la epÍstola de santiago

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LA EPÍSTOLA DE SANTIAGO Introducción «[Santiago es] un predicador que habla como un profeta … en un lenguaje que por su energía no tiene paralelo en la antigua literatura cristiana, con la excepción de los discursos de Jesús.» Theodor Zahn I. Su singular puesto en el Canon La baja estima en que Lutero tenía a la Epístola de Santiago como «Epístola de paja» estaba totalmente equivocada. El malentendido de Lutero acerca de la enseñanza de Santiago sobre las buenas obras en medio de la dura batalla del Reformador contra los que enseñaban la salvación por la fe ayudada por las obras le hizo errar aquí. No es el único en juzgar equivocadamente ésta la más antigua de las Cartas Cristianas. Algunos han designado el libro como «una sucesión de perlas», sugiriendo que no hay cohesión en esta Carta, sino varios párrafos bien trabajados y unidos. En realidad, este librito es una obra maestra de escritura didáctica. Tiene un intenso sabor judío, incluso en su referencia a la asamblea cristiana (2:2, gr.) como «sinagoga» — sencillamente el término griego para congregación, pero que pronto se emplearía de manera exclusiva para las congregaciones judías, como en la actualidad. En cinco breves capítulos, Santiago emplea treinta veces la naturaleza para ilustrar la verdad espiritual. Aquí le vienen a uno a la mente las enseñanzas de nuestro Señor. Es una Epístola muy práctica. Trata de temas muy impopulares, como el control de la propia lengua, el peligro de adular a los ricos, y la necesidad de mostrar la realidad de nuestra fe con nuestras vidas. II. Paternidad

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LA EPÍSTOLA DE SANTIAGOIntroducción«[Santiago es] un predicador que habla como un profeta … en un lenguaje que por suenergía no tiene paralelo en la antigua literatura cristiana, con la excepción de losdiscursos de Jesús.»Theodor ZahnI. Su singular puesto en el CanonLa baja estima en que Lutero tenía a la Epístola de Santiago como «Epístola de paja»estaba totalmente equivocada. El malentendido de Lutero acerca de la enseñanza deSantiago sobre las buenas obras en medio de la dura batalla del Reformador contra los queenseñaban la salvación por la fe ayudada por las obras le hizo errar aquí. No es el único enjuzgar equivocadamente ésta la más antigua de las Cartas Cristianas. Algunos handesignado el libro como «una sucesión de perlas», sugiriendo que no hay cohesión en estaCarta, sino varios párrafos bien trabajados y unidos.En realidad, este librito es una obra maestra de escritura didáctica. Tiene un intensosabor judío, incluso en su referencia a la asamblea cristiana (2:2, gr.) como «sinagoga» —sencillamente el término griego para congregación, pero que pronto se emplearía de maneraexclusiva para las congregaciones judías, como en la actualidad.En cinco breves capítulos, Santiago emplea treinta veces la naturaleza para ilustrar laverdad espiritual. Aquí le vienen a uno a la mente las enseñanzas de nuestro Señor.Es una Epístola muy práctica. Trata de temas muy impopulares, como el control de lapropia lengua, el peligro de adular a los ricos, y la necesidad de mostrar la realidad denuestra fe con nuestras vidas.

II. PaternidadMuchos nombres bíblicos han cambiado en su viaje desde el hebreo al griego, latín yfinalmente al castellano. Ninguno es más diferente en forma con respecto a su origen que«Santiago», que traduce el griego «Iakobos», tomado del hebreo Yaakov («Jacob»). Elnombre Santiago proviene de la fusión en la lengua castellana de las dos partículas SantoIacob o Sant Iago, que luego sufrió otras modificaciones, como incluso se puede observaren la versión Reina de 1569, donde el título del libro es: La Epístola Universal de S. Tiago.De pasada, Diego es otra forma de Tiago.El nombre Jacob era muy popular entre los judíos, y hay cuatro hombres que tienen estenombre en el NT. Cada uno de ellos ha sido sugerido como el Escritor de esta epístola, perocon diferentes grados de probabilidad y de apoyo académico.1. El Apóstol Jacobo, hijo de Zebedeo y hermano de Juan (Mt. 4:21). Si el ApóstolJacobo fue el autor, no habría habido tantas dificultades para aceptar esta carta durantetanto tiempo (véase más abajo). Además, Jacobo sufrió el martirio en el 44 d.C., lo cualprobablemente fue antes que el libro fuese escrito.

2. Jacobo hijo de Alfeo (Mt. 10:3). Es casi desconocido, excepto por estar en las listas delos apóstoles. El hecho de que el autor se refiera a sí mismo como «Santiago» [Jacobo] sinmás títulos distintivos muestra que era bien conocido en aquel entonces.3. Jacobo el padre de Judas (no el Iscariote, Lc. 6:16). Este hombre era aún másdesconocido, y puede ser dejado de lado con seguridad.4. Jacobo el medio hermano de nuestro Señor (Mt. 13:55; Gá. 1:19). Este es casi seguroel autor de nuestra Epístola. Es bien conocido, pero modesto, porque no menciona suvinculación familiar con Cristo (véase también la Introducción a Judas). Es el hombre quepresidió el Concilio de Jerusalén y que se quedó en aquella ciudad hasta su muerte. Fuenotable como cristiano muy judío, con un estilo de vida sumamente estricto. En resumen, esrecordado por la Historia (Josefo) y por la tradición de la iglesia como precisamente aquelcristiano que habría escrito una Epístola así.Evidencia ExternaSantiago tiene uno de los testimonios externos más débiles, siendo sólo aludida, perono citada, por los más tempranos padres de la iglesia. Tampoco aparece en el Canon deMuratori. Esto se debe probablemente a que procedía de Jerusalén, se dirigía a los JudíosOrientales, y a muchos les parecía que contradecía a Pablo tocante a la justificación por lafe.Sin embargo, Santiago es citada por Cirilo de Jerusalén, Gregorio Nazianceno, Atanasioy Jerónimo. Eusebio nos dice que Santiago estaba entre los escritos contradichos(antilegomena) por algunos cristianos, pero él mismo lo cita como Sagrada Escritura.Evidencia InternaLa evidencia interna en favor de Santiago es muy poderosa. Armoniza con lo quesabemos del estilo de Santiago en base de Hechos y Gálatas, y también con la historia de laDispersión que conocemos de otras fuentes. No hay razones para que un falsificadorfraguase un libro así; no contiene adiciones de doctrinas fundamentales (comoinvariablemente sucede con las falsificaciones heréticas del siglo segundo). Josefo nos diceque Santiago tenía muy buena reputación entre los judíos por su devoción a la ley, pero quefue martirizado por dar testimonio de su Mesías cuando tal cosa estaba prohibida. Estehistoriador judío cuenta que Santiago fue lapidado por orden del sumo sacerdote Ananías.Eusebio nos dice que Santiago fue echado abajo desde el pináculo del templo, y finalmentemaceado hasta morir. Hegesipo combina estas dos tradiciones.El argumento de que el estilo griego de la Epístola de Santiago es «demasiado bueno»para un judío palestino demuestra una vergonzosa ignorancia de los asombrosos talentosintelectuales del pueblo escogido.

III. FechaDice Josefo que Santiago fue muerto en el 62, por lo que la Carta ha de ser anterior a

esta fecha. Por cuanto la Epístola ni menciona las decisiones acerca de la ley adoptadas enel Concilio de Jerusalén (48 o 49 d.C.), reunión que presidió Santiago (Hch. 15), se aceptamuy ampliamente una fecha entre el 45 y el 48 d.C.

IV. Trasfondo y TemaAunque puede que este fuese el primer libro del Nuevo Testamento en ser escrito, ytiene por ello un intenso sabor judío, sus enseñanzas no deben ser relegadas a otra época.Son de aplicación para nosotros hoy, y muy necesarias.Para conseguir su propósito, Santiago acude una y otra vez a las enseñanzas del SeñorJesús en el Sermón del Monte. Esto se puede ver fácilmente mediante las siguientescomparaciones:Tema Santiago Paralelo en MateoAdversidad 1:2, 12; 5:10 5:10–12Oración 1:5; 4:3; 6:6–135:13–18 7:7–12El ojo sencillo 1:8; 4:8 6:22, 23Las riquezas 1:10, 11; 2:6, 7 6:19–21, 24–34La ira 1:19, 20; 4:1 5:22Mera profesión 1:26, 27 6:1–18La ley regia 2:8 7:12Misericordia 2:13 5:7Fe y obras 2:14–26 7:15–27Raíz y frutos 3:11, 12 7:16–20La verdadera sabiduría 3:13 7:24El pacificador 3:17, 18 5:9Juzgar a otros 4:11, 12 7:1–5Tesoros vanos 5:2 6:19Juramentos 5:12 5:33–37En esta carta hay frecuentes referencias a la ley. Es llamada «la ley perfecta» (1:25), «laley regia» (2:8) y «la ley de la libertad» (2:12). Santiago no enseña que sus lectores esténbajo la ley para salvación ni como norma de vida. Más bien, se citan porciones de la leycomo instrucción en justicia para aquellos que están bajo la gracia.En Santiago hay muchas semejanzas a los libros de Proverbios. Lo mismo queProverbios, su estilo es tosco, vívido, gráfico y difícil de bosquejar. La palabra sabiduríaaparece una y otra vez.Otra palabra clave en Santiago es hermanos. Aparece quince veces, y nos recuerda queSantiago está escribiendo a creyentes, aunque en ocasiones parezca dirigirse también a losinconversos.En algunas formas, la carta de Santiago es la más autoritaria en el Nuevo Testamento.Es decir, Santiago da instrucciones con mayor profusión que cualquiera de los otrosescritores. En el breve espacio de ciento ocho versículos hay cincuenta y cuatromandamientos (formas imperativas).

BOSQUEJOI. SALUTACIÓN (1:1)II. PRUEBAS Y TENTACIONES (1:2–17)

III. LA PALABRA DE DIOS (1:18–27)IV. CONDENA DE LA PARCIALIDAD (2:1–13)V. LA FE Y LAS OBRAS (2:14–26)VI. LA LENGUA: SU USO Y ABUSO (3:1–12)VII. SABIDURÍA: LA VERDADERA Y LA FALSA (3:13–18)VIII. LA CODICIA: SU CAUSA Y SU CURA (Cap. 4)IX. LOS RICOS Y SU VENIDERO REMORDIMIENTO (5:1–6)X. EXHORTACIÓN A LA PACIENCIA (5:7–12)XI. LA ORACIÓN Y LA SANIDAD DE LOS ENFERMOS (5:13–20)

ComentarioI. SALUTACIÓN (1:1)El escritor se presenta como Santiago, siervo de Dios y del Señor Jesucristo. Si elautor era el medio hermano del Señor, como creemos, entonces se había producido unmaravilloso cambio en su vida. En el pasado, no creía en el Señor Jesús (Jn. 7:5). Puedeque compartiese el punto de vista de que Jesús estaba fuera de Sí (Mr. 3:21). Pero nuestroSeñor sembró pacientemente la semilla de la palabra. Aunque sin ser apreciado, enseñó losgrandes principios del reino de Dios. Luego la semilla arraigó en la vida de Santiago. Tuvolugar una poderosa transformación. El escéptico vino a ser siervo. ¡Y no se avergonzaba deconfesarlo!Al designarse como siervo de Dios y del Señor Jesucristo, Santiago ponecorrectamente a Dios y al Señor Jesucristo al mismo nivel, como iguales. Honra al Hijoasí como honra al Padre (Jn. 5:23). Santiago sabía que «nadie puede servir a dos señores»(Mt. 6:24). Pero habla de sí mismo como siervo de Dios y del Señor Jesucristo. No haycontradicción aquí, porque Dios el Padre y Dios el Hijo son el mismo Dios.La Carta se dirige a las doce tribus que están en la dispersión (Gr., Diaspora). Estosdestinatarios eran judíos de nacimiento, y pertenecían a las doce tribus de Israel. Debido alpecado de Israel, el pueblo había sido echado de su tierra nativa y estaba ahora dispersadopor los países alrededor del Mediterráneo. La dispersión original tuvo lugar cuando las dieztribus fueron llevadas al cautiverio por los asirios, 721 a.C. Algunos de ellos volvieron a latierra en los días de Esdras y Nehemías, pero sólo un remanente. En el Día de Pentecostés,visitaban Jerusalén judíos devotos procedentes de todas las naciones del mundo entoncesconocido (Hch. 2:4). A estos se les podría llamar apropiadamente judíos de la dispersión.Pero con posterioridad tuvo lugar una dispersión de judíos cristianos. En Hechos 8:1leemos que los primitivos cristianos (mayormente de linaje judío) fueron esparcidos porJudea y Samaria a causa de las persecuciones de Saulo. Es a esta dispersión a la que se hace

referencia cuando leemos que los creyentes fueron echados a Fenicia, Chipre y Antioquía.Por ello, los destinatarios de la carta de Santiago podrían haber sido judíos que habían sidodispersados en cualquiera de estas ocasiones de crisis.Por cuanto todos los creyentes somos extranjeros y peregrinos en este mundo (Fil. 3:20;1 P. 2:11), podemos aplicarnos esta Carta, aunque no fuese escrita directamente a nosotros.Una cuestión más difícil es saber si Santiago se está dirigiendo a judíos no cristianos, ajudíos que se habían convertido a Cristo, o a ambos, judíos creyentes y no creyentes. Pareceque el autor está escribiendo primordialmente a creyentes genuinos, renacidos (1:18). Perohay veces en las que parece estar dirigiéndose a profesantes cristianos o incluso a losinconversos. Ésta es una demostración de la fecha muy temprana de la carta. La rotura entrelos hebreos cristianos y los judíos no creyentes todavía no era un hecho consumado.

II. PRUEBAS Y TENTACIONES (1:2–17)1:2 En esta sección, Santiago trata acerca de la cuestión de la tentación. Emplea estapalabra en dos sentidos diferentes. En los versículos 2–12 las tentaciones son lo quepodríamos denominar pruebas santas, o problemas enviados por Dios, y que ponen aprueba la realidad de nuestra fe y producen mayor identificación con Cristo. En losversículos 13–17, en cambio, el tema es tentaciones impías, que surgen de dentro, y queconducen al pecado. La vida cristiana está repleta de problemas. Vienen no invitados einesperados. A veces vienen en soitario, y a veces en enjambre. Son inevitables. Santiagono dice si os halláis en diversas pruebas, sino cuando os halléis. Nunca podremoslibrarnos de ellas. La cuestión es: «¿Qué vamos a hacer con ellas?».Hay varias posibles actitudes que podemos adoptar ante los dolores y pruebas de lavida. Podemos rebelarnos (He. 12:5) asumiendo un espíritu de desafío que emprenderá elcamino a la victoria por nuestro propio poder. Por otra parte, podemos desalentarnos oceder bajo la presión (He. 12:5). Esto no es más que fatalismo. Lleva a poner en dudaincluso el cuidado del Señor por nosotros. O podemos murmurar y quejarnos de nuestraspruebas. Contra esto nos advierte Pablo en 1 Corintios 10:10. Otra opción es revolcarnos ennuestra autocompasión, sin pensar en nadie más que en nosotros mismos y tratando delograr simpatía de los demás. O mejor, podemos ser ejercitados por las dificultades yperplejidades de la vida (He. 12:11). Podemos venir a decir: «Dios ha permitido que estaprueba me alcance. Tiene en ella algún buen propósito para mí. No sé cuál es estepropósito, pero intentaré descubrirlo. Quiero que Sus propósitos sean obrados en mi vida».Por eso mismo aboga Santiago: Hermanos míos, tened por sumo gozo cuando os halléisen diversas pruebas. ¡No nos rebelemos! ¡No desfallezcamos! ¡Regocijémonos! Estosproblemas no son enemigos, viniendo a destruirte. Son amigos que han venido paraayudarte a desarrollar el carácter cristiano.Dios está intentando producir la semejanza a Cristo en cada uno de Sus hijos. Este

proceso inevitablemente involucra sufrimiento, frustración y perplejidad. El fruto delEspíritu no puede ser producido cuando todo es luz del sol; ha de haber lluvia y nubesnegras. Las pruebas nunca parecen gratas; parecen muy difíciles e ingratas. Pero despuésdan el fruto apacible de justicia a los que han sido ejercitados por ellas (He. 12:11).¡Cuántas veces oímos decir a un cristiano que ha pasado alguna gran crisis: «No fuefácil de vivirlo, pero no daría aquella experiencia por nada»!1:3 Santiago se refiere a la prueba de vuestra fe. Presenta la fe como un metalprecioso que está siendo probado por el Afinador (Dios) para ver si es genuino. El metal essometido a los fuegos de la persecución, enfermedad, padecimiento o dolor. Sin problemas,nunca desarrollaríamos paciencia. Hasta los hombres del mundo se dan cuenta de que losproblemas fortalecen el carácter. Charles Kettering, un conocido capitán de la industria,dijo en una ocasión: «Los problemas son el precio del progreso. No me traigáis nadaexcepto problemas. Las buenas noticias me debilitan».1:4 Mas tenga la paciencia su obra completa, dice Santiago. Cuando vienen losproblemas, algunas veces nos desesperamos y empleamos medios frenéticos para abreviarla prueba. Sin consultar al Señor respecto a Sus propósitos en la cuestión, por ejemplo, nosprecipitamos al médico y tomamos grandes dosis de medicina para abreviar la prueba. Conesto en realidad podemos estar estorbando el programa de Dios para nuestras vidas. Y esposible que podamos tener que sufrir una prueba más larga en el futuro antes que Supropósito en particular se cumpla en nosotros. No deberíamos poner trabas al desarrollo dela paciencia en nuestras vidas. Si cooperamos con Dios, nos volveremos cristianosmaduros, completos, sin que nos falte cosa alguna de las gracias del Espíritu.No deberíamos desesperar ni desalentarnos al pasar por pruebas. No hay ningúnproblema demasiado grande para nuestro Padre. Algunos problemas de la vida nunca sonquitados. Hemos de aprender a aceptarlos y a probar que Su gracia es suficiente. Pablopidió tres veces al Señor que le quitase una enfermedad física. El Señor no la eliminó, perole dio a Pablo la gracia de soportarla (2 Co. 12:8–10).Cuando hacemos frente a problemas en la vida que Dios evidentemente no va aquitarnos, deberíamos ser dóciles a Su voluntad. Una muy dotada poetisa cristiana ciegaescribió estas líneas cuando tenía ocho años:¡Cuán feliz mi alma esAunque yo no puedo ver!He resuelto que en este mundoContenta habré de ser.¡Cuántas bendiciones tengo yoQue otros no pueden disfrutar!Llorar por ser ciega y suspirarNo debo hacer y no lo haré.Fanny Crosby

La paz viene con la sumisión a la voluntad de Dios.Algunos problemas de la vida son quitados cuando hemos aprendido nuestras leccionesde ellos. Tan pronto como el Afinador ve Su imagen en el metal fundido, aparta el fuego.La mayoría de nosotros carece de sabiduría para contemplar las presiones de la vida desdela perspectiva de Dios. Adoptamos una perspectiva a corto plazo, y nos sumimos en laincomodidad inmediata. Olvidamos que el propósito sin prisas de Dios es ensancharnos pormedio de la presión (Sal. 4:1, JND).1:5 No tenemos que hacer frente a los problemas de la vida con nuestra propiasabiduría. Si, en el tiempo de la prueba, carecemos de discernimiento espiritual, deberíamosacudir a Dios y confesarle todo acerca de nuestra perplejidad e ignorancia. Todos los queson así ejercitados para encontrar los propósitos de Dios en las pruebas seránabundantemente recompensados. Y no tienen que preocuparse de que Dios les vaya areñir; se agrada cuando somos receptivos y dúctiles. Todos carecemos de sabiduría. LaBiblia no nos da respuestas específicas a los innumerables problemas que surgen en la vida.No soluciona problemas con respuestas detalladas; lo que nos da la palabra de Dios esprincipios generales. Nosotros hemos de aplicar estos principios a los problemas según sevan suscitando en la vida cotidiana. Por eso necesitamos sabiduría. La sabiduría espirituales la aplicación práctica de las enseñanzas de nuestro Señor a las situaciones diarias.1:6–8 Hemos de acercarnos a Dios con fe, no dudando nada. Hemos de creer que Élama y se cuida, y que nada es imposible para con Él. Si dudamos de Su bondad y poder, notendremos estabilidad en el tiempo de la prueba. En un minuto podríamos estar reposandoserenos en Sus promesas, y al siguiente sentiremos que Dios ha olvidado sermisericordioso. Seremos como la ola del mar, levantándose a grandes alturas para volver acaer en los valles —agitada y echada de una parte a otra—. Dios no es honrado por laclase de fe que va alternando entre optimismo y pesimismo. No da discernimiento divino aunos hombres tan vacilantes e inestables (vv. 7, 8). En los versículos 5–8, la fuente desabiduría es Dios; se obtiene mediante la oración; está a disposición de todos; se daabundantemente y sin reproche; la condición crucial es que pidamos con fe, no dudandonada.1:9 A primera vista, los vv. 9–11 parecen introducir un tema totalmente nuevo, o almenos un paréntesis. Sin embargo, Santiago está prosiguiendo con el tema de las pruebassantas dando ilustraciones específicas. Tanto si uno es pobre como rico, puede derivar unosbeneficios espirituales permanentes de las calamidades y crisis de la vida. Por ejemplo,cuando un hermano de humilde condición se encuentra insatisfecho y desalentado, puede

siempre regocijarse porque es un heredero de Dios y coheredero de Jesucristo. Puedeencontrar consolación en la verdad de que todas las cosas son suyas, y que él es de Cristo, yCristo es de Dios. El hermano que es de humilde condición probablemente no tienecontrol sobre sus circunstancias de pobreza. No hay razón para pensar que sea perezoso onegligente. Pero Dios ha visto oportuno situarlo en una zona de bajos ingresos, y ahí esdonde ha estado siempre. Quizá si hubiese sido rico, nunca habría aceptado a Cristo. Ahoraque está en Cristo, está bendecido con todas las bendiciones espirituales en los lugarescelestiales. ¿Qué debería hacer? ¿Debería rebelarse contra su situación en la vida? ¿Deberíaamargarse y volverse envidioso? No; debe aceptar de parte de Dios aquellas circunstanciassobre las que no tiene control, y regocijarse en sus bendiciones espirituales.Demasiados cristianos van por la vida rebelándose contra su sexo, su edad, su altura, eincluso contra la vida misma. Las chicas con inclinación al béisbol querrían ser chicos. Losjóvenes querrían ser mayores, y los mayores querrían ser jóvenes. Los bajos envidian a losaltos, y los altos querrían no ser tan notorios. Algunos incluso dicen: «¡Desearía estarmuerto!». ¡Todo eso es absurdo! La actitud cristiana es aceptar de parte de Dios las cosasque no podemos cambiar. Son el destino de Dios para nosotros, y deberíamos aprovecharlasal máximo para Su gloria y para la bendición de otros. Deberíamos decir, con el ApóstolPablo: «Por la gracia de Dios soy lo que soy» (1 Co. 15:10). Al olvidar nuestrasincapacidades y darnos al servicio de los demás, llegaremos a darnos cuenta de que laspersonas espirituales nos aman por lo que somos; no, por ejemplo, por nuestra apariencia.1:10–11 Luego Santiago pasa al hermano que es rico. Pero, cosa chocante, no dice:«Que el rico se regocije en sus riquezas». Más bien, dice que el rico puede regocijarse dehaber sido humillado. Y en ello concuerda con Jeremías 9:23, 24:No se alabe el sabio en su sabiduría, ni en su valentía se alabe el valiente, ni el rico sealabe en sus riquezas. Mas alábese en esto el que se hubiere de alabar: en entenderme yconocerme, que yo soy Jehová, que hago misericordia, juicio y justicia en la tierra; porqueen estas cosas me complazco, dice Jehová.El rico puede realmente encontrar verdaderas razones para gozarse si fuese despojadode sus posesiones materiales. Quizá reveses financieros lo llevan al Señor. O, si ya escristiano, entonces podría aceptar gozosamente el despojo de sus bienes, sabiendo que tieneen el cielo una heredad mejor y duradera (He. 10:34). Las riquezas terrenales estándestinadas a desvanecerse, como la flor de la hierba (Is. 40:6, 7). Si alguien no tiene nadamás que riquezas materiales, entonces todos sus planes acabarán en el sepulcro. Santiagopresenta la fugacidad de la hierba como ilustración de la vida efímera de un hombre rico y

del valor limitado de sus riquezas. Pasará en medio de sus empresas. El argumento,naturalmente, es que ni el sol ni el viento abrasador pueden afectar a los valoresespirituales. Cualquier prueba que nos aparte del amor de las cosas pasajeras y que ponganuestros afectos en las cosas arriba es una bendición enmascarada. Así, la misma gracia queexalta a los humildes humilla a los ricos. Ambas cosas son causa de regocijo.1:12 Al terminar su consideración de las pruebas santas, Santiago pronuncia unabendición sobre la persona que soporta bajo las aflicciones. Cuando tal persona hayaresistido la prueba, recibirá la corona de la vida. Aquí, la corona no es la diadema regia,sino el laurel del vencedor, que será concedida en el Tribunal de Cristo. Naturalmente, nohay sugerencia alguna de que la vida eterna sea la recompensa por soportar pruebas, perolos que han soportado con paciencia recibirán honra por tal clase de vida, y gozarán de unamás profunda apreciación de la vida eterna en el cielo. En el cielo, las copas de todosestarán llenas, pero cada uno tendrá copas de diferentes capacidades —diferentescapacidades para gozar del cielo—. Esto es probablemente lo que se tiene a la vista en laexpresión corona de vida; se refiere a un más pleno goce de las glorias del cielo.Ahora apliquemos de manera práctica esta sección sobre pruebas santas a nuestraspropias vidas. ¿Cómo reaccionamos ante las diversas pruebas que se nos presentan ennuestras vidas? ¿Nos quejamos amargamente contra los reveses de la vida, o nosregocijamos y damos gracias al Señor por ellas? ¿Anunciamos nuestras pruebas o lassoportamos con quietud? ¿Vivimos en el futuro, esperando que nuestras circunstanciasmejoren, o vivimos en el presente, tratando de ver la mano de Dios en todo lo que nossobreviene? ¿Nos damos a la autocompasión y buscamos la simpatía de los demás, osumergimos el yo en una vida de servicio a los demás?1:13 El tema pasa ahora a tentaciones impías (vv. 13–17). Así como las pruebas santasestán dispuestas para suscitar lo mejor en nosotros, las tentaciones impías están hechas parasacar lo peor de nosotros. Se debe tener una cosa bien clara. Cuando uno es tentado apecar, la tentación no procede de Dios. Dios sí prueba o ensaya a los hombres por lo que asu fe respecta, pero nunca tienta a nadie a cometer ninguna forma de mal. Él mismo notiene tratos con el mal, y no seduce a pecar.1:14 El hombre está siempre dispuesto a pasar a otros la responsabilidad por suspecados. Si no puede darle la culpa a Dios, adoptará un enfoque de la moderna psicología,diciendo que el pecado es una enfermedad. De esta manera espera escapar del juicio. Peroel pecado no es una enfermedad; es un fracaso moral del que el hombre ha de dar cuenta.Algunos incluso tratan de dar la culpa del pecado a objetos inanimados. Pero las «cosas»materiales no son pecaminosas en sí mismas. El pecado no se origina ahí. Santiago sigue al

león hasta su guarida al decir: Cada uno es tentado, cuando es atraído y seducido por supropia concupiscencia. El pecado brota de dentro de nosotros, de nuestra vieja naturalezamalvada, caída e irregenerada. Jesús dijo: «Porque del corazón salen los malospensamientos, los homicidios, los adulterios, las fornicaciones, los hurtos, los falsostestimonios, las blasfemias» (Mt. 15:19).La palabra que usa Santiago para concupiscencia en el versículo 14 es literalmentedeseo, y podría referirse a cualquier forma de deseo, bueno o malo. Pero con pocasexcepciones se emplea en el NT para describir malos deseos, y este es ciertamente el casoaquí. La concupiscencia es asemejada aquí a una mala mujer exhibiendo sus encantos yseduciendo a sus víctimas. Cada uno de nosotros es tentado. Tenemos viles deseos yapetitos impuros que constantemente nos apremian a pecar. ¿Somos pues víctimas inermes,cuando somos atraídos y seducidos por nuestra propia concupiscencia? No: podemosexpeler todo pensamiento de pecado de nuestra mente y concentrarnos en aquello que espuro y santo (Fil. 4:8). También, cuando somos objeto de intensa tentación, podemosclamar al Señor, recordando que «Torreón fuerte es el nombre de Jehová; a él se acogerá eljusto, y estará a salvo» (Pr. 18:10).1:15 Si esto es así, entonces, ¿por qué pecamos? Aquí tenemos la respuesta: Entoncesla concupiscencia, después que ha concebido, da a luz el pecado. En lugar de expulsar elvil pensamiento, puede que lo estemos alentando, alimentando y disfrutando con él. Esteacto de consentimiento es asemejado a la relación sexual. La concupiscencia concibe y naceun repulsivo bebé llamado PECADO. Esto es otra manera de decir que si pensamos en unacto prohibido el tiempo necesario, finalmente lo cometeremos. Todo el proceso de laconcupiscencia concibiendo y dando a luz el pecado queda vívidamente ilustrado en elincidente de David y Betsabé (2 S. 11:1–27).Y cuando el pecado es consumado, produce la muerte, dice Santiago. El pecado noes algo estéril, sin fruto: produce su propia descendencia. La declaración de que el pecadoproduce muerte puede comprenderse de varias maneras. Primero, el pecado de Adán trajola muerte física sobre sí mismo y sobre toda su posteridad (Gn. 2:17). Pero el pecadoconduce asimismo a la muerte eterna, espiritual —la separación final de la persona de Diosy de la bendición (Ro. 6:23a)—. Hay también un sentido en el que el pecado resulta paramuerte del creyente. Por ejemplo, en 1 Timoteo 5:6 leemos que una viuda creyente quevive en placeres está muerta mientras vive. Esto significa que está desperdiciando su vida ydejando totalmente de cumplir el propósito para el que Dios la salvó. Para el cristiano, estarfuera de comunión con Dios es una forma de muerte en vida.1:16–17 No es infrecuente que los que caen en pecado le den la culpa a Dios en lugar

de reconocerla como propia. Vienen a decir al Creador de ellos: «¿Por qué me has hechoasí?». Pero ésta es una manera de autoengaño. De Dios sólo proceden buenos dones. Dehecho, Él es la fuente de toda buena dádiva y de todo don perfecto.Santiago describe a Dios como el Padre de las luces. En la Biblia la palabra Padretiene a veces el sentido de Creador o Fuente (ver Job 38:28). Por ello, Dios es el Creador oFuente de las luces. Pero, ¿qué se quiere decir por luces? Desde luego, incluye los cuerposcelestes —el sol, la luna y las estrellas (Gn. 1:14–18; Sal. 136:7)—. Pero Dios es tambiénla Fuente de toda luz espiritual. Así que deberíamos pensar en Él como la Fuente de todaforma de luz en el universo. En el cual no hay fases ni períodos de sombra. Dios esdiferente de los cuerpos celestes que ha creado. Ellos están sufriendo constantes cambios.Él nunca cambia. Quizá Santiago está pensando no sólo en el resplandor menguante del soly de las estrellas, sino también en la cambiante relación de los mismos con respecto a latierra debido al movimiento de rotación. La variabilidad es característica del sol, de la lunay de las estrellas. La expresión períodos de sombra es literalmente sombra de giro, ypuede significar sombra causada por giro. Esto se referiría a las sombras arrojadas sobre latierra por la rotación de la tierra alrededor del sol. O podría referirse a eclipses. Porejemplo, se produce un eclipse solar cuando la sombra de la luna cae sobre la tierra. En elcaso de Dios es totalmente diferente; en Él no hay variabilidad, ni sombra causada porgiro. Y Sus dones son tan perfectos como Él mismo. Por tanto, es impensable que seduzcajamás al hombre a pecar. La tentación procede de la propia y mala naturaleza del hombre.Pongamos a prueba nuestra fe acerca de la cuestión de las tentaciones impías.¿Alentamos a los malos pensamientos a que permanezcan en nuestras mentes, o losdesalojamos rápidamente? Cuando pecamos, ¿decimos que no pudimos hacer nada pararemediarlo? ¿Damos a Dios la culpa cuando somos tentados a pecar?

III. LA PALABRA DE DIOS (1:18–27)Santiago ha estado hablando de Dios como el Padre de las luces. Ahora nos recuerdaque Él es también nuestro Padre, y que nos ha dado un papel singular en Su vasta creación.Podemos cumplir este papel mediante la obediencia a la palabra de verdad (vv. 19–27).1:18 Este pasaje bosqueja la parte jugada en el nuevo nacimiento por la palabra de Diostal como nos es aplicada por el Espíritu Santo. Se nos dice que Por designio de suvoluntad, nos hizo nacer por la palabra de la verdad, para que fuésemos comoprimicias de sus criaturas. Por designio de su voluntad —eso nos dice qué le impulsó asalvarnos. No se vio obligado a hacerlo por ningún mérito en nosotros—. Lo hizo de supropia y libre voluntad. Su amor para con nosotros fue inmerecido, regalado y sin que lo

buscásemos. Fue totalmente voluntario de Su parte. ¡Esto debería llevarnos a adorar! Noshizo nacer —eso describe el hecho del nuevo nacimiento—. Por este nacimiento espiritualnos hacemos Sus hijos —una relación que nunca puede cambiar, por cuanto un nacimientonunca se puede deshacer—. Por la palabra de la verdad —la Biblia es el instrumento delnuevo nacimiento—. En cada caso genuino de conversión han estado involucrado lasEscrituras, sea oralmente, o en forma escrita. Aparte de la Biblia, no conoceríamos elcamino de la salvación. ¡No sabríamos siquiera que la salvación está disponible!Para que fuésemos como primicias de sus criaturas. Hay tres pensamientosdestacados en relación con la palabra primicias. En primer lugar, las primicias de unacosecha era la primera gavilla de grano maduro. Los cristianos a los que Santiago estabaescribiendo estaban entre los primeros creyentes de la dispensación cristiana. Naturalmente,todos los creyentes son como primicias de sus criaturas, pero la referencia primaria es alos cristianos judíos a los que Santiago estaba escribiendo. Segundo, las primicias seofrecían a Dios en gratitud por Su generosidad y como reconocimiento de que todoproviene de Él y a Él pertenece. Así, todos los creyentes deberían presentarse a Dios comosacrificios vivos (Ro. 12:1, 2). Tercero, las primicias eran una prenda de la cosecha plenaque iba a venir. Santiago asemejaba a sus lectores a las primeras gavillas de grano en lacosecha de Cristo. Irían seguidas de otras a lo largo de los siglos, pero eran puestos comosantos modelo para exhibir los frutos de la nueva creación. Al final, el Señor poblará toda latierra con otros como ellos (Ro. 8:19–23). La plenitud de la cosecha vendrá cuando elSeñor Jesús regrese para reinar sobre la tierra. Mientras tanto, debían dar a Cristo la mismaclase de obediencia que todo el mundo le dará durante el Milenio. Y aunque este pasaje serefiere primariamente a los cristianos del siglo primero, tiene sin embargo una aplicaciónpara cada uno de nosotros que honra el nombre de Cristo.1:19a El resto del capítulo da instrucciones prácticas sobre cómo podemos ser losprimeros frutos de Sus criaturas. Expone la justicia práctica que debería caracterizar aaquellos que han nacido de nuevo por la Palabra de Dios. Sabemos que fuimos engendradospor la palabra para manifestar la verdad de Dios. Por esto, cumplamos con nuestrasresponsabilidades.Cada uno de nosotros debería ser pronto para oír. Éste es un mandamiento insólito,con casi una traza de humor en él. Es como decir: «¡Apresúrate y escucha!». Significa quedeberíamos ser prontos a oír la palabra de Dios, así como todo consejo y amonestaciónpiadosos. Deberíamos ser dóciles a la enseñanza del Espíritu Santo. También cada unodebería ser tardo para hablar. ¡Es sorprendente cuánto tiene que decir Santiago acerca de

nuestra habla! Nos advierte a que seamos cautos en nuestra conversación. Hasta lanaturaleza nos enseña esto. Epícteto lo observó hace mucho tiempo: «La naturaleza ha dadoal hombre una lengua, pero dos oídos, para que podamos oír de los demás dos veces tantocomo hablamos». Salomón está de cordial acuerdo con Santiago. Dijo: «El que guarda suboca, guarda su alma; mas el que mucho abre sus labios tendrá calamidad» (Pr. 13:3).También dijo: «En las muchas palabras no falta pecado; mas el que refrena sus labios esprudente» (Pr. 10:19). Los que no se refrenan de hablar transgreden al final.1:19b–20 Cada uno debería ser tardo para airarse. Un hombre de genio vivo no obrala justicia que Dios espera de Sus hijos. Los que se dejan llevar por el genio dan a losdemás una falsa impresión de lo que es el cristianismo. Es todavía cierto que «Mejor es elque tarda en airarse que el fuerte; y el que se enseñorea de su espíritu, que el que toma unaciudad» (Pr. 16:32).1:21 Otra manera de manifestarnos como primicias de Sus criaturas es desechandotoda inmundicia y abundancia de malicia. Estos vicios son asemejados a unos vestidossucios que han de ser echados a un lado de una vez por todas. La in-mundicia incluye todaforma de impureza, sea espiritual, mental o física. La expresión abundancia de maliciapuede referirse a aquellas formas de mal que son un residuo de nuestros tiempos deinconversos. Puede referirse a pecados que desbordan nuestras vidas y afectan a las vidasde otros. O puede referirse a mal abundante, y en este caso Santiago no está describiendotanto un exceso de mal como el carácter intensamente malo que tiene el mal. El sentidogeneral está claro. Para recibir la verdad de Dios, debemos estar moralmente limpios.Otro requisito para recibir la verdad divina es la mansedumbre. Es demasiado posibleleer la Biblia sin dejar que nos hable. Podemos estudiarla de una manera académica sin serafectados por ella. Nuestra soberbia, dureza y pecado nos hacen cerrados y nada receptivos.Sólo aquellos con espíritus dóciles y humildes pueden esperar recibir el máximo beneficiode las Escrituras. «Encaminará a los humildes por el juicio, y enseñará a los mansos sucamino» (Sal. 25:9). «Miraré a aquel que es pobre y humilde de espíritu, y que tiembla a mipalabra» (Is. 66:2).Santiago se refiere a las Escrituras como la palabra implantada, la cual puede salvarvuestras almas. El pensamiento es que la palabra viene a ser un sagrado depósito en lavida del cristiano cuando éste nace de nuevo. El margen de la RVlee: «la palabra nacidadentro». Esta palabra puede salvar vuestras almas. La Biblia es el instrumento que Diosemplea en el nuevo nacimiento. Lo emplea en salvar el alma no sólo de la pena del pecado,sino también de su poder. La emplea en salvarnos no sólo de la condenación eterna, sino

también de daño en esta vida. Es indudablemente a este aspecto presente y continuado de lasalvación al que se refiere Santiago en el versículo 21.1:22 No hay suficiente con recibir la palabra implantada: hemos de obedecerla. No hayvirtud en poseer la Biblia; ni siquiera en leerla como literatura. Ha de haber un profundodeseo de oír a Dios hablándonos y una disposición incondicional a hacer lo que Él diga.Hemos de traducir la Biblia en acción. La palabra ha de venir a ser carne en nuestras vidas.Nunca debería darse una ocasión en la que acudamos a las Escrituras sin dejar que cambiennuestras vidas para mejor. Profesar gran amor por la palabra de Dios o incluso presentarsecomo un estudioso de la Biblia es una forma de autoengaño, si nuestro crecienteconocimiento de la palabra no produce una creciente semejanza con el Señor Jesús. Creceren el conocimiento intelectual de la Biblia sin obedecerla puede ser una trampa en lugar deuna bendición. Si aprendemos continuamente lo que deberíamos hacer, pero sin hacerlo,nos volvemos deprimidos, frustrados, y finalmente insensibles. «La impresión sin expresiónconduce a la depresión.» También nos hacemos más responsables delante de Dios. Lacombinación ideal es leer la palabra y obedecerla de modo implícito.1:23–24 Si alguno que oye la palabra no cambia de conducta es semejante al hombreque echa una ojeada al espejo cada mañana, y luego olvida completamente lo que ha visto.No recibe beneficio alguno del espejo ni de mirarse en él. Naturalmente, hay algunas cosasen nuestra apariencia que no podemos cambiar. ¡Pero al menos deberíamos humillarnosante el espectáculo! Y cuando el espejo dice: «Lávate», o «Aféitate» o «Péinate» o«Cepíllate», deberíamos al menos hacer lo que nos está diciendo. Si no, el espejo no nossirve para ningún beneficio práctico.Es fácil leer la Biblia de manera casual o por un sentimiento de deber, sin quedarafectados por lo que leemos. Vemos lo que deberíamos ser, y rápidamente nos olvidamosde ello y vivimos como si ya fuésemos perfectos. Esta clase de autosatisfacción impide elcrecimiento espiritual.1:25 Como contraste tenemos al hombre que mira atentamente a la palabra de Dios yque habitualmente la pone en práctica. Su contemplación atenta y con meditación tieneresultados prácticos en su vida. Para él, la Biblia es la ley perfecta … de la libertad. Suspreceptos no son gravosos. Le mandan hacer precisamente lo que su nueva naturaleza gustade hacer. Al obedecer, encuentra la verdadera libertad de las tradiciones humanas y de losrazonamientos carnales. La verdad lo libera. Este es el hombre que se beneficia de la Biblia.No olvida lo que ha leído. Más bien, trata de vivirlo en la práctica diaria. Su sencillaobediencia infantil le trae una incalculable obediencia a su alma. Éste será dichoso en lo

que hace.1:26–27 Se contrastan la religión que es vana y la religión pura e incontaminada.Aquí, religión significa las pautas externas de conducta conectadas con la creenciareligiosa. Se refiere a las formas externas y no al espíritu interior. Significa la expresiónexterna de la creencia en el culto y en el servicio más que las doctrinas creídas.Si alguno se cree religioso pero no puede controlar su lengua,… la religión del tal esvana. Puede que observe toda clase de ceremonias religiosas que pueden hacerle aparecercomo muy piadoso, pero sólo se está engañando a sí mismo. Dios no se queda satisfechocon rituales. Está interesado en una vida de piedad práctica.Una lengua sin freno es sólo un ejemplo de una religión inútil. Cualquier conducta noconforme con la fe cristiana es indigna. Se cuenta la historia de un tendero queevidentemente era un falsario piadoso. Vivía en un piso encima de la tienda. Cada mañanallamaba a su dependiente:—¡Juan!—Sí, señor.—¿Has echado el agua en la leche?—Sí, señor.—¿Has coloreado la mantequilla?—Sí, señor.—¿Has puesto la achicoria en el café?—Sí, señor.—Muy bien. Sube para las devociones matutinas.Santiago dice que esta religión es vana.Lo que Dios busca es la clase de piedad práctica que muestra un interés compasivo enlos demás y mantiene la propia vida limpia. Como ejemplos de una religión pura eincontaminada, Santiago encomia a aquel que visita a los necesitados, a los huérfanos y alas viudas, y que se guarda sin mancha del mundo.En otras palabras, el resultado práctico del nuevo nacimiento se encuentra «en actos degracia y en un caminar de separación». Guy King describe estas virtudes como amorpráctico y santidad práctica.Deberíamos poner nuestra propia fe a prueba con preguntas como: ¿Leo la Biblia conhumilde deseo de dejar que Dios me reprenda, me enseñe y me cambie? ¿Tengo deseos derefrenar mi lengua? ¿Justifico mi mal temperamento o quiero obtener la victoria sobre él?¿Cómo reacciono si alguien me cuenta un chiste de color subido? ¿Se manifiesta mi fe enactos de bondad a los que no pueden devolvérmelos?

IV. CONDENA DE LA PARCIALIDAD (2:1–13)La primera mitad del capítulo 2 denuncia la práctica de hacer acepción de personas. Elfavoritismo es totalmente extraño al ejemplo del Señor o a las enseñanzas del NT. No haylugar en el cristianismo para el esnobismo o la discriminación.2:1 Primero de todo, tal práctica queda estrictamente prohibida. Observemos primeroque la amonestación se dirige a los creyentes. De esto podemos estar seguros por la

salutación: Hermanos míos. La fe en nuestro glorioso Señor Jesucristo es una referenciaa la fe cristiana, al cuerpo de verdad que Él nos dio. Reuniendo todos estos pensamientos,encontramos que Santiago está diciendo: Hermanos míos, en vuestra práctica de la fecristiana, no hagáis acepción de personas. El esnobismo y la distinción de castas son cosastotalmente inconsecuentes con el verdadero cristianismo. El servilismo ante la grandezahumana no tiene lugar en presencia del Señor de la Gloria. El menosprecio de otros pornacimiento, raza, sexo o pobreza es una negación práctica de la fe. Este mandamiento nocontradice otras secciones del NT donde se manda a los creyentes a mostrar el apropiadorespeto a los gobernantes, amos, ancianos y padres. Hay ciertas relaciones divinamenteordenadas que han de ser reconocidas (Ro. 13:7). En este pasaje, lo que se prohíbe esmostrar una obsequiosa deferencia a nadie por sus vestidos caros u otras distincionesartificiales.2:2–4 Esto es confirmado por la vívida ilustración que da Santiago en los versículos 2–4. Guy King titula con sagacidad esta sección como «El Acomodador Miope». La escena esla asamblea local de los cristianos. Acaba de llegar un distinguido caballero, con unespléndido atuendo y con un caro anillo de oro. El acomodador se inclina y saluda, y luegolleva al notable visitante a un asiento destacado y eminente delante. Tan pronto como elacomodador llega otra vez a la puerta, descubre que ha llegado otro visitante. Esta vez esun pobre con una ropa humilde. (La expresión vestido andrajoso no significanecesariamente que las ropas del hombre sean sucias. Está vestido de manera pobre,conforme a su humilde posición en la vida.) Esta vez el acomodador trata de evitar unapuro a la congregación, y ofrece al visitante quedarse de pie atrás, o un lugar en el suelo,delante de su propio asiento. Parece increíble que nadie pudiese actuar de esta manera. Nosgustaría creer que la ilustración es exagerada, pero cuando contemplamos a nuestro propiocorazón, descubrimos que a menudo hacemos estas distinciones artificiales de clase entrenosotros mismos, y que por ello venimos a ser jueces con malos pensamientos.Probablemente, el ejemplo más contundente de estas tendencias en la iglesia en laactualidad es la discriminación que se muestra contra personas de otras razas y colores. Enmuchos casos, los creyentes negros han sufrido ostracismo o al menos se les ha hecho sentirno bienvenidos. Los judíos convertidos no siempre han sido acogidos con cordialidad. Loscristianos orientales han probado la discriminación en varios grados. Lo mismo sucede conlos norteafricanos en Europa. Se admite que hay enormes problemas sociales en todo elámbito de las relaciones raciales. Pero el cristiano ha de ser fiel a los principios divinos. Su

obligación es dar expresión práctica a la verdad de que todos los creyentes son uno enCristo Jesús.2:5–6a La parcialidad es totalmente incongruente con la fe cristiana. Santiago lodemuestra en los versículos 5–13. Da cuatro poderosas razones por las que es ridículo paraun creyente favorecer a los ricos y menospreciar a los pobres.En primer lugar, significa que deshonramos a un hombre a quien Dios honra. Dios haelegido… a los pobres de este mundo, para que sean ricos en fe y herederos del reinoque ha prometido a los que le aman. Los pobres son los elegidos de Dios, la elite de Dios,los herederos de Dios, y los amantes de Dios. Una y otra vez encontramos en la Escrituraque son los pobres, no los ricos, los que acuden a la bandera de Cristo. Nuestro Señor Jesúsmismo dijo: «A los pobres les es anunciado el evangelio» (Mt. 11:5). Era el común delpueblo los que le oían con agrado, no los ricos o aristócratas (Mr. 12:37). No muchosnobles han sido llamados, sino los necios, débiles, humildes, menospreciados einsignificantes (1 Co. 1:26–29). Los ricos, en general, son pobres en fe, porque confían ensus riquezas y no en el Señor. En cambio, los pobres son los que Dios ha elegido para quesean ricos en fe. Un examen de los ciudadanos de Su reino mostraría que la mayoría deellos han sido pobres. En el reino, ocuparán posiciones de riqueza y gloria. ¡Qué insensatez,entonces, y cuán peligroso, tratar con menosprecio a aquellos que un día serán enaltecidosen el reino de nuestro Señor y Salvador!2:6b Una segunda razón por la que es insensato mostrar deferencia a los ricos es quecomo clase son ellos los que característicamente han oprimido al pueblo de Dios. En estepunto el argumento es complicado, e incluso un poco conducente a confusión. El rico alque se hace referencia antes en el capítulo era indudablemente un creyente. Esto nosignifica que los ricos mencionados en el versículo 6 sean creyentes. Lo que Santiago estádiciendo es sencillamente esto: «¿Por qué habéis de mostrar favoritismo a nadie sóloporque sean ricos? Si actuáis así, estáis honrando a aquellos que han sido los primeros enmaltrataros y… son ellos mismos los que os arrastran a los tribunales». Calvino capturóel argumento de manera tersa con estas palabras: «¿Por qué honrar a vuestros verdugos?».2:7 Una tercera razón por la que es una insensatez ser parcial para con los ricos es queellos emplean habitualmente un lenguaje duro o malo implicando el nombre de Cristo. Éstees el buen nombre que fue invocado sobre los creyentes: cristianos, o seguidores deCristo. Aunque hablar mal de Cristo es un pecado del que los ricos no tienen el monopolio,es cierto sin embargo que los que persiguen a los creyentes pobres a menudo acompañan

esta persecución con el lenguaje más vil contra el Salvador. ¿Por qué entonces han demostrar los creyentes ningún favoritismo especial para con nadie, sólo porque sea rico? Losrasgos que acompañan las riquezas no son generalmente para la honra del Señor Jesús. Laexpresión el buen nombre que fue invocado sobre vosotros podría también ser traducido«aquel noble nombre que ha sido invocado sobre vosotros». Algunos ven ahí una referenciaal bautismo cristiano. Los creyentes son bautizados en el nombre del Señor Jesús. Este esprecisamente el nombre que los ricos habitualmente blasfeman.2:8 El cuarto argumento de Santiago es que mostrar deferencia a los ricos viola la leyque dice: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. Recibe el nombre de la ley regia porquepertenece al Rey y porque es la reina de todas las leyes. Quizá el acomodador excusaría suacción hacia el rico diciendo que estaba sólo tratando de amar a su prójimo como a símismo. Pero esto no excusaría su acción para con el pobre. Si realmente amásemos anuestro prójimo como a nosotros mismos, trataríamos a todos de la manera en que nosotrosquisiéramos ser tratados. Desde luego, no querríamos ser menospreciados simplemente porser pobres. Por tanto, no deberíamos mostrar menosprecio contra otros por esta razón.De todas las enseñanzas de la Biblia, ésta es ciertamente una de las másrevolucionarias: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. ¡Pensemos en lo que estosignifica! Significa que deberíamos preocuparnos por otros como nos preocupamos pornosotros mismos. Estaríamos dispuestos a compartir nuestras posesiones materiales con losque no están tan privilegiados como nosotros. Y por encima de todo, deberíamos hacer todolo que esté en nuestro poder para procurar que tengan la oportunidad de conocer a nuestrobendito Salvador. Demasiadas veces tomamos nuestras decisiones en base de cómonuestras acciones nos afectan a nosotros mismos. Somos egoístas. Nos cuidamos de losricos por la esperanza de la recompensa, bien social, bien materialmente. Descuidamos alos pobres porque hay pocas perspectivas de que nos beneficien de esta manera. La leyregia prohíbe tal egoísta explotación de los demás. Nos enseña a amar a nuestro prójimocomo a nosotros mismos. Y si preguntamos: «¿Quién es mi prójimo?», aprendemos de lahistoria del Buen Samaritano (Lc. 10:29–37) que nuestro prójimo es cualquier persona quetenga una necesidad que podamos ayudar a suplir.2:9 Hacer acepción de personas, actuar con parcialidad, es una violación de la leyregia. Es a la vez un pecado y una transgresión. El pecado es cualquier falta deconformidad con la voluntad de Dios, dejar de cumplir Sus normas. Transgresión es elquebrantamiento de una ley conocida. Ciertos actos son pecaminosos porque son básica e

inherentemente malos, pero vienen a ser transgresiones cuando hay una ley específica quelos prohíbe. La acepción de personas, o parcialidad, es pecaminosa porque esesencialmente mala en sí misma. Pero es también transgresión porque hay una ley contraella.2:10 Quebrantar un punto de la ley es hacerse culpable de todos. La ley es como unacadena de diez eslabones. Si rompemos uno, la cadena se rompe. Dios no nos permite queguardemos las leyes que queramos y quebrantemos otras.2:11 El mismo Dios que prohibió el adulterio prohibió también el homicidio. Unhombre puede no ser culpable de adulterio y sin embargo puede cometer homicidio. ¿Esentonces transgresor de la ley? ¡Desde luego! El espíritu de la ley es que debemos amar anuestro prójimo como a nosotros mismos. El adulterio es desde luego una violación deesto, pero también lo es el homicidio. Y también lo es el esnobismo y la discriminación. Sicometemos cualquiera de esos pecados, hemos dejado de hacer lo que la ley manda.LOS DIEZ MANDAMIENTOSDebemos ahora hacer una pausa en nuestro argumento para considerar un problemabásico que se suscita en este punto del argumento de Santiago. El problema es: «¿Estánlos cristianos bajo la ley, o no?». Desde luego, parece que Santiago está poniendo losDiez Mandamientos sobre los creyentes cristianos. Se refiere de manera específica a losmandamientos sexto y séptimo, que prohíben el homicidio y el adulterio. Tambiénsumariza los últimos cinco mandamientos con las palabras «Amarás al prójimo como a timismo». Pero poner a los creyentes bajo la ley, como norma de vida, contradice a otrasporciones del Nuevo Testamento, como Romanos 6:14: «No estáis bajo la ley, sino bajo lagracia»; Romanos 7:6: «Estamos libres de la ley»; Romanos 7:4: «Vosotros habéismuerto a la ley mediante el cuerpo de Cristo» (véase asimismo Gá. 2:19; 3:13, 24, 25; 1Ti. 1:8, 9; He. 7:19). El hecho de que los cristianos no están bajo los Diez Mandamientosqueda expresamente declarado en 2 Corintios 3:7–11.¿Por qué entonces apremia Santiago la cuestión de la ley sobre los creyentes en estaEra de la Gracia? Primero, los cristianos no están bajo la ley como norma de vida. Cristo,no la ley, es el modelo del creyente. Donde hay ley ha de haber también pena. La penapor quebrantar la ley es la muerte. Cristo murió para pagar la pena de la ley quebrantada.Los que están en Cristo quedan por ello libertados de la ley y de su pena. Pero hay ciertosprincipios de la ley que son de valor permanente. Esos preceptos se aplican a todas laspersonas en todas las épocas. La idolatría, el adulterio, el homicidio y el robo son básica einherentemente malos. Son tan malos para los creyentes como para los no creyentes.

Además, nueve de los Diez Mandamientos se repiten en las Epístolas. El único que no serepite es el tocante al sábado. En ninguna parte se manda a los cristianos que guarden elsábado o séptimo día de la semana, porque se trata de un mandamiento ceremonial, y nomoral. No era básicamente malo por sí mismo que un judío trabajase el séptimo día. Eramalo sólo porque Dios había apartado aquel día.Finalmente, se debería mencionar que los nueve mandamientos que se repiten en lasEpístolas no se dan como ley, sino como instrucción en justicia para el pueblo de Dios. Enotras palabras, Dios no dice a los cristianos: «Si robas, estás condenado a muerte». O:«Si cometes un acto de inmoralidad, perderás tu salvación». Más bien dice: «Te hesalvado por mi gracia; ahora quiero que vivas una vida santa de amor hacia Mí. Si quieressaber lo que espero de ti, lo encontrarás por todo el NT. Allí encontrarás nueve de losDiez Mandamientos repetidos. Pero encontrarás también las enseñanzas del SeñorJesús, que en realidad demandan una norma de conducta más elevada que la quedemandaba la ley». Así que Santiago no está realmente poniendo a los creyentes bajo laley y su condenación. No está diciendo: «Si haces acepción de personas, estásquebrantando la ley y por tanto estás condenado a muerte».2:12 Lo que Santiago está diciendo es: «Como creyentes, no estáis ya más bajo la leyde esclavitud, sino que estáis bajo la ley de la libertad —libertad para hacer lo recto—. LaLey de Moisés os exigía amar al prójimo, pero no os daba el poder, y os condenaba sifracasabais. Bajo la gracia, recibís el poder de amar al prójimo, y sois recompensadoscuando lo hacéis. No lo hacéis a fin de ser salvos, sino porque sois salvos. Lo hacéis no portemor al castigo, sino por amor a Aquel que murió por vosotros y resucitó. Cuando estéisante el Tribunal de Cristo, seréis recompensados o sufriréis pérdida en base de esta norma.No será cuestión de salvación, sino de recompensa». La expresión Así hablad, y así hacedse refiere a palabras y a acciones. La profesión de fe y la vida deberían concordar. En elhabla y en las acciones, los creyentes deberían evitar toda parcialidad. Estas violaciones dela ley de la libertad serán juzgadas ante el Tribunal de Cristo.2:13 El versículo 13 ha de ser comprendido a la luz del contexto. Santiago estáhablando a los creyentes. Aquí no hay cuestión del castigo eterno; esta pena fue pagada unavez por todas en el Calvario. Se trata de los tratos de Dios con nosotros en este mundocomo hijos. Si no mostramos misericordia a otros, no andamos en comunión con Dios, ypodemos esperar sufrir las consecuencias de una condición de apartamiento.La misericordia triunfa sobre el juicio: esta expresión puede significar que Diospreferiría mostrarnos misericordia antes que disciplinarnos (Mi. 7:18); el juicio es Su«extraña obra». Puede significar que nos regocijamos frente al juicio si hemos mostradomisericordia a otros, pero si no hemos mostrado misericordia a aquellos a los que

podríamos condenar con justicia, no se nos mostrará misericordia. O puede significar que lamisericordia triunfa sobre el juicio en el sentido de que es siempre más grande que eljuicio. La idea general parece ser que si mostramos misericordia a otros, el juicio que deotra manera podría caer sobre nosotros será cambiado por la misericordia.Probémonos entonces en este importante tema de la parcialidad. ¿Mostramos másbondad para con los de nuestra propia raza que hacia los de otras razas? ¿Estamos mejordispuestos para con los jóvenes que para con los ancianos? ¿Somos más amistosos con lagente bien plantada que con los del montón o feos? ¿Nos sentimos más deseosos deentablar amistad con personas importantes que con los relativamente desconocidos?¿Evitamos a las personas con enfermedades físicas y buscamos la compañía de los fuertes ysanos? ¿Favorecemos a los ricos sobre los pobres? ¿Ignoramos a los «forasteros», a los quehablan nuestra lengua con acento extranjero?Al contestar a estas preguntas, recordemos que la manera en que tratamos al creyentemenos atrayente es la manera en que tratamos al Salvador (Mt. 25:40).

V. LA FE Y LAS OBRAS (2:14–26)Estos versículos son quizá los más controvertidos de la Carta de Santiago. Incluso unalumbrera tan destacada de la iglesia como Lutero pensó que veía un conflictoirreconciliable entre la enseñanza de Santiago acerca de la justificación por obras y lainsistencia de Pablo en la justificación por fe. Estos versículos se usan mal muchas vecespara dar apoyo a la herejía de que somos salvados por la fe más las obras, llamada«sinergismo». En otras palabras, debemos confiar en el Señor Jesús como nuestro Salvador,pero eso no es suficiente. Debemos añadir también a Su obra redentora nuestras propiasobras de caridad y devoción.Esta sección podría realmente titularse «Justificación por Obras», porque hay un sentidoen el que somos justificados por las obras. De hecho, para poder comprender la plenaverdad de la justificación, deberíamos comprender claramente que hay seis aspectos de lajustificación. Somos justificados por gracia (Ro. 3:24). Esto simplemente significa que nomerecemos ser justificados; de hecho, merecemos precisamente lo contrario. Somosjustificados por fe (Ro. 5:1). La fe es la respuesta humana a la gracia de Dios. Por la fe,aceptamos el don, aquello que se nos da gratuitamente. La fe es aquello que se apropia delo que Dios ha hecho por nosotros. Somos justificados por la sangre Suya (Ro. 5:9). Aquí,la sangre es el precio que tuvo que ser pagado para la adquisición de nuestra justificación.La deuda del pecado quedó satisfecha mediante la preciosa sangre de Cristo, y ahora Diospuede justificar a pecadores impíos siendo que se ha dado una justa satisfacción. Somosjustificados por Dios (Ro. 8:33). La verdad aquí es que Dios es la Persona que justifica.Somos justificados por poder (Ro. 4:25).Nuestra justificación está ligada al poder que resucitó a Cristo de entre los muertos. Suresurrección demuestra que Dios queda satisfecho. Y somos justificados por obras (Stg.

2:24). Las obras son la prueba externa de la realidad de nuestra fe. Dan expresión externa alo que sería en otro caso invisible. Por esto vemos que la persona es justificada por gracia,por fe, por la sangre, por Dios, por poder y por obras. Pero no hay contradicción ahí. Estasdeclaraciones presentan sencillamente diferentes aspectos de la misma verdad. La gracia esel principio en base del que Dios justifica; la fe es el medio por el que el hombre recibe lajustificación; la sangre es el precio que el Salvador tuvo que pagar; Dios es el Agente activoen la justificación; el poder es su prueba; y las obras son su resultado.2:14 Santiago insiste en que una fe que no resulta en buenas obras no puede salvar. Haydos claves que son de gran ayuda para comprender este versículo. Primero, Santiago nodice: «De qué sirve que un hombre tenga fe…». Lo que sí dice es: ¿De qué sirve quealguien diga que tiene fe…? En otras palabras, no se trata de que un hombre tengarealmente fe, pero que no esté verdaderamente salvado. Santiago está describiendo alhombre que no tiene más que una profesión de fe. Dice que tiene fe, pero no hay nada en suvida que lo demuestre. La segunda clave útil aparece en la siguiente pregunta: ¿Acasopodrá esa fe salvarle? En otras palabras, ¿puede salvar esa clase de fe? (cf. V.M.). Si sepregunta de a qué clase de fe se está refiriendo Santiago aquí, la respuesta se encuentra enla primera parte de este versículo. Se está refiriendo a una pretendida fe que no estárespaldada por buenas obras. Una fe así no vale para nada. Es toda palabras, y nada más.2:15–16 Ahora se ilustra la inutilidad de las palabras sin las acciones. Somosintroducidos a dos personas. Una no tiene el sustento diario ni ropa. La otra tiene ambascosas, pero no está dispuesta a compartir. Profesando una gran generosidad, la última ledice a la primera: «Ve, ponte algo de ropa, y tómate una buena comida». Pero ni levanta undedo para hacer esto posible. ¿De qué sirven estas palabras? ¡Son totalmente inútiles! Nidan satisfacción al hambre ni sirven para abrigar el cuerpo.2:17 Así también la fe, si no tiene obras, está muerta en sí misma. Una fe sin obrasno es una verdadera fe en absoluto. Es sólo cuestión de palabras. Santiago no está diciendoque seamos salvos por la fe más las obras. Mantener tal postura sería deshonrar la obraacabada del Señor Jesucristo. Si fuésemos salvados por la fe más las obras, entonces habríados salvadores —Jesús y nosotros mismos—. Pero el Nuevo Testamento es muy claroacerca de que Cristo es el un y único Salvador. Lo que Santiago está enfatizando aquí esque no somos salvados sólo por una fe de palabras, sino por aquella clase de fe que resultaen una vida de buenas obras. En otras palabras, las obras no son la raíz de la salvación, sinoel fruto. No son la causa, sino el efecto. Calvino lo expresó de manera muy llana: «Somossalvos por la fe sola, pero no por una fe que queda sola».

2:18 La verdadera fe y las buenas obras son inseparables. Santiago nos muestra estodándonos un fragmento de un debate entre dos hombres. El primero, que está genuinamentesalvado, es el que habla. El segundo profesa tener fe, pero no demuestra su fe mediantebuenas obras. Se oye al primero lanzando un irrebatible desafío al otro. Podríamosparafrasear esta conversación de la siguiente manera: «Sí —puede decir el primer hombrede manera correcta—: tú dices que tienes fe, pero no tienes obras para demostrarla. Yodigo que la fe ha de manifestarse en una vida de obras. Demuéstrame que tú tienes fe sinuna vida de buenas obras. No puedes hacerlo. La fe es invisible. La única manera en queotros pueden saber que tienes fe es mediante una vida que la demuestre. Yo te mostraré mife por mis obras». La clave de este versículo reside en la palabra muéstrame: Esimposible mostrar la fe excepto mediante las obras.2:19–20 Prosigue el debate. El primer hombre sigue hablando. La pretendida fe dealguien puede no ser más que el asentimiento mental a un hecho bien conocido. Esteasentimiento mental no involucra la entrega personal y no produce una vida transformada.No hay suficiente con creer en la existencia de Dios. Cierto, esto es esencial, pero no essuficiente. También los demonios lo creen, y tiemblan al pensar en el futuro castigo querecibirán de manos de Él. Los demonios creen la realidad, pero no se rinden a la Persona.Ésta no es una fe que salva. Cuando alguien cree de verdad en el Señor, esto envuelve unaentrega de espíritu, alma y cuerpo. Esta entrega resulta a su vez en una vida transformada.La fe sin obras es una creencia intelectual, y por ello una creencia muerta.2:21 Se presentan ahora dos ejemplos de la fe que obra, procedentes del AT. Son el deAbraham —un judío, y Rahab— una gentil. Abraham fue justificado por las obrascuando ofreció a su hijo Isaac sobre el altar. Para ver esta verdad en su apropiadaperspectiva, pasemos a Génesis 15:6. Leemos allí que Abraham creyó a Jehová, y le fuecontado por justicia. Aquí Abraham fue justificado por creer; en otras palabras, fuejustificado por la fe. No es hasta Génesis 22 que encontramos a Abraham ofreciendo a suhijo. Fue entonces que fue justificado por las obras. Tan pronto como Abraham creyó enJehová, quedó justificado delante de Dios. Pero luego, siete capítulos más adelante, Diospuso a prueba la fe de Abraham. Abraham demostró que era una fe genuina con su buenadisposición a ofrecer a Isaac. Su obediencia demostró que su fe no era meramente unacreencia intelectual, sino una entrega de corazón.A veces se ha objetado que no había nadie más delante cuando Abraham ofreció aIsaac, y que por tanto no había nadie a quien pudiese demostrar la realidad de su fe. Perolos jóvenes que habían acompañado a Abraham no estaban lejos, esperando el regreso de

Abraham e Isaac del monte. Además, Isaac estuvo allí. Por otro lado, la disposición deAbraham de inmolar a su hijo por obediencia al mandamiento de Dios ha quedadopreservado en la Biblia, demostrando a todas las generaciones la realidad de su fe.2:22–23 Es evidente que la fe de Abraham inspiró sus obras, y que la fe se perfeccionóen virtud de las obras. La verdadera fe y las obras son dos cosas inseparables. La feproduce las obras, y las obras son evidencia de la fe. En la ofrenda de Isaac vemos unademostración práctica de la fe de Abraham. Fue el cumplimiento práctico de la Escrituraque decía que Abraham fue justificado al creer. Sus buenas obras le identificaron como elamigo de Dios.2:24 De esto concluimos, por tanto, que el hombre es justificado por las obras, y nosolamente por la fe. De nuevo, esto no significa que fuese justificado por la fe con lasobras. Fue justificado por fe para con Dios, y por las obras delante de los hombres. Dioslo justificó en el momento en que creyó. El hombre dice: «Muéstrame la realidad de tu fe».La única manera de hacerlo es mediante las buenas obras.2:25 La segunda ilustración del AT es Rahab la ramera. Desde luego, no se salvó porsu buen carácter (¡era una prostituta!). Pero fue justificada por las obras, cuando recibióa los mensajeros (o espías) y los envió por otro camino. Rahab era cananea, y vivía en laciudad de Jericó. Oyó informes de que un ejército invicto estaba aproximándose a laciudad, y que ninguna oposición había tenido éxito contra este ejército. Llegó a laconclusión de que el Dios de los hebreos era el verdadero Dios, y decidió identificarse coneste Dios, costase lo que costase. Cuando los espías entraron en la ciudad, entabló amistadcon ellos. Al hacerlo así, demostró la genuinidad de su fe en el Dios vivo y verdadero. Nofue salvada por dar refugio a los espías, pero este acto de hospitalidad demostró que era unacreyente sincera.Algunas personas emplean este pasaje para enseñar que la salvación es en parte por lasbuenas obras. Pero lo que ellos significan por buenas obras es dar a la caridad, pagardeudas, decir la verdad e ir a la iglesia. ¿Fueron ésas las buenas obras de Abraham yRahab? ¡Desde luego que no! En el caso de Abraham fue estar dispuesto a dar muerte a suhijo. En el caso de Rahab, fue la traición a su país. Si se elimina la fe de estas obras, seríanmás malas que buenas. «Quitadles la fe, y no son sólo inmorales y carentes de sensibilidad,sino que habrían sido pecaminosas.» Con razón dice Mackintosh: «Esta sección se refiere aobras vitales, no a obras legales. Si se saca la fe de las obras de Abraham y de Rahab, eranobras malas. Contemplémoslas como fruto de la fe, y eran obras vitales».De modo que no es éste un pasaje que pueda emplearse para enseñar la salvación

mediante las buenas obras. ¡Pone al que así lo hace en la insostenible situación de enseñarla salvación mediante homicidio y traición!2:26 Santiago termina el pasaje con esta declaración: Porque así como el cuerpo sinespíritu está muerto, así también la fe sin obras está muerta. Aquí se resume toda lacuestión de manera muy hermosa. Santiago compara la fe con el cuerpo humano. Asemejalas obras al espíritu. El cuerpo sin espíritu está carente de vida, es inútil, no tiene valor.Así también la fe sin obras está muerta, es inefectiva, indigna. Evidentemente, se trata deuna fe espúrea, no de una genuina fe que salva.Resumiendo, entonces, Santiago pone a prueba nuestra fe por nuestras respuestas a lassiguientes preguntas: ¿Estoy dispuesto como Abraham a ofrecer lo más querido en mi vidaa Dios? ¿Estoy dispuesto como Rahab a ser traidor para el mundo para ser leal a Cristo?

VI. LA LENGUA: SU USO Y ABUSO (3:1–12)Los dos primeros versículos del capítulo 3 tratan acerca de la lengua (tambiénmencionada en 1:19, 26; 2:12; 4:11; 5:12). Así como los médicos examinan la lengua delpaciente como ayuda al diagnóstico, así Santiago examina la salud espiritual de la personamediante su conversación. El diagnóstico de uno mismo comienza con los pecados de lalengua. Santiago estaría de acuerdo con el moderno humorista que dijo: «¡Cuidado con lalengua! ¡Está en un lugar mojado donde es fácil resbalar!».3:1 El tema es introducido con una advertencia en contra del deseo apresurado de sermaestros de la palabra de Dios. Aunque la lengua no es específicamente mencionada, elpensamiento subyacente es que quien emplea su lengua en la enseñanza de la Escrituraasume una mayor responsabilidad delante de Dios y de los hombres. Las palabras No oshagáis maestros muchos de vosotros puede parafrasearse como: «No os volváisindebidamente ambiciosos de ser maestros». Esto no debería ser interpretado como unaprohibición contra el uso de su don por parte de alguien que haya sido realmente llamadopor Dios para enseñar. Es sencillamente una advertencia de que este ministerio no debieraser tomado a la ligera. Los que enseñan la Palabra de Verdad recibirán un juicio mássevero si dejan de practicar lo que enseñan.Es una gran responsabilidad enseñar la Biblia. El maestro ha de estar preparado paraobedecer lo que ve en la palabra. Nunca puede esperar guiar a otros más allá de lo que élmismo ha practicado. El ámbito de su influencia sobre otros quedará determinado porcuánto él mismo ha progresado. El maestro engendra a otros a su propia imagen; los hacecomo a sí mismo. Si diluye o racionaliza el claro sentido de cualquier pasaje de lasEscrituras, estorba el crecimiento de sus estudiantes. Si admite el pecado en cualquierforma, impulsa a vidas de impiedad. Ningún otro libro hace tales demandas sobre suslectores como el NT. Demanda una entrega total a Jesucristo. Insiste en que Él ha de serSeñor de todas las áreas de la vida del creyente. ¡Es cosa seria enseñar desde un libro así!

3:2 Santiago pasa ahora del ministerio específico de enseñanza al área general de laconversación. Todos ofendemos en muchas cosas, pero si alguien puede controlar sulengua de modo que no comete los varios pecados del habla, esta persona estáverdaderamente bien equilibrada y disciplinada. Si uno puede controlar su habla, no deberíaencontrar dificultades en practicar también el dominio propio en otras áreas de la vida.Naturalmente, el Señor Jesucristo es el Único que ha hecho esto a la perfección, pero hayun sentido en el que cada uno de nosotros puede llegar a ser perfecto, esto es, maduro,completo, totalmente disciplinado.3:3 Se dan cinco figuras de lenguaje o imágenes de la lengua. Primero, se compara conun freno. El freno es el arnés que va encima de las cabezas de los caballos y que sostiene elbocado en la boca de los caballos. Unidas al bocado van las riendas. Aunque el bocadomismo es una pieza pequeña de acero, si alguien puede gobernar el bocado, puede controlarla conducta de caballo. Así la lengua puede dirigir la vida —para bien o para mal.3:4 La segunda figura es la de un timón. En comparación con la nave misma, un timónes muy pequeño. Pesa sólo una fracción del peso del barco. Por ejemplo, el QueenElizabeth pesaba 83.673 toneladas brutas. El timón de aquel barco pesaba sólo 140toneladas —menos de dos décimas del uno por ciento del total—. Pero cuando se gira eltimón, controla la dirección de la nave misma. Parece increíble que el hombre puedacontrolar una nave tan enorme con un instrumento relativamente tan pequeño; pero eso esprecisamente lo que sucede. Así que no deberíamos quitar importancia al poder de lalengua debido a su tamaño. Aunque es un miembro muy pequeño del cuerpo, yrelativamente oculta, puede jactarse de grandes hazañas, tanto para bien como para mal.3:5–6 Un tercer símil de la lengua es un fuego. Una cerilla encendida, echada pordescuido, puede comenzar un fuego en un matorral. Este a su vez puede prender en unbosque y dejar una masa de ruinas tras su paso. ¡Qué potencial devastador, por tanto, tieneuna cerilla! Una de las grandes catástrofes de la historia fue el incendio de Chicago en1871. Dice la tradición que comenzó cuando la vaca de la señora O’Leary hizo caer unalámpara de petróleo de una coz. Sea esto verdad o no, el fuego ardió durante tres días sobrenueve kilómetros cuadrados de la ciudad. Murieron doscientas cincuenta personas, cien milquedaron sin hogar, y los daños materiales se calcularon en ciento setenta y cinco millonesde dólares. La lengua es como una pequeña cerilla encendida o como una lámpara depetróleo caída. Su potencial para el mal es casi infinito. Santiago se refiere a ella como a unmundo de iniquidad… entre nuestros miembros. La palabra mundo se emplea aquí paraexpresar inmensidad. A veces se emplea en este sentido; por ejemplo, un mundo deproblemas. Con esto queremos decir una gran cantidad de problemas. La lengua espequeña, pero tiene en sí inmensas posibilidades de iniquidad.La manera en que se extiende la llama de la maledicencia queda ilustrada en laconversación que mantuvieron dos mujeres en Brooklyn. Una dijo: «Tillie me dijo que le

dijiste aquel secreto que te dije que no le contaras». La otra contestó: «Qué mezquina quees. Le dije a Tillie que no te dijese que se lo había dicho». La primera interlocutorarespondió entonces: «Bueno, pues le dije a Tillie que no te diría que me lo ha dicho —demodo que no le digas que te lo he dicho».La lengua puede contaminar todo el cuerpo. Una persona puede corromper toda supersonalidad empleando su lengua para calumniar, insultar, blasfemar y usar lenguaje soez.Chappel escribe:El murmurador se hace daño a sí mismo… El que se dedica a embarrar a los demás nopuede dedicarse a su favorito pasatiempo sin que algo del barro se le quede pegado en lasmanos y en el corazón. ¡Cuántas veces hemos salido de una experiencia así con unasensación de contaminación! Pero esta no era en absoluto nuestra intención. Esperábamosen vano que al lanzar barro sobre otros podríamos acrecentar la estimación de otros ennuestra propia limpieza. Fuimos tan insensatos como para pensar que podríamosedificarnos a nosotros mismos derribando a otro. Fuimos lo suficientemente ciegos comopara imaginarnos que poniendo un cartucho de dinamita debajo de la casa de nuestro vecinopodríamos fortalecer los cimientos de la nuestra. Pero nunca es así. Puede que logremoscausar daño a otros, pero el mayor daño siempre nos lo infligimos a nosotros mismos.La lengua inflama el curso (o, la rueda) de la existencia. Se trata de la «rueda» que sepone en movimiento al nacer. Describe todo el curso de la actividad humana. Una lenguamalvada no sólo contamina la vida personal de la persona, sino también todas susactividades. Afecta a «todo la maldad en el todo del hombre para toda la vida». Una lenguamalvada es ella misma inflamada por el infierno. Toda maledicencia tiene su fuente aquí.Es infernal en su mismo carácter. La palabra empleada para infierno aquí es Gehena;aparte de este caso, en el NT sólo la emplea el Señor Jesús.3:7 La cuarta figura a la que es asemejada la lengua es a una fiera salvaje e indómita. Sepuede domar toda clase de animales, aves, serpientes y vida marina. No es infrecuente verelefantes, leones, tigres, aves rapaces, serpientes, marsopas e incluso peces amaestrados.Entre los animales que eran domados por los hombres en su tiempo, Plinio menciona entrelas fieras a los elefantes, leones y tigres; entre las aves al águila; a los áspides y otrasserpientes; a los cocodrilos y a varios peces entre los moradores de las aguas. Argumentarque no toda clase de criatura ha sido igualmente domada es perder de vista el argumento deSantiago: no hay razón para creer que haya alguna clase de ser creado que no pueda serdomado por el hombre, con el suficiente tiempo y paciencia.Robert G. Lee lo expresa con elocuencia:¿Qué ha hecho el hombre con los enormes elefantes? Ha invadido sus hogares en lajungla, los ha atrapado, y los ha entrenado —en grandes manadas— para llevar troncos,

para tirar de vagones con pesadas cargas, y en todo tipos de trabajo. ¿Qué ha hecho elhombre con muchos tigres de Bengala? Los ha atrapado, enseñado y convertido encompañeros de juegos. ¿Qué ha hecho con fieros, furiosos y fuertes leones africanos? Hacapturado cantidades de ellos y los ha domado para que salten atravesando aros encendidos,para que monten a lomo de caballo, para que se queden sentados en altos pedestales, paraque dejen intacta —estando bien hambrientos— carne puesta junto a sus garras, y los haenseñado a echarse, a levantarse, a correr, a rugir en obediencia a la voz de mando delhombre, en obediencia a un chasquido del látigo manejado por el hombre. Bien, una vez vi(hace años, en un circo) cómo un león abría su cavernosa y hambrienta boca y la manteníaabierta mientras un hombre, su domador, introducía la cabeza bien adentro de la boca delleón y la mantenía allí un minuto entero.¿Qué ha hecho el hombre con la enorme boa constrictora? ¿Con la enorme pitón? Ve alcirco y verás a pequeñas mujeres, frágiles como flores, dejar impunemente que estosrepulsivos monstruos se enrosquen por sus cuerpos. Ve al espectáculo de los animales, yconsidera cómo el hombre ha hecho inofensivo e impotente al manchado leopardo y alsanguinario jaguar. Ve al espectáculo y verás las pulgas amaestradas, al hambriento chacalechado con el manso cordero, verás a la paloma y al águila juntas en el nido, verás al lobo yal conejo retozando juntos en sus juegos.3:8 Pero el éxito del hombre con los animales salvajes no se ha hecho realidad en elárea de su propia lengua. Si somos honrados, tendremos que reconocer que esto es ciertoen nuestras propias vidas. Debido a la caída, hemos perdido el dominio sobre este pequeñotrozo de carne. La naturaleza humana no tiene la capacidad ni la fuerza para gobernar a estepequeño miembro. Sólo Dios puede ponerla bajo control.Luego Santiago califica a la lengua como un mal que no puede ser refrenado.Uniendo esta expresión con las palabras llena de veneno mortal, sospechamos queSantiago tiene en mente a la agitada serpiente, llena de un veneno terriblemente mortífero.Una gota o dos serían letales. Así la lengua puede envenenar mentes y asesinar caracteres.Todos sabemos lo fácil que es chismear acerca de los demás. ¡Cuántas veces habremosensuciado a otros para resarcirnos por algún supuesto mal! Y a menudo por ninguna razónhemos dejado a otros mal, los hemos criticado, los hemos denigrado. ¿Quién puede medirel mal hecho, las lágrimas que han corrido, los corazones rotos, las reputacionesarruinadas? ¿Y quién puede medir la miseria que ha traído a nuestras propias vidas yfamilias? La amargura interna que ha suscitado, la vergüenza de tener que pedir perdón, losmalos efectos sobre nuestra salud. Los padres que se han dedicado a la crítica abierta de

hermanos creyentes han tenido que ver cómo sus hijos adoptaban el mismo espíritu críticoy se apartaban de la comunión cristiana. El precio que tenemos que pagar por el uso nodisciplinado de nuestra lengua es enorme.¿Y cuál es el remedio? Orar a diario que Dios nos guarde de chismear, de un espíritu decensura y de una manera de hablar poco amable. No hablemos desfavorablemente de nadie:el amor cubrirá multitud de pecados (1 P. 4:8). Si tenemos algo contra alguien, vayamospersonalmente a aquella persona, tratemos la cuestión con amor y oremos juntos (Mt.18:15; Lc. 17:3). Intentemos ver a Cristo en nuestros hermanos en lugar de exagerar fallosmenores. Si comenzamos a decir algo no amable o no provechoso, detengámonos en mediode la frase y expliquemos que continuar no sería para edificación. Algunas cosas quedanmejor sin decir.3:9–10 Es inconsistente emplear la lengua para propósitos buenos y malos a la vez; nohay nada así en la naturaleza. En un minuto alguien bendice a Dios con su lengua, y alsiguiente maldice a aquellos que están hechos a semejanza de Dios. ¡Cuán incongruenteque una misma fuente produzca unos resultados tan contrarios! Un estado de cosas así nodebería existir. La lengua que bendice a Dios debería ayudar a los hombres en lugar deherirlos. Todo lo que decimos debería quedar sometido a la triple prueba: ¿Es verdad? ¿Esbondadoso? ¿Es necesario? Deberíamos pedir constantemente al Señor que ponga guardadelante de nuestros labios (Sal. 141:3), y orar que las palabras de nuestras bocas y lasmeditaciones de nuestros corazones puedan ser aceptables delante de Aquel que es nuestrafuerza y Redentor (Sal. 19:14). Deberíamos recordar que nuestros miembros en Romanos12:1 incluyen la lengua.3:11 Ninguna fuente da agua dulce y amarga a la vez. La lengua tampoco deberíahacerlo. Su efusión debería ser uniformemente buena.3:12 Así como el agua de una fuente habla de refresco, así el fruto de una higuerahabla de alimento. Una higuera no puede producir aceitunas, como tampoco puede la vidproducir higos. En la naturaleza, un árbol produce sólo una clase de fruto. ¿Cómo es, pues,que la lengua puede producir dos clases de fruto, buenos y malos?Este pasaje no debería ser confundido con un pasaje similar de Mateo 7:16–20. Allí senos advierte en contra de esperar buen fruto de malos árboles. Aquí se nos advierte encontra de usar la lengua para producir dos clases contrarias de fruto.Ninguna fuente puede dar agua salada y dulce. Ha de dar la una o la otra. Estaslecciones de la naturaleza nos son presentadas para recordarnos que nuestra manera dehablar ha de ser constantemente buena.Así Santiago nos pone a prueba por lo que respecta a nuestra manera de hablar. Antesde dejar esta sección, hagámonos las siguientes preguntas. ¿Enseño a otros cosas que yomismo no obedezco? ¿Critico a otros a sus espaldas? ¿Es mi forma de hablarconsistentemente limpia, edificante, bondadosa? ¿Empleo palabrotas, incluso

«suavizadas»? Al terminar una solemne reunión, ¿frivolizo o hablo acerca de los resultadosdel fútbol? ¿Hago chistes con temas de las Escrituras? Cuando vuelvo a contar una historia,¿exagero para impresionar más a la gente? ¿Digo siempre la verdad, aunque ello signifiquepérdida de reputación, de amigos o económicas?

VII. SABIDURÍA: LA VERDADERA Y LA FALSA (3:13–18)Santiago pasa ahora a tratar la diferencia entre la verdadera y la falsa sabiduría. Cuandohabla de la sabiduría, no está pensando acerca de cuánto conocimiento tenga alguien, sinoacerca de cómo vive su vida de cada día. No es la posesión del conocimiento lo que cuenta,sino su apropiada aplicación. Tenemos aquí un retrato del hombre verdaderamente sabio.Fundamentalmente, este hombre es el Señor Jesucristo: Él es la sabiduría encarnada (Mt.11:19; 1 C.o 1:30). Pero también la persona sabia es la que manifiesta la vida de Cristo,aquella en la que se hace evidente el fruto del Espíritu (Gá. 5:22, 23).Tenemos también un retrato del hombre con sabiduría mundana. El tal actúa siguiendolos principios de este mundo. Incorpora todos los rasgos que los hombres glorifican. Suconducta no da evidencia alguna de vida divina en su interior.3:13 Si alguien es sabio y entendido, lo demostrará mediante su buena conducta juntocon el espíritu humilde que proviene de la sabiduría. El Señor Jesús, la encarnación de laverdadera sabiduría, no era orgulloso ni arrogante; era manso y humilde de corazón (Mt.11:29). Por ello, todos los que son verdaderamente sabios tendrán la marca de la humildadgenuina.3:14 El hombre de sabiduría mundana está caracterizado por celos amargos y egoístaambición en su corazón. Su gran pasión en la vida es favorecer sus propios intereses. Sientecelos de todo competidor, y es implacable en sus tratos con ellos. Está orgulloso de susabiduría que le ha dado éxito. Pero Santiago dice que ésta no es sabiduría en absoluto. Taljactancia es vana. Es una negación práctica de la verdad de que el hombre verdaderamentesabio es verdaderamente humilde.3:15 Incluso en el servicio cristiano es posiblemente ser amargamente celoso de otrosobreros, y tratar de buscar un puesto destacado para uno mismo. Hay siempre un peligro deque se les dé puestos de liderazgo en la iglesia a los sabios de este mundo. Debemosmantenernos constantemente en guardia en contra de permitir que los principios mundanosnos guíen en los asuntos espirituales. Santiago califica a esta falsa sabiduría de terrenal,natural, o sensual, y demoníaca (literal Gr.). Hay una progresión intencionada hacia abajoen estos tres adjetivos. Terrenal significa que es una sabiduría no del cielo, sino de esta

tierra. Natural, o sensual, significa que no es fruto del Espíritu Santo, sino de la naturalezainferior del hombre. Diabólica, o demoníaca, significa que se rebaja a acciones que separecen más a la conducta de los demonios que a la de los hombres.3:16 Siempre que se descubra celos y rivalidad, se encontrará también allíperturbación, desavenencia y toda otra obra perversa. ¡Cuán cierto! Pensemos en laintranquilidad y agitación que azota al mundo en la actualidad; ¡todo ello debido a que loshombres rechazan la verdadera Sabiduría y actúan según su propia supuesta inteligencia!3:17 La sabiduría que proviene de Dios es primeramente pura. En pensamiento,palabra y acción, es limpia. En espíritu y cuerpo, en doctrina y práctica, en fe y moral, esincontaminada. Es también pacífica. Esto sencillamente significa que un sabio ama la paz,y hará todo lo que esté en su mano para mantener la paz sin sacrificar la pureza. Esto seilustra con la historia de Lutero de las dos cabras que se encontraron en un puente estrechosobre un agua profunda. No podían ir para atrás y no se atrevían a luchar. Después de unbreve parlamento, una de ellas se echó al suelo y dejó que la otra pasase por encima, y asíno se hicieron daño. La lección, dice Lutero, «es sencilla: conténtate si tu persona espisoteada por causa de la paz; tu persona, digo; no tu conciencia». La verdadera sabiduríaes condescendiente. Es paciente, no abrumadora; cortés, no cruda. Un sabio es uncaballero, respetuoso para con los sentimientos de los demás. Dice A. B. Simpson: «Lasmaneras rudas y sarcásticas, la respuesta cortante, el desaire hostil, todo eso nada tiene encomún con la gentil enseñanza del Consolador».La siguiente característica de la sabiduría es que es benigna. Eso significa que esconciliadora, que está dispuesta a oír, a razonar, dispuesta a ceder cuando la verdad lodemanda. Es lo opuesto a la obstinación y a la inflexibilidad. La sabiduría de lo alto estállena de misericordia y de buenos frutos. Está llena de misericordia para los que estánen el mal, y ansiosa de ayudarlos a encontrar el camino recto. Es compasiva y gentil. No esvengativa. Más bien, devuelve benevolencia por la descortesía. Es sin parcialidad(RVR77, margen), es decir, no produce favoritismos. Es imparcial en su manera de tratar alos demás. Finalmente, la verdadera sabiduría es sin hipocresía. Es sincera y genuina. Nopretende ser otra cosa de lo que realmente es.Reunamos ahora todas estas reflexiones para formar los retratos de dos hombres —delverdaderamente sabio y del hombre con falsa sabiduría—. El verdaderamente sabio esgenuinamente humilde. Estima a otros como mejores que él mismo. No adopta un falso airede superioridad, sino que hace que los demás se sientan cómodos con él. Su conducta no escomo la del mundo que le rodea, es de fuera de este mundo. No vive para el cuerpo, sino

para el espíritu. En palabras y acciones, recuerda al Señor Jesús. Su vida es pura. Moral yespiritualmente, es limpio. También es pacífico. Soportará los insultos y las falsasacusaciones, y no se revolverá; ni siquiera tratará de justificarse. Es gentil, suave y tierno.Y es fácil razonar con él, porque está dispuesto a ver el punto de vista de la otra persona.No es vengativo, sino que está siempre dispuesto a perdonar a quien le haya hecho daño.No sólo eso, sino que como práctica habitual se muestra bondadoso para con los demás,especialmente con los que no lo merecen. Y es igual para con todos; no juega a favoritos.Los ricos reciben el mismo tratamiento que los pobres; los grandes no son preferidos alcomún de la gente. Finalmente, no es un hipócrita. No dice una cosa cuando piensa otra.Nunca le oirás lisonjear. Dice la verdad, y nunca se pone una careta.El hombre de sabiduría mundana no es así. Tiene el corazón lleno de envidia ycontienda. En su determinación a enriquecerse, se vuelve intolerante con todos los rivales ocompetidores. No hay nada noble en su conducta; no asciende a más altura que la tierra.Vive para gratificar sus apetitos naturales —como los animales—. Y sus métodos soncrueles, pérfidos y demoniacos. Debajo de su traje bien planchado hay una vida deimpureza. Su vida mental es sucia, su moralidad degradada, su manera de hablar inmunda.Es pendenciero con todos los que no están de acuerdo con él y con los que le contrarían encualquier forma. En el hogar, en el trabajo, en la vida social, es constantementecontencioso. Y es duro y abrumador, rudo y crudo. No es fácil estar junto a él; mantiene ala gente a distancia. Es prácticamente imposible razonar con él de manera tranquila. Sumente está ya decidida, y sus opiniones no están sujetas a cambios. Es rencoroso yvengativo. Cuando atrapa a alguien en una falta o en un error, no muestra misericordia.Descarga un torrente de insultos, de descortesía y de malicia. Valora a las personas según elbeneficio que pueda conseguir de ellas. Cuando ya no las puede «usar» más, es decir,cuando ya no tiene esperanza de sacar provecho de conocerlas, pierde todo interés en ellas.Finalmente, tiene dos caras, es insincero. Nunca se puede estar seguro de él, ni de suspalabras ni de sus acciones.3:18 Santiago termina este capítulo con estas palabras: Y el fruto de justicia sesiembra en paz para aquellos que hacen la paz. Este versículo es un vínculo de conexiónentre lo que hemos estado tratando y lo que sigue a continuación. Acabamos de aprenderque la verdadera sabiduría es amante de la paz. En el siguiente capítulo encontramosconflicto entre el pueblo de Dios. Aquí se nos recuerda que la vida es como un proceso deagricultura. Tenemos al granjero (el sabio que es pacificador); el clima (la paz); y lacosecha (la justicia). El granjero quiere conseguir una cosecha de justicia. ¿Se puede estoconseguir en una atmósfera de pendencias y altercados? No; la siembra ha de tener lugar

bajo condiciones de paz. Tiene que ser hecha por aquellos que son de disposición pacífica.Se producirá una cosecha de rectitud en sus propias vidas y en las vidas de aquellos a losque ministren.Una vez más, Santiago tiene que poner nuestra fe a prueba, esta vez con respecto a laclase de sabiduría que manifestamos en nuestra vida cotidiana.Hemos de preguntarnos: «¿Respeto más a los orgullosos de este mundo que al humildecreyente en el Señor Jesús?». «¿Sirvo al Señor sin preocuparme de quién recibe el créditopor ello?». «¿O empleo a veces medios dudosos para conseguir buenos resultados?». «¿Mehago culpable de adulación para influir sobre la gente?». «¿Abrigo celos y resentimiento enmi corazón?». «¿Recurro al sarcasmo y a observaciones agrias?». «¿Soy puro en mipensamiento, en mi manera de hablar, en mi moralidad?».

VIII. LA CODICIA: SU CAUSA Y SU CURA (Cap. 4)Santiago ha observado que el hombre sabio es un hombre que ama la paz. Ahorarecuerda las trágicas pendencias que tantas veces se dan dentro del pueblo de Dios. ¿Cuáles la causa de todo ello? ¿Por qué hay tantos hogares infelices y tantas iglesias desgarradaspor divisiones? ¿Por qué hay tantos conflictos acerbos entre obreros cristianos en el país, ytales conflictos entre los misioneros en el extranjero? La razón es que estamos sin cesartratando de dar satisfacción a nuestro anhelo de placeres y posesiones, y superar a losdemás.4:1–2a Lo triste es que haya guerras y pleitos entre cristianos. Sugerir que este párrafono es de aplicación a los creyentes es una negación de la realidad, y priva al pasaje de todosu valor para nosotros. ¿Cuáles son las causas de todas estas luchas? Surgen de las intensaspasiones dentro de nosotros, que están constantemente debatiéndose para ser satisfechas.Hay el anhelo de acumular posesiones materiales. Hay el empuje en pos del prestigio. Hayel anhelo del placer, de la satisfacción de los apetitos físicos. Estas poderosas fuerzas estánobrando dentro de nosotros. Nunca nos damos por satisfechos. Siempre queremos más. Ysin embargo parece que estamos constantemente frustrados en nuestros deseos porconseguir lo que queremos. El incumplido anhelo llega a hacerse tan poderoso quepisoteamos a aquellos que parecen estorbar nuestro avance. Dice Santiago: Matáis. Empleala palabra mayormente en un sentido figurado. No matamos literalmente, pero la ira, loscelos y la crueldad que generamos son homicidio en ciernes.4:2b–3 Nos dice: Ardéis de envidia, y no podéis alcanzar. Queremos tener más ymejores cosas que otros. Y en ello, nos encontramos peleando y devorándonos los unos alos otros.

Juan y Juana acaban de casarse. Juan tiene un buen trabajo con un salario suficiente.Juana quiere una casa tan buena como las otras parejas jóvenes de la iglesia. Juan quiere unauto del último modelo. Juana quiere muebles finos y buenos electrodomésticos. Algunasde estas cosas se tienen que comprar a plazos. El salario de Juan apenas si es suficiente parasoportar la tensión. Entonces nace un bebé; esto significa gastos adicionales y unpresupuesto desequilibrado. Al ir aumentando las demandas de Juana, Juan se vuelvegruñón e irritable. Juana reacciona con peleas y lágrimas. Pronto las paredes de la casaestán vibrando con el fuego cruzado. El materialismo está destruyendo el hogar.Por otra parte, puede que Juana sienta envidia. Piensa que Roberto y Susana Ferrertienen un puesto más destacado en la asamblea que ella y Juan. Pronto hace observacionessarcásticas a Susana. Al irse enconando la hostilidad entre ellas, Juan y Roberto se venenvueltos en el conflicto. Luego los otros cristianos toman partido y la congregación quedadividida —debido a la codicia de una persona por un puesto destacado.Aquí tenemos, pues, la fuente de los altercados y peleas entre los creyentes. Procede deldeseo por más, y de los celos de otros. «No querer ser menos que el vecino» es una maneraeducada de llamarlo; de manera más precisa deberíamos llamarlo codicia, envidia, avidez.El deseo llega a hacerse tan poderoso que la gente hará casi lo que sea para dar satisfaccióna sus codicias. Tardan en aprender que el verdadero placer no se encuentra de esta manera,sino en el contentamiento con el alimento y el vestido (1 Ti. 6:8).La oración es el enfoque adecuado para este problema. «No discutas. No pelees. Ora.»Dice Santiago: No tenéis lo que deseáis, porque no pedís. En lugar de llevar estas cosas alSeñor en oración, intentamos conseguir lo que queremos mediante nuestros propiosesfuerzos. Si queremos algo que no tenemos, deberíamos pedírselo al Señor. Si lo pedimosy la oración no recibe respuesta, ¿qué entonces? Significa sencillamente que nuestrosmotivos no son puros. No queríamos estas posesiones para la gloria de Dios ni para bien denuestros semejantes. Las queríamos para nuestro goce egoísta. Las queríamos parasatisfacer nuestros apetitos naturales. Dios no ha prometido dar respuesta a estas oraciones.¡Qué profunda lección de psicología tenemos en esos tres versículos! Si los hombres secontentasen con lo que Dios les ha dado, ¡cuántos abrumadores conflictos y agitaciones seevitarían! Si amásemos al prójimo como a nosotros mismos y estuviésemos másinteresados en compartir que en adquirir, ¡cuánta paz resultaría! Si siguiésemos elmandamiento del Salvador de dejarlo todo en lugar de acumular, de atesorar en el cielo yno en la tierra, ¡cómo cesarían las contiendas!4:4 Santiago condena el amor desordenado por las cosas materiales como adulterio

espiritual. Dios quiere que le amemos primero y por encima de todo. Cuando amamos lascosas efímeras de este mundo, le estamos siendo infieles.La codicia es una forma de idolatría. Significa que deseamos intensamente lo que Diosno quiere que tengamos. Eso significa que hemos levantado ídolos en nuestros corazones.Valoramos las cosas materiales por encima de la voluntad de Dios. Por tanto, la codicia esidolatría, y la idolatría es infidelidad espiritual al Señor.El espíritu mundano es asimismo enemistad contra Dios. El mundo no significa elplaneta sobre el que vivimos, ni el mundo de la naturaleza a nuestro alrededor. Es elsistema que el hombre ha edificado para sí mismo en su esfuerzo por dar satisfacción a laconcupiscencia de los ojos, a la concupiscencia de la carne y a la soberbia de la vida. Eneste sistema no hay lugar para Dios ni para Su Hijo. Puede que se trate del mundo del arte,la cultura, la educación, la ciencia, incluso del de la religión. Pero se trata de una esfera enla que el nombre de Cristo es visto con desagrado, e incluso prohibido. excepto,naturalmente como una formalidad vacía. Es, en resumen, el mundo de la humanidad fuerade la esfera de la verdadera iglesia. Ser amigo de este sistema es ser enemigo de Dios. Fueeste mundo el que crucificó al Señor de la vida y de la gloria. De hecho, fue el mundoreligioso el que jugó el papel clave en darle muerte. ¡Cuán impensable que los creyentesquieran jamás andar junto con el mundo que dio muerte a su Salvador!4:5 El versículo 5 es uno de los más difíciles en esta Epístola: ¿O pensáis que laEscritura dice en vano: El Espíritu que él ha hecho habitar en nosotros nos anhelacelosamente?La primera dificultad es que Santiago parece estar citando del AT, pero que estaspalabras no se encuentran en ninguna parte en el AT, ni siquiera en los libros apócrifos.Hay dos posibles explicaciones. Primero, aunque no se encuentran las palabras literales enel AT, Santiago puede haberlas citado como dando la enseñanza general de la Escritura. Lasegunda solución al problema la da la R.V. En la Versión Revisada inglesa el versículo sedivide en dos preguntas: «¿O creéis que la Escritura habla en vano? ¿Anhela para envidia elespíritu que él hizo morar en nosotros?» Aquí, el pensamiento es que al condenar el espíritumundano, la Biblia no habla en vano.La segunda dificultad principal del versículo 5 es el significado de la segunda parte delversículo. El problema reside en si el espíritu es el Espíritu Santo (como en la RVR77) o elespíritu de apasionados celos. Si es lo primero lo que se quiere comunicar, entonces elpensamiento es que el Espíritu Santo a quien Dios hizo morar en nosotros no origina lacodicia y los celos que provocan las luchas; más bien, nos anhela con celo para que nosconsagremos enteramente a Cristo. Si lo que se quiere significar es lo último, entonces el

significado es que el espíritu que mora en nosotros, esto es, el espíritu de codicia y envidia,es la causa de toda nuestra infidelidad hacia Dios.4:6 Pero él da mayor gracia. En los primeros cinco versículos hemos podido ver cuánmaligna puede ser la vieja naturaleza del creyente. Ahora aprendemos que no se nos dejapara que hagamos frente a las codicias de la carne con nuestras propias fuerzas. Gracias aDios, él da mayor gracia o fuerza siempre que sea necesaria (He. 4:16). Él ha prometido:«… como tus días serán tus fuerzas» (Dt. 33:25).Mayor gracia Él da, al agravarnos la carga,Si es duro el trabajo, Él da fuerza eficaz;Con cada aflicción Dios da misericordia,Y en todo conflicto es nuestra célica paz.Annie Johnson FlintPara demostrar que Dios da la gracia conforme es necesaria, Santiago cita Proverbios3:34, pero aquí se añade el pensamiento de que esta gracia ha sido prometida a loshumildes. Dios resiste a los soberbios, pero no puede resistir ante un espíritu quebrantado.4:7 En los vv. 7–10, encontramos seis pasos que seguir cuando hay un verdaderoarrepentimiento. Santiago ha estado clamando contra los pecados de los santos. Suspalabras han traspasado nuestros corazones como dardos de convicción. Han caído comocentellas procedentes del trono de Dios. Nos damos cuenta de que Dios nos ha estadohablando a nosotros mismos. Nuestros corazones se han doblado bajo la influencia de Supalabra. Pero ahora la cuestión es: «¿Qué haremos?».Lo primero que debemos hacer es someternos a Dios. Esto significa que debemossujetarnos a Él, listos para escucharle y obedecerle. Hemos de ser tiernos y contritos, noorgullosos y duros de cerviz. Asimismo hemos de resistir al diablo. Lo hacemos cerrandonuestros oídos y corazones a sus sugerencias y tentaciones. Lo hacemos tambiénempleando las Escrituras como la Espada del Espíritu para repelerle. Si le resistimos, huiráde nosotros.4:8 Luego, debemos acercarnos a Dios. Debemos hacerlo por oración. Debemos acudira Él con una oración importuna, creyente, diciéndole todo lo que tenemos en nuestroscorazones. Al acercarnos así a Él, veremos que Él se acercará a nosotros. Nosotrospensábamos que Él estaría lejos de nosotros a causa de nuestra carnalidad y mundanalidad,pero cuando nos acercamos a Él, nos perdona y nos restaura. El cuarto paso es: Pecadores,limpiad las manos; y vosotros los de doble ánimo, purificad vuestros corazones. Lasmanos hablan de nuestras acciones, y los corazones representan nuestros motivos y deseos.Nos limpiamos las manos y purificamos nuestros corazones por medio de la confesión y

del abandono de nuestros pecados, tanto los externos como los internos. Como pecadores,necesitamos confesar las malas acciones; como personas de doble ánimo, tenemos queconfesar nuestros motivos mezclados.4:9 La confesión debería ir acompañada de un profundo dolor por el pecado. Afligíos, ylamentad, y llorad. Que vuestra risa se convierta en llanto, y vuestro gozo en tristeza.Cuando Dios nos visita con convicción de pecado, no es momento de frivolidades. Másbien es momento de postrarnos delante de Él y de lamentarnos por nuestra pecaminosidad,impotencia, frialdad y esterilidad. Deberíamos humillarnos y llorar por nuestromaterialismo, secularismo y formalismo. Tanto en lo interior como en lo exteriordeberíamos manifestar el fruto de un piadoso arrepentimiento.4:10 Finalmente, deberíamos humillarnos delante del Señor. Si tomamos con honradeznuestro puesto en el polvo a Sus pies, Él nos exaltará a su debido tiempo.Así, pues, es como deberíamos responder cuando el Señor nos expone a nosotrosmismos. Pero demasiadas veces no es éste el caso. A veces, por ejemplo, estamos en unareunión y Dios nos habla fuerte al corazón. Somos movidos por el momento, y llenos debuenas resoluciones. Pero cuando termina la reunión, la gente se dedica a una conversaciónanimada y trivial. Toda la atmósfera del servicio queda dispersada, se disipa el poder, yqueda apagado el Espíritu de Dios.4:11–12 El siguiente pecado que afronta Santiago es el de un espíritu criticón, o hablarmal contra el hermano. Alguien ha sugerido que hay aquí tres preguntas que deberíamoscontestar antes de darnos a criticar a otros: ¿Qué bien hace a tu hermano? ¿Qué bien te hacea ti mismo? ¿Qué gloria para Dios hay en ello?La ley regia del amor dice que deberíamos amar a nuestro prójimo como a nosotrosmismos. Por tanto, hablar mal contra un hermano, o juzgar sus motivos, es lo mismo quehablar contra esta ley y condenarla como carente de valor. Quebrantar una leydeliberadamente es tratarla con menosprecio y desdén. Es lo mismo que decir que la ley noes buena y que no vale la pena obedecerla. «El que rehúsa obedecer está diciendotácitamente que aquello no debería ser ley.» Ahora bien, esto pone a aquel que habla maldel hermano en la extraña posición de ser un juez en lugar de aquel que ha de ser juzgado.Se presenta como superior a la ley en lugar de estar sujeto a la misma. Pero sólo Dios essuperior a la ley; Él es Aquel que la dio y Aquel que juzga por ella. Entonces, ¿quién osausurpar el puesto de Dios y juzgar al otro?4:13 El siguiente pecado que denuncia Santiago es planificar de una maneraautoconfiada y jactanciosa en independencia de Dios (vv. 13–16). Presenta a un negocianteque tiene un plan completo para el futuro. Observemos los detalles. Ha pensado en eltiempo (hoy o mañana); el personal (nosotros); el lugar (a tal ciudad); la duración(estaremos allá un año); la actividad (traficaremos); y el resultado anticipado

(ganaremos). ¿Qué es lo que está ausente de esta descripción? Ni una vez introduce a Diosen sus actividades. En la vida es necesario hacer algunos planes para el futuro, pero hacerlode una manera voluntarista es pecaminoso. Decir «Haremos» o «Haré» es la esencia delpecado.Observemos, por ejemplo, las declaraciones categóricas de Lucifer en Isaías 14:13, 14:«Subiré al cielo; por encima de las estrellas de Dios, levantaré mi trono, y en el monte de laReunión me sentaré, en el extremo norte; sobre las alturas de las nubes subiré, y serésemejante al Altísimo».4:14 Es un error planificar como si mañana fuese cosa cierta. «No digas… mañana»(Pr. 3:28). No sabemos lo que será el mañana. Nuestras vidas son tan frágiles eimpredecibles como «un penacho de humo» (JPB).4:15 Dios debería ser consultado en todos nuestros planes, y los deberíamos hacercontando con Su voluntad. Deberíamos vivir y hablar con la conciencia de que nuestrosdestinos están en Sus manos. Deberíamos decir: Si el Señor quiere, viviremos y haremosesto o aquello. Así, en el libro de los Hechos, encontramos al Apóstol Pablo diciendo:«Pero volveré otra vez a vosotros, si Dios quiere» (18:21), y en 1 Corintios 4:19 escribió:«Pero iré pronto a vosotros, si el Señor quiere». A veces los cristianos emplean las letras«D.V.» para expresar esta conciencia de que dependen de Dios. Estas letras son las inicialesde dos palabras latinas, Deo volente, que significan: Dios queriendo.4:16 Pero ahora os jactáis en vuestras fanfarronadas, escribe Santiago. Loscristianos se enorgullecían de sus planes jactanciosos para el futuro. Eran arrogantes en suconfianza de que nada interferiría en su programación de tiempo. Actuaban como si fuesenlos dueños de su propio destino. Toda jactancia semejante es mala, porque excluye aDios.4:17 El pecado está, pues, en aquel que sabe hacer lo bueno y no lo hace. En estecontexto, hacer lo bueno es incluir a Dios en cada aspecto de nuestras vidas, vivir cadamomento en dependencia de Él. Si sabemos que debemos hacer esto, y no lo hacemos,evidentemente estamos pecando. Claro, este principio es de más amplia aplicación. Entodas las áreas de la vida, la oportunidad para hacer lo bueno nos hace responsables dehacerlo. Si sabemos lo que es bueno, estamos en la obligación de vivir bajo esta luz. Dejarde hacer lo bueno es pecado contra Dios, contra nuestro prójimo, y contra nosotrosmismos.En el capítulo 4, Santiago nos ha puesto a prueba tocante a la codicia y al conflicto, ytocante a planificar sin consultar con el Señor. Por ello, hagámonos las siguientespreguntas: ¿Estoy continuamente deseoso de conseguir más cosas, o estoy contento con loque tengo? ¿Siento envidia de los que tienen más que yo? ¿Oro antes de comprar? CuandoDios me habla, ¿me someto, o me resisto? ¿Hablo contra mis hermanos? ¿Hago planes sinconsultar con el Señor?

IX. LOS RICOS Y SU VENIDERO REMORDIMIENTO(5:1–6)En una de las secciones más escrutadoras y punzantes de su carta, Santiago ahora lanzauna denuncia contra los pecados de los ricos. Sus palabras caen como golpes de mazo,duras e implacables. De hecho, la denuncia es tan fuerte que pocas veces se predica en basede estos versículos.Aquí vemos a Santiago en el papel de profeta de la justicia social. Clama en contra de lanegligencia de los ricos de emplear su dinero para el alivio de la necesidad humana.Condena a los que se han enriquecido explotando a sus obreros. Reprende el empleo de lasriquezas para el capricho propio y para la vida lujosa. Finalmente, exhibe a los ricos comoarrogantes opresores de los justos.5:1 Primero convoca a los ricos a llorar y a aullar a causa de las miserias que están apunto de sobrevenirles. Pronto se encontrarán con Dios. Luego se sentirán llenos devergüenza y de remordimiento. Verán que han sido mayordomos infieles. Se lamentaránpor las oportunidades que han perdido. Llorarán por su codicia y egoísmo. Se veránculpables de prácticas injustas contra sus empleados. Se darán cuenta de lo pecaminoso debuscar la seguridad en las cosas materiales y no en el Señor. Y derramarán amargaslágrimas por la manera en que se han gozado hasta el hartazgo. Santiago menciona cuatropecados capitales de los ricos. El primero es la acumulación de riqueza.5:2 «Vuestros más ricos bienes se han echado a perder», dice Santiago; «vuestroatiborrado guardarropa está comido por la polilla; vuestro oro y vuestra plata estánempañados. Sí, su mismo empañamiento será evidencia de vuestra malvada acumulación yos encogeréis de todo ello como si estuviese al rojo vivo» (JBP).La Biblia no dice en ningún lugar que ser rico sea pecado. Una persona, por ejemplo,podría heredar una fortuna de la noche a la mañana, y desde luego no ha cometido ningúnpecado al hacerse rico así. Pero la Biblia sí enseña que es malo acumular riquezas. El SeñorJesús prohibió de manera expresa la acumulación de riqueza. Dijo: «No alleguéis tesoros enla tierra, donde la polilla y el orín corroen, y donde los ladrones horadan y hurtan; sinoallegaos tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el orín corroen, y donde los ladrones nohoradan ni hurtan. Porque donde está tu tesoro, allí estará también tu corazón» (Mt. 6:19–21).Santiago habla de la riqueza en cuatro formas: riquezas, ropas, oro y plata. En lostiempos de la Biblia, la riqueza se contaba a menudo en términos de grano, aceite, y otrosproductos: ropas, oro y plata. Quizá cuando Santiago dice: Vuestras riquezas se hanpodrido, se refiere a que el grano se había agusanado y a que el aceite se había vueltorancio. El argumento es que esas cosas habían sido acumuladas hasta el punto en que sehabían echado a perder. Podrían haber sido empleadas para alimentar a los hambrientos;ahora no valen para nada. Vuestras ropas están comidas de polilla, dice. Esto no le

sucede a las ropas que se usan de manera regular. Pero cuando el guardarropa está tan llenode ropas que se usan de manera muy infrecuente, quedan sujetas al ataque de las polillas.Para Santiago, es moralmente malo acumular ropas de esta manera cuando a tantaspersonas en el mundo les hacen falta desesperada.5:3 Vuestro oro y plata se han enmohecido; y su moho testificará contra vosotros,y devorará vuestras carnes como fuego, prosigue luego. El oro y la plata no se oxidan,pero sí que se empañan y decoloran, y bajo desfavorables condiciones de almacenamientopodrían llegar a ser objeto de corrosión. En lugar de hacer trabajar su dinero para alimentara los hambrientos, vestir a los desnudos, proveer medicinas para los enfermos y extender elevangelio, los ricos estaban ahorrando su dinero para «días malos». No servía de beneficiopara nadie, y finalmente se enmohecía.El moho, que es manifestación de falta de uso y de decaimiento, será un testimoniocondenatorio contra los ricos. Si esto era cierto respecto de los ricos en tiempos deSantiago, ¿cuánto más cierto no será de los creyentes en nuestro tiempo? ¿Cuál no seránuestra condenación si hemos tenido los medios para esparcir el evangelio y hemosdescuidado emplearlos? ¿Si hemos acumulado cosas materiales cuando podrían haber sidousadas en la salvación de las almas? La expresión su moho … devorará vuestras carnescomo fuego significa que su negligencia al no emplear sus riquezas para el bien de losdemás causaría en ellos el más agudo sufrimiento y remordimiento. Cuando sus ojosqueden finalmente abiertos a la crueldad de su egoísmo y de su codicia (joyas costosas,elegantes ropas, casas lujosas, autos ostentosos), será para ellos una experiencia candente,abrasadora.5:4 El segundo pecado que ataca Santiago es la adquisición de riquezas por no pagar lossalarios justos. Los obreros que han cosechado las tierras se veían privados de su justosalario. Aunque los obreros pudiesen protestar, se veían imposibilitados de obtener lo queles pertenecía. No tenían a nadie en la tierra que abogase por su causa con éxito. Sinembargo, sus clamores habían sido oídos por el Señor de los ejércitos. Aquel que dirigelos ejércitos de los cielos es fuerte para actuar en favor de las pisoteadas masas de la tierra.El Señor Dios Omnipotente las ayudará y vengará. Así, la Biblia condena no sólo laacumulación de riquezas, sino también su adquisición por medios deshonestos. Además delpecado de pagar salarios inadecuados, Santiago podría también haber mencionado lafalsificación de las declaraciones tributarias, la falsificación de pesos y medidas, el sobornode inspectores locales u otros funcionarios, la falsa publicidad, y la falsificación de cuentas

de gastos.5:5 Luego Santiago denuncia la lujosa vida de los ricos. Joyas caras, elegantes vestidos,comidas suntuosas y hogares como palacios: ¿cómo podían malgastar su dinero en el yocuando había multitudes con necesidades desesperadas? O para traerlo a nuestros propiosdías, ¿cómo justificamos la riqueza y extravagancia de la iglesia y del pueblo cristiano?Vivimos en un mundo donde miles de seres mueren a diario de hambre. Más de la mitad dela población del mundo nunca ha oído hablar del Señor Jesucristo. En un mundo así, ¿cómopodemos justificar nuestros autos deportivos, limusinas, lanchas rápidas? ¿Cómo podemosgastar el dinero del Señor en hoteles lujosos, en restaurantes selectos, en cualquier forma decaprichos personales? La clara enseñanza de las Escrituras, la abrumadora necesidad delmundo, el ejemplo del Salvador y el simple instinto de la misma compasión nos dicen queestá mal vivir con comodidad, lujo y holganza mientras haya una sola alma que no hayaoído el evangelio.Los que viven en deleite y se dan al placer desenfrenado son asemejados a los quealimentan sus corazones como en día de matanza —a animales, que se alimentan a símismos justo antes de su degüello, o a soldados que se pasan el tiempo lanzados a adquirirbotín mientras otros mueren a su alrededor.5:6 La última acusación contra los ricos es que han condenado y dado muerte aljusto, y que él no ha hecho resistencia. Algunos creen que este justo es el Señor Jesús. Sinembargo, Su muerte fue provocada más bien por los religiosos que por los ricos.Probablemente sea mejor pensar en el justo como representando a los inocentes en general.Santiago está pensando en la manera ruda y arrogante con que característicamente los ricosse han comportado para con sus subordinados. Los han condenado mediante falsasacusaciones, con lenguaje duro y amenazas. Los han matado, quizá no de manera directa,pero abrumándolos de trabajo y pagándoles insuficientemente. Los inocentes no hanofrecido resistencia. Protestar podría haber resultado en adicionales brutalidades, o eldespido de su trabajo.

X. EXHORTACIÓN A LA PACIENCIA (5:7–12)5:7 Santiago se vuelve ahora a los creyentes que estaban sufriendo opresión, y losalienta a tener paciencia. El motivo de la paciencia es la venida del Señor. Esto puedereferirse bien al Arrebatamiento, bien a la venida de Cristo a reinar. Ambas cosas seemplean en el NT como incentivos para soportar con paciencia.El labrador ilustra la necesidad de paciencia. No recoge el mismo día que planta.Existe un largo periodo de espera. Primero ha de venir la lluvia temprana, que hacegerminar la semilla. Luego, al final de la estación, hay la lluvia tardía, necesaria parallevar la cosecha a su punto final. Algunos ven en esta referencia a la lluvia temprana y latardía una promesa de que las bendiciones de Pentecostés al comienzo de la Era de la

Iglesia se repetirán antes del Regreso del Señor; pero el tenor general de las Escrituras delNuevo Testamento parecen desalentar esta expectativa. Sin embargo, no hay nada queprohíba esperar a un fiel remanente de creyentes llenos de fervor para con Dios y dados a laevangelización mundial. ¿Qué mejor manera de dar la bienvenida al Salvador que viene?5:8 Los males de la tierra serán rectificados cuando el Señor vuelva. Así, Su pueblodebería tener paciencia, como el labrador. Sus corazones deberían quedar afianzados conla certidumbre de Su venida.5:9 Durante los tiempos de persecución y angustia no es insólito que las víctimas sevuelvan las unas contra las otras. Es un rasgo curioso de la naturaleza humana que entiempos de presión acumulamos ira contra los que más amamos. De ahí esta advertencia:Hermanos, no os quejéis unos contra otros, para que no seáis juzgados. Este versículoes un aviso para los siervos del Señor trabajando juntos bajo circunstancias difíciles. Nodeberíamos permitir que crezca el resentimiento. A fin de cuentas, ¡el juez está ya a laspuertas! Él conoce nuestros pensamientos. Pronto estaremos ante el Tribunal de Cristopara dar cuentas. No deberíamos juzgar, para no ser juzgados.5:10 Los profetas del AT son presentados aquí como ejemplo de aflicción y depaciencia. Observemos que la aflicción precede a la paciencia. «La tribulación producepaciencia» (Ro. 5:3). Como se ha explicado, la paciencia, en el NT, significa fortaleza ofirmeza. Debido a su fidelidad en declarar la palabra del Señor, los profetas fueronperseguidos de manera implacable. Pero se mantuvieron firmes, «como viendo al invisible»(He. 11:27, 32–40).5:11 Miramos atrás a profetas como Isaías, Jeremías y Daniel con enorme respeto. Loshonramos por sus vidas llenas de celo y devoción. En este sentido, los llamamosbienaventurados (RVR). Estamos de acuerdo en que ellos tenían razón y que el mundoestaba en un error. Bien, deberíamos recordar que pasaron por grandes pruebas yaflicciones, y que soportaron con paciencia. Si queremos ser bienaventurados, es sólorazonable llegar a la conclusión de que seremos llamados a compartir lo mismo.Job es un excelente ejemplo de paciencia o fortaleza. Bien pocos hombres en lahistoria del mundo habrán sufrido pérdidas tan grandes en tan poco tiempo como Job. Peronunca maldijo a Dios ni se apartó de Él. Al final, su paciencia fue recompensada. Dios sereveló, como siempre lo hace, como muy misericordioso y compasivo.Si no conociésemos lo que Santiago denomina el fin que vino del Señor (V.M.) (elresultado final al que el Señor hace que las cosas vayan), podríamos sentirnos tentados aenvidiar a los malos. Asaf sintió celos al ver la prosperidad de los malvados (Sal. 73:3–17).Cuanto más pensaba acerca de ello, tanto más confuso se sentía. Entonces fue al santuariode Dios y comprendió el fin de ellos. Esto disipó toda su envidia. David tuvo la mismaexperiencia. En el Salmo 17:15 describe la porción del creyente en la vida venidera. En

vista de esto, al creyente le conviene mantenerse firme. En el caso de Job, el fin que vinodel Señor era que Dios le dio el doble de lo que había tenido antes.5:12 La impaciencia en tiempos de prueba se manifiesta también en los juramentos.Aquí no es cuestión de un habla soez, ni primariamente de maldecir. Tampoco se refiere adar juramento ante un tribunal. La práctica que aquí se prohíbe es el uso irreflexivo delNombre del Señor o de cualquier otro nombre para dar testimonio de la veracidad de lo queuno dice. El cristiano no tendría por qué jurar por nadie ni por nada, ni en el cielo ni en latierra. Los que le conocen tendrían que poder depender del hecho de que su sí significa sí,y de que su no significa no.Este pasaje podría aplicarse también como prohibición de expresiones innecesariascomo «por el cielo», «que Dios me confunda», «voto al chápiro verde», y otros juramentosdisimulados, o usar «diez» en juramentos (como sucedáneo de «Dios»).Para que no caigáis bajo juicio (o hipocresía, NKJV margen), nos dice Santiago, esposible que pensando en el tercer mandamiento: «No tomarás el nombre de Jehová tu Diosen vano; porque no dará por inocente Jehová a quien toma su nombre en vano» (Éx. 20:7).

XI. LA ORACIÓN Y LA SANIDAD DE LOS ENFERMOS(5:13–20)El tema de los versículos finales de la Epístola es la oración. Esta palabra aparece sieteveces, bien como nombre, bien como verbo.5:13 En cada circunstancia de la vida, tendríamos que acudir al Señor en oración.Cuando tenemos problemas, deberíamos allegarnos a Él con fervorosas peticiones. Entiempos de regocijo, deberíamos elevar nuestro corazón a Él en alabanza. Él quiere serintroducido en todos los aspectos cambiantes de nuestras vidas.Deberíamos considerar a Dios como la primera gran Causa de todo lo que nos viene enla vida. No deberíamos contemplar lo que Rutherford designó como «el confuso giro de lasruedas de las causas segundas». Conducente a la derrota permitirnos ser víctimas de lascircunstancias o esperar a que nuestras circunstancias cambien. No deberíamos ver otramano que la Suya.Ésta es una de las porciones más disputadas de la Epístola, y quizá de todo el NT. Nostrae cara a cara con el puesto de la sanidad en la vida del creyente hoy.Antes de considerar estos versículos con detalle, será de utilidad repasar lo que la Biblianos enseña acerca de enfermedad y sanidad.LA SANIDAD DIVINA1. Los cristianos concuerdan en que toda enfermedad es, de un modo general, elresultado del pecado en el mundo. Si el pecado no hubiese entrado nunca, no habríaenfermedad.2. A veces, la enfermedad es un resultado directo del pecado en la vida de la persona.En 1 Corintios 11:30 leemos sobre ciertos corintios que estaban enfermos porqueparticipaban de la Cena del Señor sin juzgar el pecado en sus vidas, esto es, sinconfesarlo y dejarlo.3. No toda enfermedad es un resultado directo del pecado en la vida de la persona.

Job estuvo enfermo a pesar de que era un hombre sumamente recto (Job 1:8). El ciegode nacimiento no estaba sufriendo por pecados que hubiese cometido (Jn. 9:2, 3).Epafrodito estuvo enfermo a causa de su infatigable actividad en la obra del Señor (Fil.2:30). Gayo estaba espiritualmente sano, pero aparentemente no estaba bien en lo físico(3 Jn. 2).4. A veces, la enfermedad es resultado de una actividad satánica. Fue Satanás quienhizo que el cuerpo de Job quedase cubierto de úlceras (Job 2:7). Fue Satanás quien teníaimpedida a la mujer en Lucas 13:10–17 de modo que estaba doblada sin poderenderezarse: «A quien Satanás tuvo atada durante dieciocho años» (13:16). Pablo teníauna dolencia física causada por Satanás. La llamaba «una espina en mi carne, unmensajero de Satanás que me abofetee» (2 Co. 12:7).5. Dios puede sanar, y lo hace. En un sentido muy real, toda sanidad es divina. Unode los nombres de Dios en el AT es Jehová-Rofeka —Jehová tu sanador (Éx. 15:26)—.Deberíamos reconocer a Dios en cada caso de sanidad.Es evidente por la Biblia que Dios emplea diferentes medios para sanar. Algunasveces Él sana por medio de procesos corporales naturales. Él ha puesto en el cuerpohumano unos inmensos poderes de recuperación. Los médicos saben que la mayoría dedolencias están mitigadas por la mañana. A veces Él sana por medio de medicinas. Pabloaconsejó a Timoteo, por ejemplo: «Usa de un poco de vino por causa de tu estómago» (1Ti. 5:23). A veces sana por medio de «la liberación de los temores, resentimientos,ansiedades y culpas subyacentes». A veces sana por medio de médicos y cirujanos.Jesús enseñó explícitamente que los enfermos necesitan de médico (Mt. 9:12). Pablo serefirió a Lucas como «el médico amado» (Col. 4:14), lo que ciertamente es unreconocimiento de la necesidad de médicos entre los cristianos. Dios usa doctores en elministerio de la sanidad. Como dijo Paré, el famoso cirujano francés: «El cirujano limpia yvenda la herida; Dios la sana».6. Pero Dios también sana milagrosamente. Los Evangelios contienen muchasilustraciones referentes a esto. Sería incorrecto decir que Dios generalmente sana de estemodo, pero tampoco deberíamos decir que nunca lo hace. No hay nada en la Biblia paradesalentarnos a creer que Dios pueda sanar hoy de una manera milagrosa.7. Sin embargo, debe quedar claro que sanar no siempre es la voluntad de Dios.Pablo dejó a Trófimo enfermo en Mileto (2 Ti. 4:20). El Señor no sanó a Pablo de suespina en su carne (2 Co. 12:7–10). Si siempre fuese voluntad de Dios sanar, ¡algunosnunca envejecerían ni morirían!8. Dios no ha prometido sanar en cada caso. Por consiguiente, la sanidad no es algoque podamos exigirle. En Filipenses 2:27, la sanidad es presentada como unamisericordia, no como algo que tenemos derecho a esperar.9. Aunque es cierto en un sentido general que la sanidad está en la «Expiación»,todavía no nos han sido dadas todas las bendiciones que pertenecen a la Expiación. Porejemplo, la redención del cuerpo está incluida en la obra de Cristo para nosotros, pero no

la recibiremos hasta que Cristo venga a por Sus santos (Ro. 8:23). En aquel momentoquedaremos total y finalmente sanados de todas las dolencias.10. No es verdad que no ser sanado indique una carencia de fe. Si así fuera,significaría que algunos vivirían indefinidamente; pero no es así. Pablo, Trófimo y Gayo nofueron sanados, y sin embargo su fe era recia y activa.5:14–15 Volviendo a Santiago 5, vemos lo bien que concuerda con lo que enseña elresto de la Biblia acerca de la sanidad:¿Está alguno enfermo entre vosotros? Llame a los ancianos de la iglesia, y orensobre él, ungiéndole con aceite en el nombre del Señor. Y la oración de fe salvará alenfermo, y el Señor lo levantará; y si ha cometido pecados, le serán perdonados.Si éstos fuesen los únicos versículos en la Biblia sobre la sanidad, podríamos suponerque un cristiano podría tener la certidumbre de la sanidad de toda enfermedad que lesobrevenga en su vida, si cumple las condiciones mencionadas. Sin embargo, ya hemosvisto que no es siempre la voluntad de Dios sanar. Por ello, nos vemos llevados a laconclusión de que Santiago no está refiriéndose a todas las formas de enfermedad, sino sóloa ciertas formas, esto es, una enfermedad resultado de ciertas circunstancias específicas. Laclave para comprender este pasaje se encuentra en las palabras: Y si ha cometido pecados,le serán perdonados. La sanidad en esta sección está relacionada con el perdón depecados.Aquí tenemos a un hombre que ha cometido algún pecado, quizá afectando altestimonio de la iglesia local. Poco después es azotado por una enfermedad. Se da cuenta deque su enfermedad es resultado directo de su pecado. Dios lo está disciplinando paradevolverlo a la comunión. Se arrepiente del pecado y lo confiesa a Dios. Pero por cuanto elpecado también ha afectado al testimonio público de la asamblea, llama a los ancianos yles hace también a ellos una plena confesión. Ellos oran sobre él, ungiéndole con aceite enel nombre del Señor. Esta oración de fe salva al enfermo, y el Señor lo levantará. Esuna promesa concreta del Señor que allí donde la enfermedad es un resultado directo delpecado, y cuando este pecado es confesado y dejado de la manera descrita, el Señor sanará.Alguien dirá: «¿Cómo sabemos que alguien ha cometido pecados y que ha sido llevadoal arrepentimiento y a la confesión?». La respuesta es que la parte final del versículo 15habla acerca de sus pecados y de que le son perdonados. Y sabemos que los pecados sonperdonados sólo como resultado de la confesión (1 Jn. 1:9).Alguien más objetará: «No dice que ha cometido pecados; dice: si ha cometidopecados». Cierto, pero todo el contexto tiene que ver con la confesión de los pecados y larestauración de un recaído. Observemos lo siguiente: «Confesaos vuestras faltas unos aotros, y orad unos por otros, para que seáis sanados». La sequía mencionada en losversículos 17 y 18 fue un juicio de Dios sobre Israel debido al pecado. Fue levantadodespués que se volvieron al Señor, reconociéndolo como el verdadero Dios (1 R. 18:39).Los versículos 19 y 20 tratan claramente acerca de la restauración de un recaído, como

veremos.Todo el contexto de Santiago 5:13–20 implica que la sanidad prometida por Dios espara una persona cuya enfermedad resulta del pecado, y que confiesa el pecado a losancianos. La responsabilidad de los ancianos es que oren sobre él, ungiéndole con aceite.Algunos interpretan el aceite aquí como significando el uso de medios medicinales, porcuanto el aceite era una forma de medicina en los tiempos en que Santiago escribía (Lc.10:34). Otro punto de vista es que lo que se significa es el uso ritual del aceite. Este puntode vista queda fortalecido por las palabras en el nombre del Señor. En otras palabras: launción debía hacerse con Su autoridad y en obediencia a Su palabra. El aceite era a vecesempleado por los apóstoles al efectuar curas milagrosas (Mr. 6:13). El poder sanador noestaba en el aceite, sino que el aceite simbolizaba el Espíritu Santo en Su ministerio desanidad (1 Co. 12:9).Algunos objetarán que el uso ritual del aceite no es consecuente con la Edad de laGracia, con su desvalorización de las ceremonias y de los ritos. Sin embargo, empleamos elpan y el vino como símbolos del cuerpo y la sangre de Cristo, y empleamos el agua en elbautismo. Asimismo, las mujeres se cubren en la asamblea como símbolos de susometimiento al hombre. Entonces, ¿por qué hemos de objetar al uso ritual del aceite?Como respuesta a la oración de fe, Dios sanará al enfermo. Es una oración de feporque se basa en las promesas de la palabra de Dios. No se trata en absoluto de la cantidadde fe que tengan los ancianos, o de la cantidad de fe que tenga la persona enferma. Losancianos pueden orar con total certidumbre pues Dios ha prometido levantar al hombrecuando se hayan cumplido plenamente las condiciones descritas.Así, para recapitular, creemos que los vv. 14 y 15 se aplican a un caso en el que unapersona está enferma como resultado directo de algún pecado. Cuando se da cuenta de estoy se arrepiente, debería llamar a los ancianos de la asamblea, y hacer una plena confesiónante ellos. Ellos deberían entonces orar sobre él, ungiéndole con aceite en el nombre delSeñor. Pueden orar con fe por su recuperación, por cuanto Dios aquí promete sanar alenfermo.5:16a Confesaos vuestras faltas unos a otros, y orad unos por otros, para que seáissanados. Una lectura superficial de esta declaración podría dar la impresión de quedebemos contar a los demás todo acerca de nuestros pecados secretos. ¡Pero esto no es enabsoluto lo que aquí se está diciendo! Santiago se refiere a que cuando pecamos contraalguien, deberíamos estar dispuestos a confesar este pecado a la persona a la que hemosdañado.También deberíamos orar unos por otros. En vez de guardar rencor y dejar amontonarlos resentimientos, deberíamos mantenernos en comunión con otros mediante la confesióny la oración.La sanidad física está vinculada con la restauración física. Observemos cómo Santiago

vincula la confesión, la oración y la sanidad. Es una clara indicación de la vital relaciónentre lo físico y lo espiritual. El hombre es un ser tripartito: espíritu, alma y cuerpo (1 Ts.5:23). Lo que afecta a una parte de él afecta a todas sus partes. En el AT, el sacerdote eratambién el médico. Era él quien diagnosticaba la lepra, y era él quien la pronunciabasanada, por ejemplo. Al combinar así los oficios de sacerdote y médico en una persona, elSeñor indicaba el estrecho vínculo entre el espíritu y el cuerpo.El campo de la medicina psicosomática reconoce este vínculo e investiga los problemaspersonales que pudiesen estar causando problemas físicos. Pero la medicina moderna notiene el remedio para el pecado. La liberación de la culpa, contaminación, poder y pena delpecado sólo pueden venir sobre la base de la sangre de Cristo, y por la confesión a Dios y alos hombres. Con mayor frecuencia de lo que queremos admitir, las enfermedades soncausadas por el pecado —pecados como la glotonería, la ansiedad, la ira y un espírituimplacable, la intemperancia, los celos, el egoísmo y la soberbia—. El pecado en la vidatrae enfermedades y a veces la muerte (1 Co. 11:30). Deberíamos confesar y dejar elpecado en cuanto nos damos cuenta de que ha entrado en nuestras vidas. Todos los pecadosdeberían ser confesados a Dios. Además, los pecados cometidos contra otras personasdeberían ser también confesados a ellas. Es vital para nuestra salud espiritual y bueno paranuestra salud física.5:16b–18 Hay un poder enorme el que está disponible a través de la oración fervientede un hombre bueno. ¿Recordáis a Elías? Era un hombre como nosotros, pero orófervientemente que no lloviese. De hecho, no cayó una gota de agua sobre la tierra durantetres años y medio. Luego volvió a orar; los cielos dieron la lluvia, y la tierra brotó dandovegetación como siempre (JBP).Este incidente está registrado en 1 Reyes 17:1–19:10. Acab era rey de Israel en aquelentonces. Por medio de su mujer Jezabel, se hizo adorador de Baal, y llevó a su pueblo aesta vil forma de idolatría. «Acab [hizo] más que todos los reyes de Israel que reinaronantes que él, para provocar la ira de Jehová Dios de Israel» (16:33). Fue como resultadodirecto del pecado que sobrevino la sequía en Israel durante tres años y medio.Luego Elías tuvo el famoso desafío con los sacerdotes de Baal en el Monte Carmelo.Cuando cayó el fuego del Señor y consumió el holocausto, el altar y el agua, la gente quedóconvencida, y se volvieron al Señor. Otra vez oró Elías, y cesó la sequía. El ejemplo deElías nos es dado como aliento para que oremos por los que han pecado y se han apartadode comunión con Dios. La oración eficaz del justo tiene mucha fuerza, o, como alguienla ha parafraseado: «La oración de un hombre cuyo corazón es recto para con Dios obramaravillas.» Para que no nos sintamos tentados a pensar que pertenecía a una creación másexcelsa que nosotros, Santiago nos recuerda que Elías era hombre con la misma clase de

frágil carne. Era un mero hombre, sujeto a las mismas debilidades y pasiones que los otroshombres.5:19–20 En los versículos precedentes hemos visto cómo los ancianos de la asambleason usados para la restauración de un santo que ha pecado. Y hemos visto a Elías usado enla restauración (parcial y temporal) de una nación apartada de Dios. Ahora somosexhortados a darnos a este ministerio de tan gran alcance.El versículo 19 describe a un hermano cristiano que se ha extraviado de la verdad,bien en doctrina, bien en práctica. Otro hermano hace de esto cuestión de oración fervientey creyente, y de esta manera amante le hace volver a la comunión con Dios y con sushermanos y hermanas en Cristo. ¡Cuán grande la significación de este ministerio! Primero,salvará a su errante hermano de morir prematuramente bajo la mano disciplinadora deDios. En segundo lugar, cubrirá una multitud de pecados. Son perdonados y olvidadospor Dios. También son perdonados por los hermanos creyentes y velados de la mirada delmundo exterior. Hoy necesitamos este ministerio. En nuestro celo por evangelizar a losperdidos, quizá no prestamos la suficiente atención a aquellas ovejas de Cristo que se hanextraviado, yéndose del redil.Una vez más Santiago ha estado aguijoneando nuestras conciencias con respecto a lasvarias áreas de la vida cristiana. Por ejemplo, nos ha estado preguntando: ¿Estásacumulando tesoros en la tierra? ¿Son totalmente honrados tus métodos en los negocios?Por ejemplo, ¿tus declaraciones tributarias? ¿Vives lujosamente, o vives abnegadamente,para que otros puedan llegar a conocer al Salvador? Cuando pecas contra alguna otrapersona, ¿estás dispuesto a ir a pedirle perdón? Cuando enfermas, ¿a quién contactasprimero: al médico o al Señor? Cuando ves que un hermano cae en pecado, ¿lo criticas ointentas restaurarlo?Y así llegamos al final de esta práctica y breve epístola. En ella hemos visto la fe puestaa prueba. Hemos visto la fe probada por los problemas de la vida, por tentaciones impías,por la obediencia a la palabra de Dios. El hombre que dice tener fe ha sido desafiado a quela exhiba evitando la parcialidad o el esnobismo, y a demostrarla mediante una vida debuenas obras. La realidad de la fe se ve en el habla de una persona. El creyente aprende arendir su lengua al señorío de Cristo. La verdadera fe va acompañada de verdaderasabiduría; la vida de envidia y de altercados es cambiada por la de una piedad práctica.La fe evita las pendencias, las luchas y los celos que surgen de la codicia y de laambición mundana. Evita un espíritu duro y crítico. Evita la autoconfianza que deja a Diosde los planes de la vida. La fe soporta las pruebas por la manera en que gana y gasta sudinero. A pesar de la opresión, manifiesta fortaleza y paciencia con vistas al Regreso del

Señor. Su modo de hablar es uniformemente honrado, no precisando de juramentos para dartestimonio de lo que dice.La fe acude a Dios en todas las cambiantes circunstancias de la vida. En la enfermedad,busca causas espirituales. Por la confesión a Dios y a aquellos que han sido dañados, quitaestas posibles causas. Finalmente, la fe sale en amor y compasión hacia aquellos que se hanapartado.Tu fe y la mía están a prueba cada día. ¿Cuál es el veredicto del Juez?