butler-walter benjamin y la crítica de la violencia

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    Papel

    Máquina

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     4  / N ° 8  /

     I S S N :

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    Revista de cultura

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    DirectoraAlejandra Castillo

    Dirección EditorialAlejandra CastilloLuis G. de MussyMiguel Valderrama

    Consejo EditorialFrank AnkersmitBruno BosteelsCatherine BoyleFlavia CostaEduardo CadavaJulio RamosNelly RichardWilly Thayer

    TraduccionesTextos:Traducciones:

    DibujosRetratos: Silviano Santiago, Idelber AvelarDibujos: Felipe Rivas San Martín

    Imagen de portadaFelipe Rivas San Martín,

    Diseño y DiagramaciónPaloma Castillo Mora

    ISSN: 0718-6576

    Editorial PalinodiaTeléfono: 6641563e-mail: [email protected]

    Santiago de Chile, junio 2012

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    IDELBER  AVELAR 

    Violencia y representación 213

    sEscribir la lectura

    WILLY THAYER Otro modo de acontecer que el de la filosofía política 227

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    Editorial*

     JOÃO CAMILLO PENNA*

    Papel Máquinanos presenta en esta ocasión un dossier sobre elcrítico, escritor de ficción y profesor brasileño Silviano Santiago. Setrata de contribuciones de especialistas en su obra, traducciones de tex-tos del propio Silviano y una entrevista con Julio Ramos. Los textosaquí reunidos reconstruyen la topología de un viaje, lo cual permitehacer un primer diagnóstico: ¿se viaja mucho en la obra crítica y ficcio-nal de Silviano?¿Cómo y por qué viaja Silviano?Artaud, Lévi-Strauss,europeos, intelectuales, viajes coloniales como los que hicieron losnavegantes europeos hacia el Nuevo Mundo, viajes de formación comoel de Joaquim Nabuco, cosmopolitismos de ricos y de pobres, exiliospolíticos o afectivos, viajes de cartas, viajes hacia dentro y hacia fueradel país.

    Habría que elaborar una tipología de los viajes en Silviano. Sureflexión parte de la tradición de los intelectuales modernistas revisi- ted, como un programa de viaje (o de viajes) a ser repetido, desplazadoy actualizado. Se podría decir que la modernidad es esencialmentedépaysée, el desplazamiento produce una operación de extrañamiento,alteración, desfamiliarización, distanciamiento, laostraneniede los for-malistas rusos, elVerfremdungseffekt(o “efecto de alienación”) brechtianoque caracteriza la reinvención espacial moderna. En este sentido, sipensamos que la etnografía contiene la forma de un viaje, el modernis-mo es geopolítico y topológico, o sea, etnográfico. ¿Y si no sólo elviajante se desplaza, sino también los lugares hacia donde y de dondese desplaza?¿Y si las propias culturas fueran “culturas viajeras” o cos-mopolitas como afirma James Clifford?Entonces el tropo del viaje, eltropo de los tropos, se habrá vuelto un problema. Y es sobre todo deesta forma que Silviano lo asume.

    Por lo tanto, no es casualidad el hecho de que los llamados “de-miúrgos” de Brasil, en la expresión de Francisco de Oliveira, sus gran-des intérpretes de los años 30 y 40, hayan realizados viajes formadores.

    * Traducción de Mary Luz Estu-piñán.

    * Universidad Federal Río de

    Janeiro (UFRJ).

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    Cada uno traía en la maleta de viaje el método debidamente interiori-zado y luego aplicado en la construcción de un nuevo Brasil. He aquí el programa de viaje: “la interiorización de lo que le es exterior” 1. Re-cordemos los nombres, las fechas, los lugares: Gilberto Freyre, 1921-

    1922, Nueva York, la antropología cultural de Franz Boas; SérgioBuarque de Hollanda, 1919, Berlin, la sociología de Max Weber; CaioPrado Júnior, 1933, Unión Soviética, el marxismo. Los relatos de for-mación están umbilicalmente unidos a un viaje de formación, Bil- dungsromane literales, producidos como viajes “à la Goethe”, con sumomento de conversión vocacional, epifanía sobre el Brasil, forma-ción del compromiso en la concreción metodológica, en que los archi-vos de la metrópoli son puestos debidamente al servicio de un destino,

    subjetivo y nacional al mismo tiempo, en que se configura la visión depaís, insertado en un orden universal. El sentido de Brasil estaba afue-ra, luego hubo que interiorizarlo en la forma de nación. ElBildungsro- man nacional, cuyo modelo esMi formación (1900) de Joaquim Na-buco, contiene, en la expresión de Mário de Andrade, la síntesis de la“mal de Nabuco” –es decir, el sentimiento eurocéntrico de “destierro”en la propia tierra, como escribe Sérgio Buarque– y su antídoto, en larevelación del nuevo Brasil. Pero un Brasil universalizado o cosmopo-

    lita es una interioridad compuesta a partir de la línea de fuga del viajeproyectada de vuelta como cultura e historia nacionales, con las exclu-siones que el paradigma no contempla. Las exclusiones tienen los nom-bres de costumbre: negros, amerindios, mujeres, homosexuales. Hayque abrir ese paradigma por dentro, haciéndolo respirar, reinsertandoen él los espacios “entre”, preposición a la que Silviano confirió presti-gio teórico. Quien sabe si no se trata de otro cosmopolitismo.

    Estos son, por lo tanto, viajes de estudio y de estado, de hom-

    bres de estudio que se convierten en hombres de Estado, en los que elsujeto moderno y/o modernista se forma al formar Brasil. El intelec-tual modernista es un hombre de Estado, aún cuando es perseguidopor el gobierno. Esta tradición modernista es recorrida y deconstruidapor Silviano, quien es, antes que todo, “un intelectual que piensa con-tra y con el Estado”, al decir de Mario Cámara en “Silviano Santiago,el intelectual astuto”. A este viaje se le opone otro: aquel que enmiendaotro viaje, duplicando e invirtiendo el sentido original, finalmente

    perdido, en que el retorno interiorizante es sustituido por un encuen-tro experimental y experiencial entre extranjeros, migrantes que per-dieron la patria de referencia. Es, por cierto, la oposición trazada en el

    1 “Atração do mundo”, O cos-mopolitismo do pobre, Belo Ho-rizonte, Editora UFMG, 2004.

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    ensayo “El cosmopolitismo del pobre”, que se apoya en la cuestión dela inmigración contemporánea. Un viaje de interiorización y de apro-piación del otro; otro de exteriorización de lo mismo, o de abismalalteración del otro. Un viaje individual; otro colectivo, o incluso un

    viaje falso por la autopista de viaje de los otros. Aún así, una oposiciónsimple no daría cuenta del mecanismo esencial que pautan sus escritos.Se trata de seguir siempre hasta el borde del “descarrilamiento”; el viajeprofesional de estudio puede llegar a transformarse en un viaje sin fin,uno duplicándose en el otro y viceversa. Un trabajo sobre la sintaxis dela escritura ensayística de Silviano demostraría el procedimiento deyuxtaposición y composición de disimilitudes, captadas en el breveinstante en que se asemejaban, esquivaban y encontraban como plie-

    gues o bisagras.El diagrama del viaje aparece de diversas maneras en los textos

    reunidos enPapel Máquina. Como en la conferencia de Silviano: “Losastros dictan el futuro” (1997), en la que el guatemalteco Luís Cardo-za y Aragón se encuentra con el francés Antonin Artaud, en México,en 1936. Viajes simétricos invertidos, un encuentro fulgurante entredos desterritorializaciones: el europeo busca en México lo opuesto aEuropa, en el momento de la ascensión del nazi-fascismo en su país; el

    guatemalteco europeizado huye de la dictadura de Guatemala en bus-ca de una Europa que él encuentra en Artaud, que huye de ella. Viajessin retorno, viajes de viajes. El doble viaje de Edurdo da Costa e Silva

     / Stella en Stella Manhattan, funcionario del consulado brasileño enNueva York, que lleva el nombre del presidente del régimen militar dedía, y el de un travesti de noche, tal como lo recuerda Mario Cámaraen este dossier o Wander Mello Miranda en “Memória: modos deusar” , un paseo por la obra ficcional de Silviano; o el viaje autobiográ-

    fico del propio Silviano, de Paris a Nueva York, el encuentro con Hé-lio Oiticica, y el medio intelectual-inmigrante puertorriqueño en tan-to conjunción de experiencias descentradas, como vemos en la entre-vista con Julio Ramos, “Los viajes de Silviano Santiago”. DenilsonLopes, por su parte, realiza un viaje por el recorrido teórico-ficcional,desentrañando un tono disfórico, como si tradujera la estructura de lacanción “O quereres” de Caetano Veloso: “Onde queres revolver, soucoqueiro / E onde queres dinheiro, sou paixão…”.

    En esta serie de retratos del autor en tanto otro, se diseña elcontorno de la gaya ciencia de Silviano, en la alegre errancia por lospaisajes teóricos más diversos y heterodoxos, en la ética del coraje del

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    recorrido singular, que siempre rechaza las verdades dadas y monocro-máticas, apostando por la capacidad de maniobra, aún cuando las po-sibilidades de acción se reducen a casi nada (Mario Cámara); en eldiseño abierto de los objetos transnacionales (afectos, memorias) que

    actualizan el “entre-lugar” definido por Silviano, en su ensayo de 1971(Denilson Lopes); en el movimiento de suplementación incesante en-tre ficción y crítica, en la que una remite siempre a la otra, siempreapuntando hacia la ausencia del sujeto, crítico y escritor, que escribe alnombrar la propia falta y a partir de ella (Wander Mello Miranda).

    El resultado es una escritura heteróclita, un retrato despedazadoy sin imagen, un cosmopolitismo otro, que ya no remite al contornode una universalidad occidental, como quería en su proposición la

    Aufklärung, sino a un intelectual reinventado, ni portavoz, ni vanguar-dista, ni populista, que transita más bien entre espacios abiertos, pormemorias teóricas y experiencias transitorias y sin contorno, anotandola autobiografía ficcional de otro.

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    Silviano Santiago:el intelectual astucioso

    MARIO CÁMARA*

    Una de las primeras afirmaciones inherentes a la producción crí-tica y ensayística de Silviano Santiago, en tanto integrante de una zonade la sociedad compuesta por especialistas 1, es la de una relación de

    desconfianza con el saber, y más precisamente con el saber propio. Enefecto, a través de sus numerosos libros de ensayos, es posible consta-tar la voluntad permanente de revisión de las categorías con las queSilviano lee y decodifica sus objetos. Desde esta perspectiva, su críticapuede ser definida como unatopocrítica, pues ausculta y visibiliza tan-to el lugar desde donde construye sus lecturas, como el espacio, fre-cuentemente escamoteado, sobre el cual emergen los objetos a los quese enfrenta. Si bien esta actitud ha sido y es permanente, creo que hay

    un momento privilegiado para observar su configuración definitiva.Me refiero al periodo que va desde 1980 hasta 1989, y que coincidecon el proceso de apertura propiciado por el último tramo de la dicta-dura militar brasileña, que gobernaba el país desde 1964, y los prime-ros años de una democracia que buscaba, a tientas y tímidamente, supropio modo de construirse. Es en ese momento histórico, y por cau-sa de ese momento histórico, Silviano Santiago publica Vale quanto pesa(1982) yNas malhas da letra (1989) y se transforma en un agudo

    interprete de Brasil2

    . Es en ese trabajo interpretativo, su topocrítica,que dicho sea de paso establece una prudente distancia del optimismosetentista del entre-lugar, donde Silviano, procura las claves que le per-mitan intervenir sobre su presente, amenazante pero con líneas de fugaque es necesario indagar, y construye lo que deberíamos definir comouna ética de la verdad, fundada en un análisis materialista y genealógi-co de buena parte de la historia cultural brasileña del siglo XX.

    La intervención se completará con la publicación de sus dos pri-

    meras novelas, que dialogan con el pensamiento contenido en sus en-sayos y lo complementan: Em liberdade (1981) y Stella Manhattan (1985). La primera, entre otras muchas cuestiones, funciona como

    * Universidad de Buenos Aires.

    1 El concepto de especialista vaapareciendo bajo diferentes figu-

    ras en distintos ensayos de Sil-viano Santiago, “O teorema deWalnice e a sua recíproca”(Valequanto pesa) y “Prosa literáriaatual no Brasil” (Nas malhas daletra), entre otros.

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     Silviano Santiago dirigió la co-lección, compuesta de tres volú-menes, titulada Interpretes doBrasil.

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    crítica a una literatura elíptica y paródica. Figuras retóricas predomi-nantes en la tradición instaurada por la vanguardia brasileña de losaños veinte, y leídas, en algunos de los ensayos de Silviano, a partir dela figura de lector que presuponen, culto, de elite; y de los efectos

    destructivos que generan sobre la tradición en la que se insertan. Porcontraposición, Em liberdadees una máquina ficcional fundada en elpastichey en un uso estratégico de la redundancia como crítica de laelipsis. Sin embargo, y este es el punto que me interesa abordar, Em liberdadeescenifica los dilemas del intelectual brasileño, imaginandolas notaciones que Graciliano Ramos habría realizado en un diario ín-timo inmediatamente después de su liberación, su relación con el Es-tado, y su rol como intelectual. En verdadEm liberdade, y esta es una

    de sus grandes operaciones, atribuye a esta decisión, transformarse enfuncionario público en el marco de un gobierno autoritario como elde Gétulio Vargas, un carácter dilemático que dicha decisión parecíano revestir para los estudios críticos realizados hasta aquel momento.El dilema de Graciliano ilumina los estrechos márgenes de autonomíaque poseía, y posee, un intelectual brasileño y latinoamericano. Poste-riormenteStella Manhattanenfoca los años sesenta y setenta para des-cribir una microfísica del poder, que indaga en los pliegues de la mili-

    tancia de izquierda de aquel período, y descubre a través del machismoy la homofobia de la que es objeto XX, las frecuentemente solapadaspotencias autoritarias y fascistas que puede albergar toda utopía.

    De ese conjunto de textos, quisiera concentrarme en la revisióncrítica a la que es sometido el modernismo artístico brasileño de losaños veinte y treinta; y en la reflexión que Silviano realiza sobre lamilitancia y las producciones culturales de los años sesenta. Sin embar-go, no es mi objetivo describir, una vez más3, la imagen del modernis-

    mo que surge de ese abordaje, ni tampoco analizar literariamente susproducciones literarias. En lugar de ello, buscaré determinar las opera-ciones críticas puestas en juego en las revisiones, es decir qué tipo deherramientas analíticas propone y utiliza Silviano; y ofreceré algunascaracterísticas en torno a qué modelos de intelectual, de escritor, deficción y de lector emergen de sus textos. Definir el primer punto ycaracterizar el segundo permitirá delinear el particular pensamiento quesobre la democracia, que en definitiva constituirá su ética y su inter-

    vención, construye Silviano durante los años ochenta.

    3Destaco especialmente “Leitu-ras da dependência cultural” deEneida Leal Cunha, publicado enNavegar é preciso, viver, Nite-roi, EDUFF, 1997; y “Márioswaldpós-moderno” de Eneida Mariade Souza, publicado enLeiturascríticas sobre Silviano Santiago,Belo Horizonte, Editora UFMG,2008.

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    Tal intelectual, qual leitor

    En marzo de 1971, en su ensayo “O entre-lugar do discursolatino-americano”, y pese al tono derridiano del mismo, Silviano cul-

    minaba con una cita de Louis Althusser4. La referencia, diez años des-pués, sonará cuanto menos curiosa, teniendo en cuenta que Althusseres el teórico de la ideología y de los aparatos ideológicos del Estado, yque Silviano se propone, como una de sus tareas más imperiosas du-rante los años ochenta, desmontar la relación necesaria entre ideologíay alienación, y circunscribir la acción todopoderosa de la ideología.

    Para llevar adelante su tarea, Silviano producirá dos operaciones.La primera consiste en la desactivación del concepto de alienación, aun

    operativo para una zona de la crítica literaria y cultural representada,entre otros por Roberto Schwarz5, que lo utilizaban como una herra-mienta interpretativa de la experiencia militante durante los años se-senta, y en general de la historia cultural y política brasileñas. La segun-da surge de una reformulación del concepto de ideología que buscaprivarla de la potencia constitutiva de lo social que poseía, por ejem-plo, para Althusser6. La ideología para Silviano tendría un efecto re-versible y desmontable, y siempre es pensada en relación con la con-

    cepción depoder que pocos años antes propusiera Michel Foucault7.Esta perspectiva analítica, la de una ideología reversible y desmonta-ble, tiene un doble efecto: le permite no dejar de tener un pensamien-to sobre el Estado, sobre las distorsiones producidas por sus aparatosideológicos, pero también sobre la potencialidad de intervención posi-tiva que desde el Estado se puede realizar. Quisiera enfatizar este últi-mo aspecto: Silviano Santiago no es un intelectual antiestatal, ni unintelectual indiferente al Estado, es un intelectual crítico del Estado8.

    Por otra parte, la articulación con la categoría depoderpermite que seacapaz de detectar su funcionamiento en espacios recónditos, y hastaese momento no sometidos a crítica. Como de alguna manera fueanticipado, su revisión del modernismo estético de los años veinte ytreinta, y de la militancia de izquierda de los años sesenta, pero tam-bién su producción ficcional, descansa en estos usos de la ideología ydel poder.

    De lo dicho anteriormente se desprende que este constructo

    abandona las divisiones entre base y superestructura, y que no conside-ra que, aun en pleno funcionamiento, sea enteramente constitutivo dela subjetividad. La distorsión y el autoritarismo, otros nombres posi-

    4

     La cita es la siguiente: “Quandolemos Marx, de imediato esta-mos diante de um leitor, que diantede nós e em voz alta lê […] lêQuesnay, lê Smith, lê Ricardoetc. […] para se apoiar sobre oque disseram de exato e paracriticar o que de falso disseram…”(p. 26).

    5Como ejemplo paradigmático sepuede citar “As idéias fora do lu-gar”, publicado en Ao Vencedor as Batatas, San Pablo, LivrariaDuas Cidades, 1981.

    6 A su clásica definición de ideo-logía: “La ideología es una ‘re-presentación’ de la relación ima-

    ginaria de los individuos con suscondiciones reales de existencia”(139), Althusser agrega: “Deci-mos que la categoría de sujetoes constitutiva de toda ideología,pero agregamos enseguida quela categoría de sujeto es constitu-tiva de toda ideología sólo en tan-to toda ideología tiene por fun-ción (función que la define) la‘constitución’ de los individuos ensujetos concretos” (p. 145); o“Con esta advertencia previa y

    sus ilustraciones concretas, de-seo solamente destacar queus-tedes y yo somos siempre yasujetos que, como tales, practi-camos sin interrupción los ritua-les del reconocimiento ideológi-co que nos garantizan que so-mos realmente sujetos concre-tos…” (p. 146); o aun “Sugeri-mos entonces que la ideología‘actúa’ o ‘funciona’ de tal modoque ‘recluta’ sujetos entre los in-dividuos (los recluta a todos), o‘transforma’ a los individuos ensujetos (los transforma a todos)(p. 147). Véase, Louis Althusser,“Ideología y aparatos ideológicosde Estado”, Slavoj ŽiŽek (comp.),Ideología. Un mapa de la cues-tión, Buenos Aires, F.C.E, 2005.Las cursivas son mías.7 Aunque Michel Foucault no

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    bles para la ideología y el poder, son estados contingentes e históricos,aunque no estén completamente determinados por la contingencia yla historia. Es decir, a las grandes tendencias históricas, el autoritarismodel Estado Novo por ejemplo, siempre es posible oponerle movimientos

    estratégicos contrahegemónicos. Aquí cabe realizar una aclaración im-portante a fin de establecer diferencias con un pensamiento que sepodría definir, a grandes rasgos, como postestructuralista, que imaginatodo movimiento contrahegemónico como necesariamente molecu-lar. La contrahegemonía en Silviano puede adquirir características tan-to moleculares como molares, y de hecho las adquiere siendo consti-tutivo de su pensamiento, sobre ello volveré más adelante9. Silviano esun intelectual que piensa contra y con el Estado.

    Sus análisis del modernismo brasileño hacen visible la forma-ción de una distorsión. Se trata, en efecto, de la captura y el análisis dedeterminados momentos en que ciertos intelectuales declinaron su re-lativa y precaria autonomía para acceder a los beneficios del empleopúblico. Decisiones, y esta palabra en Silviano adquiere en algunosmomentos ribetes casi sartreanos, que ideológicamente afectaron lavida cultural del país hasta al menos mediados de los años sesenta delsiglo pasado. Por otra parte, sus análisis de las producciones literarias

    autodefinidas como “comprometidas” indagan en el funcionamientode un poder capilar, activo por fuera de los aparatos estatales. Su obje-tivo, en ambos casos, se cumple mediante un trabajo genealógico ymaterialista, que no sólo indagará en orígenes grises e insignificantes,tal como vía Nietzsche nos propone Foucault, sino que nos revelará laotra fase de algunos nombres significativos para la historia culturalbrasileña del siglo XX, parafraseando a Silviano, a cada Marx le descu-bre un Proust10. En efecto, en lugar de analizar la historia monumen-

    tal11, analiza la trayectoria de un libro,Macunaíma 12; en lugar de ana-lizar laRevista de AntropofagiaoKlaxonanaliza los debates en la revistaLanterna verde 13; en lugar de analizar la macropolítica de Gétulio Var-gas, analiza el libro publicado por Virgínio de Santa RosaO sentido do tenentismo (1933)14, en lugar de analizar la construcción del Ministe-rio de Educación se refiere al predio en el cual ese ministerio estabaemplazado15, en lugar de escribir sobre el encarcelamiento de Gracilia-no, lo hace sobre su libertad.

    En este recorrido por la historia brasileña, el interprete de Brasilque es Silviano parece sacar a la luz una serie acumulada de catástrofes:la connivencia del intelectual con el Estado, el autoritarismo inherente

    haya elaborado una teoría siste-mática del poder, parto de la basede los análisis microfísicos delpoder, el asilo, la cárcel, la con-fesión, que configuran una con-cepción capilar e individualizan-te del poder por sobre una con-cepción únicamente estatalista.8Un buen ejemplo de ello es loque Silviano sostiene respectodel Partido de los Trabajadores(PT): “O surgimento do Partidodos Trabalhadores na década de70, sua aliança com os movi-mentos sociais das minorias esua possível absorção de fa-cções que defendem a ecologia,não é apenas signo de mais umadissidência interna no chamado

    Partidão, como tantas outras nopassado. É antes a necessida-de de um novo programa de par-ticipação política para o campe-sinato e os trabalhadores urba-nos, afinado com os novos tem-pos negros dos desmandos dopoder por estas terras. Não setrata de lutar apenas contra o po-der burguês sob a sua forma decentralização burocrática, legis-lativa e jurídica; a luta é e deveser mais ampla, pois o poder 

    toma as mais inusitadas formasno cotidiano do cidadão, sub-rep-ticiamente gerando- a partir danegação dadiferença – forçasrepressoras que visam à unifor-midades (racial, sexual, compor-tamental, intelectual, etc.). Comocrítico del estado se puede leer “Arrumar a casa, arrumar o país”,en “Poder e alegria. A literaturabrasileira pós-64 – Reflexões”(Nas malhas da letra).9 Con molar y molecular me re-

    fiero a los conceptos acuñadospor Gilles Deleuze y FélixGuattari, desarrollados extensa-mente enEl Antiedipo. Capita-lismo y esquizofrenia. Allí, lasformaciones molares son unifi-cadoras y pertenecen a grandesconjuntos como un organismosocial, las formaciones molecu-lares constituyen, en el marcode las formaciones molares, zo-nas de fuga.10 La referencia a Marx y aProust se encuentra en el ensa-yo “Vale quanto pesa (A ficçãobrasileira modernista)” (Valequanto pesa), y Silviano la utili-za para pensar, en los escritoresdel modernismo brasileño, unavertiente comprometida, social,y una vertiente rememorante, querecupera vivencias de la elite a

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    la que pertenecen. El fragmentoen el que aparecen Marx yProust es el siguiente: “De ma-neira surprendeente, o texto deDrummond dramatiza a oposiçãoe a contradição, dentro da elitepensante brasileira, entre Marxe Proust, ou seja, entre a almeja-da revolução político-social, ins-tauradora de uma nova ordemuniversal e nacional, ejemplifica-da pelos poemas de A Rosa doPovo, e o apego aos valores trai-cionáis do clã familiar dos Andra-des, os seus valores económi-cos e culturáis, como é visibleemBoitempo eMenino Antigo”(p. 31)11 Utilizo el concepto que Nietzs-

    che desarrolla en susSegundasconsideraciones intempestivas,donde distingue tres tipos de his-toria: una monumental, una anti-cuaria y una crítica.12 En “História de um livro”,Nasmalhas da letra, Rio de Janeiro,Rocco, 2000.13 En “Fechado para balanço(Sessenta anos de modernis-mo)”,Nas malhas da letra.14 Idem.15 En “A permanência do discur-

    so da tradição no modernismo”,Nas malhas da letra.16 La lista es extensa pero sepuede mencionar a João Gilber-to Noll, Ana Cristina Cesar, AdãoVentura y José do Patrocínio,entre muchos otros.17 Si bien Foucault ha sostenidoque “las relaciones de poder sus-citan necesariamente, reclamana cada instante, abren la posibili-dad de una resistencia; porquehay posibilidad de resistencia y

    resistencia real, el poder de aquelque domina trata de mantenersecon tanta más fuerza, tanta másastucia cuanto mayor es la re-sistencia”. Edgardo Castro, Elvocabulario de Michel Foucault,Buenos Aires, Universidad Na-cional de Quilmes, 2004: la rela-ción de necesariedad entre po-der y resistencia, o entre estruc-turas de poder y resistencia sediferencia del modo en que Sil-viano piensa el poder y la es-tructura.18 Sérgio Miceli produce variosestudios iluminadores aunqueparciales, ambas cuestiones sonreconocidas por Silviano, paravolver a estudiar el modernismobrasileño. Su noción de campointelectual que utiliza, desarrolla-da por Pierre Bourdieu, asfixia

    a una concepción de alta cultura, la concepción de un lector que laliteratura comprometida considera alienado, el elitismo hermético dela vanguardia de los años sesenta. Sin embargo, la acción es posible y lademocracia que se avecina en Brasil abre, una vez más, una oportuni-

    dad para modificar el rumbo de tendencias históricas afincadas a lolargo del siglo XX. Además de las numerosas producciones literariasque Silviano rescata como valiosas de su propio presente16, se percibesu confianza en la capacidad de actuar en el plano de las prácticas,basado, tal como se anticipó, en la concepción de una estructura socialmucho más dinámica que la que piensan por ejemplo Michel Foucault17

    o el brasileño Sérgio Miceli18. Ese dinamismo es perceptible en la con-cepción que Silviano tiene de los actores sociales y de la subjetividad.

    El sujeto —desdoblado alternativamente en “intelectual”, “ciudada-no”, “ lector” o “público”— posee no sólo un poder de resistencia, estasería una postulación típicamente foucaultiana, sino también un po-der de acción positivo y propositivo, resultado de sus propias prácticasy tradiciones. Sin embargo, pese a lo que pueda suponerse, Silviano nodesarrolla conclusiones “optimistas”, ese sujeto se encuentra siempreen el marco de una estructura que, aunque no omnipotente, tiende asojuzgarlo, tanto desde el Estado como desde el mercado, tanto desde

    los Aparatos Ideológicos del Estado como desde la industria del entre-tenimiento. La categoría de sojuzgamiento parece ocupar el lugar de laalienación, y la estrategia de resistencia y de proposición requiere siem-pre organización, pasión y astucia.

    Quisiera tomar como ejemplo de esto que acabo de proponer ala novela Em liberdade. En primer lugar, considero que no hay unfundamento mesiánico en la intervención de Silviano al escribir Em liberdade —como si lo propone la lectura de Idelber Avelar— ni en la

    intervención de Graciliano al escribir el relato de Cláudio Manuel daCosta. La intervención historiográfica, aunque es un primer paso, nova a cambiar nada por sí misma. Ni en la reescritura de la historia queGraciliano hace de Cláudio Manuel da Costa ni en su apreciación so-bre el futuro hay lugar para el optimismo. La última entrada del diarioasí lo atestigua: “Fui buscar Heloisa hoje no casi. Veio com as nossasduas filhas menores. Não sei como vamos todos a caber no exíguoquarto da pensão”. Por otra parte, el epígrafe inicial de la novela, fir-

    mado por Adorno, constituye un alerta -nadie menos voluntarista queAdorno para pensar las dificultades de una transformación social-, yuna pista de lectura. El fragmento19 forma parte de la Introducción

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    que necesita un desarrollo intelectual no es una diferencia de grado, enverdad supone un hiato entre una concepción que se basa en la peda-gogía –la de la literatura comprometida, por ejemplo– y una concep-ción que imagina un lector potencialmente capaz. Más que de falsa

    conciencia, la figura del lector –pero también la del ciudadano, la delsujeto– es la de alguiensojuzgado, “privado de”, privado de educación,privado de oportunidades, privado de empleo, pero capaz de, tenien-do a mano las posibilidades y las condiciones necesarias, mejorar ydiscernir22. Se trata entonces de poner en práctica estrategias que per-mitan afinar su discernimiento, y la literatura sería una de ellas, par-tiendo de la base de que ese discernimiento ya existe. El concepto quepuede iluminar lo que estoy intentando señalar es el de “procesos de

    subjetivación. Acoto aquí una caracterización adicional: Silviano apuestapor lo molar y molecular, y por la subjetivación y desubjetivación.

    De dicha concepción del lector/sujeto/ciudadano subjetivable,emerge, ahora sí, una figura de intelectual que no se condice ni con laclásica figura del portavoz del pueblo o de la sociedad, ni tampoco conla un intelectual de vanguardia cuya obra mime un hermetismo difí-cilmente legible. La figura emergente es compleja, compuesta de, almenos, dos partes que voy a procurar describir. En primer lugar, Sil-

    viano coloca al intelectual en una zona específica dentro del cuerposocial, pertenece al grupo de losespecialistas, y esa competencia, en elcaso de un crítico poder decodificar más fácilmente los discursos23, lodota de una responsabilidad frente al lector. En este sentido, son fre-cuentes sus apelaciones a la responsabilidad. Partiendo de la premisa deque “a uma concepção elitista de arte alia-se uma visão pessimista dopúblico”, sostendrá que:

    “Arriscando-se pela ficção, o artista explora e remexe forças con-servadoras e repressivas –micro-estruturas de poder- tao efi-cientes no proceso de silenciamiento geral quanto ainstancia depoder central”

    “O objeto libro – que veicula a ficçao escrita na sociedade occi-dental – poderia assimdesprender-se da clase que normalmenteo consomé – as elites letradas - e percorrer umcaminho menosarrogante dentro do panorama cultural brasileiro”24.

    Su apelo es por la profesionalización del escritor, que no con-funde con un “escritorprofesional”. El primero sería un escritor que

    22 Esta concepción del sujeto esradicalmente diferente a la soste-nida por Michel Foucault, piensomás bien una aproximación, aun-que con muchos matices, a laconcepción que del espectador 

    nos propone Jacques Rancièreen El espectador emancipado.

    23 Respecto de ello sostiene Sil-viano: “O conhecimento literáriose traduz, de maneira simplifica-da, por uma capacidade de des-codificar e operacionalizar criti-camente, isto é, com rigor, firme-za e autocrítica, o instrumentosocial por excelência, a lingua-gem”, in “A literatura e as suascrises” (Vale quanto pesa), p.132.

    24 La reflexión de Silviano esmúltiple, ver “Repressão e cen-sura no campo das artes na dé-cada de 70”(Vale quanto pesa),“O teorema de Walnice e a suarecíproca”(Vale quanto pesa), “Aliteratura e as suas crises” (Valequanto pesa), “Uma ferroada nopeito do pé (Dupla lectura de TristeFim de Policarpo Quaresma)”(Vale quanto pesa), “Fechado

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    busca mejorar su oficio en tanto escritor, el segundo sería alguien quedepende enteramente del mercado en el sentido de escribir de acuerdoa lo que éste dicte. El primero depende del mercado en un sentidoeconómico, el segundo depende del mercado, además de en un senti-

    do económico, en un sentido simbólico. El primero puede llegar ainfluir en el mercado, a trabajar contra el mercado, el segundo es resul-tado del mercado.

    El otro aspecto que completaría la figura del intelectual surge,precisamente, a partir de la crítica de su figura como portavoz. En suensayo “Vale quanto pesa (A ficção brasileira modernista) la novelaGrande Sertão: Veredases mencionada como una de las primeras fic-ciones capaces de hacer escuchar la voz del otro, en lugar de hablar por

    el otro25. En efecto, la novela propone la historia, narrada en primerapersona, del jagunzo Riobaldo. La propia escena de la novela ratifica estaoperación pues si el que habla es Riobaldo, quien escucha es un doctor.En un texto posterior, “As ondas do cotidiano”, pero que también for-ma parte del libroVale quanto pesa,Silviano refuerza la composición deesta nueva figura al mencionar la experiencia de Michel Foucault con elGrupo de Información sobre Prisiones (GIP), que procuraba, más querepresentar a los prisioneros, hacer escuchar su voz.

    Margen acotado de acción como resultado de una apreciaciónno voluntarista de la realidad, preocupación por afinar tanto los ins-trumentos críticos como literarios a efectos de lograr una mayor com-petencia y eficacia en su labor profesional, y un oído atento que per-mita escuchar la voz del otro, tal como Silviano escuchó la voz deGraciliano, serían los componentes de la figura del intelectual que Sil-viano reclama y va construyendo para sí.

    La caderneta de Silviano

    Las tradiciones intelectuales y literarias en las que ha ido inscri-biéndose Silviano Santiago son múltiples, la deconstrucción derridia-na, los estudios culturales, la literatura de André Gide o de Mário deAndrade, por citar solo unas pocas. Yo quisiera aislar dos de los nom-bres que con más insistencia atraviesan sus libros de ensayos de los

    años ochenta: Euclides da Cunha y Lima Barreto, escritores que nohabían lo suficientemente reconocidos por la generación modernista.Considero que con ellos Silviano completa la ética de la verdad que he

    para balanço (sessenta anos demodernismo)” (Nas malhas daletra).

    25 La lista de ficciones que permi-ten escuchar la voz del otro quepropone Silviano en su artículoes la siguiente: A pedra do reinode Ariano Suassuna, enOs si-nos da Agonia y Novelário de Autram Dourado, A hora da es-trela de Clarice Lispector.

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    tratado de describir, y su también estética, que busca evitar las trampasdel elitismo sin caer en los designios del mercado. En “Fechado parabalanço (sessenta anos de modernismo), Silviano destaca la caderneta de Euclides. Es allí, en esa suerte de diario de viaje, y en contacto con la

    realidad concreta de Canudos, que Euclides comienza a cambiar suopinión sobre el proyecto republicano. Testigo diario de la campañamilitar contra Canudos, su sistema de pensamiento positivista y repu-blicano se transforma radicalmente y es capaz de percibir la masacreque allí se está llevando a cabo. No es casual que el Graciliano de Em liberdadevuelque sus reflexiones en un diario, al igual que Euclides, yque a través de esas notaciones sea capaz de observar una cotidianeidadtransformadora de su propia subjetividad. Extendiendo esta aprecia-

    ción, podríamos decir que latopocríticade Silviano se alimenta tam-bién de la forma de la digresión, que sus ensayos suelen poseer. Alleerlos, su argumentación fluctuante y entrecortada transmite la sensa-ción de que siempre es posible producir movimientos de rectificacióny transformación del pensamiento. Me atrevería a sostener que losensayos de Silviano son una de las versiones posibles de su diario ínti-mo. Lima Barreto, en cambio, es sobre todo la posibilidad de unaliteratura popular, el diestro manejo de la redundancia, la conquista

    del lector no especialista. Tareas todas que Silviano se ha ido propo-niendo en sus ficciones.

    A diferencia del giro melancólico que a partir de los años setentafue tomando pacientemente el cuerpo de la crítica, Silviano se instalaen los años ochenta como un intelectual al que resultaría difícil definircomo apocalíptico, sin que ello signifique colocarlo en el lugar de losintegrados. Quiero destacar un aspecto de sus novelas que problemati-zan este esquema. Su Graciliano representa los dilemas del intelectual

    que se encamina, tal como afirmamos, a convertirse, en funcionariopúblico, con todas las implicaciones que ello tuvo en un país comoBrasil, pero también es la recuperación de la potencia de un cuerpo.Como apunta el propio Graciliano:

    “Encontrei a paixão como meta da minha situação significativano mundo. Paixão em todas as direções e por todos os lados.Saber que o meu corpo se deixa atrair por tudo o que me cerca

    no cotidiano”.

    EnStella Manhattan,al mapeo de una microfísica del autorita-rismo de izquierda, se suma la doble vida de Eduardo da Costa e Silva,

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    prolijo empleado del Consulado de Brasil en Nueva York y StellaManhattan en su vida privada, una locaque a través de su performancepone en escena la pasión como uno de los afectos en que no es posiblemedir la utilidad. Cuerpo, pasión, transgresión y desperdicio son en-

    tonces las otras categorías que Silviano hace funcionar en el plano deuna zona que sin ser pública, tampoco es estrictamente privada, y enuna temporalidad que es la del presente.

    Para culminar, quisiera citar al propio Silviano en un breve textoque funcionó como presentación de la edición argentina de Stella Manhattan. Refiriéndose a los personajes de la novela sostiene:

    “Los personajes de Stella Manhattan no pasarían por el proceso

    clásico de caracterización. No tendrían identidad fija; cada uno,a su manera, sería múltiple. Todos hechos de vestigios del pasa-do y de flechas que apuntaban hacia un futuro más apasionan-te y justo. Cada uno podría tener dos o más nombres. Uno,reguero de pólvora, y el otro indicativo de dirección. Eduardoda Costa Silva es Stella Manhattan. Es él y ella. Cada personajetendría el formato y la forma de una bisagra. Sin bisagras, puer-ta y ventana son paredes. Eduardo es Eduardo. Gracias a lasbisagras, las puertas y ventanas se abren y conducen a otras

    habitaciones, paisajes, seres humanos y mundos. Eduardo esStella Manhattan”.

    La astucia de Silviano proviene de esa bisagra que le permitenavegar en las tempestades de la sociedad y en las aguas profundas deun goce siempre “afirmativo e alegre, sem os grilhões do pesadelo his-tórico e sem as correntes do estigma cotidiano” 26. Ese pasaje, quieroadvertir, se da no únicamente entre Eduardo da Costa e Silva y Stella

    Manhattan, sino más bien entre el intelectual Graciliano Ramos y laloca Stella Manhattan. Esas dos novelas pueden ser leídas en serie ycomo una bisagra que conecta ese doble universo. Por ello, la demo-cracia para Silviano debe ser capaz de albergar ese doblez entre lo quedebe conquistarse como derecho amparado por la ley, y lo que debemantenerse en el espacio de lo indefinido y de lo ambiguo, porque haypotencias, prácticas y goces que florecen con más fuerza en la penum-bra. La democracia, o como afirma Silviano “uma democracia socialis-

    ta”, no solo debe contener tal doblez, es ese doblez.

    26 In “As ondas do cotidiano”,Vale quanto pesa, op. cit., p. 157.

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    Por una crítica cosmopolita*

    DENÍLSON LOPES**

    Antes que pensar en una genealogía que lleve a mapear los impa-ses del mestizaje y el sincretismo, busco sobre todo un diálogo con elpresente y con los contemporáneos, base de un proyecto para paisajestransculturales, capaz de proponer tanto una lectura estética como cul-tural de obras artísticas, productos culturales y procesos sociales.

    En 1978, Silviano Santiago publica su primera colección deensayosUma Literatura nos Trópicosy la segunda edición del libro depoemasCrescendo durante a Guerra numa Província Ultramari na. Enesta publicación simultánea, tal vez debido al azar, los dilemas del en-tre-lugar presentados en el ensayo-manifiesto de Uma Literatura nos Trópicos, también se encuentran interconectados en las memorias flas-hes de los años 30 y 40, de forma indisoluble y sutil, escritura y fic-ción. Como recuerdan Wander Melo Miranda y Ana Gazzola en laintroducción aThe Space in Between. Essays on Latin American Cul tu- re 1, las ficciones de Silviano Santiago pueden ser entendidas como su-plementos de lo que fue dejado abierto en sus ensayos. ¿Cómo enten-der su lectura deconstructora y singular del canon de la literatura mo-derna brasilera, de Machado de Assis a Clarice Lispector, pasando porlos modernistas, sin tomar en consideración su novelaEm Liberdade,en la que reflexiona sobre el intelectual en tiempos autoritarios?Cier-tamente su interpretación de América Latina se enriquecería al leer enconjunto y en pie de igualdad, la novelaViagem ao Méxicoy su recien-te estudio sobre Octavio Paz y Sérgio Buarque de Hollanda, Las raíces y el laberinto de América Latina 2.

    Lo mismo se presenta con el entre-lugar. Es importante queensayo y ficción dialoguen. Si Ítalo Moriconi, en conferencia, consi-deró el entre-lugar como una categoría vacía para ser llenada por susdiscípulos, sería interesante pensar también cómo el propio SilvianoSantiago la desdobló y la incorporó.

    No obstante, en tiempos en que espectros del neo-populismonacionalista reaparecen, es importante recordar que Silviano Santiago

    * Traducción de Stella Rodriguez.Revisión a cargo de Mary LuzEstupiñán y Raúl Rodríguez Frei-re.

    ** Profesor de la Escuela de Co-

    municación de la UniversidadFederal do Rio de Janeiro(UFRJ), investigador del CNPq,autor deNo Coração do Mundo:Paisagens Transculturais(Rio deJaneiro, Rocco, 2012), A Delica-deza: Estética, Experiência ePaisagens (Brasília, EdUnB,2007), O Homem que AmavaRapazes e Outros Ensaios (Riode Janeiro, Aeroplano, 2002),Nós os Mortos: Melancolia eNeo-Barroco (Rio de Janeiro,7Letras, 1999), co-organizador deImagem e Diversidade Sexual(São Paulo, Nojosa, 2004),Ci-nema, Globalização e Intercultu-ralidade (Chapecó, Argos, 2009)y organizador deO Cinema dos Anos 90 (Chapecó, Argos, 2005)([email protected])

    1 Wander Melo Miranda y AnaLúcia Gazzola, “Introduction”,Silviano Santiago,The Space inBetween. Essays on Latin Ame-rican Culture, Durham, DukeUniversity Press, 2001, p. 2.

    2 Silviano Santiago,Las raíces yel laberinto de América Latina,trad. Mónica González, Buenos Aires, Corregidor, 2013 [en por-tugués, 2006].

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    con la novela Stella Manhattan y los cuentos de Keith Jarret no Blue Note, en la búsqueda de una alternativa a la perspectiva norteamerica-na, sin silenciar las cuestiones de género.

    El entre-lugar, sin embargo, no es solo la “ruptura conceptual

    con la primacía de origen” sin tener en consideración las “relaciones desubordinación efectiva”, dentro de una “crítica de carácter filosóficoabstracto”, para usar las palabras de Roberto Schwarz en “Nacional por Subtração” 11. Lo que está en juego, como afirma Eneida Leal Cunhaen “Lecturas de la dependencia cultural”, es la diferencia entre la matrizmarxista de la crítica de Schwarz, por un lado, y la matriz nietzschea-na, así como el pensamiento pos-estructuralista que marcan la miradade Silviano Santiago, por otro.

    Por lo tanto, el entre-lugar no es una abstracción, un no-lugar,sino otra construcción de territorios y formas de pertenecimiento, noes simplemente “una inversión de posiciones” en el cuadro internacio-nal, sino un cuestionamiento de esta jerarquía, a partir de la “antropo-fagia cultural”, de la “traición de la memoria” y de la noción de “corteradical”12, basadas teóricamente en el simulacro y la diferencia, a fin deproponer otra forma de pensar lo social y lo histórico, diferente de lascríticas marcadas por una filosofía de la representación.

    También se trata de otra política y una comprensión de la cultu-ra marcada por una alegría que enfrenta la realidad como ella es, consus problemas y potencialidades, al contrario del malestar frente a laindustria cultural de linaje adorniano que Schwarz cultiva, casi comouna priori para la actividad crítica, pero que, en el fondo, revela unadificultad de aprehender de forma compleja la sociedad brasileña,marcada por la emergencia de una cultura de los medios de comunica-ción y de un proceso de intercambios transculturales nunca vistos en la

    historia de la humanidad, en la que la dialéctica rarefacta de PauloEmilio Salles Gomes es insuficiente13. En lugar de Adorno, vemos lasombra de Nietzsche, la alegría de la contracultura y del Tropicalismoque enfrenta la realidad en todas sus ambigüedades, atentas a sus dis-continuidades y continuidades, en su pregnancia. Esto nada tiene de“alivio proporcionado al amor propio”, ni de la “humillación de lacopia explícita e inevitable”14. Como en la portada de As Raízes e o Labirinto da América Latina, el hombre negro trae y acaricia el tibu-

    rón, pero también lo mata.Los escritos de Silviano Santiago redimensionan la tradición

    intelectual brasileña a partir de un eclecticismo teórico que incorpora

    11 Roberto Schwarz, “Nacionalpor Subtração”,Que horas são?Ensaios, São Paulo, Compan-hia das Letras, 1997, pp. 29-48.Este texto fue escrito originalmen-te en 1986 [r].

    12 Santiago, “A pesar de depen-diente, universal”,Una literaturaen los trópicos, op. cit., p. 19-20.

    13 “No somos europeos ni ameri-canos, sino destituidos de cultu-ra original, nada nos es extranje-ro, pues todo lo es. La penosaconstrucción de nosotros mismosse desenvuelve en la dialécticararefeita del no ser y ser otro”,Paulo Emilio Sales Gomes, Ci-nema: Trajetória no Subdesen-volvimento, Rio de Janeiro, Paze Terra, 1996, p. 90.14

     Schwarz, “Nacional por Sub-tração”, op. cit., p. 35.

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    el impacto del pensamiento de Derrida, junto al de Foucault y Deleu-ze, pasando por el debate sobre la posmodernidad hasta el dialogofecundo con los Estudios Culturales. Como estrategia, rehúsa quedar-se a la sombra de los grandes maestros del pasado, ser comentador bien

    comportado, evitando su canonización. Silviano Santiago desplaza elpensamiento de estos autores para fuera del canon moderno y los hacevivos, actuantes, políticos. En este sentido, el entre-lugar, podría serentendido en dialogo con el subalterno de Gayatri Spivak y la poéticade relación de Edouard Glissant, estrategias marcadas por un entrecru-zamiento teórico y existencial semejante, dentro del cuadro poscolo-nial posterior a la Segunda Guerra Mundial. La fecundidad del entre-lugar en el cuadro ofrecido por Negri y Hardt a través del imperio que

    “no establece un centro territorial de poder, ni se basa en fronteras obarreras fijas”15, está no sólo en contribuir para romper las relacionesunidireccionales entre lo que antes llamábamos metrópoli/colonia,primer mundo/tercer mundo, centro/periferia; pero también pensar re-sistencias globales. No sólo Eça de Quirós puede ser autor deMadame Bovary, podemos, asimismo, leer a Homi Bhabha a partir de SilvianoSantiago, identificando no sólo un entre-lugar sino también un “entre-tiempo”16, donde narrativas y contra-narrativas de nación emergen.

    La opción de Silviano Santiago no es la de un sumergimientoconceptual, de naturaleza filosófica, sino tal vez una actitud más pro-ductiva; no es la de un teórico sino la de un crítico y lector que siguelos conceptos en la medida en que los propios textos lo solicitan, hacede la conversación una actitud más que intelectual, existencial. Entre launiversidad y la escena pública, intelectual cult como lo llamó EneidaSouza, intelectual pop sin temor del mercado y de la moda como unode sus herederos, Ítalo Moriconi.Cult ypop. Estrategia intelectual an-

    fibia del crítico cultural y escritor que seduce públicos diversos, a vecescon la carnada-Derrida, a veces con la carnada-culturalista —para citartan solo dos ejemplos—, y al barajar las referencias, las recrea, dejandode ser derrideano o culturalista; pero tal vez los dos lectores, fieles a susposiciones intelectuales, puedan salir felices si lo que procuran de ma-nera narcisista es un espejo. Pero por si se permiten otra aventura, ve-rán lo que puede haber de singular en este posicionamiento, que no secoloca en la postura resentida de intelectual periférico aislado, provin-

    ciano y auto-referente, ni en la posición del divulgador de novedadesde ultra-mar, disciplinado e insípido comentador, epígono sin fuerzapropia.

    15 Michael Hardt y Toni Negri,Império, Rio de Janeiro, Record,2004, pp. 12-13.

    16 Homi Bhabha, O Local daCultura, Belo Horizonte, UFMG,1998, p. 338.

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    Silviano Santiago salta de una posición a otra, rompiendo ex-pectativas. Como si dijera ¡donde quieres Derrida soy Minas Gerais,donde quieres cultura soy literatura, donde quieres Mario de Andradesoy posmodernidad, donde quieres Borges soy Puig, donde quieres al

    profesor, soy Lou Reed, Clara Nunes, Antony & The Johnsons! Otodo lo contrario y al mismo tiempo. Tránsito entre saberes, lenguajesconceptos y perspectivas teóricas. Trayectoria errática y múltiple entreel deseo de estar en su tiempo y abrir o rehacer tradiciones. El entre-lugar es el espacio concreto y material, político y existencial, localmediático y trasnacional, de afectos y memorias.

    En “El cosmopolitismo del pobre,” el autor reafirma el movi-miento iniciado en su clásico y ya citado “El entre-lugar del discurso

    latinoamericano”, al pensar alternativas a los grandes sistemas totali-zantes, homogeneizados y excluyentes, tengan estos los nombres decapitalismo o nación, pero sin perder el posicionamiento y compro-miso en un mundo ya entonces pos-utópico, ni caer en el desespera-ción de la dualidad revolución o barbarie. Walter Benjamin defendíauna barbarie necesaria al señalar que:

    “El nuevo bárbaro “no percibe nada duradero. Y precisamente

    por esta razón va encontrando caminos por doquier. Allí dondeotros chocan con enormes murallas o montañas él descubre uncamino. Y como ve un camino por doquier, tiene que ir despe-

     jando por doquier el camino […] Como ve caminos por do-quier, siempre se encuentra en una encrucijada [....]”17.

    Estas disposiciones bárbaras podemos reconocerlas con Negri yHardt, o por lo menos apostar a que ellas todavía pueden estar “antesy encima de todo en las relaciones corporales y en las configuraciones

    de género y sexualidad”18. Tal vez esta nueva barbarie necesaria estémarcada no tanto por la confrontación, la destrucción y la invasión,sino por el desaparecimiento, entendido no como gesto de abandonoo extinción, sino como afirmación frágil y sutil de una voluntad, deun deseo. Desaparecer para pertenecer a un último paisaje:

    “Desde que el paisaje es paisaje, deja de ser un estado del alma[…] Que los Dioses todos me conserven, hasta la hora en que

    cese este mi aspecto de mí, la noción clara y solar de la existenciaexterna, el instinto de mi no importancia, la comodidad de serpequeño y de poder pensar en ser feliz”19.

    17 Walter Benjamin citado enHardt y Negri, Império, op. cit.,p. 235. [Los revisores de la tra-ducción, han considerado citar desde la traducción directa delalemán, para no perder dema-siado la potencia de las palabas

    de Benjamin: “Imágenes quepiensan”, Obras IV, 1, Madrid, Abada, 2010, p. 347].18 Hardt y Negri, Império, op.cit., p. 235.

    19 Bernardo Soares, Livro doDesassossego, vol. I, Lisboa, Ática, 1992, pp. 36-37.

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    El si nietzscheano evocado antes como afirmación, y tambiéncomo pregunta, nos condujo a la disolución en la multitud. No nece-sitamos esperar por los bárbaros, como en el conocido poema de Kons-tantin Kaváfis. Los bárbaros están entre nosotros y, sí, ellos son una

    solución.En tiempos difíciles, como el nuestro, sin revolución, mas no

    sin esperanzas, en que cinismo y escepticismo aparecen como estrate-gias inmovilizadoras, disfrazadas de actitudes críticas, leer a SilvianoSantiago continúa siendo una referencia para realizar una política delfragmento y de la diversidad. No leer con (por dentro o en compañía),ni leer contra, leer entre lo que posibilita movimientos, desplazamien-tos, infidelidades, aproximaciones y alejamientos.

    En medio de este viaje por textos y recuerdos, me gustaría, a partirdel entre-lugar, privilegiar en los escritos de Silviano Santiago, no tantola crítica cultural y literaria brasileñas, sino una reflexión que contribuyaa la formación de objetos transnacionales. El entre-lugar es, por lo tanto,nuestra puerta de entrada para la formulación de paisajes transculturalesy del diálogo entre América Latina y Extremo Oriente, al que, por cier-to, me gustaría dedicarme en los próximos años.

    El entre-lugar es la respuesta teórica y política a la construcción

    de nación como sistema orgánico dentro de una historia lineal. Espa-cio de tránsitos entre tiempos, culturas y lenguajes. El entre-lugar cons-tituye un importante paso en la implosión de la dialéctica y/o duali-dad entre arte y sociedad, al ir más allá de los estudios de representacio-nes sociales, radicalizando las aperturas realizadas por el debate sobrearticulaciones, mediaciones y circuitos, en un flujo de discursos e imá-genes que transitan social y temporalmente. Los paisajes transcultura-les son todavía una alternativa historiográfica y crítica a la naturaliza-

    ción de historias nacionales, estableciendo un espacio ampliado, mul-timediático, más allá de las “entre-imágenes”20 o de lo audiovisual–dos esfuerzos conceptuales loables pero insuficientes–, un espacio quetransite por diferentes lenguajes artísticos, productos culturales y pro-cesos sociales.

    El entre lugar es una estrategia de resistencia que incorpora loglobal y lo local, que busca solidaridades trasnacionales a través delcomparativismo para aprender nuestro hibridismo21, fruto de ruptu-

    ras de fronteras culturales. La apuesta de Silviano Santiago tambiénpuede ser dar sentido a un multiculturalismo crítico y no solo a lainclusión en una sociedad de consumo. En esta vía, el entre-lugar no

    20 Al respecto, ver: Raymond Be-llour, Entre-imagens, Campinas,Papirus, 1997.

    21 Silviano Santiago, “A pesar de

    dependiente, universal”, Una li-teratura en los trópicos, op. cit.,p. 104.

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    escenifica solo el privilegio social de ricos e intelectuales, sino tambiénlas migraciones y diásporas de las masas pobres.

    El debate sobre globalización y multiculturalismo ha abiertodiversas posibilidades a partir de términos como postcolonialismo,

    subalternidad, fronteras, hibridismo, imperio, “giro decolonial”, etc.Nuestra búsqueda es la de pensar alternativas a la nación, es decir, pen-sar categorías de análisis de la cultura sin adherir a la celebración pu-ramente mercadológica y tecnocrática de una globalización anodina. Ar-gumentaré a favor del término de paisaje transcultural no sólo para pro-blematizar la nación como una narrativa22, Bhabha, sino también paraevitar pensarla a partir del concepto de heterogeneidad23, considerándolacomo totalidad contradictoria y fragmentada. Estas posiciones, entre

    otras, sin duda avanzaron en la discusión de forma sensata, aunque siquisiéramos ir más lejos, a veces es más fructífero ser insensato.

    Para la delimitación de lo que serían los paisajes transculturales,más allá de dialogo preferencial que vamos a realizar con Arjun Appa-durai y Néstor García Canclini, sería importante recordar que el cam-po semántico de este término tiene una genealogía latinoamericanaque remonta a temas recurrentes como los de mestizaje y sincretismo.Nuestra propuesta puede ser comprendida como una densificación y

    también como una discontinuidad en relación a estos debates con lar-ga tradición, respectivamente y sobre todo, en las cuestiones raciales yreligiosas. A riesgo de simplificar, sería importante precisar no sólo lasdiferencias, sino también el linaje que se establece, que podría ser vi-sualizado del siguiente modo:Mestizaje/sincretismo + política > entre- lugar + medios de comunicación > hibridismo + globalización = paisajes 

    transculturale s. Como vimos, el entre-lugar es una respuesta polí tica,de finales de los años 60, a los límites de los discursos del mestizaje y

    del sincretismo, cuestiones que se levantan más allá de las fronteras delconcepto de cultura nacional. Tal vez la gran contribución de alguiencomo García Canclini esté en colocar los entre-lugares, las intercultu-ralidades asociadas de la constitución de una cultura de los medios decomunicación como horizonte de nuestras experiencias, prácticas so-ciales y políticas, sin, necesariamente, mitificar al mercado, como hi-cieron varios críticos. Por su parte, Appadurai escenifica la exacerba-ción de los flujos interculturales en el cuadro de la globalización de los

    años 90, después de la caída del Muro de Berlín.El término de transculturación, implícito en la discusión de

    Appadurai, no es en sí mismo nuevo, remite a Contrapunteo cubano 

    22 Bhabha,O Local da Cultura.

    23 Antonio Cornejo Polar,O Con-dor Voa. Literatura e Cultura La-tino-Americanas, Belo Horizon-

    te, UFMG, 2000.

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    del tabaco y el azúcar, un clásico trabajo de Fernando Ortiz (1940),que fue retomado por Ángel Rama para un análisis literario que diolugar a su libro Transculturación narrativa en América Latina (1982).Aunque su alcance no se restringe a éste, se articula a la noción de

    entre-lugar desarrollada por Silviano Santiago y recuperada por MaryLouise Pratt24 en la expresión zona de contacto, o aún por una estéticabilingüe25y una gnosis o “pensamiento liminar” , comprendido comoun conocimiento más allá de lo académico”, alternativo a la epistemo-logía (dominio del conocimiento y de la verdad) y a la hermenéutica(dominio del sentido y de la comprensión humana), formado en elcuadro pos-iluminista26, dentro del esfuerzo de descolonización delconocimiento, concebido “de las márgenes externas del sistema mun-

    dial colonial/moderno”27, pero en diálogo con la epistemología a par-tir de saberes que fueron subalternizados en los procesos imperiales28,en lugar de una hermenéutica monotópica, centrada en la perspectivade un sujeto cognoscente, situado en la tierra universal de nadie29, unahermenéutica pluritópica que acontece en el entre-lugar de conflictosy saberes y estructuras de poder30.

    Al pensar en un paisaje transcultural, dejamos de ubicarnos en elespacio comprometido tercermundista, como fuera desarrollado en

    los años 60, para procurar transversalidades que atraviesen diferentespaisajes y culturas, sin ignorar las desigualdades en las relaciones depoder, y también procurando responder al contexto desarrollado a partirde los años 70 del siglo pasado. “El paisaje no es solo el involucra-miento pasivo de la toda-poderosa Narrativa, sino la dimensión mu-tante y perdurable de toda mudanza y todo intercambio”31.

    El desafío no está sólo en ir más allá de las marcas nacionales,sino más allá de las marcas continentales. A pesar del interés y rentabi-

    lidad que el concepto de diáspora ha traído a este debate, fundamenta-do por el tránsito masivo de trabajadores, normalmente lo que es esce-nificado es un drama intercultural. El riesgo sería una permanente re-ferencia a un origen cada vez más remoto, en la medida en que lasgeneraciones se suceden unas a otras y son relocalizadas (como en elcaso de la cultura “latina” en Estados Unidos). Es importante rescatarque inclusive la interculturalidad se produce mucho más a través de losmedios masivos de comunicación, que por movimientos migratorios,

    para retomar la provocación hecha por Canclini32, pero aún poco de-sarrollada, sin olvidar que las diásporas y los tránsitos hechos por me-dios de comunicación son complementarios, como argumentó Appa-

    24 Mary Louise Pratt, “Pós-Co-lonialidade: Projeto Incompleto ouIrrelevante?”, Luiz Eugênio Vés-cio y Pedro Brum Santos(orgs.), Literatura & Históra,Bauru, Edusc, 1999, p. 30.25 Doris Sommer,Bilingual Aes-thetics, Durham, Duke Univer-sity Press, 2004.26 Walter Mignolo,Histórias Lo-cais/Projetos Globais, Belo Ho-

    rizonte, UFMG, 2003, p. 30.27 Ibid., p. 33.28 Ibid., p. 34.

    29 Ibid., p. 42.

    30 Ibid., p. 40.

    31 Édouard Glissant, Introduçãoa uma Poética da Diversidade,Juiz de Fora, EdUFJF, 2005, p.30.

    32 Néstor García Canclini,La glo-balización imaginada, Buenos Aires, Paidós, 2000, p. 79.

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    durai (1996). Mientras tanto, son las transculturalidades mediáticaslas que me interesan y explicitan más la pérdida de un origen, multi-plicando las mediaciones y lecturas, en una historia a veces difícil depercibir, y creando frutos, a veces, inesperados.

    El paisaje se transformó en una rica categoría, como indica Appa-durai, cuya potencia permite comprender las disyunciones entre eco-nomía, cultura y política en la contemporaneidad a partir de paisajesétnicos (ethnoscapes),mediáticos (mediascapes), tecnológicos(technos- capes), financieros(financescapes), ideológicos (ideoscapes) , para indicar“que no se trata de relaciones objetivamente dadas que tienen la mismaapariencia, a partir de cada ángulo de visión, antes que nada son inter-pretaciones con profundas perspectivas, modeladas por el posiciona-

    miento histórico, lingüístico y político de las diferentes especies deagentes”33. Estos paisajes son “formas fluidas e irregulares”34, al contra-rio de las comunidades idealizadas, son lugares donde se vive aunqueno sean necesariamente geográficos. No se trata de negar las relacionestradicionales de proximidad y vecindad, sino pensar nuestra posibili-dad como constituida también por “comunidades de sentido transna-cional”35. A esta perspectiva culturalista, pretendemos sumar la tradi-ción de la historia del arte, para concebir el paisaje no sólo como espa-

    cio de relaciones sociales sino también imagen, “artificio”, y hasta “cons-trucción retórica”36.

    Al unir estas dos perspectivas originarias de la historia del arte yde los Estudios Culturales, retomo el desafío que Appadurai lanzó enel inicio deModernity at Large, sin necesariamente desarrollarlo. Nues-tro objetivo aquí sería buscar hacer más rentable su propuesta no sólopara etnografías sino para el análisis de productos culturales y obrasartísticas. Tras la propuesta de un paisaje transcultural, está la com-

    prensión, cada vez más recurrente de que “la globalización no es sólo lahistoria de la globalización cultural”37, reducida a una hegemonía nor-teamericana, ni se trata de adherir a una fuga mediante localismos ais-lacionistas. “Cualquier propuesta de comunidad particular aislada, de-finida en términos raciales, religiosos o regionales, ‘desvinculada’ delImperio, protegida de sus poderes por fronteras fijas, está destinada aacabar como una especie de gueto. No se puede resistir al Imperio conun proyecto que apunta a la autonomía limitada y local”38.

    Al evitar dualismos, el culturalismo aquí defendido es la movi-lización consciente de las diferencias culturales al servicio de la políticatransnacional más amplia. Estos paisajes transculturales que estamos

    33 Arjun Appadurai, Modernity atLarge. Cultural Dimensions of Globalization, Minneapolis, Uni-versity of Minnesotta Press,1996, p. 312.34 Ibid., p. 313.

    35 Ibid., p. 8.

    36 Anne Cauquelin,L’Invention duPaysage, Paris, Plon, 1989, pp.20,22, 27 y 30.

    37 Appadurai,Modernity at Lar-ge, op. cit., p. 11.

    38 Hardt y Negri, Império, op. cit.,

    p. 226.

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    procurando delinear son entre-lugares. Su mapeamiento radicaliza laspropuestas sobre hibridismo –procesos socio-culturales de interseccióny transacción constituidora de interculturalidades–, evitando que elmulticulturalismo se torne un proceso de segregación39, o, como pre-

    fiero afirmar, una cultura pop transnacional más allá de la oposicióntradicional/moderno, rompiendo las distinciones y jerarquías entre loculto, lo popular y lo masivo40 y que constituye “translocalidades”41

    por los flujos mediáticos, redimensionando lo próximo, lo distante yel propio campo intelectual, al tiempo que crea una moldura paradiferencias no necesariamente recurrentes de especificidades naciona-les, oponiéndose “a cualquier discurso esencialista de identidad, auten-ticidad y pureza culturales”42. No se trata de mitificar al mercado, sino

    de comprenderlo como parte indisociable no sólo de las condicionesde producción y circulación de bienes culturales, sino también comoexperiencia, parte de nuestra vida cotidiana, de nuestros afectos y me-morias, así como dato estético fundamental.

    Había una vez márgenes, había una vez centros. Esa época pare-ce tan distante ahora, como un discurso viejo, seductor y explicativoque pudiese ser, que pueda ser. Asistimos a otro tiempo, un tiempo enel que el lugar de enunciación no es consentido sino conquistado. No

    más malestar de ser/estar fuera de lugar. Enfrentamos la aventura, laambición de hablar, recontar la historia del mundo, la memoria uni-versal, el cosmopolitismo que radicaliza las interculturalidades y creanuevos paisajes. Hay necesidad de nuevos conceptos, nuevas formasde ver el mundo. Los desafíos son grandes y el tiempo muy corto, haymucho por construir más allá de un universalismo occidentalocéntri-co, pero sin negar occidente, más allá de un provincianismo localista,nacionalista o continental que vuelve la periferia un fetiche.

    Trazar caminos en alta mar ofrece muchas posibilidades, inclu-sive la del naufragio, el tamaño de la olas, la distancia a recorrer. No esla simple globalización tecnológica, ni el circuito del capital, ni sólo lasmigraciones, las diásporas, ni las imágenes mediáticas; es un poco detodo eso y aún más, mucho más por venir.

    39 García Canclini, “Prefacio”,Culturas híbridas, Barcelona,Paidós, 2001, p. 14 y 20.

    40 García Canclini,Culturas Hí-bridas,São Paulo, Edusp, 1997,p. 283.41 Appadurai,Modernity at Lar-ge, op. cit., p. 192.

    42 García Canclini, “Prefácio”, op.

    cit., p. 16.

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    Memoria: modos de usar*

    WANDER  MELO MIRANDA**

    Quería endurecer el corazón,eliminar el pasado,hacer con él lo que hagocuando corrijo un periodo—tachar, aumentar las tachadurasy transformarlas en borrones,suprimir todas las letras,no dejar vestigios de ideasobliteradas1.

    Graciliano Ramos/Silviano Santiago

    El poema que hace de epígrafe se titula “Estoicismo estético” yhace parte del volumen Crescendo durante a guerra numa província ultramarina, de Silviano Santiago. Como los demás textos que com-ponen el libro, éste es una apropiación del texto de Otro, un modo de

    hablar de sí y del proceso de la escritura, ambos en diferencia a cadanuevo libro publicado –suplemento de un vacío que la letra desea,contornea, rememora, deshace y condensa en el horizonte de la formaque finalmente, si bien de manera provisoria, es alcanzada. Proponeuna grafía de la tachadura, movilizada como estrategia para dar cuenta—¿o hacerlas dar cuentas?— de la tradición literaria y de las historiasde familia, cuyos elementos son forzados a deslocalizarse de una serie aotra alternando y superponiendo, al mismo tiempo, vida y experiencia

    artística.La originalidad y el alcance de la operación se miden por ese

    tránsito de doble sentido de la reminiscencia que se delinea como unpli egue [dobra], un dispositivo de la escritura en que el sujeto y el textoindican una insuficiencia de la palabra –el cuerpo que se muestra comolenguaje. Cuerpo físico donde se inscribe el cuerpo político. “Queríaendurecer el corazón”: forma de un condicional, de una formaciónreactiva que inviabiliza el “estoicismo estético”, enunciado irónico, trans-

    formado él mismo en materia de memoria y de escritura.Esa memoria se configura por la función escópica del lenguaje,

    presente en la primera novela de Silviano, publicada en 1974. El joven

    * Traducción de Mary Luz Estu-piñan y Raúl Rodríguez Freire.

    ** Profesor de Teoría Literaria yLiteratura Comparada de la Uni-versidad Federal Minas Gerais.En castellano ha publicado,Cuer-pos escritos. Graciliano Ramosy Silviano Santiago, Santiago deChile, Editorial ARCIS, 2002.

    1 Silviano Santiago,Crescendodurante a guerra numa provínciaultramarina, Rio de Janeiro, Fran-cisco Alves, 1988 [1977], p. 27.Todas las traducciones son nues-tras, a menos que se señale locontrario [nota de los traductores].

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    profesor de literatura francesa paga la deuda con el nouveau roman yabre, enO Olhar, la posibilidad misma de la creación ficcional:

    “El agujero de la cerradura se destapa para dar rienda suelta a la

    imaginación y revela microscópicamente el cuadro de los cuer-pos desnudos sobre la cama. En un rayo se clava la voz delcompañero oída aquel mismo día. ¿Para qué crees que ellos duer-men juntos?”2.

    La visión de la “escena originaria” revela al niño la dirección tor-tuosa de los caminos del deseo, y al escritor los trazos que irán a expli-car el procedimiento memorialístico de los textos por venir. La remi-niscencia estará siempre ligada a ese primer mirar —mentiroso-verda-dero— que retorna como memoria de lo que fue o podría haber sido,no como repetición del triángulo edípico, sino como origende la na-rrativa y su inserción en una historia personal y social determinada.

    No es otro el caso de O falso mentiroso: memórias, donde elrecuerdo autobiográfico prometido en el título es desmentido por laparadoja que anuncia, aunque la foto del autor, aún bebé, en la tapadel libro, parezca deshacer el complejo pacto de su lectura. Pero es elpersonaje cuando niño, al negarse a comer, quien aproxima temporali-dades y textos distintos, en una remisión incesante, propia de la obrade Silviano Santiago: “’Desdentado, mi hijo’ –gemía por los cuatrorincones de la casa. ‘No mastica, no va a hablar. Va a sisear. No va aarticular palabra sino a gruñir hasta quedarse inerte’”3. Pero el niño,“primito antropófago”4 siente placer cuando muerde a Dorothy, en un

     juego sexual precoz, medio inocente, medio perverso.En “O piano”, cuento de O banquete, el pequeño es castigado

    por morder a los otros en la calle. La reacción del padre es violenta, allavar la boca del hijo con jabón de barra: “la espuma asfixiaba. Tosía,formaba burbujas en los labios. La mano pesada embadurnaba el ros-tro. El químico del jabón hería el tejido delicado, las lágrimas escu-rrían”5. La mordida es un no discurso –o un habla prohibida– queinscribe en el cuerpo del futuro escritor una memoria del aconteci-miento que requiere de la escritura y solamente en ella adquiere formay sentido, vale decir, se vuelve común, comunicable.

    Como en el epígrafe deStella Manhattan —en las palabras deKafka: “Dios no quiere que yo escriba, pero yo sé que debo escri-bir”6—, esa inscripción requiere de un trabajo paciente y violento dedeconstrucción, deseo de “suprimir todas las letras” del poema antes

    2Silviano Santiago,O olhar, BeloHorizonte, Tendência, 1974, p.14-15.

    3 Santiago, O falso mentiroso,Rio de Janeiro, Rocco, 2004, p.16.4 Ibid., p. 19.

    5 Silviano Santiago,O banque-

    te, Rio de Janeiro, Saga, 1970,p. 36.

    6 Silviano Santiago,Stella Man-hattan, trad. Florencia Garramu-ño, Buenos Aires, Corregidor,2004, p. 19.

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    citado –trabajo de olvido y memoria. Por ello el escritor toma partidopor el lugar periférico desde el cual habla, lugar que en “ Vale quantopesa” –texto crítico publicado en 1978 en un libro homónimo– sedeclaraba como un entre-lugar, noción, por cierto, que ya había sido

    señalada como operadora de lectura en “O entre-lugar do discurso la-tino-americano”7. En “Vale quanto pesa”, leemos:

    “Dado que es imposible borrar el discurso europeo y no esposible olvidar más el discurso popular, es en este entrecruza-miento de discursos que se impone el silencio del narrador-intelectual y que se abre la batalla de la parodia y del escarnio, esahí que se hace oír el conflicto entre el discurso del dominadory del dominado. Es en este poco pacífico entre-lugar que el

    intelectual brasileño encuentra hoy el suelo volcánico dondeno se reprimen todos los valores que fueron destruidos por lacultura de los conquistadores […] Es aún en este entre-lugarque el novelista ve en el espejo, no su imagen reflejada, sino lade un antropólogo. Un antropólogo que no necesita dejar supropio país”8.

    Inspirados por la “teoría de la dependencia”, lo dos textos críti-cos de los años 70 todavía guardan posibilidades teóricas y criticasbastante sugestivas. Aunque las relaciones de dominación se hayanvuelto más complejas en el mundo globalizado y la “batalla de la paro-dia y del escarnio” haya cambiado de armas, la noción de entre-lugarofrece un lugar de observación privilegiado, en la medida que abre unespaciocultural y literario para las políticas de identidad que emergeno se afirman actualmente. Basta pensar en el tratamiento dado al ho-moerotismo en los cuentos deKeith Jarrett no Blue Noteo deHistórias 

    mal contadas, en los que memoria y ficción se confunden en la confi-guración heterodoxa del sujeto de la escritura mediante su “desfigura- ción” [de-facement], para usar el término de Paul de Man.

    El cuento “O envelope azul” [El sobre azul] funciona como aper-tura deHistórias mal contadasy sintetiza las diversas líneas —indefini-das— que memoria y ficción van trazando. En un movimiento tex-tual de ida y vuelta, el narrador-mentiroso poco a poco va delineandosus extravíos personales, una modalidad de experiencia construida “como

    si el lenguaje de la memoria debiera ser escrito por la ausencia de pala-bras”9, aunque la escritura tenga que valerse de ellas para dar cuenta dela ausencia en la subjetividad que anuncia. Esa parece ser la primera

    7 Silviano Santiago, “El entre-lu-gar del discurso latinoamerica-no”, Una literatura en los trópi-cos. Ensayos de Silviano San-tiago, edición y traducción trad.Mary Luz Estupiñán & Raúl Ro-dríguez Freire, Concepción, Es-caparate, 2012, pp. 57-76.

    8 Silviano Santiago, “Vale cuan-to pesa”, Una literatura en lostrópicos, op. cit., p. 94.

    9 Silviano Santiago, Históriasmal contadas, Rio de Janeiro,Rocco, 2005, p. 26.

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    cuestión que es dada al lector de estas historias, cuyo “desenlace” de-pende del revelamiento siempre atrasado de un “secreto” que se for-mula como lugar de enunciación —y de recepción— que “[sólo esinstigado] si el interlocutor nos sugiere (abiertamente) que está escon-

    diendo algo (íntimamente)”10.Por eso la memoria para Silviano Santiago siempre esmemoria 

    en diferencia, urdimbre espacial de un tejido en el que convergen hilosde temporalidades distintas, siempre renovadas en su entrelazamiento.Desde ahí ella es también evocación y profecía de “cosas que no hanocurrido todavía”11, como ocurre en la ficción-ensayoEm libertade.Elpastichede la obra de Graciliano Ramos es más que una técnica litera-ria, una operación que desafía los límites del individuo, que pone en

     jaque la noción de autor y el carácter concentracionista de la escritura.La experiencia de la lectura es dramatizada mediante el distan-

    ciamiento brechtiano del narrador, para que él se junte con la miradaque dirigen al otro. Durante esa interacción, o incluso desde el inicio,la comunicación que parecía fluir amistosamente sufre un corte inten-cional cuando el lector percibe que le es dado, adrede, gato por liebre yque tiene en sus manos un diario “falso” como las legendarias monedasgideanas aludidas en la presentación del libro.

    La memoria tiene, pues, ese papel de olvido del yo por mediode una experiencia alternativa en relación al pasado, para continuar conGide. En Les nourri tures terrestres[Los alimentos terrestres], el narra-dor dice a Nathanael:

    “[…] pasé tres años de viaje, olvidando […] todo lo que había,aprendido con la cabeza. Este olvido fue lento y difícil; pero mefue más útil que todas las enseñanzas impuestas por los hom-

    bres, y verdaderamente el comienzo de una educación. Nuncasabrás los esfuerzos que hemos tenido que hacer para interesar-nos por la vida; pero ahora que ella nos interesa, será como todaslas cosas: apasionadamente”12.

    Ladesinstrucción [desinstrução]  de la memoria lleva a Silviano-Artaud a México, en un movimiento paroxístico que confina a la lo-cura y, en última instancia, el silencio. En la forma monstruosa delanfibio —“una sola cabeza y varios tentáculos, varias piernas-tentácu-

    los que se asientan en tierras diversas y variados mares”13— SilvianoSantiago superpone el año de su nacimiento, 1936, con el año delviaje de Antonin Artaud a México. Más radical que Em li bertade, la

    10

     Santiago,Histórias mal conta-das, op. cit., p. 157.

    11 Silviano Santiago,Em liberda-de, Rio de Janeiro, Rocco, 1981,p. 52.

    12 André Gide,Los alimentos te-rrestres y los nuevos alimentos,trad. Luís Echávarri, Buenos Ai-res, Losada, 1953, p. 8.

    13 Silviano Santiago,Viagem aoMéxico, Rio de Janeiro, Rocco,1995, p. 20.

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    experiencia vivida toma la forma de una máscara o firma, confunde launa con la otra, hasta el límite de la despersonalización, es decir, afirmala verdad del discurso biográfico por su imposibilidad narrativa.Via- gem ao Méxicoes un libromonstruosoporque excede las fronteras de la

    invención, miedo —¿o coraje?— de la representación y su doble, laenorme erudición convocada para, al final, ser negada.

    En la relación con el pasado, la vida se presentaría como unaobra literaria, para usar la perspectiva con que Silviano Santiago leeO amanuense Belmiro, de Cyro dos Anjos (1937), si no fuese por la for-ma en la que la memoria-citación toma cuerpo en la obra del autor deO banquete. En uno de sus cuentos, el narrador recurre a Valéry paraexpresar el proceso de influencia literaria. El narrador dice: “un león

    está hecho de carneros asimilados”, y después corrige la frase en lostérminos de Gide: “un león está hecho de su imagen asimilada, pues laimagen […] sólo es creada para realzar ciertas virtudes del modelooriginal”14.

    Perdido el primer referente y descartada la sumisión al textometropolitano, ya no hay lugar para la devoración antropofágica enlos términos concebidos por Oswald de Andrade. Una imagen queengulle otra imagen, al infinito, separa al lector de la realidad y, al

    hacerlo, le permite nuevos puntos de fuga o de perspectiva. Le devuel-ve, entonces, su cuerpo /corpusde lector, bajo la forma de un descom-pás o embate que engendra la experiencia de lectura como experienciade vida:

    “La verdadera lectura es una lucha entre subjetividades queafirman y que no niegan lo que afirman, sin los colores de laintransigencia. El conflicto novelesco es, en forma de intriga,

    una copia del conflicto de lectura. La ficción sólo existe cuandohay conflicto, cuando fuerzas diferentes se enfrentan en el inte-rior del libro y en el proceso de circulación por la sociedad.Encontrar en la novela lo que ya se espera encontrar, lo que ya sesabe, es el triste camino de un arte fascista, donde hasta losmeandros y los laberintos de la imaginación son programadospara que no haya disidencia de pensamiento. El arte fascista es“realista”, en el mal sentido de la palabra. No nota que su “real”es nada más que la forma consentida para repensar la compleji-dad de la realidad”15.

    Lectura ficcional y lectura ensayística se conjugan: abren el ca-mino para el agón, para el enfrentamiento de valores —literarios, so-

    14 Santiago,O banquete, op. cit.,p. 113.

    15Santiago,En libertad, op. cit.,p. 167.

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    ciales y políticos— imposible de ser separados en la arena donde seconfrontan. Los textos de Silviano Santiago (sin importar la inflexiónpredominante que cada uno pueda tener) insisten en la configuraciónde una escritura en la que las culturas se reconocen por medio de sus

    proyecciones de alteridad, atravesadas ya por los efectos de la globali-zación. En estos términos, instauran formas singularesde interlocuciónque, a su vez, impulsan la construcción de nuevasficciones teórica s.

    En esta forma de articulación estética y ética, lo heterogéneo sepresenta como un proceso de significación en el cual se afirman distin-tos campos de fuerza y criterios de validación. Al valor en cuanto ho-rizonte consensual, fundado en el juicio crítico proveniente del deseomoderno de universalidad y totalización, se le contrapone la relación

    como valor. De ahí la emergencia de un entre-lugar discursivo comoposibilidad de redefinición ininterrumpida del valor de la literaturapostulado en tanto resistencia a la uniformización globalizante.

    Tanto la ficción como el ensayo, aparecen investidos de una au-toreflexión que se hace cargo de sus premisas hasta el límite de suimplosión y refuncionalización, hasta la destitución de la trascenden-cia que anteriormente garantizaba al texto un lugar hegemónico en elorden de los discursos. Por tanto, el gesto crítico o ficcional se vale de

    la naturaleza intersticial de la literatura —una forma entre otras, unvalor entreotros— para mejor acceder a las nuevas conexiones propi-ciadas por el espacio intervalado que le garantiza la “sobrevivencia” enla actualidad.

    Por esa vía, el escritor se lanza a la deconstrucción, tarea meto-dológica y horizonte vital de experiencia, para escapar de los mecanis-mos de manipulación cultural infiltrados en lasmalhas da letra [ma-llas de la letra]. Esta actitud vale tanto para la revisión rigurosa del

    canon modernista brasileño —un ejemplo de ello es “La permanenciadel discurso de la tradición en el modernismo”16—, como para el abor-daje de la vejez y la muerte enDe cócora s, en una suerte de memoria delfuturo incierto y esperado.

    Como con los personajes plegadizos de Stella Manhattan, laactitud deconstructora —en su incesante movilidad— impide que lascuestiones de género se fosilicen, que se transformen en categorías dereflexión e invención rígidas. El desplazamiento del sujeto de un texto

    a otro, de una imagen hacia su opuesto, de una cultura instituida hacialo que reprime, reafirma el movimiento de ladifférance, poniendo en

     jaque el estatuto del texto literario. Artes y artimañas de la literatura:

    16 Silviano Santiago, “ La perma-nencia del discurso de la tradi-ción en el modernismo”,Una li-teratura en los trópicos, op. cit.,p. 133-157.

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