historicidad en hegel

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1 Historicidad y devenir en los concepto de espíritu y absoluto en Hegel Andrés Felipe Hurtado Blandón [email protected] Universidad de Antioquia Resumen:Esta ponencia se propone tratar los conceptos de espíritu y absoluto en Hegel haciendo énfasis en su devenir y carácter histórico. Para comprender este asunto se realiza en primera instancia un breve análisis y explicación sobre cada uno de dichos conceptos; por lo cual se resalta necesariamente su negatividad intrínseca y forma dialéctica en que devienen progresivamente hacia la plenitud de su concepto. Su devenir constante y su historicidad definen su realidad. La forma en que este devenir se desarrolla y el grado de conciencia que se alcanza sobre la historicidad de cada concepto se representa en la figura del espíritu (autoconsciencia libre); por lo tanto, la exposición sobre dichos aspectos (historicidad y devenir) se hace a partir de la explicación de la forma en el espíritu se desenvuelve y configura; ello porque para Hegel Lo absoluto es espíritu y el espíritu es esencialmente absoluto; ningún concepto puede entenderse realmente sin hacer referencia al otro; son complementarios. Finalmente para ilustrar mejor los temas tratados y el problema principal del texto, se hace mención de conceptos como espíritu del pueblo y espíritu universal u obra universal, en el marco de hechos históricos de carácter nacional y mundial, a fin de resaltar algunos aspectos de importancia y pertinencia para una reflexión sobre la actual situación de la humanidad y lo que implica además la formación de los individuos. Palabras claves: espíritu, absoluto, devenir, negatividad, historicidad, autoconocimiento. De hecho lo que somos, lo somos históricamenteHegel INTRODUCCIÓN Y ACLARACIÓN PRELIMINA R Acercarse a las obras de Hegel nunca dejará de ser una tarea tan compleja como fascinante. Ciertamente su lenguaje parece ser oscuro e ininteligible; y pocos son los que llegan a ser lo suficientemente diestros para hacer más claras y asequibles sus ideas, sin olvidar al tiempo, el riesgo que trae consigo el tratar de ejemplificar, descomponer y traducir sus elaborados conceptos en un lenguaje menos arduo. Y aquí precisamente se abordarán algunos de esos conceptos que son sumamente elaborados, tales como el de espíritu, lo absoluto, dialéctica e historia, sobre los que se hace un gran esfuerzo en su comprensión para una adecuada exposición de una manera clara y coherente, en la medida de lo posible, del objeto de reflexión o tema con el que se titula este escrito. He partido de la convicción de que una de las formas en que los conceptos de espíritu y absoluto, tan presentes en Hegel, pueden hacerse un poco más claros, es recurriendo al carácter históricos de los mismos. Sin embargo, es necesario hacer primero un acercamiento a la logicidad de dichos conceptos para poder profundizar, posteriormente, en la historicidad que les es esencial a cada uno de ellos. Para comenzar, vale decir que la filosofía hegeliana se instaura como un programa monista y especulativo (un monismo heraclíteo dicen algunos), esto es, como la concepción de una única

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una revisión historia del concepto hegeliano

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    Historicidad y devenir en los concepto de espritu y absoluto en Hegel

    Andrs Felipe Hurtado Blandn

    [email protected] Universidad de Antioquia

    Resumen:Esta ponencia se propone tratar los conceptos de espritu y absoluto en Hegel haciendo nfasis en su devenir y carcter histrico. Para comprender este asunto se realiza en primera instancia un breve anlisis y explicacin sobre cada uno de dichos conceptos; por lo cual se resalta necesariamente su negatividad intrnseca y forma dialctica en que devienen progresivamente hacia la plenitud de su concepto. Su devenir constante y su historicidad definen su realidad. La forma en que este devenir se desarrolla y el grado de conciencia que se alcanza sobre la historicidad de cada concepto se representa en la figura del espritu (autoconsciencia libre); por lo tanto, la exposicin sobre dichos aspectos (historicidad y devenir) se hace a partir de la explicacin de la forma en el espritu se desenvuelve y configura; ello porque para Hegel Lo absoluto es espritu y el espritu es esencialmente absoluto; ningn concepto puede entenderse realmente sin hacer referencia al otro; son complementarios. Finalmente para ilustrar mejor los temas tratados y el problema principal del texto, se hace mencin de conceptos como espritu del pueblo y espritu universal u obra universal, en el marco de hechos histricos de carcter nacional y mundial, a fin de resaltar algunos aspectos de importancia y pertinencia para una reflexin sobre la actual situacin de la humanidad y lo que implica adems la formacin de los individuos.

    Palabras claves: espritu, absoluto, devenir, negatividad, historicidad, autoconocimiento.

    De hecho lo que somos, lo somos histricamente

    Hegel IN T R O D U C C I N Y A C L A R A C I N P R E L IM IN AR

    Acercarse a las obras de Hegel nunca dejar de ser una tarea tan compleja como fascinante. Ciertamente su lenguaje parece ser oscuro e ininteligible; y pocos son los que llegan a ser lo suficientemente diestros para hacer ms claras y asequibles sus ideas, sin olvidar al tiempo, el riesgo que trae consigo el tratar de ejemplificar, descomponer y traducir sus elaborados conceptos en un lenguaje menos arduo. Y aqu precisamente se abordarn algunos de esos conceptos que son sumamente elaborados, tales como el de espritu, lo absoluto, dialctica e historia, sobre los que se hace un gran esfuerzo en su comprensin para una adecuada exposicin de una manera clara y coherente, en la medida de lo posible, del objeto de reflexin o tema con el que se titula este escrito.

    He partido de la conviccin de que una de las formas en que los conceptos de espritu y

    absoluto, tan presentes en Hegel, pueden hacerse un poco ms claros, es recurriendo al carcter histricos de los mismos. Sin embargo, es necesario hacer primero un acercamiento a la logicidad de dichos conceptos para poder profundizar, posteriormente, en la historicidad que les es esencial a cada uno de ellos.

    Para comenzar, vale decir que la filosofa hegeliana se instaura como un programa monista y

    especulativo (un monismo heraclteo dicen algunos), esto es, como la concepcin de una nica

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    realidad, llamada Uno-Totalidad, en la que todo lo existente tiene su ser y su existencia, est sumergido y determinado en la infinita posibilidad de relaciones entre las partes de esta totalidad, del que cada elemento es una de ellas, y encuentra fundados sus fines ms supremos o esenciales en y con respecto a la totalidad misma, que deviene constantemente. Esta nica realidad es lo absoluto, lo cual es lo mismo decir en trminos especulativos, que el proceso completo por medio del cual deviene progresiva y constantemente como otro-diferente-de-s (como finito) y como s mismo (infinito) en s mismo hacia su autorrealizacin y autoconocimiento efectivo1. Este proceso completo y universal del devenir en s misma como diferente de s de la Uno-totalidad, se comprende en el elevado concepto que expresa lo absoluto como espritu que podemos ver presente tanto en la Fenomenologa como en la Enciclopedia de las ciencias filosficas. Conscientes de la dificultad que implica detenerse en este complejo anlisis de orden lgico, epistmico y metafsico el cual desarrolla magistralmente Dieter Henrich en su famosos texto alteridad y absolutez del espritu- optamos por detenernos en lugar de ello (sin hacer abstraccin de elementos importantes de aquel anlisis) en el proceso de orden fenomenolgico que va desde la finitud del espritu hacia su absolutez, pero refirindonos a este proceso en trminos generales, esto es, como un devenir infinito y progresivo del espritu en el tiempo, hacia su autocomprensin como absoluto, libre y universal.

    En primer lugar, es necesario aclarar entonces que [d]e lo absoluto hay que decir que es

    esencialmente resultado, que slo al final es lo que es en verdad (Hegel, 1993:16); es decir, que a diferencia de la manera habitual en que es tomado el concepto como algo inmediato, abstracto y formal, en Hegel ste no posee la absolutez desde un principio, es decir inmediata y acabadamente, sino que debe devenirlo progresivamente, debe mediarse, negarse de manera constante a travs de sus manifestaciones y determinaciones en el tiempo, hasta alcanzar en cada momento (por va del retorno) el grado de absolutez y universalidad que le sea posible. La absolutez de lo absoluto no es entonces algo que contenga inmediatamente en s mismo, acabado desde un principio, como un presupuesto o punto de partida fijo desde el que se desprende lo dems; la absolutez por el contrario radica fundamentalmente, en el proceso mismo de estar sindolo y hacindose constantemente en relacin con lo otro, con lo no absoluto, lo cual desde el punto de vista del monismo, no puede ser algo externo y ajeno a su concepto sino intrnsecamente ligado con su ser. As pues, lo absoluto no debe ser concebido como algo fijo, dado, abstracto o formal, sino como algo que deviene, que se construye progresiva y constantemente en el tiempo, siendo y mostrndose por ello no como trascendente a ste sino inmanente a la temporalidad e historicidad humana; lo absoluto es, por tanto, slo sindolo. Son precisamente de estas caractersticas de lo absoluto de las que da cuenta el concepto de espritu que hemos de tratar, el cual debe entenderse en primera instancia y con relacin a aqul, como el movimiento o devenir autoconsciente de lo absoluto mismo en el tiempo. Lo absoluto se concibe entonces como espritu en cuanto devenir autoconsciente. El objeto de reflexin de este escrito consiste entonces en resaltar el carcter histrico del concepto de absoluto bajo la figura y dinmica misma del concepto de espritu en Hegel. -Espritu y absoluto son conceptos complementarios en Hegel; no es posible hablar realmente de uno sin hacer referencia al otro-.

    Ahora bien, lo absoluto es entonces esencialmente resultado, slo al final es lo que es en verdad.

    Pero tampoco se reduce a ser un mero resultado que se absolutiza y muestra indiferencia con las condiciones reales que lo llevaron a ser ello, sino que es un resultado producto de un proceso de desarrollo que se apropia y conserva sus momentos, de un proceso en el cual parte de si mismo y se desarrolla en s y a travs de lo diferente de s, de sus opuestos, en razn de la relacin dialctica que establece con stos que es a su vez una relacin negativa consigo. Dicho de otro modo, es el proceso constante de despliegue y devenir de s mismo en y como otro-diferente-de-s hacia la autocomprensin progresiva de lo que realmente es.

    1 Como pensamiento que se piensa a s mismo.

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    As pues, la tesis que pretendo desarrollar, es que para Hegel parte de la realidad de dichos conceptos (de espritu y absoluto) se refleja en los hechos de la Historia en cuanto que devienen fundamentalmente en sta, y como su devenir es su realidad, por lo tanto el carcter histrico de los mismos constituye parte fundamental de esa realidad. En el mismo sentido, se mostrar entonces cmo el autoconocimiento progresivo del espritu como absoluto en su devenir, lo cual tiene por fin y ley (Flrez 1983:213-214) o mandamiento supremo (Hegel 1999:76), slo puede llevarse a cabo y comprenderse como proceso de desarrollo autoconsciente, como un proceso dialctico y negativo en el que lo absoluto como espritu retorna a s cada vez ms cerca de la plenitud de su concepto.

    Dicho todo lo anterior, el modo como se pretende desarrollar entonces el tema es el siguiente:

    en primer lugar, explicar cmo el espritu parte de s mismo, cmo a partir del conocimiento y conciencia de lo que ha sido y es en el momento puede iniciar realmente su despliegue hacia un nivel superior; segundo, explicar cmo en su autodespliegue, en su devenir, se conoce cada vez ms a s mismo como espritu y se hace consciente de la absolutez, infinitud y universalidad que le son esenciales pero que debe esforzarse por desarrollar y actualizar constantemente. Por ltimo, mostrar en qu medida se puede concebir al espritu como una obra universal, es decir, como el saber universal que se ha construido a lo largo de la historia de los hombres y que al devenir como espritu, esto es, como actividad autoconsciente, est determinado por las acciones y conciencia que tengan los mismos hombres como individuos, como naciones y como humanidad en general, de lo que han sido, de lo que son en su presente y del saber que han alcanzado.

    1. EL E S P R IT U D E S M ISM O Hegel nos dice en su Fenomenologa que el espritu no es una cosa abstracta, no es una abstraccin de

    la naturaleza humana, sino algo enteramente individual, activo, absolutamente vivo: es una conciencia, pero tambin su objeto. La existencia del espritu consiste en tenerse a s mismo por objeto (Hegel, 1994:62): es autoconciencia, pensamiento de s mismo que quiere conocer qu es y cmo es, es esencialmente actividad y producto de s mismo; lo qu l es y cmo lo es, es precisamente lo que se ha hecho y el modo como ha llegado a serlo. La conciencia de lo que es en la actualidad, en su presente, se da gracias a la reconciliacin de s mismo con su pasado y a la interiorizacin de ste. El conocimiento de lo que ha sido es requisito fundamental para comprender lo que es. El espritu es por ello su propio comienzo, su historia, su material de reflexin como tambin un fin en s mismo de saberse superado en cada momento.

    El espritu es actividad cognoscitiva, progresivamente autoconsciente, relacionado

    esencialmente consigo y con lo otro diferente de s (el mundo) en el que se determina negndose explicaremos este asunto ms adelante; es sujeto que vuelve sobre s mismo para comprenderse en cuanto se sabe en el deber y el fin de conocerse como espritu mediante un proceso dialctico y especulativo de configuracin y autoconocimiento. El proceso es dialctico por la relacin de oposicin que surge con lo otro, es decir, es el momento de la negacin y determinacin de su conciencia en aquello otro con que se relaciona; es especulativo, porque, al comprender la riqueza y necesidad de dicha relacin negativa para conocerse, supera dicha oposicin unificando los trminos o elementos de sta (el s mismo y lo otro) vinculndolos a la totalidad de su proceso de desarrollo, a su devenir, el cual se muestra entonces como movimiento tendientemente progresivo hacia su absolutez subyacente.

    Ahora bien, luego de este anlisis conceptual, si comenzamos a mirar entonces el asunto desde

    la Historia, es decir, desde la superficie en que se despliega el espritu absoluto en su retorno a s mismo, nos daremos cuenta que el espritu es necesariamente histrico; lo es por razn de que es en la historia, en cada momento de la misma que l, en su devenir, se temporaliza, se finitiza y se determina como espritu particular. En trminos de lo universal y especficamente de la Historia

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    universal, el espritu particular es el espritu de un pueblo (Hegel, 1994:65), de un pueblo tambin particular consciente de s y de sus propias determinaciones, a saber, su cultura, su religin, forma de gobierno, costumbres, leyes, instituciones, facultades y problemas propios y, claro est, el saber intelectual o cientfico que est disponible para su tiempo. El espritu en su devenir hace suyas las determinaciones que le son propias a su poca, las reconoce. El espritu toma conciencia de lo que es a travs de ellas; se conoce a s mismo determinndose; pero, en cuanto se hace consciente y se sabe al mismo tiempo como capaz de trascender la particularidad de su actual determinacin, es capaz de negarse nuevamente como tal, de contradecirse y transformarse; es decir, de adquirir una nueva forma trascendiendo de su estado actual superndose y elevndose de este modo a una nueva configuracin ms universal.

    Cada nueva forma que el espritu adquiere en su continuo devenir hacia s mismo se representa y se hace concreto en la conciencia de los hombres, en los acontecimientos sociales, comportamientos y en cada una de sus producciones artsticas, intelectuales, culturales, etc. Cada nueva configuracin o forma del espritu es producto de la dialctica de sus formas precedentes, y el contenido de stas, lo sustancial de las mismas, en cuanto es reactualizado, pensado y apropiado por el espritu se convierte en patrimonio suyo (Hegel 1993:22, 473) y a la vez de todos (Id. 13, 259) y cada uno de los hombres y de las pocas siguientes; constituye aquella riqueza espiritual que le permite a la humanidad comprenderse a s misma a travs de su devenir continuo en la historia.

    Comprendemos entonces que el espritu parte de s mismo, porque ste slo comienza por su

    propio ser y no est en relacin mas que con sus propias determinaciones (Hegel 1969:340, Zusatz); pero, dichas determinaciones no le son absolutamente exteriores y ajenas a l, devienen propiedad suya, pues el terreno del espritu es bastante amplio y lo abarca todo, encierra todo cuanto ha interesado e interesa todava al hombre (1994:59). Aquello que lo determina en su momento, es lo que l voluntariamente ha permitido que le determine, en cuanto libre, pero no porque pueda elegir entre una y otra determinacin de manera arbitraria, sino porque sus determinaciones como relaciones de necesaria oposicin, y la posterior superacin de stas, reafirman y enriquecen su autoconsciencia, su saber de s, reactualizan su propio devenir y constituyen el preludio necesario de sus nuevas formas y producciones. Por ende, el espritu debe partir necesariamente de s mismo, porque slo en s mismo, en su historia, en lo que ha devenido y recorrido en el tiempo de mltiples formas, es lo que constituye su ser; es el lugar donde encuentra el material y contenido de toda reflexin y transformacin posible, y es aquello que por medio de su capacidad de autoconciencia, le permite conocerse a s mismo y comprender la absolutez y universalidad que le es inmanente, esencial, pero que debe esforzarse en desarrollar, pues, no le basta al espritu saberse absoluto, infinito y universal para serlo realmente (no slo formalmente), debe realizarlo; mas dicha realizacin debe ser un resultado, resultado de su propia actividad libre, de su despliegue en el tiempo, de su devenir, de su proceso, porque slo al final es lo que es en verdad como se anotaba anteriormente respecto al concepto de lo absoluto.

    Finalmente, el espritu parte de s mismo porque slo en s mismo, en su historia, en su esencia y memoria, est contenido lo que ha sido a travs de los tiempos, lo que es en el momento y las potencialidades y posibilidades de lo que puede llegar a ser.

    2. EL ES P R IT U E N S U D E S P L IE G U E Hegel, a diferencia de aquellos sistemas filosficos que tienen por objeto lo absoluto en la forma

    de Dios, la sustancia, la verdad, el Yo, etc., y que slo se relacionan con ste por medio de abstractos raciocinios, de la fe o el mero sentimiento, situndolo ms all del conocimiento del hombre como si fuese trascedente a ste, insiste constantemente en que lo absoluto sea no slo sentido (Cf. 1994: 53) e intuido de manera simple sino adems realmente concebido (Cf. 1993:10,12, 44-46), es decir, pensado, conocido, comprendido, expresado en su concepto como espritu y develado en su devenir continuo en la historia como resultado de un proceso racional, negativo y dialctico. Y la clave est precisamente en saber que el lugar o la superficie en que deviene lo

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    absoluto como espritu (1993: 19) es precisamente la historia como ya lo hemos anotado, la historia de la humanidad en su infinita variedad y riqueza. Y como se trata precisamente de la historia de los hombres, y son los hombres los encargados de hacer su propia historia, y dado que el espritu deviene constantemente en sta, en la nica que existe, son tambin por ello los individuos autoconscientes, los nicos encargados de transformar al propio espritu. Y es que el espritu absoluto no se encuentra tampoco suspendido en las nubes como un dios, sino que se encuentra encarnado en la conciencia de los hombres y en cada uno de sus comportamientos y creaciones; as, cuando hablbamos anteriormente de un espritu particular, del espritu de un pueblo, se trata precisamente de eso, de la necesidad de temporalizacin, concrecin y finitizacin del espritu absoluto en su devenir bajo mltiples formas, con lo cual se hace evidente y efectiva su realidad. Y su realidad y existencia consiste en tenerse a s mismo como objeto, en saberse a s mismo como conciencia, libre, en actuar como espritu vivo, esencialmente activo.

    Pero entonces, cabe la pregunta de en qu consiste no slo la absolutez del espritu sino

    adems su universalidad e infinitud? Estos conceptos, al igual que el de lo absoluto, slo son verdaderos realmente como resultado, y el resultado no es por s slo como trmino (Ende) real y verdadero sino que lo es en unin con su devenir (1993:8); por lo tanto, dichos conceptos adquieren su sentido y realidad slo en cuanto el espritu, en su acto esencial de conocerse a s mismo, se vea como capaz de trascender su particularidad en cada momento determinado, en cada poca, de comprender que en sus mltiples manifestaciones en el tiempo ha sido l mismo el sujeto eterno esencialmente activo y el agente de stas, siendo de esta manera producto de s mismo, consciente de que su devenir es racional y que las determinaciones no slo son delimitaciones sino adems formas de sus propias producciones o contenidos a su disposicin, y que por lo tanto, es por ello pleno y de adems de eso libre, en tanto capaz de autodeterminacin. Entonces como resultado, el espritu es capaz de comprender que en su esencia es potencialmente infinito y absoluto desarrollndose continua y progresivamente, y que en cuanto sus determinaciones, capacidades y acciones lo abarcan todo es tambin l histrico y universal.

    El despliegue y fin del espritu consiste entonces en lo siguiente: en partir de s mismo, del

    saber de qu es, qu ha sido y cmo ha llegado a serlo para, de esta manera, transformarse y conocerse cada vez ms como lo que realmente es. Pero para conocerse como lo que realmente es tiene que convertirse primero en lo que no es, es una exigencia de la negatividad que le es intrnseca, y por ello tiene que negarse constantemente, devenir, para superarse poco a poco.

    El espritu para convertirse en lo que realmente es debe devenir, debe primero contradecirse a

    s mismo en lo otro de s y conocerse como resultado de haber superado esa contradiccin, resultado de haber superado la enajenacin de su esencia en lo opuesto de s o en lo que no corresponde realmente a ella (no en cuanto no hace parte de ella sino en cuanto no constituye su mejor expresin) , y resultado de devenir constante y progresivamente hacia s mismo: hacia la absolutez, infinitud y universalidad que le es intrnseca.

    El que la negatividad y racionalidad sean intrnsecas tanto al espritu como a todas las cosas

    (Cf. Hegel 1976:362), quiere decir que cada cosa est ligada [esencialmente] con su opuesto, para ser lo que realmente es, tiene que convertirse primero en lo que no es (Cf. Marcuse 1980:126). La negatividad de cada cosa -y del conocimiento-, su necesidad, posibilidad y capacidad de relacionarse con lo otro constituye el preludio necesario de su realidad (Id. 70); slo en este relacionarse es que cada cosa puede diferenciarse de lo otro y construir la identidad de su ser y existencia a partir de la relacin con aquello otro. As, el espritu en su despliegue debe necesariamente determinarse para desarrollar su potencial, pero como toda determinacin es negacin, citando a Spinoza (carta 50, a Jelles), entonces dicho despliegue y dicho desarrollo deben realizarse de manera negativa, es decir, dialcticamente. Si el espritu no se niega, es decir, sino se determina y no se relaciona con lo que l no es, entonces permanece en la ignorancia de s, abstracto, fro, vaco, finito, enajenado en su propia particularidad y por tanto, petrificado en el tiempo, casi muerto. Pero como el espritu es

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    esencialmente activo, es sujeto, tiene por ende en s la capacidad de autodesplegarse y negarse a s mismo relacionndose con lo otro. Sin embargo, este otro, que en un principio parece amenazante y extrao, negativo de s, se convierte para el espritu, luego de que ste comprende su propio ser autoconciente y sus facultades nsitas, en lo otro-de-s-mismo, es decir, en aquello en que l se ve a s mismo como espritu y tambin como ese algo propio con lo cual ha entablado una relacin fructfera y determinante para su ser.

    El espritu, que en su esencia es absoluto y que se esfuerza constantemente por hacerlo efectivo,

    slo conquista su verdad cuando es capaz de encontrarse a s mismo en el absoluto desgarramiento (Hegel 1993:24); slo en cuanto le hace frente a lo negativo, a lo otro de s mismo, se niega y determina en ste, lo supera conocindolo y comprendindolo en s como parte determinante de su ser, se hace por ende realmente absoluto y universal. El espritu en su propio despliegue, en la medida en que se apropia de todo aquello que no es y lo hace determinante de su ser, se puede llamar a s mismo universal y obra de s mismo, resultado de su propio devenir.

    3. EL ES P R IT U A B S O L U T O : U N A O B R A U N IV E R S A L Hasta ahora, hemos visto cmo en la medida en que el espritu se conoce cada vez ms a s

    mismo a travs de su historia y de las determinaciones que le son propias en cada poca, en cada momento, se va dando cuenta que en su esencia es potencialmente absoluto, infinito y universal, pero no como una potencia intacta que espera pacientemente el momento adecuado para ser desarrollada, sino una potencia que se encuentra en desarrollo progresivo y que depende su realizacin plena de la capacidad que tenga el mismo espritu de conocerse cada vez ms a s mismo como lo que realmente es, esto es, como autoconsciencia libre. Se ha explicado tambin cmo a partir de la negatividad y racionalidad que contiene en s lo uno y lo otro, el espritu y las cosas: lo absoluto (monismo), es que las relaciones se producen y las transformaciones se efectan,- todo deviene. Se comprende entonces tambin cmo a partir de esta forma de actuar del espritu, como un sujeto con conciencia de s y de lo otro de s, que se despliega constantemente en el tiempo, conocindose y producindose como su obra, que en cuanto absolutamente susceptible de ser transformada, dada su naturaleza negativa y activa del espritu, se puede concebir por ello como una obra en movimiento o una obra universal que deviene. Una obra universal producto del espritu como un absoluto en devenir. Su universalidad se da gracias a la capacidad que tiene el espritu de comprender que lo abarca todo y que constituye tanto el pasado como el presente de los hombres, el presente que ahora existe y que est configurado por todos los hechos histricos que lo han precedido. As por ejemplo, para clarificar el asunto, decimos que nuestro espritu colombiano, si hemos de concebir que existe tal, que es un espritu particular respecto al espritu universal agente supremo y obra de s en la historia universal, est configurado por determinaciones como la colonizacin espaola, la adquisicin de la independencia, la opresin norteamericana, la guerra casi centenaria que lo agobia, los triunfos y fracasos de sus gobiernos, la no explotacin colectiva y equitativa de sus riquezas naturales, etc. Cada pueblo, cada nacin constituye un espritu particular; la totalidad de estos espritus constituyen al espritu absoluto y universal; pero, no debemos olvidar que cada espritu particular es una manifestacin y forma singular de un mismo espritu: el espritu absoluto y universal que retorna cada vez ms a s mismo a travs de su devenir en el tiempo en aras de alcanzar progresivamente la plenitud de su libertad. Cada espritu particular es una obra de s mismo, y en su interior, da cuenta de la totalidad de las determinaciones histricas que lo constituyen; acercarse por ello al espritu colombiano, es decir, a la conciencia que los colombianos tienen de su propia historia y de su presente, es acercarse a su identidad, a sus proyectos y problemas, a su religin, tradicin, cultura, conocimiento cientfico, sentido social, forma de gobierno etc., es acercarse a la totalidad de este espritu. De igual manera pasa con el espritu peruano, venezolano, alemn, etc., cada espritu es obra de s mismo y contiene en s su historia y sus propias determinaciones.

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    Al espritu absoluto y universal lo constituyen la diversidad de stos espritus o, mejor dicho, la diversidad de sus formas. El espritu absoluto es obra de s mismo, y en tanto universal, como espritu que lo abarca todo, es en s mismo una obra universal. Si un espritu particular consiste en la conciencia que tiene de s un pueblo o una nacin particular, el espritu absoluto en su carcter histrico consiste en la conciencia que tiene la humanidad en general de lo que ha sido y de lo que es en el momento; as, es propio del espritu absoluto aquellos hechos que han tenido en la historia un alcance mundial, por ejemplo, los logros cientficos y sapientes de Mesopotamia, Sumeria, Egipto y Grecia, las colonizaciones de Cartago y Roma, los triunfos de Alejandro Magno, las predicaciones de figuras histricas como Buda, Jess y Mahoma, el medioevo, la modernidad, las cruzadas de la Iglesia, las colonizaciones europeas, las principales revoluciones, las dos guerras mundiales, etc., y actualmente problemas como el calentamiento global, la pobreza, el sida, que tienen un alcance mundial y es responsabilidad de cada nacin tomar consciencia de sus dimensiones y necesarias acciones al respecto. Por lo tanto, el espritu absoluto es la historia de la humanidad, es una obra universal que est a disposicin de la conciencia de los hombres y se hace manifiesta de infinitas formas: por medio del arte, la religin, las ciencias, las culturas, la fuerza, y la filosofa misma; tambin se manifiesta en la conciencia y en las acciones de los individuos universales, estos son, los individuos que conocen el espritu de su tiempo: sus determinaciones, sus triunfos y fracasos, sus necesidades, problemas, capacidades, preocupaciones, etc., y que no se encuentran limitados por condiciones de identidad nacional, religiosa, ideolgica o racial, sino elevados al espritu universal, esto es, a la humanidad en general.

    En conclusin, el espritu como absoluto y lo absoluto en cuanto espritu, visto desde su

    carcter histrico -lo cual no es ajeno a la riqueza de sus conceptos sino que le es absolutamente propio-, constituyen y dan cuenta del devenir del saber y de la conciencia de los hombres como un proceso de desarrollo y autoconocimiento que abarca todo cuanto ha vivido, conocido, afecta e interesa todava al hombre; constituyen una obra universal que es producto de la humanidad misma, quien a lo largo de la historia se la apropia cada vez ms conocindola y comprendindola como tal; dicha humanidad encarna a su vez la negatividad y positividad del espritu absoluto, puesto que es quien le da movimiento, lo transforma, segn las necesidades, determinaciones y condiciones especficas que le son propias en cada momento, en cada poca. La obra universal es pues el referente de cualquier pensamiento o accin libre y racional del hombre, contiene en s la totalidad del saber alcanzado, constituye la sustancia misma del espritu, es decir, la sustancia espiritual del hombre.

    Y ya para terminar, quisiera citar precisamente el prrafo que me inspir a elaborar este escrito: El espritu es la sustancia y la esencia universal, igual a s misma y permanente -el inconmovible e irreductible fundamento y punto de partida del obrar de todos- y su fin y su meta, como el en s pensado de toda autoconciencia. Esta sustancia es, asimismo, la obra universal, que se engendra como su unidad e igualdad mediante el obrar de todos y de cada uno, pues es el ser para s, es, el obrar [del espritu]. (1993:259-260)

    BIB L IO G RA F A

    FLRES , RAM IRO .

    La dialctica de la historia en Hegel. Madrid, Editorial Gredos, 1983.

    HEGEL , G. W. F.

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    Filosofa del espritu. Traduccin de E. Barriobero y Herran, Editorial Claridad, Buenos Aires, 1969.

    Ciencia de la lgica. Traduccin de Augusta y Rodolfo Mondolfo, Ediciones Solar, Buenos Aires, 1976. Fenomenologa del espritu. Traduccin de Wenceslao Roces, Fondo de Cultura Econmica, Mxico-Colombia, 1993.

    Lecciones sobre la filosofa de la historia universal. Altaya, Barcelona, 1994.

    Lecciones sobre la filosofa de la historia universal. Trad. Jose Gaos, Alianza editorial, Madrid, 1999.

    MARCUSE , HERBERT .

    Razn y Revolucin. Traduccin de Julieta Fombona y Francisco Rubio Llorente. Quinta edicin, Alianza Editorial, Madrid, 1980.