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¿"VERDADERAS FIGURAS DE COOPER" O "POBRES INDITOS INFELICES"? LA POLÍTICA INDIGENISTA DE MAXIMILIANO* Érika PAÑI El Colegio de México El, SEGUNDO IMPERIO HA REPRESENTADO Lili tClTenO difícil de CXplo- rar para los historiadores mexicanos. Como sucede también con el estudio de la invasión estadounidense y de la guerra de intervención francesa, ha sido problemático analizar, de manera objetiva, "esta triste y al mismo tiempo importan- tísima etapa de nuestra Historia". 1 El segundo imperio se estudia como un periodo anómalo, si bien pintoresco, de la historia nacional: por interrumpir el movimiento ascendente del liberalismo, se describe como una etapa casi aparte, des- conectada del desarrollo histórico del país. Así, tanto la his- toriografía tradicional —y hay que recordar que algunos de estos autores, como Vicente Riva Palacio y José María Igle- sias, participaron activamente en la lucha contra el im- perio— como la "versión oficial" de la historia patria 2 se han * Agradezco a la doctora Solange Alberro y a mis compañeros del seminario Marginalidad y represión en América Latina, sus comentarios y sugerencias. 1 CHÁVEZ OROZCO, 1961, p. 13. 2 Es interesante que mientras con carácter de difusión tanto la tele- novela "El Vuelo del Águila" como la edición de la revista Los Biográficos (Clío) pretenden revalorar el personaje de Porfirio Díaz, no sucede lo mismo con Maximiliano, si bien el capítulo sobre él en el libro Siglo de Caudillos presenta una apreciación equilibrada. Véase "Las 'viejas pelu- cas' y su 'empeorador'", en KRAUZE y ZERÓN MEDINA, 1993, t. n, pp. 44-45 y "El más hermoso imperio del mundo", en KRAUZE, 1994, pp. 249-274. HMex,XLvm 3, 1998 571

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¿"VERDADERAS FIGURAS DE COOPER" O "POBRES INDITOS INFELICES"?

LA POLÍTICA INDIGENISTA DE MAXIMILIANO*

Érika PAÑI

El Colegio de México

El, S E G U N D O I M P E R I O H A REPRESENTADO L i l i t C l T e n O difícil de C X p l o -

rar para los historiadores mexicanos. Como sucede t a m b i é n con el estudio de la invasión estadounidense y de la guerra de i n t e r v e n c i ó n francesa, ha sido p r o b l e m á t i c o analizar, de manera objetiva, "esta triste y al mismo t iempo impor t an ­t í s i m a etapa de nuestra His to r ia" . 1 E l segundo imper io se estudia como u n periodo a n ó m a l o , si b ien pintoresco, de la historia nacional: por in terrumpir el movimiento ascendente del liberalismo, se describe como una etapa casi aparte, des­conectada del desarrollo h i s tó r ico del pa ís . Así, tanto la his­tor iograf ía tradicional —y hay que recordar que algunos de estos autores, como Vicente Riva Palacio y J o s é Mar ía Igle­sias, pa r t i c ipa ron activamente en la lucha contra el i m ­per io— como la "versión oficial" de la historia patr ia 2 se han

* Agradezco a la doctora Solange Alberro y a mis compañeros del seminario Marginalidad y represión en América Latina, sus comentarios y sugerencias.

1 CHÁVEZ OROZCO, 1961, p. 13. 2Es interesante que mientras con carácter de difusión tanto la tele­

novela "El Vuelo del Águila" como la edición de la revista Los Biográficos (Clío) pretenden revalorar el personaje de Porfirio Díaz, no sucede lo mismo con Maximiliano, si bien el capítulo sobre él en el libro Siglo de Caudillos presenta una apreciación equilibrada. Véase "Las 'viejas pelu­cas' y su 'empeorador'", en KRAUZE y ZERÓN MEDINA, 1993, t. n, pp. 44-45 y "El más hermoso imperio del mundo", en KRAUZE, 1994, pp. 249-274.

HMex,XLvm 3, 1998 571

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negado a hacer u n análisis a distancia de las acciones de u n gobierno "usurpador", "impuesto" por las armas francesas.

Este es el caso de la l lamada "polí t ica indigenista" llevada a cabo durante el imper io , que c o m p r e n d i ó tanto actitudes como medidas concretas. Como veremos m á s tarde, desde su llegada a México los emperadores manifestaron gran sim­p a t í a e in t e ré s por la p o b l a c i ó n i n d í g e n a , y en favor de és ta se p romulgaron leyes en materia agraria y se c r eó la Junta Protectora de las Clases Menesterosas. Sin embargo, la his­tor iograf ía ha catalogado someramente al "cacareado i n d i ­genismo" 3 de Maximil iano. Su ac tuac ión ha interpretado co­m o u n intento fracasado de granjearse el apoyo ind ígena y asegurar sobre és te su t rono , 4 o como una serie de medidas inspiradas por "el viejo e sp í r i t u paternal de [los] antepasa­dos" 5 del emperador y d i s e ñ a d a s para darle "gran fama en la Europa l ibera l" ; 6 o como resultado de los impulsos ro­m á n t i c o s de u n gobernante que m á s p a r e c í a "un p r ínc ipe de cuento de hadas que una criatura de Maquiavelo". 7

Todos estos elementos contribuyeron sin duda, en mayor o menor medida, a la f o r m a c i ó n de la pol í t ica indigenista imper ia l . Sin embargo, tales análisis, apresurados y aisla­cionistas, aunque subrayan conceptos importantes, no lo­gran aprehender la complej idad de u n f e n ó m e n o intere­sante, que a d e m á s , representa una innovac ión en la polí t ica nacional del México independiente. En este trabajo nos pro­ponemos examinar la po l í t i ca indigenista de Maximil iano a través de la vis ión que t e n í a n el emperador y sus colabo­radores, de los i n d í g e n a s —las cuales, a d e m á s , no siempre concuerdan. Este enfoque, al centrarse en la p e r c e p c i ó n e

3 Luis González y González: "El indigenismo de Maximiliano", en ARNAIZ YFREG y BATAILLON, 1965 , p. 109 .

4POWELL, 1974 , p. 103 . 5KRAUZE, 1994 , p. 2 6 2 . 6ARRANGOIZ, 1 9 6 8 , pp. 647-648 y ZAMACOIS, 1882 , t. xvm, p. 83. 7 Luis González y González, "El indigenismo de Maximiliano", en

ARNAIZ YFREG y BATAILLON, 1 9 6 5 , p. 103 . Sin embargo, Jean Meyer y Jaime del Arenal han realizado un análisis más complejo y profundo de la labor de la Junta Protectora de las Clases Menesterosas, MEYER, 1 9 8 4 y ARENAL, 1 9 9 1 .

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ideales de los gobernantes, t iene la deb i l i dad de dejar a u n lado la e j ecuc ión y la operabil idad de esta pol í t ica . Sin embargo, sentimos que nos presenta una perspectiva va­liosa, pues la imagen de l i n d i o , p r o d u c t o de u n contex­to cu l tu ra l , e c o n ó m i c o y p o l í t i c o , c o n s t i t u í a u n factor determinante en la f o r m a c i ó n de este "proyecto indigenis­ta". Este t ipo de cuestionamiento nos permite acercarnos a u n f e n ó m e n o m á s amplio: ¿ c ó m o era la n a c i ó n que pre­t e n d í a construir Maximiliano?, ¿qué lugar h a b r í a de asignar a la p o b l a c i ó n i n d í g e n a dentro de su proyecto de n a c i ó n ?

¿ C ó m o consideraba Maximi l i ano a los indios? Max imi ­l iano de Habsburgo era por tador de una t r a d i c i ó n po l í t i ca que h a b í a logrado mantener el domin io de Viena sobre u n imper io m u l t i é t n i c o , aun contra los embates nacionalistas del siglo X I X —exceptuando el caso del nor te de Italia. La a c e p t a c i ó n de diferencias —como el id ioma—, y el respe­to a los derechos de ciertas comunidades nacionales — e l caso de H u n g r í a es especialmente i lustrat ivo— contr ibu­yeron al éx i to de la po l í t i ca aus t r íaca . ¿ P o d e m o s percibir una estrategia de este t ipo en el indigenismo de Max imi ­liano?, o b ien , ¿ c o n s i d e r a b a el emperador a los i n d í g e n a s , por su pobreza, por su "a rca í smo" , no como comunidades é tn icas , cuyos derechos d e b í a n ser protegidos, sino como una p o b l a c i ó n marginada? Las medidas indigenistas ¿pre­t e n d í a n proteger los derechos de comunidades "naciona­les", m a n t e n i é n d o l a s den t ro del marco de l impe r io mexicano?, ¿o trataban de recuperar una parte impor tan­te de la p o b l a c i ó n nacional que p a r e c í a haber quedado al margen del "progreso del siglo"?

" U N D E S C E N D I E N T E D E CARLOS V DISPUESTO A SENTARSE

SOBRE E L T R O N O D E M O C T E Z U M A " 8

Maximi l i ano y Carlota, quizás tanto por su afán de "mexi-canizarse" como por u n i n t e r é s por la a r q u e o l o g í a y las

H Carta de Carlota a la emperatriz Eugenia, 18 de jun io de 1864, en CORTI, 1927, p. 416.

5 7 4 ERIKA PANI

sociedades antiguas muy di fundido entonces en Europa, 9

abrazaron entusiastas el pasado p r e h i s p á n i c o de Méx ico . Maximi l iano i n c o r p o r ó el s í m b o l o azteca del águ i la sobre el nopal devorando una serpiente al escudo i m p e r i a l , 1 0

c o m p r ó u n cuadro que representaba la f u n d a c i ó n de Mé­x ico , 1 1 y e n c a r g ó seis frescos de paisajes h i s tó r icos con temas p r e h i s p á n i c o s para decorar los muros del castillo de Chapultepec. 1 2 En sus viajes por el in ter ior del imper io , tanto el emperador como su esposa visitaban los restos de las civilizaciones precolombinas, 1 3 y Maximi l i ano p e d í a que se le tuviera al tanto de los nuevos descubrimientos, que a c u d í a a visitar e s p o n t á n e a m e n t e . 1 4 En diciembre de 1865 el gobierno imper ia l d e c r e t ó el establecimiento de u n M u ­seo Púb l i co de Histor ia Natural , A r q u e o l o g í a e Historia, dentro del Palacio Nacional , que c o n t e n d r í a pinturas, pe­q u e ñ o s monumentos 1 5 y modelos de sitios a r q u e o l ó g i c o s . 1 0

Se dipuso crear u n museo similar en M é r i d a . 1 7 A d e m á s , los emperadores se propusieron recuperar parte del patr imo­nio h i s tó r ico de su nueva patria, y escribieron a Europa pidiendo que se enviaran a México el penacho de Mocte­zuma, su manto de plumas, su arco y su carcaj. 1 8 Como los

9 Véase KOLONITZ, 1 9 9 2 , pp. 99-100. Stephens había publicado Viajes a Yucatán, en 1843 .

1 0 "Parte oficial", Diario del Imperio ( 1 3 nov. 1 8 6 5 ) . Sin embargo, este símbolo estaba ya, desde la consumación de la independencia, firme­mente arraigado como emblema "mexicano". Jaime del Arenal Feno-chio "Modernidad, mito y religiosidad en el nacimiento de México", en RODRÍGUEZ O . , 1989 , p. 2 4 3 .

"PAYNO, 1 9 8 1 , p. 6 1 6 . 1 2 Rosa Casanova, en URIBE, 1987 , p. 144. 1 3 Véanse "Viaje del emperador"; 'Viaje de la Emperatriz", "La empe­

ratriz en Yucatán", Diario del Imperio ( 2 4 abr. 1865 y 9 , 1 1 y 2 0 dic. 1 8 6 5 ) . 1 4 "Excursión impéna le á Tlahuac et Tulyahualco, pour voir fouille

d'antiquités. . .", L'EreNouvelle ( 9 nov. 1 8 6 4 ) . 15 Colección..., 1865 , t. 8, Ministerio de Instrucción Pública y Cultos,

p. 85 . 1 6 "Notas contraídas con el ministro de Gobernación Salazar Ilarre-

gui", en WECKMANN, 1 9 8 9 , pp. 1 6 0 - 1 6 1 . 1 7 "Notas contraídas con el ministro de Gobernación Salazar Ilarre-

gui", en WECKMANN, 1 9 8 9 , pp. 1 6 0 - 1 6 1 . 1 8 CORTI, 1983 , p. 3 5 4 . Carta de Carlota al Marqués Corio, represen-

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patriotas criollos, Maximi l iano , perteneciente a la d inas t í a de los Austria, p re fe r í a apoyarse sobre las glorias del pa­sado i n d í g e n a para legit imar su proyecto de n a c i ó n , des­prec iando la herencia e s p a ñ o l a , esa "noche a r t i f i c ia l de trescientos años" :

Todo lo permanente que la ciencia en nuestro país puede mostrar con orgullo al Universo son las grandes tradiciones de la parte de nuestra población, que es una de las más anti­guas e ilustres del globo. Las pirámides de Teotihuacán, las gigantescas ruinas de Uxmal, el admirable calendario que existe en nuestra hermosa capital, los pocos manuscritos que nos dejó conservar un ciego fanatismo, muestran que hubo un día triunfos de ciencia y de arte en este suelo, que ha­bía genios que unidos por grandes fines creaban obras mila­grosas, genios que se habían encumbrado en muchos puntos a una posición más elevada que la vieja Europa. 1 9

Sin embargo, a diferencia de los patriotas criollos, los emperadores no ignora ron al i nd io vivo mientras g lor i f i ­caban al muer to , d e s d e ñ a n d o la c o n e x i ó n entre uno y ot ro . La edi f icac ión del museo en M é r i d a t e n í a como pro­pós i to "halagar a aquella la a ú n poderosa raza de los mayas". 2 0 Los p r í n c i p e s t e n í a n "un in t e r é s preferente por los indios, a quienes [trataban] con p r e d i l e c c i ó n , admi­rando su amable c a r á c t e r y su sencillez". 2 1 Para Maximi l ia ­no , entre los mexicanos, "los mejores [eran y s egu i r í an ] siendo siempre los indios" . 2 2 Q u e r í a que la servidumbre de los sitios imperiales estuviera compuesta por i n d í g e n a s . 2 3

tan te del imperio en Bruselas, 8 de agosto de 1865, en WECKMANX, 1 9 8 9 , pp. 151-152.

1 9 Discurso inaugural del Emperador en la Academia Imperial de Ciencias y Literatura, Diario del Imperio ( 7 j u l . 1 8 6 5 ) .

2 0 Carta de Carlota a Domingo Burean, comisario imperial en Méri­da, 1 9 de junio de 1865 , en WECKMANN, 1989 , p. 120 .

2 1 Carta de .Antonio Riba y Echeverría a Manuel Romero de Terreros, 2 5 de junio 1864 , en ROMERO DE TERREROS, 1926 , p. 25 .

2 2 Carta de Maximiliano a Leopoldo I de Bélgica, 1865 , en CORTI, 1 9 8 3 , p. 346 .

2 3 Luis González y González, "El indigenismo de Maximiliano", en ARNAIZ Y FREO y BATAILLON, 1965 , p. 103 .

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Una de las dos damas de palacio de Carlota era Josefa Váre­la "una a u t é n t i c a india [ . . . ] de color café oscuro", descen­diente de N e z a h u a l c ó y o t l . 2 4 El c a p e l l á n imper ia l era u n ind io , antiguo obispo de Tamaulipas. 2 }

En Oaxaca, los pueblos i n d í g e n a s , hostigados por las fuerzas de Porfir io Díaz, apoyaron al e jé rc i to f rancés con provisiones e i n f o r m a c i ó n . 2 6 Tras la sugerencia de oficiales franceses, se invi tó a algunas tribus del norte a unirse al e jérc i to f rancés . Grupos de coras, mayos, ó p a t a s y yaquis pelearon con el imper io , y sus l í de re s recibieron el rango de generales. 2 7 L í d e r e s ind ígenas destacados, tanto en el plano mil i tar como el civil, recibieron condecoraciones por parte del emperador, como fue el caso ele Manue l Lozada en Nayar i t 2 8 y de T a n o r í , jefe de los ó p a t a s , quienes fueron nombrados Oficiales de la Imperial Orden de Guaelalupe. 2 9

Los caciques yucatecos José Anastasio Uc, Hermenegi ldo Camal, J o s é Cal, J o s é Batún yJacinto C a u c h é recibieron la medalla ele plata al m é r i t o c i v i l . : ü

Maximi l i ano se veía a sí mismo como padre solícito de los i n d í g e n a s , p romoto r de su bienestar y protector de sus labores a g r í c o l a s . 3 1 Cuando el gobierno imper ia l p romul ­gó el reglamento para las audiencias que otorgaba el empe­rador cáela domingo , y a las cuales t e n í a "derecho de ser admitielo todo mexicano", m a n d ó i m p r i m i r esta disposi­c ión , así como otras medidas que c o n c e r n í a n a la pobla-

2 4 HAMANN, 1989, p. 170 y LUGA DE TENA, 1990, p. 84. - 'Carta de Maximiliano a Carlos Luis, 2 6 de julio de 1864 , en CORTI,

1983, p. 316. 2 6 E l ejército francés manifestó una "sensibilidad cultural" sorpren­

dente en Oaxaca. John A . Dabbs: "The iridian policy of the Second Empire", en COTNER y CASTAÑEDA, 1958, pp. 121-123.

2 7 John A . Dabbs: "The indian policy of the Second Empire", en COI­NER y CASTAÑEDA, 1958, pp. 124-125.

2 8MEYER, 1 9 8 4 , p. 2 2 8 . 2 9 "Parte Oficial", La Sociedad (8 oct. 1 8 6 5 ) . 3 0 "Gran Cancillería de las Ordenes Imperiales", Diario del Imperio ( 1 0

ene. 1 8 6 6 ) . 3 1 Respuesta de Maximiliano a la comisión del pueblo de Naranjal, en

Advenimiento..., 1864 , p. 198 .

LA POLÍTICA INDIGENISTA DE MAXIMILIANO 577

c i ó n i n d í g e n a , en e s p a ñ o l y en n á h u a t l / ' 2 A d e m á s de reci­b i r a las delegaciones i n d í g e n a s en audiencia públ ica , los emperadores los invitaban a sentarse a su mesa, tanto en la capital como durante sus viajes por el in ter ior . Grande era la sorpresa de los d e m á s invitados a la mesa imperial , en su m a y o r í a miembros de lo m á s selecto, tanto conservador como liberal , al encontrarse sentados j u n t o a "indios ente­ramente descalzos" que "las m á s veces [ terminaban. . . ] metiendo los diez dedos en el recipiente y el plato y [dejan­do] caer los huesos al piso"." 3

¿ C ó m o interpretar esta act i tud de los emperadores? Por u n lado, Maximi l i ano y Carlota h a b í a n abandonado Mira-mar para ceñ i r se la corona de Moctezuma. Podemos pen­sar que estos p r í n c i p e s , empapados de romanticismo euro­peo , 3 4 imaginaban a sus nuevos subditos como una mezcla exó t ica de buen salvaje y guerrero águi la . Carlota, que idea­lizó tanto a los i n d í g e n a s que l legó a afirmar que en su ma­yor ía sab ían leer y escribir , 3 5 relata que, durante su viaje a Yucatán , t e n í a la i m p r e s i ó n de vivir "en la é p o c a de Moc­tezuma", y que las mujeres indias p a r e c í a n "vestales".36 Ma­x imi l i ano escr ibía a su hermano, el archiduque Carlos Luis:

3 2 "Reglamento para las audiencias públicas", 10 de abril de 1865, Archivo General de la Nación, ramo Junta Protectora de las Clases Menes­terosas (en adelante, AGN, JPCM), vol. 4. Maximilano aparecía como "Huei Tlatoani".

3 3 Carta de Antonio Riba y Echeverría a Manuel Romero de Terreros, 25 de junio de 1864; carta de Rosa Rincón Gallardo de Palomo, 25 de jun io de 1864, en ROMERO DE TERREROS, 1.926, pp. 23 y 28, y HAMANN, 1989, ]). 131.

3 4 Véase Átala y Réné, de Chateaubriand (1801 y 1802), El Ultimo de los Moldéanos de James Fenimore Cooper (1827), etcétera. Observamos ras­gos del romanticismo y del exotismo que permeaban la apreciación europea de México en la "Apoteosis de Maximiliano", pintura que deco­ra un plafón en Miramar, donde México es representado por una mujer de cara occidental, plumas en la cabeza y una pina en la mano. MAPELLI MOZZÍ, 1970, pp. 39-40.

3 5 Carta de Carlota a la emperatriz Eugenia, 18 de junio de 1864, en CORTI, 1927, p. 418.

3 6 "Relación del viaje desde Veracruz", 23 de noviembre de 1865, en WECKMANN, 1989, p. 347; "Viaje de S. M . la Emperatriz", Diario del Imperio (11 dic. 1865).

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L a semana pasada recibimos en el palacio a una c o m i s i ó n de a u t é n t i c o s indios salvajes paganos de la lejana frontera del nor te , verdaderas figuras de Cooper en el a u t é n t i c o sentido de la palabra. Ayer comieron a q u í en el bosque de ahuehue-tes de Moctezuma, en el mismo lugar donde el emperador i n d i o daba sus grandes banquetes. 3

Esta visión idíl ica de la p o b l a c i ó n i n d í g e n a se refleja en el gusto de los emperadores por asistir a sus ceremonias 3 8

y escuchar sus m ú s i c a s . 3 9 Entre los objetos que escogieron para mostrar al m u n d o la riqueza y los atractivos de Méxi­co en la Expos i c ión Universal de Par ís de 1867, estaban las "Cartas geográf icas de todos los idiomas mexicanos" de Manue l Orozco y Berra . 4 0 Maximi l iano p a t r o c i n ó , a d e m á s , la e d i c i ó n de su Geografía de las lenguas y carta etnográfica de México precedidas por un ensayo de clasificación de las mismas lenguas y de apuntes para las inmigraciones de las tribus.41 Curio­sidad y s impa t í a sinceras p a r e c í a n reflejarse en la "tierna so l ic i tud" 4 2 que manifestaban los emperadores hacia los i n d í g e n a s .

A l lado de estos sentimientos, no cabe duda de que Maximi l i ano y Carlota debieron sentirse halagados por el

3 7 Carta de Maximiliano a Carlos Luis, 2 4 de febrero de 1865 , en COR-TI, 1 9 8 3 , p. 315 . Se trataba de una delegación de indios kicapoos que habían tenido que abandonar Texas bajo la pres ión de colonos esta­dounidenses durante la guerra de secesión, y pedían instalarse en Coahuila. Su entrevista con el emperador fue reproducida por el pintor francés Jean-Adolphe Beucé. Véase 'Visita de la embajada de los indios kicapoos al emperador Maximiliano", en Testimonios..., 1995 , pp. 70-71 .

3 8 Carlota escribe: "los indios de Lerma vinieron repetidamente [.. .] para ofrecerme el espectáculo de un baile alrededor de un poste [. . .] siempre con música, canto y trajes antiguos, arco y flecha y plumas en la cabeza"; "Relación de mi viaje de regreso a Veracruz", en WECKMANN, 1989 , p. 197 .

3 9 Carta de Antonio Riba y Echeverría a Manuel Romero de Terreros, 25 de jun io 1 8 6 4 , en ROMERO DE TERREROS, 1926 , p. 2 7 .

4 0 "Para la exposición universal de París en 1867" , en WECKMANN, 1989, p. 190 .

4 1 OROZCO Y BERRA, 1865 , p. x. 4 2 "Diario del viaje de S.M. el Emperador", Diario del Imperio ( 6 jun .

1 8 6 5 ) .

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entusiasmo que despertaron en la p o b l a c i ó n i n d í g e n a . En e l trayecto de Veracruz a la capital, los emperadores pasa­r o n debajo de 1 500 arcos de t r iunfo , seis por cada k i ­l ó m e t r o de camino. 4 3 Estos, en su m a y o r í a " [ h a b í a n ] sido hechos por los i n d í g e n a s de las inmediaciones, y no so­lo los [ h a b í a n hecho] , sino que los [ h a b í a n t r a ído ] al hom­b r o desde sus aldeas". 4 4 A d e m á s , a diferencia de lo que s u c e d i ó con los apoyos conservador y eclesiást ico al impe­r i o , el de los i n d í g e n a s fue m á s constante y duradero. En 1871, Manue l Rivera Cambas escr ib ía que:

[Cuando viajaba al i n t e r i o r ] , era saludado M a x i m i l i a n o a su paso p o r las poblaciones, con el mi smo e s t r é p i t o que se le m o s t r ó desde C ó r d o b a a M é x i c o , con gritos que p a r e c í a n de a l e g r í a y reconocimiento , y se preparaba todo para que el camino estuviera cubier to de flores, d i s t i n g u i é n d o s e los ind í ­genas en atestiguar la confianza que t e n í a n en sus soberanos [ . . . ] t odo lo cual c o n t r i b u y ó a que creyeran que eran muy populares y queridos, puesto que se les h a c í a n ovaciones de tal m a g n i t u d . 4 0

El p r í n c i p e Cari Kevenhü l l e r , oficial del cuerpo de vo­luntarios aus t r íacos , al observar que se es tab lec ía una rela­c i ó n casi "mágica" entre los emperadores y los indios con los que t e n í a n contacto, exclamaba: " ¡Qué fácil sería gober­nar a la gente de no ser canalla la l lamada 'gente culta '!". 4 6

El imper io fue percibido por varios sectores de la socie­dad como u n momento l leno de posibilidades, como u n aire nuevo. Como tal, para las comunidades i nd ígenas , que v e n í a n sufriendo u n proceso de desgaste desde las refor­mas b o r b ó n i c a s —tanto por el ataque a la propiedad comu­nal como por la p é r d i d a de los derechos tradicionales, proceso que se h a b í a acelerado con la p r o m u l g a c i ó n de las leyes de Reforma—, la llegada de Maximi l i ano se p r e s e n t ó como una opor tun idad para "restructurar" sus relacio-

43LEFEVRE, 1 8 6 9 , 1 . 1 , p. 382 . 44Advenimiento..., 1864 , p. 184 . 4 3 RIVERA CAMBAS, 1 9 6 1 , t. ii-B, pp. 6 2 0 y 7 1 1 . 4 6 HAMANN, 1 9 8 9 , p. 170 .

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nes con el poder . 4 7 Ya con la p r o c l a m a c i ó n del imperio por la Asamblea de Notables en 1863, el abogado Faustino Gali­cia Chimalpopoca, quien h a b í a part icipado con los gobier­nos liberales como administrador de los bienes de las parcialidades de indios en la ciudad de M é x i c o , 1 8 pub l i có una proclama exhortando a los i n d í g e n a s a apoyar al impe­r io , pues "la causa de este [era] justa; porque [era] la de la r e l i g ión [ . . . ] y porque [ . . . ] por medio de él, la adorable Providencia Divina [mejora r í a ] nuestra suerte". 4 9 A d e m á s , mientras los gobiernos del M é x i c o independiente se ha­b í a n esforzado por ignorar las peculiaridades de "los antes llamados naturales", 5 0 el de Maximi l i ano ofrecía a los indí ­genas, acceso preferente a la autoridad. Como di jeron los caciques yucatecos que visitaron a Maximi l iano en Cha-pultepec, tras unas negociaciones de paz:' 1

L l e g ó la fama de tu nombre hasta los bosques impenetrables de Yucatán, en donde viv íamos sin cuidarnos de lo que pasa­ba en esta t u c iudad y en todo el grande pa í s que gobiernas. Si hemos vivido en esa clase de indo lenc ia y sin obedecer otra autor idad que nosotros mismos es porque ningún hombre nos inspiraba la confianza y el respeto que tú, cuyo nombre nos ha llevado tan lejos el aire, envuelto en h a r m o n í a y como man­d á n d o n o s que seamos tus fieles vasallos.02

' 'John A. Dabbs: "The iridian policy of tfie Seconci Empire", en Coi-XERV CASTAÑEDA, 1958 , p. 118.

4 8 L I R A , 1983 , p. 242 . 4 9"Raza india y pueblo todos...", en ZAMACOIS, 1 8 8 2 , t. XYI, p. 1052. •'"En 1848, José María Luis Mora rechazó la proposición inglesa de

negociar colectivamente con los indígenas insurrectos en Yucatán, y a rgumen tó que la República sólo podía reconocer a los indios como individuos. HALE, 1968 , p. 240.

; > 1 Estas negociaciones fueron exitosas con los grupos del sur, pero fra­casaron en el norte de la Península, cuando el representante imperial fue macheteado por grupos insurrectos. Luis González y González, "El indigenismo de Maximiliano", en ARNAIZ YFREG y BATAIEEON, 1965 , p. 109.

•'2 "Comisión de indios mayas...", Diario del Imperio (30 ene. 1 8 6 5 ) .

LA POLÍTICA INDIGENISTA DE MAXIMILIANO 581

"DESEANDO S. ÍV'L EL EMPERADOR ATENDER Y HACER JUSTICIA

A TODOS LOS I N D Í G E N A S . . . PARA MEJORAR SU S U E R T E " 0 3

Como hemos visto, Maximiliano se sent ía a t r a í d o por el co­lo r ido y el folklore de la poblac ión i n d í g e n a . Sin embargo, hasta a q u í hemos hablado principalmente de actitudes, o de acciones que poco t en í an que ver con la p o b l a c i ó n ind íge­na en general. A l emperador t ambién le preocupaban la pobreza de las comunidades rurales, la s i tuac ión de los jor ­naleros en las haciendas, y, sobre todo, la violencia desesta-bilizadora que hab ían desencadenado el proceso de desamor­tización y la guerra civil: a la llegada de los emperadores, gran parte de las poblaciones indígenas estaban levantadas en ar­mas —apaches, yaquis, mayos, coras en el norte y mayas en Yucatán. ° 4 Para remediar esta situación, el gobierno imperial e c h ó a andar una serie de medidas que conformaron en con­creto el "proyecto indigenista" del segundo imper io . Maxi­miliano p r o m o v i ó el estudio de la p rob lemát ica ind ígena , por medio de u n comi t é , presidido por Francisco Villanueva, y, posteriormente, mediante la Junta Protectora de las Clases Menesterosas. P a t r o c i n ó también el estudio de Francisco Pi-mentel , Memoria sobre las causas que han originado la situación actual de la raza indígena en México, y medios para remediarla,, pu­blicado en 1866. 3 5 De manera más personal —y más políti­ca— el emperador, en sus viajes por el interior, se hacía acom­p a ñ a r por Faustino Galicia Chimalpopoca, "quien, conocedor del id ioma mexicano, p o d í a tomar exactos informes sobre el estado y necesidades de los pueblos i n d í g e n a s " . 5 6

Para "mejorar lo m á s eficazmente posible la c o n d i c i ó n de esas clases desgraciadas",' 7 Maximil iano ap l icó u n a p o l í -

5 3 Nombramiento de Faustino Galicia Chimalpopoca como Visitador General de Pueblos y Posesiones de Indios, en LIRA, 1983, p. 269.

5 4 Luis González y González, "El indigenismo de Maximiliano", en ARNAIZ YFREG y BATAILLON, 1965, p. 108.

5 5 Luis González y González, "El indigenismo de Maximiliano", en ARNAIZ Y FREO y BATAILLON, 1965, p. 104.

5 5 "Diario del viaje de S. M. el Emperador", Diario del Imperio (6 jun. 1865). 5 7 Decreto para la creación de la Junta Protectora de las Clases Menes­

terosas, 10 de abril de 1865. AGN, /PCU, vol. 4.

582 ERIKA PANI

tica de doble cauce. Por u n lado, p r o m u l g ó leyes en ma­teria agraria que p r e t e n d í a n proteger a los jornaleros de los maltratos de los hacendados y evitar que se abusara de las leyes de d e s a m o r t i z a c i ó n en perjuicio de las comu­nidades i n d í g e n a s . Esta legis lación i nc lu í a la ley sobre tra­bajadores promulgada el 1- de noviembre de 1865, la ley para d i r i m i r diferencias sobre tierras y aguas entre los pue­blos, de la misma fecha, que r e c o n o c í a la personalidad ju r í ­dica de los pueblos, y p r e t e n d í a regularizar y despachar con mayor rapidez sus l i t ig ios , 5 8 el decreto del 14 de sep­t iembre de 1865, que es tab lec ía que las disposiciones para la co lon izac ión de terrenos ba ld íos no eran extensivas a los terrenos comunales, y la ley sobre terrenos de comunidad y de repar t imiento, del 25 de j u n i o de 1866, en la que se es tab lec ía el repart imiento de éstos en propiedad privada a los vecinos de los pueblos. 5 9 Por o t ro lado, c r eó la j u n t a Protectora de las Clases Menesterosas, ó r g a n o consultivo cuyo p r o p ó s i t o era encausar las quejas y solicitudes de los sectores m á s necesitados de la p o b l a c i ó n y proponer solu­ciones a sus problemas. El presidente de la j u n t a era Gali­cia Chimalpopoca, que ya antes h a b í a sido nombrado Visitador General de Posesiones y Pueblos de Indios. De­b í a n crearse juntas auxiliares en todos los municipios, para "cortar abusos, in t roduc i r mejoras en la c o n d i c i ó n de los pueblos", y proporcionar i n f o r m a c i ó n a la jun ta central. ( ) ( )

Estas dos clases de medidas no estaban desligadas. La j u n ­ta p r o p o n í a medidas legislativas que pudieran remediar los males de los menesterosos. Así, fue responsable de las leyes antes mencionadas.

Las acciones que conforman el proyecto indigenista imper ia l confrontaban la realidad de los indios, tal y como la p e r c i b í a n Maximi l i ano y sus colaboradores. Intentaban atacar lo que, a sus ojos, eran los "verdaderos" problemas de la p o b l a c i ó n i n d í g e n a . Como veremos, pueden pare­cemos ambiguas, o hasta contradictorias, frente a las acti-

5 8 Colección..., 1865, t. vi, Ministerio de Gobernación, pp. 185-199. ™AGN,JPCM, vol. 4. 6 0 Ministerio de Gobernación, AGN, JPCM, vol. 4.

L A P O L Í T I C A I N D I G E N I S T A D E M A X I M I L I A N O 5 8 3

tudes sentimentales de los emperadores hacia sus "subditos predilectos". Sin embargo, son estas medidas concretas las que p r e t e n d í a n definir el lugar de los i n d í g e n a s dentro de la sociedad nacional. ¿ P o d e m o s hablar de u n "lugar prefe­rente" para los "herederos de Moctezuma" 6 1 dentro del proyecto de n a c i ó n de Maximiliano?

Es interesante que n inguna de estas medidas se refiera e s p e c í f i c a m e n t e a " i n d í g e n a s " o a "indios"; se habla de "pueblos" en general. Si b ien la m a y o r í a de los jornaleros de las haciendas eran i n d í g e n a s , no se les menciona en el texto de la ley sobre trabajadores, y ciertos aspectos de ésta, como la ob l i gac ión del p a t r ó n de mantener una escuela gratuita, d e b í a n aplicarse t a m b i é n en fábricas y talleres. 6 2

U n a gran m a y o r í a de los casos que a t e n d i ó la Junta Pro­tectora fue promovida por comunidades i n d í g e n a s , y con mayor frecuencia por problemas de tierras: de 174 expe­dientes que sobreviven en el archivo de la jun ta , 141 se refieren a problemas de tierras o aguas en poblaciones i n d í g e n a s . 6 3 Sin embargo, la ins t i tuc ión estaba abocada a las "clases menesterosas", y no a la "clase i n d í g e n a " . Dentro de la legis lac ión hemos encontrado sólo una referencia abierta a " ind ígenas" : "Las disposiciones de esta ley [de de­nuncio y e x p l o t a c i ó n de minas] no se refieren a las peque­ñ a s salinas que explotan los i n d í g e n a s , las cuales deben seguir en los mismos t é r m i n o s que hasta el presente". 6 4

¿En d ó n d e quedaba entonces la "especial solicitud" de los emperadores hacia los i nd ígenas? ¿ P o d r í a m o s pensar que

h l Advenimiento..., 1864 , p. 187 . 0 2 Ley sobre trabajadores, art. 17, en Colección..., 1865 , t. vi, Ministe­

rio de Gobernación, p. 186. 63ALFIERO GALLEGOS y GONZÁLEZ ZAMORA, 1980 . Los demás casos se refie­

ren también a comunidades indígenas, resentidos con las autoridades del ayuntamiento, el personal del Archivo Imperial, de censos excesivos, etcétera. Hay un expediente sobre la situación dentro de una fábrica tex­t i l en Tlalpan, y dos promovidos por descendientes de reyes prehispá-nicos (Moctezuma y Azcatliati, rey de Texcoco), solicitan, el primero unos terrenos y el otro una pensión.

b 4Decreto que establece las reglas a que debe sujetarse el denuncio y explotación de minas, art. 24 , en Colección..., 1865 , t. v, Ministerio de Fomento, p. 7 3 .

5 8 4 ERIKA PANI

la relativa ausencia clel i n d í g e n a dentro de textos legislati­vos p r o v e n í a del hecho de que, como extranjero, M a x i m i ­l iano legislaba "en general" porque no se h a b í a dado cuen­ta de que, a grandes rasgos, en muchas regiones clel imper io , c o i n c i d í a n la p o b l a c i ó n rura l , la "clase m á s desgraciada" y la clase ind ígena? Tenemos suficientes indicios para afirmar que no. Tanto esta legislación como la Junta Protectora, fue­r o n d i señadas expresamente para la p o b l a c i ó n i n d í g e n a . Pensamos que no fue por casualidad que el Visitador ele Pue­blos de Indios, gran conocedor del n á h u a t l y de los pro­blemas de las tierras de las comunidades, fuera nombrado presidente de lajunta. Carlota, que ejercía la regencia mien­tras su marido se iba de viaje, escr ib ía a és te , tras haber pre­sentado al Consejo de Ministros el proyecto ele la ley sobre trabajadores: "han pasado todos mis proyectos; 'el de los i n ­dios' , d e s p u é s de haber causado gran sensac ión [ . . . ] fue aceptado con una especie de entusiasmo". ( > 5

Observadores conservadores como Francisco de Paula y Arrangoiz cri t icaron esta ley, diciendo que, si Maximi l i ano hubiera querido "hacer algo en favor de los indios", le hubiera bastado "recordar el cumpl imien to" del bando publ icado por el virrey Gálvez en 1784, que es tablec ía las relaciones entre hacendados y jornaleros i n d í g e n a s . 6 6 Es verdad que este bando y la ley imper ia l son similares: ambas p r o h i b í a n los castigos corporales, el pago en espe­cie, la servidumbre por deuda, e t c é t e r a . 6 7 Quizás la dife­rencia m á s importante entre las dos disposiciones es que el bando ele Gálvez se aplicaba sólo a los i n d í g e n a s : en cuan­to al endeudamiento, "los operarios de otras castas, como e s p a ñ o l e s plebeyos [ . . . ] , negros, mulatos [ . . . ] mestizos

( ) 5 Carta de Carlota a Maximiliano. 31 de agosto de 1865, en ARRANGOIZ, 1 9 6 8 , p. 648. El énfasis es nuestro.

6 6 ARRANGOIZ, 1968, p. 647 y ZAMACOIS, 1882, t. xvm, p. 88. , w Ley sobre trabajadores, en Colección..., 1865, t. vi, Ministerio de

Gobernación, pp. 185-188; bando dado por D. Matías de Gálvez, 3 de jun io de 1784, en ARRANGOIZ, 1 9 6 8 , pp. 211-214. La ley imperial también pon ía un límite a las horas de trabajo, prohibía laborar en domingos y días feriados, y el trabajo a menores de doce años, impedir que buho­neros vis taran la hacienda, y ordenaba la creación de escuelas gratuitas.

LA POLÍTICA INDIGENISTA DE M A X I M I L I A N O 5 8 5

ele segundo orden [...] como personas hábiles y capaces de contraer,, se les puede adelantar todo lo que pidiesen5 5,5 8 Al no hablar de "indígenas", la ley tampoco mencionaba su innata "inclinación [. . .] a la ociosidad y perjudicial desi­dia". 6 9 Por otro lado, Jaime del Arenal ha subrayado que el proyecto original de la junta recuperaba la legislación colonial "indigenista" —que no se limitaba al bando de Calvez.70 Podemos afirmar entonces que, a pesar del pater-nalismo del joven Habsburgo, éste prefirió no adoptar las medidas protectoras que habían promovido sus antece­sores españoles. La ley del F de noviembre, representó, según Arenal, "una relativa derrota" para el derecho india­no. El emperador, contra la opinión de sus asesores, asegu­ró el principio liberal de igualdad ante la ley, al rechazar co nscien temen te dar un estatus jurídico diferente a la po­blación indígena. 7 1 Quizáz, inspirado por la obra de Pimen-tei , 7 2 consideró que esto sería condenarla a la categoría de subditos "de segunda", permane n te me n te marginados. Al desembarcar en Veracruz, Maximiliano había dicho "que en adelante no quería distinción entre indios y los que no

6 8Bando dado por D. Matías de Gálvez, 3 de junio de 1784 , art, xm, en ARRANGOIZ, 1968, p. 212.

6 9Bando dado por I ) . Matías de Gálvez, 3 de junio de 1784, art. YIII, en ARRANGOIZ, 1968, p. 213.

70ARENAL, 1991, pp. 23-24. 7 1 La publicación del proyecto de lev, en septiembre de 1865 , causó

gran descontento entre los hacendados mexicanos. La abierta hostilidad de los propietarios hacia una lev que dictaba que las deudas de los jor­naleros debían condonarse, que obligaba a que se les diera habitación y que preveía sanciones a los propietarios que no cumplieran con estas disposiciones, bien pudo haber influido sobre la decisión final de Maxi­miliano. Véase "La Sociedad. Actualidades", en La Sociedad, 10, 13, 1 5 y 2 1 , 1865. ARENAL, 1 9 9 1 , p. 28 .

7 2 Para Pimentel, la legislación de Indias representaba una de las cin­co causas de la degradación de los indios, pues ai declarar [los] perpe­tuamente menores, los "[crió] en el encierro, débiles de cuerpo, pobres de espíritu, faltos de exeriencia", en PIMENTEL, 1903 , t. m, p. 110. Es inte­resante que Francisco Pimentel, aunque colaborador fiel del imperio, y, según Luis Vi lloro, uno de los precursores del indigenismo '"moderno" fue uno de los críticos más acérrimos de la Junta Protectora y de la ley de trabajadores.

586 ERIKA PANI

lo [eran] : todos [eran] mejicanos y t e n í a n derecho a [su] sol ic i tud. 7 3

El gobierno imper ia l no p r e t e n d i ó reproducir u n siste­ma de derechos y privilegios especiales para las poblaciones ind ígenas . E l respeto a las leyes de desamor t i zac ión , y su ra­tificación formal el 26 de j u n i o de 1866 ponen de mani­fiesto el compromiso de la pol í t ica imperial con u n modelo de sociedad l iberal , hosti l a las corporaciones y a la pro­piedad comunal. Pero el proyecto imperial fue m á s flexible en su l iberal ismo, 7 4 quizás m á s sensible a ciertos pr incipios de justicia social". J o s é C. Va ladés afirma que Méx ico , con la legislación maximiliana, fue el pr imer país del mundo en tener una ley protectora del trabajo y de los jo rna le ros . 7 5

Esta pos ic ión moderada fue criticada tanto por conserva­dores como por liberales. Si bien, como hemos visto, cier­tos conservadores hubieran favorecido la r e s t a u r a c i ó n de las leyes paternalistas de la colonia, la ley de trabajadores fue atacada t a m b i é n por los liberales, por ser "altamente injuriosa a la m a y o r í a de los propietarios [ . . . ] contraria a la verdad h i s tó r i ca [y] a la d ignidad de M é x i c o " . 7 6 S e g ú n esta crí t ica, las disposiciones de la ley eran "inúti les , injus­tas y a n t i e c o n ó m i c a s " , contrarias a la " e c o n o m í a pol í t ica" , y a d e m á s "algo socialista[s] [ . . . ] al gravar una parte de la sociedad para el mantenimiento de otra" . 7 7

73ZAMACOIS, 1882, t. xvn, p. 281. 7 4 Esta moderac ión fue imposible para los gobiernos de Comonfort y

Juárez, dada la beligerancia del Congreso de 1857 y el ambiente de con­frontación de la guerra de Reforma. Hombres como Ignacio Ramírez, Blas Balcárcel y Policiano Arriaga manifestaron su preocupación sobre los efectos de la legislación reformista que afectaba los sectores más desafortunados de la sociedad. FLORESCANO, 1995, p. 13; Jean Meyer, "La Junta Protectora de las Clases Menesterosas. Indigenismo y agrarismo en el Segundo Imperio", en ESCOBAR, 1993, p. 356.

75VALADÉS, 1993, p. 269. 7 6 "Suplemento: Observaciones al proyecto del reglamento presenta­

do por la Junta Protectora de las Clases Menesterosas sobre el trabajo de los peones y sirvientes de fincas rústicas, por Tomás Moran Civelli, repre­sentante de los labradores del departamento de Tlaxcala", La Sociedad (12oct. 1865).

7 7 "Suplemento al No. 853", firmado por Francisco Pimentel, La Socie­dad, Enrique Florescano describe a Pimentel como "conservador", pero

LA POLÍTICA INDIGENISTA DE MAXIMILIANO 5 8 7

Por su parte, según algunos hacendados y el jefe de las fuer­zas francesas, el mariscal Bazaine, las deudas eran u n mal ne­cesario, pues obligaban a los jornaleros a trabajar. Si éstas se condonaban, los operarios, tan dados a "la ociosidad y a la embriaguez", t rabajar ían sólo lo m í n i m o para mantenerse. Q u e d a r í a n "libres de no hacer nada"; la ley, que se q u e r í a humanitaria, sólo serviría para "poner la pereza al alcance de todos, disminuir los brazos en u n país donde el aumento de la p r o d u c c i ó n y del consumo [era] una necesidad v i ta l . 7 8

Así, la legis lación imper ia l fue, aunque fiel a los pr inc i ­pios liberales, más sensible a los problemas ind ígenas , y pro­c u r ó conciliar los intereses de las comunidades con los del Estado. 7 9 Con la ley del 16 de septiembre de 1866, preten­d i ó remediar los abusos que se h a b í a n hecho de la ley Ler­do para despojar a las comunidades i n d í g e n a s del fundo legal y de los ejidos —que quedaban exentos de la des­a m o r t i z a c i ó n por el a r t í cu lo 8o. de esta ley—, 8 ( ) otorgando a las poblaciones de m á s de 40 habitantes y escuelas de p r i ­meras letras, u n terreno "útil y product ivo" igual al fundo legal, a las poblaciones de m á s de 200 familias, u n espacio de terreno "bastante y product ivo" para ejido y tierras de la­bor, s e g ú n las "necesidades de cada casa".81 La ley sobre te­rrenos de comunidad y de repar t imiento se p r o m o v i ó para atenuar algunos de los perjuicios que p r o d u c í a a los i n d i -pensamos que sus argumentos contra la ley son de un liberalismo eco­nómico manifiesto. FLORESCANO, 1995 , p. 13. Para un estudio de la posi­ble influencia socialista sobre la política imperial, véase ZAYAIA, 1958 , pp. 309-328.

7 8 "Estudio sumario del proyecto relativo a la emancipación de los indios. Observaciones generales", en AGN, ramo Segundo Imperio, Hacien­da (archivo en proceso de organización). "La Sociedad. Actualidades", en La Sociedad, septiembre 13, 1865 .

7 9 Es muy interesante la exposición que hace Jean Meyer de la refor­ma agraria austriaca bajo los reinados de María Teresa y José I I , en la cual se estableció una alianza entre la corona imperial y los campesinos emancipados contra la nobleza nacionalista. Esta experiencia pudo haber servido de referente a Maximiliano, "La Junta Protectora de las Clases Menesterosas. Indigenismo y agrarismo en el Segundo Imperio", en ESCOBAR, 1993 , pp. 330-332 .

8 0 Ley del 2 5 de jun io de 1 8 5 6 , en PAYNO, 1958 , pp. 8 5 - 9 1 . " 8 1 Moisés González Navarro, en CASO, 1 9 7 3 , p. 233 .

588 ERIKA PANI

genas el sistema de denuncia: muchos de los arrendatarios de terrenos de manos muertas, que no estaban conscientes de la ley Lerdo, no se h a b í a n presentado ante la autor idad para que los terrenos arrendados les fueran adjudicados. Gran parte de estos terrenos h a b í a n sido adjudicados a especuladores que dejaron sin tierras a los vecinos del pue­blo. La ley sobre terrenos los c e d í a "en plena propiedad a los naturales y vecinos de los pueblos a que pertenecen", aun­que "sin perjuicio del derecho anterior ole propiedad ad­qu i r ido por otro". La ad jud icac ión de estos terrenos se ha­ría "p re f i r i éndose los pobres a los ricos, los casados a los solteros, los que t ienen familia a los que no la tienen". Si los bienes fueran muy abundantes y sobraran d e s p u é s del reparto se p o d r í a n enajenar, y los r éd i to s de esta venta se inver t i r í an en "obras út i les dentro de los mismos pueblos. 8 2

Así, vemos c ó m o la legislación imperia l de ninguna manera p r e t e n d í a proteger formas de vida y de p r o d u c c i ó n tradicio­nales, sino que, al igual que los gobiernos liberales, p r o p o n í a integrar a estas comunidades a una e c o n o m í a dinamizada por la propiedad privada. Pero estas medidas t a m b i é n demues­tran que se i n t e n t ó ofrecer a las comunidades i nd ígenas una especie de paliativo en su "tránsi to a la modernidad" . 8 '

"LOS NATURALES DE LOS P U E B L O S . . . CONFIADOS EN L A PATERNAL PROTECCIÓN DE VüESTRA MAGESTAD, QUE DECIDIDO A MEJORAR

LA CONDICIÓN DE LOS POBRES INDIOS, HA CRIADO UNA JUNTA QUE LOS

PROTEJA Y QUE OYENDO SUS QUEJAS LAS TRASMITA A VUESTRA M A G E S T A D " 8 4

El archivo de la j u n t a Protectora de las Clases Menestero­sas ha sido una fuente privilegiada para este trabajo, pues

8 2 Ley sobre terrenos de comunidad y de repartimiento, 26 de junio de 1866. AGN, JPCM, vol. 4.

s s jean Meyer: "La Junta Protectora de las Clases Menesterosas. Indi­genismo y agrarismo en el Segundo Imperio", en ESCOBAR, 1993, p. 330. Meyer sugiere que, para salvar el anacronismo, Maximiliano inventó el "liberalismo social". ARENAL, 1991, p. 7.

8 4 Carta a Maximiliano de los Naturales de jalapa, 31 de mayo de 1865, en AGN, JPCM, vo l . l .

LA POLÍTICA INDIGENISTA DE MAXIMILIANO 589

representa la punta de lanza del proyecto indigenista. Co­rno organismo, era el pun to de contacto entre los ind íge­nas y las autoridades. Su d o c u m e n t a c i ó n nos permite escuchar tanto las voces de los indios como las de las auto­ridades. El discurso de ios i n d í g e n a s , aun tomando en cuenta el tono exagerado y m e l o d r a m á t i c o utilizado para dar realce a sus peticiones, nos p in ta u n cuadro deplorable de la vida dentro de las comunidades i n d í g e n a s . Estos pue­blos parecen representar el sector m á s depr imido y opr i ­m i d o de la sociedad: son "infelices", "faltos de experiencia y de buenas relaciones", "pobres", "desvalidos", "de triste c o n d i c i ó n " , "humildes", "menesterosos", "de peor condi­c i ó n que las bestias", "miserables", "desgraciados"; estaban "hundidos en la m á s espantosa miseria", se abusaba de "su ignorancia y sencillez", eran "víctimas de su impotencia" y de u n "despojo completo y escandaloso".813 Totalmente mar­ginados antes de la llegada del imper io , les era imposible acceder a los mecanismos de p r o t e c c i ó n y defensa que esta­b l e c í a la sociedad:

Yremos tranquilos, satisfechos y seguros de hallar en Vuestra Magestad el amparo que necesitamos, porque somos desvali­dos. Otros, Señor, se defienden por sí solos y suelen alcanzar lo que desean: a nosotros, nuestra triste condición nos hace perder las más veces hasta lo que nos es debido por la mas rigorosa j ust icia. 8 Í )

A l leer estos expedientes sentimos que los i n d í g e n a s eran víc t imas no sólo de una m a r g i n a c i ó n social e institu­c i o n a l sino t a m b i é n espacial y geográf ica : no pueden hacer valer sus derechos por los "menoscabos" que les cau­san "las necesidades de estar haciendo continuos viajes a

8 5 A G N , JPCM, vols. 1-5. 8 6 Carta de los Naturales del pueblo de la Resurrección a Maximilia­

no, junio de 1865, AGN, JPCM, vol. 1. La beligerancia de los litigios pro­movida por las poblaciones indígenas durante gran parte del siglo xix debe matizar de manera importante esta percepción. Véase el decreto expedido por el gobierno del estado de Ve ra cruz, 2 de ju l io de 1861, en AGN JPCM, vol. 1.

5 9 0 ERIKA PANI

esta capital [ . . . ] la p rec i s ión ele abandonar entre tanto nuestras familias y las urgentes tareas de que exclusiva­mente sacamos nuestra escasa subsistencia". 8 7

Esta imagen de marginal idad era aceptada por la j u n ­ta: los i n d í g e n a s , "por su pobreza; su envilecimiento como conquistados y su poco saber en la l eg i s l ac ión" 8 8 se hallaban en u n estado lamentable. ¿ Q u é p r o p o n í a la j u n ­ta para mejorar su s i tuación? Estaba siempre dispuesta a escuchar las solicitudes que le eran enviadas, aunque se tratara de exposiciones que "si [ . . . ] se hub ie ra [n ] presen­tado en u n juzgado de letras cualquiera ó subprefectura, la oficina la[s] hubiera desechado por no venir en for­ma" . 8 9 La percibimos como una ins t i tuc ión tolerante y b e n é v o l a , pero con objetivos precisos: "hacer real y efecti­va respecto de [los i n d í g e n a s ] la just icia y equidad con que los [ a t e n d í a ] S. M . el Emperador" . 9 0 Sus d i c t á m e n e s estaban profundamente imbuidos de esta act i tud legalista y, de alguna manera, l imi tada . 9 1

Así, no se daba normalmente u n dictamen conclusivo hasta que los pueblos acreditaran con documentos (mer­cedes, actas de f u n d a c i ó n , prueba evidente de su ocupa­c ión no in te r rumpida , e t cé te ra ) su derecho a las tierras o aguas que reclamaban. 9 2 La jun ta actuaba firmemente ape­gada a las leyes del imper io y a los "sanos principios de la ciencia e c o n ó m i c a " . 9 3 Afi rmaba que "no [era] convenien­te" que sobrevivieran los terrenos p o s e í d o s y administrados

8 / Carta de los vecinos de San Lorenzo Atlacomulco a lajunta, 1 Q de junio de 1865 , en A G N J P 6 M , vol. 1 .

8 8 "Lajunta Auxiliar de Guadalajara proponiendo...", ju l io de 1866 , AGN, JPCM, vol. 4.

89"Jalapa y anexos piden que S. M« el Emperador se digne...", junio de 1865 , AGN,/PCM, vol. 1 .

9 0 Carta de Galicia Chimalpopoca al ministro de Gobernación, agos­to de 1 8 6 5 , AGN,/PCM, vol. 4.

9 1POWELL, 1974 , p. 116. 9 2 Véase "El ayuntamiento de Santo Domingo Chimalhuacán Ateneo

habiendo obtenido a aquella localidad por mercedes...", 2 4 de mayo de 1865, AGN,/PCM, vol. 1 .

9 3 "Algunos vecinos de Hueypotla [ . . . ] solicitando el reparto entre los más pobres de algunos terrenos [ . . . ] " , agosto de 1865 , AGN, JPCM, vol. 2 .

LA POLÍTICA INDIGENISTA DE MAXIMILIANO 591

en c o m ú n po r los pueb los . 9 4 N o i n t e r v i n o en favor de los "más de m i l " arrendatarios de la hacienda San Javier, que iban a ser arrojados de los terrenos que arrendaban "desde t iempo inmemor ia l , " porque "obligar [al arrenda­d o r ] a cont inuar el arrendamiento es atacar sus derechos de propiedad, que tanto respetan y veneran las leyes". 9 5 La j u n t a no d e f e n d í a lo que hoy p o d r í a m o s l lamar "derechos i n d í g e n a s " , sino los derechos de los i n d í g e n a s como ciu­dadanos —comunes y corrientes— del imper io . Estaba dis­puesta a escuchar a los indios y a apoyarlos si actuaban dentro de l marco normativo que es tab lec ía el gobierno imper ia l .

Como hemos visto, la j u n t a actuaba entonces para "pro­mover" la t r a n s f o r m a c i ó n de los i n d í g e n a s en ciudadanos modernos, y de preferencia p e q u e ñ o s propietarios. ¿Pre­t e n d í a n llevar a cabo esta t r a n s f o r m a c i ó n solamente en el á m b i t o e c o n ó m i c o ? P o d r í a m o s pensar, dado lo fascinados que p a r e c í a n los emperadores con las ch i r imías , bailes y plumas de los i n d í g e n a s , que la po l í t i ca imper ia l no inter­v e n d r í a en las manifestaciones culturales de estas pobla­ciones, que ac tua r í a quizás para promoverlas y protegerlas. Sin embargo, la ley de pol ic ía general del imper io p r o h i b í a "rigorosamente [ . . . ] las diversiones ó bailes llamados vul­garmente velorios que suelen tener lugar con motivo de la muerte de los p á r v u l o s " . 9 6 La j un t a , en u n lenguaje muy similar al del ilustrado virrey Revillagigedo cuando proh i ­b i ó la salida de "armados" en las procesiones de semana santa, 9 7 e s t ab lec ió que las danzas efectuadas por los ind í ­genas durante las fiestas religiosas "á mas de ser contrarias a la civil ización actual, les son onerosas por tener que in -

9 4 "Algunos vecinos de Hueypotla [ . . . ] solicitando el reparto entre los más pobres de algunos terrenos [ . . . ] " , agosto de 1865, AGN,/PCM, vol. 2.

9 5 "D. Pablo González, teniente de Alcalde del pueblo de San Mateo Ixtlahuaca [... ] sobre amparo y posesión de unos terrenos [ . . . ] " , julio de 1866, AGN, fPCM, vol. 5.

9 6 C a p í t u l o 9: Diversiones públicas, art. 72, en Colección..., 1865, t. vi, Ministerio de Gobernación, p. 95.

9 7 AGN. Ramo Historia, vol. 437, Festividades civiles y religiosas, 1762-1822.

592 ERIKA PANI

vertir para satisfacerlas, recursos que e m p l e a r í a n mejor en cultivar sus bienes". Por esto, bailes, trajes "que a d e m á s de r id ícu los son costosos", y "exib ic ión de í d o l o s " d e b í a n prohib i rse . 9 8

¿Cuál era la acti tud de la j u n t a hacia otros aspectos de la cul tura i n d í g e n a ? En el Estatuto provisional del Imperio Mexi­cano, se indica que una de las atribuciones del Minister io de I n s t r u c c i ó n Púb l i ca y Cultos es "promover la e n s e ñ a n ­za de las antiguas lenguas i n d í g e n a s " , a la par que la de las lenguas clásicas y orientales. 9 9 Para poder elaborar u n pro­grama de e d u c a c i ó n pr imar ia para "la j u v e n t u d desvali­da", la j u n t a p i d i ó informes a todos los prefectos sobre las lenguas i n d í g e n a s que se hablaran en los departamentos, sobre los establecimientos donde ocasionalmente se ense­ñ a r a n , y si se util izaban para inculcar los pr imeros conoci­mientos a las "clases menesterosas". Sol ici tó , a d e m á s , que se le enviaran copias de obras escritas "en los referidos idio­mas". 1 0 0 Sólo conocemos la respuesta del prefecto de Jalis­co, que confirma que en el departamento se hablaban cora o nayarit, o t o m í , hu icho l , tarahumaro y tarasco; que hasta la Reforma los franciscanos y los religiosos del convento de Zapopan h a b í a n e n s e ñ a d o algunos de estos idiomas; y que los l ibros se h a b í a n perdido con la ru ina de los conven­tos. 1 0 1 ¿ H a b r á n tenido en mente los miembros de la j u n t a a l g ú n proyecto de e d u c a c i ó n bás ica en lengua ind ígena? Lo ignoramos. L o cierto es que el p lan de estudios del imper io inc lu ía , para la i n s t rucc ión pr imaria , principios de re l ig ión —no necesariamente la ca tó l ica—, urbanidad, lec­tura, caligrafía, a r i tmé t i ca , conocimientos del sistema m é t r i c o decimal y del que se h a b í a usado c o m ú n m e n t e en

9 8 "Informe del comandante militar de San Luis de la Paz al Mariscal Bazaine [ . . . ] " , septiembre de 1865, AGN, JPCM, vol. 2.

" " D e l ministerio de instrucción pública y cultos", art. 18, en Colec­ción. .., t. i , p. 25.

1 0 0 "Junta Protectora de las Clases Menesterosas", Diario del Imperio (28 j u n . 1865).

1 0 1 'Junta Protectora de las Clases Menesterosas", Diario del Imperio (22 ago. 1865).

LA POLÍTICA INDIGENISTA DE MAXIMILIANO 5 9 3

la n a c i ó n , a d e m á s de g ramá t i ca castellana, 1 0 2 pero no men­cionaba las lenguas ind ígenas . En el imper io , la ins t rucc ión elemental d e b í a ser "accesible a todos, p ú b l i c a [ . . . ] gra­tui ta [ . . . ] ob l iga tor ia" 1 0 3 y en e s p a ñ o l .

No aparece, entre las disposiciones promovidas por el go­bierno imper ia l , n inguna que pretenda defender la "iden­t idad cu l tura l" de los i n d í g e n a s . E l proyecto "indigenista" del imper io se p r o p o n í a integrar al i n d í g e n a al modelo e c o n ó m i c o y cultural vigente e incluso, borrar aquellas cos­tumbres que, aunque consideradas pintorescas por los emperadores, lo m a n t e n í a n al margen del progreso de la n a c i ó n . E l proyecto imper ia l rechazaba í n t e g r a m e n t e una fo rma de vida porque la pobreza y el aislamiento eran par­te integral de ésta. Carlota hablaba

[... ] de la necesidad de devolver la humanidad a millares de hombres, cuando se llama[ba] de tan lejos a la colonización, y de hacer que [cesara] una llaga a que la independencia no había traído sino un remedio ineficaz, puesto que ciudadanos de hecho, los indios habían quedado en una abyección desas-

1 0 4

trosa.

La marginal idad de los i n d í g e n a s no representaba sólo una s i tuac ión penosa desde u n pun to de vista humanitar io. Significaba t a m b i é n que una parte i m p o r t a n t e 1 0 5 de los recursos humanos del pa ís no se aprovechaba, mientras se afirmaba que Méx ico necesitaba i n m i g r a c i ó n . La so luc ión , p r o p o n í a Francisco Pimentel, era "que el nombre de 'raza' desaparezca de entre nosotros, no sólo de derecho sino 'de hecho'; queremos que en el país no haya m á s que unas mis-

1 0 2ARENAL, 1978 , p. 84 . 1 0 3 Carta de Maximiliano al ministro Silíceo, 1 1 de jun io de 1865 , en

BÄSCH, 1 9 5 3 , pp. 31-34. 1 0 4 Carta de Carlota a Maximiliano, 3 1 de agosto de 1865 , en ARRAN-

GOIZ, 1968 , p. 6 4 8 . 1 0 5 Según las estadísticas de la Sociedad Mexicana de Geografía y Esta­

dística, en 1 8 6 4 había 2 5 7 0 8 3 0 indígenas de un total de 8 6 2 9 9 8 2 habi­tantes. PIMENTEL, 1903 , t. ni, p. 120 .

594 ERIKA PANI

mas costumbres e iguales intereses". 1 0 6 La so luc ión al "pro­blema i n d í g e n a " era el mestizaje: "mientras el ind io era 'sufrido' , el mestizo era verdaderamente 'fuerte'", argu­mentaba P imente l . 1 0 7 Se proyectaba u n pa ís h o m o g é n e o , en donde no se enfrentaran dos razas enemigas. Este deseo de i n t e g r a c i ó n y de as imi lac ión , se refleja en el discurso de Maximi l iano para la i n a u g u r a c i ó n de la estatua de Morelos en la plaza Guardiola:

Celebramos hoy la memor ia de u n hombre que salió de la m á s h u m i l d e clase del pueblo [ . . . ] Representante de las razas mix­tas, a que el falso orgul lo de los hombres, s e p a r á n d o s e de los preceptos sublimes de nuestro d iv ino Evangelio, no da el apre­cio debido [ . . . ] Méx ico tiene la dicha, como país l ibre y demo­c rá t i co , de mostrar la his toria de su renac imiento y de su l iber tad , representada por h é r o e s de todas las clases de la sociedad humana, de todas las razas que ahora fo rman una n a c i ó n i n d i v i s i b l e . 1 0 8

CONCLUSIÓN

Como hemos visto, Maximi l i ano y quienes part iciparon con él en el proyecto indigenista del imper io , ve ían a la p o b l a c i ó n i n d í g e n a no como una comunidad nacional dis­tinta, con derechos propios, sino como una p o b l a c i ó n mar­ginada. La m a r g i n a c i ó n del i n d í g e n a representaba u n problema tanto humano como e c o n ó m i c o para la n a c i ó n , pues se t r a d u c í a en la pobreza de las comunidades y en el desperdicio de fuerzas productivas. A pesar de la s impat ía que s e n t í a n los emperadores por el exotismo del i n d í g e n a , las medidas que aplicaron, ponen en evidencia u n esfuer­zo por integrarlo a la sociedad. El mestizaje —asimilación físi­ca, la i n t e g r a c i ó n llevada hasta su ú l t i m a expresión—- se p e r c i b i ó como el mecanismo ideal para solucionar el pro­blema. Se i m p o n í a n desde arr iba para lograr esta integra-

1 0 6PIMENTEL, 1903, t. m, p. 148. Véase también BARREIRO, 1864, pp. 7-8. 1 0 7PIMENTEL, 1903, t. m, p. 145. 1 0 8ZAMACOIS, 1882, t. xvm, pp. 172-173.

LA POLÍTICA INDIGENISTA DE MAXIMILIANO 5 9 5

c ión , criterios ilustrados, liberales, individualistas: en fin, se le p e d í a al i n d í g e n a , como dice Luis Vi l lo ro , "que dejara de ser i n d í g e n a " . 1 0 9

Sin embargo, no hay que olvidar que el establecimiento de una po l í t i ca e spec í f i camen te indigenista a escala nacio­nal —anteriormente hab ía , en ciertos estados, instituciones como los abogados de i n d i o s — 1 1 0 era una novedad. Los objetivos finales del gobierno de Maximi l iano en cuanto a la p o b l a c i ó n i n d í g e n a —su as imi lac ión a una sociedad "moderna"— son muy similares a los de los llamados gobiernos liberales. Pero mientras éstos se conformaron con exaltar los dogmas de l ibertad e igualdad formales, el gobierno imper ia l c r e ó una serie de mecanismos concilia­dores para facilitar la i n t e g r a c i ó n de los i n d í g e n a s .

Los indios representaron el elemento que m á s se resis­tió al proyecto de n a c i ó n que p r o p o n í a n los hombres púb l i cos de l M é x i c o d e c i m o n ó n i c o . 1 1 1 En momentos de crisis fueron acusados de ser los culpables del fracaso de México para consolidarse como n a c i ó n . 1 1 2 A lo largo de los pr imeros 40 a ñ o s de vida independiente la clase polí t i ­ca mexicana, que trataba de construir una sociedad de individuos, moderna e igualitaria, r e c h a z ó legislar para u n sector específ ico de la sociedad —salvo en casos de "impe­riosa necesidad"—•, aun cuando los constantes litigios indí ­genas para la defensa de sus tierras y las insurrecciones é tn icas (Yucatán , sierra Gorda, Nayarit, S o n o r a ) 1 1 3 p o n í a n de manifiesto de manera dolorosa la especificidad del pro­blema i n d í g e n a y la insuficiencia de la igualdad formal para resolverlo. Pensamos que la pol í t ica indigenista impe­r ia l —ya sea por la s impa t í a que s e n t í a n los emperadores hacia los i n d í g e n a s , por propaganda o por quedar bien en

1 0 9VILLORO, 1 9 7 9 , p. 183 . 1 1 0 En Jalisco, desde 1856 , el séptimo jurado de letras debía ocupar­

se sólo de los "negocios de tierras de 'los llamados indígenas '" . Moisés González Navarro, en CASO, 1973 , p. 223 .

1 1 1 LIRA, "Los indígenas y el nacionalismo mexicano", en El naciona­lismo..., 1986 , p. 2 0 .

112FLORESCANO, 1 9 9 5 , p. 14. 1 1 3 Moisés González Navarro, en CASO, 1973 , p. 2 7 1 .

596 ERIKA PANI

Europa— fue m á s sensible a esta especificidad. Estaba dis­puesta a dar voz a los i n d í g e n a s , a concederles u n lugar dent ro del espacio p ú b l i c o y darles "paso l ibre para lle­gar sin tropiezos hasta el T r o n o " . 1 1 4 Este cambio se refleja t a m b i é n en lo relativo al del "pensamiento indigenista". C o n Francisco Pimentel, el indigenismo "da u n paso deci­sivo [ . . . ] ya no se presenta fundamentalmente ligado a la historia, sino a la sociedad y a la e c o n o m í a [ . . . ] sólo ahora se u t i l i zará s i s t e m á t i c a m e n t e el problema i n d í g e n a como prob lema humano" . 1 1 5

Hasta ahora hemos dejado a u n lado los efectos de la p o l í t i c a indigenista de Maximi l i ano porque quedan fuera del enfoque de este trabajo. Sin embargo, la revisión de las fuentes ha sido angustiante: nos ha dejado con la impre­s ión de que las cosas han cambiado poco en m á s de 130 a ñ o s . Conocemos de manera superficial la s i tuac ión ind í ­gena actual, pero los problemas de m a r g i n a c i ó n de esta p o b l a c i ó n , puestos en relieve actualmente por los sucesos ocurridos en Chiapas y en la sierra tarahumara, siguen sien­do los mismos. Continuamos hablando hoy d ía de margi­n a c i ó n e c o n ó m i c a , geográf ica , inst i tucional y cultural . Por esto nos parece importante ofrecer algunas reflexiones prel iminares sobre los resultados de la po l í t i ca indigenista de Maximi l i ano .

Es difícil hablar de los resultados cuando no disponemos de u n trabajo de inves t igac ión lo suficientemente sól ido al respecto. Se puede afirmar que los efectos de las medidas maximilianas fueron modestos. El imper io d u r ó menos de tres a ñ o s , de guerra constante, durante los cuales nunca se l o g r ó afianzar el poder imper i a l en la total idad del terri to­r i o . D i f í c i lmen te sus disposiciones hubieran podido arrai­garse y madurar. A d e m á s , si b ien sabemos que la j u n t a t r aba jó m u c h o , 1 1 6 sus archivos no indican el resultado de

1 1 4 "Florencio Galindo, Aniceto Chávez yJosé Cleópas Anguiano, veci­nos del pueblo de San Juan Jiquilpa...", AGN, JPCM, vol. 2

1 1 5 VILLORO, 1979 , p. 178. l l b Jean Meyer: "LaJunta Protectora de las Clases Menesterosas. Indi­

genismo y agrarismo en el Segundo Imperio", en ESCOBAR, 1993 , p. 334 .

L A P O L Í T I C A I N D I G E N I S T A D E M A X I M I L I A N O 597

los casos abordados. La m a y o r í a de los expedientes termi­nan con una solicitud de m á s d o c u m e n t a c i ó n por parte de la jun ta . A d e m á s , como ó r g a n o consultivo, el cumpl imien­to de sus disposiciones d e p e n d í a de la buena voluntad de otras autoridades, ya fuera dentro del Ministerio de Gober­n a c i ó n , del Archivo Imper i a l o de los municipios. La clase pol í t ica, tanto dentro de la m i n o r í a conservadora o l iberal imperialista, como en el á m b i t o munic ipal , r e c h a z ó las medidas —como la ley de trabajadores— que afectaban los intereses de los hacendados. La ley sobre terrenos de comunidad t a r d ó diez meses en promulgarse porque los obs tacul izó la guerra sorda que le l ib ra ron los ministros de M a x i m i l i a n o . 1 1 7 En el á m b i t o local, es el consenso de los que han estudiado este f e n ó m e n o —con la e x c e p c i ó n no­table de Jean M e y e r — 1 1 8 que las disposiciones imperiales fueron "letra muer ta" . 1 1 9 Como atestiguaba Juan C a t a ñ o y Calvo, presidente de la Junta auxiliar de Cuautla:

Con aquellos pueblos indígenas, por estar aqueyas autorida­des en conbibencia con los Sres Acendados, que por nohir contra estos, no handado el lebe cumplimiento a las Leyes que Su Magestad adecretado en pro del Pueblo Mexicano, ciño que ami me consta que les andado Carpetazo, y los pobres pueblos llorando sus continuas soledades.120

Sin embargo, tanto A n d r é s L i r a como Jean Meyer sugie­ren que el imper io "desact ivó" una s i tuación intranqui la en

1 1 "Jean Meyer: "La Junta Protectora de las Clases Menesterosas. Indi­genismo y agrarismo en el Segundo Imperio", en ESCOBAR, 1993, p. 347.

1 1 8 Con el caso de Ocoyoacac, Meyer muestra cómo, gracias al apoyo constante de Maximiliano, la junta logró imponerse al Consejo, afir­mando que los terrenos de comunidad y repartimiento, aunque hubie­ran estado dedicados al culto, no eran terrenos eclesiásticos —lo que hubiera permitido que fueran nacionalizados. Jean Meyer, "La Junta Protectora de las Clases Menesterosas. Indigenismo y agrarismo en el Segundo Imperio", en ESCOBAR, 1993, pp. 347 y 357-363.

1 1 •'John A. Dabbs: "The indian policy of the Second Empire", en Cor-NER y CASTAÑEDA, 1958, p. 119 y POWELL, 1974, p. 116.

1 2 0 " E l Presidente de la Junta auxiliar de Cuautla quejándose. . ." , AGNJPCM, vol. 5.

598 ERIKA PANI

el mejor de los casos, y abiertamente violenta en el peor . 1 2 1

Que las autoridades de la R e p ú b l i c a restaurada hayan con­servado a la Junta Auxi l i a r de Guadalajara —y la trans­fo rmaron en la Junta F i l a n t r ó p i c a Defensora de la Clase I n d í g e n a — es testimonio de la efectividad de ésta como ó r g a n o conci l iador . 1 2 2 ¿ C ó m o s u c e d i ó esto, si se supone que el efecto de las disposiciones imperiales fue casi nu lo en el Méx ico rural? H a b r í a que revisar cuidadosamente los archivos municipales, y los expedientes de Bienes Comu­nales en el archivo de la Secre ta r í a de la Reforma Agra r i a 1 2 3

para ver lo que impl icó realmente la pol í t ica imperia l en el á m b i t o local. Independientemente de esto, pensamos que si las instituciones "indigenistas" del imper io lograron con­tener una s i tuac ión explosiva fue porque promovieron el d i á l o g o entre los i n d í g e n a s y la autor idad central. Algunas medidas promulgadas por el emperador, como el reparto de terrenos de comunidad a "vecinos y naturales" de los pueblos, r e s p o n d í a n directamente a preocupaciones ex­presadas en cartas enviadas a la j u n t a . 1 2 1

La po l í t i ca imper ia l hacia los indios, tal como la polí t i ­ca de los gobiernos liberales precedentes, t e n í a objetivos precisos que no tomaban en cuenta algunos "derechos i n ­d í g e n a s " como el derecho a la propiedad comunal . Como hemos visto, la n a c i ó n que p r e t e n d í a construir el imper io era la del ideal l iberal: una n a c i ó n de individuos iguales ante la ley cuya e c o n o m í a era impulsada por la propiedad privada y el l ibre mercado. ¿ P o d e m o s entonces hablar de u n proyecto "indigenista"? Pensamos que sí, pues si bien no protege los derechos "tradicionales" de las comunidades in ­d í g e n a s , afronta, como no quisieron hacerlo los gobiernos

1 2 1 LIRA, 1983, p. 271 y MEM:R, 1984, p. 45. 1 2 2MEYER , 1984, p. 45. 1 2 3 Agradezco esta sugerencia al doctor Andrés Lira. El expediente de

Ocoyoacac que cita Jean Meyer se encuentra en el ramo Gobernación. 1 2 4 "La Junta auxiliar de Jalapa sobre terrenos de comunidad [ . . . ] " ,

mayo de 1865, AGN, JPCM, vol. 5. Mariano Reyes, presidente de la jun­ta, temía que con la enajenación de estos terrenos quedaran los indios sin tierra, "reducidos ó a buscar un miserable y eventual jornal; ó entre­gándose a la ociosidad y vagamundería" .

LA POLÍTICA INDIGENISTA DE MAXIMILIANO 599

d e c i m o n ó n i c o s anteriores, la existencia de u n "problema i n d í g e n a " que iba m á s allá del rezago de la desigualdad le­gal heredado de la colonia, y es tá consciente de la necesi­dad de crear, con ca rác te r nacional y de manera abier ta , 1 2 5

mecanismos específicos para resolverlo. La originalidad del proyecto de Maximil iano frente a los gobiernos liberales se encuentra m á s en la forma que en el objetivo final. La acti­t u d de los emperadores hacia los indios, descrita en la p r i ­mera parte de este trabajo, s e n t ó acaso el tono m á s flexible y quizás algo paternalista del proyecto imper ia l . De mane­ra importante , hizo que la autor idad fuera percibida como accesible para los i n d í g e n a s : el imper io estaba dispuesto a escucharlos. Quizás Niceto de Zamacois t en í a r azón : el en­tusiasmo que generaron Maximi l i ano y Carlota entre la p o b l a c i ó n i n d í g e n a se d e b í a a que "era una novedad para ellos verse invitados a tomar parte en la cosa p ú b l i c a " . 1 2 6

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1 2 5 Podr íamos quizás hablar de poyectos indigenistas "vergonzantes", que se aplicaban a regañadientes frente a necesidades administrativas abrumadoras, como el ya mencionado establecimiento de un juzgado de indios en Jalisco en 1856. Moisés González Navarro, en CASO, 1973, p. 223.

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