. Distribuyen las hojas deinscripción en la reunión conjunta de laiglesia, y el número de personas que lasfirman determina el número de los grupos yel lugar donde se reúnen. De cualquiermanera que se haga, todo esfuerzo es pocopara obtener el máximo de participación.

Por ejemplo, hay una iglesia en losEstados Unidos que estableció los grupos sinponer en práctica nuestros principios. Elpastor estaba convencido de que nuestrosistema no funcionaría en su iglesia. Portanto, decidió celebrar reuniones familiaresen las casas una vez al mes, con el solopropósito de confraternizar.

A pesar de que empezó de maneradiferente, sí observó uno de mis principios.El mismo dirigía los grupos, y nombró a seiso siete pastores auxiliares para que formaranun grupo modelo y emplearan la experienciaadquirida para orientar a los demás grupos.No creyó necesario dividir la iglesiageográficamente, puesto que todo se hacía demanera voluntaria.

¿Sabe lo que sucedió? Todos los queconcurrieron a las reuniones en las casas lasdisfrutaron tanto, que la asistencia creció conrapidez. No pasó mucho tiempo antes de quetuvieran que reunirse con más frecuencia.No sólo eso, sino que la oración y el estudiode la Biblia pronto se convirtieron en partehabitual de la reunión. Todo sucedió demanera natural.

Hoy, a cada miembro nuevo de laiglesia se le exige que se inscriba en ungrupo, y también se anima a los miembrosantiguos que aún no lo han hecho, a que seinscriban. Los grupos se han convertido enun gran instrumento de evangelización, y elpastor dice que es como si una nueva iglesia

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estuviera surgiendo en el seno de lacongregación original - una iglesia dentro deotra iglesia - y la iglesia interior tuvieramucha más vida que la original.

En California un pastor tenía unaiglesia en pleno desarrollo. Sus cuatro ocinco servicios dominicales no eransuficientes para dar cabida a todas laspersonas dentro del templo. Por tanto,dividió su congregación en cuatro grupos.Cada domingo, uno de esos grupos se reuníaen alguna casa para confraternizar y recibirenseñanza, mientras que los otros tresgrupos se reunían en la iglesia principal paralos servicios normales del domingo. Losgrupos se alternaban para celebrar lasreuniones dominicales en las casas. De esamanera, sólo tres cuartas partes de lacongregación asistían al culto formal todaslas semanas. Cuando había cinco domingosen el mes, todos se reunían en la iglesia elquinto domingo para una gran celebración.

Una vez más, era el pastor el que teníacontrol de las reuniones en las casas. Formó alos dirigentes y se reunía con ellos todas lassemanas. Los orientaba debidamente en susestudios bíblicos, que estaban relacionadoscon la enseñanza semanal del pastor, y lesproporcionaba un esquema y una cintamagnetofónica.

Además de reunirse una vez al mespara estudiar la Biblia, los grupos de esaiglesia se reunían entre semana otro día almes, con el solo propósito de confraternizar.Cada conjunto de grupos tiene un almuerzoal aire libre o cualquier otra actividad social.

De esa manera, dos pastores hanencontrado el medio ideal para establecer losgrupos en sus iglesias, sin provocar grandesproblemas entre los miembros de suscongregaciones. Muchos de los

norteamericanos que asisten a la iglesia, sequejan de que tienen que permanecerdemasiado tiempo en ella. Sin embargo, aldividir sus congregaciones en gruposfamiliares, esos pastores han logradoaumentar la asistencia a la iglesia sin queésta parezca "iglesia".

No obstante, en Corea, nuestra iglesiano tiene reuniones en las casas con el solopropósito de confraternizar. No me opongo aque nuestros miembros se reúnan parahacerlo como cosa propia, pero mi opinión esque, para alcanzar el grado deevangelización y de crecimiento que seobserva en la Iglesia Central del EvangelioCompleto, es imprescindible que hayadisciplina en las reuniones. Los grupos quese reúnen sin tener la evangelización comometa, no contribuyen al crecimiento de laiglesia. Siempre existirá un gran peligro deque se dediquen a la satisfacción de losmiembros del grupo únicamente.

Creo que debo añadir algo acerca de laiglesia que dejé en la Puerta occidental deSeúl. Cuando nos trasladamos a la islaYoido, ocho mil miembros permanecieron enla antigua iglesia y diez mil se trasladaron ala nueva. Los miembros que permanecieronen la Puerta occidental buscaron un nuevopastor, y hoy día constituyen aún una fuerteiglesia de las Asambleas de Dios. Sinembargo, el nuevo pastor no adoptó misprincipios de los grupos familiares. A pesarde que hay reuniones de grupo en la iglesia,éstas no se emplean como instrumento deevangelización. La congregación ha quedadoreducida a unos dos mil miembros. (Muchosde los ocho mil originales han venido anuestra iglesia, sin que nosotros los hayamosido a buscar.)

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No creo que con la estructura pastoraltradicional pueda ministrarse a ocho milpersonas. La delegación de autoridad y laformación de los grupos familiares es la

única manera de satisfacer todas lasnecesidades que tienen los miembros.

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12 LA IMPORTANCIA D E LACOMUNIÓN CON EL ESP ÍRITU

SANTOEn el capítulo anterior expuse las

cualidades fundamentales que necesitan losdirigentes de los grupos familiares. Noobstante, desearía tratar uno de esos puntoscon más detalle. Es la necesidad de que eldirigente esté lleno del Espíritu Santo, y deque éste sea quien lo guíe. En realidad, lanecesidad va más allá de estar lleno delEspíritu Santo, y de ser guiado por El: cadadirigente debe estar en verdadera comunióncon el Espíritu Santo.

Toca al pastor, quien a su vez debe yaestar en comunión con el Espíritu Santo,inspirar esa intimidad. Si el pastor no latiene, le será imposible ayudar a losdirigentes de los grupos a que crezcan en surelación personal con el Espíritu.

También deseo tomar de mi propiavida un ejemplo sobre esto. Considero degran importancia la comunión con el EspírituSanto. Reconozco que en mi propioministerio de predicación, si no estoy ungidopor el Espíritu, mi mensaje no tiene elresultado debido, por mucho tiempo quededique a preparar mi sermón. Y si elmensaje no da el fruto debido, es un mensajeperdido.

Muchas personas desconocen elsignificado de la comunión con el EspírituSanto. Dicen que han nacido de nuevo, y quehan recibido el bautismo en el Espíritu. Hansentido su poder en su ministerio.

- ¿Qué otra cosa necesitamos? -preguntan.

Ahí está el error. Yo tuve esa mismaactitud por bastante tiempo. Pensaba quetenía todos los títulos que se exigían para serpredicador en mi denominación. Habíanacido de nuevo, había recibido el bautismoen el Espíritu Santo, y había hablado enlenguas. - Eso es todo lo que necesito - medecía a mí mismo.

No obstante, Dios cambió mi actitud yme demostró que el Espíritu Santo es algomás que el Espíritu del nuevo nacimiento, oque el Espíritu de poder. El Espíritu es unapersona, pero una persona que vive dentrode mí. Vivir con una persona significa estaren comunión con ella. Significa reconocersemutuamente. Significa comunión ycomunicación íntimas.

Antes de descubrir esa verdad, miministerio tenía muchas altas y bajas. Enalgunas ocasiones, predicaba un magníficomensaje y obtenía, grandes resultados. Enotras, parecía tambalearse. Cada domingo enque predicaba de manera "excepcional",regresaba a casa lleno de euforia. El resto deltiempo, me parecía que estaba perdiendo eltiempo. No veía que nadie fuera salvo, y mesentía muy deprimido, le preguntaba alSeñor lleno de angustia cuál era la razón porla cual no me ayudaba.

Entonces, en un día del frío inviernodel año 1960, después de predicar en elgrupo de oración que se reunía temprano enla mañana, oraba solo en la iglesia cuandoDios le habló a mi espíritu.

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-Hijo mío -me dijo-, si pudieras teneruna comunión más íntima con el EspírituSanto, tu ministerio se multiplicaría yadquiriría un poder mucho mayor.

Entonces le dije: - Padre, ¿no tengo yatodo lo que puedo recibir del Espíritu Santo?He nacido de nuevo. He sido bautizado en elEspíritu. ¿Qué otra cosa necesito?

Entonces Dios me dijo: - Si, tienes elEspíritu Santo de manera legalista, pero notienes una comunión íntima con El. Puedesllevar a una esposa a tu casa de manera legal,pero también puedes dejarla sola en la casacomo un objeto, no como una persona, si noestás en comunión constante con ella.

Esa revelación le dio nuevo ímpetu ami ministerio, y de ahí en adelante empecé aestablecer una comunión verdadera con elEspíritu Santo.

Me di cuenta de que en el pasado, mirelación con El había sido algo así como loque está escrito en 1 Juan 1:3, que dice: "Ynuestra comunión verdaderamente es con elPadre, y con su Hijo Jesucristo." Como lamayoría de los cristianos, yo tenía comunióncon el Padre y con su Hijo. Oraba al Padre yoraba a Jesucristo, su Hijo. Adoraba al Padrey adoraba al Hijo. Además, como la mayoríade los cristianos, mencionaba al Padre ymencionaba al Hijo, pero muy pocas vecesmencionaba al Espíritu Santo.

Sin embargo, cuando leemos la Biblia,ésta no nos ordena solamente que tengamoscomunión con el Padre y con su HijoJesucristo, sino también que tengamoscomunión con el Espíritu Santo (2 Corintios13:14).

El significado es obvio. El Padreterminó su obra en la época del AntiguoTestamento. Luego envió a Cristo Jesús, suHijo, que fue crucificado y resucitó. Ahora,

sentado a la diestra de Dios Padre, Jesús haterminado su obra, Hoy estamos en la era delEspíritu Santo. El Padre trabajó por mediodel Espíritu Santo, y Jesús también trabajapor medio de El. Así pues, el Espíritu Santoes el administrador del amor del Padre y dela gracia de Cristo Jesús.

La palabra griega traducidacomunión, es koinonía, que tiene variasacepciones: (1) amistad, (2) asociación y (3)distribución. El amor del Padre y la gracia deCristo Jesús son constantes, pero están en elcielo. ¿Cómo, pues, pueden llegar a nuestroscorazones, aquí en la tierra y en el momentoactual? Mediante la comunión con el EspírituSanto.

De ahí que si tenemos conocimientosteológicos profundos acerca del amor delPadre y de la gracia de Cristo Jesús, pero notenemos comunión con el Espíritu Santo, nose hará realidad esa gracia en nuestrocorazón. No habrá distribución delverdadero amor del Padre y de la verdaderagracia del Hijo en nuestro corazón.Podríamos tener todos los conocimientosposibles de teología, y nuestra iglesia seguirpareciendo una nevera.

Por tanto, un predicador puedepredicar un mensaje lleno de la más excelsateología y de dogmas muy profundostomados de la Biblia, pero sin la colaboraciónobvia y precisa del Espíritu Santo, todo sereducirá a simple teoría. No predica a basede su experiencia sobre el amor del Padre yla gracia de Cristo Jesús. Ese es el problemaprimordial de la mayoría de las iglesias dehoy. Tenemos preciosos edificios, magníficoscoros, ministros muy instruidos y mensajesbrillantes. Sin embargo, las personas queocupan los bancos de la iglesia se mueren dehambre espiritual. Se les llena la mente con

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toda clase de conocimientos, pero su espírituestá marchito y hambriento.

Koinonía también significa sociedad.En una sociedad comercial, uno de los sociosaporta el capital y el otro la tecnología juntoshacen florecer el negocio. Nosotros estamosasociados al negocio del Rey. El EspírituSanto aporta todo el capital: el amor delPadre y la gracia de Cristo Jesús. Nosotrostraemos a la sociedad nuestra presenciafísica. Entonces el Espíritu Santo nos pideque entremos en sociedad con El paraedificar el Reino de Dios. El Espíritu Santo esel socio principal, y nosotros los sociossecundarios. Hoy día la dificultad estriba enque los socios secundarios tratan de quitarlela autoridad al socio principal y hacer latarea sin su ayuda. Por tanto, éste se retira yles deja a los socios secundarios losmagníficos edificios (en realidad, un buencentro comercial), pero carentes demercancía.

Para tener éxito en los negocios delRey, es esencial una sociedad muy estrechacon el Espíritu Santo, y para alcanzarla, esnecesaria la comunión con El.

Cuando estamos en comunión con elPadre, le decimos: "Padre, te amo. Reconozcoquién eres. ¡Alabado sea Dios!" Y al Hijo ledecimos: "Jesús, te amo, te alabo." Sinembargo, cuando llegamos al Espíritu Santo,¿qué hacemos? En la mayoría de los casos...nada.

La Biblia nos ordena estar encomunión con el Espíritu Santo, y esacomunión abarca esas tres cosas: amistad,asociación y distribución. Sin comunión conel Espíritu Santo, es imposible lograr unacomunión eficaz con el Padre y con su Hijo,Cristo Jesús.

Hoy día, hago un esfuerzo porreconocer al Espíritu Santo, por recibirlo ypor adorarlo porque El es una Persona.Antes de predicar, digo: - Armado EspírituSanto, te recibo, te reconozco, te amo. Confíoen ti. Amado Espíritu Santo, ¡vayamosjuntos! Llevemos la gloria de Dios a supueblo.

Cuando empiezo a predicar, digo enmi corazón: - Amado Espíritu Santo, voy aempezar. ¡Adelante! Proporcióname todoslos conocimientos, la sabiduría y eldiscernimiento que debo impartirles a losque me escuchan.

Después de terminar el sermón, mesiento y digo: -Amado Espíritu Santo, juntoshemos hecho una magnífica labor, ¿no crees?¡Alabado sea Dios!

Desde que dependo del Espíritu Santode esa manera, he sentido que Dios haungido mi vida, mi ministerio y missermones. Los resultados son siempreespectaculares; se producen numerosasconversiones y sanidades. Trato de dejarmellevar siempre por el impulso del EspírituSanto.

A manera de ejemplo, le relataré unahistoria. En cierta ocasión, poco me faltó paraperder a mi esposa. Cuando me casé estabamuy interesado en convertirme en unevangelista de fama. Deseaba ser algo asícomo la versión coreana de Billy Graham. Enaquellos días, no deseaba ser un "simplepastor".

Por tanto, después de nuestromatrimonio, traje a mi esposa a nuestroapartamento. Pasada una semana, empecé asalir a predicar en misiones de evangelismo.Predicaba en mi iglesia el domingo, y luegoel lunes salía a predicar. Sólo venía a casa losfines de semana y entonces le traía la ropa

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sucia a mi esposa. Ese estado de cosascontinuó durante unos seis meses, mientrasla ambición de convertirme en evangelistame consumía.

Durante cierto tiempo, mi esposa fuemuy comprensiva. Cuando regresaba de miscampañas de evangelismo, corría a la puertaa recibirme. Me manifestaba su amor y mehacía una magnífica cena. Sin embargo, amedida que transcurrían los meses y nohabía cambio alguno en la rutina, empezó adeprimirse. No salía a recibirme. Lloraba amenudo. Hasta las comidas no eran buenas.Había algo que no marchaba bien.

Por aquel tiempo, mi esposa era muytímida, porque estábamos recién casados.Nunca me decía nada acerca de lo que nomarchaba bien. Yo trataba de alegrarla conbromas y cosas así, pero todo era inútil.

Por fin mi suegra vino a visitarmecierto día y me dijo: - Yonggi, ¿te agradavivir con mi hija?

-Por supuesto - le dije.-Bien -dijo ella-, la vas a perder si

continúas tratándola de ese modo.- ¿Qué quiere decir? - le pregunté

consternado-. La trato muy bien. Le conseguíun hermoso apartamento, y me ocupo de quetenga suficiente comida y buena ropa. ¿Quémás puedo hacer? La trato muy bien.

Entonces mi suegra me miró a los ojosy me dijo: -Hijo, tú no entiendes. No trajiste atu casa un---objeto". Trajiste a una persona.Una persona no puede vivir en unapartamento con sólo arroz, ropa y dinero.Necesita amor, reconocimiento, intimidad.

Pensé sobre el particular por algúntiempo. Mi primera reacción fue: -Eso es cosaM diablo. Yo estoy trabajando para el Señor.¿Por qué me ha de exigir ella afecto,cuidados e interés?

Sin embargo, la depresión de miesposa iba en aumento y finalmente sonaronlas señales de alarma en mi corazón.Entonces fui ante el

Señor y "oré: - Señor, parece que voy atener que escoger entre dos cosas: miministerio o mi esposa. Tu gloria y miministerio son mucho, más importantes quemi esposa. Si he de perder una, entoncestendré que perder a mi esposa, porque miministerio significa mucho más para mí queella.

- Señor, corrígela o sepáranos.Preferiría vivir el resto de mi vida solo yseguir en mi ministerio.

Entonces el Espíritu Santo me habló alcorazón, y me dijo: -No, no, no. Estás de]todo errado en tu escala de valores. Hasta lafecha, has colocado a Dios en primer lugar, ala iglesia en segundo, y a ti en tercero. Ahoracolocas a tu esposa en último lugar. Hascometido un error grave.

- Por supuesto que Dios debe ocuparel primer lugar, pero tienes que reorganizartus demás valores. Tú debes ocupar elsegundo lugar y tu esposa el tercero. Cuandotengas hijos, éstos ocuparán el cuarto lugar, yla iglesia el último.

Ese pensamiento me llenó deconsternación. - Este demonio debe sernorteamericano - dije -. No podemos aceptaresa manera de pensar en el Oriente.

- No, esto no viene de América - medijo el Espíritu Santo -. Es así como Yo lodeseo.

- Dios tiene que ser el primero, pero túdebes ser el segundo, porque necesitas viviruna vida santa para llevar adelante esteministerio. Tú eres muy importante.

- Luego, tu esposa debe seguirte. Sipierdes a tu esposa y te divorcias, nadie

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volverá a escucharte. Tu ministerio habrádesaparecido. Podrás construir una iglesiainmensa, pero si se deshace tu hogar,perderás tu ministerio. Estar en comunióncon tu esposa es más importante queconstruir una iglesia, puesto que toda laiglesia depende de tu vida en el hogar.Traerás más desgracia al ministerio si tedivorcias, que todos los demás beneficiosque puedas traer a él.

- Además, todos los cristianos sefijarán en tus hijos. Si tus hijos son rebeldes ytienen dificultades, como el hijo pródigo,¿quién te va a escuchar? Tu ministerioprincipal deben ser tus hijos. Tus hijos debenser los principales miembros de tu iglesia.Entonces, todos juntos, tú, tu esposa y tushijos, edificarán la iglesia.

- Considera a tu esposa como unaparte muy importante de tu ministerio, ycuida tus relaciones con ella.

En aquellos momentos, eso me parecióbastante arriesgado; sin embargo, decidíhacer la prueba. Cancelé muchas de miscampañas de evangelización y me hice elfirme propósito de pasar todos los lunes conmi esposa. Le dije que los lunes haríacualquier cosa que ella deseara. Si deseaba iral parque, iría con ella al parque. Si deseabair de tiendas, me rompería la espina dorsalsiguiéndola, pero lo haría. Luego,disfrutaríamos juntos de una buena comida.

Además, todas las mañanas le diría ami esposa: - Cariño, te quiero. Eres muyhermosa.

Eres estupenda. Tengo mucha suertede tener una esposa con buenas cualidadescomo tú.

Entonces ocurrió un milagro. Poco apoco, mi esposa empezó a salir de sudepresión. Su expresión cambió, y su espíritu

optimista volvió a reinar en su corazón.Empezó a sonreír, y luego a reír y a estaralegre, y a hacer travesuras. Pasado algúntiempo, volvió a hacer comidas deliciosas.Disfrutábamos de una comunión estupenda.

Empezamos a orar juntos y a hacer losplanes para el ministerio juntos. Encontré larespuesta. Para tener un verdadero hogar,hay que tener una comunión verdadera concada persona. Usted no puede traer a suesposa a la casa y pretender que ella viva allícon sólo la casa, el dinero, la ropa y lacomida. Una esposa es algo más: es unapersona.

Lo mismo sucede cuando tenemoscomunión con el Espíritu Santo. El EspírituSanto está con usted, pero si usted lo dejasolo, arrinconado en una esquina de suiglesia, y permite que sólo sirva de adorno alpronunciar la bendición o alguna palabra deteología, El se entristecerá. Entonces, elEspíritu del Señor abandonará su obra yusted tendrá un ministerio estéril. Aunquetenga todos los conocimientos posibles deteología y también una gran elocuencia ensus sermones, los frutos serán nulos. Esto sedebe a que, en el ministerio, lo que noprocede del Espíritu, procede de la carne.

Desde ese momento empecé aalimentar en mi vida una relación aún másprofunda con el Espíritu Santo. Comprendíque se me había dado el Espíritu Santo paraque trabajara conmigo, y no para quepermaneciera arrinconado en una esquina. ElPadre ocupa el trono, y Jesús está a suderecha, pero el Espíritu está aquí en la tierra- en mí, en usted - para trabajar junto connosotros a fin de que los negocios del Reypuedan prosperar.

Hoy día trato al Espíritu Santo comola Persona más importante de mi vida. Lo

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alabo y le digo que lo amo. Siempre me dirijoa Él diciendo: - Amado Espíritu Santo,oremos juntos al Padre. Oremos juntos aCristo Jesús. Leamos las Escrituras. - Mibúsqueda de intimidad empieza siempre porel Espíritu Santo. Entonces, con el EspírituSanto, adoro al Padre y a Cristo Jesús, suHijo.

Hoy día siento la presencia delEspíritu Santo de manera tan profunda, quecuando El habla, lo comprendo. Cuando elEspíritu' habla de sanidad, lo comprendo.Cuando habla de edificar, lo comprendo.Para mí es una Persona muy real.

Además, al despertar, siempre tratode dedicarle una hora al Espíritu Santo. Nome importa lo que suceda; mi deseo esdedicarle una hora. -Amado Espíritu Santo -le digo-, tengamos una reunión. Leamos laBiblia junta. - Y así, con el Espíritu Santo, mesiento y alabo al Padre, adoro a Jesús y leolas Escrituras. Amo al Espíritu Santo y loalabo, y juntos hacemos los planes de trabajo,

En los primeros días de la Iglesia, losdiscípulos tenían una comunión verdaderacon el Espíritu Santo: por ejemplo, cuando sereunió el Concilio de Jerusalén. Se les habíapedido a sus integrantes que dieran su fallosobre el asunto de la circuncisión de losgentiles, y en su carta escribieron de manerainequívoca: "Porque ha parecido bien alEspíritu Santo, y a nosotros, no imponerosninguna carga..." (Hechos 15:28). No, dijeronque era únicamente el concilio el que habíatomado la decisión, sino que lo habíandecidido junto con el Espíritu Santo.

¿Podemos decir lo mismo de lasreuniones de nuestra iglesia? ¿Podemosdecirlo de nuestras reuniones generales? Alescribir las actas, ¿decimos alguna vez que"el Espíritu Santo y nosotros hemos

decidido..."? No, no lo hacemos, puesconsideramos al Espíritu Santo sólo como elsupervisor de nuestras iglesias, nuestrasreuniones y nuestro ministerio. Ese error esmuy grave.

En las reuniones de la junta deoficiales de nuestra Iglesia Central delEvangelio Completo, los ancianos y yooramos juntos, y le pedimos al Espíritu Santoque venga a presidir la reunión. En nuestroministerio, el Espíritu Santo es el socioprincipal. El es el Presidente de la junta deoficiales. El es el Pastor principal de laiglesia. Nosotros sólo somos los pastoresauxiliares.

También hablo mucho en lenguas. Laslenguas son el idioma del Espíritu Santo, ycuando hablo en lenguas, no puedo menosque sentir su presencia muy dentro de mí. Enmi vida de oración particular, oro en lenguasmás de un sesenta por ciento del tiempo. Oroen lenguas mientras duermo. Me despiertoorando en lenguas. Oro en lenguas mientrasestudio la Biblia, y oro en lenguas durantemis devociones personales. Si por algunarazón perdiera en algún momento el don delenguas, creo que mi ministerio se reduciría ala mitad de lo que es hoy. Siempre que habloen lenguas, no puedo menos que estar muyconsciente de la presencia del Espíritu Santo.

Cuando aprendí a hablar inglés, lohablaba siempre que podía. Empecé a pensaren inglés, y escribía mis sermones en inglés.Hasta me hablaba a mí mismo en inglés, yaque mi más ardiente deseo era hablarlo confluidez. Por mucho tiempo, me atormentabaa mí mismo, porque me forzaba a hablaringlés. Sin embargo, gracias a esto, y a pesarde que no he alcanzado mucha fluidez eneste idioma, tengo suficiente facilidad depalabra para expresarme sin gran esfuerzo.

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En la actualidad hago lo mismo con eljaponés -hablo en japonés, escribo en japonésy hasta pienso en japonés - porque me hepropuesto llevar a diez millones de japonesesa los pies de Cristo Jesús. Durante todo unaño he estado leyendo la Biblia en japonés yhe dedicado tanto tiempo a este idioma, queaun en mis sueños hablo en japonés. De esamanera me estoy familiarizando con elidioma. Durante las horas que permanezcodespierto, trato de expresar todos mispensamientos en japonés y relacionarlos conel Japón. Así sucedió cuando estudiabainglés: mis pensamientos giraban alrededorde todo lo que sucedía en Norteamérica, enInglaterra y en el mundo de habla inglesa.

Lo mismo sucede cuando se habla enlenguas. Cuando se habla en lenguas duranteel día, es imposible no darse cuenta de lapresencia del Espíritu Santo. Por tanto, laoración en lenguas me ayuda a mantenermeen comunión constante con el Espíritu Santo.

Por supuesto que esa clase decomunión con el Espíritu Santo significa quehay una vida de oración. Dios espera queseamos personas de oración, porque hadecidido trabajar hoy en el mundo a travésde nuestras oraciones. Las oracionespoderosas y llenas del Espíritu Santo hacenmilagros.

Necesitamos saturarnos de oracióndesde que nos levantamos por la mañanahasta que nos acostamos por la noche. Laoración es nuestra fortaleza espiritual. Si nooramos, nuestra vida espiritual se extinguirá.Sin embargo, la única oración verdadera esaquella qué manifiesta nuestra comunión conel Espíritu Santo, pues cualquier otro tipo deoración se convierte en formal y legalista.Dios desea que tengamos una comunióníntima con El por medio del Espíritu Santo.

Nuestra iglesia es una iglesia que ora.Es una iglesia que tiene una comuniónverdadera con el Espíritu Santo. Hastacelebramos vigilias semanales de oración queduran toda la noche, y asisten más de diezmil personas. La oración es parte integral delas reuniones de los grupos familiares. Enrealidad, es la clave del avivamiento, tantoen la iglesia como en los grupos familiaresque se reúnen en las casas.

En la Iglesia Central del EvangelioCompleto no sólo hacemos hincapié en laoración, sino también en el ayuno. Muchosde nuestros dirigentes de grupo pasanmucho tiempo en oración y ayuno por lasalvación de las almas en sus barrios. Porregla general, ayunan de uno a tres días.Muchos tienen un día determinado de ayunotodas las semanas.

En nuestra congregación, he vistoayunar a algunas personas durante sietedías, cuando tienen un problema serio queDios no ha resuelto mediante la oraciónúnicamente. Si el problema es de vida omuerte, algunos de nuestros miembros hanayunado de quince a veinte días, y otroshasta cuarenta días, al igual que lo hizoCristo en el desierto.

No obstante, siempre les indico anuestros miembros que cuando ayunendeben hacerlo por algún motivo. No debenhacerlo por el solo hecho de ayunar, pues esono significa nada. Cuando las personas hanestado orando por una respuestadeterminada y es obvio que el Señor no lesresponde, les pido que ayunen y oren hastaque Dios les dé la respuesta. En realidad, elnoventa por ciento de las oraciones que Diosha contestado con respuestas categóricas ennuestra iglesia, han ido acompañadas delayuno.

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Todos los años, los miembros denuestra iglesia hacen unas trescientas milvisitas al monte Oración. Ese lugar esnuestro centro de retiro, cerca de la zonadesmilitarizada que corre a lo largo de lafrontera de nuestro país con Corea del Norte.Van allí a ayunar y a orar por sus intencionesparticulares. Alrededor de un sesenta porciento van a orar por el bautismo en elEspíritu Santo y el don de lenguas. Otronutrido grupo va a orar por la solución desus problemas familiares, y un tercer grupova a orar por sanidad. Ha habido muchosmilagros como resultado del ayuno y de laoración, como sanidades de casosverdaderamente difíciles de cáncer y artritis.Otros van a orar por problemas de negocios,por la salvación de nuestro país o por elavivamiento en la Iglesia.

¡Y ha habido respuestas! El noventapor ciento de los que van al monte Oración aayunar y orar, reciben respuestas concretas asus oraciones. Dios está siempre dispuesto acontestar nuestras oraciones, pero a menudonuestra actitud no es la adecuada cuandooramos. Por medio del ayuno y de la oración,le decimos a Dios que estamos dispuestos acambiar nuestras actitudes. Entoncesquedamos dispuestos a orar según suvoluntad, y por tanto recibiremos lasrespuestas que El promete.

El ayuno y la oración son parte denuestra comunión con el Espíritu Santo.Todos, empezando por el mismo pastor,necesitamos esa clase de vida de oración yesa forma de comunión.

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13 CÓMO ESTIMULAR A LOSDIRIGENTES LAICOS

He sostenido siempre que el éxito delos, grupos familiares depende de laorientación que proporcione el pastor, deque haya dirigentes laicos bien adiestrados, yde la comunión constante con el EspírituSanto. Sin embargo, opino que es necesariootro requisito, para que el sistema de losgrupos familiares funcione sin tropiezos: lamotivación. También los buenos líderesnecesitan sentir entusiasmo por lo que estánhaciendo.

Cuando un niño viene a este mundo,tiene hambre de dos cosas: alimento y amor.Si los padres no le proporcionan ambascosas, el niño morirá de inanición de unamanera o de otra. Aunque los padres leproporcionen al bebé todo el alimento quenecesite para su nutrición física, si no lotocan, si no lo acarician y lo abrazan, desde elpunto de vista psicológico el niño no creceráde manera adecuada, y es posible que muera.

Los adultos también sienten necesidadde que se les toque, de que se les abrace, deque se les bese. Tienen sed de afecto. Sin él,también nosotros, los adultos, padeceríamosde hambre desde el punto de vistapsicológico. Para tener un hogar feliz, losesposos necesitan demostrarse afecto confrecuencia. Los amigos también necesitanque se les toque con amor: un calurosoapretón de manos, unas palmadas en laespalda, a veces un intercambio de golpesamigables. Esas cosas hacen que se sientanllenos de vida.

Sin embargo, deseo ir más allá de esecontacto con la persona exterior para

demostrar que nosotros los humanostambién necesitamos que se nos toqueinteriormente para así estimularnos a actuarde manera amorosa. El pastor y los laicosnecesitan trabajar en equipo para formar alos dirigentes de los grupos familiares. No esposible que los pastores lleven toda la cargade la evangelización para hacer que la iglesiacrezca; por tanto, es necesario que seestimule a los dirigentes laicos para queasuman la parte del trabajo que lescorresponde. Eso significa que el pastornecesita saber cómo llegar hasta el interior delos laicos para impulsarlos a actuar. Entoncespodrá alcanzar grandes logros a través deellos.

Deseo demostrar aquí cómo tocar elyo interior, para que los laicos se unan alpastor en su afán de llevar adelante la tareade la evangelización.

Para impulsar al yo interior a laacción, debemos llegar hasta la personalidadmisma, y eso se logra de tres maneras:

1. Reconocimiento. Todas las personasnecesitan que se les reconozca. En la IglesiaCentral del Evangelio Completo, lesotorgamos certificados de reconocimientopor los logros especiales alcanzados a losdistintos dirigentes, incluso a los dirigentesde los grupos familiares. Por ejemplo, hacepoco firmé un certificado para una maestrade la escuela dominical, en reconocimientode sus ocho años de fieles servicios. Aquelpedazo de papel costó muy poco; sinembargo, mil firma en el certificado ledemuestra a la maestra que sus esfuerzos

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han sido reconocidos y apreciados. Como esnatural, eso la llena de un nuevo entusiasmo.

Lo mismo sucede con los dirigentes delos grupos. Sí no se les reconoce a menudo,no se sentirán impulsados a hacer losesfuerzos necesarios para continuar la tareade evangelización de maneraininterrumpida. En nuestra iglesiacelebramos una convención de dirigentes degrupo dos veces al año. Todos los dirigentesse reúnen en la iglesia para una conferenciade tres días, durante la cual, yo les hablo. Esposible que no recuerden todas mis pláticasde esos tres días, pero jamás olvidarán elhecho de que nos preocupamos lo suficientepor ellos como para darles la atencióndebida. Se dan cuenta de que son personasmuy especiales, y eso tiene un efectomaravilloso: los impulsa a actuar. Una vezterminada la conferencia, se les otorga unamención en reconocimiento por sus logrosdurante los seis meses anteriores. Atesoran elcertificado, recuerdan la conferencia y sesienten importantes.

Ese reconocimiento también tiene lamisma importancia en el hogar. Un esposodebe reconocer el trabajo de su esposa conregularidad, como también la esposa debereconocer el de su esposo. Un regalo paracelebrar algo en especial siempre se aprecia,y hace que la persona festejada sienta que esimportante para su cónyuge.

Una vez al mes, juego golf con loshombres de negocios de nuestra iglesia. Esoshombres contribuyen con buena parte de sutiempo, energía, dinero y capacidadesdirectivas a la iglesia. Vamos juntos al campode golf, bromeamos y reímos y nos damospalmadas en las espaldas. Al terminar eljuego comemos juntos. La tarde de golfpuede durar de cuatro a cinco horas.

Durante ese período es muy probable quecometa errores en el juego, pero reímoscuando eso sucede y disfrutamos de unafraternidad muy íntima. Puesto que tenemosesa relación tan especial, esos hombressienten un gran estímulo, y jamás se lesocurriría retirarse de la iglesia. Se sientenreconocidos.

Nunca dejo de estimular y dereconocer a mis dirigentes de grupo. Losestimulo por medio del mensaje semanal quegrabo en "casetes"; por medio de la televisiónde circuito cerrado en la iglesia, y a menudopor medio del reconocimiento que les otorgodurante los servicios de los domingos.Además, por supuesto, los estimulo a travésde los seminarios extraordinarios. Por tanto,todos los dirigentes de grupo estánconvencidos de que son personas muyespeciales en nuestra iglesia: Han recibido unllamado especial. Se les reconoce de maneraespecial. Su pastor siente una simpatía muyespecial por ellos. Eso les sirve de granestímulo.

2. Elogio. Debemos tratar siempre dever en los demás sus buenas cualidades o susobras, para luego elogiarlos por ellas y porsus logros. Eso es lo que en realidad, le danuevas energías al corazón. Cuando unesposo no sabe cómo elogiar la comida que lesirve su esposa, pronto morirá de inanición.Y si una esposa no elogia a su esposo porhaber hecho algún trabajo en la casa, a élpronto le faltará el deseo de continuartrabajando.

Todos nacemos con el deseo de serreconocidos. Cualquier pastor que desee serel verdadero dirigente de su iglesia, debeaprender a elogiar los logros de sus laicos. Sino sabe cómo hacerlo, carece de losrequisitos necesarios para orientarlos. Sin

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elogios, las personas no se sientenimpulsadas a actuar.

Cuándo se trata de la educación denuestros hijos, no podemos inducirlos aaprender por medio del castigo. Hubo unaépoca cuando los niños de Corea tenían grantemor de sus profesores y de sus padres. Elcastigo corporal era en aquellos tiempos unaespecie de móvil negativo para inducir alestudiante a obtener buenas calificaciones enla escuela. Sin embargo, cuando la cultura deoccidente empezó a sentirse en Corea, losniños empezaron a tener menos respeto porlos profesores y hasta por sus propios padresEl profesor se convirtió en un sirviente.

Hasta la vida del hogar ha sidoafectada por la cultura de occidente. En elpasado, las esposas obedecían a sus esposos;hoy día, al igual que en los Estados Unidos,se aboga por la igualdad de derechos.

En nuestra sociedad de hoy, la mejormanera de inducir a actuar a una persona, noes buscándole las faltas, sino apreciándolesus buenas cualidades y características ypasando por alto sus debilidades. Cuando seelogia a las personas por sus buenascualidades, se les ayuda a corregir susdefectos.

El elogio es el mejor camino paraestimular a una persona, aun en la obracristiana. Yo trato por todos los medios deelogiar a las personas de nuestra iglesia: mispastores auxiliares, los ancianos, los diáconosy diaconisas y los dirigentes de grupo. Cadavez que alguien hace un trabajo excepcional,me cercioro de que se le reconozca y se leelogie por su labor. Le doy una palmada enla espalda y le digo: - ¿Cómo pudo ustedlograr eso? ¡Es estupendo! ¡Es fantástico!

Cuando esto se hace con verdaderasinceridad, y ésta se demuestra mediante el

tono de la voz y la expresión del semblante yse acompaña con una palmada en la espalda,esa persona lo recordará durante todo unaño. Así es como funciona el elogio ennuestra iglesia.

3. Amor. Para poder motivar a laspersonas, tenemos que amarlas de verdad.Esto se nos nota siempre en el semblante, enel tono de nuestra voz y en todos nuestrosactos. El ser humano reaccionafavorablemente ante el amor que sabesincero. Yo mismo reacciono ante el amor.Al, subir al púlpito de la Iglesia Central delEvangelio Completo, puedo sentir el amorsincero que irradian los miembros de lacongregación. Nuestra gente me ama tantoque eso me estimula mucho y me impulsa atratar de ayudarla con todas mis fuerzas.Nunca la desatenderé y nunca la olvidaré.

También yo amo mucho a losmiembros de mi congregación, y ellos losaben. No tengo ni que decirlo, pero losiento, y las personas se sienten conmovidaspor el interés sincero que les demuestro.

Para resumir, siempre observo las tresnormas siguientes, para estimular a laspersonas de nuestra iglesia: (1)Reconocimiento. Si yo les demuestro que sonpersonas importantes, jamás se sentiráninferiores, pues de sentirlo desarrollarán uncomplejo de inferioridad, y todo habráterminado para ellas y también para laiglesia. (2) Elogio. El elogio derrama bálsamoy calor en su corazón. (3) Amor. Les brindoamor sincero.

Los miembros de la Iglesia Central delEvangelio Completo son personas llenas deentusiasmo, que tratan por todos los mediosde trabajar para el Señor.

Si por alguna casualidad, cuandoregreso a casa de noche, mi esposa no se

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encuentra en la casa, siempre espero por ella.No ceno si ella no está allí. Aunque me sientadesfallecido de hambre, espero siempre suregreso. Entonces, cuando ella llega a casa,me dice: - ¿Por qué has esperado? ¿Por quéno has comido?

Yo le respondo: - Cariño, la comida notiene sabor si tú no estás aquí.

Mi esposa se siente la reina de mihogar, porque la reconozco, porque la elogioy porque le demuestro amor sincero.Ninguna esposa deseará abandonar a unmarido que la trata de esa manera. - Menecesita - dirá. No puede vivir sin mí.

En Corea, el cincuenta por ciento delos maridos les son infieles a sus esposas. Larazón que he oído una y otra vez es que nose les reconoce: -Mi esposa no me comprende- dice el esposo -, Voy donde me reconocen yme comprenden. Deseo sentir que soyalguien.

Son muchas las esposas que pierden asu esposo porque no le dan el mérito debido.De igual manera, muchos esposos pierden asu esposa por la misma razón. Todo elmundo necesita sentirse importante: cadadía, cada hora, cada minuto. Es unanecesidad psicológica. Por tanto, debemosreconocernos mutuamente en nuestroshogares. . . y en nuestras iglesias y gruposfamiliares.

Si somos capaces de demostrarnosreconocimiento, de elogiarnos, y detestimoniarnos amor sincero, todos nossentiremos impulsados a alcanzar logrosimportantes.

Muchas personas están capacitadaspara organizar, y pueden hacerlo muy bien.Sin embargo, una organización - porestupenda que sea no funcionará de lamanera debida, si las personas que la

integran carecen del incentivo necesario parahacer el trabajo.

Mencioné antes que en una iglesia delos Estados Unidos se trabajó con granempeño en la organización del sistema degrupos familiares, y que yo visité la iglesiapara ayudarles a establecerlo. Sin embargo,no transcurrió mucho tiempo antes de que elsistema empezara a tambalearse. El motivofue que el pastor había dejado todo el trabajoen manos de uno de sus pastores auxiliares,sin contribuir él mismo al sistema. Luego,cuando éste empezó a fallar, vino a mí y mepreguntó en qué había fallado. Al compartirsu problema conmigo, me di cuenta alinstante, de dónde habla estado su error.

- A pesar de que usted creía que losgrupos familiares eran muy importantespara la vida de la iglesia - le dije -, no ledemostró ese interés a su congregación. Lodejó todo en manos de uno de sussubalternos, y se lavó las manos. Ante losojos de su congregación, usted no estabamuy interesado en los grupos familiares. Noimpulsó a actuar a sus dirigentes.

En nuestra iglesia, jamás dejo ladirección del programa de los grupos enmanos de uno de mis subalternos. Yopersonalmente soy el dirigente. Todos losmiércoles por la tarde estimulo a losdirigentes mediante el sistema de televisiónde nuestra iglesia. Dos veces al año, yomismo dirijo los seminarios para losdirigentes de grupo. Nunca permito que otrapersona dirija esas reuniones, Estoy siemprepresente, y eso les demuestra a los miembrosque los considero importantes.

Algunas otras iglesias han tratado, sinéxito, de establecer grupos familiares, debidoa que el pastor no participa de maneradirecta en ellos. Siempre les digo a los

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pastores que asisten a mis seminarios sobrecrecimiento de la Iglesia, que si ellos notoman las riendas, les será imposible hacerque trabajen sus dirigentes de grupo y susmiembros, y el programa fracasará.

Si el pastor asume realmente ladirección de los grupos familiares, y tomaparte activa en su organización; si adiestra a

los dirigentes y los estimula de maneraconstante, responderán con gran entusiasmo.Se darán cuenta de que son importantes,trabajarán sin descanso y harán una buenalabor.

Entonces tendrán éxito los gruposfamiliares y se iniciará el verdaderocrecimiento de la Iglesia.

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14 LA PREDICACIÓN EN UNAIGLESIA EN CRECIMIEN TO

He mencionado ciertos requisitosprevios para el establecimiento de una iglesiafuerte y creciente, a base de los gruposfamiliares: la comunión con el Espíritu Santo,la delegación de la autoridad en un grupo dedirigentes laicos, la formación de esosdirigentes y el estímulo constante. Ahoradesearía discutir otro factor más: lapredicación,

Para algunos, el tema podría parecerobvio-, sin embargo, no es tan sencillo comoparece a primera vista. La forma de predicarpuede ser a menudo un elemento decisivopara que la iglesia crezca mediante losgrupos familiares.

En el capítulo 12 mencioné misumisión al Espíritu Santo. La comunióníntima con el Espíritu Santo es esencial. Pormedio de su íntima presencia en nuestrasvidas, recibimos la inspiración y la unciónnecesarias para llevar el mensaje que necesitanuestra congregación en cada servicio.

Gracias a la comunión con el EspírituSanto, siento verdadera unción cuando salgoa predicar. ¡Qué diferente es todo cuando setiene esa unción! Es particularmentenecesaria para los sermones expositivos delas reuniones de los miércoles por la noche, ylas reuniones de oración de los viernes, queduran toda la noche.

Cuando empecé a enseñar la Bibliaversículo por versículo los miércoles por lanoche y comencé con el Génesis con laintención de estudiar todas las Escriturashasta el Apocalipsis, algunas personas me

advirtieron que la asistencia sería muypobre,

- Si usted predica sobre un tópicodeterminado el domingo, la gente vendrá -me dijeron-, pero si se limita a enseñar laBiblia versículo por versículo, perderá elinterés.

- Estoy de acuerdo en que tienenrazón - les dije -. Si enseñamos la Bibliaversículo por versículo de acuerdo con mispropios conocimientos, nadie desearáescuchar. Sin embargo, si subo al púlpitojunto con el Espíritu Santo, vendrán, puesserá a El a quien escucharán.

Por tanto, me confié al Espíritu Santoy' me lancé a la aventura. En ocasionesenseñaba durante dos y tres horas, y todospermanecían como hechizados en susasientos. No sólo crecían en gracia, sino queen verdad disfrutaban de la experiencia.

Ahora bien, me doy cuenta de que enalgunos de los capítulos resultó tedioso, enparticular cuando se estudian libros como elLevítico, porque cualquiera se siente morir alanalizar versículo por versículo losminuciosos requisitos de la ley hebrea. Sinembargo, no cabe más que enseñarlos, yaque todas las Escrituras son importantes parael crecimiento espiritual de la persona.

A medida que dependo más y más delEspíritu Santo, tanto en mis sermones de losdomingos, como en mis enseñanzas por lasnoches entre semana, me interesan menos lafilosofía y los conocimientos de historia queadquirí en la Escuela Bíblica en los primerostiempos de mi ministerio. Después de

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veintitrés años de predicar, he podidoobservar que sólo la Palabra de Dios le danueva vida y entusiasmo a la gente. Hubouna época en que predicaba casi como unfilósofo, y mis predicaciones eran muyprofundas. No obstante, eran pocas laspersonas a quienes lograba convertir.

Hoy predico de manera sencilla -quizá de manera indocta para el mundo quenos rodea; sin embargo, en lo que atañe a lasEscrituras, voy muy profundo. Cuandocomencé a confiar cada vez más en la Bibliahasta depender de ella de manera total,empezaron a aumentar las conversiones,incluso entre los intelectuales de la ciudad.La enseñanza de la Biblia bajo la unción delEspíritu Santo es algo muy poderoso.

En mi predicación también me fijo unobjetivo definido. Nunca predico como alazar. Mí objetivo constante es ayudar a laspersonas para que conozcan a Cristo demanera personal, no sólo los domingos sinolos miércoles, los viernes y siempre que seme *llame a predicar. El enfoque de cadasermón es que cada persona conozca a CristoJesús mediante mis palabras. Los que no soncreyentes, tienen la oportunidad deconocerlo y de convertirse, y los que soncreyentes, pueden encontrarse con El denuevo y lograr una fe más profunda.

El segundo objetivo de mi predicaciónes ayudar a las personas a tener éxito en lavida: en el espíritu, en el alma, en el cuerpo yen los negocios. En la medida en que losmiembros de mi congregación triunfan en elhogar, en su negocio o profesión y en susrelaciones con otras personas, yo tambiéntriunfo. Así como yo deseo tener éxito comoministro, también trato de que los miembrosde mi congregación alcancen el éxito. Mipropio éxito es en realidad una meta

secundaria. Los miembros de micongregación son los llamados a triunfarprimero.

Por último, el objetivo de mipredicación es ayudar a las personas a servira Dios y a los demás de la manera más eficaz.Una vez que las personas encuentran aCristo Jesús y triunfan en su propia vida,deben usar el poder y el éxito de la nuevarelación que han establecido con Cristo, paraservir a Dios y a las otras personas con sufortaleza espiritual, mental y física, ytambién con su prosperidad económica. (Nome disculpo por el logro del éxitoeconómico, porque es una manera de servir aDios y de ayudar a los demás. Elpresupuesto (le nuestra iglesia es suficientepara que llevemos adelante laevangelización, no sólo en Corea, sino en.Japón, en los Estados Unidos, en Europa y enotros lugares. En realidad, un éxito de esaíndole entre nuestros miembros, es unmilagro, dado que somos ciudadanos de unpaís del Tercer Mundo. A decir verdad, siellos no hubieran alcanzado la prosperidadmaterial, nos sería imposible sufragar losgastos de nuestro extenso programa. En laIglesia Central del Evangelio Completo nohablamos de la depresión, de la escasez depetróleo o de otras dificultades. Mientrasotros negocios tienen poca actividad,nuestros miembros prosperan, aun a pesarde la seria inflación y depresión económicaque hemos venido sufriendo en Corea desde1980. A pesar de eso, las ofrendas aumentanen nuestra iglesia domingo a domingo.)

Todos mis sermones, ya sea en Corea,en Japón, en los Estados Unidos o en Europa,tienen tres objetivos: llevar a las personas aCristo Jesús, hacerlas prosperar yestimularlas para que sirvan a Dios y a sus

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semejantes. Sólo entonces puedo considerarque la base de mi ministerio es sólida.

Ahora bien, usted podríapreguntarme por dónde empiezo en misprédicas. Siempre empiezo por la bondad deDios. Esa es la teología más importante.

Hasta que cumplí los diecinueve años,era un devoto budista. Creía que el budismoera la religión más perfecta del mundo. En suteoría (en términos de teología) el budismoes muy profundo. Si embargo, cada vez queiba al templo, sentía temor de los ídolos.Oraba y le pedía a Buda que no me castigara.Toda mi relación con la religión budista teníacomo base el ritualismo y la responsabilidad,fundamentados en el temor. En el budismo,mi fe nacía del temor, no del amor. El diosdel budismo no era un dios de amor sino undios de castigo.

Cuando me convertí al cristianismo,Cristo Jesús no sólo me salvó el alma sinoque también me sanó de la tuberculosis y melevantó de mi lecho de muerte. Luego,cuando fui bautizado en el Espíritu Santo, elamor de Dios entró a torrentes dentro de mialma. Las dos cosas más importantes queexperimenté como cristiano fueron el amor yla bondad de Dios.

Verdaderamente, Dios ha sido muybueno conmigo. Cuando lo acepté, era muypobre. Había abandonado mis estudiosdurante mi primer año de escuelasecundaria. Mi padre no estaba encondiciones económicas de enviarme a laescuela por más tiempo, y me encontrabamuy débil a causa de la tuberculosis. Segúntodas las apariencias, no tenía futuro. Sinembargo, mediante mi nueva relación conCristo Jesús, y mediante la lectura de laBiblia, logré llegar a tener una fe positiva.Debido a esa fe, Dios me sacó de toda aquella

situación tan difícil y me dio la salud, lasriquezas, los conocimientos, la victoria ytodo lo que necesitaba. Todo lo que poseo selo debo a Dios.

Debido a mi relación con Dios, ydebido a que lo conozco como un Dios buenoy un Padre amoroso, ese es el Dios que yopredico. No obstante, me he encontrado conmuchas personas que me dicen que se les hapredicado un

Dios irascible y vengativo. Por eso, leses difícil concebir que hay un Dios amorosoy bueno.

No hace mucho tiempo, mientraspredicaba en Alemania, una mujer se meacercó y me pidió que orara por ella y por suesposo. Ella le tenía verdadero terror a Diosdesde que una bomba mató a sus padresdurante la Segunda Guerra Mundial. Ahorasu esposo sufría de una gran depresiónneurática, y temía perderlo al igual que habíaperdido a sus padres.

Empecé por hablarle de la bondad deDios, de cómo El había creado el mundo y lohabía encontrado bueno. - El es el Dios quetrató de traer el bien a un mundo lleno depecado y enfermedad, al darnos a su HijoJesucristo - le dije-. El es un Dios bueno, y essu Padre y mi Padre.

- Cambie de manera de pensar - le dije-, y empiece a ver a Dios como un Diosbueno. Alábelo y dígale: "Te amo, Padre.Eres un Dios bueno, y deseas que hayabondad en mi vida."

-Tengo miedo -me dijo-. Nadie me haenseñado eso antes.

- Bien, pues se lo estoy enseñandoahora -le dije-. No tema. Sólo cambie laimagen que tiene de Dios.

Entonces empezó a repetir conmigo: -Dios es un Dios bueno. El es mi Padre bueno.

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El desea darles cosas buenas a sus hijos, El esbueno. El es bueno.

No tardó en sentirse liberada yempezó a reír. Poco tiempo después, suesposo se sanó del todo de la opresiónneurótica que sufría.

Creo que cuando predicamos un Diosbueno, liberamos a las personas de laesclavitud. La esclavitud procede delenemigo. El demonio tergiversa la teologíapara esclavizar a las personas por medio delterror y de la desolación. ¡Muchospredicadores se han limitado a enseñar a suscongregaciones a temer al Dios que castiga, yles han dicho que no esperen nada de Él!

Yo soy padre. Tengo tres hijosvarones, y hago todo lo posible por darlescosas buenas a mis hijos. Y la Biblia dice:"Pues si vosotros, siendo malos, sabéis darbuenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto másvuestro Padre que está en los cielos darábuenas cosas a los que le pidan?" (Mateo7:11).

Es sumamente difícil persuadir aalgunos cristianos a que piensen en Dios deesa manera, puesto que están convencidos deque siempre tendrán que sufrir y luchar paraser buenos cristianos. Piensan que debemossufrir tribulaciones constantes y vivir en lamás abyecta pobreza para ser buenoscristianos. Bien, si nuestros sufrimientos lesproporcionaran cualquier gracia redentora aotras personas, entonces doy por justificadoese sufrimiento.

La Biblia dice que debemos sufrirjunto con Cristo pero, ¿sufrió El alguna vez acausa de algún pecado propio? ¿Estuvoenfermo alguna vez? ¿Sufrió en algúnmomento la opresión de Satanás? No, nuncasufrió por esas cosas. ¿Sufrió pobreza algunavez? Es cierto: El sufrió, pero de manera

redentora, según 2 Corintios 8:9: “Porque yaconocéis la gracia de nuestro SeñorJesucristo, que por amor a vosotros se hizopobre, siendo rico, para que vosotros con supobreza fueseis enriquecidos."

Si la Biblia nos ordena sufrir junto conCristo Jesús, ese sufrimiento no debería sermotivado por el pecado, la enfermedad, eldemonio, la maldición o la pobreza.Entonces, ¿por qué sufrió El? Por lapersecución. Sólo sufrió por la causa delEvangelio, porque fue perseguido. Por tanto,tampoco nosotros debemos aceptar elsufrimiento, si no se debe a la persecución. Ysi ese sufrimiento no conlleva un resultadoredentor, entonces habrá sido en vano.

No creo que pueda llegar a ser pobre.Sufriría la pobreza con gusto si con ella,consiguiera alguna gracia redentora para missemejantes, pero he podido observar quetratar de convertirme en pobre es la cosa másdifícil de mi vida. Cuando construía la nuevaiglesia en la isla Yoido, me desprendí detodo... hasta de mi casa. Sin embargo, Diossiempre me devolvía mucho más de lo queyo daba. Eso está de acuerdo con la Biblia.Por tanto, he desistido; no tengo esperanzaalguna de convertirme en pobre.

Ahora bien, si Dios enviara a loscomunistas a apoderarse de mi país, y yosufriera como consecuencia de ese acto, misufrimiento debido a la persecución seríajustificado. 0 si alguien se ofrece a sermisionero, y renuncia a su hogar y a lascomodidades de la sociedad occidental parallevar a Jesucristo a los moradores de lasselvas de Nueva Guinea, entonces esesufrimiento sería un sufrimiento redentor.Sufre por la falta de todas las comodidadesde la civilización, pero ese sufrimiento tieneun propósito.

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De ahí que mis sermones tengan,como base la bondad de Dios. Despuéspredico también sobre la sangre de Cristo. Labase de mi sermón y de mi fe es siempre lasangre de Cristo, pues sin la sangre de Cristono hay redención, y si no hay redención nohay razón para perseverar en nuestra fe.

Jesús derramó su sangre en cuatroocasiones. La primera fue la oración deGetsemaní. Allí sudó gruesas gotas desangre, y esa sangre tenía un significadoespecial para los redimidos. Vertió su sangremientras decía: "Pero no se haga mi voluntadsino la tuya." El primer Adán desobedeció aDios para hacer su propia voluntad. Encambio, en el huerto de Getsemaní, el nuevoAdán, Jesucristo, se ofreció así mismo ysometió su voluntad humana a la obedienciaa Dios. Como Sumo Sacerdote de su pueblo,ofreció a Dios la desobediente voluntad deese pueblo, y la redimió.

Podemos decir de manera categóricaque el Espíritu Santo de Dios puedeayudarnos a obedecer la voluntad de Dios,puesto que la sangre de Jesucristo habla aúnen nuestros días. Esa sangre redime nuestradesobediencia, heredada de nuestro primerpadre, el primer Adán.

La segunda vez que Jesús vertió susangre fue cuando le colocaron la corona deespinas sobre la cabeza. Las espinas ledesgarraron la piel y la sangre manó de sussienes. ¿Qué representa esa sangre?Simboliza la maldición. Cuando Adán y Evacayeron en desgracia, dice la Biblia que latierra fue maldita y que produciría espinas ycardos. Las espinas son el símbolo de lamaldición. Al derramar su sangre, Jesúsredimió a su pueblo de esa maldición.

En la actualidad, hay muchaspersonas, incluso creyentes, que viven en el

terreno espinoso del odio, el temor y lainferioridad. Sin embargo, la sangre deJesucristo se levanta contra esa maldiciónpara redimirnos de ella.

La tercera vez que Jesús derramó susangre fue cuando recibió los azotes atado ala columna. Los soldados romanos lodespojaron de sus vestiduras y ledesgarraron la piel con los azotes. La sangrebrotó de las heridas a raudales y le corrió porla espalda. En esa ocasión, derramó susangre para sanarnos, pues dice la Biblia:"Por su llaga fuimos nosotros curados"(Isaías 53:5). Eso jamás debemos olvidarlo,pues esa sangre habla aún hoy.

Por último, Jesús derramó su sangreclavado en la cruz del Calvario, cuando elsoldado romano le abrió el costado con unalanza. Manaron sangre y agua, y elderramamiento de esa sangre nos redimiótotalmente del pecado y de la muerte.

Por tanto, sin el derramamiento desangre no habría redención. Sin esa sangreno tenemos base alguna para predicar encontra de Satanás. Sin embargo, una vez quefundamentamos nuestro mensaje sobre lasangre de Cristo Jesús, se nos abre un campomuy amplio para proclamar victoria sobreSatanás. En mis sermones, tomo como base lasangre de Cristo Jesús y edifico la fe de losmiembros de mí congregación, para que noteman a nada. Llevo la fe a sus corazones.

Cuando los miembros de nuestraiglesia salen para regresar a su casa onegocio, no viven únicamente según lascircunstancias que los rodean, sino que vivenpor fe. La Biblia dice: "El justo por la fevivirá" y "conforme a vuestra fe os sea hecho---. Si no les inculcamos la fe a nuestrosmiembros, no tendrán motivo paraproclamar victoria. La fe les llega sólo a

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través del mensaje del ministro, Si elministro sólo les da una fe débil y vacilante,el demonio se aprovechará para destruir esapoca fe, Sin embargo, si tiene por base lasangre de Cristo, el demonio no podrásoportarla.

Después de cimentar mis sermonessobre la bondad de Dios y la redenciónmediante la sangre de Jesucristo, edificosobre la base de una vida triunfante. Es unprincipio bíblico innegable... desde elGénesis hasta el Apocalipsis. Este principiodel éxito se demuestra de muchas maneras.Si usted desea tener éxito financiero en sunegocio, debe aplicar el principio de lasiembra y la cosecha, pues la Biblia dice:"Dad, y se os dará; medida buena, apretada,remecida y rebosando darán en vuestroregazo; porque con la misma medida conque medís, os volverán a medir" (Lucas 6:38).¿Cómo mantener la del hogar alegre y sana?Santificando el domingo, no haciendoningún trabajo, adorando a Dios encompañía (le la familia. ¿Cómo alcanzar eléxito en los negocios? Poniendo en prácticalos principios de fe del capítulo once de laepístola a los Hebreos,

Yo les enseño esos principios del éxitoa los miembros de mi iglesia y ellos losaplican a su vida, de la misma manera quenosotros, los dirigentes de la iglesia,ponemos en práctica los principios delcrecimiento de la Iglesia mediante los gruposfamiliares. ¡Y la gente triunfa! Por tanto, notengo necesidad de ser elocuente - es más, notengo la menor intención de llegar a serlo -porque he hecho de mi púlpito un lugardesde el cual aconsejo a mi congregación.

Por consiguiente, la mejor manera depredicar es aconsejar a las personas yayudarlas a hacerles frente a sus

necesidades. Si vienen a la iglesia, es porquetienen grandes necesidades, pero si elpredicador sólo habla de teología, historia opolítica, las defraudará en sus esperanzas ynunca las ayudará en su vida personal, quees donde están necesitadas de un mensajeorientador. Lo que harán será dormitar ensus asientos.

En una ocasión, cuando regresaba aCorea después de un viaje a los EstadosUnidos, hice una escala de un día en Japón.Temía que si regresaba a Corea el sábadotendría que pasar apuros en el púlpito al díasiguiente. Por consiguiente, tenía una buenaexcusa para tornarme un día libre.

Ese domingo decidí ir a una iglesiacristiana japonesa, y el ministro de la iglesiaque escogí, usaba palabras altisonantes.Tenía un vocabulario tal, que hubiera hechofalta una enciclopedia para entenderlo. Haymuchos ministros como ése, y no sólo en elJapón. Creen que cuanto más extenso es suvocabulario, más importante será suministerio. Sin embargo, esos ministros no sedan cuenta de que la congregacióncomprende menos del cincuenta por cientode su predicación. Entonces, si lacongregación no comprende lo que elministro ha dicho, es posible que diga: --¡Qué profundo es nuestro ministro! ¿Verdadque es un erudito? - Pero cuando se preguntacuál fue el tema de la predicación, nadie sabedecirlo.

El ministro de la iglesia a la que asistíaquel domingo era uno de los ministros másimportantes de Japón, Sin embargo, me sentíincómodo y me retorcí en el asiento. Meparecía que si aquella hora no terminabapronto, me moriría. No llenaba la necesidadde mi corazón ni la de su congregación. Encambio, hablaba sobre la política

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internacional y empleaba palabrasrebuscadas que yo no comprendía.

Ahí estriba la dificultad que tienenmuchas iglesias; la razón por la cual la genteno va a ellas. ¿Para qué ir a una iglesiacristiana donde .no se habla de lasnecesidades de la gente ni de lo que sucorazón pide a gritos? No en balde lasiglesias en muchos lugares, entre ellos Japón,se consideran afortunadas cuando tienen unacongregación de cien miembros.

Yo trato por todos los medios de quemis sermones se basen en las necesidades dela gente. En una serie de sermones, porejemplo, prediqué sobre "Cómo vencer ladepresión". La gente habla sin cesar de ladepresión, así como de las dificultades en losnegocios y de los problemas económicos. Portanto, cuando predico sobre la forma detener éxito en esos campos, la gente viene ala iglesia y se sienta hasta en los pasillos paraoír el sermón. Otros permanecen de pie en laparte de atrás de la iglesia, y llenan elgimnasio y varias capillas, desde dondepueden observar y escuchar por medio de latelevisión de circuito cerrado. (Nuestraiglesia tiene cabida para diez mil personaspero, por lo regular, se aglomeran hasta unasquince mil en cada uno de los servicios deldomingo.) Saben que el sermón tratará sobrela solución de sus problemas.

Además, trato de que el sermón serelacione con la vida actual. Muchos jóvenesabandonan otras iglesias, porque sienten quelo que allí sucede no es para ellos. Dicen:"Regresaremos cuando tengamos sesentaaños de edad y los sermones nos atañan.Entonces nos podremos preparar para elcielo, porque eso es todo lo que al parecerpredican los ministros: la preparación para elcielo. Sin embargo, ahora vivimos en la tierra

y el mensaje no es el que hace falta para lavida de hoy."

Por regla general, las personas juzganlos sermones de acuerdo a sus propiosintereses. Les interesa lo que perderían oganarían, y se preguntan: -¿Qué saco yo deese sermón? - Ahora bien, cuando, el sermónresponde a sus necesidades, si en verdad lesacan algo para su vida personal, vendrán aescucharlo, aun cuando no haya aireacondicionado ni calefacción en la iglesia.

Los que van a la bolsa de valores no sepreocupan de la hora, del clima ni de losinconvenientes, y permanecen de pie con losojos fijos en las luces que les dan los preciosde compra y de venta de sus acciones. Estáninteresados - en ocasiones con desesperación- en saber si han perdido o ganado algo.

De la misma manera juzga lacongregación nuestros sermones. No estáinteresada en la elocuencia, sino en saber siha de ganar o perder algo.

Por último trato de levantar el ánimode mis oyentes con mis sermones. Trato deinculcarles con mis palabras la fe, laesperanza y el amor; trato de enseñarlescómo ser cristianos prósperos jamás losgolpeo verbalmente para abatirlos. Amenudo, cuando un recién graduado de laescuela bíblica viene a predicar a nuestraiglesia, lo primero que hace es condenar a laspersonas y machacar sobre la teología deljuicio. Luego se dice a sí mismo: - ¡Quéestupendo mensaje he predicado!

Sin embargo, ese no es nuestropropósito como ministros. No estamos aquípara condenar a las personas sino parainspirarlas y llevarlas por el camino recto. Laley mosaica fue dada para condenar, pero lagracia de Jesucristo fue dada para redimir, Elsermón más fácil de predicar - pero el más

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funesto - es el sermón en el cual se condena,Si se emplea la, espada de los DiezMandamientos, es muy fácil condenar a unapersona. No obstante, nuestra misión esinspirar a las personas, llevando la fe, laesperanza y el amor a su corazón. Tanto lospadres, como las madres, los cónyuges y loshombres de negocios, desean saber cómo sercreyentes triunfadores gracias a Jesucristo.

Esa es mi filosofía, y creo que estambién la filosofía de la Biblia. Por supuestoque hablo contra el pecado, pero no lo hagocondenando, sino de manera constructiva.Digo que si se vive en pecado se va alinfierno, pero siempre presento la respuesta:cómo salir del pecado por medio de la sangrede Jesucristo. Jamás dejo a nuestracongregación con la sensación de estarcondenada.

En Norteamérica el doctor RobertSchuller tiene un gran público en todo elpaís. La razón es que siempre predica quenecesitamos pensar en las posibilidades quele ofrece la vida al creyente, y les lleva fe,esperanza y amor a los corazones de los quelo escuchan. Cuando estoy en los EstadosUnidos y me encuentro el domingo en lahabitación de algún hotel con deseos de verun programa cristiano por televisión,sintonizo la "Hora del Poder---, del doctor

Schuller. Sé que puedo confiar en que trataráde llevar fe, esperanza y amor a mi corazón.Sus sermones siempre me inspiran.

He escuchado a otros predicadores,incluso a algunos evangelistas famosos, y aloírlos apago el televisor. Insisten encondenar a las personas, y me siento tandeprimido que termino por perder el deseode orar. En prédicas como esas, no se tieneen cuenta la sangre de Cristo, que nos haredimido del pecado.

Por esa razón, predico sobre la fe, laesperanza y el amor. Sé que mi predicaciónva dirigida a las necesidades de las personas,y que ese tipo de sermones las inspira.

Esa es mi manera de predicar y esa esmi vida. Hasta la fecha, he tenido muchoéxito; no sólo en Corea sino también en otraspartes del mundo. Puedo predicar duranteuna, dos o hasta tres horas, y la gentepermanece notablemente atenta. ¿Por qué?Porque el sermón responde a susnecesidades. Les levanto el ánimo a misoyentes al llevar fe, esperanza y amor a sucorazón. Esas personas me escuchan porquesienten que van a recibir algo valioso. Poreso permanecen todo el tiempo tranquilo yatento. De ahí que permanezcan en el local yme presten toda su atención.

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15 LAS ILIMITADAS POSIB ILIDADESDE CRECIMIENTO DE LA IGLESIA

No consideraría terminado este librosi no compartiera algo más sobre cómoemplear los principios aquí enunciados paralograr que una iglesia crezca. A pesar dehaberlo mencionado en uno de mis libros, Lacuarta dimensión (Vida, Y edición, 1981),creo conveniente compartirlo también aquí.

Un ministro puede haber adoptadotodos los principios que he enumerado aquí -delegación de autoridad y establecimiento degrupos familiares, comunión constante con elEspíritu Santo, estímulo a los dirigenteslaicos y predicación interesada en lasnecesidades de los creyentes - y estar muylejos de alcanzar un crecimiento ¡limitado ensu iglesia, tal como lo hemos experimentadonosotros en la Iglesia Central del EvangelioCompleto.

En este último capítulo, desearíamostrar cómo se deben reunir todas estascosas para lograr un crecimiento ilimitado ensu iglesia. Esa es la razón por la cual tantospastores vienen a Corea a estudiar en nuestraiglesia como también es la razón por la cualse me invita a los distintos seminarios que secelebran en todas partes del mundo. Lospastores se preguntan - ¿Cómo puedo yolograr que mi iglesia crezca de esa manera?

El primer requisito para lograr uncrecimiento verdadero e ilimitado - en unaiglesia, es fijar metas. Esto quizá parezcaobvio, pero hay que tener en cuenta que elfactor determinante es la manera de aplicarese principio. Por desgracia, es posible fijarunas metas equivocadas y hacer luegograndes esfuerzos por exhortar a los

dirigentes laicos a que traigan nuevosmiembros a la iglesia. No cabe duda de quees posible lograr cierto crecimiento de esamanera, pero pasado algún tiempo se entraráen un período de estancamiento. En elcrecimiento de la iglesia a que me refiero (yque se experimenta en nuestra iglesia), nohay períodos así.

Cuando inicié mi ministerio en 1958,no tenía la menor idea de lo que significabafijar metas, y de ahí que recurriera a todaclase de recursos para atraer nuevosmiembros. Todos fallaron. Durante losprimeros seis meses, no llevé ni una solaalma a Cristo Jesús, y por lo tanto meconvertí en un hombre frustrado. Tanto, queen ocho ocasiones estuve a punto de liar misbártulos y dejar mi ministerio. Continué,gracias al aliento que me infundía lareverenda Jashil Choi, quien más tarde seríami suegra.

En aquel entonces Dios me demostró,por intervención del Espíritu Santo, quedebía establecer metas bien definidas, nosólo para edificar una iglesia que creciera dedía en día, sino también para iniciar una vidade oración personal gloriosa. Entonces yo erasumamente pobre. Apenas tenía ingresos yvivía al día. A menudo ayunaba por lasencilla razón de que no tenía nada quecomer.

Cierto día mientras leía la Biblia, sentíel impulso de pedirle a Dios con fe lo quenecesitaba y de confiar en que lo recibiría.Hasta ese momento, lo único que sabía era loque había aprendido en la escuela bíblica:

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que sólo podíamos pedir ser salvos pormedio de la sangre de Cristo.

En aquellos momentos, misnecesidades más perentorias eran una mesa,una silla y una bicicleta, me arrodille y lepedí a Dios que me concediera esas trescosas, y oré con fe verdadera. Luego esperéque El me las proporcionara. Día tras día,mes tras mes, esperaba y contaba con ellas.Sin embargo, nada sucedía.

Al fin, frustrado del todo, desanimadoy descorazonado, clamé al Señor y El mehabló. Era la primera vez que Dios mehablaba y que estaba seguro de que era a El aquien escuchaba. Aún no sé si me habló convoz audible o si fue una impresión que sintiómi espíritu. Sé que vi una luz brillante, y querecibí un mensaje.

Dios me dijo: --- Hijo mío, no llores.He escuchado tu oración, y te he dado unamesa, una silla y una bicicleta.

Entonces le dije: - Padre, ¿estásbromeando? No tengo mesa, silla ni bicicleta,a pesar de haberlas estado esperando día trasdía.

-Si – me dijo Dios -, te las he dado enpotencia. Sin embargo, me las has pedido entérminos tan vagos, que no puedoconcedértelas. ¿No sabes que hay una docenade estilos de mesas, una docena de estilos desillas y una docena de bicicletas distintos?¿Cuáles son las que tú deseas? Especifica.Tengo mucha dificultad con mis hijosporque, a pesar de que siempre estánpidiendo, no saben con exactitud lo quequieren. Te contestaré cuando me hayaspedido de manera específica.

Entonces le dije: - Padre, pruébameeso por medio de las Escrituras. - Entonces elEspíritu me ordenó que abriera la Biblia enHebreos 11. Así lo hice, y leí desde el primer

versículo: "Es, pues, la fe la certeza de lo quese espera..."

De inmediato, mis ojos se detuvieronen las palabras "lo que se espera". Entonces,el Espíritu me dijo: - Si no tienes una ideadefinida de lo que esperas o una ideadefinida de tus objetivos, ¿cómo puedesesperar que se te concedan? ¿Cómo puedestener fe?

Uno tras otro desfilaron numerososversículos de la Biblia por mi mente, y todosestos versículos me decían que debo tenersiempre una meta bien definida. Porejemplo, cuando Jesús iba camino de Jericó,se le acercó Bartimeo, un hombre ciego. Jesúsy todos los que le acompañaba sabían lo quedeseaba Bartimeo: sanar de su ceguera. Sinembargo, aunque sabía su necesidad, Jesús lepreguntó: "¿Qué quieres que te haga?- Y elciego le dijo: "Maestro, que recobre la vista."Y Jesús le dijo: "Vete, tu fe te ha salvado"(Marcos 10:51).

Una y otra vez pude observar en lasEscrituras, que Jesús hacía preguntascategóricas y esperaba que le contestaran deacuerdo con un propósito definido.

Por tanto, al orar, comencé a pedir demanera específica, y en mi oración precisabael tamaño y modelo de la mesa que deseaba,hecha de caoba de Filipinas, y una silla conarmazón de hierro, sobre ruedas, que mepermitiera moverme de un lado para otro.Luego pedí una bicicleta de fabricaciónnorteamericana, con el cambio develocidades a uno de los lados, Fui muyconcreto en mi petición.

¡Y creí! Pasados unos meses, recibítodas esas cosas tal como las había pedido, loque me hizo comprender una gran verdad.Me di cuenta de que había orado todos losdías pidiendo un avivamiento y aún tenía la

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iglesia vacía. Sin embargo, había pedido unamesa, una silla y una bicicleta, y habíarecibido exactamente lo que había pedido.¿Podría preocuparse más Dios por una mesa,una silla y una bicicleta que por la salvaciónde las almas?

Comprendí que mi actitud en cuanto aedificar la iglesia no era la adecuada, comotampoco lo había sido mi actitud sobre laoración. Le había pedido bendiciones a Diosy esperaba que El me inundara de ellas; sinembargo, éstas no se habían materializadoporque, hasta que pedí aquellas tres cosas,mis peticiones no habían sido concretas.Entonces supe que Dios contestaría misoraciones sólo por medio de mis propiossueños, de mis aspiraciones y de mi fe.

Sabia que, en la persona del EspírituSanto, Dios estaba dentro de mí, lo quesignificaba que El no me traería lasrespuestas del exterior, sino que esasrespuestas saldrían de dentro de mi propioser.

Hoy comprendo que, para obteneruna respuesta de Dios, tenemos queproporcionarle el material necesario para queEl pueda trabajar. Si le damos poco material,las bendiciones vendrán gota a gota; pero si,por medio de la fe, logramos aumentar lacantidad de material, las bendiciones noslloverán.

En aquel entonces sólo era capaz depedir unos ciento cincuenta miembros.Pensaba que me contentaría por siempre ypara siempre con ese número de personas enmi iglesia. Por tanto, fijé una meta definidade, ciento cincuenta miembros, escribí elnúmero en un pedazo de papel y lo fijé en lapared. También lo escribí en otros pedazosde papel y los puse por todas partes, inclusoen mi billetera. Dondequiera que dirigía mis

ojos veía el número 150, hasta que llegó elmomento que me sentí totalmente saturado.

Comía con el número 150; soñaba conel número 150 y vivía con ciento cincuentamiembros en mi corazón a pesar de que micongregación se componía aún de unoscuantos miembros. Pasado algún tiempo,predicaba como si me dirigiera a cientocincuenta personas, y hasta caminaba comoun pastor que tenía ciento cincuentamiembros en su iglesia.

Antes de que hubiera transcurrido elprimer año, tenía esos ciento cincuentamiembros. Durante los primeros seis meses,había hecho grandes esfuerzos, sin quelograra llevar una sola alma a Cristo; noobstante, durante los seis meses siguientes,cuando establecí una meta definida y empecéa creer de veras, Dios contestó mis oracionesy me trajo los ciento cincuenta miembros.

Con todo, una vez que los tuve, noestuve satisfecho. ¿Quién lo podía estar conese número? Por tanto, al año siguienteestablecí una meta de trescientos, y losobtuve. Un año después, la meta fue de otrostrescientos, y para fines de 1961 teníaseiscientos miembros. Luego trasladamos laiglesia a la Puerta occidental, y esperamostres mil miembros para 1964. Fue entoncescuando surgieron las dificultades, ya que porno estar organizado para ministrar a tres milpersonas, me desplomé bajo la tensióncuando el número de miembros ascendió ados mil cuatrocientos.

La necesidad de aplicar ambosprincipios para que la iglesia crezca demanera ilimitada, es obvia. (1) Hay que teneruna visión o meta. (2) Hay que delegarautoridad en los dirigentes laicos mediante elestablecimiento de los grupos familiares.

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Cuando nos trasladamos a la islaYoido y fue construida la Iglesia Central delEvangelio Completo, fijé una meta de treintamil miembros, puesto que pensaba que comopastor, no podía ministrar a más personas.Sin embargo, cuando tuve los treinta mil medi cuenta de que podía ministrar a muchosmás. Entonces pedí cincuenta mil, luegosetenta mil y para fines de 1979 nuestraiglesia había alcanzado la meta de cien milmiembros, lo que era una gran realización.Sin embargo, sabía que aún podíamosministrar a más personas.

En la actualidad, mi meta es dequinientos mil miembros para 1984. Tengo feen que lograremos ese número, porque lavisión es muy clara. Aumentamos cincuentamil miembros en 1980, y no creo que seadifícil añadir otros setenta mil en 1981. En1982 aumentaremos otros cien mil, y en 1983otros doscientos mil,

Todo eso sucede sin gran alboroto ysin campañas especiales. Me basta con fijaruna meta, y luego le pido a Dios por ella demanera específica. Creo con verdadera fe, ylos dirigentes de los grupos familiares hacenel resto.

Además de la necesidad de fijarmetas, hay otros cuatro principios que van ala par, y que están íntimamente relacionados.

El segundo de esos principios essoñar. Hay que tener una meta, porsupuesto, pero si usted no sueña, jamás laalcanzará. El sueño (o aspiración) es lamateria prima de la cual se vale el EspírituSanto para edificar algo para usted. Cuandono se tienen aspiraciones, es imposibleproducir algo.

Los sueños y las aspiracionesconstituyen la materia prima de que se sirveel Espíritu Santo para hacer sus obras. Opino

que son el idioma del Espíritu Santo. Si ustedno habla ese idioma, no cosechará frutos. ElEspíritu Santo desea comunicarse connosotros, pero si no tenemos los sueños y lasaspiraciones, le será imposible hacerlo. En laBiblia, siempre que Dios deseaba hacer algopor alguna persona, primero poníaesperanzas y sueños en su corazón. CuandoAbraham tenía setenta y cinco años, Dios ledio la esperanza de que sería el padre demuchas naciones. Cuando tenía cien años,Abraham estaba al borde de ver cumplirse,aquella esperanza. Dios lo llamó e hizo quecontara las estrellas del firmamento, porquedeseaba que se imaginara el número de sushijos, que serían "tan numerosos como lasestrellas del cielo".

Antes de que vendieran a José comoesclavo en Egipto, Dios había puestoaspiraciones y sueños dentro de su corazón.Por medio de esas aspiraciones y sueños,Dios terminó por superar todo lo sucedidoen su vida y lo hizo primer ministro deEgipto.

Cuando me encontraba en la primeraetapa de mi obra pionera, Dios me dio unsueño. Al arrodillarme a orar, el Espíritu medijo que soñara: -Sueña con la iglesia másgrande de Corea. - En aquel entonces, miiglesia era una pobre carpa dilapidada peroDios me dijo -¡Sueña! - Desde aquelmomento aprendí a vivir en un mundo devisiones. Cuando empecé a soñar que laiglesia estaba abarrotada de gente, éstaempezó a llegar en grandes cantidades. Sin elEspíritu Santo, eso hubiera sido imposible,pero El hacía uso de mis sueños para atraer alas personas a la iglesia.

Para la mente racional, los sueños sonalgo tonto, y yo estaría de acuerdo, si setienen esos sueños sin tener una meta. No

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obstante, cuando se fija una meta y seempieza a soñar con ella, el sueño seconvierte en un sueño creativo. El EspírituSanto lo usa para traer el futuro al presente.

Hoy día los pastores de las iglesiasmás importantes de Corea observan misprincipios. Les he enseñado a aplicar losprincipios de formación de gruposfamiliares, de fijación de metas y de lossueños creativos. Excepto la IglesiaPresbiteriana, que es la segunda iglesia entamaño, con treinta y seis mil miembros, lasprincipales iglesias son, en su mayor parte,dirigidas por un pastor que ha aprendidomis principios. Una cuenta con doce milmiembros y la otra con diez mil. Cuando nosreunimos les digo: - Continúen soñando.Sólo crecerán en la medida de sus sueños.

Yo vivo todo el tiempo en un mundode sueños dados por Dios. En la actualidadvivo con quinientos mil miembros dentro demí. Esos miembros en potencia son como sifueran otros tantos huevos que incubodentro de mi espíritu. Para 1984, todos esoshuevos habrán incubado.

Dios puede llenarnos sólo en lamedida de nuestra propia capacidad y, en loque a mí respecta, mi capacidad haaumentado debido a esas aspiraciones y esossueños.

En tercer lugar, tenemos que creer.Tenemos que creer de veras para alcanzar loque pedimos, lo que soñamos, y tenernosque hablar con palabras llenas de fe jamáshemos de hablar en términos negativos: "Nopuedo hacerlo. No tengo los medioseconómicos. No tengo las fuerzas." Sidependemos del Espíritu Santo, nodependemos de nuestros propios recursos,sino de los recursos de Dios.

Por tanto, una vez que hayamos fijadola meta, una vez que hayamos soñado queesa meta se convierte en realidad y estemosconvencidos de que nuestra oración haobtenido respuesta, nuestro deber escompartirla. Yo hablo continuamente acercade esos quinientos mil miembros, y en mimente y en mi fe, me persuado de que los hede obtener.

El cuarto punto que un pastor debeobservar para que su iglesia crezca, espersuadir a la congregación en cuanto a larealidad de esa meta y hacer nacer elentusiasmo. Al hablar sin cesar de mi meta yde mis esperanzas, hago nacer el entusiasmoen las personas y las persuado de que asísucederá. Es imposible que yo solo puedaconstruir una iglesia grande. Necesito lacooperación de todos los miembros de lacongregación; ellos unen sus corazones almío para creer juntos en el crecimiento. Yohablo acerca de la meta con mis asociados, ytambién hablo de ella con los diáconos y lasdiaconisas. Les hablo de ella a lasasociaciones de mujeres y a las comunidadesde varones. Le hablo de ella a todo el mundosiempre que se me presenta la oportunidad.Al hablar así, genero fuerza, como dice laBiblia: "Porque de cierto os digo quecualquiera que dijere a este monte: Quítate yéchate en el mar, y no dudare en su corazón,sino creyere que será hecho lo que dice, loque diga le será hecho" (Marcos 11:23). Si aesa palabra se unen las voces de lacongregación, ese poder se multiplica.

Por último, hay que estar preparado.Muchas personas desean el crecimiento, perono se preparan para él. Cuando se empiece aexperimentar el crecimiento, ¿qué es lo quevan a hacer? ¿Cómo pueden estarpreparadas para el crecimiento, si no han

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empezado a levantar fondos para construiruna iglesia más grande? Cuando creamos enel crecimiento, y cuando soñemos con él,habrá llegado el momento de actuar como siya lo hubiésemos alcanzado.

En lo que a mí respecta, ya heempezado a construir una iglesia de quincepisos adyacente a la actual Iglesia Central delEvangelio Completo. El edificio costará diezmillones de dólares. El centro del edificioestará abierto desde el piso bajo hasta eldecimoquinto y en cada uno de ellos habrátelevisión de circuito cerrado para que todospuedan ver lo que sucede. En los actualesmomentos, no tengo suficientes miembrospara llenar el local, pero en mi imaginación sílos tengo. Por tanto, me he arriesgado y heempezado a construir.

Si no estoy preparado para elcrecimiento, ¿qué voy a hacer entonces contodos los nuevos miembros que vendrán a laiglesia a medida que el avivamiento seintensifique? Si no estoy preparado, perderémuchos de ellos por el solo hecho de que lesserá imposible' encontrar asiento en la iglesiacuando vengan los domingos.

Una vez terminado el edificio, voy aconstruir un nuevo complejo alrededor de laiglesia, que encierre el edificio de la iglesiaactual. Entonces derrumbaremos las paredesdel edificio interior para unirlo al que se haconstruido a su alrededor. Eso costará otrosdiez millones de dólares.

También estoy agrandando el monteOración para dar cabida a unas cinco milpersonas porque, a medida que la iglesiacrezca, muchas personas más visitarán elmonte Oración. Ahí se invertirán otros tresmillones de dólares.

¿De dónde saco todo ese dinero? Dioses mi fuente. Cuando construí el edificio

actual en la isla Yoido, empecé con una meta,con mis visiones y mis sueños; sin embargo,sólo contaba con dos mil quinientos dólares.Se había calculado que el costo sería de dosmillones en aquellos momentos. Dios mesacó adelante. De ahí que no me será difícilcreer que tendremos veintitrés millones paraesos nuevos proyectos.

Cuando las personas comprenden estavisión de futuro y se sienten muyentusiasmadas, lo menos que les preocupason las finanzas. Cada vez que empiezo unnuevo proyecto, la calculadora es mi últimorecurso. La primera pregunta que me hagoes: - ¿Es ésta la voluntad de Dios? - Si larespuesta es afirmativa, entonces mepregunto -: ¿Tenemos una meta definida?¿Podemos lograr esa meta y puede éstaresponder a todos nuestros sueños yaspiraciones? ¿Tenemos verdadera fe?¿Contamos con el entusiasmo genuino de lacongregación?

Si la respuesta a todas esas preguntases afirmativa, eso significa que deboprepararme. Ese es el momento de sacar lacalculadora y determinar el costo. Doy porsentado que el dinero vendrá y, en fe, sigoadelante y camino sobre las aguas. No sientoel viento ni veo las olas; me limito a seguiradelante.

Tenemos que demostrarle al mundo lafirmeza de la fe que tenemos. Si esperamoshasta que experimentemos el crecimiento,estaremos trabajando con dos o tres años deretraso y en ese tiempo habremos perdidomuchos miembros. La fe necesaria para esteministerio lleva consigo el riesgo.

Sería ridículo que una mujer encintadijera: -Bien, si es que voy a dar a luz unniño, esperaré hasta que eso suceda y

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entonces compraré la ropita y la cuna delbebé. - A esa mujer le faltaría algo.

Lo mismo sucede cuando damos a luzel crecimiento de la iglesia. Esto se hacerealidad porque esa iglesia creciente estádentro de nosotros. Por el poder del EspírituSanto, la llevamos en nuestro vientre. Asíserá como único podrá nacer. La iglesia no seconstruirá, sino que nacerá. Lo que hago enmi iglesia de Seúl es construir una cuna másgrande. Deseo estar preparado.

Es imprescindible que un ministro queesté interesado en el crecimiento de su iglesia- el crecimiento verdadero - piense así lasveinticuatro horas del día. No se trata dealgo que podamos dejar para el domingo ypara ciertas reuniones. El pastor lo lleva ensu seno. De esa manera, se puede hacercrecer (o dar a luz) una iglesia en cualquierlugar. El ministro no tiene que estar en laiglesia todo el tiempo para que eso suceda.Puede encontrarse a mil kilómetros dedistancia o más, y el proceso continúa. Amenudo me encuentro a miles de kilómetrosde distancia, y viajo por el extranjero hastaseis meses al año. Sin embargo, elcrecimiento de nuestra iglesia no depende demi presencia física. Depende de micapacidad para soñar y de mi fe,dondequiera que me encuentre.

Con una capacidad tal y con una fecomo esa, un ministro puede edificar unaiglesia así en cualquier lugar. Puede hacerloen Nueva York, en Guatemala, en El Cabo oen Quito. Las personas que han estudiadoconmigo, han podido establecer iglesias portodas partes del mundo cuando hanobservado esos principios. Entre ellas haycincuenta en los Estados Unidos, diez enEuropa y tres en Japón. A los seis meses defundadas, todas ellas han podido sostenerse

por sí solas, y muchas ya envían misionerosfuera del país. De acuerdo con el punto devista tradicional de la obra de misiones, esoes imposible. Sin embargo, mis discípuloshan demostrado que sí puede hacerse... aunen una zona tan pobre como Bangkok.

Hoy día, los paganos no se encuentranen ninguna selva remota. Vivimos en unmundo que el avión de propulsión a chorroha hecho muy pequeño. En treinta horaspodemos llegar a cualquier punto del globo.Los países "paganos" ya no están en "tierraslejanas". Hay paganos en todas partes. Haypaganos en los Estados Unidos, en Europa,en Corea, en América Latina y en Japón.Todos vivimos en un mundo pagano quenecesita oír el Evangelio de Cristo Jesús.

Estos principios son contrarios alpunto de vista tradicional de las misiones,que sólo ven el mundo pagano en algúnlugar remoto donde es necesario que losmisioneros de occidente que sonsubvencionados por sus iglesias centralesvayan a predicar el Evangelio. Cuandoexaminamos el reverso de la medalla en esetipo de trabajo misionero, y lo consideramosdesde el punto de vista de los paganos,vemos a esos misioneros como una fuente deriqueza, ya que traen dinero consigo. Eso eslo que ven muchos paganos: dinero yoportunidad. Sin embargo, muy pocas vecesven y comprenden realmente el Evangelio.

Por eso yo no les proporciono dineroalguno a los misioneros de mi iglesia paraque se lo entreguen a los paganos. Lossubvenciono durante seis meses, y de ahí enadelante todo corre por su propia cuenta. Lesdigo: -Los envío para que prediquen elEvangelio, y sólo el Evangelio. No les hagancreer a las personas que ustedes les traenriquezas. Sólo pueden ayudarlas eficazmente

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predicándoles el Evangelio. No se preocupenpor el dinero. Las cosas se resolverán por sísolas.

Cuando alguien aduce que no puedeser misionero porque no tiene dinero, tieneuna idea errónea del poder de Dios paraproporcionarle el sustento. Yo empecé miministerio sin un solo centavo y tenía unacarpa dilapidada como iglesia, pero jamásdependí de ningún misionero extranjero queme proporcionara el sustento. Traté con todaintención de evitar recibir cualquier ayudaeconómica de extranjeros. Desde entonces hedado millares de dólares para el trabajomisionero en otros países, incluso en losEstados Unidos y Europa.

Dios ha de ser nuestro único recurso.Si dependemos de cualquier otra fuente, notendremos a quién recurrir en tiempos deescasez. Me hice el firme propósito de queDios fuera todo mi recurso, y El jamás me hafallado. En veintitrés años he edificado tresiglesias, y Dios ha cubierto todas misnecesidades.

Nuestra iglesia ha enviado setenta ycinco misioneros a todas partes del mundo, yellos han aprendido la misma lección. Dioscubrirá todas nuestras necesidades cuandoaprendamos a tener en El nuestro únicorecurso.

Por tanto, todos debemos sentirnosllenos de ánimo. El crecimiento de nuestrasiglesias es posible si observamos losprincipios que he explicado en este libro. Elcrecimiento de la Iglesia procede del EspírituSanto, por medio de la Palabra de Dios y delos pastores que tienen fe. Si empleamos elsistema de los grupos familiares, estaremosen condiciones de levantar una iglesia encualquier lugar.