martyn hammersley - ¿que es la etnografia?

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  • 18 ETNOGRAFA

    1. La ciencia natural, concebida en trminos de lgica del experimen-to, es el modelo de la investigacin social. Aunque es cierto que los positivistas no quieren sostener que todos los mtodos de las ciencias naturales sean iguales, s que argumentan que compar-ten una lgica comn. sta es la lgica del experimento, donde variables cuantitativamente mensuradas son manipuladas con el objetivo de identificar las relaciones existentes entre ellas. Esta lgica, dicen, es la caracterstica que define la ciencia.

    2. Leyes universales. El positivismo ha adoptado una concepcin caracterstica de la explicacin, normalmente conocida como modelo de la ley protectora. Aqu los acontecimientos son ex-plicados siguiendo un mtodo deductivo al apelar a leyes uni-versales que establecen relaciones regulares entre variables, y que permanecen constantes en todas las circunstancias. Sin embargo, la versin estadstica de este modelo, en el cual las re-laciones slo tienen una determinada probabilidad de aplicarse a todas las circunstancias, ha sido la ms adoptada por los cien-tficos sociales, y esto ha motivado un gran inters por los pro-cedimientos de muestreo, especialmente en las investigaciones que utilizan encuestas. En este modelo de explicacin su punto fuerte se centra en la generalizacin de resultados.

    3. El lenguaje de la observacin neutral. Por ltimo, los positivistas dan prioridad a los fenmenos que son observables de manera directa; cualquier apelacin a factores intangibles corre el ries-go de ser descalificada como especulacin metafsica. Las teo-ras cientficas deben fundarse en -y estar probadas por medio de- descripciones que simplemente correspondan al estado de las cosas, sin presupuestos tericos, quedando as libre de du-das. Esta fundamentacin puede consistir en datos proporcio-nados por los sentidos, como en el empirismo tradicional o, como en versiones ms tardas, del mbito de lo directamente obser-vable: el movimiento de los objetos fsicos; el mercurio en un ter-mmetro, por ejemplo, permite alcanzar ms fcilmente un con-senso entre todos los observadores. As pues, el nfasis se centra en la estandarizacin de los procedimientos de recoleccin de datos, y lo que se intenta con ello es elaborar criterios de medi-cin estables para todos los observadores. Si los criterios son fiables en este sentido, se afirma que se tendr una base terica-mente neutra sobre la que trabajar.

    Un aspecto central en el positivismo es, por lo tanto, la determi-nada concepcin del mtodo cientfico, siguiendo el modelo de las

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    ciencias naturales y, en particular, el de la fsica (Toulmin, 1972). Mtodo, en este caso, quiere decir verificacin de teoras. Se traza una distincin radical entre el contexto de los descubrimientos yel contexto de la justificacin (Reichenbach, 1938 y 1951). La cues-tin de cmo se generan las ideas tericas pertenece al pasado y es-t fuera de los lmites del mtodo cientfico. Los procedimientos utilizados en el contexto de justificacin marcan la diferencia entre la ciencia y el sentido comn, con el objetivo de reemplazar ste por un cuerpo de conocimientos cientficos.

    As pues, la caracterstica ms importante de las teoras cientfi-cas es que estn abiertas y sujetas a una aprobacin: pueden ser confirmadas o negadas. Este procedimiento requiere del control de las variables, que puede lograrse mediante el control fsico, como en los experimentos, o mediante el anlisis estadstico de un amplio nmero de casos, como en la investigacin mediante encuestas. Sin control sobre las variables, se afirma, no se puede sino especular acerca de las relaciones causales, pues no se tiene una base para comprobar las hiptesis. As, el proceso de comprobacin impli-ca comparar lo que afirma la teora acerca de lo que debera suce-der en ciertas circunstancias con lo que realmente sucede; en otras palabras, compararla con los hechos. Estos hechos se recogen mediante mtodos que, al igual que los hechos que tratan, son ob-servados como neutrales respecto a la teora; o sea, se asume que no pueden proporcionar una prueba conclusiva para la teora. En par-ticular, todos los intentos se llevan a cabo para eliminar el efecto del observador al desarrollar un conjunto explcito y estandarizado de procedimientos de obtencin de datos, lo que requiere una rplica por parte de los otros para poder evaluar la fiabilidad de los hallaz-gos. En una investigacin basada en encuestas, por ejemplo, el com-portamiento de los entrevistadores est especificado tpicamente respecto a la redaccin de las preguntas y al orden en el que son rea-lizadas. En los experimentos, el comportamiento del investigador y las instrucciones que ofrece a los sujetos estn estrictamente de-finidas. Se afirma que si puede asegurarse que todos los que res-ponden a la encuesta o los sujetos experimentales en estudio y sus correspondientes respuestas se encaran con el mismo tipo de est-mulos, entonces sus respuestas sern contrastables. All donde no se emplean estos procedimientos explcitos y estandarizados, como en la observacin participante, resulta imposible saber cmo interpre-tar las respuestas, pues no se tiene idea de a qu han respondido. Dicho de otro modo, los positivistas argumentan que slo mediante un ejercicio de control fsico y estadstico de variables y gracias a un

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    riguroso sistema de medicin, la ciencia puede producir un corpus de conocimiento cuya validez sea conclusiva, reemplazando as los mitos y dogmas del sentido comn.

    La investigacin cualitativa no se ajusta a estos cnones positi-vistas, y como resultado se convierte en objeto de crtica al carecer de rigor cientfico. Algunas veces se desestima como inapropiada

    . para la ciencia social, sobre la base de que los datos y hallazgos que produce son subjetivos, slo impresiones idiosincrsicas de uno o dos casos que no proporcionan unos fundamentos slidos para el anlisis cientfico riguroso. Como reaccin a esto, los etngrafos desarrollaron una visin alternativa de la naturaleza propia de la investigacin social, a menudo denominada naturalismo (Lofland, 1967; Blumer, 1969; Matza, 1969; Denzin, 1971; Schatzman y Strauss, 1973; Guba, 1978). Tambin apelaron en alguna ocasin a las cien-cias naturales como modelo, pero su concepcin de este mtodo era diferente al de los positivistas, y el ejemplo habitual era la bio-loga del siglo XIX ms que la fsica del siglo xx.

    El naturalismo propone que, en la medida de lo posible, el mun-do social debera ser estudiado en su estado natural, sin ser con-taminado por el investigador. Procedimientos naturales en lugar de artificiales, como experimentos o entrevistas formales, debe-ran ser la principal fuente de datos. Adems, el desarrollo de la in-vestigacin debe tener en cuenta el respeto a la naturaleza dellu-gar. El principal objetivo debera ser describir qu sucede en el lugar, cmo la gente involucrada entiende sus propias acciones y las de los otros, y el contexto en el que la accin sucede.

    Un elemento clave para el naturalismo es la insistencia en que el investigador adopte una actitud de respeto o aprecio hacia el mundo social. Como dice Matza, el naturalismo es la perspectiva que permanece fiel a la naturaleza del fenmeno que se est estu-diando (1964, pg. 5). Esto se contrapone a la concepcin positi-vista del mtodo cientfico como una reconstruccin de la expe-riencia de las ciencias naturales:

    La realidad existe en el mundo emprico y no en los mtodos usados para estudiar ese mundo; sta debe ser descubierta en el anlisis de ese mundo. Los mtodos son meros instrumentos diseados para identifi-car y analizar el carcter inmutable del mundo emprico y, como tales, su valor existe slo en la medida en que son apropiados para la realiza-cin de esta tarea. En este sentido fundamental, los procedimientos empleados en cada fase de la accin cientfica investigadora deberan ser valorados en trminos de su grado de respeto a la naturaleza del

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    mundo emprico que estudian, si lo que ellos presentan como el verda-dero significado del mundo emprico lo es realmente.

    (Blumer, 1969, pgs. 27-28)

    De acuerdo con esta perspectiva, un primer requisito de la inves-tigacin social es ser fiel a los fenmenos que se estn estudiando, y no a algn cuerpo particular de principios metodolgicos, aunque ste se encuentre slidamente fundamentado por argumentos filo-sficos.

    Adems, los naturalistas entienden los fenmenos sociales como algo sustancialmente diferente de los fenmenos fsicos. En este sen-tido, los naturalistas se mueven en un campo amplio de ideas filos-ficas y sociolgicas, pero especialmente en una interaccin simbli-ca, fenomenolgica y hermenutica. A partir de diferentes puntos de partida, estas tradiciones coinciden en que el mundo social no pue-de ser entendido en trminos de relaciones causales o mediante el encasillamiento de los acontecimientos sociales bajo leyes universa-les. Esto es as porque las acciones humanas estn basadas, o induci-das, por significados sociales: intenciones, motivos, actitudes, creen-cias. As por ejemplo, en el corazn de la interaccin simblica yace una reaccin contra el modelo de comportamiento humano basado en la dinmica estmulo-respuesta, desarrollado por los argumentos metodolgicos del positivismo. Segn el punto de vista de los inte-raccionistas, la gente interpreta estmulos, y esas interpretaciones, sujetas a una continua revisin conforme al discurrir de los aconte-cimientos, moldean sus acciones. Como resultado, los mismo est-mulos fsicos pueden significar cosas diferentes para personas dife-rentes e incluso para las mismas personas en situaciones diferentes. Mehan aporta un ejemplo concluyente relacionado directamente con el tipo de recoleccin de datos que propone el positivismo:

    Una pregunta de [un] test de desarrollo de lenguaje le propone al ni-o escoger como el animal que puede volar entre un pjaro, un ele-fante y un perro. La respuesta correcta (obviamente) es el pjaro. Algu-nos nios de primero, sin embargo, escogen el elefante al mismo tiempo que el pjaro como respuesta a la pregunta. Cuando les pre-gunto despus por qu escogen esa respuesta ellos contestan: Por Dumbo. Dumbo, por supuesto, es el elefante volador de Disney, bien conocido por los nios que ven televisin o leen libros infantiles como un animal volador.

    (Mehan, 1974, pg. 249)

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    Dicha indeterminacin respecto a la interpretacin condiciona los intentos de desarrollar unas medidas estndar respecto al com-portamiento humano. Las interpretaciones del mismo conjunto de instrucciones de experimentacin o de preguntas variarn induda-blemente entre diferentes personas y circunstancias.

    De manera igualmente significativa, los naturalistas argumen-tan que esto es debido a que el comportamiento de las personas no se produce de manera mecnica, no se somete al conjunto de an-lisis causales y a la manipulacin de variables que caracterizan la investigacin cuantitativa inspirada en el positivismo. Cualquier esperanza a la hora de descubrir leyes de comportamiento hu-mano es vana, sugieren, pues el comportamiento humano se cons-truye y reconstruye de manera continua sobre la base de las inter-pretaciones que las personas hacen de las situaciones en que se encuentran.

    De acuerdo con el naturalism0, para comprender el comporta-miento de la gente debemos aproximarnos de forma que tengamos acceso a los significados que guan ese comportamiento. Afortuna-damente, las capacidades que hemos desarrollado como actores sociales pueden darnos ese acceso. Como observadores participan-tes podemos aprender la cultura o subcultura de las personas que estamos estudiando. Podemos interpretar el mundo de la misma forma que ellos lo hacen, y as aprender a comprender su compor-tamiento de un modo diferente al de los cientficos naturalistas acerca de la comprensin del comportamiento de los fenmenos f-sicos. (Esta forma de comprensin de los fenmenos sociales es a menudo definida como Verstehen. Vase Truzzi, 1974, para debatir y aclarar la historia de este concepto.)

    La necesidad de aprender la cultura de aquellos a quienes esta-mos estudiando es mucho ms obvia en el caso de las sociedades distintas a la nuestra. Aqu no slo no podemos saber el por qu la gente hace lo que hace, muchas veces ni siquiera sabemos qu es lo que estn haciendo. Nos encontramos as en la situacin de extra-amiento referida por Schutz (1964). Schutz cuenta que durante las semanas y los meses siguientes a la llegada del inmigrante a la sociedad de acogida, lo que l o ella pensaban sobre aquella socie-dad se revela de dudosa validez, incluso falso. Adems, aspectos que ignoraban porque previamente se haban considerado de poca importancia, paulatinamente adquieren gran significacin, lo que hace necesario afrontarlos para cumplir objetivos importantes, tal vez incluso hasta para lograr la propia supervivencia del recin lle-gado. En el proceso de aprendizaje de cmo comportarse en las si-

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    tuaciones extraas que componen el nuevo ambiente, el forastero va adquiriendo un conocimiento interno que suplanta al conoci-miento externo previo. Schutz seala que, como consecuencia de verse forzado a entender la cultura de la sociedad de acogida, el ex-trao adquiere cierta objetividad no accesible a los miembros de la cultura en cuestin. stos viven dentro de su cultura, incapaces de verla como algo que no sea un simple reflejo de cmo es el mun-do. A menudo no son conscientes de elementos fundamentales, muchos de los cuales son distintivos de esa cultura y moldean su visin.

    El ejemplo de Schutz acerca de la experiencia del forneo seala de manera ms precisa el trabajo del antroplogo, que habitual-mente estudia sociedades muy diferentes a la suya. Sin embargo, la experiencia del extrao no queda restringida a aquellos que se tras-ladan a vivir a una sociedad diferente. El movimiento entre grupos dentro de una sociedad concreta puede producir los mismo efectos, aunque generalmente de forma ms suave. Existen diferentes estra-tos o crculos de conocimiento cultural dentro de una misma socie-dad. De hecho, esto resulta particularmente cierto en las modernas sociedades industriales con su compleja divisin de labores, la mul-tiplicidad de estilos de vida, la diversidad tnica y las comunidades desviadas, y tambin las subculturas, as como las perspectivas que mantienen, y que son generadas por estas divisiones sociales. sta es una de las principales razones para la investigacin segn la so-ciologa de la Escuela de Chicago. Trazado segn la analoga de la ecologa animal y vegetal, los miembros de esa Escuela redactaron un documento que diferenciaba modelos de vida que podan encon-trarse en diferentes partes de la ciudad de Chicago, desde la alta sociedad de la denominada costa dorada a los mugrientos gue-tos de la Little Sicily. Posteriormente, el mismo tipo de aproxima-cin fue aplicado a las culturas y los trabajos, las organizaciones y los grupos desviados, as como a otros mundos sociales ms difu-sos (Strauss, 1978 y 1993), como el arte (Becker, 1974), las apuestas (Scott. 1968) o el trfico de droga organizado (Adler, 1993).

    Segn la explicacin naturalista, el valor de la etnografa como mtodo de investigacin social se basa en la existencia de dichas variaciones en los modelos culturales de las sociedades, y su signi-ficacin para la comprensin de los procesos sociales. La etnogra-fa explota la capacidad que todo actor social posee para aprender nuevas culturas, y la objetividad que estos procesos ponen en fun-cionamiento. Incluso all donde est investigando un grupo fami-liar o un ambiente, al observador participante se le pide que lo tra-

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    te como si fuera antropolgicamente extrao, en un esfuerzo por hacer explcitos los supuestos que l ha dado por garantizados co-mo miembro de dicha cultura. De este modo se espera que la cultura se convierta en un objeto susceptible de ser estudiado. El naturalis-mo propone que mediante la marginalidad, segn una perspectiva y una posicin social, es posible construir una explicacin de la cultura investigada en la que sta aparezca como independiente y externa al investigador; en otras palabras, como un fenmeno na-tural. De hecho, la principal finalidad es la descripcin de culturas. Se renuncia a la bsqueda de leyes universales en favor de descrip-ciones detalladas de la experiencia concreta de la vida dentro de una cultura particular, y de las reglas o patrones sociales que la construyen. Los intentos de ir ms all de esto, como por ejemplo explicar formas concretas de cultura, a menudo son desestimados. Como dice Denzin (1971, pg. 168), los naturalistas se resisten a los esquemas o modelos que simplifican la complejidad de la vida cotidiana; aunque algunas formas de teora, aquellas que son en-tendidas como capaces de captar la complejidad social, son reco-mendadas habitualmente, de manera especial la teora bsica de Glaser y Strauss (Glaser y Strauss, 1968; Strauss y Corbin, 1990; pero vase tambin Williams, 1976).

    En los ltimos aos, la influencia del positivismo ha decado y con ella, en muchas reas, el dominio del mtodo cuantitativo. Sin embargo, al mismo tiempo el naturalismo ha sido atacado desde posturas de investigacin cualitativa. En la siguiente seccin ex-ploraremos estos desarrollos ms recientes.

    Los ANTIRREALISTAS y LAS CRTICAS POLTICAS DEL NATURALISMO

    Como hemos sealado anteriormente, en la pasada dcada exis-tieron tendencias de desarrollo en conflicto dentro de la metodolo-ga de la investigacin sociaL Por un lado, exista una creciente aceptacin de la etnografa y del mtodo cualitativo, as como in-tentos de combinarlos con tcnicas cuantitativas. Por otro lado, se critic a este tipo de movimientos por eludir los pilares contra-puestos, tanto filosficos como polticos, sobre los que se erigan las investigaciones cualitativas y cuantitativas respectivamente (Smith y Heshusius, 1986; Smith, 1989; Guba, 1990). Tambin se critica-ron formas de pensamiento y de trabajo etnogrfico arcaicas por traicionar la influencia del positivismo y el cientifismo. Lo que se-ala este dato es que, a pesar de sus diferencias, el positivismo y el

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    naturalismo tienen muchas cosas en comn. Ambos apelan al mo-delo de ciencia natural, a pesar de interpretarlo de diferente mane-ra. Como resultado, los dos estn comprometidos con la idea de en-tender los fenmenos sociales como objetos existentes de manera independiente a la investigacin. Del mismo modo, ambos buscan el compromiso prctico y poltico por parte de los investigadores, en su mayora ajenos al proceso de investigacin; de hecho, como fuente de distorsin de cuyos efectos tienen que protegerse para preservar la objetividad. Muchos etngrafos empezaron a pregun-tarse acerca del compromiso de la investigacin cualitativa respec-to al naturalismo, desafiando uno o ambos supuestos. Surgieron dudas respecto a la capacidad de la etnografa a la hora de retratar el mundo social en el sentido que requera el naturalismo. Del mis-mo modo, el compromiso de los viejos tipos de etnografa hacia cierto tipo de valor de neutralidad fue cuestionado y se recomen-daron las formas de intervencionismo poltieo de la etnografa. Debemos observar estos aspectos de la crtica al naturalismo de manera diferenciada, a pesar de que a menudo estn relacionados estrechamente.

    Cuestionar el realismo

    Hoy en da muchos crticos del positivismo y del naturalismo los niegan basndose en que ambos asumen que la labor del investiga-dor social es representar los fenmenos sociales de cierta manera literal: para documentar sus mecanismos y explicar sus aconteci-mientos. Lo que se cuestiona es algo que a veces se refiere al realis-mo. En parte, la crtica al realismo aparece a partir de una tensin, en el interior de la etnografa,' entre el naturalismo caracterstico del pensamiento metodolgico de los etngrafos y el constructivis-mo y el relativismo cultural que relaciona su comprensin de las perspectivas y el comportamiento de la gente como construccin del mundo social, tanto a travs de sus interpretaciones del mismo como a travs de acciones basadas en dichas interpretaciones. Ade-ms, a veces estas interpretaciones reflejan diferentes culturas; as pues existe un sentido mediante el cual las acciones de la gente crean diferentes mundos sociales (Blumer, 1969, pg. 11). Pero el constructivismo y el relativismo son compatibles con el naturalis-mo nicamente en tanto que no se aplican en la investigacin etno-grfica en s. En cuanto vemos a etngrafos construyendo el mun-do social mediante la interpretacin que hacen de l, aparece un

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    conflicto con el realismo naturalista construido dentro de la meto-dologa etnogrfica.

    Esta fuente interna de dudas acerca del realismo se vio reforza-da por el impacto de diferentes desarrollos externos. Uno de ellos fueron los cambios en el campo de la filosofa de la ciencia. A pesar de que hasta principios de los aos cincuenta el positivismo haba dominado este campo, a partir de ese momento el dominio empez a decrecer, dando lugar finalmente una serie de posiciones alterna-tivas, algunas de ellas contrarias al realismo. Un signo de este cam-bio fue el enorme impacto del libro de Thomas Kuhn The Structure of Scientific Revolutions* (Kuhn, 1970; publicado inicialmente en 1962). Kuhn se posicionaba en contra de las visiones de la historia de la ciencia que la retrataban como un proceso de desarrollo acu-mulativo hacia la verdad, conseguida mediante la investigacin ra-cional fundada en la evidencia. l mostr, y otros tambin lo hicie-ron, que el trabajo de los cientficos en los mayores desarrollos cientficos del pasado estaba relacionado con supuestos tericos acerca del mundo que no se basaban en investigaciones empricas, y ahora muchos de ellos son juzgados como falsos. Kuhn incluso afirm que la historia de la ciencia, ms que mostrar el crecimien-to gradual del conocimiento, est puntuada por perodos de revo-lucin cuando los supuestos tericos que forman el paradigma con el que los cientficos de un campo particular han operado hasta ese momento cambian y son reemplazados. Un ejemplo es el salto desde la fsica newtoniana a la teora de la relatividad y la mecni-ca cuntica a principios del siglo xx. El cambio de un paradigma por otro, de acuerdo con Kuhn, no slo tiene lugar segn la simple comprobacin racional de la evidencia. Los paradigmas son incon-mensurables, dibujan el mundo de maneras incompatibles, as que los datos en s se interpretan de manera diferente si se trabaja con diferentes paradigmas. Esto implica que la validez de las afirma-ciones cientficas es siempre relativa, depende del paradigma con que son juzgadas, nunca es un mero reflejo de territorios indepen-dientes de realidad.

    El trabajo de Kuhn materializaba la mayora de los argumentos contra el positivismo que se haban convertido en influyentes: que no existe un fundamento de observacin terico-neutral con el que las teoras puedan ser probadas, y que los juicios acerca de la validez de las teoras nunca estn totalmente determinados por una

    * Trad. cast.: l estructura de las revoluciones cientf(icas, Madrid, Fondo de Cultura Eco-nmica de Espaa, 20CO.

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    evidencia. Tambin propuso una concepcin alternativa de la cien-cia que contrastaba ampliamente con el modelo positivista. Sin em-bargo, su crtica tambin apuntaba contra el naturalismo, contra la idea de un investigador en contacto directo con la realidad, como haba hecho contra el positivismo: en su explicacin, todo conoci-miento del mundo est mediatizado por una serie de supuestos pa-radigmticos. Adems, la visin alternativa que l ofreca haca que los cientficos naturalistas aparecieran como personas ms capaces de construir sus mundos sociales de lo que los etngrafos eran ca-paces con sus relatos. y los socilogos de la ciencia, consecuente-mente, produjeron etnografas del trabajo de los cientficos natura-les en esa lnea (Latour y Woolgar, 1979; Knorr-Cetina, 1981). En este sentido, la ciencia natural pas de ser el principal modelo me-todolgico para la investigacin social a ser un objeto de investiga-cin sociolgica; y para los etngrafos esto produjo el conflicto en-tre el naturalismo y el constructivismo en su propio seno.

    Tan importante como los desarrollos dentro de la filosofa de la ciencia para la aparicin de dudas acerca del realismo fue la in-fluencia de diferentes tendencias de la filosofa continental europea. El naturalismo se vio influenciado por las ideas acerca de la herme-nutica del siglo XIX, sobre la interpretacin de los textos histricos, y en particular por el trabajo de Dilthey. sta fue la fuente de la idea, mencionada anteriormente, de que el entendimiento socio-cultural adquiere una forma diferente para la comprensin de los fenmenos fsicos. En el siglo xx, sin embargo, esta temprana tradi-cin hermenutica fue cuestionada por una nueva forma de her-menutica filosfica. All donde anteriormente los textos humanos de comprensin haban sido presentados como un riguroso proce-so de recuperacin del significado que pretenda darle el autor y lo-calizarlo en los lugares culturalmente relevantes, la hermenutica filosfica observaba el proceso de comprensin como un reflejo ine-vitable de los prejuicios, la pre-comprensin, del intrprete. La in-terpretacin de textos, y P

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    lleva a preguntarse acerca de la idea de que los etngrafos pueden captar los significados sobre la base de los actos de la gente, y ha-cerlo en campos relacionados: dichos significados no son estables; no son propiedades individuales, sino que reflejan la constitucin de las subjetividades a travs del lenguaje. Tambin resulta impor-tante la desautorizacin que la deconstruccin realiza respecto a las distinciones entre diferentes gneros de escritura: entre escri-tores y crticos, entre ficcin y no ficcin, de hecho, entre escritu-ra literaria y escritura tcnica en general. Esto llev al reconoci-miento del hecho de que el lenguaje utilizado por los etngrafos en sus escritos no es un medio transparente que permite ver la reali-dad a travs suyo, sino que es ms bien una construccin que esboza en muchos casos las estrategias retricas utilizadas por los perio-distas o incluso los novelistas. A partir de estos supuestos, algunos llegaron a la conclusin de que los fenmenos descritos en los in-formes etnogrficos haban sido creados mediante las estrategias retricas empleadas, ms que tratarse de hechos externos al texto; en pocas palabras, a menudo esta relacin con la retrica se asoci a formas de antirrealismo (vase, por ejemplo, Tyler, 1986).

    El trabajo de Foucault se basa tambin en la negacin del realis-mo. l destaca el hecho de que la investigacin social es un fen-meno sociohistrico, algo que funciona como parte del proceso de vigilancia y control, algo que l entiende como mecanismo central de la sociedad moderna. Sus productos reflejan su carcter social, ms que representar cierto mundo independiente del mismo. Fou-cault argumenta que los diferentes regmenes de verdad se esta-blecen en distintos contextos, reflejando el juego de diversas fuentes de poder y resistencia. As pues, lo que se trata como verdadero y falso, en la investigacin social o en cualquier otro campo, est cons-tituido mediante un ejercicio de poder. (Para un debate sobre las implicaciones del trabaj de Foucault en la etnografa, vase Gru-bium y Silverman, 1989.)

    Mientras que el realismo no fue abandonado por completo por la mayora de los etngrafos, la idea de que los relatos etnogrficos pueden representar la realidad social de una manera relativamente poco problemtica ha sido rechazada; y la duda ha llegado hasta la afirmacin de la autoridad cientfica asociada al realismo. Incluso en el trabajo de Foucault encontramos un vnculo directo con la se-gunda crtica del naturalismo: su negacin de la investigacin pol-tica y social.

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    La poltica de la etnografa

    Los naturalistas comparten con los positivistas un compromiso con la produccin de relatos respecto a cuestiones factuales que re-flejan la naturaleza de los fenmenos estudiados ms que los valo-res o las implicaciones polticas del investigador. Por supuesto, am-bos reconocen que la investigacin prctica se ve afectada por los valores del investigador, pero la intencin de los naturalistas era li-mitar la influencia de dichos valores en la medida de lo posible, pa-ra alcanzar conclusiones que fueran ciertas independientemente de determinadas posturas de valor. En los ltimos aos, todos los esfuerzos en pos de la neutralidad de los valores y de la objetividad han sido cuestionados, a veces reemplazndolos por la defensa de una investigacin abiertamente ideolgica (Lather, 1986).

    Esto es, en parte, el resultado de una influencia continuada del marxismo y de la teora crtica, pero igualmente importante ha sido el impacto del feminismo. Desde el punto de vista tradicional del marxismo, la distincin entre hechos y valores es un producto histrico, algo que puede superar el futuro desarrollo de la socie-dad. Los valores remiten al potencial humano que se construye en el desarrollo de la historia. En este sentido, los valores son hechos incluso cuando tal vez no hayan encontrado una realizacin en el mundo social. Adems, proporcionan la clave para la comprensin de la naturaleza de las condiciones sociales del presente, el pasado y el futuro. !-_

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    investigacin etnogrfica tiene que estar relacionda no simple-mente con la comprensin del mundo, sino con la aplicacin de sus logros para propiciar un cambio.

    Existen diferencias en la observacin de la naturaleza del cambio que debe promoverse. En ocasiones tiene que ver con hacer que la investigacin sea ms relevante para la poltica aplicada o para al-guna forma de prctica profesional, como con algunas versiones del movimiento del profesor-corno-investigador (vase, por ejemplo, Hustler y otros, 1986). De manera alternativa, podra decirse que la investigacin puede ser emancipadora. Esto ha sido propues-to por las feministas, para las que el objetivo es la emancipacin de la mujer (y del hombre) del patriarcado (Lather, 1991; Fonow y Cook, 1991); pero algo semejante tambin se puede encontrar en los escritos de los etngrafos crticos y de los defensores de la investi-gacin de accin emancipadora, para los que el objetivo de la inves-tigacin es alcanzar la transformacin de las sociedades occidenta-les hasta alcanzar los ideales de libertad, igualdad y justicia (Carr y Kemmis, 1986; Kemmis, 1988; Gitlin y otros, 1989).

    Por supuesto, bajo la premisa de que cualquier posibilidad de produccin de conocimiento est socavada por los argumentos an-tirrealistas trazados en anteriores pginas, una relacin con los efectos de la investigacin puede parecer un objetivo alternativo apropiado para la tradicional bsqueda de la verdad. Esta lnea tambin ha llevado al crecimiento de concepciones de mayor inter-vencin de la etnografa. En este sentido, el postestructuralismo ha contribuido a la politizacin de la investigacin social, a pesar del hecho de que simultneamente parece socavar todos los ideales po-lticos (Dews, 1987).

    REFLEXIVIDAD

    La crtica del naturalismo que hemos esbozado es entendida a veces como una excrecencia del carcter reflexivo de la investiga-cin social. Se dice que donde fallan tanto el positivismo como el naturalismo es en el hecho de que los investigadores sociales for-man parte del mundo social que estudian. La separacin entre ciencia y sentido comn, entre las actividades del investigador y las de los investigados, permanece en el centro tanto del positivismo como del naturalismo. Esto lleva a la obsesin que ambos tienen por eliminar los efectos del investigador sobre los datos. Para unos la solucin es la estandarizacin de los procedimientos de investi-

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    gacin, para los otros es la experiencia directa del mundo social, cuya versin extrema sera aconsejar al etngrafo que se rinda a las culturas que desea estudiar (Wolff, 1964; Jules-Rosette, 1978a y b). Ambas posiciones asumen que es posible, al menos en teora, aislar una serie de datos no contaminados por el investigador, posi-ble en cuanto ste se ha vuelto autmata o receptor neutral de ex-periencias culturales. Sin embargo, es intil perseguir este tipo de cosas en la investigacin emprica puesto que cualquier tipo de da-tos presupone un trasfondo terico (Hanson, 1958).

    As pues, reflexividad implica que las orientaciones de los inves-tigadores pueden tomar forma mediante su localizacin sociohis-trica, incluyendo los valores e intereses que estas localizaciones les confieren. Lo que esto representa es una negacin de la idea de que la investigacin saciares, o puede ser, realizada en una especie de territorio autnomo aislado de la sociedad al completo y de la biografa particular del investigador, en el sentido de que sus logros pueden quedar a salvo de los procesos sociales y de las caractersti-cas personales. Tambin se ha sealado que la produccin de cono-cimiento de los investigadores tiene sus consecuencias. Como m-nimo, la publicacin de sus conclusiones puede marcar el clima en que las decisiones polticas y prcticas son llevadas a cabo, e inclu-so puede estimular directamente ciertas acciones concretas. Tam-poco las consecuencias de la investigacin son neutrales o necesa-riamente deseables. De hecho, algunos comentaristas entienden la investigacin social como el hecho de desempear un papel inde-seable a la hora de apoyar uno u otro aspecto del statu quo poltico en las sociedades occidentales.

    No cabe duda de que la reflexividad es un mecanismo significa-tivo dentro de la investigacin social. De hecho, en un sentido to-das las investigaciones sociales toman la forma de una observacin participante: esto implica la participacin en el mundo social, en el papel que sea, y verse reflejada en los productos de esta participa-cin. Sin embargo, no podemos esgrimir las mismas conclusiones a partir de la reflexividad de la investigacin social como hacen muchos crticos del naturalismo. Para nosotros, el reconocimiento de la reflexividad implica que existen elementos de positivismo y naturalismo que deben ser dejados de lado; pero esto no significa que se deban negar todas las ideas asociadas con estas dos lneas de pensamiento. As pues, no entendemos la reflexividad como el debilitado compromiso de los investigadores respecto al realismo. Segn nuestro punto de vista, slo determina las formas ingenuas de realismo que asumen que el conocimiento se debe basar en cier-

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    tos fundamentos absolutamente seguros. De manera similar, no creemos que la reflexividad implique que la investigacin sea nece-sariamente poltica, o que deba ser poltica en el sentido de servir a una causa poltica particular o a unos fines prcticos. Para noso-tros, el principal objetivo de la investigacin es, y debe seguir sien-do, la produccin de conocimiento.

    Reflexividad y realismo

    Es cierto que no podemos evitar relacionar el conocimiento con el sentido comn ni tampoco, a veces, podemos evitar cau-sar un efecto en los fenmenos sociales que estudiamos. En otras palabras, no existe una manera en la que podamos escapar del mundo social con la intencin de estudiarlo. Afortunadamente, esto no resulta necesario desde un punto de vista realista. Hay una pequea justificacin para negar todo conocimiento basado en el sentido comn, as como la hay para tratarlo como vlido en s mismo: no disponemos de un estndar externo, absolutamen-te conclusivo con el que juzgarlo. Pero podemos trabajar con el conocimiento del que disponemos, mientras que reconocerlo puede ser errneo y conllevar una indagacin sistemtica all donde las dudas parezcan justificadas; y haciendo esto podemos basarnos en la razonable suposicin de que estamos intentando describir los fenmenos tal como son, y no meramente como los percibimos o como nos gustara que fueran (Hammersley, 1992, cap. 3). En nuestras actividades diarias nos basamos en supues-tos acerca del mundo; pocos de ellos podran ser sometidos a exa-men, y ninguno sera aprobado por completo. La mayora de las veces esto no nos afecta, y en este sentido la investigacin social no es diferente de otras actividades. Necesitamos reflexionar slo sobre lo que parece problemtico, mientras que dejamos abierta la posibilidad de que lo que habitualmente no resulta problemti-co pueda serlo en el futuro.

    Tambin es importante reconocer que la investigacin es un proceso activo, en el que los relatos sobre el mundo se producen mediante la selectiva observacin y la interpretacin terica de lo que se ve, haciendo preguntas concretas e interpretando las res-puestas, escribiendo notas de campo y transcribiendo grabaciones de audio y vdeo, as como escribiendo las conclusiones de la in-vestigacin. Y es verdad que ltimamente ciertos aspectos de este proceso no han recibido la atencin que merecen. Sin embargo, de-

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    cir que nuestros logros, e incluso nuestros datos, se construyen no implica automticamente que no representen o no puedan repre-sentar los fenmenos sociales. Creer que lo hacen es asumir que la nica forma verdadera de representacin llevara a que el mundo imprimiera sus caractersticas en nuestros sentidos, un relato muy poco plausible del proceso de percepcin (Gregory, 1970).

    De igual modo, el hecho de que como investigadores estemos en disposicin de crear un efecto en la gente que estudiamos no signi-fica que la validez de nuestras conclusiones quede restringida a los datos de situaciones provocadas en las que hemos confiado. Pode-mos minimizar la reaccin y/o dirigirla. Pero tambin podemos utilizarla: la forma en que la gente responda a la presencia del in-vestigador puede proporcionar tanta informacin como la reaccin ante otras situaciones. De hecho, ms que enredarnos en ftiles in-tentos de eliminar por completo los efectos del investigador, debe-ramos intentar comprenderlos, un tema que Schuman ha seala-do en relacin con las encuestas sociales:

    La posicin bsica que tomar es sencilla: los artificios estn en la mente de quien los ve. Fuera de una o dos excepciones, los problemas que ocurren durante las encuestas, si los tomamos en serio como acon-tecimientos de la vida, son oportunidades que se nos brindan para una mejor comprensin. Aqu distinguimos entre la encuesta simple y la encuesta cientfica. [ ... ] Una concepcin simplista de la investigacin de encuestas toma las respuestas literalmente, omite las entrevistas co-mo fuentes de influencia y no lleva en serio el problema del muestreo. Una persona que procede de esta manera probablemente caer en la trampa de su instrumental analtico. La encuesta cientfica, por el con-trario, valora la investigacin con encuestas en tanto que bsqueda de significados; las ambigedades del lenguaje y de la comunicacin, las discrepancias entre actitudes y comportamientos, incluso los proble-mas sin respuesta, en vez de ser ignorados o simplemente vistos como obstculos a la investigacin eficiente, proporcionan una parte impor-tante de la informacin.

    (Schuman, 1982,pg.23)

    Es decir que lo que se considera como un artificio si es tomado ingenuamente, refleja un acontecimiento de la vida si lo tomamos en serio (1982, pg. 24). Para entender los efectos de la investiga-cin y sus procedimientos, necesitamos comparar informaciones obtenidas en diferentes niveles de reaccin a la investigacin. Una vez que hayamos abandonado la idea de que el carcter social de la

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    investigacin puede ser estandarizado o eludido, ya sea por medio de una metamorfosis en una mosca en la pared o mediante una participacin tota1, el papel del investigador como participante activo en el proceso de investigacin se tornar ms claro. El in-vestigador o la investigadora son el instrumento de investigacin par excellence. El hecho de que el comportamiento y las actitudes varen con frecuencia dependiendo del contexto, y de que el inves-tigador pueda desempear un papel importante en la configura-cin de esos contextos, se vuelve central para el anlisis. De hecho, 'puede recurrirse a ello siempre que valga la pena. Los datos no deben ser afrontados de manera crtica por sus apariencias, sino que deben ser tratados como un campo de inferencias en el cual se pueden identificar los modelos hipotticos y probar su validez. Con el objeto de llegar a conclusiones tericas se exploran diferentes es-trategias de investigacin y se comparan sus efectos. Las interpre-taciones deben ser explicitadas y hacerse uso de todas las oportu-nidades para probar sus lmites y asegurar las alternativas. Esta perspectiva contrasta fuertemente con la imagen del investigador social proyectada por el naturalismo, aunque sea ms cercana a otros modelos de investigacin etnogrfica como el de la teoriza-cin fundamentada (Glaser y Strauss, 1967), la induccin analti-ca (Cressey, 1950; Denzin, 1978) y el modelo estratgico que se en-cuentra dentro del naturalismo en la obra de Schatzman y Strauss (1973). En este sentido, la imagen del investigador se sita simul-tneamente con la de la gente estudiada, como un sentido activo del mundo, sin determinar el compromiso de la investigacin con el realismo.

    La reflexividad y el carcter poltico de la investigacin

    El positivismo y el naturalismo, en las formas en que hemos ha-blado de ellos, tienden a presentar la investigacin como una ac-tividad que se lleva a cabo segn su propio inters y sus propios trminos. Por el contrario, como hemos visto, algunos crticos in-sisten en que la investigacin tiene una funcin social, por ejemplo para legitimar y preservar el statu quo. Y sobre esta base, argu-mentan que los investigadores deben intentar realizar su trabajo para que sirva en diferentes funciones, como probar el statu quo. A menudo, este punto de vista se organiza alrededor de la pregunta: en qu lugar se sita el investigador? (Becker, 1967a; Troyna y Ca-rrington, 1989).

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    Como hemos visto anteriormente, otros arguyen que el error de la etnografa es su ausencia de impacto sobre la poltica y su prc-tica, su limitado resultado en el mundo del da a da de la poltica y el trabajo. As, da la impresin de ser una especie de pasatiempo, una trivialidad mientras el mundo arde, que ocupa a intelectuales diletantes que no tienen que pagar los mismos impuestos que los ciudadanos trabajadores.

    Segn nuestra opinin, esta crtica de la etnografa naturalista parece conllevar una sobrevaloracin de la contribucin actual y potencial de la investigacin de la poltica y la prctica, y un fallo asociado al ms modesto valor de las contribuciones que efecta. Tambin seala que podra pensarse que la nica justificacin pa-ra la investigacin es su contribucin a la poltica y a la prctica, y reconocer que inevitablemente causa efectos en ellas, sin concluir que se debera dirigir haca dichos objetivos. De hecho, existen buenas razones para no encaminarse directamente hacia esos ob-jetivos. La ms importante es que esto incrementara las oportuni-dades de que las conclusiones fueran distorsionadas por ideas acerca de cmo debera ser el mundo o de cmo algunos creen que debera ser. Cuando estamos comprometidos en una accin prc-tica o poltica, la verdad de lo que decimos no es, a menudo, nuestro asunto principal, incluso aunque prefiramos ser honestos. Esta-mos ms interesados en los efectos prcticos de nuestras accio-nes, y a veces esto nos puede llevar a ser ahorrativos con la ver-dad, como mnimo. Adems, incluso cuando la verdad de nuestras creencias es el asunto principal, en el juicio de las actividades prcticas, de las afirmaciones factual es o de valor, tiende en ma-yor o menor medida a basarse en ciertas consideraciones que di-fieren de la produccin de conocimiento, el objetivo principal de la investigacin: es probable que estemos interesados sobre todo en saber si la informacin es suficientemente fiable para nuestros propsitos. Por supuesto, si uno cree, como Marx y otros crean, que (ltimamente, al menos) la verdad y el bien son idnticos, puede negar la significacin de esta diferencia de orientacin en-tre la investigacin y otras actividades prcticas. Pero este punto de vista se basa en una elaborada y poco convincente infraestruc-tura filosfica (Hammersley, 1992, cap. 6 y 1993).

    Es necesario decir que negar que la investigacin debera apun-tar hacia objetivos polticos no es sugerir que los investigadores tengan que, o deban, abandonar sus convicciones polticas. Se tra-ta de insistir en que, en tanto que investigadores, su objetivo prin-cipal debe ser siempre producir conocimiento, y que deberan in-

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    tentar minimizar cualquier distorsin de sus conclusiones debido a sus convicciones polticas o a sus intereses prcticos. Tampoco su-gerimos que los investigadores deberan desligarse de los efectos de su trabajo en el mundo. La cuestin es que ser conscientes de la reflexividad de la investigacin no implica que deba estar pensada principalmente para cambiar (o, en otro orden de cosas, para pre-servar) el mundo de un modo u otro. Y, como hemos indicado, exis-ten buenas razones por las cuales no hacerlo.

    CONCLUSIN

    Empezamos este captulo examinando dos. reconstrucciones opuestas referidas a la lgica de la investigacin social y a sus im-plicaciones para la etnografa. Ni el positivismo ni el naturalismo proporcionan un marco adecuado. Ambos desatienden su reflexivi-dad fundamental: el hecho de que formamos parte del mundo social que estudiamos y que dependemos del conocimiento basado en el sentido comn y en los mtodos de investigacin. Todas las investi-gaciones sociales se basan en la capacidad humana para participar en la observacin. Actuamos en el mundo social y entonces estamos preparados para reflexionar sobre nosotros mismos y nuestras ac-ciones como objetos en ese mundo. Sin embargo, ms que hacemos dudar acerca de si la investigacin produce o no conocimiento, o sobre su transformacin en una empresa poltica, para nosotros es-ta reflexividad proporciona la base para una indagacin lgica re-construida que une, ms que separa, al positivismo y al naturalismo, pero que va ms all en importantes aspectos. Al incluir nuestro propio papel dentro del enfoque de la investigacin, y quiz incluso explotando sistemticamente nuestra participacin en los lugares en estudio como investigadores, podemos producir relatos sobre el mundo social y justificarlo sin recurrir a apelaciones ftiles al em-pirismo, o bien a variedades positivistas o naturalistas.

    Redefinir la investigacin social en trminos de su reflexividad tambin ilumina la relacin entre las aproximaciones cuantitativas y cualitativas. Ciertamente, es difcil justificar la visin, asociada al naturalismo, de que la etnografa representa un paradigma supe-rior, alternativo a la investigacin cuantitativa. Por otra parte, su-pone una contribucin a las ciencias sociales mucho ms impor-tante que la que admite el positivismo.

    La reflexividad es un aspecto de la investigacin social. Algo a lo que no slo los etngrafos han prestado un creciente inters en

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    los ltimos aos, en particular en la produccin de historias na-turales de sus investigaciones. (Por ejemplo, vanse Hammond, 1964; Freilich, 1970b; Bell y Newby, 1977; Shaffir y otros, 1980; Hammersley, 1983a; Bell y Roberts, 1984; Burgess, 1984b, 1985a y b, 1988a, 1989, 1990 y 1992; Golde, 1986; Whitehead y Conaway, 1986; McKeganey y Cunningham-Burley, 1987; Walford, 1987 y 1991 b; Shaffir y Stebbins, 1991; Okely y Gallaway, 1992.) El resto de este libro est dedicado a detallar detenidamente las implica-ciones que tiene la reflexividad para la prctica etnogrfica.