maten al mensajero #7

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  • 7/25/2019 Maten al Mensajero #7

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    AO 3 / VOLUMEN 7MARZO - 2016AR: $80

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    Este nmero que estn por leer estaba preparado para entrar a imprentahace unos meses. Como venimos reexionando ltimamente, cuandola realidad asxia, es crucial que emerja la literatura. Y por ello, a pesarde los avatares de la economa, seguimos trabajando lentamente paralograr que viera la luz apenas hubiera un hueco por el que ltrarlo.Hemos aprendido muchas cosas en estos casi dos aos de revista: lasdicultades nos obligaron a ser creativos. Durante el ao corto2015 salieron dos nmeros y nos qued mucho por decir. Renovamosahora la iniciativa de dar a conocer historias, de explorar nuevasformas de narrar y, por sobre todas las cosas, pensar nuevos mundosposibles ms all de lo cotidiano.Para ello, innegablemente, contamos con la complicidad de quienesleen. Ustedes. Y en el transcurso de este tiempo conocimos ms sobrequines son quienes nos leen. El intercambio tambin corri el velode lo impersonal, la distancia articial que se produce en la lectura,intrnsecamente en diferido. Estuvimos en ferias, eventos, lecturasy presentaciones de libros y de otras revistas. Tomamos nota de loscomentarios, las crticas y algn que otro elogio, ruborizades ms novanidoses. Y algo se produjo en el largo andar de la mquina:lleva mucho tiempo completar la publicacin de una novela de folletno una serie de historietas. Por eso, fuimos incorporando e iremossumando en adelante otras formas de contar historias: desde tiras dehistorieta en la web (Lectura Veloz de Fabin Zalazar) a un folletnde ciencia ccin (Las Guerras Rurales). Ahora sumamos un selloeditorial con nombre propio y, para cuando estn sosteniendo estarevista en sus manos, habremos mandado a imprenta el primer ttulo.Seguimos siendo cmplices en cada paso; los tiempos que corrennos fuerzan a seguir hacindolo: en cada nuevo lector o lectora haytambin un relato que recrea un mundo. Un mandato colectivo:Maten al Mensajero.

    PRLOGO

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    E s t a o

    b r a e s t

    b a

    j o u n a

    L i c e n c i a

    C r e a

    t i v e

    C o m m o n s

    A t r i b u c

    i n - N o

    C o m e r c

    i a l -

    S i n D e r i v a r

    4 . 0

    I n t e r n a c

    i o n a

    l

    HISTORIETAMEDIA-NERAS

    VERSIN DIGITALEN PDF - GRATIS

    LA LORETA

    SERGIO ALVEZ

    ARTAUD

    PRESENTACIN M.A.f.I.A +COLECTIVOFOTOGRFICOA PEDAL

    EL REEMPLAZO06

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    47 65

    7416

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    FOLLETINES

    SATLITE DE AMOR

    SANDRO CENTURIN

    EL BAR DE LA MESA 3

    FELICIDAD

    EL GAUCHO ANTONIO GIL

    EMA FERNANDA VILCHESCLAUDIA MASIN

    HOTEL DE LAS IDEAS

    FLOR CODAGNONE

    LOS OCOTES FRACTALESDE GANMEDES

    TRELEW, UN NOMBREESCRITO CON SANGRE LOS VISITANTES DEL

    AGUJERO DEL COMEDOR

    CONI BANS

    TOM LUPO / GABRIELABORRELLI AZARAROCO NAVARRO

    Ediciones La Parte Maldita

    Bolivia 269 4to A

    LITERATURA POESABREVE MALDITO PAN

    ILUSTRACIN DE TAPAMax Aguirre

    POESA MALDITO PANTom LupoGabriela Borrelli Azara

    Coni BansClaudia MasnEma Fernanda VilchesFlor Codagnone

    HISTORIETASantiago Snchez KuticaDaniel PerrotaChelo CandiaLuciano ZdrojewskiFacundo TeyoJuandy CorreaDiego Rey

    DISTRIBUCINEN LIBRERAS

    Bardaco Distribuidorwww.bardacolibros.com.ar

    DISTRIBUCINEN KIOSCOS

    Sin [email protected]: 308-1813

    DIRECTORSantiago Kahn

    CONSEJO EDITORIALElizabeth LernerLaura Di Marzo

    EDITORES:Federico Reggiani (Folletn)M.A.f.I.A (Fotografa)Laura Di Marzo (Medianeras)Mara Laporte (Literatura Breve)Tom Lupo / Gabriela Borrelli Azara(Poesa Maldito Pan)

    ISSN 2362-2253

    EDITOR RESPONSABLESantiago KahnBolivia 269 4 A.CP 1606 - Buenos Aires, [email protected]

    REDACCINUruguay 239 8 B

    [email protected]

    JEFA DE REDACCINY CORRECTORAMara Laporte

    ADMINISTRACINLuca Vazquez

    PRENSADiego [email protected]

    DIRECTORA DE ARTEGisela Cukierwww.gisecukier.com.ar

    FOLLETNSusy ShockFlorencia PastorellaFlorencia CastellanoDiego RojasElizabeth Lerner

    Diana BenzecryFederico ReggianiFabin Zalazar

    LITERATURA BREVESergio AlvezSandro CenturinRoco Navarro

    MEDIANERASGisel CalvoMax Prez Fallik

    MAR. 2016 - N 7

    FOTO-GRAFA

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    LA LORETApo rSUSY SHOCK

    ilustraFLORENCIA PASTORELLA

    FOLLETN

    RESUMEN DE LO PUBLICADO.

    La Juana ha muerto. La Loreta no va a olvidarla: no puede olvidar la furia de su compaera, la que conocirecin llegada de Tucumn. Tampoco puede olvidar la desconanza que senta por la Vicky, esa tilingade ojos azules. Yo ya tengo la vida cambiada, dice la Loreta, por ms que le anuncien leyes que pueden

    cambiarle la vida.

    y vivita y coleando, como lo fue hasta esa noche, dehace ya unos cuantos meses, desde la que nada volvia ser lo que era antes. Ni siquiera esta casa con estasparedes sin pintura, descascarada, o la novela de latarde que no s cuantos captulos ya van pasando y porac cero inters en la tele y en todos los colores, salvolos necesarios en alguna ropa a combinar para salircada noche en busca del mango, parte del ocio quese dice, inercia de montarse linda para ganar la calle,slo eso. Porque la alegra es otra cosa, esa es quiz lacosa ms seria de todas, poder la alegra, que comopoder ir de vientre no es cosa para todas ni cosa fcil,si lo sabrn las putas. Por eso la Loreta cada vez quesuea recurrente, ese mismo sueo, siempre despiertams y ms desalegrada, como empeado el dolor enarrugarle la cara, y oscurecerle el da. Y la Vicky y lasotras, que preocupadas ven cmo las horas son cada vezms tensas, no saben ya de qu disfrazarse frente a estamarica que contesta en monoslabos a cada pregunta,o se queda con la mirada perdida por largos minutosentre cliente y cliente.

    La Vicky: Otra vez el sueo, seguro.La Gaby: No habr que llevarla al mdico?La Vicky: No es el pncreas boluda, es tristeza.La Gaby: Por eso mismo, lo que necesita son unas

    buenas pastas que la calmen.La Vicky: Lo que necesita es llorar, llorar mucho.La Gaby: Yo te digo que unas buenas pastillas la

    dejan como nueva.

    Lo primero que La Loreta vio, al llegar corriendo ala ruta, fue el auto Duna blanco levantndose a la Vicky.Si le grito pidindole ayuda seguro que se asusta yhuye, pens, a la vez que le haca seas a la Vicky paraque se acercara. La Vicky, que no slo la conoce sino quea fuerza de la noche y sus telaraas de sobrevivir, habaaprendido a descifrarla, a adivinarla inmediatamente,entonces le hizo seas, a su vez, al chongo en el auto paraque doblara hacia la calle muerta y ah la esperase. Todoen la milsima de segundo que ocupa el divisar la presay el zarpazo que toda cazadora que quiere comer y noasustar al futuro alimento tiene que dar, como la ranacon la mosca. No alcanz a acercrsele cuando la Loretale indic que no se fuera, que pidiera una ambulancia ymientras gritaba eso, le arranc la cartera a la Vicky ydio marcha atrs a sus pasos y a sus palabras para volvera donde la Juana, pero esta vez armada de la pistola.Y entonces sin titubear, sin dudar, disparar con tantapuntera que la bala entr en la cabeza, rompindolelos sesos al sorete ese... y ah la pelcula se frena, se cortala cinta y el cassette del recuerdo se enrolla difuso unavez ms, y la Loreta se despierta agitada e insultandoal sueo que no deja de serlo, que siempre es sueo ynunca realidad. Ella que quiere los sesos verdaderos ybien desparramados del tipo ese y a la Juana salvada

    CAPTULO SIETE

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    HOTEL DE LAS IDEAS

    Guin: Santiago Snchez Kutica Dibujo: Daniel Perrotta

    presenta:

    ARTAU D

    C O N T I N U A R . . .

    LA LORETA por SUSY SHOCK

    La Vicky: Y yo te digo que habls demasiado dealgo que no conocs.

    La Gaby: Todas sabemos que la Juana era como lamarida de esta. Y ahora no sabe qu hacer sola, en elfondo esta marica es una minita de novela, como todas.

    Sin el Tipo no saben qu hacer.La Vicky: Vos opins? Vos, que tens al vago ese,que se la pasa en el bar toda la noche, mientras vos tela jugs en la calle para que l tenga con qu chupar?Vos me habls de minitas sometidas?

    La Gaby: Ey, par, no te pongs as, pareces la Juana al nal.

    La Vicky: Ojal lo fuera, ya estaras entre mis puosmarica, por abrir demasiado la boca, pero agradec quetengo manitas chicas.

    La Gaby: Vos ests calzada, todas lo sabemos, noestoy tan loca como para pelearme con vos.

    La Vicky: Ya sabs que la Loreta tiene quien lacuide, entonces, ahora lo sabs.

    La Loreta siempre est al tanto de lo que se habla asu alrededor, siempre tuvo esa capacidad de murcilagade los sentidos, esa capacidad de hacer veinte cosasa la vez y estar al tanto de otras veinte cosas ms, undominio territorial, un radar travesti agudo y delicado.Y en este tiempo de tristeza no era la excepcin, todolo contrario: nadie que se haya hecho en la calle puededarse el lujo de dejar ventanas abiertas sin cubrir,y ella se estaba mostrando frgil frente a las otras.Adems, en el fondo, sin la Juana medio poder se habaterminado, y eso tarde o temprano alguien se lo iba ahacer pagar; por eso iba tantendola a la Vicky en ladelidad, y a la par incentivndola en ese rol, ahora quesu liderazgo de cuadra poda empezar a correr riesgos.

    Lo primero que hizo fue llevrsela a vivir conella, y ponerla en la habitacin de la difunta amiga.Todo un smbolo para el resto, y a la vez la necesidadimperiosa de tapar la ausencia. Para la Vicky no hubo

    FOLLETN

    sorpresa: ella hace rato senta que la Loreta la habaabrigado bajo su ala y, sin hacer preguntas, y ms comoun gesto hacia afuera que hacia ellas mismas, ocup lahabitacin con toda alegra y con poca discrecin. Desdeentonces volvi la msica a la casa y hasta se organiz

    una vez al mes una esta donde las maricas volvierona ver a la Loreta de mejor humor, antrionas ambas decomidillas y chonguedas a granel.

    Slo a veces, a solas, en medio de la novela de latarde, la Vicky cerraba discreta la puerta de su habitacinal escuchar los angustiosos alaridos de llanto de la travafrente al televisor.

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    lanan.com.ar revistanan /revistanan

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    CAPTULO OCHO

    SATLITE DE AMOR

    FOLLETN

    RESUMEN DE LO PUBLICADO. Julieta se ha enamorado de Marcos, el remisero profesor de losofa, y viven las tristezas, placeres y tpicosdel amor clandestino. Pablo, el marido de Julieta, no hace ms que alejarse. En esas penas estn cuandoMarcos debe viajar por trabajo a Baha Blanca. Julieta est sola cuando su hijo adolescente se lastima enuna pelea, y la nica y paradjica certeza es su papel en una obra de teatro.

    po rFLORENCIA CASTELLANO

    Haban pasado el da entero en Otamendi. Unviento fresco pero no fro los haba empujado suave-mente hacia los brazos del otro. Haban corrido por elcampo, a campo traviesa, como dos nios enamorados.Haban hablado de amor en tiempo presente (Yo (te)amo. Vos (me) ams) pero el futuro era incierto comoun camin que pasa en la ruta, a su ritmo, pero quenadie sabe adnde va o qu lleva en su interior porquelas paredes no dicen nada. Haban vivido interrupcionespero ninguno de los dos dudaba de que tuvieran elespritu de seguir juntos. En aquel mensaje de textoMarcos le deca que se quedara tranquila, que no sesaba qu sucedera. Nunca se sabe si no saber traetranquilidad pero en denitiva ese era su mensaje.

    Ella haba frenado todo. El ex remisero lo habaaceptado pero luego de treinta das y treinta noches dedistancia, otra vez, ah, en el campo, estaban juntos.No puedo estar sin vos, le haba dicho l, debajo de unrbol, tirados sobre el pasto, mientras un cardenal sepasaba a una rama ms alta. No puedo estar con vosy seguir as, le h aba dicho l, debajo del techo de zincde un local de repuestos para autos. No puedo estarsin vos, le haba respondido ella, abrazndolo con todo

    su cuerpo en la cama. No puedo estar con vos y seguiren este lugar, le haba dicho ella debajo de un balcnque empezaba a construirse en el medio de la ciudad.Posible-imposible. La historia segua y pareca la histo-ria sin n. Julieta empezaba a aburrirse de viajar y llegara una calle sin salida, en varios rdenes de su vida.

    S, la historia entre ellos, clandestina pero no exclu-sivamente sexual, continuaba como contina una rutaen el horizonte. En sus brazos, Julieta ri, se acordabadel tema Tripeando de los Babasnicos, del video,donde se ve una hilera tumultuosa de motos que doblany hacen ruletes, de hell angels, con pelos largos ycanosos, otando el viento. Se acord de lo que es serlibre internamente y decidi que no quera que esofuera un estado pasajero. Un viaje por placer y volvera la rutina. En los brazos de Marcos decidi romper.

    Pablo y ella seguan. El hombre de las montaas,ms parecido a un Jeti hogareo, haba hecho odossordos a las sugerencias de su mujer de separarse. Deca:ya se te va a pasar, ests estresada por la obra y porlos chicos pero a la vez no haca nada, silencio, dasiguales. A la vez no haca absolutamente nada pararescatar la pareja. De todas formas, Julieta senta quesu pareja haba naufragado y que ella se haba tiradosola a un mar rugiente donde Marcos era como unasirena, alguien real para quien la ve pero irreal parala mayora de los mortales. Julieta senta que la mareaen sentido norte era inmanejable y por ms que Pabloquisiera venir con todo un equipo de salvataje, las

    olas suaves y las fuertes tambin, la haban llevadopara otro lado. Una isla nueva. La incertidumbre delo desconocido, la isla misteriosa donde poda estarvarada la sirena como no

    El futuro es incierto, haba dicho Marcos una vez.Claro, para eso es futuro.

    El xito de Pianetti segua. Ms teatros pedanla obra. Ms tericos del arte reexionaban sobre suoriginalidad. Pianetti y su equipo eran vanguardia. Aslo vivan. As lo crean. De algn modo, el dramaturgola impulsaba al cambio.

    Sin embargo, como en una toma congelada todocontinuaba igual; pero la presin iba aumentandoms y ms.

    Una tarde de muy baja presin, Lisandro entrcansado del colegio y enojado. Su madre le preguntqu le pasaba, si le haba ido bien en el ltimo examende literatura. El adolescente tir la mochila en el pisoy se fue corriendo a su habitacin, cerr la puerta conllave desde adentro. Su hijo menor se par de repentey en ese movimiento rpido tir la pila de bloques demadera que hasta haca unos segu ndos era muy, muyalta. Julieta tom a su pequeo en brazos y con l fuehasta la habitacin de Lisio. Golpe la puerta. Una, dos,cuatro veces y recin en la siete, el chico abri. Estabarojo de llorar y se haba quedado en calzoncillos. Laropa estaba tirada por todos lados.

    Julieta se sent al lado suyo. Ah noms, el chicoexplot en llanto y en enojo, le dijo a su madre que noquera ir ms a esa escuela, que lo tenan harto, que nopoda hacer nada, que odiaba a sus padres por haberlomandado ah y queCharlaron tanto. Se abrazaron lostres con fuerza y Julieta entendi denitivamente quedeba ir hacia las cosas. Tena que accionar y resolver. Nohaba ms tiempo para la mujer pulpo de las medias tintas.

    Al da siguiente, el calor explot en una tormentaelctrica furiosa. Lo llam a Pianetti y le explic que

    no ira a la reunin quincenal. El dramaturgo, lejos desu exigencia, digna de una institutriz de la realeza, latranquiliz. Le asegur que la mantendra al tanto sobrecmo se programaran las prximas giras de la obray le adelant con ternura que haba apalabrado unaentrevista para ella en una revista mexicana, especiali-zada en feminismo. Esa noche a ella le daba lo mismo.

    Ms tarde, llev a sus hijos a lo de su madre. Elplan para ellos era genial: abuela cariosa, comidacasera y una pelcula.

    Una hora despus, apareci Pablo con el auto.Vena de jugar al tenis con un amigo. Fue directo a laducha y ese tiempo del agua corriendo para Julieta fueeterno. Se senta con el agua al cuello.

    Se sentaron en el silln del living. Ese que unavez haban bajado juntos por una escalera de los aos50, tres pisos cuesta abajo, ese con el que iniciaron suvida juntos. Ahora, en otro tiempo, la conversacinla inici ella. Otra forma no existira y dur mucho.Palabras que duelen pero que son tranquilas. El dolorno siempre es agresivo. Las lgrimas no siempre van dela mano del odio. Se separaran. Pablo deba irse. Enimperativo. Slo se habl de la ausencia de amor, de unproyecto que estaba vaciado de sentido y especialmente,de sentimientos, de cuidar a los chicos.

    Julieta y Pablo ya no se amaban. En cierto modo,poco importaba la presencia de Marcos en la historia.Marcos tambin era, adems de un amor enorme, uncatalizador, un meteorito que irrumpe en un sistemaque perdi su autenticidad, su brillo hace tiempo.

    Marcos haba chocado con Julieta como chocandos estrellas: pura luz, no se saba la duracin pero elefecto haba sido patente, el planeta de Julieta y Pabloestaba en sombras. Como si fuera una novela, un autopar en la puerta de la casa de ellos. Era el Ford Kade los vecinos que como un armazn donde emanabaSatlite de amor de Lou Reed. Pareca una broma

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    SATLITE DE AMOR

    FOLLETN

    MELODRAMACAPTULO NUEVE

    pero el clima no estaba para chistes. El cosmos, elmundo de Julieta haba cambiado.Al da siguiente, los chicos regresaron a casa. Los

    cuatro se sentaron en la mesa blanca del jardn. Pabloy Julieta les explicaron a sus hijos que se separaran. Elmensaje fue claro. El ambiente era serio. Contrastabamalamente con los colores de las ores, la pureza delos jazmines que explotaban un perfume delicioso.

    Tres das despus, Julieta dorma en su cama,sola. Los chicos estaban normales. Lisio haca mshincapi en su alivio de haber sido inscripto en otrocolegio donde el bullyng no fuera la moneda corriente.Tambin haba decidido empezar a hacer taekwondo.Mateo se haba largado a hablar como quien tira deun hilo y algo salta. El cambio era inevitable, habaconcluido Pianetti. El dramaturgo la haba ido a visitara su casa, le haba trado regalos a todos y mientrascaminaba por el jardn de su actriz fetiche, ya le ibarelatando con voz ridculamente modulada y ademanesexagerados, cmo sera su nueva obra. Ella sera laprotagonista. Julieta le haba preguntado tmidamentesi sera otro animal marino y entonces Pianetti, lejosde su andamiaje excntrico, se haba acercado, la habaabrazado con ternura y dicho cerca del odo: No, nena,vos ya sos otra persona.

    Diecisiete das despus Marcos y Julieta se habanencontrado de casualidad en la calle. l no saba nadasobre el cambio de vida de ella. La ltima conversacinestaba anclada en el fondo del mar y haba sido sobreimposibilidades para verse y sobre que el tiempo gire.Ahora, ella estaba libre. Triste y con una historia acuesta pero libre. Marcos ahora lo saba.

    En esas cuadras que haban compartido, en esacaminata sorpresiva hacia el ro, un mircoles a lamaana, mientras la gente hace trmites, trabaja, loschicos estn en la escuela, una seora compra frutas yse mueve en la vida cotidiana, en esas exactas cuadras,

    Marcos se enteraba. Ella se lo haba dicho como algonatural, sin presiones, sin preguntar qu hara l. Lehaba expresado que estaba triste, que era necesario,que gracias a l, entre otras cosas, haba visto cosasque nunca haba visto y se haban besado debajo deun rbol.

    Ahora, las piezas del juego estaban del lado de l,en su mayora. Marcos segua igual de atorado porlo que narraba; mientras, Julieta se converta en unbarrilete grande de su mano, y empezaba a remontarvuelo propio.

    Su corazn tena un hilo rojo que iba directamenteal de Marcos. Marcos tena el mismo hilo. Igual quecuenta la leyenda china, dos hilos que unen corazonesa pesar de los aos, las distancias, las complicaciones;ahora lo que habra que ver era si las historias literarias,las leyendas, se hacan realidad.

    La fiesta era temtica: Mujeres que viajan.Pianetti haba alquilado por un ao un galpn quehaba transformado en sala de ensayo, complejo teatraly centro de operaciones. Su xito continuaba y el dinerole llegaba con soltura; sin embargo, el dramaturgo nohaba abandonado su perl under, responda irreve-rencias en las entrevistas que le hacan, apostaba porartistas desconocidos y no pactaba con ningn programapoltico cultural. Su reconocimiento era genuino, muymerecido, despus de 20 aos en las tablas. Su nuevaobra la tena a Julieta de protagonista absoluta, ununipersonal sobre mujeres viajeras.

    Esa noche, el escenario tena colgando del techo

    autos, motos, patinetas, trenes, barcos, bicicletas, rollers,todo en metal y realizado por un artista plstico muyjoven (otra nueva estrella descubierta por el telescopioPianetti); el bar del lugar simulaba un saln comedorde tren. Una de las paredes del sitio pasaba imgenesde montaas en cmara rpida y otra disparaba perma-nente videos ochentosos en silencio- de mujeres queviajan.

    La idea de la obra se centraba en la archi-vistade los viajes iniciticos (tan hablados y escritos porsiglos de siglos) pero en clave Pianetti; o sea con pasajeshumorsticos, muy poticos y personales. Julieta creaque ese papel, como alguna vez lo haba sido su mujerpulpo, le llegaba en el momento justo. Ella haba ledosobre viajes iniciticos pero otra cosa, muy diferente,era haberlos vivido en persona. La actriz senta que sultimo ao haba constituido un viaje ntimo y fuerte,un recorrido que haba empezado desde adentro haciaafuera y haba tenido paisajes denidos: noches oscu-ras y tempestuosas, cielos turquesas con vientos queempujan hacia los cambios, mareas que confunden,senderos que llevan a zonas no pobladas y descubrimien-tos radicales.

    En el medio de los aplausos de estreno, Julietahaba recibido en el escenario un ramo de ores de lamano del dramaturgo, estaba vestida como una pilotode frmula uno, tena un casco y su hijo mayor, enprimera la, la miraba con amor. Todava en el salncomedor de tren/bar, mientras caminaba y saludabaamigos, mientras iba de la mano de Lisio, la emocinla llevaba puesta. En eso, escuch la cancin Leave aLight on, de Belinda Carlisle, y se qued quieta. Lasimgenes la hermanaban con la cantante pelirroja. Seacord intensamente de Marcos. No tenan contactodesde haca nueve meses. La ltima conversacin habagirado, como un auto despistado, acerca de los movi-mientos de ella, de su libertad, la falta de tiempos, la

    poca visibilidad de un proyecto comn por ms pequeoque fuera y las complicaciones de l.Al remisero le haban salido unos seminarios de

    losofa y eso le daba alegra y lo haca viajar cadatanto; pero, ms all de esas estrellitas navideas, fugacesy epocales, su vida segua igual. Su vida (real o irreal,deseada o impuesta, depende de dnde se lo mirara)estaba en otro lado. Julieta haba decidido, con muchoesfuerzo y dolor, seguir de largo y que la vida girara,que el viaje siguiera.

    La relacin con Pablo estaba bien, como ex pareja.l tena un vnculo uido con los chicos y les ofrecapaseos y experiencias diferentes a las de ella. Su carrerahaba pegado un salto, lo haban ascendido y las sali-das a comer afuera, los viajes y regalos importantesparecan ser su modo ms directo de contacto con loschicos. A ella no le importaba el modo sino el cmo.Y funcionaba. De algn modo, la rueda de la fortunahaba girado para todos y como dicen los que sabende tarot, esos cambios son siempre positivos aunque elconsultante se resista a verlos.

    Durante ese lapso de tiempo, no haba visto msel auto de Marcos en las inmediaciones, ni en la puertade la remisera Grand Prix. Eso la desconcentraba yentristeca. El giro era drstico y seguramente sera paramejor. O ella lo quera ver as.

    A los tres meses de viajar en el escenario de Pianetti,la obra se consolidaba y haba carteles en las callescntricas donde se difunda la continuidad de Mujeresque viajan por un mes ms.

    Una noche de lluvia, Julieta sali del teatro puntual.La estaba esperando un amigo, un actor de la obraanterior, con el que seguan en contacto. El plan era ira cenar juntos y hablar cuestiones laborales. Pianetti sesumara ms tarde. En el restaurante, la actriz dej elmen sobre la mesa, como si se tratara de una cortinametlica que cae, y enseguida vio el auto de Marcos

    por FLORENCIA CASTELLANO

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    SATLITE DE AMOR por FLORENCIA CASTELLANO

    FOLLETN

    F I N .

    que esperaba el semforo. El hombre estaba con el peloms corto, solo y la miraba con las manos al volante.Hicieron contacto visual en ese nterin hasta que abrinuevamente la luz roja y el viaje sigui. Julieta no dijonada a nadie pero durante la cena no pudo articular

    palabras. Pianetti lo not y termin haciendo chistessobre su dispersin repentina.Ms tarde, ya en su casa, con sus hijos dormidos,

    Julieta llor. Llor mucho. No entenda para qu vea aMarcos en esa zona de la ciudad. Lo extraaba y amabatodava. Tambin senta bronca y quiso escribirle unmensaje, llamarlo. Tom su celular decidida pero despusalgo la fren. Tena miedo y lo dej pasar.

    Volvi a su rutina laboral, a la vida con sus hijos,salidas con amigos, visitas y tardes de bicicleta por elro. Volvi a su viaje ms conocido y trat de olvidarsede l. Si alguien la invitaba a salir, aceptaba pero mscomo un acto de voluntad que por ganas reales.

    A los veinte das de ese encuentro, entre luces, Julieta sali ms tarde del teatro y busc un taxi. Elcalor era terrible, el cielo nocturno amenazaba conexplotar y quera llegar pronto a su casa, que estabaen la otra punta de la ciudad. Sus hijos estaban en lacosta con Pablo. No tena apuro realmente pero queraregresar. Hizo dos pasos sobre la vereda, cuando vioque Marcos se bajaba de su auto. Se saludaron como sise hubieran visto ayer. El remisero le pregunt si estabaapurada, si quera tomar una cerveza, si poda. Ella dijoque s de inmediato. Hicieron una cuadra en silencio yse metieron en un bar.

    Antes de que el mozo se acercara a la mesa, elhombre le dijo que la haba ido a buscar, que sabaque estaba en la obra nueva pero que al verla con otrohombre se haba detenido. Julieta record el episodioy le explic que era un amigo. Haban pasado casi diezmeses de su ltima conversacin. Sin verse. Con ansie-dad, Marcos le pregunt si estaba sola y le dijo que lestaba solo. Haba renunciado a la remisera, tena pocotrabajo pero de lo suyo, viva ajustado en un mono-ambiente bonaerense pero no la haba podido olvidar.

    No puedo estar sin vos le repiti como otrasveces. Pero esa vez era distinta. El mundo era otro.

    Ambos estaban solos. Nunca lleg el mozo, ni la cerveza,pero la tormenta explot.

    Se fueron a la casa de ella. Ese lugar por el cualMarcos haba pasado tantas veces pero nunca habapodido entrar. Todo estaba intacto. El enorme amor

    entre ellos haba sobrevivido como un satlite que orbitay rene dos cuerpos de una forma natural e irresistible.Un nuevo mundo empezaba a vislumbrarse, otra vida:libre y ms madura en algn punto.

    El viaje exploratorio haba empezado de a dos,despus haba tenido un tiempo de soledades, de inte-rrupcin e incertidumbre, de apagn general para dar,ahora, una visin ms integral de sus emociones y losreuna.

    Abrazados en la cama, contaron estrellas y sintieronque su amor era poderoso y transformador. Se besaroncon los ojos abiertos mientras de fondo llova y en elclub de barrio haba un festejo, la msica estaba alta.Entonces son el tema de Faith No More From out ofNowhere, Marcos era fantico de la banda y le explicel sentido de la letra. Haba una familiaridad entre esahistoria y la de ellos. Sin embargo, no era literatura; elamor cuando irrumpe con toda su potencia, triunfa ycrea mundos posibles.

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    Mucho tiempo despus encontraran el cuerpoinnime de un nio de trece aos tirado en un descampado,en avanzado estado de descomposicin, desmembrado sucuerpo por los perros y las aves de carroa. Tena, otravez, trece aos. Haba sido asesinado y conclua as unalarga trama de silenciamientos en torno a un crimen.Pero esto pasara mucho tiempo despus. Porque todoslos acontecimientos se originan de algn modo.

    El 18 de enero de 2012, cerca de la medianoche,Maximiliano Almonacid, que entonces tena diecisisaos, discuta con su novia de la misma edad en la puertade su casa en un barrio popular de la ciudad patagnicade Trelew. Con el correr de los minutos la discusin seelev a los gritos y tambin hubo algn empujonazoproducido entre los reproches de los adolescentes. Unbombero que pasaba por ah vio la situacin y llam ala polica. A los pocos minutos un patrullero lleg. Laparejita segua en la puerta de la casa. El ocial baj delmvil y detuvo, sin especicar las causas, a Almonacid.Que tena diecisis aos en ese entonces.

    Toda detencin es tensa. Maximiliano Almonacidno haba sido detenido antes y entonces la tensin eramayor. El polica que lo haba detenido iba en silencio.

    Almonacid debi pensar que se haba mandado unacagada. Al llegar a la comisara segunda de Trelew, elpolica lo rearm: Te mandaste una cagada.

    Lo metieron en una celda, otros policas entraronjunto a l, le empezaron a pegar patadas y golpes, asque te gusta pegarle a las minitas, maricn, le volvierona pegar, cay al piso, levantate, maricn, le dieron otrapatada, cay al piso, lo patearon una vez ms, as vasa aprender a pegarle a las mujeres, maricn, levantate,unos golpes ms.

    Basta, basta, deca Maximiliano Almonacid,perdn, perdn, tambin. Los policas lo dejaron enla celda, Almonacid se sent. Estaba agitado, estabaasustado. Senta rtmico el latir de su corazn. Afuerade la celda los policas cuchicheaban. Volvieron a entrar.

    Ven, dale, parate, acompaanos, le dijeron. Maxi-miliano Almonacid se par. Tal vez lo iban a liberar,pens. Pero no. Entr ac. Un polica le sealaba uncuarto con una puerta de metal abierta. Era una celda,pero ms hermtica. Se la conoca como el buzn.Entr. Almonacid ingres al buzn y detrs suyoentraron cinco policas con sus uniformes, uno de ellossonrea.

    Sacate la ropa, le dijo un oficial. Almonacidse qued quieto, no entenda el sentido de la orden.Sacate toda la ropa, maricn, repiti el ocial y ledi un empujn en el hombro. Era verano, Almonacidtena puesto un buzo ligero, una remera. Se empez adesvestir. Este es un puto, yo lo conozco, escuch que

    CAPTULO TRES

    TRELEW, UN NOMBREESCRITO CON SANGRE

    FOLLETN

    po rDIEGO ROJAS

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    otro polica se refera a l. Y le pega a las mujeres el putoeste. Almonacid se sac las zapatillas y el pantaln yqued con los boxers puestos. Sacate todo, maricn.Almonacid obedeci. Estaba desnudo frente a cincopolicas, no entenda nada, senta el latido desaforado

    de su corazn. Agachate, puto, as vas a aprender.Almonacid no saba qu iba a aprender. Tiempo despusrecord cmo lo obligaron a agacharse, que cerr losojos y pens en su mam. Mam, pens. Los policasle introdujeron en el ano una cachiporra una y otra vez.As va a aprender el puto este.

    Estaba en estado de shock. Lo haban llevado otravez a la celda donde todo haba comenzado. Un vecinode Trelew que lo haba visto ingresar a la comisara fuea la casa de la familia Almonacid cuando despert paraavisar que Maximiliano estaba detenido. Eran las seisde la maana. Estela Alvarado comprob que su hijo noestaba en la habitacin y se dirigi rauda a la comisara,que quedaba a pocas cuadras de su casa. Vengo a buscara mi hijo Maximiliano Almonacid, que est detenido ac,se present ante el mostrador de la comisara segunda deTrelew. La ocial que la atendi le pidi que se sentara ydesapareci porque, segn le dijo, iba a consultar. Pasaronvarios minutos. Cuando regres, le dijo que en un ratole entregaran a su hijo.

    Maximiliano Almonacid permaneca sentado enel piso de la celda, la vista ja en un punto impreciso dela pared, en un estado de conmocin que no le permitaelaborar nada de lo que haba pasado. Entraron unospolicas y Almonacid se asust, tuvo miedo, volvi a sentirlos latidos de su corazn. Lavalo, escuch que decauno de los policas. Le tiraron unos baldazos de agua.La puta madre, che, escuch que deca otro ocial. Letiraron ms agua. Tiene moretones, la puta madre, che.Sinti otra vez un baldazo caer sobre su cabeza, sobre sushombros, sobre sus piernas. Vamos a esperar un rato aver que se le pase. Y salieron de la celda.

    Dos horas despus Estela Alvarado vio a su hijo salirpor una puerta acompaado por un polica. Estaba todomojado. Vio que tena moretones en el brazo. As melo van a devolver?, pregunt Alvarado al ocial. Fue lanovia, le dio unos cintazos cuando se estaban peleando,

    minti. Alvarado lo mir jo y abraz a MaximilianoAlmonacid y salieron de la comisara segunda de Trelew.Vamos.

    En la vereda, Alvarado le pregunt: Qu pas,Maxi?. Almonacid caminaba en silencio. Hicieron as

    una cuadra, dos. Alvarado repiti la pregunta: Hijo,qu pas?. Entonces Maximiliano Almonacid se detuvoy dijo: Mam, me violaron. Y se larg a llorar.

    Los padres de Almonacid radicaron la denunciaen la Defensora del Pueblo, que tom a su cargo larepresentacin del menor y se present ante la justicia.La scal Mara Tolomei orden que se realizaran periciasfsicas que comprobaron las lesiones que haba denun-ciado el menor. Dos das despus, orden la detencin denueve policas acusados y del mdico Fernando Zaghis,que haba certicado sin siquiera haber revisado aAlmonacid que al momento de su liberacin el menorse encontraba en perfectas condiciones fsicas. La causadetalla las acusaciones que apunt la scala: AnibalMuoz, Mario Bevacqua, Carlos Treuquil, Carlos Pato:abuso sexual gravemente ultrajante, agravado por habersido cometido por dos o ms personas y por personalperteneciente a las fuerzas policiales en ocasin de susfunciones, en concurso ideal con tortura; en concursoreal con privacin ilegtima de la libertad agravada porhaber sido cometida con violencia; en concurso real convejaciones; todos ellos en calidad de coautor.

    Adolfo Carballo: abuso sexual gravemente ultrajante,agravado por haber sido cometido por dos o ms perso-nas y por personal perteneciente a las fuerzas policiales enocasin de sus funciones en concurso ideal con tortura;en concurso real con privacin ilegtima de la libertadagravada por haber sido cometida con violencia; enconcurso real con vejaciones; todos ellos en calidad decoautor y en concurso ideal con falsedad ideolgica deinstrumento pblico reiterada 5 hechos en calidadde autor. Sergio Castillo: privacin ilegtima de la liber-tad agravada por haber sido cometida con violencia; enconcurso real con vejaciones en perjuicio de MaximilianoAlmonacid en calidad de coautor en concurso real convejaciones en perjuicio de Juan Carlos Nanco en calidadde autor. Bruno Rodrguez, Hctor Santibaez: Privacin

    ilegtima de la libertad en calidad de coautor.Hugo Ortiz: Privacin ilegtima de la libertad agra-

    vada por haber sido cometida con violencia en concursoreal con vejaciones en calidad de coautor. FernandoNolberto Zaghis: Falsedad ideolgica de instrumento

    pblico reiterado dos hechos- en concurso real encarcter de autor. Se iniciaba de este modo el derroterojudicial de un caso que no slo conmovera a una socie-dad acostumbrada a vivir bajo el rigor de la impunidadpolicial, sino que tambin vera cmo el caso evolucio-naba hacia la muerte, como si el n de la vida fuera unarecurrencia violenta en la vida patagnica de Trelew.

    Bruno Rodrguez Monsalve haba estado demoradoen la misma comisara segunda de Trelew la noche en queocurrieron los acontecimientos y, al enterarse de las deten-ciones de los policas, concurri por su propia voluntad ala scala para brindar su testimonio. Tengo miedo por loque voy a decir, anunci, y por esa razn la scal decidique se lo grabara en una Cmara Gesell, para impedir quetuviera contacto con los policas denunciados. All relatcmo escuch, desde la celda de al lado, los golpes, pata-das e insultos que le proferan a Almonacid al momentode su detencin. Declar que escuch cmo se lo llevabana otro cubculo y le decan que se sacara la ropa. Contque escuch que Almonacid se quejaba, gritaba y pedaque paren. Al da siguiente de su declaracin, el familiarde uno de los policas acusados le tir la moto encimaa Rodrguez Gonzlez, quien tuvo que tirarse sobre lavereda para no ser atropellado. Cuando cont los hechos,la Fiscala, la Defensa y la Secretara de Seguridad de laprovincia dispusieron su inmediato traslado a otro puntodel pas fuera de Chubut, a la vez que su incorporacin alprograma de proteccin a testigos. El traslado se realizpocas horas despus de su denuncia.

    Bruno Rodrguez Monsalve comenz a vivir en RoNegro. Contaba con proteccin policial y fondos parapoder iniciar una vida nueva luego de su declaracin. Paslas primeras semanas adaptndose a la nueva situacin.Luego decidi que deba normalizar su vida, trabajar. Notena DNI. Tambin extraaba. Un mes y medio despusde su partida decidi volver a Trelew a tramitar su docu-mento. Se reencontr con su familia, de quienes se haba

    despedido apresuradamente sin tiempo de contarles nada.Les cont todo con detalles. Dorma en la habitacin consu hermano Csar, de 13 aos, y le repeta los detallesde aquella noche en la comisara y la valenta que habatenido al detallarlos en la scala. Inici el trmite del

    documento. Tardara quince das en entregarse. La nochedel 26 de marzo de 2012, diez das despus de su llegada,Bruno Rodrguez Monsalve toc por ltima vez la puertade su casa. Su familia estaba viendo la tele cuando eltimbre los interrumpi. La madre fue hasta la puerta. Laabri. Bruno Rodrguez Monsalve, empapado en sangre,se desplom. La madre comenz a gritar y pronto llama-ron a la ambulancia; Bruno ya no tena conocimiento, lollevaron al hospital, donde muri. Se certic que habasufrido tres pualadas fatales. Haba intentado testicaren un caso tremendo de violencia policial, pero lo habanasesinado. Csar Rodrguez Monsalve, su hermano de13 aos, no podra borrar la imagen de su hermanohroe desvanecido en medio de la sangre en la puerta desu casa. Tiempo despus, l tambin morira asesinado.

    C O N T I N U A R . . .

    TRELEW, UN NOMBRE ESCRITO CON SANGRE

    por DIEGO ROJAS

    FOLLETN

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    SERGIO ALVEZ / Misiones

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    . E .

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    LITERATURA BREVE

    LAS HISTORIAS DEL NORDESTE CORRENESPESAS COMO LOS ESTEROS. ESPINOSAS YPUNZANTES, PROFUNDAS COMO CUENCA DE RO,VAN CALANDO HONDO EN LAS CONCIENCIAS.SON RELATOS QUE HABLAN DE CONTINUIDADES,QUE BUSCAN SU LENGUA O SU GNERO, QUEPASAN HAMBRE Y ESPERAN.LAS HISTORIAS DEL NORDESTE SE ABREN PASOA MACHETAZOS, CARGAN BRAVURA Y DISPARAN.

    Sergio Alvez naci en Misiones, en 1979.Es periodista. Fund la revista Superficie.Colabora con las revistas Sudestada, Hechoen Buenos Aires y el peridico Marcha. Escribiy public tres libros de cuentos que fueroneditados de manera artesanal en tiradas de 50ejemplares. En 2014 coordin el taller literarioCualquiera puede escribir, del cual surgi laantologa Fogn.

    Lgrimas gruesas, permanentes

    Julio se cas con Marina el 12 de septiembre de 1975.Despus del registro civil, hubo un asado para un puadode familiares, incluyendo los padres de Marina, que habanllegado desde La Pampa tras viajar ms de 40 horas.

    Varios fueron los regalos que trajeron los padresde Marina, entre ellos, una botella de vino Protos GranReserva, cosecha 1974. Era un tinto de la bodega RiberaDuero, de Valladolid, que haban comprado en su ltimoviajea Espaa.

    Sabrs cundo abrirlole dijo entonces su suegroa Julio.

    La botella permaneci guardada en un rincn delarmario de los abrigos durante ms de 20 aos. Marina sefue mucho antes. No volvi a saber de ella. Julio preereno hablar de eso. Se qued solo all, en esa misma casa deroble, abrazada por el monte, las piedras y el agua clarade una vertiente que naca cerro arriba.

    Una tarde de invierno, un par de mochileros llega-ron a su morada. Tenan fro y hambre. Julio les invit apasar. Calentaron sus cuerpos junto a la salamandra, ysaciaron el hambre con pan casero untado con queso decabra y salame. Partieron a la maana siguiente. Antes dedespedirlos, Julio husme en su armario, en busca de unos

    abrigos que ya no usaba, para regalrselos a los muchachos.Fue entonces que encontr ah en el rincn oscuro del

    mueble, aquel vino aejo, guardado junto a una fotografadel casamiento. Cuando sus huspedes se fueron, Julio

    contempl la foto un largo rato. Despus la arroj alfuego. Sujet la botella, y observ la etiqueta, amarillenta,con letras rojas.

    Cereza granatoso de capa media, claro, limpio, ree-jos rojizos, borde amplio, aejado, con mucha diferenciaentre menisco y ribete. Lgrimas gruesas, permanentes.

    Sali de la casa y camin hasta el borde del arroyo. Sesent en una roca a contemplar el paso de las aves cerroarriba. El da se presentaba fro y lmpido. Coloc la botellade vino entre dos piedras pequeas, para enfriarla con elpaso del agua helada. Al cabo de un rato, volvi a la roca,con un tirabuzn y una copa limpia. Al llegar, la botella noestaba. La corriente se la haba llevado. En vano camin,serpenteando la vertiente, en busca de la botella perdida.

    Lejos de all, la botella dio contra una piedra, yse quebr. Los equilibrados reejos rojizos del lquidotieron de morado las aguas, y un cardumen de pececitosgrises se embriag con aquel dulzor.

    La gloria

    Mi barrio. Las siete de la tarde. La gurizada jugandoa la pelota en la canchita de tierra, aprovechando elltimo lustre de luz del da. Yo voy pasando hacia elkiosco. Patean al arco que da a la calle. Desviado. Ahorala pelota viene hacia mi. Es un viaje lento. Puedo predecirel recorrido y lo que suceder: la pelota ir hacia el charcopor el que paso, explotar en sus aguas marrones, queme mancharn. Los muchachos reirn y yo por fueratambin, pero por dentro, sabr identicar en ese sucesoefmero, la venganza de la pelota por haberme alejadotanto tiempo de ella. Por haber pasado de ser un jugadorsemi profesional, la promesa ms vvida del barrio, a unsedentario observador de partidos por televisin.

    Ah viene. Nada parece detener el bochorno. Seacerca. Correr puede ser peor. Pero de pronto, por alguna

    A u t o r e s

    imperfeccin de la ley de gravedad, el baln excede suitinerario y viene, ahora s, hacia mi humanidad. Todoslos ojos siguen la escena, expectantes. Viene. Arqueo elpecho hacia adelante. La espero sobre mi corazn, como

    un condenado a muerte espera el instante postrero. Llega.La mato con el pecho, y ella cae pegada al cuerpo, muerta,como si le hubiera dado un balazo. Se desliza sobre mipierna y cae en mi empeine extendido. La arrullo con elpie derecho. La dejo yacer en el suelo. La piso. Doy unpaso atrs. Se la devuelvo al arquerito con un toque suave,encombado, riquelmiano, de sutil encanto.

    La gurizada reanuda el juego. Yo sigo caminando,otando en un profundo halo de gloria.

    >>

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    AUTORES DEL N.E.A

    LITERATURA BREVE

    El gallineroAntonio Jos se despierta, de golpe, como suele

    hacerlo despus de una noche de borrachera. La nicadiferencia importante entre esta y otras maanas deresaca est en el hecho de que se encuentra tirado, bocaarriba, en un gallinero. Lo descubre ni bien abre los ojoslo suciente como para ver la luz del amanecer que seltra por entre las maderas, y las decenas de gallos ygallinas que lo miran entre tmidos cacareos.

    La otra cosa signicativa de esta maana es queAntonio Jos no est solo en el gallinero. Adems de lastribunas gallinceas, hay otro hombre tirado en un rincn,que ahora comienza a despertarse, y a darse cuenta desu propia existencia, de la existencia de las gallinas, y dela de Antonio Jos que lo mira con recelo.

    Entonces, un par de gallos pequeos, de cogotepelado, se arrojan sobre los hombres, les picotean laespalda, la cabeza, los brazos, los obligan a ponerse depie. En ese momento, Antonio Jos se percata de que tieneun pual atado a la pierna derecha; mira a las gallinasque ahora cacarean alocadas, y a los gallos que batensus alas desaantes, y comprende. Mira al desconocidoque ha descubierto, demasiado tarde, su propio pualen su pierna derecha.

    Antonio Jos se le anticipa y lo atropella, decidido amatarlo, mientras los cacareos se multiplican.

    La continuidad de la continuidadde los parques

    Los perros no deban ladrar, y no ladraron. Elmayordomo no estara a esa hora, y no estaba. Deespaldas a la puerta, de frente al parque, en su sillnde terciopelo verde Julio escriba un inocente cuentomientras su asesino suba las escaleras. Estaba escrito:

    lo mataran, all, en su lugar favorito, rodeado de librose inmerso en uno. As haba sido su vida, as serasu muerte. Su sangre quedara impresa para siempreen la alfombra de su estudio. No haba escapatoria,

    hacerlo sera negarle un nal literario, casi potico, asu propia historia.Sin embargo, en el preciso instante en que el cuchillo

    se elevaba por el aire para caer sobre el cuello de lavctima, Julio, conocedor experto de los vericuetoscuentsticos, cerr la ltima idea sobre la pgina y tipeel punto nal que acab con el asesino.

    Spam de Albertos

    S, ac tambin. Tempranito vino. Estbamostomando mate con Manuel y son el timbre. Abro ylo veo, peinadito al medio, saco y corbata, zapato bienlustrado, sonrisa de oreja a oreja y las manitos atrs.Haclo pasar me dijo Manuel y yo muy tonta le hicecaso. Adems, cmo no lo iba a hacer pasar si era Alberto.

    Entonces entr, no dijo ni mu, se sent en el sof delliving, agarr el control de la tele y se instal, justo en ellugar de Manuel, y vos sabs como es el gordo con sulugar en el sof. Ni cuenta nos dimos cuando se dividiy otro igualito a l se fue para la casa de doa Elvira. Lapobre vieja, mansa como es, tambin lo dej entrar; y asen todo el barrio. Ahora hay Albertos en todas partes. Elnuestro sigue ac, acomodado en el sof con el controlremoto en la mano. El gordo ya trat de eliminarlo cincoveces pero el bicho no se muere. Le dio varias pias, lepeg con un palo, intent cortarlo con el cuchillo decocina, y hasta le dispar con la escopeta del abuelo,pero no hay caso, sigue ah, instaladsimo.

    No, mam, no le abras, hacme caso, se le parece,pero no es Alberto.

    Mate

    Un mate dice Haroldo Epifanio Gimnez, desertor

    SANDRO CENTURIN / Formosa

    Sandro Walter Centurin, Formosa, 1975.Profesor en Letras y escritor, vive en la ciudadde Formosa. Ha publicado, entre otros, Dan

    ganas de matar (2009, cuentos), Rinoce-rontes bajo la mesa (2011, microcciones),Valeria y los espejos (2013, microcciones)y Doble Filo (2014, cuentos). Sus textos hansido recogidos en numerosas antologas nacio-nales e internacionales. Escribe peridicamenteen su blog y en las redes sociales.

    de la milicia, y eleva la mirada a los ojos del sargento.El ocial hace una sea, alguien corre de prisa y le

    acerca un mate recin servido al desertor. Haroldo lo tomacon ambas manos, porque no tiene opcin, maniatado

    como est, y porque le agrada sentir algo caliente en losdedos temblorosos. Sorbe el agua y degusta el amargorde la yerba. Es el primero que toma desde que lo aga-rraron pero basta para que se le disparen los recuerdosque necesita.

    Buen mate sentencia. Lo devuelve, y agradece. Sepeina con las manos, levanta la cabeza, y saca el pechomientras los hombres del pelotn cargan los fusiles.

    Manuelita

    Se llamaba Manuel, pero se haca llamar Manuelita,un travesti de la zona sur. La cana lo bautiz la tortugaporque caminaba despacito, era petiza y encorvada, ycuando la interrogaban para sacarle algn dato levan-taba los hombros como si quisiera esconder la cabeza.Algunos dijeron que se afan la recaudacin del mes delcabaret la puerta roja, y se fue a Europa, a Pars msprecisamente. Y que ah fue de nuevo Manuel. Laburcomo gigol para seoras de alta sociedad, y al nal setermin casando con una de ellas, y por lo mismo pasa ser uno de los tantos snobs de la poca que vivan enmansiones y beban licor de menta. Otros dijeron quese muri de pulmona, slo y abandonado en la pensindonde vivi siempre. No, no era de Pehuaj. Creo queera del Chaco, nadie sabe.

    Descubrimiento

    Un navegante genovs naufraga en medio del OcanoAtlntico a causa de una tormenta. Quinientos aosdespus un grupo de embarcaciones atraviesan el mismopunto del mar pero en direccin contraria. Sin mayorescontratiempos que los propios de un viaje largo hacialo desconocido tocan tierra un 12 de octubre por la

    maana. En los navos viajan hombres vidos de aven-turas y nuevas tierras para su seor. Van guerreros ysacerdotes, administradores y legistas que registrarnpara el Imperio cualquier territorio ms all de la lnea

    del horizonte. Sin embargo, los primeros exploradoresdescubren, algo desilusionados, un territorio en ruinas,rido, fro y pestilente. Los harapientos nativos hablanun idioma extrao tal vez por eso los conquistadoresnombran al nuevo mundo Uropa.

    El primer atardecer

    Ah estaban Adn y Eva, abrazados, mirando el solocultarse detrs de una loma. Era el primer atardecerdespus de la expulsin del Paraso. Caa la noche y seabrazaban con fuerza, el miedo los embargaba por pri-mera vez, y slo se tenan el uno al otro. De espaldas alEdn caminaron hacia el sol que se les escapaba, inal-canzable desde ahora y para siempre. Un viento heladoirrumpi de golpe y les arrebat las hojas de parra quecubran sus partes, acaso era el ltimo despojo de inocen-cia y sumisin que les quedaba. Y as se fueron alejando,con el culo al viento.

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    AUTORES DEL N.E.A

    LITERATURA BREVE

    La terrazaEstbamos sentados sobre una mesa destartalada,

    apoyados los codos en la baranda. Era, quizs, un viernesde junio poco transitado. Haba llovido y llevbamosencima camisetas mangas largas. Habamos bebidocervezas en un bar hasta agotar las pocas monedas ylo invit a ir a casa. Lo invit, en realidad, a dormirconmigo; aunque no se lo dije. Y al llegar subimos ala terraza.

    Sospecho que haba viento como esa noche sospechacertadamente que nunca dejar de quererlo, an ahoraque eleg extraarlo. Porque al modo de Roberto de lasCarreras, nos acostumbraremos a mirar en el amoruna cosa fugaz, como todo lo que vive. Y existe lafugacidad dentro de s misma: el instante en que losojos se distraen con el halo de la estrella, los dos aosque estuvimos besndonos en esa terraza.

    Esa terraza en que los gatos desaaban la posedomstica ante la cornisa, esa terraza donde una nochevimos con Horacio la ciudad a oscuras y los colectivoscomo lucirnagas sin intermitencia. All comenz y seacab todo: el atardecer y los rayos de la tormenta, loscohetes del ao nuevo, la navidad de fernet y amigos,los aviones despeinndonos, el porro del otoo haciendoorecer los poros, las mandarinas al sol, el terer, lascharlas sobre Toulusse Lautrec, la ausencia de techocomo palanca hacia el cosmos.

    Porque, siempre, estoy hablando tambin sobre loausente, sobre lo que naci y acab con un techo bajolos pies. Y ahora parece que envejecemos. Y comenza-mos a brillar. Y a morir. Y para eso necesitamos saltardesde la terraza, porque todas las estrellas son fugacesy entonces podemos no desear ms que eso, ms quela alegra, la fortuna, de verlas apagarse como si entreellas y nosotros mediara un espejo.

    .:.Mi nombre en qom es Aia. Esta semana me ca de

    la bicicleta, sembr la huerta, y en Mxico se muri unamigo. Me consuelo pensando que la pala del sepultu-rero tambin abre surcos para la siembra. Pero, igual,s que somos un universo de gente rota y que hace fro,as que deseo ser un gato y dormir la siesta bajo lasramas de un mango.

    Mi nombre en qom es Aia. Vagando por BuenosAires, escuchando a los Strokes, pensaba en esta religinpunk rocker: adorars a los amigos suicidas, o que semurieron jvenes. Porque Jimi no era un hombre locuaz,la Sole se fue de lo linda que era, y yo tambin esperono llegar a los cuarenta, no sabra qu hacer conmigo.Blsamos de tinta y una cmara de vaco como deseo:pido reencarnar bicicleta y me voy a dormir. Es de noche,el cielo est lila, pasa el tren por el patio de mi casa.

    Mi nombre al revs es ocor. Estaba tan enojada,ofuscada. Tena que ir desde Barranqueras a Fontanay saba que llegara tarde. Me prestaron una bicicletacon la rueda de adelante pequea y al poco de andar medi cuenta de deque estaba pinchada. Baj a la vereda,ms cascoteada que la calle enripiada. Iba maldiciendo ymascando bronca cuando empuj la bici desde el asientoqueriendo ver cmo se estampaba contra el suelo. Peroagarr equilibrio y fue para adelante, hizo una curva ala izquierda para atravesar la calle y cuando esperaba,nalmente, que se diera contra las altsimas rejas deuna casa, la bicicleta las atraves sin problema dosveces: entr y sali a travs del portn. Recin entonces,como un trompo que ha perdido impulso, temblequeapenas y se cay.

    Yo ya no llevaba apuro sino por despertar y contarlea un amigo mexicano las cosas que son capaces de hacerlas bicis para mostrarnos lo que vive, ms all de quenosotros respiremos, o estemos despiertos.

    .:.Cargu dos plantas en la mochila, in la bicicleta y

    fui hasta lo de un amigo. Me cont que sembr lechugas,me regal un plantn de tomate y me qued pensandoque nadie que bese una huerta sale ileso.

    Volva de su casa cuando un semforo de cuatrotiempos me dio verde. Estaba por cruzar el tercer carrilde la avenida y clav la mirada sobre un automovilistaque vena embalado por la derecha. Apenas fren y conla mano izquierda me hizo el ya clsico gesto de dale,dale, pas, apurate, llevando reiteradamente los dedosde izquierda a derecha.

    Le respond valindome de un cuidadsimo lenguajecorporal, sin palabras. Levantando un hombro y la pera,le hice saber que: S, ms vale que voy a pasar, pedazo defeto infradotado. Unos metros despus, tras franquear elsemforo en rojo, el conductor me grit: Qu te pasa,vieja trola? y aceler.

    Y yo, que ayer cumpl 29, pens: trola s, claro, medivierto bastante cuando un cascabel canta entre mispiernas y mis ideas se vuelven suaves como una lagunaa oscuras. Pero vieja

    El conjuro del automovilista no har de la ciudad unplano borgeano de mis humillaciones y fracasos.

    Porque yo siembro, escribo, pedaleo.En zapatillas y bombacha, suave y apenas abrigado,

    tecleo como quien aspira a una belleza modesta, a la risacomo desnudez. Pongo armas en las manos de los nios,cazamos imgenes que nos alimentan o nos purgan comolos yuyos a los gatos. En bicicleta, paseo lujuriosamentemis tetas por los mrgenes de la ciudad. Y quizs me estponiendo trola. Pero vieja

    29 aos tengo.Y al soplar las velas, un solo deseo. Que, como en los

    sacricios aztecas, llegado el momento decisivo, alguienme abra el pecho para mostrar mi corazn palpitante.

    ROCO NAVARRO / Chaco

    Roco Navarro naci en 1983, en LasBreas, Chaco, pero es de Resistencia, dondevive desde los 5 aos. Estudi periodismo. Esdocente, fotgrafa y escritora. Public CasandraCactus (Cospel, 2007), e inhalar resistir expirar(asaindy Cartonera, 2010, de donde provieneel relato La terraza). Particip en las antologas:Re(in)sistencia Potica (Cospel, 2005), UnosCuantos Cuentan Cuentos (Cospel, 2006),Ida y Vuelta (Ed. Ananga Ranga, Cencerroy Zeus, 2007), Chaque tu Lengua! (Cospel yElosa Cartonera, 2008), Las chicas de ahoralo hacen oral (Zediciones y La Fundaaccin) yPanorama Interzona (Comp. De Elsa Drucaroff,2012). Colabor en revistas como El yacar,Cuna y Waykhuki. Desde 2012 coordina eltaller fotoCLETA.

    X

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    RESUMEN DE LO PUBLICADO.

    Elas Montt ha terminado su libro de autoayuda sobre la felicidad y el dinero le alcanz para un pasajea Madrid. No puede olvidar a Irina y a Patricio, esa pareja que crey espiar en un bar porteo, comoquien mira un objeto de estudio, pero que parece esconder secretos de su propio pasado: descubre que los

    conoce de su infancia, de un departamento en el Kavanagh. Todava no sabe qu le ocurri a esos nios,qu le ocurri a s mismo, pero est a punto de averiguarlo.

    La casa est en el primer piso de la calle Suipacha,esquina Paraguay. Haban pasado seis meses desde queElas Montt haba visto a Patricio e Irina en Madrid.S, los haba visto. No haba sido una epifana ni unavisin inducida por el uso de hierbas potentes. En todorelato llega el momento de la linealidad. Las tomasdispersas se montan en el carrete y cobran un ciertosentido. Al menos, una ilusin de que existe un sentidoposible. En n, lector, vayamos a la historia. Luego dela visin Irina y Patricio fundidos en un abrazo, enpleno Madrid- Montt se dedic a rastrear a la pareja, tal como ya lo haba hecho en Buenos Aires cuandohaba precisado observarlos y luego volcar sus notaspara nalmente conformar aquella pesadilla redituableque era Felicidad, una cura para el dolor.Los pormenores de la historia son muchos. Los detallesque llevaron a la secuencia del encuentro, el rapto y lahuida, decenas. La ms vistosa, tal vez, encuentra a Elas,Patricio e Irina en el aeropuerto de Barajas, hundidosuno en el cuerpo del otro. Una trada perfecta que unossegundos despus se separara. Patricio los despidi comoalguien que saluda a dos hermanos, a dos amantes, ados amigos, que deciden regresar. De alguna manera elpuetazo en la sien que Montt le haba puesto a Patricio,los araazos de Irina en la frente de Montt y el intento de

    autoagelamiento de Elas se haban balanceado y tejidoen ese abrazo de despedida, en el aeropuerto de Barajas,unos momentos antes de que Irina y Elas abordaranel vuelo que los conducira a Buenos Aires, a la casa dela calle Suipacha, al silln de pana maz que haba sidocolocado junto a la ruidosa ventana.

    Estaban en el silln y lean, juntos y en voz alta,la prueba de imprenta de la novela que Elas Monttpublicara en escasos meses. Fumaba, Montt, con menosrabia y con igual remordimiento. Abrazaba a Irina. Ensusurros, la historia que los una a ambos se iba armando.Como en secreto las palabras poblaban las pginas. Elviejo cuaderno de notas que Elas Montt haba llevado(y luego tirado a la basura) resurga en alguna de laspginas. En voz alta y temerosa, en la vieja casa de lacalle Suipacha, la voz de Irina enunciaba, uno a uno, loscaptulos. Y mientras la voz de ella llenaba los espaciosy recovecos de la construccin, de ms de cien aos, lailusin de que existe una lnea y una explicacin, unacausa y una consecuencia, los llenaba de serenidad. Detodas formas, en toda historia, queda algn cabo suelto.

    Irina Lanares haba sido adoptada por los padresde Patricio unos meses despus de agosto de 1977. Elmatrimonio Cristina y Norberto De Neuss- relatabacon naturalidad la historia de la adopcin. En un deslizde crnica y de testimonio aseveramos que esa adopcinhaba sido una apropiacin. Otra vez: los detalles, lospormenores. Una compaera de trabajo de Cristina

    CAPTULO OCHO: LINEALIDAD

    FELICIDADpo rELIZABETH LERNER

    FOLLETN

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    haba sido capturada. Los padres de Norberto, miembrosvitalicios del Club Militar, frente a la Plaza San Martn,haban odo esta terrible noticia . Y el mayor horror: unacriatura en el vientre de esta compaera. Y un acto deamor y salvacin :

    As, sin ms y con exactas y pulcras palabras, seanunciaba en la parte de Sociales de un conocidodiario porteo, este hecho.

    Hace unos aos, cuando le por primera vez medisculpo, lector, por el uso atroz y directo de la primerapersona- Ganarse la muerte , de Griselda Gambaro,comprend un poco la naturaleza atemporal de la violen-cia. Tambin comprend que no es sencillo contarla. Almenos no cuando se perpeta en esos detalles mnimos,en la microscpica lgica de las cosas que (casi) no seven. La historia prosigue: Cristina y Roberto de Neussviven en el Kavanagh. Ms precisamente en el piso 11A.Los De Neuss y los Montt comparten navidades, aosnuevos y domingos al sol en el jardn secreto del 11B.Sus hijos, Elas, por un lado, y los hermanitos Patricio eIrina, por otro, juegan juntos. Es tan armnico el funcio-namiento de la mentira que los abusos de la madre deMontt a Elas en el bao rosadito del 11B, atestiguadospor Cristina varias veces, se anulan en el cumplimiento dela otra parte del trato entre tinieblas: los Montt guardanla historia de la apropiacin de Irina bajo siete llaves.El Kavanagh, la mole gris que alberga secretos. Los DeNeuss y los Montt que viven. Porque viven, cada da, alsol o a la lluvia. Viven. Otros morirn, pero ellos, viven.

    Decamos que en toda historia quedan cabos sueltos.Son tal vez esas grie tas por donde se cuela algo ms, unextrao aditamento que no llegamos a leer en la claralinealidad que una cadena de palabras propone, a losojos del lector. Cuando Montt cumpli doce aos los DeNeuss desaparecieron. En el edicio se comentaba quea Norberto se le haba ofrecido un cargo diplomtico

    FELICIDAD por ELIZABETH LERNER

    FOLLETN

    en Grecia. Pero circulaban otros rumores. Detalles sinimportancia que no alcanzan ni a salir del umbral de losdepartamentos de esta ciudad. Alguna justicia poticalos habra esfumado de la faz de la tierra, les habrahecho cumplir una extraa y oculta condena? A prin -cipios de 1991 los Montt ya no vivan en el Kavanagh.El padre de Elas haba vendido su irreal propiedad y se

    haban trasladado a un barrio cerrado, en las afueras dela localidad de Del Viso. Y dos dcadas ms tarde, Elas,Irina y Patricio se volveran a ver, en el bar de la PlazaCongreso, con las palomas gordas y sucias revoloteandolas mesas, robando migas, con Eugenio, el mozo quesera espa, servicio o un simple curioso, con la tareaque Montt llevaba a cuestas: escribir un libro sobre lafelicidad. Los convirti en objeto de su observacin,en motivo de su libro, en justicacin de su hiptesis:para alcanzar la felicidad es necesario haber atravesadoprofundos dolores.

    En el silln color maz de la calle Suipacha, Irina seacurruca en el regazo de Elas, como una nena. Recitaen voz alta los sonidos de su propia historia. Su vozrelata cmo Patricio le pegaba. Cmo los De Neussse pegaban entre s y cmo, luego de una larga escenadigna de Martn Karadajian pero en serio, los De Neussse haban golpeado mutuamente sus crneos y habancado como marionetas sincronizadas y muertas,sobre el parquet. Elas arrulla a Irina, le seca las lgrimas.La herencia, la sangre, la atemporalidad de la violencia.Patricio golpea a diario a Irina. Y Montt ve, en el Barde la Plaza, la sombra de un golpe. As comienza estahistoria, lector: En la sombra del hematoma estabantodos los colores de ese atardecer de enero y supo, Montt,que la bsqueda de la felicidad estaba en el color azulde esa marca en la piel.

    Buenos Aires in my mindArtesanas, regalos, recuerdos

    Florida 833Ciudad de Buenos Aires- Argentina

    La tarjeta era un claro mensaje para Montt. Reca-pitulemos, ya cerca del nal de la historia. Instalemos

    la lgica, una vez ms.

    Montt recoge la tarjeta. Escribe el libro deautoayuda que sera best seller segn la Asociacin deLibreras Porteas Felicidad, una cura para el dolor.Viaja a Madrid. Encuentra a Patricio y a Irina por casua-lidad. Los detalles, los pormenores. La casualidad. Lalgica de los hechos.

    Una tarde de ese caluroso enero, Montt caminapor la calle Florida, t arjeta en mano, busca el 833 de lapeatonal. Se abre paso entre turistas alemanes a los quese les ofrecen prendas de cuero y joyas de rodocrositaa precios increbles. Entra y la ve: rojiza en su pelo, losojos de pino, la chica del 11A, la nia apropiada por losDe Neuss. Fue una epifana, o aquello que los griegossabios llaman anagnrisis, cuando el hroe descubreinefablemente su identidad (o algo as). Cada tarde deaquel enero se divida para Montt en dos trabajos: laescritura de su libro y la meticulosa planicacin desu vida con Irina.

    Como dos titiriteros le administraron a Patricio Irinalo haca con dedicacin y prolijidad en los desayunos,almuerzos y cenas dosis nmas pero ecientes de unantidepresivo que, combinado con cantidades especcasde ibuprofeno y cortisona, produca en el individuo esta -dos de iditica docilidad. Al cabo de unas semanas, Irinatermin de convencerlo del viaje a Madrid. La ciudadse les despleg como gran escenario: Montt se presentcon nuevo atuendo, con el perl del escritor venido amenos, que busca y rebusca su trillada identidad . Hubopeleas, hubo revelaciones, aclaraciones y nalmente, ladespedida. El objetivo nal estaba cumplido: poner unocano entre Irina y Patricio.

    Pero son el timbre de la casa de la calle Suipacha.

    CAPTULO NUEVE:CABOS SUELTOS

    Son claro y fuerte y no hubo dudas. Irina se pregunt silevantarse del silln color maz s era un acto compasivoo cruel. Sea como fuere, se encamin a la puerta. Lospisos de la casa de la calle Suipacha crujan. Se tratabade listones largos, de una madera pesada y oscura quese usaba a principios del siglo XX. Los techos de lacasa eran altos, de unos ci nco metros. En los dos meses

    que les haba llevado refaccionar la casa, Irina y Elashaban construido un entrepiso, justo encima de lacocina. Lo haban hecho por l as d udas . Quin sabe,una noche de tormenta un viajero podra tocar a lapuerta. Quin sabe, es tan extraa la secuencia de loshechos a veces. La habitacin de ellos estaba en otroentrepiso, balconeado, que daba sobre la salita dondese alojaba el silln de tapizado color maz. Entre uno yotro extremo de la casa haban instalado una puerta dehierro. Los albailes la haban mirado con curiosidad.Era de las puertas que suelen colocarse en los balcones,como rejas, para no dejar entrar o no dejar salir. Peroen este caso, la puerta separaba una parte de la viejacasa, de la otra. Por las dudas .

    Son el timbre, otra vez. Quien estaba del otro ladode la puerta saba que, con o sin insistencia , entrara.Saba que sera cuestin de minutos, horas o das. Habatranscurrido tiempo, s. Pero los cabos sueltos no seaplacan ni con un ocano en el medio. Es como el deseo,que vuelve, siempre, salvo que se mate de cuajo, casiantes de nacer.

    Irina dio el ltimo paso hacia la puerta de entradade la casa de la calle Suipacha. En el pasillito dondeestaba instalada la puerta de hierro haba un amplioventanal con vidrios de colores. Amarillo, verde, rojo.Ms all de los cuadraditos de colores, estaba el Centro.La Plaza San Martn y en frente, a pocas cuadras de lacasa de la calle Suipacha, el Kavanagh. Sera tan fcildecir que el fruto no cae lejos del rbol.

    Irina puso su mano izquierda en la manija y conla derecha dio vuelta la llave. Click!

    Nada de lo que sucedi en Madrid fue mgiconi aleatorio. Una de las vueltas en el bar de la PlazaCongreso, Irina haba dejado caer la siguiente tarjeta.

    Cristina y Roberto De Neuss se complacen en

    anunciar la llegada de Irina para traer felicidady dicha a la familia incipiente. Su hermanitoPatricio est muy feliz con esta nueva adquisicin.

    C O N T I N U A R . . .

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    [Colectivo de comunicacin comunitaria y cultura libre / Capacitacin / Audiovisual / Bar ]

    Casa: Lambar 873.Ciudad de Buenos Aires. Argentina

    Te. [05411] 4861 8928 / Fax [05411] 4865 7554Correo:[email protected]

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    x T o m

    L u p o +

    G a b r i e

    l a B o r r e l

    l i A z a r a

    POESA

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    P o e s a

    M A L D I T O

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    L a g r a n

    S u s a n a

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    d e c i r : a l p o e m a

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    P a n .

    S o n c u a t r o p o e t a s

    q u e p r e s t a r o n s u v o z p o

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    d a r t e s t

    i m o n

    i o d e u n

    h e c h o

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    C o n

    i B a n

    s e s c r

    i b i s o

    b r e e l

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    i c i d i o d e

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    R o m e r o : e s t u p e

    f a c t a y

    c o n m o v

    i d a p o r t o

    d o l o q u e r o

    d e a e s a m u e r t e ,

    l o g r

    u n p o e m a

    h e r m o s o .

    C l a u d

    i a M a s

    i n s i n t

    i l a i n j u s t

    i c i a d e l o s g o

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    h a c h o a c u s a d o

    d e r o

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    V i l c h e s s e

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    l a l u c h a

    d e l a s m u j e r e s

    k u r d a s y a t r a v e s c o n t

    i n e n t e s p a r a

    d a r

    c u e n t a

    d e e s a m u e r t e .

    F l o r

    C o d a g n o n e e s t

    l l e v a n d o a c a

    b o u n a e m p r e s a

    p o t i c a p a r a q u e

    l a p o e s

    a s e

    h a g a e c o t a m

    b i n d e l a v i o l e n c i a

    d e g n e r o e n

    n u e s t r a s o c i e d a d p a t r

    i a r c a l y m a c

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    l a s t i e r r a s m

    s o s c u r a s q u e

    l e

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    b e n , t a m

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    d e l a p o e s

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    P R E S E N T A C I N

    P O E S

    A

    T E S T I M O N I O

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    f X I V

    E n e l p l a c a r

    d e s t n e s c o n d

    i d a s

    t o d a s l a s v i o l e n c i a s

    d e l h o m

    b r e ,

    t o d a s u

    f u r i a , l

    o s i n s u

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    t o d o s l o s g r

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    d e s p r e c i a

    a l a m u j e r y

    h a c e c o r r e r a

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    i j o s ;

    l a s m a n o s , l

    a s r o

    d i l l a s ,

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    i e s ,

    l a s c a b e z a s . L

    a s a n g r e

    d e m u j e r q u e

    b r o t a

    d e c a

    d a u n a

    d e l a s s e t e n t a y c u a t r o p u

    a l a d a s ,

    m i d e g

    e l l o

    , t o d a s

    l a s e

    a l e s

    q u e n o s e v i e r o n

    e s t n e s c o n d

    i d o s e n e l p l a c a r

    d .

    D i c e n q u e s o y

    l a m u e r t a - a p a r e c

    i d a ,

    l a e n c o n t r a

    d a - m

    u e r t a ,

    e s o

    d i c e n

    l o s m e d

    i o s

    q u e m e s i g u e n a s e s

    i n a n

    d o .

    cPOESAMALDITO PAN

    X V I

    E s t o y

    n g i e n

    d o

    q u e n o t e q u

    i e r o ,

    q u e n o m e

    i m p o r t a

    l a h o g u e r a , l

    a b o l s a n e g r a ,

    l a a s x i a t e r r e n a ,

    e l v i e n t r e

    h e r i d o ,

    e l r e s

    i d u o

    d e l r e s

    i d u o

    e n e l q u e m e c o n v e r t s

    c a d a v e z q u e t e m o l e s t a m

    i s e x o .

    C a d a c a

    d v e r d e m u j e r s o y

    c a d a c a

    d v e r d e m u j e r , s

    o y

    c a d a

    f a l t a

    , c a d a m u j e r q u e

    f a l t a

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    X I I I

    S o m o s

    l a s f u s

    i l a d a s q u e v i v e n

    e n e l c u e r p o e n

    f e r m o

    d e u n a s o c i e d a d - p

    a d r e

    q u e n o

    d e s p

    i e r t a ,

    q u e s u p u r a v i o l e n c i a , a s c o ,

    h a s t

    o ,

    q u e m e

    d e v u e l v e

    l a c a r n e

    c o m o m e r c a n c

    a .

    H i j a e r a s

    y a h o r a s o s

    e l b o t n m u e r t o

    e r a s e l

    f r u t o

    j o v e n y a m o r o s o , c r e c

    a s .

    Y , y o , l

    a m a d r e

    e l e s p o s a

    d e u n t e r r o r q u e n o a c a

    b a .

    S , f

    u e t u p a

    d r e ,

    l a s e n t e n c i a ,

    e l p e

    l o t n

    n a l ,

    l a s a n g r e

    d e t u s a n g r e

    n o s a s e s i n a .

    S o m o s

    l a s f u s

    i l a d a s q u e v i v e n

    e n l o s g r i t o s m u d o s y e n

    l a s b a l a s t o r v a s ,

    e n c a

    d a u n a

    d e l a s m u j e r e s ,

    e n c a

    d a u n o

    d e n u e s t r o s c a d

    v e r e s .

    - FLOR CODAGNONE

    X V

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    Jopar en guaran quiere decir mezclado.

    Ms all del mestizaje que recorre al Paraguay, Jopar es una construccin social n ica, tangible y visible, que rebalsa lo lingstico y se impregna en loscuerpos y la cultura de un pueblo sin olvido, dondela brecha entre ricos y pobres es inocultable y lademocracia se encuentra maniatada.

    JoparParaguay x COLECTIVO FOTOGRFICO A PEDAL

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    x M.A.f.I.A

    Establecimiento El Umbral. Autopista Buenos Aires-Rosario, Km. 214, Provincia de Buenos Aires. Argentina.

    Expo Agro2014

    Pedaleando, de a pie, en bondis, barcos o trenes,escuchando realidades y plasmando inquietudescotidianas, arribamos a la concrecin de un proyectoeditorial autogestivo que desde el 2009 nos encuentracontando miradas propias de los pueblos y culturaslatinoamericanas que nos atraviesan.

    www.colectivoapedal.com.ar

    COLECTIVO FOTOGRFICO A PEDAL

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    po rGISEL CALVO

    ilustraMAX PREZ FALLIK

    MEDIANERAS

    Senta constantemente que unos ojos de escuerzola observaban, sobre todo a la hora de irse a dormir.Entonces se tapaba de modo tal que las frazadas chocarancon su mentn y, si los miedos eran muy molestos, lasfrazadas llegaban hasta la punta de su equillo largo.

    Durante esa noche, las ramas de los rboles rasque-teaban los vidrios de las ventanas heladas. Un trueno,un relmpago, un trueno, un relmpago, un trueno.Escuch desde su cama la meloda sin gracia del mvilcolgado de la cuna del beb que se haba encendido de lanada. Y luego el llanto y los pasos de su mam corriendoalborotada a la cocina a calentar la leche.

    Ana se asom al pasillo y vio cmo pasaba por allado. Quiso decirle algo, quiso escuchar su voz, pero ellani siquiera not su presencia. Empuj cabizbaja la puerta,se acost y respir profundo como si quisiera aduearsede todo el aire de la habitacin. Sus odos empezaron adistinguir poco a poco una respiracin entrecortada ysedienta debajo de su cama. Cerr con fuerza los ojosy empez a contar ovejas para dormirse ms rpido. Alas siete de la maana, cuando su pap fue a despertarlapara ir al colegio, Ana haba contado cinco mil trescientasochenta y tres ovejas, mil setenta y cinco vaquitas de SanAntonio y un lobo.

    ***Otra cosa que le suceda era tener la vaga sensacin

    de que alguien le corra los juguetes de lugar o que elventilador del techo se encenda solo. Con la luz apagada

    era imposible verlo pero casi poda distinguir el movi-miento de las estrellas y nubes uorescentes que colgabande l. Para calmarse se deca a s misma que era todopura imaginacin.

    A la noche siguiente, despus de la cena se levantde la mesa, salud a sus padres, simul besar al beb y sefue a acostar. Hizo fuerza para subirse a la cama, abrazfuerte a su mueca Lily, junt las frazadas con su mentn,a los cinco minutos las subi un poco ms arriba hastael equillo y se durmi.

    El ruido de la puerta rozando la alfombra la desperttres horas ms tarde. La silla de mimbre comenz amecerse sola y desde el segundo estante de la biblioteca,la cajita negra comenz a lanzar burbujas de la nada.Hubiese querido extender la mano para alcanzar el vela-dor, pero tena prohibido encender la luz en la madrugada.

    En los ltimos meses le haba pedido decenas de vecesa su pap que le arreglara el burbujero. De esa formaperda mucho detergente y cuando quera usarlo estabaseco. l siempre le deca que s, pero cuando agarraba lacaja de herramientas y se dispona a entrar a su cuarto, elbeb comenzaba a llorar como si lo estuviesen matandoy el resultado era siempre el mismo: su pap dejaba todoy sala corriendo sin decirle una sola palabra.

    Se sent en la cama y se rasc la cabeza. Estir elbrazo izquierdo para agarrar a Lily pero no estaba. Mirpara todos lados y la encontr boca abajo cerca del arma-rio, cuyas puertas se encontraban abiertas de par en par.Ana bostez prolongadamente y se destap. En puntitas

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    EL REEMPLAZO por GISEL CALVO

    MEDIANERAS

    de pie se acerc a su mueca. Un segundo despus deagarrarla, un empujn brusco la sacudi y la arroj al

    interior del armario cerrando la puerta. Al da siguientefue castigada por hacer los que su mam considerabauna broma de muy mal gusto.

    ***

    Los das se iban sucediendo unos a otros entre llan-tos, ruidos imprevistos y retos de mam y pap. La ltimanoche de agosto at a Lily a la cama con su listn de peloy con el cinto del guardapolvo amarr fuerte las manijasdel armario. La luz del pasillo encendida y un golpe fuerteen la escalera la sacaron de su estado de ensueo. Noescuch la puerta de la habitacin de sus padres abrirseni el llanto del beb. Desat a Lily, se levant de la camay se puso la pantua izquierda en el pie derecho y laderecha en el izquierdo. Con pasos cortos y cautelososse acerc a la puerta de su habitacin.

    Mam? Pap? Estn ah?Volvi a sentir otro golpe, pero esta vez desde la

    ventana. Acerc su nariz al vidrio empaado y a travsde las ramas enredadas y retorcidas pudo ver en el patioa una pequea silueta que se hamacaba con ganas enmedio de la noche. La nena la salud y le hizo seas paraque bajara. Ana se restreg fuerte los ojos y la siluetadesapareci.

    Estaba por volver a la cama cuando vio al beb enla puerta de su habitacin. Balbuce divertido y se fuegateando por el pasillo. Ella lo sigui despacio sin soltar aLily. La ventana de su cuarto se abri de golpe, haciendoque el viento del camisn de Ana se enredara con sus pies.Le pareci ver que los ojos de su hermano brillaban enla oscuridad. Quera agarrarlo pero le costaba caminary los prpados le pesaban mucho. Como una sonmbulabaj los escalones de madera y se choc con la puerta deentrada, que estaba completamente abierta. Su hermanohaba salido, lo vea jugando en la entrada. Dud en irloa buscar. Por ah era mejor dejarlo, pero seguro le iban a

    echar la culpa a ella, como siempre. Sacudiendo la cabezapuso Lily debajo de su brazo y cruz el umbral de madera

    con el viento volndole el pelo. Cuando lleg al primerescaln del porche descubri que su hermano no estabaah, slo haba un montn de hojas secas apiladas.

    La puerta de entrada se cerr a sus espaldas. Anasenta que el corazn le lata con fuerza en la garganta.Toc el timbre y llam a sus padres gritando angustiada,pero nadie sali. Muy cansada, fue a hamacarse al patiosin poder despegar la vista de su casa. El viento casile escupa la cara y levantaba alto, bien alto, su pelonegro. Por un instante, le pareci que haba alguien enla ventana de su cuarto y que la miraban desde ah losojos de un escuerzo.

    A primera hora de la maana se despert con lasmanos y los pies morados por el fro. Pudo ver cmo lapuerta de la casa se abra y su madre sala apresuradacon el beb en brazos. Fue corriendo a explicarle lo quesucedi, que ella no haba tenido nada que ver en todo eso,que la culpa era del beb que se haba escapado pero lamadre no not su presencia. Pas a su lado sin percatarsede su piel plida, sus pies sucios y su ropa arrugada.

    Su padre apareci al instante de la mano de otranena de su misma edad, con un listn de pelo rojo yuna mueca agarrada del brazo. Tena el pelo negro y elequillo largo casi tapndole los ojos. Por un momentofugaz, a Ana le pareci que la nena le sonrea. Se quedmuda con algo parecido a un nudo atascado en sugarganta observando como se suban todos al auto y sealejaban lentamente sin mirar hacia atrs.

    Por suerte todava tena a Lily, quiso abrazarla perocuando mir su mano slo vio una rama seca.

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    MATEN AL MENSAJEROTalleres de Escritura

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    CAPTULO XIII.LO QUE MOSTRARON LOS YANKIS

    FOLLETN

    RESUMEN DE LO PUBLICADO.

    La cosa es ms o menos as: Marcos, empleado de un cabaret, Marcela, una de las chicas y el Cara de Cartn, uncliente de ambos, un poco raro. El Cara los lleva medio hipnotizados de amor a su piecita de pensin y de ah a undesierto helado, ventoso y extraterrestre. Marcela se resiste a entrar al desierto, y rasgua con entusiasmo al Cara,que resulta tener la cara efectivamente de cartn, y nada (pero nada nada) debajo. Digamos que la cosa se puso rara.

    Vos tens que conocer mundo, Marquitos. Esome deca el dueo del Ganmedes, sobre todo cuando lepeda que viniera para solucionar algn problema, y lme haca ir a un bar. Primero me deca no me rompas lasp, Marquitos, pero despus aojaba, y empezaba conlo de conocer mundo. Tena algo de paternal, el dueo.No voy a mentir diciendo que lo extrao, pero le tengoque reconocer lo bueno: siempre digo que uno tiene queser justo. Gracias al Ganmedes conoc Bariloche, Chaco,Paraguay, Misiones, Brasil y Puerto Madryn, y es ciertoque si hubiera sido por m capaz que no dejaba nuncael mostrador. Pero tambin hay que decir que paradoen la ventolera, con nieve iridiscente hasta los tobillos,mientras esperaba que Marcela terminara de volar y queel Cara de Cartn terminara de arrancarse pedazos decara, pens: conocer la luna ya es medio exagerado.

    O no lo pens, capaz que lo dije: Conocer la luna ya es medio exagerado.Es difcil saber si uno piensa las cosas o las dice, con

    semejante viento. Capaz que lo dije en voz alta, porqueel Cara, que justo atravesaba la pared de baba, me dijo:

    No somos luna.Tambin me dijo: Vamos, vamos, vamos, mientras

    LOS OCOTES FRACTALESDE GANMEDESpo rFEDERICO REGGIANI

    ilustraFABIN ZALAZAR

    me empujaba. Se lo vea impaciente, enojado y hasta unpoco asustado. No, miento, muy impaciente, muy enojadoy muy asustado. Tena que ser as, porque se le notaba enla expresin de la cara y, si normalmente era inexpresivo,ms inexpresivo tena que resultar con nada ms quemedia cara dedicada a expresar.

    Es que el Cara se haba arrancado la mitad de la piel.Marcela es zurda. No es que sea comunista, aunque aveces no s, cuando se pone cocorita un poco comunistaparece. Lo que quiero decir es que es zurda de la manoizquierda, y se ve que de ese lado lo lastim ms fuerteal Cara. Del lado derecho tena los surcos que le habadejado con las uas, pero todava tena el ojo, el cachete,parte de la nariz y la boca. Cmo estara de impaciente,enojado y asustado que con eso solo se le notaba.

    Del otro lado no tena ni ojo, ni cachete, ni nariz,pero tampoco la carne de abajo, la sangre ni nada. Negro,vaco, como si hubiera un pozo: un negro mucho msnegro que el cielo (que tampoco era tan negro, porqueestaba la luna gigante iluminando). Tambin pens algosobre esa luna, pero despus. En ese momento tena quecaminar: un poco por hacerle caso al Cara, otro pocopara no congelarme, otro poco para ir a ver para qulado haba cado Marcela.

    En el momento era difcil saber para donde nosllevaba el Cara, porque todo lo que se vea era desierto ynieve y alguna piedra, lo mismo por todos lados. Ahoratampoco s muy bien a dnde nos quera llevar, porque

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    LOS OCOTES FRACTALES DE GANMEDES

    por FEDERICO REGGIANI

    FOLLETN

    lo interrumpieron, aun