ebony clark - regreso a casa

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  • 7/29/2019 Ebony Clark - Regreso a Casa

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    Regreso a Casa, por Ebony Clark

    Captulo 1

    Abby no era mujer que se acobardara con facilidad. Estaba acostumbrada a enfrentarse sola al mundo, desdeque aquel terrible accidente le arrebatara a su nica familia. No tena miedo a nadie ni a nada, excepto a sus

    propios sentimientos. Haba tenido que avanzar por la vida con cautela, y a menudo se haba visto obligada amostrarse dura y agresiva con los hombres. Sin duda, todos crean cuando la miraban, que era una presa fcil.Abby era una mujer independiente y saba explotar su encanto, pero justo en el momento en que apareca elpeligro, saba como poner a cada uno en su sitio. En cierta manera, le diverta ver como el sexo opuestocomenzaba a sudar en cuanto ella se acercaba, frotndose las manos por el nerviosismo y la excitacin que laposibilidad de una aventura les produca. Abby era consciente de que sus ojos pardos y su espeso cabellocastao, as como las sugerentes curvas de su cuerpo, no pasaban desapercibidas para ellos, pero jamspermita que nadie se acercara lo suficiente a ella como para que las cosas fueran ms lejos. Todos le parecaniguales, altos, bajos, delgados o gruesos, todos tenan aquella mirada perversa que una vez la haba hechohuir de su hogar. Todos tenan para ella aquel tono cnico y despiadado que en su juventud la haba hechotemblar de terror. Y por ello les odiaba sin hacer distincin, an a sabiendas de lo injusto que era catalogar yetiquetar a las personas por igual. Ella misma haba sido injustamente tratada por los supuestos errores queotros haban cometido, y por ello no poda sentirse culpable por hacer exactamente lo mismo.

    Con frecuencia, se haba preguntado la razn por la que una adolescente ingenua como ella haba sidocondenada con tanta rapidez. Ahora pensaba con mayor claridad en los hechos que haban marcado suinfancia, y no poda evitar que la furia la invadiera de nuevo al hacerlo. Sin duda, los tristes momentos quesiguieron a la prdida de sus abuelos haban empaado su felicidad hasta el punto que an le era imposibleconfiar en nadie plenamente. Despus de unos aos de intenso odio y amargura, haba comprendido que ellosno queran abandonarla aquel da. Estaba segura de que aquel terrible accidente no estaba relacionado conella. Alguien haba hecho que los dos ancianos tuvieran que coger el coche en plena noche, desafiando lasinclemencias del tiempo, para salirse inesperadamente de la carretera a causa de la lluvia. Alguien a quienquiz ambos deban haber suplicado con insistencia que no les arrebataran su casa, la casa en la que la niaesperaba con preocupacin a travs del cristal de su ventana.Record con pesar el momento en que haba visto por ltima vez el rostro de los abuelos, y que entoncesdescansaban en la suaves almohadas de sus fretros. Record cada instante de la dolorosa despedida, deladis que, con lgrimas en los ojos, estaba dando a la nica familia que le quedaba en el mundo. Los abuelos

    haban cuidado bien de ella, y les estaba agradecida por ello. Pero el abandono que supona su prdida era tandoloroso que en aquellos tristes momentos no haba podido evitar comportarse como una egosta. Ahora lobastante madura como para comprender que de haber tenido la oportunidad de elegir, los abuelos nuncahubieran elegido abandonarla. Pero entenderlo no aplacaba su dolor.Se retorci las manos hasta clavar sus uas contra las palmas, tratando de alejar de s los vvidos recuerdosque se adueaban de ella con rapidez. Se haba jurado no volver a llorar. Haba jurado tragarse hasta la ltimalgrima y transformar su dolor en profundo despecho hacia el causante de lo sucedido. Era mezquino pensaras, y lo saba, pero se haba prometido a s misma que algn da, aquel hombre que la haba mirado condesprecio, inclinara su cabeza ante ella para pedirle perdn por toda una vida de tristeza.Abby suspir, convencida de que an as, no sera suficiente para aplacar al demonio sediento de venganzaque durante tantos aos haba viajado con ella. Mil muertes que pudiera sufrir aquel desgraciado no bastaranpara que ella lograse perdonar el mal que le haba causado con su crueldad. Samuel Carlton no tendralamentos lo bastante profundos para conmover su vaco corazn, aunque viviera dos vidas llenas de

    sufrimiento pagando por sus innumerables pecados, pero de cualquier modo, agradeci tener la oportunidad deintentarlo.Sonri al pensar en la llamada de su amiga. Megan no poda sospechar en absoluto la felicidad que acababade proporcionarle al citarla aquella tarde, y Abby se dijo que era afortunada despus de todo. En realidad, eramuy afortunada. La sola idea de poder acercarse a l le pareca extremadamente peligrosa, pero no losuficiente como para hacer que abandonara los secretos planes que a lo largo de todo aquel tiempo habaurdido al recordarle. Las cosas iban a cambiar para el todopoderoso Samuel Carlton, y se alegr de tener algoque ver en ello. El la necesitaba, aunque todava no lo saba, y Abby estara encantada de prestarle toda suayuda... antes de asestarle su mejor golpe. Samuel pagara por sus errores del pasado, y ella quera estarpresente cuando sucediera. Quera ver su expresin sorprendida, cuando una completa desconocidadesbaratara sus propsitos y le hiciera tragarse su orgullo de una vez por todas. Y llegado ese sublimeinstante, le hara saber quien era la mujer que estaba echando por tierra sus fructferos negocios.- Perdone, no quera molestarla...- una voz temblorosa interrumpi sus agradables pensamientos, y Abby se

    volvi hacia el hombre de aspecto desgarbado que la observaba al otro lado de la mesa - Me preguntaba sipoda invitarla a tomar algo... He visto que est sola, y pens que tal vez...

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    Abby chasque la lengua contrariada. Aquel tipo era el ejemplo claro de porqu los hombres le parecan unarara especie en vas de extincin.- Me gusta estar sola - contest, desviando la mirada hacia su reloj. Megan se estaba retrasando como decostumbre, y dese que por una vez tuviera la amabilidad de ser puntual para variar - Adems, estoyesperando a una amiga. As que le agradecera que me dejara disfrutar de mi refresco e hiciera usted lo mismocon el suyo... en su mesa.

    El hombre se apart, apabullado por la silenciosa amenaza que haba en la mirada femenina, y volvi a tomarasiento en la mesa contigua, donde el grupo que le acompaaba le recibi con burla.Abby sinti un poco de pena por l, pero slo durante unos segundos. Una joven pelirroja ocup otra de lasmesas, y el hombre se acerc a ella para repetir su seductora invitacin, utilizando para ello la misma frase conla que la haba abordado a ella con anterioridad. Sin duda, se haba repuesto con rapidez de su desengao, yAbby se odi por ser tan ingenua.Deposit unas monedas junto a su caf, mirando de nuevo con desgana su reloj. Haca ms de media hora queesperaba a su amiga, y Megan no daba seales de vida an. Estaba a punto de levantarse, cuando la viaparecer, con las mejillas sonrosadas y el cabello alborotada por la carrera, agitando sus manos para llamar laatencin de la joven. Abby esboz una sonrisa cuando se acerc a ella. Estaba acostumbrada a ver aquellaexpresin de desaliento. Megan era la mujer ms impuntual que haba conocido, pero ya haba aprendido aaceptar sus defectos. Despus de dos aos de convivencia juntas, Abby se haba acostumbrado a eso, y aotras muchas cosas. No cerrar la tapa del inodoro despus de usarlo, dejar la ropa interior sobre la televisin o

    pasear sonmbula junto a su cama por las noches, eran otras de sus muchas cualidades. Y a pesar de todo,Abby haba llegado a sentir un cario muy especial por la chica que ahora se esforzaba en excusar su retraso.- Lo siento mucho, Abby...- comenz su amiga, y se sent a su lado para tomar aire - No vas a creer lo que meha pasado...- Estoy segura de que no. - acept Abby encogiendo los hombros. Saba que Megan se dispona a inventaralguna ridcula historia que al final lograra aplacar su enfado, y no tena tiempo de escucharla - Pero de todosmodos piensas contrmelo, no es as ?- Abby, no seas as - Megan hizo un gesto al camarero y la mir sonriente - Quieres un caf ?Ella neg con la cabeza.- Bueno, no me mires as. No s porqu siempre tienes que mirar a todo el mundo con es expresin dereproche. Slo me he retrasado... veinte minutos.- Media hora, Meg - rectific sin poder evitar que su malhumor se disipara al ver los pucheros que haca suamiga - No estoy enfadada, Megan. Pero he tomado tres tazas de caf mientras te esperaba. Si pruebo un

    sorbo ms mi hgado va a reventar, creme.Megan le pellizc la nariz en un gesto afectuoso que era habitual en ella. Abby no comprenda cmo haballegado a tomarle tanto cario. Megan representaba todo lo que ella odiaba en una mujer: era coqueta,desordenada, y estaba dispuesta a cazar un marido a cualquier precio. Y sin embargo, le parecadeliciosamente encantadora, tanto que en ocasiones, Abby se senta culpable por sentir que estaba tratando dereemplazar en su corazn la prdida de sus seres queridos.- Venga, Abby, vuelve al mundo de los vivos... o no te dir lo que vena a decirte.Abby la mir con condescendencia, pero fingi que no saba de qu se trataba, aunque en realidad, haca unosdas que conoca la noticia. Megan pareca ilusionada al creer que sera la autntica portadora de la sorpresa,puesto que haba olvidado incluso pedir su acostumbrado dulce de almendras al camarero. Y en cierta medida,lo era. Si no fuera por ella, Abby jams hubiera tenido la oportunidad de trabajar con Jack Laramee, el hombreque hara realidad su sueo. Jack era uno de los muchos admiradores de Megan, y ahora ambas trabajabanpara l en Laramee y asociados, una importante empresa constructora en expansin, en la que Abby era la

    encargada de revisar e informar de los proyectos de inversin que otras empresas presentaban.- Meg... Espero que tengas una buena razn para haberme sacado de la oficina y hacerme esperar aqu comouna idiota durante treinta y cinco minutos.- Deja de quejarte, y promteme que si te lo digo, no te dars por enterada hasta que la noticia sea oficial. Jack me matara si supiese que te lo he dicho !. Lo digo en serio, Abby, si Jack se entera es capaz dearrancarme la lengua de un tirn...Abby elev las cejas, expresando con aquel gesto a su amiga, que tena serias dudas acerca de que lo decafuera cierto. Jack Laramee amaba a aquella jovencita descuidada y charlatana, y Abby senta a veces pena porl. Megan poda llegar a ser muy tonta en ocasiones. Se deshaca en coqueteos con todo el personalmasculino de las oficinas, sin hacer el menor caso al nico hombre que realmente mostraba un inters sinceropor ella. Jack no era especialmente atractivo o divertido, pero haba demostrado desde que Abby le conocieseque mereca al menos una oportunidad, y Megan era demasiado despistada para darse cuenta de ello.Clav su mirada, aparentemente intrigada, en su amiga, y Meg sac de su bolso unos recortes de prensa.

    - Meg, quieres decirme ya de qu se trata ?- pregunt impaciente.

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    - Recuerdas aquel proyecto del que habl Jack hace unos meses ? - su tono era misterioso y Abby trat dedisimular la diversin que aquello le produca - A qu no adivinas quien viajar a Ashford para ocuparse delasunto...Su alegra se desvaneci al ver que sus palabras no producan en Abby el efecto esperado, y arrug la nariz alcomprender que alguien haba estropeado su sorpresa.- Entiendo, ya lo sabas- afirm con cierto desencanto - Ahora entiendo porqu Jack me confi la noticia con

    tanto recelo... Supongo que quera poner a prueba mi confianza... Qu embustero !. Me hizo prometerle quemantendra la boca cerrada hasta...Abby alarg su mano para arrebatarle las pginas de la revista Man, que su amiga haba escondido a suespalda, pero esta fue ms rpida y las agit frente a ella con malicia, para luego depositarlas con exageradasolemnidad sobre la mesa.- Tienes que reconocer que ese tipo es atractivo, Abby... Menuda suerte la tuya !- lanz un suspiro mientrasechaba otra ojeada al rostro serio de la fotografa y Abby la rega con los ojos - Aunque al parecer, esbastante ms desagradable en persona. Dicen que ya ha rechazado tres proyectos en otras compaas, y Jackest francamente preocupado con el tema... Bueno, al menos contamos con el apoyo de alguien cercano a l:Josh Ekkland. Es joven y ambicioso, y est empezando an, as que har todo lo posible para participar en elproyecto... Eso si logra convencer al temible seor Carlton de que acepte el proyecto...Abby ya no prestaba atencin a sus explicaciones. No poda apartar la vista de aquel pedazo de papel quedeseaba aplastar con sus manos.

    >Desde aqu, mis felicitaciones, Sr. Carlton, pens Abby con cinismo. Se sorprendi de reconocerinmediatamente el rostro del hombre que odiaba en aquella fotografa. No haba cambiado nada en todosaquellos aos. Sus ojos seguan siendo crueles incluso impresos en aquel pedazo de papel arrugado, y suboca mantena aquel rictus severo que en otro tiempo la haba atemorizado. Pareca que el paso de los aoshaba endurecido an ms su expresin de dureza, si es que eso era posible. La voz de Megan la sac de suscavilaciones, y apart la mirada del rostro odiado, cuya visin slo haba servido para acrecentar su aversinpor l.

    - Saba que te resultara interesante - coment Meg con desparpajo y le gui un ojo con picarda.- No digas tonteras - replic molesta - No es ms que un hombre vulgar...- De veras ?. Pues te advierto que este hombre vulgar est dispuesto a evitar como sea que se construyaese complejo turstico en su pueblo. Jack ha dicho...- Jack es demasiado pesimista para mi gusto, Megan.- ataj con firmeza - He estado investigando a JossEkkland en mi tiempo libre, y puedo asegurarte que Carlton tendr que ceder si no quiere arruinar los planesprofesionales de su ahijado. Ese chico lo tiene realmente difcil para labrarse un porvenir. No dudo que seaeficiente en su trabajo, pero no ha sido el primero de la clase precisamente, y se necesita algo ms que unprotector con dinero para que te acepten en una compaa. Si quiere entrar a forma parte de Laramee, tendrque convencer primero a su amigo ingls para que apruebe el proyecto, o no tendr oportunidad de demostrara la compaa la brillantez de sus ideas. Si Laramee le rechaza, ese chico est acabado y lo sabes. Ningunacompaa querr contratar a una persona que la competencia ha rechazado, ya conoces la poltica del sector.No es justo ni honrado que sea as, pero nos viene de perlas para nuestros propsitos.

    Megan agit la cabeza disgustada.- Oh, Abby... No s como puedes llegar a ser tan fra y calculadora a veces. No pareces t misma...Abby suaviz su expresin al comprender que quiz estaba siendo demasiado dura con aquel muchacho. Perolo cierto es que las cosas eran tal y como ella las haba planteado. No era culpa suya que Joss Ekkland fueraun as en la manga para la compaa Laramy y asociados. El mundo no siempre giraba en torno a los sueosde las personas, ella misma haba tenido ocasin de comprobarlo haca algunos aos. De nuevo, su menteretrocedi en el tiempo, y las palabras de Samuel Carlton martillearon en su cerebro para atormentarla.>.

    Abby apret los dientes con rabia al recordar el pasado. Portarse como una adulta ?. Cmo esperaba quelo hiciera, si no era ms que una jovencita asustada, y acababa de perder lo nico que tena en el mundo ?. Ni

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    siquiera en esos momentos haba sido capaz de mostrar un poco de compasin hacia ella, y Abby jams se loperdonara.Pero ahora ya no era una nia, y no llorara de nuevo por algo que l dijera. Porque ya no haba nada que lpudiera decir o hacer para herirla. No le quedaban ms lgrimas por derramar. Todo su frialdad, toda susoledad, toda su desconfianza hacia los hombres se la deba a l. El seor Carlton tendra que rendirle cuentaspor ello.

    - Abby, no ests prestando atencin a lo que digo...- se quej Megan.- Perdona, qu decas ?- No tiene importancia. Tengo que irme. - se levant y le envi un beso al aire - Jack te espera en su despachodentro de quince minutos, y no quiero que nos vea llegar juntas. No me gustara que pensara que tena raznal ponerme a prueba...Abby sonri y la despidi encogiendo los hombros, esperando unos minutos antes de dirigirse al lujoso edificiodonde trabajaba.

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    - Jack - Abby se sent frente a l, con los brazos cruzados sobre el pecho para demostrar su firmeza - S quepuedo hacerlo, no te arrepentirs de tu decisin. Adems, recuerda que no es la primera vez que estoy alfrente de una operacin similar.El hombre se pas los dedos por el pelo, con gesto cansado, y Abby temi que estuviera reconsiderando sudecisin de enviarla a Inglaterra.- Lo s, Abby. Pero esto no es lo mismo que vigilar la oficina mientras voy a tomar caf. En esas ocasiones,

    sabas que me tenas a unos metros para solucionar cualquier problema... Y no se trataba de Samuel Carlton.- Samuel Carlton !.- repiti exasperada - Es que todo el mundo tiene que pronunciar su nombre como si setratara del poderoso Atila ?. Por Dios Santo, Jack, sabr como manejarle !.- Ests segura ?- inquiri el hombre con preocupacin - Lo has hecho bien otras veces, Abby. Pero Carltones un tema aparte. No es un anciano sudoroso excitndose al ver tus piernas, y te advierto que no es hombreque se deje impresionar porque una mujer sea atractiva e inteligente.- Jack, me ofendes... Si no te conociera, pensara que insinas que todos mis logros anteriores han sidoproducto nicamente de mi encanto, y no de mi esfuerzo personal.- No intentes confundirme, Abby. Nunca he puesto en duda tu integridad y tu profesionalidad. Pero esto...- Vamos, Jack, qu te ocurre ? - se impacient - Te acobardas en el ltimo momento ?. Recuerda queadems tenemos a Ekkland a nuestro favor.Jack Laramee asinti sin parecer demasiado convencido, y Abby le palme el hombro con afecto.- Est bien. Vete de aqu antes de que me arrepienta. Sales para Inglaterra maana por la maana.

    Abby le ech los brazos al cuello, y l se desprendi de su abrazo avergonzado.- ... Y procura no fallarme, Abby !...Ella haba salido ya disparada hacia la puerta, y se detuvo para volverse hacia el hombre.- Lo he hecho alguna vez ?- No. Pero procura no fallarme de todos modos, quieres ?. Los socios quieren demostrar a la competenciaque estamos muy por encima de las previsiones... Y quiero que sea as...Abby cerr tras de s la puerta, pensando en cmo se las ingeniara para llevar a cabo sus planes de venganzay contentar a la vez a su jefe. Tena que ocurrrsele algo... Pero ya lo pensara mientras haca las maletas...

    Captulo 2

    La joven se movi inquieta en el asiento trasero del vehculo. No haba dormido bien en el avin, y senta quesus ojos se cerraban por el largo paseo.No quera que eso ocurriera. Haban pasado muchos aos desde que viera por ltima vez la tierra que la habavisto nacer, y a medida que el taxi ganaba camino, su corazn se encoga al reconocer aquel paisaje. Anquedaban un par de kilmetros para llegar a la vieja casa que haba alquilado, pero no poda esperar ms parasentir aquella tierra bajo sus pies, y le pidi al amable conductor que se detuviera all. Quera recorrer sola ladistancia que la separaba de la casa.Ni los malos recuerdos haban conseguido que lograse olvidar el verdor de aquel que haba sido su hogar, yaspir hondo para que el fresco aire inundara sus pulmones. Sammuel Carlton no haba podido arrebatarle anla paz que la invada mientras se vea a ella misma, quince aos atrs, recorriendo con su destartaladabicicleta aquellos hermosos parajes que ahora le daban la bienvenida.No estaba all para sentir nostalgia, y sin embargo, no poda hacer nada para evitarlo.Aoraba increblemente la intensidad del azul que tena ante s, y que ahora se tea de prpura al caer la

    tarde, y sus pensamientos volaron a una tarde igual que aquella, al momento en que se haba encontrado asolas con l por primera vez.> - haba comentado l sin mucho inters mientras la analizaba de pies acabeza con desdn.Abby haba asentido con recelo. Los abuelos ya le haban advertido que no se adentrara en las tierras de losCarlton cuando paseara y al escuchar sus palabras, se haba sentido como una delincuente que cometa lapeor de las fechoras.>>>

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    Sammuel Carlton la haba mirado con una mezcla de sorpresa y preocupacin a la vez, pero Abby no se habadejado intimidar por aquellos ojos fros y penetrantes.

    >Era cierto. La abuela haba trabajado toda su vida como empleada en la Mansin de los Carlton y a menudo,antes de que la familia Carlton decidiera recuperar los terrenos que una vez haban cedido a sus abuelos, ellasola jugar en el hogar de aquel hombre que ahora despreciaba.>>

    Abby haba echado a correr como si el mismo diablo la persiguiera, y durante muchos aos, su fantasa de niala haba acompaado al creer que era as. A menudo despertaba en la noche, y le vea frente a ella, levantandosu dedo acusador para decirle que saliera de sus tierras, para ordenarle que saliera de sus vidas para siempre.S, haba credo que l era una especie de demonio, salido de las entraas de la tierra para atormentarla y queno descansara hasta llevarla con l al infierno. Samuel Carlton haba tenido ese extrao poder sobre ella, peroeso era ya parte del pasado. Abby haba crecido, y no era la nia asustada de entonces. Haba aprendido avencer el terror que aquellos ojos helados le produca.Sac de su bolso la tarjeta plastificada y ley con satisfaccin lo que pona en ella.Abbigail Fletcher... Ya no era la pequea Abby Sullivan, como l la haba llamado de forma desdeosa. Habatomado el apellido de soltera de su madre y para l, y hasta que ella decidiera confesarle su identidad, era

    Abbigail Fletcher, una brillante ejecutiva a la que una razn ms fuerte que ninguna haba devuelto al puebloque la haba visto nacer.No tema encontrarse de nuevo con su mirada glida e indiferente, porque ahora tena el valor para enfrentarla.Pase en silencio hasta la vieja casa, y al or sonar el telfono, frunci el ceo con preocupacin. Jack le habadicho que se encargara de poner todo en orden antes de que ella llegara, y le haba preguntado sobre losmotivos que la haban hecho decidirse a ocupar la destartalada casa cercana al cementerio, en lugar de pasarsu estancia all en algn cmodo motel. Abby no poda imaginar un lugar ms cmodo que aquel, donde siendoan una nia, ella soaba con las cosas agradables que le deparara el destino. Pero, por supuesto, Jack nopoda saberlo, y ella no poda revelarle que la autntica razn de su viaje iba ms all del mero intersprofesional.El telfono volvi a sonar con insistencia, y se apresur a adentrarse en la casa, arrojando el bolso a lo lejospara descolgar el auricular y colocarlo junto a su odo.- Diga ?

    - Seorita Fletcher ?- una voz agradable y algo insegura le lleg desde el otro lado del hilo telefnico, y Abbysonri al recordar la gentileza que sola caracterizar a sus buenos convecinos de entonces... o por lo menos, acasi todos.- Quin es ? - pregunt extraada - Cmo supo que estaba aqu ?La risa apenas nerviosa del hombre lleg hasta ella tranquilizandola.- Por favor, no se moleste... No pretenda asustarla. Soy Josh Ekkland, me recuerda ?. Habl con Jack hacedos das y l me dijo donde poda encontrarla. Slo quera ponerme a su disposicin en cuanto usted llegara.Supongo que nunca es agradable sentirse sola en un lugar extrao, y pens que tal vez podramos salir acenar para conocernos por fin. El seor Laramee me ha hablado muy bien de usted... A decir verdad, no podaesperar ms para conocerla.Abby se sorprendi por la cantidad de palabras que aquel hombre era de soltar en slo unos segundos. No ledaba la impresin de que el joven Ekkland fuera el muchacho apocado y sin experiencia que ella habaesperado encontrar, y en el fondo, se alegr de ello. En realidad, no tena demasiadas ganas de hacer de hada

    madrina de nadie, y por suerte, Josh Ekkland aparentemente no pareca necesitarlo tampoco.- Seorita Fletcher, sigue usted ah ?

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    - S, estoy aqu. La verdad es que me ha sorprendido gratamente que se pusiera en contacto conmigo, Josh... Podemos tutearnos, verdad ?- Desde luego. Despus de todo, somos casi de la misma edad, no es as ?Por el tono de su voz, Abby le calcul quiz unos aos menos. Pero no le pareci oportuno incomodarlehacindole sentir que iba a depender de ella para lograr aquel puesto, as que lo dej correr.- Abigail ... Sera demasiado prematuro que te invitara a cenar esta noche ?- la pregunta estaba cargada de

    ansiedad, y a ella le parecin encantadora su forma de hacerla - Bueno, lo cierto es que ya he citado a Sampara hablar del proyecto. Se que tal vez me he adelantado a los acontecimientos, pero te aseguro que es mejoras. Sam suele recapacitar mejor cuando le pillas por sorpresa. Y estoy convencido de que conocerte ser todauna sorpresa para l.Tena razn, y no poda suponer hasta qu punto. Supuso que Josh deba conocerla por las fotografas que lasrevistas de negocios haban publicado en la rueda de prensa que, Laramee y Asociados haba ofrecido hacaunas semanas. Sin duda, la consideraba lo suficiente atractiva como para distraer la atencin del Sr. Carlton,pero ella no poda estar de acuerdo con l. Saba lo cruel e indiferente que l poda llegar a ser en ocasiones, yla idea de que hubiera cambiado no encajaba en la opinin que tena de l.- Pareces conocer bien al Sr. Carlton - coment queriendo no delatar la curiosidad que ello despertaba en ella.No comprenda cmo aquel joven haba logrado llegar hasta el inaccesible Samuel Carlton tan rpidamente, ysin pensarlo, se lo pregunt directamente.Le oy sonrer nuevamente a lo lejos.

    - Sam no tiene ms remedio que recibirme, Abigail. Soy su ahijado.- Su qu ?- repiti como una tonta. Nunca se le haba pasado por la cabeza que aquel hombre despiadadopudiera contar con una faceta humana que le permitiera preocuparse de alguien ms que no fuera l mismo.- Es mi padrino, Abigail.- se explic el joven - Cmo si no esperabas que escuchara mi proyecto, cuando noha querido siquiera recibir a las grandes compaas interesadas en l ?. Espero que eso no sea un problemapara t.- Un problema, dices ?. Al contrario- se sinti plenamente satisfecha al imaginar el rostro arrogante deCarlton cuando ella le dijera que deba tragarse sus negativas para proteger el inexperto trasero de suprotegido.- De todos modos, te advierto que no pienso utilizar eso para influir en l. Ya habl con el Seor Laramee deesto. Quiero que Sam acepte el proyecto porque le demostremos que resulta viable y ventajoso para todos, noporque simplemente quiera complacerme en esto, comprendes ?- Por supuesto, Josh. Se har a tu manera, te lo prometo.

    Una expresin diablica se dibuj en su rostro al comprobar lo ingenuo que poda llegar a ser aquel muchacho.Pero eso no era de su incumbencia. No estaba all para abrirle los ojos a nadie. La vida era lo bastante duracomo para que se diera cuenta de ello l solito.Le pidi con amabilidad que la recogiera sobre las ocho y media, que es el tiempo que haba calculado paradeshacer su equipaje y ponerse arrebatadoramente atractiva para Sam. Quera impresionarle de veras, ysospechaba que no se trataba de una labor fcil.Colg el auricular y se dedic a inspeccionar la casa, encontrndola tal y como ella la haba abandonado unosaos antes. Necesitaba pensar... Tena que jugar bien sus cartas si quera lograr su doble propsito. Por unlado, salir airosa del proyecto que Jack Laramee haba puesto en sus manos. Por otro, y mucho msimportante an, doblegar de una vez por todas al orgulloso y despiadado Samuel Carlton.Observ su propio reflejo en el polvoriento espejo, y se sorprendi al ver que no temblaba. Recorri con lamirada su esbelto cuerpo y el rostro perfectamente enmarcado por los castaos rizos. No se pareca en nada ala nia que diez aos antes haba huido desconsolada de aquella casa. Las juveniles coletas haban

    desaparecido, se haba teido el cabello y su mirada haba tomado aquel aire decidido y calculador que enocasiones llegaba a asustarla. Pero en conjunto, el resultado final de tantos aos de odio no la disgust. Por elcontrario, se sinti feliz por observar que su aspecto antes desvalido, haba sido sustituido por una imagen deseguridad que muy pocas mujeres lograban transmitir.Es ms, su satisfaccin aument al comprobar que la mujer que tena ante s, no se pareca en absoluto a laAbby que haca diez aos haba llorado sobre aquel sof. Y eso era un arma ms que poda utilizar contra l,aunque se hizo la firme promesa de que, en el ltimo momento, le hara saber a Carlton quien era la mujer quese rea en su cara por su estupidez.Con una sonrisa en los labios, se ech sobre la cama. Tena que encontrar la manera de vengarse... Elcansanci amenazaba con hacerla faltar a su cita, as que se irgui con rapidez antes de que el sueo lahiciera perder aquella oportunidad nica de volver a ver a su ms odiado enemigo.

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    En el mismo momento en que estrech su mano, y aunque l lo hiciera de manera inpersonal, Abby supo quel no haba cambiado nada durante todos aquellos aos. El contacto slo dur unos segundos, y en aquelbreve instante Abby temi que l la descubriera, a juzgar por el gesto curvado de sus cejas. Pero l se limit asaludarla con voz seria, y ella pens que estaba dejando que los nervios la traicionaran.Le observ de reojo mientras charlaba animadamente con el joven Ekkland. Tuvo que admitir que anconservaba aquel atractivo que siendo una nia la haba hecho estremecer. No era especialmente guapo, pero

    s posea aquel aire masculino que sola lograr que las mujeres cayeran rendidas a sus pies. Cualquier mujer,menos ella, por supuesto. Para Abby, el nico sentimiento que haba podido despertar jams, era de temor, y alpasar los aos, ese temor se haba transformado en el ms profundo desprecio. Claro que deba fingir que noera as. Deba convencerle de lo mucho que la turbaba su maduro atractivo. Era parte de su juego, inflar su yaenorme ego, para luego desinflarlo en el ltimo momento.Ahora le vea sonrer abiertamente, y Abby dese poder hacer desaparecer aquella expresin altanera, yaraar aquel mentn que jams haba visto inclinarse ante nadie. Estaba all, de pie junto a ella, retirando conamabilidad su silla para que ella tomara asiento en la mesa, y Abby slo poda pensar en hacerle tragar sucaballerosidad con alguno de los comentarios mordaces que durante tanto tiempo haba ensayado.Not que l la miraba, y se esforz por disimular que aquella situacin la agradaba.- Abby... puedo tutearte, verdad ?- al escuchar de nuevo su nombre en aquellos labios, su mano tembl, ytuvo que apretarla con fuerza sobre la copa para no delatarse. El se haba dirigido a ella aquella vez, conaquella falsa dulzura, para recriminarla que no le avisara cuando los abuelos haban decidido viajar bajo la

    tormenta para hablar con su padre. Le haba dicho que de ser una jovencita sensata, ella habra evitado aquelaccidente, revelndole las intenciones de sus abuelos. Haba dicho que quiz l poda haber evitado quecometieran aquella locura y que las cosas podan haber sido de otro modo para todos. Samuel haba credo - yella tambin - que poda jugar a ser Dios, y despus de mucho pensarlo, Abby saba que eso no era posible.Nada poda haber evitado que lo que tena que suceder sucediera, pero eso no le disculpaba. El era rico,poderoso... Tena que haber hecho algo antes de que sus desesperados abuelos decidieran - en un ltimointento por conservar su casa - dirigirse a la casa de los Carlton para suplicarles ms tiempo.- Abby ?- ella le mir al or como repeta su nombre - Pareces muy joven para este trabajo, no crees ?.Esperaba que Josh empezara su carrera con alguien con ms experiencia.Josh protest ante la descortesa de aquel comentario, y mir a Abby avergonzado.- Es gracioso que eso lo diga el hombre que, con solo veinticinco aos, ya diriga una de las empresas msimportantes del pas, Sr. Carlton.- contest con astucia.- Veo que has estado hurgando en mi pasado, Abby. Eres una chica muy lista.

    Abby supo que l estaba complacido por la forma en que ella responda a sus expectativas, y se alegr.- No me gusta perder el tiempo. Y siempre investigo al enemigo antes de enfrentarme a l.Sam arque las cejas divertido.- El enemigo ?. No saba que se tratara de una guerra, seorita... cmo dijiste que te llamabas ?. Ah, yarecuerdo, Fletcher.- No se trata de una guerra. Pero de todos modos, s soy una chica lista.El solt una sonora carcajada ante su comentario, y ella le correspondi con una sonrisa que hizo que amboshombres la miraran extasiados.- Sam, por favor, no incomodes a Abby. No es como las dems chicas que solemos traer a cenar.- No, ya lo veo. Y me doy cuenta de que la modestia no es una de sus virtudes. Eso me gusta. No soporto lafalsa modestia, Abby. Pero supongo que si has hecho bien tu trabajo, ya debes saber tambin eso de m.Ella asinti y apur el contenido de su copa, haciendo una sea al camarero para que la llenara nuevamente.Josh se esforz porque el resto de la velada fuera lo menos tensa posible, pero al ver la forma en que la pareja

    le exclua de su tirante conversacin, mir su reloj desanimado.- Bueno, tengo que irme. - anunci con tristeza - An tengo que repasar unos planos para la reunin demaana ante la Comisin. Sam, te importara dejar a Abby en su casa ?. No quiero estropearos la noche.Quiz podras ensearle a Abby algunas cosas de aqu antes de retirarte...- No te preocupes, Josh. Estoy segura de que a Sam no le molestar acompaarme, no es cierto ?- se volvihacia l con un mohn en los labios.- Ser un placer - contest l, y Abby not que estaba algo nervioso cuando pidi la segunda taza de cafantes de solicitar la cuenta.Era consciente de que no dejaba de observarla, y saberlo la llen de placer. Tenerle as, concentrado enanalizar su figura y su cara, era ms de lo que haba esperado para una primera cita, y supo que de algnmodo, podra utilizar contra l la curiosidad que despertaba en Sam.- Tu rostro me resulta familiar, Abby... Nos hemos conocido quiz en otra vida, y comet el terrible error dedejarte escapar ?

    Abby pens que l solo trataba de ponerla nerviosa. No poda haberla reconocido, as que se encogi dehombros con indiferencia.

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    - No lo creo, Sam. Soy muy buena fisonomista, y de haberte conocido, no hubiera podido olvidarlo, te loaseguro - le halag con descaro, rozando intencionadamente su mano al depositar su taza sobre la mesa.El apart los dedos como si el contacto con los dedos femeninos le hubiera quemado. Sus titubeos la hacansentir cada vez ms segura, y saba que l trataba de ocultar el efecto que su invitada causaba en sus nerviosde acero.- Ests flirteando conmigo, Abby ?- pregunt l con fingida diversin, aunque realmente pareca molesto por

    que pudiera ser as. Se levant sin esperar respuesta, y la tom por el codo para que le siguiera hasta su lujosoautomvil - Te advierto que no me gusta jugar, y menos an, cuando estoy en inferioridad de condiciones.Abby parpade, aparentando una inocencia que no logr convencer del todo al hombre.- Ser mejor que te lleve a casa. - dijo con firmeza, abriendo la puerta del coche para ella- Creo ya has logradoimpresionarme lo suficiente por hoy.- An no me has enseado nada, Sam...- protest ella cuando el motor del vehculo comenz a rugir, y notcomo l tensaba las manos sobre el volante. Saba que sus palabras haban sonado ambigas, y ese era elefecto que quera causar en l. Pero no esperaba que tambin la confundieran a ella.- Exactamente, qu es lo que quieres ver ?- tena la mirada fija en los labios femeninos, y Abby casi podasentir su aliento rozando sus mejillas.- Todo - contest con sensualidad, antes de que l acercara su boca a la de ella. Por un momento, Abby pensque iba a besarla, pero entonces, l se apart sonriente, como si la invitacin de la mujer le divirtieraenormemente. Pareca convencido de que la promesa de una noche de amor con l, la mantendra despierta

    las horas que seguan, y dej que lo creyera.- Eso es todo ?- inquiri con aparente ingenuidad, y advirti que su comentario no le haba gustadodemasiado - Esperaba algo ms... interesante. No hace usted honor a su fama, Sr. Carlton.- Acaso has viajado desde tan lejos slo para comprobarlo, Abby ?. Me halagas, pero por alguna extraarazn que an no comprendo, no te creo. O es que realmente sueles obsequiar con ese tipo de despedida acualquier hombre que te lleva a cenar ?Ella elev los hombros con desgana. Si pretenda avergonzarla, no lo estaba consiguiendo, y se sinti muchoms fuerte por ello.- Es slo cuestin de costumbre, no te parece ?. Pens que, ya que voy a pasar una temporada aqu,podramos aprovechar mejor el tiempo... Claro que, si no ests interesado, no tienes ms que decirlo.- Interesado en qu, Abby ?. Me conoces hace slo unas horas, por todos los cielos !. No puedo creer queuna jovencita tan inteligente haya credo todo lo que los peridicos cuentan de m.- Te equivocas. No lo he credo.- rectific con fingida dulzura - Precisamente por eso trataba de sacar mis

    propias conclusiones...- Tendrs tiempo de hacerlo maana, durante la reunin.- No vas a pasar ?- inquiri cuando el coche se detuvo frente a la puerta de su casa - Tal vez podramosdiscutir el proyecto tomando una copa.- Creo que rechazar tu invitacin.- sonri l - No suelo mezclar los negocios con el placer. Y te aseguro que espara m un autntico placer ver como tratas de seducirme.- Est bien... En otra ocasin, quiz.- Ser mejor as, Abby.- la acompa hasta la puerta, y se apart con gentileza mientras ella buscaba las llavesen su desordenado bolso.- Espero que seas ms ordenada en tu exposicin de maana, Abby. Supongo que no pensars que porqueJosh est metido en esto, voy a cerrar los ojos a cualquier fallo que vea en vuestro proyecto, no ?. No soy unsentimental, querida. As que procura convencerme en la reunin de maana, o tus vacaciones aqu se harnms cortas de lo que esperas.

    - Me ests amenazando, Sam ?. No s porqu, pero tengo la impresin de que no te gusto.- No, por favor. Me gustas, Abby. Me gustas mucho. Pero te repito que no soy un tipo de los que lloran en lasdespedidas.Abby lo saba. Ni siquiera cuando el sacerdote pronunciaba aquellas palabras misericordiosas por el alma desus abuelos, haba visto aquel rostro de granito alterarse una sola vez. Tan solo se haba dirigido a ella en elfuneral, para ofrecerle su ayuda en todo lo que necesitara. Abby lo record con claridad. En el fondo de losfros ojos grises, Sammuel pareca afectado por lo sucedido. Pero Abby solo poda extender hacia l el odioque senta por toda su familia y le haba contestado con rabia: >. El haba asentido, comprendiendo quizque ella estaba demasiado furiosa como para atender a razones. Pero algunos das ms tarde haba insistido yun hombre con traje elegante que deba ser su abogado, la haba visitado cuando estaba haciendo el equipajepara entregarle un cheque en blanco. Abby haba corrido a la mansin Carlton como si aquel pedazo de papella insultara al pretender comprar con l su dolor. El la haba recibido con actitud calmada y mientras Abby haca

    pedazos el cheque ante sus narices, no haba dicho una sola palabra. Despus, Abby haba escupido sobre su

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    costosa alfombra trada de Persia y Sammuel haba tranquilizado a su furioso padre para que ella pudiera salirhuyendo antes de que el seor Carlton padre decidiera llamar a las autoridades locales.Rergres al presente y comprendi que l segua an all, esperando con cierta diversin en los ojos que ellalanzara el contraataque.- Y qu clase de tipo eres, Sam ?- De los que ganan siempre.- contest con firmeza - Procura que Jack Laramee lo entienda cuando hables con

    l. No quisiera que mi decisin perjudicara a Josh en su carrera. Pero si he de negar mi voto en la reunin demaana, lo har.- Ya entiendo. Un tipo duro, eh ?El acarici su mejilla antes de alejarse y dirigirse hacia su coche, y Abby se apresur a entrar en la casa,buscando con desesperacin su block de notas para repasar su exposicin del da siguiente. Si no podautilizar a Josh para vencerle, tendra que sacrificarse ella misma... Y estaba dispuesta a hacerlo.

    Se present en elegante despacho de la Carlton Corporation, vestida con su mejor traje. Saba que el corte deaquella falda, a juego con la discreta chaqueta, la favoreca, y la mirada curiosa del resto de los asistentescorrobor lo que pensaba.

    La mayora de los socios de Sam pasaban ya de los cincuenta, y eso poda suponer un impedimento para ella.Convencer a unos cuantos tipos cuarentones no era problema, pero aquellos rostros arrugados - algunos delos cuales recordaba de su infancia -parecan confiar en l, ms que estar interesados en espiar sus rodillasbajo la tela de su falda. Lo que iba a proponerles, no era un simple proyecto de construccin. Se trataba desacrificar uno de los parques histricos del pueblo, trasladar los monumentos de lugar, y explotar la zona conun moderno complejo turstico que Laramee y Asociados se encargaran de poner en funcionamiento. Quizaquellos hombres no estaban del todo dispuestos a ceder una parte importante de su pasado para dar cabidaal turismo en sus calles, y casi poda entenderlo. Pero de todos modos, tena que intentarlo, y se dijo que seralo ms convincente posible en sus argumentos.Sam la observaba con cierta curiosidad desde el otro lado de la ovalada mesa de cristal, y Abby abri sumaletn de piel para facilitar una copia del proyecto a los hombres all reunidos.- Caballeros. - salud con cortesa y los hombres gesticularon correspondiendo a su saludo - Mi nombre esAbbigail Fletcher, y soy miembro del Departamento de Relaciones Pblicas de Laramee y Asociados. El Seor

    Ekkland, futuro miembro de la plantilla de Laramee y Asoc., y yo, trataremos de ser lo ms breve en nuestraexposicin. Comprendo que son ustedes hombres muy ocupados, y que algunos estn an desconcertados porla propuesta de mi empresa. Pero les aseguro que no se arrepentirn si nos escuchan. Josh...Josh Ekkland se dirigi hacia la pizarra y comenz a exponer los detalles del proyecto de construccin, con unaclaridad y soltura que la sorprendieron, contestando con perspicacia las preguntas que los presentes ibanplanteando.Despus de unos quince minutos, y cuando hubo terminado, Josh regres a su asiento con expresinsatisfecha, y Abby tom nuevamente la palabra.- Se que todos ustedes aprecian y respetan la tranquilidad que se respira en este lugar. Pero, seores, nopueden negar que el proyecto propuesto resulta a todas vistas atractivo. El Ayuntamiento no tendra que gastarun slo centavo en esto, ya que Laremee y Asociados se hara cargo de los gastos de traslado de la zonaverde a slo unos metros del complejo turstico. Creo que no necesitan que les explique las ventajaseconmicas que la puesta en marcha de este proyecto supondra para todos.

    - La mayora de nosotros pertenecemos al Consejo del Ayuntamiento. La autorizacin para trasladar de lugar lazona verde no supondra un problema en ese sentido.- explic uno de los asistentes - Pero, qu ocurrircuando todos esos apartamentos se llenen de turistas que se aglomeren en nuestras calles ?. Sweeter Cabeha sido siempre un lugar tranquilo. Espera que esto no suscite comentarios entre los vecinos ?- Sin duda lo har - coment Abby con seguridad - Pero piense en lo contentos que se sentirn los vecinos deSweeter Cabe, cuando sus impuestos comiencen a bajar a causa de los ingresos del turismo. En mi opinin,caballeros, no hay motivo para que el proyecto Laramee asuste a las gentes de este lugar. Por el contrario, lallegada del turismo al pueblo no tiene porqu suponer un cambio drstico para nadie. Tarde o temprano,Sweeter Cabe se ver invadido por los turistas, es algo inevitable, dado el encanto que posee esta ciudad.Escarpados acantilados, lagos increblemente limpios y gente agradable siempre dispuesta a ayudar. Acasotenemos derecho a negar esta belleza al resto del mundo ?. Yo pienso que no, seores. Porqu no ser losprimeros en esto ?. Si no somos nosotros, otra compaa tratar de hacerlo, y entonces tal vez el Ayuntamientodecida tratar directamente el asunto, por encima de las opiniones que ustedes puedan tener al respecto.

    Sam aplaudi su discurso con sorna, y Abby se volvi furiosa hacia l, mostrando una sonrisa para distraer laatencin del resto de los asistentes.

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    - No s a ustedes, caballeros... Pero las palabras de la seorita Fletcher casi me han convencido.- comentcon una malicia que sus compaeros de mesa no pudieron captar. Algunos de aquellos hombres asintieronante su afirmacin, y Abby le agradeci con la mirada su apoyo, aunque saba que en fondo solo se burlaba deella.- No obstante, tal vez deberamos considerar su propuesta despus de estudiar con detenimiento losdetalles del proyecto, no creen ?. Seorita Fletcher... Someteremos a votacin su peticin en unos das.Espero que no le importe disfrutar de los placeres de Sweeter Cabe que tan bien ha descrito, durante unos das

    ms. Entienda que debemos reflexionar sobre este asunto por separado antes de volver a reunirnos.- Lo entiendo, Sr. Carlton. Ya haba previsto que la decisin se alargara un tiempo. Seores...- se dirigi hacialos hombres que rodeaban la mesa, ofrecindoles uno a uno, su mano, y cuando lleg a l, sinti que retenasus dedos ms tiempo del necesario - Estar encantada de volver a reunirme con ustedes cuando hayantomado una decisin al respecto. Y recuerden, estoy disponible para resolver cualquier duda que surja sobreeste tema. El Sr. Carlton sabe donde puede localizarme.Sam no apartaba de ella la mirada, mientras la vea alejarse por el amplio saln, y la alcanz antes de que ellatomara el ascensor. Se introdujo con ella en l, y puls uno de los botones, ignorando las protestas de la jovenal comprender que se trataba del interruptor de parada.- Un gran interpretacin ah dentro, Abby. - dijo con cierto tono de diversin en sus palabras - Aunque debodecirte que esperaba algo ms propio de una mujer. No s, tal vez un poco ms de sensibilidad para ablandarlos corazones de esos hombres, un toque de femineidad, comprendes ?. De todos modos, has estadoestupenda. Pens que iba a echarme a llorar cuando comenzaste a hablar de los escarpados acantilados, las

    buenas gentes de este lugar, y todo eso. En serio, si no supiera que te mueven otras razones para querer queeste proyecto prospere, creo que incluso hubiera olvidado lo que te dije acerca de ser un tipo poco sentimental,y hubiera derramado unas cuantas lgrimas.Abby le mir tratando de ocultar su nerviosismo.- Otras razones ?.- pregunt con un hilo de voz - No s a qu...- Oh, vamos, Abby. Reconoce que te importa un bledo que la vida contine o no en Sweeter Cabe cuando tevayas. Para t, este proyecto es slo una cuestin de dinero.Abby suspir, y le empuj con suavidad para poner nuevamente en marcha el ascensor.- Y para t no, Sam ?. Dime que otra cosa hay que no sea eso, y que no pueda comprarse.El se acerc ms a ella, y la joven sinti el fri metal del ascensor atravesando su espalda. Pero no fue eso loque hizo que sus piernas temblaran, y se sinti una idiota por dejar que su cercana la turbara.- Sabes que no. Y s, hay otras cosas adems del dinero. Pero quiz no sea el momento adecuado para hablarde ello.

    - De veras ?. Entonces, porqu me has apoyado delante de todos esos tipos ?. Crees que soy unamujercita desvalida que necesita que la protejan ?.- Claro que no, Abby. Es solo que me ha resultado divertido verte all, defendiendo tu opinin ante trecehombres a los que realmente no conoces.- A t te conozco.- Eso piensas ?- su pregunta era una velada amenaza que Abby no pudo ignorar - Me temo que tus fuentesno han llegado an a ese extremo, Abby. Pero sigue intentndolo, quieres ?. Mi vida comienza a ser un pocoms excitante desde ayer.- De todas formas, gracias por no enfrentarte a m en la sala de reuniones. Ha sido un gesto caballeroso de tuparte que no esperaba.- quiso parecer sincera y humilde, pero la arruga que la frente de l dibujaba, le dijo quesu esfuerzo no era lo bastante grande como para engaarle.- Recurdame que hable bien de t cuando vuelvaa Boston.- Y t, - murmur contra su odo l, mientras las puertas del ascensor se abran - recurdame que te explique

    otro da las cosas que el dinero no puede comprar.- Todo tiene un precio, Sam. La cuestin es, cunto ?- le dej all plantado y sali del edificio convencida deque Josh la esperara fuera para hablar de cmo haba ido.Tal y como esperaba, Josh la esperaba en los aparcamientos, y ella acept gustosa su invitacin de llevarla aalmorzar a un parador cercano. Tal vez, el inters que Josh mostraba hacia ella como mujer, hiciera que elorgulloso seor Carlton pusiera por fin sus cartas sobre la mesa. Intua que no iba a agradarle que su protegidose mezclara con una mujer que l mismo consideraba fra y calculadora. En realidad, estaba segura de que lestaba dispuesto a cargar con ella, slo por el mero hecho de evitar que Josh intimara en sus relaciones conella. La idea le pareci divertida y macabra a la vez, pero no permiti que aquello le estropeara su almuerzocon el joven. Ya tendra tiempo de preparar un plan que hiciera que Sam cayera al fin rendido a sus pies.

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    Captulo 3

    A la maana siguiente, y mientras an trataba de despejarse restregando sus ojos con los dedos, Abby tuvo lasensacin de que alguien la estaba observando, y se cubri con la manta en un impulso por proteger sudesnudez. Mir a su alrededor, y sonri ante su propia estupidez. No era posible que nadie entrara en la casa,y de haberlo hecho, ya se habra percatado de la intromisin. La casa no era lo bastante grande como para no

    advertir la presencia de un ladrn en ella.Se levant de la cama de un salto y se di una ducha rpida, sin dejar que el tenue hilillo de agua fraentumeciera su cuerpo. Era evidente que Jack no haba cuidado, tal y como haba dicho, todos los detalles desu llegada, y se dijo que en cuanto llegara a Boston le hablara de las ventajas del agua caliente.Cuando estaba preparando caf, oy que llamaban a la puerta, y se apresur a correr hacia ella. No sesorprendi lo ms mnimo al verle all. Ella haba lanzado su reto, y Sam se estaba limitando a recogerlo condeportividad. Sin embargo, le pareci que la ausencia de sorpresa en el rostro femenino haba molestado aSam al saludarla.- Ha madrugado mucho, seor Carlton- se mof deliberadamente de l, a sabiendas de que deba costarlemucho rebajar su orgullo hasta el punto de buscarla para satisfacer su curiosidad sobre ella.- Estaba a puntode tomar una taza de caf. Quieres acompaarme ?.Sam asinti y la acompa hasta la cocina, arrugando la nariz ante el claro abandono que sufra la casa.- A esta cocina no le ira mal una buena limpieza.- coment deslizando su dedo sobre la vieja mesa de madera,

    y limpindolo luego en la tela de su pantaln.- Te ests ofreciendo ?. - al verle esbozar una sonrisa, le correspondi, ofrecindole su taza de humeantecaf, y deseando que se quemara los labios con el lquido caliente al probarlo. Pero l fue ms astuto, y dej lataza sobre la mesa unos segundos - Bueno, es igual. Ya me advirtieron que el servicio de limpieza no venaincluido con el alquiler de la casa.- Porqu no te has instalado en el motel ?. Las mujeres como t suelen preferir el lujo y la comodidad a tenerque dormir entre polvo y sobre una cama vieja.- Tienes razn- dijo Abby, sospechando que el comentario sobre las mujeres como ella no pretenda seramable. Pero fingi que no le importaba su opinin al respecto - Lo cierto es que tendr que quejarme a laempresa en cuanto llegue a Boston. Por supuesto que no esperaba un hotel de cinco estrellas para alojarme,pero esto...Abby saba que estaba logrando confundirle de nuevo, y aquello le gustaba. En absoluto se haba planteadoinstalarse en otro lugar que no fuera su antigua casa, pero no poda decrselo. Quera mantener aquella opinin

    de mujer visceral que l tena sobre ella.- Sabes ?... Yo conoc a las personas que vivan en esta casa.- murmur l, y Abby ocult la mirada,temerosa de que l profundizara en ese tema. An no estaba preparada para afrontarlo, era pronto parahacerlo.- Dos ancianos encantadores y su nieta revoltosa... La mujer trabaj durante muchos aos en la casade mis padres cuando era un nio. No se que pudo ocurrir con aquella jovencita... cmo se llamaba... ?. Almorir mi padre, quiso que la propiedad no volviera a ser alquilada. La casa ha estado vaca desde entonces...hasta que llegaste t.- Por favor, Sam. No pensars aburrirme con viejas historias de tu niez, verdad ?- quiso desviar laconversacin de aquel punto peligroso que no estaba dispuesta a tocar.- De todos modos, me alegro de quelos actuales propietarios de la casa hayan decidido reabrirla. Me gusta este lugar. Es acogedor, incluso parauna mujer de mi clase.- Lo siento. Es solo que... Bueno, no importa. Supongo que me hago viejo, despus de todo.Abby le mir, queriendo interpretar la dosis de sinceridad que podan albergar sus palabras. En efecto, Sam

    pareca mucho mayor de lo que ella recordaba, pero no iba a permitir que aquello la hiciera sentir pena.- No tienes que ir a la oficina hoy ?. No puedo creer que ya te hayas cansado de amasar tu fortuna - comentcon mordacidad, y casi se arrepinti de atacarle tan descaradamente. Pero al ver como l apretaba sumandbula con rabia, pens que despus de todo, s mereca su comentario - Crea que los hombres como tno tenan tiempo para el placer.- Qu te hace suponer que he venido a verte por esa razn ?. Eres bastante ms presuntuosa de lo queimaginaba. Y por cierto, es eso lo que pareces ofrecerme con tanta insistencia, Abby ?. Un rato de placer ?Como ella no diera respuesta a su pregunta, l tom su mano por encima de la mesa para insistir.- Deberas saber que un hombre de mi edad suele estar interesado en otras cosas llegado a este punto.Abby solt su mano, y coloc ambas palmas sobre su cara, en un gesto teatral que a Sam se le antojencantador. Pero apret los labios para fingir que su broma le enfureca.- Me ests proponiendo matrimonio ?. Por Dios, Sam, slo hace dos das que nos conocemos. No creesque es demasiado pronto para tomar una decisin as ?

    El respir con fuerza, como si la actitud de ella comenzara a irritarle de veras.- Est bien, Abby. Deja de tomarme el pelo, quieres ?. Estoy empezando a cansarme de esto.

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    - Pero, querido seor Carlton... si apenas hemos empezado a entendernos...El retuvo de nuevo sus dedos, apretndolos sobre la dureza de la podrida madera, y la observ con fijeza,logrando que Abby temblara ante la posibilidad de que llegara a reconocerla al fin.- Porqu te empeas en mostrarte superficial y frvola, Abby ?. Es que quieres jugar conmigo ?. Ya te headvertido que no soy buen perdedor.Ella se irgui, sirviendo ms caf en la taza del hombre.

    - Quiz sea esa la razn. Yo adoro los retos, Sam. En realidad, forman parte de mi vida.Sam agit la cabeza, dejando bien claro que iba a dar por terminada aquella conversacin. Pero Abby noquera dejarle escapar, y se adelant a l antes de que llegara a su puerta - Crees que podras llevarme a daruna vuelta esta maana ?. Necesito comprar algunas cosas y an no he logrado que ese ineficiente empleadodel alquiler de coches, encuentre lo que busco.- Y qe buscas, Abby, un lujoso BMW acorde con tu apariencia ?- No trates de ridiculizarme, Sam. Slo quise decir que, ofrecerme una sucia camioneta y querer cobrarme unafortuna al da, no es muy honrado por su parte...- Hablar con l esta tarde - se disculp l, y Abby crey que ahora s estaba siendo sincero.- Qu ocurre, Sam ? Acaso eres el dueo de todos los negocios en Sweeter Cabe ?- pregunt con cinismo.- En realidad, de casi todos- contest l casi a gritos, ya que la joven se haba metido en el dormitorio pararetocar su pelo - Pero no esperes que te haga una rebaja en los precios. Te conseguir un coche al precio justoen el mercado. Y t luego te retractaras por haberte redo de m hace un instante, de acuerdo ?

    Abby se reuni con l a los pocos minutos, ataviada con un atuendo informal que a l pareci agradar.- Har lo que digas, pero procura que el coche, tenga al menos frenos, quieres ?- Muy graciosa.- Escucha, no quiero interferir en tus planes. Si tienes otra cosa que hacer...- No tengo nada que hacer, Abby - contest l tajante, y sali a grandes zancadas.Abby tuvo que correr para alcanzarle antes de que l se alejara en su coche, y not que l se senta incmodoporque ella manejara a su antojo aquella situacin.- Quieres ir a algn sitio en especial ?- pregunt sin mirarla siquiera - O slo vas a curiosear ?. Las mujerestienen la extraa costumbre de examinarlo todo antes de decidirse por nada en concreto, y es algo que meenerva.Abby cubri la curtida mano sobre el volante de piel, y durante unos segundos dej que permaneciera all,retirndola en el mismo instante en que el juego comenz a disgustarla incluso a ella.- Abby ?

    - Si, me gusta curiosear un poco - reconoci y aadi con voz sugerente - Pero te aseguro que yo siempre mequedo con algo al final. No debes preocuparte porque pierda el tiempo, creme.- Estoy convencido de eso. Pero no s hasta qu punto puede ser bueno, Abby - la observ de reojo, sinapartar la vista de la carretera - Tal vez tu eleccin no sea la mejor despus de toda... Y tal vez se sientadecepcionada al descubrir que lo has estado probando todo antes de llegar a ella.Abby saba que el desprecio que haba en sus palabras se deba a que estaba aplicando aquella teora a loshombres, y dej que pensara que estaba en lo cierto. En realidad, nunca haba estado tan cerca del sublimemomento en que su bsqueda la hiciera encontrar el amor, y no le importaba que fuera as. O por lo menos, noquera que le importara.Agit una mano para indicarle que parara frente a una pequea tienda de textiles que acababa de ver. Nopoda creerlo !. Sola curiosear cuando era nia entre los variados objetos que el seor Nellson expona en suescaparate. Casi nunca prestaba atencin a la ropa que el anciano venda, pero los collares de cuentas y laspulseras de colores siempre lograban despertar su inters. Abby record las innumerables ocasiones en que,

    tras hacer que el pobre hombre mostrara sus existencias, buscaba en sus vacos bolsillos y terminaba una vezms sin adquirir nada. Entonces, el anciano, como si adivinara su vergenza, le palmeaba la cabeza, sonrea yla obsequiaba con unos cuantos caramelos.Se adentr en el interior del establecimiento, buscando algn indicio del amable seor Nellson, pero enseguidase dio cuenta de que cometa una estupidez creyendo que poda encontrarle all. Si no haba muerto ya, debatener al menos noventa aos, lo que haca muy improbable que estuviera todava a cargo del negocio. Depronto, era como si todo quisiera recordarle que su niez haba quedado definitivamente atrs para no volverjams. Sus abuelos, los collares de cuentas de colores... y el buen seor Nellson se haban ido para siempre, yera tan duro a pesar de los aos transcurridos, que no tena fuerzas para afrontarlo.Suspir desilusionada. Hubiera sido bonito saludar de nuevo a su generoso benefactor, pues sus pequeosdetalles haban significado mucho para ella en aquel entonces. Sam Carlton era un malnacido con una piedraen lugar de corazn, y no haba lugar en su insulsa vida de riquezas para comprender algo como eso. Todo loque poda tener significado para l se reduca a dinero, y era algo que no admita dudas. En una ocasin, Abby

    le haba sorprendido hablndole duramente a sus abuelos en la puerta de casa. Las palabras inconscientes ydesordenados martilleaban an en su cerebro, y supo que fue en ese mismo instante cuando comenz a

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    odiarle. Con qu derecho se atreva a llamar a los abuelos todas aquellas cosas ?. No los conoca enabsoluto, no saba todo lo que haban luchado para hacer posible que Abby pudiera seguir yendo a la escuela.No saba nada de ellos, y sin embargo, se atreva a juzgarlos de aquel modo que Abby considerabaabominable y a culparlos por no haber ahorrado lo bastante durante aquellos aos. Si hubiera pensado un pocoantes de dejarse dominar por su ira, si hubiera movido uno solo de sus aristocrticos dedos, Samuel Carltonhubiera hecho que la vida fuera diferente para todos. Quiz sus abuelos an estaran all para ver con orgullo

    en quien se haba convertido su nieta... Y quiz ella no habra perdido los mejores aos odindole con aquellaintensidad que casi la asustaba.Un roce en su hombro la hizo volver al presente, y Abby gir su rostro hacia l para obsequiarle con su mejorsonrisa.- Parece gustarte este lugar. Habas estado aqu antes ? - la mirada de l era tan fra que Abby no supocomo interpretarla exactamente.- Bromeas ?- torci los labios en un mohn de disgusto y le sigui hasta otro lugar que ella desconoca.Despus de todo, las cosas haban cambiado, porque no reconoca a la mujer que le recibi, exagerando susonrisa al acercarse a Sam.Abby imagin que deba tratarse de otra de sus muchas admiradoras, pero trat de ser amable al pedirle que lemostrara algunas blusas.La empleada regres a los pocos minutos con un par de modelos, cuatro tallas superiores a la que era evidentele corresponda. Estaba claro que no pensaba atender sus peticiones, y Abby colg las enormes blusas en las

    perchas. Sali de la tienda sin despedirse, furiosa porque aquella estpida mujer pudiera creer que ella era suenemiga. La idea de que pudiera pensar que haba algo entre Sam y ella le produca naseas, aunque fueraprecisamente eso lo que quera provocar al mostrarse con l en pblico.- Abby... No has visto nada de tu agrado ?Abbigail se volvi hacia l, que respiraba entrecortadamente al alcanzarla.- Definitivamente, no- contest, poniendo todo el nfasis que pudo en la frase.- Ests molesta por algo ?- insisti l.- Es que debera estarlo ?. Por tu bien, Sam, espero que no me hayas trado aqu con la intencin de ponercelosa a esa rubia teida de ah dentro.- Te juro que no hay nada entre esa chica y yo, Abby - extendi la palma de su mano como si prestarajuramento ante la sagrada biblia, y ella apret los labios contrariada por su burla.- No es que sea asunto mo. Pero esa mujer no es tu tipo, Sam, y lo sabes.- coment con seguridad, y l sonridivertido por su comentario.

    - Y cul es mi tipo, querida ?. Apenas me conoces, cmo puedes saberlo ?- Conozco a los hombres como t. Y se que nunca te conformaras con una cabeza de chorlito revoloteandotodo el da a tu alrededor, y sonndole los mocos a una manada de cros revoltosos con tu misma caraengreda.- Tienes razn, nunca me conformara. - l la mir con mucha seriedad, y Abby temi que se estuvieraaburriendo con su sermn, as que cambi de tctica y le pidi con mucha dulzura que la llevara a pasear.Sam asinti, mientras observaba con un nudo en la garganta cada movimiento de ella al caminar a su lado.Dese poder apartar su mirada de la boca femenina cada vez que ella haca algn comentario gracioso acercade lo que acababa de suceder en la tienda. Era extrao. Haba algo en la falsedad de su risa, en la sombramirada que descubra al espiarla cuando ella no saba que la estaba mirando, que le haca pensar que habaestado all toda su vida. Era como si aquella mujer de aspecto superficial y frvolo, hubiera estado presentedurante todos aquellos aos, y no lo hubiera sabido hasta ese momento, en que su engaosa dulzura parecaquerer envolverlo para castigarlo por algo por lo que l ya se haba castigado lo suficiente.

    Abby se burlaba de l en todo momento, y lo haca deliberadamente, y lo peor es que estaba comenzando adesear con todas sus fuerzas que aquello terminara. Estaba dejando de ser divertido para l, y sospechabaque ella disfrutaba con ello.Sinti la mano de ella rozando su muslo y una potente descarga lo recorri de pies a cabeza, haciendo que suslabios temblaran contra su voluntad.- No vas a dejar de hacer esto, verdad ?- mascull, ofendido por la ligereza con que ella prodigaba suscaricias. Pensar que era algo tan normal para ella le enfureca, y la oblig a detenerse frente a l, tomndolacon fuerza por los hombros - Realmente, buscas algo, no es cierto, Abby ?. Quisiera que me lo aclararas deuna vez por todas, porque estoy empezando a ponerme muy, muy nervioso. Y es algo que no me gusta,querida ma.Abby entreabri los labios en un gesto sumamente provocativo, y not que l luchaba consigo mismo para nosucumbir a su silenciosa invitacin.- No juegues ms, Abby. Te lo advierto.

    - No estoy jugando, Sam - su voz son tan lejana, que ella misma se sorprendi al darse cuenta de que ya noestaba actuando para l. Necesitaba de veras que la besara, y se maldijo por ello.

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    El se alej confundido, y Abby se interpuso en su camino, enfadada con l por resistirse de aquel modo a loque ella le ofreca casi con desesperacin.Sam la mir con rabia. Sus ojos brillaban y sus cejas se arqueaban como si no pudiera entender lo quepretenda acosndole de aquella forma, y Abby supo que estaba a un paso de lograr sus propsitos.- Escucha, Abby, no estoy de humor para servir de conejillo de indias a nadie, comprendes ? - su puos seapretaron con fuerza al ver como la joven sonrea ante sus palabras - Te resulta gracioso todo esto ?. Estoy

    empezando a creer que realmente quieres que te lleve a mi casa, y te d de una buena vez lo que buscas. Es eso, Abby ? Retozamos unas horas y saciamos nuestra mutua curiosidad ?- Porqu lo dices como si se tratara de algo descabellado ?- pregunt ella con fingida inocencia.- Ya te dijeque...- Si, lo recuerdo. Hablaste de un poco de diversin para matar tu aburrimiento mientras estabas aqu - laapunt con su dedo acusador - Pero yo no soy nada de eso, querida. No soy el entretenimiento de nadie, ycuando decido llevar a una mujer a mi casa es porque as lo quiero. Logrars meter eso en tu testarudacabeza, Abby ?- Por supuesto, Sam - entorn los prpados de manera encantadora cuando l le abri la puerta de su coche yla hizo acomodarse en su interior. - No s porqu ests tan enfadado. Yo solo estaba...- Prefiero no saberlo.- sac un cigarrillo de su tabaquera y lo introdujo con brusquedad en la boca de suacompaante. Abby lo escupi con desagrado, divertida por los intentos de l por hacerla callar.- No fumo, Sam.

    - Entonces lo har yo - tom el cigarrillo y lo puso con dedos temblorosos entre sus labios, encendindolo conrapidez y aspirando con fuerza varias veces.- Voy a llevarte a tu destartalada casa, Abby. Hablar con ese tipodel alquiler de coches, y maana tendrs tu propio vehculo para desplazarte, de acuerdo ?. Dentro de unosdas, me reunir con los socios para someter a votacin tu proyecto. Y hasta que volvamos a vernos parahacerte saber nuestra decisin, procura alejarte de m, quieres ?. Tu juego ya no me divierte, espero que locomprendas.- Lo comprendo, de veras. Comprendo que te acobardas en el ltimo momento. Supongo que cuando algo sete va de las manos te entra el pnico y tratas de evitar que suceda por todos los medios.- Abby...- No, Sam, no te disculpes. No debes sentirte humillado por esto.- se encogi de hombros y permaneci ensilencio, ocultando su expresin de triunfo mientras observaba a travs del cristal la carretera.Cuando detuvo el motor al llegar a su casa, Abby sali del automvil sin esperar que l la acompaara. Pero alllegar a la puerta, el brazo de l se interpuso entre su llave y la cerradura, y ella le mir con expresin

    compungida.- Quieres pasar ?- pregunt con naturalidad - An ests a tiempo de cambiar de opinin. Te advierto que nosuelo dar tantas oportunidades en tan poco tiempo. Deberas reconsiderar tu decisin, Sam.- Porqu lo haces, Abby ?- l pareca realmente sorprendido por su insistencia - Es por el proyecto ?. Yasabes que no puedo dejar que nada influya en mi decisin...- El proyecto ?- repiti con indiferencia - S, podra ser una buena razn. Pero no se trata de eso.- Entonces, qu es ?. Es que no hay nadie que te espere all donde vives, nadie que te haga pensar quedebes guardar un poco de fidelidad en lugar de echarte en los brazos del primero que se te presenta ?- Pero t no eres el primero, Sam...- susurr con tono enigmtico y l cerr los ojos como si aquello superaracuanto poda imaginar de ella. - Debes saber que este pueblo est lleno de hombres solteros, incluido tuatractivo ahijado, que estn deseando que una extraa amenice sus noches.- Se acab. Eres increble, muy divertida, lo reconozco. Pero no puedo seguir escuchndote un minuto ms.Nos veremos la semana que viene.

    Abby le vi alejarse, y una sensacin de jbilo la invadi momentneamente. Sus planes marchaban tal y comoesperaba. Pero el descubrimiento no la hizo tan feliz como esperaba, y cerr la puerta con brusquedad al notarque el sentimiento de culpa empezaba a aduearse de ella. No era justo... No lo era, y no dejara que leestropease aquel momento de satisfaccin. Se despoj de los zapatos y los lanz contra el espejo.- No te atrevas a mirarme as....- advirti a su propia imagen reflejada en el cristal - No lo hagas...

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    Jack Laramee estaba realmente fuera de s aquella maana, y Abby se pregunt si su amiga poda tener algoque ver con su estado de nimo. Megan poda llegar a ser muy tonta en ocasiones, y ella ya la haba advertidosobre el peligro que entraaba morder la mano que te da de comer. Jack haba guardado silencio durantemeses acerca de lo que senta por Megan, pero Abby sospech que al fin, aquel tema haba estallado para noresultar nada agradable para nadie.- Jack, ha sucedido algo ?- pregunt con preocupacin. Estaba convencida de que Megan quera de veras a

    aquel hombre, pero era tan orgullosa y disfrutaba tanto coqueteando con el resto de sus compaeros detrabajo, que dudaba que algn da fuera capaz de reconocerlo. Y tal vez, Jack haba decidido que era elmomento de poner las cartas sobre la mesa. No era un adolescente nervioso con todo el tiempo del mundopara plantearse el futuro. Jack tena cincuenta y cinco aos, un matrimonio roto a sus espaldas y tres hijos conlos que apenas mantena contacto. Las horas transcurran algo ms deprisa para l, y Abby comprendi queMegan deba tomar una decisin cuanto antes, o perdera la oportunidad de formar un hogar con uno de lospocos hombres que le merecan respeto.

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    nadie respondi a su llamada en el telfono que Josh le haba dejado como contacto, as que volvi a marcarotro nmero y al or la voz de la amable telefonista, pidi la extensin de Samuel Carlton.

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    Una chispa de esperanza cruz la mirada de la joven. As que se trataba de eso. El orgullo impeda quemagnnimo Samuel Carlton persistiera en su conquista, pero no tena reparo en usar como comodn a suahijado para acercarse a ella. Sam saba jugar bien sus cartas. Era muy astuto al aparentar aquella indiferenciaque ella despreciaba para ponerla en su sitio, y tuvo que reconocer a su pesar, que en el juego de la venganza,ella era an una aficionada.- Ser un placer ir con vosotros, Josh. A decir verdad, no quera que pensaras que estabas obligado a

    distraerme todo el tiempo - minti para infundir veracidad a su repentino cambio de decisin.- No seas tonta, Abby - el joven se despidi de ella con expresin triunfal, y le grit desde la puerta que lapasara a recoger a las nueve y media.Abby esper paciente la llegada de la hora en que tena que encontrarse con l, mientras escuchaba en laradio las ltimas noticias acerca de un asunto turbio que ltimamente haba conmocionado el mundo de laconstruccin. No quiso seguir oyendo monstruosidades acerca de lo que algunas personas podan llegar ahacer para ahorrarse unas cuantas libras, as que apag el transistor y se concentr en elegir su vestuario parala ocasin. Escogi un vestido de seda negra que se ajustaba a su cintura y sus caderas, dejando los hombrosal descubierto y sujetando el corpio sobre ellos con estrechas cintas plateadas. El escote en forma de Uve,mostraba su esbelta espalda, recorriendo un insinuante camino que comenzaba en el cuello y segua hastadesvanecerse en su cintura. Los zapatos de afilado tacn, forrados en la misma tela, resultaban algoincmodos, pero Abby pens que era mejor quemar todos sus cartuchos si pretenda impresionar a Sam. Semir al espejo para observar el resultado del esmerado maquillaje a juego con el resto de su indumentaria.

    Realmente, haba comprado aquel vestido para satisfacer a Megan, una tarde en que ambas estabandeprimidas y queran gastar una suma considerable para apaciguar su desnimo. Pero ahora, se alegraba dehaber seguido los consejos de su amiga, porque si Samuel Carlton no se desmayaba esa noche, es que suoportunidad de conquistarle haba desaparecido antes de que pudiera aprovecharla. Estaba increblementeprovocativa, y se atus un poco el pelo para proporcionar a su rostro un aspecto felino. Saba que eso eraexactamente lo que l esperaba de ella, y Abby pens que tena que drselo.Al or el claxon del coche de Josh, y ella sali con rapidez, ansiosa por encontrarse con Sam y ver la reaccinque despertaba en l su disfraz de mujer fatal.En cualquier otra fiesta, la mirada hambrienta de los hombres habra disgustado a Abby, pero lo que vi en losojos de l cuando irrumpi en el saln del brazo de Josh, hizo que su disgusto se esfumara al instante.Sam fingi no haberla visto, pero a los pocos minutos, se acerc a ella y le hizo un gesto para que leacompaara a la pista de baile. La ropa informal que llevaba le sentaba tan bien como los sobrios trajes dechaqueta que sola usar, incluso le conferan cierto aire de humanidad que la sorprendi. La idea de que Sam

    pudiera ser al fin y al cabo, humano, le pareci descabellada, y curv los labios con cinismo al sentir como sumano se apretaba alrededor de su cintura. Ech una ojeada al resto de las mujeres de la fiesta, que la mirabancon curiosidad, y durante unos instantes se sinti algo ridcula con aquel vestido elegante que la diferenciabatanto de los sencillos trajes de verano que vestan ellas. Pero al escuchar la respiracin agitada de l, al tocarcon sus dedos la desnuda espalda femenina, se dijo que todo el ridculo que pudiera sentir se veaperfectamente justificado slo con aquel gesto de l.- Al final has venido - susurr el hombre junto a su odo. Pareca extraado por comprobar que ella quisieraseguir con el juego a pesar de sus amenazas - Cre que despus de todo seras ms lista.- Y lo soy. - contest con tono confiado - Ninguna mujer en sus cabales dejara pasar la ocasin de bailar con elatractivo seor Carlton, no te parece ?Sam la estrech con ms fuerza, y ella gimi ante la demostracin de hombra de la que l la haca objeto.- Te burlas de m deliberadamente, Abby ?. Ya te dije que no debas hacerlo.Los dedos de Abby recorrieron la nuca masculina con descaro, provocando que l se estremeciera y se

    separara un poco de ella, mientras la miraba fascinado.- Porqu cuando un hombre trata de seducir a una mujer, todos creen que es algo normal, y cuando sucedeal contrario, se muestran escandalizados ?.La pregunta hizo que l se pusiera rgido, ante el inequvoco contenido sexual de sus palabras.- No lo s, Abby. Dmelo t. Al parecer, eres la experta en el tema.Su aliento rozaba la boca de ella, y Abby dese que por fin se decidiera a besarla, porque minar su voluntadcomenzaba a convertirse en una tarea agotadora. Por ms que se esforzaba, algo pareca frenar los impulsosdel hombre por acercarse, y ella no saba cunto tiempo podra dominar la situacin.- Lo soy ?. Estoy empezando a dudarlo, Sam. Eso, y que haya algo corriendo por tus venas. Otro hombre entu lugar ya habra puesto algo de accin para animar nuestra breve relacin - sinti que l apretaba los dientescon rabia - O es que ocurre algo que yo no sepa con tu cuerpo, Samuel Carlton ?El castig su atrevimiento con un ataque tan brutal que la joven tuvo que recuperar el aliento cuando la solt.Acarici con su dedo ndice las comisuras de sus doloridos labios, y l la mir con el ceo fruncido al ver que

    Abby sonrea.

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    Sam se alej de ella y sali a la terraza, sin percatarse de que ella le segua decidida a no dejarle escapar denuevo. Se volvi hacia ella con expresin confusa y Abby se detuvo a su lado para demostrarle que an nohaba terminado con l.- An no has tenido suficiente, querida ? - pregunt con sarcasmo - Me sorprende tu tenacidad.- Es ms de lo que puedo decir de t, Sam. - le provoc - Cualquier jovencito inexperto lo habra hecho mejorah dentro, creme. Slo quera que supieras mi opinin. Despus de todo, me has demostrado que no me he

    perdido nada contigo.- De verdad crees que tu opinin me interesa ?. No seas ridcula !.- su risa amarga hizo que la jovencomprendiera que l estaba a punto de ser vencido, y lejos de alegrarse, Abby no pudo evitar sentirsedespreciable por ello - No eres ms que una nia jugando a un juego que te va a lastimar. Y no quisiera queeso ocurriera, Abby.- No hay nada que t hagas que pueda lastimarme - ya no, quiso aadir, pero l se limit a ocultar el rostropara que Abby no pudiera ver la tristeza que en esos momentos reflejaba.- No cometas el error de subestimarme, Abby - la amenaz entre dientes.- Subestimarte ?. Por favor, seor Carlton. Nunca me atrevera a hacer eso. Eres perfecto, recuerdas ?- seinterrumpi al ver como l trataba de alejarse para volver a la fiesta, y sujet su brazo con fuerza para evitarque se fuera - Vamos, Sam, no hagas de esto un drama. Es que no puedes simplemente divertirte sin ms ?.T me gustas, y s que tambin te sientes atrado por m. Qu hay de malo en que dos personas adultasquieran pasarlo bien ?

    El chasque la lengua, evidentemente contrariado por su comentario. Pero Abby insisti con la mirada,mientras pegaba su cuerpo al del hombre.- Abby...Ella tom el rostro de l entre sus manos, y acarici con su lengua la lnea de los apretados labios, hasta lograrque poco a poco, se abrieran para ella. Esta vez, el contacto fue tan ligero, tan turbador, que Sam no pudoresistir el impulso de tomar con ternura la boca que haca unos minutos haba lastimado. Quera borrar con subeso la brutalidad anterior, dejar que su suavidad desvaneciera el sabor amargo que antes haba dejado all. Ydespus de unos segundos, se dijo que lo haba conseguido, porque el silencio se apoder del ambientemientras sus manos expertas se adentraban en el prometedor escote de la espalda femenina.Las rodillas de Abby temblaron, sintiendo que, contra todo pronstico, slo poda concentrarse en aquelladulzura que jams pens encontrara en l. Sam la transportaba a un mundo de sensaciones desconocido paraella, hacindola sentir culpable por ello, y gimi de placer cuando los dedos de l se enredaron en su pelo paraacercar an ms sus labios. Saba que estaba perdida si permita que su cuerpo estropeara lo que tanto tiempo

    haba perseguido, pero sus manos no estaban dispuestas a obedecer la llamada de alerta que su cerebrolanzaba.A lo lejos, una voz gritaba su nombre, y Sam se apresur a arreglar su vestido al escuchar los pasos que seacercaban a ellos, colocando con manos temblorosas las plateadas tiras que se deslizaban por sus hombros.- Abby, yo... - murmur en voz baja, y ella puso su dedo sobre sus labios, impidiendo que se disculpara por loque ambos haba deseado que sucediera.- Est bien.- No, no lo est. No quiero que sea de este modo, Abby. Y t tampoco debes quererlo.- Sam...- No, no sigas jugando conmigo. - advirti con repentina furia - No somos animales, Abby, es que no loentiendes ?. No necesito una aventura contigo. Y t no eres de esa clase de mujeres, por ms que insistas enfingir que lo eres...- Entonces, qu soy, Sam ?... No pretenders que crea que te has enamorado perdidamente de m en slo

    unos das. - coment, ansiosa por escuchar la respuesta que anhelaba.El se apart unos centmetros, sealando con su barbilla a la persona que en ese instante cruzaba el umbral dela puerta para llegar a ellos.- Sam ?. Estoy esperando una respuesta...- insisti.- An no lo s.- dijo con cierta pesadumbre - Pero de una cosa estoy seguro. No quiero hacerte ma para verdespus como regresas a Boston como si nada hubiera pasado entre nosotros. No s lo que espero o quierode t, Abby. Pero te juro que en cuanto lo averige, sers la primera en saberlo... Diantres, no s porqu teestoy diciendo todo esto !. Acabo de conocerte y ya presiento que acabars por hacerme perder la cordura.- Y qu se supone que debo hacer mientras lo decides ? - pregunt enfadada. Una vez ms, Sam se leescapaba cuando casi le tena donde quera.- Esperar como una nia buena tu llamada ?- Qu tal ocuparte del proyecto ?- sugiri l realmente furioso - Viniste aqu para eso, no ?. De repente,pareces haber olvidado tus prioridades, querida. Y ya deberas saber que volverme loco no entra dentro deellas... o s ?

    Abby ignor su pregunta, y dej que Josh la acompaara al interior del saln, furiosa consigo misma porpermitir que l la atosigara con sus insinuaciones. Una vez ms, haba tenido el valor de despreciar lo que ella

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    le ofreca con insistencia, y era algo que la llenaba de ira. No esperaba que le sera tan duro derribar la murallade frialdad que l haba construido a su alrededor. Y tampoco esperaba disfrutar de aquel modo con suscaricias.- Abby - la voz de Josh la sac de sus reflexiones - De qu demonios estbais hablando?. Sam pareca apunto de asesinarte cuando he ido en tu busca...- No es nada - ataj con firmeza - Me invitas a un trago ?. Necesito divertirme esta noche.

    Recorri el saln con la mirada, buscando algn rastro de l. Pero haba desaparecido con tanta destrezacomo los deseos de Abby se haban transformado a causa de sus besos, y ella quiso que aquello no fuera unamuestra de flaqueza. No le convena que l pensara que poda manejarla a su antojo, y se dijo que tendra queser ms dura la prxima vez que le tuviera delante.

    Captulo 4

    Abby dobl cuidadosamente el borde del sobre en el que acababa de depositar el borrador del proyecto queJosh le haba entregado la noche anterior. Al parecer, haba introducido unas modificaciones al proyecto inicial,sustituyendo los materiales propuestos por otros que, aparentemente, contaban con gran aceptacin en el

    sector, tanto por su razonable precio como por la disponibilidad inmediata en el supuesto de comenzar lasobras. Abby no quera precipitarse en aprobar aquellos cambios, as que decidi que Jack Laramee dijera laltima palabra al respecto tras consultar con los expertos del rea de materiales homologados. Realmente, laidea de Ekkland era en extremo tentadora, pero se dijo que no comenzara a tramitar los permisos de obrashasta que Laramee contactara con ella para dar su visto bueno.Durante la fiesta, Josh se haba mostrado galante y se haba disculpado por interferir, segn l,inconscientemente, en el procedimiento habitual que se segua para estos casos. Abby haba sido losuficientemente clara con l para no dar lugar a nuevos malentendidos, y Josh pareca entenderlo. Aunqueestaba ansioso por iniciar el proyecto, haba aceptado postergarlo hasta obtener la absoluta confirmacin deLaramee y Asociados, y ella se lo agradeci.Agit la cabeza en un gesto de satisfaccin mientras vea como la atenta empleada de la oficina de correosestampaba su sello en el sobre que Abby acababa de entregarle. Despus de abandonar el local, se encaminhacia su casa, pero antes de tomar el camino que la conduca de vuelta, decidi que deba hacer algo que an

    no se haba atrevido a hacer durante su estancia all. No pudo evitar desviarse de su camino para hacer la tandolorosa visita que haba estado postergando. Atraves la verja del cementerio local, buscando con miradamelanclica el lugar donde, unos aos antes, haban enterrado a sus abuelos.Despus de dar unos pasos, lo encontr por fin, mientras un nudo se le haca en la garganta al recordar lo quedescansaba bajo la hmeda tierra. Se sorprendi de que la lpida estuviera adornada con flores frescas. Noesperaba que nadie, aparte de ella misma, recordara a los buenos ancianos, y el hecho la intrigprofundamente. Hubiera deseado saber de quin se trataba, para agradecer que con aquellas simples flores seimpidiera que el reposo de sus abuelos fuera tan gris como ella lo haba imaginado en la distancia. Contristeza, se vi a s misma retrocediendo en el tiempo, y colocando cuidadosamente el pequeo ramillete quehaba comprado con su escaso capital. La imagen se agolp a su mente para despertar nuevamente su furia yavivar el odio que senta hacia Sam. El haba rodeado de coronas los atades, probablemente en un intentopor apacigar su conciencia, mientras que ella no haba podido apenas hacer frente al gasto que sus modestasflores suponan. Ni siquiera en ese momento se haba conmovido su duro corazn para comprender lo mucho

    que Abby sufra entonces.Se inclin sobre la fra lpida y pas su mano sobre la superficie de granito, para apartar el polvo que cubra lainscripcin. Benjamin y Rose, muy queridos abuelos. Las lgrimas escaparon de sus ojos al leer en voz bajalas escuetas palabras que encerraban un significado tan especial para ella. Todo era intil. Jams volvera aver la tierna sonrisa de la abuela Rose, ni su mirada maternal cuando la regaaba tras cometer algunatravesura. Nunca sentira aquella mano plida acariciando su cabello hasta lograr que el sueo la venciera, nivolvera a pescar con el abuelo una tarde de verano. Y saba que aunque Samuel Carlton pagara con cientosde lamentos el error cometido en el pasado, nada mitigara el dolor de su prdida.No slo haba dejado atrs una inocencia que a veces aoraba, sino que estaba convencida de que jamslograra abrir de nuevo su corazn a nadie, pues el temor a sentir ese mismo dolor la atormentaba en susnoches de insomnio. Neg instintivamente, rechazando aquella idea como algo totalmente fuera de su alcance,sin observar la quieta silueta que la espiaba a solo unos metros.La mirada de Sam era tan sombra como confusa. La vea all postrada, hablando de aquella manera queda a

    los muertos, y no pudo evitar sentir un escalofro. Hubiera deseado adentrarse en su mente en aquellosinstantes, y averigar qu oscuros pensamientos hacan palidecer sus hermosas facciones. Pero saba que era

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    algo que ella nunca permitira. El impacto de descubrirla y descubrirse a s mismo, la verdad que trataba deeludir, hizo que la vergenza y los recuerdos volvieran a l. Quiso odiarla por provocar aquel sentimiento deculpa, pero saba que no poda juzgarla por ello.No saba bien el motivo, pero de algn modo, haba esperado que ella acabara por desvelar tarde o tempranoaquella farsa, y la idea de que ambos se quitaran al fin la careta para mirarse por primera vez, hizo que susmanos temblaran de nerviosismo.

    Abby sinti los pasos a su espalda, y lo mir desorientada, como si no encontrara la forma de justificar lapresencia de l en su privado momento de reflexin.- Es que ahora te dedicas a seguirme ? - le espet, incorporndose con fingida naturalidad.

    - No seas chiquilla, Abby - advirti l y seal con su mano la distinguida lpida de mrmol con el nombreCarlton impreso en doradas letras.

    As que despus de todo, tena corazn, pens Abby dibujando una perversa sonrisa en sus labios yreconociendo que ella misma no demostraba con su gesto ninguna compasin.- Alguna vctima de tus maquinaciones ?- inquiri con tono despectivo. Sam apret los puos ante la crueldadde su comentario, y coloc las flores que ocultaba sobre la tumba.- Vengo aqu a menudo a charlar con mi padre. - Abby no pudo notar cierta emocin en su voz. - Y t, a quhas venido ?. Resulta morboso elegir un lugar como este para pasear, no crees ?Abby sinti que su ira alcanzaba lmites insospechados al comprobar que l se burlaba de ella con su pregunta.Se enfrent a l con el mentn erguido para demostrarle que su ataque no la intimidaba.

    - Siempre me han gustado los cementerios, seor Carlton.- respondi sarcstica, mientras clavaba en l sumirada cargada de cinismo.- Es el nico lugar donde las personas mantienen la boca cerrada, incluso cuandotienen algo que decir. Y s, siempre fui una chica morbosa. Cuando era nia, disfrutaba arrancando las alas delas mariposas y obligando a cruzar a las viejecitas los semforos al parpadear la luz roja.- Creo que mientes.- replic l. Ni por un momento poda imaginarla cometiendo aquellos actos horribles queella describa.- Pero an as, resultas muy divertida fingiendo lo contrario.- Piensa lo que quieras.- camin hacia la verja que conduca a la salida y l la sigui, empujando los hierrosoxidados para que ella pudiera atravesarlos sin problemas. Un gesto caballeroso de su parte, pero Abby noestaba de humor para agradecrselo. Prosigui su camino, ignorando al hombre que paseaba junto a ellapensativo. Aquella expresin enigmtica despertaba gran curiosidad en ella, y decidi interrumpir suscavilaciones con otro de sus comentarios sagaces.- Ha sido muy romntico, Sam. Pasear a la luz de la luna yen compaa de los muertos, quiero decir. Es mi primera experiencia de ese tipo con un hombre, te lo aseguro.- Abby... He venido en son de paz.- advirti l con voz cansada - No lo estropees.

    - Lo siento.- no era cierto y l lo supo en cuanto la joven le obsequi con su amplia y deshinbida sonrisa.- Noquera parecer grosera. Supongo que ellos sabrn disculpar mi despreciable comportamiento.- Quiz ellos s. Pero yo no, Abby. Tienes un ext