audiencia 09 sep 2015

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El Santo Padre dará inicio a la audiencia general. Que introducirá con el signo de la cruz y el saludo litúrgico. Preparémonos a escuchar sus palabras y a recibir su bendición. Santo Padre: En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. R. Amen Santo Padre: La Paz este con ustedes. R. y con tu Espíritu. Lectura del evangelio según san Mateo 10, 37-39 La familia: 25. Evangelización. Queridos hermanos y hermanas, En este último tramo de nuestro camino de catequesis sobre la familia, abrimos la mirada sobre el modo en que ella vive la responsabilidad de comunicar la fe, de transmitir la fe, sea en su interior como al exterior. En un primer momento, nos pueden venir a la mente algunas expresiones evangélicas que parecen contraponer los vínculos de la familia y el seguimiento de Jesús. Por ejemplo, aquellas palabras fuertes que todos conocemos y hemos escuchado: “El que ama a su padre o a su madre más que a mí, no es digno de mí; el que ama a su hijo o a su hija más que a mí, no es digno de mí; el que no toma su cruz y me sigue, no es digno de mí”. Naturalmente, ¡Jesús no quiere anular el cuarto mandamiento con esto! Se trata del primer gran mandamiento hacia las personas. Los tres primeros están en relación con Dios, este en relación con las personas… ¡es grande! Y ni siquiera podemos pensar que el Señor, después de haber realizado su primer milagro para los esposos de Caná, después de haber consagrado el vínculo conyugal entre el hombre y la mujer, después de haber restituido a los hijos y las hijas a la vida familiar, ¡nos pida ser insensibles a estos vínculos! Esa no es la explicación, ¡no! Al contrario, cuando Jesús afirma la primacía de la fe en Dios, no encuentra una comparación más significativa que la de los afectos familiares. Y, por otro lado, estos mismos vínculos familiares, dentro de la experiencia de fe y del amor de Dios, se transforman, son “llenados” de un sentido más grande y son capaces de trascender a sí mismos, para crear una paternidad y una maternidad más amplias, y para acoger como hermanos y hermanas también aquellos que están al margen de cualquier vínculo. Un día, a quien le dijo que afuera estaban su madre y sus hermanos que lo buscaban, Jesús respondió, indicando a sus discípulos: “¡Estos son mi madre y mis hermanos! Porque el que hace la voluntad de Dios, ese es mi hermano, mi hermana y mi madre”. La sabiduría de los afectos que no se compran y no se venden es la mejor dote del genio familiar. Especialmente en la familia aprendemos a crecer en aquella atmósfera de la sabiduría de los afectos. Su “gramática” se aprende allí, de otra manera es muy difícil aprenderla. Y es precisamente este lenguaje a través del cual Dios se hace comprender por todos. La invitación a poner los vínculos familiares en el ámbito de la obediencia de la fe y de la alianza con el Señor no los mortifica; al contrario, los protege, los desvincula del egoísmo, los protege de la degradación, los lleva a un lugar seguro para la vida que no muere. La fluidez de un estilo familiar en las relaciones humanas es una bendición para los pueblos: devuelve la esperanza a la tierra. Cuando los afectos familiares se dejan convertir al testimonio del Evangelio, son capaces de cosas impensables, que hacen tocar con la mano las obras que Dios realiza en la historia, como aquellas que Jesús ha hecho para los hombres, las mujeres, los niños que ha encontrado. Una sola sonrisa milagrosamente arrancada a la desesperación de un niño abandonado, que vuelve a vivir, nos explica el modo de actuar de Dios en el mundo más que mil tratados teológicos. Un solo hombre y una sola mujer, capaces de arriesgar y de sacrificarse por un hijo de otros, y no solo por el propio, nos explican cosas del amor que muchos científicos no comprenden más. Donde están estos afectos familiares brotan estos gestos del corazón que nos hablan más fuerte que las palabras, el gesto del amor, esto hace pensar. La familia que responde a la llamada de Jesús devuelve la dirección del mundo a la alianza del hombre y de la mujer con Dios. Piensen en el desarrollo de este testimonio, hoy. Imaginemos que el timón de la historia (de la sociedad, de la economía, de la política) sea entregado --¡por fin!-- a la alianza del hombre y de la mujer, para que lo

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PAPA FRANCISCO

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Page 1: Audiencia 09 Sep 2015

El Santo Padre dará inicio a la audiencia general. Que introducirá con el signo de la cruz y el saludo litúrgico. Preparémonos a escuchar sus palabras y a recibir su bendición. Santo Padre: En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. R. Amen Santo Padre: La Paz este con ustedes. R. y con tu Espíritu.

Lectura del evangelio según san Mateo 10, 37-39

La familia: 25. Evangelización. Queridos hermanos y hermanas, En este último tramo de nuestro camino de catequesis sobre la familia, abrimos la mirada sobre

el modo en que ella vive la responsabilidad de comunicar la fe, de transmitir la fe, sea en su interior como al exterior.

En un primer momento, nos pueden venir a la mente algunas expresiones evangélicas que parecen contraponer los vínculos de la familia y el seguimiento de Jesús. Por ejemplo, aquellas palabras fuertes que todos conocemos y hemos escuchado: “El que ama a su padre o a su madre más que a mí, no es digno de mí; el que ama a su hijo o a su hija más que a mí, no es digno de mí; el que no toma su cruz y me sigue, no es digno de mí”.

Naturalmente, ¡Jesús no quiere anular el cuarto mandamiento con esto! Se trata del primer gran mandamiento hacia las personas. Los tres primeros están en relación con Dios, este en relación con las personas… ¡es grande! Y ni siquiera podemos pensar que el Señor, después de haber realizado su primer milagro para los esposos de Caná, después de haber consagrado el vínculo conyugal entre el hombre y la mujer, después de haber restituido a los hijos y las hijas a la vida familiar, ¡nos pida ser insensibles a estos vínculos! Esa no es la explicación, ¡no! Al contrario, cuando Jesús afirma la primacía de la fe en Dios, no encuentra una comparación más significativa que la de los afectos familiares. Y, por otro lado, estos mismos vínculos familiares, dentro de la experiencia de fe y del amor de Dios, se transforman, son “llenados” de un sentido más grande y son capaces de trascender a sí mismos, para crear una paternidad y una maternidad más amplias, y para acoger como hermanos y hermanas también aquellos que están al margen de cualquier vínculo. Un día, a quien le dijo que afuera estaban su madre y sus hermanos que lo buscaban, Jesús respondió, indicando a sus discípulos: “¡Estos son mi madre y mis hermanos! Porque el que hace la voluntad de Dios, ese es mi hermano, mi hermana y mi madre”.

La sabiduría de los afectos que no se compran y no se venden es la mejor dote del genio familiar. Especialmente en la familia aprendemos a crecer en aquella atmósfera de la sabiduría de los afectos. Su “gramática” se aprende allí, de otra manera es muy difícil aprenderla. Y es precisamente este lenguaje a través del cual Dios se hace comprender por todos.

La invitación a poner los vínculos familiares en el ámbito de la obediencia de la fe y de la alianza con el Señor no los mortifica; al contrario, los protege, los desvincula del egoísmo, los protege de la degradación, los lleva a un lugar seguro para la vida que no muere. La fluidez de un estilo familiar en las relaciones humanas es una bendición para los pueblos: devuelve la esperanza a la tierra. Cuando los afectos familiares se dejan convertir al testimonio del Evangelio, son capaces de cosas impensables, que hacen tocar con la mano las obras que Dios realiza en la historia, como aquellas que Jesús ha hecho para los hombres, las mujeres, los niños que ha encontrado. Una sola sonrisa milagrosamente arrancada a la desesperación de un niño abandonado, que vuelve a vivir, nos explica el modo de actuar de Dios en el mundo más que mil tratados teológicos. Un solo hombre y una sola mujer, capaces de arriesgar y de sacrificarse por un hijo de otros, y no solo por el propio, nos explican cosas del amor que muchos científicos no comprenden más.

Donde están estos afectos familiares brotan estos gestos del corazón que nos hablan más fuerte que las palabras, el gesto del amor, esto hace pensar. La familia que responde a la llamada de Jesús devuelve la dirección del mundo a la alianza del hombre y de la mujer con Dios. Piensen en el desarrollo de este testimonio, hoy. Imaginemos que el timón de la historia (de la sociedad, de la economía, de la política) sea entregado --¡por fin!-- a la alianza del hombre y de la mujer, para que lo

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gobiernen con la mirada dirigida a la generación que viene. Los temas de la tierra y de la casa, de la economía y del trabajo, ¡tocarían una música muy diferente!

Si volvemos a dar protagonismo --a partir de la Iglesia-- a la familia que escucha la Palabra de Dios y la pone en práctica, nos transformaremos como el vino bueno de las bodas de Caná, ¡fermentaremos como la levadura de Dios!

En efecto, la alianza de la familia con Dios está llamada hoy a contrarrestar la desertificación comunitaria de la ciudad moderna. Pero nuestras ciudades se han desertificado por falta de amor, por falta de sonrisas. Muchas diversiones, muchas, muchas cosas para perder el tiempo, para hacer reír, pero falta el amor. Y es especialmente la familia, y es ¡especialmente la familia! aquel papá, aquella mamá que trabajan y con los niños… La sonrisa de una familia es capaz de vencer esta desertificación de nuestras ciudades y esta es la victoria del amor de la familia. Ninguna ingeniería económica y política es capaz de reemplazar esta aportación de las familias. El proyecto de Babel edifica rascacielos sin vida. El Espíritu de Dios, en cambio, hace florecer los desiertos. Debemos salir de las torres y de las cámaras blindadas de las élites, para frecuentar de nuevo las casas y los espacios abiertos a las multitudes. Abiertos al amor de la familia.

La comunión de los carismas --los donados al Sacramento del matrimonio y los concedidos a la consagración para el Reino de Dios-- está destinada a transformar la Iglesia en un lugar plenamente familiar para el encuentro con Dios. Vamos hacia adelante en este camino, no perdamos la esperanza, donde hay una familia con amor, esa familia es capaz de calentar el corazón de toda una ciudad, con su testimonio de amor.

Recen por mí, recemos los unos por los otros, para que seamos capaces de reconocer y de sostener las visitas de Dios. ¡El Espíritu traerá el alegre desorden en las familias cristianas, y la ciudad del hombre saldrá de la depresión! Gracias.

Padre Santo, los peregrinos de lengua española presentes en esta audiencia, le ofrecen la expresión de su sincera devoción y filial gratitud. Y lo acompañan aquí presentes exprimen, al sucesor de Pedro sincera fidelidad y filial devoción que acompañan con fervientes oraciones al Señor por todas la intenciones de su universal ministerio apostólico. Al final de la audiencia, se cantara la oración del Padre Nuestro en Latín, al terminar este, el Santo Padre impartirá a todos presentes la bendición apostólica que extiende a todas las personas queridas, en modo especial a los niños, a los enfermos, a cuantos sufren. La bendición se extiende a los rosarios y a los objetos de devoción que cada uno lleva consigo. ESPAÑOL:

Queridos hermanos y hermanas: Hoy abordamos el tema de la familia como transmisora de la fe. Tanto en sus palabras como

en sus signos, el Señor pone con frecuencia los lazos familiares como ejemplo de nuestra relación con Dios. La sabiduría encerrada en esos afectos familiares, que ni se compran ni se venden, es el mejor legado del espíritu familiar y Dios se revela, quiere revelarse, a través de este lenguaje.

Por otro lado, la fe y el amor de Dios purifican los afectos familiares del egoísmo y los protegen del degrado. Los abre a un nuevo horizonte que nos hace capaces de ver más allá, de ver a todos los hombres como una sola familia. De ese modo, quien hace la voluntad de Dios y vive en su amor, es capaz de ver a Jesús en el otro y de ser para él un verdadero hermano.

Queridos hermanos, llevar este estilo familiar a todas las relaciones humanas nos haría capaces de cosas impensables, sería una bendición para todos los pueblos y un signo de esperanza sobre la tierra. Se da ahí una comunicación del misterio de Dios más profunda e incisiva que mil tratados de teología.

* * *

Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española, en particular a los grupos provenientes de España y Latinoamérica. Que el Señor nos ayude a que las familias sean fermento

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evangelizador de la sociedad, ese vino bueno que lleve la alegría del Evangelio a todas las gentes. Muchas gracias.

Padre Santo, los peregrinos de lengua italiana presentes en esta audiencia, le ofrecen la expresión de su sincera devoción y filial gratitud. Y lo acompañan aquí presentes exprimen, al sucesor de Pedro sincera fidelidad y filial devoción que acompañan con fervientes oraciones al Señor por todas la intenciones de su universal ministerio apostólico. Al final de la audiencia, se cantara la oración del Padre Nuestro en Latín, al terminar este, el Santo Padre impartirá a todos presentes la bendición apostólica que extiende a todas las personas queridas, en modo especial a los niños, a los enfermos, a cuantos sufren. La bendición se extiende a los rosarios y a los objetos de devoción que cada uno lleva consigo. ITALIANO:

En estos días también en el Extremo Oriente se recuerda la conclusión de la Segunda Guerra Mundial. ¡Renuevo mi ferviente oración al Señor de todos para que, por la intercesión de la Virgen María, el mundo de hoy ya no tenga que experimentar los horrores y los espantosos sufrimientos de parecidas tragedias - Pero las experimenta! -. Esto también es el permanente anhelo de los pueblos, en particular de los que son víctimas de los varios conflictos sangrientos hoy día. Las minorías perseguidas, los cristianos perseguidos, la locura de la destrucción, y luego los que construyen y trafican las armas, armas ensangrentadas, armas bañadas de la sangre de muchos inocentes. ¡Nunca más la guerra! Es el grito afligido que de nuestros corazones y de los corazones de todos los hombres y mujeres de buena voluntad que sube al Príncipe de la paz.

Dirijo una cordial bienvenida a los fieles de lengua italiana. Estoy encantado de acoger a los seminaristas participantes al Campus sobre el sostén económico a la Iglesia; los monaguillos del Vicariato de Mede Lomellina; los nuevos confirmados de la Diócesis de Lucca con el Arzobispo Mons. Castellani y a los participantes de la Peregrinación de la vida consagrada de la Diócesis de Imola, conducidos por el Obispo Mons. Ghirelli.

Saludo a la asociación Niño Emopatico Oncológico; la Federación Nacional de Músicos de campanas y a los fieles de San Valentino Torio. A todos les deseo que este encuentro alimente la fe y haga fecunda la caridad.

Un saludo especial les dirijo a los obreros del Smith Bits Salinas, acompañados por el Obispo de Volterra, Mons. Silvani y deseo que la grave coyuntura profesional pueda encontrar una rápida y ecuánime solución, en el respeto de los derechos de todos, especialmente para reavivar la esperanza en sus familias y la esperanza en los jóvenes.

* * *

Saludo en fin a los jóvenes, los enfermos y los recién casados. Mañana celebraremos la memoria litúrgica de San Gregorio Magno. Queridos jóvenes, la grandeza moral de este Papa los empuje a elecciones atrevidas por el bien; su fortaleza en la enfermedad los sustente, queridos enfermos, en llevar la cruz en espiritual unión con el corazón de Cristo; su unión con la Iglesia los ayuda, queridos recién casados, a unir en el amor a su familia.. Padre nuestro. El Señor este con ustedes / R. Y con su Espíritu Bendito sea el nombre del Señor / R. ahora y por siempre Nuestro auxilio es el nombre del Señor / R. que hizo cielo y tierra Los bendiga Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo/ R. Amén