theodore draper, castrismo. teoría y practica (ocred)

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 Títu lo del original ingl és: Ca stro ism , Tb eo ry an d Pract ice Traducción directa del inglés de PERCY MARIO LEMOS  

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  • Ttulo del original ingls: Castroism, Tbeory and Practice

    Traduccin directa del ingls de PERCY M ARIO LEMOS

  • CASTRISMOTEO RIA Y PRACTICA

    11067

    1/ /FREDERICK a. PRAEGER, Publishers

    New Y ork

    BIBLIOTECA DE CIEMC1AS EC0N0M1C

  • La edicin original en lengua inglesa est publicadapor Frederick . Praeger, Pubshers, 111 Fourth Avenue, NewYork, N .Y . 10003.

    1965 by Theodore Draper

    La edicin comercial de Castrismo, Teora y Prctica est editada por Ediciones Marymar de Buenos Aires, y distribuida por'Tres Amricas, San Martn 1015, Buenos Aires.

    Derechos reservados en lengua espaola

    by Ediciones Marymar .

    Edicin especial en lengua espaola: 1966/^

    Impreso en los Estados Unidos de Amrica

    ONKRSIDAD MAC. DE CORDOBA$$gt/LTAD DE CIENCIAS ECONOMICAS

    BIBLIOTECA

    SIGNATURA

    TOPOGRAFICAN DE INV. .....

    L I B R E R A ...........

    1 ..4 1 .P R E CI O

  • A m i hxjo R O G -K R

  • P r e f a c i o

    Este libro tuvo su origen en un trabajo que se me solicit para la conferencia sobre Cien aos de in tern acio nales revolu cionarias , celebrada b a jo los auspicios de la Hoover Institu tion oit War, Revolutiorij and Peace, en la Universidad de Stanford , C alifornia , en octubre de 1964. El tema de dicho trab a jo , Qu es el castrism o?, y su relativa brevedad m e obligaron a cristalizar mis pensam ientos sobre la naturaleza del castrism o y sus relaciones con el m ovim iento com unista. E l ob jetivo p rim ord ial era necesariam ente analtico , pero yo pens que era m ejor dar al anlisis una perspectiva histrica. E n general, sin em bargo, me interesaba m enos narrar toda la h istoria en orden cronolgico que diagnosticar y precisar los elem entos o caractersticas esenciales del castrismo.

    A l term inar ese trab a jo decid proseguir la labor y am p liar el alcance del anlisis. L a m onografa preparada para la In stitu ci n H oover se lim it, por razones de espacio y tiem po, a exam in ar los rasgos distintivos del castrismo en cu anto fuerza revolucionaria. Esto me llev a subrayar sobre todo su aspecto tctico. Pero h aca m ucho tiem po que no m e satisfacan las teoras en boga sobre la naturaleza social de la revolucin de Castr, com o la teo-

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  • ria de la revolucin agraria . D ecid , por lo tanto, exam inar sta y otras teoras afines para llegar a una "in te rpretacin social del castrism o que fuese ms com patible con la com posicin de la sociedad cu bana y con los hechos conocidos de la h istoria reciente de ese pas. En esta bsqueda de una teora social m s defendible no siem pre he procurado seguir un orden histrico cronolgico. M s bien he explorado aspectos de la sociedad cubana o he citado diversos hechos y declaraciones a m edida que fue necesario hacerlo para aclarar o confirm ar algn punto del anlisis social de la revolucin. Espero haber despejad o bastante el panoram a histrico como para que el lector pueda seguir los hechos sin gran dificultad .

    E l tercer cap tu lo m arca el pasaje de la teora a la prctica. H e concentrado m i atencin en las fluctuantes polticas econm icas de Castro y sus resultados prcticos, pero tam poco en este caso m i propsito ha sido exclu sivam ente econm ico. M e ha parecido que era necesario buscar la hebra o hebras que unen todo el desarrollo del castrism o, antes y despus de tom ar el poder, tanto en las tcticas revolucionarias com o en las polticas econm icas.

    E n consecuencia, ste no es un lib ro de historia, sociologa o econom a aunque haya en l m ucho de todo eso. Es quiz ms bien un ensayo, en parte h istrico, sociolgico y econm ico, en el que se procura defin ir un fenm eno p o ltico vivo que, por su propia naturaleza, todava no puede ser definido con facilidad.

    N o he intentado exam inar ciertas cuestiones como la educacin o la cu ltura porquep lantean problem as especiales. E n la esfera de la enseanza, por ejem plo , el rgim en de Castro anu nci que su cam paa de 1961 contra el analfabetism o habia elim inado casi por com pleto el nm ero de analfabetos. Sin em bargo, el 14 de marzo de 1964 el M inistro de Industrias, Ernesto Che Guevara, revel que quedaban tantas analfabetos que era m enester p roh ib ir que les dieran em pleo en todas las unidades con

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  • troladas por ese M in isterio . E l pretendido triunfo se b a saba exclusivam ente en el hecho de haberse alcanzado un nivel de instruccin equ ivalente al prim er grado de enseanza y esto exp lica quiz por qu los analfabetos no estaban preparados para hacer m ucho ms de lo que hacan antes. En todo caso, ste es un cam po en el que las evaluaciones cualitativas son por lo m enos tan im portantes com o los datos cuantitativos, y yo no tengo m anera de verificar los supuestos logros ni las crticas. Dados los temas esenciales de este lib ro , resulta m ucho ms pertinente sealar que el "m arxism o-leninism o se ha convertido en la ideologa o ficia l del sistem a educativo cubano y que se im parte, en u na u otra form a, en todos los niveles de la enseanza; esto deber tenerse en cuenta cada vez que se in ten te calificar politicam ente al rgim en de Castro.

    H ay otro aspecto de la p o ltica cubana que yo no he in ten tad o exam inar m inuciosam ente y que es m ucho ms im portante para el tem a central de m i trab a jo ; me refiero a las relaciones de C uba, la R u sia sovitica y la C hina com unista. E l lector encontrar, creo, alusiones que expresan .m i creencia general de que la C uba de Castro ha perseguido sus propios fines dentro del m undo com unista, que no es una rp lica de alguna otra potencia de ese m undo y que sus relaciones exteriores con otros pases com unistas han sido una m ezcla de dependencia prctica y am biciones independientes. E l exam en de las re lacio nes de Cuba con la R u sia sovitica, C hina y otras potencias com unistas exig ira , em pero, un estudio sum am ente arduo, m inucioso y extenso para obtener algo que valiera la pena. N o me ha sido posible realizar esa tarea dentro de los lm ites del presente volum en aunque he tocado algunos aspectos del problem a.

    H e preferido em plear la docum entacin h istrica tradicional que todo el m undo puede verificar o estudiar por si mism o. Pens que en un asunto com o ste, que tan vio

  • lentas controversias suscita, era m ejor indicarle al estudioso serio y al lector interesado cules eran mis fuentes aun a riesgo de recargar las pginas con notas. H e proporcionado tam bin m uchas de las pruebas en que se fundan m is conclusiones porque an hoy es d ifcil encontrar gran parte de esas fuentes, incluso en nuestras principales bib liotecas *. Por desgracia, pocos o ninguno de nuestros expertos en A m rica L atin a se h ab an especializado en C uba antes de que ocurriese la actual revolucin, y pocos o n inguno le han prestado luego u na atencin especial. La cuestin ha sido dejada esencialm ente en m anos de los periodistas que, aunqu posean la m ejor voluntad del m undo, no tienen tiem po ni la preparacin necesaria para realizar una investigacin concienzuda e intensa.

    Los problem as que m e interesan requieren algo ms que un v ia je a Cuba para pasar unos pocos das o unas cuantas semanas realizando entrevistas personales, giras organizadas o im provisadas y recogiendo im presiones calid o sc p ica s . Yo mismo he hecho v ia jes de ese tipo a Cuba y otras partes y no tengo la in ten cin de m enospreciarlos. N o podemos esperar a que los historiadores nos digan qu es lo que est pasando en la actualidad. En cierto sentido, la revolucin cubana ya es dem asiado vieja para que los periodistas puedan com prenderla en su to ta lidad y no es bastante v ieja para que los historiadores la estudien por partes. Pero estamos m etidos en ella y debemos in ten tar com prenderla con los m ateriales que tenemos a la m ano y que seguram ente resu ltarn inadecuados dentro de diez o veinte aos. N o es dem asiado tem prano, sin em bargo, para in iciar la transicin del periodism o a

    * Todas las citas en espaol han sido facilitadas por el autor v*se reproducen textualmente, con su sintaxis y localismos propios, salvo expresa indicacin en contrario. En los pocos casos en que no fue posible consultar la versin original, se ha vuelto a trasladar al castellano la versin inglesa. Las citas de publicaciones francesas e italianas se traducen directamente del idioma respectivo. (Nota del traductor) .

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  • la historia. M e parece q jie la nica m anera de estudiar con algn sentido las cuestiones ms profundas, consiste en tom ar la revolucin com o un todo, en sus etapas d iferentes y al parecer contradictorias, y v incular el presente fluctu ante con el pasado que se va ale jando. C uanto ms tenemos que retroceder en el pasado m enos pueden decirnos las entrevistas, giras e im presiones del presente.

    F id el C astro, por e jem plo, ha dicho tantas cosas diferentes en distintos m om entos que ya no se puede continuar pensando en l atenindonos a lo que pueda haber dicho en alguna oportunidad. N o hay ningn a ta jo que perm ita llegar a com prender lo que l es o ha sido, ni ningn sustituto ;ay! para la form idable em presa que significa estudiar, o por lo menos leer, sus m uchas m illas de discursos dispersos. Acaso esos discursos no nos digan todo lo que deseamos saber, pero nos d icen m ucho ms de lo que l q u erra que nosotros supiram os. L a razn es simple: en 1953, 1957 1960 no poda prever qu cosas resultaran indiscretas o com prom etedoras aos ms tarde. N o poda saber cules seran los m anifiestos y declaraciones lanzados, a su tiem po al m undo con tan aparente sinceridad e incluso con tanta inocencia que tendran que ser desterrados al lim bo de la h istoria porque no se adaptaban a la ln ea o a las circunstancias variables.

    Este lib ro m e ha dado tam bin la oportunidad de volver a estudiar y pensar ciertos aspectos del problem a cu bao sobre los cuales ya haba escrito con una perspectiva m ucho ms lim itada. Nuevos m ateriales y una perspectiva ms am plia m e han hecho cam biar de opinin con respecto a algunas cosas. As por ejem plo, en 1961 Castro pareca haber entregado los principales resortes del poder a los viejos com unistas. Y as era en efecto com o l lo ha adm itido, pero no era ms que una etapa. A hora sabemos m ucho ms de ello que entonces; no se trata nicam ente de saber cm o sucedi sino por qu. E n cam bio m e considero afortunado porque no he tenido

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  • Ilnecesidad de m odificar m visin fundam ental del castrismo.

    A l fin a l de m prim er artcu lo sobre Cuba, publicad o en The Reprter, el 12 de mayo de 1960, escrib : C astro d ijo cierta vez que su revolucin significaba libertad con pan sin terror; pero si sigue llevando las cosas con dem asiado rigor, dem asiada prisa y dem asiado le jos, C uba puede llegar a tener ms terror, sin pan y sin' lib ertad . N unca lam ent haber expresado este presagi. E n un artcu lo term inado en diciem bre de 1960 y pu blicad o en las revistas Encounter (Londres) y The New Leader (N ueva York) , en marzo de 1961, califiq u a la revolucin cubana de varian te en la fam ilia com unista de revoluciones, sem ejante a las variantes yugoeslava y china. C uanto ms he estudiado y pensado la experiencia cu bana tanto ms m e he aferrado esa conviccin.

    En cierto sentido, por tanto , este lib ro es el resultado de cinco aos de estudios y reflexiones sobre la revolucin cubana. N o habra podido dedicarle tanto tiem po si no hubiese recib id o una gran ayuda y no hubiese gozado de tanta indulgencia. D u rante esos cinco aos y en distintos perodos pude realizar m i labor gracias a ,las siguientes instituciones:

    L a Fu n d acin R o ckefeller y especialm ente el doctor G erld Freund.

    E l C entro de Investigaciones Rusas de la U niversidad de H arvard y su director de Entonces, el Profesor M erle Fainsod.

    E l In stitu to de investigaciones sobre problem as com unistas de la U niversidad de C olum bia y su D irector, P rofesor Zbigniew Brzezinski.

    -La H oover Institution on War, R evolu tion , and Peace, de la U niversidad de Stanford , y su D irector, el doctor W . G lenn C am pbell.

    Pero la labor concreta de escribir este lib ro se efectu en la In stitu ci n H oover, donde, en m i condicin de in~

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  • vestigador asociado, pude trab a jar con la m ism a absoluta libertad e independencia de que gozara en todas las instituciones antes m encionadas.

    Com o ya he sealado, el cap tu lo I fue escrito inicial- m ente para la conferencia organizada por la Institu cin H oover en octu bre de 1964. E l cap tu lo I I fue preparado especialm ente para este lib ro . C erca de la m itad del cap tu lo I I I se p u blic en el peridico Commentary .

    P or ltim o, no puedo m enos de expresar a A ntonio de la C arrera la gratitud de quien ha encontrado en l un consejero y un am igo constante. T en g o contrada tam bin una deuda con Jo a q u n Godoy por su inapreciable colaboracin . M e ha sido muy valioso el apoyo y la fortaleza de Phyllis Freem an que todo lo soport. Por sobre todas las cosas, he sido ayudado y alentado por m i esposa. Desde luego, yo soy el nico responsable de las ideas expresadas en estas pginas,

    L a ed icin original en ingls ha sido revisada y am pliada en parte para esta versin castellana. E n consecuencia, la presente edicin en espaol puede considerarse d efin itiva aunque no he credo que fuera necesario in tro ducir ningn cam bio esencial.

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  • Captulo I

    QUE ES EL CASTRISMO?

  • JLa pregunta Qu es l castrism o? lleva inevitablem ente a esta o tra : 'Cul es la relacin que existe entre el castrism o y el com unism o?. T a rd e o tem prano deberemos contestarla y quiz cuanto antes m ejor. La respuesta es relativam ente sim ple para dos tendencias de pensam iento totalm ente opuestas. L a prim era sostiene que Fidel Castro es y siem pre ha sido com unista; la segunda insiste en que no lo es n i podra serlo nunca. E l problem a resulta m ucho ms com plejo para quienes, como yo, creen que Castro no era com unista de hecho antes de tom ar el poder, pero que cierto tiem po despus decidi u n ir su suerte a la de los com unistas.

    Pero cu alquiera fuere la posicin que se adopte, la relacin entre el castrism o y el com unism o sigue siendo un problem a. L a prim era tendencia de pensam iento debe exp licar los desacuerdos pblicos y las enconadas rivalidades entre Castro y los com unistas hasta bien avanzado el ao de 1959; la segunda debe decir por qu Castro y sus ms ntim os colaboradores se dicen ahora com unistas y se consideran un elem ento in tegral del m ovim iento com unista m und ial; y la tercera debe exp licar por qu fueron diferentes al p rin cip io y cm o se u nieron sus cam inos. En

  • verdad, el hecho de que tenga sentido preguntar si el castrism o se relaciona con el com unism o y cmo, presupone ya cierta distincin entre am bos aunque slo sea la que existe entre la especie y el gnero.

    Para el propsito inm ediato de d efin ir al castrism o y su relacin con el com unism o cabe d istin gu ir entre la h istoria del castrism o y la de Fid el Castro. E l m ovim iento no podra existir sin el hom bre, pero tam poco puede reducirse a l. E n distintos grados y form as existe en toda A m rica L atin a y ha ejercido in flu en cia incluso en E uropa, A frica y otras partes. F id el C astro naci unos veinticinco aos antes de que apareciera l castrism o y por lo tanto es ms v iejo y , en cierto sentido ms com p lejo que su m ovim iento. A qu nos interesa prim ord ialm ente el fenm eno poltico , el castrismo,, ms que la h istoria personal de Fid el Castro.

    El Movijniento 26 de Julio

    Desde un punto de vista h istrico el castrism o no existi antes del 26 de ju lio de 1953, fecha del fracasado ataque contra el cuartel de M oneada, en Santiago de Cuba, diecisiete meses despus de que B atista tom ara el poder. Ese acto le perm iti a Castro aparecer por prim era vez com o una figura poltica independiente, con partidarios pro1- pios. A l le debe el M ovim iento 26 de J u l io su razn de ser adems de su nom bre.

    Al parecer, la concepcin del m ovim iento fue elaborada concretam ente durante la prisin de Castro en la Isla de los Pinos, de octubre de 1953 a m ayo de 1955. Fu e en ese perodo que en realidad escribi, tal com o ahora est redactado, el discurso L a H istora M e A bsolver , pronunciado por prim era vez durante su ju ic io , en octubre de 1953. Segn M elba H ernndez, Castro le pid i a ella y a Hayde Santa M ara, las dos m ujeres que participaron en el ataque de M oneada, que tom aran las prim eras m edidas para organizar el nuevo m ovim iento. C om o base

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  • para esta tarea, ellas le p id ieron que les proporcionase un "program a de accin K Parece ser que Castro ya haba concebido la idea de presentar dram ticam ente ese program a com o si se tratase del discurso que pronunciara en su defensa durante el proceso. E n abril de 1954 le escribi una carta a M elba H ernndez en la que m encionaba un fo lleto de im p ortancia decisiva por su contenido ideolgico y sus trem endas acusaciones , carta que fue publicad a clandestinam ente en ju n io de 1 9 5 4 2. Por lo tanto, hay razones para creer que el fo lle to era m ucho ms program tico que el discurso, pues ste: no haba sido pronunciado con el m ism o propsito n i haba sido d irigido al m ism o a u d ito r io 3.

    E n lo poltico el fo lleto prom eta el restablecim iento de la C onstitucin de 1940 y un gobierno de eleccin pop u lar, si b ien no d e jaba de in clu ir una clusula in q u ietante para el perodo posrevolucionario inm ediato. En m ateria de agricu ltu ra propona esencialm ente una re form a agraria destinada a lim itar los latifundios y aum entar el nm ero de las pequeas parcelas. Slo al pasar se refera a la necesidad de fom entar las cooperativas agrco

    1 Francisco de Armas, "Cmo se edit en la clandestinidad la Prim era Edicin de La Historia Me Absolver, Hoy, 21 de julio de 1963, seccin 2, pgs. 2 y 3. El autor atribuye la informacin contenida en su artculo a Melba Hernndez.

    2 Luis Conte Agero, Cartas del Presidio (La Habana: Editorial Lex, 1959) , pg. 37. El autor de estas cartas era en realidad Fidel Castro.

    3 Se han dado dos versiones diferentes y al parecer contradictorias de la publicacin de l a Historia M e Absolver. La primera sostena que se haba basado en la versin taquigrfica completa. U na versin ulterior, presentada en el ya mencionado artculo de Armas y en el Apndice a la edicin de 1964, dice que fue una reconstruccin hecha poco a poco sin hacer mencin alguna al empleo de notas taquigrficas que, es de suponer, hubieran hecho innecesaria una reconstruccin extensa y trozo a trozo (La H abana: Editora Poltica, 1964, pgs. 205 y 2 0 6 ). A menos de que aparezca la transcripcin original ser imposible saber hasta qu punto se le parece la reconstruccin.

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  • las", trm ino con el cual se aluda e v id en tem en te^ la organizacin de servicios para propietarios independientes y no a rganos estatales de control. Q uiz la nota ms radical del discurso aunque no para los cubanos era una breve referencia a la nacionalizacin de las em presas de electricidad y telefnicas de propiedad norteam ericana. N ada de esto era nuevo ni asom broso. E n general el fo lleto era poco ms que una antolog a de enferm edades y rem edios conocidos, viejos argum entos de la p oltica cubana tal com o la p racticara especialm ente el fallecido Eduardo Chibs, fundador del partido al que an perteneca Castro, al menos n o m in a lm e n te 4.

    Para los cubanos La Historia M e Absolver era un p ro gram a de reform a social rad ical que no sobrepasaba el m arco de la p o ltica trad icional de la izquierda cubana. D urante veinte aos por lo menos h ab a existido una izq u ierd a, incluso una izquierda revolu cionaria b ien definida, independiente y enem iga de los com unistas. E n el program a econm ico y social de La Historia M e Absolver no h ab a virtualm ente nada que no pudiera rastrearse hasta una fecha tan le jan a como la del program a de 1932 del A B C la ms im portante de las organizaciones opuestas a M achado o el program a de 1935 del P artid o A u tntico del doctor G rau San M artn , para no m encionar la propaganda u lterior de Chibs.

    E l program a de 1932 del A B C in clu a un p lan econm ico de diecisiete puntos que, entre otras cosas, propona

    4 Chibs haba sido uno de los dirigentes estudiantiles en la lucha contra la dictadura de Machado en 1927-1933. En 1947 dividi el partido Revolucionario Cubano gobernante, fundado y din gido por Ramn Grau San Martn, entonces Presidente, y organiz un grupo de oposicin, el Partido del Pueblo Cubano. Los do* partidos eran llamados generalmente los Autnticos" y los O rtodoxos, respectivamente. Chibs se suicid en 1951. Fidel Castra comenz a actuar en el Partido Ortodoxo hacia 1950 y fue candidato del mismo a una de las cmaras del Congreso en 1952, pero la eleccin nunca se celebr debido al golpe dado por Batistael 10 de marzo de ese ao.

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  • lo siguiente: fom ento y proteccin de la pequea propiedad rural, elim in acin gradual de los latifundios, lim itaciones a la adquisicin de tierras por empresas norteam ericanas y medidas tendientes a la nacionalizacin de las mismas, cooperativas de produccin, nacionalizacin de los servicios pblicos, una legislacin social avanzada y la intervencin preferente del cubano en las actividades com erciales e industriales. Ese m ism o program a haba form ulado cinco principios fundam entales: nuevos hom bres, nuevas ideas y procedim ientos, reconquista de la tierra, libertad p o ltica y ju stic ia social 5. E l program a de 1935 del P artid o A u tntico se haba basado en la trinidad p o ltica de "nacionalism o, socialism o, antiim p erialism o 6.

    Despus que Castro tom el poder, en 1959, se hizo corriente citar el discurso o ms b ien el fo lleto Ha Historia Me Absolver como si se tratase del nico docum ento im portante aparecido durante todo el perodo de su lucha por el poder. Algunos escritores pro castristas se han esforzado incluso por dem ostrar que ese discurso presagi el com unism o u lterior de Castro. Es curioso com probar, sin em bargo, que el propio Castro ha sentido la necesidad de explicar por qu entonces no fue ms radical. Ms tarde d ijo que haba escrito ese docum ento con cuidado a fin de form u lar varios puntos fundam entales sin dar al m ovim iento que l quera constitu ir un carcter muy reducido y muy lim itad o. Sugiri que sus palabras impresas no haban sido tan radicales como sus pensam ientos n timos. Si nosotros no hubisem os escrito ese docum ento con cuidado, si hu biera sido u n program a ms radical aunque aqu es lo cierto que m ucha gente era un poco

    5 El programa del ABC puede leerse en la obra de Carlos G. Pe- raza, Machado, Crmenes y H orrores de un R gim en (La Habana: Cultural, S. A., 1933) , pgs. 215 a 250.

    6 Ramn Grau San M artn, L.a Revolucin Cubana ante A m rica (Ciudad de Mxico, Ediciones del Partido Revolucionario Cubano, 1936) , pg. 104.

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  • escptica en m ateria de program as, m uchas veces no les prestaban m ayor aten cin desde luego que el m ovim iento revolucionario de lucha contra B atista no h abra adquirido la am plitud que adquiri y que hizo posible la v icto ria 7. E n o tra oportunidad Castro seal que JLa H istoria M e Absolver deba su valor perm anente a su denuncia viva de todos los horrores y todos los crm enes de la tiran a ms que a su valor te rica desde el punto de vista econm ico y p o ltico 8. ind ud ablem en te tena razn.

    Pero en 1954 escribi algo ms, m ucho menos conocido pero que perm ite captar m ucho m ejo r sus m otivos. E n ese ao envi varias cartas a Luis C onte A gero, d irigente del Partid o O rtodoxo y popular com entarista rad ial, para solicitarle ayuda a fin de organizar su cam paa de am nista y confiarle algunos de sus pensam ientos ms ntim os sobre su m ovim iento naciente.

    E l 14 de agosto de 1954 escriba: Yo debo organizar a los hom bres del 26 de Ju lio y u n ir en irrom pible haz a todos los com batientes, los del exilio , la prisin y la calle . E xp licab a que ellos constitu iran u n ncleo hum ano perfectam ente d iscip linad o y que p roporcionaran la fuerza necesaria para conquistar el poder, lo m ism o por va p acfica como por va revolu cionaria . Luego prosegua con raro candor: Condiciones que son indispensables para la integracin de un verdadero m ovim iento cvico: ideologa, d iscip lina y je fa tu ra . Las tres son esenciales, pero la je fa tura es bsica. No s si fue N apolen quien d ijo que un m al general en b ata lla vale ms que veinte generales buenos. N o puede organizarse un m ovim iento donde todo el m undo se crea con derecho a em itir declaraciones p blicas sin consultar con nadie; ni puede esperarse nada de aquel que se integre por hom bres anrquicos que a la

    7 R evolucin, 2 de diciembre de 1961.8 lb id .} 28 de marzo de 1962.

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  • prim era discrepancia tom an el sendero que estim an ms conveniente, desgarrando y destruyendo el vehculo. E l aparato de propaganda y de organizacin debe ser tal y tan poderoso que destruya im placablem ente al que trate de crear tendencias, cam arillas, cismas o alzarse contra el m ovim iento" 9.

    Es obvio que de las tres condiciones la que menos le preocupaba era la ideologa. L o que realm ente le in teresaba eran las otras dos, la disciplina y la je fa tu ra , y en especial esta "ltima. Su axiom a L a je fa tu ra es bsica guardaba u na relacin m ucho ms estrecha con los m ovim ientos basados en el prin cip io del liderazgo com o el fascismo y el peronism o que con un m ovim iento consciente de la im p ortancia de la ideologa y del partido, como es el com unism o. Es d ifc il im aginar que un com unista em plee el len g u a je que utiliz Castro en su carta extraordinariam ente reveladora a Conte Agero.

    C uando Castro sali de la prisin de la Isla de los P inos, en mayo de 1955, perm aneci en C uba slo seis sem anas y despus se fue a M jico para preparar la fu tu ra invasin. E l 19 de ju lio , menos de dos semanas despus de llegar a M jico , convoc una reunin de sus partidarios y decidi crear oficialm ente el M ovim iento 26 de Ju lio 10.

    E n algunos pases de A m rica L a tin a los nuevos m ovim ientos suelen tom ar su nom bre de la fecha de algn acontecim iento sim blico, pero no carece de im portancia el hecho de que Castro decidiera hacer lo mismo. L a fecha que l eligi sim bolizaba un acto o gesto heroico y no una fiiosofa p o ltica o una tradicin revolucionaria. Ese acto y gesto eran exclusivam ente suyos, algo que nadie podra arrebatarle jam s, el cim iento de su je fa tu ra .

    E n agosto de 1955, Castro envi un m ensaje a un

    9 Conte Agero, Cartas del Presidio , pgs. 60 y 61.3-0 Rent Ray^ Libertad y Revolucin (La Habana, 1959) , pg. 11.

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  • congreso de m ilitantes del P artid o .Ortodoxo celebrado en L a H abana, m ensaje en el que, por prim era vez desde la creacin o ficial del nuevo m ovim iento, in ten t explicar pu blicam en te la posicin del mism o. L o llam el M anifiesto N
  • pulo, como lo haca Castro, h abra necesariam ente de recib ir algo de la rep utacin de aqul.

    A fines de 1955 los dirigentes O rtodoxos decidieron participar con otros grupos de la oposicin en un esfuerzo fin al para llegar a un acuerdo con B atista y asegurar la transicin pacfica al gobirno constitucional. T a n pronto fracasaron las negociaciones Castro aprovech la oportunidad para separarse definitivam ente del Partid o O rtodoxo. Pero en su carta de renuncia, del 19 de marzo de 1956, insisti una vez ms en que slo se separaba de la organizacin y no p oliticam en te: Para las masas chiba- sistas el M ovim iento 26 de Ju lio no es algo distinto a la O rtod oxia. P or el contrario , insisti en que el M ovim iento 26 de Ju lio era el verdadero depositario de la fe O rtodoxa, la encarnacin au tntica del chibasism o. En apariencia, pues, el M ovim iento 26 de Ju lio vena al m undo a cum plir y no a tra icionar la verdadera m isin p o ltica del P artid o O rtodoxo. Despus de su victoria frente a B atista , Castro efectu un peregrinaje a la tum ba de Chibs y a ll declar que el M ovim iento 26 tde Ju lio fue a continu acin de la obra de Chibs, el cu ltivo de la sem illa que l sem br en nuestro pu eblo 12.

    Puede decirse, por lo tanto, que el castrism o, en cuanto m ovim iento, fue creado en cu atro etapas. R e cib i su im pulso in icial y su razn de ser con el ataque efectuado contra el cuartel de M oneada, el 26 de ju lio de 1953. Su concepcin fue m adurando durante la prisin de Castro en la Isla de los Pinos, de octu bre de 1953 a mayo de 1955. Fue organizado oficialm ente en M jico el 19 de ju lio de 1955. Y rom pi los ltim os lazos que lo unan a cu a lquier otro m ovim iento para independizarse totalm ente en marzo de 1956.Programas en el limbo

    Es im posible analizar aqu o m encionar siquiera todas

    12 Bohem ia, 18 al 25 de enero de 1959, pg. 103.

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  • las declaraciones program ticas form uladas por Castro de marzo de 1956 a fines de 1958. V ale la pena sealar, sin em bargo, que durante ese perodo el M ovim iento 26 de Ju lio con tin u sintiendo la necesidad de contar con un program a com pleto y que se h icieron varios esfuerzos para llenar este vaco aunque todos han sido relegados al lim bo de la h istoria desde la cada de B atista . Hay por lo m enos dos docum entos im portantes que no fueron elaborados por el propio C astro: la T esis Econm ica del M ovim iento R evolu cionario 26 d e J u l io , escrita por Felipe Pazos y R egino B o t, y publicad o por prim era vez en la ciudad de M jico , en el p eridico Humanismo, en enero y febrero de 1957, y el fo lleto Nuestra Razn: Manifiesto- Programa del M ovim iento 26 de Julio , p ublicad o en la C iudad de M jico en el verano de 1957 y escrito p rin cip alm ente por M ario L lereia . Pero com o C astro no vincul su nom bre a esos docum entos no le com prom etieron personalm ente y por eso le fue tan to m s fcil denunciarloso ignorarlos.

    Sin em bargo, Oastro firm por lo m enos un solem ne acuerdo p o ltico escrito en M xico . Ese Pacto de M x ico , com o se llam , fue firm ad o en agosto de 1956 por Jo s A n ton io Echeverra B ian ch i, entonces Presidente de la Fed eracin Estud iantil U n iversitaria (FETJ) y Secretario G eneral del D irectorio R evolu cio n ario , y Fidel Castro com o je fe del M ovim iento 26 de Ju lio . Echeverra y Castro acordaban u nir slidam ente sus esfuerzos en la lucha para derrocar al rgim en de B atista . G ran parte del docum ento se refera a la necesidad de oponerse al com plot del dictador dom inicano, G eneralsim o R afael Lenidas T r u ji l lo , para invadir C u ba con su propia fuerza exp ed icionaria de exiliados cubanos. Echeverra y Castro co in cid an tam bin en la op in i n de que las condi- cions estaban maduras para lograr la liberaci n de C u ba en 1956 m ediante la insurreccin secundada por la huelga gen eral . Los dos signatarios rendan tributo a la

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  • fracasada insurreccin de un grupo de oficiales del e jrcito encabeidos por el C oronel R am n B arq u n y el Com andante E n riqu e B orbon et en el mes de abril precedente. C alificab an a B arq u n y B orbon et, entonces prisioneros en la Isla de los Pinos, de la ms digna representacin de nuestro e jrc ito y prom etan que el e jrcito , d irigido por esos oficiales prestigiosos y honorables, al ser- \icio de la C onstitucin y del pueblo, tendr el respeto y las sim patas de la revolucin cu bana . Por ltim o, Echeverra y Castro se com prom etan a realizar un program a de ju stic ia social, de libertad y dem ocracia, de respeto a las leyes justas y de reconocim iento a la dignidad plena de todos los cubanos, sin odios m ezquinos para nad ie 13.

    E l pasaje del Pacto de M x ico " consagrado a B arq u n y B orbon et fue desde luego una de las promesas im p lcita ^ que Castro decidi no cu m p lir a principios de 1959. El C oronel B arq u in logr llegar a L a H abana el 1$ de enero de ese ao e in ten t tom ar el m ando de las fuerzas armadas, pero Castro declar apresuradam ente una huelga general y le oblig a ceder el m ando del C am pam ento C olum bia a su propio C om andante, C am ilo Cienfuegos. Despus de 1959 el Pacto de M xico fue totalm ente ignorado durante unos cinco aos, y tanto em barazo causaban los dos prrafos que se referan a B arq u n y Bor-

    13 El texto del Pacto de M xico, llamado tambin ^La Carta de M xico, fue publicado en E l Pais y otros peridicos, en La H abana, el 3 de septiembre de 1956, durante un perodo sin censura, y lleg as a todos los lectores cubanos, a diferencia del folleto La Historia M e Absolver . El texto completo, con el ttulo de El Pacto de M xico, fue reimpreso en IB Documentos de la Insurreccin (La Habana, Organizacin Nacional de Bibliotecas Ambulantes y Populares, 1959), pgs. 37 a 39, donde lleva la fecha de' septiembre de 1956. Pero el informe de Ciudad de Mxico publicado en E l Pais el 3 de septiembre, est fechado i de septiembre y el acuerdo fue probablemente concertado en los ltimos das de agosto. El pacto lleva tambin la fecha de agosto de 1956 en la versin publicada en Revolucin , el 13 de marzo de 1965, esta vez con el ttulo de L a Carta ,de M xico.

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  • bonet que, cuando por ltim o se rep rod u jo el texto del Pacto en el peridico o ficia l Revolucin, en 1965, esos pasajes fueron suprim idos subrepticiam ente en un texto que decia ser co m p le to 14.

    C abe m en cion ar otra declaracin form ulada por Castro casi al fin a l de su estada en M xico. Se trata de una en- tiev ista que l concedi a un periodista cubano, B e n ja m n de la Vega, y publicada en el peridico de L a H abana Alerta , el 19 de noviem bre de 1956, m enos de dos sem anas antes de que Castro saliera de M xico a bordo del G ranm a . Alerta era el rgano del M in istro de C om unicaciones de B atista , R am n V asconcelos, periodista y editor, cuya oscilante carrera inclu a aos de servicio en el cuerpo dip lom tico de la dictadura de M achado. Alerta era por lo tanto u na extra a eleccin por parte de Castro para enviar un m ensaje al pueblo cubano, pero quiz fue su m anera de pagarle a Vasconcelos pasados fav o res15.

    E n todo caso, Castro aprovech esa ocasin para dar al rgim en de B atista una ltim a oportu nidad de aceptar una frm u la de U nidad N acion al y evitar as su in m inen te ataque. L a frm u la de Castro contena siete puntos, de los cuales los ms im portantes eran los dos prim eros: 1. E n trega de la Presidencia a una figura que insp ire confianza a todos los cubanos, de uno y otro lado, designada en consulta con las organizaciones revolucionarias y los partidos polticos de la O posicin y del

    14 R evolucin, 13 de marzo de 1965. Esta es la segunda vez que un documento de Jos Antonio Echeverra ha resultado embarazoso. El 13 de marzo de 1962, en una ceremonia organizada en honor de

    Echeverra, se omitieron tres lneas que expresaban sentimientos religiosos al leerse su "Testam ento', lo que hizo que Castro se levantara y, por primera vez, protestara contra el sectarismo comunista. E l incidente result ser el preludio inmediato a la purga de Anbal Escalante el 26 de marzo de 1962.

    15 No es muy conocido el hecho de que Fidel Castro comen6 s carrera poltica postuniversitaria como protegido de Vasconcelos. Los - primeros artculos polticos de Castro se publicaron en Alerta. a fines de 1950 y 1951.

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  • G o b iern o y 2. C onvocatoria a elecciones generales, in cluyendo todos lo$ cargos del Estado, las provincias y lps m unicipios en un plazo de 90 das. Los otros puntos ex igan medidas contra la amenaza de invasin desde Santo Dom ingo, la libertad y restitucin en sus cargos dfel Coronel B arq u n , el C om andante B o rbon et y otros oficale?. que se h allab an presos con ellos, y am nista para todas les que se hallaban presos con ellos, y am nista para todas le d ijo adems a B en jam n de la V ega: N uestros hom bres se com prom eten form alm ente a no aceptar ningn cargo electoral. Perm aneceram os como fuerza organizada vigilando el curso de los acontecim ientos. Y si el pas arriba felizm ente a una nueva etapa dem ocrtica y constitucional, nos sentiram os ms que satisfechos de haber contribuido a red im ir a la patria sin sangre 16.

    H aba desde luego pocas posibilidades de que B atista aceptara esos trm inos y Castro puede haberlos ofrecido sim plem ente para dem ostrar, ju sto antes de salir de M xico, que no se poda llegar a ningn acuerdo con B a tista aunque se pusiera como condicin m nim a el restab lecim iento de la dem ocracia. Con todo, es im portante sealar, au nque slo fuere por lo que nos d ice sobre el sentido que el castrism o tena entonces para los lectores cubanos, que C astro ofreca ren u n ciar a su expedicin del G ranm a con tal que B atista aceptase un gobierno constitu cional, elecciones en breve plazo y pocas cosas ms. No se trata aqu de saber si Castro era o no sincero. De lo que se trata es que los lectores cubanos de esa entrevista no tenan ninguna m anera de saber hasta qu punto era sincero y slo podan in terp retar sus palabras como la esencia de su program a poltico . Esa esencia no era otra cosa que el retorno al constitucionalism o, sin n inguno de los puntos sociales y econm icos que haban acom paado

    16 Los principales pasajes de esta entrevista fueron reproducidos en el libro de Luis Con te Agero Los D es Rostros (Mxico, Editorial Jus, 1960) , pgs. 132 y 133.

    BIBLIOTECA DE CIENCIA

  • a la m ism a exigencia en,,su La Historia M e Absolver doso tres aos antes.

    E l m ism o m ensaje fue form ulado en otro docum ento que es quiz el m s im portante del perodo siguiente: el M anifiesto de la Sierra M aestra, preparado por Castro y fir* ruado por l, Felipe Pazos y R a l Chibs, el 12 de ju lio de 957 17. Este fue en realidad el prim er program a oficia l y el nico que Castro firm si no se considera'com o tal el fo lleto La Historia M e Absolver. A diferencia de este ltim o, el m anifiesto Castro~Pazos~Chib$ fue publicado en la revista ms popular de Cuba, Bohemia, en el nm ero del 28 de ju lio de 1957, y por e llo fue ledo por m uchos ms cubanos que todas las otras declaraciones program ticas anteriores del m ovim iento de C a stro 18. E n todo caso, el Ma* nifiesto de la Sierra M aestra fue considerado com o ung

    i? L a Tesis Econm ica y el Manifiesto de la Sierra M aestra pueden encontrarse en el libro de Fidel Castro, La Revolucin C ubana: Escritos y Discursos, edicin preparada por Gregorio Selser (Buenos Aires, Editorial Palestra, 1960), pgs. 119 a 124 y 392 a 422. Ral Chibs, hermano y heredero poltico de Eduardo Chibs, me ha dicho que el manifiesto fue escrito principalmente por Castro. Felipe Pazos, que fuera . Presidente del Banco Nacional de Cuba, haba renunciado inmediatamente despus del golpe de Batista en 1952- Volvi a ocupar el mismo cargo en 1959. Regino Bot fue Ministro de Economa del gobierno de Castro de 1959 a 1964.

    Nuestra Ratn puede leerse en el libro de Enrique Gonzlez Pedrero, La Revolucin Cubana (Mxico, Escuela Nacional de Ciencias Polticas, 1959) , pgs. 89 a 130. Este folleto est fechado en noviembre de 1956, pero el Dr. Llereha me ha asegurado que se le puso esa fecha por razones de conveniencia y que en realidad no se public hasta despus de su llegada a la Ciudad de Mxico, en junio de 1957,

    18 e i lector se preguntar cmo era posible que el peridico ms popular de Cuba publicara semejante manifiesto en medio de la guerra civil. La respuesta es que el rgimen de Batista era demasiado represivo para ser una democracia y no bastante para ser una dictadura eficaz. Ciertos peridicos como Bohem ia y diarios como Prensa L ibre mantuvieron un alto grado de independencia poltica durante todo el rgimen de Batista. Bohem ia en especial proporcion una tribuna a todos los grupos polticos, public cartas y declarar

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  • expresin de las opiniones ms maduras de Castro en el calor de la guerra civil y l m ism o lo seal a la atencin de todos como el docum ento bsico de ese perodo 1>. D urante el ao y m edio siguiente Castro lanz varias otras declaraciones polticas y concedi diversas entrevistas, pero ninguna de ellas estaba destinada a realizar el m ismo propsito.

    No es d ifcil com prender por qu, a pesar de su excelso ttulo, el M anifiesto de la Sierra M aestra nunca ha sido citado com o prueba de que F idel Castro haya hecho el tipo de revolucin que prom etiera realizar. Este documento era fu ndam entalm ente un llam am iento a la unidad de todas las fuerzas contrarias a Batista. In ten tab a cerrar brechas entre los que haban confiado en elim inar a B a tista m ediante elecciones pacficas y los que crean que slo poda ser derrocado por mtodos violentos. Para elim inar toda sospecha de que el propio Castro no fuera exactam ente u n p artid ario apasionado de las elecciones dem ocrticas, el m anifiesto declaraba que se era precisamente el fin de toda la lucha. Es que los rebeldes de la Sierra M aestra no querem os elecciones libres, un rgimen dem ocrtico, un gobierno constitucional? , pregun

    to n es del propio Castro y favoreci abiertamente a los enemigos de Batista. El rgimen implant una censura por perodos limitados despus de ciertos actos de violencia, como el atentado de Moneada en 1953 y el ataque efectuado por el Directorio Revolucionario contra el Palacio Presidencial en 1957. Durante esos meses Bohemia se neg a publicar artculos polticos a fin de que no se creyera que se someta al control poltico. Batista subvencion o soborn a muchos diarios cubanos con el resultado de que pocos lectores podan tomarlos en serio; su control parcial de la prensa fue luego denunciado para dar una justificacin al control total impuesto por Castro.

    19 En su "C arta a la Junta de Liberacin Cubana, del 14 de diciembre de 1957 (Selser, op. ct,, pgs. 130 y 138) ; y en el Manifiesto del .12 de Marzo de 1958 (l b i d pg. 144) . Resulta significativo el hecho de que en ese perodo nunca se mencion La Historia M e Absolver.

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  • taba con indignacin. Y responda: Porque nos p r ivaron de esos derechos hem os luchado desde el 10 de marzo* P or desearlos ms que nadie estamos aq u . E l m anifiesto analizaba luego en d etalle las medidas que deban adoptarse para lograr el ob je tiv o deseado. Slo in sista en una condicin : elecciones, verdaderam ente libres, dem ocrticas, im parciales . Instaba a crear un gobierno provisional n eu tra l que deba presidir las elecciones. Para sentar las bases de ese gobierno propona la form acin de un Fren te Cvico R evolu cio n ario integrado por representantes de todos los partidos y grupos de la oposicin. Adems, le deca al fu turo F ren te lo que se esperaba de l: deba elegir un Presidente provisional ap o ltico e im parcial; rechazar toda m ediacin o intervencin ex tran jera y exig ir la suspensin de todos los em barques de arm as a C uba durante la guerra civil; no aceptar n in gn tipo de ju n ta m ilitar para reem plazar a B atista ; com prom eterse a apartar al e jrcito de Ja p o ltica ; y hacer la form al promesa de que el gobierno provisional celebrar elecciones generales para todos los cargos del Estado,. las provincias y los m unicipios en el trm ino de un ao b a jo las norm as de la C onstitucin del 40 y el Cdigo E lectoral del 43 . Adems, los autores del m anifiesto exigan que el gobierno provisional se com prom etiese a votar un program a de diez puntos que in clu ira la garan ta absoluta a la libertad de inform acin* a la prensa radial y escrita y de todos los derechos individuales y polticos garantizados por la C onstitucin, una intensa cam paa contra el analfabetism o y una reform a agraria que tendiese a asegurar la d istribucin de las tierras baldas y a convertir en propietarios a todos los colonos, aparceros, arrendatarios y precaristas (com o se llam aba a los' ocupantes sin ttulos) , previa indem nizacin a los anteriores propietarios, una p oltica financiera sana y la aceleracin del proceso de industrializacin y creacin de nuevos em pleos .

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  • Cabe sealar que al fu tu ro gobierno provisional que deba ser elegido por el am plio Fren te Cvico R e v o lu c io nario an no constitu ido no se le peda que estudiase ese program a, se le deca cul haba de ser ste, extrao comienzo para una dem ocracia constitucional, cualesquiera fuesen los m ritos de ese p ro g ram a20. Esto perm ite com prender m ejor por qu hu bo tanta preocupacin con respecto a la celebracin de elecciones en 1959 despus de la cada de Batista. E l propio Castro haba fom entado la creencia muy general de que el problem a central de la lucha era la inv io labilid ad de las elecciones verdaderamente libres, dem ocrticas, im parciales. Si no se poda confiar en que cum pliese esta form al prom esa que l haba exigido al proyectado Fren te C vico R evolu cio n ario, era d ifcil saber en qu se podra confiar durante los primeros meses de su rgim en.

    A m edida que uno lee la serie de declaraciones form uladas por Castro de 1956 a 1958, lo que ms sorprende en ellas es su creciente m oderacin y tendencia constitucio- naista. As por e jem p lo , m ientras que en L,a H istoria M e Absolver y tam bin en el M anifiesto N*? 1 de 1955 h aba pedido la nacionalizacin de los servicios pblicos, en 1958 abandon esa exigencia por lo menos en dos ocasiones 21. En casi todos los docum entos de ese perodo reiter su determ inacin de respetar la plena vigencia de la C onstitucin de 1940, incluyendo, en una oportu nidad, los derechos de la libre em presa y el cap ital in vertido, as com o todos los otros derechos constitu cionales. En general, aseguraba que las elecciones se realiza

    20 La expresin empleada fue el gobierno provisional deber ajustar su misin al siguiente program a.

    21 En el artculo firmado por Fidel Castro de Coronet, en febrero de 1958, as como en su respuesta de mayo de 1958 al cuestionario de Jules Dubois, Fidel Castro (Indianpols, Bobbs-Me- rrill, 1959) , pg. 263. Es significativo comprobar que el texto de la respuesta de Castro a Dubois fue incluido en la antologa pro cas- trista y semioficial de Selser, pgs. 147 a 151.

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  • ran a. m s .tardar un ao despus de la cada de B atista , y, para dem ostrar que qu era restablecer el constitucionalism o tradicional, afirm que tena la in ten cin de transform ar al M ovim iento 26 de Ju lio en un partido poltico corriente que despus de la revolucin lu chara con las armas de la C onstitucin y de la L ey 22. E l ltim o com prom iso im portante lo co n tra jo en el pacto de unidad " del 20 de ju lio de 1958, que propona' una estrategia com n para la insurreccin arm ada , un breve gobierno provisional que p erm itira adoptar un , procedim iento constitu cional y dem ocrtico, y un program a m nim o de gobierno que garantizase el castigo de los culpables, los derechos de los trabajadores, el orden, la paz, la lib ertad, el cu m plim iento de los com prom isos internacionales y el progreso econm ico, social e institu cional del pueblo cu ban o 23. Es significativo que Castro form ulase muy pocas declaraciones program ticas en el segundo semestre de 1958 en m om entos en que se tam baleaba el rgim en de B atista . E l docum ento ms im portante de ese perodo fue la Ley 3 de la Sierra M aestra sobre R eform a A grar ia , del 10 de octubre de 1958, que Castro firm ju n to con el doctor H um berto Sor M arn . Se trataba de una e laboracin m inuciosa del princip io que dice que la tierra es del que la trab a ja , y no m encionaba para nada a las cooperativas o gran jas del E stado 24.

    P ara la m ayora de los cubanos el castrism o era lo que decan esos m anifiestos, program as, folletos y declaraciones varias. N o tenan ninguna m anera de leer el pensam iento de Castro o de analizar su personalidad para conocer cules eran sus verdaderos m otivos, am biciones y tendencias latentes. E l castrism o era la creacin de F idel Castro, pero l lo creaba y recreaba en parte a su propia

    22 Dubois, op. cit., pgs. 264 y 265.23 Selser, op. cit., pgs. 152 a 155.24 Gonzlez Pedrero, op. cit., pgs. 139 a 156.

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  • imagen y., en parte a im agen de aqullos a quienes l deseaba atraer.

    Pblico y privado

    Castro y sus ms n tim os colaboradores han adm itido abiertam ente e incluso se han jactad o de que haba cierta diferencia entre Castro y el castrism o, entre lo que l pensaba en privado y lo que quera que el m ovim iento representara en pblico, especialm ente durante la lucha por el poder.

    Ya hemos sealado la explicacin que dio Castro de por qu La Historia M e Absolver hab a sido escrito con cuidado para que no pareciera dem asiado radical. De hecho d ijo que h ab a asum ido una posicin tan radical como lo p erm ita la eficacia p o ltica o como la que poda aceptar un gran nm ero de cubanos.

    E l fo lleto de 1954 no fue el nico caso de contabilidad poltica doble. Esta prctica com enz al iniciarse el m ovim iento y se hizo ms frecuente a m edida que ste fue creciendo.

    As por e jem plo, Castro lleg casi a sugerir que en la Sierra M aestra l haba sido un cierto tipo de m arxista- len in ista", pero que lo haba ocultado conscientem ente, declarando: Desde luego, s nosotros nos paramos en el Pico T u rq u in o [cum bre de la Sierra M aestra] cuando ramos 'cu atro gatos y decim os: somos m arxistas-leninis- tas desde el P ico T u rq u in o posiblem ente no h u biramos podido b a jar al llano. As que nosotros nos denom inbam os de otra m anera, no abordbam os ese tema, p lan tebam os otras cuestiones que las com prenda perfectam ente la gente' 2S.

    E n cierta oportunidad el Presidente Osvaldo D ortics hizo una variacin sobre este tema. Poco despus que Castro hubiese proclam ado el advenim iento de la revo-

    25 Revolucin , 22 de diciembre de 1961.

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  • ucxn socialista ' en Cuba, el 16 de abril de 1961, Dor- tics in terp ret ese acto en el sentido de que Castro se habla lim itad o a dar un nom bre a los hechos que ya haban acontecid o . Cuando este com entario dio lugar a conjeturas, D orticos explic : Es decir, que en gran parte no se form ul previam ente una teora revolucionaria integral por razones de estrategia, de sabia estrategia, y porque ello hubiese exigido un g ran esfuerzo de adoctrinam iento ideolgico, y este esfuerzo pudo ser obviado porque la m ejor enseanza ideolgica que ha recibido el pueblo cubano h a sido la enseanza incontrovertib le de los propios hechos 26. Estas palabras sugieren que el m om ento elegido para la proclam acin del socialism o obedeci a razones puram ente estratgicas en el sentido de que Castro esper hasta que crey que contaba con su ficiente apoyo popular como para salirse con la suya. E l propio Castro ha utilizado con frecuencia el factor de las condiciones ob jetiv as para explicar por qu d ijo o hizo algo en un determ inado m om ento y no en otro. Se ha sugerido as que l quera hacerlo antes pero h ab a esperado hasta que las condiciones o b jetiv as' lo h icieran factible.

    Pero hay que tener presente la ocasin en que se form ularon esas confesiones,\ T od as fueron hechas en el ao ep que Castro se declar m arxsta-len in ista, y en ese m om ento le interesaba hacer aparecer su presente com o la consecuencia lgica de su pasado. N inguna de las declaraciones de Castro sobre este tem a tan com plejo puede ser aceptada o com predida aisladam ente y es necesario exam inarlas a todas en su propio contexto y en sus recprocas relaciones para llegar a un resultado que se parezca bastante a la verdad. Com o he tratado de demostrar en otro trab a jo , Castro ha dado tantas versiones diferentes de su evolucin hacia el m arxism o-leninism o ca-

    38 Verde Olivo, 25 de junio de 1961, pg. 29.

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  • baT que es arriesgado form u lar una conclusin precip itada sobre la base de una o dos citas que, en todo caso, pueden dar lugar a distintas interpretaciones 27. Lo cierto es que el propio Castro h a fom entado la creencia de que fue cu lpable de disim ulacin.

    Ya hemos visto que el M anifiesto de la Sierra M aestra, de ju lio de 1957, fue uno de los docum entos claves de la guerra civil y contribuy especialm ente a inspirar confianza en las convicciones dem ocrticas de Castro. Cabe preguntarse si Castro crey realm ente en las promesas a ll formuladas de dar elecciones libres , libertad de prensa y todo lo dems, o si slo las hizo suyas por razones puramente oportunistas. Si hemos de creerle al Che G uevara, lo cierto es lo segundo, y l debera saber, puesto que su co laboracin n tim a con Castro data del perodo de M jico. Segn G uevara, fueron precisam ente las disposiciones dem ocrticas de ese docum ento las que le fueron im puestas casi por la fuerza a un Castro renuente por Fazos y C hibs (aunque Guevara no explica por qu luego Castro re iter la m ayora de esas disposiciones por su cuenta, com o lo hizo en el artcu lo publicado en Coronelo en la respuesta al cuestionario de Ju le s D ubois) , Lo nico que G uevara alaba sin reservas es un breve pasaje que califica a la Sierra M aestra de un balu arte indestructible de la lib ertad . P or lo dems, declara quejoso que no estbamos satisfechos con el com prom iso , que el mismo lim itaba nuestro esfuerzo y que representaba un pequeo a lto en el cam ino . G uevara exp lica que Castro firm el m anifiesto porque obtener ese apoyo era algo progresista en aquel m om ento, si b ien no poda durar ms all del m om ento. Ju stifica el hecho de que Castro no cum pliera con lo prom etido en el m anifiesto o, como l dice, la necesidad de rom per lazos incm odos, argu

    27 Theodore Draper, JLa Revolucin de Castro-, Mitos y Realidades (Asociacin Argentina por la Libertad de la Cultura, 1962) , pginas 149 a 161.

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  • m entando que ms tarde se h ab a ro to un pacto t c ito ' por el que se reconoca la autoridad de la S ierra , al parecer para determ inar el fu turo gobierno revolucionario. G uevara se vio obligado a h ab lar de un pacto tcito porque no poda ind icar nada en el propio docum ento que ju stificara esa in terp retacin . As pues, segn la au torizada versin de G uevara, C astro h ab a recibido con real desagrado los puntos dem ocrticos del m anifiesto porque podan atarle las m anos y lo nico que realm ente le haba interesado hab a sido el supuesto reconocim iento de su futura autoridad 28.

    Q ue el factor decisivo era el poder es algo que queda dem ostrado en form a an ms evidente con la exp licacin que dio Castro de su carta del 14 de diciem bre de 1957, dirigida a la Ju n ta de L ib eraci n C ubana para rechazar el pacto de unidad que sus representantes h ab an f i l mado en M iam i 2&. R esu lta irnico que el p rin cip al pre

    se Ernesto Che Guevara, Pasajes de la Guerra Revolucionaria (La Habana, Ediciones Unin/N arraciones, 1963), pgs. 100 a 105.

    29 El texto de esta carta figura en Selser, op. citv pgs. 125 a 14.L a Ju n ta de Liberacin Cubana haba sido constituida el 19 de

    noviembre de 1957 por los representantes de siete grupos contrario^ a Batista, incluyendo el Dr. Felipe Pazos, el Dr. Lucas Moran y Lester Rodrguez por el Movimiento 26 de Julio, Era, en parte* una respuesta al llamamiento para crear un frente unido similar formulado por Castro, Pazos y Ral Chibs en su Manifiesto d la Sierra M aestra" el 12 de julio. Los fundadores de la Junta fir- marn un Documento de Unidad que incorporaba la mayot^ aunque no todos los puntos planteados en el manifiesto. En carta del 14 de diciembre de 1957 Castro repudi la actuacin d^ sus tres representantes y retir al Movimiento 26 de Julio de la Junta. En ese tiempo se crea en general que la principal diferencia surgida entre Castro y la Ju n ta haba sido la eleccin del futuro Presidente provisional. La Junta haba elegido al D r. Pazos que, en su carcter de signatario del manifiesto y destacada figura pblica apoltica, pareca el candidato lgico. Pero esto parece haber provocado la furia de Castro, probablemente porque saba que no podra dominar a Pazos. En su carta del 14 de diciembre contara la Junta, Castro propuso unilateralmente al Dr. Manuel U rrutia como jefe del futuro gobierno provisional. Uno se pregunta si entre el 12 de julio y el 14 de diciembre de 1957 no sucedi algo im por

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  • texto dado por Castro para rechazar el pacto de diciem bre de 1957 haya sido el hecho de que en el mismo no se incluyeran algunas de las disposiciones del m anifiesto de ju lio de 1957. P ero despus de su v ictoria Castro dio otra explicacin. R ev el que en diciem bre de 1957 no haba tenido inters en u na unidad am plia porque entonces slo ten a 120 hom bres armados y que, por lo tanto, no era bastante fu erte para dom inar u na accin unificada. Confes que luego, cuando fue m ucho ms fuerte, favoreci la unidad porque poda dom inarla. L leg incluso decir que h a b a decidido en verdad im pedir cualquier unidad am p lia hasta que term inara la guerra (esto a pesar de que firm un acuerdo de ese tipo en ju lio de 1958) , porque no lograba que los otros grupos aceptasen al Partido C om unista o fic ia l de C uba 30.

    E l representante com unista en la Sierra M aestra, y ms tarde je fe del In stitu to N acional de R eform a A graria (IN R A ) , doctor C arlos R a fa e l Rodrguez, ha hecho algu

    nas aclaraciones peculiares sobre e l program a de reform agraria adoptado por Castro a fines de 1958. Segn R o drguez, al discutirse 1a. reform a agraria algunos aparentemente extrem istas h ab an propuesto e lim in ar to ta lmente el latifun d ism o. Pero F id el, con una extraord inaria claridad tctica y estratgica , h ab a rechazado la propuesta argum entando que nos pondra en contra de todos los propietarios de tierra de nuestro pas y de los im perialistas ex tran jero s, en un m om ento en que la tarea fu nd am ental era derrocar al rgim en de Batista. Despus de tom ar el poder, en cam bio, Castro proceda a adoptar la segunda m edida, la liqu id acin del enem igo interno en la agricu ltu ra , aplazando para ms tarde ailin

    tante, an no revelado, que permita explicar el brusco cambio de actitud por parte de Castro quien, despus de querer aparentemente una unidad amplia a toda costa pas a quererla slo si se haca de acuerdo a sus propias condiciones y de ninguna otra manera.

    30 Revolucin , 2 de diciembre de 1961.

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  • la tercera m edida, contra el latifun d io im p erialista. Es if por esta razn, al parecer, que la Ley N
  • cera un grfico del tono rad ical de sus declaraciones pblicas, desde 1953 hasta 1959, se obtendra una lnea casi siem pre descendente.

    Lo que distingua al castrism o era otra cosa. En general, el cam ino hacia el poder seguido por Castro se b a sab a en tcticas y no en ideas. Y segn los cnones cubanos, sus tcticas eran diferentes, al menos en parte.

    Despus del golpe dado por B atista en marzo de 1952, ia oposicin se haba dividido en dos grupos principales, los insurreccionistas y los electoralistas. Los prim eros crean que la lucha arm ada era la nica m anera de elim inar al usurpador; los segundos deseaban em plear mtodos pacficos para llegar de alguna m anera a realizar nuevas elecciones generales. Castro era insurreccio- nista pero distaba m ucho de ser el nico. Ni siquiera fue el prim ero en preparar un levantam iento. Ya se le haba anticipad o R afae l G arca Brcena, je fe del M ovim iento N acion alista R evolu cion ario (M N R ) , cuya conspiracin fue frustrada por la polica el 5 de abril de 1953, en vsperas de su proyectada insurreccin y ms de tres meses antes del atentado de Castro en M oneada. La T r i ple A de A u reliano Snchez Arango se basaba en la lucha arm ada y lo m ism o cabe decir de muchos otros grupos durante los seis aos siguientes.

    En general, sin em bargo, los dems grupos dirigan sus golpes contra el centro de poder de B atista , la principal base m ilitar cerca de L a H abana, el Cam pam ento Colum - bia, o contra el propio B atista . T a n to G arca Brcena en 1953 com o el C oronel R am n B arq u n en 1956, haban intentado derrocar a B atista obteniendo el apoyo de un sector de las fuerzas arm adas para apoderarse del Cam pam ento C olum bia. E l ataque contra el Palacio P residencial de L a H aban a el 13 de marzo de 1957 por el D irectorio R evolu cio n ario , form ado predom inantem ente por estudiantes, fue planeado para elim in ar al propio B a tista, en la crencia de que su rgim en no podra sobre-

    41

  • vivir sin l. E l lem a del D irectorio era G olpear A rrib a ', aun despus de h aber in iciado una guerra de guerrillas (' en pequea escala en las m ontaas de Escam bray a prin- h cipios de 1958 32. /-

    Castro abandon esas tcticas ms tradicionales. E n 1953 f decidi atacar el segundo cam pam ento im portante de la ! P rovincia de O riente, en el punto ms ale jad o de la ca- [ p ital 33. Al igual que los otros,, no esperaba ni estaba pre- : parado para una larga cam paa; tam bin l pensaba en ' un pronu nciam ien to espectacular, en un acto heroico que * provocara un levantam iento popu lar en Santiago de Cuba, en el extrem o oriental de la isla y no en L a H abana. Su , accin heterodoxa cogi a la guarn icin del e jrcito por i sorpresa en el prim er m om ento, pero Castro no pudo sa- !' car m ucha v en ta ja de ello porque una vez alertadas las i tropas lucharon a favor de B atista en vez de pasarse ra- - p idam ente a su bando. Este fue el riesgo que l corri com o resultado de otro aspecto nada ortodoxo de las tc* p ticas que em ple en M oneada: un ataque desde afuera ;> contra el e jrcito regular en vez de u na conspiracin para ganar una parte del e jrcito desde adentro. i,'-

    E l segundo plan m ilitar de Castro su invasin de C uba desde M jico , en d iciem bre-d e 1956 fue esencial- 1, m ente na variacin del prim er p lan ejecutado en 1953. j/ Su in ten cin era desem barcar con su bote G ranm a cer- fe ca del puerto de N iquero, tam bin en la Provincia de U O riente, donde esperaba recib ir refuerzos; despus de ata- ; car N iqu ero deba asaltar la ciudad de M anzanillo , ms h im portante; al m ism o tiem po sus partidarios deban efec- j..------------------ i-

    32 Tom ado de la Proclama del Directorio Revolucionario Desde la L Sierra de Escambray: A l Pueblo de Cuba , del 25 de febrero de 1958 ^ (segn ejemplar que obra en mi poder) .

    33 En realidad se efectuaron dos ataques en julio de 1953, el |rprincipal contra el cuartel de Moneada, en Santiago de Cuba, y otro ; menor contra el cuartel de la ciudad de Bayamo, en la misma j provincia. Este ltimo, que tampoco tuvo xito, ha sido en general ' ignorado. f,

  • tnar un levantam iento en Santiago de C uba; y una cam paa nacional de sabota je y agitacin deba culm inar en una huelga general 34. H asta tal punto no pensaba Castro en una prolongada guerra de guerrillas en la Sierra M aestra que no hab a hecho n ingn esfuerzo para estudiar la geografa de la regin n i para tratar de crear all algn tipo de o rgan izacin 35. E l plan de 1956 fracas porque, como d ijo uno de los que p articip aro n en l, Faustino Prez, todo sali m a l. D e los 82 hom bres a bordo del "G ranm a slo unos pocos el total vara entre un m nimo de cinco y un m xim o de doce lograron internarse en las m ontaas cercanas de la Sierra M aestra para no ser capturados 36. P or su concepcin este p lan fue m ucho ms com plejo que el ataqu e de M oneada porque intent coordinar un desem barco cerca de N iqu ero con un levantam iento en Santiago de Cuba. Pero en lo esencial, no era ms que otra m anera de lograr una base urbana en la Provincia de O riente para desde a ll atacar el bastin p rin cipal del rgim en de B atista .

    En realidad, Castro term in por aceptar la guerra de guerrillas cuando todos sus otros planes fracasaron. Y sin embargo, esto es lo que lo distingui de los otros conspiradores opuestos a B atista . Estos se h abran retirado de Cuba para preparar otra invasin u otro levantam iento. Castro y algunos de sus hom bres de m ayor confianza se fueron a 3a m ontaa para su frir privaciones y peligros y form ar lentam ente una pequea fuerza de guerrillas. Pero en 1957 y en los prim eros meses de 1958, nadie, incluyendo al propio Castro, pensaba que B atista podra ser derrocado con una guerra de guerrillas. En febrero de 1957 se organiz la R esistencia C vica, grupo pro castrista con

    34 Faustino Prez, Bohem ia, 11 de enero de 1959, pg. 3835 Fidel Castro, Revolucin, 2 de diciembre de 1961.36 Doce, segn la leyenda. Pero Castro ha dicho tambin que

    lo

  • base u rbana, y la victoria pareca tan d istante vista desde ln Sierra M aestra que C astro esperaba que el golpe p rin cip al lo d ara !a resistencia urbana m ediante una huelga general. A n en el m anifiesto del 12 de m arzo de 1958 afirm pu blicam en te que la estrategia del golpe decisivo se basa sobre la huelga general revolu cionara , secundada por la accin m ilita r 37. Q uiere decir que hasta el fracaso de la huelga general efectuada al m es siguiente, el propio C astro crey que la guerra de guerrillas era una tctica secundaria au nque indispensable.

    B atista procur rem atar el fracaso de la huelga general lanzando una ofensiva en mayo de 1958 para aplastar a la banda de Castro en la Sierra M aestra. Esta ofensiva m arc el p rin cip io del fin del rgim en de B atista . Para esa b ata lla Castro slo cont con unos 300 hom bres, de los cuales 60 estaban tan m al armados que resultaron casi in tile s38. A fines de ju lio , a los 71 das, la ofensiva de B atista se derrum b. E l secreto de la v ictoria de C astro hay que buscarlo en los cinco meses siguientes. A pesar de su derrota, las prdidas de Batista eran relativam ente reducidas y se lim itaban al extrem o o rien tal de la isla. Desde el punto de vista m aterial, el e jrcito regular estaba prcticam ente in tacto. M oralm ente, sin em bargo, haba com enzado a desm oronarse de arriba ab a jo . E l derrum be del e jrcito de B atista fue ms un fenm eno poltico y psicolgico que m ilitar. B atista ha sostenido que sus com andantes m ilitares desertaron y stos le han acusado de haberlos ab a n d o n a d o 39. E l final de B atista lleg tan rep en tinam en te que el propio Castro se sinti sorprendido, pues fue ms b ien una cap itu lacin ante un pueblo hostil

    37 Selser, op . cit., pg. 144.38 Fidel Castro, Revolucin , 2 de diciembre de 1961.39 Fulgencio Batista, Respuesta (Mxico, 1960) , especialmente

    pgs. 91 a 145; Jos Surez Nez, El Gran Culpable (Caracas, 196S) , pgs. 155 a 174; Coronel Esteban Ventura Novo, M emorias (Mia- mi, 1960) , pg. 25; Coronel Florentino E . Rosell, L.a Verdad (Mia- mi, 1960) .

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  • que una derrota ante una fuerza enem iga superior. En gran m edida Castro cosech el resultado global de todos los esfuerzos realizados por la oposicin para derrocar a Batista . Los fracasos de m uchos contribuyeron al xito de uno. Sin la presin m ilita r e jercida por C astro el rgim en de B atista no h ab ra cado, pero esa presin estaba muy lejos de ser ..suficiente para provocar su cada.

    Es p arad jico que Castro no pensara nu nca en la guerra de guerrillas al com enzar su lucha, ni v iera en esa tctica la clave de la v ictoria casi hasta el fin a l; la guerra de guerrillas, en cu anto teora de la revolucin latinoam ericana naci o al m enos fue propagada despus y no antes de la v ictoria de Castro. G uevara ha insistido por l menos en tres oportunidades en que los cubanos no se insp iraron en el e jem p lo ch in o ni supieron nada de la doctrina de M a c T se-tu n g sobre la guerra de guerrillas m ientras com batieron con tra B atista 40. L a teora cu bana fue una racionalizacin ex post facto de una respuesta im provisada frente a acontecim ientos que escapaban al control de Castro. L a respuesta debi m ucho m enos al e jem p lo de los com unistas chinos o de otros pases que a la propia trad icin revolu cionaria de C uba, pues cu alqu ier escolar cubano saba que la guerra de la ind epend encia cu bana en el siglo x ix h ab a sido esencialm ente una guerra de guerrillas librad a en la, m ism a regin de O riente que se convirti en el santuario de Castro.

    E n consecuencia, 2a lu cha arm ada, fu era del centro del poder p o ltico y m ilita r de C uba, en contra y no dentro del e jrc ito regular, con el ob jetiv o ltim o de provocar una reb eli n general de las m asas contra el rgim en existente en vez de e lim in ar sim plem ente a su je fe , tal es el. rasgo distin tivo del castrism o durante la lu ch a por el poder.

    40 Obra Revolucionaria , 25 de agosto de 1960, pg. 16; Revolucin ,21 de agosto de 1963; Ibid., 23 de noviembre de 1964.

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  • Del antagonismo a la alianza

    Puede decirse, por lo tanto , que desde el pu nto de vista ideolgico el castrism o nu nca tuvo vida propia. E n o que se refiere a la tctica, com o una form a de la lucha arm ada, tena algo que era exclusivam ente suyo. Y en este sentido poda abrazar d istintas ideologas.

    H asta 1956 Castro ad h iri a la ideologa ,del chibasism o, si de tal puede hablarse. E n 1961 proclam pu blicam en te su adhesin a la ideologa del m arxism o-leninism o. La transicin de u na a o tra ideologa fue un proceso largo y tortuoso del que aun hoy slo pueden trazarse claram ente los rasgos principales.

    Despus del ataqu e contra el cu artel de M ncada, en 1953, el Partid o Socialista P op ular (PSP) , com o se lla m aba el P artid o C om unista o ficia l de C uba, lanz una d eclaracin que en parte deca lo siguiente: R e p u d ia mos los m todos putschistas propios de las facciones p o lticas burguesas, em pleados en la accin de Santiago de C uba y de Bayam o, que fue un in ten to aventurero para apoderarse de am bos cuarteles generales del e jrcito . E l herosm o desplegado por los participantes en la accin es falso y estril y est guiado por concepciones burguesas errneas . L a declaracin condenaba tam bin la represin que sigui al ataqu e porque el P SP pag muy caro el fracaso de Castro 41. Sus publicaciones fueron suprim idas inm ed iatam ente y ms tarde el propio partido fue declarado ilegal.

    Los com unistas, en efecto, no crean que las tcticas de C astro fueran esencialm ente distintas de las em pleadas por otros grupos de la clase m edia que deseaban derrocar

    Daily W orker (Nueva York) , 5 de agosto de 1953. Esta declaracin no pudo aparecer en el rgano comunista cubano H oy, que ya haba sido suprimido. El Partido Comunista ha cambiado txes veces de nombre. Se llam Partido Comunista de Cuba cuando fue creado en 1925, se convirti en la Unin Revolucionaria Comunista en 1940, y por ltimo en el Partido Socialista Popular en 1944.

    46

  • a B atista por la fuerza. D e acuerdo a las norm as com unistas, el putschism o era ipso jacto burgus" y un putsch en Santiago de C uba no era para ellos m ejor que un p u tsch en L a H abana. T o d a v a en octubre de 1956 un rgano o ficia l del P artid o C om unista calific el atentado de M oneada de peligroso y estril 42.

    D u rante su prisin en 1953-1955 Castro nunca fue considerado com u nista; no slo deca ser O rtod oxo sino que stos se sentan contentos de considerarlo uno de los su yos. C astro s vio envuelto por prim era vez en una violenta controversia p blica m otivada por la acusacin de que l era com unista en ju lio de 1956. L a cosa comenz como resu ltad o de un artcu lo p u blicad o en el peridico cubano Bohemia por el republicano espaol exiliad o Luis D am , en el que ste in form que Castro y otras veinte personas h ab an sido arrestadas en M jico . Segn Dar la p olica de M jico hab a obtenid o la confirm acin de que F id el es m iem bro del Partid o C om unista y dirigente de la In stitu ci n C u ltu ral M exicana R u sa 43.

    Castro respondi a esta acusacin de curiosa m anera. C it un d iario de la C iudad de M xico que negaba e i in form e a tribu id o a la p o lica m ejican a y sostuvo que todo ese incidente era u n com plot organizado contra l por el rgim en de B a tista y la E m b ajad a de Estados U nidos. Pero al m ism o tiem po atac ind irectam ente a los com unistas cubanos: Q u m oral tiene, en cam bio, el seor Batista para h a b la r de com unism o si fue candidato presidencial del P artid o C om unista en las elecciones de 1940, si sus pasquines electorales se co b ija ro n b a jo la hoz y el m artillo , si por ah and an las fotos ju n to a B las R o ca y Lzaro Pea,

    42 Carta Sem anal, 10 de octubre de 1956 (citada por Andrs Val- despino en B ohem ia, 26 d junio de 1960, pg. 43, en una controversia con el dirigente comunista Carlos Rafael Rodrguez, quien no la cuestion) . Este peridico se convirti en el principal rgano comunista de 1953 a 1958. Poda obtenerse fcilmente pero no se venda al pblico.

    43 B ohem ia, 8 de julio de 1956, pg. 87.

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  • si m edia docena de sus actuales m inistros y colaboradores de confianza fueron m iem bros destacados del P artid o Com u nista?' 44.

    C reo qu e.es d ifc il im ag in ar que u n com unista, confeso o encu bierto , pueda defenderse en esta form a. E n ese tiem po lo peor que uno poda hacerles a los com unistas cu banos era recordarles su v ie ja asociacin con B atista , com o no fuera hacer correr la voz de que seguan confabulados con el dictador. P arecera que al responder a B atista , C astro no pudo resistir la tentacin de atacar a los com unistas.

    Aos ms tarde, sin em bargo, un corresponsal n o rte am ericano cit a Castro en el sentido de q u e hab a entrado en relacin con los viejos com unistas al salir de la crcel en 1955 y que h ab a habid o co laboracin y re la ciones con ellos, especialm ente cuando nos estbam os preparando en M xico . Castro declar tam bin que los com unistas h ab an convenido en co labo rar con su grupo cuando salim os de M x ico 45. Q uiz haya sido as,

    44 Fidel Castro, jBasta Ya de M entiras!, Bohem ia , 15 de julio de 1956, pg. 84. Blas Roca era el secretario general del Partido Comunista y Lzaro Pea el jefe sindical comunista.

    45 Barnard L. Collier, New York H erald T rib u n e , 23 de agosto de 1964. Segn Juanita Castro, la herm ana de Fidel y R al Castro, "el plan para comunizar a Cuba fue concebido en Mxico en 1955". Dice que Fidel Castro se puso por prim era vez en relacin con diplomticos soviticos y con el dirigente del PSP, Lzaro Pea, en M xico, hacia fines de 1955 o en los primeros das de 1956. Ella parece atribuir estos supuestos hechos a la influencia de Guevara, quien, en ese caso, habra trabajado muy rpidamente porque slo haba conocido a Fidel poco tiempo antes. Pero Juanita Castro no posea ningn conocimiento directo de esos hechos; dice que ms tarde escuch muchas de las ancdotas y relatos de este episodio en las conversaciones de mi hermano con sus compinches en Cuba. Estas declaraciones fueron formuladas por Juanita Castro en un discurso pronunciado en Nueva Orleans el 18 de enero de 1965 (segn la transcripcin inglesa) . Pero Lzaro Pea era uno de los dos dirigentes comunistas mencionados en forma tan poco halagea por Fidel en Bohem ia, aun en julio de 1956. E l problema no consiste, al parecer, en determ inar si Castro y los comunistas o los

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  • pero esto dista m ucho de ser toda la verdad o una parte esencial de la m ism a. En prim er lugar, si Castro in ici sus relaciones con los com unistas en M xico y luego cierto tipo de co laboracin , hay que aband on ar la teora de que siem pre fue un agente com unista o sovitico desde su poca universitaria. E n segundo lugar, Castro nunca haba credo antes en la conveniencia de apostar todo su capital poltico a una sola carta y tam poco lo hizo en M xico. A ll estableci relaciones y procur colaborar con todos los elem entos contrarios a B atista , pero en 1964 p refiri destacar solam ente a los com unistas. E n 1956 haba solicitado y obten id o fondos de fuentes anticomu.nistas com o el d o c to r .Ju s to C arrillo H ernndez, dirigente del grupo M ontecristi, y el ex Presidente Carlos Pro Socarrs. Al. fm de cuentas hab a com prado el G ran m a con dinero del d octor P ro y no de los com unistas. No obstante, si aceptam os su declaracin puede considerarse que M xico fue el pu nto de partida de la co laboracin Castro-com unista. P ero se estaba todava muy lejos de una alianza com pleta, a ju zgar por las alusiones nada halagadoras que hizo C astro a los dirigentes com unistas en el peridico Bohemia durante el verano de 1956, y la reaccin u lterior de stos ante la invasin de Cuba.

    Pues los com unistas no ap robaron la expedicin de Castro en el G ran m a", com o no haban aprobado antes su aventura de M oneada. Sealaron m uy claram ente su posicin en una Carta del Com it Nacional del Partido Socialista Popu lar al M ovim ien to 26 de Ju lio , fechada el 28 de febrero de 1957 pero no p u blicad a hasta el siguiente mes de ju n io . E n este docum ento clave los com unistas cubanos expresaban su rad ical discrepancia con las tcticas y los p lan es" propuestos por F id el Castro. R end an

    representantes soviticos establecieron las primeras relaciones en Mxico sino en saber hasta qu punto lograron llegar a un pleno entendimiento y si Mxico fue el principio o la culminacin de la colaboracin entre Castro y los comunistas.

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  • h om en aje al valor y sincerid ad " de su grupo pero in s is tan en que la accin arm ada era u na tctica equivocada. D efend an la p o ltica de resistir al gob ierno con toda expresin pacfica de la voluntad p o p u lar. D eploraban el terrorism o, el sab o ta je y la quem a de ca a de azcar qu e entonces Castro fom entaba. Pero los com unistas se alab an que su desacuerdo con C astro recaa p rin cip a lm ente sobre los m todos y tcticas . L a carta deca luego que, de todos los grupos polticos de C uba, el M ovim iento 26 de Ju lio era el que estaba ms cerca de la concepcin estratgica com unista au nqu e, irnicam ente, se qu eja b a de que ese m ovim iento no hubiese tom ado todava u na posicin bastante fu erte con tra la dom inacin im p eria lista . As, a pesar del desacuerdo tctico, la direccin com unista in v itaba al M ovim iento 26 de Ju lio a lle gar a un entendim iento ms estrecho basado en una co in cid en cia en m ateria de estrategia.

    L a discrepancia tctica fue subrayada en otro docum ento de ese m ismo perodo, una carta del 17 de marzo de 1957, dirigida por el je fe titubar del PSP, Ju a n M ari- nello, al periodista norteam ericano H erb e it L . M attliew s, en la que afirm aba gravem ente: E n los m om entos actu ales y en relacin con los asaltos a los cuarteles y a las expediciones desde el exterior producidos sin contar con el p u eb lo nuestra postura es muy clara : estamos contra esos mtodos . Despus de m encionar expresam ente al M ovim iento 26 de Ju lio , a ad a : N osotros consideram os que este G rupo a lien ta nobles propsitos pero que, en general, procede; con tcticas erradas . E l vocero com unista deca que las tcticas correctas seran aquellas que m ovilizan a las masas por m edio de huelgas, de dem ostraciones, de protestas cvicas de todo carcter . L e aseguraba a M atthew s que esas actividades cu lm in aran en elecciones , para lo cual p ropona un F ren te D em ocrtico de L i beracin N acional a fin de con stitu ir un gobierno que representara a los trabajad ores, los cam pesinos, la pe-

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  • quena burguesa u rbana y la burguesa nacional, todo bajo la d ireccin del p ro letariad o 46.

    Si C astro y los com unistas estaban tan alejados en la prim avera de 1957, cuando l ya h ab a comenzado a lu char en la Sierra M aestra, esto parecera indicar que cualquier co laboraci n que hubiesen podido organizar en M xico u no o dos aos antes no h ab a progresado m ucho.

    Pero en el mes de febrero de 1958 los com unistas decidieron dar m edia vu elta en su propia posicin tctica. En pocas palabras, ad optaron una p o ltica doble para apoyar al m ism o tiem po la lucha arm ada en el cam po y Ja lucha no arm ada y civil en las ciudades 47. Esta decisin re fle jab a , al parecer, una divisin entre los jefes comunistas y representaba u n com prom iso entre las facciones en lu cha 48. Sea com o fuere, el P SP orden a varios comunistas jvenes que se u n ieran a las fuerzas de Castro en la Sierra M aestra 49. U n o de los viejos com unistas, O svaldo Snchez C abrera, fue enviado al C u artel G eneral de Castro com o agente de e n la c e 50. P ero , estos tanteos no significaban que los fidelistas estuviesen preparados para concertar una alianza total con los com unistas. L a abor

    46 Esta carta es citada, en una versin un tanto distinta, por Her- bert L . Matthews, T h e Cuban Story (Nueva York, George Brazi- Iler, 1961) , pgs. 51 y 52; el texto original de la carta figura ahora en la Biblioteca de la Universidad de Golumbia, He citado algunos pasajes que no fueron utilizados por el Sr. Matthews.

    4? Anbal Escalante, Fundam entos, agosto de 1959, pg. 12. La vuelta de febrero de 1958 fue mencionada tambin por Carlos Rafael Rodrguez en H oy, 15 de abril de 1959, pg. 3.

    48 En el juicio de Marcos Rodrguez, en marzo de 1964, Carlos Rafael Rodrguez seal que l se haba opuesto a la lnea de Anbal Escalante (El M undo , 25 de marzo de 1964) . Todo parece indicar que Carlos Rafael Rodrguez se impuso cuando se pas a su lado Blas Roca, el Secretario del Partido.

    49 En el juicio de Marcos Rodrguez fueron nombrados dos de los jvenes comunistas enviados a la Sierra Maestra, Pablo Ribalta e Hiram Prats (El M undo , 25 de marzo de 1964) .

    so Slo se revel el papel que desempeara Cabrera despus que ste se mat en un accidente de aviacin en enero de 1961 (Verde Olivo, 22 de enero de 1961, pg- 79 y 2 de julio de 1961, pg. 12) .

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  • tada huelga general del 9 de abril de 1958 fue organizada por el M ovim iento 26 de Ju l io sin el apoyo de los com unistas. Estos d ijeron que el fracaso de la huelga en L a H ab an a se h ab a debido al llam am iento u n ila tera l fo rm ulado por los dirigentes de aquel M ovim iento sin contar con el resto de la oposicin n i con los propios obreros 51.

    Es b ien evidente que hu bo una lucha in tern a en el M o vim iento 26 de Ju lio y en el P SP com unista antes de que lograran llegar a un acuerdo. E n el M ovim iento 26 de Ju lio la lucha se lib r entre los dirigentes civiles del llano, que eran anticom unistas, y los jefes m ilitares de la Sierra, que eran pro com unistas. E l fracaso de la huelga de ab ril de 1958 sirvi para desacreditar a aqullos y dar a stos plena libertad . E n el P SP la lucha se efectu entre los partidarios de la v ie ja ln ea de oposicin p acfica y electora l y los conversos de nuevo cuo que crean en una lucha arm ada e insu rreccional . A n el 28 de ju n io de 1958 el C om it N acion al del P SP form u laba una declaracin en la que propona que se pusiera fin a los actos de violencia y se term inara la lucha por m edio de unas elecciones dem ocrticas y lim pias, acatadas por to dos, en las que el pueblo pueda pronunciarse efectivam ente por m edio del voto y cuyos resultados se respeten honrad am en te 52.

    Pero para entonces llegaba a su fin la ofensiva de B a tista en la Sierra M aestra y la suerte com enzaba a favorecer a Castro. A l parecer, hubo un cam bio decisivo en las relaciones de Castro con los com unistas en ju n io o

    51 Declaraciones del P.S.P.: L,as M entiras del Gobierno Sobre la H uelga y la Situacin, folleto firmado por el Comit Nacional del Partido Socialista Popular y fechado el 12 de abril de 1958.

    52 Srs. Miembros de los organismos dirigentes del Movimiento26 de Ju lio , del PR C (a) , de la Organizacin Autntica, del Directorio Revolucionario, del grupo 'M ontecristi', del PPC (O) y del P N R , firmado por el Comit Nacional; Juan M arinello, Presidente; Blas Roca, Secretario General.

  • ju lio de 1958 o en fecha aproxim ada. A l tiem po que Castro celebraba negociaciones con otros grupos de oposicin para llegar al pacto de unidad firm ado en Caracas el 20 de ju lio , h aca lo m ism o con los com unistas y proceda su brep ticiam ente a concertar con ellos o tro pacto de u nid ad ; su brep ticiam ente porque los grupos dem ocrticos de oposicin no qu eran tener nada que ver con los com unistas. Esos grupos no saban, y cuando se les d ijo no quisieron creer, que Castro hubiese aceptado por aliados a los com unistas 53.

    E l 5 de ju n io de 1958, el je fe com unista Carlos R afae l Rodrguez envi desde La H aban a un artcu lo a )La Frari- ce Nouvelle , rgano del Partid o C om unista Francs, en el que in form aba que celebraban negociaciones para lle gar a un acuerdo sindical y nom braba a varios grupos, incluyendo al M ovim iento 26 de Ju l io y a los com unista s54* Castro invit entonces a los grupos de oposicin a que enviasen representantes a la Sierra M aestra, pero slo respondieron los com unistas y el D irectorio R ev olu cio nario 55. E-l propio R odrguez fue a la Sierra M aestra en ju lio y un joven ld er com unista, L u is M as M artn , al mes sig u ien te56. Las negociaciones sindicales, que deben h a berse in iciad o a fines de mayo o princip ios de ju n io , no m archaron muy bien evidentem ente porque no se lleg a un acuerdo hasta octubre, o sea ms de cu atro meses

    53 Carta de Angel del Cerro a Theodore Draper, 2 de septiembre de 1962. Segn del Cerro, que entonces representaba al Grupo Mon- 'tecristi en La Habana, Carlos Rafael Rodrguez regres de su p rimer viaje a la Sierra Maestra y le dijo a los representantes del pacto de Caracas en La Habana que Castro quera que se incluyera a los comunistas, pero nadie le crey y no fue aceptado.

    54 Entre la Colre et la Peur'% La Trance N ouvelle, 17 a 23 de julio de 1958.

    55 Testimonio de Carlos Rafael Rodrguez en el juicio de Marcos Rodrguez, E l M undo, 25 de marzo de 1964.

    56 Hoy, 11 y 15 de enero de 1959^

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  • d esp u s57. Este acuerdo consisti en una decisin de am pliar el E rente O b rero N acion al (FO N ) , que h ab a sido un fren te u nido de los grupos opositores no com unistas, para convertirlo en el F ren te O brero N acion al U n id o (F O N U ) . Este ltim o acept sim blicam ente a los co

    m unistas en el fren te u nido sindical, pero parece que eso no fue m ucho ms que un gesto 58.

    T o d a v a a fines de 1958 y princip ios de 1959 la prensa sovitica con tin u aba apoyando a Castro en form a con d icional y atribuyendo caprichosam ente sus xitos sobre todo al PSP. U n artcu lo p u blicad o en el p eridico T iem pos Nuevos, en octu bre de 1958, segua sosteniendo que las insurrecciones arm adas eran com o chispas que no podan d eb ilita r seriam ente el poder de B a tis ta porque estaban aisladas y no con taban con el apoyo de las m asas . R eco n oca , no obstante, que el m ovim iento de Castro haba alcanzado am plias proporciones y se haba co n v ertid o ,en un m ovim iento de m asas , pero afirm aba que ello se deba p rin cip alm ente a las actividades del P artid o Socialista P o p u lar . E l au tor m enospreciaba el m ovim iento de C astro, argum entando que no posee un program a p o ltico d efin id o y no prom ete las reform as sociales que pod ran cam biar rad icalm ente la situacin de los trabajad ores 59. O tro artcu lo publicado en In ternational Affairs, en enero de 1959, y escrito, evidentem ente, antes de que llegara a M osc la n o tic ia del triu n fo de Castro, estim aba conveniente sealar que el P SP , si b ien

    57 Joaqun Qrdoqui, en su libro Elem entos para la Historia del M ovimiento O brero en Cuba (La Habana, Secretara de Divulgacin de la C T C -R , 1961) , pg. 35, da la fecha de octubre de 1958. El dirigente sindical comunista TJrsinio Rojas declar que las negociaciones se iniciaron en junio y julio de 1958 y se terminaron en octubre y noviembre de ese ao (.Fundam entos, marzo de 1959, pg. 22) .

    58 Bohem ia, 15 de febrero de 1959, pg. 88.59 M. Kremnyov, Cuba in Flam es, New Tim es (Mosc) , N

  • apoy el m ovim iento guerrillero , no pudo d e jar de condenar las tcticas errneas de algunos grupos rebeldes que realizaban, actos terroristas y aventureros, con el resu ltado de que el e jrcito rebelde sufri u na serie de derrotas ap lastantes", pero in form aba que ltim am ente los rebeldes h ab an logrado algunas im portantes v ic to r ia s60. D u rante todo el ao 1958 la propaganda sovitica re fle j las desconfianzas y las crticas anteriores del PSP, pero en un p lan o