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LOS NUEVE LIBROS DE LA HISTORIA TOMO 7 HERODOTO DE HALICARNASO Ediciones elaleph.com

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  • L O S N U E V E L I B R O SD E L A H I S T O R I A

    T O M O 7

    H E R O D O T O D EH A L I C A R N A S O

    Ediciones elaleph.com

    Diego Ruiz

  • Editado porelaleph.com

    2000 Copyright www.elaleph.comTodos los Derechos Reservados

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    LIBRO SPTIMO

    POLIMNIA.

    Muere Daro haciendo contra la Grecia aprestosmilitares, que contina su hijo Jerges: con este ob-jeto hace abrir un canal en el Athos y echar unpuente sobre el Helesponto. Orden de marcha delejrcito persa de mar y tierra; su nmero y aumento;naciones que lo componan y generales encargadosdel mando. -Disputa de Jerges con el lacedemonioDemarato acerca del valor y resistencia de los Grie-gos. -Pasa revista Jerges a su ejrcito en Dorisco yse pone en marcha. -Envan los Lacedemonios aJerges dos heraldos en compensacin de los queellos haban muerto. -Prepranse los Atenienses aresistir, a pesar de los infaustos orculos de Delfos.-Los Argivos se niegan a entrar en la confederacin

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    de los Griegos, y Gelon, tirano de Sicilia, lo rehsaigualmente si no se le da el mando. Los isleos deCorf tratan de alucinar con promesas a los emba-jadores, y los de Creta rehsan tambin entrar en laconfederacin. -Abandonan los Griegos la defensadel paso del Olimpo, y se deciden a defender lasTermpilas. Nmero prodigioso de hombres quecomponan el ejrcito persa de mar y tierra.-Tempestad que sufre su escuadra. -Ataque de lasTermpilas y muerte de Leonidas con los Esparta-nos. -Decide Jerges continuar su marcha, y avanzacontra la Grecia despreciando los consejos de De-marato.

    Cuando lleg al rey Daro, hijo de Histaspes, lanueva de la batalla dada en Maraton, hallndole yaaltamente prevenido de antemano contra los Ate-nienses a causa de la sorpresa con que haban entra-do en Sardes, acab entonces de irritarle contraaquellos pueblos, obstinndose ms y ms en inva-dir de nuevo la Grecia. Desde luego, despachandocorreos a las ciudades de sus dominios a fin de quele aprontasen tropas, exigi a cada una un nmeromayor del que antes le haban dado de galeras, ca-ballos, provisiones y barcas de trasporte. En la pre-

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    vencin de estos preparativos se vio agitada por tresaos el Asia; y como de todas partes se hiciesen le-vas de la mejor tropa en atencin a que la guerrahaba de ser contra los Griegos, sucedi que alcuarto ao de aquellos, los Egipcios antes conquis-tados por Cambises se levantaron contra los Persas,motivo que empe mucho ms a Daro en hacer laguerra a entrambas naciones.

    II. Estando ya Daro para partir a las expedicio-nes de Egipto y Atenas, originse entre sus hijosuna gran contienda sobre quin haba de ser nom-brado sucesor o prncipe jurado del Imperio, fun-dndose en una ley de los Persas que ordena queantes de salir el rey a campaa nombre al prncipeque ha de sucederle. Haba tenido ya Daro antes desubir al trono tres hijos en la hija de Gobrias, suprimera esposa, y despus de coronado tuvo cuatroms en la princesa Atosa, hija de Ciro. El mayor delos tres primeros era Artobazanes, y el mayor de loscuatro ltimos era Jerges: no siendo hijos de lamisma madre, tenan los dos pretensiones a la coro-na. Fundaba las suyas Artobazanes en el derecho deprimogenitura recibido entre todas las naciones, quedaba el imperio al que primero haba nacido: Jerges,por su parte, alegaba ser hijo de Atosa y nieto de

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    Ciro, que habla sido el autor de la libertad e imperiode los Persas.

    III. Antes que Daro declarase su voluntad, ha-llndose en la corte por aquel tiempo Demarato,hijo de Ariston, quien depuesto del trono de Es-parta y fugitivo de Lacedemonia se haba refugiadoa Susa para su seguridad, luego que entendi las de-savenencias acerca de la sucesin entre los prncipeshijos de Daro, como hombre poltico fue a versecon Jerges, y, segn es fama, le dio el consejo deque a las razones de su pretensin aadiese la otrade haber nacido de Daro siendo ya ste soberano yteniendo el mando sobre los Persas, mientras que alnacer Artobazanes Daro no era rey todava, sino unmero particular; que por tanto, a ningn otro mejorque a l tocaba de derecho y razn el heredar la so-berana. Aadale Demarato al aviso que alegaseusarse as en Esparta, donde si un padre antes desubir al trono tena algunos hijos y despus de subi-do al trono le naca otro prncipe, recaa la sucesina la corona en el que despus naciese. En efecto,valise Jerges de las razones que Demarato le sumi-nistr; y persuadido Daro de la justicia de lo quedeca, declarle por sucesor al imperio; bien es ver-dad, en m concepto, que sin la insinuacin de De-

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    marato hubiera recado la corona en las sienes deJerges, siendo Atosa la que todo lo poda en el Es-tado.

    IV. Nombrado ya Jerges sucesor del imperiopersiano, slo pensaba Daro en la guerra; pero qui-so la fortuna que un ao despus de la sublevacindel Egipto, haciendo sus preparativos, le cogiese lamuerte, habiendo reinado 36 aos, sin que tuviese lasatisfaccin de vengarse ni de los Egipcios rebeldes,ni de los Atenienses enemigos.

    V. Por la muerte de Daro pas el cetro a las ma-nos de su hijo Jerges, quien no mostraba al princi-pio de su reinado mucha propensin a llevar lasarmas contra la Grecia, preparando la expedicinsolamente contra el Egipto. Hallbase cerca de supersona, y era el que ms cabida tena con l entretodos los Persas, Mardonio, el hijo de Gobrias, pri-mo del mismo Jerges por hijo de una hermana deDaro, quien le habl en estos trminos: -Seor, noparece bien que dejeis sin la correspondiente ven-ganza a los Atenienses, que tanto mal han hechohasta aqu a los Persas. Muy bien haris ahora enllevar a cabo la expedicin que tenis entre manos;pero despus de abatir el orgullo de Egipto que senos levant audazmente, sera yo de parecer que

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    movieseis las armas contra Atenas, as para conser-var en el mundo la reputacin debida a vuestra co-rona, como para que en adelante se guarden todosde invadir vuestros dominios. Este discurso deMardonio se ordenaba a la venganza, si bien no dejde concluirlo con la insinuante clusula de que laEuropa era una bellsima regin, poblada de todognero de rboles frutales, sumamente buena paratodo, digna, en una palabra, de no tener otro con-quistador ni dueo que el rey.

    VI. As hablaba Mardonio, ya por ser amigo denuevas empresas, ya por la ambicin que tena dellegar a ser virrey de la Grecia. Y en efecto, con eltiempo logr su intento, persuadiendo a Jerges aentrar en la empresa; si bien concurrieron otros ac-cidentes que sirvieron mucha para aquella resolu-cin del persa. Uno de ellos fue el que algunosembajadores de Tesalia, venidos de parte de losAlvadas1, convidaban al rey a que viniera contra laGrecia, ofrecindose de su parte a ayudarle y ser-virle con todo celo y prontitud, lo que podran ellos 1 Hijos de Alevas, que gobernaban la Tesalia con sujecin alas leyes de la patria, y que la vendieron al Persa llevados dela ambicin y de la avaricia: su familia subsista aun en Larisaen tiempo de Demstenes, partidaria de Filipo el Macedo-nio.

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    hacer siendo reyes de Tesalia. El otro era que losPisistrtidas venidos a Susa no slo confirmabancon mucho empeo las razones de los Alvadas,sino que an aadan algo ms de suyo, por tenerconsigo al clebre Ateniense Onomcrito, que eraadivino y al mismo tiempo intrprete de los orcu-los de Museo, con quien antes de refugiarse a Susahaban ellos hecho las paces. Haba sido antesOnomcrito echado de Atenas por Hiparco, el hijode Pisistrato, a causa de que Laso Hermionense lehaba sorprendido en el acto de ingerir entre losorculos de Museo uno de cuo propio, acerca deque con el tiempo desapareceran sumidas en el marlas islas circunvecinas a Lemnos; delito por el cualHiparco desterr a Onomcrito, habiendo sido an-tes gran privado suyo. Entonces, pues, habiendosubido con los Pisistrtidas a la corte, siempre quese presentaba a la vista del monarca, delante dequien lo elevaban ellos al cielo con sus elogios, re-citaba varios orculos, y si en alguno vea algo quepronosticase al brbaro algn tropiezo, pasaba steen silencio, mientras que, por el contrario, al or-culo que profetizaba felicidades lo escoga y entresa-caba, diciendo ser preciso que el Helesponto llevase

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    un puente hecho por un varn persa, y de un modosemejante iba declarando la expedicin.

    VII. As, pues, l adivinando y los hijos de Pisis-trato aconsejando, se ganaban al monarca. Persua-dido ya Jerges a la guerra contra Grecia, al segundoao de la muerte de Daro dio principio a la jornadacontra los sublevados, a quienes, despus que huborendido y puesto en mucha mayor sujecin elEgipto entero de la que tena en tiempo de Daro,les dio por virrey a Aquemenes, hijo de aqul yhermano suyo; y ste es aquel Aquemenes que, ha-llndose con el mando del Egipto, fue muerto algntiempo despus por Inario, hijo de Psamtico, natu-ral de la Libia.

    VIII. Despus de la rendicin del Egipto, cuandoJerges estaba ya para mover el ejrcito contra Ate-nas, junt una asamblea extraordinaria de los gran-des de la Persia, a fin de or sus pareceres y dehablar l mismo lo que tena resuelto. Reunidos yatodos ellos, djoles as Jerges: -Magnates de la Per-sia, no pensis que intente ahora introducir nuevosusos entre vosotros; sigo nicamente los ya introdu-cidos; pues segn oigo a los avanzados en edad, ja-ms, desde que el imperio de los Medos vino anuestras manos, habiendo Ciro despojado de l a

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