notas sob reaves urbanas

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Por: Juan Fernando Conde Libreros

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Juan Fernando Conde

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Por: Juan Fernando Conde Libreros

Cuando recibí la invitación, de nuestro amigo Carlos Mario Wagner, a dar una charla sobre aves urbanas, me pregunté ¿qué puedo yo decirle a un auditorio inteligente y conocedor de las aves que sea interesante sobre el tema de las aves urbanas? Dando respuesta a esta pregunta escribí estas notas.

Como el tema que nos ocupa es el de las aves urbanas lo mejor es que empecemos por el concepto de lo urbano. Lo urbano contiene lo rural y lo rural es urbano. Quizás una diferencia está en los distintos niveles de poblamiento, desde concentraciones metropolitanas verticales hasta los bosques primarios y las zonas de reservas naturales. Lo urbano incluyó al campo, se apropió del campo, también podríamos decir que el campo se urbanizó, no en población ni en muchos de los servicios que ofrecen las ciudades, sino en el concepto de lo urbano. Cualquier campesino de Colombia es una especie urbana así no conozca la ciudad: escucha radio, quiere poseer los productos de moda, ve televisión y, ahora, también usa la tecnología como los teléfonos móviles y quizás algún equipo electrónico o tenga acceso a alguno. Así viva en el campo y no conozca la ciudad, al final, el campesino también es un producto urbano. El mundo, así sea rural, es urbano.

El descubrimiento de la agricultura dio inicio a las concentraciones poblacionales en núcleos habitados que darán inicio al proceso de urbanización. Estos núcleos permanecieron casi inalterados por muchos cientos de años,

varios milenios, hasta el Renacimiento; pero la verdadera revolución urbana, cuya consecuencia es el mundo actual, es producto de la Revolución Industrial desde los albores del siglo XVIII en Inglaterra y se extendió a todas las sociedades modernas. Es la industria y los productos de los centros industriales los que atraerán al ser humano en todos los sistemas sociales. Durante todos estos siglos o milenios la población urbana no superó el diez por ciento del total de la población, el mundo fue rural. Estas estadísticas se invirtieron en el último siglo y ahora la población urbana en muchos países supera al ochenta por ciento. En Colombia los desplazamientos por violencia aumentaron los problemas urbanos y complicaron la vida en el campo. Pero este fenómeno, al parecer, significó en cierta forma que disminuyeran los depredadores por la inseguridad.

El urbanismo trae como consecuencia la llegada de los alimentos del campo, porque la ciudad demanda alimentos y procesa alimentos. De este modo las ciudades –sinónimo de comida- no sólo atraen personas sino que también atrae toda la biodiversidad que fue expulsada de sus hábitats y la biodiversidad que va quedando en los alrededores de las ciudades.

Pero las aves tienen el mejor recurso para llegar a las ciudades o desplazarse a los sectores rurales: VUELAN.

El ejemplo más claro lo podemos observar en la comuna 22 de la ciudad de Cali. El inventario hecho por Rafael Conteras y su equipo de investigadores, en 2010, registraron especies de aves residentes y migratorias. Esa cifra nos da la suma de especies de aves de la comuna 22. Con excepción de algunas especies de aves caminadoras, todas las inventariadas en la Comuna 22 pueden ser consideradas aves urbanas.

Todas estas especies –y quizás otras de los otros puntos cardinales de la ciudad-, las podemos considerar aves urbanas ya que la comuna 22 hace parte de la ciudad. Está bien, y hay que decirlo, que buena parte de esta

comuna está en el piedemonte de la cordillera occidental y que tiene aún el privilegio de amplias zonas verdes como los espacios de los colegios y las universidades –la Universidad del Valle con sus 100 hectáreas y el Club Campestre con 120 hectáreas-, sumado a las muchas áreas privadas de casas campestres, entonces es la comuna de mayores áreas verdes y por ello la de mayor biodiversidad de la ciudad.

Un ejemplo de la relación vivienda humana con una especie de pajarito la podemos observar claramente con los cucaracheros, Troglodytes aedon.

Las cucarachas andan tras la comida de los humanos, y los cucaracheros tras las cucarachas, por eso es posible atraer cucaracheros a cualquier vivienda humana.

Por ello también es necesario informar y educar para que las fumigaciones no acaben con todos los bichos que se comen los cucaracheros y demás insectívoros. La proliferación de bichos –insectos- da cuenta de un ecosistema sano, y por lo general, por ignorancia se piensa lo contrario.

O los pellares anidando en el parqueadero de Almendros de la Pontificia Universidad Javeriana de Cali, que anidaron en medio de los carros y tuvieron éxito, quizás con un poco de la ayuda humana por estar demasiado expuestos a las ruedas de los vehículos y también a los depredadores.

El inventario de aves de la Pontificia Universidad Javeriana de Cali que he realizado empíricamente –con muchos registros fotográficos- desde el año de 2007 supera las 120 especies, en un área de sólo 17 hectáreas. Sin embargo en cualquier parte de la ciudad, así sea en las más pobladas y menos arborizadas, es posible ver una gran cantidad de aves. En los altos edificios de apartamentos algunas personas atraen aves y les llegan de varias especies como colibríes y mieleros, frugívoros y granívoros.

Los ejemplos son muchos… todos… porque las aves son asombrosas

Tenemos casos como el Florisuga mellivora, el Colibrí Collarejo o Chupaflor Nuquiblanco, muy común ahora en Cali y en Los Farallones, era un ave alóctona, que vino hace dos o tres décadas del eje cafetero al Valle del Cauca. Hoy ya la podemos considerar una especie residente de Cali.

Esta información fue corroborada por el ornitólogo Jorge Enrique Orejuela.

El trabajo de los miembros de la Junta de Acción Comunal es el de unir los corredores verdes que fueron cerrados -por el urbanismo espontáneo, invasiones o simplemente sin planificación estatal- y unirlos con el Parque Nacional Los Farallones de Cali. De esta manera la biodiversidad de la ciudad podría llegar al campo sin obstáculos y tener un corredor fluido de especies, y aumentar con planes inteligentes, el número de especies que lleguen del monte a la ciudad y puedan retornar sin obstáculos. Hago referencia a especies que comparten varios pisos térmicos.

Otro ejemplo es el de la especie Momotus momota, nuestro hermoso Barranquero Coronado, que en más de una década no lo vi en la Comuna 22 y pude observarlo varias veces en el Club Campestre en 2012. Yo estaba seguro que le gustaban más los grados centígrados de menos que tienen los mil quinientos y más metros de altura donde es más fácil verlo.

Hay algunas señales alentadoras sobre la conservación de las especies. En este último quinquenio hemos asistido a la recuperación de varias especies de aves que estuvieron al borde de la extinción local como las guacharacas y lo quetzales. Aseguro, por ser testigo de excepción, que fue el Club Campestre de Cali el sitio en donde se pudo conservar la Guacharaca Variable –Ortalis columbiana, antes Ortalis motmot- porque allí no fue perseguida y fue el espacio ideal para que desde allí volviera a poblar con sus estridencias Los Farallones. Podría ser uno de nuestros emblemas regionales o nacionales ya que esta es una especie endémica de Colombia.

Tenemos el ejemplo de la especie Zenaida auriculata, la Torcaza Nagüiblanca, es una especie que de pertenecer a las montañas hoy es una especie muy urbana que podemos ver casi en cualquier parte en cualquier ciudad.

Los mayores de cincuenta años no tuvimos la fortuna de ver sobre volar las varias especies de la hermosa e inteligente familia de las Psittacidae, loros y guacamayas. Ahora podemos ver cruzando los cielos de Pance y de La Umbría, y en muchos otros sectores de la ciudad, sobre todo donde hay grandes palmas, grupos de especies como el Perico Carisucio –Aratinga pertinax-, la Guacamaya Cariseca –Ara severa, de la que conocí una estupenda fotografía tomada por Carlos Mario en el centro de CaliPerico Chocolero –Aratinga wagleri-, muchos y numerosos grupos ocasiones enormes bandadas- de Cotorra Cheja –Pionus menstruus-.

También, y este es un recuerdo de mi niñez en Ginebra, mi pueblo, al frente del Colegio San Francisco de Asís, en una enorme palma Vino –Attalea butiracea- después de las cinco de la tarde se asentaban en la palma más loritos, de la especie Periquito de Anteojos, de los que la palma podía contener y el estrépito de todos gritando al mismo tiempo aún retumba en mis oídos. Dejamos de ver a este hermoso, simpático y diminuto lorito por varias décadas.

Esta fotografía es de la especie Chilacoa Colinegra –Aramides cajanea- que anidaron con éxito en uno de los humedales de la P. U. Javeriana de Cali, tomada el 25 de mayo de 2010, es una muestra más de la recuperación de especies ya que las chilacoas desaparecieron también por muchos años de esta zona.

Los cazaron para quitarles las crías y venderlos en los semáforos, e igual suerte corrieron la mayoría de las especies de esta familia, por los hermosos coloridos de sus plumajes, por sus antropomórficas y espectaculares caras, por sus patas prensiles con sus graciosos caminados y, sobre todo, por su gran inteligencia. Ya no tenemos a quién preguntarle cuáles otras especies había en Ginebra antes de que la depredación fuera una tragedia… no quedaron registros. Pues un consuelo es que ya estamos volviendo a ver a nuestro Periquito de Anteojos –Forpus conspicillatus-, los he visto varias veces en parejas o pequeños grupos en el campus de la Pontificia Universidad Javeriana de Cali. Para ser los mejores anfitriones a tan ilustres visitantes de esta familia a la ciudad debemos de sembrar muchas palmas para que vuelvan en bandadas a oscurecer el sol de las tardes.

Fácil ver en los parques los temibles gavilanes, el Buteo Caminero y la Pigua Milvago, al igual que al veloz halcón Cernícalo sparverius, y las más de doscientas especies de aves de Cali.

¿Será esta una propaganda adecuada para que los campesinos cuando lleguen a la ciudad se queden? ¿Por qué -con los problemas de sobre poblamiento, de invasiones, de improvisación y falta planificación- queremos seguir atrayendo personas a la ciudad?

Y para la ciudad de Cali la defensa de Los Farallones tiene que ser prioridad de las autoridades porque de éstos dependerá en últimas, la supervivencia de la ciudad y la calidad de vida de sus habitantes.

Esta panorámica de Los Farallones de Cali es muy ilustrativa del trabajo de preservación y conservación que debemos continuar. Desde Cali, atravesan-do Los farallones y llegando al Océano Pacífico.

Exigirles más zonas y corredores verdes a los constructores. Frenar la depredación de los bosques y la fauna presionando de alguna forma a las autoridades para que hagan cumplir las leyes, y terminar de una vez por todas con la minería ilegal.

Por otro lado debemos sembrar las especies, nativas o introducidas, que sean comida o sirvan de alguna forma a los pájaros, a la fauna y a la biodiversidad en general. Hay algunas personas que afirman que no es bueno atraer los pájaros artificialmente poniendo nectarios, regando cuchuco o poniendo bananos y frutas, pero creo que eso ayuda y la ganancia es que los podemos ver muy de cerca.

En casa los atraemos de esa manera pero todo el jardín y muchos de los frutales los hemos sembrado con la intención de atraer la mayor cantidad de especies que pueda.

Y hay otra cosa que quisiera decir. En las jornadas de avistamiento por los bosques es posible ver algunas de las especies exóticas, quizás muchas, dependiendo del sitio en donde se haga el avistamiento, pero es sabido que en los destapados por la existencia de alguna vivienda o alguna chacra, es posible ver más especies que en una correría por el bosque. En nuestra casa en Pichindé tengo el registro de poder ver en un día más de cuarenta especies, un gran atractivo para los aficionados a la observación.

Quiero terminar con una noticia que aún no ha sido divulgada y que supe hace un par de días. El biólogo e investigador ya mencionado en este escrito, Rafael Contreras, tiene confirmada una nueva cifra de las aves de la Comuna 22, en un trabajo realizado por la Universidad ICESI para el DAGMA. El inventario va en:

Esta fotografía es una especie no identificada, tomada el 8 de mayo de 2009 en la P. U. Javeriana de Cali. El ornitólogo Gustavo Kattan no se atrevió a decir a qué especie pertenece este cabezón.