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4. PLATÓN (427-‐347 a. C.)
1. CONTEXTO HISTÓRICO (s. V-‐IV a. C.) DEL PENSAMIENTO DE PLATÓN.
El contexto histórico de la vida y obra de Platón se sitúa entre los siglos V y IV a. C.
momento en el que entra en crisis la organización política de Atenas, debido a los
cambios de sistemas políticos: de la democracia a la tiranía, y de ésta de nuevo a la
democracia.
En la carta VII (de carácter autobiográfico) Platón nos narra la experiencia política que
le tocó vivir tras la Guerra del Peloponeso, en la que venció Esparta sobre Atenas.
En primer lugar, Esparta impuso la llamada Tiranía de los Treinta, es decir, treinta
tiranos subieron al poder y cometieron toda una serie de injusticias que Platón
criticará. Más tarde, se produce reinstauración de la democracia, que fue la que
condenó a su maestro Sócrates, por lo cual será criticada por Platón cuando nos dice
“Cómo es posible que un sistema tan justo como la democracia condene a muerte a un
hombre tan justo como Sócrates”.
Estos hechos determinaron el que Platón idease un nuevo sistema político que se
fundamenta en su teoría filosófica acerca del hombre y en su Teoría de las Ideas. Esto
supone que en el mundo inteligible se hallan el conjunto de ideales morales y políticos
(bondad en sí, la justicia en sí) a los que ha de acomodarse la conducta individual y
colectiva, para que se dé la convivencia social dentro de la polis, puesto que las
distintas formas de organización política (tiranía, democracia, oligarquía, etc.) que se
habían dado dentro de la misma no habían conducido a crear una sociedad justa.
Platón llegará a decir que sólo desde la Filosofía podemos llegar a obtener una visión
correcta acerca de lo qué es la Justicia. Aquí se encuentra la motivación política de su
pensamiento, la finalidad política de su filosofía.
Por ello, viendo los nefastos resultados de una dirección política que llevaba a la
sociedad a la ruina moral y engendraba la injusticia (la dictadura injusta, en un caso, y
la demagogia que condujo a la muerte de Sócrates, en otro caso), Platón orientó su
pensamiento en el sentido de encontrar un fundamento sólido para conseguir
instaurar un orden justo. Como su maestro Sócrates, consideraba que sólo el
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conocimiento de la justicia puede hacernos más justos, y el fundamento de la
justicia y la posibilidad de su conocimiento deben encontrarse a partir de la
filosofía. De todas maneras, aunque Platón renunció a la política activa en su ciudad,
no abandonó nunca el proyecto general de instaurar un Estado ideal, tal como
aparece diseñada en su obra República. Esta orientación, no sólo está presente en
todo su pensamiento, sino que le impulsó también a intentar, por tres veces, llevar a la
práctica su proyecto en Siracusa. En el fondo, detrás de todo ello latía un problema: la
crisis de la polis como forma de organización política.
Platón es el primero pensador de la Filosofía Griega junto con Aristóteles del que
tenemos un conocimiento bastante completo de su pensamiento, ya que se han
conservado todas las obras que escribió. Todas, excepto la Apología de Sócrates, en la
que expone la defensa que Sócrates hizo ante el tribunal que lo condenaría a muerte,
están escritas en forma de diálogo. Este método de exposición, además de su valor
pedagógico, permitía a Platón seguir desarrollando el método socrático y, al mismo
tiempo, era una manera de enfrentar las tesis que quería sustentar con posibles
objeciones a ellas. Los diálogos de Platón presentan casi siempre una conversación
entre diversos personajes de su época y, en general, Sócrates es el interlocutor
principal. Atendiendo al orden en que fueron escritos, los diálogos platónicos se
dividen en cuatro períodos o etapas:
1. Etapa socrática o época de juventud (393 -‐ 389 a.C.), en la que Platón reproduce las ideas de Sócrates. Los diálogos de este período son: Apología de Sócrates, Ion, Critón, Protágoras, Laques, Trasímaco, Lisis, Cármides y Eutifrón. Estas obras tratan temas socráticos y se centran en definiciones de conceptos como la piedad, la mentira, la amistad, la virtud y si ésta puede o no enseñarse. En la Apología Platón defiende la figura de Sócrates. Todavía no aparece la teoría de las ideas. 2.Etapa de transición (388-‐385). Los diálogos de este momento son: Gorgias, Menón, Eutidemo, Hipias Menor, Crátilo, Hipias Mayor y Menéxeno.
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Diálogos escritos después de su primer viaje a Sicilia (388-‐387) y la fundación de la Academia en el 387 tras su vuelta a Atenas. Aparecen, junto con temas todavía socráticos, temas propiamente platónicos. También aparecen temas órficos de influencia pitagórica: la inmortalidad del alma, primeras alusiones a las ideas y a la reminiscencia, y estudios sobre el lenguaje. 3. Época de madurez (385-‐370). Las obras que representan a esta época son: Banquete, Fedón, República y Fedro. La teoría de las Ideas aparece plenamente desarrollada. Entre los temas tratados destacan: los argumentos de la inmortalidad del alma, la teoría de la reminiscencia, la dialéctica ascendente y descendente, el amor y la filosofía política. Entre los textos conocidos destacan: el mito de la caverna, la metáfora de la línea y el mito del carro alado. 4. Época de vejez (369-‐347). Consta de los siguientes diálogos: Teeteto, Parménides, Sofista, Político, Filebo, Timeo, Critias, Leyes, Epínomis y Las Cartas (la Carta VII es considerada la más importante por su carácter autobiográfico en lo que respecta a su experiencia política). Época de sus otros dos viajes a Sicilia. Revisión de la teoría de las ideas, que pierde dimensión ontológica en favor de una interpretación lógica. Sócrates deja de ser el personaje principal. Desarrollo de la cosmología platónica: el demiurgo. Revisión de la teoría política que culmina en una postura más realista abandonando el proyecto de la República.
Sus obras además de estar escritas en esta forma dialogada, de gran belleza literaria,
contienen los llamados «mitos» platónicos. A través de estos «mitos» Platón expresa
algunas de sus ideas fundamentales. De entre ellos son especialmente importantes el
«mito del carro alado», que se halla en el Fedro, y que sirve a Platón para exponer su
teoría sobre el alma; el «mito de Eros» en el Banquete, en el que expone su teoría
sobre el amor, y el importante «mito de la caverna», que se encuentran en la obra
principal de Platón: la República.
Es importante destacar que estos «mitos» o «alegorías», deben ser siempre
interpretados, y su significado no debe nunca tomarse en sentido literal; en este
sentido, Platón consideraba que el mito es una forma sustitutiva de explicar sus ideas
a través de un relato simbólico dada la dificultad de explicarlo a través de la razón.
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2. LA TEORÍA DE LAS IDEAS
La Teoría de las Ideas constituye el núcleo desde el que se articula toda la filosofía de
Platón, es decir, es el fundamento de su ontología (concepción de la realidad o del ser)
de su epistemología (teoría del conocimiento), de su antropología (concepción del
hombre) y de su ética y política (proyecto político).
La teoría se desarrolla en los denominados diálogos de madurez que son Banquete,
Fedón, Fedro y la República.
Ahora bien ¿Qué hay que entender por Idea (Eidos) en Platón? Por Idea en Platón no
hay que entender las representaciones subjetivas que nos hacemos de las cosas, es
decir, los pensamientos que podemos tener a nivel individual, sino que las Ideas son
“realidades objetivas” que se caracterizan por ser la esencia, únicas, universales,
inmateriales, inmutables, permanentes, idénticas a sí mismas, absolutas, eternas e
independientes del mundo físico.
Esta serie de realidades objetivas se encuentran en el Mundo Inteligible al cual se
accede a través del alma entendiendo a ésta como principio de conocimiento racional.
Frente al mundo inteligible se halla lo que Platón denomina el Mundo Sensible, que
es el mundo o la realidad que captamos a través de los sentidos, que se caracteriza
por ser finito, limitado, mudable, cambiante, relativo, individual, etc.
Ahora bien ¿qué relación existe entre el mundo inteligible y el mundo sensible?
Para explicar tal relación Platón emplea dos conceptos: el de participación e
imitación. Esto quiere decir que algunas veces Platón nos dice que el mundo sensible
existe porque participa del mundo de las ideas y, en otras ocasiones se nos dice que el
mundo sensible imita al mundo inteligible.
En cualquier caso, el mundo sensible tiene realidad o existe dado que su causa es el
mundo inteligible. Por ejemplo, en la realidad que captamos mediante los sentidos
hallamos una diversidad múltiple de árboles, los cuales existen en la medida en que
participan o imitan de la Idea de Árbol, la cual pertenece al mundo inteligible; en el
mundo de las ideas, la Idea de árbol es la unidad que justifica la existencia de la
pluralidad en el mundo sensible.
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Para Platón la verdadera realidad no es el mundo sensible – el mundo perceptible –, la
cual es una mera copia del mundo inteligible o mundo de las ideas, aquel es una mera
copia imperfecta de éste.
Asimismo, es necesario señalar que el Mundo de las Ideas se halla jerarquizado,
constituye una especie de pirámide en cuya cúspide se encuentra la IDEA de BIEN –en
su obra la República, libro VII, en el célebre mito de la caverna, Platón utiliza la
metáfora del sol para referirse a esta Idea. Se puede representar de la siguiente
manera la pirámide a la que nos referimos:
Por otro lado debemos relacionar su teoría de las Ideas con su concepción del cosmos; Platón en el diálogo Timeo narra en forma mito el origen del Cosmos recurriendo a
tres principios:
1. Demiurgo (Inteligencia ordenadora).
2. Materia (realidad in-‐forme y caótica).
3. Las Ideas (Formas o Modelos).
La explicación que nos ofrece del origen del cosmos es la siguiente: en un principio lo
único existente es la materia caótica, eterna, dotada de movimientos irregulares.
Sobre esta materia actuará el Demiurgo o inteligencia ordenadora, pero de acuerdo
con un plan, dado que todo ser que fabrica o construye algo lo hace de acuerdo a un
MODELO que será el Mundo de las IDEAS. La función del Demiurgo es plasmar las
esencias o Ideas en la materia lo más perfectamente posible. Si el universo no es
totalmente perfecto es porque la materia siempre introduce un factor de desorden o
indeterminación.
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Este origen del cosmos es narrado por Platón en el Timeo en forma de mito. El
carácter mítico de este relato hace difícil precisar el significado de muchos aspectos de
la narración, entre los cuales está el problema de la misma naturaleza del demiurgo;
es difícil saber si se trata de un dios o sólo es una forma mítica de expresar la acción de
las ideas sobre la materia, como elemento configurador que impone a ésta una
estructura, y de este modo, proporciona a los seres del mundo físico la inteligibilidad y
consistencia de que la materia carece.
Para Platón la realidad sensible que observamos, es decir, el cosmos en general se
halla ordenado con arreglo a ciertas características que son: armonía, simplicidad,
proporción y simetría. Estos rasgos expresan el sentido de la Idea de Belleza que el
demiurgo toma del mundo inteligible y lo transmite al mundo sensible, el cual se
expresa en el lenguaje de las matemáticas. La teoría de las Ideas refleja la concepción
ontológica o teoría de la realidad de Platón la cual establece su dualismo filosófico:
Mundo de las Ideas/M. Sensible.
3. LA TEORÍA ANTROPOLÓGICA
La concepción del Hombre en Platón sigue las huellas del planteamiento de Pitágoras,
es decir, retoma su postura dualista: el hombre se compone de dos elementos o
partes, cuerpo y alma. El cuerpo (soma) es esencialmente materia y como tal
pertenece al mundo sensible siendo, por tanto, mortal, finito y perecedero. En
cambio, el alma (psiqué) es la parte inmortal y más noble del hombre, que por su
propia naturaleza , pertenece al mundo de las Ideas.
En el diálogo, Fedro, a través del Mito del carro alado nos narra de forma simbólica dos
aspectos esenciales de su doctrina del alma: su naturaleza tripartita y los estados por
los que pasa el alma. En dicho mito el alma pasa por tres estados:
1º) Es la etapa de la preexistencia del alma, es decir, cuando se encuentra en el mundo
de las Ideas. En este momento el alma es simbolizada como una especie de carro
alado compuesta por dos corceles y un auriga. Los dos caballos (uno blanco, bello y
bueno y otro negro, malo y feo) representan la parte irascible y concupiscible del
alma, esto es, la voluntad o valor y los apetitos o deseos respectivamente, mientras
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que el auriga, montado en el carro que tiene las riendas del mismo se identifica con la
razón o parte racional del alma. Platón afirma que el auriga llega un momento en
que no puede controlar al carro debido a que el corcel negro con su fuerza lo arrastra y
éste cae, lo que da lugar al segundo estado.
2º. La existencia junto al cuerpo, es decir, el alma se introduce en un cuerpo dando
lugar al Hombre, que es la unión accidental, transitoria y antinatural de estos dos
elementos. En este momento, la función del alma, es decir, de su parte racional es
controlar las necesidades, deseos y apetitos que le impone el cuerpo, dado que este
tipo de necesidades alejan al alma de su verdadero objetivo que es la contemplación
de las Ideas, de las que ya tenía conocimiento pero que olvida al introducirse en el
cuerpo, y a las que accederá con dificultad puesto que el conocimiento de lo
inteligible, de las Ideas, se verá dificultado por inevitable mediación de los sentidos.
3º. El tercer estado es denominado como Postexistencia del alma, esto es, cuando se
produce la muerte del cuerpo y el alma separa del mismo siendo su verdadero destino
volver al mundo de las Ideas, aunque Platón plantea otro posibilidad que es su
reencarnación en otro ser vivo lo cual supone una especie de condena para el alma,
quizá debido al haber sido dominada por la parte concupiscible que es controlada
esencialmente por el cuerpo.
En suma, Platón nos describe, en primer lugar, la triple naturaleza del alma (se
compone de tres partes con sus respectivas virtudes): concupiscible (deseo, cuya
virtud debe ser la moderación o templanza) irascible (la voluntad, cuya virtud debe
se la fortaleza) y la razón (conocimiento cuya virtud es la prudencia y la sabiduría)
que será la base de su proyecto político y de su concepción de la sociedad.
Además, sitúa en el cuerpo estas tres partes: en el vientre la parte concupiscible
asociada a los deseos, las pasiones y la sensualidad, siendo su objetivo someter el
alma al bien del cuerpo; la irascible en el pecho y el corazón: es la voluntad y el valor
que quiere con entusiasmo y generosidad y anhela aquello que es bueno y bello, y en
último lugar la parte más importante, la razón, alojada en la cabeza, parte divina del
hombre, que puede mediante la dialéctica alcanzar el conocimiento de lo inteligible y
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la contemplación de las ideas. El mal no reside en ninguna de las partes sino en el
desorden entre ellas, por lo que el orden en el hombre individual tiene un único y
mismo mensaje: en todo debe dominar la racionalidad. En segundo lugar, nos habla
de los estados por los que atraviesa su naturaleza (preexistencia, existencia y
postexistencia). En este último punto subyace una concepción religiosa del alma afín a
las doctrinas órfico-‐pitagóricas.
El hombre es concebido como un compuesto accidental de estas dos substancias:
psiqué (alma) y soma (cuerpo). El alma preexiste al cuerpo y es inmortal.
El cuerpo es la cárcel del alma (idea pitagórica) durante su existencia terrenal y
constituye un estorbo para el alma que, con sus pasiones y deseos, la arrastra a lo
material, impidiéndole su objetivo propio: la contemplación de las ideas.
4. LA EPISTEMOLOGÍA O TEORÍA DEL CONOCIMIENTO
La postura de Platón acerca del conocimiento aparece, por primera vez, en el diálogo
Menón, en el que afirma que el “El conocimiento es recuerdo o reminiscencia”:
conocer es recordar. Esta tesis sólo es comprensible si tenemos en cuenta que para
Platón el alma es inmortal y además, tal afirmó en el Mito del carro alado pasa por
tres estados siendo el segundo, esto es, su unión con el cuerpo genera el olvido. De ahí
que el hombre, debe aprender de nuevo el verdadero conocimiento que es alcanzar el
mundo de las Ideas en lo que la razón tiene un papel predominante. Asimismo, en
dicho diálogo Platón establece por primera vez una división del conocimiento en dos
tipos, que nos recuerda la diferencia que establecía Parménides entre la “vía de la
opinión” y “la vía de la verdad”. Se trata de la diferencia entre:
-‐Doxa (Opinión): es aquel tipo de conocimiento que procede del mundo sensible que
captamos por los sentidos, esto es, se trata de un conocimiento que no es permanente
ni universal puesto que está sometido al continuo cambio de la realidad sensible.
-‐ Episteme (Conocimiento): es aquel tipo de conocimiento que procede de la razón y
que se caracteriza ser permanente y universal cuyo objeto es el mundo inteligible o las
Ideas.
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Más tarde, en el período de madurez, en el diálogo La República (Libro VI), Platón
establece a través del “símil de la línea”, su teoría del conocimiento de una forma más
elaborada:
Las divisiones de la línea marcan los diferentes niveles de conocimiento en relación
con los niveles de realidad. La línea representa, además, el tránsito del conocimiento
más imperfecto o de menor valor, es decir, desde las imágenes, objeto de la
imaginación hasta las ideas en sí, objeto de la inteligencia. De esta manera, el
conocimiento procede de lo más ilusorio a lo más real, de lo más oscuro a lo más
luminoso, desde las sombras a la luz (desde el interior de la caverna hacia el exterior):
las Ideas. En este sentido, la línea y los niveles de conocimiento son los que Platón
expresa en el siguiente texto:
Me parece adecuado, dije, seguir llamando, como antes, ciencia al primer modo de
conocimiento, inteligencia discursiva al segundo, creencia al tercero y conjetura al
cuarto. Comprendemos los dos últimos bajo el nombre de opinión y los dos primeros
bajo el de intelección, siendo el objeto de la opinión el devenir y el de la intelección la
esencia. Y lo que es la esencia con relación al devenir, lo es la intelección respecto a
la opinión; y lo que es la intelección con relación a la opinión lo es la ciencia respecto
a la creencia y la inteligencia discursiva respecto a la conjetura. Dejemos, sin
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embargo, la analogía y la división de los objetos de cada uno de los ámbitos, de la
opinión y de la intelección, para no precipitarnos en discursos mucho más largos que
los que hemos mantenido.
Ahora bien, el medio que nos permite pasar del conocimiento sensible al inteligible es
la Educación (Paideia) entendida como la formación del alma. Pero ¿Qué estudios
son necesarios para alcanzar el mundo inteligible?. Entre éstos menciona: el cálculo, la
aritmética, la geometría, la astronomía, la música y la culminación de todos éstos, la
dialéctica mediante la cual alcanzamos mediante la noesis o intuición de la
inteligencia captar las ideas en sí mismas sin relación con su manifestación
material, que utiliza los estudios mencionados para alcanzar la verdadera esencia
de lo real que son las Ideas y la suprema Idea: la Idea del Bien, que es la causa y la
razón de las cosas bellas, rectas y buenas. A diferencia de las matemáticas, la
dialéctica no se basa en ningún tipo de imagen. El matemático usa la imagen del
círculo, su representación sensible para extraer de él el concepto de la
circunferencia. La dialéctica, que es el nivel más elevado del conocimiento propio
de la filosofía, sólo utiliza la razón para captar la esencia de las cosas.
5. EL PROYECTO ÉTICO-‐POLÍTICO: LA REPÚBLICA.
,
El proyecto político que Platón establece se localiza en una obra que tiene como título
original Politeia (Πολιτεια) cuyo subtítulo es Sobre la Justicia, y que se ha
traducido como La República. En esta obra plantea una forma de organización política
basada en su teoría sobre la naturaleza humana, es decir, el análisis tripartito que hace
del alma es la base de su concepción de la justicia y de la sociedad. Platón divide el
alma en tres partes (racional, irascible y concupiscible) de las que se deriva tres tipos
de virtudes, las cuales se correlacionan estructuralmente con las tres clases sociales
que deben componer su teoría de la sociedad. El esquema de esta concepción de la
sociedad es la siguiente:
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La Justicia se hará efectiva en la sociedad cuando cada clase social, en
correspondencia con la virtud que domine en su alma, desempeñe la función que le
corresponda para que así se dé la armonía dentro de la polis.
Ahora bien, su teoría política descansa sobre dos principios:
1. Principio de correlación estructural del alma y el Estado .
Este principio implica que el Estado como forma de organización política no es algo
exterior al individuo ni éste algo ajeno al Estado por más que sea un hombre
individual. En Platón existe una estrecha unión entre la Ética y la Política, el deber
moral y el bien de los ciudadanos no tienen un fin individualista y egoísta sino que su
objetivo es el bien de toda la comunidad, que es la polis. De igual manera, la Política
tiene como finalidad el bien de todos los ciudadanos. El hombre sólo adquiere su
condición como ser social dentro de la polis, que es donde satisface sus necesidades
materiales y se desarrolla moral e intelectualmente. El bien de la polis y del ciudadano
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es lo mismo, de ahí la correlación entre partes del alma y de la sociedad o Estado. Por
ello, de la misma manera que en el hombre individual debe ser la razón la que
gobierna a las otras partes, también en el Estado, en los gobernantes, debe dominar la
razón cuyas virtudes son la prudencia, la reflexión y la sabiduría.
2. Principio de especialización funcional.
Este principio sostiene que cada hombre y cada clase social han de desempeñar sólo
una función, aquella para la que estén naturalmente capacitados. Este principio viene
justificado desde la especialización y la división del trabajo, que aumentan la eficacia
y el rendimiento. Además, la función que cada hombre debe desempeñar viene
determinado por sus dotes naturales, que se manifiestan a través de la Educación
(Paideia) o formación del alma, que tiene como objetivo, no la Igualdad social, sino
determinar la facultades naturales que prevalecen en cada hombre o mujer para
asignarles una determinada clase social. Platón, al final del libro VII de la República,
afirma que las mujeres pueden llegar a gobernar si tienen las virtudes necesarias para
ello. Por ello, la Educación debe ser una tarea única y exclusiva del Estado no de
ningún ámbito privado, de ahí su crítica a los Sofistas.
Por otro lado, Platón establece dos condiciones esenciales para que se dé la Justicia:
1. Abolición de la propiedad. Esto no tiene como significado abolir la propiedad
privada en general sino sólo excluir de ella a dos clases sociales: los guerreros o
guardianes y a los gobernantes, manteniéndose como medio económico de la clase
productora. La exclusión de la propiedad de las clases que protegen al Estado y lo
gobiernan tiene una razón de ser: alejarlos de que en su alma domine la parte
concupiscible y su único fin sea utilizar el poder para enriquecerse y satisfacer a la
misma. Sólo de esta manera, la unidad incorruptible del alma supondrá la unidad
incorruptible de la polis.
2. La abolición de la familia. Este tipo de abolición tiene un sentido restringido, esto
es, ni los guerreros ni los gobernantes tienen derecho a la familia porque ésta es, para
Platón una forma de propiedad que propicia las tendencias egoístas que tendrían
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como único fin el enriquecimiento de la familia desde el poder, con lo cual se rompería
la unidad del Estado. Sólo la clase productora tiene derecho a la familia y a la
propiedad aunque haciendo uso de ésta de una forma moderada.
Platón intentó llevar a la práctica este sistema político en tres ocasiones,
concretamente en Siracusa (Sicilia), dado que conocía a los gobernantes de dicha
ciudad. Pero, el resultado fue un fracaso puesto que los gobernantes no estaban
dispuestos a realizar el esfuerzo del estudio y de llevar una vida moderada, tal como
requiere su proyecto político, sino que llevaban más bien una vida de excesos
cometiendo delitos que le alejan de las virtudes que son necesarias para lograr tal fin.