educación y memoria

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MINISTERIO DE EDUCACIÓN, CULTURA, CIENCIA Y TECNOLOGÍA SUBSECRETARÍA DE EDUCACIÓN PROVINCIA DEL CHACO ORIENTACIONES METODOLÓGICAS PARA TRABAJAR EDUCACIÓN Y MEMORIA Documento de Apoyo NIVEL SECUNDARIO Teléfono: +54 (362) 4 41 49 52 Interno: 4952 E-mail: [email protected] Sitio web: http://direcciondenivelsecundario.blogspot.com.ar/

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MINISTERIO DE EDUCACIÓN, CULTURA, CIENCIA Y TECNOLOGÍA

SUBSECRETARÍA DE EDUCACIÓN PROVINCIA DEL CHACO

ORIENTACIONES METODOLÓGICAS PARA TRABAJAR EDUCACIÓN Y MEMORIA

Documento de Apoyo

– NIVEL SECUNDARIO –

Teléfono: +54 (362) 4 41 49 52 Interno: 4952 E-mail: [email protected]

Sitio web: http://direcciondenivelsecundario.blogspot.com.ar/

“2015, Año de la reivindicación de los derechos de la mujer” – Ley 7528 Homenaje al Protector de los Pueblos Libres, José Gervasio Artigas, en el

Bicentenario del Congreso de Oriente. 29 de junio de 1815-2015

MINISTERIO DE EDUCACIÓN, CULTURA, CIENCIA Y TECNOLOGÍA

Prof. Daniel Oscar Farías

SUBSECRETARÍA DE CALIDAD Y EQUIDAD Viviam Polini

DIRECCIÓN GENERAL DE NIVELES Y MODALIDADES Prof. Liliana Fernandez

DIRECCIÓN DE NIVEL SECUNDARIO Lic. Rosana Aracelis Cisneros

ORIENTACIONES METODOLÓGICAS PARA TRABAJAR EDUCACIÓN Y MEMORIA EN EL NIVEL SECUNDARIO

PRESENTACIÓN En la provincia del Chaco tiene mucha incidencia en la representación colectiva las

cuestiones de memoria, para tal fin, el espíritu de este documento es consolidar una política educativa que promueva y efectivice la enseñanza del pasado reciente en la Escuela Secundaria Obligatoria. Son posibles orientaciones, sugerencias metodológicas para abordar la memoria en contextos de enseñanza y de aprendizaje en situaciones educativas que promuevan el desarrollo de capacidades. Particularmente, enfatizar en los modos en que afecto a nuestro contexto diverso e intercultural, la dictadura militar y, reconocer las formas más o menos organizadas de resistencia al aparato represor estatal y al disciplinamiento social. Sin olvidar que nuestra experiencia se encuentra relacionada con las dimensiones regionales, nacionales y latinoamericanas.

Reforzando la política educativa nacional que conforme a la Ley de Educación Nacional

Nº 26.206, sostiene que la educación es una prioridad nacional y se constituye en política de Estado para construir una sociedad justa, profundizar el ejercicio de la ciudadanía democrática y respetar los derechos humanos y libertades fundamentales.

El artículo 92 incisos a), b) y c) de la citada ley establece que deben formar parte de los contenidos curriculares comunes a todas las jurisdicciones el fortalecimiento de la perspectiva regional latinoamericana, particularmente de la región del MERCOSUR, en el marco de la construcción de una identidad nacional abierta, respetuosa de la diversidad; la causa de la recuperación de nuestras Islas Malvinas, Georgias del Sur y Sandwich del Sur, de acuerdo con lo prescripto en la Disposición Transitoria Primera de la Constitución Nacional; el ejercicio y construcción de la memoria colectiva sobre los procesos históricos y políticos que quebraron el orden institucional y terminaron instaurando el terrorismo de Estado, con el objetivo de generar en los/las alumnos/as reflexiones y sentimientos democráticos y en defensa del Estado de Derecho y en plena vigencia de los Derechos Humanos, en concordancia con lo dispuesto por la Ley N° 25.633. A partir de la Resolución CFCyE N° 214/04, la cartera educativa nacional y las jurisdicciones, se encuentran desarrollando una política orientada a dar unidad al Sistema Educativo, a través de la identificación de núcleos de aprendizajes prioritarios desde el Nivel Inicial hasta la Educación Secundaria. En este sentido, los contenidos antes citados fueron incluidos en los Núcleos de Aprendizajes Prioritarios de la Educación Primaria y Secundaria.

El Consejo Federal de Educación a partir de las resoluciones CFCyE Nº 225/04, CFCyE Nº 228/04, CFCyE N° 235/05, CFCyE Nº 249/05, CFE Nº 37/07, CFE Nº 135/11, CFE Nº 141/11, y CFE Nº 142/11, ha establecido que la escuela ofrecerá situaciones de enseñanza que promuevan en los estudiantes la construcción de una identidad nacional plural respetuosa de la diversidad cultural, de los valores democráticos y de los derechos humanos; el conocimiento y la comprensión de las dimensiones éticas, jurídicas y políticas de nuestra historia reciente promoviendo la construcción colectiva de la memoria.

Estas normas abarcan el conocimiento y la comprensión de casos contextualizados vinculados a la vulneración de derechos en la historia reciente y la tipificación de los crímenes de lesa humanidad; el reconocimiento del sistema y los mecanismos de protección de los Derechos Humanos y su relación con los procesos históricos y sociales que

contribuyeron a esta construcción en el mundo y en la Argentina, con especial referencia al Holocausto-Shoá y al terrorismo de Estado; el conocimiento de los modos de participación y militancia social y política de los grupos que lucharon y luchan por el reconocimiento, la protección y la vigencia de los Derechos Humanos en nuestro país, Latinoamérica y el mundo.

Por otro lado la Resolución CFE Nº 180/12 establece que durante el Ciclo Orientado de la Educación Secundaria en Ciencias Sociales y Formación Ética y Ciudadana(Construcción de la Ciudadanía), deben propiciarse situaciones de enseñanza que promuevan en los estudiantes la problematización en torno a los conceptos de soberanía e identidad en las Islas Malvinas, Georgias del Sur, Sandwich del Sur, los espacios marítimos circundantes, y Antártida; el conocimiento de las características del terrorismo de Estado implementado en la Argentina por la dictadura militar de 1976-1983; la comprensión de la utilización de la Causa Malvinas por la dictadura de 1976-1983; el reconocimiento de genocidios y crímenes masivos como casos extremos de discriminación y negación de la identidad, con especial referencia a: la conquista de América, la conquista del “Desierto”, el genocidio armenio, el Holocausto-Shoá, el Apartheid, el terrorismo de Estado en Argentina, y otros casos actuales.

Por último la Resolución 269/15 del CFE formaliza la creación de La Red Nacional de Educación y memoria. Compromete a las jurisdicciones a crear un área de referencia y constituir un equipo de trabajo en el ámbito de cada Ministerio de Educación para la continuidad y profundización de la política de educación y memoria en su territorio la que será transversal a todos los niveles y modalidades educativas y en articulación con otros organismos públicos, organizaciones de la sociedad civil y otros actores de la comunidad local. MARCO NORMATIVO PROVINCIAL

En el ámbito provincial, la Ley Nº 55471instituye el 13 de diciembre de cada año como “Día Provincial de la Memoria porla Verdad y La Justicia”, en rememoración de las víctimas de la masacre de Margarita Belén, y se adhiere a la Ley Nacional Nº 25633, que así lo establece. A continuación transcribimos los artículos 3, 4 y 5 que consideramos importante conocer y dar a conocer:

“…Art 3.- El poder ejecutivo incluirá en el cronograma de actos oficiales al 24 de marzo y al 13 de diciembre de cada año; propiciará la realización de jornadas de concientización y debate; actos recordatorios en todo el sector público provincial, a fin de reactivar la memoria de los hechos históricos ocurridos en homenaje a las víctimas, que sufrieron las consecuencias de la ruptura del orden constitucional y del terrorismo de Estado, en los que se incluirá lo siguiente:

a) el pabellón nacional izado a media asta; b) un minuto de silencio, a la hora 12; c) la difusión, por todos los medios de comunicación de la provincia, de notas alusivas a

los derechos humanos y su defensa. Art. 4.- El Ministerio de Educación, Cultura, Ciencia y Tecnología incorporará al calendario

escolar único vigente, el 24 de marzo y el 13 de diciembre, para ser evocado en todos los establecimientos mediante la realización de actos forma II y forma III, respectivamente.

Art. 5.- El poder ejecutivo dispondrá, por los medios que estime necesarios, convocar e invitar a toda la población para que cada 24 de marzo y 13 de diciembre se manifieste a la

1Sancionada el 27 de abril de 2005 por la Cámara de Diputados de la Provincia del

Chaco y publicada el 18 de mayo en el Boletín Oficial.

hora 12, con un minuto de silencio, en homenaje a las víctimas del terrorismo de Estado y en reclamo de verdad y justicia por los crímenes que aun continúan impunes.”

Sumado es eso, nuestra Constitución Provincial establece que la finalidad de la educación está “orientada a formar ciudadanos aptos para la vidademocrática y la convivencia humana”.2

Estos temas son parte del currículum provincial para la Educación Secundaria y se los aborda como ejes o temas transversales.

ALGUNAS NOCIONES BÁSICAS Nuevos abordajes posibles Trabajar Educación y Memoria en las escuelas es una empresa difícil ya que acudimos a

estudiarla desde la metodología de la Historia Reciente, que se involucra con el pasado más cercano, e incorporamos otras miradas posibles, otros supuestos y otras concepciones sobre el lugar de producción del conocimiento.

En este sentido, interesa preguntarse por la posibilidad de refutar los supuestos epistemológicos que localizan la producción de conocimiento sólo en las academias y dentro de los cánones y paradigmas establecidos por el cientifismo occidental. Las Ciencias Sociales pueden y deben ser pensadas desde una multidiversidad epistemológica, que tenga en cuenta y dialogue con las formas de producción de conocimientos que se generan en otros ámbitos extraacadémicos y extracientíficos. Por ejemplo, revalorizar el conocimiento que producen las comunidades indígenas, histórica y sistemáticamente invisibilizados por el pensamiento occidental, con pretensiones de superioridad.

En América Latina, como en otras partes del mundo, el campo de las Ciencias Sociales ha sido parte de las tendencias neoliberales, imperiales y globalizantes del capitalismo y de la modernidad. Son tendencias que suplen la localidad histórica por formulaciones teóricas monolíticas, monoculturales y universales, que posicionan el conocimiento científico occidental como central, negando así, o relegando al estatus de no conocimiento, los saberes derivados de otros lugares y producidos a partir de racionalidades sociales y culturales distintas.3

Establecen, además, categorías de saberes, entre los cuales el conocimiento occidental tiene su preeminencia en relación con los otros conocimientos, considerados periféricos o marginales. De este modo, se deja de lado, o se posiciona en un espacio de inferioridad, todo el acervo cultural de los pueblos y las comunidades indígenas u otras comunidades menos representadas.

En esta jerarquización existen ciertos supuestos como la universalidad, la neutralidad y el no lugar del conocimiento científico hegemónico y la superioridad del saber occidental como única racionalidad capaz de ordenar el mundo.

La perspectiva o el enfoque decolonial viene a habilitar otras miradas, otros saberes y otras prácticas destinadas a rescatar todas las formas de producción de conocimientos de la América Latina más visceral.

El concepto decolonialidad resulta útil para derribar algunos supuestos académicos que sostenían que, con el fin de las administraciones coloniales y la formación de los Estados-

2Constitución de la Provincia del Chaco, Cap. VII, art. 79.

3 Walsh, Catherine. ¿Son posibles unas ciencias sociales/culturales otras? Reflexiones en torno a las

epistemologías decoloniales. En: Nómadas N° 26, Universidad Central, Colombia, 2007, pp 102-113.

nación en la periferia, vivimos ahora en un mundo descolonizado y poscolonial. La propuesta decolonial parte del supuesto de que la división internacional del trabajo entre centros y periferias, así como la jerarquización étnico-racial de las poblaciones formadas durante siglos de expansión colonial europea, no se transformó significativamente con el fin del colonialismo y la formación de los Estados-nación en la periferia. En otras palabras, hoy tenemos otras formas de colonización que todavía subsisten y son más complejas de erradicar o, por lo menos, de alivianar en América Latina.

También explora la significación de la interculturalidad como otra perspectiva y otra práctica, que encuentra su sostén y razón de existencia en la colonialidad del poder. Su intención no es dogmatizar el concepto de interculturalidad o de “pensamiento indígena” en relación con ella. Al contrario, busca llamar la atención sobre la relación entre la interculturalidad y la colonialidad del poder con la diferencia colonial, tal como son concebidas y practicadas particularmente por el pensamiento alternativo que el movimiento indígena produce.

En este marco, se pone un énfasis particular, como lo hace Catherine Walsh4, en la noción de “interculturalidad epistémica”, como una práctica política que surge como contrarespuesta a la hegemonía geopolítica del conocimiento. Se piensa en una profunda asociación de la interculturalidad con la política cultural o identitaria, a través de configuraciones conceptuales que denotan otras formas de conocimiento, desde la necesaria diferencia colonial para la construcción de un mundo diferente.

Se refuta la idea que localiza la producción de conocimiento sólo en la academia, como el saber incuestionable o dogmático. También se cuestionan los conceptos de racionalidad que rigen el pensamiento mal llamado “experto” negador y detractor de las prácticas y saberes que no caben dentro de la racionalidad hegemónica y dominante.

Un ejemplo concreto es el modo en que las comunidades indígenas que poblaron y pueblan la región chaqueña de los tres grupos lingüísticos: Guaykurú (qom, moqoit, pilagá, payaguaes, etc.), Mataco-Mataguayo (wichi, chorote, chulupí) y Lule-Vilela (lule, vilela, abipón), debieron adaptar su cosmovisión, conocimiento y memoria a un sistema impuesto y extraño, subyugados al pensamiento europeo colonial y el pensamiento autóctono colonizado.

Esta jerarquización impuesta es, primero racial y, después epistémica, ya que la idea de no conocimiento está unida, tanto a la noción de inferioridad étnica como a la de dependencia cultural, y constituye una forma de justificar la exclusión social, cultural, política y económica de las comunidades latinoamericanas.

Concepciones sobre la historia y la memoria

La memoria histórica es cómo recordamos el pasado y de qué forma. La historia es el

registro de hechos pasados significativos, pero no es un registro neutral: siempre será incompleto y problemático.

Las memorias o memorias colectivas se construyen y se olvidan continuamente, pueden ser manipuladas y cambiadas. La memoria social, en la que se comparte una historia común con un grupo concreto de gente, es clave para creer y mantener una identidad colectiva e individual.

Tenemos que ser conscientes de que las diferencias entre los eventos que ocurrieron y cómo los recordamos son comunes. Los grupos dominantes en la sociedad pueden controlar

4 Ibíd. pág. 102

las historias que se oyen. No obstante, existen lugares de resistencia del olvido. Del olvido sistemático y dirigido.

El campo de la memoria está a menudo relacionado con la conmemoración, por medio de lugares, textos, objetos y símbolos que son significativos para el grupo. Durante las últimas décadas, hemos visto grandes cambios en el mundo, tales como las migraciones masivas y la globalización, que han llevado a la gente a cuestionarse su identidad: ¿quién soy?, ¿de dónde soy?, ¿qué pasado me identifica?, ¿qué me caracteriza como argentino, como chaqueño, etc.? En el plano local, podemos mencionar que nuestra sociedad chaqueña está en un momento de recuperación de su pasado reciente, a través de su memoria histórica, rescatando lugares significativos para la memoria colectiva. Por ejemplo, las referidas a las dictaduras y masacres que padeció nuestra provincia, por mucho tiempo silenciados por los discursos oficiales. Memoria

Comencemos por señalar que por memoria se puede denominar una amplia y variada

gama de discursos y experiencias. Por un lado, memoria puede aludir tanto a la capacidad de conservar o retener ideas previamente adquiridas como, contrariamente, a un proceso activo de construcción simbólica y elaboración de sentidos sobre el pasado. Por otro lado, la memoria es una dimensión que atañe tanto a lo privado, es decir, a procesos y modalidades estrictamente individuales y subjetivas de vinculación con el pasado (y por ende con el presente y el futuro) como a la dimensión pública, colectiva e intersubjetiva. Más aún, la noción de memoria nos permite trazar un puente, una articulación entre lo íntimo y lo colectivo, ya que invariablemente los relatos y sentidos construidos colectivamente influyen en las memorias individuales o, como diría Hugo Vezzetti5, cumplen una “función preformativa” de los recuerdos de los sujetos.

Para Roger Chartier existen tres diferencias notables entre historia y memoria. En principio, la primera utiliza como fuente el documento histórico, entendido este como un elemento que por sí mismo determinaría la existencia de un hecho y cuya veracidad o falsedad es demostrable a través del trabajo y el juicio crítico. Por el contrario, la memoria se basa en el testimonio, es decir, que confía en el recuerdo del testigo y considera válido su relato. La segunda distinción que realiza el escritor confronta la elaboración histórica con la espontaneidad de la memoria. Esta última no procesa sus explicaciones sino que representa los hechos basados en el recuerdo inmediato. La historia, en cambio, busca las regularidades y causalidades que dan lugar a los procesos sociales, y sus explicaciones son el resultado de un trabajo intelectual.

Por último, Chartier diferencia entre la representación del pasado y el reconocimiento del pasado. La primera le corresponde a la Historia y se trata de construir una versión del pasado a partir de la documentación disponible, para lo cual debe introducir una distancia con el pasado, que en ocasiones puede hacer dudar del discurso histórico y la representación surgida en el contexto de producción.6

Entender el sentido que el pasado tiene para el presente es una buena manera de comprender los rudimentos de la memoria colectiva, la memoria histórica y los usos conscientes y bien dirigidos del olvido. Lo que olvidamos y lo que recordamos son elementos involucrados en la memoria.

5Vezzetti, Hugo. Memorias del Nunca Más. Buenos Aires, Punto de Vista, 1998, pp 37-41.

6 CHARTIER, Roger. La historia o la lectura del tiempo. Barcelona, Gedisa, 2007, pp. 34-38.

Podemos plantear algunas cuestiones al respecto: ¿por qué recordamos?, ¿para qué se quiere recordar?, ¿qué es lo importante para recordar?, ¿quién o quiénes deciden que es lo que se debe recordar?, ¿qué significa tener memoria?, ¿qué olvidamos?, ¿cuáles son los usos que se le dan al olvido?

Se comprende, como afirma María Silvia Leoni, que “no recordamos solos. La identidad personal está mediada por la sociedad. La memoria se construye sobre la base de los conocimientos, creencias, sentimientos, actitudes, proyectos y prejuicios de cada individuo. Pero también se nutre, necesariamente, de elementos externos, pues son múltiples los factores sociales que intervienen en nuestros recuerdos: el lenguaje, el espacio, el tiempo, la experiencia de lo ideológico, lo retórico y lo colectivo, entre otros”.7

Por lo tanto, la autora considera que la memoria personal no es una construcción totalmente individual, sino que es un tejido de memorias: nuestro pasado se construye también de recuerdos ajenos, de lo que otros nos han contado de experiencias por las que no hemos pasado personalmente. Es por ello que, aunque la memoria se considera una función psíquica individual, que se actualiza en personas concretas, es también patrimonio de un grupo social. Pertenece a las personas individualmente y ellas mismas como colectividad, pues existe como algo social.

La memoria colectiva, según Halbwachs, es la reconstrucción del pasado por parte de un grupo; la forma en que una comunidad recuerda su pasado y busca proporcionar una explicación del presente. Halbwachs ha hablado de los “marcos sociales de la memoria”: son los grupos los que construyen los recuerdos, los que determinan que será memorable y cómo debe ser recordado8.

La representación de pasado colectivo, por lo tanto, no se limita al recuerdo de acontecimientos vividos, sino que incluye acontecimientos reportados, sucesos memorables, vivos en la memoria colectiva del grupo.

Pierre Nora, por su parte, introduce la noción de los “lugares de memoria”, destinada a desentrañar la dimensión rememoradora de los objetos, más allá de su realidad histórica. Se propone poner de relieve la construcción de una representación y la formación de un objeto histórico en el tiempo. Estos objetos que cumplen una función simbólica pueden ser tanto inmateriales como materiales (monumentos, espacios públicos, lugares históricos, emblemas, ceremonias conmemorativas, mitos, etc.).9 Sobre la Historia Reciente

Hablar de historia reciente significa replantear los conceptos sobre los modos de producir

el conocimiento pretérito, hacer nuevas preguntas a un objeto de estudio cada vez más cercano en el tiempo, lo cual implica buscar estrategias para tomar una aceptable distancia con el hecho a estudiar o analizar.

Surgen algunas preguntas que nos interpelan como sujetos históricos y críticos: ¿Existe una epistemología referida a la historia reciente? ¿De qué presupuestos parte?

¿Se puede hacer una historia de un pasado cercano? ¿Qué distancia temporal del hecho se propone tomar? ¿A partir de cuántos años hacia atrás se cuenta como historia reciente?

7María Silvia Leoni de Rosciani. Historia, memoria e identidad. En: Revista Nordeste-Investigación y

Ensayos- 2da, Época N° 26, 2006, pp. 138. 8 Halbwachs, Maurice. Los marcos sociales de la memoria. Barcelona. Anthropos Editorial, 2004 (1925).

9María Silvia Leoni de Rosciani. Historia, memoria e identidad. En : Revista Nordeste-Investigación y

Ensayos- 2da, Época N° 26, 2006, p 139

En primer lugar es destacable que en los últimos años se realizaron importantes aportes a la labor de la historia reciente; estos aportes metodológicos son una nueva posibilidad de abordar la historia cercana con nuevas preguntas y demandas.

Es un dato de nuestros tiempos que el pasado cercano se ha constituido en objeto de gran presencia y centralidad, casi de culto, en el mundo occidental. Se trata de un pasado abierto, de algún modo inconcluso, cuyos efectos en los procesos individuales y colectivos se extienden hacia nosotros y se nos vuelven presentes. De un pasado que irrumpe imponiendo preguntas, grietas, duelos. De un pasado que, de un modo peculiar y característico, entreteje las tramas de lo público con lo más íntimo, lo más privado y lo más propio de cada experiencia. De un pasado que, a diferencia de otros pasados, no está hecho sólo de representaciones y discursos socialmente construidos y transmitidos sino que está además alimentado de vivencias y recuerdos personales, rememorados en primera persona. Se trata, en suma, de un pasado “actual” o, más bien, de un pasado en permanente proceso de “actualización” y que, por tanto, interviene en las proyecciones a futuro.

En el terreno estrictamente historiográfico, el acrecentado interés por este pasado cercano se ha manifestado en el renovado auge de un campo de investigaciones que, con diversas denominaciones –historia muy contemporánea, historia del presente, historia de nuestros tiempos, historia inmediata, historia vivida, historia reciente, historia actual– se propone hacer de ese pasado cercano un objeto de estudio legítimo para el historiador. Lejos de tratarse de una cuestión trivial o anecdótica, la gran diversidad de denominaciones demuestra la existencia de algunas dificultades e indeterminaciones a la hora de establecer cuál es la especificidad de este campo de estudios. En efecto, ¿cuál es el pasado cercano? ¿Qué período de tiempo abarca? ¿Cómo se define ese período? ¿Qué tipo de vinculación diferencial tiene este pasado con nuestro presente, en relación con otros pasados “más lejanos”?

Un camino posible para responder estos interrogantes es tomar la cronología como criterio para establecer la especificidad de la historia reciente. Si bien ésta es una opción posible y de hecho bastante utilizada, existen sin embargo algunos problemas. Para empezar, a diferencia de otros pasados más remotos sobre los cuales se han construido y sedimentado, no sin dificultades y disputas, fechas de inicio y cierre, no existen acuerdos entre los historiadores a la hora de establecer una cronología propia para la historia reciente (ni a nivel mundial ni a nivel de las historias nacionales). Además, aun si se resolviera el problema de establecer las fronteras cronológicas precisas, nos enfrentaríamos al hecho de que al cabo de un cierto tiempo (cincuenta o cien años, por ejemplo), ese pasado, hoy considerado “cercano”, dejaría de ser tal. En consecuencia, el objeto de la historia reciente tendría una existencia relativamente corta en cuanto tal.

Estas dificultades muestran que la cronología no necesariamente es el camino más adecuado para definir las particularidades de la historia reciente. Por eso, a la hora de establecer cuál es su especificidad, muchos historiadores concuerdan en que esta se sustenta más bien en un régimen de historicidad particular, basado en diversas formas de coetaneidad entre pasado y presente: la supervivencia de actores y protagonistas del pasado en condiciones de brindar sus testimonios al historiador, la existencia de una memoria social viva sobre ese pasado, la contemporaneidad entre la experiencia vivida por el historiador y ese pasado del cual se ocupa. Desde esta perspectiva, los debates acerca de qué eventos y fechas enmarcan la historia reciente carecen de sentido en tanto y en cuanto ésta constituye un campo en constante movimiento, con periodizaciones más o menos elásticas y variables.

Por otra parte, si consideramos el conjunto de investigaciones abocadas al estudio del pasado cercano, encontramos que los criterios antes mencionados suelen estar atravesados

por otro componente no menos relevante: el fuerte predominio de temas y problemas vinculados con procesos sociales considerados traumáticos: guerras, masacres, genocidios, dictaduras, crisis sociales y otras situaciones extremas que amenazan el mantenimiento del lazo social y que son vividos por sus contemporáneos como momentos de profundas rupturas y discontinuidades, tanto en el plano de la experiencia individual como colectiva10.

Algunas reflexiones sobre las controversias de la historia reciente La historia reciente en disputa

Tradicionalmente, el pasado cercano ha sido abordado por diversas disciplinas de las

llamadas Ciencias Sociales, más que por los historiadores. Si bien ese pasado es un objeto que trasciende toda definición –de por sí algo estéril– de las fronteras disciplinarias, en el caso particular de la historiografía, redefinir ese pasado como parte del abanico de sus temas de interés ha implicado hacer frente a una serie de cuestionamientos y objeciones desde dentro del propio campo. Estos cuestionamientos merecen ser atendidos justamente porque son propios y específicos de una lógica disciplinaria y, mientras en otros campos no se consideran problemáticos, los historiadores aún deben enfrentarse con ellos.

En general, la primera gran objeción señala la falta de una distancia temporal “necesaria” para enfrentarse a ciertos hechos del pasado. Este argumento se fundamenta en la idea de que debe mediar una distancia temporal entre el investigador y su objeto, como garantía de “objetividad” en el tratamiento del tema. Aunque a veces se utiliza la cifra de treinta años, ese período de tiempo nunca fue claramente definido. En cualquier caso, suele suponerse que ese lapso permitiría el “enfriamiento” del objeto, liberando al historiador de las pasiones del presente en su trabajo profesional.

SOBRE LAS MASACRES Y GENOCIDIOS OLVIDADOS

Educación y memoria como eje transversal para trabajar en el Nivel Secundario La relación existente entre la memoria colectiva y las ceremonias conmemorativas es

simbólica: son rituales que intentan construir representaciones sociales11. Como docentes, estamos acostumbrados a los actos patrios, a las fechas festivas y

conmemorativas que recuerdan hechos históricos vinculados con el origen de la nación-Estado, y con quienes construyeron nuestra Patria. Debemos también enseñar sobre quiénes la pisotearon, destruyeron, y no respetaron nuestros derechos como personas y violaron nuestra Constitución. Junto con estudiantes y familias, no podemos mirar para otro lado, debemos encontrarnos, dialogar y reflexionar sobre lo sucedido.

Trabajar los temas referidos a la memoria encuentra, a veces, resistencias en las autoridades, en los compañeros docentes, en las familias y en los propios estudiantes, ya que implica mirarnos a nosotros mismos y reflexionar al respecto. El pasado -y este en particular- es conflictivo, controversial y doloroso ya que presenta no sólo diferentes versiones o interpretaciones sobre los hechos, sino también silencios. Coincidimos con

10

Franco, M. y Levín, F. (comp.). Historia reciente. Perspectivas y desafíos para un campo en construcción.

Buenos Aires, Paidós, 2007. 11

Díaz Arias, David. Memoria colectiva y ceremonias conmemorativas. En: Diálogos. Revista Electrónica de

Historia, Vol. 7. No. 2 (Sept. 2006 – Feb. 2007).

Sandra Raggio cuando señala: “…lo que es difícil asumir en la escuela cuando se trabaja el pasado de la dictadura es el conflicto que está implícito en el proceso de construcción de su memoria y la constatación, aún más problemática para la institución educativa, de la naturaleza política del conflicto, presente sin dudas en cada período de la historia. Lo cierto es que enseñar el pasado reciente se revela como una tarea quizás más compleja que cualquier otra en el campo de la historia. Tal vez sea porque los docentes estamos marcados por la experiencia, como víctimas o familiares de víctimas directas, como testigos, como protagonistas, como pasivos ciudadanos de una pesadilla. Más allá de los posibles niveles de afectación, el régimen dictatorial marcó a fuego las percepciones de ese tiempo, y su tratamiento en las aulas reviste esta incomodidad. El dolor, la perplejidad y la vergüenza”12. A esta situación se le sumanlas experiencias o inexperiencias, las memorias y los recuerdos, lasopiniones y posiciones que tengan los estudiantes y susfamiliares respecto del tema.

CONTEXTUALIZANDO 24 de marzo de 1976: ¿por qué?

El 24 de marzo de 1976, en nuestro país, las Fuerzas Armadas en conjunto (Ejército,

Aeronáutica y Armada) realizaron un golpe de Estado, iniciando la última y más trágica dictadura militar de un total de seis13 que sufriéramos los argentinos y también el comienzo de un periodo distinto en la historia nacional en la que, de forma sistemática, prolongada y desde el aparato estatal, se ejerció el terrorismo, violando los Derechos Humanos fundamentales. Esta interrupción al orden democrático se concretó en la mayoría de los países Latinoamericanos y la represión estuvo coordinada a escala regional14. En toda la zona en la que se instauraron regímenes militares, hubo consecuencias negativas en los ámbitos sociales, culturales, educativos, políticos y económicos, que transformaron el modelo de Estado.

Quienes tomaron el poder por la fuerza en Argentina –apoyados por algunos sectores de la sociedad civil y acompañados por grupos económicos nacionales y extranjeros– justificaban su accionar sosteniendo que era necesario para controlar la violencia política que se había acrecentado luego de la muerte de Perón.

¿Cómo afectó al Chaco?15

En nuestra provincia, los responsables políticos máximos fueron los Coroneles Oscar

Zucconi (primer mes), Cnel. Facundo Serrano (1976-1981) y Cnel. José David Ruiz Palacios

12

RAGGIO, Sandra. La enseñanza del pasado reciente. Hacer memoria y escribir la historia en el aula. En:

Revista Clío y Asociados. Universidad Nacional del Litoral,volumen 5, 2004. Pág. 4. 13

Las dictaduras en la Argentina: 1930-32; 1943-46; 1955-58; 1962-63; 1966-73; y 1976-83 14

El Plan Cóndor fue la coordinación del terrorismo de Estado a escala continental en América Latina por

parte de las dictaduras militares que asolaron el Cono Sur con el patrocinio de Estados Unidos desde finales de

los años sesenta hasta la década del 80. Los agentes de la Operación Cóndor actuaron tanto en países de América

Latina, como en EEUU y Europa. Tuvo como resultado el asesinato y desaparición de opositores políticos a los

gobiernos de factos de la región, quienes podían ser detenidos en cualquier país y lugar, al ser reclamados por las

autoridades represivas de cada gobierno, y trasladados a su país de origen.

En: http://cpm.chaco.gov.ar/contenidos/contenidos/seniales/seniales.swf 15

Información brindada por POHIMES CHACO (Proyecto Investigación Política, Historia y Memoria Social)

(1981-1983). La provincia integró el Área Militar 232 a cargo del II Cuerpo del Ejército. Esta se extendía hacia el nordeste, abarcando el control del norte santafesino, Entre Ríos, Misiones, Corrientes, Formosa y Chaco.

Como en todo el país, las fuerzas militares operaron de manera clandestina, instalando el Terrorismo de Estado, incumpliendo todas las leyes que ellos mismos propugnaron y desconociendo los derechos civiles y políticos de toda la población.

En Resistencia –Capital de la provincia–, operó el mayor Centro Clandestino de Detención y Desaparición de personas: el edificio ubicado frente a la Plaza 25 de mayo, a apenas 50 metros de la Casa de Gobierno. Este edificio de Marcelo T. de Alvear 32 era la Brigada de Investigaciones de la Policía Provincial. Sin embargo, era cotidiana la presencia de personal de las tres fuerzas, en especial del Ejército. A estas instalaciones fueron llevados como inicio de sus lugares de detención todas las personas detenidas y secuestradas durante la dictadura. Fue el espacio donde se ejerció la tortura como método de interrogación, tanto a militantes políticos, como a sus familiares, a adultos como a niños. Muchas personas fueron vistas por última vez en este lugar y hoy están desaparecidas. Hay testimonios que indican que también operaron como Centros de Detención Clandestinos: el Regimiento La Liguria, la Alcaidía provincial, la Jefatura de Policía y un “campito” aún no reconocido.

En la provincia no hay aún un registro oficial que indique el número exacto de personas desaparecidas vinculadas con el Chaco. Los avances de grupos de investigación local y de organizaciones de derechos humanos reconocen una lista de “chaqueños” que surge de unificar la información disponible. Hasta el momento se han cotejado ocho fuentes diferentes: CONADI, Archivo Biográfico de Abuelas, Grupo Fahrenheit; Programa de Investigación de la UBA, Lista local páginas web 8k; Informe de la Cámara de Diputados del Chaco; lista de exdetenidos; recopilación propia del POHIMES (Proyecto de Historia y Memoria Social). La lista de personas desaparecidas que de ellos surge alcanza a 95 nombres: 76 hombres, 19 mujeres16. ¿Qué pasó en Margarita Belén?

El hecho más demostrativo del terror y la impunidad ejercida fue la Masacre de Margarita

Belén (13 de diciembre de 1976), en la que fueron asesinados más de 22 militantes políticos, muchos de ellos detenidos legalmente. Simulando un traslado a Formosa, fueron fusilados en el camino, aludiendo un supuesto ataque de grupos subversivos para liberarlos: todos los “trasladados” resultaron muertos y no hubo herido alguno entre las fuerzas de seguridad. Por testimonios de sobrevivientes de la Alcaidía detenidos en esa fecha, se sabe que fueron torturados y algunos asesinados antes de salir de allí.

La represión también se trasladó a organizaciones sociales. En el interior, tanto las Ligas Agrarias como el movimiento cooperativista fueron perseguidos. En el plano económico y de la cultura, las medidas nacionales fueron reproducidas. La censura a los medios, la cesantía

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Es muy interesante para abordar el contexto del Chaco en la dictadura militar el libro de Pratesi, Ana Rosa.

Una pasión recorre el Chaco; Malvinas, Nación, Dolor. Universidad Nacional de Misiones, Agencia Nacional

de Promoción Científica y Tecnológica. 2010.

Para complementar la información se sugiere visitar el sitio web de la Comisión Provincial por la Memoria

(http://comisionporlamemoria.chaco.gov.ar). Cuya creación se dictaminó por la Ley Nº 5582 dela Cámara de

Diputados de la provincia del Chaco, al mismo tiempo se crea, el Museo de la Memoria, y el Registro Único de

la Verdad de la provincia del Chaco. Asimismo, se definió la entrega de la antigua sede de la Brigada de

Investigaciones para su funcionamiento.

de docentes universitarios, la prohibición de textos escolares y su retiro de las bibliotecas, fueron prácticas promovidas desde distintas dependencias del Estado.

Fueron un total de 2818 días de oscuridad, en los que, a través del ejercicio represivo de mayor violencia en la historia argentina, se instalaron las transformaciones económicas y sociales que provocaron una sociedad más desigual y menos solidaria. Fue un gobierno dictatorial que operó sobre la forma de justificar la violencia del Estado que perdura hasta nuestros días.

La historia reciente guarda relación con la historia presente y la historia próxima. La memoria histórica es una construcción social que nos permite reconocer experiencias, aprender de ellas y proyectarnos hacia una sociedad más tolerante ante las diferencias, con relaciones más justas entre sus miembros.17 La cuestión Malvinas: una mirada desde el Chaco18 EL CHACO VA A LA GUERRA

La Guerra del Atlántico Sur entre Argentina y Gran Bretaña se desarrolló entre el 2 de

abril y el 14 de junio de 1982. Comenzó con el intento de la Tercera Junta de Gobierno de la última dictadura militar –autodenominada Proceso de Reorganización Nacional–, de recuperar el territorio del Archipiélago de Malvinas, ocupando su capital Puerto Stanley, que tomó el nombre de Puerto Argentino. Esta fue una acción inesperada para la gran mayoría de los argentinos, que, empalmaba con una aspiración nacional y con un sentimiento anticolonialista y particularmente antibritánico. Era un momento en que había crecido el descontento de la población que, a pesar del terror impuesto, tomaba impulso en la protesta social. En ese clima social, el día 2 de abril, los argentinos recibieron con sorpresa la noticia de que las fuerzas militares argentinas habían desembarcado en las Islas Malvinas, reivindicando el derecho a la soberanía argentina sobre el archipiélago, que estaba en manos de Gran Bretaña. Se trataba de una reivindicación largamente aprendida por los argentinos a partir de la formación escolar, y formaba parte del aparato ideológico de la construcción de la Nación Argentina. Por otro lado, como enemigo se enfrentaba a la Gran Bretaña, genuino representante del imperialismo, que suscitaba la oposición de grandes capas de la población argentina. Esto significó que, a pesar del descontento con el gobierno que había tomado la decisión, se produjo el movimiento social más abarcativo de las últimas décadas, ya que adhirieron, con discursos y acciones, con o sin objeciones, todos los sectores sociales y políticos. Entre el 2 de abril y el 14 de junio, se desarrollaron las acciones bélicas entre ambos países y, al mismo tiempo, acciones diplomáticas que no lograron llegar a una paz consensuada. Las fuerzas argentinas estaban compuestas por 13.000 hombres, más la flota y la aviación; por su parte, Gran Bretaña envió, a través de 14.816 km., una flota de 100 unidades y 20.000 hombres militares profesionales. Los hombres argentinos muertos fueron 635, de ellos 412 (65 %) eran soldados conscriptos (Guber, 2004); los británicos muertos fueron 255 (Etchebarne, 2002). Argentina movilizó en la guerra 13.000 hombres, de los cuales el 65% eran soldados conscriptos que pertenecían a la clase de los varones nacidos en

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Para profundizar el tema, pueden verse la Colección Conmemoraciones, diseñada y desarrollada entre el

Museo del Hombre Chaqueño “Prof. Ertivio Acosta”, dependiente de la entonces, Subsecretaria de Cultura y el

Centro de Documentación e Información Educativa, dependiente de la Subsecretaría de Educación. Ambas del

Ministerio de Educación, Cultura, Ciencia y Tecnología de la Provincia del Chaco. 18

Pratesi, Ana. Una pasión recorre el Chaco. Malvinas, nación, dolor, 2010, disponible en.:

http://argos.fhycs.unam.edu.ar/bitstream/handle/123456789/269/241_FINAL_09_PRATESI_Efectos_psicosocia

les_y_sociopol%C3%ADticos_Malvinas_Parte2.pdf?sequence=2

los años 1962 y 1963, de modo que fueron a la guerra con 19 y 20 años de edad. De los 635 argentino caídos, 323 murieron en el hundimiento del Crucero General Belgrano (Guber, 2004). En esta guerra, la tasa de mortalidad fue de 151 cada mil hombres, que supera significativamente los índices de la II° Guerra Mundial (52/1000), Corea (43/1000) y Vietnam (18/1000) (Pirich, 2008). Las pérdidas de los hombres no terminaron con el cese del fuego: desde el 14 de junio de 1982 hasta el año 2002 se contaban alrededor de 300 suicidios entre los excombatientes argentinos y 264 entre los británicos (Etchebarne, 2002). La región del Nordeste argentino aportó alrededor del 30% de los hombres de esas fuerzas, cuando la población regional no llega a ser el 10% de la población total del país. Es importante destacar la composición de esa fuerza ya que presentaba un desequilibrio en cuanto a la representación de la población. La provincia del Chaco aportó a las fuerzas 1900 de los hombres, el 14 % del total, de ellos cayeron en combate 57, el 9% del total; mientras que de la provincia de Corrientes partió igual número de jóvenes y murieron 60, el 9,5% del total. Esta participación de la población nordestina, que además de aportar hombres a las fuerzas armadas se involucró activamente en el movimiento social de adhesión a la guerra, ha impactado profundamente en la memoria individual y social. Rosana Guber (2004) destaca, respecto de las bajas, la diferencia de proporciones entre las distintas armas: es muy alto el porcentaje de soldados caídos pertenecientes al ejército y bajo en la aviación, fuerza que requiere de una preparación especial; la significativa cifra de la Armada asciende por el hundimiento del ARA General Belgrano. Desde que fueron convocados al frente hasta nuestros días, tanto los caídos como los sobrevivientes fueron la fuente de construcción del heroísmo argentino, cuyo proceso se describe en el capítulo 4. En el continente, durante 74 días, la guerra concitó una adhesión generalizada; se produjo el movimiento social más masivo de los últimos tiempos, que incluyó a todos los sectores políticos y sociales. Se trató de un movimiento social que actuaba constreñido por el corsé de la dictadura, pero que, paradójicamente, a pesar de ello y por ello mismo, significó un impulso para el derrocamiento de la dictadura y la renovación de la vida política. El día 2 de abril el Ruiz Palacios, Gobernador de la Provincia del Chaco, se encontraba presidiendo una reunión de los comisionados de toda la provincia. En esa ocasión, leyó un comunicado del Presidente Galtieri, pide un minuto de silencio por la baja en Malvinas y el encuentro se clausura con un comunicado de los comisionados que “insta al pueblo todo de la patria a encolumnarse junto al gobierno en esta decisión irrevocable e irreversible, sin otra bandera que no sea la celeste y blanca”.

En los días posteriores al desembarco, se sucedieron declaraciones de apoyo a la iniciativa del gobierno desde sectores empresarios, gremiales, políticos, etc. El Frente de Izquierda Popular decía que “Es hora de reparar una histórica injusticia. Saluda la gallarda presencia argentina ante la arrogante corona inglesa, vieja filibustera. Éste es el verdadero destino que las Fuerzas Armadas deben dar a las armas argentinas, que nunca deben apuntar a los hombres de la patria ni a nuestros hermanos de Hispanoamérica. Por una soberanía popular argentina, se debe garantizar una genuina democracia política, económica y social.” El MID celebraba que “se cumple un anhelo de 149 años”; la UCR sostenía que el hecho era “un llamado de atención para el mundo”; la Juventud Peronista expresaba que “Es clara nuestra divergencia en lo político, económico y social con el régimen militar. Decidimos que primero está la Patria, después el movimiento y luego los hombres”; el Partido Conservador deseaba que “Este hecho que aúna los corazones argentinos sirva de base para la gran coincidencia política que anhelamos”; la Federación Juvenil Comunista decía: “La Argentina felizmente no esta sola: la acompaña América Latina, los países del tercer mundo, la URSS y el campo socialista, hecho que se traducirá en nuestra victoria.” La Multipartidaria en Plenario

celebraba la acción de Malvinas y alertaba sobre maniobras. En su declaración se une al júbilo popular, señala implicancias de este rescate en el contexto de la existencia de ingentes recursos naturales, demanda solidaridad continental y alerta sobre cualquier maniobra política. En un acto de apoyo a la decisión del gobierno, se produce un abrazo entre Ruiz Palacios y Bittel, quien explica: “La multipartidaria no pretende desestabilizar al gobierno, sino sensibilizarlo.” Bittel también asiste a la asunción del Gobernador de las Islas, Mario Benjamín Menéndez, acto al cual asistieron otros políticos del PJ, UCR, MID, los dirigentes sindicales como Ubaldini y Triaca y personalidades como Favaloro. Sobre el acto, Bittel dijo: “Para mí fue un privilegio pisar el suelo de las islas”.

Durante los dos meses y medio que duró el conflicto bélico, se desplegó un importante movimiento social de apoyo a los soldados, en el que participaron trabajadores, estudiantes, amas de casa, amplios sectores de la población que se reunía en torno a sus lugares de trabajo de estudio, clubes, etc., cuyas iniciativas eran rápidamente cooptadas por el gobernador Ruiz Palacios (Pratesi, 2007). Ese movimiento social no fue conducido ni contenido por los partidos políticos ni por los sindicatos. Un momento significativo se vivió el 1º de mayo, por la decisión oficial de limitar las expresiones de la jornada, no autorizando la pronunciación de discursos ni la entonación de otras expresiones que las del himno nacional. Ruiz Palacios denegó permiso a los gremialistas para ser los organizadores de un acto en la plaza central de Resistencia. No obstante, se realizaron distintos actos en la plaza, hubo ofrendas florares de las autoridades y de gremialistas, se entonó el himno nacional; por otra parte, se celebró una misa y se hicieron ofrendas florales en el cementerio local. En el Día del Trabajador, las organizaciones se expresaron con declaraciones públicas. La Comisión pro unidad gremial decía: “El movimiento Obrero Argentino ha hecho un paréntesis en su lucha por la difícil situación por la que está pasando nuestra patria. Bajo ningún concepto debe interpretarse como una renuncia a lograr los objetivos de justicia social, independencia económica y soberanía política postergados por largos años” (Norte, 01-05-82). La juventud peronista rendía homenaje a los trabajadores: “Este 1 de mayo es un día de júbilo porque el país ha realizado un acto de soberanía que nos dignifica y nos compromete. Recordamos la memoria del compañero Jose Ignacio Rucci, Benedicto Ortiz y otros que cayeron bajo las balas de la antipatria. Adherimos a la misa convocada por la comisión prounidad Gremial” (Norte, 01-05-82). El apoyo a la Guerra en la provincia del Chaco

Cerrando filas con las autoridades dictatoriales, el gobierno militar de la Provincia, a cargo

del Coronel José David Ruiz Palacios, dio directivas para la realización de actos públicos, escolares, misas, etc., al mismo tiempo que puso su atención en controlar las acciones que surgían por iniciativa popular. Aun en los días previos al desembarco en las Islas Malvinas, cuando se vivía la tensión por las maniobras en el Atlántico Sur, un cartógrafo distribuía en los comercios céntricos mapas de la República Argentina con las Islas sureñas marcadas con círculos rojos, lo que provocaba reacciones de apoyo. Durante el lapso que duró la guerra, los medios de comunicación difundieron las declaraciones de los partidos políticos, todos ellos apoyando la guerra; los partidos de izquierda incluían las críticas y demandas al gobierno militar. Pero también se expresaban en el mismo sentido las organizaciones sociales, asociaciones profesionales, clubes y aún las empresas que incluían en sus publicidades las consignas de victoria y gloria nacional. A una semana de la ocupación de Puerto Argentino, se constituyó la Comisión de Movilización Social para el Esfuerzo de Retaguardia –COMOSER–, cuya primera actividad fue instalarse en la plaza central de

Resistencia para reclutar voluntarios, entre quienes se contaban varones y mujeres, jóvenes y ancianos, de distinta extracción social. Una semana después, la COMOSER tenía una carpa permanente en la plaza central y organizaba las acciones de acuerdo con prioridades: establecimiento de un banco de sangre viviente, para lo cual registraban a los dadores voluntarios, convocaban a médicos, bioquímicos y técnicos para el registro de las características de la sangre y recibía donaciones del instrumental y antisueros para realizar las extracciones y almacenamiento de la sangre; por otra parte, se ocupaban de la confección de pasamontañas de color verde a cargo de mujeres que tejían las lanas donadas por los comerciantes. Mientras la COMOSER estaba en pleno funcionamiento, el gobierno provincial convocó a la creación de la Comisión de Apoyo a la Recuperación de Malvinas –CARIM–. Estaba presidida por el mismo gobernador Ruiz Palacios y participaban funcionarios de gobierno, comisionados municipales y un importante sector de la población; funcionaba en las amplias instalaciones del club más importante de Resistencia, Chaco For Ever. La CARIM se organizó en subcomisiones: deportes, cultura, juvenil, damas, alcancías y necesidades urgentes. En las instalaciones del club se tejían mitones y se preparaban raciones para los soldados. Las autoridades de la CARIM establecían las prioridades en cuanto a las donaciones que se recibirían, comprendían ropa de abrigo, leña, artículos de higiene y alimentos envasados. De esta manera, la CARIM se constituía en el nexo entre la población y las autoridades del Regimiento con asiento en Resistencia. A principios de mayo, las autoridades del Regimiento y las autoridades de la CARIM solicitan a la población que se “abstengan de donar en especies dado que se ha excedido la capacidad de transporte”; por este motivo CARIM pasó a tener como única actividad la recaudación de dinero en efectivo, y se fueron vaciando las instalaciones del club. El COMOSER continuó actuando hasta el final de la guerra; sus últimas acciones fueron el envío de cartas a distintas partes del mundo, explicando los derechos de Argentina sobre las Islas.

Los voluntarios

Se registraban en distintas ciudades de la provincia; lo hacían impulsados por

motivaciones que trascendían el denominado “esfuerzo de retaguardia”. Algunos se ofrecían para estar en el frente de guerra. Un habitual voceador del diario Norte, Ciriaco Rivero, paraguayo, se ofrece como voluntario y queda a disposición de las Fuerzas Armadas. En Presidencia Roca, el Comisionado Contador Pedro Tolosa informa que dos ciudadanos se ofrecen como voluntarios hasta para actuar en acciones suicidas, si fuere necesario, ellos son: Pablo Omar Delgado y Rodolfo Damián Uribe. Andrés Villalba, de 54 años, jubilado de FFCC del Estado, se ofrece para el servicio que fuere: “Estoy dispuesto incluso a ser una bala humana, me ofrezco para morir por mi patria, ya viví muchos años y estoy agradecido a dios por todo lo que me ha dado. Están matando a nuestros hijos con alevosía, mientras nosotros luchamos con nobleza.” En el Registro de voluntarios de Quitilipi, en la primera jornada de inscripción, se habían registrado 60 nombres, en su mayoría jóvenes de entre 20 y 25 años, un médico y tres mujeres consignadas como auxiliares de enfermería, todos con el deseo expreso de concurrir a las Islas Malvinas. Para otros, Malvinas se vislumbraba como una oportunidad para el cambio de condiciones de existencia, estableciéndose en el territorio recuperado; por ejemplo, un voluntario de 39 años, empleado, dispuesto a radicarse definitivamente en Malvinas con su familia: “Yo no soy un intelectual, soy un obrero acostumbrado a poner el hombro de sol a sol. Hay mucho que hacer y habrá lugar para obreros e intelectuales por igual. Todos estamos entusiasmados con la idea de radicarnos alguna vez en Malvinas.” En la Casa de la Cultura de Sáenz Peña también se realizaba la

inscripción de voluntarios: en dos días se inscribieron más de 50, entre ellos jóvenes de 13 años; profesionales abogados, médicos y arquitectos; dos familias solicitaron residencia en las islas. Las acciones colectivas

Muchas iniciativas se proyectaban hacia las islas, en el sentido de incorporarlas a la

nación, de ejercer soberanía sobre ellas, pero al mismo tiempo estaba presente un mensaje que expresaba las aspiraciones para que el Chaco fuera reconocido como parte efectiva de esa Nación. Se pensaba en la organización institucional del territorio recuperado, con la creación de escuelas, bibliotecas, unidad militar, sede de gobierno, donde estuviera presente el aporte chaqueño. En Las Palmas, la Comisión del Centenario de la ciudad, creada para organizar los festejos del 10 de mayo, resolvió que “los frutos de nuestro esfuerzo -pueblo, comercio e instituciones- y aportes para esta celebración sean destinados a la construcción de una Escuela Argentina en Islas Malvinas.” En Resistencia se formó una comisión para lograr la creación de una biblioteca pública en lengua castellana para que ejerza su influencia cultural en las Islas Malvinas. Lleva también el propósito de afirmar la presencia chaqueña porque “el Chaco tiene muchos hijos que se hallan prestando servicios”. El Sindicato de Prensa –Filial Resistencia– impulsó una campaña tendiente a recolectar textos y libros de cualquier especie que serían girados al sur del país para engrosar la primera biblioteca argentina en las Islas Malvinas; se pedía que cada texto donado llevara impreso una dedicatoria firmada para los malvinenses “que desde el 2 de abril son también nuestros hermanos”. Propietarios de librerías decidieron formar una biblioteca en Malvinas exclusivamente compuesta por textos en español, entregando los primeros muchos de los cuales tienen que ver con las leyes argentinas: Código Civil, Penal, de Comercio. La UPCP (Unión del Personal Civil de la Provincia) donó a la guarnición militar Resistencia una talla en palo santo del Cristo crucificado realizada por el sacerdote Alberto Ulrico, bendecida en misa, para ser entronizado en la primera unidad militar a crearse en las Islas Malvinas. La Escuela de Bellas Artes de la provincia realizó un remate de obras plásticas donadas por sus creadores destinando lo recaudado al fondo Patriótico. Las obras eran de Oscar Sánchez, Alfredo Pértile, Iván Sagarduy, Rolando Sa Fleitas, Ricardo Jara, Jorge Pascual, Yan Nistal y María Soto; las que no se vendieron se enviarían a la sede de la gobernación de las Islas Malvinas. En la escuela 835 “Armada Argentina” de Villa Río Negro se izó en el mástil del establecimiento una bandera que el soldado chaqueño Víctor Hugo Torres izara en las Islas Orcadas del Sur y en la Base Ejército Esperanza en oportunidad de la campaña antártica 1978-79; el pabellón fue donado a esa escuela en 1979 luego de que Torres lo pusiera a disposición del Ministerio de Educación de la provincia. Por parte de las corporaciones, hubo iniciativas económicas antibritánicas. La Federación Médica del Chaco y el Colegio Farmacéutico llamaron a sus afiliados a no prescribir medicamentos de origen británico, de los laboratorios Glaxo, Welcome, Icifarma, ni recibir a sus representantes en calidad de tales. La CHA-FOR llamó a rechazar la adquisición de agroquímicos (venenos, herbicidas, fertilizantes) o productos veterinarios de cualquier tipo que fueran elaborados por laboratorios de la Gran Bretaña: Cooper, Shell, I.C.I., y Duperial. La agresión debía ser rechazada enérgicamente en todos los frentes y este era uno de ellos. La Asociación de Viajantes del Chaco aconsejó a sus afiliados que se abstuvieran de comercializar productos de origen británico y recomendó a la población no consumir artículos del citado origen. El Club de Leones de Barranqueras rompió con la central de EEUU, que tiene su sede en Oak Brook, Illinois, mientras esa nación apoyara la injusta agresión británica con motivo de la

recuperación de las islas Malvinas; además, invitó a los clubes hermanos de la región a adherir a la medida. El cuidado de los soldados

La mayor parte de las actividades de la población tenía como objetivo acompañar y cuidar

a los contingentes de soldados que eran convocados por las Fuerzas Armadas para su movilización hacia el territorio en conflicto. Tanto los hombres y mujeres mayores, que no serían convocados al frente, como los más jóvenes, en su mayor parte estudiantes de escuelas primarias y secundarias, mostraban con hechos su solidaridad hacia la generación que marchaba al frente. El cuidado es, siguiendo a Todorov (1993), la toma en consideración de seres individuales en su alteridad, integra el sistema moral de las virtudes cotidianas, siendo el otro sistema el de las virtudes heroicas (las que justamente se esperaban de los soldados). Las donaciones

Las primeras iniciativas tuvieron que ver con la recolección de alimentos, ropa de abrigo

y artículos de higiene, lo que se lograba tanto a nivel personal y familiar, como desde las organizaciones educativas, sindicales, profesionales y de la economía chaqueña. La Asociación de Productores Arroceros de Chaco y Formosa hizo efectiva una donación de cien toneladas de arroz destinados a los efectivos militares que se encontraban en las Islas Malvinas. La Cámara de Comercio entregó comestibles. La ciudad de Las Palmas donó seis mil kilos de carne. La Asociación Chaqueña de Cosmetólogos impulsó una campaña para reunir cremas humectantes y lubricantes destinados a los soldados que sufrían los rigores del frío. Gran parte de las actividades de las comisiones COMOSER y CARIM estaban orientadas a este objetivo, pero, como ya se dijo, a principios del mes de mayo se había saturado la capacidad para almacenar y transportar la mercadería recolectada.

Un papel relevante lo cumplieron los estudiantes secundarios, para quienes, como generación, se trataba de la primera acción política que desarrollarían. Convocados por distintas instituciones: educativas, políticas, religiosas y las comisiones creadas ad hoc, eran los que llevaban adelante las campañas de recolección de víveres y ropa, de dinero, los que escribían cartas a los soldados en el frente. A mediados del mes de mayo, el gobierno de la provincia dispuso la habilitación de una cuenta especial en el Banco del Chaco, bajo el N° 33.000/9 “FONDO CHAQUEÑO MALVINAS ARGENTINAS”, ya que “ha estimado oportuno contribuir a facilitar a toda la comunidad que pueda participar en tan loable iniciativa”. A este fondo aportaron en pesos los trabajadores, desde sus lugares de trabajo o desde los sindicatos, los colegios profesionales, empresarios, colectividades extranjeras y organizaciones de distinta naturaleza. A modo de ejemplos:

Donación de un jornal por parte de la comuna de Barranqueras.

Donación de un día de trabajo del personal del Bachillerato Lino Torres.

Municipales de San Bernardo donaron un día de trabajo, también docentes de la Escuela 755.

Aporte de empleados municipales de Resistencia: un día de haberes (21 millones).

FATITA –Federación Argentina de Trabajadores de la Industria del Tanino y Afines– aportó 20.000 $ por obrero.

UPCP –Unión Personal Civil de la Provincia– depositó 50 millones.

Personal del Instituto de Previsión Social donó un día de sueldo.

Personal telefónico de Resistencia donó 8,7 millones de pesos.

El Sindicato de Trabajadores Aceiteros, Desmotadores y Compresores de Algodón (STADyCA), 3 millones.

El Colegio de Odontólogos depositó 30 millones.

UCERA (Unión de Cooperadoras Escolares de Resistencia y Alrededores) efectuó un aporte de 2 millones.

LALCEC (Liga Argentina de Lucha contra el Cáncer), 2 millones.

Los productores forestales entregaron 180 millones.

El Club Bancario donó más de 2 millones.

La Sociedad Rural donó 100 millones de pesos.

La colectividad paraguaya aportó 1 millón.

La Asociación Israelita donó 52,2 millones.

Aportes aborígenes. Representación de los pueblos Qom, Wichí y Moqoit, encabezada por Nieves Ramírez: 15 millones.

La Asociación de Enfermería del Chaco decide participar activamente de la CARIM. Aporta 7 millones.

El madrinazgo

Se trató de una acción de cuidado efectivo y directo de los soldados. La comunidad

paraguaya, residente en el Chaco, se plegó a las actividades de apoyo a las tropas argentinas con sus aportes en comestibles y en dinero, pero también tuvieron la iniciativa de proponer el “sistema de madrinazgo de guerra voluntario” para acompañar a los soldados convocados por las Fuerzas Armadas (Diario Norte, 25-04-82). Un veterano de la Guerra del Chaco se ocupó de realizar la inscripción de las voluntarias en las instalaciones del Club Guaraní. Solanas Pacheco, citado por Guber (2004), atribuye la iniciativa del sistema de madrinazgo al gobernador militar de la provincia. Podemos inferir que, ante la propuesta de los paraguayos, el gobierno tomó el control de ese sistema. La comunidad paraguaya traía al presente, así, la experiencia vivida durante la Guerra del Chaco, que se desarrolló entre los años 1932 y 1935, en la que confrontaron Bolivia y Paraguay, y que culminó con la victoria del Paraguay. En la Guerra de Malvinas, las Madrinas se ocupaban de conocer la situación y necesidades de los soldados y hacer de nexo comunicativo con las familias de esos soldados. Se trataba de mujeres con posiciones sociales privilegiadas y acceso a la información, mientras que la mayoría de las familias vivían en ciudades y pueblos del interior con dificultades para comunicarse. La crítica al apoyo a la Guerra

Las voces que se oponían a la guerra fueron acalladas. No hubo espacio para hablar de la

posible derrota, de la ineficacia militar y muchas otras cuestiones. Se da cuenta de un episodio donde se detuvo a un ciudadano, trabajador en una institución oficial de Sáenz Peña, que cuestionó algunos conceptos de la charla que daba un militar. En un diario local se publicaban viñetas humorísticas del conocido autor César Hermosilla Spaak, que se caracterizaban por la ironía al tratar el tema de la guerra; fueron reemplazadas por las viñetas de otro autor, que firmaba con el seudónimo de “Mencho”, que ponía el énfasis en el nacionalismo y la victoria. Las comunidades indígenas del Chaco en el contexto de las memorias y olvidos

Breve caracterización de las comunidades indígenas en el contexto del capitalismo

Antes de la conquista del actual territorio argentino por parte de los españoles, el Chaco

se encontraba habitado por diferentes agrupamientos indígenas que basaban su actividad productiva en la caza, pesca y recolección y, ocasionalmente, en una incipiente agricultura. Características que son comunes a otros pueblos del actual territorio argentino, con excepción del noroeste. Alrededor de 1912, la ocupación de las mejores tierras del Chaco había sido completada.

En consecuencia, salvo para los que vivían en zonas más aisladas, mariscar se tornó imposible para la mayoría de los indígenas y así pasaron a depender de la agricultura comercial, como cosechadores y peones agrícolas, generalmente maltratados por capataces y estafados por contratistas de mano de obra.

Esta situación generó un clima que favoreció la gestación de movimientos de rebelión, entre cuyos componentes figuran la larga tradición chamánica, la idea de un tiempo primordial en los cuales los poderes sobrenaturales eran posesión común, la asociación de tales poderes con roles de liderazgo, la comunicación con los antepasados, los antiguos y nuevos mitos sobre héroes culturales.

Luego de las movilizaciones de resistencia de los caciques Cambá, Juanelrai, Meguesoxochi, Matoli, entre finales del siglo pasado y comienzo en este siglo, se produjeron varios movimientos que fueron violentamente reprimidos. Esta situación no se da de manera aislada sino que es un proceso que se desarrolla en toda América desde el mismo momento en que se sucede la conquista y colonización española. A modo de ejemplo, mencionamos algunas de las rebeliones más conocidas:

La rebelión de Tupac Amaru (1780) en la región andina.

La revuelta de Canek (1761) en Yucatán, México.

La guerra de los Tamaios (1562) en Brasil.

La rebelión de los Quijos (1578) en lo que hoy es Ecuador.

La revuelta permanente de los Mohaks (Norteamérica).

La rebelión de los Mapuches (1878 a 1882) en Argentina.

La rebelión de los Qom (1631 a 1700 – 1884) en la región del Gran Chaco. La política de sometimiento del poder hegemónico Pero también siempre hubo represalia de parte del poder hegemónico para silenciar y

“educar” a las comunidades indígenas. Por ejemplo, luego del alzamiento Mocoví en 1905, se sucedieron Napalpí en 1924, Zapallar en 1933 y Pampa de Indio en 1933: hubo manifestaciones de descontento en todo el territorio por las condiciones inhumanas de trabajo impuestas a los indígenas, y por la represión a sus ritos.

En el contexto nacional y provincial se dio una política de sometimiento masivo y sistemático de las comunidades indígenas. El ejemplo más concreto fueron los obrajes, los ingenios azucareros y la cosecha del algodón. Pero también contribuyeron en el sometimiento las reducciones y los fortines. La finalidad de las diferentes entidades era básicamente conseguir abundante mano de obra barata para las distintas actividades productivas de la región y, además, despojarlos de sus tierras.

Masacre de Napalpí de 192419 La llamada Masacre de Napal´pí se refiere a los acontecimientos que se produjeron el 19

de julio de 1924 en el Lote 38 (entre las localidades centrochaqueñas de Quitilipi y Machagai), donde fueron reprimidos y aniquilados más de doscientos indígenas que se habían concentrado en esa zona, en manos de las fuerzas oficiales. Este texto intenta reseñar y esclarecer algunas memorias de Napa´lpi, objeto de conflictos, polémica, denuncia, silencio y negación según quienes fueran los actores involucrados: funcionarios, periodistas, políticos, académicos, indígenas. Introducción

La memoria, dice Elizabeth Jelin (2002), es un campo de disputas, conflictos y luchas por

la apropiación del pasado, por la búsqueda del sentido de ese pasado, pero hacer memoria es sobre todo hacer justicia. Las memorias de Napa’lpí fueron disputadas visiblemente desde la campaña política previa a la elecciones en la provincia, y si bien la balanza comenzó a inclinarse notoriamente por primera vez hacia el lado opuesto a la historia oficial, dejando al desnudo a sus responsables y cómplices, aún académicos, las versiones o visiones parciales de los actores con sus intenciones, desinformaciones o ausencias, en algunos casos no esclarecían lo suficiente los hechos con sus significados antiguos y actuales. Los sucesos

En 1924, la población indígena de la provincia del Chaco fue protagonista de un

importante movimiento, que tuvo como epicentro la Reducción de Napa’lpí. Adherentes provenientes de lugares tan alejados como Resistencia, Colonia Benítez, Pampa del Indio, respondieron al llamado de Machado, Maidana y de otros pi’oxonaq (chamanes) que luego se unieron. Los factores desencadenantes fueron: la carga del 15% impuesta por la administración de la reducción al algodón entregado por los indígenas y abusos por parte de la policía local como la matanza del viejo pi`oxonaq Sorai. Esta situación se agravó por la prohibición del gobierno de salir de la zona chaqueña, presionado por los colonos, a los efectos de impedir que otras condiciones de trabajo los atrajeran a los ingenios de Salta. En tal movimiento, también participaron trabajadores qom de Las Palmas que habían vivido la experiencia de la huelga general en el Ingenio Las Palmas unos años antes (Miller, 1967:100-103).

A cinco meses de publicado el decreto sancionado por Alvear en 1924, que daba una respuesta a los reclamos indígenas sobre el Teuco-Bermejito, la población de Napal´pí fue víctima de lo que se conoció más tarde como Masacre de Napa´lpí, ordenada por el entonces Gobernador del Territorio Nacional del Chaco: Fernando Enrique Centeno, objeto de denuncia y polémica hasta el día de hoy. Tal hecho significó el término de sucesivas campañas militares en la provincia del Chaco (Iñigo Carrera, 1984).

Bajo el liderazgo de los qom Machado, Gómez y de los moqoit Maidana, Durán, indígenas de diferentes lugares comenzaron a concentrarse en Pampa Aguará, lo cual provocó el temor en colonos y funcionarios. Se produjeron en ese entonces algunos hurtos de ganado o asaltos a viviendas de colonos. Miller (1967:99-113) registra el testimonio de seis

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Bergallo, Graciela Elizabeth. Memoria, olvido, silencio. En: Revista Bermejo. Revista Literaria y

Antropológica de la Subsecretaría de Cultura de la Provincia del Chaco. Agosto de 2008. Disponible en:

http://revistabermejo.blogspot.com.ar/2008/08/napalp-memoria-olvido-silencio.html

informantes que estuvieron presentes en la matanza, el testimonio de Tolten, colono alemán, testigo ocular, entre otros, y detalles ampliados sobre el hecho. Tales fuentes concuerdan con que “el motivo fundamental fue la explotación y el desprecio por los derechos humanos de los aborígenes”. Se atribuye el liderazgo a Gómez, quien sostenía que había recibido un mensaje sobrenatural que anunciaba que un chamán que había sido asesinado por la Policía retornaría de la muerte y asociaría su poder al suyo. De esta manera, podrían volver a la vida quienes fueran muertos en batalla; asimismo aseguraba que podía desviar las balas. Tanto Machado como Gómez fueron considerados `oiquiaxaic, personas con poderes para comunicarse con los espíritus de los muertos, como el famoso líder Soria. Gómez aseguraba que sus antepasados hablaban a través de él; que lograrían liberarse definitivamente del yugo del hombre blanco; que sus bienes o ganado serían tomados en compensación por lo que habían padecido. Fuentes contemporáneas a estos acontecimientos afirmaron que se había construido una choza, conocida como “el Templo”. Frente a la choza se realizaban reuniones, ceremonias y, ocasionalmente, partidos de fútbol (Bartolomé, 1972: 112).

Con posterioridad a los sucesos, se supo que habían muerto tres colonos, al mismo tiempo que hubo hurtos de ganado. Tales muertes, mientras se producía la concentración de unos ochocientos indígenas, motivaron el desplazamiento de la Policía. El 19 de julio de 1924, un avión del Aero Club Chaco II, piloteado por el Sargento Esquivel, sobrevoló la toldería, asentada en un área de doscientos por cuatrocientos metros. Entonces comenzó la matanza de hombres, mujeres y niños que se encontraban en el lugar. La persecución y el exterminio realizados con alevosía duraron varios días.

El operativo policial, ordenado por Centeno, de ochenta hombres aproximadamente, estuvo a cargo de los comisarios Roberto Sáenz Loza, de Resistencia, y José B. Machado, titular de la Comisaría de Quitilipi, quienes luego testimoniaron –en la causa criminal iniciada tras el episodio– haber tenido un enfrentamiento con un promedio de ochocientos indígenas, cien de ellos armados, de lo cual resultaron cuatro de estos últimos muertos y ninguna baja en las filas policiales.

Miller (1967: 93-96) registró dos testimonios que revelaron la existencia de ceremonias en días previos a la matanza. Se danzaba todas las noches. Uno de ellos mencionó la “danza de la cadena” de los mocovíes. También Bartolomé (1972: 113) registró testimonios de que los atacantes fueron recibidos con “danzas frenéticas,” lo que hace pensar que no existió resistencia organizada. En el Diario de Sesiones de la Cámara de Diputados (1924:324) se señalaba lo siguiente:

“Cuando llegó la policía, bien armada, para reducir a los indios, éstos pidiendo el consejo de un santón que llaman Gómez, se pusieron a danzar, creyendo que así no les ocurriría absolutamente nada. Mientras los indios, creyendo en las afirmaciones del santón, danzaban con las esperanzas de que las armas de las hordas policiales no les harían nada...”.

Los siguientes son sólo algunos de los testimonios registrados por los jóvenes qom Chico y

Fernández (2008: 38): “Ese día mataron mucha gente, ancianos, mujeres, niños. No respetaron nada. Fue muy

triste, le jugaban todo. A los hombres les capaban, les cortaban las orejas, la nariz. A las chicas, algunas eran gorditas, lindas. No les perdonaban. Y a los muertos les enterraban, algunos medio vivos. También le cuereaban el cabello. Yo me acuerdo que unos días después había uno que decía: “Esta crina (cabellera) es de un indio mocoví” (Chico y Fernández 2008: 41).

Testimonio de Melitona Enrique (traduce su hijo Sabino): “Ella cuenta que los mocoví

cuando hacían el ritual fueron a pedirle a un extranjero para que colabore, una res o dos, él no quiso y lo mataron, eso fue la causa, dice, eso fue lo que originó la matanza, el animal estaba dentro del campo aborigen (…) Dice que cuando dispararon al monte pasaba el avión buscando más aborígenes para exterminarlos (…) Dice que Miguel Iturraspe, el abuelo de ella, le agarró las balas y les sacó cuatro dedos (…) Algunos los enterraron, otros que quedaron esparcidos los comían los cuervos… Machá escapó. Lo que prometen los cacique es que después, a lo largo del tiempo se van a presentar los difuntos, los que ya fallecieron… algunos aparentan igual que la persona que ya falleció hace mucho tiempo.”

Se estima que las víctimas de la represión policial fueron más de doscientas20, entre

muertos y heridos, aunque en el expediente N° 910, caratulado “Sublevación indígena en la Reducción de Napalpí” de 168 fs., tramitado en el Juzgado del Dr. Justo P. Farías, figuran sólo cuatro muertos, atribuyendo tal responsabilidad a tobas que los mocovíes tenían prisioneros. No existen en tal causa testimonios de sobrevivientes, ni se tuvieron en cuenta otros elementos de juicio.

El Diario La Voz del Chaco habla de la concentración indígena y justifica la intervención policial, aunque el 21 de julio afirma que fueron cincuenta los muertos por enfrentamiento entre tobas y mocovíes. El Heraldo del Norte dio posteriormente una versión contraria a la explicación oficial. Una carta enviada por Enrique Lynch Arribálzaga –fechada el 29 de agosto de 1924– al Diputado Nacional Francisco Pérez Leirós dice lo siguiente: “La matanza de indígenas por la Policía del Chaco continúa en Napa’lpí y sus alrededores; parece que los criminales se hubieran propuesto eliminar a todos los que se hallaron presentes en la carnicería del 19 de julio y el campamento de concentración de los tobas, para que no puedan servir de testigos, si viene la Comisión Investigadora de la Cámara de Diputados”21.

El contexto

Los qom han sido el grupo dominante entre los Guaycurú (que también incluyen a los Pilagás y Mocovíes, y a los hoy extinguidos Abipones, Mbayás y Payaguás). Los Wichi y Guaycurú constituyen los grupos lingüísticos que en la región del Chaco Argentino han tenido mayor relevancia numérica y política, desde el contacto con los europeos. La mayoría de los qom puede localizarse actualmente en la zona centro-oriental del Chaco, los wichí y moqoit en las zonas occidental y meridional, respectivamente. Por migraciones, hay asentamientos indígenas en ciudades como Buenos Aires, Rosario, Santa Fe, La Plata. Los qom vivían originalmente en bandas, cuyas denominaciones aún persisten, integradas por un número variable de familias extensas. El consenso que lograban sus líderes estaba basado primordialmente en la utilización del conocimiento y el poder para el bien del grupo (Miller, 1979:25-27 y 53-54).

En las primeras dos décadas del siglo veinte, la región este del Chaco tuvo sucesivos avances de colonización agraria. Los llamados “aborígenes” fueron considerados mano de obra temporaria o permanente, y sus modos de subsistencia, basados en la caza, la pesca o la recolección, se vieron limitados, al mismo tiempo que fueron reducidos sus espacios tradicionales de vida. La explotación del azúcar, el tanino y el algodón fue la razón que

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Cámara de Diputados,1924: Diario de Sesiones:422 21

Congreso de la Nación: Diario de Sesiones, 11 de septiembre de 1924, tomo V, p.420

articuló esta región al escenario económico internacional, lo cual provocó cambios sociales, ecológicos y culturales que modificaron la historia de los antiguos habitantes. Los indígenas fueron asentados en colonias agrarias subsidiadas por el Estado, donde debían aprender las “virtudes” del trabajo y la “civilización.” El más importante de estos asentamientos fue la reserva o reducción de Napa’lpí22. La reducción fue fundada en 1911, fue un lugar donde los intereses de las empresas y el estado confluyeron (Arengo, 1996). Las primeras familias que se instalaron “eran de distintas etnias, habían llegado los Pilagá, Abipón, Charrúa, Toba, y por último los Mocovíes. Vinieron de la parte de Salta, Santa Fé, Entre Ríos y Formosa” –dice Saturnino Chará (Silva, 1995:168). La reserva proveía, aseguraba, mano de obra en el tiempo en que ésta era demandada. Cuando no, los indígenas fueron objeto de los “métodos de reducción”: la educación formal, el aprendizaje de la agricultura, la disciplina del trabajo, la propiedad. Lynch Arribálzaga fue el ideólogo de ese proyecto civilizatorio que fue Napa’lpí.

Mitos / Verdades sobre Napa’lpí

Napal´pí es el “lugar donde habitan las almas de los muertos (lpaqa.l)”, decía Orlando

Sánchez, historiador qom; es una denominación antigua de la zona, ya existía cuando ocurrieron los hechos de 1924. Sánchez asegura que hubo otros enfrentamientos desde finales del siglo diecinueve.

Chico y Fernández (2008: 27-28) relatan el origen del término Napa’lpí, denominación antigua que atribuyen a la violación de un tabú cultural por parte de mujeres moqoit, de lo cual se vengó una mujer qom que se había unido a un moqoitle’ec. Esta provocó deliberadamente el enojo de araxanaq late’e, “quien vino por debajo de la tierra, la agrietó y en medio de una gran tormenta comenzó a tragar la toldería y con ella a la qom lashe. Pero antes la mujer ordenó a su hijo que escapara y llevara la noticia a su gente, es decir a su pueblo qom. Este hecho se comenta hasta hoy en buena parte del Chaco, especialmente entre los Qom y Moqoit, y dio nombre a la zona como Napa’lpí, por los muchos muertos que quedaron sepultados en el lugar”.

“Según los ancianos, la antigua Napa`lpí comprendía parte del actual departamento de Presidencia de la Plaza hasta cerca de la localidad de Pcia. Roque Sáenz Peña (…). La reducción de Napa`lpí se denomina actualmente Colonia Aborigen Chaco y comprende tres lotes (38, 39 y 40), la masacre ocurrió dentro de lo que hoy es La Matanza, en el Lote 39 de la Colonia, y los encuentros del qa’apaxa se realizaban en diferentes puntos de la antigua zona de Napa’lpí arriba mencionada. La actual localidad de Napa’lpí, a la vera de la Ruta 16, no pertenece al ejido de Colonia Aborigen Chaco” (Chico y Fernández 2008: 24).

Dice Orlando Sánchez: “siempre digo que la comunidad de Napal´pí es bastante híbrida, hay descendientes de Mocovíes, Vilelas, Charrúas (que huyeron del exterminio producido en Uruguay), Guaraníes, correntinos que formaron matrimonio con mujeres aborígenes, Lenguas, muchos se cruzaron con tobas, más de siete naciones había allí. Luego algunos fueron adoptando la lengua toba, otros adoptaron directamente el castellano, pero todavía

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El polémico decreto de Alvear que creó la reducción en el Chaco “(...) tenía entre sus objetivos „conservar‟ „el factor

económico‟ que eran los indígenas, disponía que éstos recibieran tierras „proporcionándoles semillas, herramientas agrícolas y animales de labor a fin de que cultiven aquellas y obtengan los frutos necesarios para su subsistencia...” Se alejaba al indígena “de las tentaciones que la naturaleza le ofrece...” al mismo tiempo que se le colocaba “bajo la dirección inmediata de un personal competente” para formarlo como trabajador. La reducción también preparaba al indio para el trabajo en algunas ramas productivas: la explotación de la madera, el azúcar y luego el algodón requerían de una gran concentración de fuerza de trabajo en determinados momentos de su proceso productivo, cuya disponibilidad aseguraban las reducciones (Iñigo Carrera, 1984: 15).

se notan las diferencias.” Frente a semejante realidad –diría Jorge Amado–, “es difícil dividir y clasificar…”.

En tiempos en que registraban testimonios y documentación sobre Napa’lpí, eran notorias las disputas políticas por la “memoria de Napalpí” desde y por influencia de actores por lo general externos a la población indígena. Tal como aconteció con la Masacre de Margarita Belén, también la denominada Masacre de Napa’lpí, “lo indígena,” la memoria, pasó a ser para algunos capital político.

No fue la más importante matanza ni el único movimiento de “resistencia” indígena según el historiador toba Orlando Sánchez (quien rechaza la denominación “milenarismo” utilizada por Cordeu y Sifredi). En su texto (2008), registró testimonios de las luchas y matanzas indígenas producidas desde finales del siglo dieciocho hasta las primeras décadas del veinte. La mayor acción militar fue la emprendida por Matolí en 1909 contra los fuertes Brown y Warnes, junto al Río Bermejo. Pueden destacarse el movimiento protagonizado por la población moqoit, en 1905, en 1933 en General San Martín y Pampa del Indio. Lo mismo ocurre con la represión a las concentraciones y ritos indígenas en la zona del Ingenio Las Palmas, entre otras razones por el temor a las movilizaciones y por el abandono de sus lugares de trabajo.

Según Sánchez, habría que “globalizar” el hecho. Napa’lpí es un acontecimiento menor respecto de lo que ocurrió anteriormente; también ocurrieron otros hechos posteriores como el de Rincón Bomba, en Formosa. En la década de 1880, afirma, se llevan a cabo las más grandes matanzas indígenas en el Chaco, el sometimiento del mítico Meguesoxochi y de otros líderes. Luego, en los ingenios, en la explotación forestal, o en otros centros de producción exponentes de la civilización y del “progreso”, murieron cientos de indígenas por verse obligados a condiciones de trabajo infrahumanas y epidemias –como la de la viruela–23, que provocaron innumerables muertes. La reducción de la naturaleza “salvaje” iba en paralelo a la reducción o desaparición de lo diferente. Pero el etnocidio llegó hasta el presente a modo de políticas de Estado, imposición de lenguas y saberes, desconocimiento del otro como sujeto de su propia historia, como sujeto político.

Los hechos de Napa’lpí comienzan a tener notoriedad a partir de su expresión en el Diario La Voz del Chaco, que, a pesar de ser un periódico oficial, no coincide con los testimonios que aparecen en el expediente judicial, en El Heraldo del Norte, que en 1925 brinda un informe extenso sobre los hechos. Además, su tratamiento, en 1924, en la Cámara de Diputados de la Nación, y la repercusión en diarios nacionales, también le dieron impulso. El reconocimiento oficial de la masacre facilitó, en el año 2006, la iniciación del reclamo judicial por parte de la Asociación Comunitaria La Matanza.

Fue además el primer proyecto “civilizatorio” del Estado en la provincia, donde no sólo la población indígena se constituía en reserva de mano de obra para el tiempo en que fuera requerida, sino también donde se implementaron los “métodos de la reducción”: la educación formal, el aprendizaje de la agricultura, la disciplina del trabajo, la propiedad.

El sentido de la memoria

En un ensayo, David Viñas (1982) se refiere a la conspiración de silencio que existe

alrededor de la violencia subyacente al establecimiento del Estado argentino moderno. ¿Por

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Un ejemplo de la dimensión de dichas epidemias: en un informe del Comisario de Presidencia Roca con fecha 31 de

diciembre de 1916 se hace constar que en las tolderías del cacique Mayordomo habían fallecido doscientos indígenas víctimas de la viruela negra. ARCHIVO HISTÓRICO DEL CHACO. Legajo Aborígenes.

qué –dice Viñas– no hablamos de los indios en Argentina? Si en los otros países latinoamericanos tenemos evidencias y el testimonio de las “voces de los derrotados” (¿derrotados? ¿lenguas en extinción? ¿rescate?) ¿O pensarlos como derrotados es otro ingrediente más del discurso civilizatorio? ¿Fueron todos derrotados o el proyecto civilizatorio del estado liberal los integró pacíficamente? ¿Los integró pacíficamente? ¿Y qué significa ser “integrados”? ¿Qué significa que los indios de Argentina sean solamente imaginados dentro de los confines del folklore, los museos y el turismo? ¿Fueron los primeros desaparecidos de la historia argentina?

El develamiento de esa invisibilidad-desaparición, la recuperación de sus derechos, es seguramente lo que todavía sostiene la conmemoración de Napa’lpí, y su reivindicación por parte del pueblo indígena, se está en camino. Napa’lpí es un símbolo, un puente, afirman el Dr. Julio García y Orlando Sánchez, un hecho paradigmático, semejante a otros que se repiten en nuestros pueblos, expresa el conflicto por la imposición de un modelo social y cultural, imposición que llega hasta el presente, aun a costa de la desaparición o negación del otro, aun cuando, visible o clandestinamente, se sostiene la resistencia.

Matanza de El Zapallar en 1933

La historia de El Zapallar registra un hecho lamentable y repudiable que no ha sido

abordado profundamente. Por momentos condenado al silencio, o a la distorsión. El violento proceso colonizador en el interior del Chaco obligó a los pueblos aborígenes a modificar sus modos de vida, hábitos y costumbres, provocando cambios sociales, ecológicos y culturales que modificaron irreversiblemente la historia de los primeros habitantes de esta región; en simultáneo, se desarrollaron movimientos de resistencia de características peculiares.

La muerte andaba de cacería pero quería sangre aborigen. En el mes de julio de 1924 se había consumado la Masacre de Napalpí. La comunidad aborigen estaba agitada: mientras buscaba seguridad para sus familias, deambulaba por los montes y esteros ante la necesidad de munirse de alimentos. En malones se movían de un lugar a otro.

La noticia de ese entonces daba la primicia: “En el Zapallar, en 1933, cerca de setenta habitantes de las etnias toba y mocoví fueron acribillados por la policía de territorios, por haber cometido la osadía de peticionar alimentos y ropa, ante una hambruna generalizada”.

En Historias Chaqueñas -publicación del Diario Norte de septiembre del 2004-, bajo el título de “LA MASACRE INDÍGENA DE EL ZAPALLAR”, y con la autoría del Profesor Eduardo Barreto, se refiere a este hecho como una masacre de aborígenes, especialmente en el subtítulo “El miedo como motor de la violencia” que textualmente se transcribe: “El movimiento milenarista se organizó a través de un culto que incluía danzas y canciones. Estas actividades y el robo de algunos animales a los colonos provocaron una ola de pánico en la población blanca, que solicitó colaboración a la policía. La comunidad indígena se puso en movimiento en septiembre de 1933 hacia El Zapallar para solicitar alimentos ante las adversidades climáticas y la hambruna creciente. Delante de las columnas marchaban los niños, luego las mujeres, más atrás los ancianos y finalmente los hombres.

Rápidamente cundió el pánico entre los habitantes de la localidad mencionada, ante lo cual las autoridades locales pidieron refuerzos a Resistencia. Los aborígenes se detuvieron en la entrada del poblado a la espera de los resultados de las negociaciones que llevaban adelante los chamanes.

La policía abrió fuego contra las tribus indefensas, que no se movieron, tal como lo establecían los códigos milenaristas que contemplaban actitudes pacíficas.

Nunca se supo el número exacto de muertos. El diario La Voz del Chaco hablaba de solo dos personas. La comisión investigadora de la Cámara de Diputados de la Nación sostiene que fueron decenas. Nuevamente las fosas comunes sirvieron, al igual que en Napalpí, para depositar a los muertos…”.

“La matanza de El Zapallar es el resultado del miedo que sintió la población blanca ante una posible agresión más que por una agresión concreta. La violencia empleada contra las poblaciones indígenas fue una constante, y actuó como potencia económica para permitir crear las condiciones de dominio del capital industrial y del proceso de delimitación del terreno donde operarían los nuevos dueños de las tierras…”.

En otra publicación, llamada “GUAYCURÚ, TIERRA REBELDE”, de Jorge L. Ubertalli, en la página 82 y bajo el título “Otro momento de dolor -1993- en El Zapallar (hoy Gral. San Martín), Chaco” se narra un hecho policial que guardaría similitud con el descripto precedentemente: “El día 06 de septiembre llegaron noticias al pueblo de que un grupo de indígenas mocoví (sic) quería procurarse alimentos a cualquier costa, decía el diario La Prensa del 07 de septiembre de 1933.Y ese mismo día, algunos paisanos se acercaron allí a pedir de comer. Los recibió un tal comisario Peralta quien, al serle solicitado (sic) los alimentos, respondió que sí, que ya se los alcanzaría. Pero, como siempre, la ‘autoridad’ mintió. En vez de alimentos, solicitó tropas a Resistencia, que distaba 100 kilómetros del lugar. Y así, un camión repleto de policías se interpuso al día siguiente entre los paisanos y el pueblo de El Zapallar.

Divididos en tres grandes grupos marchaban delante las mujeres, los niños, a continuación los viejos y a cierta distancia un tercer grupo constituido por adultos, queriendo significar así que iban con carácter de paz y a pedir socorro. Nada de esto sirvió. Hubo conminaciones a no pasar, burlas y manoseos de mujeres por parte de los uniformados. Un sargento molestó a una paisana y su marido no pudo contener la ira, golpeando al suboficial. Ese marcó el inicio de una descarga que terminó con la vida de 4 aborígenes e hirió a muchos otros.

Varios fueron detenidos, entre ellos, 22 mujeres. Algunas, en su afán de escapar, se lanzaron con sus niños al río, y la corriente arrastró a varias criaturas. De esta manera, solo a 200 metros del pueblo y sobre el Riacho de Oro, los mocovíes conocieron una vez más el sabor de la derrota y la muerte que, sin más, oscureció las ansias de pan y justicia…”.

Por último, en el libro Historia de los aborígenes Qompi (tobas) contadas por sus ancianos, de Orlando Sánchez, se relata el hecho, confirmando la muerte de dos aborígenes mocovíes que habían venido en malón en la zona de El Zapallar, donde estaba el anciano Natoxochi, quien era médico natural, por excelencia. Ocurrido el suceso policial y entablándose un diálogo entre el cacique mocoví Miguel Durán y el comisario de la zona, se acordó la permanencia pacífica de la tribu mocoví hasta tanto recibiera la curación de los enfermos. En la parte pertinente -página 372- se expone: “Luego el comisario se encargó de pedir la solidaridad para ellos, y fue a pedir a don Alberto Burlli, quien entregó bolsas de harina, galletas, azúcar, yerba, pues ese hombre era muy bueno. Y los mocovíes, después de mejorar los enfermos de entre ellos, regresaron a sus respectivas regiones y nunca más volvieron a ver a Natoxochi…”.

Más que oportuno es parte del contenido de la sentencia de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, que ordenó al Estado Provincial y al Estado Nacional a asistir a las comunidades aborígenes del Chaco, adoptando las medidas necesarias “para modificar las actuales condiciones de vida”, ya que las poblaciones en cuestión se encuentran en una “situación de exterminio silencioso, progresivo, sistemático e inexorable”.

Para una cabal comprensión del tópico es necesario precisar el contenido y alcance de la palara genocidio: palabra usada para significar “crimen sin nombre”, entendido como delito tendencioso y premeditado, que se cumple con el propósito de destruir parcial o totalmente a un grupo humano determinado. Es, además, un delito continuo, que puede exteriorizarse en forma individual o masiva. De hecho, esta masacre de El Zapallar, formó parte del conjunto de hechos salvajes que significaron el asesinato de integrantes de comunidades aborígenes.

Confrontando los textos históricos publicados y mencionados precedentemente, podemos extraer las siguientes conclusiones:

Que efectivamente el 06 de septiembre de 1933 acaeció, en la localidad de El Zapallar, un hecho policial que tuvo como resultado la muerte, en principio, de dos miembros de la comunidad indígena de la etnia mocoví.

Que de todos los relatos, se deduce que por parte de la autoridad policial existió el reconocimiento expreso de la determinación de poner límites a la actitud de los “foráneos” para lo cual, se requirió el envío de un refuerzo de agentes de policía provenientes de la ciudad de Resistencia.

Que es unánime el reconocimiento del hecho de la actitud pacífica de los aborígenes que se instalaron en la zona, que, ante la represión policial, en ningún momento atinaron a repeler o contestar la actitud de la autoridad.

Que el objetivo que los guiaba era totalmente pacífico; solo pretendían alimentos y/o curación por parte de un famoso médico natural instalado en la zona, más allá de las versiones de ataque por la hambruna que los asediaba.

Que en cuanto a este exceso o abuso de las autoridades del orden local no se ha podido localizar documentaciones o testimonios que indiquen que el hecho fue debidamente enjuiciado y sancionados los responsables.

Que en cuanto al lugar probable de la comisión de esta masacre, se puede deducir por testimonios brindados que se habría registrado en cercanías del sector donde hoy día se halla localizado el inmueble de la sociedad rural y de la Escuela Primaria N° 363, precisamente donde está ubicado el frondoso árbol de tataré, que hasta el día de la fecha se halla enclavado entre las Avenidas Pioneros y Bicentenario de la Patria. De allí la referencia de que algunos aborígenes, pretendiendo escapar con sus niños, intentaban cruzar el Río de Oro ubicado a unos trescientos metros aproximadamente del lugar mencionado.

En los libros de defunción del Registro Civil de esta ciudad, se identificó que en el Acta Nº 17 del folio Nº 24 del año 1933, en El Zapallar, Departamento de Tobas, Territorio Nacional del Chaco, República Argentina, a los nueve días del mes de septiembre de mil novecientos treinta y tres, ante el Juez de Paz y Encargado suplente del Registro Civil, Don Santiago Omar Saquer, se deja constancia de la recepción de una nota suscripta por Francisco Larrey, comisario inspector de la Policía de este Territorio, en la que comunica el fallecimiento de dos indígenas del sexo masculino, de treinta y dos, y cuarenta años más o menos, respectivamente, denominándoselos con N.N. por no haber sido posible establecer hasta la fecha el verdadero nombre.

Por lo que se puede sostener que, oficialmente, en el mes de septiembre de 1933, las

autoridades locales proceden a dejar constancia de la muerte de dos indígenas como N.N. Por lo que a esa fecha se puede afirmar que serían los primeros muertos conocidos como N.N. en El Zapallar, aunque con posterioridad se logró identificar que los indígenas asesinados tenían como nombres “Juan Santos” y “Carlos”, respectivamente.

A partir de junio de 1931, ocupó el cargo de gobernador del Territorio Nacional del Chaco,

Juan Samuel Mac Lean, que, por su estrecha vinculación con los aborígenes, estos lo apodaron “El cacique Blanco”. Él expresaba, con firme convicción, que “…la civilización no ha hecho nada por el pueblo indígena. Al contrario, lo explota y lo corrompe convirtiéndolo en elemento peligroso…”.

Tener presente lo sucedido en esta masacre contribuirá, sin ninguna dudas, a tomar

conciencia sobre el espíritu rebelde y el estado anímico que vivenciaba el indígena en esos tiempos: desplazamiento territorial y apoderamiento de sus tierras por parte de los pobladores “blancos”, explotación de la mano de obra aborigen, discriminación racial, enfermedad y hambrunas letales, persecución, y muerte, en su mayoría a nivel de matanzas.

Muchos dirán: ¿por qué remover viejos sucesos, prácticamente condenados al olvido y al

silencio? ¿Para qué desenterrar situaciones conflictivas generando crisis y enfrentamientos? Este hecho ocurrido en El Zapallar, sin juzgamiento ni castigo a los responsables intelectuales y materiales, es una herida abierta, cual llaga, que demanda el reconocimiento y la reparación por parte del Estado. Nuestra conciencia colectiva nos obliga, nuestro pasado histórico nos exige.

Represión de Pampa del Indio en 1933 Por la gran sequía ocurrida en el año 1933 las condiciones de vida se tornaron

particularmente duras para las comunidades indígenas. Grupos numerosos ambulaban buscando lugares no afectados por la sequía o solicitando ayuda a las autoridades de los pueblos. El hecho se agravó por la finalización de la cosecha del algodón en el mes de septiembre.

En esta localidad del noroeste chaqueño, había varios indígenas, que habían recibido “bastones de poder” de Natochí (Evaristo Asencio). Estos eran bastones de madera, en los que se depositaba el poder, y fueron repartidos a otros chamanes con la promesa de que les darían poder y larga vida. En Pampa del Indio el organizador de este movimiento (discípulo de Natochí) fue un hombre joven llamado Tapenaik, quien carecía de antecedentes como chamán, o como persona con algún tipo de poder. Postulaba que varios aviones procedentes de Buenos Aires llegarían con bienes para ser entregados a los indígenas en compensación por las penurias sufridas. El líder dirigió a sus fieles a una colina para preparar la pista de aterrizaje al tiempo que le indicaba que debían desprenderse de las ropas usadas y evitar el consumo de productos que crecieran debajo de la tierra. Por la noche, desnudos y hambrientos danzaban y cantaban hasta entrar en trance. Se referían a una época de bonanza y felicidad. Finalmente las actividades cesaron por la intervención de las fuerzas policiales y los líderes apresados. Tapenaik y sus seguidores fueron apartados hacia el río Teúco y los devotos de Natochí recluidos en El Zapallar.

Masacre de Rincón Bomba en 194724 Hacia finales del mes de abril de 1947, llegan al ingenio San Martín del Tabacal alrededor

de mil aborígenes provenientes del oeste de la actual provincia de Formosa. Fueron llevados hasta allí, a más de trescientos kilómetros de sus residencias, por contratistas de los ingenios para trabajar en la cosecha de la caña de azúcar, tal como se realizaba todos los años (la zafra se iniciaba en el mes de mayo y finalizaba en diciembre). En el monte, los contratistas habían acordado con los caciques representantes de cada parcialidad y grupo étnico –principalmente Toba, Pilagá, Mocoví, Chorote y Wichí– una paga diaria de $6. Sin embargo, una vez iniciados los trabajos y ante la primera paga, los “ingenieros” (capataces que organizaban el trabajo de cosecha en el terreno) sólo les ofrecieron una remuneración de $2,50.25

Semejante situación provocó la indignación de los braceros aborígenes, quienes reaccionaron dejando de trabajar, protestando reiteradamente y pretendiendo hablar con la patronal del ingenio, lo que no lograron concretar. Por el contrario, la reacción de la patronal fue militarizar el campo del ingenio, donde se produjeron algunas represalias.

Algunos relatos registrados son elocuentes de la situación producida: Yo estaba con esa gente, porque fui junto con los Chorote cuando viajamos al ingenio. Los

milicos me agarraron y me metieron en el corral de las mulas, entonces los milicos revisaron a la gente, los tocaban para ver si tenían cuchillos y otras armas. Entonces, cuando los milicos nos agarraron, le dije a mi compañero: ‘Hay que guardar bien los cuchillos’. Entre nosotros conversábamos sobre qué podíamos hacer cuando estábamos en el corral de las mulas. Yo pensaba que los milicos nos iban a meter tiros, pero ellos sólo nos quitaron las cosas... Eso era lo que hacían los milicos. A veces yo me acuerdo de lo que pasaba antes.

Nosotros les teníamos mucho miedo a los milicos. Las mujeres tenían más miedo todavía. A ellas también las metieron junto a los hombres en el corral de las mulas. Al rato llegó un hombre que se llamaba Lucio Cornejo y al llegar dijo: ‘Miren hijos, ustedes no van a tener problemas’. Así era lo que dijo Lucio Cornejo. Entonces, el problema con los milicos pasó. El patrón dijo: ‘Bueno ahora ustedes no tienen más problemas, pero se tienen que volver a sus casas’. Entonces ese hombre le pagó muy mal a la gente. A algunos les dio cien pesos, a otros les dio cincuenta pesos (...) El ingeniero no daba medicamentos a la gente. Él tenía, pero no le quería dar a la gente. Cuando alguien se enfermaba, lo dejaba ahí nomás. No tenía ninguna atención hasta que se moría. Cuando se enteraba de que alguien estaba enfermo, decía que no era enfermedad lo que tenía, sino que había tomado mucha caña y se burlaba de la gente. Ellos usaban a la gente como esclavos. Pero al otro año, cuando llegaba el contratista, igual la gente se enganchaba.26

24

Trinchero, H. H. (2009): “Las masacres de olvido. Napalpí y Rincón Bomba en la genealogía del olvido y

el racismo de Estado en la Argentina”, en: RUNA V. 30 N 1, Ciudad Autónoma de Buenos Aires, UBA, 2009,

pp 53-56. Disponible en: http://goo.gl/2g1aMC 25

El sistema de pago en los ingenios se hacía por grupo familiar. De hecho, la paga por día incluía el trabajo

de niños y mujeres y se iban descontando los consumos diarios realizados por el grupo en la tienda del propio

ingenio, entre otros mecanismos particulares que conformaban el “salario” de los cosecheros. 26

Relato tomado de los Talleres de la Memoria del Programa Permanente de Investigación Extensión en

Comunidades Indígenas y reproducido en Trinchero (2006a). La referencia a Lucio Cornejo es interesante, ya

que fue gobernador de Salta entre 1946 y 1949.

Finalmente, y luego de las escaramuzas, los aborígenes son rápidamente dejados fuera del ingenio El Tabacal; “volvieron a pie hasta Las Lomitas porque carecían de medios para hacerlo por ferrocarril...” (Diario Norte, 13 de mayo de 1947).

El regreso a pie hacia Formosa debe de haber sido desgarrador. Hambreados y cargando con sus pertenencias, hombres, mujeres y niños, de los cuales no pocos murieron. En las cercanías de Las Lomitas, en un descampado ubicado a unos 500 metros del pueblo y según un texto de Teófilo Ramón Cruz, se reúnen entre 7000 a 8000 indígenas.27 De acuerdo con este relato, el objetivo era llamar la atención “para que se vean nuestras miserias...”. Allí, y en el estado famélico en que se encontraba la mayoría, comienzan a mendigar las madres con sus hijos en brazos, puerta por puerta, pidiendo tan sólo un poco de pan. Una delegación encabezada por el cacique Nola Lagadick y Luciano Córdoba pide ayuda a la Comisión de Fomento de Las Lomitas y al jefe del Escuadrón 18 de Gendarmería Nacional, comandante Emilio Fernández Castellanos. Al principio algunos se solidarizan, incluso el jefe del Escuadrón de Gendarmería, como algunos de los hombres a su mando, se preocupan ofreciéndoles yerba, azúcar, algunas ropas y algo de ganado en pie, aunque obviamente sin poder alcanzar a cubrir aunque sea mínimamente las necesidades. La situación se hizo cada vez más desesperante. En uno de esos días y, luego de recibir algunas provisiones, hubo muchas indigestiones, y hasta dos muertes, más la madre del propio Pablito (el cacique).

Amanecieron indigestados y, debido al fuerte descenso de la temperatura en horas de la noche, resfriados y engripados, aduciendo entonces “haber sido envenenados”. Frente a todo esto, el presidente de la Comisión de Fomento, telegráficamente, comunica la situación al gobernador Federal solicitándole el urgente envío de ayuda humanitaria.

El gobernador hace lo mismo con el Ministro del Interior de la Nación, haciéndole conocer la gravedad de la situación y la falta de recursos en el territorio para afrontarla. Este, a su vez, le hace saber al presidente Juan Domingo Perón, quien ordena inmediatamente, como parte de una ayuda mayor y planes de desarrollo social, el envío de tres vagones por el ferrocarril General Belgrano, con alimentos, ropas y medicinas. La carga llega a la ciudad de Formosa en la segunda quincena del mes de septiembre, consignada al delegado de la entonces Dirección Nacional del Aborigen, Miguel Ortiz.

El tren con el cargamento permanece en la estación de trenes, a la intemperie, diez días aproximadamente. Enterado el gobernador de la injustificada demora y consciente de la situación de los indígenas, conmina, por intermedio y en persona del jefe de la Policía Nacional de Territorios, al delegado de la Dirección Nacional del Aborigen, la inmediata partida del cargamento. Finalmente, a la estación de Las Lomitas llega un solo vagón lleno con alimentos y dos semivacíos, los primeros días de octubre de 1947. La mayor parte de la carga está en mal estado por el tiempo transcurrido entre el envío y la irresponsable dilación en su entrega por parte del delegado de la Dirección Nacional del Aborigen: harina con gorgojos y moho; grasa para cocinar derretida por el calor; azúcar; yerba, galletas ya verdes en bolsas. Son distribuidos y consumidos rápidamente por los miles de famélicos, hambrientos, enfermos, semidesnudos y debilitados seres humanos (Diario Corrientes noticias, 29 de junio de 2006. www.corrientesnoticias.com.ar).

Es así como, rápidamente, los “beneficiarios” comienzan a sentir los síntomas de una intoxicación masiva. Muchos sufren fuertes dolores intestinales, vómitos, diarreas, desvanecimientos, temblores y luego la muerte... primeramente la de los que se encontraban más débiles (más de cincuenta, mayormente niños y ancianos). “Los gritos y quejidos de dolor en las noches de las madres que aún sostienen en sus brazos a sus bebés

27

Revista Gendarmería Nacional, edición Nº 120 de marzo de 1991.

muertos retumbaban en la noche formoseña. No tenían consuelo” (Diario Corrientes noticias, 29 de junio del 2006. www.corrientesnoticias.com.ar).

Los primeros muertos son enterrados en el cementerio “cristiano” de Las Lomitas, pero luego, al ser tantos, se niega el ingreso de los cadáveres a dicho cementerio. Por la situación creada, comienza a circular el rumor lanzado a rodar por no se sabe quién, que aquellas sombras de seres humanos no sólo ahora hambrientos, desarmados, indefensos, sino también enfermos, estarían por atacar a no se sabe quién. Las danzas, los cánticos en una lengua desconocida y la música interpretada, no dejan dormir en las noches calurosas a los habitantes del pueblo como tampoco a los hombres y las familias de la Gendarmería Nacional, que viven en el lugar. Se realizan reuniones de vecinos en la sede de la Comisión de Fomento, desde donde se les trasmite nuevamente preocupación a las autoridades de Gendarmería Nacional y nuevos telegramas al Gobernador. Comienza a construirse el imaginario de peligrosidad alrededor de “el último malón indio” (Vuoto y Wright, 1991).

Gendarmería Nacional forma un “cordón de seguridad” alrededor del campamento aborigen. No se les permite traspasarlo ni ingresar al pueblo a los Pilagá. Se colocan “nidos” de ametralladoras en distintos sitios “estratégicos”. Ya son más de 100 los gendarmes, armados con pistolas automáticas y fusiles a repetición, que día y noche custodian el “ghetto” (Díaz Crousse, 2005). Hasta que sucede lo inexorablemente esperado. En el atardecer del 10 de octubre, según sigue relatando, Teófilo Ramón Cruz, integrante del destacamento de Gendarmería en ese entonces:

“...el cacique Pablito pidió hablar con el jefe (del escuadrón), por lo que concerté una entrevista a campo abierto. Los indios, ubicados detrás de un madrejón, nos enfrentaban a su vez, hallándonos con dos ametralladoras pesadas, apuntando hacia arriba. En los aborígenes (más de 1.000) se notaba la existencia de gran cantidad de mujeres y niños, quienes portando grandes retratos de Perón y Evita avanzaban desplegados en dirección nuestra. En tales instantes se escucharon descargas cerradas de disparos de fusil ametralladora, carabinas y pistolas, origen de un intenso tiroteo del que el Cte. Fernández Castellanos ordenó un alto de fuego, pensando procedía de sus dos ametralladoras, lo que no fue así: el 2º Cte. Alia Pueyrredón, sin que nadie lo supiera, hizo desplegar varias ametralladoras en diferentes lugares del otro lado del madrejón, o sea unos 200 metros de nuestra posición y en medio del monte...” (Díaz Crousse, 2005: 1).

En los días siguientes, los Pilagá fueron rodeados y fusilados en Campo del Cielo, en Pozo del Tigre y en otros lugares. Luego, los gendarmes apilaron y quemaron sus cadáveres. Según los abogados Díaz y García, fueron asesinados entre 400 a 500 Pilagá. A esto hay que sumarle los heridos, los más de 200 desaparecidos, los niños no encontrados y los 50 intoxicados. En total, en aquellos tristes días murieron más de 750 Pilagás (www.incupo.org.ar/junio 2009).

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