ensayo - utec

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LA DELINCUENCIA EN EL SALVADOR Por: Carlos Reynaldo lipez Nuila Licenciado en Derecho de la Universidad Complutense de Madrid- Maestría en Educación Universitaria. Cqtedrdtico de Crimirclogía. 14cepresidente de la UTEC odos los días se suceden innume- bles delitos en el país y, hasta aho- como institución perd¡do su protagon¡smo pesar de las explicaciones de las diferentes teorías crimi- nológicas, no podemos ignorar que la delincuencia, en su mayoía, viste harapos y tiene diferentes caras de hambre. Sería improcedente afir- mar que El Salvador, desde siempre, fue una sociedad tranquila y pacífica. En el ámbito rural y en las áreas marginales de pueblos y ) sonal o del daño social que tales conductas producen a la sociedad. Más allá de la suposición incial del delincuente poseído por el mal, el delito era, para los clásicos, un hecho natural producto de la libre voluntad del sujeto infractor; en cambio, para los positivistas, el delito se originaba en factores de orden atávico o ambiental, que estaban más allá del libre albedrío del delincuente. Más tarde se trató de explicar el delito como producto de desviaciones psicológicas y, más adelante, se le consideró como una reacción social del individuo frente a la riqueza, la cultura, el grupo familiar y hasta contra el sistema político y económico de cada sociedad. A ciudades, el consumo de aguardiente clandestino y legal y los altos índices de analfabetismo y pobreza, propiciaron el desarrollo de una cultura machista y violenta que sólo fue posible controlar, ante la disminuida eficacia de los tipos primarios de control social, con la presencia de los tipos secundarios, como los cuerpos policiales y paramilitares, que ejercían una vigilancia muy inmediata, resringiendo oportunidades para el desarrollo de conductas antisociales. A pesar de que los índices policiales de épocas pretéritas. no son alarmantes ni tienen los niveles del presente, la delincuencia fue una preocupación permanente de las autoridades gubernamentales, a tal grado i Ante el incremento de la delincuencia las soluciones siempre se orientaron a mtis policias, a mtis vigilancia, a mds leyes, a mds penas...De acuerdo con el eutot la solución a La creciente complejidad de la delincuenciq pasa necesaiamente por la aprobación de una política crimínal, cuya base debe ser una efectiva y dilatada política social. ra, lo único que se ha hecho es lleva¡ el recuento estadísti- co de los hechos así tipifica- dos, sin que se haga nada por determinar sus causas o motivaciones para su debido tratamiento y, lo que es peor, sin que se dimensionen los alcances del perjuicio per- La familia, FiimEi¡áEela soE¡édadIa ENSAYO La delincuencia en el salvador pp. 65-72 López Nuila, C.R. Entorno ISSN: 2218-3345 Octubre 1998, N°. 7

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LA DELINCUENCIAEN EL SALVADOR

Por: Carlos Reynaldo lipez Nuila

Licenciado en

Derecho de laUniversidad

Complutense deMadrid-

Maestría en

EducaciónUniversitaria.

Cqtedrdtico de

Crimirclogía.14cepresidente

de la UTEC

odos los días se

suceden innume-bles delitos en elpaís y, hasta aho- como

institución

perd¡do suprotagon¡smo

pesar de las explicaciones de

las diferentes teorías crimi-nológicas, no podemosignorar que la delincuencia,en su mayoía, viste haraposy tiene diferentes caras de

hambre.Sería improcedente afir-

mar que El Salvador, desde

siempre, fue una sociedadtranquila y pacífica. En elámbito rural y en las áreas

marginales de pueblos y

)

sonal o del daño social que tales conductasproducen a la sociedad.

Más allá de la suposición incial deldelincuente poseído por el mal, el delito era,

para los clásicos, un hecho natural productode la libre voluntad del sujeto infractor; en

cambio, para los positivistas, el delito se

originaba en factores de orden atávico oambiental, que estaban más allá del librealbedrío del delincuente. Más tarde se tratóde explicar el delito como producto de

desviaciones psicológicas y, más adelante,

se le consideró como una reacción socialdel individuo frente a la riqueza, la cultura,el grupo familiar y hasta contra el sistemapolítico y económico de cada sociedad. A

ciudades, el consumo de aguardienteclandestino y legal y los altos índices de

analfabetismo y pobreza, propiciaron eldesarrollo de una cultura machista y violentaque sólo fue posible controlar, ante ladisminuida eficacia de los tipos primarios de

control social, con la presencia de los tipossecundarios, como los cuerpos policiales yparamilitares, que ejercían una vigilanciamuy inmediata, resringiendo oportunidadespara el desarrollo de conductas antisociales.A pesar de que los índices policiales de

épocas pretéritas. no son alarmantes ni tienenlos niveles del presente, la delincuencia fueuna preocupación permanente de lasautoridades gubernamentales, a tal grado

iAnte el incremento de la delincuencia las solucionessiempre se orientaron a mtis policias, a mtis vigilancia,a mds leyes, a mds penas...De acuerdo con el eutot lasolución a La creciente complejidad de la delincuenciqpasa necesaiamente por la aprobación de una políticacrimínal, cuya base debe ser una efectiva y dilatadapolítica social.

ra, lo único que se ha hechoes lleva¡ el recuento estadísti-

co de los hechos así tipifica-dos, sin que se haga nada pordeterminar sus causas omotivaciones para su debidotratamiento y, lo que es peor,

sin que se dimensionen losalcances del perjuicio per-

La familia,

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que, en el período presidencial del CoronelJosé María Lemus ( 1956- 1960), se dispusopremiar a los pueblos que, durante el año,reportaran el menor número de hechosdelictivos, habiendo obtenido tal distinción.en 1960. Ios pueblos de San AntonioPajonal, en Sanla Ana y Nueva Esparta yConcepción de Oriente, en La Unión.

No obstante esa recurrencia delictual.el ambiente de seguridad y tranquilidad eranotoriamente superior al de la actualidad.El cuadro de hechos delictivos era bastantediferente en su naturaleza y en su repitencia.Los delitos contra el patrimonio siemprefueron los de mayor frecuencia, seguidospor el de lesiones y homicidios. El delito deviolación casi puede calificarse deinexistente.

Ante el incremenro de la delincuencia,las soluciones siempre se orientaron a máspolicía, a más vigilancia, a más leyes, a máspenas. Aninguno de los gobiemos de épocas

lejanas ni cercanas se le ocurrió enfrentar losdesafíos de la conducta delictiva con unapolítica criminal, que fuera capaz de realizarun diagnóstico básico para definir losalcances preventivos y represivos de un plande gobiemo antidelincuencial. Ni siquiera losgobiernos contempóraneos, que se

embarcaron en una reforma a la normativapenal, optaron por considerar los aspectospreventivos del delito para privilegiar la la-bor educadora, orientadora y correctiva delniño y del adolescente, en la familia, en laiglesia, en la escuela, en los clubesdeponivos, en los centros de formación para

las artes y oficios, en los grupos yasociaciones juveniles, etc. Por otra parte, si

bien se han humanizado las leyes penales conbenevolentes medidas sustitutivas y con unaley penitenciaria, que retoma el principioconstitucional de la readaptación del infrac-to¡ debe señalarse, que ni adentro ni afuerade los centros de reclusión, existen lasvoluntades y se tienen los medios adecuadospara materializar un generalizado y aceptadoproceso de resocialización de losdelincuentes.

La multiplicación demográfica, lamigración hacia las ciudades, la escasez deoportunidades de empleo y superación, loscrecientes niveles de insatisfacción humana,a partir de una fuerte presión del consumode bienes; la falta de incentivos para eldesarrollo del sector agrícola, principalempleador de mano de obra no calificada,la transculturización con su fuefe matiz dedrogas y pandillerismo, incrementan lasposibilidades, a los ya tradicionales factorescriminógenos de nuestra realidad socio-lógica. ampliándose las frustraciones ynecesidades humanas, las cuales. tarde otemprano, desembocan en el acto criminalque las mismas autoridades apresuradamenteetiquetan como delito. Aesto debe sumarseel hecho de que. conductas delictivas casidesconocidas o de manifestación pocofrecuentes, como los asaltos en carreteras ycaminos, Ios secuestros y extorsiones, el robode automóviles a punta de pistola y otrosmás, emergen como prácticas delictivas

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cotidianas, después de usarse como mediosclandestinos de la lucha insurreccional.Debe agregarse, además, que nuevos ypeligrosos delitos han surgido en los últimostiempos. EI terrorismo demencial delfundamentalismo religioso ha sustituido alterrorismo ideológico, con su elevada carga

de irracionalidad e incertidumbre. Elnarcotráfico puede catalogarse como una

conspiración internacional de alto riesgo.que viola los límites territoriales, corrompea la juventud y corroe la moral deautoridades y jueces. El lavado del dineroobtenido de estos delitos y de otros como eltráfico de armas, la migración clandestina,la trata de blancas, la com:pción en losgobiemos y los delitos de cuello blanco,debilitan la estructura social y abreposibilidades al cohecho y a la consiguienteimpunidad de autores y cómplices. Otrosdelitos como el ecológico, el cibernético, lamanipulación genética, etc., ponen demanifiesto la perversa aplicación de latecnología en favor del delito, evidenciando,por una parte, la falta de voluntad políticade los funcionarios llamados a cumplir laley y, por otra, la falta de capacidadprofesional de las instituciones responsables

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de su persecución. Como un preocupantecorolario a la reseña anterior- debe recordarse

la presencia creciente del delito organizadoque, gracias al recurso económico que

maneja, dispone de protección legal,mediante oscuras influencias políticas y hasta

de una conveniente complicidad guberna-mental o policial. que asegura una irritanteimpunidad. Pero la gravedad de la delincuen-cia no se agota en estos extremos. La edad

delincuencial se está reduciendo a nivelesinfantiles y la comisión del deliro no sóloaumenta sino que se tecnifica, en grado sumo,

superando las posibilidades de su manejo y

control.La familia, como institución primaria de

la sociedad. ha perdido su prolagonismo en

la formación básica del niño y deladolescente, permitiendo que otras influen-cias, no siempre las mejores, se constituyanen guía del desarrollo del hombre futuro. Elafán por suplir las necesidades alimentariasy de bienes de consumo requieren. confrecuencia, el empleo de ambos padres yhasta de los hijos, con lo que la escuela delhogar pierde presencia y eficacia en lasocialización del futuro ciudadano. Estasituación se agrava en muchos casos, debido

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pierde lacohesion sepierde laposibilidad d-realizaciónindividual

a los hogares desintegrados, con madressolteras que deben alimentar y educar a

familias numerosas. Con frecuencia se

delega en la escuela y colegios Iaresponsabilidad de la educación formal, sinpensar que estos centros de estudios, ya seencuentran desbordados por el elevadonúmero de alumnos que atienden y porconsiguiente, se ven forzados a atender unaelevada población escolar en un grupomatutino y otro verpertino, con lo que laformación educativa, de por sí deñciente,se ha reducido a la mitad, ampliándose losperíodos de inactividad y dejando en libertada los estudiantes para cubrir con otra clasede aprendizaje su tiempo ocioso. Estarealidad puede revestir caracteres más

cíticos. cuando la madreno tiene la capacidad deeducar correctamente a sushijos, o bien, cuando losniños o jóvenes no asistena la escuela por falta deinterés, pereza o simple-mente por indolencia fa-miliar. En este caso, anteIa ausencia, aunque seadeficiente, de un procesoeducativo formal, eladolescente asimila conoci-

de 20 horas por semana, muy por debajo delas 40 horas de clases semanales de hacealgunos añosljomada educativa que todavíaes cumplida en muchos países del mundo,especialmente de los denominados desa¡rolla-dos. Debe mencionarse, además, que nosiempre los mentores reúnen las exigenciasde vocación, responsabilidad y capacitación.Con frecuencia, el maestro no asisteregularmente a la escuela rural y, en otroscasos, no tiene los conocimientos o no dis-pone de los medios didácticos y recursospedagógicos que debe aplicar al correspon-diente programa. Cuando la escuela pierdela oportunidad de orientar, estimular ydesarrollar conocimientos, actitudes,habilidades y destrezas, a partir de lascaracterÍsticas propias de cada ser humano,la formación de éste toma un rumbo diferentey se sitúa en el nivel del aprendizaje imitativoo de contagio. llevando a su concienciaintelectual y emocional aquello que ve y oyeen el ambiente. en el cual desenvuelve su vidacotidiana, ubicándose entonces en situaciónde riesgo social. Allí se confunden los niñosque trabajan y los abandonados, con los niñoshuelepega, niños alcohólicos, niños mendi-gos, niños en prostitución y niios pandilleros.En estos ambientes, la fuerza de lascircunstancias empuja al niño y al joven a

una inreracción continua de orden negativo.que progresivamente degrada al ser humanoquien debe afrontar inexorablemente esa duray peligrosa realidad.

Cuando la familia pierde la cohesiónfundada en el amor, en el respeto y en Iasolidaridad, se torna casi imposible larealización plena del individuo y, con ello,se pierde la oponunidad de desarrollar unsentimiento colectivo de pertenencia, ayuday apoyo; mas por el contrario, emerge elegoísmo y la ambición individual comoexpresión necesaria y excluyente desupervivencia. Cuando la familia no ejercitasus responsabilidades educativas, los hijos nologran interiorizar y descubrir valorespropios del grupo familiar cómo la integridad,la seguridad, la honradez, el diálogo, laobediencia, la autoestima, el espíritu de

mientos y habilidades, a partir de lasvivencias que experimenta en los los sitiosque frecuenta y de la misma calle dondejuega; vivencias que no siempre son las másindicadas y convenientes. Su vida tmnscurreen zonas alejadas del control familia¡, sinservicios básicos de recreación ni control;lugares en los cuales son frecuentes losvicios como la droga, el alcoholismo, laprostitución, la vagancia, el pandillerismo.En estos lugares, las actitudes quepredominan son la audacia, la violencia, lamentira, el engaño, muy diferentes e inclusocontradictorios con relación a aquellosvalores, que deben predominar en todohogar bien estructurado y, por supuesto, encualquier escuela o colegio. Se ha señaladoque el tiempo de formación escola¡ es, a losumo, de cuatro horas por día y con suerte

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La pobrezaes difícil deremediar, peroal menospuedenresolverse el

analfabet tsmo

trabajo y de superación. Cuando la escuela

no colabora en el proceso formador de lapersona en situación de aprendizaje, el ser

humano pierde contacto con valores muypropios de esa edad y de esa institución,como la perseverancia, la comunicación,el trabajo en equipo, el estudio, el respeto,

la prudencia, la observancia de la ley, etc.

Cuando los otros medios primarios de con-trol social (iglesia, centros de artes y oficios,equipos deportivos. clubes recreativos.asociaciones etc.) no concurren a

complementar o reforzar el procesoeducativo del joven en formación, no se

estimulan otros valores como la fe. lacooperación, la generosidad, la clemencia,

la justicia. El mismoservicio militar puedecontribuir al desanollo de

otros valores como elesfuerzo, la lealtad, elpatriotismo, la disciplina,etc. También los centros de

trabajo inculcan y deman-dan la observancia de otrascualidades como la pun-

tualidad, la dedicación, laresponsabilidad, el com-partir, el ayudar, el

la desconfianza y las personas de bienguardan discretas distancias para evitarsituaciones y confrontaciones riesgosas. Pero

la vida del ser humano es de constanterelación y, por lo tanto, tarde o temprano, lainfluencia negativa de los antivalores y sus

inciertas consecuencias afectan a la persona

o a la familia- sometiéndola nece¡ariamentea circunstancias y actitudes no deseables que

terminan arbitrando la conducta de todos.La sociedad espera y desea que todos sus

miembros cumplan con las normas deconvivencia establecidas. Si esto fueraposible, la paz dejaría de ser una utopía para

ser una hermosa realidad. Pero la quimera de

la paz siempre será un estadio inalcanzable.La naturaleza humana es impredecible y aun

aquellas sociedades que han alcanzadoenvidiables estándares de progreso y justiciasocial, no escapan a Ia posibilidad de lamaldad de las conductas desviadas. Ladelincuencia es un fenómeno socialrecurrente de carácter dañino, que llevaenorne y permanente inseguridad al tejidosocial, provocando en éste toda clase de

reacciones, e incluso, exigencias hacia elpoder político, al que se le pide que ejercitesus facultades y ponga en juego sus

mecanismos de defensa y control.Desafortunadamente tal como se ha señalado,

hasta el presente la única reaccióngubernamental conocida es la represiva.olvidando la importante labor de prevención

social que evita o reduce en sus oígenes laexpresión delincuencial. Sin tener que busca¡

soluciones en las raíces genéticas, biológicasy psicológicas del ser humano, es evidenteque, desde el poder y desde la mismasociedad, se pueden plantear diversasiniciativas que vayan resolviendo aunque sea

gradualmente, la influencia de cada uno de

Ios factores criminógenos.La pobreza es difícil de remediar, pero

sí pueden resolverse el desempleo y elanalfabetismo que agudizan a la primera.Cuando la empresa privada no Puedesatisfacer la demanda de trabajo, el gobierno

debe jugar su papel subsidiario y cubrir, en

la medida de lo posible, tal necesidad. Es

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reconocimiento, etc. Esta suma de valores

humanos puestos en acción, impulsan a lapersona hacia una vidaproductiva, ordenada

y exitosa, con lo que las conductasparasociales y antisociales tienen escasas

oportunidades de arraigarse y de

manifestarse en los múltiples actos de lapersona.

El pueblo, el barrio o la colonia también

contribuyen a perfilar conductas de plena

convivencia con relaciones amistosas de

tolerancia, participación y libelad. Esto es

posible, siempre y cuando los que allí vivenejerciten cada día esos valores y procuren

constantemente su vigencia y observación.Lo contrario ocurrirá en aquellos grupos,que desarrollan una vida de subsistencia

en ambientes de vicio y de plenaconflictividad y miseria. En estos lugares,

las relaciones están signadas por el temor y

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la pronta

una frasetrrca

mejor tener a esa fuerza laboral,produciendo dentro de márgenes de costossociales y no generando inseguridad dentrode márgenes de miedo colectivo. Elalcoholismo debe enfrentarse conrestricciones en su elaboración y venta y conmedidas impositivas, así como con centrosde terapia emocional y ocupacional para losenfermos que lo sufren. La violencia debecontrolarse en sus orígenes y en sudesarrollo, mediante inhibidores crimino-repelentes que la controlen. El cine y latelevisión deben contribuir a reducir losprogramas de violencia y orientar a laaudiencia a [a asimilación de valoreseducativos y culturales que desarrollen un

espíritu de respeto, toleran-cia y pacíñca convivencia.

La familia, la escuela,la iglesia y la comunidaddeben recuperar su prota-gonismo en la orientacióndel niño y del adolescente.La moderna psicologíainfantil ha enfatizado lainconveniencia del castigocorporal para el niño; pero,de aceptane tal recomenda-ción, dicho castigo debe ser

fueron. hasta la fecha de su desmantelamien-to, quienes facilitaron la información de todolo que acontecía en el área rural, sobre todo,en los remotos valles y cantones del país.

Siendo las patrullas parte de Ia mismacomunidad, el conocimiento de los hechos yactos ilícitos que ocurrían en Ia dema¡cacióneran conocidos de inmediato por todos,señalando a los autores y precisando losalcances de sus accione:. Esta importanteinformación era transmitida a la autoridadcorrespondiente quien ejercitaba la oponunaacción legal. Desaparecida tal estructura de

control, la autoridad ha perdido un recursovalioso de información y apoyo, lo que hacreado un vacío de seguridad en el ámbitorural el cual difícilmente será cubierto. Lautilización partidaria e ideológica de laspatrullas de barrio y cantón privó a las mismascomunidades de su propio recurso deseguridad comunitaria. Mientras persistan eldebate y oposición a la creación de estosgrupos, muy difícilmente podrán restable-cerse la libre y segura permanencia ycirculación por los más recónditos la¡es de lapatria, ya que será difícil, por no decirimposible, sustituirlos por delegacionespoliciales que cubran cada cantón de nuestrageografía, puesto que ello requeriría unafuerza policial adicional de más de 30.000efectivos. Por supuesto, esta clase de grupossólo puede ser posible a partir de unaconsensuada organización comunilaria. queasegure una plena o, por lo menos, unamayoritaria participación de ciudadanos ensu definición y que asuma al mismo tiempoel compromiso de una eficiente y constanteevaluación de quienes desempeñen estas yotras re sponsabi lidade s de seguridadciudadana.

La contraparte de la delincuencia es elesquema de control que la misma sociedadha creado para regular los diversos actos deIa conducta humana (las leyes); paracompulsionar su cumplimiento (la policía);para sancionar a los infractores (lostribunales) y para resocializar a los convictos(los centros penitenciarios). La inseguridadse ha convefido en la primera preocupación

sustituido por otra acción correctiva, ya que,de lo contrario, se pierde el efecto inmediatode la sanción ejemplarizante, perdiéndoseigualmente la oportunidad para Ia reprensiónmoral y Ia del reforzamiento positivo delcentro rector que cont¡ola el componamien-to del joven .

Un aspecto sobre el que se ha dichomucho y se ha hecho poco es el instrumentode autocontrol de las mismas comunidades.Ciertamente en todos los regímenes, tantoen los gobiemos autoritarios de la derechacomo en los gobiernos totalitarios de laizquierda, se han utilizado grupos deautodefensa que se orientaron más a la luchaideológica que a la misma protección yseguridad antidelincuencial. En El Salvado¡a estos grupos, originalmente creados parael reclutamiento forzoso, se les asignófunciones de vigilancia del orden público y

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de los salvadoreños, según lo demuestranlas respuestas de los encuestados. Elfenómeno, de por sí preocupante, es elcintillo principal de periódicos y noticieros.

Cada día, la prensa escrita y televisada trae

la noticia de nuevas capturas de bandas ycriminales, pero a continuación informansobre la comisión de nuevos delitos y, porsupuesto, sobre nuevas víctimas de esa

vorágine incontenible de irrespeto yviolencia.

El nivel de indignación popular sobre

este lacerante flagelo es de proporcionesinconmensurables. La crispación popular se

agudiza, cuando el ejecutivo presentaanteproyectos de ley sin e[ debido examende sus consecuencias, provocando un clima

de ansiedad al compro-ba¡ su ineficiencia ante

una realidad no consi-derada, generando de

inmediato peticionesde reformas por parte

de la misma estructuragubemamental, con elconsabido agrav a-miento de la seguridadjurídica. Estos mismosanteproyectos, una vez

convenidos en leyes,son cuestionados Porlos mismos operadores

del sistema represivo,quienes consideran que

dichas leyes son limi-tantes de las funcionesque deben cumplir yque, al mismo tiempo,son de extrema pro-tección y benevolencia

controversiales actuaciones, hacen temer una

progresiva descomposición, que puede anulartodo espíritu de superación y todo el conceptooperacional de una policía civil. Es entendiblela falta de experiencia operativa de mandos yde agentes; lo que no es comprensible es lafalta de comprorniso en cuanto a capacitación,disciplina e integridad institucional.

La pronta y cumplida justicia sigue siendo

una frase línca que no toma cuerpo y arraigoen nuestro sistema judicial. Las resolucionesdejueces y magistrados siguen sorprendiendoa propios y extraños y los errores judiciales

solamente son superados por los errorespoliciales. El país entero ha perdido la facultadde sorprenderse porque. cada día. asesinos.

ladrones, violadores y corruptos son puestos

en libertad por omisiones procesalesinexcusables y hasta por errores mecanognífi-cos,, que ponen en entredicho la voluntad yla idoneidad de quienes admini\tran justicia.

Los centros penitenciarios continúandesempeñándose como escuelas del crimenen donde los delincuentes. en fase deiniciación, afinan sus técnicas delictivas y losreincidentes afirman su vocación criminal. Lamasificación de los centros penales y la faltade recursos para un conreniente y

generalizado programa de readaptaciónimplican que tal exigencia no será posiblecumplirla en el corto plazo, con laconsiguiente posibilidad de que a todointemado sólo se le ofrezca. como altemativaa su conducta desviada, el camino de lareincidencia.

Las fuerles peticiones de reformas a un

sistema penal, que había logrado un nivelaceptable en cuanto a las garantías del proceso

y de la humanización de la pena, han puesto

en la picota el compromiso del gobierno para

superar el modelo retributivo fundamentadoen la pena es(igmatizante. El desconcienogenerado por los gritos de unos y los lamentos

de otros. ha evidenciado nuevamente la faltade una Política Criminal, que señale una rutay de una voluntad política que haga posible

su cumplimiento. La decisión actual de darapoyo a una solución de "aquietamiento"permite deducir que el proyecto de reforma

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hacia los delincuentes.En cuanto a la policía, ésta no logra

concretar una firme doctrina de actuación yuna eficaz disciplina de trabajo. Ciertamentele faltan algunos apoyos pero, aun así, tiene

a su disponibilidad recursos y efectivos que

nunca tuvieron los criticados cuerpos de

seguridad. Las evidenciadas deficienciasexhibidas hasta el presente y las

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El desmembramiento social rompió losvínculos que unían el tejido social. Se haperdido el espíritu cohesionador de lasolidaridad, del respeto e incluso de laidentidad que existía al interior de la familia,en la escuela, en Ia iglesia, en la comunidady en el país. Mientras se exalta cada vez másla importancia del interés privado, el biengeneral se degrada y arrincona en lajerarquíade los valores humanos. Esta situación siguepresente en una sociedad desarticulada, queno logra concretar el equili-brio necesarioentre prosperidad económica de unos ybienestar social para otros, con lo que se

podrían asegurar los dere-chos humanosbásicos cuya vigencia sustenta el goce de lapaz.

La solución a la creciente complejidadde la delincuencia pasa necesariamente porla aprobación de una política criminal, cuyabase debe ser una efectiva y dilatada políticasocial. Luego debería alentarse un nuevoprotagonismo a los medios primarios ysecundarios de control social y sólo entoncesdebería concurrir la fase represiva, con planesoperacionales de limpieza y control quepermitirían rescatar gradualmente latranquilidad perdida de la ciudadaníasalvadoreña. (

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penal ha quedado atrapado en laincomprensión de cuáles son ciertamente losfactores criminógenos del delito, sindistinguir, ni mucho menos evaluar, que,siendo los factores sociales losdinamizadores de los factores individuales.cabría esperar una reducción de ladelincuencia, en la medida en quedisminuyeran las deficiencias sociales delesquema imperante.

Hasta el momento podemos evidenciarque, si bien el conflicto de orden milita¡ fuesuperado con la firma de los Acuerdos dePaz, aún persiste el conflicto social el cualno fue resueho y, en consecuencia, continúanvigentes las necesidades primarias queirónicamente sirvieron como banderasjustificantes de la confrontación armada, lacual dejó destrucción física y desmembra-miento social. La destrucción física harequerido el empleo de ingentes recursoseconómicos para levantar la infraestructuraque ya teníamos hace 20 años, restando conello, fondos para impulsar una política so-cial de fuene impacto en las condiciones deescasez, privación y marginación que lamisma guerra y el programa neoliberal hanagudizado en los sectores vulnerables denuestra colectividad nacional.

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