eldiarionorte magacine núm.11

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pág. 8 pág. 18 contenidos que pueden modificar tu visión de la realidad Aviso importante: revista de información cercana actualidad entrevistas reportajes opinión experiencias cultura cómics 5 de diciembre de 2013 número 11 Las mujeres invisibles Los alumnos dan lecciones Las fiestas navideñas dan rienda suelta al consumismo, pero puede hacerse de una forma solidaria y responsable con los productores. pág. 14 Navidad responsable 25 años desde la insumisión En 1989 llegaron los prime- ros insumisos a las cárceles. Un cuarto de siglo después el recuerdo une a los prota- gonistas. pág. 11 El tabú de Lemoiz

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Page 1: eldiarionorte magacine núm.11

pág. 8 pág. 18

contenidos que pueden modificar

tu visión de larealidad

Aviso importante:

revista de información cercana

actualidad ● entrevistas ● reportajes opinión ● experiencias ● cultura ● cómics 5 de diciembre de 2013

número 11

Las mujeres invisibles Los alumnos dan lecciones

Las fiestas navideñas danrienda suelta al consumismo,pero puede hacerse de unaforma solidaria y responsablecon los productores.pág. 14

Navidadresponsable

25 años desdela insumisión

En 1989 llegaron los prime-ros insumisos a las cárceles.Un cuarto de siglo despuésel recuerdo une a los prota-gonistas.pág. 11

El tabú deLemoiz

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Sumario

EL TABÚ DE LEMOIZ

LA INSERCIÓN LABORAL DELA MUJER INMIGRANTE

LA OPINIÓN DE PGD

25 AÑOS DEL MOVIMIENTODEOBJECIÓN DE CONCIENCIA

COMPRAS NAVIDEÑASSOLIDARIAS

UN EJEMPLO DE INTEGRACIÓN PROTAGONI-

ZADO POR ALUMNOS

REPLIKOMIK

LA IMAGEN

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20-21

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EDITA: EL DIARIO NORTE SL

Director: Igor Marín.

Redacción: Aitor Guenaga, Patricia Burgo, Alberto Uriona, Eduardo

Azumendi, Natalia González de Uriarte, Gorka Ascorbebeitia

([email protected]).

Cómics: Revista Replika

Publicidad: [email protected]

Maquetación: Nexus Creativos ([email protected])

Editorial

Lemoiz es todavía un agujero en las entrañas de unaEuskadi plural en la que se mezclan reivindicacionesecologistas, proyectos industriales, amenazas, atenta-dos, muerte y dolor. Mucho dolor. El primero que le-vantó a parte de la ciudadanía contra las balas deETA. Hoy de aquellos ecos solo quedan ruinas y lacerteza de que todo lo que sucedió no sirvió paranada. El amasijo de hierros, el óxido en la fachada, lospapeles tirados y un agujero que no sabe muy bienqué hacer con él. Detrás de esas ruinas se percibe eldolor de la sangre derramada sin sentido, del llantode familiares de obreros de una central que, sin en-tenderlo, se convirtieron en objetivos del odio. Deuna reivindicación social que fue fagocitada por la sinrazón de la barbarie terrorista. Aquel ruido, aquellasbalas, aquellas bombas y aquella sangre no sirvieronpara nada. Como no lo sirven nunca.

Estos días, la izquierda abertzale se reconstruye cadamañana. Y ahora, tras casi mil muertos de eufemis-mos, de silencios culpables, piden volver a planes so-beranistas abandonados por culpa de la acción deETA, solicitan resucitar un plan Ibarretxe que hoyestá tan roído como las columnas de una vieja cen-tral que nunca lo fue y que soporta estoicamente lasacometidas del mar, el silencio del olvido y el agujeronegro de una memoria que no sabe qué hacer conlo que estaba llamado a cambiar un país.

Sufrimiento inútil

Fe de errores: En el anterior nú-

mero de eldiarionorte magacine se

omitió la firma del periodista que hizo

la entrevista al escritor Iban Zaldua.

El autor es Txema G. Crespo.

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I 3 I

Lemoiz, la central nuclear que nunca seabrió, cumple ahora 40 años desde que elGobierno de Felipe González decretó en1984 su paralización oficial. Y sigue siendocomo un tabú, del que pocos quieren ha-blar, sobre todo su propietaria, la eléctricaIberdrola, y las instituciones. Aunque ha ha-bido planes para aprovechar ese fantasma-górico esqueleto, ninguno (crear unparque temático para la energía, un parquede ocio e incluso retomar un proyecto in-dustrial con una central de ciclo combi-nado) ha terminado de concretarse. Y 40años después pervive la duda dequién paro el proyecto: la moviliza-ción social o ETA.

En los 116 hectáreas del área reservada ala central que siguen valladas (de ellas 5,5ocupadas por los 11 edificios que siguenen pie), la muestra de las cuatro décadasde paralización es el abandono absoluto.Iberdrola mantiene un mínimo sistema deseguridad con un coste no facilitado aun-que distante de los cuantiosos gastos pre-téritos. En 1996, cuando la central llevabaparalizada 14 años, el mantenimiento sellevaba 12 millones de euros anuales, porel personal que acudía a diario a limpiar,

pintar, destornillar y los 300 guardias civi-les que vigilaban el lugar. La fuerte custo-dia pasó a la historia en 1996, con lo quedejó ser un lugar inaccesible (los guardiasciviles detenían hasta entonces a los vehí-culos que circulaban por la carretera co-marcal de la costa vizcaína) pero lo queocurrió allí a finales de los 70 y prin-cipios de los 80 es complicado de ol-vidar.

La construcción de Lemoiz se convirtió enun conflicto que movilizó a decenas demiles de vascos, causó la muerte de 13personas (cinco empleados asesinadospor ETA, siete etarras y una ecologista), ysirvió como excusa a la organización te-rrorista para cometer casi 300 atentadoscontra instalaciones de la entonces eléc-trica Iberduero, ahora Iberdrola. Aquellaprotesta empezó a fraguarse entre ungrupo de vecinos de Deba (localidaddonde también se quería instalar otra cen-tral) varios años después del inicio de lasobras, en 1972, y acabó convirtiéndose enuno de los principales movimientos anti-nucleares del mundo, hasta el punto deque activistas extranjeros acudieron a Eus-kadi a analizar la movilización.

PorAlbertoUriona

Al cumplirse 40 años de su paralización oficial, la cen-tral nuclear nunca abierta sigue abandonada y con lasdudas de quién la frenó

El tabú de Lemoiz

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“Fue una respuesta social popular basada enla auto organización, muy extendida en la so-ciedad, con gentes de la Universidad y otrosintelectuales, y luego con activistas, quenació espontáneamente y se extendió portoda Euskadi”, recuerda Carlos Alonso,miembro de Ekologistak Martxan y un activoparticipante en lo que se llamaron los Co-mités Antinucleares de Euskadi, que lidera-ron las protestas. “Este movimiento conectamuy bien con la sociedad con formas de lu-chas pacífica, salvo algunas pequeñas accio-nes de sabotaje, que van desde la

información a la desobediencia civil. Tam-bién hay que situarlo en un momento histó-rico, la primera transición, de efervescenciasocial y grandes movilizaciones”.

Raúl López Romo es un historiador quehace dos años escribió un libro “Euskadi enduelo”, centrado en la central nuclear. “Fueuno de los movimientos sociales másnumerosos de Euskadi en la segundamitad del siglo XX y de los más plura-les en su inicio”.

La gran pregunta, más de 40 años después,es quién paralizó Lemoiz. Para CarlosAlonso, no hay un único motivo. “No lo paróel movimiento popular ni ETA, fue una con-junción de factores. El más destacado la mo-

vilización. Sin ella, no hubiera habido inter-vención de ETA. Sí es cierto que su inter-vención contribuyó a retrasar notablementelas obras, primero con la amenaza y el ase-sinato directo. También contribuyó a la pa-ralización la evolución de la energía nuclear,tras el accidente de Harrisburg [en 1979] yluego con Chernobyl. Se paralizan decenasde centrales porque las cuentas no les salen.Y otro factor del que se habla poco es elpropio sabotaje dentro de la central de lostrabajadores, que contribuye al retraso. Perosi hubiera seguido el boom de las cen-trales, tengo dudas de que se hubieraparado pese a la intervención deETA”.

El historiador Raúl López Romo apunta, encambio, a la organización terrorista. “Nohay muchas dudas de que la responsa-bilidad mayor es de ETA. Eso no quieredecir que hubo un movimiento social muynovedoso, que implicó a miles de personasde diferentes edades, ideologías e incluso pa-íses. Pero, si las autoridades hubieran deci-dido llevarlo a cabo, el proyecto habríaseguido adelante. Cuando ETA mata a Ryanen 81 y Pascual en 82, sus compañeros dejande ir a trabajar por miedo”.

El primer atentado se produjo en 1977cuando un comando de ETA atacó el puestode la Guardia Civil, que vigilaba las obras dela central, tras el que murió un etarra. En1978, tras una potente bomba en el reactorde la central, fallecieron los dos primerosobreros. Solo en los primeros seis meses de1981, hubo más de 60 sabotajes contra lacentral. El asesinato de más impactofue el del ingeniero jefe de la central,el bilbaíno José María Ryan, tras man-tenerle secuestrado durante una se-mana. Su crimen supuso la primera huelgageneral contra la organización terrorista enEuskadi. Un año después, en 1982, cuandoel Gobierno vasco (el PNV había mantenidouna posición ambigua sobre la central hastqque en 1981 mostró su apoyo público), res-paldó abiertamente el proyecto, ETA ase-sinó al sustituto de Ryan, el ingenieroÁngel Pascual.

Los atentados de ETA tuvieron la compla-cencia de los antinucleares, coinciden. “Elmovimiento”, apunta Alonso, “estuvo al mar-

I 4 I

“No la paró ni el movi-miento popular ni ETA.Fue una conjunción defactores”, apunta el eco-logista Carlos Alonso

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gen de la intervención, no la jaleópero nunca la criticó. Algunos hanseñalado como una de las principa-les victorias de la lucha armada deETA. Pero, como ocurrió luego conla autovía de Leitzaran y el tren dealta velocidad, la intervención con-tribuyó a disgregar el movimiento”.El historiador López Romo defineesa postura “entre el silencio y lacomplacencia. No he conseguidodetectar, entre miles de recortes deprensa de esa época, una crítica co-lectiva de los atentados en Lemóniz.Hay críticas a Iberduero, a los parti-dos políticos, pero no a ETA. Éticamente esono se puede sostener e históricamente, res-ponde a esa situación de la transición”.

El futuro es complicado. Primero por elcoste: el derrumbe de los edificios del com-plejo requeriría 60 millones de euros, segúnun cálculo de hace 10 años. A lo que habríaque añadir instalaciones exteriores, como elimponente dique exterior: 15 metros de al-tura y 300 de longitud, acometido no para

hacer frente al mar, sino para evitar ataquescon misiles. Solo el desmantelamiento de lacentral en los 80 costó 6.000 millones de pe-setas y se calcula que construir una centralsimilar supondría más de 12.000 millones.

Un portavoz oficial de Iberdrola dice que“no hay nada” sobre el futuro uso. “El sis-tema no quiere ni tocarlo. Podría ser remo-ver historias que no interesa remover”, diceAlonso.

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Así está Lemoiz ahoraLemoiz es una visita in-olvidable para los quehan podido entrar en suinterior, como la espec-tacular zona del reactor,de 55 metros de alto yseis plantas bajo elmotor de la nuclear, conuna interminable suce-sión de tuberías quesiembran la inquietuddel visitante.

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Matilde Barroso es boliviana. Tiene 52 añosy lleva dos lustros residiendo en España.Los cinco últimos años, en Bilbao. Pero apesar de que está plenamente integrada enla sociedad, le siguen preguntando cuándovuelve a su casa. Y la respuesta siempre esla misma. “Mi casa está aquí. No tengomás hogar que éste”. Desde finales de2011, las cosas no le han ido bien laboral-mente. Perdió su trabajo como asistentadel hogar y ahora se afana en buscar unhueco en el mismo sector. “Siempre he te-nido trabajos precarios, pero me he idoapañando. A veces siento que las muje-res que nos dedicamos a las laboresdel hogar somos invisibles para elresto. Y más, si somos de fuera”. Se tratade una fuerza invisible de trabajo, pero esla que hoy en día sustenta los cuidadospersonales a ancianos y niños, dando res-puesta a la dependencia, el mantenimientode la estructura demográfica y el accesode la mujer autóctona al mercado laboral.

La inmigración en el País Vasco tienecara de mujer, de mujer latinoame-

ricana. Es lo que asegura Gorka Moreno,director de Ikuspegi-Observatorio Vascode Inmigración. Según Moreno, en los últi-mos años ha emergido un modelo en elque la inserción laboral precaria de lamujer inmigrante en el sector de las tareasdomésticas y los cuidados personales va aser “uno de los ejes para el mantenimientode las cotas de bienestar de la poblaciónautóctona”.

El recrudecimiento de la crisis está fre-nando este ascenso porque muchas autóc-tonas han perdido su puesto de trabajo yhan vuelto a casa a la espera de dar denuevo el salto, apunta Consuelo Parra, pre-sidenta de Prestaturik, la Asociación de

PorEduardoAzumendi

Las mujeres invisibles

Sin seguridad social en lamayoría de las ocasiones,se trata de un colectivoexpuesto a la vulnerabili-dad y la precariedad

La inserción laboral de las inmigrantes está, casi en ex-clusiva, en tareas domésticas y cuidados personales

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Profesionales Extranjeros de Álava. “Las inmi-grantes han dado la oportunidad a las vascasde acceder al mercado laboral al ocuparse detodo lo relacionado con las labores del hogary los cuidados personales, pero se está pro-duciendo una involución. Se trata de un pasoatrás porque las mujeres inmigrantes apenashan cotizado al desempleo y carecen de re-cursos”.

El 96% de las mujeres inmigrantes en el PaísVasco que están trabajando lo hacen en elsector servicios y es el subsector de las ta-reas domésticas el más relevante. “El mayoracomodo en el mercado laboral de lasinmigrantes se da a costa de unas con-diciones laborales relati-vamente precarias y, engeneral, peores que los hom-bres inmigrantes: mayor tasade empleo sin contrato, peo-res condiciones, ingresos me-nores…”, recalca el directorde Ikuspegi.

Cuestión culturalDentro de las mujeres inmi-grantes también hay clases.Las mujeres africanas, espe-cialmente las magrebíes,muestran los peores indica-dores de integración social ylaboral. La población de origen magrebí tieneunas tasas de actividad –64,5%– por debajode la media del colectivo extranjero, que esdel 75,5%, pero sobre todo, estas cifras sonmuy bajas entre las mujeres magrebíes, dondemenos de cuatro de cada diez son potencial-mente activas. Esta alta tasa de inactividad delas mujeres magrebíes se debe fundamental-mente a cuestiones culturales. Las mujeresafricanas que están trabajando lo hacen ensectores como la hostelería –37,2%– , el co-mercio –23%– y el de servicios a empresas–13,3%–.

Fatima Nouioura tiene 29 años. Es de Ma-rruecos y desde 2009 está en Vitoria. Ahorano tiene trabajo. “Es complicado encontraralgo. Todos los días busco, pero por ahora nosale nada”. Fatima ha trabajado como asis-tente en varias casas. El trato que ha recibidoha sido “bueno”, aunque en ocasiones sí se hasentido discriminada. Algo parecido le sucedea Nizia Francisca Olivera, de 52 años y natural

de Brasil. Lleva 14 años en España. Siemprededicada al cuidado de mayores o trabajandocomo cocinera. “Ahora dicen que Brasil estámejor, que se siete menos la crisis. Pero yo yaestoy hecha a este país. Son muchos añosaquí y espero encontrar algo para seguir”. Encuanto al trato, admite que ha conocido “detodo”. “Algunos españoles me han discrimi-nado por ser inmigrante, pero en general nohe sentido esa sensación de ser diferente ode que te miran de otra forma porque eresextranjera”.

L. T., de 19 años lleva en Vitoria desde los 12.Habla en un perfecto castellano y también sedefiende bien en euskera. Por las mañanas es-

tudia en un instituto de Vitoria un grado deFormación Profesional relacionado con la in-formática y por las tardes trabaja en un barcomo camarera. “Si mis padres hubieran te-nido dinero me hubiera gustado estudiar enCiencias Políticas en la universidad. Pero nome podían pagar el transporte”. Cree que sucondición de inmigrante le ha perjudicado,aunque trata de ser positiva. “Estudio en unaclase con todo chicos, eso también te influye.Todos dicen que se trata de unos estudiosdonde solo hay salida para los hombres, peroprocuro no fijarme en esas cosas. La educa-ción es una manera de salir adelante y de pre-pararme para lo que pueda llegar”.

La pregunta que queda en el aire y que soloel tiempo puede responder es si esta pautamigratoria se va a convertir en el modeloprevalente. “Más aún”, incide Gorka Moreno,“este modelo puede ser la avanzadilla de al-gunas tendencias que pueden generalizarseen otros países y regiones de Europa”.

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I 10 II 10 I

Escribo este texto en un móvil de diseñoamericano y fabricado en China. Ya sé que es-tamos en un mundo global,pero me gustaríaque fuera un producto nacional. Hasta hacepoco compraba la lavadora Fagor porque eranuestra frente a las coreanos de Samsung oLG. Espero en breve poder seguir haciéndolo.Prefiero comprar una caldera local, marcaDomusa, fabricada aquíque una austriaca.Busco hasta los yogu-res hechos en España.Igual soy un poco ridí-culo, pero creo quenos ayudamos com-prando producto localy no hablo de produc-tos de peor calidad.Mucho son inclusomejores.

No nos damoscuenta de la impor-tancia que tiene fa-bricar y mantenerlo que sabemoshacer. No me gustaque se hable de secto-res maduros en vez desectores competitivosy no me gusta que setrate de engañar a lagente diciendo que los productos de fuerason mejores. Tampoco me gusta que se digaque vamos a desarrollar sectores nuevos e in-novadores de la nada.

Se puede crecer desde lo que sabemos hacery no de la nada. Da miedo oir que un sectorno vale porque es tradicional o maduro. Lapregunta que hay que hacerse es si somoscompetitivos por tecnología, capacidad deproducción y costes varios y si la respuestaes sí, pues apostar por ello.

Me preocupa pensar que abandonemos sec-tores fácilmente y que los gobiernos no sepercaten del error. El sector naval es un buenejemplo. Tenemos astilleros públicos y priva-dos y tenemos competencia y marco legal yparece que a nadie le importa.

El poder tractor de este sector maduro esapabullante y la tecno-logía que arrastra lavemos llegar a nues-tras vidas después dehaber sido testada enun buque en condicio-nes extremas. Los res-ponsable de Industriade los gobiernos cen-tral y autonómicoscreo que son cons-cientes de estos ele-mentos, pero no sé sisus compañeros deHacienda, enfrascadosen cuadrar las cuentas,lo entienden igual.

Pedimos trabajo y nonos preocupamos decuidar el trabajo quetenemos. No haymejor política de em-pleo que la logra gene-

rar actividad. Hay que cuadrar losnúmeros pero no dejemos de incenti-var y apoyar a la industria. Una empresatarda años en consolidarse pero solo mesesen desaparecer. Cuidemos nuestras industrias.No hay nada más falso que la afirmación deque la mejor política industrial es la que noexiste. Les aseguro que eso no se práctica enFrancia o Alemania. El Reino Unido mantuvoun tiempo esta tesis y ahora la ha olvidado.Prefiere hablar de reindustrialización. Porfavor, abandonemos la autodestrucción.

La opinión de PGD

Fabriquemos másPor PedroGómezDambo-renea

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I 11 I

Por AitorGuenaga

Alguna fuerza tuvo que tener la insumisión,la campaña de desobediencia civil novio-lenta con más éxito que se ha vivido Eu-ropa en las últimas décadas, para que todoun biministro de Interior y Justicia comoJuan Alberto Belloch reconociera a media-dos de los 90 que era una “estrategia ga-nadora”. Pero en aquella época, mientrastanto, mandaba a los insumisos a prisión.Los desobedientes llenaban las cár-celes, primero las militares, tras serencausados en consejos de guerra, yluego las civiles, cuando eran condena-dos a 2 años, cuatro meses y un día de pri-sión por no hacer la Prestación SocialSustitutoria.Juan Carlos Alonso tiene ahora 48 años yes profesor de FP en Santurtzi. Fue uno de

los primeros insumisos encarcelados en1989. Pasó 11 días en El Ferrol, donde fue-ron a parar casi todos los primeros des-obedientes que aquel 20 de febrero de1989 dieron el banderazo de salida a unacampaña para desmilitarizar las concien-cias. Alonso recuerda con nitidez su primercontacto con el estamento militar. “Menegué a ponerme el uniforme, aduciendoque era un civil. Enfrente tenía un juez mi-litar que no daba crédito. Me obligó a po-nerme el uniforme y me volví a negar. Memetió tres meses de prisión por desacato.Así una y otra vez. En 15 minutos teníauna condena de año y medio de cár-cel y todavía no había empezado eljuicio. Me di cuenta del riesgo que corría-mos”.

Insumisión, 25 años de desobediencia

Insumisos, abogados y profesores de universidad re-cuerdan la campaña que adelantó el final de la ‘mili’ enEspaña y puso contra las cuerdas al estamento militar

Fotos de una ‘actuación’ del MOC.

Fotos cedidas por el MOC.

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I 12 I

Desde que un puñado de antimilitaristas,aglutinados en torno al Movimiento deObjeción de Conciencia, ratificara enagosto de 1988 en Orio la nueva estrate-gia, la desobediencia comenzó a calar en lasociedad como una gota malaya. Solo eso,y el descrédito de la ‘mili’ entre la juventud-cada dos días moría un joven en la ‘mili’,estadística nunca reconocida oficialmente-, explica el crecimiento exponencial de laobjeción en España. En 1992 se presenta-ron 42.454 solicitudes, un 51% de incre-mento respecto al año anterior. Laobjeción sobre el contingente militar habíapasado del 1,5% (1985), al 5,49% el primeraño de la insumisión (1989) y al 19,87%, en1992. Una progresión inasumible para elGobierno del PSOE. “Ya no era el objetorraro, iluminado, los militares tenían en-frente una marea de desobediencia quesupo interpelar a la sociedad a partir desus propios valores de cultura de la paz.Supimos utilizar la represión paraganarnos a amplias capas de la socie-dad desde una lucha colectiva”. RafaSainz de Rozas, con sus 52 años, es unviejo del lugar. Primero fue un activista;más tarde, la cara pública de los abogadosy del movimiento, aunque su vinculacióncon la desobediencia databa de 1981.Ahora trabaja en el equipo del Ararteko.

“No inventamos nada nuevo, la desobe-diencia civil noviolenta hunde sus raíces enEspartaco si me apuras, pero la pusimos enmarcha, asumiendo un compromiso queimplicaba unos riesgos”. Ander Eiguren,con 47 años, lo sabe bien: fue el último in-sumiso que abandonó la prisión en juniode 2002, tras dos consejos de guerra porallanamiento de instalaciones militares. De

su paso por la cárcel militar de Alcalá –enla que estaba preso Enrique Rodríguez Ga-lindo- guarda anécdotas como la de los do-mingos cuando el cura, un coronel, pedíapermiso al general Galindo para empezara celebrar la eucaristía.

Otro de los elementos novedosos de estacampaña de desobediencia que adelantó elfinal de la mili en España fue su cara festiva.¿Cómo se enfrenta un mando militar aunos antimilitaristas disfrazados de Gandhique se han colado en la garita del gobiernomilitar? ¿O a unos ‘insubitxos’ cantando lacanción de la abeja maya mientras tomande manera festiva una instalación militar?“Creo que pensamos a lo grande, hicimoslo que pudimos, aglutinamos a un montónde gente y siempre en tono festivo. Estoyorgulloso de haber estado ahí y ¡claro quehay que celebrarlo!”, señala Edu Cordero,ahora arquitecto de 50 años, uno de losantimilitaristas que, con su extrema delga-dez, se encaramó a la garita del gobierno

Cada dos días moría unjoven en la ‘mili’, estadís-tica nunca reconocida ofi-cialmente

Fotos de una ‘actuación’ del MOC.

Fotos cedidas por el MOC.

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I 13 I

militar con la cabeza rapada y las gafas re-dondas emulando a Gandhi.

La participación de las mujeres en unalucha que parecía relegada a los hombresfue otra seña de identidad. “¿Cómo no íba-mos a estar las mujeres? El antimilitarismosiempre fue muy mixto. Se involucrabannovias, madres, amigas para apoyar al insu-miso. El núcleo duro inicial en el grupo deBilbao éramos mujeres y, desde el principio,participamos desde la paridad y con la ca-pacidad de decisión para lo que fuera” re-cuerda Idoia Aldazabal.

La campaña de insumisión incomodó

también a HB y a los jóvenes de Ja-rrai al ponerles frente al espejo desus contradicciones. Acostumbrados acolocar su mensaje en las paredes de Eus-kadi con pintadas como “servicio militar enETA militar” o “la mili con los ‘milis’, la lle-gada de la insumisión les obligó a trastocarsu discurso. “Nunca nadie hizo las cosas tanbien como aquel movimiento social: utili-zaron la represión a su favor, crearon unmagma de apoyo social e institucional conuna estrategia de noviolencia. Y demostra-ron a la izquierda abertzale que había fór-mulas radicales de lucha más allá de laviolencia de ETA. La cultura proETA em-pieza a tambalearse a partir de ahí”, explicael catedrático ‘jubilado’ de PensamientoPolítico, Pedro Ibarra, que mantiene ungrado de afinidad con la insumisión.

¿Pero no se acabó con el Ejército? “Escierto, el militarismo adoptó otras formas”,admite el letrado Sainz de Rozas. ¿Y lamarea insumisa no se fue diluyendo con eltiempo? “Pero el desprestigio de lo militarfue increíble y otra gente ha ‘heredado’nuestra experiencia de desobediencia: ahíestá el movimiento anti-TAV, los escraches,el 15-M. Seguimos denunciando el gastomilitar, y, en el terreno de los valores, de-fendemos la noviolencia”, recuerda Eiguren,ahora empleado en una empresa de traba-jos horizontales.

“Somos corredores de fondo desde la no-violencia”, sostiene Eiguren, que sigue mili-tando en el MOC. Al fondo de la pista leesperan los Ejércitos, los gastos militares…porque “el fin está en los medios como elárbol en la semilla”.

La llegada de la insumi-sión obligó a trastocar eldiscurso de HB y los jóve-nes de Jarrai de: “serviciomilitar en ETA militar” o “lamili con los ‘milis’

El antimilitarismo siemprefue mixto. Se involucra-ban novias, madres, ami-gas para apoyar alinsumiso

Fotos de una ‘actuación’ del MOC.

Fotos cedidas por el MOC.

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I 14 I

Alternativas al síndromeconsumista navideño

La crisis ha obligado a reconsiderar el des-pilfarro de dinero al que estamos acostum-brados y sirve como la perfecta excusa parabuscar caminos alternativos que conduzcanhacia un consumo responsable. Porque estádemostrado que comprar en esta épocadel año parece irremediable, peroexisten una serie de medidas que con-tribuyen a rebajar el síndrome consu-mista navideño.

El comercio justo propone un cambio en lasprácticas de consumo y producción quecontribuyan a lograr también un cambio so-cial, porque el comercio justo supone asumirel papel protagonista a la hora de consumir.La ONG vasca Setem Hego Haizea es unade las organizaciones que más trabaja por

este objetivo. Porque, tal y como explican,adquirir productos de comercio justoañade valores éticos al hecho de con-sumir, fijándose en aspectos ecológi-cos, sociales y de género. Ademáscontribuye al desarrollo sostenible ofre-ciendo mejores condiciones en el comercioy garantizando los derechos de quienes pro-ducen y trabajan.

Para considerar que un producto perteneceal comercio justo tiene que cumplirunas condiciones, que a primera vistapueden parecer básicas, pero que elcomercio internacional incumple sis-temáticamente. Se trata de salarios y con-diciones de trabajo dignas, ausencia deexplotación infantil, igualdad de hombres y

El consumo tiene nombre propio: Navidad. Regalos, co-mida, bebida… un sinfín de compras a las que nosvemos culturalmente abocados y es difícil abstraerse

PorPatriciaBurgo

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mujeres, respeto al medio ambiente o que losproductores destinen parte de sus beneficios alas necesidades básicas de sus comunidades.Vinculado a este concepto y muy ligado a élestá la promoción de la producción local. Por-que los menús navideños puede elaborarsetambién desde un punto de vista sosteniblecomprando a productores, agricultores, o ga-naderos cercanos. Una práctica que gana adep-tos y que además sirve para reactivar laeconomía local.

Las nuevas tecnologías e internet hacen estemercado más accesible para el consumidor queencuentra en estas plataformas una plaza deabastos digital con una completa oferta de pro-ductos de calidad. Plataformas como Herme-neus ponen en contacto al compradordirectamente con el productor, promoviendoasí el comercio tradicional en el que el clientesabe lo que compra y a quién se lo compra, sinintermediarios que encarecen el producto. Unaopción que contribuye a la supervivencia de losproductores más cercanos que en muchas oca-siones se ven asfixiados por los costes que su-

pone la distribución de sus productos.

El pequeño comercio es otro sector que enestas fechas puede recibir un empujón. Losproductos de alimentación son los que se lle-van la mayor partida del gasto global, cadaconsumidor gastará unos 250 euros duranteestos días. De este dinero casi el 70% se gastaen hipermercados y supermercados, mientrasque las tiendas de barrio y los mercados tansolo reciben el 26% de este desembolso.Comprar en las pequeñas tiendas de ba-rrio fomenta el comercio local, dina-miza las ciudades y además supone unbeneficio social, económico y medioam-biental.

Reducir el gasto y el númerode juguetes fomenta el con-sumo responsable en losniños, también hay que optarpor juguetes educativos

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La PSP, la camisetadel equipo de fútbolfavorito o la últimaBarbie, son unos clá-sicos en las cartasdel Olentzero, perocada vez existenmás alternativaspara que la lista deregalos sea másequitativa, educativa y endefinitiva, más ejemplar.

Regalar una mascota es unacostumbre extendida enNavidad, pero en muchasocasiones se adquiere sinasumir las responsabilida-des que conlleva. Una alter-nativa es la opción que

ofrece WFF: adoptar espe-cies en peligro. Con estegesto se ayuda a protegerlas especies en peligro deextinción y su hábitat.

La reutilización frente a lacultura del ‘usar y tirar’ esotra de las máximas en estecamino, por eso los pro-

ductos recicladosson una opciónperfecta para re-galar. Hoy en díase puede encon-trar casi de todo:desde una gorraelaborada con bo-tellas recicladas,un reloj que no

necesita pilas porque ge-nera la electricidad conagua y vinagre, una fundapara el Ipad hecha con untraje de buzo reciclado, oun cargador solar para elportátil con entrada USB.La lista regalos originales estan larga como sorpren-dente.

Regalos para una carta responsable a los Reyes Magos

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Los regalos se llevan también buena partedel presupuesto navideño, más de 300 eurospor persona. Y dentro de este capítulo losjuguetes son los protagonistas, cada niño re-cibirá regalos por valor de 125 euros, ungasto que puede resultar excesivo y fomentala cultura del consumismo entre los más pe-queños. Racionalizar el gasto y el nú-mero de juguetes fomenta el consumoresponsable entre los niños, y apostarpor juguetes educativos que estimulen sushabilidades contribuye a incidir en aspectoscomo la memoria o la atención de una formadivertida. Evitar juguetes bélicos, o quefomenten el sexismo por ejemplo.

Diversas asociaciones y ONGs realizan enesta época campañas para desterrar el des-pilfarro de la tradición navideña, porque taly como promueven regalar no debe ser si-nónimo de consumir. Entre sus recomenda-ciones destacan opciones como ayudar alos niños a autolimitarse en la carta alos Reyes Magos, para que sean cons-cientes que siempre más no es mejor.También se les puede enseñar alternativas in-cluyendo regalos que no sean comprados:puede ser algo heredado de los abuelos, oun objeto realizado artesanalmente poralgún familiar así el valor sentimental ganaimportancia frente al valor monetario.

La reutilización frente a lacultura del ‘usar y tirar’ esotra de las máximas en estecamino, por eso los produc-tos reciclados son una op-ción perfecta para regalar

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Estimular al alumnado de un centro edu-cativo que ha arrastrado uno de los ni-veles de absentismo y fracaso escolarmás altos de Euskadi no es tarea fácil. Elreto se complica si el colegio se com-pone de estudiantes pertenecientes alestrato socio-económico más desfavore-cido y en mayor riesgo de exclusión so-cial de Vitoria, con un 32% de alumnadoinmigrante y un 65% de alumnado deetnia gitana. Además, el 99% de los ma-triculados son beneficiarios de becas y el15% tienen necesidades educativas espe-ciales. Ante este desafío los anterioresgestores del colegio público del barriode Sansomendi- actual centro PúblicoIntegral de Enseñanza Infantil, Primaria ySecundaria desde hace algo más de cincoaños- optaron por limitarse a impartir ta-lleres de carpintería, electricidad u otrasdisciplinas a un alumnado que considera-ban incapaz de someterse a lo exigidopor el currículo educativo. Esas bajas ex-pectativas del profesorado lastraron a losestudiantes y les abocaron hacia una con-dena anunciada: el abandono escolar.

El nuevo equipo interdisciplinar dirigido

por Eva Sancho ha conseguido rescatara los chavales. Se empeñaron en ofre-cer una educación de calidad a susestudiantes, similar a la que reciben enel resto de los centros públicos de Vito-ria y con mucho esfuerzo e implicaciónestán consiguiendo aumentar el rendi-miento escolar de los alumnos y mejorarel nivel académico.

Entre las metodologías de aprendizajeimplantadas por los tutores ha destacadouna de ellas por encima del resto, tantoque el Ministerio de Educación lesgalardonó con una de las distincio-nes más valoradas por la comuni-dad educativa, el premio a la acciónMagistral 2013. Se trata del proyecto “Tu-torización interetapas: Los mayores en-señan a los pequeños y todosaprendemos más”, que incluye varias ac-tividades en las que los alumnos de másedad tutelan a los de menor.

“El círculo del aprendizaje se cierracuando un alumno es capaz de explicarlo aprendido”, indica la directora del cen-tro, Eva Sancho, en el preámbulo de la

El colegio público del barrio de Sansomendi (Vitoria-Gasteiz) logra unos resultados excelentes aplicandoun sistema educativo alejado de lo convencional

Por NataliaGlez. deUriarte

Cuando los alumnos son losque dan lecciones

Cuando los alumnos son losque dan lecciones

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presentación de su propuesta innovadora.

Para demostrar que interiorizado la materialos estudiantes pasan prueba teóricas y prác-ticas, los temidos exámenes. Pero en el cen-tro de Sansomendi, sin dejar de lado lasevaluaciones, los estudiantes tiene la oportu-nidad de hacer gala de los conocimientos ad-quiridos gracias a otra dinámicacomplementaria ampliamente valorada portodo el alumnado implicado, desde infantil asecundaria y a la que puntúan con sobresa-liente. Una hora a la semana los estudiantesde ciclos superiores se convierten en profe-sores de infantil y primeros cursos de prima-ria. Los pequeños esperan inquietos en susaulas la llegada de unos profesores peculiares,sus compañeros de colegio. Chavales de se-cundaria y quinto y sexto de primaria aban-donan su pupitres, se enfundan susbatas de maestro y entran a las cla-ses a dar una lección a sus provisio-nales discípulos al tiempo que ellosmismos refuerzan valores como so-lidaridad, respeto y esfuerzo. “Los deinfantil están encantados con la pre-sencia en las clases de estas figuras,sus propios compañeros. Les reci-ben con mucho cariño. El grupo sedistribuye en mesas y cada una deellas las supervisa el ‘hermanomayor’, que dirige las actividades quepreviamente le ha marcado el tutor.Antes de comenzar con la pionerainiciativa, los alumnos recibieron unaformación previa, nociones básicassobre cómo mostrarse con los pe-queños y cómo reaccionar anteciertos comportamientos. “Es unainyección para su autoestima por-que les colocamos en una situación en la queno se han visto antes, otorgándoles una res-ponsabilidad y exigiéndoles un compromiso.Acuden al centro fuera de su horario lectivo,por las tardes a cumplir con su cometido. Yademás ven la evolución, son conscientes delos logros de los niños. Es todo un revulsivopara ellos”, declara Sancho. Además se mejorala convivencia y transición entre las distintasetapas educativas.

El proyecto se completa con las sesiones deapadrinamiento de lectura y de laboratorio.Esta última es la más demandada porque atodos les encanta enredar en los microsco-pios, bromea la directora de Sansomendi. Esta

actividad no es semanal porque requieremayor preparación de materiales y de conte-nidos. “Formulan una hipótesis y aplican unmétodo científico…lleva su tiempo hacerlo”.En el caso de la lectura, fomentar esta prác-tica y convertirla en hábito es uno de los ob-jetivos que persigue la dinámica. “Es muybonito. Leen en voz alta cuentos a los máspequeños que no saben leer y están encan-tado de escucharles. Es beneficioso paraambas partes”, recalca Sancho.

El colegio recibe además a voluntarios quedesarrollan labores de apoyo de forma des-interesada. “Contamos con una treintena deestudiantes de Trabajo Social y Magisterio dela Universidad que acuden altruistamentepara ayudar a los chavales”. Cualquier presen-cia ajena al centro y al barrio es muy benefi-

ciosa para unos alumnos que apenas salen desu entorno familiar y necesitan de referentesexternos para enriquecerse con nuevas rela-ciones y experiencias. “Las familias de estosestudiantes apenas tiene estudios. La laboreducativa que deberían ejercer los padres larealizamos nosotros además de la nuestrapropia. Esa continuidad entre el colegio y lacasa no existe en estos casos. Hay una rup-tura entre ambos espacios contra la quetambién estamos luchando. Tratamos de acer-car a los padres al centro. Les involucramoscon actividades en Navidad y otros momen-tos especiales para empezar a integrarles enla vida escolar de sus hijos, de la que perma-necen la margen”, explica la directora.

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Replikomic

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Buen árbolLA IMAGEN

Tras el otoño llega el invierno. Para protegerse vale másel paraguas de la experiencia que el cobijo de la juventud.