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Construcción de valores en familia

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Construcción de valores en familia

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2008 © Cree-Ser

Bogotá, D. C. - ColombiaISBN: 978-958-8369-00-6ISBN: 978-958-8369-09-9

Tomo 9

Dirección Editorial: Grupo Editorial Cree-SerDiseño y Diagramación: Miller Alejandro Gallego C.

Cree-ser: Calle 59 No. 10 - 59 Of. 307Teléfono: 248 4990 - 347 8941 • Fax: 255 33 94www.cree-ser.com

Impreso y hecho en Colombia. Lac ImpresoresBogotá, D. C. - Colombia. 2008

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CONTENIDOIntroducción .......................................................................................... 05Objetivos ............................................................................................... 07Competencias ........................................................................................ 07Palabras clave ........................................................................................ 08

Capítulo 1 La familia formadora de valores

1.1 Humanización y socialización ....................................................... 131.2 El proceso socializador y la construcción de normas: bases de la formación en valores .................................................... 141.3 Formación de la personalidad en el individuo .................................. 141.3.1 La autorregulación de la personalidad ............................................. 151.3.2 La autorregulación moral y ética de la personalidad ......................... 161.4 Somos constructores de pensamiento ............................................ 181.5 Niveles de desarrollo moral ........................................................... 181.5.1 Una lectura desde el estudio realizado por Lawrence Kohlberg ......... 191.5.2 Nivel I: moral preconvencional ....................................................... 201.5.3 Nivel II: moral convencional .......................................................... 211.5.4 Nivel III: moral posconvencional o basada en principios ................... 22

Capítulo 2 Formado en valores a través de la autoestima

2.1 El hombre: centro de los valores ................................................... 282.1.1 Autoestima .................................................................................. 282.1.2 Baja autoestima ........................................................................... 282.1.3 Familia y autoestima, bases de la construcción social y en valores ........................................................................ 292.1.4 Características de la autoestima positiva ......................................... 302.1.5 Actitudes o posturas habituales que indican autoestima baja ............ 322.1.6 El Complejo de inferioridad ........................................................... 32

Capítulo 3 Construyendo relaciones familiares con base en valores

3.1 La familia como valor y fuente de valores ........................................ 373.2 Valores fundamentales de la familia ............................................... 38

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3.3 Trasgresión del sentido del valor ................................................... 383.4 La familia y sociedad .................................................................... 403.5 Consideraciones finales ................................................................. 41

Capítulo 4 Fortaleciendo valores en la adolescencia

4.1 Los valores en la adolescencia desde el socio humanismo ................ 454.2 Jerarquía de valores .................................................................... 464.3 Es difícil vivir sin valorar ............................................................... 474.3.1 Valoramos y somos valorados ........................................................ 474.3.2 ¿Cómo valora el ser humano? ........................................................ 484.4 Educar en un ambiente relativista del ser, de la razón y del valor .......................................................................... 484.5 ¿Cómo educar en un estilo de vida centrado en el presente, en lo momentáneo, en lo cotidiano? ............................................... 494.6 Educar en una generación sociológica individualista, hedonista y narcisista ................................................................... 50

Capítulo 5 Viviendo los valores

5.1 Pistas para el reconocimiento del valor ........................................... 535.1.1 Libre elección .............................................................................. 535.1.2 Proporcionar varias alternativas ..................................................... 535.1.3 Tesón por conseguirlo ................................................................... 545.1.4 Gusto por conseguirlo ................................................................... 545.1.5 Reconocimiento ante los demás por haberlo conseguido ................... 545.1.6 Puesta en acción real .................................................................... 545.1.7 Repetición continúa ...................................................................... 545.2 ¿Para qué se educa en valores? ...................................................... 545.3 Implicaciones que se desprenden al optar por los valores .................. 555.4 Criterios a tener en cuenta para educar la vivencia de los valores ...... 555.4.1 Una pedagogía fundamentada en la persona ................................... 555.4.2 Una pedagogía fundamentada EN y PARA la libertad ....................... 555.4.3 Una pedagogía fundamentada en el sentido comunitario .................. 565.4.4 Resignificar los valores de acuerdo con su realidad .......................... 56

Glosario ................................................................................................. 57Bibliografía ............................................................................................ 61

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INTRODUCCIÓN Al emprender el tema del desarrollo axiológico de la persona no se debe limitar a

otorgarle un valor a las cosas en cuanto tal, puesto que ello sería una visión limitada y reduccionista de estudio, ya que para este tipo de abordaje es necesario considerar los valores como algo que tenemos o que podemos tener en nuestro interior los seres humanos. Los valores se encuentran arraigados a la condición de la existencia y cons-tituyen un punto de partida y el objetivo último en la formación de toda la personalidad del individuo y su desarrollo humano, puesto que son los que permiten establecer la propia identidad y el modo personal de asumir conductas y comportamientos para relacionarse con el mundo.

Un valor así entendido, conduce a otorgarle sentido a la vida, estableciendo de esta forma qué es bueno o malo, qué es preferible o su contrario; lo cual, se incorpora al psiquismo del individuo ayudándole a generar escalas jerarquías o valorativas en cuanto a la concepción de la existencia. Esto refleja el tipo de desarrollo moral y de la personalidad de cada ser humano.

El desarrollo moral y de la personalidad del individuo normalmente se enmarcan en la denominada educación moral, función de los grupos primarios de relación (familia y escuela); limitándose en muchos casos, a su desarrollo desde una perspectiva inte-lectual, dejando de lado que ellos se dan en la vida misma y desde la cotidianidad. Lo anterior implica tener claridad sobre la forma como piensa el individuo y qué tipo de conceptos está en capacidad de asimilar, a partir de actividades concretas que resulten fáciles de programar y realizar, para que pueda adquirir y asimilar hábitos, conductas y costumbres que lleven a la persona al entendimiento y asimilación del valor.

Por lo anterior, emerge la urgente necesidad de establecer un referente teórico que posibilite a cualquier encargado de potenciar la realización humana de la persona, los elementos fundamentales del desarrollo de la personalidad del individuo a nivel psicológico, social, cognitivo y su nivel de desarrollo moral, para que puedan generar procesos conducentes a entender qué es un valor, su importancia e incidencia en la vida del ser humano; a partir de la relación con sus pares y su entorno. Este es el referente sobre el cual gira la disertación teórica y el proceso reflexivo del presente eje de formación en valores.

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Objetivo general

• Proporcionar referentes teórico-conceptuales que permitan a los encargados de la formación y el desarrollo humano de diversos individuos y grupos sociales, precisar que son los valores y la forma como son asimilados por las personas para generar estrategias conducentes a la consolidación de escalas axiológicas, coherentes con la humanización del ser de los individuos y de su consecuente socialización.

Objetivos específi cos

• Precisar en qué consisten los procesos de humanización y socialización y los núcleos primarios de relación encargados de generarlos para la estructuración del desarrollo de la personalidad del individuo.

• Establecer con claridad la forma como la persona estructura su desarrollo cognitivo y afectivo, así como su desarrollo moral y axiológico, de tal forma que se pueda generar una resignificación del sentido de valor desde un referente humanizador.

• Con base en el estudio adelantado por Piaget y Lawrence Kolhberg, asumir los niveles de desarrollo moral de los seres humanos con la finalidad de potenciar estructuras valorativas coherentes con la dignidad de la persona humana.

• Reconocer la valía de la persona y su estima, como fundamentos para la construc-ción de los valores para vivir la vida.

• Determinar la importancia de la los núcleos primarios de socialización (familia-escuela-pares) como soportes para la estructuración de la identidad de la persona y sus relaciones con los demás.

• Reconocer el enfoque sociohumanista como el punto de partida para el fortaleci-miento de valores, de acuerdo con la etapa de desarrollo psicológico en la que se encuentre la persona.

• Emplear los referentes teórico conceptuales como soportes para la estructuración de escalas valorativas conducentes al crecimiento y desarrollo integral de la persona en los marcos de familia y sociedad.

• Asumir las fuentes, los criterios y las pautas para el reconocimiento de los valores de tal forma que posibiliten su vivencia en pro de la construcción del sano desarrollo del psiquismo y de la personalidad del individuo, tanto a nivel personal como en el desarrollo de la conciencia colectiva y la práctica social.

Competencias

• Establece con claridad en qué consisten los procesos de humanización y socialización y los núcleos primarios de relación encargados de generarlos para la estructuración del desarrollo de la personalidad del individuo.

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• Elabora elementos para explicar la forma como la persona estructura su desarrollo cognitivo y afectivo, así como sus desarrollo morales y axiológicos, de tal forma que resignifica el sentido de los valores desde un referente humanizador.

• Puede explicar con precisión y claridad en que consiste el desarrollo moral de la persona, de acuerdo con el estudio adelantado por Piaget y Lawrence Kolhberg, de forma coherente con la dignidad y el desarrollo de pensamiento de la persona.

• Asume el enfoque sociohumanista como el punto de partida para el fortalecimiento de valores en el individuo, de acuerdo con la etapa de desarrollo psicológico en la que se encuentre.

• Emplea los referentes teórico conceptuales de tipo psicológico, sociológico y an-tropológico para desarrollar en la persona escalas valorativas conducentes a su crecimiento y desarrollo integral en los marcos de familia y sociedad.

• Estable con claridad las fuentes, los criterios y las pautas para el reconocimiento de los valores, de forma que posibilita su vivencia en pro de la construcción del sano desarrollo del psiquismo y de la personalidad del individuo, tanto a nivel personal como en el desarrollo de la conciencia colectiva y la práctica social.

Palabras clave

Valor, axiología, humanización, socialización, desarrollo moral, desarrollo de la personalidad, individuo, persona, ser, ser humano, ética, moral, estima, autoestima, autorregulación, desarrollo de pensamiento, nocional, conceptual, proposicional, precategorial, categorial, preconvencional, postconvencional, convencional, núcleos primarios de relación, familia, pares, escuela, resignificación y jerarquía de valores.

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La familia formadora

Capítulo 1

de valores1.1 Humanización y socialización

El papel esencial de la familia en el desarrollo formativo de la persona es el posibilitar los elementos que le permitan incrementar día a día sus grados de humanización. Esta tarea es de vital importancia, pues es en el seno del

núcleo primario de relación, la familia, en donde cada ser humano adquiere los ele-mentos básicos para solidificar su vida y su ser, sin importar en qué tipo de sistema familiar se encuentre inmerso.

Los seres humanos son animales sociales, por lo que se encuentran en interacción con diversos grupos que les posibilitan la consolidación de su identidad, proceso que recibe el nombre de socialización. Gracias a él cada persona asume y acepta las normas sociales imperantes debido a la intervención no sólo personas significativas para el individuo, como por ejemplo los padres o los hermanos, sino también de instituciones como la escuela. A todos estos entes que influyen de alguna manera en el proceso socializador de la persona, se les denomina agentes de socialización.

Existen diversos agentes de socialización, que juegan un papel importante según las características concretas de la sociedad, de la etapa en la vida del sujeto y de su posición dentro de la estructura social. En la medida en que la sociedad se va haciendo más compleja y diferenciada, el proceso de socialización también se hace más complejo y se ve en la necesidad a su vez de homogeneizar a los miembros de la sociedad, con el fin de que exista tanto la indispensable cohesión entre todos ellos, como la adaptación de los individuos a los diferentes grupos y contextos socioculturales en que tienen que desempeñarse asumiendo distintos roles o papeles.

Como se evidencia, el hombre se ve sometido desde su nacimiento a una educación que, desde sus inicios, cultiva sólo algunos de sus atributos que según su familia y contexto social son los requeridos para su sano desarrollo, por lo que los individuos aprenden y aprehenden lo que el sistema familiar y social requieren y, de esta manera, es inducido a organizar lo que Gouldner denomina su sí mismo y su personalidad, de acuerdo con las normas operativas de la utilidad y las estructuras axiológicas de cada contexto.

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1.2 El proceso socializador y la construcción de normas: bases de la formación en valores

El proceso de socialización es entendido como aquel que le proporciona al ser humano los elementos necesarios para adaptarse y asumir los aspectos culturales del medio en el cual se desenvuelve, gracias a la interrelación con los grupos básicos de interacción: familia, pares, escuela, etc. Es así como el individuo, inicia la introyección de comportamientos y conductas, reconocidas por el contexto familiar y social como aceptadas y válidas; siendo asimiladas por repetición hasta convertirse en hábitos.

Los hábitos son asimilados por el individuo debido a su repetición, por lo cual les incorpora de forma inconsciente a su vida, proceso que se da a nivel individual y colectivo, esto le lleva a establecer costumbres; las cuales son entendidas como el “conjunto de inclinaciones y de usos que forman el carácter distintivo de una cultura, una nación o de una persona y que puede llegar a adquirir fuerza de precepto”1. Este desarrollo es inherente a la naturaleza de las personas y les ayuda a adquirir conoci-mientos específicos, desarrollar potencialidades y habilidades necesarias para poder participar adecuadamente en la vida social, adaptándose a las formas de comporta-miento organizado característico del contexto social en el cual se encuentran sumidos. En este sentido, las relaciones sociales del ser humano, son probablemente una de las dimensiones más importantes del desarrollo de la persona.

Entender el proceso de socialización de esta manera posibilita asumirle como aquel que viabiliza la interiorización de normas y valores, la estructuración de la personalidad del ser, su manera de pensar, sus conductas, su identidad y, en resumidas cuentas, su desarrollo mental, moral y social, configurando finalmente un niño, joven, adulto o persona mayor perfectamente adaptada a su entorno social.

En este sentido es indispensable precisar que el valor, al estar relacionado con la propia existencia de la persona, afecta su conducta, configura y modela sus ideas y condiciona sus sentimientos, obligando a los grupos humanos a entenderlo como algo cambiante, dinámico, que en apariencia, eligen las personas con libertad. No obstante su construcción y consolidación depende en gran medida, de lo interiorizado por la persona a lo largo del proceso de socialización y, por consiguiente de ideas y actitudes que se reproducen a partir de las diversas instancias socializadoras (escuela, familia, la comunidad, los medios de difusión masiva, etc.).

1.3 Formación de la personalidad en el individuo

La determinación social de la personalidad del individuo difícilmente se da de manera directa e inmediata, puesto que cada ser humano se encuentra expuesto a infinidad de influencias emergidas en los procesos humanizador y socializador en medio del clima de globalización mundial, pero cada ser humano actúa en concordancia con el

1 DICCIONARIO DE LA REAL ACADEMIA DE LA LENGUA ESPAÑOLA. Vigésima tercera edición. 2003.

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ambiente en el cual se encuentra inserto; estructurando su ser y que hacer gracias a los referentes de valor que se le han proporcionado.

El proceso formativo de la personalidad se expresa en los comportamientos evi-denciados por la persona en sus actuaciones cotidianas, mediante la exteriorización conductual de sus cualidades. Es pertinente aclarar que la conducta es un elemento de vital importancia que refleja el nivel de desarrollo de la personalidad, pero no es elemento absoluto, puesto que se puede simular, por lo que es necesario no limitarse solamente a ella como indicador de desarrollo, teniendo en cuenta que no es el de-sarrollo de la personalidad la que actúa por el individuo, sino que es el ser humano quien le da sentido a su ser por la intencionalidad de su obrar.

Los seres humanos evidencian su estructura personal gracias a sus actuaciones pero no se debe olvidar que tras ellas se encuentran como soporte los hábitos, las costumbres y los referentes axiológicos, los valores, que llevan a cada individuo a vi-vir de acuerdo con los referentes humanos asimilados en los procesos socializadores aportados en sus diversos núcleos de relación primaria.

La estructuración de la personalidad del ser humano le ayuda a organizar de manera estable y sistémica los diversos contenidos, conocimientos, competencias, habilidades y funciones psicológicas a cada hombre y mujer en sus diversas etapas de crecimiento, puesto que le proporcionan los elementos esenciales para caracterizar la expresión inte-gral de su ser, determinado la regulación y autorregulación de sus comportamientos.

Dentro de la función autorreguladora de la personalidad de cada ser humano exis-ten diferentes niveles. El superior es aquel que le permite a la persona participar de forma consciente y activa en la determinación de sus comportamientos, mediante sus reflexiones y elaboraciones personales, imprimiéndole un sentido único a sus acciones y orientarlas por objetivos que trascienden las situaciones presentes.

1.3.1 La autorregulación de la personalidad

El concepto de autorregulación resulta central en la concepción que se tenga sobre la estructuración de la personalidad, la cual plantea la necesidad de concebirla como un sistema autorregulado por el individuo, en donde todos los elementos funcionan de forma integrada y adquieren cualidades específicas en cada persona. Algunos auto-res como J. Conil y A. Domingo, se refieren a la autonomía de la personalidad desde una posición ética, que en esencia es lo mismo y es lo que le da sentido a hablar del mundo de los valores.

La estructura sistémica de la personalidad se mantiene a lo largo de la vida pues no es cerrada ni terminada ya que el ser humano es un ente en constante cambio y crecimiento, es decir se humaniza, pero sufre cambios cuantitativos y cualitativos en las diferentes etapas de su desarrollo (neonatos, niñez, pubertad, adolescencia, juven-tud, adultez y vejez). Las nuevas incorporaciones hechas a su desarrollo psicológico

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se van integrando dinámicamente de tal forma que siempre se considera a la persona como un ser en crecimiento y desarrollo.

Desde esta perspectiva se evidencia lo complejo de la psique del ser humano y sus desarrollos emocionales y afectivos en las diferentes etapas de la vida, así como su autorregulación en la esfera moral y ética, núcleo decisivo en la formación de la personalidad, pues la fisonomía moral constituye la base sobre la que se erige el resto de la vida psíquica y social de las personas.

1.3.2 La autorregulación moral y ética de la personalidad

La moral y la ética vistas como elementos esenciales en la conformación del de-sarrollo de la conciencia social de la persona, no solo son objeto de reflexión desde la filosofía, sino también desde la psicología, debido a la existencia de mecanismos subjetivos que determinan la conducta del hombre, de acuerdo con las normas socia-les imperantes, sin pretender con ello establecer una correspondencia unívoca entre moral predominante y conducta personal.

Se puede afirmar que en el centro de la personalidad están los valores morales y éticos que ha interiorizado cada persona, como resultado de sus procesos humaniza-dores y socializadores, estructurados en gran medida por el mundo de la educación y que se han traducido en cualidades que regulan la conducta del hombre. Antes de que en el ser humano se cristalicen su posición política e ideológica, debe haber una postura ético-moral más o menos consciente, gracias a los valores asimilados en sus núcleos primarios de relación: la familia, la escuela y sus pares. La importancia de este planteamiento ha llevado a diversos autores a investigar sus implicaciones desde la perspectiva psicológica. Por ejemplo F González ha considerado el nexo entre la regulación moral con el desarrollo integral de la personalidad, la inserción del ideal moral en el sistema regulador de ella, aclarando que el ideal efectivo no puede ser una sumatoria de cualidades o atributos referidos a un modelo y que este ideal moral constituye una formación psicológica significativa en el proceso autoeducativo del hombre.

De otra parte, aclara además que la educación y el desarrollo moral no deben limitarse a la transmisión de contenidos y valores, al estilo de una ética de mínimos, sino que el proceso de configuración conjunta de la persona y de su estructura axio-lógica deben ser portadores de un sentido moral para él, vivenciado y asumiendo lo que conduce a la diferenciación individual en la apropiación de la moral. Este autor plantea como exigencias a la personalización de los valores:

• No permitir que los valores se agoten en las conductas o en las expresiones intencio-nadas de la persona, ni mucho menos limitarlos a la simple reflexión del individuo sobre problemas actuales, cotidianos, de orden moral.

• Los valores adquieren sentido y forma por el proceso dado en la comunicación interpersonal por su racionalidad y afectividad.

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• Deben ser congruentes con la nueva resignificación que se le da a los “por que“; este cambio genera inseguridad, escepticismo e incredulidad.

En cuanto al debate actual sobre la formación de valores en la comunicación juega un papel esencial, no por su sentido de instrucción, orientación o transmisión, sino como comunicación dialógica real, donde se crea un espacio común en las partes que intervienen y comparten necesidades, reflexiones, motivaciones y errores, esto conduce dar sentido a los comportamientos de los individuos y las colectividades de acuerdo con las normas morales fundamentales emergidas al interior de cada cultu-ra, constituyéndose así como el nivel superior de regulación, por lo cual emerge la autorregulación para comprender mejor la estructura del ser humano en sus aspectos cognitivos, afectivos y motivacionales .

En este sentido diferentes autores han abordado el tema desde referentes psico-lógicos para tratar de establecer como emerge el desarrollo moral de la persona y la forma como estructura sus referentes axiológicos, como son Jean Piaget y Lawrence Kohlberg. Ellos le han otorgado un enfoque cognitivo estructural al estudio del desa-rrollo moral del hombre y propusieron la idea del tránsito en el desarrollo del hombre del estadio heterónomo al estadio autónomo, lo cual coincide plenamente con el criterio de la autorregulación moral como el nivel superior de la autorregulación de la personalidad.

Otros enfoques como el proporcionado por Pantoja, abordan la unidad del ser para estructurar la personalidad del individuo, desde la concordancia existente entre la educación y la autorregulación en cuanto a la relación la conducta moral y el auto-control, porque según el autor la educación es lo que permite que la persona pasar del heterocontrol al autocontrol (de una heteronomía a una autonomía), pero sin dejar que dicho proceso sea el fin de la estructura de la personalidad, pues conduciría al individualismo y al subjetivismo; por el contrario, es simplemente un medio para lograr el fin de la educación moral, que no se autorregula per se, sino que adquiere los va-lores o principios morales que le sirven de base al ser humano para asumir y orientar responsablemente su conducta. Detrás de la autorregulación, entendida desde esta óptica, se encuentra la potenciación del yo en cuanto a su autonomía, libertad, inde-pendencia, autodeterminación y responsabilidad para que cada individuo se encuentre en capacidad de dirigir la propia vida conforme a sus principios personales.

Gracias a los planteamientos esbozados con anterioridad se puede constatar la existencia de un consenso psicológico, en cuanto al valor de la autorregulación y del juicio moral y su importancia en el desarrollo de la personalidad de los hombres, como base para desarrollo de la personalidad. Lograr este empeño requiere partir de una estructura que posibilite entender como se da el desarrollo de las diversas inteligencias en el individuo, así como su desarrollo moral y por ende la forma como estructura y asimila sus modelos axiológicos.

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1.4 Somos constructores de pensamiento

Una de las aportaciones del constructivismo (Binet, Piaget, Barlett, Vygotski, Feuerstein) es la convicción de que el ser humano se va construyendo mentalmente a partir de las influencias de sus núcleos primarios de relación. Desde esta perspec-tiva instituciones como la familia, la escuela y los pares significativos se convierten en factores que aportan constantemente al individuo en su proceso de desarrollo y construcción del pensamiento y, a partir de él, de la inteligencia.

Pero, ¿Qué se ha de construir? ¿Qué debe estructurar el ser humano para la cons-trucción de su ser? Estas preguntas invitan a pensar en la forma como se da la cons-trucción del saber, del saber aprender y del saber cómo aprenden los seres humanos, pues varia de acuerdo con la edad y condiciones de los individuos, el medio y las condiciones en las cuales se desenvuelve.

El desarrollo de la personalidad del individuo implica potenciar en él la apropiación de estructuras mentales que le lleven a consolidar un pensamiento estable y coherente con su edad de desarrollo (nocional, conceptual, abstracto, proposicional o categorial), sin olvidar que el pensamiento goza de un gran dinamismo y flexibilidad y que debe ser desarrollado gracias a los procesos de humanización y socialización.

El pensamiento debe estar en concordancia con el desarrollo de la psique del indi-viduo pues es la expresión de la razón, pero sin dejar de lado que razonar sobrepasa el nivel de lo intelectual y pasa a ser principio moral, como la definición de la perso-na, en la que se dice como gran cualidad “que razona”; frente a su contrario: esta persona “no piensa”, “no razona”, “no se puede discutir con ella”. En el fondo, sigue vigente el principio de la “aprehensión” de la realidad como la capacidad de razonar o capacidad y facultad lógica de toda persona que realmente llega a serlo. De ahí la importancia que adquiere el desarrollo moral del individuo.

1.5 Niveles de desarrollo moral

Desde un punto de vista psicológico se consideran fundamentalmente dos concep-ciones distintas:

• Una considera el desarrollo moral como una elaboración de juicios universales sobre lo bueno y lo malo. Esta posición ha sido especialmente defendida por autores como Piaget o Kohlberg. Según esta concepción, el niño va a adquirir una serie de juicios, valores u opiniones a lo largo de su proceso evolutivo, que van a ser universales, es decir, el niño sabrá que una conducta es buena, no porque aprenda que dicha conducta es correcta en un entorno determinado, y por tanto buena, sino porque es objetiva y universalmente buena; y por tanto asumida como canon ético universal.

• Otra concepción considera el desarrollo moral como un proceso de interiorización de normas y prohibiciones socialmente sancionadas. Esta posición ha sido defendida por neoconductistas como Sears, Maccobi, Levin, teóricos del aprendizaje social

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como Bandura, y también por algunos psicoanalistas. Básicamente, esta posición mantiene que el niño va aprendiendo y asumiendo conductas en función de que estas sean castigadas o recompensadas. El niño aprenderá que ciertas cosas están mal porque serán castigadas de algún modo y aprenderá que otras están bien o son correctas porque cuando las haga será recompensado por ello.

No obstante es necesario recordar que para los teóricos del aprendizaje social, la conducta moral es adquirida normalmente en función de las condiciones particulares que el niño encuentre en cada uno de los ambientes y núcleos primarios de relación. Por ejemplo, un niño puede aprender cumplir unas normas en casa pero no en el colegio y viceversa, a respetar unas prohibiciones pero no otras, o incluso a cumplir unas normas delante de unas personas y a infringirlas delante de otras.

1.5.1 Una lectura desde el estudio realizado porLawrence Kohlberg

Kohlberg comparte con Piaget la creencia que la moral se desarrolla en cada indi-viduo pasando por una serie de fases o etapas, las cuales se encuentran en estrecha relación con el tipo de pensamiento alcanzado por cada ser humano. Estas etapas son las mismas para todos los seres humanos y se dan en el mismo orden, creando estructuras que permitirán el paso a etapas posteriores. Sin embargo, no todas las etapas del desarrollo moral surgen de la maduración biológica como en Piaget, por-que se encuentran íntimamente ligadas a la interacción con el ambiente y los núcleos primarios de interacción del individuo.

Desde esta perspectiva el desarrollo biológico, psiquico e intelectual es una con-dición necesaria para establecer el tipo de desarrollo moral de cada persona. De otra parte, según Kohlberg, no todos los individuos llegan a alcanzar las etapas superiores de este tipo de desarrollo.

El desarrollo de la conciencia moral requiere de una serie de pasos dados entre cada etapa de crecimiento, en las cuales se adquieren estructuras de conocimiento, valoración y acción. Estas estructuras son solidarias dentro de cada etapa, es decir, actúan conjuntamente y para su consolidación dependen las unas de la puesta en marcha de las otras. Kohlberg no encuentra razón para que, una vez puestas en funcionamiento, dejen de actuar, aunque sí acepta que se produzcan fenómenos de desajuste en algunos individuos que hayan adquirido las estructuras propias de la eta-pa de un modo deficiente. En este caso los restos de estructuras de la etapa anterior podrían actuar aún, dando la impresión de un retroceso en el desarrollo, de ahí que la vivencia de los valores no sea la más apropiada porque, en ocasiones, no se tiene claro cómo potenciarlos de acuerdo con el desarrollo moral de cada individuo y con el tipo de pensamiento que ha estructurado.

El estudio sobre el desarrollo moral fue generado por Kohlberg al extraer las definiciones concretas de las etapas del desarrollo con niños y adolescentes de los

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suburbios de Chicago, a quienes les presentó diez situaciones posibles en las que se daban problemas de elección moral entre dos conductas. El análisis del contenido de las respuestas, el uso de razonamientos y juicios, la referencia o no a principios, etc. fue la fuente de la definición de las misma. Posteriormente, y para demostrar que estas etapas eran universales realizó una investigación semejante con niños de una aldea de Taiwan, traduciendo sus dilemas morales al chino y adaptándolos un poco a la cultura china.

El desarrollo moral comenzaría con la etapa cero, donde se considera bueno todo aquello que se quiere y que gusta al individuo por el simple hecho de que se quiere y de que gusta. Una vez superado este nivel anterior a la moral, se produciría el desarrollo, distinguiendo varios estadios que corresponden a tres niveles: el nivel preconvencional, el convencional y el postconvencional.

Este proceso implica la transformación de identidad moral de cada persona acorde con el desarrollo de su personalidad, el cual ser rige por los principios externos dados por la ética universal asumida de modo autónomo que construye la convivencia en términos de justicia, reciprocidad y equidad.

En el nivel preconvencional lo justo se define por la satisfacción de necesidades individuales de cada persona, en el convencional por el nivel de aceptación que generan las “buenas acciones” por el canon social y, en el postconvencional, por la definición de principios y valores morales cuya validez depende más de la autodeterminación que de la autoridad.

1.5.2 Nivel I: moral preconvencional

En este nivel se dan dos etapas a saber:

• Etapa 1: el castigo y la obediencia (heteronomía): se caracteriza porque el individuo en ella solamente tiene en cuenta su propio punto de vista, es decir, el egocentris-mo; puesto que no se reconocen los intereses de los otros como diferentes a los propios. Las acciones dadas a este nivel se consideran sólo desde la perspectiva física, desconociendo las intenciones de los demás, y termina siendo confundida la autoridad con la visión propia.

En ella se considera que lo justo es la obediencia ciega a la norma, con la finalidad de evitar los castigos y no causar daños materiales a personas o cosas.

Las razones que llevan a actuar a la persona que se ubica en esta etapa a hacer lo justo, son evitar el castigo y el poder superior de quienes se erigen como autoridad.

• Etapa 2: el propósito y el intercambio (individualismo): la perspectiva característica de quienes se ubican en esta etapa, es el individualismo concreto. El propósito y el intercambio se dan porque buscan desligar los intereses de la autoridad de los propios, y se reconoce que todas las personas tienen intereses que pueden no

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armonizar. De esto se deduce que lo justo es “relativo”, ya que está ligado a los intereses personales, y que es necesario un intercambio con los otros para conseguir la satisfacción de los intereses propios.

Lo justo en esta etapa es seguir la norma sólo cuando beneficia a alguien, actuar a favor de los intereses propios y dejar que los demás lo hagan también.

La razón para hacer lo justo es satisfacer las propias necesidades en un mundo en el que se tiene que reconocer que los demás también tienen sus necesidades e intereses

1.5.3 Nivel II: moral convencional

En este nivel también se dan dos etapas.

• Etapa 3: expectativas, relaciones y conformidad interpersonal (mutualidad): en ella la persona busca ponerse en el lugar del otro, es decir, se tiene en cuenta el propio punto de vista pero en relación con otros individuos. En esta fase se destacan los sentimientos, acuerdos y expectativas compartidas, pero no se llega aún a una generalización del sistema.

Para quienes se ubican en ella lo justo es vivir de acuerdo con lo que las personas cercanas a sí mismo esperan, esto significa aceptar el papel de buen hijo, amigo, her-mano, etc. Ser bueno, en este sentido, significa tener buenos motivos y preocuparse por los demás, así como también mantener relaciones mutuas de confianza, lealtad, respeto y gratitud.

Las razones que mueven a actuar de manera justa son la necesidad de ser una buena persona ante sí mismo y ante los demás, preocuparse por los demás y la consideración de que, si uno se pone en el lugar del otro, quisiera que los demás se portaran bien.

• Etapa 4: sistema social y conciencia (ley y orden): en ella el punto de vista desde el cual la persona ejerce su moral se identifica con el del sistema social que define los papeles individuales y las reglas de comportamiento. Las relaciones individuales entre los seres humanos se consideran en función de su lugar en el sistema social y si son capaces de diferenciar los acuerdos y motivos interpersonales del punto de vista de la sociedad o del grupo social que se toma como referencia.

Lo justo en esta etapa es cumplir los deberes que previamente se han aceptado ante el grupo. Las leyes deben cumplirse salvo cuando entran en conflicto con otros deberes sociales establecidos. También se considera como parte de lo justo la contri-bución a la sociedad, grupo o instituciones.

Las razones para hacer lo que está bien son mantener el funcionamiento de las instituciones, evitar la disolución del sistema, cumplir los imperativos de conciencia (obligaciones aceptadas) y mantener el autorrespeto.

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Construcción de valores en familia

1.5.4 Nivel III: moral postconvencional o basada en principios

En él, las decisiones morales tienen su origen en el conjunto de principios, derechos y valores que pueden ser admitidos por todas las personas que componen la sociedad, entendiéndose ésta como una asociación destinada a organizarse de un modo justo y beneficioso para todos sin excepción.

• Etapa 5: derechos previos y contrato social (utilidad): en esta etapa se parte de una perspectiva previa a la de la sociedad: la de una persona racional con valores y derechos anteriores a cualquier pacto o vínculo social. En ella se integran las diferentes perspectivas individuales mediante mecanismos formales de acuerdo, contrato, imparcialidad y procedimiento legal. Se toman en consideración la pers-pectiva moral y la jurídica, destacándose sus diferencias y encontrándose difícil conciliarlas.

Lo justo consiste en ser consciente de la diversidad de valores y opiniones y de su origen relativo a las características propias de cada grupo y cada individuo así como también en respetar las reglas para asegurar la imparcialidad y el mantenimiento de lo acordado socialmente. Se suele considerar una excepción por encima de los acuerdos sociales el caso de valores y derechos, como la vida y la libertad; que se ven como absolutos y deben, por tanto, respetarse en cualquier sociedad.

La motivación para hacer lo justo es la obligación de respetar el pacto social para cumplir y hacer cumplir las leyes en beneficio propio y de los demás, protegiendo los derechos propios y los ajenos. La familia, la amistad, la confianza y las obligaciones laborales se sienten como una parte más de este contrato aceptado libremente. Existe interés en que las leyes y deberes se basen en el cálculo racional de la utilidad general, proporcionando el mayor bien para el mayor número de personas.

• Etapa 6: principios éticos universales (autonomía): en esta última etapa se alcanza por fin una perspectiva propiamente moral de la cual se derivan los acuerdos so-ciales. Es el punto de vista de la racionalidad, según el cual todo individuo racional reconocerá el imperativo categórico de tratar a las personas como lo que son, fines en sí mismas, y no como medios para conseguir ninguna ventaja individual o social.

Lo que está bien, lo justo, es seguir los principios éticos universales que se descubren por el uso de la razón. Las leyes particulares y acuerdos sociales son válidos porque se basan en esos principios y, si se violaran o fueran en contra de ellos, se deberá seguir lo indicado por los mismos. Los principios son los universales de la justicia: la igualdad de derechos de los seres humanos y el respeto a su dignidad de individuos. Éstos no son únicamente valores que se reconocen, sino que además pueden usarse eficientemente para generar decisiones concretas.

La razón para hacer lo justo es que, racionalmente, se ve la validez de los principios y se llega a un compromiso con ellos. Este es el motivo de que se hable de autonomía moral en esta etapa.

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Para terminar, es indispensable tener en consideración que quienes ejercen el papel de responsables dentro de las estructuras familiares o sociales establecidas, deben posibilitar a los miembros de los núcleos primarios de relación, el desarrollo moral apropiado para generar el proceso de formación en valores, por lo cual es imperativo pasar progresivamente por los diferentes estadios, sin ningún tipo de salto evolutivo y sin involuciones.

Este tipo de procesos van vinculados al desarrollo psicológico de la persona, teniendo presente que si este no se da desde el desarrollo de la personalidad del individuo, difícilmente se posibilitará el desarrollo moral del ser humano. La forma como Lawrence Kohlberg generó su teoría permite concluir que no es exclusiva de las sociedades occidentales sino que, gracias a la aplicación de los dilemas morales en diversos lugares del mundo, son esquemas de razonamiento universales.

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Formando en valores

Capítulo 2

a través de la autoestima

El valor, al estar relacionado con la propia existencia de la persona, afecta su conducta, configura y modela sus ideas y condiciona sus sentimientos, obli-gando a los grupos humanos a entenderlo como algo cambiante, dinámico,

que, en apariencia, eligen las personas con libertad. No obstante su construcción y consolidación depende en gran medida, de lo interiorizado por la persona a lo largo del proceso de socialización y, por consiguiente de ideas y actitudes que se reproducen a partir de las diversas instancias socializadoras (escuela, familia, la comunidad, los medios de difusión masiva, etc.).

Por eso se puede preguntar ¿los mecanismos utilizados por la familia y la escuela para la construcción de valores tendientes a la humanización del ser y al mejoramiento progresivo de la sociedad, responden al entendimiento pleno del sentido de los valores y a los requerimientos que se deben dar para su vivencia?

La palabra “valor” viene del verbo latino valere que significa estar bien, tener salud, vigor, fuerza, energía. Un valor es algo que “está bien”que posee esas características, algo que se impone por sí mismo, de ahí que sea entendido como “un don de natura-leza intrínseca, que distingue a cada persona, colocándola en capacidad de cumplir determinadas funciones, de acuerdo a las capacidades de cada valor,”2 por lo cual, los valores se constituyen en la fuente de la motivación de toda conducta humana, debido a que sitúa la persona y la confronta con su medio, con el mundo y con la visión trascendente de su propio ser.

Sus fuentes no son las modas ni mucho menos las exigencias de los padres o de las entidades e instituciones sino, las necesidades de cada persona y el grupo del que hace parte, al ofrecer a cada ser humano la filosofía conducente al buen vivir ético, cosa que es imposible de lograr si no se parte del valor fundamental, la persona misma, ya que el “valor eres tú” por eso se fundamenta en la estima de la persona.

2 LLANO RUIZ, Álvaro. Ponencia dirigida a los estudiantes de los colegios de Conoced Nacional. Bogotá, 1998

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Construcción de valores en familia

2.1 El hombre: centro de los valores

Los valores no existen sin el hombre, porque es con ellos que se da significado a la propia existencia. El centro o el “lugar” de los valores es el hombre concreto que existe con los demás en el mundo para realizar su propia existencia. Las cosas adquieren valor en la medida en que se insertan en este proceso de humanización del hombre.

Esta condición del encuentro con los valores reclama una actitud educativa en la que de nuevo hay que reconocer el lugar central del hombre en la constelación de los valores, reconocimiento que conduce a entender que solo en la media que el hombre se humanice y reconozca su sentido de ser humano, se concebirá plenamente el sen-tido del valor una vez se desarrollen los procesos de autoconocimiento y desarrollo del “yo”, bases de la estima personal de cada individuo.

2.1.1 Autoestima

Es entendida como el sentimiento valorativo del ser humano, de su manera de ser, de quienes somos nosotros, del conjunto de rasgos corporales, mentales y espirituales que configuran la personalidad, es por eso que ella marca una impronta profunda en cuanto a la valoración que el individuo hace de sí mismo. Dicho sentimiento valorativo se aprende, por lo que adquiere una dinámica cambiante y en constante transformación, motivo por el cual se puede mejorar o transgredir el ser de la persona, de acuerdo con los referentes de valor que tengan la persona en sus núcleos de relación; es decir o se potencia una alta o baja estima personal.

El proceso de configuración de la estima, y por tanto del valor que se posee como persona, es más fuerte a partir de los 5 a 6 años de edad, debido a ser la etapa de desarrollo psicológico del individuo, en la cual comienza a asumir un concepto más claro sobre la forma de cómo nos ven los mayores padres, hermanos maestros, amigos, y las experiencias que van adquiriendo.

De acuerdo con el proceso de estructuración de la estima (autoestima) por parte del individuo, es el concepto que se desarrolla de sí mismo (autoconcepto) y la percepción del propio yo, del mundo y de los referentes de valor sobre los cuales se estructura la vida, de tal modo que la estructuración axiológica se encuentra en estrecha relación con este proceso, por lo cual es imperativo posibilitar una buena estructuración de la autoestima para potenciar a los seres humanos a desarrollar sus habilidades y aumentar el nivel de seguridad social mientras que una autoestima baja enfocará a la persona hacia la derrota y el fracaso.

2.1.2 Baja autoestima

Una gran mayoría de los seres humanos tenemos en el interior sentimientos no re-sueltos, aunque no siempre se sea consciente de tal situación. Los sentimientos ocultos de dolor suelen convertirse en enojo, y con el tiempo se tornan en un elemento que perjudica el ser de la persona, dando así lugar a la depresión. Estos sentimientos pueden

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asumir diversos matices y formas: odio hacia sí mismos, ataques de ansiedad, repen-tinos cambios de humor, culpas, reacciones exageradas, hipersensibilidad, encontrar el lado negativo en situaciones positivas o sentirse impotentes y autodestructivos.

Cuando la persona no desarrolla un sano proceso de crecimiento en su estima personal da paso a la generación de grandes sufrimientos, tales como, enfermedades psicológicas, depresión, neurosis y determinados rasgos que pueden no llegar a ser patológicos, pero sí crear una serie de insatisfacciones y situaciones de dolor, como por ejemplo, timidez, vergüenza, temores o trastornos psicosomáticos.

Es por ello que en los grupos primarios de relación se debe posibilitar un creci-miento afectivo positivo hacia el propio yo, porque es gracias a ella que el individuo percibe el mundo externo e interno y la forma como se valora la vida así como la de los demás, generando confianza o desconfianza en sí mismo, en las propias posibili-dades, puede que sea por experiencias que así se lo han hecho sentir o por mensajes de confirmación o desconfirmación que son trasmitidos por personas importantes en la vida de cada uno, que la alientan o la denigran.

Otra de las causas por las cuales las personas llegan a desvalorizarse, es por la comparación con los demás, destacando de éstos las virtudes en las que son superio-res, por ejemplo: sentir que no llegan a los rendimientos que otros alcanzan; creer que la existencia no tiene una finalidad, un sentido y no generan capacidad de otorgarle sentido a la existencia; sentir que los seres significativos los descalifican y la existencia se reduce a la de un ser casi sin ser. Lo anterior imposibilita comprender que todas las personas son diferentes, únicas e irrepetibles, y eso lleva al individuo a considerarse menos que los demás.

El ser humano , por ser un animal social, va creciendo y formando su persona-lidad dentro de sus núcleos primarios de relación, siendo el de mayor incidencia el ambiente familiar, convirtiéndose este último, en el principal factor que influye en la formación de la misma, ya que le incorpora a ésta los valores, reglas y costumbres que a veces suelen ser contraproducentes. Algunos de los aspectos ya mencionados son incorporados, a los núcleos primarios de relación, por medio del “modelo” que el contexto social presenta, y éste es asimilado por todos los grupos sociales por igual. Pero, la personalidad de cada uno, no sólo se forma a través de la relación con los estamentos que ayudan en la humanización y la socialización, (familia, escuela, pares) sino también, con lo que éstos creen que los demás piensan de ellos y con lo que piensa de sí mismos, relación que adquiere mayor complejidad al salir de su propio ambiente y relacionarse con personas de otros grupos diferentes.

2.1.3 Familia y autoestima, bases de la construcciónsocial y en valores

La autoestima, también es entendida como el proceso en el que la persona aprende a quererse y respetarse a sí misma, es decir, un aprendizaje que le permite al individuo

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Construcción de valores en familia

construirse y reconstruirse por dentro. Esto depende, también, del ambiente familiar en el que se esté inserto y los estímulos que éste proporcione.

Al acercarse al fenómeno de la violencia intrafamiliar, se ha podido determinar que las víctimas y los victimarios poseen muy baja autoestima, ya que por un lado, la víctima es alguien al que maltratan sin que ésta pueda poner límites y no se da cuenta de que está siendo abusada. Por otro lado, los victimarios compensan lo inferior que se sienten, maltratando y abusando, en este caso, a un familiar.

Muchas de las heridas emocionales que tiene una persona han sido producidas en su niñez siendo las causales de trastornos psicológicos, emocionales y físicos (cáncer, úlceras, hipertensión, trastornos cardíacos y alimentarios, depresiones, etc.), produ-ciendo serias dificultades en su vida; acarreando como consecuencia lógica problemas de relación, disminución de la energía y de la capacidad creativa, relaciones matri-moniales desastrosas, no poder hacer o conservar amigos, bajos niveles de tolerancia y relación con las hijas e hijos.

Existen padres, madres, docentes o cuidadores que humillan, desprecian, no pres-tan atención, se burlan o se ríen de las personas cuando piden ayuda, sienten dolor, tienen un pequeño accidente, necesitan que les defiendan, expresan miedo, piden compañía, se aferran buscando protección, tienen vergüenza, etc.. Estas actitudes se completan con otras totalmente opuestas; demostrar a las personas que son seres humanos “queridos, deseados y bellos,” creándoles una gran confusión. Pero estas muestras de cariño son aparentes, adjudicándole un rotulo a su identidad, que trae como consecuencia un peso negativo en formación y en el desarrollo de sus capa-cidades, de ahí la importancia de generar un sano desarrollo de la estima personal como base para la consolidación de la estructura axiológica del ser de la persona, porque de lo contrario cuando el ser humano afectado alcanza su vida adulta, tenderá a transmitir la humillación o el maltrato a personas más pequeñas o vulnerables. Es una cadena hereditaria de abuso y poder, ya que el desprecio y la vergüenza vivida en la vida, especialmente en la infancia, son la fuente de los problemas que afectan en la vida adulta y los causantes de la baja autoestima.

La principal imagen y más generalizada forma de violencia es el maltrato emocio-nal. Hay muchas formas de asustar a un niño y hacerlo sentir culpable e intimidado, sin recurrir a la violencia física. El niño o la niña se atormentan con pensamientos y sentimientos que no pueden comunicar ni compartir con nadie y aprenden a soportar el dolor y el silencio.

La autoestima y la comunicación están muy relacionadas, porque según como se diga algo, el efecto será positivo o negativo, se aprenderá de las experiencias y condiciones de vida o se generará resentimiento, que se transmite desde la infancia hacia el futuro. Por esta razón, se entiende que los padres, madres, cuidadores en general o modelos a seguir erigidos en los núcleos sociales primarios que dañan la

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autoestima de los seres humanos, especialmente de los niños y niñas, no siempre lo hacen intencionalmente, ya que ellos fueron tratados de la misma manera y se limitan a repetir el mismo modelo.

Ninguna forma de maltrato es educativa y ningún mensaje o forma como se comu-nique que culpabilice, critique, acuse, insulte o reproche es un buen estímulo para nadie. Y menos en la infancia, debido a que por el desarrollo psicológico y biológico, no se tienen las posibilidades de defenderse, protegerse o entender que es la impotencia y el desconocimiento de otras formas de trato lo que lleva a los responsables de los procesos formativos a asumir el roll de responsable de una manera inapropiada.

2.1.4 Características de la autoestima positiva

Un er humano con una buena autoestima no necesita competir, no se compara, no envidia, no se justifica por todo lo que hace, no actúa como si “pidiera perdón por existir” no cree que está molestando o haciendo perder el tiempo a otros, se da cuen-ta que los demás tienen sus propios problemas en lugar de culparse “por ocasionar molestias”

Algunas de las características que permiten evidenciar una estima positiva de una persona son:

• Creer firmemente en ciertos valores y principios estando dispuesto a defenderlos aún cuando encuentre fuerte oposiciones colectivas, por lo que la persona se siente lo suficientemente segura para modificar los valores y principios si nuevas experiencias indican que son equivocos.

• Es capaz de obrar confiando en su propio juicio, y sin sentirse culpable cuando a otros le parece mal lo que halla hecho.

• No emplear demasiado tiempo preocupándose por lo que halla ocurrido en el pa-sado, ni por lo que pueda ocurrir en el futuro.

• Confianza en su capacidad para resolver sus propios problemas, sin dejarse aco-bardar por los fracasos y dificultades que se experimenten.

• Se considera igual, como persona, a cualquier otra, aunque reconoce diferencias en talentos específicos, prestigio profesional o posición económica.

• Da por supuesto que es una persona interesante y valiosa para otros, por lo menos para aquellos con quienes se asocia.

• No se deja manipular por los demás, aunque está dispuesta a colaborar si le parece apropiado y conveniente.

• Reconoce y acepta en sí mismo una variedad de sentimientos e inclinaciones tanto positivas como negativas y está dispuesta a revelarlas a otra persona si le parece que vale la pena.

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Construcción de valores en familia

• Es capaz de disfrutar diversas actividades como trabajar, jugar, descansar, caminar, estar con amigos, etc.

• Es sensible a las necesidades de los otros, respeta las normas de convivencia ge-neralmente aceptadas, reconoce sinceramente que no tiene derecho a mejorar o divertirse a costa de los demás.

2.1.5 Actitudes o posturas habituales que indican autoestima baja

Algunas de las características que denotan una estima baja son:

• Autocrítica dura y excesiva que la mantiene en un estado de insatisfacción consigo mismo.

• Hipersensibilidad a la crítica, por la que la persona se siente exageradamente atacada, herida; y termina echando la culpa de los fracasos a los demás o a la situación; lo cual el lleva a cultivar resentimiento contra sus críticos.

• Indecisión crónica, no por falta de información, sino por miedo exagerado a equi-vocarse.

• Deseo innecesario por complacer, por el que no se atreve a decir NO, por miedo a desagradar y a perder la buena opinión del peticionario.

• Perfeccionismo, autoexigencia esclavizadora de hacer "perfectamente" todo lo que intenta, que conduce a un desmoronamiento interior cuando las cosas no salen con la perfección exigida.

• Culpabilidad neurótica, por la persona se acusa y se condena por conductas que no siempre son objetivamente malas, exagerando la magnitud de sus errores y delitos o los lamenta indefinidamente, sin llegar nunca a perdonarse por completo.

• Hostilidad flotante, irritabilidad latente, siempre a punto de estallar aún por cosas de poca importancia, todo le sienta mal, todo le disgusta, todo le decepciona, nada le satisface.

• Tendencias defensivas, un negativo generalizado (todo lo ve negro: su vida, su futuro y, sobre todo, su sí mismo) y una inapetencia generalizada del gozo de vivir y de la vida misma.

2.1.6 El complejo de inferioridad

Las experiencias dolorosas del pasado marcan una impronta muy fuerte en la vida de la persona que pueden conducir al individuo a truncar durante un largo periodo de tiempo su personalidad, por una serie de miedos, inseguridades y dudas acerca de su propia identidad y capacidad.

El proceso de socialización y humanización al que cada ser humano ha sido expuesto a lo largo de su existencia conducen a heredar y repetir las pautas de crianza en las cuales se ha sido educado, no obstante gracias a la construcción de las estructuras

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axiológicas y los proceso de desarrollo de la estima personal, cada ser humano adquiere características que definen su personalidad y singularidad.

Esta influencia sobre el desarrollo de la personalidad de cada ser humano afecta de una u otra forma su ser y quehacer determinando en gran medida la tendencia o no al optimismo o la depresión. De otra parte la herencia genética, las experiencias recibidas en los núcleos primarios de relación van incidiendo en el auto-concepto de sí mismo y determinan el grado de valía de cada individuo.

Uno de los mayores saboteadores del sano desarrollo de la personalidad del indivi-duo es el denominado complejo de inferioridad. A continuación se establecerá en qué consiste y cual es su incidencia en el desarrollo valorativo del individuo y su estima personal.

¿Qué es el complejo de inferioridad?: lo opuesto al sentimiento de valor personal o autoestima. Este se manifiesta como un sentimiento que comienza a interiorizar el individuo, tal y como sucede con la autoestima. Este proceso surge al escuchar de forma reiterada expresiones como: “es tan lenta para las matemáticas”, “es tan feita la pobrecita”, qué trágico que un niño nazca con la nariz tan grande”, cuando las tontas nacieron”, etc., Expresiones como estas generan que el individuo desarrolle su perso-nalidad con base en el sentir y el pensar que algo en su ser no está bien, generando reacciones negativas hacia la corporeidad, las capacidades intelectuales, sensibles o expresivas. Por ejemplo, la persona piensa que es inferior, fea, tonta, bruta, y que nunca va a estar al nivel de los demás o que tal vez nunca podrá alcanzar las metas que se ha trazado. Es así como un ser humano va adquiriendo e incrementando el sentimiento de inferioridad y va siendo reforzado por aquellos que le rodean, de una forma muy lenta pero contundente al punto que en el momento menos esperado, el individuo se siente inútil hasta para los más mínimos retos, entonces se llena de miedos y temores empezando a asomar el dolor.

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Capítulo 3

Construyendo relaciones

familiares con base en valores

3.1 La familia como valor y fuente de valores

La familia, por ser uno de los núcleos primarios de relación de la personas, en el que se gestan y establecen las bases para las relaciones interpersonales entre sus integrantes y los demás miembros de la sociedad, se convierte en el

espacio por excelencia donde se genera el desarrollo psicológico, cognitivo y expresivo del ser humano. Este proceso va estrechamente relacionado con la adquisición de los rasgos y valores culturales gracias los cuales el individuo aprende a asumir diversos roles y formas de ser y actuar, asumiendo las bases para la estructuración de su ser comportamental, de ahí que se pueda afirmar que las relaciones interpersonales que se establezcan en el hogar serán el factor preponderante en el desarrollo del individuo.

Lo anterior permite aseverar que la familia, es un valor en sí misma, porque ella posibilita establecer las normas de comportamiento de sus miembros (”la moral fami-liar”) y éstas, al ser consecuentes con los comportamientos ideales que posibilitan la humanización del ser individualmente y en grupo, adquieren el carácter de valor. Por eso la familia es fuente de valores, por ser el espacio por excelencia en donde se moldean las características del modelo de conducta que se desea del ser humano, pues con cada palabra, cada recomendación, cada gesto, más las interacciones interpersonales; se solidifican los modelos de conducta que se desean hacia los diversos miembros de la estructura familiar, ya sean asumidos por repetición convicción o imposición.

El núcleo primario de relación llamado familia se convierte en el escenario donde la persona consolida su personalidad, justamente porque es el lugar donde puede desplegar todas sus potencialidades físicas y mentales y sus aptitudes, y con ello se le permite “desarrollar su propia manera de enfrentar sus necesidades básicas primero, y luego después las que requiera para el logro de sus objetivos o metas, pues también merece tener en consideración, que es en la familia donde se moldea la conciencia individual del ser humano”3. Este planteamiento posibilita afirmar que “es necesario

3 Familia, Teología Moral, en www.mercaba.org.

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reflexionar que el valor de la familia se basa fundamentalmente en la presencia física, mental y espiritual de las personas en el hogar, con disponibilidad al diálogo y a la convivencia, haciendo un esfuerzo por cultivar los valores en la persona misma, y así estar en condiciones de trasmitirlos y enseñarlos”4, denotándose que además de ser un valor es fuente de transmisión de valores hacia el contexto cultural y social del cual hace parte.

La familia cumple así su función fundamental, de ser núcleo y espacio de humani-zación primario de desarrollo de la personalidad del individuo, para poder estructurar las bases fundamentales que posibiliten a los demás núcleos de relación de la perso-na la socialización y la normalización de estructuras axiológicas, basadas en valores tendientes a la humanización del ser y de la sociedad.

3.2 Valores fundamentales de la familia

Según lo establecido hasta el momento, la familia se constituye por derecho propio, como el espacio en donde se aprenden y vivencian los valores, de ahí que valores tales como el amor, la verdad, la solidaridad, la generosidad, el respeto, la fidelidad, la responsabilidad, la sinceridad, la honestidad, entre otros, inciden de manera directa en la formación de la llamada personalidad ética del ser humano, gracias al desarrollo de la personalidad del individuo. Esta personalidad ética hace posible la transmisión y vivencia de los valores propios de cada contexto cultural, dado que familia y sociedad se interrelacionan directa y recíprocamente en un permanente proceso de evolución y desarrollo.

La interrelación generada entre la personalidad ética y el desarrollo de la persona-lidad de cada individuo consolidan:

• La construcción de la cultura en donde se experimenta el valor del amor: lo cual es posible solo en la medida que cada núcleo primario de relación se convierta en un ente que posibilite al individuo el desarrollo de su individualidad, autoestima y aceptación de su propio ser, tal cual es; es decir, que ame y asuma su propia existencia dándole sentido y valor a su vida para conducir a la persona al incre-mento constante de su ser, haciendo posible una convivencia sana y honesta, en un ambiente digno para el pleno desarrollo de sus miembros. Y por ello se puede afirmar que, “el amor implica confianza, protección, respeto a los gustos del otro, comunicación, caricias, ayudas al crecimiento emocional y espiritual. Consiste en compartir la vida con alegría, dialogar sobre las diferencias y preferencias, y respetar la integridad física, moral y espiritual de los demás”.5

• La Comunicación: porque es a través de ella que las personas establecen relaciones interpersonales verdaderas, sinceras, donde cada ser humano expresa sus emo-

4 La familia: Como educar en valores y virtudes; www.monografias.com.

5 ¿Sabes lo que es el verdadero amor? www.vidahumana.org

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ciones, sentimientos, formas de pensar, inquietudes, etc., sin temor; y a su vez los demás escuchan y asumen lo expresado, mas no lo que quieren y pretenden oír e interpretar, para posteriormente establecer espacios de dialogo que buscan cons-truir conjuntamente niveles comunicativos y relaciones conducentes al crecimiento integral de la persona, emergiendo así el ambiente apropiado para la vivencia de los valores y la resignificación constante de los mismos.

• La apertura: la familia es una entidad dinámica y en constante crecimiento, de ahí los cambios radicales en su estructuración y tipologías en la actualidad. Ella debe posibilitar a sus miembros la aceptación y respeto por la diferencia y el cambio, acomodándose al devenir dialéctico del canon social, pues ella siempre es afectada de una u otra forma por los constantes movimientos sociales, en ese sentido se le considera “como un sistema sociocultural abierto en proceso de transformación, ésta transformación se da lugar de acuerdo a los cambios sociales”6 y no se puede estar ajeno a ellos.

3.3 Trasgresión del sentido del valor

La familia, como se ha establecido, es el espacio por excelencia para la interacción personal, la construcción y la vivencia de los valores, pero también se puede convertir en el núcleo primario para la trasgresión de los mismos. Esto se debe a que es una entidad con múltiples variaciones y significaciones en la actualidad, en la cual, en diversas ocasiones su sentido y significación es poco claro o inexistente; dejando de lado su ser axiológicamente valioso, como es la dignidad de la persona humana, por tratar de satisfacer otros valores a cualquier costo, que a su vez hacen diluir al ser humano, tal y como sucede con el “tener”, entendido como la capacidad para adquirir lo que se requiere en el mundo económico actual, sin importar el costo que se tenga que pagar para poder colmar los aspectos meramente materiales.

Esta visión puede entenderse en la expresión “vales según lo que tienes y no según lo que eres”7, significando que todo aquello que las personas consideran útil para sus variadas necesidades puede llegar al extremo de afectar la consideración de la dignidad de la persona humana. De ahí que el fin justifica los medios que se utilizan para alcanzarlo.

Un aspecto que emerge de manera contraria al ser de la persona es verle como un objeto de propiedad privada o de placer, motivo por el cual muchos responsables o cuidadores de preservar la estructura familiar abusan de su rol detentando la autori-dad con base en el autoritarismo y la generación del miedo y el temor, ya que no se les posibilita a los seres humanos un espacio de relación en donde puedan expresar abiertamente lo que piensan y sienten, esto genera desconfianza y la búsqueda de espacios o refugios en donde no sientan vulnerada su dignidad. Esta es la base de la

6 Manual de Conciliación Familiar, Ministerio de Justicia, Escuela Nacional de Conciliación

7 Mgtra. Ananí Gutiérrez Aguilar, Familia y Valores, Principios del Derecho de Familia, Arequipa 2006, pág., 58.

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violencia intrafamiliar, por creer que las relaciones desde el poder y la fuerza, son las más apropiadas para el desarrollo de cada individuo, pensamiento contrario al desa-rrollo de la autoestima y un imaginario diferente de realización humana.

La transgresión del valor de la persona conduce a vivir relaciones de una manera inapropiada, acarreando como consecuencia lógica valerse de la mentira para tratar de convencer o conseguir lo que desean, siendo conscientes que es mentira, lo que genera sentimiento de frustración, más aún al no obtener la recompensa que se le ofreciera a cambio de ese “algo” deseado. Otra implicación fuerte es la aparición de comportamientos rebeldes y desobedientes ante una instrucción que se de, y que al no saberlos transmitir de una manera apropiada genera un sentimiento negativo por las limitaciones de éste para cumplirlo. El chantaje, que se traduce en que los padres cuando le piden a sus hijos que cambien su actitud a cambio de obtener un regalo o un capricho, lo que pueden desatar es un círculo vicioso pues se forma en la per-sona una especie de estrategia para conseguir o satisfacer por medio del capricho lo que desean en sus variadas formas imaginarias propias de cada edad. Por último la irresponsabilidad en el cumplimiento de determinadas tareas propias de la responsa-bilidad de cada ser humano, que van formando una personalidad irresponsable o su cumplimiento parcial, o hacerlo con el menor esfuerzo, consolidando así también una personalidad conformista, esta situación normalmente va acompañada de la sobrepro-tección y conduce a que los individuos no sean identificados como seres individuales y únicos, capaces de hacer sus cosas por propia cuenta.

Si a las consideraciones de relación evidenciadas con antelación se le suma el problema de las relaciones familiares violentas, y que en muchas ocasiones no se reconocen como tal, las consecuencias para la estructura familiar trae consecuencias negativas, cuyos efectos son asumidos por los diversos integrantes de la familia, quienes van adquiriendo los mismos hábitos o costumbres de una cultura de la vio-lencia como fiel reflejo de la conducta de sus padres o cuidadores, entonces se hace necesario reflexionar en torno a este tema, de la llamada formación y vivencia de los valores en la familia y que sea continuada en la formación escolar como una manera de contrarrestar los efectos nocivos mencionados que a la vez contribuyen a la forma-ción de personas con principios y cimientos éticos inapropiados para el desarrollo de la humanización y la dignidad de la persona.

3.4 La familia y sociedad

La familia y sociedad se implican éticamente, por eso es posible afirmar que la familia es la primera escuela de valores y apertura a la sociedad, ya que ella se des-envuelve y participa de la cultura social, compartiendo los valores tanto en el interior de su estructura como también de la sociedad pues se encuentra al servicio de la sociedad, lo que hace indispensable establecer una relación armoniosa e integradora entre estos dos estamentos para cumplir con su función humanizante y socializadora, de allí emerge la implicación ética entre la familia y sociedad.

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La sociedad y la familia tienen una función complementaria entre sí, consistente en la defensa de cada integrante de la familia y a su vez de todos y cada uno de los integrantes de la sociedad. Con base en ello, cualquier estructura estatal organiza su ordenamiento jurídico para que valores como la justicia posibilite la realización de un orden social cada vez mejor; desde esta perspectiva “la sociedad humana busca constantemente establecer un orden social histórico justo de acuerdo a la escala de valores existentes, pero nunca logrará producir un orden perfecto”8, de allí el recono-cimiento de la defensa del orden social de acuerdo con los valores imperantes en un contexto y lugar determinados.

3.5 Consideraciones fi nales

Al reconocer que la familia es un valor en sí y fuente de valores se resalta su cua-lidad de ser como lugar en donde se vivencian los valores, donde se establecen las relaciones entre los padres, entre los padres y los hijos, donde los hijos van adquiriendo la cultura o costumbres y las normas de comportamiento con contenido valorativo (“moral familiar”), para su desarrollo y su incorporación a la sociedad; existiendo una implicancia ética entre la familia y la sociedad, porque la familia no está aislada, por el contrario participa de los problemas sociales, a la vez que la sociedad, a través del Estado se encarga de brindarle protección a la familia, gracias su ordenamiento Jurídico y las instituciones estatales responsables de ello.

La familia como núcleo primario de relación de los individuos de la sociedad viene a constituirse en el estamento donde comparten valores y se establecen las relaciones familiares con base en una convivencia sana y la armonía de sus miembros, lo que permitirá a la familia no solo crecer y desarrollarse sino perfeccionarse, reconociendo su interdependencia reciproca, pues la familia como lugar en donde se asumen y vi-vencian los valores también recibe la influencia de la forma inapropiada de asumirlos, lo cual tiene efectos negativos para ella y la sociedad.

8 Mgtra. Ananí Gutiérrez Aguilar, Familia y Valores, Principios del Derecho de Familia, Arequipa 2006, pág., 85.

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Fortaleciendo valores

Capítulo 4

en la adolescencia4.1 Los valores en la adolescencia desde el sociohumanismo

Una formación en valores que conduzca a la humanización del ser de la persona, especialemente en la adolescencia, obliga a evitar los plantea-mientos netamente teóricos ya que los individuos en esta etapa de la vida

adquieren y conforman nuevas actitudes y parámetros de conducta con base en las vivencias y experiencias cotidianas, cosa que les lleva a desarrollar los valores per-sonales, sociales y trascendentes que les capacite para obrar en forma consciente y coherente con su propia dignidad y la de los demás.

La formación y desarrollo apropiado de los valores implica que quienes colaboran con el desarrollo de la personalidad del individuo cumplan con unos criterios mínimos para su humanización, tales como:

• Propiciar conductas positivas.

• Entender las conductas negativas.

• Escuchar antes de criticar.

• Evitar los prejuicios.

• Ser ejemplo y testimonio de vida.

• Ser coherente al pensar, sentir y actuar.

• Crear un clima cooperativo de trabajo.

• Explicar los valores a alcanzar con palabras que la persona pueda entender.

• Aprender a auto evaluarse.

• Formar convicciones.

El objetivo de la formación en valores es proporcionar a la persona los elementos que le lleven a pensar, sentir, decidir y actuar de forma que se humanice cada día más, lo cual implica un largo camino de interioridad y sano desarrollo de la psique del individuo.

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4.2 Jerarquía de valores

Es imperativo colaborarle al adolescente para que adopte uno criterios claros, a partir de los cuales establezca su categorización o jerarquía de los valores, conducente al sano desarrollo de su personalidad. Algunos de esos criterios son:

• Durabilidad: los valores se reflejan a lo largo de la vida y hay algunos que se esta-blecen en diversos grupos humanos de forma más duradera en el tiempo que otros. Por ejemplo, el valor del placer es más fugaz que el de la verdad.

• Integralidad: cada valor es una abstracción íntegra en sí mismo, no es divisible.

• Flexibilidad: los valores se resignifican de acuerdo con el en entorno cambiante de los seres humanos, sus ecesidades y experiencias.

• Satisfacción: los valores generan satisfacción en las personas que los practican.

• Polaridad: todo valor se presenta en sentido positivo o negativo; por lo cual se puede llegar a afirmar que todo valor conlleva un contravalor.

• Jerarquía: Hay valores que son considerados superiores (dignidad, libertad) y otros como inferiores (los relacionados con las necesidades básicas o vitales). Las jerarquías de valores no son rígidas ni predeterminadas; se van construyendo pro-gresivamente a lo largo de la vida de cada persona.

• Trascendencia: Los valores trascienden el plano concreto, es decir no se limitan al aquí y ahora, dando sentido y significado a la vida humana y a la sociedad.

• Dinamismo: Los valores se transforman resignificando su esencia con las épocas, eso da sentido real.

• Aplicabilidad: Los valores se aplican en las diversas situaciones de la vida y entra-ñan acciones prácticas que reflejan los principios valorativos de la persona.

• Complejidad: Los valores obedecen a diversas causas, requiriendo complicados juicios y decisiones, lo cual les imprime un carácter complejo.

Con base en lo anterior queda claro que no existe una ordenación deseable o clasificación única de los valores, porque las jerarquías valorativas son cambiantes y fluctúan de acuerdo a las variaciones del contexto. Esto da como resultado que a lo largo del proceso histórico emerjan múltiples tablas de valores propuestas, siendo im-portante resaltar que la mayoría de las clasificaciones propuestas incluyen la categoría de valores éticos y valores morales de acuerdo con el nivel de desarrollo moral de los individuos y los grupos en los cuales se han desarrollado a lo largo de los diferentes procesos históricos. Ejemplo de ello es la jerarquía de valores según Scheler, la cual incluye:

• Valores de lo agradable y lo desagradable

• Valores vitales

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• Valores espirituales: lo bello y lo feo, lo justo y lo injusto, valores del conocimiento puro de la verdad.

• Valores religiosos: lo santo y lo profano.

Rokeach por su parte, formuló una jerarquización de valores denominados ins-trumentales o relacionados con modos de conducta (valores morales) y valores ter-minales o referidos a estados deseables de existencia (paz, libertad, felicidad, bien común); mientras que Marín Ibáñez detalla una clasificación que ofrece diferencia seis grupos:

• Valores técnicos, económicos y utilitarios.

• Valores vitales (educación física, educación para la salud).

• Valores estéticos (literarios, musicales, pictóricos).

• Valores intelectuales (humanísticos, científicos, técnicos).

• Valores morales (individuales y sociales).

• Valores trascendentales (cosmovisión, filosofía, religión).

4.3 Es difi cil vivir sin valorar

4.3.1 Valoramos y somos valorados

Normalmente todos los seres humanos pero especialmente el adolescente, debido al despertar de su sentido crítico y la aprehensión de una conciencia emergida en el desarrollo de un pensamiento proposicional y abstracto, en algunos casos de corte categorial, valoran las acciones de los otros, las personas del entorno y a los objetos que les rodean; simultáneamente, los demás seres humanos valoran sus acciones así como su ser; por lo cual es posible entender que los seres humanos no sabemos vivir sin valorar y que no tenemos una actitud indiferente y pasiva frente a la realidad.

Este proceso conduce a asumir postura en las cuales se siente que la vida y los seres humanos son bellos o feos, buenos o malos; agradables o penosos, nobles o viles; atribuyendo un valor a una acción cuando se afirma que es buena, un valor a una persona cuando se dice que es bella, a un objeto cuando se afirma que es útil. Pero las cualidades buena, bella y útil aplicadas a una acción (por ejemplo, ayudar a un amigo), a una persona o a un objeto (mis zapatos) no son visibles como lo son las acciones o las personas, ni se pueden tocar como se pueden tocar los objetos. Es por eso que los adolescentes otorgan cualidades propiedades o características que atribuyen a acciones, personas u objetos y que justifican una actitud positiva y pre-ferencial hacia ellos, eso les proporciona las bases para establecer sus jerarquías de valores. De ahí la importancia de una sana construcción de el sentido de valor en un sentido sociohumanista.

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4.3.2 ¿cómo valora el ser humano?

El proceso de valoración del ser humano incluye una compleja serie de condicio-nes intelectuales y afectivas que suponen: la toma de decisiones, la estimación y la actuación. Por lo cual:

• Las personas valoran al preferir, al estimar, al elegir unas cosas en lugar de otras, al formular metas y propósitos personales.

• Las valoraciones se expresan mediante creencias, intereses, sentimientos, convic-ciones, actitudes, juicios de valor y acciones.

• Desde el punto de vista ético, la importancia del proceso de valoración deriva de su fuerza orientadora en aras de una moral autónoma del ser humano.

Al entender este proceso, se debe generar en el adolescente un espacio que le lleva a asumir un proceso en el cual genere un nivel de desarrollo moral coherente con su tipo de pensamiento, este le posibilitará realizar jerarquías valorativas que le conduzcan a la vivencia plena del valor, ya que algunos autores indican que “los va-lores no son el producto de la razón,” no tienen su origen y su fundamento en lo que muestran los sentidos; por lo tanto, no son concretos, no se encuentran en el mundo sensible y objetivo. Por lo que es en el pensamiento y en la mente donde los valores se aprehenden, cobran forma y significado.

4.4 Educar en un ambiente relativista del ser, de la razón y del valor

El adolescente actual se desenvuelve en lo que los pensadores han denominado una cultura postmoderna, la cual elogia el pensamiento débil y se está yendo hacia un relativismo total, de ahí las expresiones adolescenciales “es relativo”, “depende”. Los adolescentes son el resultado de una gran explosión cultural e ideológica que les proporciona marcos referenciales que privilegian la razón ocultando la expresividad del ser; sin embargo, hay en ellos una demanda inconfesada de absoluto, de una utopía por la cual valga la pena quemar la vida, de un sentido de trascendencia y de un hambre de afecto.

Si los ambientes primarios de relación, la familia y la escuela, no les ofrecen nada sólido, ni fundamentos claros en principios y valores firmes, estos jóvenes que se en-cuentran en pleno desarrollo y estructuración de su personalidad, son abandonados a la inseguridad, la desorientación y la inestabilidad psicológica. En un clima semejante se instaura un ambiente político y social que les conduce a vivir según la ley del más fuerte, toda vez que no hay una referenciación valorativa ética y objetivamente válida a la que ellos puedan apelar.

Lo anterior no quiere decir que se vuelva a la intolerancia y rigidez de las acciones valorativas de los adultos del pasado, sino que es necesario establecer un ambiente en donde la escucha y el diálogo permitan estructurar una ética esencial y humana en el pluralismo social y cultural en el que ellos se desenvuelven; puesto que el diá-

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logo y la escucha son las únicas posibilidades de solución frente a la intolerancia y al relativismo propios de su edad. No hay que abandonar la razón, pero una razón que incluya también en su proceso lo otro, lo distinto de la razón... a fin de hacer justicia a la realidad en todas sus dimensiones. Sin embargo, hay que estar alertas: no hay que abordar con el sentimiento “lo que es realmente accesible a la razón y factible para ella”9.

Es por eso que la educación del adolescente debe estar fundamentada en la persona y tiene que estar en función de dignidad para sacar a luz, actualizar las posibilidades de la persona, prestarle una ayuda para que moldee su personalidad y se convierta en arquitecto de su propio destino.

4.5 Como educar en un estilo de vida centrado en el presente, en lo momentáneo, en lo cotidiano

La postmodernidad invita los jóvenes aprescindir de las realidades pasadas y a no vivir angustiados por el futuro que no está en sus manos, sino a vivir en un presente sometido a un cambio continuo. En este ambiente la experiencia y la tradición dejaron de ser valores a tener en cuenta, por lo que todo es provisorio, estando a la espera de algo nuevo; es así como no interesa adquirir algo “para toda la vida” o asumir un compromiso para siempre, ya que en el mundo del joven lo que dura siempre no se valora.

El mundo postmoderno de los jóvenes les ha llevado a olvidar que el ser humano, es historia, es proyecto, es capaz de ilusión y de planificación, de vivir el reino de la libertad frente al determinismo de la naturaleza. “Los auténticamente libres son ca-paces de coger con sus propias manos las riendas de sus vidas, sin dejarse arrastrar por los acontecimientos”10. Unida a la fugacidad del presente viven en una sociedad consumista, que comanda la moda, y trata de convertir el mañana en algo inservible, estableciendo el desarrollo de la personalidad y de los referentes de valor hoy desde el paradigma del tener; lo cual lleva a que los valores se erijan desde el eje axiológico la sociedad consumista. Dicho de otra forma: se trata de trepar la pirámide del status y para esto importan más las apariencias que las realidades.

En una sociedad en que la estratificación social y el grado de bienes materiales determinan solo la calidad de vida de la persona atrofiando la gratuidad, es fundamen-tal redescubrir que el ser humano es el valor mismo y por lo tanto todas las acciones deben estar encaminadas a estructurar una escala jerárquica que conduzca a “ser cada vez más ser”

9 E. Gervilla, Postmodernidad y educación, Dikynson, Madrid, 1993. p. 164.

10 L. González Carvajal, Educar en un mundo postmoderno, en Rev. Selecciones de teología, 1993, n. 128,

p. 251.

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4.6 Educar en una generación sociológica individualista, hedonista y narcisista

La postmodernidad respira una ética provisional, sin nada estable y definitivo. Una sensibilidad que da valor supremo al sentimiento, a la afectividad, al placer y rinde culto al cuerpo, por lo cual el adolescente ha estructurado su vida desde este paradigma, constituyendo los como valores un eje sobre el cual la persona debe re-conciliarse con los sentimientos que conducen al sano desarrollo de la personalidad y de la psique del individuo

Este tipo de ambiente genera un alto grado de individualismo, que a su vez, encierra al hombre en sus propios límites y le impiden crecer, ya que la persona solamente se puede realizar en relación con los demás. Los individualistas no pueden lograr ni ese mínimo de consenso moral necesario para la convivencia.

Es por eso que se debe generar un proceso de formación en valores hacia el joven de corte sociohumanista que favorezca el encuentro entre todos los que creen que la vida tiene un sentido, que existe un porqué en lo extraño de todo y que respete la dignidad de todos los seres humanos.

El desarrollo de la personalidad del individuo debe orientar por tanto sus objeti-vos, para que la persona aprenda a guiarse libre y razonablemente por una escala de valores con la mediación de su conciencia como “norma máxima del obrar”, lo cual ayuda a comprende que instruir-enseñar no es lo mismo que formar-educar, aunque estas palabras se empleen indistintamente y generen cierta confusión en el desarrollo de la persona.

La formación en valores es una invitación para que los seres humanos adoptemos comportamientos coherentes con el propio proyecto personal que se ha marcado; es decir, de acuerdo a unos valores que previamente se han seleccionado y que conducen a apreciar y actualizar de forma sistemática la conducta, por lo que, inconsciente-mente, por contagio, se crece conjuntamente en la interpelación diaria, ya que los jóvenes por hallarse en una etapa de su desarrollo en la que se está abierto al mundo, a los demás, al descubriendo de sí mismos y a un proceso socializador dinámico en permanente ciclo de ida-vuelta.

El joven se abre, y en esta apertura absorbe lo que le brinda el medio; al organizar en sí mismo lo asimilado se configura un ser más enriquecido, más personalizado, que muestra al mundo nuevas valores que le capacitan para nuevas adquisiciones.

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Viviendo los valoresViviendo los valores

Capítulo 5

Las situaciones que viven los seres humanos les llevan a emitir juicios va-lorativos constantemente, de acuerdo con su estructura de personalidad y desarrollo moral, por lo cual se puede afirmar que la situación que rodea la

realidad de la persona es valorable, debido a la estimación que realiza el individuo de sí mismo y de su contexto.

Existen algunos elementos que determinan la valoración que realiza el individuo como es el caso de: su desarrollo psicológico, el conjunto de sus percepciones y creencias, las cualidades de sus grupos de pertenencia, la configuración del sistema social en que se desenvuelve, entre otros. Estos se encuentran plagados de estructuras valorativas a lo largo de la existencia, las cuales no siempre son acorde y coherentes con el sentido y la esencia del valor; por lo cual es indispensable establecer criterios y pistas que permitan reconocer un valor en cuento tal para poderlos vivenciar a cabalidad.

5.1 Pistas para el reconocimiento del valor

5.1.1 Libre elección

El valor debe ser de libre elección posibilitando al individuo y su comunidad asumir entre una varias opciones la que le conduce a ser “más ser”, es decir, humanizarse cada vez más; porque si se elige aquella que no permite incrementar su potencial ple-namente humanizador del individuo, sin importar su edad, condición social, raza, estilo de vida, se estará optando por una construcción equívoca, al ser un valor cimentado en el sofisma de las modas, de las exigencias de la sociedad o de las conveniencias de quien pretende educar.

5.1.2 Proporcionar varias alternativas

Es imperativo posibilitar los elementos que lleven al individuo a realizar una cons-trucción colectiva que de la potestad a la persona de tener siempre varias alternativas entre las cuales elegir, siempre y cuando no vayan en contra de su dignidad o la de cualquier otro ser humano, animal o elemento de la naturaleza; de no ser así quienes

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pretenden generar un crecimiento en valores estarán abortando y por consiguiente asesinando la posibilidad de la construcción del valor.

5.1.3 Tesón por conseguirlo

Si el valor que se ha erigido no invita a empeñar la vida para conseguirlo, es decir, no implica persistencia y dedicación para su consecución, es una construcción que llevará a debilitar la estructura de la persona, de la familia, de la escuela y por ende de la sociedad.

5.1.4 Gusto por conseguirlo

Un valor implica que cualquier ser humano siente agrado, gusto, deleite, complacen-cia, gozo por conseguirlo, debido a que ha sido una propuesta y construcción conjunta de la persona en comunidad, de lo contrario es una imposición de corte dictatorial que lleva al rechazo inmediato por parte de la persona.

5.1.5 Reconocimiento ante los demás por haberlo conseguido

Esto es ser aceptado por lo que se es, en cuanto lo que se ha logrado; es decir, que se valora a la persona por su proceso y camino seguido, así sea con fallas constantes, más no por sus grandes resultados. Esta actitud solo es entendible en la medida que se ha trabajado fuertemente por adquirir los comportamientos y conductas necesarios para crecer integralmente como persona.

5.1.6 Puesta en acción real

Cualquier valor, para que lo sea en realidad, debe ser realizable por cualquier ser humano, de lo contrario sería un ideal inalcanzable más por conseguir que acarrea como consecuencia lógica, la frustración y la angustia.

5.1.7 Repetición continúa

Una vez se ha construido e identificado el valor que se va a vivir, es necesario su repetición continua y constante para que se pueda llegar a asumir y vivir con cierta perfección.

¿Será que la cotidianidad de la construcción de valores de la persona en la casa y la escuela, a partir de sus comportamientos, da a entender que se ha identificado y asumido por el cual le ha premiado o castigado a lo largo de su existencia?

5.2 ¿Para qué se educa en valores?

La finalidad de la educación en valores es encarnar y perpetuar determinados va-lores, de tal forma que las personas que hacen parte de las diferentes comunidades escolares, familiares y sociales; los incorporan asumiéndolos en sus vivencias cotidianas para una transformación creciente de su estilo de vida.

Otro aspecto fundamenta de la formación en valores es educar en y para la liber-tad debido a que lleva a las personas al esclarecimiento de la noción de libertad, el

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conocimiento apropiado de sí mismo, a creer en la vivencia libre del las personas y las implicaciones de este estado de vida, diferenciándolo todo lo que es contrario a ella; proceso que solo es posible cuando se deja a la persona vivir su propia vida.

Es de vital importancia pensar y entender que los valores no se demuestran sino que simplemente muestran lo que cada individuo es, de tal forma que no se obliga a nadie a llevar una doble vida ni una doble moral, sino que se puede ser auténtico sin tener la pretensión de mostrar a los demás lo que no se vive, es decir, el valor lleva a la persona a vivir en coherencia y consonancia con el discurso que predica.

La educación en valores permite asumir a cada ser humano las responsabilidades que acarrean sus acciones, por lo que los grados de responsabilidad de cada individuo, le posibilitan propender por un estilo de vida consecuente con las necesidades del grupo social en el cual se encuentra inserto y la vivencia individual de cada persona de la comunidad. A esto es a lo que se le denomina la afirmación del ser.

5.3 Implicaciones que se desprenden al optar por los valores

Elegir la opción por una educación en valores obliga a cada individuo a dar testi-monio de la vida que vive, puesto que, si no se da ejemplo con la vida es imposible generar la construcción del valor, ya que ellos, por ser realidades abstractas para razonamiento humano (especialmente de los niños, niñas, jóvenes y jovencitas), solo son aprensibles para los demás en la medida que los vean en los comportamientos, conductas y acciones diarias de quien pretende educar en valores, de ahí que las modas de elaborar carteleras o disertaciones académicas para hablar de valores, es un mecanismo inapropiado para construirlos y encarnarlos.

Dar testimonio de vida implica asumir la vida que se vive, actuando en concor-dancia con ella de tal modo que la persona aprende a vivir actuando, y es así como cada persona crece constantemente y transforma de manera permanente su actuar, produciendo así nuevas connotaciones de vida.

5.4 Criterios a tener en cuenta para educar la vivencia de los valores

5.4.1 Una vivencia fundamentada en la persona

Como se ha estudiado con anterioridad en el primer apartado de la presente re-flexión, el valor es la persona misma, de tal forma que una opción por valores implica posibilitar al ser humano, las herramientas necesarias para la construcción de su ser individual sin perder de vista los referentes comunitarios.

5.4.2 Una vivencia fundamentada en y para la libertad

La vivencia del los valores en y para la libertad le permite a cada ser humano su autoconstrucción autónoma y responsable lo cual incide de manera directa en la resigni-ficación de los cánones sociales, que es lo que da la oportunidad de un mejor vivir.

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5.4.3 Una vivencia fundamentada en el sentido comunitario

Un sano desarrollo de la integralidad del ser de cada persona implica una trans-formación del entorno comunitario, ya que el ser humano es “una animal social por naturaleza” que solo adquiere su dimensión trascendente al aprender a vivir en co-munidad.

5.4.4 Resignifi car los valores de acuerdo con su realidad

La esencia del valor no cambia pero sí evoluciona de acuerdo con el avance y trans-formación de la comunidad y sus individuos, por lo que se hace imperativo volverles a dar significado con base en ello, para que sean consecuentes con las necesidades que han hecho necesario su incorporación.

Lo anterior conduce a realizar un nuevo interrogante, si los valores se hacen y res-ponden a las necesidades de las comunidades y sus integrantes ¿por qué se imponen una serie de reglamentaciones abstractas que no han sido construidas y asimiladas en conjunto, de forma que las vivencias de quienes educamos en valores, en nume-rosas ocasiones, no son consecuentes con la exigencias que realizamos, haciendo de la incoherencia un sentido de vida?

Este cuestionamiento implica que cada persona y las comunidades en las cuales se encuentran insertos deben cumplir con unos requisitos básicos para posibilitar la construcción de valores humanos con sentido. Algunos de estos requisitos son:

• Reconocer a la persona y asumirla desde el lugar en el que se encuentra, sin juzgar la esencia del ser de cada ser humano, de tal forma que se acepte sus propios sistemas de valores y los de la comunidad en la cual se desenvuelve.

• Sistematizar, programar operacionalizar y evaluar los comportamientos y las con-ductas que emergen desde la cotidianidad de las personas para poder precisar y resignificar con base en ella, los valores que se pretenden construir.

• Proyectar lo que se vive, sin temor al rechazo o a los prejuicios de los demás, de tal forma que tanto los individuos como su grupo social, se proyectan, transformando esencialmente la realidad.

• Propiciar espacios y ambientes que le permitan a cualquier ser humano escuchar y dialogar acerca de las necesidades y requerimientos del grupo social, para construir valores con sentido.

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GLOSARIO• Autoestima: sensación fundamental de eficacia y un sentido inherente de mérito

que se manifiesta en la suma integrada de confianza y de respeto hacia sí mismo. Se lo puede diferenciar de autoconcepto y de sí-mismo, en que el primero atañe al pensamiento o idea que la persona tiene internalizada acerca de sí misma como tal; mientras que el sí-mismo comprende aquel espacio y tiempo en que el Yo se reconoce en las experiencias vitales de importancia que le identifican en propiedad, algo así como el “mi”.

• Autorregulación: capacidad del ser humano que se basa en el análisis de una si-tuación, la autocrítica con relación a los errores, la flexibilidad cognitiva y motora, el mantenimiento o la persistencia de la acción hasta su término, la resistencia a la distracción y la capacidad de efectuar los cambios necesarios en el curso de la ruta. Esta capacidad se basa en la relación compensatoria existente entre lo conciente y lo inconsciente.

La autorregulación asumida como proceso funciona todo el tiempo pero sólo se toma conciencia de él cuando existe un conflicto o un estancamiento dentro del desarrollo psicológico del individuo o como Jung lo llamó proceso de individuación.

• Axiología: la axiología proviene de la palabra griega axios, que significa calioso, digno y se interpreta como el estudio de los valores, es así como a principios del Siglo XIX se acuño el término para denotar la filosofía de los valores para estudiar el origen, desarrollo y naturaleza y funciones de los valores.

• Conceptos: los conceptos son categorías mentales para clasificar personas, cosas o eventos específicos con características comunes. Son símbolos que sintetizan o generalizan atributos característicos de varios objetos, hechos, acciones o ideas que difieren en otros aspectos importantes. Pueden ser de diferentes niveles de generalización, mientras que los símbolos por lo general son muy específicos.

• Conceptual (pensamiento): proceso de separar o analizar fenómenos para abstraer elementos de ellos surgiendo así diferentes fuentes en el desarrollo del individuo. Vygotsky localizó el pensamiento conceptual en el principio de la abstracción en el punto donde la persona identifica modos por medio de los cuales los objetos son similares.

• Convencional: estado del desarrollo moral de la persona en donde hay que respetar las normas impuestas por el grupo al que se pertenece. En él, la persona intenta

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cumplir bien su propio rol: ser buen hijo, hermano, amigo, etc., respondiendo a lo que los demás esperan de él. Es importante cumplir con el orden establecido (orden convencional). La base de la moralidad es la conformidad con las normas sociales

• Escuela: núcleo primario de relación del individuo en donde se imparte cualquier género de educación. Una de sus funciones delegadas por la sociedad es validar el conocimiento de los individuos insertos en ella, de manera que se contribuye a la construcción del bien común mediante el desarrollo de las destrezas, habilidades y conocimientos de la persona, de ahí su sentido humanizador y socializador.

• Estima: característica de la conducta que se singulariza por un comportamiento social positivo y grado de afecto y aceptación que se tiene de sí mismo o de los demás.

• Ética: es la realidad y el saber que se relaciona con el comportamiento responsable donde entra en juego el concepto del bien o del mal del hombre. Su objeto de estu-dio son los actos humanos (desde el punto de vista del bien), libres y deliberados, debido a que determinan el carácter (modo de ser adquirido por hábito y por lo tanto determinantes de nuestras vidas).

• Desarrollo moral: cambios que tiene la persona en cuanto a su capacidad de razonar sobre lo que es correcto o incorrecto en situaciones determinadas

• Desarrollo de pensamiento: crecimiento que tiene el intelecto en el curso del tiempo, la maduración de los procesos superiores de pensamiento desde la infancia hasta la adultez. Son los cambios en las habilidades y el funcionamiento cognitivo que ocurren a medida que un individuo crece. Su consecuencia es la transformación de la representación de las cosas.

• Familia: es un conjunto de personas que conviven bajo el mismo techo, organizadas en roles fijos (padre, madre, hermanos, etc.) con vínculos consanguíneos o afec-tivos, con un modo de existencia económico y social comunes y con sentimientos afectivos que los unen y aglutinan.

• Jerarquía de valores: a todos los valores no se les atribuye la misma importancia por lo cual se puede afirmar que no todos‘valen’ lo mismo (por ejemplo, se consi-dera ‘mejor’ la justicia de una acción que el hecho de que sea útil). Por tanto, los valores deben ordenarse según su grado de importancia moral, que es a lo que se les denomina jerarquía de valores.

• Moral: el término “Moral”, etimológicamente, proviene de la palabra latina “mores”, que significa costumbres.

La moral debe definirse como el código de buena conducta dictado por la experiencia de la persona para servir como patrón uniforme de la conducta de los individuos y los grupos.

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• Pensamiento: actividad mental no rutinaria que requiere esfuerzo, o como lo que ocurre en la experiencia cuando un organismo se enfrenta a un problema, lo conoce y lo resuelve gracias a la capacidad de anticipar las consecuencias de la conducta sin realizarla.

El pensamiento implica una actividad global del sistema cognitivo con intervención de los mecanismos de memoria, atención, procesos de comprensión, aprendizaje, etc. Es una experiencia interna e intrasubjetiva. El pensamiento tiene una serie de características particulares, que lo diferencian de otros procesos, como por ejemplo, que no necesita de la presencia de las cosas para que éstas existan, pero la más importante es su función de resolver problemas y razonar

• Pensamiento moral: se basa en principios universales (dignidad de la persona, valor de la vida, solidaridad, tolerancia, etc.) fruto de una elección personal y de un razonamiento autónomo. Se reconoce el valor del contrato social para garantizar los derechos de todos los ciudadanos, pero si fallan las leyes, se debe actuar según los principios morales de cada uno.

• Personalidad: patrones de pensamiento, conducta y sentimientos relativamente únicos y estables en la persona. Cualidades socialmente condicionadas e indivi-dualmente expresadas: intelectuales, emocionales y volitivas, de donde se puede deducir que es algo que se configura mas no es innato. La personalidad devela el modo de pensar, sentir y expresar del individuo, por medio de conductas inherentes a su ser.

• Postconvencional (desarrollo moral): en este nivel de desarrollo moral las decisiones tienen su origen en el conjunto de principios, derechos y valores que pueden ser admitidos por todas las personas que componen la sociedad, entendiéndose ésta como una asociación destinada a organizarse de un modo justo y beneficioso para todos sin excepción.

• Preconvencional (desarrollo moral): nivel de desarrollo moral que se caracteriza por enfocar los problemas morales con base en los intereses concretos de los sujetos que están implicados en ellos. Se juzga en función de las consecuencias concretas de las acciones (principalmente consecuencias físicas como ser castigado o golpeado por haber hecho algo), dejándose de lado por completo los intereses sociales o una noción trascendente de justicia. En él se respetan las normas por las consecuencias que pueden tener (premio o castigo), o por el poder físico de los que las establecen. Estamos en un nivel de pre-moralidad en el que la conducta del sujeto está gober-nada por reglas externas: lo que puede suponer un castigo es malo.

• Resignificación: buscar sentido y significación real a las cosas de acuerdo con el contexto y las vivencias de cada grupo social, sin perder su esencia y naturaleza.

• Rol: conjunto de expectativas y comportamientos atribuidos a una posición social de la persona y que debe asumir en su contexto orientado a la funcionalidad del individuo a nivel social.

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• Ser: esencia o naturaleza del individuo en cuanto es, por lo cual adquiere sentido y significación que le otorga valor.

• Socialización: proceso por el que un individuo desarrolla aquellas cualidades esenciales para su plena afirmación en la sociedad en la que vive. Capacidad de adaptarse a la dialéctica individuo-sociedad al entablar relaciones interpersonales, o de formar parte de una estructura social. Esto implica un estado avanzado de reconocimiento del otro y por tanto el estar por encima el egocentrismo, además implica representaciones mentales complejas en los niños.

Es un proceso que se va dando a partir de una socialización primaria y luego con la entrada a diferentes instituciones (conjunto normativo) y agentes socializadores quienes hacen cumplir las normas e integran el sujeto a la sociedad.

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Esta obra, se terminó de imprimiren los talleres de Lac Impresores,

el día 1 de febrero de 2008Bogotá, D. C - Colombia