sincrotrón alba (geo)

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La mayor, más compleja y más cara instalación cientíica construida en España permite explorar los más pequeños componentes de la materia. Y lo hace gracias a la radiación lumínica emitida por electrones que viajan por un anillo a casi 300.000 kilómetros por segundo, billones de veces más brillante que la del Sol. SINCRO T R Ó N LA INTENSA LUZ DEL ALBA Texto: Joaquim M. Pujals Fotos: Alfons Rodríguez 74

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La mayor, más compleja y más cara instalación científica construida en España

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La mayor, más compleja y más cara instalación

cientíica construida en España permite explorar

los más pequeños componentes de la materia.

Y lo hace gracias a la radiación lumínica

emitida por electrones que viajan por un anillo

a casi 300.000 kilómetros por segundo, billones

de veces más brillante que la del Sol.

SINCROTRÓNLA INTENSA LUZ DEL ALBA

Texto: Joaquim M. Pujals Fotos: Alfons Rodríguez

74

Instalaciones de la

fuente de luz ALBA.

Se puede observar el

diseño futurista del

túnel-anillo circular

por el que discurre

el acelerador de

electrones.

CIENCIA

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CIENCIA

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Vista general del interior del túnel del ALBA, con el anillo de almacenamiento a la derecha y el booster o acelerador a la izquierda,

bajo el conducto de aire.

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CIENCIA

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Sincrotrón ALBA. Un equipo ciantífico trabaja en la puesta a punto de uno de los espejos del túnel, que entre otras cosas, consiste en

su calibración para la redirección del haz de luz.

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Un equipo de usuarios cristalógrafos trabaja en una de las líneas de experimentación que salen del túnel. Estudian las propiedades

del chocolate y el porqué de los diferentes tipos de cristalización.

Recopilarán datos durante las sesiones en las instalaciones

para luego pasar meses estudiándolas y sacando conclusiones.

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CIENCIA

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ERGEY KAPISHNIKOV EMPLEA una máquina de

270 metros de circunferencia que incorpora 7.200

equipos electrónicos de alta precisión conectados en-

tre sí por 20.000 cables que suman 200 kilómetros de

recorrido para escudriñar un campo de visión de dos

micras (dos milésimas de milímetro). La gigantesca

infraestructura le permite visualizar objetos de dimen-

siones mesurables en nanómetros (la milmillonésima

parte de un metro). Y, con ello, explorar los más dimi-

nutos componentes de la materia.

El biofísico ruso, de 33 años, investiga cómo se for-

man los cristales de hemozoína, un subproducto de la

digestión de la hemoglobina de nuestra sangre, en el

interior del protozoo parásito Plasmodium falciparum,

una de las cinco especies responsables de la malaria. La

enfermedad, transmitida por los mosquitos, a la que es-

tán expuestas 3.300 millones de personas, causó el año

pasado, según estimaciones de la Organización Mun-

dial de la Salud, al menos 438.000 muertes en los países

tropicales, más de tres cuartas partes de ellas niños de

menos de cinco años. Y 400 millones de personas, la

inmensa mayoría africanas, sufren cada año sus des-

agradables consecuencias (iebres, dolores musculares,

náuseas y transtornos del sistema nervioso, entre otras).

El cientíico del Instituto de Materia Blanda y Ma-

teriales Funcionales del Centro Helmholtz de Berlín

trata de entender cómo consigue el parásito que una

sustancia que debería resultarle tóxica no le destruya.

“El Plasmodium se adapta rápidamente a las proteínas,

por eso es tan difícil conseguir una vacuna. Pero no

a las reacciones químicas”, señala. Descubrir de qué

manera podemos interferir en ese proceso permitiría

impulsar una nueva generación de fármacos contra la

malaria basados en la quinolina, después de que los

Plasmodium hayan logrado desarrollar una elevada

resistencia a la cloroquina, que se mostró eicaz en su

tratamiento durante décadas.

Para ello, Kapishnikov ilumina muestras de sangre

infectada con unos hiperbrillantes rayos X que ofrecen

mucha mayor resolución que los microscopios elec-

trónicos y que, a diferencia de éstos, no exigen cortar

ni manipular las células estudiadas. Solo hay tres ins-

talaciones de microscopia de rayos X de esta clase en

el mundo. Una se halla en Berkeley (Estados Unidos),

otra en Berlín (Alemania) y la tercera en la línea Mis-

tral del Sincrotrón ALBA, en Cerdanyola del Vallés, a

unos diez kilómetros al noreste de Barcelona, donde el

investigador trabaja esta lluviosa tarde de febrero.

El Sincrotrón ALBA es la mayor, más compleja y

más cara instalación cientíica construida en España.

En funcionamiento desde 2012, es uno de los apara-

tos de su clase más avanzados del mundo: desde su

inauguración, solo otros dos sincrotrones han pasado

a engrosar un censo de medio centenar de instalacio-

nes repartidas por cuatro continentes, una veintena

de ellas en Europa. El ALBA, cuyo nombre no son

unas siglas, sino que alude a la luz del amanecer, cos-

tó 200 millones de euros, aportados a partes iguales

por el Gobierno central y el catalán. Trabajan en él

200 personas, que han recibido ya a varios miles de

investigadores de todo el mundo.

EN EL INTERIOR DE ESTE EDIFICIO con forma

de rosquilla de 23.000 metros cuadrados se ponen

a circular billones de electrones –uno de

los componentes indivisibles del átomo, de

carga eléctrica negativa– por un circuito

cerrado de forma anular (de hecho, es po-

ligonal) de 268 metros de perímetro, que

las partículas recorren a una velocidad muy

cercana a la de la luz.

Concretamente, a un 99,99999% de la

misma, a la que jamás podrán llegar: cons-

tituye un límite físico para la materia, según

dejó sentado Albert Einstein en su teoría de

la relatividad. Para poder alcanzarla, la masa

debería tender al ininito, la energía precisa

para impulsarla haría lo propio, y encima el

tiempo se dilataría en la misma medida, así

que casi mejor ni intentarlo.

Los electrones viajeros son los más su-

periciales de un ilamento de tungsteno

con incrustraciones de óxido de bario que

Diseño

vanguardista

Vista de la fachada

del edificio

principal, con

el acceso a las

instalaciones de

experimentación.

S

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han sido arrancados del mismo poniéndolo

a 1.200 grados centígrados. Después, se los

somete a un intenso campo eléctrico que los

encamina por un acelerador lineal desde el

que acceden a un primer anillo propulsor (o

booster) donde, con la ayuda de otros fortí-

simos campos electromagnéticos, pasan de

los 100 a los 3.000 megaelectronvoltios de

energía, con la que llegan al llamado anillo

de almacenamiento, por el que girarán ya a

velocidad constante (ver gráico).

Apenas 160 milisegundos después del

inicio del proceso, los electrones ya vuelan

enloquecidos a casi 300.000 kilómetros

por segundo por el más absoluto vacío: la

presión en el interior del túnel es similar

a la del espacio exterior a in de que nada

pueda interferir en su trayectoria. Con el

objetivo de evitar la más leve contracción

o dilatación de los materiales, que también podrían

alterarla, la temperatura del ediicio se mantiene per-

manentemente a 23 grados. Aunque es uno de los po-

cos sincrotrones en cuyas instalaciones entra algo de

iluminación natural –“por lo menos, en este sabemos

si es de día o de noche”, se felicita un investigador– las

claraboyas están racionadas para que el termómetro

no suba ni baje ni una décima.

Y para que ni la más ínima vibración exterior pue-

da modiicar el nanométricamente preciso discurrir

del haz, todo el complejo se asienta sobre una losa de

hormigón de un metro de grosor situada sobre una

capa de dos metros de grava, que a su vez cubren un

terreno elegido por su carácter arcilloso. Por supuesto,

cualquier aparato que pueda temblar lo más mínimo

queda terminantemente proscrito en el recinto.

Las partículas dan un millón de vueltas al anillo por

segundo, un intervalo temporal que a la mayor parte

de los mortales nos parece bastante exiguo, pero que

a los físicos les cunde bastante más: “Aquí, la unidad

temporal es el nanosegundo, que es la milmillonésima

parte de un segundo”, señalan. Y ¿para qué tanto correr?

Pues porque cuando se curva su trayectoria, los electro-

nes emiten la llamada luz de sincrotrón, cuyo amplio

espectro abarca desde los rayos X –los más penetran-

tes, y por ello los más empleados en las investigaciones

que aquí se llevan a cabo– hasta los infrarrojos, pasan-

do por la luz visible y la ultravioleta, y que ofrece un

ingente abanico de aplicaciones a estudiosos de muy

diversos campos.

Si nadie lo evitara, la trayectoria de los electrones

sería siempre lineal. Pero para eso están 32 gigan-

tescos electroimanes fabricados en Dinamarca y en

Novosibirsk (Siberia, Rusia), los más potentes de 1,4

teslas (o sea, capaces de generar un campo magnético

50.000 veces más intenso que el terrestre). Ellos lo-

gran que las partículas cargadas tomen las curvas del

anillo y al hacerlo despidan unos fotones “billones de

veces más luminosos que los de la supericie del Sol”,

nos asombra Montse Pont, jefa de operaciones de los

aceleradores del ALBA, una física que lleva 20 de sus

53 años en instalaciones de este tipo y que trabaja en

el sincrotrón barcelonés desde el inicio del proyecto.

“De hecho, el funcionamiento es muy similar al de

los tubos catódicos de las televisiones de antes”, com-

para Pont. Esta luz más intensa y concentrada que la

de las mismas estrellas, que es lo que le permite colar-

se entre los más diminutos componentes del universo,

es derivada hacia siete terminales de trabajo, o líneas,

donde los fotones son manipulados para aplicar téc-

nicas como la difracción, la espectroscopia, la fotoe-

misión, la luorescencia, la dispersión resonante o la

microscopia de rayos X en las investigaciones de un

millar de usuarios al año (que son de promedio la

mitad de los solicitantes).

El complejo está diseñado para acoger una treinte-

EL SINCROTRÓN ALBA ES LA MAYOR, MÁS COMPLEJA Y MÁS CARA INSTALACIÓN CIENTÍFICA CONSTRUIDA JAMÁS EN ESPAÑA

Campo

magnético

Imanes de alta

potencia en

el interior

del anillo

de almacena-

miento y

aceleración.

Algunos elec-

troimanes son

fabricados en

Vladivostok.

CIENCIA

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CIENCIA

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El túnel está reforzado por muros de hormigón y plomo de dos metros de espesor. Se alza sobre una plataforma circular aislada

para evitar todo tipo de vibraciones e interferencias

del resto de las instalaciones.

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na de estas líneas. “Su número es todavía el mismo

que cuando se inauguró debido a la crisis, aunque el

consumo energético con veinte sería el mismo que

con siete. Pero en enero inauguraremos otra, y es-

peramos abrir una al año de aquí a 2020”, anuncia

Ramón Pascual, de 74 años, exrector de la cercana

Universitat Autònoma de Barcelona y verdadero pa-

dre del ALBA, cuyo proyecto comenzó a impulsar en

los años noventa.

En una de ellas, donde se trabaja con la difracción de

los rayos X, y en busca de nuevas texturas para el cho-

colate, estudia cómo responde la manteca de cacao a

diferentes condiciones y velocidades de calentamiento,

un equipo de... ¡geólogos!. “Analizamos de qué manera

afecta la cristalización a la producción de alimentos de

base grasa”, explica Laura Bayés, de 34 años, profesora

de la Universitat de Barcelona.

El grupo que dirige el catedrático emérito Miquel

Àngel Cuevas también ha llevado a cabo investigacio-

nes con luz de sincrotrón sobre el jamón ibérico, los

cristales de la grasa permiten saber si es o no de bellota,

o el aceite de oliva –en este caso, una investigación to-

davía no publicada, busca detectar posibles adiciones

de otros aceites al virgen extra.

En cuatro días en el ALBA reunirán datos sobre el

chocolate que “nos llevará quizás seis meses procesar”,

augura Bayés. “En un minuto, una línea de difracción

puede aportar miles de informaciones sobre la estruc-

tura de una proteína”, revela Ramón Pascual. Las pro-

porciona el detector de rayos X Dectris 6M Pilatus, que

vale un millón de euros.

LAS APLICACIONES DEL SINCROTRÓN parecen

ininitas: en el ALBA se han analizado pinturas góticas

y vidrieras tintadas antiguas procedentes de Egipto y

Siria, se ha obtenido el primer mapa en 3D de células

infectadas por la hepatitis C, se han estudiado nuevos

materiales semiconductores y magnéticos para bate-

rías y memorias o aditivos para el cemento. En otros

sincrotrones se logró ver el interior de huevos de dino-

saurio sin dañarlos y se descubrió por qué cambiaban

de color algunos cuadros de Van Gogh.

Las líneas están protegidas con armaduras de plomo

de siete centímetros de grosor para frenar los rayos

X más duros, los de menor longitud de onda, aque-

llos que mejor penetran en la materia. Ramón Pascual

tranquiliza al respecto: “La mínima radiación que se

pueda generar se queda en el interior del búnker, cuyas

paredes tienen un metro de grosor en algunos puntos

y están hechas de hormigón baritado”, es decir, que in-

corpora barita, el mineral del que se obtiene el bario,

que ofrece un seguro blindaje radiológico.

“Esta radiación, que es menor que la natural que llega

del suelo a la planta baja de un ediicio de vecinos, la

provoca la activación en determinados lugares de algún

elemento de hierro o acero. Y se desactiva sola. De todas

formas, nunca se ha tenido que sacar fuera material de

este tipo, y si hubiera que desmantelar la instalación, no

habría más de 4 o 5 kilos para tratar”, detalla.

De todas formas, y por exigencia del Con-

sejo de Seguridad Nuclear, en la sala de con-

trol del acelerador hay siempre dos personas,

24 horas al día, siete días a la semana, que

son los que trabajan sin parar en la máquina,

6.000 horas al año en total. El personal de

guardia no puede alejarse del recinto en su

tiempo libre más de cien kilómetros, para

que en caso de emergencia pueda presentar-

se en el ALBA en un máximo de una hora. Y

no solo en la sala están pendientes del fun-

cionamiento de la máquina: la única pantalla

que hay en la cafetería no emite noticias ni

videoclips musicales, sino los gráicos que

detallan con qué potencia y precisión traba-

ja en aquel instante el sincrotrón. En el ALBA

no hay ni un nanosegundo que perder.

AQUÍ SE HAN ANALIZ ADO DESDE PINTURAS GÓTIC AS HASTA CÉLULAS

INFEC TADAS POR LA HEPATITIS C

Siempre

vigilantes

Sala de control

principal. Más de

30 monitores

controlan todas

las instalaciones

así como el flujo

del haz de elec-

trones para que

este no sufra

cortes relevantes

durante la

experimentación.

G

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ACELERADORES... DE LA PAZ MUNDIALLas posibilidades de los aceleradores de partículas parecen ilimitadas. Su amplio abanico

de aplicaciones va desde las terapéuticas en la lucha contra el cáncer hasta la cooperación

cientí�ca entre enemigos irreconciliables como Irán e Israel.

UN SINCROTRÓN es uno de los diversos

tipos de aceleradores de partículas. Todos

parten de la misma tecnología, y la ma-

yoría acelera electrones o protones, pero

tienen dimensiones, formas y finalidades

muy diferentes. El mayor del mundo es el

Gran Colisionador de Hadrones de la Or-

ganización Europea para la Investigación

Nuclear (CERN), situado cerca de Gine-

bra. En él se hacen circular protones en

direcciones opuestas por un anillo de 27

kilómetros. El objetivo es hacerlos chocar

para fragmentarlos. En 1993 se abandonó,

debido a su alto coste, el proyecto de uno

de 92 kilómetros en Texas (Estados Uni-

dos). En los colisionadores se han identifi-

cado componentes básicos de la materia

como los quarks o el bosón de Higgs.

Algunos sincrotrones pequeños, de medio

centenar de metros, tienen aplicaciones

terapéuticas: aceleran iones de carbono

y los dirigen con enorme precisión hacia

tumores cancerígenos para destruirlos sin

dañar los tejidos adyacentes.

Curiosamente, los aceleradores de partí-

culas se están convirtiendo en un símbolo

de la paz. “El CERN nació para impulsar la

colaboración entre Francia y Alemania

después de la Segunda Guerra Mundial”,

subraya Ramón Pascual, impulsor del AL-

BA. El Sincrotrón barcelonés participa aho-

ra en el proyecto de su homólogo SESAME,

que se está construyendo en Jordania y

que ha abierto una vía para la cooperación

científica entre árabes, israelíes e iraníes.

Los técnicos del ALBA han calibrado los

16 grandes imanes de la instalación, en la

que participan Jordania, Bahrein, Chipre,

Egipto, Israel, Pakistán, Irán, la Autoridad

Nacional Palestina y Turquía.

El doctor

Ramón Pascual,

presidente del

Consorcio del sincrotrón.

7. Análisis de datos

En la sala de control, los ordenadores controlan todo el proceso de medi-ción y recogen los datos de los detectores. Los da-tos son extraídos, proce-sados e interpretados.

6. Detección

En la sala experimental, se coloca la muestra y un siste-ma de detección recoge la luz reflejada, difractada o transmitida. Hay muchos tipos de detectores que están especializados para cada tipo de experimento.

5. Acondicionamiento

La luz emitida pasa por una sala óptica, donde se selecciona una determinada longitud de onda a través de un monocromador.

PUNTO DE INYECCIÓN

DEL ANILLO PROPULSOR

AL DE ALMACENAMIENTO

1. Producción de electrones

Los electrones se generan de la misma forma que en un tubo de rayos catódicos de los antiguos televisores. Después, son preacelerados por campos eléctricos en un acelerador lineal.

4. Líneas de luz

La luz del Sincrotrón se propaga hasta las líneas de luz, colocadas tangencialmente en el acelerador. Hay dos tipos, según se usen rayos X generados en los imanes de curvatura, o los generados en los dispositivos de inserción.

2. Aceleración

Los electrones se aceleran con la ayuda de potentes campos magnéticos (hasta 50.000 veces más potentes que el campo magnético terrestre) hasta que adquieren una velocidad superior al 99,999% de la velocidad de la luz.

3. Almacenamiento

Los electrones se inyectan en el anillo de almacenamiento, donde mantienen una órbita circular canalizados por campos magnéticos muy fuertes. La velocidad se mantiene constante compensando la energía emitida en forma de luz con campos eléctricos alimentados con radiofrecuencia.

ACCESO

ACCESO

ACCESO

ACELERADOR

LINEAL

CIENCIA

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