enegritud en libros escolares

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5/19/2018 EnegritudenLibrosEscolares-slidepdf.com http://slidepdf.com/reader/full/enegritud-en-libros-escolares 1/39  Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=59823584009  Red de Revistas Científicas de América Latina, el Caribe, España y Portugal Sistema de Información Científica Balsas, María Soledad Negritud e identidad nacional en los libros escolares argentinos: del surgimiento del sistema nacional de educación al Bicentenario Estudios Sociológicos, vol. XXIX, núm. 86, mayo-agosto, 2011, pp. 649-686 El Colegio de México Distrito Federal, México  ¿Cómo citar? Número completo Más información del artículo Página de la revista Estudios Sociológicos, ISSN (Versión impresa): 0185-4186 [email protected] El Colegio de México México www.redalyc.org Proyecto académico sin fines de lucro, desarrollado bajo la iniciativa de acceso abierto

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LA NEGRITUD EN LOS LIBROS ESCOLARES

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  • Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=59823584009

    Red de Revistas Cientficas de Amrica Latina, el Caribe, Espaa y PortugalSistema de Informacin Cientfica

    Balsas, Mara SoledadNegritud e identidad nacional en los libros escolares argentinos: del surgimiento del sistema nacional de

    educacin al BicentenarioEstudios Sociolgicos, vol. XXIX, nm. 86, mayo-agosto, 2011, pp. 649-686

    El Colegio de MxicoDistrito Federal, Mxico

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    Negritud e identidad nacional en los libros escolares argentinos: del surgimiento del sistema

    nacional de educacin al Bicentenario*

    Mara Soledad Balsas

    Por qu es terrible un pas donde su poblacin carece de conflictos raciales estructurales?

    Aguinis (2008)

    I. Introduccin

    En El marco de la celebracin del Bicentenario del proceso que culmin en la emancipacin del Virreinato del Ro de La Plata de la Corona espaola, la pregunta por el ser nacional cobra nueva vigencia en el contexto latinoame-ricano. En este sentido, es interesante observar que varios autores coinci- den en sealar que, tal como pone en evidencia la cita de Aguinis1 (2008), an persiste la idea de que la Argentina es una sociedad en la que no existen diferencias tnicas2 o, al menos, las mismas no son importantes como causa

    * Vase nota en Anexo.1 Y luego agrega: no hubo ni hay clima de guerra tnica o religiosa. Comunidades que en

    otras regiones del planeta combaten entre s con odio inflamado, aqu conviven en armoniosa vecindad. (Aguinis, 2008: 56) (La cursiva es ma). From the point of view of the comfortable strata of society, and those who aspire to join them, no problem exists; there is a problem only from the point of view of those on the margins (Nederveen Pieterse, 1992: 12).

    2 La apreciacin que Flix Luna, director de la revista Todo es Historia, realiza en el artcu- lo incluido en el nmero dedicado a los esclavos negros resulta asimismo elocuente: Es de ho- menaje y reconocimiento a una sociedad como la nuestra, donde nunca prendi el racismo, donde el otro, el diferente, fue integrndose pacficamente y dejando lo suyo en esa gran olla que es el pas, donde se van cocinando toda clase de ingredientes (Luna, 2000: 7).

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    de desigualdad social (Torrado, citado por Frigerio, 2006: 19). Se trata de un mito contradictorio3 que da como resultado una percepcin hegemnica de la sociedad argentina como abierta y no prejuiciosa, mediante la cual se niega toda forma de discriminacin.4

    Sin embargo, numerosos son los hechos que muestran que la desigualdad por origen tnico en la sociedad argentina no slo existe desde el perodo colonial sino que todava en la actualidad sera ms estructural de lo que el sentido comn5 estara dispuesto a aceptar.6 Ya en 1855, un artculo perio-dstico denunciaba:

    el trato discriminatorio a negros en las escuelas pblicas de Buenos Aires [] uno de los maestros acusados replic que dado que los nios negros deban ganarse la vida como sirvientes domsticos, nunca podan asistir a las clases matinales, y era por esa razn que su desempeo en la escuela era tan malo. An en 1880 ningn estudiante de color se haba graduado en la Universidad. (Reid Andrews, 1989: 71)7

    3 Para Margulis, la Argentina ha acompaado su constitucin con discursos contradictorios. No es difcil encontrar en los discursos oficiales que acompaaron la construccin de la nacin la tensa convivencia de polos difcilmente conciliables: se afirmaba por un lado la necesidad de abandonar los vnculos con lo americano, lo mestizo y lo indgena o, incluso, con lo gringo de apa- riencia rstica, considerado cerril y de baja estofa, mientras simultneamente se imaginaba la constitucin de una patria grande, crisol de razas, en la cual pudieran convivir y multiplicarse todos los hombres de buena voluntad. Esta doctrina expresada en la Constitucin fue despus ampliamente difundida por la escuela. Una matriz discursiva compleja, por momentos abierta y propicia a la recepcin de lo extranjero, orgullosa de lo americano, y, en otros, rgidamente xe- nfoba y excluyente, cuando no europeizante y culposa de lo geogrficamente vecino (Margulis y Urresti, 1998: 13).

    4 Segn Sagrera (citado por Margulis y Urresti, 1998: 112), este es un rasgo comn a lo que l define como racismo sudamericano, el cual, en su opinin, se afirma en su propia ne- gacin.

    5 Recupero aqu la nocin de sentido comn elaborada por Gramsci (1977), segn la cual ste constituye una imposicin de la visin del mundo de la clase hegemnica.

    6 En este contexto, es de destacar que, a pesar de los procesos de modernizacin curricular experimentados en Argentina en las ltimas dcadas, uno de cuyos ejes centrales era el mayor reconocimiento de la diversidad, varias investigaciones conducidas en el mbito nacional (inadi, 2005; Neufeld y Thisted, 1999; Margulis y Lewin, 1998) sealan que la realidad escolar se muestra ms proclive a la reproduccin de los mitos identitarios fundacionales que a su cues- tionamiento.

    7 Investigaciones recientes sugieren que no se franqueaba el acceso a las aulas a los afro-descendientes, tanto en la escuela como en la universidad. Y si en 1855 no haba en las facultades alumnos de color, por lo menos en la dcada de 1880 ya haba un notario perteneciente a la comunidad (Geler, 2008: 464). Esta divergencia de interpretaciones estara informada por los enfrentamientos internos que caracterizaron a las sociedades de negros durante el periodo analizado, plasmada en las diversas manifestaciones de la prensa de dicha comunidad.

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    El mismo Sarmiento, padre del sistema educativo argentino, mostraba su angustia por la mezcla racial entre los colonizadores blancos y lo que l consideraba las razas serviles, a las cuales identificaba con una alegra infantil, una estpida malicia y una imaginacin primitiva.

    II. Acerca del problema de la denominacin

    Al preguntarme por las formas a travs de las cuales la escuela argentina, como aparato ideolgico de un Estado pretendidamente blanco, ha enseado la negritud a travs de los libros escolares, el problema de la denominacin lingstica surge como un primer desafo. Cmo definir la negritud? Qu identidades estaran incluidas dentro de esta denominacin? Cules queda- ran excluidas? Es esta la forma de expresin ms adecuada? En una prime- ra aproximacin al tema, las respuestas a estas preguntas podran parecer tri- viales. No obstante, los debates que desde diversos mbitos disciplinares se suscitaron al respecto indicaran la necesidad de problematizar dichas con-ceptualizaciones en tanto construcciones histricas y sociales.

    En primer lugar, Balibar y Wallerstein (1991) cuestionan desde los estu- dios sociolgicos la obviedad con la que comnmente se presentan las catego-rizaciones identitarias. En este sentido, se preguntan cul es la denominacin ms justa para el grupo en cuestin: negro, africano, de color Desde la semiologa, Eco recuerda que la primera batalla que se libr en el mbito de lo polticamente correcto, entendido como una alteracin del lenguaje consistente en hallar sustitutos eufemsticos para usos lingsticos referidos a diferencias de raza, gnero, orientacin sexual, discapacidad, religin u opi- niones polticas, estuvo dirigida precisamente a eliminar eptetos ofensi- vos para la gente de color (Eco, 2007: 110). Segn explica, no se trataba slo de suprimir el infame nigger sino tambin negro, palabra que en ingls se pronuncia nigro y que suena como un prstamo del espaol y evoca los tiempos de la esclavitud. De ah la adopcin, primero de black y, luego, en una posterior correccin, de african-american (Eco, 2007: 110).

    Sin embargo, para Eco las innovaciones lingsticas en este campo tie-nen muchas veces un efecto ms formal que radical en tanto representa[n] una forma de eludir problemas sociales no resueltos an, enmascarndolos mediante un uso ms educado del lenguaje (Eco, 2007: 111). De este mo- do, segn este autor, si no se cuestionan las condiciones de partida, el cam- bio de nombre producira una huida hacia adelante que podra no tener fin. Por otra parte, Margulis (1998) sostiene que las discusiones en torno a los significantes utilizados para designar las manifestaciones visibles del racismo

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    resultan muchas veces poco prcticas. Por tal motivo, sugiere que la lucha por los significantes puede ser remitida a un orden menos urgente e impor-tante (Margulis, 1998b: 45). Para Van Dijk (1997), en cambio, las formas de la desigualdad se expresan, interpretan, legitiman y reproducen en y a travs del lenguaje. Y en tanto escenario donde se expresan diferencias y desigual-dades constitutivas de las relaciones sociales (Grimson, 2007: 37), considero importante atender ambas dimensiones.

    Luego, Eco advierte sobre la dificultad que aade el problema de la tra- duccin en este contexto. Segn observa, un caso tpico [] es precisamente el del cambio de negro a nero (negro). En Estados Unidos, el paso del tan connotado negro a black era radical, mientras que en italiano el paso de negro a nero suena un poco forzado (Eco, 2007: 113). Fue acaso esta dificultad de transferir de un contexto a otro conceptos tan profunda y culturalmente arraigados la que oblig a Reid Andrews (1989) a hacer las siguientes acla-raciones en la introduccin de su famoso trabajo sobre los afroargentinos de Buenos Aires:

    La edicin inglesa de este libro utiliza la palabra negro en su sentido norte-americano, para denominar cualquier persona con visible ancestro africano, inde- pendientemente de que ese ancestro fuera puro o mezclado con otras razas. Obvia- mente tal uso no es conveniente para el pblico argentino, para quien la palabra negro tiene un sentido ms restricto que no abarca a las personas de raza mix- ta, los mulatos. (Reid Andrews, 1989: 14) (La cursiva es ma)

    En primer lugar, es preciso reflexionar sobre el uso del concepto de raza que subyace aqu. Segn explica Margulis, casi una dcada antes de la prime- ra publicacin del libro de Reid Andrews en ingls, Ruffi ya haba estipula- do la inexistencia de las razas humanas, hecho aceptado por la comunidad cien- tfica. As pues, si bien la nocin de raza ya no encuentra fundamento en el plano biolgico, se constituye en el plano del lenguaje como un concepto de- sarrollado histricamente para dar cuenta de la tendencia social, econmica y poltica dirigida a inferiorizar y estigmatizar a determinados grupos, emplean-do para ello clasificaciones que encuentran su origen, ms que en la intimidad de la ciencia, en los vericuetos de la ideologa (Margulis, 1998b: 41).

    En segundo trmino, la denominacin de negro dentro de la cultura ar- gentina resulta en mi opinin, y contrariamente a lo que sostiene Reid An-drews (1989) en el eplogo de su libro, ms amplia que restringida: no slo es aplicable a aquellos que llevan las marcas visibles de su identidad africana pura en el cuerpo, sino tambin para designar simblicamente a aquellos que, teniendo proveniencia mixta o incluso sin ascendencia africana, se identifican con los grupos econmicamente desfavorecidos:

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    Desde un punto de vista operativo, el racismo ha adoptado la forma de lo que podemos denominar etnificacin de la fuerza de trabajo. Es decir, en todo momento ha existido una jerarqua de profesiones y de remuneraciones propor- cionada a ciertos criterios supuestamente sociales. Pero mientras el modelo de etnificacin ha sido constante, sus detalles han variado con el lugar y con el tiempo, dependiendo de la localizacin de los pueblos y de las razas que se encontraban en un espacio y un tiempo concretos y de las necesidades jerrquicas de la economa en ese tiempo y espacio. [La etnificacin de la fuerza de trabajo] adopta la forma de una creacin y de una recreacin de comunidades y grupos raciales y/o tnicos, nacionales y religiosos. Siempre estn presentes, y siempre clasificados jerrquicamente, pero no siempre son exactamente los mismos. [] siempre hay algunos individuos que son negros. Si no hay negros, o si su nmero es excesivamente reducido, pueden inventarse negros blancos. (Balibar y Wallerstein, 1991: 56-57)

    Esta fuerza de trabajo etnificada estara constituida por la poblacin de origen mestizo, incluyendo a los que provienen de la inmigracin de las provincias o de pases limtrofes (Margulis, 1998a: 17).

    Sobre este punto es necesario tener en cuenta un nuevo elemento: hist-ricamente, el trmino negro, tal como propone Reid Andrews (1989), no ha sido utilizado para designar a aquellas personas que, debido de su evidente ancestro africano, no podran identificarse como blancos, pero son conside-rados de respeto por la posicin social alcanzada en trminos de riqueza y educacin. Para ellos se acua una nueva voz: trigueo. En consecuencia, el genrico negro resulta equivalente a pobre.

    Teniendo en cuenta lo desarrollado hasta aqu, he decidido utilizar el trmino negro en el marco de este trabajo en su sentido acotado para deno-minar a toda persona de visible origen africano, ya sea puro o mixto, remoto o actual antes que la concepcin ampliada que propone Wallerstein, a la que me he referido ms arriba. Aunque consciente del riesgo de ser considerado polticamente incorrecto, he basado esta eleccin8 en la conviccin de que:

    El racismo no consiste en el sealamiento de las diferencias sino en adjudicar- les (generalmente a priori) una carga negativa, en asociar caractersticas grupa-

    8 Con esta decisin pretendo dar cuenta, adems, de las reivindicaciones planteadas por algunos grupos para defender su identidad negra. En particular me refiero a la intervencin de Marise Nogueira Guebel, jefa de Trabajos Sociales de la Embajada de Brasil, en la charla Es-tereotipos y discriminacin en educacin y su reproduccin en los libros de texto organizada por el Instituto Contra la Discriminacin, la Xenofobia y el Racismo (inadi) en el marco de la 34 edicin de la Feria Internacional del libro de Buenos Aires. Lpez (citado por Zubrzycki, 2008) tambin hace alusin a las demandas de reconocimiento social que los argentinos negros realizan en la actualidad.

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    les de tipo corporal, cultural, nacional o de clase, con valoraciones negativas que se suelen acompaar con actitudes de desprecio o rechazo, agresiones fsi- cas o limitacin de derechos. El racismo y la discriminacin no residen en el sealamiento o en la clasificacin de las diferencias sino en la negacin del de- recho a ser diferente y, adems, en colocar a la diversidad, que se observa en los grupos humanos, dentro de escalas sociales jerarquizadas que se estructu-ran sobre lo legtimo/ilegtimo, bueno/malo, igualdad/desigualdad. (Margulis, 1998b: 45)

    Por ltimo, sostengo que el trmino afrodescendiente, utilizado con frecuencia para nombrar al colectivo en cuestin,9 resulta demasiado abarca-tivo10 y, en algunos casos, ms eufemstico11 que revelador de las condiciones a travs de las cuales fue y es (re)producida la desigualdad en la sociedad argentina.

    III. Antecedentes

    Un segundo desafo que surge al intentar avanzar en el estudio del proble- ma esbozado se relaciona con la discontinuidad de las investigaciones con-ducidas sobre la presencia negra en la sociedad argentina, en general, y la escasez de intentos por sistematizar su modo de presentacin en los libros es- colares, en particular. De acuerdo con la interpretacin elaborada por Frigerio (2008), la falta de inters registrado histricamente entre los acadmicos de diversas disciplinas para abordar el tema estara informada por la narrativa dominante de la nacin que imagina su blanquedad a la vez que pone en juego una eficaz estrategia de invisibilizacin.12 De este modo, se argument

    9 A partir de la Conferencia de Durban, los activistas negros de Amrica Latina con-sensuaron el uso del trmino afrodescendiente para identificar a la poblacin descendiente de africanos esclavizados en las Amricas, y as unificar la amplia variedad de trminos usados en los pases del rea (Lpez, citado por Zubrzycki, 2008: 1).

    10 A mi criterio, en esta denominacin se asimilan bajo una misma categora realidades t- nico-nacionales en el pas de origen (Nigeria, Cabo Verde, Senegal, Congo, Sierra Leona, Etiopa, etc.), pero tambin en las sociedades receptoras (Argentina, Brasil, Per, Colombia, Uruguay, Estados Unidos, etc.), contextos histricos (esclavitud, migraciones polticas y/o econmicas) y posiciones polticas y sociales muy diversas.

    11 De acuerdo con Margulis, la discriminacin en Buenos Aires no contiene el carcter abierto que llev a la concientizacin y rebelda a los negros en Estados Unidos. All, una parte de la poblacin, agobiada por formas de discriminacin abiertas y legalizadas, encontr lderes, consolid consignas y en cierto momento constituy una identidad que procur revalorizar sus ca- ractersticas y su cultura (Margulis, 1998a: 22).

    12 Si bien es cierto que a lo largo del siglo XiX se verifica una merma sostenida de africanos

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    con frecuencia la irrelevancia de conocer mejor a un sujeto que se pretende extinguido.13

    Segn la clasificacin propuesta por Frigerio (2008), dentro del campo de los estudios sobre la negritud en Argentina es posible reconocer dos co-rrientes. Dentro de la primera, denominada clsica, se ubican los trabajos rea- lizados, en su mayora, por historiadores cuyo inters se dirigi a profundizar la situacin de los esclavos y de los negros libres durante los siglos Xvii, Xviii y XiX. Esta dedicacin casi exclusiva a la esclavitud y al periodo colonial se advierte no slo en Argentina sino tambin en varios pases de Hispanoamri-ca14 (Reid Andrews, 1989). Se trata, segn Frigerio (2008), de una importante contribucin al anlisis del problema como objeto cientfico que, sin embargo, neg la existencia de la comunidad negra en la sociedad contempornea15 al construir su participacin como un hecho del pasado.16

    Por el campo disciplinar en el cual se inscribe, la eleccin del tema y el modo de abordaje propuesto, la ya mencionada investigacin de Reid An-drews (1989) se ubicara dentro de la corriente clsica, aunque por su fecha de publicacin17 y algunos elementos crticos que aporta podra ser considerada como una obra de transicin. Si bien parte de la idea de que los negros eran una excepcin dentro del paisaje urbano de Buenos Aires durante los setenta, como lo hacen varios de los historiadores que escribieron en aquel periodo, su

    y afrodescendientes (hacia fines de ese siglo la masiva inmigracin europea hizo bajar drsti-camente en trminos relativos la tasa de poblacin negra e indgena en todo el pas), en forma paralela se fue produciendo una operacin social de invisibilizacin, que se profundiz con los esfuerzos de la Generacin del 80 por blanquear a la sociedad argentina. (inadi, 2005)

    13 En la portada de la revista Todo es Historia, nmero 393, publicado en abril de 2000, los editores se preguntan: Los esclavos negros. Por qu se extinguieron?.

    14 La falta de estudios sobre el perodo posterior a la abolicin a menudo ha sido atribuida a problemas de documentacin. Un nmero de pases latinoamericanos suprimi el uso de etiquetas raciales en censos y otros documentos a partir de su independencia (Reid Andrews, 1989: 13). De este modo, los registros censales se constituyeron en potentes herramientas ideolgicas para reproducir el mito de la homogeneidad blanca argentina, fundado en las ideas racialistas de Renan, Gobineau, Le Bon, Taine, que postulaban la superioridad innata de la raza blanca y la consecuente inferioridad de los otros (Margulis y Urresti, 1998).

    15 Aqu resultan elocuentes las palabras de Luna cuando afirma que en nuestro pas, ya se sabe, los negros fueron desapareciendo (Luna, 2000: 6). (El subrayado es mo) Ntese que el autor no slo no cuestiona lo que ya se sabe sino que reproduce la negacin de la existencia de los negros en la sociedad argentina contempornea.

    16 De acuerdo con Frigerio (2006), estas representaciones siguen vigentes en la actualidad: las alusiones a los negros aparecen asociadas generalmente a las festividades del 25 de mayo y, en algunos casos, hasta la cada de Rosas.

    17 El libro fue publicado originalmente en ingls en 1980. La versin en castellano apareci nueve aos ms tarde.

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    contribucin se estima, en primer lugar, por la sistemtica y detallada labor documental que realiza para fundamentar su tesis.18 En segundo trmino, su trabajo se destaca por cuestionar, al menos para el caso del siglo XiX, el mito de la desaparicin de los afroargentinos:

    El uso de los registros demogrficos oficiales de que se dispone inevitablemente nos llevara a concluir que los afroargentinos debieron desaparecer por completo para la dcada de 1850, o 1860, si no antes. Perjudicados por una mortalidad alta, una mortalidad infantil an ms alta y, para 1827, un desequilibrio sexual extraordinario, la comunidad lgicamente debi haberse extinguido por completo en el curso de la primera mitad del siglo. Los censos de 1822, 1836 y 1838 revelan que no estaba sucediendo eso. (Reid Andrews, 1989: 92) (La cursiva es ma)

    Y luego agrega:

    Otros datos sugieren tambin que la declinacin de la comunidad de color sen-cillamente no se produjo en la medida en que los historiadores tradicionalmente han pensado que lo hizo. Si la lgica de las tasas demogrficas fuera cierta, uno esperara hallar que, para 1900, los afroargentinos sencillamente no formaban un elemento visible dentro de la poblacin de la ciudad. Sin embargo, la frecuencia con que aparecen los afroargentinos en fotografas de peridicos y revistas del perodo, es francamente sorprendente. [] La prensa negra de Buenos Aires no floreci realmente hasta las dcadas finales del siglo, un perodo en que la comunidad supuestamente se haba reducido hasta la nada.19 (Reid Andrews, 1989: 92, 93)

    18 Segn argumenta el propio autor, poco o ningn esfuerzo han hecho los autores argen-tinos y extranjeros que escribieron sobre este tema en el ltimo siglo para probar las comn-mente aceptadas hiptesis que explicaran la desaparicin de los negros en Buenos Aires. Por ejemplo, afirma que no se dispone de ninguna documentacin estadstica que permita evaluar el impacto que la guerra del Paraguay y la epidemia de fiebre amarilla dos de los hechos ms frecuentemente asociados a su declinacin, tuvieron sobre la comunidad negra (Reid Andrews, 1989).

    19 Sobre este punto, Frigerio aade: revis todos los nmeros de la revista Caras y Caretas de la primera dcada del siglo y algunos de la segunda. Para mi desilusin no haba muchos artculos que hablaran directamente sobre los negros de la poca (salvo tres o cuatro notas) pero s encontr muchos avisos con personajes negros, chistes grficos sobre los negros y algunas historias con personajes negros. La imagen que se desprende del total de estos productos cultu-rales es [] una de subalternidad. [] ser blanco y ser negro eran consideradas dos condiciones excluyentes, sin trminos medios; los negros eran visualizados principalmente como sirvientes de los blancos: los hombres como ordenanzas de instituciones pblicas o como mucamos, las mu-jeres como cocineras, mucamas o lavanderas; los negros eran presentados generalmente como brutales, poco confiables, taimados, con propensin a engaar a sus empleadores principal-mente en historias de ficcin realistas o costumbristas. Alternativamente, en chistes o avisos,

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    As pues, este autor sugiere que ms que en las elevadas tasas de mor-talidad que afectaron a la comunidad negra durante el periodo analizado, las causas de su declinacin podran hallarse en el modo de construir los datos estadsticos de poblacin.

    La segunda corriente surge en la dcada de los ochenta del siglo pasa- do. Est integrada principalmente por antroplogos que, a partir de los flu- jos migratorios ms recientes provenientes de frica, se interesan por el estudio de la comunidad negra en Argentina. Considerada pionera dentro de este grupo, Maffia se especializa en las caractersticas demogrficas, cul- turales e identitarias que presenta la comunidad de Cabo Verde en Argen-tina:

    En la primera mitad de siglo XX, la Argentina fue uno de los pases de destino de los caboverdeanos. Esta migracin, nica proveniente de frica Subsaha- riana hasta la dcada del noventa, cobra relevancia aproximadamente a partir de los aos veinte, con la presencia de pequeos grupos o individuos provenien- tes en su mayora, de las islas de Sao Vicente, Santo Antao y Sao Nicolau. Otros perodos de mayor afluencia los situamos entre 1927 a 1933 y un tercero despus de 1946, decreciendo en intensidad alrededor de los aos sesenta. Los caboverdeanos que migraron hacia la Argentina, lo hicieron con nacionalidad portuguesa, la gran mayora son actualmente argentinos naturalizados. (Maffia y Ceirano, 2005: 82)20

    Dentro de esta segunda perspectiva se ubica tambin Geler (2008), quien dedic su tesis doctoral al estudio de la prensa negra en Buenos Aires entre 1873 y 1882. Su inters se basa en los modos contra-hegemnicos a partir de los cuales los intelectuales argentinos de origen africano negocia-

    gneros que aspiraban a un nivel menor de realismo, tambin aparecan como tontos, cmicos, algo infantiles; se los consideraba como poco trabajadores, y propensos a la diversin; eran sucios y podan oler mal (Frigerio, 2006: 13, 14).

    20 Como se pone de manifiesto en la cita anterior, la comunidad negra en Argentina no podra considerarse extinguida an en la actualidad. Segn el Censo Nacional de Poblacin, en 2001 eran casi dos mil los africanos residentes en el pas (indEc, 2001). A esta cifra deberan aadirse los argentinos descendientes de esclavos, aquellos que migraron durante el siglo XX y optaron por la ciudadana argentina, y los flujos provenientes de Senegal, Nigeria, Mali, Sierra Leona, Liberia, Ghana y Congo, pero tambin de Brasil, Per, Cuba, Repblica Dominicana, Ecuador, Honduras, Colombia y Venezuela, que llegaron a la Argentina a partir de 1990 por mo- tivos econmicos o como refugiados (inadi, 2005). Segn estudios recientes conducidos por el Instituto Nacional de Estadsticas y Censos, la Fundacin Gaviria y la Universidad de Oxford, la poblacin afrodescendiente en Argentina representa 6% del total, es decir, dos millones de personas aproximadamente.

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    ron y rechazaron aunque con escaso xito las estrategias homogenei- zadoras que la lite dominante impuso en el marco de la construccin esta- tal-nacional argentina. Otros aportes de inters sobre diferentes aspectos y desde perspectivas disciplinares diversas han sido realizados por Schavel- zon, Martn, Lpez Cirio y Domnguez (citados por Frigerio, 2008; Pita (s/fa); Pita (s/fb); Picotti (2001); Kleidermacher (2008) y Zubrzycki (2008), entre otros.

    IV. Los negros a travs de los libros escolares argentinos

    Teniendo en cuenta las numerosas investigaciones que se han dedicado a los libros de texto en el contexto argentino, podra argumentarse que resul-tan an escasos los esfuerzos orientados a analizar los modos en que stos construyeron histricamente a los negros. No obstante, es posible identificar algunos aportes, realizados sobre todo en los ltimos aos.

    En primer lugar, el diagnstico presentado en el Plan Nacional contra la Discriminacin constituye un antecedente de importancia. Segn este informe, los libros utilizados en la escuela argentina muestran el despliegue de una comunidad imaginaria que produce desapariciones, disminuciones o desjerarquizaciones de algunos grupos socio-culturales: los negros, as como los orientales y amerindios, se encuentran casi ausentes en las pro-puestas editoriales. De acuerdo con este diagnstico, a partir de los textos y las ilustraciones es posible reconstruir un imaginario en el cual los rubios rea- lizan actividades ms valoradas y mejor remuneradas con respecto a los morochos (inadi, 2005).

    Luego, en un interesante trabajo sobre las nociones de raza presentes en los textos escolares de Ciencias Naturales y de Geografa argentinos, Gvirtz y otros concluyen afirmando que si bien tiende a desaparecer el racismo gentico, perdura en algunas propuestas una forma de divisin racial con una fuerte impronta territorial (Gvirtz, Valerani y Cornejo, 2005: 484). Mien- tras que en los textos ms recientes de Ciencias Naturales no se ha encontra- do ninguno que plantee la existencia de razas en la especie humana, en los libros de Geografa se sustituye dicha categora por la de grupo racial. Segn explican, se trata de un cambio en la nomenclatura que no implica necesa-riamente una modificacin conceptual profunda.

    Al analizar la construccin de la nacin en los libros escolares publica- dos entre 1873 y 1930, Cucuzza (2007) coincide en afirmar que el espacio concedido a los negros resulta reducido: en general, se circunscribe a aconte-cimientos histricos ejemplares tales como las invasiones inglesas, la Batalla

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    de Ayohuma21 o el herosmo del negro Falucho.22 Sobre este aspecto resul-tan elocuentes las apreciaciones de Geler, quien advierte que la inclusin de los negros en los libros escolares argentinos se caracteriza por una alusin acotada al pasado esclavista y un tono nostlgico [] que dota al cuadro de vivacidad y melancola, extraeza por un pasado indefectiblemente perdido (Geler, 2007: 138).

    Por ltimo, Cruder (2008) sostiene que, a pesar de su aparente heteroge- neidad dada a partir de la abundancia y el colorido de las imgenes inclui- das, es posible reconocer en los libros de texto bonaerenses para los prime-ros aos de la Educacin General Bsica una escena homognea caracterizada por una fuerte impronta prcticamente monocultural. Sin hacer referencia di- recta a los negros, la autora concluye que, en general, las alusiones a los otros son escasas y se basan en la neutralizacin de las diferencias, la distancia y el exotismo. En este sentido, interpreta que el nuevo ciudadano argentino crece a la sombra de una nueva negacin homogeneizadora que se expresa eclipsando lo nacional y latinoamericano en funcin del privilegio de representacio- nes que sintonizan con una cultura y esttica mundializadas.

    V. Modo de abordaje

    El tipo de abordaje propuesto se centra en la aproximacin a los textos des- de sus condiciones de produccin. Teniendo en cuenta las categoras elabora- das por Vern (2004), el analista de los discursos puede colocarse en dos posiciones, a saber: la de produccin y la de reconocimiento. Mientras que la primera hace referencia a las condiciones de engendramiento de un dis-curso, la segunda alude a los efectos de sentido que ste produce a partir de su recepcin.

    Para reconstruir las condiciones de produccin es necesario no slo atender a los rasgos que ubican el texto analizado como perteneciente a un

    21 Se trata de una contienda ocurrida el 14 de noviembre de 1813 en el contexto de la guerra por la independencia, en la cual el Ejrcito del Norte, al mando de Manuel Belgrano, fue derrotado por las tropas espaolas.

    22 Falucho es el sobrenombre con que se recuerda al cabo segundo, Antonio Ruiz, hijo de esclavos africanos de origen porteo que habra sido fusilado al pie de la bandera espaola por resistirse a hacerle honores durante la campaa de liberacin de Per en ocasin del alzamiento de un grupo de soldados que reclamaban pagos atrasados. Este soldado annimo habra muer- to gritando Viva Buenos Aires! Dado que no existe prueba documental sobre la fecha exacta de su nacimiento, como tampoco la hay sobre su muerte, estimada en febrero de 1824, Cagliani sostiene que Falucho slo represent un personaje legendario, creado de acuerdo con las necesi- dades polticas de la poca (Cagliani, 2008).

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    tipo, es decir a un gnero, sino tambin reconocer que dicho texto se encuen-tra histricamente situado y, en consecuencia, incluye en su seno marcas de la relacin dialgica que mantiene con otros textos (Bajtn, 1999). En este sentido, considero pertinente incluir tanto el anlisis de las caractersticas pro- pias de los textos incluidos en el corpus como su relacin con el contexto en que fueron producidos.

    La perspectiva adoptada para llevar a cabo esta investigacin se basa en el anlisis semitico de la imagen. Si bien el nfasis est puesto en las operaciones retricas a travs de las cuales se construye el sentido a ser trans-mitido a travs de ella, tal como observa Vern (2004: 131) nunca puede analizarse la imagen en s misma, pues sta es inseparable de los elementos lingsticos que la acompaan, que la comentan.

    En este contexto, resulta asimismo valioso el aporte de la teora estruc-turalista de la reproduccin social de Althusser (1988), segn la cual la ins-titucin escolar constituye el principal aparato ideolgico del Estado. Segn la conceptualizacin elaborada por este autor, un aparato es una estructura simblica, pero tambin material, organizada a partir de reglas que configu-ran la subjetividad de los individuos. Dicha configuracin puede lograrse a travs de aparatos represivos o bien de aparatos no represivos. Mientras que los primeros se basan en la coaccin, los segundos logran la internalizacin de las reglas sin necesidad de recurrir a la violencia. Dentro de este ltimo grupo se encuentran las instituciones educativas, familiares, religiosas, cultu- rales, etc. Siguiendo esta interpretacin, el modo a travs del cual los indi-viduos logran la internalizacin de la gramtica escolar no slo incide sobre la constitucin de su identidad sino tambin logra que la sujecin al aparato sea experimentada como un fenmeno dado.

    Adems, encuentro tiles las categoras analticas propuestas por Sho-hat y Stam (1994). Se trata de un conjunto de figuras retricas que, si bien encuentran su fundamento en la base terica del darwinismo, comienzan a gestarse algunos siglos antes.23 En tanto se encuentran fuertemente arraigadas en la cultura occidental, contribuyen a la reproduccin de relaciones culturales asimtricas. En la actualidad resultan todava efectivas por su importante valor residual (Ford, 2005). En el marco de este trabajo me referir a los tropos de la animalizacin, la infantilizacin y la luz/oscuridad. Asimismo,

    23 The significance of the extremely negative image of blacks and of Africa which pre-dominated in the eighteenth and nineteenth centuries becomes apparent only if placed against the extremely positive images predominating from the twelfth to fifteenth centuries. [] With respect to Africans, the sixteenth and seventeenth centuries were a period of transition, in which was encounter positive or normal images [] side by side with condescending, denigrating images and tales (of African beastliness and savagery) (Nederveen Pieterse, 1992: 29).

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    recupero los conceptos elaborados por Nederveen Pieterse (1992) para ana-lizar la persistencia de imgenes estereotipadas sobre los negros en la cultura occidental durante los ltimos dos siglos. En particular, los tropos referidos a los negros como esclavos, sirvientes y animadores.

    Por ltimo, el criterio utilizado para realizar el anlisis24 de los textos fue cronolgico. As, he agrupado las imgenes por afinidad temtica: las diferen-cias interraciales, las milicias, la cuestin de gnero, las figuras populares, etc. Por cuestiones de espacio, presentar a continuacin slo los ejemplos que considero ms significativos, ya sea por el grado de reiteracin que presentan y/o por el inters de los mensajes de los cuales son portadores.

    VI. Del surgimiento del sistema nacional de educacin al primer golpe de estado (1884-1930)

    Durante este periodo se registran 12 imgenes referidas a los negros en un total de 8 libros. Es decir, 1.5 imgenes en promedio por ttulo. Son dibujos en blanco y negro relativos a la condicin de sirvientes y a la actuacin de los negros en las milicias. Aparecen tambin alusiones a las diferencias en- tre las razas, el estereotipo del animador y su presencia en la escuela. No se incluyen fotografas.

    La imagen ms antigua encontrada data de 1890. La misma ilustra una lectura sobre las razas humanas. En ella, es posible observar ocho hombres que representan a grupos tnicos diversos. Al centro, el blanco que ha do-minado y dominar a los dems, tanto por su vigor fsico, como por el poder de la civilizacin que le da el cultivo de su inteligencia y el conocimiento de las ciencias (Nez, 1890: 164). En contraposicin, los negros se muestran despojados de vestimenta y adornados con objetos exticos; son definidos como esencialmente salvajes. Se dice de ellos que son muy fuertes y va-lientes; pero sanguinarios en las guerras que frecuentemente se hacen unos (sic) otros (Nez, 1890: 164).

    Tal como explican Shohat y Stam (1994), el tropo de la animaliza- cin forma parte del ms amplio y difundido mecanismo de naturalizacin a travs del cual se tiende a asociar lo colonizado con lo vegetativo y lo instintivo ms que con lo aprendido y lo cultural. Sobre esta base, el racialis-

    24 Los textos incluidos en el corpus fueron consultados entre diciembre de 2008 y julio de 2009 en la Biblioteca del Docente, dependiente del Gobierno de la Ciudad Autnoma de Buenos Aires, en la biblioteca del Georg Eckert Institut fr International Schulbuchforschung, Alemania y, en menor medida, la Biblioteca Nacional de Maestros del Ministerio de Educacin de la Nacin. Se incluyen tambin algunos ttulos de mi propia coleccin.

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    mo25 intenta justificar la dominacin de los grupos denominados inferiores. Es- ta asociacin, de fuerte arraigo en la cultura occidental (Nederveen Pieterse, 1992), seguir vigente en los libros escolares argentinos por varias dcadas.

    Por otra parte, es posible observar que

    no solamente [los] aspectos ligados con el cuerpo han constituido la base para la construccin de diferencias, para clasificar, inferiorizar y estigmatizar; [] los procesos discriminatorios han tomado como eje, adems y principalmente, la cultura, la nacionalidad y la posicin en los procesos productivos. [] es comn apelar a imaginarios vinculados con la naturaleza la sangre, la herencia, el linaje para legitimar posiciones de superioridad que ya no pueden justificarse en datos fsicos visibles. (Margulis, 1998b: 43)

    Esta visin negativa del negro contrasta, en cierto modo, con la honradez y responsabilidad reconocidas a un pobre mulato de unos quince aos por haber solicitado la intervencin de un polica mientras dos nias [blancas], que no quisieron devolver el prendedor de la seora que aqul haba perdido el da anterior, intentaban escapar (Bedogni, 1910). A pesar de la construccin del negro como subalterno, subyace en esta historia la lealtad y el justo proceder del joven sirviente. Como es caracterstico en los libros del periodo, se ofrece aqu un elocuente mensaje moralizante tendente a modelar la conducta de los futuros ciudadanos (Entel, 2007).

    Estas innovaciones en los modos de presentar a los negros en los libros escolares coinciden con la celebracin del Primer Centenario del proceso inde-pendentista sobre el cual fue fundada la nacin. Para entonces, los rasgos po-sitivos que caracterizan a los negros comienzan a hacerse ms frecuentes. En particular se destaca su participacin en episodios militares. As pues, lejos de quedar en el olvido, el relato de Falucho tuvo gran repercusin []. Falu-cho fue un nuevo hroe ungido con el fin de homenajear y glorificar al soldado raso y a su lealtad a la bandera patria (Bertoni, citado Geler, 2007: 126).

    Si bien la glorificacin del soldado annimo negro no era nueva,26 es in- teresante notar que esta estrategia cobra un nuevo sentido a partir del despla-

    25 Segn la distincin realizada por Todorov (citado por Margulis, 1998b: 48), el racismo se refiere a los comportamientos, mientras que el racialismo corresponde al plano de las doctrinas que se caracterizan por: a) la afirmacin de la existencia de las razas humanas; b) su clasificacin jerrquica; c) la correspondencia entre los aspectos fsicos y morales y, d) la atribucin de una identidad a priori, definitiva e inmutable, producto de la pertenencia a un colectivo.

    26 Mitre y Lpez haban dejado estampado el retrato de quien fuera un argentino ejemplar tras la muerte de Falucho, en el mismo momento en que comenzaba a hablarse de inmigracin europea y de desaparicin de la poblacin afroargentina (Geler, 2007).

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    zamiento de la figura del extranjero en el discurso poltico de las lites do-minantes en torno al Centenario. La transformacin del ideal de inmigrante civilizador propuesto por la Generacin del 37 al extranjero real, sospechado y criminalizado, fue ante todo producto del fuerte activismo revolucionario que manifest la clase obrera de origen inmigrante a partir de las ltimas dcadas del siglo XiX. Hasta ese momento, lo criollo incluidos los negros constitua lo incivilizado frente al laborioso y sobrio inmigrante europeo (Villavicencio, 2003).

    Aqu es oportuno preguntarse si este giro ideolgico fue igualmente v- lido para el caso de las mujeres. En este sentido, Rojas cuestiona: La histo-ria fue escrita bajo el signo de una cultura machista? El pas fue solamente construido por los hombres? (Rojas, 2008: 56). Si bien en las propuestas editoriales analizadas se dedican lecturas a las proezas de la negra Carmen (Blomberg, 1926: 185), no se han registrado en los libros escolares con-sultados imgenes que tornen visible la participacin de las mujeres en los acontecimientos pblicos o militares que forjaron la nacin. Como explica Chinchilla, existe toda una construccin social y cultural propia de la cul-tura occidental y cristiana donde la mujer siempre ocupa un papel relegado y subalterno al hombre. Nuestro pas y nuestro continente no son ajenos a esta concepcin (Chinchilla citado por Rojas, 2008: 56).

    Teniendo en cuenta las palabras de Chinchilla, podra argumentarse que para las negras dicha exclusin resulta doble. De acuerdo con Geler, la mujer afrodescendiente ha sido retratada en general con un tono muy despectivo, racista y sexista (Geler, 2007: 135). Si bien es cierto que durante este pe-riodo las imgenes que los libros escolares argentinos proponen acerca del gnero femenino se reducen casi exclusivamente al mbito de lo privado, a diferencia de las mujeres blancas, a quienes se construye como seres tiernos y delicados (Wainerman y Heredia, 1999), el estereotipo de las negras que estos libros contribuyen a reproducir las fijan a un imaginario caracterizado por una condicin social inferior. Su representacin aparece ligada al traba- jo manual y domstico. A diferencia de lo que ocurre con sus pares blancas, no se reconoce en ellas ningn atributo sensible.

    No obstante, estas apreciaciones no son igualmente vlidas para las nias negras. A diferencia de lo que ocurre con las mujeres negras adultas, en este caso el nfasis est puesto en la igualdad de oportunidades a travs de la escuela pblica: Y usted negrita, qu hace all arrinconada y sola? Por qu no juega como las dems? [] Cree que porque tiene color de cera sus compaeras la desprecian? Se equivoca! Usted es tambin una nia como ellas. Vamos: entre a la ronda! (Mndez Ros y Mndez Ros, 1930) (El destacado es mo).

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    En este contexto, el uso del guardapolvo resulta eficaz para ocultar las diferencias y homogeneizar las identidades.27 No obstante, el rechazo que la nia en la foto que acompaa el texto expresa en su rostro invita a nuevas reflexiones: da cuenta de una actitud desconfiada. Segn el texto, este senti-miento estara informado por un complejo de inferioridad tnica antes que por la discriminacin del entorno. De este modo, se buscara asimilar a cuestiones psicolgicas mecanismos sociales ms complejos cuyas huellas es posible encontrar a lo largo del texto. En este punto, cabe destacar que tanto en la narracin como en los ejercicios propuestos a continuacin,28 subyace una idea de lo negro asociada a lo sucio, lo feo y la vergenza.

    VII. De la dcada infame al derrocamiento de Pern (1930-1955)

    Entre 1931 y 1955, se encontraron 24 imgenes en 17 libros. Si bien la can-tidad total de alusiones a los negros es considerablemente mayor respecto al periodo anterior, tambin lo es el total de ttulos. Adems de dibujos y pinturas en blanco y negro, empiezan a observarse impresiones a cuatro colores. En cuanto a los temas incluidos, las escenas de la vida colonial se vuelven muy frecuentes, sobre todo en relacin con los sirvientes, la esclavitud y los ven- dedores ambulantes. Tambin hay menciones a las diferencias entre las razas y a las nias de Ayohuma.29

    En lo que a la concepcin de las diferencias interraciales se refiere, no se registran cambios significativos durante estos aos. Al igual que en el periodo anterior, la raza negra se ubica aqu en el escaln ms bajo de la

    27 En la Argentina hubo un proceso de desetnizacin, por el cual la nacin se construy instituyndose como la gran antagonista de las minoras (Segato, 1998: 183). El papel del Estado argentino fue el de una verdadera mquina de aplanar las diferencias: las personas t- nicamente marcadas fueron convocadas o presionadas para desplazarse de sus categoras de origen para, solamente entonces, poder ejercer confortablemente la ciudadana plena. La for- macin argentina se asentara en el pnico a la diversidad y en una vigilancia cultural a travs de mecanismos oficiales y oficiosos: desde el uniforme blanco en el colegio, la prohibicin de lenguas indgenas hasta la burla del acento que aterroriz a migrantes europeos, internos y lim- trofes (Grimson, 2007: 38).

    28 Semejanzas y comparaciones: rubia como las espigas; blanca como la almendra; rosada como la flor del duraznero; negra como el carbn (Mndez Ros y Mndez Ros, 1930: 12) (La cursiva es ma).

    29 Durante la batalla de Ayohuma, una mujer negra llamada Mara Remedios del Valle, y sus dos hijas, que acompaaban al ejrcito argentino comandado por Manuel Belgrano, asis-tieron a los heridos en medio del combate, proveyndoles agua y consuelo. A estas mujeres se las recuerda con el nombre de Las Nias de Ayohuma (Rojas, 2008).

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    jerarqua social: Si se estudia el aspecto y las costumbres de las diferentes razas humanas que pueblan el mundo, se ver que su origen tiene que ser el mismo. Slo que unas, las ms inteligentes y fuertes, conquistaron la civili-zacin y cumplieron su evolucin miles de aos antes que otras (Blomberg, 1936: 146) (La cursiva es ma).

    Sin embargo, ms que a travs del exotismo, la inferioridad y la anima- lidad, son construidas aqu a partir de la desnudez y la exacerbacin de los rasgos fsicos.

    Una de las innovaciones que presentan los libros correspondientes a este periodo alude a la explcita relacin entre la visibilidad de los negros en los libros escolares y la poca colonial. A travs de la asociacin de la presencia negra a este momento histrico se construye una interpretacin del pasado que sugiere que los negros habran desaparecido antes del surgimiento de la nacin argentina, creada por el Estado moderno. Se trata de un pasado selec-cionado que pretende servir al funcionamiento de una hegemona (Grimson, 2007: 34). De este modo, es en el seno del proyecto poltico conservador y nacionalista que la idea de la pretendida blanquedad de la nacin argentina comienza a hacerse masiva.

    Son asimismo numerosas las alusiones por ejemplo al oficio del farolero. Esta construccin podra ser interpretada a partir de lo que Shohat y Stam (1994) conceptualizan como el tropo de la luz/oscuridad. Segn explican estos autores, ste consiste en la proyeccin del par piel clara/da como sm-bolo del ideal iluminista de la razn sobre la piel oscura/noche como metfora de lo confuso, los impulsos violentos y la anarqua. Junto con el farolero, comienzan a aparecen tambin el tortero, el mazamorrero y la pastelera. Se trata de ocupaciones populares y poco calificadas que denotan una posicin baja dentro de la compleja estructura de castas que caracteriz a la sociedad colonial. Estas imgenes resultan tiles a la construccin de la menesterosi- dad e industriosidad de los afroargentinos como una de sus virtudes principa- les, contrapuesta a la ociosidad imputada a los indgenas (Geler, 2007). No hay alusiones a los directores de peridicos, escritores, msicos, profesionales y otros intelectuales que destacaron dentro de la comunidad negra durante este periodo (Frigerio, 2008; Geler, 2007; Reid Andrews, 1989).

    Aunque con algunas modificaciones con respecto al periodo anterior, el estereotipo de las negras como sirvientas contina reproducindose. A diferencia de lo observado en las dcadas previas, no slo aparecen mujeres adultas en el rol de domsticas sino tambin jvenes criadas. Esta estrategia podra ser interpretada en funcin del tropo de la infantilizacin (Shohat y Stam, 1994), entendido como la identificacin de lo colonizado con una etapa temprana del ser humano o del desarrollo cultural caracterizada por

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    la inmadurez poltica.30 Como en el caso del farolero, el hecho de que estas ocupaciones sean desempeadas por nios y jvenes negros en el contexto de la colonia no parece ser una eleccin casual. De este modo, comienza a gestarse un imaginario hegemnico donde lo negro queda asociado al origen, lo primitivo y lo subdesarrollado.

    Luego, es interesarte notar que es precisamente durante estos aos que comienza a aparecer en los libros el tema de la esclavitud. De este modo, se busca enfatizar la asimetra de las relaciones entre blancos y negros.31 El argumento que hace posible esta ficcin encuentra su fundamento en la supuesta inmadurez de las negras como seres inferiores. Mientras que la in-madurez es representada a travs de la juventud de las sirvientas, la negritud y la condicin de gnero funcionaran como smbolos de la inferioridad. Tal como se presenta en estos libros, ser sirviente no es una ocupacin sino una vocacin, un destino (Nederveen Pieterse, 1992: 130). Los hombres no son iguales ni las razas son iguales. El negro, por ejemplo, est hecho para servir en las grandes cosas que quiere y concibe el blanco (Renan, citado por Margulis y Belvedere, 1998: 103). Pero las referencias a la esclavitud no se refieren slo a las mujeres o el trabajo domstico. Aunque con connotaciones diversas, tambin es posible hallar alusiones a los hombres. A diferencia de las mujeres negras, los negros son construidos como esclavos pero tambin como soldados, hroes, mrtires y artistas.

    Con el advenimiento del peronismo se observan ulteriores cambios. La esclavitud no slo remite al negro, sino tambin al trabajo manual y a una condicin de cuasi animalidad. Se advierte una cierta generalidad y ahisto-ricidad para explicar los hechos referidos. Slo de este modo resulta posible asimilar el fin de la esclavitud en Argentina a los progresos de la ciencia, en especial, de la mecnica: En realidad fu (sic) la ciencia, con los progresos de la mecnica, la que seal el trmino de la esclavitud fsica:32 la mquina

    30 Sobre este aspecto, Nederveen Pieterse observa: It was a commonplace in the South that slaves never grow up. Masters talked about adult blacks as boys and girls, or big children. They regarded themselves as their patrons and cherished the alleged ties of affection which existed between them and their childlike, dependent slaves (Nederveen Pieterse, 1992: 153).

    31 Como en otras ciudades hispanoamericanas, ninguna familia que aspirara a una alta condicin social en Buenos Aires poda prescindir de su corte de sirvientes negros. En los documentos de venta de esclavos, as como en los avisos de los peridicos, las capacidades atribuidas con mayor frecuencia a los esclavos que se vendan eran las tareas del hogar: cocina, lavado, planchado, costura y tambin aptos para todo servicio domstico. Los visitantes extran-jeros que llegaban a Buenos Aires en ocasiones comentaban que esas capacidades domsticas eran una consideracin estrictamente secundaria, ya que los sirvientes haban sido comprados esencialmente para la ostentacin (Reid Andrews, 1989: 38).

    32 A la luz de lo observado por Reid Andrews, esta afirmacin resulta inexacta, pues la

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    hace hoy lo que antiguamente haca el esclavo (Vigil, 1947: 51). Hacia el final del texto es posible encontrar un paralelismo que identifica al esclavo con el obrero y al amo con el lder:

    Abolida la esclavitud en esa forma, continu ms disimuladamente hasta que al cabo termin del todo la explotacin del hombre por el hombre. Mas no crea- mos que todos los hombres son libres. En naciones civilizadas suelen an apa- recer quienes, desde el gobierno, se apoderan de la vida y los bienes de sus conciudadanos. Luego estn los que sufren la peor esclavitud, la de la propia ignorancia. Estos viven encadenados al error, a la simulacin y a las supersti-ciones. (Vigil, 1947: 51) (La cursiva es ma)

    Aunque presenta algunas connotaciones especficas, esta asociacin po- dra resultar equiparable al mote de cabecita negra. Segn Guber (citado por Frigerio, 2006: 11), se trata de un insulto que se expande no tanto en respuesta a la masiva presencia de los sectores populares en la ciudad de Buenos Aires provenientes del resto del pas sino a partir de su inclusin en la poltica nacional. Aqu es necesario hacer evidente que es precisamente cuando las jerarquas existentes estn siendo desafiadas y las desigualda- des disminuidas, que los estereotipos (negativos) son reconstruidos y reafir-mados. En este sentido, cabe destacar que no slo apuntan a la dominacin sino tambin a la humillacin como va para volver a imponer las cuestiona- das distancias sociales (Nederveen Pieterse, 1992).

    Por ltimo, al herosmo de los negros se aade el desempeo de las mu- jeres negras que en 1813 asistieron a los soldados cados en la batalla de Ayohuma. Acaso la construccin de heronas annimas y populares se torna necesaria dentro del nuevo relato hegemnico? Podra esta novedad ser asimilada a la creciente participacin de las mujeres dentro del movimiento peronista?

    VIII. De la Revolucin Libertadora a la ltima dictadura militar (1955-1983)

    En estos aos, el promedio de imgenes referidas a los negros experimenta un incremento significativo; se registran 2.7 figuras por libro aproximada-

    esclavitud fue abolida formalmente en 1861, cuando Buenos Aires se uni a la Confederacin y ratific su Constitucin, dictada en 1853. En ella se sancionaba que no hay esclavos en la Confederacin Argentina; los pocos que hoy existen quedan libres desde la jura de esta Cons-titucin (Reid Andrews, 1989: 68).

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    mente. En total, suman 164 y estn distribuidas en 60 ttulos. Predominan las alusiones a la condicin de sirvientes y vendedores ambulantes durante la poca colonial. Tambin se proponen nuevos temas tales como las invasiones inglesas, la msica, el entretenimiento y el deporte. Las diferencias entre las razas, el herosmo de Falucho, las nias de Ayohuma, el farolero y el esclavo continan vigentes, aunque sufren algunos cambios. Aparece la figura de la lavandera. Adems de dibujos, grabados y pinturas en blanco y negro y a cuatro colores, se incluyen las primeras fotografas.

    Durante este periodo se sigue apelando a la diferencia entre las razas para construir la inferioridad de los negros. No obstante, es posible reconocer ciertas novedades. Segn Nederveen Pieterse (1992), el lavado de negros por blancos ha constituido un lema popular dentro del pensamiento racista. ste podra ser considerado como una variante del tropo de la luz/oscuridad: en l subyace una contraposicin de lo negro como sucio e impuro frente a la pureza y la limpieza blanca.33 Esta estrategia se combina con un elocuente determinismo biolgico, segn el cual el comportamiento de los hombres queda completamente determinado por la raza a la que pertenecen, y se trans-mite por la sangre; nada puede hacer al respecto la voluntad del individuo (Gobineau, citado por Margulis y Belvedere, 1998: 104). En este sentido, se asume que las cualidades morales del individuo estn totalmente determi-nadas por sus disposiciones fsicas (Gobineau, citado por Margulis y Bel- vedere, 1998: 104). Toda esperanza en los efectos de la educacin es, por ende, vana (Gobineau, citado por Margulis y Belvedere, 1998: 104).

    Luego de la sancin de la Declaracin Universal de los Derechos del Nio, efectuada en 1959, comienza a observarse un desplazamiento en el sig- nificado (negativo) que se otorga a la diversidad. ste consiste en asignar al

    33 In 711 when Tarik invaded the Iberian peninsula, Negroes were relatively unknown in some parts of the regions. In that year, according to an Arabic source, a negro from the Mus-lim army was taken prisoner by the Goths as the siege of Crdoba. Because, according to the chronicler, they had never seen a black man before, they tried to scrub off his black colour. So begins the problem, with the inability of Europeans to accept a negro as he is. By washing the negro they try to make him like themselves. What is at issue is the inability or unwillingness of one party to accept the other as he is without attempting to transform him and to eliminate the difference. []. The Italian illustrator Andrea Alciati (1492-1550) depicted the same scene of whitewashing: two whites who try to change a negros colour by scrubbing him. The caption ran: [] you wash an Ethiopian; why the vain labour? Desist. No one can lighten the darkness of black night. Alciatis emblem books were quite popular and imited throughout Europe. This scene was used to illustrate the idea Impossible, for instance in Geoffrey Whitneys A Choice of Emblems (Leiden, 1586). The association henceforth became proverbial []. In Dutch, in the eighteenth century and after, the saying Washing the Moor simply meant to undertake something impossible (Nederveen Pieterse, 1992: 195).

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    otro cultural un valor ms positivo dentro de un contexto ms igualitario. Con frecuencia, la ronda entre nios de etnias diversas aparece como metfora de la inclusin. Pero, a diferencia de lo analizado para la dcada del treinta, aqu no hay alusiones al conflicto. En varias ocasiones esta visin resulta abs-tracta e idealizada. En este sentido, poco aporta a la comprensin de la realidad social. Incluso, a veces, se traduce en una celebracin folclrica del multiculturalismo. Podra argumentarse que se trata de una interpretacin estereotipada de la identidad, fuertemente anclada en el nacionalismo y la adhesin a la patria.

    A pesar de las innovaciones antes descriptas, todava es posible encontrar ejemplos en donde, si bien no se apela ya a la diferencia entre las razas en un sentido clsico, contina operando una visible jerarquizacin. sta no se logra a travs del exotismo explcito y la directa referencia a la animalizacin, como en los libros de dcadas pasadas. Ahora, la jerarquizacin se vuelve ms sutil y es construida mediante, por ejemplo, el tamao de los rostros y su ubicacin espacial en el cuadro. A partir de la definicin de un primer plano y un fondo, es posible reconocer una lnea evolutiva en la que el representante de la raza aria ocupa un lugar privilegiado con respecto al negro, ms pequeo y alejado. Dentro de este continum, los asiticos se ubicaran a mitad de camino entre los dos polos de la evolucin biolgica.

    En cuanto a la representacin de los negros como sirvientes, se producen algunos cambios importantes. El primero se refiere a la masificacin: ms de treinta imgenes de empleados domsticos lideran la escena. En segundo lugar, si bien hay algunas representaciones de sirvientes negras adultas, estas tareas son realizadas con cada vez mayor frecuencia por nias. Otro cambio significativo es que tambin los hombres comienzan ser retratados como sir- vientes. Del anlisis de las imgenes incluidas en los libros escolares de este periodo surge que mientras las mujeres negras se ocupan de las labores domsticas, los hombres negros se construyen como mozos y mayordomos. Sobre este ltimo aspecto, tambin es de destacar la juventud que se les atri- buye a los negros en estas representaciones. Luego, a la asimetra entre blan- cos y negros ahora se aade aquella que distingue a negros de negras dentro del mismo sector ocupacional. As, a la caracterizacin desfavorable que hasta el momento se ofreca de la mujer negra se agrega un nuevo ingrediente, igualmente negativo.

    Otra manifestacin de la desfavorable posicin social a travs de la cual se presenta a la mujer negra est dada por la popularizacin de la figura de la lavandera34 durante estos aos. Considerada una extensin del servicio do-

    34 Mujeres esclavas y libres ganaban dinero haciendo lavado. Las lavanderas negras formaban parte de la escena urbana []. Innecesario decirlo, trabajar todo el ao a la orilla del

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    mstico, esta ocupacin constituye otro de los sentidos que asume el tropo de la luz/oscuridad en los libros escolares argentinos en tanto sugiere relacio- nar la negritud con la suciedad del barranco y los vestidos, y el agua, el jabn y el sol con la limpieza y la blancura. En los aos inmediatamente sucesivos al derrocamiento de Pern, la mencin de la lavandera se inscribe en el mar- co de la positiva valoracin que supone la masificacin del lavarropas y los avances experimentados por la incipiente industria nacional. Adems de los nu- merosos dibujos que tienen a la lavandera como protagonista, tambin se incluye la famosa litografa realizada por Csar Hiplito Bacle en 1830. Como consecuencia de estas operaciones, se advierte una intencin de resignifica-cin ideolgica de un pasado indefectiblemente perdido (Geler, 2007) que asocia el atraso a lo negro y al periodo pre-nacional.

    Aunque contina vigente, la figura del esclavo es infantilizada, exotizada y despojada de su referencia al trabajo forzado y la lucha de clases. Aunque ms sutiles, la alusin a la animalidad y el trabajo manual siguen presentes. En lo relativo a los vendedores ambulantes, a los rubros descriptos para la etapa anterior se suman otros nuevos. El escobillero, el aguatero, el lechero, el pana- dero, etc., junto al farolero, el pastelero y el mazamorrero pueblan la escena co- lonial. El nmero creciente de imgenes que tematizan el comercio callejero y la ms amplia variedad de oficios antes sealada resultan funcionales a una estructura ocupacional esttica en la que los negros slo se desenvuelven en actividades no calificadas. Esta visin parece fundamentarse en el sesgo discriminatorio que caracteriz el proceso de seleccin de empleos en Buenos Aires entre 1780 y 1850:

    Los empleos menos deseables, ms degradantes, ms insanos y peor pagados es- taban reservados para los afroargentinos. [] Como los negros estaban desti-nados a las ocupaciones ms despreciables, la baja condicin ocupacional y la baja condicin racial acordadas a los afroargentinos se reforzaban mutuamen- te en un crculo que se tornaba imposible de quebrar. Una consecuencia de este proceso fue que la estructura ocupacional de los afroargentinos libres tenda a ser idntica a la de los esclavos. (Reid Andrews, 1989: 47)

    Dentro de este contexto adverso, la participacin de los negros en las milicias contina siendo la nica excepcin. Slo si argentino y militar, lo negro denota valores positivos en el discurso (Geler, 2007). A la ya comen-

    ro, hmeda y pantanosa, no era un modo saludable de ganarse la vida, y al menos un obser-vador contemporneo seal la prctica de las lavanderas de llevar a sus hijos a trabajar con ellas, como una causa importante de la alta mortalidad infantil entre los afroargentinos (Reid Andrews, 1989: 43).

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    tada idealizacin de Falucho se suman un nmero creciente de referencias sobre la valiente actuacin de los negros en la defensa de Buenos Aires ante las invasiones inglesas, la destacada presencia negra en las filas del ejrcito argentino en general y el antes mencionado rol desempeado por las negras en Ayohuma.

    Otra novedad propia de este periodo hace referencia a la figura de San Baltazar. De acuerdo con la tradicin popular americana, ste es smbolo del baile y la diversin. Segn Cirio y Rey (1995), su veneracin en Argentina se remonta a 1772, ao en que fue creada la primera cofrada de la ciudad. Pero tal como es presentada aqu, su referencia adquiere valor a partir de su inclu- sin en la liturgia catlica, muy difundida en las propuestas editoriales de estos aos (Wainerman y Heredia, 1999). No hay indicios que permitan relacio- narla con los rituales tpicos de la comunidad negra. En algunos casos, su ne-gacin de lo negro es tal que se presenta al tercer rey mago como blanco. Para concluir, es tambin durante estos aos que las imgenes de los negros como msicos, bailarines, animadores y deportistas se vuelven ms frecuentes.

    IX. Del retorno de la democracia hacia el Bicentenario (1984-2009)

    En los ltimos 25 aos, el nmero de imgenes relativas a los negros se tri- plica con respecto al periodo anterior: 413 imgenes en 121 libros. Es decir, 3.4 imgenes por ttulo aproximadamente. En su mayora se relacionan con los contenidos relativos a la diversidad, los derechos humanos, la discrimi-nacin, el racismo, etc. Las imgenes relativas a la poca colonial continan siendo muy frecuentes. En tercer trmino aparecen las menciones al hambre, la pobreza, la guerra y las migraciones. Los estereotipos del animador y del deportista que tienen a los negros como protagonistas se vuelven asi- mismo recurrentes. Aunque presentes, las referencias a Falucho, la parti-cipacin de los negros en el ejrcito y la esclavitud van perdiendo espacio paulatinamente. Prevalecen los dibujos y las fotografas a cuatro colores; las imgenes monocromticas son escasas. Es muy frecuente el uso de una mis- ma imagen en varios ttulos.

    Durante este periodo, la visibilizacin de lo negro cobra un nuevo impul- so en relacin con los contenidos referidos al racismo, la discriminacin, los derechos humanos y la educacin en valores en general. La inclusin de refe- rencias a lderes negros tales como Martin Luther King y Nelson Mandela resulta novedosa en este contexto. Sin embargo, cabe sealar tambin que no en pocas oportunidades los textos que acompaan dichas imgenes toman la forma de afirmaciones retricas que poco aportan a la comprensin de las

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    dinmicas sociales que informan las prcticas discriminatorias. Si bien el concepto de raza desaparece (Gvirtz, Valerani y Cornejo, 2005), contina ope-rando una elocuente inferiorizacin. Siguiendo a Eco (2007), la eliminacin del trmino raza constituye un cambio lingstico que no parece implicar re-consideraciones ideolgicas profundas (Gvirtz, Valerani y Cornejo, 2005).

    En este sentido, resulta interesante notar que varios libros contribuyen a la formacin y reproduccin de imgenes que tienden a asociar la negritud con la pobreza, el hambre y la guerra. Estos fenmenos estaran funcionan- do como ndices de la incapacidad, antes natural; ahora cultural, de los negros para alcanzar el ideal civilizador occidental (Nederveen Pieterse, 1992). No hay marcas que permitan relacionar dichos acontecimientos con un orden econmico mundial injusto.

    Otra de las formas que asume la construccin negativa de los negros en los textos de las ltimas dcadas est relacionada con los altos ndices de la natalidad, producto, segn se explica, de la escasez de oportunidades edu- cativas, servicios sanitarios, tradiciones culturales y desigualdad entre los gneros. En contraposicin, los europeos occidentales se construyen como educados y desarrollados, aunque escasos en nmero. A la valoracin de las personas segn sus rasgos fenotpicos, se aade la ubicacin territorial. Si-guiendo a Van Dijk (2005), se trata de una visin simplista y estereotipada que nada dice sobre las regiones, clases o personas ricas de los pases del centro y del sur ni de los pobres y excluidos de los pases del norte.

    Esta visin negativa de los negros35 tambin es reproducida mediante la inclusin de imgenes utilizadas en los mensajes que algunas agencias inter- nacionales difunden en sus campaas organizadas en favor de los pobres y enfermos de frica. Antes que fomentar la solidaridad, este uso de los recur-sos visuales tiende a acrecentar las distancias sociales (Nederveen Pieterse, 1992; Ford, 2005).

    35 Fund-raising campaigns by agencies for relief aid for Africa also often recycle stereo-types. The appeal of children and victim imagery are clichs of the genre, a matrix exploited by organization ranging from Oxfam to the Leprosy Foundation and well entrenched in the popular media. The dominant images of Africa are of famine, disaster, war or military coup; an imagery of danger, ill fate and apathy. The effect of this imagery is reinforced in the media through the selection of pictures and television reporting often from such an angle that one is literally looking down on people, which reiforces the impression of their passivity and, on the part of the viewer, the sensation of power and control. [] Yet, fund-raising for famine relief in Africa over and over again shows people starving, down to the flies in their eyes. The macabre reverse effect of this imagery is that while it shows the Third World in a state of utter destitution, thus instilling the false sense of a gulf yawning between North and South, it nourishes the complacency and narcissism of the West. Rather than producing human solidarity this kind of imagery tends to foster estrangement (Nederveen Pieterse, 1992: 209).

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    El incremento de la frecuencia de las imgenes relativas a los negros arri- ba mencionado no siempre implica un quiebre de la hegemnica estrategia de invisibilizacin que acompa los discursos sobre los cuales se imagin la na- cin argentina. Por el contrario, con frecuencia contribuyen a reafirmarla. Ade- ms de la relacin directa o indirecta con el continente africano, varias imgenes hacen referencia a la diversidad americana: Estados Unidos, Cuba, Hait, Guayanas y, en particular, Brasil. El estereotipo de los negros como animado- res se complementa con un creciente nmero de referencias visuales que tienen a deportistas negros como protagonistas. Adems de atletas, es posible hallar fotografas y dibujos de boxeadores y futbolistas como Pel, todos extranjeros. En consecuencia, podra argumentarse que se concede un mayor espacio a la negritud, sobre todo en relacin con la situacin de otros pases. Si bien se registran algunos elementos que tienden a cuestionar la divisin racial y sexual del trabajo ampliamente difundida en los libros de dcadas anteriores, stas no se refieren a la situacin laboral de los negros y negras en Argentina.

    En cuanto a la situacin en Argentina, aunque la participacin de los ne- gros y negras en la sociedad contina presentndose prevalentemente como un hecho del pasado, se registran algunas innovaciones significativas. En primer lugar, en algunos casos se ofrecen informaciones ms crticas. En segundo trmino, se aprecia una mayor variedad temtica. Aunque las menciones al periodo colonial siguen poblando los libros, las imgenes de Falucho, las mujeres de Ayohuma, las invasiones inglesas y el ejrcito ceden espacio al rosismo. ste constituye el nico caso en que el soldado negro no presen- ta una connotacin positiva. La lealtad de los negros ya sean soldados o sirvientes al gobernador de Buenos Aires es empleada para reforzar mu- tuamente la idea de barbarie e incivilizacin con la que se describe, por lo general, a ambos. Con frecuencia es en la idea del candombe negro que se logra asociarlos. La reproduccin del leo Candombe federal de Martn Boneo en varios libros resulta sugestiva en este sentido.

    La crtica a la figura de Rosas resulta funcional a un momento histrico y social caracterizado por el repudio a la dictadura y el fortalecimiento de la democracia. Sin embargo, aqu es preciso advertir que su asociacin con los negros presenta evidentes sesgos ideolgicos, ya que el apoyo de la comunidad a Rosas de ningn modo era unnime. Algunos afroargentinos, en especial aquellos que estaban ubicados ms confortablemente en la socie-dad de la ciudad, se unan a los unitarios contra el dictador (Reid Andrews, 1989: 119). Si bien Rosas promovi a hombres de color cuidadosamente elegidos a altas posiciones militares, cimentando as la lealtad de sus tropas afroargentinas [] no promova ms los intereses de los afroargentinos de cuanto lo haban hecho las administraciones anteriores. Despus de todo, l

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    renov el trfico de esclavos en 1831, permitiendo que funcionara abierta-mente (Reid Andrews, 1989: 118). Por ltimo, resulta auspicioso el mayor espacio concedido a la presencia negra en los mbitos escolares e infantiles que comienza a advertirse.

    X. A modo de cierre

    Sobre la base del anlisis precedente, es posible concluir afirmando que los libros escolares utilizados en la educacin obligatoria argentina, desde la creacin del sistema nacional de educacin hasta la actualidad, contribuye-ron en gran medida a forjar una visin hegemnica de la identidad nacional que excluye la participacin de los negros. Esto se logr fundamentalmente mediante la construccin de su participacin social ligada, ante todo, al pe-riodo colonial. Esta estrategia se mostr, asimismo, particularmente eficaz a los fines de difundir un imaginario dominante mediante el cual los negros fueron tradicionalmente fijados a una condicin primero biolgica y luego cultural de inferioridad.

    La falta de reconocimiento de participacin de los negros en la sociedad argentina contempornea y su presentacin estereotipada a travs de la aso-ciacin con lo natural, lo subdesarrollado y lo sucio/feo/impuro, por un lado, y el entretenimiento, la animacin y el deporte, por el otro, se mantuvo casi inalterada hasta la actualidad. Este modelo slo se vio modificado a partir de los cambios dictados por coyunturas polticas puntuales tales como el nacionalismo imperante en el contexto de la Argentina del Primer Centenario y el mayor respeto de la diversidad que en algunos casos signific el retorno a la democracia.

    No obstante, a pesar del crecimiento sostenido en el nmero de imgenes experimentado en las ltimas dcadas, no se observa un giro radical en el tratamiento que los libros escolares argentinos realizan del tema. Aunque es posible reconocer una mayor complejizacin de la informacin y una cierta incorporacin de elementos crticos, instalar el tema en la agenda pblica, dedicar mayores esfuerzos acadmicos para producir conocimiento cientfico sobre la situacin de la comunidad negra en los libros escolares, en particu- lar, y en la sociedad argentina, en general; as como tambin fortalecer la for- macin docente crtica se torna prioritario a fin de profundizar stos y produ- cir otros cambios.

    Recibido: octubre, 2009Revisado: enero, 2010

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