maten al mensajero #3

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  • 8/11/2019 Maten al Mensajero #3

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    AO 1 / VOLUMEN 3AGOSTO - 2014AR: $40

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    Lo primero, siempre, es hacerse cargo de la arbitrariedad. Un grupo

    de personas que escriben, dibujan, fotografan, reunidas en un mismo

    espacio que es limitado, finito, acotado. El papel puede ser una

    crcel o un trampoln. Y la propuesta es, una vez ms, jugar a ser

    baqueanos en el campo abierto de la narrativa actual. Elaborar un

    mapa y presentarlo a un grupo de viajeros. Quizs, lo ms incmodo

    de esta iniciativa es que nos estamos desacostumbrando a confiar

    en los dems. Incorporamos la lectura a los saltos, fragmentada,

    intermitente, al punto de olvidarnos de qu estamos leyendo yescribiendo-.

    Lo que gratamente nos sorprendi al empezar a transitar estos

    senderos de palabras fue que, perdidos en la multitud, ramos

    muchos ms de los que imaginbamos. Cuando muchas lecturas

    se agolpan, tambin hay polmicas. Ah la virtualidad que a veces

    nos desperdiga por el espacio- habilita tambin el encuentro. El ida

    y vuelta con quienes leen es lo que completa la escritura. Permite

    escucharnos entre el ruido.

    En nmeros anteriores dimos inicio a historias seriadas que continan

    en estas pginas. Pero a no desesperarse si es tu primera vez con

    nosotres; te pondremos en situacin: hay viajes espaciales, ritos de

    pasaje, culebrones urbanos, visitantes inesperados, bares fantsticos,

    escenas de desnudez.

    La primera triloga se completa con las secciones habituales: Litera-

    tura Breve entonada por sabores cuyanos; una biografa apcrifa, por

    Fabin Zalazar; una nueva entrega autoconclusiva de Hotel de las

    Ideas; ms aguafuertes; las fotos de M.A.f.I.A., con la CooperativaSUB de invitada; Cecilia Pisos en Medianerasy ms.

    Una revista tiene una cuota de funcin teatral. Como en el cine, todes

    sabemos que hay puesta en escena, que hay actrices y actores pero,

    inevitablemente, traspasamos la pantalla, vivimos con intensidad las

    emociones que se nos vienen encima. Hagan la prueba. Acomdense

    en el asiento, corran el teln, denle play, Maten al Mensajero.

    2

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    LA LORETA

    RW

    LA MEMORIA

    DEL VAMPIROM.A.f.I.A

    + SUB

    UN GESTOIMPECABLE

    06

    FOLLETINES REALIDADAUMENTADA

    19

    60 51

    1625

    27

    43

    65

    34

    71

    81

    SILVIA

    EL BAR DE LA MESA 3

    LOS VISITANTES DEL AGUJERO DEL COMEDOR

    SATLITE DE AMOR

    FELICIDAD

    HOTEL DE LAS IDEAS

    WESTERN DE KRNEO

    HISTORIETA

    FOTOGRAFAMEDIANERAS

    ILUSTRACIN DE TAPA:PABLO VIGO

    HISTORIETA:

    FEDERICO REGGIANI

    ANGEL MOSQUITOCHELO CANDIAHOTEL DE LAS IDEASFABIN ZALAZARGONZALO PENASCJ CAMBA

    REALIDAD AUMENTADA:

    ALEJO VALDEARENAMAX PREZ FALLIK

    MEDIANERAS:

    CECILIA PISOSSANDRA GRINBERG

    AGUAFUERTES:

    MARIANA DAGOSTINODANA HERNNDEZPABLO DAZ MARENGHIALEJANDRO DRAMISLUJN TILLI

    LITERATURA BREVE:

    DBORA BENACOTJUAN ANDRS DESPOUYGABI FONSECALEANDRO HIDALGO

    FOLLETN:

    SUSY SHOCKFLORENCIA PASTORELLAELIZABETH LERNERDIANA BENZECRYFLORENCIA CASTELLANOERICA VILLARFEDERICO REGGIANIHERNN CAELLAS

    DIRECTOR:

    SANTIAGO KAHN

    CONSEJO EDITORIAL:

    ELIZABETH LERNER

    GINO CINGOLANILUJN TILLILAURA DI MARZO

    EDITORES:

    ELIZABETH LERNER (FOLLETN)LUJN TILLI (AGUAFUERTES)M.A.F.I.A. (FOTOGRAFA)LAURA DI MARZO (MEDIANERAS)MARA LAPORTE (LITERATURA BREVE)

    CORRECTORA:

    MARA LAPORTE

    LOGSTICA:

    MARA EVA MIRA

    ADMINISTRACIN:

    LUCA VZQUEZ

    PRENSA

    DIEGO CABALLEROPABLO DAZ [email protected]

    WEB:

    GINO CINGOLANI

    DIRECTOR DE ARTE:

    DAMIN MARTONEWWW.DAMIANMARTONE.COM.AR

    DISTRIBUCIN EN CAPITAL Y GBA:

    DISTRILOBERTOWWW.DISTRILOBERTO.COM.AR

    DISTRIBUCIN EN LIBRERAS:

    BADARACO DISTRIBUIDORWWW.BADARACOLIBROS.COM.AR

    AGRADECIMIENTOS:

    ALICIA GATTI, CECILIA KAHN, FRANTO,EMILIANO TUN, ELISA VZQUEZ,NICOLS E. HIDALGO Y OSVALDO MIRA

    EDITOR RESPONSABLE:

    SANTIAGO KAHNBOLIVIA 269 4 A,CP 1406 - BUENOS AIRES, [email protected]

    REDACCIN:

    URUGUAY 239 8 B

    PUBLICIDAD:

    [email protected]

    75 LOS OCOTES FRACTALES DE GANMEDES

    Esta obra est bajo una

    Licencia Creative CommonsAtribucin-No Comer-cial-SinDerivar 4.0 Interna-cional

    INTRODUCCION

    UN ACTO DE FE

    09

    13

    11

    10

    14

    12

    LA MAGIA DEL FTBOL

    DE RATAS Y OTRAS BESTIAS

    GARAGE OLMPO

    AGUAFUERTES

    LA CORPORACIN CRPTICA

    DBORA BENACOT38

    39

    40

    41

    LEANDRO HIDALGO

    JUAN ANDRS DESPOUY

    GABI FONSECA

    AUTORES PAMPEANOSLITERATURA BREVE

    EDICIONES LA PARTE MALDITABOLIVIA 269 4TO A

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    Se le vena la cancin esa a la cabeza, la que de niitacantaba cuando nadie la miraba, esa de una propagandade shampoo que pasaban en la tele protagonizada porlas trillizas de oro que, en esa poca del blanco y negro,cualquier nia tambin en Tucumn cantaba, sondose

    rubia como ellas, con los shampes Roby vos podstener siempre, siempre el pelo ok! Y entonces giraba lacabeza como lo hacan ellas, tan dichosas en su rubiez,tan dichosas en su femenina manera. De ah, cree quesac el deseo por ese color con el que despus eligitransitar su propia femineidad, y de ah, tambin, esamana de bailarlo todo, aunque siempre esos momen-tos fueran interrumpidos a gritos porque un changono hace esas cosas de chinitas! y otro nuevo correr aesconderse en el monte, y otro huir de ardilla descubiertacon la boca marica llena de prohibidas bellotas, lejosdel castigo, el azote, el desprecio, la burla , la paliza...Por eso siempre se le viene esa meloda de juego denia, como el himno acariciante de su angelito soarcontra todo dolor, como ahora que est tirada conel cuerpo inerte de la Juana apualada. Y, mientrasla abraza y la besa en su sangriento final, no puedems que cantarla y cantarla tratando de acurrucar elinmenso universo todo de su amiga, como intentandoen ese gesto la desesperada manera de que no se levaya, que sea mentira este momento, que sea un malcuento, otra de esas novelas rancias de la tarde, quetanto y tanto han visto, echadas las dos como vacas,mate al lado, ojotas mezcladas, apuntando de chanfle

    a la ua que otra vez necesita otra capa de esmalte,esta vez lila, porque esta noche estrena solerito nuevo,regalo de una prima. Y entonces la vida es eso, esemomento de calma, ese recreo, ese espacio burguesitode no andar toda producida. Muerte al maquillaje!Abajo el rimmel! que ahora se le corre todo, se le caetodo, con las lgrimas, con el grito de otras que se vanacercando, con la sirena de la polica que siempre llegatarde, como la sensacin de que una nunca ms vuelvedespus de esto a ser la misma.

    Media tarde cualquieraLa Juana: Ese tipo es puto.

    LA LORETACAPTULO TRES

    porSUSY SHOCK

    ilustraFLORENCIA PASTORELLA

    La Loreta: Para vos todos son putos.La Juana: No todos, pero este tipo s.La Loreta: A ver, cientfica de la putez, vos que hiciste

    un mster en trolos, qu cosa le ves de puto a ese galnde la novela?

    La Juana: Demasiado macho para ser verdad, muchacachetada a las mujeres, mucho desprecio por las mujeres,mucha pose de chongo.

    La Loreta: Por ah la mam no lo quiso de chiquitoy l se est vengando.La Juana: A vos tu pap no te quiso y no te andas

    vengando...La Loreta: De las mujeres puede que no, pero de los

    tipos, o de algunos determinados tipos, te puedo asegurarque s.

    La Juana: Entonces me das la razn.La Loreta: No, porque no es sinnimo de puto odiar a

    las mujeres, ese galn es un sorete y el que escribe la novelaes ms sorete que l, y capaz que no es puto.

    La Juana: Te da bronca cuando generalizo.La Loreta:Porque lo hacs para buscarme la lengua,

    de jodida que sos.La Juana: De trola que soy jejejej.La Loreta: Y digo yo, ser posible que alguna tarde,

    una sola aunque ms no sea, podamos mirar una boludezcomo esta y verla, solo verla, simplemente verla, sin andarbuscando la quinta pata al gato? Ver una novela comohacen todas las cristianas en sus casas, diciendo: uhhque lindo vestido que tiene puesto esa, o deseando quela bese, s, que la bese de una vez por todas, sin estar conla alarma de lo incorrecto prendida, eh? Qu decs?

    La Juana: No sera yo.

    La Loreta: Y la novela no sera una novela, sera otracosa, sera una pelcula de Leonardo Favio y no una novelapedorra de la tarde.

    La Juana: Listo, no hablo ms, mejor cambio el mate.La Loreta: Si te levants de ac ahora, no me pidas

    que te cuente ms tarde cmo termin.La Juana: Ya s cmo termina, no es una pelcula de

    Leonardo Favio, vos lo dijiste.

    C O N T I N U A R . . .

    FOLLETINES

    RESUMEN DE LO PUBLICADO.En el captulo anterior, La Loreta vive una si tuacin violenta junto a la Vicky y la Juana, quien empua porprimera vez un revlver pero no logra disparar sobre el chongo que, una vez ms, huye, impune. Tambinaprendemos algo ms sobre La Loreta: aos atrs dej Tucumn y, all, a la persona ms amada: su vieja.He ah uno de los tantos caminos que abre esta historia. La madre de la Loreta, a quin vio partir? A lamarica o a su nene que nunca fue? La Juana, gran amiga de nuestra herona, insiste en la fil osofa queacompaa todo comienzo: hay que olvidar lo pasado y nacer de nuevo.

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    LA VOZ EN OFF EN UNA PELCULA DIRIGE NUESTRA MIRADA EN LA

    PANTALLA, NOS SEALA ALGO EN LA IMAGEN, UN PUNTO, CLAVE EN

    LA HISTORIA, SEGURAMENTE. LA VOZ ES MIRADA Y HORIZONTE. UN

    CUERPO HECHO IMAGEN Y PALABRA.

    LA INCERTIDUMBRE, LA MOLESTIA, LA INCOMODIDAD QUE EXPERIMEN-

    TA EL OJO CARCOME LA BOCA QUE CUENTA, LA PUDRE, LA DEJA A

    LA INTEMPERIE, DESAMPARADA. EL TEXTO SE CONVIERTE EN UN MAPA

    ABANDONADO DEL DEVENIR DE LA VOZ EN LETRA. RESIDUO Y SEAL

    DE UN SUJETO QUE TRANSITA LA AMARGA LNEA DE LA REFLEXIN Y

    LA CONTEMPLACIN EN LA VIDA CORRIENTE Y REPETITIVA.

    CADA TEXTO, CINCO CARAS DE UN DA CUALQUIERA EN CUALQUIER

    CORRIENTE TEMPORALIDAD, DONDE LA VOZ NO EST EN OFF. NO EST

    EN LA IMAGEN, NO EST EN LA LETRA, LA VOZ ES CARNE.

    por LUJN TILLI

    ALGOQUE QUIERAS COMUNICARP E Q U E O S A N U N C I A N T E S ,

    G R A N D E S P R O Y E C T O S

    Escribinos a

    [email protected] anunciar en nuestra revista.

    AGUAFUERTES

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    LA CORPORACIN CRPTICApor

    ALEJANDRO DRAMIS

    as voces me llegan distorsionadaspor la lluvia. Ms que por la lluvia,por el ruido que hace el agua (delluvia) cuando encuentra su lmitey estalla en gotas contra el techo dechapa del patio del primer piso. S,no; yo estoy en un segundo piso, sin

    una idea concisa teniendo en cuenta lo que me llegadesfigurado desde el departamento de mis vecinos, quese gritan a travs del sonido anestsico de la lluvia enuna combinacin ideal contra la chapa de plstico quecubre el balcn del primer piso:

    Ella: (inaudible).l: Mir, Berna(o Berta, no se entiende bien), te

    pods quedar conmigo unos das, a m no me molestspara nada. O pods seguir viaje, si prefers. Sabs queyo --(inaudible y luego unas frases que suenan a algomuy suizo).

    Ella, de repente, rompe en llanto, casi en simult-neo con un trueno que borra las voces del ambientey las reemplaza por el temblor de los vidrios de micocina sutilmente entreabiertas mientras tomoun caf antes de salir.

    Martes. Vuelvo de San Miguel en el ferrocarrilSan Martn, pero sin auriculares. O mejor dicho, sinbatera en el aparato que transmite la msica a misodos sordos. Bajo del tren en Palermo y contemplodesde la estacin de Berna a la ciudad de Buenos Airesen un eslogan; la etiqueta imposible de despegar dela ventana de la habitacin de la infancia que ya novolveremos a habitar jams.

    Vuelvo caminando a mi departamento. Adentro,flota una perpetua voz sin rostro, un ruido srdido ymixto que se cuela a travs de las ventanas entreabier-tas de las cocinas con olor a dilogos refritados y cafinstantneo recin hecho. La distorsin cotidiana sobrelas chapas hasta la medianoche y el silencio, al fin (queya es mircoles).

    balcn, sin luz, sin paisaje que recordar o contemplarde maana por la ventana de la cocina. Nada de eso.Aqu y ahora, esas voces me llegan en un departamentobien Buenos Aires, interno y asfixiante. Esta ciudad,de espaldas a todo, con el propio codo contra el delotro, forcejeando el sudor y la incomodidad por unpequeo espacio de apoyo y alivio.

    Entonces, las voces llegan algo distorsionadaspor la lluvia que cae sobre el techo de policarbonato(decir chapa era ms potico pero tan falso como lapoesa) e ingresan cmodamente por la ventana de lacocina sutilmente entreabierta mientras me hagoun caf. Son voces que algo dicen, pero no demasiado.Crpticas, aunque voces igual, tanto como las quepenetran en mis odos todos los martes a travs delos auriculares que encajo en ellos cuando me subo alferrocarril San Martn hacia la estacin San Miguel,

    y me alejo de la ciudad por unas horas.Y ac hay un tema, porque la estacin Palermo

    de la lnea San Martn, para el lado de San Miguel,es diferente a las dems estaciones del metropolitano.Cada vez que la transito, inmediatamente evoca en mun recuerdo de la estacin central de Berna, en Suiza,en donde nunca estuve, pero de la que me puedo dar

    UN ACTO DE FEpor

    DANA HERNNDEZ

    ay un tipo de cosa muy particularque sucede con la gente cuando sepresenta ante otra persona y es quenadie dice la verdad. Esto funcionapara casi cualquier situacin: entre-vistas de trabajo, primer da de clase,salas de espera, visitas al mdico. Es

    la mentira. Por supuesto, nadie soporta la mentira.Mi mayor defecto es que soy extremadamente buenoo sumamente honesto. No hay nada peor que alguienque para describir un defecto te exacerba una virtud. Megustan las pelculas que dejan un mensaje; Mi escritorpreferido es Borges; Amo a Tarantino; Con mi extuvimos una relacin difcil pero ya est todo bien, ledeseo lo mejor y as podra seguir durante horas enteras.

    La gente suele decir este tipo de imbecilidades en lasprimeras citas, donde, claramente, nadie dice la verdad,porque si esto ocurriese sera ms o menos as: S, me gustadormir hasta tarde, trato de no dejar propina, eructo conolor a salame y el nico libro que le en mi vida fue la Bibliaen catequesis a los diez aos. Nadie quiere contarle al otroque ronca mientras duerme, que un da comi dentro deun supermercado sin pagar, que odiaba el olor que tena suabuela, que moja tarta de jamn y queso o pizza en el cafcon leche de la maana, que no pasa por debajo de escalerasni da la sal de mano en mano porque es supersticioso, queun da se tir las cartas en plaza Francia y la gitana le acerttodo, que de chico los padres lo molan a palos y le dabanla cabeza contra el piso para que aprendiera.

    Las citas son eso, encuentros de no ms de una hora enlos que dos personas fingen que dicen la verdad y que creen

    todo lo que el otro est diciendo. Una coreografa perfecta-mente ensayada y practicada. No importa si el inters esreal o no, si el otro est poniendo cara de Me re interesay en verdad est deseando llegar a la casa para poner su cdpreferido y tirarse en la cama. Una cita es eso, un juego decompases. Ya habr tiempo ms adelante para conocer lasfalencias del otro y descubrir que a ella le gusta esa cancinque dice: Nossa nossa asimm voce me mata y que losdomingos no se baa, ya habr tiempo para perdonar,olvidar y empezar de nuevo. Tiempo para conocerse afondo, amar las cosas buenas del otro y odiar cada vezms las malas. Entender que la clave est en rerte de lasmismas cosas, disfrutar de una rica comida, trivialidades alpor mayor. En definitiva, el amor, es un acto de fe.

    una oportunidad nica para describirnos como mejorespersonas, hacernos los interesantes, obviar defectos yesconder el pasado ms oscuro debajo de la alfombra.Bsicamente hablar de cmo nos gustara ser y no somos.

    Si tenemos una entrevista laboral no diremos que nosecharon del ltimo trabajo por agarrarnos a pias con uncompaero que us nuestra taza por tercera vez y la dejsucia. Ni que nos metemos en el bao a llorar cuando nosoportamos la presin y las cosas salen mal, o que fanta-seamos con entrar a la oficina con una AK47 y asesinar algerente que escupe cuando habla y es un maleducado. Y,mucho menos, que tenemos problemas de puntualidad.

    Si es nuestro primer da de clase obviaremos que a vecescolgamos con contestar mails, odiamos trabajar en grupoy tener que viajar 3 horas en colectivo para reunirse en lacasa de un compaero en Ingeniero Maschwitz un sbado.

    Al mdico le diremos que no, no estamos comiendo

    con sal y que suprimimos los fritos y el chocolate desdela semana pasada. Cuando pregunte si caminamos 30minutos diarios, diremos que s, porque contaremos las4 cuatro cuadras que hacemos para tomar el tren, mslas cinco a casa y las dos a paso rpido para no perderel colectivo, eso debera bastar. Y as con todo.

    En general, si tengo tiempo y oportunidad, me gustasentarme en lugares pblicos y escuchar, me he vueltocasi una profesional en la materia. Bares, cines, plazas,cualquier reducto por el que transite tendr siempre aalguien conocindose por primera vez con otra persona.Mi lugar preferido son los cafs. Donde en el afn pordecir algo y romper el hielo las personas pueden hacerlos comentarios ms absurdos del planeta: No soporto

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    DE RATAS Y OTRAS BESTIASpor

    PABLO DAZ MARENGHI

    o grisceo por antonomasia. Esoes la ciudad. Si uno recorre con lamirada a su alrededor, parado enla esquina de alguna metrpoli,ver diferentes tonos de grises quese erigen como emperadores de lapercepcin. Adoquines, baldosas,

    de pelo; su delgada y fina cola rosada; sus dientes amarillosy cercenados; sus patas babosas; sus inquietantes chirridoscamuflados por las penumbras de las alcantarillas que lasalojan. Jams podran ser asociadas al ideal de belleza oternura con el que se mira a los caniches o a los osos panda.Ninguna patrulla de Greenpeace acudir al rescate de unratn fenecido. Son dignos de ser expulsados de los Reinosdel Capitalismo. Sin embargo, desde las sombras, pueblancasi por completo el Planeta Tierra para el resquemor de lahumanidad. El cuerpo del roedor se descompone en el pavi-mento ante los rostros indiferentes de quienes lo etiquetancomo basura, as como a otros animales los cuelgan de ungancho y los estampan con una etiqueta de precio porqueas es la cadena alimenticia.

    El semforo cambia y centenares de autos, camionesy motos avanzan. La rueda de un colectivo circula precisa-mente por la coordenada en donde yace el cadver delroedor. Lo despedaza. Su vientre estalla y sus tripas untan elpavimento. Dentro del reino de lo gris emerge un color rosachilln. Los peatones y vehculos siguen su ruta inmutables,como si no hubiese pasado nada. Es producto de unasensibilidad humana ebria, acostumbrada a bombardeosdiarios de sangre y muerte? O ser tal vez una muestra

    ms del silencio eterno al que somete la bestia humana alos animales no humanos? Mi humanidad entera, pequea,contina con los ojos clavados en ese rosa contra gris.

    calles, cordones, edificios, paredes, postes. Decorados inter-mitentes camuflan un tono plido que todo lo recubre.El ojo urbano, anestesiado, domesticado, no repara en lamultiplicidad de detalles que pueblan su entorno. Mendi-gos convertidos en decorados de un teatro cotidiano;necesidades extremas reducidas a un volante arrojado ypisoteado, emanaciones altamente contaminantes recibi-das como el oxgeno nuestro de cada da.

    Quizs el aspecto invisible existente en la urbe seala vida animal no humana. Palomas, gatos, perros, ratas,conviven con los humanos y muy pocos notan su presencia.Ahora mismo hay una rata, muerta, tirada en el medio dela avenida Corrientes. Alguna mirada se detiene en ellapor un instante, para luego desvanecerse con la mismarapidez con la que se detuvo. La rata est ah, tirada, enla ms absoluta desolacin y a nadie le importa. Pasaralo mismo si el cadver que adorna la calle fuera el de un

    anciano, una mujer o un nio? Es este acaso el anlisis deun monje tibetano?

    Las ratas atemorizan. Sus cuerpos diminutos cubiertos

    omo lugar comn de la infanciade algunos villalurenses, muchagente sostiene la idea de quela obra pblica es sinnimo deestafa, un monumento al robocomo enclave de la ciudad. Porel contrario, algunos paseantes

    consideran que solo las obras pblicas nos sobrevivirny, as, son el legado central que el ciudadano puededejarle a la posteridad.

    La Autopista 25 de Mayo, conocida como la deCacchiatore, suele ser pensada como un recordatoriode cmo los militares robaron plata; sin embargo, muycerca de esta va rpida que tajea Rivadavia y seala elinicio del oeste porteo, el recordatorio es otro.

    Garage Olimpo es el lugar en el que los autos,se supone, descansan como nunca lo hacen en la 25de Mayo, que permite huir de la ciudad sin siquieraconocerla. El descanso de los dioses, gobernandoVilla Luro y dndole al margen otro motivo mspara la celebridad.

    A diferencia de otros emplazamientos que fueronteatro de operaciones en la dictadura, el Garage esdemasiado visible, demasiado barrial, demasiado pocogarage en sus dimensiones. Las ventanas de las casasque lo rodean son intrigantes en la medida en que nosobligan a remontarnos a las preguntas retrospectivas

    GARAGE OLIMPOpor

    MARIANA DAGOSTINO

    de siempre: Quin se asomara todas las maanas?Qu vera? Sabra? Qu sabra? Qu hara con loque sabra? Qu hara con lo no imaginado? Porquehay que prefigurarse algo sobre esa inmensa hojalata.

    Autopista y garage: fuga y estatismo. La auto-pista, si atraviesa una ciudad como Buenos Aires,deja explcitas las seales de su destruccin, de ladesaparicin de trozos de casas, edificios y plazas.Moles interrumpidas por un cemento elevado quenos habilita a despersonalizar la ciudad, a ignorarsus barrios, las diferencias entre esos barrios, laoscuridad de algunas esquinas, las plantacionesexuberantes de otros, los comercios que, siempre, ensu fisonoma nos sugieren un arquetipo de cliente.La ciudad es, as, una desaparecida en pos de lacirculacin vehicular.

    El garage es un monumento a la indesaparicin:muestra el barrio, la cercana a un barrio, muestra quefuey esel barrio, que estuvo y estar. El tiempo, laverdad, lo hizo presente para sus vecinos, que vieron que ven en sus fierros destartalados, aun sin habersabido verlo sin saberlo lo ominoso.

    Obra y propiedad pblica son nuestras pertenen-cias, las huellas que un poder imprime en la topografapara recordarnos que el espacio nunca nos pertenecey que la dimensin de nuestros recuerdos se puedeagigantar con los aos.

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    or qu debera gustar el ftbol?Por qu, ms an, debera unser humano tener un equipode sus amores? Por qu serque no he logrado en aosque me dejen tranquila conmi no fanatismo futbolero?Cierto es que las mujeres hanganado terreno en el tema. No

    consiste en una moda y en muchos casos no es untema menor. Se hacen fanticas, van a la cancha porcuenta propia, sin depender de un varn, marido,novio, hermano, padre que las lleve. No es el casode muchas otras, tambin es cierto, a quienes estedeporte sigue sin moverles un pelo.

    Los lmites de gnero han ido perdiendo peso yhay seales que indican que seguirn perdindolo.Tambin hay varones ajenos a la pelota. Sin embargo,permanecen, implacables, casi estoicamente, discursosque no quieren caer en el olvido. Es probable escuchara muchos hombres decir, sta se la da de que sabe (deftbol). Porque ellos, cuando tienen esas desabridas

    y repetitivas discusiones sobre si fulano tiene sangreo es unpecho fro, no se hacen los que saben. Sondiscusiones histricas dentro delgnero macho, motivoque parece suficiente para sostener autoridad legtima.Algo similar a una estirpe sangunea que corre slopor venas masculinas. Se trata, al fin y al cabo, deun combate verbal, incluso potico; es formidable laversatilidad que tienen algunos para las metforas ylas hiprboles, principalmente.

    Bienvenida sea, entonces, la diversidad de intere-ses de las mujeres y la posibilidad de disfrutar de

    LA MAGIA DEL FTBOLpor

    LUJN TILLI

    ellos, desentendidas del gne ro m acho. No es micaso y no tengo la misin de conservar el estero-tipo femenino de la mina antiftbol. No hace faltaintentar una simpata con un pero algn clubtens que tener. Cada vez que llega un mundial,mi humor y el de algunas otras y otros que nose animan a manifestar que no les interesa estedeporte por temor o incluso por una inex plicablesensacin de vergenza, oscila entre la sofocaciny la resignacin. As y todo, con los desespera-dos futbolistas al borde del colapso emocionalrespirndonos en el odo el inminente gol quenunca llega, lo ms desalentador para encarar esemes a pura pelota no son los simpatizan tes tradi-cionales, sino aquellos nuevos fanticos incrdulosque renacen en cada mundial. Esos convencidos deque cada cuatro aos el mundo se une en corazn,tripas y alma.

    El ftbol no es para todos, ni todas, inclusotampoco es para los fanticos. El ftbol y su magiaes para otros, un puado minsculo, una monarquamoderna adinerada y poderosa que revienta sus arcas

    un poco ms con cada partido y nueva figura. El agota-miento que me produce tamaa imbecilidad de creerque basta para que la humanidad se una un grito degol y papelitos de colores, es incalculable. Mi deseoes evitar arruinarle su pequea fiesta al incrdulo, alfantico, pero me siento obligada en algunas ocasionescuando me exigen que festeje lo infestejable. Todoporque una pelota se estrell contra una red y eso, sesupone, indica que hasta que el enemigo no nos hagala misma cosa, somos superiores, nosotros que nohicimos nada, ms que padecer mirando una pantallaluminosa durante un mes entero. Y mientras tanto, lavida corriente sin pausa.

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    REALIDAD

    AUMENTADA

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    Adentro haba un reloj demasiado caro para una amis-tad sentida pero de segundo grado como la nuestra, ydemasiado formal para un tipo como yo que vive en jeansy zapatillas de lona. Un tipo que, de esto me sobran lostestigos, en su puta vida us reloj.

    Campe el pasmo como pude y se lo agradec fingindomeencantado. Incluso me puse el reloj y lo us mientras dursu visita que, todo sea dicho, logr levantarme el nimo.

    Unos das ms tarde llegu al ftbol de los jueves cagadode fro, con las manos en los bolsillos de la campera.

    Eh, amigo grit Mario, sonriente, apenas me vio llegarTens hora?

    No registr la alusin al reloj que dorma en el cajn demi mesa de luz. Pens que me recriminaba una llegadatarda y consult la hora en el celular.

    Son menos cuarto le dije estamos bien.

    La sonrisa de Mario haba desaparecido cuando levantla vista. Era tan evidente su gesto de decepcin que mevi en la necesidad de justificarme.

    Marito dije, lo que me regalaste es una joya paraocasiones especiales. No lo voy a traer al ftbol!

    Tengo una teora. Creo que Mario exager con la bondad.Creo que para contener sus impulsos negativos construyun dique que tarde o temprano tena que rajarse. Creoque Mario tena ganas de que ese dique se rajara y uslo del reloj como excusa.

    porALEJO VALDEARENA

    ilustraMAX PREZ FALLIKIMPECABLE

    Mario vive poniendo el hombro. Si hay que estar,est. Es de fierro. No esquiva ni las mudanzas. Esun ngel. Cuando ve vaco el plato de un amigo, sesaca el pan de la boca para llenarlo. Mario contagiadicha de vivir. Siempre tiene una sonrisa. Todo elmundo quiere a Mario. Y para todo el mundo, yosoy el enfermo que quiso cagarlo a trompadas ensu casamiento.

    Estuve mal, no lo discuto. La violencia siempre estde ms, sobre todo en la casa de Dios. Pero cranmeque el enfermo es l. Es necesario que el mundo losepa: debajo del tipazo se oculta un piscpata.

    Esto empez el da que cumpl treinta aos. Me habadejado una novia, estaba pasando un mal momentolaboral y encima era domingo, as que la crisis de lastres dcadas me peg mal. Muy mal. No quise hacerni unos choripanes para la familia. Me encerr encasa a ver pelculas y apagu el telfono.

    Tipo cinco de la tarde, son el timbre.

    No pensaba abrirle ni a mi hermana, pero no pudeaguantar la tentacin de espiar por el ojo de la cerra-dura. Ah estaba Mario, recin baado y con unpaquetito primorosamente rematado en un moorojo. Era tan tierna la imagen que me abland. Lohice pasar y le met un abrazo largo.

    Cuando lo solt, me dio el regalo y dijo:

    Ojal que te guste . Tuve que hacer fuerza para nollorar mientras rompa el papel y descubra el estuche.

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    Empez a mostrarme su cara oculta. Literalmente, porquehasta cambi la forma en que me miraba: siempre deoslayo, con una intensidad desmesurada, como acechn-

    dome y temindome al mismo tiempo. Lo ms pertur-bador fue comprobar que con el resto del mundo seguaiendo el ngel de la eterna sonrisa. Toda la podredumbre

    que Mario haba juntado en su dique estaba reservada

    exclusivamente para m.

    Enseguida arranc el acoso. Si estbamos en grupo, tomabaorma de chanza.

    Tens hora, amigo? me preguntaba en cada reunin ena que nos encontrbamos, y despus me apualaba con sumirada de loco malo.

    Si nos cruzbamos en la calle o en la panadera, sin conoci-dos a la vista, me presionaba sin siquiera saludarme antes:

    Y el reloj?

    Marito repeta yo, es para ocasiones especiales.

    uro que estir hasta el lmite la paciencia porque me sentaculpable. Al final de cuentas, Mario haba pifiado mal en elregalo, pero el gesto haba sido impecable. Tan culpable meenta que incluso saqu un par de veces el reloj del cajn, loostuve, y medit seriamente la idea de convertirme en esa

    persona diferente, extraa, que lo llevara puesto.

    No pude hacerlo.

    La paciencia se me acab en un asado, con todo el grupode amigos presente. Estaba charlando con el parrillero yent que alguien me tocaba el hombro.

    Tens hora, amigo? dijo la voz de Mario a mis espaldas.

    Gir hecho un demonio y le grit en la cara:

    Ocasiones especiales, pelotudo! Qu parte no entendiste?

    Se hizo un silencio insoportable y todos me miraronesperando una explicacin. Quise darla. Nervioso y

    GESTO IMPECABLE

    PORALEJO VALDEARENA

    REALIDAD

    AUMENTADA

    gesticulante, tartamudo de la bronca, empec a expo-ner el conflicto. Pero enseguida, por la forma en que sefueron congelando las miradas, me di cuenta de que eraun error. Para todo el mundo, me estaba quejando deque un amigo me haba hecho un regalo.

    Esa noche me fui sin comer asado.

    Me exili de la vida social. Me reclu durante una eternidadde ocho meses en casa, para no cruzrmelo a l ni a nadie.Falt a todos los cumpleaos y no fui ms a jugar a la pelota.As, de a poco, logr licuar la rabia que tena adentro.

    Y la verdad es que me alegr cuando volv a ver a Marioa travs del ojo de la cerradura. Estaba con mi hermana,lo que me hizo pensar que vena a firmar la paz y la habaelegido como mediadora. La eleccin me pareci perfectaporque, de esto tambin me sobran los testigos, adoro ami hermana.

    Se sentaron en el silln de dos cuerpos, demasiado juntos.

    Tenemos que contarte algo dijo ella, tomndolo de lamano.

    La misma noche del asado en que explot, se habanquedado hablando hasta tarde del incidente, de lo muchoque me queran, del alma humana, de la vida. Llevaban ochomeses vindose a escondidas. Queran casarse.

    Mientras mi hermana hablaba, el Mario que me miraba a

    los ojos era el de antes, el bueno.

    Queremos que seas el padrino me dijo sonriendo.

    Los preparativos del casamiento duraron un ao, en queni Mario ni yo volvimos a mencionar el tema del reloj. Poreso, cinco minutos antes de salir para la iglesia, lo saqudel cajn y me lo puse. Era una ocasin especial, y con mihermosa ofrenda de buena voluntad, pretenda cerrar laherida para siempre, sin necesidad de que mediasen palabras.

    Tens hora, amigo? me susurr el maldito loco al odo,mientras le pasaba el anillo.

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    SILVIA

    porSANTIAGO KAHN

    FOLLETN

    Un joven tiembla dentro de un traje de cura en elasiento de un auto que est por cruzar el lmite conBrasil. Es la primera vez que lo usa. Su nombre es HugoRogelio Suppo y est llegando a la frontera junto aMonseor Laguna. Hoy ese muchacho es Doctor enHistoria, pero primero tuvo que escapar para contarlo.

    ***

    Qu le pas? - pregunta el mdico de guardiaen el Hospital Piloto de Santa Fe.

    Le pate la cabeza un caballo - le dice uno delos militares que sostena el cuerpo maltrecho de Hugo.

    Los mdicos se miran pero no dicen nada y lollevan a una salita, quizs terapia intensiva. Est soloen el cuarto, en ropa interior y con un suero. Venade estar quin sabe cunto tiempo en los tormentosde La Casita. Sin dar seales de haber recobrado el

    conocimiento, escucha lo que pasa a su alrededor. Elvigilante le dice a una enfermera que va a comprarcigarrillos, que le fiche la habitacin. Apenas puede,Hugo se repone, se viste con lo que encuentra. Tieneque huir, o matarse, pero no va a volver a la tortura.Mira por la ventana y se tira. Es un segundo piso.Salta una reja y ah est la calle. Corre una cuadra,o tal vez dos. Encuentra un Falcon estacionado, conuna seora tejiendo adentro. Es medioda. Se ponela mano debajo de la camisa y la amenaza como situviera una arma.

    Sale manejando el auto y, tres cuadras ms tarde,

    choca. Se baja, todava atontado por el shock. Correy golpea la puerta de una casa al azar. Lo atiende unhombre. Lo deja pasar, Hugo intenta explicarle lo queest pasando. Le da ropa, le ofrece comida. El sonidode los helicpteros se siente cada vez ms cerca. Yla esposa del impensado anfitrin se descomponede los nervios.

    Me subo a la terraza -le dice Hugo- ustedesno saben que estoy ac. Si me descubren, me tiro.

    Pero no lo hacen. Esa misma noche, el descono-cido que le abri la puerta de su casa le dio ropa y

    CAPTULO 3 : LA FUGA

    RESUMEN DE LO PUBLICADO.En 1977, un grupo de jvenes de Rafaela entre los que estaban Silvia Suppo, su hermano Hugo yJorge Destfani es secue strado y de tenido i legalmente en esa ciudad santafecin a en el marco un plansistemtico de la dictadura militar argentina. Recalan en el centro de detencin clandestino La Casita,en la comisara 4 y en la Guardia de Infantera Reforzada. Durante el cautiverio sern objeto de tortu-ras y vejmenes imprescriptibles.

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    dinero, lo lleva en su auto hasta un camino para quese pueda escapar.

    Hugo logra comunicarse con su padre y le pideque hable con Jorge Casaretto, el obispo de Rafaelay a quien conoce por su militancia social vinculadaa Critas.

    Disfrazado de cura logran sacarlo del pas, condocumentos truchos, a travs de Monseor JustoLaguna. Ya en el exterior, Hugo Suppo pone enpalabras un secreto a voces: Hay centros clandestinosde detencin en Santa Fe. Los ecos de su denunciasern cruciales para la supervivencia de su hermanaSilvia y otros detenidos.

    ***

    La relacin con el por entonces obispo Casarettoprovena de la participacin de Hugo y sus compaerosen Critas. Luego de colaborar con su escape, el sacer-dote empez a buscar al resto del grupo de Rafaela.Silvia Suppo recordaba que una vez, durante su cauti-

    verio, la llevaron a la oficina del Comisario, a un lugarcon un escritorio. Se encontr con el Obispo que lehaba trado un atadito de ropa y vena a decirleque su hermano estaba bien, que la iban a llevar aa Guardia de Infantera y que l se iba a encargar

    de avisar a sus padres. Hasta entonces, todava nosaban dnde estaba.

    Quedate tranquila, de ahora en ms van aestar en una crcel. Te van a venir a ver tus familiares

    le dijo Casaretto a Silvia, que tena tan solo 18 aos.

    SILVIA

    PORSANTIAGO KAHN

    FOLLETN

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    FELICIDAD

    CAPTULO TRES: LA VIDA ES UNCONSTANTE EJERCICIO DE REPRESIN

    porELIZABETH LERNER

    FOLLETN

    RESUMEN DE LO PUBLICADO.

    Elas Montt observa nuevamente a la parejaapostada en el bar de la Plaza Congreso. Atenta lamirada, sigue en el intento de recabar i nformacinpara escribir un libro de autoayuda acerca de la feli-cidad (y cmo alcanzarla). Si bi en parece detestareste trabajo de escritura, la observacin de los otrosle atrae. Descubre detalles que le permiten llegara ciertas inferencias: en la pareja del bar, l es elvillano y el verdugo; ella, la vctima.

    Ella y Montt estaban solos. El bar entero estabapoblado, claro, pero estaban solos. El rubio habaentrado al bao y ella haba quedado sola, en la mesa.Fue ah, justo en el momento en que la mujer se calza-ba las gafas oscuras, verdosas, engarzadas en unamontura dorada y fina, que comenz a recordar eledificio con una claridad inquietante. El edificio, elKavanagh, est en la esquina de Florida y el PasajeCorina Kavanagh. Para llegar, Montt siempre serpen-

    teaba desde Arroyo, y senta que suba una cuesta,una colina casi invisible en plena ciudad. Caminaba atravs de la plaza, llegaba a las escaleras sobre Florida,se sentaba en el banco de piedra gris y lo miraba. Ycuando lo miraba, era como una visin de rayos equisaquello que sobrevena, una visin que atravesaba lasparedes, ahora sucias, y llegaba hasta los cuartos, lacocina, los baos, el jardn secreto del piso 11 B, ao1984. O tal vez era 83. No, era el 82, porque la tele-visin siempre estaba prendida en el canal de la guerra.

    El bao de aquel piso 11 era rosado. Enteramenterosado, un rosa tal vez con algn tinte oscuro. Los

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    azulejos, de veinte por veinte centmetros, el piso demrmol blanco, la baadera rosa y la cortina de baocon flores, enormes, unas dalias, unos crisantemos,unos claveles. Daba igual porque no saba nada deflores. Pero su memoria produca esas palabras: dalia,crisantemo, clavel, sin razn alguna. O tal vez porquesu madre, Delia, su ta, Cristina, su hermana, Claudia.

    No era posible. La memoria no poda funcionar deesa manera. Pero lo haca.Sentado frente a la mujer, en el bar de la Plaza

    Congreso, las imgenes de las flores y sus nombresvolvan como rfagas irrefrenables. Eran escenas, casicompletas, que se colaban en la plena conscienciadiurna, pero como vestigios, como ruinas. El problemaera que esos retazos se confundan, en el momentode la rfaga, con lo que suceda en el presente. Sincontar que, adems, Montt dudaba a veces si aquelloque recordaba era real o simplemente una vueltamaginaria y fantasiosa a un fragmento del pasado.

    El mozo estaba parado en la puerta del bar, como laesfinge. Montt no estaba seguro de si esa especie deguardin quera impedir que l ingresara o intentabaevitar la salida del rubio.

    [Del cuaderno de anotaciones de E. Montt]

    Enero, Buenos Aires, 2012

    Desde la esquina de Saenz Pea y Rivadavia la

    ciudad se despliega hacia un siglo de preciosismo.

    Las altas cpulas, los colores, la combinacin de los

    terracotas. El Kavanagh, en cambio, es puro raciona-

    ismo, que se opone irnicamente a su historia y a la

    historia de Corina Kavanagh, la mujer que lo manda construir, y que orden cerrar la calle que comunica

    Florida con San Martn y se apropi as, de algn

    modo, de una porcin de la ciudad.

    El rubio se apropia de la mujer de los moretones;

    Corina, de una calle; la madre de Montt, del cuerpo

    de Montt.

    Quin diablos querra leer en un ensayo sobrea felicidad que sta se consuma solo accediendo aa parte ms maldita y ms oscura? Pens en Baude-aire, una obviedad tal vez. Pens en los aos en la

    facultad y fuera de ella cuando jugaba a ser un poeta

    FELICIDAD

    PORELIZABETH LERNER

    FOLLETN

    maldito. Pens en Rimbaud y en Verlaine y en el acentofrancs que se les escurra a l y a sus amigos mien-tras tomaban vino en la terraza (en el jardn secreto)de su departamento del piso 11 y charlaban sobreuna revolucin. Cmo les encantaba aquella palabra.Obscenos, la saboreaban.

    Lo maldito estaba en otro lado, como la escritura,

    para Rimbaud. Lo maldito estaba en las paredes delKavanagh, en las sbanas, en la noche, en las paredesde los dormitorios que asordinaban ciertos dilogos.Su madre, su ta, su abuela. Su padre, en el silln derombos del living, marcando con la mano el compsde las sinfonas que arrojaba el tocadiscos. Habapresentido que volver al edificio, una y otra vez- loayudara a sistematizar sus emociones, lo conducirarpidamente a su infancia. Por ejemplo, le proveerade palabras para nombrar algunos olores: el olora tabaco en las manos de su madre, el olor de lasgomas sedosas, acuosas, disimuladas bajo pauelos delienzo con iniciales, en el fondo del cajn de la mesade luz de su padre. Encontrar, de algn modo, peroencontrar en el recuerdo y en el presente, mejor dicho,en la confrontacin del recuerdo con la percepcinpresente, encontrar, entonces s, todo aquello que seguardaba en el departamento del Kavanagh, ao 82.

    El rubio volvi a la mesa. Agitaba las manos peco-sas para escurrir el agua, luego de habrselas lavadoen el bao del bar. En ese momento, con el regresodel rubio a la mesa, a Montt le pareci sentir el frode los azulejos rosas contra su espalda de nio. Ella,olindole el cuello, las axilas, el interior de los odos,

    buscando cera, pelusas, limpiando, cada recoveco desu cuerpo como si fuera un laberinto vertical, parado,apostado contra los azulejos rosados y brillantes delbao. Saba que la felicidad no era posible sin esehorrible dolor, por eso ella, la mujer, la chica, la delos moretones azules, ella, la del bar de las palomasen la Plaza Congreso, ella saba. Ella podra saber dela felicidad enorme despus del dolor.

    Nadie con una vida enteramente feliz sabe de la

    felicidad, anot Montt en su cuaderno.

    C O N T I N U A R . . .

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    AUTORES

    CUYANOS

    LITERATURA BREVE

    Pasatiempo

    No sirve resistirse. Hay que dejarse llevar, acom-paar el fluir de los eventos, adaptarse a la nuevacircunstancia, tomarla como un juego. Estamos aqu,es nuestro sino. Para qu patalear si ya sabemosdnde termina toda chispa de rebelin. Estrellada enel fondo de este pozo transparente, hecha montn,como si nada. Uno encima del otro. Demasiadopequeos. Nuestro destino tatuado en la piel dela velocidad constante. Los fatalistas hablan de lagravedad del asunto. Otros, en cambio, preferimosaceptar estoicamente la condena. Del otro lado delvidrio, los curiosos nos ven caer. Contemplan conansiedad el espectculo. No importa. Es c ircunstan-cial, recuerden. Ahora, abajo. Un minuto despus,arriba. Slo es cuestin de que aparezca la GranMano que todo lo orquesta y d vuelta, una vezms, este reloj de arena.

    Hombre Light

    Escribo desnudo en el balcn. Quiero sentir laexperiencia de otra pelotudez. Nada me satisfacepor completo. Ni el sexo, ni los diarios digitales, nila derecha poltica, ni los espiritismos ocasionales.Nada me fascina. Nada ahorca mi alma hasta morir.Por momentos trabajo, por momentos soy padre, pormomentos escribo, pero siempre me e xpreso, nuncame callo la boca. Soy un hombre de momentos. Soyel hombre del momento.

    El lado oscuro de la vendimia

    As como Pap Noel tiene a sus ayudantesconstructores de juguetes en el Polo Norte, enCuyo existe un batalln de duendes del vino queviven hacinados en las acequias y ao tras ao sonexplotados para elaborar la bebida tpica de laregin. Los cantantes y poetas locales solo hanhecho trascender la versin idlica del asunto, peroen realidad estamos frente a otro aberrante caso detrata de personajes fantsticos.

    La pesadilla del cadete

    En plena siesta tocan el timbre. Estoy en la cama,que no jodan. Tocan de nuevo. A la tercera ve z, melevanto. Voy pendulando, como si diera mis primerospasos. Abro. Dreamliverydice el muchacho mientrassonre. Ah?le contesto, todava algo atontado.Dream-liveryinsiste.Servicio de entrega a domicilio. Usted losuea, nosotros lo llevamos hasta su casa. Traigo el

    pedido anuncia con un guio. Lo estoy por putear yme contengo.Aj... La cosa es que yo no ped nada. Esms, ni siquiera alcanc a soar. Estaba en eso cuando

    interrumpiste.Pestaea perplejo. Entonces me sale elcostado didctico: A ver, qu dice tu papelito? Le bien.Cacique Guaymalln 723. Y qu dice ac junto a la

    puerta? 732... Uh, disculpe...masculla algo avergonzado.Acomoda su visera de colores y se aleja con el paquete.

    Otro dislxico. Mucha franquicia, muchatecnologa onrica, y al final siempre contratan a cual-quiera que tenga motito.

    DBORA BENACOT / MENDOZA LEANDRO HIDALGO/ MENDOZACongresos I

    El expositor del Congreso de salud mental llen lacopa antes de empezar la charla. Se sorprendi cuandoal beber el agua, la copa no se vaciaba. Los asistentesdel Congreso carraspeaban la garganta o movanadrede sus asientos porque el expositor terminabay volva a empezar sin darse cuenta. El auxiliar desala cort el sonido para de una vez por todas darfinal al expositor. Para entonces, el pblico habadescendido las escaleras en caracol que reconducana la sala donde el expositor saciaba su sed sin vaciarla copa y donde apenas terminaba su ponencia larecomenzaba nuevamente. Pero el auxiliar de salacort el sonido al expositor, slo entonces el pblicodescendi por las escaleras en caracol que los deposi-tara infinitamente en el umbral de dicha sal a.

    San Juan

    Me conmovi la ruta, el cielo ancho nublado, elsndwich de jamn crudo en una orilla, el pequeoapart, esta cama, esta luz en la cabecera, mis amigosen la pileta, todos fumando, el fin de semana largo,el regreso, otra vez la ruta. En cuentos tontos, medicen, moriran en la vuelta. Nosotros estamos regre-sando, medio borrachos, silenciosos, imprudentes.

    Estados

    Embolsamos una gran cantidad de nubes y lasahorramos durante aos. Hoy nos inyectamos todoel lquido despus de cambiarles el estado. Por lanoche somos dos estelas intermitentes, alarmandoa las vecinas que han salido a mirar el cielo.

    Congresos IV

    Reunidos en el auditorio, debatan temasreferentes a fragmentos del cielo. La construccinde los sueos y el mantenimiento de los anhelos fueuno de los pasajes con ms vuelo. La sala estabarepleta de pjaros.

    Microficciones: contundentes atajos narrativos que de tiempo y espacio hacen elipsis. Si la historia mnima deCuyo se escribiera empezara a la hora de la siesta. Cuando el sol rompe su luz en cada cosa y los ojos se achicanpor el sol o por la nieve que, si no est, se la sospecha. En ese rato bostezable, en Cuyo despiertan las rarezas.

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    LA MASA

    El gritero de los pibes se escucha desde la vereda y a medida que la distancia se acorta,ensordece. La Masa, una mole humana ataviada para la ocasin, irrumpe en la escena.

    El ring. Una trompada y la platea delira, una patada voladora y el asombro domina a la

    audiencia, una toma inmoviliza al rival y lo esperado: la victoria del campen. Los buenos

    ganan. El mundo est finalmente a salvo.

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    GILDA, LA MILAGROSA

    Gilda cura, resuelve problemas de amor o de plata a quienes creen en ella, fue una cantante decumbia y hoy es tambin una santa popular. Su presencia se mantiene firme a diecisiete aos

    de su muerte luego de aquel accidente entre recitales en la ruta nacional 12, Entre Ros. Desde

    entonces, con un amor incondicional, sus fans construyeron una religin pagana donde conviven

    en armona el ritmo de la msica tropical y la sensualidad de la cumbia, las flores de plstico y los

    colores mgicos.

    x SUB, COOPERATIVA DE FOTGRAFOS x Movimiento Argentino de Fotgrafxs Independientes Autoconvocadxs

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    SUB, COOPERATIVA DE FOTGRAFOS

    Sub es una cooperativa nacida en Buenos Aires en 2004. Su trabajo

    profundiza en la creacin de una identidad colectiva y la realizacin de

    investigaciones fotogrficas. Es un espacio de trabajo colaborativo en el

    cual las decisiones se establecen de manera horizontal.

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    LA MEMORIA DEL VAMPIROPOR CECILIA PISOS

    MEDIANERAS

    Lo que quiero decir es que no hay nada ms efmero que los soportes duraderos. [] Le he trado este

    librito de mi biblioteca, impreso en latn, a finales del siglo XV en Pars. Mire, si abrimos este incunable,

    podemos leer en la ltima pgina impreso en francs: Ces presentes heures lusaige de Rome furent

    acheves le ving-septime jour lan quatre cent quatre vingt-dis huit pour Jean Poitevin libraire demeurant

    Paris en la rue Neuve Notre Dame Usage, uso , se escribe usaige, el sistema de indicacin del aoha sido abandonado, pero todava podemos descifrarlo con bastante facilidad. Por lo tanto aun podemos

    leer un texto impreso hace seis siglos. Pero ya no podemos ver una cinta de video o un CD-ROM de hace

    apenas algunos aos. A menos que conservemos nuestros ordenadores en el trastero.

    Jean-Cla ude Carri re*

    Amada ma, aqu estoy, encerrado en este cuboblanco de paredes aspticas, sin ventanas, sin puertas.Ya me han inyectado, hace unos instantes, la drogaque fijar en mi cerebro tu memoria, una vez queremuevan el cacharro obsoleto que llevo dentro desdehace algunas dcadas. Dicen ellos que la materiacorrompida que desprende puede ser perjudicial para

    mi salud (lo dicen porque no saben que en el acta demi nacimiento se consigna el ao 1431, pero en fin)Y me han pedido que, por ltima vez, pulse y activeel botn que obra detrs de mi oreja izquierda paradejar calcadas, en las membranas de mi cerebro, lasimpresiones de tu rostro que el deteriorado micro-chip proyecta an, aunque con interferencias, enmi cabeza. Deben operarme antes de que sea tarde,antes de que los holocaustos y los cataclismos, queson moneda corriente de estos das, produzcan elcorte de energa final, el Apagn Universal, que yano permita la extraccin de esta pieza degradada.Pronto no ser posible depender de la tecnologaen soportes fsicos Por eso, amada ma, giro porltima vez la perilla y te recuerdo.Como si soara con los ojos abiertos, sobre el blancodel techo se recorta, apenas perceptible, tu rostro,tu cuello nieve implume surcado por el curso delas azuladas venas que admir desde el primer day que, con dedos enfebrecidos, toqu la noche denuestro primer y ltimo beso. Ahora la imagenparpadea o ser que vuelves a temblar, comoen aquel momento, en mis brazos? Te diluyes hacialos vrtices del cubo Intento nuevamenteGiro

    y contragiro la perilla de mi oreja y de pronto, enel techo blanco, aparecen, bien ntidos, tus labiosrosa ensangrentada, tu boca manzana apetitosa.Tu beso, ese que ibas a darme cuando de pronto,al verme, se transform en el grito horrsono queacall con mi boca. Pero solo estn los labios en eltecho del cubo, los labios sin tu cara, sin tu cuello,sin ti, mi amada Quizs tengan razn los tcnicosy el mecanismo corrompido del Memorabilia estparcializando mis recuerdosOigo pasos que seacercan; ya se desliza una de las caras del cubo:Listo para el procedimiento, seor Vamp Eyre?,me preguntan. Siento que me desvanezco

    Era mayo y la nieve se desvaneca tambin. Lorecuerdo porque Domenico Pinturetto compar tupiel con la que ya casi no se vea desde la ventana.Corra el ao 1527 y se me hace presente su felicidadal haber ganado el encargo de pintarte. Sobre todoal habrselo ganado al flamenco Van Huyggens, sueterno rival en los crculos cortesanos de Transilva-nia. Mientras te retrataba, Domenico se te acerca bauna y otra vez, y vaya a saber qu cosas susurrabaen tus dulcsimas orejas de felpa de conejo, quehaca que tus mejillas se cubrieran de rosas delica-das ruborosas.Rubor Naturae!, gritaba emocionado cuandovolva a su caballete y a su tela a proseguir con sutrabajo. Con rubor Naturae debe ser pintado,deca y me obligaba a enviar costossimas expedi-ciones a los confines del Asia remota para obtenerla prpura de Tiro o allende los mares procelosos,para importar cargamentos de cochinillas vivas delas Nuevas Indias, que l transformaba luego enla expresin colorida de tu pudor en el lienzo. Tupintura fue famosa en su poca porque no escatimni en los honorarios del artista (considera que loaloj los tres aos que dur su obra con dos concubi-nas y once hijos) ni en los esfuerzos necesarios paraque el material con que te retratara, los pigmentos,estuvieran a la altura de tus virtudes y belleza. Todoporque l me haba prometido, oh, amada ma, quela pintura me estremec y me alegr, al mismotiempo, al orlo te sobrevivira por siglos. Queera exactamente lo que yo deseaba. Poco despus

    de la pincelada final, t estabas muerta; el cuadrode Pinturetto segua vivoCuando haca ya un lustro que prodigabas tu blanconieve implume, tu boca rosa ensangrentada a losviscosos gusanos, Domenico Pinturetto me hizoacudir a verle a Venecia, donde en su lecho demuerte, me confes que la pintura no durara nidiez aos ms si no la apartaba del abrazo detersivode la luz, si no la confinaba al stano ms oscurode mi castillo y me conformaba con retirarla de allsolo con la memoria, para que no se desvanecieracomo por el arte de un malfico nigromante. Habaolvidado recubrirte con una capa protectora hecha

    (En: Carrire, Jean-Claudey Eco, Umberto. Nadie acabar con los libros, Buenos Aires, Random House Mondadori, 2012.)

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    a base de resina de enebro y aceite de nuez!De ms est decir que, tras tamaa revelacin, ledi el fraterno beso del perdn que lo emocion, seve, hasta la muerte. Al da siguiente lo enterraban.Pero mi desesperacin estaba ms viva que nunca.Cmo hacer para que la luz, la misma luz que habahabitado tus ojos, no carcomiera, cual polilla, tu

    imagen hasta las entraas?

    Tuve que esperar ms de doscientos aos. Se podrpensar que ese tiempo nada representa para unvampiro. Sin embargo, la inmortalidad no hace quelos das, sobre todo los infelices y en zozobra, pasencon ms diligencia; por el contrario. Hasta que en1844, el nombre de un tal Louis Daguerre comenza aparecer en los peridicos. Trabajaba en algoexperimental con las imgenes; dibujo de la luz,se llamaba, fotografa. La luz pinta las cosas y yoles pongo marco, se jactaba el joven Jacques Soleil,un discpulo de Daguerre, que accedi a acudir a midesesperado llamado, a revisar mi caso, tu rostro,amada, que ya era nieve quebradiza polvo blancobajo el polvo negro de los siglos, o el brocato conque te haba cubierto, codiciado intermitentementepor la polilla.Monsieur Soleil tena solo una esposa y tard un parde meses en asegurarse de dejarme la imagen quePinturetto haba captado grabada para siempre,dijo. Sin embargo, la rosa de tu boca solo tuvo en lafotografa otro tono, ms subido pero nada provoca-tivo, de gris. Y a tu cuello, que haba podido besar

    casi a tamao real en la obra de Pinturetto, lo recorr,en sus escasos tres centmetros, con un tmido ndice,mientras mi lengua tocaba la punta siempre afiladade mis deseosos colmillos. A esta decepcin sigui,en cambio, la sorpresa. Al desmontar la cameraobscura que haba instalado en la torre oeste, medej, por el mismo valor, veinte dibujos de la luz detu retrato, amada ma, veinte fotografas, y con ellaspobl los unnimes salones de mi solitaria morada.Desde marcos de marfil pulido, de bano labrado, deoro y malaquita, sobre los pianos de mis aposentosde recreo, encima de las chimeneas de mis dormito-rios y entre los estantes de mis ilustradas bibliotecas,

    me observabas con tus ojos, que en s tambin traanpara m el recuerdo del color del mar. Solo queentonces no verde calma sino gris oscuro vsperade tormenta. Pero no me importaba: all estabas y,por milagro tambin, multiplicada! Por siempre meacompaaras, aun en ese susurro del gris limitadoque deja or sus matices de informacin entre el

    blanco y el negro.

    Pas poco ms de un siglo nuevamente. Y supe quepoda recuperar el rojo de tu boca ofrenda flor, elblanco porcelana para t de tu piel, el ro de mapade escolar de la vena de tu cisne cuello, el verdesin gaviotas de tus ojos. Kodak me envi expertosque organizaron un estudio en la torre este paraaprovechar mejor la luz del amanecer, y en un parde das noms, recapturaron de la desvada miradade la tela de Pinturetto fotografiada por Soleil, tu ser,y devolvieron tu viva imagen retocada con colores amis ojos, que ya se haban acostumbrado a soartecon mirada de perro, en blanco y negro.Al cabo de una semana, me llegaron por correo,en los tamaos ms diversos, tus rostros gandes,medianos y pequeos: desde una mirada de mini-fotos coloridas para guardar en mi cartera y obse-quiar como souvenir, hasta una foto-mural impresasobre tela para colgar en la escalera de la galeranorte. Junto con tus imgenes, me despacharon unextrao aparato con un ojo de luz y unos cartonci-tos calados contigo en u n centro minusculsimo deacetato, invisible a los ojos desnudos. Sin embargo,

    tras insertar cada cartoncito en el ojo de luz, laimagen mnima se volva de tu tamao de siemprey te veas multiplicada en tamao sobre la pared.En una caja de sndalo guard dichos cartones, tusdiapositivas, y esta caja en otra, opaca neutra deplomo, y esta a su vez, en una de mrmol, con tunombre grabado. Y crea que de este modo, estabasa salvo, mientras el viento helado del olvido soplabael fino polvo de la tela de Pinturetto y te me ibasMientras el claro cruel sol haca estragos en lasfotografas de Monsieur Soleil y te me borraba.

    Pero yo solo crea, como todos los creyentes, ciego, y

    LA MEMORIA DEL VAMPIRO

    PORCECILIA PISOS

    MEDIANERAS

    esa seguridad era falsa porque pasaron apenas treintaaos ms y tuve que digitalizarte. Una noche insomneun anuncio en la televisin detuvo mi sangre por uninstante: No pierda sus diapositivas! No deje quela humedad, el tiempo y los parsitos destruyan lasimgenes de sus seres queridos! DIGITALICE YA!Sin pensar un minuto, llam al telfono que consignaban

    en el aviso y en el transcurso de una semana llevlas diapositivas con tu imagen y traje tu bello rostroguardado para siempre, me asegur un flacuchoque manipulaba un artefacto llamado computadora,en un disco de 3, 5 pulgadas. Tambin adquir enese entonces una computadora yo mismo porqueera solo ese aparato el que, una vez inserto en l eldisco, recodificaba y recompona tu imagen para queyo pudiera verte incansable, una, clic, y otra, clic yotra, clic, vez Pero el disco de 3,5 pulgadas durapenas diez aos y otro flacucho semejante pas sucontenido t- a un CD-ROM, lo que sea que estosignifique. Por suerte. Porque aunque yo atesorpor un tiempo aquella primera computadora, unda se trab el mecanismo de la bandeja donde seacomodaba el pequeo disco y hubieras quedadoall, prisionera invisible para siempre.El CD, el DVD, el pendrive sucesivamente y en menosde veinte aos guardaron, para mi tesoro y regocijo,tu rostro. Hasta que en el ao 2024, solicitaronvoluntarios para la implantacin cerebral de chips dememoria. Y acud, qu poda pasarme?, qu podaperder ms valioso que lo que ya intua me estabaabandonando? Aunque, qu paradoja!: haba en mi

    castillo un entero saln repleto de copias de tu rostroen discos, casetes y memorias, amn del chatarrerode aparatos que haca falta para reactivarlas(Tengo que aclarar que jams consider vulgarizartecolgando tu imagen en ese tendedero virtual quedieron en llamar El Libro de los Rostros y no mearrepiento, ya que un da, sin dar aviso a nadie, loarrancaron para siempre, junto con ese sistema, laRed o la Telaraa, le decan, en el que estaba engan-chado. Habra muerto la Gran Araa que se dicelo teja? En manos de qu Ser Misterioso habanquedado aquellas constelaciones infinitas de caras ycon ellas las memorias de los amigos de los amigos

    de los amigos de los amigos?Corra 2024, como dije, y pronto los ms ricos, losms poderosos del mundo, nos enteramos de queexista la posibilidad de que nos transfirieran esasltimas memorias de los ya intiles dispositivosy los ms intiles aparatos reproductores. Y asfue que, en mi caso, sin temor alguno, por razones

    obvias, a la cruenta intervencin quirrgica, hevivido hasta hoy, 27 de octubre de 2040 con esteMemorabilia incrustado en el hipocampo, queempez a flashear y a hacer ruiditos zumbonescasi desde el primer da. Los investigadores dela memoria, que es el ttulo pomposo que se danahora los tcnicos a cargo del procedimiento al quevoy a someterme, dicen que una vez removido elmicrochip, la droga que me administraron, recu-erdas? imprimir en la gelatina de mi cerebro, turostro, amada ma. Con tal precisin y en la canti-dad necesaria de dimensiones, en holograma,dijeron sin las grotescas gafas bicolores, porsuerte que podr verte y me corresponders,mirndome, con algn gesto que me invite a lacercana de tu sensual magnfico cuelloDe todos modos, la garanta del procedimiento, meavisan, est en tener asegurada una clave verbal,una palabra o frase, para mayor tranquilidad, cuyapronunciacin, si todo funciona como corresponde,desencadenar en mi cerebro el proceso qumiconecesario para que surjas, prstina, ntida y pur a,de manera completamente natural. Evocacin lellaman y es lo ltimo en tecnologas po sdigitales.

    He ledo algn artculo en revistas especializa-das que se refieren a los fenmenos de memoriapersonal como efecto Proust, aunque no s aqu responde esta denominacin.Una clave verbal, pues, una contrasea, en fin, y yograb, imposible olvidarla, AMADA MA. Aunqueahora que lo pienso, lo que no puedo recordar esdnde guard la plaquetita de titanio en la quequed escrita por si algo falla Doctor, no se vaya!Una pregunta! Cul era? Ah, s, un momento, unmomento, me dice que ponga tambin una segundaclave para evocar el lugar de la plaqueta? Plaqueta?De qu plaqueta me habla?

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    SATLITE DE AMOR

    porFLORENCIA CASTELLANO

    FOLLETN

    RESUMEN DE LO PUBLICADO.

    Julieta, esposa, madre de dos nios, ve su vida colapsar gradualmente hasta que, de pronto, asomanpedacitos de cielo azul: su nio peleador y problemtico, Lisandro, vuelve del colegio, nuevamente con unaherida esta vez en la oreja-. Pero el da es salvado por Marcos, el remisero, quien literalmente los rescatay los lleva de vuelta a casa. Marcos va cobrando una suerte de luz y de lugar en la vida de Julieta y junto asu aparicin las cosas parecen mejorar: consigue el papel deseado en la obra del dramaturgo Pianetti y ensu corazn algo se abre, se iridisa y vuelve, imaginariamente, a un pasado de bienestar que parece albergarun futuro prometedor.

    Una moto a mil por la ruta choca contra unapared con una pintada poltica. Es ella. Un sonidose repite y construye una meloda. Ella es Un dade Juana Molina. Llantos en continuado bajo laducha. Ira. Ella es una sirena satnica. Pianetti seescondi detrs del humo de un cigarro armado y

    como la oruga azul exhal: - Nena, tu personaje esms verstil que esto. Sos la mujer pulpo; se suponeque pods hacer todo. No me gusta que choquesy adems, no s si la Molina nos va a dejar usarsu cancin. Segu participando-. El hombre subila ventanilla pero antes tir a la calle un bollo depapel donde estaba el texto que Julieta haba escrito.Todas las semanas los actores deban entregarle unareflexin sobre la evolucin de sus personajes y ellavena trabajando bien pero haca dos meses quePianetti estaba temiblemente exigente con todos.

    El auto se fue y Julieta qued sola en la puertadel teatro. Una mezcla profunda de tristeza, impo-

    tencia y abandono la envolvi como un perfumede imitacin. Una fragancia muy parecida impreg-naba todos los ambientes de su casa cuando Pabloresponda monoslabos ante sus comentarios sobre:la obra, los golpes que seguan persiguiendo aLisio en el colegio, como una maldicin gitana, laevolucin del hijo menor, el crecimiento desmedidode la enredadera en la pared del fondo que yallegaba a inundar el tanque de agua del vecino ,y los momentos simples de la vida pero tambin losinstantes profundos y definitivos de la existencia.

    Llevaban un ao de amur en vez de amour

    amour de cacharel. Aunque Julieta no lo hubieraidentificado hasta el momento (hasta convertirseen la mujer pulpo) las hojas del calendario habanvolado demasiado lejos de sus deseos, entre paales,tareas de geografa, viajes, cenas con amigos yasados familiares. Ahora, channel 5 inundabatodo lo que antes haba sido original.

    Lo vena conversando con Pablo. Un dilogointermitente pero que no flaqueaba, entre sus viajesrelmpago de trabajo al sur y la montaa de choco-lates que iba acumulndose hasta no poder verse.

    l, como buen especialista en circuitos elctri-cos, explicaba el malestar de Julieta con su falta

    CAPTULO DOS

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    de trabajo como actriz y la cuesta empinada de doshijos. Ella le sealaba que haba dejado de lado suprofesin, slo momentneamente, en la etapa decrianza inicial de los chicos y no crea que los hijosfueran ese mojn de piedra fra donde l se sentaba amirar los interminables partidos de tenis, sin zapatos,y desde donde le responda genial, gordita antesus comentarios sobre la reapertura del Coln, elcasting de Pianetti y la aventura de calzarse un traje

    con tentculos que pesaban bastante para moversecon gracia en un escenario.Entonces, despus del mal refusilo de Pianetti,

    ese perfume le suba como una cobra por las piernashasta acercarse a su corazn y detenerse. Ahora, elbollo de papel se empapaba por la salpicadura de u nauto en la calle y se haca chiquito. Ahora, una parejase besaba con pasin en la vereda de enfrente. Lacobra hizo nido en su pecho y las lgrimas empeza-ron a rodar por sus mejillas como rocas.

    Una vez en casa, los varones hicieron que todopasara a un segundo plano. Preparativos varios: elbao, la cena, la mochila, la ropa escolar limpia, lavianda, el cuento, la cancin, la didctica de dormirsesolos o casi solos y, finalmente, dorman y el barrioestaba callado.

    Durante la cena, Pablo le haba aconsejado aLisio que si le pegaban, pegara, pero sin demasiadoconvencimiento. Tambin haba dicho: Las herra-mientas que nos dieron tus abuelos a nosotros yano sirven; ahora, impera la ley de la selva y vas aener que aprender a moverte . Julieta no coin-

    cida y a partir de ah todo se haba transformadoen una escena de Pianetti, del primer Pianetti, ese

    que escriba melodramas por encargo.Con la cobra aletargada, Julieta apag las luces

    del comedor, se qued en la penumbra un rato,pensando en su da. Despus, prendi la luz, anotnuevas ideas sobre su personaje (al chicaneo dePianetti le devolvera con trabajo), subi las escalerasy decidi hablar con Pablo. Contarle cmo se senta.

    Este dilogo era calcado pero con cada reiteracin,as marcas de lpiz negro en el papel iban dejando

    surcos cada vez ms gruesos. Zanjas quemadas. Es la rutina. Ya va a pasar haba dicho l,

    en la cama, mientras apagaba el velador y se dabamedia vuelta para roncar.

    Se perdi la alegra- haba dicho ella, al ladode la ventana, mientras un vecino sacaba la basuraa la calle.

    Eso haba sido en el verano con una noche detreinta y tres grados y una luna llena digna de lasmejores historias de lobos. Y hoy volva.

    Por qu normalizar una situacin donde elamor se va esfumando?, de qu manera convivir conuna cobra de hielo en el corazn? Ambas preguntas

    hacan de pndulo y los ojos, los odos, las manos ytodo el cuerpo de Julieta se mova con ese comps.Como un fantasma en pena, Julieta pas por la

    habitacin de los chicos. Ambos dorman tranquilosy el techo de su habitacin estaba lleno de estrellasflo que se cargan con la luz. Julieta volvi a llorar,bajito. El silencio era abrumador.

    Decidi caminar unas cuadras. Eran las diez yla noche tena estrellas de verdad. Le dej una notaa Pablo en la heladera pero saba que no la leera.Igual agarr la birome verde y escribi.

    En ese estado, de nube tormentosa, sali a paseara la cobra. El pequeo plan: tomar su malestar conuna correa y dar vueltas hasta que se canse.

    Aunque la inseguridad era un tema recurrente,Julieta decidi olvidarse del amarillismo y los casosconocidos y dej atrs su casa con unos pequeosauriculare s donde sonaba High speed de Coldplay,entre otros temas tranquilos.

    En los ltimos aos haban demolido unas cuan-tas casas en los alrededores y la mezcla de escombroscon viviendas nuevas, duplex mediterrneos y ruidosde obra, constitua un indicador del pasaje de loviejo a lo nuevo.

    Dobl hacia la izquierda y ley un grafiti:+ amor x favor. Casi que tena ganas de correr. Lacobra se desplegaba en su pecho y trepaba hasta sumente, dividiendo su lengua bfida sobre recuerdoscon Pablo de 16 aos de antigedad y sobre unapregunta viva: cmo normalizar una situacindonde el amor se va esfumando? Empez a caminarms rpido, casi como huyendo de algo. La msicaen sus odos no condeca con el ritmo de sus piesacelerados. En esa contradiccin trepaba el increscendode Everything not lost y senta plvora sobre susideas, bronca a propulsin.

    Como un blido, dobl a la izquierda, otra vez

    y de repente, de atrs, alguien le toc el hombro,como un timbre, dos veces.

    Se dio vuelta sobresaltada. Estaba en su galaxia.La msica segua sonando y no entendi bien cuandoMarcos le habl. Slo vio que iba vestido todo denegro y su cuerpo se perda en los bordes de lanoche y le sonrea medio de costado, casi una mueca.Entonces, se sac los auriculares y lo oy: Hola,todo bien? dijo el hombre que llevaba una mochila

    roja. Julieta sinti un poco de vergenza y dijo ques. Marcos crea que le pasaba algo porque iba cami-nando muy rpido.

    Julieta estaba a diez cuadras de su casa. l iba ala agencia de remises. Entraba a trabajar y empeza-ron a caminar juntos. Descubrieron que eran vecinosy que casi tenan la misma edad. Marcos le preguntsi haba conseguido la pomada china para Lisio yqu tal iba la actuacin. La haba llevado en suremis, en varias oportunidades hasta el teatro y sabasobre la obra y las locuras de Pianetti. Tambin lehabl de su hijito con devocin, pareca enamorado: Me cuesta mucho dejarlo antes de que se duermapero mi mujer est obsesionada con que dejemos dealquilar para comprar algo propio y con las clasesde filosofa no alcanza. De ese modo, Julieta seenter de que el remisero que escuchaba metal eraprofesor de da. As, charlando, llegaron hasta laesquina de Julieta y ella le agradeci la preocupaciny le hizo notar que l iba para otro lado. Ya lo s dijo Marcos con sencillez Conozco las callesdel barrio. Te estaba acompaando .

    Un perro negro cruz entre los dos a la velocidaddel rayo. Se miraron con sorpresa porque el animal

    iba solo y casi los tira. Enseguida, se despidieron allado de un volquete lleno de maderas y pedazos deazulejos. Uno se fue para el norte. Otro hacia el sur.

    Julieta entr en su casa. Sin msica en los odosy sin la cobra. En algn lugar de la caminata lahaba perdido pero senta que, irremediablemente,la volvera a encontrar. Sin embargo, slo se acordde ese perro desaforado y se pregunt cmo alguienlo pudo dejar escapar.

    SATLITE DE AMOR

    PORFLORENCIA CASTELLANO

    FOLLETN

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    El Ganmedes es un establecimiento de categora.No quisiera que se deslicen dudas sobre esa cuestin. Elbarrio en el que se emplaza el Ganmedes es otro cantar,y no es precisamente un barrio de categora. Alguna vezdebe haber sido otra cosa, porque est lleno de casonascon unas molduras muy trabajadas. La casona dondefunciona el Ganmedes es una maravilla. As dice uncliente que es arquitecto, o por lo menos dice que esarquitecto, y que mientras espera turno o se toma algo

    mira las paredes. Una vez me pidi si no le prenda la luzen un cuartito, porque quera ver unas columnas, perole dije que no, porque mucha luz no es buena para elnegocio. De paso, informo que una prueba de la categoradel establecimiento es que tiene una clientela profesional,con abogados y arquitectos o gente que por lo menosdice que es abogado o arquitecto, que ya es ms de loque puede decir la competencia.

    El barrio, con casona y todo, no es de categora. Oes de categora baja. Yo no s porqu las autoridadesno toman alguna medida. Y eso que colaboramos. Lasfuerzas vivas del barrio colaboramos religiosamente conla polica y con la Municipalidad. Ahora que empez a

    DE GANMEDESLOS OCOTES FRACTALES

    CAPTULO CINCO: EL SURTIDOR

    porFEDERICO REGGIANI

    venir gente de la poltica al Ganmedes, les voy a decir.Porque no es tanto lo que hace falta para darle categoraal barrio. Ms difcil sera si siempre hubiera sido unapiojera, pero las casonas estn: recuperar categora tieneque ser ms fcil que inventarla. Hara falta ms luz -laluz es mala para el negocio del lado de adentro, no enla calle-, algn patrullero, y echar de las casonas msdeterioradas algn elemento indeseable que vive ah.

    Porque con eso nos encontramos en la calle Carade Cartn, Marcela y yo: con un elemento indeseable.bamos siguiendo a Cara de Cartn por la vereditaangosta cuando lo vi cruzar la calle. Le faltaba un cartelque dijera elemento indeseable en la frente. Sac sinmucho trmite un revlver, la empuj a Marcela contra

    la pared y le apunt en la panza. Mi primera reaccinfue escaparme. No es que tuviera miedo. En mi oficiouno se acostumbra a un poco de violencia y aprendea manejarla, pero siempre iba a ser ms til a ciertadistancia, y adems traa encima el dinero de la caja, ytengo una responsabilidad como administrador.

    No me fui. Uno no deja de sorprenderse. Resultaque Cara de Cartn se le acerc al elemento indeseable,y se puso a mirar el revlver como si nunca hubiera vistouno. No digo que tuviera que haber visto, los clientesdel Ganmedes no son todos gente de armas llevar, sonde categora, ya lo dije, pero uno ve revlveres en el cineo en la televisin. El Cara de Cartn pareca no haber

    FOLLETN

    RESUMEN DE LO PUBLICADO.

    Hace 18 aos que Marcos es el administrador del Ganmedes, un cabaret. Ha visto mucho, pero todavale quedan sorpresas: Marcela, la estrella del local, se ha vuelto loca por un cliente al que bautizan Cara decartn: un hombre inexpresivo y de sintaxis dudosa, pero capaz de moverse ms rpido que el tiempo ycapaz de enamorar a una mujer o convertirse en el mejor amigo de un administrador de cabaret en pocosminutos. Por amor y amistad, un poco hipnotizados, Marcos y Marcela aceptan seguirlo en un vi aje adestinos inciertos.

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    para conservar el nylon de un auto por veinte aos!Cunto hace que no se fabrica el Falcon? Eso pens:

    que Cara de Cartn era un franela de los autos. Escierto que a esa altura ya haba decapitado a un tipocon la mano por no hablar del balazo desaparecidoy que ahora jugaba muy entusiasmado a manejar, peroqu se le va a hacer: uno piensa lo que le sale.

    Marcela lo golpe suave en el hombro. Lo encary le dijo:

    Ey, maestro, no bamos a algn lado?En eso estaba cuando peg un alarido y me

    abraz. Un poco me gust, claro, pero lo primeroque pens fue que me iba a manchar con sangre. Losegundo que pens no s bien qu fue, porque ah mirpor la ventanilla y vi que el Falcon no estaba quieto.Sin ruido, en silencio, avanzaba a toda velocidad, comosi fuera un auto de carrera, como si no le importaran

    as esquinas ni los semforos ni la muerte. El Falconmarchaba en silencio a toda velocidad. Un autazo.Cuando Marcela dej de gritar y se puso a llorarcalladita, el nico ruido que se qued sonando en elaire fue el brum brum de Cara de Cartn.

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    /MATENALMENSAJERO

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    @M ATEN LO

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