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1 UNA AGENDA INTERNACIONAL IM“BRIC”ADA: Los caminos y desafíos de la política exterior brasileña en el siglo XXI Dr. Marcus Maurer de Salles 1 Resumen: El presente ensayo sostiene la idea de que la política exterior brasileña, a lo largo de la primera década del siglo XXI, está más que nunca im“BRIC”ada. Más allá de un simple juego de palabras, significa afirmar que la complejidad con la que interactúa a veces convergiendo, a veces discrepando hace que sean más evidentes las prioridades en la agenda internacional de un país emergente como Brasil. Esto se observa al analizar tres grandes prioridades en su política internacional: la búsqueda de un puesto permanente en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, el liderazgo de coaliciones y alianzas Sur-Sur y la prioridad dada a la integración sudamericana. La percepción de que todas estas frentes de una política exterior están im“BRIC”adas es una clarividencia que urge a Brasil, en la medida en la que se reconozca que existen tensiones y contradicciones naturales en cualquier país que aspire a tener protagonismo internacional. Reconocida la naturalidad de esta obligación, cabrá al Brasil decidir si quiere asumirla o no, con todas las consecuencias positivas y negativas- de tal decisión. Palabras-clave: Brasil; BRIC; Política Externa; Multilateralismo; Sudamérica Abstract: The present essay sustains that Brazilian foreign policy, during the first decade of the 21 st century, is more than ever, im“BRIC”ated. That stands for more than just a simple play on words. It means that the complexity of the interaction either converging or diverging the various actions of an international agenda of an emerging country such as Brazil, is progressively becoming more latent. This becomes clear throughout the analysis of three major priorities of the Brazilian international agenda: the quest for a permanent seat at the United Nations Security Council, the leadership of South-South alliances and coalitions, and the priority of South-American integration. To realize that all these foreign policy fronts are im”BRIC”ated is an urging awareness for Brazil. Otherwise, it will not be able to recognize the naturalness of the tensions and contradictions within an international agenda of any country that aims some level of international prominence. Once this naturalness is comprehended, it will be up to Brazil to decide whether it will assume this role or not, with all the positive and negative consequences that result from this decision. Key words: Brazil; BRICs; Foreign Policy; Multilateralism; South America 1 Professor Adjunto del Curso de Relaciones Internacionales de la Escuela Paulista de Política, Economia y Negocios de la Universidade Federal de São Paulo (EPPEN/UNIFESP). Es Doctor en Integración de América Latina por la Universidade de São Paulo (USP). Máster en Integración Latino-Americana por la Universidade Federal de Santa Maria (UFSM). Licenciado en Derecho por la Universidade Federal de Pelotas (UFPEL). Es Investigador del UNCTAD Virtual Institute y Evaluador del Ministerio de Educación de Brasil en procesos de autorización y reconocimiento de instituciones de enseñanza superior. Se dedica a los temas de Derecho Internacional Económico y a las Relaciones Internacionales de América Latina, con énfasis en las cuestiones relacionadas a la Organización Mundial del Comercio y a los Procesos de Integración y Desarrollo de América del Sur. Correo electrónico: [email protected] .

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1

UNA AGENDA INTERNACIONAL IM“BRIC”ADA: Los caminos y desafíos

de la política exterior brasileña en el siglo XXI

Dr. Marcus Maurer de Salles1

Resumen: El presente ensayo sostiene la idea de que la política exterior brasileña, a lo largo de la

primera década del siglo XXI, está más que nunca im“BRIC”ada. Más allá de un simple juego de

palabras, significa afirmar que la complejidad con la que interactúa – a veces convergiendo, a veces

discrepando – hace que sean más evidentes las prioridades en la agenda internacional de un país

emergente como Brasil. Esto se observa al analizar tres grandes prioridades en su política

internacional: la búsqueda de un puesto permanente en el Consejo de Seguridad de las Naciones

Unidas, el liderazgo de coaliciones y alianzas Sur-Sur y la prioridad dada a la integración

sudamericana. La percepción de que todas estas frentes de una política exterior están

im“BRIC”adas es una clarividencia que urge a Brasil, en la medida en la que se reconozca que

existen tensiones y contradicciones naturales en cualquier país que aspire a tener protagonismo

internacional. Reconocida la naturalidad de esta obligación, cabrá al Brasil decidir si quiere asumirla

o no, con todas las consecuencias – positivas y negativas- de tal decisión.

Palabras-clave: Brasil; BRIC; Política Externa; Multilateralismo; Sudamérica

Abstract: The present essay sustains that Brazilian foreign policy, during the first decade of the 21st

century, is more than ever, im“BRIC”ated. That stands for more than just a simple play on words. It

means that the complexity of the interaction – either converging or diverging – the various actions of

an international agenda of an emerging country such as Brazil, is progressively becoming more

latent. This becomes clear throughout the analysis of three major priorities of the Brazilian

international agenda: the quest for a permanent seat at the United Nations Security Council, the

leadership of South-South alliances and coalitions, and the priority of South-American integration.

To realize that all these foreign policy fronts are im”BRIC”ated is an urging awareness for Brazil.

Otherwise, it will not be able to recognize the naturalness of the tensions and contradictions within

an international agenda of any country that aims some level of international prominence. Once this

naturalness is comprehended, it will be up to Brazil to decide whether it will assume this role or not,

with all the positive and negative consequences that result from this decision.

Key words: Brazil; BRICs; Foreign Policy; Multilateralism; South America

1 Professor Adjunto del Curso de Relaciones Internacionales de la Escuela Paulista de Política,

Economia y Negocios de la Universidade Federal de São Paulo (EPPEN/UNIFESP). Es Doctor en

Integración de América Latina por la Universidade de São Paulo (USP). Máster en Integración

Latino-Americana por la Universidade Federal de Santa Maria (UFSM). Licenciado en Derecho por

la Universidade Federal de Pelotas (UFPEL). Es Investigador del UNCTAD Virtual Institute y

Evaluador del Ministerio de Educación de Brasil en procesos de autorización y reconocimiento de

instituciones de enseñanza superior. Se dedica a los temas de Derecho Internacional Económico y a

las Relaciones Internacionales de América Latina, con énfasis en las cuestiones relacionadas a la

Organización Mundial del Comercio y a los Procesos de Integración y Desarrollo de América del

Sur. Correo electrónico: [email protected].

2

INTRODUCCIÓN

Este ensayo, de carácter analítico-descriptivo, pretende transitar entre las

grandes líneas de la política exterior brasileña a lo largo de la primera década del

siglo XXI, más específicamente durante los dos mandatos de Luiz Inácio Lula da

Silva (2003-2006 y 2007-2010), a fin de identificar en qué medida la agenda

internacional brasileña fue afectada desde su categorización como potencia

emergente bajo el acrónimo de BRIC (Brasil, Rusia, India y China) en el año 2003.

El análisis parte de la premisa de que la política exterior brasileña, a lo largo

de la primera década del siglo XXI, está más que nunca, im“BRIC”ada. Más allá

de un simple juego de palabras, im”BRIC”ar significa dejar en evidencia la forma

compleja en la que interactúan las diversas prioridades de la agenda internacional

de un país emergente como Brasil, a veces convergiendo, a veces discrepando.

Para fundamentar tal afirmación, este trabajo se propone repasar las tres

grandes prioridades de la agenda internacional brasileña: (I) la búsqueda de un

puesto permanente en el Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones

Unidas; (II) el liderazgo en coaliciones y alianzas Sur-Sur y; (III) la prioridad dada

la integración sudamericana.

El análisis de los temas específicos en la agenda internacional brasileña sirve

para demostrar, en primera instancia que se dieron de hecho cambios en la misma,

lo que permitirá evaluar posteriormente los impactos y desafíos como resultado de

una supuesta nueva identidad internacional brasileña, ahora elevada al status de

BRIC.

Como se desprenderá del análisis de este estudio, es posible percibir que no

hubo, en verdad, un cambio sustancial en la agenda internacional brasileña. Desde

mediados del siglo XX, las prioridades brasileñas en política internacional se

mantuvieron. Sin embargo existió si una ruptura en la forma de alcanzar esos

objetivos: al respecto podemos decir que se mantuvieron las metas, pero los

caminos se alteraron.

3

El objetivo fundamental de este estudio es por lo tanto concluir si la forma

como Brasil conduce su agenda internacional contemporánea corresponde a la

postura de un actor emergente de las relaciones internacionales, y si coincide con

las pretensiones –si es que existieran– de reivindicarse como líder de Sudamérica,

del Sur global, y del mundo.

2. EL ACUMULADO HISTÓRICO DE LA DIPLOMACIA BRASILEÑA AL

FINAL DEL SIGLO XX

La política exterior de Brasil, en su evolución, viene agregando principios y

valores a la diplomacia, de manera a tornar estos elementos inherentes a su

conducta internacional, por adquirieren carácter duradero y, por veces,

permanente.

Tales elementos pueden tener doble función: en primer lugar, dan

previsibilidad, a la acción externa, tanto para observadores brasileños cuanto

extranjeros, y, en segundo, moldan la conducta externa de los gobiernos,

imponiéndose a su sucesión y hasta mismo a las mudanzas de régimen político.

Resisten al tiempo y exhiben trazos de continuidad inherente a la política exterior,

tanto mentales cuanto prácticos. Contribuyen para hacer de la política exterior una

política de Estado, por crear una lógica de racionalidad y por dar prevalencia a la

continuidad sobre la mudanza, a la causalidad sobre la ruptura.

De acuerdo con Amado Cervo, referencia fundamental entre los

historiadores de la política exterior brasileña, los principales elementos de este

acumulado histórico de la diplomacia brasileña son los siguientes: 2

a) Autodeterminación, no intervención y solución pacífica de conflictos

2 CERVO, Amado Luiz. Inserção internacional: formação dos conceitos brasileiros. São Paulo:

Saraiva, 2008. P. 27-31.

4

Por veces denominado de pacifismo de política exterior, este elemento ha

estado en la orientación de política exterior de Brasil a lo largo del siglo XX, y

continuó orientando en las primeras décadas del siglo XXI. Brasil no entra en

guerra hace más de 150 años (Cisplatina y Paraguay) y abdicó del programa

nuclear en la década de 1990 (en conjunto con Argentina).

A lo largo del siglo XXI, dos momentos importantes han comprobado el

apego brasileño a este paradigma: primero, las divergencias con los Estados Unidos

y la Gran Bretaña durante la Guerra al Terror, tanto contra las intervenciones en el

Afganistán cuanto en el Irak; segundo, durante la primavera árabe, posicionándose

contrariamente a las intervenciones y los bloqueos contra Irán, Libia y Siria.

En relación al Irán, Brasil ha desempeñado un papel innovador en sus

relaciones internacionales. También en relación a la intervención en Haití, Brasil ha

innovado su política exterior y puesto en cuestión su orientación por

autodeterminación y la no-intervención. Los dos casos serán analizados en detalles

adelante.

b) Multilateralismo normativo

La valorización del multilateralismo por la diplomacia brasileña conoció dos

momentos importantes en su génesis. El primero data de los años 1960-1970,

cuando el país se ha empeñado, al lado del Tercer Mundo, en la construcción de la

Nueva Orden Económica Internacional. El segundo corresponde a las expectativas

de que la globalización del fin del siglo XX crearía un orden internacional, con

reglas transparentes, justas y respectadas por todos, establecido por medio de

negociaciones multilaterales.

En razón de este interés por el ordenamiento multilateral, las legaciones

brasileñas cuentan entre las presencias más numerosas y activas delante de las

organizaciones internacionales existente desde la Segunda Guerra Mundial hasta

los días actuales.

La valorización del multilateralismo normativo, especialmente del comercio

internacional, hice con que Brasil siempre fuera un importante player de las

5

negociaciones comerciales internacionales, especialmente durante el período

GATT, para garantizar el máximo de policy space para los países en desarrollo.

c) Acción externa cooperativa y parecerías estratégicas

Este padrón de conducta tiene un primer impulso en la Era Vargas, cuando

la cooperación de guerra con los Estados Unidos fue prestada con segunda

intenciones explicitas. Generó se, de este modo, la convicción de que la

cooperación económica para promoción del desarrollo trace gaño concreto. Este

elemento se consolida como eje externo de la promoción del desarrollo nacional

durante los años 1960-1970, especialmente durante el período de la Política

Exterior Independiente.

Una nueva inflexión ocurre en fines del siglo XX, cuando este padrón de

conducta transita del bilateral al regional e al multilateral. De este modo, las

opciones exteriores hicieran con que los intereses brasileños transitasen por países

como Alemania, Japón, China, Argentina, por regiones como la África

subsahariana y el Cono Sur, por bloques como el Mercosur y la Comunidad

Andina, por coaliciones de países emergentes, como el Grupo de los 77, la

Comunidad de los Países de Lengua Portuguesa, el G20, nascido en la Conferencia

de la OMC, en Cancún, el IBAS y los BRICS.

d) Cordialidad oficial en el trato con los vecinos

Este padrón de conducta parte de la inferencia que conviene al Brasil

implantar la amistad y los negocios con los vecinos para mantener la convivencia y

la paz. También es este paradigma que hace con que históricamente, Brasil siempre

procuró no ostentar la grandeza nacional y la superioridad económica y evitar

hacer con que los intereses de Brasil sean superiores de los vecinos, lo que podría

quebrar la cordialidad.

Esto fue visible durante el gobierno Lula, cuando Brasil se recusó a abrir

conflicto con sus colegas de Argentina y de Bolivia, Nestor Kirschner y Evo

Morales, cuando intereses del comercio exterior y de las inversiones extranjeras

brasileñas fueran afectadas. Esto igualmente sucedió recientemente con la

6

renegociación del Tratado de Itaipú, cuando Brasil acordó pagar más cara la

energía excedente de Paraguay, para beneficiar el Paraguay y así, relativizar las

críticas a la supremacía brasileña en el Cono Sur.

e) Desarrollo como vector

Entre 1930 y 1989, la diplomacia brasileña respondió al proceso de

desarrollo em curso, encargándose de buscar insumos externos, unción que fue

explícitamente confiada a la diplomacia por los jefes de Estado. Ciencia,

tecnología, capitales y emprendimientos de fuera complementarían los esfuerzos

internos, esa fue la filosofía política que presidia tal incumbencia.

La confianza en la era de globalización durante los gobiernos Collor (1990-

1992), Itamar (1993-1994) y Cardoso (1995-2002) comprometió este padrón de

conducta, lo sacrificando, en parte, por la creencia de que la abertura económica, el

neoliberalismo y la prevalencia del mercado bastarían como elementos inductores

del desarrollo.

El desarrollo retornó al discurso diplomático cuando Lula llega a la

presidencia, en 2003. Critico del modelo neoliberal, Lula restablece el paradigma

del desarrollo recupera su antigua función de vector de la acción externa de Brasil.

3. LA IM“BRIC”ACIÓN DEL LA POLÍTICA EXTERIOR BRASILEÑA EN

EL SIGLO XXI

Desde los primeros años del siglo XX, una de las mayores aspiraciones de la

política exterior brasileña ha sido el reconocimiento internacional, acorde con la

creencia de que el país debía asumir su papel “natural” de “gran país” en los

asuntos mundiales.

Las aspiraciones de “grandeza” brasileña siempre estuvieron asociadas a

atributos de soft power – población, territorio y perfil económico – y no a la

acumulación de poder en su forma más bruta, el poderío militar. Un dato relevante

7

en este aspecto es que Brasil, en 2008, se encontraba en la posición número 62o.

entre los mayores presupuestos militares del mundo en relación al Producto Interno

Bruto (PIB) y el 4o. en América del Sur, tras Colombia, Ecuador y Chile.3

En 2001, el banco privado Goldman Sachs divulgó un informe4 en el que

diagnosticó que, hasta el año 2050, Brasil, Rusia, India y China, los países

denominados “BRIC” tendrían mayores economías que las del actual G-6

(Alemania, Estados Unidos, Francia, Italia, Japón y Reino Unido), por lo que se

establecerán nuevas dinámicas en las fuerzas internacionales.5

Con relación a Brasil, finalmente se lograba el tan ansiado reconocimiento a

su “grandeza”, que consolida la afirmación centenaria de Joaquim Nabuco:

“¿Brasil siempre tuvo conciencia de su tamaño y ha sido gobernado por un

sentimiento profético del futuro”.6 Sin embargo, ¿esta categoría podría ubicar al

“país del porvenir” más cerca de sus aspiraciones?

En el mismo año, la ascensión de Luiz Inácio Lula da Silva a la presidencia

de la república llevó la diplomacia brasileña a un nivel de activismo y personalismo

que hasta entonces Brasil no había experimentado. La conjunción de ambos

factores – la ascensión de Lula al poder y la ascensión de Brasil a la condición de

BRIC – potenciaron la imagen internacional del país y lo legitimaron a instaurar

una nueva fase de la política exterior brasileña.

Pero, de hecho, ¿se puede hablar de una “nueva” política exterior brasileña?

¿Qué tiene de nuevo? ¿Hubo algún cambio significativo –de metas, de caminos- en

la agenda internacional brasileña en esta primera década del siglo XXI?

3 Datos del Stockholm International Peace Research Institute, en http://www.sipri.org/. 4 Ver a PURUSHOTHAMAN, Roopa; Wilson, Dominic (2003) Dreaming with BRICs: the path to

2050. Goldman Sachs. Global Economics, paper # 99. New York: Goldman Sachs. October 1st. 5 El acrónimo BRICs no representa la existencia de una organización internacional propiamente

dicha o foro permanente de coordinación entre los 4 países. En la realidad, hay más discordancias

que semejanzas entre los países, en términos de política exterior e intereses estratégicos. Para un mayor análisis comparativo de los BRICs, ver HURREL, Andrew... (et.al.) (2009) Os BRICs e a

ordem global. Rio de Janeiro, FGV. ARMIJO, Leslie E.; BURGES Sean W. (2009). Brazil, the

Entrepreneurial and Democratic BRIC Policy (32-3497): Northeastern Political Science Association. 6 NABUCO, Joaquim. (1908). O sentimento da nacionalidade na História do Brasil. Conferencia na

Universidade de Yale. In LAFER, Celso (2007). A identidade internacional do Brasil e a política externa

brasileira: passado, presente e futuro. 2ª Ed. São Paulo: Perspectiva.

8

Consecuentemente, ¿Estaría Brasil construyendo una nueva identidad internacional

para el siglo XXI?

¿Cuáles son los impactos que la nueva categoría–BRIC- representó para la

política exterior brasileña? ¿Estaría Brasil, a partir de ahora, condenado a

abandonar a sus compañeros del Tercer Mundo y finalmente aceptar la invitación

para juntarse al “Club de los Ricos”?7

Ante tales dilemas, se puede afirmar que la política exterior brasileña estaría

im“BRIC”ada. Dos motivos sostienen esta afirmación. El primero se refiere al

hecho de que Brasil asume una preeminencia internacional mucho más

contundente desde el año 2003, que le da mayor visibilidad y responsabilidad como

actor de las relaciones internacionales. El segundo resulta de la definición

semántica del mismo juego de palabras: “imbricado: se dice de cualquier estructura

que tenga sus bordes solapados, como las escamas de los peces; imbricar: disponer

de una serie de cosas iguales, de manera que se superpongan parcialmente…”.8

Según se percibirá en el análisis de tres prioridades de la política exterior

brasileña, la alteración de la forma de consecución de la agenda será un reflejo

sintomático del fenómeno de la im“BRIC”ación.

4. ¿RUPTURA O CONTINUIDAD CON LA POLÍTICA EXTERIOR DEL

SIGLO XX?

Después de algunas tentativas de alcanzar la presidencia, el Partido de los

Trabajadores (PT) triunfó por la primera vez en su historia una disputa

presidencial, en la disputa 2002, con su líder Luiz Inácio Lula da Silva. Durante la

disputa electoral, el argumento central consistió en la crítica al modelo de Cardoso

y del Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB).

7 Expresión referente a la invitación hecha a Brasil en 2009 por la Organización para Cooperación y

Desarrollo Económico (OCDE) para integrar dicha organización, que el país rehusó. La OCDE es

la organización que reúne las 33 mayores economías del mundo. Ver http://www.ocde.org. 8 Voces de ESPASA (2001). Nuevo Espasa Ilustrado. Madrid: Espasa Calpe.

9

El inicio del gobierno Lula generó una gran expectativa –incluso de temor

en el caso de inversionistas extranjeros-, por la ascensión del Partido de los

Trabajadores (PT) al poder. Sin embargo, lo que se vio a lo largo de los dos

mandatos del gobierno Lula y PT fue el mantenimiento de una serie de políticas

económicas y financieras de naturaleza ortodoxa, dando continuidad, en el plano

interno, a gran parte de las reformas estructurales implantadas por su antecesor,

Fernando Henrique Cardoso (1995-1998 y1999- 2002).9

La transición de 2003, transición de partido y de ideología en el poder,

adquirió significado como transición de neoliberalismo hibrido para un gobierno

hibrido de izquierda. Esto porque el equipo de gobierno coordenado por Lula

abrigó, por un lado, ideas anteriores, como la primacía dada a la estabilidad

monetaria sobre el crecimiento económico, manteniendo las metas de contención

de inflación y la política de juros reales elevados, y por otro, ideas de quiebra de

modelo, por medio de los programas sociales de transferencia de renda para los

pobres y la recuperación de la autonomía decisoria en el área externa. 10

La política exterior de Cardoso tenía conducido las relaciones

internacionales de Brasil en 4 direcciones: a) el Multilateralismo, con la esperanza de

que el multilateralismo construiría la gobernanza global y pondría fin al Estado

como agente principal de las relaciones internacionales. El equipo de Cardoso creía

que el multilateralismo generaría reglas justas, transparentes y respectadas por

todos, engendrando un orden perfecto, decurrente de la visión kantiana de la

harmonía universal; b) la Integración del Cono Sur, enfoque en el regionalismo

abierto, solamente con el cono sur; c) la aproximación con Estados Unidos y Europa,

por medio de las negociaciones de la ALCA y del Acuerdo Mercosur-UE.

Los ejes de la acción externa de Cardoso, en grande parte orientadas para el

Primer Mundo, resultaran en retiradas y pérdidas para las relaciones

internacionales de Brasil: el Oriente Medio fue dejado de lado, la África

9 Para mayores análisis sobre a rupturas y continuidades del Gobierno Lula, ver CEPALUNI

Gabriel; VIGEVANI, Tullo (2007). A Política Externa de Lula da Silva: A Estratégia da

Autonomia pela Diversificação. Contexto Internacional. Rio de Janeiro, vol. 29, no 2,

julho/dezembro; y ALMEIDA, Paulo Roberto (2007). O Brasil como ator regional e como

emergente global: estratégias de política externa e impacto na nova ordem internacional. Revista

Cena Internacional. Brasília: UnB-IREL, vol. 9, nr 1. 10 CERVO, 2008. P. 53-59.

10

Subsahariana también, el proprio Japón y la China conocieran el mismo despreso

que la Rusia y el Leste Europeo.

Amado Cervo cualifica el modelo de la Era Cardoso como un modelo

subsirviente, destructivo y regresivo: encaminó el desmonte del núcleo central robusto

de la economía nacional; hice con que el país cambiaste de la nacionalización de la

economía internacional para la desnacionalización de la economía nacional, y del

pensamiento cepalino para el pensamiento neoliberal latino-americano. Así,

sostiene que los cuatro equívocos estratégicos embutidos en la acción externa de la

era Cardoso fueran: 11

a) El comercio exterior cambió de un instrumento de política de desarrollo

para una variable dependiente de la estabilidad de precios y revertió la

tendencia histórica de producir saldos favorables;

b) Las relaciones financieras internacionales destinadas a complementar el

aporte negado por el comercio sometieran a dos mecanismos de atracción

de capitales: juros reales elevados y privatizaciones con alienación de los

activos nacionales para inversionistas extranjeros;

c) La dependencia empresarial y tecnológica afecto directamente el sector

productivo nacional y ferio de muerte los sectores de servicios,

especialmente de comunicaciones;

d) La abertura económica, para Cardoso, fue una estrategia sien definir una

estrategia de inserción madura en el mundo de interdependencia global.

La transición del gobierno Cardoso, para el gobierno Lula correspondió a

una transición de la década de las ilusiones para el realismo duro de las relaciones

internacionales. En este sentido, el pensamiento dominante durante el gobierno

Lula conduce a una inferencia: las estructuras del capitalismo producen beneficios

unilaterales a favor de los más fuertes, así como pensaban los cepalinos, a menos

que se establezca una unión de los países emergentes, que sus gobiernos, agrupados

en coaliciones (como el Mercosur), negocian reciprocidades reales en las relaciones

con los países centrales o traban el avance de la gobernanza global.12

En su primer mandato, Lula alcanzó resultados concretos de su corrección

de rumos. El multilateralismo pasó por una grande transformación conceptual, al

abandonar la utopía, tornarse realista y colocar en juego la reciprocidad de intereses

para realizar las negociaciones comerciales.

11CERVO, 2008. P. 55. 12 CERVO, 2008. P. 56.

11

Por eso, en la esfera política, su diplomacia contribuyó positivamente para la

creación de coaliciones al sur entre países emergentes que bloquearan las

negociaciones comerciales sien reciprocidad entre el norte y el sur, desde la

Conferencia Ministerial de la OMC en Cancún, en 2003.

Las negociaciones para la creación de la Alca y de la zona de libre comercio

entre el Mercosur y la Unión Europea fueran trabadas por las mismas razones,

visto que, como las primeras y de modo como estas se hacían, no satisfacían a los

intereses estructurales brasileños de preservar su vocación industrial de fondo

empresarial y tecnológico.

En las negociaciones multilaterales, los países emergentes tomaran, de modo

muy experto, los subsidios y el proteccionismo agrícola de los países del norte,

como pretexto para negar mayor abertura de sus mercados y sistemas productivos

a productos industriales y servicios. O las reglas de la gobernanza global serian

validas y producirían efectos benéficos para todos los países que integraban la

economía de mercado de la era de la globalización o dejarían de regir el

ordenamiento de las relaciones internacionales.

En la esfera económica, Brasil acciona su diplomacia por el mundo con fines

de abrir más mercados, sien restricciones políticas o geográficas. La balanza de

comercio exterior recupera la tradición de producir grande saldos. Con esto, la

divida exterior entra en declino, interrumpiendo un ciclo desastroso de aumento

exponencial de la fase anterior. En cuanto atenuase la vulnerabilidad financiera, la

expansión de las empresas brasileñas, sobre todo en los países vecinos, indica que la

interdependencia real adquiere mayor visibilidad.

Hay una mudanza mental introducida por el nuevo paradigma logístico de las

relaciones internacionales en Brasil. De acuerdo con este paradigma, surge una

nueva generación de empresarios que toma el Estado como estrategista, no más

como motorista, no considera la globalización ni buena ni mala, pero una

oportunidad de negocios. 13

13 La internacionalización económica representa un campo de grande éxito de la logística

internacional de Lula. En el inicio del segundo mandato, cerca de 30 empresas brasileñas habían

implantado aproximadamente 120 fábricas en el exterior. Al final del segundo mandato de Lula,

Brasil representaba el sexto lugar entre los países emergentes como inversionista extranjero directo,

con más de 100 mil millones de dólares, especialmente por medio de Petrobras, Vale do Rio Doce y

Gerdau. CERVO, 2008. P. 82-90.

12

Otra línea de acción exterior del Gobierno Lula es su opción estratégica por

los países emergentes. Por cierto, estos no forman un bloque y son menos unidos

que Estados Unidos y Europa, todavía la historia reserva a ellos la hegemonía del

siglo XXI, como reservara el siglo XIX al Reino Unido e el siglo XX a los Estados

Unidos.

En efecto, los países emergentes reúnen, en el inicio del siglo XXI, más de

50% de la populación mundial, del comercio internacional, del consumo de las

finanzas del mundo. Y ostentan ritmo de crecimiento dos veces superior à Europa y

a Estados Unidos.

Amado Cervo concluye que el mismo sentido realista de la política exterior

que hice con que Brasil estuviera intrínsecamente vinculado a los Estados Unidos a

lo largo del siglo XX hace con que Brasil reoriente su política exterior en dirección

a los países emergentes, porque el futuro pertenece a ellos.14

5. LA MISMA AGENDA, POR NUEVOS CAMINOS

5.1. El puesto permanente en el Consejo de Seguridad

Con relación a la búsqueda de un puesto permanente en el Consejo de

Seguridad de las Naciones Unidas (CSNU), Brasil camina lentamente en la

construcción de apoyo para que, en el momento en que se diera una reforma de la

estructura institucional de Naciones Unidas, pueda ser electo como miembro

permanente, aunque desprovisto del derecho de veto. Este objetivo histórico,

aunque pareciera estar lejos de concretarse, es un tema recurrente que a lo largo de

esta década permaneció como prioritario en la agenda de la política exterior

brasileña.

14

CERVO, 2008. P. 90.

13

Brasil ocupa actualmente un asiento no permanente en el CSNU para el

mandato 2010-2011. Ésta es la décima vez que el país es elegido, volviéndose con

Japón, el miembro que más veces ha ocupado un asiento electivo en dicho órgano.

Además, ha sido miembro no permanente, por más tiempo consecutivo: 14 años.

A lo largo de esta década, el país estuvo a cargo de dos iniciativas inéditas

para su política exterior, en el ámbito del multilateralismo político: el liderazgo de

una misión de paz de la ONU en Haití, y la mediación en un conflicto nuclear con

Irán. Aunque no haya sido manifestado expresamente por la diplomacia brasileña,

ambas acciones pueden ser interpretadas como caminos para legitimar el objetivo

mayor, es decir, la conquista del puesto permanente en el CSNU.

La participación brasileña en la MINUSTAH es su principal compromiso en

operaciones de mantenimiento de la paz. Brasil es el mayor contribuyente de tropas

para la misión en Haití y ejerce su comando militar desde el año 2004. A la fecha

ha enviado más de 9.000 soldados y oficiales y mantiene hoy un contingente

superior a 2.000 efectivos.

La Misión de las Naciones Unidas para Estabilización de Haití

(MINUSTAH) está activa desde 2004 bajo la coordinación de Brasil. Es una misión

sui generis, pues por la primera vez en la historia de las misiones de paz de la ONU,

un grupo de estados que desempeña un papel secundario en el sistema internacional

compone una misión de estabilización. De los estados que integran originariamente

la misión, casi la totalidad es de países en desarrollo, en su mayoría

latinoamericanos.

Desde 1948, Brasil participó de más de 30 operaciones de mantenimiento de

la paz, con un total de más de 17 mil hombres. Integró operaciones en África (entre

otras, en Congo, Angola, Mozambique, Liberia, Uganda, Sudán), en América

Latina y Caribe (El Salvador, Nicaragua, Guatemala, Haití), en Asia (Camboya,

Timor Oriental) y en Europa (Chipre, Croacia). Aunque haya enviado militares y

policías en diversos casos, apenas en cinco operaciones Brasil cedió tropas, o sea,

unidades militares formadas: Suez (UNEF I), Angola (UNAVEM III),

Mozambique (ONUMOZ), Timor Oriental (UNTAET/UNMISET) y Haití

(MINUSTAH). Además de la MINUSTAH, Brasil participa actualmente, también,

14

de otras nueve operaciones de mantenimiento de la paz, contribuyendo con cerca

de 2.200 militares y policías.

La otra iniciativa que puede ser interpretada como un camino rumbo al

puesto permanente en el CSNU, se revela como uno de los temas más

controversiales de la política externa brasileña a lo largo de los dos mandatos de

Lula. Se trata del caso de la reciente mediación en el conflicto de la comunidad

atómica internacional con Irán.

Además de reiterado ante la Asamblea General de la ONU, en discurso, el

Canciller Amorim afirmó: “Brasil ha buscado corresponder a lo que se espera de un

miembro del Consejo de Seguridad, a pesar de ser miembro no permanente, que es

contribuir a la paz. Por esa razón, nos empeñamos en encontrar un instrumento

que pueda representar un avance para la solución del programa nuclear iraní. Al

hacerlo, nos basamos en propuestas presentadas como “oportunidad impar” para

crear confianza entre las partes. La Declaración de Teherán de 17 de mayo, firmada

por Brasil, Turquía e Irán, removió obstáculos que, según los propios autores de

aquellas propuestas, impedían que se llegase a un acuerdo. La Declaración de

Teherán no agota la materia. Ni fue esa la intención”.

Es que la posición adoptada por el gobierno brasileño, al mediar la paz en

Medio-Oriente buscó respaldo en el argumento de la producción de energía nuclear

para fines pacíficos. Además, buscó evitar una eventual escalada de tensión entre

Irán y el G-5+1.15 Finalmente, la iniciativa es acorde con la reorientación de la

política externa brasileña en materia de no proliferación de armas nucleares.

La política externa brasileña en materia de no proliferación nuclear tuvo un

marco fundamental en la historia reciente. Tanto las acciones de Collor de Melo,

por medio del acuerdo bilateral con la Argentina para la supervisión mutua de

reservas nucleares, llamado Declaración de Fiscalización Mutua, firmada el 28 de

noviembre de 1990, como la posterior creación de la Agencia Brasileño-Argentina

de Contabilidad y Control de Materiales Nucleares (ABACC). Durante el mandato

del presidente FHC, también tuvo lugar la adhesión al TNP, en 1998. En esta

materia Brasil, que no es signatario del Protocolo Adicional del TNP, mantiene una

15 Se trata de los miembros del Consejo de Seguridad, a los que se suma Alemania.

15

posición de rechazo a cualquier compromiso en este sentido, hasta que los países

con armas nucleares cumplan su promesa de desarme.

Sin embargo, en la tentativa de sostener el ideario de la paz internacional

junto al Irán, Brasil sufrió críticas internas e internacionales y se colocó

peligrosamente en la ruta de choque con las potencias nucleares. Además, el

régimen de Teherán fue objeto de sucesivas sanciones del CSNU.16

De hecho, tanto el liderazgo de la MINUSTAH como la mediación con Irán

son acciones internacionales que indirectamente sirven al propósito fundamental:

escalar rumbo al CSNU. Para el efecto Brasil debió revisar algunos de sus

paradigmas fundamentales de política exterior: la no intervención en asuntos

internos, al liderar una misión de paz, y la no proliferación de armas nucleares, al

mediar una situación extremadamente compleja y crítica, que involucra a un

régimen autoritario que trabaja constantemente en un programa de enriquecimiento

de uranio, y que apenas permite una fiscalización parcial de la Agencia

Internacional de Energía Atómica.

5.2. El liderazgo de coaliciones para el desarrollo y alianzas Sur-Sur

La agenda contemporánea de la política externa brasileña con relación a los

países en desarrollo -antes llamados de Tercer Mundo, actualmente llamados de

Sur global- tampoco presenta novedad.

Históricamente, el núcleo de la agenda internacional siempre estuvo

condicionado por el modelo económico vigente en el país. Siempre hubo un

acuerdo en relación a que las principales vulnerabilidades externas a las que Brasil

estaba sujeto eran predominantemente de naturaleza económica, y no militar. A

partir de la década de 1930 se intensifica esta posición, cuando Brasil adopta un

16 Brasil, como miembro no permanente del CSNU en este período también tuvo que firmar reciente

sanción a Irán. Se trata de la Resolución 1929 adoptada en la Reunión del Consejo de Seguridad de

nº 6335, el 9 de junio de 2010. Disponible en: http://daccess-dds-

ny.un.org/doc/UNDOC/GEN/N10/396/79/PDF/N1039679.pdf?OpenElement

16

modelo desarrollista por medio de la industrialización por sustitución de

importaciones (ISI).

Hubo dos momentos coyunturales críticos que moldearon el modelo de

desarrollo brasileño y consecuentemente dictaron nuevos comportamientos en

materia de política exterior. El primero ocurrió en los años 1930, con la crisis del

modelo agro exportador y la consecuente adopción del modelo de industrialización

por sustitución de importaciones (ISI); y la segunda, en los años 1990, con el

agotamiento del régimen ISI y su sustitución por un modelo de integración

competitiva a la economía global. Es exactamente entre estos dos momentos

históricos que Brasil se consolida como actor relevante en temas relacionados con

el multilateralismo económico.

El activismo político brasileño en las coaliciones del Tercer Mundo en las

décadas de 1960 y 1970, particularmente en la Conferencia de las Naciones Unidas

para el Comercio y Desarrollo (UNCTAD) y en las propuestas de reforma del

Acuerdo General sobre Tarifas y Comercio (GATT, en inglés) estaba destinado a

atender intereses económicos, y no políticos. Al lado de países como India y

México, Brasil desempeñó papel importante en la coordinación de alianzas de

países del Sur, en especial, a través del liderazgo del Grupo de los 77 (G-77).

Brasil fue uno de los ejemplos más exitosos del modelo ISI, cuyas

principales características eran: papel central del Estado en la regulación, incentivos

y subsidios a la producción y relativa discriminación contra productos importados.

En los años 1960 y 1970, la política externa se tornó un instrumento fundamental

del modelo ISI. Las demandas brasileñas por el tratamiento diferencial entre países

en desarrollo crecieron en el régimen del comercio internacional. Tanto por la no

reciprocidad en el comercio de éstos con los países desarrollados, como por la

creación de un Sistema General de Preferencias (SGP), y finalmente, por el Sistema

Global de Preferencias Globales (SGPC).

Durante la Ronda Uruguay, la agenda comercial se volvió más amplia y

compleja, por el hecho de que las negociaciones fueron más allá de las medidas

arancelarias tradicionales, e incluyeron nuevos temas, como propiedad intelectual,

los servicios y las inversiones. Tales temas tendrían grandes repercusiones

17

domésticas entre los países en desarrollo. Esos cambios en la Ronda Uruguay

llevaron a la desintegración política del G-77 y la consecuente flexibilización de la

posición desarrollista en las negociaciones del GATT.

Con la vigencia de la Organización Mundial del Comercio (OMC), la

formación de la coalición del G-20 en la reunión de Cancún en 2003, representa de

cierta forma el renacimiento del espíritu de una alianza tercermundista,

desarrollista, de ámbito Sur-Sur. La creación del G-20 llevó a un cambio estructural

de las negociaciones internacionales junto a la OMC y fue una oportunidad para

que Brasil pueda renovar su papel de liderazgo como intermediario indispensable

entre los débiles y los fuertes.

Por lo tanto, se percibe que este compromiso brasileño en los foros

económico-comerciales multilaterales no es una novedad. Al consolidar el

multilateralismo económico como paradigma de su actuación externa, Brasil asume

una identidad reivindicatoria y reformista, y manifiesta una doble identidad

internacional: de país en desarrollo y de país sudamericano, en todo foro

multilateral en el cual participe.

La actuación del G-20 se destaca en diferentes organismos multilaterales:

con el Fondo Monetario Internacional (FMI), en búsqueda de la revisión de las

condicionalidades y del poder de voto, especialmente desde la crisis financiera de

2008; con el Banco Mundial (BIRD), a través de la apertura de nuevas líneas de

financiamiento para políticas específicas destinadas a países de menor desarrollo

relativo; con la OMC, por los esfuerzos de dar continuidad a la unidad negociadora

en la Ronda de Doha, a pesar de la existencia de claras divergencias dentro del

grupo.

Por otro lado, la intensidad del foco brasileño en los foros informales de

cooperación Sur-Sur, así como las reuniones ministeriales de los BRIC, del G-20 y

del IBAS,17 pueden caracterizar un cambio de rumbo para las coaliciones entre

países en desarrollo. Aunque en gran parte la temática debatida sea refiera a las

reformas de los sistemas multilaterales, políticos y económicos, los foros se 17 El Foro de Diálogo IBAS es una iniciativa de cooperación entre India, Brasil y Sudáfrica, de

amplio espectro, que busca una coordinación política para negociaciones internacionales, así como

establecer cooperación técnica en temas específicos. Ver: http://www.forumibsa.org/.

18

transforman en espacios de articulación y aproximación que sirven como fines en sí

mismos, especialmente después del fracaso reciente de las negociaciones de Hong

Kong, en 2005.

Estos foros se transforman de forma paulatina en una alternativa a los foros

multilaterales de las organizaciones internacionales, lo que contrasta con la práctica

formalista de la política externa brasileña del siglo XX, y tiene mayor evidencia en

el contexto de la integración sudamericana.

5.3. Prioridad a la integración sudamericana

Desde el año 2002, América del Sur experimenta una coalición sin

precedentes de jefes de Estado auto intitulados "progresistas" que van a restaurar y

fortalecer las dinámicas integracionistas de la región. En este renacimiento de la

integración sudamericana, la liberalización del comercio es relegada a un segundo

plano y el tratamiento de los problemas del desarrollo, en particular la reducción de

las asimetrías, se convierte en una agenda prioritaria tanto en el MERCOSUR y la

CAN, cuanto en la nueva organización internacional creada en este período, la

Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR).

La UNASUR se plantea en un contexto de alineamiento político e

ideológico en América del Sur, donde se encuentra el abandono del proyecto

ALCA y el establecimiento de la prioridad de fortalecer la integración de América

del Sur. El contraste entre la amplitud de los objetivos y las limitaciones en cuanto

a la estructura institucional de la UNASUR como una organización internacional

es un desafío importante para el logro de sus objetivos. A pesar de ello, en su

ámbito se enmarca una serie de iniciativas sin precedentes: la IIRSA, la RICG y el

PROSUR son algunos ejemplos.

Ya la ALADI, aunque sea la organización internacional más antigua en

América del Sur, está pasando por una renovación de su importancia estratégica

para la región. Durante los años de 1990, el regionalismo abierto predicaba la

19

apertura comercial de la región. Esto llevó a la celebración del Protocolo de

Cartagena, que permitió a los acuerdos comerciales con terceros países ALADI. Fue

el Protocolo de Cartagena que permitió la adhesión de México al NAFTA y

actualmente proporciona una celebración de una amplia gama de acuerdos

comerciales entre los países miembros de ALADI y los países de fuera la

organización internacional.

Esta proliferación de acuerdos bilaterales envolviendo miembros de ALADI es

actualmente uno de los mayores desafíos para el mantenimiento de la organización

internacional. Además, hay el facto de que Mercosur y la Comunidad Andina

tienen diferentes directrices sobre las relaciones con los acuerdos exteriores:

Mercosur desde 2000, obliga a los Estados miembros a celebrar acuerdos juntos,

mientras que los miembros de la Comunidad Andina están facultados para celebrar

dichos acuerdos.

Es en los ámbitos sub-regionales que se encuentran los desafíos más

importantes de América del Sur. Tanto MERCOSUR e CAN han pasado por

transformaciones a lo largo de la primera década del siglo XXI.

En la actualidad, se puede ver el regreso del desarrollismo como el

fundamento de ambas iniciativas en una serie de cuestiones olvidadas ante nosotros

planes subregionales. En este aspecto, es el tratamiento de la innovación y la

sostenibilidad que, aunque todavía en una fase embrionaria, revela que ambas

iniciativas están comenzando a incorporar los supuestos del nuevo desarrollismo en

sus respectivas jurisdicciones. Sin embargo, el mayor reto que se presenta para

ambas iniciativas fue iniciado 2006: la convergencia integral del Mercosur y la

Comunidad Andina dentro de ALADI.

Hay también novedades en una de las cuestiones más deficitarias da la

integración sudamericana: la infraestructura regional. En la actualidad, bajo la

UNASUR, se manejan casi 200 proyectos de la Iniciativa para la Infraestructura

Regional Suramericana (IIRSA), cuyo objetivo es actuar directamente e

indirectamente a la reducción de las asimetrías en la región. Más de $ 110 mil

millones están asignados a proyectos centrados en cuatro áreas principales: i) la

integración de la infraestructura regional, ii) la recuperación de la infraestructura, y

20

iii) la promoción de la competitividad de las industrias nacionales y iv) las políticas

de cohesión social.

Del mismo modo, en el procedimiento de la integración subregional, el

Mercosur y la Comunidad Andina también internalizado la agenda de reducción de

las desigualdades a través de sus propias iniciativas. MERCOSUR en 2004 creó el

Fondo para la Convergencia Estructural del MERCOSUR (FOCEM) y la CAN, ha

creado en 2006 el Programa de Desarrollo Andino (FAP). Ambos siguen la misma

línea de trabajo de IIRSA y UNASUR, que es priorizar y fomentar proyectos de

desarrollo en las subregiones de América del Sur.

En este contexto, es necesario analizar dos aspectos que sufren influencia de

esta im“BRIC”ación de la agenda internacional brasileña.

El primer aspecto se refiere a la reorientación del foco regional establecido

por la diplomacia brasileña, que reduce drásticamente la actuación en la integración

de Latinoamérica, y se concentra intensamente en la integración de Sudamérica.

Este cambio de orientación de la política exterior se fundamenta, en parte, en la

constatación de que una noción de Latinoamérica, establecida sobre raíces

históricas e ideológicas, es muy poco realizable, por el alto grado de asimetría entre

Sudamérica y el Caribe.

Además, la fuerte influencia norteamericana en el Caribe genera una

polarización innecesaria con Brasil. Prueba de ello fue el reciente episodio de golpe

de estado en Honduras. En este sentido, caminar en dirección hacia la integración

de Sudamérica garantizaría una zona de influencia mucho más confortable para

Brasil.18

El sostenimiento y ampliación paulatina de este trabajo de aproximación

bilateral en el ámbito de la región se intensificó durante este nuevo siglo, desde la

primera Cumbre de Jefes de Estado Sudamericanos realizada en Brasilia en el año

2000, y se profundizó con el proceso de lanzamiento de la Comunidad

18 LAFER, Celso (2007). A identidade internacional do Brasil e a política externa brasileira:

passado, presente e futuro. 2ª Ed. São Paulo: Perspectiva.

21

Sudamericana de Naciones (CASA) en el año 2004, que culminó con la firma del

acuerdo de la Unión de las Naciones Sudamericanas (UNASUR), en el año 2008.

Este estrechamiento en torno al eje sudamericano fue posible, en gran

medida, gracias a un momento sui generis de los partidos de tendencia de izquierda

en el continente, que fomentó una mayor aproximación de carácter ideológico-

partidario entre países del Cono sur (Argentina, Brasil, Uruguay, Paraguay y Chile)

y los países andinos (Ecuador, Bolivia, Venezuela). La unión de estos países dio

como resultado una aproximación de sus respectivos bloques comerciales –

Mercado Común del Sur (Mercosur) y Comunidad Andina (CAN)- que culminó en

el rechazo definitivo del proyecto del Área de Libre Comercio de Américas

(ALCA) en 2005.19

El segundo aspecto se refiere al Mercosur. Desde su relanzamiento en el año

2000, los miembros del bloque están obligados a negociar acuerdos comerciales

internacionales de forma conjunta.20, lo que generó una identidad internacional

conjunta a los países del cono sur, en la búsqueda de que los miembros del

Mercosur no realicen negociaciones de forma individual con otros países o bloques.

En gran parte este “encierro” del Mercosur hacia el exterior se debe a la

priorización que sus miembros, especialmente Brasil, dieron a las negociaciones

multilaterales de liberalización comercial en el marco de la Ronda de Doha. Tal

priorización fue criticada, y en la actualidad el Mercosur ha comenzado a

relativizar esta prioridad, si se considera la reciente celebración de acuerdos

comerciales con: Israel, Egipto, India y la Unión Aduanera de la África Austral

(conocida por la sigla SACU, en inglés).

6. CONCLUSIÓN: ¿SER O NO SER BRIC? ¡ESA ES LA CUESTIÓN!

19 SADER, Emir (2009). A nova toupeira: os caminhos da esquerda latino-americana. São Paulo:

Boitempo. 20 Decisión del Consejo Mercado Común n° 32/2000 – Relanzamiento de Mercosur – Relación

Externa. in http://www.sice.oas.org/trade/mrcsrs/decisions/dec3200p.asp.

22

Como se puede percibir en este breve análisis, durante el cambio del siglo

XX al XXI, la esencia de la agenda internacional brasileña no fue alterada. A partir

del año 2003, con el cambio de Brasil, Rusia, India y China al status de BRIC, hasta

el momento el cambio se ha dado en las vías para lograr los objetivos definidos en

la misma agenda.

De hecho, la política externa está im“BRIC”ada. Esto significa que todas las

frentes de actuación de la política externa brasileña están, en mayor o menor

medida, interconectados, superpuestos. El gran desafío de Brasil para el siglo XXI

se convierte ahora en generar un nivel de coherencia a este entrelazamiento de

acciones internacionales. Como dejamos anotado precedentemente, al respecto

existen una serie de ejemplos.

Amado Cervo esclarece el fenómeno de la imbricación:

Delante de los modelos de inserción internacional puestos à elección de los

dirigentes à agentes sociales, la alternancia de largo plazo prevalece sobre

la continuidad y provoca impactos sucesivos sobre el destino de la nación.

No obstante, por veces, especialmente en los años recientes, elementos

imbricados de diferentes paradigmas de relaciones internacionales

coabitan y los efectos se entrelazan. (grifo del autor). 21

En relación a la búsqueda de un puesto permanente en el CSNU, hay una

serie de acciones que ejemplifican la im“BRIC”ación de la política exterior

brasileña. La mediación del impasse iraní, en la medida en que aproximó al Brasil a

los países árabes, lo alejó de los países miembros permanentes. También el hecho

de candidatearse, fundamentado en la necesidad de dar representatividad y voz a

América del Sur, lo coloca en una situación delicada con Argentina, que no

reconoce a Brasil como su interlocutor en los foros multilaterales.

Con relación a la cooperación Sur-Sur, a pesar de que es el objetivo de la

agenda que actualmente da mayores frutos a Brasil, podría convertirse en una

iniciativa complicada en un futuro cercano. El país debe asumir la complejidad y

las consecuencias de toda acción colectiva. El mantenimiento de la unidad del G-20

será uno de los grandes desafíos de la política exterior brasileña en los próximos

21 CERVO, Amado Luiz. Inserção internacional: formação dos conceitos brasileiros. São Paulo:

Saraiva, 2008. P. 3.

23

años, si persiste en apostarle a las negociaciones multilaterales a través de la alianza

Sur-Sur.

El problema reside en que convertirse en una potencia emergente puede

hacer que la diplomacia brasileña deje de lado los paradigmas que históricamente

había construido. Ser BRIC trajo una expectativa de desarrollo que, en caso de que

llegue a concretarse, podrá alejar al país definitivamente de los paradigmas de

política exterior que la orientaron durante del siglo XX. Es decir, cuanto más Brasil

se convierte en BRIC, más se aleja del concepto de país en desarrollo y del

concepto de país sudamericano.

En este sentido, los países BRIC podrán perder su credibilidad como

portavoces de los países en desarrollo y dejar de cierta forma la simetría en las

relaciones con sus compañeros del sur. En fin, el desplazamiento de Brasil de la

periferia hacia el centro de la economía mundial lo forzará a readecuar sus

prioridades y paradigmas de política exterior.

Al mismo tiempo, armonizar el multilateralismo, la diplomacia Sur-Sur y la

integración sudamericana son desafíos vitales para Brasil. El mantenimiento y la

profundización de los proyectos de integración sudamericana, más allá de la

UNASUR, son fundamentales para que la integración, genere frutos permanentes.

Concentrarse en iniciativas estructurales, tales como la Iniciativa para Integración

de la Infraestructura Regional Sudamericana (IIRSA), así como el Fondo para la

Convergencia Estructural de Mercosur (FOCEM) pueden ser importantes guías de

un proceso de integración que vaya más allá de los intercambios comerciales, tan

susceptibles a desequilibrios en tiempos de crisis financieras y cambiarias.

Tan solo con inversión en iniciativas de carácter estructural, de largo plazo,

el proyecto de integración sudamericana se podrá consolidar más allá de las

afinidades ideológico-partidarias. El hecho de la salida de Lula del poder, a finales

del año 2010 aumenta los desafíos para Brasil, por el hecho de que su presidencia

24

durante los dos mandatos llevó a cabo una diplomacia altamente personalista,

carismática y en gran parte intransferible.22

Con relación a Sudamérica, el Mercosur se encuentra en un período de crisis

de identidad, de la que saldrá solo cuando sus miembros decidan si continuarán

con la fórmula del regionalismo endógeno, cerrado en sí mismo, o se embarcarán

en el fenómeno contemporáneo de la proliferación de acuerdos bilaterales, para

integrarse sustancialmente en el mercado mundial. Esta opción aún no ha sido

definida por el MERCOSUR, y si tarda demasiado, podría perder el tren de la

historia.

¿Tendrá Brasil la capacidad de corresponder a las proyecciones del informe

de Goldman Sachs? Sin duda esto dependerá mucho más de la política interna que

de la externa, muy a pesar de que esta última haya asumido desde la posguerra una

posición estratégica fundamental para hacer viables a los proyectos de desarrollo

nacional. Pensar en una política de desarrollo para Brasil sin tomar en cuenta la

política exterior, sería un retroceso demasiado costoso para el país.

Amado Cervo llama la atención para el hecho que:

Brasil exhibe entre las naciones una experiencia singular, que lo sitúa entre

cerca de una decena de países que persiguen modelo propio de inserción

internacional, porque hacen de si idea propia del papel a desempeñar en el

mundo. 23

El gran desafío de la política exterior brasileña se convierte en la actualidad

en ser capaz de mantener la actual agenda internacional im“BRIC”ada, sin dejar de

lado las raíces diplomáticas, tanto desarrollistas como sudamericanas. Por lo tanto

se hace necesario comprender las contradicciones naturales en la política exterior

al momento de abordar los temas de forma bilateral, regional y multilateral,

especialmente en el mundo en desarrollo. Aún, si se toman en cuenta las

limitaciones de recursos y de poder, es necesario mantener cautela para este nuevo

nivel al que se dirige la actuación internacional de Brasil.

22 RICUPERO, Rubens (2010). À sombra de Charles de Gaulle: uma diplomacia carismática e intransferível.

In Novos Estudos (n. 87, Julho). São Paulo: CEBRAP. p. 58. 23 CERVO, Amado Luiz. Inserção internacional: formação dos conceitos brasileiros. São Paulo:

Saraiva, 2008. P. 3.

25

La relación entre pasado y futuro, tradición y renovación, en materia de

política exterior, y del papel del Itamaraty, fue formulado en los termos siguientes

por San Tiago Dantas:

La continuidad es requisito indispensable a toda política exterior, pues si

en relación a los problemas son más pequeños los inconvenientes

resultantes de la rápida liquidación de una experiencia o de la mudanza de

un rumo adoptado, en relación a la política exterior es esencial que la

proyección de conducta del Estado en el ámbito de la sociedad

internacional revele un alto grado de estabilidad y asegure crédito a los

compromisos asumidos. La política exterior de Brasil ha respondió a esta

necesidad de coherencia en el tiempo. 24

Finalmente, percibir que todos los frentes están im“BRIC”ados es una

clarividencia que urge a Brasil, bajo el riesgo de no reconocer que las tensiones y

contradicciones en la actuación internacional son naturales en cualquier país que

aspire a algún grado de protagonismo internacional. Reconocida la naturalidad de

la obligación, cabrá a Brasil decidir si quiere asumirla o no, con todas las

consecuencias de tal decisión.

Por fin, percibir que todas estas frentes están im“BRIC”adas es una

clarividencia que urge a Brasil, so pena de no reconocer que las tensiones y

contradicciones en la actuación internacional sean naturales para todo y cualquier

país que aspire a algún grado de protagonismo internacional. Reconocida la

naturalidad de la obligación, cabrá a Brasil decidir se quiere asumirla o no, con

todas las consecuencias de tal decisión.

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24 San Tiago Dantas, Política Externa Independente, Rio de Janeiro: Civilização Brasileira, 1962, p.

17 in LAFER, Celso. A identidade internacional do Brasil e a política externa brasileira: passado,

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