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Certezas, incertezas y desmesuras de un pensamiento polticoConversaciones con Floreal Ferrara

Certezas, incertezas y desmesuras de un pensamiento poltico Conversaciones con Floreal Ferrara

Entrevistas y seleccin de textos Maristella Svampa

EDICIONES BIBLIOTECA NACIONAL

Svampa, Maristella Certezas, incertezas y desmesuras de un pensamiento poltico : conversaciones con Floreal Ferrara / Maristella Svampa - 1a ed. Buenos Aires : Biblioteca Nacional, 2010. 184 p. ; 19x13 cm. ISBN 978-987-1741-00-7 1. Salud Pblica. 2. Polticas Pblicas. I. Svampa, Maristella II. Ttulo CDD 614

BiBLIOTECA NACIONAL Direccin: Horacio Gonzlez Subdireccin: Elsa Barber Direccin de Cultura: Ezequiel Grimson Coordinacin Editorial: Sebastin Scolnik, Horacio Nieva Produccin Editorial: Mara Rita Fernndez, Paula Ruggeri Diseo Editorial: Ignacio Gago, Alejandro Truant

2010, Biblioteca Nacional Agero 2502 (C1425EID) Ciudad Autnoma de Buenos Aires [email protected] www.bn.gov.ar ISBN: 978-987-1741-00-7IMPRESO EN ARGENTINA Hecho el depsito que marca la ley 11.723

ndice

Prlogo Maristella Svampa Postfacio Maristella Svampa Los orgenes sociales, las primeras lecturas, el encuentro con el peronismo Ramn Carrillo y la salud pblica. Sociedad y participacin El peronismo y los sindicatos: un vnculo perdurable Los 70, la relacin con Pern y Montoneros Los 80 y la experiencia de participacin de los atamdos La vida cultural, las amistades. Milcades Pea, Pichon Rivire Los viajes por frica y Amrica Latina La filosofa y los libros. Spinoza y Negri Coda. El peronismo revisitado Anexo: Currculum de Floreal Ferrara

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Vietas: 1: Ramn Carrillo, fuentes varias. 2: La encuesta de salud mental por Enrique Carpintero y Alejandro Vainer 3: Una verdad antagnica para la salud I por Floreal Ferrara 4: 1959, Un ao de conflictos por Daniel James 5: J. W. Cooke, vida y reflejos por Floreal Ferrara 6: La hora de la Juventud maravillosa por Maristella Svampa 7: Slo una voz eterna: Presente por Floreal Ferrara 8: Los cien das el Ministerio por Daniel Clavero 9: Palabras al maestro por Susana Etchegoyen 10: Una verdad antagnica para la salud, II por Floreal Ferrara 11: El dilema de Milcades Pea por Omar Acha 12: Sida y frica por Floreal Ferrara 13: El miedo y el sometimiento a la explotacin, Floreal Ferrara 14: El grupo de filosofa, por Daniel Clavero 15: El hecho maldito para una patria soberana, por Floreal Ferrara 32 36 44 53 66 85 99 105 115 119 123 151 158 165 171

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Prlogo

1 El libro de entrevistas que el lector tiene entre sus manos presenta a Floreal Ferrara, un hombre de la cultura y la poltica argentina que a lo largo de su vida ha sabido conjugar diferentes facetas y compromisos. Mdico sanitarista de larga trayectoria, que se reconoce como discpulo de Ramn Carrillo; peronista de toda la vida, con una indudable vocacin libertaria; hombre ligado histricamente a los sindicatos, muy especialmente a partir del perodo de la resistencia peronista; Ferrara fue tambin dos veces Ministro de salud en la provincia de Buenos Aires, bajo las gobernaciones de Oscar Bidegain (entre 1973-1974), y Antonio Cafiero (entre 1987-1988). A esto, Ferrara suma una gran vocacin intelectual, no slo como autor de trabajos y libros que desbordan claramente el campo de la medicina, dando cuenta de una infrecuente libertad de pensamiento, sino tambin como lector omnvoro, dueo de una frescura y curiosidad intelectual que lejos estn de haberse mitigado con los aos. Estas diferentes dimensiones, a saber, la del mdico sanitarista; la del militante poltico-social; en fin, la del hombre de la cultura, constituyen los ejes vertebradores de esta entrevista. Veamos, antes que nada, el perfil de mdico. Hijo de inmigrantes yugoslavos, italianos y espaoles, nacido en 1924, en Punta Alta, provincia de Buenos Aires, Ferrara realiz sus estudios de medicina en la Universidad Nacional de La Plata, obteniendo su ttulo de grado en 1950. Tres aos despus, se especializ como mdico cardilogo, en la Universidad de Buenos Aires. En 1964, obtuvo el ttulo de Experto en Salud y Desarrollo Econmico Social, en la Facultad Ciencias Econmicas (oea-uba).

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Desde temprano, se desenvolvi en el campo de la docencia universitaria y la investigacin acadmica. Asimismo, busc combinar su tarea de especialista con la de mdico generalista, all en su barrio de las quintas, en La Plata, donde vivira durante largos aos junto con su primera esposa, Dora Roggeri, con quien comparti el amor por el teatro y la vocacin social por los sectores ms desarraigados. Entre 1962 y 1965 se desenvolvi como experto en diferentes organizaciones (oms, Organizacin Panamericana de la Salud), tanto en Desarrollo Econmico Social, como en temas de Mortalidad General. Su carrera docente arranc en la Universidad Nacional de La Plata, donde lleg a ser profesor titular en la Facultad de Ciencias Mdicas, en la ctedra de Medicina preventiva y social, hasta que 1975 fue cesanteado por cuestiones polticas por el interventor de turno. Luego de 1983, volvera a la ctedra universitaria, como director de posgrado en diferentes universidades pblicas; principalmente en la Universidad Nacional de San Martn, donde entre 1997 y 2007 fue titular de la ctedra de tica. En continuidad con el pensamiento y accin de Ramn Carrillo, el recordado Ministro de Salud del gobierno peronista (1946-1954), Ferrara se aboc a desarrollar una concepcin integral de la salud pblica. En 1959, realiz junto con Milcades Pea una encuesta sobre la salud mental en Argentina, en las ciudades de Buenos Aires, La Plata, Rosario, Crdoba y Tucumn, un trabajo pionero que todava hoy es muy recordado en el campo de la psiquiatra. Ya en este trabajo liminar despuntara una concepcin de la salud como conflicto y lucha, a todas luces contrapuesta a la concepcin hegemnica sostenida por los organismos internacionales, basada en la idea de bienestar y adaptacin. Ferrara se encargara de avanzar e ilustrar esta visin no convencional sobre la salud en libros tales como Medicina de la Comunidad (1976, en colaboracion), Teora Social y Salud (1985), y en los monumentales

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tres tomos de Teora Poltica y Salud (1993-94); textos actualmente agotados, que han servido a la formacin de varias generaciones de mdicos y profesionales de la salud. En segundo lugar, como hemos anticipado, Ferrara es, adems de mdico, y como a l mismo le gusta definirse, un militante social y poltico, alguien que desde una visin siempre libertaria y radical, busc construir una trinchera de lucha desde el peronismo. Si bien el despertar de su pasin poltica se dio en los primeros aos, en su pueblo natal, all en Punta Alta, y en la Universidad Nacional de La Plata donde Ferrara se convierte en un reconocido dirigente estudiantil, como narra en esta entrevista, su encuentro con el peronismo se realizara el 17 de octubre de 1945, cuando desde la ciudad de La Plata se mezcl con la muchedumbre y acompa sin saber muy bien por qu a las masas obreras en su marcha hacia la Plaza de Mayo. El largo vnculo de Ferrara con el peronismo conoce diferentes etapas e inflexiones, que va desde su relacin con los sindicatos a la experiencia de la gestin pblica. En efecto, es a travs del sindicalismo peronista que Ferrara fue vertebrando un vnculo perdurable con el peronismo, primero, a lo largo de los difciles aos de la Resistencia Peronista (1956/1973), con aquellos dirigentes provenientes del ala radical (Avelino Fernndez, Sebastin Borro, entre otros). Pero este vnculo se fue ampliando a lo largo de las dcadas hacia otras corrientes y gremios de la cgt, desde su rol como asesor mdico en las obras sociales. As, entre 1989 y 1997, Ferrara fue Gerente de Prestaciones en el Instituto de Servicios Sociales Bancarios, controlado por J. J. Zanola (a quien acus tempranamente por actos de corrupcin). Asimismo, fue fundador de El movimiento por un sistema integral de salud, en los aos ochenta, en el cual confluan Germn Abdala y Vctor de Gennaro, esto es, los sectores fundadores de la cta (Central de los Trabajadores Argentinos). En los noventa, desde el Polo Social (nucleamiento impulsado por el padre Luis Farinello), apoy

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el mta (Movimiento de los Trabajadores Argentinos), a partir de su amistad y colaboracin con un dirigente gremial de bajo perfil, como Carlos Barbeito, de la Unin Obrera Molinera. En los ltimos aos, Ferrara continu afianzando su relacin con el mundo de los trabajadores, vinculndose, entre otros, con el sindicato de los grficos, liderado por el sindicalista Raymundo Ongaro, fundador de la recordada cgt de los Argentinos. As, a travs de diferentes ancdotas vemos desfilar una parte importante de la historia del sindicalismo peronista, desde los aos 60 hasta la actualidad, un recorrido que nos permite acceder a aquella Argentina asentada sobre una clase trabajadora fuertemente organizada, que tena en Pern su lder indiscutible, al tiempo que se reconoca a s misma no slo como un pilar del desarrollo econmico y un factor de poder, sino tambin como un actor potencialmente autnomo y con capacidad transformadora. Peronista revolucionario, que se define a s mismo como cookiano, es esta dimensin de la transformacin radical la que Ferrara evoca y subraya enfticamente. Sin embargo, por esas cuestiones paradjicas de la vida, Ferrara no slo acompa una etapa histrica del sindicalismo peronista, en su ala radical, sino que tambin fue erigindose en una suerte de testigo privilegiado, gracias a su rol de asesor de obras sociales, de la degradacin y enriquecimiento perverso de importantes dirigentes sindicales. Yo siempre tengo la sensacin de que aparezco como verdugo de ellos. Te das cuenta? Pero es producto de la presencia, nada ms, nos dice, promediando la entrevista. En este sentido, resulta interesante subrayar esta contraposicin de pocas que establece Ferrara entre un sindicalismo creador y austero y un sindicalismo burocratizado y corrompido, fundamentalmente enriquecido a travs del manejo de las obras sociales. Ferrara seala el parteaguas en un tramo importante de la entrevista: Me parece que hay dos episodios de la historia de Pern que merecen ser recapacitados. Uno es el enriquecimiento perverso de los sindicalistas, los que utilizan

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las obras sociales para enriquecerse. En aquellos tiempos (se refiere hasta los aos 70), no hubo ninguno. Como no poda ser de otro modo, la relacin con el propio Pern, a quien Ferrara conocera personalmente a su vuelta del exilio, en los aos 70, aparece cargada de ambivalencias. As, el otro episodio del peronismo que segn l merece reflexin es cuando Pern nos echa de la plaza. Cmo fue que pasamos de ser la Juventud Maravillosa a los jvenes imberbes. Recordemos que los 70 son para el pas aos vertiginosos, audaces; tambin claramente trgicos y violentos. Son aos en que Ferrara, sin tener un vnculo orgnico, desarrollar importantes afinidades con la Juventud Peronista y la organizacin Montoneros. Es por esta razn que, en 1973, Oscar Bidegain lo convocar para que asuma el Ministerio de Salud de la provincia de Buenos Aires, una experiencia que cataloga como tpicamente poltica, antes de evocar la sensacin de omnipotencia y arrogancia que le dejara el paso fugaz por la funcin pblica en aquellos tiempos. Luego del golpe militar, Ferrara fue perseguido, su quinta allanada, sus libros robados y quemados, e incluso la muerte de su primera esposa (un paro cardaco) est asociada a un episodio de persecucin de la polica. Tres aos despus de enviudar, Ferrara conoci a quien es hasta el da de hoy su esposa y compaera intelectual, Elizabeth Collduana. En los aos 80, con la normalizacin de la vida poltica institucional, Ferrara se enrola en las filas del peronismo renovador. En 1987, a su llegada a la gobernacin de Buenos Aires, Antonio Cafiero, lo nombra Ministro de Salud Pblica. Recordemos la significacin que tuvo la emergencia del peronismo renovador en aquellos tiempos, posteriores tanto a la derrota frente al alfonsinismo como al cuestionamiento de la hegemona de un peronismo sindical esclerosado, que haca rato haba perdido aquella capacidad de concebirse como actor transformador, para pensarse exclusivamente como factor de poder. Como sostiene Daniel Clavero en una de las vietas

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que acompaa esta entrevista, el triunfo del peronismo en la provincia de Buenos Aires significaba la recuperacin de la potencia transformadora. Floreal Ferrara slo estuvo cien das en el Ministerio de Salud. La presin de los grandes laboratorios, el enfrentamiento con el colegio de mdicos, as como la oposicin de los grandes medios provinciales, que lo tildaban como el ministro rojo, alcanzaron alta eficacia, y luego de un episodio que buscaba involucrar a su segunda esposa en presuntas irregularidades, Ferrara se vio obligado a presentar la renuncia. Pero pese a su fugacidad, hasta el da de hoy el paso de Floreal Ferrara sigue siendo muy recordado, gracias a la creacin e implementacin de un plan de salud verdaderamente innovador y participativo, como fue el atamdos (Atencin Ambulatoria y Domiciliaria de la Salud), algo que el propio Ferrara defini alguna vez como pequeas unidades de la salud participativa. Como el lector podr apreciar, la experiencia de los atamdos vuelve una y otra vez en el reportaje. Tal como explica Susana Etchegoyen, El atamdos era un equipo interdisciplinario, autnticamente interdisciplinario. Estaba compuesto por un mdico, una enfermera, un psiclogo, una trabajadora social, un bioqumico y por un odontlogo cada 2 (dos) atamdos. Ese equipo atenda 300 familias. En una rea delimitada por ellos. Atenda todas las situaciones que deban atenderse en salud. Y de manera absolutamente novedosa, tena como caracterstica sobresaliente y fundante un modo de funcionamiento asambleario con participacin directa del pueblo. Los profesionales que formaban parte de los atamdos ganaban exactamente lo mismo que Floreal como Ministro de Salud, y el presupuesto era manejado por las familias que lo componan. As, lo que empez siendo una inusual experiencia de descentralizacin en relacin a la atencin primaria de salud, termin por ser el punto de partida de una innovadora experiencia de participacin, que de algn modo prefigura el modelo de funcionamiento

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asambleario del actual tejido socio-organizativo popular. No es casual entonces que, para un conjunto de discpulos de Ferrara y especialistas de la salud, el atamdos sea reivindicado como una pieza importante dentro de un imaginario poltico transformador. En tercer lugar, adems de ser un relevante mdico sanitarista; adems de ser un notorio militante poltico y social dentro del peronismo revolucionario; Ferrara ha sido y es, por vocacin intelectual, un hombre de la cultura. Este rasgo poco conocido de su personalidad no est ligado solamente a la publicacin de libros o a las innumerables conferencias dictadas en el pas y en el extranjero, sino a la intensa participacin que por diversas vas ha sabido tener en la vida intelectual argentina en los ltimos cincuenta aos. Una de esas vas aparece ilustrada por su amistad con otros intelectuales y hombres importantes de la cultura, que en su poca alimentaron intensos debates y discusiones polticas dentro del arco de las izquierdas. As, por ejemplo, en estas entrevistas, aparecen evocados intelectuales de la talla de Milcades Pea, Enrique Pichon Rivire y J. W.Cooke. Otra de las vas de su inmersin en la vida cultural ha sido su particular vnculo con la filosofa, campo en el cual Ferrara ha buscado incesantemente las categoras claves desde las cuales poder comprender la historia y el devenir poltico contemporneo. No es casual, por ello, la continuidad en los ttulos de sus libros; lo que hemos denominado en el dilogo con Ferrara, la saga de las teoras (Teora social y salud; Teora poltica y salud; Teora de la verdad y salud; entre otros). No es casual, tampoco, que en los ltimos aos Ferrara haya participado en un grupo de filosofa, que se aboc a la lectura de autores como Karl Marx, Baruch Spinoza y Toni Negri, entre otros. Ciertamente, la actual visin que del peronismo tiene Ferrara aparece imbrincada con una postura poltico-filosfica. Ms aun, ser el pensamiento autonomista de Toni Negri (el de Marx, ms all de Marx), quien le proporcione las claves para leer la experiencia peronista, vinculada epocalmente a un tipo

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de sociedad el fordismo, a una configuracin socio-antropolgica el obrero masa; en fin, a una determinada categora poltico-filosfica el pueblo, en contraposicin a la categora posfordista de la multitud. Cul es el futuro del peronismo en una sociedad donde los sindicatos han dejado de tener el rol central y el proceso de subsuncin del capital es completo? En realidad, para Ferrara, el peronismo ha terminado. Su asociacin a la vez triunfante y profunda con la sociedad fordista, ha signado tambin su ocaso y su inevitable transformacin. El peronismo ha devenido en otra cosa, algo que desborda cualquier calificativo especfico que querramos elegir; algo que tambin se coloca ms all del profundo sentimiento peronista que recorre al propio Ferrara y muchas veces hace que se encienda su discurso en defensa de aquel legado. Pero lo ms importante es que, en trminos objetivos, ms aun, en clave societal, el peronismo es una configuracin poltica temporal que ha perdido su capacidad transformadora o utopa emancipatoria. 2 En este apartado final quisiera hablar de la cocina de este libro. Fue en el ao 2006 que nos conocimos con Floreal Ferrara. Un da, regresando a mi casa, encontr un mensaje en el contestador telfonico, que reproduca una voz rotunda y vigorosa. El mensaje deca que haca tiempo que l, Floreal Ferrara, a quien seguramente yo no conoca, vena leyendo textos de mi autora, y propona que nos encontrramos. Ms aun, quera invitarme a que diera unas clases sobre la sociedad argentina en un curso que todava dicta en el Colegio de Mdicos del Partido de San Martn. Cuando nos vimos personalmente, qued muy impresionada. Su personalidad arrolladora, unido a su vitalidad (en ese entonces tena 82 aos); su apertura intelectual un peronista

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con una fuerte veta anarquista, que devoraba los libros de Negri y Spinoza; en fin, su condicin de peronista consecuente polticamente, a la manera de J. W. Cooke, hacen de l una persona excepcional, una rara avis no slo dentro del alicado mundo poltico-peronista, sino del paisaje intelectual argentino. A medida que profundizbamos en temas y conversaciones, fui conociendo otras facetas y dimensiones de Floreal Ferrara: la experiencia de los atamdos; el fuerte legado de Ramn Carrillo; su afecto por Eva Pern, su ambivalencia con el general Pern; su afn por seguir los procesos de emergencia de nuevos movimientos sociales y la transformacin de las subjetividades polticas. A fines de 2006 le propuse hacer una serie de largas entrevistas, con la idea de presentar las diferentes facetas de su vida y de contribuir en la trasmisin de un legado a la vez poltico y cultural. Alguien muy cercano a l me haba dicho que dificilmente Ferrara aceptara mi propuesta, con lo cual yo haba preparado una batera de argumentos a fin de convencerlo de su necesidad y pertinencia. Sin embargo, apenas le propuse la tarea, casi no tuve que detenerme en justificaciones, ya que Ferrara acept rpidamente y de buen gusto llevar a cabo dichas entrevistas. Entre noviembre de 2006 y febrero de 2007 realizamos una serie de tres entrevistas, de unas cuatro horas cada una. Yo llegaba a su casa puntualmente a las cuatro de la tarde, entraba directamente a su escritorio, en cuyas altas paredes se destacan bibliotecas que albergan una gran cantidad de libros. Ferrara me esperaba ya sentado, detrs del escritorio, con su acostumbrado vaso de agua fresca y varios libros abiertos. Detrs de l y a mi izquierda, se destacaba un retrato de Eva Pern, uno de los pocos que hay en la habitacin custodiada de modo casi monoltico por papeles y libros. Por lo general, comenzbamos hablando de algn libro que l haba estado leyendo, lo cual desembocaba en la evoca-

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cin de aquella otra biblioteca, aquella que la polica de la dictadura haba saqueado y quemado, y cuyos libros restantes se haba visto obligado a vender por aquellos aos oscuros, por no poder arrastrarlos con l, en su traslado de aguantadero en aguantadero, como sola decir. A veces intercambibamos algunas palabras con Elizabeth, su esposa, compaera y colaboradora de los ltimos treinta aos. Diariamente, Elizabeth prepara e imprime para l una suerte de agenda de lectura periodstica, y busca en internet el material que l requiere para la escritura o la reflexin de uno de los tantos temas que lo preocupan. Hoy puede ser la soja o los llamados biocombustibles; maana puede ser el sida y los grandes laboratorios; tambin algn texto filosfico sobre la comunidad o el poder. A veces, impulsado por la lectura de un artculo periodstico o un libro, Ferrara busca comunicarse con su autor, tal como sucedi conmigo, aunque no siempre es por motivos de afinidad o pura coincidencia. Hace poco, por ejemplo, ley un largo artculo en la prensa de un intelectual peronista que haba estado dando una serie de conferencias en el Colegio Militar. Ferrara busc su nmero telefnico y luego de presentarse, le dijo que era absolutamente indigno que alguien como l fuera al Colegio Militar a dar una conferencia y no hiciera ninguna referencia a los treinta mil desaparecidos. Luego de decir aquello, cort la comunicacin. As es Ferrara; un hombre claro y honesto, dueo de un carcter arrollador, directo y sin dobleces. Lleno de vida y de ricas historias, que hablan de Milcades Pea, de Pichon Rivire, del propio Pern; por supuesto, de l y sus experiencias polticas, de su relacin inquebrantable aunque escptica con el peronismo. En las entrevistas abordamos casi todos estos temas, siempre envueltos en un vaivn constante, que iba de una poca a otra, de un personaje a otro, oscilando entre el relato anecdtico y la reflexin poltica, tratando de establecer un orden que por momentos pareca improbable.

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Luego sucedi que, durante casi tres aos, las entrevistas estuvieron guardadas en el disco rgido de mi computadora. Nunca dej de ver a Floreal Ferrara, en el curso del Colegio de Mdicos de San Martn, ni de comunicarme telefnicamente con l, pero otros avatares, por momentos, otros libros, concentraron mi atencin. Hacia fines de 2009, tom conciencia de que no poda dejar inacabados aquellos largos encuentros, y me lanc entonces nuevamente a la tarea. Entre enero y febrero de 2010, luego de un primer ordenamiento de la entrevista, hicimos un par de reuniones ms, a fin de chequear datos y situaciones y colmar algunos vacos que haban dejado las ya lejanas charlas de 2006-2007. Finalmente, opt por ordenar temticamente la entrevista, tratando de conservar una cierta cronologa de los hechos. Como ver el lector, la entrevista aparece ilustrada por una serie de vietas, que ayudan a contextualizar y a ampliar los dichos de Ferrara. Una parte de las mismas son textos y/o fragmentos del propio Ferrara; otros son reproducciones de textos ya publicados (como es el caso del artculo de Carpintero y Vainer; el de Daniel James, Susana Etchegoyen y el mo propio); otros han sido escritos especialmente para este libro (Omar Acha y Daniel Clavero). Quiero agradecer especialmente la colaboracin y apoyo que me proporcionaron tanto Elizabeth, su esposa, quien no slo me aport informacin, sino que puso a mi disposicin artculos inditos de Ferrara, algunos de los cuales aparecen bajo la forma de vietas en este libro, como Daniel Clavero, quien acompa a Ferrara como secretario durante su ministerio en el gobierno de Cafiero, y particip tambin de las reuniones del grupo de Filosofa. Agradezco tambin los consejos y comentarios de Carlos Janin, Norma Giarracca, Cristina Garca, Susana Savoia y Andrs Carrasco. Sin el aliento de todos ellos y la buena disposicin de la Biblioteca Nacional, difcilmente este libro hubiese podido salir a la luz.

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Asimismo, agradezco a las personas que autorizaron la reproduccin de sus textos, o bien elaboraron especialmente para este libro algunas de las vietas que acompaan, la entrevista. Me refiero a los ya citados Omar Acha, Daniel Clavero, Susana Etchegoyen, Daniel James, Enrique Carpintero y Alejandro Vainer. Por ltimo, agradezco a Floreal Ferrara. Este libro no pretende solamente dar cuenta de un testimonio, que a su modo nos ilumina sobre los ltimos cincuenta aos de la historia del pas. Es tambin un libro-homenaje a un hombre honesto, a un peronista consecuente, a un luchador inclaudicable. Maristella Svampa Buenos Aires, febrero de 2010

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Postfacio

Floreal Ferrara falleci el 11 de abril de 2010, mientras ste libro entraba en su fase de posproduccin. Cierto es que su salud se haba deteriorado mucho en los ltimos meses y que cada actividad, cada conversacin, por momentos, cada palabra pronunciada, se converta en una suerte de carrera final contra la muerte. Sin embargo, pese a su debilidad, durante el mes de marzo, Ferrara haba recobrado la energa y retomado parte de sus proyectos, asistiendo a los cursos de los jueves que dictaba en el Colegio de Mdicos de San Martn. Ferrara ley y comparti con emocin la totalidad de este libro, al que consider como su legado y testamento poltico e intelectual. Nos queda la pena enorme de no contar ms con su presencia entraable, el sabor amargo de que algo se nos ha escapado irremediablemente, pero a la vez, la gran alegra de haber logrado este libro de conversaciones, que recoge la pasin y la entrega de un hombre extraordinario, sus certezas, incertezas y desmesuras, como rpidamente titul l, luego de la primera lectura del texto... Gracias nuevamente Floreal Ferrara, por habernos permitido contar con este mensaje tico y poltico tan significativo. Maristella Svampa Buenos Aires, 20 de abril de 2010

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Los orgenes sociales, las primeras lecturas, el encuentro con el peronismo, la poltica estudiantil

Comencemos por los orgenes Yo vengo de un hogar muy pobre, muy humilde. Mi viejo era un yugoslavo que lleg un da a la Argentina, creo que a comienzos del siglo pasado, a buscar a su padre, Don Antonio Ferrara, mi abuelo, porque no tena ninguna noticia de l. En el pueblo al que lo fue a buscar, que era Punta Alta, no lo encontr. Pero se tena noticias de que haba un paisano, como ellos le llamaban, Simn Zurich, que deba saber algo. Lo busc y se encontr con un carpintero, muy buen tipo, que le dijo: No, tu padre est internado en el hospital de Baha Blanca. Punta Alta es un pueblo muy cercano a Puerto Belgrano, donde la gran parte de la poblacin viva en aquellos tiempos del trabajo en los talleres navales. Bueno, mi viejo viene a eso, y se encuentra con que el padre est moribundo en el hospital de Baha Blanca. Lo alcanza a ver, pero estaba muy mal ya, tena una tuberculosis y sta era la razn por la cual no les escriba. Les haba estado escribiendo permanentemente dicindoles que ya las cosas iban mejor, que los iba a traer, y de pronto dej de escribirles. La madre no encontr mejor solucin que mandarlo al hijo mayor, mi padre, Pedro, que tendra catorce o quince aos, solo, absolutamente solo, con la referencia de un pueblo donde lo deba encontrar al padre y un amigo, por la dudas, que se llamaba Simn Zurich. Eso era todo. En qu trabajaba su padre? Bueno, mi padre era carpintero. Como mi abuelo, que estaba tan mal, se muere, Simn, que era carpintero, recoge a mi padre y

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le ensea el oficio. Era un paisano, nada ms que un paisano. En el medio de eso, mi viejo empieza a progresar. Tengo una ancdota muy linda en ese campo, una ancdota conmovedora... Cuando llegaban los domingos, mi padre nos sacaba a pasear. Nos llevaba a ver las puertas que haba hecho, por ejemplo para los teatros de Punta Alta... el teatro Coln, el teatro Espaol, el teatro Italiano, los lugares ms grandes, de los cines de entonces. Y tocaba las puertas y nos deca: Tocala, tocala... Mir que linda, mir que linda que est.... Era como si me estuviera mostrando un pedazo de su vida, no es cierto? Esto lo tengo metido adentro como loco. Los domingos a la tarde eran para m una cosa apasionante. De ah vena la pasin de su padre por el teatro? Bueno, mi viejo llega al pas casi analfabeto, segundo grado aprobado. Y hace escuela nocturna, cursos de radio, cursos de teatro. Se pone a estudiar y a leer, y a leer, y a leer... Y ley brutalmente teatro. Y yo me encuentro en la biblioteca de mi viejo unas trescientas a cuatrocientas obras de teatro. Las obras de teatro se vendan como un folleto semanal que costaba una moneda, nada ms, como fue en un tiempo una revista de tango que se llam Cantaclaro. De manera que me encuentro con una poderosa biblioteca donde descubro a algunos tipos de los cuales me quedo admirado, como Florencio Snchez, a quien le todo, entero. Y eran unas pasiones esto... Yo siempre le tuve a Florencio Snchez una adoracin enorme; lejana pero enorme. Primero porque era medio parecido a nosotros, un tipo muy, muy, muy pobre y con toda esa lucha. Adems esa obra, Mhijo, el dotor y Desde abajo... Bueno, por miles de motivos, me parece que eso me abri el camino de la literatura y el camino de la poltica... Pero el tema ms importante es que una vez, cuando tena quince aos, el viejo me dice: Tens que leer este libro. El libro que me dio es El hombre mediocre, de Jos Ingenieros. Y lo leo con una pasin, una alegra enorme, pero l me dice: Terminaste?

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Tom, leete este otro. Y me dio Las fuerzas morales, tambin de Ingenieros. En el medio de esto empiezo a sentir que sa no era mi fibra, pero sigo leyendo. Y leo Juan Cristbal, una novela larga de diez tomos, una cosa espectacular de aquel tiempo, de Romain Rolland1... que es una cosa enormemente tierna y que a m me hizo gustar la msica como loco. Eran los tiempos en que cada novelista escriba siete tomos, nueve tomos. Pero, a partir de all, empiezo a leer historia y esa historia comienza a ser una historia comn, una historia liberal, hasta que empiezo a darme cuenta con Jauretche de que hay otra historia. Y cmo fueron sus primeros aos de estudio? Yo estudi en una escuela de comercio, es decir, soy perito mercantil. En aquellos tiempos no se poda estudiar medicina si no se era bachiller. Entonces, empec a pensar, junto con un amigo, que haba que dar las equivalencias de todas aquellas materias que no estaban en el Comercial. Eran como... cuarenta materias, una cosa de locos. Empezamos a dar las materias en el final de nuestro quinto ao. Yo era muy traga, muy estudioso, tena una gran responsabilidad... Tena la responsabilidad de ver a mi viejo, el esfuerzo que haca y yo tena que responderle, no es cierto? Y... empezamos a rendir, a rendir, y rendimos prcticamente todo. Bueno, logramos dar todas las materias e ir a quinto ao. Quinto lo hicimos como alumnos regulares. No alcanzbamos a terminar quinto... que estaba ah con Lgica, con materias que no estbamos en condiciones de poder rendir. Yo termino la escuela de comercio y me dan la medalla de oro del colegio... Y entonces, el director del colegio Prudencio R. Cornejo muy indignado, me dijo... todava se lleva la medalla de este colegio!1. Jean-Christophe (Juan Cristbal) es una novela en diez volmenes del escritor francs Romain Rolland, publicada entre 1904 y 1912, cuyo hroe personifica la complementariedad entre Francia y Alemania.

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Y se va al otro colegio!. Era una cosa de locos! No entender esto, pero bueno... era as. Y vamos al otro colegio, hacemos quinto ao junto a este amigo, y yo, con los promedios del colegio y los promedios de esta cosa de las equivalencias, vuelvo a ser medalla de oro. Es decir: Un traga loco! Un traga infernal! Adems, ya lea mucho de poltica... lea mucho de las cosas que mi viejo, lenta y paulatinamente me iba dando. Bueno, en ese trajn, llega el momento de, terminado el bachillerato, venir aqu a La Plata a rendir el ingreso y estudiar medicina. Ah, me fue muy bien en la entrada. Era muy, muy estudioso... Pero, se me despierta la pasin poltica. Entonces en La Plata comienza a desarrollar su pasin por la poltica? Fue antes, a los quince aos. La primera vez que voy en cana es porque escrib un artculo que se llamaba Son las cinco y la bicicleta, que sali en uno de los peridicos del pueblo que se llamaba La Nueva poca, me lo acuerdo bien. Y esto lo publicaba porque ah haba un socialista, bastante amigo de mi viejo. Yo tendra quince aos, de manera que debe haber sido en 1938, y fui por primera vez en cana. Por qu fue eso? Porque el artculo deca Son las cinco y la bicicleta, Porqu las cinco y las bicicletas? Porque todos, casi todos los hombres que trabajaban en la base naval, iban en bicicleta hasta los talleres. E iban desde distintos lugares. El tema es que cuando salan a las cinco de la tarde, que sonaba el pito porque terminaba la jornada, cuando salan, salan casi todos juntos. Entonces era una multitud en bicicleta, y se me ocurri decir, que era el momento en que dejaban de trabajar para la guerra y venan a trabajar para la paz, en su propio pueblo... Y lo interpretaron como una cosa anarquista. Que adems lo era, seguro que lo era! Mi viejo era anarquista... Aqu hay una ancdota muy simptica. Ya en la Universidad Nacional de La Plata, yo empiezo a ser lder de una porcin muy

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importante de la Facultad de medicina. Y me peleaba enormemente con los comunistas. Yo tena una vocacin ms libertaria que los comunistas, pero empezaba a sentir una vocacin popular de la cosa, no? Yo era el tipo que iba a las asambleas y tena una tctica muy canalla. No hablaba nunca en las asambleas, hasta que llegaba el momento justo. Siempre me sentaba en el ltimo lugar, all arriba. Eran aulas de gradas. Tena como enemigo un formidable orador del Partido Comunista que se llamaba Midling, un enorme orador. Y yo lo esperaba, y cuando vea que la asamblea estaba madura peda la palabra... Y era una cosa de robarme todo. Tena una gran oratoria, que la aprend en las asambleas. Y bueno, de ah fue, lenta y paulatinamente, destacndose mi pasin por la cosa popular. La ancdota que quiero contar es que en el momento ms importante de una eleccin estudiantil, el candidato a presidente de la otra lista era Ren Favaloro. Y yo era el candidato de esta lista. Y me pareca que l me robaba. Favaloro todava no era importante, pero tena buena verba, buen discurso y yo le gan todas las elecciones. Nunca me lo perdon. Fuimos bastante amigotes despus, pero nunca me lo perdon. Me hacas trampa porque eras un demagogo... me deca, cosa que era cierta. El integraba una frmula, Favaloro-Greenoff, y eran dos tipos macanudos, pero l era tripero (por Gimnasia) y yo era de Estudiantes de La Plata. Es decir, haba una rivalidad tambin de esa naturaleza, no? Y yo era mucho ms popular, digamos mucho ms de los trabajadores, y l era un poco ms distinguido, no? Pero le ganaba las elecciones. Siempre le gan las elecciones. Antes de recibirme, empec a concurrir a unas sesiones de lo que se llam el Teatro Universitario de La Plata, tulp. Y ah hice algunos amigos, algunos profundamente amigos. Trabaj mucho en ese teatro, mucho, mucho. Conseguimos un local, e hicimos una obra que se llam Antgona, de Eugene ONeill, pero no la alcanzamos a representar...

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Las asambleas eran duras, porque haba qu elegir las obras, y la seleccin de las obras tambin implicaba ideologa, no es cierto? Y ah estaba como una de las actrices principales mi primera esposa, que estaba casada con Horacio Ponce de Len, formidable poeta. Pero ellos estaban mal... Se divorciaron y yo empiezo a flirtear con ella. Empiezo a sentirme muy bien con ella, y a los pocos tiempos de estar recibidos, en el 50, nos juntamos, nos vamos a vivir a una quinta muy lejana de la ciudad, o sea, un barrio... creo que se llamaba el barrio de las quintas, y ah empiezo a ejercer como mdico. Cul era el nombre de su primera esposa? Dora Irma Roggeri. Estaba tambin en ese teatro su hermana que se llamaba Elba Roggeri, que muere joven. Y... Dora era actriz y dramaturga tambin. Muy buena escritora, fue durante muchos aos directora de la pgina de la mujer en el diario El Da de La Plata, y directora de la pgina de modas. Era una muchacha muy reconocida en la ciudad. Primero porque era muy buena actriz, y claro, el teatro universitario era una cosa fenomenal en la ciudad en aquellos tiempos, no? Se llenaba el Coliseo Podest, y despus conseguimos un lugar que se llam La Gauloise, que era un teatro de alguna sociedad francesa. Y ah ensaybamos y terminbamos poniendo nuestras obras. Ah hubo algunos actores que deseara no olvidarlos, que fueron tipos formidables, y muchachas... magnficas muchachas. Ah yo me enamoro de Dora. Aqu no haba todava divorcio, de manera que nos casamos en Punta del Este, pero ramos... cmo se llama? furtivos (risas). Despus ese documento creo que sirvi, porque cuando llega la ley de divorcio nosotros aparecemos como casados. Dora tena dos hijos, que se vienen con nosotros, no? Con ella fuimos verdaderamente un matrimonio muy macanudo, lleno de disputas tambin. Lleno de problemas. No alcanzaba

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la guita que ganbamos, no alcanzaba para vivir como debamos vivir. Pero trabajbamos mucho y pelebamos mucho. Yo atenda especialmente los sbados y los domingos, en mi casa. Atenda doscientas personas, y les cobraba slo a veinte o treinta. Yo tena en ese momento una raigambre poltica enorme en mi barrio. Ah ganbamos las internas del peronismo. Me dejaban la libreta para que yo les pusiera la boleta correspondiente. Me acuerdo siempre de una familia, Zrate, que eran mujer y marido, y quince hijos... traan diecisiete libretas (risas), siempre lealmente, no? Lealmente. Fue muy simptico ese tiempo porque yo hice all mucha vida rural. Ah tengo ancdotas a roletes! (risas). Una te cuento, nada ms que una; golpean una madrugada: Ven dotore, que mi mujer est muy dolida, le duele mucho la panza, ven... no puede m, no puede m... Elisa no puede m!, ven dotore que te espero con el carro, con el carro porque sino no se entraba, era campo, campo, no? Bueno, voy, me levanto y voy, y entonces, a ver Elisa, qu te pasa? Me duele como loco!... Pero si est naciendo un chico, le digo. Ella no saba que estaba embarazada. Ni se daba cuenta de que estaba la cabeza afuera! La primera vez que haca un parto querida hermana (risas), y yo casi me olvido de que haba que sacarle la placenta (risas). Bueno, claro, era mdico de campo, tena que hacer de todo, no? Si habr hecho cosas raras, y cosas espectaculares... por ejemplo, haba una muchacha, una mujer mayor que era la abortera del lugar, y yo empec a ver muchas pelvis peritonitis. Entonces siempre venan a mi consultorio cuando estaban muy mal... A algunas de ellas las internaba ya para morirse. Y se haban muerto varias. Entonces indagando, voy y le digo a la mujer: Mire Doa Mara, yo s lo que pasa con usted, pero no vengo ac ni siquiera para denunciarla, ni nada. Vengo a pedirle que me permita que le ensee cmo tiene que hacer... Me va a ensear? S, entonces le voy a regalar unas curetas; le regal las curetas para el raspado, no? Y adems le voy a decir que tiene

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que usar ste lquido. Lavarse las manos bien y despus utilizar ste lquido. Y as no va a haber... usted puede hacer todos los abortos que quiera que yo no le voy a interrumpir, pero haga esto por favor! Y as fue, a partir de ese momento se terminaron estas cosas, no?

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Ramn Carrillo y la salud pblica. Sociedad y participacin

Sabemos lo importante que fue su encuentro con Ramn Carrillo, quien fuera el primer Ministro de Salud Pblica que tuvo el pas, bajo gobierno peronista, entre 1946 y 1954. Podramos comenzar hablando de su relacin con Carrillo? Cmo lo conoci, cul fue su vnculo, sus diferencias? Lo de Carrillo tiene una significacin muy especial. Yo era mdico recin recibido. Estaba ya de novio con Dora, faltaba poco para que nos furamos a la quinta. Viva en la calle 2 y 50. En 1 y 49, enfrente de donde es el Colegio Nacional actual, viva la familia Morales, uno de cuyos hijos, por circunstancias del barrio, era muy amigo mo. El Quique. Yo comenc siendo muy amigo de la familia y termin siendo su mdico. En el medio de eso aparece el que va a ser el novio de una de las muchachas: Juan Manuel Pardal, hermano del neurocirujano, muy amigo de Carrillo. Fue el primer director de escuela del peronismo en La Plata, en tiempo del gobernador Mercante.1 En una diabetes muy grande yo lo atend. Estaba en cama, mal, no se muere ah pero s poco tiempo despus. Carrillo lo iba a visitar: eran enormemente amigos. Manejaba esos Chevrolet inmensos que parecen una locomotora. De ah la frase que yo siempre digo, que el auto se parece a Carrillo, porque era negro, feo, mofletudo y panzn... Bueno, cada vez que llegaba, Pardal tena la gentileza, porque adems quera que yo le hablara de su enfermedad, y me llamaba.

1. Domingo Mercante fue gobernador de la provincia de Buenos Aires, bajo el primer gobierno peronista entre 1946 y 1952.

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El negro Carrillo se sentaba de un lado del enfermo y yo del otro. As, mano a mano. Y conversbamos de todo. Yo aprovechaba y le preguntaba cosas del gobierno. Y un da le pregunto: Y cmo fue la relacin suya con Eva?, Ah!, nos pelebamos mucho. Pero nos pelebamos bien. El General nos invitaba a cenar y nos deca: en la cena no se habla de salud, sino yo me voy a otro lado. No, no hablbamos de salud. A veces haba algn otro invitado. Pero frecuentemente ramos los tres nada ms... pero yo comprometido a no pelearla a Eva y Eva comprometida a no pelearme a m. No nos pelebamos. En un momento determinado, l me cuenta, Mire, una de las grandes peleas con Eva era que yo creo que el Estado es el responsable de la salud y como tal, todos los directores de los hospitales y de todos los establecimientos tienen que ser representantes del Estado. Y Eva le peleaba, le deca que los hospitales son del pueblo y, como tal, los tiene que manejar el pueblo. Y usted que piensa?, me pregunt Carrillo. Y me miraba el negro, y yo lo miraba todo achicadito (risas). Yo tendra 28, 29 aos y le dije: Me parece que Eva tena razn. No ve, son todos revolucionarios... pero tienen razn, me dijo entonces. Eso me pareci genial... Despus, una vez le pregunt: Cules fueron las cosas dolorosas que usted tuvo en el ministerio?; Dolorosas en que sentido? Y, en el sentido de que no le haya ido bien o que le molestara... Bueno, una de las cosas dolorosas del ministerio es que me metieron la mula muchas veces. Estoy preocupado porque compramos muchas cosas... Carrillo hizo 230 hospitales en cinco aos: 60 y pico mil camas... cuando l se va, cinco aos despus tenamos 134.000 camas. Haba hecho, en cinco aos, la cantidad de camas que el pas tena desde la fundacin. La fundacin, entre parntesis, es muy lindo para contarlo... El primer hospital que conoce el pas, es uno viejo, de la poca del Virreinato, se construye en Santiago del Estero, porque era un lugar de paso, hacia el puerto de Buenos Aires,

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que vena desde Lima... con cosas para vender... iban al puerto y adems era paso de los militares, de los colonialistas. Entonces se hizo un hospital porque frecuentemente llegaban enfermos, Y qu pas? No llova en la puta vida. Un da llovi tanto que como el hospital era de barro se cay (risas). El primer hospital argentino se derrumb. Volviendo al negro Carrillo, me dice Tengo un gran dolor, porque nosotros hicimos muchas compras, enorme cantidad de compras y aqu nos vendieron chatarra. El imperialismo... sa es la primera palabra que yo escucho en nombre de l, ... el imperialismo nos vendi chatarra y no tena ningn derecho a vendernos chatarra. Siempre me contaba que tena el apoyo incondicional de Pern, que no tena ni que preguntarle, que le deca vamos a hacer un hospital y le deca mtale, mtale.... sta es la cosa que me disgusta que no haya reconocido Arturo, el hermano (de Carrillo), que es un buen tipo, un hombre de la ortodoxia que no vea esto como una revolucin... Yo siempre dije que instalar doscientos treinta hospitales, sesenta mil camas ms de las que tenamos, eso es una revolucin. Y a esa revolucin yo la llam la revolucin de la capacidad instalada, porque era autnticamente producir una gran revolucin en el pas. No solamente porque produce una revolucin en la atencin de los enfermos, de los enfermos comunes; sino que hace una revolucin en los enfermos mentales, l es el creador de grandes hospitales, enormes... con enorme significacin. Y el hermano lo hacer parecer como si crear los hospitales fuera una cosa en s. Los hospitales se pudieron crear porque estbamos en un perodo glorioso, de participacin enorme de la economa en esto, y se pudo hacer precisamente por eso de que tenamos el banco central abarrotado de oro, no es cierto? Y eso era Pern. l intent, creo que mal, sacarlo de la rbita de Pern, cuando l tambin era peronista, pero bueno... son cosas que me parece que no correspondan.

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Ramn Carrillo Ramn Carrillo naci el 7 de marzo de 1906 en la ciudad de Santiago del Estero, y fue el primero de once hermanos. En 1929 obtuvo su ttulo de mdico cirujano, en la Universidad de Buenos Aires, con medalla de Honor. Durante varios aos se dedic a la investigacin y a la docencia, hasta que en 1939, se hizo cargo del Servicio de Neurologa y Neurociruga del Hospital Militar Central. Sera all donde conocera al entonces coronel J. D. Pern. Ramn Carrillo fue el primer Ministro de Salud Pblica y Asistencia Social de la Nacin, entre 1946 y 1954, bajo el gobierno peronista. Con l, se establece un antes y un despus en la salud pblica argentina. Desde su ministerio, llev a cabo una verdadera revolucin sanitaria, aquello que Floreal Ferrara denominara la revolucin de la capacidad instalada. Las cifras son ms que elocuentes: aument el nmero de camas existentes en el pas, de 66.300 en 1946 a 132.000 en 1954, cuando se retira. Erradic, en slo dos aos, enfermedades endmicas como el paludismo, con campaas sumamente agresivas. Hizo desaparecer prcticamente la sfilis y las enfermedades venreas. Disminuy el ndice de mortalidad por tuberculosis de 130 por 100.000 a 36 por 100.000. Termin con epidemias como el tifus y la brucelosis. Redujo drsticamente el ndice de mortalidad infantil del 90 por mil a 56 por mil. El hecho individual es un ndice del problema colectivo. No hay pues enfermos sino enfermedades. Hay [pues] que substituir la medicina de la enfermedad por la medicina de la salud. Cloacas, agua, suelo, sedentarismo, alcoholismo, vivienda, etc. Los mdicos, si slo indagamos en el rgano enfermo, corremos el riesgo de pasar por alto el mundo que envuelve al individuo. De seguir as seremos simples zapateros remendones de la humanidad. Frente a las enfermedades que genera la miseria, frente a la tristeza, la angustia y el infortunio social de los pueblos, los microbios, como causas de enfermedad, son unas pobres causas.

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Solo sirven las conquistas cientficas sobre la salud si stas son accesibles al pueblo. Carrillo dej el Ministerio de Salud en 1954. Muri a los 50 aos, en 1956, pobre, enfermo y exiliado, en Belem do Par, ciudad en el Norte del Brasil, en la cual atenda a la poblacin minera, contratado por una empresa que llevaba explotaciones en el lugar.Informacin y fragmentos: http://electroneubio.secyt.gov.ar/Arturo_y_Ramon_Carrillo.pdf http://elhospitalgandulfo.blogspot.com/009/05/ramon-carrillo-medicina-ypolitica.html

Carrillo era alguien que tena una concepcin ms integral de la salud, no es as? S, s... la nica cosa de Carrillo que yo diferenci era en la concepcin sobre la participacin popular. En Carrillo no haba una gran concepcin de la participacin. Haba participacin en dnde? En las instituciones, estaban los sindicatos. No hay que olvidarse que unos de los primeros hospitales sindicales que se hacen en el pas, el hospital ferroviario, se hace en la poca de Pern, y se hace en la poca de Carrillo. Es decir, en lo institucional haba participacin, pero no haba en esto que significaba el hospital pblico. En el hospital pblico nadie pensaba en la participacin. Cmo influye Carrillo sobre usted? Me parece que lo que yo le copio a Carrillo o lo mejoro. En realidad ya han pasado 50 aos, no es que lo mejoro, pero introduzco lo que se llama ahora la participacin popular... Me refiero a los atamdos: sta es una de las grandes cosas que me ensea la poltica.

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Antes de hablar del programa atamdos, Podemos conversar sobre su concepcin de la salud? En este punto, siendo muy joven, comienza su relacin con Milcades Pea? En 1959, haba unas Jornadas de Psiquiatra en Mendoza. Con Milcades Pea decidimos presentar un trabajo. A Pea se le ocurri que haba que preguntar a la poblacin Qu es lo que piensa sobre la salud mental? Yo me iba a un congreso de cardiologa en Tucumn. Entonces, l disea la encuesta que yo debo hacer en el tren. Porque si lo hacemos en el tren, vamos a tener mucha gente de lugares distintos. Me encontr con grupos de indios en la Plaza Independencia y tambin los encuest. Terminamos con 1.200 encuestas, una belleza de laburo. Un laburo sobre Qu piensa la poblacin argentina sobre el problema de salud mental? Y ah viene otra idea de Milcades. Hicimos cien copias en estncil. Yo iba a Mendoza a leer el trabajo. Vos vas a llevar el paquete y lo vas a abrir una vez que ests en el estrado. Lo dejs ah en una mesita o lo que haya. No decs qu es y nada ms. Acordate que te van a dar un tiempo muy corto, porque no sos relator. Somos nada ms que un trabajo libre. Nos van a dar diez minutos y te van a poner chicharra. Entonces se utilizaba una especie de semforo que se pona delante del escritorio, donde el presidente de la mesa tocaba el verde y vos tenas que hablar. Cuando el tiempo se estaba venciendo, pona amarillo y te daba un minuto. Al minuto, tocaba colorado y terminabas. Cuando ponga el amarillo, vos haces ademn de irte pero le peds a quien est cerca que abra el paquete y le decs al pblico que ah hay 100 copias de lo que ests diciendo. Nada ms. Cuando se ponga colorado, no hacs un solo gesto ms. Levants tus papeles y te vas. Seguro que alguien se va a levantar. No pods irte; no te van a dejar ir. Era en la facultad de Medicina; haba un gento... Deban ser dos mil personas. Bien, hago lo que corresponde. Entonces se levanta un urso grandote, don Gregorio Bergman, siempre adversario nuestro,

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pero leal. Seor presidente, usted est viendo pasar por ah la nueva generacin que est inventando un nuevo procedimiento, la socio-psiquiatra, y usted no se da cuenta. Le pido a la asamblea que por favor lo deje terminar a este jovenzuelo, que est diciendo cosas que ninguno de nosotros sabemos. Se levant la facultad; un gritero infernal... Cuando volv, se lo cont a Pea y se mataba de la risa. Y qu haba pasado? Se tiraron todos arriba del paquete y no alcanz... Entonces, de qu se trataba? Haba que crear la ansiedad. Todo estaba calculado. Pea era un tipo que tena entonces 25 aos. Qu pedazo de loco, hermana! La Encuesta sobre salud mental que hicieron usted y Pea en 1959 tuvo mucha repercusin. Hasta el da de hoy es un trabajo muy recordado. Se public en Acta Psiquitrica y tuvo una enorme repercusin. Primero, porque se utilizaron test proyectivos, que nadie saba utilizar, pero Pea s saba. Pea haba sido un gran lector de Wright Mills.2 Me acuerdo uno de los tests que mostrbamos: era un dibujo donde haba una mesa, donde estaba comiendo una familia y todos hablaban. No, la locura es una enfermedad como cualquier otra. No, deca otra persona hay que ser sifiltico. Si vos tens un padre loco, termins loco. Y haba uno que no deca nada. Entonces vos le dabas esto y el tipo lo lea. Y usted qu dira? Era un test proyectivo fenomenal. Porque esa definicin de salud que nosotros sacamos en contra de la oms, la hicimos con Pea. Vale la pena recordarlo.

2. Socilogo estadounidense (1916-1962), autor de varias obras consideradas clsicas en la sociologa, entre ellos, La lite del poder, Los cuellos blancos. Las clases medias norteamericanas, y La imaginacin sociolgica.

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La salud mental antes de la salud mental Por Enrique Carpintero y Alejandro Vainer Antes de la difusin de los abordajes teraputicos que se produjeron en los 60, los argentinos tenan una idea difusa acerca de la enfermedad mental. Los cambios polticos y en la vida cotidiana transformaron cualitativamente las ideas, las prcticas y tambin qu pensaba la poblacin. Por ello debemos partir del imaginario social de esa poca para poder dimensionar la magnitud de las transformaciones que observaremos a lo largo de este libro. Qu ideas tenan los argentinos a finales de los 50 acerca de la Salud mental? Figuraba dentro de sus preocupaciones? Qu prejuicios se tenan acerca de la enfermedad mental?, Qu informacin se dispona acerca de los distintos tratamientos psiquitricos? Floreal Ferrara y Milcades Pea realizaron una encuesta por muestreo durante los meses de julio, agosto y septiembre de 1959, en las ciudades de Buenos Aires, La Plata, Rosario, Crdoba y Tucumn. Es interesante la aparicin de un intelectual de izquierda como Milcades Pea colaborando en el naciente campo de la Salud Mental. Pea naci en 1933 y se suicid en 1965. Fue un autodidacta dentro de los intelectuales de izquierda argentinos. Desde muy joven se acerc al marxismo, ligndose con el grupo trotskista liderado por Nahuel Moreno. Luego de alejarse de dicho grupo sigui un desarrollo independiente y personal. Se form personalmente en investigaciones sociales cuantitativas, inclusive siendo uno de los primeros que hacan investigaciones de mercado. En la dcada del 60 fund la revista Fichas de investigacin econmica y social. Entre su bibliografa se destaca su particular enfoque historiogrfico de la Argentina. Y este breve aporte al campo de la Salud Mental. Los resultados fueron llamativos: 90 de cada 100 personas no nombraron a la locura entre las enfermedades ms temibles, entre las no mortales. 64 de cada 100 personas consideraron que la locura es esencialmente un comportamiento extremada y sistemticamente distinto al que se considera normal.

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Solamente reconocan como enfermedad mental lo que clasificaramos como una conducta psictica violenta y agitada. Acerca de las causas de la enfermedad mental, tres de cuatro consideraron causas fsicas, tales como lesiones cerebrales o alcoholismo. Los factores ms mencionados fueron los de orden fsico biolgico. Luego le siguieron los problemas psicolgicos (conflictos familiares, amorosos o falta de cario). Pero los menos mencionaron las situaciones sociales en las causas de la locura. Vale destacar que para 52 de 100 personas el leer demasiado era una causa muy importante en la locura, quizs recordando al famoso Don Quijote de la Mancha, que enloqueci al leer muchos libros de caballera. La imagen popular de lo que era enfermedad mental difera notoriamente de la concepcin vigente entre los profesionales del momento. nicamente mencionaban a las psicosis ms violentas y bizarras. Sin embargo definan como inmoralidad o delitos a toda una gama de patologas que se consideran psiquitricas. El nivel de prejuicio desemboc en que a 62 de cada 100 personas les desagradara tener como vecino a un ex enfermo mental. Y que una de cada dos consider que era una desgracia contar con un enfermo mental en la familia, y que deba guardarse en secreto. Esto nos plantea el largo camino que deberan recorrer los profesionales para un abordaje comunitario de la salud mental. La poblacin en su mayora desconoca a los psiquiatras: Una de cada dos personas nunca haba tenido la ocasin de conocer a alguien que hubiera sido tratado por un psiquiatra, mientras que tres de cada cuatro jams haban conocido a nadie dedicado a la psiquiatra. En ese momento los psiquiatras eran los nicos profesionales de la Salud Mental. En cuanto a los tratamientos conocidos por la poblacin, 45 de cada 100 desconocan los tratamientos psiquitricos. Entre los que s conocan, el electroshock fue el ms mencionado (32 de cada 100), seguido por el shock insulnico (12 de cada 100). Finalmente la psicoterapia y el psicoanlisis fueron citados por tan slo 8 de cada

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100 personas, a la vez que los sedantes, la religin y el confinamiento o el aislamiento fueron mencionados por el 19 % de los entrevistados. Era comprensible que si la mayor parte de la gente supona que las enfermedades mentales eran de origen biolgico, los tratamientos ms conocidos fueran los que actuaban sobre la biologa. Finalmente, el conocimiento acerca de la teraputica no brindaba ninguna confianza en la curacin. 56 de cada 100 personas opinaron que la locura no poda curarse. Un tema investigado fue la escasa importancia que se le atribuy a las condiciones de vida sobre la salud mental: tres de cada cuatro personas afirmaron que la pobreza tena poca o ninguna importancia en las enfermedades mentales; 61 que el exceso de trabajo no era importante; y 87 que una migracin del campo a la ciudad tampoco incidira sobre la salud mental. Los autores concluan su investigacin con el cruce entre prejuicios acerca de la enfermedad mental y actitudes conservadoras: Todo lo cual parecera indicar que para las personas de actitud bsicamente conservadora la misin primordial del ser humano es adaptarse al orden social imperante, y cualquier incapacidad para adaptarse constituye a los ojos de los autoritarios una prueba, o en todo caso una presuncin, de inmoralidad deliberada o incapacidad constitucional ms bien que de trastornos en la salud mental. Por lo cual la psiquiatra resulta para esas personas bsicamente conservadoras una especialidad ms bien punitiva que teraputica, y en todo caso misteriosa. sta era la radiografa de la poblacin a finales de la dcada del 50. Los 60 cambiaran todo este panorama para siempre.

Para volver a rememorarlo a Milcades. Cuando se realiza la Asamblea Internacional de las Naciones Unidas para construir un organismo dedicado a la salud y fundar lo que se llam la Organizacin Mundial de la Salud, que debe haber sido por el 45... no me acuerdo bien las fechas, mis debilidades con las fechas siguen siendo intensas... est representado a la Repblica

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Argentina alguien que haba mandado Carrillo, Pablo Swark, creo que es as. Y se hace la asamblea, y se viene con una definicin que ha preparado el elenco que organiz la asamblea, y sale por aclamacin. Parece, y lo es, una definicin, para ese tiempo, verdaderamente revolucionaria. Por qu? Porque incorporaba la perspectiva de comprender a la salud no solamente como un hecho fsico sino como un hecho mental, y sobre todo como un hecho social. La incorporacin del hecho social era para nosotros, los hombres que peleamos en esta sociedad, un acontecimiento. Entonces se dice: la salud, que es el completo estado de bienestar fsico, mental y social, y no la mera ausencia de la enfermedad. sta es la definicin, brutalmente importante, que todava est en vigencia desde entonces. Y de quin es esa definicin? sta es una definicin de la Organizacin Mundial de la Salud. Cuando sta definicin entra a funcionar nosotros nos adherimos, sentimos que con la incorporacin de lo social se incorporaba un aspecto fenomenal. Tiempo despus, empezamos a mirarla, pero la empieza a mirar mucha gente, sobre todo epistemlogos de muchos lugares del mundo... y entonces dicen: la palabra clave aqu es bienestar. Entonces los epistemlogos empiezan a preguntar Y qu quiere decir bienestar? Quiere decir estar bien. Entonces alguno se atreve a una cosa, como dira mi abuela chocolate por la noticia. Si yo digo: salud es estar bien, estoy diciendo lo mismo, estoy produciendo una tautologa. Empezamos todos a pensar, todos los que pensbamos en esto, que era una tautologa, entonces en ee.uu. empiezan los epistemlogos tambin y en Canad particularmente, empiezan a pensar cmo se puede utilizar otra palabra en lugar de bienestar, porque lo de bienestar es como decir este escritorio es un escritorio, esta mesa es una mesa... estaba planteando la cosa en trminos tautolgicos. Entonces aparecen algunas palabras. La primera palabra

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importante es maduracin: es un estado de maduracin frente a los acontecimientos... pero serva para los nios... estar sano es ir madurando, pero no serva para los adultos, que ya eran maduros. Entonces empiezan a aparecer otras. Otra palabra que aparece es equilibrio. Pero se va imponiendo lentamente una palabra que se llama adaptacin. Qu es la adaptacin? Es adaptarse a la situacin en la que uno est. Y nosotros con Pea en ese momento comenzamos a pensar en esto. No s por qu empezamos a pensar en esto, y empezamos a decirnos adaptarse? adaptarse a qu? Al sistema?! Entonces es un retroceso. Bienestar? No dice nada, es tautolgico. Esto no sirve, hay que pensar que el estado de salud es un estado en el que uno est con un ptimo vital, dispuesto y sosteniendo cualquier conflicto que se le presente. Entonces salud es vencer conflictos. En ese momento aparece un libro memorable de un tipo que se llama Canguilhem... Georges Canguilhem, el epistemlogo francs?3 Exacto. Que tiene un libro fenomenal que se llama Lo normal y lo patolgico. Y de ah empezamos a mirar y de ah sacamos nuestra definicin, pero lo primero que vamos a decir cuando hablamos de esto es que no hay salud si uno no resuelve conflictos. Esto quiere decir, la salud es conflicto y es dialctica, decimos. Finalmente, sacamos la palabra dialctica porque empezaba a molestar poltica e ideolgicamente, y entonces seguimos hablando del conflicto. Dijimos: el proceso de salud es un proceso del conflicto. No hay salud porque el bienestar implica estar bien. Entonces, es una tautologa. Y entonces, si es una tautologa, no sirve como definicin.3. Georges Canguilhem (1904-1995); mdico de formacin, fue un filsofo francs, especializado en epistemologa e historia de la ciencia. Entre sus obras ms notables se encuentra Lo normal y lo patolgico.

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La solucin de los conflictos es la que trae la perspectiva de la salud. Y yo en clase lo fui diciendo aos y aos, no? Dije bueno, miren, les voy a hacer un ejemplo con los tres estados, los tres pilares de la salud que la Organizacin ha definido: el fsico, el mental y el social. Vamos al fsico. Entonces cuento que yo estoy dando clases en este momento, empiezo a transpirar porque aqu est muy caluroso y me seco la transpiracin, y tomo agua, y me saco el saco, y despus me saco la camisa, y despus no sigo sacndome nada porque estn las chicas ac, pero estoy mal... qu estoy, enfermo? Porque no estoy con bienestar, entonces la definicin no me sirve. Estoy enfermo. Y entonces alguien dice: no, est enfermo pero est luchando contra la enfermedad, est luchando contra el conflicto. Efectivamente, estoy luchando contra el conflicto y ese conflicto me puede llevar a caerme, a una hipotensin y caerme, y ah voy a estar enfermo, pero mientras tanto estoy en la pelea. Y me traen un poco ms de agua y ah voy, bueno... Este episodio muestra clarito que uno est luchando contra un conflicto. Vamos a lo segundo: yo le voy a contar, tengo dos ejemplos para conmoverlos y que se den cuenta de qu estoy hablando. Es la asamblea del 22 de Mayo en el Cabildo: ah se decide por votacin qu va a pasar con los espaoles y qu vamos a hacer con nuestro gobierno. Entonces, est la asamblea, estn los criollos; y estn los gallegos que vienen a defender a su propia patria que es la nuestra; pero nosotros queremos la nuestra... Y qu hacemos? Los sacamos a patadas en el culo! Los agarramos a pias y adems de agarrarlos a pias los echamos... qu estbamos?, estbamos en equilibrio? No. Estbamos en bienestar? Tampoco. Cmo estbamos? Estbamos locos? Entonces estbamos enfermos? No, estbamos luchando, estbamos resolviendo un conflicto y lo resolvimos. S? S. Bueno, ahora vamos al tercero. De tercero siempre elega una cosa muy simptica y muy pattica, lo cual cuenta Arthur Miller en una de sus memorias. l dice que se casa con Marilyn Monroe. Tiene un ao de felicidad enorme, vivan en un palacio infernal,

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inmenso, que mantena la propia Marilyn, y un da entra a su casa, de su laburo o de donde sea, y se la encuentra tirada en el suelo, casi en coma, llena de las pastillas que haba tomado y de gancia. Entonces se tira encima de ella y le dice hija de puta, qu me ests haciendo!... y de repente dice qu estoy haciendo si esta muchacha lo que est pidiendo es auxilio?, entonces pide la ambulancia y se salva. Un ao despus se suicida, no? Ah se muere. Pero ah se ve categricamente cmo es la lucha, se ve cmo es el conflicto... si se resuelve el conflicto se est sano, sino l la ahorca y se est en enfermedad. Bueno, con esos tres ejemplos era muy difcil restarse a la definicin, y la definicin hizo carrera, fue haciendo carrera, se transform autnticamente en un best seller... por qu? Y, porque lo que quera demostrar es que era el conflicto lo que haba que resolver. Pero qu era en el fondo lo que yo estaba demostrando? Que no haba un solo aspecto de la vida cotidiana que no fuera una lucha de clases, que no fuera un conflicto de clase o un conflicto de sociedad. Esto era. Bueno, eso fue el invento que hicimos junto con Milcades. La definicin la hicimos juntos, pero me parece que lo que puede llamarse el ordenamiento filosfico, el ordenamiento ideolgico, parte de l. Creo que ahora que yo no insisto mucho sobre esto. Mientras tuve ganas y tribuna, esta definicin fue una definicin muy til y sigue sindolo. En los libros que yo he publicado est la definicin como tal, y algunos han sacado la definicin y siguen hablando del ptimo vital, la lucha por resolver los conflictos. Sabe, esto me hace acordar a que en los aos 60 haba una disputa epistemolgica bsica entre lo que era el paradigma del consenso, que pona en el centro, la nocin de adaptacin, la visin estructuralfuncionalista; y el paradigma del conflicto. Y asociado al paradigma del conflicto estaban algunos de los autores que tradujo Milcades Pea. Claro, claro.

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Si bien hay que vincular a Pea con la matriz marxista, sus intereses eran ms amplios. S, es ms amplio, s, es ms amplio. Adems lo hicimos ms amplio. Cuando le sacamos la palabra dialctica, que la usamos en el comienzo, la cosa se levant ms todava. Pero los clsicos de la salud, y entre ellos algunos de mis grandes amigos, siempre le tuvieron resentimiento a la definicin porque rompa con una definicin totalmente ligada al imperio. Pensar en el bienestar y decir que el bienestar era adaptarse a la situacin en la que estbamos, y nosotros decamos un conflicto resuelto o mal resuelto, sino no hay salud. Para resolverlo hay que resolver una lucha y sa es la salud. Yo tengo la sensacin de que fue un gran aporte de Milcades. Siempre se mataba de risa cuando yo deca en clase que es un aporte de un trotsko que de esto sabe y adems de saber fue con con quien pudimos inspirarnos en esto. Era una discusin larga. Ms que el acuerdo estbamos buscando autnticamente la definicin. Toda la gente de la Organizacin Mundial de la Salud, los hombres y mujeres de la escuela de salud pblica siempre miraron con recelo esta definicin, porque vieron que se mova el piso, y ellos seguan adheridos a otro concepto de salud. Cuando nosotros publicamos, junto con Acebar y Paganini, el libro de Medicina de la comunidad,4 y ah est entera esta definicin, muchos de ellos, entre los cuales Paganini, se sintieron incmodos con esta definicin. Primero porque rompamos el mito de que la oms dice a y es a, y aqu dijimos no, no es a, es otra cosa. Y lo segundo, porque la definicin se las traa. Nos sirvi mucho el libro de Canguilhem, es el libro que deca Lo normal contiene a lo patolgico... Para nosotros era un hallazgo, pero la definicin ya la habamos largado. Mire, yo sigo pensando que fue un acierto constructivo...4. Medicina de la Comunidad. En colaboracin con E. Acebal y J. Paganini. Ed. Intermdica. Buenos Aires, 1976.

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Una verdad antagnica para la salud I Floreal Ferrara (2002)1 El proceso de la salud est unido al proceso de entrega del pas. Para hablar del problema de la salud. Tenemos que ubicarnos cuidadosamente en distintos lugares. Como enseaba el filsofo Baruch Spinoza, si ustedes quieren conocer la verdad, miren los efectos. Si ustedes quieren saber la verdad de la salud en nuestro pas, miren los efectos. Vayan a ver cmo viven las muchachas y muchachos en las villas, fjense los ndices de desnutricin, de analfabetismo, vean como estn nuestros viejos, de qu se enferman y se mueren nuestros jvenes, nuestros ancianos. Los efectos estn ah, esos efectos son los que tenemos que mirar y cuando miramos esos efectos, ya no juega el tema de la salud, entra a tallar el tema de la sociedad. se es el primer elemento que debemos tener en cuenta El otro elemento que debemos tener en cuenta es lo que nos ense un filsofo que se llam Martin Heidegger (el SER es un lugar de cuestionamiento para el hombre, y que el hombre vive con la muerte y la angustia refugiada en l), un filsofo muy difcil, muy complejo, no slo para entenderlo, sino porque adems en 1938 fue el rector de una universidad en tiempos del nazismo, es decir que fue un filsofo que sirvi a los nazis y que form parte del pensamiento profundo del nazismo. Cuando uno se aproxima a Heidegger, l nos ensea que no hay posibilidades de elegir entre alternativas diferentes. Eso pertenece al individualismo liberal americano y superficial, esto recurdenlo siempre, porque ninguno de ustedes tiene posibilidades de elegir, ninguna, en todo caso cuando tomen una decisin, esa eleccin est precedida de todo un dolor que est detrs y que los empuja a ustedes. A enfrentarse no con la solucin que pensaban que la tenan en la mano, sino a enfrentarse con el enemigo, la eleccin de1. Fragmentos de la exposicin del Dr. Floreal A. Ferrara en Paran, Entre Ros, el 23 de julio de 2002, documentada y desgrabada por el Dr. Jos Mara Paz.

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una alternativa es siempre antagnica, esto quiere decir: si yo elijo ste camino, tengo que saber que al elegirlo, enfrente est el enemigo, es decir que no hay eleccin de alternativa, hay eleccin de trinchera, sta es la diferencia, hay eleccin de trinchera. El tercer elemento que quisiera recordarles, est planteado por un psiclogo que quienes estudian o han estudiado psicologa lo conocen, y saben lo atravesado y difcil que es su lectura y su comprensin y que se llam Jacques Lacan. l dice que toda eleccin es una eleccin forzada; elijo esto por que algo me est forzando, saben por qu es importante recordar este pensamiento de Lacan, porque hoy, ac, en la Repblica Argentina, lo que vamos a hacer de aqu en ms es una eleccin forzada; nos est forzando el enemigo a que tomemos una decisin, est intentando en la medida de lo posible que tomemos el camino que ellos nos estn marcando y para ello se vestirn con el ropaje que se tengan que poner. Otro elemento a tener en cuenta es reconocer la violencia que toda sntesis tiene; porque toda unidad sinttica se basa en un acto represivo. Qu quiere decir esto? Quiere decir que cuando se realiza la sntesis, sta es producto de un acuerdo y en un acuerdo siempre alguien cede o se apropia de la violencia, con la que tengo que transformar o enfrentar la violencia del enemigo. Por eso la violencia de la sntesis slo ser fructfera si se transforma en la violencia antagnica de los que estn enfrente y la eleccin en todo caso ser una eleccin antagnica. Esto traducido en trminos polticos, es lo que implica nuestra eleccin frente el f.m.i., frente al Banco Mundial, frente al Pejotismo entregado. Nos obliga a estar en contra de ellos. En salud esto es as. Cmo es as?, cmo puede ser as, si siempre nos han enseado que la salud es el completo estado de bienestar, de armona, de equilibrio, de adaptacin, etc., etc.? Al carajo!, todo esto. Nada que ver. La salud es tambin un acontecimiento antagnico, porque el que est sano est peleando cotidianamente contra esta situacin de injusticia social, de injusticia poltica, de injusticia

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econmica y el que est enfermo est absorbido por alguien que antagnicamente le impuso una condicin determinada. Un nio o una nia que estn hoy con todas las necesidades insatisfechas, y las posibles enfermedades o malformaciones que stas necesidades potencialmente le pueden acarrear por falta de nutricin adecuada, est invadido por una violencia fenomenal que es una violencia social que le impide ser desarrolladamente sano. (...) Cuando los organismos internacionales vienen a ensearnos que la salud es el completo estado de bienestar, fsico, mental y social, lo que nos estn enseando es el discurso del colonizador. Qu quiere decir esto? Quiere decir que estos organismos internacionales que han enseado a varias generaciones desde hace 50 aos que para tener bienestar tienen que adaptarse a la sociedad en la que estn, y sta adaptacin a la sociedad en la que estn representa para ustedes la salud. Un carajo! Si ustedes se adaptan a la sociedad de injusticia en la que viven ustedes. Estn recontra enfermos, porque al adaptarse estn siendo absorbidos por este conflicto que es mas fuerte que uno. La solucin en la salud es la lucha por la resolucin de los conflictos, no quedarse quietos ni adaptarse. Saben dnde hay salud segn el concepto de la o.m.s.? En los cementerios, all no hay conflictos, estn todos tranquilos, estn todos adaptados por lo tanto segn ellos estn todos sanos. Estar sano en nuestra concepcin es la bsqueda permanente en la resolucin de los conflictos y stos se ven en los efectos, esa bsqueda, esa lucha en la resolucin de los conflictos no es ni remotamente una lucha individual, sino colectiva. (...) El problema de la salud en nuestra Patria no es un problema aislado, es decir de la salud propiamente dicha, sino que est ntimamente ligado al modelo econmico y social del pas. Es decir que forma parte de un captulo de la llamada determinacin mxima, que en trminos filosficos se llama sobredeterminacin jerarquizada, que acta sobre la salud y es la que impone el capitalismo, el imperio.

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Peronismo y sindicatos: un vnculo perdurableCundo fue que se hizo peronista, si su padre vena del anarquismo y usted mismo se consideraba ms bien anarquista? En ese entonces yo tena casi una vocacin antiperonista... por qu? Y porque tena ms una concepcin muy libertaria, pero vino el 17 de Octubre de 1945. Yo estaba en tercer ao de la facultad y viva en una pensin en la calle 2 y 50. La duea de la pensin, una uruguaya macanuda, vino corriendo y me dijo: Viene una manifestacin enorme por la calle 1 Vengan a ver, vengan a ver en la esquina!. Y entonces fui a verla en la esquina. Quines venan? Venan los obreros del frigorfico, encabezados por Cipriano Reyes, y los trabajadores de ypf... y los trabajadores de ypf estaban encabezados por Manolo Bianchi, un muchacho que tena diecinueve aos y que era secretario general del gremio, de lo que se llamaba la destilera. Pero una multitud vena! Y dnde iban? Y yo no saba dnde iban, pero yo me sub con ellos. Me sent atrado por la multitud. Y de pronto cuando llegamos a 1 y 47 doblan... Dnde van?, digo yo. Y van a Quilmes. Quilmes tena ah los depsitos, le robaron todo... las botellas de cerveza, le llevaron... y ah estaba yo! Me fui detrs de ellos. Llegamos a la Estacin de tren de La Plata. Retumbaba el nombre de Pern, Pern, Pern. Yo empiezo a tener contacto con esta situacin, en ese gritero ensordecedor: Pern, Pern, Pern. Y nos fuimos con el tren y terminamos en la Plaza de Mayo. As fue el 17 de Octubre. Fue para m una cosa espectacular, creo que me marc para siempre. Cuando sigo a la multitud, me doy cuenta de que estoy metido dentro de un proceso. Empiezo a entenderlo. Estaba Manolo Bianchi, este dirigente de ypf, y nos abrazbamos cmo si nos conociramos de toda la vida.

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Pero hay un episodio que no me puedo explicar. Yo no vi a la gente metiendo las patas en las fuentes, no lo vi, tal vez estara mirando otra cosa. Pero no los vi. Siempre me enojo conmigo y me digo, Cmo no vi ese episodio?. Hay fotografas histricas de eso. Yo no los vi... Entonces, desde aquella poca adhiere al peronismo? Igualmente usted tuvo mayor intervencin poltica durante la poca de la resistencia... Bueno, siempre tuve por Pern una gran simpata y una enorme admiracin, pero tambin segua teniendo una posicin crtica. En el 55, 56 nos ponemos al lado de Pern. Las primeras revoluciones, los procesos revolucionarios que se producen estbamos ah, pero volvemos a sentirnos totalmente identificados con Pern en el momento en que llega Aramburu al poder junto con Rojas. Cuando llegan al poder, eso es en el 57, ah volvemos a Pern con todo, con todo. Y luego empezamos a sentir dificultades. Recibimos cartas de Pern que nos conmovan hasta las lgrimas. Su conversacin con Mao... no me cuenta a m, nos cuenta a los compaeros, pero nosotros tenamos acceso a las cartas, a los mensajes. Ese momento es un momento casi de gloria para nosotros, el 60, el 62, sobre todo el 62 con su entrevista de ocho, nueve horas con Mao. Nosotros ramos total y absolutamente partidarios del socialismo, es decir, la Patria Socialista la inventamos nosotros los Cookeanos. La inventamos no, vena armndose. Sabs cmo llega el nombre de Justicialismo? Por qu no socialismo en lugar de justicialismo? Pern le pregunta a algunos amigos en una reunin importante cmo llamaran al movimiento y entonces uno de ellos, no me acuerdo quin es, le dice: y... hay que llamarlo Partido Popular Socialista, Partido del Socialismo Popular, Partido del populismo socialista... No, la palabra socialista a m me gusta, tendra que estar pero est Stalin, dice, con esta cosa

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de Stalin y esta cosa de la muerte, y esta cosa de Beria, (el comisario de Stalin) es imposible, no, no podemos poner eso. No porque los enemigos nos maten con ese nombre sino porque no podemos reivindicar un nombre que en este momento est enormemente lleno de sangre. Entonces el petiso Stafforini,1 que era un gran hombre de las obras sociales y particularmente de la seguridad social, ms que de las obras sociales le dice: por qu piensa? Usted est todos los das diciendo justicia justicia justicia; el partido se tiene que llamar justicialista!. Pern lo mira y le dice: Y a m cmo no se me ocurri, claro que se tiene que llamar justicialista! Y ah nos achica a nosotros, ah nos achica porque a partir de eso nuestra perspectiva de que fuera la patria socialista decae. No solamente por eso, sino por muchas cosas, pero igual seguimos al lado de Pern. Cuando llega el momento del acuerdo con Frondizi, el acuerdo con Frigerio, nos sentimos como el diablo. Y l orden votar a Frondizi y nosotros ordenamos votar en blanco, y fue otro episodio de separamiento. Conoci personalmente a Pern? Cuando vuelve al pas, en los setenta, en una conversacin no muy corta pero no tan larga como yo hubiese deseado, le pregunto a Pern que es esto de la frmula Pern-Pern, y es donde l me dice: Usted est pensando que me voy a morir y yo quiero que usted piense que es cierto, me voy a morir porque estoy viejo y enfermo y todo eso. Yo s por qu usted est preocupado, pero no se preocupe, yo trabajo constantemente para que los que quedan sepan lo que tienen que hacer y estn preparados para hacer lo que tienen que hacer. No se van a atragantar con el queso, es de lo que les hablo siempre. Yo lo mir con fastidio, con bronca, pensando, este viejo siempre tiene una frase para descabezarte. Pero esa frase la tengo1. Eduardo Stafforini fue colaborador de Pern tanto en el departamento de trabajo como en la secretara de trabajo y previsin.

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clavada ac. Si los viera cmo se atragantaron con el queso! Dios mo! Pero, estaba hablando la esfinge para m. No me iba a poner a pelear all. Adems, quiero decirle una cosa, agreg Pern. Yo voy a ser presidente por tercera vez, Vengo estrictamente empujado por ellos. Son mi sostn, los trabajadores. Eso s, tengalo presente: Squelo a Raymundo Ongaro y alguno ms, y los dems, no sirven para un carajo. Estn todos entregados. Son parte de este juego de la burocracia sindical. Y a Evita? La conoci personalmente? No, a Eva no la conoc yo. No la vi nunca. Me cay alguna admiracin despus de la muerte de Eva. Tal vez porque tena ms identificacin de pobre yo con ella, de familia, digamos, no? Eso es uno. Y lo segundo, es porque, aunque nunca conoc personalmente a Evita, s conoc mucho su vida, sobre todo la cosa de Los Toldos, de Junn, todo eso por relatos de gente. De manera que yo no habl nunca con Eva pero siempre tuve por ella una adoracin especial. Su muerte me doli en el alma, y aquella cosa de Viva el cncer en las paredes me pareci deplorable, de argentino, deplorable. Cuando ella se muere yo empiezo a tener algunas distancia con Pern, distancias que se acrecientan en algn momento. Esta cosa de su vida con la ues y las pibas, todo eso a m me disgust, pero me disgust con el dolor en el alma, pero me permiti alejarme de Pern, alejarme de forma suficiente como para mirarlo con alguna preocupacin. Sobre Evita, te quiero contar una historia. Hace pocos das, doy una conferencia en la Legislatura de la Capital, sobre Carrillo, donde est uno de los diputados que me invita, la esposa de Carrillo, Susana Pomar. Y ac viene la ancdota, ella me toma del brazo y me dice: Usted merece que le cuente una ancdota... Yo era dama de compaa el da del renunciamiento de Eva, por eso la acompa en todo, y estaba al lado de ella en el palco. En un momento determinado, cuando la gente le dice:

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Ahora, ahora, ahora! Queran la respuesta ahora, porque ella dijo: Djenme pensar si voy a ser candidata a vicepresidenta o no. La frmula era Pern-Eva, y ella dice: Djenme pensar. Y la gente dice: No, ahora, ahora, ahora. Entonces, ella le dice con bronca a Pern: Vos no quers que sea candidata a vicepresidenta porque le tens miedo a los milicos y a los curas, por eso. Y l la agarra fuerte y le dice esto me lo cuenta Susana, la trae hacia s y le dice: No, no quiero que seas vicepresidenta porque tens un cncer y te vas a morir. Qu hijo de puta, qu cosa dramtica!, no? Porque se conoce la primera frase noms, la segunda no... la respuesta no se conoce! En cambio la afirmacin de Evita acerca de que no quera que fuera vicepresidenta porque le tena miedo a los curas y a los milicos, s se conoce. Bueno, ella me lo cont. Y se puso a llorar. Pero usted merece conocer esto dice, ya quedan pocos como usted, y usted lo merece conocer. Usted ha tenido una vinculacin larga y muy importante con los sindicatos Cmo y cundo empieza su relacin los gremios? En los aos 50 fui elegido presidente del Centro de Graduados de Medicina, y soy miembro del Consejo Acadmico. Ese consejo era totalmente antiperonista. Y yo ah digo, no, no puedo estar con estos gorilas. Pero me queda como un resabio contra el viejo. Pero yo empiezo a ligarme mucho con los gremios. Empiezo a ser asesor de la CGT. De qu poca estamos hablando? Estaba Pern todava en el gobierno o ya era la poca de la Resistencia peronista? Ya cado Pern, 57, 58, gano el concurso nacional de tcnicos y especialistas en el gremio ferroviario, un concurso nacional donde se presentan como cuatrocientos sanitaristas y gano yo. Se constituye entonces la Comisin Tcnica Asesora.

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Qu era eso? Se haba sancionado la ley de obra social de los ferroviarios, y la ley creaba esta comisin. Ninguna de las cuestiones importantes poda aprobarse (presupuesto, asignacin del personal) si no tena el voto de la Comisin Tcnica Asesora. Por lo cual ramos casi la Corte Suprema. As se viva... A partir de eso, me empiezo a ligar muy intensamente a los gremios. Primero con los dos ferroviarios, La Fraternidad y la Unin Ferroviaria. Soy muy leal con ellos; empiezo a militar dentro de la CGT. En ese momento, el representante de La Fraternidad era Eulogio Moreno, que se muere por la enfermedad de Chagas. Recuerdo que di una batalla en el Consejo Directivo para que le pongamos su nombre a un hospital. Con la Unin Ferroviaria, la relacin era ms difcil, porque las listas estaban muy entreveradas. Un momento importante es que con el apoyo de ellos creamos un Instituto de Atencin Mdica en Santo Tom. De ah era uno de los dirigentes peronistas de la Unin Ferroviaria. Se hizo el acto de inauguracin y me pidieron que hablara. Yo hice uno de esos discursos peronistas de locos y salimos encantados. A partir de eso quedo muy vinculado con el peronismo laburante y me empiezo a ligar con dos grandes dirigentes sindicales, con Avelino Fernndez y Sebastin Borro. Avelino estaba en contra de Lorenzo Miguel; era un peronista revolucionario en serio. Trabajaba en la fbrica Catita. Tena un gran prestigio entre los trabajadores. Lorenzo Miguel no lo dej afiliarse nunca al sindicato, con lo cual no se poda presentar. Es posible que de presentarse le ganara, pero Lorenzo era el dueo. Avelino era ese tipo constructor de la revolucin y de la resistencia que nos impulsaba con un amor infernal hacia Pern y Eva. Con l constituimos un grupo que se llam Militancia Peronista. Ah estaba Borro, Avelino Fernndez, Eduardo Luis Duhalde y cantidad de nombres del sindicalismo. Nos reunamos donde podamos. Sebastin Borro era un tipo reposado, cuidadoso, muy inteligente. Es el que produce esa revuelta fenomenal contra Frondizi por la nacionalizacin del frigorfico Lisandro de la Torre.

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Sebastin Borro me cuenta el instante en que no quieren abrir los portones, porque tienen miedo de que se meta la polica. Pero l visualiza en el portn una persona que si le importa y le pregunta: Quers entrar? Quin era? Cooke; era Cooke que entra a la revuelta.1959: crucial ao de conflictos Daniel James1 A comienzos de enero de 1959, Frondizi enfrent una tirante situacin de estancamiento en el frente laboral. Aunque se haba evitado un enfrentamiento frontal con los sindicatos, en particular los sindicatos peronistas, resultaba claro que su respuesta al anunciado plan de estabilizacin sera de temer. Las bases militantes peronistas haban salido de los tiempos de la dictadura militar con mucho mas confianza en s mismas, que se basaba en su demostrada capacidad para soportar la represin militar y recobrar sus sindicatos. Esa confianza ya se haba manifestado en los primeros meses del gobierno de Frondizi. Los militantes de base haban sido mucho menos renuentes que sus lderes a demostrar que reprobaban las insuficiencias de ese gobierno. (...) Otro indicador importante de confianza propia consisti en los resultados de las elecciones realizadas cerca de fines de 1958 para organizar los gremios de acuerdo con la nueva Ley de Asociaciones Profesionales. En la mayora de los casos triunfaron nuevos elencos dirigentes agrupados en las 62 organizaciones. (...) En el Frigorfico Nacional, Sebastian Borro recibi aproximadamente el 80% de los votos emitidos. (...) La actitud de confianza que se refleja en estas cifras habra de llevar a la clase obrera, en 1959, a una serie de conflictos de alcances y asperezas sin precedentes. Durante ese ao se perdieron 10.078.138 das de trabajo en huelgas realizadas en la Capital Federal, en que tomaron parte ms de 1.400.000 trabajadores,1. D. James, Resistencia e Integracin, El peronismo y la clase trabajadora argentina; 1946-1976, Buenos Aires, Siglo XXI.

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alrededor de seis veces el nmero de los huelguistas del ao anterior. El hecho que provoc esta conmocin y quebr la engaosa calma de 1958 fue la ocupacin del Frigorfico Nacional Lisandro de la Torre por sus trabajadores y la huelga general proclamada en apoyo de esta accin. Nacionalizado durante el primer gobierno de Pern, el frigorfico era propiedad de la Municipalidad de Buenos Aires. Bajo el gobierno de Aramburu se haba considerado por primera vez su privatizacin, de la que haba vuelto a hablar Frondizi tras asumir el poder. En diciembre haban circulado rumores en el sentido de que el FMI considerara la privatizacin de la planta como un