suplemento panóptico no. 48 - revista aletheia

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A letheia es un vocablo griego que se traduce en español con la palabra verdad. Como suele suceder con numerosos términos antiguos, la traducción oculta la riqueza de significados y la complejidad conceptual. Antes de hablar de la revista “Aletheia” que me es dado reseñar y ya que la palabra aludida está en griego, profundizaré un poco en las brumas generadas en torno al filósofo más conocido del mundo helénico: Aristóteles. Haciendo uso de las sutilezas de su propio sistema lógico, él llegó a la conclusión de que el hombre es un “animal que habla y vive en polis (es decir, en ciudades ”). A partir de ese dicho, desde la edad media se ha derivado la noción de que el hombre civilizado es “superior” a los demás animales. Nada más lejano de lo que pensaba el griego. Pese a que los traductores latinos de Aristóteles confundieron lo que el filósofo pretendía decir, la forma de ser del hombre fue entendida en la antigua Grecia como un modo de la animalidad, en el que, más allá del lenguaje no hay mayor jerarquía. Pero la confusión de esos traductores nos ha llevado a suponer que somos absolutamente distintos de los animales. No. Somos diferentes en la misma forma que un perro y un caballo son diferentes, nada más. Esa distinción entraña un hecho inquietante, parte de nuestras diferencias nos ponen en situación desventajosa ante cualquier otro ser vivo. Somos animales precarios: al nacer nuestra inmadurez es extrema. Hay otros mamíferos que comparten esa fragilidad, los tlacuaches o los canguros también nacen en un estadío agudo de indefensión, de tal modo que la madre ha de guardarlos en una bolsa corporal hasta que son capaces de valerse por sí mismos. En nuestro caso es la sociedad quien cumple el papel de la bolsa marsupial. Pero en la civilización, ese marsupio se ha vuelto tan inmenso y sobreprotector que lo hemos convertido en sinónimo de “naturaleza humana”. Solemos creer que nuestra condición de hombres va ligada “ esencialmente” a la vida urbana. Es una fortuna que eso no sea así. Para empezar veamos algunas pruebas de nuestra animalidad, expresadas en el ámbito mismo de la vida de cualquier hombre del siglo XXI y que reflejan conductas extremadamente antiguas. El comportamiento humano tiene una proximidad indiscutible con el de nuestros primos, los chimpancés. A su vez, el comportamiento de esos parientes próximos comparte raíces comunes con el resto de la gran familia de los mamíferos. Cuando de mamíferos sociales se trata, el acicalamiento es un medio usual de comunicación afectiva; los vínculos entre los miembros del grupo se fortalecen y el pasar del tiempo se convierte en un flujo agradable de arrumacos y amistad. Mientras que los chimpancés usan las manos y la boca para acicalarse, nosotros lo hacemos con la conversación. El ir y venir de las palabras es como un oleaje de caricias compartidas. Desde la antigüedad más remota, el hablar es la práctica de acicalamiento más propiamente humana. Pero hace muy poco, apenas unos 500 años, la aparición de la imprenta llevó el arte de la charla a expresiones únicas. Hacia 1709 se funda en Inglaterra la revista “The Tatler”, algo así como “dimes y diretes”. La Enciclopedia Británica define la publicación periódica de Joseph Addison y Richard Steele como “una colección de textos (ensayos, artículos, reportajes, poemas), muchas veces ilustrados”. Trescientos años después las cosas han cambiado, pero no mucho. La red ha ido sustituyendo a la imprenta como el mecanismo privilegiado de comunicación y las revistas periódicas tienen la posibilidad de ser realizadas sin erogaciones cuantiosas. Ese es el caso de “ Aletheia” la revista que producen, editan y escriben un grupo de estudiantes de la Facultad de Ciencias Naturales de nuestra universidad. Un poco al estilo de “The Tatler”, en ella hay ensayos, artículos, reportajes, poesía. Yo tuve la fortuna de asistir al nacimiento de esta revista y pude constatar que a diferencia de los bebés humanos, Aletheia nacía con un vigor y una autonomía maravillosamente animales . Mientras la mayoría de revistas tiene que someterse al yugo de la domesticación, Aletheia nació libre. Nada de cumplir con juicios ajenos con los que pretender legitimar el acto creativo de escribir, todo lo contrario. Su objetivo es el arte desinteresado y comunitario del acicalamiento humano. Una charla que sin embargo, es refinada, como las caricias sabias de un amante sincero. Por eso Aletheia enfoca sus artículos a la divulgación gozosa de la ciencia y el arte, memoria y sensibilidad de nuestra cultura. Echemos un vistazo a las secciones que la componen: 1.- Biografías de creadores: científicos y artistas 2.- Invitación a la lectura: reseñas de libros. 3.- Arché ( en el sentido de origen) de la imaginación: espacio creativo: poesía y narrativa 4.- Diké (justicia, pero no como norma escrita, sino como expresión realizada del potencial que hay dentro de cada ser) de la ciencia: divulgación de la ciencia y ensayos sobre temas científicos. 5.- Ciencia excéntrica (que va hacia sus bordes): Artículos sobre curiosidades de la ciencia, o temas que suenan extraños: desde la curiosa taxonomía de las nubes, hasta el uso de insectos para la guerra. 6.- Relatos cósmicos: Vinculación de narraciones científicas que engarzan con hechos históricos, en una red que puede incluir al cosmos entero. Por ejemplo, la relación entre la astronomía y la ideología política. Conforme uno avanza en la lectura, Aletheia va desvelando secretos, haciendo honor al vocablo griego del que hablamos al principio, pues Aletheia no sólo quiere decir “verdad”, sino sobre todo “des-ocultación”. Ésta es una revista fresca, sin pretensiones engañosas. No está “indexada”, escribir en ella no da “puntos” al autor, sus editores no son respetables doctores pertenecientes al SNI; es simplemente el ejercicio desinteresado de unos jóvenes que aún creen en el viejo arte de la conversación. Un arte que tiene sus raíces en aquellos ancestros, que hace millones de años, descubrieron que la vida comunitaria se fortalece y perdura en actos ligados al afecto y la generosidad, no al status , la competencia y las costumbres ciegas. Edición dedicada a Revista Aletheia Directorio

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Cuadragésima octava edición de Suplemento Panóptico dedicada a Revista Aletheia, una propuesta editorial creada por estudiantes d ela Facultad de Biología de la UAQ.

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Page 1: Suplemento Panóptico No. 48 - Revista Aletheia

Aletheia es un vocablo griego que se traduce en español con la palabra verdad. Como suele suceder con numerosos términos antiguos, la

traducción oculta la riqueza de significados y la complejidad conceptual. Antes de hablar de la revista “Aletheia” que me es dado reseñar y ya que la palabra aludida está en griego, profundizaré un poco en las brumas generadas en torno al filósofo más conocido del mundo helénico: Aristóteles. Haciendo uso de las sutilezas de su propio sistema lógico, él llegó a la conclusión de que el hombre es un “animal que habla y vive en polis (es decir, en ciudades”). A partir de ese dicho, desde la edad media se ha derivado la noción de que el hombre civilizado es “superior” a los demás animales. Nada más lejano de lo que pensaba el griego. Pese a que los traductores latinos de Aristóteles confundieron lo que el filósofo pretendía decir, la forma de ser del hombre fue entendida en la antigua Grecia como un modo de la animalidad, en el que, más allá del lenguaje no hay mayor jerarquía. Pero la confusión de esos traductores nos ha llevado a suponer que somos absolutamente distintos de los animales. No. Somos diferentes en la misma forma que un perro y un caballo son diferentes, nada más. Esa distinción entraña un hecho inquietante, parte de nuestras diferencias nos ponen en situación desventajosa ante cualquier otro ser vivo. Somos animales precarios: al nacer nuestra inmadurez es extrema. Hay otros mamíferos que comparten esa fragilidad, los tlacuaches o los canguros también nacen en un estadío agudo de indefensión, de tal modo que la madre ha de guardarlos en una bolsa corporal hasta que son capaces de valerse por sí mismos. En nuestro caso es la sociedad quien cumple el papel de la bolsa marsupial. Pero en la civilización, ese marsupio se ha vuelto tan inmenso y sobreprotector que lo hemos convertido en sinónimo de “naturaleza humana”. Solemos creer que nuestra condición de hombres va ligada “esencialmente” a la vida urbana. Es una fortuna que eso no sea así. Para empezar veamos algunas pruebas de nuestra animalidad, expresadas en el ámbito mismo de la vida de cualquier hombre del siglo XXI y que reflejan conductas extremadamente antiguas.

El comportamiento humano tiene una proximidad indiscutible con el de nuestros primos, los chimpancés. A su vez, el comportamiento de esos parientes próximos comparte raíces comunes con el resto de la gran familia de los mamíferos. Cuando de mamíferos sociales se trata, el acicalamiento

es un medio usual de comunicación afectiva; los vínculos entre los miembros del grupo se fortalecen y el pasar del tiempo se convierte en un flujo agradable de arrumacos y amistad. Mientras que los chimpancés usan las manos y la boca para acicalarse, nosotros lo hacemos con la conversación. El ir y venir de las palabras es como un oleaje de caricias compartidas. Desde la antigüedad más remota, el hablar es la práctica de acicalamiento más propiamente humana. Pero hace muy poco, apenas unos 500 años, la aparición de la imprenta llevó el arte de la charla a expresiones únicas.

Hacia 1709 se funda en Inglaterra la revista “The Tatler”, algo así como “dimes y diretes”. La Enciclopedia Británica define la publicación periódica de Joseph Addison y Richard Steele como “una colección de textos (ensayos, artículos, reportajes, poemas), muchas veces ilustrados”. Trescientos años después las cosas han cambiado, pero no mucho. La red ha ido sustituyendo a la imprenta como el mecanismo privilegiado de comunicación y las revistas periódicas tienen la posibilidad de ser realizadas sin erogaciones cuantiosas. Ese es el caso de “Aletheia” la revista que producen, editan y escriben un grupo de estudiantes de la Facultad de Ciencias Naturales de nuestra universidad. Un poco al estilo de “The Tatler”, en ella hay ensayos, artículos, reportajes, poesía. Yo tuve la fortuna de asistir al nacimiento de esta revista y pude constatar que a diferencia de los bebés humanos, Aletheia nacía con un vigor y una autonomía maravillosamente animales. Mientras la mayoría de revistas tiene que someterse al yugo de la domesticación, Aletheia nació libre. Nada de cumplir con juicios ajenos con los que pretender legitimar el acto creativo de escribir, todo lo contrario. Su objetivo es el arte desinteresado y comunitario del acicalamiento humano. Una charla que sin embargo, es refinada, como las caricias sabias de un amante sincero. Por eso Aletheia enfoca sus artículos a la divulgación gozosa de la ciencia y el arte, memoria y sensibilidad de nuestra cultura. Echemos un vistazo a las secciones que la componen:

1.- Biografías de creadores: científicos y artistas2.- Invitación a la lectura: reseñas de libros.3.- Arché ( en el sentido de origen) de la imaginación: espacio creativo: poesía y narrativa4.- Diké (justicia, pero no como norma escrita, sino como expresión realizada del potencial que hay dentro de cada ser) de la ciencia: divulgación de la ciencia y ensayos sobre temas científicos.5.- Ciencia excéntrica (que va hacia sus bordes): Artículos sobre curiosidades de la ciencia, o temas

que suenan extraños: desde la curiosa taxonomía de las nubes, hasta el uso de insectos para la guerra.6.- Relatos cósmicos: Vinculación de narraciones científicas que engarzan con hechos históricos, en una red que puede incluir al cosmos entero. Por ejemplo, la relación entre la astronomía y la ideología política.

Conforme uno avanza en la lectura, Aletheia va desvelando secretos, haciendo honor al vocablo griego del que hablamos al principio, pues Aletheia no sólo quiere decir “verdad”, sino sobre todo “des-ocultación”. Ésta es una revista fresca, sin pretensiones engañosas. No está “indexada”, escribir en ella no da “puntos” al autor, sus editores no son respetables doctores pertenecientes al SNI; es simplemente el ejercicio desinteresado de unos jóvenes que aún creen en el viejo arte de la conversación. Un arte que tiene sus raíces en aquellos ancestros, que hace millones de años, descubrieron que la vida comunitaria se fortalece y perdura en actos ligados al afecto y la generosidad, no al status, la competencia y las costumbres ciegas.

Edición dedicada a Revista Aletheia

Directorio

Page 2: Suplemento Panóptico No. 48 - Revista Aletheia

A pesar de que Gogol Bordello tiene más de 10 años en la escena musical, al parecer -en México- no

fue sino hasta su presentación en el Vive Latino de este año (2012) que la banda comenzó a posicionar el gypsy sound en nuestro país; su trabajo y nombre comenzaron a aparecer más en el voz a voz y los medios nacionales. Un ucraniano, dos rusos, dos gringos, un israelita, un etíope, un escocés y un ecuatoriano… Gogol Bordello llegó en 1999, con un estilo que ellos mismos denominarían “punk gitano”, aunque son más que una simple superposición de ritmos del mundo. La banda, conformada por nueve integrantes de distintas partes del universo, edita en el año 2005 un disco llamado “Gypsy Punks: Underdog World Strike”. Con un sonido adictivo y pegajoso, este material cuenta con quince tracks, que si no haces el típico movimiento involuntario de pie en reacción a una buena producción musical, mínimo te hará sacudir dos que tres cabellos. “Gypsy Punks” hace honor al subgénero del mismo nombre, mezclando la crudeza del punk con el ambiente adornado de cabaret. La amalgama entre el sonido auténtico intercontinental de la banda, sumado a las explosivas presentaciones en vivo, hacen de los Gogol y su “Gypsy Punks” la experiencia musical por excelencia. El reto: escucharlo, de “Sally” hasta “Mishto! “ y no ponerte de buenas.

Nueve chicos, todos mexicanos, originarios del ‘mero’ Distrito Federal. Con narices rojas,

aderezada con un toque de buen humor, un poco de folk del mundo, tarantela, polkas, tango y ‘música clown’, Triciclo Circus Band -surgido en el año 2009- trae al mundo musical una propuesta polka-tango-balcánico-oaxaqueño bastante degustable y sonoramente inquietante. A pesar de su hasta ahora corta trayectoria, el lenguaje visual circense, los performances y sketches son ya parte fundamental y característica del espectáculo en vivo de la banda. Tricuclo Circus band brinca, de los escenarios “chopenses” y demás plataformas públicas, a una plaza de mayor convocatoria como los es Plaza Condesa, en el Distrito Federal, para hacer, en noviembre de este año, la presentación de su disco debut, “No corro, no grito, no empujo”, que viene a dejar muy en claro que la diversión y la calidad no están peleados cuando de música se habla. La producción discográfica cuenta con ocho tracks, de los cuales “Excusez-Moi” es su carta de presentación y una de las canciones con más presencia en el disco. “No corro, no grito, no empujo”, producción orgullosamente mexicana; para pedalearle un buen sonido a tus oídos y empezar con buen mood la semanita.

Gogol Borbello - Gypsy Punks: Underdog World StrikeSideOneDummyRecords (México, 2005)

Triciclo Circus Band - No corro, no grito, no empujo(México, 2011)

E D I T O R I A L

Suplemento Panóptico tiene el agrado de presentar a sus lectores esta presente edición número 48, dedicada a Revista

Aletheia, una nueva propuesta editorial organizada por estudiantes de la Facultad de Biología de la UAQ.

Con tres ediciones y una perspectiva diferente de lo que una revista debe de ser, Aletheia se perfila como un proyecto editorial enfocado en tratar temas afines a las ciencias naturales y ya ha adquirido una notable presencia dentro de la universidad.

Con esta edición, en la cual los compañeros de Aletheia realizaron la selección de textos e imágenes, Suplemento Panóptico reitera su compromiso de abrir espacios editoriales a la libre colaboración social, diversa en sus contenidos y siempre abierta a las diferencias, pero también, reitera su disposición para construir redes de contacto entre los proyectos que organizan universitarios, o la misma la sociedad civil, con el fin de fortalecer la vinculación entre estas iniciativas ciudadanas para generar una mayor difusión y participación social. También agradecemos a Eduardo Landaverde, integrante del Consejo Editorial de Aletheia y quien fungió como nuestro vínculo con esta publicación.

“No hace falta quemar libros si el mundo empieza a llenarse de gente que no lee, que no

aprende, que no sabe...” R.D. Bradbury

Ray Douglas Bradbury nació en Waukegan, Illinois, el 22 de agosto de 1920. Hijo de la inmigrante suiza Esther Moberg, y de

Leonard Spaulding Bradbury.

Ray vivió una niñez llena de afecto y seguridad. Por el lado materno, sus abuelos y bisabuelos habían sido editores de periódicos; por el lado paterno, se encontraba Mary Bradbury, acusada en los juicios de brujas de Salem, en 1692. Su ciudad natal aparece en muchos de sus relatos con el nombre de “Green Town”, símbolo de seguridad y bienestar, lo que muestra la gran influencia que tuvo en sus primeros años. En su juventud, él mismo se calificó como “lector empedernido”, pues llegaba a pasar tardes enteras en la Biblioteca Carnegie de Waukegan.

Posteriormente, se trasladó con su familia a Tucson, Arizona, en los años 1926-1927 y 1932-1933, hasta que se establecieron en Los Angeles, en 1934. Al graduarse de “Los Angeles High School” en 1938, termina su educación formal para convertirse en “estudiante de la vida”.

Bradbury pasaba las noches leyendo en la biblioteca pública, en las mañanas vendía periódicos y por las tardes se dedicaba a escribir. Su primera historia, “Hollerbochen’s Dilemma”, fue publicada por la revista Imagination! en junio de 1938; después trabajaría en la edición del fanzine Futuria Fantasia (1939). “Pendulum”, su primer relato pagado, apareció en la revista pulp Super Science Stories, en noviembre de 1941.

Para 1943, Bradbury ya era escritor de tiempo completo, y cuatro años después publicó su primera antología de relatos cortos “Dark Carnival”, bajo la mítica editorial Arkham House. Ese mismo año se casó con Marguerite McClure, para después irse juntos a Los Angeles y tener cuatro hijas y muchos gatos.Bradbury despegó una de las carreras literarias de fantasía y ciencia ficción más importantes del siglo XX. En 1950, publica The Martian Chronicles, antología fantástica que describe los

intentos de conquista y colonización de Marte, con sus inesperadas consecuencias; luego viene Fahrenheit 451 en 1953, la obra maestra de Bradbury que narra un futuro distópico donde está prohibido leer: ahí los libros son quemados por un gobierno totalitario, mientras rebeldes memorizan obras filosóficas y literarias en un intento por salvar su historia y cultura.

En total, Bradbury publicó más de 30 libros, cerca de 600 relatos cortos, así como numerosos poemas y ensayos; la mayoría se encuentran incluidas en la colección Best American Short Story. Muchas de sus obras han sido adaptadas al cómic, la radio, el cine y la televisión; sobresale la adaptación cinematográfica de Farenheit 451 por François Truffaut, en 1966. Bradbury fue galardonado con varios premios como el World Fantasy Award for Lifetime Achievement y el Grand Master Award from the Science Fiction Writers of America; incluso un asteroide, descubierto en 1992, fue nombrado 9766 Bradbury en su honor.

Detrás de la figura del genio de ciencia ficción siempre estuvo un hombre curioso: nunca salió con otra mujer que su esposa, a quien perdió con dolor en 2003; siempre mantuvo su dedicación a pesar de que parte de su vida estuvo llena de enfermedades y muertes de buenos amigos; fue un fuerte defensor del sistema de librerías públicas, ayudando a recaudar fondos para prevenir el cierre de muchas (“las bibliotecas me criaron”, decía); también exhibió cierto escepticismo y rechazo a la tecnología, los libros electrónicos nunca le agradaron y aceptó convertir en uno a Fahrenheit 451, con la condición de que estuviera disponible su descarga en cualquier biblioteca. Todos los años asistía solemne a las celebraciones del día de muertos en la Isla de Janitzio del Lago Patzcuaro, Michoacán. Su libro The Halloween Tree (1972) está inspirado en dichas experiencias.

Bradbury murió, a los 91 años, el 5 de junio de 2012 en Los Ángeles, California. Sólo se sabe que falleció “después de una larga enfermedad” y se rumora que su agonía coincidió con el tránsito de Venus… Tal vez los astros confabularon para que, mientras sus restos descansan aquí en la Tierra, el rojizo suelo marciano proteja celoso la mente del único escritor terrícola de corazón marciano; uno que arde a más de 451 Fahrenheit y ha dejado de esperar.

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La rebelión de la granja es una novela satírica que resulta fascinante por la forma en que refleja la situación que vivimos actualmente.

La forma en que está escrita suele atrapar con rapidez al lector y llevarlo a imaginar cada uno de los escenarios.

George Orwell publicó La rebelión de la granja en 1945, cuando estaba por terminar la Segunda Guerra Mundial; su intención fue exponer una crítica contra el socialismo soviético, el cual estaba inmerso en corrupción en los tiempos de Stalin. Es una novela ingeniosa ya que atribuye condiciones humanas a los animales, que van desde un caballo muy noble hasta un cerdo despiadado; una historia que al leerla se produce un sentimiento de impotencia por todas las injusticias que como lectores vemos, pero que para “los animales de la novela” pasan desapercibidas

Me gustaría citar lo que dice Mario González acerca de la novela: “La moraleja más a la vista… es que las revoluciones por sí mismas no corrigen la injusticia ni la desigualdad, es precisa la participación consciente de los individuos, cuya principal responsabilidad consiste en evitar convertirse en masas, fácilmente manipulables por los dictadores”.

Cada personaje tiene una razón de ser, podemos encontrar características de hombres históricos como Lenin, Stalin, Trotsky, el proletariado y hasta la policía secreta stalinista; sin embargo, podemos ver que los personajes de la novela tienen atributos de hombres de nuestros tiempos… e incluso de nuestro país. Es posible desenmascarar la condición humana de los representantes y representados, así como el papel manipulador del poder.

En la novela se habla de animales cansados por el maltrato del hombre, otros que están acostumbrados, y un grupo menor que tiene la esperanza de vivir en un sitio mejor; estos últimos se encargan de manipular las situaciones, son los que buscan igualdad, aunque después lo olvidan. No es un contexto extraño para nuestros días, excepto porque en nuestro mundo todos son humanos.

El cerdo Mayor es un idealista que incita a los animales cansados a creer en el cambio, a iniciar la revolución. Está también un cerdo avaricioso llamado Napoleón,

que más que preocuparse por los animales piensa en sus propios privilegios, se vuelve ciego por el poder y pasa a ser un tirano más despiadado que el Sr. Jones. Uno de los personajes más sorprendentes e inspiradores es el caballo Bóxer, quien da lo mejor de sí aunque le cueste su propia vida y pese a su gran problema: olvidar. En la granja se establecen mandamientos, pero la falta de memoria hace que nadie reclame cuando se hacen modificaciones o deja de cumplirse lo establecido.

Hoy en día no estamos en la Segunda Guerra Mundial, pero tal parece como si viviéramos en la granja, que un día tuvo el ideal de “no hombres de dos patas”.

Nuestros líderes prometen, y actuamos como si olvidáramos lo que se nos promete. Nos hemos vuelto como las últimas generaciones de la granja, aquellas que han olvidado por completo la esencia de los levantamientos armados que han ocurrido a lo largo de la historia; somos la generación de los esclavos de la rapidez, que consumida por la velocidad del tiempo ha dejado de detenerse a pensar. Inmersos en las ocupaciones, muchos jóvenes han perdido el interés por la política, los asuntos sociales y las utopías se han desvanecido. Nos hemos acostumbrado a la corrupción y a olvidar los errores del pasado. Sin darnos cuenta, vivimos en una granja repleta de tiranía, donde la conciencia escasea.

La rebelión de la granja es una novela que permite abrir los ojos y nos hace ver la situación que prevalece en nuestros días.

Finalmente, un fragmento del libro que dice:

“Los animales que estaban afuera, pasaron su mirada del cerdo al hombre, y del hombre al cerdo; y, de nuevo, del cerdo al hombre, pero ya era imposible distinguir quién era quién” 1.

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Con el acelerado crecimiento poblacional a lo largo de los últimos miles de años, los seres humanos nos hemos enfrentado a la penosa realidad de que

los recursos naturales son finitos. Muy lentamente nos acercamos a la conclusión de que, al agotarse, nuestra supervivencia se verá directamente comprometida. Ante este gran dilema, nos hemos dado a la ardua tarea de desarrollar mecanismos de “discreta explotación” del medio ambiente, pero hasta ahora los intentos han sido vanos. Los diversos métodos actuales de obtención de recursos no han logrado más que acercarnos a un acelerado agotamiento de éstos, dando como resultado la crisis ambiental actual. Conforme presenciamos más cerca las consecuencias de nuestra egoísta explotación, intentamos -desesperadamente- plantear una manera de cambiar el rumbo de nuestro futuro o, al menos, hacernos creer que lo hacemos. En esta desesperada búsqueda por una mentira piadosa hemos creado el quimérico concepto conocido como “desarrollo sustentable”.

El desarrollo sustentable, de acuerdo a Goudie1 (2005) es “aquél tipo de desarrollo que protege al hábitat, permite cierto tipo y nivel de actividad económica que puede sostenerse en el futuro con un daño mínimo hacia las personas y el ecosistema”.

A lo largo de la historia, han existido muchos ejemplos de cómo ésta “visión a futuro”, que es requerida para la gestión de mecanismos que propicien el desarrollo sustentable, está fuerte y directamente viciada por eventos efímeros en los campos político, económico y social. Esto se debe a nuestra incapacidad de ver más allá de acciones que tengan un resultado benéfico para nuestro bienestar a corto plazo.

La carente visión ha causado un mediocre entendimiento del concepto de desarrollo sustentable, dando lugar a que existan definiciones ambiguas proporcionadas por órganos oficiales como la Comisión Mundial para el Medio Ambiente y Desarrollo Sustentable; ésta última dice que “es la característica de los modelos de desarrollo, que permite satisfacer las necesidades del presente sin comprometer la

capacidad de las generaciones futuras para satisfacer las suyas” (obtenido de Ayala y Alcázar, 2004).

El mismo concepto “desarrollo sustentable” contiene un error de lógica, ya que el desarrollo económico neoliberal exige la explotación continua y creciente de los recursos naturales necesarios para estimular la creación de nuevas tecnologías que incrementen la competencia. Dado que estos recursos son finitos, llegará el momento en el que el sistema económico colapse debido a la pérdida de aquello en lo que basa su crecimiento2 .

El discurso político actual propicia la aceptación de este concepto porque lo presenta como una idea posible. Y quizá lo sea a corto plazo, pero en el futuro podría depararnos una sorpresa tal como a muchas sociedades del pasado, quienes pensaban tener una forma de vida sostenible para tiempo después darse cuenta de que este no era el camino y de su incapacidad para hacer los cambios sociales, económicos y políticos necesarios para su supervivencia (Ponting, 1992).

El desarrollo sustentable, en su significado actual, no es sinónimo de conservación. Como lo explica Daly (1997, citado por Verdejo y María Eugenia, 2004), la economía ahora no se basa solamente en el capital humano3, sino que la disponibilidad del capital natural es un factor limitante. Esto pone en evidencia que lo que se persigue no es conservar el ambiente, sino buscar formas de “maximizar su productividad e incrementar su volumen” para así salvar ésta limitante y continuar el desarrollo económico.

Nuestra naturaleza efímera limita nuestra visión a una pequeña parte de los procesos de sucesión ecológica de los cuales formamos parte y a los cuales afectamos directamente. Ésta limitación se debe a los instintos primitivos característicos de todo ser vivo que persigue la supervivencia a corto plazo. Si queremos que el desarrollo sustentable sea posible, requerimos ampliar nuestra perspectiva hacia la supervivencia de la especie.

Retomando el concepto que propone Goudie para el desarrollo sustentable, es evidente que la idea de equilibrio es necesaria para llevarlo a cabo; sin embargo, no se puede hablar de equilibrio entre las sociedades y el medio ambiente sin antes resolver los problemas de desequilibrio inherentes al mundo industrializado y a nuestro actual sistema económico. Todas las presiones que hoy se imponen al ambiente tienen su origen en un acceso desigual a la riqueza y los alimentos, en la escasez de recursos, la contaminación, los problemas de salud y una esperanza de vida con un rango muy variable entre distintas sociedades.

Las fallas en los programas de “desarrollo sustentable” tienen su origen, como se ha mencionado anteriormente en este ensayo, en el ámbito económico. El desequilibrio social y ambiental evidencia categóricamente que sin un cambio fundamental en el sistema económico, la quimera del desarrollo sustentable seguirá siendo una fábula con serias contradicciones incluso desde su definición4 .

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Insectos como armas de guerra, terror y torturaPor María C. L. Colunga

El uso de insectos y otros artrópodos como armas de guerra e instrumentos de tortura es una práctica tan antigua como la humanidad.

Esto lo detalla Jeffrey A. Lockwood, entomólogo de la Universidad de Wyoming, quien en una reciente revisión en el Annual Review of Entomology da un recorrido histórico sobre el papel de al menos 12 órdenes de insectos como medio para causar hambre, sufrimiento y enfermedades.

Comenzando desde la edad antigua, se tiene registro de que algunas civilizaciones como los mayas, sirios, palestinos, romanos y griegos, empleaban abejas como granadas contra sus enemigos. Específicamente los romanos se distinguieron por utilizar una amplia variedad de artrópodos como avispas, chinches y escorpiones. Los persas por otro lado, idearon métodos de tortura bastante eficaces, utilizando mosquitos y moscas hematófagas para ejecutar a prisioneros o someterlos a escafismo1.

Durante la Edad Media y Moderna, el empleo de colmenas como proyectiles fue útil hasta el S. XVIII en toda Europa. Otro de los aliados más utilizados fueron las pulgas. Las prácticas comunes consistían en lanzar animales o cadáveres infestados de ellas al interior de las ciudades sitiadas.

Todas las plantas ocupan de una serie de elementos y nutrientes inorgánicos para vivir que por lo general toman del suelo a través de sus raíces. Ambientes

como turberas, humedales, pantanos ácidos y laderas de piedra caliza, son muy pobres en nutrientes y presentan una gran escasez de nitrógeno asimilable; en lugares como estos crecen las plantas carnívoras, las cuales tienen una serie de mecanismos para compensar dicha escasez.

Gran fascinación provocan las plantas carnívoras debido a sus extraordinarias adaptaciones morfológicas; estas adaptaciones les permiten capturar y digerir pequeños organismos como insectos y sus larvas, crustáceos acuáticos, nematodos y hasta pequeños peces y renacuajos. Para ser carnívora, la planta debe tener adaptaciones específicas que le permitan atrapar a su presa. Su principal herramienta son las hojas que poseen distintas morfologías, mientras que a la flor se le excluye de esta tarea, ya que se dedica exclusivamente a su papel reproductor. Estas plantas también poseen adaptaciones para digerir a la presa, como son enzimas, hongos simbióticos y bacterias, y para asimilar los nutrientes liberados durante la digestión de los animales capturados.

La mayoría de éstas plantas cuentan con mecanismos para atraer a las víctimas y poder capturarlas (olor, color y néctar); además, es importante mencionar que éstas plantas también son capaces de asimilar CO2, pudiendo vivir sintetizando su propio alimento (autotrofía) como el resto de las plantas.

Pertenecen a varias órdenes y familias poco relacionadas entre sí: hay cerca de 600 especies agrupadas en 15 géneros, siendo Heliamphora, Sarracenia, Nepenthes, Dianaea, Drosera

y Utricularia los más representativos. Se pueden clasificar según su estrategia de captura como: trampas activas de mandíbulas o de succión, trampas semiactivas y trampas pasivas.

Las trampas activas consisten en dos hojas que actúan como una mandíbula; tienen numerosos dientes en la parte exterior y pelos a modo de resorte en la parte interior, los cuales provocan el cierre de las hojas al contacto con el animal. Las que usan trampa de succión viven en ambientes acuáticos y tienen pequeñas bolsas que, cuando entra en contacto con la presa, se hincha aspirando agua y a la presa.

En las trampas semiactivas, las hojas poseen pelos que segregan una sustancia pegajosa donde el animal queda pegado al entrar en contacto. Una vez que la presa queda inmóvil, dichos pelos se curvean para situarla en el centro de la hoja y dejarla atrapada.

En las trampas pasivas, las hojas tienen forma de cántaro y las presas son atraídas por el olor; cuando la presa se posa, cae al interior del mismo debido a una sustancia resbaladiza que cubre la entrada.

Se distribuyen en todos los continentes, a excepción de la Antártida; algunas de ellas tienen usos medicinales, como Sarracenia purpurea, que reduce los dolores neuromusculares y neurálgicos; muchas otras son usadas como ornamentales.

A pesar de que hay gran interés en estas plantas, los estudios se centran en la descripción de adaptaciones estructurales para el atrape de los insectos, mientras que otros procesos son poco comprendidos. Esto brinda un gran campo de investigación disponible.

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El uso de insectos y otros artrópodos como armas de guerra e instrumentos de tortura es una práctica tan antigua como la humanidad. Esto lo detalla Jeffrey A. Lockwood, entomólogo de la Universidad de Wyoming, quien en una reciente revisión en el Annual Review of Entomology da un recorrido histórico sobre el papel de al menos 12 órdenes de insectos como medio para causar hambre, sufrimiento y enfermedades. Comenzando desde la edad antigua, se tiene registro de que algunas civilizaciones como los mayas, sirios, palestinos, romanos y griegos, empleaban abejas como granadas contra sus enemigos. Específicamente los romanos se distinguieron por utilizar una amplia variedad de artrópodos como avispas, chinches y escorpiones. Los persas por otro lado, idearon métodos de tortura bastante eficaces, utilizando mosquitos y moscas hematófagas para ejecutar a prisioneros o someterlos a escafismo1. Durante la Edad Media y Moderna, el empleo de colmenas como proyectiles fue útil hasta el S. XVIII en toda Europa. Otro de los aliados más utilizados fueron las pulgas. Las prácticas comunes consistían en lanzar animales o cadáveres infestados de ellas al interior de las ciudades sitiadas. En la Edad Contemporánea, algunas de las grandes derrotas de Napoleón fueron causadas por: la peste (vector: pulga Xenopsylla cheopis) en su enfrentamiento con el Imperio Otomano en 1799, la fiebre amarilla (vector: mosquito Aedes aegypti) durante una rebelión en Haití en 1801 y el tifus (vector: ftirápteros) en su intento por invadir Rusia en 1812. Durante la Guerra Civil estadounidense (1861- 1865) 2/3 de las bajas fueron provocadas por enfermedades, principalmente malaria (vector: mosquito Anopheles sp.). Por otra parte, los nativos americanos usaban hormigas como instrumento de tortura para provocar una muerte lenta y dolorosa. Mientras que en Uzbekistán a mediados del siglo XIX, tenían su «cámara de los horrores entomológicos», una fosa de 7 m llena de chinches asesinas y garrapatas. Durante la Segunda Guerra Mundial, sobresale el papel de la Unidad 731 de Japón, encargada de realizar ensayos

de guerra bacteriológica y química con prisioneros y civiles chinos. Se tiene registrado que podía producir hasta 45 kilos de pulgas cada 4 meses, utilizando como reservorio prisioneros y ratas. Al término de la guerra, la unidad fue absuelta de sus crímenes por proporcionar los resultados de sus experimentos al gobierno norteamericano. Actualmente, pese a los avances en control de plagas, medicina e higiene, se siguen considerando los insectos como amenaza por su empleo tanto en ataques terroristas como en conflictos bélicos. Así mismo su utilidad como instrumentos de tortura continúa, por ejemplo, en la primera mitad del siglo XX los soviéticos usaban chinches hematófagas para tortura física y psicológica en los gulags. También Estados Unidos los empleó como medio de tortura psicológica contra los hijos de Khalid Shaikh Mohammed, señalado como el principal organizador de los atentados terroristas del 11/09. No es de extrañar que se sigan utilizando estos pequeños artrópodos como herramienta de ataque, ya que son de las armas más baratas, fáciles de infiltrar, transportar y reproducir. Además que, sus resultados son bastante rápidos y efectivos; y lo mejor, la materia prima para su elaboración está en nuestro patio trasero. 1 Forma de tortura que consistía en colocar a los individuos en un cajón de madera con cinco agujeros donde saldrían sus miembros, los cuales se cubrían con leche y miel para atraer a múltiples insectos.

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En la entrada de Rectoría de la Universidad Autónoma

de Querétaro se inauguró la exposición “Fragmentos” del Mtro. Javier Marín, uno de los artistas mexicanos contemporáneos más destacados en el ámbito de la escultora, tanto a nivel nacional como internacional.

La exposición es parte de la colección “Pago en Especie y Acervo Patrimonial” de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, está integrada por 20 piezas de esculturas y aguafuertes

que fueron “curadas” por la Dirección General de Promoción Cultural, Obra Pública y Acervo Patrimonial de dicha Secretaría.

La directora de Difusión Cultural Dra. Teresa García Besné, señaló que las piezas, al ser trabajo en bronce, remiten a los espectadores al “clasicismo italiano sobre todo de la escuela florentina, pero en esta ocasión el autor marcó su obra al estilo expresionista, lo que le da un toque contemporáneo”. “Las piezas expuestas de Javier Marín son un trabajo expresionista, sensual y volumétrico, pero sin perder la facilidad para el manejo de la figura humana”, apuntó.

Por su parte, la coordinadora de Difusión del Arte, Mtra. Piedad Martínez García, indicó en esta muestra reúne el trabajo que el escultor realizó durante 10 años, contiene piezas que pesan entre 400 y 500 kilógramos, además de cabecitas y obras de tamaño mediano.

La exposición “Fragmentos” del escultor Javier Marín seguirá en la entrada e interior del edificio de Rectoría hasta el próximo 13 de octubre y se contempla la posibilidad de que la Secretaría de Hacienda y Crédito Público amplié su duración un mes más en el Alma Máter queretana.

T O D O S L O S M A R T E S A L A S 7 : 0 0 P MA T R A V É S D E R I X O M A R A D I O