una comunidad transformada

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Al bajar del pequeño avión Cesna 1979 y pisar la pista de aterrizaje de la aldea, luego de 5 hs. de vuelo, recibo un baño de luz. Esa inédita lucidez me lleva a entender cómo Dios observa la tierra. Los Nadëb son una de las naciones o ethnos –tal como se menciona en Mateo cap. 28, Hechos cap. 2 y Apocalipsis cap.7– que Dios quiere redimir para que formen parte de su pueblo Más allá de ser apenas 350 personas… Hoy, un joven y amable cacique llamado Eduardo nos da la bienvenida. Pero en la década del ’60 un hombre blanco decidió ayudar a los Nadëb, librando a algunos de ellos de la opresión foránea y llevándolos a la tierra que hoy les pertenece. Luego en los ’70 un matriomonio extranjero dio los primeros pasos de esta larga senda que los Nadëb transitaron junto a SIL Brasil, para poder traducir la Palabra de Dios. Otro equipo continuó caminado esta senda. Hasta que en 1994 Rodolfo y Beatrice Senn (argentino y suiza, respectivamente) tomaron a su cargo esta labor misionera, que hoy ha llegado a un puerto de victoria y celebración. “Recuerdo bien mis caminatas solitarias por esa pista de aterrizaje” –nos cuenta Rodolfo. “¿Cómo voy a hacer?, me preguntaba. La lengua era difícil, muy difícil de aprender. Mis hijos eran pequeños, las tareas eran muchas. Pero sabíamos que si Dios nos había traído hasta aquí, Él sería fiel hasta completar su obra”. Y sin lugar a dudas se trata de una lengua compleja. La fonética es tan amplia que sus seis vocales se multiplican en sonidos glotales, nasales y laringalizados, sin contar sus variantes extendidas. A esta descripción hay que sumarle una sintaxis y una semántica muy particulares. “Los Nadëb llaman a Dios: P’op hagää Doo”, que literalmente significa El que mora en las alturas. Asimismo, Beatrice –quien tomó a su cargo el desarrollo de una escuela local en lengua materna– nos cuenta: “La gente mayor hizo un gran esfuerzo, aunque no contaban con la habilidad suficiente para aprender a leer con fluidez”. Obviamente, el idioma Nadëb carecía de escritura y los Senn fueron testigos del proceso, arduo pero posible, de elaborar un sistema fonológico, un método de lecto-escritura, una campaña de alfabetización y un programa de educación bilingüe en esta pequeña aldea, integrada por unas 130 personas. “El legendario cacique Joaquín hizo un gran aporte al proceso de traducción”, continúa Rodolfo. “Él me ayudó a aprender la lengua, me brindó su confianza y su amistad”. Joaquín formó su equipo de líderes, entre los cuales surgió Eduardo como nuevo cacique de Rozado, esta bonita aldea que se asoma sobre la margen del río Uneixú, un pequeño brazo del Río Negro, afluente del Amazonas. La aldea que fue escenario de la transformación –a lo largo de casi cinco décadas– del pueblo Nadëb. Doña Francisca, una de las líderes de la comunidad, vivió el peor momento de su vida cuando su hija Socorro de apenas 12 años de edad fue diagnosticada de cáncer de útero. Desesperadas y abatidas, Francisca y Socorro aguardaban el día de la riesgosa intervención quirúrgica. “Una noche, mientras estaba internada quedé sola en mi habitación; mi mamá había salido a buscar su cena” –cuenta Socorro. “Entonces, una voz susurró en mi oído: –No te preocupes, todo está en mis manos”. Socorro recuerda que al abrir los ojos no vio a nadie en su cuarto de hospital. “Salí al pasillo y no vi a nadie, ni siquiera las enfermeras”. Entonces supo que el señor Jesús fue quien le impartió esa fe para poder atravesar su desierto. “Luego, un hombre que repartía Biblias en el hospital me entregó una y me dijo: –Leela, Dios quiere ayudarte. Y comencé a leer, donde dice Vengan a mí todos ustedes que están trabajados y cargados, y yo los haré descansar” –recuerda Socorro, quien hoy está casada y es madre de cuatro hijos. “Y pensar que los doctores me dijeron que nunca iba a tener hijos”, – dice Socorro con una sonrisa en su rostro. Aquel dramático episodio que terminó en un milagro de sanidad, fue el que desencadenó la fe de los Nadëb. “Oraron junto a nosotros, aun sin haber conocido a Jesús. Pero cuando bajamos de la avioneta con la joven Socorro ya sana, la comunidad –encabezada por el cacique Joaquín– aceptó a Jesús. Recuerdo el abrazo de Socorro con su hermano… Lloramos de alegría”, cuenta Rodolfo, quien no puede evitar emocionarse. “A partir de entonces vimos cómo se formó la iglesia Nadëb autóctona, con liderazgo propio, y bien arraigada en la Palabra”. Hoy esa misma joven nadëb llamada Socorro es quien traduce el Antiguo Testamento en su propia lengua. Como en muchos otros lugares del mundo, iglesia y escuela crecieron de la mano. Rodolfo y sus ayudantes nadëb traducían durante largas horas todos los días. Don Joaquín y su equipo de líderes condujeron a la iglesia hacia la adoración, el bautismo, la enseñanza y la doctrina. Mientras tanto, Beatrice formaba un grupo de maestros nadëb y elaboraba las clases y los materi- ales, por niveles, turnos y edades. Gabriela, una visitante proveniente de Argentina, recuerda bien el día en que participó de una reunión de mujeres en la iglesia Nadëb. “Beatrice repartió una tarjetita para cada mujer; cuando las empezaron a leer me di cuenta que eran nuevos versículos de la Biblia que Rodolfo y Don Joaquín acababan de traducir al idioma nadëb… Parecían gotas de agua cayendo en bocas sedien- tas.” Corría entonces el año 2004 y la senda de la traducción había llegado a un 54% del Nuevo Testamento. Asimismo, los Nadëb habían publicado la historia de la creación y el libro de Jonás. “Entonces, –continúa Rodolfo, comenzamos a darnos cuenta de la profunda transformación que mostraba esta comunidad, como resultado de un Evangelio que se arraigaba más y más con las raíces de la buena Semilla.” La tribu Nadëb en la amazonía brasileña recibe al fin el Nuevo Testamento en su lengua materna, y muestra una genuina transformación a nivel individual y comunitario. Cuesta arriba se llega a la cima A los que a Dios aman, todo ayuda a bien Artículo y fotos por Leo Vartanian.

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Artículo sobre la llegada del Nuevo Testamento a la comunidad Nadëb en el Amazonas brasileño.

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Page 1: Una comunidad transformada

Al bajar del pequeño avión Cesna 1979 y pisar la pista de aterrizaje de la aldea, luego de 5 hs. de vuelo, recibo un baño de luz. Esa inédita lucidez me lleva a entender cómo Dios observa la tierra. Los Nadëb son una de las naciones o ethnos –tal como se menciona en Mateo cap. 28, Hechos cap. 2 y Apocalipsis cap.7– que Dios quiere redimir para que formen parte de su pueblo Más allá de ser apenas 350 personas…Hoy, un joven y amable cacique llamado Eduardo nos da la bienvenida. Pero en la década del ’60 un hombre blanco decidió ayudar a los Nadëb, librando a algunos de ellos de la opresión foránea y llevándolos a la tierra que hoy les pertenece. Luego en los ’70 un matriomonio extranjero dio los primeros pasos de esta larga senda que los Nadëb transitaron junto a SIL Brasil, para poder traducir la Palabra de Dios. Otro equipo continuó caminado esta senda. Hasta que en 1994 Rodolfo y Beatrice Senn (argentino y suiza, respectivamente) tomaron a su cargo esta labor misionera, que hoy ha llegado a un puerto de victoria y celebración.

“Recuerdo bien mis caminatas solitarias por esa pista de aterrizaje” –nos cuenta Rodolfo. “¿Cómo voy a hacer?, me preguntaba. La lengua era difícil, muy difícil de aprender. Mis hijos eran pequeños, las tareas eran muchas. Pero sabíamos que si Dios nos había traído hasta aquí, Él sería fiel hasta completar su obra”.Y sin lugar a dudas se trata de una lengua compleja. La fonética es tan amplia que sus seis vocales se multiplican en sonidos glotales, nasales y laringalizados, sin contar sus variantes extendidas. A esta descripción hay que sumarle una sintaxis y una semántica muy particulares. “Los Nadëb llaman a Dios: P’op hagää Doo”, que literalmente significa El que mora en las alturas. Asimismo, Beatrice –quien tomó a su cargo el desarrollo de una escuela local en lengua materna– nos cuenta: “La gente mayor hizo un gran esfuerzo, aunque no contaban con la habilidad suficiente para aprender a leer con fluidez”. Obviamente, el idioma Nadëb carecía de escritura y los Senn fueron testigos del proceso, arduo pero posible, de elaborar un sistema fonológico, un método de lecto-escritura, una campaña de alfabetización y un programa de educación bilingüe en esta pequeña aldea, integrada por unas 130 personas.“El legendario cacique Joaquín hizo un gran aporte al proceso de traducción”, continúa Rodolfo. “Él me ayudó a aprender la lengua, me brindó su confianza y su amistad”. Joaquín formó su equipo de líderes, entre los cuales surgió Eduardo como nuevo cacique de Rozado, esta bonita aldea que se asoma sobre la margen del río Uneixú, un pequeño brazo del Río Negro, afluente del Amazonas. La aldea que fue escenario de la transformación –a lo largo de casi cinco décadas– del pueblo Nadëb.

Doña Francisca, una de las líderes de la comunidad, vivió el peor momento de su vida cuando su hija Socorro de apenas 12 años de edad fue diagnosticada de cáncer de útero. Desesperadas y abatidas, Francisca y Socorro aguardaban el día de la riesgosa intervención quirúrgica. “Una noche, mientras estaba internada quedé sola en mi habitación; mi mamá había salido a buscar su cena” –cuenta Socorro. “Entonces, una voz susurró en mi oído: –No te preocupes, todo está en mis manos”. Socorro recuerda que al abrir los ojos no vio a nadie en su cuarto de hospital. “Salí al pasillo y no vi a nadie, ni siquiera las enfermeras”. Entonces supo que el señor Jesús fue quien le impartió esa fe para poder atravesar su desierto. “Luego, un hombre que repartía Biblias en el hospital me entregó una y me dijo: –Leela, Dios quiere ayudarte. Y comencé a leer, donde dice Vengan a mí todos ustedes que están trabajados y cargados, y yo los haré descansar” –recuerda Socorro, quien hoy está casada y es madre de cuatro hijos. “Y pensar que los doctores me dijeron que nunca iba a tener hijos”, – dice Socorro con una sonrisa en su rostro.Aquel dramático episodio que terminó en un milagro de sanidad, fue el que desencadenó la fe de los Nadëb. “Oraron junto a nosotros, aun sin haber conocido a Jesús. Pero cuando bajamos de la avioneta con la joven Socorro ya sana, la comunidad –encabezada por el cacique Joaquín– aceptó a Jesús. Recuerdo el abrazo de Socorro con su hermano… Lloramos de alegría”, cuenta Rodolfo, quien no puede evitar emocionarse. “A partir de entonces vimos cómo se formó la iglesia Nadëb autóctona, con liderazgo propio, y bien arraigada en la Palabra”. Hoy esa misma joven nadëb llamada Socorro es quien traduce el Antiguo Testamento en su propia lengua.Como en muchos otros lugares del mundo, iglesia y escuela crecieron de la mano. Rodolfo y sus ayudantes nadëb traducían durante largas horas todos los días. Don Joaquín y su equipo de líderes condujeron a la iglesia hacia la adoración, el bautismo, la enseñanza y la doctrina. Mientras tanto, Beatrice formaba un grupo de maestros nadëb y elaboraba las clases y los materi-ales, por niveles, turnos y edades.Gabriela, una visitante proveniente de Argentina, recuerda bien el día en que participó de una reunión de mujeres en la iglesia Nadëb. “Beatrice repartió una tarjetita para cada mujer; cuando las empezaron a leer me di cuenta que eran nuevos versículos de la Biblia que Rodolfo y Don Joaquín acababan de traducir al idioma nadëb… Parecían gotas de agua cayendo en bocas sedien-tas.” Corría entonces el año 2004 y la senda de la traducción había llegado a un 54% del Nuevo Testamento. Asimismo, los Nadëb habían publicado la historia de la creación y el libro de Jonás. “Entonces, –continúa Rodolfo, comenzamos a darnos cuenta de la profunda transformación que mostraba esta comunidad, como resultado de un Evangelio que se arraigaba más y más con las raíces de la buena Semilla.”

La tribu Nadëb en la amazonía brasileña recibe al fin el Nuevo

Testamento en su lengua materna, y muestra una

genuina transformación a nivel individual y comunitario.

Cuesta arriba se llega a la cima

A los que a Dios aman, todo ayuda a bien

Artículo y fotos por Leo Vartanian.

Page 2: Una comunidad transformada

La traducción de la Biblia implica contextualización. El cordero de Dios que presentó Juan el bautista, requirió para los Nadëb de una nota al pié donde se explica que así era como el pueblo de Israel conseguía la redención de sus pecados: derramando la sangre de un cordero (ovelinha). Este y otros muchos ejemplos nos confirman que el mensaje del Evangelio ha de ser fiel, práctico y relevante en cada época y para cada cultura del mundo. “Es por eso que Juan presenta a Jesús como la ovelinha que Dios entregó para perdonar nuestros pecados”, explica Rodolfo.Sus tres hijos: Diego, Rafael y Angélica Senn crecieron jugando con los niños nadëb. “Nos hicimos muy amigos y pasábamos las tardes pescando, nadando, aprendiendo y también jugando al fútbol”, recuerdan Diego y Rafi. “Cuando planificábamos la visita de nuestros hijos a la aldea de Rozado para la celebración del Nuevo Testamento, Angélica me dijo: ¡qué lindo será volver a casa, mamá!”, es el testimonio de Beatrice cuando nos cuenta sobre la experiencia de criar a sus hijos en la selva. “Nada se compara con ver una comunidad transformada por la Palabra de Dios. Para nosotros no se trataba de un auto mejor, una casa más grande o el confort de la ciudad. ¿Cómo se compara todo eso con aquel día en que uno de los líderes saltó de su silla y pudo leer en voz alta una palabra en idioma nadëb? ‘¡Es cierto, yo también puedo leer!’ dijo.” El testimonio de Rodolfo da cuenta de la transformación integral que ha experimen-tado esta comunidad, escondida al norte del estado brasileño de Amazonas, apenas a 400 kmts. de la frontera con Venezuela y Colombia. Hoy los niños nadëb leen con total fluidez su propia lengua, y la escuela sigue evolucionando año tras año.Antes, los Nadëb se defendían a muerte de sus enemigos; habían olvidado sus canciones y danzas; eran engañados y menospreciados; su baja estima les hacía creer que Dios al crear el mundo le había dado todas las habilidades a los extranjeros, dejando marginados a los Nadëb. “Hoy puedo decir que esta comunidad es un modelo; la escuela bilingüe Nadëb es la que toda tribu del Brasil desearía tener. La gente adminstra bien sus finanzas, progresan a nivel person-al, familiar y comunitario. Conducen una iglesia sana y bíblica, y sueñan con llevar el mensaje a otros a su alrededor”, dice elocuentemente Gabriel, un misionero brasileño que viajó junto a su familia para celebrar la presentación del Nuevo Testamento junto a los Nadëb de Rozado. “Conozco bien de cerca otras comunidades indígenenas brasileñas, y puedo decir que la marcada diferencia en la aldea Nadëb es debido a la llegada del Evangelio de una manera sana, práctica y relevante para todo el pueblo”, concluye Gabriel.

De manera muy emblemática la familia Senn se prepara para la gran celebración. Dieciséis años de labor ininterrumpida llegan a su fin mientras los Senn colocan los Nuevos Testamentos en unas canastas muy particulares, confeccionadas por los mismos Nadëb, hechas de hojas de palma y sujetadas con cuerdas naturales. “En estas canastas entregaremos el Nuevo Testamen-to al cacique principal Don Joaquín, y él se encargará de repartirlo a la gente. Nosotros vinimos y ellos nos recibieron. Nosotros pusimos nuestra parte y ellos pusieron la suya. Nosotros viajamos en avioneta y ellos crearon su propia pista de aterrizaje. Ahora nosotros trajimos el Libro y ellos lo reciben y lo distribuyen”, explica Rodolfo mostrando una alta sensibilidad y empatía cultural.Es impactante y hermoso oír hablar de manera fluida el idioma Nadëb, no solo en boca de Beatriz y Rodolfo sino también de sus hijos. Conversan con naturalidad, hacen chistes con la gente, se abrazan y oran juntos, casi sin dejar rastros de diferencias culturales. Los Senn fueron adoptados como parte del pueblo Nadëb.Comienza la fiesta. Los hombres lucen binchas con plumas; las mujeres están maquilladas con pintura tradicional de colores llamativos. Danzan juntos en círulos alrededor de las canastas que envuelven la Palabra. Danzan por amor; danzan a Jesús, la Palabra encarnada.Comienzan a abrirse las canastas y a la vista de todos se levanta el Nuevo Testamento Nadëb. Obra de amor. Palabras ancestrales, la verdad, en una nueva lengua.Gritos de alegría y golpes de bastones de percusión acompañan a ritmo de fiesta la danza tradicional nadëb. Pero de fondo, como en otra dimensión, se oye un sonido de cadenas rotas. Cadenas que por décadas ataron a un pueblo marginado, hoy se desploman por la espada del Espíritu; la espada ahora está en sus manos.Los Nadëb son libres y eligieron el mejor camino.

«Éste es el pacto que haré con ellos después de aquel tiempo —dice el Señor—: Pondré mis leyes en su corazón, y las escribiré en su mente.» Hebreos 10.16

El mismo mensaje con otro envoltorio

¡Es hora de celebrar a Jesús!

La aldea Nadëb de Rozado, escenario de una transformación histórica.

Rodolfo Senn ha traducido el Nuevo Testamento junto a los Nadëb, el cual será entregado al día siguiente en estas canastas típicas hechas con

hojas de palma.

El joven cacique Eduardo ahora con la Espada en sus mano, dirige la palabra a la iglesia Nadëb.

Socorro y su esposo Paulo, junto al más pequeño de sus hijos. Ella fue protagonista clave al

comienzo de esta historia, y ahora ella traduce el Antiguo Testamento para así llegar a culminar la

Biblia Nadëb.

El mensaje ancestral de la Palabra de Dios ahora llega envuelto en los sonidos y las formas propias

de la lengua Nadëb.

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