reseÑas c l' e sto · 2019. 4. 4. · se ent re las trenzas d e l agu a " . l f r a se p...

3
Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. RESEÑAS diario de 1950. Er a la prim era vez que revisaba sus a punt es de viaje sin el miedo de otras ocasiones ... Los diarios se convie rt en. entonces, en el único punt o de referenc ia que permi- te seguir el desbocado itinerario del caminante por todos los rincones del mundo. y son. asimismo, el testimo- nio de su angustia ante el ti empo: ·'Nosotros qu eríamos forzarlo todo. nos fijábamos plazos co rt os do nd e otros confiaban en el tiempo. tenía- mos una prisa febril y sufríamos deli- rios de grandeza". Sin e mbargo. este febril itinerario lo se cumple en la imaginación de un prision ero : ·'An- tes de ingeniar esa caminata, había echado mano de otras artimaüas para enfrentar a la locura qu e, cada no che. rondaba los rincones de la celda ... ". ·' El ti e mp o de la prisión llega a su fin. te rmina la larga caminata imagina- ria", y el tiempo irr eal y aco modati - cio, bajo el cual los años qu e dab an reducidos a minutos y segundos, se esfuma. " Ha sta qu e llegaron los últi- mos cinco seg und os, es d ecir. el últi- mo día: el30 de septie mbre de 1966". P ara Alb e rt Speer la pri s ión de Spandau se abría para una libertad final y definitiva. El universo narrati vo de Pabón Villamizar se sustenta por igual en lo fantástico o en lo testimonial, como en el relato Trabajó sucio. en el que el protagoni s ta , J osé León , debe encarar finalmente el castigo al que parecía estar destinado : ·' A JoL eón le hace falta sufrir un golpe que lo baje del pedes tal...". J osé L n. como sucede con los seres que se apartan del com ún, tenía la capaci- dad de indignar a las buenas concien- cias y d eses tabili za r las bases del apacible mundo fili st eo . Manu scrito hallado en las ruinas de un séptimo piso relata la lucha que sostienen dos bandos de inquilinos en un e dificio . Co n este rel at o, Pabó n introdu ce al l ec tor en un uni- ver so que se asemeja mucho al uni- verso cortaciano de La casa to ma- da, aunque las difer enci as co n el argentino son evident es. Co n gran de streza narrativa , Pab ón va narran- do todas las incidencias de un a lu- cha encarnizada qu e exhibe sus pro- pias caracterí stica s: "Los vidrios de las ve nt anas han sa lt ado en aüicos, y las rejas no so n su fic ientes para que por e ll as pasen los aviones de pape L la s fresas y los c ri santemos con que nos bom bard ea n l os Patarr oyo ". ( \ ' Im aginación y certero manejo del ritmo narrativo son las cualidades que hacen de es te libr o, junto co n el acertado manejo del lenguaje, una verdadera muestra del buen narr a r. ELKIN GóMEZ La vaga noción de haber sido embaucado Los cuentos de Jardín Javier Echeverri R. es1r epo Ed itorial Ma nu el An·oyave. Medellín. I999, 2H6 págs. Nun ca sab ré cuál es la verd ade ra utilidad de comentarios como el si- guie nt e. La labor de la crítica no es l.a de ed ucar la sensibilidad. ni la ele o o Lar 1 (N e u L r u w." 1. ,. . u 1 u 1 1o N ,( 11 1 e o . \' o 1 4 1 N ú M · 6 S. ! •• u 4 C L' E STO informar al au t or sobre los rudimen- tos de la escritura. ni la de e mpr e n- der el inventario ele las erratas ele un libro. He intentado leer Los cuentos de Jardín. y es exagerado y arroga n- te decir que lo he conseg uido. (Pero esc ri bo consciente de la línea delga- da que separa mi indignación ele la arrogancia). Un a lectura tan peno- sa co mo la qu e he h ec ho deb e ría echar el libro al olvido del que nun- ca debió sa lir, no r ef utar la s razones de su pub li cación ni indagar en los motivos - suicidas, van id osos, me- galóman os- que pudo tener un a u- tor para publicarlo. Qui debe ría reproducir aq uí las líneas con que intenté justificarme en otra reseüa, y d ec ir que , a pesar de la na tur aleza del comentario , el l ector se acercó al li bro sin prejuicios negativos. sin la intención de leer a contracorrien - te, con la di sposición mínima de quien se enfr en ta a una página de ficción. A me he enf re nt ado a la l ect ura de estos cue nt os (la p alabra es demasiado generosa), decidido a suspe nder la incredulidad y a d eja r- me engañar por los ar tifici os de la tr ama. No he conseguido más que la vaga noción de hab er sido em ba u- cado, y la certeza de haber pe rdido mi tie mp o. Un exame n del lib ro concl u ir á forzosamente co n su d es tru cción. po rqu e nada en él es redimible. En él no hay per so najes, sino figuras de ca rtón superficiales y, para el lector, invisibl es . Ech eve rri los ha utiliza- do como vehículo de diálogos inve- ro símiles, eq uivocados gramatica l- mente e incapaces de caracterizar a quien los pronunci a. La puntuaci ón del vocat ivo no existe para el autor: las convenciones tipográf kas, ta mp o- co. Y un glosario de localismos, in- sert ado al final de cada relato, pre- tende que el lector pene tre el misterio de intercambios como el siguiente: - Padre loco. parece un cusumbo sa lin o. - Parece una devoción muy suyn, alguna manda devora. Como e ll os. la prosa de Ech ever ri resulta un mero artificio. El a buso el e las metáforas y la cursilería de Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.

Upload: others

Post on 01-Mar-2021

1 views

Category:

Documents


0 download

TRANSCRIPT

Page 1: RESEÑAS C L' E STO · 2019. 4. 4. · se ent re las trenzas d e l agu a " . L f r a se p arece l a de un a dolesce n te fascina d o por los oemas en p r osa ; per o con s tit u ye,

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.

RESEÑAS

diario de 1950. Era la primera vez que revisaba sus apuntes de viaje sin el miedo de otras ocasiones ... Los diarios se convierten. entonces, en el único punto de referencia que permi­te seguir el desbocado itinerario del caminante por todos los rincones del mundo. y son. asimismo, e l testimo­nio de su angustia ante el tiempo: ·'Nosotros queríamos forzarlo todo. nos fijábamos plazos cortos donde otros confiaban en el tiempo. tenía­mos una prisa febril y sufríamos deli­rios de grandeza". Sin embargo. este febril itinerario sólo se cumple en la imaginación de un prisionero: ·'An­tes de ingeniar esa caminata , había echado mano de otras artimaüas para enfrentar a la locura que, cada noche. rondaba los rincones de la celda ... ". ·'El tiempo de la prisión llega a su fin. termina la larga caminata imagina­ria", y el tiempo irreal y acomodati­cio, bajo el cual los años quedaban reducidos a minutos y segundos, se esfuma. "Hasta que llegaron los últi­mos cinco segundos, es decir. el últi­mo día: el30 de septiembre de 1966". Para Albe rt Speer la prisión de Spandau se abría para una libertad final y definitiva.

El universo narrativo de Pabón Villamizar se sustenta por igual en lo fantástico o en lo testimonial, como en el relato Trabajó sucio . en el que el protagonista , José León, debe encarar finalmente el castigo al que parecía estar destinado: ·'A José León le hace falta sufrir un golpe que lo baje del pedestal... ". José León. como sucede con los seres que se apartan del común, tenía la capaci­dad de indignar a las buenas concien­cias y desestabilizar las bases de l apacible mundo filisteo.

Manuscrito hallado en las ruinas de un séptimo piso relata la lucha que sostienen dos bandos de inquilinos e n un e dificio. Con este rela to, Pabón introduce al lector en un uni­verso que se asemeja mucho al uni­verso cortaciano de La casa toma­da, aunque las diferencias con el argentino son evidentes. Con gran destreza narrativa, Pabón va narran­do todas las incidencias de una lu­cha encarnizada que exhibe sus pro­pias características: " Los vidrios de

las ventanas han saltado en aüicos, y las rejas no son suficientes para que por e llas pasen los aviones de papeL las fresas y los crisantemos con que nos bombardean los Pata rroyo " .

(

\ '

Imaginación y certero manejo del ritmo narrativo son las cualidades que hacen de este libro, junto con el acertado manejo del lenguaje, una verdadera muestra del buen narrar.

ELKIN GóMEZ

La vaga noción de haber sido embaucado

Los cuentos de Jardín Javier Echeverri R.es1repo Edito rial Ma nue l An·oyave. Medellín. I999, 2H6 págs .

Nunca sabré cuál es la ve rdade ra utilidad de comentarios como el si­guiente. La labo r de la crítica no es l.a de educar la sensibilidad. ni la ele

o o Lar 1 (N e u L r u w." 1. ,.. u 1 u 1 1 o t · N ,( 11 1 e o . \' o 1 4 1 • N ú M · 6 S. ! •• u 4

C L' E STO

informar al autor sobre los rudimen­tos de la escritura . ni la de empren­der e l inventario ele las erratas ele un libro. He intentado leer Los cuentos de Jardín. y es exagerado y arrogan­te decir que lo he conseguido. (Pero escri bo consciente de la línea delga­da que separa mi indignación ele la arrogancia). Una lectura tan peno­sa como la que he hecho debe ría echar el libro al olvido del que nun­ca debió salir, no refutar las razones de su publicación ni indagar en los motivos - suicidas, van idosos, me­galómanos- que pudo tener un au­tor para publicarlo. Quizá debería reproducir aquí las líneas con que intenté justificarme en otra reseüa, y decir que, a pesar de la naturaleza del comentario, el lector se acercó al libro sin prejuicios negativos. sin la intención de leer a contracorrien­te, con la disposición mínima de quien se enfrenta a una página de ficción. Así me he enfrentado a la lectura de estos cuentos (la palabra es demasiado generosa), decidido a suspender la incredulidad y a dejar­me engañar por los artificios de la trama. No he conseguido más que la vaga noción de haber sido embau­cado, y la certeza de haber perdido mi tiempo.

Un examen del lib ro conclu irá forzosamente con su destrucción. porque nada en él es redimible. En él no hay personajes, sino figuras de cartón superficiales y, para e l lector, invisibles. Echeverri los ha utiliza­do como vehículo de diálogos inve­rosímiles, equivocados gramatica l­mente e incapaces de caracterizar a quie n los pronuncia. La puntuación del vocativo no existe para el autor: las convenciones tipográfkas, tampo­co. Y un glosario de localismos, in­sertado al final de cada relato, pre­tende que el lector penetre e l misterio de intercambios como el siguiente:

~

- Padre loco. parece un cusumbo salin o. - Parece una devoción muy suyn, alguna manda devora.

Como ellos. la prosa de Echever ri resulta un mero artificio. El abuso ele las metáforas y la cursi lería de

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.

Page 2: RESEÑAS C L' E STO · 2019. 4. 4. · se ent re las trenzas d e l agu a " . L f r a se p arece l a de un a dolesce n te fascina d o por los oemas en p r osa ; per o con s tit u ye,

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.

( 1 /· ,\ 1 ()

e ll a~. la dicción tksquiciada. el pés i­mo gu~t o literario en la escogencia - ~

de l a~ palabras. la ignorancia de las más elementales no rmas o rtográfi ­cas v gramaticales. la terca convic-. ...

ción de que una historia se con tru-ye media nt e la acumulació n de localismos incomprensibles y gra tui­tos -el a fán de l color local. sin duda- y de que para conmover al lecto r bastan los sentimentalismos. más o me nos abstractos. ¿Cómo es Jardín, el escenario de los relatos?

Jardín es un pueblo de m onraí1a enterrado cañón arriba entre dos quebradas de m onte: L a Volcanes y La Salada. Pueblo de clima medio, montañas de sol triste, cie­lo andino y cristiano con dos cam­panas de iglesia que suenan como los mismísimos hierros del infier­no cuando llaman a un muerto. Pueblo de novias y flores, lo com ­p letan unas calles alegres de casi­tas pintadas y coquetas de risue­i1.o color con balcones flo ridos.

E vi tar los defectos de registro no conducirá a una mayor satisfacción frente al texto. Pueblo de clima me­dio pertenece más a un folleto turís­tico que al citado inventario de nos­talgias; pero esta constatación nos deja todavía frente a las casas coque­tas y de risueño color de las que se menciona, más adelante, que están apretujadas unas contra otras para prestarse calor y darse aguante en abrazo de vecindario. El lector lo ha adivinado: la cursilería no ti ene lí­mite en estos textos. Echeverri bus­ca conmovem os con cada frase, cada paisaje quiere ser profundamente humano; pero sus descripciones, fí­sicas o psicológicas, son sentimenta­lismos mediocres cuando se entien-

[134]

den. y abstracciones pseudopoéticas cuando no. "La confusa memoria infantil de Ana ha triunfado y con­sagra a un solo amor su frncaso de mujer. Extraña desventura pueril y agraria amargura. U n secre to poder infantil y la viveza dulce de los sue­ños dominan sus fue rzas de mujer. ¡Es tan fie l a los disparates de su san­gre que cae víctima de la fidelidad ladrona de l amor!''. Se mejante parrafada, después de la cual igno­ramqs de Ana tanto como ignorába­mos antes. viene seguida de este epi­grama: ·'Esta vida es juego de éxito y derrota y este mundo no cumple a todos por igual, es un juego desigual de la d icha y la desdicha que está entre los errores más viejos del tiem­po". No sorprenderá, entonces, que el prologuista, cuya redacción es la de un infan te, considere " filósofo" a Echeverri, o "profundo y demole­dor" su estilo. No: su estilo no pro­cede por demolición, sino por des­co ns ue lo; no es profun do, s ino alambicado y pretencioso. "Ningu-

no es más grande que su verdad. La curva insensata de esta vida es una efímera línea de humo que asciende lo mismo hacia lo demás de lo de­más y desciende luego hasta perder­se entre las trenzas del agua". La fra­se parece la de un adolescen te fascina do por los poemas en prosa; pero constituye, ella sola, un párra­fo en medio de una narrativa de fic­ción. Cualquier edificio se desploma después de semejantes fal tas - al re­gistro del lenguaje, a la inteligencia del lector, a la claridad de la exposi­ción-; E cheverri nos e ntrega un ejemplo por página. Leer las frases en voz alta hubiera sido suficiente para purgar al texto de cacofonías; para dotarlo de sentido, para otor-

RE S E Ñ A S

ga rle algún valo r esté tico. para vol­verlo revelador de la esquiva condi­ción humana. una reescri tura era imprescindible. Pero por estas pági­nas no ha pasado una sombra de ri­gor -ni la reescritura. ni la correc­ción más simple-, y quizá e n eso radique el fracaso: en la indulgencia del autor, en su poca exigencia fren­te a la labor de la escritura y tam­bién de la construcción narrativa. Character or plot?, se preguntaba Henry James. ¿personajes o histo­ria? El peso que el autor otorgue a uno o a otro elemento de la compli­cad ísima m imesis que implica una ficción en prosa determinará su ubi­cación en los espectros litera rios. Para los autores que admiro, la tra­ma resulta del conflicto de los per­sonajes; para otros, existe sólo la his­toria, y los personajes se limitan a poblarla; en Los cuentos de Jardín se ha preferido prescindir de la tra­ma en favor de la acumulación de incidentes chatos; de los personajes, en favor de caricaturas sin fondo, artificiosas e inverosímiles, que ni por un instante obtienen la indepen­dencia de su autor. Ni siquiera el len­guaje tiene la dignidad estética que produce admiración en tantos rela­tos vacíos de contenido metafísico.

No puedo comentar los relatos, porque en ellos no hay nada concre­to. H ay carrieles, por supuesto, y hay recolas y hay totumas y hay corotos de todas las clases, pero nada de eso basta para crear el ambiente, para dar la sensación de lugar de que ha­blaba H e mingway. Las anécdotas trascenderían la banalidad de su pe­queña mitología si estuvieran pobla­das por personajes visibles, pero éste no es el caso. No las pueblan, sino las agobian, imágenes ajetreadas y las más de las veces incomprensibles, el abuso de los diminutivos: " Ana empieza a hacer el ajuarito y a jun­tar chiritos en una petaca de cuero: ropita de ella y ropita de camas, en fin cositas menorcitas de casa y otras cositas más finitas también". Como si eso fuera poco, y para rematar, esa filosofía de dudosa penetración de la cual se nos prevenía en el prólo­go: "Sin más espejo queda la niña peinada y Ana se sienta a esperar la

6 0 LE1(N ClJ LflJR,\ L Y BIB LIOORÁF I CO. VOL . 41. S Ó M . 65, 200 4

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.

Page 3: RESEÑAS C L' E STO · 2019. 4. 4. · se ent re las trenzas d e l agu a " . L f r a se p arece l a de un a dolesce n te fascina d o por los oemas en p r osa ; per o con s tit u ye,

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.

R ESEÑAS

fecha numerando los días. A todos nos acecha el olvido y el goteo de las horas del diablo y sin fo rmas de chis­tar. pe ro hay gentes a quienes la vida no da respiro y luego escoge el mo­mento para darles una paliza final ...

El resto, en este caso. no es li ­teratura.

J UAN G AB RIEL V ÁSQU EZ

Un lenguaje de aristas

No hay )Jamas, todo arde 6scar Casero García Fondo Editorial Universidad Eafit, colección Antorcha y Daga, Medellín, I999, 177 págs.

En un feliz acierto, el Fondo Edito­rial Universidad Eafit ha realizado la edición de No hay llamas, todo arde, reunión de cuentos de Óscar Castr o García, de quien durante unos quince años hemos conocido textos ganadores de concursos, o e n antologías del género , o en dos pe­queños tomos, de escasa circulación.

Sola en esta nube y Constancia son los dos cuentos, digam os, emble­máticos de este autor, señalado por alguna crítica como de los mejores en el género, pero también de algu­na manera est igmatizado por ese solo par de piezas. Recientemente su cuento El encuentro, presente en esta colección, fue incluido en la A ntología del cuento colombiano, 1975-1995, del Fondo de Cultura Económica de México, y ganó allí mismo, por segunda ocasión, un con­curso internacional.

Lo meritorio de un libro como No hay llamas, todo arde es que descu­bre p lenamente al autor q ue es ' . O sear Castro, permite sopesar sus

m undos y e ntrar de lleno en una narra tiva am plia, expuesta desde un adentro de complejidades, intrin­camiento y dificultad. Creo no equi­vocarme al decir que e l lector nece­sita pasar al me nos dos veces por

varios de estos cuentos para encon­trar allí una verdadera comunión. Porque una especie de mordedura y de aciago talante los acompaña. La palabra del autor de Jos cuentos an­tes mencionados se fre na. se intro­duce por calles angostas y poco ilu­minadas. de donde logra salir. al fin. a otra. Perviven sí la angustia. la so­ledad y tal vez el grito de sus na rra­ciones más conocidas, pero ahora están fraguándose desde adentro, desde un conflicto humano que entronca más con nuestra propia visceralidad. No hay un incendio to­tal. no hay lenguas de llamas alcan­zándolo todo, devorándolo todo con la eficacia del fuego delirante. H ay un ardor lento, producto de brasas vivas, pacientes, ardor que quema en vez de devorar.

\

Por estos d ieciocho cuentos corre un lenguaje de aristas, le nguaje de alguna manera endurecido al fragor de destinos marcados. de persona­jes a veces solitarios, confundidos en sus contradicciones. E namorados,

liOI. f:;I( N C\J l , l U k 1\l y UIUl. I OúttÁ I~ I CO . Vo l • • ji . N(! M , 6). :.~• 0 4

CUESTO

ilusio nad os, frustrados . Inmersos todos en la ubre de la urbe. vivién­dola. padeciéndola. odiándola. que­ri é ndola. rechazándola. asumiéndo­la, matándola. Muriendo en ella, a veces, de la peor manera: re nuncian­do al alma. -

Un libro con el don de la morosi­dad , a juzgar por las fechas a la vis­ta. Varios cuentos. incluso. aparecen con dos fechas. de comienzo y fin , que señalan diez o más años de tra­bajo (¿de cocción?).

En la mayoría de estas his torias existe un combate a muerte contra la soledad, una pe rmanente contra­dicción con el lugar de origen, una búsqueda incesante de arraigo. de algo como el amor. que cambie la vida , que provoque nuevos bríos contra la resaca de la muerte. Per­sonajes a la espera de que el destino les regale una sorpresa que los de­vuelva a la vida , a la ilusión de se­guir existiendo. Hombres grises que portan el fardo de la frust ración y arriesgan una última jugada, aunque en ella pierdan el poco de alma que les queda. E n ocasiones la locura es e l espaldarazo que les da la vida, la tonta embriaguez de no entender nada.

No es casual este libro. No es aza­rosa la reunión de estos cuentos. Están unidos por un hilo perverso, lúcido. que teje la oscura metáfora de la decadencia irremediable de los hombres que somos. D e la cultura apabullada por la irrisoria miseria del poder que vivimos.

Sólo uno de los relatos manifiesta explícitamente esa decadencia, por boca de su personaje. Se trata de OmeLOchrli (según las crónicas) , en que Ometochcocoya, un antiguo sa­cerdote indígena mexicano, decide realizar un ritual de canto. baile y oración e n la plaza de mercado, don­de los de su sangre andan embebi­dos en las miserias de sus vidas, e n el hambre de sus cuerpos y de sus almas, donde la estupidez, insuflada por los invasores a su estirpe. yace regada por doqu ie r. En un último acto vital , se viste y se orna para cumplir lo que considera su deber, el deseo de sus dioses. En lo alto de su canto, ele su ira y de su dignidad,

l l35]

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.