discurso antonio nariño ante el senado

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La Defensa de don Antonio Nariño El escrito empieza de esta manera: "Muy poderoso señor: Don Antonio Nariño, preso en el cuartel de Caballería, respondiendo el traslado que se me ha corrido de la acusación fiscal en los autos criminales sobre la impresión, sin licencia, de un papel intitulado Los derechos del Hombre, (1) con otros cargos que resultan del proceso, ante Vuestra Alteza premiso lo necesario y en la vía y forma que más haya lugar en derecho, parezco y con el debido respeto, digo: que Vuestra Alteza se ha de servir absolverme de la acusación intentada contra mí, darme por libre de los delitos imputados y hacer que se me restituyan mis bienes y todos mis derechos, mi honor, mi libertad mis hijos, mi esposa, mi sensible esposa, cuyas lágrimas derramadas tantas veces al pie de los altares, espero hayan movido al soberano Tutor de la inocencia, para que inspire hoy á Vuestra Alteza un sentimiento de benevolencia, digno 1

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La Defensa de don Antonio NariñoEl escrito empieza de esta manera:

"Muy poderoso señor:

Don Antonio Nariño, preso en el cuartel de Caballería, respondiendo el traslado que se me ha corrido de la acusación fiscal en los autos criminales sobre la impresión, sin licencia, de un papel intitulado Los derechos del Hombre, (1) con otros cargos que resultan del proceso, ante Vuestra Alteza premiso lo necesario y en la vía y forma que más haya lugar en derecho, parezco y con el debido respeto, digo: que Vuestra Alteza se ha de servir absolverme de la acusación intentada contra mí, darme por libre de los delitos imputados y hacer que se me restituyan mis bienes y todos mis derechos, mi honor, mi libertad mis hijos, mi esposa, mi sensible esposa, cuyas lágrimas derramadas tantas veces al pie de los altares, espero hayan movido al soberano Tutor de la inocencia, para que inspire hoy á Vuestra Alteza un sentimiento de benevolencia, digno del Tribunal, y proporcionado al celo de Vuestra Alteza y al que es público he manifestado constantemente por el Rey y por mi país.

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Hay ciertas apariencias impostoras, y tal vez la casualidad suele reunir Sucesos y circunstancias que prestan un aspecto disforme, muy diverso del que las cosas tienen en sí mismas. Vemos á cada paso los amigos mejores quebrar de repente ofendido alguno de ellos con razón, en su concepto, pero realmente sin motivo y en vano. Un procedimiento impensado, un mal paso dado sin malicia ú otras varias circunstancias atizadas por el soplo de los malos pueden hacer que el hombre de más candor y buena fe llegue á convenir en que su mejor amigo, el que le ama, el que más se interesa por él y por sus cosas, en una palabra, que su verdadero amigo es un ingrato, un pérfido, que merece odio y execración en lugar de amistad y beneficios; pero si este amigo es accesible á la razón, si es hombre que sepa deponer una preocupación, por más fundada y justa que le parezca, si oye racionalmente los descargos de su amigo y examina los hechos no con los ojos de la malicia sino con los de la razón, entonces las sombras se disipan, la ilusión se desvanece la amistad recobra todos sus derechos.

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Tal es puntualmente la idea que se debe formar de mi proceso. Antes que la calumnia tronara contra mí, era yo reconocido por. Vuestra Alteza y el público, por verdadero amigo del Gobierno, vasallo no sólo fiel, sino también amante y entusiasta de mi Soberano, como lo tengo acreditado desde mi juventud en cuantas ocasiones he podido. Después de un paso inconsiderado, pero nada malicioso, abultado extraordinariamente, se me ha hecho parecer criminal. Pero es una ilusión porque el delito mismo de que se me acusa tan sangrientamente, es un monumento incontestable de mi fidelidad...

...Pero antes de entrar en la discusión de los cargos que deseo contestar, pido permiso á Vuestra Alteza para dar gracias á la Providencia por haberme hecho nacer en esta capital, en donde están tan arraigados los buenos sentimientos de fidelidad y amor al Rey, que no sólo es celoso todo vecino de conservar por su parte este glorioso timbre de nuestra ciudad, Sino que todos, hasta el bajo pueblo, sienten como una injuria propia y personal, cualquiera tacha que sobre este punto quiera poner la calumnia á algunos de nuestros conciudadanos........

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...  Pero sí no he sido reputado por desafecto al Gobierno, por seductor y amigo de la novedad, sino por buen vasallo y amante de la paz, celoso del bien público y sinceramente adicto á nuestro muy amado Monarca, parece que esto debe influír poderosamente en mi favor cuando trate de hacer ver que mi intención cuando imprimí el papel, queda, según entiendo, por encima de toda acusación, pues aunque hay otros cargos que el Ministerio Fiscal se contenta con tocar de paso, éste solo se ha llevado su atención..... «

Parece que la acusación del Fiscal se basaba sobre las palabras del comerciante peninsular Carrasco, de quien, dice Nariño, con acerbo tono, que ''por su profesión sabría medir una vara de sarga y por sus ocupaciones manejar las cartas que componen un naipe," pero que jamás sería capaz de juzgar un escrito ni comprender sus tendencias. Además de esto presentaron las primeras confesiones de Nariño hechas cuando estaba en cama gravemente enfermo, extenuado y nervioso, sobre las cuales observa en su defensa que deben los Jueces considerar aquellas circunstancias:

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"Una prisión inesperada, añade, la pérdida del honor y los bienes, la memoria de la esposa desconsolada y de los tiernos hijos la idea inexprimible de una muerte cercana, dejando su nombre en execración, y por herencia á sus hijos la miseria y la infamia habrá otra cosa que pueda conmover y agitar más fuertemente el alma? Pues tales eran las convulsiones que experimentaba en la mía.......Yo me hallaba combatido por todas partes. Las enfermedades atacaban el espíritu y aumentaban mis justas aflicciones, las agitaciones del alma aumentaban las enfermedades del cuerpo....El día 11 (de Septiembre) se dio principio á mi confesión, estando yo en el mismo estado, en términos que el 12 fue necesario interrumpir todo el día la actuación y llamarme un sacerdote para que me confesara. El 13 siguió la actuación y el 14 se acabó, habiendo dicho el mélico que aunque me hallaba bastante abatido se podía continuar. ¿Se podrá haber escogido un tiempo menos á propósito para tomarme confesión y una confesión de tal naturaleza? " .......................Discurre después largamente sobre las doctrinas y opiniones de médicos famosos en su tiempo para hacer ver que su confesión no puede valer porque en esos momentos tenía turbada la razón.

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Continúa después:

"Vuestros Fiscales comienzan á hablar de la cualidad de mi delito, haciéndose cargo de que el cuerpo de él, que es el impreso citado, no corre agregado á los autos. Pero dicen que de él y su contenido les da bastante idea don Francisco Carrasco, y en su declaración, propia sólo del ánimo perverso y corrompido de Carrasco, está fundado todo cuanto dice el Ministerio Fiscal de la naturaleza del papel, de mi delito conforme á su naturaleza y del castigo que merece...........

............  Acogido á Vuestra Alteza aquí donde la buena fe puede á todas las deliberaciones, podré decir que si el papel que imprimí es tan malo como yo no pensé jamás, si es seductor, si es execrable, se examine su malicia por él mismo, pues que existe el original, y no por la declaración de Carrasco, sobre todo habiendo otra en el proceso, que habla también del contenido del papel, (2) y que por todos sus títulos merece más fe que en la de aquel malvado."

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Cansaría sobremanera al lector si quisiéramos trascribir siquiera las partes más interesantes de la defensa que presentó Nariño á la Audiencia de Santafé; obra erudita en extremo, con infinidad de citas de obras antiguas y modernas, de Santo Tomás y de otros Santos Padres, de autores romanos y contemporáneos, con todo lo cual procura demostrar que los Derechos del Hombre nada tienen de perjudicial á la moral y á la religión, puesto que muchos de sus aforismos tienen por base los de autores que no pueden ser sospechosos á ningún monárquico y á ningún católico, que se publicaron cuando aún reinaba en Francia Luis XVI y él creía que aquella obra era hija de la buena fe y de un sincero Patriotismo.

Puesto que es probable que aquella Escuela de la Concordia, establecida en Santafé por el ecuatoriano Espejo, era en realidad una rama de las logias masónicas de Europa; acaso Nariño, que estaba enrolado en ellas, ignoraría que la Declaración de los Derechos del Hombre había sido elaborada en las de Francia? (3)

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A pesar de la habilidad con que trata de defenderse de los cargos que le hacen, sorprende que se atreviese á insertar y comentar artículos tomados de El Mercurio de España y de otras publicaciones, en las cuales se preconizan muchos de aquellos aforismos de los Derechos del Hombre, sin que aquello, dice, nunca lo hubiera reprobado el Gobierno español, por consiguiente su publicación en forma concreta no podía ser un delito. No cabe duda que fue en él una imprudencia la de recordar ante un Tribunal de Magistrados españoles las palabras del Conde Reinaldo Carli (publicadas en El Mercurio peruano) con lo cual señala el peligro que corren las colonia españolas si la madre patria no procura enmendar sus faltas é injusticias en América.

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He aquí algunos de los párrafos que cita Nariño:

Yo sostengo que, para restaurar la monarquía española á su antiguo poder, lustre y esplendor, conviene que permita el establecimiento de todas las fábricas que sean susceptibles á las colonias de América; y añado más: que permitida y fomentada la industria y la agricultura en nuestras colonias, la monarquía española será la más poderosa y el más opulento imperio que han conocido los siglos. ¿Pero quién podrá contar con la seguridad de que enriquecidas nuestras colonias y aumentada grandemente su población con el establecimiento de fábricas, no quieran erigirse en estados independientes y soberanos, á ejemplo de sus vecinas las del Norte? Y si tal pensasen ¿quién sería bastante á impedirlo?

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"Esta segunda consideración infunde el espanto en nuestros ánimos, y que se mira como indisoluble aún por algunos políticos, creo yo haber dado lugar al sistema que hemos seguido en el gobierno de nuestras colonias: pero ella es más un fantasma, si bien se examina, que una dificultad insuperable; porque ó las colonias han de estar gobernadas según las reglas de la equidad, de justicia y de razón, según aquellas reglas que han unido á los hombres en sociedad para su propia conservación, seguridad y bienestar; ó al contrario se quieren gobernar por principios y reglamentos opuestos á sus intereses? En el primer caso nada hay que temer: jamás pueblo alguno sacudió el yugo de la autoridad soberana cuando ésta no había faltado á las reglas de equidad, de justicia, de igualdad y de razón; en el segundo siempre esperó el pueblo un momento favorable para romper las cadenas de la opresión. Los hombres viven en política sociedad por sus propios intereses: desde que falten éstos no están seguros que la unen. El hombre á quien la unión con otro no le priva de su propiedad, de su libertad y de su seguridad, antes bien, le afianza más estos sagrados y primitivos derechos, debe por necesidad estar contento con ella, y deseará mantenerla en cualquier distancia; pero si esta unión le priva de alguno de ellos, no puede durar ni en la mayor inmediación.

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"Luego discurre el autor español (añade Nariño) sobre que los ingleses perdieron sus colonias de América por la falta de igualdad y de justicia que observaba la Metrópoli. Que la Irlanda hubiera seguido el mismo ejemplo si la Gran Bretaña no hubiera cedido en sus designios de desigualdad. Que Roma no perdió á España por sus riquezas y distancia, sino por las tiranías y opresiones de sus presidentes y procónsules. Y concluye con decir:

que las colonias americanas de España conservarían su sociedad con la Metrópoli siempre que gocen de un gobierno que, conservando la propiedad, la libertad y la seguridad que se les debe, las iguale con los ciudadanos de la ilustre patria....................... Pero si se sigue con ellos el sistema contrario, el ejemplo y la proximidad de los nuevos republicanos las estimularán á desear y abrazarán otro gobierno que más les convenga."

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Nariño pretendía decir que Carli era español, cuando era italiano, nacido en Istra, pero á él le convenía que así lo considerasen sus oyentes, jueces que él sabía que nunca habían oído hablar del humanista y arqueólogo italiano, porque considerándole español sus palabras tenían mayor peso y seriedad. Pero la audacia de nuestro patriota era grande porque aquellas líneas que citaba eran una especie de amenaza que no podían soportar con calma los empleados españoles que deberían tener conciencia de que habían oprimido en mucho á los colonos americanos.

Pero no hay duda que produciría en la Audiencia grandísimo escándalo el siguiente acápite, tomado del mismo autor al hablar de las leyes vigentes en España:

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"Es indubitable que la tortura es la prueba de la paciencia, pero no de la verdad ni de la mentira....................... No me admira que hayan empleado semejante barbarie los Calígulas, los Tiberios, en una palabra, todos aquellos tiranos y déspotas formados con entrañas y uñas de tigre; pero me admiro mucho que esté consagrada por las leyes de algunos Príncipes muy humanos....................... El deseo de indagar la verdad hizo creer á algunos legisladores poco reflexivos, que la tortura que se empleaba en Roma para el sostenimiento de la tiranía, sería favorable para el fin que se proponían."

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Vuestra Alteza se dignará comparar, juzgar y decidir si á vista de los papeles que corren en la nación, será un delito la publicación de los Derechos del Hombre. Y si yo por haberlo solo querido publicar, habré merecido la dilatada prisión que ha cerca de once meses estoy padeciendo, y los infinitos daños que he sufrido en mis intereses, en mi familia, mi salud, mi honor, cuando los autores y redactores de semejantes escritos se hallan libres de tantas calamidades como á mí me afligen, y quizá por aceptación y fortuna por haberlos publicado....................... Yo no sé si es la misma tranquilidad de mi conciencia, la buena conciencia, este muro de bronce, como dice Horacio: yo no sé si es ella la que me inspira tanta confianza y una satisfacción casi indolente, aun viendo casi que truenan contra mí los Santos Padres, los Concilios, las leyes de toda la tierra y el respetable político Saavedra; pero ello es que no sólo estoy satisfecho de haber obrado bien, sino que me parece que no puede haber ninguno tan inaccesible á la razón, que por sola la exposición sencilla de mi procedimiento, no se lo persuada.

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"Yo tenía una imprenta, y mantenía á mi sueldo un impresor; vino á mis manos un libro, y vino de las manos menos sospechosa. (6)

 Encontré en él los Derechos del Hombre, que yo había leído esparcidos acá y allá en infinitos libros y en los papeles públicos. El aprecio en que aquí se tiene el Espíritu de los mejores Diarios,en donde se encuentran á la letra los mismos pensamientos, me excitó la idea que no tendría mal éxito un pequeño impreso de los Derechos del Hombre, trabajado por un gran número de sabios. Esto hecho, tomo la pluma, los traduzco, vóime á la imprenta y, usando de la confianza que para imprimir sin licencia he merecido del Gobierno, entrego delante de todos el manuscrito al impresor, quien lo compuso aquel mismo día...........

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............ En estos intermedios me ocurrió el pensamiento de que habiendo muchos literatos en esta capital que compran á cualquier precio un buen papel (como que he visto dar una onza de oro por el prospecto de la Enciclopedia) sacaría más ganancia del impreso, suponiéndolo venido de fuera, y muy raro. Vuelvo á la imprenta con esta misma idea, y encerrado con el impresor tiro los ejemplares que me parecieron vendibles, unos ciento, encargo al impresor el secreto que era regular, para dar el papel por venido de España, salgo con unos ejemplares de la imprenta y encuentro al paso comprador para un ejemplar doy otro á otro sujeto, y aquí paró la negociación, porque un amigo me advirtió que atendidas las circunstancias delicadas del tiempo este papel podía ser perjudicial. Inmediatamente, sin exigirle los fundamentos de su corrección, no obstante de estar yo satisfecho de que todo lo que el papel contenía se ha impreso ya en Madrid y corre libremente por toda la nación, traté de recoger los dos únicos ejemplares que andaban fuera de mi casa y quemé los otros al momento.

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"Examinemos en qué está mi delito ¿En la impresión sin licencia? No, pues años enteros he estado imprimiendo sin licencia, por la confianza que debí al Gobierno. ¿En qué el papel es perjudicial, execrable, impío? Tampoco, porque no contiene un solo pensamiento que ya no esté impreso en Madrid.......................  Habrá quién me diga: todo eso está bien, pero la intención fue depravada. ¿Por qué? de dónde? cómo? ¿quién abortó esta lógica original para sacar del corazón del hombre sus más secreta intenciones?.......................  Nada sospeché del papel, y sólo porque á un amigo le pareció perjudicial contra el testimonio de mi experiencia, á despecho de mis ojos que veían todos los principios del papel corriendo en tantos libros y papeles públicos, tomo todos los ejemplares y los arrojo al fuego.......................  Yo gustaba de aquél placer inexplicable que siente un hombre cuando obra bien, aunque nadie lo vea; y después de esto yo seré un criminal!.......................  Yo habré cometido un delito atroz!.......................

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Al concluir Nariño su defensa, se dirige al Virrey en estos términos:

"Vuestra Alteza se dignará mirarme como me miraría el Rey, con ojos de padre, y haciendo justicia á mi inocencia remediará todos mis males; pido justicia á Vuestra Alteza; llamo á mi socorro al Magistrado justo; imploro en mi favor las leyes protectoras de la inocencia y el honor. Que hablen ellas por mí, que digan si el vasallo á quien no se prueba delito, sólo por conjeturas maliciosas, debe padecer; y sino es mejor conservar á un hombre que tantas pruebas ha dado de bueno y fiel vasallo, restituyéndole sus bienes, sus derechos, sus hijos, su esposa, para que vuelva con nuevo ardor á dar pruebas de su afecto y adhesión á un Gobierno que de nada cuida tanto como del honor y seguridad del vasallo. Esto imploro y usando de la ritualidad y pedimento más conforme á justicia, ella mediante.

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A Vuestra Alteza rendidamente suplico que, dando por satisfecho el traslado á los cargos y acusaciones que se me han hecho y por calumnioso el denuncio, se sirva proveer como solicito en todo el cuerpo de mi defensa, imponiendo á los falsos calumniadores las penas que merecen conforme á las leyes; que pido costas, daños y perjuicios, y juro no proceder de malicia, y en lo demás necesario, etc., etc."

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La defensa produjo el efecto contrario á lo que Nariño esperaba; la Audiencia por su parte condenó al presunto reo á diez años de presidio en África, á perpetuo extrañamiento de todos los dominios del Rey de España en América, á confiscación de todos sus bienes y utensilios de su imprenta para la Real Cámara, y que se quemase en la plaza mayor de Santafé por mano del verdugo (ya que no se tenía el cuerpo del delito) el libro de donde tradujo los Derechos del hombre junto con su defensa y alegato.

Por último la Audiencia resolvió enviar á Nariño á España en partida de registro para que el Rey resolviese por su voluntad qué debería hacerse con él.

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Después de citar otros párrafos del citado autor, los cuales debieron saber á miel á sus oyentes, y que le costaron la sentencia que le impusieron los Miembros de la Audiencia, de manera que estuvo á punto de costarle la vida y le produjo el destierro y pérdida de sus bienes, (5) continúa:

"He presentado á la consideración del Tribunal rasgos de escritores nacionales y de los más bien admitidos extranjeros, para que se juzgue por comparación quien merece mejor los epítetos que prodiga el Ministerio Fiscal al papel de los Derechos del Hombre; papel que nada contiene que ya no esté impreso y publicado en esta Corte, donde se han impreso y publicado otros infinitamente peores y todos corren libremente por el espacio inmenso de la monarquía.